Upload
ruth-guerrero
View
216
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Junio 2011
Citation preview
En la mañana
Camino por el centro de la ciudad, el día se siente frío, nublado, el sol no sale
aún, el tiempo corre muy rápido, yo me apresuro, siento en la boca el sabor
amargo del jamón de hace unas horas, sigo caminando, todo es rápido pero
parece lento, el día gris, las calles llenas de autos y gente, los edificios viejos,
maltratados pero hermosos y felices porque aun cuentan historias a los vivos;
camino, camino y camino, mi estomago hace ruidos ya, y yo camino.
A mi derecha dos policías, de esos que utilizan uniforme azul y se distinguen
por sus chalecos amarillos, ellos pelean como cualquier vago de calle, el azul
de su uniforme se ha desvanecido, están pintados de rojo; uno de ellos tiene
los ojos cerrados, no los abre ni para lanzar un golpe, grita, no me asusto, me
sorprendo, nadie hace nada, y me da lastima pero no me asusto.
¿Es esto un sueño?
Yo camino, nadie se detiene y yo camino.
Solo he avanzado dos calles y ya aparece la entrada de un hotel, es viejo, no
tiene ya pintura y las letras iluminadas que solían anunciar el servicio han
cambiado su función, ahora no dan luz, solo escucho el sonido del aire entre
ellas, la H y la O dan hogar a plantas y bichos huérfanos. Al frente del hotel ,
una mujer; es gorda, usa una minifalda de color café y la gordura de sus
muslos se deja notar cual si bailara la grasa entre la piel morena y brillosa, es
una mujer grotesca. El cabello recogido y una playera de esas que uno puede
conseguir en oferta a la salida del metro, ella grita hacia dentro del hotel, un
hombre la observa y ella lanza las pocas macetas con flores rojas que adornan
la entrada, grita, grita mucho.
Me da lastima, me asusta, ya no quiero caminar, corro, corro.
Llego a la parte final del centro, en donde empiezan los museos, ahí mucha
gente, mucha luz, el sol por fin salio, hay focos por todos lados, lámparas y
hombres de ojos claros que llevan cables, café y sillas por toda la calle, los
autos se detienen, yo camino, una silla justo frente al monumento de Gandhi,
en ella una rubia de ojos verdes, con la piel clara, muy clara, un vestido dorado
y las manos largas, muy largas, siento su olor, huele a mañana con jazmín y
menta; Apenas voltea la mirada a la gente que pasa, esta en ella, en ellos, no
esta aquí.
No se siente más el sabor a jamón en mi boca, se ha ido, ahora solo queda el
olor a menta de esa mujer y la luz, ¡tanta luz ahí!
¡Ah! Por cierto mi día empieza ya, rápido, y yo aquí, siéndolo todo lento.