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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Ciencias Políticas y Administración Pública Sistema Político Mexicano Nombre: Sánchez Reyes Rodrigo Daniel. -La Democracia Representativa y sus elementos Actualmente es casi indiscutible, o se da por hecho, tanto que resulta difícil pensar que en los Estado contemporáneos el modelo de representación democrática fuese, pese a sus especiaciones, fuera de un sistema de partidos, y precisando, fuera de los partidos políticos. La adaptación de dicho modelo, o también llamada democracia representativa, ocurre desde que el precepto fue asumido como base del credo liberal, para que posteriormente, este sea incorporado como pieza indispensable de la democracia moderna. Esta condición, no es inherente a América Latina, y particularmente, al caso mexicano, por ende a partir de elementos teóricos y analíticos, se examina en primera instancia, el contexto y las premisas que trae consigo la democracia representativa, posteriormente a partir de esta convicción se denota la relevancia y conexión de los partidos políticos, en la política de las democracias representativas, y de igual manera se atiende el origen, el significado, sus tipologías, resaltando particularmente la situación de fuerte contestación de sus tareas por parte de la ciudadanía. En base a esto, se explica la aparición dentro del Estado democrático liberal, de los sistemas de partidos, explicando los tipos y sus cualidades. Ahora a partir de dichos elementos teóricos y analíticos, se detalla el deterioro o las transformaciones que ponen entre dicho los elementos teóricos, o en su caso también, los refuerza; y con esto se explica las etapas existentes dentro del sistema político mexicano, resaltando la particularidad del sistema de partidos y sus principales exponentes, exponiendo sus características y su funcionalidad dentro del proceso parlamentario. Y a manera de conclusión se analizan las deficiencias del sistema de partidos, así como los grandes retos que este pone entorno a la representación democrática. La configuración de la Representación Democrática. El pensamiento liberal es amplio y muy variado, por ende, en el tema de la representación democrática sucede lo mismo, además de la condición que este asume en el liberalismo, como se mencionaba en un principio. De esta perspectiva, dicho modelo se estructura a las transformaciones del contexto político y social en que tiene su desarrollo. Pero, lo que no ha

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Universidad Nacional Autónoma de MéxicoFacultad de Ciencias Políticas y Sociales

Ciencias Políticas y Administración PúblicaSistema Político Mexicano

Nombre: Sánchez Reyes Rodrigo Daniel.-La Democracia Representativa y sus elementos –

Actualmente es casi indiscutible, o se da por hecho, tanto que resulta difícil pensar que en los Estado contemporáneos el modelo de representación democrática fuese, pese a sus especiaciones, fuera de un sistema de partidos, y precisando, fuera de los partidos políticos. La adaptación de dicho modelo, o también llamada democracia representativa, ocurre desde que el precepto fue asumido como base del credo liberal, para que posteriormente, este sea incorporado como pieza indispensable de la democracia moderna.

Esta condición, no es inherente a América Latina, y particularmente, al caso mexicano, por ende a partir de elementos teóricos y analíticos, se examina en primera instancia, el contexto y las premisas que trae consigo la democracia representativa, posteriormente a partir de esta convicción se denota la relevancia y conexión de los partidos políticos, en la política de las democracias representativas, y de igual manera se atiende el origen, el significado, sus tipologías, resaltando particularmente la situación de fuerte contestación de sus tareas por parte de la ciudadanía. En base a esto, se explica la aparición dentro del Estado democrático liberal, de los sistemas de partidos, explicando los tipos y sus cualidades. Ahora a partir de dichos elementos teóricos y analíticos, se detalla el deterioro o las transformaciones que ponen entre dicho los elementos teóricos, o en su caso también, los refuerza; y con esto se explica las etapas existentes dentro del sistema político mexicano, resaltando la particularidad del sistema de partidos y sus principales exponentes, exponiendo sus características y su funcionalidad dentro del proceso parlamentario. Y a manera de conclusión se analizan las deficiencias del sistema de partidos, así como los grandes retos que este pone entorno a la representación democrática.

La configuración de la Representación Democrática.El pensamiento liberal es amplio y muy variado, por ende, en el tema de la representación democrática sucede lo mismo, además de la condición que este asume en el liberalismo, como se mencionaba en un principio. De esta perspectiva, dicho modelo se estructura a las transformaciones del contexto político y social en que tiene su desarrollo. Pero, lo que no ha cambiado hasta ahora es el modelo en que la representación parlamentaria queda articulada al modelo institucional de la democracia liberal.1

Actualmente la democracia representativa moderna es resultado de la evolución de un modelo concebido en oposición a la democracia griega, como comenta Cabrera Lavara, porque si bien esta última se caracterizo por una democracia directa sobre un ámbito restrictivo de ciudadanía y el limitado número de estos. Sin embargo, con la llegada del Estado-nación, sumado a la perspectiva liberal se baso ahora sobre nuevos parámetros, por lo cual nuevas formulas representativas fueron elaboradas, en la búsqueda de establecer un gobierno democrático.

Posteriormente la tradición medieval y las teorías modernas del derecho natural convergieron para hacer del consentimiento y la voluntad de los gobernados la única fuente de legitimidad y obligación política2. Esta nueva forma de organización supone una mayor justicia e igualdad, encontrándose en juego la igualdad de derechos, al consentir el poder y no obtener un cargo. Por 1 Luisa Bejar Algazi. “Los partidos en el Congreso de la Unión: La representación parlamentaria después de la alternancia” p.24. 2 Bernard Manin tomada en “La democracia representativa y sus fundamentos teóricos” de Pablo Armando González Ulloa Aguirre.

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lo cual en sentido, en una primer instancia se puede definir a la representación democrática, como “el acto mediante el cual una persona o un grupo de personas adquiere la facultad de mostrarse en lugar de los otros…sustituyendo lo que otra podría hacer de manera directa..entonces los legisladores son este ente que representa al grueso de la sociedad, y que discuten qué es el bien común y sus formas de aplicarlo mediante distintas normas.”3 Este concepto ideal de la democracia representativa de acuerdo a Ulloa Aguirre, se forma a partir de tres teóricos representativos, que son Edmund Burke, Emmanuel-Joseph Sieyés y John Stuart Mill.

Burke, conceptualiza al gobierno y la legislación como problemas de la razón y juicio y no de la inclinación, por lo cual y ante esto, el pueblo deposita en los legisladores parte de su soberanía, desde el contrato social se establece así, para que tomen las decisiones que más les convengan a todos. Es donde surge el bienestar general como objetivo, como algo indeterminable por otra gente que no sea aquel de quien es el interés, tanto más posible llega ser para un representante promover el interés de sus electores sin consultar sus deseos, de este modo, es que la nación se manifiesta a partir de esta toma de decisiones que muchas veces pareciera contravenir el interés de sus electores, pero que abarca el interés general o el bien común.

Sieyés, a partir de su concepción del Tercer Estado, entiende a la representación como el rompimiento de los estamentos, es decir, el debilitamiento de la monarquía y el clero y al surgimiento de las ideas ilustradas de su tiempo. El menciona, que entre más vasta sea una sociedad, mayor será la necesidad de un cuerpo de representantes, escogidos de manera libre y por un tiempo determinado, con la posibilidad de que estos puedan ser destituidos en el momento en que se creyera conveniente, según la voluntad de los electores. Estos representantes son los depositarios y en ellos es como la nación ejercería los derechos de manera directa, dado que es importante establecer una buena representación nacional para al mismo tiempo tener una buena Constitución, es decir, llegar a leyes adecuadas mediante buenas ideas y la mesura de los representantes. Para que ocurra esto, es necesario un equilibrio de poderes para la vigilancia de los ciudadanos y también un adecuado equilibrio dentro de la vida pública y privada.

Stuart Mill, entiende que la mejor forma de gobierno es la que inviste de la soberanía a la masa reunida de la comunidad, teniendo cada ciudadano no sólo la voz en el ejercicio del poder, sino, de tiempo en tiempo, intervención real por el desempeño de alguna función local o general, para que esta condición pueda ser cumplida, es necesario la libertad, ya que en un Estado libre, todas las clases participaran en beneficio de la libertad. La igualdad ante las leyes, es también fundamental, ya que a falta de ella, crea inestabilidad y desconfianza en la representación y en las Instituciones del Estado. Por último, e igualmente importante es la participación, para la creación de una opinión pública que no sea un simple eco del gobierno, ya que esta es la que asegura o evita malos gobiernos, ya que por la vía de esta (la participación pública) en la toma de decisiones y en las opiniones sobre lo que sucede en el gobierno, es una buena forma de control político sobre los gobernantes.

Ahora de acuerdo a estos tres autores, se puede entender los conceptos básicos sobre la representación democrática, encontrando así el estrecho vínculo entre la misma con la participación política, al ser ambos elementos centrales en funcionamiento de los sistemas políticos actuales, a partir de que se adoptan técnicas de representación como mecanismos que tratan de establecer acciones vinculantes del ciudadano hacia el gobernante, siendo así el modelo alternativo o sustantivo de la democracia directa.

3 Gonzales Ulloa Aguirre, Pablo Armando. “La democracia representativa y sus fundamentos teóricos”; p.17. En: Gonzales Ulloa Aguirre, Pablo Armando. “Declive y reconfiguración de la democracia representativa” . Editorial Miguel Ángel Porrúa, H. Cámara de Diputados, LX legislatura UNAM, FCPYS. México, D.F. 2009.

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De este modo, la representación se construye como un modelo surgido por el valor público que le proporciona el individuo desde su condición de ciudadano, al dejar en manos del hombre capaz la decisión de entender, atender y representar la voluntad del individuo que niega el reconocimiento de los asuntos políticos como parte de sus capacidades deliberativas, es decir, el ciudadano-representado se ve de cierta manera excluido de la toma de decisiones, delegando su obligación, adapta su vida pública a un mero trámite de consentimiento al que se enfrenta sólo en períodos determinados de tiempo.

A partir de estas ideas liberales, la imagen de la presencia ciudadana se hace visible en el ámbito público, en tanto la capacidad de decisión y al mismo tiempo se acepta que la política representativa habilita a un hombre en específico capaz de hacerse cargo del conocimiento y trabajo político, conformándose en primera instancia un proyecto de gente seleccionada, que se remite a un modelo superior generado en aras de la búsqueda del bien común, o bienestar general.

Ahora, al momento de que a partir de este modelo, un proyecto de gobierno en su práctica se maneja bajo un esquema de técnicas representativas conformadas entorno a un aparto de organizaciones políticas intermedias, en las que los partidos son los actores que monopolizan los espacios de representación, esta situación se construye entonces a partir de la conformación de núcleos sociales con intereses semejantes, donde la participación política se vuelve el punto de engarce en un régimen democrático liberal.

El vínculo: Representación Democrática-Partidos Políticos.La representación supone entonces tareas concretas definidas por un marco institucional, el cual se encuentra fortalecido por un compromiso de corresponsabilidad, a los actores políticos, quienes tienen la obligación de asumir la responsabilidad de responder a sus representados, en la medida en que la representación mantiene como principio de búsqueda la identificación con un sector social, de esta misma razón, y como se hizo mención, la participación ciudadana se convierte entonces en el sustento teórico de la incorporación de los partidos, como cuerpos de representación.

Ahora, si bien se entiende la necesidad, la relación vinculante o la justificación de la presencia de los partidos, es importante su origen como parte sustantiva de la democracia representativa. El surgimiento de los partidos se debe en primer instancia al incremento de la participación política, que se verificó fundamentalmente a partir de la profundización del proceso de urbanización de los siglos XVIII y XIX, donde los partidos empezaron a articularse como el órgano de representación política por excelencia, aquél al que la ascendente burguesía fue constituyendo en herramienta de control de las medidas de gobierno.

Históricamente la sociedades humanas, siempre han sufrido divisiones internas de carácter político, en todos los tiempos, donde muchos de sus miembros se han agrupado en clanes o bandos enfrentados en cuestiones políticas, basándose en cuestiones que afectan los intereses de grupos sociales más o menos importantes en la colectividad, como ocurría en la polis griega, como en el imperio romano. De esta manera los conflictos sociales se convirtieron en los modos básicos de la vida en sociedad.

Los grupos enfrentados eran por supuesto partes que dividían las sociedades y como tales fueron estimados negativamente por sus coetáneos, de esta manera la aproximación a la historia del nacimiento de los partidos y de la doctrina acerca de ellos. A partir de esta idea, los representantes de estas ideas, afines, intereses elaboraron los primeros lazos de solidaridad de

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las que en un principio, se le dio una carga negativa de denominación, conocida como “facciones”, el cual hace referencia como lo explica Sartori a la a las divisiones políticas subnacionales a las que la concepción organicista, holista y monocrática de la sociedad entonces reinante no podía menos que calificar de antinatural. De esta dificultad, se concibió a las mismas, como partes contra el todo, sumado al credo decididamente individualista que trajo consigo la Ilustración.

Por su parte, Duverger, recalca esta cuestión, donde la “analogía de las palabras no debe conducir a errores. Se llama igualmente partidos a las facciones que dividían a las repúblicas antiguas, a los clanes que se agrupaban alrededor de un condotiero en la Italia del Renacimiento, a los clubes donde se reunían a los diputados de las asambleas revolucionarias, a los comités que preparaban las elecciones censatarias de las monarquías constitucionales.”4

La transición de la fracción al partido, radico en base a un proceso paralelo, pasando de la intolerancia a la tolerancia, de la tolerancia al disentimiento y con ello a la diversidad. Con esta lógica, los partidos se empezaron a configurar como la pieza fundamental, al comprenderse que la diversidad y el disentimiento no son necesariamente incompatibles con, ni perturbadores con el orden político. Este pluralismo político, significo “la diversificación del poder y en términos más exactos, hacia la existencia de una pluralidad de grupos que son tan independientes como no inclusivos.”5

Siguiendo esta misma línea, Sartori, menciona que es posible que primero haya de existir la comunidad política, quizá la unificación deba proceder a la partición de partidos, y quizá esta la condición que hace que los partidos sean una subdivisión compatible con la unidad, y no como una división que le perturba, como lo que era considero la facción. Ya que los partidos son instrumentos para lograr beneficios colectivos, para lograr beneficios colectivos, para lograr un fin que no es meramente el beneficio privado de los combatientes, es decir, los partidos vinculan al pueblo a un gobierno, cosa contraria a lo que le sucede con las facciones.

Duverger, analiza que en general el desarrollo de los partidos aparecen ligados entonces al de la democracia, es decir, a la extensión del sufragio popular y de las prerrogativas parlamentarias. Ya que cuanto más ven crecer sus funciones y su independencia las asambleas políticas, más sienten sus miembros la necesidad de agruparse por afinidades, a fin de actuar de acuerdo; cuanto más se extiende y se multiplica el derecho al voto, más necesario se hace organizar a los electores a través de comités capaces de conocer a los candidatos y de canalizar los sufragios en su dirección. Por ende, para el autor, el nacimiento de los partidos está ligado, pues, al de los grupos parlamentarios y los comités electorales.

Grupos parlamentarios y comités electorales en sintonía, dan cabida al partido, el entendimiento entre los dos elementos, el aumento de fuerza en sus relaciones y la constante reciprocidad es lo que le estructura, si bien los grupos parlamentarios pesaban más en los principios, dirigían a sus diputados, pero éstos no dejaban de ser de su comité, esto era ya una relación restringida; cuando esta relación se dirige bajo las directrices de la ley, el organismo es ya un partido político como tal. Ahora surge la necesidad de crear comités en dónde faltan, lo que determinará el mismo grupo y su descentralización y fuerza. Personajes ajenos a los comités y a los grupos parlamentarios también llegan a ser factor en la creación de los partidos políticos, en este caso ideologías o argumentos exteriores a los dos elementos antes mencionados, como la prensa, pueden ser impulsos de organizaciones partidistas, tendencialmente existe una institución con anterioridad que sirve de cimiento, base.

4 Duverger, Maurice, “Los partidos políticos”. Fondo de Cultura Económica, México, 1987. p.15. 5 Sartori, Giovanni, “Partidos y sistemas de partidos”. Alianza Editorial, Madrid. 1999. p.37.

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De esta forma, se entiende el origen o nacimiento de los partidos políticos, los cuales intrínsecamente están unidos al liberalismo, y su desarrollo no lo está menos alejado a la democracia, como se explica desde un principio. Como se puede observar en varias definiciones que hacen referencia en el marco de un sistema democrático.

Edmund Burke, menciona que “un partido político es un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante acciones conjuntas, el interés nacional, sobre la base de algún principio determinado en el que todos están de acuerdo”.6 Para Weber el partido es “la forma de socialización que, descansando en un reclutamiento libre, tiene como fin, proporcionar poder a su dirigente dentro de una asociación y otorgar por ese medio a sus miembros activos determinadas probabilidades ideales o materiales”.7 Para Maurice Duverger, “una comunidad de una estructura particular, caracterizada principalmente por las relaciones internas entre los miembros de la comunidad.”8 Giovanni Sartori precisó que un partido político puede llamársele a “cualquier grupo político que se presenta a competir en elecciones y que puede colocar mediante ellas a sus candidatos en cargos públicos”.9

La dificultad en cuanto al problema de definir que es un partido político se da cuando estos son clasificados como organismos privados, sociales o públicos, atendiendo las características que adoptan en función de las atribuciones y fines que la legislación y la práctica política les otorga. Por lo cual, como Panebianco afirma, que no es casual que Duverger no dé ninguna definición concreta de los partidos, limitándose a decir que estos son una comunidad de estructura particular, por lo cual las definiciones que se han dado, se hacen en términos de representación como en términos de fines y objetivos, dado que los partidos, como todas las organizaciones, se distinguen por el ambiente especifico en que desarrollan unas actividades también especificas. De esta misma razón, consiste en creer que las acciones de los partidos son la consecuencia de las demandas de los grupos sociales que representan y que, en general, los propios partidos no son sino manifestaciones en el ámbito político de las divisiones sociales.

Por lo cual, aunque el término partido hace alusión a cierto grupo o bando que comparte ideas o posee algún vínculo, los partidos modernos no llevan más de siglo y medio de forma estricta. Los orígenes de ellos son variados y marcan pauta en lo, o en cómo llegarán a conformarse, sin embargo es un hecho que sus inicios, son resultado de las derivaciones del desarrollo de la democracia, que se gestan con la proliferación del sufragio hacia lo universal, incrementando por lo tanto, la pluralidad de los intereses que requieren ser atendidos en el ámbito de la esfera pública. Razón que explica, a los partidos como el vínculo indispensable para dar trámite a este proceso representativo, ya que su intervención se afianza al permitir el procesamiento de la nueva diversidad mostrada por el voto ciudadano, mismo que implica obligaciones para los delegados de asumir dicha tarea.

Los criterios hacia los partidos: las tipologías. Explicado esto, es necesario entender las diversas tipologías que le corresponden a los mismos, y si bien hay diversos criterios para clasificar a los partidos, de una manera general, resulta que entonces las tipologías están en su gran mayoría determinadas por las preocupaciones sociales, las inquietudes ideológicas y el marco teórico de cada autor. De ahí a que existan diversas controversias respecto del enfoque a través del cual los partidos son estudiados, por ende, para

6 Textos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1942, p. 289.7 Weber, Max, “Economía y sociedad”, Fondo de Cultura Económica, México, 1969 p. 228.8 Duverger, Maurice, “Los partidos políticos”. Fondo de Cultura Económica, México, 1987 9 Sartori, Giovanni, “Partidos y sistemas de partidos”. Alianza Editorial, Madrid,

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este ensayo, las tipologías que se explican son a partir de cuatro criterios que son: ideológicos, estructurales, funcionales, el tipo y el criterio numérico.

El primer enfoque, atiende a la clasificación de los partidos de acorde con el baraje explicativo o interpretativo de éstos de la condición humana, de las casualidades, las realidades sociales y de la justificación de sus actividades, logrando definir unos patrones sólidos de una actitud política o de identificación de la sociedad con el partido. Ya que, la ideología, es “el conjunto de ideas y valores que tienen la función de guiar comportamientos políticos colectivos.”10

Román Marugán, menciona los puntos de conexión de partidos e ideología, el primero se encuentra en la conexión básica en su virtud movilizadora y canalizadora, dado que los partidos surgen como instrumentos eficaces para la canalización de los intereses de las elites (los de cuadros) o de las masas, y es ahí donde se produce la conjunción entre ambos. Por ende, los partidos aparecen como una forma de captar la naturaleza y la dirección de todos los movimientos ideológicos, al observar como en sus momentos se han desarrollado. El segundo punto es que al establecer que un partido político, como una organización con un objetivo declarado, es el conseguir el poder, y una vez obtenido los partidos manifiestan su intención de llevar a práctica su ideología y reproducirla.

En relación a esto, como Panebianco11 menciona, que los partidos al ser grupos que persiguen dichos fines y que la ideología de cada partido es el mejor indicador de sus fines, pero el cual no es determinante, sino actúa como una variable de los partidos, al ser una parte sustancial de los incentivos colectivos de identidad que el partido ofrece.12 Finalmente, la última conexión entre la ideología y los partidos es el análisis de autoadscripción de los ciudadanos según sus criterios políticos, es decir aquellas etiquetas que ayudan a los votantes a evaluar e interpretar, identificándose aquí los diferentes ejes, izquierda-derecha y centro, que sin establecer una precisión en la concepción de los partidos, es mejormente conocida por un amplio número de personas.

Aquí lo conceptos son asociados, la izquierda es asociada a un cambio, horizontal y progreso; y derecha asociada a orden, verticalidad y tradición y finalmente el centro, con el espectro político, a posiciones tanto de derecha como de izquierda política al valorar las posiciones consensuales como un fin en sí mismas. Por ende los criterios ideológicos atienden a la clasificación de los partidos de acuerdo con el bagaje explicativo o interpretativo de éstos de la condición humana, de las casualidades de la existencia de los individuos como realidades sociales y de la justificación de sus actividades.

El segundo criterio, en base a su estructura, al concebir al partido como un sistema de organización interactivo más que una mera agregación de individuos, que se basa entonces en la evolución histórica por la cual los partidos terminar por poseer una maquinaria política burocrática, encontrando a Weber y a Michels que enfatizan los aspectos organizativos, y que de acuerdo con Eldersveld, en sí y por si mismo el partido es un sistema político en miniatura. Tiene una estructura de autoridad, tiene un proceso representativo, un sistema electoral y subprocesos para elegir dirigentes, definir objetivos y resolver conflictos internos de sistema. Desde dentro el partido puede analizarse de dos formas distintas; la democracia interna a la que se basó Michels con su

10 Román Marugán, Paloma. “Los partidos políticos y las ideológicas” p.115. En: Mella Márquez Manuel (compilador). “Curso de Partidos Políticos”. Editorial Akal. Madrid, España. 1997.

11 Panebianco, Ángelo, Modelos de partido, Madrid, 1980.12 Este punto se explicar a fondo más adelante.

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ley de hierro de la oligarquía, y la cuestión de la organización que analizó Duverger. Cualquiera que se la disposición orgánica, un partido, es la suma de individuos que forman constelaciones de grupos rivales, de lo que se trata es de cómo se articula o desarticula por subunidades. En este sentido teniendo en cuenta que las facciones son grupos políticos concretos en que se pueden distinguir los núcleos que son unidades de base, mínimas y locales, pero Sartori13 se centra en las subunidades grandes, por ello opta por el término de fracción para utilizar a sí mismo el concepto de facción cómo tal, como los son los comités dentro de los partidos.

El criterio de funciones, parte de una conceptualización que considera que los partidos políticos, como elementos del sistema político que intermedian entre la sociedad y el régimen político, como se viene mencionado. Por ende, dicha condición de los partidos se desarrolla en su quehacer en ambos polos, inmersos en una continua situación de cambio y de adaptabilidad, ya que al situarse los partidos políticos entre la estructura formal del sistema político o régimen político y la sociedad, de profundas y permanentes mutaciones, provocan constantes variaciones en sus funciones. Pese a esto, históricamente, de acuerdo a Alcántara Sáez, en la sociedad los partidos políticos desempeñan funciones de socialización, movilización, participación, representación; mientras que en el plano del régimen político, son la legitimización y de operatividad.

La función de socialización se entiende como el proceso mediante el cual la gente adquiere ciertos patrones y valores de comportamiento político, basado en dos vertientes, la primera en reforzar la cultura política existente, dando continuidad en su ejecución, y contradictoriamente, la segunda vertiente es entorno a el inicio de un cambio significativo en las pautas existentes de la cultura política. Pese a esto, las dos vertientes, configuran orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas hacia objetos políticos. Y su importancia, se basa en que la socialización se sitúa en los cimientos de todos los partidos, ya que, en la medida de su éxito, se asegura la existencia de un núcleo de militantes, que favorece un mayor nivel de actividad del partido en las tareas de proselitismo y en las campañas electorales.

El concepto de movilización, refiere al proceso por el grupo pasa de ser un conjunto pasivo de individuos a un activo participante en la vida pública, versa en tres variables que supone la reducción de las reclamaciones contendientes sobre los recursos por parte de aquellos que se movilizan, el desarrollo de un programa que corresponde con los intereses percibidos por los actores movilizados y la construcción. De estas tres vertientes se encuentran conectadas en el momento de construir un partido político, de suerte que esta función se encuentra en la medida que un nuevo partido se afianza en el sistema político, desapareciendo su capacidad paulatinamente, pasando entonces, la función de movilización comporta que los ciudadanos, animados por la actuación de los partidos, incorporándose al proceso político.

Dentro de la función participa política, se encuentra desde una perspectiva conductista, basándose en la selección de líderes y la actividad partidista, expresivamente a través de manifestaciones y de la discusión política. De ahí a que las formas de la actividad participativa se ciñe al voto, al quehacer partidista ordinario, que incluye tanta las campañas electorales como vida cotidiana del partido y a los contactos particularizados.

La realización de las funciones de representación por parte de los partidos políticos se basa en la importancia que se recalco desde un principio del trabajo, básicamente conforme a el sistema político democrático, donde el liberalismo político termina por ceder terreno, conceptualmente hablando ante la democracia representativa que termina por adueñarse del espacio semántico de manera generalizada desde la Segunda Guerra Mundial, mediante la adjetivización de la

13 Ibídem. pp. 95-109.

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democracia a partir de la constitucionalización de los partidos políticos, quedando las funciones representativas expresamente conferidas en los mismos, pasando la agrupación de intereses y demandas propias del pluralismo democrático. Esa función partidista esta únicamente reglamentada por las leyes electorales, que articulan y traducen las voluntades individuales en cuotas de poder para los partidos, esto mediante los votos que recibe, otorgados periódicamente por el electorado. Dentro del sistema político, esta representación contribuye a establecer medidas legislativas, que tienden a beneficiar en detrimento de los que no poseen acceso a las distintas instancias del poder.

Las funciones respecto al régimen político, entra la función de legitimación, refiriéndose a la articulación del apoyo y de la confianza de la gente en las reglas de juego del sistema político, encontrando así las funciones de participación, socialización y movilización son funciones de legitimación. Así la legitimidad del sistema y la existencia activa de los partidos, provoca que se hable de un Estado de partidos. Dentro del funcionamiento de los regímenes políticos, desde la perspectiva de su operatividad, en su capacidad de producir políticas, donde la actuación de los partidos políticos aportan una lógica al quehacer político. Al ser votados, aquellos grupos o partidos cuentan con un alto grado de homogeneidad y de disciplina interna, de suerte que pueden llegar a operar común todo coherente, el mismo tamaño del partido facilita llevar a práctica un programa común.

Respecto al tipo de partidos, existen diversos criterios, pero la clasificación de Duverger es una de las que sintetiza las características de los partidos, a partir de establecer la diferencia de un partido a otro es su estructura, o su morfología, distinguiéndose a dos clases, los partidos de cuadro y los de masas. El surgimiento de dichos partidos, se establece en la “metamorfosis” del gobierno representativo desde los regímenes representativos liberales o parlamentarismo a las democracias representativas por partidos, como lo retoma Cabrera Lavara a partir de Bernard Manin. El partido de cuadros, son aquellos que prefieren la calidad de sus miembros a su número, los integrantes disponen de gran influencia ya sea a nivel local o nación, su estructura es flexible y poco organizada, por esta razón, su organización era en comités con un carácter descentralizado y una articulación débil, por lo cual el partido permanece inactivo entre una elección y la siguiente, sus representantes eran por libre mandato por lo cual no existía la disciplina dentro del partido.

Los partidos de masa, aparece como el contraste, debido a la ampliación del electorado, que conllevo la instauración del sufragio universal promovido por este tipo de partidos, por lo cual la relación personal entre los representantes y los representados se vio imposibilitada, y así, los partidos comenzaron a ejercer una función de intermediación entre los electores y las instituciones. Aquí los partidos de masa poseen una organización estable y estructura fuerte, de manera jerárquica, donde la ideología pesaba más que la personalidad, donde las decisiones reposa en la participación de sus miembros y la subordinación de la base. Sin embargo, los planteamientos multiculturales recientes, ponen entre dicho estos modelos de partidos, poniendo a su vez en cuestión la supuesta neutralidad etnocultural de la representación liberal y la diversidad de fines que se buscan, y por lo tanto, se requiere la presencia de diversos grupos. De esta misma razón, la crisis representatividad ocasionó que los partidos continuaran acumulando recursos, se distanciaran cada vez más de los electores, y a su vez los militantes fueron perdiendo el carácter fundamental que tenían en la supervivencia económico-político de los partidos, debido a que su financiación se llevaba acabo ahora por el Estado. De esta forma, los partidos de masas se transformaron en catch all, ya que mientras que los de elites se conformaban por una clase dominante, y los de masa por una afiliación de cierta manera excluida, esta tercera modalidad, se dice, aunada a una serie de cambios sociales cómo la reducción del horario laboral, desvalorización de divisiones de clase y el surgimiento de los medios

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masivos de comunicación entre otras, permiten una mayor “conciencia” por parte de la ciudadanía, que provocan en una consecuencia dentro de las organizaciones partidistas, que las caras del partido en las instituciones, el de la organización central, el partido cómo base de afiliados exista en un persistente conflicto.

El último criterio, que es el numérico, hace referencia al número de partidos existentes en un sistema político, que comprenden aproximaciones que se centra en el recuento de partidos, que abarca desde la operación de enunciar a aquellos que reciben un caudal mínimo de votos a los que alcanzan algún tipo de representación efectiva, pasando por los que adquieren niveles cualitativos diferentes de representación y cuya posición termina por adquirir un valor desigual con los restantes. Sobre ello Sartori, indica que el número de partidos indica una característica importante del sistema político: la medida en que el poder político está fragmentado o no fragmentado, disperso o no concentrado14. Ya que análogamente con el saber cuántos partidos existen, y él como estos intervienen, debido a que cuanto mayor sea el número de partidos, mayor será la complejidad y probablemente la complicación del sistema. Por ende la táctica de competencia y oposición de los partidos parece guardar relación con el número de partidos.

Siguiendo esta línea, Sartori menciona que la verdadera cuestión no es la de que si importa el número de partidos, que sí importa, sino este criterio numérico permite de acuerdo a saber que partidos importan, como el mismo se lo pregunta, y él responde que se puede contar todos los partidos simplemente por las apariencias. Sino que en verdad que el cuántos son tiene que ver con el que fuerzas tiene, sin embargo, los umbrales pueden llegar a omisiones graves. La fuerza de un partido es, en primer lugar, su fuerza electoral, los votos se traducen en escaños; podemos satisfacernos con la fuerza en escaños, que a fin de cuentas es lo que importa cuando han pasado las elecciones. Por lo cual, pasando las elecciones es importante conocer acerca del potencial de gobierno, o las posibilidades de coalición de cada partido.

Se puede no tener en cuenta por no ser importante un partido pequeño, en el sentido de que no es necesario ni se le utiliza para ninguna mayoría de coalición viable, y a la inversa. Esta norma tiene una limitante, lo que lleva a formular una segunda norma auxiliar para contar basada en la capacidad de intimidación, o, dicho en términos más exactos, las posibilidades de chantaje, en el sentido de las posibilidades de veto o de hecho. Por ende; un partido cuenta como importantes siempre que su existencia, o su aparición, afecta a la táctica de la competencia entre los partidos y en especial cuando altera la dirección de la competencia centrípeta a la centrífuga, sea hacia la izquierda, la derecha, o en ambas.

La configuración de los Sistemas de Partidos. A partir de este ultimo criterio, es inherente pensar entonces que dentro de las transformaciones del Estado liberal, conjunto al pluralismo político consagro por los partidos políticos como parte fundamental dentro del sistema político. Por lo cual, y respecto al criterio anterior, referente al número de partidos, su organización interna, sus vínculos con la sociedad y las instituciones políticas, sus alianzas y estrategias, conforman un modelo de estructuras e interacciones más o menos estables entre las distintas unidades partidistas al que se le denomina como sistema de partidos. De los cuales, en diversos criterios es considerado como un subsistema del mismo sistema político, en permanente interdependencia, reflejando su grado de diversidad y pluralismo, ordenar los temas de debate político y proponer las soluciones a los conflictos, articular las demandas políticas y las respuestas a algunas de estas y construir de forma decisiva a la labor de gobierno.

14 Sartori, Giovanni, Óp. cit. p.151.

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Dentro de los criterios al analizar a los sistemas políticos, existen dos categorías que resaltan, dada por los Duverger y Sartori, que de forma adelantada, se puede observar que los diversos modelos de sistemas de partidos, atiende a las interacciones competitivas entre sus unidades, poniendo de manifiesto cuestiones como su mayor o menor complejidad o la concentración-dispersión de poder. Para el primer autor, los sistemas de partidos son el producto de múltiples y complejos factores que pueden ser específicos de cada país, como la tradición y la historia, la estructura socioeconómica, creencias religiosas o los conflictos étnicos, y en generales, como el régimen electoral. Por ende, el divide a grandes rasgos dos categorías de sistema de partidos, como sistemas de partido único y sistemas pluralistas, que a su vez se divide en sistemas bipartidistas y multipartidistas. Donde establece además de forma general, una correspondencia entre el régimen totalitario o autoritario con el partido único; entre democracia, pluralismo partidistas; las divergencias posibles entre bipartidismo y multipartidismo tiene una importancia menor.

Para Sartori, el sistema de partidos es “el sistema de interacciones que es resultado de la competencia entre partidos”15establece una cartografía en dos dimensiones, tomando el criterio numérico, pero añadiendo un factor dinámico y que él considera como una variable critica, que es la polarización o distancia entre los partidos que compiten entre sí, tomando como referencia principalmente la dimensión izquierda-derechas, entre los espacio de competición entre si, en los que se produce una polarización baja y una política agregativa, y espacios políticos competitivos complejos, y también tomando en cuenta la dirección o sentido de la competencia partidista. Conforme a estas distinciones y contemplando la posibilidad de la mutación de los sistemas de partidos, estableciendo la siguiente clase de sistemas: la de partido único, partido hegemónico, partido predominante, bipartidistas, pluralismo limitado, pluralismo extremo y de atomización. Por ende, dentro de esta clasificación, la categoría del sistema unipartidista queda desglosado en tres, la multipartidista en dos y añade una última categoría, la atomizada que tiene un carácter residual.

Dificultades teóricas, o el deterioro de los conceptos. Ahora teniendo en cuenta todos estos elementos teóricos, se puede plantear los problemas no solamente teóricos, sino prácticos de dichos elementos analizados y expuestos, y posteriormente a partir de esto, se habla sobre la transformación y realidad presente en el contexto mexicano16. En primera instancia se puede hablar que no es el caso particular de México, sino una realidad en casi todos los sistemas políticos, que las fracturas de las sociedades por cuestiones de confesionalidad religiosa o de clase prácticamente no están presentes o no comportan motivos de diferenciación partidista, por lo que la función de socialización partidista se ve actualmente barrida por el incremento ingente de las fuentes de información así como por la agudización de comportamientos individualistas.

Ahora bien, si bien la democracia se entiende como aquel gobierno donde las mayorías son las que gobiernan, estas por ende tienen la mayoría numérica, por lo cual las minorías parecen anuladas, por el simple hecho de no haber alcanzado un cierto número de votos, de esta manera pareciera ser que el principio de representación democrática aparece como un mecanismo injusto e inclusive contrario a la idea de la democracia. Y si bien, se justifica que la representación democrática surge como “un proyecto en el que se trata de…conciliar igualdad política y

15 Sartori, Giovanni, Óp. cit. p.67.16 Cabe aclarar que las condiciones que se presentan, se delimita hasta la legislación en la cámara de diputados iniciada en el 2000 al año del 2006, y se realiza un análisis meramente especulativo a partir de datos duros, sobre la actual legislación que está por terminar para fines del presente año (2012), pero que a opinión personal, tiene características semejantes pese al cambio en el número de representantes por partido, y el número de partidos que participan en la vida política actualmente.

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desigualdad social..es decir, se va construyendo un proyecto representativo basado en la libertad política de participación.”17 Pero en la realidad aunque este es el argumento sostiene que dentro de un gobierno representativo propiamente, responde en gran medida a la diversidad, en la práctica real al parecer la minoría de representantes que se logren posicionar, tendrían solo voz y voto dentro de la cámara de representantes, pero no tiene ninguna posibilidad de tener un pesos efectivo en la toma de decisiones. Por ende, en rescate de la representación democrática, la única vía para que esto no ocurra, recae, en la disposición de los representantes a escuchar todas las voces de la sociedad y actuar en el bien común, como el mandato representativo, es decir, este aspecto negativo se desvanece solo en el nivel de responsabilidad y actitud de los representantes.

De la misma manera, la actuación de los partidos cuya funcionalidad para el correcto devenir del sistema democrático está ampliamente asumido, se encuentran en el centro de las críticas, dado que gran parte de las funciones que se mencionaron hoy se encuentran en un proceso de deterioro o cambio. Por un lado, los partidos en los escenarios de movilización social ya no se canalizan en beneficio de los llamados nuevos movimientos sociales a formas de comunicación social individualizantes, que han generado el contacto directo entre los políticos y la sociedad. La disolución de las ideologías es otro proceso que se enfrenta en la vida de los partidos, dado que, como se había mencionado, en gran medida la ideología no es esencial para definir un partido, sino más bien aparece como un complemento, un claro ejemplo de esto son los partidos mencionados, catch-all o atrapa todo, los cuales le quitan importancia a la ideología a fin de obtener la maximización de votos, esperando ocupar el poder ejecutivo, o otros no esperando alcanzar una posición dominante, piensan entran en coalición para poder llegar al poder, por lo cual sus características de renuncia a la socialización y a la movilización de las masas a la adopción de altas dosis de pragmatismo.

En tanto que la participación política igualmente está en crisis, dado que la reducción de esta función se encuentra en la contradicción con una sociedad que recibe impactos informativos masivamente y cuyas actitudes se miden frecuentemente mediante sondeos de opinión, por ende los partidos periódicamente anima a la sociedad para concursar en mayor medida a participar en la vida política, reflejado esto en el período de elecciones donde se reinicia el ciclo, sumado a la actitud pasiva que adopta el electorado.

El déficit de la representación democrática y de sus elementos consecutivos; el contexto mexicano.

Ahora, al ser parte esencial de la democracia representativa, los partidos políticos que se identifican con la misma legitimidad democrática, hoy se degenera en una figura conocida como “partidocracia”, donde los partidos llegan a absorber tanto los papeles sustantivos del régimen político y adquieren intereses autónomos, o partidistas como se les conoce. Con esta la función legitimadora queda entre dicho, por que pese a su predominio de los partidos, los momentos de desafección y de crisis se empiezan a ligar entonces al fenómeno de la corrupción política, donde los partidos toman un papel central por la dicha condición. Por lo cual, y particularmente en América Latina, apenas son capaces de mantener lazos efectivos con organizaciones sociales, procurando ser inclusivos, y de representar alternativas en las políticas públicas implementadas,

17 Salvador Mora Velazquez, “Una interpretación de la representación política: del gobierno representativo al gobierno local” en El declive…

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además de que su función más importante, la cual no es otra que la de generar y mantener confianza entre los ciudadanos y, con ello, capital social. Todos estos aspectos llegan a tener una fuerte implicación en la desafección de la población hacia ellos. Todo ello arrastra un impacto negativo en su propia legitimidad, constatado en que mientras los ciudadanos mantienen elevadas cotas de apoyo al sistema democrático, bien por sus cualidades inherentes, bien por ser el único posible frente al totalitarismo que se vivió, el rechazo de los partidos y de los políticos encuadra en ellos por completo, además de la crítica hacia las instituciones.18

En el contexto mexicano, la instauración de la democracia representativa se puede hablar o dar tintes de ellos, en las épocas pos revolucionarias, principalmente con la creación del PNR para 1929 y sus posteriores transformaciones, que demostraron el cambio de tipo de partido, de masas, dado que las misma Revolución fue consigo en principio un movimiento de masas que significaría la cimentación del régimen que se empezaría a construir, donde dicha línea de las masas fue conjurar la revolución social, manipulando a las clases populares mediante la satisfacción de demandas limitadas, sumado al fortalecimiento, como lo fue las facultades extraordinaria durante los gobierno de Juárez y de Díaz al poder Ejecutivo, es decir creciendo la figura del presidente, por lo cual para 1929 y 1938, dichas masas fueron enclavadas en un sistema corporativo propiciado por el partido único, u oficial, denominado el PNR y que posteriormente se transformaría en tiempos de Cárdenas, en el PMR, que le atribuiría su característica esencial. Para después transformándose en un partido catch-all necesario adaptarse a las nuevas circunstancias político y económicas que presentaba la posguerra, con lo cual el partido oficial para 1946 se convirtió en el actual Partido Revolucionario Institucional, siendo este un instituto dispuesto para encuadrar a las masas, pero cambiando fundamentalmente en el concepto "institucional", a través del cual se canceló la época de lucha de clases y se señalo el camino hacia un régimen de perfeccionamiento institucional, marginando así al sector militar del partido y del poder.

Aquí, la denominación que Sartori le atribuye durante este período al caso mexicano, es un sistema unipartidista, y por lo tanto un sistema de partidos no competitivo, donde al PRI se le atribuye la denominación de partido hegemónico-pragmático, por lo cual la idea del pluralismo unipartidista por no hablar democracia unipartidista se ve sostenida en el caso mexicano.19 Aquí la presencia de otros partidos, de oposición, en tanto su capacidad de intervenir en el sistema político resaltaba su carácter de un sistema unipartidista no competitivo donde estos partidos secundarios y periféricos cuentan menos o en su caso subordinados, dicho aspecto se veía reforzado en las competencias electorales donde el único partido ganador fue el PRI, el cual es decididamente pragmático, siendo el único protagonista de una disposición centrada entorno a un solo partido rodeado por una periferia de partidos secundarios.

Durante este período, el término del presidencialismo, se resalto debido a la relación directa entre el presidente y el partido hegemónico, donde dicha relación con los poderes constitucionales asignados al presidente y por el tipo de partidos existentes afectaba al desempeño de la

18 Referente a esto, Armando Gonzales, recoge que de acuerdo a Stuart Mill, un pueblo que no cree en sus instituciones o que no confía en éstas, no hará nada extraordinario para conservarlas, dado que no estará dispuesto a librar ninguna batalla, y por lo tanto, habrá pocas posibilidades para conservarlas. Además de la dificultad que presenta, por otra parte un clima de violencia recurrente, que hace que la instauración de un gobierno representativa se torno aun más difícil. 19 Cfr Sartori, Giovanni, Óp. cit. p.279.

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democracia. Ahora; valorando el papel del Partido Revolucionario Institucional en el desenlace histórico de nuestra democracia, hasta hace unos cuarenta  años, todavía parte de una democracia de partido único en términos reales, pues la existencia de demás partidos no hacía posible su verdadera representación. Los cambios significativos en las tres últimas décadas del tiempo en la vida política, señala Woldenberg, emergiendo de una sociedad con un partido hegemónico y toda la consecuente subordinación de demás partidos e instituciones al PRI, como el mismo poder legislativo y el judicial, existe ahora una pluralidad que se refleja en los gobiernos de los estados, en el Congreso.

Ciertamente el caso mexicano no descubre nada nuevo, simplemente mediante la diversidad representada asume la faceta plural de las democracias modernas. Así los requisitos que en su momento enunció Sartori se cumplen, entre otros, los más destacados, la libertad de elección, la posibilidad de crear organismo para competir, gobiernos neutrales, garantías para el ejercicio democrático y jueces o árbitros institucionales. Robert Dahl va por una línea parecida, requiriendo que los representantes sean elegidos mediante sufragio libre, que la ciudadanía pueda actuar como votante y votado, así como las libertades políticas más esenciales y su garantía, la información; de manera que se cumpla the only game in town. El cambio significativo se ve variado en dos vertientes, uno que tomaba el orden constitucional de 1917 cómo una democracia consolidad, por lo cual no podía haber una transición hacia algo ya alcanzado. La otra corriente asumía que el cambio se daría verdaderamente hasta que el ejecutivo no fuera controlado por el PRI, con lo que se entiende que los lugares ganados en gobiernos locales o legislaturas, eran un camuflaje para el partido dominante.

Este último, resalta el cambio al sistema político, con la inclusión de más partidos políticos, mediante las reformas electorales donde se han experimentado cambios sustanciales y vertiginosos, principalmente en el esquema de las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, donde el partido que anteriormente gobernante dejo de ser la instancia principal de negociación y representación de los intereses políticos en la medida que fueron perdiendo terreno ante la inclusión de fuerzas opositoras en el sistema político, a partir de la constitucionalización de los partidos, para 1977, y que la característica presente multipartidista, que se ve claramente expuesto en la funcionamiento institucional de la Cámara de Diputados desde 1997, donde el PRI dejo de controlar la mayoría absoluta del Congreso, situación que favorecía al presidencialismo.

Posteriormente para 1988, los partidos durante esta elección, marcaron un marcado incremento en sus posiciones parlamentarias con el 48% de los escaños, iniciando así un período de relación de poderes en la que las negociaciones entre el partido gobernante y partidos de oposición resulta indispensable para integrar coaliciones de votación y sancionar leyes constitucionales, por lo que se formo un patrón que centraliza las decisiones políticas de manera exclusiva, en beneficio ya no del Ejecutivo, sino de partidos, por ende el proceso de representación se transformo de un gobierno unificado, teniendo como pilares del sistema político, la institución presidencial y el partido hegemónico a un sistema competitivo de partidos, con un gobierno sin mayorías parlamentarias, donde la elección de representantes busca la integración de una voluntad colectiva, y con ello la actuación, de los representantes y de los partidos se vuelve foco de crítica y opinión.

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Ahora, dentro de cualquier régimen democrático, para representar a la ciudadanía en los asuntos públicos, los encargados de esta encomienda están obligados a ajustar su labor a por lo menos tres premisas que elabora Algazi, atender las expectativas de los ciudadanos y las demandas funcionales u operativas correspondiente bajo ciertas restricciones, por ende quedan comprometidos a tomar en cuenta la opinión de los representados, pero siempre a condición de no dejar valorar las consecuencias de mando. Así como la exigencia de convocar, informar, explicar y justificar las políticas acordadas en sustitución de los manifestado, así como asumir la responsabilidad por los resultados derivados de esta decisión en el momento electoral. Este proceso conlleva consigo dos elementos, la deliberación del representante y la disciplina, pero dicho proceso lleva consigo una serie de elementos, que en el contexto mexicano desajusta al sistema.

Por otro dentro del sistema de partidos, hoy en el contexto mexicano más lejos del sistema de gobernanza electoral, las consecuencias se notan en el mismo sistema de partidos, sobre ello, primeramente por el lado de la pluralidad, acentúa el multipartidismo, con ahora ocho partidos en el Congreso, pero atendiendo al criterio de Sartori, los partidos que actualmente concentra alrededor del 90% de los escaños son tres, el PRI, PAN y el PRD. Los partidos y sus retos, esencialmente sufren reacomodos en sus organizaciones. Por el PRI se debe asumir dos derrotas en el puesto presidencial, aunque el partido es el que más puestos de gobiernos estatales y municipales tiene, por lo tanto será un decisivo en la balanza de los acuerdos en el legislativo. Sin embargo se tienen serios problemas de cohesión y arbitraje interno dado que quizás, siguen sin ese eje rector denominado presidente de la República, su solución sería que el nuevo presidente del partido se enfocara más en asuntos de la reorganización.

El PAN tiene menos trabajo ya que han ganado, se asume que, el equipo de Calderón tiene más conciencia que el de Fox, acerca de la relación fundamental entre el partido en el gobierno y el partido dominante por decirlo así, del legislativo. El PAN no es un partido de notables, determinado en una oposición leal, se ha convertido en un hacedor de gobiernos locales, estatales y nacionales, esto tendrá consecuencias en los intereses, las lealtades y la dinámica de organización. En el PRD por su parte sigue oscilando entre su carácter comprometido con las instituciones democráticas y cómo movimiento social de cambio sistémico, pero ahora la gran carga de las posiciones de gobierno y legislativas lo obligan a actuar más conforme a las instituciones políticas. Por otra parte está el asunto de la Coalición por el Bien de Todos y consecuentemente el Frente Amplio Progresista, es una incógnita hasta dónde podría coordinar las fuerzas políticas que representa además de sus organizaciones propias. Teniendo en cuenta que las facciones son grupos políticos concretos en que se pueden distinguir los núcleos que son unidades de base, mínimas y locales, pero Sartori20 se centra en las subunidades grandes, por ello opta por el término de fracción para utilizar a sí mismo el concepto de facción cómo tal, esto en el caso del PRD, es notorio en la actualidad y desde sus inicios, teniendo en cuenta que son varias las corrientes ideológicas que llegaron a hacer factible en su momento, al Frente Democrático Nacional, posteriormente adjetivado cómo fragmentado por tribus.

Ahora, retomando la idea del multipartidismo y la fuerza que poseen estos tres partidos en particular, explicar que las decisiones para despejar la agenda se encuentra en las fuerzas

20 Sartori, Giovanni, Óp. cit. pp. 95-109.

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parlamentarias y que haya mayor posibilidad de cooperación e integración de coaliciones, haciéndose factible la gobernabilidad. Por ende, se resalta que dentro de los gobierno sin mayorías, se ha reducido la capacidad del presidente, pese a que sus facultades constitucionales no han sido tocadas, por lo cual el presidente puede cambiar aún el statu quo, incentivar los cambios con nuevas leyes, pero siempre condicionado por otras fuerzas políticas que lo admitan y den su voto.

Respecto a este tema, las coaliciones parlamentarias, específicamente en la cámara de diputados, se puede clasificar ahora al multipartidismo como moderado, dado que cada grupo parlamentario en el ejercicio de su acción política, respondiendo siempre a su comportamiento institucional, por el lado del PRI, identificado en el espectro político como de centro, ahora como partido de oposición, ha compartido con las fuerzas opositoras y manteniendo la negociación como única vía para llegar a acuerdo en la elaboración de las políticas públicas, manteniendo una doble personalidad, en la arena parlamentaria federal, ahora como posible mayoría para la próxima legislatura, así como partido gobernante en casi el 65% de los estados. El PRD, siendo fuerza opositora, ha sido el de menor representación territorial y social, pese a que siga manteniendo la gubernatura del Distrito Federal, siendo el único que no ha obtenido el poder presidencial, y se cataloga como oposición de izquierda. El PAN, de derecha, siendo el partido en el gobierno federal, se han enfrentado a problemas de falta de mayoría parlamentaria en ninguna de las dos cámaras.

Teniendo en el sistema mexicano, proximidades entre partidos, dada las preferencias ideológicas de los legisladores, en medida con su autoubicación en el eje izquierda-centro-derecha, teniendo gran relación en la forma de votar, encontrando que la distancia ideológica por partido definió la cercanía entre el par PRI-PAN que entre el PAN-PRD, por ellos explica la frecuencia de coaliciones se dio entre los primeros, pues la negociaciones favorecen la cooperación si son partidos más próximos. Por ende, un voto a favor del sistema de partidos mexicano, defiende que la dimensión ideológica-programática produjo un grado de polarización dentro del mismo sistema, argumentando que la distancia entre las ideologías fue un fuerte criterio que limita la integración de coaliciones, y por lo tanto el por qué los grupos parlamentarios votan en coalición en unos temas y no en otros. Ya que los nichos ideológicos se comprobó en el amplio consenso entre el PRI y el PAN al posicionarse como el centro-derecha del arco ideológico, comprobando una aproximación ideológica, mientras que el PRD más definido, en cierta medida, a la izquierda pese a que compartiera algunas proximidades con el PAN, lo que explica el por qué de las dificultades para coaligar juntos sin el PRI.

Ahora, pese a que dentro de los gobiernos sin mayoría, la figura presidencial es acotada, y se favorece un equilibrio de poderes, pero no obstante en el proceso democrático mexicano, en la cultura de negociaciones han sido institucionalizadas en el quehacer parlamentario. Además de que las condiciones anteriores, en los regímenes priistas, ha provocado que en el poder Legislativo, se presenta la dificultad de sus miembros para comprender en cavidad el nuevo perfil del ciudadano activo, de esta forma la conceptualización de los partidos, en especial en América Latina de forma negativa o de desencanto, dado que la tarea de dar paso a la representación parlamentaria acorde a las expectativas no han sido satisfactoriamente cumplida, en este sentido, de acorde a Algazi, se puede estimar entonces que los procedimientos para impulsar la

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deliberación en la Legislatura sin frágiles y escasos, lo que hace que su aplicación y su eficiencia se encuentra subordinadas a consideraciones de orden político-partidista.

En consecuencia, en el presente es la continuidad de un patrón que centraliza las decisiones políticas de manera excesiva, en beneficio de ya no el Ejecutivo, sino de partidos en manos de liderazgo fragmentados y personalistas, desviándose así el proceso representativo, ya que la obligación de los representantes de buscar la integración de una voluntad colectiva capaz de superarlo, queda supeditado a los intereses de los distintos liderazgos cobijados por partidos. Sumado a que de acorde al mismo autor, el legado del régimen autoritario, especialmente en la operación de un partido hegemónico, han inhibido la institucionalización de un sistema de partidos orientado en su actuación, por ende al hacer un balance general, se puede encontrar que los grupos parlamentarios muestran en su organización rasgos muy parecidos a los privan en el partido que los cobija, encontrando una fuerte presencia de intereses particulares comprometidos con diferentes sectores sociales y clientelas políticas poco dispuestas a aceptar la consideración de sus demandas en igualdad de condiciones al del resto de la sociedad, por ende la representación se encuentra deficientemente atendida, de ahí los retos que se presentan para hacer efectiva la representación democrática, debió a la inadecuación funcional de los partidos, o inclusive promover nuevos mecanismos de inclusión de la ciudadanía.

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