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Ensayo sobre el Estado Venezolano y su Renta Petrolera
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El abordaje del presente ensayo está orientado en el análisis de los
acontecimientos que marcaron un proceso histórico con la aparición del petróleo en
Venezuela como enfoque fundamental para el desarrollo económico del país. El petróleo
constituye en lo político y en lo económico el debate a lo largo de las décadas
posteriores a la explotación de los primeros yacimientos. Venezuela como fiel
exponente de la concepción del capitalismo rentístico, la propiedad por parte del Estado
del subsuelo se deriva de la noción de lo público, a partir del decreto materializado en
Quito en el año 1829 por el Libertador Simón Bolívar, según De La Plaza (2014: 8) el
decreto rezaba lo siguiente: “…conforme a las leyes, las minas de cualquier clase
corresponden a la República, cuyo gobierno las concede en propiedad y posesión a los
ciudadanos que la pidan bajo las condiciones expresadas en las leyes y ordenanzas de
minas…”. Este texto define lo esencial que debemos defender. El subsuelo el petróleo
es propiedad de la Nación, esto garantiza y ratifica la inalienable e imprescindible
propiedad del subsuelo por parte del Estado y, por ende, este debe directamente
extraerlo, refinarlo y venderlo en el exterior e interior del país.
Esta concepción rentista del petróleo sembró las bases para su posterior
institucionalización, mediante reforma de ley a los efectos, una vez dado el hecho
circunstancial del descubrimiento del petróleo, para que se produjera, en consecuencia,
la Reforma Petrolera de 1943, en razón por la cual el Estado venezolano como dueño de
los yacimientos, empezó a recaudar una renta de la tierra, a partir de allí se dieron
finalmente las condiciones que traban el desarrollo del sistema capitalista, que es
connatural al desarrollo pleno de una economía de mercado. La circulación doméstica
de la renta siguiendo patrones distributivos no cónsonos con la economía de mercado, la
sobrevaluación del tipo de cambio, la mayor vulnerabilidad de la economía venezolana
con respecto a los shocks externos, fueron los condicionantes básicos asociados a la
recaudación rentística.
Reafirmando entonces lo que señala el profesor Mario Fagiolo en su artículo
sobre “El Estado venezolano y su renta petrolera”, publicado en la revista Renta
Petrolera y Economía Social en Venezuela, en ella hace una interpretación de las
distintas posturas asumidas por las personalidades representativas de la economía
venezolana ubicados en el contexto histórico de la llamada “generación del ‘28’,
(Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Betancourt, Juan Pablo Pérez Alfonzo).
De allí que, en estos primeros años de la Venezuela petrolera, muchos
consideraban al ‘oro negro’ como un negocio efímero, entre ellos Alberto Adriani quien
sostenía que la verdadera riqueza de las naciones residía en la actividad agrícola y en la
cría de ganado, más que en la nueva actividad extractiva. De hecho clasificó la
actividad petrolera considerada transitoria y foránea como “postiza” y
“antieconómica”. El autor supone que el proyecto nacional del Estado fuerte o de
poder, debía ser capaz de armonizar todos los factores de la producción, asumiendo la
tarea de liderar de manera ordenada el intento de conformación de las condiciones
necesarias para el funcionamiento del mercado.
Podemos entender entonces que, nuestro país se incorporó inicialmente a la
actividad petrolera mundial como un mero rentista, ya que no estaba preparado para
hacerlo como productor. El descubrimiento de grandes yacimientos petrolíferos en un
país atrasado y rural no representaba ninguna oportunidad para el nacimiento de una
industria petrolera propiamente venezolana. Eso vendría mucho después con la
maduración de Venezuela como país petrolero. De esta forma, la legislación minera
venezolana, basada en la tradición española que otorgaba el derecho de propiedad del
subsuelo al Estado, permitió el establecimiento de una industria de enclave que poco a
poco se fue convirtiendo en el principal motor de nuestra economía. A medida que
avanzó la explotación petrolera, los políticos e intelectuales venezolanos discutían
acerca del destino y uso de esta creciente renta.
Una de las opiniones más importantes fue sin duda la de Arturo Uslar Pietri,
quien pensaba que esta renta no debía consumirse sino invertirse en la creación de
nuevas riquezas para las generaciones venideras. Esta es la esencia del famoso artículo
“sembrar el petróleo” publicado en el Diario Ahora el 14 de julio de 1936. Influenciado
por Adriani, pensaba que la actividad agropecuaria era la que garantizaba estas bases.
Reconoce la importancia de la intervención estadal en la economía, en cuanto la vida
económica es el reflejo de la riqueza del Estado; aunque aboga para crear las
condiciones que permitan a los ciudadanos una vida económica propia y creciente, más
independiente del Estado.
Cabe destacar que, Venezuela ha devenido en un Estado netamente rentista, esto
lo expresa claramente el economista César Prieto Oberto, en su artículo titulado
“Venezuela y la renta petrolera”, publicado en la página web aporrea.org el 14 de marzo
de 2009, el cual expone tres (3) razones: 1) el petrolero pasó hacer el mejor negocio del
mundo; sus fabulosas ganancias permiten al Estado hacerle frente a toda clase de gastos.
2) Políticas por parte de los sucesivos gobiernos desde 1908 cuando asumió J. V.
Gómez, de espaldas a la necesidad imperiosa de diseñar y ejecutar políticas orientadas a
la “Siembra Petrolera”, es decir, revertir una parte sustancial de los ingresos a la
diversificación de la economía venezolana. 3) El “éxodo campesino”, que redujo
significativamente la población rural -de un 80% en los años treinta del siglo XX, a
11,40% en 2001- lo cual llevó a contraer de manera escandalosa la producción
agropecuaria.
Tal como lo expresa el Prof. Mario Fagiolo anteriormente citado en párrafos
anteriores a pesar que hubo éxitos en los primeros tiempos desde la salida de la herencia
gomecista, la superación de la estructura social rural–urbana deprimida, la construcción
de un parque industrial nacional y de las infraestructuras necesarias al desarrollo, la
erradicación las enfermedades endémicas, la masificación de la educación, la
emancipación de la mujer, entre otros. Por otra parte, construimos un Estado
monstruoso que aún en nuestros días es difícil desmontar. Los venezolanos nos
acostumbramos a las dádivas gubernamentales, al subsidio y a la protección arancelaria,
no como una etapa intermedia de un país en desarrollo, sino como una política
permanente. Hoy en día, la gran tragedia del modelo rentista reside en la abrupta caída
que ha experimentado el ingreso fiscal petrolero por habitante, el cual no alcanza en
nuestros días los niveles de principios de la década del 70, en el que buena parte de la
crisis económica, política y social venezolana tiene su origen en el agotamiento del
capitalismo de estado y del rentismo petrolero.
Este breve análisis nos permite dar respuestas sobre las interrogantes planteadas
por el Pro. Mario Fagiolo, el cual establece cuatro (04) preguntas, la primera referida a:
Si de alguna manera en Venezuela se realizó la siembra petrolera? La información
cuantitativa aportada por Asdrúbal Baptista (1830-2002) la Venezuela de 1920 con la de
1980 podemos afirmar, sin dudas, que la siembra del petróleo sí se efectuó. El panorama
en la que se situaba Venezuela para el año 1920, Venezuela era un país rural, solo el
20% de los habitantes vive en centros poblados de distintas dimensiones y “[…] una
sociedad rural es una sociedad insalubre, analfabeta, inepta para la democracia y para
los grandes fines del crecimiento económico y el progreso material. […]” (Baptista
Asdrúbal. 30:2006). La consecuencia inmediata de esta situación es la falta de estímulo
y de vitalidad para enfrentar los retos del crecimiento y del desarrollo.
Es entonces en este escenario que aparece como factor externo el petróleo
aunado a las concesiones que en aquel momento se sucedieron en distintos Estados del
país, podemos señalar la otorgada en la Legislatura de los Andes estado Táchira al Sr.
Manuel Antonio Pulido y seis socios más constituyendo la compañía denominada “La
Petrolera del Táchira”, vale destacar que no solo se limitó a la extracción del petróleo,
sino en la refinanciación del mismo para obtener Kerosene, gasolina y productos
derivados con lo que estuvo en su momento abasteciendo la región andina y la
exportación del kerosene hacia Estados Unidos por la trust de Jhon Rockefeller, esta
breve experiencia que estuvo activo hasta 1909, pudo demostrar que los venezolanos
son capaces de haber explotado directamente el petróleo, que esta compañía hubiese
podido ampliar y desarrollarse con el tiempo como empresa nacional, sin embargo
desde esta experiencia, ningún venezolano ni el Estado estuvo interesado en la
explotación del petróleo, hasta que en el año 1954 se incluye el proyecto petroquímico
la instalación en Morón de la refinería experimental, y luego con la creación de la
Compañía Venezolana de Petróleo CVP se fijan objetivos para la perforación,
explotación, refinación y venta del petróleo. Por otra parte, Silva Michelena, Héctor
(2006) citado por Mario Fagiolo expone otras razones por la que no permitió un amplio
funcionamiento que no fueron otra cosa que concesiones disfrazas, esto debido a la
imposibilidad tecnológica de integrarse productivamente a la industria petrolera
internacional “[…] los círculos gobernantes vieron a la integración rentística como la
única posibilidad de que el país aprovechara su excepcional riqueza petrolífera.
Tal como lo plantea Baptista Asdrúbal (2006) es a partir de allí donde Venezuela
empieza a estructurase el nuevo modelo económico que regirá hasta la década de los 70’
aunque sin cambios profundos. Por lo que este impulso dinamizador del ingreso
petrolero a pesar de no ser el resultado del trabajo productivo de los venezolanos
permitió la transformación pacífica y sin pausa de la Venezuela rural de 1920 a la
Venezuela urbana de 1980.
Otra interrogante planteada es si nos estamos ahogando en el excremento del
diablo? Realmente nos encontramos actualmente frente a un panorama internacional que
no es favorable para Venezuela, lo que tiene que ver con la caída de la producción
petrolera en relación con la oferta en cara a la baja demanda, tales indicadores lo afirma
Monaldi Francisco (2015) el cual contrastan con varias tendencias muy preocupantes
que ha venido experimentado la industria petrolera nacional y sobre las cuales es
necesario actuar estratégicamente.
En lo que respecta a la caída de producción en un periodo en que ha debido
crecer aceleradamente. Diversas fuentes difieren en el nivel de producción de
Venezuela, pero todas coinciden que el país produce mucho menos petróleo que en el
pico de 1998 o incluso que en 2008. Conservadoramente la caída es de unos 750 mil
barriles diarios con respecto a su pico (o cerca del 25%), cuando estaba previsto
aumentarla en más de dos millones de barriles diarios. En ese mismo periodo casi todos
los productores relevantes de crudo incrementaron su producción, aprovechando los
altos niveles de rentabilidad generados por los altos precios. Por tanto, la participación
de mercado de Venezuela ha caído considerablemente (35% desde el pico), y el país
tiene la menor tasa de producción, a nivel mundial, en relación a sus reservas probadas.
Por otra parte, la producción propia de PDVSA cae también más rápido que la
producción total, mientras que la producción de las empresas mixtas se ha incrementado
levemente, lo que implica que la mezcla de producción genera un menor flujo de caja a
PDVSA, dado que los socios poseen hasta 40% del capital de estas empresas. La
proporción de producción propia cayó de 80% en el 2000 a menos de 60% hoy en día.
Esto demuestra el colapso del precio del petróleo, constituye la más reciente,
pero más devastadora circunstancia para PDVSA y para el país. Según el autor citado
supra plantea que excepto la caída de precios, ninguna es nueva, todas tienen varios
años ocurriendo, pero hasta ahora habían sido opacadas por el espectacular ascenso en
los precios que ocurrió durante la década pasada, el cual daba margen para todo. A
partir del colapso del precio en 2014, el tablero de PDVSA está lleno de luces rojas, y el
Estado venezolano, que depende en forma creciente de la empresa, está también en
emergencia, por lo que no le puede otorgar un respiro limitando sus demandas de
recursos.
Otra interrogante planteada es, si podremos salir de la enfermedad holandesa?
sustentado por lo que señala el economista Campos, Miguel Ángel (2011) el cual la
denominó el colapso del capitalismo rentístico, la crisis económica o financiera se
presenta como un debilitamiento generalizado de las instituciones. La sociedad en su
conjunto es atrapada por la rutina y no logra pensar fórmulas innovadoras para
solucionar el problema.
Hoy más que nunca es necesario vincular la formulación de propuestas a la
visión política y filosófica que se encuentran detrás de los esquemas de distribución de
la renta, y no dejar que el país se vuelva infértil. En relación con la última interrogante
sobre cuáles serían las propuestas, considero que urge la necesidad de diversificar la
economía venezolana, se hace necesario de abrir esos espacios de diálogos en especial
en el ámbito académico apuntalar hacia nuevas propuestas orientadas a formar el
contingente de técnicos, profesionales y toda clase de trabajadores que impulsen el
desarrollo agroindustrial; darle el impulso necesario, sin escatimar recursos, a la
investigación científica y tecnológica.