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Una de las iniciativas del plan que más polémica ha suscitado es la pre- sencia de las víctimas en las aulas. En contra de lo que se ha po- dido leer y escuchar en algunos medios de comunicación, no se pretende obligar a ningún profesor a que lleve víctimas del terrorismo a su aula si no lo desea. Las narrati- vas de las víctimas pueden tratarse de muchas formas, no tiene por qué ser exclusivamente de modo presencial. Existen textos, vídeos o archivos de audio para trabajar la temática en clase. Huelga aclarar que todos los testimonios seleccio- nados son de carácter educativo. Es decir, jamás aceptaríamos la narra- tiva de una víctima cuyo discurso apelara a la venganza o incitara al odio, sino que elegimos aquellas que además de manifestar el dolor de su experiencia, también hablen de superación e incluso de la posi- bilidad del perdón. ¿Qué hay del profesorado? ¿Cuál ha sido su respuesta a este proyecto? El pasado mes de febrero el Be- rritzegune (centro de apoyo al pro- fesorado) organizó un seminario de Ciudadanía en el que partici- paron docentes de unos 60 centros educativos vascos. En una sesión contamos con una víctima de ETA y otra del Batallón vasco–español y nos contaron su experiencia. Los profesores asistentes se quedaron encantados de cómo se había de- sarrollado la sesión. “¡Qué lección! ¡Qué ejemplo de superación!”, eran algunos de los comentarios que nos trasladaron. Entonces les pre- guntamos: “¿Estaríais dispuestos a llevar este tipo de testimonios a vuestras aulas?”. Y la respuesta ma- yoritaria fue: “No, porque nos van a marcar. Tenemos miedo”. Esa es la triste realidad... Los sindicatos nacionalistas, ganado- res en las últimas elecciones, también han mostrado su rechazo al plan. Ciertamente, se ha producido un vuelco sindical. Era de esperar que un sindicato como CCOO perdiera votos, pues en una época de crisis económica ha apoyado al Departamento de Educación y ha aceptado ciertos recortes que, por otro lado, se habrían producido igualmente e incluso habrían sido más graves de no haber mediado la fuerza sindical. No ha sido una postura cómoda pero ha estado ahí, mientras que las centrales na- cionalistas se han abstenido de par- ticipar en cualquier negociación. Aunque cabía esperar que CCOO tendría una repercusión negativa en las elecciones, no esperaba que el vuelco fuera de ese calibre, ya que ha pasado de ser la primera fuerza sindical al cuarto lugar. De todas formas, cabe precisar que el voto a los sindicatos ELA, LAB y STEE–EILAS tampoco ha sido masivo, pues se registró un alto porcentaje de abstención. En cuan- to a su postura respecto al Plan de paz, el día siguiente a las elecciones anunciaron su rechazo, así como al resto de las iniciativas más im- portantes impulsadas por el equi- po de Celaá, como es el Marco de Educación Trilingüe o el programa Eskola 2.0. Creo que a un sindicato no le corresponde la capacidad de aprobar o rechazar proyectos. Aún así, reconozco que la presión sin- dical va a ser importante. Me temo que las centrales nacionalistas van a ser la correa de transmisión de determinados grupos políticos, de modo que no auguro un futuro demasiado halagüeño a este plan. Cambiando de tercio, usted conside- ra clave desarrollar la educación in- tercultural dentro de la competencia social y ciudadana. Más que educación intercultural, hablaría de competencia intercultu- ral, algo que me parece fundamental para todo ciudadano y ciudadana del mundo. Queramos o no, vivimos en una sociedad donde la globalización adquiere una importancia imposi- ble de obviar. La globalización está presente en nuestras empresas, en nuestra cultura, en nuestras univer- sidades. En ese sentido, la aceptación y el acercamiento al diferente es la base para la educación no racista, no xenófoba y no aporófoba. Y es que en esta sociedad tenemos miedo al pobre. Nos asusta el ‘morito’ pobre, pero no el jeque saudí que viene en un Mercedes. Los inmigrantes ricos no nos dan miedo. Nos da miedo la pobreza. En su opinión, ¿cómo se está desa- rrollando la competencia intercultural en la escuela? A nivel general, se está come- tiendo un error y es que se asocia educación intercultural a inmigra- ción. En muchos centros educati- vos, la figura del profesor-dinami- zador de interculturalidad solo se requiere cuando más de un 20% del alumnado es extranjero. Lo que se desprende de este tipo de políticas es que son los inmigran- tes quienes precisan de la educa- ción intercultural, y eso no es así. De hecho, puede que en un centro con bastante alumnado extranjero no necesite la figura del profesor- dinamizador precisamente porque están acostumbrados a convivir con otras culturas. Probablemente donde más haga falta la educación intercultural sea en aquellos cen- tros cuyos alumnos apenas tienen contacto con la diferencia. El pe- dagogo catalán Francesc Carbonell aludía, con mucha sorna, a los co- legios “ricos y pobres”, para expli- car que los ricos eran aquellos con alumnado extranjero. “¡Pobres co- legios!”, decía de los centros donde no había diversidad. En muchas ocasiones hemos propuesto a di- rectores de centros educativos que participaran en algún curso de interculturalidad y nos han con- testado: “No, en nuestro colegio apenas hay inmigrantes. No nos hace falta”. ¡Caramba! ¡Es a voso- tros a quien os hace falta más que a nadie! ¿La educación intercultural es espe- cialmente importante en la situación actual? Sin duda. Un ciudadano que no trabaje la competencia inter- cultural no tiene sitio en el mundo de hoy. En este momento, la crisis económica está generando un dis- curso racista y xenófobo. Nuestra sociedad, hasta hace poco toleran- te, ha derivado a que uno entre ahora en cualquier bar y escuche comentarios del tipo “vienen a quitarnos el trabajo”, “son todos unos delincuentes” o “que se va- yan a su país”. El paro tan tremen- do que estamos sufriendo está ge- nerando un nerviosismo en gran parte de la población que le con- duce a buscar un chivo expiatorio, que es el inmigrante. Por tanto, la competencia intercultural debe estar ligada a la educación antirra- cista, y me temo que será cada vez más necesaria a tenor de la fuerza que están adquiriendo las posturas más ultraderechistas y xenófobas en Europa. En cierto modo, esos discursos están calando en los par- tidos políticos de nuestro entorno, pues si perciben que esa postura puede ser una fuente de votos, la explotarán. Todo esto me preocu- pa profundamente. ¿Ha sabido adaptarse la sociedad vasca al fenómeno de la inmigra- ción? Ciudades como Madrid o Bar- celona tienen más contacto con los fenómenos migratorios desde hace mucho más tiempo que Eus- kadi, donde no se ha visibilizado a la población inmigrante hasta hace relativamente poco tiempo, cuando hemos visto que ocupa- ban nuestras calles y plazas. Quizá Euskadi aún no haya perdido el miedo al diferente. Como es lógi- co, la integración del inmigrante en el lugar común ciudadano no puede darse por generación es- pontánea, hay que trabajarlo. No surge de la nada. entrevista Núm. 3.920 (1.521) ESCUELA 33 27 de octubre de 2011 “Nos asusta el ‘morito’ pobre, pero no el jeque saudí que viene en un Mercedes. Los inmigrantes ricos no nos dan miedo. Nos da miedo la pobreza” ¿Es posible reactivar el Plan de Deslegitimación de la Violencia? Es fundamental que exista un mínimo consenso entre todos los agentes educativos y políticos. Res- pecto a estos últimos, el Departamento de Educación ha buscado el acuerdo y lamentablemente no lo ha encontrado. A los políticos, de un signo y de otro, me gustaría recordarles que las prioridades políticas de- ben quedar al margen y que se debe trabajar y debatir en el ámbito prepartidario, de lo contrario no habrá posibilidad de consenso. Se ha hablado de que los centros educativos no están preparados para llevar a las aulas el testimonio de las víctimas, lo cual me parece rotundamente falso. Desde hace muchos años, en los centros de Primaria y Secundaria vascos se han organizado sesiones donde los escolares han escucha- do narrativas de víctimas de accidentes de tráfico, de la adicción a las drogas o al juego, del maltrato, del acoso escolar, etc. El gran problema reside cuando se trata de víctimas del terrorismo, en concreto de ETA. No es fácil. Pese a que creo que la sociedad vasca vive momentos de esperanza, aún persiste esa enfermedad social que hemos generado durante décadas. Nuestra sociedad aún está malita. Está enferma. ¿Qué puede hacer el profesorado al respecto? Un profesor trabajaría con mucha más comodidad en clase una narrativa de una víctima de la violencia si no tuviera enfrente a determinados agentes sociales –sindicales, políticos, AMPA, compañeros de trabajo, etc.–, que van a marcarle y a estigmatizarle por llevar a cabo esta iniciativa. Lógicamente, quien va a ser so- metido al estigma y tiene miedo, no mueve ficha, sino que lo hace quien se encuentra en una situación de paz social y puede ejercer su derecho a la libertad de cátedra. El miedo a la exclusión social, a la privación de los afectos, a que no te saluden, a que no te llamen para tomar un café o para ver el partido del Athletic, es comparable al miedo a la violencia física. Quizá sue- ne demasiado pesimista, pero creo que si no existiera ningún tipo de presión social muchos más docentes se animarían a desarrollar este tipo de iniciativas. “Nuestra sociedad aún está enferma”

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entrevista en Deusto segunda parte

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Una de las iniciativas del plan que más polémica ha suscitado es la pre-sencia de las víctimas en las aulas.

En contra de lo que se ha po-dido leer y escuchar en algunos medios de comunicación, no se pretende obligar a ningún profesor a que lleve víctimas del terrorismo a su aula si no lo desea. Las narrati-vas de las víctimas pueden tratarse de muchas formas, no tiene por qué ser exclusivamente de modo presencial. Existen textos, vídeos o archivos de audio para trabajar la temática en clase. Huelga aclarar que todos los testimonios seleccio-nados son de carácter educativo. Es decir, jamás aceptaríamos la narra-tiva de una víctima cuyo discurso apelara a la venganza o incitara al odio, sino que elegimos aquellas que además de manifestar el dolor de su experiencia, también hablen de superación e incluso de la posi-bilidad del perdón.

¿Qué hay del profesorado? ¿Cuál ha sido su respuesta a este proyecto?

El pasado mes de febrero el Be-rritzegune (centro de apoyo al pro-fesorado) organizó un seminario de Ciudadanía en el que partici-paron docentes de unos 60 centros educativos vascos. En una sesión contamos con una víctima de ETA y otra del Batallón vasco–español y nos contaron su experiencia. Los profesores asistentes se quedaron encantados de cómo se había de-sarrollado la sesión. “¡Qué lección! ¡Qué ejemplo de superación!”, eran algunos de los comentarios que nos trasladaron. Entonces les pre-guntamos: “¿Estaríais dispuestos a llevar este tipo de testimonios a vuestras aulas?”. Y la respuesta ma-yoritaria fue: “No, porque nos van a marcar. Tenemos miedo”. Esa es la triste realidad...

Los sindicatos nacionalistas, ganado-res en las últimas elecciones, también han mostrado su rechazo al plan.

Ciertamente, se ha producido un vuelco sindical. Era de esperar que un sindicato como CCOO perdiera votos, pues en una época de crisis económica ha apoyado al Departamento de Educación y ha aceptado ciertos recortes que, por otro lado, se habrían producido igualmente e incluso habrían sido más graves de no haber mediado la fuerza sindical. No ha sido una postura cómoda pero ha estado ahí, mientras que las centrales na-cionalistas se han abstenido de par-ticipar en cualquier negociación. Aunque cabía esperar que CCOO tendría una repercusión negativa en las elecciones, no esperaba que el vuelco fuera de ese calibre, ya que ha pasado de ser la primera fuerza sindical al cuarto lugar. De todas formas, cabe precisar que el voto a los sindicatos ELA, LAB y STEE–EILAS tampoco ha sido masivo, pues se registró un alto porcentaje de abstención. En cuan-to a su postura respecto al Plan de paz, el día siguiente a las elecciones anunciaron su rechazo, así como al resto de las iniciativas más im-portantes impulsadas por el equi-po de Celaá, como es el Marco de Educación Trilingüe o el programa Eskola 2.0. Creo que a un sindicato no le corresponde la capacidad de aprobar o rechazar proyectos. Aún así, reconozco que la presión sin-dical va a ser importante. Me temo

que las centrales nacionalistas van a ser la correa de transmisión de determinados grupos políticos, de modo que no auguro un futuro demasiado halagüeño a este plan.

Cambiando de tercio, usted conside-ra clave desarrollar la educación in-tercultural dentro de la competencia social y ciudadana.

Más que educación intercultural, hablaría de competencia intercultu-

ral, algo que me parece fundamental para todo ciudadano y ciudadana del mundo. Queramos o no, vivimos en una sociedad donde la globalización adquiere una importancia imposi-ble de obviar. La globalización está presente en nuestras empresas, en nuestra cultura, en nuestras univer-sidades. En ese sentido, la aceptación y el acercamiento al diferente es la base para la educación no racista, no xenófoba y no aporófoba. Y es que

en esta sociedad tenemos miedo al pobre. Nos asusta el ‘morito’ pobre, pero no el jeque saudí que viene en un Mercedes. Los inmigrantes ricos no nos dan miedo. Nos da miedo la pobreza.

En su opinión, ¿cómo se está desa-rrollando la competencia intercultural en la escuela?

A nivel general, se está come-tiendo un error y es que se asocia

educación intercultural a inmigra-ción. En muchos centros educati-vos, la fi gura del profesor-dinami-zador de interculturalidad solo se requiere cuando más de un 20% del alumnado es extranjero. Lo que se desprende de este tipo de políticas es que son los inmigran-tes quienes precisan de la educa-ción intercultural, y eso no es así. De hecho, puede que en un centro con bastante alumnado extranjero no necesite la fi gura del profesor-dinamizador precisamente porque están acostumbrados a convivir con otras culturas. Probablemente donde más haga falta la educación intercultural sea en aquellos cen-tros cuyos alumnos apenas tienen contacto con la diferencia. El pe-dagogo catalán Francesc Carbonell aludía, con mucha sorna, a los co-legios “ricos y pobres”, para expli-car que los ricos eran aquellos con alumnado extranjero. “¡Pobres co-legios!”, decía de los centros donde no había diversidad. En muchas ocasiones hemos propuesto a di-rectores de centros educativos que participaran en algún curso de interculturalidad y nos han con-testado: “No, en nuestro colegio apenas hay inmigrantes. No nos hace falta”. ¡Caramba! ¡Es a voso-tros a quien os hace falta más que a nadie!

¿La educación intercultural es espe-cialmente importante en la situación actual?

Sin duda. Un ciudadano que no trabaje la competencia inter-cultural no tiene sitio en el mundo de hoy. En este momento, la crisis económica está generando un dis-curso racista y xenófobo. Nuestra sociedad, hasta hace poco toleran-te, ha derivado a que uno entre ahora en cualquier bar y escuche comentarios del tipo “vienen a quitarnos el trabajo”, “son todos unos delincuentes” o “que se va-yan a su país”. El paro tan tremen-do que estamos sufriendo está ge-nerando un nerviosismo en gran parte de la población que le con-duce a buscar un chivo expiatorio, que es el inmigrante. Por tanto, la competencia intercultural debe estar ligada a la educación antirra-cista, y me temo que será cada vez más necesaria a tenor de la fuerza que están adquiriendo las posturas más ultraderechistas y xenófobas en Europa. En cierto modo, esos discursos están calando en los par-tidos políticos de nuestro entorno, pues si perciben que esa postura puede ser una fuente de votos, la explotarán. Todo esto me preocu-pa profundamente.

¿Ha sabido adaptarse la sociedad vasca al fenómeno de la inmigra-ción?

Ciudades como Madrid o Bar-celona tienen más contacto con los fenómenos migratorios desde hace mucho más tiempo que Eus-kadi, donde no se ha visibilizado a la población inmigrante hasta hace relativamente poco tiempo, cuando hemos visto que ocupa-ban nuestras calles y plazas. Quizá Euskadi aún no haya perdido el miedo al diferente. Como es lógi-co, la integración del inmigrante en el lugar común ciudadano no puede darse por generación es-pontánea, hay que trabajarlo. No surge de la nada.

entrevista Núm. 3.920 (1.521) ESCUELA 3327 de octubre de 2011

“Nos asusta el ‘morito’ pobre, pero no el jeque saudí que viene en un Mercedes. Los inmigrantes ricos no nos dan miedo. Nos da miedo la pobreza”

¿Es posible reactivar el Plan de Deslegitimación de la Violencia?

Es fundamental que exista un mínimo consenso entre todos los agentes educativos y políticos. Res-pecto a estos últimos, el Departamento de Educación ha buscado el acuerdo y lamentablemente no lo ha encontrado. A los políticos, de un signo y de otro, me gustaría recordarles que las prioridades políticas de-ben quedar al margen y que se debe trabajar y debatir en el ámbito prepartidario, de lo contrario no habrá posibilidad de consenso. Se ha hablado de que los centros educativos no están preparados para llevar a las aulas el testimonio de las víctimas, lo cual me parece rotundamente falso. Desde hace muchos años, en los centros de Primaria y Secundaria vascos se han organizado sesiones donde los escolares han escucha-do narrativas de víctimas de accidentes de tráfi co, de la adicción a las drogas o al juego, del maltrato, del acoso escolar, etc. El gran problema reside cuando se trata de víctimas del terrorismo, en concreto de ETA. No es fácil. Pese a que creo que la sociedad vasca vive

momentos de esperanza, aún persiste esa enfermedad social que hemos generado durante décadas. Nuestra sociedad aún está malita. Está enferma.

¿Qué puede hacer el profesorado al respecto?Un profesor trabajaría con mucha más comodidad

en clase una narrativa de una víctima de la violencia si no tuviera enfrente a determinados agentes sociales –sindicales, políticos, AMPA, compañeros de trabajo, etc.–, que van a marcarle y a estigmatizarle por llevar a cabo esta iniciativa. Lógicamente, quien va a ser so-metido al estigma y tiene miedo, no mueve fi cha, sino que lo hace quien se encuentra en una situación de paz social y puede ejercer su derecho a la libertad de cátedra. El miedo a la exclusión social, a la privación de los afectos, a que no te saluden, a que no te llamen para tomar un café o para ver el partido del Athletic, es comparable al miedo a la violencia física. Quizá sue-ne demasiado pesimista, pero creo que si no existiera ningún tipo de presión social muchos más docentes se animarían a desarrollar este tipo de iniciativas.

“Nuestra sociedad aún está enferma”