es148 - Notificación y Comentario Jon Sobrino

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    COMENTARIO A LA NOTIFICACINSOBRE JON SOBRINO

    Cristianisme i Justcia

    PARA AYUDAR AL LECTOR ..............................................................................................

    LA NOTIFICACIN .............................................................................................................

    COMENTARIO A LA NOTIFICACIN

    1. Sobre los Presupuestos metodolgicos .......................................................2. La divinidad de Jesucristo ....................................................................................3. La Encarnacin del Hijo de Dios .....................................................................4. Jesucristo y el Reino de Dios ...............................................................................5. La autoconciencia de Jess ...................................................................................6. El valor salvfico de la muerte de Jess ..............................................................Conclusiones ..............................................................................................................

    REFLEXIN FINAL .............................................................................................................

    APNDICE. TEXTOS DE ALGUNOS BIBLISTAS ............................................................. 44

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    343229

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    INTERNET: www.fespinal.com Dibujo de la portada: Roger Torres Edita CRISTIA-NISME I JUSTCIA R. de Llria, 13 - 08010 Barcelona tel: 93 317 23 38 fax:93 317 10 94 [email protected] Imprime: Edicions Rondas S.L. ISSN: 0214-6509 Depsito legal: B-7490-07 ISBN: 84-9730-167-6 Depsito legal: B-17.659-07.Junio 2007La Fundacin Llus Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histrico pertenecien-

    te a nuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el cdigo 2061280639. Para ejercitar los derechos deacceso, rectificacin, cancelacin y oposicin pueden dirigirse a la calle Roger de Llria, 13 de Barcelona

    El pasado 14 de marzo, la Congregacin Romana para laDoctrina de la Fe (CF) public una Notificacin sobre las obrasde Jon Sobrino Jesucristo liberador (1991), y La fe enJesucristo. Ensayo desde las vctimas(1999), esperada desdetiempo atrs por haber sido anunciada indiscretamente poralgn cardenal de la curia. En ella se concluye que ambas obraspresentan en algunos puntos notables discrepancias con la fe

    de la Iglesia. El presente Cuaderno intenta analizar el mencio-nado documento en cada uno de sus seis captulos. Para msfidelidad y por respeto al interlocutor, ofrecemos primero, nte-gro, el texto de la CF y, a continuacin, nuestras reflexionessobre cada uno de esos captulos.

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    PARA AYUDAR AL LECTO R

    Este Cuaderno es el resultado de una larga reflexin hecha por el

    Seminario interno del rea Teolgica de Cristianisme i Justcia sobre laNotificacin que recibi Jon Sobrino de la Congregacin Romana parala Doctrina de la Fe.

    El Cuaderno tiene dos partes:

    I. El texto de la Notificacin, de lectura ms bien difcil debido a sulenguaje tcnico. Para ayudar a ella subrayamos los puntos ms rele-vantes:

    1. La Notificacin pone en cuestin que los pobres sean un lugarteolgico y central en la cristologa y desautoriza la confesin deSobrino, alegando que el lugar eclesial de la cristologa no puedeser la Iglesia de los pobres sino la fe apostlica transmitida por laIglesia.

    2. La Notificacin acusa a Sobrino de disminuir o no afirmar consuficiente claridad la divinidad de Jesucristo. El balance de la CF eneste captulo es que Sobrino tiende a disminuir el alcance" tanto dela divinidad de Jess como del testimonio de Nuevo Testamentosobre ella. Por lo cual, aunque "no niega la divinidad de Jess no laafirma con suficiente claridad.

    3. La Notificacin dice a Sobrino que cuando habla del Hijo de Diosno parece que todo lo que se dice de El se diga tambin de Jess,y esto puede establecer una contraposicin entre el Hijo y Jess,que podra inducir a pensar al lector en la presencia de dos sujetosen Cristo;... no resulta claro que el Hijo es Jess y Jess es el Hijo.

    4. En este apartado, la Notificacin contiene una nica acusacin:Sobrino tiene "una visin peculiar" de las relaciones entre Jess y

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    el Reino de Dios: Jess y el Reino se distinguen de tal manera queel vnculo entre ambos resulta privado de su contenido peculiar y desu singularidad. La Notificacin afirma que Jess y el Reino seidentifican.

    5. Dice la notificacin: "El P. Sobrino afirma, citando a L. Boff, queJess fue un extraordinario creyente y tuvo fe. Por lo que toca a lafe, Jess es presentado, en vida, como un creyente como nosotros,hermano en lo teologal, pues no se le ahorr el tener que pasar porella. Pero, as, la relacin filial de Jess con el Padre, en su sin-gularidad irrepetible, no aparece con claridad en los pasajes cita-dos; ms an, estas afirmaciones llevan ms bien a excluirla.

    II. Y el texto de la respuesta, que no resumimos aqu, dado que en

    las Reflexiones y en la Conclusin final queda suficientemente claro.

    Nos ha parecido que era necesario este comentario desde un puntode vista teolgico y pastoral, porque el manifestar pblicamente y res-petuosamente nuestro parecer es coherente no slo con el derecho ala opinin pblica en la Iglesia (tan defendido por el papa Po XII), sinocon la conveniencia de alertar de los daos que podran seguirse deuna actuacin de la autoridad eclesistica no suficientemente adecua-da.

    Tambin creemos y compartimos que, a pesar del dolor que noscaus la Notificacin, esta reflexin teolgica ha sido fecunda paratodos nosotros y no ha temido desarrollarse dentro del flujo vital de laTradicin eclesial.

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    LA N O TIFICACI N

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    CONGREGACIN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

    NOTIFICACIN

    sobre las obras del P. Jon SOBRINO S.J.:

    Jesucristo liberador. Lectura histrico-teolgica de Jess de Nazaret (Madrid, 1991)y La fe en Jesucristo. Ensayo desde las vctimas (San Salvador, 1999).

    Introduccin

    1. Despus de un primer examen de los volmenes,Jesucristo liberador. Lectura hist-rico-teolgica de Jess de Nazaret (Jesucristo) yLa fe en Jesucristo. Ensayo desde las vcti-mas (La fe), del R.P. Jon Sobrino S.J., la Congregacin para la Doctrina de la Fe, a causa de

    las imprecisiones y errores en ellos encontrados, en el mes de octubre de 2001, tom la de-cisin de emprender un estudio ulterior y ms profundo de dichas obras. Dada la amplia di-vulgacin de estos escritos y el uso de los mismos en Seminarios y otros centros de estudio,sobre todo en Amrica Latina, se decidi seguir para este estudio el procedimiento urgenteregulado en los artculos 23-27 de laAgendi Ratio in Doctrinarum Examine.

    Como resultado de tal examen, en el mes de julio de 2004 se envi al Autor, a travs delR.P. Peter Hans Kolvenbach S.J., Prepsito General de la Compaa de Jess, un elenco deproposiciones errneas o peligrosas encontradas en los libros citados.

    En el mes de marzo de 2005 el P. Jon Sobrino envi a la Congregacin una Respuestaal texto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, la cual fue examinada en la SesinOrdinaria del 23 de noviembre de 2005. Se constat que, aunque en algunos puntos el Autorhaba matizado parcialmente su pensamiento, laRespuesta no resultaba satisfactoria, ya que,en sustancia, permanecan los errores que haban dado lugar al envo del elenco de proposi-ciones ya mencionado. Aunque la preocupacin del Autor por la suerte de los pobres es apre-ciable, la Congregacin para la Doctrina de la Fe se ve en la obligacin de indicar que lasmencionadas obras del P. Sobrino presentan, en algunos puntos, notables discrepancias conla fe de la Iglesia.

    Se decidi por tanto publicar la presenteNotificacin, para poder ofrecer a los fieles uncriterio de juicio seguro, fundado en la doctrina de la Iglesia, acerca de las afirmaciones delos libros citados o de otras publicaciones del Autor. Se debe notar que, en algunas ocasio-nes, las proposiciones errneas se sitan en contextos en los que se encuentran otras expre-siones que parecen contradecirlas1, pero no por ello pueden justificarse. La Congregacin nopretende juzgar las intenciones subjetivas del Autor, pero tiene el deber de llamar la atencinacerca de ciertas proposiciones que no estn en conformidad con la doctrina de la Iglesia.Dichas proposiciones se refieren a: 1) los presupuestos metodolgicos enunciados por elAutor, en los que funda su reflexin teolgica, 2) la divinidad de Jesucristo, 3) la encarnacin

    del Hijo de Dios, 4) la relacin entre Jesucristo y el Reino de Dios, 5) la autoconciencia deJesucristo y 6) el valor salvfico de su muerte.

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    I. Presupuestos metodolgicos

    2. En su libroJesucristo liberador, el P. Jon Sobrino afirma: La cristologa latinoame-ricana [] determina que su lugar, como realidad sustancial, son los pobres de este mundo,y esta realidad es la que debe estar presente y transir cualquier lugar categorial donde se lle-

    va a cabo (p. 47). Y aade: Los pobres cuestionan dentro de la comunidad la fe cristolgi-ca y le ofrecen su direccin fundamental (p. 50); la Iglesia de los pobres es [] el lugareclesial de la cristologa, por ser una realidadconfigurada por los pobres (p. 51). El lugarsocial, es pues, el ms decisivo para la fe, el ms decisivo para configurar el modo depensarcristolgico y el que exige y facilita la ruptura epistemolgica (p. 52).

    Aun reconociendo el aprecio que merece la preocupacin por los pobres y por los opri-midos, en las citadas frases, esta Iglesia de los pobres se sita en el puesto que correspon-de al lugar teolgico fundamental, que es slo la fe de la Iglesia; en ella encuentra la justa co-locacin epistemolgica cualquier otro lugar teolgico.

    El lugar eclesial de la cristologa no puede ser la Iglesia de los pobres sino la fe apos-tlica transmitida por la Iglesia a todas las generaciones. El telogo, por su vocacin parti-cular en la Iglesia, ha de tener constantemente presente que la teologa es ciencia de la fe.Otros puntos de partida para la labor teolgica corrern el riesgo de la arbitrariedad y termi-narn por desvirtuar los contenidos de la fe misma2.

    3. La falta de la atencin debida a las fuentes, a pesar de que el Autor afirma que las con-sidera normativas, dan lugar a los problemas concretos de su teologa a los que nos referi-remos ms adelante. En particular, las afirmaciones del Nuevo Testamento sobre la divinidadde Cristo, su conciencia filial y el valor salvfico de su muerte, de hecho, no reciben siempre

    la atencin debida. En los apartados sucesivos se tratarn estas cuestiones.Es igualmente llamativo el modo como el Autor trata los grandes concilios de la Iglesia

    antigua, que, segn l, se habran alejado progresivamente de los contenidos del NuevoTestamento. As, por ejemplo, se afirma: Estos textos son tiles teolgicamente, adems denormativos, pero son tambin limitados y aun peligrosos, como hoy se reconoce sin dificul-tad (La fe, 405-406). De hecho hay que reconocer el carcter limitado de las frmulas dog-mticas, que no expresan ni pueden expresar todo lo que se contiene en los misterios de la fe,y deben ser interpretadas a la luz de la Sagrada Escritura y la Tradicin. Pero no tiene ningnfundamento hablar de la peligrosidad de dichas frmulas, al ser interpretaciones autnticas

    del dato revelado.El desarrollo dogmtico de los primeros siglos de la Iglesia, incluidos los grandes conci-

    lios, es considerado por el P. Sobrino como ambiguo y tambien negativo. No niega el carc-ter normativo de las formulaciones dogmticas, pero, en conjunto, no les reconoce valor msque en el mbito cultural en que nacieron. No tiene en cuenta el hecho de que el sujeto trans-temporal de la fe es la Iglesia creyente y que los pronunciamientos de los primeros concilioshan sido aceptados y vividos por toda la comunidad eclesial. La Iglesia sigue profesando elCredo que surgi de los Concilios de Nicea (ao 325) y de Constantinopla (ao 381). Los pri-meros cuatro concilios ecumnicos son aceptados por la gran mayora de las Iglesias y co-

    munidades eclesiales de oriente y occidente. Si usaron los trminos y los conceptos de la cul-

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    tura de su tiempo no fue por adaptarse a ella; los concilios no significaron una helenizacindel Cristianismo, sino ms bien lo contrario. Con la inculturacin del mensaje cristiano la mis-ma cultura griega sufri una trasformacin desde dentro y pudo convertirse en instrumentopara la expresin y la defensa de la verdad bblica.

    II. La divinidad de Jesucristo

    4. Diversas afirmaciones del Autor tienden a disminuir el alcance de los pasajes del NuevoTestamento que afirman que Jess es Dios: Jess est ntimamente ligado a Dios, con lo cualsu realidad habr que expresarla de alguna forma como realidad que es de Dios (cf.Jn 20,28)(La fe, 216). En referencia aJn 1,1 se afirma: Con el texto de Juan [] de ese logos no sedice todava, en sentido estricto, que sea Dios (consustancial al Padre), pero de l se afirmaalgo que ser muy importante para llegar a esta conclusin, supreexistencia, la cual no con-nota algo puramente temporal, sino que dice relacin con la creacin y relaciona al logos con

    la accin especfica de la divinidad (La fe, 469). Segn el Autor en el Nuevo Testamento nose afirma claramente la divinidad de Jess, sino que slo se establecen los presupuestos paraello: En el Nuevo Testamento [] hay expresiones que, en germen, llevarn a la confesinde fe en la divinidad de Jess (La fe, 468-469). En los comienzos no se habl de Jess co-moDios ni menos de la divinidadde Jess, lo cual slo acaeci tras mucho tiempo de expli-cacin creyente, casi con toda probabilidad despus de la cada de Jerusaln (La fe, 214).

    Sostener que enJn 20,28 se afirma que Jess es de Dios es un error evidente, en cuan-to en este pasaje se le llama Seor y Dios. Igualmente, enJn 1,1 se dice que el Logos esDios. En otros muchos textos se habla de Jess como Hijo y como Seor3. La divinidad deJess ha sido objeto de la fe de la Iglesia desde el comienzo, mucho antes de que en el Conciliode Nicea se proclamara su consustancialidad con el Padre. El hecho de que no se use este tr-mino no significa que no se afirme la divinidad de Jess en sentido estricto, al contrario delo que el Autor parece insinuar.

    Con sus aserciones de que la divinidad de Jess ha sido afirmada slo despus de muchotiempo de reflexin creyente y que en el Nuevo Testamento se halla solamente en germen,el Autor evidentemente tampoco la niega, pero no la afirma con la debida claridad y da pie ala sospecha de que el desarrollo dogmtico, que reviste segn l caractersticas ambiguas, ha

    llegado a esta formulacin sin una continuidad clara con el Nuevo Testamento.Pero la divinidad de Jess, est claramente atestiguada en los pasajes del NuevoTestamento a que nos hemos referido. Las numerosas declaraciones conciliares en este sen-tido4 se encuentran en continuidad con cuanto en el Nuevo Testamento se afirma de maneraexplcita y no solamente en germen. La confesin de la divinidad de Jesucristo es un pun-to absolutamente esencial de la fe de la Iglesia desde sus orgenes y se halla atestiguada des-de el Nuevo Testamento.

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    III. La encarnacin del Hijo de Dios

    5. Escribe el P. Sobrino: Desde una perspectiva dogmtica debe afirmarse, y con todaradicalidad, que el Hijo (la segunda persona de la Trinidad) asume toda la realidad de Jess,y aunque la frmula dogmtica nunca explica el hecho de ese ser afectado por lo humano, la

    tesis es radical. El Hijo experimenta la humanidad, la vida, el destino y la muerte de Jess(Jesucristo, 308).

    En este pasaje el Autor establece una distincin entre el Hijo y Jess que sugiere al lec-tor la presencia de dos sujetos en Cristo: el Hijo asume la realidad de Jess; el Hijo experi-menta la humanidad, la vida, el destino y la muerte de Jess. No resulta claro que el Hijo esJess y que Jess es el Hijo. En el tenor literal de estas frases, el P. Sobrino refleja la llama-da teologa del homo assumptus, que resulta incompatible con la fe catlica, que afirma launidad de la persona de Jesucristo en las dos naturalezas, divina y humana, segn las formu-laciones de los Concilios de feso5 y sobre todo de Calcedonia, que afirma: ...enseamos

    que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Seor nuestro Jesucristo: perfecto en la divi-nidad y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre de almaracional y cuerpo; consustancial con el Padre segn la divinidad, y consustancial con nosotrossegn la humanidad, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado (cf.Heb 4,15), en-gendrado del Padre antes de los siglos segn la divinidad, y en los ltimos das, por nosotrosy por nuestra salvacin, engendrado de Mara Virgen, la madre de Dios, segn la humanidad;que se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Seor, Hijo unignito en dos naturalezas,sin confusin, sin cambio, sin divisin, sin separacin6. De igual modo se expres el PapaPo XII en la encclica Sempiternus Rex: el Concilio de Calcedonia, en perfecto acuerdo

    con el de feso, afirma claramente que una y otra naturaleza de nuestro Redentor concurrenen una sola persona y subsistencia, y prohbe poner en Cristo dos individuos, de modo quese pusiera junto al Verbo un cierto hombre asumido, dueo de su total autonoma7.

    6. Otra dificultad en la visin cristolgica del P. Sobrino deriva de su insuficiente com-prensin de la communicatio idiomatum. En efecto, segn l, la comprensin adecuada dela communicatio idiomatum sera la siguiente: lo humano limitado se predica de Dios, pe-ro lo divino ilimitado no se predica de Jess (La fe, 408; cf. 500).

    En realidad, la unidad de la persona de Cristo en dos naturalezas, afirmada por elConcilio de Calcedonia, tiene como consecuencia inmediata la llamada communicatio idio-

    matum, es decir, la posibilidad de referir las propiedades de la divinidad a la humanidad y vi-ceversa. En virtud de esta posibilidad ya el Concilio de feso defini que Mara era theot-kos: Si alguno no confiesa que el Emmanuel es en verdad Dios y que por eso la santa Virgenes madre de Dios, pues dio a luz segn la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema8.Si alguno atribuye a dos personas o a dos hipstasis las expresiones contenidas en los es-critos evanglicos y apostlicos, o dichas sobre Cristo por los santos o por l mismo sobre smismo, y unas las atribuye al hombre, considerado propiamente como distinto del Verbo deDios, y otras, como dignas de Dios, al solo Verbo de Dios Padre, sea anatema9. Como f-cilmente se deduce de estos textos la comunicacin de idiomas se aplica en los dos senti-

    dos, lo humano se predica de Dios y lo divino del hombre. Ya el Nuevo Testamento afirma

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    que Jess es Seor10, y que todas las cosas han sido creadas por medio de l11. En el lengua-je cristiano es posible decir, y se dice por ejemplo, que Jess es Dios, que es creador y om-nipotente. Y el Concilio de feso sancion el uso de llamar a Mara madre de Dios. No espor tanto correcto decir que no se predica de Jess lo divino ilimitado. Esta afirmacin delAutor sera comprensible solamente en el contexto de la cristologa del homo assumptus en

    la que no resulta clara la unidad de la persona de Jess: es evidente que no se podran predi-car de una persona humana los atributos divinos. Pero esta cristologa no es en absoluto com-patible con la enseanza de los Concilios de feso y Calcedonia sobre la unidad de la perso-na en dos naturalezas. La comprensin de la communicatio idiomatum que el Autor presentarevela por tanto una concepcin errnea del misterio de la encarnacin y de la unidad de lapersona de Jesucristo.

    IV. Jesucristo y el Reino de Dios

    7. El P. Sobrino desarrolla una visin peculiar acerca de la relacin entre Jess y el Reinode Dios. Se trata de un punto de especial inters en sus obras. Segn el Autor, la persona deJess, como mediador, no se puede absolutizar, sino que se ha de contemplar en su relacio-nalidad hacia el Reino de Dios, que es evidentemente considerado algo distinto de Jess mis-mo: Esta relacionalidad histrica la analizaremos despus en detalle, pero digamos ahora queeste recordatorio es importante [] cuando se absolutiza al mediador Cristo y se ignora surelacionalidad constitutiva hacia la mediacin, el reino de Dios (Jesucristo, 32). Ante todo,hay que distinguir entre mediador y mediacin de Dios. El reino de Dios, formalmente ha-blando, no es otra cosa que la realizacin de la voluntad de Dios para este mundo, a lo cualllamamos mediacin. Aesa mediacin [] est asociada una persona (o grupo) que la anun-cia e inicia, y a ello llamamos mediador. En este sentido puede y debe decirse que, segn lafe, ya ha aparecido el mediador definitivo, ltimo y escatolgico del reino de Dios, Jess [].Desde esta perspectiva pueden entenderse tambin las bellas palabras de Orgenes al llamara Cristo la autobasileia de Dios, el reino de Dios en persona, palabras importantes que des-criben bien la ultimidad del mediador personal del reino, pero peligrosas si adecan a Cristocon la realidad del reino (Jesucristo, 147). Mediador y mediacin se relacionan, pues, esen-cialmente, pero no son lo mismo. Siempre hay un Moiss y una tierra prometida, un MonseorRomero y una justicia anhelada. Ambas cosas, juntas, expresan la totalidad de la voluntad deDios, pero no son lo mismo (Jesucristo, 147). Por otra parte la condicin de mediador deJess le viene slo de su humanidad: La posibilidad de ser mediador no le viene, pues, aCristo de una realidad aadida a lo humano sino que le viene del ejercicio de lo humano (Lafe, 253).

    El Autor afirma ciertamente la existencia de una relacin especial entre Jesucristo (me-diador) y el Reino de Dios (mediacin), en cuanto Jess es el mediador definitivo, ltimo yescatolgico del Reino. Pero en los pasajes citados, Jess y el Reino se distinguen de tal ma-nera que el vnculo entre ambos resulta privado de su contenido peculiar y de su singulari-

    dad. No se explica correctamente el nexo esencial existente entre elmediador

    y lamediacin

    ,por usar sus mismas palabras. Adems, al afirmarse que la posibilidad de ser mediador le vie-

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    ne a Cristo del ejercicio de lo humano se excluye que su condicin de Hijo de Dios tenga re-levancia para su misin mediadora.

    No es suficiente hablar de una conexin ntima o de una relacin constitutiva entre Jessy el Reino o de una ultimidad del mediador, si ste nos remite a algo que es distinto de lmismo. Jesucristo y el Reino en un cierto sentido se identifican: en la persona de Jess el

    Reino ya se ha hecho presente. Esta identidad ha sido puesta de relieve desde la poca pa-trstica12. El Papa Juan Pablo II afirma en la encclica Redemptoris Missio: La predicacinde la Iglesia primitiva se ha centrado en el anuncio de Jesucristo, con el que se identifica elReino de Dios13. Cristo no solamente ha anunciado el Reino, sino que en l el Reino mis-mo se ha hecho presente y se ha cumplido14. El Reino de Dios no es un concepto, una doc-trina, un programa [], sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre deJess de Nazaret, imagen del Dios invisible. Si se separa el Reino de Jess ya no se tiene elReino de Dios revelado por l15.

    Por otra parte la singularidad y unicidad de la mediacin de Cristo ha sido siempre afir-

    mada en la Iglesia. Gracias a su condicin de Hijo unignito de Dios, es la autorevelacindefinitiva de Dios16. Por ello su mediacin es nica, singular, universal e insuperable: sepuede y se debe decir que Jesucristo tiene, para el gnero humano y su historia, un significa-do y un valor singular y nico, slo de l propio, exclusivo, universal y absoluto. Jess es, enefecto, el Verbo de Dios hecho hombre para la salvacin de todos17.

    V. La autoconciencia de Jesucristo

    8. El P. Sobrino afirma, citando a L. Boff, que Jess fue un extraordinario creyente y tu-vo fe. La fe fue el modo de existir de Jess (Jesucristo, 203). Y por su cuenta aade: Estafe describe la totalidad de la vida de Jess (Jesucristo, 206). El Autor justifica su posicinaduciendo al texto deHeb 12,2: En forma lapidaria la carta [a los Hebreos] dice con una cla-ridad que no tiene paralelo en el Nuevo Testamento que Jess se relacion con el misterio deDios en la fe. Jess es el que ha vivido originariamente y en plenitud la fe (12,2) (La fe, 256).Aade todava: Por lo que toca a la fe, Jess es presentado, en vida, como un creyente co-mo nosotros, hermano en lo teologal, pues no se le ahorr el tener que pasar por ella. Pero espresentado tambin como hermano mayor, porque vivi la fe originariamente y en plenitud

    (12,2). Y es el modelo, aquel en quien debemos tener los ojos fijos para vivir nuestra propiafe (La fe, 258).

    La relacin filial de Jess con el Padre, en su singularidad irrepetible no aparece con cla-ridad en los pasajes citados; ms an, estas afirmaciones llevan ms bien a excluirla.Considerando el conjunto del Nuevo Testamento no se puede sostener que Jess sea un cre-yente como nosotros. En el evangelio de Juan se habla de la visin del Padre por parte deJess: Aquel que ha venido de Dios, ste ha visto al Padre18. Igualmente la intimidad ni-ca y singular de Jess con el Padre se encuentra atestiguada en los evangelios sinpticos19.

    La conciencia filial y mesinica de Jess es la consecuencia directa de su ontologa de

    Hijo de Dios hecho hombre. Si Jess fuera un creyente como nosotros, aunque de maneraejemplar, no podra ser el revelador verdadero que nos muestra el rostro del Padre. Son evi-

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    dentes las conexiones de este punto con cuanto se ha dicho en el n. IV sobre la relacin deJess con el Reino, y se dir a continuacin en el n. VI sobre el valor salvfico que Jess atri-buy a su muerte. En la reflexin del Autor desaparece de hecho el carcter nico de la me-diacin y de la revelacin de Jess, que de esta manera queda reducido a la condicin de re-velador que podemos atribuir a los profetas o a los msticos.

    Jess, el Hijo de Dios hecho carne, goza de un conocimiento ntimo e inmediato de suPadre, de una visin, que ciertamente va ms all de la fe. La unin hiposttica y su misinde revelacin y redencin requieren la visin del Padre y el conocimiento de su plan de sal-vacin. Es lo que indican los textos evanglicos ya citados.

    Esta doctrina ha sido expresada en diversos textos magisteriales de los ltimos tiempos:Aquel amorossimo conocimiento que desde el primer momento de su encarnacin tuvo denosotros el Redentor divino, est por encima de todo el alcance escrutador de la mente hu-mana; toda vez que, en virtud de aquella visin beatfica de que goz apenas acogido en elseno de la madre de Dios20.

    Con una terminologa algo diversa insiste tambin en la visin del Padre el Papa JuanPablo II: Fija [Jess] sus ojos en el Padre. Precisamente por el conocimiento y la experien-cia que slo l tiene de Dios, incluso en este momento de oscuridad ve lmpidamente la gra-vedad del pecado y sufre por esto. Slo l, que ve al Padre y lo goza plenamente, valora pro-fundamente qu significa resistir con el pecado a su amor21.

    Tambin el Catecismo de la Iglesia Catlica habla del conocimiento inmediato que Jesstiene del Padre: Es ante todo el caso del conocimiento ntimo e inmediato que el Hijo deDios hecho hombre tiene de su Padre22. El conocimiento humano de Cristo, por su unin

    con la Sabidura divina en la persona del Verbo encarnado gozaba de la plenitud de la cien-cia de los designios eternos que haba venido a revelar23.

    La relacin de Jess con Dios no se expresa correctamente diciendo que era un creyentecomo nosotros. Al contrario, es precisamente la intimidad y el conocimiento directo e inme-diato que l tiene del Padre lo que le permite revelar a los hombres el misterio del amor di-vino. Slo as nos puede introducir en l.

    VI. El valor salvfico de la muerte de Jess

    9. Algunas afirmaciones del P. Sobrino hacen pensar que, segn l, Jess no ha atribuidoa su muerte un valor salvfico: Digamos desde el principio que el Jess histrico no interpre-t su muerte de manera salvfica, segn los modelos soterilogicos que, despus, elabor elNuevo Testamento: sacrificio expiatorio, satisfaccin vicaria []. En otras palabras, no haydatos para pensar que Jess otorgara un sentido absoluto trascendente a su propia muerte, co-mo hizo despus el Nuevo Testamento (Jesucristo, 261). En los textos evanglicos no se pue-de encontrar inequvocamente el significado que Jess otorg a su propia muerte (ibidem).puede decirse que Jess va a la muerte con confianza y la ve como ltimo acto de servi-cio, ms bien a la manera de ejemplo eficaz y motivante para otros que a la manera de meca-

    nismo de salvacin para otros. Ser fiel hasta el final, eso es ser humano (Jesucristo, 263).

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    En un primer momento la afirmacin del Autor parece limitada, en el sentido de que Jessno habra atribuido un valor salvfico a su muerte con las categoras que despus us el NuevoTestamento. Pero despus se afirma que no hay datos para pensar que Jess otorgara un sen-tido absoluto trascendente a su propia muerte. Se dice slo que va a la muerte con confianzay le atribuye un valor de ejemplo motivante para otros. De esta manera los numerosos pasa-

    jes del Nuevo Testamento que hablan del valor salvfico de la muerte de Cristo24 resultan pri-vados de toda conexin con la conciencia de Cristo durante su vida mortal. No se toman de-bidamente en consideracin los pasajes evanglicos en los que Jess atribuye a su muerte unsignificado en orden a la salvacin; en particularMc 10,4525: el Hijo del hombre no ha ve-nido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos; y las palabras dela institucin de la eucarista: sta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada pormuchos26. De nuevo aparece aqu la dificultad a la que antes se ha hecho mencin en cuan-to al uso que el P. Sobrino hace del Nuevo Testamento. Los datos neotestamentarios ceden elpaso a una hipottica reconstruccin histrica, que es errnea.

    10. Pero el problema no se reduce a la conciencia con la que Jess habra afrontado sumuerte y al significado que l le habra dado. El P. Sobrino expone tambin su punto de vis-ta respecto al significado soteriolgico que se debe atribuir a la muerte de Cristo: Lo salv-fico consiste en que ha aparecido sobre la tierra lo que Dios quiere que sea el ser humano[]. El Jess fiel hasta la cruz es salvacin, entonces, al menos en este sentido: es revelacindel homo verus, es decir, de un ser humano en el que resultara que se cumplen tcticamentelas caractersticas de una verdadera naturaleza humana []. El hecho mismo de que se hayarevelado lo humano verdadero contra toda expectativa, es ya buena noticia, y por ello, es yaen s mismo salvacin []. Segn esto, la cruz de Jess como culminacin de toda su vida

    puede ser comprendida salvficamente. Esta eficacia salvfica se muestra ms bien a la ma-nera de la causa ejemplar que de la causa eficiente. Pero no quita esto que no sea eficaz [].No se trata pues de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar (Jesucristo, 293-294).

    Por supuesto, hay que conceder todo su valor a la eficacia del ejemplo de Cristo, que elNuevo Testamento menciona explcitamente27. Es una dimensin de la soteriologa que no sedebe olvidar. Pero no se puede reducir la eficacia de la muerte de Jess al ejemplo, o, segnlas palabras del Autor, a la aparicin del homo verus, fiel a Dios hasta la cruz. El P. Sobrinousa en el texto citado expresiones como al menos y ms bien, que parecen dejar abiertala puerta a otras consideraciones. Pero al final esta puerta se cierra con una explcita nega-

    cin: no se trata de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar. La redencin parece re-ducirse a la aparicin del homo verus, manifestado en la fidelidad hasta la muerte. La muer-te de Cristo es exemplum y no sacramentum (don). La redencin se reduce al moralismo. Lasdificultades cristolgicas notadas ya en relacin con el misterio de la encarnacin y la rela-cin con el Reino afloran aqu de nuevo. Slo la humanidad entra en juego, no el Hijo de Dioshecho hombre por nosotros y por nuestra salvacin. Las afirmaciones del Nuevo Testamentoy de la Tradicin y el Magisterio de la Iglesia sobre la eficacia de la redencin y de la salva-cin operadas por Cristo no pueden reducirse al buen ejemplo que ste nos ha dado. El mis-terio de la encarnacin, muerte y resurreccin de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre,

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    es la fuente nica e inagotable de la redencin de la humanidad, que se hace eficaz en la Iglesiamediante los sacramentos.

    Afirma el Concilio de Trento en el Decreto sobre la justificacin: el Padre celestial,Padre de la misericordia y Dios de toda consolacin (2 Cor1,3), cuando lleg la bien-aventurada plenitud de los tiempos (Ef1,10; Gl 4,4) envi a los hombres a su Hijo Cristo

    Jess [], tanto para redimir a los judos que estaban bajo la ley (Gl 4,5) como para quelas naciones que no seguan la justicia, aprehendieran la justicia (Rom 9,30) y todos reci-bieran la adopcin de hijos (Gl 4,5). A ste propuso Dios como propiciador por la fe ensu sangre (Rom 3,25), por nuestros pecados, y no slo por los nuestros sino por los de to-do el mundo (1jn 2,2)28.

    Se afirma en el mismo decreto que la causa meritoria de la justificacin es Jess, Hijounignito de Dios, el cual, cuando ramos enemigos (Rom 5,10), por la excesiva caridadcon que nos am (Ef2,4) nos mereci la justificacin con su santsima pasin en el leo dela cruz, y satisfizo por nosotros a Dios Padre29.

    El Concilio Vaticano II ensea: El Hijo de Dios, en la naturaleza humana que uni a s,venciendo la muerte con su muerte y resurreccin, redimi al hombre y lo transform en unacriatura nueva (cf. Gl 6,15; 2Cor5,17). Asus hermanos, convocados de entre todas las gen-tes, los constituy msticamente como su cuerpo, comunicndoles su Espritu. La vida deCristo en este cuerpo se comunica a los creyentes, que se unen misteriosa y realmente a Cristoque ha padecido y ha sido glorificado por medio de los sacramentos30.

    El Catecismo de la Iglesia Catlica indica a su vez: Este designio divino de salvacinpor la muerte del Siervo, el Justo, haba sido anunciado previamente en las Escrituras como

    misterio de Redencin universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavi-tud del pecado. San Pablo confiesa, en una profesin de fe que dice haber recibido, que Cristomuri por nuestros pecados segn las Escrituras (1 Cor 15,3). La muerte redentora de Jesscumple en particular la profeca del Siervo sufriente. Jess mismo ha presentado el sentidode su vida y de su muerte a la luz del Siervo sufriente31.

    Conclusin

    11. La teologa nace de la obediencia al impulso de la verdad que tiende a comunicarse

    y del amor que desea conocer cada vez mejor a aquel que ama, Dios mismo, cuya bondad he-mos reconocido en el acto de fe32. Por eso, la reflexin teolgica no puede tener otra matrizque la fe de la Iglesia. Solamente a partir de la fe eclesial, el telogo puede adquirir, en co-munin con el Magisterio, una inteligencia ms profunda de la palabra de Dios contenida enla Escritura y transmitida por la Tradicin viva de la Iglesia33.

    La verdad revelada por Dios mismo en Jesucristo, y transmitida por la Iglesia, constitu-ye, pues, el principio normativo ltimo de la teologa34, y ninguna otra instancia puede supe-rarla. En su referencia a este manantial perenne, la teologa es fuente de autntica novedad yluz para los hombres de buena voluntad. Por este motivo la investigacin teolgica dar fru-

    tos tanto ms abundantes y maduros, para el bien de todo el pueblo de Dios y de toda la hu-

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    manidad, cuanto ms se inserte en la corriente viva que, gracias a la accin del Espritu Santo,procede de los apstoles y que ha sido enriquecida con la reflexin creyente de las genera-ciones que nos han precedido. Es el Espritu Santo quin introduce a la Iglesia en la plenitudde la verdad35, y slo en la docilidad a este don de lo alto la teologa es realmente eclesialy est al servicio de la verdad.

    El fin de la presenteNotificacin es, precisamente, hacer notar a todos los fieles la fe-cundidad de una reflexion teolgica que no teme desarrollarse dentro del flujo vital de laTradicin eclesial.

    El Sumo Pontfice Benedicto XVI, durante la Audiencia concedida al suscrito CardenalPrefecto el 13 de octubre de 2006, ha aprobado la presente Notificacin,decidida en la SesinOrdinaria del Dicasterio, y ha ordenado que sea publicada.

    Dado en Roma, en la sede de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, el 26 de no-viembre de 2006, Fiesta de N. S. Jesucristo Rey del Universo.

    William Cardenal LEVADA Prefecto.Angelo AMATO, SDB Arzobispo titular de Sila. Secretario.

    1 Cf. p. ej. infra el n. 6.2 Cf. CONC. VATICANO II, Decr. Optatam

    Totius, 16; Juan Pablo II, Carta Enc. Fides etRatio, 65: AAS 91 (1999), 5-88.

    3 Cf. 1Tes 1,10; Flp 2,5-11; 1Cor12,3;Rom 1,3-4;10,9; Col 2,9, etc.

    4 Cf. los CONCILIOS DE NICEA, DH 125;CONSTANTINOPLA, DH 150; FESO,DH 250-263; CALCEDONIA DH 301-302.

    5 Cf. DH 252-263.6 Cf. DH 301.7 PIO XII, Carta Enc. Sempiternus Rex: AAS 43

    (1951), 638; DH 3905.8 CONC. DE FESO, Anathematismi CyrilliAlex., DH 252.

    9Ibidem, DH 255.10 1Cor12, 3; Flp 2,11.11 Cf. 1Cor8, 6.12 Cf. ORGINES, In Mt. Hom., 14,7; TERTU-

    LIANO,Adv. Marcionem, IV 8; HILARIO DEPOITIERS, Com. In Mt. 12,17.

    13 JUAN PABLO II, Carta Enc. RedemptorisMissio, 16: AAS 83 (1991), 249-340.

    14Ibidem, 18.

    15Ibidem.16Ibidem, 5.

    17 CONGREGACIN PARA LA DOCTRINADE LA FE, Declaracin Dominus Iesus, 15:

    AAS 92 (2000), 742-765.18Jn 6,46; cf. TambinJn 1,18.19 Cf.Mt. 11,25-27;Lc 10,21-22.20 PIO XII, Carta Enc.Mystici Corporis, 75: AAS

    35 (1943) 230; DH 3812.21 JUAN PABLO II, Carta Apost.Novo Millennio

    Ineunte, 26: AAS 93 (2001), 266-309.22 Catecismo de la Iglesia Catlica, 473.23 Catecismo de la Iglesia Catlica, 474.24 Cf. P. Ej.Rom 3,25; 2Cor5,21; 1Jn 2,2 etc.25 Cf.Mt20,28.

    26Mc. 14,24; cf.Mt26,28;Lc 22,20.27 Cf.Jn 13,15; 1Pe 2,21.28 CONC. DI TRENTO, Decr. De justificatione,

    DH 1522.29Ibidem, DH 1529, cf. DH 1560.30 CONC VATICANO II, Const. Dogm. Lumen

    Gentium, 7.31 Catecismo de La Iglesia Catlica, 601.32 CONGREGACIN PARA LA DOCTRINA

    DE LA FE, Instr.Donum veritatis, 7: AAS 82(1990), 1550-1570.

    33 Cf.Ibidem, 6.

    34 Cf.Ibidem, 10.35 Cf.Jn 16,13.

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    CO M EN TARIO A LA N O TIFICACI N

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    1.1. Afirmaciones de Sobrino

    La Notificacin discute estas cuatro:a) que los pobres como realidad sustan-cial son el lugar de la cristologa (latino-americana) que debe estar presente encualquier lugar concreto donde sta selleva a cabo (p. 47). b) Esto significa que

    los pobres cuestionan y ofrecen direc-cin fundamental (p. 50). c) Que ellosson lugar eclesial de la cristologa. d) Yque el lugar social es, pues, el ms deci-sivo para la fe, el ms decisivo para con-figurar el modo de pensarcristolgico yel que exige y facilita la ruptura episte-molgica (p. 52).

    1.2. Explicacin de estasafirmaciones

    En primer lugar, nos parece que estasafirmaciones no hacen ms que erigir enfuente de conocimiento teolgico cincoenseanzas del Nuevo Testamento:

    1.Los pobres son los propietarios delproyecto de Dios (de ellos es el

    Reino: Lc 6,20). Por eso escriba san

    Ignacio de Loyola: los escogidos, ami-gos suyos, comenzando por su santsimaMadre y los apstoles... comnmente fue-ron pobres... Son tan grandes los pobresen la presencia divina que principalmentepara ellos fue enviado Jesucristo a la tie-rra... Y tanto los prefiri a los ricos quequiso Jesucristo elegir todo el santsimocolegio de entre los pobres y vivir y con-versar con ellos, dejarlos por prncipes desu Iglesia, constituirlos por jueces sobrelas doce tribus de Israel, es decir de todoslos fieles. Los pobres sern sus asesores.Tan excelso es su estado (Carta a la co-munidad de Padua). No parece, pues, quelos que Jess llamaba propietarios deReino, y san Ignacio asesores de Dios,sean malas claves de interpretacin de lafe para un telogo; al menos sern una cla-ve hermenutica mejor que aquellos aquienes se dice en el evangelio: ay devosotros los ricos.

    2. El encuentro con el pobre es lugardecisivo de encuentro con Dios: las pala-bras a M me lo hicisteis no estn dichas

    de aquellos que hicieron milagros o pu-

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    1. SO BRE LO S PRESUPUESTO S M ETO DO L GICO S

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    sieron sus plazas a disposicin de la pre-dicacin, sino de aquellos que dieron decomer al hambriento, visitaron al preso yal enfermo etc. (Mt 25, 31 ss). Estas pala-bras que deciden sobre la suerte ltima del

    hombre, no hablan de una mera actitudtica supererogatoria que merece apre-cio, como escribe la Notificacin, sino deun encuentro con Dios.

    3. Seales para el reconocimiento delenviado de Dios son la buena noticia pa-ra los pobres, y la esperanza para los quecarecen de ella (cojos, ciegos sordos en

    el lenguaje mesinico de Isaas: Mt 11, 2ss). Difcilmente puede hacerse cualquierreflexin sobre el Cristo de Dios que pres-cinda de esas seales que le identifican.

    4. Los pobres y oprimidos de la tierraconstituyen hoy los rostros de Cristo cru-cificado, segn ense la AsambleaEpiscopal de Puebla, inaugurada por Juan

    Pablo II en 1979 (n 31 ss.). Por tanto, sila teologa es una disciplina eclesial y laIglesia puede (debe!) definirse comoIglesia de los pobres (Juan XXIII), pa-rece legtimo proyectar sobre ellos algo dela teologa paulina de la Cruz: ante voso-tros no quiero saber nada ms que a

    Jesucristo y ese crucificado (1Cor 2, 2).Aunque pueda decirse de esta afirmacin

    paulina que es polmica y, en este senti-do, unilateral, no puede prescindirse deella al hacer teologa. Una teologa al mar-gen de la cruz no sera cristiana, aunquela cruz no agote toda la temtica de la cris-tologa.

    5. Lo anterior es debido a que la cris-tologa no es una simple reflexin metaf-

    sica sobre la posibilidad abstracta de unDios hecho hombre, sino, adems y sobre

    todo, una reflexin sobre el Dios huma-nado que siendo rico se hizo pobre pornosotros para enriquecernos con su po-breza (2 Cor 8,9).

    Prescindir de todos estos principios b-

    blicos de hermenutica cristolgica seradar razn a la acusacin protestante de quela Iglesia catlica pone la Palabra de Diospor debajo de su magisterio. Una acusa-cin que la iglesia catlica ha rechazadomuchas veces y que estamos absoluta-mente seguros de que la curia romanatampoco comparte.

    Pero adems, el tema de los lugares te-olgicos es conocido en la tradicin teo-lgica, al menos desde Melchor Cano (s.XVI). Estos lugares teolgicos son de di-versas clases: unos propios que puedenser fundamentales (como la Escritura, laTradicin y toda la Iglesia misma), e in-terpretativos (como los Concilios, losPadres de la Iglesia y el Magisterio), otrosderivados (alieni): como la razn natu-ral, la filosofa y la historia (ver D. Th. C.IX, 712-747). Si la historia es un lugarteolgico ya clsico, no hay duda de quela enorme herida de la pobreza y la mise-ria configura hoy el rostro de la historiapara nosotros. Melchor Cano aada quepretender hacer la teologa slo desde losprimeros era propio de lo que sanJernimo haba llamado sancta rustici-

    tas (una especie de analfabetismo piado-so que slo sirve a aquel que lo practi-ca). Algunos telogos modernosaadieron incluso otros lugares teolgicoscomo el arte (as M. D. Chenu), y esta ob-servacin fue retomada por Juan Pablo IIen su Carta a los artistas.

    Todas esas consideraciones hacen verque es posible y cristiano hablar de los

    pobres como lugar teolgico para algu-

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    nas cristologas. De hecho, expresionescomo la del privilegio hermenutico delos pobres o la autoridad de las vcti-mas no son originarias de la teologa dela liberacin, sino de la teologa de nues-

    tro mundo desarrollado.Pero a esos datos teolgicos se aade

    hoy que el 20% de la humanidad (situadaen el mundo de origen cristiano) acaparams del 80% de la riqueza del planeta, re-legando a la pobreza y la exclusin a casidos tercios de la poblacin de la tierra: ams de tres mil millones de seres huma-nos que son hijos de Dios y que los cris-

    tianos confesamos como recapituladosen Cristo. Hasta el siglo XVIII las dife-rencias entre el mundo ms rico y el mun-do pobres, oscilaban entre el doble y eltriple; hoy estn (segn diversas evalua-ciones) entre sesenta y noventa veces ms.

    En estas condiciones, que no son ele-gidas por nosotros sino impuestas por larealidad del mundo de Dios, hacer teolo-ga al margen de ellas o desde una pre-sunta neutralidad que no cree necesario te-nerlas en cuenta, es exponerse a hacer unateologa que niega prcticamente los seisprincipios anteriores. Lo cual sera grave:porque no podra ser entendido por el pue-blo fiel, y producira escndalo y descr-dito de la Iglesia.

    1.3. Crtica que hace de esasafirmaciones la Notificacinromana

    La CF desautoriza, en primer lugar, laconfesin de Sobrino alegando que el lu-gar eclesial de la cristologa no puede serla Iglesia de los pobres sino la fe apost-lica transmitida por la Iglesia, dando co-mo razn de ello que la teologa es cien-

    cia de la fe. Arguye, en segundo lugar,que ese falso lugar teolgico da lugar a to-das las acusaciones que contiene el docu-mento.

    Y finalmente se refiere a tres de esas

    acusaciones ya en esta introduccin (de-jando las otras para los captulos siguien-tes). Estas tres seran la afirmacin de lapeligrosidad de las frmulas dogmticasde la cristologa, la cual no tiene ningnfundamento. Ms una consideracin deldesarrollo dogmtico como ambiguo ytambin negativo y, consecuencia de esedesarrollo, una helenizacin del cristia-

    nismo.

    1.4. Comentario a esas crticas

    1. Compartimos las afirmaciones de laCF sobre la fe transmitida por la Iglesia co-mo lugar de la cristologa. Pero nos pare-ce que no sirve para desautorizar las ante-riores afirmaciones de Sobrino, porqueambos grupos de afirmaciones no son con-tradictorias: son lo que en lgica se llamaproposiciones subcontrarias. Y no secontradicen porque la eminente dignidadde los pobres en la Iglesia (segn la co-nocida frase del obispo Bossuet) forma

    parte de ese lugar eclesial de la cristolo-ga. Ledas desde esa dignidad eminente,las palabras de la CF sobre el aprecio quemerece la preocupacin de Sobrino por lospobres suenan a una alabanza despectiva.

    Por otro lado, el trmino cienciaapli-cado a la teologa no puede ser entendidoen un sentido unvoco (y no anlogo) conlas ciencias matemticas o experimenta-les. Pues ello equivaldra a privar a la re-flexin teolgica de toda experiencia es-

    piritual, y de todo lo que supone lasabidura frente al mero saber, convir-

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    tindola as en letra muerta que no vivifi-ca. Ello estara en contra de lo que el pa-pa Gregorio IX recomendaba a los telo-gos ya en el siglo XIII: que no parezcancharlatanes de Dios, sino ms bien ex-

    pertos en Dios (DH 824: teodocti y notheophanti).

    2. Y si no hay contradiccin entre laCF y Jon Sobrino en este punto, no puedeafirmarse que esa falta de atencin debi-da a las fuentes, a pesar de que el autor afir-ma que las considera normativas, d lugara los problemas concretos de su teologa.Despus analizaremos los referentes a ladivinidad de Cristo, su conciencia y el va-lor de su muerte, tal como hace laNotificacin. Ahora nos ceimos slo a losproblemas concretos que la CF seala co-mo deficitarios en este primer captulo: elmodo como el autor trata los grandes con-cilios que segn l se habran alejado pro-gresivamente de los contenidos del NuevoTestamento, y la afirmacin de que losdecretos conciliares son tiles teolgica-mente adems de normativos, pero sontambin limitados y aun peligrosos comohoy se reconoce sin dificultad.

    En primer lugar, estas afirmaciones deSobrino no pueden derivar de su particu-lar situacin latinoamericana, puesto queson compartidas por muchos telogos delmundo desarrollado y del Asia. Y adems,para la estricta ortodoxia basta con reco-nocer que los documentos conciliares sontiles teolgicamente y normativos Sobri-no lo hace, y no se ve entonces que me-rezca ser condenado por eso, aunque aa-da que son peligrosos. La misma CFreconoce adems que efectivamente esostextos son limitados, porque no expresanni pueden expresar los misterios de la fe.

    3. Pero adems, creemos sinceramen-te que puede afirmarse que algunas fr-mulas conciliares son hoy peligrosas, sinincurrir por ello en ninguna falta de fide-lidad a la fe de la Iglesia. Por cinco razo-

    nes.3.1. En primer lugar, porque, como se-

    alaba Pascal, todo lo limitado se con-vierte en peligroso cuando se absolutiza yse convierte no slo en normativo sino ennico. Nadie puede pensar que a la fe s-lo se le plantean las preguntas y los pro-blemas que tuvo que afrontar en los seisprimeros siglos del cristianismo: porqueentonces la teologa, como ciencia de lafe, podra quedar reducida a ciencia de unmuseo.

    3.2. En segundo lugar porque, con elpaso del tiempo, puede cambiar el signi-ficado de las palabras. Esto ocurri ya en-tre los siglos II y V con el trmino griegohypostasis (condenado primero y acepta-

    do despus). Y ocurre entre los dogmascristolgicos y el lenguaje hodierno con lapalabra persona: afirmar que enJesucristo hay una sola persona que es di-vina, lleva normalmente a la mentalidadmoderna, a creer que Jess careca de unpsiquismo humano, que es lo que hoy de-fine a la persona. Y ello equivale a la he-reja apolinarista1.

    3.3. En tercer lugar, porque un textosin su contexto puede convertirse en unpretexto. Ahora bien, las actas del conci-lio de Calcedonia muestran que su fr-mula se aprob contra las herejas y nocomo una explicacin absoluta de la iden-tidad de Jess. En efecto: las actas delCalcedonense permiten ver que esos re-celos sobre la peligrosidad de la frmula,

    los compartan ya muchos padres que, por

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    otro lado, la aceptaban plenamente; perono queran que fuera vista ni como un cre-do (o smbolo de fe), ni como una ma-temtica de la fe. Se pidi que no se lapropusiera como frmula de fe para el

    bautismo ni para la catequesis preparato-ria (y as ha perdurado en nuestra liturgiabautismal), sino como algo reservado alos obispos para su lucha contra las here-

    jas. Epifanio de Prgamo y 14 obisposms de su regin escriben al papa sanLen que la frmula de Calcedonia no eraun smbolo de fe (o credo) sino un es-cudo contra los herejes. Y posteriormen-

    te se explic que la frmula deba ser en-tendida desde un punto de vistamisionero y no aristotlico (piscatorie,non aristotelice segn la frmula que nosha quedado). Este era el modo de evitaruna hipoteca excesiva de la cristologacon el helenismo2. Que algunas de estasopiniones no lograran una declaracin ofi-cial, no obsta para que quienes las propo-

    nan estuvieran enteramente dentro de laortodoxia eclesial.

    3.4. En cuarto lugar, la dogmtica con-ciliar puede resultar peligrosa, si se la eri-ge en totalidad de la cristologa: porquelos concilios (al responder slo a la pre-gunta propia de la sabidura griega, de c-mo es posible afirmar simultneamente

    humanidad y divinidad), prescinden deotras enseanzas del Nuevo Testamentosobre la encarnacin: su carcter kentico,su carcter universal o recapitulador y sucarcter histrico.

    Es decir: a), que en la encarnacinconcreta que hemos conocido, Dios no s-lo se hizo hombre sino que se hizo car-ne (Jn 1,14: y esta palabra no coincide ensignificado con la de hombre, sino quesubraya todos los aspectos de nuestro serhombres que consideraramos indignosde su divinidad): se anonad a s mismo,se desnud de su condicin divina ac-

    tuando y presentndose como un hombrecualquiera (Fil 2, 6ss). Olvidar este ano-nadamiento de Dios es oscurecer la reve-lacin de Su completa solidaridad connosotros.

    b) Adems, en la encarnacin que he-mos conocido Dios se uni de alguna ma-nera con todos los hombres como enseel Vaticano II (GS 22) recuperando una en-seanza de la Patrstica que vea enJesucristo la matriz por la que Dios seda a toda la humanidad: de modo que laencarnacin no es un privilegio exclusivode uno solo, sino un abrazo de Dios a to-dos los seres humanos.

    Y finalmente: c) porque la dimensinhistrica pertenece a nuestra naturaleza

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    1. La CF cita en algn momento la Sempiternus Rex de Po XII (1951); pero omite el detalle de que estaencclica sufri una modificacin desde su primera aparicin enL'Osservatore Romano hasta su publi-cacin definitiva en AAS: el primer texto condenaba a los que admitan en la humanidad de Cristo unsujeto al menos psicolgico. El segundo, ms vago, condena a los que admiten un sujeto sui iuris.Con ello el papa no quiso entrar en la disputa entre P. Galtier y P. Parente (que se acusaban de nesto-riano y monofisita).

    2. VerActa conciliorum oecumenicorum, II, 5, 48-90.YA. GRILLMEIER,Jesus Christus im Glauben derKirche, I, 765-67.;Mit Ihm und in Ihm, 283-300. He aqu algunas expresiones: non est fidei symbo-lum sed sicut definitionem ad peremtionem nestorianae vesaniae (ACO 5, 70). Veluti scutum contra

    haereticos et non mathema fidei; nequaquam veluti mathema aut symbolum his que baptizantur tra-dimus sed ad bella hostium reservamus (59).

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    humana, que era perfectamente tal enJess, Dios se encarna de manera que tie-ne que pasar de ser Hijo de Dios segnla carne a Hijo de Dios segn elEspritu (Rom 1, 1ss) o llegar a su pro-

    pia plenitud (teleisis): la misma pala-bra que en Mt 5,48 define la perfeccin di-vina de Dios, la usa el Nuevo Testamentopara decir que Jess que era desde elprincipio impronta y resplandor del serde Dios hubo de llegar a la plenitud desu ser: (Heb 1,3 y 2,10; 5,9).

    Estas tres enseanzas importantsimasno las consider la dogmtica conciliar

    porque no respondan a la pregunta que te-nan planteados los primeros siglos. Peroexcluirlas de la cristologa, convirtiendolas frmulas conciliares de asertivas en to-talizadoras, llevara a una cristologa hete-rodoxa y, por eso, se puede decir desde lams seria ortodoxia que las frmulas con-ciliares, adems de vlidas y normativas,pueden ser tambin peligrosas. Pero la pe-

    ligrosidad de las frmulas dogmticas noest tanto en ellas mismas cuanto en quelas leamos descontextualizadas y hagamosde ellas criterio de comprensin de laEscritura, en lugar de al revs.

    3.5. La Notificacin sigue insistiendoen que Sobrino, aun reconociendo el ca-rcter normativo de los primero conciliosen lo que hace a la cristologa, considera sudesarrollo como ambiguo y tambin ne-gativo. La ambigedad es la misma quedetectaba en el Vaticano I el cardenalNewman cuando escriba, sin dejar de

    aceptarlo, que otros concilios habran decompletarlo3 (como as intent hacer elVaticano II, completando el primado delpapa con la doctrina de la colegialidad epis-copal). Y Newman se haba hecho catlico

    precisamente por fidelidad al papado.Esta es una prctica absolutamente

    normal en la historia de la teologa y delmagisterio. Se acusa a Sobrino de que, alhablar as, no tiene en cuenta el sujetotranstemporal de la fe que es la Iglesiacreyente. Reconocemos no entender bienqu significa esa expresin. La Iglesia noes un sujeto transtemporal, sino perfecta-

    mente temporal y, desde su temporalidad,abierto a la eternidad, por la fe que profe-sa y que los antiguos formulaban as conadmiracin, en referencia a la encarna-cin: el Eterno hecho temporal!. LaIglesia es la comunidad de creyentes queva pasando por la historia humana. Y nostememos que esa confesin de una iglesiatranstemporal pueda ir a dar en una es-

    pecie de docetismo o monofisismo ecle-siolgico. Pero en cualquier caso, y paraevitar acusaciones, respetando la frmulade la CF, no la vemos con fuerza para pro-bar que en la tesis de Sobrino hay una no-table discrepancia con la fe de la Iglesia.

    4. Lo mismo ocurre respecto a la afir-macin de que los concilios significaron

    una helenizacin de la fe. Esta afirma-cin puede ser discutible pero no es hete-rodoxa: pues es una afirmacin de hechos,no de verdades de fe que, adems, no se

    24

    3. Los dogmas relativos a la Trinidad y a la Encarnacin no se estructuraron todos de una vez, sino piezaa pieza. Un concilio hizo una cosa, otro una segunda.... Y, por fin, la totalidad del dogma quedo edifi-cada. Pero la primera porcin haba parecido extrema, levant controversias. Y estas controversias con-dujeron a un segundo o a un tercer concilio; y stos no destruyeron al primero sino que explanaron y

    completaron lo que el primero haba dicho. Lo mismo ocurre ahora: papas futuros aclararn, y en cier-to sentido limitarn, su poder (Carta a Miss Holmes).

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    dice slo de las frmulas conciliares sinode toda la teologa posterior. Es ademsuna opinin compartida hoy por muchostelogos. Y, por ltimo, es perfectamentecompatible con la otra afirmacin que le

    opone la CF (y que nosotros comparti-mos): con la inculturacin del mensajecristiano, la misma cultura griega sufriuna transformacin desde dentro y pudoconvertirse en instrumento para la defen-sa de la verdad bblica. Sin duda, hubouna cierta transformacin de la culturagriega pero no por ello, como es propio detoda empresa inculturadora, dej de pa-

    garse un peaje que limit al cristianismo:lo anteriormente dicho sobre las insufi-ciencias de la frmula calcedonense lopone de relieve. Otra vez estamos pues an-te proposiciones no contradictorias sinocomplementarias.

    1.5. Conclusin sobre los

    presupuestos metodolgicosCreemos poder afirmar que no hay na-

    da contrario a la fe cristiana en la afirma-cin de los pobres como lugar teolgico(no exclusivo, pero s privilegiado, y sig-no de los tiempos para hoy). Creemostambin que la calificacin de peligrosapara una frmula dogmtica que se reco-noce como normativa, o la calificacin de

    ambiguo (e incluso negativo en un mo-mento dado) para un desarrollo de la teo-

    loga, o la afirmacin de una helenizacindel cristianismo, pueden ser afirmacionesopinables y hasta discutibles, pero en mo-do alguno son contrarias a la esencia dela fe apostlica transmitida por la Iglesia.

    Pertenecen al campo de lo que sanAgustn calificaba como in dubiis liber-tas (libertad en lo opinable) cuando re-clamaba in necesariis unitas (unidad enlo necesario).

    Tratando de buscar una mediacin en-tre ambas posturas, cabra recordar el vie-

    jo principio de Toms de Aquino: quid-quid recipitur ad modum recipientis

    recipitur (todas las cosas cobran la formade aquello que las recibe). Si la forma enque recibe Jon Sobrino el legado de la tra-dicin cristolgica ha podido condicionarsu modo de hablar, la congregacin ro-mana no puede olvidar que tambin ellatiene su modum recipientis, el cual hapodido condicionar tanto la lectura de esatradicin, como la lectura que ha hecho la

    CF de los libros de Jon Sobrino. La CF nohace ningn esfuerzo por desprenderse deesa particularidad inevitable, a pesar deque est puesta para actuar no en nombrede un lugar particular, sino desde una p-tica universal (kat-hlica).

    Nos hemos extendido ms en esta par-te que condiciona decisivamente todo el

    documento de la CF. En las siguientes in-tentaremos ser un poco ms breves.

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    El balance de la CF en este captulo esque Sobrino tiende a disminuir el alcan-ce tanto de la divinidad de Jess comodel testimonio de Nuevo Testamento so-

    bre ella. Por lo cual, aunque no niega ladivinidad de Jess no la afirma con sufi-ciente claridad.

    Lo primero lo encuentra la CF en ex-presiones como Jess est ntimamenteligado a Dios o es una realidad de Dios.Lo segundo, en la afirmacin de que en loscomienzos no se habl de Jess como Diossino slo en germen; y la confesin ex-

    presa es ms tarda (casi con toda proba-bilidad despus de la cada de Jerusaln).

    2.1. Observaciones previas

    Antes de comentar estas tres afirma-ciones de la Notificacin nos parecen ne-cesarias algunas observaciones:

    a) El rigor cientfico exige no consi-

    derar slo unos textos aislados sino todoslos del autor examinado. Por eso, y aun sinafn de complecin, ofrecemos aqu otrostextos de Sobrino que la CF no cita, y queel lector de la Notificacin no conocertampoco:

    La frmula Jess es el Seor expresaalgo nuevo e inaudito: la equiparacin, dealguna forma, de Jess a Yahv (La fe...234)... El prlogo de Juan presenta a

    Jess como la Palabra y a sta como Dios.Tambin en otros lugares del NTse afirmaque Cristo participa en la realidad de Dios[con citas de Heb 1,3, Col 2,9]... Por l-

    timo, hay dos textos en los escritos joane-os que llaman a Jess Dios. El Evangeliotermina, en su primer final con la confe-sin de Toms. Seor mo y Dios mo.La primera carta de Juan termina tambincon una confesin: ste es el verdaderoDios y la vida eterna (p. 287. Para faci-litar al lector espaol, citamos segn la edi-cin espaola. La Notificacin cita las p-

    ginas de la edicin salvadorea).Nos parece sinceramente que estas

    afirmaciones no disminuyen el alcance delos pasajes del Nuevo Testamento, ni afir-man la divinidad de Jess no con la de-bida claridad.

    b) Por necesidad de precisin debe-mos notar que la frase acusatoria que usala Notificacin (segn el autor en elNuevo Testamento no se afirma clara-mente la divinidad de Jess sino que slose establecen los presupuestos para ello),deforma y endurece falsamente el pensa-miento de Sobrino, que encontramos me-

    jor expresado de este otro modo: en elNuevo Testamento no se llama expresa-mente Dios a Jess, y su divinidad esafirmada primero de manera implcita ygerminal, y slo ms tarde expresamen-

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    2. LA D IVIN IDAD DE JESUCRISTO

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    te. Sealamos estas diferencias porque, ala hora de hacer juicios de heterodoxia, to-da precisin es poca. Y porque esta for-mulacin nuestra (si interpreta bien aSobrino como pensamos) es hoy casi un

    lugar comn de la teologa.c) En efecto: todo lo que dice Sobrino

    sobre el Nuevo Testamento no es originalsino que est tomado de diversos exege-tas y telogos actuales (U. Wilckens, R.Brown, W. Kasper, Leon Dufour, H.Schrmann...). Muchas de las cristologasactuales (entre ellas la del obispo y carde-nal W. Kasper) sostienen esa germinali-dad, e intentan mostrar, como tambin lohace Sobrino, que existe una continuidadquebrada y discontinua entre la confe-sin neotestamentaria de la Trascendenciade Jess y la afirmacin conciliar de suconsustancialidad divina. Tales autores nohan sufrido ninguna condena y por tanto,sera necesario mostrar que Sobrino losdeforma o los cita mal; cosa que laNotificacin no hace. Pues sera fatal de-

    jar la impresin de que la heterodoxia deuna afirmacin no proviene de su conte-nido, sino de quien la dice.

    Tras estos prenotandos, un rpido co-mentario a las afirmaciones cuestionadasde Sobrino.

    2.2. Comentario

    1. Es cierto que en el Nuevo Testamen-to hay muy pocos textos (2 3) y de losms tardos, que llamen expresamenteDios a Jess. Dicho de Jess (y no delHijo), con certeza se le llama Dios en Jn20,28, Tito 2,13, y 2 Pe 1,1 (y se discuteen Rom 9,5). Dicho ms genricamente

    del Hijo pueden aadirse Heb 1,8-9; Jn1,18. Esto tiene adems una explicacin

    histrica: en la primera predicacin cris-tiana no poda usarse sin ms la palabraDios porque, en el mundo pagano sloevocaba una de tantas divinidades delOlimpo y, en el estricto monotesmo judo,

    slo poda ser entendida como idolatra.Pero estas limitaciones no son impor-

    tantes puesto que, efectivamente, se con-fiesa desde los comienzos la condicin di-vina de Jess de modo implcito ygerminal: por ejemplo aplicndole textosdel Antiguo Testamento referidos a Dios,o hablando de su condicin divina que re-nuncia a mantener su rango a toda costa

    (Fil 2,6), cosa que nuestro autor afirma ex-plcitamente. Sobrino aade que: el ni-co texto en el cual algunos autores afirmanque a Jess se le llama Dios antes de la ca-da de Jerusaln, es Rom 5, 9b, aunque laaclamacin aqu podra dirigirse no a Jesssino a Dios, como sostienen otros autores(p. 170). Lo cual reproduce el estado ac-tual de la exgesis. No es faltar a la clari-

    dad debida respetar el uso neotestamenta-rio que, como mostr hace aos K. Rahneren un famoso escrito, reserva la expresino Theos para designar slo al Padre.

    2. Hay que aadir que, quiz por unaerrata desgraciada, la Notificacin escribeexplicacin creyente cuando Sobrinodice explicitacin creyente, tanto en laedicin salvadorea como en la espaola.Y ese cambio de palabras puede ser im-portante a la hora de lo que se intenta di-lucidar aqu.

    3. No entendemos que la CF escriba:sostener que en Jn 20,28 se afirma queJess es de Dios es un error evidente encuanto en este pasaje se le llama Seor yDios. Y no lo entendemos por dos razo-

    nes: a) porque el mismo Sobrino comple-ta esa afirmacin con la frase que acaba-27

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    mos de citar de p. 287: dos textos en losescritos joaneos llaman a Jess Dios. Elevangelio termina en su primer finalcon la confesin de Toms: Seor mo yDios mo.... Cmo es posible que la CF

    cite slo un texto y no este otro?Pero adems: b), en la frase que adu-

    ce la Notificacin, el contexto deja paten-te que la expresin realidad de Dios nose entiende en un sentido lato aplicable acualquier realidad, sino que habla de una

    pertenencia ontolgica sobreaadida(expresin que usamos para parafrasear latpica de unin hiposttica). Dada la es-

    tructura lingstica del castellano, la ex-presin Jess es Dios (sin ser falsa, porsupuesto) induce un error monofisita co-mo si la naturaleza humana de Jess fue-se su misma divinidad. Es decir: no se di-cen en el mismo sentido la expresin Jesses Dios, que la de Jess es hombre. Poreso, en la tradicin teolgica, la fe en ladivinidad de Jess no se expres tanto con

    la frmula Jess es Dios, sino con la ex-presin Hijo de Dios. Esta enseanza eshoy comn en cualquier cristologa.

    4. Cuando Sobrino escribe que la di-vinidad de Jess se afirm tras muchotiempo de explicitacin creyente, la CFcree que esta afirmacin da pie a la sos-pecha de que el desarrollo dogmtico, quereviste segn l caractersticas ambiguas,ha llegado a esta formulacin sin una con-tinuidad clara con el Nuevo Testamento.Pero aqu Sobrino no se est refiriendo pa-ra nada al desarrollo dogmtico posterior:cuando habla de mucho tiempo, lo ex-plicita refirindolo a la cada de

    Jerusaln, es decir, al ao 70. Ahora bien:los textos citados en el n 1 (la carta a Titoy los escritos jonicos) son de finales delsiglo I; la segunda de Pedro suele fechar-

    se a comienzos del II. Slo el texto de Rom9,5 es anterior al 70. Y de l discuten losexegetas si la palabra Dios se refiere aJesucristo.

    En cuanto a las ambigedades del de-

    sarrollo dogmtico ya las hemos comenta-do en el captulo anterior, y nuestro balan-ce no era que carezcan de continuidadconel Nuevo Testamento, sino que no reco-gen la totalidad de la enseanza neotes-tamentaria.

    2.3. En conclusin

    Creemos sinceramente que no se pue-de acusar a Sobrino de disminuir o no afir-mar con suficiente claridad la divinidad deJesucristo. Estamos convencidos de quetanto Sobrino como la CF coinciden en lafrase que cierra este apartado en la Notifi-cacin: la confesin de la divinidad deJesucristo es un punto esencial de la fe dela Iglesia desde sus orgenes y se halla a-

    testiguada en el Nuevo Testamento. Seracalumnioso imputar a Sobrino la negacinde esta frase. La nica diferencia puede es-tar en que al documento de la CF pareceinteresarle slo la palabra Dios(o divini-dad) y Sobrino (ms en sintona con elNuevo Testamento) atiende sobre todo a lanovedad de ese Dios revelado en Jess,que no coincide con el Dios de la filosofa

    griega. Esto revelan las repetidas afirma-ciones de Sobrino sobre el ttulo de Seor(por ejemplo), que no se profesa diciendosimplemente Jess es el Seor, sino invir-tiendo los trminos: El Seor? Ese esJess (Kyrios Isus). Se atiende por tan-to no slo al dato sino al contenido de esedato.

    Esto nos lleva al tercer captulo de laNotificacin, dedicado a la encarnacin.

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    3.1. Juicio de la Notificacin

    Citando la frase de Sobrino el Hijo(la segunda persona de la Trinidad) asumetoda la realidad de Jess, la CF juzga queah se establece una contraposicin entreel Hijo y Jess que sugiere al lector la pre-sencia de dos sujetos en Cristo; ... no re-sulta claro que el Hijo es Jess y Jess esel Hijo. Segn esto, Sobrino refleja lallamada teologa del homo assumptus in-compatible con la fe catlica.

    En segundo lugar, la CF acusa aSobrino de insuficiente comprensin deun adagio escolstico llamado communi-catio idiomatum, que explicaremos luego.

    3.2. Comentario a la primeraacusacin

    La distincin entre Jess y El Hijo noimplica necesariamente una cristologadel homo assumptus (de corte nestoria-no), sino slo que el que preexiste eterna-mente no es el hombre Jess sino la se-gunda persona de la Trinidad, como citaexpresamente Sobrino. Por eso los Padresde la Iglesia distinguan entre el Logosincarnandus e incarnatus (Logos en-diathetos yLogos proforiks).

    Adems, el uso de la palabra asumir

    tampoco implica esa cristologa de cortenestoriano, sino que est referido a la ple-

    nitud de la encarnacin. CiertamenteSobrino pudo haber citado aqu la explica-cin de san Agustn (la humanidad deJess es creada al ser asumida), y habra

    dejado ms claras sus intenciones. Pero nocitar una afirmacin no equivale a negarla,sobre todo porque el contexto muestra quela intencin de Sobrino, al hablar de todala realidad de Jess, no es decir que pri-mero existi Jess y luego fue asumido porDios (as lo lee la CF), sino que ninguna di-mensin de la realidad humana dej de serasumida por Dios (como si Dios, para ha-

    cerse presente, necesitara quitar espacio ovolver intil al hombre, como sostena lahereja apolinarista). Se trata pues de des-tacar, con el Nuevo Testamento, que nadade lo humano queda fuera de la encarna-cin, tal como defina un axioma deGregorio Nazianceno al que Sobrino citaexpresamente en p. 334: lo que no ha si-do asumido no ha sido sanado. Lo que es-

    t unido con Dios eso es lo que se salva.Acaso san Gregorio incurre por eso en unateologa del homo assumptus?

    Como confirmacin de esto cabe citareste prrafo de la respuesta privada queSobrino dio al primer escrito no pblicode la CF, y que segn sta no resulta sa-tisfactoria ya que en sustancia permane-cen los errores que dieron lugar el envodel elenco de proposiciones.

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    3. LA ENCARNACIN DEL HIJO DE DIOS

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    que debiera ser objeto de acusacin p-blica de parte de la autoridad. LaNotificacin, no obstante recurre a ella,porque encuentra ahuna confirmacin desu anterior acusacin (de profesar una

    cristologa del homo assumptus), paraas concluir que esta cristologa no es enabsoluto compatible con la enseanza delos concilios de feso y Calcedonia.Acusacin, como se ve, tremendamentedura. La afirmacin que la CF contrapo-ne a Sobrino es que lo humano se predi-ca de Dios y lo divino del hombre.

    3.4. Comentario

    Ciertamente, la afirmacin de Sobrinopuede quedar imprecisa al decir que lo di-vino no se predica de Jess. No obstante,Sobrino introduce una matizacin, puestoque habla de lo divino ilimitado, lo quelleva a sugerir el verdadero sentido: no to-do lo divino se predica del Jess terreno.

    En cambio la afirmacin citada de laNotificacin exagera, por el otro lado, aldecir sin ms, y refirindose al Jess te-rreno, que lo divino se predica del hom-bre. Ah, como hemos dicho, se olvida laenseanza neotestamentaria de la knosis,y la distincin entre el Resucitado y elJess terreno. Si todo lo divino se predi-cara del hombre habra que decir que elJess terreno era impasible (con lo cual nohabra sufrido), que era inmortal (con loque su muerte habra sido slo aparente),que era eterno (con lo que no habra naci-do verdaderamente), que no poda ser ten-tado (contra el testimonio evanglico)...Con lo cual, en aras de una determinadaconcepcin apriori de la divinidad, se eva-

    cuara la revelacin de la solidaridad deDios al identificarse con lo que el cuartoevangelio llama la carne (en el sentidono sexual, pero s negativo, que el trmi-no tiene en el evangelio de Juan).

    O con otras palabras: la comunicacinde propiedades no puede eliminar el es-cndalo del pasaje de la carta a losHebreos (5,9): aunque era el Hijo, Jesspas por muchas limitaciones humanas.No cabe argir a priori que como era el

    Hijo estuvo libre de esas limitaciones(cosa que s podemos decir del Jess re-sucitado). Pues eso implicara inevitable-

    mente herejas de tipo doceta o apolina-rista, incompatibles con la fe de la Iglesia.Por eso, la misma cristologa escolsticafue, en este punto, ms cauta que la CF, ydiscuta sobre la posibilidad de predicarabstractos, concretos, atributos positivoso negativos etc4.

    Y estas matizaciones quizs incidensobre lo visto la hablar del mtodo teol-gico: hacer teologa tomando a los pobrescomo lugar cristolgico, facilita compren-der que la cristologa es revelacin delamor y de la solidaridad incondicional de

    Dios con este mundo injusto y pecador.Hacerla desde un lugar pretendidamenteneutral puede convertir la cristologa enuna especulacin meramente deductivaque para nada revela el amor salvador de

    Dios. A pesar de su inculturacin en la fi-losofa griega, los Padres de la Iglesia noestuvieron en absoluto al margen de ese in-ters soteriolgico.

    Y tras estas discusiones de carcterms dogmtico, quedan otras tres de cor-te ms bblico, referidas a la lectura quehace Sobrino de los textos de la Escritura.

    4. Cf, J. SOLANODe Verbo Incarnato. En Sacrae Theologiae Summa, BAC, Madrid 1961, 163-167.Solano reconoce, por ejemplo, que no se puede decir Jess es incorpreo (p. 166), como es evidente.

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    Este captulo de la Notificacin con-tiene una nica acusacin: Sobrino tieneuna visin peculiar de las relaciones en-tre Jess y el Reino de Dios, que es evi-

    dentemente considerado algo distinto deJess mismo.

    La CF tiene razn en que no podemosforjar a nuestro gusto el concepto deReino de Dios. El rigor teolgico pidebuscar el significado originario del trmi-no. Intentmoslo pues.

    4.1. Significado bblico delReinado de Dios

    a) La expresin Reinado de Dios es deorigen veterotestamentario (Malkut Yah-v). En el Antiguo Testamento describeuna situacin humana en la que el reinadodel verdadero Dios libera al hombre de losfalsos dioses que no dan vida y esclavizan.Intrnseco a esta situacin es el binomio

    Shedaq u Mishpat(justicia y derecho).b) Jess toma esa nocin veterotesta-

    mentaria como concrecin de la paterni-dad de Dios que l anuncia. Pedir quevenga Tu Reino es como pedir que elNombre de Padre sea glorificado en nues-tra tierra, donde la paternidad de Dios que-da profanada por la presencia de la vio-

    lencia y la muerte. Jess anuncia, adems,que el hombre debe buscar en primer lu-

    gar ese Reinado de Dios y su justicia (Mt6,33), palabra que unos refieren a la merarectitud interior y otros a la justicia vete-rotestamentaria.

    c) En esa situacin humana (y huma-nizada desde Dios), Jess tiene un papelfundamental, no slo de anunciador sino,en cierto sentido, de realizador. Con l lle-ga de algn modo el Reino, pero el Reinono se identifica totalmente con l (comose identifica por ejemplo la otra expresintpicamente jesunica: hijo del Hom-

    bre). Basten algunos ejemplos en losevangelios y en el Nuevo Testamento:

    Cuando Jess predica convertosporque llega el Reino de Dios (Mc 1,15)no quiere decir: convertos porque yo estoyaqu.

    Cuando en el Padrenuestro pedimosvenga tu Reino (Mt 6,10), no pedimos

    la venida de Jess sino la llegada de esasituacin empapada de Dios.

    La palabra de Jess si yo lanzo losdemonios en nombre de Dios es seal deque ha llegado a vosotros el Reino deDios (Lc 11,20), tampoco identifica aJess y el Reino.

    Las parbolas que comienzan confrecuencia con las palabras el Reino deDios se parece a..., no pretende decir que

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    4. JESUCRISTO Y EL REIN O DE DIO S

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    Jess se parece a (una levadura, una se-milla, una red etc.).

    San Pablo define al Reino de Dios co-mo justicia y paz y gozo en el EsprituSanto (Rom 14,17). Estas palabras no pre-tenden ser una definicin de Jesucristo,aunque Pablo estara de acuerdo en afirmarque derivan de nuestro estar en Cristo.

    En 1Cor 15 se describe el final de lahistoria como una progresiva liberacinde esclavitudes humanas, la ltima de lascuales es la muerte. Y se aade que en-tonces Jess entregar el Reino al Padre

    para que Dios sea todo en todas las cosas(1 Cor 15,28). Tampoco aqu se quiere de-cir que Jess se entregar a s mismo, si-no a esa situacin conseguida a partir del y que abarca toda la creacin.

    4.2. Balance

    Parece, por tanto, que la Biblia distin-

    gue entre Jess y el Reino de Dios. Cabeno obstante decir que Jess y el Reino seidentifican, si esta afirmacin no suponeuna identificacin total. No entendemosentonces que la CF pueda escribir que noes suficiente hablar de una conexin nti-ma o de una relacin entre Jess y el Reinoo de una ultimidad del Mediador, si stenos remite a algo que es distinto de l mis-

    mo. Jesucristo y el Reino en un cierto sen-tido se identifican. Las palabras que he-mos subrayado dicen lo mismo queSobrino! Y la Notificacin, para podercondenarlo, olvida despus ese matiz eidentifica totalmente a Jess y al Reino.

    El Mediador siempre remite a algodistinto de s mismo (en el caso de Jesu-cristo, remite a Dios y a los hombres). Lo

    que Sobrino quiere excluir (con razn), esque haya un mediador sin mediacin; es

    decir: que los hombres queden excluidosde la filiacin de Jess en lugar de ser hi-

    jos en el Hijo. La frase que la Notifica-cin vitupera: la posibilidad de ser me-diador no le viene a Cristo de una realidad

    aadida a lo humano sino que le viene delejercicio de lo humano, puede resultaruna frase ambigua pero no significa queexcluye que su condicin de Hijo tengarelevancia para su misin mediadora, co-mo acusa la CF. La dimensin trascen-dente viene expresada por la palabra queusa Sobrino: Cristo (no Jess). Es ste unlenguaje tomado de la 1 carta a Timoteo

    donde se afirma que no hay ms que unnico mediador, el hombre Cristo Jess(2,5). Habr que acusar al NuevoTestamento, por esa frase, de excluir quesu condicin de Hijo tenga relevancia pa-ra su misin mediadora?. Sinceramente,no entendemos.

    4.3. En conclusin

    A Sobrino se le podra objetar con ra-zn que su acusacin de que el cristianis-mo primero olvida el Reino de Dios, no esdel todo justa; pues desconoce la situacinsocial en que hubo de propagarse el cris-tianismo: minoritario, perseguido y espe-rando un pronto retorno de Jess. Su que-

    ja, no obstante, es un aviso de que nosotrosdebemos recuperar la nocin del Reino porllegar (como ha hecho la teologa moder-na), y que esto no significa una sustitucinni un olvido de Jesucristo, sino ms bien laplena instauracin de todas las cosas en l.

    En cambio creemos que, a la Notifica-cin, se le puede objetar justamente que,por su afn de condenar, ha acabado olvi-

    dando la expresin en cierto sentido, e i-dentificando totalmente a Jess y al Reino.33

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    El tema de la fe y la conciencia deJess (como otros varios de la cristologa)no pertenecen estrictamente hablando anuestra fe cristiana sino a la informacin,aunque, por descontado, puede ser lgicoy devoto el afn por obtener esa informa-cin. Pero hemos de atenernos a lo quenos dan los datos: y precisamente por eso,hay sobre este tema diversas opiniones enteologa, dado que los datos son escasos,dispersos y no sistematizados.

    El Nuevo Testamento llama a Jessiniciador y consumador de la fe (Heb12,2) en un contexto en el que est ha-blando de nuestra fe. Sobrino da gran im-portancia a este texto que la Notificacinno menciona nunca en su argumentacin:Jess es el que se pone a la cabeza de losdiscpulos en su caminar y en este sentido

    es camino nuevo (Heb 10,19-20). Pero,para ello convena que se hiciera en todosemejante a sus hermanos (2,17). Heb12,2, como Sobrino, mantiene la igualdadcon los humanos y la diferencia. En cam-bio la Notificacin difcilmente mantienela igualdad de Jess con los humanos.

    En la historia de la teologa, sanAgustn fue el primero que neg la fe de

    Jess, desde una deduccin a priori: siJess era Dios, se sigue que Dios no pue-

    de tener fe en Dios. Agustn tuvo un in-negable influjo en la cristologa deducti-va de la tradicin occidental. No obstan-te, el siglo pasado se volvi a recuperar eltema: baste citar el libro del cardenal U.Von Balthasar (La foi du Christ, Paris1968) del que otro cardenal (H. De Lubac)escribi en el prlogo que era una mues-tra de que, despus del Concilio, seguahacindose una excelente teologa dondela audacia y la fidelidad siguen siendo her-manas (p. 9). All leemos: Jess es unhombre autntico, y la nobleza inaliena-ble del hombre es poder, e incluso deber,proyectar libremente el plan de su exis-tencia en un futuro que ignora. Si estehombre es creyente, el futuro en el que searroja y se proyecta es Dios en su libertade inmensidad. Privar a Jess de esta posi-bilidad y hacerle avanzar hacia una metaconocida de antemano y distante slo enel tiempo sera despojarle de su dignidadde hombre. Por eso debe ser autntico eltexto de Marcos: nadie conoce esa hora...ni siquiera el Hijo (p. 181).

    A partir de entonces, como mnimo,el tema de la fe de Jess ha estado pre-sente en casi todas las cristologas, en la

    misma lnea de las afirmaciones deSobrino.34

    5. LA AUTO CO N CIEN CIA DE JESS

  • 7/30/2019 es148 - Notificacin y Comentario Jon Sobrino

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    Los textos (Juan y sinpticos) aduci-dos por la CF en ningn caso expresan quela conciencia filial y mesinica de Jesses una consecuencia directa de su ontolo-ga de Hijo de Dios hecho hombre.

    Porque lo que no puede hacerse de ningnmodo es afirmar la conciencia de Jessdesde una deduccin silogstica como laque elabor Agustn. Pues esto significa-ra otra vez construir la cristologa desdeel presupuesto previo de que como era elHijo, Jess haba de ser de esta y esta ma-nera. As quedara contradicha la ense-anza decisiva de la Carta a los hebreos:

    que Jess aunque era el Hijo, aprendien sus propios sufrimientos la aceptacinconfiada del designio de Dios, igual tam-bin en esto a nosotros. La unin hipost-tica ser, al final, una formulacin quequiere interpretar las presentaciones delNuevo Testamento, pero no es la base delas mismas. Y en una encarnacin que to-ma en cuenta la knosis de Dios y la his-

    toricidad de Jess (como antes vimos quehace el Nuevo Testamento), no puede de-cirse que la unin hiposttica requiere ne-cesariamente la visin y el conocimientodel plan de salvacin.

    Pretender pues que, por la unin hi-posttica Jess tuvo desde el inicio la ex-periencia de la visin inmediata de Dios,es slo una opinin teolgica, hoy mino-

    ritaria, que corre el riesgo de eliminar de

    la conciencia de Jess todos los espacioshumanos: la duda, la tristeza (Mc 3,5) laconfianza (Heb 5) la sensacin de aban-dono (Mc 15, 34) el temor, el pavor o laangustia (Mc 14, 33-34).

    Este es el estado de la cuestin sobreel tema. Por eso, como mnimo, podemosdecir que resulta incomprensible que laCF, en su argumentacin, deje de citar al-gunos textos bblicos, y proceda de unmodo deductivo a priori. Es bueno recor-dar que, a partir de la Divino afflanteSpiritu (1943), pasando por la DeiVerbum (1964) y la instruccin Sancta

    Mater ecclesia (1965) sobre la historici-dad de los relatos evanglicos, hasta el do-cumento de 1993,La interpretacin de la

    Biblia en la Iglesia, la nica interpretacinque no se acepta es la literalista. Y la lec-tura de la Notificacin nos resulta clara-mente literalista.

    En resumen pues: la CF ha condena-

    do a Sobrino, en este punto, desde unaopinin teolgica minoritaria y desdeunos criterios exegticos que no se atie-nen a lo recomendado por el magisterio;no desde la fe de toda la Iglesia.Remitimos al lector a los textos 1 y 2 denuestro apndice, y volvemos a evocarotra vez el dicho de san Agustn: unidaden lo necesario, libertad en lo dudoso, ca-

    ridad en todo.

    35

  • 7/30/2019 es148 - Notificacin y Comentario Jon Sobrino

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    Prcticamente todo lo que se le objetaaqu a Sobrino cabe en el primer prrafode este captulo de la Notificacin al quevamos a limitarnos: Algunas afirmacio-nes del P. Sobrino hacen pensar que, se-

    gn l, Jess no ha atribuido a su muerteun valor salvfico: digamos desde el prin-cipio que el Jess histrico no interpretsu muerte de manera salvfica, segn losmodelos soteriolgicos que despus ela-bor el Nuevo Testamento: sacrificio ex-piatorio, satisfaccin vicaria... En otraspalabras, no hay datos para pensar queJess otorgara un sentido absoluto tras-

    cendente a su propia muerte, como hizodespus el Nuevo Testamento.

    Esta acusacin sugiere las siguientesreflexiones:

    1. Notemos en primer lugar, por razo-nes de rigor lgico, que el problema no es-t en si algunas afirmaciones sueltas ha-cen pensar algo, sino en si todas susafirmaciones conducen a eso. Y el mismo

    Sobrino escribe a continuacin de las fra-ses citadas por la CF: Con todo hay indi-cios de lo que pensaba Jess, que los va-mos a concentrar en el relato de la ltimacena, entendida sta no puntualmente, si-

    no en relacin con toda su vida. Para con-cluir: aunque esta interpretacin es pos-pascual, pero su sentido salvfico-positivoglobal, s tiene un importante ncleo his-trico que apunta a lo que Jess pens so-bre su propia muerte. Lo decisivo est enque Jess afirma que su vida es para, enfavor de(hyper) los dems y que eso pro-duce un fruto positivo en los dems. Es la

    comprensin de la vida de Jess como ser-vicio y, al final, como servicio sacrificial(Jesucristo liberador, pgs. 320-22 de laedicin salvadorea). Sobrino es aqu mu-cho menos radical que otros exegetas. Porqu la CF no consider estas lneas y adu-ce una cita mutilada?

    2. Tampoco es lo mismo acusar deque no atribuy a su muerte ningn va-

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    6. EL VALO R SALVFICO DE LA MUERTE DE JESS

  • 7/30/2019 es148 - Notificacin y Comentario Jon Sobrino

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    lor salvfico (CF) que hablar de un valorsalvfico segn los modelos del NuevoTestamento (Sobrino). No se excluye ahtodo sentido salvfico, sino el que se ex-presa en los modelos posteriores. Quiz

    la expresin de Sobrino sentido absolu-to trascendente, pueda resultar ambigua.Pero, en el resto del prrafo, Sobrino nohace ms que reproducir lo que dice hoyla ciencia bblica, tanto catlica comoprotestante. Hace ya ms de cincuentaaos, S. Lyonnet, eminente profesor delPontificio Instituto