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:: portada :: México :: 22-09-2012 El investigador Armando Bartra Vergés reflexiona sobre las luchas antineoliberales tanto en México como a escala global Reabriendo el debate latinoamericano sobre el campesinado como clase social Arisbel Leyva Remón Rebelión En la presente entrevista, el destacado profesor e investigador Armando Bartra Vergés [1] reflexiona en torno al campesinado como clase y fuerza social presente en las luchas antineoliberales tanto en México como a escala global. En su comprensión sobre la cuestión rural mexicana de hoy afloran conceptos e ideas que enriquecen el análisis clasista del campo desde una perspectiva renovadora y consecuente con la complejidad de la realidad latinoamericana. ¿Qué son las clases sociales?, ¿cómo son enfocadas éstas desde el discurso de la nueva ruralidad?, ¿por qué urge fundar un sujeto campesindio en la lucha étnico-clasista contra la colonialidad y la desigualdad rural?; son estas algunas de las interrogantes que intenta responderse el investigador en el transcurso de la conversación. Los planteamientos de Bartra servirán pues para reabrir un debate que tuvo en los 70s del pasado siglo uno de sus mejores momentos, y porta en las horas actuales una indiscutible pertinencia no solo teórica, sino política para la izquierda de Nuestra América. ARISBEL LEYVA REMÓN: México constituye, sin dudas, un reconocido escenario del pensamiento agrario marxista contemporáneo, en cuyos marcos se ha discutido intensamente sobre las clases sociales del campo. ¿Cómo ha evolucionado el análisis clasista del agro posterior al debate sobre campesinado que tuvo lugar en los años 70? ARMANDO BARTRA: Estamos hablando de hace casi 40 años, pero lo cierto es que en las décadas siguientes el debate cayó en un bache, se atenuó y en muchos casos de plano se interrumpió, aunque quizá hoy se reanuda. Pero sí, en los setenta del siglo pasado tuvimos una discusión muy intensa entre el marxismo ortodoxo y un marxismo más dispuesto a desarrollarse y a adecuarse a las circunstancias nuevas. La polémica sobre el carácter de clase del campesinado y sobre la naturaleza e intensidad de los procesos de descampesinización- recampesinización, por ejemplo, puede verse como una confrontación entre los "campesinistas" marxistas y la lectura ortodoxa de Marx que no veía en el campesinado más que un remanente del pasado, una simple herencia del viejo régimen tendencialmente barrida por la expansión del capitalismo. Una discusión desarrollada más de un siglo después de que Marx hubiera formulado sus ideas sobre el campesinado -por cierto con frecuencia divergentes y hasta contradictorias- y que por tanto tomaba en cuenta otras experiencias y otras visiones. La revolución rusa -donde los campesinos fueron socialmente protagónicos- y la lectura que Lenin hace de dicho proceso. Pero también la revolución china donde la abrumadora mayoría campesina es incorporada a un partido revolucionario no como aliada secundaria del proletariado sino como vanguardia y protagonista mayor de la revolución. Y es que, empezando por la revolución mexicana, en todos los procesos de cambio político radical del siglo pasado, los trabajadores del campo fueron protagónicos. En Cuba, por ejemplo, a mediados del pasado siglo la mayor parte de los trabajadores eran del campo, y una parte de estos eran campesinos y a la vez trabajadores de la zafra; o sea, combinaban esta condición. La discusión que aquí tuvimos partía de un hecho incuestionable: los campesinos estuvieron presentes como actores políticos destacados en todos los procesos de cambio progresista y libertario del siglo XX. Y algunos pensábamos que iban a seguir presentes, porque no se trata de un sector en descomposición y disolución sino también sujeto a procesos de recomposición. Además sosteníamos que los campesinos no son conservadores o que, aun siéndolo, no son en sentido estricto reaccionarios, sino conservadores y a la vez revolucionarios Por otra parte en México el punto de partida del debate no era conceptual sino fáctico: en los setenta de la pasada centuria los campesinos estaban ahí y estaban luchando. Y si tenemos que page 1 / 14

Entrevista Bartra

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Entrevista a Barta

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22-09-2012 El investigador Armando Bartra Vergés reflexiona sobre las luchas antineoliberales tanto en México como a escala global

Reabriendo el debate latinoamericano sobre el campesinado comoclase socialArisbel Leyva RemónRebelión

En la presente entrevista, el destacado profesor e investigador Armando Bartra Vergés [1]reflexiona en torno al campesinado como clase y fuerza social presente en las luchasantineoliberales tanto en México como a escala global. En su comprensión sobre la cuestión rural mexicana de hoy afloran conceptos e ideas que enriquecen el análisis clasista del campo desdeuna perspectiva renovadora y consecuente con la complejidad de la realidad latinoamericana.¿Qué son las clases sociales?, ¿cómo son enfocadas éstas desde el discurso de la nueva ruralidad?, ¿por qué urge fundar un sujeto campesindio en la lucha étnico-clasista contra lacolonialidad y la desigualdad rural?; son estas algunas de las interrogantes que intentaresponderse el investigador en el transcurso de la conversación. Los planteamientos de Bartraservirán pues para reabrir un debate que tuvo en los 70�s del pasado siglo uno de sus mejoresmomentos, y porta en las horas actuales una indiscutible pertinencia no solo teórica, sino política para la izquierda de Nuestra América.

ARISBEL LEYVA REMÓN: México constituye, sin dudas, un reconocido escenario del pensamientoagrario marxista contemporáneo, en cuyos marcos se ha discutido intensamente sobre las clasessociales del campo. ¿Cómo ha evolucionado el análisis clasista del agro posterior al debate sobrecampesinado que tuvo lugar en los años 70?

ARMANDO BARTRA: Estamos hablando de hace casi 40 años, pero lo cierto es que en las décadassiguientes el debate cayó en un bache, se atenuó y en muchos casos de plano se interrumpió,aunque quizá hoy se reanuda. Pero sí, en los setenta del siglo pasado tuvimos una discusión muyintensa entre el marxismo ortodoxo y un marxismo más dispuesto a desarrollarse y a adecuarse alas circunstancias nuevas. La polémica sobre el carácter de clase del campesinado y sobre la naturaleza e intensidad de los procesos de descampesinización- recampesinización, por ejemplo,puede verse como una confrontación entre los "campesinistas" marxistas y la lectura ortodoxa deMarx que no veía en el campesinado más que un remanente del pasado, una simple herencia delviejo régimen tendencialmente barrida por la expansión del capitalismo. Una discusióndesarrollada más de un siglo después de que Marx hubiera formulado sus ideas sobre elcampesinado -por cierto con frecuencia divergentes y hasta contradictorias- y que por tantotomaba en cuenta otras experiencias y otras visiones. La revolución rusa -donde los campesinosfueron socialmente protagónicos- y la lectura que Lenin hace de dicho proceso. Pero también larevolución china donde la abrumadora mayoría campesina es incorporada a un partidorevolucionario no como aliada secundaria del proletariado sino como vanguardia y protagonistamayor de la revolución. Y es que, empezando por la revolución mexicana, en todos los procesosde cambio político radical del siglo pasado, los trabajadores del campo fueron protagónicos. EnCuba, por ejemplo, a mediados del pasado siglo la mayor parte de los trabajadores eran del campo, y una parte de estos eran campesinos y a la vez trabajadores de la zafra; o sea,combinaban esta condición. La discusión que aquí tuvimos partía de un hecho incuestionable: los campesinos estuvieron presentes como actores políticos destacados en todos los procesos decambio progresista y libertario del siglo XX. Y algunos pensábamos que iban a seguir presentes,porque no se trata de un sector en descomposición y disolución sino también sujeto a procesos derecomposición. Además sosteníamos que los campesinos no son conservadores o que, aunsiéndolo, no son en sentido estricto reaccionarios, sino conservadores y a la vez revolucionarios Por otra parte en México el punto de partida del debate no era conceptual sino fáctico: en lossetenta de la pasada centuria los campesinos estaban ahí y estaban luchando. Y si tenemos que

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contar con los campesinos, simplemente porque ellos están ahí en el combate, entonces lapregunta es ¿qué son estos campesinos que marchan por las carreteras, que toman tierras? No setrata de hacerles el favor, no es construir una teoría para legitimarlos, los campesinos se legitiman ---esa era la discusión--- por sí mismos, ellos están en la lucha, ellos están en el combate. Estedebate en los 70 transcurrió en un período de intensas luchas campesinas aquí en México, detomas de tierras a veces muy radicales que tenían a veces que defenderlas con las armas en lamano, de campesinos muertos, asesinados por guardias blancas, encarcelados; un período derepresión por un lado y, por el otro, de políticas públicas que tenían que aceptar la presión del movimiento campesino y repartir tierras. Es decir, estábamos en una suerte de revolución agrariaque no cuestionaba el poder político quizás porque no había fuerza suficiente, pero sí unaverdadera revolución agraria en cuanto a tomas de tierras, movilizaciones y organización parcialde los campesinos. Sería deshonesto políticamente cuestionarles a los campesinos ---que seencontraban en los campos, en las carreteras, que estaban a veces en las ciudades, en marchashacia las capitales--- su derecho a ser tomados en cuenta en la transformación revolucionaria. Yde ahí surgió el planteamiento de que los campesinos eran no solamente una clase, sino una clasecon voluntad y necesidad de transformar el mundo radicalmente; es decir, una claserevolucionaria. La otra versión sostenía que los campesinos estaban en proceso de descomposición, que eran en realidad semiproletarios y que esta condición, y no la de campesinos,era la que determinaba su lado revolucionario. La posición que nosotros defendíamos era al revés:los campesinos son, sin duda, en términos de su adscripción económica al sistema, muchas vecestrabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia. Pero lo que los está moviendo en esemomento ---estoy hablando de los 70 en México--- es su condición campesina y no su condiciónproletaria, no están trabajando para la construcción de sindicatos. Quizás los deseaban pero noveían a los sindicatos en su futuro inmediato, estaban luchando más bien por acceder a tierras suficientes y con ello volverse más plenamente campesinos. Hay que respetar esta voluntad, hayque respetar esta vocación. La historia de Cuba es semejante. Recuerdo ahora -porque lo volví a leer- a Fidel hablando del papel importante de los campesinos en la etapa inicial de la Revolución,de su importancia como aliados del proletariado, pero que no iban a estar ahí para siempre. Alcabo de cinco décadas ahí están todavía, en un proceso de reproducción. Esta discusión de losaños 70 la promovimos aquellos que estábamos en la reflexión académica y pretendíamoscomprender los procesos políticos y no solo participar en ellos, de dar razón del protagonismo queestaban teniendo los campesinos en la lucha social en México y, de algún modo, en el mundo. Nose trataba, insisto, de tenderles la mano a los campesinos para que vieran que también ennuestras teorías ellos cabían, sino simplemente de entender quiénes eran estos que estaban poniendo la muestra en una lucha muy radical cuando menos en términos de confrontación con elsistema, con el poder económico y político. De ahí -considero yo- surgió la idea del campesinadono como clase del feudalismo o de las sociedades precapitalistas, sino como una clase que elpropio capitalismo reproduce. Las razones por la que el capitalismo reproduce la pequeña ymediana propiedad agropecuaria son múltiples, tan es así que hoy tenemos al Banco Mundial y alFondo Monetario Internacional -ya no digamos la FAO o los organismos multilaterales- diciendoque la salvación del mundo en el contexto de una crisis agropecuaria y alimentaria como la quehoy vivimos, está en la pequeña y mediana producción campesina. Si el Banco Mundial y el FMIdicen que los campesinos están aquí para sacar el buey de la barranca, en pleno tercer milenio,eso significa que para el capitalismo -y con las peores intenciones del mundo de seguir exprimiéndolos y de seguir utilizándolos- los campesinos son funcionales. Por tanto, loscampesinos continuarán presentes, sea en coyunturas más favorables o en otras donde habránprocesos de descampesinización, y bajo esas condiciones se proletarizan, se recampesinizan y sonuna fuerza antisistémica. Que tengan claridad de futuro, que sean socialistas o no es otro tipo dedebate, pero sí son una fuerza antisistémica porque el sistema es su enemigo.

ALR: ¿Qué ha significado la incorporación de la agricultura mexicana al proceso detransnacionalización global, en términos de la discusión sobre las clases sociales y sus luchas en elcontexto rural?

AB: La agricultura mexicana estaba ya ubicada de algún modo en un contexto de globalización

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desde los años 70. México era un país exportador de azúcar; la agricultura cañera y la industriaazucarera estaban insertas en el mercado global desde esos años y en los 80�s. Fuimos tambiénun importante exportador de café hasta hace poco tiempo. Ni la caña ni el café representan hoy loque significaron entre los 70 y principios de los 90, pero la agricultura mexicana no se globalizórecientemente. Tampoco hemos sufrido procesos de sojización al estilo Brasil o Argentina, puesMéxico en este sentido no ha tenido las condiciones agroecológicas para estos desiertos de sojaque sí tienen los países del Cono Sur. En todo caso la globalización de la agricultura mexicana noes una novedad. Quizás el fenómeno que se modificó en los últimos años -en cuanto a las luchas- tiene que ver con la pérdida de lo logros alcanzados en los años 70 y principios de los 80 -sobretodo a partir del movimiento y de la lucha campesina por la tierra-, cuando hubo una suerte derecampesinización de las políticas públicas. Esto fue resultado en alguna medida de la presión delmovimiento campesino por un lado, y por el otro lado el problema de que empezaban a haberevidentes insuficiencias en la producción agrícola interna para la seguridad alimentaria del país durante ese período. Empezaba a haber problemas con el abasto de granos básicos y la lógica deesos gobiernos en México es la de volver a apoyar la producción agropecuaria, de involucrarnuevamente al Estado en el fomento de la producción, acopio, transformación y comercializaciónagropecuaria; es decir, de convertir otra vez al Estado en un actor que podía ser -junto con loscampesinos, ejidatarios, comuneros, pequeños propietarios auténticos y minifundistas- un sectorimportante en la producción agropecuaria tanto de alimentos como de materias primas. Laapuesta por los campesinos es de una parte de los 70 y los primeros años 80. En estos años elSistema Agroalimentario Mexicano (SAM) sería -en mi opinión- el último grito del viejo agrarismoque sostenía el apoyo crediticio y de otro tipo a los campesinos durante los gobiernos de LuisEcheverría Ávarez (1970-1976) y José López Portillo y Pacheco (1976-1982). Este últimogobernante, aunque se identificó mucho más con la derecha, se mantuvo todavía en esta lógica;durante su gobierno se modificó el aparato económico estatal, el acopio y comercialización deproductos agrícolas, fomento productivo, etc., mientras que a Echeverría le tocó lidiar con elascenso del movimiento campesino y finalmente tuvo que entregar tierras y ampliar ciertosaspectos de la reforma agraria. Pero a partir de los 80 en adelante y en los 90 lo que tenemos esuna conversión hacia una política anticampesina, de descampesiniziación y de desfondamiento dela agricultura que producía para el mercado interno. El modelo neoliberal nos llega a nosotros ainicios de los 80�s y se profundiza a lo largo de los 90. Lo que cambia entonces para nosotros-más que la iniciación de nuestra agricultura en una lógica global a través de productos como elazúcar de caña, el café, tabaco o cacao- es la apertura de un proceso de descampesinización y de desfondamiento de la agricultura que produce para el mercado interno, y el fortalecimientoúnicamente del sector exportador de hortalizas, frutales y café. Este rubro fue afectado por ladesregulación y la ruptura de los acuerdos internacionales que fijaban cuotas y precios, lo cualprovocó también un desfondamiento en el sector cafetalero. En los años 80 lo que tenemos es unneoliberalismo que promueve la lógica de importar granos básicos porque supuestamente Méxicono tiene vocación cerealera. Podríamos ser los inventores y domesticadores del maíz pero eso noimporta porque finalmente son las planicies estadounidenses o argentinas las que supuestamenteposeen vocación para la producción de cereales o leguminosas, y nosotros presuntamente tenemos vocación para frutas, café, etc.; o sea, las ventajas comparativas que nos llevaron a unasituación nueva de dependencia alimentaria severa y hasta ahora creciente. En los últimos años -a partir de las sequías atípicas registradas y los efectos del cambio climático sobre México, queserán particularmente severos por nuestras condiciones- el problema de la escasez de alimentosha sido mucho mayor que lo que había sido en el pasado, los precios siguen en alza y ladependencia alimentaria se torna más severa. México tiene ecosistemas y diversidad suficiente,pero desfondó su campo; ese es el fenómeno nuevo. Y en esas condiciones ¿dónde quedan loscampesinos? Desahuciados; es decir, dejan de ser un sector sustantivo del modelo de desarrollo-subordinado, sometido, explotado, sujeto a intercambio desigual, pero un actor importante delque dependía una buena parte del abasto de granos básicos y de la producción en pequeña ymediana escala de materias primas- y pasan a ser un sector en franco repliegue y marginación. La visión de la modernidad como industrialización y urbanización -donde el campo queda relegado,marginado e industrializado paulatinamente, de modo tal que en realidad ya lo que predomina esuna agricultura industrial, tecnificada, con insumos de fábrica, etc.- funcionó durante mucho

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tiempo y parecía que en ella los campesinos no tenían sentido, pues serían sustituidos por unaagricultura hidropónica, con monocultivos, transgénicos, sistemas de riego, etc. Pero tenemos unacrisis ambiental y alimentaria. En el caso de Cuba ¿para qué quieren campesinos? Para podercomer y hacer frente a esa crisis alimentaria. Por ello Cuba es el emblema del mundo. Si queremos comer vamos a necesitar campesinos, ellos son capaces de adaptarse y enfrentar al cambioclimático. Ni siquiera con un modelo muy tecnificado y especializado se puede inventar untransgénico para enfrentar la sequía, así nos morimos de hambre antes de que aparezca eltransgénico. A pesar de las intensas sequías, los campesinos muchas veces logran conservarsemillas para la próxima siembra, y esas semillas se adaptan cada vez más a las sequías mediantesu continua selección. Esa pluralidad articulada que suelen manejar los campesinos, si pueden,constituye una estrategia. Los campesinos son una presencia política, social, histórica, peroademás son una alternativa visible para enfrentar el cambio climático, la crisis alimentaria y elmanejo adecuado de las fuentes de energía. Creo que hay muchas razones hoy para replantearnosel tema campesino en un sentido agroecológico, también en el sentido económico -como un modelo más viable-, de la reducción del consumo energético, de la diversificación ambientalmentemás sostenible. Hoy, además, hay una sensibilidad en el mundo de los consumidores hacia lasvirtudes de la agricultura campesina. En ese nuevo mundo los campesinos pueden otra vez fundarun camino -siempre y cuando se abran paso por sí mismos-, tienen una lucha que dar pero hoy susargumentos son más poderosos que hace veinte o treinta años atrás, donde el problemaalimentario lo estaba "resolviendo" la producción intensiva, la Revolución Verde, y ahora resultaque no es así.

ALR: En esta misma línea de análisis, ¿cómo repercute el despliegue neoliberal de los 90 en eldebate sobre las clases agrarias y el campesinado en particular?

AB: La discusión se deriva ante todo de una situación objetiva. Lo que hay es un proceso muy realde desarticulación del mundo campesino, de la economía y la sociedad campesinas y del entornorural, sobre la base de que es un sector irrelevante para el futuro, que debe polarizarse y debe sersustituido por los empresarios y pequeños y medianos productores capaces de capitalizarse. Portanto, los campesinos modestos y pobres son objetos de políticas públicas compensatorias -en elmejor de los casos de carácter asistencial-, a través de lo que en México inicialmente se llamóProgramas de Solidaridad y posteriormente, PRONASOL. Había que ayudarlos a bien morir conalgunas limosnas de recursos públicos mientras encuentran cobijo en otro sitio, se van a lasciudades o migran a Estados Unidos. El campesino desaparece de las políticas públicas como unsector productivo de avanzada y aparece como un sector marginado que es objeto de políticasasistenciales o es sustituido por un sector que en realidad cada vez tiene menor presenciacampesina -que son los agroempresarios- donde no hay campesinos enriquecidos, pues en realidad los campesinos medios se empobrecen y los pequeños campesinos se arruinan. El debatesobre las clases en los 90�s está marcado por el concepto presuntamente novedoso de la nuevaruralidad. Esta noción -además de describir fenómenos reales de una creciente adscripción deltrabajo rural a actividades no agrícolas, el incremento del ingreso proveniente de ocupacionesproductivas extra agrícolas, de servicios o trabajo asalariado, de la presencia creciente de otrosactores de la urbanización de las costumbres rurales, la pluriactividad en la que de pronto loscampesinos se ven insertos (como si los campesinos no hubieran sido pluriactivos desde que lahumanidad existe), todo lo cual descriptivamente puede ser muy correcto- tiene un efecto en términos de las clases sociales y es la pretensión intelectual de diluir la existencia de un sector quese configura como actor político-social que son los campesinos. Se presume que estos desaparecen como actores en la medida en que también son comerciantes, en la medida queviven del trabajo asalariado o dependen de las remesas y los programas públicos, lo cual no escierto. Por lo tanto, desde esta perspectiva los campesinos ya no existen como actor porque ya notienen una función económica, ya no tienen una base material y, por ende, no van a existir comoactores, no pueden ser protagónicos en las luchas sociales importantes. Sin embargo, en esteproceso los campesinos han seguido presentes. El hecho es que los campesinos primeramenteestaban viendo qué lugar podían ocupar en los procesos "inevitables" de reforma neoliberal hastaque se dieron cuenta que en ese mundo de las ventajas comparativas y del comercio salvaje no

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tenían ningún espacio y entonces la lucha ya no fue por acomodarse en las franjas que les dejabael modelo neoliberal, sino contra el modelo mismo. En el caso de México esto es bastante claro; loscampesinos pasan de decir: "Queremos recursos para nuestras empresas asociativas o paraasociarnos con los empresarios y producir materias primas y que ellos la transformen, queremosque nos sigan dando créditos", a decir: "Lo que queremos es una modificación del modeloagropecuario y, por ende, una modificación del modelo del país". Y eso se expresa muy claramente en el TLC. La cristalización más evidente del modelo neoliberal es un Tratado de LibreComercio que favorece la dependencia alimentaria brutal y la desaparición de los campesinos,quienes dicen: "No queremos un poco más de dinero, no queremos un poco más de apoyo crediticio, de insumos, lo que queremos es otro modelo. En ese otro modelo los campesinostenemos algo que hacer: somos los que vamos a garantizar la seguridad y la soberaníaalimentarias del país, la conservación del medio ambiente, la preservación del tejido social en elcampo, la cultura que tiene raíces rurales. No es únicamente que somos buenos, peores omedianos productores. Además de producir la comida, preservamos la socialidad; si no lo hacemos¿quién va a detener el narcotráfico?". Es decir, si en el campo no hay opciones para los jóvenes,¿quién va a impedir que se vuelvan sicarios? Entonces, la oferta del campesinado es: "Vamos amantener la salud del tejido social, la actividad económica, vamos a preservar la naturaleza ynuestras raíces identitarias porque México es en sus raíces un país campesino e indígena". Estaapuesta es de tipo antisistémica y antineoliberal, y se ha radicalizado en el sentido de volver a las grandes movilizaciones. Es cierto que la fuerza del campesinado se ha visto muy mermada, losjóvenes se van, la migración afecta, las comunidades se quedan vacías, predominan las mujeres,la gente no puede vivir del campo porque la agricultura no genera ingresos suficientes y tienenque diversificar el empleo. Es decir, hay un desgajamiento del tejido social rural y, por ende, de lascapacidades de sobrevivencia de los campesinos. Pero el esfuerzo político de los campesinos porcambiar el rumbo del país para seguir siendo parte del mismo, ese no se ha perdido. En el caso deMéxico el fenómeno quizás más notables es el que se da en el arranque del siglo XXI, que es el movimiento El campo no aguanta más. Y lo es no solo por su peso, su importancia, su magnitudcomo protagonista de una manifestación de alrededor del 100 mil campesinos de todo el país -algodifícil de lograr pero que sucedió con este Movimiento-, sino porque además se trata de gente queviajó mil kilómetros o toda una semana desde su pueblito hasta la ciudad de México. Eso demostróque existía una voluntad de los campesinos de seguir existiendo y que había organizacionessuficientes como para darle la logística a esta movilización, no suficiente como para poder doblarlela muñeca al gobierno y modificar sus políticas públicas. Sin embargo, El campo no aguanta másdejó claro que había otro modelo, otro plan y que el gobierno no iba a cumplir los acuerdos a losque había llegado con los campesinos en términos de cambiar el rumbo. El Acuerdo Nacional para el Campo no se cumplió. Pero allí lo que quedó claro era que los campesinos seguían presentescomo una fuerza. Ahora bien, en los 90 se presenta un fenómeno que hay que considerar; a saber,la emergencia de los pueblos originarios. Una parte muy importante de la población rural siguemuy identificada con sus formas sociales, culturales, tecnológicas, sus lenguas y formas de organización política, que tienen que ver con los pueblos originarios. Estos aparecieron mediovisibles en el marco de los 500 años de lo que llamaron el genocidio y los llevó a protestas enBolivia, Ecuador, Perú y México en menor medida. Pero el año 1994 hizo la diferencia. De prontoapareció un grupo armado guerrillero que dice: "Somos la voz de los más pequeños, de lascomunidades indígenas, de todos los explotados y oprimidos pero en primera instancia tenemosnuestras raíces en las comunidades indígenas de Chiapas". La emergencia de los pueblosoriginarios, que representan cerca del 15% de la población de este país, fue muy importantecualitativamente porque planteó un tema que no estaba claro en la emergencia de los campesinosy en la discusión de los 70s, que es el tema de la colonialidad y del racismo, y no solo el tema dela clase y de la explotación. Los campesinos son, en términos de trabajadores del campo,explotados por el capital; ellos son, en términos de clase, una clase del capitalismo; son antisistémicos porque el sistema capitalista les extrae el excedente y los somete. Pero loscampesinos son también la porción más visible y más clara de una estructura de carácter colonial,y ésta los oprime también no solo en su carácter de pequeños y medianos productores sino en sucondición de herederos de los pueblos originarios. Entonces aquí hay una relación de colonialidadque afecta sin dudas a los pueblos indios, pero afecta también a los campesinos mestizos,

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morenos, indios y a una gran parte de los mexicanos que son vistos como étnicamente inferiores.Sin este fenómeno de los 90 hoy seguiríamos hablando de explotación del trabajo campesino porel capital -tesis que yo sostenía desde los años 70 y 80- pero hoy tendríamos que hablar además de opresión étnica de los campesinos e indígenas por un modelo de carácter neocolonial y por unalógica de colonialismo interno. No hablo ya del colonialismo externo -que sigue existiendo, puestenemos 3000 kilómetros de frontera con el imperio; aquí hablo de los mexicanos colonizando alos propios mexicanos, de una elite blanca que se considera con derechos superiores. Esto surgiómuy poderosamente en los años 90�s, de modo que ya para la primera década del nuevo milenio los indios ya eran protagonistas rurales importantes; no lo habían sido tan claramente antes, lofueron en algún momento histórico pero la postrevolución significó la conversión de la poblaciónrural e indígena a la condición de campesinos; o sea, la Revolución, la Constitución y la reformaagraria transformaron a los indios en campesinos a través del ejido, la dotación de tierras, y la ratificación del status de dueños históricos de tierras de las comunidades agrarias, a las que seotorgaba la titulación de bienes comunales. En cualquiera de los dos modelos era la reformaagraria postrevolucionaria la que constituía a los habitantes rurales como un sujeto nuevo en elnuevo México que surgía de la revolución. Los campesinos son fundados e inventados por larevolución mexicana porque la hacen pero además porque la institucionalización los ubica en un contexto. Los campesinos son "hijos predilectos del régimen" -dice Arturo Warman-, aunque yodiría que son los padres del régimen, lo engendraron, ellos hicieron la revolución de la que surgeun nuevo régimen. Esto había que romperlo y los campesinos comienzan a romper con el Estadocomo dador, como el que da la tierra, el que resuelve sus problemas, el que compra la caña; o sea,se rompe con esa lógica del Estado benefactor que supuestamente hace posible la vida del campesino. En el caso de México esta lógica es infinitamente menos justa, equitativa ycomprometida, pero es la misma de tipo estatista que considera a los campesinos como hijos delEstado postrevolucionario. Lo que nos sucede ahora es que tenemos, por un lado, un actorindígena y, por otro lado, la visibilidad que tuvieron los pueblos originarios hoy es otra vez másfolclórica que política; su presencia ha disminuido notablemente, no porque no estén ahí o porqueno estén resistiendo, sino porque no tienen ya la visibilidad que tuvieron durante los años 90,porque la capacidad de convocatoria del EZLN también ha disminuido por mil razones. Sinembargo, en términos históricos no creo que pueda pensarse en el presente y el futuro de Méxicosin los campesinos y los indios. Y aquí la pregunta es ¿qué son los indios y los campesinos?, ¿sondos entidades diferentes?, ¿son dos máscaras distintas de una misma realidad sustancial? Esa esotra discusión.

ALR: Frente a esta realidad social, ¿qué enfoques teóricos está demandando el análisis actual declase?

AB: El concepto de clase es un concepto que se construye a partir de la crítica, del pensamientocrítico referido al moderno sistema capitalista. La construcción de esta noción alude a unasociedad netamente clasista (burguesía-proletariado) donde la conformación de las clases estádeterminada por su ubicación en el sistema económico; es decir por la relación con los medios deproducción. Por lo tanto, son clases determinadas económicamente y bastante homogéneas; es decir, o tienes medios de producción o no tienes, y si no tienes entonces tendrás que vender loúnico de que dispones: tu fuerza de trabajo. Y si tienes medios de producción podrás comprarfuerza de trabajo y esos medios se transformarán en capital. Aquí surge un concepto de clasedeterminado absolutamente por el lugar que se ocupa en el orden económico y en sureproducción. Pero cuando nos enfrentamos a realidades que en alguna época nos parecían semicapitalistas, o capitalismos con residuos feudales, "sociedades abigarradas" -como diría RenéZavaleta Mercado, sociólogo boliviano-, barrocas o híbridas, lo que decimos es que hay actores,sujetos o protagonistas sociales que ocupan lugares menos claros que la burguesía y elproletariado. Algunos dirían que son grupos en transición, herederos de los viejos regímenes quevan a desaparecer, pero resulta que no desaparecen. Y esto plantea una pregunta: ¿el conceptode clases, tal y como lo como lo forjamos, es un concepto que funciona para actores sociales degran calado, de larga duración, con perspectiva histórica, pero que no son iguales, en términos desus características económicas y sociales, a las de la burguesía y el proletariado? Mi respuesta es

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no. Si se quiere hablar de los campesinos como clase se tiene que repensar el concepto de clase.No es posible pensar que se tiene un concepto construido para una realidad y se pueda aplicar aotra realidad nueva. Si los conceptos no cambian con los retos que plantea la realidad, no sonconceptos, son definiciones. Teníamos definiciones de clase que no estaban funcionando porqueeran muy economicistas, muy homogeneizantes y hoy tenemos que enfrentarnos a la realidad deque hay otros actores o sujetos sociales que pueden o no ser clases. Si los denominamos como clases tenemos que darle a este concepto un contenido distinto, no opuesto pero sí distinto al queya conocemos. En el caso de los campesinos se trata de una clase con una base económicacompleja por definición, a diferencia de otros grupos. El campesino es el trabajador por cuentapropia, es productor de bienes de autoconsumo y comerciales, vende y compra fuerza de trabajo-esas viejas definiciones de que el campesino no comparaba ni vendía fuerza de trabajo nuncafueron reales, ya no funcionan. El campesino siempre ha estado adscrito a actividades productivasde carácter artesanal y comercial. Cuando hay políticas públicas -como las hay en México desde hace muchos años- el campesino también depende del gasto público dirigido al fomentoproductivo, de las remesas... Los campesinos son -y han sido siempre- eso que los sociólogosdescubrieron hace no tanto tiempo y que llaman nueva ruralidad. Ellos son además multiusos enuna condición cambiante, pues una misma familia campesina puede en diferentes momentostener condiciones de subsistencia distintas. En la medida en que crece la familia -y no así laparcela porque no hay reparto agrario o no hay manera de hacerla crecer- los hijos probablementese ocuparán en otra actividad, se convertirán en asalariados o se irán a la escuela, si los padrescuentan con una producción suficiente como para financiarle los estudios, y luego regresarán alpueblo e instalarán un café-internet. La historia de una familia campesina es la historia de cómovan cambiando sus relaciones económicas, sus formas de insertarse en el sistema. Además de eso,los cambios se dan no solo porque las familias evolucionan sino también porque las actividadeseconómicas cambian en un mismo territorio. Si bajan los precios del café, los pequeñosproductores pueden convertirse en jornaleros y dejan de ser productores, si sube nuevamente elprecio de ese producto, probablemente dejan de ser jornaleros y vuelven a ser cafetaleros. Perocambia el clima, no llueve lo suficiente y el cultivo de temporal se afecta. Todo ello hace que lascondiciones de reproducción económica de los campesinos sean diversas y cambiantes. Entre losrasgos que definen al campesinado como un sujeto social con base económica compleja tendríamos en primer lugar -como elemento de continuidad y estabilidad de este grupo- el hechode que son productores por cuenta propia en alguna medida y son responsables de las decisionesproductivas que les permitirán subsistir o no; es decir, no dominan el mercado, no controlan losprecios, no son dueños de la agroindustria, etc. pero la responsabilidad productiva está en susmanos, de eso van a depender sus ingresos y de las circunstancias sobre las que no tienen control. Dos: mientras el proletariado y la burguesía son centrales, o sea constituyen el núcleo mismo delsistema -dominado por la relación capital-trabajo que se encarna en esas clases-, los campesinosson marginales, no están en el corazón del sistema. Lo que sucede es que el sistema tiene unosmárgenes enormes -la mayor parte del mundo está en los márgenes del sistema- y los campesinosestán en esos márgenes, son periféricos -la periferia no es lo secundario, lo irrelevante, lo queestá lejos y que no importa; la periferia es parte tan sustantiva del sistema como el centro mismo-,están en esa periferia que a veces crece y se fortalece, otras decrece y se debilita. Cuba sería el ejemplo: pasa de un cierto campesinado a un proceso de estatización y de ahí a larecampesinización. Como tercer rasgo, los campesinos son socialmente diversos porque sus basesmateriales, sus condiciones económicas así lo son, pero también porque los campesinos son una socialidad, no solo son una economía. Podríamos decir que todos somos una socialidad -pues nadieestá ajeno a las relaciones sociales-pero lo que sucede es que el mundo campesino no estádominado por la relación directa capital-trabajo, sino que es un mundo en el que el sujeto tieneque reproducir sus propias relaciones sociales, un mundo donde lo social, el ethos tiene un pesomucho mayor. Tenemos entonces que el campesino no es solo un tipo de productor sino unasocialidad. Cuando los campesinos mexicanos hicieron la Revolución -que simbólicamentecomenzó en Morelos-, los que se incorporaron no fueron los adultos varones de las familias deagricultores sino la población entera de una región oprimida por los ingenios azucareros y la expansión de la mancha cañera. El oprimido era el pequeño comerciante, la cocinera de una fonda,el maestro de escuela, el cura, el agricultor, el ganadero. Es esta diversidad social la que conforma

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un ethos que está siendo aplastado y excluido por el sistema. Entonces los que se levantan enarmas son pueblos enteros o lo que Luis Tapia -filósofo y politólogo boliviano- llama "movimientossocietales". Es decir, no se mueve un sector o algunos grupos sociales solamente sino se muevensociedades regionales enteras. Hasta los ricos, los enemigos del pueblo, los que la gente odia,deciden participar en la lucha cuando las cosas se ponen de vida o muerte. Ello explica quemuchos movimientos campesinos tengan liderazgos que nos son de campesinos o de los máspobres. Emiliano Zapata no era un agricultor como no lo eran Otilio Montaño o Genovevo de la O.Es decir, si los campesinos son una clase no están integrados solo por personas de esa clase, no se necesita ser agricultor para ser campesino, pues existen sociedades campesinas. En el caso deBolivia se crearon organizaciones campesinas bajo la modalidad de sindicatos agropecuarios queluego fueron convertidos en la Unión de Comunidades Campesinas, en correspondencia con laesencia de esas sociedades campesinas. En una comunidad campesina hay quienes sonagricultores y quienes no lo son, hay pobres y ricos, pero las organizaciones campesinasrepresentan a todos, a la comunidad en general. Por otra parte, mientras el proletariado mirahacia delante, tiene un porvenir, no tiene un pasado al que querer regresar o al que añorar -porque su pasado es explotación, miseria, envilecimiento, expropiación-, los campesinos -sea realo sea mítico- sí tienen una visión de un pasado en que ellos eran más autónomos, libres, productivos, y mantenían mejor relación con la naturaleza, etc. Puede ser un mito, sin embargo loscampesinos miran hacia atrás con nostalgia, a diferencia del proletariado, el cual se mueve máspor una utopía. Eso ha llevado a algunos a plantear que los campesinos son, reaccionarios,conservadores, quieren volver al pasado, son antimodernos, pero no es así. Aquellos que tienen unpasado que recordar, eso es una ventaja... Yo creo que unos y otros pueden compartir pero loscampesinos tienen un componente mítico muy fuerte que no tienen los proletarios. Esto resultamás obvio en los pueblos originarios, cuyo componente mítico es muy poderoso, pues ellos dicen "No solo antes éramos felices sino que éramos dueños de este mundo, este era nuestro mundo".Todo esto conduce a que si el campesino es un actor social al que queremos llamar como clasehay que enriquecer el concepto de clase. Una clase puede incluir la diversidad, la marginalidad,los elementos culturales, identitarios y de tradición histórica. El otro punto importante es que si norecuperamos el concepto de clase entonces se podría hablar solo de actores y sujetos... Elproblema es que en esta búsqueda de actores-sujetos con identidades, desaparecen dos cosassustantivas asociadas a las clases sociales: una, la globalidad, pues las clases no son de unterritorio en particular o de un país, las clases son entidades globales porque el sistema es globaly es el que genera y regenera las clases. Estas pueden tener presencia en unas regiones más queen otras, pueden ser más o menos visibles a esa escala pero son realidades globales. Cuando hablamos de proletarios hablamos de proletarios del mundo, no de proletarios de San Juan deAbajo o de Naucalpan, y la burguesía igual. Dos: las clases son históricas, de larga duración, estánaquí para quedarse; pueden diluirse, minimizarse o reaparecer pero son de larga duración.Cuando se habla de movimientos, actores o sujetos sociales se suele adoptar un enfoque quepierde de vista la globalidad y la larga duración. El concepto de clase obliga a la toma de distanciaen el espacio y el tiempo, y a ver realidades más extensas, mundiales, no períodos cortos sinomucho mayores. Solo así puedes distinguir a los campesinos, verlos actuar, expresarse de unaforma o de otra. Los campesinos son globales porque constituyen una buena parte de la poblaciónmigrante en el mundo y sostienen ideas que perduran en el tiempo y en diferentes espaciosgeográficos. La consigna "Tierra y Libertad", que dio identidad al movimiento campesino en Méxiconació en Rusia hacia 1862-1863 como respuesta campesina ante la falsa reforma agraria del zar;de ahí pasó a manos de los anarquistas españoles a fines del siglo XIX y luego a suscorreligionarios que en esa época habían huido de México y se encontraban radicados en Estados Unidos. Este grupo introduce la consigna en la revolución mexicana y hace que el zapatismo latome como bandera de lucha. Lo que quiero decir es que los campesinos tienen una ideología, unpensamiento, banderas, etc. que son globales. Desde hace unos veinte años hasta la fecha tienenredes globales y plataformas como es el caso de Vía Campesina. Por tanto, las clases son sujetoshistóricos de larga duración, no son coyunturales, son estructurales, tienen raíces e historia y son globales. Como se puede apreciar, los campesinos son una clase no solo del capitalismo sinotambién del socialismo como forma de la modernidad; como sujeto clasista poseen una enormediversidad, fluidez o plasticidad y se conforman en torno a esta diversidad.

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ALR ¿Cuáles serían, a su juicio, los cambios fundamentales experimentados por la clasecampesina en México a partir de los años 90?

AB: Los cambios en la estructura de una clase llevan a pensar si cambia el momento de laeconomía, si cambia el peso de la agricultura respecto del resto de la economía, si cambia laimportancia de la pequeña producción agrícola en relación con la gran producción, si cambian laspolíticas públicas. Todo ello modifica estructuralmente a la clase y transforma las condiciones deexistencia económica de sus miembros. Como ya afirmé, una clase es un sujeto histórico, no un sujeto económico aunque desde luego la economía puede ser decisiva en la configuración de sudimensión histórica. Los cambios en el modelo económico pueden llevar, y llevan, a que elsustento material de una clase se debilite, a que se urbanice o no, a que el número de campesinosdisminuya en términos absolutos o relativos -que es lo que sucede en México-, que de cada treshijos de una familia campesina dos migren pero uno se quede, que la proporción de mujeres en elcampo sea mayor que la de los hombres, que se intente elevar la producción de autoconsumoante el desincentivo de producir para el mercado de granos básicos, etc. Pero el deterioro de lascondiciones económicas puede fortalecer políticamente al campesinado en ciertas coyunturas.Claro, si ese deterioro se hace sistemático probablemente llegará un momento en que ya no habráfuerza política que construir cuando se ha agudizado la migración o cuando el narcotráfico dominaen las comunidades campesinas. Hay un proceso de erosión del sujeto político pero no hay queverlo de manera mecánica. Pienso que en las últimas décadas los campesinos mexicanos han vistocómo su base material, sus espacios en las políticas públicas y su condición de sobrevivencia regional se han ido deteriorando cada vez más. Pero eso no quiere decir que los campesinos hoyhayan dejado de ser un actor que presiona políticamente. En meses recientes -desde finales de2011 y hasta el 10 de abril de este año, fecha en que se conmemoró los 101 años del Plan deAyala- cien organizaciones campesinas -de esas cien, quizás veinte son organizaciones nacionaleso multiregionales que tienen presencia en más de un Estado de la República- se pusieron deacuerdo para elaborar un proyecto denominado el Plan de Ayala del siglo XXI, el cual surgió deseis reuniones multitudinarias efectuadas en diferentes Estados del país y ha sido visto como elplan de salvación del campo para este siglo en México. Este proyecto fue presentado y rubricado por el candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador en Torreón, Coahuila. Es decir, haysuficiente presencia de los campesinos como para elaborar una propuesta de este tipo bajocondiciones de deterioro extremo de su base material; o sea, políticamente no han desaparecido. Ciertamente no se trata de organizaciones campesinas fuertes, con grandes membresías,realmente están muy golpeadas, la gente migra, los jóvenes ya no tienen esperanza en el campo,no quieren seguir siendo campesinos, el narcotráfico ha penetrado, hay miedo, el panorama es desastroso. Pero a pesar de todo ello los campesinos no han bajado la guardia, siguen en elcombate, están acostumbrados a eso, han sobrevivido a las peores catástrofes ambientales,políticas, económicas. Ellos están tratando de cambiar el rumbo del país antes de que haya queinventar nuevamente a los campesinos. México es un país muy agrario, con alrededor del 25 % desu población en el campo, es un país fuertemente campesino con el 13 o 14% de su PEA empleadaen la agricultura, pero un país con un campesinado en proceso de aniquilación. Y los campesinosestán tratando de impedir esto desde una posición de clase. Una clase puede existir, vista en unperíodo largo, a través de sus luchas y proyectos con que enfrentan a un enemigo. Pero hayperíodos en que la clase está latente; o sea, políticamente hablando no está presente, está muyfragmentada. Luego hay momentos en los que de pronto se suman en torno a un proyecto comúnque borra temporalmente las diferencias políticas. En ese momento, bajo determinadascondiciones o necesidades, la clase emerge como tal. Eso quiere decir que las clases no estánsiempre ahí sino que se reconstruyen, se desconstruyen, aparecen, cambian, identifican ejesdistintos...

ALR: ¿Cómo valora Ud. las relaciones etnia-clase en el contexto de la estructura social ruralactual?

AB: El concepto de etnia no se puede construir solo sobre la base de las relaciones económicassino que debe construirse además sobre relaciones sociales, políticas y culturales; o sea, la etnia

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se define no solo en positivo porque se tiene una cultura, una socialidad sino que es construidaporque hay un proceso de exclusión y opresión que tiene que ver con la cultura, la socialidad y laeconomía. La estructura socioeconómica de México, su historia y su sistema político definen queademás de clases sociales haya etnias diferentes. Hay situaciones de etnicidad que definendisparidad, desigualdad; no todas las adscripciones étnicas son iguales. Si tú eres demasiado oscuro o bajo, si hablas una lengua determinada, si usas una vestimenta determinada o comes deuna manera determinada te va a ir peor. Y si, además, vives en una región específica vas a sertratado no solo conforme a tu clase sino conforme a tu etnia. Esto explica que haya relaciones deopresión que tienen que ver con la etnicidad y no solo con la clase. Cuando hablo de etnia comoforma de diversidad sociocultural lo hago en el sentido de una forma de dominación. Sin dudas lasetnias son rurales y diversas, y hay todo un debate sociológico acerca del diálogo intercultural,étnico, etc. Pero todos los grupos étnicos están sujetos a una lógica colonial en la que los no indiosse montan sobre los indios. Más allá de la diversidad étnica aquí lo que importa es que haycolonizadores y colonizados, dentro de estos últimos hay individuos que ascienden socialmente porla vía económica y se "blanquean", pasando a formar parte de los grupos colonizantes aunquecontinúen teniendo sangre indígena. Por tanto, aquí el problema es si la lucha y las contradiccionesque definen nuestras sociedades son exclusivamente de tipo clasista o si son de carácterétnico-clasista. Yo sostengo que son étnico-clasistas. Hay además un problema relacionado con lassociedades patriarcales, y esta condición de nuestras sociedades atraviesa las etnias y las clases,lo cual es un problema grave. No vamos a salir de la situación en que nos encontramos sinenfrentar el problema étnico, el problema colonial, clasista y patriarcal. En una buena parte denuestros países lo que hay vivo de grupos étnicos está en el campo, aunque hay muchos indiosviviendo en las ciudades. Pero si los indios son una etnicidad, son un modo de tener una lengua,de tener ciertas prácticas, costumbres, modos propios de hacer justicia, de comer, de bailar, decelebrar, de religiosidad, etc., esto se asocia con la ruralidad. Seguir siendo indio en las ciudadescuesta trabajo; los indios migrados en la ciudad de México resisten pero cuesta trabajo, ellosresisten más fácilmente en la ruralidad. Por lo tanto, los indios están en el campo como los campesinos, y así la condición indígena y la condición campesina están más entreveradas, no soloporque hay indios que son campesinos -yo digo que la mayoría- y muchos campesinos que sonindios en mayor o menor proporción -aunque la familia le haya inculcado el ocultamiento de sucondición indígena; hay un enrevesamiento de estas condiciones. En términos sociológicos sepueden distinguir claramente los pueblos indios de aquellos que son campesinos o mestizos y notienen raíces propias o están muy mezcladas, razón por la que además no tienen una lenguapropia. Eso, en términos sociológicos y antropológicos se vale, pero yo me pregunto: ¿en términosde clase se vale? O sea, creo que no es posible conformar un sujeto social distinguiendo entre el indio y el no indio; pienso que el sujeto social se conforma unificando a los diversos, nodiferenciándolos. Zapata era probablemente mulato, tenía sangre negra quizás mucho más queQuintín González Nava... Cuando se conforma un sujeto social, de larga duración y visión nacional,éste integra los diversos. Lo que ha estado sucediendo es que hay una fusión de reivindicacionesclasistas y étnicas sostenidas por un mismo sujeto; o sea, mi hipótesis es que las reivindicacionesdescolonizadoras son planteadas por todo el pueblo y muy particularmente de los sectores ruralesque son los que ha vivido la colonialidad de manera especialmente dramática, sobre todo en aquellos países donde las mayorías rurales son fundamentalmente étnicas: Bolivia, Ecuador, Perú,Guatemala y México -probablemente en su región sureste, donde la proporción indígena es máselevada. Si hay una fuerza que quiera liberar a los trabajadores del campo de la opresión tieneque ser necesariamente una fuerza descolonizadora y anticapitalista, lo cual implica que tiene queser india y campesina -si queremos identificar lo indio con lo descolonizador y lo campesino coneconomía. Entonces el concepto de campesindio lo he estado empleando -en verdad no tengoninguna pretensión de transformar una palabra cómoda en una categoría- porque me parece quelas convergencias rurales de América Latina están siendo campesindias no solo en Bolivia yEcuador, sino en Argentina, Brasil o en Chile. Si se observa las organizaciones que surgen a lasombra de Vía Campesina, por ejemplo en Chile, se constata que -aunque son minorías- los pueblos originarios están políticamente muy presentes como movimientos indígenas campesinos.En Argentina se pensaba que no existían los campesinos, luego descubrieron su existencia yestamos viendo que también hay indios. Ahora los movimientos rurales argentinos son

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convergencias de indios y campesinos, lo cual considero como inevitable en el sentido de que nose pueden mantener luchas diferentes sobre todo cuando se comparten territorios. Esto nos daría un concepto de una relación etnia-clase que son dos dimensiones de una misma situación desubalternidad rural, y cuando se quiere romper con esta subalternidad no es posible aceptar laseparación de luchas étnicas y clasistas. ALR: Entonces, ¿el concepto de campesindio da cuentade una unidad dada...? AB: Ni siquiera es una unidad dada, da cuenta de un proyecto de unificación; es decir, la estructuración de organizaciones campesindias podría enfrentar posicionesdel EZLN, el cual posee mayor representatividad en los pueblos originarios, desde las que identifican a las organizaciones campesinas como entidades corporativas, clientelares, que recibenmigajas del mal gobierno y que además son caudillistas, en cambio los auténticos son losindígenas. O sea, querer formar una fuerza campesindia en cualquier sitio va a costar más trabajoque si cada quien continúa por su lado. Y de esta manera nos van a ganar, nos van a derrotar.Entonces la apuesta es: tratemos de formar un sujeto campesindio, un sujeto popular, donde el mundo rural sea campesindio. Esa sería la idea en cuanto a la relación etnia-clase.

ALR: ¿Puede hablarse hoy de una agenda postneoliberal que oriente la acción política de lasorganizaciones campesinas mexicanas? ¿Cuál sería su contenido y alcance?

AB: Estoy convencido de que sí y podemos hablar de una agenda postneoliberal en el mundo, nosolo de una agenda postneoliberal campesina. Creo que la etapa del capitalismo salvaje de losúltimos treinta y más años está generando una reacción lo suficientemente poderosa como paraque podamos hablar de una agenda de este tipo, la cual no siempre es postcapitalista. En casi todaAmérica Latina -en particular en el Cono Sur y en algunos países de Centroamérica también- hayun forcejeo por intentar salir del neoliberalismo, aunque no exactamente del capitalismo. En elcaso de los campesinos es muy evidente porque ellos fueron una de las primeras víctimas del neoliberalismo -doctrina que en el caso de México declaraba abiertamente la descampesinización yla eliminación de un "sobrante" de tres millones de familias en el campo-, las cuales podrían encontrar empleo en el supuesto crecimiento extraordinario que experimentaría la industriagracias al TLCAN. Todo eso fue falso y los campesinos fueron las mayores víctimas de los "dañoscolaterales" de la ilusión neoliberal, por lo que fueron también los primeros antineoliberales. Portanto, la agenda antineoliberal campesina viene prácticamente desde el principio y desde ellareclaman el relanzamiento de políticas públicas y la presencia de un Estado comprometido con laseguridad y la soberanía alimentarias -no necesariamente es un Estado anticapitalista-, así comoun campo diferente. En el marco del Plan de Ayala del siglo XXI o Plan para la Salvación deCampo, los pequeños y medianos campesinos, ejidatarios, comuneros y minifundistas reconocenque en la salvación del campo y en la búsqueda de la soberanía alimentaria intervienen todos lostipos de productores. El campo tiene un interés común más allá de las clases, lo cual quiere decirque la agenda postneoliberal incluye a sectores empresariales -en Bolivia y Ecuador esta agendano necesariamente ha sostenido la desaparición de las empresas privadas ni la transformación detoda la agricultura en una agricultura campesina. Se trata de una política que avanza en unadirección diferente e incluye a sectores que en términos de clase no serían campesinos y que, en términos de modelos, está apostándole al capitalismo porque es de este sistema que viven. O sea,ni en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Brasil hay propiamente una agenda postcapitalista pero sí lahay en el orden postneoliberal. Considero que los campesinos están apostando a la sobrevivenciaen un modelo donde tengan un espacio, y en los países capitalistas este espacio es post yantineoliberal. Importa mucho entender que es un espacio provisional, no es un espacio donde los campesinos tengan el porvenir ganado, es un espacio de sometimiento y subordinación porqueesto es realmente lo que se ha vivido. Es por ello que la agenda postneoliberal implica entrar en unterritorio donde la lucha va a seguir y será mejor porque aún no está garantizada la justicia paralos campesinos, la relación ciudad-campo sigue siendo desigual y porque no es la salvación, lasalvación es postcapitalista.

ALR: ¿En qué medida el Plan de Ayala del siglo XXI supera los planteamientos del movimiento ElCampo no Aguanta Más (MECNAM)?

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AB: El nuevo Plan de Ayala está demasiado cerca como para poder ubicarlo en una perspectivahistórica. Sin embargo, pienso que, a diferencia del MECNAM -el cual apuntaba inicialmente haciaun cambio de modelo donde el Estado vuelva a intervenir nuevamente en las políticas de fomento,se proteja la agricultura del mercado interno, se detenga la importación de maíz, y luego setransformó en un movimiento de demandas asociadas a precios, créditos, seguros, agua, etc.-, elPlan de Ayala del siglo XXI se está proyectando en términos de derechos, y eso hace unadiferencia. Aquí los campesinos están reclamando no más presupuesto público para programas delcampo o de la actividad productiva del campo, sino, en primer lugar, el reconocimiento delderecho a la tierra como medio de vida, como naturaleza, no como mercancía; por tanto, noaceptan que la condición para acceder a ese medio de vida y recurso ambiental sea una relación mercantil; defienden que el derecho a la tierra lo tiene quien la habita y la trabaja. Es unplanteamiento que ya tiene 100 años en México pero hay que reivindicarlo. No se acepta elargumento de que el derecho a la tierra está condicionado por los niveles de productividad,eficiencia y la disponibilidad de capital. El nuevo Plan de Ayala sostiene que el derecho a la tierraes originario y defiende además el derecho a la alimentación, a la soberanía alimentaria y altrabajo. México es un país donde la gente en general y los campesinos en particular tienen que irseen busca de trabajo, el derecho al trabajo no existe y aunque se posea la tierra no se puede vivirde ella, no existe el derecho a un empleo digno, estable, bien remunerado. El derecho almedioambiente, a la naturaleza sana -que ellos enarbolan- indica que la tierra no es unamercancía, tampoco lo es el agua, el aire, la biodiversidad, y esta es otra de las reivindicacionescampesinas actuales. De igual manera, en este Programa son reclamados los derechos de lossectores excluidos: los pueblos indios, los jóvenes, las mujeres. En las condiciones rurales de hoy,dominadas por el narcotráfico y la guerra, los jóvenes se reconocen como los que exponen la vida-sea como soldados o como sicarios-, los que se matan entre sí y van a parar a la cárcel. Ante estasituación demandan el derecho a un futuro mejor, a escuelas, al empleo. O sea, los planteamientostoman la forma de derechos, no de programas. Ahora bien, primero habría que transformar esosderechos en leyes, luego en políticas y finalmente en programas. Tenemos el derecho a laalimentación, pero ¿cómo se materializa ese derecho constitucional? Pues no tenemos una ley deplaneación para la seguridad y la soberanía alimentarias, no está en la ley planear para que esederecho se exprese en políticas públicas. ¿De qué sirve entonces que haya una ley reconocedorade la soberanía alimentaria como principio? Pero, ¿cuál es la virtud de los planteamientoscampesinos que hemos visto hasta ahora? Que han ido poco a poco planteándose un proyecto más de conjunto, más estratégico, más multisectorial y, por ende, más clasista y menossectorializado. Un proyecto planteado en términos de derechos, de leyes, de políticas, deprogramas más amplios, no en términos del volumen del presupuesto destinado al sector agrario,de los programas y las leyes en que se incluirá ese presupuesto. Sigue siendo dominante en lasorganizaciones campesinas mexicanas la lucha por apoyos, créditos, recursos, etc., pero los másconscientes dentro de los líderes campesinos están claros de que no se trata de eso, no se tratade ocupar cargos públicos para favorecer a las organizaciones campesinas, de lo que se trata -y asílo han comprendido algunos dirigentes campesinos- es de cambiar el curso del país.

ALR: Como Ud. refiere, el reclamo de algunos de estos derechos se fundamenta en el continuoempeoramiento de la situación en que viven los jóvenes y las mujeres del campo.

AB: El mayor problema del mundo rural a escala universal radica en su carácter de socialidad,modo de vida, cultura e historia. Ser campesino no significa ejercer un tipo empleo sino pertenecera una determinada socialidad, con una cultura, una identidad, una historia. Y eso se transmite,como sucede con las socialidades, de manera no escolar; es decir, se adquiere viviendo en unadeterminada sociedad. Entonces, cuando a los campesinos se les niega la tierra, los créditos, losprecios, los programas públicos, las carreteras, la electricidad, y se les arrebata la esperanza en elfuturo, se está arriesgando un eslabón sin el cual ya no habrá más campesinos. La pérdida de laesperanza en un futuro mejor y en la prosperidad de las familias es, desde mi punto de vista, elproblema más grave, y eso se expresa básicamente en el distanciamiento de los jóvenes rurales respecto al campo. Distanciamiento físico porque se van, o distanciamiento espiritual porque noquieren saber del futuro campesino, no les interesa porque consideran que sus padres y abuelos

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fracasaron como campesinos. Es por ello que deciden incorporarse al narcotráfico como sicarios ose marchan a EU en busca de empleo o se van a las ciudades. Hay una deserción de los jóvenesrespecto al campo mexicano -no solo mexicano-, y este fenómeno significa la posibilidad de quese rompa un eslabón de la cadena histórica que da continuidad a la vida campesina, de lasolidaridad transgeneracional. Actualmente las remesas están creciendo nuevamente en México-están en el orden de los 23 000 millones de dólares al año-, pero se destinan esencialmente alconsumo familiar, no se invierten en el patrimonio productivo campesino, y ello se explica porqueno hay relevo familiar para la parcela, no hay un hijo que esté dispuesto a seguir sembrando la tierra. Por otra parte, el hecho de que sean los hombres jóvenes la mayoría o los que primeromigren ha provocado que se hable de la "feminización del campo". En mi criterio no existe talfenómeno, pues feminizar es algo que va más allá de quedarse solas las mujeres; feminizar escuando en el ámbito familiar la visión, el trabajo y la experiencia de las mujeres tienen su debidolugar. En el campo lo que se observa es realmente un incremento de la proporción de mujeres en la estructura por sexo de la población, unido a otros fenómenos como el aumento de féminas conderechos de propiedad sobre la tierra y un mayor desgarramiento de las familias por la ausenciade alguno de sus miembros. Todo ello subraya el riesgo de que la próxima generación deje de seruna generación campesina capaz de producir y conservar la cultura.

ALR: Sin dudas, las zonas conurbadas a la ciudad de México muestran un grado significativo dedeterioro en la producción campesina en general. ¿Qué factores intervienen en este proceso?

AB: La expansión de las manchas urbanas en las zonas conurbadas de la ciudad de México es unfenómeno muy visible hoy. En general el modo de vida urbano y de aprovechamientourbano-industrial del suelo es descampesinizador, y destruye comunidades, así como lascondiciones agroecológicas que permitían la agricultura y los ecosistemas. El crecimiento urbanose presenta hoy como algo inevitable, muy difícil de frenar, pero ofrece al mismo tiempooportunidades que hay que saber aprovechar. En el DF existen zonas rurales -como Milpa Alta,p.ej.- donde se cultiva el nopal mediante el uso intensivo de mano de obra, con bajos impactosambientales y niveles de redituabilidad derivados de la exportación y los beneficios del mercadointerno. Estas comunidades han impedido además el cambio del uso del suelo en función de laurbanización. Son pueblos que también desarrollan estrategias alternativas como la producción de"carnitas" (carne de cerdo preparada), mole, flores y hortalizas con destino a la ciudad de México.Creo que esta es la estrategia más viable, aunque no es necesariamente dominante, pues haylugares donde la expansión urbana y los servicios hacen que la gente venda sin poder resistir a las ofertas de compra. Las zonas periurbanas plantean un problema serio que solo puede resolversecon políticas públicas que hagan viable, en términos de renta, la coexistencia de los usos diversosdel suelo.

ALR: ¿Cuál sería su percepción sobre la naturaleza multifuncional de la vida campesina y susmanifestaciones específicas?

AB: Este es un problema que vuelve al tema inicial. Los campesinos tienen una base económicacompleja, no se especializan; constituyen una expresión del tipo de sociedad donde hayespecialización y existe la división del trabajo funcional, pero al mismo tiempo hay pluriactividad,hay producción de cultura y de alimentos; o sea, producción y reproducción en el sentido marxista.En el caso de la vida comunitaria y campesina, lo productivo y lo reproductivo están mucho menosescindidos, pues forman parte de una misma estrategia. Al mismo tiempo la especializaciónproductiva no funciona cuando la tierra es un medio de producción heterogéneo, con condiciones y potencialidades diversas. Pero lo reproductivo también es importante porque permite mantenerviva una memoria colectiva en relación con el entorno rural, la comunidad, las prácticasproductivas, etc. En este sentido la pluriactividad es valorizar y reconocer que esas funciones productivas y reproductivas diversas son todas ellas importantes sin menosprecio de alguna enparticular. La construcción del mundo simbólico, el conocimiento de los suelos y variedades demaíz, del valor de las plantas y árboles, del significado e historia de lugares y paisajes, todo eso esvalioso y es parte de la multifuncionalidad de la vida rural y campesina. En relación con la

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multifuncionalidad campesina habría que añadir algo más. El problema de género se expresaparticularmente en que la pequeña economía campesina es en gran medida doméstica y por ellose sustenta de manera importante en la estrategia femenina de supervivencia, pues mientras laestrategia masculina se centra en la especialización y la inserción en el mercado a partir de unalógica analítica, las mujeres son holistas en sus roles y el holismo como estrategia se expresa enel proceso de producción-reproducción de las comunidades agrarias. Por eso considero que elcorazón de ese proceso es la estrategia femenina y la mujer en este sentido representa el futuro através de aquellas propuestas que más se adaptan al cambio climático, a los precios altos, a losretos del presente. Entonces, el redescubrimiento de lo que hay de femenino en las estrategias campesinas hace que estas sean hoy más importantes que antes desde el punto de vista de lamultifuncionalidad del campesinado. Esta es solo una arista de ese fenómeno.

ALR: Finalmente, ¿cómo concibe el rol del campesinado en la recuperación de la soberanía y laseguridad alimentarias en México?

AB: Soberanía alimentaria es un concepto limitado pero fuerte y útil; es una construcción de VíaCampesina, de ciertos intelectuales, de redes, es global. Pero al mismo tiempo es una construcciónque no parte de los derechos de los campesinos sino de una función que es precisamente laproducción de alimentos; su virtud consiste en que es una consigna unificadora que reconoce a loscampesinos como generadores imprescindibles de alimentos que responden a un problema global.Es decir, bajo esta consigna ---que es global--- los campesinos pueden lograr un lugar más visible,más respetado y más fuerte dentro del panorama de las fuerzas del campo, y pueden llamar laatención sobre sus necesidades materiales y técnicas para producir alimentos. El concepto desoberanía alimentaria nos coloca frente a la crisis alimentaria y ambiental, los biocombustibles,etc., pero desde la perspectiva de los campesinos es más importante el tema de la seguridadalimentaria tanto para la familia como para la comunidad y la región, lo cual implica reducir ladependencia del mercado. Que los campesinos sean la base de la soberanía y la seguridadalimentarias del país y del mundo está bien pero es una tarea de todos. Si se reconoce que laRevolución Verde fracasó como modelo de generación de alimentos y se vuelve la mirada hacia loscampesinos, hay que hacerlo repensando el mundo desde la multifuncionalidad que ellosrepresentan en cuanto a la soberanía alimentaria, la identidad, la preservación de la diversidadbiológica y de los ecosistemas, las especificidades de su socialidad, etc. Es decir, habría querevalorizar el campo y la vida rural en general, no solo el sector agrícola.

Arisbel Leyva Remón. Investigador de la Casa de la Nacionalidad Cubana y Profesor de laUniversidad de Granma, Cuba.

Nota:

[1] Armando Bartra Vergés. Profesor-Investigador, Titular C. Universidad Autónoma Metropolitana,Campus Xochimilco, México.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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