Era Un Giorno-finale

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poema a Salva

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A Salvatore P., mi maestro y amigo

Hace mucho que ya no creo en la muerte, pero qu difcil es simplemente observar aquello que en mi se obstina en creer y sentir que ha sido abandonado.

Era un da a fines de otoo pero en Roma, como de costumbre, pareca primavera y l llevaba puesto la camisa celeste de lino. Habamos terminado de almorzar. De pie, frente a las tazas de caf apoyadas en un mostrador improvisado al lado del bar, habl de Miau, su gato irreverente, de cmo aqu a los gatos se los mima como a nios, mientras en tantas otras partes del mundo a los nios se los trata como a animales. De cmo nuestros hijos tienen tanto, demasiado y demasiado hace mal porque confunde. De qu bueno es tener slo lo necesario y, si es posible, menos an: nada, para no cargar con pesos, pensamientos intiles - lo dijo con la mirada encendida mostrando las manos abiertas. Luego fijamos la fecha del encuentro: el primero de dicembre.Qu vas a hacer este fin de semana? Voy a ir a Montecchio, respondi.

Desde haca un tiempo se lo vea distinto, leve, contento. Pasaba entre las personas rozndolas apenas, la sonrisa pronta, se informaba acerca de lo necessario, ofreca una palabra opportuna y se iba. El tiempo es precioso para quien sabe y el saba. El sueo era claro, como puede ser claro un sueo que tiene el sabor de la certezza profunda: el objeto se haba roto, como se haba roto la cartera gastada que la anciana apretaba al pecho mientras repeta obsesionada: No hay ms nada que hacer, no hay ms nada que hacer El tiempo, y lo que se hace con l, es por dems precioso para quien, sabiendo de haber poco, trata de plasmar un poco ms para poder completar su obra.

Esa tarde, cuando el ngel lleg, inesperado y prepotente, a cumplir con su mandato, l lo reconoci al instante. Miedo. All, entre la mirada de imgenes, estaban sus mujeres, la ninfa de la piel tersa y la cervatilla de la voz oscura, y las am como nunca antes. Pasin. En algn lugar una pantera dorada interrumpi la carrera de su eterna presa, una diosa dej caer la tnica para entrar en la fuente, un guerriero antiguo se despoj de la piel de oso che le cea el pecho para afrontar mejor la batalla. Exaltacin. Despleg con arte la esfera de luz a su alrededor y parti. La aceleracin le quit el respiro. Raptus divino.

Una vez ms el Rey Pacal de Palenque dirige su nave hacia el destino che ha construido con tanta premura.

Aquel fin de semana a Montecchio fuimos tantos a acompaar bien poco: un corazn quebrado en un vehculo ya superfluo.

El primero de dicembre Dani H. vino a Roma para tener el encuentro con nosotros y juntos agradecimos.

Mnica B.Roma, 4 de diciembre 2001