Entre La Cruz Gamada y La Cruz de Cristo - Ruiz Velasco Barba Rodrigo

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  • UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

    TESIS DE LICENCIATURA EN HISTORIA

    Presenta: Rodrigo Ruiz Velasco Barba

    Directora: Dra. Cristina Gutirrez Ziga

    El ANTIJUDASMO EN EL PENSAMIENTO DE SALVADOR BORREGO ESCALANTE:

    ENTRE LA CRUZ GAMADA Y LA CRUZ DE CRISTO

    GUADALAJARA, JALISCO. ABRIL, 2007

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    Agradecimientos

    Es mi deseo agradecer a don Salvador Borrego Escalante por todas las atenciones

    recibidas. Ha sido muy grato conocerlo personalmente.

    Asimismo agradezco a mi directora de tesis, la doctora Cristina Gutirrez Ziga,

    que en todo momento me hizo las observaciones que crey pertinentes y brind a este lego

    apoyo inestimable.

    Igualmente quiero hacer mencin del coronel don Mario Rueda Gandarilla y a su

    hijo, mi colega Jess Alonso Rueda Almonte, sin quienes me hubiera sido imposible este

    trnsito.

    Muchas gracias al maestro politlogo Miguel ngel Jasso Espinosa por sus

    sugerencias y comentarios; los cuales me han sido de mucha utilidad.

    Agradezco a todos los profesores que fueron parte de esta licenciatura en Historia y,

    especialmente, al doctor Francisco Barbosa Guzmn; gracias al cual adquir experiencia en

    el manejo de los archivos. Espero aprovechar esa experiencia en el futuro.

    Por ltimo, gracias a mis padres por ser tambin lectores y comentaristas ocasionales

    durante la elaboracin de este trabajo.

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    INDICE INTRODUCCIN 4 CAPTULO I EL FENMENO DEL ANTIJUDAISMO I. LOS ORGENES DEL ANTIJUDASMO 11 II. EL ANTIJUDAISMO CRISTIANO 16 III. EL ANTIJUDASMO TEOLGICO DEL P. JULIO MEINVIELLE 30 IV. LA CONSPIRACIN JUDA MUNDIAL Y LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION 34 V. EL ANTIJUDASMO NAZI 40 VI. ACERCA DE LAS CONCEPCIONES NAZIS DEL CRISTIANISMO 55 VII. CONCLUSIN DEL PRIMER CAPTULO 61 CAPTULO II EL MBITO MEXICANO I. EL CALDO DE CULTIVO 64 II. MEDIO SIGLO DE HISTORIA MEXICANA 76 CAPTULO III EL PENSAMIENTO DE SALVADOR BORREGO I. LA TRAYECTORIA VITAL 83 II. CUADROS E IMGENES:

    A) BORREGO Y SU TIEMPO 94 B) LAS OBRAS DE SALVADOR BORREGO 97 C) ARCHIVO FOTOGRFICO 98

    III. SALVADOR BORREGO ANTE EL NAZISMO Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 101 IV. BORREGO FRENTE A LA HISTORIA DE MXICO 118 V. LA HISTORIA COMO ESCENARIO DE UN ENFRENTAMIENTO METAFSICO 138 VI. UNA POLMICA EXGESIS 148 CONCLUSIN 157 FUENTES 166 INDICE ONOMSTICO 175

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    INTRODUCCIN Contrario a lo que puede creerse, el antijudasmo ha estado presente, a lo largo de la

    historia, no solamente entre las multitudes carentes de instruccin; tambin ha sido patente,

    con cierta frecuencia, entre los intelectuales. Filsofos como Denis Diderot y Voltaire,

    Schopenhauer o Feuerbach; novelistas como Po Baroja y Alexander Solzhenytsin; los

    poetas Vctor Hugo y Ezra Pound; msicos como Franz Liszt y Richard Wagner; los

    pensadores socialistas Sorel y Fourier; anarquistas como Bakunin y hasta un tal Carlos Marx

    por slo mencionar algunos. Todos ellos albergaron en sus textos o en sus discursos con

    mayor o menor intensidad y obedeciendo con regularidad a diversas y hasta contradictorias

    posturas- pensamientos antijudos que no suelen ser recordados por la mayora de sus

    entusiastas admiradores de hoy; demasiado impopular. No se trata de una tendencia

    nicamente presente entre la intelectualidad fornea; Mxico ha sido tambin suelo de

    pensadores con esta caracterstica.

    En nuestro pas pocos escritores han demostrado un irrespeto a lo polticamente

    correcto como Salvador Borrego Escalante. Encuadrado por la prensa e intelectualidad

    predominante dentro de la extrema derecha mexicana, ha fustigado al marxismo tanto

    como al liberalismo. Ha sido un implacable crtico de nuestra clase gobernante al mismo

    tiempo que denunciante de lo que, para l, es un proceso de degradacin moral de nuestra

    sociedad inducido desde la enseanza y los medios masivos de comunicacin.

    Siendo partidario de que Mxico retome el rumbo correcto, un retorno a sus races

    cristianas, ha profesado tambin una ferviente admiracin al sistema nacionalsocialista

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    alemn en general y a la figura de Hitler en particular. La anterior circunstancia es, quiz, la

    que le ubica como uno de los escritores mexicanos ms singulares del siglo XX.

    En un artculo aparecido en el diario Exclsior el 8 de febrero de 2001 Vctor Manuel

    Muoz Patraca se admira de que:

    En El pensamiento de la reaccin mexicana , que Gastn Garca Cant antolog en los aos 60 para empresas editoriales, falt la presencia de Salvador Borrego. Este periodista (...) ha tenido una importancia fundamental en los ltimos 50 aos. Su libro Derrota Mundial tiene 42 ediciones a noviembre de 2000, aunque no hay colofn que aclare de cuntos ejemplares se conforma la edicin, el nmero quizs supere a El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Pese a la significacin de Borrego, no tiene ficha biogrfica en la Enciclopedia de Mxico ni en el Diccionario Biogrfico de Humberto Mussacchio.1

    El silencio meditico hacia la obra de Borrego resulta incomprensible si se tiene en

    cuenta que, segn su pgina web, ms de medio milln de sus libros han sido vendidos,

    asegurndose as un amplio impacto dentro de un sector de la sociedad mexicana. Incluso en

    una fuente tan sensacionalista y militante como La ultraderecha en Mxico de Manuel

    Buenda, el nombre de Salvador Borrego brilla por su ausencia.2 No obstante, en los ltimos

    aos ha venido producindose en Mxico un aumento en el inters de los personajes y

    grupos de la llamada extrema derecha dentro del mundo editorial. Ello obedece

    probablemente- a la llegada del Partido Accin Nacional al poder, en el ao 2000: la vuelta

    de la derecha catlica tras los hilos del gobierno. Dos ejemplos de este inters editorial

    son los libros publicados por lvaro Delgado y Edgar Gonzlez Ruiz.3

    En el primer caso, en uno de los libros del periodista y colaborador de la revista

    Proceso, lvaro Delgado, se hacen algunas menciones de nuestro personaje. Los

    1 Vctor Manuel Muoz Patraca, Anticapitalista Concurrencial Diccionario Biogrfico en: Exclsior, 8 de febrero de 2001. Texto disponible desde Internet en: http://www.salvadorborrego.com/Articulos/repmun.html Consultado el 05/04/07. 2 El libro es en realidad una seleccin de columnas periodsticas hecha por Miguel ngel Snchez de Armas. Vid. Manuel Buenda, La ultraderecha en Mxico, Mxico, Oceano-Exclsior, 1984. 3 El primero de ellos es un periodista que ha sacado a la luz publica la presunta existencia de una organizacin secreta de ideologa catlica-conservadora que supuestamente detentara el poder de la nacin a travs del PAN. En cuanto al segundo, se trata de un maestro en filosofa por la UAM que ha publicado trabajos sobre el pensamiento conservador mexicano en general y de una importante familia en especial: los Abascal.

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    comentarios son de la mayor importancia puesto que pondran de relieve la necesidad de

    conocer ms el pensamiento de Borrego; por su proyeccin dentro de ciertos grupos

    destacados en la poltica nacional y sobretodo por el papel que se le confiere dentro de esos

    grupos en el adoctrinamiento de nuevos elementos.

    Salvador Borrego ha sido, desde que escribi Derrota Mundial, en 1945 (sic), el autor icono de la extrema derecha nacional, antisemita hasta la ofuscacin. De ese libro, como de Amrica Peligra, han abrevado generaciones de militantes de la Organizacin Nacional del Yunque, seducidos por el herosmo fascista.4

    Salvador Borrego ha sido un personaje cercano a algunos de los lderes ms

    emblemticos del catolicismo tradicionalista en Mxico. Fue por poner un caso- un

    colaborador y amigo de Salvador Abascal Infante, quien fuera carismtico lder histrico de

    la Unin Nacional Sinarquista durante el Cardenismo. De ello precisamente deja constancia

    Edgar Gonzlez Ruiz en su libro sobre Los Abascal, una de las familias ms representativas

    del conservadurismo mexicano:

    Salvador Borrego fue un personaje intelectualmente cercano a Salvador Abascal, como lo prueba su mutua colaboracin de muchos aos y las reiteradas referencias que en sus libros hace Abascal a Borrego, quin tambin escriba en forma constante en La Hoja de Combate. Como se ha mencionado, Abascal hizo en Jus varias ediciones de Derrota Mundial [la obra capital de Borrego]...5

    La edicin de don Salvador Abascal, de Derrota Mundial en Jus, atrajo crticas

    incluso dentro del propio campo conservador. El propio Salvador Abascal cuenta cmo

    Manuel Gmez Morn critic agriamente Derrota Mundial por su presunto antijudasmo:

    Unos 10 aos antes [principios de los sesenta] tuve con l la primera discusin cuando sali de las prensas de Jus una de las ediciones de Derrota Mundial, de Salvador Borrego. Le mand a don Manuel un ejemplar, cosa de rigor. Pocos das despus me habl por telfono para condenar el libro y mi edicin. Sostena la tesis de que los judos no tienen la culpa de nada. Discutimos acaloradamente ms de hora y media, y ninguno de los dos cedi...6

    A Gonzlez Ruiz no se le podan escapar algunos comentarios sobre las referencias

    hechas a los judos en Derrota Mundial: 4 lvaro Delgado, El Ejrcito de Dios, Mxico, Plaza y Jans, 2004, p. 255. 5 Edgar Gonzlez Ruiz, Los Abascal, Mxico, Grijalbo, 2002, p.86. 6 Salvador Abascal, En legtima defensa y ms en defensa del Papado, Mxico, Tradicin, 1973, p.27.

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    El propio Borrego adopta en algunos pasajes de su libro [Derrota Mundial] un tono que pretende ser ms moderado que el de la propaganda nazi, comenzando por Mi Lucha, de Adolf Hitler, quien si pregonaba clara y directamente la maldad de la raza juda en su conjunto.7

    Aunque obviamente el mayor impacto de los trabajos de Borrego ha tenido lugar en

    el interior de Mxico tambin hay que mencionar que ha existido cierta proyeccin

    internacional. Algunas de sus obras ms famosas, como la ya mentada Derrota Mundial, ha

    sido editada en naciones como Argentina y Espaa.

    En este ltimo pas ha llamado la atencin de un reconocido historiador, filsofo y

    telogo, de confesin evanglica, Csar Vidal Manzanares, quien en una de sus obras

    acometi contra Borrego:

    Borrego se encuadra dentro de un catolicismo marcado precisamente por la intolerancia, la agresividad y el recurso fcil a la violencia.8

    Hemos trado a colacin los comentarios de Gonzlez Ruiz, lvaro Delgado y Csar

    Vidal por dos razones: en primer lugar, porque adelantan algunos de los aspectos ms

    importantes de la labor borreguiana: las simpatas hacia el nacionalsocialismo alemn, su

    presunto antisemitismo y su militancia catlica. En segundo lugar: para dejar en claro que -

    al menos en nuestro conocimiento- la figura de Borrego, pese a su importancia, es

    mencionada por otros autores de forma un tanto secundaria y, casi sin excepcin, con una

    orientacin crtica. Slo encuentra cabida como dato adjunto o subordinado al desarrollo de

    temas ms amplios o como personaje prximo a otra figura destacada dentro del mbito

    poltico.

    La presente investigacin pretende contribuir a llenar un vaco de informacin. Se

    ubica dentro del rico y extenso gnero de la historia de las ideas. Su objetivo es aportar un

    grano de arena al mejor conocimiento de este autor, tan singular, que ha sido, dada su

    7 Edgar Gonzlez Ruiz, Los Abascal... p.87. 8 Csar, Vidal, La revisin del Holocausto, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1994, p.161.

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    longevidad, un testigo privilegiado de la historia reciente de nuestra nacin y del mundo.

    Desde luego que ese conocimiento no podr abarcar la multiplicidad de aspectos dignos de

    estudio dentro de la obra borreguiana; ello sobrepasara por mucho los alcances de una tesis

    de licenciatura en Historia. Por lo tanto, nos concentraremos en un aspecto concreto que

    quizs sea el ms llamativo: su perspectiva acerca del judasmo.

    Admitimos que el tema es realmente demandante dada la delicadeza y seriedad que

    merecen. Pero, al mismo tiempo, nos reconforta y esperanza la idea de que, al final, las

    dificultades bien pueden valer la pena. No es una eleccin casual: la cuestin juda ocupa

    un lugar central en la interpretacin histrica que defiende Borrego. Al grado de que, en

    1998, el Instituto Stephen Roth para el estudio del Racismo y el Antisemitismo aluda a

    Borrego como uno de los ms prolficos escritores antisemitas en lengua espaola.9

    Al entrar en contacto con la obra borreguiana fue inevitable que aparecieran en

    mente algunas preguntas concernientes a la tipologa de su pensamiento. Me constaba la

    adhesin personal de don Salvador Borrego al credo catlico que adems impregnaba

    buena parte de su obra- pero, a la vez, era manifiesta una simpata del autor hacia el

    nacionalsocialismo alemn y su poltica con respecto a los judos. Eran las creencias de

    Salvador Borrego respecto a los judos encuadrables dentro del tradicional antijudasmo

    catlico-teolgico o, tal vez, dentro del racismo primordialmente antijudo propio del

    nacionalsocialismo alemn? A lo largo de este trabajo nos proponemos responder

    satisfactoriamente a esta pregunta.

    Luego la empresa consistir, en un primer captulo, en la breve caracterizacin del

    antijudasmo en s y, posteriormente, en los orgenes y razones de las dos corrientes

    antijudaicas antes mencionadas. Ms adelante expondremos, tambin brevemente, la historia 9 Citado en: Edgar Gonzlez Ruiz, Los Abascal... p. 213.

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    del antijudasmo en Mxico as como la explicacin del contexto poltico, social y cultural

    del Mxico del siglo XX. Slo entonces procederemos a ocuparnos de la trayectoria vital de

    Salvador Borrego y, al final, del anlisis de su postura en torno a la cuestin juda al

    trasluz de su propia obra, misma que constituir, acompaada de entrevistas con nuestro

    personaje, la totalidad de las fuentes primarias empleadas para este trabajo. El desarrollo del

    mismo procurar permanecer lo ms alejado posible de los frecuentes prejuicios y clichs al

    uso, el hbito del denuesto o la caricaturizacin, con que suelen ensuciarse obras de este tipo

    cuando son encaradas por algn adversario ideolgico; pero tambin se posicionar al

    margen de cualquier tipo de apologa o panegrico, faltaba ms.

    En el primero de los casos, es un vicio muy comn adoptar la estrategia de acumular

    unidireccionalmente informaciones que buscan perjudicar la imagen del autor estudiado. En

    el polo opuesto, se recurre a la acumulacin de informacin que atae nicamente a aquellos

    aspectos que -se entiende- le benefician y enaltecen. Al margen de esta costumbre de

    satanizar o canonizar, debe imponerse un mtodo que no se dedique a mutilar su objeto ni a

    seleccionar textos en un determinado sentido, soslayando aquellos que marchen en el

    sentido opuesto.

    En el caso que nos ocupa es necesario rastrear en sus lneas generales la evolucin de

    una forma de pensamiento antiqusima que conforme transcurren los siglos ha ido

    adquiriendo diversos matices y encontrando su camino por diversos cauces. Estos torrentes

    encuentran en Salvador Borrego a su ms conspicuo exponente en Mxico. Parte importante

    de nuestro trabajo consiste en dar un orden lgico a estas corrientes y a la forma y grado en

    que fueron siendo asimiladas hasta ser integradas en su pensamiento. Igualmente

    pretendemos aprehender nuestro objeto atendiendo a su contexto histrico. Un tiempo

    marcado en una primera etapa- por las simpatas que generaron dos ideologas totalitarias

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    en su apogeo y que se prolonga hasta alcanzar la llamada era postmoderna. poca convulsa

    en que soluciones extremas aparecieron dotadas de un inusual atractivo.

    Es esta circunstancia, la que une a un escritor incmodo para el establishment con

    una poca cegada por las pasiones, lo que ha evitado retomar la cuestin desde la mesura.

    Por nuestra parte solo cabe, antes de comenzar, expresar el mximo respeto por quienes,

    como don Salvador -independientemente de lo equivocado o acertado de sus planteamientos

    y creencias- sostienen en lo fundamental, con innegable coraje, unas ideas reidas con el

    viento de la historia. Algo que, en ocasiones, cuando se trata de tesis impopulares y

    polticamente incorrectas, acarrea una serie de riesgos y costes que Borrego acept

    estoicamente. Fue el precio de ocupar un lugar en la trinchera de quienes al menos

    aparentemente- han sido vencidos. A realizar la empresa pues.

  • 11

    CAPTULO I EL FENMENO DEL ANTIJUDASMO I. LOS ORGENES DEL ANTIJUDAISMO

    Cualquier estudio que pretenda llegar a buen puerto debe comenzar por las

    definiciones conceptuales. La Real Academia Espaola de la Lengua, en su diccionario del

    2001, 22. edicin, define al antisemita como: adj. Enemigo de la raza hebrea, de su

    cultura o de su influencia. Ntese que la definicin dada por este diccionario engloba

    diversas categoras, abarca al que parte de motivaciones raciales, culturales e histricas por

    igual. Esta definicin puede ser funcional e incluso justificada si atendemos a la enorme

    popularidad que ha cobrado la palabra antisemitismo. Sin embargo, en rigor es equvoca.

    Antisemitismo es un concepto errneo porque su intencin es slo en referencia a los

    judos cuando, dada la etimologa de la palabra, en realidad se est ampliando su alusin a

    todos los descendientes de Sem, hijo del patriarca No si seguimos el relato bblico. Por lo

    tanto, abarca a una multitud de grupos humanos que sobrepasan por mucho a la

    descendencia ya sea de tipo racial o tnica- de Abraham, Isaac y de Jacob (padres del

    pueblo hebreo).

    La palabra antisemitismo fue creada en fecha tan tarda como 1879 por Wilhelm

    Marr en su libro La victoria del judasmo sobre el germanismo considerada desde un punto

    de vista no-religioso.10 Esto es, que el uso de antisemitismo fue obra de autores que

    pretendieron desligar sus opiniones sobre los judos de todo aquello que tuviera que ver con

    10 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia, Espaa, Flor del Viento, 2001, p.19.

  • 12

    cuestiones religiosas o teolgicas. De all que corrientes a quienes cabra endilgarles el

    adjetivo de antisemitas, segn la definicin de la RAE, en realidad rechazan el

    antisemitismo propiamente dicho.11 Por todo este cmulo de inconvenientes, nosotros vamos

    a recuperar la palabra antijudasmo, otorgndole el mismo significado que la RAE da al

    trmino antisemitismo.12 Hecha la aclaracin, entremos al espinoso tema de los orgenes.

    El antijudasmo es un fenmeno de larga data en la historia de la humanidad. Las

    causas de esta oposicin, en su origen, han sido tambin largamente debatidas y hay quienes

    sostienen como origen desde una enfermedad mental hasta la legtima defensa.

    Los orgenes histricos del antijudasmo tambin han sido causa de enconada

    polmica . La hiptesis que da una mayor antigedad al antijudasmo es la de Hermann

    Gunkel quien afirma que aparece con la existencia misma del pueblo hebreo. Esta tesis ha

    sido furiosamente contradicha, por razones obvias, tanto por autores judos como pro-judos.

    As Gustavo Perednik:

    Sostener, como de algn modo u otro lo hacen Hermann Gunkel o Theodor Mommsen, que con los primeros hebreos aparece la judeofobia, es dar por sentado que las meras diferencias son la fuente del odio, y no la intolerancia frente a las diferencias. Abraham no tena por qu generar enemigos por el hecho de proponer la distincin monotesta; la judeofoba comienza con los judefobos, no con los judos.13

    Evidentemente que, como nos dice Perednik, la fuente de la hostilidad y del odio, es

    la intolerancia hacia las diferencias. Lo que se le olvida querramos creer- mencionar a

    11 Los ejemplos son algunos sectores del catolicismo tradicionalista y de importantes corrientes del mundo rabe-musulmn contrarios al judasmo y al estado de Israel. Los primeros, al entender que la cuestin no puede ser abordada desde otra perspectiva que no sea la religiosa y porque tericamente rechazan el racismo. Los segundos, porque no slo son descendientes de Sem sino tambin de Abraham, cuyo hijo Ismael, fruto de la unin con su esclava Agar, es reconocido por los rabes como padre comn. 12 Es decir, reconociendo sus distintas motivaciones y variantes dentro del concepto. Vale aclarar que en el desarrollo de este trabajo respetaremos, cuando citemos a otros autores, el trmino que ellos hayan empleado. Por ltimo, se ha defendido como otra alternativa, con Len Pinsker, el trmino Judeofobia. Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.20. Lo encontramos inconveniente debido al sufijo fobia que indica odio o miedo de un carcter irracional. En nuestra opinin, un posicionamiento hostil a la influencia del judasmo no siempre obedece a la irracionalidad, aunque a menudo de hecho as suceda. 13 Ibid, p.38.

  • 13

    Perednik es que la intolerancia frente a esas ideas efectivamente existi de forma muy

    temprana, probablemente ya en la era patriarcal, y que adems esa intolerancia no fue

    unilateral sino mutua, recproca entre gentiles y judos.

    Para algunos estudiosos, el pueblo de Israel fue un pueblo absolutamente original,

    diferenciado, y entre sus sellos distintivos se encontraba el germen del conflicto y la

    intolerancia de los dems pueblos hacia los israelitas y, al mismo tiempo, de los israelitas

    hacia los dems pueblos.14

    A pesar de que -a nuestro juicio- el antijudaismo es ms antiguo, se puede hablar de

    un recrudecimiento o agudizacin del mismo a partir del siglo III a.C, a raz de la expansin

    del mundo heleno gracias a las conquistas de Alejandro Magno.

    Fue Alejandra, una ciudad en donde habitaba una gran colonia juda al lado de una

    igualmente importante colonia griega, el origen de una serie de obras literarias antijudas

    como las de Manetn15 y otros escritores egipcios de habla griega como Queremn,

    Lismaco, Poseidonio, Filostrato, Apolonio Moln y Apin. En algunos de estos textos se

    mencionaban acusaciones que generalmente son tenidas ahora por descabelladas e

    14 El pensador judo del siglo XIX Bernard Lazare expresa algo de esta idea:Wherever the Jews settled after ceasing to be a nation ready to defend its liberty and independence, one observes the development of antisemitism, or rather anti-Judaism; for antisemitism is an ill chosen word, which has its raison d'tre only in our day, when it is sought to broaden this strife between the Jew and the Christians by supplying it with a philosophy and a metaphysical, rather than a material reason. If this hostility, this repugnance had been shown towards the Jews at one time or in one country only, it would be easy to account for the local causes of this sentiment. But this race has been the object of hatred with all the nations amidst whom it ever settled. Inasmuch as the enemies of the Jews belonged to divers races, as they dwelled far a part from one another, were ruled by different laws and governed by opposite principles; as they had not the same customs and differed in spirit from one another, so that they could not possibly judge alike of any subject, it must needs be that the general causes of antisemitism have always resided in Israel itself, and not in those who antagonized it. This does not mean that justice was always on the side of Israel's persecutors, or that they did not indulge in all the extremes born of hatred; it is merely asserted that the Jews were themselves, in part, at least, the cause of their own ills. Bernard Lazare, Atisemitism its history and its causes, p.5. Portal de Aaargh. Texto disponible desde Internet en: http://www.aaargh.com.mx/fran/livres2/LAZeng.pdf Consultado el 05/04/07. 15 Manetn escribi una Historia de Egipto en donde el relato bblico del xodo hebreo fue transformado en una expulsin de leprosos por el rey Amenofis. La motivacin de Manetn fue probablemente de carcter patritico ya que la narracin hebrea del suceso era hiriente para el orgullo nacional egipcio. Vase: Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.43.

  • 14

    inverosmiles.

    Por poner algunos ejemplos: Mnaseas de Patros mencionaba que los judos adoraban

    una cabeza de asno y Damcrito, por su parte, afirm que los judos tomaban un no-judo

    cada 7 aos y lo asesinaban en el Templo de Jerusaln.16 Otros comentarios, por el contrario,

    parecen ms comedidos y comprensibles.

    Cuando el mundo heleno fue sometido militarmente por Roma, sus sabios heredaron

    los prejuicios antijudos presentes en la literatura griega. De esta manera los satiristas

    Horacio y Juvenal aportaron al caudal; historiadores como Tcito; y otros autores como

    Tbulo, Ovidio, Quintiliano y Marcial siguieron por la misma senda; incluso Sneca y

    Cicern.17

    El conflicto fue maysculo y los peridicos levantamientos de los judos contra las

    autoridades griegas y romanas nos dan una muestra de las proporciones. El historiador

    ingls Paul Johnson hace un comentario interesante sobre este conflicto:

    Las dos grandes rebeliones judas contra el dominio romano no deben interpretarse como meros alzamientos de un pueblo colonizado que responde a la inspiracin del nacionalismo religioso, sino como un conflicto racial y cultural entre judos y griegos. La xenofobia y el antihelenismo, que fueron una caracterstica definitoria de la literatura juda a partir del siglo II a.C., fueron cabalmente retribuidos (...) la hostilidad concreta hacia los judos, que comenz a manifestarse hacia la segunda mitad del I milenio a.C. fue una consecuencia del monotesmo judo y sus repercusiones sociales. Los judos no podan reconocer ni reconocieron la existencia de otras deidades, ni les demostraron respeto (...) La circuncisin los separ de los restantes pueblos y fue considerada por el mundo grecorromano como una costumbre brbara y repugnante. Al menos, la circuncisin no impeda la relacin social. Las antiguas leyes judas de tipo diettico e higinico s. Esto, quiz ms que ningn otro factor cualquiera, concentr la hostilidad sobre las comunidades judas. En una palabra, el estuvo en el origen del antisemitismo de la Antigedad: los judos no slo eran inmigrantes, sino que se mantenan separados.18

    Esta pugna fue el marco de la profanacin del Templo en el ao 168 a.C. por parte de

    Antioco IV Epfanes y, ya bajo la dominacin romana, de la destruccin del Templo de

    Jerusaln por el general Tito en el ao 70 d.C. Ambos acontecimientos tuvieron un enorme 16 Una probable calumnia que revivi siglos ms tarde dentro del mundo cristiano. 17 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... pp. 47-49. 18 Paul Johnson, La Historia de los Judos, Barcelona, Vergara, 2004, pp 163 y 164.

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    impacto en el pueblo judo y tuvieron su culminacin con la expulsin de los judos de

    Palestina decretada por el emperador Adriano despus de derrotada la revuelta juda de

    Simn Bar Kojba en el ao 135 d.C.

    Por todo lo hasta aqu mencionado, son cada vez ms los autores que aceptan la

    existencia de un antijudasmo que toma una fuerza cada vez ms inusitada a partir del siglo

    III a.C., debido al choque entre la cultura grecorromana y la hebrea.19 Fue un choque hasta

    cierto punto inevitable si se consideran los siguientes hechos concernientes a dos formas de

    pensamiento propias de dos de las ms grandes e influyentes culturas en toda la historia de

    la humanidad:

    A medida que se difundieron las ideas griegas acerca de la unicidad de la humanidad, la tendencia juda a tratar a los que no eran judos como seres ritualmente impuros, y a prohibir el matrimonio con ellos, provoc la hostilidad porque se le consider antihumanitaria; a menudo se uso la palabra misntropo (...) Los griegos vean su oikumene, es decir, el universo civilizado all donde prevalecan sus ideas (en contraposicin al chaos que estaba ms all de sus fronteras), como una sociedad multirracial y multinacional, y los que rehusaban aceptarlas eran enemigos del hombre.20

    Y he aqu entonces que cuando sucede la dispora a raz de la poltica de Adriano ya

    se encontraba arraigado un antijudasmo grecorromano. Sin embargo, un siglo antes haba

    empezado un nuevo conflicto -ahora en el seno mismo del judasmo- que a la postre cobrara

    enorme importancia y permanecera tenindola durante milenios. El conflicto del que

    hablamos tiene lugar, por supuesto, con la aparicin del cristianismo.

    19 Vid. Flannery, Edward, Veintitrs siglos de antisemitismo, Espaa, Paids, 1974. 20 Paul Johnson, La Historia de los Judos... p.164.

  • 16

    II. EL ANTIJUDASMO CRISTIANO

    El simple ttulo de este captulo puede causar extraeza. Semejante sensacin puede

    deberse al hecho de que la nueva religin, el cristianismo, procede del judasmo; tal como

    una rama emerge del tronco del rbol. Todos los ms primitivos cristianos, incluyendo a su

    fundador, haban vivido como judos y se haban considerado siempre como judos. Lo cual

    ha seguido, hasta el da de hoy, claro para las distintas confesiones cristianas:

    Pareca, pues, obvio que en el pensamiento de los primeros cristianos, todos o casi todos de procedencia juda, la Iglesia no era sino la prolongacin de Israel, una nueva rama brotada del pueblo elegido. La Iglesia era juda: judo su divino fundador, juda su madre, judos los apstoles, judos sus primeros miembros. Aquellos tres mil hombres que se convirtieron a raz de la predicacin de Pedro el da de Pentecosts eran tambin judos.21

    Por esta circunstancia es que puede resultar del todo absurdo que el cristianismo

    haya podido generar un antijudasmo. A pesar de esto, lo cierto es que judasmo y

    cristianismo fueron distancindose mutuamente hasta producir una gran rivalidad. La

    hostilidad entre unos y otros arranca desde Jess mismo. Jess se enfrent verbalmente con

    las sectas judas predominantes de la poca (siglo I): saduceos y fariseos. Como respuesta, el

    estrato sacerdotal procedi a someter a Jess a un juicio irregular22 que culmin con su

    ejecucin ordenada por el procurador romano Poncio Pilatos.23

    21 Alfredo Senz S.J, La Nave y las Tempestades, t.1, Buenos Aires, Gladius, 2002, p.31. 22 Vid. Lmann, Augustin et Joseph, La Asamblea que conden a Jesucristo, Madrid, Criterio, 1999. 23 Algunos historiadores judos niegan la historicidad del relato evanglico que habla del proceso y crucifixin de Jess. Sin embargo, el propio Talmud texto sagrado de los judos- registra el hecho: La vspera de Pascua colgaron a Jess y el heraldo estuvo ante l durante cuarenta das, diciendo: . Pero no hubo nada que pudiera esgrimirse en defensa suya, y lo colgaron la vspera de la Pascua. (Sanedrn 43. Baraita.) Citado en: Csar Vidal, El Talmud, Espaa, Alianza Editorial, 2003, p.127. El mismo Csar Vidal explica En las ltimas dcadas, por razones histricas fciles de explicar, ha existido una tendencia muy acusada a distanciar a los judos de la muerte de Jess. Si con ello se pretende decir que no todos los judos de su poca tuvieron responsabilidad en su ejecucin y que los actuales no deben cargar con la culpa, semejante corriente historiogrfica es correcta. Si, por el contrario, lo que se pretende sealar es que la condena y muerte de Jess fue un asunto meramente romano, entonces se falta a la verdad histrica. Los Evangelios sealan que en el inicio del proceso que culminara con la crucifixin de Jess hubo una accin de las autoridades judas que le consideraban un extraviador. El dato es efectivamente repetido por

  • 17

    Pero con la muerte de Jess no acab todo. Sus antiguos seguidores afirmaron que

    Jess haba resucitado y como consecuencia, lo que pudo ser la muerte precipitada de un

    nuevo movimiento religioso cualquiera, fue en realidad el punto de partida para una

    vigorosa y extraordinaria expansin. Los primeros judeocristianos llevaron el mensaje de

    Jess a sus compatriotas, procurando su conversin; mientras tanto, las autoridades judas

    les consideraron una amenaza y en no pocas ocasiones volcaron su capacidad represiva

    contra ellos.24 Es de notarse que esta represin inicial por parte del judasmo hacia los

    primeros judeocristianos es omitida o negada por aquellos historiadores judos actuales que

    cultivan el ms acrtico victimismo judo, como es el caso de Gustavo Perednik.25

    Ms ajustado a la realidad es que inicialmente los cristianos se caracterizaban por su

    rechazo de la violencia y an habra que esperar varios siglos para que pudieran conciliar su

    religin con la lucha armada. El judasmo oficial aprovech este momento, en donde

    contaba an con relativo poder, para reprimir a la nueva religin que haba nacido de su

    vientre.26

    Sin embargo, esa situacin iba a cambiar en los siglos siguientes y ello se debi

    primeramente a la enorme propagacin del cristianismo entre la gentilidad. Fue una etapa el Talmud, que incluso atribuye toda la responsabilidad de la ejecucin en exclusiva a esas autoridades y que seala que lo colgaron una referencia a la cruz la vspera de Pascua (Sanh 43 a). Csar Vidal, Aparece Jess en fuentes histricas distintas de las cristianas?, Portal de Libertaddigital, 25 de abril de 2003. Disponible desde Internet en http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275758094 Consultado el 07/05/06. 24 Es el caso de la ejecucin de Esteban o, en una escala mayor, si hemos de creer a San Justino, de las matanzas de cristianos llevadas a cabo durante la revuelta juda de Bar Kojba. 25 Dice Perednik, por ejemplo: El cristianismo emerge del judasmo; sus lderes fueron judos, como sus primeros seguidores y su culto. En principio ello podra haber sido motivo de confraternidad y, en efecto, los primeros cristianos eran considerados miembros de la grey juda, y no hubo antagonismo serio entre las dos religiones mientras el Estado judo exista. Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.51. 26 En un principio los judeocristianos tenan un culto privado y uno pblico. En lo privado se reunan con sus hermanos y llevaban a efecto los ritos propios del cristianismo mientras que en lo pblico seguan participando en los actos y ritos propios de la religin juda, dentro de la cual deseaban permanecer. Tal circunstancia fue siendo cada vez menos frecuente debido a las persecuciones y llev al rompimiento pleno cuando en el concilio fariseo de Jamnia en el 90 d.C., los judeocristianos fueron oficialmente expulsados de las sinagogas. Se maldeca en cada oficio a los cristianos. Vid. Csar Vidal, El legado del Cristianismo en la Civilizacin Occidental, Espaa, Espasa, 2002, pp. 61 y 62. Vid. Paul Johnson, La Historia de los Judos... p.179.

  • 18

    que comenz a mediados del siglo I impulsada primordialmente por un hombre excepcional,

    el apstol Saulo Pablo de Tarso, y culmin con la proclamacin del cristianismo, por parte

    del emperador Teodosio, como religin oficial del Imperio Romano en el ao 380 d.C. A

    partir de ese momento el cristianismo tuvo la posibilidad de reprimir a los que fueron sus

    perseguidores en el pasado.

    El origen de esta hostilidad mutua fue de carcter eminentemente teolgico desde el

    principio. Los cristianos afirmaban ser la fiel continuacin y superacin de Israel y del Viejo

    Testamento mientras que los judos rechazaban rotundamente estos enunciados.

    El punto de disputa ms delicado fue la afirmacin de que Jess era el Mesas, el

    Siervo Sufriente anunciado por Isaas y, al mismo tiempo, Dios; lo anterior fue interpretado

    por el judasmo oficial como un sacrilegio y la violacin de su principio mas querido: la

    enorme diferenciacin entre el Dios nico y su creacin; un escndalo.

    Los judos no podan aceptar la divinidad de Jess [y al mismo tiempo] como hombre creado por Dios sin rechazar el postulado bsico de su creencia. Los cristianos no podan admitir que Jess fuera algo menos que Dios sin rechazar la esencia y el propsito de su movimiento. S Cristo era Dios, el judasmo era falso. En este punto no poda existir absolutamente ningn compromiso. Por lo tanto, cada fe representaba una amenaza para la otra.27

    Se present entonces una rivalidad teolgica puesto que -a pesar de que existan

    muchos postulados comunes- ambos entendan que existan enunciados fundamentales de

    una y otra religin que chocaban directamente.

    De gravedad es que el mundo cristiano, conforme fue despegndose de su primitivo

    estadio judeocristiano e impregnndose de la cultura grecorromana, fue adquiriendo algunos

    rasgos del antijudasmo heleno y pagano; mezclndose de una forma peligrosa para las

    comunidades judas de la dispora.

    Entre los cristianos era comn responsabilizar a los judos por la muerte de Jess y

    27 Paul Johnson, La Historia de los Judos... p. 177.

  • 19

    las persecuciones contra los cristianos primitivos; se interpretaban textos evanglicos en este

    sentido. Lo cual fue, desde luego, un abuso; pues no todos los judos podan ser responsables

    por aquella sucesin de hechos violentos, ni judos de las generaciones futuras deban pagar

    por lo sucedido tiempo atrs.

    La acusacin de culpabilidad colectiva en Mateo y la acusacin que alude a los en Juan se unieron para formar el ncleo de una rama especficamente cristiana del antisemitismo, que se superpuso a la antigua y ramificada tradicin antisemita pagana y se combin con ella para formar con el tiempo un poderoso mecanismo de odio.28

    La acusacin de deicidio fue la base del antijudasmo cristiano pero con el paso de

    los aos, y de los siglos, fueron acumulndose los episodios histricos en que quedaba

    patente que slo se trat del principio de una historia de mutuas agresiones. Una hostilidad

    que se materializ en episodios como las simpatas que sectores judos tuvieron hacia el

    arrianismo; ante el renacer pagano tras la figura de Juliano el Apstata29; la expansin del

    Islam30 y el catarismo31. Fue comn y corriente que muchos judos simpatizaran y

    colaboraran con todo movimiento que atentara contra el odiado rival: el orden cristiano y, de

    forma especial, catlico.32

    Desde la otra trinchera, el nuevo orden cristiano e imperial romano, y despus sus

    28 Ibid, p. 178. 29 Los judos haban recibido con alivio el renacimiento pagano de Juliano Paul Johnson, La Historia de los Judos... P.199. En el mismo sentido puede consultarse a Heinrich Graetz, History of the Jews,,t. II, Filadelfia, Publicaciones judas Sociedad de Amrica, 5717 (1956), pp. 295 y ss. 30 Que los judos, en ciertos lugares, fueron entusiastas colaboradores de la penetracin del Islam en el mbito de la Cristiandad queda al descubierto, por poner un ejemplo, en el caso espaol, debido a Juan de Mariana o por el, probablemente, ms grande historiador espaol: Claudio Snchez Albornoz. Vid. Snchez Albornoz, Claudio, Espaa, un enigma histrico, Barcelona, Edasa, 1991. En un sentido opuesto a considerar a los judos como una quinta columna favorable al Islam: Cfr. Vidal, Csar, Espaa frente a los judos: Sefarad, Espaa, La Esfera, 2006. 31 La Iglesia no andaba descaminada cuando identificaba influencias judas en el movimiento albigense Paul Johnson, La Historia de los Judos... p.259. Ver al respecto tambin: Vicente Risco, Historia de los Judos, Barcelona, Surco, 1960. T.V, Cap. II, p.306. 32 Los judos se mostraron activos y en cierto sentido fueron el catalizador de las dos fuerzas que finalmente quebraron el monopolio de la Iglesia: el Renacimiento y la Reforma. Las acusaciones populistas lanzadas contra los judos en la Edad Media fueron todas y sin excepcin mera fantasa. En cambio, la afirmacin de que los judos constituan un sector intelectualmente subversivo tena un ingrediente de verdad Paul Johnson, La Historia de los Judos... p.259.

  • 20

    remanentes -los reinos levantados sobre sus escombros-, llevaron a efecto una serie de

    medidas de segregacin hacia los judos.

    Estas medidas respondieron en ocasiones a las condenas que algunos Padres de la

    Iglesia lanzaron contra los judos, sobresaliendo entre otros, en este rengln San Juan

    Crisstomo, San Ambrosio, San Cirilo, entre otros. Las legislaciones de Teodosio II,

    Justiniano, concilios como el Iliberitano y los Toledanos, etc., impusieron en Europa una

    carga de restricciones a los judos entre las que se incluan -como mero botn de muestra-

    que los judos fueran excluidos de puestos polticos y militares; la prohibicin de comerciar;

    subestimacin de testimonios judos frente a los tribunales, obligatoriedad de agregar en la

    vestimenta un objeto que les identificara pblicamente como judos, pesadas cargas

    contributivas, el confinamiento en guetos, etc. Los judos fueron tenidos a lo largo de toda la

    Edad Media en Europa como un pueblo extrao y de segunda o tercera clase.33

    A pesar de darse ocasionalmente estallidos de violencia popular antijuda

    pogromos- exista una cierta contencin en el empleo de la misma debido principalmente a

    la labor de la jerarqua eclesistica:

    El objetivo de los jefes cristianos responsables nunca fue extirpar al judasmo mediante la fuerza. San Agustn (354-430 d.C.), el ms influyente de los telogos latinos, sostuvo que con su mera existencia los judos eran parte del plan de Dios, puesto que eran testigos de la verdad del cristianismo, y su fracaso y su humillacin simbolizan el triunfo de la Iglesia sobre la sinagoga. Por lo tanto, la poltica de la Iglesia consista en permitir la supervivencia de pequeas comunidades judas en condiciones de degradacin e impotencia.34

    Por otro lado, a menudo los reyes protegan a las comunidades judas por las

    beneficiosas repercusiones econmicas que tenan sus actividades para la Corona.

    Precisamente las cuestiones econmicas fueron otro detonador de los sentimientos

    antijudos. Hemos mencionado antes la prohibicin a los judos de ciertas actividades o

    33 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... pp. 69-71. 34 Paul Johnson, La historia de los judos... p. 200.

  • 21

    empleos; esta situacin ocasion que un amplio porcentaje de ellos se dedicara al prstamo

    con usura. El prstamo usurario haba sido una prctica comn y legal en la antigedad; sin

    embargo, esto no era admitido dentro del orden social, poltico y econmico de la

    Cristiandad; la usura era inmoral. En la legislacin hebrea tanto en la Tor como en el

    Talmud- el prstamo a inters es ilegal en cuanto a los correligionarios pero no en cuanto a

    los goyim (no-judos)35; por lo tanto la usura fue percibida por los cristianos como una seal

    de hostilidad. Buena parte del pueblo llano asoci al judo con la figura del usurero

    explotador y esto fue un ingrediente ms de odio hacia los judos dentro de los reinos

    cristianos.36

    Cuando a la sazn los templarios y lombardos se destacaron en la actividad bancaria,

    los judos ya no fueron indispensables y los reyes procedieron en ocasiones a la expulsin de

    los judos de sus reinos. As sucedi en Inglaterra (1290), Francia (1306 y 1394), Espaa

    (1492), Lituania (1495), etctera.

    Otra fuente de conflicto propia de la Edad Media fueron las llamadas controversias

    talmdicas. El Talmud (palabra hebrea que significa: estudio), uno de los libros sagrados

    de los judos, fue denunciado como obra blasfema y por lo tanto se confiscaron ejemplares

    sistemticamente, en diferentes pases europeos, y fueron llevados a las hogueras para que

    se consumieran all. Efectivamente, el Talmud contena algunos pasajes ofensivos hacia

    Jess, Mara y los cristianos, aunque estos representaban un pequeo porcentaje de la obra.37

    35 Levtico 25, 26 y Deuteronomio 23, 21. 36 La opresin econmica tenda a manifestarse en las zonas donde se les profesaba ms antipata, y si los judos reaccionaban concentrando esfuerzos en el prstamo de dinero a gentiles, la impopularidad y por lo tanto la presin- se incrementaba. Los judos se convirtieron en un elemento de un crculo vicioso. Paul Johnson, La Historia de los Judos... p. 211. 37 Aunque pocos, aquellos pasajes en donde se aluda a Jess eran de una violencia suprema. Jess fue, segn el Talmud, el hijo de una adltera y de un tal Pantera; tambin Jess es situado, para toda la eternidad, sufriendo un tormento entre excrementos en ebullicin. Vid. Vidal, Csar, El Talmud, Espaa, Alianza Editorial, 2003, 155 pp.

  • 22

    El hecho de que judos hubieran perseguido a los cristianos cuando tuvieron el poder

    y la oportunidad; el que hubieran colaborado con movimientos subversivos o la

    significacin del prstamo usurario como un azote a los no-judos resultaron, de alguna

    manera, elementos que ayudan a comprender el desarrollo de un antijudasmo cristiano. No

    obstante, estas razones -que contaron con un relativo sustento real- se combinaron con las

    ms tenebrosas acusaciones. Un asunto muy espinoso -an en la actualidad- es el que

    corresponde a los llamados crmenes rituales o libelos de sangre. Una creencia muy

    extendida que responsabilizaba a los judos de reproducir peridicamente, en una criatura

    inocente (un nio), la Pasin de Jess.38

    Tambin se lleg a identificar a los judos con la peste negra y con la profanacin

    de hostias consagradas.

    El fervor religioso y guerrero que vivi la Cristiandad durante el periodo de las

    Cruzadas fungi como el marco histrico de las matanzas ms graves perpetradas por los

    cristianos contra los judos. Especialmente durante las tres primeras cruzadas las tropas

    expedicionarias llevaron a cabo matanzas masivas de judos por donde iban pasando. Estas

    matanzas eran perpetradas en la conviccin, alimentada con el paso de los siglos, de que los

    judos eran agentes de Satans y, de paso, vengar la muerte de Jess. Los cruzados llegaron

    a imponer a los judos la opcin de la conversin o la muerte por lo cual algunos de ellos

    El prestigiado historiador Luis Surez Fernndez menciona que durante las controversias talmdicas se fue gestando una transicin entre el antijudasmo religioso y el antisemitismo moderno. Vid. Surez Fernndez, Luis, Cristianismo y Europeidad, Espaa, Eunsa, 2003, pp.94-96. 38 Los supuestos casos suman varios, algunos ejemplos: Wuerzburg (1147), Norwich (1148), Gloucester (1168), Lincoln (1255), Nio de la Guardia, Espaa (1491). Este ltimo caso inspir a Lope de Vega en una de sus obras. Aunque hay excepciones, casi ningn historiador de relieve sostiene, hoy en da, la autenticidad de alguno de esos supuestos hechos. Es quiz un mito reciclado de la poca pagana, una insidia desde entonces lanzada contra los judos, adaptada al contexto cristiano y aderezada con otras supersticiones populares. El tema fue vuelto a poner a flote por la propaganda nazi, en especial por Julius Streicher en su diario Der Sturmer: Vid. Monniot, Albert et Streicher, Julius, Los crimenes rituales una patraa antisemita ?, Lima, La Verdad, sin ao.

  • 23

    eligieron el martirio.

    Durante este periodo pareci que la idea de un antijudasmo limitado por razones

    tico-morales, de origen cristiano, se esfumaba; pero se trat de un parntesis provocado por

    la efervescencia propia de la poca, un momento que era dramtico para toda Europa ante la

    embestida del Islam. La situacin degener en un severo descontrol. Ante la necesidad de

    soltar los lazos que guardaban al caballo de la guerra ste se desboc y atropell en su

    carrera de la muerte a aquellos a quienes no estaba dirigido en un principio.

    La situacin de segregacin que sufrieron los judos bajo la Cristiandad provoc que,

    previsiblemente, llegado el momento, muchos judos recibieran con alegra la Reforma

    Protestante. Despus de todo, as se lograba dividir y debilitar al sistema que les haba trado

    tantas desdichas.39 Las nuevas iglesias reformadas simpatizaron inicialmente con el

    judasmo. Fue ste el caso de Martn Lutero quien despus dio una vuelta de ciento ochenta

    grados y atac al judasmo de una forma virulenta dando paso as a un antijudasmo

    especficamente protestante. 40

    El siglo XVI fue tambin, segn algunos importantes socilogos, un periodo en

    donde comenz a incubar el capitalismo. Es clsico el estudio que el socilogo alemn Max

    Weber realiz sobre el tema, en el mismo se relaciona la tica protestante y ms

    concretamente metodista y bautista- con la aparicin del capitalismo.41 A pesar de la

    popularidad de las conclusiones de Weber existen otras posibilidades, quizs

    39 El factor principal que afect a los judos a los destinos judos en la Europa del siglo XVI fue la Reforma. A la larga, el ascenso del protestantismo benefici enormemente a los judos. Al quebrar la unidad monoltica de la Europa latina, trunc las aspiraciones cristianas de crear una sociedad con una sola fe. As, concluy el peligroso aislamiento de los judos como nico grupo inconformista. En extensas regiones europeas la Reforma trajo consigo la desaparicin de los frailes, los ms odiados enemigos de los judos... Paul Johnson, La Historia de los Judos... p. 290. 40 Vid. Lutero, Martn, Sobre los judos y sus mentiras, Portal de Herencia Cristiana. Texto disponible desde Internet en: http://www.herenciacristiana.com/luther/luther.html Consultado el 10/04/07. 41 Vid. Weber, Max, La tica protestante y el espritu del capitalismo, Mxico, FCE, 2003.

  • 24

    complementarias, que situaran el nacimiento del capitalismo en otras fechas ms tempranas

    y mediante otros agentes. Como son los trabajos del socilogo alemn Werner Sombart en

    donde el capitalismo sera en parte- una consecuencia del sentido prctico de la religin

    juda.42 La tesis de Sombart ha sido aceptada por numerosos estudiosos de la historia y la

    economa.43

    La nueva Europa estaba emergiendo y con ella mora la Cristiandad, el ordo poltico

    medievalis. Segn el profesor Elas de Tejada, el antiguo orden es destruido por cinco

    fracturas: la religiosa de Lutero, la tica de Maquiavelo, la poltica de Bodino, la jurdica de

    Hobbes y la sociolgica de la paz de Westfalia. Al margen de esta nueva realidad se va a

    plantar la Hispanidad como una especie de muro resistente frente a la nueva situacin, una

    suerte de Cristiandad menor.44

    La cosmovisin de la Cristiandad pereci al ritmo de la secularizacin radical puesta

    en marcha por estas cinco fracturas. Se dej atrs una cosmovisin teocntrica y

    cristocntrica, y se encumbr una cosmovisin cada vez ms antropocntrica. A partir de

    entonces aquellos resabios de tradicionalismo van a ir gradualmente siendo vencidos y, al

    mismo tiempo, aquellos cristiano-catlicos que simpatizan con el antiguo orden van a cargar

    su parte de responsabilidad al judasmo por la perdida de su mundo; lo que ellos

    consideraban una degeneracin o subversin del orden natural querido por Dios.

    42 Vid. Sombart, Werner.The Jews and Modern Capitalism, Canad, Batoche Libros, 2001. 43 Gustavo Perednik afirma: Pero quien definitivamente sent las bases para la exploracin del rol de los judos fue el otrora prestigioso socilogo Werner Sombart. Su singular teora rastre los orgenes del capitalismo hasta la Edad Media tarda, y encontr en la labor globalizadora de los judos la causa del nuevo sistema econmico. Su obra Los judos y el capitalismo moderno (1911) atribuy el desarrollo del nuevo sistema a cuatro caractersticas de los judos: 1) su confrontacin con el ineficiente sistema corporativo; 2) su habilidad para modernizarse; 3) la naturaleza prctica de su religin, y 4) el desarraigo que se les impuso. As, los judos seran los pioneros del comercio internacional. Gustavo Perednik, Los Judos y la Economa. En el Portal de Monografas.com. Disponible desde Internet en: http://www.monografias.com/trabajos28/judios-y-economia/judios-y-economia.shtml Consultado el 06/04/07. 44 Francisco Elas de Tejada, La Monarqua Tradicional, Madrid, Rialp, 1954, p.36 y ss. Vase tambin: Ayuso, Miguel, Despus del Leviatn? Sobre el Estado y su signo, Mxico, Folia, 2003.

  • 25

    Frente al desencadenamiento de este proceso se irgui Espaa, proyectada hacia

    ultramar, como valladar de la catolicidad. Marcelino Menndez y Pelayo lo expresa con

    vehemencia en su Historia de los Heterodoxos Espaoles:

    Espaa, evangelizadora de la mitad del orbe; Espaa, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio (...); esa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra.45

    Segn algunos especialistas, una parte de los judos van a actuar en contra de Espaa

    motivados por un desquite por lo que conllev su expulsin de 1492. En el terreno de la

    propaganda, hicieron su contribucin a la denominada leyenda negra antiespaola y

    anticatlica.46

    Muchos judos se destacaron en la lucha contra el Imperio Espaol y Catlico no

    slo desde el terreno de la propaganda sino tambin desde formas ms activas y directas,

    promoviendo desde pases extranjeros, protestantes y musulmanes, la accin militar en

    contra de Espaa.47 Por esta tesis se decidi uno de los ms grandes pensadores espaoles

    del siglo XX, como es el caso de Salvador de Madariaga. Segn este ilustre pensador,

    habran sido los principales responsables por el desmoronamiento del Imperio Espaol los

    judos, los masones y los jesuitas (despus de su expulsin de Espaa).48

    Para entonces, inicios del siglo XIX, no era el Imperio Espaol lo nico que

    colapsaba, era todo el antiguo rgimen lo que tambaleaba con los mazazos de la Revolucin

    Francesa.

    La Revolucin Francesa fue considerada por los tradicionalistas cristianos un hito;

    para stos, ya no slo se atacaba la salud espiritual de los pueblos sino tambin a la propia

    45 Vid. Menndez Pelayo, Marcelino. Historia de los Heterodoxos Espaoles, Mxico, Porra, 2000. 46 Una propaganda de tendencia visceralmente antiespaola y anticatlica que lleg a penetrar fuertemente la historiografa y cuyos ecos llegan hasta el da de hoy. Vid. Powell, Philip. rbol de Odio, Mxico, APC, 2001. 47 Federico Rivanera Carls, Los conversos Victimas o victimarios de Espaa?, Argentina, CEH Cardenal Juan Martnes Silceo, 1994, p.71 y ss. 48 Vid. Madariaga, Salvador de., El auge y el ocaso del Imperio espaol, Madrid, Espasa-Calpe, 1979.

  • 26

    institucin monrquica, salvaguarda del orden natural.

    Durante el siglo XIX, van a ser publicadas una serie de obras que denuncian una

    conspiracin juda y masnica para la destruccin del cristianismo, el orden monrquico y

    an del dominio pleno del orbe. Con la fundacin de la Masonera regular en 1717, con las

    Constituciones de Anderson, la misma se destac enormemente en imprimir aceleracin al

    proceso de secularizacin. En este tenor, su papel dentro de la Revolucin Francesa se

    encuentra bien documentado y no extraa porque no es incierto- que a una rama importante

    de ella se le identificara con el jacobinismo o anticlericalismo radical.

    Probablemente la primera de estas obras, que denunciaron una accin anticristiana y

    anticlerical por parte de distintas sociedades secretas encaminadas a la subversin poltica,

    social y cultural, es la del abate Agustn Barruel (1797): Memoire pour servir a lhistoire du

    Jacobinisme (Memorias para servir a la historia del Jacobinismo).49 Esta obra de Barruel

    denunciaba nicamente a la masonera, enciclopedistas e iluminados de Baviera como

    protagonistas de la subversin revolucionaria anticristiana; los judos no figuraban como un

    factor. Sin embargo, en obras posteriores, varios autores integraron a los judos en esta

    trama conspirativa al lado de los masones conformando la llamada conspiracin judeo-

    masnica.

    49 Dice el experimentado estudioso de la Masonera Ricardo de la Cierva: Agustn Barruel era un erudito jesuita francs del siglo XVIII, que fue expulsado de Francia con toda su orden, pronto suprimida, y vivi hasta bien entrado el siglo XIX (...) Durante el primer tercio del siglo XIX el xito y la difusin del libro de Barruel fueron avasalladores en Europa entera y en las Amricas. Pero a medida que se imponan las ideas del liberalismo radical, identificado en toda esa centuria con la masonera, se organiz desde el campo liberal, revolucionario y masnico una oleada inagotable de criticas y descalificaciones contra Barruel y su obra, que en el siglo XX ha sido sepultada por esa campaa hasta el punto de que participan en ella no pocos escritores catlicos y aun conservadores arrastrados por la corriente y en casi todos los casos sin haber ledo los cuatro tomos de Barruel . Comenta el mismo autor que l mismo cay en esa dinmica y se sum a las criticas en alguna poca sin haberle ledo. Cuando, por fin, pudo tener acceso su obra cambi de opinin: La obra de Barruel, y ahora no hablo de odas ni bajo el imperio de las modas, puede tener defectos debidos en gran parte a su proximidad con los hechos de que nos habla (lo cual tambin es una gran ventaja) pero en conjunto me parece decisiva y tan importante para los comienzos del siglo XXI que merece una reivindicacin a fondo. Ricardo de la Cierva, La Masonera Invisible, Madrid, Fnix, 2002, pp. 89, 90 y 91.

  • 27

    Esta peculiar literatura antijuda, ahora centrada en el tema de la conspiracin es,

    para Norman Cohn, un fenmeno tpicamente moderno pero al mismo tiempo conectado con

    la vieja tradicin antijuda medieval:

    El mito de la conspiracin juda mundial representa una adaptacin moderna de esa tradicin demonolgica antigua. Segn ese mito, existe un gobierno secreto judo que, mediante una red mundial de organismos y organizaciones camuflados, controla partidos polticos y gobiernos, la prensa y la opinin pblica, los bancos y la marcha de la economa. Se dice que el gobierno secreto hace todo eso conforme a un plan secular y con el nico objetivo de lograr que los judos dominen el mundo entero, y tambin se dice que se est acercando peligrosamente al logro de ese objetivo.50

    Cuando Norman Cohn seala la relacin de esa tradicin demonolgica medieval (de

    raz cristiana) como antepasado remoto de la moderna tesis de la conspiracin juda mundial

    nos parece que, al menos en parte, acierta. Es hasta cierto punto natural y previsible que este

    tipo de literatura haya tenido entre sus autores y lectores crdulos a un nmero considerable

    de cristianos. Despus de todo, los hechos histricos avalan un enfrentamiento multisecular

    entre el cristianismo y el judasmo. Siguiendo la lgica de este pensamiento, resultaba

    posible consignar que siendo los cristianos los paladines de la luz y verdad supremas, los

    judos, uno de sus ms antiguos y enconados enemigos histricos, no podan ser otra cosa

    que los pretorianos de las tinieblas y la oscuridad.

    Desde luego que el antijudasmo cristiano se haba empapado de las creencias ms

    discutibles e incluso supersticiosas, sobretodo al nivel ms popular y con la generalizada

    oposicin de la jerarqua eclesistica; pero, a la vez, resultaba indiscutible que sectores

    judos haban sido un factor disidente y desestabilizador del antiguo orden y que haban

    contribuido de muchas maneras a su desmoronamiento.

    Como opinin personal, nos parece plausible que la tesis de la conspiracin juda

    mundial tuviera alguna relacin con interpretaciones bblicas, en especial con el libro del

    50 Cohn, Norman. El mito de la conspiracin juda mundial, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 19.

  • 28

    Apocalipsis. Numerosos telogos y pensadores cristianos han considerado que el libro

    revela a grandes trazos las ultimidades de la Historia. Antes de la Parusa o segunda venida

    de Cristo- el mundo sera victima de un orden diablico y anticristiano de carcter

    omnmodo, totalitario. Es por dems probable que en la psicologa de intelectuales cristianos

    se hayan relacionado estas ideas con el hecho de que sus enemigos multiseculares judos y

    gnsticos51- mejoraban su ubicacin y aumentaban su poder de forma paralela a la

    decadencia del cristianismo.52

    Al mismo tiempo que esto ocurra, el poder del Estado iba alcanzando niveles

    monstruosos y esto, desde luego, fue contemplado como un signo de la inminencia del

    reinado del Anticristo. La aparicin de los movimientos y las revoluciones socialistas en

    donde militaba frecuentemente una nueva clase de judo desligado de su religiosidad

    tradicional53- parecieron confirmar esta tendencia. El triunfo de la revolucin bolchevique la

    51 Los masones fueron y siguen siendo considerados por jerarcas e intelectuales cristianos, tanto catlicos como protestantes, como la forma moderna de la gnosis. Vase la encclica del Papa Len XIII Humanum Genus. 52 Dice el jesuita Alfredo Senz que la nacionalidad del Anticristo segn algunos Padres y exegetas antiguos, ser judo, para mejor emular a Cristo, su antitesis, que tambin lo fue. El cuerno pequeo que en la profeca de Daniel crece casi de golpe (c.f. Dan, 7, 8.20), podra ser el reino de Israel, comenzando el Anticristo por constituirse en Rey de los judos, quienes se le sometern con gozo, creyndolo el Mesas esperado, hasta que los desengae cruelmente, pues llegado a la cspide, perseguir a todas las religiones que no se le sometan de manera absoluta, (cf. Dan. 11,37). Alfredo Senz, El fin de los tiempos y seis autores modernos, Mxico, APC, 1996, p. 350. Tambin puede consultarse sobre el tema: Vid. Castellani, Leonardo. El Apocalipsis de San Juan, Buenos Aires, Vrtice, 1990. 53 Es el caso, en el mundo de los intelectuales, de Carlos Marx. ste public en 1844 dos ensayos Sobre la cuestin juda (Die Judenfrage). Dice Paul Johnson que: Los seguidores de Hegel eran en mayor o menor medida antisemitas, y en 1843 Bruno Bauer, cabeza antisemita de la izquierda hegeliana, public un ensayo en el que exiga que los judos abandonasen totalmente el judasmo. Los ensayos de Marx fueron una rplica a esto. No objet el antisemitismo de Bauer; en realidad lo comparta y apoyaba, y lo cit con aprobacin. Pero discrepaba con la solucin de Bauer. Marx rechazaba la creencia de ste acerca de que la naturaleza antisocial del judo era de origen religioso y poda remediarse alejando al judo de su fe. En su opinin, el mal era social y econmico. Paul Johnson, Intelectuales, Espaa, Vergara, 2000, p. 77. Marx propona: Tomemos en consideracin al judo real, no al judo del sabat (...) sino al judo cotidiano. Cul era el fundamento profano del judasmo? La necesidad prctica, su propio inters. Cul es el culto mundano del judo? El regateo. Cul es su Dios mundano? El dinero (...) El dinero es el dios celoso de Israel, junto al que no puede existir ningn otro dios. El dinero rebaja a todos los dioses de la humanidad y los convierte en mercancas. El dinero es el valor autosuficiente de todas las cosas. Por eso le ha quitado al mundo entero, tanto al mundo humano como a la naturaleza, el valor que le corresponde como propio. El dinero es la esencia alienada del trabajo y la existencia del hombre; esa esencia lo domina y l la idolatra. El dios de los judos ha sido secularizado y se ha

  • 29

    llev hasta el paroxismo. Las piezas encajaban en lo que se ha dado llamar El sentido

    cristiano de la Historia y la profeca apocalptica.

    convertido en el dios del mundo (...) El judasmo llega al apogeo con la coronacin de la sociedad burguesa. Carlos Marx, Sobre la cuestin juda. Portal del Partido Comunista Colombiano. Texto disponible desde Internet en: http://www.pacocol.org/es/Biblioteca/002_Marx/013_Cuestion_Judia.htm Consultado el 07/03/07. Por estos derroteros transcurran los alegatos marxistas en contra de la fe de sus abuelos, a la cual identificaba en su forma secularizada, con el origen del mal social. Lasalle fue objeto de burlas racistas por parte de Marx: el negrito judo, un judo grasiento disfrazado con brillantina y joyera barata. Ahora no tengo la menor duda de que, como seala la conformacin de su crneo y el nacimiento de su cabello, desciende de los negros que se unieron a Moiss en su huida de Egipto (a menos que su madre o abuela paterna tuviera cruza con negro). Esta combinacin de judo y alemn con un fondo negro tena que generar un hbrido increble. En: Paul Johnson, Intelectuales... p.82. Para Antonio Golmar: El antisemitismo de Marx es, adems de evidente, frecuente. Lo encontramos en La cuestin juda, en El Capital vase la descripcin del capitalista como un circuncidado hacia dentro y las citas antisemitas de Lutero, que Marx reproduce sustituyendo el trmino judo por el de capitalista-, incluso en su correspondencia con Engels, donde al descalificar a Lasalle, parece secundar las delirantes tesis del llamado racismo cientfico. Antonio Golmar, La cuestin juda, , Portal de Libertaddigital, 18 de enero de 2007. Disponible desde Internet en: http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276232867 Consultado el 06/03/07.

  • 30

    III. EL ANTIJUDAISMO TEOLGICO DEL P. JULIO MEINVIELLE

    El sacerdote jesuita Julio Meinvielle (1905-1973), de nacionalidad argentina, ha sido

    uno de los mximos exponentes modernos, en lengua espaola, del antijudasmo catlico.

    Destac por su gran labor intelectual como escritor de obras eruditas as como por ser

    fundador de la Sociedad Tomista Argentina. Telogo y filsofo, es conocido por ser uno de

    los ms obstinados contradictores del pensador catlico aperturista Jacques Maritain, sobre

    todo a raz de las posiciones que cada uno defenda con respecto a la Guerra Civil Espaola.

    En torno al pensamiento del P. Meinvielle se form el grupo Tacuara, grupo inicialmente de

    ideologa catlica, conservadora, antijuda y anticomunista.

    Previamente hicimos un recorrido de la evolucin histrica del antijudasmo

    cristiano. Ahora pretendemos abundar a manera de complemento en el tema de los

    presupuestos tericos. El caso del Padre Julio Meinvielle resulta, en esta direccin,

    paradigmtico. Por ende, consideramos til para el propsito de este captulo hacer una

    breve resea del libro de Meinvielle, El Judo en el Misterio de la Historia54; en l se

    explaya, de manera ms sinttica y sencilla, el antijudasmo teolgico, catlico y

    preconciliar.

    En unos de los captulos de dicho libro, El judo segn la teologa catlica , el

    pueblo judo es, segn Meinvielle, especial, le est reservado lo divino. Dios planea

    bendecir a toda la tierra a travs de la descendencia de Abraham (el padre de los judos).

    El problema surge con la cuestin de si tal bendicin es transmitida mediante la

    carne o mediante la fe en la divina promesa de un redentor. La respuesta correcta sera la

    54 Vid. Meinvielle, Julio. El Judo en el Misterio de la Historia, Buenos Aires, Theora, 1963.

  • 31

    segunda opcin y para probarlo interpreta pasajes bblicos como los que corresponden a

    Can y Abel (Gnesis Cap.4); Ismael e Isaac (Gnesis Cap.21), Esa y Jacob (Gnesis

    Cap.25). En estos pasajes bblicos, se encuentran implcitos, segn Meinvielle, los papeles

    teolgicos que Dios tiene reservados a la Sinagoga y a la Iglesia; contrapuestas a lo largo de

    la historia. En las anteriores figuras se da la circunstancia de que, a pesar de provenir

    carnalmente del mismo padre, slo el que es fiel a la divina promesa es agradable a Dios en

    tanto que el otro es marginado y reacciona procurando la muerte de su hermano.

    El pueblo judo es el linaje teolgico, escogido, consagrado, santificado para significar y traernos en su carne a Ese otro que haba de venir, al Esperado de las naciones. He aqu lo tremendo de ese pueblo: su carne est santificada y estigmatizada para traernos a Aquel que es la Verdad y la Vida; que es la Salud de los hombres. Pero Por qu esta carne es santa? Porque es el linaje de Abraham, o porque ha de traernos a Cristo? En otros trminos: Es Cristo quien santifica al linaje judo, o es el linaje judo el que santifica a Cristo?55

    Dependiendo del posicionamiento individual del judo frente a estas preguntas

    resultar su papel teolgico. Un pueblo judo que, segn Meinvielle, es superior frente al

    gentil tanto en lo bueno como en lo malo. S acept a Jesucristo ser lo primero, si le

    rechaz lo segundo. El gran pecado de los segundos fue, por supuesto, la muerte de Jess.

    Por ello sern malditos hasta su conversin en los tiempos finales- como lo fue Can. Al

    cual no se le debe matar pues se encuentra marcado -pues lleva una marca de Dios- como el

    propio Can. Y as:

    El judo, que fue misterio de bondad, queda convertido en misterio de iniquidad. Ya no es Isaac, sino Ismael. No Jacob, sino Esa. No Abel, sino Can.56

    En este sentido, dice Meinvielle, no cabe esperar otra cosa de los judos [los que le

    rechazaron, no convirtindose en cristianos] que el hecho de ser un enemigo declarado de

    todos los pueblos, pero en especial del cristiano. Una enemistad terrible, universal e

    inevitable, por ser teolgica. Un antagonismo trascendente. La historia de la humanidad,

    55 Ibid, p. 17. 56 Ibid, p. 26.

  • 32

    despus de Cristo, consiste en ese enfrentamiento.

    La nica defensa y proteccin de los pueblos gentiles para no caer en la esclavitud judaica es la vida cristiana. Porque Cristo, nicamente, es la salud del hombre. De aqu que la Edad Media no ha sufrido la dominacin de los judos.57

    De lo contrario:

    Si los pueblos gentiles, repudiando esta grandeza como obscurantista y sombra, quieren ser grandes con la grandeza de Babilonia, podrn serlo, s, pero como sirvientes del judasmo. Porque los judos tienen la superioridad en el dominio de lo carnal.58

    Por lo que:

    Los cristianos, que no pueden odiar a los judos, que no pueden perseguirlos ni impedirles vivir, ni perturbarlos en el cumplimiento de sus leyes y costumbres, han de precaverse, no obstante, contra la peligrosidad judaica.59

    De todo el estudio de Meinvielle se deduce una confrontacin teolgica entre los

    cristianos y los judos, un poco a la manera de las dos ciudades de San Agustn.60 El judo

    que no ha aceptado a Cristo cumple el papel de perseguidor de la Iglesia; pese a todo, al

    cristiano no le est permitido odiar al judo, ni llevar a efecto algn tipo de violencia injusta

    contra l. Se trata de un antijudasmo limitado por circunstancias de orden moral y

    religiosas. Por eso mismo, sin temor a caer en contradiccin, el mismo Meinvielle nos

    recuerda que la Iglesia no cobija el antisemitismo:

    El antisemitismo est condenado por la Iglesia en decreto del Santo Oficio del 25 de marzo de 1928, que dice: La Iglesia Catlica ha acostumbrado siempre a rezar por el pueblo judo, que fue depositario de las Promesas divinas hasta Jesucristo, a pesar de la ceguera de este pueblo. Ms an, lo ha hecho a causa de esta ceguera. Regla de esta misma caridad, la Silla apostlica ha protegido a este pueblo contra injustas vejaciones, y as reprueba todos los odios y animosidades entre los pueblos, as condena el odio contra el pueblo escogido por Dios en otro tiempo, este odio que hoy se designa de ordinario con el vocablo de antisemitismo.61

    Ms adelante, el Padre Meinvielle, comentando un texto del Papa Inocencio III

    parecido al anterior, manda un mensaje a los antisemitas:

    57 Ibid, p. 31. 58 Ibid, p. 30. 59 Ibid, p. 32. 60 Puede verse tambin: Vid. Meinvielle, Julio. De la Cbala al Progresismo, Mxico, Nos, 1990. 61 Julio Meinvielle, El judo... p. 39.

  • 33

    Tomen nota los antisemitas de estas prescripciones, para no rebasar de lo justo en la accin represiva de la peligrosidad judaica. Sobre todo, no olviden que el antisemitismo como odio contra el judo, por el solo hecho de serlo, no resuelve el problema, que es teolgico.62

    Esta terrible confrontacin, por ser teolgica, slo ser resuelta y acabar en el

    momento de la conversin de los judos, al filo del final de la historia.

    Para concluir este apartado, recordemos la necesidad de retener los trminos en que

    Meinvielle sostiene un antijudasmo catlico y teolgico. Meinvielle toma su distancia con

    respecto a lo que llama antisemitismo en el entendido de que ese trmino es ajeno de toda

    consideracin religiosa; lo que -para l- significa renunciar a comprender el problema. Al

    mismo tiempo rechaza el odio63 -en concordancia con la Iglesia- pues ste supone desear el

    mal a quien se dirige, cuando en realidad desde la lgica interna del cristianismo aquello que

    se les desea es el mayor bien: la recepcin de la gracia divina y la salvacin a travs de su

    conversin.

    El pensamiento de Meinvielle es muy til para comprender la propia postura

    borreguiana en torno a la cuestin. Fue un autor que ley y cit Borrego; y cuya presencia

    en Mxico fue registrada por Manuel Buenda en uno de sus artculos periodsticos.64

    62 Ibid, pp. 62 y 63. 63 La RAE otorga este significado al vocablo: Antipata o aversin hacia algo o haca alguien cuyo mal se desea. 64 Vid. Manuel Buenda, La Ultraderecha... p.29.

  • 34

    IV. LA CONSPIRACIN JUDA MUNDIAL Y LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIN.

    Hemos mencionado antes que la primera obra vinculada con una conspiracin contra

    el orden cristiano se debe al abate Barruel. Tambin se mencion que esa conspiracin de la

    que hablaba Barruel tena por protagonistas a los masones y no a los judos. La idea de una

    conspiracin judeomasnica no se encontr entonces, pues fue posterior, y cuando apareci

    lo hizo en forma de una novela escrita por un periodista prusiano de nombre Hermann

    Goedsche. La novela se llamaba Biarritz y fue publicada durante 1868. En la misma se

    relata en el captulo En el cementerio judo de Praga- lo sucedido durante una reunin

    secreta durante la noche. La reunin congregaba a doce representantes de las doce tribus de

    Israel; los doce representantes alzaban la voz anunciado lo que cada cual aporta dentro del

    plan de socavacin del orden existente y preanunciaban el momento en que los judos

    llegasen a ejercer un control total del mundo.

    Aquella obra de Hermann Goedsche estuvo destinada a ser la ms importante

    antecesora de la que seria la obra antijuda ms popular. En un tiempo relativamente breve,

    las ficciones novelsticas de Goedsche fueron utilizadas -en otros pases como Rusia y

    Francia- como partes de un discurso autntico pronunciado por un tal rabino Eichhorn.

    Entre ellos se encontraban el francs Francois Bournand que lo public en Les Juifs et nos

    contemporains (1896); el ruso P.A. Krushevan y el propagandista antijudo alemn Theodor

    Fritsch en su Catecismo Antisemita.65 De tal guisa, lo que fue una propaganda antijuda que

    se conservaba en el terreno del recurso literario, como una novela, pas a presentarse como

    un documento autntico, presuntamente fidedigno.

    65 Vid. Norman Cohn, El mito... pp. 36 y 37.

  • 35

    De forma particular, en Francia aparecieron una serie de intelectuales catlicos que

    aceptaron la tesis de una conspiracin judeomasnica contra el orden natural y cristiano.

    Entre ellos se destac Gugenot des Mousseaux con una obra, publicada en 1869, titulada Le

    Juif, le judaisme et la judaisation des peuples chrtiens; el autor recibi el reconocimiento

    del Papa Po IX.66 La obra cobr popularidad en un momento delicado en la situacin

    interna de Francia; un momento en que buena parte de la poblacin francesa que se

    identificaba con siglos de tradicin monrquica y catlica se enfrentaban a una repblica de

    carcter masnico y furibundamente anticlerical. Al mismo tiempo, en Italia se vivan aos

    de conflicto entre el Papado y el gobierno italiano, tambin de tendencia marcadamente

    masnica. A la obra y actividad de Des Mousseaux les siguieron otros autores por la misma

    lnea como el abate Chabauty en Les Francs-Macons et les juifs: Sixieme Age de lEglise

    dapres lApocalypse (1881) y Les Juifs nos matres (1882).67

    Hemos escrito con anterioridad de la relacin entre las profecas apocalpticas y la

    creencia en una conspiracin judeomasnica por el poder mundial. Al respecto considero

    oportuno traer a colacin un comentario de Norman Cohn, ya que lo confirma:

    Gugenot des Mosseaux dice reiteradamente que lo que le inspir (...) fue la profeca del Anticristo. Segn esa profeca, que figura en el captulo segundo de la Segunda Epstola a los Tesalonicenses, la segunda venida de Cristo y el Juicio Final se vern sucedidos inmediatamente por la manifestacin del Anticristo, . Exigir ser objeto de culto como un Dios, y gracias a los prodigios que har con la ayuda del Diablo, engaar a todos los que quieran engaarse. Establecer su dominacin sobre el mundo entero hasta que Cristo, al volver, lo destruya con el aliento de su boca. Hasta ah llega el Nuevo Testamento; pero en los siglo II y III despus de Cristo, cuando la Iglesia y la Sinagoga fueron entrando en competencia y conflicto cada vez ms abiertos, los telogos cristianos empezaron a dar una nueva interpretacin a aquella profeca. Predijeron que el Anticristo sera un judo y amara a los judos sobre todos los pueblos; mientras que los judos, por su parte, seran los seguidores ms fieles del Anticristo y lo aceptaran como Mesas.68

    66 La obra de Gugenot des Mausseaux es citada con elogio por el Padre Julio Meinvielle en De la Cbala al Progresismo. De hecho, es notable la influencia que ejercieron sobre Meinvielle los distintos autores antijudos de lengua francesa. 67 Vid. Norman Cohn, El mito... p. 45. 68 Ibid, p. 42.

  • 36

    Precisamente una de las tesis de Norman Cohn es que las creencias nazis en una

    conspiracin juda mundial son una forma secularizada de las ideas apocalpticas cristianas.

    Pero, por ahora, simplemente nos interesa hacer evidente la relacin existente entre la

    creencia en esa conspiracin judeo-masnica mundial y esas mismas creencias cristianas

    basadas en interpretaciones de la Revelacin.

    Francia fue, en este sentido, un campo frtil para las publicaciones antijudas;

    podramos agregar autores decimonnicos como el monseor Len Meurin, Eduard

    Drumont, Albert Monniot, Charles Maurras y despus, en pleno siglo XX, a los que Jean

    Francois Revel ubica como los campeones intelectuales y literarios del antisemitismo:

    Louis Ferdinand Cline, Pierre Drieu La Rochelle, Robert Brassilasch, entre otros. 69 Sin

    embargo, aunque Francia no sera ajena al asunto, el libro destinado a convertirse en el

    bestseller del antijudasmo mundial apareci a principios del siglo XX en Rusia: Los

    Protocolos de los Sabios de Sin.70

    Si hemos de creer a una buena parte de los propagandistas antijudos ms exaltados

    Los Protocolos seran un documento autntico compuesto por 24 actas con las conclusiones

    de un congreso sionista en Basilea, Suiza, en el ao de 1897 (incluso se lleg a afirmar que

    Teodoro Herzl, el fundador del sionismo, era el autor). Las 24 actas habran contenido las

    lneas maestras de un plan de dominacin mundial en donde no slo la masonera se

    encontraba inmiscuida a manera de herramienta judaica sino que tambin aparecan el

    liberalismo, el anarquismo y el socialismo como tales.

    En la versin ms general, los , o actas o captulos, son 24; todos juntos llenan un folleto, de unas cien pginas pequeas en ambas ediciones inglesas. No es fcil resumirlos, pues el estilo es pomposo y difuso, y los argumentos tortuosos e ilgicos. Pero con perseverancia cabe distinguir tres temas principales: una crtica del liberalismo; un

    69 Jean Francois Revel, El conocimiento intil, Mxico, Planeta, 1990, p.41. 70 Hemos revisado la siguiente versin: Mxico, poca, 9.ed., 1975. Edicin completa con estudios y comentarios crticos de M. E. Jouin e Introduccin del Duque de la Victoria.

  • 37

    anlisis de los mtodos por los que los judos han de lograr la dominacin del mundo, y una descripcin del Estado mundial que se va a establecer... 71

    El dilema de la autenticidad o no-autenticidad de los Protocolos parece haber sido

    resuelto cuando, segn algunos autores, se descubri que constituan un plagio de un libro

    datado en 1865 cuyo autor era un abogado francs de nombre Maurice Joly y que se titulaba

    Dilogos en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. El libro de Joly era una dura

    crtica contra Napolen III. Pues bien, lo sorprendente sucedi cuando un anlisis

    comparativo de los Protocolos con respecto al libro de Joly mostr asombrosas

    coincidencias.

    En total, hay ms de 160 pasajes de los Protocolos, que representan ms de dos quintas partes de todo el texto, claramente basados en pasajes de Joly; en nueve de los captulos, los prestamos representan ms de la mitad del texto, en algunas las tres cuartas partes, en uno de ellos (el sptimo protocolo), casi la totalidad del texto. Adems, con menos de una docena de excepciones, el orden de los pasajes tomados de prestado sigue siendo el mismo que en la obra de Joly, como si el adaptador hubiera sido trabajado con el Dilogo mecnicamente, pgina por pgina, copindolo directamente en sus sobre la marcha. Incluso la disposicin en captulos es muy parecida: los veinticuatro captulos de los Protocolos corresponden a los veinticinco del Dilogo. Hasta en el final, donde predomina la profeca de la Era Mesinica, no se permite el adaptador ninguna independencia real de su modelo. De hecho, se trata del caso ms claro de plagio y de falsificacin- que cabra desear.72

    Las investigaciones sobre quin estuvo detrs del plagio y de su posterior manejo

    apuntan a la Ojrana (la polica secreta zarista) y concretamente su jefe de la seccin

    extranjera: Pyotr Ivanovich Rackovsky. Los Protocolos fueron publicados por primera vez

    en Rusia de la mano del monje ortodoxo Serge Nilus. En la Rusia de principios del siglo

    XX, a diferencia de otros pases, la propaganda antijuda contaba con un apoyo oficial;

    probablemente ello se debiera a la enorme importancia que empezaban a cobrar muchos

    judos en los movimientos revolucionarios. A pesar de que fueron tempranas las voces que

    alegaron la muy probable farsa de los Protocolos, stos continuaron siendo explotados por

    71 Norman Cohn, El mito... p. 63. 72 Ibid, p.79.

  • 38

    los propagandistas antijudos (algunos de buena fe).73

    Uno de los ms destacados propagandistas de Los Protocolos ha sido sin duda Henry

    Ford. El clebre industrial estadounidense fund un diario en la ciudad de Detroit, el

    Dearborn Independent con 250,000 ejemplares por tirada, para sostener durante los

    primeros aos de la dcada de los veinte una campaa antijuda en los Estados Unidos. Los

    artculos que Henry Ford escribi para su peridico comentando los Protocolos fueron

    despus reunidos conformando el libro titulado El Judo Internacional.74

    Cuando los Protocolos llegaron a Alemania se mezclaron con la pujante ideologa

    volkish-racista y fueron reinterpretados en consecuencia.

    A sus ojos, las maquinaciones de los Sabios de Sin eran la expresin suprema de las caractersticas que atribuan a la juda. Se interpretaba la conspiracin mundial juda como el producto de una tendencia destructiva inerradicable, una sed de mal que se consideraba innata en todo judo. Una camada especial de seres subhumanos, morenos y apegados a la tierra, estaba trabajando en una conspiracin para destruir a los hijos de la luz, a la o germnica, y los Protocolos contenan su plan de campaa (...)75

    Ya se trataba de un antijudasmo distinto pues en la visin volkish existi un

    rompimiento con el cristianismo:

    Para ellos no era slo, ni principalmente, el destructor de reyes y el enemigo de la

    73 Existen autores de renombre que descartan la tesis de la conspiracin judeomasnica de los Protocolos; pero en cambio estn dispuestos a conceder la existencia de conexiones entre judasmo y masonera. El historiador espaol Ricardo de la Cierva, experto en este tema, observa: Las exageraciones y distorsiones del antisemitismo y los Protocolos han repercutido en contra de la Historia autntica. Han suscitado en el mundo judo un agudo complejo de defensa concretado en algunas instituciones muy activas, que sobre todo despus del Holocausto- se alzan contra quienes, sin aceptar la burda farsa de los Protocolos, piensan, con serios motivos, que entre Judasmo y Masonera existen conexiones histricas indudables.... Ricardo de la Cierva, La Masonera Invisible, Espaa, Fnix, 2002, p. 31. 74 Revisamos la siguiente versin: Bogot, Pensar, sin ao, 407 pp. Versin espaola de Bruno Wenzel. Sobre Ford, comenta Ricardo de la Cierva: Ford aceptaba de lleno la tesis de los Protocolos y acusaba a los judos de Norteamrica de pretender el dominio sobre los no-judos mediante el control de la banca y las redes comerciales, la cultura y los medios de comunicacin, prensa, teatro, la nueva industria del cine. El fallo ms lamentable de Ford es que generalizaba lo particular y mezclaba datos autnticos con falsedades como las contenidas en los Protocolos (...) Pese a sus graves errores de contenido y de clculo, El judo internacional es un libro que merece un detallado anlisis (...) Henry Ford conoca bien la evolucin del poder judo en los sistemas vit