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En Defensa de la Revolución Rusa Una Respuesta a la Escuela Post-Soviética de Falsificación Histórica Por David North Estas dos conferencias fueron pronunciadas en la Universidad de Michigan Ann Arbor los días 11 y 18 de Abril de 1995 Contenido Una nueva escuela de Falsificación Histórica........................................................1 Octubre de 1917. ¿Golpe de Estado o Revolución?.............................................15 Una nueva escuela de Falsificación Histórica En una serie de artículos que aparecieron recientemente en un periódico radical, Mr Alan Wald, profesor de esta Universidad que incluso se considera a si mismo socialista, ha escrito que los jóvenes activistas no están interesados en el Trotskismo y lo consideran fuera de propósito. El cita esto como prueba decisiva del completo fracaso del Trotskismo en los Estados Unidos. Su argumento consiste en que la actitud de los jóvenes activistas prueba que ha llegado la hora de enterrar el Trotskismo para siempre. Ahora bien, aún si la falta de interés que Mr Wald atribuye a los jóvenes activistas estuviera extendida tan ampliamente como él supone, los que nos consideramos Trotskistas no estamos inclinados a sacar las mismas conclusiones. La validez de un programa político no está determinada por la amplitud de su popularidad en un momento determinado. Esto es cierto hoy, especialmente en la presente situación en la que existe una profunda crisis de cultura política. El clima intelectual está estancado y los jóvenes han crecido en un ambiente social que, incluso para los estandars americanos, está caracterizado por un grado excepcional de ignorancia histórica y atraso político. Los jóvenes no son responsables de esto, pero hasta el punto de que su actitud ha sido formada por el ambiente político y social, es necesario elevar su consciencia histórica y política. Por esto, ellos necesitan ser, no menos sino más, expuestos al Marxismo clásico, cuyo método científico y tradiciones históricas están expresadas en el movimiento Trotskista.

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En Defensa de la Revolución Rusa

Una Respuesta a la Escuela Post-Soviética de Falsificación Histórica

Por David NorthEstas dos conferencias fueron pronunciadas en la Universidad de MichiganAnn Arbor los días 11 y 18 de Abril de 1995

Contenido

Una nueva escuela de Falsificación Histórica........................................................1

Octubre de 1917. ¿Golpe de Estado o Revolución?.............................................15

Una nueva escuela de Falsificación Histórica

En una serie de artículos que aparecieron recientemente en un periódico radical, Mr Alan Wald, profesor de esta Universidad que incluso se considera a si mismo socialista, ha escrito que los jóvenes activistas no están interesados en el Trotskismo y lo consideran fuera de propósito. El cita esto como prueba decisiva del completo fracaso del Trotskismo en los Estados Unidos. Su argumento consiste en que la actitud de los jóvenes activistas prueba que ha llegado la hora de enterrar el Trotskismo para siempre.

Ahora bien, aún si la falta de interés que Mr Wald atribuye a los jóvenes activistas estuviera extendida tan ampliamente como él supone, los que nos consideramos Trotskistas no estamos inclinados a sacar las mismas conclusiones. La validez de un programa político no está determinada por la amplitud de su popularidad en un momento determinado. Esto es cierto hoy, especialmente en la presente situación en la que existe una profunda crisis de cultura política. El clima intelectual está estancado y los jóvenes han crecido en un ambiente social que, incluso para los estandars americanos, está caracterizado por un grado excepcional de ignorancia histórica y atraso político. Los jóvenes no son responsables de esto, pero hasta el punto de que su actitud ha sido formada por el ambiente político y social, es necesario elevar su consciencia histórica y política. Por esto, ellos necesitan ser, no menos sino más, expuestos al Marxismo clásico, cuyo método científico y tradiciones históricas están expresadas en el movimiento Trotskista.

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Sin embargo, existen razones para desconfiar en la indiferencia y desprecio que Wald atribuye a la juventud. Nuestra reciente experiencia ha demostrado objetivamente que la juventud está buscando respuesta a los problemas sociales de nuestro tiempo y de nuevo buscan la solución de esos problemas en la historia. Los 225 estudiantes que asistieron al discurso del profesor Vadin Rogovin aquí en la Universidad de Michigan el mes pasado demuestra que hay un renovado interés en el mayor acontecimiento político del siglo veinte, la Revolución Rusa. Y donde hay interés en los problemas de la Revolución Rusa, inevitablemente habrá interés en las ideas políticas que están relacionadas con el nombre de Leon Trotski.[1]

Cuando leo los artículos de Wald, recuerdo un aspecto de la disertación del profesor Rogovin el mes pasado que me impresiono significativamente: la casi completa ausencia del profesorado. Creo que no había más de tres o cuatro miembros de la Facultad presentes al discurso. Esto contrasta con la gran asistencia de miembros de la Facultad al discurso del reaccionario alcalde de S. Petersburgo, Anatoli Sobchak, la semana anterior. Este hombre es un racista reconocido que como alcalde ha presidido sobre el empobrecimiento de la población trabajadora de esa ciudad. Sobchak incluyó en su discurso una sucia diatriba contra los no rusos que habitan en S.Petersburgo. Pero ni un solo miembro de la Facultad se levantó para condenar sus observaciones.

Posiblemente haya razones especiales aquí en la Universidad de Michigan que justifiquen el hecho de que Anatoly Sobchak en Febrero 28 y Vadim Rogovin una semana más tarde recibieran tan distinta recepción. Quizá se dé el caso que las relaciones entre la comunidad comercial, la cual especula fuertemente en el aumento de los negocios capitalistas en Rusia, y el departamento del colegio responsable de estudios rusos, es excepcionalmente buenas.

Pero indudablemente esto es el reflejo de un amplio y general problema. Contra las declaraciones de los medios de información y de los políticos burgueses, difícilmente se puede decir que las Universidades y los Colegios en los Estados Unidos sean centros de pensamiento subversivo. Por el contrario, durante los últimos quince años el ambiente intelectual se ha vuelto crecientemente derechista y esta tendencia se ha acelerado con el colapso de la Unión Soviética. La descomposición de la Unión Soviética ha provocado una explosión de literatura proclamando que el hundimiento de la Unión Soviética en 1991 fue la consecuencia inevitable de la Revolución de Octubre; que toda la historia y prehistoria de la Unión Soviética, empezando por los orígenes del bolchevismo en 1903 y la Revolución Rusa en 1917 fue el despliegue de una empresa criminal; y, finalmente, que la historia de los 74 años de la Unión Soviética representaron una desviación perversa del curso "normal" de la historia. No pretendo sugerir que todos los análisis de la historia soviética adoptan ese punto de vista. Hay muchas excepciones admirables, pero los trabajos de historiadores serios son mucho menos conocidos.

Permitidme repasar algunos de los conceptos presentados por historiadores reaccionarios contemporáneos. El profesor Rogovin se refirió a la obra del historiador ruso Dmitri Volkogonov, quien representa legiones de ex-oficiales soviéticos y académicos, quienes desde que se hundió la Unión Soviética se convirtieron en anticomunistas delirantes, sin mostrar ningún signo de conflicto intelectual.

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Me gustaría citar dos de las más conocidas obras en los EEUU que describen la Revolución Rusa como una aberración criminal e insensata del curso "normal" de la historia. Richard Pipes es un catedrático de historia en la Universidad de Harvard. La esencia de su argumento es que la Revolución Rusa fue una conspiración clandestina organizada por un pequeño grupo de intelectuales con ansias de poder sin ningún apoyo entre las masas. Al final de su segundo tomo dice:

"La intelectualidad, que hemos definido como intelectuales con ansias de poder, eran completamente hostiles al orden existente. Nada de lo que el régimen zarista hiciera, a no ser el suicidio mismo, les habrían satisfecho. Eran revolucionarios, no para mejorar las condiciones de vida de la población sino para conseguir el dominio sobre el pueblo y modelarlo a su propia imagen.

"Cualquiera que fueran sus agravios, real o imaginarios, las masas ni necesitaban ni deseaban una revolución. El único grupo interesado en la revolución era los intelectuales. En énfasis en el supuesto descontento popular y conflictos de clase se deriva más de pre-conceptos ideológicos que de hechos reales, es decir, de la desacreditada idea de que acontecimientos políticos son siempre in en todas partes producidos por los conflictos socio-económicos; que éstos son sólo espuma en la superficie de las corrientes que realmente guían el destino humano. (Rusia bajo el Régimen Bolchevique, pags 495 a 497).

La posición de Pipes está bien clara. Se opone a interpretaciones históricas basadas en el análisis de las fuerzas socio-económicas, es decir de clases. Desde su punto de vista revoluciones sociales son siempre ilegítimas. Pipes niega que las revoluciones deban ser estudiadas como un fenómeno social objetivo que surge de la compleja interacción de contradicciones sociales y económicas a escala nacional e internacional. En otras palabras, las revoluciones deben ser denunciadas y condenadas, no comprendidas y explicadas. Los revolucionarios como Lenin y Trotski son pintados en tales obras como perversos manipuladores, quienes de alguna forma y por razones que no se pueden comprender razonablemente, se las arreglaron para mezclar a millones de personas en sus funestos planes. [2]

Al exponer esta opinión, Pipes se ve obligado a rechazar los hechos históricos que él y otros ideólogos derechistas desdeñan. Por ejemplo, dice que la clase obrera rusa no jugó un papel significativo en la revolución. Esto es como decir que los sansculottes no jugaron un papel importante en la Revolución Francesa. Si algo fue obvio para todo el mundo en 1917, fue que la gran fuerza social tras los acontecimientos que llevaron a los bolcheviques al poder fue la clase obrera rusa quien, a pesar de su relativamente reducido número en comparación con toda la población, pudo jugar el papel principal en los acontecimientos revolucionarios, debido a su concentrada posición estratégica en la industria rusa.

Durante la última década, honestos pero poco conocidos historiadores han llevado a cabo una importante investigación que ha suministrado una gran información acerca de la clase obrera rusa y el desarrollo de la influencia de los bolcheviques en las fábricas y otros lugares de trabajo. Pipes reconoce estos descubrimientos pero los rechaza. Pipes escribe:

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"Hordas de estudiantes graduados, dirigidos por sus profesores en la Unión Soviética, así come in el Oeste, in particular en los Estados Unidos, han registrado diligentemente y con minuciosidad anuales históricos con la esperanza de desenterrar pruebas de radicalismo obrero en la Rusia pre-revolución. El resultado ha sido pesados tomos llenos de acontecimientos y estadísticas sin sentido, que lo único que prueban es que mientras que la historia es siempre interesante, los libros históricos pueden ser sosos y aburridos. (Ibíd., pag 494).

Es extraña la referencia de un supuesto "historiador" a acontecimientos y estadísticas como "sin sentido". Uno tiene el derecho de sacar la conclusión de que Pipes emplea esta descripción para justificar su rechazo sujetivo de todo lo que contradiga sus conceptos de derechas y objetivamente insostenibles.

Permitidme referirme aquí a una observación extremadamente importante hecha por el profesor Rogovin. El hizo una distinción entre una evaluación de acontecimientos históricos guiada por teoría y basada en la consistente aplicación de metodología científica, y la mera opinión. Yo estoy sinceramente de acuerdo con la crítica que hizo el profesor Rogovin al extendido concepto que existe en los EEUU de que todas las opiniones sobre el pasado son sólo expresiones de criterios personales y que son todas igualmente válidas. Subrayando este superficial punto de vista democrático está el concepto de que cuando se trata de acontecimientos históricos es imposible establecer la verdad objetiva. El pasado, según esta idea popular, es algo sobre lo cual todo el mundo tiene el derecho a tener su propia opinión.

Ahora bien, para que nadie acuse a los Marxistas de ser antidemocráticos, permitidme inmediatamente poner en claro que no deseamos privar a nadie del derecho de tener opiniones, por muy estúpidas que sean. Sin embargo insistamos que hay una gran diferencia entre una opinión acerca de un acontecimiento pasado y un concepto científico de sucesos históricos. En su "Historia de la filosofía" el gran Hegel pregunta: "¿Qué puede ser más inútil que aprender una serie de simples opiniones? Y qué puede ser menos importante?" Abogando por un examen científico del desarrollo histórico del pensamiento filosófico, en contra de una serie de juicios subjetivos acerca de este o aquel pensador, Hegel explica: "Una opinión es un concepto subjetivo, un pensamiento incontrolado, una idea que se me puede ocurrir a mí en una dirección u otra, una opinión es mia.... Pero la Filosofía no posee opiniones, porque no existe tal cosa como opiniones filosóficas. Cuando escuchamos a un hombre hablando de opinión filosófica, incluso si es un historiador de filosofía, inmediatamente detectamos esa falta de educación fundamental. La Filosofía es la ciencia objetiva de la pura verdad, es la ciencia de la necesidad, de conseguir erudición, y no una opinión o la producción de opiniones." ( G.W.F. Hegel, History of Philosophy. The Humanities Press, vol I, pag 12). [3]

Ahora sí, esto no significa que el estudio y la evaluación de la historia permita solamente una interpretación de un conjunto de hechos. Procesos históricos complejos generan disputas y controversias por su propia naturaleza. El propósito de obras intelectuales serias no es eliminar los conflictos e imponer una interpretación uniforme. Pero lo que la investigación histórica seria debe tratar de alcanzar es, como sugiere Hegel, un mayor y más profundo conocimiento de la lógica objetiva y de la interconexión de los hechos bajo

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investigación. Una vez mas, en respuesta a los vulgarizadores y falsificadores del Marxismo, esto no quiere decir que hay que producir una historia que proclame que este Hecho 'A' ocurrió, y sólo podía haber ocurrido, de esta manera y en esta fecha. El curso de la Historia consiste en la más compleja, fascinante y entrelazada trama de necesidades y de perversión de accidentes. Lejos de imponer una visión monocromática, el Marxismo permite una más rica comprensión de los sutiles matices del proceso histórico.

Volvamos a los historiadores reaccionarios, quienes, como veremos en la obra del próximo autor, tienen un extraordinario y anti-histórico concepto del desarrollo de la humanidad en general y de la Revolución Rusa en particular. En su obra The Soviet Tragedy (La tragedia soviética) Martin Malia proclama que el hundimiento de la Unión Soviética fue producido inexorablemente por las aspiraciones socialistas de la Revolución Rusa.

El dice: "el fracaso del socialismo integral no proviene de haber sido intentado por primera vez en un país inadecuado, Rusia, sino de la idea socialista en sí. Y la razón de este fracaso es que el socialismo, como completamente no-capitalismo, es intrínsecamente imposible. Porque la eliminación de la propiedad privada, de beneficios y del mercado es equivalente a suprimir la sociedad civil y toda autonomía individual.... Ello se convierte, en esfuerzo, en tratar de suprimir el mundo real y esto es algo que no puede tener éxito a la larga. (Free Press pag 225).

La historia escrita de la humanidad abarca de 5.000 o 6.000 años; la historia no escrita de nuestra especie data alrededor de 30.000 o 40.000 años. Pero la historia entera del capitalismo como sistema económico data de no más de 5 o 6 siglos y la historia del capitalismo industrial está limitada a poco más de dos siglos. Por la cronología del desarrollo humano está bien claro que los seres humanos han vivido bajo gran diversidad de sistemas socio-económicos. Somos homo sapiens no homo capitalistus. El capitalismo no es más intrínseco para nuestra esencia humana que el feudalismo o la esclavitud. Malia, que no puede concebir un mundo sin bolsa de valores, acciones, bonos de fianza y derivativos, reproduce de forma contemporánea la reaccionaria perspectiva de los clérigos apologistas del feudalismo quienes, no hace tanto tiempo, se opusieron a la democracia burguesa sobre la base de que la división de la sociedad en estados rígidamente definidos, correspondía al orden divino, gobernado por Dios sobre una jerarquía celestial que se extendía desde los ángeles y los arcángeles a los querubines y serafines.

Si la historia nos enseña algo, es que la humanidad está continuamente ocupada en un proceso de evolución social. Afirmar, como lo hace Malia, que la ecolución más allá del capitalismo es imposible y que la propiedad, los beneficios y el mercado representan la conquista definitiva y la forma final de la existencia humana es burlarse de la Historia.

El corto siglo veinte

En las obras de Pipes y Malia no nos enfrentamos a la historia sino a una cruda ideología. No valdría la pena comentar sobre estas obras si no fuera por el hecho de que reflejan el criterio predominante en los medios de información y en los Colegios y Universidades acerca de la Revolución Rusa. Como dijo Trotski: "En tiempos de reacción política, la ignorancia enseña los dientes.

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Paralelamente a las obras que condenan la Revolución de Octubre hay algunas que ponen la siguiente línea: "Cualquiera que sea la legitimidad de la Revolución Rusa de 1917, su fracaso final ha asestado un pasmoso golpe al Marxismo. Incluso si las acciones de los bolcheviques podían ser justificadas en el contexto de 1917, el hundimiento de la Unión Soviética debe ser visto como el final definitivo de una era histórica donde la revolución socialista basada en la clase obrera podía ser imaginada como una alternativa al capitalismo. Con el final de la Unión Soviética en 1991, el libro del "corto" siglo veinte que empezó en 1914 con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el acontecimiento que hizo estallar la Revolución Rusa, se ha cerrado. Por lo tanto la Revolución Rusa pertenece a un mundo remoto, es decir, a otro siglo, a otra edad cuyos problemas son muy distintos a los nuestros. Mientras el Marxismo puede continuar siendo una asignatura de interés escolar, tiene poco que decir acerca de problemas que confronta la humanidad según entra el siglo veintiuno. Pase lo que pase en la nueva era, es improbable que derive lecciones y aún menos inspiración de la Revolución Rusa.

Esta es, en resumidas cuentas, el criterio central de un libro publicado recientemente, "La era de los Extremos" (The Age of Extremes), de E. J. Hobsbawn. Su obra es más seria que las de Pipes y Malia. Pero la tesis que presenta es más bien superficial. No esta necesariamente erróneo definir a un siglo, con el propósito de aclaración intelectual, de otra forma que la formalmente correcta de los 100 años. El calendario no tiene propiedades ocultas y no determina el curso de los acontecimientos históricos. Hay historiadores, y creo que Hobsbawn se encuentra entre ellos, que declaran que el siglo diecinueve empezó, en términos políticos con la Revolución Francesa en 1789, y hay otros que insisten en que el siglo dieciocho no llegó a su fin hasta la derrota final de Napoleón y el Congreso de Viena en 1815.

El hundimiento de la Unión Soviética es sin duda alguna un gran hito histórico. Pero el problema es que Hobsbawn dice mucho más que eso. Este no es el lugar de examinar detalladamente los conceptos políticos que inspiran mucho de lo que escribe Hobsbawn. Pero debemos señalar que Hobsbawn fue, durante muchos años, uno de los principales representantes intelectuales del Partido Comunista Británico. Y aún hoy continúa siendo un defensor del Stalinismo, lo cual colorea fuertemente su interpretación de la historia de este siglo. En primer lugar y de una forma esencialmente falta de sentido crítico, Hobsbawn identifica al socialismo con el estado soviético en todas sus formas de existencia entre 1917 y 1991. Como dice, en un pasage particularmente ofensivo: "para los partidarios del socialismo mundial, la Unión Soviética era "the only game in town" (la única cosa que existía). Hay que decir que esto evidentemente no es cierto. Como Hobsbawn muy bien sabe, pero no se molesta en publicarlo en su libro, la lucha de los trotskistas contra el estalinismo estaba centrada precisamente en la traición de la burocracia soviética de la causa del socialismo internacional. Significativamente, con su identificación completa de la Unión Soviética con el socialismo, Hobsbawn se acerca mucho a la posición de Malia, quien rechaza cualquier tentativa de diferenciar el estalinismo del socialismo, basándose en que la Unión Soviética era la real moneda del socialismo. Desde luego, las intenciones de Hobsbawn son diferentes de las de Malia. Pero su identificación general de la Unión Soviética con el socialismo es el centro de su tesis : que el final de la Unión Soviética, y con ello el cierre del "corto siglo veinte", representa el final del socialismo. De aquí se

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deriva la conclusión de que el Marxismo y el socialismo tienen poca pertinencia para el nuevo mundo del siglo veintiuno.

La tesis de Hobsbawn del "corto siglo veinte" trivializa en vez de aclarar. A pesar de la importancia de este acontecimiento político, el final de la Unión Soviética no representa tal profundo freno del curso del desarrollo histórico como Hobsbawn y la mayoría de los comentadores burgueses afirman. En primer lugar, el Estado que se hundió en Diciembre de 1991, ya hacia tiempo que había cesado de representar algo que pudiera ser remotamente identificado como socialismo, al menos lo que Lenin hubiera entendido por tal término. En segundo lugar, a pesar de los bruscos cambios en la alineación geopolítica e inter-estatal producidos por el hundimiento de la Unión Soviética, es difícil asegurar que estamos contemplando el nacimiento de un "Nuevo Orden Mundial". Más bien, el final de la Unión Soviética parece más ser parte de la prolongada agonía del " Viejo Orden Mundial”. En realidad, la alineación política que se ha producido en el periodo post-soviético sugiere un retorno a las normas de conflictos interimperialistas pre-1917 más que el punto de partida hacia algo radicalmente nuevo. Las tensiones y conflictos que dominan el mundo de hoy, recuerdan horripilantemente las condiciones que predominaban en las vísperas de la Primera Guerra Mundial. En vez de terminar antes de tiempo, el siglo veinte parece estar bien vivito y coleando.

Durante este siglo ha habido cambios asombrosos, peor, mirado desde el punto de vista de los problemas políticos que dominan la sociedad económica y social, el mundo de 1995 no está tan lejos del mundo de 1900 como se pudiera inicialmente imaginar. Ha habido asombrosos cambios en tecnología que han impactado sobre casi todos los aspectos de la vida social. Hoy vivimos en un mundo que habria sido inconcebible al principio del siglo, un ambiente verdaderamente internacional. Ninguna parte del mundo habitado está más lejos de uno o dos días de viaje. Podemos establecer comunicación electrónica con casi todos los lugares de la tierra. Y sin embargo -- y esto se puede considerar como la mayor tragedia de nuestra época histórica -- el siglo veinte está llegando a su fin oficial sin haber podido solucionar ninguno de los problemas que se planteaban en su principio.

A pesar de todas las transformaciones tecnológicas, la estructura social de la sociedad y la base de la vida económica siguen siendo las mismas que en 1900. Hoy, igual que a principios de este siglo, el principio que guía la vida social, aunque permanezca oculto, es el conflicto entre el capital y el trabajador. La extracción de plusvalía, a través de la explotación de la fuerza de trabajo de la clase obrera, continúa siendo la base del modo de producción capitalista. Por supuesto, ha habido grandes cambios en el tamaño y composición de la población mundial desde principios de siglo. Ha habido una gran disminución en el número y el significado del campesinado. Pero este cambio representa el crecimiento social y el papel económico de la clase obrera a escala mundial y con ello, el creciente conflicto entre la burguesía y el proletariado.

El hundimiento de la Unión Soviética, que en realidad fue sólo el último capítulo de las décadas de traiciones del régimen estalinista a la clase obrera rusa e internacional, ha contribuido enormemente a la desilusión y desorientación de la clase obrera. Combinado con las traiciones de los sindicatos y los partidos reformistas a la clase obrera en los países capitalistas desarrollados, mirado a simple vista parece que el capitalismo es ahora más

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potente que nunca antes en su historia. Toda la perspectiva histórica del socialismo, comprometida por tan largo tiempo ante los ojos de millones de personas por los crímenes del estalinismo, parece haber perdido su valor para muchos.

Pero, a pesar de toda la confusión creada por acontecimientos que no son fácilmente comprensibles, aun quedan las contradicciones del sistema capitalista que, contrario a la sabiduría del momento, han alcanzado un grado de intensidad sin precedente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Las diarias convulsiones de los cambios monetarios, la intensificación de los conflictos entre las mayores potencias imperialistas y, sobre todo, el creciente empeoramiento de las condiciones sociales de amplias masas de la clase obrera y de la clase media, presagian la aparición de una crisis revolucionaria.

El siglo veinte aun no ha llegado a su conclusión. todavía vivimos en la misma época que produjo la Revolución de Octubre, y esos inteligentes historiadores que afirman lo contrario son tan cortos de vista como los que construirían sus casas al pie del volcán Vesuvio. Este siglo de guerras y revoluciones aun no ha visto su última erupción.

Es pues desde este punto de vista que nosotros emprendemos el estudio del origen político e ideológico de la Revolución Rusa.

El panorama histórico:

El capitalismo Europeo en su apogeo

Hace casi exactamente 100 años, el 5 de Agosto de 1895, murió Federico Engels, el gran colaborador de Carlos Marx, a la edad de 74 años. Había sobrevivido a Marx por 12 años y vivió bastante tiempo, no sólo para completar la edición del segundo y tercer volumen de "Das Kapital" sino también para presenciar la sorprendente ascensión de los partidos de masa obreros en Europa que estaban inspirados en el Marxismo, especialmente el Partido Social Demócrata alemán. Pero especialmente desde la muerte de Marx, el capitalismo había experimentado una gran expansión mundial. Los años entre 1873 y 1893, aunque caracterizados por una depresión en los beneficios, logró un aumento inmenso en la productividad del trabajo y extendió por todo el mundo ese avance de la producción industrial. A pesar de su aparente contradicción, había una profunda y lógica conexión entre la depresión de beneficios por un lado y el crecimiento explosivo de la productividad. Marx explicó las razones: la presión sobre la proporción de beneficios dio el impulso objetivo para el desarrollo de la tecnología y la expansión mundial del capitalismo. En efecto, un similar proceso se pudo observar exactamente un siglo después. Las severas recesiones de los años 70 y principios de los 80 que hicieron caer a plomo los beneficios dieron el impulso objetivo a los asombrosos cambios en la organización del capitalismo internacional que está asociada con la introducción de la tecnología de ordenadores en todos los aspectos de la producción y las comunicaciones. [4]

El final de la depresión de precios y beneficios poco antes de morir Engels inauguró una era de prosperidad y crecimiento económico sin precedentes en la historia mundial. Casi medio siglo después de que Marx y Engels redactaran el Manifesto Comunista, el capitalismo parecía, al menos superficialmente, poseído de un irresistible e inextinguible dinamismo.

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En esta época nacieron las modernas corporaciones y se impuso una producción altamente racionalizada basada en métodos científicos de organización y cálculo. Por primera vez el trabajo de oficina se convirtió en un fenómeno de masas y en un aspecto cotidiano de la actividad económica. Aparecieron, o estaban a punto de aparecer, los inventos importantes que iban a ser característicos de la vida moderna, así como el teléfono, el automóvil, el avión y el cine. Las enseñanzas de Marx y Engels habían explicado que las contradicciones internas del sistema capitalista producirían una crisis catastrófica que proveería las condiciones objetivas para una revolución socialista. Durante la prolongada depresión de las décadas de 1870 y 1880, el rápido crecimiento del movimiento obrero parecía justificar ese análisis. Pero con al final de la depresión a principios de los años 1990 y el brusco aumento del nivel de vida de amplios sectores de la clase media, e incluso de la clase obrera, aparecieron dudas acerca de la viabilidad de las perspectivas revolucionarias de Marx y Engels. El individuo que principalmente expresó esas dudas en la primera gran crisis del Marxismo, fue un hombre que había estado asociado con Engels durante los últimos años de su vida, Eduard Bernstein. [5]

Bernstein se vio obligado a huir de Alemania debido a las leyes anti-socialistas de Bismarck, y después de permanecer un tiempo en Suiza, se instaló en Inglaterra. Allí cayó bajo la influencia de los Fabians que basaban su actividad en la convicción de que el socialismo podía ser realizado a través de un largo proceso de reformas parlamentarias y de un amplio y próspero movimiento sindicalista que no tenía el mínimo interés en derrocar revolucionariamente el capitalismo Británico. [6]

A mediados de los años 1890 ya había señales de que la pasión revolucionaria de Bernstein iba disminuyendo. Pero fue después de la muerte de Engels cuando empezó a expresar sus dudas públicamente acerca de los principios básicos del Marxismo. Finalmente, en Enero de 1898, Bernstein lanzó claramente su desafío en el periódico Die Neue Zeit de la Social Democracia Alemana, publicando una serie de artículos donde puso en duda todos los conceptos esenciales del Marxismo.

Bernstein argumentó que, contrario a lo señalado por Marx y Engels, el capitalismo no iba guiado hacia el desastre por sus contradicciones internas. El sistema había demostrado ser capaz de inventar "medios de adaptación" tales como el sistema de crédito a través del cual puede contrarrestar y suprimir sus contradicciones. Además, el capitalismo había demostrado ser capaz de elevar a un alto grado el nivel de vida de la clase obrera. La polarización de la sociedad entre los ricos y los pobres, basada en la concentración de la producción, no había ocurrido. Al contrario, la clase media estaba extendiéndose y haciéndose cada vez mas próspera. En cuanto a la clase obrera, ésta demostraba poco interés in derrocar al capitalismo y estaba mas interesada en conseguir reformas que elevaran su nivel de vida. Tales concesiones podían ser logradas a través del sindicalismo y la actividad parlamentaria.

Bernstein llegó a la conclusión política de que era necesario que el Partido Social Demócrata de Alemania (P.S.D.A.) abandonase el programa revolucionario y aceptara uno basado en reformas sociales. En lugar de la lucha de clases que tiene como objetivo establecer la dictadura del proletariado, Bernstein propuso que el P.S.D.A. hiciera una alianza con las tendencias democrático-liberales dentro de la burguesía y con elementos

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progresistas de la pequeña burguesía en un gran frente político común contra los aristócratas y los elementos reaccionarios de la burguesía. La Social Democracia debería esforzarse para convertirse en el punto de apoyo de un amplio movimiento democrático y progresista de reformas sociales. Bernstein concluyó que la influencia de la Social Democracia "seria mayor si tuviera el coraje de liberarse de una fraseología que está en desuso y tomar la decisión de presentarse como lo que realmente es hoy; un partido democrático socialista y reformista. (E.B. The Preconditions of Socialism; Cambridge University Press 1993, p. 186)

Bernstein no rechazó el socialismo sino que -- y en esto estaba la esencia de sus diferencias con Marx y Engels -- declaró que era erróneo concebir el socialismo come una necesidad histórica que mana de una catástrofe económica y política producida por las leyes que gobiernan el desarrollo de la sociedad capitalista.

El escribió en 'Las precondiciones del Socialismo': "Me he opuesto a la idea de que estamos en la antesala de un hundimiento inminente de la sociedad burguesa y de que la Social Democracia permita que sus tácticas estén basadas en, o sean dependientes de, la perspectiva de una catástrofe inminente.

¿Cuales fueron entonces las consecuencias prácticas de la perspectiva presentada por Bernstein para el Partido Social Demócrata? Ante todo que el P.S.D.A. debería concentrar sus fuerzas en fomentar la reforma social a largo plazo y en mejorar las condiciones de la clase obrera dentro del marco del sistema capitalista. Esto requería la continua expansión del partido y los sindicatos con los cuales estaba aliada la Social Democracia. En cuanto al socialismo como tal, éste era visto como una consecuencia eventual, en un futuro distante, de la suma total de las actividades del P.S.D.A.. El socialismo no podía ni debía ser considerado en realidad como parte del programa de las actividades del P.S.D.A. Bernstein enfatizó que, de cualquier forma, no existe ninguna conexión específica ni identificable entre las actividades diarias del partido y las metas revolucionarias proclamadas en los estatutos del P.S.D.A. El punto de vista de Bernstein se puede resumir en una frase que se ha hecho famosa: " El movimiento es todo; el objetivo final es nada”.

Las publicaciones de Bernstein representaron un ataque frontal contra las tradiciones y programa del P.S.D.A. A últimos de la década de los 1890 ya era un partido de masas de la clase obrera alemana. La base teórica para ese desarrollo había sido preparada por Marx y Engels quienes habían trabajado durante décadas bajo condiciones de aislamiento y particularmente para Marx de extrema pobreza. Sólo después de la derrota de la comuna de Paris en 1871 Marx empezó a ser reconocido en Europa e internacionalmente. [7]

Durante la década de 1870 Marx y Engels ejercieron una gran influencia sobre el naciente movimiento político de la clase obrera alemana, aunque hay que señalar que el P.S.D.A. contenía varias tendencias ideológicas conflictivas. La fundación oficial del P.S.D.A. en 1875 estaba basada en un programa que estaba fuertemente influenciado por el concepto nacional socialista de los Lasalleans, con los cuales Marx y Engels estaban en profundo desacuerdo. Sólo lentamente, la tendencia Marxista en el P.S.D.A., dirigida por Bebel y Liebknecht, logró dominar a las otras tendencias. El rápido desarrollo organizativo del P.S.D.A. y su ascenso a una posición de incuestionable autoridad en la clase obrera

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alemana, ocurrió paradójicamente durante los 11 años, entre 1879 y 1890 cuando el partido fue virtualmente ilegalizado debido a las leyes antisocialistas impuestas por el "canciller de hierro" Príncipe Otto Von Bismarck.

Una curiosa rendija en las leyes permitieron al P.S.D.A. participar en la arena parlamentaria y así durante la década de los 1880 un creciente número de trabajadores alemanes expresó su oposición al reaccionario régimen y su solidaridad con los socialistas votando un partido que era ilegal. Para 1890 este partido ilegal estaba en camino de convertirse en la mayor facción del Reichstag. Esto produjo una crisis política en el autocrático régimen del Kaiser Wilhelm que derribó la ley antisocialista y derrocó a Bismarck del gobierno. El P.S.D.A. había logrado una victoria política espectacular y surgió como el más potente partido de masas en Europa estableciendo su posición como partido socialista dirigente en la nueva Segunda Internacional. [8]

En 1891 el P.S.D.A. se identificaba oficialmente como un partido Marxista, adoptando el Programa Erfurt. Pero durante la década de los 90 existía una creciente aparente contradicción entre el carácter reformista de las actividades políticas del partido y los objetivos revolucionarios que declaró oficialmente. Esta contradicción no era expresión de hipocresía política. Los parámetros de trabajo del P.S.D.A. estaban determinados en gran medida por las condiciones objetivas. En un periodo de dinámica expansión capitalista y estabilidad política en general, las formas de trabajo práctico eran principalmente de un carácter reformista, incluso cuando las explicaban y justificaban en términos de los objetivos revolucionarios del P.S.D.A.

En ese sentido, la posición de Bernstein surgió sobre la base de una existente y verídica contradicción entre la teoría revolucionaria del partido y el inevitable carácter reformista de su trabajo práctico. El objetivo de Bernstein era formular de nuevo la teoría y llevarla a un pragmático alineamiento con la rutinaria actividad del partido, o sea, justificar la actividad reformista en términos explícitamente reformistas.

La respuesta inicial de la dirección del P.S.D.A. a las declaraciones de Bernstein fue bastante muda. Al principio, la jerarquía del partido trató la apostasía de Bernstein como un doloroso asunto de familia que era mejor ocultar. Sólo bajo presión de los Marxistas rusos, bien conocidos por su profundidad teórica y su pasión polémica, las ideas de Bernstein fueron expuestas a un fuerte y brillante ataque.

La primera salva fue disparada por Alexander Gelfand, más conocido como Parvus, un genio revolucionario de temperamento excéntrico. Gelfand publicó una serie de artículos en la prensa socialista alemana en los cuales desafió la denegacion de Bernstein de las catastróficas consecuencias de las contradicciones internas del capitalismo. Le siguió Georgi Plekhanov, el austero e imperioso "Padre del Marxismo Ruso", quien fundó el "Grupo para la emancipación del trabajo". [9] Plekhanov concentró sus ataques contra las posiciones filosóficas de Bernstein quien, según demostró Plekhanov, era bastante ignorante de la dialéctica materialista, el método empleado por Marx en su estudio de la sociedad capitalista.

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La próxima gran contribución procedió de una joven revolucionaria polaca, Rosa Luxemburg, quien con su característico entusiasmo fue al corazón de la controversia con Bernstein en un brillante panfleto titulado: ¿Reforma o Revolución? [10] En el primer capítulo, Luxemburg identificó inmediatamente la cuestión que planteaba la revisión del Marxismo por Bernstein: "O bien la transformación socialista es, como se ha admitido hasta ahora, consecuencia de las contradicciones internas del orden capitalista, y con este orden sus contradicciones se desarrollarán resultanto inevitablemente en el futuro en su destrucción - en cuyo caso los "medios de adaptación" son inefectivos y la teoría del hundimiento es correcta - o los "medios de adaptación" son realmente capaces de evitar el hundimiento del sistema capitalista y de este modo le permitirán mantenerse, suprimiendo sus contradicciones. En el último caso el socialismo cesa de ser una necesidad histórica. Se convierte en algo que se le puede llamar como se quiera excepto el resultado del desarrollo material de la sociedad. Este dilema conduce a otro dilema: O el revisionismo es correcto en su posición sobre el curso del desarrollo capitalista y por lo tanto la transformación socialista de la sociedad se convierte en una utopía, o el socialismo no es una utopía y por tanto la teoría de los "medios de adaptación" es falsa. 'Das ist die Frage' ésta es la cuestión. (Dick Howard, ed., Selected Political Writings of Rosa Luxenburg, [New York: Monthly Review Press, 1971], pp. 59-60)

La cuestión crítica planteada en la discusión con Bernstein era la de perspectiva histórica. Si no existían barreras internas al progresivo y harmonioso desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la estructura del capitalismo; si era por tanto posible elevar continúa e ininterrumpidamente el nivel de vida de las masas a pesar de la propiedad privada de los medios de producción, seria entonces imposible decir que el socialismo es una necesidad objetiva. A lo mas se podría decir que la organización socialista de la sociedad es superior al capitalismo moralmente, pero eso es muy diferente a decir que la incontrolable anarquía de la producción capitalista conduce a crisis económicas y políticas de tal magnitud que la supervivencia de la civilización humana depende del derrocamiento del orden existente y la reorganización de la economía sobre una base socialista.

Por lo tanto esta controversia poseílas las mas amplias consecuencias políticas para el movimiento Marxista. La determinación objetiva del tipo de partido político que requiere la clase obrera depende, sobre todo, de la naturaleza del sistema capitalista. Si, como Bernstein sostenía, la tendencia orgánica del desarrollo capitalista conduce a una mejora continua de las condiciones sociales de la clase obrera y si, como consecuencia de esta gradual mejoría, los elementos de la explotación social se extinguen, entonces tenemos que decir que la perspectiva reformista pisa tierra firme. Si, por el contrario, la naturaleza objetiva de la sociedad capitalista es tal que las reformas son al máximo limitados paliativos estériles que no alteran fundamentalmente la explotación económica de los muchos por los pocos; y si un partido político de la clase obrera, al limitar sus esfuerzos a reformar el capitalismo, distrae a las masas de los verdaderos peligros que surgen de las contradicciones objetivas del sistema; y si, cuando tales peligros aumentan, el partido obrero se dedica a desalentar la militancia de las masas en vez de prepararlas para las revolucionarias consecuencias de la creciente crisis, entonces ese partido está perpetrando un fraude político de enorme gravedad. Y ese fue el papel y el destino del Partido Social Demócrata alemán y de la Segunda Internacional.

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Para comprender el significado de las obras de Lenin y el partido Bolchevique que él creó, es necesario estudiarlos dentro del contexto de las cuestiones políticas y teóricas generadas por la controversia con Bernstein. Más claramente que ningún otro Marxista de sus tiempos, Lenin identificó y desarrolló sistemáticamente las consecuencias teóricas, políticas y prácticas de largo alcance del revisionismo de Bernstein. Se debe comprender que el libro " ¿Qué hacer? " donde Lenin presentó su completa exposición de las tareas fundamentales del partido revolucionario, fue escrito como respuesta a la posición de los Economistas, la tendencia rusa identificada con las ideas de Bernstein.

Como todos los trabajos verdaderamente creativos, ¿Que hacer? "opera" a muchos y diferentes niveles. Generalmente está catalogado como un manual para la organización del partido revolucionario. Pero el significado de ese trabajo va más allá de su precepto organizacional. El tema central que subraya el tratamiento que Lenin ha dado a diferentes facetas de trabajo político es el de perspectiva histórica. Puede parecer trivial u obvio el decir que Lenin estaba enfocado en el problema de lo que significa para un partido el ser revolucionario. Pero hay que comprender que a principios de este siglo había un amplio sector de los llamados socialistas que estaban influenciados por Bernstein y afirmaban que el término "revolucionario" no significaba mucho.

Examinemos este punto de nuevo: Bernstein y sus seguidores, especialmente en la directiva de los sindicatos, habían llegado a la conclusión de que el socialismo, hasta el punto en que podía ser considerado una realidad práctica, era el producto de un perfeccionamiento gradual del capitalismo y de la sociedad burguesa. El partido "socialista" contribuía a ese perfeccionamiento gradual, trabajando para extender los derechos de la clase obrera en un orden económico y social que se iba volviendo menos explotador y que era capaz de acomodar las demandas de la clase obrera para mejorar su posición política y social. La directiva del partido, concentrando sus esfuerzos, junto con los de sus asociados en la jerarquía de los sindicatos, en la organización y administración de ese movimiento gradualista para desarrollar el progreso social, podía dejar el "objetivo final" -- Socialismo -- que se cuidara de sí mismo, ya que ese objetivo final no se podía prever en un futuro cercano, y menos aun unido a los acontecimientos económicos y políticos específicos que iban a suceder.

En cambio Lenin había meditado y considerado las consecuencias de la perspectiva Marxista. Estaba inquebrantable y profundamente convencido de que la realización del socialismo estaba estrechamente unida a una catástrofe histórica que se estaba preparando, aun en el momento que él estudiaba, debido a las acumulativas contradicciones del sistema capitalista. La catástrofe, para Lenin, no era un apocalipsis mitológico y lejano, sino la desplegada realidad de un orden económico que, aun en medio de su más explosivo crecimiento, se iba volviendo más inestable. La forma actual que podía tomar esa catástrofe no se podía predecir exactamente. En los primeros años del siglo veinte había razones para creer que la catástrofe tomaría la forma política de una gran confrontación entre las principales potencias imperialistas de Europa. Sin embargo, cualquiera que fuese la fecha de la catástrofe o la forma precisa de su realización, su desarrollo objetivo procedente de las actuales contradicciones del capitalismo tenia que ser tomado como base del trabajo político.

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así, la principal tarea de un partido Marxista consistía en la preparación de una vanguardia política para las tareas y consecuencias de esa catástrofe. Todas las experiencias del partido revolucionario, en las diferentes formas de trabajo, aun en las más aparentemente banales, son ensayos políticos para el acontecimiento principal. Lenin estaba convencido de que el desarrollo objetivo de las contradicciones del sistema capitalista colocarían al orden del DIA, como una tarea práctica, la conquista del poder por los partidos políticos de la clase obrera. En resumen, la tarea del partido revolucionario consistía en preparar a la clase obrera y a sí mismo para la revolución.

¿Es posible determinar quien tenia razón examinando esta controversia? ¿Aparece la cuestión de la verdad objetiva al estudiar esta experiencia histórica? aquí debemos examinar las opuestas perspectivas y conceptos políticos a la luz de los acontecimientos históricos que siguieron. Bernstein puso su fe en el hecho de que el capitalismo, al entrar en el siglo veinte, poseía enormes reservas de potencia progresista. La revolución tecnológica y científica había creado una industria moderna con una potencia productiva sin límites. La eliminación de la pobreza, primero en los países desarrollados y luego, gradualmente, en el resto del mundo, era sólo una cuestión de tiempo. En cuanto a las tendencias de explotación de la sociedad capitalista, éstan era solamente producto de la ignorante avaricia de individuos capitalistas más que la manifestación de tendencias orgánicas incontrolables. De cualquier modo, mientras esas tendencias existan pueden ser controladas por la presión colectiva de un movimiento sindical bien organizado y apoyado suplementariamente por los partidos políticos progresistas compuestos de gente de buena voluntad.

No había razón para pensar que el capitalismo estaba caminando hacia una catástrofe económica y política. Bernstein se refirió sarcásticamente a una enfermedad que apodó" catastrofitis socialista”. El no podía comprender cómo, al cabo de varias décadas de continuo progreso sobre la base de una democracia burguesa y el gran aumento del bienestar de la sociedad Europea, el movimiento socialista podía aún tomar en serio el panorama de una catástrofe. Incluso los peligros del militarismo le parecían a Bernstein enormemente exagerados. El escribió: "Afortunadamente nos estamos acostumbrando cada vez más a solucionar las diferencias de otra manera que con el uso de armas”

Pero la historia tenia almacenadas terribles sorpresas para el siglo veinte. En 1914, la catástrofe que al parecer no podía suceder, sucedió. Los antagonismos políticos y económicos entre las rivales potencias imperialistas estallaron al fin. Cualesquiera que fueran los motivos o los deseos de los beligerantes, en el final análisis, la Primera Guerra Mundial fue producto de incontrolables contradicciones entre la economía mundial, que había tomado forma durante las últimas décadas del siglo diecinueve y el sistema Estado Nacional.

El estallido de la guerra desenmascaró en sólo unas horas la inutilidad política del revisionismo. Los partidos y organizaciones que durante años habían basado su trabajo práctico en conceptos filisteos y complacientes de reforma social gradual, fueron tomados por sorpresa y demostraron ser totalmente incapaces de responder revolucionariamente al brusco y agudo cambio de las condiciones políticas. Del DIA a la noche se transformaron en desvergonzados partidarios de sus respectivos gobiernos capitalistas. Pronto olvidaron los eslogans del internacionalismo revolucionario y la solidaridad de la clase obrera.

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En los meses y años que siguieron el estallido de la Primera Guerra Mundial, en Agosto de 1914, Europa experimentó un descenso al barbarismo sin precedente. Millones de hombres jóvenes vivían en trincheras llenas de barro y acompañados de ratas, ratones y piojos y ocupados en matarse entre si en centenares de miles. En el primer DIA de la funesta ofensiva de Somme, alrededor de 60.000 soldados ingleses perdieron la vida. La batalla de Verdun costó un millón de bajas. Uno de cada tres soldados franceses murió o fue herido. Cuando terminó la guerra los franceses habían perdido el 20% de sus hombres de edad militar. Medio millón de jóvenes ingleses menores de 30 años perecieron. Los alemanes perdieron alrededor de un millón. Rusia, desde el comienzo de la guerra hasta la Revolución de 1917 perdió cerca de dos millones.

De todos los partidos políticos afiliados a la Segunda Internacional sólo uno estuvo a la altura de la prueba de 1914 y las subsiguientes convulsiones revolucionarias: el partido Bolchevique de Lenin. Los años de preparación política basada en una perspectiva revolucionaria, los incesantes esfuerzos para aclarar el programa y las tareas de la organización revolucionaria, el esmerado cuidado empleado por Lenin para determinar los intereses independientes de la clase obrera y distinguirlos de los de otras fuerzas políticas, desde los burgueses liberales a la pequeña burguesía radical....todo ese trabajo produjo un partido que pudo responder de una manera revolucionaria a la crisis revolucionaria de 1917.

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Octubre de 1917 ¿Golpe de Estado o Revolución?

Uno de los elementos esenciales de la literatura anti-Marxista es que la Revolución Rusa fue un golpe de Estado organizado por un puñado de implacables malcontentos decididos a imponer una dictadura totalitaria sobre la población. Según este argumento, el partido Bolchevique no era más que una pequeña secta antes de 1917 y pudo conseguir el Poder solamente porque fue capaz de explotar la confusión creada por la revolución.

Como nos dijo el historiador de la Universidad Harvard, Richard Pipes: nadie quería la revolución excepto un puñado de intelectuales malcontentos, y los Bolcheviques carecían del apoyo de la clase obrera.

En los últimos diez años varios historiadores han intentado pintar un cuadro más detallado de la clase obrera rusa y su vida política antes de 1917. El mejor de estos trabajos nos da una mejor idea sobre lo que sucedía entre las masas y nos demuestra que los Bolcheviques estaban bien arraigados antes de 1917 y tenían una presencia política dominante entre la clase obrera rusa. Ya en 1914 los Mencheviques, quienes habían tenido una gran posición en las organizaciones de la clase obrera, estaban batiéndose en retirada ante el avance de los Bolcheviques.

Intentaré dar una breve visión de conjunto del desarrollo político de la clase obrera rusa durante la década que precedió la toma del Poder por los Bolcheviques. La derrota de la revolución en 1905 produjo un asombroso descenso en el número de seguidores y de la influencia política de las organizaciones revolucionarias. Pero en los años de

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levantamientos revolucionarios entre 1905 y 1907 los Bolcheviques y los Mencheviques, las dos facciones antagonistas del Partido Laboral Social Demócrata (RSDLP), habían crecido en decenas de miles. Después de Junio de 1907 su afiliación masiva se evaporó. El impacto de la derrota produjo una desmoralización general. Incluso activistas que habían dedicados muchos años a la lucha, abandonaron las aspiraciones políticas revolucionarias. El retorno de amplios sectores de la intelectualidad rusa a la religión y el brote de todo tipo de actitudes reaccionarias incluyendo una fascinación por la pornografía encontró su reflejo entre miembros del movimiento revolucionario. Según Trotski, para 1910 Lenin los contactos activos leales a Lenin en Rusia se redujeron a unos diez. sin embargo, éste no fue un periodo totalmente infructuoso. Existían inmensas dificultades pero Lenin y Trotski, a pesar de sus agudos desacuerdos, analizaron los sucesos de 1905 y sacaron importantes conclusiones. Para Trotski, la revolución de 1905 demostró que la revolución democrática en Rusia sólo podía ser dirigida por la clase obrera, y que bajo el liderazgo de la clase obrera la revolución democrática tomaría más y más una dirección socialista. Este análisis de la dinámica socio-política de la Revolución Rusa fundó la base para la elaboración de la teoría de la Revolución Permanente.

En cuanto a Lenin, las experiencias de 1905 le llevaron a profundizar su análisis de las diferencias entre los Bolcheviques y los Mencheviques. Este análisis profundizó el significado de la escisión en el movimiento obrero socialista. Las tácticas empleadas por los Mencheviques durante la revolución de 1905 confirmaron la opinión de Lenin de que el menchevismo representaba una corriente oportunista que reflejaba la influencia de la burguesía liberal sobre la clase obrera. Lenin insistió que el desarrollo de un movimiento revolucionario requería una intensificación persistente de la lucha para exponer ante la clase obrera esta característica política esencial del menchevismo.

Bajo la presidencia del sagaz Primer Ministro Stolypin, el régimen zarista disfrutó de una reanimación de su fortuna política después de 1905. Pero el asesinato de Stolypin en 1911, organizado por la policía secreta, eliminó al ministro más valioso del Zar justo cuando el movimiento obrero entraba en una nueva fase de actividad radical. El brote de huelgas masivas en 1912 creó un nuevo clima político que produjo un rápido crecimiento de la influencia de los Bolcheviques.

En el periodo de reacción entre 1907 y 1912 los Mencheviques dieron un giro agudo hacia la derecha. Inspirándose en lo que en efecto era el punto más flojo de la Social Democracia Alemana, es decir, el dominio de los sindicatos reformistas sobre el partido alemán, los Mencheviques se pusieron en la órbita política de los liberales burgueses y sus aspiraciones tomaron un color decisivamente reformista. Durante el periodo de reacción los Mencheviques se beneficiaron de sus lazos con los cadetes burgueses-liberales. Pero al renacer las luchas de la clase obrera a partir de 1012 los Bolcheviques empezaron a superarlos incluso en los sindicatos dominados anteriormente por los Mencheviques.

Una de las indicaciones más significativas de la radicalización política de la clase obrera apareció en Abril de 1913 en una asamblea del sindicato de obreros metalúrgicos en San Petersburgo. Según leemos en el libro "Raíces de Rebelión" de Victoria Bonnell esta organización había estado dominada por los Mencheviques durante muchos años. Sin

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embargo, con 700 u 800 obreros presentes, la asamblea eligió una mayoría de Bolcheviques para la directiva provisional del sindicato.

A últimos de Agosto de 1913 hubo otra elección para una directiva permanente. Asistieron entre 1,800 y 3,000 trabajadores de una afiliación total de 5.600. Una directiva Bolcheviques fue votada con los Mencheviques logrando solamente 150 votos. Se debe subrayar que un creciente número de obreros conscientes de clase fue capaz de apreciar las diferencias entre los Bolcheviques y los Mencheviques. Los últimos se opusieron a la participación de los sindicatos en la lucha de carácter abiértamente político y revolucionario. Por su parte los Bolcheviques procuraron utilizar los sindicatos precisamente para ese propósito.

Durante el resto de 1913 y 1914 los Bolcheviques continuaron desalojando a los Mencheviques de sus antiguas posiciones en los sindicatos. Por ejemplo, para Julio de 1914 los Bolcheviques habían obtenido una mayoría aplastante en la directive de los sastres organizados en el sindicato - de 11 miembros, 10 eran Bolcheviques y 1 era Socialista Revolucionario. Los Mencheviques habían perdido todo su apoyo.

Los impresores, que eran de los trabajadores más cualificados y educados, eligieron en Abril de 1914 a 9 Bolcheviques de 18 puestos de la directiva y 8 de 12 puestos de candidatura.

Otra prueba del crecimiento del apoyo a los Bolcheviques a expensas de los Mencheviques es la tirada de periódicos de sus respectivas prensas. Luch, el periódico Menchevique tenía una tirada de 16.000 por edición, mientras Pravda, el periódico Bolchevique, tenía una tirada de 40.000.

En Julio de 1914, poco antes de estallar la guerra, la lucha de clases tomó dimensiones revolucionarias en los principales centros industriales de Rusia. En San Petesburgo hubo enfrentamientos entre los trabajadores y la policía en las calles. La guerra llegó en un momento oportuno para el régimen zarista. Mientras el estallido de la guerra produjo una enorme intensificación del conflicto social durante tres años, su impacto inicial apagó el movimiento revolucionario con una ola de fervor chovinista. Las organizaciones Bolcheviques que se habían desarrollado enormemente y estaban funcionando al borde de la legalidad, recibieron un fuerte golpe y tuvieron que volver a la clandestinidad. Trotski escribió más tarde que si no hubiese sido por la guerra, el desarrollo de la revolución entre 1914 y 1915 habria tomado la forma de un movimiento proletario de masa bajo la dirección de los Bolcheviques desde un principio. Según ocurrió, la revolución empezó en Febrero de 1917 bajo unas condiciones menos favorables para los Bolcheviques que en Julio de 1914. Para empezar, su organización apenas funcionaba en Rusia. Gran cantidad de cuadros del partido que trabajaban en fábricas habían sido alistados y dispersos por toda la línea del frente. Las fábricas estaban pobladas por trabajadores que tenían mucha menos experiencia política. Finalmente, la movilización masiva de los campesinos en el ejército, significó que cuando estalló la revolución, al menos en su primera fase, el carácter proletario del movimiento social era menos pronunciado que lo había sido en 1914. Por eso, el Partido Socialista Revolucionario, basado principalmente en el campesinado, emergió en las primeras semanas de la revolución como el mayor partido político.

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Pero a pesar de su debilidad inicial los Bolcheviques ejercieron su influencia en los acontecimientos revolucionarios que derrocaron el régimen zarista en Febrero-Marzo de 1917. Según Totsky explicó nítidamente en su monumental "Historia de la Revolución Rusa", el alzamiento de 1917 no fue puramente "espontáneo", es decir sin trazas de dirección política. Años de agitación y educación política por los Bolcheviques, e incluso por los Mencheviques, al menos hasta el punto en que los conceptos generales del Marxismo encontraron expresión en sus actividades, habían dejado sus huellas en la consciencia de los trabajadores de San Petersburgo.

Todo movimiento de masas tiene cierto tipo o nivel de consciencia y es producto de una larga historia. Esto explica por qué, en el alzamiento de 1917, las masas crearon "soviets" (comités obreros) y el levantamiento tomó la forma de una lucha política consciente contra el zarismo y no una sublevación o un motín apolíticos. Es más, como la guerra no destruyó por completo la organización clandestina ni eliminó los cuadros en las fábricas, los Bolcheviques pudieron impartir una militancia más consciente al levantamiento de las masas en Febrero de 1917.

De todas formas debemos subrayar, al menos brevemente, que algunas contradicciones en el programa de los Bolcheviques, debidas a viejas disputas entre Lenin y Trotski, encontraron expresión en la confusión que prevaleció en el partido antes del retorno de Lenin a Rusia en Abril de 1917. De cualquier forma y tomando todo esto en cuenta, estamos de acuerdo con las investigaciones historicas contemporáneas que confirman que Trotski reconoció que la Revolución de Febrero fue dirigida por "conscientes trabajadores educados y templados mayormente por el partido de Lenin."

Como ya he explicado, la declaración más común de los historiadores reaccionarios es que los Bolcheviques llegaron al Poder a través de una siniestra conspiración organizada y puesta en práctica a espaldas del pueblo ruso, incluyendo la clase obrera, en cuyo nombre se hizo la revolución. Para comprender cómo esa conspiración produjo la mayor revolución de la historia debemos referirnos una vez más al trabajo de nuestro erudito amigo, el incansable Richard Pipes de la Universidad de Harvard:.

"Lenin era un hombre muy sigiloso; aunque habló y escribió voluminosamente, lo suficiente como para llenar cincuenta y cinco volúmenes de obras completas, sus discursos y obras escritas eran mayormente propaganda y agitación para convencer a los potenciales seguidores y destrozar a sus conocidos adversarios, más que para revelar sus pensamientos. Raramente expresó lo que tenia en su mente, ni aún a sus más cercanos colaboradores. Como comandante supremo de la guerra global entre las clases, mantuvo sus planes en secreto. Por lo tanto, para reconstruir su pensamiento es necesario proceder retroactivamente desde conocidos sucesos a intenciones ocultas." 'La Revolución Rusa" Pág. 394 (NY: Vintage Books, 1991)

Consideremos lo siguiente. La producción de cincuenta y cinco volúmenes de literatura política, cada volumen entre 300 y 500 páginas, significa que Lenin en sus 30 años de carrera política, escribió entre 600 y 1000 paginas anualmente (en forma impresa). Este trabajo se compone de estudios económicos, folletos filosóficos, tratados políticos, resoluciones, comentarios en la prensa y artículos, extensa correspondencia personal y

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profesional, innumerables apuntes y notas privadas, tales como los "cuadernos filosóficos" que nos ayudan a seguir el desarrollo intelectual de los conceptos de Lenin. La mayor parte del DIA, durante años y años lo pasó escribiendo en su escritorio. Y, sin embargo, todo este trabajo, según Pipes, no fue más que la forma en que Lenin hábilmente ocultó sus verdaderos pensamientos que nunca comunicó escrita o verbalmente a sus cercanos colaboradores y co-conspiradores.

Debemos señalar que en esta acusación a Lenin Pipes utiliza el mismo método que empleó Stalin para incriminar a Leon Trotski y a los viejos Bolcheviques durante los procesos de Moscú en la década de los 1930. Allí declararon que todas las obras escritas y los informes de Trotski durante varias décadas, incluyendo el tiempo en que dirigió el Ejercito Rojo, eran solo un pretexto para cubrir su conspiración de destruir la Unión Soviética. Los "métodos de investigación" empleados por Stalin -- y el célebre historiador de Harvard -- descrito por Pipes como el retroactivo movimiento "desde sucesos conocidos a intenciones ocultas", nos hace recordar los métodos jurídicos de los juicios de brujas en la Edad Media.

En cuando a la aserción de que Lenin ocultaba sus ideas cuando planeaba secretamente el derrocamiento del Gobierno Provisional es difícil tomarla en serio. Uno debe recordar que durante 1917 Lenin ejerció una alta influencia sobre el Partido Bolchevique y sobre la clase obrera, a veces casi completa, y a través de su palabra escrita. En efecto fue un documento, modestamente conocido como las "Tesis de Abril" el que cambió decisivamente la línea del partido cuando Lenin volvió del exilio y emplazó a los Bolcheviques en la senda del Poder. Más tarde, entre Julio y Octubre de 1917, Lenin, tuvo que volver a la clandestinidad y dependía de la fuerza convincente de sus argumentos escritos para influenciar al Partido Bolchevique. Lenin no habria podido vencer la fuerte resistencia dentro de la dirección del Partido Bolchevique a su llamamiento a organizar el derrocamiento del Gobierno Provisional si no hubiera sido por la influencia de su palabra escrita sobre todo el partido. John Reed reconoció el carácter excepcional de la autoridad de Lenin cuando escribió en su famoso libro "Diez días que estremecieron el mundo" que Lenin fue uno de los muy pocos líderes políticos y prácticos en la historia mundial que llegaron a ser líderes de masas por medio de sus poderes intelectuales.

Mucho se podría decir acerca del desarrollo de la política del Partido Bolchevique durante ese año crítico. Pero la teoría de conspiración favorita de Pipes y de muchos otros está refutada convencidamente por la investigación histórica llevada a cabo por serios escolares que han desenterrado una valiosa información de carácter expositivo sobre el extraordinario alcance y poder del movimiento de masas de la clase obrera sobre el cual estaba basada la tentativa de los Bolcheviques al Poder. Un cuidadoso estudio de ese material nos conduce a la conclusión de que la conquista del Poder por el Partido Bolchevique fue cualquier cosa menos el resultado de un golpe de Estado preparado en una habitación trasera de una casa segura en Petrogrado. El Partido Bolchevique empleó la mayor parte del año intentando mantener el mismo paso que el movimiento de masas, el cual poseía un ímpetu dinámico solamente comparable a la Revolución Francesa. Lo que sucedió en Rusia en 1917 fue políticamente equivalente a una fusión nuclear.

Si al Sr. Pipes, como expliqué la semana pasada, no le gustan los libros de historia que se concentran en hechos verídicos es porque no le gusta lo que tales hechos demuestran. Y lo

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que indica un examen cuidadoso de los sucesos de 1917 es que la victoria final del Partido Bolchevique estuvo basada en un potente y consciente movimiento anticapitalista de la clase obrera en los mayores centros industriales de Rusia.

Permitidme revisar unos cuantos datos esenciales relativos al tamaño y composición de la clase obrera poco antes de la revolución de Febrero. Según la "Enciclopedia de la Revolución Rusa " de Blackwell, había aproximadamente 3 millones y medio de trabajadores en las fábricas y en las minas de Rusia. había otro millón y cuarto de trabajadores empleados en la construcción y en los transportes. El número actual de personas que podían ser catalogadas como trabajadores a sueldo comprendía el 10% de la población, o sea alrededor de 18 millones y medio.

Petrogrado era un gran centro industrial en cuyos alrededores Vivian 417.000 trabajadores industriales. De éstos, 270.000 eran trabajadores metalúrgicos. 50.000 estaban empleados en la industria textil y 50.000 en la industria química. el otro gran centro industrial de Rusia era Moscú, con unos 420.000 trabajadores, un tercio de ellos empleados en la industria textil y una cuarta parte en el metal.

También había grandes concentraciones de trabajadores industriales en los Urales, en Ucrania, donde la región Donbass empleaba aproximadamente 280.000, en la región Báltica, Transcaucásica y Siberia.

Aun así, comparado con la población entera, la clase obrera era poco numerosa. Sin embargo estaba altamente concentrada. Más del 70% de los trabajadores de Petrogrado estaban empleados en empresas con más de 1000 obreros. Dos tercios de los trabajadores de Ucrania estaban empleados en empresas con más de 500 obreros. Lo mismo ocurría en los Urales.

Antes de que Lenin retornara a Rusia en Abril de 1917, la directiva del Partido Bolchevique en la capital había adoptado una política de condicional apoyo al gobierno provisional burgués, incluyendo su continuación de la guerra contra Alemania y Austria-Hungría, basándose en el concepto de que la revolución no podía saltarse la fase de democracia burguesa. Lenin se opuso a esa política desde un principio, cuando todavía estaba en Suiza y no podía intervenir personalmente en las decisiones de la directiva del partido. La junta directiva de Pravda, que estaba dirigida por Stalin, rehusó publicar los informes de Lenin que desaprobaban fuertemente la política conciliadora del Partido Bolchevique. Sólo cuando Lenin regresó y después de varias semanas de acaloradas disputas faccionales, pudo Lenin cambiar la línea del partido. Desde luego, hay que comprender que Lenin estaba luchando por cambiar la posición programática que él mismo había defendido durante muchos años. Para los viejos Bolcheviques, a quienes Lenin atacaba ahora, la nueva posición de Lenin - prepararse para derrocar al Gobierno Provisional y la toma del Poder por la clase obrera, parecía una herética capitulación a la teoría de la Revolución Permanente propuesta por Trotski durante toda una década en oposición a los Bolcheviques. [11]

Y esto era cierto. Lenin había llegado por si mismo a la conclusión de la perspectiva que había estado tan notablemente identificada con Trotski. La experiencia de la Primera

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Guerra Mundial, refractada a través de su estudio del imperialismo moderno, llevó a Lenin a la conclusión de que la Revolución Rusa era el comienzo de una revolución socialista mundial; que la crisis internacional del capitalismo, operando recíprocamente sobre la debilidad de la burguesía rusa y su subordinación al capital internacional, no dejaba ninguna posibilidad de una fase de desarrollo progresista democrático burgués en Rusia; que la única clase capaz de eliminar la subordinación de Rusia al imperialismo y llevar a cabo las tareas democráticas esenciales de la revolución era el proletariado. Sobre esta base Lenin, en sus "Tesis de Abril" presentó su llamamiento a la transferencia del Poder del Estado a los comités obreros (soviets).

La tensión en el Partido Bolchevique durante las discusiones de Abril se intensificó por el hecho de que las discusiones en el partido ya no estaban limitadas a un pequeño círculo de revolucionarios clandestinos. Cada delegado a los congresos del partido representaba, de una y otra forma, fuerzas sociales extensas, cuya presión no era en lo mínimo una cuestión abstracta. Segúa afiliación al partido empezó a aumentar rápidamente, la discusión interna fue asumida y seguida por amplios sectores de la clase obrera.

El historiador Británico. Steve Smith, ha argumentado que las "Tesis de Abril" de Lenin dieron un fuerte impacto en la consciencia de los sectores más desarrollados de los obreros de Petrogrado, especialmente en el distrito de Vyborg y en la isla Vasil evskii. Smith presenta como prueba una resolución que fue aprobada en asambleas generales de los trabajadores de las fábricas Puzyrev y Ekval durante los "días de Abril", o sea, la primera y mayor manifestación obrera contra el Gobierno Provisional:

"El gobierno no puede ni quiere representar los intereses de todas las masas trabajadoras y por eso exigimos su inmediata abolición y la detención de sus miembros para neutralizar sus ataquen a la libertad. Reconocemos que el Poder debe pertenecer sólo al pueblo...es decir, a los diputados de los comités de obreros y soldados que es la única institución y autoridad que disfruta de la confianza del pueblo. (Daniel H. Kaiser, ed, The Workers' Revolution in Russia, 1917: The View From Below (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), pag 66,)

Leon Trotski escribió en su "Historia de la Revolución Rusa" que la principal característica de una revolución es "la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos". Esta intervención se manifestó en primer lugar, en la participación de las masas en los tempestuosos sucesos de Febrero de 1917. La multitud que se apiñó en las calles de Petrogrado no había sido nunca vista, al menos desde la Revolución Francesa.

A pesar de los esfuerzos de los representantes de la burguesía, tal como Milyukov y los líderes moderados del soviet para re-establecer el orden bajo el estandarte del Gobierno Provisional lo más rápidamente posible, los sucesos de Febrero desataron una ola de creatividad democrática popular. Los comités de fábrica y lugares de trabajo que se formaron en Petrogrado y en toda Rusia fueron la expresión práctica de la determinación del proletariado de establecer su Poder y reorganizar la sociedad sobre una línea anticapitalista.

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Los comités de fábrica se convirtieron rápidamente en estructuras más complejas abarcando prácticamente todas las esferas de la vida cuotidiana. Los trabajadores formaron subcomités que se ocupaban de la seguridad de las fábricas, distribución de alimentos, cultura, sanidad, mejoría de las condiciones de trabajo y mantenimiento de la disciplina laboral disuadiendo del abuso del alcohol.

Según avanzaba la revolución, los comités se preocuparon más de la organización y del control de la producción. La Enciclopedia Blackwell cita la obra de un historiador soviético Z.V.Stepanov, quien contó 4.266 actas de 124 comités de fábrica en Petrogrado entre el 1 de Marzo y el 25 de Octubre y calcula que 1.141 actas estaban relacionadas con el control de la producción y la distribución por los trabajadores: 882 concernientes a cuestiones de organización: 347 concernientes a cuestiones políticas; 299 concernientes a sueldos: 241 concernientes a empleos, despidos y control de conscripciones. (Harold Shukman, ed., The Blackwell Encyclopedia of the Russian Revolution, (Oxford; Blackwell Reference, 1994) p.22).

A finales del verano y principios del otoño de 1917, los comités de fábrica empezaron a exigir a los empresarios acceso a los libros de cuentas y a los libros de encargos. Para Octubre ya había alguna forma de control obrero en 573 fábricas y minas con una plantilla total de 1.400.000 trabajadores.

Durante el año 1917 los Bolcheviques adquirieron gran influencia en los comités de fábrica. Bastante antes de que los Bolcheviques alcanzaran la mayoría en el soviet de Petrogrado, ya estaban en la directiva de los comités de fábrica más importantes. Un estudio de las resoluciones aprobadas por asambleas locales demuestra que había una amplia y entusiástica respuesta a los principales eslogans y reivindicaciones del Partido Bolchevique. En Moscú, que estaba menos desarrollado políticamente que Petrogrado, en el mes de Octubre de 1917 más de 50.000 trabajadores aprobaron resoluciones en apoyo de la petición de transferencia del Poder a los Soviets presentada por los Bolcheviques: y hay pruebas contundentes de que la toma del Poder por los Bolcheviques fue bien acogida por la gran mayoría de la clase obrera.

Un estudio de lo que sucedió en el centro textil Ivanova-Kineshma, 250 millas al noroeste de Moscú, relatado por el historiador David Mandel nos da una idea del estado de ánimo de la clase obrera en Octubre de 1917. Los Bolcheviques tenían un gran apoyo justo antes de la revolución. En Octubre 1917 este apoyo era ya arrollador. Los trabajadores de Ivanova-Kineshma expresaron su impaciencia con la lenta actividad de los Bolcheviques en Petrogrado. Cuando un orador Bolchevique, en un discurso del Soviet de Kineshma a últimos de Septiembre de 1917 presentó la cuestión retórica: 'La Historia nos llama a tomar el Poder: ¿Estamos preparados?', una voz del pueblo replicó: "Nosotros estamos preparados desde hace tiempo, pero no sabemos por qué los del centro continúan dormidos" (Frankel, Frankel y Knei-pax eds. Revolución en Rusia: Revaloraciones de 1917. Cambridge 1992 pag 160.)

Incluso si uno está inclinado a tratar tales anécdotas históricas con escepticismo y como que suenan demasiado bien para ser verdad, de lo que no hay duda es de la realidad de los procesos objetivos que tratan de ilustrar. Entre Abril y Octubre el Partido Bolchevique

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creció formidablemente. En Abril de 1917 la organización de los Bolcheviques en Petrogrado consistía en alrededor de 16.000 trabajadores. Para Octubre su afiliación había crecido a 43.000, de los cuales dos tercios eran obreros. En Junio de 1917, las elecciones al primer Congreso Soviético de toda Rusia produjeron 283 delegados del Partido Socialista Revolucionario, 248 delegados Mencheviques y solamente 105 delegados Bolcheviques. En las elecciones al Segundo Congreso de toda Rusia cuatro meses más tarde y poco antes de la revolución, se produjo una transformación asombrosa: los Bolcheviques obtuvieron 390 delegados, los Socialistas Revolucionarios descendieron a 160 delegados y los Mencheviques a 72.

Los trabajadores cambiaban su afiliación política en el curso de la revolución moviéndose generalmente hacia la izquierda según se volvían más adversos al Gobierno Provisional y los Partidos Socialistas moderados que se negaban a romper con él. Como escribió el historiador Tim Mc Daniel: "La crisis económica, la continuación de la guerra, el aumento del conflicto de clases y el golpe de Estado de Kornilov transformó a la mayoría de trabajadores políticamente activos en enemigos del Gobierno Provisional en sus varias encarnaciones....Ellos empezaron a no ver ninguna diferencia esencial entre el nuevo gobierno y el régimen zarista, excepto que el Gobierno Provisional era ahora mas claramente una "dictadura burguesa" ( Autocracia, Capitalismo y Revolución en Rusia. Berkeley: Universidad de California Prensa 1988 pag 355).

Un trabajador que había sido miembro del Partido Socialista Revolucionario envió una carta al periódico de los Bolcheviques que refleja los cambios en el ambiente político de 1917.

"Por razones de un gran malentendido me hice miembro del Partido Socialista Revolucionario, que ahora se ha pasado al bando de la burguesía y está echando una mano a nuestros explotadores. Para no clavarme a ese mástil de vergüenza abandono las filas de los chovinistas. Como proletario consciente, me uno a los camaradas Bolcheviques que son los únicos verídicos defensores de los oprimidos. (La Revolución Obrera en 1917 pags 73 - 74)

Es claro que la radicalización de la clase obrera en 1917 no fue un proceso homogéneo, sin contradicciones complejas. Incluso en zonas donde la influencia de los Bolcheviques creció rápidamente, como entre los mineros de la región Donbass, también encontraron oposición. Hubo momentos en que tuvieron que sufrir los bruscos cambios en el estado de ánimo de los obreros. Y aun así, a pesar de este complicado proceso -- ilustrado por los historiadores más serios en contraste con el Sr. Pipes -- no hay duda de que la Revolución de Octubre fue el resultado de un impresionante movimiento político y consciente de la clase obrera.

Resumiendo los resultados de su investigación de las causas de la victoria Bolchevique, el profesor Steve Smith escribió: "Los Bolcheviques no crearon el descontento popular o el sentimiento revolucionario. Estos crecieron de la experiencia de las masas en los complicados trastornos económicos y sociales y en los sucesos políticos. La contribución de los Bolcheviques fue modelar el entendimiento de los trabajadores acerca de la dinámica social de la revolución y alentar el conocimiento de los problemas urgentes de la vida diaria relacionados con el más amplio orden político y social. Los Bolcheviques ganaron apoyo

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porque los análisis y las soluciones que presentaron parecían tener sentido. Un trabajador de Orudiinyi, anteriormente un baluarte de defensa donde ni siquiera permitían a los Bolcheviques dirigir la palabra, dijo en Septiembre: "Los Bolcheviques siempre han dicho: 'No somos nosotros quienes te vamos a convencer, sino la vida misma'. Y ahora los Bolcheviques han triunfado porque la vida ha demostrado que sus tácticas eran correctas. (ibid., pag77).

Hace más de medio siglo, cuando todavía existía una intelectualidad americana que creía en la posibilidad del progreso de la humanidad y era capaz de reflexionar inteligentemente, o al menos con simpatía, sobre el significado de la Revolución Rusa, apareció un libro interesante e influyente del crítico literario Edmund Wilson titulado: 'A la estación de Finlandia'. No sé cómo este libro de Wilson y otras grandes obras como El Castillo de Axel, han resistido el ataque de los pos-modernistas, los pos-pos-modernistas y los multiculturalistas radicales. Cualquiera que sea el estado de juego en las Universidades ciertamente merece la pena leer ambas obras.[12] De todos modos y a pesar de su patricia desconfianza en las masas durante la revolución y su pragmático desdén de la dialéctica, Wilson argumentó que la llegada de Lenin a la estación de Finlandia en Abril de 1917 marcó un punto decisivo en la lucha del hombre por convertirse en un amo sin trabas de su propio desarrollo social.

"El hecho es - escribió Wilson - que en este momento puede verse que el hombre del Oeste ha logrado hacer un progreso en dominar los egoísmos, los temores y la perplejidad en que ha vivido. (London: The Fontana Library pag 472).

Más tarde Wilson, bajo la presión del McCarthismo se tuvo que retraer de esa evaluación, con la cual estamos sinceramente de acuerdo. La Revolución Rusa todavía hoy representa el más alto nivel de los esfuerzos conscientes de la humanidad por tomar el control de su propio destino en sus manos y eliminar de su existencia social todo lo que representa, de una forma u otra, el dominio de fuerzas incomprensivas de la naturaleza y la historia inconsciente sobre el desarrollo de la humanidad.

El Marxismo no introdujo en el mundo un nuevo conjunto de conceptos utópicos. El Marxismo reconoció la gran potencia objetiva existente para cambiar la historia, en las fuerzas sociales creadas por la historia misma. El Marxismo descubrió dentro de esa fuerza social existente y verdadera la clase obrera, la base objetiva para eliminar todas las formas de opresión de clase formadas por la historia. La opresión del proletariado por la clase capitalista debía terminar no porque, en el sentido convencional, sea injusta o inmoral, sino porque esa opresión se había convertido en una barrera para el desarrollo progresista de la misma sociedad humana. Precisamente ahí yace la inmoralidad de la opresión capitalista.

El Marxismo introdujo en la clase obrera la comprensión de los procesos históricos de los cuales forma parte y de este modo transformó a esa clase, de un objeto pasivo de la historia a su sujeto consciente. La educación de la clase obrera basada en el Marxismo empezó en 1847. La Revolución de Octubre, 70 años más tarde, fue el resultado de este gran proceso de ilustración social.

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Por distintas razones que deben ser estudiadas y asimiladas, la Revolución Rusa sufrió un tremendo revés. Pero este hecho no invalida el significado permanente y la pertinencia de los acontecimientos de 1917.

Notas

1. Trotski, Leon (Lev Davidovich Bronstein 1879 - 1940): co - líder con Lenin de la revolución en 1917: fundador de la Cuarta Internacional. Trotski se afilió al movimiento revolucionario en 1898 y colaboró con Lenin en el periódico Iskra en Londres en 1902-3. Siendo Presidente del Soviet de Petrogrado (San Petersburgo) durante la revolución de 1905, fue perseguido por la autocracia zarista pero escapó de la prisión en Siberia y continuó su trabajo revolucionario en Europa y en América. Trotski se afilió al partido Bolchevique en 1917 y fue nombrado jefe organizador de la insurrección de Octubre, primer comisario de asuntos exteriores y líder del Ejército Rojo Soviético. En 1923 fundó la Oposición de Izquierda para luchar contra la emergente burocracia soviética. Fue expulsado del P.C.U.S. en 1927 y fue deportado a Turquía en 1929. En 1933 lanzó un llamamiento para establecer una nueva Internacional Comunista - la Cuarta Internacional - que fue fundada en 1938. Trotski murió asesinado por el agente de la GPU Ramón Mercader, bajo órdenes de Stalin, en Agosto de 1940 en Méjico.

2. Lenin, Vladimir Ilyich (Ulianov) (1870-1924): líder de la Revolución Rusa en 1917 y del primer Estado Soviético. La principal contribución de Lenin al Marxismo fue su teoría del partido revolucionario de vanguardia, el instrumento político que necesita el proletariado para derrocar el capitalismo y tomar el Poder. En su libro: ¿Que hacer?, publicado en 1902, Lenin enfatizó que el socialismo científico debe ser introducido en el movimiento obrero desde afuera de las luchas obreras económicas cotidianas y en oposición la espontánea consciencia burguesa de la clase obrera. Lenin defendió el materialismo dialéctico, la ciencia del Marxismo, en su libro: Materialismo y Empirocriticismo (1908) y en las Notas Filosóficas. Después de la traición de la Segunda Internacional en Agosto de 1914, empezó la fundación de la Tercera Internacional (Comunista). En Abril rearmó políticamente al Partido Bolchevique y, junto con Trotski, organizó la insurrección de Octubre de 1917. Poco antes de su muerte, Lenin inició una contienda contra la emergente burocracia Stalinista y llamó a destituir a Stalin de su puesto de secretario del partido.

3. Hegel, Georg Whilhem Friedrich (1770-1831): filósofo alemán y gran idealista dialéctico precursor de Marx. Hegel comenzó su carrera filosófica en Jena en 1801 y en 1805 se hizo profesor de filosofía de la Universidad de Berlín, posición que mantuvo hasta su muerte. Ferviente partidario de la Revolución Francesa, Hegel escribió sobre lógica, ética, historia, religión y estética. Sus principales obras son: Fenomenológica de la Mente (1807), Ciencia de la Lógica (1812-1816), Historia de la filosofía (1817) y filosofía y Derecho (1821). En filosofía, Hegel descuartizó la vieja lógica oficial y la reconstruyó sobre cementos dialécticos. Su lógica dialéctica - un avance revolucionario del pensamiento humano - todavía es atacada hoy por muchos filósofos burgueses.

4. Marx, Karl (1818-1883): destacado revolucionista proletario del siglo diecinueve. Marx fue, junto con Engels (1820-1895) fundador del socialismo científico y durante toda su vida participó en la lucha por hacer a la clase obrera consciente de su papel histórico. Co-operó con Engels en la redacción del Manifiesto Comunista y trabajó durante décadas investigando y escribiendo El Capital, el análisis definitivo de las leyes que gobiernan el capitalismo. Marx jugó un papel central en la formación de la Primera Internacional - La Asociación Internacional del Trabajo - en 1864 y produjo numerosos análisis críticos revolucionarios de las decisivas luchas de clase del siglo diecinueve, incluyendo: La Lucha de Clases en Francia, 1848-1850, El Decimoctavo Brumario de Louis Bonaparte y La Guerra Civil en Francia.

5. Bernstein, Eduard (1850-1932): destacado teórico de tendencia oportunista en el Partido Social Demócrata alemán (SPD) al final del siglo diecinueve; antepasado del revisionismo moderno. A principios de su carrera política, Bernstein trabajó con Frederick Engels y fue su testamentario literario después de su muerte. Exilado

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de Alemania desde 1878 hasta 1901, Bernstein editó la prensa del partido en Zurich y Londres. A últimos de la década de los 1890, empezó a revisar los principios socialistas fundamentales. Negó la validez de la teoría Marxista del hundimiento del capitalismo y afirmó que el socialismo puede ser establecido a través de la acción parlamentaria y reformando el capitalismo. El libro de Bernstein, Socialismo Evolucionario, mas tarde conocido como Las Precondiciones del Socialismo, fue atacado por Luxemburgo, Kautsky y otros Marxistas en el S.P.D... Aunque el S.P.D, rechazó formalmente el análisis de Bernstein en los Congresos de 1899 y 1901, las teorías reformistas de Bernstein animaron el trabajo diario de los directivos del sindicato y diputados parlamentarios del S.P.D. Durante la Primera Guerra Mundial, Bernstein se unió a Kautsky y Hilferding para formar el partido centrista U.S.P.D. Mas tarde volvió de nuevo al S.P.D.

6. Los Fabians: una tendencia oportunista pequeño-burguesa en el movimiento obrero Británico. Establecida en 1884, la Sociedad Fabian (FS) tomó su nombre de un antiguo comandante romano, Fabius Maximus (275-203 a.d. C), famoso por acosar la armada de Hanibal sin arriesgar una gran batalla. Los Fabians negaron la necesidad de la lucha de clases por el proletariado y se opusieron a la revolución social afirmando que el socialismo sólo se puede conseguir a través de la acumulación de reformas sociales. Algunos bien conocidos Fabians eran, George Bernard Shaw, Beatrice y Sidney Webb y H.G. Wells.

7. La Comuna de Paris: gobierno revolucionario establecido en Paris por una insurrección proletaria el 18 de Marzo de 1871. La Comuna, el primer ejemplo de la dictadura del proletariado en la historia, fue establecida después de la derrota de Francia en la guerra Francia - Prusia. Duró 73 días, hasta Mayo de 1871, cuando fue suprimida cruelmente por la burguesía encabezada por Adolphe Thiers. Thiers hizo un acuerdo con los prusianos, quienes aun ocupaban algunos puestos fuera de Paris, para que soltaran cientos de prisioneros de guerra franceses para ayudar a aplastar el gobierno obrero. Se calcula que unos 100.000 comuneros y sus seguidores fueron muertos, ejecutados o hechos prisioneros por Thiers. Después de la experiencia de la Comuna, Marx y Engels llegaron a la conclusión de que "la clase obrera no puede simplemente tomar el aparato del Estado burgués y usarlo para sus propios propósitos". El aparato del Estado burgués debe ser destruido.

8. La Segunda Internacional: establecida en 1889 para unir todos los partidos Social Demócratas, especialmente en Europa. Como sucesora de la Primera Internacional, fue una gran potencia en la política Europea internacional. Su mayor y más influyente sección era el Partido Social Demócrata de Alemania: las principales figuras fueron Augusto Bebel, Wilhelm Liebknecht, Karl Kautsky y Jean Jaures. Mientras que oficialmente defendía la perspectiva revolucionaria del Marxismo, la Segunda Internacional se iba adaptando cada vez más al creciente Estado-Nación capitalista. Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, la mayoría de sus partidos afiliados se unieron a la burguesía de sus respectivos países y la organización se disolvió. Después de la guerra la organización fue resucitada para defender el capitalismo y suprimir a la clase obrera.

9. Plekhanov, Georgi (1856 - 1918): fundador del movimiento Marxista en Rusia. Plekhanov cortó los lazos con los populistas rusos en 1879 y abandonó Rusia en 1880. En el exilio, formó la primera organización Marxista rusa, la Liga para la Emancipación del Trabajo (1883) y ayudó a formar el Partido Social Demócrata Obrero de Rusia (1898). En 1900 colaboró con Lenin en la publicación del periódico Iskra (la chispa). Después del Segundo Congreso del P.S.D.O.R. (1903) adoptó una actitud conciliadora hacia el revisionismo y más tarde se unió a los Mencheviques. Volvió a Rusia al tiempo de la revolución de Febrero de 1917, pero se opuso a la toma del Poder en Octubre. Plekhanov murió en Finlandia en un sanatorio tuberculoso en 1918.

10. Luxemburg, Rosa (1870-1919): fundadora del Partido Social Democrático de Polonia; notable oponente del revisionismo y del oportunismo en el Partido Social Demócrata de Alemania y en la Segunda Internacional antes de la Primera Guerra Mundial. Encarcelada en 1915 por su oposición a la Primera Guerra Mundial. Luxemburg y Karl Liebknecht organizaron el Partido Espartacista que más tarde se convirtió en el Partido Comunista de Alemania. Liberada por la revolución en 1918, Luxemburg ayudó a dirigir la insurrección espartacista de 1919 en Berlín. Esa insurrección fue estrangulada y Luxemburg y Liebknecht fueron asesinados por órdenes de Gustav Noske, ministro de guerra Social Demócrata del gobierno de Ebert Scheidemann.

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11. Revolución Permanente: teoría de la revolución socialista mundial elaborada por Leon Trotski. Según Trotski explicó en 1922 en el prólogo a su estudio de la revolución de 1905, revolución permanente "define el concepto de que la Revolución Rusa, aunque directamente ocupada en metas burguesas, no puede pararse ahí: la revolución no puede resolver sus inmediatas tareas burguesas excepto poniendo al proletariado en el Poder. Y el proletariado, una vez que tiene el Poder en sus manos, no puede quedarse estancado en el marco burgués de la revolución. Al contrario, y precisamente para garantizar su victoria, la vanguardia del proletariado desde el principio de su gobierno tendrá que hacer profundas incursiones en las relaciones, no sólo feudales sino también burguesas. Al hacer esto entrará en hostil conflicto, no sólo con los sectores burgueses que le han dado su apoyo en las primeras fases de la revolución, sino también con las amplias masas de campesinos con cuya colaboración el proletariado ha alcanzado el Poder.

“La contradicción entre un gobierno obrero y una enorme mayoría de campesinos en un país atrasado sólo puede ser resuelta a escala mundial, en una revolución proletaria mundial. Habiendo rebasado las estrechas fronteras burguesas de la revolución rusa, debido a la necesidad histórica, el victorioso proletariado se verá obligado a rebasar también las fronteras nacionales y estatales, es decir, tendrá que luchar conscientemente para que la revolución rusa se convierta en el prólogo de la revolución mundial”.

12. Wilson, Edmund (1895-1972): crítico y escritor norteamericano que investigó los antecedentes históricos, sociológicos y psicológicos de la literatura. Inicialmente simpatizó con el Partido Comunista, pero después de su visita a la Unión Soviética en 1935, volvió desilusionado del Partido Comunista, dio un giro hacia el Trotskismo y participó en la revista antistalinista Revista Partisana. En 1936 Wilson declaró que los juicios de Moscú fueron confeccionados por el régimen Stalinista para "desviar la atención de problemas más importantes". "Trotski, como publicidad en la Unión Soviética, dijo Wilson, es como el judío para los Nazis.

Parte de su prolífico trabajo son las obras: El castillo de Axel (1931), un estudio del simbolismo; A la Estación de Finlandia (1940) sobre el origen intelectual de la Revolución Rusa; La Herida y el Arco (1941) sobre neurosis y literatura; y Patriótico Derramamiento de Sangre (1962) un estudio de la literatura de la guerra civil americana.