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M a t e r i a
“PRÁCTICA DE VALORES EN TRABAJO DEL AULA”
ENSAYO
LOS SIETE SABERES NECESARIOS
PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
A L U M N O
PABLO ENRIQUE SALMERÓN DELGADO
COORDINADORA
DRA. FLOR AÑORVE OCAMPO
Iguala, Gro. JUNIO del 2011.
SECRETARÍA DE EDUCACIÓN
SUBSECRETARÍA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR
DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR
CENTRO DE ACTUALIZACIÓN DEL MAGISTERIO
IGUALA, GRO
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LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
Al igual que el resto de los encargados de las reformas educativas a nivel
internacional, la incertidumbre por saber el rumbo que tomará la educación es un
constante motivo de reunión en asambleas, congresos, cumbres y/o seminarios
mundiales; todas ellas con el único fin de poder entregar un mejor puñado de
seres humanos a nuestro mundo.
Uno de los personajes que últimamente ha ido tomando mucha fuerza en
sus postulados es el Dr. Edgar Morin de origen francés desde el año de 1998
empieza a trabajar la tesis del pensamiento complejo y este personaje que de
manera amena nos lleva a un paseo por los siete saberes necesarios para la
educación del futuro, ese futuro que parece habernos rebasado en tiempo y
tecnología, en iniciativas y metodología, pero que nos presenta un gran reto para
todos los trabajadores de la educación.
En un primer capítulo “las cegueras del conocimiento: error y la ilusión”
Morin nos llama a tener presente que el conocimiento está en constante cambio,
por la acción social del mismo ser humano, así como por las percepciones que el
mismo puede tener de su realidad. Debemos de considerar su naturaleza. Es por
ello que Morin propone desarrollar en la educación “el estudio de las
características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus
procesos y modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que
permiten arriesgar el error o la ilusión”(Morin, 199); con ello buscamos criticar el
propio conocimiento, buscando la reflexión acerca de lo que estamos aprendiendo
día a día en las aulas de clase.
En este segundo capítulo “los principios de un conocimiento
pertinente” Morin nos lleva a reflexionar acerca de un conocimiento pertinente,
entendiendo este como aquel que surge de los problemas que está enfrentando
hoy en día, esta sociedad volátil y cambiante como la velocidad de la luz. Por ello
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para que un conocimiento sea pertinente, la educación deberá entonces
evidenciar:
El contexto, condición esencial para la eficacia. Lo global es el conjunto que
contiene partes diversas ligadas de manera inter-retroactiva u organizacional, esto
evitará la segregación del conocimiento haciéndolo más complejo en su manera
de interpretarse. Multidimensional, el ser humano es psíquico, afectivo, social, por
ello el conocimiento debe ser capaz de abarcar cada una de estas facetas de todo
ser mortal. Complejo, “hay complejidad cuando son inseparables los elementos
diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico,
el psicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente,
interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las
partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por esto, la complejidad
es la unión entre la unidad y la multiplicidad” (Morín, 1999). Por consiguiente es
necesario estimar que el conocimiento requiere de una inteligencia general que le
permita ser interpretado y valorado.
Además debe de evitar la antinomia, “El debilitamiento de la percepción de
lo global conduce al debilitamiento de la responsabilidad (cada uno tiende a
responsabilizarse solamente de su tarea especializada) y al debilitamiento de la
solidaridad (ya nadie siente vínculos con sus conciudadanos)” (Morín, 1999). Un
tercer término consiste en tener presentes los problemas esenciales que aquejan
a nuestra sociedad, pero aún más allá, al mundo entero, entendiendo ello como la
parte que formamos de un todo, de un ente complejo que requiere considerarlos.
Sin caer en la reducción del conocimiento como lo era años atrás donde los
científicos eran los encargados de decir qué y cuál era el conocimiento que se
debía enseñar y por consiguiente aprender, “tratar de comprender un pensamiento
que separa y que reduce junto con un pensamiento que distingue y que religa. No
se trata de abandonar el conocimiento de las partes por el Conocimiento de las
totalidades, ni el análisis por la síntesis, hay que conjugarlos.
En un cuarto capítulo “enseñar la condición humana”, es situarlo en el
universo y, al mismo tiempo, separarlo de él: la humanidad debe reconocerse en
su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural implícita
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en todo lo humano. Para ello es necesario el arraigamiento y desarraigamiento
humano, considerándonos como parte de un cosmos que nos lleva a entendernos
como una mínima parte de todo este gran universo. Nuestra condición física nos
lleva a considerarnos como una parte de este sistema solar al cual hemos llegado
a formar parte como un menudo brote terrenal.
Además debemos de considerar una condición terrestre, esa que nos hace
parte de este planeta del sistema solar al cual pertenecemos y que nos lleva a
errar en el inmenso universo. Y por último la humano condición, marcando como
eje central la hominización que nos lleva a un nuevo comienzo de la condición
humana, ese ser humano que ha transitado a lo largo de la historia y que nos hace
recordar que al final somos la parte primordial de esta esfera terrestre.
Para esta enseñanza es necesario encontrar lo humano de lo humano por
ello debemos de partir de la unidualidad, que se obtiene de la cultura y de sus
interacciones sociales aquello que lo hace único e irrepetible, conserva, transmite,
aprende; ella comporta normas y principios de adquisición.
Existen en este capítulo tres tipos diferentes de bucles entre los cuales no
puede haber una separación tal cual, por el contrario, el cerebro, la mente y la
cultura, así mismo entre la razón, el afecto y los impulsos, que son la parte animal
que ha seguido permeando en nosotros. Por otro lado el bucle individuo, sociedad
y especie: todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo
conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias
y del sentido de pertenencia con la especie humana. “La educación del futuro
deberá velar por que la idea de unidad de la especie humana no borre la de su
diversidad, y que la de su diversidad no borre la de la unidad” (Morín, 1999).
El ser humano es un ser individual que convive en sociedad y que lo lleva a
pensar que lo que hace no sólo lo afecta a él, sino a los que se encuentran a su
alrededor, atendiendo y entendiendo a la diversidad cultural y plural de los
individuos. Es necesario recategorizar a los homo sapiens en sapiens-demens y
llegar a modo más complejo homo complexus “El ser humano es un ser racional e
irracional, capaz de mesura y desmesura; sujeto de un afecto intenso e inestable;
él sonríe, ríe, llora, pero sabe también conocer objetivamente”.
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En el cuarto capítulo “enseñar la identidad terrenal”, inicia considerando
que la era planetaria se debe de ver como el momento en que el ser humano alla
por 1492 empieza a reinventar su curso histórico, por medio del cual busca nuevas
fronteras y nuevos modos de vida, comunicación más fluida, problemas
territoriales, nuevas fuentes de empleo todo ello trajo consigo nuevos legados:
guerra, masacres, deportaciones y sobre todo fanatismo.
Se fueron creando, también legados como la herencia de la muerte: las
armas nucleares y la muerte ecológica. La modernidad y sus avances hacen que
las preocupaciones del ser humano cambien constantemente, los videos juegos y
el internet hace de este un mundo menos social y más individualista.
Para ir atando cabos es necesario enfrentar cierto tipo de incertidumbre:
Histórica. Todo aquello que jamás podíamos llegar a imaginar,
políticamente sucedió.
Creadora y destructiva. Todo lo nuevo es creación y por lo tanto algo
desconocido que no podemos saber si traerá consigo destrucción.
Un mundo de incierto. La humanidad como parte de un universo
incierto que no puede ser más visto como algo ya determinado.
Enfrentar la incertidumbre. Hay que aprender a enfrentar la
incertidumbre puesto que vivimos una época cambiante donde los
valores son ambivalentes, donde todo está ligado.
De lo real. La realidad es algo subjetivo a la persona. Hay tantas
realidades como sujetos.
Del conocimiento. El conocimiento es una aventura incierta que
conlleva en sí mismo y permanentemente el riesgo de ilusión y de
error.
En el sexto capítulo “enseñar la comprensión” viene siendo un tema que
tienes años de venirse retomando desde la reforma del año 1993, así como en los
programas de español, sobre todo de la lecto-escritura, Morín atañe a un nivel
más elevado de comprensión: comprensión que nos lleve a la comprensión. Así
como aquella comprensión intelectual objetiva, o aquella comprensión humana
inter-subjetiva. La comprensión exige una aplicación de los valores más
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elementales como lo son el respeto, la tolerancia. La ética en el trato de un sinfín
de tratos interculturales, trayendo consigo un buen pensar que lo lleve a tomar las
mejores decisiones.
En el último de los capítulos “la ética del género humano” “Desde ahora,
una ética propiamente humana, es decir una antropo-ética debe considerarse
como una ética del bucle de los tres términos individuo <-> sociedad <-> especie,
de donde surge nuestra conciencia y nuestro espíritu propiamente humano”
(Morín, 1999).
La ética del género humano debe de estar basada en una verdadera
democracia, una democracia compleja que comprende a una autolimitación de la
soberanía estatal. Partidor del diálogo como modo de lograr consensos y
superaciones personales y grupales. Es buscar una verdadera humanidad con un
destino verdaderamente planetario con el cual se refuerce logros y metas con el
fin de lograr un pensamiento complejo en cada uno de los seres humanos.
Todos y cada uno de estos postulados que el francés Morín nos da, nos
lleva a replantearnos el papel que jugamos en este inmenso universo, cada uno
con un papel fundamental a desarrollar, no para encaminar el pánico y la
incertidumbre, sino para lograr rescatar nuestro planeta a través de la ética, la
comprensión, y empleo de los pensamientos complejos que forman parte de una
autosuperación.
MORIN, EDGAR; 1999; FRANCIA PARIS.
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