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En los últimos días, en México, se ha estado tratando un tema de vital importancia
para el futuro económico y social del país: “la reforma fiscal”. Esta reforma ha
generado gran controversia debido a la gran cantidad de cambios que se quieren
hacer al respecto. México enfrenta cada dos o tres años la discusión de una nueva
reforma fiscal. Las leyes se han modificado mucho, pero la capacidad de cobrar
impuestos no ha cambiado gran cosa. En 1999 el gobierno federal recaudaba por
9.7 puntos del PIB. En 2012, después de dos reformas fiscales y una infinidad de
cambios, recaudó 9.7 puntos. Esta propuesta de reforma, presentada el
domingo 8 de septiembre por el presidente Enrique Peña Nieto, y prevé
recaudar 240 mil millones de pesos. El pacto fiscal, entendido como el acuerdo
entre los ciudadanos y el gobierno federal sobre quién paga cuánto en impuestos
y cómo se gastan estos recursos, es la relación más importante entre sociedad y
gobierno. Significa que el gobierno les quita recursos a los ciudadanos para
devolverle bienes y servicios públicos. El gobierno federal espera que con una
mayor recaudación pueda echarse a andar una reforma social que otorgue
seguridad social a la mayor parte de los mexicanos.
La propuesta de reforma fiscal presentada por el ejecutivo nacional
contempla entre sus principales puntos el que la tasa del Impuesto al Valor
Agregado (IVA) se mantenga en 16% y se aplicará a las regiones fronterizas. El
gobierno decidió preservar la tasa cero de IVA en alimentos y medicinas al
considerar que esta medida tendría un costo particularmente elevado para los
hogares de menores ingresos aunque la iniciativa propone que se cobre IVA en
alimentos para perros y gatos, la compra de mascotas, los espectáculos públicos
(salvo el teatro y el circo), la venta y renta de vivienda, los chicles, los refrescos y
las colegiaturas.
Pago de un impuesto de 10 por ciento por enajenación de acciones en Bolsa y de
esa cantidad por distribución de dividendos. Con esto se busca poner un piso más
parejo en la tributación cargando más a sectores de muy altos ingresos. Los
nuevos impuestos al reparto de utilidades y a las ganancias en la Bolsa Mexicana
de Valores funcionarán como incentivos para la reinversión y para que se privilegie
la investigación y desarrollo.
Se hará más progresivo el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR), limitando las
deducciones y exenciones y se incrementará la tasa máxima del ISR para las
personas con mayores ingresos. El incremento vendrá para quienes un salario
mensual promedio (sobre base anual) de 41 mil 666 pesos. Se propone eliminar
tres cuartas partes de los tratamientos preferenciales y prácticamente la mitad de
los regímenes especiales; sólo se mantendrán los que representan amplios
beneficios sociales y los de probada eficacia para apoyar el crecimiento de la
economía. Entre ellos está el régimen de consolidación fiscal, la deducción
inmediata de inversión, el régimen simplificado, entre otros. Ya no será posible
deducir colegiaturas y pago de hipotecas; pero, siendo justos, ambas cosas sólo
eran accesibles para los estratos de la población de mejor ingreso.
La iniciativa de reforma hacendaria propone otorgar mayores Derechos a los
Contribuyentes y para incentivar la formalidad, se establecerá un Régimen de
Incorporación Fiscal para los nuevos negocios o aquellos que migren a la
formalidad. También se busca la creación del seguro del desempleo el cual
permitirá que quien pierde su trabajo no tenga que irse a la informalidad para
obtener ingresos. Además, se le ponen candados para que no sea un incentivo a
no trabajar.
El pacto fiscal en México es el de una sociedad desigual. Un grupo no tan
pequeño tiene libertad para no pagar los impuestos que se esperarían de su nivel
de ingreso. Un grupo más amplio está en la informalidad, y su relación no es con
el Estado como tal sino a través de sus empleados o representantes a quienes les
paga para poder vender en la calle o hacer algún otro negocio (muchas veces
ilegal). Este dinero no entra a las arcas del Estado, por lo que no se computa
como ingreso fiscal. Según Transparencia Mexicana, en 2010 los hogares
destinaron 32 mil millones de pesos en “mordidas”. En 2007 fue de 27 mil millones
de pesos. Finalmente, la mayoría de los ciudadanos no puede desarrollar todas
sus potencialidades en buena medida por la falta de bienes y servicios públicos de
calidad que la ayuden a romper el cerco de la desigualdad.
Como bien sabemos, un esquema fiscal y hacendario determinado refleja la
composición de grupos de interés en una sociedad y su correlación de fuerzas.
Una reforma fiscal a fondo significa modificar este estatus quo y necesariamente
hay perdedores y ganadores, por lo que los primeros harán lo imposible por evitar
que esto suceda. Es decir, el proceso de economía política que implica la
discusión y aprobación de esta reforma es altamente complejo y generalmente
tiene un alto costo político para el gobierno en turno. Es en este contexto en el que
debe entenderse la reciente propuesta de reforma fiscal adelantada el domingo
pasado por el gobierno.