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VIVA MÉXICO

Eñe 29

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El número de primavera cuenta con un ilustrador de lujo: el pintor Francisco Toledo. Eñe 29 nos acerca a la extraordinaria mezcla de voces y puntos de vista que emergen a lo largo y ancho de un país tan sugerente como México. Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Juan Villoro, Alberto Ruy-Sánchez, Elena Poniatowska, Mauricio Montiel Figueiras, Alberto Chimal, Guillermo Fadanelli y Valeria Luiselli son algunas de las voces mexicanas de este número. Además, gracias a la traducción de Juan Barja, publicamos tres poemas de Pessoa escritos bajo uno de sus más importantes heterónimos, Álvaro de Campos; y el Preestreno viene de la mano del escritor y guionista italiano Francesco Piccolo, mano derecha habitual de directores como Nanni Moretti.

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VIVA MÉXICO

E X C L U S I V O E Nwww.emidiotucci.es

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Música, Arte, HumanidadesLa Fundación BBVA apoya la creación artística, la literatura y las humanidades, como componentes centrales de la cultura. La ciencia, la tecnología, la música y el arte, así como su estudio académico en el marco de las disciplinas humanísticas, forman hoy un espacio continuo, convergiendo en el modelado de las percepciones sociales y los valores, las perspectivas y la sensibilidad de nuestro tiempo. Cada uno de esos ámbitos, así como la exploración de las interacciones entre ellos, son áreas de actuación preferente de los programas de la Fundación BBVA. iberia.com

Hemos puesto el corazón en acercarte al mundo.

Ponemos a tu alcance más de 750 destinos en 150 países.

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EñeRevista para leerPrimavera 2012

XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe

Bases del xxv Premio Internacional de Poesía Fundación LoeweConvocado por primera vez en noviembre de 1987, la Fundación Loewe institucionaliza el galardón con el objetivo de buscar calidad en la creación poética en lengua castellana. Con carácter anual se premia una obra inédita de al menos 300 versos y, opcionalmente, se contempla la concesión de un Premio a la Creación Joven a un autor menor de 30 años, cuando el Premio haya sido otorgado a un poeta de mayor edad. El Premio o Premios son publicados dentro de la Colección Visor de Poesía.

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La Fundación Loewe convoca un premio de poesía en castellano con el nombre xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, abierto a autores de cualquier nacionalidad.

ii

La dotación de este Premio es de 20.000 euros y la obra que se premie será editada en la Colección Visor de Poesía.

iii

A este Premio pueden optar autores de cualquier edad. No obstante, con el deseo de potenciar la creación joven, la Fundación Loewe prevé un accésit para menores de treinta años, en caso de que el Premio fuese otorgado a alguien de mayor edad.Este accésit o Premio a la Creación Joven estaría dotado con 7.000 euros y la publicación del libro, asimismo, en la Colección Visor de Poesía.

iv

La editorial Visor Libros se hará cargo de la edición de los libros premiados. Señala la cifra inicial de 3.000 ejemplares como primera edición y dicha edición no generará derechos de autor. El autor queda en libertad para la contratación de eventuales reediciones transcurridos dos años desde la primera edición o una vez agotada la primera.

vii

La obra u obras presentadas deberán ser inéditas y no premiadas. Si el autor presenta la obra simultáneamente a otro concurso, en caso de obtener un premio deberá notificarlo a la Fundación Loewe con urgencia, mediante escrito firmado, pudiendo adelantarlo por teléfono o correo electrónico, para proceder a retirar los ejemplares. En todo caso, una obra que haya resultado previamente premiada quedará automáticamente descalificada.

viii

Los trabajos se enviarán por correo postal o algún servicio de mensajería a la Fundación Loewe:xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewec/ Goya, 4, 1ª planta. 28001 Madrid, EspañaLas entregas en mano se podrán realizar de lunes a viernes, de 9:00 a 18:00h. en la misma sede. No se aceptarán trabajos enviados por correo electrónico.Los costes de aduanas que puedan originar los envíos no serán en ningún caso asumidos por la Fundación Loewe.

ix

Se cerrará el plazo de admisión de originales el 25 de junio de 2012 incluido. Para envíos por correo, se tendrá en cuenta la fecha del matasellos, por lo que es imprescindible su legibilidad. En cualquier caso no se aceptarán aquellos recibidos con fecha posterior al mes de julio.

x

El Jurado, bajo la presidencia de honor de Carlos Bousoño, estará compuesto por Víctor García de la Concha (Presidente), Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, y Álvaro García, ganador de la anterior convocatoria.

xi

El fallo del Jurado tendrá lugar en el mes de noviembre de 2012.

xii

Tras la deliberación del Jurado, una vez abierta la plica, la Fundación Loewe se pondrá directamente en contacto con el ganador. En caso de ser premiado, el autor se compromete a declarar bajo su responsabilidad el carácter inédito y no premiado de su obra, su total sometimiento a las bases del concurso, así como a ponerse a disposición de la Fundación Loewe para la posterior promoción y difusión del Premio y de la obra editada.

xiii

En ningún caso se devolverán los ejemplares presentados ni se mantendrá correspondencia al respecto, dado el carácter anónimo del Premio. Todas las obras no premiadas serán destruidas por la Fundación Loewe.

xiv

Presentarse al concurso implica la aceptación de todas y cada una de las bases de esta convocatoria, entendiéndose que el incumplimiento de una sola de ellas podrá ser suficiente para dejar fuera de concurso a la obra presentada. Las decisiones del Jurado serán inapelables.

más información

+34 912 041 300 +34 912 041 443 [email protected] · www.loewe.com

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Cada trabajo presentado tendrá un mínimo de 300 versos. El tema y la métrica son libres.

vi

Cada trabajo deberá incluir tres ejemplares impresos o mecanografiados en papel tamaño a4, folio o similar, claramente fotocopiados y debidamente clasificados o encuadernados, de la obra con que se opta al Premio. El interlineado y tipo de letra son libres. No se admitirán fotos, dibujos o cd. Estos tres ejemplares llevarán solamente título y lema o seudónimo, sin firma. Acompañará a los tres ejemplares una sola plica (sobre cerrado), en cuyo exterior figurará: • el título• el lema o seudónimo• la edad del concursante sólo si éste tiene treinta años o menos en el año en que concursa.

En el interior de la plica se incluirá la siguiente documentación:• fotocopia de un documento oficial de identidad del autor que como tal lo acredite (pasaporte, dni, tarjeta de residencia, etc.)• breve nota biográfico literaria• una carta dirigida al xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, que incluya: el nombre del autor, el título de la obra presentada, fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, teléfono de contacto y dirección, firmada por el autor, en la que única y explícitamente se mencione: “Acepto cumplir las cláusulas de la presente convocatoria del Premio”. La ausencia de la documentación de alguno de estos elementos, una vez abierta la plica tras la deliberación del Jurado, podrá dejar fuera de concurso la obra presentada. Un autor puede presentar más de una obra al Premio, siempre y cuando cada una se presente de forma independiente y cumpliendo todos los requisitos.

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XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe

Bases del xxv Premio Internacional de Poesía Fundación LoeweConvocado por primera vez en noviembre de 1987, la Fundación Loewe institucionaliza el galardón con el objetivo de buscar calidad en la creación poética en lengua castellana. Con carácter anual se premia una obra inédita de al menos 300 versos y, opcionalmente, se contempla la concesión de un Premio a la Creación Joven a un autor menor de 30 años, cuando el Premio haya sido otorgado a un poeta de mayor edad. El Premio o Premios son publicados dentro de la Colección Visor de Poesía.

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La Fundación Loewe convoca un premio de poesía en castellano con el nombre xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, abierto a autores de cualquier nacionalidad.

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La dotación de este Premio es de 20.000 euros y la obra que se premie será editada en la Colección Visor de Poesía.

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A este Premio pueden optar autores de cualquier edad. No obstante, con el deseo de potenciar la creación joven, la Fundación Loewe prevé un accésit para menores de treinta años, en caso de que el Premio fuese otorgado a alguien de mayor edad.Este accésit o Premio a la Creación Joven estaría dotado con 7.000 euros y la publicación del libro, asimismo, en la Colección Visor de Poesía.

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La editorial Visor Libros se hará cargo de la edición de los libros premiados. Señala la cifra inicial de 3.000 ejemplares como primera edición y dicha edición no generará derechos de autor. El autor queda en libertad para la contratación de eventuales reediciones transcurridos dos años desde la primera edición o una vez agotada la primera.

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La obra u obras presentadas deberán ser inéditas y no premiadas. Si el autor presenta la obra simultáneamente a otro concurso, en caso de obtener un premio deberá notificarlo a la Fundación Loewe con urgencia, mediante escrito firmado, pudiendo adelantarlo por teléfono o correo electrónico, para proceder a retirar los ejemplares. En todo caso, una obra que haya resultado previamente premiada quedará automáticamente descalificada.

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Los trabajos se enviarán por correo postal o algún servicio de mensajería a la Fundación Loewe:xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewec/ Goya, 4, 1ª planta. 28001 Madrid, EspañaLas entregas en mano se podrán realizar de lunes a viernes, de 9:00 a 18:00h. en la misma sede. No se aceptarán trabajos enviados por correo electrónico.Los costes de aduanas que puedan originar los envíos no serán en ningún caso asumidos por la Fundación Loewe.

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Se cerrará el plazo de admisión de originales el 25 de junio de 2012 incluido. Para envíos por correo, se tendrá en cuenta la fecha del matasellos, por lo que es imprescindible su legibilidad. En cualquier caso no se aceptarán aquellos recibidos con fecha posterior al mes de julio.

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El Jurado, bajo la presidencia de honor de Carlos Bousoño, estará compuesto por Víctor García de la Concha (Presidente), Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, y Álvaro García, ganador de la anterior convocatoria.

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El fallo del Jurado tendrá lugar en el mes de noviembre de 2012.

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Tras la deliberación del Jurado, una vez abierta la plica, la Fundación Loewe se pondrá directamente en contacto con el ganador. En caso de ser premiado, el autor se compromete a declarar bajo su responsabilidad el carácter inédito y no premiado de su obra, su total sometimiento a las bases del concurso, así como a ponerse a disposición de la Fundación Loewe para la posterior promoción y difusión del Premio y de la obra editada.

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En ningún caso se devolverán los ejemplares presentados ni se mantendrá correspondencia al respecto, dado el carácter anónimo del Premio. Todas las obras no premiadas serán destruidas por la Fundación Loewe.

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Presentarse al concurso implica la aceptación de todas y cada una de las bases de esta convocatoria, entendiéndose que el incumplimiento de una sola de ellas podrá ser suficiente para dejar fuera de concurso a la obra presentada. Las decisiones del Jurado serán inapelables.

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Cada trabajo presentado tendrá un mínimo de 300 versos. El tema y la métrica son libres.

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Cada trabajo deberá incluir tres ejemplares impresos o mecanografiados en papel tamaño a4, folio o similar, claramente fotocopiados y debidamente clasificados o encuadernados, de la obra con que se opta al Premio. El interlineado y tipo de letra son libres. No se admitirán fotos, dibujos o cd. Estos tres ejemplares llevarán solamente título y lema o seudónimo, sin firma. Acompañará a los tres ejemplares una sola plica (sobre cerrado), en cuyo exterior figurará: • el título• el lema o seudónimo• la edad del concursante sólo si éste tiene treinta años o menos en el año en que concursa.

En el interior de la plica se incluirá la siguiente documentación:• fotocopia de un documento oficial de identidad del autor que como tal lo acredite (pasaporte, dni, tarjeta de residencia, etc.)• breve nota biográfico literaria• una carta dirigida al xxv Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, que incluya: el nombre del autor, el título de la obra presentada, fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, teléfono de contacto y dirección, firmada por el autor, en la que única y explícitamente se mencione: “Acepto cumplir las cláusulas de la presente convocatoria del Premio”. La ausencia de la documentación de alguno de estos elementos, una vez abierta la plica tras la deliberación del Jurado, podrá dejar fuera de concurso la obra presentada. Un autor puede presentar más de una obra al Premio, siempre y cuando cada una se presente de forma independiente y cumpliendo todos los requisitos.

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Consulta la web www.llull.cat

El Institut Ramon Llull es un consorcio integrado por la Generalitat de Catalunya y el gobierno de las Islas Baleares que tiene como finalidad la proyección exterior de la lengua y la cultura catalanas en todas sus modalidades y medios de expresión.

C/ Diputació 279, baixos. 08007 Barcelona.

C/ Protectora 10, local 11. 07012 Palma.

Institut Ramon LlullPromoción de la literatura catalana

Traducción de obras en catalán

Residencias de traductores

Movilidad de artistas

Movilidad de escritores

Innovación pedagógica

Certificados de catalán

Campus lingüístico

Estudios de catalán en las universidades

Becas para estudiantes

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Diario de Guillermo Fadanelli

Editorial

Autores

Viva México

Juan Villoro

Jorge Volpi

Elena Poniatowska

Alberto Chimal

Ignacio Padilla

Mauricio Montiel Figueiras

Alberto Ruy-Sánchez

festival eñeÁlvaro de Campos

(Fernando Pessoa)

páginas naranjasValeria Luiselli. Biblioteca Particular

Francesco Piccolo. Preestreno

Agenda

Ilustraciones de Francisco Toledo

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35414953616874

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99105109

SumarioEñe. Primavera 2012

C M J N LONGINES Adv. ENE (ES) Edition: 21.02.2011 Visual: KW1_DV6 Doc Size: 145x220 mm Calitho 02-11-63878 AOS: 04731

Elegance is an attitude

Kate Winslet

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Longines DolceVita

Diario de EñeGuillermo Fadanelli

Diario de un insomne

Domingo 27 de noviembre

Los domingos me acosa una rara inmovilidad, un desánimo que en nada se relaciona con la tradición religiosa dominical, sino con la animadversión que mi madre profesaba por este día. He heredado sus fobias. El domingo las personas son aún más personas que en el resto de la semana. Es su día de descanso y en sus rostros las sonrisas parecen muecas de placer forzado. El azar ha querido que me traslade a Guadalajara en domingo y a la negativa carga anímica de este día debo sumar el agobio que me causan los aeropuertos. Allí debes probar tu inocencia y demostrar que no portas armas ni tienes intenciones de mancillar la serenidad pública. Debes probar que no traficas con sustancias prohibidas y que tu pasta de dientes es inofensiva. Te piden despojarte de los zapatos como si te encontraras dentro de una mezquita y revisan tus maletas alterando el orden de tu calzado y tu ropa. En cuanto piso la ciudad, llamo a Enrique Blanc, sin cuyo consejo prefiero no tomar decisiones en Guadalajara. Lo conozco hace varias décadas, y apenas unos años atrás Enrique logró liberarme de la cárcel, adonde me ingresaron por golpear a un policía. Lunes 28 de noviembre

En el hotel desconecto los teléfonos no sin antes pedir que me lleven comida a la habitación. A las dos de la tarde no podría soportar un rostro humano. Estoy en Guadalajara, pues he sido invitado por parte de la delegación alemana para conversar con dos críticos de literatura y un escritor alemanes. Tomo un par de ansiolíticos y reflexiono

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mientras duermo. A las diez de la noche escribo algunas notas acerca de Berlin Alexanderplatz, la novela de Alfred Döblin, y copio en una hoja el siguiente pasaje referido al personaje central de esa obra: «No hay mucho que contar acerca de Franz Biberkopf, al chico lo conocemos ya. Lo que hará una cerda cuando entra en su pocilga se lo puede uno imaginar. Solo que una cerda tiene más suerte que un hombre, porque está formada de un montón de carne y grasa, y lo que puede sucederle no es mucho, con tal de que el pienso esté a su alcance: todo lo más es que podrá parir otra vez, y al final de su vida le espera el cuchillo, que a fin de cuentas tampoco es demasiado malo ni excitante: antes de que note nada —y qué puede notar un animal así— habrá acabado ya. Un hombre, en cambio, tiene unos ojos, y en su mente hay muchas cosas, todas desordenadas; puede pensar un infierno de cosas y tiene que pensar (su cabeza es terrible) en lo que va a ocurrirle». Mañana leeré este pasaje en mi intervención en Casa Cortázar.

Martes 29 de noviembre

Llego a Casa Cortázar y converso en público con los críticos Klaus Meyer-Minnemann, Dieter Rall y con el escritor Stefan Wimmer. La sala se encuentra concurrida, y hay más de cien personas. El tiempo se consume rápidamente. Entre tantos temas que se tocan, comento que mi reciente novela, Hotel DF, fue escrita durante mi estancia de un año en Berlín y que intenté romper la continuidad de la historia detonándola desde dentro, escribiendo fragmentos independientes, como a un gusano que lo cortan en partes y cada una de estas partes continúa moviéndose insuflada de vida. Hablamos también sobre la crítica. En mi opinión, los críticos son verdaderos escritores y dudo que requieran de los novelistas como objeto de estudio para sobrevivir: ellos inventan sus propias historias sin necesidad de nosotros. No me acerco a ningún alimento durante este día, pero en cambio intento respirar un aire que no me pertenece. En la noche asisto a una vieja cantina animada apenas por una rocola donde nos reunimos una docena de personas: el Bar Gil. Un hombre, ebrio y solitario, viene hasta nuestra mesa y comienza a increparnos por no sé qué atribulados e íntimos motivos. Intento persuadirlo y lo conmino

Guillermo Fadanelli

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a poner límites a su patanería; «sigue tu camino», le propongo, y como respuesta me reta a una pelea. Se despoja de su reloj y me señala la calle. Me causa una mezcla de tristeza y simpatía. Finalmente se tranquiliza y la noche va pereciendo a cuentagotas.

Miércoles 30 de noviembre

Día de volver al D. F. Me siento agotado. Antes de marchar hacia el aeropuerto, un estudiante de literatura me obsequia su libro de relatos. La ausencia de lectores provoca que todos estos jóvenes escritores no tengan respuesta ni estímulos a su trabajo. Esa misma carencia de lectores nos hace aún más pobres de lo que somos. La Feria del Libro de Guadalajara se desarrolla en un país de analfabetas. En el aeropuerto las personas están comunicadas y son pocos quienes no consultan su teléfono cada minuto. El viaje es angustioso e incómodo, pero a las nueve de la noche, cuando el pasillo de salida escupe a una manada de pasajeros ultrajados, Yolanda me recibe y vamos a casa.

Jueves 1 de diciembre

Escribo mi columna semanal. Si no comienzo temprano, temo que la prisa volverá a confundirme. He decidido escribir acerca de las mentiras. En los últimos años me he sentido acosado por la ambigüedad de quienes me rodean. No acierto a saber qué clase de efecto causo en las personas que más quiero. Comienzo la columna del modo siguiente: «Prefiero que ciertas mujeres me mientan, porque cuando me dicen la verdad, no sé cómo comportarme. Nada más certero en lo que a mí corresponde: ¿cómo comportarse cuando una mujer te dice la verdad? No sé, un recurso sería introducir la cabeza en la tierra como hacen los avestruces (aunque a decir verdad yo jamás he visto a ninguna de estas aves enterrar la cabeza en la tierra)». Hacia las dos de la tarde he terminado de escribir y vuelvo a la cama. En la noche hablo con mi agente literario y me dice que vendrá al d. f., de modo que acordamos una cita. Soy incapaz de distinguir entre las buenas y las malas noticias. En un momento de buen humor podría aplaudir hasta la llegada de una nueva enfermedad.

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Viernes 2 de diciembre

Me he levantado temprano, pleno de renovadas e hipócritas fuerzas. A mediodía acudo al bosque de Chapultepec con el propósito de hacer un poco de ejercicio. Encuentro en ciertos parajes una modesta dosis de tranquilidad pese a que la ciudad no conoce el silencio. El viernes anterior había escrito notas acerca del ruido que no cesa de morder en los oídos. «Los autos berrean y ofenden aún más el silencio de una atmósfera nublada por el mismo humo de las máquinas. Los titulares de los diarios hacen alarde de veintitantos cadáveres encontrados dentro de algunos vehículos en Guadalajara. Es el precio de haber tenido unos onerosos juegos deportivos, pienso; es un mundo macabro que no conoce el equilibrio ni la justicia. Las grietas entre humanos se hacen cada vez más amplias y apenas si existe un minuto de reposo para el continuado paseo de las desgracias. Antes de llegar al bosque debo recorrer una veintena de cuadras en las que consumo cerca de media hora. En la ciudad existen apenas unos cuantos parques públicos, y todo espacio que se libera o desocupa es de inmediato tomado por rufianes para hacer negocios y, en complicidad con las autoridades, construir edificios que mientras se levantan producirán algunos empleos, pero que a la larga nada más traerán incomodidad y suplicio». Compruebo una vez más que releer cualquier libro me ofrece un placer que no se presenta en la primera lectura. La primera lectura me parece confusa, accidentada e incierta.

Sábado 3 de diciembre

Cada vez consumo más somníferos. Pese a ello, solo duermo cinco horas. Yolanda y yo compramos paella y ginebra porque nos han invitado a casa del artista Yoshua Okon. «¿Te gusta la música?», me pregunta alguien apenas he tomado asiento. «Si no hay más remedio», respondo. Soy el más viejo de la reunión, y mis amigos fingen tenerme respeto. Desde mi lugar trato de molestar a todos los que están a mi alrededor, no dejaré pasar la oportunidad de hacerles sentir que sería mejor no haberme invitado. La fiesta se extiende hasta las tres de la mañana. Yolanda me acompaña, pero está enferma y se mantiene en la terraza lejos del humo.

Guillermo Fadanelli

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Domingo 4 de diciembre

Llego a mi departamento de madrugada. Me tiro en la cama y me pregunto cuándo llegará un arrepentimiento genuino, uno capaz de transformarme en un santo en el exilio. Reviso un ensayo que versa sobre filósofos alemanes y leo completa una pieza teatral que lleva por nombre El gesticulador. Esta obra fue escrita por Rodolfo Usigli en 1938, y yo la conozco desde hace más de veinte años. Reconozco un subrayado que hice en ese entonces: «¿Quién es cada uno en México?, dondequiera encuentras impostores, simuladores; asesinos disfrazados de héroes, ministros disfrazados de sabios, caciques disfrazados de demócratas». Me conmueve que la condición de mis contemporáneos no se haya modificado con el tiempo. Morir decepcionado, ¿no es ese un verdadero descanso? Por la tarde pasan en televisión una película donde el actor central es Humphrey Bogart, y su actitud me tranquiliza. Sabe qué hacer cuando lo acosan.

Lunes 5 de diciembre

Me parece inusitada mi necesidad de comunicarme. Escribo las siguientes oraciones y las envío al aire: «Un cambio en nuestra concepción del bienestar, de la felicidad y el consumo, en vez de ampliar el mercado para beneficio de unos cuantos». Así he despertado; ¿cómo puede un hombre prudente pensar en esos temas? La frase siguiente es: «El rechazo actual a legalizar las drogas se verá en el futuro como complicidad con los criminales y un retroceso en el progreso humano». Amandititita, una cantante, la reina de la anarcocumbia, me escribe un correo electrónico porque se marcha mañana a Los Ángeles y desea despedirse, pero me encuentro en un momento de extrema resaca en el que desempeñar una vez más el papel de carne parlante terminaría por aniquilarme. Yolanda se queda conmigo en casa e interpreta su papel de compañía incondicional.

Martes 6 de diciembre

Me he enterado de que la edición francesa de Hotel DF aparecerá en Christian Bourgois. Yo he sido un tránsfuga de las editoriales y he

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publicado en más de una decena de ellas. Soy un conservador extraño: apenas entro a una casa estoy con un pie en la calle. Es parte del humor con que me regalaron mis padres. Digamos que un nerviosismo abstracto corroe todo lo que me rodea (Pessoa escribió que el mayor dolor humano es el pensamiento abstracto). Apenas aparece en el horizonte un nuevo rostro, un aura de muerte lo cubre. Y todo esto me pone de buen ánimo. Por la noche veo a Michael Gaeb, mi agente literario, en el Bar Felina de la colonia Escandón, y hablamos sobre algunos planes a futuro. Le miento y le comunico que estoy escribiendo mucho. Tomo vodka con naranja: diez vasos. Alina, mi querida amiga, también está allí. Y Jacobo García, el periodista que ha puesto en ridículo al candidato del pri a la presidencia al preguntarle sobre sus lecturas. Mis finanzas se tambalean. Alina volverá a Berlín al día siguiente. Pienso en el terror que vivirá en los aeropuertos de Europa y la compadezco.

Miércoles 7 de diciembre

Me ha llamado mi hermana para contarme que su hija leerá un poema en su escuela y anda en búsqueda de un consejo de mi parte. ¿O no soy yo un escritor? «Que lea a Miguel Hernández o a Gamoneda, a Paz o a Xavier Villaurrutia, no sé…», aconsejo de mala gana. ¿Yo qué voy a saber? «Es una niña de doce años, no sé qué tan conveniente será que a su edad lea a ciertos poetas», responde mi hermana. Y yo: «Ella va a cargar con tus huesos, que vaya aprendiendo y lea algo que no comprenda en absoluto, que se equivoque a la hora de leerlo, que llore de impotencia, que se burlen de su dicción, no sé, estos son mis consejos». Mi hermana ríe, es una persona noble y comprensiva.

Viernes 9 de diciembre

Apenas despierto, la atmósfera de sueño se corrompe, se quiebra y da lugar a un sentimiento de culpa. El pudor se desvanece en las mañanas empujado por un estúpido entusiasmo: debemos poblar los días con actos. Y este día debo presentar un libro de relatos, Ascópolis, de un joven escritor, José Ángel Balmori. Hablar en público no me causa ningún problema, pues una vez que acepto mostrarme ante las personas he dado

Guillermo Fadanelli

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un paso que no soporta titubeos. La congoja, en cambio, se presenta durante las horas que transcurren antes de que el acto tenga lugar. Cuando los dos presentadores terminamos de hablar, cerca de las once de la noche, un grupo punk sube al escenario. Se da lo esperado, los integrantes del grupo escupen al público y el líder de la banda se dirige a la mesa donde me encuentro con mis amigos: «Ustedes son la crema y nata de lo que más odio». Aburridos, escuchamos hasta el final y después partimos.

Domingo 11 de diciembre

Mi cansancio no es más que un argumento. Me tiro en la cama durante veinte horas seguidas e intento ocultar que el agotamiento que une los huesos a la tierra ya no se marchará. Lo que me aniquila es la conciencia y las sumas que jamás coinciden excepto cuando el cero es su resultado.

Viernes 16 de diciembre

Hace diez años conocí a Ana Torri en Córdoba, Argentina. Ella era entonces una joven escritora que detestaba su universidad y mostraba una seria antipatía por todos sus compañeros. ¿Qué daño puede causar el desprecio que se practica desde la belleza? Mucho: si la belleza sigue de frente sin siquiera mirarte, sabes que tu lugar está entre los topos o en las cuevas de la montaña. Desde hace una década esta mujer, a quien no he vuelto a ver, me escribe cinco o seis veces al año como si cuidara de un hilo que se halla a punto de desaparecer. En realidad ella se escribe a sí misma cuando me imagina. Hoy me ha escrito lo siguiente: «Espero que puedas venir a Argentina. Te cuento que tienes dos opciones: o te visito en uno de esos hoteles de mierda donde acostumbras hospedarte o te venís para mi casa, donde prometo que licor no te faltará. Cama tengo, mascotas no, y he domesticado a mis amantes para que eviten molestarnos».

Martes 20 de diciembre

Escribir un diario, sea este de cualquier clase, te recuerda que el pasado tiene un sofocante número de palabras que te impide respirar. Uno quiere

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morirse para que esas palabras se disuelvan en la nada, pierdan peso y sentido. Hacía varias semanas que no pisaba una librería, pero este martes he estado de buen ánimo y he paseado en los pasillos de la librería Rosario Castellanos. Tengo la mala costumbre de leer libros de filosofía, por lo que mi estilo literario se irá tornando con el tiempo en una hipótesis dispersa e insoportable. He comprado un libro de Bernard Williams que comienza citando la paradoja de Tertuliano. «Dios se encarnó en un hombre que murió en la cruz y esto es cierto porque es imposible», así es como recuerdo ahora la paradoja de Tertuliano. Ya veré si estoy en lo cierto.

Jueves 22 de diciembre

Durante la noche, acudo a la casa de Enrique Rangel, miembro del grupo Café Tacuba. Es una reunión que él mismo ha organizado en honor a su edad. Me encuentro con amigos que no veía desde mucho tiempo atrás, pues he dejado de acudir a conciertos y frecuentar el ambiente de la música. De hecho, es la sordera uno de mis sueños más ambiciosos. Vivir en un mundo gestual y silencioso. Enrique es un buen lector y es posible conversar con él acerca de libros y novelas recientes. Además, practica la sabia antipatía: conoce los secretos para que las personas más aborrecibles se mantengan a distancia. Yo soy así, pero no puedo alejarme de mí mismo.

Domingo 25 de diciembre

Durante la tarde, el escritor Rodrigo Márquez Tizano me visita para obsequiarme un libro: Escolios a un texto implícito, de Nicolás Gómez Dávila. He aquí uno de sus aforismos: «La inteligencia no cansa, pero sus frutos se pudren».

Martes 27 de diciembre

Yolanda y yo marchamos a Oaxaca. Ella conduce mientras que yo intento comunicarle mis experiencias de la semana pasada. Todas se reducen a lo siguiente: un estar en espera de no estar. Oaxaca es en realidad otro país, y cuando me encuentro allí, experimento una lejanía próxima y distinguida.

Guillermo Fadanelli

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Domingo 1 de enero

Voy a comer al restaurante Seps. La pianista me reconoce y mueve la cabeza en señal de bienvenida. Los meseros me palmean la espalda y yo entiendo su gesto como una expresión de sorpresa: «No sabemos si comenzar el año con tu presencia nos traerá mala fortuna». Aun así son amables y se conforman.

Jueves 5 de enero

Un joven amigo que ha estudiado Letras en La Sorbona y que a pesar de todo se conserva inteligente me ha obsequiado un libro de E. M. Cioran. ¿Qué obsesión tienen los jóvenes con Cioran? Recuerdo de inmediato una oración escabrosa que debí de leer precisamente cuando comenzaba la universidad: «Quien no ha muerto joven merece morir». Hay más verdad en estas palabras que en las hojas de los abedules.

Sábado 7 de enero

Cathy Fourez, una joven profesora francesa, me comunica que ha terminado la traducción de mis aforismos. El libro comienza con las siguientes líneas: «Cuando finalmente logre escribir una obra maestra el último de los lectores habrá desaparecido». La última página del libro cierra con esta sentencia: «Mi epitafio podría decir: me suicidé para no seguir pareciéndome a usted».

Sábado 14 de enero

Yolanda y Esteban Alderete me acompañan en una vieja cantina del centro de la ciudad, Salón Victoria se llama. Todos los meseros son ancianos, y los sillones están cómodos. Esteban se marcha. Yolanda y yo caminamos por Madero, la calle peatonal más transitada de la ciudad. Soporto a la multitud porque he decidido estar alegre. Es una cuestión de principios: no se duda de que la existencia de los demás es necesaria. Solo así es posible vivir.

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Martes 17 de enero

La pobreza atosiga a mi familia, a mis hermanos y a sus hijos. Lamento haberme dedicado a la literatura y ganar apenas unas migajas para medio vivir: no sé dar consuelo ni auxilio a quienes podrían esperar ayuda económica de mi parte. Tampoco he podido hacer una cita con mi hermano para entregarle un sobre donde semanalmente coloco algunos billetes de acuerdo a cómo se encuentre mi economía. Los vicios se amontonan detrás de mi puerta y vacían mis bolsillos. No me arrepiento de ningún vicio: son la sal de la vida. Lo único que me tranquiliza por ahora es que podré ver la televisión hasta la madrugada y no pensar.

Domingo 22 de enero

Por la tarde veo al arquitecto Eduardo Terrazas, quien desea mostrarme las pruebas de su libro, en cuyas páginas yo he escrito acerca de su obra. Coincidimos en que los especuladores financieros, los comerciantes y demás barbarie económica han acabado con el antiguo poder regulador de los políticos. Son los abarroteros quienes ahora dictan normas éticas sin que un poder público limite su voracidad.

Domingo 29 de enero

He invitado a mi sobrina a conocer la Plaza de la República, y ambos ascendemos hasta el mirador en la cumbre del Monumento a la Revolución. Esta plaza es sin duda la más bella de la ciudad. Tengo la impresión de que esta caminata y esas horas en compañía de mi sobrina se me dieron como un momento de tregua a una semana accidentada. Apenas unos días antes acababa de escribir que la ciudad es una conversación entre ciudadanos que intentan ponerse de acuerdo para vivir cómodamente. Hasta ahora, esta es la descripción de ciudad que más me convence debido a su sencillez. Sin embargo, las alarmas de los automóviles rechinan todo el día como recordatorio de que los criminales caminan a nuestro lado. El impotente aporrea el claxon

Guillermo Fadanelli

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y maldice los semáforos, el hombre más afable se transforma en un canalla durante las horas que vive dentro de su vehículo.

Martes 31 de enero

«Ojalá que su vida sea breve y placentera», susurra mi voz interior cuando conozco a una persona joven que me es agradable. Podría expresar mis sentimientos en voz alta y exclamar: «¡Que tengas una larga vida y que tu prole se reproduzca por toda la tierra!». Sin embargo, la brevedad que va acompañada a casi todo placer se impone en mi horizonte como un valor trascendental o, si se quiere, como una bendición. La brevedad contiene en sí su propia medida y no requiero sacar la cinta métrica para sopesarla; la extensión y el tiempo están contenidos en ella y no lo contrario. Desear a una persona que su vida sea breve y placentera es un halago que sobrepasa los límites de la cortesía.

Domingo 5 de febrero

Caminé a pie hasta el centro de la ciudad solo para cerciorarme de que aún existía la antigua cantina de El Tío Pepe, en el centro del barrio chino más pequeño del mundo, solo una calle. Esta cantina ejerce tal atracción sobre mí que no encuentro la salida hasta que los meseros me echan de nuevo a la calle. Siento debilidad por sus cómodos sillones. Escribo las dos siguientes frases en una mesa de El Tío Pepe: «Demasiados abogados en México y muy poca justicia. Que haya más bailarinas, así habrá un poco más de belleza en el infierno». «En la actualidad, cada vez que un escritor tiene éxito, la literatura muere un poco. Lectores faltan, sobran personas que quieran estar al tanto».

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En el mundo del deporte, Coronita es desde hace años patrocinador oficial de los torneos de tenis de la ATP World Tour, mientras que en el ámbito musical ha creado Movida Corona, un concurso internacional de DJs para descu-brir jóvenes talentos de la música house (este año celebra su duodécima edición con partici-pantes de 29 países). Para estar más cerca de la gente joven, el proyecto Corona Island coloca a Coronita en el punto neurálgico de los vera-nos de los jóvenes europeos: las islas de Ibiza y Formentera. La zona se convierte en terri-torio Coronita con sesiones de DJ al atardecer

(las Coronita Sunset Sessions), conciertos, promociones, programa VIP… Pero la ac-ción probablemente más aplaudida de la marca se llama Coronita Save the Beach: en la web www.coronitasavethebeach.org, los internautas cuentan casos de playas en mal estado de nuestro continente y, de todas ellas, se elige por votación una que será re-cuperada por Coronita, con la colaboración de todos los voluntarios que se acerquen al

lugar. Esta acción da fe del compromiso de la marca con el medio ambiente, como no podía ser de otra manera. Porque Coronita está cerca de las inquietudes de la gente. Porque Coronita conecta con todos. Porque Coronita es el lugar donde todos queremos estar. Coronita Cerveza: The Place to BE.

A principios de los años 90, llegó del otro lado del Atlántico una pequeña joya a Europa: la cerveza Coronita, símbolo de México, una Lager de la familia Pilsner con un sabor especial e inconfundible, suave y refrescante. En una botella transparente de cuello alto que hoy ya es icónica y que permite apreciar su color dorado y su cuerpo lige-ramente espumoso, pronto se con-virtió en una de las cervezas más apreciadas del continente. Hoy Co-ronita se ha extendido desde Mé-xico (solo se fabrica allí) hasta más de 150 países de Europa, África y Oriente Medio, y se ha conver-tido en la quinta cerveza más ven-dida del mundo.

Su éxito se debe no solo a su sabor y a ser “la más fina”, como afirma su etiqueta, sino también por su conexión con el público al que se dirige. De manera natural, Coronita está presente o pro-mueve muchos eventos y ac-ciones que llegan al corazón de la gente, que están muy cerca de ellos. Veamos algunos ejem-plos en diversos campos:

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El segundo relato de Jorge Volpi que publicamos en este número cuenta, desde un inopinado y festivo punto de vista, el experimento de Schrödinger con un gato que dio lugar a su famosa paradoja. Ignacio Padilla teje y desteje otra historia conocida: la del pollo sin cabeza de los hermanos Olsen. En las Tres confusiones cotidianas de Juan Villoro es imposible —incluso para el propio autor— saber dónde termina la crónica autobiográfica y comien-za la ficción. Alberto Ruy-Sánchez vuelve a una escena del crimen, tras los pasos del asesinato de Trotski; la clave de su cuento, nuevamente, está en su singular vuelta de tuerca. Elena Poniatowska narra la relación de una mujer mayor con sus dos canarios: un canto de ternura, tristeza y reden-ción. Mauricio Montiel Figueiras desafía a Borges al recrear otra vez el mito de Teseo y el Minotauro; el resultado es que a partir de esta Eñe no se podrá evocar el mito sin evocarlo también a él. Alberto Chimal cuenta una histo-ria de terror que es también de realismo urbano. Guillermo Fadanelli explo-ra los abismos de la vida literaria desde su Diario de un insomne, y Valeria Luiselli recuerda que armar una biblioteca particular es como construir un nido: una labor paciente a la que hay que dedicar ilusión, tiempo y esfuerzo.

Con estos mimbres fabricamos un número que no pretende hablar de México —o no solo—, sino sobre todo de la extraordinaria mezcla de voces y puntos de vista que emergen a lo largo y ancho de un país tan sugerente.

Y aún hay más. Gracias a la traducción de Juan Barja, publicamos tres poemas de Pessoa escritos bajo uno de sus más importantes heterónimos, Álvaro de Campos; las ilustraciones son del pintor Francisco Toledo, un mito viviente en México, y el Preestreno viene de la mano del escritory guionista italiano Francesco Piccolo, mano derecha habitual de directores como Nanni Moretti. Ahora sí tienes el menú completo. Estás servido.

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Alberto Chimal (Toluca, México, 1970) es un renombrado autor de na-rrativa breve. Entre sus casi veinte volúmenes de cuentos, destacan títulos como Siete. Los mejores relatos de Alberto Chimal (publicado en España por Salto de Página), 83 novelas, La ciudad imaginada y otras historias o Cinco aventuras de Horacio Kustos / Five Adventures of Horatio Kustos (edición bilingüe). También escribe obras teatrales y guiones de cómic, ha traduci-do a Edgar Allan Poe y ha publicado la novela Los esclavos y el ensayo La cámara de maravillas.

Guillermo Fadanelli (Ciudad de México, 1963) nació en un hospital que hoy es un hotel, y ha trabajado vendiendo árboles de Navidad en Nueva York y como dependiente de una pastelería en Madrid. Con su quinta no-vela, Lodo, ganó el Premio Nacional mexicano, y desde entonces suma tres más: Educar a los topos, Malacara y Hotel DF. También es autor de libros de relatos como El día que la vea la voy a matar o Compraré un rifle, así como de ensayo, crónica y aforismos. En 1989 fundó la revista Moho, que hoy, además, es una editorial.

Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983) es autora de la colección de en-sayos Papeles falsos y de la novela Los ingrávidos (ambos libros publicados en España por Sexto Piso). Ha vivido en Costa Rica, Corea, Sudáfrica, Es-paña, la India y actualmente en Estados Unidos, donde estudia un docto-rado en la Universidad de Columbia. Es becaria del Fondo para la Cultura y las Artes de México, libretista del nyc Ballet, y colabora en revistas como Etiqueta Negra, Letras Libres o Review, y en diarios como Reforma o The New York Times.

Autores

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Mauricio Montiel Figueiras (Guadalajara, México, 1968) es autor de na-rrativa, ensayo y poesía. Cuando en 2001 Acantilado publicó en España su novela La penumbra inconveniente, en su país era ya conocido como el narrador sutil de Donde la piel es un tibio silencio, Insomnios del otro lado o Páginas para una siesta húmeda. Otros títulos destacados en su biblio-grafía son La piel insomne y Los animales invisibles, en narrativa; Oscuras palabras para escuchar a Satie, en poesía, o Paseos sin rumbo y La brújula hechizada, en ensayo.

Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968), con una obra compuesta por unos veinticinco títulos, varios de ellos galardonados con premios inter-nacionales como el Primavera de Novela o el Debate-Casa de América de Ensayo, es autor de La catedral de los ahogados, Amphitryon o La gruta del toscano, en novela; Las antípodas y el siglo, El androide y las quimeras (proyecto Macropedia I y II) o Los anacrónicos y otros cuentos, en relato; La isla de las tribus perdidas y Si hace crack es boom, en ensayo, o Todos los osos son zurdos, en narrativa infantil.

Fernando Pessoa (Lisboa, 1888 - 1935) es el gran poeta de la lengua portu guesa. Publicó bajo varios heterónimos, y en su obra, además de una trein tena de poemarios editados en su mayoría póstumamente, destaca su Libro del desasosiego, considerado como una obra maestra. Por extraño que pueda parecer, aún hay textos suyos que nunca se han publicado en español. La editorial Abada se ha lanzado a rescatar esos tesoros y, de la mano de Juan Barja y Juana Inarejos, presenta ahora una selección de los poemas —maravillosos— que Pessoa firmó como Álvaro de Campos.

Francesco Piccolo (Caserta, Italia, 1964) es escritor y guionista. Entre la docena larga de películas que ha escrito, destacan El caimán y Habemus Papam, para Nanni Moretti; La prima cosa bella y Mi nombre es Tanino, para Paolo Virzì, o Caos calmo, adaptación de la novela de Sandro Vero-nesi, para Antonello Grimaldi. Como escritor, ha firmado un número similar de títulos, aunque solo se ha traducido al español Escribir es un tic, además de Momentos de felicidad insustancial, que Anagrama publi-cará a finales de mayo.

AUTORES

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Elena Poniatowska (París, 1932), con una treintena de premios y doc-torados honoris causa otorgados en diversos países, es una de las más importantes escritoras en castellano del siglo xx. Sus novelas La piel del cielo, El tren pasa primero y Leonora obtuvieron el Premio Alfaguara de Novela 2001, el Rómulo Gallegos 2007 y el Biblioteca Breve 2011, res-pectivamente. En 2005, el Fondo de Cultura Económica compiló su pro-ducción literaria en Obras reunidas, y en 2007 se instauró un Premio Iberoamericano de Novela que lleva su nombre.

Alberto Ruy-Sánchez (Ciudad de México, 1951) es escritor, editor y, des-de 1988, director de la revista Artes de México. En 1987 ganó el premio Xavier Villaurrutia con su primera novela, Los nombres del aire, y desde entonces ha publicado una veintena de títulos de narrativa, ensayo y poe-sía. Junto a Los nombres…, En los labios del agua, Los jardines secretos de Mogador, La mano del fuego y Nueve veces el asombro forman su Quinteto de Mogador. Dicta cursos en diferentes universidades de Norteamérica y escribe el blog literario Cuaderno abierto.

Francisco Toledo (Oaxaca, México, 1940) es uno de los grandes nombres del arte contemporáneo y una leyenda viva en su país, por su difusión de la cultura zapoteca. Su producción, que abarca la pintura, la escultura, la cerámica y formas expresivas menos convencionales como las máscaras y los papalotes, se centra en lo que llama la belleza de la naturaleza. Su obra forma parte de las colecciones de los principales museos del mundo, como la Tate Gallery de Londres, y en 2006 fue galardonada con el Pre-mio Nacional de Bellas Artes de México. Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) es escritor de ficción, cronista, ensayista, autor de libros para niños y traductor de Lichtenberg. Cuando en 2004 ganó el Herralde de Novela con El testigo, Jorge Herralde dijo que era imposible leerlo sin querer subrayar a cada momento una de sus frases. Narrador diverso, con sentido del humor y capaz de demos-trar que el mundo cabe en un aforismo, en su obra destacan también El disparo de argón, La casa pierde, Los culpables, Dios es redondo, Efectos personales, De eso se trata y El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica.

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Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) acaba de ganar del Premio Planeta-Casa de América 2012 con su novela La tejedora de sombras, galardón que se suma a otra decena de reconocimientos internacionales a su obra tanto en el ámbito de la ficción como en el del ensayo. Una bibliografía esencial suya incluiría los siguientes títulos En busca de Klingsor, El juego del Apoca-lipsis, El fin de la locura, El jardín devastado, Oscuro bosque oscuro y Días de ira, en ficción; y Leer la mente, El insomnio de Bolívar, Mentiras contagiosas y La guerra y las palabras, en ensayo.

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Juan Villoro

Tres confusiones cotidianas

Jorge Volpi

Dos cuentos

Elena Poniatowska

Canarios

Alberto Chimal

La mujer que camina para atrás

Ignacio Padilla

La balada del pollo sin cabeza

Mauricio Montiel Figueiras

Teseo en su laberinto

Alberto Ruy-Sánchez

El epitafio

festival eñeÁlvaro de Campos

(Fernando Pessoa)

Tres poemas

Ilustraciones de Francisco Toledo

EñeViva México

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Juan VilloroTres confusiones cotidianas

la frase más sinceraA las 11.30 de la noche Ramón llegó a mi casa con el semblante descom-puesto. Había discutido con su esposa y la culpa era mía. Como ya otras ve-ces me ha responsabilizado de beber lo que bebe o comprar lo que compra, no me sentí culpable.

Todo empezó porque Marita dijo: «A Janis Joplin no le daría ni agua». Las cosas por las que puede disputar una pareja son increíbles, pero yo no estaba preparado para esta.

Hay genios que dan mal ejemplo en la vida doméstica. Marita lo sentía mucho: aunque su marido fuera un incorregible fan de esa mujer perturba-da, no le ofrecería nada a la bruja cósmica del rock. Por ella, se podía volver a morir, esta vez de sed. Su prioridad era proteger a su hijo Andrés, de cator-ce años (muy pocos para conocer personalmente a Janis).

Luego Ramón me explicó por qué la culpa era mía. Alguna vez comenté que si a Enrique Vila-Matas la nerviosa Barcelona le parece «la madame Bovary de las ciudades», el d. f. es «la Janis Joplin de las ciudades». «Una vez que te gusta una mujer complicada, las demás te parecen borrosas», agregué. Ramón le dijo a su mujer que seguían viviendo en el d. f. por leal-tad al convulso temperamento de Janis Joplin. Discutieron hasta que nada tuvo que ver con nada y él acabó durmiendo en mi casa.

Hay mujeres que asumen su depresión comiendo una cubeta de helado y hombres que asumen su depresión viendo películas de karatekas. En su se-gundo día en mi casa, Ramón rentó cinco o seis dvd que parecían uno solo. Cuando le pregunté de qué trataban no pudo decirme. Veía los golpes como un fenómeno atmosférico, sumido en la tragedia de extrañar a Marita. «Há-blale», le aconsejé. «¿Y qué le digo?». Con simplismo psicológico, afirmé que

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Jorge VolpiDos cuentos

por un pelo

Mi amada R.,Raudo, sin requiebros, te reitero la fuerza de mi amor o, valdría preci-

sar, de nuestro rapto. Bien lo sabes: desde la primera vez que escuché tu canción, aquella lejana primavera, quedé prendado de tu voz (como luego de tus rizos). Nada ha variado: mi ardor se halla intacto y, si cierro los ojos, aún me estremecen los trinos que borboteaban de tu garganta. Nunca volví a ser el mismo: miserable, durante noches rumié mi desventura, imaginando los labios, la boca y a ratos la cabeza que producían tan apasionadas notas. Acudí al pie de tu ventana y comencé a vigilarte —lo sabes—, obsesionado con descubrir un modo de llegar hasta tu encierro, mas no encontré en tu torre puerta alguna. Fui, pienso, cuidadoso: me hubiese calcinado tu recelo. Mi paciencia pronto se vio recompensada. Escondido detrás de un arbusto, una mañana vi llegar a la grasienta mujer que decía custodiarte: te invocaba sin reparos, con ese timbre horrísono que más parecía un berrido de animal que un grito humano, pronunciando sin rubor las sílabas de tu nombre. Tu radiante nombre. Y entonces se operó la maravilla: al principio no supe qué destello brotó de tu ventana, qué cascada de oro, qué clara suavidad evanes-cente. Tardé en adivinar que aquella luminosa trenza eras tú misma: tu lar-guísimo cabello ensortijado descendía hasta el suelo semejante a la pilosa cauda de un cometa. Rabié a morir, en cambio, cuando la grasienta utilizó el terso prodigio como escala y comenzó a trepar, mal que bien, hasta tu cárcel. ¡Cuánto deseé que resbalase el adefesio! Pero nada: la gorda trepó y trepó —obesa araña— hasta desaparecer en la penumbra de tu cuarto. Así atisbé tu condición de esclava, la sórdida trampa que te encerraba en ese burdo monumento a la falta de ascensores. Qué dicha sentí, amor mío

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Elena PoniatowskaCanarios

Lo primero es la jaula, en ella dos temores amarillos, dos miedos a mi merced para añadir a los que ya traigo adentro. Respiran conmigo, ven, escuchan, estoy segura de que escuchan porque cuando pongo un disco, yerguen su pescuezo, alerta. Al amanecer, hay que destaparlos pronto, lim-piar su jaula, cambiarles el agua, renovar sus alimentos terrestres. Luego viene la vaina que, como el berro, debe conservarse húmedo en un pocillo de agua, si no, se seca; el alpiste compuesto, las minúsculas tinas, el palo redondito y sin astillas en forma de percha sobre el cual pueden pararse, la lechuga o la manzana, lo que tenga a la mano. Nadie me ha dado a mí el palo en el que pueda parar mis miedos.

Tiemblan su temblor amarillo, mueven su cabecita para acá y para allá; frente a ellos debo ser una inmensa masa que tapa el sol, una gelatina opa-ca, un flan de sémola para alimentar a un gigante, alguien que ocupa un espacio desmesurado que no le corresponde. Me hacen odiar mi sombrota redondota de oso que aterroriza.

Lo que pesa es la jaula; ellos, tan leves, tienen ojos de nada, un alpiste que salta, una micra de materia negra, y sin embargo lanzan miradas como dardos. No debo permitir que me intimiden.

Son perspicaces, vuelven la cabeza antes de que pueda yo hacer girar mi sebosa cabeza humana, mi blanco rostro que desde que ellos llegaron pende de un gancho de carnicería. Trato de no pensar en ellos. Ayer no estaban en mi diario trajinar, hoy alcanzo a fingir que sigo siendo libre, alcanzo a fingir que vivo.

Pero allá está la jaula.La primera noche, la colgué, tapada con una toalla, junto a la enorme

gaviota de madera a la cual hay que quitarle el polvo porque a todos se nos

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Alberto ChimalLa mujer que camina para atrás

Iban a dar las diez de la noche. Fui por Celia, mi esposa, a su trabajo, en un edificio del centro de la ciudad. Ya había pasado mucho tiempo desde su hora reglamentaria de salida. Cuando estábamos a punto de dejar el edificio, una de sus compañeras corrió a alcanzarnos: el jefe decía que acababan de llegar aún más pendientes atrasados y era necesario que se quedara. Celia subió de nuevo: a decirles que se iba, me dijo. Pasaron varios minutos y, cuando volvió a bajar, Celia me avisó que solo le ha-bían dado una hora para merendar y por lo tanto deberíamos hacerlo en algún sitio cercano.

Sentí rabia. Apreté los dientes, pero no dije nada.—Estas cosas solo pasan en México —se quejó ella, como es la costumbre.Fuimos al café La Blanca, un sitio viejo y sin pretensiones como muchos

otros de la zona. Nos sentamos a una mesa cualquiera entre oficinistas, em-pleados de tienda, paseantes de ropa cómoda y barata que no buscaban sino un café con leche y una pieza de pan. Llamamos a una mesera y pedimos lo que todos ellos.

De niña, Celia había ido muchas veces a aquel lugar en compañía de su madre. Hoy, en la mesa junto a la nuestra, un hombre leía La Prensa y nos dejaba ver las fotos de asesinados de la primera plana. Un par de tele-visores encendidos, puestos en alto sobre bases fijas a la pared, mostraba el noticiero de la noche, en el que alguien hablaba con optimismo de las muertes debidas a la lucha contra el narcotráfico. «Ha habido treinta mil ejecutados en los últimos cuatro años», decía, «pero pues en los siguientes dos esperamos menos». La gente, más que las pantallas, miraba la calle: las luces en el interior del café, que tenía paredes y techo y piso blancos, salían por sus grandes ventanales e iluminaba un poco las aceras.

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Ignacio PadillaLa balada del pollo sin cabeza

¿En qué mal punto el pollo de los hermanos Olsen dejó de ser un pollo para convertirse en otra cosa? Historias así solo corroboran que en el ti-rabuzón del tiempo gobierna la casuística del huevo y la gallina, o en este caso, del pollo y su leyenda. Cuando ahora releo mis notas sobre la his-toria de Mike, el pollo sin cabeza, comprendo mejor que nunca por qué aseguran que la línea de lo narrado es siempre una aporía.

No puedo evitarlo: cada vez que me pregunto cómo acabó esta historia termino por hablar del día en que decapitaron al pollo. Y siempre, tam-bién, enmiendo el rumbo: puede ser que aquel día haya sido, en efecto, el día de la muerte del pollo tal cual era, digamos, su final en tanto pollo. Pero con esa muerte, de haber sido otro el orden de las cosas, ninguna historia digna de contarse habría arrancado: el pollo habría sido solo un ave muerta y anónima, un pollo más o menos comestible, como cualquier otro pollo. Bien vista, la decapitación del ave esa mañana de julio es pro-piamente un comienzo. Un gran comienzo, hay que decirlo.

Y el final, ¿dónde cae? El auténtico final del pollo sin cabeza debe de estar en otra parte. Acaso sea mejor buscarlo en la noche en que el pollo murió, quiero decir, la noche en que de veras murió. El final podría co-menzar así: Una noche Mike, el famoso pollo sin cabeza, se asfixió en un motel de Phoenix, y sus amos, que a costa del ave habían amasado una pasable fortuna, se derrumbaron. Acto seguido, podría añadir a este final un epílogo que rezara así: en tiempos de Eisenhower, endeudados por su afición a la ruleta y por la muerte de su mítica mascota, Wilbur y Lloyd Olsen solicitaron mis servicios para disecar el cuerpo del pollo, pues pen-saban venderlo al Museo Smithsonian. Desde luego, me rehusé: a esas al-turas, el cadáver de Mike carecía de lo indispensable para una taxidermia

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Mauricio Montiel FigueirasTeseo en su laberinto

Fuera, el sol que martilla el yunque del mediodía. Dentro, la sombra cim-brada por los bufidos del monstruo. Teseo se seca una gota de sudor.

En el calor de lanzas fundidas de Cnosos, el ovillo de hilo posee un fulgor orgánico. Teseo piensa en Ariadna y ve una araña que teje su tela.

Un laberinto es un mundo enroscado sobre sí mismo, se dice Teseo al mirar sus sandalias polvorientas. Un laberinto es un embrión de mundo.

Algo de huesos pulverizados debe haber en el aire: cuánta blancura, cuánto fúnebre deslumbramiento. La piel de Teseo relumbra, sedienta.

Un bramido sale del corazón del laberinto y se tiende como red en el mar turquesa. El hilo sonoro, reflexiona Teseo, el cordel áspero de la voz.

La luz trenza una segunda toga en torno del héroe, que da los primeros pasos dentro de la oscuridad. Su cuerpo es una tea que vibra y danza.

Ígnea, como una lámpara, la carne de Teseo ilumina los muros de ba-rro. Incontables víctimas han dejado su escritura: jeroglíficos de sangre.

Del suelo de tierra roja comienzan a brotar huesos rotos: quijadas, cos-tillares, cráneos apesadumbrados. Teseo camina por un sembradío óseo.

La atmósfera que se respira en el laberinto es en realidad una secre-ción. El inframundo, medita Teseo, no es sino un organismo que supura.

Hay olores que están en carne viva, olores que son la esencia del olor. Teseo se cubre boca y nariz para atravesar el aroma a muerte virgen.

En la negrura de carbón crujen brillos repentinos, fosfenos que lucen estáticos. Teseo mira luciérnagas atrapadas en el ámbar de la humedad.

El hilo que Teseo ató a la entrada del laberinto cobra una consistencia de cordón umbilical. El día es un vientre que se inflama a lo lejos.

Intestinos. En eso piensa Teseo a medida que se adentra en las circun-voluciones del laberinto. He caído en el estómago del mundo, murmura.

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Alberto Ruy-SánchezEl epitafio

No puedo aceptar todavía que la mujer que escribió estos siete cuadernos des-garrados, Sofía Angeloff, sea la misma ancianita simpática que asistió todos los días a mis conferencias sobre el arte de México aquel verano en la Universidad de Middleland. Ahora me doy cuenta de que sus preguntas se referían siempre a una época precisa y tenían un trasfondo que yo nunca hubiera imaginado. Un asesinato del que ella fue acusada como cómplice. Traicionada, como tan-tas mujeres que ahora están en la cárcel, estuvo encerrada con intermitencia en una clínica psiquiátrica durante treinta y ocho años. Los intentos de suicidio y un hundimiento abismal en una especie de autismo llenaron su expediente.

Pero un día, sin que nadie a su alrededor supiera por qué, su desmoro-namiento emocional terminó tan abruptamente como había comenzado. Cuando la conocí, un poco después de su «renacimiento», conversábamos de vez en cuando entre clases. Siempre con enorme discreción sobre su vida. En aquellos años, las universidades estadounidenses vivían el comienzo de un naciente y extraño régimen de regreso a las costumbres del puritanismo de La letra escarlata, del señalamiento moral y la hipocresía. Antes de comenzar el curso había cada semestre una reunión de profesores con el director y con una «especialista en acoso». Se nos explicaba, por ejemplo, que mientras estuvié-ramos en el campus no deberíamos organizar una fiesta en la que se bailara porque se consideraba «discriminatorio hacia los que no supieran bailar». Que los grupos de trabajo y los reconocimientos deberían estar integrados por «cuo-tas raciales, sexuales y otras minorías». Que nunca podríamos mirar fijamente a los ojos de las alumnas más de nueve segundos y jamás cerrar la puerta de nuestras oficinas cuando alguna alumna viniera a hablar.

Preguntaron cómo planeaba comenzar mis clases. Yo deseaba preguntar a los alumnos por qué habían elegido esa materia, de dónde venía su interés

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Festival EñeTRES POEMASÁlvaro de Campos(Fernando Pessoa)

Versión de Juan Barja y Juana Inarejos

Los tres poemas que presentamos a continuación son una muestra del libro de Fernando Pessoa Poesía III/IV. Los poemas de Álvaro de Campos, edición bilingüe y anotada de Juan Barja y Juana Inarejos, que Abada Editores publicará próximamente. Para los que estuvimos en la tercera edición del Festival Eñe, celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el 11 y 12 de noviembre de 2011, estos poemas son también un homenaje a un gran momento: «Fernando Pessoa en la voz de Jordi Doce», una lectura que, gracias a esa magnífica conjunción Pessoa-Barja-Doce, fue uno de los actos poéticos más emotivos y celebrados del Festival. Álvaro de Campos, para muchos, es el más importante heterónimo de Pessoa, con el que experimentó diversas fases creativas que lo llevaron del Decadentismo influido por los simbolistas al Futurismo cercano primero a Whitman y más tarde a Marinetti, y finalmente a un nihilismo intimista. Juan Barja, gran amigo de Eñe, es escritor y, desde 2004, director del Círculo de Bellas Artes. Jordi Doce es también poeta y traductor, además de coordinador del área de poesía de Hotel Kafka.

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Decidimos mudarnos a Nueva York sin un solo libro. Desde que llegamos, esa decisión ha provocado que mi marido y yo tengamos una discusión periódica, siempre idéntica a sí misma, aparentemente irresoluble. Estamos haciendo una biblioteca, desde cero. Nuestra verdadera biblioteca —grande y buena a pesar de las mermas y saqueos que sufrió por los embates de nuestras mudanzas y separaciones previas— se quedó en México, en casa de una pariente. En la casa a la que nos mudamos hace unos meses, la todavía raquítica biblioteca está distribuida en dos pisos. Abajo, en la sala, hay un librero grande de madera oscura donde se acumulan poco a poco libros y vinilos. Arriba, en una buhardi-lla que usamos como estudio, tenemos siete libreros pequeños, semivacíos, donde cada tanto se incorporan algunos tomos.

El problema es que, hasta ahora, no hemos podido encontrar un criterio uni-versal para acomodar nuestro nuevo de-sorden. Él cree que arriba tienen que estar los tomos de pasta blanda, y abajo los de pasta dura. Su preocupación es fundamen-talmente estética. Valora los libros por su presencia concreta, su peso en el mundo, su huella exacta. A mí me parece, en cam-bio, que arriba habría que guardar los poe-marios y los libros de ensayo; y abajo, toda la narrativa. Mi criterio es práctico: arriba se trabaja y, dado que quizás al escribir es más común tener que consultar un libro de ensa-yos o uno de poemas que cualquier novela

o libro de cuentos, hay que tener siempre a la mano los instrumentos de trabajo.

Es un problema, porque cada vez que llegamos de la calle con un nuevo tomo, nos vemos obligados a ponderar largamente el orden posible de nuestra incipiente bibliote-ca gringa. Pero en el fondo ni él ni yo sen-timos verdadera convicción por nuestros respectivos parámetros, así que la tempe-ratura de la discusión libresca suele neutra-lizarse al cabo de unos minutos. Sabemos que establecer un orden alfabético zanjaría de una vez por todas el asunto. Pero no hemos acumulado suficientes títulos, en esta nueva casa, en esta ciudad, para que el orden alfabético tenga realmente sentido. O tal vez sea que queremos alargar lo mas posible el aire de libertad que nos propina nuestra calidad de recién llegados y que por eso no nos decidamos a imponer un orden permanente en nuestra biblioteca.

No me arrepiento de haber dejado atrás nuestra otra biblioteca. Pero cuando visua-lizo nuestros viejos libros, embalados en cajas de cartón apiladas una sobre la otra como pilares mohosos de un mundo que ya nadie habita, me invade cierta tristeza. Sé que están ahí tres ediciones distintas de la novela Moby Dick que he compra-do a lo largo de los años y que la semana pasada tuve que volver a comprar. Por ahí andan mis ejemplares de los clásicos de la filosofía política, que posiblemente nunca más leeré pero que me recuerdan que hubo

BiBlioteca Particular

el orDeN iNterNoPor Valeria Luiselli

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una época en que era una lectora extrema-damente seria. En una de esas cajas debe estar también mi edición escolar de La vida del Buscón, llamado don Pablos, que hace unos días me hizo tanta falta.

Ese Buscón es uno de los pocos libros que sobrevivió a las múltiples mudanzas a las que sometí mis pertenencias durante mis primeros años de vida adulta. Lo conse-guí en Madrid. No puedo decir que lo haya comprado. Hubo una época de mi vida en que robé libros. Muchísimos libros. No me enorgullezco del acto concreto de haber robado, al contrario. Pero algo en mí admira discretamente la despreocupada indulgen-cia con que me conducía por las librerías de la Ciudad de México y Madrid, a mis dieci-nueve o veinte años, convencida de que ciertas cosas, como robarle libros a las gran-des cadenas, era moralmente justificable. Más que eso, era justo. Ahora no soy capaz ni de piratear canciones. No sé si me habré vuelto más entera o solo más miedosa.

Fue en Madrid donde más libros robé. También fue ahí donde me formé como lec-tora. Robar libros, al contrario de lo que se podría asumir, no era una actividad solitaria y mezquina, sino una labor colectiva que involucraba generosas horas de intercambio intelectual entre los más variados filibuste-ros librescos. Los ladrones de libros nece-sitan presumir de sus cromos, canjearlos por otros. Eso los agrupa de modo natural. Con mis compinches robalibros, pasaba

tardes enteras hojeando los ejemplares de los otros, apuntando con diligencia títu-los como Léxico familiar y El paseo, que alguien había conseguido y que los demás, en nuestra siguiente expedición, debíamos a toda costa hurtar. Debo decir, en nuestra defensa, que a pesar de todo teníamos una firme ética bibliopirata resumible en tres mandatos modestos pero de iure inamo-vibles: ningún autor vivo, ninguna librería chica, ninguna editorial independiente.

En mi cabeza apenas posadolescen-te había, por supuesto, grandes agujeros intelectuales y lagunas históricas. Así que, de facto, las normas de hurto no siempre se cumplían. Recuerdo, por ejemplo, que una vez di con un ejemplar de Cuaderno del nómada, de Tomás Segovia. Su año de nacimiento y un oteo rápido de un par de poemas me convencieron de que se trata-ba de un autor completamente muerto. Me metí el tomo en la mochila. Durante meses lo leí, releí, subrayé y hasta copié a mano en mi cuaderno algunos de sus poemas. Es algo que hacía a diario y que ya casi no hago: pasar a mano las frases e ideas de un libro que me tomaron por asalto, como para asegurarme de que quedara registro de ese instante efímero de entusiasmo. Pasar a mano las cosas que leemos, supongo, es el equivalente a lo que hace el turista cuan-do toma una foto de un monumento o de una calle, solo que nuestras instantáneas intelectuales son la huella de una huella

No me arrepieNto de haber dejado atrás

Nuestra otra biblioteca. pero cuaNdo

visualizo Nuestros viejos libros, embalados

eN cajas de cartóN apiladas uNa sobre la otra

como pilares mohosos de uN muNdo que ya Nadie

habita, me iNvade cierta tristeza

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y por ende más misteriosas e inefables cuan-do tiempo después volvemos a dar con ellas.

Unos años más tarde me enteré de que Segovia estaba completamente vivo. No solo eso sino que, junto con dos amigos con los que tenía el ingenuo proyecto de entrevis-tar a autores para eventualmente formar un libro, concerté una entrevista con él. Nunca hicimos ese libro, por supuesto, pero por ahí andan nuestras entrevistas —unas inéditas, otras todavía sin transcribir, otras publicadas en una revista que dirigía uno de ellos, El opinionista, que desafortunadamente de-sapareció después de algunos números—. Fui a entrevistar a Segovia a su departamen-to en Chimalistac. Me acuerdo de que habló casi todo el tiempo de su primera biblioteca, en Marruecos, donde un tío suyo lo cuidaba mientras preparaban el traslado definitivo a México. Contaba que su tío, que no tenía trabajo y se aburría horrores, les hizo a los niños una serie de muebles de madera. Les hizo sillas, mesas, libreros. Luego, para llenar los libreros, fueron al mercado de pulgas de Casablanca y compraron un lote de libros completamente heterogéneos en francés: novelas policíacas, Julio Verne, Gautier. También estaba Dios, de Victor Hugo, que Segovia leyó por primera vez sin entender una sola palabra, pero como con ese pre-sentimiento del futuro que tenemos cuando estamos por primera vez ante algo o alguien que nos va a marcar. Sé que yo tuve ese mismo presentimiento en mi primera lectura

de Cuaderno del nómada. Al final de la entre- vista, cuando nos despedíamos en la puer-ta de su departamento, le confesé mi robo. Segovia sonrió, no sé si con ternura o picar-día. Dijo: Menos mal que no soy el único.

Acumulé tantos libros en Madrid que, cuando llegó la hora de empacar mis per-tenencias y regresar a la Ciudad de México, resultó que no me alcanzaba el dinero para pagar el servicio de correo internacional para transportarlos al otro lado del Atlántico. Debía escoger apenas unos diez o doce para llevar en la maleta. A un amigo, cómplice activo de esos desfalcos, se le ocurrió una solución inmejorable: yo donaría todos los demás títu-los al Café Barbieri, donde solíamos despis-tar las tardes. Hicimos un traspaso de bienes muy formal, muy serio. Elaboramos una lista, metimos los libros en cajas pequeñas, alfa-betizadas, y entre varios valientes los lleva-mos al Barbieri. La entonces dueña del café, una matrona argentina encantadora, hizo un menú de libros que los parroquianos podían consultar para después ordenar un ejemplar y leerlo mientras se tomaban su café.

Sé que durante un tiempo breve el sis-tema de prestamos de libros funcionó. Su más asiduo usufructuario era un viejo llama-do Emilio, que tenía la extraña costumbre de pararse en las mesas del Barbieri a imitar a los pájaros. Circulaban varias versiones de la vida de Emilio, pero la más verosímil era que había sido ornitólogo y librero en Lavapiés durante cuarenta años, hasta que

BiBLiOTECA

una deuda familiar lo obligó a vender todos sus libros. La primera vez que vi a Emilio, yo estaba con una amiga repasando nuestras nuevas adquisiciones, cuando un graznido de gaviota nos hizo voltear. Emilio nos mira-ba desde su mesa. Abrió la boca lentamente, sin dejar de mirarnos, y soltó otro graznido. Nos quedamos observándolo en silencio, sin saber si reírnos o simplemente ignorar-lo. Graznó otra vez, ahora con más aplomo y más volumen. Se apagaron las conversa-ciones de las otras mesas y, cuando todas las miradas se clavaron en él, Emilio se paró encima de la mesa. Entonces, con la gracia de un bailarín profesional, alzó los brazos a la altura de los hombros y, sin dejar de graznar, empezó a batirlos lentamente.

Con el tiempo, las apariciones ingrávi-das de Emilio se volvieron tan familiares en nuestras tardes del Barbieri como el paso estruendoso de un tren en algunos pue-blos: por unos segundos todos suspendían conversaciones y labores para, instantes después, reanudarlas como si nada hubiera sucedido. A cierta hora de la tarde, Emilio el librero graznaba. Lo escuchábamos, termi-naba, seguíamos leyendo.

Años después, leí un libro de Joseph Mitchell donde el personaje principal, Joe Gould, también conocido como El Profesor Gaviota, hacía exactamente lo mismo. Nunca sabré si el vuelo de Emilio sobre las mesas era en realidad un plagio libresco. Tal vez fuera un homenaje. En todo caso,

sé que Emilio disfrutó de la biblioteca provi-sional del Barbieri hasta que murió de una pulmonía, seis meses después de que me fui de Madrid. También sé que la biblioteca de hurtos desapareció del Barbieri en ese mismo lapso de tiempo. No sé si desapare-ció en un solo día o de forma gradual. Tal vez se los haya robado Emilio, uno por uno, a lo largo de esos meses, para luego revender-los. Hubiera sido lo justo. Me gusta pensar que esos libros siguen por ahí, circulando entre personas que no conozco.

Más de la mitad de los libros de nuestra biblioteca actual le han pertenecido a algún desconocido antes de llegar a nuestras estanterías. Una de las actividades domini-cales que más gozo nos produce ahora es visitar Strand, una de las librerías de verdad que quedan en Nueva York. Muchos dicen que aun Strand se ha deteriorado horri-blemente en los últimos años, y es cierto, pero es una de las pocas librerías en donde los libros de segunda mano están en buen estado y, sobre todo, en donde los libreros no desprecian ciertas cosas fundamentales. Tienen, por ejemplo, una sección entera dedicada al ensayo literario y una buena colección de cartas y diarios de escritores. Tengo desde hace tiempo la intención de que una parte de nuestra biblioteca gringa esté compuesta exclusivamente de cartas y diarios. Podríamos ubicar esa sección en nuestra recámara, ya que sería imposible tenerla en el baño, su lugar natural.

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más de la mitad de los libros de Nuestra biblioteca

actual le haN perteNecido a algúN descoNocido

aNtes de llegar a Nuestras estaNterías.

uNa de las actividades domiNicales que más gozo

Nos produce ahora es visitar straNd, uNa de las

librerías de verdad que quedaN eN Nueva york

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Casi todos los domingos vamos a Strand a la caza de libros de segunda mano. Hemos dado con algunas joyas. El dueño anterior de nuestra edición de los poemas completos de T. S. Eliot, por ejemplo, un tal Thomas L. Abrams o Adams, tenía la fascinante manía de anotar su marginalia a máquina en peque-ños cuadritos de papel y luego pegarlos con cinta adhesiva por un solo costado, encima del texto original, de manera que cada una se puede abrir, como una puertita miniatura, para asomarse a ver lo que hay del otro lado —como en esos libros para niños donde un dibujo esconde otro que está debajo—.

La mayoría de las anotaciones de Thomas L. A. son referencias y citas de otros libros relacionados con los poemas de Eliot. Desde hace unas semanas, eso mismo empecé a hacer yo con los nuevos libros que se integran a nuestra biblioteca. Por supuesto, Eliot es el tipo de autor que se presta muy naturalmente para ese tipo de anotación marginal —casi cada uno de los versos de «Prufrock» o de «The Waste Land» se puede engarzar en otro libro—. Pero, de modo más laxo, es posible hacer lo mismo con cualquier autor: copiar un párrafo de Montaigne en una hoja y pegarla por un costado a lo largo del margen de una página de las cartas de Petrarca. Si logro hacer lo mismo con cada uno de nuestros libros, nuestra biblioteca tendría un orden interno. Me parece, ade-más, que así podría trazar un mapa invisible vinculando los libros de nuestra biblioteca

gringa con los que se quedaron en nues-tra biblioteca de México. Ford Madox Ford estaría internamente vinculado, en la página 32 de The Good Soldier, con un fragmento de El Viaje, de Sergio Pitol; Chaucer con-versaría con Cervantes; «Presentiment», de Emily Dickinson, tendría versos gemelos en el Perseo vencido, de Gilberto Owen. Tal vez así podríamos eludir el problema en el fondo tan frívolo de encontrar un orden externo a nuestra nueva biblioteca.

BiBLiOTECA

EDICIONES DEL CÍRCULO DE BELLAS ARTES

FREDRIC JAMESONEl realismo y la novelaprovidencial

JEAN BAUDRILLARDLa agonía del poder

PETER GOWAN et al.Buscando imágenes para Europa

DONALD KUSPIT [ed.]Arte digital y videoarte

FÉLIX DUQUE¿Hacia la paz perpetua o hacia el terrorismo perpetuo?

RÜDIGER SAFRANSKIHeidegger y el comenzar

MARIANO MARESCA [ed.]Visiones de Pasolini

VV. AA.El yo fracturado. Don Quijote y las figuras del Barroco

ROBERT CASTEL et al.Pensar y resistir

ROGER CHARTIER [ed.]¿Qué es un texto?

JORGE ALEMÁN [ed.]Lo Real de Freud

VINCENzO VITIELLOBorges. Memoria y lenguaje

VV. AA.La fragilización de las relaciones sociales

JULIÁN JIMÉNEz HEFFERNAN [ed.]Tentativas sobre Beckett

SERGE FAUCHEREAU [ed.]En torno al Art Brut

VV. AA.Arquitectura y ciudad.La tradición moderna entre la continuidad y la ruptura

JORDI DOCE [ed.]Poesía en traducción

PIERRE KLOSSOWSKICartas a Betty / Lettres à Betty

FÉLIX DUQUE [ed.]Heidegger. Sendas que vienen

SLAVOJ zIzEK et al.Arte, ideología y capitalismo

VV. AA.Imagen y palabra

MIGUEL CASADO [ed.]Mecánica del vuelo.En torno a Aníbal Núñez

JOSÉ ÁNGEL VALENTEPalabra y materia

PHILIPPE JACCOTTETCantos de abajo

HENRI MICHAUXIdeogramas en China / Captar / Mediante trazos

JOSÉ MANUEL CUESTA ABAD)clausuras( de Pierre Klossowski

ANDRÉS SÁNCHEz ROBAYNAUna lectura

ANTONIO GAMONEDALa campana de la nieve / Escritura y alquimia

PATXI LANCEROS Y FCO. DÍEz DE VELASCO [eds.]Religión y violencia

ALLEN GINSBERGMadrid 1993

LUIS DE PABLOA contratiempo

LAS NOCHES BÁRBARAS IIITercera fiesta de músicos de la calle

SANTIAGO ÁLVAREz CANTALAPIEDRA Y ÓSCAR CARPINTERO [eds.]Economía ecológica: reflexiones y perspectivas

IGOR SÁDABA [ed.] Dominio abierto. Conocimientolibre y cooperación

VV. AA.Los otros entre nosotros. Alteridad e inmigración

FÉLIX DUQUE [ed.]Poe. La mala conciencia de la modernidad

JUAN BARJA Y JORGE PÉREz DE TUDELA [eds.]Dante. La obra total

JUAN CALATRAVA [ed.]Doblando el Ángulo Recto. 7 ensayos en torno a Le Corbusier

JAVIER ARNALDO [ed.]Goethe. Naturaleza, arte, verdad

FÉLIX DUQUE [ed.]Hegel. La Odisea del Espíritu

JEAN STAROBINSKIEl almuerzo campestre y el pacto social

ÁNGEL CRESPODeseo de no olvidar

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALDPrefiguraciones

FRANCISCO DÍEz DE VELASCOY PATXI LANCEROS [eds.]Religión y mito

ALBERTO BERNABÉ Y JORGE PÉREz DE TUDELA [eds.]Mitos sobre el origen del hombre

TOMÁS MOROUtopía

ROBERT BURTONUna república poética

ANÓNIMOSinapia

CLAUDE-HENRI DE SAINT SIMONDe la reorganización de la sociedad europea

MIGUEL CASADO [ED.]Las voces inestablesSobre la poesía de José-Miguel Ullán

PIERRE DE MARIVAUXLa isla de los esclavos

JEREMY BENTHAMPanóptico

ÁNGEL GANIVET Granada la bellaCon Mecanópolis de Miguel de Unamuno

JACQUES FABIENParís en sueños

ALBERTO BERNABÉ Y JORGE PÉREz DE TUDELA [eds.]Seres híbridos en la mitología griega

minerva 19REVISTA CUATRIMESTRAL DELCÍRCULO DE BELLAS ARTESwww.revistaminerva.comsuscripción anual (tres números)

España 40 € • Europa 60 € • América Latina 70 €

BRAHIM ALAOUI • RACHIDA TRIK ISAMI NA ÏR • NAD IA KAAB I - L INKEKADER ATT IA • FOUAD BELLAMINEMERIEM BOUDERBALA • MOHAMED EL BAZ MOUNIR FATMI • NICÈNE KOSSENTINI MEHDI MEDDACI • DRISS OUADAHICHOUROUK HRIECH • YAZID OULABYOUNES RAHMOUN • KARIM GHELLOUSSIBERNAD NOËL • CRISTINA GARCÍA RODERO OLIVIER MESSIAEN • MIQUEL BARCELÓBOB DYLAN • NACHO VEGAS • JOHN FORD SH IGEH IKO HASUMI • W. B . YEATSSEAMUS HEANEY • PÉTER FORGÁCS

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PreeStreNo

MoMeNtoS De FeliciDaD iNSuStaNcialFrancesco Piccolo

De noche, en Roma, por las calles, se ven pasar muchas botellas de vino. Basta con prestar atención. Van envueltas en el papel ligero de la enoteca, van dentro de bolsas de plástico del supermercado o inclu so dentro de bolsas de tiendas de ropa cogidas al tuntún antes de salir. O bien van desnudas y sencillas, sujetas firmemente en la mano de gente que se baja del coche o bien camina por la acerca, con la vista clavada en la numeración de los edificios, en busca del correcto.

De noche, en Roma, en las casas, se organizan cenas. Los que van a cenar lle-van una botella de vino. Es un pacto tácito al que nadie escapa —aunque los anfitriones compran de todas formas el vino que tomar en la mesa, ya sea porque no se sabe qué vino van a traer los invitados, ya sea porque no hay que confiar plenamente en el vino que regalarán los demás, ya sea porque siempre hay alguien que se da un gusto, trans grede las normas, y decide llevar hela-do o pastel (en todo caso, también hay que tener helado o pastel, a pesar de que exista la posibilidad de que alguien los traiga)—.

Cuando los invitados entran, uno de ellos lleva en la mano una botella de vino y con frecuencia habrán discutido en la esca-lera sobre quién debe llevarla; han discutido porque el momento del paso de la botella de vino de las manos de uno a las manos del anfitrión (o anfitriona) es un momento embarazoso, precisamente porque es una

costumbre tácita; ahora hay que fingir que es la primerísima vez que hemos decidido regalar una botella de vino y hay que fin-gir que es la primerí sima vez que recibimos una —por tanto, hay que decir he pensado en traerte esta; y hay que responder con un gracias sorprendido, que significa tanto no tenías por qué hacerlo como no me lo espe-raba, de verdad—. Para demostrarte que no me lo esperaba ya he abierto una botella de vino yo también. En consecuencia, la cues-tión siguiente es esta: ¿bebemos el nuestro o abrimos el que nos han traído? Y si abri-mos el que nos han traído, ¿cuál abrimos? ¿La botella de Giorgio, la de Emanuele o la de Federica?

Al final, cuando los invitados se marchan, de re greso a casa, en sus coches, los silen-cios semiadormilados son rotos únicamente por la verdad es que son simpá ticos (si son simpáticos), la próxima vez los invitaremos nosotros a nuestra casa (una pausa) y luego:

¿No?Sí, sí.¿Estás cansada?Un poco.Venga, que ya casi hemos llegado.Cuando los invitados se marchan, los

anfitriones colocan los platos y los vasos en el lavavajillas y dicen la verdad es que son simpáticos (si son simpáticos). Quedan dos o tres botellas de vino que no se han abier-to. Y aunque los anfitriones son honestos y sencillos y buenos bebedores de vino, en

su mente no puede dejar de hacer su apa-rición un pensamiento diabólico que ellos logran sacarse de la cabeza, pero que aun sacán doselo de la cabeza ahora ya existe, y que es: esta se la llevaremos a alguien cuando nos inviten a cenar.

Mi botella de vino es una de estas. La llevé una noche a Monteverde, a casa de Alice, y ella dijo no hacía falta y yo le dije falta-ría más. La tenía en casa, salí en el último segundo, cogí al vuelo una botella y me fui hacia allí. Alice la miró con curiosidad, mi botella de vino era parecida a las demás. Pero tenía un nombre exótico muy suyo que la diferenciaba y le confería misterio. Luego, silenciosa y respetuosa, fue a colocar se entre las otras cinco o seis, iluminadas por potentes luces en una casa pequeña pero arreglada, en la que todos nos movíamos poco porque en cuanto nos mo víamos Alice decía: lo siento, es que mi casa es peque-ña y nosotros decíamos qué va, qué cosas dices —y éramos unos hipócritas, porque la casa era verdadera mente pequeña; pero calurosa, y además Alice es sim pática, por eso cuando todos nos marchamos no me disgustó que mi botella se hubiera quedado allí, en compañía de otra, tímidas pero con-tentas de ser dos—.

Luego perdí de vista mi botella duran-te un tiempo, hasta que, absolutamente reconocible, la vi llegar a casa de Federica, una calle arbolada de San Saba, una de

esas casas que imaginas perfectas para ti y sigues diciéndole a Federica que si se va de ahí tiene que avisarte, hasta que descu-bres que por lo menos otras cinco perso-nas le es taban rogando esa misma noche que hiciera lo mismo con ellas. La vi llegar un poco alterada y algo más delga da, en las manos de la mejor amiga de Alice, una chica que cuando escucha tiene una son-risa que parece que no quiera hacer nada más en esta vida que escuchar. Fede rica le dijo expeditiva: gracias, ponla ahí. Fue ahí donde yo la vi, precisamente; dudé si acer-carme o no, pero quería estar seguro de que era la mía, quería descubrir si me reconocía. Porque mi botella de vino es como ese tipo de coche de los que, de esa marca y de ese color, tan solo hay uno en toda la ciudad, y si lo ves en otro barrio te acercas para com-probar si se trata del mismo y si de verdad es posible que exista otro. Pero ella —se trata de ella, la he reconocido— parece haberse resignado a su destino y ahora permanece allí, al fondo, en el bufet (es una cena de pie, de manera que hay mucha gente y por tanto muchas botellas), sin causar problemas.

Luego, una velada muchos meses des-pués, con gran sorpresa mía, la vi regresar a casa. La reconocí de inme diato, la llevaba en la mano el marido de Rossella, aunque ni Rossella ni su marido estaban en casa de Federica y no la conocen, no tienen nada que ver con Alice ni con su amiga del alma. Esta noche, en mi casa, también está

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cuaNdo los iNvitados se marchaN, de regreso

a casa, eN sus coches, los sileNcios semiadormilados

soN rotos úNicameNte por la verdad es que soN

simpáticos (si soN simpáticos), la próxima vez

los iNvitaremos Nosotros (uNa pausa) y luego: ¿No?

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Alice, y también ella se ha quedado largo rato mirando la botella y en cuanto la deje sola seguro que se acercará para cerciorarse de que se trata de ella. Le he presentado Alice a Rossella y a ese marido suyo cuyo nombre desconozco, y he esperado a que lo dije ra él, le he arrebatado la botella de la mano y me la he llevado contra el pecho, como para decirle que aquí puede estar tranquila, se ha paseado por Roma, de casa en casa, y ahora ha regresado aquí, a Colle Oppio, a su casa, al lugar donde estaba. La he colocado exactamen te donde estaba hace tanto tiempo, y mientras lo hacía iba sacudiendo la cabeza, como para decir qué extraño es el mundo.

Renzo, que estaba ahí al lado, eligiendo el vino para servir en la mesa, me ha pregun-tado: ¿qué ocurre? He mirado a mi botella, para pedirle permiso, porque tenía muchas ganas de contar nuestra historia. Le he dicho que mi botella ha pasado por casas peque-ñas pero bien arregladas, casas grandes con muchos dormitorios ha bitados por estudian-tes, donde las latas de atún y los platos pre-cocinados son los dueños de las despensas, casas del centro con sillones blancos y una perfecta iluminación, casas con niños que un par de veces a punto estuvieron de hacer que se cayera, casas en la plaza Vittorio con techos altísimos y abuhardillados en casi todas las esquinas —mi botella de vino, le he expli cado a Renzo, ha visto en estos meses una inmensa cantidad de abuhardillados,

de cervezas, de muebles de ikea y muchos objetos de ikea y casi ha sido violada por un sacacorchos de ikea; ha visto mesitas compradas en indonesia, librerías hechas a medida, ha visto parquet y suelos de los años sesenta recién pulidos. Ha vivido vela-das estivales en balcones llenos de plantas, junto a restos de patatas fritas y cáscaras de pistachos; ha visto a hombres que se que-daban a dormir con la anfitriona y que por la mañana decían una sarta de estupideces antes de salir pitando; ha visto camas reple-tas de abrigos cuando todavía hacía frío e hileras de teléfonos móviles sobre la mesa, cerquísima, que de vez en cuando vibra ban haciendo que oscilara unos momentos, y eso le ha gustado; ha vivido esas noches en que, una vez se ha marchado todo el mundo y las huellas de la fiesta tiran de espalda, la voz de alguien dice siempre: ya lo recoge-remos todo mañana. Ha oído hablar sobre política y de la última película de los herma-nos Coen, ha oído chis morreos sobre perso-nas en cuyas casas ha permanecido luego hasta una semana entera, y ha oído decir miles de veces que ahora las casas cuestan demasiado y ha oído decir millones de veces que ya no tengo ganas de vivir en Roma y un día de éstos me iré—. Mi botella de vino ha cruzado barrios vestida con papel ceñido, en bolsas de supermercado o completamente desnuda y creo que, en un momento dado, aprendió que cuando oía decir: ¿qué, qué hacemos?, ¿llevamos una botella?, seguro

PREESTRENO

que le tocaba a ella, y si hubiera podido habría ladrado sal tando delante de la puerta igual que un perro impacien te. Mi botella de vino, le he dicho a Renzo, conoce las casas de Roma y a nuestros amigos mejor que nosotros.

Renzo ha sonreído y luego ha mirado la botella y le ha hecho una suave caricia. Y antes de marcharse, ha dicho: no era tuya, era mía.

¿La trajiste tú?Sí, ha dicho, a una cena que organizaste

hace un año —y se ha marchado antes de que le preguntara si la había comprado o si la tenía ya en casa, pero es mejor así. No sé si quiero saberlo—.

Este texto forma parte del libro Momentos de felicidad

insustancial, del escritor y guionista italiano Franceso

Piccolo, una recopilación de pequeñas historias cotidia-

nas sobre aquello que a veces, inadvertidamente, nos

hace felices. La editorial Anagrama lo publicará a finales

de mayo de 2012.

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quería estar seguro de que era la mía, quería descubrir

si me recoNocía. porque mi botella de viNo es como ese

tipo de coche de los que, de esa marca y de ese color,

taN solo hay uNo eN toda la ciudad, y si lo ves eN otro

barrio te acercas para comprobar si se trata del mismo

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arte

MariNa aBraMovicMadrid. Selected Early Works, los trabajos que forjaron el carácter de la obra personalísima de la artista, llegan a Madrid en una exposición imprescindible.la Fábrica galería.18.04 al 02.06.

el Greco Y el MoDerNiSMoDüsseldorf, alemania. La obra del maestro renacentista es vista aquí junto a la de otros 38 artistas modernistas sobre los que dejó su impronta.museum kunstpalast.28.04 al 12.08.

Da viNci, el GeNioMadrid. 29 museos internacionales han cedido obras nunca antes expuestas en España para dar lugar a esta exposición sobre el lado menos conocido del genio italiano.centro de exposiciones arte canal.hasta el 02.05.

iGNaSi aBallívitoria. La nueva exposición del artista catalán, This is not the end, es un homenaje tanto a la historia del cine como a su condición técnica de imágenes en movimiento: el bucle infinito.artium.04.05 al 02.09.

StorYtelliNG iN JaPaNeSe artNueva York. Los célebres emakis o emakimonos, una de las primeras formas de arte secuencial conocidas, son el plato fuerte de esta muestra dedicada a la ilustración japonesa del siglo xii al xviii.metropolitan museum.hasta el 06.05.

loS MíticoS eStuDioS MoroMadrid. Con tres Palmas de Oro en Cannes, los Estudios de los hermanos Moro, creadores de la inolvidable Familia Telerín, son un hito en la historia española y europea de los dibujos animados.sala de exposiciones el águila.hasta el 06.05.

DieGo riveraNueva York. Murals for the Museum of Modern Art es el monográfico más completo que se le haya dedicado nunca al gran muralista mexicano.moma.hasta el 14.05.

DaviD HockNeYBilbao. A través de unas 200 pinturas, Una visión más amplia repasa la obra reciente del artista inglés, uno de los pilares del pop art.guggenheim bilbao.15.05 al 30.09.

SiN HeroíSMoS, Por FavorMadrid. El título de la recopilación póstuma de relatos de Carver une las tres individuales de los artistas iván Argote, Teresa Solar Abboud y Sara Remo.centro de arte dos de mayo.hasta el 20.05.

cHaGallMadrid. La primera gran retrospectiva en España del pintor francés de origen bielorruso cubre desde sus primeros años hasta su exilio en Estados Unidos.museo thyssen-bornemisza y Fundación caja madrid.hasta el 20.05.

luciaN FreuD PortraitSlondres. Más de cien pinturas, dibujos, grabados y aguafuertes, en una de las más ambiciosas exposiciones dedicadas al gran artista figurativo inglés.National portrait gallery.hasta el 27.05.

MartiN ParrBarcelona. Fotografía y coleccionismo contempla la obra de Parr como una ilustración de las relaciones entre ambas disciplinas a partir de la experiencia turística.cccb.29.05 al 21.10.

aGeNDa eñePriMavera 2012

Félix curtoleón, españa. El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León dedica una monográfica a la obra reciente del artista salmantino afincado en México.musac.hasta el 03.06.

ciclo 8Murcia. Abraham Hurtado, Lothar Hempel, Matthew Ronay, Saelia Aparicio, Oriol Nogués y Markus Schinwald: seis visiones del escenario y su relación con el teatro, la danza, la performance y ciertos rituales ancestrales.la conservera.hasta el 31.07.

arteS eScéNicaS

la reGeNtaMadrid. La famosa obra de Leopoldo Alas Clarín, adaptada por la autora de Eñe Vanessa Montfort y Marina Bollaín, y bajo la dirección de esta última.teatros del canal.hasta el 15.04.

cYraNo De BerGerac Madrid. La producción del Théâtre du Châtelet de París llega al Real con Pedro Halffter en la dirección musical y Plácido Domingo como el famoso «hombre a una nariz pegado».teatro real.10 al 22.05.

la SoNriSa etruScaSevilla. Héctor Alterio y Julieta Serrano, entre otros primeros actores, dan vida a los personajes de la novela de José Luis Sampedro.teatro lope de vega.16 al 20.05.

ceSc GelaBert v. o. +Barcelona. El bailarín y coreógrafo presenta un espectáculo que combina el estreno de solos con la interpretación de piezas antiguas.teatre lliure.24.05 al 03.06.

ciNe

FeStival De caNNeScannes, Francia. El festival de cine por excelencia llega a su 65o edición con el italiano Nanni Moretti como presidente del jurado.varias sedes.16 al 27.05.

Park citY FilM MuSic FeStivalutah, estados unidos. Punto de encuentro de realizadores y compositores, en este festival también se descubren películas cuyas bandas sonoras seguirán sonando muchos años después.park city.25.05 al 03.06.

NotoDoFilMeStEl mejor festival de cortos por internet llega a su décima edición con más de 50.000 € en premios. El jurado está formado este año por Juan Carlos Fresnadillo, Jaume Balagueró, Daniel Calparsoro, Patricia Ferreira, Víctor García León y Javier Fesser.www.notodofilmfest.com

FieStaS

SaN iSiDroMadrid. La capital de España celebra a su santo patrono, y los taurinos se citan en Las Ventas.varias sedes, 15.05.las ventas, desde el 01.05.

Mole PoBlaNoPuebla, México. La Fiesta del Mole Poblano, en honor a dicha especialidad de la culinaria mexicana, toma las calles los cuatro domingos de junio.explanada de analco.cada domingo de junio.

liBroS

Feria De BueNoS aireSBuenos aires. El francés de origen marroquí Daniel Pennac, el israelí David Grossman, el rumano Norman Manea o el uruguayo Eduardo Galeano…varias sedes.16.04 al 20.04.

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EÑE. ViVA MÉXiCO

la NocHe De loS liBroSMadrid. El novelista argentino Ricardo Piglia y el ensayista francés Alain Finkielkraut son dos de los platos fuertes de esta larga noche bibliófila.varias sedes.23.04.

SaNt JorDiBarcelona. Antes, los hombres regalaban rosas a las mujeres, y las mujeres libros a los hombres. Hoy, todo el mundo regala ambas cosas. las ramblas.23.04.

ciNDY SHerMaNMientras el MoMA le está dedicando la retrospectiva más importante que se ha realizado hasta hoy de su obra, La Fábrica y el museo neoyorquino reúnen 180 trabajos de la fotógrafa estadounidense en este libro lúcido y estremecedor.www.lafabricaeditorial.com

JuaN Gatti PHotoGraPHicSGatti es fotógrafo, ex director creativo de Vogue italia y autor de muchos de los diseños de los carteles de las películas de Almodóvar. En este libro-homenaje escriben Alaska, Sybilla, Javier Vallhonrat, Miguel Bosé, Franca Sozzani, Luis Venegas y Rafael Doctor.www.lafabricaeditorial.com

MÚSica

aNDráS ScHiFFNueva York. El pianista húngaro, conocido por sus interpretaciones de Bach y Schumann, ofrece un concierto tras los pasos de su compatriota Béla Bartók.carnegie hall.02.05.

DizzY GilleSPie™ all-Star BiG BaNDNueva York. Los músicos y discípulos del brillante trompetista de Carolina del Sur se reúnen para rendirle tributo en el no menos legendario Blue Note neoyorquino.blue Note jazz club Ny.08 al 13.05.

SÓNar eN SaN PaBloSan Pablo, Brasil. El mítico festival barcelonés desembarca en la Ciudad del Cabo, viaja a Tokio y llega a San Pablo de la mano de Mogwai, Little Dragon, Justice, Björk o Alva Noto & Ryuichi Sakamoto.parque anhembi.11 y 12.05.

catS oN FireHelsinki. La banda finlandesa, toda una delicatessen del buen pop que ha dado ese país, pone punto final a la gira de su All Blackshirts to Me.korjaamo culture Factory.12.05.

PriMavera SouNDBarcelona. Franz Ferdinand, Wilco, The Cure, Death Cab for Cutie, The Drums, The XX, The Rapture, Rufus Wainwright, Yo La Tengo… ¿Estás buscando un buen pretexto para viajar a Barcelona esta primavera?poble espanyol yparc del Fórum.31.05 al 02.06.

Doce cuerDaS Y MuJerezMadrid. La temporada Andalucía Flamenca llega a su fin con las doce cuerdas de Alfredo Lagos y Dani de Morón, y el cante jondo de La Macanita, Juana la del Pipa y Dolores Agujetas.auditorio Nacional de música.20.04 al 01.06.

WeSt SiDe StorY londres. La Royal Philharmonic Concert Orchestra celebra el 50o aniversario de la película repasando la obra compositiva del gran Leonard Bernstein.royal albert hall.22 al 24.06.

aíDaBarcelona. La ópera de Verdi basada en la historia de una princesa etíope que es llevada a Egipto como esclava vuelve a la ciudad condal por todo lo alto.gran teatre del liceu.21 al 30.07.

mariNa abramovic / los míticos estudios moro / david hockNey

luciaN Freud portraits / cesc gelabert v. o. + / NotodoFilmest

la Noche de los libros / ciNdy shermaN / cats oN Fire

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CADA VEz QUEDAN MENOS LECTORES ENTRE LOS QUE PiENSAN QUE

LiTERATURA Y FúTBOL SON DiSCiPLiNAS iNCOMPATiBLES; ES DiFíCiL

PASAR POR ALTO LA iNFLUENCiA DE ESTE DEPORTE EN LA OBRA

DE AUTORES COMO NABOkOV, CAMUS, ALBERTi, ViLLORO, HORNBY,

FONSECA O MARíAS. Y ESO SOLO POR EL LADO DE LA PASióN. POR

EL DE LOS TEMAS Y ARGUMENTOS LiTERARiOS, ¿QUÉ DiFERENCiA

AL FúTBOL DE OTROS RiTOS SOCiALES DE NATURALEzA ÉPiCA O

DRAMáTiCA —A VECES TRáGiCA Y HASTA PATÉTiCA— DE LOS QUE

UN ESCRiTOR PUEDE VALERSE PARA EXPLORAR ASPECTOS POCO

ViSiBLES DEL ALMA HUMANA? LA RESPUESTA NO TE LA DAREMOS

NOSOTROS, SiNO LAS AUTORAS A LAS QUE LES HEMOS PEDiDO

QUE ESCRiBAN EN NUESTRA PRóXiMA EñE. TODAS ESCRiBiRáN

SOBRE ESE EXTRAÑO PLACER DE PATEAR UNA PELOTA.

eñe 30. veraNo 2012. FÚtBol Y MuJereS

Esta revista ha recibido una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año.

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Director de ArtePablo Rubio / Erretres DiseñoDiseño Wiebke Harzer / Erretres DiseñoMaquetaciónTMori

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ProducciónPaloma Castellanos

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Música, Arte, HumanidadesLa Fundación BBVA apoya la creación artística, la literatura y las humanidades, como componentes centrales de la cultura. La ciencia, la tecnología, la música y el arte, así como su estudio académico en el marco de las disciplinas humanísticas, forman hoy un espacio continuo, convergiendo en el modelado de las percepciones sociales y los valores, las perspectivas y la sensibilidad de nuestro tiempo. Cada uno de esos ámbitos, así como la exploración de las interacciones entre ellos, son áreas de actuación preferente de los programas de la Fundación BBVA. iberia.com

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