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ESCRITORES SUICIDAS Sin lugar a dudas, dos de los tópicos que más han fascinado a los estudiosos y aficionados de las ciencias del comportamiento humano, son el suicidio y el proceso de la creación artística. Por eso, cuando un escritor decide acabar con su vida, los huérfanos lectores, críticos, aficionados y demases, buscan en las palabras y en cada uno de los textos del desaparecido algún indicio, una clave, una señal o cualquier pista que los pueda llevar a desentrañar el por qué cometió aquella acción que Novalis definiera como “el acto filosófico por excelencia”. Si las respuestas no se encuentran, entonces vale la pena inventarlas: Ahí surgen las leyendas que futuras generaciones interesadas irán repitiendo como grandes verdades, o los mitos, que logran lo que ningún creador serio desea realmente; que la fantasía formada en torno a la figura del escritor supere a su propia obra. El suicidio de alguien, artista o no, siempre ha sido un asunto controversial. Se mezclan matices religiosos, sociales, filosóficos y psiquiátricos, aunque cada una de esas ciencias trata el tema de manera diferente. Mientras la religión –casi todas– lo condenan como el acto más despreciable de todos, la psiquiatría juega a develar causas y establecer hipótesis con el fin de prevenirlo y la filosofía enfrenta posturas que van desde el rechazo, la

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Ensayo I parte

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ESCRITORES SUICIDASSin lugar a dudas, dos de los tpicos que ms han fascinado a los estudiosos y aficionados de las ciencias del comportamiento humano, son el suicidio y el proceso de la creacin artstica. Por eso, cuando un escritor decide acabar con su vida, los hurfanos lectores, crticos, aficionados y demases, buscan en las palabras y en cada uno de los textos del desaparecido algn indicio, una clave, una seal o cualquier pista que los pueda llevar a desentraar el por qu cometi aquella accin que Novalis definiera como el acto filosfico por excelencia. Si las respuestas no se encuentran, entonces vale la pena inventarlas: Ah surgen las leyendas que futuras generaciones interesadas irn repitiendo como grandes verdades, o los mitos, que logran lo que ningn creador serio desea realmente; que la fantasa formada en torno a la figura del escritor supere a su propia obra.

El suicidio de alguien, artista o no, siempre ha sido un asunto controversial. Se mezclan matices religiosos, sociales, filosficos y psiquitricos, aunque cada una de esas ciencias trata el tema de manera diferente. Mientras la religin casi todas lo condenan como el acto ms despreciable de todos, la psiquiatra juega a develar causas y establecer hiptesis con el fin de prevenirlo y la filosofa enfrenta posturas que van desde el rechazo, la justificacin e incluso el aliento. EnEl mito de Ssifo, Albert Camus, escriba nada ms empezar: No hay ms que un problema filosfico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofa. Y aade brutalmente: si uno no se mata, debe permanecer silencioso ante la vida.Pero, volviendo a nuestro tema: Puede un escritor permanecer silencioso ante la vida? En este asunto hay muchas dudas y muchas preguntas sin resolver: Por qu se suicidan los literatos?.Se suicidan ms que otras personas; ms que otros artistas? Estn enfermos y por eso se suicidan? Tiene alguna culpa la literatura? Tal vez nunca encontremos respuestas, pero al menos conviene escuchar a los que nos hablan, en este caso a los protagonistas.Cuando decid abordar este tema a modo de ensayo, hace ya varios aos, prepar una lista de ms de cien escritores, investigu de sus vidas, rele muchas de sus obras. La idea era clasificarlos en modas literarias, en continentes, en gneros, edades y tendencias, para quizs pensaba ingenuamente aportar una nueva luz al tema del por qu se mata un escritor. Al hacerlo, descubr, por ejemplo, que son los exponentes del Romanticismo los que llevan la delantera en cuanto a suicidios literarios; ejemplos tenemos muchos, desde aqul desconocido poeta Chatterton del que nos habla Cortzar en el ltimo round, que bebi arsnico en su buhardilla de Londres a los 18 aos, pasando por el dramaturgo alemn Heinrich von Kleist, autor deEl terremoto en Chile (1808), cuyo ideario en su obra y en su vida era slo la bsqueda del absoluto. Segn cuentan sus bigrafos, nunca se mostr ms alegre que cuando anunci a su prima que iba a matarse. Y Gerard de Nerval? Su biografa es apasionada y novelesca como pocas. Lleno de talento, poeta magnfico, tambin se abandona a la noche. No me esperes esta tarde, porque la noche ser negra y blanca, haba dicho a una ta suya al despedirse. Al da siguiente apareci ahorcado en un callejn de Pars. En Espaa, despus de Becqur, quizs el ms grande romntico es Mariano Jos de Larra, quin a los 27 aos decide pegarse un pistoletazo en la sien tras haber sido rechazado por su amada Dolores; y en Latinoamrica, otra cima del romanticismo (con tendencias modernistas), el colombiano Jos Asuncin Silva, se dispara un tiro en el pecho a la edad de slo 30 aos. Horas antes haba ido a buscar consejo a su mdico de cabecera y le pidi que le dibujara una cruz en el lugar exacto donde se ubica el corazn. Y hay ms, muchos ms, de los que hablaremos en las prontas entregas. La geografa tambin fue otro tema a tratar. Qu tiene de especial Japn, por ejemplo, cuyos tres ms grandes genios literarios acabaron con sus propias vidas. Rynosuke Akutagawa con Veronal en 1927, Yukio Mishima con el seppuku, ritual sagrado de los samuris en 1970 y el Premio Nbel Yasunari Kawabata, que abri la llave del gas en su departamento a orillas del mar en 1972?,

Sin embargo, esos slo fueron ejemplos, porque hoy me doy cuenta que es casi nulo el aporte que puedo yo hacer al estudio de esta materia, as que ms bien este ensayo va como homenaje a aquellos que decidieron escribir la ltima pgina de sus vidas de manera diferente. Por eso, no les hablar de escuelas literarias ni de gneros ni edades. Hoy el cuerpo me pide hablarles de estos escritores sin orden ni conciertoPersonalmente, siempre me ha horrorizado la brutalidad con que el joven poeta espaol Toms Gonzlez decide suicidarse. El mismo da que cumple los 26 aos, llega a su casa, besa a su madre, le regala un ramo de flores y un poema. Abre la ventana del doceavo piso y se arroja al vaco. El poema, tremendo y feroz, se convierte en su mensaje pstumo de despedida: Madre, tambin yo quisiera ser mujer/ para sentir en mi interiorla necedad terrible de haber/ trado al mundo a esta bestia maldita,/ y perdonarte, madre.Tres gigantes de las letras estadounidenses tambin optaron por el suicidio como forma de despedida: La monumental Sylvia Plath, poetisa brillante, autora de algunos de los versos ms conmovedores escritos en su idioma (El poemario Ariel, sobre todo), decide, a los 31 aos abrir la llave del gas y meter la cabeza en el horno. Deja un poema de despedida. Das antes haba escrito: "Morir es un arte, como todo./ Yo lo hago excepcionalmente bien./ Tan bien, que parece un infierno./ Tan bien, que parece de veras./ Supongo que cabra hablar de vocacin...."; el genial Ernst Hemingway, que para muchos es el prototipo del escritor alfa. Poeta, corresponsal de guerra en Espaa, espa del FBI en Cuba, cazador, torero, mujeriego, novelista eximio, Premio Nbel de Literatura, en definitiva vividor y mejor an, un genio literario de esos que hacen escuela. No slo viva la vida como una aventura, sino que amaba la vida como la ms grande de las aventuras, lo que no impidi que, muy segn su estilo, pusiera una escopeta de dos caones en su boca y apretara el gatillo, sin pensarlo dos veces. Hace meses haba comenzado a experimentar los primeros sntomas de una demencia que lo alejara de la literatura. Ya no sale nada, no puedo escribir ms, le dijo a su esposa antes de la levantarse de la cama camino a su armera. Tena 63 aos. Tambin el maravilloso Jack London, autor de grandes clsicos de la literatura como El llamado de la selva, Cuentos de los mares del sur y Colmillo Blanco. A los 40 aos, producto de una sobredosis de morfina, termina la vida de este prolfico autor de ms de 50 novelas, en un hecho que caus revuelo en la poca y que la familia neg completamente. Lo cierto es que el escritor padeca fuertes dolores renales, producto de una vida de excesos y privaciones. l mismo se administr la morfina para acabar con el dolor. En su novela autobiogrfica Martn Eden ya haba jugueteado con la idea del suicidio, experimentndolo a travs de su protagonista, quin muere ahogado voluntariamente. De ellos, hablaremos in extensu en una prxima entrega. Otro poeta norte dentro de este grupo y dentro de la historia de la literatura es Cesare Pavese, uno de los ms importantes poetas del siglo XX. Haba declarado que no escribira ms, que todo en la vida da asco. Sale a caminar, entra en un hotel, pide una habitacin con telfono. Realiza tres llamadas, abre un cuaderno y escribe sus ltimas palabras: Perdono a todos y a todos pido perdn. No murmuren demasiado. Acto seguido, con una frialdad terminal, ingiere una por una, el contenido de diecisis frascos de pastillas. Ah qued, durmiendo para siempre el gran poeta italiano, autor de estos conocidsimos versos: "Vendr la muerte y tendr tus ojos/ esta muerte que nos acompaa/ de la maana a la noche, insomne,/ sorda, como un viejo remordimiento/ o un vicio absurdo. Tus ojos/ sern una vana palabra,/ un grito callado, un silencio..." Hay escritores que intentaron acabar con sus vidas varias veces, como la poeta norteamericana Anne Sexton o como Guy de Maupassant, que vea en el suicidio, como tantos otros, un acto de poder del hombre ante la fatalidad: "El suicidio! Pero si es la fuerza de quienes ya no tienen nada, la esperanza de quienes ya no creen, el sublime valor de los vencidos! S, hay una puerta por lo menos en esta vida, siempre podemos abrirla y pasar al otro lado". Tambin el espaol ngel Gavinet, que decide tirarse al helado mar de Finlandia, lugar donde ejerca de cnsul, pero es rpidamente rescatado por la tripulacin del barco. Pide perdn al capitn y, en un descuido de los marineros, se arroja nuevamente al mar. Esta vez consigue lo que quiere. El cubano Reinaldo Arenas, que pronto descubrira que el paraso capitalista era igual o peor que el infierno comunista, se envolvi la cabeza con una bolsa plstica en Nueva York. Lo mismo hizo Gabriel Ferrater, el poeta espaol que haba anunciado su suicidio con 20 aos de antelacin. Casos extremos son el peruano Luis Hernndez que lo intenta varias veces y triunfa tirndose a las vas del metro de Buenos Aires en hora punta. El Noruego Jens Bjorneboe anuncia su suicidio en un programa de televisin. Muere 3 das despus: Suspenderse un instante y dormir/ Dejar de ser el cadver diario / y ser el muerto. Vctor Ramos Mediavilla, falleci desangrado por autocastracin en la crcel, donde haba sido puesto por su condicin de homosexual.Mencin aparte merece el poeta griego Kostas Karyotakis quin se suicid una tarde del da 20 de julio de 1928 disparndose un tiro en el corazn cuando estaba tumbado debajo de un eucalipto. Antes, eso s, durante la madrugada de ese mismo da, haba intentado quitarse la vida tirndose al Mediterrneo, pero las aguas le devolvieron a la costa despus de diez horas y escribi en una nota que se encontr en su bolsillo: "Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jams suicidarse tirndose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragu una enormidad de agua y, sin saber cmo, de vez en cuando suba a la superficie; cuando tenga oportunidad, escribir las sensaciones de un ahogado". A Kostas le sobrevivi su amante, la tambin poeta Mara Poliduri, aunque por poco tiempo. Dos aos despus ella decide seguir sus pasos: Slo canto porque t me has amado/ en los aos pasados/ Y en el sol o en la dulce primavera/ en la nieve o la lluvia,/ slo canto porque t me has amado.Emilio Salgari se abri el pecho con una espada. Dej una carta a sus editores, culpndolos de su muerte. Horacio Quiroga y Leopoldo Lugons beben whisky con cianuro. Alejandra Pizarnik un cctel completo de barbitricos. Alfonsina Stormi se adentr al mar, en las costas de Mar del Plata. Hubo escritores que decidieron adelantarse a la muerte porque la vida no les ofreca nada, slo un hondo y reiterativo dolor. Le ocurri a Marina Tsvietieva, la mejor poeta rusa del siglo XX, musa de Boris Pasternak, perseguida por el comunismo, vio morir y exiliarse a todos sus familiares, amigos y conocidos. Su marido fusilado, su hijo mandado a campos de concentracin. La comunidad internacional de escritores intercedi por ella ante Stalin. El dictador no la conden, pero le cerr todas las puertas, la oblig a morir de hambre, no le fue posible encontrar trabajo ni siquiera lavando platos. Se ahorc cuando ya slo quedaban a su alrededor miseria y abandono. Y tambin a Stefan Zweig y Virginia Woolf, el primero por huir de su memoria -igual que Paul Celan, el subvalorado Pierre Drieu la Rochelle o Primo Levi- y la segunda por escapar a la locura. El fracaso literario llev a la tumba a Maiakovski y a Sandor Marai. El alcohol empuj hasta el cementerio a Malcolm Lowry, a Dylan Thomas, al sobrevalorado Hunter S. Thompson. Otros, como Antonin Artaud o como el maravilloso Jos Agustn Goystisolo se mataron porque eran incapaces de seguir vivos.

Chile tambin tiene su cuota de autores autoinmolados y les dedicaremos un captulo aparte, partiendo por el casi olvidado Marcial Prez Cordero, quin un 29 de septiembre de 1915, con slo 17 aos se dispar en la sien frente a la casa de su amada indolente, en pleno centro de Santiago, causando estupor en los inopinados transentes y ms de una columna del crtico Ral Silva Castro, que fue testigo del hecho. Dej un cuaderno lleno de poemas que sus amigos y familiares editaron a modo de homenaje pstumo; delicados y acabados versos que hacen pensar con tristeza en un gran talento desperdiciado: Si beb la amargura de una pena infinita,/ si tuve aqu en el pecho un corazn de seda/ que todo desgajado ni siquiera palpita,/ del cual nadie se acuerda, del cual nada me queda. Otro enorme talento malogrado es el de Teresa Wilms Montt, intensa, transgresora, rupturista y una de las figuras ms trgicas de la literatura nacional, quin decide poner trmino a su vida la Navidad de 1921, con slo 28 aos, dejando tras s una obra que recin se comienza a conocer y apreciar, debido al inters que ha suscitado en estos ltimos aos su figura. Muchos han dicho que fue la pacata sociedad chilena de la poca, la que la impuls a consumir una alta dosis de Veronal en Pars. Sea como fuere, en las ltimas pginas de su diario, escribi: "Morir, despus de haber sentido todo y no ser nada..."Joaqun Edwards Bello es quizs, el ms agudo y talentoso de los cronistas chilenos del siglo XX, y sin lugar a dudas es otra de las figuras trgicas de nuestra literatura. As lo entendi su sobrino Jorge Edwards, que narra su vida en la magistral novela El intil de la familia. El cronista puso fin a sus das de un tiro en 1968. Pocos meses despus, su gran amigo, otro gigante de las letras nacionales opta por utilizar el mismo medio para acabar con su propia vida; Pablo de Rokha. El arma de fuego fue tambin el medio utilizado por su hijo Carlos, unos meses antes y por Violeta Parra, un ao atrs. Rodrigo Lira prefiri abrirse las venas en la tina, a la usanza de los antiguos romanos. En tanto Alfonso Alcalde y Adolfo Couve, utilizaron sendas cuerdas para poner fin a sus das. Los invito entonces, a que en futuras entregas recordemos la vida y la obra de estos creadores que no slo tienen en comn la caracterstica de haber acabado voluntariamente con sus vidas, sino que adems y lo que es mucho ms valioso, el innegable hecho de haber sido grandes artistas.

Gonzalo Osses Vilches