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Xhevdet Bajraj ‘La poesía no puede cambiar al mundo, pero puede testificar’ La poesía de Xhevdet Bajraj (Kosovo, 1960) es todo un descubrimiento. De esas extrañas veces que uno tiene la sensación de estar ante un poeta único, intenso, absolutamente memorable. Hay algo en sus versos que conmueve muchísimo, que tiene, como él dice, una conexión especial con el lector. El escritor albanés llegó a México hace unos años como refugiado, luego de la guerra en su país. Aquí aprendió el español, idioma en el que escribe ahora sus poemas, y desde entonces continúa como un “sobreviviente”, sosteniéndose siempre de la poesía para seguir en la batalla de la vida. En toda su obra está presente “un toque de tristeza”, incluso cuando se habla de la alegría o del amor. Xhevdet, autor de Temporada de las flores tristes (Tezcatlipoca Blues), fue uno de los poetas que participó en el Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña, evento literario que por segunda ocasión se realiza en Coahuila. Desde esta tierra de norte, el autor cuenta algo de su historia y revela cómo la poesía ha sido un medio para sobrellevar el dolor. ¿Cómo llega la poesía a su vida en medio de esa experiencia difícil? Cuando era niño pensaba que los adultos tenían respuestas para todo, ¿por qué muere uno?, ¿cuándo muere?, ¿a dónde va uno cuando muere? Creciendo vi que no es así. Luego en la juventud llega la crisis, la adolescencia, en esa edad cambia la dioptría para ver el mundo. Como niño era buen lector de literatura. Era joven y como todos los jóvenes era rebelde, no sé, la literatura que veíamos en la escuela era para sacar una calificación y no era un aliado en tu vida. Así que leí dos poemas de Baudelaire que fue “Albatros” e “Himno a la Belleza”. Eso me arrancó del mundo real. Ese mundo, esa luz, sabía que no era mi intento ser gran poeta, sino significaba ‘voy a ser poeta, no hay de otra’; ése era mi mundo. Luego

Entrevista a Xhevdet

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Page 1: Entrevista a Xhevdet

Xhevdet Bajraj ‘La poesía no puede cambiar al mundo, pero puede testificar’

La poesía de Xhevdet Bajraj (Kosovo, 1960) es todo un descubrimiento. De esas extrañas veces que uno tiene la sensación de estar ante un poeta único, intenso, absolutamente memorable. Hay algo en sus versos que conmueve muchísimo, que tiene, como él dice, una conexión especial con el lector.

El escritor albanés llegó a México hace unos años como refugiado, luego de la guerra en su país. Aquí aprendió el español, idioma en el que escribe ahora sus poemas, y desde entonces continúa como un “sobreviviente”, sosteniéndose siempre de la poesía para seguir en la batalla de la vida. En toda su obra está presente “un toque de tristeza”, incluso cuando se habla de la alegría o del amor.

Xhevdet, autor de Temporada de las flores tristes (Tezcatlipoca Blues), fue uno de los poetas que participó en el Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña, evento literario que por segunda ocasión se realiza en Coahuila. Desde esta tierra de norte, el autor cuenta algo de su historia y revela cómo la poesía ha sido un medio para sobrellevar el dolor.

¿Cómo llega la poesía a su vida en medio de esa experiencia difícil?

Cuando era niño pensaba que los adultos tenían respuestas para todo, ¿por qué muere uno?, ¿cuándo muere?, ¿a dónde va uno cuando muere? Creciendo vi que no es así. Luego en la juventud llega la crisis, la adolescencia, en esa edad cambia la dioptría para ver el mundo. Como niño era buen lector de literatura. Era joven y como todos los jóvenes era rebelde, no sé, la literatura que veíamos en la escuela era para sacar una calificación y no era un aliado en tu vida. Así que leí dos poemas de Baudelaire que fue “Albatros” e “Himno a la Belleza”. Eso me arrancó del mundo real. Ese mundo, esa luz, sabía que no era mi intento ser gran poeta, sino significaba ‘voy a ser poeta, no hay de otra’; ése era mi mundo. Luego nunca me pude salir de ese mundo, no quise salir porque tengo en él un bastón para caminar en esta vida, unos lentes para ver ese mundo y para contarlo. Para un poeta abandonar ese mundo al cual pertenece, en el que fue “refugiado”, es igual a un suicidio. No puedes cambiar tu punto de vista de lo que está sucediendo, simplemente la poesía me atrapó y puedo andar en el mundo, pero soy lo que soy.

-¿Como una fortaleza?

Sí, es mi fortaleza. La poesía sale de las entrañas y del corazón humano, y se dirige a otro corazón humano. El poeta, aunque su poesía sea algo triste, quiere dedicar sus versos o su emoción a una u otra alma gemela. Lo que le sucede a un joven o a un ser humano no es que a él le haya sucedido por primera vez, sino que sucedió durante toda la existencia de la humanidad. No es algo de realismo social pero sí de ayudar a otra gente, despertar una emoción que el lector ni siquiera puede formar, pero despiertas algo humano en él. Es una conexión entre seres.

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-¿Es cierto que tener acceso a la poesía es complicado?

Es de humanos la necesidad de expresarse en versos e igual está en los seres humanos la necesidad de escucharlos. A veces la culpa es de los poetas, hay mucha artesanía y la parte artesana sale en primer plano y es una cáscara. Luego no puede penetrar la emoción, es una falta de comunicación. Yo no digo que los poetas deben ir arrastrándose por el mundo para poder comunicar, pero tampoco pueden volar o creer que están volando tan alto que no ven, es decir, ignorar al otro ser humano. Cada generación de los poetas tenía el mismo problema, pero cada generación, o los mejores de ellos, lograba comunicar, prestarle a su época su voz. No es culpa de los lectores o de la gente que no logra disfrutar la poesía. La gran parte de la culpa es de los poetas, de los cuasipoetas. Pero está bien, los cuasipoetas ayudan para que haya grandes poetas. Sin malos poetas no hubiera buenos y sin buenos no hubiera los malos.

¿Aún escribe en su idioma natal?

Cada dos o tres años publico una obra en mi idioma para mantener una conexión con ellos y por el respeto de los muertos míos o por el respeto del futuro de nación que dejé allá. Cuando escribo en español soy otra persona, hay otros públicos y problemas. Si un húngaro, un serbio, un macedonio o un albanés pueden escribir en su idioma y le dedica toda su vida a la literatura, quién sabe si puede ser traducido a otra lengua. En español al momento en que escribes y lo subes en internet, automáticamente todo un continente te puede leer.

Cantar o llorar en una lengua que tiene una gran tradición en la literatura es una provocación profesional y no quiero perderla. Yo vine a México gracias al Parlamento Internacional de Escritores y una de las razones por las que elegí México fue para salir de los Balcanes y aprender español, poder leer a Octavio Paz, a Neruda, a García Lorca en lengua original. Es un regalo de Dios, una bendición.

-¿Usted cree que la poesía puede cambiar el mundo real a través de la llamada ‘literatura comprometida’ o que un ‘poema político’ tenga un impacto social verdadero?

La poesía no puede cambiar al mundo, pero puede testificar, ser testigo. Hay casos cuando uno se sobrepasa. Gran parte de la poesía comprometida está en la orilla o en la frontera de ser de mal gusto cuando le sirve a la política. En mi caso, cuando vivía en Kosovo, hubo poesía comprometida, pero si lo lees ahora fuera de contexto o fuera de época, aguanta la lectura, el lector no se va a dar cuenta que es comprometido. O tal vez eso me ayudó porque en aquel tiempo hubo en Yugoslavia censura política, uno tenía que encontrar la forma de decir las cosas, de decir ideas y mensajes ocultos. Es una necesidad humana el materializar la emoción, los sueños, las pesadillas, los temores.

POEMASTomados de El tamaño del dolor (versión en español del autor)

Dolor adentro

Page 3: Entrevista a Xhevdet

Al pájaro de la libertad que ahora se asa en la parrillaLe cortamos las alas para que engordaraCon frutas cosechadas del horror

Mañana vamos a amanecer en alguna otra tierraCon la vida blanqueda como foto desvaída

El collar de la muerte

Con el cabello teñido de blancoEngalanada con el collar de la muerteMi tierra se peina sobre la tormenta que duerme

Para darle sentido al díaCuelgo las frutas que coseché de mi existirHacia el lado por donde nace el sol

Con las piernas cruzadas En el crucero de la vidaArranco las plumas de mis alasY las arrojoHacia donde corre el dolor