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2do libro de la saga The Violet Eden Chapters Jessica Shirvington
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Sinopsis
LAS CONSECUENCIAS ATORMENTAN CADA ELECCIÓN.
Alcé la mirada hacia Phoenix. Creo que él me amó una vez.
—Tú no tienes que hacer esto —murmuré.
esde que Violet Eden descubrió que es Grigori, parte ángel-
parte humana y su destino es proteger a los humanos de la
venganza de los ángeles exiliados, su mundo ha sido sacudido,
cada día se pregunta si ella tomó la decisión correcta.
Saber en quien confiar es la clave, pero cuando llegan los refuerzos
Grigori se vuelve claro que todo el mundo está ocultando algo. Incluso
Lincoln su alma gemela. Solo una cosa es cierta: la agarre que el ángel oscuro
Phoenix tiene sobre ella es más peligroso que nunca.
La carrera para encontrar la única cosa que podría inclinar la balanza
del poder, lleva a todos a las sagradas montañas de Jordania, donde los poderes
de Violet serán llevados al extremo. Y la última traición será revelada.
La batalla entre Exiliados y Ángeles ha comenzado y ella es buscada por
ambos lados.
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Contenido Sinopsis Capítulo 12 Capítulo 25 Prólogo Capítulo 13 Capítulo 26
Capítulo 1 Capítulo 14 Capítulo 27 Capítulo 2 Capítulo 15 Capítulo 28 Capítulo 3 Capítulo 16 Capítulo 29 Capítulo 4 Capítulo 17 Capítulo 30 Capítulo 5 Capítulo 18 Capítulo 31 Capítulo 6 Capítulo 19 Capítulo 32 Capítulo 7 Capítulo 20 Capítulo 33 Capítulo 8 Capítulo 21 Capítulo 34 Capítulo 9 Capítulo 22 Capítulo 35 Capítulo 10 Capítulo 23 Emblaze Capítulo 11 Capítulo 24 Jessica
Shirvington
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Prólogo "Nadie me quita mi vida. La doy por mi propia voluntad”.
Juan 10:18
Traducido por Lizzie
Corregido por Curitiba
l ángel había recibido la orden de hacer su elección. Tenía
que ser de su propia voluntad. Pero lo que le pedían tenía un
alto precio. Lo más probable es que nunca volvería. Lo más
probable es que sería destruido. O peor.
Y nadie sabría jamás la verdad.
—Has decidido, entonces —le dijo una voz.
Sentía cada momento como él lo hizo, la versión oscurecida de tiempo
en el cual tenía que ser un lugar de otro mundo, pero no podía ver nada. Fue
surrealista, no gente visible, solo su presencia o tal vez auras.
No era una pregunta, lo que estaba diciendo. Ellos sabían el momento
en que él tomaría la decisión. Probablemente sabían lo que tenía delante.
Podía sentirlos por todas partes, los poderosos. Serafines. El Supremo
conocimiento les prestaba una poderosa presencia, pero este era amargo hoy.
—Cuando la primera de tus tareas esté terminada, pasarás a la
siguiente. No debes revelarla o buscar compañerismo con nadie,
especialmente con los exiliados, a menos que sea a los efectos del
cumplimiento de tus objetivos.
—Entiendo.
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—Van a pasar tres años antes de que llegue la fecha en que debas
actuar. Él tiene su papel en el juego. No es posible sin tus acciones en primer
lugar.
—Entiendo.
Y así lo hizo, entender. Había tomado esta decisión por voluntad
propia, a pesar del sacrificio porque sabía que solo le había sido pedido porque
él era la elección perfecta.
Sintió el universo alrededor de él, la libertad de la dominación sin
límites en el espacio y reino, y se preguntó cuándo volvería a sentir esto, si
alguna vez lo haría de nuevo.
—Lleva un nombre de las veces en las que estés allí. Ahora vete.
Y así fue. Hizo la transición entre las imágenes de las multitudes y la
ira. A su destino. A la muerte. El destello de un beso. Todas las cosas por
venir.
Una niebla se despejó a mí alrededor y lo que me rodeaba quedó a la
vista. De repente me sentí en mi estudio de arte. De pie junto a la ventana
estaba una figura conocida. El que yo sospechaba que era mi ángel fabricante.
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté, todavía sorprendida por la
forma en que mis palabras parecían flotar en el aire en estos sueños, como si
tuvieran su propia presencia física.
—No tiene importancia. Sin embargo, me puedes llamar Lochmet si
necesitas un título.
—¿Qué significa eso?
—Guerrero.
Tragué saliva, de repente nerviosa. La forma en que lo dijo, con tal
fuerza y confianza, lo hacía parecer tan poderoso.
—¿Por qué me mostraste a ese ángel? No lo entiendo.
—Todavía no. Pero lo harás. No es más que un capítulo de una
existencia, desde mucho tiempo atrás.
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—No, por favor, no... solo dime.
Se volvió hacia mí, con los hombros cuadrados, y luché con impulsos
contradictorios. Uno de ellos me dirigía hacia él, y el otro, a encogerme a
distancia. Estaba segura que él podía ver, ver a través de mí, lo que solo me
hizo más vulnerable.
—Todos tenemos la capacidad de encontrar la voluntad para hacer lo
que hay que hacer, incluso cuando lo que tenemos que hacer es lo que más nos
aterra. Recuerda esto.
—¿Eso es todo? Eso no explica nada. ¿Quién era él? Me pareció que
estaba contra la ley exiliar ángeles a la Tierra. ¿Cómo es que los Serafines se
preguntaron cuál era ese ángel?
Me consideró por otro momento tardío, un momento vacante antes de
que su cabeza se inclinara hacia una pintura a su lado. La visión de una playa
de arena con un mar azul oscuro estrellándose contra las rocas parecía
afectarle. Estiró el brazo y rozó sus dedos ligeramente a través de las ondas de
la textura de la pintura de aceite en la tela. Por un momento, el silencio entre
nosotros era casi cómodo.
Pero cuando volvió a mirarme lo sabía: él no me iba a decir nada más
sobre el ángel que me había mostrado.
—Sé consciente. Un traidor está dentro de tu redil —dijo.
—¿Quién?
Sacudió la cabeza y se volvió hacia la ventana.
—Tienes que caminar tu camino, dejar las huellas como prueba de tu
viaje. No puedo tomarlo... o cambiarlo.
Su voz tenía el primer indicio de emoción, una pequeña, casi
imperceptible, carcajada.
—Pero me ayudaste —comencé—. Hace dos años, en el salón de
clases... —Incluso en mí sueño sentí los repugnantes recuerdos y el nudo en
mi garganta no permitiéndome seguir adelante—. Ese no podía haber sido
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cualquier otra persona. Tú enviaste a ese maestro a través de la escuela para
intervenir.
Tragué saliva, luché por mantener mi línea de pensamiento, no
desviándome de ese día, a ese maestro sosteniéndome mientras yo luchaba por
debajo de su peso.
—Interviniste —dije, y dejé caer mi cabeza—. Gracias.
Su silencio fue toda la confirmación que necesitaba. Miré alrededor de
la habitación, sin saber qué decir a continuación. Mis cuadros me rodeaban,
pero, a diferencia de antes, ahora los que yo había planeado solamente.
Previsto. De alguna manera, esta habitación sostenía la pintura de mi
imaginación.
Me estremecí.
Detrás de mí, escuché un rugido. El más profundo estruendo, tan
fuerte que resonó por mis piernas y en mi espina dorsal.
—Mi león —susurré.
Me di la vuelta, en cámara lenta de ensueño. No había nada allí. Me
volví hacia el ángel. Él se había ido. Chubascos de lluvia escupían por la
rendija de la ventana.
Me quedé, esperando.
Y entonces todo lo que me rodeaba explotó en un destello de color
que se asentó en la nada. Yo no era nada, sola, aparte de la lluvia,
sorprendentemente fría, picando mi rostro con cada brusco aterrizaje.
Fragmentos de hielo.
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Lo suficientemente fríos como para despertarme.
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Capítulo 1 "En la naturaleza no existen ni premios ni castigos, hay
consecuencias".
Robert Green Ingersoll
Traducido por Lalaemk(SOS)
Corregido por Curitiba
ostuve la daga en mi mano derecha. La empuñadura pesada e
intrincadamente tallada, la hoja larga y delgada. La punta afilada
dejando huella en la punta de mi dedo índice, lo suficiente para
aguijonear y mezclar los recuerdos. Elecciones habían sido hechas, y ahora las
consecuencias eran mías. A pesar de que lo haría todo de nuevo, aunque sabía
ahora que ahí había algo más que tenía que hacer que era más importante que
cualquier otra cosa, la verdad era que yo lloraba la vida que había dejado atrás.
Giré la empuñadura lentamente y observé la punta girar en la yema de mi
dedo.
Mi daga, la daga con la que me maté a mí misma.
La puse abajo a mi lado, no queriendo tocarla por más tiempo, pero
incapaz de ocultarla lejos. Traté de salir de ella. Concentrarme en lo positivo.
Por un lado, tuve mi período a principios de semana. Nunca había estado tan
feliz por una rápida escapada de emergencia a la farmacia.
Todo lo que había creído una vez se había hecho añicos. Todavía era
humillante, sabiendo que había sido tan ingenua bajo la influencia de
Phoenix. Realmente pensé que podía confiar en él, tanto que había perdido mi
virginidad con él y sin querer creado algún tipo de vínculo emocional entre
nosotros. Una conexión que él había explotado para destruir mí ya frágil
amistad con Lincoln. Al Saltar desde un acantilado, cerca de ser asesinada por
S
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un grupo de exiliados demasiado psicóticos, descubrí que Phoenix era en
realidad el primer hijo del primer exiliado oscuro, Lilith, y que me había
engañado para convertirme en uno de los Grigori y, bueno, los condones no
habían sido la primera cosa en mi mente.
Sacudiendo mi cabeza para libre de los recuerdos, y preguntas, fue más
difícil cuando estuve por mi propia cuenta y mientras aprendí hace mucho
tiempo que papá estaba más cómodo en el trabajo, donde podía esconderse de
sus propios recuerdos, este fue un problema. Solo el tiempo hizo imposible
evitar los persistentes rumores de mi pasado.
Me dirigí a mi estudio de arte y comencé a hacer algo de pintura
fresca, acababa de comprar un nuevo suministro de colores iridiscentes, y
había estado jugando con ellos desde que llegué a casa de la escuela. Mi
teléfono sonó.
Estoy afuera, dónd stás?
Solté un suspiro y alcancé a verme a mí misma en el espejo. Había
perdido la noción del tiempo. Ahora se había hecho tarde y me veía como la
mierda. Mi cabello largo y oscuro se retorcía en un nudo enmarañado y los
mechones sueltos que caían alrededor de mi cara estaban salpicados con
pintura roja y gris. Ni siquiera me había puesto maquillaje esta mañana.
Aunque en realidad no necesitaba una base, la mayoría era demasiado oscura o
amarillenta para mi cutis cremoso, el rímel era una necesidad para mis
mediocres ojos color avellana. Pero para lo único que tenía tiempo era para
cambiar mi ropa.
Estaré abajo en 5.
Corrí a mi habitación, despojándome de la ropa a medida que
avanzaba, y me puse mis jeans más fiables, la única opción cuando estoy
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presionada por el tiempo, y la primera camiseta que pude encontrar, negra
aburrida, pero limpia. Traté y fracasé en rescatar mi cabello, finalmente acabé
poniéndolo en una nueva versión del mismo nudo desordenado, y me rendí
por completo con mis manos llenas de pintura. Después de un intento
apresurado a aplicar al menos una capa de rímel, agarré mi daga y salí por la
puerta, poniéndome mis zapatillas entre los pasos.
El espejo en el ascensor bien pudo haberse reído a carcajadas.
Mierda.
Para el momento en que llegué a la puerta principal de mi edificio, me
había olvidado completamente acerca de mi apariencia, e inconscientemente
pero previsiblemente, me centré en Lincoln. Una anticipación enferma se
deslizó a través de mí, circulando e intensificándose con cada respiración.
Sí, lo tenía mal.
Si es posible, lo tenía peor que nunca.
Hubo un momento en que pensé que mi amor por Lincoln era
correspondido, pero ahora... bueno, es más complicado que nunca, pero la
vibra, la loca vibra eléctrica que despierta entre dos personas que están
bailando alrededor de la otra y simultáneamente mordiéndose al ritmo, esa
vibra, estaba cuando estaba caminando, tambaleándome, introduciéndose a
través de una maraña, cada vez que estábamos cerca el uno del otro.
—Oye, sé que es genial llegar un poco tarde, pero ¿podríamos dejarlo
en los diez minutos de moda? —preguntó Lincoln, con una sonrisa en su voz.
Sentí a sus ojos recorrerme, y rápidamente recordé mi apariencia promedio.
Puse mi cabello detrás de mi oído y él me dio una sonrisa peculiar. Él me
conocía tan bien.
—Sabes, cuando hablas así, realmente muestras tu edad —bromeé,
mientras deslizaba mi tarjeta con cinta magnética en mi bolsillo.
Las cejas de Lincoln se elevaron.
Buen trabajo, Vi.
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Menos de un minuto juntos y ya había hecho las cosas raras. La
cuestión de la diferencia de edad había tomado mayor relevancia desde que
me había enterado de que, aunque él parecía solo de veintidós, en realidad
tenía veintiséis. Mientras que yo solo tenía diecisiete, incrementaba la
diferencia a grandes nueve años. Luego entonces, como Grigori, ni Lincoln o
yo nos limitábamos a los parámetros normales de la esperanza de vida. A
menos que nos mataran en el camino, probablemente viviríamos bien en
cientos, el proceso de envejecimiento desaceleraba nuestro crecimiento. Así
que la diferencia de edad significaba poco. Eran los otros parámetros los que
eran nuestro problema.
—Entonces, ¿adónde vamos? —pregunté, interesada en cambiar el
tema.
—Griffin acaba de llamar. Consiguió una alerta. Los exiliados han sido
vistos a pocas cuadras de aquí. Si nos vamos ahora, debemos capturarlos. ¿Estás
preparada para ello?
Lincoln quería que yo fuera buena. Quería que fuera fuerte y capaz.
Esa era una de las cosas que amaba de él. Él no quería que me escondiera y no
fuera capaz de protegerme, pero al mismo tiempo, podía oír la preocupación
en su voz.
—Sí, vamos —dije, tratando de sonar tan segura como debería estar.
Desde que me convertí en Grigori, mi vida ha dado un cambio brusco
de dirección. Soy, para todos los intentos y propósitos, una guerrera. En
muchos sentidos, se adapta bien a mí. Me gusta ser fuerte y tener habilidades
extra a través de la mejora sobrenatural está bien conmigo. He aprendido por
las malas que los ángeles exiliados no pertenecen entre los humanos. Hay una
muy buena razón por la que estamos divididos por dominios del tiempo y el
espacio, y los ángeles no fueron hechos simplemente para hacer frente a los
extras emocionales que vienen con tener una forma corpórea.
Los seres humanos nacen con la capacidad de sentir, tocar, oler, para
experimentar el amor y el dolor físico. Los ángeles no. Convertirse en
humanos es demasiado para que ellos lo procesen. Al final se vuelven locos, y
la mayoría de ellos se tornan monstruos vengativos mucho antes de eso.
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Sin embargo, a pesar de saber esto, todavía hay una parte de mí que
lucha con la idea de matarlos. Técnicamente, eso no es lo que estamos
haciendo, ya que solo estamos despojando a los exiliados de sus formas físicas
cuando los regresamos a su reino para el juicio. Pero...
Y como si eso no fuera suficiente, desde que abracé mi mitad ángel en
el desierto, sumiendo mi propia espada en la imagen de mí misma, no he sido
capaz de usar mi daga, aunque rara vez voy a alguna parte sin ella. Se asienta
en una funda, cuidadosamente cubierta con “glamur” para que no pueda ser
vista por humanos normales (es raro pensar que yo ya no soy una de las
normales), y cada vez que entreno o salgo a la caza, al igual que ahora, tengo
toda la intención de usarla si la ocasión lo requiere.
—¿Estás segura de que estás bien? Podría llamar a Griffin y él podría
salir con algunos de los otros.
—¿Y quién va a ir con él? Magda no estará de vuelta en un par de días,
y cualquiera que puede estar activo ya está fuera haciendo algo.
Lincoln bajó la cabeza. Le di un golpecito con mi hombro mientras
caminábamos.
—Voy a estar bien. Y de todos modos, la práctica hace al maestro,
¿no?
Tomó aliento para calmarse, se enderezó un poco más alto y se pasó
una mano por el cabello dorado con vetas de color marrón. Sabía que no había
forma de convencerme, y en algún momento tenía que subir a bordo. No nos
ayudaría a ninguno de nosotros si no trabajábamos juntos.
—Correcto —dijo él, con una finalidad que me hizo sonreír. Con eso,
se hizo la transición a una charla táctica que escuché atentamente. Estaba
inclinada para ser una Grigori, para ser una guerrera, pero Lincoln ya había
viajado bien por ese camino. Bajo su fachada de chico bueno estaba un
campeón.
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Capítulo 2 …¿Qué? ¿Recibiremos de la mano de Dios el bien y no aceptaremos
el mal?
Job 2:10
Traducido por Andy Parth
Corregido por Lizzie
as calles alrededor del puente eran sospechosas. Personas sin
hogar congregadas alrededor de las enormes pilas de piedra,
usándolas como respaldo en su posición en cuclillas.
La zona está bastante protegida y desde entonces es bien conocida
como el sitio para pasar el rato de las personas sin hogar, muchos de los
residentes se quedan en paz para tirar de sus carritos de compra y sus toldos de
noche. La mayoría de ellos se limpian durante el día. Un hecho que confundió
a Steph. Ella luchaba contra el concepto de que alguien instalara todas sus
pertenencias en un solitario carrito de supermercado. La última vez que nos
habíamos quedado atoradas en este extremo de la ciudad ella había especulado
sin fin acerca de dónde estaban escondidos todos los carritos de supermercado
y los toldos durante el día. Quiero decir, ella tenía un punto. Tú no ves
docenas de personas sin hogar caminando durante el día empujando carritos.
Deben ir a alguna parte.
Para el momento en que giramos por una pequeña calle lateral, el
último rayo de luz se había ido y ahí no había farolas. La noche era clara y
había un rastro en el aire pero la ausencia de luz siempre me inquieta y, por
supuesto, los exiliados, ya sean de luz u oscuridad prefieren jugar en las
sombras de la noche.
L
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Entretenerse con el dolor de los humanos estaba muy arriba en la lista
de tareas de los exiliados. Tenían el poder de infiltrarse en la imaginación y
hacer que prácticamente cualquier película de terror ocupara la sofisticada
cabeza de alguien. Algunos de ellos lo usaban solo para asustar y provocar,
mientras que otros lo utilizan como una especie de estrategia. Con el tiempo,
según Griffin, han usado esta habilidad para lanzar a los humanos totalmente
fuera de sus caminos.
Aparentemente, de ahí era de donde venían los mitos de los vampiros,
hombres lobo y otras cosas espeluznantes, incluso las hadas y duendes. Si los
exiliados sienten que su poder sobrenatural ha sido detectado y no son capaces
de eliminar el problema usando el sacrificio, su método preferido,
simplemente se revelan como algo que no es humano, cualquier cosa menos lo
que realmente son.
Tiene sentido. Estaba aprendiendo que las personas en general estaban
más a gusto con la realidad virtual de los vampiros y visitantes intergalácticos
que con la inquietante perspectiva de un antiguo Armagedón bíblico de
ángeles, de luz y oscuridad equitativamente, quienes eran ahora exiliados
llevados por la venganza y el poder que vivían con nosotros. Sí, somos
ingenuos por elección.
Miré hacia abajo a la estrecha calle tan lejos como me permitían mis
ojos. Estaba plagada con personas sin hogar yaciendo en cajas aplanadas, los
afortunados envueltos en sacos de dormir rasgados, el resto enterrados en pilas
de periódicos viejos. Escaneé la pared de ladrillo rojo oscuro que corría al
menos cinco pisos de altura a cada lado. La protección que ofrecían era parte
de lo que hacía este callejón tan popular.
O Lincoln caminaba lentamente a mi lado, su mano llegando a mi
codo por un momento… un silencioso recordatorio de que necesitaba estar
alerta. Traté de moverme rápidamente por la descarga de calor que venía de
donde sea que sentía su toque. Dejé de caminar y él me miró, una pregunta en
sus facciones. Sonreí a sus ojos verde esmeralda antes de poder detenerme.
—Pensé que podía sentirlos —dije.
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Yo no lo pensaba, lo sabía. Había estado degustando las manzanas por
las últimas dos cuadras y el sonido de las aves volando, golpeando a través de
los árboles, no era compartido por otros cercanos a mí. Esos eran mis sentidos
angelicales. La mayoría de los Grigori tenían uno. Algunos, como Lincoln,
tenían dos. Yo, por suerte, tenía los cinco sentidos y parecía que los sentía más
agudos que cualquier otro Grigori que había conocido. Era genial ser especial
y todo, pero tener un extra de cinco sentidos podía ser, bueno, abrumador.
—¿Cuánto tiempo has estado sintiéndolos?
Dudé. Él dijo:
—Violet… ¿Cuánto tiempo?
Me preocupaba que Lincoln pudiera juzgarme… estaba el hecho de
que podía sentirlos desde mucho más lejos, lo que podría ser una forma de
condescendencia sobrenatural y aislarme.
—No mucho. Quizás una cuadra —dije incómodamente.
Lincoln enarcó sus cejas hacia mí.
—Hace tres cuadras.
Las esquinas de su boca se curvaron. Él estaba sosteniendo su sonrisa
del gato Cheshire. Era una tonta… él estaba orgulloso de mí.
Rodé mis ojos a su expresión sorprendida.
—Están en la calle. Hay dos de ellos —dije.
Él asintió, ahora reenfocado.
—Yo puedo olerlos. —Su sentido primario angelical era el olor,
aunque también podía oír.
Me volví a su cabeceo. Mañana y noche o, más exactamente, el poder
que los creaba brilló ante mis ojos a la fragancia o el enfermizo dulzor de las
flores inundó el área tan fuertemente que incluso dominó el hedor de la calle.
Él dio medio paso delante de mí y lo dejé. Yo podría ser capaz de sentir desde
más lejos, pero Lincoln podría dimensionarlos y escoger al más fuerte mucho
más rápido de lo que yo podría.
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Ellos emergieron de la oscuridad, pareciendo humanos, pero no a la
vez. Ambos estaban vestidos casualmente, aunque uno tenía manchas de
sangre hasta el brazo derecho, como un trabajador del matadero al final del
día. Tuve un horrible sentimiento, sabía lo que eso significaba. Los exiliados
tenían el hábito de caer en la tortura física interna de sus víctimas. Eso me
impulsó a estar otra vez en mi entorno.
Mientras mantenía la vista en el inminente compromiso lancé mis ojos
sobre los cuerpos durmiendo en la calle. ¿Por qué nadie nos dijo nada, nos
detuvo, cuando claramente nosotros no pertenecemos aquí, de entrar en su
territorio indiscutible? Vi una, dos, luego tres de las figuras en sus sacos de
dormir, inmóviles. La energía tarareó a través de mi cuerpo y algo cruel hizo
su camino hasta la base de mis costillas.
Lo había permitido una vez, que la energía tomara el control de mi
cuerpo, forzándome al suelo, paralizándome al dolor de los demás. Agarré el
brazo de Lincoln. Él no miró atrás, pero tenía su atención.
—Todos están muertos. Los han asesinado a todos —dije, demasiado
consciente de que los exiliados estaban acercándose por segundos. Agentes de
la muerte.
—Linc, debería… ¿ya sabes? —susurré temblorosamente. Él sabía lo
que le estaba proponiendo. Justo después de convertirme en Grigori me había
encontrado en la desagradable posición de estar rodeada de exiliados mientras
estaba mortalmente herida. Ahí fue cuando descubrí que podía hacer más que
arrancar los poderes del exiliado o devolverlos al reino de los ángeles por un
juicio. Los Grigori confían en el contacto físico con el exiliado, a través del
cual puedes incapacitar al exiliado por el tiempo suficiente para devolverlos.
Al parecer yo no necesitaba del contacto y de hecho podía extender mi poder
para incluir varios exiliados al mismo tiempo.
—No. Tu poder se esparcirá por sobre todo el lugar. ¿Estás bien?
—respondió Lincoln rápidamente en voz baja. Ellos se estaban acercando.
Los sentidos estaban en el borde, pero los tenía bajo control.
—Estoy bien, podría tratar.
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—Mantente enfocada. Apégate al plan —susurró en respuesta. Pero su
tono dejó poco espacio para la discusión.
Genial. El plan. Aquel que me tiene toda misteriosamente feliz.
Excepto que no lo estoy.
Lincoln y Griffin habían insistido en que todavía tenía que entrar en
combate de la misma manera en que lo hacían todos los otros Grigori. Que no
era suficiente para mí confiar en mi poder para sacarme de todo. En teoría
estaba de acuerdo. Pero en este momento, en medio de una zona de sacrificios
mientras dos exiliados sobre estimulados, decididamente desquiciados se nos
acercaban directamente, parecía extremo.
Los exiliados se detuvieron frente a nosotros, sonriendo. Nos estaban
evaluando de la manera en que solo las criaturas de otro mundo pueden. Un
brillo en sus ojos, mostrando un mecanismo defensivo y hambriento a la vez.
Los exiliados, de luz u oscuridad, odiaban a los Grigori y amaban matarnos por
encima de los demás. Nosotros éramos su mayor, su única, amenaza. Si los
exiliados tuvieran éxito en nuestra exterminación, no habría ninguna
esperanza para nadie.
—Llegan un poco tarde —dijo el más bajo de los dos, el que tenía el
brazo ensangrentado, como si hubiese estado esperándonos.
Lincoln ya se había posicionado a su nivel, no es que yo necesitara el
aviso ya que este era el más estropeado de los dos.
—Es una lástima. Nos habría gustado guardar algunos para
desgarrarlos frente a ustedes. Yo prefiero una audiencia. Pero nos aburrimos.
—Él sonrió, dientes perfectamente blancos, labios llenos color rosa. Si no
hubiera estado tan segura de los sentidos habría jurado que era un deportista
de dieciséis años. Esa era la cosa sobre los exiliados… todos se veían saludables
y fuertes, todos en su plenitud.
—¿Sabían que veníamos? —preguntó Lincoln, girando su cuerpo un
poco más, protegiéndome.
El exiliado se río.
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—Tengo un mensaje para ustedes.
—Y yo que pensaba que sus días de mensajeros habían acabado.
El exiliado de aspecto deportista lamió sus labios, apenas
controlándose.
—Lo recompensa llegar a matarte. —Él me miró—. Y ella es suficiente
incentivo.
—¿Y bien? —dijo Lincoln, sin mostrar preocupación.
La sonrisa del exiliado se ensanchó y habló suavemente.
—Nahilius nos pidió que les dijéramos que vendrá por lo que es tuyo.
Lincoln se tensó. El exiliado se carcajeó ruidosamente.
—Haz tu elección —gruñó Lincoln. Era innegable que cuando él
entraba en modo de combate era letal. Pero entonces también lo eran ellos.
—¿Elección? —El exiliado con aspecto de deportista lamio sus labios,
apenas conteniéndose—. Muy amable de tu parte ofrecerlo. Creo que escogeré
la decapitación para ti y algo un poco más… improvisado para ella. Él me
miró, su amigo riendo a lo lejos. Entonces lo vi. Se había ido tan rápido como
había venido, pero definitivamente estuvo ahí. Reconocimiento.
Él podía sentirme, podía sentir mi poder. Por supuesto, teniendo en
cuenta lo que ha podido sentir y lo que probablemente había oído que podía
hacerle, debería haber corrido. En su lugar, fiel a su forma de exilio, se lanzó
hacia mí, saboreando el desafío.
Lincoln estaba listo, su brazo estirado para interceptar al exiliado, su
antebrazo doblado en el cuello de su oponente, rompiendo su velocidad y
desviando su atención. Ese fue todo el tiempo que tuve para ver antes de que
mi propio espeluznante, una, vez, ángel, exiliado comenzara a arrojar golpes
en mi dirección.
¿Por qué es que todos ellos sabían cómo pelear?
Los exiliados parecían venir a la Tierra, tomando forma humana y
aunque ninguno de ellos tenía una gran técnica, todos ellos sabían cómo
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golpear. Duro. Afortunadamente para mí, gracias a las muchas horas de
entrenamiento y algún aumento angelical, yo también sabía.
Intercambiamos golpe por golpe. No soy pequeña para ser una chica,
él era alto para ser un hombre, por lo que tenía eso en mi contra. Logró unos
buenos golpes en mi rostro, pero a él realmente le favorecía su derecha y yo
solo me mantuve moviéndome hacia él, teniendo éxito y acercándome así
podría ganar cualquier influencia que tuviera sobre mí. Estaba logrando
sobreponerme a las cosas, una serie de patadas en sus piernas lo tenía
inestable. No había conseguido una en ese mágico lugar que estallara su
rodilla, pero estaba dando tumbos.
Un resplandor de colores se encendió a mi derecha. Yo sabía lo que
era, pero miré de todas formas. Lincoln tenía al deportista en una llave y,
mientras giraba, lo vi hundir su daga en el exiliado, devolviéndolo. Lo que
dejé de ver fue el alto puño del exiliado dirigiéndose directo a mi oreja. Era un
golpe bajo, pero entonces estos chicos no tenían moral y mucho menos ética
en la pelea. Fui atrapada desprevenida y podía sentir la cálida humedad que
solo podría ser sangre filtrándose por un lado de mi cuello mientras caía, ahora
completamente consciente del exiliado bajando hacia mí.
Mi mano fue instintivamente hacia mi daga, mis dedos envueltos
ferozmente en la empuñadura. Hubo una apertura mientras estaba bajando, él
se había lanzado sobre mí, pero tenía tiempo. Si no hubiera dudado, podía
haberlo sacado, podía haberlo devuelto.
En su lugar, mi hombro golpeó el camino de grava y rodé sobre mi
espalda en un intento de evadirlo. Él chocó conmigo tan duro que sentí la
parte superior de mi espina dorsal destrozándose en la carretera y grité. Lo
golpeé en el rostro dos veces, pero estaba demasiado cerca ahora y había
tomado la ventaja. Condujo su rodilla a mi estómago y apartó un puño
apretado por lo que sabía que iba a doler, mucho.
Pero no lo hizo. Él nunca consiguió su oportunidad.
Todo lo que vi fue la daga de Lincoln a través del pecho del exiliado, la
gloria de su poderosa niebla colorida y entonces, el exiliado se había ido.
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Lincoln estaba parado sobre mí, fuerte y listo para cualquier cosa.
Miré a sus ojos combatientes y estos se tomaron un momento para suavizarse.
Extendió su mano y me ayudó a levantarme. Era cálido y real, me haló hacia
él y envolvió un brazo a mí alrededor para ayudarme a caminar.
—No pude. —Quería explicarme, darle una excusa aceptable. Estaba
decepcionándolo por no progresar. Simplemente no podía ponerme en peligro
como todos los demás lo hacían. Caminamos lejos de la escena. Los cuerpos de
los exiliados habían desaparecido, pero seguíamos rodeados por un campo de
personas sin hogar muertos, cuerpos que nadie reclamaría y que apenas
algunos notarían que habían desaparecido. Había sido demasiado fácil para los
exiliados torturarlos. Me sentí mal alejándome, como si estuviera siendo
irrespetuosa, pero no había opción. Más tarde informaremos a la policía de
forma anónima. No podíamos arriesgarnos a quedar atrapados en
investigaciones de asesinatos que nunca podríamos explicar.
—Lo hiciste genial. No puedo sentir más de ellos —dijo él, mirando
alrededor—. ¿Tú puedes? —Él sonaba inusualmente ansioso.
—No —dije, mirando hacia abajo—. ¿Sabes sobre qué estaban
hablando? ¿Quién es Nahilius?
Lincoln dudó.
—Solo un alborotador. Nadie por quien debas preocuparte.
—Oh —dije, manteniendo mis ojos en él mientras desviaba la miraba.
Lincoln apretó el brazo que tenía a mí alrededor, apoyándome.
—Eso solo va a tomar algo de tiempo. Lo que pasaste… en el desierto.
Está bien que necesites algo de tiempo.
—Estás molesto conmigo, lo puedo ver —dije, haciendo un gesto de
dolor por mi oído y por la parte trasera de mi cuello.
—¿Cuál es la primera regla en el combate Violet? —habló en su voz de
entrenador. Esta vez mi gesto no fue por el dolor, sino por la estupidez que
estaba a punto de tener que admitir.
—Nunca quitar los ojos de tu oponente.
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—Exactamente. —Seguimos de largo. Él no necesitaba decir nada más.
Ambos sabíamos, esta vez estaba todo sobre mí.
Cuando doblamos la esquina, hacia una calle más ocupada, él me haló
un poco más cerca, protectoramente. Amaba estar envuelta en sus brazos,
rodeada en su calidez y deseaba que pudiéramos tener nuestra oportunidad de
explorar lo que éramos el uno para el otro.
—Necesitamos alejarte de aquí para que así pueda sanarte.
Un hombre borracho, vestido en un traje de harapos se desplomó
contra la pared por la carretera y mientras pasamos, su botella casi vacía cayó
de sus manos, tintineando en el canal y me hizo bajar la mirada. Dejé de
caminar. Podía sentir algo. No los sentidos, algo más. Era… rancio. Una
persistente sombra de algo…
Me agaché y recogí la botella para tendérsela al vago. Pero no lo había
pensado y mientras me enderezaba pagué el precio con un perverso giro de la
cabeza seguido por el palpitar de todo desde mi cuello hasta mis sienes.
Cerré mis ojos brevemente y respiré lento. Lincoln me estabilizó.
—Dejó caer esto —dije, tendiéndole la botella al vagabundo.
El hombre miró hacia arriba.
Tantas cosas sucedieron en una fracción de segundo. Primero, el
esfuerzo de estirarse hizo al hombre perder el equilibrio y su mitad superior se
unió a su mitad inferior en el suelo otra vez. Segundo, jadeé. Tercero, Lincoln
me empujó detrás de él y sacó su daga en medio de una calle muy transitada.
Entonces… Onyx estalló en carcajadas.
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Capítulo 3 "Pero todos somos hombres, en nuestra propia naturaleza frágil,
y capacidad de nuestra carne: pocos son ángeles...”
William Shakespeare.
Traducido por Lalaemk (SOS), LizC (SOS) y Dai (SOS)
Corregido por Klarlissa
or fin! He estado esperando por ti. —Él hipó a través
de una serie de tos húmeda—. ¡Para que vengas a
matarme con tu pequeño cuchillo!
Se tendió en el suelo, con los brazos extendidos.
—¡Adelante! ¡Donde gustes! Simplemente haz la cuenta, pero no en
mi cara. —Él cerró los ojos y volvió a reír mientras comenzaba a cantar una
canción sin melodía—. Finalmente... finalmente... finalmente... ¡han venido
por mí!
—Oh, Dios mío —dije, poniéndome de pie para estar al lado de
Lincoln.
Hay muchas cosas por las que temer por ahí, incluso cuando eres
sobrenaturalmente fuerte y rápido, y a pesar de que los recuerdos de lo que
Onyx me había hecho, cómo me había fileteado sin arrepentimiento y
sonriente mientras veía la vida drenarse de mi cuerpo, estaban frescos, había
pocas dudas de que este hombre era una mera sombra del formidable enemigo
temible que había sido.
—¡P
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—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Lincoln, no tan firme como
siempre.
Me di cuenta de que podría estar recordando su propia experiencia
cercana a la muerte a manos de Onyx. Mis manos se estremecieron,
instintivamente quería consolarlo, pero me contuve. No era genial mostrar
debilidad, aún menos genial exponer la de otra persona.
Onyx abrió sus ojos en rendijas y jadeó un poco más.
—¡Cristo sea maldito! No has venido a matarme, ¿verdad?
—No —dije.
—Supongo que estabas tras ese lote en el camino. Son ruidosos. Sin
delicadeza. —Incluso a través de las palabras arrastradas, los sonidos del
desprecio y el deseo eran claros—. Veo que se divirtieron contigo —dijo,
mirando la sangre goteando de mi oreja.
—Se divirtieron tanto que ya no están con nosotros —dije a la
defensiva. A pesar de que no podía tomar el crédito.
—Bastardos afortunados.
—¿Todavía puedes sentirlos? —preguntó Lincoln.
—En cierto modo. Lo necesitaba. Hubiera sido más sutil si hubieran
entrado con tanques. Si no has venido a matarme, vete. —Tomó la botella que
seguía colgando de mi mano y la arrastró de vuelta a la pared.
Le eché un vistazo a Lincoln. Me miró horrorizado ante el vistazo y el
olor de ese hombre. Estaba segura que su reacción se reflejaba en mi propia
cara.
—¿Qué vamos a hacer? —le pregunté.
—¿Qué quieres decir? Vamos a salir de aquí y hacer que te sanen.
Vengan todos. —Hizo un gesto para que siguiéramos adelante, sin embargo,
sus ojos no dejaron los de Onyx.
—Tú has, uhm... ¿Has visto uno así antes? —Me balanceaba un poco,
el dolor era insoportable. El shock lo había contenido lejos hasta ahora.
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—No —dijo él, ocultando su preocupación con impaciencia—. Estás
perdiendo mucha sangre.
Negué y retrocedí.
—Sé que esto va a sonar loco, pero no puedo sola... ¿podríamos al
menos dejar que se limpie un poco? —Contuve la respiración.
Lincoln me llevó a unos pasos de distancia de donde estaba Onyx en el
proceso de acabar con los residuos, de lo que parecía ser una botella de
bourbon.
—Violet, ¿estás olvidando lo que te hizo? —preguntó, en voz baja
pero frenética.
—No, es solo que...
—Esto podría ser una especie de trampa. Él se dijo a sí mismo que
todavía podía sentirlo, él probablemente está trabajando con ellos. —Negó y
luego volvió a mirar a Onyx—. Es demasiado arriesgado. Sobre todo en el
estado en que estás.
—No tenemos que llevarlo a un sitio privado. Vamos a reunirnos con
Griffin en un minuto. ¿Tal vez deberíamos llevarlo al Hades con nosotros?
Antes de que pudiéramos hablar más, Onyx se puso de pie, usando la
pared para equilibrarse. Miró por encima de nosotros y entonces... escupió.
Observamos mientras su lougie golpeaba la bota de Lincoln, y al
mismo tiempo se volvía hacia Onyx quien empezó a golpear la botella vacía,
dejando en claro que sería lo siguiente que iría en nuestra dirección.
—Sucia Grigori. —Él arrastró las palabras.
—Correcto —dijo Lincoln, volviéndose hacia mí—. ¿Podemos por
favor irnos ahora?
Dejamos a Onyx a un lado de la carretera con su botella vacía y poco
más.
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Probablemente no era la mejor idea ir directamente a un club con una
herida abierta en la cabeza, pero en realidad íbamos tarde para reunirnos con
Griffin, y yo insistí que estaba bien, para la angustia de Lincoln. Aparte del
hecho de que mi oído había sufrido un trauma masivo y no estaba para
escuchar los graves sonidos retumbantes que iban de la mano con cualquier
buen club, mi cara, cuello y hombro, también estaban cubiertos con sangre.
Me alegré mucho que no pudiera ver los daños.
El portero abrió la puerta de oscilación masiva que había cambiado
recientemente de un acabado en negro brillante a un color naranja quemado
igualmente brillante. Después de una buena mirada hacia arriba y hacia abajo,
y que era prometedor que estábamos yendo a reunirnos con alguien, nos dejó
entrar.
Griffin estaba sentado en el bar. Él siempre parecía incómodo con su
uniforme de pantalón negro y camisa azul marino. Él estaba pasado de moda
en el estilo, pero yo estaba empezando a pensar que podría ser la mejor cosa
sobre él. Su lealtad también era de estilo antiguo.
Él estaba hablando con un hombre que ambos reconocimos como el
propietario de Hades. Ni Lincoln ni yo lo habíamos conocido antes, pero
éramos conscientes de que él y Griffin creían que él era más que humano. Era
obvio que todo lo que Griffin le estaba diciendo tenía al propietario
seriamente molesto.
—¿Deberíamos darles un minuto? —le pregunté Lincoln mientras me
ayudaba a presionarme contra los asistentes de la fiesta. Mi cabeza me estaba
explotando.
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—¿Qué? ¿Y perderme la diversión? —Él me guiñó un ojo. Le sonreí y
mi corazón se agitó mientras sus ojos se quedaron en mí por un momento más
que “solo amigos”.
Griffin nos vio acercarnos y rápidamente vio mi estado.
—¿Necesito preguntar? —habló con un tono paternal al que había
aprendido a no oponerme. Desde que todo había ocurrido, la forma en que lo
había abarcado, y luego había encarado a Onyx y a Joel, había ganado su
confianza.
Él puso los ojos en blanco cuando no respondí.
—Parece que los refuerzos no pudieron llegar lo suficientemente
rápido.
Asentí. Él no iba a obtener algo mío. Dos tutores y tres estudiantes del
centro de formación Grigori en Nueva York llegaban en dos días y no podía
estar más feliz. Iba a ser capaz de aprender de los expertos e iba a tener gente
de mi edad con quien entrenar, algo que realmente necesitaba. Estaba seguro
que con su ayuda sería capaz de superar lo que fuera que me había estado
conteniendo.
Sin mencionar la otra razón por la que sus servicios eran requeridos: la
Escritura que podía descifrar la identidad de todos los Grigori, incluso aquellos
que no lo habían aceptado y por lo tanto estaban indefensos, nunca estaban
lejos de mi mente. No iba a mantenerme al margen y verlos caer en manos de
los exiliados. Si encontraban la clave para destruir a los Grigori y se imponían
a la masacre no se detendrían hasta que todos los seres humanos se
arrodillaran delante de ellos, a adorarlos como dioses.
—¡Vidente! —gritó el propietario por encima de la música—. Esto es
exactamente lo que quiero decir. Ustedes no pueden tratar este lugar como
una especie de centro de acogida. Estoy dirigiendo un negocio. No quiero estar
involucrado en esto... esto... quiero decir, ¡Cristo! —Él hizo un gesto
fuertemente en mi dirección—. ¡Parece un animal atropellado!
Miré a Lincoln.
—De hecho, te ves muy mal. —Él sonrió.
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—Voy a ir al cuarto de baño y limpiarme. Lo siento —le dije al
propietario.
—Bueno, mierda. No vayas al baño de mujeres viéndote de esa
manera. —Cerró la mandíbula de golpe—. Puedes ir arriba.
Miré a Griffin y Lincoln sintiendo de repente un tipo diferente de
incomodidad.
—¡Sí, sí! —Saltó él, antes de que cualquiera de nosotros pudiera decir
nada—. Todos son jodidamente bienvenidos. —Él salió corriendo por el lado
largo de la barra y a través de una puerta sin marcar al final, disparándonos
una mirada de “Maldición, apúrense”.
Caminamos con dificultad por las escaleras a un corto pasillo con tres
puertas, Griffin informándonos a medida que entrábamos.
—Su nombre es Dapper. Él es una especie de Vidente. Todavía no
tengo claro los detalles, pero sí sé que él puede ver lo que todos somos. Parece
ser capaz de ver las auras que rodean a las personas. Creo que él puede
identificar casi cualquier cosa sobrenatural.
—Eso es útil. ¿Para quién está jugando? —preguntó Lincoln.
Griffin chasqueó la lengua.
—Bueno, ese es el problema. Es un bencher sin ninguna intención de
cambiar de estado.
—Podría ser peor —dijo Lincoln.
—Cierto.
Lincoln me miró de nuevo.
—¿Lo llevas bien?
—Estoy bien —le dije, mi visión borrosa.
—Está mintiendo —dijo Griffin, sin siquiera voltear a mirarme.
—Oye —protesté. Es de mala educación usar nuestros poderes entre
nosotros a menos que fuera una necesidad.
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—Lo siento —dijo Griffin.
—Ahora mira quién está mintiendo —murmuré.
—¡Vamos! —gritó Dapper con impaciencia, de pie en una puerta
abierta.
Él ocupaba la mayor parte del espacio. Luché para categorizar a
Dapper en su cuidada presentación de pantalones y camisa negra, un poco en
desacuerdo con sus modales ásperos. Pero lo que realmente me desestabilizó;
su cinturón estaba cubierto de diamantes.
Él nos llevó hasta su apartamento. Hades estaba decorado
primorosamente con pestañas de colores vivos y mucha chispa, así que no
debería haberme sorprendido ver la abiertamente femenina decoración
elegante de arriba, pero aun así, me maravilló. Oscuros suelos de madera
estaban cubiertos con felpudas alfombras mullidas color crema y modernos
muebles pesados que solo podían ser italianos… ser la hija de un arquitecto
significaba solo un tipo de revista sobre la mesa de café en casa. Vengo de un
mundo de diseño de interiores. Era impecable y cálido al mismo tiempo.
Dapper encendió los interruptores, iluminando la sala y el pasillo para
revelar una estrecha pasarela llena de libros. Todos con tapa dura. Todos
antiguos. Ninguno que yo reconociera. Pasó tempestuoso por el pasillo
dirigiéndome al baño, mientras que Griffin y Lincoln permanecían junto a la
puerta discutiendo en voz baja. Yo estaba a punto de regresar de vuelta a ellos
y averiguar lo que estaba pasando, pero entonces ambos me miraron. Lo que
sea por lo que estaban en desacuerdo, tenía algo que ver conmigo.
Genial.
Me volví de nuevo hacia el baño y Dapper.
—¿Quién más vive aquí arriba? —pregunté, aceptando la toalla fresca
que me entregó.
—Nadie —dijo Dapper.
—¿Pero las otras puertas?
—Mi oficina y piso.
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—¿Nadie vive en él? —Pensé que él no iba a responderme ya que me
miró como “la huésped tan poco deseada que era”, pero lo hizo.
—Es solo para el personal del bar. A veces, para cuando terminan de
trabajar es demasiado tarde, o están demasiado borrachos. Los dejo usarlo. Esto
los mantiene fuera de mi espacio.
Lincoln se acercó por detrás de Dapper y le indicó pasar.
—¿Te importa?
—¿Qué? ¿Tienes que entrar y tomarla de la mano?
Lincoln se echó a reír.
—No, pero me gustaría ir y sanarla.
Dapper me miró, luego a Lincoln.
—Sí, claro —se burló él, alejándose. Lincoln se echó a reír de nuevo.
Yo me puse roja.
Me balanceé en el borde del baño de gran tamaño sintiéndome con
náuseas y nervios. La línea entre lo que fue causado por una lesión y lo que
auto infligimos estaba difuminándose rápidamente. Compartir el espacio del
baño con alguien era sagrado.
—Nunca he tenido que curar algo así de mal antes —dijo, sentándose
a mi lado. Sonaba un poco incómodo también.
Mis ojos se clavaron en mi reflejo en uno de los tres espejos de cuerpo
entero en el baño extra grande. Dapper era totalmente vanidoso.
—Oh —dije, mirando a mi cara ensangrentada y cuello. Mi oído
estaba todavía goteando sangre fresca y cuando me giré para intentar
examinar la parte de atrás de mi cuello, el cual había sido golpeado contra la
grava, Lincoln me detuvo.
—Confía en mí.
—Oh —dije, otra vez. Luego, negándome a parecer débil, me encogí
de hombros—. Está bien, bueno... haz lo tuyo.
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—Sabes que no seré capaz de curar esto completamente —dijo
Lincoln, mirando hacia abajo a sus manos entrelazadas y retorciendo los
dedos—. Griffin...
Cuando él no terminó la frase, levanté mis cejas.
—¿Griffin qué?
—Él sugirió que... —dejó escapar un suspiro—. Él pensó que sería
mejor ver si tú puedes... —Pero él no pudo encontrar las palabras y estaba
empezando a parecer como si fuera a levantarse y salir corriendo.
Entonces me di cuenta de por qué se veía tan travieso. Oh. Mi Dios.
Recordé la única vez que había curado a Lincoln. En la forma en que
conectamos, el sentimiento de mi poder trabajando su camino de mi cuerpo al
suyo. Cómo nos curamos juntos.
Juntos… nos besamos.
—¿Quieres que yo...? —Bailé un dedo entre nosotros.
—Puede que te ayude. Cuando me sanaste después de Onyx, parecía
que curaste tus heridas al mismo tiempo y ya que tus capacidades son mucho
más fuertes...
—Sí. —Estuve de acuerdo, forzando indiferencia—. Quiero decir...
deberíamos intentarlo. Creo que podría funcionar... —En realidad, no tenía ni
idea.
Él me dio una sonrisa apenada.
—Quiero que sanes y creo que esto va a ayudar, pero no quiero que
hagas nada que... Griffin no entienda.
Él tenía razón en eso. Nadie más que nosotros conocía la profundidad
de los sentimientos. Cuán imposibles eran de resistir.
—Así que… ¿no crees que deberíamos hacerlo? —le pregunté,
sintiendo el rubor de la vergüenza.
—No. Creo que deberíamos. Si eso significa que te cure y... si estás
bien con ello.
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No podía hablar.
Mi boca se había secado y ya estaba entrando en pánico porque estaría
demasiado seca para besar… si eso era lo que iba a suceder. Pero luego lo
entendí.
Estaba asegurándose de que no iría como colegiala con él porque al
final, todavía no podíamos estar juntos. Pero la idea de tener un momento de
intimidad con él, aunque solo sea con fines medicinales, era demasiado
tentador para resistirlo.
—No entres en pánico, Linc. Solo es un control médico… nada más
—dije, tratando de hacer una sonrisa creíble. Mentirosa, mentirosa,
pantalones al fuego.
Los ojos de Lincoln casi me atraviesan. Estaba mirando para ver si
estaba diciendo la verdad y por un momento me pareció que estaba un poco
decepcionado.
Estiró la mano suavemente por mi rostro.
—Está bien —dijo, ya moviéndose hacia mí.
Sus ojos miraron al suelo hasta justo antes de que nuestros labios se
encontraran y entonces, como si él no pudiera detenerlos, se encontraron con
los míos... y me atraparon. Los ojos son las ventanas del alma… pueden decir
tanto en tan solo un breve momento.
Sus labios se encontraron con los míos suavemente y con cuidado sus
manos bajaron a mis hombros. No podía evitar que mis ojos se cerraran. Como
si tuviera que aislarme del mundo… solo él y yo.
¿Cierras los ojos cuando se trata de curación? ¿Cuándo no se supone
que importe… pero lo hace?
Me di cuenta de que estaba concentrado en su poder, trabajando duro
para sanarme. Traté de aclarar mis ideas y hacer lo mismo. Dejé de pensar en
sus deliciosos labios que encajaban perfectamente con los míos, hice a un lado
la sensación de calor emanando de él y de compartir el mismo aire y encontré
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mi poder, escondido en lo profundo de mí, cociéndose suavemente a fuego
lento.
Al principio, mi poder parecía alcanzar al de Lincoln, en busca de
cualquier signo de daño o mal funcionamiento. Una vez satisfecho, se volvió
hacia el interior de mí. Pude seguirlo de forma independiente, a pesar de que
era parte de mí. Cuando encontré al poder de Lincoln ya dentro de mí, los dos
unieron sus fuerzas y se convirtieron en uno, lo que aceleró el proceso
curativo casi al instante.
Sentí la fuerte bocanada de aire de Lincoln… Apreté más cerca,
asimilando nuestra rara cercanía, queriendo más. Solo unos segundos más,
unos pocos preciosos momentos robados.
Se retiró una fracción:
—Violet.
—Hmm —murmuré, solo lo quería cerca de nuevo.
Él se sacudió hacia atrás, lejos de mí.
—¡Violet, detente! Estás curada.
—Oh —dije, como si fuera una novedad para mí. Me arrastré hacia
atrás, evitando su mirada, a pesar de que tan desesperadamente quería mirarlo
y buscar sus ojos. Necesitaba saber por qué había sido tan fácil para él alejarse
cuando había sido tan imposible para mí.
El silencio en la sala amplificaba cada una de mis respiraciones pesadas
que salían de mí así... expuestas. Con el tiempo, yo no podía soportarlo.
—¿Puedes sentir cómo…? —empecé.
—¿Nuestros poderes se unieron? —terminó.
Me observé en el espejo. Todo signo de lesión había desaparecido,
incluída la sangre seca.
—Sí. —Di una mirada en su dirección, esperando que mi cara no
revelara todo lo que estaba sintiendo.
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Él asintió con la cabeza y me sonrió, mostrando un poco de
admiración
—Es increíble. Me siento completamente... genial.
Se puso de pie, pero luego volvió a sentarse y se pasó la mano por el
cabello.
—Sabes —prosiguió—, no podemos.
—¿Qué?
—El beso. Te estaba curando Vi, y pronto aprenderás a curar sin
necesidad de... no era, ya sabes… no cuenta.
Sus palabras fueron como una bofetada en la cara. Bajé la cabeza.
—Sí. No... yo... yo... —Mierda, mierda, mierda—. No creo... no... no
quiero... yo...
Pero antes de que pudiera hablar en más de un estado de estupor, llevó
su mano a mi cara, silenciándome. Su pulgar manchando mi pómulo con la
cantidad justa de presión para dejar a mi corazón y mi respiración sin aliento,
ya que solo lo he hecho por él.
Él tenía toda la razón.
El beso curativo no funcionaba en absoluto.
Me mordí el labio mientras me miraba, con los ojos color avellana tan
inferiores a su color verde brillante, que ahora parecían incapaces de mostrar
deseo.
¡Bang, bang, bang!
—Si no lo han visto hasta ahora, ¡está roto para siempre! ¡Fuera de mi
cuarto de baño! — gritó Dapper.
Lincoln dejó caer su mano de mi cara y se miró horrorizado consigo
mismo. Me tragué el dolor y fingí un interés repentino por mis uñas.
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—Vi, yo... —Se puso de pie, y luego dio la vuelta rápidamente para
mirarme—. ¡Ya lo ves! ¡Esta es la razón! Griffin no entiende. —Giró sobre sus
talones y casi salió volando del cuarto de baño.
Me quedé sentada en mi asiento de primera fila.
Quería gritar cuando cerró la puerta detrás de él.
¿Por qué no podemos estar juntos?
Él siempre había dicho que los compañeros Grigori no tienen futuro
juntos. Me dijo que no se permite… que nos debilitaría. La cosa es que, por
todas las veces que él lo dijo, no podía creerlo del todo. ¿Cómo iba a sentir esto
por una persona y no haber ninguna esperanza? ¿Era realmente tan fácil para
Lincoln negar justo lo que ambos sabíamos que estaba allí? Entonces, me vi a
mí misma en el espejo y me encogí, tirando de mi cabello apelmazado de
sangre.
No es de extrañar que él corriera.
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Capítulo 4
“Protégete a ti mismo de la mentira; hay quienes engañan y hay
quienes son engañados”.
Sexto 393
Traducido por val_mar
Corregido por Klarlissa
ara el momento que volvimos del lugar de Lincoln, era casi
media noche, lo cual era más tarde de lo que había planeado.
No era la única en la escuela de noche, pero era también
pasada una razonable hora para ir a casa y aunque papá estaba
espectacularmente eficiente siendo obvio, particularmente no me encantaba ir
a sus espaldas. Si supiera la mitad de lo que estaba pasando en mi vida, bueno,
él ya habría tenido parte de su corazón roto.
Dapper, resultó que, no había sido del todo cordial con nosotros.
Después de que terminamos de usar su baño y una breve conversación en la
cual él señaló, en un claro y ofensivo lenguaje, que no estaba dispuesto a
involucrarse en nuestras guerras si un exiliado venía a su bar buscando una
bebida, luego de que era exactamente lo que habían hecho, él nos echó.
Según para Dapper, eso era.
Yo tendía a estar de acuerdo. No mostré la idea de él estando
involucrado de cualquier manera, pero Griffin aun tendía a esperar por él por
alguna razón. Él vio un importante lugar para Dapper y él era el jefe, después
de todo.
Me puse la muda de ropa que sabía que Lincoln conservaba para
noches como esta. Tristemente, no por las mañanas. Este cambio de ropa hizo
absortó el “no esperar ser vista por mi padre y vecinos cubierta en sangre”.
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Lincoln intentó pero falló al conseguirme de comer algunos sándwiches
tostados que hizo mientras me estaba vistiendo. Me encontraba aún muy
enfadada conmigo misma por mis tempranos fallos, aun también enferma del
estómago con miedo de que nunca fuera capaz de usar mi daga. Y tan
vergonzoso que no podía parar de reproducir nuestro beso en mi mente. Pero
agradecidamente acepté el paracetamol. Mi dolor de cabeza estaba regresando.
Lincoln se veía distraído, también. No podía poner mi dedo en ello
pero algo había que lo tenía al borde desde la pelea y sabía que fuera lo que
fuera, él no quería hablar sobre ello. Cuando estábamos por entrar en su Volvo
de tracción total para el viaje a casa, se apresuró a entrar al auto y miró
alrededor como si estuviera esperando que algo pasara.
—¿Linc? ¿Todo está bien?
Se alejó a sí mismo de lo que fuera que estaba esforzándose por ver en
la oscuridad.
—Bien, solo quiero llegar a tu casa. Tienes que estar lista para la
escuela en unas horas.
Lo dejé pasar. Si había una cosa que yo sabía, era que no siempre
podíamos decir todo cuando otros lo querían. Si él tenía algo que decir tenía
que confiar en que me lo diría pronto. Nada parecido a la última vez.
—No me lo recuerdes. —Me encogí, esperando las pocas horas para
dormir que iban a ser suficientes para detener mi dolor de cabeza.
Lincoln y yo teníamos que voltear la página. No iba a ser fácil.
Perdonarlo. Pero, él tenía un montón por lo que perdonarme, también, y a
pesar de que lo sabía lo necesitaba en mi vida. Las pocas semanas que
habíamos estado sin hablar o vernos el uno al otro se sintió como sobrevivir
sin pulmones.
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Cuando llegué a casa, fui a través de todo el proceso común del lento
giro de mi llave en el cerrojo, intentando evitar el ruidoso clic. Una vez
dentro, comencé a andar a hurtadillas abajo en el pasillo. Luego vi que el
cuarto de papá estaba entreabierto y la luz estaba encendida. Sabía lo que eso
significaba. Pero aun, por un momento, fingí. Contuve el aliento, dejé que el
pequeño miedo que descubrí se filtrara dentro de mi pecho. Me deslicé fuera
de mis zapatos y caminé hacia mi habitación, mis calcetines resbalando en el
piso de madera. Si papá me atrapaba viniendo a casa a esta hora estaría
definitivamente roto y no podría afrontar eso, no ahora.
Mientras pasaba la rendija de luz que escapaba de su puerta me
desplomé y solté al aliento. Por supuesto, había sabido que él no estaba
realmente ahí. Probablemente todavía no llegaba a casa del trabajo. Dejé a mi
mente vagar por un momento, fantaseando como solía ser cuando era más
joven. Me imaginé viniendo a casa de la escuela, mamá saludándome en la
puerta llevando un delantal y el olor de galletas caseras con chispas de
chocolate llenando el aire. Papá estaría sentado en el sillón, metros de altura,
en jeans y una camiseta porque ya había llegado a casa del trabajo hace un
tiempo y se había bañado y cambiado.
Pero ahora, mientras intentaba tirar de una antigua fantasía que se
había producido en mi mente miles de veces, era borrosa y desenfocada.
Sabiendo que ahora que sabía lo de mi mamá, bueno… Si aún no hubiera
muerto, esa fantasía habría sido mucho más imposible. La habitación tendría
que estar en una nube con nosotros. En un lugar escondido de las mentiras.
Sacudí mi cabeza duramente, forzándome a mí misma a regresar al
mundo real, no necesitaba ir ahí justo ahora. Solo tenía que aceptar que papá y
yo estábamos llevando dobles vidas. Él estaba feliz de que nos
sobrepusiéramos. Más seguro, también.
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El día siguiente básicamente consistió en un enorme dolor de cabeza
únicamente se hacía más fuerte por empezar con doble química, lo cual en mi
vida, no tenía ni idea de por qué la elegí como una materia electiva. Gasté
cerca de dos horas pretendiendo que prestaba atención acerca de los diferentes
elementos que combinados dan metales preciosos con características únicas.
La señorita Stallad estaba corriendo alrededor de la habitación como si
fuera la más excitante lección que ella había dado todo el año. Charlaba,
explicando que ella había tenido una ola de inspiración esa mañana y se había
desviado resueltamente del estándar libro de texto para su clase. Ella se
encontraba en alguna clase de humor, casi eufórico. Al menos EF era después
del almuerzo.
Normalmente, amaba EF. A pesar de mis habilidades sobrenaturales,
nada parecido a Steph, no estoy provista con los genes de un genio. Arte y EF
siempre han sido mis favoritas, y siempre lo he hecho bien en ellas. Pero
mirando fuera del camino rojo del mondo1 que había sido llenado con
cuatrocientos metros de vallas, me sentí mareada.
En la superficie, Lincoln y yo teníamos un vínculo para poder
curarme. Nadie sabría que yo había estado luciendo un terrible arañazo justo
la pasada noche. Todavía, si estaba la sangre perdida aun causando efectos
colaterales o solo mi psique rezagándose detrás de la rápida recuperación, no
me estaba sintiendo como la mayoría.
Cuando Lydia Skilton se pavoneó pasándome en sus deportivos de
terciopelo color rosa bebé con una toalla a juego envuelta sobre su hombro
1 El Mondo al igual que el tartán es un material con el que están hechas las pistas de atletismo.
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bebiendo de su botella de agua, como si estuviera haciendo fila para la carrera
que iba a apartar o algo, me forcé a mí misma dentro de la línea de salida.
No era solo yo. Nadie como Lydia y yo sospechaba que ella lo prefería
así. En ningún caso, ella iba a golpearme.
Las vallas eran mala idea.
Después de EF, me senté en los vestidores e intenté tragar de vuelta el
ácido láctico, el cual normalmente no me afectaba esos días, y traté de mover a
través la culpa de la competencia.
Steph me encontró ahí después de que no volví a la clase de inglés.
—¿En escala del uno al diez? —preguntó ella, no molestándose en
nada más.
—Cuatro —dije, luego ondeé una mano a través del aire—. Tres.
—Tomaré eso como un ocho. Vi, no eres una súper mujer, lo sabes.
—Hubo una intencionada pausa. Luego ambas estallamos en risas, era una
clase de herida más—. Está bien, tal vez estas en una forma, pero esta
armadura que insistes en mantener alzada todo el tiempo va a costarte si
sigues forzándote en cada punto, incluso Lydia Skilton.
Hice una mueca.
—Escucha.
—¿Qué? ¿Qué tu pateaste su trasero tres veces en una línea y ella
básicamente corrió lejos del campo llorando?
—No era tan malo —dije, seguro Steph estaba exagerando.
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Ella agitó un dedo hacia mí.
—Nadie disfruta ver a Lydia tomar una cucharada de su propia
medicina más que yo. —Era verdad—. Pero no cuando la dejas en esta clase de
lio.
Puse mi cabeza entre mis rodillas, sabía que me iba a sentir mejor
después de un descanso.
—¿Sabes que está mal contigo?
—Una contusión cerebral.
—No. Querida, tienes remordimiento del comprador. —Y ella estaba
en lo cierto. Lydia era molesta, pero no podía dejarla ganar una. Había sacado
mi fuerza Grigori para superarla. Tendría que dejarla ganar una.
Steph me arrastró hasta el último periodo. Al menos era arte.
Por el tiempo que caminé fuera de las puertas de la escuela, me estaba
sintiendo un poco mejor. Arte siempre ayudaba, a darme algo de tiempo fuera,
un escape. Y cuando vi a Lincoln descansando contra el árbol cruzando la
calle, esperando por mí, me sentí mejor otra vez.
Y luego peor.
Él estaba llevando mi bolso de entrenamiento. Mierda.
Dije adiós a Steph, que estaba dirigiéndose con Jena así ellas podían
trabajar en su tarea de química, y crucé la calle hacia Lincoln.
Mientras me acercaba, mi poder se agitó, reconociéndolo como lo
hacía siempre y mi corazón dio un brincó como lo hacía siempre. Él corrió su
mano por su cabello me pregunté por un momento si también sintió,
cualquiera de ellos.
—Hola —dije—. No creí que estuviéramos de cacería hoy.
—No los estamos. Estamos corriendo —dijo él con una intensa
determinación.
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—Oh. Como que ya fui a correr hoy. —Realmente no quería tener que
volver de nuevo.
—No como esto. Vamos a cruzar el país, fuera de la ciudad. Hemos
estado gastando mucho tiempo en la instrucción de combate y recientemente
la caza, hemos estado olvidando lo básico.
—¿Y qué es eso? —pregunté, mirando al piso, obligándome a tirar de
mis pies juntos.
Él esperó hasta que lo miré y luego el sostuvo mi mirada.
—Cómo llegar lejos.
¿Cuándo Lincoln llegó a estar interesado en alejarse? Éramos del tipo
de permanecer y luchar.
Él comenzó a caminar hacia enfrente de su auto de tracción total. Solo
lo seguí.
¿Qué otra cosa vas a hacer, Vi? ¿Dile que no estás a la altura? No lo
creo.
Nos dirigimos a las afueras de la ciudad por el parque nacional. Me
puse mi equipo para correr en el asiento trasero cuando nos detuvimos.
Lincoln agarró un par de botellas de agua y esperó al frente del capo, en
ninguna ocasión volteó en mi dirección hasta que me escuchó salir y cerrar la
puerta detrás de mí. Luego nos alejamos.
Era un terreno muy loco. No como correr en una pista de siquiera un
sendero con alguna descripción.
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Sabía que ese era el por qué Lincoln lo había escogido. No es como si
escogieras tu superficie cuando un exiliado está corriendo detrás de ti, pero de
nuevo, si un exiliado está corriendo detrás de ti, generalmente la mejor cosa
que puedes hacer es detenerte y pelear. Casi siempre son más rápidos que
nosotros.
Media hora en nuestra carrera antinaturalmente rápida y me podía
sentir a mí misma sudando y mi corazón acelerado. Antes de saber que estaba
pasando tropecé encima de una piedra y fui abajo. Lincoln, quien había estado
unos pasos delante, se detuvo y estaba a mi lado en un instante.
—¿Estás bien? —preguntó él, poniendo su mano en mi espalda
únicamente para luego rápidamente quitarla.
—Si —murmuré, cepillándome lejos, tratando duro de no recordar la
última vez que me encontré yaciendo boca abajo en la maleza.
Los ojos de Lincoln se abrieron ampliamente, como si estuviera
viéndome desde una perspectiva diferente.
—No estás bien —dijo él, poniendo su mano en mi frente, molesto
conmigo.
—Estoy bien —mentí, pero no podía ralentizar mi respiración lo
suficiente para ser convincente.
—Por qué no lo dices… —Pero luego él se detuvo, recordando que
estaba hablando—. Aun sientes los efectos de la última noche.
Me levanté, pero me había inclinado en él un poco. Mi brazo y
hombro descansaban en su pecho y yo quería hundirme aún más para dejarme
ir. Él me sostuvo, como siempre, pero podía sentir que él estaba manteniendo
distancia.
Por el beso.
Cerré mis ojos brevemente luego me alejé.
—Estoy bien, únicamente un poco cansada. Puedo seguir, solo dame
un minuto.
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Me estudió por un momento, antes de darme una pequeña sonrisa.
—Sabes, olvidé que los neoyorquinos llegan mañana. Hemos estado
probablemente haciendo quince kilómetros eso es suficiente por hoy. Ellos te
querrán fresca para mañana. ¿Qué tal si conseguimos algo para cenar y te llevo
de vuelta? De cualquier modo estoy hambriento.
Me dio una salida. No tenía que admitir que no me estaba sintiendo
bien, o que no estaba a la altura. Asentí, incapaz de decirlo en voz alta,
sabiendo que mi acuerdo era aún una semi admisión. Por supuesto, él no
presionó.
Mientras caminábamos de vuelta al auto, Lincoln se paraba a
intervalos regulares. Lo combinó, a detenerse para abrochar su zapato o tener
una bebida. Una vez, dijo llanamente que quería admirar el paisaje. Cada vez
sabía que lo estaba haciendo para darme un momento de descanso.
Nos desviamos en el camino de vuelta por mí, para conseguir
suministros para cenar. Cuando Lincoln dijo que solo agarraríamos algo en el
camino, se refería a tomar algo para cocinar. No es bueno en la comida para
llevar y sabe que la probabilidad de encontrar algo comestible y que sirva en
mi casa es de cero, aparte de café y leche, eso es todo.
Papá no estaba en casa cuando llegamos, lo cual no era una sorpresa
para cualquiera de nosotros. Lincoln se puso a organizar los ingredientes y la
cocina. Creo que él es la única persona que actualmente cocina una apropiada
cena. Papá y yo somos inútiles.
Después de tomar un baño y ponerme un suéter y una camiseta me
sentí mucho mejor y me senté por un plato de pescado asado y vegetales con
una salsa de mantequilla de limón. Lincoln, se había cambiado en un par de
jeans y una fresca camisa negra, me sirvió una Coca-Cola y agarró una cerveza
para él.
—Así, que supongo que Griffin no te necesita esta noche —dije,
viendo mientras él se llevaba la botella a sus labios, el final plateado de sus
pulseras brillaba bajo las tenues luces. Él nunca se las quita. No veía ningún
punto ahora. Estaba celosa de lo que él había elegido.
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No parecía que era de los que tenía una segunda cerveza. Usualmente,
es muy moderado. Solo en caso de que nos llamen fuera o algo. Él giró toda su
atención a mí por primera vez desde que había vuelto a la habitación. Algo
vaciló a través de su rostro, sus ojos puestos en mi cabello húmedo.
—No, creo que estamos en la limpieza. Él está fuera de la ciudad esta
noche. Fue para recoger a Magda.
Oh, genial.
Solo di un asentimiento.
—¿Así que tú le dijiste a Griffin sobre los exiliados de la noche pasada?
¿Acerca de lo que dijeron y todo eso?
Lincoln tomó otro sorbo.
—Sip, le informé lo que paso. ¿Cómo estuvo el pescado?
—Bien. Gracias
Lincoln me habló sobre unos ejercicios que quería hacer en las
próximas semanas, pocos encajaban en el programa de la escuela, el nuevo
calendario Grigori y la cacería, asentí, feliz de hacer lo que sea, siempre y
cuando pudiera estar a su alrededor.
Bostecé cuando comenzamos a limpiar los platos y Lincoln tomó eso
como su señal, agarrando sus llaves.
—Necesitas descansar.
Pero antes de que pudiera decirle que no se fuera, o que lograra decir
que se iba, mi teléfono sonó.
—Hola —respondí.
—Es Dapper —espetó, ásperamente. Su hostilidad realmente venía a
través del teléfono.
—Oh. Hola.
¿Dónde consiguió mi número?
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—Escucha, querías que te dijera cuando hubiera un problema, lo
tienes. Trae tu trasero aquí abajo. ¡Ahora! —Colgó.
Alejé el teléfono de mi oído y miré con horror.
—¿Quién era ese? — preguntó Lincoln.
Suspiré. Tanto por descansar.
—Dapper. Tenemos que ir abajo al Hades.
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Capítulo 5 “El cambio no se realiza sin inconvenientes, incluso de peor a
mejor”.
Richard Hooker
Traducido por Lizzie
Corregido por obsession
uando entramos al Hades, no escapé de otra mirada de
desaprobación del mismo gorila que había estado allí la noche
anterior. Claramente yo no estaba vestida de acuerdo a sus
estándares. Me pregunté qué haría si fuera capaz de ver la gran daga colgando
de mí cintura. En realidad, por su aspecto, probablemente sonreiría.
Nos hicimos camino hacia la barra, lo cual no era fácil. Ya era hora
pico y el lugar estaba lleno de asistentes a la fiesta, que ya habían estado
bebiendo durante unas cuantas horas. Dapper estaba sirviendo detrás de la
barra. Estaba hablando con algunos al azar, pasando un buen rato. Cuando nos
vio, su sonrisa se desvaneció y yo, en serio, lo escuché gruñir.
Adorable.
—Estoy demasiado ocupado para esto —nos dijo, mirando hacia el
otro extremo de la barra que parecía sorprendentemente tranquila—. Llamé a
su hombre al mando. Él me dio su número. Ustedes lo hicieron, ustedes lidien
con él. Hagan lo que hagan, háganlo en otro lugar.
Fuimos a la parte tranquila de la barra y de pronto descubrimos qué la
mantenía tan desolada. No estoy segura si olí su fétido olor o sus malas
palabras primero. De cualquier manera, no era la primera vez que yo
experimentaba ambos. Miré a Lincoln. Hizo rodar sus ojos y se acercó a donde
estaba sentado Onyx. En la mesa más cercana había dos chicas sentadas y una
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de ellas estaba llorando. Supuse que había una buena probabilidad de que
fuera obra de Onyx.
—Onyx, tienes que irte —llamó Lincoln por sobre la música.
Onyx alzó la mirada por un momento muy breve. Estaba tan borracho
que no sabía cómo lograba mantener el equilibrio sobre el taburete de la barra.
—Onyx —grité, tratando de obtener su atención.
—¡Tú! Tú me hiciste esto —arrastró las palabras.
—¿Qué? —le pregunté.
—Me hiciste “esto”. Nada. ¿Por qué no solo me enviaste de vuelta?
La verdad. En ese momento, yo no tenía otra opción. Estaba herida y
no tenía mi daga. Iba a matarme, así que dejarlo sin poderes había sido mi
única opción. Pero ahora, a sabiendas de las dificultades que había estado
teniendo con la daga, la respuesta no parecía tan simple. Tal vez yo no hubiera
sido capaz de matarlo, incluso si hubiera estado armada.
—Onyx, eres humano, no nada. Fuiste lejos, habiendo hecho una gran
cantidad de cosas “realmente” horribles. Deberías estar en la cárcel o algo así,
pero no lo estás. Deberías estar feliz de tener otra oportunidad.
Dijo algo obsceno bajo su aliento.
Cuando me volví hacia Lincoln, él ya estaba observándome, traté de
permanecer neutral, pero vio a través de mí. Yo nunca podría hacer nada más
allá de él.
—Si te culpas por esto, estás loca, Violet. —Él puso una mano sobre
mi hombro.
—No me culpo a mí misma, yo solo sé que se suponía que él debía
tener derecho a una elección. La tomé por él. Él no estaría aquí hoy si no fuera
por mí.
—Tampoco nosotros. —Él me miró por un largo momento, luego
ambos miramos a Onyx, el problema que parecíamos haber heredado.
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—¿No vas a ser capaz de alejarte o sí? —preguntó Lincoln, pero
mientras él miraba de vuelta hacia mí, inclinando un poco su cabeza, no
necesitó mi respuesta. En su lugar, se limitó a asentir.
—Vamos —dijo, dirigiéndose hacia Dapper.
—¿Qué vas a hacer?
Él sonrió.
—Solo ten cuidado con los cristales que vuelan.
Él no estaba equivocado. Cuando Lincoln sugirió a Dapper que Onyx
pasara un par de noches en su piso de empleados, más que cristales fueron
lanzados. Su munición consistía en su mayoría de palabras, pero también
había una media docena de limones, un mortero (sin la piedra, ¡gracias a
Dios!) y la mitad de un cubo de hielo. Para el momento en que él terminó, el
área alrededor de Lincoln se había despejado un buen diámetro de cinco, lo
que era un justo espacio para un bar tan lleno. Cerca de allí, las chicas
chillaban mientras los chicos estaban animando a Dapper.
—Solo sería por una noche o dos —trató de razonar Lincoln,
sacudiendo fragmentos de hielo de su cabello y palpando hacia abajo su ropa.
Una chica de pie junto a él comenzó a ayudar, pasando su mano por su
espalda. Lincoln se dio la vuelta y sonrió dulcemente. Puse mis ojos en blanco.
—Ah, gracias. Ya lo tengo —dijo, dando un paso fuera de su alcance.
Se volvió hacia Dapper y yo estaba segura de que él evitó mis ojos—. No
tenemos otro lugar a donde enviarlo. Él se comportará. Bueno, al menos serás
capaz de encerrarlo escaleras arriba. Y... ¿nosotros te deberemos una?
No creía que Lincoln tuviese una oportunidad cuando Dapper agarró
un trapo y comenzó a limpiar la barra, ignorándolo, me di la vuelta para
alejarme, pero Lincoln agarró mi mano.
—Espera un minuto —me susurró al oído.
Asentí con la cabeza, totalmente preocupada con la mano que aún
sostenía la mía y de alguna manera incendiando un agujero a través de mí.
Con la misma rapidez la dejó ir sin mirarme de nuevo. Me mordí el labio.
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No creía que ellos pudieran, pero las cosas se estaban poniendo cada
vez más difíciles.
Efectivamente, unos minutos más tarde Dapper volvió su atención a
nosotros.
—Dos noches, no más. Si está en el bar, tiene que pagar y si se
emborracha tiene que ir arriba y... ¡dos noches! ¡Eso es todo!
Cosas más extrañas han sucedido, y a mí, pero esto era impresionante.
Parecía que Dapper tenía un lado suave después de todo, y era el encantador
Lincoln quien consiguió sacarlo de él. Steph iba a tener un día de campo
teorizando esto.
Ayudamos a un muy ingrato, pero afortunadamente inconsciente,
Onyx a subir escaleras arriba al piso de empleados. Era un estudio con un sofá
que se convertía en una cama y una pequeña cocina. Sencillo pero agradable.
El personal claramente no lo utilizaba mucho ya que todo estaba en buenas
condiciones.
Lincoln y yo contemplamos la posibilidad de tratar de poner a Onyx
en una ducha o, al menos desvestirlo durante como una milésima de segundo
antes de que ambos contuviéramos el reflejo nauseabundo y lo dejáramos
sobre la cama plegable. Hay algunas cosas que incluso los mejores de nosotros
no podemos hacer.
Mientras salíamos por la puerta, Onyx se dejó caer sobre su espalda y
se rió con su estridente carcajada.
—Él vendrá por ti, ya sabes.
Lincoln se dio la vuelta de manera que su cara estaba al lado de Onyx
en un instante.
—¿De qué estás hablando?
—No hablo contigo.
Tuve un mal presentimiento sobre esto.
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—¿Quién viene por mí? —le pregunté, permaneciendo junto a la
puerta.
—La última vez que lo vi, él estaba solo interesado en dos cosas. Es
curioso, yo creo que entre ustedes dos, también son las dos cosas que más te
interesan a ti.
—¿Cuándo lo viste? —le pregunté, sin necesidad de aclaraciones. Los
vellos de mis brazos se erizaron y un escalofrío me recorrió el cuerpo. No
sabía si era miedo o anticipación. Phoenix.
—Justo antes de que se fuera. Él me encontró, me trajo un poco de
whisky. —Él hizo un asentimiento exagerado y casi rodó cada palabra.
—Para saber qué sabía yo acerca de la Escritura y... de ti.
Di un paso hacia él. Quería saber más. Pero Lincoln me apartó.
—Estás loco, Onyx. —Lincoln me miró—. Él no sabe de qué está
hablando. Él solo quiere molestarte. Phoenix se ha ido. Vámonos.
Asentí con la cabeza para beneficio de Lincoln y dejé que me llevara
afuera a pesar de que sentí como que nuestra salida fue prematura. Antes de
cerrar la puerta, me di la vuelta para ver a Onyx observándome, sonriendo
estúpidamente.
¿Por qué estamos ayudando de nuevo a este tipo?
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Capítulo 6 “Aprendemos que hay en la Creación, Seres —quizás muy
numerosos— ambos buenos y malos. Richard Whatley
Traducido por Dracanea
Corregido por obsession
or la mañana, limpié el vapor del espejo en el baño solo para
desear no haberlo hecho. Para cuando Lincoln me dejó en casa
eran cerca de las dos de la mañana y ya que tenía que estar en
el aeropuerto a las seis para dar la bienvenida al nuevo Grigori, mi tiempo de
sueño se había visto seriamente truncado. Además, aquel sueño que tuve
realmente se había sentido inquietantemente como un sueño familiar.
Vestida pobremente en la única ropa escolar que pude encontrar —es
decir, del suelo— me puse a hacer mi primer café en lo que prometía ser un
día de alto contenido de cafeína. Tragué el primero de una vez y estaba en el
proceso de hacer una segunda taza, simultáneamente que escurría mi cabello
todavía mojado, cuando mi padre salió de su habitación arrastrando una gran
maleta.
—Buenos días, cariño —dijo, mientras dejaba la maleta junto a la
puerta y se acercaba a darme un beso firme en la parte superior de mi cabeza.
Su rostro estaba cálido y suave, recién afeitado.
—¿Es para mí?
Miré hacia abajo al café que acababa de hacer.
—Claro —le dije, entregándoselo y preparándome para hacer otro—.
No pensé que te ibas hasta esta noche.
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Papá estaba volando a visitar a sus clientes internacionales. Él hacía el
mismo viaje cada año, lo cual es casi lo más volador que cualquier otra cosa,
viajando de Tokio a Dubai y a París. Solía tardarse unas tres semanas, pero
gradualmente había estado volviendo antes. El año pasado, estaba en casa en
un récord de diez días. Este año, se las había arreglado para programar el viaje
en una semana. Dada la oportunidad, papá prefería permanecer encerrado en
su oficina, donde en realidad podía mantener al resto del mundo a distancia,
pero ciertos clientes insistían en los tratos cara a cara.
—No lo estoy, pero por si acaso me atrapan en el trabajo yo...
Asentí con la cabeza. Él no tenía que decir nada más.
—Entonces —dijo él, cambiando de tema y poniéndose en su voz de
padre responsable.
Me pregunté si tal vez me había escuchado entrar a hurtadillas esta
mañana, o había notado que no estaba en la cama la noche anterior. Le eché
un vistazo, estaba observando mis manos, que sostenían la jarra de leche para
espumar. Comprobé que las marcas en las muñecas estaban cubiertas
adecuadamente por las pulseras de plata que eran ahora un elemento
permanente. Yo todavía no sabía por qué tenía la nueva versión mejorada en
comparación con las pulseras de cuero que todos los demás Grigori habían
recibido. Mis marcas se envolvían alrededor de mi muñeca en un remolino de
plata, como un tatuaje o algo así, y cuando usaba mi poder reaccionaban,
produciendo como un río de mercurio, reflejando diferentes colores. Steph
dice que yo soy mi propia bola de espejos andante y jura que una noche me
convencerá de ponerlas a prueba en la discoteca.
No lo haré.
—Probablemente deberíamos repasar las reglas de la casa.
—Oh. Claro —le dije, dejando escapar un suspiro de alivio que
también contenía una cierta decepción.
—Igual que siempre, de verdad —prosiguió—. Si tienes cualquier
problema, ve con los vecinos. Le he dicho a los Richardson que voy a estar
fuera y ellos te han dado una invitación abierta para la cena y para ir a verlos
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si necesitas cualquier cosa. Te llamaré cada noche. En diferentes momentos
—él me dio la mirada yo también fui un adolescente una vez—, al teléfono de
la casa y nada de invitados hasta tarde excepto que sea Steph. Voy a
comprobarlo con el portero. ¿De acuerdo?
Le di a papá un gesto militar.
—Sí, señor.
—Muy graciosa. Solo cuídate.
Pero en realidad fue divertido. Era más difícil hacer lo que quisiera
mientras él estaba ausente que cuando estaba en casa.
Sí, somos una familia totalmente funcional.
—Yo siempre lo hago —le dije, terminando la conversación más larga
que había tenido con mi padre en unas tres semanas. Ni siquiera se había dado
cuenta, por supuesto, lo que lo hacía aún más difícil. Quería estar enojada con
él, decirle que me prestara atención, pero yo sabía que en el fondo, ahora que
yo era un Grigori, era lo mejor.
El aeropuerto estaba lleno de viajeros madrugadores.
¿Quién querría ir a algún lado a esta hora del día?
Todo lo que quería era arrastrarme de vuelta a la cama y no salir por
una semana, tal vez más.
Al menos Lincoln estará aquí.
Miré la pantalla de información. El vuelo desde el JFK ya había
aterrizado. Me dirigí hacia la zona de llegadas, con un ojo hacia fuera por
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Lincoln, pero había demasiada gente. Al final, me rendí y me limité a vigilar
nuestro enlace. Nuestro vínculo como compañeros. Siempre puedo sentirlo
cuando lo intento. Es como buscar algo que brilla más que cualquier otra cosa.
Pero antes de que tuviera la oportunidad de concentrarme en Lincoln,
capté una especie de destello de todo el aeropuerto. Me recordó a uno de los
planos de papá, pero en cambio era impulsada por los sentidos. De alguna
manera las sombras de la mañana y la noche se dibujaron en un mapa y una
energía vibrante enfocada en algunas áreas. Era solo una silueta y no tenía ni
idea de cómo lo hice o cómo volver a hacerlo. Lo más extraño era que, sentí
algo que no pude identificar. El sabor de las manzanas estaba allí, pero era
débil, más parecido a un recuerdo estimulando el sabor. Olí sabores, pero de
nuevo parecían distantes. Se sentía como un exiliado, o exiliados, pero
también me hizo sentir vacía, al igual que si mis entrañas se hubieran ido a
dormir. No tenía ni idea de lo que significaba.
Tal vez no estoy en verdad durmiendo lo suficiente.
Empujé mis sentidos a un lado, no pude llegar a ninguna conclusión
racional. Encontré a Lincoln rápidamente después de eso —podía sentirlo— y
me dirigí en su dirección.
El corazón me dio un vuelco cuando lo vi. Debí haber adivinado
—estaba comprando cafés.
—Buenos días —trinó él, pasándome una taza tan pronto como el
barista las había puesto sobre el mostrador. Se veía exactamente como el
hombre de tus sueños se supone que se ve a primera hora de la mañana.
Camisa blanca, mangas enrolladas cuidadosamente, jeans azules, justo lo
suficientemente descoloridos. Su cabello castaño claro estaba alborotado, los
rayos de sol resplandeciendo el rubio veteado al azar. El único signo visible de
la mañana particularmente temprana era que no se había afeitado todavía.
Tuve que trabajar duro para no quedarme mirando con los ojos abiertos y
estaba agradecida por mi bebida caliente manteniendo mis manos firmemente
comprometidas, impidiéndome llegar a tocar la barba de tres días, la cual
resultaba el accesorio perfecto.
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—Justo a tiempo —le dije, mi voz obviamente afectada—. ¿Ellos ya
están aquí?
—Buscando sus maletas. Deberían llegar en unos minutos. —Él puso
su mano en la curva de mi espalda, guiándome más cerca de las puertas de
llegada.
Solo respira, idiota.
Pero el problema era que cada roce, cada momento con Lincoln estaba
tan intensificado de modo que la mano en la parte baja de mi espalda era todo
en lo que podía concentrarme.
¡La cuál es exactamente la razón por la que los Grigori probablemente
nunca están destinados a estar juntos!
—Oye, ¿sabes si ha habido algún exiliado que regresara por aquí
últimamente? —le pregunté después de hacernos un lugar cerca de una pared
lateral.
Sus cejas se alzaron.
—No, no que yo sepa. —Pero eso no quiere decir que no los
hubiese—. ¿Por qué? —Comenzó a mirar alrededor, sin saber si debía estar
alerta.
—Probablemente no sea nada, tan solo me siento algo rara esta
mañana —le aseguré mientras me apoyaba contra la pared y soplaba mi café
hirviente. Odio cuando lo preparan demasiado caliente. Me dejé caer un poco
de manera que mi cabeza cuelgue hacia atrás y decidí esperar hasta que
estuviésemos fuera del aeropuerto. Entonces, probaría de nuevo para ver qué
podía sentir.
—¿No has podido dormir mucho? —preguntó Lincoln.
—No. ¿Y tú?
—Lo suficiente. —Él se encogió de hombros.
Me puse de pie derecha. Yo no iba a salir con un capricho, si él podía
ser duro, entonces yo también.
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—¿Dónde está Griffin? —le pregunté, ignorando la sonrisa que me
estaba dando.
—Justo ahí. —Señaló a través de la multitud y, efectivamente, Griffin
estaba caminando hacia nosotros.
—Buenos días —dijo Griffin, evitando a dos niñas rubias-peróxido
maniobrando unas maletas que eran más grandes que ellas. No pude contener
la risa cuando una de ellas se dio la vuelta y él tuvo que agacharse.
Griffin les dirigió una mirada fulminante antes de redirigir su atención
hacia mí.
—Me dijeron que tuviste un final inesperado para la última noche.
—Sí, ¿Linc te has informado sobre Onyx?
—Sí, y me sorprende que haya resurgido. Voy a pensar en algo. Tal
vez podamos llevarlo a un centro de rehabilitación o algo así.
—¿Qué haces normalmente? —le pregunté, soplando a través de la
pequeña boquilla en la tapa de mi taza para llevar. Tiene que haber algún tipo
de plan para estas cosas.
—Violet —dijo Griffin, levantando las cejas—, Onyx es el primer
exiliado que conozco que se ha convertido en humano y luego reaparece.
—¿Qué? Yo... no lo entiendo. ¿Seguramente otros no han optado por
hacerse humanos en el camino?
Él tan solo negó con la cabeza con una pequeña sacudida.
—Ha habido unos pocos, pero nunca vuelven a aparecer después.
Hablaremos de ello más tarde. Tus nuevos tutores deberían estar fuera en un
minuto y tengo que informarte.
—Está bien —le dije, no del todo segura de que podía concentrarme.
¿Ser humano era realmente tan malo?
Me acordé de hace un mes atrás, cuando yo habría dado casi cualquier
cosa por haber mantenido mi aburrida existencia humana.
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—Bien —dijo, relajándose junto a nosotros como cualquier normal de
veinticinco años de edad, algo que rara vez se las arreglaba para llevar a
cabo—. Así que, Nyla y Rudyard son los tutores. Los dos son viejos amigos
míos y han sido socios desde hace casi cuatrocientos años. En realidad...
—¡Espera! —lo interrumpí—. ¡Cuatrocientos años!
Sí, solo pasa el rato hablando sobre sus amigos de cuatrocientos años
de edad.
—Sí, casi. Probablemente más cerca de trescientos ochenta y cinco,
pero cuando llegas tan alto, creo que es aceptable redondear a los cincuenta
más cercanos. ¿No te parece? —preguntó, sonriendo.
Lincoln se echó a reír.
—Ja, ja. Muy gracioso. Me alegro de que me encuentres tan divertida.
Quiero decir, sé que dijimos que íbamos a vivir cientos de vidas, pero es
diferente cuando comienzas, ya sabes, conociendo gente que pronto estará
celebrando cuatrocientos dos años. No siempre fueron Grigori —dijo Lincoln,
disfrutando también.
—¿Qué pasa con los otros? Son de mi edad, ¿no? —De repente, me
asusté de que estaba a punto de estar rodeada por un equipo de ancianos.
—Sí, más o menos un año o dos. Creo que van a traer tres con ellos.
Un conjunto de compañeros y uno en espera. No sé sus nombres —explicó
Griffin.
—¿En espera?
—Compañero que no ha alcanzado la mayoría de edad todavía —dijo
Lincoln, con un tono plano.
—Oh. —Fue todo lo que solté.
Lincoln levantó un hombro y miró a su alrededor casualmente, a pesar
de que no fue casual en absoluto —no para él. Él había tenido que esperar
nueve años por mí, lo que era un tiempo largo para un Grigori. Mayormente
los compañeros solo tenían que esperar unos meses o tal vez un año por el
otro. Nadie sabía por qué Lincoln había tenido que esperar tanto tiempo por el
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suyo, pero yo sabía que no debía haber sido fácil para él durante ese tiempo.
Incluso los Grigori que pierden a su compañero se ofrecen en general por un
plazo de un año, y aunque algunos se niegan —eligiendo en su lugar ayudar
de otras maneras, como el equipo de limpieza, o algunos simplemente optan
por el retiro, aunque en apariencia rara vez lo analizan detalladamente—, por
lo menos tienen algo que decir en el asunto.
Griffin estaba observando el flujo de personas que arribaba. Fue
evidente cuando la ola de neoyorquinos comenzó. Ellos no parecían darse
cuenta de la gente que estaba a su lado, o en frente de ellos para el caso,
simplemente caminaban a su propio ritmo, el cual era más rápido.
Le di un codazo a Lincoln.
—Me pregunto cómo se verán —susurré.
Cuando alguien tiene más de cuatrocientos años, debe de lucir raro,
¿no?
No tuve que esperar mucho tiempo, en cuanto el grupo de cinco se
acercó a donde estábamos parados y dos de ellos comenzaron a abrazar a
Griffin, me quedé muy sorprendida.
Las personas, que asumí eran Nyla y Rudyard, no parecían ser mayores
que Griffin. Quiero decir, tal vez un año o dos, pero no había nada viejo en
ellos. Su piel era de color rosa y joven y vestían normales, ropa de gente joven.
Sus jeans y las elecciones de camisetas eran más a la moda que cualquiera de
las de Griffin, quien solo ocasionalmente se aventuraba lejos de sus confiables
camisas azul marino con botones.
Los tres parados detrás eran obviamente los estudiantes. Todos
parecían de mi edad. Se quedaron atrás, mientras que las reuniones tuvieran
lugar. Sentí sus ojos incendiando varios agujeros en mí. Empecé a temblar. Sin
saber dónde mirar, hasta que sentí una mano suavemente cepillando mi
espalda. En un breve contacto, el apoyo, la confianza y el poder que solo podía
venir de mi compañero Grigori.
Solo de Lincoln.
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Una vez que los abrazos y los divertidos comentarios: No has
cambiado nada, hubieron terminado —es decir, ellos probablemente no se
habían visto en décadas— Griffin se volvió hacia nosotros.
—Lincoln y Violet, ellos son Nyla y Rudyard.
Todos empezamos a estrechar manos. Saludé a Nyla primero. Ella era
hermosa. Parecía un poco egipcia, con el cabello negro, corto alrededor de su
cara —estilo Cleopatra— piel bronceada y una figura alta y delgada que la
hacía parecer fuerte y atlética en lugar de a la moda o flaca. Cuando me saludó
ella se iluminó con una hermosa y cálida sonrisa de dientes perfectos
enmarcados por profundos labios de color grosella. Me gustó al instante.
Rudyard parecía más reservado. Me tomó la mano, pero no la agitó. Él
sonrió brevemente por cortesía y me inspeccionó con ojos de buenos modales.
Podía ver que no estaba seguro de mí.
Entonces sentí una punzada. En primer lugar en la parte trasera de mi
cuello, pero luego se extendió como una corriente eléctrica, tanto en mi
cabeza como en mi cuerpo hacia abajo.
Retiré mi mano, pero él no la soltó. No me dolió, pero era muy
incómodo. Algo estaba empujando contra mi poder desde el interior. Algo que
no era yo.
Mis ojos, urgentes, parpadearon a Griffin. Parecía que me miraba con
interés, sin alarma.
Maldita sea. Están haciéndome algo. Probándome.
Luché contra el impulso de estremecerme ante las intrusiones no
deseadas y en su lugar comencé a tratar de levantar las barreras alrededor de
mi poder, protegiéndolo y a mí misma. Me recordó a cuando yo había hecho
lo mismo con Phoenix no hace mucho tiempo.
Tomó mucha concentración y perdí el control un par de veces y tuve
que empezar de nuevo. Todavía estaba cansada por el último par de días y para
cuando me estaba poniendo al mando de la situación estaba más enojada que
otra cosa.
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Una vez que hube protegido mi poder, presioné lo que noté era el
poder invasivo de Rudyard dentro de mí. No me molesté en ser educada.
Me soltó la mano y se tambaleó hacia atrás unos pasos. Nyla tenía su
brazo para sostenerlo antes de que siquiera se moviera. Cuando él me miró,
sus ojos brillaban de asombro y sonrió tan ampliamente que casi tocaba sus
orejas.
—Impresionante —dijo con una inclinación de cabeza mientras
miraba de nuevo a Nyla, quien también dio un pequeño asentimiento. Vi
como sus manos automáticamente se enlazaban, los dedos entrelazados
delicadamente como si las ranuras entre ellos hubieran sido moldeadas entre sí
con el tiempo.
Qué car...
Tanto Rudyard como Nyla parecían demasiado interesados en algo
mientras sus ojos iban y venían entre Lincoln y yo. Extrañamente, no parecía
como si estuvieran mirándonos a nosotros tanto como el espacio entre
nosotros. Me sentía agotada y cada vez más incómoda que cambié mi peso de
un pie al otro y estaba al borde de exclamar una excusa para ir l baño cuando
Rudyard volvió en sí. Le dio a Griffin una palmada en la espalda, al punto que
yo era libre para ofrecer una mirada de muerte tanto a Griffin como a Lincoln,
ninguno de los cuales había intervenido para ayudarme en ningún momento.
—Me alegro de que nos llamaras, viejo amigo —dijo Rudyard,
levantando un bolso sobre su hombro.
Griffin sonrió. Me alegraba de que estuviera feliz mientras yo todavía
estaba jadeando como una idiota.
Lincoln puso su brazo alrededor de mí para ayudarme a mantenerme
en pie. Me encogí ahuyentándolo y le lancé una mirada. Él lo sabía mejor.
Especialmente frente a los novatos.
—Violet, lo siento por la intrusión de Rudyard en tu base de poder,
pero en algún momento explorando la primera impresión entre un poder y
otro es la mejor manera de medir la fuerza. No siempre es lo mejor para
romper el hielo, lo sé... pero resulta eficiente a su manera. Él no quiso hacerte
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ningún daño y te damos nuestra palabra, de que una intrusión no volverá a
suceder sin tu consentimiento —dijo Nyla suavemente
No dije lo que quería, solo hice una nota mental: ¡No hay manera de
que ese consentimiento vaya nunca a venir de mi parte, señora!. Las primeras
impresiones ya se han hecho de ambos lados.
Lincoln dio la mano a Nyla y Rudyard y todos saludamos a los tres
estudiantes, quienes hasta ese momento habían permanecido en silencio.
Es probable que fueran parte del sabotaje "Echa un vistazo a su poder".
Había dos chicos. Salvatore —un italiano que no parecía hablar mucho
inglés, pero se veía muy amable con sus gruesos rizos de cabello castaño
oscuro, cejas espesas y hombros anchos. El otro, Spence, estrechó las manos
con fuerza, su cabello rubio arenoso caía hacia adelante sobre su cara y sus
ojos verdes disparaban hacia todas direcciones. Eran de un bonito verde, pero
no eran rivales para los de Lincoln. Parecía feliz de conocer a todo el mundo
—todo el mundo excepto a mí, al parecer. Lincoln me dijo que estaba siendo
paranoica cuando se lo susurré, pero definitivamente sentía la vibra negativa
cuando Spence miró hacia mí.
Estupendo tener nuevos amigos.
El nombre de la chica era Zoe y ella parecía... enojada. Ella tenía esa
mirada emo que realmente no comprendía. A lo que me refiero es, ¿quiere
decir que eres gótico o emocional? No lo sé. Era alta, aunque encorvada, y bajo
su corto cabello marrón con puntas desteñidas, sus ojos estaban fuertemente
delineados en un azul oscuro. Pero lo que más me impresionó acerca de Zoe
era que estaba completamente cómoda en su propia piel. De pie en unas botas
militares, en una apretada camiseta gris oscuro y corta falda negra plisada, no
le importaba quién tuviera un problema con ello. La envidiaba. Todo lo que
había visto de ella hasta ahora comprendía a ella agarrando su bolso y
golpeando hacia abajo en el suelo de nuevo largando resoplidos cada tanto. Me
pregunté si ella había sido arrastrada a lo largo del camino y preferiría todavía
estar en Nueva York. Probablemente ya me odia.
Pero cuando nos presentaron finalmente, explicó de buenas a
primeras:
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—Hola, soy Zoe. Supongo que has conocido a mi pareja idiota,
Salvatore.
Miré a Salvatore que estaba de pie junto a Spence. En comparación
con el gélido recibimiento que había recibido de Spence, Salvatore parecía
positivamente acogedor.
—Él no puede hablar inglés, así que no nos molestamos hablando con
él —continuó Zoe—. Puedes creerlo, atascada, pegada con aquel retrasado
mental, como, para siempre. —Ella me miró, sinceramente horrorizada.
Obviamente esta asociación era muy nueva y “obviamente” nadie le había
explicado nunca a ella que solo porque alguien no hablara inglés con fluidez
eso no les hacía retrasados mentales.
Ahogué una risa y le estreché la mano.
—Estoy segura de que va a mejorar con el tiempo —la consolé.
Ella rodó los ojos.
Cuando salimos del aeropuerto, recordé que yo quería ver qué más
podía sentir una vez que llegamos fuera, pero al final estaba demasiado
cansada de los juegos de Rudyard.
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Capítulo 7 "En todo caos hay un cosmos, en todo desorden una orden secreta”.
Carl Jung. Traducido por Helen1
Corregido por MaryJane♥
teph me estaba esperando, dando pasos cerca de la parte
superior de la escalera de la escuela cuando salté del taxi. Tan
pronto como vi su rostro, pude ver que algo estaba
inquietándola.
—Oye. No tenías que esperar ya sabes. Podría haberte encontrado en
clase.
Nos dimos la vuelta y caminamos los últimos escalones y entramos al
pasillo de la escuela juntas.
—No seas ridícula. Esperaba que no lo hicieras, así podríamos saltarla
juntas —mintió, agitando su cabello, al mismo tiempo para poder mirar en
otra dirección. Me apegué al código de mejor amiga y no dije nada más—. Te
ves como una mierda, por cierto.
Sí, ¡amigas para toda la vida!
—No es de extrañar que no te las hayas arreglado para hacer tu
camino a los brazos de Lincoln todavía. Las chicas no son las únicas que miran
a alguien e imaginan qué clase de hijos producirían. —Ella agitó su mano
arriba y abajo hacia mí.
—Esa no es la razón por la que no estamos juntos, Steph.
Ella arqueó las cejas. Muy bien, así que tenía razón hasta cierto punto.
Apenas cepillé mi cabello esta mañana y mi uniforme de la escuela, el cual era
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lo suficientemente desastroso por su cuenta, había sido tomado directamente
de mi piso y no había un atisbo de una plancha en él.
—En serio —dijo Steph, dando un guiño deliberado. Rebuscó en su
bolso mientras caminábamos hacia nuestra primera clase—. Aquí. —Me pasó
la pequeña bolsa de maquillaje. Sabía por experiencia que poseía
absolutamente todo lo que una chica podría desear de una amplia gama de
cosméticos en forma de miniatura—. Vas a necesitar esto.
—Gracias —le dije tímidamente mientras nos dirigíamos a historia a
un ritmo acelerado. Solo llegamos un par de minutos tarde, pero el señor
Burke tenía una reputación horrible por dejar a los chicos fuera del salón de
clases si estaban más de cinco minutos fuera. Pensarías que eso animaría a los
chicos a hacer exactamente eso y evitar clases por completo, pero, contra toda
lógica, cuando se ven amenazados con la pérdida del derecho a la educación
usualmente se sienten obligados a volver al rebaño.
—Espérame después de clase, quiero oír hablar del Escuadrón de Dios
—dijo Steph.
—¿Escuadrón de Dios?
—Sí.
La clase resultó ser casi tan sosa como se esperaba, incluso peor
después que revisé mi calendario. Hoy fue un doble. Me quedé atorada allí
durante casi dos horas escuchando al señor Burke hablando de los grandes
villanos de la historia. Pidió a la clase gritar los nombres de los traidores de la
historia más notorios. No tenía ni idea. Bajé mi cabeza y traté de tomar notas
para parar de caer dormida.
Malabarismo en la escuela, entrenamiento, caza y ahora estos nuevos
Grigori, el Escuadrón de Dios de acuerdo con Steph, quien todavía no podía
separar el tema del ángel del más amplio dilema de Dios, estaba causando
estragos en mi tiempo. Estaba empezando a sentir que el día no era suficiente.
Pero estaba decidida a demostrarle a Griffin que podía manejar una vida
normal y la escuela sin dejar de hacerme una Grigori.
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La otra opción, terminar la escuela en el centro de formación Grigori
en Nueva York, sonaba como una idea terrible. Incluso si Lincoln podía ir
conmigo, yo no estaba preparada para dejar a Steph atrás, ni a mi papá, y bien,
la escuela importaba, también. Todas mis clases de arte estaban aquí y me
gustaría empezar mi curso de becas en cuatro meses. Había trabajado muy
duro para conseguir el lugar y tenía toda la intención de sacar el máximo
partido de ello. Por lo que yo podía ver, el programa de arte en la Academia
Grigori era casi inexistente.
—¿Algunos nombres más? —gritó el Sr. Burke particularmente fuerte
en mi dirección.
Vaya. Había estado dormitando.
Me senté derecha. Había escuchado algunos de los nombres, Marcus
Brutus, algún Arnold, Bernard Madoff.
—¿Violet? —El Sr. Burke estaba de pie frente a mi escritorio. Él
esperaba que yo respondiera. Genial.
—Uhm, bueno... —En blanco.
—Qué tal una pista, Srta. Eden. Tal vez si empieza con lo que sea... el
beso de...
—Ah, ¿Judas, señor? —Ofrecí vacilante, sin saber si el nombre ya se
había dicho.
—Excelente —dijo, condescendiente, ya alejándose y volviendo su
atención al resto de la clase—. Judas es tal vez el mayor traidor de todos los
tiempos. Muerte en un beso, no hay nada peor que eso. ¿Alguien más?
Para el momento que Steph y yo salimos de clase mi cerebro estaba
frito. Steph, como de costumbre, parecía como si hubiera sido revivida por el
día.
Después de que ella me empujara hacia el baño para arreglar mi
desaliño, le informé de los novatos, a los que me negué a referirme como el
Escuadrón de Dios, mientras hurgaba a través de su bolsa de cosméticos.
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—El tipo Rudyard suena raro. Debes ser cuidadosa Vi. El hecho de que
sean Grigori no les da un pase gratis por la calle de digno de confianza.
Asentí mientras intentaba desenredar un nudo terco y estaba una vez
más contenta de tener a Steph de mi lado. A pesar de su broma, hizo puntos
sólidos y siempre estaba de mi lado, amigas de verdad. Una de las muy pocas.
—Sí. Supongo que voy a averiguar más esta tarde. Empiezo el
entrenamiento después de la escuela. ¿Quieres venir? —Steph parecía un poco
insegura.
—¿Crees que me lo van a permitir? —Puse mi mano sobre la suya por
un segundo.
—Steph, eres mi mejor amiga. No me importa lo que piensen. Si
quieres venir, tendrán que lidiar con eso. —Ella sonrió a mi reflejo en el
espejo.
—¿Estás segura, Vi? —Entonces ella me entregó la máscara de
pestañas. Le devolví la sonrisa, a pesar de que había una parte de mí que se
preocupaba.
¿Quién era yo, para traer a Steph a este mundo de inmortales y guerras
eternas? Ella no tenía poder para defenderse. Mezclarla en todo esto era
egoísta y yo lo sabía, pero no podía sacarla fuera de mi vida. Yo la necesitaba.
Ella era uno de los míos.
—Oye, ¿cómo está Marcus? —pregunté, de repente dándome cuenta
de que no había corrido a su encuentro, o incluso lo mencionó hoy. Los dos
habían estado unidos por la cadera por las últimas semanas. Estaba segura de
que un día de estos harían oficial su relación, si es que no lo habían hecho ya.
—Rompimos —dijo Steph, indiferente.
Dejé la bolsa de maquillaje y le di mi atención, los ojos muy abiertos y
todo.
—¿Por qué? ¿Estás bien?
—Sí. Yo fui la que... hice la ruptura.
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—Oh, bueno... ¿por qué? —Yo no entendía. Steph creía que Marcus
era el hombre perfecto. Él cumplía todos los requisitos. Tenía muy buen gusto,
de buen aspecto, mega inteligente, venía de una familia de clase social alta y él
la adoraba.
—Déjame solo decir, que he aprendido una cosa o dos, cuando vi lo
que pasaste con Phoenix. Quiero decir, me imagino... No quiero hacer algo
que... ya sabes...
—De lo que te arrepentirás —terminé por ella, mirando hacia abajo a
los azulejos sucios del piso del baño.
—No digo que debes arrepentirte de lo que pasó. Yo... yo solo quiero
decir... viendo como todo eso te afectó... me ayudó a tomar algunas decisiones
por mi cuenta.
—Así que Marcus quería... —Levanté las cejas.
Ella asintió con la cabeza.
—Fue bastante justo, también. Quiero decir, pensé que era lo que
quería también, pero al final solo sabía que aunque estaba bien en el papel, yo
no lo amaba.
Me sorprendió. Steph raramente se exponía, ella era una chica “nunca
explico, nunca me quejo”. Yo no estaba segura de qué pensar me alegré por
ella, de que se sintiera segura de tomar la decisión correcta. Marcus era un
buen tipo, pero si ella no estaba con él por las razones correctas entonces me
sentía aliviada que no había hecho algo con él de lo que se habría arrepentido.
Sabía muy bien lo que se sentía después de lo que había pasado entre Phoenix
y yo.
Todavía sentía el residuo de la conexión que formó. Y a pesar de que
se había roto, no estaba del todo segura de sí el precio de esa mala decisión
había sido pagado en su totalidad. Viendo la reacción de Lincoln cuando Onyx
planteó el tema de Phoenix anoche me hizo preguntarme si Lincoln alguna
vez realmente lo superaría.
¿Podría yo alguna vez realmente pedírselo?
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La tarde se puso mejor, marginalmente. Dividí en zonas de estudios
religiosos y terminé el día con arte y un período de estudio, lo que en realidad
me dio la oportunidad de ponerme al día con los deberes. Veinte minutos
después de la última campana Steph y yo estábamos bajando del autobús cerca
de la casa de Lincoln.
Desde que Lincoln tenía el espacio más grande, se había establecido
como una especie de centro de mando por el momento. Yo estaba agradecida
con él por la rapidez con que ofreció el almacén. Incluso habíamos hecho
retroceder la mitad de sus muebles para configurar el campo de
entrenamiento.
Steph y yo caminamos los pocos escalones hasta la puerta principal y
tuve el mismo zumbido estimulante que siempre obtenía cuando sabía que él
estaba cerca. Sabía que era parte del ángel en cada uno de nosotros el
reconocimiento de los otros, pero para mí fue sobre todo humano. Quería
tanto que las cosas funcionaran para nosotros a pesar de que yo sabía que iba
en contra del código Grigori.
Tenía que haber una manera.
Griffin nos dejó entrar y no me perdonó la mirada de desaprobación al
ver a Steph.
—Esto no es una reunión social, te das cuenta. Tu entrenamiento ya
está limitado por tus horas en la otra escuela.
—Steph es una parte de mi vida. Ella tiene derecho a ver esto y
entenderlo. No es como que la estoy llevando a las porristas, Griffin —dije,
dándole una sonrisa con los labios apretados.
Él no estaba impresionado, pero se hizo a un lado para que pudiéramos
entrar. Steph, no se inmutó por las preocupaciones de Griffin, rozó pasando
derecho.
—Infierno, abuelo —bromeó.
No pude evitar sonreír al ver la expresión de Griffin. Mis ojos
recorrieron la habitación rápidamente. Todo el mundo estaba allí, en casa,
parecía.
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Todos menos uno.
Nyla y Rudyard estaban sentados juntos en un sofá.
Demasiado cerca para amigos o compañeros Grigori. Spence y
Salvatore estaban en el otro sofá, absortos con la PlayStation. Zoe estaba en la
cocina, sirviéndose un jugo de naranja.
Después de pasar a través de las presentaciones con Steph y haberme
relajado un poco cuando Rudyard dejó de tratar algunos trucos poderosos en
mí, me volví hacia Griffin.
—¿Dónde está Linc?
—Hablando con Magda. Ella regresó anoche. Creo que están en su
habitación.
—Oh, está bien —le dije, empezando a caminar en esa dirección.
—Oye —replicó Griffin—. Empezamos en dos minutos. Zoe y
Salvatore entrenan primero, entonces tú y Spence.
Guau, será raro pelear con alguien que no sea Lincoln.
—Está bien. Dos minutos —repetí.
Fui a la habitación de Lincoln. Magda había estado fuera visitando un
viejo amigo. Ella había estado fuera casi dos semanas. Podía ver que Griffin se
alegraba de tener a su compañera de vuelta. Solo esperaba que Lincoln no
estuviera él mismo demasiado emocionado. Magda no era exactamente sutil
en ocultar sus sentimientos por él, o su disgusto por mí. Si no hubiera sido
necesario que me convirtiera en Grigori para salvar la vida de Lincoln, mi
conjetura es que ella habría preferido que yo no hubiera abrazado el poder.
Estaba a punto de empujar la puerta entreabierta cuando los oí hablar. No
pude evitar hacer una pausa para escuchar.
—¿Estás segura? —Era Lincoln—. ¿Absolutamente segura?
—Sí —dijo Magda, sonando triste. Podía ver la parte posterior de sus
hombros a través de la grieta. Estaba sentada en la cama.
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Lincoln no estaba sentado. Le oía dar vueltas por la habitación, los
talones de sus mocasines sonando contra el suelo de madera. Me abrí a él por
un momento y a través de nuestro enlace pude sentir el pánico.
—¿Cómo? ¿Cómo estás tan segura?
—Lincoln, he seguido todos los pasos. Yo sé cómo estar segura.
—Así que él no estaba mintiendo entonces. —Le oía murmurar, casi
podía ver sus manos sobre su cara.
¿Qué está pasando?
—No parece. ¿Qué quieres que haga al respecto? —preguntó Magda,
sonando tan insegura, tan diferente a ella.
—No lo sé. ¿Tal vez deberíamos decirle a los demás?
—¿Crees que es la idea más inteligente involucrar a todos los demás?,
la gente podría salir lastimada, Linc.
—Tienes razón. —Suspiró Lincoln—. ¿Qué piensas tú? —preguntó.
—No lo sé, tal vez estoy equivocada. Tal vez deberíamos hablar con
Griffin y Violet.
Bueno, esa es una buena idea
—No, tienes razón. No quiero que sepan de esto, especialmente
Violet.
¡Qué carajo! Me sentía tensa con cada palabra.
—Está bien. Si eso es lo que quieres, podemos mantenerlo en secreto
por ahora. Solo tú y yo, como en los viejos tiempos.
—Sí, los otros no necesitan estar involucrados. Gracias Mags —dijo
Lincoln, en voz baja, las dos últimas palabras ligeramente amortiguadas.
Estaba segura de que se abrazaban. Oí pasos.
Oh, no, no, no.
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Rápidamente me alejé de la puerta y di unos pasos apresurados por el
pasillo para ver a Griffin caminando hacia mí.
—Vamos —dijo—. Estamos listos.
La puerta de Lincoln se abrió. Ambos, él y Magda salieron. Se veía tan
tenso y pude verlo tratando de esconderlo de mí. Aunque yo no había
escuchado sus intrigas, habría sabido que algo le estaba molestando. Las
personas que tienen miedo de ser descubiertos todos tienen la misma mirada
de ciervo atrapado por los faros. Debo saberlo, yo estaba tratando de ocultar
una similar expresión culpable.
Forzó una sonrisa y una mirada preocupada a Magda. Ambos estaban
preguntándose si había escuchado algo, aunque Magda no parecía preocupada
tanto como satisfecha. En realidad, parecía irritantemente elegante. Su largo
cabello rubio ondulaba suavemente alrededor de su cara y por la espalda, un
suéter azul celeste mostraba su figura alta y mega-delgada y por si fuera poco
un impresionante zafiro colgaba de su collar, perfectamente colocado para que
todos los ojos fuesen... allí. Todo sobre Magda gritaba caro. De repente mi
presentación oh-tan-promedio se convirtió en lo único que podía pensar y
Magda, por supuesto, estaba mirando hacia mí como si eso fuera lo único que
notaba también.
—Oigan —le dije a los dos, lanzándoles un saludo indiferente antes de
girar sobre los talones para hacer frente a Griffin— .Estoy lista, vamos —le
dije, de una manera que lo hizo sonar como si hubiera sido yo la que esperaba.
Él no se perdió mi actitud, pero por suerte lo dejó pasar.
Me senté junto a Steph que, como se vio después, había encontrado a
un nuevo amigo. Había olvidado que podía hablar italiano. Cuando ella y Jase,
su hermano, eran más jóvenes, su padre solía llevarlos en algunos de sus viajes
de negocios a Italia. Creo que incluso pasó un año allí cuando tenía unos doce
años.
Salvatore lucía como si hubiera muerto e ido al cielo. Está claro que
ser privado de cualquier conversación coherente lo había hecho parecer
idiota. Hice un doble-toma cuando vi la mirada inusualmente ansiosa en la
cara de Steph.
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—Salvatore —dijo Zoe, aplaudiendo con sus manos en su rostro—.
¡Ven! Es hora de pelear —le gritó, mientras imitaba manos de boxeo como si
fuera sordo y mudo.
Steph se veía horrorizada.
Yo observaba un poco aturdida, la conversación de Lincoln y Magda
repitiéndose en mi mente y Rudyard y Nyla en mi visión periférica, unidos
por la cadera. Nada tenía sentido. ¿Lincoln había estado mintiéndome todo
este tiempo? ¿Había realmente solo estado haciendo excusas de por qué no
deberíamos estar juntos? Nyla y Rudyard eran claramente más que
compañeros y si ellos podían ser...
Zoe luchaba como un gato. Ella dio un salto y se lanzó con
movimientos pausados, pero con extraña velocidad. Salvatore tenía un
enfoque más reservado y calculado. No tan llamativo, pero se podía ver al
instante que tenía que ser respetado. Fue todo bastante rápido. Zoe ganó el
entrenamiento, tomando a Salvatore en un agarre potencialmente letal. Pero
era muy sospechoso que Salvatore la había dejado ganar.
—Sigues tú —dijo Steph y luego tragó saliva con fuerza a mi lado.
Cuando miré a ella, todo el color había desaparecido de su rostro.
—Está bien, Steph. Es solo entrenamiento. Recuerda, somos mucho
más fuertes que las personas normales —le dije, todavía completamente
preocupada por Lincoln. Él y Magda apenas se había unido a todos los demás.
Es evidente que habían tenido más de que hablar.
No otra vez. Por favor, no otra vez. Lincoln prometió no más
mentiras.
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—Violet, tu turno contra Spence. Nyla hace un montón de
entrenamiento de combate en el Colegio, pero como no te ha visto luchar
antes, ella solo observará esta noche y luego planificará un programa para ti
mañana —dijo Griffin en su voz de árbitro.
—Está bien —le dije, haciendo mi camino en la alfombra de pie frente
a Spence.
Nosotros no habíamos tenido realmente la oportunidad de hablar
desde el primer encuentro en el aeropuerto.
—¿Estás lista? —me espetó Spence como si yo estuviera sosteniendo
su vida.
Oh, esto va a ser genial.
—Sí —dije. Darle puñetazos en la cara iba a ser un placer.
Por el rabillo de mi ojo, vi a Magda inclinarse y susurrarle algo al oído
a Lincoln. Su mano se posó en su hombro y yo estaba segura de que ella me
miró, buscando una reacción.
Ni siquiera vi venir a Spence. No era que él hubiera hecho algo
extraordinariamente cauteloso, yo solo había estado patéticamente distraída.
Tomé un golpe en el estómago, como castigo.
Traté de calmarme. Yo sabía que esto era importante. Rudyard ya
tenía su primera impresión de mí, pero yo sabía que esto sería de Nyla. Por no
hablar de que todo el mundo estaba mirando para ver de que se trataba el
alboroto.
Apenas tres minutos más tarde estaba de espaldas. Había conseguido
unos pocos buenos movimientos, pero Spence había luchado ferozmente, a
veces incluso un poco solapado para una sesión de entrenamiento y nunca
tuve un segundo para centrarme.
—¿Ves? —ladró—. ¡Esto es una estupidez! Vinimos hasta aquí para
entrenar con esta chica y ella no puede ni siquiera durar lo suficiente para
hacerme sudar. —Él interrumpió a Nyla y Rudyard, dejándome sentada en el
suelo—. No es justo. Soy un buen luchador, ¡debería estar autorizado a cazar!
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Yo no debería tener que esperar por mi compañera. —Lanzó una mano hacia
mí—. Ella ni siquiera sabe cómo manejarse a sí misma en contra de mí y a ella
se le permite cazar.
Steph se puso de pie, con las manos en las caderas.
—Oye, hombre machista. ¿Has desarmado alguna vez a más de la
mitad de una docena de exiliados de una sola pasada? ¿Mientras que estás
tumbado en el suelo muriendo? —Steph tenía una buena forma de llegar a
este punto.
—¿Quién eres tú de todas formas? Esto no es un deporte de
espectador, ya sabes —le escupió Spence.
—Soy la que va a explicarte dos cosas muy importantes. En primer
lugar, necesitas desodorante... como, ahora. En segundo lugar, si piensas que
vencer a Violet en un poco de entrenamiento y luego jactarte de ello como un
idiota de alguna manera te hace ver como una especie de poco apreciado
héroe en acción, estás tan equivocado, es casi gracioso.
Spence miró a su alrededor como si estuviera esperando a alguien para
que arrastrara a Steph afuera y la tirara en la calle.
Rudyard se puso de pie y le extendió el brazo a Nyla para que se le
uniera.
—Hemos terminado por hoy. Nosotros vamos a regresar al hotel. Zoe,
Salvatore y Spence, los esperamos para la cena. —Rudyard le dio a Spence una
breve inclinación de cabeza.
—Buena pelea. —Luego se volvió hacia Steph—. Tú, Stephanie, eres
bienvenida a ver cualquier sesión de entrenamiento a la que Violet te invite.
Encuentro tu enfoque... eficaz.
Mientras caminaban hacia la puerta, Rudyard miró a Lincoln y Magda
y luego bajó la mirada hacia mí guiñando un ojo, revolviendo algo en mí. Me
hizo sentir vulnerable, como si de alguna manera veía a través de mí, de
alguna manera él sabía por qué había luchado tan mal y me estaba
perdonando. Pero él no podía saber. Él no podía haber escuchado a Lincoln y
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Magda. Y seguro como el infierno que no podía ver mi corazón torcerse en un
nudo feo.
Salvatore extendió una mano para ayudarme. Parecía que era obvio
para todos que Lincoln no se había acercado. Pude ver su decepción. Había
luchado mal y sabía que desde que él había sido responsable de todo mi
entrenamiento hasta este punto, lo había defraudado, también. Las cosas
estaban cada vez peor y peor.
Necesitaba un poco de aire y me dirigí a la puerta. Todavía tenía mis
reglas: No huir y no renunciar. Yo pensaba que siendo Grigori podría hacerme
considerarlas menos, pero me di cuenta de que todavía tenía la seria necesidad
para resistir de levantar el vuelo. Como ahora.
Steph levantó las cejas mientras me veía salir. Ella estaba ofreciendo
unirse a mí, pero negué con la cabeza. Yo sabía que ella no me presionaría.
Caminé un poco por la calle y me senté en una valla cercana. Aunque
Lincoln vivía en una zona muy concurrida, la calle era corta y relativamente
tranquila. Solían ser enteramente almacenes totalmente viejos, pero ahora no
había un edificio que no había sido ha convertido en un hogar moderno.
—Oye, ¿huyendo?
Miré hacia arriba para ver a Spence. Tenía las manos en los bolsillos y
lucia incómodo, como si él no estuviese seguro de que realmente quería estar
hablándome, lo que hacía dos de nosotros.
—No —le dije, a la defensiva. No me gustaba la idea de que alguien
podría suponer que acababa de salir huyendo de esa forma, incluso si él me
había masacrado.
—Está bien —dijo, sonriendo un poco con las manos en el aire—. No dispares,
Mira, solo quería decir... yo... cualquiera podía ver que estabas fuera de tu
juego y yo... de todos modos, fue ruin. No es mi estilo habitual. Simplemente
me molesta que no me dejen salir a cazar con los demás. Pensé que si veían...
—¿Si veían que me derribabas ellos pasarían por alto el hecho de que
si eres herido por un exiliado puedes morir?
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—Sí. Poniéndolo así me hace sonar como un idiota, pero tenía que
intentarlo.
—Lo entiendo. No fue tu culpa de todos modos. Como has dicho, yo
estaba distraída....
—¿Por Lincoln y Maggy la compañera de Griffin?
—Magda —le corregí.
—¿Ella está causando un problema?
—No Sí. No lo sé. —Una pareja paseaba a su perro y nos sonrió. Todo
lo que podía pensar era, No tienen ni idea. Y tuve envidia.
Spence se encaramó y se acomodó a mi lado.
—Bueno, ¿por qué no empiezas por decirme lo que pasó para que
lucharas como una chica?
Me eché a reír.
— Soy una chica.
—Sí —se encogió de hombros, moviendo las piernas—, pero no vale la
pena ser Grigori si tus peleas son como una chica y yo he oído que tienes
habilidades.
—Gracias.
—¿Y?
—No sé —le dije, pero Spence esperó y finalmente cedí—. Los
escuché hablando. Ella le dijo algo que lo hizo enloquecer. Siguió preguntando
si estaba segura. Entonces, cuando sugirió decirnos a Griffin y a mí, Lincoln
entró en pánico y le hizo prometer que no me lo dijera. No sé lo que es, pero
es grande y es malo y él juró que nunca me mentiría otra vez.
Y por mí vida, no tengo ni idea de por qué estoy confiando en este
desconocido que acaba de sacarme la mierda. Supongo que es cierto lo que
dicen, el combate físico puede ser tan emocional como cualquier otra
conexión importante.
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—Uf, eso suena mal. ¿Entonces tú y Lincoln tienen historia? ¿Sabes
que eso no está realmente en el carnet de compañeros? Quiero decir, alguien
te explicó...
—Sí, sí, nunca podremos estar juntos así. Me dieron el memo. Es
complicado, sin embargo, pensé que nosotros... solo no creí que él sería...
—Bien, lo entiendo. ¿Y Lincoln y Magda? Parece que ella le estaba
diciendo algo importante, algo personal. ¿Tú...? —Él contuvo una especie de
encogimiento.
—Yo sé lo que piensas. No es eso —le dije rápidamente, haciéndolo
callar.
—Está bien. Pero si tenían una historia antes de ustedes dos, solo digo,
¿es posible?
—No. No… sé. Nunca me dijo si eran... Son —le dije, mirando hacia
abajo, conteniendo las lágrimas. No quería llorar delante de Spence. Apenas lo
conocía. Ya era bastante malo que le estuviera derramando mis tripas.
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Capítulo 8 “En todo lo que llamamos un juicio, una pena, o un deber; créanme,
la mano de un ángel está ahí”.
Fra Giovanni Giocondo
Traducido por Jessy
Corregido por MaryJane♥
eguir a personas por la ciudad es complicado. Especialmente
cuando tienen una conexión especial contigo que significa que si
te acercas demasiado hay muchas posibilidades que se vayan a
dar cuenta de tu presencia.
Al menos todavía estaba claro, por lo que podíamos rezagarnos un
poco y mantener nuestra mirada en ellos cuando había demasiadas personas
bloqueando nuestra vista.
Spence era como un detective profesional. Estaba totalmente
impresionada y encantada de seguir su ejemplo. Perseguimos a Lincoln y
Magda por varias cuadras y justo cuando estaba empezando a pensar en
rendirnos, Spence se escondió en el umbral de una tienda y me tiro dentro
también.
—¿Qué? —susurré.
Él sonrió.
—No tienes que susurrar.
Estaba en lo cierto, estaban casi a cien metros delante de nosotros.
—¿Qué? —repetí en un tono normal.
S
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—Creo que sé a dónde están yendo. —Apuntó fuera del umbral.
Magda y Lincoln estaban caminando hacia un pequeño hotel. Spence
observaba en silencio mientras yo contenía el aliento. Efectivamente, ahí
iban.
Un hotel.
Mordí mi labio y trate de contener las lágrimas.
¿Cómo podía hacerme esto a mí? ¿A nosotros?
Pero en verdad, esa era mi respuesta.
No existe un “nosotros”.
La parte de mí que prefería ignorar se burló por dentro.
Nunca lo tuviste en primer lugar.
Spence, quien había estado parado en silencio a mi lado mientras los
pensamientos se agolpaban en mi mente, agarro mi brazo.
—Vamos.
—¿Qué? ¿Dónde? —pregunté.
—Allá.
—No voy a ir allá. Solo vámonos. —Me di la vuelta y le hice señas
para irnos. Spence se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
—Mira, entiendo, estas en un mal sitio, pero ahora mismo estás
pensando en el peor escenario. Aún existe la posibilidad que sea algo más.
Vamos a averiguarlo. No puede empeorar las cosas.
Me llevó de vuelta a la calle y avanzamos hacia el hotel. Me arrastré a
regañadientes tras él. Esto no era una buena idea.
A medida que nos acercábamos a la puerta mis sentidos angelicales
comenzaron a salir como un detector de metales.
—Spence —dije con cautela—. Spence… algo no está bien, hay
exiliados ahí dentro.
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Traté de calmar los sentidos. Para tragar lejos la acidez de la manzana,
desde los pájaros chocando contra las ramas, hasta el empalagoso aroma de
tantas esencias florales. Parpadeé alejando los flashes de la mañana y la tarde
que destellaban bajo mis parpados y traté de calmar el escozor de calor
corriendo por todo mi cuerpo. Por lo general, en estos días, tenía este proceso
bajo control, pero seguía siendo abrumador cuando estaba lidiando con varios.
Spence me sujetó.
—¿Estás bien?
—Por ahora. Pero no sé si debiéramos entrar ahí. —Estaba empezando
a retroceder.
—Definitivamente deberíamos entrar allí. —Spence dio saltos en el
sitio—. Quiero decir, Lincoln y Magda ya están adentro. ¿Qué pasa si están en
problemas?
—No lo creo. Sentiría si Lincoln estuviera en peligro.
—Sí, pero ¿puedes sentirlo si él mismo no se da cuenta?
Buen punto.
—Bien, pero no nos metamos en lo que no debamos.
Spence estaba revisando su daga. Por suerte, teníamos que usarlas
cuando hacíamos las sesiones de entrenamientos así que estábamos
acostumbrados a pelear con ellas. Aunque no tan complicadas como una
espada, las dagas Grigori estaban entre las más largas con una hoja del largo de
un antebrazo. Spence se veía tan emocionado. Mire abajo hacia mi propia
arma. Maldición, no estaba emocionada para nada. A lo bestia, iba a entrar ahí
a pelear con exiliados cuando todavía estaba demasiado asustada para sacar mi
daga. En el peor de los casos… ni siquiera quería considerar la otra
posibilidad.
Cuando entramos al vestíbulo, el hotel era sorprendentemente grande.
Desde afuera parecía totalmente una boutique, pero a pesar de que era
estrecho en realidad era muy espacioso. Había un bar de mármol por un
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extremo y un área de recepción por la entrada con sillones y mesas dispersas
en el medio.
Examine la habitación rápidamente. En el muy dominado-por-
hombres vestíbulo, una pocas mujeres estaban vestidas lujosamente pero
provocativas. En algunas, la tela entre los Manolos2 y las blusas de diseñador
era tan escasa que apenas dejaba algo a la imaginación.
—Ew —dije.
—Si —agregó Spence, aunque él no sonó particularmente asqueado, y
cuando lo vi escaneando el conjunto solo rodé los ojos.
—¿Qué? —preguntó en respuesta.
—Hombre tenías que ser —dije, moviéndonos hacia un lugar más
discreto detrás de uno de los grandes pilares de mármol.
Hombre en trajes, algunos usando añillos de matrimonio, charlando
en pequeñas mesas con chicas. Una sensación de decepción emanaba del lugar.
Se sentía contaminado y peligroso.
—Creo que deberíamos hacer esto rápido —susurré.
—Sí… algunos de ellos realmente necesitan conseguir una habitación
—respondió Spence con toda seriedad y aunque estaba un poco asqueada por
su comentario, estaba de acuerdo. Las DPA3 pueden ser lindas en el momento
adecuado y con moderación pero esto era…
Divisé a Lincoln y Magda en una de las mesas pequeñas cerca del bar.
—Están allá en el fondo, sentados con alguien más —dije.
Spence me miro con una cara de fastidio y desvió la mirada.
—¿Chico o chica? —preguntó, encogiéndose.
—Chico. ¿Por qué? —contesté, confusa.
2 Manolo: Marca de calzado más prestigiosa del mundo, que lleva el nombre de su diseñador. 3 DPA: Demostraciones Públicas de Afecto.
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—Oh…bueno, eso es… —dijo, incapaz de terminar, cada vez más
paralizado.
Lo agarré y lo golpee en el hombro.
—¡Spence! Deja de pensar en cosas sucias y concéntrate. —Le pegué
otra vez—. Están con un exiliado y hay más en las mesas a ambos lados de
ellos. Creo que tenías razón. Están en problemas.
El hombre sentado frente a Lincoln era poco atractivo y se veía
debilucho para un exiliado, lo que me hizo pensar que estaba oculto por algún
tipo de disfraz. Todo lo que pude ver fue un sobre manila reaparecer desde
Lincoln hacia él.
—¿Viste eso?
—Sí.
—¿Alguna idea?
—Ninguna.
—Bueno, esto es bueno ¿no? —dijo.
Sentí un aumento en la habitación como una sensación familiar e
inquietante inundarme enviando un escalofrió por mi columna. Comencé a
mirar alrededor, un conjunto diferente de nervios jugaban en mí ahora. Estaba
a punto de dar un paso hacia donde venía cuando dos exiliados de aspecto
amenazador aparecieron muy rápido y se pararon como una pared de ladrillos
enfrente nuestro.
—Yo no diría exactamente bien —le respondí a Spence.
—Uhm. —Pero él estaba sonriendo.
—¡Esto es una violación! Ustedes mentirosos y despreciables humanos
Grigori —dijo uno de los exiliados.
—¡Ya nos íbamos! —dije, mientras Spence y yo, entendiendo la misma
necesidad de partida, dimos la vuelta para enfrentar la salida. Pero giramos
directamente contra otros tres exiliados que habían venido detrás de nosotros.
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—Sin pase, no hay protección —dijo uno que parecía como si todas
sus navidades hubieran llegado al mismo tiempo.
Luego su puño fue directamente al rostro de Spence, enviándolo a
volar a uno de los pilares de mármol con un estruendoso sonido.
Lincoln y Magda estuvieron ahí en segundos, sorprendidos de
encontrarme rodeada por un grupo de furiosos exiliados. Ni siquiera dudaron.
Saltaron directo a la acción. Tal como yo. Sin darme cuenta, estábamos en
pleno combate, Lincoln y Magda cada uno enfrentando a dos exiliados. Spence
se recuperó rápidamente y tomo uno de Magda, mientras escuchábamos lo
que Lincoln estaba gritando:
—¡Sin dagas! Solo derríbenlos y salgan.
Bien por mí.
Asegurándome de no cometer el mismo error que tuve el otro día,
bloquee todo lo demás y me concentré en el exiliado pelirrojo usando
poliéster que venía hacia mí con veneno. Por suerte, era descuidado, lo que lo
hizo fácil. Con unas pocas bien situadas patadas estaba en control y lo tumbé
hasta que se quedó ahí. Me volví a tiempo para ver a Lincoln noqueando a su
segundo exiliado, golpeándolo con su palma plana directo hacia arriba y en la
nariz de su oponente, uno de sus movimientos favoritos, rápido y eficiente.
Magda ya estaba en la puerta y Spence todavía estaba puño contra puño con el
corpulento exiliado que lo había golpeado primero.
Estaba a punto de intervenir y ayudar cuando Spence tomo un
impulso hacia el exiliado y de alguna manera se catapultó él mismo para
aterrizar sobre los hombros de este. Desde allí, agarro su cabeza, tomándose el
tiempo de mirarme y hacerme un guiño, luego le dio un giro brusco.
Hubo un fuerte crujido y el exiliado cayó al piso, una espada Grigori
era necesaria para eso, pero dolía como el infierno y lo mantendría abajo por
un tiempo.
Una vez afuera, Spence y yo mantuvimos un ritmo rápido, siguiendo a
Lincoln. Los dos sabíamos que él simplemente esperaba que lo hiciéramos.
Cuando se detuvo a pocas calles de distancia, fui directo hacia él. No sabía lo
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que estaba pasando pero en este momento, solo quería saber que no había sido
herido. Había sido estúpido ir ahí cuando sabíamos que el hotel estaba lleno
de exiliados.
—¿Estás bien? —pregunté.
—¡No! —Dio la vuelta para mirarme, sus ojos verdes más enojados de
lo que jamás había visto—. ¿Qué demonios estaban haciendo ustedes dos allí?
¡Podrían haberse matado!
Di un paso atrás. Spence se acercó a mi lado mientras Magda daba un
paso hacia Lincoln.
—Linc, lo siento. Pensamos que podrían estar en problemas.
—¿Cómo sabían siquiera que estábamos ahí dentro?
—Nosotros… Yo… —No podía responder, no podía admitir mi
infantilismo.
—¡Me seguiste!
—En realidad, fui yo —dijo Spence, dando un paso hacia adelante.
—¿Qué? —Se metió Magda.
—Sí. Los vi irse chicos y parecía que podrían estar yendo de cacería.
Pensé que podría ser capaz de entrar en la acción. Lo siento por eso.
Cerré mis ojos por un momento. Spence me estaba salvando, en
grande.
—Ambos deberían haberlo sabido mejor —dijo Magda, no sacándome
de apuros—. Tú ni siquiera tienes permitido servicio activo, Spence. Dudo que
tus tutores vayan a estar impresionados cuando les digamos que arruinaste una
reunión que teníamos con una fuente. Además posiblemente amenazando una
de las únicas que nos quedaban. Fue una asociación mutua, anunciamos
nuestros números y aceptamos no causarles ningún problema si se reunían con
nosotros. ¡Estábamos ahí para conseguir información, no para pelear! —Magda
parecía como si estuviera disfrutando este desastre tanto como Lincoln estaba
avergonzado de ello.
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¿De verdad piensa tan poco de mí? ¿Soy tal vergüenza a tener
alrededor ahora que Magda volvió y él puede cazar con ella?
—Bueno, quizá alguien debería haberme dicho. —Puse mala cara,
dirigiendo mis palabras a Lincoln, quien ahora apenas me miraba—. Y quizás
alguien pudo haberme dicho dónde estabas yendo mientras estaba en ello, ya
que se supone que es mi compañero después de todo. Esto no es todo sobre
nosotros, sabes. ¿Para qué estabas viendo a ese exiliado “fuente” de todos
modos?
—Para nada. Es solo un viejo caso en que me ofrecí a ayudar a Magda
—dijo Lincoln, mirando sus pies.
—¿Qué? ¿No vas a decirme? —pregunté con incredulidad.
—No. —Miró a Magda, quien inclinó su cabeza como si le indicara ir
con ella—. Mira, esto no te involucra, Violet. Ve a casa, duerme un poco.
Apenas dormiste algo anoche.
Spence me miró, sonriendo de oreja a oreja incluso le dio a sus cejas
un meneo. Lo ignoré.
—Tú y… Spence, tendrán tiempo de sobra para repartir más adelante.
Nos veremos mañana —dijo Lincoln, también atrapando la expresión de
Spence.
Con eso, Magda y Lincoln pararon un taxi y se alejaron. Supongo que
pensaron que serían más difíciles de seguir viajando a alta velocidad.
Enterré mi cara en mis manos.
—Oh Dios mío, quiero morir.
—¿Qué quieres decir? —empezó Spence, pasando los dedos por su
cabello y luego despeinándolo todo arriba otra vez—. ¡Eso. Fue. Increíble!
Siquiera viste eso ¡salte sobre sus malditos hombros y rompí su cuello!
Mire entre los dedos cubriendo mi cara.
—Eso fue bastante genial.
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—¿Genial? Eso no fue genial. ¡Eso fue histórico! —Me dio un codazo y
reí mientras comenzábamos a caminar de regreso—. Y eso no fue tan malo. Al
menos no estaban en el Pent-house con champán.
—Spence eres asqueroso, lo sabes, ¿verdad?
—Sí. Pero tienes que admitir, no es un mal resultado comparado a la
alternativa. Eso sí…
—¿Qué?
—Bueno, Magda estaba luciendo un poco… tu sabes… hinchada.
¿Quizás…?
—No. —Tome un profundo respiro y me enderecé para enfrentarlo—.
¡No!
—¡Me quedó claro! —Asintió y supe que no lo mencionaría otra vez.
—Te das cuenta que ellos no iban a contarnos —proseguí cuando
empezamos a caminar de nuevo—. Y cuando Griffin, Nyla y Rudyard lo
sepan, estamos arruinados.
—Sí, ¡pero valió la pena! Justo en sus hombros… ¡como un maldito
acróbata!
Cuando por fin llegué a casa a un apartamento vacío, estaba tan
agotada que me caí dormida en el sillón por la noche después de preguntarme
brevemente como le estaba yendo a Onyx con Dapper. Debería haber ido a
revisarlo esta noche pero con todo… me prometí que iría directamente
después del entrenamiento al siguiente día. Justo cuando mis ojos se volvieron
demasiado pesados para resistir cerrarlos, sentí una briza cruzar mi rostro.
Curiosamente, no era fría y no me sentí tan sola.
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Capítulo 9 “Los cuentos de hadas son más que ciertos; no porque nos dicen que
los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser
derrotados”.
G.K. Chesterson
Traducido por Lorenaa
Corregido por LizC
teph no paró de hablar sobre Salvatore durante toda la mañana,
incluso durante las clases me envió notas… algo que Steph
simplemente no hace normalmente.
¡Él es taaaaan agradable!
Me acompañó a casa. ¿Ya te lo había dicho?
Me siento tan mal por él, todo lo que quiere es ser parte de todo y que
las cosas no vayan despacio. No es su culpa que no pueda hablar inglés aún.
Zoe es una perra con él pero él solo quiere gustarle. Pero solo como amigos
—él no está interesado en ella— no lo creo.
¿Qué piensas?
S xxx
Le escribí de vuelta, asegurándole que no creía que Salvatore tuviese
ningún interés romántico en Zoe, recordándole, con cierta amargura, que a los
compañeros Grigori no se les permite tener una relación romántica entre sí,
S
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de todos modos; incluso si estaba reflexionando cada día más y más sobre Nyla
y Rudyard y lo cercanos que parecían.
Le dije a Steph todas las cosas que ella quería que le dijese —que ella
debería ayudarlo, tal vez dándole unas clases de inglés extra— todas las cosas
que los harían estar juntos. No mencioné mis preocupaciones: que acercarse a
un Grigori de manera romántica podría significar un desastre, y que tal vez
debía considerar mantener las distancias. No sabía si eso me hacía una buena o
una mala amiga.
Cuando la campana del final del día sonó, estaba muriéndome por
volver a casa de Lincoln. Necesitaba verlo, para aclararlo todo y volver a la
pista. Además, tenía que arreglar mi pobre actuación de ayer y hacerlo mejor
en el entrenamiento. Entre las notas de Steph me las arreglé para hablarme a
mí misma mentalmente sobre todas las teorías locas, especialmente la del —ni
siquiera puedo creerme que esté pensando en eso— bebé. Por supuesto que
Magda y Lincoln no estaban teniendo un bebé. Solo porque había parecido
como la clase de conversaciones que tiene una pareja; simplemente tenía que
haber algo más.
Steph vino conmigo otra vez y pude ver qué tanto como Salvatore
estuviese alrededor, lo más probable es que ella también estaría. Cuando
llegamos, el entrenamiento ya estaba en pleno apogeo. Salvatore y Zoe estaban
ambos resplandeciendo con sudor y parecía como si llevaran ya diez rondas el
uno con el otro.
Spence estaba en una esquina utilizando las pesas de Lincoln. En
camiseta y shorts parecía bastante alto y mostraba un cuerpo tonificado. Por
primera vez, realmente lo miré y vi que debajo de ese cabello rubio
desordenado que le daba apariencia de surfista, tenía unos rasgos amables en
su rostro que no lo hacían ni chico, ni hombre, sino alguien con todo el
potencial. Cuando me vio, su rostro se iluminó con una sonrisa diabólica y me
encontré sonriendo de oreja a oreja y preguntándome en cuántos problemas
me iba a meter éste nuevo amigo mío.
—¡Hola! ¿Dónde está todo el mundo? —le pregunté cuando Steph se
alejó de mí. Sabía exactamente hacia quién se estaba dirigiendo en línea recta.
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—Bueno, Zoe y Sal han estado dándole todo el día. Solo estaban
calentando. Tus compañeros le dijeron a Nyla y Rudy sobre nuestro pequeño
error de juicio de la otra noche, así que no tenemos ni permitido entrenar
boxeo hoy. —Spence dejó en la alfombra del suelo sus pesas de mano y tomó
su botella de agua—. Griffin, Nyla y Rudy han estado fuera la mayor parte del
día buscando la Escritura esa de las que todos van detrás. Me dijeron que te
dijese que llegarían a tiempo para darte la lección de teoría que tienes más
tarde.
—Oh, está bien. Siento haberte metido en problemas. No te debí
haber involucrado en mis líos.
—Oye, no te disculpes. Lo haría todo otra vez en un latido.
A pesar de eso me preocupaba verdaderamente.
—Entonces uhm… dónde está…
Spence levantó una ceja.
—¿Lincoln y Zorra-Magda?
Mis ojos recorrieron los alrededores, asustada de que nos hubiesen
escuchado. Nadie estaba los suficientemente cerca para oír. Me relajé.
—Sí.
—No lo sé. Lincoln vino en algún momento, le dijo algo a Griffin,
tomó algunas cosas y volvió a salir. No he visto a Maggy. ¿No hay mucho amor
perdido entre ustedes dos, eh?
—No mucho.
La puerta se abrió y entraron Nyla y Rudyard. Sus brazos estaban
unidos. Casi la mayoría de las veces estaban tomándose de las manos, o
tocándose de alguna manera, como si estuviesen atraídos el uno por el otro,
como las polillas a las llamas.
—Son asombrosos —dije para mí.
—Sí. Lo más raro de por aquí —dijo Spence.
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Lo miré.
—¿Qué quieres decir?
—Ellos son el verdadero asunto. Menos de uno entre un millón… o
más.
—No te entiendo… ¿de qué estás hablando? —Pero incluso mientras
preguntaba, sentí mi garganta apretarse, porque lo sabía; esto era crucial.
Él me miró como si hubiese tomado la pastilla de la estupidez, pero
antes de que pudiese responderme, Nyla estaba parada delante de nosotros con
una mirada que hizo a Spence parar en seco. Mis ojos iban del uno al otro.
—Violet, es el momento de tu lección. Creo que ya que Zoe, Salvatore
y Spence han acabado por hoy, tenemos todo el espacio para nosotros y
podemos dar la clase aquí. —Ella cambió su atención hacia Spence y los otros
y señaló hacia la puerta—. Los veremos al resto en el hotel.
Spence murmuró algo por debajo sobre lo injusto que era todo y
recogió su bolso junto con los otros, dejándome sola con Nyla y Rudyard.
Fui a buscar una libreta y un bolígrafo de mi mochila del colegio. Era
obvio que Nyla era la luchadora así que me preguntaba quién me iba a dar la
teoría.
Rudyard llamó desde la cocina.
—¿Cómo funciona esto?
Lo dejé todo y corrí hasta él.
—¡NO! —dije, interponiéndome entre él y mi bebé—. Eh, yo te haré
el café. —Nadie tocaba la máquina de café excepto yo. Había sido un regalo de
cumpleaños de Lincoln y ya que había tenido que esperar dos años para ser
capaz de tener un buen café en este sitio, no iba a dejar que el Señor
Cuatrocientos Demás, quien probablemente estropearía todo el
descubrimiento del grano de café, se metiera con mi máquina amada y bien
cuidada.
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—Gracias —dijo Rudyard, sonriendo ante mi reacción. Apuntó hacia
mi libreta y bolígrafo que estaban en el banco—. No vas a necesitar eso. Ésta
no es la típica clase que necesitas documentar, Violet. Nyla y yo pensamos que
necesitas saber más de la vida de los Grigori y nuestra historia.
—Bien —dije, sintiéndome de repente un poco nerviosa. Le pasé un
café negro y después me hice uno con leche para mí y vertí un poco de zumo
para Nyla, estábamos sentados en la mesa.
—Primero que nada, ambos, Nyla y yo creemos que es justo revelarte
algunas cosas sobre tu madre.
Mis manos se aferraron con más fuerza en la taza y me congelé.
—¿La… conocieron?
Escuché la risa en la voz de Nyla, incluso aunque no pudiera mirarla.
—Ella fue una buena amiga durante muchos años.
—Oh. —Estaba segura que habían millones de cosas que podía haber
dicho. Pero ninguna me venía en este momento. Nunca conocí a mi madre.
Las únicas cosas que había recibido de ella las tuve en mi decimoséptimo
cumpleaños, hacía dos meses. Siempre me sentía incómoda cuando la gente
hablaba de ella. Era como si ellos esperaran que la conociera, que tuviese
alguna unión con ella, no lo sé. No lo tengo. Todo lo que tengo es el
conocimiento que antes de mí, ella fue un Grigori y de alguna manera, ella
sabía que iba a ser mi destino también. Me dejó una de sus pulseras y una nota
críptica. En pocas palabras: todo lo que me dejó fue bastante engañada. Me
imaginé que ya que ella sabía lo que iba a venir podía haber hecho algo más
para yo estuviera al tanto.
—Vivió con nosotros en Nueva York durante treinta años, antes de
que conociese a tu padre. Rudy y yo fuimos sus profesores cuando se convirtió
en Grigori y luego más tarde ella fue tutora en el colegio durante un tiempo.
El nombre de su compañero era Jonathon. Estuvieron juntos durante ciento
veintiocho años.
Levanté la cabeza. Nyla sonrió dulcemente.
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—Compañero Grigori. Nada más. Eran como hermano y hermana.
Peleaban como perros y gatos pero se amaban profundamente. —Noté que su
voz se desvaneció al final.
—¿Qué pasó?
—Jonathon y Evelyn tenían una asignación única global. Juntos eran
responsables de un único exiliado de poder sin precedentes. Les tomó ciento
veintiocho años para derrotarla y le costó la vida a Jonathon.
—Lilith —dije, atragantándome con la palabra.
Rudyard y Nyla, los dos me miraron sorprendidos.
—¿Cómo lo supiste? Griffin dijo que no habías sido informada de la
historia de tu madre. Ni siquiera él la sabe.
—Cuando fui abrazada, mi guía me contó trozos, el resto lo junté yo.
—Bueno, eso es impresionante. Siento que hayas tenido que descubrir
las cosas por tu cuenta. Especialmente, dada tu… implicación anterior con
Phoenix.
Bajé la mirada, ruborizada. Parecía que todo el mundo conocía esa
estúpida decisión que hice.
—Eso es en parte la razón por la que Ruby y yo queríamos ser los que
viniésemos aquí, así podíamos contarte de ella.
—Entonces, ¿qué pasó?
—No lo sabemos exactamente. Las batallas con Lilith fueron
legendarias. Era muy fuerte, muy inteligente y tenía muchos seguidores.
Jonathon murió en su confrontación final, protegiendo a Evelyn. Fue Evelyn
quien descubrió cómo vencer a Lilith. La última batalla le costó mucho.
Nunca se perdonó por la muerte de Jonathon. Después de eso, rechazó a un
nuevo compañero y permaneció con nosotros en el colegio, entrenando a
nuevos Grigori. Luego conoció a tu padre y encontró una nueva felicidad. Me
avergüenza admitir, que después de que ella se fuera, perdimos el contacto.
Creo que eso era lo que Evelyn había querido.
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»Ella esperaba poder tener una vida normal con James; tanto como
fuera posible, de todos modos. Ni siquiera supimos de su muerte hasta unos
años después de que ocurriera y realmente no supimos que había tenido una
hija y que esa niña tenía esencia de ángel. Si lo hubiésemos sabido, te
hubiésemos vigilado mejor. Habría sido lo menos que podíamos hacer. Cuando
Lincoln se abrazó por primera vez y dijo tu nombre, nadie en la ciudad
conocía tu nombre, nadie en la ciudad conocía a tu madre y ya que tú estabas
bajo el nombre de tu padre… Eden… estabas fuera de nuestro radar.
—Ella me dejó su caja, con una pulsera… y una carta.
—¿Solo una? —me interrumpió Rudyard, pareciendo confundido.
Asentí y su mirada cambió a algo que no pude descifrar mientras
miraba hacia Nyla.
—Ella sabía que iba a morir. —Había sospechado eso durante mucho
tiempo, quizá incluso lo sabía, pero era la primera vez que verdaderamente lo
admitía en voz alta.
Rudy asintió.
—Tiene sentido. Ella era talentosa, Evelyn. Una caminante de sueños.
Podía conversar con los ángeles en sueños… si ellos lo deseaban. Un Grigori
hecho por Serafín, como Griffin, puede ser alimentado de información en
sueños, decir cosas que ellos necesitan saber, como los nombres del primero de
una serie de compañeros, pero nada como lo que Evelyn podía hacer. Me
imagino que ella quizás supo durante un tiempo antes de que tú nacieses que
éste iba a ser el resultado. También creo que ella podría haber jugado una
mano en esa decisión.
—No lo entiendo —dije, removiéndome en mi silla, cada vez más
cohibida. Una cosa es preguntarse si te dieron esta vida; otra cosa es que unos
extraños te lo confirmen.
—Solo es una especulación, pero dada su historia y su poder… creo
que le habrían ofrecido una elección.
—En su carta. Me pidió que la perdonara… —Y como piezas de un
rompecabezas, una más cayó en su sitio—. Esa es la razón. Ella eligió morir…
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para hacerme esto. —Intenté retener las lágrimas que empezaban a caer por
mi rostro—. Me dejó. —Mi voz cayó en un susurro—. Nos mató a las dos.
La mano de Nyla tocó la mía. La aparté.
—¿Qué dices? Estás viva y bien, Violet.
No respondí. ¿Cómo iba siquiera a empezar a explicarlo?
—Ella amaba a tu padre profundamente —continuó Nyla—. Nunca
creyó que descubriría un amor tan fuerte, especialmente con alguien tan…
normal. Sé que habría estado muy emocionada por tener un niño con James y
que habría sido la cosa más difícil que nunca había hecho… dejarlos a los dos.
Ella conocía, mejor que nadie, los sacrificios que un Grigori debe hacer. Pero
no habría elegido ésta vida para ti si creyese que había otra manera.
—Sí —acordó Rudyard—. Y esa es otra de las razones por las que
estamos aquí. Para que Evelyn hiciera tal elección, comprometer a su hija a
una vida como Grigori, sabemos que la razón debe haber sido… bueno, ella
debió sentir que era crítico y que no tenía otra elección. Creemos que se
enteró de información tan catastrófica que la llevó a creer que solo a través de
ti podíamos detenerlo.
—Detenerlo, ¿cómo?
—Eso, no lo sabemos.
—¿Creen que tiene algo que ver con la Escritura?
—A lo mejor. De seguro necesitamos encontrarla antes que los
exiliados. Tenemos a gente en Nueva York buscándola. El problema es, que no
conocemos el hilo inicial para rastrearla.
El ambiente estaba tan cargado en la habitación que cuando se abrió la
puerta principal, todos saltamos.
Lincoln entró.
—Hola. ¿Dónde están todos los demás? —Miró hacia mí y me dio una
pequeña sonrisa y yo solté toda la respiración que estaba conteniendo. No
sabía qué esperar de él después de la noche anterior.
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—Todo el mundo terminó un poco más temprano hoy, para que así
pudiéramos hablar con Violet —respondió Nyla.
Las cejas de Lincoln se elevaron.
—Oh —luego rápidamente añadió—, ¿quieren que me vaya?
Nyla se levantó.
—No. Para nada. De hecho, llegas en el momento perfecto. Rudy y yo
esperábamos hablar contigo también. ¿Te importaría? —Señaló hacia un
asiento.
Lincoln se sentó tentativamente. Yo no era de mucha ayuda, todavía
estaba absorbiendo todo lo demás.
¿Ahora qué?
—Lincoln, a pesar de que entrenaste en Nueva York, no tuvimos la
oportunidad de conocerte muy bien, desafortunadamente.
Lincoln asintió y se explicó para mi beneficio.
—Yo no fui uno de los estudiantes de Nyla y Rudyard. Es una
instalación bastante grande. Solo nos encontramos un par de veces.
—Así es. Entonces, hay algunas cosas que no sabes sobre Rudy y yo
que probablemente no te explicamos durante tu entrenamiento.
—¿Cómo qué? —preguntó él, mientras yo levantaba la vista, más
interesada ahora.
Rudy contestó.
—Hay algunas cosas sobre ser un Grigori que otros no creen que sea
importante enseñar. Para Nyla y para mí, creemos más en eso porque nos
afecta directamente.
Cuando nosotros no dijimos nada, él continuó.
—¿Han conocido a otra pareja de Grigori como Nyla y yo? ¿Qué no
sean solo compañeros en el trabajo, sino en la vida?
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Me congelé.
¿Estaban admitiendo que estaban juntos-juntos?
Lincoln miró por encima de la mesa hacia mí. Pude ver su mente
trabajando, intentando ver a dónde iba esto.
—No, los Grigori son incompatibles. He querido preguntarte cómo…
quiero decir, tú aún tienes tu poder, pero…
—Creo que solo has escuchado un lado de las posibilidades, Lincoln…
y con buena razón, me atrevo a decir. Lo que Nyla y yo somos… podríamos
ser lo que podrías llamar la excepción que confirma la regla.
—Lo siento, pero no entiendo —dije, intentando mantener la calma.
Rudyard miró hacia Nyla, quien asintió para que él continuara.
—Resumiendo, los compañeros Grigori a menudo, normalmente,
bastante pronto en esta nueva sociedad, tienen una inclinación por explorar…
posibilidades. Cuando nos damos cuenta que vamos a estar vinculados a una
persona durante mucho tiempo, parece lógico que si podríamos ser
compañeros en la vida tan bien como en el trabajo, eso sería un buen
resultado. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que la compatibilidad
entre Grigori es casi inexistente. A menudo, cuando los compañeros
exploran…
—Los asuntos físicos —ofreció Nyla, elevando las comisuras de sus
labios.
No pude evitar echar un rápido vistazo a Lincoln. Estaba sentado muy
quieto, mirando sus manos puestas sobre la mesa como si fuera a empujarla
contra el suelo.
—Sí —Rudyard sonrió hacia ella—. Los asuntos físicos en una
relación, pronto descubren que hay muchas consecuencias severas. Muchos
creen que es una caída del sistema de seguridad que los ángeles pusieron en
nosotros para prevenir lazos emocionales que puedan distraernos de nuestras
obligaciones. Otros —él sonrió otra vez a Nyla—, piensan que tiene más que
ver con nuestra parte ángel interfiriendo, porque los ángeles son seres
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independientes; ellos no se juntan de la forma en que lo hacen los humanos.
De todas formas, es un hecho evidente que tener una conexión… física, no es
algo que puedas hacer sin tener toda la información.
—Pero, ¿ustedes dos están juntos? —dijo Lincoln, sin levantar la
mirada todavía.
—Sí, lo estamos. —Nyla me miró, con una suave sonrisa de
conocimiento en sus labios—. En general se ve como una regla, una guía para
ser Grigori, que todos debemos aceptar que los compañeros son
incompatibles… como parejas. ¿Sabes por qué, Violet?
—Nos debilita.
—¿Lincoln? —presionó Nyla.
—A veces podemos perder nuestros poderes por completo, a veces
solo un compañero lo hace, a veces ambos se quedan sin defensas. —Lincoln
se concentró en sus manos, ahora inspeccionando sus dedos abiertos sobre la
mesa—. Es siempre un poco diferente, pero en definitiva, la sociedad se altera
y se debilita en general. Los compañeros que… se involucran… reducen sus
posibilidades de sobrevivir.
—Muy bien, Lincoln. Puedo ver que has considerado esto —dijo Nyla
amablemente, aunque pareció molestarle a él, cuando bajó sus manos y giró su
cuerpo en la silla lejos de nosotros.
—Correcto —dije, comenzando a darme cuenta de la enormidad de lo
que nos estaban diciendo—. Así que, si los compañeros son alguna vez…
—Físicos —me ofreció Rudyard otra vez.
—Sí. Es… malo. Quiero decir, realmente malo.
La mirada de Nyla cambió a una de simpatía.
—Se trata de una consecuencia. Pero como hemos dicho, parece que
Rudy y yo somos la excepción. Como con todas las cosas de la vida siempre
hay diferentes finales en una escala. Nosotros somos todo lo contrario.
Rudyard se inclinó y cerró sus manos sobre las de Nyla.
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—Cuando Nyla y yo nos convertimos en compañeros la primera vez,
simplemente no fue una opción para nosotros no explorar nuestro amor. Era
una parte de nosotros, y al final, no importaba a qué costo, nosotros creíamos
en ese amor. Cuando intimamos físicamente la primera vez, en lugar de
separarnos, nos unió más… completamente. Nyla y yo somos compañeros a
través de nuestros sentidos angelicales y como Grigori, pero también somos
compañeros a través de nuestras almas humanas, estamos unidos de todas las
formas.
Mis ojos fueron hacia Lincoln. Se había girado en la mesa otra vez y
estaba mirándome directamente. Sabía lo que ambos estábamos pensando y mi
corazón comenzó a bombear tan fuerte que estaba segura de que todo el
mundo podía oírlo. Recordando cuando nos habíamos besado en mi
cumpleaños, la forma en la que nuestros cuerpos y nuestras almas parecían
entrelazarse a la perfección. La forma en la que mi curación siempre parecía
funcionar, a través de la conexión física.
—¿Y tus poderes? —preguntó Lincoln sin quitar sus ojos de mí. Era
como si no pudiera.
—Completamente intactos; y a través de la conexión de nuestras almas
en realidad son amplificados entre sí.
—Yo… yo no lo entiendo —dijo Lincoln.
—Es difícil de explicar. La mejor explicación que te puedo dar es que
te imagines un túnel. Como si hubiese un túnel invisible entre Nyla y yo, y
que cada uno, en cualquier momento, podemos caminar a través de ese túnel
el uno hacia el otro. Lo mismo nuestros poderes. Siempre podemos sentirnos
el uno al otro, y sentir nuestros poderes.
Y entonces… lo entendí.
—Son almas gemelas —dije, mi voz temblando.
Nyla asintió y apretó la mano de Rudyard, y yo sentí el despertar de
algo muy, muy peligroso. Esperanza.
—¿Hay otros Grigori como ustedes? Quiero decir… es posible que…
—pregunté, despacio.
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—¿Qué tú y Lincoln sean almas gemelas?
—Sí —dije ruborizándome por tener que hacer esa pregunta delante
de Lincoln.
—Lo es —dijo Rudyard—. Cuando sentí tus poderes en el aeropuerto,
parecían gravitar fuertemente hacia la esencia de Lincoln. No he visto que
unos poderes empujen tan fuerte los de otra persona desde… —Él miró a
Nyla—. Pero lo más probable… es que no lo sean. En todos estos años, nunca
hemos conocido a otros compañeros que estén vinculados por su alma. Y, si lo
son, aunque es asombroso, deberías saber, que es más grande que cualquier
otro tipo de compromiso. Más grande que cualquier matrimonio en cualquier
tipo de cultura, así que piénsalo cuidadosamente antes de… explorarlo.
¡Oh Dios mío! Esta es la charla de sexo más rara de la historia.
—De acuerdo. Bueno, gracias por aclarar las cosas. —Lincoln se
levantó, claramente compartiendo mi incomodidad—. Voy a hacer algo para
cenar. ¿Quieren quedarse?
—Gracias, pero ahora estamos un poco preocupados de que Zoe
intente poner a Salvatore en un avión de vuelta a Italia si no volvemos pronto.
—Sí, pobre chico —concordó Lincoln.
—Zoe es una buena chica, solo tiene grandes expectativas en su
compañero… que Salvatore no tiene. Pero creo que ella se sorprenderá, con el
tiempo —dijo Nyla, mientras ella y Rudyard se levantaban e instintivamente
se pasaban un brazo alrededor del otro.
Ahora que sabía que eran almas gemelas, podía ver que cada pequeño
movimiento era de alguna manera proveído por el otro. Estaban
verdaderamente conectados y cuando se miraban el uno al otro, aunque
brevemente sus ojos se reflejaban en el otro. Amor perfecto.
Y míranos a Lincoln y a mí, apenas podíamos mirarnos el uno al otro.
Cada vez que intentábamos acércanos, algo se interponía en nuestro camino.
¿Qué pasaría si estamos destinados a estar juntos?
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Estábamos solo Lincoln y yo… por primera vez en lo que parecía años.
Él se puso a hacer la cena.
No me molesté en ofrecerle mi ayuda. Los dos sabíamos que si no se
trataba de la máquina de café no tenía sentido.
—Solo voy a tirar unos filetes y hacer una ensalada. ¿Está bien?
—Sí. Genial —dije, sintiéndome de lo más incómoda desde que me
enteré que era una Grigori. Caminé alrededor de la gran área abierta que
estaba llena ahora del equipamiento del gimnasio, y el suelo cubierto de
esteras. Empecé a tirar algunos trozos y piezas en la basura que estaba en la
base de la pared. Había intentado pintar un mural en uno de los grandes
espacios de la pared en blanco de Lincoln, pero no llegué muy lejos. Era una
cuestión de tiempo, más que nada. Eso, y que estaba bloqueada. Cada vez que
sabía lo que quería pintar, algo cambiaba en mi mente. Ahora tenía una gran
sábana cubriéndola.
—Aquí tienes.
Salté un poco, atrapada en mis pensamientos no me di cuenta que
Lincoln estaba detrás de mí.
—Gracias —dije tomando el vaso de Coca-Cola que me ofrecía.
—Siento lo de la otra noche —dijo—. No debí enfadarme tanto.
—También lo siento. No debimos nunca entrar ahí. Fue estúpido.
—Cierto —dijo, sonriendo ahora y pareciendo tan aliviado como yo
estaba que no estuviéramos yendo directamente a una discusión.
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Puse mis ojos en blanco pero luego me puse seria otra vez.
—¿Linc?
—¿Hmmm? —Iba de vuelta a la cocina.
—Uhm… —Iba a preguntarle por Magda, pero no puede—.
Deberíamos ir a comprobar a Onyx esta noche.
—Sí, lo sé. Lo haré.
Lo dijo casualmente, pero fue cortante.
—¿Podemos ir juntos? —presioné.
Miró hacia mí y luego le dio un mordisco a una zanahoria cruda.
—No esta noche. Tengo que salir en un momento y no tiene sentido
que estés esperándome.
—¿Dónde vas?
—Yo… solo voy a ayudar a Magda con algo.
—¿Magda?
Él levantó una ceja por mi tono.
—Sí.
—¿Y no vas a decirme qué es?
—Vi, solo necesito hacer esto por mí mismo. Es… personal.
De hecho, di un paso hacia atrás. Una cachetada en la cara hubiese
sido más amable.
—¿Personal? ¿Para Magda o para ti? —Porque por la forma en la que
estaba hablando no parecía ser solo problema de Magda.
Lincoln cerró los ojos y descansó una mano sobre el banco como si
estuviese intentando encontrar las fuerzas para enfrentarse a mí, lo que
simplemente me enojó aún más.
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—Violet, confía en mí. No quiero involucrarte en esto. Eres una…
distracción.
Mi mandíbula crujió mientras intentaba y fallaba en mantener la
calma.
—Pero Magda no —dije entre fuertes respiraciones, incapaz de
mirarlo a la cara.
—No. No lo es.
—Genial. Bueno, que se diviertan Magda y tú. —Le devolví el vaso de
Coca-Cola y empecé a recoger mis cosas.
—Violet, estás actuando como si saliese a divertirme sin ti. El exiliado
que estamos rastreando, él… —pero se detuvo a mitad de la frase.
—¿Él qué? —espeté.
Lincoln apartó la mirada.
—Necesita morir.
—Te refieres a ser cambiado.
—Si es lo mejor que puedo hacer —dijo, su voz era distante y rígida.
Lo miré fijamente, intentando escuchar lo que no estaba diciéndome;
lo que claramente me estaba perdiendo.
—Así que, simplemente tú y Magda.
—Sí.
—Bueno, te lo dejaré a ti.
—¿De qué estás hablando? —me preguntó mientras miraba como
recogía mi mochila, y me dirigía a la puerta.
—Tú y Magda obviamente tienen las cosas bajo control y acabó de
recordar que Steph se está quedando en mi casa esta noche, así que
probablemente debería volver y cenar con ella. Quizás te vea mañana.
—Espera. ¡Violet!
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Di un portazo mientras salía.
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Capítulo 10 “El corazón es perverso sobre todas las cosas, e inescrutable.
¿Quién puede conocerlo?”
Jeremías 17:09
Traducido por Helen1
Corregido por LizC
teph vino después de que yo la llamé y le rogué para que me
acompañara. Después de su tarde jugando con Salvatore, ella
había estado planeando aparecer en Hades para ver a su
hermano, pero después de que saqué la carta de mejor amiga, prometió estar
en veinte minutos.
Steph trajo pizza y se acomodó a lo que ella sabía que iba a ser una
larga noche conmigo recontando la conversación de la tarde y analizando el
por qué Lincoln de repente solo confiaba en Magda.
—Vi, ni siquiera sabes si algo está pasando entre ellos.
—Sí, bueno, él ni siquiera mencionó lo que Nyla y Rudyard habían
dicho acerca de la cosa de alma gemela después de que se fueron.
Era aún más difícil de entender, ya que estaba segura de que Lincoln
pareció genuinamente intrigado e, incluso emocionado.
—Por como suena, él ni siquiera tuvo la oportunidad.
—¡Steph!
—Lo siento. Creo que él estuvo totalmente equivocado y tienes todo el
derecho de estar enojada con él. Y a nadie le gusta Magda de todos modos, es
una vaca.
S
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Le lancé una almohada.
—¿Qué? ¿Es demasiado?
Estaba de camino a conseguir más helado cuando escuché un ruido en
el balcón.
—¿Qué fue eso? —preguntó Steph.
—No lo... —Pero no tuve la oportunidad de terminar la frase antes de
que alguien (o algo) estuviera llamando a las puertas de cristal.
—Steph, ¡retrocede! ¡Detrás del sofá! —le ordené, cayendo en el modo
de combate.
—¿Qué está pasando?
Levanté las cejas.
—¿Aparte del hecho de que alguien o algo está llamando a la puerta
del balcón del apartamento que tiene doce pisos de altura?
El rostro de Steph palideció al mismo tiempo que se le cayó la
mandíbula abierta y se arrojara a sí misma detrás del sofá.
Apagué las luces, saqué mi daga y me trasladé a la pared junto a la
puerta del balcón. En un rápido movimiento quité la cortina. El corazón me
dio un salto a toda marcha y dejé escapar un grito cuando vi la figura de pie
fuera de la puerta de cristal.
—¡Jesús Cristo! —grité, saltando arriba y abajo para sacudir el miedo
mientras abría la puerta corredera, frunciendo el ceño cuando me di cuenta
que no estaba bloqueada.
—No, pero no eres la primera en cometer el mismo error —dijo
Spence, sonriendo maliciosamente.
Steph se levantó de detrás del sofá. Spence se echó a reír.
—En serio. Chicas.
—¿Qué estás haciendo aquí de todas maneras? ¿Cómo llegaste hasta
aquí? Quiero decir, ¿escalaste las paredes o algo así? —espetó Steph.
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Contuve una sonrisa. No mucha gente saca a Steph fuera de balance.
Él se encogió de hombros.
—Fue fácil, y de todos modos, estoy aquí para recogerte, Violet. De
hecho, estábamos esperando que ustedes dos estuvieran aquí. Ahorra el viaje
extra. Tienen suerte de que fui yo quien se acercó. Zoe quería usar el árbol
fuera como una catapulta.
—¿Estábamos? —Los ojos de Steph se iluminaron—. ¿Quién más está
aquí?
—¿Catapulta? —pregunté, mucho más interesada en cómo eso podría
haber funcionado.
Antes de que pudiera responder a ninguna de las dos hubo otro ruido
en el balcón. Spence gimió y se dio la vuelta.
—¡Pensé que te dije que esperaras!
Zoe brincó dentro, las manos en las caderas.
—Estabas tardando demasiado tiempo. Además, no estás a cargo.
—Saben, tengo una puerta de entrada —ofrecí.
—Aw, eso no es divertido, y de todos modos, Steph le dijo a Salvatore
que ustedes dos estaban bajo vigilancia militar o algo así —dijo Spence,
encogiéndose de hombros mientras él y Zoe se echaban a reír. Sabían que la
descripción de Steph del portero vigilando todo se había perdido en la
traducción.
Miré a Zoe.
—¿Te catapultaste aquí desde un árbol?
—Desde el árbol, solo tienes uno afuera, y sí. Habría aterrizado antes,
pero me sobrepasé. Tuve que bajar desde el techo. El tipo en el ático parecía
bastante asustado.
—¿Dónde está Salvatore? —preguntó Steph.
La miré con los ojos abiertos de par en par.
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¿Acaba de perderse lo que dijo Zoe? ¡Se arrojó sobre el techo! ¡EL
TECHO!
Los ojos de Zoe se estrecharon sobre Steph.
—Él está esperando abajo como un buen cachorro. Eres bienvenida a
guiarlo.
—Vamos a salir, vinimos a buscarlas —embistió Spence. Una buena
decisión, si la expresión de Steph era algo por lo que ir—. ¿Algún lugar bueno
para ir por aquí? —continuó, explorando la sala de estar, tomándose el tiempo
para mirar alrededor de las esquinas y en el pasillo, revisando mi casa.
—¿Qué pasa con Nyla y Rudyard, no se meterán en problemas?
—pregunté, medio esperando que ellos hicieran la próxima entrada
espectacular.
Spence se encogió de hombros mientras caminaba de regreso.
—Nos escabullimos. Ellos realmente no esperan que estemos en cama
a las ocho cada noche, simplemente... prefieren no saber, ya sabes.
—Oh, bueno, yo no puedo ir. Mi papá está lejos, pero él llama todas
las noches en distintos momentos después de las diez. Es la única regla que
tiene, pero tengo que apegarme a ella. Apenas llegué a casa a tiempo anoche.
Pero Steph puede ir —ofrecí. Sabía que Steph había querido salir esa noche de
todos modos y, a juzgar por la expresión ansiosa que estaba destellando a toda
la habitación, no estaba equivocada.
—¿A qué número te llama? —contestó Spence, caminando hasta el
teléfono que colgaba de la pared—. ¿Este?
—Sí —le contesté con suspicacia.
—¿Tienes un celular? —preguntó, condescendiente.
—Sí —dije, exasperándome.
Él levantó el receptor de la pared, empezando a presionar números,
luego levantó la mirada.
—¿Número de teléfono celular?
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—¿Ah?
—¿Número-del-teléfono-celular, Genio?
Se lo di y lo vi teclear en algunos números más. Colgó el teléfono con
una sonrisa boba en su cara.
—Vamos.
—¿Qué hiciste?
Él puso los ojos en blanco.
—Desvié el teléfono de tu casa a tu teléfono celular. Cuando tu padre
te llame puedes simplemente ir a un lugar tranquilo y pretender que estás en
casa. Fácil.
Era fácil. No podía creer que nunca había pensado en ello antes.
—¡Genial! —gritó Steph, ya en la puerta principal—. Vamos al Hades.
He estado esperando a ir allí todo el día. Voy a ir y esperar con Salvatore. —
Ella salió por la puerta y eso fue todo.
Spence y Zoe parecieron estar de acuerdo con su sugerencia. Íbamos al
Hades. Supongo que tendría esa oportunidad de comprobar a Onyx, después
de todo.
Zoe se paseó en el Hades como si ella fuera allí todas las noches y
reclamó una mesa junto a la pista de baile. Steph y yo vimos al hermano de
Steph, Jase, que estaba trabajando en el área de DJ.
Él es cuatro años mayor que Steph y trabaja en varios escenarios de
bares por toda la ciudad, pero estaba en Hades tanto como podía. El área del
DJ de allí estaba equipada al extremo.
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Él nos dio una mirada astuta que se fundió en una sonrisa cuando nos
acercamos, pero él estaba a mediados de un set y no podía realmente parar.
Nos hizo un gesto de esperar cinco minutos y creo que, gritó: “Hola”, pero
Steph no quiso esperar. Ella no quería esperar tanto tiempo para volver a
Salvatore.
Cuando llegamos a nuestra mesa Zoe estaba disfrutando de la música y
Salvatore saltó a conseguir más asientos. Él era realmente dulce. Steph sonreía
cada vez que lo miraba. Me di cuenta de que él parecía igualmente afectado.
Oh, bueno, bien por ellos.
—¿Dónde está Spence? —pregunté.
—Consiguiendo jarras —dijo Zoe, rebotando en su silla.
—¿Qué?
—Bebidas. Jarras de tragos.
—Oh. No funcionará. El personal del bar de aquí es bastante estricto y
él todavía tiene diecisiete, ¿cierto?
—Sí, pero el chico tiene habilidades. —Zoe me guiñó un ojo y se
volvió a mirar la pista de baile. No me imaginé que se quedaría sentada por
mucho tiempo.
Efectivamente, Spence volvió equilibrando una pila de cinco vasos de
chupitos y una jarra de algo que parecía tan salvaje que me sorprendí a mí
misma sonriendo estúpidamente. Había olvidado lo divertido que podría ser
simplemente hacer algo normal. Y cuando esa molesta voz desde dentro gritó:
¡Eso es porque no eres normal! La desconecté.
—¿Cómo? —pregunté.
Dapper tenía una licencia estricta. Era un bar y restaurante para todas
las edades, pero él se mantenía vigilante en las cosas. La única suerte que
alguna vez habíamos tenido en consumir alcohol fue por meterlo de
contrabando.
—Glamur. Es lo mío. —Spence meneó las cejas.
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Me eché a reír.
—Hablando de eso —dijo—. Nosotros —mirando a Zoe y Salvatore—,
pensamos que es tiempo de presentarnos apropiadamente. Suponemos que
desde que ya Steph sabe de ti, estamos de acuerdo en que ella sepa de nosotros
también.
Vi a Salvatore asintiendo —entendiendo claramente la mayoría de las
cosas—, mientras Zoe solo puso los ojos en blanco.
—Está bien —dije, sin saber a dónde iba.
—Bien, entonces. Comenzaré. —Spence burlonamente levantó su
mano derecha en el aire—. ¡Hola! Mi nombre es Spencer y yo soy un portador
de ángel.
Zoe azotó su brazo con tanta fuerza que lo habría roto si no fuera un
Grigori. Spence se frotó el hombro y la miró con tristeza.
—Sabes que se me forman moretones y sigo siendo frágil hasta que
tenga una compañera, como todo el mundo me sigue recordando, así que ten
cuidado con la mercancía.
Zoe hizo un gesto como si estuviera a punto de golpearlo de nuevo.
—Está bien, está bien —dijo Spence, sonriendo pero también
alejándose de Zoe—. Vengo de un Ángel Dominante. Estoy ausente en el
departamento de los padres, ya que me cedieron cuando nací, así que no sé
cuál murió, no es que importe. Tengo todos los dones normales, mi sentido es
el sabor, y no voy a comer manzana otra vez, además de que puedo hacer
“glamur”. Hasta el momento, solo yo y las cosas que puedo tocar, pero estoy
trabajando en impulsarlo aún más. —Él abrió sus brazos ampliamente para
finalizar.
No podía estar más de acuerdo en el comentario sobre la manzana. No
creía que alguna vez me gustaran otra vez, lo cual era una pena porque me
encantaba el pastel de manzana de McDonald’s.
—Ves, ¿era tan difícil simplemente seguir adelante con ello? —
preguntó Zoe—. Vengo de un Arcángel, no tengo padre y no he visto a mi
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madre en más de tres años. Tengo lo normal, mi sentido es escuchar, además
de que tengo una afinidad con la naturaleza. Puedo manipularla para que me
ayude, sobre todo con movimiento.
Vaya, nunca había oído hablar de eso.
—¿Así es cómo utilizaste el árbol de catapulta?
—Sí. Todavía estoy limando algunos de los problemas, pero es la
esencia general.
Me sorprendió escuchar que ni Spence ni Zoe tenían padres. Había
pensado que las cosas eran difíciles para mí con mi padre, pero al menos él
estaba allí y sabía que, a pesar de la familia disfuncional que éramos, él me
amaba.
—Así que, supongo que les informaré sobre Romeo, aquí, también
—continuó Zoe.
Steph levantó la mano.
—¡Espera! Él puede hablar por sí mismo. Puedo traducir para él. —
Miró a Salvatore y él asintió.
Yo estaba empezando a captar que él podía entender la mayoría de las
cosas que oía en inglés. Su dificultad era principalmente solo hablar por sí
mismo.
Después de que él habló por un momento a Steph en italiano —lo que
sonaba precioso, simplemente oírle hablar cómodamente y en un tono
normal—, Steph se volvió hacia el resto de nosotros.
—Salvatore es un Ángel de la Virtud, su padre murió de… —Los ojos
de Steph se abrieron de par en par mientras Salvatore continuaba—. Oh, lo
siento —le dijo a Salvatore antes de mirarnos a nosotros—. Su padre murió
cuando él tenía cinco días en un accidente de avión; él era un piloto. Tiene
todos los dones normales que vienen con ser Grigori, su sentido es la vista y es
un… buscador de la mentira. Él dice que es como lo que Griffin puede hacer,
pero donde Griffin está totalmente en sintonía con la verdad, en identificar su
presencia y entregándola, Salvatore marca las mentiras, las capas de engaño
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que las construyen y rodean. Finalmente, a través de su don, él será capaz de
ver los hilos de una mentira que ha dado lugar a otra, y otra. —Steph miró a
Salvatore nerviosamente y él asintió en señal de aprobación de su explicación.
—Así que para resumir —dijo Zoe, poniendo los ojos en blanco y
señalando a Spence—. Glamur —para ella misma—, naturaleza —luego a
Salvatore—, detector de mentiras. —Entonces ella me miró—. ¿Y? ¿Cuál es tu
asunto? Ya descubrimos las pulseras incorporadas, ¿qué hay del resto?
De repente tuve miedo escénico. No porque tuviera miedo de hablar,
sino porque ahora tenía que admitir que no lo sé.
—Bueno… yo… yo todavía no sé mucho acerca de mi ángel dador.
Mis guías no… no me lo dirían. Griffin dice que puedo nunca saberlo.
No dije de la otra opción que Griffin y yo habíamos discutido: la
posibilidad de que yo había venido de un ángel tan alto en rango que su
identidad podría ser retenida como su deseo.
—Yo… bueno… Mi madre murió al darme a luz. Ella era Grigori,
también. —Tragué a través del nudo en mi garganta—. Tengo los cinco
sentidos y puedo sentir exiliados desde muy lejos si lo estoy tratando —dije
con timidez, consciente de que estaba editando a medida que avanzaba. Yo no
le había ni siquiera mencionado a Lincoln y Griffin que en un par de
ocasiones, en el aeropuerto más recientemente, había sospechado que mis
sentidos se extendían a algo más. La noche en que Onyx y Joel habían atacado
Hades era la otra vez que lo había sentido. La única persona que sabía acerca
de eso era Phoenix.
Salvatore se removió adelante en su asiento, tratando de entender todo
lo que estaba diciendo. Zoe le dio a Spence una mirada de “te lo dije”.
—Y —continué—, en cuanto a los dones, algo de eso todavía es un
poco confuso también. Parece que soy capaz de detener a los exiliados desde la
distancia, ponerlos en el tipo de modo de bloqueo para lo que la mayoría de
los Grigori requiere contacto, más de uno a la vez, y cuando estaba herida y no
tenía mi daga, yo… yo fui capaz de despojar los poderes de un exiliado,
incluso cuando él no lo quería.
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Zoe, Salvatore y Spence se miraron entre sí. La mirada de Steph, como
la mía, estaba revoloteando entre ellos, tratando de averiguar lo que estaban
pensando. También estaba nerviosa por mí.
Spence vertió la mezcla letal de la jarra en los cinco vasos de chupito y
deslizó uno hacia cada uno de nosotros. Miró a Zoe de nuevo y ella se encogió
de hombros y tomó el de ella. Todos la seguimos.
—Bueno —dijo Spence—, qué me jodan. —Y bebió.
Con un encogimiento de hombros más de Zoe y un suspiro de alivio
mío, todos bebimos… y bebimos.
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Capítulo 11 “Porque te he jurado ser imparcial, y pienso brillantemente en ti, lo
que es tan negro como el infierno, y tan oscuro como la noche”. William Shakespeare
Traducido por Little_Jade
Corregido por Curitiba
uando encontré a Dapper trabajando tras la barra, me
disculpé. Desde el momento en que entramos al Hades, pude
sentir, por lo menos, a un exiliado. No era tan obvio como los
demás, así que supuse que estaba intentando ser discreto. Los demás no habían
dicho nada, así que no estaba segura de si podían sentirlo.
En mi camino hacia el bar, caminé justo enfrente del exiliado. Era
pelirrojo y tenía el contorno de la cara delgado, oculto bajo una gastada
chaqueta de cuero y estaba descansando en uno de los sofás. Me tensé
instantáneamente, preparándome para el vuelo que estaba garantizado, pero el
exiliado solamente me miró mientras caminaba y ni siquiera se acobardó. De
hecho, ni siquiera parecía sorprendido de verme.
Para cuando alcancé a Dapper, estaba un poco sorprendida.
—¡Dapper! —lo llamé, saludándolo.
Tiró su cabeza hacia atrás y suspiró cuando me vio.
Me apoyé sobre la barra. Esto no era del tipo de cosas que querías que
todo el mundo escuchara. Él se movió marginalmente cerca luego de un
tiempo.
—¿Has tenido muchos exiliados aquí, últimamente? —pregunté.
C
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Se encogió de hombros, yendo para atrás un poco.
—¿Te das cuenta que hay uno aquí ahora?
Sus ojos se desviaron hacia donde había visto al exiliado.
Sabía exactamente quien estaba en su bar.
—Ha habido algunos, últimamente —admitió Dapper—. Ellos no
traen sus problemas aquí y tampoco los causan. ¡Tú asegure de que así sea! —
Se fue hacia atrás, pero no sin antes añadir—: Y si te encuentro bebiendo en
mi bar otra vez, será un placer sacarte de aquí.
Le di una sonrisa tímida y decidí que podríamos retomar esta
conversación más tarde, una en la que estuviera más sobria.
—Yo voy a… uhm… —Empecé a retroceder.
—Tú y tus amigos —me gritó, tras de mí.
Inesperadamente, me estaba empezando a gustar Dapper. Más insólito
aún, tenía la extraña idea de que el sentimiento era mutuo.
¿Quién lo habría pensado?
Hice mi camino de vuelta a través de la masa de bebedores y pasé al
pelirrojo exiliado otra vez, todavía sentado y sorbiendo su bebida. No podía
entender porque no había atacado. Me pregunté si estaba jugando un juego o
si había sentido otro Grigori en la habitación y había decidido que la suerte
estaba muy a nuestro favor.
O… quizá solamente estaba tomando un trago.
Pero no podía creer eso. Había algo más, algo en donde no podía
meter las manos.
Consideré acércame a él, pero el miedo de la amenaza de Dapper me
hizo volver a nuestra mesa. Spence todavía estaba sentado solo, tomando otro
trago. Cuando me vio, se limpió la boca y sonrió.
—Justo a tiempo —dijo, alineando otro trago.
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—De acuerdo, pero este es el último —dije, increíblemente mareada—
. ¿Has sentido que hay, al menos, un exiliado aquí? —pregunté.
Spence asintió.
—Estaba a punto de mencionar eso —dijo, arrastrándose un poco—.
¿Quieres cazar?
Sacudí mi cabeza
—Tenemos un acuerdo con el dueño, de no cazar en su propiedad si
no era una causa de vida o muerte y —la parte que me había dejado tan
desconcertada—, el exiliado no parece estar aquí por problemas.
Spence se encogió de hombros.
—Tenemos algunos lugares como esos en Nueva York. Ellos los llaman
“Sitios de Neutralidad”.
Miré a mí alrededor para ver si el exiliado todavía estaba en el sofá,
pero no podía verlo. Extendí mis sentidos y lo sentí alejarse más. Se había ido.
—¿Dónde están todos? —pregunté, reenfocándome en nuestra mesa y,
dándome cuenta, de que estaba desierta.
—Zoe fue a levantarse al DJ. Ella tiene algo con los músicos.
—Oh mi Dios —dije, riendo—. ¿Se habrá dado cuenta de que el DJ es
el hermano de Steph?
Spence, que estaba tomando otro trago, se echó a reír, escupiendo todo
a su alrededor.
Salté lejos para evitar las salpicaduras.
—¡De ninguna manera! —Rió, mientras se limpiaba—. Oh, esto es tan
genial. No podrías haberlo planeado mejor.
Tenía que estar de acuerdo.
—¿Qué hay sobre Steph y Salvatore?
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Spence no respondió, solamente miró hacia la pista de baile, y luego a
mí.
—Buen Dios —exclamé, mientras que asentíamos en disculpa.
Steph y Salvatore estaban ahí, haciendo el baile del mono borracho sin
ritmo. Realmente eran una pareja hecha en el cielo.
—¡Vamos, necesitas liberarte! —Spence se levantó y fue hacia la pista
de baile. No necesitaba que me preguntaran dos veces. Amaba bailar.
Nos reímos y bromeamos, y luego nos metimos con la música.
Estábamos divirtiéndonos tanto, que no recordaba cuando fue la última vez
que lo había pasado tan bien. Spence hacía tan fácil que me relajara y estaba
encantada de tener un nuevo amigo. Nos dimos cuenta, solo para reírnos aún
más, que compartíamos los mismos gustos de música.
Luego lo sentí.
No de repente, pero si creciendo lentamente en mi.
Debería haber parado. Pero estaba nublada por el alcohol, así que no
estaba segura. O quizá no quería estarlo. Miré a Spence para ver si lo estaba
sintiendo también. Él estaba sintiendo algo definitivamente. Mientras lo
miraba, perdí mi rumbo, recordando cosas que me había dicho que olvidara.
Toques y sensaciones que me habían alejado de la realidad y me habían
envuelto por completo. Mi cuerpo reaccionó totalmente, desestimando al
sentido común, emocionado instantáneamente por la posibilidad.
Seducida.
Antes de que pudiera darme cuenta, Spence me tenía en sus brazos, o
yo lo tenía en los míos. Ambos, creo.
Nuestras caderas se movieron juntas y seguimos bailando mientras
acortábamos la distancia, pero, en realidad, no me estaba moviendo cerca de
él. Era alguien quien me estaba arrastrando. Sus labios encontraron los míos y
cuando le devolví el beso, mi cuerpo explotó, la electricidad corriendo dentro
de mí, lujuria, lujuria, y… Oh…
No podía controlarme, no podía detenerme.
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Spence tenía sus manos por todo alrededor mío. En mi cabello, en la
parte baja de mi espalada. Más lejos. Traté de cerrarme, de encontrarme a mí
misma, a pesar que parte de mi gritaba por acercarlo más. Me tomó un par de
momentos, pero en el segundo en que lo hice, lo empujé tan rápido que
tropezó un par de pasos para atrás. Cuando encontró su balance, me miró
confundido. Era él otra vez. Pero no tenía tiempo de explicar.
Lo encontré inmediatamente, todo cerrándome ahora.
Lo había sentido cuando había vuelto al hotel. Lo había sabido muy en
el fondo. Solamente, había tratado de ignorarlo. Incluso lo había sentido antes
de que las cosas se volvieran locas con Spence, pero no fui lo suficientemente
rápida como para admitirlo.
Él estaba sentado en el bar. Vestido todo de negro. Su deslumbrante
cabello, reflejando la luz que no estaba allí. Nuestras miradas se encontraron y
las comisuras de su boca se elevaron y sus ojos miraron atrás mío y más lejos
aún.
Me giré, pero ya lo sabía.
Lincoln estaba en el borde de la pista de baile. Magda estaba tras él,
mostrándole una sonrisa parecida a Phoenix. Sus ojos verdes brillaron, incluso
desde la distancia. Él había visto el beso. Di un paso adelante, desesperada por
explicarle. Todo lo que tenía que ver era como su trago caía al suelo, y él se
iba. Y Magda también.
Bueno, si él aún no estaba en sus brazos, tú los empujaste a ello, Vi.
Giré sobre mis talones. Todo había pasado en algunos segundos.
Spence recién me había alcanzado.
—¿Qué fue eso?
No me paré a hablar. Me dirigí directamente hacia Phoenix.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Estás tan enfermo de la cabeza, que
así es como piensas patearme? ¿Hiriéndome? —grité.
Phoenix me miró calmado. Condescendiente. Sonrió.
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—Te extrañé. Tu inocencia más que nada, creo. Pero eso no quiere
decir que no he extrañado… otras cosas. —Barrió sus ojos sobre mí.
—Oh mi Dios, ¡estás demente! ¿Cómo hiciste eso?
—¿Cómo se siente, Violet, ver como alguien se escapa de ti? Te pones
en mi lugar, ¿no?
Phoenix sostuvo una copa vacía hacia la camarera que estaba detrás de
la barra. La chica casi se cae sobre sí misma, esquivando a otro hombre y
tropezando con una jarra de hielo en el camino para rellenarle la copa de vino
tinto.
Todavía le gusta el vino tinto.
Quería golpearme a misma, por haber tenido, siquiera, el
pensamiento.
Tomó un sorbo y sabía que no era solamente para mostrar que se
estaba tomando un momento, saboreando el vino. Él siempre había…
disfrutado experimentar los placeres humanos. El vino tinto había sido uno de
los más valiosos.
—Solo porque nuestro vínculo emocional esté roto, Violet, no
significa que no eres susceptible a mis encantos. Incluso a través de otra
persona, parece ser que soy lo suficientemente poderoso para romper tus
defensas. Es fácil, claro, cuando tú también querías que lo hiciera.
—¿Qué? ¡Yo no lo quería!
Su sonrisa se amplió y sus ojos se entrecerraron. Se apoyó más cerca y
con la gente parada junto a nosotros, no podía moverme.
—Sé que lo sentiste, querida. Sentí tus recuerdos, tu anhelo por volver
a donde te había llevado. Incluso, puedo sentir cómo quieres probar mi vino,
sabiendo que lo he probado, como quiere presionar tus labios contra el cristal.
—Hizo rodar el cuello de la copa entre sus dedos—. Exactamente donde mis
labios han estado.
—Me enfermas —dije, y lo decía en serio, aunque parte de lo que él
decía era verdad.
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Spence empujó contra mí.
—¿Quién es él?
—Phoenix. —dije, sin quitar los ojos de él.
—Mierda —dijo Spence. Aparentemente no necesitaba de una
explicación más larga—. ¿Tenemos que pelear? —me preguntó Spence. No le
respondí. No lo sabía.
—No hay nada para ti aquí. ¡El vínculo está roto! —continué, como si
Spence no hubiese hablado.
—¿Lo está? —Phoenix se levantó de la barra. De alguna manera, no
tuvo que pelear por encontrar un lugar para moverse—. Te lo dije antes de
irme, querida, cuando te curé, te di algo. —Sonrió.
Estaba a punto de gritarle de nuevo, de decirle que dejara de llamarme
querida, cuando sentí un dolor agudo en mi estómago. Grité, el dolor
creciendo tan rápido, más rápido de lo que lo había sentido alguna vez. Mis
manos fueron a mi estómago mientras miraba si Phoenix tenía un arma, luego
ellas estaban cubiertas de sangre. Mi sangre.
Phoenix sacudió su cabeza, y se inclinó hacia adelante.
—Ay, ay, ¿Me olvidé de mencionártelo? Lo puedo traer de vuelta.
Pero ese dolor me era tan familiar, tan aterrador. Me había devuelto la
herida que Onyx me había hecho con su espada. La herida que Phoenix había
curado.
Me balanceé, el brazo de Spence alrededor mío, mientras le gritaba a
Salvatore, que estaba en la pista de baile.
Phoenix se giró para irse. Estaba empezando a perder la conciencia,
pero escuché como le decía a Spence.
—Ella es Intoxicante, ¿no? Me pregunto, ¿fue tan bueno como fue
para mí?
Luego sentí la ráfaga de viento que anunciaba su partida.
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—¡Te preguntaré lo mismo cuando clave mi daga dentro de tu
corazón! —gritó Spence, demasiado tarde.
Caí al suelo mientras Salvatore y Steph llegaban. Spence se arrodilló a
mi lado, su brazo de soporte jamás dejándome.
—¡Violet! ¿Qué te ha hecho? ¿Qué hago? Oh, mierda, ¡estás sangrando
por todos lados!
No podía responder. Humo negro rondaba por los costados de mi
visión, nublando mi vista. Mis piernas, que habían estado picando con alfileres
y agujas, se entumecieron cuando pensé que iba a desmayarme, de alguna
manera, tomé una respiración aún más profunda de lo que creí posible. Casi
inmediatamente me sentí mejor. Miré hacia abajo y levanté la camiseta. La
herida se estaba cerrando.
—¿Qué estás…? ¿Tú estás haciendo esto? —Zoe se había unido a
nosotros.
—No —respondí, mis manos temblando mientras tocaban la casi
curada herida—. No soy yo. Es Phoenix. Ésta es la herida que el curó hace un
mes. De alguna manera, Phoenix está haciendo esto. Cuando él se fue,
yo…yo…
—Empezaste a curar. —Terminó Steph, agarrando mi mano fuerte—.
Esto es malo, Vi. Como la biblia de malo.
Sí.
Miré al alrededor, dándome cuenta de mi estado en medio del bar.
Pero para mi sorpresa, nadie estaba mirándome, sangrando hasta morir en el
piso. Escaneé el área, estupefacta.
—¿Cómo?
Spence me dio uno de sus guiños.
—Encantamiento. Nadie puede verte, dulzura. Solo, quédate ahí hasta
que estés bien y lista.
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—Oh, esa es buena. —dije, generando una sonrisa, dejando de lado el
golpe de culpa y el pánico que me inundaba sobre lo que había significado ese
beso a Spence.
Solo para probarnos que estábamos equivocados, Dapper apareció y
extendió su mano.
—Cristo. ¿Estás viva?
—Sí. Estoy bien.
Spence miró entre Dapper y yo, con ojos abiertos. Solo le golpeé el
hombro.
—Bien. Bueno, levántate y deja de sangrar por todo mi piso —dijo
Dapper, sacudiendo su cabeza—. ¿Por qué siempre estás cubierta de sangre?
Era una muy buena pregunta.
—Sabía que esto pasaría. Trayendo tus malditos problemas aquí. —Él
seguía sacudiendo su cabeza, pero estaba segura de que podía ver la más fina
línea de preocupación mientras me miraba—. Ah, demonios, sube, ya sabes
dónde está todo. Extendió su mano, y me levantó. —Iré arriba cuando pueda.
—¿Debería preguntar? —inquirió Spence, mientras veíamos a Dapper
irse pisando fuerte.
—No. —Estaba muy cansada para explicarle.
Guié el camino hacia la puerta sin marcar que llevaba a arriba. Spence
estuvo cerca todo el tiempo, manteniendo una mano debajo de mi codo. Sabía
que lo hacía por bondad, en caso de que volviera a desplomarme y él tuviera
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que poner otro encantamiento, pero igual quería quitármelo de encima… Solo
por si acaso
Lincoln se fue. Con Magda. Ella estaba sonriendo. Estoy segura de eso.
Mientras sentía como una lágrima iba a caer, escuché una risa sofocada
que reconocí en el final del bar.
—Justo cuando estaba a punto de irme, el entretenimiento empezó. Si
lo hubiera sabido, me hubiese asegurado una mejor visión.
—Cállate, Onyx. —Fue todo lo que pude decir.
—Ahora, ahora. ¿Hay alguna manera de traer a la persona —su cara
se contrajo cuando dijo la palabra humana—, que pueda iluminarte sobre lo
que pasó? —Alzó sus cejas y mostró una sonrisa que solo podía venir con el
verdadero disfrute.
Mordí mi labio y relajé mis instintivas manos en forma de puños.
—¿Qué es lo que sabes?
—No, no, no. La primera pregunta es… ¿qué es lo que quiero? Una
pregunta que tiene una respuesta de dos partes. La parte A es una botella de
whisky. Trisha, la chica detrás de la barra, sabe cuál es la que me gusta. La
parte B la voy a explicar arriba. —Se levantó y desapareció por la puerta sin
casi mirar si estábamos de acuerdo.
—Mierda.
—¡Sal! —llamó Spence. Él le extendió mi brazo a Salvatore—. Ayúdala
a llegar arriba. —Señaló para asegurarse que lo había entendido, Salvatore dio
un asentimiento y me sonrió.
—¿A dónde vas? —le pregunté a Spence.
—A recoger la botella de whisky. Te veré arriba.
Estaba a punto de discutirle, ¿Pero cuál era el punto? Todos sabíamos,
incluso Steph, que ya tenía la puerta abierta para nosotros, que Onyx nos tenía
atrapados.
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—Entremos, entonces. —Siguió Zoe, subiendo la escalera. Steph la
miró pero sospechaba que Zoe iba adelante para detenerla. Estaba
protegiéndola, aunque nunca lo fuera a admitir. Una vez más, la vida como
Gregori estaba exponiendo a mi mejor amiga al peligro.
Estaba empezando a entender, más y más, porque tantos decidían no
decirles la verdad a los que amaban.
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Capítulo 12 “De pronto vio una visión de un serafín, un ángel de seis alas en una
cruz. Este ángel le dio el don de las cinco llagas de Cristo”.
G.K. Chesterton
Traducido por LizC (SOS) y Maru Belikov(SOS)
Corregido por Curitiba
asamos por el piso de Onyx. La puerta estaba abierta y el lugar
estaba vacío, salvo algunas pertenencias esparcidas al azar,
signos de alguien que no tenía ningún nivel de respeto por
nada. Seguimos caminando por el pasillo hasta el lugar de Dapper. Caminé
lentamente, utilizando el tiempo para regenerar mis fuerzas. La herida se
había curado, pero una vez más, la pérdida de sangre y el trauma estaban
cobrando su peaje.
La puerta estaba abierta y Onyx se encontraba reclinado en el sofá.
Tenía los pies sobre la mesa y parecía casi como en casa.
—¿Y bueno? —preguntó, cuando todos entramos atiborrando la
puerta.
Quería dar la vuelta y caminar de regreso. En cambio, apreté los
dientes.
—Spence fue buscar tu whisky. Regresará en un minuto —dije,
moviéndome lejos del brazo de soporte de Salvatore hasta estar de pie sola.
—Bien. Bueno, puedes también irte a limpiar. Por mucho que me
guste la imagen de ti cubierta de sangre —las comisuras de sus labios se
removieron—, Dapper no apreciaría que arruines su encantador sillón.
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Crucé los brazos y no me moví, pero Onyx sonrió e hizo un
movimiento de caminar con dos de sus dedos.
—Está bien Violet, lo vamos a vigilar —dijo Zoe, dando un paso más
cerca de Onyx. Había poco que pudiera hacer. Él tenía el control… por ahora.
Después de dar a Zoe un rápido asentimiento le dirigí a Onyx una mirada
asesina y pisoteé hasta el baño, llevando a Steph conmigo.
Steph se soltó en cuanto la puerta se cerró.
—Vi, ¿es ésta una buena idea? Él... él es él que... ya sabes... —Yo lo
sabía. Por desgracia, tenía más que un recordatorio vívido de lo que Onyx me
había hecho cuando me empaló con su espada, casi matándome. Sabiendo
ahora que Phoenix parecía tener la capacidad de restablecer las heridas, el
terror, en cualquier momento era... Tragué saliva y apreté mi mandíbula.
Aguanta, Vi.
Hay momentos en la vida donde no hay nada que puedas hacer. La
información aterriza en tu regazo y lo que deseas es gritar y gritar hasta que
solo quede el vacío. Es cuando me siento de esa manera, que sé que tengo que
atrancar, cerrar… compartimentar. Como ahora.
—Lo recuerdo, Steph. Pero si él sabe algo... —Escogí un lugar en el
suelo, una grieta en uno de los azulejos gris oscuro, y me centré en él. Estudié
la línea incipiente y sus bordes dentados mientras trataba desesperadamente
de bloquear el flujo. Me negaba a abrir mi mente a todo lo que estaba pasando.
A Phoenix, Onyx, a las posibilidades de lo que podría suceder. Peor aún, en
este momento, abrirme sería solo iniciar una estampida en mi corazón…
Lincoln.
Siempre Lincoln. Él nunca me perdonará.
La última vez que había estado en este cuarto de baño casi habíamos...
Cada vez que nos acercamos, de alguna manera se arruina.
Salté cuando mi teléfono empezó a sonar y resbalar mientras
rebuscaba sacándolo de mi bolsillo empapado de sangre.
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—¿Hola? —Entonces recordando que Spence había desviado el
teléfono de la casa a mi móvil, añadí rápidamente—: Residencia Eden.
—Hola cariño. Solo llamaba para comprobar cómo están antes de ir a
la cama.
Podía oír sus dedos tecleando en un ordenador. Probablemente papá
enviando correos electrónicos. Siempre los dejaba hasta el final de sus días, o
noche, debería decir.
—Hola papá —enfaticé, mirando a Steph quien asintió,
comprendiendo al instante—. ¿Cómo está yendo tu viaje? —pregunté,
tratando de mantener la voz baja y constante, para que así no sintiera el eco en
el baño.
Steph se movió en silencio y puso la oreja en la puerta, comprobando
que nadie más fuera a irrumpir.
—Los almuerzos y las cenas con clientes cada día… me están
volviendo loco pero tiene que hacerse. ¿Ha pasado algo por ahí? ¿Está Steph
dormida?
—Uhm… sí. Bueno, no. Quiero decir, no, nada ocurre y sí Steph ya se
quedó dormida. Estamos haciendo lo de siempre. Pizza y películas —le dije,
tratando de recuperar la compostura después de un comienzo tan rocoso.
—Suena bien, cariño —prosiguió papá, ajeno a cualquier problema—.
Escucha, tengo que irme. Te llamaré mañana.
—Por supuesto, papá.
Colgó. Miré a mi teléfono y apreté el botón de finalizar.
—También te quiero.
Aunque sabía que era irracional, en ese momento estaba enojada con
él. Por no conocerme, quien era, por lo que me estaba pasando. Sabía que era
injusto, que era yo la que no tenía edad para eso, pero de todos modos... ¿Por
qué no pudo escuchar el miedo en mi voz? ¿Sentido la forma en que mi
mundo había cambiado? Tenía que sentir cosas todos los días por el resto de
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mi vida, lo que posiblemente sería un tiempo muy largo, y lo único que quería
era que él fuera capaz de sentirme. Solo a mí.
—Vi… ¿estás bien? —preguntó Steph, mirándome mientras se movía
en silencio hacia el lavabo y empezaba a enjuagar la sangre de una toalla que
habíamos estado utilizando. La escurrió y la movió hacia mí con suavidad para
que continuara limpiándome. Sin un cambio de ropa, era la única opción, pero
era bastante inútil.
Me sequé las lágrimas que acababan de escapar por mi mejilla.
—Bien —le dije en respuesta—. Simplemente... —Pero no tenía una
explicación. No había mucho que hacer. No podía poner los sentimientos de
desesperación y amenaza, y toda esa completa sensación enfermiza en
palabras.
Vi una bata de baño colgando en la parte posterior de la puerta y la
agarré. Me quité la camiseta. No me molesté con mis jeans.
—Oye —dije, tratando de reunir tanto valor como pude—, ¿crees que
podrías lavar esto y arrojarla a la secadora? Vi un pequeño cuarto de lavado
por el pasillo.
Steph tomó la camiseta y me miró, sin convencerse.
—Sé lo que estás haciendo. No puedes hacer frente a todo por tu
cuenta, Vi. —Ajustó su enfoque en la camiseta ensangrentada en sus manos—.
Sé que piensas que no debería estar involucrada en esto, pero aquí está la
cosa… has tomado una decisión cuando me dijiste la verdad. Ahora yo he
hecho la mía. Eres mi mejor amiga, Vi, no me alejes porque no soy para nada
“súper”. Permaneceremos unidas. Eso es todo.
La expresión de Steph parecía tan firme, pero también... desesperada.
No era solo yo la que tenía mucho en juego. Este mundo en el que ahora
estaba atrapada le importaba, también. A su manera, ella estaba tan atrapada
como yo. Somos mejores amigas, después de todo… a donde una va la otra
sigue.
—No quiero verte sufrir —admití.
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Ella sonrió con ironía.
—¿Qué tal si solo te preocupas de ti misma?
Le devolví la sonrisa. Puede que tenga razón.
Restregó la camiseta y lo peor de las toallas ensangrentadas a la vez.
—Me encargaré de esto. —Se detuvo en la puerta, como si no pudiera
evitarlo, y se volvió hacia mí, con un pequeño brillo en sus ojos—. ¿Has visto
todos esos libros en el pasillo?
Me pregunto si cuando lo mencionó, acababa de entrar a una versión
del cielo geek.
¿Qué estaba haciendo?
Lo que quería hacer, realmente, era correr. En el fondo sabía que esto
era culpa mía. Al permitirme acercarme a Phoenix, en primer lugar, al
permitirme creer que él estaba bien, que le importaba.
No. Soy más culpable que él. Le dejé creer que era buena.
Tomé un par de respiraciones profundas y evité mirarme en el espejo.
¿Soy tan culpable como Phoenix?
Mirando hacia atrás, él probablemente nunca se preocupó por mí. Solo
quería controlarme, tenerme como una especie de trofeo. Pero ¿yo había sido
mejor?
Huir era lo que me había metido en este lío. Huir de convertirme en
Grigori, de mis sentimientos por Lincoln, de la verdad sobre mi madre. Todo
esto me había llevado a Phoenix. No podía huir más. Y renunciar no era una
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opción. Ni siquiera podía esconderme. Estaba a la intemperie y Phoenix me
podría encontrar en cualquier lugar.
Él era un depredador y...
Yo era su presa.
Cuando estuve segura de que las manchas rojas en mi cara habían
desaparecido lo suficiente, me dirigí de nuevo a donde todo el mundo estaba
esperando. Spence había regresado con una botella de whisky en la mano.
Él… junto con todos los demás en la habitación, esbozaran una sonrisa cuando
se fijaron en mi apariencia, envuelta solo en una bata de baño gigante. Todo el
mundo, es decir, a excepción de Dapper, quien también había subido las
escaleras.
—Oh, muy bien —resopló—, solo ponte como en casa. ¿Puedo
conseguirte unas pantuflas también?
Pude ver a Zoe y Spence agitándose, conteniendo la risa, y tuve que
apartar la mirada de ellos. Loco que incluso cuando las cosas son de vida o
muerte, los amigos pueden hacerte ver un lado gracioso.
—Lo siento, Dapper. Has sido muy amable. Steph está simplemente
lavando mi camiseta y mientras hablamos pensé que ella podía tratar de
secarla. No tomará mucho tiempo.
Él gruñó y se dirigió a su mini bar.
Lanzó una copa hacia Onyx, quien la atrapó con facilidad. Eso me hizo
preguntarme si Onyx y Dapper se hicieran amigos… la forma en que parecían
ignorarse cómodamente entre sí, pero todavía estar en algún tipo de
sincronización extraña.
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Onyx se dispuso a abrir la botella de whisky y se sirvió una copa.
—Gracias por esto. No voy a ofrecerle a ninguno de ustedes una
bebida.
No es que alguien quisiera una, bueno, tal vez Zoe... y Spence, pero las
palabras de Onyx fueron un claro recordatorio de lo mucho que nos odiaba.
Dapper, sin embargo, finalmente esbozó una sonrisa. Agarró un alijo
de botellas de Coca-Cola de la nevera y comenzó a ofrecerlas a su alrededor.
Una vez que todos estuvimos acomodados y Onyx se había tomado dos
copas de Bourbon, él miró arriba hacía todos y allí estaba, el viejo Onyx. Una
parte de él, al menos. Envió un temblor por mi espalda verlo volver a la vida.
Esta era su cosa favorita para hacer, contar historias de muerte y en particular
la mía. Me inquietaba recordar la manera en que conseguía emocionarse
viendo el dolor de otras personas.
—Es un premio de consolación que no había considerado. En realidad
poético. Que todos hemos destruido potencialmente al otro. ¿No lo crees,
Violet? Que tú destruiste la humanidad de Phoenix al burlarte de él en
primer lugar, que mi intento para eliminarte liberara tú energía, lo que
restringió mi grandeza, dejándome con una detestable humanidad. Que ahora
quizá, indirectamente obviamente, sea la causa de tú perdición hasta el mismo
Phoenix. Cuan deliciosamente agridulce.
—Onyx —dijo Dapper, severamente—, diles lo que sabes o déjalos ir.
Onyx se detuvo, pero solo momentáneamente, por consideración a
Dapper antes de que su sonrisa regresara.
—Dapper, estoy feliz de que estés aquí. La segunda parte de mi
condición te involucra a ti.
—Aquí vamos —dijo Dapper, poniendo sus ojos en blanco.
—He mencionado ya que estaba preparado para irme, pero parece que
las cosas solo… dieron un giro. Te diré lo que sé… algo de lo que sé —
corrigió, trasladando su sonrisa hacia mí—, a cambio de mi alojamiento actual.
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Onyx se sirvió otra copa de bourbon, el sonido de cubos de hielo
repicando era el único ruido que llenaba el incómodo silencio en la
habitación. Spence, Zoe y Salvatore estaban ocupados mirando a sus sodas.
Incluso Steph, quien acababa de llegar a la habitación, sabía que ahora no era
momento para comentar.
Miré hacia Dapper, quien había levantado un trapo y estaba pasándolo
por el ya limpio mini-bar.
El silencio se extendió.
—Tienes que trabajar. Por tu estadía —dijo finalmente Dapper, sin
mirar arriba.
—No —dijo Onyx, simplemente. Podía escuchar el regocijo en su
voz—. Pero no puedes negar, Dapper, que no te molesta completamente mi
compañía.
Dapper se ruborizo.
¡Por favor!
—Dos semanas —dijo Dapper, cortante como siempre, luego miro
hacia mí—. Y tú me debes.
—Bien —estuve de acuerdo.
—Bueno —aplaudió Onyx—, ¿no somos todos simplemente muy
civilizados? Da por hecho, que es una cosa nueva para mí, pero entretenido de
una muy peculiar manera. —Se maravilló.
—¡Onyx! Estás perdiendo tiempo. Dime que está pasando —chasqueé,
apretando mis puños.
—Sí. Por supuesto. Quieres conseguir de regreso a tú sombra, te gusta
torturarlo. Admiro eso. —Se puso de pie y comenzó a andar alrededor de la
habitación. Sabía que él estaba hablando sobre Lincoln. En este punto, solo
quería golpear su rostro contra la pared y por la expresión en el rostro de Zoe,
no era la única. No miré a Spence. No podía encontrarme con sus ojos ahora
mismo y Salvatore se había movido para estar de pie con Steph. Ella le estaba
susurrando, traduciendo, suponía.
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—Solo lo he visto una vez antes. Una poderosa arma, aunque no
muchos de nosotros están dispuesto a tomar el riesgo… del vínculo. —Su
nariz se arrugo algo—. No estaba ni siquiera seguro que era o su importancia
cuando me encontré con ello, era más que nada especulación… aunque
después de ver lo que vi esta noche, ahora parece muy creíble. —Suspiró.
Típico para el calentamiento—. Fue en el siglo XIII. Un joven Grigori se
volvió el líder espiritual. Algunos incluso pensaron que él sería el primero, y
único, Grigori jamás bendecido con la verdadera visión. Por supuesto, para los
exiliados, su fama lo hizo particularmente un importante premio y aunque él a
menudo era precavido y aparentemente poderoso, un exiliado encontró una
manera de llegar a él.
Onyx miró a cada uno de nosotros, disfrutando que no teníamos
ninguna idea sobre lo que estaba hablando.
—El exiliado se le apareció al Grigori como una visión. Usó su
imaginación para ponerlo en un estado de confusión y luego infringirle
heridas que él encontró… —la esquina de su boca se curvó—, …
apropiadamente entretenidas. Después de eso, el exiliado sanó al Grigori y lo
dejó ir bajo la creencia de que había recibido una conexión espiritual con un
poder celestial cuando en realidad… —Él se fue apagando mientras me
señalaba con su mano. Había olvidado que le gustaba la participación de la
audiencia.
Tragué nerviosamente.
—Él había hecho lo que sea que Phoenix me haya hecho a mí.
Onyx asintió.
—Todo lo que había logrado era un vínculo físico entre el Grigori y el
exiliado. El exiliado, por supuesto, planeaba usar su nuevo poder para ayudar a
cambiar las corrientes, pero desafortunadamente, no iba a ser así. Cuando el
Grigori descubrió el engaño, él no sucumbiría a las demandas del exiliado y
sobrevivió a los dolores de las heridas cada vez que eran re-infringidas.
Entonces era un tiempo difícil. Los tipos religiosos eran menos maleables de lo
que son ahora. —Otro deliberado suspiro.
Sacudí la cabeza involuntariamente.
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—Ha sido una táctica ambiciosa, y si hubiera funcionado, habría sido
una increíble arma. Incluso en su limitada versión, lo era.
—¿Por qué? —pregunté, sintiendo mi garganta apretarse.
—Porque al final todavía daba lugar a la muerte del Grigori. Sus
heridas gradualmente drenaban sus poderes y toda su vida de él.
Steph dio un paso hacia adelante.
—¿El siglo XIII?
Onyx alzó una ceja.
—Sí —dijo él, sospechosamente, mirando hacia Steph como si la
notara por primera vez. Imaginaba que en sus días de exiliado Onyx no habría
creído en interacciones con humanos, más que por deporte.
—¿Estás hablando sobre San Francisco de Asís, no es cierto? Él murió
después de sufrir cinco heridas brutales por alrededor de dos años. —Steph
miró hacia mí, luciendo enfermizamente verde—. Él aguantó los estigmas. —
Sus ojos con lágrimas.
Onyx estaba perplejo, como lo estaban todos en la habitación aparte
de mí. Steph no era una de esas cerebritos. Onyx claramente no había
esperado que alguien dijera el desenlace de su historia.
—¿Eres una humana muy inteligente, no es así? —se burló él.
—Espera —empezó Zoe—. Esto suena como un montón de mierda
para mí. ¿Los estigmas? ¿Las heridas de la crucifixión? Violet no tiene esas.
—No, ella tiene mis heridas —dijo Onyx orgullosamente—. Ellas solo
son otra versión. Las heridas de Asís fueron simbólicamente infringidas en él
primero, justo como fueron las de Violet, y luego sanaron. Al sanar las heridas
el exiliado efectivamente da una pieza de su inmortalidad a la víctima, es este
caso Grigori, y como demostró Phoenix. Lo que se diese también se puede
quitar. —Onyx alzó sus brazos e hizo un arco.
—Oh Dios mío —susurré para mí misma—. Él va a asesinarme.
Lentamente.
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Onyx me escuchó.
—Parece el resultado más probable —dijo, mientras se sentaba de
regreso al sofá, feliz.
—¿Mataremos primero a Phoenix, si? —preguntó Salvatore y Steph
asintió.
—Pueden intentarlo. Quizá funcione.
—Mientes —dijo Salvatore, observando a Onyx luego girándose a
Zoe—. Él miente.
—¿Qué no nos estás diciendo? —demandó Zoe.
—Dos camisas Armani, una blanca con rayas, la otra con dibujos. De
corte entallado. Y… —Él pasó una mano sobre su barbilla—. Una afeitadora
eléctrica. Una costosa.
—¿Qué tal si solo golpeo con fuerza mi puño en tu rosto hasta que nos
digas todo lo que sabes? —Sugirió Spence, tomando unos cuantos pasos
exagerado hacia Onyx.
—No te molestes con eso, chico —dijo Dapper—. Él estaría bastante
feliz que tú lo acabes. No llegarás a ningún lado de esa manera.
Spence miró hacia mí pero, incluso ahora, todavía no podía lograr
completamente regresar la mirada.
—Les daré hasta mañana —dije, aturdida.
—¿Piensas que tú Lincoln alguna vez te perdone? —preguntó Onyx.
—¿Qué? Él…. Phoenix hizo esto. No fui yo. Lincoln... él entenderá
—dije, tropezándome con las palabras que había estado tratando de decirme a
mí misma desde que lo vi caminar fuera del Hades.
—No me refiero sobre esta noche, aunque no puedo ayudar a tu causa.
Tragué fuerte. No era la primera vez que me daba cuenta que Onyx
planteaba esta cuestión. La última vez fue justo antes de apuñalarme.
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—Ah. Ya veo. ¿También, preocupándote? Una cosa grande, esa.
Incluso esos con la mejor intención, el más grande amor prohibido, pueden
luchar para aceptar que el otro consiga el premio antes que ellos.
—Cállate, Onyx —dijo Dapper. Extrañamente, Onyx parecía que iba a
responder pero lo dejo pasar.
Le di a Dapper una mirada agradecida. Realmente no quería tener que
explicar a todos en la habitación que se estaba refiriendo al hecho de que
dormí con Phoenix y eso había hecho a Lincoln… infeliz.
—Muy bien. Phoenix tiene una conexión física contigo ahora. No solo
él puede traer las heridas que yo tan salvajemente di, sino que también es lo
que evita qué vuelva a ocurrir. Si algo le pasara a Phoenix, si él fuera
asesinado, o como a ustedes les gusta llamarlo “devuelto”… bueno… —Él
abrió sus manos.
—Moriré.
—Parece inexorablemente probable.
—Jesús, María y José — dijo Steph mientras Spence y Zoe maldecían.
—Esto, no es bueno —dijo Salvatore, sacudiendo la cabeza.
Dapper permaneció en silencio.
Onyx sonrió, disfrutando su versión de aplausos hasta que sus ojos se
ajustaron a los míos. Mi pecho se apretó y cada respiro de repente se sentía
trabajoso.
Nos miramos el uno al otro y en ese breve instante, cuando sus ojos no
podían completamente sostener los míos, compartimos la verdad
silenciosamente entre nosotros.
No era solo probable.
Si Phoenix moría, yo moría.
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Capítulo 13 "Un pensamiento, incluso una posibilidad, puede destrozarnos y
transformarnos".
Fredrich Nietzsche.
Traducido por Anelynn*
Corregido por Lizzie
speraba que una mañana pintando ayudaría. Darme algo de
perspectiva o por lo menos dejarme escapar por un par de
horas. Pero ni siquiera pude concentrarme el tiempo suficiente
para mezclar los colores correctos en mi doble periodo de arte primera.
Él me dijo que me amaba una vez. Fue apresurado y quizás solo parte
de un juego para él, tratando de alejarme de Lincoln. Creo que había
funcionado. Nunca me había sentido tan aislada antes.
Ahora, otra vez gracias a Phoenix, yo estaba segura de mi propio fin.
Después de todos los eventos de anoche, para cuando llegué a casa
había sido tarde otra vez. Mis asignaciones de sueño estaban declinando
mientras mis experiencias cerca-de-la-muerte estaban claramente a la alza.
Pero, claro, no fue la falta de sueño lo que me tenía tan agitada. Era la falta de
algo más.
Alguien más.
Había esperado, todo el tiempo que estábamos con Dapper escuchando
a Onyx contar su historia de destrucción, que Lincoln pudiera regresar. Que
de alguna manera él pudiera darse cuenta que yo nunca habría besado a
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Spence voluntariamente. Incluso no perdí las esperanzas de que Magda
pudiera haber hablado algo de sentido en él.
Haciéndome ilusiones. Pero Lincoln, él me conocía. Seguramente
sabría que yo no sería tan...
¡Aunque dormí con un oscuro exiliado!
Y ahí estaba mi problema- la irritante voz de la verdad en la que todos
nos hemos enterrado profundamente.
La que siempre está ahí pintando con colores primarios, no
molestándose en mezclarlo bien.
Onyx tenía razón. Yo había sembrado las semillas de duda que
Phoenix ahora estaba regando. Pude haber tenido mis razones, pero eso no
cambiaba el hecho de que Lincoln probablemente nunca me perdonaría o que
el sacrificio requerido para que estuviéramos juntos sería más de lo que él
voluntariamente nunca haría por mí.
Él tenía su problema real, y yo tenía el mío.
Había sacrificado todo para salvar a Lincoln pero ahora mismo temí
entregar sus fuerzas, arriesgar su poder, no sería algo que Lincoln pudiera
hacer. Ni así él podría estar conmigo.
Para cuando la campana timbró para el almuerzo, apenas había hecho
una marca en mi lienzo. Mientras guardaba mis cosas mi profesora de arte
vino hacia mí.
—Violet, has estado distraída últimamente. Sé que tienes otros
estudios en los que concentrarte y bastantes eventos sociales que asistir, sin
embargo, si todavía planeas hacer el impacto sé que puedes en el curso Fenton,
necesitarás comenzar a aplicarte tú misma otra vez en el arte.
Tomé una profunda respiración, desanimada y enojada conmigo
misma.
—Lo sé, Srita. Trataré más duro. Realmente quiero hacerlo bien en el
curso de Fenton.
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—Bueno, si ese es el caso, tienes que hacerlo —dijo en esa voz que
solo los profesores pueden usar, algo entre paternal y para hacerte sentir
culpable. Funcionó.
En la cafetería agarré una ensalada y un rollo de pan y lo dejé caer en
mi lugar de siempre.
Cuando la silla a mi lado fue sacada y una bandeja cayó al lado de la
mía, ni siquiera levanté la vista. Asumí que era Steph.
—Cielos, Eden, ¿estás despierta?
Brinqué en mi asiento levantando la vista para ver a Spence riendo sin
parar.
—¿Qué? ¿Qué estás haciendo aquí? —Entonces, paranoica, comencé a
mirar alrededor.
—¡Vas a meterme en problemas! ¡Otra vez!
Me dio un guiño descarado y su sonrisa se amplió.
—Glamur.
Miré alrededor de la habitación otra vez y me di cuenta que nadie más
parecía ser consciente de su presencia, aunque él no estaba vistiendo un
uniforme de la escuela y claramente no pertenecía aquí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Aparte de cuidar de una malvada resaca. Vine a aclarar el aire
—dijo, cuadrando sus hombros hacia mí. No tenía intención de marcharse.
—Oh —resoplé un No-quiero-estar-aquí-bufido.
—Mira. Muchas cosas se desplomaron anoche y consiguieron el
sentimiento de todo lo feo... si pudieras llevarte una cosa lejos, sería ¿tu-y-yo-
ensuciándonos-un-poco-en-la-pista-de-baile?
Entorné mis ojos hacia él.
—Tú ciertamente tienes una manera con las palabras, Spence.
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Se encogió de hombros.
—Es un don. —Levantó sus cejas y esperó. Realmente no iba a
marcharse.
—De acuerdo. Mira, no es que yo no... Tú sabes. Creo que eres
agradable y todo y tú estabas... Quiero decir... no fue malo o algo. Mierda. Yo
solo no...
—¿Te gusto de esa manera? —sugirió sonriendo.
—Sí.
—Está bien. Lo entiendo. No fue exactamente mi elección tampoco.
No me mal entiendas. No me siento violado o algo. Tú me besaste como una
maniática, ningún chico en su sano juicio estaría decepcionado después de eso,
quiero decir…
—¡Spence! —corté.
—Oh, sí. Lo siento. ¿Qué estaba diciendo? Todo está bien. Somos
amigos. El hecho que hemos compartido un beso particularmente caliente no
va a cambiar eso, hacerlo todo raro. ¿De acuerdo?
Asentí, aliviada que al menos una de mis preocupaciones no se iba a
desenvolver en una crisis mayor.
Steph sacó una silla y se sentó al otro lado de Spence.
—Hola —le dijo ella a Spence—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—¡Oye! —Salté—. ¿Cómo es que ella puede verte también?
—Es una cosa de tomar-y-escoger. Justo ahora solo estoy
proporcionando glamur para aquellos quienes no me conocen ya. Tan lejos
como ellos estén interesados en una muy inadvertida —pero seriamente
ardiente— chica que está sentada junto a ti en una escuela con uniforme
teniendo el almuerzo.
—¿Ardiente? —repitió Steph.
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—Oye algunas cosas solo pasan naturalmente. —Spence abrió sus
brazos—. Es difícil para mí cubrir un atractivo innato, no importa en qué
forma esté.
Steph hizo un movimiento de vomitar.
—Te das cuenta que esta es una escuela mixta. Podrías haberte
quedado como hombre —dijo ella.
Spence tomó una mordida de su sándwich.
—Cierto. Pero entonces no habría sido tan fácil detenerme por el
vestidor de las chicas en mi camino hacia aquí. —Se encogió de hombros.
Empecé a recoger pedazos de mi rollo de pan, lanzándoselos a él.
Steph recogió su tazón de ensalada y soltó su contenido sobre su cabeza.
Había sido bueno aclarar el aire con Spence y para el final del día
empecé a componerme y a construir hacia mi siguiente tarea. Lincoln.
Después de la escuela, Steph y yo nos desviamos por el banco así pude
retirar algo de dinero de la cuenta Amex de papá. Él la había ajustado con
tarjetas compartidas para nosotros dos hace años. Yo pagaba la mayoría de las
facturas domésticas y hacía la mayoría de cualquier compra, entonces era solo
más fácil si tenía acceso al efectivo. Papá me había dicho que estaba bien
usarla en algunas cosas aquí y allá. Pero con todo no me importaba. No me
importaba cuanto costaba una camisa Armani y una rasuradora eléctrica así
que cuando Steph sugirió sacar mil dólares casi me caí.
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—¿Qué quieres decir con mil dólares? ¿Estás loca? —Realmente solo
saco efectivo para el dinero del almuerzo y la despensa. El café y la leche no
cuestan mucho.
—Escucha, dulzura, cuando viene no importa el diseñador de la ropa,
soy tan fiable como ellos vienen. Solo eres afortunada de que hay rebajas. si no
necesitaríamos más.
Solté una respiración. Si ella estaba diciéndome que era así, así era.
Aún así, no pude evitar la exasperación en entregar el dinero así Onyx podría
conseguir su recompensa por decirme que podría morir.
—¿Vas a estar bien? ¿Sabes de qué tamaño conseguir?
Steph me puso los ojos completamente en blanco.
—Honestamente Vi, yo podría comprar con mis ojos cerrados.
De cualquier manera, sacó una servilleta de coctel de mi bolsillo.
—El Sr. Rememoro-en-los-días-oscuros me dio todas sus medidas.
Realmente me desagrada ese tipo.
—Trata de odiar con una venganza.
Steph me dio una mirada de lástima.
—¿Estás segura que quieres que me vaya? Puedo quedarme contigo, ir
a la casa de Lincoln, ¿solo por si acaso...?
Pero esto era algo que tenía que hacer yo sola. No había motivo para
llegar con refuerzos, mi mejor oportunidad era solo ir yo misma, tratar y ser
completamente honesta.
—No. Tú vete. Necesitamos esta cosa. Tendré que enviarla a Onyx
para mañana o él comenzará a causar más problemas. ¿Por qué no lo preguntas
a Salvatore si quiere ir contigo?
Steph me plantó un beso de despedida en mi mejilla.
—Ya está hecho. Me voy a reunir con él en el centro comercial.
»Uhm... ¿Vi? —comenzó ella, insegura no característicamente de ella.
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—¿Sí?
—¿Te importa si me quedo en tu casa otra vez esta noche? Papá sigue
lejos y bueno. El entretenimiento de mamá. —Ella miró pasándome,
repentinamente distraída por algo en la ventana de la tienda.
Era casi creíble, si no estuviéramos paradas afuera de un banco.
—Seguro, Steph. —Entonces, decidiendo que era suficiente,
agregué—: Iba a pedir la misma cosa. Realmente no me siento con ganas de
estar sola un momento así que tal vez tú solo puedes venir y ¿quedarte hasta
que papá regrese? ¿Si está bien contigo? —Realmente no sabía que estaba
pasando en la vida de familia de Steph, pero su incomodidad decía lo
suficiente.
Steph cambió su peso de un pie a otro y encogió un hombro.
—Sí. Podría hacer eso.
Finalmente ella levantó la vista brevemente, empujó el cabello hacia
atrás de su frente y revisó su reloj.
—Tiempo de volar. —Mientras caminaba pasando, incapaz de
mirarme otra vez, agarró y sostuvo mi mano y ambas nos dimos un rápido
apretón antes de dejarnos ir.
Cuando caminé por la calle de Lincoln. No pude ver su tracción de
cuatro ruedas estacionada en ningún lugar del camino. La puerta de su bodega
estaba abierta, lo cual no era sorpresa como si todos estuvieran usándola como
centro de reuniones últimamente.
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Me pregunté si eso le molestaba, si él se sentía incómodo por todos los
demás.
Especialmente desde anoche.
Griffin estaba en el comedor, observando a Spence y Zoe practicando
movimientos tácticos.
Lo aburrido, no combate, solo ejercicio. Sonreí cuando capté las
miradas frustradas en la cara de ambos.
Rudyard estaba supervisando, gritando cuando ellos hacían una mala
decisión y ordenándoles que volvieran y comenzaran otra vez.
Me sentía bastante petulante hasta que noté a Griffin observándome.
—Tú eres la siguiente —dijo.
Le lancé una media sonrisa.
—¿Dónde está Lincoln?
La expresión de Griffin se tensó. Pensé poder ver un poco de
frustración en sus ojos, también.
—No está aquí. Él y Magda tenían algo que hacer que no podía
esperar. —Y ahí estaba otra vez. Escuché un cambio en su voz. Un toque de
sarcasmo.
—¿Sabes que está pasando?
—No tengo idea. —Griffin se recompuso un poco cuando captó mi
obvia tristeza—. Mira, todos tenemos cosas que hacer a veces que son...
privadas. Eso no significa que queremos herir a la gente a nuestro alrededor o
alejarlos. Algunas veces solo estamos tratando de protegerles.
—¿Griffin? —comencé, sacando una silla y tirándome a lado de él—.
Nyla y Rudyard le dijeron a Linc como ellos son almas gemela. Como estar
juntos los hacía más fuertes. ¿Alguna vez consideraste estar con…?
—¿Magda?
Asentí.
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—La has visto, ¿verdad? Claro, lo consideré. ¿Quién no lo haría?
—Entonces rápidamente, asintió—. Yo... ah, bueno. Lo que quería decir es
que, ella es muy hermosa, pero eso no lo es todo. Magda y yo nunca estuvimos
enamorados. Más como hermano y hermana o mejores amigos al principio...
bueno... —Pero él no explicó detalladamente. Tenía la sensación de que su
compañía no siempre había sido miel sobre hojuelas.
—¿Habrías tratado, si la hubieras amado? ¿Lo harías, tú sabes,
arriesgado tus poderes?
Él se reclinó en su silla.
—Esa es una gran pregunta que estás haciendo. —Frunció el ceño—.
La respuesta es probablemente no. Creo en ser Grigori, el papel que
interpreto. Ha sido difícil para mí a veces ser de un Serafín cuando son pocos.
La responsabilidad y expectación que viene de ser un líder. No soy siempre el
que desearía poder ser, el que debería ser, pero sin embargo, este es mi lugar.
Si yo tuviera que mostrar una tarea a algo más que mi liderazgo, el cual podría
arriesgar la función que tengo, arriesgaría muchas vidas. No podría vivir con
eso.
Asentí. Yo entendía lo que estaba diciendo pero al mismo tiempo no
pude evitar excepto pensar la única razón que admitía tan fácilmente era
porque lo que existía entre él y Magda nunca lo empujó más allá de la razón,
tentado más allá de la razón.
—Griffin, ¿Magda también es Serafín? —pregunté, dándome cuenta
que realmente no sabía mucho sobre ella.
¡Además de que la odio!
—No. Ella es de un Ángel.
—¿Qué quieres decir? ¿No lo somos todos?
—Sí, pero uno de los otros es referido como simplemente Ángel.
Técnicamente, es la décima orden.
»No prestabas mucha atención a esa gráfica de jerarquía que saqué
para ti, ¿verdad?
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—Lo siento —dije, repentinamente culpable.
Lo dejó pasar.
—Su fuerza es que ella puede hablar telepáticamente.
—Guau. ¿Entonces tú eres de la más alta orden y ella de la más baja?
¿Eso debió haber sido difícil para ella?
—Bueno, el orden no es siempre un reflejo de importancia, Violet,
pero sí, a veces eso había sido difícil para ella.
—Supongo que hablar telepáticamente es genial, sin embargo. ¿Ella
puede hablarle a alguien más?
Griffin miró alrededor de la habitación. Podía decir que esta
conversación no era una que estuviera disfrutando.
Empujó su silla para pararse.
—No. Ella solo puede hablarle a otro que tiene el mismo don.
—Oh —dije, mientras él hacía un ademán hacia Zoe y Spence y se
movía más cerca para observar su juego del gato y el ratón.
Me quedé sentada en la mesa y observé. Mi mente estaba corriendo
con todo lo que Griffin me había dicho. Los únicos otros que sabía podían
hablar telepáticamente eran exiliados. Preguntas seguían formándose en mi
mente y me di cuenta que solo estaba creando más problemas y no
resolviendo ninguno.
Rudyard se levantó.
—Eso es suficiente para ustedes por ahora —gritó, deteniendo la
mirada agradecida de Spence y Zoe, Rudyard caminó hacia la puerta y
comenzó a ponerse una larga gabardina, la cual lucía rara en él. Como Griffin,
él era el tipo de persona quien siempre estaba destinado a crecer. Sin embargo
se la quitaba mejor que Griffin y manejaba un guardarropa actualizado, él era
una de esas personas que tú sabes lucirá mejor a mediados de su vida. Me
pregunté cuantos cientos de años más le tomaría llegar a la mediana edad.
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Rudyard abrió la puerta principal y se paró a un lado, justo cuando
Nyla entró. Él sabía que ella estaba viniendo. Eso era bastante escalofriante.
Yo estaba celosa como el infierno.
—¿Qué pasa? —preguntó Griffin, uniéndose a ellos mientras yo me
levantaba también.
—Magda acaba de llamarme —dijo Nyla, alisando su cabello
alborotado—. Ella dijo que su fuente le dijo donde están escondidos un par de
exiliados. Ella cree que ellos están conectados a la Escritura. Aparentemente
su fuente los escuchó jactándose sobre cómo ellos podrían tener la llave para
destruir a todos los Grigori.
—Suena como la Escritura —acordó Griffin.
—¿Estamos cazando? —preguntó Rudyard.
Griffin agarró su abrigo.
—Puedes apostarlo. Esta es la primera guía buena que hemos tenido.
»¿Por qué Magda no me llamó?
—Dijo que trató, pero no pudo conseguirlo —dijo Nyla.
—Tiene sentido. He tenido encendido y apagado el teléfono todo el
día —dijo Griffin, pero no sonó convencido. Me pregunté si sabía algo que yo
no sobre Magda. Y Lincoln, para lo mismo.
—Yo voy —dije.
—No, no deberías salir sin Lincoln. No es seguro —dijo Griffin.
—Tú vas a salir sin Magda, y Lincoln y Magda están fuera sin
nosotros. Creo que tengo el derecho. Además, esta Escritura es... bueno,
quiero estar dentro.
—De acuerdo —dijo Griffin. Sonrió, amando que él fuera ese tipo de
chico. El tipo que respetaba instintos y personas que peleaban por lo que
creían—. Pero mejor cámbiate. ¡Apresúrate!
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Miré hacia abajo a mi uniforme escolar y luego corrí al baño para
ponerme la ropa de pelea que tenía en mi bolsa.
Cuando emergí en shorts y camisa escuché voces alzadas desde el
corredor.
Spence estaba gritando.
—No es justo. ¡Le acabas de decir a Violet que puede ir y su
compañero no está aquí! —se quejó.
—Sí, pero su compañero no está lejos. Si ella se lastima la podemos
llevar a él. Spence, es decisión de Griffin lo que pase con Violet, pero tú estás
bajo nuestro cuidado y nosotros tenemos que seguir la regulación de la
Academia —dijo Rudyard.
—¡Estás bromeado! Yo tengo todas las otras habilidades de fuerza y
rapidez que cualquier otro. ¡No voy a salir lastimado! No puedes hacer esto,
¡ocultarme por siempre!
Antes de que llegara a la sala escuché azotarse la puerta principal.
Spence se había ido.
—Nyla tenía una mano en el hombro de Zoe.
—Ve por él Zoe. Él necesita un amigo. Tú eres lo más cercano que
tiene a un compañero hasta ahora. Ayúdalo.
—Oh. ¡Perfecto! Justo lo que necesitaba. Otro imbécil al que cuidar.
¿Entonces supongo que eso significa que no voy a la cacería tampoco?
—Por favor Zoe —rogó Nyla, mirando preocupada hacia la puerta.
—Como sea.
Y justo como Spence salió hecho una furia, Zoe abrió la puerta otra
vez y obstinadamente lo siguió. Antes de que la puerta se azotara por segunda
vez, una corriente de hojas secas atravesó la sala.
Nyla, Rudyard y Griffin estaban limpiándose mientras me unía a ellos.
—¿Zoe? —pregunté, evaluando el ataque de hojas.
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—Mmm —dijo Rudyard, completamente no impresionado—. Usando
la naturaleza como arma contra nosotros sin ningún buen uso de sus fuerzas.
No. Pero podía ver porqué ella estaba solo contenta de que yo había
estado fuera del alcance cuando le dio con todo.
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Capítulo 14 “El hombre sabio en la tormenta le reza a Dios, no para salvarse del
peligro, sino para liberarse del miedo”.
Ralph Waldo Emerson
Traducido por Jessy
Corregido por Lizzie
esde el auto, Griffin intentó llamar a Magda, pero no tuvo
suerte. Lanzó su teléfono a la guantera, cerrándola con un
chasquido. Entendía su decepción. Reflejaba la mía. No solo
había fallado en aclarar las cosas con Lincoln, ni siquiera lo había visto. Le
envié un mensaje. Sin respuesta.
Manejamos por un rato y estábamos bien fuera de la ciudad antes de
preguntarle a Nyla a donde nos estábamos dirigiendo.
—A una granja abandonada. Magda dijo que tomaría cerca de diez
minutos después de pasar el aeropuerto.
Cuando ella mencionó el aeropuerto, sentí un hormigueo bajar por mi
espalda. Del tipo que tienes cuando alguien camina sobre tu tumba.
Seguimos adelante y cuando vi el cartel de desvió hacia el aeropuerto
bajé cuidadosamente una tapa en mis sentidos. No quería que todos supieran
lo que estaba haciendo, pero me sentía obligada a investigar, así que traté
asegurarme de no liberar la bruma de mi poder.
—¿Violet? —comenzó Rudyard en un tono familiar.
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—Si —dije, tratando de parecer relajada mientras también mantenía
mi concentración.
—¿Te he explicado mi poder?
—No, en realidad no. —Todavía no podía sentir nada.
—Bueno, ahora parece el momento oportuno. Soy lo que podrías
llamar un vigilante. Puedo decir el tamaño de las fortalezas de alguien, puedo
medir el nivel de sus poderes y su potencial. También puedo ver el poder en
los exiliados, puedo decir lo que pueden hacer hasta cierto punto.
—Genial.
—Sí. Soy muy genial. ¿Sabes qué más puedo hacer? —presionó.
Estaba comenzando a sentir algo muy débil y empujé mis sentidos un
poco más lejos.
—No. ¿Qué? —pregunté, distraída.
—Puedo decir cuando alguien está usando su poder.
Dejéde respirar.
Mis sentidos se cerraron como un libro al cerrarse de golpe. Había sido
atrapada in fraganti, ahora necesitaba una estrategia.
Tosí. Tácticas de retraso 101.
—¿En serio? —contesté, mi tono altamente delator. Tosí otra vez—.
Eso es útil. ¿Puedes por casualidad decir que estaba usando mis sentidos?
—De hecho, sí —dijo con suficiencia. Él sabía que ahora estábamos
jugando. Tenía la horrible sensación de que él era un experto.
—Oh, bueno eso está bien. Yo… uhm… estaba practicando. Ya sabes,
no salgo de la ciudad muy a menudo y cada vez que trato de usar mis sentidos
ahí siempre capto un montón de cosas diferentes. Pensé que estar fuera del
país era una buena oportunidad para ver si…
Esto no estaba yendo bien.
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En realidad no sabía porque no podía simplemente decirles que pensé
haber sentido algo en el aeropuerto el otro día.
Porque debería haber comprobado en ese momento, pero lo olvide y
ellos pensaran que soy una perdedora si se los digo ahora. De todas maneras,
probablemente no es nada.
—¿Y? —motivó Rudyard.
—Y —tragué—. Nada. No puedo sentir nada.
—Bien. Bueno, tal vez puedas practicar cuando estemos un poco más
cerca de a dónde vamos —dijo.
Griffin volteo desde el asiento del conductor, me miró y levantó una
ceja intencionalmente. La mirada de hablaremos-sobre-esto-más-tarde.
Excelente.
Nunca mientas alrededor de un detector de mentiras. Estaba
agradecida de que al menos no me hubiera delatado enfrente de todos.
Pasamos por la granja que Magda había descrito. Era pequeña y
decrepita. Pilas enormes de chatarra, vidrios rotos y basura en general cubrían
la parte delantera del prado. Alrededor de la propiedad no había otros signos
de civilización. Era el escondite perfecto. Todos podíamos sentir la presencia
de los exiliados.
Tratando de no llamar la atención y ganar tiempo de reconocimiento,
Griffin estacionó en un camino de tierra no mucho más allá de la carretera.
Antes de que bajáramos del auto de Rudyard sugerí probar mis sentidos. Sabía
que era un poco burlesco, pero realmente pensaba que era una buena idea.
Para gran sorpresa de Nyla y Rudyard, pude reducirlos a tres,
posiblemente cuatro exiliados dentro de la deteriorada casa con uno que otro
exiliado merodeando el perímetro. Caminamos con cuidado a través de los
arbustos y matorrales que rodeaban el edificio. Cuando llegamos a una
montaña de chatarra nos agachamos.
—Me encargaré de la seguridad del perímetro —dijo Nyla, sonando
mucho más formidable de lo habitual. Medio esperé que Rudyard discutiera
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pero él solo asintió—. Intentaré inhabilitarlo así seguiremos teniendo un
elemento de sorpresa para los otros, pero si tengo que regresarlo, ellos serán
capaces de sentirme, así que estén preparados. —Se fue.
Miré a Rudyard por un momento, para ver si estaba preocupado. No lo
parecía. En cambio, se volvió hacia mí, atrapándome en mi estado de
confusión.
—Ella es una mujer, sí, pero sobre todo es una guerrera feroz, Violet.
Mucho más grande de lo que yo nunca he sido ni seré. Ella ha desarmado más
del doble del número de exiliados que yo llevo en nuestros muchos años
juntos. Y de todas maneras —hizo una pausa, solo lo suficientemente breve
para que me diera cuenta—, no le favorecerá si me lanzo en la línea de fuego
solo para ser noble. Nuestra relación ha llegado más allá de eso. —Sus ojos me
atravesaron como si me estuviera dando algún tipo de advertencia.
Todo lo que pude pensar fue: Ellos son perfectos.
Esperamos por unos minutos, todos cada vez más ansiosos. Había una
luz parpadeante visible a través de una de las ventanas ennegrecidas.
Posiblemente fuego o una lámpara. Entonces vimos lo que solo podría ser
descrito como una lluvia de colores, como brillo iluminando los árboles.
—Ella lo devolvió —dijo Griffin, ahora en alerta roja.
—No debe haber tenido otra opción —dijo Rudyard, defendiendo a
Nyla —algo que estaba segura haría hasta el final— a pesar de que Griffin no
estaba cuestionándola.
Nyla estuvo de regreso en segundos. Se agachó junto a mí mientras la
puerta delantera de la cabaña se abría o se entreabría un poco. Salieron tres
exiliados, pero a pesar de la débil luz proveniente de la casa, podíamos verlos
apropiadamente.
—No tiene sentido esconderse, saben que estamos aquí —dijo Nyla,
levantándose, sin miedo alguno. Griffin se paró con ella mientras Rudyard y
yo hacíamos lo mismo un poco más vacilantes.
Aquí vamos.
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Caminamos hacia el pequeño claro en frente del destartalado porche,
evadiendo los peores vidrios rotos que estaban dispersos en frente de la casa,
un malintencionado sistema de seguridad de no-pase.
A medida que nos acercábamos los rostros de los exiliados se volvían
más claros. Solté un grito ahogado antes de que pudiera evitarlo.
—¿Estás bien? —preguntó Rudyard.
—He visto a uno de ellos antes, en el Hades anoche —dije, asegurando
mi vista en el exiliado pelirrojo que estaba riendo tan casualmente allí en el
sofá.
—¿Estabas en el infierno anoche? —preguntó en voz baja Rudyard a
mi lado.
—Sí, es un bar. Él estaba ahí.
Rudyard asintió, pero luego golpeó a Nyla y a Griffin es sus hombros.
—Dos de ellos son usuarios del miedo, los dos en la derecha. Sean
cuidadosos. El otro no es problema. —Luego se volvió hacia mí—. Necesitas
levantar tus defensas. Colocaran tu peor miedo ante tus ojos. Tienes que
defenderte de esto. ¡Ahora!
Asentí y me concentré en construir mis murallas, para tratar de
protegernos a mí y a mi poder. Mientras lo hacía, pude sentir el inicio de la
exploración. Era como cuando Rudyard había visto mi poder en el aeropuerto,
pero diferente. Violento. Había sentido este tipo de invasión antes, de Joel y
Onyx. Sabía que tomaría mucho mantenerlos fuera. En este momento no
podía enfrentar un montaje de mis peores miedos. Ya estaba asustada por la
idea de descubrir cuál de ellos llegaría a la cima de mi lista.
Griffin dio un último paso hacia adelante.
—Queremos información. ¡Podemos conseguirla voluntariamente o
podemos robarla de ustedes!
Los exiliados no respondieron. Me estaba dando cuenta que no era que
no se preocuparan por su existencia, sino más bien lo contrario. Eran
narcisistas extremos. Realmente creían en su supremacía y que no podían ser
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derrotados. Hasta el segundo después que una daga los atravesara y era
demasiado tarde.
El de la izquierda —el que reconocí— se movió hacia Nyla. Era
estratégico. Tratando de deshabilitarla primero, creyendo que era la más
pequeña, y por lo tanto, la más débil.
Gran equivocación.
Nyla parecía retroceder, como si fuera cautelosa y lo trajo lo más cerca
que pudo de donde ella estaba, luego, con una velocidad anormal, giró y saltó.
En la bajada su daga atravesó la parte superior del muslo del exiliado. No lo
mato. Pero el instinto me dijo que si ella lo hubiera querido lo habría hecho.
Fácilmente.
El exiliado cayó al suelo, agarrando su muslo mientras Nyla
simplemente se agachaba y sacaba la daga de su pierna mientras el gritaba.
—Muévete de nuevo y va a tu corazón.
Los otros dos exiliados, que debían haber estado impactados al verla
aniquilar a su amigo tan rápidamente, apenas parpadearon. En lugar de eso los
sentí empujando de nuevo en mi poder. Era como si estuvieran dando vuelta
todos los pomos de las puertas y haciendo sonar todas las ventanas, en busca
de una forma de entrar.
Griffin siguió hablando con ellos, demandando información. No
dejaban de negarse, resueltos en vigilarme. Yo era el objetivo, el único en el
que estaban intentando infiltrarse.
Capté destellos de imágenes. Rechacé las intrusiones, tratando
fuertemente de estar concentrada, mantener las murallas levantadas, pero
seguía viendo imágenes irrumpir, retratos se deslizaban frente a mí en un
desenfoque a alta velocidad. Pero definitivamente estaban ahí.
Primero lo vi. El único que siempre parecía distinguirse por el
momento. Incluso ahora —con todo lo que había enfrentado, temido,
conquistado— él seguía persiguiéndome, accediendo a ese lugar en la boca de
mi estómago, que puede enviar inundaciones de terror por mi cuerpo. El
profesor que me atacó, me tiró a un escritorio de madera y rasgo mis ropas
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mientras oprimía sus dedos callosos y duros en mis brazos mientras me
obligaba a bajar.
Odio que esto —que él— de alguna manera fuera una parte de mi
estructura interna ahora, algo que no podía apartar de mi ser o de mi historia.
Vi su rostro pasar como un rayo, solo un vistazo. Pero un vistazo fue
suficiente.
Mis manos fueron a los lados de mi cabeza mientras trataba de
mantener mi entereza física. Pero entonces… la visión se instaló en una
escena.
No era él lo que estaba viendo tanto como yo.
Oh no.
Sabía a dónde iba esto.
Estaba de vuelta en el desierto, reviviendo el momento cuando había
puesto su rostro a la silueta que mi ángel de la oscuridad me dijo que debía
matar. Veía ahora, como los acontecimientos se desarrollaban de nuevo, de
alguna manera separados de mí, en otro lugar. Me pude ver llorando, rogando
no estar ahí. Sostuve la daga en la mano y la tire hacia atrás, lista para hacer
mi ataque y entonces vi como la figura se transformaba en una nueva forma
—yo— de la misma manera dirigí la daga hacia el corazón.
Habían tres yo: la yo de ahora, viendo esta visión; la yo asesina,
sosteniendo la daga; y la yo muerta, cayendo al piso en un charco de sangre,
sin vida y… desaparecí.
Sentí vagamente algo de ardor en las piernas pero no me podía
concentrar. Necesitaba estar aquí, no ver esto. No podía pasar por esto otra
vez. Busqué dentro y trabajé furiosamente, tratando de levantar mis defensas.
Comencé a trabajar y entonces, de repente, mientras mis barreras se alzaban,
cerrando las imágenes de mi propio pasado y el desierto, algo me golpeó la
cara.
Abrí mis ojos, y estaba una vez más en el claro fuera de la pequeña
granja. Estaba de rodillas en las rocas, trozos de metal afilados y cristales rotos,
en medio de un charco de sangre. Nyla estaba parada sobre mí, con una
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mirada asustadiza lista para el combate en su rostro. Griffin estaba de cuclillas
a mi lado, luciendo más preocupado.
Él se paró y extendió su mano.
—¿Estás bien?
—Sí —dije, saboreando la sangre en mi boca. Debo haberme mordido
la lengua en algún momento—. Ellos… ambos… lo siento, no estaba lista
—dije, avergonzada de que no hubiera sido capaz de detenerlos.
—Son fuertes Violet. Muy fuertes, dos de ellos juntos habrían sido
para cualquiera de nosotros casi imposibles de contener. No iban por nosotros,
solo por ti —dijo Rudyard, mientras Griffin me levantaba.
—¿Qué paso? —pregunté, mirando alrededor. Los dos exiliados habían
desaparecido.
—Regresamos. No tuvimos opción, el miedo puede matar —dijo
Griffin.
Oh.
—¿Qué paso con el otro? —pregunté, mirando hacia Nyla pasando por
encima del exiliado menos poderoso.
—Eso es por lo que te abofeteé, lo siento. Necesitaba tu ayuda con este
—dijo Griffin, guiándome hacia donde Nyla se había reposicionado a sí misma
para pasar sobre el exiliado menos poderoso.
Ella me hizo un gesto con la cabeza.
—¿Bien? —Sonaba tan distinta de lo normal, en modo combate
completamente.
Si no necesita ser dicho en este momento, no lo digas.
—Sip.
Griffin se puso en cuclillas al lado del exiliado cuya pierna ahora
estaba curada.
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—¿Puedes verla? —le preguntó, señalándome a mí—. ¿Puedes sentir
su poder?
Él exiliado me miro y luego miro el piso.
—¿Has oído lo que ella puede hacer? —continúo Griffin, mofándose—
. Apuesto que sí. Ella puede removerte, hacerte solo humano; carne podrida,
carne rancia sin poder, no importa cuál sea tu elección.
Mi boca cayó abierta mientras escuchaba a Griffin torturar
verbalmente a aquel exiliado, pero Nyla me dio una mirada que me detuvo a
interrumpir. Sabía que ella estaba en lo correcto pero todavía… Cristo.
—¿Dónde está las Escritura Grigori? Sabemos que lo sabes. Dime
ahora o le diré —miro hacia mí otra vez—, que siga adelante y tenga un poco
de retribución. ¿Me entiendes?
El exiliado no levanto la cabeza, pero asintió.
Madre de Dios.
—¿Dónde? —presionó Griffin.
—No puedo decirte una ubicación específica, solo… como
encontrarlas, eso es todo. Pero tienen que dejarme ir —dijo el exiliado.
—Dinos lo que sabes —todo lo que sabes— y te dejaremos ir por esta
noche —dijo Griffin y mientras lo hacía pude sentirlo inyectar verdad a sus
palabras, así el exiliado se sentiría seguro, pero también de ese modo él
entendería que tenía que decirnos todo lo que sabía.
—Bien —dijo el exiliado, poniéndose de pie.
Todos dimos un paso atrás, manteniendo la distancia de ataque justa.
—Las Escrituras están donde fueron colocadas primero todas las reglas
—dijo con una pequeña sonrisa lentamente instalándose en su amarga
expresión.
—¿Qué? —respondí, comenzando a darme cuenta que era lo que
seguía haciéndome sentir incomoda.
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—Donde todas las Reglas van. Al principio. Las Reglas —para los tres
que existen en la tierra, bienvenidas o no— existen y otras… instrucciones,
según sea necesario. Encuentra el lugar de la Reglas, encuentra las Escrituras
perdidas.
Me moví hacia adelante. Griffin extendió un brazo para detenerme,
pero lo empujé. Estaba más cerca del exiliado de lo que era prudente, pero
supuse que había estado suficientemente petrificado por lo que podría hacerle
así que sería demasiado estúpido ahora.
—Voy a hacerte una pregunta más. Griffin allá va a saber si dices la
verdad, si lo haces, te puedes ir. Si no…
Los ojos del exiliado corrían entre todos nosotros. No necesitaba dar
la vuelta para saber las miradas amenazantes que él estaría recibiendo en este
momento, ellos me guardaban las espaldas.
—¿Qué? —gruñó.
Hable lentamente. Sabía que lo que estaba por decir era
potencialmente importante. Tenía que mantener mi voz firme incluso aunque
la sola idea de lo que podría estar sugiriendo era horrible.
—Dijiste que habían reglas para los tres que existen. Tú dijiste
Escrituras no Escritura. ¿Qué más acompaña a la Escritura Grigori?
Su sonrisa se amplió.
—Él ha estado esperando que te dieras cuenta de eso.
—¿Quién? —espeté.
—Tú dijiste una pregunta. ¿Cuál?
Tragué fuerte.
—La primera.
—Los seres humanos encentraron sus reglas, cerca de tres mil
quinientos años atrás. Las otras, una por el Grigori y una por el exiliado, se
mantienen es su lugar original de pertenencia —suspiró—. Creo que no por
mucho tiempo. —Él inclino su cabeza hacia mí, luego miró a Griffin.
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—Eso es todo lo que sabe Violet —confirmó Griffin.
—Seguiré mi camino entonces —dijo él mientras se echaba a correr,
súper rápido. Todos solo miramos, un poco estupefactos.
—Que Dios nos asista —habló Griffin en voz baja—. Tenemos que
encontrar esas Escrituras antes que ellos lo hagan. Ahora, más que nunca.
—Vamos a empezar por ayudar a Violet a limpiarse —dijo Nyla,
rodeándome con un brazo mientras comenzábamos a caminar de vuelta a
donde habíamos dejado el auto.
No había prestado mucha atención hasta este momento, pero los
cortes en mis piernas eran profundos y mis rodillas estaban empezando a
hincharse.
El viaje de regreso fue tranquilo. Había un montón de lo cual hablar,
pero en este preciso momento no podía hacerlo y sabía que todos los demás lo
respetaban.
Le di a Steph una llamada para dejarle saber que me estaba dirigiendo
a casa.
—No te preocupes —dijo ella—. Nos encontramos con Spence y Zoe
después que la bronca término ellos nos pusieron al tanto. Volví a tu casa por
si acaso por tu papá. Todavía no llega, pero si lo hace, diré que estas en la
ducha o algo.
—Gracias. Estaré de regreso allá en aproximadamente media hora
—dije.
—¿Estás bien? Suenas agotada —dijo Steph, preocupación creciendo
en su voz.
—Sí. Solo estoy exhausta. Te pongo al día cuando llegue a casa.
Después de que colgué, Griffin se volvió hacia mí.
—¿No quieres regresar a casa de Lincoln? ¿A curar esas heridas?
—Oh… —Miré mis rodillas. La hemorragia casi se había detenido.
Dolerían como el demonio mañana, pero sería el fin de semana y solo no
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podría hacer frente a nada más esta noche—. No son solo unos rasguños. Se
sanaran solos.
—Si tú lo dices —dijo, sin comprármelo, pero sin presionar.
Cuando nos acercábamos a mi calle, Nyla se acercó un poco más y
habló en voz baja:
—Violet ¿Quieres hablar de eso?
Sabía lo que estaba preguntando pero incluso reconocer el temor que
los exiliados habían revivido era más de lo que podía manejar.
—No —dije, trabajando duro en mantenerme enfocada en nada—. He
tenido suficientes visitas al pasado hoy.
—Bueno —dijo ella, dándose cuenta que no era el tipo de chica que
compartía pero dándole a mi mano una palmadita de todos modos.
Solo una cuadra más y entonces estoy en casa.
Entrar a mi edificio tomo un rato desde que tuve que merodear fuera,
esperando a que el tipo de seguridad fuera a dar un paseo por los pasillos, de
esa manera podría pasar inadvertida.
Cuando finalmente llegué dentro de mi apartamento, cerré la puerta y
la aseguré con llave, justo como cualquier otro día. Mantuve la calma y abrí la
puerta de mi habitación. Ahí, profundamente dormida en mi cama, estaba
Steph.
Susurré:
—¡Steph! —Revisando si estaba dormida, esperando que no
despertara.
No lo hizo.
Me moví en piloto automático de vuelta a la sala de estar, encendí la
TV despacio para ocultar lo que estaba por venir y me deslice hasta el suelo a
la par con la velocidad de mis lágrimas que caían de mis ojos. Escondí mis
rodillas, adoloridas e hinchadas, cerca de mi pecho y envolví mis brazos en
ellas.
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Por muchas horas, lloré en silencio, gritando por dentro.
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Capítulo 15 "Lo terrible de la búsqueda por la verdad es que la encuentra”.
Remy de Gourmont
Traducido por rihano
Corregido por obsession
e desperté en la mañana, tiesa, sensible e inflamada,
acurrucada en un rincón del sofá, bajo la seria mirada de
Steph.
—Te dejé por el tiempo que pude, pero Vi... necesitas una ducha.
—Me entregó un café—. Y esto.
Tomé la taza agradecida. La situación debe haber sido mala para que
Steph hubiera abordado la máquina de café. Me senté y tomé un sorbo.
—Una noche dura. ¿Qué hora es? —Yo no sabía cuánto había
dormido. La única manera por la que sabía que "había sido" en verdad un
período de sueño real era por el sueño.
Había sido vívido, casi real. Cuando primero había abierto mis ojos
todavía podía casi alcanzarlo y tocarlo con la mano, casi traerlo de vuelta a mí,
pero con cada momento despierta este fluía alejándose más. No podía recordar
el sueño en absoluto ahora, ni un detalle, aparte de eso, estaba segura que se
trataba de algo que necesitaba y eso me producía una extraña sensación de...
pérdida.
—Las diez. Te habría dejado dormir, pero se supone que estemos
llevando esa cosa para Onyx y pensé que deberíamos tener eso terminado
antes de que debas asistir a clase.
M
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Di un suspiro de cansancio, recordando que había aceptado tener
clases con Nyla y Rudyard los fines de semana desde el mediodía.
—¿Qué pasó, de todos modos? —preguntó Steph, percatándose del
estado de mis piernas todavía sucias y ensangrentadas.
—Me caí de nuevo.
Ella se medio rió.
—¿Se supone que debo creer eso?
—Es cierto. Estaba siendo atormentada por dos exiliados que se
especializan en el departamento del miedo cuando sucedió, pero yo me "caí".
—¿Mal? —agregó Steph, insegura de cuanto preguntar.
Me puse de pie y rápidamente agarré el extremo del sofá para
apoyarme mientras le entregaba la taza con la otra mano.
—Mal. Voy a tomar esa ducha.
Cuando regresé a la sala, Steph la había arreglado un poco. Yo no dije
nada, ni siquiera le agradecí. Sabía que ella no querría eso. En cambio, me
encontré de pie en la puerta de la terraza en el más amplio y suave chándal
que pude encontrar. Las que usualmente guardo para los días de fuera
verduras. Separé las cortinas y abrí la puerta.
Sin seguro. Una vez más.
Dejé filtrarse la brisa de la mañana a través de la puerta abierta y cerré
los ojos, dejando que el leve viento se deslizara sobre mi cara levantando
mechones sueltos de cabello. Me empapé en la promesa de un nuevo día y lo
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dejé engañarme por un egoísta momento, antes de cerrar la puerta y aceptar
que era poco probable que hoy fuera diferente.
Tomamos un taxi hasta el Hades. Había insistido en caminar, a pesar
de que mis piernas me estaban doliendo más de lo que admitiría. Después de la
primera cuadra Steph había hecho un ridículo ruido jadeante y paró un taxi.
Durante el día, el Hades es bastante discreto. Una clientela de más
edad en el restaurante teniendo almuerzos de negocios. Dapper debe haber
sido un buen hombre de negocios para ser capaz de atraer a tal gama de
clientes. Sorprendentemente, tampoco parecía demasiado deslastrado, de la
manera en que muchos de los locales nocturnos durante el día se veían,
cuando las luces están encendidas. Las cortinas de terciopelo escarlata se
retiraron, lo que ayudó a iluminar el lugar y darle un brillo dorado a los
candelabros que brillaban a la luz. Combinado con los más blancos manteles y
camisas crujientes de los camareros, el efecto general era muy fresco.
Steph y yo buscamos alrededor a Dapper y fuimos directo a la bodega.
Pasamos por la puerta de Solo Personal y bajamos las escaleras.
—¡Fuera! —gritó Dapper cuando nos acercamos.
—Está bien —dije, de repente nerviosa de que hubiéramos hecho algo
mal. Nos dimos vuelta rápidamente y empezamos a dirigirnos de regreso a
arriba.
—Espera, espera. Eres tú, ¿Violet? —preguntó Dapper, sonando más
cerca.
Me detuve a mitad de las escaleras, con las piernas ardiendo, y
respondí:
—Sí. Lo sentimos, el tipo del bar nos dijo que podíamos venir.
—Sí, sí, vuelve. Pensé que eras Onyx. Él siempre está tratando de
deslizarse aquí abajo y robar mercancía.
—Suena como algo que él haría —me dijo Steph, haciendo su camino
de regreso por las escaleras. Yo no la seguí.
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—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó Dapper, mientras abría
una caja de vino y empezaba a cargar las botellas hacia los bastidores de piso a
techo.
—Tenemos las camisas de Onyx y la máquina de afeitar —dije, todavía
molesta de que tuviera que pagarle por su información.
—Bueno, tú no lo encontrarás aquí abajo. Comprueba arriba.
—En realidad... —empecé.
Dapper dejó la botella en su mano y me dio una buena mirada.
—Déjame adivinar, ¿quieres que juegue al repartidor?
—Vamos, Dapper. Mírala. Apenas pudo bajar estas escaleras,
¿realmente vas a enviarla en una misión de búsqueda? —preguntó Steph,
dando la cara por mí, como siempre.
Dapper miró mis piernas, como si pudiera ver las heridas, a pesar de
mi chándal suelto.
—Tú encontraste más problemas, ¿verdad?
—Algo.
—¿Dónde está tu caballero de brillante armadura?
—¿Eh?
Dapper señaló con la cabeza hacia mí.
—¿Lincoln? Tu amigo que puede por arte de magia arreglarte toda
como nueva.
—Oh. —Gracias por el recordatorio—. No sé. Mira, ¿vas a tomar esto
o no? —le pregunté, harta de tener que dar constantemente explicaciones a
todos.
Dapper extendió una mano.
—Déjalo aquí.
Steph le entregó la bolsa de compra.
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Yo ya estaba en mi camino de vuelta por las escaleras para ese
momento. Simplemente no tenía la energía hoy. Ella me alcanzó y le gritó un
agradecimiento a Dapper. Ella no dijo nada. Sabía que yo no podía hablar en
estos momentos.
Todo el mundo estaba en la casa de Lincoln en el momento en que
llegamos. Un sentimiento de decepción se apoderó de mí. Era genial tener a
todos alrededor y yo nunca había tenido tantos amigos, pero al mismo tiempo,
no estaba acostumbrada a una invasión constante. Se sentía como si a todas
partes que me volteara, alguien más estaba allí. Apenas tenía ya algún
momento para mí misma. Todo era demasiado.
Fui a través de los grupos, incluyéndome a mí misma en las
conversaciones cuando era necesario. Sobre todo, la conversación giraba en
torno a la noche anterior, recapitulando la historia o haciendo preguntas. Por
suerte para mí, parecía que nadie se había enterado del papel que yo había
jugado con demasiada profundidad.
Era consciente de Lincoln sentado a la mesa con Magda cerca de su
lado. En un punto había hecho un movimiento vacilante hacia él, pero él me
había visto venir y se dio la vuelta, así que, patéticamente, seguí caminando
pasándolos hasta la máquina de café. Spence estaba hurgando en la nevera,
claramente infeliz con su contenido.
—¿Algo de leche? —le pregunté, agarrando una taza.
—Leche, sí. Aperitivos, no —dijo, emergiendo con la leche y nada
más. Me pasó la caja de cartón y debe haber notado las lágrimas en mis ojos.
—Oye, ¿estás bien? —Puso una mano en mi hombro, pero algo le
llamó la atención y la dejó caer de nuevo—. Oh hombre, voy a... —Señaló con
el pulgar por encima de su hombro y se alejó.
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Me di la vuelta para ver a Lincoln, con los brazos cruzados mientras
observaba a Spence moverse hacia el sofá. Él ni siquiera me miró.
Tomé un lugar por mi cuenta cerca de mi pared, deseando poder
deslizarme detrás de la protección y desaparecer. Cada vez que miraba a
Lincoln, Magda estaba susurrando algo en su oído, luego rompía en sonrisas
maliciosas que estaba segura estaban destinadas solo para mí. Ella era tan
presumida, sentada allí, viéndose perfecta en vaqueros blancos y un suéter de
color caramelo. Su ropa estaba siempre impecable y llevaba el tipo de marcas
solo comparable a Steph. Estaba jugando distraídamente con el collar de
zafiros que había estado usando desde que regresó de las vacaciones, al
parecer, algunas piedras preciosas raras y valiosas de Cachemira de acuerdo
con Steph, que hacia un punto de saber estas cosas.
Todo el mundo charlaba mientras esperábamos a que Griffin llegara, la
última persona en arribar. Hablé con Nyla por un tiempo, pero tenía la
sensación de que se estaba formando demasiadas opiniones de mí, así que me
alejé en cuanto pude. Mis piernas estaban palpitando horriblemente y sentí la
sangre filtrándose a través de mis pantalones. Esperaba que el tejido no
estuviera pegándose a las heridas mientras la sangre se secaba.
Cuando Griffin llegó, saludó a Nyla y Rudyard y luego se dirigió
directamente hacia el lugar donde estaban reunidos Magda y Lincoln. Magda
se levantó, le dio un breve abrazo y habló en voz baja con él. Me acerqué más,
pero no pude escuchar mucho, aparte de que ella se estaba yendo y era algo
que no podía evitar, a pesar de que ella no había parecido dispuesta a ir a
ninguna parte hace un minuto. Fue brusca con Griffin y en unos instantes
depositó un rápido —y molesto— beso en la mejilla de Lincoln antes de,
básicamente, volar hacia la puerta. Yo estaba suponiendo que su abrupta salida
fue la razón de que ella no tuviera la oportunidad de decirme adiós a mí.
Sí, claro.
—¿Está todo el mundo aquí, entonces?—gritó Griffin, volviendo su
atención a la habitación.
Todos asentimos. Él estaba a punto de convocar una reunión. Con la
información que recogimos anoche era ahora más importante que nunca
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encontrar esas Escrituras. Sabía que ellos habrían estado trabajando en
estrategias toda la mañana. Estaba a punto de sacarlo para nosotros —lo que
iba a suceder, cómo iba a suceder. El problema era que Griffin no tenía toda la
información.
—Correcto, vengan y siéntense —prosiguió, preparándose para iniciar
la perorata de un líder. Estaba contenta de que lo tuviéramos. La carga que
debía llevar era enorme. Estaba agotada de tan solo una semana de tener que
lidiar con esta gente, no podía imaginar lo difícil que sería para él a veces.
Todos obedientemente se movieron en torno a los sofás, apretándose
juntos. Steph parecía acogedoramente escondida con Salvatore. Le sonreí,
notando mientras hacía eso que estaba mirando hacia mí con una expresión
preocupada. Lincoln se acercó también, pero mantuvo una ligera distancia de
todos los demás, permaneciendo al final del banco de la cocina. Podría haber
sido porque no había quedado ningún espacio libre en los sofás, pero yo estaba
segura de que era más que eso.
¡Más que ver con mantenerse lejos de mí!
Griffin se acomodó en el sillón principal, y ya que no había quedado
espacio para mí, solo me senté en el suelo, lo que me venía de todos modos.
Mis piernas estaban en llamas y al menos allí, poniéndolas en línea recta no
llamaba ninguna atención adicional.
—Está bien, sé lo que todos ustedes estaban planeando en el
entrenamiento de hoy, pero en su lugar, tenemos que averiguar cómo vamos a
hacer frente a la nueva información que tenemos —comenzó Griffin.
Hora del espectáculo.
Yo medio levanté la mano.
—En realidad, antes de que hagas eso, tengo que decirte algo —le
confesé, tomando una respiración profunda.
—¿Qué quieres decir, Violet? —preguntó Griffin.
—Quiero decir. Que hay más. Yo... yo sé quién está detrás de las
Escrituras.
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Vi a Lincoln tomar un pequeño paso hacia mí y luego regresar a su
lugar, como si él no estuviera seguro de qué hacer —o qué quería hacer.
Me mordí el labio.
Mantente fuerte.
—Phoenix está de regreso.
—¿Qué? —soltó Lincoln. Sus ojos se estrecharon y se centraron en mí.
Sabía que era una gran noticia, pero aun así me sorprendió verlo
mirarme así.
—Él estaba en el Hades la otra noche. Cuando llegamos allí. —Negué
con la cabeza, enojada de que había permitido que esto pasara—. Podía sentir
a un exiliado y lo comprobé, pero él no estaba causando ningún problema y
Dapper me recordó que habíamos prometido no luchar en su local. El exiliado
del almacén de anoche, el que escapó, también estaba en el Hades, trabajando
para Phoenix.
—¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes? —preguntó Griffin, con urgencia.
—Él utilizó sus habilidades en mí... y en Spence. —Miré hacia abajo—
. Él...
—Te hizo besar a Spence —respondió Lincoln por mí. Miré hacia
arriba y pude ver la ira drenarse mientras la comprensión aparecía en su
rostro—. Violet, ¿Phoenix hizo eso?
—¿De verdad crees que solo me lanzaría hacia ella tan fácilmente? —
saltó Spence, fingiendo ofensa, tratando de aligerar un momento que no podía
ser aligerado.
Zoe le dio un puñetazo en el brazo.
La mirada Lincoln no cambió. Sus ojos verdes brillaban mientras
seguía mirándome desde el otro lado de la habitación. Pude ver la agonía en
ellos. Y el miedo. Pero ahora no era el momento.
Tengo más que decir.
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—Quería mostrarme que incluso podía atravesar nuestra influencia
emocional entre otro Grigori y yo. Estaba dando una muestra de lo poderoso
que es en realidad. Cuando me enfrenté a él, me mostró algo más también.
—¿Hablaste con él? —preguntó Lincoln, tomando ahora ese paso
tentativo en mi dirección.
Me preparé para decirlo.
—Él todavía tiene algún tipo de contención sobre mí.
—¿Quieres que yo lo explique? —ofreció Spence, sintiendo la tensión
en la sala.
Lincoln le lanzó a Spence una mirada por debajo de un ceño fruncido.
Spence en realidad pareció reducirse de tamaño.
—No. Incluso tú no sabes todo —le contesté, manteniendo mi
atención en Griffin. Era más fácil así—. Cuando Phoenix me sanó, él unió
nuestras fuerzas vitales. La otra noche, él... él quitó la sanación. Era como si
Onyx me hubiera apuñalado de nuevo.
—¿Él reprodujo viejas heridas? —preguntó Nyla.
Lincoln no dijo nada y cuando arriesgué una rápida mirada, no pude
decidir si parecía más lívido o petrificado.
—Esto es muy grave, Violet.
—No necesito que me digas eso, Griffin —espeté.
Griffin asintió.
—Tienes razón. Pero Phoenix tiene capacidades de las que no somos
plenamente conscientes todavía. —Se volteó hacia todos los demás—. Para el
beneficio de aquellos que no lo sepan, Phoenix es una especie de anomalía. Él
es el hijo de un antiguo exiliado oscuro, Lilith, y también... —él miró hacia
abajo, preocupado—, es el hijo del hombre.
—¿Eso no lo hace como un Nephilm? —preguntó Zoe. Los Nephilm
eran el resultado de la mezcla de un exiliado y humano. A menudo ellos solo
producen un ser humano normal y a veces algo más, pero no tan poderoso
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como un exiliado y generalmente no tan destructivo. No eran tan comunes y
no suelen ser vistos como una amenaza importante.
Griffin se frotó los ojos.
—No. Phoenix fue concebido antes del pecado original, antes de la
mortalidad. Cuando él fue hecho, el hombre era de poder similar al ángel. Fue
reconocido por los ángeles como uno de los suyos y existió en su reino antes
de ser echado fuera. Así que Phoenix puede mezclarse como un humano,
puede apagar casi por completo los sentidos y tiene un manejo muy capaz de
su habilidad de influir y controlar las emociones. —Griffin me miró con
severidad—. Deberías habérmelo dicho en el momento en que se reveló.
Asentí y odié que yo lo hubiera defraudado.
—Fue bastante malo. Sangre por todos lados. Puedo decir con
confianza que todos pensábamos que iba a... ya sabes... justo ahí en el piso —
confirmó Zoe. Ella sonaba tan indiferente, pero no pudo ocultar el fuerte
carraspeo que siguió. Nyla le dirigió una mirada que detuvo cualquier otra
contribución.
—Cuando él se fue, me curé... pero... Phoenix está ligado a mí,
físicamente. Si lo regresamos... —Contuve el aliento, luchando por entregar el
final—. Si su forma física muere...
—Esto te matará a ti también —dijo Lincoln, la expresión más neutra
en su pálido rostro.
—Sí.
La habitación estaba silenciosa. Todo el mundo tenía una pregunta,
algo que decir, pero ninguno se atrevía. Todos los ojos se disparaban a Lincoln
y a mí. Podían sentir la energía saltando entre nosotros.
Por último, dije:
—Creo que sé dónde está… donde están todos.
—¿Dónde? — preguntaron Griffin y Nyla al mismo tiempo.
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—El aeropuerto. —Cambié de pierna y un fuerte dolor voló hasta mi
muslo. Traté de ocultar el jadeo y me pregunté si había quedado algún vidrio
en la herida—. No me preguntes cómo, solo lo sé.
—¿Era eso lo que estabas tratando de sentir anoche? —preguntó
Rudyard.
—Y por qué luego mentiste al respecto —concluyó Griffin, menos
impresionado.
Me limité a asentir a ambos.
—Más o menos. Sentí algo en el aeropuerto el otro día que no puedo
explicar, solo sabía que no era el exiliado que más tarde nosotros...
interrogamos. —Lo intenté y fallé en no atragantarme ante el recuerdo—. Él
estaba en el Hades la otra noche, justo antes que Phoenix. Debe haberle dicho
a Phoenix que yo estaba allí. De todos modos, después de verlo en la granja,
sabía que era demasiado conveniente que estuvieran tan cerca del aeropuerto.
Phoenix luego debe haber tenido que esconderse allí. Creo que también fue
por eso que ellos me marcaron.
—¿Qué quieres decir con que te marcaron? —preguntó Lincoln, cada
vez más molesto por su falta de conocimiento.
Me sentí un poco a la defensiva y estaba a punto de decir algo cuando
Griffin intervino.
—Traté de llamarte anoche para explicarte, Linc, pero no respondiste.
—Griffin no esperó su respuesta y en su lugar se volvió hacia mí, absorbiendo
todo lo que les estaba diciendo—. Tiene sentido, ya que eres alguien con quien
él está obsesionado. Les habría dicho que trataran de jugar con tus miedos.
Violet, ¿necesitamos saber lo que te mostraban? ¿Está todo esto de alguna
manera ligado a un miedo que tienes?
Pensé en la pregunta. Pensé que esto me hacía querer acurrucarme en
una pelota, que era bastante justo. Todo el mundo parecía estar conectado.
Pero, ¿cómo podían saber mi miedo más profundo cuando incluso yo
no lo sabía completamente hasta el momento en que fue revelado?
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—No. Era solo un juego, no era sobre el miedo real —le dije, segura de
que tenía razón.
—¡Fuera! —dijo Lincoln en voz alta, rozando la locura, sorprendiendo
a toda la habitación. Él se pasó las manos por su cabello, con enojo, mientras
todos lo miraban, paralizados.
—¡Váyanse! —Marchó hasta la puerta y la abrió agresivamente—. Esta
es mi casa, estoy feliz de tenerlos a todos aquí, utilizándola para sus
necesidades, pero en este momento... ¡Fuera!
Griffin y yo, que conocíamos mejor a Lincoln, nos paramos. Griffin les
indicó a todos los demás hacer lo mismo. Uno a uno, las personas se retiraban
de sus asientos y se dirigían a la puerta. Griffin se detuvo cuando pasó a
Lincoln.
—Tómate el tiempo que necesites, Linc. Pero tenemos que elaborar las
estrategias. Te necesitamos a bordo. Nosotros continuaremos esta reunión a las
seis de esta tarde en el Hades. Ven y únete a nosotros cuando estés listo.
Comencé a caminar hacia la puerta después de que Griffin se fue.
—¡Tú no! —soltó Lincoln y cuando me encogí, él rápidamente se
disculpó—. Disculpa. Lo siento —dijo, suavizando su tono, su mano
temblorosa en mitad del aire como si quisiera llegar a mí—. Yo no quise
decir... tenemos que hablar.
Asentí. Estaba demasiado cansada para discutir, por lo que me
derrumbé en el sofá y puse mis piernas adoloridas a descansar. Si quería
gritarme, por lo menos iba a estar cómoda.
Lincoln cerró la puerta después de que yo le había hecho a Steph un
gesto tranquilizador y él se fue directamente a la cocina. Yo no me molesté en
levantarme.
Regresó unos minutos más tarde con un tazón con agua y algunos
paños, que colocó en el suelo, y me dio un vaso con agua.
—Gracias —le dije, sin estar segura qué más decir.
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Me incorporé un poco, y mientras yo lo hacía, él deslizó un par de
almohadas debajo de mi cabeza para mantenerme erguida.
—¿Dónde te duele? —Él miró mis piernas, sin mirar mi cara. Pensé
que había hecho un buen trabajo ocultando el dolor. Hasta ese momento, yo
no creía que él se hubiera dado cuenta.
Mis manos señalaron sobre mis rodillas. Lincoln comenzó desde el
borde de mi holgado chándal, enrollándolas suavemente hacia arriba.
—¿Esto está bien? —comprobó él, aún sin mirarme a la cara.
—Sí.
Mientras alcanzaba la zona alrededor de mi rodilla izquierda, traté de
ocultar la toma de aliento que significaba dolor. Él disminuyó la velocidad,
sosteniendo suavemente la tela, moviéndola hacia arriba y sobre la
articulación, solo se detuvo cuando estaba a medio camino de mi muslo, bien
lejos de las lesiones.
—¿La otra? —preguntó él, mirando hacia mi otra pierna.
Di otro pequeño asentimiento de cabeza. Dejó escapar un suspiro
pesado por la nariz y se puso a hacer lo mismo, moviendo la pierna de mis
pantalones hacia arriba cuidadosamente hasta que toda la herida estaba
descubierta. Cuando su mano llegó a la parte superior de mi muslo, sus dedos
rozaron la piel y mi estómago dio un vuelco.
¿Está mal que yo pueda permitirle que todavía tenga ese efecto en mí
en cualquier situación? Probablemente.
—¿Por qué no viniste a mí? —preguntó él.
—Era tarde y estaba demasiado cansada, Linc.
—¿Demasiado cansada para tratar conmigo? ¿Es por eso que no me
dijiste de Phoenix?
—Te lo habría dicho si te hubiera visto, intenté ayer, pero estabas
fuera con Magda de nuevo. Tú ya nunca estás —le dije, tratando de contener
las lágrimas.
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—Solo relájate mientras arreglo esto —dijo, mientras se concentraba
en dirigir su poder curativo. Me di cuenta de que él no sugirió que
intentáramos hacerlo juntos.
No era una sorpresa, supongo. Pero todavía dolía.
Cerré los ojos y me recosté en las suaves almohadas. Estaba segura,
teniendo la mitad de la oportunidad, que solo acabaría por dormirme.
El poder de Lincoln se abrió camino a través de mí, buscando el
problema y encontrándolo en mis piernas. Sus cálidas manos eran a la vez
fuertes y delicadas, mientras él las movía lentamente desde mi tobillo, hasta
arriba por mi pierna antes de detenerse debajo de mis rodillas. Todo en mí se
estremeció, y no era debido a nuestros poderes.
Sentí bajar la hinchazón y las heridas cerrarse. Suspiré con alivio casi
inmediato, como si de alguna manera su curación hubiera sumergido mi
cuerpo en un baño de tibia miel cremosa y quería hundirme más y más
profundo.
Terminado su trabajo en mis piernas, el poder de Lincoln pareció
evaluarme de nuevo, en busca de más lesiones que arreglar. Sentí que
trabajaba su camino a través de mi cuerpo y se envolvía alrededor de mi
corazón antes de derretirse.
¿Podía este sentir el dolor en mi corazón? ¿Podría él?
Con mis ojos todavía cerrados, sentí las cálidas manos de Lincoln dejar
mis piernas y un momento después, sus dedos apartaban el cabello de mi
frente y se deslizaban por mi mejilla. Ellos estaban temblando hasta que
ahuecó el lado de mi cara. Yo no quería abrir mis ojos. Quería quedarme así
para siempre, sintiendo la forma en que sus manos presionaban contra mi cara
lo suficiente para que de alguna manera, en ese solo toque, él me dijera más de
lo que alguna vez diría en voz alta.
Pero tenía que abrir los ojos. Tenía que verlo. Estaba tan cerca que
creo que mi corazón saltó un par de latidos.
—¿Mejor? —preguntó. Sus ojos verdes parecían brillar mientras me
retenían y me pregunté si era que me estaba hundiendo en sus ojos o él se
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hundía en los míos. De cualquier manera, se sentía como un terrible tormento
el alejar mi mirada de la suya.
Me aclaré la garganta.
—Sí. Gracias.
Se movió un poco hacia atrás y resistí la tentación de llegar a él, en su
lugar miré hacia abajo a mis rodillas. Las heridas estaban todavía allí, pero
ahora parecía que tenían semanas de antigüedad. Esta no había sido una
terrible lesión en general, él casi me había sanado por completo.
—No he estado allí para ti. Debería haber sabido que tú no habrías…
Alcanzó el tazón junto a sus rodillas y sumergió un paño,
escurriéndolo, antes de pasarlo suavemente sobre mis piernas, limpiando la
sangre. El agua estaba perfectamente caliente.
—Cuando yo estaba contigo en esa pista de baile con Spence se veía
tan... —Él negó con la cabeza—. Yo no podía verte con alguien más... no de
nuevo.
Yo no sabía qué decir. Todo en lo que podía pensar era que Onyx
había tenido razón. Nunca iba a ser capaz de reparar el daño que le había
causado a Lincoln por pasar ese tiempo con Phoenix.
—Sabes, me estoy sintiendo mucho mejor —dije torpemente,
poniéndome de pie—. Ya que solo estamos tú y yo aquí ahora, ¿qué tal un
poco de entrenamiento? —Reuní una pequeña sonrisa—. Lo creas o no, con
toda la ayuda extra, siento que tengo menos que hacer en estos días —seguí,
desesperada por hacer algo aparte de tener esta conversación.
Lincoln, viendo mi punto o tal vez sintiéndose de la misma manera,
parecía esperanzado.
—¿Estás segura de que estás lista para esto?
Asentí con la cabeza, saltando arriba y abajo un par de veces,
poniendo a prueba mis piernas.
—Sí, todo bien.
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—Está bien, entonces.
Nos movimos hacia el gran espacio abierto y después de encender un
poco de música, la mezcla de combate de Zoe, no perdimos el tiempo para
entrar en ello. Estaba sorprendida al darme cuenta de que había logrado
recoger algunas cosas, sobre todo de ver a Spence en acción, y disfruté de
probar un par de movimientos que Lincoln no me había enseñado. De hecho,
lo agarré por sorpresa un par de veces.
—Nuevos trucos —dijo él.
Pero como todos los buenos competidores, él no solo lo tomó. Me lo
regresó, recordándome cuán fuerte realmente es, cuán rápido y capaz en
cualquier pelea.
—Necesitas moverte más alto con esa patada, llévala desde tu cadera
—me instruyó sobre la marcha.
Asentí con la cabeza y traté el mismo movimiento, esta vez mejor.
Dio un pequeño asentimiento o aprobación y seguimos entrenando,
ambos en nuestro elemento. La lucha y el entrenamiento, lo hacíamos muy
bien. Me deleitaba con la simplicidad del mismo.
Lincoln se movía como Nyla, tácticamente excelente. En los próximos
años se convertiría en un guerrero magistral, sería casi imposible para ningún
exiliado solitario desafiarlo. Estaba contenta por ello. Alegre por mí... triste
por mí.
En ese momento, otros pensamientos empezaron a romper mis
barreras. ¿Cómo podía siquiera esperar que él explorara la posibilidad de que
pudiéramos estar juntos? Si yo era la causa del debilitamiento de su poder,
quitándole su fuerza, ¿cómo se defendería tan fácilmente? ¿Cómo podría él
perdonarme por tomar ese riesgo?
Mientras me revolcaba en mis pensamientos, Lincoln me levantó y me
derribó con facilidad. Él extendió su mano.
—Vamos, Vi. Si quieres entrenar, entrena apropiadamente. Estás
luchando como lo hiciste con Spence el otro día. ¿Cuál es el problema?
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La forma en que lo dijo... no, la forma en que me miró cuando lo dijo,
como si yo fuera patética, como si mis esfuerzos fueran irrisorios.
Cuando me levantó usé el agarre que tenía de su mano y lo acerqué
más mientras me agachaba y giré un pie fuera y en redondo, llevando sus
piernas por debajo de él. Cayó de lleno sobre su espalda mientras yo llevaba la
mano a mi boca. Esto había causado más impacto de lo que había planeado.
—Buen punto —dijo Lincoln, sonriendo mientras extendía una mano
hacia mí para que lo ayudara a levantarse.
La agarré y me llevó de regreso al suelo con él. Esto me sacó el aire y
tuve que tomar unas cuantas respiraciones profundas. Yo no era la única con
la respiración entrecortada.
—Una buena acción merece otra —dijo, sus ojos mirándome de la
manera en que no deberían, de la forma como yo los quería, siempre. Pero
tumbada medio encima de él, en lugar de devolver su sonrisa o responder con
bromas...
—¿Estás enamorado de Magda? —solté sin pensar.
Los ojos de Lincoln se abrieron amplios y luego desvió la mirada.
Estaba pensando rápido. Me di la vuelta lejos de él.
—Ese fue el por qué tú te registraste... —Su cabeza cayó hacia atrás al
darse cuenta.
—Oh, en un hotel. Debe haber parecido... y yo estaba tan enojado
contigo. Violet… —Él se sentó.
—Está bien —dije rápidamente, sentándome, también—. Si lo estás,
quiero decir. Esto no es como si yo tuviese algún derecho sobre ti. No puedo
estar... no podemos estar... así que debes ser capaz de... Solo necesito saber.
—Violet, no es así. Magda ha estado ayudándome con... algo —declaró
él.
—Bueno, hay una razón por la que confías en ella, quererla a tu lado y
no a mí. Yo no soy una idiota y yo... Los escuché hablar a los dos en tu
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habitación cuando ella regresó la primera vez. Tú dijiste que no querías que yo
supiera, que eso me lastimaría. ¿Está embarazada?
¿Qué pasa conmigo y la diarrea verbal?
Lincoln se quedó en silencio por un momento. Yo no podía soportar
mirarlo, pero lo sentí temblar y levanté la mirada a tiempo para verlo echarse
a reír y rodar por el suelo.
—Oh. ¡Estoy contenta de que encuentres todo esto tan divertido! —
dije, totalmente de mal humor ahora. Hice un ademán de levantarme, pero él
rodó hacia mí rápidamente y envolvió un brazo alrededor de mi cintura
aguantándome ahí.
—Espera. Lo siento. Es solo... no es así con Magda. Y si ella está
embarazada, lo cual dudo mucho, no es por mí. ¡Eso es físicamente imposible,
Vi! —Él lo intentó, pero no podía contener unas últimas risas.
Sí, sí, muy gracioso.
—¿Oye? —espetó, serio—. ¿Es por eso que estabas fuera de
concentración en el entrenamiento, el por qué Spence te derribó tan rápido?
—No fue así de rápido —le dije, todavía molesta.
—Eso solo demuestra mi punto —dijo mientras se arrastraba lejos de
mí.
—¿Qué significa eso?
—Nada. Solo que no quiero ser una causa de distracción para ti.
Era como si estuviera en algún otro mundo cuando hablaba así.
Silenciosamente. Últimamente, era de criterio estrecho. No era como él.
—Bueno —continué, tratando de quitarme de encima sus crípticas
palabras—. ¿De qué estaban Magda y tú hablando entonces? —Yo no estaba
lista par rendirme.
Lincoln se sentó en el suelo, cruzando las piernas y yo hice lo mismo.
Me estudió durante un tiempo y finalmente suspiró.
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—Mientras ella estaba fuera, se encontró con un pequeño grupo de
exiliados. A lo largo de sus vacaciones gradualmente los eliminó. De todos
modos, uno de ellos era un telépata así que ella fue capaz de indagar en
algunos de sus pensamientos. Resultó que él trabajó para un exiliado llamado
Nahilius.
—Ese es de quien aquel atleta-exiliado que mataba a todas las personas
sin hogar te advirtió. Tú dijiste que él no era un problema. —Yo no escondí
mi tono sospechoso.
—No lo será, pronto. —Él bajó la cabeza y cuando volvió a hablar su
voz era diferente—. Nahilius es el exiliado que fue detrás de mi mamá. Magda
hizo que el exiliado que estaba cazando le dijera dónde estaba Nahilius, el cual
estaba aquí. Cuando ella volvió, eso es lo que estaba diciéndome.
—Bueno, ¿por qué no podías decirme eso? —le pregunté, sin estar
dispuesta a dejar ir el dolor.
—Porque, si el cáncer no había matado a mi mamá, él lo habría hecho.
La arruinó, Vi, arruinó sus últimos meses de vida, se llevó todo por lo que ella
había trabajado y yo no pude salvarla hasta que fue demasiado tarde. Juré que
lo haría pagar y me prometí a mí mismo que nunca permitiría que nadie más
que yo amara sufriría daño por él. —Se detuvo, como si ya hubiera dicho
demasiado.
—¿Pero dejaste que Magda te ayudara?
—Sí.
—¿Porque tú confías en ella? —añadí a través del nudo en mi
garganta. La confianza era la base del amor. La terrible idea me hizo
revolverme pensando que tal vez él ni siquiera se daba cuenta que estaba
enamorado de ella.
Negó con la cabeza.
—Sí, pero no lo hagas ser algo que no es. Y de todos modos...
Se detuvo de nuevo, a mitad de la frase.
El silencio entre los dos lo dijo todo.
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Y esto no importa porque nunca podremos estar juntos de todos
modos.
Mi corazón se hundió y yo quería salir corriendo, pero en lugar de eso
respiré hondo e hice mi mejor esfuerzo para mirarlo, aunque yo no podía
sostener sus ojos.
—Dime todo, entonces. ¿Qué sabes acerca de Nahilius? ¿Sabes dónde
está? —le pregunté, esperando que al menos finalmente estuviéramos
comunicándonos.
Lincoln miró alrededor del cuarto y luego de nuevo a mí, y yo en
realidad podía verlo pasando, él estaba cerrándose... y no había nada que
pudiera hacer.
—Estoy cerca. Eso es todo lo que necesitas saber.
Pero tenía que intentarlo.
Avancé hasta que estábamos a solo unos centímetros de distancia. Puse
una mano en su brazo, petrificado él me había distanciado. En un solo toque
intenté, de la forma en que él parecía ser capaz, de decir todas las cosas que no
podía soportar decir en voz alta, no podía soportar oírlo rechazarme.
—Linc, no me dejes fuera. Por favor. Sé que tú quieres detener a
Nahilius y proteger a todos al mismo tiempo, pero puedes dejarme ayudar. —
Y entonces yo no pude detenerme, mi mano viajó subiendo hasta el lado de su
cara y mientras la mantuve ahí sentí la energía entre nosotros y el calor
abrasador del deseo tragarme.
Estaba tan cerca que podía olerlo, percibir ese olor limpio a jabón que
siempre tuvo, mezclado con el ligero sudor que me recordó que estaba con un
hombre. El calor irradiaba de él y yo quería estar envuelta apretada entre sus
brazos, pero sentada ahí en el suelo junto a él, pude ver que ya había
levantado las paredes.
Y al final, tengo que hacerlo, también.
Mis ojos bajaron y dejé que mi mano se deslizara de su cara, pero,
antes de que el último dedo rompiera el contacto atrapó mi mano en la suya,
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sosteniéndola allí, no, la presionó en su mejilla. Miré hacia arriba, nuestros
ojos trabados y por un breve momento de indulgencia antes de que él se
soltara, antes de que mi mano cayera al suelo, yo estuve segura.
Segura, más allá de toda duda.
Él era mi alma gemela.
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Capítulo 16 “El Transcurso del verdadero amor jamás se ha ejecutado sin
problemas”.
William Shakespeare
Traducido por esti
Corregido por obsession
o es poca cosa, saber que en este mundo tienes un
compañero verdadero. Es difícil mantener la calma y evitar
hiperventilar cuando todo dentro de ti está explotando ante
la nueva verdad. Más difícil todavía es mirar a la persona, el alma, tu
complemento perfecto, sabiendo que él no puede ser tuyo y no le puedes pedir
que lo sea. Nunca.
Lincoln había desaparecido para tomar una ducha y cambiarse. Estaba
segura de que su principal motivación era alejarse de mí. No lo culpaba. A
veces el aire entre nosotros era tan espeso que apenas se podía respirar.
Mi pared, la que me había dado Lincoln para pintar, permanecía
cubierta por una enorme caída de hojas.
Había estado trabajando en ella de vez en cuando. No había llegado
más allá de darle una doble capa de imprimación y una enorme raya de verde
que sabía que probablemente tendría que volver a blanco. Antes de que él
finalmente hubiera estado de acuerdo con dejarme pintar la pared, las cosas
habían sido tan diferentes. Yo era humana, para empezar. No era perfecta.
Pero era solo yo, con equipaje y todo. Ahora, todo había cambiado. No estaba
segura de lo que quedaba de esa persona —o que había ocupado su lugar.
N
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Me quedé mirando fijamente a la pared y decidí que no la tocaría otra
vez hasta que no estuviera segura de lo que iba a colocar allí. Hasta que
supiera quién estaba pintando la pared.
El teléfono de Lincoln sonó sobre la mesa de la cocina.
Me acerqué y lo agarré avisándole con voz alta.
No tuve respuesta.
Miré la pantalla, iluminada por un mensaje de texto. No tenía la
intención de leerlo, pero estaba medio visible. Y... podía ver de quién era.
Tiene una buena ventaja. Inmobiliaria City Comm. Si no atacamos
ahora, ellos lo harán…
El mensaje terminaba ahí. Para ver más tendría que abrirlo y luego
Lincoln sabría que había estado fisgoneando. ¿Por qué Magda estaría
rastreando a una compañía de bienes raíces?
El chasquido característico de la puerta de la habitación de Lincoln me
sorprendió. Rápidamente coloqué su teléfono, exactamente donde había
estado antes, inclinándolo ligeramente hacia el borde de la mesa, y me fui de
nuevo a mi pared, donde fingí estar ajustando la caída de hojas. Lo escuché
caminando por el pasillo, oí sus pasos lentos pararse fuera de la habitación de
invitados. La habitación que tenía todas las pertenencias de su madre bajo
llave. Él nunca entra allí, pero no puede soportar separarse de las posesiones
que tristemente le recuerdan lo que ya no es.
—Oye —dijo él, entrando en el salón y luego caminando detrás de la
barra. Abrió la nevera.
Yo seguía tirando torpemente de las hojas, tenía miedo de mirarlo.
—¿Tienes hambre?
—No. Estoy bien. Yo… yo creo que tu teléfono sonó.
Escuché como él cerraba la nevera, fue por su teléfono y presionó
algunos botones. Me volví para mirarlo justo en el momento en que lo
deslizaba en su bolsillo.
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Él simulo estirarse y fingió mirar su reloj.
—No me había dado cuenta lo tarde que es. Tengo que irme —dijo él,
guardándose las cosas en su sitio, ya no quería hablar conmigo. Agarró sus
llaves y la cartera. Intentando ser lo más discreto que podía, desesperado por
salir por la puerta. Y buscar a Magda.
Era como si todo lo que acababa de suceder entre nosotros ya no
importara. Nosotros no nos estimábamos lo suficiente, pero también estaba
segura de que había sentido una conexión entre nosotros. En algún lugar de
esos pensamientos mi frustración se convirtió en ira.
¿Por qué cada vez que descubro algo nuevo acerca de mí misma, solo
hace que todo sea más difícil?
—¿Qué estás haciendo, Linc? —le pregunté, el tono de mi voz
alertando a ambos de mi temperamento. Puse mis manos sobre el lado opuesto
de la barra de desayuno y miré directamente hacia él—. ¿A dónde vas?
—Es solo algo que tenía planificado antes. —Los ojos de Lincoln
recorrieron la habitación.
—¿Estás evitando hablarme? Creo que tengo el derecho a saber lo que
está pasando. —Y era verdad.
Lincoln no me hizo caso al principio y pensé que iba a cerrarse de
nuevo a mí, pero él solamente dejó caer su cabeza.
—Te hice una promesa, por lo que no voy a mentirte, pero tengo que
salir y quiero estar bien contigo.
—¿Y si no es así? —le contesté, desafiándolo. No podía evitarlo,
odiaba saber que estaba eligiendo a Magda por encima de mí de nuevo.
—Yo he tenido que confiar en ti en el pasado, Violet.
Él usó mi nombre completo, nunca era bueno. Miré fijamente a mis
pies.
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—Podría hacerte preguntas que te son difíciles de responder —él
presionó—, pero respeto que si crees que deberíamos hablar de algo, tú me lo
dirás.
Él estaba eludiendo algo, envolviéndome de alguna manera, y yo
podía sentir mi ira transformarse en pánico.
—Bueno, no dejes que te detengas. Dime lo que quieras. Pregunta lo
que quieras.
Sus ojos se cerraron brevemente, como si no pudiera detenerlos, como
si no pudiera sostenerme la mirada, los bajó nuevamente. Cuando habló
parecía como si viniera de un lugar lejano.
—¿Estás contenta de que Phoenix haya regresado?
Sentí un nudo instantáneo en la garganta. Podía sentir el rubor en
aumento, quería desesperadamente sofocarlo. Mordí con fuerza el interior de
mi labio inferior.
—No —dije con una voz demasiado sumisa—. Por supuesto que no —
añadí tratando de compensar.
Lincoln se sacudió y se alejó de mí unos pasos.
—Sería comprensible si lo estuvieras... quiero decir, ustedes dos eran...
cercanos.
—Él controlaba mis emociones —dije en voz baja, con los dientes
apretados. ¿Estábamos realmente teniendo esta conversación? ¿Ahora?
Él suspiró.
—Sí, él tiene todo el control. Incluso ahora. Él puede hacerte daño y
no importa lo fuerte que yo sea, no puedo... —Él se detuvo, o tal vez fue su
voz.
Ambos nos quedamos torpemente por un momento hasta que él negó
con la cabeza, me dio una especie de atormentada media sonrisa y tomó uno
de los vasos sobrantes de agua solo para tirarlo al suelo.
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—¡Él siempre va a estar ahí! ¡Phoenix es una parte de ti y no puedo
cambiar eso! —Sus manos estaban en puños y pude ver que estaba tratando de
calmarse.
Me sentí estremecerme de miedo. No de él, sino por él. Mi labio
inferior tembló y traté de componerme cuando lo vi desmoronarse de un
modo particularmente estoico.
—Ni siquiera suenas como tú. ¿Puedes escucharte? —le pregunté.
Era como si alguien le hubiera estado alimentando esos nuevos
pensamientos, además de los ya puesto allí por Onyx. Podía apostar que sabía
quién también. Magda trabajaba cada situación para su favor.
Lincoln miró su reloj y chasqueó la mandíbula hacia un lado.
—Me tengo que ir, Vi. Tengo que atender y no puedo llegar tarde para
reunirme con Magda.
—Así que vas a reunirte con Magda —dije tan casualmente como
pude.
—Leíste mi teléfono —dijo resignado, pero todavía podía ver el toque
de ira.
—No —dije con indiferencia. En realidad, patéticamente un poco
agudo. Arrugué la cara, insegura de qué hacer. Era una terrible mentirosa.
Él sonrió a medias, girándose un poco.
—Sí, tengo una reunión con Magda.
No estaba llegando a ningún lado discutiendo con él, así que tomé una
respiración relajante tratando de aligerar mi estado de ánimo, también.
—¿Nahilius?
Él asintió con la cabeza, pero no quiso decir más. Por lo menos estaba
siendo honesto al respecto.
—¿Y solo quieres ir con Magda?
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—Es mejor así —dijo él con calma, tratando de mantener la paz, pero
me di cuenta de que estaba ansioso por salir.
Quise rogarle que se quedara o que al menos me llevara con él. Tenía
un nudo en el estómago, luchando contra mi mente, que casi me forzaba a
caminar, empujándome hacia él. Pero no me moví. Quería que confiara en mí
como él lo hizo con Magda.
Haría cualquier cosa por ti.
De alguna manera, ese mismo pensamiento me hizo recordar... que no
podía hacer nada por él. Él no era mío y nunca podía esperar que él se
arriesgara a perder su fuerza, sus poderes de Grigori, solo para que pudiera
estar conmigo. Sin importa que yo lo hubiera hecho por él en un santiamén.
—Pensé que éramos compañeros —le dije, tratando de mantener un
tono uniforme.
—Lo somos. Solo... que no estoy en mi mejor momento para pelear
contigo. —Lincoln se pasó la mano por su cabello y miró hacia la puerta.
Un escape parecía muy atractivo para mí también después de ese comentario.
—Bien, entonces —murmuré, hundiendo la barbilla en mi hombro.
Su expresión se rompió y pareció ablandarse.
—Por favor, trata de entenderlo... todo terminará pronto y luego
podrás... Sé que he estado distraído, pero una vez que esto termine, seré mejor
para eso... mejor para ti... como tu pareja.
Me quedé mirando a mis pies y luego me dirigí para empezar a recoger
los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo.
—Bueno, Linc. Me quedaré fuera de eso.
—Gracias —dijo él, sorprendido. Se acercó a la puerta y se puso el
abrigo—. No te preocupes por eso. Lo limpiaré después.
—En realidad, yo... no me necesitan en el Hades por un tiempo. Estoy
feliz de quedarme y limpiar... ¿no te importa?
Sus hombros cayeron, sabía que se lo había hecho fácil para él.
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—Por supuesto. Sabes dónde está la llave de repuesto. Solo cierra al
salir. —Agarró la mochila y abrió la puerta.
—Lincoln —le llamé—. ¿Qué hay de encontrarnos a Griffin y al resto
de nosotros en el Hades?
—Nos reuniremos pronto allí si podemos. Si no es así, Magda
conseguirá la orden de Griffin.
Lo miré fijamente con incredulidad.
¿Está realmente tan obsesionado que va a perder su oportunidad de
cazar a Phoenix?
Él sonrió.
—No te preocupes. Griffin no irá tras ello esta noche, querrá vigilarlos
primero —dijo, como si hubiera leído mi mente.
Sus ojos se clavaron en los míos por un momento antes de cerrar la
puerta. Hermosos ojos verdes, todavía acerados. Yo no los había visto así antes.
Toda emoción guardada bajo candado y llave.
Estaba desesperada por llegar a él, pero él estaba más lejos que nunca.
Me quedé mirando la puerta principal por un largo tiempo después de
que la hubo cerrado detrás de él. ¿Cómo habíamos llegado a eso? Lincoln me
estaba manejando. Habíamos tenido nuestra parte justa de argumentos, por lo
que la tensión no era algo a lo que no estábamos acostumbrados, pero esto era
diferente. Él solamente se cerraba, dejándome fuera. Estaba frío y distante,
como si todo lo que había sucedido entre nosotros, nuestra amistad, ya no
existiera. Estaba tan desesperado por conseguir vengarse de Nahilius, nada más
importaba. Estaba empezando a pensar que estaba dispuesto a pagar cualquier
precio por conseguirlo.
—Bueno, yo no —dije en voz alta. Podría haberle dicho a Lincoln que
no me metería, pero detectar una mentira no era una de sus cualidades. Toda
su imploración para que me mantuviera a un lado, realmente hacía que me
preguntará; y si fuera yo, si los papeles se invirtieran, ¿Lincoln me dejaría a mí
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irme en una misión renegada si él tuviera un fuerte presentimiento de que yo
me dirigía por nada más que problemas y arrepentimiento?
¡No en esta vida!
Y tampoco yo lo haría.
Cuando las cosas estaban en su peor momento, cuando había
necesitado que alguien estuviese ahí para mí, siempre había estado Lincoln.
Hasta hace poco, no importaba lo que fuera —entrenamiento, protección, el
infierno... incluso una dieta equilibrada—, él había sido la persona con quien
había hablado, quien me había respaldado. Era todo para mí.
Que me condenaran si me iba a quedar sentada y tomar esta mierda.
Todo el asunto con Nahilius le había producido una retorcedura sangrienta.
Desde que Magda había regresado de sus vacaciones, Lincoln había cambiado,
se estaba perdiendo a sí mismo.
Necesitaba cafeína. Todavía quedaba una hora hasta cuando se suponía
que me reuniría con los otros en el Hades. Hice café, me senté en la barra de
desayuno y me lo bebí lentamente mientras re-evaluaba todo lo que había
sucedido en la última semana. Para el momento en que empecé mi tercera
taza, tenía un buen número de teorías y lo único que sabía con certeza es que
necesitaba ayuda.
Steph llegó media hora más tarde.
—Oye —dijo, caminando y viendo que estaba sola. Ella se había
cambiado desde la mañana y se veía genial, con el cabello perfectamente
peinado en un look spritzy que había dominado, llevaba unos jeans ajustados y
un top vintage verde. Su mejor color. Ella obviamente había estado planeando
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algo mucho más interesante que pasar el rato conmigo. Me sentí culpable,
pero no podía hacer esto sin ella.
—Te ves mejor —dijo, dándose cuenta de que no estaba cojeando—.
¿Qué es tan urgente? Salvatore y yo estábamos en el centro comercial. Él
necesita nuevos jeans.
—Los jeans pueden esperar. Necesito tu cerebro.
—Y te acabas de dar cuenta —dijo ella, sonriendo—. ¿Qué pasa?
Puse los ojos en blanco y luego explique todo lo que había sucedido,
cómo Lincoln había estado actuando tan diferente desde que comenzó a
perseguir a Nahilius.
Ella se sorprendió al escuchar que se había infiltrado en la compañía
de la madre de Nahilius. Me alegré de que esto revolviera su interés, ya que
cuanto más intrigada estuviera, era más probable que mi plan fuera a
funcionar.
—Así que, básicamente, todo esto se remonta a Nahilius, a lo que le
pasó a su madre —resumí.
—Te escuché. Mal corporativo. Pero, ¿qué es lo que quieres que haga?
—Linc me quiere fuera de esto. Solo confía en Magda, por alguna
estúpida razón, y le dije que no me involucraría, pero...
—¿Piensas meter tu narizota de todos modos?
—Ahí le has dado —le dije, colapsando en una silla—. Si encontramos
a Nahilius antes que ellos puedo ayudar a Linc a terminar esto correctamente.
Tengo miedo de que si él encuentra a Nahilius con Magda... él haga algo de lo
que se arrepentirá.
Steph fue a la nevera y se sirvió una Coca-Cola. Se tomó su tiempo,
teniendo en cuenta todo lo que le había dicho. Después de que ella se hubiese
colocado frente a mí en la mesa del comedor y tomase un sorbo de su vaso,
miró hacia arriba y se estremeció.
—¿Qué? —exigí, automáticamente a la defensiva.
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—Sin ánimo de ofender ni nada, pero ¿qué es lo que va a lamentar?
Quiero decir, ¿no tienen ustedes una licencia 007 para matar a exiliados, de
todos modos?
—¡No es así, Steph! —espeté—. Lo siento, es solo que... hay una
diferencia entre pelear con un exiliado y darles una opción, que cazarlos por
solo venganza, con un único plan. Nosotros se supone que les tenemos que dar
una oportunidad, Steph, y por la forma en que Lincoln estaba hablando...
—Lo tengo. ¿Por dónde empiezo? —preguntó Steph, deteniendo todas
las bromas. El nudo en mi estómago se alivió y exhalé algunas respiraciones
apretadas antes de que le pusiera al corriente de lo que necesitaba, que en su
mayoría involucraba a Steph estando pegada a una computadora y una
biblioteca por el próximo par de días.
—Hecho. Te haré saber cuándo encuentre algo —dijo, al abrir al azar
los armarios de la cocina, indiscretamente—. ¿Te das cuenta de que él es
demasiado limpio para ser un hombre? —preguntó ella, señalando al estante
de especies.
Sonreí a medias.
—Gracias, Steph, no sé dónde estaría sin ti.
—Necesitarías una manicura y metida en un gran lío, es ahí en donde
estarías.
—Si te sirve de consuelo creo que Salvatore también va a estar
bastante ocupado por un rato —dije.
—Me lo imaginaba. De todos modos, estar atrapado con Zoe por un
rato sin mí como amortiguador será bueno para él.
—Quieres decir, bueno para ti.
Ella se encogió de hombros y me dio su sonrisa tortuosa, que se
convirtió rápidamente en sombría.
—Ustedes están cazando a Phoenix, ¿no es así?
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—Creo que eso es lo que Griffin querrá. Sin embargo no será esta
noche, de acuerdo con Lincoln.
—Bueno, será mejor que me vaya. Sal se dirigía hacia allí cuando lo
dejé.
Miré el reloj. Mierda, se estaba haciendo tarde. Corrí a través del
depósito para apagar las luces.
—Gracias, Steph, te debo una grande —le dije mientras salíamos de la
casa de Lincoln—. Llámame si encuentras algo.
—No hay garantías. Nunca he tratado de localizar criaturas de otro
mundo en Internet antes. Podría no funcionar.
—Lo sé. —Acepté con un suspiro—. Pero tenía que intentarlo.
—Ten cuidado ahí afuera, ¿de acuerdo? —dijo ella, dándome una
mirada seria de Steph.
—Lo haré.
—Salvatore dijo que puede sentir mentiras alrededor, solo que no
puede ver de dónde vienen.
Probablemente de mí.
—¿Y puedes asegurarte de que Zoe no sea tan perra con Salvatore?
—¿En serio? —le pregunté, levantando una ceja.
Steph lo reconsideró.
—No. Déjala que sea una perra —dijo ella, dando su mejor guiño de
complicidad.
—Esa es mi chica —le dije, contenta de ver que Steph no había tenido
un cambio de personalidad dramática como Lincoln.
A Steph no le importaba si Zoe y Salvatore se acercaban —ella lo
quería para ella— pero en el fondo, nos sentíamos de la misma forma: las
chicas no tenían la necesidad de que otras chicas estuvieran junto a sus
hombres.
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Vamos.
En general, estaba satisfecha conmigo misma. Estaba harta de
simplemente dejar que las cosas sucedieran y luego hacer frente a las
consecuencias. Quería estar un paso por delante para variar y tenía la
sensación que tener un semi-genio a mi lado estaba cerca de ser una gran
ayuda. Además, tenía otra ventaja. Contando con Steph ayudando, ella
también estaba lejos de la acción y de la línea de fuego... por ahora.
Durante mi caminata al Hades, mi mano seguía yendo al bolsillo
donde tenía la llave de repuesto de Lincoln. Por alguna razón, sabía que
tenerla conmigo era importante. Algo detras de su casa me había hecho
quedarme para que pudiera conseguir esa llave. No tenía mucho sentido, pero
pensar en ello mientras caminaba no podía dejar de preguntarme si había
alguien más interfiriendo.
Y luego estaba la segunda parte del pensamiento, ¿luz u oscuridad?
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Capítulo 17 “La solución para evitar el mal rara vez se enmarca hasta que el mal
está tan avanzado como para hacer que evitarlo sea imposible”.
Tomas Hardy. Traducido por val_mar
Corregido por MaryJane♥
l encuentro en el Hades fue como se esperaba. Todos nos
sentamos alrededor de una gran mesa en la parte posterior de
un restaurante. Nyla y Rudyard ordenaron mucha comida que
ninguno de nosotros, excepto Spence y Salvatore, queríamos, pero
mantuvieron la agitación de Dapper acorralada. No estaba tan gruñón como
siempre. Estaba definitivamente suavizando algo, pensé que era sobre el borde
de un cuchillo.
Griffin había traído a media docena de Grigoris locales junto con él.
Había estado obteniendo información de todos en los pasados meses. Poseía
gente trabajando en todos los alrededores de la ciudad —la mayoría de ellos
eran auto suficientes, en eliminar a exiliados individualmente y el seguimiento
de inteligencia y llevándose a los que se habían filtrado. Griffin actuaba como
el eje central. Algunos Grigori obtenían fragmentos de información de
exiliados que podían encubrir otros grupos. Pasarían este conocimiento de
vuelta a Griffin que entonces asignaría al Grigori más cercano a la tarea.
De hecho, a Lincoln y a mí no se nos había estado dando un territorio.
En parte porque habíamos estado muy ocupados con las Escrituras,
parcialmente porque creí que a Griffin le gustaba trabajar de cerca con
Lincoln y en parte… probablemente… Griffin no confiaba en mi seguimiento
y consolidación todavía.
Y tenía razón.
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Hasta que pudiera probar que no era una carga, en otras palabras,
poder sacar mi daga y usarla sin remordimiento, no estaba lista. Griffin agrupó
a todos, de compañero con compañero, a Nyla y Rudyard los envió fuera con
Samuel y Kaitlin. Se fueron después de más información de las Escrituras, para
encontrar a Phoenix. Estaba sintiendo que era un trabajo más confuso de lo
que Griffin dijo. Iban tras un pequeño grupo de exiliados en el sector de
Samuel y Kaitlin, una mezcla de luz y oscuridad que estaba creada bajo del
mando de Phoenix.
Ahora que acordaron que Phoenix se había hecho cargo de lo que Joel
y Onyx habían dejado, significaba grupos volátiles de mezclas de exiliados, luz
y oscuridad, estábamos ahora más probablemente a su cargo, gracias a la ayuda
de dos particularmente viscosos exiliados, Gressil y Oliver. Lo que había
hecho para ganar ese control era algo que ninguno de nosotros hubiera tenido
en una lluvia de ideas.
Zoe y Salvatore fueron enviados con dos Grigori que nunca antes
había conocido, Archer y Beth. Pero mientras estábamos esperando por
Griffin para empezar, ellos comenzaron una pequeña charla conmigo. Intenté
asentir educadamente después de decirles que era una artista y me contestaron
diciéndome acerca de la vez que conocieron a Miguel Ángel. Estaban en
Florencia y aparentemente él había sido comisionado para comenzar a trabajar
en una nueva estatua que más tarde fue llamada David. ¡David era una
escultura de Miguel Ángel de principios del siglo dieciséis!
Repentinamente estaba muy nerviosa. Yo quería decir, ¿cómo hablas
con personas que han estado aquí por más de quinientos años? La cosa más
extraña, por supuesto, era que ni siquiera lucían cerca de los treinta.
Zoe, imperturbable, saltó directamente a la conversación. No se había
visto forzada a encontrar algo acerca de qué hablar y desde el aspecto de
Archer y Beth; no estaban sorprendidos por nada de lo que ella dijo. Supongo
que realmente cuando nunca envejeces solo aprendes a moverte con los
tiempos.
Griffin les ordenó ir a la granja y explorar tanto como pudieran sin
entrar en el rango de detección del aeropuerto, lo cual no sería fácil. Él no
quería advertir a Phoenix de que nosotros sabíamos dónde estaba. Griffin
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estaba planeado reunir más reservas antes de que cualquier cosa como eso
pasara.
Él escuchó de Magda y parecía aclarar la subsecuente brusquedad de
Griffin, que Magda y Lincoln estaban perdidos en acción por la noche.
Cuando llegué a pensar en ello, Magda había estado alrededor incluso menos
que Lincoln.
Finalmente, Spence y yo estábamos puestos en una clase diferente de
reconocimiento. Dado que el aeropuerto estaba actualmente fuera de los
límites, Griffin quería que fuéramos a una fábrica de aviones. Él estaba con la
esperanza de que pudiera ser capaz de sentir algo ahí que pudiera ayudar a
identificar un patrón que sirviera para localizar a Phoenix. Sabíamos de mi
reacción al aeropuerto había una buena oportunidad de que pudiera estar
escondiéndose en un avión de alguna descripción y estuve de acuerdo en que
valía la pena intentarlo. Spence, por otra parte, se encontraba enojado.
—Genial. Así mientras todos los demás están fuera yendo al verdadero
reconocimiento, nosotros estamos yendo a ver si podemos sentir un avión.
Excelente —gruñó.
En lo que a mí respecta funcionó a la perfección. No habíamos estado
emparejados con nadie más y ahora la única persona con la que tenía que
tratar era con Spence, lo cual era manejable para lo que tenía en mente.
Cuando comenzamos a dirigirnos fuera, Griffin me dio un mirada que me dijo
que sabía que estaba metida en algo, pero de todas maneras decidió que tenía
derecho a unos cuantos secretos que no quería saber, porque después de unas
cuantas palabras de apaciguamiento a Dapper, él lo dejó.
—Así que, ¿supongo qué tú y yo tenemos la noche libre? —dijo
Spence, aun sonando amargo mientras veía al último de los Grigori filtrarse
fuera de las puertas principales del Hades.
—No exactamente —dije, disparándole una mirada culpable.
El rostro de Spence se iluminó y me dio una amplia sonrisa.
—Nunca un momento es aburrido contigo, Eden. No sé incluso como
sobrevivo sin ti en mi vida.
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No podía ocultar la mirada de alarma.
—No te hagas ilusiones —dijo, sonriendo como si pudiera ver a través
de mí—. Es la acción de luchar la que me interesa ahora. Pensé que dejamos
eso claro.
—Lo siento… Yo solo…
—No quiero darte la idea equivocada. Olvídalo, Eden, se dónde
estamos parados y para que lo sepas, soy un chico de una clase de mujer y me
agrada lo mismo de regreso. Tanto como me gustaría estar en ello para ganar
contigo realmente no estoy interesado en obtener la línea.
—Está bien. Está bien. Solo déjalo caer —dije, encogiéndome.
Spence sonrió, ganó esta ronda, pero aún no me encontraba
totalmente convencida. Sabía por experiencia, que conseguir atrapar hasta al
emocional cautivo de Phoenix podría ser increíblemente confuso.
—Bueno —le di una sonrisa, haciendo a un lado mis preocupaciones
por el momento—, si estás buscando todo fuera de lo ordinario, soy tu chica
—dije, no tan entusiasta como Spence creía que era mi vida ahora.
—Cuenta conmigo —dijo Spence sin dudar.
—¿Ni siquiera quieres saber?
—Nop. Estoy dentro.
—Genial —dije, dándole una palmada en la espalda. Luego saqué algo
de efectivo y se lo pasé a Spence—. Vas a necesitar de ese encanto tuyo, y
mantenerte alejado de Dapper, él puede ver a través de ello.
—Sí, cabrón astuto, ¿verdad?
Asentí.
—Solo permanece en el otro extremo del bar. Necesitamos bourbon, la
marca de Onyx.
Su entusiasmo se redujo una velocidad.
—Esperaba más por la tortura que por el soborno.
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—Tendrás que correr y alcanzar a Nyla por él. Torturar a Onyx no va
a funcionar.
¡Y no quería tener que torturar a nadie, nunca!
Spence forzadamente hizo su camino al bar. Sabía que él no podía
tener mucho problema cuando vi a Dapper charlando con unos clientes en
uno de los sofás. Bastante seguro, él regresó en unos minutos, dos botellas de
bourbon en sus manos.
Me dio un guiño y movió las cejas.
—¿Estás segura de que no quieres simplemente ir a la ciudad con
estos?
—Absolutamente segura —dije, ya caminando hacia las escaleras.
Algo me dijo que Onyx era la llave para todo esto.
La puerta de Onyx estaba entreabierta. Me encontraba sorprendida al
ver que el estudio ahora estaba en relativamente buen orden. Onyx en sí
mismo se veía mucho más limpio que lo que estaba cuando lo vimos primero
en la calle. No inspiraba el mejor sentimiento, desafortunadamente. Sentado
en su sofá, los pies en su pequeña mesita de café de cristal y llevando sin duda
una de las camisas que yo había pagado y Steph seleccionó, recordándome de
cómo él la usó para lucirse, cuando estaba completamente loco y, oh si,
malvado como todo el infierno.
—¿Aún vives? —remarcó Onyx mientras nosotros caminamos, apenas
mirando hacia arriba. Él estaba viendo televisión.
—¿Poniéndote al día con Gossip Girl, uh? —pregunté, notando su
selección de visualización.
—Sí. Chuck es un humano muy interesante. Lo primero de lo que
estoy seguro es que él era un exiliado, pero carece de seguimiento y
consolidación. Imagino que el programa es de alguna manera inspirado en un
exiliado, sin embargo —él dijo, totalmente a gusto a pesar de la absurda
conversación. Sus ojos destellaron hacia mí y luego se cruzaron a Spence, que
estaba parado al lado de mío. Era fácil decir el momento en que él registró las
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dos botellas de bourbon. Recogió el control remoto y se giró lejos de la
televisión.
—Estas trayéndome un regalo.
—Sí. Y cuando obtenga la información por la que vine todo esto es
tuyo —dije, cruzando mis brazos y haciéndome la difícil tanto como era
capaz.
Onyx extendió los brazos ampliamente.
—Bueno, ¿qué quieres saber? Debo admitir, incuso estoy intrigado por
saber a dónde se dirigen tus pequeñas aventuras. Quién pensaría que tú eres
tan perspicaz por más conocimiento desde la última que te di… bueno, no era
exactamente alegre, ¿verdad?
Di lo mejor de mí para ignorarlo, el gratificante aguijoneo de Onyx no
tuvo un buen resultado para mí.
—Quiero saber acerca de un exiliado llamado ¿Nahilius?
—Nahilius. Sí. Sé de él. Sórdido inmortal, utilizado para ser un
Querubín de la luz. —Su labio se curvó—. ¿Por qué quieres saber de él?
¿Seguramente tienes cosas más importantes que hacer? —Levantó sus cejas
sugestivamente. Sabía que no necesitaba recordar que tenía un todopoderoso
exiliado atrás de mí.
—Que cómico, lo había olvidado —dije, sonando como una adolescente
malhumorada pero fallando—. No es tu problema... pero si quieres tu bourbon
solo dímelo.
Spence me codeó por detrás y me susurró:
—Quizá debamos mostrarle que somos serios.
Giré y lo miré fijamente
—Bien, lamento interrumpir —dijo.
Me volví hacia Onyx.
—¿Así qué?
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—Así que, pequeño arcoíris, es muy simple. Eres terrible negociando,
he torturado, mutilado, matado por menos y lo disfruté. Era un tiempo cuando
era mayor esfuerzo para mí no matar que matar. Tú estando parada en frente
de mí no tengo ningún poder, pero puedo ver esa misma desesperada
necesidad humana que tienes, es patético e incluso sin encantamientos
sobrenaturales, he sido más peligroso que tú. Quieres saber. Dime por qué.
—Eres un imbécil.
—Gracias. Es algo que me tomó una eternidad perfeccionar.
Me volteé, determinada a partir, pero me detuve y giré antes de
siquiera dar un paso.
Onyx sabía algo y si había una oportunidad de encontrar a este
exiliado, él la era.
Después de todo, tenías que saltar de un acantilado y dar tu vida
mientras sabias por Lincoln, ¿seguramente puedes soportar un matón?
Miré el techo, mientras tomaba una profunda inhalación.
—Está bien —dije mirando de vuelta a Onyx, intentando ignorar la
excesivamente presumida mirada en su cara. Caminé al centro de su
habitación y me senté en una silla frente a él. Estaba condenada si iba a ser
dejada esperando embarazosamente en el camino de la entrada. Onyx tenía
razón, me había detenido de dejar que otras personas me mandaran. Spence,
siguiendo mi ejemplo, tomó asiento en la única silla restante, un sucio
taburete de cocina, colocado entre la pequeña cocina y el área de la sala, tierra
de nadie. Él se veía ridículo.
—Nahilius lastimó a la mamá de Lincoln años atrás. Lincoln ser dirigió
de vuelta a la ciudad y fue a él. Quiero ayudar. —Traté de permanecer
neutral, sin dar demasiado en mi tono, nerviosamente, juntando mis manos,
torciendo mis dedos.
—¿Aún salvando lo único que amas, pequeño arcoíris? ¿Lo que más te
preocupa, es que él nunca encuentre a Nahilius y ponga su venganza en paz?
¿O que no lo encontrará?
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Miré mis manos.
—Ya veo. Quieres llegar primero. ¿Y cuál es tu plan si lo encuentras
primero? ¿Lo mataras por tu Lincoln? ¿Puedes hacer eso?
Spence saltó lejos del taburete detrás de mí.
—¡He tenido suficiente de esta mierda!
Antes de que pudiera detenerlo, él se arrojó encima de Onyx,
transportándolo lejos del sofá y lanzándolo, sobre la cara primero, al suelo.
Onyx, redujo la mera resistencia, fue abajo como una pluma. Él podía no
ofrecer ninguna firmeza a Spence.
—He obtenido tu medida. He estado viéndote decir tus historias,
hacer tus estúpidas preguntas, ¿y sabes qué? Puede que no te importe Violet o
nadie más, pero no compro la mierda acerca de no tener cuidado de ti mismo.
Egoístas como tú únicamente vienen de un lugar, jodido amor propio.
—Spence —grité, preocupada acerca de que estaba por perder mi
única oportunidad.
—Tengo esto, Vi —él respondió, dándome una sonrisa destellante.
Spence jaló el brazo de Onyx detrás de él. Me encontraba segura que
estaba cerca de romperlo. Su cara se estrelló contra la alfombrilla de algas
marinas, sus mejillas a los lados mientras la rodilla de Spence trituraba
fuertemente en el espacio entre los omoplatos de Onyx. Podía ver su cara
volviéndose roja mientras cerraba los ojos apretados con dolor y gruñía.
Tomé un paso hacia adelante para intervenir. Solo que mientras lo
hacía, Onyx chilló.
—Está bien. Quítate de mí. —Esforzándose a sacar las palabras
apagadas.
—¿Vas a decirle lo que necesita saber? —preguntó Spence,
completamente calmado ahora. En control.
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Onyx no respondió. Spence empujó duro y me estremecí, desgarrada
entre quedarme donde estaba y obtener la información que tan malamente
necesitaba y presionar, necesitaba superar mi sentido del bien y el mal.
Finalmente, Onyx cedió.
—Sí, sí. Lo diré.
Spence me miró. Por un agradecimiento o permiso, no estaba segura.
Le di un asentimiento. Aflojó a Onyx, dándole un último empujón con la
rodilla. Solo vi como él fue atravesando las emociones y se acomodó de nuevo
en el banquillo. Onyx se levantó cuidadosamente.
Spence me había ayudado de gran manera. Justo como Nyla, con un
simple trabajo manual. En esta ocasión había funcionado en mi favor pero
tenía un inquieto sentimiento de que este no sería siempre el caso.
Onyx conservó su espalda hacia nosotros mientras enderezaba su
camisa y pasaba sus dedos a través de su no-tan-estilizado cabello. Cuando se
giró para enfrentarme se mantuvo erguido, a pesar de estar teñido con la
huella de la alfombra, e intentar mantener algo de dignidad mientras cojeaba
de vuelta al sofá.
Ignoró a Spence.
Después de un incómodo silencio, se aclaró la garganta.
—Nahilius es un arma. Solo, no es de temer. No puede ser lo que estás
buscando. —Onyx no sostuvo mi mirada, no buscó mi reacción.
Metí unos mechones perdidos de cabellos detrás de mí oreja.
—Onyx… En inglés por favor.
—Un arma es inefectiva sin un operador.
Lo miré sin comprender.
—Honestamente no puedo creerle a alguien que es tan denso a la vez
que lo bastante fuerte para deshacerme. —Sacudió su cabeza, murmurando
algo más.
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Claramente todo lo demente no lo había dejado cuando se volvió
humano, o tal vez fue dejándolo gradualmente.
—Él es un arma para alquilar. Nahilius no sabría cómo actuar solo
incluso si lo quisiera. Él es uno de los tentados. En el reino de los ángeles, hay
ángeles que son más dominantes que otros. Hay divisiones entre luz y
oscuridad, la forma en que tú tienes divisiones entre las prácticas políticas o
razas. Como un resultado, están los que son líderes y seguidores, quienes
persuaden y quienes son persuadidos. Los que son tan débiles que pueden ser
persuadidos no tienen ningún sistema de creencia verdadero. Pueden ser
hechos para hacer muchas cosas.
—¿Incluso exiliados? —pregunté, comenzando a comprender a donde
podía estar yendo esto. Vi una caja de pañuelos y brinqué hacia arriba para
alcanzarla.
—Sí, finalmente, unas casi inteligentes palabras. Los ángeles que son
persuadidos son casi siempre subyugados por medio de la tentación. Un ángel
como Nahilius debía haber sido atraído en el servicio por otro ángel, cuando
ese ángel decidió exiliarse debió haber reclutado a Nahilius, tentándolo con
riquezas materiales y tuvo que escoger el exilio para servir su propósito en la
Tierra.
Le ofrecí los pañuelos a Onyx, que abruptamente los arrancó de mi
agarre y comenzó a limpiarse su nariz ensangrentada.
—¿Para quién trabaja?
—Bueno, esa es la parte interesante. Nahilius es un exiliado moderno,
prefiriere usar la tecnología y las estructuras financieras para ocultarse dentro.
Tiene una actitud instintiva para sobrevivir. Ves, su líder fue asesinado por
uno de los tuyos medio siglo atrás. Nahilius ha llegado a ser algo así como un
empresario desde eso.
Onyx lo reforzó. Él estaba de vuelta en el ritmo de las cosas.
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—Es un freelancer4, trabajando para el mejor postor, por decirlo así, y
no únicamente para exiliados. No sé para quien trabaja, pero puedo suponerlo.
—Él prácticamente cantó las últimas palabras.
Aquí vamos.
—Mira, Onyx, necesito encontrarlo. Como tú tan amablemente
señalaste tengo algunos otros problemas con los que necesito tratar y sería
genial si pudiera tener a Lincoln de regreso conmigo. Así que está bien, si te
hace feliz escucharlo, entonces sí, admito que quiero detenerlo antes de que
cometa un enorme error, así que dime lo que va a costar. Te compraré más
bourbon, camisas, lo que sea. Pero me dirás —lo mire por encima de
Spence—, o le diré a Spence lo que puede hacer contigo y, francamente no
creo que necesites ser un lector de mentes para saber que él realmente no
tendría problema con eso.
Me volteé hacía Onyx, sus ojos estaban ahora atravesando a Spence.
Spence había estado en lo correcto, Onyx estaba empezando a cuidar su vida,
incluso si era humano.
—Tienes que pensar la forma en que lo haremos —dijo Onyx,
volteando la mano y frunciendo el ceño un poco—. La forma en que lo harán
—corrigió—. Ahora mismo, tienes grandes problemas. En lugar de centrarte
en de donde está viniendo todo esto, céntrate en lo principal por un momento,
usualmente las cosas llevarán de nuevo a eso.
Mi problema principal era fácil. Phoenix iba a encontrar las Escrituras
antes que yo y cuando lo hiciera, no había nada que pudiera hacer sobre ello
porque él tenía poder para matarme.
—Phoenix.
Onyx asintió.
—Imagino que este pequeño problema que Lincoln está teniendo
funcionó bastante bien para desviar las atenciones lejos de las Escrituras… y
de ti.
4 Freelance: O freelancer es una persona que trabaja de manera independiente y que cobra por el
trabajo realizado, es decir no es empleado de alguna empresa y tampoco es propietario de alguna.
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Mientras hablaba, me di cuenta de que había sido el primero al que
había escuchado referirse a las Escrituras en plural. Él siempre ha sabido que
eran dos. Un recordatorio de que no estaba divulgando más de lo necesario en
cualquier momento.
—Es perfecto —Onyx continuó—. Lincoln está fuera buscando
venganza en lugar de ayudarte a encontrar una manera de detener a Phoenix.
Te estás distrayendo tanto como él y lo mejor de todo, la separación tanto
física como emocionalmente. Lincoln es tu mejor oportunidad al intentar
curarte si Phoenix reinstala tus heridas… —Se detuvo, considerando algo—.
Tengo que decir que esto no es un buen presagio para ti. Me pregunto, al final,
Phoenix estaría realmente dispuesto a destruirte, su amor por ti parecería
verdadero, pero al parecer tuviste éxito en la desintegración de ese amor por
completo y está aparentemente preparado para asegurar que cuando él te
derrote tú estarás…
—Para siempre —terminé.
Onyx sonrió, pero por una vez no creí que su corazón estaba
realmente en ello. Se encontraba muy ocupado frotando su nariz sangrante y
viendo a Spence por el rabillo del ojo.
Se encontraba en lo correcto, pensé. Tan pronto como lo dijo, tenía
sentido. Por supuesto este era Phoenix y por supuesto quería conducir una
brecha entre Lincoln y yo. Debilitarnos.
¡Y tú caminabas derecho a ello!
Quería golpearme a mí misma. Él debe estar riéndose tan fuerte de
cuán fácil era separarnos, cuan fácilmente acabo de dejar ir a Lincoln en esas
misiones de renegados en lugar de enfocarse en las Escrituras, la facilidad con
la que Lincoln se desvió de sus responsabilidades.
De todas las cosas, esta, el exiliado que había herido a su mamá, era la
única cosa que podía estropearlo tan efectivamente, tenía que volver a sus
obligaciones. Lincoln tenía un excusa, estaba blindado por su amor a su mamá
y su necesidad por tenerla cerca, ¿pero qué demonios era mío? Debería haber
visto venir esto.
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—Ahora, si no te importa, ¿podrías por favor indicar a tu fortachón
que me entregue mi pago y se vayan?
—Spence dale el bourbon. Gracias, Onyx —le afirmé a él y miró lejos.
Spence puso las botellas en la mesa de café y podía decir que estaba
incluso satisfecho de lo que estaba por tener que pagar por la información.
Mientras nos alejábamos Onyx habló de nuevo:
—Conozco a alguien que podría saber dónde está. Te dejaré saber.
No me di vuelta, solo me detuve en el camino de la entrada.
—Gracias.
Spence y yo dejamos el Hades sin hablar después me había detenido
para dejar saber a Dapper que a Onyx le vendría bien un paquete de hielo.
Cuando golpeamos el pavimento Spence estaba todo orgulloso.
—¿Qué piensas que enviara a través de las direcciones esta noche?
—preguntó.
En la oscuridad, el aire nocturno era fresco y me hizo sentir
desprotegida y de alguna manera sola, a pesar de su compañía. Le di una
mirada cautelosa a Spence.
—No esta noche. Tengo que ir a casa antes de que papá llame y de
cualquier forma estoy muy cansada para algo más. Si consigo las direcciones,
podemos ir mañana
Los hombros de Spence se hundieron hacia adelante.
—Prometo que te dejaré saber. No iré sin ti —le aseguré.
Sonrió. Spence aún no había preguntado por la historia completa
acerca de Nahilius. Se me ocurrió que no le importaba. Tanto como había el
potencial para un lucha, él estaba dentro.
—Uhm, Spence, ¿podemos mantener esto entre nosotros por ahora?
—No me vas a atrapar diciéndole a alguien —dijo. Y sabía que no lo
haría.
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Spence no correría el riesgo de omitirlo.
¡Otra cosa buena para recordar!
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Capítulo 18 “La ira y los celos ya no pueden aplicarse cuando se pierde de vista
sus objetos de amor”.
George Elliot
Traducido por Lizzie (SOS)
Corregido por MaryJane♥
l teléfono estaba sonando cuando abrí la puerta.
—¿Hola? ¿Hola? —llamé en el receptor después de
lanzarme para conseguirlo antes que se detuviera.
—¿Hola? —dije, una vez más.
—Vi, soy yo ¿Dónde has estado?
—Oh, hola papá. Yo estaba con Sp-Steph. Estábamos en la biblioteca.
—Uh huh.
—Papá, en serio. Si no me crees, llama a Steph… ella probablemente
esté todavía allí. —Mentir solo no es algo que se sienta bien conmigo, así que
el hecho de que parecía estar mintiendo a todo el mundo en mi vida en este
momento y que resultaba ser malditamente muy buena, ya era molesto. Por
alguna razón para cualquier persona, eso nunca se siente correcto. Sentía
como que en mi vida, siempre pensé que era algo que yo había heredado de mi
madre. ¡Hasta que descubrí que era la mentirosa más grande de todos!
—Está bien, está bien, así que estabas en la biblioteca. Cariño, yo
estaba preocupado por ti. Llamé al apartamento un par de veces hoy y no
habías estado en casa. Probé la otra noche también, pero no estabas allí. ¿Hay
algo que quieras decirme?
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—¿Cómo qué?
—No lo sé. ¿Cómo está Lincoln? —preguntó papá, probando la
pregunta.
—Él está bien. Ya sabes, igual que siempre.
—¿Son ustedes dos todavía... amigos? —preguntó, una cadencia de su
voz.
—Sí —le dije sin expresión.
—¿Solo amigos?
—Papá ─le advertí.
—Está bien. Pero ¿estás bien, entonces?
—Estoy bien. ¿Cómo está yendo tu viaje?
—Lo mismo de siempre, cariño. De alguna manera Caroline ha
logrado concertar reuniones con casi todos los clientes que tiene la empresa.
—Bajo el evidente agotamiento noté algo que sonaba muy parecido a cariño.
Si yo no hubiera conocido a papá, tan bien como lo hacía me preguntaría si
algo pasaba entre él y su asistente. Papá suspiró—. Te echo de menos. Estoy
tratando de reorganizar el horario, con un poco de suerte te veré dentro de
pocos días.
Hablando con papá, tuve una idea, un recuerdo realmente, de los
sueños que había tenido. Hasta ahora, habían parecido tan irreales que solo me
los había sacudido de encima, pero con todo lo que estaba pasando, me di
cuenta por primera vez que tal vez eran la pista que había necesitado.
—Seguro. ¿Papá?
—¿Sí?
—Cuando conociste a mamá, cuando vivían en Nueva York, ¿alguna
vez mencionó amigos que tenía allí? Uhm... ¿alguna vez mencionó el nombre
de alguien... como Nyla o Rudyard?
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—No, no que recuerde. Tu mamá no tenía muchas conexiones cuando
nos conocimos. Ella se había mudado recientemente de un pequeño pueblo de
Nueva York. ¿Por qué?
¡Ves! Mi mamá, la mentirosa más grande de todas.
—No hay razón, yo solo acabo de conocer a esta agradable pareja de
ancianos, el otro día... que eran de Nueva York y pensaron que les resultaba
familiar. Me preguntaba si tal vez estaban reconociendo a mamá.
—Oh. —Podía escuchar el nudo en la garganta de papá. La gente
siempre me dijo lo mucho que me parecía a mamá. Aparte de los ojos color
avellana de papá, se suponía que tenía que ser muy parecida a ella—. Bueno...
dudo que la conocieran.
—Sí, estoy segura que tienes razón. Que tengas un buen viaje.
—Por supuesto, cariño. Llámame si necesitas algo y recuerda, nadie en
el apartamento excepto Steph y si necesitas algo...
—Lo sé, lo sé, los Richardson están justo al lado.
Cuando papá colgó, me detuve, sosteniendo el teléfono, tratando
desesperadamente de pensar en volver al sueño. No sé por qué había pensado
en eso en este momento, o por qué no había tratado de averiguarlo antes de
ahora.
Cada vez que me había despertado de los sueños había estado tan
segura de que eran reales. La primera vez, con escalofríos y dolor, como si la
lluvia de hielo me hubiera enfriado hasta los huesos y magullado mí piel. Las
otras veces, sintiendo el sueño y su contenido saliendo fuera de mi alcance,
pero siempre yendo, con una tristeza persistente y la sensación de carga. Yo
estaba segura de que mi ángel creador me mostró los sueños, pero luego, como
tantos otros, me sentí olvidándolos. Hasta ahora. No podía recordar todo, pero
podía oír sus palabras. Su advertencia.
—Un traidor —susurré.
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Desesperada por aclarar mi mente, me llevé a mí misma a la bañera y me
empapé por una pequeña eternidad. Tuve que dejar salir el agua fría tres veces
para rellenarla con más caliente. Era reconfortante yacer allí y pensar en voz
baja. No podía recordar la última vez que había hecho esto. Dejé mi cabello
fuera de su cola de caballo, lo lancé al agua y me deslicé hacia atrás. Las largas
hebras exploraron el agua, serpenteando alrededor de mi cuello y el pecho. A
medida que el calor del agua llegaba a través de mi piel y en mi interior sentía
una cierta parte de mí misma, una parte que no había permitido salir a la
superficie en un largo tiempo, despertar. Lágrimas silenciosas comenzaron a
llegar de mis ojos. Las dejé. No eran lágrimas de pánico, o incluso
desesperación, solo lágrimas, lágrimas de silencio, lágrimas por mí.
Finalmente dejé mi cabeza deslizarse de vuelta a la bañera. Mi cabello
suelto flotando en el agua caliente, la cual me envolvió en un mundo de tanto
sonido como silencio amplificado. Yo contuve la respiración y dejé que mis
labios se separaran ligeramente para que pudiera sentir el movimiento del
agua dentro de mi boca. Esperé y esperé. Esperé por la quemadura, la urgente
necesidad de aire. Pero ser Grigori significaba que era un proceso más lento de
lo que era. Podía aguantar la respiración por mucho tiempo ahora.
Era un alivio estar sola. Aunque estaba llorando y sumergida, todavía
sentía una calma pacífica. Mis manos se deslizaron a lo largo de la cerámica
del baño y luego al lugar en el estómago, donde Onyx había embestido su
espada de plata. Traté de no hacerlo, pero mis pensamientos fueron a él. No
podía detenerlos, los recuerdos. Por mucho que quisiera negarlo, había una
parte de mí que estaría para siempre ligada a Phoenix y no tenía nada que ver
con su control físico sobre mí.
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Una oleada de emoción me inundó mientras mis pulmones
comenzaban a arder con hielo caliente y cuando la mañana y la tarde brillaron
a través de mis ojos cerrados, sabía que el ardor en mis pulmones no era por el
oxígeno. Estaba en todas partes. Salí corriendo de pie, jadeando, con los ojos
frenéticos como dardos mientras una ráfaga de viento helado me golpeaba en
la cara.
—¡Hijo de puta! —Salté de la bañera y me até una toalla a mí
alrededor mientras me salía del cuarto de baño.
—¡Phoenix! —grité al apartamento vacío—. ¡Sé que eres tú!
Lo peor de todo, tal como había sentido su ráfaga de intensa emoción
antes de que se fuera, yo sabía que era el resultado de los sentimientos
iniciales que había sentido viniendo de mí.
Aseguré el apartamento lo más fuerte que podía, una vez más
buscando la puerta corredera del balcón abierta. Revisé todo, tirando todos los
pestillos de seguridad en la puerta principal y comprobando los cerrojos en
todas las ventanas.
Como si eso lo pudiera detener.
Era más sobre el proceso activo que cualquier otra cosa.
Consideré llamar a Steph, pero ella había recibido la orden de su
madre de volver a casa para la noche ¿y qué iba a hacer si Phoenix volvía de
todos modos? Yo era más fuerte sin tener que defenderla también. Ya había
arrastrado a Steph a este mundo con más frecuencia de lo que era cómodo.
Quería llamar a Lincoln, pero podía imaginar esa conversación:
Sí, así que Phoenix estuvo en mi apartamento mientras yo estaba en la
bañera y pensando en él. Estoy bastante segura de que él sentía todo lo que yo
estaba sintiendo. ¿Crees que podrías jugar como protector para mí?
No lo creo.
Sin nadie a quien recurrir, arrastré mi colcha de tamaño gigante hacia
el sofá y me dormí, si se puede llamar así, en la sala de estar.
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Phoenix se había ido, pero no muy lejos.
Me di cuenta ahora, nunca se fue.
Yo no lo podía sentir tan fácilmente como podía con otros exiliados.
Su parte humana le daba un valioso camuflaje y podría enmascarar su
presencia mucho más efectivamente. Yo no sabía si estaba más decepcionada y
avergonzada de que me había negado a reconocer la verdad, pero a pesar de su
astucia yo estaba definitivamente sintiéndolo. Nunca tan cerca como esto
antes, pero había estado allí.
Observando. Esperando.
Ahora tenía pocas dudas. Había sentido su intensidad en una ráfaga de
emoción, sentido su desesperada necesidad de eliminarme. Cualquier atisbo de
esperanza que podría haber estado una vez allí, que de alguna manera Phoenix
cambiaría, que sería el chico que conocí primero, se había ido.
Phoenix va a matarme.
O, yo lo mataré a él.
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Capítulo 19 “Parecía como si una noche de oscuras intenciones se acercara, y no
solo una noche, una era. Alguien mejor esté preparado para la
ira…”
Robert Frost.
Traducido por Maru Belikov (SOS)
Corregido por LizC
pence y yo habíamos estado caminando alrededor de la fábrica
de aviones por horas. No era mi idea de un sábado feliz. Hasta
ahora no había nada que se asemejara al moteado sentimiento
que los sentidos me habían dado en el aeropuerto. No era una sorpresa. A
pesar de los murmullos de Spence, él estaba en lo cierto cuando dijo que no
éramos detectores de metales. Los sentidos están diseñados para señalar a los
exiliados, no aviones de compañías.
Estaba a punto de agarrar a Spence, quien decidió hacerlo más como
una excursión y ahora estaba teniendo un espléndido tiempo revisando toda la
maquinaria, cuando sentí los sentidos. Del tipo que no causaba ninguna
confusión y definitivamente no me dirigían a un avión.
El sabor de manzana se esparció en mi boca, filtrándose a través de mis
mejillas y hacia mi lengua. Mañana y noche; la cruda belleza de su poder se
deslizó dentro y fuera de mi visión mientras olía ramos de flores almibarados,
empalagoso, como madreselva concentrada.
Le di la bienvenida a los sentidos, que ahora eran parte de mí y con los
que podía, en cierto modo, comunicarme. Podía escuchar el sonido de alas
revoloteando furiosamente como si estuvieran luchando por alcanzarme antes
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de chocar con los árboles. De todos los sentidos, éste era el que evocaba más
emociones en mí.
Lincoln me había explicado que el sonido de las alas (ligeras y oscuras
para palomas y cuervos), representan la batalla por la vida, el esfuerzo
desarrollado y necesario para que cualquier fuerza de vida pueda sobrevivir. El
choque de ramas y hojas simbolizaba el “todo” que debía ser enfrentado y
derrotado por una fuerza viviente para continuar. Es la decisión de seguir
adelante.
La sensación final, el zumbido de energía de aire frío, se movió a
través de todo mi cuerpo, viajando a cada extremo y más allá. Me envolvía y
luego me liberaba tan fácilmente, asegurándose que cada parte de mí ahora
estuviera en sintonía a lo que estaba por delante, reconocí todos los sentidos y
les permití fluir a través de mí, hacer su trabajo, y los dejé ir. Era mucho más
fácil de lo que una vez había sido y cada vez que los sentía, tenía más control.
Miré adelante hacia Spence, quien todavía no había sentido al
exiliado. Incluso si hubiera sentido una corazonada (no estaría sorprendida
que no se diera cuenta), era un hombre, después de todo, y estaba en un
hangar de aviones. Estaba en modo “chico y sus juguetes”.
—Spence —le dije. Él se apartó de una absorbente conversación con
uno de los mecánicos y me miró sin comprender. Él no iba a hacer esto fácil—
. Ah, Spence, creo que deberíamos ir a ver allí —dije, tratando de darle la
mirada de “tenemos un problema”. Él la pasó por alto completamente.
—Oh, está bien. Tú adelántate, estaré allí en un minuto —dijo él,
descartándome y dándole una sonrisa al mecánico.
Estupendo.
Le dirigí una enorme sonrisa falsa al mecánico, quien claramente
estaba disfrutando el espectáculo, luego me giré hacia Spence.
—Vamos, Spency. ¿Por qué no vienes aquí y te doy una manzana por
ser tan buen chico? —dije sarcásticamente.
Los ojos de Spence se abrieron plenamente mientras se daba cuenta lo
que estaba diciendo. Estaba dispuesta a apostar que en ese momento sus
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pequeñas papilas gustativas estaban repentinamente captando un sabor a
manzana. Sus ojos se movieron de mí al mecánico, como un tonto. Si no
estuviera tratando tanto de concentrarme en localizar nuestro problema
podría haberme reído de él.
Tartamudeó un discurso de salida que solo el mecánico podía entender
como él estando bajo mi pulgar. El hombre se burló de él mientras Spence se
tambaleaba hacia mí para alcanzarme.
—Qué lindo —dije, mientras llegaba a mí lado.
—Dame un descanso. No sabía.
—¿En serio? Nunca lo hubiese adivinado. Ahora concéntrate. No
quiero conseguir toparme con una docena de exiliados por el momento.
—¡Una docena! ¿En serio?
Puse mis ojos en blanco, por supuesto que la idea de una docena de
exiliados casi había puesto a Spence a saltar de felicidad.
—No. No en serio, solo puedo sentir uno… pero eso no significa…
mira, las cosas han estado extrañas cuando se refiere a Phoenix, no puedo estar
segura de nada.
A parte de que me quiere muerta.
—Entendido —dijo Spence, dándome un saludo de burla. Esperaba
que fuera su manera de terminar los juegos y volverse serio.
Caminamos alrededor de la parte trasera de un pequeño avión de
pasajeros y nos agachamos bajo el ala. No había mecánicos en esta área, pero
tampoco exiliados.
—Allí dentro —dijo Spence, asintiendo hacia la siguiente enorme sala
de mantenimiento.
Mi boca se secó mientras lo seguía. Tenía un mal presentimiento y no
me gustaba estar en una cacería sin Lincoln.
—Bien —susurré.
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Pensé sobre decirle a Spence, explicarle a él los problemas que había
estado teniendo con mi daga. Era difícil admitir mis fallas, especialmente un
problema que ni siquiera comprendía completamente.
Ambos sabíamos que si había un exiliado en el otro lado de la pared se
reduciría a una pelea. ¿Podría realmente pedirle a Spence ir allí conmigo,
después de decirle que no estaba segura que cuando viniera el momento de
empujar mi daga, podría funcionar mal?
—Vamos —dije, tomando mi decisión y moviéndome hacia adelante.
Trabajaría en ser mejor persona en otra oportunidad.
Spence se movía como un profesional, probablemente una ventaja de
vivir en la Academia entrenando cada día para ser un Grigori. Yo era un poco
menos ágil, siempre olvidando chequear atrás y no posicionándome en las
posiciones más defensivas. Pero observé a Spence e intenté seguir sus tácticas
de espía.
Nos ocultamos en nuestro lado de la entrada, la que guiaba a una
enorme área de aviones militares.
Todos los otros lugares en los que habíamos estado albergaban aviones
comerciales o jets privados. Esta habitación estaba llena de aviones de un color
verde militar y algunos incluso llevaban el diseño de camuflaje manchado.
Un sujeto estaba caminando alrededor de los aviones más grandes,
tomando notas en un libro. Tenía cabello color rubio oscuro que llegaba hasta
sus hombros y lucía joven, muy joven.
Todos los demás en la fábrica lucían al menos de treinta. Ellos
probablemente eran un personal más calificado. La mayoría de los
trabajadores debían tener títulos de ingenieros o algún tipo de cosas que
llevara tiempo. Este sujeto, quien lucía de no más de dieciocho o diecinueve,
tenía una bata blanca de laboratorio y ojeaba a través de la caja de control
externa del avión como si realmente supiera lo que estaba haciendo.
Spence me dio una mirada a sabiendas y yo asentí. Este era nuestro
hombre. Estaba dispuesta a apostar que para alguien más él luciría diferente,
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más viejo y menos llamativo, pero podíamos ver a través de la ilusión, Spence
se giró hacia mí y articuló:
—¿Solo uno?
Estaba a punto de asentir cuando sentí algo más. Era muy leve y no se
sentía como normalmente. Era como si estuviera experimentando un tipo de
versión de letargo de ellas. Alcé una mano al aire para evitar que Spence se
lanzara a un combate. Él me dio una mirada de impaciencia. Levanté un dedo,
rogándole. Él asintió.
Mientras observábamos al exiliado presionar algunos botones más, la
parte de enfrente del avión empezó a abrirse, toda la superficie alzándose en el
aire. Los ojos de Spence brillaron con deleite. Sabía que algo sobre una de esas
cosas abriéndose así en la parte delantera lo impresionaría. Estaba empezando
a pensar que quizás no había sido la mejor persona para traer.
—¡Guau! —jadeé, antes de que pudiera detenerme. Los sentidos me
golpearon tan fuerte que tuve que apoyar una mano sobre la pared. Miré a
Spence entre destellos de mañana y noche, y podía decir que él también lo
estaba sintiendo. Miramos de regreso al avión y salió otro exiliado de él. Alto,
como muchos de ellos pero también era muy delgado con un suave cabello
negro. Él lucía como el estereotipo de villano desgarbado.
Los dos exiliados empezaron a hablar.
—Todo listo —dijo el de la bata de laboratorio.
—Sí. Esto funcionará, todo el titanio está en el lugar. Podemos
enviarlo fuera una vez que lo carguemos con los suministros. ¿A dónde va
este?
El primero se encogió de hombros.
—Aún no lo sé. Ellos no nos lo dirán hasta el último minuto, sabes
eso.
—Sí, sí. Tenlo terminado este mes, así podemos continuar con el
siguiente —expresó indignado el exiliado alto.
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—No será un problema. Los mecánicos aquí no saben qué están
haciendo. Ellos solo traen los aviones militares, hacen el trabajo aturdidos y
luego se van. Incluso los usamos para arreglarlos y ¡no recuerdan nada! Nadie
viene aquí de cualquier modo, los imbéciles piensan que ésta habitación no
existe. Es el montaje perfecto —dijo el exiliado, riéndose perversamente.
Horrorizada, miré hacia Spence. Corrección, miré hacia donde Spence
se suponía debía estar… y no estaba. Mis ojos empezaron a recorrer alrededor
frenéticamente hasta que lo encontré agazapado bajo la cola de un avión
militar cercano. Él me estaba haciendo señas.
Esto no va a terminar bien.
Me escurrí a través del suelo, agachándome tan bajo como pude y
tratando desesperadamente de no hacer más ruido del necesario. No pasaría
mucho hasta que ellos nos sintieran. De hecho, estaba sorprendida que no lo
hubieran hecho ya.
Me detuve al lado de Spence, quien estaba casi riéndose en voz alta
por mi esfuerzo de ir como comando.
—Cállate —susurré—. ¿Por qué nos estamos escondiendo bajo este feo
avión de todos modos?
No nos había llevado más cerca, solo a otro punto de vista a la misma
distancia.
Él se me quedó mirando como si yo fuera una idiota.
—Es una mejor ventaja. Nos podemos acercar detrás de ellos desde
aquí. Y por cierto, no menosprecies este avión. Este es un Bombardero B1,
tienes que tratarlo con respeto.
—Ah, Spence… odio romper tu burbuja, pero esta cosa no luce como
si pudiera volar.
—¡Ah,Vi! Aún no tiene alas. Cuando este bebé esté terminado será la
cosa más patea traseros en el cielo —susurró Spence, colocando una
reverencial mano sobre la parte inferior del avión y bajando la cabeza en
cortesía.
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¡Denme un descanso!
—Bien, basta de aviones sin alas. Vamos. —Sabiendo que solo
teníamos segundos hasta que los exiliados nos sintieran, no había ningún
punto en intentar sorprenderlos.
Me puse de pie y empecé a moverme hacia ellos. Spence me siguió.
Me alegraba de que no estuviésemos siguiendo solamente el elemento sorpresa
cuando mi teléfono sonó con un mensaje. Los dos exiliados se dieron vuelta
rápidamente.
—¡Dios! —dije sarcásticamente—. Pensé que ustedes nunca nos iban a
notar.
Muy bien, Vi. ¡Molesta a los exiliados ya mentalmente inestables!
—Y yo pensé que hoy iba a ser aburrido —dijo el exiliado alto
mientras se lanzaba hacia mí.
Sabía que iba a hacerlo. Una cosa sobre los exiliados, es que ellos no
vacilan, pero aun así, me sacó fuera de balance por la gran velocidad de la
embestida.
Spence se lanzó a la acción contra el chico rubio. El sonido de golpes y
patadas explotaron e hicieron eco a través de la gran habitación de cemento
junto con el rechinar y chillido de la suela de los zapatos sobre el piso de
cemento.
El exiliado alto consiguió unos cuantos golpes cuando estuve fuera de
guardia, pero no tomó mucho tiempo para que yo encontrara un buen ritmo
de pelea. Quizá he estado teniendo problemas acabándolos, pero golpearlos y
vencerlos en una contienda de fuerza y habilidad, por lo general, venía
naturalmente.
Arrastré cerca al exiliado, haciéndole creer que tenía ventaja sobre mí.
Significaba que tenía que soportar unos cuantos golpes sólidos en el estómago
y uno a un lado de mi rostro, pero los absorbí y él se estaba volviendo creído.
Tan pronto como vi mi ventaja, me adentré, él lanzó abiertamente su brazo
sobre mí, dejando el resto de su cuerpo expuesto. Mi pie estaba en el aire antes
siquiera de pensar al respecto y lo golpeé fuerte en el pecho.
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Hubo un tiempo, un tiempo más humano, cuando yo nunca habría
sido capaz de hacer un movimiento así, no en velocidad o agilidad. Hoy,
estaba a punto de hacerlo realidad.
El exiliado cayó. Pero él no estaría mucho tiempo allí.
Esta es mi oportunidad.
Mi mano fue hacia mi arma oculta. Mientras lo hacía, el exiliado
levantó la mirada hasta mí y sus ojos se abrieron mientras sus orificios nasales
se ensanchaban. Algo estaba mal, muy mal… él estaba asustado.
Me detuve, confundida. Los exiliados no se asustaban, no así, de todos
modos. Ellos luchaban con uñas y dientes hasta el último momento; él no
pensaría que lo acabaría solo porque estaba buscando mi daga.
Su sorpresa se transfirió a mí y nuestra mutua sorpresa le dio
suficiente tiempo para arrastrarse sobre sus pies y retroceder. Sus ojos estaban
fijos sobre mí, cambiando de una muñeca a la otra.
Sin embargo. Sonreí.
—¿Sabes quién soy, no es así?
—Sé lo suficiente para saber que eres tan buena como muerta —dijo
él, todavía retrocediendo.
—Vamos, no me digas que estás asustado —me burlé.
Noté al otro exiliado lanzar una mirada hacia nosotros, él obviamente
tampoco estaba esperando este giro de los eventos. Spence usó la ventaja y
lanzó todo su cuerpo encima de él en un movimiento excesivamente
dramático pero efectivo que estaba convirtiéndose en algo como la marca
registrada de Spence.
Sonreí con suficiencia a mi objetivo y alcé mis cejas, desafiándolo.
Su boca se torció en la esquina. Podía decir que él quería continuar
con el ataque, peso se refrenó a sí mismo, moviéndose lejos con cada paso que
yo tomaba hacia él.
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A mis espaldas sentí el brillo del poder de Spence y escucharlo gritar
el usual discurso, ofreciéndole al exiliado una opción. Sin ninguna sorpresa, el
exiliado lo mandó a comer mierda.
El exiliado alto en frente de mí tuvo una vista completa y podía decir
que su instinto era contraatacar. No le importaba mucho el otro exiliado pero
le gustaba la idea de infringirnos dolor. Eso era obvio.
Mi teléfono sonó otra vez. Estuve distraída por un segundo y luego…
estuve dispersa, como si toda la lógica saliera de mi mente por un momento y
no pudiera recordar exactamente quién era… yo. Solo fue un segundo, luego
todas las puertas en mi mente se reabrieron y fui yo misma otra vez. Pero eso
fue suficiente. El exiliado había desaparecido.
—Oye, ¿por qué lo dejaste ir? —preguntó Spence a mi lado.
—Yo… yo no lo hice. Debió usar algún tipo de mojo sobre mí. Un
segundo lo tenía listo, y al siguiente yo estaba… no lo sé, y luego se había ido
y estabas a mi lado.
—¿Memoria?
—Eso creo. Él solo consiguió pasar a través de mis defensas por un
momento, no tenía mi guardia en alto —dije, enojada conmigo misma. Debí
haber estado mejor preparada pero había estado concentrada en lo físico en
lugar de lo interno.
Un error de principiante, Vi.
—No te menosprecies, hiciste algo bien si él estaba corriendo.
Pero ese era el punto, no lo había hecho. Y una vez más me di cuenta,
este no era el primer exiliado que había visto huir. Superado en número o no,
el exiliado en la granja también había huido. Pero no estaba en su constitución
correr.
—Hmm —dije, no de ánimo para especular con Spence justo ahora.
En lugar de eso, saqué el teléfono de mi bolsillo. Onyx estaría encantado
cuando descubriera que su mensaje me había causado tanto problema—. Es la
dirección para Nahilius.
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—Este día solo se pone mejor.
—Spence… necesitas un pasatiempo. —Me desplacé por mi teléfono
hacia el siguiente mensaje. Era de Griffin.
Tenemos una pista sobre las Escrituras. No puedo encontrar a Lincoln
o a Magda, déjales saber si escuchas de ellos. ¡Todos en el Hades ahora!
—Mierda —dije bajo mi aliento.
—¿Malas noticias?
—No, quizá buenas. Solo mal momento. Tenemos que regresar al
Hades —dije mientras caminábamos hacia el avión de donde el exiliado había
venido. Nos estábamos quedando sin tiempo y todavía había tanto que hacer.
—¿Pero qué sobre Nahilius? —insistió Spence.
Me giré, cerca de caer por la cornisa emocional en la que ya me estaba
balanceando tan precariamente.
—¿Crees que no quiero ir tras Nahilius? ¿Crees que no quiero ayudar a
Lincoln? ¡No puedo estar en todos lados al mismo tiempo, Spence! —grité.
Spence miró abajo y no respondió. Me giré otra vez y procedí hacia la
entrada del avión, volviendo a los negocios.
Empújalo a un lado, Vi. Recuerda, ¡No te rindas!
—De alguna manera, cuando el exiliado estaba aquí adentro, no pude
sentirlo muy bien.
Ese es el por qué no podía sentirlos en el aeropuerto.
—Sí, no pude sentirlo en lo absoluto —admitió Spence, un poco
desaminado.
—¿Qué tipo de avión es este? —le pregunté a Spence.
—¿Este avión? Oh, Violet, ¿cómo no puedes saber cuál es este? Quiero
decir, esto no es un avión, esto es una obra de arte. Este es un momento en la
historia, una pieza extrema de maquinaria que haría…
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—¡Spence! —lo corté.
—No tienes ninguna apreciación —dijo él, ahora abatido—. Este es un
Antanov, el transporte militar más grande en el mundo. Necesitas un tanque
enseguida, ¡este es tú bebé! —Él sobre enfatizó cada palabra con una mano de
apoyo y gestos.
—¿Necesitas un momento a solas con el avión? —pregunté, al borde
de estar enferma.
—Uhm… no. Está bien —dijo él, creo que en realidad pensó que
estaba siendo sincera.
Caminamos dentro. La carcasa interna estaba cubierta en paneles
metálicos de plata.
—Esto es nuevo —dijo Spence, inspeccionando los paneles—. Está en
todos lados. —Él desapareció dentro de la cabina de mando—. ¡Incluso aquí
arriba! —gritó—. ¡Y hay persianas que cubren las ventanas también!
—Es sobre lo que estaban hablando… —dije, uniéndome a él—. Es
titanio. De alguna forma distorsiona los sentidos. Es el por qué no podía
sentirlos en el aeropuerto y por qué ese exiliado parecía haber aparecido de la
nada. Ellos debieron estar en uno de estos aviones.
—Bueno, eso reduce las cosas considerablemente. Hay pocos aviones
Antanov y alejados entre sí. Estaría sorprendido si hubiera más de uno en el
aeropuerto, aunque… —Se detuvo.
—¿Qué?
—Este un avión militar, lo que significa que sería un área restringida.
No será fácil.
—Suerte entonces que tengo a alguien alrededor que puede usar un
infame disfraz —dije.
—Muy cierto, Eden —dijo Spence con un guiño.
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Envié a Spence para que se encontrara con todos en el Hades,
diciéndole que necesitaba correr a casa primero y que lo encontraría allí.
Una vez que estuve sola llamé a Steph, ella estaba en la biblioteca, así
que tomé un taxi.
La encontré sentada en una de las mesas grandes aunque noté que
nadie más estaba compartiendo el espacio. Había un montón de libros
rodeando su laptop. Steph había reclamado el lugar para ella.
Me fijé en lo que, para mí, parecía un torbellino de papeles, fotocopias
resaltadas y recortes de periódicos y me sentí más cansada que nunca. Lucía
como si fuera difícil dar algún sentido al material e imposible en realidad
absorberlo todo. Pero debía tener más fe. Steph, después de todo es, algún tipo
de genio. Sin mencionar su súper valiosa memoria fotográfica de la que nunca
le gustaba alardear.
—¿Me atrevo a preguntar? —pregunté nerviosamente, preocupada
que ella me espetaría. Este ejercicio definitivamente estaba por encima y más
allá de la llamada amistad normal.
Steph apenas levantó la vista de los recortes de papel que estaba
leyendo.
—Bueno, solo digamos que el chico no tiene una página de Facebook.
No es que sea muy difícil sin ninguna pieza de información significativa sobre
él. Solo unas pocas palabras aquí y allá. Tengo que rastrearlo a través de otras
personas con las que creo que ha hecho este tipo de cosas corporativas… ya
sabes, otras víctimas.
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—Guau, nunca hubiese pensado en hacer eso. —O haber sabido cómo
hacerlo.
—El punto es, que no estoy llegando muy lejos. Todo lo que en
realidad puedo decirte es que él ha estado alrededor, participando en un
montón de empresas muy rentables y para el momento en que se va o
desaparece están por debajo o en bancarrota. Siempre parece haber algún
escándalo con el dueño o un controlador financiero importante; Skase, Conrad
Black, ha estado en todos lados. Alguien más siempre termina siendo culpado
y luego, hay lo que parece ser muchas muertes misteriosas. Un sujeto incluso
saltó de la parte trasera de su yate, Maxwell, creo, o algo así. Es como las cosas
que ves en la televisión cuando un flojo hombre de negocios es culpado por
pagarse de más a sí mismo y robar dinero por un lado, pero cuando las
autoridades se hacen cargo nunca pueden en realidad encontrar en dónde
guardó el dinero y seis meses después escuchas que tuvo un repentino ataque
al corazón o algo similar.
—Oh, Dios mío —dije.
—Sí, y si bien siempre hay un chivo expiatorio, creo que el que
consigue irse lejos con el dinero es…
—Nahilius —termino por ella.
—¿Y? —insiste Steph.
—Y ese es el por qué no me quería involucrada —dije, tratando de
calmar mi corazón que ahora estaba acelerado. En parte horrorizada, y otra
emocionada.
—¿Porque…?
—Porque… se preocupa por mí.
—¡Porque él ama tu trasero en el sentido épico! —dijo Steph,
dándome una palmadita de bien-hecho. Esto sería lo más lejos y significativo
que me daría—. Muy bien —dijo ella, poniéndose de pie y empezando a
juntar los libros—. ¿Cuál es el plan?
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Capítulo 20 “Y tan pronto como llegó cerca del campamento...
Moisés ardió en ira y arrojó las tablas fuera de sus manos
Y las quebró al pie de la montaña”.
Éxodo 32:19
Traducido por Lizzie(SOS) y Val_mar(SOS)
Corregido por LizC
l escuadrón de Dios, como Steph aún los etiquetaba, estaban
sentados en lo que se estaba convirtiendo en la mesa de
siempre en el Hades.
Cuando llegué me sorprendió ver a Onyx en el bar charlando con uno
del personal semi-civil de la barra. Iba vestido con pantalones y una camisa
negra y estaba limpio, recién afeitado y aunque él estaba bebiendo de lo que
estaba segura era bourbon auténtico, también estaba muy segura de que no
estaba borracho. Últimamente cada vez que lo veía, parecía más... humano.
Aún deficiente en muchos aspectos, estaba sin duda menos loco y aunque yo
no querría volver a probar los límites parecía menos siniestro. Ahora, bueno...
ahora era solo promedio.
Justo en ese momento, mientras pasaba junto a él me dio una fría
mirada y me miró de arriba a abajo.
—Ja, no es de extrañar que parezcas estar sin pareja actualmente. El
guardarropa cuenta, sobre todo cuando tu cara luce de esa forma. —Chasqueó
sus dedos en mí cara.
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—Vete al infierno, Onyx —dije, sin detenerme.
—Ya estuve allí, gracias a ti —llamó detrás de mí. No le hice caso.
Griffin estaba enfrascado en una conversación con Nyla y Rudyard
cuando me acerqué. Tuve la clara impresión por la mirada en su cara que yo
no estaba invitada para ser parte de los susurros secretos. Tampoco lo estaban
Zoe, Spence o Salvatore, quienes estaban fuera al otro extremo de la mesa,
jugando con posavasos. Estoy bastante segura de que era un juego de beber:
aquel en el que lo balancean como un barco en el borde de la mesa y tienes
que hacerlo volar en el aire y atraparlo en la vuelta, de lo contrario bebes.
Steph y yo lo habíamos intentado una noche, pero nunca llegamos
más allá del primer intento. Probablemente no era el mejor juego para jugar
cuando ya habíamos bebido demasiado y no sabíamos que estábamos
haciendo. Terminamos en una risa histérica. Steph, quien no puede tolerar el
alcohol en absoluto, en realidad se cayó de su silla y se quedó debajo de la
mesa riendo hasta que nos echaron del pequeño bar de mala muerte en donde
los menores de edad podían salir con un trago. No puedo siquiera recordar
cómo lo descubrimos, pero Steph hizo el lugar famoso en nuestra escuela y
ahora es a donde todo el mundo sale.
Excepto nosotros, nosotros estamos atascados en el Hades.
Sentí una punzada de culpabilidad. Había estado pidiendo mucho de
Steph. Solo porque yo estaba atada a esta vida, no significaba que ella tenía
que estarlo. No me sorprendería si ella terminara odiándome. Hice una nota
mental para hacer algo realmente considerado para darle las gracias.
¿Qué regalo realmente dice: Gracias por rastrear al loco ángel exiliado
que está atormentando a Lincoln?
—Oigan —dije, tirando de la silla al lado de Zoe.
Zoe y Salvatore intercambiaron una mirada cuando me vieron.
—¿Qué? ¿Y ahora qué? —pregunté. Pero ya sabía que no eran buenas
noticias. Siguieron mirándose el uno al otro, como si estuvieran esperando a
ver quién sacaba la pajita más corta. Zoe levantó un hombro y echó las manos
sobre la mesa. Sus pulseras haciendo un sonido contundente en el impacto.
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—Fuimos a la granja con Beth y Archer y todo quedó aclarado. No
podíamos realmente sentir algo pero definitivamente sentimos algo extraño,
mientras nos acercábamos al aeropuerto. De todos modos, no había mucho
más que pudiéramos hacer sin dilatarlos, así que volvimos temprano y
decidimos ver si podíamos caber en una sesión de entrenamiento con
Lincoln...
Zoe miró hacia abajo nerviosamente.
—¿Y? —pregunté, mientras temía a donde podría estar yendo esto.
—Bueno, cuando llegamos allí la puerta estaba abierta, así que solo en
cierto modo entramos directamente, no pensamos en llamar.
Salvatore tosió ruidosamente. Zoe puso los ojos en blanco.
—Yo no pensé en llamar —se corrigió, dando a Salvatore una mirada
fría—. Quiero decir, todo el mundo simplemente entra y sale de allí, así que
no haría sino interrumpir…
¡Oh, no, por favor, Dios, no me hagas esto!
Spence se removió en su asiento, se temía lo mismo que yo, sabía lo
mucho que eso me lastimaría. Me mordí con fuerza en el interior de la mejilla
y me quedé de pie en el lugar sobre el hombro de Zoe.
—¿Estaba con Magda?
—Síp —dijo ella, pero luego de fijarse en la expresión de mi cara y en
el temor de Spence se enderezó en su silla y entonces comenzó a agitar una
mano en el aire—. Oh... Caray… no quiero decir... ¡qué asco! No caminé
dentro con ellos desnudos ni nada así... ¡puaj! ¡Ahora voy a tener extrañas
imágenes mentales toda la noche!
—¿Entonces qué? —preguntamos Spence y yo juntos.
—Ellos estaban cargando —dijo Zoe con un encogimiento de
hombros, como si compararlo con la alternativa fuera simple ahora.
No tenía idea de lo que quería decir y miré alrededor a los demás.
Salvatore se encogió más en su silla.
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—Estaban armándose a sí mismos. Con armas de fuego, de hecho —
dijo él en su Inglés Italiano.
¿Qué estaba pensando Magda? ¿Está realmente tan desesperada por
conseguir poner sus garras en Lincoln que lo conduciría al asesinato?
—¿Ustedes...? —Tragué con la boca de repente seca—. ¿Saben ustedes
lo que le sucede a un exiliado si les disparan?
—Eso no los retorna, por todo lo que sé —dijo Spence.
—Creo que está destinado a doler como el infierno, no matarlos pero
es un tipo de tortura —ofreció Zoe—. Algunos Grigori las usan, armas, para
ayudar a conseguir la ventaja, pero eso es mal visto.
—Cobardemente —dijo Salvatore.
Le lancé una mirada feroz.
—Lo siento, Violet. Estas pueden no haber sido las palabras correctas.
Y, sin embargo, tuve la sensación de que era exactamente lo que
quería decir. Por mucho que quisiera defender a Lincoln, no podía.
Griffin, Nyla y Rudyard eligieron este punto para moverse a donde
estábamos sentados.
—Lo siento por hacerlos esperar. Estábamos tratando de volver a
revisar nuestra investigación. Creemos que sabemos donde están las
Escrituras. —Griffin me miró—. ¿Estás bien? Spence nos puso al corriente de
la situación del avión.
—Sí. Estoy bien —le mentí, sabiendo que él me dejaría en paz.
Incluso cuando puedes decir que alguien no está siendo honesto,
tienes que escoger tus momentos, decidir cuándo los empujarás hacia adelante
o no. Este era uno de los no.
—¿Es comúnmente conocido que el titanio haga algo para proteger a
los exiliados en contra de nuestro sentido? —pregunté, avergonzada por no
saber más.
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Griffin se sentó a mi lado.
—No. No es de conocimiento general y no teníamos idea de que se
podría aprovechar de esta manera.
—¿Así que sabías acerca de esto? —le pregunté, cuestionándome
cuántas otras cosas no eran de conocimiento general.
Griffin tomó un vaso de Coca en su mano.
—Yo sabía. Pero hasta hoy creíamos que las únicas personas que
sabían eran los líderes Grigori.
—Entonces, ¿cómo lo averiguó Phoenix? —intervino Spence antes de
que pudiera preguntar.
—No estoy seguro —dijo Griffin claramente. Luego miró a su
alrededor y su expresión se tornó burlona—. ¿Dónde están Lincoln y Magda?
Me encogí de hombros y traté de jugar a estar genial.
—Tu conjetura es tan buena como la mía, jefe. —Fue lo más cercano a
la verdad que pude conseguir.
—Bueno, no podemos esperar por ellos —dijo Griffin, negando con la
cabeza, pero no muy sorprendido.
—De vuelta a las Escrituras —dijo Zoe, con impaciencia—. ¿Dónde
están?
Nyla, Rudyard y Griffin se miraron entre sí y luego de nuevo a
nosotros.
—Jordania —dijo Nyla.
—¿Jordania? —repetimos todos.
—¿El país? —agregó Spence.
Griffin asintió y luego hizo un gesto a Rudyard para hablar.
Rudyard se aclaró la garganta.
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—Sí, Jordania. Creemos que las Reglas a las que el exiliado que
capturamos en la granja se estaba refiriendo son los Diez Mandamientos.
Mi boca no era la única en caer abierta y casi golpear la mesa.
Rudyard sonrió, viéndose positivamente emocionado en reacción a los
acontecimientos.
—Sé que es mucho para entender. Creemos que cuando Moisés recibió
los Diez Mandamientos casi tres mil quinientos años atrás, él de hecho recibió
dos conjuntos de tres tablas de roca. En un conjunto estaban los Diez
Mandamientos como los conocemos, mientras que el segundo estaba para su
posterior descubrimiento para los Grigori, y el tercero era para los exiliados.
Cuando Moisés se dio cuenta que los humanos no eran los únicos habitantes
de la Tierra y que los ángeles exiliados existían, e incluso más preocupante,
que los ángeles que existían en el reino del ángel podían ser de luz o de
oscuridad, se enfureció. Él aplastó un conjunto entero de tablas y nunca se dio
a conocer nada más que los Diez Mandamientos para humanos. Para los
humanos, mientras la segunda tabla de los Diez Mandamientos fue descubierta
y almacenada. Los cuales permanecieron ocultos para su custodia y
eventualmente trasladados en las Escrituras, solo para ser revelados por los de
su misma clase. Pensamos que la Escritura para los Grigori y exiliados están en
el mismo lugar, ocultos en algún lugar, esperando a ser descubiertas.
—¿Y eso está en Jordania? —preguntó Zoe de nuevo.
—Sí, creemos que Moisés fue enterrado después de esto, las Escrituras
fueron colocadas en esa tumba, también. Un profeta, Jeremías, fue enviado en
una búsqueda angelical con el Arca de la Alianza, dentro de la cual las
Escrituras fueron escondidas. A Jeremías se le atribuyó la entrega del Arca y
su contenido al propietario original. Si nuestra información es correcta, él
llevó el Arca a Jordania.
—Es una muy vieja leyenda, no una ampliamente contada. Con el
tiempo, la leyenda ha sido casi completamente perdida —agregó Griffin.
—Sí —coincidió Rudyard, colocando un antiguo libro encuadernado
en cuero sobre la mesa y abriéndolo en una página amarillenta—. Permítanme
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leer un pequeño pasaje del Segundo Libro de Macabeos —se aclaró su
garganta.
—“El profeta, Jeremías, teniendo un oráculo, llevó el sagrario y el arca
con él, fue a la montaña, donde Moisés había subido, y vio la herencia de Dios.
Y cuando Jeremías llegó allí, encontró una cueva, donde puso el sagrario y el
arca, el altar de incienso, y así detuvo la puerta. Y algunos de los que lo
seguían se acercaron a macar el camino, pero no pudieron encontrarlo.
»Cuando Jeremías aprendió de ello, se culpó entonces, diciendo: En
cuanto a ese lugar, será hasta el momento en que Dios reúna a su pueblo de
nuevo, y reciban la misericordia”.
—Bueno, no tengo idea de lo que significa eso —dijo Zoe,
encorvándose de vuelta en su silla.
—Creemos que el Arca de la Alianza puede estar escondida en la
tumba de Moisés, la cual está en Jordania.
—Así que vamos a ir a Jordania —repetí.
Rudyard asintió.
—Bueno, ya era hora de que algo fuera a nuestro favor —dijo Zoe.
Tengo el presentimiento de que no era la única que estaba de acuerdo
con ella honestamente.
—Así que —dijo Griffin, chocando las manos juntas para obtener la
atención de todos—. Necesitamos estar organizados. Dapper escuchó a algunos
exiliados aquí la última noche, estaban hablando acerca del vuelo de esta
noche, así que tenemos que asumir que es Phoenix. Tengo a Archer y a Beth
cuidando las cosas por aquí. Violet, necesitas aclarar las cosas con tu padre de
algún modo, te requerimos en este viaje.
Asentí. Buscando una manera de evitar que papá fuera el mayor de
mis problemas.
—Nyla y Rudyard se van a dirigir directamente al aeropuerto para
tener listo un avión y el resto de nosotros necesitamos estar ahí en dos horas.
Dado que ahora sabemos que Phoenix tiene un avión miliar tenemos que
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asumir que él va a Jordania por sí mismo y estará volando hacia el campo de
aviación en Amman. La Academia nos debía unos favores por lo que Nyla está
segura que será capaz de conseguir un avión militar también.
Nyla y Rudyard se levantaron simultáneamente para salir, sus manos
sin darse cuenta entrelazadas, y en ese momento sentí ganas de levantarme y
ponerme de pie justo en medio de su hermosa conexión.
—Spence —dijo Nyla, cernida detrás de él—. Tú te quedarás aquí. Lo
siento pero este viaje es muy peligroso, no sabemos qué esperar.
Contrario a su mano apretada en un puño, Spence sorprendió a todos
mirando hacia Nyla y Rudyard sonriendo.
—No hay problema —dijo—. Qué tengan un buen viaje, tráiganme un
recuerdo.
Nyla y Rudyard casi caen.
—Bueno, eso es… muy maduro de tu parte —dijo Rudyard.
Pero mientras salían por la puerta y Spence les dedicó otra sonrisa y
un adiós, pude ver la duda en sus rostros.
Spence estaba tramando algo, pero justo ahora no podría haberme
importado menos.
Todos los demás se levantaron y comenzaron a organizarse, planeando
viajes de vuelta al hotel y conseguir suministros. Los sentí en ello. En cambio,
me concentré en Griffin.
—Voy por Lincoln —dije en una forma que no dejó espacio para
negociar.
—No tenemos tiempo, Violet. —Apenas levantó la vista de sus
papeles—. Les he dejado un mensaje. Si pierden nuestro vuelo pueden tomar
un avión comercial.
—No puedes hacerlo, Griff. Lincoln no es él mismo y si lo dejo con
Magda más tiempo será completamente malo.
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—¿De qué estás hablando? Están intentando terminar un viejo caso.
No te pongas celosa por cosas tontas —dijo, sacudiendo su cabeza ante mí,
intentando despistarme.
Pero no tenía el tiempo, o la paciencia justo ahora.
—¡Griffin, abre los ojos! Lincoln y Magda han estado lejos en una
operación encubierta desde que ella volvió. No tienes idea de qué están
haciendo y Magda nunca cuelga alrededor el tiempo suficiente para darte
alguna información más que lo indispensable. ¡Van a ir tras Nahilius!
Ante la mención del nombre de Nahilius los ojos de Griffin se
ampliaron de la manera que siempre lo hacían cuando algo mayor caía en su
regazo. Se estabilizó a sí mismo, poniendo una mano sobre el respaldo de la
silla. Por supuesto, al segundo que se enteró de todo lo que no había sido
plenamente consciente se culpó a sí mismo.
—No es tu culpa —intenté tranquilizarlo—. Han estado a escondidas a
nuestras espaldas, pero la cosa es, creo que Lincoln está perdiendo su
perspectiva y también pienso que Phoenix es el único haciendo esto. Quiere
mantener a Lincoln separado de mí.
Griffin abrió su boca para hablar, pero no lo dejé.
—Sé qué piensas que no tenemos tiempo para esperar por ellos, pero
no me voy a ir sin él. No puedo dejarlo, no ahora, no cuando sé que me
necesita. —Agarré la mochila que había escondido debajo de la mesa.
—Ve —dijo Griffin.
—Estaré en el aeropuerto en dos horas. Lo prometo.
No estaba segura de lo que Griffin dijo, algo acerca de vigilar mi
espalda. No esperé alrededor.
El reloj estaba haciendo tic tac. Si iba a ir por Lincoln tenía que ser
ahora. Sabía que él debía haber sabido dónde estaba Nahilius. Mientras salía
del Hades vi a Onyx desempacando una caja de vodka.
—¿Estás robando o vas a ayudar? —pregunté, sin disminuir el paso.
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—No he decido todavía —dijo—. ¿Qué hay de ti?
Sonreí.
—¡Solo voy a buscar lo que es mío! Gracias por la información, te debo
una.
Estaba a mitad de atravesar la puerta y esperé para escuchar una
demanda por más bourbon, pero no hubo nada. Él estaba probablemente
trabajando en una lista de compras.
Corrí unas cuantas calles, manteniendo un ojo fuera por un taxi vacío.
Finalmente, vi uno y salté dentro. Justo cuando grité la dirección del hotel de
Nahilius y alcancé la puerta para cerrarla, Spence voló a mi lado.
—Lo prometiste —dijo, cerrando la puerta detrás de él.
Mierda.
—Spence, lo siento, pero las cosas han cambiado. Tienen armas. Por lo
que sé, también las tiene Nahilius. No puedo arriesgarte, podrías resultar
herido.
—¡Maldición, Eden! Te escuché dar la dirección al conductor. Sé a
dónde vas. No me hagas pagar por mi propio taxi.
Aquí está la cosa acerca de las prioridades. Cuando lo principal está en
juego te encuentras haciendo cosas que normalmente pondrías en la casilla de
“cuestionable”. Normalmente, no arriesgaría la vida de Spence solo por ayudar
a mi propia causa; normalmente, armaría un escándalo e intentaría negociar
mi salida de esto; normalmente… pero nada era normal acerca de esta
situación y bueno… de las prioridades.
—Está bien —admití—. Pero si te mueres, es tu culpa.
—Oye —se encogió de hombros—. No lo haría de ninguna otra
manera. —Se abrochó el cinturón de seguridad y sonrió con victoria.
Me ocuparé de mi conciencia más tarde.
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Capítulo 21 “¡Bueno! El mal de alguien es siempre bueno para los demás”.
Jane Austin
Traducido por LizC (SOS) y Jo (SOS)
Corregido por Lizzie
uando el taxi se detuvo en la acera, Spence y yo casi trepamos
saliendo por las ventanas, anhelando el aire fresco.
El conductor y su taxi apestaban. La combinación de ajo
cargado a olor corporal corrompiendo durante horas y horas en los asientos de
felpa cubiertos de paños, sin aire acondicionado, fue penetrante. Desde el
momento en que Spence cerró la puerta habíamos estado conteniendo el
reflejo nauseabundo a medida que tratábamos desesperadamente de meter la
cabeza por las pequeñas aberturas que permitía las ventanas atascadas.
Tropezando en la vereda, mi cabeza dio vueltas con una combinación
de apestoso auto y repulsión.
Spence tomó unas cuantas respiraciones profundas.
—Vaya, eso fue… —Arrugó la cara mientras agitaba su camiseta…
dándose aire.
—Sí —dije, jadeando en busca de un poco de aire limpio también.
Spence esperó pacientemente a que me tomara un momento para mí
misma. No me gustaba ir en la parte trasera de los autos en el mejor de los
casos.
C
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—Está bien —dije finalmente mientras me enderezaba y empezaba a
registrar mi entorno—. Debemos estar cerca. Puedo sentir a los exiliados.
Spence asintió y miró a su alrededor. Él no podía sentir nada.
Estábamos fuera del hotel al que Onyx nos había dirigido. El Luxe
Grand, un hotel de cinco estrellas con todos los adornos. En posición de firmes
con camisas blancas almidonadas debajo de chalecos grises a medida, estaban
tres porteros: uno para abrir las puertas de los autos, otro para llevar el
equipaje y otro para abrir las puertas del hotel para los huéspedes. Tenía la
típica alfombra roja en la parte frontal ribeteada con pilares de oro y cuerdas
de terciopelo pesado. Enviando un simple mensaje: Si no puede permitirse el
lujo de estar aquí, váyase.
Spence y yo nos detuvimos. Le oí bufar en voz baja. Él llevaba el
mismo par de jeans holgados que siempre usaba cuando no estaba en ropa de
entrenamiento y una camiseta verde descolorida; a diferencia de su camiseta
azul descolorida. Spence no era adinerado. Miré a mi propio conjunto muy
normal: cargos negros y una camiseta de manga larga negra. Por lo menos no
estábamos usando cholas.
Nos echamos entre nosotros una mirada, ambos pensando en lo
mismo, y nos encogimos de hombros de forma simultánea antes de
trasladarnos hacia la entrada de alfombra roja.
Cada uno de los porteros nos dio una mirada estirada de arriba a abajo,
pero no nos detuvimos. Teníamos que llegar hasta la habitación de Nahilius.
Desafortunadamente, el mensaje de Onyx se limitó a decir “planta superior”.
Sin ningún número de habitación.
Nos encubrimos a través del vestíbulo no queriendo llamar más la
atención sobre nosotros mismos de lo que ya hacíamos, y nos dirigimos
derecho a los ascensores, decidiendo correr el riesgo de que Onyx tuviera
razón.
¡Y que él no estuviera poniéndonos una trampa!
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La planta superior, la cual resultó ser el vigésimo sexto piso, consistía
en dos suites en el pent-house. Spence y yo pulsamos el número en el ascensor
y esperamos.
No ocurrió nada.
—Tiene una de esas cosas electrónicas para los pisos superiores —dijo
Spence, apuntando a la máquina lectora electrónica, que no era muy diferente
a la que tengo frente a mi edificio de apartamentos.
—¿Cómo vamos a conseguir uno de esos? —pregunté, sintiendo que
todo estaba en contra nuestra.
Spence miró por encima a la zona de recepción y luego a donde una
mucama estaba ocupada limpiando algunas de las mesas del vestíbulo. Sacó su
celular y luego corrió hacia una de las mesas de café y agarró una libreta del
hotel. Marcó un número y, después de un breve retraso, tosió y empezó a
hablar con una voz profunda.
—Sí. Hola, me estoy quedando en el pent-house del vigésimo sexto
piso. He estado en reuniones todo el día y estoy en mi camino de regreso al
hotel ahora. Me gustaría que alguien vaya y compruebe que el aire
acondicionado esté encendido. La última vez que entré fue inaceptable.
—Luego terminó la llamada.
Sostuve mis manos en alto mientras caminaba hacia él.
—No entiendo —le dije.
Pero Spence me arrastró de nuevo a los ascensores.
—Solo espera —dijo con un guiño.
Un minuto más tarde, un servicio de limpieza se dirigió corriendo
hacia los ascensores y pulsó el botón de subida. Spence, quien tenía una mano
en mi hombro, se llevó un dedo a la boca para decirme que no hable. Fue
entonces cuando me di cuenta, él nos tenía bajo un glamur.
La campana del desván sonó y la mucama se metió a través de sus
puertas. Nos quedamos muy cerca atrás. En el interior, ella rodó su tarjeta de
claves y pulsó el número veintiséis. Finalmente, lo conseguí. También vi qué
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tipo de glamur Spence había utilizado: nada. Literalmente, cuando me miré en
el espejo, no podía ver nada más que no fuera la mucama. No es de extrañar
que Spence quisiera que me quedara en silencio.
Quién necesita una capa de invisibilidad cuando tienes un Spence.
El trayecto duró una eternidad. No respiraba, estaba tan asustada por
exponernos. Por último, el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron en
silencio. Nivel veintiséis.
Nos colamos y esperamos en la sala mientras la mucama se acercaba a
una de las dos puertas y llamaba. Spence no había aclarado en cuál pent-house
estaba “alojado”… fue perfecto. Ella iba a tener que comprobar ambos.
La puerta se abrió y una mujer ligera de ropa abrió la puerta.
—¿Da? —dijo, en lo que yo creía que era un acento ruso.
—Señora, lo siento pero solo estoy comprobando que su aire
acondicionado esté funcionando a su satisfacción.
La mujer, que llevaba un ceñido vestido estampado de leopardo, miró
a la mucama como si fuera algo con lo que se tropezó. Spence estaba
temblando un poco y le di un codazo para evitar que se riera a carcajadas.
—Está bien —dijo la mujer.
—Desde luego, señora, lo siento por la interrupción —dijo la mucama,
retrocediendo y dando una pequeña reverencia mientras lo hacía. No tenía ni
idea de cuánto costaba una noche en el pent-house, pero a juzgar por la mujer
y la gran cantidad de joyas con las que estaba cubierta, estaba dispuesta a
apostar que era mucho.
Spence y yo seguimos por nuestra cuenta contra la pared mientras la
mucama se acercaba a la otra puerta, ahora nerviosa. Esto era todo. Si Onyx
tenía razón, Nahilius podría estar detrás de esta puerta. Mi estómago saltó a mi
garganta mientras veíamos a la mucama dar tres golpes cortésmente.
Esperamos.
¿Nahilius podrá ver a través del glamur?
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Esperamos.
Rebusqué por mi daga y me pregunté si hoy sería el día.
Esperamos.
No hubo respuesta. Él no estaba.
La mucama tiró de su llave magnética colgando de una de esos llaveros
enroscados alrededor de su cintura y abrió la puerta.
Spence y yo nos deslizamos silenciosamente por la puerta antes de que
se cerrara. Miramos en silencio mientras la mucama comprobaba la unidad de
aire acondicionado, presionaba un par de botones y de nuevo esperamos.
Nos dimos un vistazo el uno al otro. ¿Qué estaba esperando? Pero
entonces, el aire acondicionado hizo un sonido y se activó. Sentimos una brisa
de aire fresco, que me dio un tipo diferente de escalofrío, filtrándose en la
habitación. La mucama asintió para sí misma, comprobó el control digital una
vez más, y se fue.
Spence retiró su mano de mi hombro. Sabía que al momento en que él
lo hiciera el glamur se levantaría, pero yo no sentí nada cuando pasó. Extraño.
—¡Mierda! —dijo Spence, notando la gigantesca suite en la que
estábamos parados. Quiero decir, piensas que has visto pent-houses antes, en
la televisión y esas cosas, pero esto era algo completamente distinto. Era tres
veces el tamaño de mi apartamento con facilidad y era solo una habitación.
La sala de estar era un nuevo tipo de enormidad —que tenía una
piscina en el centro— por la que Steph habría enloquecido. O tal vez solo se
sentiría como en casa.
Spence se paseó de un extremo al otro solo deteniéndose para sacar su
teléfono de nuevo. Estaba a punto de preguntar, cuando lo vi empezar a
alinearlo y tomar fotos.
—Spence, realmente no tenemos tiempo.
Él solo se encogió de hombros y alejó el teléfono.
—Bueno, él no está aquí. ¿Ahora dónde?
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—No lo sé. No he pensado más allá de llegar acá. —Miré alrededor,
confundida—. Podría haber jurado que sentí un exiliado, todavía puedo.
—Tienes un rango bastante amplio y esta es un área densa. Puedes
estar sintiendo otros exiliados cercanos.
Tenía razón y no sería la primera vez. Pero aún así, no podía quitarme
el sentimiento. Algo estaba mal.
Llamé a Steph. Mi única esperanza era que podría haber encontrado
una guía.
—Hola —dijo Steph, contestando al segundo tono—. Estaba a punto
de llamarte.
—Por favor dime que tienes algo, Steph. Casi se me acaba el tiempo
—dije, sintiéndome tan desesperada como sonaba.
—No es mucho, pero encontré una cosa. Es el edificio que le
pertenecía a la mamá de Lincoln. Está abandonado ahora pero por lo que
puedo ver era uno de los principales bienes de su negocio. Las escrituras de la
propiedad fueron apartadas antes de que muriera. Supongo que de alguna
manera Nahilius consiguió que se las entregara.
—¿Y? —la insté.
—Bueno, hice una investigación y el edificio pasó al mercado abierto
hace unas semanas. Creo que él está intentando venderlo mientras está aquí.
Recordé el mensaje de texto en el teléfono de Lincoln.
—¿City Comm Realty? —Le había dado a Steph el nombre, pero no
teníamos nada con qué vincularlo en ese momento.
—Lo tienes.
—¿Dónde? —Era la mejor oportunidad que teníamos.
Me moví a la ventana mientras Steph estaba hablando y miré abajo a
toda la gente abarrotando las veredas de la ciudad debajo de los autos pasando.
Nadie sabía qué estaba pasando realmente en este mundo. Es gracioso, pero en
ese momento más que en ningún otro, sabía que si no podía encontrar el
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camino de vuelta a Lincoln entonces los dos estaríamos muy solos. No era
acerca de estar juntos era acerca de compartir esta vida juntos, acerca de ser
los compañeros que estábamos destinados a ser, me di cuenta también, que
siempre lo había envidiado. Aun cuando me había parado en ese acantilado,
cruzó mi mente antes de que saltara, que al convertirme en Grigori, al
convertirme en su compañera, no estaba solo ayudándolo sino que también
asegurándome de que nunca estaríamos juntos.
Al pensar en él directamente, tuve un arrebato de proximidad. Lincoln
estaba cerca. Mi cuerpo reaccionó, mi poder reaccionó, sabiendo que él no
estaba lejos. Era como si estuviera muriendo de hambre por él. El humano y
el ángel. ¿Cómo podía ser eso?
Steph dictó la dirección y mientras lo hacía, la locura de todo se
estableció y sus palabras se registraron lentamente. Mis ojos se levantaron a
través del camino hacia lo que ahora era un edificio abandonado.
Los sentidos estallaron dentro, animados por el conocimiento, mi
parte angelical en la caza.
—Oh. Dios. Mío.
—¿Qué? —preguntó Steph al otro lado del teléfono justo cuando
Spence lo decía al lado mío.
—Es al otro lado de la calle —repliqué, contestándole a ambos—.
Están al otro lado de la maldita calle.
Podría haberme maldecido por no intentar precisar mis sentidos
cuando recién llegamos al hotel. Podría haberme culpado por no usar mi
conexión a Lincoln antes. Podría haberme sentido responsable por poner a
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Spence en peligro directo mientras entraba al elevador del hotel con él
desesperado en llegar a Lincoln a tiempo. Podría haber hecho un montón de
cosas.
En su lugar, pensé en ese momento en que Lincoln me había pedido
que le dijera que lo amaba. Mi mente volvió a ese terrible día cuando me volví
Grigori, curarlo y sentirme completamente conectada, y aún así desconectada
de él. Todo estaba mal para nosotros ese día, pero fue el día en que me dijo la
mayoría. El día en que confesó que le importaba. Que, como yo, él fantaseaba
acerca de nosotros estando juntos. Casi podía escuchar sus palabras.
—Planeé todo, la cena, las velas, los lirios.
Ya que habíamos arreglado todo luego de que me volviera Grigori, se
había conformado con ser solo amigos —era la única opción— pero Lincoln
siempre había mantenido un florero con lirios en el almacén. Siempre blancas,
mis favoritas. Cuando Griffin lo comentó un día, Lincoln solo sonrió y le dijo
que iluminaba el lugar. Pero él me echó un vistazo, sus ojos verdes y perfectos,
brillando con algo que ambos sabíamos muy en el fondo que era nuestro
secreto.
Había un montón de cosas que debería haber estado pensando.
Pensamientos estratégicos podrían haber sido prudentes, pero en ese ascensor
y corriendo a través de ese vestíbulo, lleno de personas ricas y pretenciosas
que nunca lo entenderían, todo se redujo a una simple cosa, no había límite de
lo que estaba dispuesta a hacer por él.
Ningún límite del todo.
En el vestíbulo, empujé a través de los hombres de negocios que
pensaban que el mundo giraba alrededor de él mientras caminaba en el medio
de la vía hablando por su celular. Salté el equipaje Louis Vuitton que había
sido arrojado cerca de la entrada y ni siquiera le di un vistazo a Spence. Lancé
toda mi fortaleza —la que era demasiada— en las puertas de entrada antes de
que el portero designado siquiera alcanzara el picaporte y volé a través de ellas
hacia la calle mientras el vidrio roto caía a la tierra atrás de mí.
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La agitación se apoderó. No iba a dejar a Lincoln hacer esto,
especialmente si parte de él sentía como si estuviera haciéndolo para
protegerme.
El portero me gritó que me detuviera. Yo era demasiado rápida.
Entendía esta elección mejor que todos. No es que me arrepintiera de
las decisiones que había hecho pero si tuviera otra opción… habría sido
agradable tener otra opción.
Las visiones que me habían atormentado en esa vieja granja me
atacaron de nuevo. Las decisiones que fueron hechas en ese desierto cuando
abracé. Las elecciones que me acosaban en mis sueños y me plagaban cuando
estaba despierta.
Parecía tan obvio ahora, por supuesto, era mi miedo más grande.
Estaba lanzándome a la calle, esquivando el tráfico en una concurrida
calle de seis vías mientras recordaba cómo me había enterrado mi propia daga
en mi carne, cuán fácilmente yo la forcé dentro. Me había derrotado con ese
golpe asesino y no era la pregunta sino la respuesta la que me perturbaba. Un
auto tocó la bocina, otro viró y todo lo que podía pensar era…
Nunca lo sabré.
Nunca sabré realmente a quién maté ese día.
Era agónico, admitir que había una parte de mí que honestamente
creía que realmente maté esa parte de mí, mi humanidad. Mientras me volvía
más y más poderosa como Grigori temí que mi humanidad se alejara más y
más y eso asustaba la mierda en mí.
No, no, no dejaría que eso le pasara a Lincoln, llegué al otro lado del
camino y jadeé con desesperación por aire. No estaba cansada en absoluto pero
sentía como si mis entrañas se hubieran agrandado y mis pulmones
comprimido con la terrible verdad. No tenía idea quién era yo.
Me enderecé, aspiré por última vez y luego me compuse.
Recuerda las reglas, Vi, ¡no te rindas, no huyas!
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Spence saltó a su posición a mi lado, los autos tocando la bocina como
locos. Él no habló. ¿Cuál era el punto? Sabía que íbamos a entrar, nada en el
mundo me iba a detener y él estaba dispuesto para el viaje. Sin invitación
emitida o requerida.
No estaba a punto de dejar a Lincoln hacer algo que podía hacerlo
luego cuestionar su hermosa humanidad, la misma luz que brilla fuera de él en
todo momento. Simplemente no lo permitiría. No había más límites —nada
que no haría para proteger eso— porque yo sabía.
No me rendiría con Lincoln.
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Capítulo 22
"Conocer tu propia oscuridad es el mejor método para hacer frente
a la oscuridad de otras personas". Carl Jung
Traducido por Dracanea
Corregido por Curitiba
a puerta de entrada al edificio, o más bien, la enorme pieza
podrida, descamada, de madera contrachapada que cubría la
entrada ya había sido parcialmente arrancada y estaba
colgando de los últimos clavos.
Podía sentir a los exiliados con claridad. Nos empujamos a un lado de
la puerta improvisada y entramos. Hice una pausa para enfocar mis sentidos.
—¿Y ahora qué? —murmuró Spence.
—Ellos están arriba —le dije, sin romper la concentración.
Estaban directamente encima de nosotros. Excavé en mi poder, no
solo mis sentidos, sino más allá.
Era como la noche en el Hades cuando había sentido a Onyx y la
llegada de Joel, al igual que lo que había empezado a sentir en el aeropuerto,
como si algún elemento de mí mismo, no físico, se levantara del suelo.
Me convertí en algo separado de mí misma. Capaz de ir a cualquier
lugar que quería con solo un pensamiento. Mis sentidos se movieron a través
de paredes, habitaciones y techos, capaces, poderosos. Me moví arriba, más
rápido de lo que mi cuerpo me podía llevar, y los encontré. Un grupo de
exiliados. Lincoln y Magda. Ya estaban peleando.
L
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Volví en mi misma, y me sentí desorientada. Una sensación no muy
diferente a la enfermedad del auto que había sentido antes me abrumó,
momentáneamente.
Spence estaba justo en mi cara y yo tenía que dar un paso atrás para
restablecer la distancia requerida. Tenía el ceño fruncido. Él me miraba como
una especie de rompecabezas que no podía armar.
Únete al club.
—Hay cuatro de ellos. —Pero yo sabía más que eso, sabía, por
ejemplo, que tres de ellos habían sido ángeles de la oscuridad, pero que el otro
debía ser Nahilius, ya que había sido un ángel de luz. Reconocí a uno como el
exiliado que había dejado ir esa noche en la granja. Era extraño. No pude
verlo, reconocerlo por su aspecto o características, se trataba más de una firma
interna.
Todo se conectó. Esta era mi prueba. Phoenix. De alguna manera era
la última palabra. Lo que no entendía era: ¿cómo? Sin duda, ¿no todos
podríamos haber caído en el lugar para él tan perfectamente?
—Spence, ellos ya están luchando. Magda con dos, Lincoln está
luchando contra los otros dos, uno de ellos es Nahilius. Escucha —le agarré
del hombro—, ninguno de ellos es muy poderoso, esto es raro. Quiero decir,
Phoenix está detrás de todo esto. ¿Por qué enviar exiliados que serían no más
que una amenaza?
—¿Tal vez ellos tienen armas, también? —sugirió Spence. Pero yo no
podía ver eso.
—Tal vez.
—¿Y? ¿Cómo quieres jugar a esto?
El sacrificio es una cosa divertida. A veces cuanto menos tiempo
tenemos para pensar en algo, más estamos dispuestos a hacerlo. Tal vez si yo
hubiera tenido el lujo del tiempo y consideración hubiera tomado una
decisión diferente. Nunca lo sabremos.
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No le dije todo a Spence, solo la parte que él iba a jugar. No es que
particularmente pensara que tendría problemas con eso, pero, bueno, no
quería que saltara el arma.
—Vamos —le dije, ya moviéndome.
Corrimos por las escaleras y en el primer nivel abierto. La planta había
sido despojada, directa hasta llegar al hormigón. Cableado eléctrico callejero
colgaba del techo. Todo lo de cualquier tipo de valor había sido tomado y el
resto, según se desprendía de los montones de ceniza que estaban tirados,
había sido quemado para mantener a los ocupantes ilegales calientes en el
invierno.
Edificios como este no se quedan vacantes por mucho tiempo en la
ciudad.
No había ningún lugar para esconderse, sin paredes quebrándose o
escritorios bajo los cuales esconderse, por lo que Spence y yo corrimos directo
en medio de la acción.
Nos trasladamos en línea recta pasando a los dos exiliados con los que
Magda estaba luchando fuera sin pausa. Ella no dejó de pelear o bajar la
guardia, pero ella nos vio. Y registré su... sorpresa.
Spence y yo seguíamos avanzando en la lucha con el exiliado que
estaba lidiando con Lincoln, lo que le dejó solo con Nahilius para
concentrarse. Lincoln se movió a Nahilius, que fue claramente superado. Me
sorprendí al ver cómo era tímido en la batalla el infame exiliado. Tal vez
cuando había tenido ayuda del otro exiliado tuvo la oportunidad de ganar a su
oponente pero ahora era uno a uno y Nahilius no tenía juego.
Podría haber sido porque la fuerza de Lincoln era implacable mientras
lanzaba el puño sólido en la cara de Nahilius, y por el estado de los exiliados,
ya había estado allí, hecho eso, pero yo no había visto tal lucha con el anterior
exilado.
Apenas estaba centrada cuando Lincoln gritó algo. Creo que fue
"Magda", pero no puedo estar segura porque fue revocada por la espantosa
grieta y el auge que reverberó por todo el edificio.
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Un tiroteo no es un sonido que normalmente se asocia con los
exiliados que luchan, por lo que sorprendió a todos. Todos hicimos una pausa,
una toma súper rápida de lo que acababa de suceder. Magda había disparado a
uno de los exiliados con los que estaba luchando.
Era una locura pensar que todo esto había tenido lugar dentro de unos
pocos segundos en que Spence y yo subimos por las escaleras.
Oí a Lincoln gritar:
—¡Fuera de aquí!
Supuse que la orden era para mí. Lo ignoré.
El exiliado al que habían disparado por toda la garganta, se retorcía en
el suelo, gritando, mientras gorgoteaba en su propia sangre.
Fue un error. Magda podría haberle devuelto, en su lugar había
elegido esta tortura.
Los Grigori existen para deshacerse de los exiliados. Tenemos que
tomar las medidas que sean necesarias para proteger la vida humana, para
proteger el libre albedrio y esperar que no te maten en el proceso, pero en
ninguna parte de la descripción del trabajo habla sobre torturar y mutilar. Eso
es lo que hacen los exiliados. Es una de las distinciones de suma importancia.
Griffin me había dicho eso mismo.
Magda acababa de cruzar la línea.
La sangre fluía del cuello del exiliado libremente durante unos
momentos antes de ser detenida. Él ya se estaba curando, pero no lo hacía
bien.
Me centré en el trabajo actual. Lincoln aún golpeaba a Nahilius, lo que
me sorprendió fue que llegaran algunos golpes a Lincoln también.
Magda gritó:
—¡Dispárale! —Y la mano de Lincoln fue a su cintura. Pude ver su
daga y la manija de lo que debe haber sido otra arma que sobresalía de sus
jeans. Sacó su daga.
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—¡Fuera, Violet! —me gruñó Lincoln.
Pero estaba exactamente donde necesitaba estar.
Pistola o daga, esto hacia una pequeña diferencia. Miré a Spence, que
tenía la ventaja en su lucha, pero podía ver que se estaba dejando llevar.
—¡Spence! ¡Date prisa! —grité.
Un instante después, Spence agarró el brazo del exiliado y lo retorció
detrás de su espalda. Giró al exiliado hasta tomar una decisión, pero no esperó
más que el tiempo que le tomó asegurar el bloqueo físico requerido para
liberar su poder por respuesta antes de que él condujera su daga en la espalda
baja del exiliado y hacia arriba. Como antes, el exiliado de Spence desapareció.
Simplemente desapareció.
Era ahora o nunca.
Solté mi mano y crucé los dedos.
Una niebla de amatista, no muy diferente de miles de millones de
diminutos cristales en el aire, se levantó de mí y sacudió la habitación. Cada
minúsculo cristal girando sin problemas, buscando todas las esquinas y
después disolviéndose en el momento en que se ponía en contacto.
Oí a Spence jadear. Tenía que haber sido él. Lincoln y Magda habían
visto mi niebla antes.
No me detuve o perdería la concentración, seguí empujando hacia
fuera, hasta que tuve a cada exiliado en mi control. Mis ojos se centraron en la
habitación y la niebla se asentó, a través de una pequeña lluvia que se
mantuvo alrededor de mí, después de cada uno de mis movimientos. Era parte
de mí.
Los exiliados fueron congelados. Paralizados, pero conscientes de lo
que estaba sucediendo. Comencé a dar pequeños pasos hacia Lincoln.
Antes de que cualquiera de nosotros pudiera avanzar más, Magda
hundió la daga en el exiliado con el que estaba luchando, al que ella no había
disparado. Era el mismo de la granja y al mismo tiempo no sentí ningún amor
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perdido, todavía pensaba que debería haber tenido derecho a su elección.
Magda no le había dado un segundo vistazo.
Lincoln me miró cuando tomé otro pequeño paso en su dirección,
luego a Nahilius. Una mano en un puño con los nudillos blancos alrededor de
su daga, la otra mano cerrada herméticamente. Magda gritó de nuevo para que
Lincoln matara a Nahilius y cuando Lincoln miró tomé mi oportunidad.
Me lancé hacia adelante a toda velocidad y mi puño fui directo a la
cara de Lincoln.
Normalmente, una medida de este tipo no era aconsejable. Lincoln
está cerca de ser insuperable e incluso en un mal día me vería venir. Pero esto
no era un mal día, era su peor. Canalicé toda mi fuerza en ese golpe, el
impacto fue suficiente para hacerlo perder el equilibrio. No perdí la ventaja de
la sorpresa y rápidamente fui con otro golpe en la cara. No pensé,
simplemente lo hice.
La daga se resbaló de su mano y se dejó caer de rodillas.
Uno más, Vi. Hazlo bien.
Los ojos de Lincoln, llenos de sorpresa, levantados a los míos cuando
yo giré alrededor y rodé mi pie sobre su cara. El impacto fue con toda la fuerza
de nuevo y se fue por completo.
—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó Magda, pero cuando la miré,
Spence ya estaba sosteniendo su espalda. Solamente.
—Bonita pistola, Magda —dije—. ¿Piensas dispararme, también?
Magda me miró con sorpresa, luego a la mano que aún sostenía el
arma, ahora apuntándome. Ella bajó el brazo y trató de hacer caso omiso de
Spence. Lo bendije, él seguía aguantando.
—Lincoln es mi compañero. —Mis ojos revoloteando entre ella y
Lincoln—. Ahora de nuevo, a menos que vayas a usar esa cosa —le dije,
mirando a su arma de nuevo.
Ella se sacudió libre del agarre de Spence, quien le dejó esta vez, y dio
unos cuantos pasos lejos.
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Me volví hacia Lincoln y me arrodillé a su lado. Él iba a regresar. Yo
no tenía mucho tiempo.
Llamé a mí poder una vez más, esperando ser capaz de mantener la
influencia sobre los exiliados restantes a la vez que hacía esto. Me concentré
en el elemento de la curación y la envié a Lincoln sintiendo la energía del
recorrido con él. Lo envié a su corazón. Esperaba que al igual que sus poderes
hubieran buscado el dolor en mi corazón, el otro día mi poder pudo ser capaz
de hacer lo mismo e incluso aliviar un poco el dolor en el suyo.
Tenía que traerlo de nuevo a mí.
Mi poder se abrió camino a través de él, tocando su corazón e incluso
más profundo a la fibra de su alma. Pero estaba esperando algo. Para
despojarse de algunos miedos y del dolor de Lincoln, yo también tenía que
llenar el vacío, enviar algo para ocupar su lugar. Había muchas razones por las
que no debería, buenas razones, también, pero al final no fue fácil.
Envié mi amor.
Saqué la pistola de su cintura y la deslicé hacia Spence, que la detuvo
con el pie.
Lincoln abrió los ojos. Tomé la daga en la mano.
—Violet. ¿Qué... qué está pasando? Me has dejado fuera —dijo en
tono perplejo.
Sonreí con tristeza.
—Linc, todos tenemos opciones. —Mi mano instintivamente fue a su
cara, calmándolo—. No siempre son fáciles. Ahora tienes que hacer la tuya.
Me puse de pie, toda negocios ahora.
—Pero así es como va a funcionar.
—No entiendo.
Caminé hacia Nahilius, quien permaneció en silencio. Estaba viendo
lo que pasaba, con los ojos como dardos entre el lugar donde Lincoln y yo
estábamos a Magda y Spence. Él podía moverse un poco, y hablar, también, si
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quería, pero podía casi ver su mente trabajando, buscando entre todos,
buscando el punto débil.
—Si quieres matarlo, vas a tener que pedirme que lo haga —le dije,
levantando la mano para mostrar que estaba armada con su daga.
—Violet, no sabes lo que estás haciendo. No seas ridícula. —Empezó a
levantarse.
—Si te levantas del suelo, lo mato —le dije, tratando de no flaquear en
mis propias palabras.
—Esta no es tu batalla —me espetó, pero él no se levantó del suelo.
—Preferiría ser yo que tú.
—¿Cómo puedes decir eso?
—Porque, Linc, necesito que tomes la decisión adecuada.
Sus ojos verdes se clavaron en los míos.
—¿Tú me curaste, lo hiciste? —Se llevó la mano a su corazón—. La
opresión… la…
—El dolor. Yo no curo, solo alivio… y, y tú eres un idiota. No tienes
que llevar todo esto por tu cuenta —dije, una combinación de dolor y rabia
filtrándose en mis palabras.
Sosteniendo la daga, el brazo comenzó a temblar. Crecía la debilidad
de mantener a raya a los exiliados y la curación de Lincoln.
—Viniendo de ti, eso es… —empezó a decir, pero lo interrumpí.
—No voy a dejar que lo hagas. —Forcé el temblor para que parara y le
mostré otra cosa que había decidido.
Dejó escapar un pequeño grito.
—¡Él te va a matar! —gruñó a través de un susurro apenas audible—.
No puedo sobrevivir a eso.
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Quería tirarme al suelo, y arrastrarlo en la cuna de mis brazos. Decirle
que todo iba a estar bien. Pero eso sería una mentira. No sabía si las cosas
siempre estarían bien, para ninguno de nosotros. Y de alguna manera, sabía
que tratar de explicarle que Nahilius no era el problema no lo ayudaría. Me
mordí con fuerza en el interior de mi labio, me mordí hasta que me salió
sangre y sentí el aguijón. Forcé el control y lo mantuve firme.
—Si lo matas, te cambiará. Para siempre. Confía en mí...
Me quedé mirando a la nada, ese lugar que podía ir.
—Lo sé.
Miró al suelo.
—Ese es un precio que estoy dispuesto a pagar.
Negué con la cabeza hacia él, la desesperación mezclada con la
terquedad de la aceptación.
—¡Bueno, yo no lo estoy!
Lincoln, cada vez más confuso, miró de Nahilius a mí. Él estaba
sufriendo tanto. La cruel carga de protector inherente le agobiaba.
Mi única oportunidad para cambiar las cosas, consiguiendo una forma
de salvarnos a los dos.
—Tú no eres el único que va a pagar el precio de esta decisión. ¿No lo
entiendes? Dado los entrenamientos desde ese día... —Luché para mantener
mi voz cuando me defendí de los recuerdos tratando de invadirme—. La única
ocasión en que me encuentro a mí misma, a mí, es en ti.
La verdad picaba en mis ojos y parpadeé rápidamente las lágrimas y las
forcé a irse.
Ahora no es el momento de dejarlas correr
—Si lo haces, te habrás ido y ¿qué va a pasar conmigo?
Por favor, deja que funcione.
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—Tú no me necesitas para saber quién eres —dijo, en voz baja,
incapaz de mirarme.
—Por supuesto que sí. Cuando se pierde un alma, ¿cómo puede jamás
verse de nuevo si no en su…
—Homólogo —terminó, asombrado. Estaba mirándome a mí ahora,
los engranajes girando detrás de sus ojos vivos y verdes.
—Sí —le confesé, aliviada aún aterrorizada por estar admitiendo lo
que sabía.
Nos quedamos en silencio, él preguntándose a dónde ir desde aquí. La
confusión escrita en la cara de Lincoln, que se enfrentaba a una guerra
interna.
—Lincoln —dijo Magda suavemente—. Violet es joven. Ella no
entiende. Nahilius no se detendrá y no tendrás otra oportunidad. ¿Estás
dispuesto a correr ese riesgo? —Su voz era dulce miel, y más peligrosa que
cualquier picadura de abeja.
Los ojos de Lincoln recorrieran alrededor de la habitación,
frenéticamente. Él haría lo que creía que era lo mejor. Me protegería a toda
costa, lo sabía ahora. Al igual que lo haría yo con él.
—No voy a cazar —dijo Nahilius, sorprendiéndonos a todos.
Parecía como si quisiera decir algo más, pero mi brazo temblaba
gravemente ahora. Estaba fuera de tiempo. Reuní toda la fuerza que pude y
volví a Lincoln de nuevo.
—Decide. Si no te decides en cinco segundos, lo mato.
Por favor, por favor, por favor, deja que funcione.
Era la única opción. Si tenía que ser uno de nosotros, preferiría ser yo.
Yo ya estaba rota.
—Uno. Dos. Tres…
—¡Espera! —gritó Lincoln—. No, Violet. ¡No! —Dejó caer la cabeza y
bajó la voz—. No quiero esto.
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Dejé escapar el aliento que estaba sosteniendo mi brazo y me relajé,
todavía luchando para mantener mi poder sobre los demás exiliados.
Se puso de pie.
—Lo siento.
Di un paso hacia él, dejando caer los hombros con alivio, pero me
estremecí cuando detrás de mí, Nahilius gritó:
—¡No!
Incluso dando vuelta a una velocidad inhumana no me dio tiempo
para llegar a ver o impedir algo de eso. Todo lo que vi fue a Magda de pie
detrás de Nahilius, la punta de la daga saliendo a través de su pecho.
—¡Perra! —gimió Nahilius, mirándome directamente a los ojos
mientras caía de rodillas, pero antes de llegar al suelo, se había ido.
Me sorprendió por el veneno de la palabra destinado para mí hasta que
me di cuenta de que no tenía derecho a ella. Lo había mantenido en ese estado
inmóvil, poniendo en peligro su vida, entonces, cuando yo había terminado
con él, había hecho otra cosa, dar la espalda a tiempo para su fin.
Soy una perra.
Spence miró, con las manos pegadas medio en el aire, la boca abierta.
No sabía qué hacer. No lo podía culpar, ni lo hice. Habíamos querido evitar el
uso de armas de fuego y que Lincoln matara a Nahilius por las razones
equivocadas. No habíamos considerado las cosas más allá. No es como si
estuviéramos planeando enviar a los exiliados al final con una palmadita en la
espalda.
Fue Lincoln quien se acercó y se detuvo en el lugar en que Nahilius ya
no estaba.
—Magda, no tenías derecho.
Pero Magda se mantuvo de pie mientras enfundaba la daga.
—Tenía todo el derecho, Lincoln. Ayudé a hacer esto en tu camino y
le permití hacer la llamada, pero él es un exiliado y está fuera de función. No
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lo siento por eso. —Ella se alejó hacia las escaleras—. Estaré abajo cuando
ustedes dos terminen con la reunión.
Spence eligió este momento para caminar hacia el último exilado, que
estaba en silencio recuperándose en el suelo de su herida de bala. Me miró
rápidamente. Él no estaba pidiendo permiso, Magda tenía razón, esta era
nuestra descripción de trabajo, que estaba revisando no oponerme, y no lo
hice.
Era más rápido.
Lincoln y yo nos miramos en silencio.
—Uhm... —dijo Spence, luciendo incómodo—. Creo que me iré a
tomar la mano de Maggy. —Nos estaba dando espacio.
Lincoln me atrajo en un abrazo tan pronto como Spence se perdió de
vista.
—Siento no haberte visto en mucho tiempo.
—No lo has hecho.
—Supongo que no. Lo siento —dijo, sus palabras llenas de emoción
cuando me abrazó, respirando profundamente. Podría haber jurado que yo
respiraba a la vez—. No podía dejar que te afectara.
—Lo sé. Ya se acabó.
Se apartó del abrazo.
—Oye, no... ya sabes... cuando me curaste... no tenías que… —Pero
no tuvo la oportunidad de terminar. Es muy difícil cuando alguien te está
besando.
Fue un error, por completo.
Pero tenía razón, por completo.
Nuestras almas estaban conectadas. Me di cuenta cuando comprendí
mi alcance para ayudar a sanar el corazón de Lincoln que no debería ser capaz
de hacer esto. Phoenix puede ser capaz de tener una conexión física conmigo,
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incluso manipular mis emociones, pero todo eso estaba relacionado con los
sentidos, las fuerzas externas. El alma es la única parte que es eterna, que
trasciende la tela y va más allá, en las fibras más pequeñas de nuestra propia
existencia. Mi alma pertenecía a Lincoln como la suya pertenecía a la mía.
¿Estará todo bien? ¿Abrirá las puertas de un felices para siempre? Por supuesto
que no. Nunca habrá una garantía, solo una sensación, y eso no era suficiente.
No por el riesgo.
Pero lo besé de todos modos. Abrí mi poder para él. No para fines de
curación, pero para una breve liberación. Estaba nerviosa que me alejara y me
sentí vacilar por un momento, pero luego como mi poder había abierto al
suyo inundándolo en mí. Finalmente, ya no podíamos negar la verdad el uno
al otro.
Incluso si es solo por este momento. Es perfecto.
Me aparté de él, pero mantuve mis brazos alrededor de su cintura. No
queriendo romper el contacto todavía. Por una vez, las cosas eran como
debían ser. Él sabía que lo amaba, sabía que me amaba.
No dijimos que no duraría. Que había demasiado en juego. Y no
fingimos que no era real. Un momento robado que me castigaría más tarde.
Dolorosamente.
Era una sentencia que estaba preparada para cumplir.
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Capítulo 23 “Hay siempre algo de locura en el amor. Pero también siempre hay
alguna razón en la locura”.
Friedrich Nietzsche.
Traducido por val_mar(SOS), Vanehz y Jo (SOS)
Corregido por Curitiba
n el camino al aeropuerto, Spence y yo recogimos a Magda y a
Lincoln. Sabían algo de lo que Griffin había dicho, pero no
habían escuchado acerca del avión o el destino.
—No puedo creer que fuiste a ese hangar de aviones sin mí —dijo
Lincoln. Pero era solo preocupación, sin acusación. He tenido problemas para
seguir, de todos modos. Pensamientos lúcidos eran difíciles de conservar.
Estaba aun sosteniendo mi mano, su pulgar corriendo encima, para atrás y
adelante, suavemente. No podía parar el conteo. Estaba en sesenta y tres.
Sesenta y cuatro.
—Todo es por Phoenix —dije, mi voz contenida Las mentiras y las
omisiones tienen que parar. Lincoln podía soportarlo y merecía la verdad—,
fue Phoenix quien trajo de vuelta a Nahilius.
Magda se dio vuelta del asiento del frente con sorpresa, antes posando
una mirada agria en mí.
Jesús, ella me odia en extremo.
Lincoln estaba en shock, también, pero continué.
—Lo hizo para distraerte. Quería separarnos.
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La mano libre de Lincoln cerrada en un puño. Escuché su respiración
profunda, de la manera que lo hacía cuando estaba enojado por algo. De todas
las personas para usar a Nahilius contra él, Phoenix era el peor. Al final,
Lincoln solo asintió. Lo consiguió. No iba a molestarlo.
Conducimos el resto del camino en silencio. Spence estaba texteando
en su teléfono, constantemente, y Magda no nos examinó de nuevo, pero sabía
que ella había escuchado todo. Suponía que ella estaba enojada porque no era
la que sostenía la mano de Lincoln en este momento.
No puedo decir que me siento mal por lo que pienso.
Mientras nos acercábamos al aeropuerto. Lincoln apretó mi mano y la
arrastró más cerca de mí de lo que el asiento trasero permitiría.
—Gracias, Vi —susurró.
No era el único que tragó duro. Sabía lo que él estaba diciendo, cuan
grande era. Salvar a alguien de hacer algo tan terrorífico, algo de lo que nunca
habría sido capaz de volver, sabía cuánto significaba. Estaba contenta de que
pudiera salvarlo. Se sentía un poco como que me estaba rescatando, también.
El taxi paró afuera de las salidas y todos salimos, excepto Spence.
Estaba aun ocupado tecleando en su teléfono.
—Chicos entren. Los veré cuando vuelvan —dijo, apenas levantando
la vista.
Magda ya había caminado al frente, sin preocuparse por lo que alguno
de nosotros estábamos haciendo justo ahora.
Enfurruñada, ¿mucho?
Cuando Spence se dio cuenta de que no me había movido, levantó la
mirada y nos dio una sonrisa forzada.
—Está bien. En serio. No tengo: compañero, ni boleto. Bien. Escuché
que Jordania apesta, de todos modos. —Jaló la puerta del taxi y volvió a su
teléfono—. Nos vemos después chicos —dijo a través de la ventana abierta.
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El auto se alejó y Lincoln, aun sosteniendo mi mano, empezó a
caminar hacia el área de salidas.
—¿Crees que él realmente va a dejar ir esto?
—Ni hablar —respondí.
Pero antes de que pudiéramos comenzar a especular sobre lo que
Spence iba hacer mi teléfono sonó. Tenía que soltar la mano de Lincoln para
sacarlo. No quería. Una vez que la conexión estaba rota… sabía que esto no
era para siempre y deseé poder sostenerla un poco más. Pero entonces,
Lincoln me dejó ir.
—Creo que es tuyo —dijo, sonriendo mientras mi corazón se hundió
pensando que parecía tan fácil para él.
Supongo que es eso.
—¿Hola? —dije.
—Violet, dime que los tienes —dijo Griffin.
—Sí, estamos en el aeropuerto, ¿dónde vamos?
—Tendrás que correr, estamos ya en la pista y quieren despegar. No
vayan a través de la terminal comercial. Ven alrededor del extremo sur del
edificio y por las puertas de seguridad allí. Hay un soldado uniformado,
Lieutenan Marks, que te conducirá. No digas nada a nadie.
—¿Necesitamos pasaportes? —dije, de pronto asustándome por si
había cometido un terrible error.
—No. Solo ve a Marks rápido y estarás bien. ¡Date prisa!
Ya estaba corriendo, con Lincoln a mi lado manteniendo mi paso. No
podíamos ver a Magda, ella había ido al frente en el edificio comercial.
Después de un par de minutos de correr de manera más rápida para los
humanos normales, divisamos las puertas de seguridad y teníamos que
caminar lento, había más gente alrededor. Seleccionamos al oficial que debía
ser Lieutenant Marks, desde que estaba uniformado y ya viendo directo a
nosotros. Tan pronto como alcanzamos las puertas, él dijo algo para los
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oficiales de seguridad que después asintieron a nosotros. Marks nos saludó y
ya estaba corriendo hacia la pista. Seguimos el ejemplo.
Cuando golpeamos la pista abierta, Marks señaló al gran avión verde
que tenía al menos una docena de militares cuidando alrededor y estaba
inmóvil en la pista. Después de un rápido asentimiento, comenzó a ir en la
dirección opuesta.
Lincoln tomó la iniciativa y corrimos de vuelta al final del avión, que
se encontraba aun abierto. Griffin estaba parado ahí con un chico vestido de la
cabeza a los pies en camuflaje verde.
—¿Son los últimos dos? —El chico uniformado gritó por encima del
rugido de los motores.
—¡No! —gritó Lincoln de vuelta—. ¡Uno más en camino!
Miramos detrás de nosotros, pero no pudimos ver indicio de Magda.
El soldado miró de vuelta a Griffin.
—¡Lo siento, pero tenemos que irnos o perderemos nuestro espacio!
Tu amiga tendrá que tomar un vuelo después. Tenemos un avión de transporte
dirigiéndose a Jordania mañana, los rezagados pueden subir a ese.
Griffin claramente quería discutir, pero el chico de la armada estaba
muy ocupado empujándonos hacia las escaleras mientras un camión militar
estaba conduciendo a la rampa.
—¡Eso es todo de ellos! —gritó el conductor mientras saltaba fuera y
empezaba a bajar la rampa—. ¡Estás bien para irte!
El soldado nos hizo pasar más adentro y gritó en su radio.
—¡Todo claro para partir! ¡Puertas arriba!
Luego le dio a Griffin un saludo, que adecuadamente lo imitó en
respuesta, y desapareció al frente del avión.
Cuando las puertas se cerraron las cosas se volvieron mucho más
fáciles de escuchar.
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—Correcto —dijo Griffin, mirándonos a Lincoln y a mí, y abajo.
Estábamos sosteniéndonos las manos pero de alguna manera, sin notarlo nos
habíamos movido muy cerca, nos encontrábamos tocándonos del hombro al
codo—. Será mejor que me digas lo que ha estado pasando en el Hades —dijo,
mientras lo seguíamos a la parte superior del avión de dos pisos.
Era asombroso, no tan grande como el Antonov5 que Phoenix había
usado, pero aun así era genial. Spence habría estado en el paraíso. El área de
carga era muy normal. Pero el segundo piso era muy similar a un avión
comercial, aunque los asientos eran más grandes y había escritorios dispersos
entre ellos, Grffin se paró en la primera serie de asientos dispuestos como una
cabina de cuatro plazas. Todos los demás ya estaban en el avión, sentados y
asegurados. Nyla y Rudyard estaban enfrente de Zoe y Salvatore un par de
filas detrás de ellos.
Lincoln y yo informamos a Griffin lo que había pasado con Nahilius.
Me puse nerviosa cuando tuvimos que mencionar las armas, pero Lincoln se
detuvo y explicó. Tomó la responsabilidad de todo y no se saltó nada. Él
realmente estaba sintiendo de nuevo, todo el martirio.
Griffin pulió lo más importante.
—Así que Magda tiene armas estos días —dijo, en un tono ligero.
Pobre Griffin. Se veía exhausto. Había estado corriendo por toda la
ciudad intentando organizarnos tan bien como la ciudad entera. Magda
debería haberle ayudado, no poniendo un arma en las manos de Lincoln.
—Griff, esto es sobre mí. No es culpa de Magda. Estaba fuera de
control. Ella solo estaba intentando ayudarme —confesó Lincoln, inclinando
la cabeza con vergüenza. Luché con la urgencia de incluir mi opinión en las
cosas.
—Sí, bien, lidiaremos con eso más tarde. Solo vamos a Jordania a
encontrar esas Escrituras.
5 Antonov: Es un avión de transporte estratégico fabricado por Antónov en la Unión Soviética durante
los años 1980.
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Griffin sacó un expediente de su maleta y se sentó. Por cómo lucía,
quería que lo dejaran solo.
—Abróchense el cinturón para el despegue —dijo una voz masculina a
través de los parlantes. Era raro oír que sonaba como una orden en vez de la
educada aeromoza de una aerolínea.
Lincoln tomó mi mano otra vez y exhalé, como si me calmara solo por
su toque. Tiró de mí hacia atrás del avión. Cuando pasamos a Rudyard, sacó su
mano y agarró mi muñeca libre.
—¿Estás segura? —dijo tanto para Lincoln como para mí.
Mis ojos se ampliaron, mi boca se secó rápidamente. Estaba a punto de
explicar, de decir que sabíamos que era demasiado arriesgado, cuando miré a
Lincoln. Estaba sonriendo.
—Tenemos hambre, Rudy, hablaremos más tarde —dijo Lincoln y
empezó a tirar de mí hacia él otra vez. Rudyard mantuvo mi muñeca sujeta.
No dijo nada, solo la sostuvo por ese momento extra, apretando un poco
demasiado y entonces lentamente la dejó ir con una sonrisa pensativa que no
podía descifrar.
Lincoln se detuvo en la despensa al final de la cabina y me alcanzó un
plátano que sabía que era para él y papas fritas que sabía eran para mí. Estaba
de algún modo entre atónita, exaltada y… petrificada. Lincoln lucía feliz.
Agarró un par de botellas de agua y nos sentamos en los asientos negros tras
Zoe y Salvatore, que dijeron un rápido hola, dejándonos en paz.
¿Es esto posible? ¿Qué Lincoln de verdad quiera mantener su sujeción
en mí más que solo ahora?
Pasé por los movimientos, colocándome el cinturón de seguridad y
comiendo mis papas fritas en una nube, tratando de resolverlo. Éramos almas
gemelas, estaba casi segura de eso. Pero como siempre, estaba esa voz que
apartaba todo, susurrando en mi oído:
¿Estás lo suficientemente segura? ¿Suficientemente segura para dejarlo
arriesgar su poder?
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Miré hacia afuera por la ventana.
Maldición.
Phoenix estaba también, probablemente, en su camino hacia Jordania.
Nadie lo había sentido o a algún otro exiliado en el aeropuerto, se habían ido a
alguna parte. Nunca sería fácil. Éramos Grigori, ángeles guerreros que trataban
con los ángeles de esferas separadas. Ególatras de lo peor de lo peor, pero
ahora, por primera vez, había la posibilidad de que pudiéramos encararlo
juntos. Compañeros en todas las formas.
Si estás en lo cierto. Y si estás equivocada, él nunca te perdonará.
Lincoln mordisqueaba su plátano, robando una de mis frituras de
cuando en cuando, hablamos por mucho tiempo. Traté, sin éxito, de
enfocarme mientras hablaba de cómo mi papá estaba en su propio viaje, lo
cual solo me recordó que debía llamarlo. Hablamos sobre cómo extrañaría la
escuela y que era bueno que Steph pudiera ayudarme a ponerme al día, en un
avión militar en nuestro camino a pelear con los exiliados por las Escrituras
que se habían perdido en un viaje de escala. Pensaba que podíamos ir juntos y
usarlo para entrenar.
No sé en qué momento me quedé dormida, solo que sus brazos se
mantuvieron envueltos alrededor de mí, todo el tiempo. Por primera vez que
pudiera recordar, soñé que sol brillaba y el mundo era como debía ser. Un
sueño.
Al final, sin embargo, todos despertamos… ¿Cierto?
Lincoln tuvo que convencerme de despertar cuando aterrizamos. Me
sorprendía que no hubiera despertado cuando tocamos suelo.
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—¿Dónde estamos? —pregunté, somnolienta.
—Jordania. Dormiste durante el recargo de combustible —dijo
Lincoln.
Supuse que estaba más exhausta de lo que me había dado cuenta.
—¿Dormiste algo? —pregunté, dando grandes sorbos de agua, segura
de que tenía un horrible aliento matutino.
Dio una pequeña sacudida de cabeza.
—No significa que no soñara, sin embargo. —Alisó mi cabello hacia
atrás.
Debía de verme horrible.
—Luces hermosa —dijo, sonriendo.
—Ja, ja.
—Lo haces. Eres más hermosa justo después de que te has levantado.
Es siempre mi momento favorito, cuando vamos a correr en la mañana y tengo
la oportunidad de verte a primera hora. —Siguió jugando con mi cabello.
Tenía el sentimiento de que estaba disfrutando decir estas cosas en voz
alta. Libre. Había un montón de cosas que desearía poder decir en voz alta.
Pero no podía, así que lo golpeé en el brazo sin embargo y reí.
Zoe y Salvatore estaban acarreando maletas fuera del área de carga
cuando bajamos las escaleras.
—Ya era tiempo de que se nos unieran, no somos sus burros de carga,
ya saben —dijo Zoe, pisando fuerte lanzando maletas a Salvatore. Creo que
realmente estaba apuntando a una zona muy sensible.
—Ah… Zoe, no trajimos ninguna maleta con nosotros —dije,
lanzándole una sonrisa de perra de la que Steph habría estado orgullosa.
—¡Nosotros empacamos por ustedes! —Catapultó una bolsa de lona
hacia mi cabeza tan rápido que tuve que agacharme.
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Lincoln la atrapó.
—Cálmate, Zoe —dijo, atrapando la segunda bolsa que vino
zumbando hacia nosotros, pero estaba riendo.
Nyla y Rudyard caminaron pasando con sus bolsas y Griffin pronto
estuvo cargándolas en el minibús, esperando en la pista.
Lincoln llevó el equipaje de ambos y salimos del avión, pero tan
pronto como toqué el aire del exterior, sentí algo extraño. No extraño,
exactamente, eran los sentidos, pero estaban… ¡En carne viva!
La manzana se deslizó en mi lengua. Dejé caer la mano de Lincoln, la
cual había, de alguna forma, terminado en la mía otra vez.
—¡Vi! —Le oí decir antes de que las aves me rodearan tan de cerca
que prácticamente podía sentirlas arremeter y las ramas azotaban tan
maniáticamente que estaba segura de que estaban flagelándome.
Mis manos estaban en mi rostro, tratando de apartar el sentimiento
sobrecogedor de esencia de flores, como tallos carnosos dejados en agua
mucho después de haber perecido, y traté de hacer retroceder las intensas
visiones de mañana y tarde mientras se derretían dentro y fuera de otra,
trabajando con el frío calor que ahora me llenaba; hielo por huesos y lava por
sangre.
Alguien estaba arrastrándome de vuelta al avión.
—Violet. Soy yo. —Me sostenía apretadamente desde atrás y hablaba
justo en mi oído—. Estoy aquí. Voy a ayudarte, dame las sensaciones —dijo
suavemente—. ¿De acuerdo?
No podía responder, solo podía gritar, pero Lincoln no estaba
esperando que respondiera, de cualquier forma. Me tomó en sus manos, como
lo había hecho antes, rompió a través de las sensaciones, encontrando su
camino a través de un beso. Pasó más rápido de lo que lo había hecho antes.
Sabíamos lo que podíamos hacer juntos, confiábamos en eso. Confiábamos uno
en el otro.
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Le alimenté con las sensaciones una por una moviéndose a través de
mí, hacia él y más allá. Mi visión regresó. Podía respirar el aroma soleado de
Lincoln, ese toque de miel que venía cuando usaba su poder sobre mí, y
saborear sus labios sobre los míos.
Tiró de mí para acercarme y besó mi mejilla.
—Te tengo —susurró, sonando agotado.
—¿Realmente tengo mal aliento? —pregunté temblorosamente,
diciendo la primera cosa que se vino a mi mente.
Me dio una risa baja que sonó bastante como alivio.
—Todo lo que pude saborear fue manzana —me aseguró. Estaba
bastante segura de que estaba mintiendo, pero me abracé a él apretadamente.
—Hay algo allá afuera. —No podía contener el temblor de mi voz.
—Lo deduje. ¿Exiliados?
—Exiliado —aclaré—. Y no es como alguno que haya sentido antes.
—Y aun así, en el momento en que lo dije en voz alta, no pude evitar sentir
que no era realmente cierto. Había sentido algo similar antes. Simplemente no
tenía idea de cuándo o dónde. Me estremecí—. Era antiguo. Cuando las
sensaciones me golpearon, se sintió como si estuvieran dirigidas solo a mí.
¿Sentiste algo?
—No, no hasta que estuve sintiéndolo a través de ti.
—Ninguno de nosotros lo hizo —dijo Nyla, quien estaba un poco más
atrás con los otros.
—Pero sé lo que quieres decir —dijo Lincoln, aun sosteniéndome—.
Tienen una ventaja para ellos.
—Sí, como las sensaciones que habían sido bloqueadas por un tiempo
realmente largo, cuando habían construido toda esta presión y se había vuelto
viejo y mohoso. Cuando me alcanzaron, simplemente explotaron.
Nyla miró a Rudyard. Estaban preocupados. No era una buena señal.
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—Violet, necesitamos ir al hotel. No podemos defendernos aquí.
¿Puedes intentar afuera de nuevo? —preguntó Nyla, mientras Rudyard
empujaba a los otros adelante.
Miré a Lincoln nerviosa.
—No me iré de tu lado. —Tomó mi temblorosa mano, sosteniéndola
firme para darme fortaleza.
Asentí.
—¡Vamos! —llamó Griffin desde el pavimento, sosteniendo abiertas
las puertas del minibús.
Todos salimos. Lincoln a un lado mío, Nyla en el otro, pero esta vez
cuando salí era diferente.
—Nada —dije, a pesar de que no me podía relajar.
—Mantén tus defensas altas, solo por si acaso —dijo Nyla.
Una vez que todos estábamos metidos dentro del minibús
comenzamos a dirigirnos al hotel.
Salvatore se inclinó sobre su asiento en frente de mí y me pasó una
botella de agua.
—Gracias —dije, aún a pesar de que deseé que no lo hubiera hecho.
Mis manos estaban temblando mucho y ahora todos lo podían ver.
Lincoln se acomodó, dándome espacio. Sabía que no debía acosarme
cuando estaba así, que odiaba sentirme como si fuera demasiado débil para
cuidarme. Nyla no hizo lo mismo, pero la mirada de muerte que obtuvo
cuando comenzó a palmear mi brazo la detuvo en seco.
Honestamente, no soy un perro.
—¿Dónde estamos yendo de todas formas? —pregunté mientras
pasábamos manejando una señal que decía Amman, con ganas de alejar el
centro de atención de mí. Sabía que todos estaban esperando respuestas, pero
no las tenía y estaba comenzando a sentirme claustrofóbica.
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Griffin se giró para enfrentarnos desde el frente donde estaba
estudiando un mapa con Rudyard.
—Estamos yendo a una fortaleza Grigori en las montañas, afuera de la
ciudad de Madaba. Grigori tiene hoteles por todo el mundo, como donde Nyla
y Rudyard se están quedando. Es el lugar más seguro para nosotros, pero…
—Aquí vamos —dijo Zoe, modulando exactamente lo que estaba
pensando.
—…son una especie diferente de Grigori. Este es un lugar sagrado y
los Grigori locales se ven a sí mismos como guardianes de la tierra. Tendrás
que intentar entender y respetar sus formas, de otro modo no nos ayudarán.
—No estoy entendiendo —dijo Salvatore, adelantándose en su
asiento—. ¿Esta raza es diferente?
Yo sí.
—Religiosa, ¿cierto?
—Devota —dijo Griffin.
—Bien —dijo Salvatore, asintiendo mientras tiraba una cadena desde
abajo del cuello de su camiseta. De alguna manera, dudaba que una pequeña
cruz de oro fuera a hacer alguna diferencia.
Mientras la conversación menguaba cambié mi atención al chico del
ejército manejando el minibús y otro oficial del ejército, una mujer, sentada
junto a él. Lucían bastante autoritarios, el chico grande y aterrador, la chica
más pequeña pero compensaba con una armería seria colgando de ella. Tenían
el mensaje de ni siquiera me mires sonando fuerte y claro.
Lincoln estaba hablando con Salvatore. Bueno, intentando. Zoe miró
atrás y me atrapó mirando fijamente al chico comandante.
—Lindo, ¿huh? Me lo pido —susurró ella.
—Puedes tenerlo, ¿pero cuál es el asunto? ¿Cómo es que nos están
ayudando?
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Ella levantó sus pies en el asiento de adelante y metió unos pocos
m&m’s, los que había sacado de su mochila, dentro de su boca.
—Rudyard les dijo que exiliados estaban alterando sus aeroplanos.
Hay Grigori en toda la milicia.
—¿Por qué?
—¡Necesitas leer un libro o algo! Se dieron cuenta hace mucho tiempo
que los exiliados irían por el trabajo de poder y que una manera de llegar allí
es a través de las tropas militares. Además, así es como pueden poner sus
manos en todos los juguetes entretenidos. De todas formas, atrae mucha
atención cuando los civiles como tú y yo corremos con dagas levantadas, así
que los Grigori tienen gente establecida en todos los sectores de la milicia,
quienes lidian con los exiliados en el camino. Genial, ¿huh?
—Supongo —dije, sosteniendo el pasamanos mientras avanzábamos
por un camino pedregoso.
—¿Cuál es el plan una vez que llegamos allí? —preguntó Lincoln a
Griffin.
—Necesitamos hablar con el Grigori local. Nos están esperando, pero
no saben exactamente por qué. Pensamos que es mejor mantener todo lo más
silencioso posible hasta que estuviéramos aquí. Esta es una cosa grande. Donde
nos vamos es un lugar sagrado. Puede no ser fácil.
¡Como si algo de esto lo fuera alguna vez!
Llegamos a la ciudad de Madaba y seguimos avanzando. Nunca he ido
a Jordania antes, nunca he estado en algún lugar realmente. Era fascinante.
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Bajé la ventana lo poco que se podía. Calor abrazador entró por la rendija, seco
y denso. La ciudad estaba atareada y no era lo que yo habría esperado. Las
calles estaban llenas de autos y pequeñas camionetas que estaban abiertas en la
parte trasera con lugareños sentados en los bordes, con los pies colgando. Toda
la ciudad era del color de la tierra del desierto, y todos los edificios de piedra o
concreto y no más de unos pocos pisos de alto. De vez en cuando pasaríamos
algo más moderno, hecho de ladrillo, usualmente un hotel, pero solo lucían
fuera de lugar.
Todo era un poco monocromático. Hasta la señalización era
predominantemente café oscuro con palabras en blanco escritas en árabe y
algunos otros idiomas que no reconocí. ¿Los únicos en inglés? Los carteles
brillantes de Coca-Cola.
—Madaba es famosa por sus mosaicos —dijo Rudyard, mirando hacia
atrás a nosotros—. Hay toda una escuela dedicada a la restauración y
preservación de los descubrimientos de mosaicos que se han hecho en la
historia reciente.
Amaba los mosaicos. Había hecho un estudio de ellos en arte el año
pasado. De alguna manera, sin embargo, estaba apostando a que no estaríamos
haciendo mucho turismo.
Anduvimos en silencio, pero mientras alcanzábamos el borde de la
ciudad, probé la manzana. Extrañamente, no sentía los otros sentidos. Miré
hacia afuera de la ventana, intentando ver qué o a quién estaba sintiendo.
Pasamos los últimos edificios de la cuadra y un hombre en batas descoloridas
se paró encorvado, solo. Mientras nuestro minibús pasaba, levantó su cabeza.
Estaba usando una capucha así que no pude ver su rostro, pero habría podido
jurar que sentí sus ojos en mí.
Antes de que pudiera siquiera decir algo a los otros, antes de que
tuviera una idea de qué era lo que diría, giramos en la esquina y llegamos al
camino abierto de nuevo. Miré hacia atrás para ver que el hombre en batas
nos había seguido por la esquina y nos observaba alejarnos. Miré a través del
sucio vidrio, mirando a Madaba y el extraño desaparecer mientras el
persistente sabor de manzana lentamente se disolvía en mi boca.
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—¡Oh! Pero. ¡Vamos! —dijo Zoe, rompiendo mi trance.
Me giré para verla empujando su camino hacia el frente del minibús.
Obviamente, me había perdido algo. Nyla y Rudyard estaban riendo
histéricamente.
—Necesitas apreciar todos los tipos de música, Zoe —dijo Rudyard,
bloqueando su camino a donde Griffin estaba vigilando los controles del
estéreo.
—Aquí, traje mi iPod. Puedes elegir cualquier canción de ese, la que
quieras, solo apaga esa mierda que estás escuchando. Lo juro, ¡ustedes se
tienen que mover con los tiempos!
Griffin subió el volumen. Estaba sonando una canción antigua que
reconocí pero no sabía el nombre. Era una con la que podía recordar ser
torturada cuando niña cuando papá realmente tenía el control de la radio.
Estaba completamente de acuerdo con Zoe. Hasta Salvatore parecía ofendido
por la elección de la música.
Zoe se hundió en su asiento, murmurando algo acerca de que
provocaría una tormenta de arena. Solo incliné mi cabeza contra la ventana, la
que estaba cálida e incómoda, haciendo juego con el sentimiento de los
asientos cubiertos de vinilo, los que se habían pegado a mis muslos. Tenía
pocas dudas de que a donde nos estábamos dirigiendo en las montañas sería
del tipo de lugar minimalista.
Mi mente vagó de nuevo mientras continuábamos por el desierto. Era
imposible no pensar en la última vez que había estado en un lugar como este.
La muerte se sentía peligrosamente cerca. Al menos no estaba sola esta vez.
Pero entonces, esta vez, sabía quién me estaba esperando y no tenía idea de
qué haría con él.
O qué estaba planeando hacer él conmigo.
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Capítulo 24 “Los que odian más fervientemente, deben haber amado alguna vez
profundamente;
aquellos que quieren negar el mundo, alguna vez deben haber
abrazado lo que ahora quieren incendiar.”
Kurt Tucholsky
Traducido por Kasycrazy
Corregido por Lizzie
uau.
No sé quién más lo dijo. Sonaba
como un coro aunque, quizás éramos
todos nosotros.
Bueno, cuando estoy equivocada, estoy totalmente equivocada.
—¿Estás seguro de que aquí es dónde nos vamos a quedar? —pregunté,
de pie, delante del edificio más grande sobre el que jamás había puesto los
ojos. Ubicado en las gigantescas montañas de piedra, con cataratas cayendo en
cascada detrás suyo, todo el lugar, palacio es la única palabra para él, estaba
construido con pesados bloques de arenisca y coronado con techos
abovedados. Era algún lugar entre el palacio de Aladino y la puerta de acceso
ideal de Steph.
—Steph va a alucinar —dije, pensando en ella.
Salvatore asintió, mirando confuso alrededor. Seguí su mirada.
La única cosa que no había, era gente.
—G
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—Voy a buscar a alguien —dijo Griffin, avanzando hacia las puertas
de entrada hechas de madera maciza.
Lincoln le dio un apretón a mi hombro.
—Espera. Iré contigo —dijo él, corriendo detrás de Griffin.
Finalmente, él nos permitió ser lo que siempre había soñado. Así que,
¿por qué me estaba volviendo loca?
Una vez que él y Griffin habían salido por la puerta principal, el resto
de nosotros, poco a poco, siguió con el equipaje. Cuando llegamos a la zona del
vestíbulo principal, de nuevo, me quedé sorprendida por lo bonito que era.
Estábamos en medio de la nada y, sin embargo, aquí estaba este espectacular
escondite.
Deshicimos la maleta mientras Griffin y Lincoln se acercaban con un
hombre y una mujer, ambos vistiendo el mismo tipo de equipamiento. No
exactamente túnicas como las que había visto cubriendo a algunas mujeres de
la ciudad, más bien ancha ropa de yoga o algo. Pantalones negros de algodón
que terminaban por encima de los tobillos, revelando unas sandalias casi
iguales debajo y una amplia parte superior de media manga en la misma tela.
No sabía si era una cosa cultural, algo religioso o, simplemente… cómoda.
—Éstos son Azeem y Ermina. Son compañeros Grigori y los
propietarios del hotel. Azeem es de un Serafín.
Azeem era monstruosamente alto y tenía buen tipo. Todo en él
parecía enorme, y cuando extendió su mano en ofrecimiento, todos los demás
parecían ser devorados en su dominio. Ermina era todo lo contrario, pequeña
en todos los sentidos.
Dijimos hola y entendimos que, desde que Azeem era de los Serafines,
Griffin solo nos había presentado al líder por estos lares.
—No estamos abiertos para el negocio habitual, en este momento.
Hemos estado tomándonos un descanso del público, un tiempo para la
oración. No tenemos que abrir de nuevo hasta el próximo mes. El hotel está
cerrado casi en su totalidad, pero hemos preparado el ala norte, que se abrirá
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para ustedes. Encontrarán todo lo que necesiten, las comidas se sirven en el
comedor —dijo Azeem en una profunda y madura voz.
Rudyard hizo una pequeña reverencia respetuosa.
—Gracias, Azeem. Sentimos imponernos y no estaremos aquí mucho
tiempo.
—No hay problema, aunque nos gustaría conocer sus intenciones.
Nyla dio un paso adelante.
—Estaríamos encantados de discutir esto y esperamos que, luego,
podamos pedir su ayuda. Aunque tal vez podríamos acomodarnos y dar un
paseo por sus sistemas de seguridad, primero.
Siempre pensando de forma táctica, Nyla iba a asegurarse de que
estábamos a salvo, primero. Tenía que admirar su enfoque directo.
Azeem y Ermina intercambiaron una mirada y, por un momento,
pensé que podríamos tener un problema, pero después, asintieron.
—Ermina les mostrará sus habitaciones y, luego, yo les daré un
recorrido —confirmó Azeem.
Cuando llegamos a las salas de elección, el pánico inició. No podía
mirar a Lincoln. Griffin tomó la primera, entonces, mientras caminábamos por
el pasillo, Ermina fue asignando las suites de uno en uno. Me impresionó que
recordara todos nuestros nombres de las breves presentaciones. Se veía tan
dócil, especialmente para un Grigori. Si no lo hubiera sabido mejor —mirando
su cuerpo frágil, su cabello de ratón y pequeñas facciones— yo hubiera
pensado que una ráfaga de viento podría acabar con ella.
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Griffin entró en su habitación, pero justo antes de cerrar la puerta, me
echó un vistazo. Estaba segura de que quería decir algo, pero pareció
contenerse.
Sí, es inmune. Sí, es algo inapropiado. Sí, mi mente debería haber
estado fuera del camino. Pero cuando Zoe se metió en su cuarto, saliendo para
darme una sonrisa socarrona, yo estaba ardiendo.
Lo notable es cómo de rápido puede pasar un corto paseo por el
pasillo, después de que Zoe desapareciera, Salvatore se ubicó en la siguiente
habitación.
¿Lincoln dirá algo? ¿Sugerirá que compartamos una habitación?
¿Tengo una respuesta?
Lincoln parecía tan seguro, de repente, pero, ¿era solo por qué todo se
había vuelto tan loco? Tal vez él no era el mismo. Y con eso, sin embargo,
llegó otro nauseabundo pensamiento. Tal vez, cuando le curé, le envié mi
amor, eclipsando sus verdaderos sentimientos. Tal vez él solo estaba reflejando
mis propios sentimientos. Eso me puso ahí. ¿Era eso posible?
Había tantas cosas que todavía no sabía.
Con la instrucción de Ermina, Rudyard tomó la habitación de al lado
y, luego, Nyla la siguiente. No tenían ningún reparo en estar juntos y dejar
que todo el mundo lo supiera, así que me preguntaba por qué hicieron esto.
Nyla me miró y esperó para ver si decía algo. Pero ella simplemente me dio
una sonrisa de complicidad, lo que me hizo sonrojar mientras ella cerraba su
puerta.
Ermina abrió la siguiente puerta.
—Lincoln, ésta será tu estancia —dijo ella.
Lincoln se acercó a la habitación y me miró. ¿Por qué estaba entrando
tanto en pánico? Cuando empecé a inquietarme y metí un mechón de cabello
detrás de mi oreja, él sonrió cariñosamente y volvió a mí. Estaba tan al borde
que me estremecí cuando pasó una mano por mi mejilla, encendiendo mi
deseo. Él se acercó y yo no podía dejar de dirigirme hacia él.
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—Recuerda, Vi —nos volvió un poco para que su espalda estuviera
hacia Ermina y pronunció, con las cejas levantadas, la siguiente palabra—:
devoto.
Entonces su mirada cambió. Mucho más intensa, privada. Yo todavía
estaba en pánico, sabiendo que mientras Ermina no podía ver la cara de
Lincoln, tenía una vista completa de la mía.
Lincoln sonreía, obviamente complacido con mi reacción, antes de
darse la vuelta y volver a su habitación sin mirar atrás.
Ermina me observaba con una extraña y clara expresión de
desaprobación, que se transformó en una mirada severa al abrir la siguiente
puerta, al otro lado del pasillo.
—Violet, ésta será tu habitación durante tu estancia.
Asentí con la cabeza y comencé a dar un paso adelante, pero por la
mirada que me dio, supe que tenía que parar.
—Estamos en tiempo de oración. A menos que estés casada con
alguien de aquí, esperamos que no entres a las habitaciones privadas de los
demás.
Es por esto que Nyla había estado sonriendo. Parecía totalmente obvio
ahora, pero había tenido mi mente en otro lugar. Una pequeña advertencia
hubiera estado bien, ellos claramente conocían las reglas.
—Por supuesto —dije, asintiendo efusivamente—. Soy… uhm… soy
católica. —Como si eso se supusiera que significara algo. Tan pronto como lo
dije, me quería morir.
Ermina se aclaró la garganta. Definitivamente había comenzado con el
pie equivocado con ella. Me decidí por una salida rápida y le di mi mejor
intento de una respetuosa reverencia, antes de correr a mi habitación.
Esperé, como una estatua, de espaldas a la puerta, escuchando los
pasos. Una vez estuve segura de que ella se había ido, tomé unas cuantas
respiraciones profundas para evitar la hiperventilación que se avecinaba y
golpeé mi cabeza contra la pared.
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La suite era una continuación de la belleza que ya habíamos visto.
Pensé en papá, cómo él iba a ver sus muchos méritos. Entonces pensé en
Steph. Ella me iba a matar cuando se enterara en la clase de lugar dónde nos
alojábamos. En realidad, por un momento deseé que ella estuviera aquí, hasta
que recordé por qué estábamos allí.
Apenas había deshecho mi maleta y echado un poco de agua sobre mi
cara, cuando oí un golpe. Fui a la puerta y la abrí, seguí pasando la mano por
mi rostro seco, pero no había nadie.
Escuché el golpe de nuevo y esta vez miré alrededor para ver de dónde
venía. Había una puerta interna. Cuando la abrí, Nyla estaba al otro lado.
—Podrías haberme advertido —dije, teniendo su sonrisa de suficiencia
mientras se apoyaba contra la puerta. A pesar de la satisfacción, ella realmente
tenía aspecto de una antigua diosa.
—Lo sabrás para la próxima vez —dijo, sin dejar de sonreír.
Genial, otra persona que se regocija a mi costa.
—¿Has venido a regodearte?
—No. Me dirigía a dar una vuelta de seguridad. Pensé que podrías ser
útil. ¿Estás interesada?
—Seguro.
Inclinó la cabeza hacia la puerta.
—Vamos.
—¿Solo nosotras?
Ella asintió.
—Es más fácil. Los hombres siempre se interponen en el camino.
La seguí por el pasillo, por el mismo camino por el que habíamos
venido. El hotel era enorme y resultaba inquietante estar en un lugar diseñado
para albergar a tantas personas mientras estaba vacío. Los pasillos parecían
todos iguales. Me alegraba de que Nyla pareciera saber a dónde iba.
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—Puedo ver que lo amas —dijo repentinamente, de la nada.
No sabía que decir, así que cambié de dirección.
—¿Mi madre amaba a mi padre?
Ella asintió con la cabeza, sin duda.
—Ella era una procrastinator. Nunca pensó que fuera digna de
cualquier cosa buena. Cuando conoció a James, ella trató de hablar consigo
misma sobre ello, tú sabes… —dijo ella, centrándose en mí con una mirada de
complicidad que me hizo querer huir—. Estaba preocupada por traerlo a este
mundo. Pero tu padre, él siguió volviendo, y, bueno, ella lo amaba. Al final, el
amor gobernó la mente.
Me sentí aliviada al oír esto. Me había preguntado, desde que descubrí
que mi madre era Grigori, si ella continuaba siendo la persona que me había
imaginado. Papá la extrañaba un montón –nunca la superó. No quería que
hubiera sido en vano. No hacía que todo lo demás estuviera bien, las mentiras
y la traición, pero era algo.
—¿Es eso lo que pasó contigo y Rudyard?
Nyla sonrió y nos guió por el pasillo que se desviaba hacia la derecha.
—Nuestra elección fue simple. No había otra opción.
La envidiaba.
—¿Me haces un favor, Violet?
Me encogí de hombros sin comprometerme. La verdad era que,
aunque me gustaba Nyla, todavía no la conocía. Mi instinto me decía que
confiara en ella. Zoe y Spence claramente lo hacían. Pero había estado
equivocada antes.
—Haz todas las preguntas que necesites hacer. Comprende las
consecuencias antes de hacer tu elección. Cada opción tiene un precio.
—No lo entiendo. ¿Qué precio? —Por lo que podía ver, Nyla y
Rudyard lo tenían todo.
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Pasamos a través de una puerta que nos llevó al exterior y ambas
tuvimos que entrecerrar los ojos al sol de la tarde. Azeem estaba esperando.
Nyla puso una mano sobre mi hombro, lo que me hizo sentir un poco
aprensiva. Ella actuaba como si me conociera bien, lo que me incomodaba.
—Rudy y yo explicaremos todo más tarde. —Ella sonrió—. Tenemos
mucho tiempo.
Asentí, moviéndome casualmente lejos de su toque.
Azeem nos mostró el impresionante sistema de seguridad, que
comprendía una red de cámaras de vigilancia modernas y dos torres de
vigilancia más tradicionales, que eran controladas durante todo el día.
Cuando Nyla me preguntó, empujé mis sentidos y traté de sentir el
estrecho borde, y un poco más allá. Ella no quería que me extralimitara,
prefiriendo que aprendiera a controlar mi alcance y solo ver si había algo
sobre lo que necesitáramos saber. Viaje por el área inmediata, en busca de
cualquier cosa que pudiera activar mis sentidos.
Lo sentí al instante.
Su única firma.
Esperando por mí.
—¿Estás captando algo? —preguntó Nyla, mientras Azeem señalaba
sus puntos de observación.
Primero manzana, como siempre, con el toque de otra cosa que lo
hacía tan… excelente para probar. Amizcle, quizás. A continuación, flores. Él
olía a amizcle y jazmín.
Sabía que quería verme, sabía que podía desaparecer más rápido de lo
que nosotros podíamos llegar a él. Si se lo decía a Nyla, él se iría.
Cuando vacilé, ella alzó una ceja.
—Nada —dije, respondiendo finalmente a Nyla, después de una
sospechosa pausa, aceptando confiadamente mi vida. Me sentí aún peor.
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—Bien —le dije a Azeem, y ellos comenzaron a caminar de vuelta al
hotel.
—Yo… voy a dar una vuelta alrededor, si eso está bien. Yo… vi una
piscina en el camino. ¿Le importa si voy a echar un vistazo? —pregunté,
inquieta, seguro que era obvio que estaba tramando algo.
—Ciertamente —replicó Azeem—. Si te gusta nadar, hay toallas en el
suelo de la piscina. El agua es del suministro natural de los manantiales, espero
que te guste caliente —dijo, dándome una pequeña inclinación de cabeza y
caminando de vuelta al edificio principal.
Nyla me dirigió una mirada inquisitiva. Le sostuve la mirada y le
sonreí de vuelta tan tranquilizadoramente como pude. Siguió a Azeem.
Llegué a las cataratas que caían en cascada, agradecida al menos de que
mis mentiras me habían movido en la dirección en la que yo realmente
necesitaba ir.
Las montañas, formadas por piedra pura, como si hubieran sido
esculpidas en forma, eran increíbles. Incluso podía ver por qué Azeem y
Ermina eran tan devotos a su religión, si viviera en un lugar como éste, tal vez
hubiera tenido fe, también. Tal vez.
Los sentidos se intensificaron al acercarme a una de las cascadas más
pequeñas. Era extraño sentirlo así. Sabiendo que me estaba llamando. Aún más
extraño que fuera con él, consciente del poder que tenía sobre mí. No tenía
sentido correr hacia él. Era demasiado tarde para eso.
Encontré un sendero tallado en la montaña y comencé a escalar.
Luché contra las náuseas mientras escalaba y puse mis manos en puños
apretados, dejando que mis uñas se clavaran con dureza en mi piel para
distraerme del déjà vu de estar rodeada de acantilados.
Mientras me acercaba a dónde yo sabía que él estaría, el agua se roció
sobre mí, los rocíos rebeldes de la cascada, y vi el camino que me llevaba a él.
Pasaron tantas cosas por mi mente. Tantos recuerdos. Me pregunté si se estaba
quedando aquí. Luego, me pregunté si estaría pensando eso, también. Mi
mano se movió a mi cintura y mis dedos se envolvieron alrededor de la
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empuñadura de la daga. Sería inútil para mí, aquí. Por una cosa. Phoenix era
mejor luchador que yo. Y él lo sabía.
Seguí la ruta de acceso por una abertura, que venía desde arriba, en el
flujo del agua. Esperaba que fuera ruidoso y húmedo. Curiosamente, era
tranquilo y seco.
Se puso de pie en el otro lado, a pocos metros de distancia. A pesar del
calor, llevaba jeans y una chaqueta oscura. Se apoyó fácilmente en las rocas.
Esperaba de él algo cruel, o algún comentario sarcástico. Esperaba
decirme algo yo misma, pero ninguno de los dos hablaba. Era peor. Sus ojos
color chocolate eran amargos y fríos. Finalmente, me di cuenta de que no
importaba lo que hubiera sido, no importaba que tan reales fueran sus
sentimientos o los míos…
Él va a hacer esto.
Y no voy a permitírselo.
Nuestros ojos se encontraron y los suyos parecieron calentarse un
poco. Pero fue solo para compartir un momento de aceptación… y lamento.
No iba a cambiar nada.
—Veo que tú y tu gente han encontrado su camino hasta aquí a salvo
—dijo él.
—Realmente suenas como que estás satisfecho.
—No lo hubiera hecho tan fácil para ellos si no los hubiera querido
aquí.
Estaba jugando conmigo.
—Cierto. Vinimos por las Escrituras.
—¿Quién crees que los trajo hasta aquí? —preguntó, su sonrisa un
poco inclinada. Secretos ocultos dentro de ella.
—Encontramos las viejas historias, Phoenix, sabemos dónde buscar
—empujé.
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—Lo sé. Casi abrí los libros y los puse bajo sus narices. Nunca
hubieran encontrado el lugar si no fuera por mí.
La moneda cayó.
—Los exiliados en la granja.
Él simplemente continuó sonriendo.
—Es por eso por lo que en realidad estaban allí, para que pudieran
hablar sobre las reglas. ¿Por qué? Tú no quieres ayudarnos. —Lo sabía
demasiado.
—No, pero parece que podría necesitarte, después de todo —dijo él, su
tono amargándose.
—¿Por qué todos los juegos, Phoenix? ¿Por qué haces esto?
—Tendrías que agradecértelo a ti misma por ello. Tú me mostraste que
solo hay un lugar para mí en este mundo. Me había estado engañando a mí
mismo, aceptando. No voy a cometer el mismo error dos veces. —De repente,
se interesó por la pared de la cueva, recogiendo un pedazo de piedra, evitando
mirarme.
—Me refiero a Lincoln. Sé que fuiste el único que envió a Nahilius.
Se encogió de hombros, sin sorprenderse o preocuparse de que me lo
imaginara.
—Era en beneficio mutuo. Veo que lo hizo aquí, de todos modos.
Supongo que Nahilius ha muerto.
No contesté.
—¿Todavía tienes miedo de admitir lo que eres? —Sonrió—. Nunca
me gustó el Querubín.
Sacudí la cabeza con incredulidad, comprendiendo lo que me estaba
diciendo. Todos los exiliados que le había dado a Nahilius habían sido
Querubines, como Nahilius. Recordé que Phoenix tenía algún tipo de rencor
contra ellos.
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—Sabías que él sería capaz de superar a los exiliados que enviaste en
su contra. Querías que lo hiciera. —No pude contener la ira, latiendo fuera de
mí, o la mirada de asco.
—Era un ganar-ganar —dijo, ahora sosteniendo mi mirada.
—Me enfermas.
Dio un paso a través de mí, mirando a través de mí.
—Te hago muchas cosas —dijo, su voz viajando a lo largo de mí. Traté
de ignorarlo, no verme afectada. Pero cuando dio el siguiente paso, se abrió
camino por sí mismo.
—No —dije, colocando mis defensas mentales y empujándolo fuera.
Yo estaba temblando con una sensación aterradora de deseo. Luego el miedo a
querer.
—¿Crees que necesito el poder de comunicarme contigo? —Él se
medio rió—. ¿Crees que no sé cómo tus pensamientos van a la deriva hacia esa
noche, cuando estabas en mis brazos?
—Estoy con Lincoln —solté, sorprendiéndome a mí misma tanto
como a Phoenix. Dio un paso hacia atrás, con la mandíbula apretada. Había
dicho algo incorrecto.
—Mientes —gruñó—. Si estuvieras con él estaría debilitado, y no lo
está—. Sus ojos se abrieron como platos cuando dudé—. Oh —dijo.
Me mordí el labio.
—Mi plan los unió, simplemente no han…
—¡No es asunto tuyo! —¿Por qué todo el mundo parecía saber un
montón sobre mi vida amorosa solo con mirarme?
—Espera. No tiene… —paró.
Contuve la respiración cuando sus ojos se agitaron con furia.
—Creen que son almas gemelas, ¿no? —espetó, dando los dos pasos
hacia mí, hasta que estuvo a pocos centímetros de distancia—. ¿No? —repitió,
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esta vez la oscuridad sangrando en mi me obligaba a responderle mientras
podía.
—Sí —repliqué, por un momento bajo su hechizo.
Se quedó en silencio mientras consideraba mi respuesta. Finalmente,
se enderezó.
—Bueno, tiene sentido que estuvieras dispuesta a sacrificar tu vida, de
nuevo, por él. Admito, sin embargo, que estoy sorprendido de que estés
dispuesta a sacrificar su vida por ti.
—¿De qué estás hablando?
Se rió un poco, aunque su ceño estaba fruncido.
—Sigues tirándote de cabeza sin tener toda la información. Esa
ingenuidad tuya va a meterte a ti —o a alguien más— en problemas, Violet.
—¿Has acabado? —pregunté, volviéndome para alejarme.
—Dile a tu gente que les concedo la mañana, pero las Escrituras
revelarán por sí mismas que iré mañana por la tarde. Si quieres alguna
posibilidad de hacerte con ellas, estarás en el lugar, entonces.
Me alejé, pero sentí el impulso. Un paso, dos pasos.
Muévete, muévete.
Y lo hice, seguí adelante, no me detuve. Pero solo por un segundo, no
me pude resistir. Dejé caer mi guardia y absorbí lo que él estaba enviando.
Una explosión de lujuria. Un sentimiento de felicidad sin límites, tal como lo
recordaba. Mis ojos se pusieron en blanco por el malvado placer mientras
forzaba a mis pies a seguir avanzando y los detenía de volverse hacia él.
¡Como una maldita drogadicta!
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Me metí de nuevo en el ala norte del hotel, agradecida de ver a Zoe.
—Oye —la llamé, corriendo para ponerme al día con ella—. ¿A dónde
vas?
—Reunión de todo el mundo con Azeem y algunos Grigori locales.
Supongo que rellenaremos sus huecos y averiguaremos si nos pueden ayudar.
—Oh.
—¿Estás bien? Te ves agotada.
—Sí. Uhm… Creo que me podría saltar ésta. ¿Puedes decirle a Griffin
y Lincoln que estaba demasiado cansada? Estaré en mi habitación, si alguien
me necesita.
—Seguro. Pasaré a buscarte en el camino para la cena, ¿si quieres?
—ofreció.
—Gracias —dije mientras se apresuraba. Ella no se quería perder
ningún acto. Lástima que ya se hubiera perdido el evento principal de hoy.
Al final de esta noche iba a tener que explicarle a todo el mundo que
yo había tenido un pequeño cara-a-cara con Phoenix. Pero antes de eso venía
lo más difícil. Tenía que explicármelo a mí misma.
Cuando llegué de vuelta a mi habitación, estaba realmente cansada.
No tenía ni idea de que estaba pasando con mi reloj interno o qué hora era.
Abrí la ducha, me desvestí y me senté en la bañera, con el agua cayendo a
cántaros y las lágrimas cayendo.
Mi vida no es como me imaginé que sería. De alguna manera, me
estaba empezando a gustar ser Grigori. Me refiero a que el poder estaba genial.
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La fuerza por sí sola me daba la confianza que nunca antes había tenido, y
saber que podía sentir a los seres antes de su llegada era una ventaja, también.
La desventaja obvia era que sabía que muchas más cosas malas estaban
viniendo a mi camino. Y Phoenix.
Traté de mantener las cosas en blanco y negro, pero —como todo el
mundo me dice siempre— nada lo es. Amaba a Lincoln —absolutamente,
totalmente, saltaría de un acantilado por él, lo amaba— incluso cuando yo
había compartido ese momento con Phoenix. Pero…
Siempre había un pero.
Phoenix y yo habíamos sido amigos. Verdaderos buenos amigos.
Cuando me sentí como si no hubiera nadie más, él estaba allí. Ahora sé que
me había mentido en un montón de cosas y nunca podré olvidar que me
obligó a escoger la vida como Grigori cuando podría haber sanado a Lincoln él
mismo. Por supuesto, si hubiera sanado a Lincoln probablemente tendría el
poder sobre él que ahora tiene conmigo y… dudo que se hubiera demorado
mucho en restablecer las heridas de Lincoln.
Y, no podía evitarlo, había una parte de mí se dirigía a Phoenix. Me
decía a mí misma que eran solo sus habilidades, su fuerza de seducción e
inundaciones de lujuria, lo que me influenciaba y controlaba mis emociones,
pero es más que eso. Sabía que esas cosas no eran saludables y, aún así, no me
podía resistir. Y, tan mal como esto pueda sonar, ni siquiera él tenía tanto
poder para hacerlo desaparecer.
Él es la última evasión.
Para alguien que ha pasado tanto tiempo negándose a sí mismo el
derecho a correr, abandonar, o algo por el estilo, Phoenix era el auto más
grande del que podría enamorarme.
Me había arrugado y el agua empezaba a enfriarse, cuando oí un golpe
en la puerta. Di un salto y envolví una toalla a mí alrededor, esperando ver a
Zoe al otro lado de la puerta, que me recogía para cenar. Cuando abrí la
puerta, no era Zoe quién estaba allí.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
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—¿Te ayudé o no te ayudé a hacer tu plan de trabajo con Lincoln?
—Si —dije suavemente.
—¿Te he apoyado o no lo he hecho, a través de una serie de casos de
juicio cuestionable?
—Supongo.
—Bueno, es hora de que me devuelvas la que me debes. ¿Dónde
duermo? —dijo Spence, empujándome y caminando directamente dentro de
mi habitación—. Bonita toalla, por cierto, no soy partidario de usar ropa en mi
habitación, tampoco. Esto va a funcionar bien—. Dejó su maleta en la cama,
abrió la cremallera y empezó a desempacar.
—¡Caray! Espera. ¿Cómo has llegado hasta aquí? Quiero decir, ¡espera!
—dije, volviendo al cuarto de baño y envolviendo un albornoz a mi alrededor
antes de reaparecer—. Bien, explícate —ordené.
Spence saltó encima de la cama y se inclinó, poniendo sus manos
detrás de su cabeza.
—Fue genial, realmente. Viajé de polizón en el camión del ejército
que cargaron en el avión en el último minuto. Tenía al camión esperando por
mí en la parte trasera del aeropuerto. Mientras que estaba más cómodo en la
parte de arriba, revolví en la maleta de Rudyard y encontré la dirección del
hotel. Me tomó un tiempo llegar aquí, tenía que tomar un autobús local para
una parte del camino, además de traspasar la seguridad, que me tomó un
tiempo, pero aquí estoy. ¿Me extrañaste?
Debería haberlo protegido, pero en su lugar, colapsé a su lado.
—Sí —dije, dándome cuenta de lo mucho que era cierto. Spence
estaba loco, era impredecible y tenía un claro deseo de muerte, pero no era su
guardiana y yo realmente necesitaba a alguien con quien hablar—. Te vas a
morir cuando te explique lo que está pasando.
—Como te he dicho antes… —comenzó, haciendo ruidos de tensión
mientras llegaba sobre mí para tomar una botella de agua—. Nunca hay un
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momento aburrido contigo, Eden—. Abrió la tapa, tomó un trago y suspiró
dramáticamente—: Aún.
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Capítulo 25 “Para mí eres un tormento delicioso”.
Ralph Waldo Emerson
Traducido por Lorenaa
Corregido por Lizzie
ye, llegaste bien? —preguntó Steph
sonando preocupada.
—Sí, y gracias a ti, llegamos a
Lincoln a tiempo, también —dije,
asomándome por una de las ventanas que
daba a uno de los manantiales de agua caliente… y a más montañas. La
recepción de mi celular no era muy buena en mi habitación.
—Sin problemas. Supongo que él lo hizo en avión, entonces.
—Sí, todos lo hicimos, incluso Spence, aunque no todo el mundo sabe
esa pequeña joya de información aun.
—¿Está Magda allí? —preguntó.
—En realidad no. Ella no voló. ¿Por qué?
—Oh, solo preguntaba. Yo, uhm… he estado buscando por más
información de la compañía de la madre de Lincoln.
—¿Por qué? ¡Steph relájate! Lincoln está bien y Nahilius se ha ido.
Magda lo devolvió. —Hubo silencio al otro lado de la línea—. ¿Steph?
—¿O
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—Sí, lo siento. Solo que hay algo que no cuadra. Todavía tengo la llave
de repuesto de Lincoln, iba a volver allí después del colegio.
—Supongo, que si quieres. Solo no estropees nada.
La pude escuchar riéndose.
—Nunca sabrá que he estado allí. ¿Cuándo crees que volverás?
—En un par de días.
Hubo un golpe en la puerta.
—¡La cena! —gritó Zoe.
—Steph, es Zoe, me tengo que ir. Saludaré a Salvatore por ti y te
llamaré tan pronto como pueda.
—Bien, mantente viva.
—Estoy trabajando en ello.
Zoe golpeó la puerta otra vez
—Envíale a Zoe mis saludos —dijo sarcásticamente, antes de colgar.
Spence salió del baño, duchado, cambiado y pareciendo preparado
para algo. Probablemente usó todas las toallas limpias. Hizo una pose, con las
manos pegadas a las caderas estilo héroe.
—Vamos a hacer esto.
Rodé mis ojos.
—Tú vas a hacer esto. No hables como si hubiese un “nosotros”
envuelto. Tengo lo suficiente que responder esta noche sin tener que explicar
cómo te colaste.
—Tienes un punto, —dijo abriendo la puerta y saludando a Zoe con
una gran sonrisa.
—¡Santa mierda! ¡Estás muerto! —dijo Zoe, sonriendo como si la
diversión acabara de empezar.
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El comedor era —sin sorpresas— hermoso. Todas las mesas y sillas
eran de madera, de un diseño fuerte lo que lo hacía parecer de algún modo
entre una oda a la naturaleza y armonía y una taberna. Para el momento en
que Zoe y yo entramos en la habitación, todo el mundo estaba allí. La escena
me tocó la parte sensible, la habitación estaba llena de guerreros con parte
ángel usando pulseras de cuero y plata hechas por los ángeles, preparándose
para lo desconocido.
Mis ojos encontraron a Lincoln y comencé a relajarme
completamente. Mientras lo observé, el parecía respirar también, y mi
corazón se olvidó de sí mismo y dio un vuelco.
Sobre unos segundos después, los ojos de Lincoln, como los de todos
los demás cambiaron hacia Spence, que estaba parado detrás de mí. Estaba
bastante segura que compartí sus miradas de sorpresa. Solo que yo no estaba
mirando a Spence.
Magda.
¿Cómo demonios llegó hasta aquí?
Todo se había sentido mucho más simple sin ella alrededor. Pero ahí
estaba, escondida cerca de Lincoln, viéndose devastadoramente perfecta. El
resto de nosotros estábamos desaliñados y agotados, pero Magda se veía fresca,
en una camisa blanca recién planchas sin mangas y su perfecto cabello rubio
secado al aire. Estaba mirando directamente hacia mí, con una molesta sonrisa
en sus labios mientras acariciaba el zafiro de su collar.
Zoe, como la gran amiga que es, tomó una silla y fingió que no se
había enterado. No podía dejar a Spence parado ahí solo, así que simplemente
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me quede a su lado incómodamente. Rudyard miró a Nyla y luego de vuelta a
Spence. Yo estaba esperando la erupción, el enorme estallido que estaba casi
garantizado. Pero Rudyard solo tomó su tenedor y se metió algo que parecía
estar envuelto en hojas a la boca.
Nyla tomó un poco de pan plano y lo partió por la mitad.
—Hola Spence —dijo ella, con la boca llena.
—Hola, Nyla —dijo Spence, tragando.
Griffin y Lincoln estaban intercambiando miradas y no pude evitar
sentirme culpable cuando vi a Lincoln mirarme de vuelta. Deseaba haber sido
capaz de haberle dicho esto de alguna manera. Pero luego me dio una sonrisa
torcida. No sabía qué hacer con eso. Mis ojos seguían fijos en Magda,
realmente no podía reunir mi propia sonrisa ahora mismo. Curiosamente, me
di cuenta que Salvatore estaba mirando a Magda con una confusión similar.
Me preguntaba qué problema tenía con ella.
—¿Disfrutaste de tu viaje? —preguntó Nyla, todavía masticando su
pan y alcanzando el vino.
—Yo…uhm… estuvo bien.
Pobre Spence. Esto no estaba planeado. Sabía que él estaba esperando
un gran estallido, donde él se hubiese mantenido firme a los ataques lanzados
y capeado la tempestad
—Rudy y yo una vez nos establecimos en uno de esos camiones
militares. Pueden ser horrorosamente incómodos. ¿Estás seguro de que estas
bien?
Atrapado.
—¿Cómo sabías…? Quiero decir, sí, estoy bien.
Nyla tomó un sorbo de vino y le paso la jarra a Rudyard, que procedió
a verterse un vaso. Todo el momento entre ellos parecía una danza perfecta.
—Y dime, Spence ¿Cómo llegaste aquí desde el aeropuerto?
—preguntó Nyla, permaneciendo burlonamente calmada.
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—Yo… ummm… con autobús, y luego conseguí un viaje a unos
kilómetros de aquí. Caminé el resto del viaje.
—Y la seguridad, ¿cómo conseguiste pasar la seguridad?
—Oh, bueno… yo… yo usé el glamur —contestó Spence, empezando
a ponerse nervioso.
—Hmmm. Debes de tener hambre. ¿Tienes hambre Spence?
Esto era una tortura.
—Estoy bien —dijo Spence.
—Tomaste un bocado mientras estabas en la habitación de Violet
¿Verdad?
¡Santa mierda! Mira al suelo, mira al suelo se invisible.
—Yo ummm…. Violet no sabía que estaba viniendo.
—No. Ella no —dijo Nyla.
Nyla y Rudyard se sonrieron el uno al otro y alzaron sus copas hacia
Griffin.
—Tenías razón.
Griffin miró a Spence. Estaba al borde de la risa.
—No puedes mentirme, chico. Estábamos sobre ti desde el momento
que te dijimos que no podías venir.
No eran las noticias más alentadoras, dado los secretos con los que yo
hacía malabares.
—Pero entonces… ¿Por qué? ¿Por qué no me detuvieron?
Griffin se encogió de hombros.
—Podemos intentar protegerte el trasero pero al final tú tomas tus
propias decisiones.
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—Griffin nos recordó Spence, que de eso es de lo que se trata todo
esto, después de todo. Podemos advertirte —mientras nosotros estemos en lo
correcto y tu estés equivocado— nosotros decidimos al final que si tú eras lo
suficiente determinado para encontrar un camino hacia la batalla, sería posible
que también te permitiéramos ser útil —explicó Rudyard.
—Así que… ¿No estoy en problemas? —preguntó Spencer, viéndose
seriamente sospechoso.
—Oh, estás en problemas —dijo Nyla, ahora un poco más severa—.
Estarás atrapado en una doble sesión de teoría durante el mes siguiente y,
confía en mí, un mundo de dolor es lo que te espera en la clase práctica, ya
que yo seré tu nueva compañera de entrenamiento. Pero por ahora, estas aquí,
así que descansa, come, ponte al día sobre la inteligencia y estate preparado.
Has venido en busca de una pelea. —Tomó un sorbo de vino—. Felicidades,
creo que vas a conseguir una, pero no de nosotros.
Lincoln apartó el asiento de su lado. No necesité que me lo
preguntaran dos veces y me senté rápidamente.
—¿Lo sabías? —le pregunté en voz baja, preguntándome si de repente
todo el mundo había estado metido.
—Griffin solo me lo dijo antes de la cena —me susurró de vuelta. Su
aliento era cálido y mientras me hablaba los cabellos de la nuca se me erizaron
y un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo—. ¿Debería estar celoso?
De repente estaba nerviosa, culpable. Sabía que él estaba hablando de
Spence, pero eso no era el motivo de la culpa.
—Necesitamos hablar —susurré, antes de levantarme y caminar hacia
la esquina de la habitación. Lincoln me siguió.
—¿Qué pasa? —me preguntó, tan pronto como nos detuvimos.
—No es por Spence. Yo no, deberías saber…
—Lo sé. Dime —me cortó.
—¿Qué está haciendo Magda aquí? —pregunté, incapaz de retenerme.
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—Oh, ella tomó un vuelo comercial y llegó unas pocas horas después
de nosotros. Azeem alquiló un auto para recogerla, llegó aquí hace una hora.
Luego, antes de que pudiese detenerme a mí misma. Tenía que cavar
más.
—¿Qué pasa con ella y con ese collar, de todo modos? ¿Tiene que
hacer un desfile de lo rica que es?
Lincoln miró hacia ella como si solo se hubiese dado cuenta ahora.
—No lo sé. —Se encogió de hombros—. Es una reliquia familiar o algo
así. Lo suele usar todo el tiempo.
Tomé una pocas respiraciones calmantes, estaba siendo inmadura. Ella
tenía todo el derecho de estar aquí, pero aún estaba enfadada con ella por
poner aquella arma en las manos de Lincoln y porque siempre pareciera que
acaba de salir del salón de belleza y…. otras cosas.
—¿Vi?
—Oh…. lo siento. —Se suponía que estaba diciéndole algo. Tomé otra
profunda respiración y me agarré las manos fuertemente—. Vi a Phoenix. —Y
antes de que Lincoln se pudiese lanzar a cualquier conversación aterrado
como estaba al punto, levante mi mano—. Déjame explicarme.
Él asintió, pero sus manos fueron a su cabello antes de que las dejara
caer hacia abajo. No estaba feliz. No es que yo esperara a que estuviese súper
animado.
—Lo sentí más temprano, cuando fui a hacer el control de seguridad
con Nyla. Sabía que estaba esperándome y sabía que no iba a herirme.
No sabía cómo decir esto, admitirlo todo y entonces me di cuenta…
no podía. Prefería pagar por mis pecados más tarde.
—Solo fui su mensajero, eso es todo, pero antes de que le cuente a
todos los demás, quería adelantártelo.
—¿Sin más secretos? —dijo con una sonrisa preocupada.
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—Sí —dije, odiando el hecho de que una mejor persona se lo hubiese
dicho todo.
Lincoln envolvió un brazo por la parte trasera de mi cuello y me llevó
hacia él, besándome la frente.
—Gracias.
Quería tirarme delante de un tren.
Su mano se movió hacía abajo y me rodeó la cintura mientras
volvíamos donde estaban los otros.
—Griffin, Violet vio a Phoenix, tiene un mensaje.
Justo cuando esperé que Griffin me pidiera una demanda del cara a
cara completo, simplemente cambió su atención hacia mí.
—¿Qué necesitamos saber?
La mesa entera estaba centrada en mí. Cada uno pensando algo
diferente. Juzgándome. Quería meterme en un agujero.
—Dijo que hiciéramos lo que tuviésemos que hacer, pero que mañana
por la noche él tendría las Escrituras y que si queríamos alguna oportunidad
de conseguirlas, nos reuniésemos con él por la tarde. Creo que nos necesita de
alguna manera para conseguirlas.
—Tiene sentido si él no está preocupado por que las encontremos
antes. Deben de estar protegidos de alguna manera —dijo Griffin.
—Otra cosa, ha estado jugando con nosotros todo el tiempo. Nos dio la
información sobre la localización con un propósito. Quiere que estemos ahí
ahora.
—Una prueba más de que nos necesita.
—¿Quizás simplemente sería mejor salir, entonces? —sugirió
Salvatore.
Deseaba poder estar de acuerdo.
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—Somos Grigori, Salvatore. No podemos darnos el lujo de dejar las
cosas al azar —dijo Nyla.
Salvatore asintió y advertí en sus ojos, vergüenza por solo haberlo
considerado.
Griffin se levantó,
—Azeem tiene un equipo que va a llevarnos al lugar del descanso final
de Moisés por la mañana. Esperamos descubrir indicaciones allí que quizá nos
muestren el camino hacia las Escrituras. Spence, una habitación ha sido
preparada para ti. Ermina te la mostrará cuando acabes de comer. Todos
descansen. Nos iremos a las 5 a.m. —Él tiro la servilleta a la mesa y miró a
Ermina que estaba parada en la puerta de la cocina—. Gracias, Ermina, la cena
fue excelente —dijo con un asentimiento y luego miró hacia Lincoln y yo—.
Los veré a ambos en mi habitación en treinta minutos. —No era una petición.
Los dos asentimos. Supongo que tenía más preguntas y yo me puse
nerviosa al instante. A lo mejor sería capaz de omitir ciertas cosas cuando
hablaba con Lincoln pero Griffin era otra historia.
Magda ni siquiera me había saludado. Ella habló en algún punto con
todo el mundo de la mesa pero nunca reconoció mi presencia. Supongo que yo
tampoco le dije nada a ella, pero aun así.
La única cosa que me hacía sentir bien eran las extrañas miradas que le
seguía echando Salvatore. Definitivamente había algo sobre ella que tampoco
le gustaba. Quizás Steph le había dicho algo.
Bien, uno menos, quedan seis.
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Pensar en Steph me hizo pensar en mi vida normal, lo que me hizo
pensar en mi padre. Lo que me hizo entrar en pánico.
—Tengo que irme, tengo que llamar a mi padre —le dije a todo el
mundo, apartando la silla rápidamente y haciendo un ruido fuerte de raspado
en el suelo—. Lo siento —dije, girándome hacia Ermina, recordando mis
modales—. Gracias por la cena.
Corrí por el pasillo hacia mi habitación. Debía llamar a mi padre.
Transferir el teléfono de casa celular no era un truco que hubiese salido muy
bien en Jordania así que mi única esperanza era llamar a mi padre yo misma.
Steph había pasado por mi casa y había dejado el teléfono descolgado. Nos
imaginábamos que si mi padre llamaba y le daba señal de ocupado pensaría
que estaba conversando con ella. Él no tenía la insistencia de seguir llamando.
De todas formas, esperaba que si yo le llamaba primero él no se molestaría en
llamarme a casa.
Cuando entré en mi habitación, tomé el teléfono.
—Mierda —dije para mí, dándome cuenta que estaba bajo de batería.
Marqué el número de mi padre y mientras estaba esperando a que
contestara, Lincoln entro por la puerta abierta y se sentó al final de la cama.
Puse mi dedo sobre mis labios. Él asintió y permaneció en silencio.
—James Eden —contestó mi padre.
—Papa soy yo.
—Hola, corazón. Tu número no me aparece en la pantalla. ¿Dónde
estás?
—Puse mi número oculto antes —dije rápidamente—. Estaba uhm,
gastándole una broma a Steph.
—Oh, claro. ¿Está todo bien? —Sonaba ocupado y pude oír el sonido
de papeles detrás de él.
—Sí, bien. Solo te echaba de menos y pensé en llamar —dije,
permaneciendo en una esquina de la habitación donde había buena recepción,
esperando que no fuera capaz de decir que no estaba en casa. Le di mi espalda
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a Lincoln y recorrí los dedos por el alféizar de la ventana, intentando
mantener mi concentración en la conversación con mi padre en vez de pensar
en que Lincoln estaba ¡sentado en mi cama!
—Eso es agradable cariño. También te echo de menos, no puedo
esperar a llegar a casa. Casi hemos terminado aquí así que estoy intentando
tomar un avión pronto. Podría estar en casa en un par de días.
Mierda.
—Esas son… grandes noticias.
—¿Estás segura de que estás bien? Sabes que los Richardson… —Le
corté.
—Lo sé, lo sé, papá, están en la puerta de al lado si necesito algo.
—Bien —dijo riéndose un poco—. Solo cuídate. Me preocupo por ti.
¿Has estado viendo mucho a Lincoln?
—Oh. Yo, ummm…. —Lincoln seguía mirando en otra dirección,
pero aún estaba aquí. Estaba segura de que querría saber de qué estábamos
hablando—. Ummm…. Sí, un poco.
—Bueno, ten cuidado. Ya sabes… Steph es la única que tiene permiso
para pasar la noc…
Le corté otra vez.
—¡Papá! Lo sé. Mira, me tengo que ir.
Te llamaré mañana —dijo papá.
—Bien, adiós. —Colgué. Misión completa, por hoy, de todas formas.
Dejé mi teléfono y hurgué en mi bolso con la esperanza de que alguien
se hubiese molestado en meter el cargador. No tenía esa suerte.
—Entonces —dijo Lincoln con una sonrisa creciendo en sus labios—.
¿Por qué tiene permiso Steph para pasar la noche?
—Porque ella es de confianza —dije, tirándole una almohada.
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—Oye, ¿Y eso por qué?
—¡Espionaje! —Pero antes de que me saliera la palabra, Lincoln estaba
enfrente de mí, con sus manos firmemente alrededor de mi cintura.
—No puedo evitar tener una audición súper natural —susurró
deliberadamente—. Sabes que realmente no vine aquí para escucharte hablar
con tu padre.
Mi interior explotó a pesar de la insistente amargura por la culpa
clavada en mi interior. Lincoln movió una mano por mi brazo hasta mi cara.
—¿Sabes cuantas veces he…?
Quería decir: ¿Qué? Quiero decir, maldita sea, quería saber estas cosas.
Pero mi boca estaba tan seca que no podía hablar. Por donde sus manos fueran
se sentía como si esa parte de mi cuerpo despertara por primera vez.
—Muchas —dijo. Como si de alguna manera yo supiese lo que iba a
decir y esa fuese su respuesta—. Ya sabes, debía decírtelo. Cuando tú y yo nos
besamos antes, ha sido diferente. —Sus manos se seguían moviendo sobre mí y
yo estaba luchando por mantenerme en pie por no hablar de atender a sus
palabras.
Estas eran demasiadas multitareas.
—Excepto por aquella vez en tu cumpleaños, no cuento ninguno de
los otros besos. Quiero decir ya hemos establecido que los besos curativos no
cuentan, ¿Verdad? —preguntó, con las comisuras de sus labios alzadas.
Necesitaba encender el aire acondicionado.
—Uh-huh. —Fue todo lo que pude manejar.
—Uh-huh —me imitó, pero mucho más bajo, mucho más sexy.
Maldita sea, él estaba disfrutando esto.
—Y luego estuvo lo de más temprano, pero esta tampoco cuenta
verdaderamente. No era yo mismo y creo que ese beso debe ser catalogado,
como de calentamiento. ¿Está bien contigo? —Su sonrisa aumentó
ligeramente.
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—Ah-hem —creo que murmuré.
—Bien. Y cuando realmente vuelvo a pensar en ese beso de tu
cumpleaños fue… increíble pero lo hicimos un poco corto ¿No? —Sus dedos
se movían por debajo de mi cuello hacia mi clavícula.
Asentí. Murmurar ahora estaba más allá de mí.
—Entonces al menos que tengas algún daño del que yo no sepa, si te
besara ahora, de alguna manera sería nuestro primer beso real.
Dejé de respirar.
—¿Tienes alguna… —Sus labios apenas se movían mientras se
acercaban, y se acercaban a los míos.
Recomponte Vi, ¡Estas temblando!
—¿Herida que necesites curar, Violet? —Sus labios rozaron los míos
cuando él dijo mi nombre.
No respondí, pero —gracias al cielo— él no esperó. Sus labios, tan
deliciosos como siempre, encontraron un aterrizaje seguro entre los míos por
segunda vez, y todo mi estado de congelación se derritió en vapor entre
nosotros.
No sé cuánto tiempo pasó. Se sintió como un momento. Pero de
alguna manera mis piernas encontraron su camino alrededor de la cintura de
Lincoln y mi espalda estaba contra la pared. Por una vez, ninguno de los dos
se apartó. Ni siquiera cuando golpeamos la estantería y se partió en dos. En
todo caso, lo hizo mejor.
Nuestros poderes encontraron su camino del uno al otro. No lo
pedimos, simplemente pasó. Una progresión natural y aun así una
confirmación más de que esto estaba destinado a pasar. Y de alguna manera a
pesar de todo esto, nuestras almas se alcanzaron como dedos estrechándose
desesperadamente, casi —pero no del todo— tocándose.
Mi respiración se aceleró, como la suya. Los dos nos apartamos al
mismo tiempo.
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—Deberíamos…
—Parar —terminé por él.
—Sí —dijo, pesadamente.
Ambos sabíamos que en unos minutos más nuestras ropas hubiesen
ido fuera.
¿Y el problema es?
Pero entonces lo recordé. Ahí estaba el problema. Me enderecé mi top
y me moví a la otra parte de la habitación.
—Griffin está esperándonos —dije.
—Es cierto —dijo, levantando una ceja por la distancia que había
puesto entre nosotros.
Caminé hacia la puerta, intentando estabilizar mis piernas nerviosas y
esquivar los libros que habían caído de la estantería.
—Ermina no va a estar feliz contigo —dijo, sin intentar detener la risa
que le siguió.
¡Como si me importara!
Con todos los demás dilemas a un lado, ese fue el beso más asombroso
que me habían dado.
Lincoln y yo nos sentamos en el sofá de la habitación de Griffin
mientras él me hacía un millón de preguntas.
Le dije la mayoría de las cosas y evité cualquier cosa que me pudiese
llevar a admitir que le había dejado a Phoenix sangrar sus emociones en mí. Le
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conté como había seguido los sentidos para la apertura de detrás de una de las
cataratas, como Phoenix había dicho que había estado esperando a que
llegáramos. Como había admitido que él era el responsable de enviar a Lincoln
detrás de Nahilius.
—Pero no lo entiendo. Magda nos contó que ella descubrió lo de
Nahilius cuando estaba lejos —le dijo Griffin a Lincoln, pereciendo más
interesado en esto que en nada.
—Sí, Phoenix probablemente arregló eso también —dijo Lincoln,
descartándolo—. Y casi funcionó. Si Violet no me lo hubiese hecho a tiempo
podría haber hecho algo… —Su voz se fue apagando—. Algo con lo que no
hubiese podido vivir.
Griffin sacudía la cabeza mientras paseaba por la habitación,
confundido. Ansioso.
—Violet, hay algo que no nos estás diciendo. Lo siento, normalmente,
intento no meterme en la vida personal de la gente, pero ahora mismo no
puedo permitirme ir con tacto. No me estás dando la verdad completa.
Solo había un camino con la habilidad de Griffin. Tenías que creerte lo
que estabas diciendo. Era el defecto en su fuerza, él podía ver la verdad en una
persona, así que si no creían en lo que estaban diciendo estaba claro para él,
pero si creían en lo que decían, incluso aunque estuviesen equivocados, él
estaba jodido.
—Griffin, la verdad es… no sé si puedo… —Dejé caer la cabeza,
avergonzada de llorar por Phoenix.
Lincoln trató de consolarme incluso aunque esto podía ser duro para
él.
—Está bien. Vi, ¿Crees que esperábamos que cambiaras a Phoenix? No
es una posibilidad en este momento, de todos modos. No es que podamos
romper su conexión contigo.
Aparté el miedo que se cebaba en mí, el miedo a que algunas
conexiones no se podían romper nunca.
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—Lincoln tiene razón. Si peleamos mañana, encontraremos una
manera de páralo sin cambiarlo —dijo Griffin.
Mantuve la cabeza baja y asentí. Me aferré a la verdad en mis palabras
en vez de a mis mentiras por omisión y no me arriesgué a mirar a Griffin.
Intenté no dejar mis pensamientos a la deriva, tanto si eran sobre la conexión
o no, ¿Podría realmente mantenerme al margen y dejar que lo cambiaran?
—Entonces —dijo Griffin, cambiando de todo y sonando incómodo—.
Ustedes dos…
Lincoln se levantó y yo le seguí. Era definitivamente un buen
momento para salir.
—El tema sobre nosotros dos no está abierto a discusión ahora mismo.
—Correcto, entonces tu elección está hecha —dijo Griffin sonando
preocupado e incluso derrotado. Era bueno ver que estaba tan emocionado
con la idea de nosotros dos estando realmente felices.
—De cualquier manera, Griffin ¡Actualmente no estábamos invitando
a opiniones externas! —gritó Lincoln mientras caminábamos por el pasillo.
—¡A las 5 am mañana! —gritó Griffin detrás de nosotros.
Lincoln me acompañó a mi habitación pero no entró.
—Creo que sería mejor si yo…
—Volvieses a tu habitación —dije, sonriendo.
—Necesitas dormir —dijo.
Estaba exhausta.
—Tú también.
—De todos modos, es probable que Ermina patrulle por los pasillos
por la noche. —Tenía tanta razón. Tanto como quería que entrara sabía que si
lo hacía no querría irse y, aparte de ya tener un estante roto que explicar. No
estaba segura de que podría confiar en mí.
Me besó ligeramente en la mejilla y luego me acercó.
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—Te amo, Violet Eden.
Mi boca no estaba seca ahora y estaba segura de lo que quería decir.
Le recé a Dios, recé en ese momento, desesperadamente, que si a lo
mejor había un Dios y que si ese Dios quisiera escucharme y si estaba
dispuesto a hacer algo por mi realmente lo reflejaba muy bien en él.
Por favor, por favor, por favor, deja que haya suficiente de mi alma
para dar.
A medida que una vez más, el miedo de dar algo tan vital en ese
desierto me atormentaba.
—Corazón y alma —susurré.
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Capítulo 26
“Te digo la verdad, verás el cielo abierto, y a los ángeles de Dios
ascendiendo al Hijo del Hombre”. Juan 1:51
Traducido por rihano
Corregido por obsession
las seis en punto de la mañana siguiente, estábamos de
regreso en el centro de la ciudad de Madaba y solo había una
cosa en mi mente. Café.
Pensarías que yo ya había tenido bastante, he estado levantada desde
el amanecer, pero Ermina no cree en esto y me miró, como si yo fuera
descendiente del diablo, cuando le dije que cada hotel necesitaba seriamente
una enorme máquina de café expreso.
Lincoln me había arrastrado al minibús, prometiendo que me
encontraría café tan pronto como llegáramos a la ciudad. Pero habíamos
estado allí hacía ya veinte minutos y yo todavía estaba libre de cafeína, el cual
no es un estado acorde conmigo. Lo último que necesitaba era que otra de mis
adicciones colgara delante de mí, mientras sufría un dolor de cabeza asesino.
Finalmente Salvatore, quien compartía mi amor por el café, encontró
un pequeño café, si puedes llamarlo así. De todos modos, servía café. Mientras
Zoe, Magda y Nyla caminaban por la calle con Azeem para esperar a su
Grigori local, Salvatore y yo nos metimos en Ayola.
Nos fueron dadas dos opciones, café turco o Nescafé. Salvatore tenía
que sacarme de mi estado de aturdimiento. Ordenó cafés turcos para nosotros
dos ya que eran cortos y rápidos. Griffin y Rudyard no habían parecido
A
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impresionados por el desvío, así que él pensó que ellos serían la mejor opción.
Ellos simplemente no entendían que yo no pudiera funcionar sin una taza.
El café era asqueroso. Tenía un sabor áspero y amargo, con un sabor
muy fuerte a cardamomo. Pero estaba dedicada a la causa y desesperada
porque el dolor de cabeza se fuera, así que cerré los ojos y bebí. Salvatore, que
no podía avanzar y dejar su café sin tocar, me dio un gesto de respeto.
Supongo que se necesita un italiano para entender ese tipo de dedicación a la
bebida.
Cuando salimos de la cafetería, sentí que algo cambiaba. Una
alteración distintiva. El aire era más delgado, la gravedad inestable. Reduje la
marcha, tratando de entender el cambio. Salvatore continuó, sin enterarse.
Mis sentidos estaban por todas partes. Yo casi esperaba mirar alrededor y estar
rodeada de exiliados.
—¡Linc! —grité.
Él solo tuvo tiempo para dar vuelta y enfrentarme antes de que se
detuviera.
Todo se detuvo.
Una especie de ausencia de ruido amplificada rodeándome, que me
recordó a cuando ponía una caracola en mi oreja. Mi pesada y frenética
respiración hizo eco como un tornado. Me sentí herida cada vez que mi
estómago se levantaba en mi pecho y se desplomaba de nuevo a mis intestinos.
No es bueno.
—Lincoln —grité de nuevo, pero fue inútil.
Nadie más reaccionó cuando las arenas empezaron a rodar. Me
preguntaba si me estaba volviendo loca, si de alguna manera los recuerdos de
mi tiempo en el desierto me habían vuelto completamente loca.
Yo miraba, incapaz de caminar o correr, aunque no estaba segura de si
la incapacidad era forzada por otro o simplemente la naturaleza humana. La
tormenta de polvo se asentó y se aclaró mi visión hasta un hombre que no
había estado de pie frente a mí un momento antes.
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Luché por sentir mis piernas, tenía que estar segura de que podría
moverlas si esto se volvía una pelea. Lo que pasa con los ángeles es que tú
simplemente nunca lo sabes. Sobre todo, sospechaba, cuando se trataba de
éste.
—Hola, Nox —dije.
—Hola, Violet —dijo él, manteniendo una clara distancia de mí.
Sabía que no era que estuviese asustado de mí, sino más bien que yo lo
repelía de alguna manera.
—Has estado muy ocupada desde la última vez que nos encontramos.
¿Estás disfrutando de tu nuevo camino?
Recordé cómo me había preguntado sobre Phoenix cuando me había
convertido.
—Tú sabías que esto sucedería. Sabías que Phoenix se volvería contra
mí, ¿verdad? —respondí, repentinamente enfadada de que los ángeles tuvieran
el poder de jugar a estos juegos, que parecían disfrutar de la manipulación de
los humanos como peones en un tablero de ajedrez.
Él levantó su barbilla, antes de ajustar sus gemelos de plata. Su traje
era diferente del que había usado la última vez. Este era más como un
esmoquin, con agudas costuras brillantes. Su cabello largo hasta los hombros,
rubio arena, estaba peinado hacia atrás.
—Yo no puse nada de esto en efecto, si eso es lo que estás sugiriendo.
—¡Claro, como si creyese eso! —Quería llamar a Lincoln de nuevo.
Era repugnante saber que él estaba tan cerca y tan lejos.
—¿Crees que es importante lo que tú crees? ¿Crees que podría cambiar
el razonamiento o de hecho cualquier situación? He presentado muchos
caminos para ti, Violet, y voy a presentar muchos más. No encuentro valor en
mentirte.
—¿Por qué no me hablaste de Phoenix?
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Se pasó una mano por la mandíbula, de la forma en que los hombres lo
hacen después de que se han afeitado. Él parecía intrigado.
—Lo descubriste en el momento oportuno, de la manera correcta; eso
es todo lo que necesitas saber.
—Muy bien. —Había olvidado lo molestos que eran mis ángeles
guía—. ¿Dónde estamos, de todos modos? —le pregunté, mirando alrededor.
Todavía podía ver a Lincoln, tal vez a unos diez metros de distancia, y a
Salvatore cerca, pero estaban completamente inconscientes de mí. Nox no
estaba exactamente aquí tampoco. Cuando miré de cerca, sus pies, aún en esos
zapatos negros de charol, estaban en la arena de su desierto. Estaba aquí, pero
no al mismo tiempo, y detrás de él, algo se estaba moviendo. Claros remolinos
de algo indefinible, casi transparente, que se desdibujaba como manchas
solares a la deriva.
—Estamos exactamente donde estábamos hace un momento.
—Nox. ¿Cómo estamos hablando el uno con el otro y por qué nadie
más puede vernos?
—Los reinos son simplemente capas. Hay muchas capas, cualquiera de
las capas está en cualquier momento cerca de otra. En este momento tu reino
y mi reino son como un par de frágiles cortinas flotando en la brisa, a través de
una ventana abierta, avanzando lo suficiente para que se toquen en un punto.
—Nuestros reinos se superponen —le dije, tratando de entender.
—Muy bien. Durante un tiempo, en este lugar, los reinos se están
tocando.
—¿Puedes hacer eso?
—No sin dificultades, y tuve que pagar un precio —dijo, ahora infeliz.
El por qué Nox se había molestado en pagar algo para verme me puso muy
nerviosa.
—¿Por qué nadie más puede vernos? —pregunté mientras
silenciosamente deseaba que Lincoln me encontrara.
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—El tiempo ha sido alterado. No sería bueno que todo el mundo
pudiera ver estas cosas. Puedo verlos porque soy un guía, vinculado a ambas
realidades, tanto como cualquier ángel —electo o maligno— ahora que está
permitido.
—¿Y yo?
Él asintió con la cabeza, mostrando una vaga forma de fascinación.
—Lo admito, yo no sabía si tú serías capaz de verme. Es parte de la
razón de mi viaje.
—¿Así que fue una prueba?
—Sí. Y no.
—¿Por qué? Pensé que ustedes lo sabían todo.
—Lo hacemos —dijo, en forma breve.
—Todo menos lo que viene de arriba —dije, recordando lo que Griffin
me había explicado una vez.
—¿Cómo está tu conciencia, Violet? —se burló Nox, ahora enojado.
—¿Por qué viniste aquí? —repliqué rápidamente, sabiendo que tenía
que mantenerme firme. Yo no había querido hacerlo enojar, pero ahora que lo
había hecho, decidí que sería una mala idea dar marcha atrás.
Nox inclinó su cabeza hacia un lado, examinándome, pero también
mirando más allá, momentáneamente, a la ciudad y su gente. Él era muy
consciente de su entorno, aunque no quería demostrarlo. Estaba fascinado por
la humanidad. No, estaba fascinado por las posesiones.
—Tengo una pregunta y un mensaje.
—Déjame adivinar, la pregunta en primer lugar.
Sonrió.
—¿Estás lista para tomar su vida?
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Mojé mis labios, nerviosa una vez más de estar en un desierto con un
ángel de la oscuridad.
—¿Pensé que solo sería devolverlo? ¿Si mato la forma física de
Phoenix, su espíritu aún regresa al reino angelical, verdad?
—Niña, yo no estoy preguntándote por tu exiliado. Estoy preguntando
por aquel que refleja tu alma.
Di un grito ahogado.
—Es cierto, entonces, ¿somos almas gemelas?
—Tú no me necesitas para decirte eso. Ahora dame mi respuesta, nos
estamos quedando sin tiempo.
—Pero no entiendo. Yo... yo nunca lastimaría a Lincoln.
—Y, sin embargo, tu decisión dice que lo harás. La oscuridad y las
lecciones yacen por delante, voy a estar observando de cerca para ver a dónde
te llevará esa voluntad tuya.
—¿Eso es?
—Sí.
—Bueno, ¿Dónde está Uri? ¿Está aquí también? —le pregunté, sin saber si
quería que estuviera o no.
—En camino. Él envió el mensaje. Está anclando los reinos de modo
que yo pueda moverme entre ellos. —Sonrió deliberadamente—. Tiramos una
moneda. Él perdió. —Nox pareció desdeñoso por un momento y pensé que no
me diría cuál era el mensaje de Uri, pero luego habló—. Se supone que te
recuerde sus palabras acerca de la rendición. Adiós.
Yo no podía recordar cuáles eran.
Las arenas volvieron a levantarse y yo sabía que solo tenía unos
segundos.
—¡Nox! ¡Espera! ¡Necesito saber lo que pasó ese día, esa noche, en el
desierto! ¡Por favor!
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Le oí reír, pero eso fue todo.
El mundo a mi alrededor comenzó a moverse. Lincoln se precipitó
hacia mí.
—¿Qué?
¿Son los sentidos? No puedo sentir nada.
—Él estaba mirando a su alrededor en estado de alerta.
Yo no podía responderle. No podía hacer nada. El reino angelical o lo que sea
que fuera, el desierto del que procedían los guías, se había sobrepuesto con mi
realidad. No sabía si volvería a tener la misma sensación de gravedad después
de experimentar la extraña sensación de estar en dos lugares, y ninguno, al
mismo tiempo.
—¡Violet! —dijo Lincoln, sacudiendo mis hombros—. ¡Sal de eso!
Parpadeé.
—Lo siento. —Estaba a punto de decirle lo que había pasado, estaba a
punto de explicar cómo él solo lo detuvo, cómo el “tiempo” se había detenido,
cuando una sensación familiar se apoderó de mí. Esta vez no era solo yo.
—Violet. Puedo sentirlo, hay un exiliado aquí.
Asentí con la cabeza.
—Es lo mismo que sentí cuando llegamos. —Yo estaba hablando en
piloto automático. Sabía que debía concentrarme en esto, pero en lo único que
podía pensar era en Nox, en cómo había perdido mi oportunidad para
averiguarlo. Quería gritar. No, yo quería golpear a alguien.
Mis ojos se movían por todas partes, pero lo único que pude ver fue a
un hombre con una sucia túnica marrón caminando por el otro lado de la
calle. Cuando estaba frente a nosotros, se volvió encarándonos y se detuvo.
Esperé a que levantara la mirada. No lo hizo.
En un abrir y cerrar de ojos, se había ido.
—¿Acaba de desaparecer? —pregunté, dejando que mi frustración
consiguiera lo mejor de mí—. Jesús.
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—No, pero igual de viejo. —Me di la vuelta. Rudyard había llegado a
mi lado. Decir que se veía pálido no lo abarcaba.
—¿Lo sentiste? —le pregunté.
—Todos lo hicimos y estabas en lo cierto, Violet, él es realmente muy
viejo. Y es muy, muy poderoso.
—¿Qué es él? No lo siento como un exiliado normal, algo estaba mal
—dijo Lincoln.
—No tengo ni idea. Estamos en un lugar antiguo. Hay cosas aquí que
no podemos empezar a comprender —dijo Rudyard.
—Sí, bueno, no te ofendas pero cuanto antes salgamos de aquí, mejor.
He tenido suficiente con estar jugando a los juegos de todo el mundo —dije,
pasando mis manos por mi cabello y comenzando a levantar mis muros.
Lincoln me miró, con una pregunta en sus ojos. Sabía que se había perdido de
algo.
Con todo lo que había estado sucediendo, había estado dejando a todos
a un lado más y más, nuevos amigos, gente en quien confiar, Lincoln, todo me
estaba volviendo laxa y eso no era lo suficientemente bueno.
Las cosas estaban presionando en los bordes, cosas aterradoras estaban
jugando conmigo y yo estaba dejando todo en una espiral fuera de control.
Algo tenía que ceder.
Lincoln puso una mano en mi hombro. Me alejé, rompiendo el
contacto. Sabía que él lo estaba haciendo para demostrar que estaba allí para
mí, pero en este momento estaba demasiado confundida. Necesitaba recuperar
algo de control. Cuando su mano cayó, él no dijo nada y parte de mí quería
gritar e invocar los derechos de cambio de opinión del adolescente. Pero no lo
hice, solo di la vuelta.
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Capítulo 27 “Al llegar a la cima de la montaña, llegamos a una iglesia... vi un
lugar ligeramente elevado sobre el tamaño de una tumba normal.
Le pregunté acerca de ello y el santo respondió:
‘El santo fue enterrado aquí por los ángeles’”.
Escritos de Egeria
Traducido por Esti
Corregido por obsession
zeem y su otro Grigori nos condujeron a un lugar llamado el
Monte Nebo a unos veinte minutos de Madaba, en su una-
vez-blanca-camioneta que ahora estaba cubierta de polvo y
suciedad por el desierto.
Todo el viaje mi mente revivía los momentos.
¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Estoy volviéndome loca? ¿Cuándo
finalmente me matará Phoenix?
Y a pesar de todo, la creciente sensación de que algo muy importante
estaba a punto de suceder. Me estaba perdiendo algo.
Iba más allá de Phoenix y Lincoln, más allá de todos nosotros.
Desde que había llegado a Jordania y sentí al exiliado, lo he sabido. Tal
como lo supe aquel día parada en aquel acantilado que mi vida iba a cambiar
para siempre, como también sabía que el hombre con esa túnica era otro Cliff6. 6 Cliff: Suena como si estuviera describiendo a un hombre muy grande físicamente y metafóricamente
era como un acantilado / rock, es decir, silencioso, fuerte, inaccesible.
A
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Luché por respirar a través de mi apretado pecho, mis ojos ardían con
una explosión de puro miedo. ¿Qué demonios estaba pasando?
Spence estaba sentado a mi lado. Me alegré de que Lincoln hubiera
decidido viajar en el primer auto. Había entrado en el modo guerrero y quería
estar al frente por si acaso. Yo estaba feliz de ir con Spence, Zoe, Salvatore y
Azeem y simplemente desconectar por un tiempo. Estaba especialmente
contenta de que Magda estuviera en el otro auto, ahora mismo no podría
hacerle frente a sus miradas asesinas.
Cuando llegamos a una parada, Azeem saltó y abrió la puerta.
—Bienvenidos a Monte Nebo, el lugar de descanso final de Moisés
—dijo.
Yo fui la última en salir.
—Debemos caminar a partir de aquí —dijo Azeem, tomando mi mano
para ayudarme a salir del auto—. Los otros ya han comenzado.
Miré hacia arriba para ver una colina. Lincoln y los del primer auto ya
estaban en pie, a medio camino de la cima. Había un camino que nos guiaba,
pero estábamos en el lado equivocado de algunas puertas importantes y estaba
segura que con ábrete sésamo no se abrirían.
Spence, Zoe y Salvatore se pusieron en marcha, deseosos de ponerse
en acción. Caminé más despacio con Azeem.
—Llevas una carga de más años de los que tienes —dijo mientras
caminábamos.
—Sí. Lo estoy tomando todo por adelantado para que en un futuro
pueda sentarme en una silla de hojas de plátano y beber mojitos.
—La armadura del humor no es una defensa fuerte.
—Lo sé —admití—. Pero en este momento, es todo lo que tengo.
—Eso no es verdad, nunca estás sola —dijo Azeem, mirando hacia el
cielo.
—Yo realmente no creo en... No estoy segura de lo que creo.
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—Todos creeríamos en Dios si él nos sirviera a nuestro antojo. La fe no
se trata de una vida fácil o incluso de la verdad. La fe es algo que se tiene a
pesar de todo.
Me hubiera gustado poder asentir y decir algo espiritualmente
apropiado, pero... no. Nosotros nos acercábamos a la cima y las enormes
esculturas aparecieron a la vista, enviando un escalofrío por mi columna
vertebral.
—¿La cruz? —inquirí mirando a la impresionante cruz que parecía
que estaba hecha de bronce, la figura de una serpiente envuelta alrededor de
ella. Me hizo pensar en Lilith. En algunas historias se cree que es la serpiente
del Edén. Es una imagen visual que no te abandona.
—Cuando Moisés sacó al pueblo de Egipto en peregrinación con la
esperanza de la tierra prometida, ellos se volvieron contra él y Dios. Muertos
de hambre, le cuestionaron por qué habían sido traídos a este desierto para
morir. Por esto, Dios envió serpientes venenosas para morderlos y muchos
murieron. Cuando Moisés oró a Dios para salvar a la gente, le dijo que hiciera
una serpiente y la colocara sobre un asta. Todo aquel que había sido mordido y
la miró fue salvado.
—¿Y este es el Dios en el que crees?
Azeem dio una pequeña sonrisa.
—Lo admito, no es la historia más inspiradora.
Ahora no solo eran las Esculturas las que me recordaban a Lilith. Esa
historia sonaba como algo que provenía de su libro de cuentos, también. Lo
estaba aprendiendo cada vez más y más, nada era tan claro como me hubiera
gustado. Nada era totalmente bueno o malo como parecía. Y si había un Dios,
no estaba segura de que era mejor que lo peor de nosotros.
Nos acercábamos a la cima. Me detuve y miré a Azeem.
—Azeem, yo... cuando acepté y me convertí en Grigori, tuve que
hacer algo.
—Una prueba de voluntad —dijo, asintiendo con la cabeza.
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—Tenía que matar a una imagen que escogiera. —No podía encontrar
las palabras para expresar cómo esa silueta se había convertido en mí.
—Y ahora sientes remordimiento —dijo, compasivamente.
—Como que... Lo cierto es que no me arrepiento, es solamente que, la
imagen que elegí... ¿hay alguna posibilidad de que fuera real...
—Violet —él puso su gigantesca mano sobre mi hombro—, no tengo
tus respuestas. Puedo ver que estás siendo atormentada por esto. Las
elecciones a menudo revelan consecuencias de muchas maneras. Pero lo que
buscas no te lo puedo dar.
—Pero no estoy buscando algo, yo... yo solo quiero saber...
—Por supuesto que estás buscando algo. Buscas el perdón y eso es algo
que no te puedo dar. Tendrás que mirar más allá de este lugar de la tierra y la
roca.
Estaba de nuevo con la cosa de Dios.
No quise ofenderlo, decirle que en este momento, no encontraba
consuelo en la posibilidad de que Dios realmente pudiera existir. Me conformé
con:
—Voy a pensar en ello.
—Este es un buen lugar para comenzar. —Él continuó a lo largo de la
ruta y aceleró el ritmo—. Vamos, ya casi estamos allí.
La montaña, en realidad una colina, no era espectacular. Era grande,
pero no como las formaciones rocosas que rodean el hotel con cascadas. Era
simple, y aunque se pudiera ver el trabajo que se había hecho para restaurar la
zona —los árboles pequeños y arbustos verdes rompían la continuidad de la
tierra del barón, un pequeño sendero que estaba bien cuidado— no fue hasta
que llegamos a lo más alto que me di cuenta de por qué era un lugar especial.
Las vistas.
Azeem apuntaba a una masa de agua.
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—Oeste, el Mar Muerto —y luego levantó la mano más alta, lo que
indicaba más allá—, y la Tierra Prometida.
—Jerusalén —dijo Griffin, ahora de pie junto a nosotros.
—Vaya —dije, y quise decirlo de todo corazón.
Azeem se volvió.
—En el Sur están los castillos de los cruzados, al Norte, las siete
colinas de Amman, y al Este, el desierto jordano los restos de Arabia Saudita.
—Entonces él nos llevó haciendo un círculo completo alrededor del perímetro
de la capilla que descansaba en lo alto de la subida. Era viejo, pero también
sorprendentemente moderno en diseño. Nyla se fijó en mi reacción.
—La capilla original se encuentra dentro de los muros de ésta
—explicó Nyla.
—La capa exterior se construyó para protegerla. Pero incluso el que
está dentro no tiene más de dieciséis o diecisiete siglos de antigüedad. Es sobre
todo un destino turístico ahora y normalmente está abierto todos los días
—agregó Azeem.
—¿Por qué no hoy? —le pregunté.
—Hemos pedido un favor. No pensamos que fuera prudente estar
todos aquí entre los turistas. —No podría estar más de acuerdo.
Lincoln y Spence aparecieron en la parte trasera del edificio. Spence
tenía un puñado de pequeñas rocas que lanzaba en los irregulares arbustos.
Lincoln parecía frustrado.
—¿Cómo vamos a encontrar algo aquí? Esta construcción es muy
reciente. Griffin, esto se ve como un callejón sin salida.
—No —dijo Griffin. Estaba de pie en la parte frontal de la capilla,
estudiando cada piedra, cada ranura—. Tiene que haber algo aquí. La historia
nos dice que Moisés fue enterrado dentro de la montaña, y más tarde Jeremías
regresó con el Arca y la dejó donde Moisés fue enterrado.
—Debíamos mirar dentro —dijo Rudyard.
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—Me temo que Lincoln tiene razón. No van a encontrar lo que buscan
en su interior. Hemos buscado en cada centímetro de la capilla, pasajes ocultos
o marcadores —señaló Azeem a sus hombres—. Me temo que este viaje sea
una pérdida de tiempo para ustedes.
—Si Moisés fue enterrado en esta montaña, lo más probable es que
hayan hecho algún tipo de tumba —dijo Griffin.
—Yo no estoy en desacuerdo contigo, amigo. Es probable que exista
una tumba directamente debajo de la capilla. Pero aparte de tirar abajo la
montaña, no podemos estar seguros y, bueno, desde hace tiempo se ha
considerado que tal vez esto puede ser lo mejor. Si las personas o seres
equivocados tuvieran en sus manos los restos de Moisés o cualquier cosa de él,
no sería bueno.
—Bueno, ya vendrán, Azeem —dijo Griffin, ahora irritado—. Y si
nosotros no lo encontramos, créeme, ellos lo harán.
Esto es el por qué yo tenía un problema con la religión. La gente hacía
muchas cosas en nombre de la fe, o peor, lo utilizan para impedir a otros
explorar posibilidades alternativas. Me acerqué a la parte posterior de la
capilla y vi un estrecho sendero cubierto que conducía hacia la parte posterior
de la ladera.
—¿Por qué está aquel camino allí? —le pregunté a uno de los Grigori
de Azeem, que estaba parado a mi lado.
—Esto solía ser el camino a la cima, los peregrinos hacían un viaje
largo y difícil de Jerusalén. Ahora las carreteras han tomado su lugar —dijo,
mirando hacia donde los otros estaban pululando alrededor.
Eso me dio una idea y me encontré de nuevo al frente de la capilla.
—Rudyard, ¿tienes aquella cosa que nos leíste en Hades? El Mac… lo
que sea.
Él arqueó las cejas.
—Asumo que te refieres al Segundo libro de Macabeos.
—Sí.
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Metió la mano en su bien organizada mochila y sacó el viejo libro
encuadernado en cuero, abriéndolo en la página de la derecha antes de
pasármelo.
—Gracias —le dije, leyendo mientras caminaba alrededor de la capilla.
—¿Supongo que no te importaría iluminarnos a cualquiera de
nosotros? —gritó.
—Es solo una idea —le grité de nuevo, sin detenerme.
Unos pasos más adelante, me volví. Todo el mundo estaba casualmente
arrastrando los pies detrás de mí. Lincoln llegó a mi lado y se encogió de
hombros.
—Nadie más ha tenido una idea.
—Ah —tragué saliva, sintiéndome de repente expuesta.
Me dirigí por el viejo camino olvidado, mis zapatos capturando las
raíces secas que alfombraban el suelo. Una vez que bajé una tercera parte del
camino, me detuve y me volví de nuevo encarando la cima.
Aquí está la cosa sobre la observación, está abierto a tantas
interpretaciones. En el nivel primero y más básico —visual— nosotros vemos,
nosotros creemos. Incluso este nivel está por debajo del estándar para el
humano promedio. Contamos con otros cuatro sentidos principales que nos
influyen. Si huele a quemado, por ejemplo, pero no vemos el fuego, la mayoría
de la gente se pone a investigar hasta encontrar la fuente.
Después de los sentidos llega el instinto. Griffin me había estado
enseñando en las clases que los seres humanos están confundidos con este
concepto y por lo tanto, en general, no son capaces de aprovechar el poder de
la intuición. El instinto requiere fe en sí mismo, algo que los humanos, muy
conscientes de sus propias limitaciones, a menudo no logran encontrarlo.
Del instinto nos movemos al final más alto. La imaginación y
manipulación. Los ángeles tienen el dominio sobre ellos.
Pero al final, la observación siempre se reducirá al único factor final:
la percepción. El punto de vista de cualquier persona proporcionará su propia
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perspectiva individual, influenciada por la acumulación de millones de
momentos de su propia vida. Lo que una persona haría si vieran al ser que
aman ser asesinado a tiros delante de ellos es completamente diferente de lo
que el otro haría. Ya fuera real o imaginario, no importaba. Lo único que era
seguro es que la respuesta de un individuo ponía en marcha una cadena de
acontecimientos que cambiaba todo para esa persona, para siempre. El poder
de los ángeles —por eso que debe ser a la vez luz y oscuridad— deben filtrar
la percepción.
—Aquí —le dije, dejando que la parte en mí que no era humana
tomara las riendas.
—¿Qué? —preguntó Lincoln, confundido.
Señalé las mesetas en la cara de la montaña y árboles que ofrecían
aislamiento.
—¿No se parece esto a un lugar perfecto para una cueva?
—Supongo, pero Vi, no hay cuevas aquí, no hay señales de una
antigua abertura. No entiendo a dónde vas con esto.
—Jeremías estaba en algún tipo de misión angelical, ¿no? —le
pregunté, el sol cerniéndose en mis ojos.
—Así que él pudo haber sido capaz de ver las cosas que una persona
normal no podría. Tal vez incluso las cosas que solo los ángeles podían ver,
¿verdad?
Lincoln se limpió la cara, cansado, y me miró con recelo.
—Supongo.
Resoplé y me acerqué a él, compartiendo el libro.
—Mira —le dije señalando el pasaje—. “Y cuando Jeremías llegó,
encontró una CUEVA hueca, en la que puso el tabernáculo, el arca y el altar
del incienso, y ENTONCES” —destaqué—, “DETUVO LA PUERTA. Y
algunos de los que lo siguieron llegaron a marcar el camino, PERO” —lo mire
para terminar—, “ELLOS no podían encontrarlo”.
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—¡Hay una cueva! —Lincoln llamó a los demás que habían estado
esperando en lo alto de la colina, mirándonos.
Spence y Zoe bajaron corriendo con los demás.
—¿Dónde está? —preguntó Zoe, mirando hacia arriba y hacia abajo,
por todas partes.
—No lo sé —admití, esperando no conducirlos a un callejón sin salida.
Una vez que todos se habían unido a nosotros, Lincoln les explicó al
grupo de rostros asombrados que ahora se mostraban más animados de que
hubiese una cueva en la montaña.
—Rudyard —Griffin dijo—, creo que puedes ayudar.
—Dispara —dijo Rudyard.
—¿Puedes sentir el poder aquí? Tendrás que tratar de enfocarlo en la
montaña y encontrar su fuente.
Rudyard se agachó en el suelo, tocando con las dos manos.
Él esperó.
Finalmente, se levantó y suspiró.
—No puedo estar al cien por ciento, pero una energía diferente sin
duda viene de esa dirección. —Señaló a la derecha.
—Está bien, es mi turno —dijo Griffin, todos en silencio se miraron
entre sí, tratando de averiguar lo que estaba pasando.
Griffin no tardó mucho tiempo. Él solamente anduvo un poco a la
derecha y luego atrás.
—La montaña verdadera definitivamente ha sido molestada y Rudy
tiene razón, viene de allí, pero al igual que él no puedo determinar con
precisión el lugar.
Griffin bajó su cabeza, pensando. Todo el mundo le dio tiempo.
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—Correcto —dijo él, como si no estuviera realmente seguro—. Zoe, tu
turno.
—Ya era el maldito tiempo. ¿Qué te apetece? —preguntó ella
sonriendo.
—Levanta la montaña.
—¿Qué? —corearon todos.
Zoe se limitó a mirar de Griffin a la montaña, de vuelta a Griffin,
luego de vuelta a la montaña.
—¿Qué tan alto? —preguntó ella, cuando las bocas del resto de
nosotros se cayeron abiertas.
Griffin sonrió.
—Solo tienes que moverla. Si estoy en lo correcto y el glamur la
sostiene, no se moverá. Si puedes desplazar la montaña y los restos aún
permanecen allí...
—La cueva se mostrará —terminó Salvatore, luciendo impresionado.
Él realmente estaba haciendo bien en mantener el ritmo y no fui la única que
se dio cuenta. Creo que Zoe, quien usualmente parecía completamente
inmune a Salvatore, realmente se dio cuenta de él.
Ella cerró los ojos y esperamos. Bueno, hasta que Spence lo rompió.
—¿Estás bien, Zo?
—¡Cállate! Incluso la madre naturaleza necesita un momento para
esto. Tengo que concentrarme —graznó.
Así que esperamos de nuevo. Y esperamos. Debieron haber sido
alrededor de diez minutos, pero luego... la tierra comenzó a moverse.
Azeem y sus hombres, aún en la cima de la montaña, cayeron de
rodillas. Pero no tenía mucho sentido a menos que ellos estuvieran orando a la
Todopoderosa Zoe.
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Nos agachamos a la tierra para sostener nuestro equilibrio. Y nos
maravillamos.
Rocas comenzaron a moverse de lado a lado, solo ligeramente, pero en
sincronía. Los árboles de la montaña —la montaña entera— era de locos. Zoe
y la naturaleza se movían como uno solo. Bailando.
—Allí —gritó Lincoln.
—¡Sí! —exclamó Nyla, levantándose, balanceándose como una
criatura mágica navegando por la montaña.
Un área pequeña se quedó quieta. La montaña moviéndose alrededor
de ella, pero esa parte no mostraba ninguna señal de vida. Era del tamaño
perfecto, una abertura.
—¡Está bien, Zoe, puedes detenerte! —bramó Griffin sobre el sonido
de la montaña viva.
Zoe se levantó y abrió los ojos. La montaña se quedó inmóvil,
exactamente donde había estado. Todo el mundo se levantó lentamente,
asombrado de lo que acababa de presenciar. Salvatore inclinó la cabeza.
—Zoe, Complimenti7.
Ella no pudo ocultar la sonrisa dando un manotazo se alejó de él.
—Yo. No. Hablo. ¡Italiano! —dijo marchándose hacia el lugar donde
estábamos todos reunidos.
—Zoe, eres extraordinaria —dijo Rudyard. Con esto, ella no pudo
contener una sonrisa en toda regla.
—Estamos muy orgullosos de ti, Zoe —dijo Nyla, sus palabras tan
calurosas que calaron hondo en mi corazón. Me di cuenta de que eran como
una familia y cuando Zoe sonrió de nuevo a Nyla, era la clase de sonrisa que
una hija le daría a una madre. Me di cuenta de algo más, también. Es por eso
que Nyla me ponía tan nerviosa.
7 Complimenti: En italiano Felicitaciones.
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Nyla entrelazó sus manos con Rudyard y siguió caminando.
¿Yo podría tener eso algún día?
Cuando llegó el momento de entrar en el área que no se había movido,
Nyla y Lincoln fueron los primeros de las filas. Ellos tantearon alrededor,
tratando de tirar las piedras y tierra, pero cualquier cosa que quitaban de
alguna manera instantáneamente se reemplazaba. Era inútil.
—Es sólido, o algo así. Esto se regenera —dijo Lincoln, que aún
persistía, tirando más piedras.
—Todo está bajo un glamur —dijo Nyla, caminando de vuelta a
nosotros—. No podemos abrirnos camino con fuerza —aclaró, aunque
seguíamos viendo como Lincoln tiraba piedras en la apertura.
Nos planteamos la idea de que era mejor intentar entrar en el túnel
desde otro lugar.
Si Phoenix sabía cómo entrar, tenía que haber otro camino. Tendría
que haberse imaginado que podríamos conseguir entrar, también.
Di un paso tentativamente hacia la apertura, con miedo como si esta
pudiera tragarme entera. Coloqué una mano sobre el glamur. Se sentía como
tocar tierra y piedra
Utilicé mi poder, trabajé en él durante un rato y después lo lancé sobre
el glamur, deseando que se desvaneciera. Una bruma brotó de mí
directamente hacia la abertura, concentrándose exclusivamente en la fachada.
Sabía lo que le había preguntado.
La niebla se apoderó de su objetivo, fijándose en él como miles de
millones de diminutas gotas, y corroyendo la apertura, trabajando su camino
hasta el suelo.
—Bueno... eso fue efectivo —dijo Griffin, hipnotizado. Ante nosotros
había una cueva que conducía a un largo túnel, iluminado por lo que debían
de ser antorchas eternamente encendidas.
Fuego eterno.
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Capítulo 28 “No hay días en la vida tan memorables para aquellos quienes
vibraron con algún golpe de la imaginación”.
Ralph Waldo Emerson
Traducido por Anelynn
Corregido por MaryJane♥
eguimos a Azeem y a sus hombres mientras ellos dirigían el
camino hacia el túnel. Me pregunté por qué solo los hombres
Grigori se habían unido a nosotros en nuestro viaje. La única
Grigori mujer que había visto, otra además de Ermina, había estado en los
avisos de cuidado atrás en el hotel.
Spence apareció a mi lado.
—Da da da dah-dah, da da da dah-dahh, da da da dah, da da da dah, da
da da-dahh.
—¿Star Wars?
—Mierda. Iba por Indiana Jones —dijo él—. Este lugar es perverso.
Quería estar de acuerdo pero tenía un sentimiento diferente y me
tenía al borde. No podía ubicarlo, algo rancio, casi. Me quité la gorra de
Lincoln y paré de caminar. La atención de Spence ya se había amontonado en
otro lugar y nadie más lo notó. Los dejé caminar adelante y me volví hacia la
brecha. Algo definitivamente no estaba... entonces me di cuenta que lo
debería haber sentido tan pronto como entramos en el túnel. Aunque en una
S
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escala mucho menor, era la misma sensación rancia que tenía cuando sentí las
sentidos en nuestra llegada.
El sol brillaba en el ominoso túnel y caminé de regreso hacia la
brecha, vi al exiliado con túnica parado ahí, bañado en la luz brillante, la
cabeza inclinada debajo de una manta encapuchada.
Esperando por mí.
—¿Amigo o enemigo? —dije, deteniéndome a unos metros de él.
—Ninguno.
Su voz era joven, pero cansada, muy cansada.
—Eres un exiliado, ¿verdad? —pregunté, repentinamente insegura.
—Hice mi elección, sí. —E incluso de alguna forma no sentí como si
fuera realmente una respuesta.
—¿ Quién eres? —Di otro paso hacia él. No parecía preocupado.
—Un mensajero.
—¿Qué quieres?
Su cabeza se movió hacia un lado. Pensé que me iba a mirar, pero
entonces se quedó quieto otra vez.
—Nada. No quiero nada.
—¿Entonces qué estás haciendo aquí? —pregunté confundida.
—Nada.
—Correcto...
¿Escapando mucho del instituto?
—¿Cuál es tu nombre? —traté, comenzándome a sentirme impaciente.
—Puedes llamarme Judas —dijo, todavía no revelándose a sí mismo.
Me pregunté si algo horrible yacía debajo de las mantas, si él estaba herido o
asustado.
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—De acuerdo, Judas. ¿Sabes dónde están las Escrituras?
Asintió una vez.
—Debes ver la habitación que va más allá de tus ojos.
¿Por qué demonios todos tienen que ser tan crípticos todo el tiempo?
Es como algún criterio de ángeles y exiliados.
Se giró para irse.
—¿Por qué eres tan familiar? —pregunté, todavía incapaz de sacudir la
sensación de que conocía a este exiliado de alguna forma.
—Fui famoso una vez —dijo, y aunque todavía no podía ver su rostro,
sonaba extrañamente entretenido.
Cuando alcancé a todos los demás otra vez, ellos estaban amontonados
en una habitación pequeña. Los Grigori de Azeem estaban caminando de
regreso pasándome.
—¿A dónde van ellos? —pregunté.
—A cuidar la parte frontal —dijo Azeem.
—Oh —respondí, brevemente considerando decirles sobre Judas pero
decidí no hacerlo. Él se había ido.
—Esto es verdaderamente extraordinario —estaba diciendo Nyla
mientras caminaba hacia la habitación donde todos ellos estaban mirando
boquiabiertos.
Lincoln vino a mi lado.
—¿A dónde fuiste?
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No pensé que alguien lo había notado.
—Te digo después —susurré.
Junto con todo lo demás.
Levantó una ceja pero lo dejó ir.
Miré alrededor de la habitación, realmente solo un sucio piso y
agrietadas paredes de piedra cubiertas con pinturas y símbolos que lucían
cientos de años antiguas, lo que era precisamente eso que lo hacía tan
extraordinario.
—Este es un asombroso descubrimiento —dijo Azeem—, pero no
puedo ver nada aquí para ayudarte. Es posible que este sea la, o una, pre-
cámara para la tumba de Moisés, pero no puedo ver a dónde conduciría —dijo
él, circulando en la habitación, corriendo su mano a lo largo de las paredes.
—Tenemos que permitirnos verlo —susurré para mí misma,
repitiendo las palabras de Judas—. Oh, ¡Dios mío! Sé que hacer.
Miré a Lincoln.
—Es como la fachada, pero más. Este lugar, está hecho por ángeles
—¿Glamur? —preguntó Lincoln, tratando de seguirme el ritmo.
Sacudí mi cabeza.
—Imaginación.
Las dos cosas parecían lo mismo pero glamur es externo, un truco del
ojo. Imaginación está dentro de nosotros, una percepción. Para revelarlo,
nuestras propias imaginaciones tienen que estar abiertas a una nueva
interpretación.
Y antes de que cualquiera pudiera preguntar, liberé mi poder en la
habitación. Una manta de niebla amatista flotó sobre todo y empezó a trabajar
en su camino a través de las aparentes barreras. Esta habitación era una
defensa, solo otra capa.
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La intensidad de mi poder se construía y construía y comenzó a rodear
la habitación rebotando de las paredes hasta que la niebla se convirtió en su
propio huracán. Todos se tiraron al suelo.
La empujé, la empujé para romper toda la tela de lo que nos estaba
rodeando. Lucía real. Si tratábamos de caminar a través de nuestras propias
piernas no nos tomaría y si poníamos nuestras manos en la pared nuestras
mentes nos dirían que estaba sólida. Pero no lo estaba.
Sentí el sudor comenzando a gotear de mi frente y la fuerza fluyó
rápidamente de mi cuerpo. No estaba controlando esto bien. Comencé a ver
que la habitación se separaba, pero solo en mi visión periférica. Cuando traté
de ver lo que estaba más allá, no pude.
No era lo suficientemente fuerte.
Pero no necesitaba serlo. Sin mirar extendí mi mano abierta hacia un
lado. Él la atrapó firmemente. La habitación comenzó a llenarse con nuevos
colores y su agarre se tensó. Sabía que la niebla, aunque multicolor como la de
todos los demás, contenía el más vibrante verde, justo como sus ojos. Todavía
estaba debilitándome pero apreté la mano de Lincoln de regreso mientras
juntos demandamos que el velo fuera levantado.
No estoy muy segura de lo que pasó después, solo que todo se puso
oscuro y yo estaba cayendo.
Lo siguiente que sentí es que alguien estaba pateando las suelas de mis
pies. Yo estaba tumbada.
Abrí mis ojos. Estaba en el suelo, la cabeza en el regazo de Lincoln.
Miré hacia abajo, Spence se estaba alineando para patearme otra vez. Moví mi
pie justo a tiempo.
—Sabes, realmente pienso que todos necesitan evaluar la forma en que
tratan a sus colegas Grigori, especialmente cuando ellos están inconscientes.
—¡Esto está viniendo de la chica que tumbó a su hombre hace unas
semanas! —dijo Spence, sus brazos amplios como si no entendiera la
diferencia.
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Me sonrojé. Patética como estaba, recostada en el regazo de Lincoln y
teniendo a alguien más llamándolo mi hombre, era vergonzoso. Lincoln
pretendía mirar hacia otro lado por un momento. Pero reteniendo una sonrisa.
—Eden, conseguiste algún pesado encantamiento, te concedo eso,
pero ya no te queda poder. ¡Vamos! —dijo Spence, extendiéndome una mano.
—Tómate tu tiempo —dijo Lincoln, alisando el cabello hacia atrás de
mi cara sudada enviando una mirada afilada en dirección de Spence—. Esa fue
una cosa mayor allá atrás.
Él tenía razón. Estaba absolutamente gastada, pero me levanté de
todas formas y dejé que Spence me jalara. Este no era el momento para
debilidad.
Miré a mis alrededores. Estábamos en una completamente nueva
habitación. Bueno, realmente era una muy muy vieja habitación. Todos los
demás estaban lentamente moviéndose alrededor del espacio, estudiando los
símbolos en las paredes.
Azeem estaba de rodillas en el suelo.
—¿Está rezando? —le pregunté a Lincoln. Asintió. Azeem estaba
comprometido, le concedí eso. En una pared estaba una pintura del Monte
Nebo y parecía como una cortina pura que había sido puesta sobre todo la
montaña. La siguiente pared mostraba la cortina parcialmente cubriendo una
caja de madera con la parte de arriba dorada compuesta de dos majestuosos
pájaros posando con sus alas extendidas.
En la tercera pared, había tres figuras de forma humana. Una estaba
pintada de forma brillante, una de oscuro con sombras, y una...
desapareciendo, casi traslúcida. Las tres figuras, cada una usando una pequeña
corona, parados alrededor de un largo cáliz, que descansaba en un muy largo
tallo. Los tres tenían un brazo extendido y estaban sangrando de la muñeca en
la copa. La otra mano descansaba en el hombro del que estaba a su izquierda
así estaba todos conectados. Lancé mi mirada hacia la última pared, estaba
completamente desvanecida o nunca había sido pintada.
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Nyla y Rudyard estaban parados muy cerca, agarrados de las manos y
susurrando.
—Esta no es una buena noticia —dijo Salvatore, detrás de mí. Me giré
para ver de lo que estaba hablando y me encontré mirando hacia las mismas
cosas que tenían la atención inquebrantable de todos.
—¿Tú crees? —le espetó Zoe a Salvatore, lanzando una mano hacia el
cáliz que se balanceaba en el largo tallo de madera, justo como la hacía en la
pintura.
—Deja de ser una perra —habló más fuerte Magda, contribuyendo sus
primeras palabras para el día.
—¿Qué? ¿Conseguiste una patente en el o algo? —devolvió Zoe, su
furia causando que la arena se arremolinara a sus pies.
Magda miró hacia abajo en la tormenta de arena en miniatura de Zoe.
—No lo sacarías del suelo —advirtió ella.
—Señora, podría construir un castillo de arena alrededor de ti antes de
que sepas lo que está pasando —dijo Zoe, tomando un paso hacia enfrente,
retando a Magda.
Tal vez me levanté muy rápido.
Magda estaba por decir algo más, cuando Griffin se paró entre ellas.
—¡Paren! —gritó, mirando a Magda. Ella apartó la vista, su mano
yendo hacia el zafiro alrededor de su cuello como si de alguna forma la fuera a
proteger.
Mi cabeza estaba girando. Zoe parecía como que iba a decir algo más,
pero se detuvo cuando perdí mi balance y caí en una rodilla.
—Necesitamos llevar a Violet de regreso al hotel y creo que todos
necesitamos salir de este lugar.
»Ahora —ordenó Griffin.
Vino hacia mi lado mientras Lincoln me ayudaba a ponerme de pie.
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—Estoy bien —traté, pero ellos solo me ignoraron.
Tanto por ser fuerte.
—Déjame adivinar, Violet los necesita a ambos para rescatarla ahora
—dijo Magada bajo su aliento mientras salía de la habitación y hacia los
túneles.
—¿Cuál es su problema? —pregunté débilmente, tratando de una vez
por todas de saber cuál era su problema.
—Ella... ella solo está cansada —dijo Griffin. Pero yo no creía eso más.
Por la apariencia en el rostro de Griffin, tampoco él.
Mientras todos salíamos noté que Salvatore se quedó muy cerca de
Zoe, quien todavía estaba enfurecida, casi protectoramente.
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Capítulo 29 “El amor es el único fuego que es lo suficientemente caliente como
para fundir la férrea obstinación de la voluntad de una criatura”.
Alexander Maclaren
Traducido por LizC
Corregido por Lizzie
e desperté desorientada y me encontré en mi cama en el
hotel, luego me sorprendí cuando noté que había alguien
al lado.
—Solo soy yo —dice Lincoln con dulzura, cerrando el libro que había
estado leyendo.
—Hola —dije, sonando ronca. Había estado teniendo un sueño
familiar. El mismo que a menudo había tenido hasta ahora. Me concentré y
traté de aferrarme a él, de arrastrarlo de nuevo a mí. Pero una vez más, al
momento en que casi podía tocarlo, pareció disolverse completamente. Lo
único que quedó a su paso era la misma sensación de aislamiento y tristeza, y
el olor de los lirios.
Lincoln estaba sonriendo, me estudiaba. Se volvió, apoyándose en su
codo. La forma en que maniobraba su cuerpo, llevaba su peso y respiraba por
la nariz dentro y fuera poco a poco… de repente estuve muy consciente de
que estábamos en, o al menos sobre, la misma cama.
—¿Cómo te sientes?
Paranoica.
M
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Le devolví la sonrisa, aunque la mía no fue tan calmada, por lo que
traté de hacer a un lado la sensación de que me estaba perdiendo algo grande.
—Mejor, creo. ¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es que estábamos en
los autos.
—Te desmayaste cuando estabas subiendo, casi te llevas a Azeem
contigo —dijo.
No podía dejar de mirarlo. Su cabello estaba húmedo y se había
cambiado a unos pantalones y una camisa azul claro, las mangas arremangadas
de modo que podía ver los vellos rubios en sus bronceados brazos. Se veía
divino.
Él arqueó una ceja.
—Oh —fue lo mejor que pude decir mientras trataba de evitar que
mis ojos vagaran más.
—Nadie más podría haber hecho lo que tú hiciste allí. ¿Cómo supiste
que era ilusión?
Oí las palabras, pero su manera de hablar —suave, íntima— lo hizo
sentir como si estuviera diciendo mucho más. Se me puso la piel de gallina en
los brazos lo que provocó un efecto dominó erizando los vellos de los mismos.
Él se acercó y abrió una botella de agua para mí.
—Gracias —le dije, tomando un sorbo—. Vi al exiliado. El de la
túnica, él estaba esperando por nosotros cuando entramos en las cuevas.
Él asintió, poniendo dos y dos juntos.
—Así que ahí es donde desapareciste.
—Sí. Hay algo extraño en él. Sabe cosas y sé que es viejo, incluso para
un exiliado, pero hay algo más. Él no es como los demás. No está dispuesto a
luchar y yo no tengo miedo de él de la misma manera.
Lincoln pareció preocupado.
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—No te dejes engañar, no tenemos idea de cuáles son sus poderes
—me advirtió. El comentario provino cargado. Claramente me habían
engañado antes.
—Esa sala, esas cuevas… todo fue creado por los ángeles para que los
humanos normales jamás las descubrieran. Ese lugar solo estaba destinado
para que nosotros lo encontráramos —dije, sintiendo escalofríos de un tipo
diferente.
—Nosotros y los exiliados —me corrigió Lincoln—. Ellos pueden ver
más allá de la ilusión de los ángeles, también.
—Sí —dije, tomando una respiración profunda. No sabía cuánto
tiempo había dormido, pero no fue suficiente—. ¿Qué hora es?
—Casi las cinco.
Me senté con urgencia. Mi estómago se revolvió; todavía no estaba en
mi mejor momento.
—Nos tenemos que ir. Phoenix va a estar allí en un par de horas. ¡No
puedo creer que me dejaste dormir tanto tiempo!
—Relájate. Tenemos tiempo y necesitas descansar. Todo el mundo se
va a reunir en la planta baja en una hora.
—Oh —dije, incapaz de resistirme a caer de nuevo en la cama.
—Sabes, así no es como me imaginaba la primera vez que te
despertarías a mi lado —dijo Lincoln, sonriendo con esa sonrisa.
Estaba a punto de lanzarme en uno de mis controles mentales,
recordándome a mí misma todos los peligros. Lincoln por alguna razón había
decidido no resistirse más. Se había visto tan seguro desde lo que pasó con
Nahilius. Yo tenía mis dudas. Pero entonces recuerdo lo que Nox había dicho.
Él lo había confirmado. Éramos almas gemelas.
Esto era lo que yo quería.
No había nada que nos detuviera.
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Pensé en Nyla y Rudyard, y sonreí mientras fantaseaba acerca de
cómo podríamos ser Lincoln y yo. Vidas de estar juntos… libres para amarnos
completamente.
Pero entonces otra línea de pensamiento hizo que mi sonrisa
desapareciera rápidamente, mientras Lincoln observaba, divertido. Yo estaba
segura de que tenía ojos de panda, mal aliento y el cabelllo terrible.
Probablemente quiere salir corriendo.
Me senté.
—Lo siento —le dije, lanzando rápidamente la sábana a un lado y
poniéndome de pie.
¡Mátenme!
Yo no llevaba mis cargos, solo ropa interior.
—Ah… —empecé, sintiendo un destello creciente, totalmente pérdida
en cuanto a qué hacer. Yo no quería gritar, pero… ¡Oh, Dios mío! ¡Estaba de
pie allí frente a mi alma gemela en mis calzoncillos verdes del Increíble Hulk!
Lincoln estaba conteniendo una sonrisa y sus ojos permanecieron
pegados en mis piernas muy desnudas. Supongo que era mejor que se centrara
allí en lugar de mi ardiente rostro rojo.
—Te juro que no lo hice —dijo él, con las manos en señal de
rendición—. Zoe te trajo y te acomodó.
—Bueno, gracias por la advertencia —dije, agarrando una toalla del
estante del armario y envolviéndola alrededor de mi cintura.
—Te levantaste un poco rápido. De todos modos, soy parte ángel, no
santo —dijo, su voz más gruesa de lo normal y su sonrisa retorcida. Él estaba
demasiado cómodo manteniendo sus ojos verdes fijos en mí, lo cual habría
estado bien, si no fuera un torpe desastre.
Me lancé hacia el cuarto de baño.
—¿A dónde vas?
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—¡Ducha! —le grité en respuesta. Luego, dándome cuenta de que
probablemente tomaría eso como su señal para salir, hice una decisión—.
Espera ahí, voy a estar de vuelta en un minuto. —Cerré la puerta antes de que
pudiera responder.
Ya era hora de nivelar el campo de juego si quería mantener algún
tipo de control.
Me di una sonrisa en el espejo.
¡Vamos a ver quién tiene la sartén por el mango ahora!
Entonces, mi sonrisa se volvió hacia una mueca. Me veía horrible. Mi
cabello estaba casi en rastas, mis ojos tenían cansados círculos oscuros debajo
de ellos y tenía manchas aleatorias de suciedad en el cuello y los hombros.
Deseaba desesperadamente tener la bolsita de maquillaje de todo a mano de
Steph.
Abrí el agua y me quité la camiseta y ropa interior. Tomaría una
ducha fría y rápida, simplemente mojando mi cabello lo suficiente para
controlar la locura antes de saltar fuera de nuevo. Utilicé lo que sí tenía a la
mano, lo cual era prácticamente solo delineador de ojos, rímel y brillo de
labios. Le di a mi cabello un secado rápido con una toalla y luego lo sacudí
hacia atrás un par de veces. En mi camino a la puerta, estratégicamente
envolví la toalla blanca a mí alrededor, dejando que cuelgue en la parte
posterior. Cubriendo las partes importantes.
Lincoln estaba de pie junto a la ventana. Él estaba mirando fuera, pero
él sabía que yo estaba de vuelta en la habitación. Me di cuenta por la forma en
que se quedó inmóvil.
—Eso es mucho mejor —le dije, peinándome el cabello con mis dedos.
—Eso es… bueno —dijo Lincoln, sin darse la vuelta.
—Linc, ¿qué pasa? —pregunté, inocentemente.
—Nada. —Se aclaró la garganta—. Solo pensé… no quiero que te
sientas incómoda.
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La verdad. Yo estaba totalmente incómoda. Quiero decir, no se trataba
de estar cerca de él, eso era fácil, sobre todo ahora que sabía que podía; pero
esto… bueno, no había hecho nada como esto antes.
—¿Yo? No estoy incómoda en absoluto. ¿Por qué? ¿Tú sí?
Aguanta, aguanta.
Estaba segura de que él debe de haber oído el temblor en mi voz.
Él no respondió. Pero se dio la vuelta y cuando lo hizo, valió la pena.
En serio, valió la pena a lo grande.
Trató de no ir a la deriva, trató de mantener sus ojos en los míos, pero
no pudo, y cuando viajaron a lo largo de mi cuerpo, mi misión había sido bien
y verdaderamente lograda. Por si acaso, puse la guinda del pastel.
—Oh, ahí está —dije, girando en torno a la mesa trasera para
conseguir mi cepillo. Mi toalla colgaba en mi parte trasera de modo que se
redujo hasta llegar a la parte superior de mi trasero. No mostró nada más de lo
que un vestido sin espalda haría, pero es diferente cuando la única cosa entre
ti y tu austera desnudez es una capa suelta de tela.
Me volví justo a tiempo para capturar las esquinas de la boca de
Lincoln elevarse.
—Te das cuenta de que me voy acercar hasta allí, ¿cierto?
—No. ¿Por qué? —contesté, pero ya me estaba riendo.
Dio unos pasos y para esa etapa no pudo moverse lo suficientemente
rápido. Justo cuando me alcanzó alguien llamó a la puerta. Zoe llamó.
—Todo el mundo está a punto de partir. ¿Están bien?
—Sí —gritamos al unísono.
—Claro —dijo Zoe, sonando como alguien que sabía exactamente lo
que estábamos haciendo.
—Por lo menos no fue Ermina —dije. Pero Lincoln realmente no
estaba interesado. Sus labios encontraron los míos y aunque nos teníamos que
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ir, nada nos iba a impedir compartir este momento. Él me acercó y la toalla
cayó de mi espalda mientras mis manos se envolvían alrededor de él. Su toque
se deslizó suavemente sobre el contorno de mis hombros y por los lados de mi
cuerpo y de repente había un millón de lugares a los que quería que fueran y
sabía que sus manos querían estar allí también.
En su lugar, se agachó y recogió la toalla colgando, re-envolviéndola
suavemente sobre mi espalda y luego pasando las manos hacia abajo,
alisándola de nuevo. Siempre el caballero.
—Sabes, lo que acabas de hacer es una forma de tortura muy severa
—dijo, con la voz más cautivadora que nunca. Lo miré, hipnotizada mientras
extendía la mano y la recorría por mi cabello mojado.
—Te lo mereces.
Él medio rió.
—Sé que nunca voy a hacer nada en mi vida lo suficientemente
notable para hacer que te merezca, pero te prometo que, Violet, voy a tratar
todos los días por el resto de mi vida. —Dio un paso atrás y estudió la vista de
mí de una manera que hizo que mi interior revoloteara—. Cuando lleguemos
a casa, tengo la intención de mostrarte lo increíbles que realmente podemos
ser juntos.
¿Por qué es que él tiene la capacidad de decir estas cosas increíbles en
momentos como este?
Una vez más, casi no podía respirar. Honestamente, ¿a quién quería
engañar? No podía controlar lo que hay entre nosotros, sería su esclava si él
me lo pedía.
Hubo otro golpe en la puerta.
—Rudyard viene —susurró Zoe a través de la abertura.
—¡Vete! —le dije a Lincoln—. Nos vemos allá abajo.
No necesitó que se lo dijera dos veces. Ninguno de los dos estaba para
una discusión con Rudyard sobre la gravedad de esta elección que estábamos
haciendo.
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Cuando llegué abajo, vi a Lincoln de primero en el otro lado de la
habitación; mis ojos lo encontrarían en cualquier lugar de primero. Ya me
estaba mirando, sonriendo.
—¡Oh, por el amor de Dios! —dijo Magda, a quien no había notado de
pie, sola, cerca de la entrada, entre una serie de jadeos. Señaló hacia mi cabello
todavía húmedo—. Para alguien que necesitaba que todo el mundo la trajera
hasta aquí, te ves muy… fresca.
—¿Sabes qué, Magda?, lo siento por ti. Tienes el compañero Grigori
más increíble y ha estado llevando toda la carga, cubriéndote, haciendo tu
trabajo, incluso cuando apenas puede encontrar el tiempo para hacer todo lo
que tiene que hacer. ¿Por qué no simplemente tratas de ser útil para variar?
Se acercó hasta mí, para que nadie pudiera oír. Salvatore estaba detrás
de ella, mirándonos.
—Solo recuerda a quien acudió Lincoln cuando necesitó de alguien.
¿Crees que tú y él tienen una oportunidad? Bueno, luces reluciente y nueva en
este momento, pero él va a ver a través de eso muy pronto… entonces verá
cómo eres de verdad.
Mis ojos se abrieron. Sus palabras se escindieron a través de mis
defensas con demasiada facilidad.
Ella sonrió, animada por mi reacción.
—¿Piensas en él a menudo? ¿Fantaseas con estar envuelta entre sus
brazos? ¿Le dijiste a Lincoln cómo se siente el compartir la cama con Phoenix?
—Cállate —le dije.
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—No lo creo. Debe ser difícil, incluso imposible, de olvidar —se
burló—. Phoenix es, después de todo, el hijo de la lujuria y seducción. No es
de extrañar que Lincoln tuviera que ir tras Nahilius. Probablemente estaba
desesperado por recuperar algo de dignidad.
La miré fijamente y traté de no retroceder.
—Sabes, no te ves muy bien, Magda. Los celos no funcionan para ti.
Ella se inclinó, cerca de mi oreja.
—¿Crees que eres el alma gemela de Lincoln? Vamos. ¿Cómo puedes
creer que un alma tan contaminada como la tuya podría ser apropiada para él?
—Yo… yo… —Estaba tratando desesperadamente de contener las
lágrimas. Quería golpearla y antes de que supiera lo que había pasado, lo hice.
Le di una bofetada en la cara.
Ella retrocedió un paso, luego vi su sonrisa y agregó un par de pasos
más.
Por favor.
Griffin estuvo al lado de Magda en un instante. Lincoln estuvo al lado
mío, pero no estaba feliz. Casi podía ver la persistente fuerza de nuestro
momento en toalla antes desintegrarse en la nada.
—¿Qué pasó? —preguntó Lincoln, mirando entre Magda y yo. Podía
verlo sacar sus propias conclusiones antes de que yo siquiera tuviera la
oportunidad de explicarme.
—Ella… ella… —Pero ¿qué iba a decir? Pude ver la sonrisa en los ojos
de Magda mientras sostenía la mano en su cara como una mujer apaleada. No
la había golpeado tan duro. Cualquier cosa que dijera solo iba a sonar infantil.
Dejé caer mi cabeza.
—Violet, no me importa qué argumentos mezquinos tienen Magda y
tú, no atacamos a los nuestros de esa forma. Ella es mi compañera, golpearla a
ella es como golpearme a mí.
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Las palabras de Griffin fueron como una bofetada en mi cara. Pensé
por un momento que Lincoln me podría defender como Griffin lo hizo con
Magda, pero él se quedó en silencio. Magda se alejó aferrada a Griffin.
—¡Todo el mundo en marcha! —gritó Griffin a sus espaldas.
—Lincoln, yo… ella empezó —traté de explicar.
—Violet no importa. —Sacudió la cabeza, decepcionado de mí, por lo
que mi corazón se hundió.
Casi podía oír a Magda riéndose de mí, burlándose de mí… Con un
alma tan contaminada como la tuya.
—No deberías haberla golpeado.
—Apenas la toqué —dije en voz baja.
Negó con la cabeza hacia mí de nuevo y siguió a los otros.
Salvatore caminó a mi lado.
—Con cuidado, señorita Violet. Con cuidado, mucho cuidado, por
favoure.
Zoe corrió detrás de nosotros y envolvió un brazo alrededor de mis
hombros.
—No te preocupes, cariño. Yo te respaldo. Ella se lo merecía.
Sí, Zoe me respaldó. ¡Desde el punto más alejado de la habitación!
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Capítulo 30
“Sin oscuridad, nada viene a la luz, así como sin luz, nada florece”.
May Sarton
Traducido por Maru Belikov(SOS) y Bielkitha Ivashkov
Corregido por MaryJane♥
llos no están aquí todavía —dijo Azeem
cuando regresamos al Monte Nebo.
Sus Grigori, los hombres de
todas formas, habían estado patrullando
y explorando toda la tarde. Cuando
había preguntado, Rudyard explicó que incluso las mujeres Grigori eran muy
poderosas, sus creencias anularon sus derechos. Las mujeres Grigori fueron
confinadas a asegurar los perímetros de sus hogares y a sanar. Me había dejado
confundida.
Ningún exiliado se había acercado a las cuevas. No era algo
exactamente alentador de escuchar. No porque pensara que ellos no vendrían,
más porque sabía que lo harían. Y tenía una fuerte sospecha de que Judas no
estaba muy lejos. Pero eso solo era intuición, no podía ver nada.
La montaña tenía una emoción diferente en la noche. El aire alrededor
de mí se sentía pesado a pesar de la fría brisa. Polvo estaba cayendo y había
una clara vista del horizonte en todas las direcciones. Lucía como sí las nubes
cubrieran de un gris oscuro la cima alzándose desde el suelo rodeándonos,
sofocando los últimos rayos dorados de sol con sombras. Cerrándolos.
—¿Cómo te estás sintiendo? —preguntó Lincoln. Otra vez.
—E
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—Estoy bien —dije, un poco enfadada. Todavía estaba molesta sobre
la situación de Magda. Y estaba cansada, pero no iba a ayudar admitirlo. Él
mantuvo su atención sobre mí, esperando por que dijera más. Pretendí estar
interesada en algo a un lado y me moví lejos de él.
Griffin nos juntó todo el camino de regreso a la montaña. Él había
decidido, incluso aunque quizá pudiera ser que estuviésemos caminando hacia
una trampa, que era mejor si nos encontrábamos en el mausoleo. Ahora todo
estaba completamente oscuro y escuché a Spence maldecir cada pocos pasos
mientras tropezaba.
—¿Si es un mausoleo, cómo es que no hay ningún ataúd? —pregunté,
dejando unos cuantos pasos de distancia entre Lincoln y yo.
—Es como Moisés fue colocado en la tierra —respondió Azeem.
Ahora me sentía incomoda alrededor de Azeem, como si debiera
hablar en representación de Ermina o algo. Ya sabes, feminismo y todo. Pero
entonces otra vez, Ermina no había hecho nada que sugiriera que no estaba
feliz por cómo eran las cosas. Quizá solo parecía imposible para mí.
La entrada al túnel era fácilmente visible esta vez, como si nuestros
ojos hubiesen visto la verdad, ellos no nos engañarían otra vez. Esperaba que
lo mismo aplicara para el interior de la cueva, pero las reglas aquí parecían ser
un poco diferentes. El túnel resplandecía con las eternas llamas doradas, que
ardían silenciosamente desde las antorchas esparcidas a intervalos. Note que
nadie más estaba particularmente fascinado por las perpetuas llamas como lo
estaba yo. Probablemente había una clase en la Academia que la cubriera. Me
sorprendí a mí misma con una pequeña sonrisa mientras imaginaba pasando
una hoja en uno de mis libros de texto para ver un capítulo llamado Fuego que
Enciende, pero Nunca quema. Por primera vez, me pregunté si tomé la
decisión correcta al vetar mi educación en la Academia.
Los hombres de Azeem permanecieron afuera en sus puestos, aunque
Azeem se nos unió. Por la manera en que él nos miraba, tuve la impresión de
que estaba más preocupado con preservar el lugar. Eso fue, hasta que lo vi
sacar un machete por debajo de su ropaje.
—¿Eso funciona? —dijo Lincoln.
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—A cada uno nos han dado las herramientas de nuestra cultura. Esta
es mía.
—No sabía que el machete fuera un arma árabe —dijo Lincoln.
Azeem giró la pesada hoja como si fuera un cuchillo de mantequilla.
—No siempre fui de estás partes. —Él sonrió, una sonrisa diferente de
las usuales, mostrando más los dientes, atrapando la luz del fuego. Envió un
temblor por mi espalda.
—Impresionante —dijo Lincoln con un asentimiento.
—Sí —concordó Azeem, mirando hacia adelante.
Estaría impresionada cuando lo viera darle un buen uso.
No que pueda comentar, pensé, inconscientemente pasando mi mano
a través de la empuñadura de mi propia daga oculta.
Los túneles tenían el mismo olor rancio y había una nueva energía a lo
largo de las paredes que no podía identificar exactamente.
Cuando nos amontonamos dentro de la tumba de Moisés dejé salir un
pequeño jadeo. A diferencia de la entrada de la cueva, aquí la habitación y
todos sus espejismos se habían recobrado. Una vez más estábamos en el lugar
pequeño que lucía completamente real, incluso aunque sabíamos que no lo
era.
—Pensé que una vez que supiéramos a que mirar, podríamos hacerlo.
—dijo Zoe.
Todos estaban viendo alrededor de la habitación con asombro, como si
lo viéramos por primera vez.
—Usualmente podemos —dijo Nyla. Spence tomó impulso de una de
las paredes, golpeando sus hombros en el proceso. Fue inútil, así que estaba un
poco irritada cuando vi a Salvatore alinearse para hacer lo mismo.
—Es porque la habitación no está bajo el típico glamur de exiliados
—dije, incapaz de esconder mi frustración.
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—Explica por favor, Violet —dijo Rudyard, en una voz de profesor no
como Griffin suele hacerlo.
—Esta habitación fue creada por ángeles para esconder su contenido.
Solo cuando Grigoris o exiliados estén aquí la habitación será revelada. Cada
vez que nos vamos, la capa de ilusión es restaurada.
Griffin, quién claramente había llegado a la misma conclusión, solo
asintió.
—¿Violet crees que tú puedas?
Miré alrededor de la habitación otra vez, sintiendo algo que no podía
ver pero sabía que no era lo mismo de antes. Resistí la urgencia de envolver
mis brazos alrededor de mí y temblar.
Esperaba que la segunda vez fuera más fácil.
Lincoln tomó mi mano.
—Juntos —dijo, apretando mi mano fuertemente.
—Bien.
Tomé un momento para centrarme. Nadie me apresuró, ni siquiera
Spence. Empujé con todo lo que pude y envié mi voluntad hacía la habitación.
Fue más fácil esta vez. Mi poder, la amatista esmerilada, rodó sobre la
habitación, seguido de cerca por los muchos colores guiados por el verde de
Lincoln.
Las marcas metálicas alrededor de mis muñecas empezaron a agitarse
rápidamente. Las paredes que rodeaban la habitación empezaron a evaporarse,
primero en mi visión perimetral y luego en todos lados.
El peso de la ilusión parecía más fácil de mover, como si reconociera
nuestro encanto.
Mientras lo último de la ilusión se desvanecía, tuve que cerrar mis
ojos. Los sentidos me bombardearon en mi frágil estado. Me balanceé. Y
Lincoln instantáneamente tenía una mano en mi espalda, estabilizándome.
—Sentidos. —Fue todo lo que pude decir.
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—Lo sé —dijo él.
Mientras peleaba con la urgencia de colapsar abrí mis ojos. Judas
estaba sentado en la esquina de la habitación. Él había estado allí todo el
tiempo, junto al glamur.
—Oh.
Azeem ya tenía su machete fuera y apuntando a un lado del cuello de
Judas. Estaba a punto de decir algo, preguntarle a Judas cómo se escondía
junto con la fachada angelical, cuando escuché un aplauso.
Me di vuelta, más lentamente de lo que quería, para ver a Phoenix de
pie en la entrada, con un pelotón de exiliados detrás de él
—Tú eres verdaderamente inspiradora, Violet. Me tomó una semana
ubicarme en esta maldita habitación para finalmente entrar y tú lo hiciste solo
en minutos —dijo Phoenix. Sus ojos estaban aterradoramente carentes de
emoción.
Me quedé derecha y estaba agradecida de que Lincoln fue rápido en
apartar su mano de mi espalda. Phoenix lo notó de todos modos. Por un
momento pensé ver el más pequeño destello de algo, preocupación quizá. Lo
que sea que fuera, fue rápidamente cubierto mientras se movía hacia la
habitación. Su presencia comandaba tal atención que era perturbador. Él ni
siquiera parecía intentarlo, a diferencia de Onyx y toda su teatralidad. Para
Phoenix era… natural.
Él tomó un lado con sus seguidores, mientras nosotros tomábamos el
otro, parándonos detrás de Griffin. Judas permanecía en su esquina, la hoja
muy larga de Azeem descansando en su cuello. Judas parecía imperturbable.
De hecho él ni siquiera había movido su cabeza, la cual permanecía cubierta
baja una capucha.
—¿Cuál de mis hombres de afuera? —preguntó Azeem con un
volumen de megáfono.
—Algunos están probablemente muertos, otros pueden vivir —dijo un
muy estoico exiliado que estaba justo detrás de Phoenix. Había doce de ellos,
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incluyendo a Phoenix, superando en número a las diez de nosotros. Judas era
un desconocido. Ni amigos ni enemigos.
Phoenix se encogió de hombros.
¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo se nos puede atacar de esta manera?
No entendía. Quiero decir, conocí la parte sobe él que era oscura, y me
odiaba. Incluso quería matarme. Pero ¿por qué estaba tan concentrado en
conseguir la Escritura Grigori? Simplemente no encajaba. Me estaba
perdiendo algo.
—Es decir —dijo Phoenix—. Depende de lo rápido que pueda obtener
ayuda para ellos. —Estaba sonriendo—. ¿Supongo que has descubierto lo que
se necesita?
Griffin dio un pequeño paso hacia el centro de la habitación, sin
miedo.
—Un exiliado de la luz, uno de la oscuridad, y un Grigori —respondió.
—Sí, pero no es solo eso. Para levantar el velo se requiere un príncipe
en cada uno. Un líder.
Volví a mirar los cuadros en la pared. Por eso cada uno llevaba una
pequeña corona.
—Bueno, creo que tienes un problema, entonces —dijo Griffin—. Es
posible que tengas exiliados de luz en tu redil, pero ciertamente no hay un
líder entre ellos.
Algunos de los exiliados, obviamente, de la luz, se burlaron de Griffin.
Pero él tenía razón. Ninguno emanaba suficiente supremacía.
—Griffin, siempre estabas demasiado retrasado —dijo Phoenix. Se
volvió, aparentemente distraído, para mí—. Eres débil —dijo, como si se
enojase conmigo al respecto.
—Lo suficientemente fuerte como para hacerte frente —le dije,
empujando mis hombros hacia atrás.
La comisura de su boca se torció.
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—Bueno. —Él cambió su atención a Lincoln—. ¿Todavía crees que
puedes protegerla? —Él se rió y levantó una mano—. No importa —dijo, antes
de que Lincoln pudiera contestar.
Podía sentir a Lincoln tensarse a mi lado. Él se mordía la lengua.
Había pequeños movimientos en todas partes como la gente
ajustándose, moviéndose para conseguir la mejor alineación de los exiliados
con los que iban a luchar.
Pude ver a Nyla y a Rudyard posicionarse estratégicamente en el
extremo donde se apiñaban los exiliados. Vi a los dos que el procesador de
Griffin dijo que hallaríamos, ahora estábamos a la izquierda de Phoenix y a la
derecha, Gressil y Olivier. Pude ver por qué los seleccionó. Solo la visión de
ellos ponía mis pelos de punta, y no tenía nada que ver con su estatura masiva
en altura y constitución. Era otra cosa, que se filtraba desde debajo de la
superficie.
Algo totalmente ansioso y... malo.
Nyla parecía imperturbable. Ella abordó los números adicionales y
Rudyard tendría la espalda.
Spence hizo un movimiento hacia Nyla y Rudyard. Cerré los ojos y
sacudí la cabeza hacia él, pero claro, él siguió avanzando lentamente su
camino hasta allí de todos modos. Lincoln se quedó abajo conmigo y Magda
también estuvo de nuestro lado. Griffin mantuvo su lugar en el medio, Zoe y
Salvatore lo flanqueaban.
—Supuse que estarías aquí, Judas —dijo Phoenix—. ¿A la espera de
algo que negociar para tu regreso?
Judas se quedó callado. Pero el poder crudo emanaba de él. No tenía
miedo de Phoenix. De cualquiera de nosotros.
—Judas es un líder —le dije, empezando a entender.
—Sí, el más antiguo exiliado restante de la luz —dijo Phoenix—. Aquí
está tu oportunidad de jugar una parte de la historia que es de tu propia
creación, Judas.
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Judas se levantó y bajó la capucha de su túnica. Azeem miró a Griffin,
quien asintió. Azeem bajó su machete y dejó a Judas pasar. Caminó hasta el
centro de la habitación y levantó el brazo por encima del cáliz. Él parecía
tener más de treinta años y era... hermoso... en un modo indescriptiblemente
doloroso.
Su cabello oscuro, delgado y andrajoso, cayó a su espalda. Sus ojos eran
azul celeste y transparentes bajo sus gruesas pestañas. Pómulos altos y
características delgadas pedían algún tipo de contacto. Tuve la tentación de
llegar a él y tuve que forzar de nuevo mi brazo repentinamente ingrávido que
estaba tan atraído por él. Vi a algunos de los otros en realidad dar un paso
hacia él antes de forzarse a sí mismos de nuevo.
Me imaginaba que iba a tener el poder de atraer el amor de muchos y
el arsenal para castigar a su confianza con una precisión devastadora. Y, sin
embargo, hasta este momento, él había permanecido oculto bajo sus ropas,
había retenido su fuerza enigmática y el poder como si, y estaba casi segura de
esto, no tuvier ganas de usarlo.
—Y ahora solo falta el líder Grigori —dijo Phoenix, también dando un
paso adelante para estar en pie delante del cáliz.
—No puedo permitir eso —dijo Griffin.
Phoenix se limitó a sonreír, como si Griffin estuviera haciendo y
diciendo todas las cosas que él esperaba.
—Tsk, tsk. —Volvió su atención de nuevo a mí—. ¿Tengo que forzar
tu sangre tan pronto?
El lugar en mi estómago donde Onyx me había apuñalado, el lugar
donde Phoenix ahora tenía el control, hormigueó de miedo.
—Muy bien —dijo Phoenix, irritado. Me preparé.
—¡Alto! —dijo Griffin, dando un paso hacia adelante—. Yo lo hago.
Phoenix se rió.
—Entiendes mal una vez más. —Él movió su mano alrededor de la
habitación encerrada en pinturas—. Necesito a su verdadero líder.
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—Griffin es un Serafín, no encontrarás un líder verdadero —dijo
Rudyard.
—De los Serafines, sí. ¿Pero su verdadero líder? No —Phoenix dirigió
su atención hacia mí—. Y tú ya sabes quién ¿no, amante? —dijo Phoenix,
mirando hacia Lincoln en su última palabra, regodeándose.
—No es nuestro líder —dijo Magda, sonando horrorizada. No,
mortificada.
—Oh, pero lo es. Como que he nacido a través de un enlace único y he
elegido la oscuridad. Al igual que Judas ha sido abandonado por la luz de su
propio decir, así que para engañar a la propia decepción, son a la vez únicos.
Violet es más poderosa que cualquier Grigori que ha venido antes, su misma
llegada despertó la posibilidad de este descubrimiento. Violet. —Levantó los
brazos y alzó la voz—. ¡Violet, es la Bendecida!
—Yo... ¿qué significa eso? —pregunté, mirando a Phoenix después a
Lincoln, que parecía... aturdido—. ¿Qué significa eso? —grité a todo el
mundo, que estaba sorprendido o estupefacto, o, en el caso de Magda, como si
estuviera a punto de explosionar.
—Significa, amante, que tú eres el primer ser humano que jamás fue
criado por uno del Sole. Como Grigori, tú te sitúas por encima de todos. —Su
expresión se rompió. Yo no podía decir si fue de triunfo o tristeza.
—Pero... yo... yo... —Miré alrededor de la habitación. Incluso los otros
exiliados parecían sacudidos por la revelación de Phoenix. Excepto Gressil.
Parecía que estaba luchando por contenerse. Es evidente que la idea
me puso en sus rocas apagadas.
¡Qué suerte la mía!
Luego hice las matemáticas y medio reí. Era una idiota. En realidad
pensé que tal vez... y luego me di cuenta de algo más.
—Por eso el exiliado en la fábrica aérea huyó de mí. Y en la casa de
campo. No podía averiguarlo. —Sacudí la cabeza, enojada conmigo misma—.
Es por eso que no me mataste en el Hades. Tú me necesitabas para esto.
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Phoenix pasó de un pie al otro y se pasó una mano rápidamente por su
cara, tapándose los ojos por un momento.
—Onyx y Joel estaban en el camino correcto, pero no habían
encontraron las cuevas todavía. Era solo cuestión de tiempo, pero si ellos
pudieran lo habrían matado y destruido la clave misma de las Escrituras.
Miré a Griffin, que había dado un paso atrás, al nivel de los demás. Por
alguna razón dolía más que cualquier otra cosa.
—Griffin —dije—. Es tu llamado. Dime qué debo hacer.
—No creo que tengas otra opción —dijo con un guiño.
Yo sabía que él estaba en lo cierto. Estas cosas siempre terminaban
conmigo no teniendo otra opción.
—Genial —suspiré—. ¿Así que supongo que eso significa que tengo
que repartir en el juego de donantes de sangre? —Volví a mirar a Phoenix—.
¿Qué sucede cuando tengamos las Escrituras?
Levantó las cejas y me dio otra sonrisa indescifrable.
—Todos podemos sentarnos tranquilamente y discutir donarlos al
museo de la historia del mundo.
Me lo merecía.
Queríamos hacer lo que siempre hacíamos. Pelear.
Judas, me di cuenta, se mantuvo en silencio con la muñeca sobre el
cáliz, que, ahora que sabía que tenía que sangrar en él, se veía realmente
sangriento.
—¿Alguien tiene una daga a la mano? —dijo Phoenix.
—Yo —dijo Azeem, levantando su machete.
Phoenix parecía desconcertado por primera vez desde que llegó y no
puede contener mi sonrisa.
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Saqué mi daga y traté de ignorar la sensación que siempre venía
cuando lo tocaba. Lo que me hizo sentir tan mal, porque... se sentía tan bien.
Una parte de mí.
Phoenix miró la pintura de nuevo, señalando las manos sobre cada
uno de los hombros.
—Pura sangra oscuridad, oscuridad sangra luz, sangra luz pura —Él
me miró, luego a la daga, y luego alzó la muñeca encima del cáliz—. Necesitas
mantener la daga allí o se curará demasiado rápido. ¿Crees que puedes manejar
eso?
—Oh, creo que puedo manejar eso —le dije, mientras me pinchaba las
venas de la muñeca con la punta afilada. Sus ojos color chocolate penetraron
en los míos y de repente quería alejarme. Tenía la boca seca y quería escapar,
pero no podía. Phoenix giró su muñeca para que el interior se enfrentara a mí
y la sangre empezó a gotear hacia abajo. Sus ojos nunca dejaron los míos.
Muy pronto la sangre estaba desacelerando, su piel ya estaba
cicatrizando alrededor de la hoja y todavía tenía un largo camino por recorrer.
—Gírala —dijo Phoenix, con un ligero temblor de sus labios. Le dolía.
No deliberaría por mucho tiempo. Demonios, me dejó sangrando
como un cerdo, el otro día. Giré la daga en su muñeca, reabriendo la herida, al
mismo tiempo incapaz de apartar los ojos de él. Apenas reaccionó, solo un
ligero estrechamiento de sus ojos, no muy diferente a la vez que lo vi comer
un chile. Al igual que entonces, no podía decir si era el autocontrol o porque
realmente lo disfrutaba.
La sangre fluía en el cáliz, mientras que Phoenix continuó mirándome
fijamente. Traté de apartar la mirada de él, traté de no pensar en los
pensamientos que estaba pensando. Pero, incluso en este momento de
violencia, de alguna manera, invoqué algo tan ilícito de mí que yo respiraba de
modo pesado.
Podía sentir cómo me obligaba a seguir mirándolo. Sabía que él estaba
sintiendo demasiado. No podía volver mis ojos, a pesar de que estaba segura
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que toda la sala de exiliados y Grigori sabían exactamente lo que estaba
pensando en ese momento. Y Lincoln estaba detrás de mí.
—Eso es suficiente —dijo Judas, ni siquiera levanté la cabeza.
Phoenix volvió la muñeca hacia arriba otra vez, de una manera que
hizo que la daga lo cortara por última vez. Rápidamente la saqué y traté
desesperadamente de frenar mi respiración.
La mano de Judas salió.
—¿Puedo? —dijo Phoenix, sonriendo un poco, pero tampoco fue
capaz de ocultar la intensidad de sus ojos.
Le entregué mi daga. Su muñeca ahora estaba sana.
—¿Listo? —le preguntó a Judas, pero él no esperó una respuesta. En su
lugar, levantó el arma, la punta hacia abajo, y miró directamente a mis ojos
mientras empujaba por la muñeca de Judas hasta que la base de la empuñadura
lo detuvo de seguir adelante y la mayoría de la hoja había atravesado al otro
lado.
Hice un sonido, pero no podía decir como mi corazón latía con fuerza
sobre todo lo demás y la adrenalina corría por mí. Temía que fuese a vomitar.
La habitación empezó a dar vueltas y sentí mi sangre irse de mi rostro.
—Chica —Judas me gritó justo a tiempo. Mi trance se rompió y me las
arreglé para apartar la mirada de Phoenix y de la muñeca de Judas por lo que
solo escuché el sonido chirriante que se produjo cuando Phoenix retorció la
hoja contra el hueso.
A través de una herida tan profunda, se desangró rápidamente en el
cáliz y luego Phoenix retiró la hoja, la limpió y la pasó a Judas.
Vi el corte en la muñeca de Judas sanar rápidamente, como si nunca
hubiera estado allí. ¿Era milagroso? ¿Imaginación? ¿Había algo real?
—Solo tú, ahora —dijo Phoenix, su voz casi se rompió.
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—Violet —dijo Lincoln en silencio, detrás de mí. Estaba haciendo
todo lo posible para mantener la compostura, también—. No tienes que hacer
esto.
—Sí. —Miré hacia Phoenix. Sentí como si entendiera mejor que
nadie—. Siempre lo hago.
—Judas, no cortes demasiado. Ella sangra mucho más rápido que tú
—dijo Lincoln.
Judas asintió, pero no dijo nada.
No seas débil. Recuerda las reglas, VI. No corras, no pares.
Levanté mi muñeca sobre el cáliz que ahora estaba a dos tercios de su
capacidad. Todo mi brazo estaba temblando.
Maldición.
Judas alzó la vista miró mis ojos. Realmente era una criatura hermosa,
no solo hermoso, con una belleza que no podía describir.
—Es mejor que sea rápido —dijo, y en su última palabra vi el destello
de plata, que tenía mi daga mientras él cortaba la muñeca abierta y, yo estaba
segura, golpearía cada vena principal. Pero eso no era todo lo que golpearía. Vi
instantáneamente la sangre verter de las marcas alrededor de mi muñeca,
haciendo que el poder dentro de ellas se generara y remolinara como el
mercurio.
Entonces, el dolor me golpeó y reprimí un grito y mordí con fuerza.
Pero era demasiado lenta para detener mi otra mano que voló de forma rígida
en el aire, buscando algo a qué aferrarse.
Phoenix la agarró y la apretó con fuerza. Me mantuvo quieta y lo dejé.
Apreté más y más fuerte hasta que me dolía y era todo lo que podía sentir, y
solo por un momento, estaba segura, él me ayudaba, me distraía. Como si... le
importara.
La sangre fluía de mi muñeca.
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Cuando me di cuenta Rudyard jadeó y otra persona, Azeem creo,
susurro:
—Querido Dios en el Cielo. —Saqué mis ojos de Phoenix y miré a mi
muñeca.
La sangre que fluía brillaba con pequeños destellos de plata. Parte de
lo marcado en mis muñecas también estaba fluyendo en el cáliz, que ahora
estaba casi lleno y su contenido comenzó a arremolinarse en la taza. Cuando
estaba cerca del borde, el agarre de Phoenix se ablandó. Le miré y juré que vi
una mirada de preocupación. Él sabía que yo había controlado eso y en
respuesta se enderezó y extendió la mano, moviendo mi sangrado fuera de la
copa más o menos. Él pasó su mano sobre la herida, la sangre corría por mi
brazo, mientras miraba a Lincoln.
—Sabes que lo siente —dijo, tomando una respiración profunda—. Es
casi demasiado fácil. —Él me miró cuando tiré mis brazos lejos de él—. ¡Qué!
¿No quieres que cure eso por ti? —Él sonrió con su sonrisa vacía, presionando
todos los botones que se proponía.
—Retrocedan —dijo Judas. No necesitaba decirlo dos veces. Saltamos
en nuestros lados opuestos de la sala, mientras que Judas se situaba en la parte
superior.
Volví a mi posición junto a Lincoln. Él no me miraba, solo tomó mi
brazo sangrante y comenzó a tratar de curarlo.
—Está bien —dije—. Solo detén la hemorragia.
Asintió, fingiendo concentrarme en mi brazo. Eso era suficientemente
claro.
Él no era el único que necesitaba un momento.
La sangre en el cáliz continuó arremolinándose. Estaba empezando a
pensar que nada más iba a pasar cuando la propia taza... comenzó a disolverse.
Miramos con los ojos muy abiertos, todo el mundo, excepto Judas, que
se acomodó la capa y la capucha. El cáliz desapareció junto con el tallo largo
de madera en el que había descansado. Al principio pensé que la sangre estaba
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realmente reaccionando con él, como el ácido, devorando la madera. Pero
cuando vi la sangre girando, ahora suspendida en el aire por encima de
nosotros, me di cuenta de que esto era solo otro nivel de la imaginación.
El suelo debajo del cáliz había empezado a distorsionarse y luego, en
un abrir y cerrar de ojos, el líquido suspendido cayó y se estrelló en el suelo,
filtrándose en la arena para que pareciera que la Tierra estuviera rezumando
sangre.
Poco a poco, la arena roja burbujeó hasta formar una caja grande. Voló
unos centímetros por encima del nivel del suelo, sin apoyo, hasta que de
repente se dejó caer al suelo con un sonido silbido. No había rastro de sangre y
dejó en su lugar una caja de madera con dos pájaros de oro, no ángeles, alas
extendidas, claramente como con rapidez.
Azeem cayó de rodillas otra vez, Salvatore agarró la pequeña cruz de
su cuello y muchos de los exiliados dieron un paso atrás.
El cuadro se abrió desde la costura central, los dos ángeles dorados
cayeron a un lado y allí, tendidos en la caja, había dos pergaminos enrollados
apretadamente, unidos en un anillo de plata grabada con el mismo diseño con
plumas intrincadas como las cajas Grigori y las pulseras.
Eso fue todo lo que tuve tiempo de ver, eso y escuchar a alguien gritar:
—¡Las Escrituras!
Pero no supe quién era, y no había nada que pudiera hacer al respecto
de todos modos.
Me estaba muriendo.
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Capítulo 31 “Todas las cosas verdaderamente malvadas empiezan de un acto de
inocencia”.
Ernest Hemingway
Traducido por LizC
Corregido por Lizzie
a sangre manaba sin cesar por las heridas que Onyx una vez me
provocó y que ahora Phoenix inducía. Él se detuvo encima de
mí mientras yo luchaba por mi vida. La batalla nos rodeaba
pero Phoenix no estaba interesado. Se mantuvo enfocado, observando la
herida, sin mirar a mi cara.
Todo el mundo estaba luchando. Era un déjà vu, al igual que aquella
noche en Hades, solo que esta vez, no era lo suficientemente fuerte como para
hacer algo. Estaba al instante en el peor momento de la lesión. Tenía unos
minutos en el mejor de los casos. Él lo había planeado a la perfección.
Lincoln estaba peleando con dos, tal vez tres, de ellos. Estaba tan
concentrado, lanzando un golpe tras otro mientras se posicionaba entre los
exiliados que se aproximaban y yo. Protector hasta el final.
Los exiliados lo atacaban por todos lados. Superarlos parecía una
hazaña imposible y sin embargo él era magnífico, superior en velocidad y
fuerza, era como si pudiera anticipar cada uno de sus movimientos. No pude
evitar tener miedo por él cuando vi una serie de ataques a su cara, pero no
ralentizó. No iba a caer.
L
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Derribó al exiliado a su derecha. Cuando su daga se clavó en su
corazón, era el exiliado estoico, que había hablado antes, su vista hasta mí se
despejó. Nuestros ojos se encontraron solo el tiempo suficiente para verlo
asimilar el terror cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y para
verlo gritar hacia mí:
—¡Resiste! —Antes de defenderse de un ataque frontal.
Todo mi cuerpo ardía de dolor. Mis órganos luchando por sobrevivir
pero a punto de rendirse.
Vi despliegues de energía al azar, lo que significaba que los exiliados
estaban retornando. Vi el destello de una gran arma volando por el aire: solo
podría haber sido el machete de Azeem. Sonidos de carne golpeando y
apaleando contra carne llenaron la habitación, gritos de dolor y venganza
igualmente estridentes.
Cuando vi a Gressil acercarse, y la mirada en sus ojos, me di cuenta
que todavía podía tensarme.
Me matará fácilmente, rápido.
Pero Phoenix tenía otras ideas. Justo cuando Gressil se acercó lo
suficiente para golpearme, Phoenix dio un paso más cerca de mí y lanzó un
gruñido indiscutible. Yo era suya. Para su disgusto, Gressil retrocedió, justo a
tiempo para chocar con Azeem.
Miré a Phoenix. Creo que él me amó una vez.
¿Esto es todo lo que viene del amor? ¿Esto es porque no lo pude amar
de vuelta?
Estaba concentrado intensamente en la batalla. Estaba tratando de
parecer relajado, como si todo fuera según su plan, pero él estaba jugueteando
con el puño de su camisa. Lo hacía cuando estaba preocupado. Sus ojos se
lanzaron y clavaron en los míos y en ese instante pude ver su pesar y noté que
la preocupación era por mí.
—Sabes, no tienes que hacer esto —susurré.
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Miró alrededor de la habitación y luego de nuevo a mí. Un toque de
alarma atravesó su exterior de lo contrario calmado. La batalla estaba tomando
más tiempo de lo que había planeado. En ese momento, sucedió lo más
extraño. Él me mostró su emoción. Por tan solo un abrir y cerrar de ojos —un
abrir y cerrar misericordioso— sentí su necesidad. Mi grito llenó la habitación
con un sonido de dolor que no creía posible. Miré de nuevo a él, y de alguna
manera supe que compartimos ésta realmente terrible decisión, la motivación
de venganza y de todas las cosas perdidas, sobre todo, la amistad y el amor.
El resto sucedió tan rápido.
Vi a Magda detrás de él, estaba lanzándose fuera del exiliado que
acababa de retornar, con la daga en la mano, la determinación plasmada en su
rostro. Phoenix no se apartó de mí, pero sus ojos se abrieron de par en par,
como si instintivamente supiera.
Las heridas en mi interior empezaron a cerrarse.
Me quedé sin aliento cuando la vi saltar en el aire, con la daga
levantada y apuntada hacia el corazón de Phoenix. En un borrón desde la
izquierda, algo chocó con la daga de Magda.
Lincoln.
Había saltado frente a ella, recibiendo el impacto en el hombro. Cayó
con fuerza al suelo.
¡No!
Gritos sonaban desde el otro lado de la habitación. Hubo una
explosión de arco iris nebuloso, de más de una dirección, luego resonó un
crujido seguido por lo que solo puede ser descrito como luz blanca.
—¡Fuera! —gritó Phoenix. Sus exiliados restantes desaparecieron con
súper velocidad y él los siguió, dejando un rastro de ligero polvo cayendo a su
paso.
Lincoln se arrastró a mi lado.
—Violet, Violet.
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Se dejó caer a mi lado, la daga de Magda todavía incrustada en su
hombro derecho. La sacó y la dejó caer, encogiéndose de dolor. Su sangre se
mezcló con la mía en la piscina en la que estaba acostada.
Ya estaba sanando ahora que Phoenix se había ido. De hecho, estaba
casi segura de que había empezado a curarme antes de que él incluso se fuera.
Lincoln se apoyó en su codo y se inclinó sobre mí. Noté que estaba herido
pero también sabía que iba a estar bien. Él arremangó mi camiseta para revelar
la etapa final de la cicatrización de mis heridas. Un pequeño sonido, un jadeo
de alivio, cayó de su boca. Cuando nos fijamos bien el uno en el otro, ambos
exhalamos.
—Gracias a Dios —dijo, poniendo una mano sobre mí, la cual agarré
con fuerza. No le dije que a pesar de los gritos de todo el mundo estaba
bastante segura que Dios no estaba en la habitación con nosotros.
Me empujé para sentarme y fue entonces cuando el impacto de lo que
acababa de suceder me golpeó.
Lincoln estaba a mi lado, Magda de pie cerca; en estado de shock o
algo así. Zoe y Salvatore estaban arrodillados sobre algo… alguien. En la otra
esquina de la habitación, Griffin apenas estaba refrenando a Nyla mientras
Azeem se arrodillaba sobre…
¡Oh, no!
Estaba arrodillado sobre Rudyard y si no hubiera sabido al instante por
el dolor sobrepasando los sentidos que absorbían cruelmente mi cuerpo
—consecuencias de la venganza de los exiliados— el gemido sepulcral que
provenía de Nyla en ese momento no podía dejarme ninguna duda.
Un grito que sostenía más vida y muerte, ya que también sostenía su
alma, a medida que toda ella era apartada de este mundo con el que ella se
unió para siempre.
Cuando un alma refleja otra… ¿qué haría si no tuviera nada que
reflejar?
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El silencio siguió a su grito. Fue el último sonido que se escuchó de
ella. Cayó al suelo, nada más que carne viva sostenida junta solo por los brazos
de Griffin.
Mis ojos, corriendo con lágrimas, encontraron los de Lincoln y
compartieron el mismo dolor y profunda pena.
Me arrodillé y puse mis manos sobre el hombro de Lincoln.
Concéntrate en lo que puedes hacer, Vi.
Curé sus heridas, conociendo mi poder lo suficientemente bien ahora
que ya no tenía que aprovecharlo a través de un beso. Lincoln se recuperó
rápidamente y corrió a arrodillarse junto a Azeem, mientras que yo me
arrastré sobre mis manos y rodillas, débil por tanta pérdida de sangre, hasta
donde Zoe y Salvatore estaban arrodillados, sobre quién sabía que tenía que
ser Spence.
La sangre cubría casi todo su cuerpo. Para el momento en que llegué a
Spence, el polvo cubría mis brazos y piernas, mientras que mi muñeca latía
terriblemente donde el corte, aunque en total ausencia de sangrado, estaba
todavía fresco.
—Jesús —dijo Zoe mientras hacía espacio para mí—. ¿Cómo demonios
estás todavía con vida?
Era una maldita buena pregunta. La ignoré.
Spence estaba inconsciente y sangrando por la cabeza.
—¿Qué pasó? —Me temblaron las manos a medida que las cernía
sobre él, temerosa de tocarlo y empeorar las cosas.
—Demasiados, demasiado crueles —dijo Salvatore—. Fue un
luchador, pero Rudyard cayó ante Gressil, y así Nyla cayó. Esto fue demasiado.
Zoe estaba sacudiendo la cabeza con incredulidad y shock.
—No pudimos llegar a él. Lo vi siendo lanzado contra la pared. Se
agolpaban para acabar con él. Azeem agarró a uno y luego Phoenix los alejó.
Supongo que él obtuvo lo que quería.
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Spence apenas respiraba. Magda se acercó y se agachó junto a él, a su
lado. Silenciosamente movió sus manos por su cabello, pero Salvatore la agarró
del brazo.
Ella se dio la vuelta para mirarlo, pero él sostuvo su mirada y su brazo.
—Tengo que revisar la herida —dijo Magda.
Salvatore me miró. No sabía qué me estaba pidiendo.
—Deja que revise, Sal —dijo Zoe con calma. Era la primera vez que le
había oído llamarle Sal. Él asintió y soltó su brazo.
Magda palpó tras la cabeza de Spence y luego tomó su pulso.
Ella me miró, y luego más allá, Lincoln se había unido a nosotros.
—¿Cómo está? —me dijo.
Me encogí de hombros.
—Se está muriendo —dijo Magda en voz baja—. Tiene un pulmón
perforado y las heridas en su cabeza son graves. Supongo que está sangrando
internamente. Si lo movemos, no va a funcionar y… no podemos traer a nadie
hasta él.
Esto fue mi culpa. Le dejé venir, lo escondí en mi habitación, dejé que
se arrastrara en todos mis dramas. No habría estado incluso allí en primer
lugar si no me hubiera negado a ir a la Academia.
Zoe estaba llorando. En realidad, estaba sollozando una tormenta.
Me acerqué más a Spence, entonces instintivamente puse la mano en
cada lado de su cara. Tenía que haber algo bueno en todo este poder. Tenía
que ser capaz de hacer algo más que matar.
—No tú. Hoy no —nos dije a ambos.
Cerré los ojos e ignoré a quien fuese el que trató de apartarme. Yo era
súper fuerte. Si yo quería quedarme aquí, me quedaría aquí. Encontré mi
centro y me concentré en Spence. En mi amigo, quien me había sacado, me
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emborrachó y no tuvo ningún motivo ulterior. Rebusqué en mi poder, y luego
más allá y forcé mi voluntad sobre él.
—Vive, Spence —susurré. Mi muñeca izquierda se estremeció con el
poder y mi derecha ardió con dolor, pero seguí adelante, empujando mi
influencia en él. Comandándole.
Poco a poco, se filtró a través de mis manos y en sus heridas. Comenzó
la curación.
No era como sanar a Lincoln, no era tan simple, ni agradable. Empujé
a través de mi propia fuerza desvanecida y exigí más de mí misma. Spence se
quejó.
—Está funcionando —dijo alguien.
Empujé más fuerte. Se sentía casi como si mis manos estuvieran dentro
de su cabeza empujando todo de nuevo junto. Los ojos de Spence se abrieron
de golpe, inyectados en sangre y pareciendo como si estallaran bajo presión.
Gritó y gritó… y gritó. Abrí los ojos y sostuve su mirada.
—Aguanta —nos dije a los dos. Pero el dolor era inmenso y él agarró
mis manos, tirando de ellas, aplastándolas. Sentí que mis dedos, tal vez tres o
cuatro, chasquearon y se quebraron. Lincoln estuvo encima de Spence al
instante, sosteniéndolo hacia abajo mientras él gritaba, restringiendo sus
manos mientras yo seguía adelante con mi curación.
Con el tiempo, los gritos cesaron. Aún estaba herido, un rasguño en el
costado de su cabeza, pero estaba cerrado. Internamente, había sido sanado.
Empecé a hundirme y Lincoln soltó a Spence a tiempo para atraparme. Me
abrazó por la espalda. Sus brazos alrededor de mí, con las manos cerrándose
sobre las mías, sanando los dedos rotos. Sentí su boca en la parte superior de
mi cabeza, enterrada en mi cabello. Dolió más que cualquier otra cosa que
jamás haya sentido antes.
Ha terminado. Todo ha terminado.
—Gracias, Eden —dijo Spence, mientras Zoe le ayudaba a sentarse
contra la pared—. Te debo una.
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Le di una pequeña sonrisa, feliz de que estuviera vivo, pero muy
consciente de que al otro lado de la habitación había un problema que no
podía resolver.
—Lincoln —dijo Magda, deteniéndose junto a nosotros a medida que
nos poníamos de pie. —¿Estás… bien?
—¿En qué estabas pensando, Magda? —le espetó—. Todo el mundo
sabía que Phoenix estaba fuera de límites, si lo matabas, ¡habrías matado a
Violet!
—Yo… él ya la estaba matando. Ella estaba casi muerta, Linc. Tú
estabas peleando, todo sucedió muy rápido. Sabía que querrías que tratara de
salvarla. Yo… pensé que era la única manera. Pensé que si lo derribaba, todos
se marcharían y podríamos tratar de salvarla. —Las lágrimas caían de sus ojos.
Antes de que Lincoln pudiera responder, Azeem se levantó y un
silencio hueco cayó sobre todos nosotros.
Cargando a Rudyard entre sus grandes manos, caminó a través de las
cuevas. Griffin le siguió, acunando a Nyla, quien estaba viva aún, y al mismo
tiempo, tan muerta. Tragué saliva.
Todos caminamos detrás, Zoe y Salvatore ayudando a Spence, quien
todavía estaba un poco inestable.
—¿Qué pasó con las Escrituras? —preguntó Spence, como si a
cualquiera de nosotros de verdad nos preocupara en ese momento.
—Judas se fue con una antes en la habitación —dijo Lincoln—. Eso
fue lo último que vi.
—Phoenix arrebató la otra al salir —dijo Zoe.
—Genial. Así que todo fue para nada —dije, sintiéndome amargada
mientras seguíamos a los demás hasta fuera como una maldita procesión
fúnebre. Dejamos la caja en el centro de la habitación. De alguna manera, o
bien no estábamos dispuestos a tomarla —dado el precio que había sido
pagado— o pensábamos que no era para nosotros. Simplemente no me
importaba.
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—No para Phoenix. Obtuvo lo que vino a buscar —dijo Spence.
—No todo lo que vino a buscar —dijo Lincoln, mirándome.
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Capítulo 32 “Siempre ha sido que el amor no sabe su propia profundidad hasta
la hora de la separación”.
Khalil Gibran
Traducido por Maru Belikov
Corregido por Lizzie
e senté en uno de los vehículos militares, dentro del avión
en el que arribamos. Spence estaba al lado de mí en el
asiento del conductor, Zoe y Salvatore estaban atrás. Zoe
había llorado hasta dormir.
Esta vez cuando habíamos rodeado el avión, los tipos del ejército eran
diferentes. Había un número de ellos abordo pero ellos nos dejaron en paz, no
interesados en ayudarnos a tomar nuestros asientos designados. Y abrocharse
el cinturón. Teníamos bajas. Supongo que la camaradería venía por la muerte.
Lincoln y Magda paseaban alrededor de la parte delantera del avión.
Ninguno de nosotros estaba dispuesto a ir a la parte de atrás, donde el cuerpo
de Rudyard estaba encerrado en un ataúd de transporte militar. E ir arriba no
era una opción.
Largos momentos de silencio lo hacían peor. Incluso el ruido del
motor no cortaba a través de él. Creo que todos estábamos esperando
escuchar su grito o algo, pero nunca vino ningún sonido. Griffin había estado
allí con ella por horas, pero Nyla estaba catatónica. Total y completamente
rota.
M
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Lincoln no podía ni siquiera mirarme. No que estuviera muy segura,
tampoco podía mirarlo.
Todo es una borrosa confusión ahora. Después de bajar por la
montaña, Azeem había pedido refuerzos. Cuatro de sus Grigori habían sido
gravemente lastimados pero, sorprendentemente, todos todavía estaban vivos.
Un grupo de limpieza había llegado y se dedicaron a cubrir todo así llegada la
mañana los turistas no se dieran cuenta.
Mis ojos picaron con lágrimas otra vez. Las parpadeé lejos y me
concentré en los ya resquebrajados paneles plásticos con mis sangrientas y
sucias uñas. Mis dedos todavía dolían donde Spence los había aplastado.
Presioné más fuerte y me enfoqueéen el alivio del dolor físico.
Spence estaba mirando fuera al parabrisas, sumido en sus
pensamientos. El casi morir debe hacer a una persona humilde.
Vimos pies bajando por las escaleras y todos nos incorporamos un
poco. Los sonidos de tela moviéndose y el chirrido del auto parecían
amplificarse. Lincoln caminó para encontrarse con Griffin. Note que Magda
no se le unió. Ella estaba perdida en sus pensamientos. Quizá era duelo, ella
había conocido a Nyla y Rudyard por tanto tiempo como Griffin.
Las ventanas estaban bajas así que podíamos escuchar. Cuando vimos
el rostro de Griffin, todos nos desplomamos. Él lucía… como alguien lo hace
cuando saben que no hay esperanza. Él miro hacia nosotros, sentándose en la
estúpida camioneta. Inútil.
Spence y Salvatore salieron, necesitando hacer algo. Me quedé donde
estaba. No podía… era egoísta. Horriblemente, egoísta, por no pararme al lado
de Lincoln y escuchar lo que sabía que Griffin iba a decir. Demonios, caí de
regreso en la cueva.
—Su alma está destruida. Ella está viva —él sacudió su cabeza y tosió
un pequeño sollozo—. Atrapada dentro de sí misma… no puedo alcanzarla.
Nadie jamás podrá.
Miré fuera de la ventana en la dirección opuesta. No podía ver y
deseaba no poder escuchar.
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No llores. No llores. Respira. Concéntrate. Respira. Uno, dos, tres.
Recuerda cómo va esto, recuerda que puedes hacer esto. Cuando todo se
derrumbó, cuando todo es suprimido, tomado de ti y no queda nada, ni
siquiera el más pequeño atisbo…
Pasé las manos sobre mi rostro, empujé atrás mi cabello y tragué a
través del nudo en mi garganta que estaba ahí para quedarse.
Recuerda las reglas. No cedas. No corras. No renuncies. Y ahora,
recuerda la nueva regla… no sueñes con sueños tontos.
En algún punto, Spence y Salvatore regresaron a la camioneta. Lincoln
fue arriba para tratar de ayudar a Griffin. Creo que al final puede que él
encontrara menos tortuoso estar arriba en el infierno de Nyla que abajo
conmigo.
Magda se quedó lejos de nosotros, lo que al final al menos fue una
pequeña bendición. El silencio continúo extendiéndose. Alguien me pasó una
botella de agua. La apreté hasta que la fatiga finalmente superó el
entumecimiento y me quede dormida.
Mi pincel se deslizaba sobre el lienzo. El color fluyendo y cambiando
sin yo siquiera intentarlo, y un espiral sin esfuerzo de color.
Forcé mi mano a parar. La pintura delante de mí comenzó a sangrar
lágrimas grises.
Dejé caer el pincel y miré hacia la ventana, donde sabía que él podía
estar mirando. Él era el mismo, alto, apuesto, mandíbula extremadamente
fuerte y distante. Inhumano. Más interesado en el mundo exterior que siendo
confinado a mí sueño así que supuse que el territorio pertenecía a mí.
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—¿Eres mi ángel creador? —pregunte.
Él asintió una vez.
—¿Quién eres tú? —presioné, saltándome las formalidades. Él me
había dicho que lo llamara Lochmet —guerrero— pero sabía que ese no era su
verdadero nombre.
—Eso no es importante.
—¿Eres del Sole?
—Sí.
Su respuesta me desconcertó. No había esperado nada tan directo.
—¿Puedes decirme quién eres?
—Primero, debes saber quién eres tú.
Él vio algo a través de la ventana y fue surreal contemplar que lo que
él estaba viendo no era la verdadera vista de mi apartamento en la ciudad.
Aunque estaba lloviendo como usualmente lo hacía en mis sueños, él estaba
viendo sobre un campo abierto con un gran bosque en la distancia. Quizá esto
no era solo mi sueño.
—¿Esto es sobre Judas? ¿Lo conociste?
—Él fue mi amigo más cercano por un tiempo.
—¿Por qué él se exilió?
—Por balance. A veces, las cosas que son requeridas de nosotros están
más allá de nuestra comprensión e incluso cuando hemos cumplido nuestro
destino… puede ser difícil de reconocer si lo hemos hecho con la conciencia
limpia.
—No entiendo.
Él suspiró, por primera vez mostrando una emoción. Era tristeza o
incluso… un tipo de aceptación. —La humanidad requiere simplicidad. Un
villano en cada historia atrae al más básico declive humano, la desconfianza.
Hubo un tiempo cuando una dirección era necesaria, una cierta forma de
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prueba o comodidad. Para alcanzar esto tuvimos que proveer derrota en
algunos, en otros, triunfo contra todas probabilidades
—¿Por qué? —pregunté, todavía luchando por ver a donde se dirigía
esto.
—Porque la única emoción humana inherente a la desconfianza es la
necesidad por la victoria.
—¿Tú me enviaste esos otros sueños, no es así? ¿Ellos eran sobre Judas,
cierto? —pregunté, recordando destellos de sueños que no había sido capaz de
retener.
—En una manera.
—¿Él está atrapado aquí, no es cierto? —presioné, empezando a sentir
un tipo de enfermedad en mi estómago.
—Él está esperando. Ten cuidado, Violet, los problemas se acercan.
Ni siquiera tuve la oportunidad de dar una respuesta sarcástica.
Mayormente porque sabía que él estaba diciendo la verdad. Miré de regreso a
mi lienzo, ahora estaba completamente gris, todo cubierto. Miré hacia la
ventana otra vez.
Él se había ido. A pesar de mis preguntas sin responder, estaba
aliviada.
Caminé hacia la esquina de mi estudio de arte, disfrutando la soledad.
Me acurruqué en el suelo y me permití la privada libertad de llorar. Y llorar. Y
llorar.
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Desperté con una sacudida cuando el avión tocó el suelo. Mis ojos se
abrieron y se fijaron instantáneamente en los de Lincoln. Él estaba sentado en
uno de los asientos del rellano a lo largo de un lado, observándome.
Yo rápidamente limpie mis ojos para romper el contacto. Ellos estaban
mojados. Me maldije a mí misma. Para el momento que miré de regreso,
Lincoln se había movido.
Spence y Salvatore hicieron sonidos de estirarse mientras se
desplegaban de la camioneta. Un grupo de individuos del ejército que venían
de la zona de la cabina bajaron la cabeza, mientras nos pasaban. Ellos se
dirigieron directamente por el ataúd y se pararon enfrente de él
respetuosamente.
—Tenemos que salir —le dije a Zoe, sin molestarme en preguntarle
cómo estaba. Había solo una respuesta a esa pregunta.
Ella agarró su mochila y pateó la puerta.
—¿Sentiste algo?
Me concentré.
—No
Ella se encogió de hombros, tratando de esconder su alivio.
—Qué pena.
Mostré una pequeña sonrisa, la cual ella regresó.
Cuando bajamos por la rampa por la parte trasera del avión, dos
Grigori estaban esperándonos. Zoe, Salvatore y Spence se acercaron y
empezaron a hablar con ellos. Me quedé atrás hasta que Spence me llamó para
que me les uniera. Ellos eran de la Academia en Nueva York. Estaban aquí
para llevar de regreso a Rudyard.
Y a Nyla.
Me sentía enferma mientras observaba a los militares rodar el ataúd de
madera pálida por la rampa. Ellos lo llevaban en una maldita carretilla. Me
sentí aún peor cuando vi a Griffin cargando a Nyla.
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Rudyard consiguió la mejor parte.
Los Grigori, olvidé sus nombres, aunque ellos se presentaron y creo
que incluso sacudí sus manos, tenían un jet privado esperando. Griffin no
entregó a Nyla. Él insistió en cargarla hasta el avión y acomodarla.
El Grigori le dijo a Zoe, Salvatore y a Spence que ellos estarían
regresando para recoger todas las pertenencias de Nyla y Rudyard en dos días.
Todos simplemente asintieron.
Lincoln se quedó con Griffin, que era un desastre después de dejar a
Nyla, caminando con él hasta un taxi que esperaba. Magda fue con ellos. El
resto de nosotros nos metimos en otro taxi. Phoenix no estaba en el
aeropuerto. Ninguno de ellos estaba.
—Creo que deberíamos tener un servicio. Ya sabes, algo aquí, para
decir adiós —dijo Zoe.
Asentí. Era una buena idea. Rudyard debería ser recordado.
—Él no tenía ningún arrepentimiento. Rudyard, quiero decir — dijo
Zoe—. Recuerdo una vez que en una de sus clases, él dijo que si moría en
batalla moriría satisfecho.
No pude evitar más que preguntarme si él estaría de acuerdo ahora.
Dado el estado en el cual dejó a Nyla.
—Él también solía decir: “Peleamos las batallas que necesitan ser
peleadas. A veces ganamos pero cuando perdemos y hemos de morir, otros
pelearan en nuestro nombre, porque solo una cosa es segura para un Grigori,
debemos pelear” —dijo Spence, imitando cariñosamente a Rudyard.
—Él estaba en lo cierto —dije.
Zoe tintineo un juego de llaves que reconocí en el aire.
—Lincoln me dio sus llaves. Ellos están llevando a Griffin a su casa
primero. Él necesita una ducha y tiene que comprobar a los Grigori locales.
Lincoln dijo que podíamos entrar tranquilamente.
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Spence le indico la dirección al conductor, quien asintió y condujo.
Ignoré el hecho de que Lincoln se había ido sin una palabra y que no había
pasado esta información a mí, como una vez habría hecho. Eso era antes.
Busqué por mi teléfono, pero hace tiempo estaba muerto.
—Oye, Salvatore, ¿has hablado últimamente con Steph?
Salvatore asintió.
—La llamé antes de abordar el avión. Ella estaba preocupada por ti.
Frenética… dijo que no debía quitar mis ojos de ti. Ella está esperando en la
casa del señor Lincoln.
—Gracias —dije, de repente agradecida de que Lincoln y Griffin no
fuesen a llegar allí primero. Tenía el presentimiento de que Steph usaría la
llave de repuesto para entrar.
Estaba en lo cierto. Tan pronto como metimos la llave en la cerradura,
Steph estaba abriendo la puerta desde adentro.
Ella empujó pasando a todos, incluyendo a Salvatore, y me abrazó. Su
delgada figura me abrazó tan fuerte que estaba asustada que en realidad me
permitiría a mí misma sentirlo. Pero la rigidez se quedó conmigo. Me
protegió.
—Gracias a Dios estás bien —dijo Steph.
Cómo podía explicar que no lo estaba.
—Sal me contó lo que pasó. Sobre Rudyard. —Ella miró hacia abajo—.
Y Nyla —agregó ella en voz baja.
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—Creo que debería tomar una ducha —dije, sutilmente moviéndome
fuera del agarre de Steph. Si alguien podía romperme ahora mismo, era ella.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y lo conecté al cargador de la cocina de
Lincoln mientras pasaba. Incluso me destrozó saber que teníamos el mismo
teléfono.
—Vi, yo… yo no puedo creer que tenga que hacerte esto —dijo Steph,
mientras me seguía y tomaba un profundo respiro—. Quiero decir,
totalmente quiero que hibernes, ya sabes, hagas tus cosas. No quiero ser parte
del problema, pero… encontré algo y creo… sé, que tienes que verlo.
Solo asentí y la seguí por el pasillo hacia la habitación de invitados.
Spence se movió para seguirnos pero Steph le dio una mirada y él regresó a la
sala.
—Has estado ocupada —dije, asimilando el caos que se encontraba en
la habitación de invitados de Lincoln. Cajas estaban abiertas por todos lados y
papeles estaban apilados en lo que imaginaba estaban ordenados
cronológicamente, alfabéticamente, o numéricamente o algo más
increíblemente inteligente que estaría muy lejos de mí pero sin embargo muy
normal para Steph. Luego me di cuenta de algo más.
—Steph, Lincoln ni siquiera ha venido él mismo a esta habitación. Va
a ponerse como loco.
—Violet, cariño. —Ella coloco una mano sobre mi hombro—. Sé que
has ido y vuelto del infierno. Lo sé. Realmente lo entiendo y ni siquiera sé
cómo lo estás conteniendo, pero ahora mismo necesito que mires a algunas
piezas de periódicos y sigas lo que estoy a punto de decirte.
—¿Lo que sea que esto es, no puede esperar?
—Esa es la cosa cariño…
Miré arriba.
Steph sacudió su cabeza.
Perfecto.
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Me senté en el suelo y Steph se sentó al lado de mí. Ella alzó la
primera pieza de papel que me mostraba estados de cuenta de bancos,
transferencias de la compañía de la mamá de Lincoln, grandes cantidades
depositadas en alguna cuenta. Luego me mostró más de lo mismo y una pieza
de papel que mostraba la cuenta de banco a donde las transferencias habían
ido.
—¿Me estás siguiendo? —dijo Steph, observándome, recordándome
que de alguna manera todo esto importaba.
—Grandes transferencias de dinero de su compañía a esta cuenta y
entiendo que esta cuenta está de alguna manera unida a Nahilius, ¿cierto?
—Cierto —dijo ella, moviéndose a través de los papeles en la siguiente
pila.
—Steph —empecé a quejarme, pero ella me mostró otra pieza de papel
bajo mi rostro y señaló a una línea en la parte superior. Era otra hoja de
transferencia posterior. Ésta tenía los fondos, casi tan grandes, que van desde
la cuenta falsa de Nahilius a otra.
Mis ojos se ampliaron mientras observaba la pieza de papel.
—¿Sabes a quien pertenece esta cuenta? —pregunté, empezando a
entender.
Steph sacó una pieza de papel de su bolsillo.
—Tuve que hackear los archivos del banco que quedaban en el
servidor de la computadora del banco y puedo estar yendo para unas largas
vacaciones en la cárcel muy pronto, pero… —Ella movió la pieza de papel.
—¿Sabes para quién estaba trabajando Nahilius?
Ella asintió.
—Y quiero que me prometas que luego de que veas esto, sin importar
que, sin importar que quieras hacer, tienes que jurar que no te irás de esta
habitación hasta que yo diga que puedes.
—Steph, deja de jugar —espeté.
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—Promételo.
—No estoy prometiendo nada, dame el maldito papel o me pararé y te
lo quitare.
Steph se me quedó mirando, yo la miré de regreso y me pregunté si de
verdad lo tenía en mí. Ella no se movió.
—¡Steph! —grité.
—Te quiero, Violet, así que no. No hasta que lo prometas. —Ella se
mantuvo fuerte pero la vi encogerse un poco, sus dedos apretados fuertemente
el papel. Estaba asustada de mí.
Retrocedí.
—Oh Dios mío, Steph, lo siento. Yo… todo esto es un desastre.
—Lo entiendo. No pienses que no me he dado cuenta, Vi. Sé que al
momento en que Nyla perdió a Rudyard, tú te perdiste… lo siento. Y me
siento como una idiota teniendo que hacerte esto pero sé que si me lo
prometes, lo harás y sé que no puedes ver a esta pieza de papel hasta que me lo
prometas.
Lancé mi cabeza hacia atrás y miré al techo.
—De acuerdo. Lo prometo. —Me enderecé y Steph desplegó la pieza
de papel.
—Conseguí un nuevo nombre para el Sr. Burke de la lista de grandes
traidores —dijo Steph, mientras leía las palabras que hicieron tantas cosas
encajar en su lugar.
Arrugué el papel en mi mano con fuerza.
—Voy a matar… —Pero Steph me cortó.
—No hasta que te diga, que puedes dejar la habitación —dijo ella
cruzando sus brazos.
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Capítulo 33 “Supongamos que luchas a través de lo bueno, ¿y encuentras que
también es terrible?”
C. S. Lewis
Traducido por Lizzie (SOS)
Corregido por LizC
teph me deja en paz por la primera media hora. Me senté en el
suelo, mirando el trozo de papel, tratando de poner todas las
piezas juntas. Steph fue poniendo toda la otra documentación de
nuevo en las cajas, dejando algunos documentos clave en una pequeña pila.
Finalmente, se sentó a mi lado y me ayudó a tratar de llenar los vacíos. De vez
en cuando, saltaba a mis pies y cargaba contra la puerta, furiosa y necesitando
hacer algo. Cada vez, Steph sacó la tarjeta de “lo juraste” y me desplomaba al
suelo.
Después de haber ido sobre todo lo que podía manejar, me quejé.
—Lincoln estará de regreso pronto. Tal vez deberíamos salir.
Steph sólo se dirigió a la última de las cajas después de pasarme su
portátil.
—¿Por qué no lees mis notas de química primero? Tienes algunas
clases con las que ponerte al día.
Quería tirar la computadora contra la pared. Me importaba un carajo
química. Pero Steph no iba a ceder, así que abrí el archivo y me quedé
mirando la pantalla. Abrí las notas incorrectas y salté hasta las de la semana
pasada.
S
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Poco a poco, mientras leía a través de nuestro trabajo en clase de
piedras preciosas y sus características, mi curiosidad creció.
—¿Estás conectada a la red? —le pregunté.
—Sí —dijo Steph, cargando una pesada caja hasta algunas que ya
estaban apiladas.
Encontré lo que estaba buscando rápidamente. Por alguna razón no
estaba sorprendida. El entusiasmo de la Srta. Stallad al dar una clase que había
solo aparecido en su mente esa mañana ahora tenía mucho sentido.
Ellos habían estado dejando pistas en todas partes.
Suspiré con loca frustración y me sentí como una marioneta.
—Malditos ángeles. —Mi cabeza cayó hacia atrás contra la pared,
mirando hacia el techo—. ¿Por qué tienen que jugar todos estos juegos? ¿Por
qué no podían decírmelo? —Podía haber sido capaz de hacer algo diferente,
salvar a Rudy.
—Vi, ¿alguna posibilidad de que pudieras ser capaz de informar a
aquellos de nosotros que no tenemos un enlace directo? —dijo Steph, con las
manos en las caderas.
Así lo hice.
Oí la puerta principal. Lincoln, Magda y Griffin habían llegado. Steph
ahora me había encerrado en la habitación de invitados durante casi dos
horas. Me sorprendió que nadie hubiera entrado. Probablemente me estaban
dando espacio… o a ellos mismos.
Eso no debería haber sido posible.
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Me puse de pie.
—Steph, estoy bien. Tenemos que salir, de otro modo Lincoln va a
venir aquí y ver que has estado revisando todas las cosas de su mamá.
Una expresión de pánico cruzó por su rostro, pero ella se mantuvo
firme.
—¿Estás segura de que estás bien?
Tomé una respiración profunda. Necesitaba estar bien justo ahora.
—Sí.
Steph se levantó y abrió la puerta.
—Bueno, tal vez deberías ir a tomar esa ducha ahora. Traje una muda
de ropa para ti. No sabía si tendrías algo. Están en el baño.
—Gracias, Steph —dije, dándole un rápido abrazo.
—Está bien, me quedé en tu casa anoche de todos modos.
—No lo quise decir por la ropa.
—Lo sé —dijo con una sonrisa mientras salimos de la habitación.
Steph cerró la puerta rápidamente detrás de nosotros. Me lancé a
través del pasillo y permanecí junto a la puerta del baño. Podía oír a todo el
mundo hablando, pero simplemente no podía enfrentarlos aún, necesitaba
unos minutos a solas.
Spence se había ido a la tienda de la esquina y Zoe estaba ofreciendo
rondas de vasos de jugo de naranja. Griffin estaba hablando por teléfono,
volviendo a los negocios. Oí que alguien comenzaba a caminar por el pasillo
en mi dirección así que rápidamente cerré la puerta del baño y abrí la llave de
la ducha. Entonces oí que otra puerta se cerraba. El dormitorio de Lincoln.
Me desnudé, me metí en la ducha y no pude incluso estar de pie. Me
senté en un rincón y me apoyé en los azulejos mientras el agua lavaba la
sangre seca y la suciedad que había permanecido oculta debajo de mi ropa
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deportiva. Descansé un lado de mi cabeza contra la pared, sabiendo que la
habitación de Lincoln estaba en el otro lado.
Escuché los golpes.
Cajones siendo abiertos y cerrados de golpe una vez más. La puerta de
su armario, la había escuchado cerrar de un portazo antes. No sé cómo todavía
estaba en sus goznes. Entonces oí un ruido cercano y luego uno más pequeño
casi exactamente al nivel de mi cabeza. Era una pared delgada.
Imaginé a Lincoln allí en el otro lado de la pared, sentado en un
rincón de su habitación. Puse la mano en la pared y dejé que se deslizara hacia
abajo a las baldosas mojadas.
Siempre habría una pared.
Aún así, al final me arrastré fuera de la ducha y me puse los jeans
negros y la camiseta roja que Steph había dejado para mí. Una de las cosas que
sabía de Lincoln, tenía que decirlo en voz alta.
Llamé a su puerta y la abrí. Mi corazón se encogió. Estaba sentado en
el suelo, justo donde yo había imaginado que estaría. Ni siquiera se molestó en
levantarse.
Me senté frente a él en el borde de su cama y miré a mis pies.
—¿Cómo está Griff? —le pregunté, mi voz crepitante.
—Conoces a Griff. Se culpa a sí mismo.
Asentí con la cabeza.
—Estuviste increíble allá atrás. La forma en que sanaste a Spence. Tú...
tú eres increíble —dijo, deteniéndose de decir otra cosa.
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—Tú también. Te vi por lo menos derribar a tres de ellos y entonces...
gracias, por cierto. Yo no… uhm… creo que nunca lo dije. —En toda la
conmoción no le había ni siquiera dado las gracias por salvarme la vida.
—Fui tan inútil para ti, cuando Phoenix te hizo daño. —Dejó caer la
cabeza entre las manos—. No pude ayudar, no pude detenerlo y eso me mata.
La idea de ti con dolor, tan mal herida… habría hecho lo que fuera.
—Lo sé.
—Somos almas gemelas, Vi. Sé que has tenido tus dudas, pero yo estoy
seguro de ello —dijo, y me miró por un momento.
—Lo sé —susurré.
—No es de extrañar que Rudyard y Nyla quisieran que supiéramos
todo. —Dio un puñetazo a la pared—. Nunca podría hacerte eso. Dejarte en
riesgo así como así.
—Lo sé. Yo igual. —Y a pesar que dejar correr mi corazón a través de
una trituradora hubiera dolido menos, era verdad. Yo no podía encomendar a
Lincoln a un futuro como el de Nyla, sabiendo que Phoenix tenía un agarre
físico sobre mí que significaba que me podía matar en cualquier momento. No
había manera de que lo pusiera en riesgo uniendo mi alma con Lincoln y
luego dejarlo en el camino cuando muriera.
Se puso de pie y se acercó para sentarse a mi lado. Todo mi cuerpo me
dolía, deseando extender la mano y tocarlo.
—No sé cómo hacer esto, pero sé que no hay otra manera.
—Solo sigamos luchando. Como Rudyard dice… dijo, eso es lo que un
Grigori hace —dije, dejando que el entumecimiento apareciera, queriendo que
me rodeara.
—Sí —estuvo de acuerdo, asintiendo tristemente. Su mano se movió
hacia mí instintivamente antes de que se detuviera y se pusiera de pie.
Se dirigió hacia la puerta.
—Debo ir a comprobar a todos.
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—Espera. Linc, hay algo que necesito decirte —dije, de pie también,
preparándome.
Pero ya tenía la cabeza afuera de la puerta, y los dos podíamos oír las
voces alzándose.
—Algo está pasando —dijo.
¿Qué pasa ahora?
Lo seguí fuera de su habitación y en el pasillo.
—¿Qué pasó? —le preguntó Lincoln a Spence cuando llegamos a la
sala de estar.
—Ni idea. Zoe y Salvatore estaban en una esquina hablando y luego,
de repente, Salvatore se exaltó. Creo que él está frustrado por el problema de
comunicación.
—Oh —dijo Lincoln, como si eso no importara.
Pero sabiendo todo lo que ahora sabía y viendo cómo Salvatore, Zoe y
Steph estaban susurrando apresuradamente. Tuve un presentimiento. Uno
malo.
Miré por encima a Griffin. Magda estaba hablando, pareciendo que
recogía su bolso para salir. Steph debe haberle dicho algo que no le gustó a
Salvatore porque él negaba con la cabeza, cada vez más y más molesta, Zoe
estaba solo luciendo confundida.
—¿Qué está pasando allí? —preguntó Griffin, distraído de su
conversación.
Salvatore dio un paso adelante.
—Lo siento por estos problemas Sr. Griffin. Estoy tratando de dar
explicaciones. Debo decirles estas cosas que yo sé.
Griffin asintió, viendo la angustia de Salvatore.
—Stephanie, ¿te importaría traducir por Salvatore? —preguntó
Griffin.
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Steph me miró, preocupada. Le di un gesto de resignación. Lincoln lo
vio y me dirigió una mirada interrogante.
—Creo que estás a punto de averiguarlo —murmuré.
¿Todo tenía que suceder así?
—Está bien —dijo Steph.
Salvatore le habló a Steph en italiano. Nada de lo que le dijo pareció
impresionarla mucho. No lo tomé como una buena señal.
Cuando él terminó, me miró con nerviosismo, y luego se lamió los
labios.
Mierda.
—Está bien. Salvatore como todos ustedes saben, tiene la fuerza para
detectar mentiras. A diferencia de tu don, Griffin... —Tragó saliva, se estaba
volviendo loca.
Mierda, mierda, mierda.
—Salvatore busca los hilos que se interconectan y luego llevan a más.
Dice que a veces es como mirar una fina hebra que está fuera de lugar
—continuó Steph, hablando tanto con las manos agitándose como con la
boca—, entretejiéndose dentro y fuera de muchas piezas de tela grandes,
manteniéndolos unidos. Cuando ese hilo, no importa cuán pequeño sea, llega
lejos, puede revelar el resto.
—Sí, Stephanie, entendemos su don. ¿Podrías ir al grano? —preguntó
Griffin, perdiendo la paciencia.
—Sí. Uhm... Salvatore tiene una pregunta para Magda. —Ella tragó de
nuevo, vacilante.
Magda no dijo nada. En cambio, se limitó a solo mirar alrededor como
si todo esto fuera una pérdida de valioso tiempo.
—Bueno, ¿qué es? —preguntó Griffin.
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—A él le gustaría saber... por qué mintió atrás en la tumba. Él cree
que… piensa, en realidad… que cuando le dijo a Lincoln que trató de matar a
Phoenix para salvarle la vida a Violet, ella estaba mintiendo.
—Bueno. —Griffin miró a Salvatore—. Lo siento Salvatore, pero eso
es solo imposible. Magda no mentiría sobre algo así. Ella no tiene ninguna
razón, pero de todos modos, yo habría visto la ausencia de la verdad, si la
tuviera, y no lo hice.
Salvatore le dijo algo a Steph, quien finalmente parecía estar
volviendo poco a poco de su ausente ser.
—Salvatore dice que estás equivocado. Él cree que Magda tiene una
manera de ocultar la verdad. Se está protegiendo a sí misma y atrayendo la
confianza de los demás. Dice que estás demasiado cerca de ella para ver más
allá, pero él lo ha estado viendo desde hace algún tiempo y ahora está seguro.
—Esto es ridículo —dijo Magda, mirando alrededor de la habitación,
de forma convincente—. Yo no tengo ningún tipo de protección contra mi
propia pareja Grigori. Lincoln, ¿seguramente no crees esto?
Lincoln me miró a mí y luego a Salvatore.
—Estoy seguro de que tienes tus razones, Salvatore, pero ha sido un
momento muy traumático para todos. No tenemos ninguna razón para dudar
de Magda... o de las habilidades de Griffin para el caso.
Salvatore negó con la cabeza, frustrado. Zoe se acercó a su lado.
—Escucha, sería la primera en admitir que puede estar equivocado,
pero si él dice que ella está mintiendo, ella está mintiendo.
Steph sacó el pedazo de papel de su bolsillo que yo había arrugado
antes. Lo alisó, me miró y luego asentí, ella se acercó a Magda y se lo dio a ella.
Magda arrebató el trozo de la mano de Steph y mientras ella lo tomaba
y entendía lo que era y lo que quería decir, sus ojos se abrieron como platos.
Pánico.
—Quítate el collar, Magda —dije, dando un paso adelante, poniendo
una mano rápidamente en Steph para llevarla de vuelta a Salvatore y Zoe.
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Me miró como si quisiera arrancarme la garganta. Es curioso, yo sentía
exactamente lo mismo por ella.
—No —dijo, mirando a Griffin de nuevo—. Esto es una locura.
—Como puedes ver, Steph ha estado realmente ocupada. A ella no le
gusta presumir ni nada, pero es un genio. Le conté la conversación que tuve
con Onyx. Él explicó cómo Nahilius era solo un pistolero a sueldo. Quiero
decir, pensé que eso significaba que estaba trabajando para Phoenix. En cierto
modo, lo era, sin embargo, no es que Nahilius lo supiera. Él realmente creyó
que había venido aquí para vender ese edificio y obtener el dinero, ¿cierto?
—No tengo idea de qué historia estás tratando de inventar. ¿Estás tan
desesperada por atención? —Miró a Griffin—. Ella tiene un problema, Griff.
Di un paso hacia Magda.
—No soy la que tiene el problema, Magda. No soy la que le dio a
Phoenix la información sobre el titanio, no soy la que traicionó a todos los
Grigori dando a los exiliados una nueva defensa contra nosotros.
—Violet —advirtió Griffin, pasando a estar al lado de Magda.
—¿Sabes de qué están hecho los zafiros azules, Griffin? —le pregunté,
empujando más duro—. Titanio —contesté sin esperar—. El mismo metal que
los exiliados ahora saben puede confundir nuestros sentidos. Tú lo descubriste,
¿no, Magda? Ser la compañera de Griffin ha tenido sus ventajas y encontraste
la manera de aprovecharlo para tu beneficio. Debe haber sido años atrás,
cuando empleaste el collar por primera vez.
Magda empezó a dar un pequeño paso atrás, pero yo era demasiado
rápida. Extendí la mano y arranqué la cadena de su cuello, con la esperanza de
que le doliera.
Las manos de Magda fueron a su garganta con conmoción.
Me reí a medias, a pesar de que nada de esto era gracioso.
—Los zafiros de cachemira son los más raros porque son los del más
rico azul. Sabes, los he buscado en Google, pocos son los que se han
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descubierto. Algunos creen que incluso atraen el favor divino y… pueden
evadir la verdad.
—Violet, para esto —dijo Griffin, pero podía ver las ruedas girando, su
mente yendo a toda marcha.
—Lo siento Griffin —y realmente lo hacía—, pero no puedo.
—Pregúntale ahora, Lincoln. Pregúntale por qué trató de retornar a
Phoenix —dijo Steph.
Lincoln miró de mí a Magda y a Steph, entonces a Salvatore y
finalmente de nuevo a mí. Al final, él confiaría en mí.
—¿Por qué lo hiciste? —le preguntó a Magda.
—Te dije por qué. Lo hice para salvarla.
Griffin dejó caer su vaso de jugo de naranja. Podía ver sus mentiras.
—Oh, Magda. ¿Querías matarla? —dijo Griffin.
La boca de Lincoln estaba abierta. Él se quedó atónito.
—En realidad, quería matarnos a Phoenix y a mí. A mí, para alejarme
de ti —le dije a Lincoln—. Y a Phoenix porque después de eliminar a
Nahilius, ella estaba cubriendo sus huellas.
—No lo entiendo —dijo Lincoln, probablemente deseando que no
fuera cierto.
—Esto es una locura. ¡Ella está tratando de volverlos a todos en mi
contra! —Magda se puso en marcha de nuevo.
—¡Alto! —gritó Griffin tan fuerte, que ella saltó—. Deja de mentir.
Sabía que ese maldito collar hacía algo. Lo sabía. Sentí que evadía las cosas,
encubriéndolas por ti, esperaba que encontraras tu camino. Nunca pensé que
fueras tan... diabólica. ¿Tienes idea de cuántas vidas has destruido? ¿A cuántos
has puesto en peligro por dar el conocimiento del titanio?
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—Steph revisó a través de todas las cajas de documentos de la
compañía de tu madre —le dije a Lincoln que, por su expresión mortificada,
estaba rápidamente comenzando a reconstruir todo junto.
—Onyx me dijo que Nahilius estaba trabajando para alguien. Pensé
que era Phoenix, pero Nahilius nunca trabajó con Phoenix. Steph encontró los
registros, las transferencias bancarias de la empresa de tu mamá a Nahilius y
luego casi tanto fue transferido de su cuenta a otra cuenta sin nombre. El trozo
de papel que Magda sostiene muestra que ella es la dueña de esa cuenta.
—No —dijo Griffin, sacudiendo la cabeza ante la implacable verdad.
Lincoln miró de mí a Magda, su mandíbula apretada.
—¿Estabas trabajando con Phoenix?
—¡Él me obligó! —dijo Magda rápidamente.
Lincoln medio sonrió mientras negaba con la cabeza.
—No hay sombras, Magda. Sería capaz de ver si estabas bajo su
influencia.
Magda se quedó en silencio, pero frenética.
—Desde que volviste de vacaciones has estado trabajando con él.
Trajiste a Nahilius de regreso, lo utilizaste para abrir una brecha entre Violet y
yo para que así Phoenix pudiera llegar a ella. Yo confié en ti.
—Lincoln no es lo que tú crees. No te conocía en ese entonces, yo...
cuando me di cuenta de quién eras, que ibas a convertirte en Grigori, saqué a
Nahilius de la compañía de tu madre y le dije que desapareciera. Yo la salvé.
—¡Mataste a mi madre! —gritó Lincoln.
Todo el mundo se quedó en silencio.
—¿Por qué, Magda? —preguntó finalmente Griffin, las palabras
quebrándose.
Magda se acercó a la puerta, pero luego pareció recapacitar y se volvió
hacia él.
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—Porque tú tienes todo el poder. Podrías habernos hecho grandes,
pero nunca pudiste ver las posibilidades. Era todo sobre la maldita causa.
—Ella sacudió la cabeza hacia Lincoln, con los ojos en realidad húmedos—.
Porque habría hecho lo que fuera para que me mires de la forma en que...
—Me lanzó una mirada venenosa—. ¡Tú arruinaste todo!
Ella se movió a toda velocidad. Apenas tuve tiempo de reaccionar
cuando su mano se acercó a mi cuello y me arrojó hacia atrás sobre la mesa del
comedor. Pero Lincoln fue más rápido y estuvo allí en un instante. Él la
empujó fuera de mí con una mano y con tal fuerza que voló por el aire hasta
que se estrelló contra la pared del fondo.
Lincoln me ayudó a levantarme. Sus manos suaves. Solo tocando
donde era necesario y sin embargo, cada lugar donde estuvimos conectados
aún ardía.
—Estoy bien —le dije, dándole permiso para alejarse de mí.
Magda estaba de vuelta en sus pies. Se veía como si estuviera a punto
de saltar de nuevo.
—¡Crees que tienes a todo el mundo engañado! —me gritó—. Pero tus
verdaderos colores se mostrarán muy pronto.
Griffin se movió hacia Magda lentamente. Su cabeza inclinada.
Cuando se puso de pie justo en frente de ella, su mano se alzó en un instante y
agarró su cuello como ella hizo con el mío. Él la empujó contra la pared con la
que acababa de chocar y la levantó en el aire, con el brazo completamente
extendido.
Contuve la respiración mientras veía los músculos de su brazo
flexionándose, apretándola, la expresión del rostro de Magda exponiendo su
dolor. Ella no podía respirar y él estaba cerca de aplastar su tráquea por
completo.
—Un golpe a Violet es un golpe a mí —dijo, haciéndose eco de las
palabras que él me había dicho cuando abofeteé a Magda—. Dame una razón
para no apretar.
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Magda puso ambas manos sobre los hombros de Griffin, como si la
consolara. Él debió de bajar la guardia por un momento, porque su rodilla voló
hasta golpearlo en la barbilla, soltó su agarre en ella y ella cayó al suelo.
—Ya lo creo, Griff —gruñó, haciendo su camino a la puerta de nuevo.
Spence y Salvatore la alcanzaron hasta allí y se pusieron en su camino,
pero Griffin dio un pequeño movimiento de la mano y se pusieron a un lado.
Magda le sonrió a Griffin.
—Tú eres demasiado débil. Y cuando trates de entender todo esto y
sigas tropezando con las grandes preguntas, recuerda, la respuesta es la misma
cosa por la que luchas tan duro. —Ella tomó la manija, la abrió y se detuvo sin
mirar atrás, lo suficiente como para decir dos palabras—: Libre albedrío.
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Capítulo 34 “El pecado, tanto de hombres como de ángeles, ha sido posible por
el hecho de que Dios nos dio libre albedrío”.
C. S. Lewis
Traducido por Lizzie
Corregido por LizC
o sé quién encontró la botella de Vodka. No me importaba. A
nadie lo hacía. Licor fuerte era probablemente una mala
idea, pero uno por uno tomamos nuestros asientos y Spence
comenzó a verterlo.
Mirándonos a todos nosotros, desplomados alrededor de la mesa del
comedor, estaba claro que ninguno de nosotros había escapado ileso a los
últimos días. Yo no podía recordar cuándo fue la última vez que dormimos. Ni
siquiera sabía a qué hora del día estábamos, solo que ahora estaba oscuro.
—Por Rudy —dijo Spence.
Todos levantamos nuestras copas y bebimos, mi garganta quemó y
disfruté de la distracción. Spence volvió a llenar las copas de una en una.
—Y Nyla —dijo Griffin.
Y aunque no queríamos admitirlo, no queríamos negarlo tampoco.
Levantamos nuestras copas y tragamos la venenosa verdad.
Por Nyla.
—¿Y ahora qué? —preguntó Zoe.
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—Nosotros luchamos —dijimos Lincoln y yo al unísono sin mirarnos
el uno al otro.
—Lo siento, Violet, y Lincoln. Sabía que Magda estaba tramando algo
pero lo juro, nunca pensé que... —Él no pudo terminar.
—Lo sabemos, Griffin —dije, queriendo tranquilizarlo.
—Ninguno de nosotros lo sabía —agregó Lincoln.
—También te debo una disculpa, Salvatore. —Se dieron un
asentimiento entre sí—. Y tengo una deuda de gratitud contigo, Stephanie.
Nadie dijo mucho después de eso por un tiempo, solo murmuraron
aquí y allá. De vez en cuando un centavo caería.
—¿Los exiliados en el callejón fueron quienes mataron a las personas
sin hogar? —dijo Lincoln.
Asentí con la cabeza.
—Creo que Phoenix los proporcionó y Magda los envió. Estoy
reunificando que nunca hubo un grupo de exiliados de quienes se deshizo en
sus vacaciones, probablemente solo un exiliado y ella no lo eliminó.
—Phoenix —dijo Lincoln, apretando la mandíbula.
Otro tramo de silencio hasta que Griffin tuvo un momento de
iluminación.
—¡Es por eso que nunca se quedaba a mi alrededor! Ella tenía miedo
de que la influencia de los zafiros no aguantara.
Todos asentimos mientras la teoría se hundía. Eso explicaba muchas
de sus salidas rápidas cuando Griffin llegaba.
Y finalmente.
—Ella quería que yo matara a Nahilius. Sabía que me cambiaría para
siempre, haciéndome dudar de todo —dijo Lincoln en voz baja.
No necesitaba responder. Pensaba lo mismo. Eso es lo que Magda
quería que Lincoln hiciera, para que así se sintiera tan aislado de todos los
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demás, sobre todo de mí, de modo que acudiera a ella. Cuando su plan fracasó,
ella mató a Nahilius para silenciarlo. Tomé un poco de consuelo en la
comprensión de que no era a mí quien Nahilius había llamado perra.
—Violet, tú nos guías ahora —dijo Griffin mientras Spence alineaba
más tragos—. Phoenix tenía razón. Eres un Ángel Sole, el rango más alto. Eso
te hace nuestro líder.
Miré alrededor de la mesa esperando, y lista para dar la bienvenida, a
la intervención. Pero nadie argumentó.
—No, eso me da el derecho a elegir. Yo no quiero guiarnos, Griffin.
Tengo la escuela y tú eres nuestro líder. Si soy la de más alto rango entonces
puedo decir quién está a cargo, y eres tú.
Alcé mi copa y luego bebí. Lincoln hizo lo mismo, seguido por todos
los demás apoyando mi decisión. Por último, Griffin asintió.
—Por ahora —dijo, y bebió.
—Ya que estamos consiguiendo ordenar las cosas —elevó la voz
Spence—. Yo, uhm... He tomado algunas decisiones por mi cuenta.
—Déjanos escucharlas —dijo Griffin, el acento de su tierra natal ahora
grueso bajo la influencia del alcohol. Estaba resignado a cualquier cosa a esta
etapa.
—No voy a volver a Nueva York. Me quedo aquí.
Cuando todos lo miramos, se encogió de hombros.
—Bueno, no tengo padres esperando por mí y no estoy muy bien
yéndome lejos de la única persona que puede sanarme hasta que mi
compañera sea mayor de edad, ¿no? Y de todos modos, me gustaría una
oportunidad de devolver el favor —me dijo, lanzándome una sonrisa
genuina—. Eso es, por supuesto, si está bien con todo el mundo —añadió,
mirando a Lincoln y luego a mí. Después de todo lo que había pasado, él le
estaba dando a Lincoln la oportunidad de decirle que se perdiera.
Creo que Lincoln agradeció el gesto, aunque estaba segura de que se le
clavó como un alfiler. Sé que lo hizo conmigo.
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—Puedes quedarte aquí —ofreció Lincoln—. Limpiaré el cuarto de
invitados.
Disparé a Lincoln una mirada. Nunca pensé que él limpiaría esa
habitación.
—Es tiempo —dijo, respondiendo a mi pregunta no formulada. Me
alegré por él.
—Nosotros vamos a solicitar permiso para regresar —dijo Zoe—.
Queremos estar aquí para ayudar a luchar contra lo que está por venir, pero
primero tenemos que regresar y comprobar a Nyla e interrogar a todos en la
Academia. Es lo justo.
Todos asentimos.
Griffin tomó otro trago. Creo que él estaba tomando dos por cada uno
de los nuestros.
El teléfono de Lincoln sonó. Él respondió mientras se levantaba y se
alejaba de la mesa. Mientras hablaba, Steph utilizó su propia versión de
telepatía de mejor amiga conmigo, una serie de cejas levantadas, cabeza
inclinada y boca abierta con un mudo: “Bien”.
Asentí con la cabeza a todo.
—Ese era Dapper —dijo Lincoln cuando regresó—. Él ha estado
tratando de ponerse en contacto contigo por un rato —me dijo.
—Oh. —Me levanté y me acerqué a mi teléfono todavía en el
cargador. Monté un espectáculo encendiéndolo y lo metí en mi bolsillo.
Escuché el buzón de voz timbrar un par de veces. Comprobaría los mensajes
más tarde.
—Tenemos que ir al Hades —dijo.
—Mira, honestamente, Dapper puede lidiar con Onyx o echarlo a la
calle —dijo Griffin.
Lincoln siguió moviéndose y se colocó un abrigo. Mantuvo abierta la
puerta con el pie, esperando a que todos nosotros nos levantáramos.
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—No es Onyx. Vamos.
Y como buenos pequeños soldados, todos nos levantamos y lo
seguimos.
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Capítulo 35 “La estrella que indica el camino es tu estrella… Tú los superarás a
todos ellos. Porque tú sacrificarás al hombre que me cubre”.
El Evangelio Perdido de Judas
Traducido por Maru Belikov
Corregido por Lizzie
uy bien puede haber sido hace una vida, esos momentos
que Lincoln y yo compartimos en Jordania. En algunas
formas, deseaba que nunca hubiesen pasado.
De acuerdo, esa era una mentira.
La ciudad parecía diferente, extraña para mí de alguna manera. Estaba
tan cansada, pero aun así mis piernas me llevaron. Nada jamás sería igual.
Incluso el aire se sentía diferente. Jordania me había cambiado
irreversiblemente.
Quizá era para mejor. Quizá yo necesitaba una dosis de dura realidad.
En algún punto a lo largo del camino, obviamente perdí la perspectiva,
olvidando protegerme a mí misma y mantener el control de las cosas. Ahora
pagaría el precio.
Lincoln caminó delante con Spence, flanqueando a Griffin en caso de
que se tambaleara. Él nos cargaba a todos, ahora se sentía responsable por
liderarlos, después de todo lo que paso en Jordania, haber descubierto que
Magda había jugado tan terrible parte… esa era la única cosa que sabía por la
que él se culpaba por un largo tiempo, incluso aunque no debería.
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Eso solo era el principio. Yo simplemente no me sentía como para
establecer la fatalidad ahora. Se había instalado, tomado posesión. Lincoln
miró sobre su hombro, atrapó mi mirada y se giró de regreso. Quería gritar.
Steph, quien había estado hablando con Salvatore, aminoró su paso
para esperarme. Ella entrelazó nuestros brazos juntos como había hecho tantas
veces antes. Todavía mi mejor amiga.
—¿Te gustaría que yo dijera algo para distraerte? —dijo.
—Seguro.
—Tú papá viene a casa mañana.
Suspire.
—Guau, creo que se las arregló para cortar su camisa de viaje después
de todo —dije, sabiendo que debería tener un sin número de llamadas
perdidas de él. Probablemente los mensajes en mi teléfono que habían sonado
antes.
—Sí, bueno, el lado positivo, hablé con él anoche, le conté que estabas
recibiendo comida para llevar. Él sonaba preocupado, pero para el momento
en que terminé de parlotear sobre todas las cosas que habíamos estado
haciendo, estaba bien.
Gracias a Dios por Steph. Y papá, él solo lo hacía muy fácil, pero ahora
mismo no me podía quejar.
—¿Por el lado negativo? —pregunté, sabiendo que había más.
—Él vio la cuenta de Amex y no se creyó la historia que le conté sobre
tú necesitando miles de dólares en útiles escolares de urgencia. Él dijo que
estaría esperando una explicación. Yo sugiero empezar con “¡No ando en
drogas!”
Me encogí de hombros. No era ideal, pero podía manejar eso. Estaba
segura que podía producir unos cuantos recibos de servicios que no había
estado siguiendo e inventar unos cuantos gastos adicionales. Era la última de
mis preocupaciones.
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—¿Te estarás quedando? —pregunté
Steph vacilo.
—Si... ya sabes, si está bien.
—¿Las cosas todavía son una mierda en casa?
—Más o menos.
—¿Quizá podamos conseguir un desayuno temprano en el centro
comercial antes de la escuela? —dije, reforzando que ella era bienvenida a
quedarse en mí casa. Yo de verdad solo quería dormir por semanas pero estaría
bien hacer cosas normales y le debía una buena plática. Claramente tenía cosas
con las que ponerme al día.
Steph asintió y me dio un codazo. Era todo lo necesario entre nosotras.
Giramos la esquina, las oscuras puertas naranjas del Hades brillando al
final del camino. Lo sentí como si todos los sentidos se alzaran del suelo,
flotando como una ola de calor. Mi agarre en el brazo de Steph se apretó. Sus
sentido me ponían ansiosa, ellos eran tan poderosos. Pero no se encontraban a
toda fuerza. Se estaba conteniendo, solo dejándome saber.
Judas.
Los otros parecían volverse más alerta mientras alcanzábamos la
entrada del club. Ya sea sintiéndolo también o solo intuición. Griffin pareció
recuperarse y prestar atención.
Hubo una breve pausa antes de que todos nos moviéramos hacia el
agitado bar. Tuve suficiente tiempo para decir:
—Arriba. —Antes de que las puertas se abrieran y la música estallara
desde el interior.
Nos movimos a través de la multitud, hacia las puertas sin marcas que
guiaban arriba. Clientes habituales del Hades estaban bailando, bebiendo,
flirteando. Debíamos lucir bastante extraños a la vista de ellos. Como un
grupo, nosotros no lucíamos exactamente como para una fiesta.
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Me preparé a mí misma para lo que sea. Judas tenía habilidades que se
extendían muchos más allá de lo que había mostrado. No sabía de lo que él era
capaz.
Cuando alcanzamos el bar me percaté de Onyx. Él llevaba jeans y una
camiseta blanca. Nunca antes lo había visto en jeans. Él lucía… estable. Y eso
no era todo, él estaba trabajando, sirviéndole a una chica rubia detrás del bar y
él mostraba algo de orgullo por ello. No por eso significaba que no me había
dado cuenta de la gran copa de lo que suponía era bourbon o whisky cerca de
la caja registradora.
Él me vio luego de que le diera a la chica su bebida y cambio, y sus
ojos se entrecerraron. Extrañamente, me encontré reconfortada porque él no
hubiese cambiado completamente. Él inclino su cabeza hacia la puerta que
guiaba arriba, dejándome saber que lo siguiera mientras él caminaba de su
lado del bar.
Él abrió la puerta y se inclinó mientras uno por uno llenábamos la
estrecha escalera.
—Esto será interesante —dijo Onyx mientras yo pasaba.
—¿Sabes quién es él? —pregunté.
Él sonrió su vieja sonrisa maliciosa, pero de alguna manera tenía
menos amenaza que antes.
—Él es el villano.
Fragmentos de mis sueños flotaron de regreso a mí mientras recordaba
a mi ángel creador mostrándome destellos del pasado, de decisiones hechas.
Las elecciones de Judas.
—¿Por qué vino aquí? —le pregunté a Onyx.
—Él ha estado observándote por un tiempo, yo diría, esperando —dijo
Onyx, otra vez sus palabras tocando una fibra sensible en mí.
Griffin tocó la puerta de Dapper.
—Adelante —respondió Dapper desde adentro.
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Los sentidos ahora eran fuertes, el sabor de manzana parecía mezclarse
con un feo aroma.
—Ew, eso es apestoso. ¿Qué es eso? —no pude evitar preguntar.
Griffin y Lincoln, como especialistas en sentir las combinaciones
florales que los exiliados exudaban, estaban también arrugando sus narices.
—Dranculus Vulgaris —dijo Griffin—. Una hermosa flor que huele
como carne podrida.
Caminamos dentro y encontramos a Judas sentado sobre un taburete
en el mini bar de Dapper. Sus ropas aún del mismo marrón sucio, aun
cubriendo su rostro, todo su cuerpo encorvado.
Dapper se encontraba de pie detrás del pequeño bar de madera,
luciendo nervioso, sin quitar sus ojos de Judas.
—Creo que no fui suficiente claro cuando te dije que no trajeras tus
problemas aquí —dijo él calmadamente, como si estuviese preocupado de
alterar a su invitado no deseado.
Desde que yo era la única que había hablado con él en el pasado,
sentía que tenía que decir algo.
—Judas…—empecé insegura—. ¿Por qué estás aquí?
Él no respondió. Miré hacia Griffin, él solo abrió sus manos un poco.
Pero Judas empezó a moverse. Vi la mano de Lincoln ir hasta su daga mientras
Judas iba hasta su capucha y revelaba su hermoso rostro. Esta vez estaba
preparada y detuve mis manos de ir hasta él.
Alcanzados los lados de su túnica, Judas reveló algo más. Las Escritura,
la misma que había tomado de Jordania. Él alzó su cabeza, sus ojos azul celeste
mirando suavemente a los míos mientras extendía los pergaminos hacia mí.
—¿Tú simplemente nos estás dando esto a nosotros? —pregunté,
preocupada de tomarlo en caso de que fuera un tipo de trampa.
Él asintió una vez.
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—¿Qué quieres a cambio? —pregunté, tratando de concentrarme
mientras más imágenes de mis sueños fluían de regreso a mí. Todo el dolor, la
culpa, la responsabilidad.
—Nada —replicó él.
—¿Qué sobre Phoenix?
Su cabeza se ladeó.
—Él pensó que había encontrado mi debilidad. No lo hizo.
—Se suponía que debías darle la Escritura a cambio de algo.
Él asintió otra vez.
—Él debe saber para este momento que no mantendré el final de
nuestro acuerdo. No tomará mucho tiempo para que sepa dónde estoy.
Miré alrededor de la habitación, todos parecían inseguros de que
hacer. La mano de Lincoln todavía se encontraba cerca de su daga. Steph lucía
completamente desconcertada y Salvatore tenía un brazo firme alrededor de
ella. Él debía de mantenerla contenida en algún punto para evitar acercarse a
Judas. Incluso Onyx parecía precavido, de pie al final de la habitación, aunque
también lo vi mantener un ojo sobre Spence. Me pregunté si él todavía se
encontraba un poco aprensivo en su presencia también.
Pero no estaba asustada. Imágenes de mi sueño continuaron fluyendo
como si la puerta hubiese sido destrabada. Podía verlo, sentirlo.
—¿Cuánto tiempo has estado en el reino del mundo? —pregunté.
Las esquinas de su boca hicieron un mínimo movimiento. ¿Sabía que
estaba dando un vistazo?
—Un poco más de dos mil años.
Sus ojos fueron a la Escritura y luego de regreso a mí. Tome un paso
hacia él, hacia la cosa que ya había costado tanto.
—Estás traicionando a los tuyos.
—A veces es necesario, incluso cuando otros no pueden verlo.
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Porque necesitamos un villano.
Él se quedó firme. Escuché a los otros arrastrar los pies nerviosamente
detrás de mí. Tomé la Escritura en una mano, y cerré el paso final entre
nosotros. Me incliné lentamente y él me dejo. Mi otra mano sostuvo mi frío y
cruel destino.
Este era. El momento.
Y estaba en lo cierto, Judas era otro precipicio. Recordé como Uri lo
había explicado en el desierto. Ahora, era verdad otra vez.
Era una simple cuestión de la pregunta correcta siendo puesta enfrente
de ti entonces podrías, a cambio, hacer la elección correcta.
Mi agarre se apretó alrededor de la daga. Este era el mismo salto y lo
sabía, una vez que hiciera esto, nunca sería capaz de retroceder. Y luego las
palabras de mi ángel creador flotaron a través de mi mente, palabras de mi
sueño. Asumí que él estaba hablando de Judas, pero ahora no estaba tan
segura.
Todos tenemos la capacidad de encontrar el libre albedrío, incluso
cuando esa que debemos hacer nos atemoriza más.
La mejilla de Judas era suave, y sin tocar por tanto tiempo. Lo bese una
vez.
—Gracias, Judas —susurré mientras retrocedía e impulsaba la daga
hacia él, devolviéndolo a juicio.
Sus bondadosos ojos encontraron los míos. Una eternidad de sacrificio
mostrado. Una torturada soledad.
—Gracias, Keshet. —Usando el mismo título que tanto mi ángel
creador y mi madre me habían dado mientras él se estiraba hacia mí
gentilmente. Antes de que sus dedos tocaran mi rostro ellos desaparecieron,
junto con el resto de él. Y aunque se había ido, estaba segura que todavía
sentía el momento en que se conecto conmigo.
Esperaba que consiguiera la nada que había anhelado.
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—¿Dijiste Judas? —preguntó Dapper.
—Uh-huh —respondí, mirando abajo a mis manos. En una, una
antigua Escritura, en la otra la daga. Mí daga.
—Oh. Solo chequeando. —Dapper empezó a servirse una bebida.
—Así que es cierto —dijo Onyx al final de la habitación, moviéndose
hacia adelante ahora.
—¿Cuál parte? —preguntó Lincoln, sonando sin aliento.
—Keshet —dijo Onyx dijo, mirando hacia mí.
—El arcoíris —dije, distraída. Aturdida.
Acabo de matar a Judas.
Dapper, quién parecía estar relajándose un poco ahora que Judas se
había ido, bajó su bebida.
—Es el por qué tu aura siempre es diferente. —Se maravilló él,
recordándonos su habilidad para identificar auras—. Más o menos una
contradicción, el poder de los Grigori usualmente es de multicolores, pero las
auras de los Grigori siempre son de un solo color. Pueden ser diferentes tonos
para diferentes personas, pero siempre es solo uno y, encima de eso, una línea
de dorado. Violet, aquí, ella bueno, es como un arcoíris con rayas doradas por
todos lados.
—Odio preguntar lo obvio, pero ¿Qué demonios significa todo eso?
—espetó Spence.
—Significa —empezó Lincoln, como si lo que dijera le doliera—, que
ella puede conectarse a los reinos.
Realmente no entendía, pero sabía que estaba en lo cierto con eso, mi
madre siempre lo había sabido. Era el por qué se había sacrificado, porque me
nombró Violet.
Onyx se movió hacia el bar y gesticuló a Dapper para que le sirviera
un gran vaso de lo que sea que estuviera tomando. Whisky, creo. Salvatore y
Steph colapsaron en la tumbona mientras que Zoe se puso cómoda en la
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alfombra de Dapper. Griffin y Lincoln se me unieron en el otro lado del mini
bar. Tomé un profundo respiro y desplegué la Escritura.
La sangre se drenó de mi rostro. Mi visión se volvió borrosa.
—¿Qué? —urgió Griffin.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de puro miedo.
—¿Alguien sabe lo que es el Tartarus? —pregunté, en apenas un
susurro.
—Los hoyos de este reino —dijo Dapper, mientras Onyx tomaba un
profundo trago de su bebida y ofrecía una explicación más sencilla.
—Infierno.
Mis manos se sacudieron, sosteniendo la Escritura que no estaba hecha
para nosotros.
—Esto no es la Escritura Grigori. Es… es…
Mi corazón empezó a correr, mi boca se secó. El amplio esbozo audaz
de un triángulo en el centro con pequeños símbolos en cada punto me
persiguió hasta la médula. Bajo eso, dos secciones de texto. Las palabras no
eran descifrables, pero no necesitaban serlo. El instinto me decía lo que esto
era.
—Sé por qué Phoenix quería las Escrituras. Nunca fue sobre la lista
Grigori. —Mis manos temblaban tanto que Lincoln tuvo que tomar el
pergamino de mí.
—¿Qué es? —preguntó Griffin, ahora mirando sobre el hombro de
Lincoln hacia la Escritura.
—Escritos a plumas. Diagramas. Es otro lenguaje pero… creo que
son… instrucciones. —Miré hacia la habitación llena de mis amigos, guerreros
Grigori, Steph, incluso Onyx y Dapper. Temía por todos nosotros y podía
pensar en una sola persona que sabía qué hacer. Pero mamá ya estaba muerta.
—Para regresar a uno de los condenados —dijo Lincoln—. Phoenix
quiere traer a alguien del infierno.
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—¿A quién? —preguntó Spence, irritado de que se estaba perdiendo
algo.
El rostro de Lincoln ahora era un reflejo blanco del mío e incluso
cuando miré a Onyx podía ver que él no tenía una sombra de buena salud
tampoco. Juntos, dimos la respuesta a Spence:
—Lilith.
—Y entonces —suspiró Griffin—. Tenemos lo que él quiere y él tiene
las listas.
Mi teléfono sonó en mi bolsillo y lo saqué con manos todavía
temblando. Ya sabía que sería él. No había escapatoria, ninguna renuncia, él
no me dejaría, y de alguna manera eso ayudaba. Un tipo de resignación se
apoderó de mí.
Me paré más firme, no más cansada. Miré al siguiente mensaje
mientras mis manos dejaban de temblar:
¿Interesada en un intercambio… amante?
Fin
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Emblaze
Una vez más, Violet Eden se
enfrenta a una elección imposible...
y las consecuencias son
inimaginables.
Violet ha llegado a un
acuerdo con el hecho de que ser
parte ángel, parte humana,
significa que su vida nunca
volverá a ser lo que era.
Ahora Violet tiene algo
por lo que Phoenix —el ángel
exiliado que la traicionó— va a
hacer todo por conseguirlo, y ella
no tiene ninguna intención de
dejar que caiga en sus manos. El
único problema es que él tiene algo que ella necesita también.
Sin miedo de subir la apuesta, Phoenix aparentemente tiene todo el
poder, siempre un paso por delante. Y cuando él pone las piezas finales de la
profecía juntas, no le toma mucho tiempo darse cuenta de lo que se necesita
para abrir las puertas del infierno.
Con la ayuda de nuevos aliados sorprendentes profecías antiguas se
descifran, se establece un destino y, después de una confrontación en la que
rompe con su padre, Violet se va a las islas Griegas sin saber si va a tener un
hogar al que regresar…
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Jessica Shirvington
Tiene 31 años, vive en Sydney con su marido desde hace nueve años, el
presentador de la FOXTEL y atleta olímpico Matt Shirvington y sus dos
hijas.
Anteriormente fundó y mantuvó una empresa de distribución de café,
Stella Imports, en Londres, y ha participado en la gestión de Fuel Bistro
en Sydney.
Actualmente, es una madre a tiempo completo y codirectora de la
compañía MPS Inversiones Pty Ltd.
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Créditos Moderadora:
Lizzie
Traductoras:
Andy Parth Helen1 Lizzie
Anelynn* Jessy Lorenaa
Bielkitha Ivashkov Jo Maru Belikov
Dai kasycrazy rihano
dracanea lalaemk val_mar
esti Little Jade vanehz
LizC
Correctoras:
curitiba LizC Lizzie MaryJane♥ obssesion
Recopilación y Revisión:
Lizzie
Diseño:
Lizzie