Epistemología y sociedad

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SOBRE LA DESFUNDAMENTACIÓN EPISTEMOLÓGICA CONTEMPORÁNEA

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Roberto FollariSERIEESTUDIOSSOCIALES.5Epistemologay SociedadAcerca del debate contemporneo

SOBRE LA DESFUNDAMENTACIN EPISTEMOLGICA CONTEMPORNEA

En tiempos posmodernos, la nocin de certidumbre est abolida, como lo est tambin la necesidad de asentarse en ella. Siendo as, queda fijertemente cuestionada la posibilidad misma de lo epistemolgico, al menos dentro de la nocin normativizante instaurada a partir del positivismo lgico. Para qu garantizar el conocimiento? Se requiere una especie de tribunal trascendente a la actividad cientfica misma que pretenda fijarle criterios?Por supuesto, puede asumirse una nocin dbil de lo epistemolgico (la cual de hecho se ha entronizado en lo que llamaremos epistemologia general o campo de la filosofia de la ciencia a partir de Kuhn), para la cual de lo que se trata es de realizar una reflexin de segundo orden, que toma a las ciencias como objeto, pero que no pretende en cambio fijarles exteriormente parmetros de aceptabilidad. Resulta menos obvio que esta versin ms benigna tambin deba suspenderse, pero tampoco resulta evidente que pueda sostenerse sin tensiones. La divisin prctica entre actores directos de la investigacin sustantiva, y pensadores acerca de sta desde la exterioridad filosfica, no se superar mientras exista un rea temtica especializada denominada epistemologa o losofla de la ciencia. Y tampoco se supera del todo el efecto de sentido segn el cual aquellos que hablan desde lo general estaran por encima de quienes lo hacen desde las prcticas cientficas particulares: la epistemologa an cuando no se presente como normativa aparece como un espacio de palabra privilegiada, en colisin con tiempos en que tiende a abolir-sela idea de que existan discursos que no sean tributarios de una legitimacin social ltima que depende del sistema cultural en su conjunto.Creemos que no est resuelto este problema, sino que se encuentra en curso el derrotero de su despliegue prctico. Asistimos a una lenta metamorfosis de las modalidades dc lo epistemolgico, a travs de las cuales puede llegar a relcgitimarse desde una posicin diferente. Tal vez es hoy ms claro que la filosofa sobre la(s) ciencia(s) no puede hacerse prescindiendo de esta(s)L~ltima(a). El discumo epistcmolgico tiene hoy su propio estatuto epistenioldgico sin duda digno de atencin: ya no se pL Vea corno exclusivamente ti loslico, sino que requiere lo ci cnt fi co como elemento consta tiyente de si. ib nto en lo que hace al conocimiento sobre la investigacin cientfica ni gira respecto de la cual no cabra hablar a priori, sino en tn fbrrnada relac ion con sus eoiieretos desarrollos- ; corno en lo que hace, por ej., a los d eterni i nantes suc ales de la cognicion. y a la relacin entre lomas de posicin en el (lehate cient lico y lugares de adscripcin dentro de la comunidad cientfica, todo lo cual requiere de instrumentos sociolgicos y psicologicos especficos.La epistemologa se desliza as hacia el abandono de su omnipotencia por instalacin en lo que supone un trasniundo inevitablemente platnico desde el cual juzgase exteriormente los quehaceres cient.itieos. Cada vez ms es ella misma uit ejercicio ligado a la actividad cienti tica, gui que por supuesto pueda finalmente. fundiese plenamente con esta, pues ello liara superflua su propia existencia. Por otra parte, la vieja pretensin normativa, la bsqueda de regir con criterios fuertes la produccin concrcta de ciencia, ha ido desapareciendo gra(lt.talmente, rotando hacia una especie. de acompaamiento rellexiyo, donde la funcin tradicional de lo epistemolgco ya no se trasunta. En tiempos posmodernizados de pluralistno cultural, quiz nadie cuestione el derecho de la epistemologa a producir su propio discurso, a agregar una mirada qtie puede resultar necesaria para que la ciencia no repita a[ infinito su sola letana autojusti hcatoria. Pero segtirarnente, [a funcin de tal discurso tendr que ir definindose fuera. de toda aspiracin a la hegemona en [a lucha por la negociacin de los significados; va desapareciendo lentamente (aunque no sabemos si llegar a hacerlo del todo) el aura por el cual se suponia que all hablaba una Verdad trascendente a toda actividad cientfica concrcta, desasida de esta ltima, y sin embargo, capaz exterionnente de fijar su \alidez y su limite. Ms bicn, hoy lo epistemolgico se va constituyendo como rellexin sistemtica acerca de las ciencias, auxiliada por stas (en cuanto epistemologa general); y como autoconciencia conceptual (le las ciencias mismas, cuando de lo que se trata es de las epistemologas disciplinares producidas al interior de las teoras especificas (le cada discipliutn

Una ciencia posmoderna?

Lo cierto es que el ej ercic o del lugar de lo episternolgico en la posrnodernidad ha sido el propsito especfico del trabajo de 13. de SousaSantos, Introduccin a una ciencia posmoderna( 1). Desafio el suyo nada menor, ya que se plantea la reconsideracin de la ciencia en los tiempos actuales, al punto de tematizar no tanto el lugar de la ciencia en lo posmoderno, sino suponer un tipo de ciencia que fuera l mismo posmoderno:es decir, que respondiera a su manera a las condiciones de la cultura contempornea, asumiendo un molde que fuera condicente con estas.Por supuesto, ello conlleva a su vez una redefinicin del rol de la epistemologa, la cual juega en este caso como especie de bisagra entre condiciones de lo sococultural, y remisin a la peculiaridad de la prctica cientfica, realizando una firnciti que es exterior a la de las ciencias mismas, y sosteniendo un considerable grado de especificidad discursiva. Esta cuestin del rol de lo epistemolgico mismo est supuesta pero no suficientemente tematizada en el libro a que referimos, y la respuesta implcita no deja de ser un tanto problemtica: se mantendra la vigencia de lo epistemolgico, con un grado considerable de prescripcin valorativa (ms que tcnica o lgica). Si bien con esto sc responde al reclamo tico propio de los tiempos posmodemos (2). queda todava asignada a lo epistemolgico una fttncn dura, tberte, que no resulta acorde al espritu dominante de la poca. Aunque tal vez, de lo que se trate sea precisamente de operar una ruptura dentro de ese espritu de la liviandad: de asumirlo de facto, pero atravesarlo hacia una especie de superacin dialctica que no se mantenga inerte en el polo de lo negado. En todo caso, de Sousa no renuncia a proponer una palabra filosfica que marque derroteros: por ello advenimos que el talante de su epistemologa pretende incidir en lo posmoderno asumiendo esta condicin de hecho, pero no es calificable de ningn modo como posmodernista. Y ello establece la tensin (que hemos planteado en algn caso respecto de nuestro propio discurso terico) en cuanto a cmo articular la insistencia sobre valores que son de corte moderno, dentro del horizonte cultural posmoderno.hecha esta referencia inicial, vayamos a algunas de las originales postulaciones del auton El texto muestra una gran audacia intelectual, sostenida en una evidente solidez de conocimientos y una notable capacidad para producir opciones inditas. Una de las proposiciones centrales es la de reconducir hacia una segunda ruptura epistemolgica, que devuelva la ciencia hacia el sentido comn: es decir, que revierta sobre este en la consecucin de una sociedad con mejores conocimientos acerca de s y de la realidad en general. Para ello. cl autor asume explcitamente la postulacin bachelardiana de la ruptura episteinolgica entre la ciencia y el sentido comn (3), imprescindible (tambin para de Sousa), si se quiere lograr que lo cientifico no est en continuidad simple con los prejuicios o las opiniones cotidianas.No se trata de disoLver cata primera ruptura, sino de plantear ahora otra complementaria, en la asuncin de que la primera estara de hecho consumada. l)e modo que este segundo movimiento no anulara el primero, sino que lo continuara hacia una reapropiacin de la ciencia por la sociedad que la posibilita. Si la ciencia tiene algn significado para la sociedad, es aquel de servir a modificar sus puntos de vista, a enriquecer sus posibilidades argumentativas, a incrementar su caudal infbrmativo. De manera que lo cientfico haria - o dthwtzt hacer, ya que en esto de Sonsa no supone que est ante la constatacin de un movimiento realmente existenteel proceso de su reasuncin dentro del sentido comn, para enriquecerlo: enriquecimiento posible slo en tanto hubo una ruptura previa con tal sentido comn, pues de no haber sido as no habria enriquecimiento alguno en el mantenerse atado a las mismas premisas iniciales.No cabe duda alguna que podemos ante esto recordar a Gramsci. y su propuesta en relacin con los intelectuales orgnicos, en su caso a los fines de la constitucin de la ideologa alternativa, y su fusin con la prctica cotidiana y los parmetros culturales de los sectores populares. Hacemos bajo nuestra cuenta la analoga, en tanto de lo que se tratara para de Sousa es de socializar la ciencia, de reahsorberla socialmentc, para que su especificidad sea negadadialctieamente en su reasuncin por aquellos que no estn incluidos en tal especificidad prctica y/o discursiva.Esta postulacin implica tambin mostrar la necesidad de que la ciencia se autorrepresente su lugar en relacin a lo social, es decir, que sea capaz de pensarse a si misma como socialmente producida. Por supuesto, esto es ms fcil de lograr en las ciencias sociales, y nuestro autor revisa como seda en cl caso de la Sociologa. Muestra cmo all una de las respuestas dadas al problema es el de la autorreflexividad: la propuesta de Bourdicu es objetivar al sujeto objetivante. Es decir, que el investigador considere expresamente el lugar social que l mismo ocupa, que se estudie a s mismo como oNeto sociolgico, para poder conocer as sus propias determinaciones y t~sgos. y tender a reducirlos. De Sonsa, con agudeza, seala que esto no garantiza la eliminacin del sesgo, porque la lectura del propio lugar est hecha ya desde el prctico estar situado en el lugar mismoz dicho de otro modo, an la lectura crtica del propio sitial est sometida al sesgo que tal sitial establece. Pero de cualquier modo cl recurso parece til, y de Sousa lo defiende, asumiendo sus limitaciones. Se trata de hacer de la actividad cientfica algo antorretlexionado, lo cual le permitir salir de la posicin tradicional segn la cual lo cientfico se supona disociado de los condicionamientos sociales,y se crefa que a las investigaciones exitosas se llegaba por el camino de negar toda influencia social, de asumirsc en un abstracto mundo de desocializacin y desubjetivacin, puramente imaginario.Otra postnlacin del texto del autor portugus resulta muy sugerente:las ciencias sociales pasaran ahora a ser las que guardaran primaca, por sobre la hegemona que histricamente se ha adscripto a las fisico-naturales. Tal sorprendente perspectiva no es finalmente nada extraa, si se piensa en el contexto posmoderno: cuando de lo que se trata es de la supremaca de lo hermenutico sobre lo epistemolgico (Rorty), cuando lo decisivo es el conflicto de las interpretaciones, cuando la ciencia toma criterios del arte para autopensarse (4), cuando estn en crisis los modelos fundacionales, y portanto es necesario justificar cada vez aquellos que uno asuma, sin duda que las ciencias sociales adquieren un predicamento que era insospechable cuando se daba por natural una metodologa relativamente nica para la ciencia (canonizada por el positivismo), y los cientficos podan suponer que los principios que organizaban su actividad eran slidos y relativamente inamovibles.La ciencia social conllcva los instrumentos de esa autorrefiexividad que sealamos ms arriba, y que no son propios de las fsico-naturales. En todo caso, si estas quisieran representarse su propio rol social, debieran acudir al bagaje que las disciplinas sociales les proveeran. l)e modo que estas ltimas sc antocomprenden con ms precisin que las otras, y habitualmente sus agentes tienen ms conciencia del rol social que juegan. De manera que as resultan prioritarias, y se invierte el orden histrico que ha hecho de las disciplinas sociales ciencias de segunda mano, siempre en faltaen relacin con un modelo de completud imaginaria asignado a lo fsico-natural.En esta perspectiva, podemos agregar algunos argumentos a los muy slidos esgrimidos por de Sousa. En primer lugar, si de reabsorber lo cientfico por lo social se trata, la posibilidad es siempre mayor para las ciencias sociales, precisamente por aquello que muchas veces se ha valorado como su debilidad: nos referimos al acercamiento de estas al lenguaje natural, es decir, a su no definida toma de distancia respecto del lenguaje cotidiano. Esto sin duda hace a la debilidad de los ttzmpavcientifico-sociales, en el sentido que l3ourdieu asigna a esa expresin: el prestigio relativo de un campo resulta inversamente proporcional a la facilidad para incluirse en l. Cuanto ms especializado es un lenguaje resulta ms excluyente, y el lenguaje de las ciencias sociales es slo parcialmente especializado. Pero visto desde la propuesta de de Sousa, estaramos ante una ventaja: la cercana con el lenguaje cotidiano permitira reconducir el saber sobre lo social a la so-ciedad misma. Con monos distancia lingflhatka inicial, la reapropiacidn tendna ms fciles condiciones de realizacin.Por otra parte, una caracterstica del discurso de las ciencias sociales es que suele operar fcticamente sobre el objeto que estudia. Todo estudio social influye sobre aquello a que refiere, o al menos tiene la posibilidad de hacerlo. Un caso frontal son las actuales encuestas de opinin al servicio del markcting empresarial o poltico. All se patentiza en cunto la ciencia social es una Iiwma de intervencin: es decir, que sus resultados operan de hecho modificando el cuadro de situacin de aquello que analizaron, y lo hacen operando dentro del espectro de fuerzas que definen tal cuadro. Esta propiedad intrnseca del discurso sobre lo social va en la direccin de lo que de Sousa reclama: la ciencia social reapropiada socialmente.Sin duda que el corolario para las disciplinas fsiconaturales .Como se ve, cl programa fuerte promueve una versin naturalista de la ciencia, lo cual desde un punto de vista diferente (a partir de la lgica) haba sido propuesto mucho antes por W.Quine (22). Y tal propuesta desencanta la versin acerca de lo eientifico, plantea de hecho la cada del aura (aquella a que refiri Benjamn en relacin con el arte en la era de su reproductibilidad tcnica), y desagrada a muchos filsofos que han mantenido su espacio de legitimacin en relacin con problemas ontolgicos acerca de la verdad, los cuales simplemente desaparecen de escena, y quedan excluidos a partir de una posicin radicalmente sociologizante como esta.La restante lnea de trabajo menos conocida an en Argentina es la de los estudios de laboratorio. Lila se ubica dentro dc una tendencia deestudios microsobre la ciencia, pata la cual el acento est puesto en el anlisis especfico del quehacer de los cientficos, ms que en una lectura social/estructural, o slo relativa a lugares dentro de la comunidad cientfica. Tales estudios micro reconocen a autores que no son propiamente los de los estudios de laboratorio; entre estos ltimos, los principales son S.Woolgar, y B.Latour. Entre los restantes, destacamos a H.Collins.Este ltimo expone hasta qu punto la replicabilidad. requisito fundamental dcl experimento cientfico, es a la vez Suprema Corte de la ciencia, y una actividad en los hechos rara vez practicada. Entre otras causas, porque los experimentos resultan inconclusivos. No se trata solamente del hechonada despreciable de que diversas teoras resultan compatibles con los mismos datos, y ello implica que estos ltimos no confirman una teora como vlida; a lo sumo, no la desmienten (23). Pero ms decisivo que ello, los criterios de validacin de los experimentos mismos son internos a los protocolos tericos alternativos que estn en controversia. De manera quey en esto la nocin de inconmensurabilidad de Kuhn es sin duda pertinente-cadaposicin terica tender a considerar como contraejemplo a algo diferente.A su vez, hay argumentos ms pedestres para desacreditar a alguien que hubiera producido un resultado experimental contrario a una posicin consagrada. Se trata de que aquel que muestre tal cosa, puede ser invalidado si a la vez no ha producido una teora experimentalmente contrastada por la positiva. Quin seria ese que sin haber propuesto nada decisivo se atreve a dementar lo establecido por otros? (24). De modo que se puede descalificarlo, asumiendo adems la suposicin de que los experimentos son algortmicos y no fruto de habilidades diferenciadas, por lo cual se supone que en el caso diferente, simplemente no se habra cumplido con los pasos formales necesarios.El experimento en vivo nunca se ve, y el core set (grupo de investigadores consagrados) es el que determina la suerte de una investigacin en disonancia. Habitualmente no es aceptada, se interpreta como producida por alguien que no es cientfico, no es riguroso, etc., y es en este nivel donde se resuelve la cuestin, para nada en el de la replicabilidad experimental. Como ya afirmamos, los experimentos son inconclusivos: la conclusin es tema de negociacin del significado, y depende de los lugares de poder dentro de la llamada comunidad cientfica (25).Los estudios de laboratorio por su parte han producido una interesante literatura que contribuye a desfondar las supuestas certidumbres en que por largo tiempo se escud la epistemologa.Por una parte, establecen que un laboratorio no es un sitial de b~s 1queda de la verdad, sino uno de produccin de artculos. Como es obviopero se olvida casi siempre lo primero para el cientfico es reproducir su lugar como tal, es decir, proveer a su supervivencia Laboral. Esto implica la necesidad de producir determinado nmero de artculos (necesidad que aumenta ante la creciente buroeratizacin y control de la actividad cientfica, lo cual es patente hoy en Argentina), y consiguientemente, es esta la meta que perspectiviza y ordena las tareas a realizar.Adems, los autores muestran que los cientficos no actan en relacin directa con la realidad, sino con los objetos que ellos mismos producen, todos incluidos dentro del campo simblico. La nocin bachelardiana de objeto terico ya haba dentro de un contexto totalmente diverso postulado en esta direccin (26). De modo que no se trabaja sobre la realidad, sino sobre las representaciones de la realidad, a la cual se accede a travs de determinados aparatos de inscripcin. Sostienen nuestros autores que tales aparatos producen su propia manera de estatuir lo real, al principio como describindolo exteriormente, pero con el tiempo siendo asumidas sus notaciones como la realidad misma. De modo que la ciencia inventa su mundo y lo sanciona como real, invirtiendo de esta manera la forma en que es habitualmente interpretada la relacin entre realidad y pensamiento sobre ella (27)Afirma Woolgar: No se trata de que el entramado social ejerza de mediador entre el objeto y el trabajo de observacin realizado por los participantes. Ms bien es el entramado social el que constituye al objeto (o a la ausencia de este)(28). Y su pregunta suena desconcertante para quienes estn alejados de planteos como el suyo: cmo se las arreglan los cientficos para convencerse a s mismos de que lo que hacen es todo lo contrario?Ya desde el comienzo de uno de sus libros, Woolgar plantea con claridad uno de sus principales asertos: ...la inexistencia de una diferencia esencial entre la ciencia y las dems formas de conocimiento, la inexistencia de algo que sea intrnsecamente esencial al mtodo c,,uiftto e, incluso, que aunque existiera algo tal como dicho mtodo cientfico, gran parte de la prctica cientfica procede a pesar de sus reglas, antes que a causa de ellas(29). Como se ve, una tesis fuerte. Al naturalizar la ciencia, esta aparece como redundante en relacin a sociedad, lo cientfico es una prctica social como otras, y debe ser anaLizado en la continuidad radical que guarda con otros modos de conocimiento.Por supuesto, lo antedicho atenta fuertemente contra la autopercepcin que los cientficos se hacen, y desautoriza a los remanidos criterios de de-marcacin que desde el neopositivismo sc intent establecer para especificar a la ciencia como modo privilegiado y controlado de conocimiento. El autor lleva la especificidad de lo cientfico simplemente al plano de una cierta forma establecida de relacionarse con tecnologas de apropiacin cognitiva y construccin de objetos de representacin. Se tratara de pertenecer a un cierto grupo que se relaciona - -mediante institucionalizacinde una cierta forma con los objetos del conocimiento, pero ella para nada implica una peculiar manera de conocer, sino slo -ms bien una especfica forma de representarse el propio lugar en ese conocer.La sociologa de la ciencia clsica habra adolecido de capacidad para des-esencializar a la ciencia, y habra pensado en esta como un producto descomponible de los procesos que la conforman, o como un caso especial que no es sometible a las leyes de relativizacin que serian comunes a otros modos de conocimiento (Woolgar establece que este es tambin el caso de las sociologas del conocimiento que pudiera adscribirse a Manlieim y a Marx). De modo que la posibilidad de desacralizar la ciencia, y de considerarla como analizable con los mismos mtodos que a otros procedimientos sociales de construccin de representaciones, es la que habra permitido a estos autores entrar en el territorio prohibido a cuyas puertas se han detenido quienes no han podido quitarse el peso de la tradicin esencialista.Con el lenguaje simplificador que caracteriza a la escritura saiona (al margen de las posiciones que en cada caso se sustente) el autor habla tambin de desastres metodolgicos: uno de ellos, la interminabilidad, es particularmente interesante. Toda explicacin resulta inevitablemente inconclusiva, pues exige referencia a trminos inexplicados, los cuales a su vez para explicitarse remitiran a otros inexplicados, y as al infinito. Esto supone no slo que toda explicacin resulta siempre incompleta, sino adems que resulta parcialmente tautolgica, dado que remite necesariamente a la exclusin de otros puntos de vista posibles (nunca todos incluibles en la argumentacin, aunque esta proponga diversos antagonistas discursivos explcitos>. Tal problema lgico recuerda sin duda al conocido teorema de Gdel: todo principio remite a otro ms general para sustentarse, y as ad infinitum.Lo antedicho tiende a mostrar que las explicaciones se someten a cnones lgicos que operan como falacia/tapadera respecto de las mposbilidades que toda lgica tiene de reducir la incompletitud. Esta interminabilidad tambin pretende ser cubierta con los giros retricos, los cuales cumplen funciones centrales dentro de la actividad cientfica: se trata de por el lenguaje convencer de la plausibilidad o apodicticidad delos propios puntos de vista, en un juego que es de pura apelacin a la persuacin.Ya habamos destacado este aspecto dentro de la interpretacin que de la ciencia hace de Sousa, y nos muestra una condicin muy propia de lo posmoderno, donde el lenguaje se ha patentizado como autorreferencial, y puede hoy hacer ostensible su desgajamiento de la referencia y su remisin a estrategias especificas de lucha por la imposicin del significado. En tiempos de liviandad, la prdida del esencialismo permite advertir lo que antes era epocalmente ocultado: tal des-ocultacin (apelando a la expresin heideggeriana) opera dentro del horizonte epocal de visibilidad que la historia abre en los ltimos tiempos (30)La lgica, entiende Woolgar, opera siempre como pura reconstruccin post-factum, no tiene ninguna funcin durante la investigacin cientfica misma. No otra cosa en realidad pensaban los positivistas: la lgica seria parte de la reconstruccin racional de las teoras producida por los epistemlogos a posteriori de que las teoras fueran aceptadas. Sin embargo, hay un matiz diferencial importante: desde los estudios de laboratorio, la lgica aparece como un recurso interno de legitimacin manejado por los cientficos mismos. Es decir: estos apelan a mostrar la lgica interna de sus teoras cuando ello les resulta posible. Pero tal lgica no estuvo presente en la produccin y esto es ms fuerte en realidad surge como un efecto de la lectura post-factual, es decir, es un artificio, un artefacto (Bourdieu) posibilitado slo por el esquema de presentacin posterior que se haga de la teora.Importa destacar finalmente, los argumentos utilizados por estos autores para diferenciarse de la Escuela de Edimburgo y criticarla -. Estn ligados bsicamente al tema de la reflexividad, central para una teora que propone que todo constructo cognitivo es fruto de lo social. Los autores sealan una incongruencia en la postura de los autores del programa fuerte, cuando estos ltimos proclaman que indican realmente qu es lo que sucede con la ciencia, en vez de sostener las tradicionales posiciones principistas y filosficas al respecto.Si se supone que se puede decir qu hacen realmente los cientficos, y lo que estos hacen es diferente de lo que creen que hacen (pues estn socialmente condicionados), quienes hacen el sealamiento estn excluyndose a s mismos de la regla general que aplican a todos los dems. Si nadie puede decir cmo serian realmente las cosas, sino que las interpreta cada uno segn su condicionamiento social. quin que no tuviera ese mismo condicionamientosocial podra ser capaz de decir que lo que realmente pasa con la ciencia es esto u esto otro? (aunque Ibera decir algo general, como que la ciencia no capta lo real). De modo que la contradiccin performativa (como la sealara en otro contexto- Apel) est claramente presente: Barnes y Bloor sejuzgan as mismos con parmetros privilegiados respecto de los dems, es decir, hacen exactamente aquello que advierten crticamente en la produccin de los cientficos.La cuestin seria cmo escapar a ese circulo vicioso, ya que tampoco cabe sostener que el propio punto de vista es a su vez carente de toda validez que no sea relativa, o asumir al estilo Bourdieu el anlisis de la propia posicin, pues ya sealamos que esto ltimo no basta para librarnos de las influencias que de ella se siguen. La solucin ofrecida por Woolgar guarda coherencia interna: dado que no se puede tener un punto de inicio incontaminado desde el cual hablar, slo cabe hacerlo defectivamente, es decir, asumiendo explcitamente que se habla desde un lugar determinado, sin garantas ni pretensiones de validez fuertes (mucho menos universales; la suposicin habermasiana de pretensiones de validez universal en el uso del habla, resultan poco convincentes: manifiestan un notorio etnocentrismo. Por qu querra un esquimal afirmar cosas que fueran vlidas en todo tiempo y lugar?). De modo que el resultado prctico de tal toma de posicin es inesperado: se afirma explcitamente que va a evitarse pretender mostrar las propias posiciones como las nicas posibles, o como regidas por una lgica de la necesariedad. Y para provocar ese efecto de contingencia en la lectura, interpolan giros dc distancia-miento que interrumpen la lgica interna del discurso y ponen en duda su efectiva validez. As Woolgar sorprende con sealamientos del tipo: Como hemos demostrado Q,acaso se puede demostrar algo?), que liquidan la transparencia textual, y ponen en suspenso la verosimilitud del texto. Un recurso sumamente interesante, que permite sin duda superar el objetivismoque para su propia textualidad se reservan los autores del programa fuerte, y que mueve a cierta perplejidad, que los autores juzgan necesanaComo se ve, se est a aos luz de la epistemologa tradicional. Tambin entiendo que se supera ampliamente una posicin como la de Feyerabend, muy publicitada sobre todo por sus adversarios, porque se la puede caricaturizar fcilmente, y de hecho ningn cientfico cree que pueda aprender mucho del cine, o del vud y la magia negra (31). Aqu no hay posiciones principistas sobre el pluralismo terico y contra el privilegio de los cientficos, sino estudios detallados sobre la ciencia realmente existente, y sobre las condiciones concretas en que se hace y se legitima. Se trata de desarrollar analticamente, ms que de postular grandes lemas, como el clebre todovale. De modo que la efectividad de este tipo de posiciones en su ataque al logicismo es mucho mayor, el resultado es ms convincente y menos fcil de refutar. No en vano hay tanto silencio en tomo a estas posiciones.Incluso algunos usos concretos de estas teoras son muestra elocuente de su fecundidad. Hemos visto en el campo de las Ciencias de la educacin trabajar en base a los presupuestos de esta teora con resultados de mucho inters (32). Apelando al constructivismo (nombre dado tambin a estas posiciones, en cuanto entienden que lo cognitivo es constrncto social; por supuesto, no tiene relacin alguna al constructivismo de Piaget o el de Vigotski), se muestra cmo la epistemologa misma hace sus intervenciones legitimando o deslegitimando posiciones, y por tanto ella tambin es una parte del cuadro de fuerzas que buscan imponer una interpretacin. La epistemologa no es juez, es parte: aquella parte que lleva la ventaja de presentarse como juez.Tambin muestra el referido trabajo una relacin inmanente entre condiciones de modernizacin del sistema educativo y cientifizacin relativa de los trabajos pedaggicos. Es decir: la calidad de la investigacin sobre educacin mejor no tanto por razones intracientificas o epistemolgicas, sino por los procesos de modernizacin del sistema, que llevaron necesariamc-nte a una correlativa modernizacin de las estructuras de aprehensin de lo que ocurre en l, y a una mejor interpretacin a los fines de racionalizar las decisiones dentro de un espacio cada vez ms complejizado.Esta epistemologa que reabsorbe lo cientfico en lo social (pero no a la manera de de Sousa, a travs de aplicaciones y hermenutica, sino liquidando la barrera entre lo cientfico y lo que no lo es) posee sin duda argumentos decisivos para sostenerse como punto de vista fuerte en relacin polmica con posiciones previas. En tanto an no ha sido suficientmente aceptado, es esperable que continuar sosteniendo con radicalidad sus actuales posiciones.Sin embargo, podemos asegurar que si esta especie de consumacin final de lo epistemolgico se diera, tendera a producir su contrario, es decir, alguna forma de refundamentacin. De modo que parece sensato sostener la radicalidad crtica de Woolgar, pero no necesariamente compartir todas sus premisas.Una que tomaremos para ejemplificar, es la de inexistencia de diferencia entre lo cientfico y lo que no lo es. Creo que viene muy a cuento a la tesis central que sostenemos, en cuanto a que la desfundamentacin posmoderna tiende a morderse la cola, y producir como emergente una reflindamentacin en nuevos trminos, o relativizados, o tbndamentalistas. Si mantenemos unaposicin radical en el punto de inexistencia de diferericialidad de lo cientfico, no tardarn en llegar los restauradores del racionalismo a cualquier precio, los cuales pretendrn encontrar nuevas maneras de tipificar criterios de demarcacin ilusoriamente estrictos, entre ciencia y no-ciencia (o metafisica, o pseudo-ciencia, o...)De modo que creemos que para disolver la tesis de Woolgar, convendra ms bien esfumarla (dado que las posiciones fuertes tienden a producir su contraria) y adems en este caso estamos de acuerdo en buena medida con el sealamiento del autor; pero queremos evitar el efecto de desfundamentacin consistente en el llamado a la restauracin ordenatoria (tpico frente al sentimiento de intemperie) (33)La relacin entre mismidad y otredad no es fcil de definir Aquello que en cierto nivel de generalidad hace a dos felinos ser lo mismo(un gato y un tigre son ambos felinos), en otro mueve a considerarlos distintos(uno es gato, otro tigre). Mismidad y otredad se recortan segn el nivel de generalidad conque usemos las categoras, de manera que cuando se seala que lo cientfico no tiene ninguna diferencia con otras formas de conocimiento socialmente eistentes, se subraya un aspecto que --contra la apariencia primera no es incompatible con marcar que hay diferencias entre la actividad cientfica y ptas.Dificilmente Woolgar u otro autor pudiera supoi~r que las reglas para trabajar en artes plsticas, o en literatura, son absoluta~pente idnticas (ni siquiera anlogas, en algunos casos) a las utilizadas en el\quehacer cientfico. En cierto nivel analtico, siempre cabe distinguirlas. La cuestin es que nuestros autores prq/ieren privilegiar la mismidad que sin duda tcmhFn puede leerse en ciertro nivel de generalidad: es cierto que la ciencia es unmodo de conocimiento entre otros, y que tiene una gran cantidad de mecanismos en comn con tales otros modos de conocer. De manera que los autores enfatizan algo que creemos que realmente se da: la ciencia comparte caractersticas con cualquier otro modo de conocimiento. Tambin puede afirmarse consistentemente que no comparte otras. De esto ltimo, no derivamos que estemos ante una radical disparidad, ni que los criterios demarcatorios puedan establecerse con precisin. Para nada. Pero a la vez, llamamos la atencin sobre que, en cuanto se afirma la no especificidad de lo cientfico, puede ser dbil el lazo que falte para sostener la inexistencia de pseudo-ciencia, o la total homologa entre lo cientfico y la superchera intelectual. Creemos enormemente til el conocimiento de esta epistemologa minimal, y sumamente sano su poner sobre los pies lo que estaba de cabeza, para retomar la aeja metfora marxiana: a la vez y en el mismo movi-4miento en tanto ya estamos retornando del deconstruccionismo y advirtiendo algunas consecuencias indeseables juzgamos necesario no ser iconoclastas en la crtica, porque del aniquilamiento del objeto a su reconstitucin fuerte hay slo un paso. Paradojas de una posmodernidad que ya ha agotado el primer momento festivo, y ante el vacio de normatividad y de sentido conlleva el peligro de la restauracin desesperada de la certidumbre y de los principios rgidos.