Equipo5 Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideología

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    Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideologa

    Santiago Castro-Gmez(1)

    Desde hace meses, cuando algunas personas se enteran de que estoy leyendo de nuevo aLouis Althusser y de que me gusta lo que leo, he venido escuchando comentarios queoscilan entre la perplejidad y el desasosiego. Althusser? Sauve qui peut!, slvese quienpueda! - Pocos filsofos han tenido el honor de ganar tantos enemigos con su obra comoLouis Althusser. Los casos pueden contarse con los dedos de una mano: Maquiavelo,Spinoza, Marx, es decir, aquellos justamente a quienes el mismo Althusser recurri una yotra vez durante su carrera. Para qu leer a un autor identificado con la mcula de unpasado poltico que muchos quisieran no tener que recordar? Qu tiene que decirnos hoyda un filsofo hipersensible, admirador de Lenin, militante incondicional del partido

    comunista, homosexual, que buscaba ansiosamente una entrevista con el Papa y quetermin estrangulando a su mujer en un ataque de locura? No tendr, mas bien, algo denecroflico este inters por resucitar a un perro muerto, sobre todo cuando este perro tieneun inconfundible color rojo?

    Ciertamente no son sus concesiones tericas a la ortodoxia del partido, ni su convencimientoen la cientificidad del marxismo, ni tampoco sus repetidas y paradjicas autocrticas lo queme interesa rescatar de Althusser. Ms interesante resulta examinar su figura en el contextode las relaciones Nietzsche-Freud-Marx durante los aos cincuenta y sesenta en Francia,con el objeto de profundizar en su crtica al humanismo y a las ciencias humanas. Pero steno ser el tema de mi exposicin de hoy. Lo que quisiera resaltar es la asimilacin del

    legado de Althusser por los Estudios Culturales britnicos, pero no para mirarla como unasimple curiosidad histrica, sino porque estoy convencido de que ese legado puede servirnostodava para repensar lo que significan los Estudios Culturales a comienzos de siglo en unpas como Colombia.

    Partir del hecho de que mucho de lo que hoy se publica o se escribe bajo la rbrica deestudios culturales parece ignorar que, en tiempos de globalizacin, su objeto de estudio, lacultura, se ha convertido en un bien de consumo gobernado por los imperativos del mercado.Esto quiere decir que sin una consideracin seria de los vnculos entre la cultura y la

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    economa poltica, los estudios culturales corren el peligro de ser estudios de nada, o mejordicho, de perder de vista su objeto. Si los estudios culturales quieren ser, como pretenden,un paradigma innovador en el rea de las ciencias sociales y las humanidades, entoncesdeben reconocer que la cultura se halla vinculada a un aparato de produccin y distribucinque, ya desde Marx, recibe un nombre propio: el capitalismo. Quisiera defender la tesis deque la tarea ms urgente de los estudios culturales es plantear los lineamientos para unacrtica de la economa poltica de la cultura , tarea para lo cual no se halla inerme. A su

    disposicin se encuentra toda una tradicin de pensamiento crtico elaborada durante el siglopasado, a la cual la obra de Althusser contribuy de manera significativa. Obviamente, estatradicin deber ser repensada y reelaborada segn las nuevas necesidades de la sociedadcontempornea.

    Mi exposicin estar organizada de la siguiente forma: primero examinar la historia delproyecto de los estudios culturales britnicos a partir de su relacin con Althusser, tratandode encontrar la razn por la cual ste proyecto empez a perder sus vnculos con laeconoma poltica. Luego me detendr en el concepto de ideologa desarrollado por el ltimoAlthusser, presentndolo como una alternativa a la nocin de ideologa criticada porpensadores como Foucault, Lyotard y Baudrillard. Finalmente, y de manera breve, intentar

    mostrar la utilidad de este concepto de ideologa para reconstruir los puentes entre losestudios culturales y la economa poltica, sobre todo en lo que tiene que ver con el anlisisde la cultura medial.

    1. El espectro del humanismo: los estudios culturales antes y despus de Althusser

    Plantear la importancia del pensamiento de Althusser para los estudios culturales no esninguna novedad. De hecho, la historia del proyecto de los estudios culturales enBirmingham puede dividirse en dos pocas bien definidas: antes y despus de su relacincon Althusser.

    Durante la dcada de los sesenta la relacin de los padres fundadores de los estudiosculturales con el marxismo fue ambigua, pero sirvi para establecer algunas de las lneasmetodolgicas que sealaran el rumbo del proyecto. Richard Hoggart, primer director delfamoso Centro de Estudios Culturales Contemporneos de la Universidad de Birminghamentre 1964 y 1968, jams tuvo una relacin directa con el marxismo. Su inters por elsocialismo no vena marcado por una agenda ideolgica especfica, sino por la simpata vitalque, como hijo de una familia de clase trabajadora en la ciudad de Leeds, tuvo siempre porla situacin de los obreros. En su libro The Uses of Literacy(1958), Hoggart describe la vidade la clase obrera en el perodo anterior a la segunda guerra mundial y la compara con lacultura de masas vigente en la Inglaterra de la posguerra. El tono de esta comparacin esclaramente nostlgico: la industria cultural ha colonizado el mundo de la vida de las clasespopulares inglesas y desarticulado su carcter orgnico. El cine, la televisin y las revistas deentretenimiento han desarraigado a los obreros de su propia cultura, exponindolos a laperversa influencia de la sociedad de consumo (Turner 45-46).

    A diferencia de Hoggart, Raymond Williams s estuvo influenciado por el marxismo durantesus aos de formacin e incluso fue miembro del Partido Comunista durante un brevetiempo. Pero su posicin frente al marxismo estuvo marcada por el distanciamiento crtico.Williams opina que el marxismo trabaja con un concepto doblemente reducido de cultura: deun lado, la convierte en un reflejo distorsionado de la infraestructura econmica; del otro, la

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    la teora social marxista. Esta contraposicin podramos conceptualizarla de la siguienteforma: mientras que en el paradigma humanista la cultura es vista como anclada en lasubjetividad de los actores sociales, en su experiencia vivida como deca RaymondWilliams, en el paradigma estructuralista la cultura es un producto anclado en aparatosinstitucionales y que posee, por tanto, una materialidad especfica. El punto de arranque delos estudios culturales ya no son los valores, las expectativas y los comportamientos de losobreros o de cualquier sujeto social en particular, sino los dispositivos a partir de los cuales

    los bienes simblicos (la cultura) son producidos y ofrecidos al pblico como mercanca. Elanlisis de la cultura se convierte de este modo en una crtica del capitalismo.

    Ahora bien, no cabe duda que en este cambio de paradigma, la influencia terica msrelevante fue la del filsofo francs Louis Althusser. El inters de Hall por Althusser se debisobre todo a su forma de abordar el problema de la ideologa. De hecho, ideologa seconvirti en la categora analtica ms importante de los estudios culturales en los aossetenta, lo cual permiti a Hall y sus colaboradores entender la cultura como un dispositivoque promueve la dominacin o la resistencia. Los estudios culturales empiezan a ver lasociedad como una red de antagonismos en la que instituciones como el Estado, la familia,la escuela y los medios de comunicacin juegan como mecanismos de control disciplinario

    sobre los individuos. ... Los productos simblicos son entonces un campo de batalla en elque diferentes grupos sociales disputan la hegemona sobre los significados...

    Sin embargo, con la popularizacin de los estudios culturales en los Estados Unidos durantela dcada de los ochenta podemos hablar del fin de la edad herica y el comienzo de unatercera etapa, ms light y celebratoria, marcada por su creciente distanciamiento de lateora crtica marxista. Me aventurara a decir que la gran aceptacin curricular que hantenido los estudios culturales en universidades norteamericanas de elite, as como sucorrespondiente xito editorial, corren paralelos a este proceso de limpieza de suselementos marxistas. Esta tercera etapa (post-althusseriana) est marcada por la influenciaque empiezan a tener filsofos como Baudrillard, Lyotard y Derrida y, muy a pesar de estosautores, por un retorno insospechado del humanismo metodolgico.

    En efecto, la influencia que tuvieron algunas corrientes de la filosofa posmoderna en losestudios culturales contribuy a marginalizar el concepto de ideologa y, concomitantemente,a posibilitar el divorcio que hoy se observa entre los estudios culturales y la economapoltica. Lyotard, por ejemplo, desconfa de todas las teoras que, como el marxismo,pretenden disponer de un criterio de verdad que les permita saber cules son lascontradicciones de la sociedad y cmo resolverlas. En este contexto, la crtica de lasideologas pertenecera al orden de los metarelatos y compartira con ellos su carctertotalitario. En vista de la complejidad de las sociedades contemporneas, ya no resultaposible hablar de un criterio nico de verdad que sirva para todos los jugadores, sino de unamultitud de juegos de lenguaje que definen inmanentemente sus propias reglas y que, enmuchos casos, resultan inconmensurables. Slo a travs del ejercicio de un poder autoritariosera posible decretar, como lo hace Althusser, qu es ciencia y qu es ideologa. ParaLyotard, la ciencia es tan solo un juego ms en la multiplicidad de juegos de lenguaje, o,dicho de otra manera, una ideologa tan vlida como cualquier otra.

    Baudrillard, por su parte, argumenta que la sociedad de consumo marca el paso hacia unanueva fase del capitalismo, en la que el valor signo y ya no el valor de cambio y muchomenos el valor de uso - regula la produccin de mercancas. En este sentido, la crtica

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    marxista de la ideologa pierde toda su fuerza explicativa de los social, puesto que ya noexiste ninguna realidad ltima que develar. La sociedad entera se ha convertido en unsimulacro escenificado por los media; en un intercambio regulado de signos donde no resultaposible distinguir la ficcin de la realidad. Si toda la realidad social es un sistema de signos,entonces no es posible ya salir de la ideologa a travs de la ciencia, como planteabaAlthusser. La ciencia ya no conoce realidades, sino interpretaciones mediadas por loscdigos vigentes en la sociedad. La ciencia misma es para Baudrillard un simulacro, como

    tambin lo son todos los sistemas de creencias que usualmente denominamos ideologa.As las cosas, la ideologa, entendida como simulacro, es un a prioride la vida en lasociedad contempornea y, como tal, resulta irrebasable.

    La celebracin posmoderna de la diferencia y el rechazo de los metarelatos totalizantesprovocaron de este modo un resecamiento de la nocin de ideologa en el mbito de losestudios culturales. La consecuencia ms inmediata de esto es que la cultura deja de servista como un espacio de lucha por el control de los significados para ser considerada comoobjeto de estudio, casi de una forma positivista. La vinculacin que Hall haba establecidoentre cultura y economa poltica empieza a desvanecerse y los estudios culturales seconvierten en un ejercicio terico y apoltico: en estudios sobre la cultura. Douglas Kellner

    habla en este sentido de un populismo cultural que celebra los supuestos efectosdemocratizadores de la sociedad de consumo (Media 33). En esta nueva orientacinculturalista y acrtica quisiera destacar las siguientes caractersticas:

    a) Los estudios culturales pretenden convertirse en una ciencia social rigurosa, tal como laentendan Weber y Durkheim. El analista cultural, como el cientfico social, debe poner entreparntesis sus valoraciones personales y describir el objeto de estudio la cultura - tal comoes. En una palabra: los estudios culturales deben sermoralmente neutros. Utilizando laterminologa de Horkheimer diramos: los estudios culturales dejan de ser teora crtica paraconvertirse en teora tradicional de la cultura (Castro-Gmez 2000).

    b) La industrial cultural es vista como una funcin necesaria e indispensable en el seno deuna sociedad compleja, sometida a procesos intensos de racionalizacin. Los productos dela industria cultural son una especie de sustitutos de la religin y los mitos, que satisfacennecesidades bsicas de la poblacin. Por esta razn el analista cultural no debera dejarseguiar por sus preferencias personales en materia de msica rock, enlatados o telenovelas,por ejemplo, sino que debe contemplar todos los productos simblicos como igualmentevlidos y funcionales.

    c) La cultura visual es vista como fuente de entretenimiento, que libera a la gente delinevitable stress que representa el trabajo en una sociedad compleja. El analista debeentonces contemplar el consumo cultural como algo perteneciente a la esfera privada delos actores sociales.

    d) Desde el punto de vista del anlisis cultural, entendido como ciencia social rigurosa, noexisten criterios para evaluar cules productos culturales son buenos o malos, mejores opeores, ideolgicos o emancipadores. El nico criterio evaluativo es la maximizacin de lafuncionalidad. Por eso las industrias culturales no deben ser miradas teniendo en cuenta suscdigos ocultos, como pretende la crtica de la ideologa, sino tan solo examinando lacalidad de su gestin. Lo que importa es mirar las dinmicas internas de produccin,presentacin y distribucin de los bienes simblicos, con el fin de aumentar su eficiencia y

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    competitividad en el mercado.

    Por supuesto, no estoy diciendo que todos los practicantes de los estudios culturales en losEstados Unidos han tomado este rumbo. Basta recordar nombres como Jameson, Spivak,Ahmad, Zizek, Kellner, Mignolo y otros muchos para probar lo contrario. Lo que quiero decires que el abandono de la categora de ideologa por parte de algunos tericos de la culturaha contribuido a debilitar el potencial crtico y poltico que tenan los estudios culturales en loque aqu he denominado su edad herica. Mucho de lo que hoy se produce y se publica enlos Estados Unidos bajo la rbrica de estudios culturales posee un carcter facilista yacrtico, destinado, como las hamburguesas y los perros calientes, al consumo rpido deadministradores culturales o de estudiantes que deben absolver materias obligatorias ensus currculos de lenguas. Incluso en Colombia, los estudios culturales tienden a confundirseen algunos sectores acadmicos con el problema de la gestin cultural o con su vinculacina las polticas culturales del Estado.

    En vista de todo lo anterior nos enfrentamos entonces a dos cuestiones: Por qu se hacenecesario reintroducir en los estudios culturales los vnculos con la economa poltica? Y, encaso de mostrarse tal necesidad, cmo hacerlo? Para responder a la primera pregunta,quisiera partir del siguiente diagnstico: en tiempos del capitalismo tardo, la cultura esdecir, el mercado de bienes simblicos - se ha convertido en la columna fundamental para lareproduccin del capital. Esto significa que el trabajo reviste ahora la forma en que individuoso grupos generan informacin capaz de movilizar a otros individuos o grupos. La produccin,transformacin y circulacin de informacin son el objeto de la mayor parte de lastecnologas importantes que se introducen en la economa. Dicho en otras palabras: lacreacin de riqueza ya no se basa tanto en la explotacin de recursos naturales ni en laproduccin de bienes industriales de consumo, como pensaba Marx, cuanto en la produccinde bienes simblicos llevados al mercado en forma de imgenes y conocimientos.

    Este diagnstico tiene varias implicaciones para los estudios culturales. La ms importantede ellas es, quizs, la imposibilidad de desvincular el anlisis cultural de la crtica de laeconoma poltica, pero ya no en la forma clsica mostrada por Marx. Si el capitalismotardo est convirtiendo al mundo en una villa global basada en la produccin de bienessimblicos, las premisas del trabajo industrial, la lucha de clases y el carctersuperestructural de la cultura ya no pueden seguir funcionando como elementos inamoviblesde la teora crtica. Que la cultura se haya convertido en fuerza productiva significa que lanueva formacin global ya no obedece a lo que Marx crea que eran las leyes del capitalismoclsico, esto es, la primaca de la produccin industrial y la omnipresencia de la lucha declases. Hoy en da, es imposible elaborar una teora de la dominacin si se toma en cuentaslo el punto de vista de la actividad laboral en las fbricas o del sujeto que acta sobre lamateria prima para producir objetos industriales. Los estudios culturales deberan sercapaces de mostrar que la cultura, mirada todava por Marx como un efecto de superficie,se halla imbricada en prcticas materiales que tienen como caracterstica primaria laconsolidacin del dominio de unos grupos sobre otros.

    2. Althusser contraataca o el carcter agonstico de las ideologas

    En esta seccin procurar responder el segundo interrogante formulado ms arriba: en casode mostrarse la necesidad de vincular los estudios culturales con la crtica de la economapoltica, cmo hacerlo? Mi tesis es que tal vinculacin debe pasar, a nivel conceptual, por

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    una recuperacin de la categora de ideologa, pero ya no en la forma en que Marx hizo usode ella en el siglo XIX. Considero que la teora de las ideologas desarrollada por Althusserhacia el final de su vida podra darnos algunas luces al respecto. A continuacin examinarbrevemente el modo en que Althusser desarrolla una nocin de ideologa que escapa a lascrticas de Foucault, Lyotard y Baudrillard.

    En opinin de Althusser, ni Marx, ni Engels ni Lenin elaboraron jams una teora generaldela ideologa, sino que se limitaron a esbozar fragmentariamente unos principios tericos quees necesario sistematizar y desarrollar (Prctica terica 42). Marx defini la ideologa comoun sistema de representaciones que acompaa y legitima el dominio poltico de una clasesocial sobre otras. Pero Althusser piensa que se hace necesario completar la obra iniciadapor Marx a travs de una agenda de trabajo que incluye dos puntos: en primer lugar, se hacenecesario examinar la funcin estructuralde ese sistema de representaciones en el conjuntode la sociedad; y en segundo lugar, se debe estudiar la relacin de las ideologas con elconocimiento.

    Althusser afirma que toda formacin social puede ser analticamente dividida en tres nivelesarticulados orgnicamente entre s: el nivel econmico, el poltico y el ideolgico. Cada unode estos niveles es visto como una estructura dotada de materialidad concreta,independiente de la subjetividad de los individuos que participan en ella y de susconfiguraciones histricas. Estos tres niveles de los que habla Althusser no son realesporque su estatuto no es ontolgico sino terico; tienen el carcter de construccionestericas que sirven para conceptualizar, a nivel abstracto, los diferentes tipos de relacinque entablan los individuos en todas las sociedades histricas. As, mientras en el niveleconmico los individuos son parte de una estructura que les coloca en relaciones deproduccin, en el nivel poltico participan de una estructura que los pone en relaciones declase. En el nivel ideolgico, en cambio, los individuos entablan una relacin simblica en lamedida en que participan, voluntaria o involuntariamente, de un conjunto derepresentaciones sobre el mundo, la naturaleza y el orden social (Prctica terica 49). Elnivel ideolgico establece as una relacin hermenutica entre los individuos, en tanto quelas representaciones a las que estos se adhieren sirven para otorgarsentido a todas susprcticas econmicas, polticas y sociales.

    Las ideologas cumplen entonces la funcin de ser concepciones del mundo(Weltanschauungen) que penetran en la vida prctica de los hombres y son capaces deanimar e inspirar su praxis social. Desde este punto de vista, las ideologas suministran a loshombres un horizonte simblico para comprender el mundo y una regla de conducta moralpara guiar sus prcticas. A travs de ellas, los hombres toman conciencia de sus conflictosvitales y luchan por resolverlos. Lo que caracteriza a las ideologas, atendiendo a su funcinprctica, es que son estructuras asimiladas de una manera inconsciente por los hombres yreproducidas constantemente en la praxis cotidiana. Se puede decir entonces que lasideologas no tienen una funcin cognoscitiva (como la ciencia) sino una funcin prctico-social, y en este sentido son irremplazables. Las sociedades humanas escribe Althusser secretan la ideologa como el elemento y la atmsfera indispensable a su respiracin, a suvida histrica (La revolucin 192).(2)

    En este punto se plantea el problema de la relacin que guarda la teora de las ideologasdesarrollada por Althusser con la nocin de ideologa presente en los escritos de Marx.Como se sabe, el concepto de ideologa posee en Marx un sentido fundamentalmente

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    peyorativo. La ideologa es equiparada por Marx con la falsa conciencia, es decir, con laimagen distorsionada que un grupo social en particular se hace de la realidad en un momentohistrico determinado. Polemizando con la filosofa clsica alemana, Marx afirma que sudeformacin radica en tomar los contenidos de conciencia como si se tratara de entidadesautnomas, punto de partida y fin ltimo de la realidad. La ideologa alemana y enparticular la filosofa de Hegel genera una visin invertida del mundo: confunde las ideascon los hechos sociales, sin encontrar la esencia de los mismos. Las ideologas son,

    entonces, fantasmas cerebrales, ilusiones epocales, visiones quimricas del mundo queocultan a la conciencia de los hombres la causa verdadera de su miseria terrenal (Marx, 41-43). En Marx tendramos entonces una teora de la deformacin ideolgica, mas no unateora general de las ideologas, que es la que se propone desarrollar Althusser.

    En efecto, Althusser elabora una teora general es decir ampliada - de las ideologas endonde estas no aparecen simplemente como deformadoras sino como posibilitadoras desentido. Ciertamente las ideologas se definen por su capacidad de asegurar la ligazn delos hombres entre s (el lazo social), pero la funcin de este lazo es mantener a losindividuos fijados en los roles sociales que el sistema ha definido previamente para ellos.Lo cual significa que las ideologas son mecanismos legitimadores de la dominacin y que

    por tanto no pueden, a partir de s mismas, generar ningn tipo de verdad. Pero esto noquiere decir que el papel de la ciencia sea reemplazara la ideologa, como pretenda elmarxismo ortodoxo. No se trata de que algo falso (la ideologa) sea sustituido por algoverdadero (la ciencia), de tal modo que el conocimiento cientfico se convierta en garantede la desideologizacin de la conciencia y de la inevitabilidad de la revolucin. ParaAlthusser, en el terreno de la ideologa la verdad y la falsedad no juegan ningn papel,puesto que su funcinprctica no es generar verdades, sino efectos de verdad. Lasilusiones y las quimeras que segn Marx produce la ideologa no pueden ser falsificadaspor la ciencia, sencillamente porque la ideologa no es asimilable al error ni al engao. Enla ideologa, los hombres no expresan su relacin realcon el mundo, sino la voluntadderelacionarse con el mundo de una manera determinada. Las ideologas son, en ltima

    instancia, voluntad de poder.(3)

    En contra de la visin segn la cual, las ideologas son fenmenos de conciencia (falsa overdadera), Althusser afirma que se trata de una estructura inconsciente. Las imgenes, losconceptos y las representaciones que se imponen a los hombres conforman un sistema decreencias que no pasa necesariamente por la conciencia. Los hombres no conocen suideologa sino que la viven. sta, por decirlo as, permanece siempre a sus espaldas (comola Lebensweltde Husserl) y se constituye en la condicin de posibilidad de toda accinprctica. Las ideologas son objetos culturales que actan realmente sobre los hombresmediante un proceso que se les escapa (La revolucin 193).

    En efecto, las ideologas son capaces de dotar a los hombres de normas, principios y formasde conducta, pero no de conocimientos sobre la realidad. La ideologa no nos dice qu sonlas cosas sino cmo posicionarnos frente a ellas y, desde este punto de vista, no proporcionaconocimientos sino nicamente saberes. Ahora bien, lo que caracteriza a un saber esque plantea problemas cuya solucin se encuentra producida por instancias exteriores a lmismo. La respuesta a sus preguntas viene ya codificada de antemano por intereses de tipomoral, religioso, poltico o econmico. As las cosas, un saber no produce conocimientossobre el mundo sino tan solo efectos de conocimiento (Para leer74).

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    Sintetizando lo dicho podramos afirmar que para el ltimo Althusser, las ideologas no son elespacio donde se establece el juego del error y la verdad, sino el terreno de la lucha por elcontrol de los significados. Si tomamos en cuenta esto, veremos que la teora de lasideologas desarrollada por Althusser no es afectada directamente por las crticas de Lyotard,Foucault y Baudrillard. Lo que estos filsofos critican es la tesis de la deformacin de laconciencia, mientras que, como queda dicho, Althusser no utiliza una nocin negativa sinoagonstica de ideologa. Quisiera enfatizar la diferencia entre estos dos trminos.

    El concepto de ideologa, entendido en sentido negativo, presupone una realidad real queimprime indefectiblemente su sello en la conciencia. Si entre el individuo y la realidad nomediaran las relaciones sociales, lo nico que habra que hacer sera mirar al mundo paradescubrir su verdad intrnseca. Pero como nuestra mirada se encuentra perturbada porintereses de clase, la verdad del mundo social queda muchas veces oculta a la conciencia.En esta situacin, se hace necesario recurrir a un conocimiento especializado la ciencia que sea capaz de separar la verdad y el error, para mostrarnos aquello que no podemos verpor causa de nuestra inmersin en las contradicciones sociales. El cientista social juegaentonces la funcin del hermeneuta: parte de un texto superficial que considera sintomticode una realidad ms profunda, que se revela como su verdad ltima. Este es el modelo de

    crtica de la ideologa desarrollado por Marx y por el mismo Althusser durante los aoscincuenta y sesenta.

    Pero en los setentas Althusser se aparta de esta nocin negativa y de este modelo decrtica para adoptar lo que hemos llamado una nocin agonstica de ideologa. Aqu lasideologas son vistas como un sistema de creencias que no tienen necesariamente unaadscripcin de clase y que sirven para imputar sentido al mundo y a nuestra praxis en elmundo. Ntese que en este caso las ideologas no son sntomas de una verdad msprofunda, puesto que aquello que los actores sociales tienen por verdadero es un asuntode simple y llana imputacin o voluntad de verdad. Este desplazamiento terico tiene por lomenos cuatro consecuencias importantes, que describir brevemente:

    a) Se rompe con la visin de Marx segn la cual, las ideas dominantes expresan posicionesfijas de clase al interior de la estructura social. Lo que se destaca ahora es el hecho de queuna ideologa no se hace dominante por el simple hecho de reflejar los intereses de unaclase, sino que su ascendencia es un proceso contingente de lucha por el poder de imputarsentido.(4) En otras palabras, y como tambin lo dira Gramsci, para Althusser la ideologa esel campo de lucha por la conquista de la hegemona en el terreno de las representacionessimblicas es decir, de la cultura.

    b) No se puede establecer una contraposicin entre la ciencia y la ideologa puesto que, ens misma, la ciencia es una estructura discursiva que procede mediante la imputacin de

    sentido. Es decir que el problema de la verdad cientfica se define, en ltimas, en el terrenode las polticas del conocimiento. Qu tipo de sentido se imputa a la realidad no es algo quedependa exclusivamente de criterios intracientficos, sino que en ello intervienen criterios deorden moral, econmico y poltico. Tambin la ciencia, en tanto que socialmente preformada,se encuentra preada de ideologa y es objeto de la lucha por la hegemona.

    c) La crtica de la ideologa no utiliza el cdigo binario verdad-error, puesto que una visindel mundo slo puede ser interpelada desde otra visin del mundo. Es decir que la crtica sehace siempre desde un sistema de creencias diferente, que no es ms o menos verdadero

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    que el que se critica, sino ms o menos fuerte. La fortaleza o la debilidad de este sistema decreencias viene dada por la conquista de posiciones de poder en el terreno de la poltica.

    d) El intelectual deja de ser visto como el experto que, en virtud de la autoridad de susaber, posee algo que el pueblo llano jams ha posedo: la llave del acceso a la verdad. Elproblema no es que las masas se encuentren desposedas de conocimientos que lespermitan interpretar su propia praxis, sino que han sido determinadas polticas de la verdadlas encargadas de deslegitimar ese conocimiento y de investir a los expertos con laprerrogativa de ser los nicos intrpretes autorizados de la verdad social.

    Si tuviramos que sintetizar estos cuatro puntos en una sola frmula que vincule lo dicho conel problema de los estudios culturales, diramos lo siguiente: aquello que estudian losestudios culturales no es algo que se encuentre por fuera de la ideologa, ni tampoco algoque pueda ser visto desde una posicin desideologizada. Los estudios culturales expresan,por el contrario, una voluntadde intervencin activa en la lucha contra las prcticas socialesde dominacin y subordinacin, haciendo nfasis en el modo particular en que estasprcticas se manifiestan en el terreno de las representaciones simblicas. Con Jamesonpodramos decir, entonces, que los estudios culturales no pueden ser otra cosa sinopartidistas, porque toda posicin frente a la cultura es, necesariamente, una toma deposicin poltica frente a la naturaleza y los efectos del capitalismo transnacional actual (Elposmodernismo 14).

    3. La guerra de las imgenes: hegemona audiovisual y aparatos ideolgicos

    En los dos apartados anteriores he defendido la tesis de que, en tiempos de globalizacin,los estudios culturales se enfrentan al desafo de retomar sus vnculos con la economapoltica. He procurado mostrar que para asumir este desafo, los estudios culturalesdeberan elaborar un concepto de ideologa lo suficientemente amplio como para servir deinstrumento crtico de la dominacin, pero que les permita, al mismo tiempo, escapar a lascrticas realizadas por pensadores como Foucault, Lyotard y Baudrillard. Apelando a losltimos textos de Louis Althusser he querido descubrir all una nocin agonstica deideologa que, a mi juicio, podra servir para cumplir esta tarea. En esta ltima seccin miargumento estar dirigido hacia el modo en que este concepto agonstico podra resultar tilpara una lectura de los mensajes simblicos que circulan por los medios.

    Quisiera comenzar de nuevo con Althusser haciendo referencia a su famosa teora de losaparatos ideolgicos. Al igual que Marx Althusser piensa que las ideas y lasrepresentaciones mentales no tienen existencia espiritual sino material, en tanto que seencuentran ancladas en instituciones especficas que l denomina aparatos. Un aparato esuna estructura que funciona con independencia de la conciencia de los individuosvinculados a ella, y que puede configurar la subjetividad de esos individuos.(5) Althusserutiliza la palabra francesa dispositifpara enfatizar el hecho de que las motivacionesideolgicas de los individuos se encuentran siempre ligadas a un conjunto annimo dereglas materiales (Ideologa 135, 137).

    Este carcter simbitico entre las normas materiales de un aparato y las motivacionesideolgicas de los sujetos es, precisamente, el que explica por qu razn los aparatosideolgicos no poseen un carcter represivo. Althusser establece una diferencia clara entrelos aparatos represivos y los no represivos, mostrando que los primeros crean perfiles de

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    subjetividad a travs de la coaccin, mientras que los segundos no necesitan de la violenciacoactiva. Aqu, los individuos han internalizado de tal manera las reglas annimas delaparato, que ya no experimentan su sujecin a ellas como una intromisin en su vida privada.

    En su texto Ideologa y aparatos ideolgicos del Estado (116) Althusser menciona ochotipos de instituciones que, a diferencia de los aparatos represivos, no sujeta a los individuosa travs de prcticas violentas sino a travs de prcticas ideolgicas:

    Aparatos religiosos (iglesias, instituciones religiosas)Aparatos educativos (escuelas, universidades)Aparatos familiares (el matrimonio, la sociedad familiar)Aparatos jurdicos (el derecho)Aparatos polticos (partidos e ideologas polticas)Aparatos sindicales (asociaciones de obreros y trabajadores)Aparatos de informacin (prensa, radio, cine, televisin)Aparatos culturales (literatura, bellas artes, deportes, etc.)

    Nos interesa en este momento analizar aquello que Althusser denomina los aparatos deinformacin porque, como ya se dijo, en el capitalismo tardo la cultura medial se haconvertido en el lugar de las batallas ideolgicas por el control de los imaginarios sociales.Por su radio de alcance y por su formato visual, los medios contribuyen en gran manera adelinear nuevas formas de subjetividad, estilo, visin del mundo y comportamiento. La culturamedial es el aparato ideolgico dominante hoy en da, reemplazando a la cultura letrada ensu capacidad para servir de rbitro del gusto, los valores y el pensamiento. La ventaja de lacultura medial sobre los otros aparatos ideolgicos radica, precisamente, en que susdispositivos de sujeccin son mucho menos coercitivos. Diramos que por ellos no circula unpoder que vigila y castiga, sino un poder que seduce. No estamos, por tanto, frente al poderdisciplinario de la modernidad, criticado por Foucault, sino frente al poderlibidinalde laglobalizacin.(6)

    Aplicando lo dicho en el apartado anterior al tema de la cultura medial podramos decir que,en tiempos de globalizacin, los medios son el terreno para el establecimiento del dominiode unos grupos sobre otros, pero tambin son, al mismo tiempo, el terreno apropiado para laresistencia contra ese dominio. En una palabra, los medios son el lugar de lucha por lahegemona cultural. Siendo los medios la principal fuente generadora de ideologas en lasociedad contempornea, su controlse constituye en una clave fundamental para laconsolidacin del dominio poltico. Los medios producen y fortalecen sistemas de creenciasa partir de los cuales unas cosas son visibles y otras no, unos comportamientos soninducidos y otros evitados, unas cosas son tenidas por naturales y verdaderas, mientras queotras son reputadas de artificiales y mentirosas.

    La pregunta que quisiera formular en este punto es la siguiente: de qu modo puedehacerse valer el concepto agonstico de ideologa para reconstruir el puente entre losestudios culturales y la economa poltica, atendiendo al caso especfico del anlisis de losmedios? Estoy convencido de que una ampliacin del concepto de ideologa, tal como hasido sugerida por Althusser, podra resultar muy valiosa para entender cmo las imgenes,figuras y narrativas simblicas que circulan por la televisin construyen representaciones quesirven para reforzar el dominio de unos grupos sobre otros. Estas representacionesideolgicas no son, por su puesto, unitarias, como pensaba el primer Althusser. A travs de

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    los medios se construyen no solo las grandes ideologas econmicas y polticas, sinotambin ideologas de gnero, raza, sexualidad y posicin social que no son necesariamentereducibles unas a otras. Con todo, si hay algo que estructuralmente las unifica es suvinculacin al aparato de produccin y, por tanto, el modo en que tales representacionesideolgicas se inscriben en la competencia de unos medios con otros por seducir a losconsumidores.

    Tomemos como ejemplo el modo en que los medios han servido como escenarios para laconstruccin ideolgica de problemas tales como la corrupcin y la guerra. El proceso 8000revel una polarizacin ideolgica de los medios jams vista en Colombia. All se mostr deforma clara que la lgica del mercado que en tiempos de globalizacin podra traducirsecomo la lgica de la imagen - no se encuentra regida por una mano invisible, sino porvoluntades encontradas que luchan por escenificar su propia visin del mundo. Losnoticieros de televisin en Colombia no son mentes abstractas que, como el cogito deDescartes, sirven para trasmitir a los televidentes ideas claras y distintas, sino que suspertenencias terrenales resultan evidentes. Los dueos de las programadoras ms grandesdel pas no son ni siquiera individuos particulares pues nadie, ni siquiera Pablo Escobar,tendra el poder para escenificar sus intereses de este modo(7) - sino monopolios

    econmicos locales, que a su vez se vinculan con otros monopolios de carcter global.Bastaba cambiar el canal para darse cuenta de que la versin sobre un mismo eventocambiaba segn el noticiero que informaba. Y este cambio puede explicarse aplicando lanocin de ideologa arriba esbozada. Lo que se estaba escenificando en el proceso 8000 erauna encarnizada lucha ideolgica por parte de los grupos econmicos, que vieronamenazada su hegemona cuando el incidente de los dineros calientes sali de su control.

    Me parece, por tanto, equivocado interpretar el proceso 8000 como si los medios estuviesendenunciando una corrupcin que se encontraba por fuera de ellos, en el espacio ilustrado dela poltica o de los partidos polticos. Insistamos en que la globalizacin ha cambiado el lugarde la economa poltica, desplazndola hacia el reino de la imagen y los smbolos. Por ello,

    la llamada corrupcin de la poltica no era algo que estuviese ocurriendo ms all o msac del espacio de los medios, sino que los medios mismos estaban generando unaspolticas de la representacin respecto al sentido que haba que imputrsele a esacorrupcin. El juego de poderes y contrapoderes se estaba jugando en los medios y no porfuera de ellos. Ampliando la reflexin diramos que la corrupcin de la que hablan los mediosno es algo en-s, sino que es una representacin ideolgica de segundo grado. Los cdigosmorales vigentes en una sociedad - o en un sector de ella crean un juicio respecto de unaconducta a la que denominan "corrupcin" y lo convierten en naturaleza segunda, como espropio de toda ideologa. Los medios, a su vez, escenifican la lucha por imputar un sentidoadicionala ese juicio moral, convirtindolo en naturaleza ya no segunda sino tercera.

    Algo parecido podra decirse respecto al manejo que los medios estn dando al problema dela guerra en Colombia. La opinin generalizada es que las imgenes de los cuerposmutilados transmitidas por los medios hablan por s mismas y son, por ello, capaces dehorrorizarnos. Esto es cierto solamente en parte. Que un cuerpo mutilado produzca ennosotros un sentimiento denominado horror y que valoremos esa visin como algorepugnante e indigno, es un juicio ideolgico que, gracias a un largo proceso dedecantacin histrica, ha llegado a convertirse en naturaleza segunda. Pero de ser plausiblelo dicho anteriormente, podramos afirmar que los cuerpos mutilados que vemos portelevisin no hablan por s mismos. Ellos son obligados a hablar de uno u otro modo, segn

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    los intereses econmicos y polticos de las programadoras. Todo depende del modo en quees escenificada la noticia. En una situacin puramente ideal, la imagen televisiva de uncuerpo mutilado podra ser interpretada por un personaje entrevistado como un actoterrorista, como una accin represiva del estado o como una prueba de que el pasnecesita de mano dura para terminar con el conflicto. Hablo de una situacin idealporque, en realidad, el entrevistado es casi siempre un miembro del gobierno o un generaldel ejrcito, aunque ltimamente las autodefensas estn recibiendo bastante pantalla por

    parte de los medios.Lo que quiero decir es que el significado de un cuerpo mutilado ya no se juega hoy en da enel mbito cotidiano del mundo de la vida, sino en el escenario sistmico de los medios,para utilizar las categoras desarrolladas por Habermas. Y en este mbito sistmico, lo quecuenta no es la accin comunicativa, sino el modo en que una representacin ideolgica esproducida, montada, seleccionada y presentada como naturaleza tercera, de acuerdo adispositivos globales de poder. La guerra de las imgenes sobre la guerra ser ganada poraquel grupo que utilice mejor el poder libidinal para imputar sentido, es decir, que ponga enmarcha todos los mecanismos seductores de la imagen para lograr el consentimiento nocoercitivo de los consumidores.

    Teniendo en cuenta todo lo anterior, discrepo con la opinin de algunos analistas culturales,para quienes los medios de comunicacin han servido para ampliar considerablemente elespacio de lo pblico y se convierten, por tanto, en instrumentos de la democracia. Losmedios seran algo as como el gora posmoderna, en donde es posible debatir todas lasopiniones, discutir todos los intereses e interactuar con todas las posiciones ideolgicas. Losmedios aparecen de este modo como espacios neutros para la formacin de la ciudadana.Me parece que esto es justamente lo que ocurre cuando los estudios culturales abandonanel concepto de ideologa. Entonces se muestran incapaces de tender los lazos con laeconoma poltica y de mostrar que la informacin es precisamente eso: in-formar, esto es,dar forma ideolgica a una materia preexistente. Una forma ideolgica que, como heprocurado demostrar, se encuentra vinculada con imperativos estructurales de carcterglobal.

    Notas

    (1) Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, de la Pontificia UniversidadJaveriana - Bogot.

    (2) Esto significa que la ideologa cumple una funcin social que no puede ser reemplazadapor la ciencia. No es posible imaginar una sociedad en la que no existan ideologas nisiquiera la sociedad sin clases de la que hablaba Marx -, ya que sin representacionessimblicas la vida de los hombres carecera de sentido prctico (La revolucin 192). Por eso,

    Althusser afirma que las ideologas no tienen historia, lo cual no quiere decir que la historiade las ideologas acontezca por fuera de ellas, como afirmaba Marx, sino que su funcinsocial no est ligada a ninguna clase y a ninguna formacin histrica en particular. Lo quecambia con el tiempo no es la ideologa como tal, sino las configuraciones histricas de laideologa. Esto permite a Althusser defender la osada tesis de que la ideologa, como elinconciente, es eterna: Creo poder afirmar que la ideologa en general no tiene historia, yesto no en un sentido negativo (su historia acontece fuera de ella) sino en unocompletamente positivo. Este sentido es positivo si es verdad que lo propio de la ideologa es

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    el estar dotada de una estructura y de un funcionamiento tales que la convierten en realidadno histrica, es decir, omnihistrica en el sentido de que esta estructura y estefuncionamiento estn bajo una misma forma inalterable, presentes en lo que se llama lahistoria entera [...] Si eterno significa no lo trascendente a toda historia sino lo omnipresente,lo transhistrico y por tanto inmutable en toda la extensin de la historia, tomo entoncespalabra por palabra la expresin de Freud y escribo: la ideologa es eterna tal como elinconciente (Ideologa 130-131).

    (3) Paul Ricoeur seala que en la teora althusseriana de las ideologas existe un fuertecomponente nietzscheano. La ideologa es irremplazable porque los hombres necesitan daralgn sentido a sus vidas y este sentido no lo puede proporcionar la ciencia. En otraspalabras: necesitamos ilusiones que nos permitan soportar la dureza de la vida. Lasideologas cumplen entonces una importante funcin vital, pues son intentos de dar sentido alos accidentes de la vida y a los aspectos ms penosos de la existencia humana. Lasideologas son ilusiones necesarias para la supervivencia (Ricoeur 56).

    (4) Esto significa, a su vez, que la unidad de un grupo de personas no es construida por supertenencia a un modo de produccin, como pensaba Marx, sino al modo particular en queasumen una ideologa.

    (5) Como bien lo anota Paul Ricoeur en sus comentarios al concepto de ideologa enAlthusser: For Althusser the concept of action is too anthropological; practice is the moreobjective term. Finally, it is only the material existence of an ideological apparatus whichmakes sense of practice. The apparatus is a material framework, within which people dosome specific things (Ricoeur 63).

    (6) Este argumento lo he desarrollado con amplitud en otro lugar (Castro-Gmez 2000).

    (7) Bourdieu ha mostrado que el poder no depende solo de la posesin de capitaleconmico, sino tambin del acceso privilegiado al capital social y cultural.

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