Entre El Miedo y La Violencia

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    Entre el Miedo

    y la Violencia

    Estrategias de Terror y de

    Represin para el Control Social

    Jaume Balboa

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    Entre el Miedo

    y la Violencia

    Estrategias de Terror y de

    Represin para el Control Social

    Jaume [email protected]

    Extrado de:

    http://www.escuelalibre.org/LaHoguera/Carceles/hogueracarcelesmiedoyviolencia.htm

    http://starm1919.blogspot.com.es/ http://elsetaproducciones.blogspot.com.es/

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    Entre el Miedo y la Violencia.Estrategias de Terror y de Represin para el Control Social

    En este artculo se analiza el miedo como mecanismoordinario que usa el Estado para el control social. Se propone un

    esquema explicativo del miedo, con sus efectos y consecuencias,tanto en los individuos como en los grupos sociales, parasituarnos el mito de la Seguridad en el centro de este fenmeno.

    Trasladado a la sociedad, el miedo nos manifiesta laintensidad de violencia que el Estado requiere para su control, ascomo sus estrategias de expansin institucional y sus dotacionesrepresivas a corto y medio plazo. Es decir, el miedo como

    elemento necesario para legitimar el desarrollo de la violencialegalmente organizada.

    As, gran cantidad de miedos acechan los ciudadanos de losEstados ricos: terrorismo internacional, terrorismo domstico,epidemias, pandemias, atracos, robos, etc. Miedos que sirven paradesarrollar cada esfera de poder; cada cuerpo armado; cadaestructura represiva.

    1.

    Caminando sobre el MiedoVivimos sobre el miedo. Miedo al fracaso, miedo a la soledad,

    miedo a la muerte. Miedo a la pobreza, miedo a la marginacin.Miedo a enfermedades, a la inseguridad. Miedo a la exclusin.Miedo a los delincuentes, miedo a la prisin. Miedo a losextraos, miedo a perder el trabajo, a perder la vivienda. Miedo ala violencia. Y miedo tras miedo marcan el sino de nuestrasacciones, de nuestras decisiones, de nuestras opiniones y de

    nuestra visin de la sociedad. Una autntica oleada de miedos y

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    temores se expanden por el cuerpo social. Pero, antes de nada,qu es el miedo?

    El mecanismo del miedo (Segn la RAE: 1. m. Perturbacin

    angustiosa del nimo por un riesgo o dao real o imaginario. 2. m.Recelo o aprensin que alguien tiene de que le suceda algocontrario a lo que desea. ) puede esquematizarse a partir de lossiguientes elementos: el objeto que causa el miedo, ciertodesconocimiento (sobre el objeto o sobre cmo afrontar elpeligro), la parlisis y la reaccin hacia la seguridad buscada porparte del sujeto atemorizado. El elemento comn a todo temor, atodo miedo, es cierto desconocimiento sobre el objeto que lo

    genera: toda una aureola de ignorancia cubre el fenmeno en s(sea una bruja, una posible pandemia, un enemigo poderoso, unaamenaza natural de efectos catastrficos, un terrorista, un Dios,etc.). Podemos afirmar que el miedo aumenta de maneradirectamente proporcional al desconocimiento sobre el objetotemido o al desconocimiento (o impotencia) ante cmo afrontarlo.

    Y es que la fuerza del miedo radica en la capacidad que tienepara acabar con los planteamientos racionales. Por tanto, el miedo

    se centra fundamentalmente en la dimensin ms emotiva de losindividuos y, as, se prestan ms fcilmente a la persuasin, queopera bsicamente sobre la emocin. Y la puerta de entrada a estadimensin ms emotiva es la ignorancia (de cmo afrontar elmiedo, del peligro que acecha). Este desconocimiento, pues, es unelemento clave en el miedo, tanto si el peligro que lo encarnatiene base real, como si, simplemente, es un fantasma.

    Es por ello que en el dominio de la sociedad, los dioses y lasexplicaciones msticas han tenido un papel fundamental. Losdioses y sus castigos han sido la fuente explicativa de lasdesigualdades y las injusticias de organizaciones sociales diversasa lo largo de la historia. Pero no slo las religiones se han puestoal servicio del miedo y del proyecto de dominio. La ciencia actualcumple la misma funcin, en tanto que explica, legitima, participay busca reproducir la organizacin social contempornea. De estamanera, encontramos explicaciones cientficas en la construccin

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    de autnticos fantasmas. O dicho de otro modo, la mayora de losfantasmas actuales son construcciones "cientficas".

    Un ejemplo de esto es el efecto 2000 de los ordenadores, donde

    explicaciones de todo tipo y pruebas tcnicas de elevados costessirvieron para generar un clima de incertidumbre global.Aparecieron noticias de graves errores en centrales nucleares, enel suministro energtico, en empresas, instituciones, bancos, etc.Un gran fenmeno terrorfico que permiti especialmentealimentar al sector informtico con grandes cantidades de partidaspresupuestarias.

    Pero no slo esto: las amenazas de grandes pandemias

    sanitarias, la expansin del VIH, el crecimiento de ladelincuencia, el incremento de los desastres ecolgicos, etc., senutren de explicaciones cientficas, de ejrcitos de mdicos,fsicos, psiclogos, psiquiatras, socilogos, juristas, criminlogos,etc., vinculados a los intereses polticos y/o econmicos deempresas diversas e instituciones estatales, o ambas. A menudo,se exageran los peligros, sus causas y sus consecuencias para queencajen en el marco de los objetivos y estrategias de dichas

    organizaciones.Por supuesto, para ello es necesario el poder amplificador de

    los medios de comunicacin. stos son los grandesamplificadores de las amenazas, los peligros y las construccionesterrorficas. De hecho, son su gran materia prima. Son lasNoticias, el hecho espectacular que capta lectores, engancha aoyentes y atrapa a la audiencia. As, son los primeros interesadosen reproducir los peligros, a menudo porque comparten lasmismas vinculaciones polticas y/o econmicas que se escondentras algunos temores.

    Pero son tambin constructores de autnticos fantasmas ydistribuidores del miedo. Es por esto que, imbricados en todos losjuegos de poder, en las luchas por el dominio y el control,implicados en definitiva en la reproduccin del modelo social,desarrollan un papel crucial en la difusin del miedo. Aunque los

    medios de comunicacin pueden arrojar luz sobre fraudes yescndalos de corrupcin de todo tipo, tambin pueden construir

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    autnticas cortinas que inviten a la no reflexin, a las posturasacrticas, a la ms profunda pasividad. As, mantienen a lasociedad en los niveles de ignorancia ptimos para realizar lasoperaciones terrorficas, ya sea con el silencio o, en el otroextremo, con la saturacin informativa.

    Retomando el esquema del mecanismo del miedo, uno de loselementos ms interesantes son los efectos que tiene el terrorsobre quien lo sufre: su fuerza paralizante (o fase paralizadora),en un primer momento, y su impulso movilizador (o fasereaccionaria), siempre en un segundo estadio. De hecho, no haynada de extrao en eso: ante un peligro nos ponemos en alerta,

    primero, e intentamos alejarnos o sortearlo acto seguido, parasentirnos seguros.

    La paralizacin es la materializacin de la instalacin delmiedo, la manifestacin de la captacin del peligro, de laconciencia de debilidad, de la alerta. Es, pues, la inaccin. Y lainactividad es tambin un elemento de tremenda utilidad, porejemplo, a nivel poltico: la pasividad poltica es uno de losobjetivos de todo proyecto de dominio, ya que indica al poder la

    inexistencia de disidencias.Puede suceder, no obstante, que ante el peligro la reaccin del

    individuo sea el enfrentamiento, un impulso de confrontacin, deaniquilacin de la amenaza. Es decir, ante la amenaza, la reaccinpuede ser, no tanto la huida hacia la seguridad, sino el ejercicio dela violencia. Entonces, miedo y violencia deben encontrarse en unmismo eje, en un nico vector de fuerzas contrapuestas queoscilan entre lmites poco precisos.

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    Y es que el xito de toda operacin de generacin del miedodepende, precisamente, de que la reaccin del individuo se ajustea los objetivos pretendidos que, generalmente, se traducen en unarenuncia a la violencia. Porque, en definitiva, se trata de controlarla fase de reaccin. Esto se consigue ofreciendo, de maneraparalela a los elementos terrorficos, la opcin "correcta" o elcamino a seguir (el camino recto). El paso de la primera fase deparlisis a la segunda de reaccin es crucial: no tiene que dartiempo para que se genere una dinmica racional propia de losindividuos. Cuando sta se produce, se corre el peligro de perderel control sobre la fase reaccionaria, es decir, de la resolucin quetoma el individuo para decidir su respuesta.

    Pongamos un ejemplo: un Estado quiere intervenir en unaguerra. Se genera el miedo al enemigo, el odio y laanimadversin. El objetivo es conseguir la movilizacin de lasociedad hacia el enfrentamiento. Es decir, que el miedo alenemigo se traduzca en violencia (de la parlisis ante la amenazaexterna, a la movilizacin hacia la violencia absoluta). Por tanto,es necesario tambin proporcionar elementos de exaltacin

    patritica, exhibir la propia fuerza y apelar a la victoria segura. Sila sociedad se niega a ir a la guerra, el poder se encuentra con ungrave problema. Las causas pueden ser varias, desde el excesivomiedo, a la resistencia ideolgica, pero, sea como sea, el Estadoha perdido el control de la fase reaccionaria de la sociedad. Hayuna crisis de dominio.

    Porque, precisamente, es en el paso de la parlisis a lamovilizacin donde se manifiesta la opcin poltica de un

    individuo y donde puede operar el criterio propio para tomar unadecisin, una solucin, una salida del peligro. Dominar es, pues,controlar esta fase reaccionaria, es negar el criterio de losindividuos.

    Es preciso, pues, ofrecer la Seguridad como un objetivo a(re)alcanzar, como elemento que se ha visto cuestionado por laamenaza. Es por esto que cuanto ms fantasmagrica es laamenaza, ms ilusoria es la Seguridad. No se trata tanto deenfrentarse al miedo, de analizarlo y solucionarlo, sino de

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    prevenirlo. Y es que en el proceso terrorfico, en la construccindel miedo, aparece como pieza clave la "medida preventiva". stapodemos definirla como el elemento de choque, la solucin"inteligente" que defiende la seguridad amenazada. Es,supuestamente, el remedio utilizado para amortizar la angustia ycalmar la ansiedad. Es por ello que la medida preventiva es elautntico negocio del miedo, la fuente de enriquecimiento de losque participan de la operacin terrorfica.

    De esta manera, el miedo presenta muchas utilidades: haservido como excusa para perseguir a disidentes, para enriquecera determinados sectores econmicos y reactivar la economa, para

    legitimar el aumento de gasto en "seguridad" (militares, policas,etc.); en definitiva, se ha utilizado para mantener los privilegios ylas estructuras sociales. Tenga el miedo o no base real. Es ascomo el miedo se nos muestra como lo que es: un instrumento dedominio y control social. Un arma del poder.

    2. El Miedo como control social

    El dominio es el xito de unos individuos y sectoressociales, organizados en Estado, en la imposicin de su autoridadal resto de la sociedad en cuanto a principios y a estrategias desupervivencia se refiere. Y ello siempre en relacin al modelo dedesarrollo socio-econmico de acumulacin de riqueza quecimienta la jerarqua y la desigualdad social. Los Estados son,pues, la expresin de proyectos sociales distintos que tienen encomn el miedo a la autoridad y la violencia de la desigualdad.

    Y es que todo dominio configura unos lmites en lasociedad, unas fronteras, que no slo son metafsicas sobre elterritorio (frontera exterior del Estado) sino que tambin generanfronteras fsicas dentro de estos dominios (frontera interior de laSociedad). En este artculo nos centraremos exclusivamente enestas ltimas.

    El Estado, pues, para ser eficaz en el dominio de la

    sociedad, debe operar en estos lmites manifestando sucaracterizacin autoritaria, pues la lgica del poder es ampliar sus

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    dominios exteriores, pero tambin ensanchar sus lmitesjurisdiccionales, su marco dnde poder desarrollar la autoridad,sus competencias y sus funciones sobre la sociedad.

    Pero el dominio implica sobre todo el control de la sociedad,la canalizacin de los individuos hacia los objetivos del poder, sudisciplinamiento. El control es, de hecho, el objetivo primero yesencial del Estado.

    Como ya hemos apuntado, el miedo es el instrumento de ladominacin por su fuerza paralizadora y por su capacidadmovilizadora. Pero an hay ms. El miedo se sienteindividualmente, paraliza, sobre todo, a nivel individual. Y,

    cuanto ms aislado est un individuo, ms fcilmente se le puedeorientar su actividad. Por eso, la dinmica de dominio conllevauna tendencia hacia la individualizacin extrema, la atomizacinconstante, la fractura de los grupos, incluso los primarios (familia,amistades, etc.).

    Como apuntaba M. Foucault al hablar del dominio en lascrceles, la soledad es la condicin primera de la sumisin total

    (1976: p.240). El miedo es, pues, un potente destructor de lasolidaridad social que no pasa inadvertido a los ingenieros de ladominacin y la represin.

    Efectivamente, el miedo como instrumento de dominio nosseala, ms que unos objetivos precisos, toda una lgica defuncionamiento del poder. Pero su efectividad decae rpidamentesi no existe la amenaza real de violencia fsica. De poco sirveamenazar con castigos divinos y condenas eternas si no existe una

    Inquisicin que con sus prcticas violentas recuerde que el castigodel "desviado" comienza en la propia tierra. Y es que de pocosirve la amenaza de la Ley si no hay policas y jueces quegaranticen la condena. Quin pagara los impuestos (a parte deunos pocos convencidos) si no hubiese la amenaza de lapersecucin segura, del castigo de la crcel?

    En otras palabras, el Estado requiere del ejercicio constantedel miedo y de la violencia para garantizar el control de lasociedad, tanto de los que estn incluidos en la dinmica impuesta

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    como de los que han quedado excluidos de ella. De hecho, puedeafirmarse que en el ejercicio del control, donde acaba nuestromiedo, comienza su violencia. Es por ello que el Estado perpetaun contexto de miedo latente que le permite justificar ydesarrollar sus estructuras de violencia (sistema judicial-punitivo,la polica, el ejrcito, etc.).

    La cuestin es dnde se sita estratgicamente toda estaviolencia. Utilizaremos el siguiente grfico para desarrollarlo:

    El crculo delimita el espacio social que est integrado en ladinmica social (bajo control), as como el espacio externo delfuncionamiento social, es decir, el marco social excluido(exclusin econmica, poltica y/o social). La flecha bidireccionalsimboliza el miedo y la violencia que operan en la sociedad, suintensidad y su respuesta. Es decir, nos muestra la intensidad delmiedo y la violencia con la que se responde. El punto en el que seencuentra cada vector con el crculo marca dnde comienza elmiedo (hacia el interior) y dnde empieza la violencia (hacia laexclusin). En cada uno de estos puntos se sita la fronterasimblica, los lmites del dominio social. Es donde podemossituar las estructuras de violencia que genera el dominio y laexclusin (la polica, la prisin, el manicomio, etc.). En estasintersecciones es donde encontramos el inicio y el final de cadauno de los elementos: por ejemplo, la crcel est donde acaba el

    miedo y comienza la violencia contra la exclusin econmica,

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    pero tambin sucede en direccin inversa: la crcel funcionacomo elemento de terror con efectos integradores, ya que elmiedo a caer en prisin disciplina muchos comportamientos.

    En otras palabras, lo que este esquema viene a representar esla transformacin del miedo que sienten los sectores msprivilegiados de la sociedad (por ejemplo, a que les roben suspropiedades), en estructuras de violencia que garanticen suseguridad (el cerco de los excluidos, ya sea en los barriosguetizados, como en la crcel).

    Es sintomtico de ello el miedo de aquellos sectores que seencuentran ms cerca de los lmites de la exclusin que del

    privilegio, pero dentro del funcionamiento establecido. Estossectores viven la violencia cotidianamente, en ambos sentidos dela frontera simblica de la sociedad: la violencia estructurada delEstado, que tiene por objetivo focalizar y alejar las amenazas delos sectores ms privilegiados; y la violencia cultivada por lapobreza, la exclusin y la marginalidad social, que a menudo esindiscriminada y ciega contra el vecino que nada contra lacorriente de la exclusin.

    Porque los lmites de esta frontera interior de la sociedadson poco precisos, estrechamente relacionados con lasexpansiones econmicas y sus crisis, con la suerte de losindividuos y sus desgracias. Y es sobre la frgil frontera de losprivilegiados-excluidos de la sociedad donde ms claramentepuede apreciarse que el miedo y la violencia son las dos caras dela Ley.

    sta expresa, por una parte, el miedo de ciertos sectores aperder privilegios y, por otra, su defensa mediante la violencialegalizada. En s, la Ley es miedo y violencia: disciplina elcomportamiento de los individuos mediante el miedo (a lasancin) y asegura la violencia si se vulnera su cumplimiento (elcastigo). As es como puede afirmarse que en el dominio de lasociedad la Ley configura el eje integrador (mediante el buencomportamiento), as como el de la exclusin (mediante la

    violencia del castigo).

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    La Ley, pues, expresa la ilusin de un "camino recto" haciala seguridad ciudadana, el orden pblico, la tranquilidad delprivilegio, sacrificando lo que ms dificulta el control: la libertad.O, quiz mejor dicho, el vector del miedo nos marca el caminohacia la seguridad prometida, que no es otra que la obediencia aquien tiene por funcin controlarnos. Por eso el Estado buscareglamentar la vida en sociedad, imponer normas y reglamentos,obligar a comportamientos e inacciones.

    En definitiva, reconducir las ideas, las opiniones y lasacciones de los individuos hacia los valores y comportamientosque legitiman y reproducen todo el marco de explotacin

    econmica y dominio social.

    Y es sobre este eje seguridad-libertad, donde la Ley se

    manifiesta como una agresin a la responsabilidad individual,como la negacin de la posibilidad de responder de nuestras ideasy acciones ante nosotros mismos y ante la sociedad. Es decir, laLey es la mutilacin de nuestra libertad: de nuestra capacidad dedecisin y de organizacin. Por eso en el dominio y control de lasociedad se busca y se impone la disciplina de la seguridad, nuncala responsabilidad de la libertad. Se busca que respondamos denuestras ideas y acciones ante el Estado y su Juez.

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    As nos encontramos ante una demoledora espiral deviolencia:

    Cuanto ms se verticaliza la estructura de dominio, cuanto

    ms se consolida el privilegio y ms accesible se muestra, tantoms bolsas de exclusin se generan (por el efecto de atraccin delprivilegio). As, a ms privilegio, ms miedo a perderlo y msreclamo de disciplina y seguridad frente a aquellos a los que se lesniega el acceso. El miedo, a su vez, refuerza y legitima laexclusin, y por ello se muestran y exageran sus peligros y laagresividad que genera. Lo que lleva a un mayor reclamo derepresin del Estado, porque slo quien desarrolla la violencia es

    quien puede ofrecer seguridad. El desarrollo de sta, adems, seconfigura como un elemento integrador (ejercer de polica, desoldado, de carcelero, etc.), aumentando la vigilancia y la presinsobre la sociedad. El miedo, pues, contribuye al desarrollo de laviolencia de quien sustenta, precisamente, la desigualdad einseguridad social. Es por ello que se puede afirmar que el Estadono es sociedad , sino que ms bien opera contra ella : con ladifusin del miedo y la gestin de la violencia.

    3. Construyendo el Miedo: Delincuencia y Terrorismo

    La dinmica de exclusiones parece crecer incesantemente anivel global y algo ha de asustar a los sectores ms privilegiadosque han visto la necesidad de reforzar las estructuras de violenciade los Estados. Y es que los Estados ms ricos y potentes, a costadel resto del mundo, han ampliado su zona de seguridad, sus

    mbitos integradores, y eso comporta ciertos problemas decontrol que obligan a una reorganizacin de las estructuras deviolencia para contener la exclusin que generan.

    Por ese motivo, tal y como explica Wacquant, desde losEUA se han ido expandiendo e implantando polticas inspiradasen la doctrina de Tolerancia Cero, que se ha ido imponiendo a losdiferentes Estados europeos de la mano de socialdemcratascomo Tony Blair, Schroeder, Jospin, y en el Estado espaol,primero por el conservador Jos Mara Aznar, y despus por el

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    socialdemcrata Jos Luis Rodrguez Zapatero, msanimosamente. En Catalua, Pasqual Maragall y Montserrat Turason los grandes gurs de dicha prctica estatal.

    Esta doctrina, que tiene como resultado la expansin de lasestructuras violentas del Estado, las de castigo y represin, auguraun mundo de "seguridad ciudadana" y de "civismo" despus deuna lucha contra los elementos sociales que lo amenazan.Evidentemente, estos dos conceptos no responden a ningnproyecto social concreto, sino que vienen a ser dos nuevoseufemismos de las proclamas reaccionarias de Ley y Orden, esdecir, de control y represin social por parte del Estado. La

    doctrina comporta la legitimacin del aumento de dotacionespoliciales y penitenciarias, para mayor tranquilidad de los sectoresms privilegiados de la sociedad.

    Pero cmo legitimar este aumento de violenciaestructurada? El Estado, para su control, amplifica su estrategiaterrorfica, sobredimensionando las caras de los enemigos delorden pblico, de los peligros que amenazan a la seguridadciudadana que l mismo encarna: el "delincuente" (que le

    contradice en el monopolio de la Ley) y el "terrorista" (que lecuestiona especialmente el monopolio de la violencia). De hechose trata de dos categoras construidas por el propio Estado, y enrelacin al Estado, a sus atributos y potencialidades. Delincuenciay terrorismo son, ms que inevitables, una necesidad paraautojustificar y autolegitimar al Estado mismo y su violencia.

    Pero la poltica represiva no siempre est bien vista. Y paraque socialmente sea aceptada, para que la poblacin tolere lapresencia constante y generalizada de polica y de todo tipo detecnologa de vigilancia y de control, es preciso crear el climanecesario de opinin pblica. Es por ello que hay que insistir en elmiedo. Y hoy las amenazas construidas pueden ser incluso dembito global, como es el caso del terrorismo internacional, puesste, por sus propias caractersticas, por la ignorancia y el temorque genera, es de tremenda utilidad a todo Estado. De hecho, elEstado llama terrorismo a todo aquel juego de miedos y violenciaque escapa a su monopolio. Pero, a la vez, es casi una necesidad

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    de orden, una legitimacin de la violencia propia y de sudesarrollo. De esta manera, si la amenaza no existe, se inventa ose construye.

    En la prctica diaria es el delincuente quien entra en lalgica del miedo cotidiano. El objeto de miedo, de desconfianzacvica, se ha centrado en los diferentes grupos e individuosprocedentes de otros lugares del planeta, y que por diferentesmotivos, se han establecido creando nuevas comunidades (losmovimientos migratorios). Se genera, as, una nueva necesidad decontrol sobre unos grupos que presentan estrategias desupervivencia diferentes y que reclaman y buscan salir de la

    precariedad en la cual se encuentran. Sin embargo, no han sidoinvitados a compartir el pastel, sino para trabajarlo,especialmente, si se trata de trabajos caracterizados por laprecariedad y por los sueldos ms bajos.

    Las leyes de extranjera no son sino la manifestacin de lavoluntad de control y registro de estos individuos, de susobjetivos y de sus acciones. Estarn en consonancia con lavoluntad del poder? O dicho de otra manera, se identifican con el

    poder? Y lo que preocupa ms, hasta cundo? Y es que larevuelta de Pars de octubre-noviembre de 2005 ha sido la pruebafehaciente de que en el macro-Estado europeo se avecinantiempos difciles para el control. La Europa de las libertades ya havisto su primer Estado de Excepcin del siglo XXI, demostrandoque la dinmica del privilegio-exclusin genera una crispacinsocial que slo se combate con violencia de Estado.

    Es por esto que desde los medios de comunicacin (enEspaa desde los aos 90) se trabaja el miedo a travs de unracismo reciclado que, como todo racismo, sirve para justificar laestructura de privilegios y de autoridades. As, proliferan lasnoticias y los hechos espectaculares, que muestran la violenciaque cultiva la pobreza, la necesidad, la exclusin y lamarginalidad. Se repiten sin parar noticias que relacionandelincuencia con inmigrante pobre, generalmente extra-comunitario. Se va construyendo el objeto de terror, de miedo,sobre el cual ha recado una aureola de profunda ignorancia y

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    desconocimiento, y que encuentra su materializacin en losinmigrantes en situacin desfavorecida. Se les relacionacotidianamente con situaciones de ilegalidad, con actos delictivos.Aparecen en todas las problemticas sociales, en todos losconflictos y violencias.

    Y es que el Racismo se alimenta bsicamente deldesconocimiento de unos grupos respecto a otros, del cultivo de ladesconfianza y el odio, as como de la construccin de la amenazaa la "seguridad". Y ello con mayor insistencia desde los atentadosde Madrid de 2004, donde la identificacin del inmigrante con unpotencial terrorista es una cantinela meditica que no deja de

    generar fantasmas.Gracias a este miedo a la delincuencia y al terrorismo, as

    como al racismo intrnseco al puritanismo cvico, es como seconsigue la parlisis de los individuos, su inaccin social, paraceder la accin poltica en exclusiva al Estado. Un racismo quebusca negar la interrelacin entre los individuos, aislando a losgrupos en dinmicas socializadoras diferenciadas ydiferenciadoras. Eso s, ms ventajosas para unos que para otros,

    en perfecta consonancia con los valores de competitividad,individualismo y autoritarismo que fundamentan las sociedadesoccidentales. Y es que el "puritanismo cvico" est en plenaguerra contra la pobreza que la violencia del privilegio hasembrado por todo el planeta.

    4. La Medida Preventiva o la Violencia de Estado

    La seguridad ciudadana y el civismo son, pues, lailusin que da sentido a la batera de medidas preventivasarticuladas por el Estado contra la delincuencia y el terrorismo. La"prevencin" a este miedo construido es precisamente lo quelegitima el despliegue legal y represivo que estamos viviendo.

    Para ello es preciso demostrar que el Estado es efectivo enestas luchas, en esta espiral de violencia que su propia presencia

    genera. As, muestra cmo la accin policial y penal es lasolucin a las problemticas que van manifestndose en la

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    sociedad. La represin, como respuesta a los hechos punibles y alos atentados a la seguridad, tiene plena cobertura legal: unaserie de leyes y normativas sancionadoras se lanzan contra lasociedad para dar margen de maniobra a la accin policial, a lavigilancia de todos los espacios bajo su control. En definitiva, unared estructurada de control sobre los individuos, expandindosepor el cuerpo social con una dinmica propia.

    La "amenaza terrorista" ha permitido legitimar la expansincuantitativa y cualitativa de los servicios secretos de los Estados:desde los EEUU (con la Patriot Act ); pasando por Gran Bretaa(con el " Tirar a Matar"); por Francia (con las expulsiones del

    Ministro del Interior, Sarkozy, de los presuntos islamistasradicales en el mes de agosto, antes de la revuelta de octubre-noviembre de 2005); por Italia (las medidas antiterroristas deGiuseppe Pisanu, que otorga ms maniobra a los militares); y,finalmente, por Espaa (la expulsin en el 2004 de ms de 50.000inmigrantes segn fuentes policiales; o con el espectacularaumento del presupuesto, del margen de maniobra y de losefectivos del Centro Nacional de Inteligencia, CNI, entre otras

    medidas).Pero es la Ley Antiterrorista la que mejor expresa la utilidad

    del miedo, y la violencia, para el control social. Bajo ella, losindividuos sospechosos de terrorismo quedan totalmente aisladosen manos del Estado. Es la Ley por excelencia del Miedo y de laViolencia. Es decir, nadie, excepto los que estn detrs de esasospechosa cortina legal, conoce de lo que pasa. Por susresultados (autoinculpaciones, delaciones, lesiones, enfermedades

    psicolgicas, ansiedades, etc.), tanto organizaciones de defensa dederechos humanos (como Amnista Internacional), como suspropias vctimas, han denunciado prcticas de tortura. Y esprecisamente lo que esta Ley permite: la impunidad del Estadoante sus propias leyes, que incluso formalmente lleganformalmente a prohibirla. Es por ello que la mayora de gobiernosquieren aumentar los das de aislamiento bajo esta ley, en nombrede su eterna lucha contra el terrorismo, y como mxima garanta

    de la seguridad prometida.

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    Porque estas leyes antiterroristas no dejan de ser sino nuevoseufemismos de las leyes que antao formalizaban la tortura. Yello lo saben perfectamente los movimientos sociales: cuando sees tan osado de perderle el miedo al poder e, incluso, depretender transformar la sociedad, el poder despliega toda laviolencia posible contra los individuos y grupos sociales que leamenazan. Es la violencia del Estado contra el individuodeclarado en rebelda, a la vez que un claro mensaje de Terrorpara todo su entorno social.

    En definitiva, un conjunto de "medidas preventivas" quetotalizan la capacidad de los Estados para controlar todos y cada

    uno de los individuos que estn bajo su dominio, y queencuentran, tarde o temprano, una fuente de legitimacin (ya seapor acciones terroristas propiamente dichas o por las amenazas yalarmas sociales que se construyen). Sarkozy lo expresaba as:"Nuestra voluntad es, ante todo, inscribirnos en la prevencin,anticipar. Para garantizar la seguridad de los franceses hay queestar avanzados, no en retraso" (La Vanguardia , 30 de julio de2005). Esto, a tres meses de la revuelta popular de los barrios ms

    excluidos de la "seguridad francesa". En Espaa, el aumento delas dotaciones del CNI no es consecuencia de los atentados deMadrid de 2004, sino que ms bien stos acabaron por legitimarla dinmica que ya vena impulsada un ao atrs, cuando naci elCNI con una partida presupuestaria cuatro veces superior a la delanterior CESID.

    Contra la otra amenaza, la delincuencia, las cifras hablan pors solas: slo en Barcelona se cuenta ya con unos 7.000 policas,

    entre Mossos d'Esquadra (unos 2.500), Polica Nacional (unos1.600) y Guardia Urbana (unos 2.500). En Catalua se calcula queoperan unos 27.685 policas. A todo este despliegue policial, decifras oficiosas ms o menos variables, hay que aadir los cercade 1.200 vigilantes vinculados a las 402 empresas de seguridadprivadas que operan en Catalua. Cmo justificar estedespliegue? Cmo legitimar la presencia de tanta poblacinarmada?

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    Estadsticas de delincuencia, con cifras de todo tipo(detenciones, delitos denunciados, etc.), muchas vecescontradictorias y, evidentemente, con mltiples lecturas, vienen autilizarse para demostrar, supuestamente, que 1) la delincuenciano para de aumentar de la mano de la inmigracin (reiteracin delmiedo) y 2) la necesidad policial en esta lucha (legitimacin de laviolencia).

    Sin embargo, el efecto es ms bien otro de muy diferente: esa partir de todo el despliegue policial, de toda esta violenciapreventiva que viene desarrollndose, como se aumenta la presincontra la sociedad. Para ello se disponen de leyes que buscan

    regular cada vez ms espacios de la vida social en nombre delcivismo y de la seguridad ciudadana. Leyes que pretendenexpulsar individuos de la va pblica (ordenanzas municipales deBarcelona, Valencia, Alicante, etc.), que persiguen formas desubsistencia en la frontera de la exclusin, que empujan lamarginalidad hacia zonas menos pblicas, y donde puedeoperar sin miradas incmodas la violencia estructurada.

    Es as como en Espaa se ha llegado a las cifras

    espectaculares: es uno de los pases que encabezan las cifras dedotaciones policiales y, a la vez, ocupa de los primeros puestos enEuropa en poblacin reclusa. Los centros de detencin y lascrceles estn cada vez ms llenas: la poblacin encarcelada enEspaa es de ms de 61.000 personas, prcticamente igual que enFrancia, que cuenta con casi 20 millones ms de habitantes.

    No obstante, la prevencin contempla esta aritmtica:nuevas y ms sofisticadas prisiones estn en proceso deconstruccin. En Espaa se esperan 11 nuevas instalaciones, mslas cuatro que ya estn en construccin, junto con 46 nuevasinfraestructuras penitenciarias entre los aos 2006 y 2012. Eso sincontar Catalua, la nica Comunidad Autnoma del Estado quetiene transferidas las competencias en este mbito, y donde laGeneralitat tiene previsto construir once centros ms hasta el2010. Total: 72 nuevas instalaciones de privacin de libertad enseis aos.

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    Para legitimar todo este despliegue de encarcelamiento, sealternan informaciones de los elevados ndices de reincidencia(casi el 40% en Catalua, segn estudios del propio Govern), y dela masificacin que sufren los centros, que pone en entredichotanto los derechos de los reclusos, se dice, como el mantenimientodel orden en las instituciones penitenciarias.

    Pero los autnticos resultados de las prisiones son laviolencia que cultivan, con un total poder destructivo delindividuo, de brutalidad extrema, como demuestran todo tipo deestudios como los del Observatori del Sistema Penal i del DretsHumans de la Universitat de Barcelona. Y es que las crceles son

    el punto en que la Ley ha dejado de ser disuasoria y se presentacon toda su violencia. Qu hay ms violento que encerrar aindividuos durante largos perodos de tiempo? Y es que no sepuede atribuir objetivos "reinsertadores" a una institucindiseada para regular la exclusin social con la violencia delencarcelamiento. Cmo reinsertar, de hecho, a quin ha sidoprecisamente excluido?

    Los resultados hablan por s solos en los EUA, pas que

    cuenta con ms de dos millones de prisioneros, siendo el ldermundial indiscutible en la relacin de presos por habitante. Losndices de su Tolerancia Cero no dejan lugar a dudas, al igual quelas cifras britnicas y espaolas: slo se ha conseguido aumentarla violencia que se deca combatir.

    Porque el miedo se retroalimenta: casos espectaculares, demorbosidad trgica, llenan los medios de comunicacin. Expresosreincidiendo, expresos realizando actos ms violentos que los queles llevaron a la crcel. Delincuentes irrecuperables que nomerecen otro espacio que los muros de una prisin. En ningncaso se plantea cules han sido los efectos de la crcel sobre estosindividuos. Por qu nadie se pregunta sobre los 800 muertos enlas crceles en los ltimos cinco aos (ms de 1.000 en losltimos cuatro aos, segn Salhaketa)? Por qu se ha producidoun aumento espectacular de los suicidios en la prisin?

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    Es un miedo, pues, que se alimenta de la propia violencia. Yas, cada miedo que se instala con xito, supone un paso adelantedel control policial, de su accin vigilante hacia la sociedad. Estosefectos se pueden apreciar especialmente en Catalua, donde esteproceso terrorfico ha coincidido con el despliegue de un cuerpopolicial (los Mossos d'Esquadra). Un pequeo anlisis de lapublicidad que ha acompaado al despliegue nos muestra losvalores que impregnan la accin dominadora actual:"proximidad". Hacer de la polica un elemento prximo, unsalvavidas. No percibirles como agentes sancionadores,controladores, vigilantes, sino como un elemento de prevencin,de auxilio: una polica prxima y de ayuda. El mximo aliado y

    exponente de la seguridad ciudadana y del civismo para, as,poder incrustarse en el tejido social, captar informacin deprimera mano, generar una sociedad de delacin generalizada.

    Pero no es nada nuevo. Ha sido siempre el objetivo de todosaquellos que se han propuesto el dominio de la sociedad, y queJeremy Bentham expres cuando diseaba la crcel perfecta:

    Denunciar el mal, o sufrirlo como cmplices. Qu artilugio

    puede eludir una ley tan inexorable? Qu conspiracin puede

    mantenerse contra ella? La crtica que, en todas las prisiones se

    vincula con tanta virulencia al carcter del delator, no

    encontrara aqu base ninguna. Nadie tiene derecho a quejarse de

    lo que otro hace por su propio instinto de supervivencia. Tu me

    criticas mi malicia, respondera este acusador, pero qu puedo

    pensar de la vuestra, vosotros que sabis perfectamente que ser

    castigado por vuestra culpa ()? As, siguiendo este plan, hay

    tantos compaeros, tantos inspectores; las mismas personas que

    hay que vigilar, se vigilan mutuamente, y contribuyen a la

    seguridad general (1985: p. 144).

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    En definitiva, el imperio del miedo no es ms que unantiguo sueo de los proyectos que aspiran a la perfeccin en elarte de la dominacin. Una sociedad de individuos aislados, quebuscan constantemente refugio en el poder, en la seguridad queles proporciona la violencia del ms fuerte. Una anti-sociedaddonde todo individuo es un guardin, un polica vigilante delvecino, con plena fe en la autoridad y en la accin del Estado.Una sociedad rota, dividida, que ve como la libertad quedaahogada por la violencia y la exclusin que generan aqullos queambicionan dominarla. El miedo nos est preparando para laviolencia.

    Jaume Balboa

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