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Entre los limites y los derechos: disciplina de la niñez

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La aplicación de la disciplina en los niños y las niñas es un tema que merece ­atención. Este libro considera los principios y valores que Dios nos ha señalado por ­medio de su Palabra, y las experiencias de otras personas e instituciones.

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La aplicación de la disciplina en los niños y las niñas es un tema que merece atención.

A menudo reproducimos los mismos patrones de disciplina que nos tocó vivir siendo pequeños.

Alexander Cabezas Mora promueve un espacio de diálogoy reflexión sobre ese tema. En este libro considera los principios y valores que Dios nos ha señalado por medio de su Palabra y las experiencias de otras personas e instituciones.

• Un libro que mantiene un apropiado balance entre la teoría y la práctica.

• Un enfoque pastoral que ofrece sugerencias válidas para los hogares y para las instituciones.

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Crianza de los hijos

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Disciplina de la niñez

Alexander Cabezas Mora

Alexander Cabezas Mora, costarricense, ejerce su ministerio en

Viva de América Latina y el Caribe, una organización cristiana

que procura el bienestar integral y la transformación de la niñez

en riesgo. Es miembro del equipo coordinador del Movimiento

Cristiano Juntos por la Niñez (MCJN) y secretario del núcleo

Costa Rica de la Fraternidad Teológica Latinoamericana.

Disciplinar es un privilegio

que Dios nos ha encarga-

do. Honremos esta

responsabilidad.

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ISBN 978-950-683-165-3

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CertezaArgentinaBuenos Aires–San José

2011

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CertezaArgentinaBuenos Aires–San José

2011

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Cabezas, Alexander Entre los límites y los derechos: Disciplina de la niñez . - 1a ed. - Buenos Aires: Certeza Argentina-VIVA de América Latina y el Caribe, 2011. 152 pp. ; 21x14 cm. ISBN 978-950-683-165-3 1. Comportamiento Social de los Niños. I. Título CDD 649

© 2011 Ediciones Certeza Argentina-VIVA de América Latina y el Caribe, Buenos Aires–San José. Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11723 y 25446.Las citas bíblicas corresponden a la traducción Reina Valera Revisada 1960 (rvr 60); Dios habla hoy (dhh) y Nueva Versión Internacional (nvi).

Edición: Adriana Powell Diseño de tapa: Pablo Ortelli Corrección: Adriana Riccomagno Diagramación: Ayelen Horwitz Viva es una organización que promueve la formación de redes de trabajo de las iglesias y ministerios, con el fin de buscar soluciones a la problemática que vive la niñez. Para más información sobre Viva de América Latina y el Caribe y sobre cómo apoyar, puede visitar el sitio web: www.viva.org, sección América Latina o escribir a [email protected].

Certeza Argentina es un ministerio de la Asociación Bíblica Universitaria Argentina (abua) que tiene la visión de comunicar el señorío de Cristo sobre la totalidad de la vida. Contactos: Ministerio a universitarios y secundarios: (54 11) 4331-5421 [email protected] | www.abua.com.arEditorial: [email protected] | www.certezaonline.comVentas: Argentina. Tel./fax: (54 11) 4342-3835/8238 | [email protected] Exterior. Tel./fax: (54 11) 4331-6651 | [email protected]

Impreso en Colombia. Printed in Colombia.

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DedicatoriaA todos aquellos que se atrevieron a educar con disciplina y buen trato, quienes no han escatimado en paciencia, perseverancia y lágrimas para cumplir la hermosa tarea que Dios les confirió. Les agradezco, no sólo yo, sino sus futuras generaciones.

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ContenidoPrefacio 11

Introducción 17

SECCIÓN I. Principios sobre la disciplina 19

1. Importancia de la disciplina 21

2. El valor de la disciplina 29

3. La disciplina en la familia, la iglesia y la escuela 37

4. La disciplina en América Latina 55

5. La disciplina en la Biblia 71

6. La vara, hoy 83

SECCIÓN II. Bases prácticas para la disciplina 97

7. La disciplina en el hogar 99

8. La disciplina en el aula 111

9. La disciplina en una organización cristiana 129

Palabras finales 139

Bibliografía 143

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CréditosAgradecemos a Compasión Internacional y a Tearfund por el apoyo que nos han brindado para la publicación de este libro.

Equipo Consultor del libro:Asesora técnica: María Luz Gutiérrez. Fundadora de Paniamor, San José, Costa Rica.

Doug Burns. Máster en estudios teológicos egresado del Asbury Theological Seminary.

Gabriela Hirmas de Chiquíe. Escritora, pedagoga y coordinadora de la Red dia (Discapacidad Integración y Apoyo) en Bolivia. Entre sus publicaciones se destaca: Educación, pasión y significado, Grupo Editorial Kerigma, 2006.

Gordon Pike. Doctor y profesor de consejería pastoral en prometa (Programas de maestría en estudios teológi-cos accesibles, San José, Costa Rica). Escritor de varios libros, entre ellos: Consejería, la otra cara del discipulado, Editorial clie, 2000.

Jinny Cascante Ramírez. Doctora en educación, actualmente se desempeña como docente en un

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preescolar (jardín de niños) e imparte cursos de investi-gación y de teoría educativa en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Estatal a Distancia.

Libia Mijares. Licenciada en educación, egresada de la Universidad Central de Venezuela y profesora en el nivel inicial en varias escuelas públicas de Venezuela.

Movimiento Cristiano Juntos por la Niñez Es un movimiento latino formado por Tearfund, Compasión Internacional, Cristo para la Ciudad, Visión Mundial y Viva de América Latina entre otras organi-zaciones, ministerios e iglesias. Busca sensibilizar a las iglesias cristianas en América Latina y el Caribe para articular y promover el compromiso con la transfor-mación y la protección integral de los niños, niñas y adolescentes en procura de una mejor calidad de vida. El movimiento ha facilitado diversas actividades como consultas, talleres, congresos y la Campaña Ama a tu Prójimo, que busca contrarrestar la creciente ola de violencia promoviendo el buen trato hacia las personas menores de edad.

Ver referencias y contacto en página 147.

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Prefacio

Porque la paz se encuentra muy cercaYa me ha pasado varias veces que cuando digo que no estoy a favor del castigo corporal como medio de dis-ciplina para los hijos y las hijas, no sé por qué razón se entiende que lo que estoy diciendo es que no estoy a favor de ninguna forma de disciplina. ¡Como si el castigo corporal fuera la única forma de disciplinar o como si dejar de golpear fuera sinónimo de ser irresponsable! Ya no me acuerdo cuántas veces he debido hacer esta acla-ración. Y vale repetirla ahora: disciplinar es un privilegio que Dios nos ha encargado a los padres y a las madres. Esa disciplina es uno de los recursos para procurar la formación integral de las hijas y los hijos. Debe ser una disciplina basada en el amor, que tenga como fin la for-mación del carácter, que desarrolle la responsabilidad, que facilite el amor a Dios, que promueva el amor al prójimo y que aliente otros valores de vida.

Y esto es posible sin emplear el maltrato, los insultos ni los golpes (por más ‘delicados’ o bien intencionados

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que estos se califiquen por parte de quienes los infli-gen). No sólo es posible, sino que es la mejor forma de disciplinar y de ser consecuentes con el carácter de Dios que es ‘lento para la ira y grande en misericordia’ (Números 14.18).

Este libro escrito por mi amigo personal y colega en el ministerio cristiano, Alexander Cabezas, enseña las diferentes posibilidades que tenemos para aplicar la dis-ciplina, sin usar el castigo corporal. El libro está dividido en dos grandes secciones; en la primera sección, que comprende los primeros seis capítulos, se presenta una fundamentación cristiana para la disciplina positiva y, en la segunda parte, las bases prácticas de aplicar la dis-ciplina. Las dos secciones mantienen por igual el apro-piado balance entre la teoría y la práctica, además de un adecuado enfoque pastoral que previene del riesgo de convertir el tema en una teorización abstracta.

Ya desde la introducción, el autor nos anuncia que ‘La propuesta de este libro es promover un espacio de diálogo y reflexión y que juntos evaluemos lo que es la disciplina de la niñez, eso sí, teniendo por delante un norte: los principios y valores que Dios nos ha señalado por medio de su Palabra y las experiencias de otras personas e instituciones que Dios ha usado a través de la historia. Solo así estaremos listos para conocer y tra-bajar por un correcto enfoque de derecho y protección y para asumir la tarea de disciplinar de forma integral, a la manera que Dios espera que actuemos.’ Promesa que cumple a cabalidad.

Para el autor, la disciplina es una práctica formativa y una oportunidad para hacer que la niña o el niño partici-pen ‘de su propio desarrollo y aprendan a interactuar en

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la sociedad de la que son parte’, a lo que añade que por medio de ella se proveen ‘herramientas para que sepan valorarse a sí mismas y a las personas que les rodean’; también ‘permite que los menores puedan crecer con seguridad rumbo hacia la madurez’.

Aunque no le falta el debido sustento psicológico, la propuesta de disciplina positiva que nos presenta Alexander se inscribe en los principios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Del pozo sagrado de las Escrituras manan los principios expuestos, los cuales, de acuerdo con el autor, deben ser aplicados en la familia, la igle-sia y la escuela. Es, en este sentido, una propuesta de indudable contenido educativo y sabor pastoral, que surge del esfuerzo por comprender el mensaje de las Escrituras para la cotidianidad de la vida familiar.

Vale resaltar la forma como el libro nos acerca a la Biblia, en su carácter de manual de vida y promotora de integridad personal. Se revisan los textos del libro de Proverbios, los de las cartas de Efesios y Hebreos, quizá los que de manera más explícita se refieren a la disciplina familiar y a la disciplina aplicada por el mismo Señor. Estos acercamientos bíblicos prestan una valiosa ayuda para las comunidades de fe, sobre todo hoy, ante la avalancha de interpretaciones que insisten en leer las Escrituras con sesgo literal: lo que dice la Biblia y tal como lo leemos es lo que se debe hacer. Como si la Biblia quisiera decir que la vara de castigo es la receta exclusiva que se debe aplicar para todas las personas, en todas las circunstancias y en todas las épocas.

El autor lee los textos bíblicos con la amplitud nece-saria para extraer de ellos su esencia formativa. Del libro de Proverbios rescata su énfasis en formar, informar y

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reformar. En Efesios se detiene para ahondar en las enseñanzas del apóstol Pablo acerca de la vida familiar, en especial para ampliar el sentido de lo que significa la sumisión y las implicaciones del amor como base de toda disciplina cristiana. De la Epístola a los Hebreos analiza el modelo de Dios como Padre que disciplina a sus hijos y, de allí, deduce lecciones para la práctica de la disciplina en el ámbito familiar. A partir de este examen bíblico (confirmación de su apego evangélico a las Escrituras como pauta fundacional de las consideraciones pasto-rales) junto con la observación de experiencias actuales, el autor nos enseña algunos criterios que deben orien-tar la disciplina: corregir sin enojo o violencia, generar condiciones para una fluida comunicación, aclarar la información de los hechos, hacer ver las faltas a la luz de la Palabra de Dios, mostrar firmeza para corregir, y demostrar amor incondicional. Estos criterios sustentan con suficiencia la propuesta que se desarrolla a lo largo y ancho del texto.

La segunda parte del libro está adornada de sugeren-cias prácticas y de ejemplos ilustrativos que hacen de la lectura, además de amena, edificante y provocadora. Digo provocadora en referencia a incitar cambios que apunten hacia una cultura de paz enraizada en nuevas prácticas desde el seno de las familias, de la escuela y de las comunidades de fe. Esta es la propuesta de fondo: que las familias, las escuelas y las iglesias seamos for-madoras de una nueva sociedad cuyo fundamento sea la paz; esta intención se hace específica en el siguiente párrafo: ‘Cualquiera que sea su opinión, como cristianos estamos llamados a ser ejemplos de la paz, la armonía, el amor, el perdón y la tolerancia, iniciando en nuestros

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propios hogares, donde se construye la paz. De este modo se edifican sociedades enmarcadas dentro del buen trato. Vale la pena revisar los métodos de disci-plina que estamos empleando, pues debemos recordar que estos se reproducirán no solamente en nuestros hijos e hijas sino en sus futuras generaciones y así suce-sivamente.’

Al terminar de leer, nos queda la sensación de que es mucho lo que podemos hacer por contribuir a la paz de nuestras sociedades y que esa contribución está al alcance de todos. Porque la paz, la justicia y la ale-gría, entendidas en su más amplio y cristiano sentido, se encuentran muy cerca; están ahí, en la casa, donde compartimos el pan, la cama, y la mesa. Esta es la gran revolución que nos aguarda, la que se inicia en nuestra vida diaria y en nuestros propios corazones. De eso nos habla Alexander.

Harold SeguraDirector de Relaciones Eclesiásticas,

Visión Mundial

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Introducción

Por casualidad fui testigo de una interesante conver-sación entre dos adolescentes. Una le relataba a la otra que su tía la había contratado para que le ayudara con el cuidado de sus hijos por un tiempo. La joven expre-saba sentirse bastante molesta porque el niño mayor, de 4 años, era muy malcriado. Por cualquier cosa hace berrinches, grita, y en ocasiones no obedece ni a ella como cuidadora, ni a su madre.

—Lo que le falta a ese niño es que le den unos ‘buenos azotes’; se comporta así porque nunca le han pegado —era la conclusión de la jovencita que contaba el relato.

—¿Le has preguntado a tu tía por qué no le pega? —intervino la otra joven.

—Sí; ella dice que le da miedo que la demanden por agresora.

—Pero ¿quién se va a dar cuenta de lo que pasa dentro de la casa…? —respondió la otra joven.

Lo cierto es que a menudo reproducimos los mis-mos patrones de disciplina que nos tocó vivir siendo pequeños, y difícilmente hacemos un alto para analizar si lo que ahora estamos empleando es la forma correcta para disciplinar en nuestros tiempos.

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18 Entre los límites y los derechos

Recuerdo que de niño recibí ‘fajazos’ o ‘azotes’, como parte del menú de corrección. Al conversar más tarde con mi madre, descubrí que ella también había recibido el mismo tratamiento y, seguramente, había sido así sucesivamente por muchas generaciones atrás.

Volviendo a nuestra narración inicial... Sin ser todavía madres, estas dos jovencitas ya creían tener el remedio para corregir la actitud del niño malcriado: ¡unas bue-nas nalgadas! Sin duda alguna, lo consideraban algo muy natural y efectivo pues ellas también lo habían experimentado de niñas. ¿Por qué lo sé? ¡Porque son mis sobrinas!

Podríamos decir que esta conversación coloca sobre la mesa un importante tema que ahora se está discu-tiendo efusivamente en diferentes escenarios públicos. Me refiero a la percepción y a la aplicación de la disciplina en los niños y las niñas. Algunas personas defienden la severidad, en ocasiones apoyadas por lo que asumen dice la Biblia. Otras creen en la permisividad, a veces por temor de ciertas leyes. ¡Y aun otros carecen de una idea clara de lo que deberían hacer!

La propuesta de este libro es promover un espacio de diálogo y reflexión y que juntos evaluemos lo que es la disciplina de la niñez, eso sí, teniendo por delante un norte: los principios y valores que Dios nos ha señalado por medio de su Palabra, y las experiencias de otras per-sonas e instituciones que Dios ha usado a través de la historia. Solo así estaremos listos para conocer y traba-jar por un correcto enfoque de derecho y protección, y para asumir la tarea de disciplinar de forma integral, a la manera que Dios espera que actuemos.

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SECCIÓN I

Principios sobre la

disciplina

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CAPÍTULO 1

Importancia de la disciplina

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Disciplinar es educar y formar. Este es un proceso que se inicia en los primeros meses de la vida y se va consolidando cuando de forma gradual y voluntaria los niños van asumiendo su propia responsa-bilidad en sus acciones y en la toma de sus decisiones. Adquirir autodisciplina es algo que no acaba por adulta que sea la persona, y no hay nadie que pueda decir que no requiere de disciplina en algún momento de su vida. Por supuesto, la diferencia con la persona adulta es que esta sabe cómo adquirir las habilidades suficientes para establecer sus propios límites; los menores todavía tie-nen que ser formados para ello.

La palabra disciplina proviene de la raíz latina ‘ discípulo’ (discipulus) y expresa la idea de: instruir, ense-ñar, aprender, recibir instrucción o ser un alumno. En el contexto del cristianismo un discípulo es un seguidor, cuya meta es la transformación de su persona a la ima-gen y a la semejanza de Jesús como modelo (Gálatas 4.19). Para ello, invariablemente necesitará adquirir dis-ciplina en todas las áreas de su vida. Jesús pasó tiempo con sus discípulos, les enseñó principios, convivió con ellos y modeló todo lo que les decía, para que luego pudieran reproducirlo y enseñarlo a otros. Si hemos de seguir su ejemplo como padres o madres, también necesitamos pasar tiempo con los niños y las niñas enseñándoles y modelándoles un estilo de vida acorde con los principios del reino de Dios.

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¿Dónde comienza la disciplina?La disciplina no se inicia con el o la menor; comienza con nosotros como personas adultas. Seguramente, si hemos de afrontar los desafíos que han de llegar con la crianza del niño o la niña, tendremos que hacer cambios de actitud, de pensamientos y hasta de estilo de vida a fin de practicar verdadera autodisciplina. Sin embargo, estaremos dispuestos a seguir todas estas demandas no solamente por el instinto paterno o materno que nos abriga, sino porque los amamos y sabemos que esto es lo que espera y demanda Dios de nosotros. Tal como compartía una joven pareja:

Cuando tuvimos nuestro primer bebé, no teníamos idea de lo que íbamos a enfrentar. Éramos tan ignorantes que al principio pensábamos que nuestro estilo de vida seguiría siendo el mismo. No tardamos mucho en comprender que el ser padres exige mucho esfuerzo. Aún así ha sido la mejor experiencia de nuestras vidas.

Disciplinar es una verdadera entrega por amor. Por supuesto, los métodos disciplinarios deben adaptarse a la edad y a otras condiciones particulares presentes en cada niño. (Más adelante en este libro nos ocuparemos de estos temas).

Lo que no es la disciplina Un paradigma que se ha transmitido generacional-mente es que los niños y las niñas son propiedad de sus padres. En la antigüedad y en el mundo grecorromano

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predominaba este concepto. Si un niño era fruto de un embarazo ilegítimo, los progenitores tenían la potes-tad de dejar vivir o morir al infante. En otras ocasiones, cuando la familia no aceptaba la venida de un bebé al mundo, la criatura podía ser arrojada a la calle y quizás alguien la recogía. Quien lo hacía tenía derecho de disponer a su antojo, aun para hacerlo esclavo o explo-tarlo sexualmente. Estas prácticas eran legalmente aceptadas.

Bunge (2008) menciona estas barbaries que tenían un fin lucrativo: ‘A veces se los mutilaba con el propó-sito de que fueran mendigos’ (p. 14). Tristemente, esta práctica todavía tiene vigencia en muchas naciones del mundo. La película indio–británica, Slumdog Millio-naire (conocida en español como: ¿Quién quiere ser millonario?), con base en el libro del escritor indio Vikas Swarup, explora esta triste realidad que sufren millones de niños y niñas en esa nación.

Otras culturas de la antigüedad, entre ellas la judía, mantenían principios y valores más elevados y se pre-ocupaban por la niñez y por su cuidado y formación.

En la actualidad algunas personas adultas dirán: ‘¡Nadie tiene derecho a interferir en la forma en que yo disciplino a mis hijos!’, como si se trataran de posesiones personales. Parecería justo pensar que los hijos y las hijas nos pertenecen en algún sentido, más cuando hemos invertido tiempo, recursos y amor para su formación. Pero lo cierto es que no son obra ni creación nuestra: pertenecen al Creador de la vida.

El Salmo 127 declara en sus versículos 3 a 5 que los hijos son un regalo de Dios y que tenemos la obliga-ción de cuidar y amar la heredad del Creador. Dios nos