1.- TEORIAS INTEGRADAS

1.- Teorías integradas y unitarias

La criminología contemporánea ha propuesto teorías y enfoques integrados frente a los más tradicionales de carácter unitario tales como las teorías de la asociación diferencial, la tensión o el control. También se recordara que la integración puede referirse a enfoques disciplinares, variables y teorías criminologías propiamente dichas. Es en esta última posibilidad en la que vamos a centrarnos ahora. Los proponentes de los enfoques integrados son perfectamente conscientes de las serias dificultades lógicas del mismo y del aumento de la complejidad que a menudo significan, pero consideran que las teorías unitarias tradicionales han fracasado a la hora de explicar el delito y que estos nuevos enfoques son superiores empíricamente. Lo que se plantea es básicamente tomar de cada teoría aquellas partes que resulten mas prometedoras y tratar de formar una nueva teoría con todas ellas.

Aunque existen muchos modelos integrados, cada vez mas, el que han propuesto y defendido Eliot y sus colegas siguen siendo uno de los mas conocidos y consistentes. El mismo puede quizá denominarse modelo modificado del control social-desorganización social, aunque esta tradición representa solo una de las partes del mismo, y además son importantes modificaciones. En ahí nos detendremos en seguida.

Recientemente se ha propuesto en nuestro país un enfoque teórico integrado que trata de ahondar la teoría del control social de Hirschi con el enfoque del conflicto.

García España sugiere que “el sujeto va perdiendo unos vínculos previos que no se ven compensados con la adquisición de otros nuevos” pero que está teoría “no nos aporta una visión global y completa de la delincuencia” y que “el delito no puede entenderse” prescindiendo de la propia reacción social. La misma autora insiste en que la combinación de ambos enfoques es posible.

2.- El modelo modificado del control social-desorganización social.

EN efecto, el modelo propuesto por Eliot y sus asociados continua siendo hoy en día uno de los mas sólidamente construidos y conocidos. Los autores recurren a la combinación de tres de las teorías tradicionalmente mas importantes: Las de control social, la frustración y la asociación diferencial/aprendizaje. La integración que proponen es a nivel individual, aunque mantienen abierta la posibilidad de extender la teoría a nivel macro.

Los autores son perfectamente conscientes de las dificultades que conlleva la integración de teorías que tradicionalmente se han considerado opuestas entre si y, por lo tanto, incompatibles; por este motivo, hacen un gran esfuerzo por aclarar como se lleva a cabo la integración desde un punto de vista lógico. A la ves consideran acertadamente que su propuesta debe ser empíricamente superior a las tradicionales si es que quiere ser aceptada; por ello su trabajo incluye un ímprobo repaso de la investigación conocida y lleva a cabo el mismo investigación diseñada para el test de teoría integrada y para compararla con las demás- atendiendo sobre todo a la varianza explicada. Estos son dos motivos que explican el enorme impacto que para nuestra disciplina a tenido el trabajo de Eliot y otros, sobre todo al

abrir el camino a la integración y a otros modelos teóricos como el de los factores de riesgo, distintos todos ellos de los tradicionales, basados en el principio e refutación.

El modelo que propone tiene en buena medida una naturaleza secuencia, en el sentido de que los elementos de cada teoría entran en juego uno a continuación de otro, en un encadenamiento, en una secuencia.

a. El primer lugar importante de la teoría integrada viene conformando porque una inadecuada socialización, así como la frustración determinan que en un individuo existan unos controles sociales débiles. La teoría del control hacían referencia sobre todo a una inadecuada socialización en la familia, pero también es compatible con que la frustración contribuye al debilitamiento de los vínculos que nos unen a la sociedad. La aportación del modelo de Elliott y sus asociados es el reconocimiento de que no todo el efecto de frustración es mediado por unos vínculos débiles, sino que, en alguna medida, también influye directamente en la delincuencia. De esta manera, la frustración favorece la delincuencia tanto a través del debilitamiento de los vínculos como directamente. Así, el modelo integra la teoría del control social y la de la frustración.

b. Una vez que los vínculos sobre todo a la familia y a la escuela, son débiles, el individuo tiende a frecuentar grupos de iguales que favorecen la comisión de hechos delictivos e incluso desviados como es el consumo de drogas y vincularse a ellos. Así la vinculación a pares delincuentes o convencionales se encuentra influida por los vínculos sociales previos.

c. De acuerdo con el modelo integrado, la delincuencia es el resultado conjunto de vínculos débiles a grupos u normas convencionales y de vínculos sólidos a personas y grupos desviados. Así mismo es posible una influencia directa de la frustración- ya se ha dicho—y /o de controles débiles en la delincuencia, ósea una influencia no medida por el núcleo básico de la teoría integrado pero esta influencia tendera a ser débil también aquí se destaca su nítida reparación de los modelos tradicionales a que recurre y como la verdadera la naturaleza del modelo es integrada, y no a una manera yuxtaposición de variables o teorías.Esta parte de la teoría es básica. De la propia investigación empírica llevada a cabo por Eliot y sus colegas se dedujo lo siguiente: a) Que en efecto, quienes tenían vínculos convencionales débiles y vínculos sólidos a

pares delincuentes eran quienes mas tendían a delinquir;b) Que la relación entre ambas variables es en realidad una relación condicional. Este

punto es mas bien sutil:B1) En primer lugar relacionarse con iguales delincuentes es un factor importante en un aumento de la delincuencia individual pero solo cuando la vinculación a grupos y actividades convencionales es débil. Esto es que la relación o vinculación con iguales delincuentes es seguramente la variable (directa) más determinante para el delito. En esto coincide en parte con la teoría de la asociación diferencial y se aleja, también en parte, de la teoría clásica del control social.Aunque cualquiera puede llevar a cabo un acto delictivo, el mantenimiento de una conducta desviada a largo plazo requiere un cierto apoyo del grupo, no es algo que pueda sustentarse en solitario, sobre todo a edades tempranas. Ahora bien, en

línea ahora con la teoría del control, este efecto de los iguales depende de que no existan controles sociales informales-vínculos sociales sólidos- que prevengan del delito; B2) En segundo lugar los individuos con una vinculación débil a iguales delincuentes tienden a delinquir relativamente poco, pero ahora independientemente de que la vinculación a grupos y actividades convencionales sea débil o robusta. En este caso, este hallazgo vuelve a aproximarse a la teoría de la asociación diferencial y alejarse, ahora más claramente de la del control.No importa insistir en que quizá lo más interesante de esta propuesta sea la solida construcción de una teoría en la que se recurre a teorías unitarias previas para integrarlas en otra que no se confunde con ninguna de las anteriores. Ni que decir tiene que esta labor es técnicamente muy compleja.Como se anuncio, los mismos autores llevaron a cabo una profunda revisión de investigaciones empíricas que en general proporcionaban apoyo empírico para su modelo. Así mismo incluyeron un estudio propio con semejantes conclusiones. En efecto, los autores consideran que el apoyo empírico de su modelo es superior a de las tres a las que ellos recurren. Elliott y sus colegas consideran que este es su mejor argumento: “el poder explicativo del modelo integrado es bastante bueno, dado el nivel de predicción del que habitualmente informa la literatura sobre delincuencia y consumo de drogas”.

2. EL ENFOQUE EN LAS CARRERAS CRIMINALES.

1. La importancia del factor edad

La edad es uno de los dos factores más sólidamente correlacionados con la comisión de hechos delictivos. Se sabe desde los inicios de lo que hoy consideramos Criminología científica que los jóvenes son responsables de un numero desproporcionado de delitos. Esta relevancia ha venido siendo destacada también en nuestro ámbito desde hace tiempo, por ejemplo en el caso de Reyes Echandía.

La evidencia, por lo que se refiere España y a los momentos actuales, parece clara: los jóvenes menores de 18 años representan entre el 12 y el 13 por ciento de todas las detenciones por presuntos delitos que se producen en España. Si en 1999 se produjeron 205.532 detenciones, 25.856 de ellas fueron de un menor de 18 años, lo cual representa un 12.5 por ciento del total; si en 2000 las detenciones ascendieron a 211.018.27.117 (12.8 por ciento) eran de menores, y si en 2001 el total fue 218.438, los menores detenidos fueron 26,493 (12.1 por ciento) estos datos implican que como en el resto de países donde se ha estudiado, los menores y los jóvenes parecen ser responsables de un numero desproporcionado de los delitos que se cometen en España. Las cifras que facilitan Reyes Echandia van en la misma dirección, estos datos oficiales sobre arrestos presentan, sin duda, problemas de validez e interpretación de los jóvenes en la delincuencia, pero también por otros que la minimizan; sin embargo, a nuestro juicio, constituyen hoy por hoy y para el caso de España los mejores datos para calcular el volumen de delincuencia de que son responsables los jóvenes. Factores como la regularidad de los números o los hallazgos de otros países y épocas históricas en el mismo sentido favorecen nuestra confianza en la conclusión de que cometen un porcentaje de delitos

desproporcionado. Este escenario además, es corroborado por algunos estudios de autoinforme que se han llevado a cabo en nuestro país- si bien, como es también sabido, estos tienden a sacar a la luz delitos de escaza gravedad. Como conclusión, pues, parece que diversas cifras, obtenidas algunas de ellas con metodologías distintas, tienden a confirmar la desproporción de delitos que cometen los jóvenes y la marcada correlación del delito con el factor edad para España. Una de las conclusiones mas importantes que posiblemente puede extraerse de lo anterior es que la delincuencia se encuentra mucho mas extendida entre los jóvenes que entre los adultos. M. Felson habla, en este sentido, de la falacia del joven inocente.

Aunque como acabamos de decir, esto es conocido desde el siglo diecinueve, solo en los años ochenta se ha destacado la importancia y las aplicaciones del hallazgo, hasta el punto de que, como comprobaremos enseguida ha provocado una autentica revolución en la Criminología contemporánea. Es importante señalar que nada de esto es de sentido común.

Si se distribuyen gráficamente los delitos según la edad de su autor nos encontramos con la curva de la edad. La misma que fue recogida ya por Quetelet en la primera mitad del siglo diecinueve (figura 1) Serrano Gomez también la descubrió para la sustracción de vehículos de motor de España (figura 2 y 3). En efecto, dispuestos gráficamente, estos datos dibujan una curva con forma de punta de flecha –o con forma de tipi o tienda d los indios norteamericanos.

Como puede observarse, la curva comienza a ascender vertiginosamente desde edades tempranas y hasta una edad que ronda los veinte años o poco más en el caso de España. A partir de ese momento, comienza a descender también muy deprisa.

Pese a que existe un amplio consenso respecto a la solida correlación del factor edad con el delito y respecto a la curva de la edad, la interpretación del fenómeno no es ni mucho menos pacifica.

La curva en efecto, puede incluir trayectorias muy distintas de sujetos diferentes: unos pueden seguir aproximadamente la tendencia de la curva, pero otros pueden limitar sus delitos a la edad juvenil y otros, al menos teóricamente, delinquir especialmente en la edad adulta. La suma de todas estas tendencias puede dar como resultado la curva agregada de la edad. Naturalmente, también es posible que todos los delincuentes tiendan a seguir mas o menos el esquema de la curva. Por este motivo se discute si la curva es debido a que más gente delinque de joven que de mayor; o bien a que siempre tienden a delinquir los mismos pero con una frecuencia variable con el paso del tiempo.

b. Igual de importante es que prácticamente ninguna teoría tradicional es coherente con la curva de la edad.

Junto con el abrupto descenso en la delincuencia a partir del fin de la adolescencia, hay que resaltar que parece existir - desde un punto de vista retrospectivo- una continuidad entre delincuencia juvenil y la adulta: en general, los criminales adultos suelen haber cometido actos

delictivos en su juventud – y lo mismo pasa con otros comportamientos antisociales “después de los 21 años de edad, la probabilidad de comenzar con comportamientos violentos serios es cercano a cero”.

2.- Los estudios de carreras criminales

El enfoque de las carreras criminales tiene un carácter marcadamente empirico y es por lo tanto compatible con distintas perspectivas teoricas. Igual que una persona sigue una trayectoria a lo largo de su vida y en determinados aspectos de la misma, y a eso se le denomina una carrera, por ejemplo profesional; también un delincuente puede seguir unas pautas y eso puede ser una carrera criminal. Así se habla del numero y ritmo de los delitos, su gravedad, sus modalidades, la edad de inicio, la duración, etc. También puede haber algunos delincuentes especialmente activos, o delincuentes de carrera. Las carreras criminales de diversos sujetos pueden ser distintas entre si, pueden también depender del delito que se trate, la propia relación entre delito y edad puede depender del tipo de delito. Blumstein y sus colegas defienden el recurso a las tipologías en el sentido de conocimiento de las causas y remedios potenciales del delito cuando se muestran escépticos de que todos los delitos pueden explicarse recurriendo a las mismas causas y afirman que las fuentes de variación del delito podrían ser “variaciones entre criminales”, o bien cuando hablan de identificar “clases de criminales”. Mas concretamente han planteado una clasificación de delincuentes e inocentes, desisters y persister. El paradigma de las carreras criminales sigue, entonces, una orientación tipológica.

Este paradigma promociona el recurso a estudios longitudinales, superiores para establecer relaciones causales –aunque la criminología no ha hecho uso exhaustivo de las posibilidades que ofrecen los estudios transversales.

El enfoque de las carreras criminales han inspirado numerosos estudios que han arrojado importantes hallazgos empíricos sobre la evolución que tiene a seguir la vida activa –o sea una carrera criminal- de los delincuentes en general. No debe confundirse, como ya se ha dicho, el concepto de carrera criminal con el de delincuente de carrera, que se refiere a delincuentes especialmente activos. Este enfoque se ha preocupado especialmente de las distintas etapas que pueden distinguirse en las carreras criminales, así como en las características generales de las mismas.

a. La primera cuestión de interes para los proponentes del enfoque de las carreras criminales y, de hecho, no de los conceptos responsales de su influencia, es el estudio del numero de personas que cometen delitos en un determinado momento. Esto es, que porcentaje de la población delinque en un determinado periodo, por ejemplo un año. Esto se conoce como prevalencia. Nosotros ya sabemos porque acabamos de verlo, que la delincuencia se concentra de forma desproporcionada en los jóvenes, de modo que es de esperar que la prevalencia sea alta entre estos, mucho menor en edades adultas prácticamente nula entre la tercera edad. Los estudios difieren aquí bastante. Sobre la cuestión de cuantas personas delinquen alguna vez a lo largo de su vida (prevalencia acumulativa), en un reciente estudio llevado a cabo en Dinamarca –un país mas parecido a España que a los países iberoamericanos- se encontró que aproximadamente una decima parte de la población será registrada oficialmente por haber infringido las leyes penales alguna vez.

b. Intimamente relacionado con lo anterior se encuentra el interes por el numero de delitos que comete un delincuente activo en un periodo concreto de tiempo, por ejemplo también un año; o sea la incidencia o frecuencia individual. Los estudios han coincidido de manera abrumadora en que existen grandes diferencias en materia de incidencia entre los criminales: algunos cometen muchos delitos, mientras que la mayoría solo lo hacen una vez en el mismo periodo de tiempo. En efecto, la evidencia empirica sugiere que un pequeño porcentaje de individuos que ronda el 6 por ciento de una generación y el 20 por ciento de los delincuentes de dicha generación- comete un numero desproporcionado de los delitos de esa generación de individuos.

c. Una carrera criminal –que puede consistir en un único delito- debe tener un inicio o activación. El inicio de las carreras criminales parece tener una importancia decisiva en el desarrollo de las mismas. El inicio de las carreras criminales suele producirse muy pronto en la vida del delincuente, siendo raro el inicio en edades superiores a los treinta años e incluso menos. Quienes comienzan su carrera criminal a una edad especialmente temprana suelen persistir mas en el tiempo, y quizá también ser mas activos y cometer delitos mas graves.

d. Las carreras criminales pueden caracterizarse por la comisión de hechos delictivos de distinta naturaleza o bien por la concentración en delitos semejantes. En el primer caso se habla de versatilidad y en el segundo de especialización. Como ya sabemos, los criminales se caracterizan por su versatilidad, esto es que tienden a cometer hechos delictivos distintos cuando se les presenta la oportunidad para ello y no a especializarce en la comisión de los mismos delitos, aunque naturalmente existen excepciones.

e. Con el desarrollo de las carreras criminales, puede existir una tendencia a cometer delitos cada vez mas graves, con lo que se hablaría, de una agravación de la carrera criminal; o bien puede que no exista una tal tendencia. La investigacion empirica favorece la hipótesis de la no agravación, también como excepciones.

f. Las carreras criminales, igual que las carreras profesionales, también terminan con el paso del tiempo. Cuando se ha cometido el ultimo delito se habla de la finalización de la carrera criminal. Como idealmente habría que esperar a que el individuo falleciera para poder estar seguro de que su carrera criminal ha finalizado efectivamente, y como a menudo un delincuente puede acabar cometiendo solamente delitos muy leves y de manera muy esporádica, se suele preferir el termino decaída, que hace referencia a que durante un cierto periodo de tiempo, como puede ser uno o mas años, no se ha cometido delitos de gravedad. La pauta mas preponderante es la de la decaída, o sea que cuando se comete un delito, desde luego el primero pero también posteriores, existe una tendencia a abandonar la carrera criminal¸ sin embargo esta pauta es mucho menor para los criminales mas activos. En línea con la propuesta de Laub y Sampson, estos datos sugieren que es menester estudiar tanto la continuidad de las carreras criminales, que como vemos se da en algunos casos, como el cambio o desistencia, que tiende a ser el supuesto mas normal.

g. La duración de la carrera criminal se refiere al tiempo que va desde la comisión del primer delito, o inicio, y la comisión del ultimo o finalización o en otros casos hasta que se comienza a desistir de la carrera criminal y solo se delinque muy esporádicamente. La mayoría de quienes delinquen tienden a cometer un solo delito o a tener carreras muy cortas. Estos tienden asimismo a cometer delitos mucho menos graves que quienes cometen mas delitos. Los delincuentes cuya carrera es larga, por ultimo, son responsables,

pese a su relativamente escaso numero, de un porcentaje desproporcionado de los delitos que se cometen en una comunidad.

El enfoque de las carreras criminales encuentra su origen en la idea de que un pequeño grupo de delincuentes es responsable de un porcentaje desproporcionado de los delitos que se cometen en una comunidad.

La investigación empírica que hemos revisado, en especial la relativa a la prevalencia e incidencia de la criminalidad, ha contribuido a reforzar dichos hallazgos y a profundizar en el mismo. Este planteamiento puede ser coherente con la siguiente propuesta de política criminal: si fuera posible identificar a dichos individuos a una edad temprana e impedir que delinquieran, evitar que prosiguieran sus carreras delictivas, entonces el delito de una comunidad cualquiera disminuiría en una medida importante. Esta política criminal se conoce como incapacitación o inocuización selectiva. Sus proponentes reconocen que no es una propuesta muy atractiva, pero consideran que es muy prometedora y que incluso, contribuirá a reducir las poblaciones penitenciarias –solo tendrían que ser privados de libertad, en su caso, los delincuentes peligrosos- y el gasto publico. Hasta ahora, sin embargo, la misma no ha dado señales de éxito ni tampoco es previsible que lo haga, debió, entre otras razones, a que no es posible predecir con una mínima seguridad quienes van a ser delincuentes de carrera y quienes no. Es menester recordar aquí que en la política criminal deben entrar en juego consideraciones no solo empíricas y científicas, sino también políticas y éticas, y los Ordenamientos Jurídicos de nuestro ámbito europeo e iberoamericano no son compatibles con la imposición de sanciones por encima de lo que es justo.