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PRE-TEXTOS CONTEMPORÁNEA TOMÁS SEGOVIA EL TIEMPO EN LOS BRAZOS CUADERNOS DE NOTAS (1984-2005)

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PRE-TEXTOS CONTEMPORÁNEA

TOMÁS SEGOVIA

EL TIEMPOEN LOS BRAZOSCUADERNOS DE NOTAS (1984-2005)

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Primera edición: septiembre de 2013

Diseño de la colección: Andrés Trapiello y Alfonso MeléndezImagen de la cubierta: Ramón Gaya

© Herederos de Tomás Segovia, 2013

© de la presente edición:

PRE-TEXTOS, 2013Luis Santángel, 1046005 Valencia

www.pre-textos.com

IMPRESO EN ESPAÑA/PRINTED IN SPAIN

ISBN: 978-84-15576-37-2 • DEPÓSITO LEGAL: V-1790-2013

ADVANTIA, S.A. TEL. 91 471 71 00

Esta obra ha sido publicada con una subvención de la

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Antes que el tiempo muera en nuestros brazos.

EPÍSTOLA MORAL A FABIO

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2 DE ENERO Precisiones: «Eros» se toma en un sentido muyamplio: no sólo el deseo sexual o erótico, ni sólo el amor enel sentido habitual; tam bién toda clase de simpatías, atrac-ciones, admiracio nes, grega rismos, afinidades: todo el goceoriginado en el otro o los otros, de cualquier clase que sea.Sin olvidar además que cada uno de estos valores positivosse corresponde con un valor negati vo.

Por otra parte, lo apropiable (o el «deseo de apro piación»)no se refiere únicamente a lo que en nuestra civilización seentiende por propiedad (necesa riamente privada; es abso-lutamente ilusorio que exista una propiedad colectiva). Serefiere a todo aquello que, si es consumido por uno, no puedea la vez ser consumi do por otro. Si el gobierno ofrece unconcier to gratuito, llamo «apropiable» en este sentido a labutaca que ocupo en la sala de conciertos, porque no puedeocuparla simultáneamente otro individuo. Es decir, que sino la consumo literalmente (en el sentido de que al usufruc-tuarla la destruyo), por lo menos dispongo de ella, que, mo-mentáneamente, para otro posible ocupante, es lo mismoque si la destruyera. La ocupa ción de la butaca es condiciónpara poder recibir la belleza del concierto (toda belleza, porsupuesto, es material); pero no es lo mismo que esa belleza;porque una vez cumplida la condición de ocupar una bu-taca, mi absorción de esa belleza no sólo no excluye su ab-sorción por mi vecino sino que incluso puede intensificarla.

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(Eso es lo que jamás han entendi do nuestros doctrina-rios.) La belleza por eso no es apropiable: no es económica.

La ceguera fundamental de esta época (ideológi ca, natu-ralmente) es creer en el fondo que «material» y «valioso» seexcluyen –y que lo «material» explica, absorbe y disuelve lovalioso–. Que el valor oculta la materia, y que por lo tanto,una vez desenmascarado muestra o materia o falsedad.

Eso es justamente, por mucho que les sorprenda, una vi-sión idealista del valor. Todo valor es material –es una cargade la realidad material–. Hay también una realidad inmate-rial (la de la matemática, por ejemplo.) Ésa justamente notiene carga valorativa.

Pero lo material no es materia. La materia sólo existe jus-tamente en el universo segundo de la objeti vación –universoque se construye idealmente por reducción de lo valioso enlo material.

No es que el deseo enturbie la visión (¿es Sófo cles quiendice eso?) –como si hubiera primero una visión y luego undeseo que la enturbia–. La visión es deseo –y después se puedeconstruir una visión-sin-deseo reduciendo su carga intere-sante (es decir, se puede hasta cierto punto, porque eso esnecesariamen te represión y es sabido que lo reprimido siem-pre retorna).

Llamar a esa visión segunda visión clara es lícito en algúnsentido, pero no en el que suele dárse le.

Así es como hay que explicar ciertos traslapes.

3 DE ENERO Por ejemplo: traslape del deseo de apropia-ción en el deseo de amor –que es deseo de ser deseado–. Eldeseo del otro no es apropiable porque nunca es verdad quepueda uno disponer de él.

El deseo es la libertad irreductible que habita al indivi-duo: nadie puede disponer de esa libertad, ni siquiera élmismo.

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El hombre ha llamado desde siempre deseo justa mentea eso: el lugar donde soy libre incluso más allá de mi albe-drío. Si no es libre no es deseo, es cuando mucho instin-to. Si no está más allá del albedrío tampoco es deseo: es vo-luntad.

(Instinto: autonomía máxima en ausencia de toda liber-tad, o sea, automatismo.)

El deseo es para la inteligencia lo más difícil y peligrosode pensar. Toda su astucia es poca para esa tarea.

El deseo se funda en el valor puro e incondiciona do. Essentido constituyente, y como todo sentido constitu yenteaparece como sinsentido para el sentido constitui do. El deseode que habla el psicoanálisis es deseo constituido.

Lo constituido supone siempre lo consti tuyente y nuncalo usurpa totalmente, es decir, nunca lo constitu ye total-mente –si es que sigue teniendo sentido.

Sentido es excedente de sentido constituyente.Posibilidad interminable de volver a la fuente, de recu -

perar el contenido. Por eso la interpretación es infinita.El psicoanálisis se debate entre un deseo constitui do, ana-

lizable, determinado, pero sin sentido, y un deseo con sen-tido pero inanali zable, inabarcable: inconstitui ble.

Por ejemplo: el psicoanálisis no puede hablar en ningunamedida de la preferencia, del gusto, de la belleza, del atrac-tivo. Freud dice que el afecto es inabordable. Es pura arbi-trariedad para el deseo constituido. Si yo veo una mujeratractiva, el psico análisis tiene que volver eso del revés y decirque no es que ella sea atractiva, sino que yo soy «atrac tible».Porque es en ese atractivo donde el deseo inconstitui ble semanifiesta en medio del deseo constituido.

4 DE ENERO Lo más generalmente desea ble es el Espíritu.O sea: lo más generalmen te deseable para el humano es ser

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humano: ser que habla y entiende. (Y también, circu lar -mente, ser que valora.)

De acuerdo en que ese valor es tan general que en cier-tos niveles no es pertinente. Pero funda lo que en esos nive-les es pertinente.

Todo lo que el hombre hace, incluso conocer «desintere-sadamente», presupone que el hombre valora. Y todo lo quese valora presupone que hablar, entender y valorar son va-liosos: interesan.

Lo más generalmente valioso se confunde con el sentidomismo. «Hay sentido» equivale a: La vida es un campo devalores, la vida es interesante.

De eso no hay conocimiento objetivo. Conocimien to ob-jetivo es desvaloriza ción (la «decoloración del mundo» deBachelard). La desvaloriza ción no puede conocer el valor.

El valor del Espíritu (el interés de la historia del hombre,de sus lenguajes y su entendimiento) es un comienzo ab -soluto. No proviene de nada: todo lo demás proviene de eso.Es irrebasable.

Es estúpido pensar que el valor del Espíri tu es instru-mental (o enmascarador): que valoramos el lenguaje y elentendimiento porque son instrumentos para adquirir lariqueza y el poder. La riqueza es obvia mente instrumental(aunque sea como instrumen to para conseguir el poder).

El poder es otra cosa; pero el poder como tal, que no esni la riqueza ni el placer, que pueden o no ir asociados conél, el puro poder sobre los hombres y sus decisiones, no ten-dría para un hombre ningún valor si los hombres y su his-toria no fueran valiosos. No se puede simultánea mentedesear el poder y desear la desaparición del hombre comotal (ser histó rico y entendiente). En cambio se puede desearesa humani dad del hombre deseando simultánea mente ladesapari ción del poder.

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(«No se puede» significa aquí: no puede mi deseo; tal vezpueda mi albedrío, tal vez incluso ese albedrío llegue a im-ponerse; pero entonces el deseo aullaría. O sea: hay efecti -vamente actitudes esquizofrénicas; no expli can nada; tienenque ser explicadas.)

5 DE ENERO Éstos son tiempos de humil dad: tiempos desalvación.

El saber no tiene nunca que ser abatido; pero en estostiempos tiene que ser abatido su orgu llo.

El orgullo del saber empezó por ser des precio de la ig-norancia. Después vino un saber de la ignorancia. Despre-ciada o no, la ignorancia tenía que ser domina da. El saberquiso ser el amo de la ignorancia.

Final mente vino la lucha de los saberes. Cada saber quiereser el amo de los otros saberes. El saber supremo pasa a serun saber del saber. Se crean grandes bloques antagónicos.Como en la historia política, esos blo ques pactan ambigua-mente, negocian su dominio antes que permitir que se di-suelva.

Hay una «verdad silvestre» que sigue estando siempre enla raíz de la otra. Sólo se la puede conce bir como el poderde ilumi nación en general de los lenguajes.

• • •

Hay que insistir incansablemente en el miste rio del deseo,incluso puramente sexual (o considerado como tal). Con osin freudismo, sigue siendo misterioso que no deseemos (se-xualmente) simplemente un órgano sexual, sino la imagende un ser humano completo. ¿Por qué si veo una mujer«atractiva» deseo hacer el amor con ella? ¿Y por qué mi deseoprefiere hacer el amor con una mujer atracti va?

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