Ensayo Sobre Antonio Porchia

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  • 7/30/2019 Ensayo Sobre Antonio Porchia

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    HERMENUTICAS DEL VACIO: UNA ACERCAMIENTO INTERPRETATIVOAL LIBRO VOCES DE ANTONIO PORCHIA

    Anglica Gonzlez Otero1

    Pero, cmo describir el mundo visto sin el propio yo? No hay palabras. Azul, rojoincluso estas

    palabras desconciertan, incluso ocultan con su densidad en vez de dejar pasar la luz

    Virginia Woolf ( Las Olas)

    El nombre de Antonio Porchia no es tan sonado como el de Jorge Luis Borges o el de

    Julio Cortzar. Su nombre suena bajito y entre unos pocos conocedores. Antonio Porchia

    no es un autor que goce de privilegiados puestos en las listas de ventas o que se ensee en

    las escuelas o universidades, como parte de un periodo o una poca importante. Su

    nombre es como un secreto que pocos nos dignamos a vociferar y, en el mejor de loscasos, reservamos sus Voces como un obsequio que escogemos slo para algn elegido

    lector.

    Antonio Porchia muri ( 9 de Noviembre de 1968) pero como l mismo dijo: Cuando

    me muera, no me ver morir por primera vez. (Porchia, 1992, 22) De su nacimiento

    sabemos que fue lejos de este continente: Pochia nace en 1886 en un pueblo italiano,

    llamado Confleti, que pertenece a la provincia de Catanzo (Calabria). Porchia perteneci

    a esa legin de europeos que emigr a la Argentina a principios del siglo pasado y fue su

    patria desde la adolescencia. Este viaje sera el nico que realizara Porchia en su vida.

    Cuando en su vejez se le propuso viajar a Europa rechaz radicalmente estas

    invitaciones: Las distancias no hicieron nada, todo est aqu.(20) Finalmente, el viaje

    exterior puede llegar a ser una utopa cuando el espritu recorre constantemente

    innumerable distancias: Cmo he podido volver tantas veces aqu, sin moverme de

    aqu?(45)

    En 1943, Antonio Porchia tiene 57 aos y publica por primera vez su texto Voces, la

    edicin pasa sin ningn reconocimiento. Pero el destino es una rueda misteriosa, los

    ejemplares que yacen sin uso en la sede del grupo Impulso estorban a sus miembros y le

    1Profesional en Estudios Literarios y Magistra en Literatura Latinoamericana, Pontificia UniversidadJaveriana. Ha trabajado como coordinadora del rea de formacin en investigacin y docente de tiempocompleto en la Universidad La Gran Colombia en Bogot y como docente de ctedra de la PontificiaUniversidad Javeriana. Actualmente encuentra estudiando alemn en Viena(Austria). Correo electrnico:

    [email protected]

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    piden a Porchia que se lleve los libros. Este no encuentra otra alternativa que enviarlos a

    las bibliotecas pblicas de todo el territorio argentino. Alguien descubre el texto, lo

    transcribe a maquina y lo enva a Roger Caillois que se encuentra trabajando para la

    revista Sur, quien al leerlo dice: por estas lneas yo cambiara todo lo que he escrito.

    (Gonzlez, 1999, 7)2Con esta afirmacin se abre el camino para que la obra de Antonio

    Porchia sea conocida en el mundo. Gracias a la traduccin al francs que le hizo Roger

    Caillois a Voces, el nombre de Antonio Porchia comenz a conocerse en Europa. Ya con

    el reconocimiento francs vienen sucesivas ediciones entre 1966 y 1974. El texto viaja a

    otros pases: Blgica, Alemania, Estados Unidos, entre otros.3

    Porchia fue un hombre solitario, no tuvo hijos, ni esposa, dice que conoci el amor dos

    veces en su vida, pero que la ltima vez que am fue imposible la unin, ella eraprostituta y su dueo lo amenaz si no se apartaba; dice Porchia que se alej porque la

    vida de ella corra peligro. Siempre tuvo empleos modestos, fue apuntador en el puerto,

    trabaj en una imprenta; estuvo al frente de su familia despus de la muerte de su padre,

    de la cul afirma: Mi padre al irse, regal medio siglo a mi niez. (34)

    Alrededor de Porchia, sobre todo en sus ltimos aos de vida, cuando las Vocesse haban

    vuelto conocidas, no slo en Buenos Aires sino en muchas partes del mundo, se

    agrupaban un gran nmero de personas, entre ellas muchos jvenes, un pblico que

    siempre ha sido lector constante de su obra. A su casa en la calle Malaver iban en masa,

    como asistiendo a una cita inaplazable, todos con la finalidad de conversar con l, de

    escucharlo recitar alguna de sus voces.4

    Entre toda esa pequea poblacin que comenzaba a comprender y admirar las voces,

    estuvieron los amigos constantes, los que notaron que detrs de esas expresiones

    2Roger Caillois relata a Roberto Juarroz: Halle la obra de Porchia en Buenos Aires cuando revisaba loslibros que nos enviaban los autores para comentarios en Sur. Claro, mandaban tantos, que yo los revisabasuperficialmente para seleccionar aquellos que merecan comentario. De sbito veo un libro muy humilde,y no se que fuerza hace que me detenga y comience a examinarlo. No lo quera creer, y no pude detenermehasta terminar de leerlo. (Gonzlez, 1999,7 )3Hachette publica en Sudamerica una seleccin de Voces en 1966, cuyas sucesivas re-ediciones seagotan prontamente(con el agregado de nuevas Voces a partir de 1974). Mientras tanto, otros idiomasentran en la trama: Fernand Versen incluye a Porchia en una antologa publicada en Blgica. Posie vivanteen Argentine (1962); en Pars aparece una seleccin en la Nouvelle Rvue Francaise (enero de 1964);Federico Weiniger traduce otra entrega al Alemn (Revista Humboldt, Nm. 32, Munich, 1962) y enEstados Unidos, el poeta W.S. Merwin vierte al ingls y prologa su propia seleccin de Voces (BigtablePublishing, Chicago,1969). (Gonzlez,1999, 9)

    4 fue la presencia a la que acudamos en peregrinaje, quiz para curarnos o consolarnos de tantaexhibicin de ausencias. Con l aprendimos cmo la soledad puede ser lo contrario del aislamiento ytambin la condicin vertebral de una obra.(Juarroz,1980,56)

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    cotidianas se encontraba una gran riqueza que mereca ser expuesta al mundo. Porchia

    estuvo toda su vida cercano a muchos pintores, la mayora de ellos pertenecan a la

    agrupacin impulso, que tena su sede en el barrio la Boca, uno de los barrios

    preferidos por Porchia. Fueron sobre todo Miguel Camino y Jos Pugliese quienes ms

    insistieron en que publicara.

    Aunque Porchia estuvo rodeado casi toda su vida de pintores, encontramos entre sus ms

    cercanos a algunos poetas o escritores de la poca; personajes que hoy da son fuente de

    testimonios sobre su vida. Entre ellos figuran, en primer lugar, Roberto Juarroz, amigo

    personal de Porchia, quien se convirti en el mayor difusor de su obra. Tambin estn

    Len Benars, Daniel Barrios, Emma Cardoso, Alejandra Pizarnik, Ins Malinow, Libero

    Badi, Margarita Durn, Enrique Molina, entre otros; quienes lo conocieronpersonalmente, lo visitaban continuamente y estuvieron presentes hasta su muerte.

    La Voces

    En 1964, Ins Malinow le hace una entrevista a Antonio Porchia. Su intencin es una

    entrevista formal, de esas que se le hacen a cualquier escritor y le pregunta: Por qu lo

    llama Voces; l responde: es difcil decir. Todo se escucha. Y se escucha de todo. Y

    as en forma epigramtica suele expresarse: no creo estar en el surrealismo, no sdefinirme porque nunca soy youno es una infinidad de cosasla certeza quin la

    tiene? Y concluye: Mi libro Voces es casi una biografa. Qu es casi de todos

    (Benars, 1976, 36).

    Todo se escucha. Y se escucha de todo responde Porchia cuando le preguntan por el

    nombre de su libro, y lo dice como si l fuera slo un receptor, un medio por donde se

    filtran los mensajes de sus voces y no se toma a s mismo como un autor que a voluntad

    escoge los elementos de su escritura. Porchia se resta a s mismo toda la importancia, nose siente un escritor en el sentido estricto de la palabra, un escritor que se sienta a planear

    e imaginar los temas de sus libros.

    Mas bien lo que se escucha es la traduccin verbal de un estado, voces que llegan sin

    esfuerzo, en medio de la cotidianidad, sencillas y profundas reflexiones, verdades muy

    suyas que la escritura vuelve universales, y para esto, no es necesario tener una mesa de

    escritor, ni buscar afanosamente los temas, las palabras adecuadas, el estilo que desea

    utilizar. Para Pochia, muy seguramente hay algo de inevitable en sus voces. Ya deca

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    Ernesto Sbato que la eleccin de los temas en la literatura no existen, pues son los temas

    quienes eligen al escritor, temas como obsesiones, como smbolos reiterativos del vivir.

    No est muy claro el tema de las influencias en Porchia; sabemos que fue un hombre de

    escasa cultura formal, l mismo afirma: he ledo poco y desordenado. He tenidosugerencias de las cosas.(Benars, 1976, 37) Por esto, quiz afirme que no sabe

    ubicarse a s mismo: Porque no soy nunca yo. Y es una constante en Porchia

    desaparecer, an en medio de un aforismo, desaparecer como personalidad, como

    identidad. Esto no contradice que ms adelante diga: mi libro es una biografa, puesto

    que no son ancdotas, ni historias lo que expresan las voces; lo que Porchia designa como

    biogrfico se acercara ms a lo que se extrae de la experiencia vital como sustancia

    esencial y no como rotulo histrico y prosaico. Sus aforismos hacan parte de su hablacotidiana, nacen de ah, con naturalidad.

    Laura Cerrato, en el prlogo que le hizo a la edicin de Voces abandonadas, comenta

    dos ancdotas que recrean la difusin que han tenido los aforismos de Porchia en

    Argentina despus de su muerte. Ocurren a principios de los setenta, en mitad del

    terrorismo: Llego un da a mi clase de Literatura Inglesa en un colegio privado de

    Buenos Aires y encuentro una voz sin mencin de autor en el pizarrn(Cerrato, 1992,

    6). Despus de averiguar quin fue, comenta Laura Cerrato, descubre que los aforismos

    de Porchia circulan entre la poblacin joven, muchos de ellos hijos de Mayo del 68.

    La otra historia todava es ms sorprendente, por lo que tiene de consuelo, de compaa:

    Diez aos ms tarde, encuentra, con su esposo Roberto Juarroz, una revista que inclua

    entre sus pginas relatos de torturas del proceso militar argentino, en dicha revista se

    encuentra una tarjeta de navidad que una reclusa le enva a otra reclusa embarazada,

    ambas desaparecidas; antes de la nota personal del mensaje, encabezndolo, dice: El

    amor que no es todo dolor, no es todo amor.Otra voz de Antonio Porchia difundida sin

    su nombre, ahora sirviendo de apoyo en la cercana con la muerte.

    Lenguajes y orgenes: un acercamiento al silencio

    Muchos autores se niegan a darle un nombre especifico al lenguaje de Porchia, se niegan

    a llamarlo aforismo, aunque pueda conservar rasgos de este gnero, tambin se le hallan

    similitudes con las formas presocrticas, donde se conjugan poesa y filosofa. Las voces,

    de Porchia, por lo que tienen de incomprensin, de desface formal, el mundo tarda en

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    rescatarlas, en ubicarlas en el valor mismo de su unicidad. Sobre este tema comenta el

    poeta Roberto Juarroz:

    cmo llamarlas? No me animo a llamarlas de una u otra manera. l les dijo: Voces y,

    bueno, talvez sean eso. Pero no las voces del sonido externo, sino esas Voces que vienen de lasprofundidades interiores. Ahora, cmo se llama eso en literatura? Lo que hizo Porchia no es

    Literatura, es otra cosa, algo que va ms lejos, acercndose a los extremos de lo humanocreo

    que su obra es excelente ejemplo de uno de los fenmenos expresivos ms interesantes de la

    Literatura moderna. Ciertas obras rompen el cerco de los gneros, excede esa zona difcil, y es

    como si alcanzramos un gnero nico. (Juarroz, 1975, 47)

    El lenguaje de Porchia es una forma del aforismo, una forma de la poesa, una forma de la

    metafsica. Toda forma original es ambigua y renuente a las clasificaciones y si la

    poesa, como dice el mismo Porchia: es como un origen, es cosa recin nacida.La

    poesa hace intimidad con los nacimientos, es ella misma principio fecundo, es natural que

    invente sobre el lenguaje, que lo transfigure y lo sorprenda.

    Conocemos el silencio como desgarramiento o como armona, siempre reclamando un

    lugar, un sitio donde permanecer, ubicarse y ser; su expresin desconfa y teme de las

    muchas palabras, sabe de la imposibilidad original que guarda el lenguaje, sabe de sus

    lmites que no logran abarcar los estremecimientos ms ntimos: Te depuras, te depuras

    cuidado! Podra no quedar nada. (46) En Porchia es total el reconocimiento del silencio

    como espacio fundamental; existe en Porchia una voluntad de callar, de no extenderse: Y

    seguir eliminando las palabras que puse en mi todo, aunque mi todo se quede sin

    palabras.(35) El ser se expande y las palabras van reducindose.

    La expresin, lo mismo que el amor, pensara Porchia, es fruto de una debilidad: Cuando

    digo lo que digo, es porque me ha vencido lo que digo.(33)La tensin entre la palabra y

    el silencio se hace evidente y nunca tiene un termino, son dos mundo paralelos en laescritura de Porchia, quien preferira guardar, olvidar la palabra; aqu el silencio es la

    verdad contenida. Sin embargo, muy a pesar de s mismo, la tensin termina en expresin,

    en palabra, en verdad manifiesta. Lo breve se alimenta del silencio y es la prueba que brota

    en la superficie de ese estado mudo. En lo breve el miedo al silencio es menor, lo breve

    incluye el silencio, lo justifica, le da un espacio.

    La desaparicin: una oportunidad para el absoluto

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    Cmo leer a Porchia? Desde donde leerlo? Preguntas que surgen en medio del laberinto

    sombreado que es Voces. La temtica, sin embargo, no es del todo confusa o dispersa;

    existen en Voces recorridos reiterativos, ejes primordiales de significacin a los que

    Porchia vuelve una y otra vez, estados fijos no slo dentro de la escritura sino tambin

    dentro de su vida como sujeto.

    Un fuerte principio de lectura para Voces es la perdida del sujeto autor, del sujeto hombre,

    del sujeto yoico y todo lo que desencadena en su autor, a nivel personal y escritural, una

    experiencia como sta. Porchia trata de ubicarse en otro lugar distinto a su nombrada

    personalidad, se ve en muchos de sus aforismos una intencin de ocultamiento que deja

    hurfanas las voces, un escribirse ausente, una total y parcial desaparicin del sujeto-autor;

    quin es el sujeto que escribe? Existe realmente el carcter de lo individual o es otrainvencin del hombre que busca reafirmarse en el mundo?

    La individualidad es meramente un aspecto de la aspecto de la existencia; en el

    pensamiento, separamos a un individuo de otro y en realidad todos tambin parecemos

    distintos y separables. Pero cuando reflexionamos sobre la cuestin ms de cerca,

    descubrimos que la individualidad es una ficcin, pues no podemos fijar sus limites, no

    podemos averiguar su extensin, sus fronteras se funden sin dejar rastros indelebles entre

    los denominados individuos. ( Zusuki, 1976, 28)

    Siempre han existido distintos e innumerables cuestionamientos sobre el concepto de lo

    individual, nos hemos acostumbrado a sentirnos y a nombrarnos desde lo diferenciado.

    Luchamos y nos introducimos en diversas bsquedas durante toda una vida slo por

    encontrar una diferencia, una singularidad que nos salve, que nos proteja.

    Ahora bien, reafirmada la identidad hay algo ms all de ella? En Porchia nos revaluamos

    todo de una manera implacable y la pregunta con la que empezaramos a cuestionarnos,

    sera: qu somos? somos algo? Al parecer pueden haber dos opciones para el Yo: Aislaral hombre o conectarlo, ser una obstruccin o un camino; el hombre avanza sobre el

    camino de su individualidad, de sus mltiples identidades, pero llega un momento en que

    siente la opresin y el peso que stas le generan: Cmo me hice no volvera a hacerme.

    Talvez volvera a hacerme como me deshago. (22)

    Se hace evidente en Porchia un distanciamiento del ncleo Yoico y una bsqueda fuera del

    centro de lo personal individual. La funcin de la forma cambia, el deshacerse es una

    creacin, tambin hay una forma que emerge del vaco: Lo que antes que yo y lo despus

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    que yo casi se han unido, casi son uno solo, casi se han quedado sin yo.(13) Alguien se

    observa en su propia ausencia, el Porchia idntico ha si mismo ha desaparecido, pero

    continua existiendo como Ser: Mi yo ha ido alejndose de m. Hoy es mi ms lejano

    t.(12)

    Interiorizado el Yo hasta su desaparicin, el que emerge es un observador que se nombra y

    que ve toda la fenomenologa cambiante del afuera; el yo es ahora un lejano t, inferior y

    obtuso. Este Yo testigo y escritural tiene otras propuestas, otras funciones dentro del

    Ser:No estoy de ms en ninguna parte, porque no me encuentro en ninguna parte.(57)Ya

    no es una misin de personalidad, de cualidades afirmativas o negativas, de instancias

    duales, de soy esto o soy lo otro. Este yo testigo es el camino ms all, es en si mismo una

    ausencia, sin embargo, se escribe pero se escribe precisamente en esa ausencia: Estoytampoco en m, que lo que hacen de m, casi no me interesa. (78)

    Desechada y aniquilada la potencialidad del ego, esta muerte metafsica que transforma al

    ser lo hace nuevamente renacer en una levedad sin velo, el hombre ya consciente de su

    despojamiento afirma su inexistencia, reconocindose a s mismo que l, igual que todas

    las cosas es ilusin.

    Qu consecuencia trae atacar y abolir de esta manera la identidad? Sobre todo, unaruptura con la historia personal, el hombre deja de ser unos hechos, deja de ser pasado,

    recuerdos, se avanza en el despojamiento del vestido social. La muerte de la identidad

    apela inmediatamente a una transformacin. Porchia es recurrente en este desnombrarse,

    en este dejar de ser, que es la entrada en el misterio de su espritu, tan slo ahora, podemos

    rastrear las huellas de lo que deja a su paso, de lo que niega y cuestiona a travs de estas

    voces subversivas con lo individual.

    En bsqueda de una metafsica: el absoluto durable

    La ausencia es el ms del Ser, es el camino sin obstculos, la nada positiva que no incluye

    negacin sino todo lo contrario, imprime un espacio de acogida. Y es precisamente esa

    ausencia del yo la mayor apertura; lejos del egosmo, el escritor, antes fragmentado y

    disuelto en lo mundano, se dona en su perdida al universo. Sin obstculos, sin reticencias

    nominales, sin historias que falsean la verdadera esencia, gana en supremaca todo lo que

    une: Donde no eres nada, qudate contigo, y eres todo.(20) Para llegar a ser lo que soy,

    una cosa casi no visible, he necesitado mucho, mucho ms que todo el universo.(27)

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    Porchia ubica, o mejor, desubica las asignaturas del poder; la mirada desde el vaco es otra,

    tiene otras categoras. Acostumbrados a nombrar las jerarquas, los movimientos del orden

    social, se nos hace difcil pensar que llegar al puesto ms pequeo indique esfuerzo o

    grandeza: Se va igualando todo. Y es as como acaba todo: igualndose todo. (67) Todas

    las ventajas del poder exterior son ilusorias, sentimos que para Porchia la anulacin del yo

    genera una nueva clase de poder, la races se sostienen en el habitad del vaco.

    Porchia discierne entre la confusin, la potencia de los estallidos, un mundo siempre en

    bsqueda de mximo, de lo visible, expresiones poderosas; sabe cuanto lleva de apariencia

    tanta grandeza, cuan vulnerable es la fuerza adscrita en el exterior: En mi viaje por est

    selva nmeros que llaman mundo, llevo un cero a modo de linterna.(78)Todo lo que es

    creacin hacia fuera quiere poder. En porchia hay grandeza, hay poder pero son grandezasy poderes hacia el interior.

    El esfuerzo ya no es un ego sostenible sino la amplitud carente de nominaciones. Esa vez

    me hallaba casi junto al mar y casi junto al cielo oh cun cerca estuve de m esa vez! (74)

    Dnde encontrarnos? No ya en la afirmacin del yo, en una forma de ser, en principios y

    justificaciones, sino a travs del astro animado, de la vida palpable de las cosas del

    universo, el hombre volviendo a ser un latido mas del universo. El hombre mar, el hombre

    cielo y l mismo ms que nunca: Este vaco, para Porchia, esta unido a un sentimiento de

    universal simpata con todo lo que existe, esa fraternidad en la impermanencia con

    hombres, animales y plantas, como ha observado Paz al profundizar en el

    budismo(Juarroz, 1980, 59)

    Porchia apela a una unificacin, trascendiendo el escepticismo siempre amigo del yo, halla

    gratificaciones, posibles encuentros donde el hombre, separado de su entorno y de s

    mismo, se rene nuevamente en comunin con el mundo y todo lo que le rodea.

    Despus de realizado este breve recorrido hermenutico podemos concluir que en Vocesse

    instala una cierta forma de misticismo que ubica a su autor dentro de una visin de mundo

    que abraza la renuncia, le da un valor dentro de su vida y en la esttica de su escritura. Esta

    renuncia se manifiesta en distintos aspectos: una renuncia a s mismo y la bsqueda, a

    travs de esta renuncia, de una conexin ms genuina con los fenmenos y los seres del

    mundo.

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    Por otra parte, su renuncia lo conduce hasta el aspecto formal de su escritura, renuncia a la

    extensin y descubre la palabra de su situacin, como dira Georges Gusdorf , dentro de

    lo breve, estilo formal que permite exponer lo intimo sin obstaculizar el devenir de su vida,

    lo breve en su ausencia de artificios retricos, propicia el testimonio de lo intenso, de lo

    instantneo.

    Igualmente podemos concluir que Voces hay pensamiento filosfico, pues se puede

    rastrear un intento por encontrar los limites y las dimensiones del Ser. Todo esto

    enmarcado dentro de la tradicional tensin existencial del Ser y del No Ser, asunto que

    constituye un punto fundamental para comprender esta obra. Son dos las fuentes de esta

    tensin: por un lado, la negacin metafsica: Donde no eres nada, qudate contigo, y eres

    todo.( 59) por otro lado, la afirmacin de una constante visin compasiva y sagrada conla vida y sus seres: Hasta el ms pequeo de los seres lleva un sol en los ojos. (62)

    Nuestra nocin de cultura se asocia a un espacio de lo lleno, de lo completo, de lo

    expresado, por tanto, en cierto sentido, nuestra imperfeccin radica en la creencia de esa

    tambaleante totalidad, que expresa la ganancia como orden supremo. Porchia genera la

    crisis y el cuestionamiento de esta realidad, l fue un testigo de su tiempo, un observador

    de una sociedad en pie de la modernidad. Las Voces guardan un espritu asctico, que

    conserva la visin del autor contemplativo, casi mtico, casi profeta, que reconoce desde su

    existencia y en su escritura la vastedad del espacio vaco.

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    TEXTOS CONSULTADOS

    Benars, Len. Del Libro indito de Len Benars. Crisis 37 (1976)

    _ _.Vigilia 6 (1964)

    _ _.Vosotras (1964)

    Cerrato, Laura. Prlogo.Voces abandonadas. Por Antonio Porchia.Madrid: Pre-

    textos,1992.

    Colombo, Francisco. Prlogo.Voces. Por Antonio Porchia.Buenos Aires: Hachette,1992.

    Dujovne,Alicia Voces del silencio.Clarin 8 Nov.1973.

    Espejo, Miguel. El espejo del universoCuadernos Hispanoamericanos(1981): 529-558.

    Gayoso Daniel. Antonio Porchia y la alteridad.La presa 30 Abril 1994.

    Gonzlez Dueas,Daniel.Toledo,Alejandro.Prlogo. Voces Reunidas. Por Antonio

    Porchia. Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico,1999.

    Gusdorf,Georges.La palabra.Trad.Len Dujovne.Argentina:Galatea. Nueva Visin, 1980.

    Juarros,Roberto. Antonio Porchia.La prensa 25 Mayo.1980

    _.Antonio Porchia: el apogeo del AforismoNueva poca 16 (1982)

    _.Antonio Porchia o la profundidad RecuperadaPlural Vol.IV (1975)

    _.Poesa y Creacin: Dilogos con Guillermo Boido.Buenos Aires: Ediciones Carlos

    Lohl,1980.

    Porchia,Antonio.Voces.Buenos Aires:Sudamericana,1956.

    _.Voces Abandonadas. Valencia (Espaa): Pre-textos,1992.

    Voces,Ros,ngel (2002).20 Nov.2003 www.antonioporchia.com.ar

    Volgeman,D.J.Prlogo.Voces. Por Antonio Porchia.Argentina:1966.

    Zusuki,Daisetz Teit.Ensayos sobre Zen.Madrid: Uranos,1976.