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MANTp.L ' I

ESGRIIA DE ¿ABÉEI L i Z A ~ PAR& TODA EL ARMA DE CABALLERÍA

Y SABI.K DR I N F A : * E R Í A .

roR

ALFREDO MERELO if FORNÉ CORREGIDO V AUTOniZADO %

por su señor padre. Profesor que ha sido de varias Academias militares, y que lo es en la actualidad de

la del Cuerpo administrativo del I^ército,

D. JOSÉ MERELO Y CASADEMUNT, Comlecoraiio por sus publicaciones de Rsprinia. con Ift Cruz

lilnnca de primera clase del M(''ríto milititr.

MADRID. rsTMiiiT.iiiiKvros TiPonnAnnos HK M. MIMESV,

I ' y Rnuda de Bmbnjailoreí), <*.

1880.

MANUAL DE ESGRIMA.

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.ti MANUAL DE

ESGRIMA DE SABLE Y LANZA P A R Í TODA EL ARKA D I CABILLZRÍA

Y SABLK DE INFANTERÍA.

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ALFREDO MERELO Y FORNÉS. COUnEGIDO V A U T O n i Z A D O

por BU seflor padre. Profesor que ha sido de varias Academias militares, y que lo es en la actaalldad de

la del Cuerpo administrativo del lyArdto,

D. JOSÉ MERELO Y CASADEMUNT, Ondecorado por san piiMicociones <l« Bi^rrími. con la Criii:

Miine» «le primera rln«o del Mc'rito m11it»r.

MADRID. r.i«TA»i EcmiEfTos TlPOcmncos PE m. «wr.!»»,

Jtnaneln. !!>. y Rondi de FmlnO"<'ore«. **.

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E s PROPIEDAD.

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211 0r . ]D. Cagrtano melguijo g Gon^alr^, Caballero de la Real y militar orden de San Hermeneerildo. condecorado con dos cruces Rojas del Mérito militar de se­gunda clase ; con la medalla de Alfonso XII, con los pasado­res de Pefia PUtajr Vera,y con la medalla de la guerra civil de lf03 & 1874: Benemérito de la patria, hijo adoptlTO de Ciu­dad-Real, y Coronel del Rcfnmiento Caballeria de Atbuera.

A V. S., que se sirvió admitirme ¿ los diez y seis años de edad, y como voluntario, en el brillante regimiento de su digno mando, le dedico este mi modesto libro.

Carece de frases pomposas y escogidas; pero en cam­bio, he procurado nutrirle y adornarle con las tretas y preceptos más sólidos y esenciales que constituyen la Btffriwu pan toda el arm» de CaMlerta, los cuales han de senirle de utilidad y do poderoso auxilio en los aza­res de la guerra.

Mi respetable y bizarro Coronel: Dígnese V. S. prestarle su más decidida protección,

aceptándolo tan solo, como una débil muestra del pro­fundo respeto, consideración y gratitud, que le profesa u atento subordinado y S. S.

Q. B. S M.

ALUTC O Merdo ^ Fornéf.

PROLOGO,

Soy joven; pero no carezco de la experiencia necesa­ria para escribir este libro, que viene á ser una modifi­cación ó ampliación de otros.

Desde muy pequeño principiaron á educarme en el difícil arte del manejo de las armas.

Con gusto, y con añcion, me dediqué á estudiar y co­nocer los selectos apuntes que sobre la esgrima en ge­neral, dejó escritos O. LuisHerelo y Sayró, caballero Te­niente Mayor y Examinador en la destreza de las armas-, y las obras publicadas por D. Jaime Merelo y Gasade-mont, Profesor que fué del Colegio de Inhntería, y autor del célebre tratado de la esgrima del fusil con bayoneta, dado de texto en el ejército.

Todo cuanto el arte de la e^rima encierra, he tenido ocasión de aprenderlo en el gran libro de mi familia.

Soy hijo, además que discípulo predilecto, del Pro­fesor que ha sido de varias Academias militares, y que lo es en la actualidad de la del Cuerpo administrativo del ejército, D. José Merelo y Casademunt.

Pero, perdónese mi inmodestia: ¿quién es el mi* litar que no conoce á dicho Profesor?

Cuando en 1877 estableció en Madrid su sala de ar-

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ma», & los diez meses de haberla inaugurado, ya tenia la honra de contar entre sus numerosos d\ cípulos, á los hijos d« ios Excmos. Sres. Duques de la Torre y de Va­lencia; condes de Canga-Arguelles, Torre Mata y de Foixá; marqués da Alta-Gracia; Excmo. Sr. D. Carlos Navarro y Rodrigo, y & otros varios títulos. Diputados de la nación é ilustres generales.

En dicha época, dio un magnífico Asalto de (frmas, al cual fueron invitados todos los profesores y tiradores de la corte, y esgrimió las armas florete y sable, con el muy renombrado é inteligente esgrimidor, Excmo. Se-fior marqués de Heredia, por lo que merecieron ambos de la prensa toda, los más cumplidos plácemes y los más lisonjeros y satisfactorios elogios.

Y es de advertir, que para que se adquiera un buen nombre y una reputación, en tan ardua como difícil en­señanza, no es bastante el haberse dado á conocer, es­cribiendo algunas obras sobre esgrima, como á mu­chos les suc«le; es preciso hacer más: es casi de absoluta necesidad, probar en público, y en diferentes ocasiones, que lo» conocimientos teóricos van adornados de los prác-ticot; que se esgrime con toda perfección', que el arte se domina; que no se recibe, ni por catualidadj mii^n golpe ridiculo; y en /in» que sobresalgan siempre, ó por lo me­nos que se nivelen, las ventajas que obtiene un profesor entendido y experimentado, sobre los más hábiles tirado-res y loi mái diestros y aventajados de sus discipulos.

Todos mis esfuerzos y desvelos, se encaminan á con­seguir tal perteccion en el manejo de las armas, con ob­jeto de poder dedicarme con provecho á la instrucción del Cuerpo de Caballería, al que tengo ia honra de per­tenecer.

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Así es, que he consignado en este mi modesto Jlfa-nual de esgñua de sable y lanza, todo el fruto de mi trabajo que, sin pretensiones de ningún género, solo tiende á facilitar al soldado de caballería^ y á todos cuantos tengan necesidad de ceñir el sable, los conoci­mientos más útiles para su manejo, á fin de que dotados de la serenidad que inspiran el saber y la confianza, ad­quieran todo el ánimo y valor que son indispensables para obtener el éxito en la lucha.

£( Autor.

PRIMERA PARTE.

CAPÍTULO PRIMERO.

De la esgrima.

Esgrima, es el arte que contiene las reglas convenientes paría el manejo de to­das las armas cortantes y punzantes; siendo su principal objeto, que el individuo que las use, adquiera todos los recursos necesa­rios para ofender y defenderse de cuales­quiera agresión.

El hombre que mejor esgrime las ar­mas, suele ser en las ocasiones apuradas el más comedido y prudente, no obstante del valor que le inspiran la seguridad y la confianza en el éxito de la lucha.

Generalmente, todos los que se dedican al manejo de las armas largas, son perso­nas de arraigo y distinguidas, y no abusan

jamás de la superioridad que les da la des-

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treza, y obran siempre dentro de los lími­tes de su buena y esmerada educación.

Dicho ya esto, con objeto de desvane­cer errores, expondremos los requisitos que se requieren para esgrimir.

El ánimo, es una de las cualidades que se exijen para el combate. El que no se encuentre revestido del valor y serenidad suficientes para arrostrar el peligro, debe evitarlo á todo trance, y no exponerse á la ocasión de tener que contrarestarle, ni aun contando con las ventajas que puede proporcionarle la destreza adquirida en el manejo de las armas.

La vista, predomina en este ejercicio de una manera tan directa, que solamente con su rapidez, conocemos el punto vulnerable que debemos cubrir en la defensa y medios que hay que emplear para la ofensa.

El tacto, sirve también para muchas tre­tas especiales, principalmente para las de los atajos, y sobre todo para los combates que se ejecutan de noche, en los cuales la' vista no puede funcionar con toda precisión.

La postura, ha-» de procurarse que sea muy elegante, presentando á la vez al con­trario el menor espacio posible para sus

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tretas y combinaciones, de suerte que nun­ca se le dé ventaja alguna, de la cual se pueda aprovechar.

La distancia en las armas, que es la que media entre dos combatientes, es pre­ciso tenerla muy en cuenta, de modo que tanto el cuerpo como el arma, se hallen en disposición hábil de defenderse fácilmente, y de procurar, sin exponerse mucho, la herida. El que no tenga bien conocida esta distancia, no podrá ser tirador perfecto.

La celeridad, es indispensable para eje­cutar la herida y acudir con prontitud á la defensa. Entre dos tiradores fuertes, lleva­rá la ventaja el que sea más veloz.

La fuerza, sirve para imponer y des­componer al contrario, siempre que no se gaste dirigiéndole golpes infructuosos é in­útiles.

Las prescripciones anteriores, son ge­nerales á todas las armas blancas; siendo las más usuales hoy en el ejército, la lanza, espada y sable de caballería, sable de in­fantería y fusil con bayoneta. En la marina, el chuzo, machete de armar, sable de abor­daje y hacha de campaña.

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CAPÍTULO II.

De los ángulos.

Son tres, los que se íormaii*para las ac­titudes del brazo y arma: recto, obtuso, y agudo.

Recto, es el formado por la linea de brazo y arma A B.

Obtuso, el que lo está por la linea más alta C B.

Y el agudo, por la linea más baja D B, (flg. núm. 1.)

La formación de los ángulos, se entien­de con relación á la parte inferior de la vertical del cuerpo propio ó ageno.

CAPÍTULO III.

Del medio de proporción y del proporcionado.

Llamamos medio de proporción, á la dis­tancia especial que se esiá,blece al frente de] enemigo, desde donde se pueden obser­var sus intenciones, sin alcanzar á herir­nos, á no ser que mueva los pies.

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El medio proporcionado, es aquel en que la distancia que se adquiere es más corta que en la del medio de proporción, con ob­jeto de herir y quedar defendido, ó lo que es lo mismo, causar la herida y salir sin lesión.

Para poder conseguir las ventajas de este arte, es muy útil conocer con perfec­ción, í medio de proporción y el proporcio­nado.

CAPÍTULO IV.

De los movimientos cardinales simples.

Estos movimientos son seis: violento, natural, remiso, de reducción, extraño y de estocada.

El violento, es aquel que desde cualquie­ra actitud, se Ueva el arma hacia arriba'.

El natural, cuando se dirije hacia abajo. El remiso, cuando se aparta del centro

de un lado á otro. El de redttccion, cuando se lleva al me­

dio desde uno de los dos lados. El extraño, cuando se retii'a hacia

atrás.

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Y el de estocada, cuando se lleva á he­rir de punta, adelante.

CAPÍTULO Y.

Grados de Fuerza y flaqueza en el arma.

El sable se divide en nueve partes igua­les, que se denominan grados; empezando los primeros en su punta, llamándose estos de flaqtieza, y contándose hasta el noveno, ó sea los de fuerza, inmediatos á la guar­nición. De modo que, conforme se au­mentan los grados, se irá aumentando la fuerza, y cuando se disminuyan la fla­queza.

CAPÍTULO VI. Posturas ó disposiciones de la mano con el arma.

Se reducen á cinco estas posturas ó ac­titudes, y son: de uñas adentro; uñas afue­ra; uñas arriba; uñas abajo, y uñas afuera irregular.

Uñas adentro, es cuando desde la acti­tud de guardia, quedan mirando estas á la izquierda, y el filo del sable abajo.

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Uñas afuera, es cuando desde uñas aba­jo, volvemos la mano hacia afuera de la» armas, hallándose el filo del sable y el codo arriba.

Uñas arriba, el filo del sable mii'a ha­cia la izquierda.

Uñas abajo, el filo del sable queda mi­rando á la derecha, y las uñas á tierra.

Uñas afuera irregular, es cuando des­de uñas arriba volvemos la mana más ha­cia la derecha.

Se llama irregular, porque es la postu­ra en que más se violenta la mano.

CAPÍTULO YII.

Modo de empuñar el sable.

El Profesor, al enseñar los movimien­tos de pies, advertirá al discípulo que el sa­ble se coge con la mano derecha, por la em­puñadura, de tal modo, que el dedo pulgar y el pulpejo vengan á parar extendidos en­cima de esta, y que los otros dedos la abar­quen completamente.

El discípulo, se presentará con guante defensivo, para ejecutar dichos compases,

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y con el sable afianzado en primera posi­ción (fíg. núm. 2), que consiste en colocar el pié derecho á lo largo sobre la diametral, y el izquierdo detrás de aquel atravesado.

CAPITULO YIII.

De los movimienl'as de pies.

Tanto para la esgrima del sable, como para la del florete y la del fusil con bayo­neta, se hace necesario usar de las cuatro posiciones de pies, es decir, de la primera, segunda (que es la de la guardia), tercera, y cuarta (que es la de á fondo.)

De las cuatro posiciones antedichas, na­cen y provienen todas las demás, puesto que al practicar los cambios de linea, cam­bios de guardia adelante ó atrás, primera y segunda posición adelante, ó vice-versa, y tercera y cuarta al frente 6 á fondo, üempre quedamos en una de aquellas cua­tro posiciones.

Los movimientos de pies, constituyen una de las bases más esenciales de la esgri­ma, razón por la cual conviene ejecutar-

— l u ­los detenidamente, hasta obtener toda la perfección que en ellos es de desear.

En la esgrima de la bayoneta, hay solo la diferencia, que asi como en la del sable y florete, en la actitud de guardia, está al frente el pié derecho, en la de la bayoneta está el izquierdo.

Primera posicioii.

El discípulo, presentará el pié izquier­do, atravesado, colocando el derecho unido al talón del izquierdo, y las puntas forman­do escuadra, la del pié derecho al frente; las piernas tendidas y flexibles, sin afecta­ción los hombros, la vista al frente; la ca­beza erguida, los brazos caidos con natura­lidad, las manos apoyadas sobre el vientre, y la mano izquierda encima de la derecha.

En esta actitud de brazos y arma, ó sea con el sable afianzado, se practicarán todos los movimientos y compases de pies.

Ségnnda poslcloii ó guardia.

El pió derecho debe colocarse á distan­cia de un pié de talón á talón, las puntas formando escuadra, las rodillas ligeramen-

- ser­te dobladas, y el cuerpo aplomado sobre las caderas.

Tercera poslcioji.

Se retirará el pié derecho un pié atrás del izquierdo, sentando su punta en tierra, en linea recta al talón izquierdo; el pecho al frente, el cuerpo uñ poco inclinado ade­lante y su peso sobre ambas caderas.

Desde la segunda posición, se pasa á la tercera adelante, cayendo el peso del cuer­po sobre la pierna derecha, sacando el pié izquierdo atravesado, un pié delante de la punta del derecho, levantando este su ta­lón, sustituyendo la voz de Tercera posi­ción adelante.

Coarta posición ó á. fbndo.

Colocado el discípulo en la tercera po­sición, para hacerle ejecutar la cuarta, ten­derá rápidamente la pierna derecha sin le­vantar su pié, sentándole en tierra á distan­cia de tres pies del izquierdo, su rodilla do­blada y perpendicular sobre el talón, y el peso del cuerpo sobre ambas caderas.

' Para mayor claridad é inteligencia de los movimientos de pies, diremos:

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Que siempre que se dé la voz de á fon­do, se hará con el pié derecho.

Cuando desde la cuarta posición, pió derecho al frente, se mande:

En guardia, se hará retirando este, á distancia de segunda posición.

Se !«• posloioiies adelante y atrás.

Para que desde la actitud de la guardia, se ejecuten las posiciones indicadas, se dirá:

Primera y cuarta adelante.

El discípulo levantará el pió izquierdo, sentándole junto al talón del derecho para que le sirva de base.,

El pió derecho partirá rápidamente á fondo.

Para que vuelva á lá actitud de guar^ dia, se mandará: Jiln guardia ó segunda posición.

Tercera y coarta adelante.

Como 86 ha preceptuado anteriormente. El pió derecho partirá rápidamente á

fondo. Para recuperar la guardia se maa-á&üi: En guardia.

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Tercera y segunda aXris.

Como se dijo anteriormente. El pié izquierdo pasará detrás del dere­

cho, colocándose á distancia de segunda posición.

De UM «aaibloM de guardia adelante.

Sobre la punta del pié derecho, girará su pierna á este costado, quedando de base; elizquierdo, describiendo un medio círculo, se colocará delante de aquel á distancia de un pié, quedando en guardia.

Para que desde la actitud de guardia, forme marcha con el cambio de guardia adelante, el profesor mandará:

Cambio de guardia adelante. Sobre la punta del pié izquierdo girará su pierna á 6«te costado, quedándose de base; el dere­cho, describiendo un medio «irculo, se co­locará delante de aquel á distancia de un pié, quedando en guardia.

Los cambios de guardia atrás. Para deshacer los movimientos anteriores y for­mar marcha con el cambio de guardia atrás, suponiendo al discípulo en guardia, se mandará:

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Cambio de guardia atr&s.

Sobre la punta del pié izquierdo, girará su pierna á la derecha, el pió derecho des­cribiendo un medio circulo por este costado, se colocará detrás de aquel á distancia de un pié, y quedando de base y en guardia. Para que continúe el movimiento y pase á la posición de guardia, se mandará:

Cambio de guardia atrás.

Sobre la punta del pié derecho, girará su pierna á la izquierda, el pié izquierdo describiendo un medio círculo por este cos­tado, se colocará detrás de aquel, á distan­cia de un pié, quedándose de base y en guardia.

De los cambios d« linea.

Para que el discípulo, desde la actitud de guardia, suponiéndole sobre la linea rec­ta, pase á la diagonal de la derecha, el pro­fesor mandará;

Cambio de linea á la derecha.

£1 discípulo, con un paso adelante, sal­drá sobre la diagonal de la d«reeha, adyir-tiendo' que para estos cambios, se mueve

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siempre primero el pió de delante j luego le sigue el de atrás.

Para que desde la diagonal de la dere­cha, pase á la izquierda, el profesor man­dará:

GajuMo d« linea á. la teqtnierda. El discípulo, con un paso adelante, sal­

drá sobre la diagonal de la izquierda, que­dando los pies á distancia de segunda po­sición. Cuando el profesor quiera que desde las líneas diagonales vuelva á su primitivo frente, ó sea sobre la' recta, mandará: A su lugar parla derecha ó por la izquierda.

Del paao adelante y atr&s.

Se practicará el paso adelante, desde la guardia, y sirve para adelantar, y se dirá:

Paso adelante.

Se adelantará el pié derecho, tomando uno máis de distancia.

El pié de atrás avanzará igual espacio. Paso atrás.

El pió de atrás, se retirará un pió de distancia; y di que se encuentra al frente correrá igual espacio, quedando á distancia de guardia.

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X>el paoo corrido.

Sirve para avanzar, con un solo tiempo, un pié de terreno más que en el paso ade­lante, con el fin de ofender,, desarmar ó re­petir algún golpe, j de quedar en buena disposición, para en caso necesario practi­car la retirada.

Se verificará el paso corrido y aplicando fuerza sobre las piernas, y con un empuje de cuerpo hacia adelante; del mismo modo que se parte á fondo, se sacará el pió dere­cho dos pies al frente, y siguiendo el de ati'ás rápidamente á distancia de segunda posición.

liOB equilibrios adelante y atr&s.

Son útilísimos. Se practican desde la guardia ó desde el á fondo, sin mover los pies, inclinando el cuerpo y cargándole so­bre l^ pierna derecha-, si es para ofender, 6 sobre la izquierda para burlar el movi­miento agresivo.

Es una especie de escurrí mienta de cuerpo, que cuando se practica en defensi­va, evita muchos golpes. Nosotros usamos mucho los equilibrios atrás.

Los giros A, dereeha é Impiierda.

Sirven para favorecer al arma y al cuerpo en los quites, pues que ganando los grados de perfil, se responde desde ellos con celeridad, y suplen en gran parte á los cambios de linea.

Para verificar el giro por la derecha, girará sobre su punta el pié derecho á este costado, describiendo con el pió izquierdo una octava parte de círculo por la derecha, conservando la distancia de segunda posi­ción.

Sabido ya cómo se practica el giro á la derecha, queda el de la izquierda perfecta­mente comprendido.

De laa llamadas.

Generalmente se hacen las llamadas al practicar el paso airáa, golpeando en el suelo con el pié derecho. Hay quien las usa mucho en los asaltos, para impofiér al ad­versario, acompañándolas de los corres­pondientes movimientos del arma.

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CAPÍTULO IX.

Del sable de caballería é inFanbria.

Los mismos cortes y estocadas tiene la espada y sable de caballería que el sable de infantería; pues solo existe la pequeña di­ferencia, que en el sable de infantería son más rápidos sus movimientos; su juego es más cerrado que en el de caballería, por ser manejado desde el caballo; que los quites y cortes de éste son de más extensión, porque trabaja en ellos todo el brazo, efecto del mayor ensancho que se les ha de dar por el frente y costados para la defensa del gínete y del caballo.

Ni los grandes maestros españoles del siglo XVI, ni los autores antiguos ni mo­dernos, han escrito para instruir á la ca­ballería; sino lo que han hecho todos, como lo hacemos nosotros, es aconsejar termi­nantemente que se aprenda bien la esgrima del sable de ápie', ó sea la del sable dein^ fanteria; pues no hay la menor duda que, conociendo á la perfección los giros, 6 sea la dirección que ha de darse á la brida, para acompañar convenientemente á los movi-

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mientos del arma, el ginete que llegue á reunir todos estos requisitos, saldrá preci­samente victorioso en el combate ó pelea.

En los combates á caballo, los ataques al adversario debemos efectuarlos siempre por su flanco derecho, casi á su retaguar­dia, desde cuyo punto, los golpes que nos dirija, nunca serán tan eficaces ni potentes, como los que podría dirigirnos por el flan­co izquierdo.

Y sentaremos también, como regla ge­neral, que en todos los casos en que el ene­migo nos acometa impetuosamente, con­viene, por medio de un giro á la izquierda, recibirle con la punta del sable al pecho, teniendo el brazo bien extendido y la mano de uñas afuera, lo cual, elevando la guarni­ción á la altura del rostro, constituye una magnifica estocada.

Oreemos asimismo oportuno consignar, que sin embargo de las notables alteracio­nes que ha venido sufriendo en su forma el sable-espada que usan actualmente los se­ñores Oficiales de infantería, no reúne los requisitos que deseamos; pues que su hoja debia ser más ancha, cortante y resistente, 7 la guarnición de tal manera, que en su

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mayor anchura constase de tres pulgadas y media, disminuyendo en proporción hasta quedar reducida, al unirse con su pomo, á ocho líneas.

Igualmente se requiere, que esté per­fectamente montado; que su empuñadura tenga un peso que proporcionalmente ex­ceda al de la hoja, con el fin de que ésta se domine con facilidad por la muñeca, para que después de tirado un golpe, pueda acu-dirse con rapidez á la defensa.

Por último, debemos advertir, que para ejercitarse en la esgrima del sable, son pre­feribles las armas de madera ó de palo, que tengan igual peso á las que cada cual acos­tumbre á usar, con objeto de que sea exacta y segura la trasmisión en sus movimientos.

Las armas de palo, ó sean las de vara de fi-esno, las preferimos á las de madera, por razón deque con las primeras, hay me­nos peligro de lastimarse.

C A P I T U L O X. De la guardia.

Guardia, en el sable, es la actitud que reúne mejores condiciones y garantías.

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tanto para la defensa como para la ofensa. Al frente del adversario, ó para la

lección, usamos de la que indica la (figu­ra núm. 4), y también para el asalto la de arma baja (fig. núm. 3.)

La postura del arma, en la guardia alta, es obtusa; el brazo derecho algo arqueado, la mano, con su guarnición, por encima de las caderas, el codo á igual altura y segre­gado dos pulgadas del cuerpo; la punta al nivel de la cabeza; el brazo izquierdo do­blado, de modo que la palma de la mano, coaa su jeme, quede apoyado sobre la cadera de este costado, el dedo pulgar hacia la es­palda y los demás sobre el vientre.

La distancia de pies, en la guardia, debe ser corta para el sable, á fin de evitar con más facilidad los golpes dirigidos á la pierna, siendo conveniente que haya tan solo de pié á pié uno de hueco.

Así es que, una vez colocado el discípu­lo en primera posición de pies, con el brazo izquierdo caldo naturalmente á su costado, y el derecho con el sable formando ángulo agudo y la punta mirando al suelo, que es la posición que ha de preceder á la guar­dia, el Profesor mandará:

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En guardia: El discipulo subirá rápida­mente la punta del sable á la altura de la cabeza, doblando ambas rodillas, sacando el pié derecho á distancia de segunda posi­ción, llevando la mano izquierda sobre la misma cadera, hasta tomar la actitud de arma y cuerpo expresadas.

CAPÍTULO XI. De tos quil'es.

El quite, es la oposición que hacemos con el arma propia, separando la del adver­sario, con objeto de ponernos á cubierto de los golpes que nos dirija, ya sean tirados de corte ó de punta.

Se dividen en cuatro clases; simples, de contra, de expulsión y de atajo.

Quite simple, es el que aparta ó desvía el arma, dejándola en la misma Unea, por la que se dirige á tocar el cuei po.

Quite de contra, es el que aparta el arma enemiga con un movimiento circular de derecha á izquierda, 6 vice-versa, con. el que le deja en la linea opuesta, empezando el circulo por debajo del arma contraria.

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Quite de eofpulsion, es el sacudimiento que damos al arma enemiga para recha­zarla de nuestro cuerpo, para formar con más seguridad el ataque y producir la herida.

Quite de atajo, es el que propende á la sujeción del arma contraria, por medio del deslizamiento ó de la opresión, oponiendo los mayores grados de fuerza de la nuestra, sobre los de flaqueza de la del adversario.

Nueve son los quites del sable: 1.°, 2°, 3.°, 4.% 5.% 6.", 7.°, 8.° y 9." Los seis pri-ma*os son considerados por algunos auto­res como principales, y los tres restantes como auxiliares ó accesorios.

No estamos conformes con esta apre­ciación.

La experiencia nos ha demostrado, muy á las claras, que el quite 8.°, que se consi­dera como auxiliar, desempeña en h. es­grima del sable un papel importante.

Nosotros concebimos muy fócil y sen­cilla la defensa en esta arma, más claro, la hemos simplificado, hasta el extremo de reducirla al quite 8." en caso de no querer servimos de los demás.

No tendríamos inconveniente alguno,

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si hubiese necesidad de deinostraüio, de entrar en asalto ó pelea con los mejores sjaí--blistas, empleando tan solo para la deíl¿ii»a él quite 8.°, modificándolo de siaodo qué¡Á la vez, (como si fuese el quite 7.°),> püeáa cubrir bien nuestra parte derecha, puiefe ^ueencogiendá» bien ei brazo, ó íetiráiido-lo'híácía atrá», Taliéndose del equilibrio 6 escurrimiento del cuerpo, y áchieándJoée igualmente, no hay teímor jjgun© de» qni^ dar deslucidos, lo cual hemos áemósiPiíáé téóricáf y prácticamente en Muchísimas ocasiones. ' ^

Esta simplificación, que hemos'iiífeo^ ducido en la défeitsa, ídñ embargo de los biaé«feímio« y lisonjeros resultados qafe nos ha dado en el terreno de lai práctica, ha sido objeto de consulta eütíte ^tígrm&áítnk d&sti«gaid08, cotftAádo entre ellos, al Exte»- lentísimo S»; Marqués de Heredia, y todos han oonf líidb e©» aueeíra opióioB^ y «s- fci dd qua debe hacerse ná uso 'bonséinté- de mté quite, con el ctíal, ^ y mniusar de; otro, puede salirse ile^o eaa el conil)ate; > -

Este quite cubre la cabeza, pecho, vien­tre y muslos por ambos Ifados. Lo único (¡uBqj^úaaparentemettteéaáesaúhierki, es

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la pierna, y decimos aparentemente, porque ¿quién es el que á uno que se coloque en actitud del quite 8,° (tal como se ha dicho), se atreve á dirigirle un golpe de pierna, cuando no hay más que retirarla, sacar el tajo y producir la herida al adversario?

Conste, pues, que con el quite 8." (lige­ramente modificado entre 8.° y 7°) pue­den repelerse todos los golpes que se nos dirijan; por lo cual es al que damos entre todos los demás la preferencia.

Este quite conviene practicarlo, siempre que sea posible, auxiliado con el compás de paso atrás. '.-^ '

Quite primero.

Hallándose el discípulo en la actitud de guardia, colocará la guarnición del sahle al lado derecho del rostro, y á la altura del oidñ de este costado; el brazo encogido; la mano con uñas al frente ó inclinada hacia adelante; el codo á la altura de la tetilla de­recha; la punta del sable al lado izquierdo, ., El saUe defiende la cabeza y hombro por esta paxte. (Fig. uúm. 5.)

Quite segundo.

Se colocará la mano con uñas mirando

— á s ­a la cara propia, llevando la guarnición del sable al lado izquierdo del rostro y álá al­tura deí oido de éste costado; el brazo algo encogido; su codo al niviel de la tetilla iz­quierda; la punta del sable hacia él lado de­recho, y el sexto grado de la hoja perpen­dicular sobre la vertical del cuerpo.

El sable defiende la cabeza y hombro izquierdo por esta parte. (Fig. núm. 6.)

Quite tercero.

Se llevará con uñas abajo la guarnición á la altura de la cadera derecha! el brazo hasta el óoáú casi pegado al cuerpo; él sa­ble obtuso, y el filo y la punta hacia la lí­nea de afuera.

El sable defiende el costado izquierdo desde la cadera hasta el hombrO;(Pig.''nú­mero 7.)

Quite cuarto.

Con la mano vuelta de uñas mirando aj cuerpo propio, se levará la guarnición á la «dtura de las cadefas; el brazo hasta el oodCJi cási p^ado al cuerpo; d sable obtiiáo, el filo á la izquierda y la punta inciinadá á este punto.

El sable defiende el costado izquierdo

- 36 —

desde la cadera hasta el homliro. (Fig. nú-merp 8.)

Quite quinto.

Con la mano uñas abajo, se dejará ca,er la punta del sable inmediata al suelo,, la cual ha de quedar inclinada con su filo al lado derecho, y su guarnición dos pulgadas por encima de las caderas.

El sable defiende desde la cadera hasta el pié por nuestra parte derecha. (Fig. nú­mero 9.)

Quite sexto.

Con la mano vuelta de uñas miraaido: al adversario, se llevará la guamicijon, á la al tu^ de las cadera?, de modo que el filo y la punta queden inclinados al lado iz­quierdo, y que esté junto á tierra.

El sable defiende desde la cadera hasta el pié por nuestra parte izquierda. (Figu­ra núm. 10.)

Quite sétimo.

Volviendo la mano con uñas, mirando hacia «I cuerpo propia, se llevará la guar-i icion á la altura del hombreo derecho; la punt^ oicho pulgadas por encima de laK ro­dillas; el filo arriba y la punta inclinada hacia el costado derecho.

— 37 —

Wí sable defiende desde la óabeaa hasta la rodilla por la línea de afuera. (Fig>; hú­mero 11.)

Quite octavo.—(Especial.)

Volviendo la mano con uñas afuerk, se llevará la guarnición á la altura de la ca*-W a y á su frente; el brazo bastante enco­gido, la hoja aguda ocupando el centro del caerpo, y ia punta á la altura de la parte superior de la rodilla, distando de ella dos ó tres pies. La punta del sable quedebá un poco más al costado izquierdo que al de^ rfecho.

Es muy «onveniente que al paractÍBar este quite, el que lo ejeoute S6 baje ó ciojki-jjftíí iien, protegiéndolo además cbm el equilibrio de cue^w, ó con el «Jmpás de paso atrás. , . ,

Este quite, que como ya hemos indica­do^ es el más esencial de todos, y que por si «olo bastaxia para hacer ^na buena y com­pleta defensa, lo recomendairaos nauy espe­cialmente á todos los que pretendan Ser aventajados esgrimidores.

El sable defiende todo el ovt&rpo^ aeM-cándose bien, desde la parte superioa: de las rodillas hasta la cabeza, lo mismo en la 11-

— a s ­nea de adentro que en la de afuera. (Figu­ra núm. 12.)

Quite noveno.

Viene á ser el quite segundo modifi­cado.

Se colocará la guarnición á la altura de la cat)eza, con la mano puesta de uñas afuera irregular, y á su frente; la hoja obli­cua con el filo arriba; él brazo un poco ar^ queado; su punta al nivel de la» tetillas ó inclinada hacia la derecha.

Viene á ser el quite segundo, coa la punta más baja y la guarnición algo más «éparadá de la cabeza.

El sable defiende ambas líneas desde la cabeza hasita las caderas. (Fig. núm. 13<)

Observaciones sobre los quites.

I Se tendrá presente, que en lo8 quites 1.", 2.°, 3.° y 4.', la punta del sable mira hacia arriba, y en el b.\ 6.°, 7.% 8.° y 9.% hacia abajo.

Los quites impares, sirven para cubrir los golpes dirigidos á la derecha de uno, y los pares los de la izí^uierda.

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CAPÍTULO XII. De los corees peligrosos én su fbrmacishJ

Uno de los golpes que usábaos con más frecuencia en el sable, «s el tajo', toda vez que aficionados como somos á la ventajosa parada del quite 8.", al practicar este quite^ quedan la mano y arma én disposicioil de despedir el tajo; pues una de las coáas é que más se presta dicho quite, es á la pronta y rápida contestájcionáel indicado corte.

Los tajos, pues, pueden formarse altos ó bajos.

Guando se forman bajos, oÉreeen mu­cho peligro.

Los tajos los empleamos las más de las veces para los golpes-de arresto; por ejem­plo, cuando se nos dirige un golpe á la CÍH' tura, generalmente en vez de pararlo, nos retiramos á la tercera posición de pies atrás, desde donde íe dirigimos un tajo al adversario, que suele heriíle én di btázo 6 en la cabeza, fiegun haya píoftlndizado el golpe.

^ 4 0 —

Pues bien, cuando el contrario nos di­rigía una cuchillada, bien sea-al vientre ó al pecho, si no la paramos, y queremos arrestarla <5on UA t^o, es preciso que este se forme muy alto por encima de nuestro rcnsérOi eoa objeto de que al golpe del ad-yeesarto, pase»u aablepor debajo de nnes-troJirmfyBm toeamos y le produzcamos la

Si :^ dií%iaríios cualquier goílpe, lo aíT«6tamo8 con un tajo^ euya formación aeía baj«t, jw hay duda dgoaa que podre­mos itoícftr peroquie seneiiaos tocados.

Conste, pues, y tengan presente nues-tnpg dis^pnl^i que los tajos deben ser adtos en.su formación; pues de no ser así, resul-taniíin ^igrosos.

CAPÍTULO XIH.

Qe (os firvgtfnienfos y acofRAtiimBir^os. . " ' • K t í , " • • • ' •

; hhT»»¡sa9i$. fitt¡gñmiienios, á los movi< isisaíos ^^üen^m por objeto apardatarser Qor^ 4 estOic;a4a8», los «oales no causan herida; pero sirven para prepararla. Su Un,

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es sustraer al adversario con ardides engá-8OSOS para herirle, las más de las veees co» éxito satisfactorio.

A los movimientos pronunciados de es­tocada ó corte, llamamos acometimientos, J se ejecutan marchando hacia adelante, con di compás de tmo, dos; en él que al pió d0recho le sigue el izquierdo, quedando am­bos pies en actitud de guardia, es decir, de pié á pié i no de hueco, á fln de peder ifeea-derse á fondo, é sek á la cuarta, posiiciony cttáado haya aeoesidad de producir la he­rida.

Son macho más amenazantes y marca­dos los acometimieiitos que los fingimien­tos, y sirven los primeros para aproximarse al adversario; pero hay c[tte cubrirse hien con el aaiblie al verificarlos.

. .. . t ,.i -

Acometimiento de estocada en 3."

Afirmado el discípulo con el profesíWr» en la actitud de guardia, y eñ la línea de adejiibpo, pasará ligerajuente la punta tl«l sable por debajo de la guarnición contraria a¿ extremo alto dek línea de afuera^ jtifias abe^o, eámulando una estocada al lado dere­cho, de modo que la empuñadura 6 guar-

—-e — mcion cubra el i*ostro; y los pies, como ya se ha dicho antMÍormente, acompañen al movimiento del arma con un paso ade­lante.

Acometimfento de estocada en 4.*

Afirmado el discípulo con el profesor, en la actitud de guardia, y en la linea de afuera, pasará la punta del sable ligera* mente por debajo de la guarnición contra­ria, al extremo alto de la línea de adentro, ttñás ámbd, con estocada fingida al p ^ iz­quierdo, de modo que la empuñadura cubra el rostro, y los pies acompaüen al movi­miento del arma, con un paso adelante.

Acon^^tiinieíito de estocada en 6.*

Afirmado el discípulo con el profesor, en actitud de guardia, y en la línea de afuera, rápidamente volverá la mano de uftas afuera, dirigiendo la punta al vieiitre pbr debajo del brazo del profesor, aparen­tando la estocada de 5.*, bien cubierto, de modo que «úbra el rostro la guamiciori.

Llamamos muy particularmente la aten­ción acerca de los dos acometimientos que á oontinnacion se expresan.

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Acomejtimiento sobre el quite 8.°

Afirmado el discípulo con el prpíi soa-,, en la actitud de guardia, y en la Hnea de adentro, pasará ligeramente la punta del sable por debajo de la del profesor, á Ja lí­nea de afuera, inmediatamente y haciendo un cambio de línea á la derecha; avanjsan-do, elevará la guarnición propia á la altura de la cabeza, quedando en aciitud del qui­te 8°, desde la cual dirigirá- un tajo, á J cintura, saliendo en seguida con un salto atrás, fuera de distancia, para evadir el golpe contrario, en caso de que lo tirasen.

Al hacer este acometimiento, y hasta despedir el golpe, no debe perderse el con­tacto del arma enemiga, verificándolo todo coalamayprjiajpidez.: ,. , ^ , , \.,. y

Acometimiento sobre el ctuite 9."

' Afirmado el disQÍpulo con,el ¡profesor, enlia actaltud' de. guardia, y en la linea de aliierav pasará ligeramente la,, punt» del sabie pOr del>ajo de la del profesor, á la lir nea d« adentro, inmediatamente, y hí^en-do un cambio de línea á la izquierda f^van*-" -ítfnrfo), elevará la guarnición propia á la

— « — altura de la cabeza, quedando en actitud del quite 9.°, desde la cual dirigirá un re­vés á lá cintura enemiga, saliendo «n se­guida con un salto atrás, fuera de disttan-eía, para evadir el golpe contrariOí ;

Al hacer este acometimieato, y hasta despedir el golpe, no debe perderse el co»-tat3to del arma enemiga.

Si éstos dos acometimientos se verifi­can con precisión y rapidez, por efecto ét la sorpresa, producen excelentes resultad©» en la práctica.

CAPÍTULO XIY.. ,' De tas estocadas.

La estocada^ es la herida má» íápi<4a y más graye jyae se conoce, porque casi siempre es mortal,

fin -el sable se conocen tres estocadas: lá de-torcerá, la áQ<5uarta y la Ae quinísu

'Sé Ifeman eMiocadas de primara intm-•cicm, á las qué se reducen á «n sólO; movi­miento síimple; y de segunda intención, ú. la» que se «ngendk-an de cualquier flngi-itíento ó de respuesta al golpe adversario-

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La estocada de tercera, es la que diri­giéndose 4 la liaea de afuera, desde el rp^r tuQ hasta la cintui-a, por encima de la guar-üicioa contraria, queda de uñas- abajo. (Fi­gura núm. 14.)

La estocada de cuarta, laque va á parar á la linea d© adentro, uñas arritoav (Figura numero 15.) •

La estocada de quinta^, se dirige á la lí-ueaj de afuera, desde el sobaco,á la cadera derecbay po? debajo dej avjfia< y br azo 4el contrario, uñas afuera. (JFig. núnifi 16.)

Esta estocada, en. que la pünija (j ueda iiftá^baja que en la de tercera, puetde efec­tuarse fiíigiendo un tajo á la cabeza,, y al tiempo de. levantar el sable el adverpario, para quitarla, se vuelve la mano rápida­mente d^ uñas a/íw««f,,. cubr épidoeei ^ ien eon. la gaarnicion^ y se le da la estocada eíx quieta,, y de esta modo, aunque el adversa-ria,cQntestase, seria difícil tocarle á Wo;y tan^Dies asi, y da tan excelente éxitaesj^ treta en los asaltos, cuando se ejecutabi^i qu^ digamos «u uso muy especialmente re-com^dado,, s.

tengase también presente,) que.fifirmíi* dos ambos contp^cantea IB .<1«, aetitud de

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atma baja, cuando ünó de ellos practique álgun acometimiento, al tiempo de aran-zar, puede dirigírsele un golpe de arresto con estocada en quinta, que suele entrar las más de las veces por sorpresa. :

Modo de practicar las estocadas.

El D., para ejecutar la estocada de 3.*, pasará la punta de su arma por debajo de la del P., de la línea de afuera á la de aden­tro, .fingiendo iaí; estocada de 4." uñas arri­ba, con un J)ásoadelante, desde cuya acción la volverá rápidamente por el mismo cami­no á la línea de afuera, j partiendo á íonáo^ tiríurá la estoéada de 3." uñas abajo.

El D., parar ejecutar la estocada de 4.*, pasará lá punta de su arma por debajo de la del P. de la línea de adehtro á la de añiera, fingiendo la estocada de 3.*, con tttí paso adelante, y de síu fltllá volverá portel misttio camino á la línea de adentro, y par­tiendo á fondo, tiraíá'la estocada de 4.* uñas arriba.

El D., para ejecutar la estó6áda de 5.', pasará la punta de su arma por debajo de la del P., de Ik líiiea de adetttro á la de afuera, fingiendo la estocada de 3." ébh un

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paso adelante, desíle cuja acción introdu­cirá la estocada de p.*, volviendo la Jtukuo de uñas afuera. . t ^; v

Convertir el tajo mayor en estocada de ^.'

El P., formará acometimiento de esto­cada de 3 / , y de su fin fingirá tajo mayor á punto 2.° ó 4." ..,

El D., parará en 8.°, fingirá tajo me­nor á punto 2." ó 4.°, de donde bajará la punta, pasándola por debajo de la,^i;ami-cipn del P. á la línea de afuera, hasta in­troducir la estocada de 3." uñas abajo.

Convertir el taio menor en ^tocada de 3 . '

El D. formará acometimiento de esto­cada de 3.*, y de su fin fingirá tajo menor á punto 2.' ó 4.', de donde bajará la punta por debajo de la guarnición del P; á la lí­nea de afuera, hasta introducir ia estocada <le 8.* uñas abajo.

CAPÍTULO XV.

. Oe IÓ8 tíortes.

Cortej es el que indica cualquier movi­miento de esta especie, y noíhay otra arma

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oomo el sable, qae siendo de igual longitud, pueda despedir los golpes con más energía y vigor.

Todos los movimientos que pueden cau­sar herida de corte en el sable, se reducen á Sois, y son:

Tajo mayor, ó circular. Tajo menor, ó semicircular. Revés mayor, ó circular. Revés menor, ó semicircular. Tígo hendido. Gitchiüadá por la derecha 6 por la iz­

quierda. Modo de tortatíébié.

M tajo ma^/or.—Desde la s ctitudí de gí^rdia en, la }mea de afuera,,y oon exten­sión de brazo, se dejará caer la puin|a. del atiil^uñasabajoi haciéndole> describir veloz­mente un círculo por el cpjst do izquierdo, en cuyo final se descargará el golpe de filo, á la h'nea de adentro del adversario.

El tajo menor.—Estando afirmado en la linea de aiiiexdi ^ñ<ls a^jo, se levantará la punta á lo alto, y describiendo con rapi­dez nn meáio oireolovde ieq^aierda á dere-chaf poc enciiiígu de la punta eonfraria, se

— 4« —

descargará el golpe de filo en'la misma linea.

El revés mayor.—Suponiendo que sfe estáañrmadoen la linea de adentro, se deja­rá caer la punta del sable uñas arriba^ ISSA-ciéndolaMescribir violentamente un circulo por el costado derecho; en cuyo final se descargará el golpe de filo á la línea de afuera del adversario.

El revés menor,—Desde la línea de adentro uñas arriba, se levantará la punta á lo alto, y describiendo con rapidez un medio circulo de derecha á izquierda, por eneima de la punta contraria, se descarga­rá el golpe de filo en la misma línea.

M^jo hendido.-^De&de k fictitud de guardia, bien sea afirmado en la línea de adentro ó en la de afuera, levantará la poiiK ta á lo íihó, dgándolá caer de fiílo y cOt di­rección vertical ó diagonal. Este corte es el más breve que se conoce en esgrima.

' Laicuchiüada por la derecha ó par la ixquierda.--^iifomQXiáo al que la ejecuta en una de ambas lineas, se apartaráila puntea del eabb propio. Hasta que quede liOrílKm-talv'desde eUya accion^e redueir^ 0on fuer­za al centro á herir horizontalmente de filo.

4

Ataqn» j defensa aencUloB. El profesor hará que el D. parta á fon­

do al despedir los cortes, y que recupere la actitud de segunda posición al repelerlos con los quites. , Desde la actitud de guardia, y afirma­

dos en la linea de adentro, profesar y dás oí pulo, practicarán los cortes y quites que se expresan á continuación:

El profesor tirará un revés menor al D. á punto 1."

Bl D. parará en 1." y tirará á punto 1.' d»l profesor.

El P . parará en 1." y tirará tajo menor á punto 2."

El D. parará en 2.° y tirará á punto 2." El P . parará en 2.' y tirará revés m&-

nor á punto 3." El D. parará en 3.» y tirará á punto 3.* El P. parará en 3." y tiraará tajo meam

k punto 4.° El D. parará en 4." y tirará 4. punto 4.° El P . parará en 4." y tirará révéa me­

nor á pufito 5." Si D. parará en 5." y tirará á pimte 1." SI P . parará en 1.° y tirará tajo menor

á punto 6."

— 51 —

El D. parará en 6.° y tirará tajo; mayor á punto 2."

El P. parará en 9.", volviendo ambos Á la actitud dé guardia.

Noia. Con el fin de nó hacer miuy largo y difícil este ejercicio de ataque y defensa, hemos suprimido en él los quites 7." y 8.', los cuales se ejecutan á continuación:

Cortes precedidos de un flnglintonip.

Desde la actitud de guardia. El D. fingirá revés menor á punto 3."

y tirará tajo menor á 4." El P. parará en 4." El D. fingirá tajo menor á punto 4." y

tirará revés menor á 3." El P. parará en 3." El D. fingirá revés menor á puüto 1,' y

tirará corte á punto 5." El P. parará en 5." El D. fingirá tajo menor á punto 2," y

le tirará á punto 6.° El P. paarará en 6.'. i El D. fingirá revés menor á punto S," y

tirará otro ascendente por fuera con <iirec-don apunto4."

El P. parará en 8.'

— 52 — El D. fingirá tajo menor á punto 2." y

tirará corte ascendente con dirección á puntó 3. '

El P. parará en 7." tomando ambos la actitud de guardia.

Cortes precedidos de dos flagimlentos. '

El D. fingirá corte menor á punto 1 .* y 2.", y tirará revés menor á 3.°

El P. parará en 3." El D. fingirá corte menor á punto 2." y

1 ;•, y tirará tajo menor á 4." El P. parará en 4.° El D. fingirá corte menor á punto 3." y

4.', y tirará revés menor á 1.° ! El P. parará en 1.° El D. fingirá corte menor á punto 4.* y

3*, y tirará tajo menor á 2." El P. parará en 2.' El D. fingirá corte menor & punto 1.° y

2.°) y tirará revés menor á 5." ; ' El P. parará en 5." El D. fingirá corté menor á punto 4.° y

3/,'y tirará corte ascendente por filérafcon direcJcion á 4.°

El P. parará en 8.°, tomando ambo» la actitud de guardia. '

— S3 —

CAPÍTULO XVI.

Corl'es al brazo sscendenl-es y descendentes.

De diferentes modos puede ser herido «1 brazo adversario.

Con cuchilladas por la línea de 3.' y 4.' Fingiendo corte á 3.* y 4.* y tirando

^.*; ó viceversa, fingiendo el de 4." y 3.* y tirando el de 4.'

Con el corte ascendente por la linea de 3. '

Con id. id, por la línea de 4.* -Con un corte, golpe de arresto, al sacar

«I tajo. Cuando el contrario tire un corte ó es­

tocada, en vez de quitarle se le éontésta con un tajo, que se formará á la altará dd rostro; pu¿s no deben formarse estos más bajos^ retirándose á la 3.* posición atrás; y se consigue también por este medio herirle en el brazo, y á veces en la cabeza, cuando haya profundizado el golpe.

Como somos partidarios dé los golees al brazo, que producen la herida, jan expo­nerse mucho el que los ejecuta, pues sa­bido es que cuanto más se profundizan los

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golpes, son más peligrosos en su jejecucion, por eso procuramos la esgrima del sable, conpretarla todo cuanto sea posible á herir el brazo, y llamamos muy particularmen­te la atención en estos cortes, que tanta ventaja nos ha proporcionado su uso.

De los cortes ascendentes.

Llamamos cortes ascendentes á los que suben de filo, cruzando la vertical del cuer­po adversario.

Ciorte ascendente por 3.*

Desde la actitud de guardia» el D. deja­rá caer la punta del sable por el costado izquierdo, subiendo de uñas afuera y de filo á ejecutar la herida á la parte de afuera del profesor.

Corte aseenOente por 4.*

Desde la actitud de guardia, el D. deja­rá iaer la punta del sable por el costado de^ recho, subiendo con uñas afuera irregular y de filo, á ejecutar la herida á la linea de adentro del profesor.

CoÉrt* ÉiiweiideBte p<taF Alera desdé la aetttad de armabiga.

Afirmado el P . con el discípulo, en ac-

- M — ütud de arma baja, le tirará voi porte por fuera y á punto 3." que parará el D. en 7.'

El D. contestará con una estocada en 5.* que el P. parará en 7.°, quedando amboe en actitud de guardia. Corte ascendente por dentro, desde la actitud de

arma baja. Afirmado el P. <?on el discípulo, en ac­

titud de arma baja, le tirará un corte as­cendente por dentro j á punto 4.°, que pa­rará el D. en 8."

El D. contestará con una estocada en 5.*, que el P. parará en 8/ , quedando am­bos en actitud de guardia.

De los cortes descendentes.

Cortes descendentes, son aquellos que caen de filo cruzando la vertical del cuerpo enemigo. >

Todos los fingimientos que ejecute el discípulo, en esta parte, han de ir acompa-ftados de un paso adelante.

Corte descendente al brMO por dentro. ,

El D. fingirá revé» m^ior á punto I«* y turará tajo menor á 4." con dirección al brazo.

— 38 —

El P. parará en 8." y tirará tajo mayor á ponto 4."

El D. parará en 8." y tirará tajo mayor á Ídem.

El P. parará en 4." quedando ambos tíi^ actitud de guardia.

Corte descendente al Itraco por ftaera.

El D. fingirá tajo menor á punto 2.° y tirará revés menor á punto 3."

El P. parará en 9.° y tirará revés ma­yor á 3."

El D. parará en 9." y tirará revés ma­yor á id.

El P. parará en 3." quedando ambos en actitud de guardia.

CAPÍTULO XYII. DB lot' corees de oonlrafílo.

Corte de contrafilo, es aquel en que ei combatiente, pasa su arma por debajo de la guarnición dé la del contrario, de una á otra linea, subi^dola verticalmeiite filo abajo y dejándola caer con la misma di­rección.

— 97 —

Nosotros solo usamos en asalto el si­guiente, por conceptuarlo como el má» eficaz.

^ r t e de contrafllo en 3." con dirección al Ivaso.

El D. fingirá tajo menor á punto 4.° j tirará corte de contrafilo en .3." con direc­ción al brazo.

El P. parará en 3.° y tirará tajo menor á punto 4.°

, El D. parará en 4." y tirará revés menor á punto 3."

El P . parará en 3."

CAPÍTULO XVIII. De las cuchilladas.

La cuchillada es, como ya se dijo ante* nórmente, el corte por el cual el que com­bate aparta la punta del sable propio, unos dos piós del arma contraria, hasta que que­de horizontal, desde bnya' adnon, se redu­cirá con fuerza al centro á herir horizon-talmente de filo al adversario.

.,.. , , PnchUla^a por la derecha- c

El D. fingirá revés menor á punto 3."^

— 88 — desde cuya acdoü formará y tirará la cu-ehiUada por la derecha con dirección al brazo.

El P. parará en 7." y tirará tajo mayor á punto 2.'

Bl D. parará en 2° y tirará revés me­nor á punto 3.°

El P. parará en 3.°

G achulada por la üeqolerda.

El D. fingirá tajo menor á punto 4.°, desde cuya acción formará y tirará la cu­chillada por la izquierda con dirección al brazo.

Bl P. parará en 8.° y tirará tajo mayor á punto 2."

El D. parará en 2." y tirará revés me­nor á 3."

El P. parará en 9."

CAPÍTULO XIX, D« tas expulsiones.

Son una especie de golpe ó sacudimien­to que damos al ariná del adversario, con ol^eto de iinpoaerle y sorprenderle, ;^ara

^ue no le sea fácil el quite ni el arresto, en la inmediata herida que le han de efectuar.

Expulsión por 8.*

Afirmado el D. con el profesor, en la actitud de guardia y en la linea de afuera, le desviará su arma por medio de un fuerte sacudimiento ó de expulsión de izquierda á derecha; y por la misma línea, le dirigirá rápidamente un corte al brazo.

El P. pátará en 3. '

Expulsión por 4.*

Afirmado el P. con el discípulo, en la actitud de guardia y en la línea de aden­tró, le desviará su arma por medio de un fuerte sacudimiento ó de expulsión de de-' recha á izquierda; y por la müsma Hada* le dirigirá rápidamente un corte al brezo.

El D. parará en 4.' Debe tenerse presente que, cuando el

contrario acostumbre á hacer los acome­timientos con guardia intermedia de quite 7/ ú. 8.*, se le dará un fuerte sacudimiento 6 expulsión á su arma con la nuestra* tiiin-bien por la linea de afnera» ó aea de iz­quierda á derecha, al primer tercio de la

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suya, ó sea á la pauta, con lo cual se con> sigue, ó desarmarle, ó desviarle el arma de tal modo, para herirle de estocada.

Entre las expulsiones por 3." y 4.*, da­mos la preferencia á la de 3.*, que produce mejor la herida.

CAPÍTULO XX.

Del a^ajo.

El atajo, es uno de los medios más po­derosos con que cuenta la destreza para sujetar el arma adversaria, y disponer por su ¡acción el golpe de corte 6 de punta.

Cuando los atajos se eíectíian con los compases convenientes, como los cambios de Unea, tienen un poder irresistible para avasallar el arma enemiga, saliendo á su encuentro, cuando en cualquier golpe se di­rija á tocar nuestro cuerpo; quedando la propia encima de aquella, casi horizontal, con mayores grados de fuerza para salir á fondo inmediatamente con estocada 6 cu­chillada.

Para practicarlos bien, es conveniente que haya mucho tacto, aplicando la fuerza

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con energía y con precisión, al estelr el sa-We de uno encima de el del contrario» de modo que no se le haga bajar del ángulo recto.

• Daremos, pues, á conocer los más esen­ciales.

^Uodo de atesar la estocada de cuarta.

El P. tirará una estocada en cuarta: el t>. atajará con el quite 4." dicha¡ estocada, poniendo su sable horizontal encima de el del P. con mayores grados de fuerza, y á la altura de la cintura, uñad abajó, practi­cando á la yez el cambio de línea á la de­recha, desde cuya acción tirará una ciDchi-Uada al rostro del profesor. El P. parará en 7."

Al hacer el quite-de atajo, uñas abajo, el filo queda mirando al profesor, y no hay que perder tiempo, más que el preciso para diri^rselo al rostro ó herirle de estoeada.

Atf^o Bolve nn acometixaleato en c«iarta hecho al adversarlo.

Este ateyo es inmejorable por ausiresul-tados, y nosotros homo» saeaáo; mucho partido de él, •

— 6« —

Colocado el D. en guardia, en la línea de afuera, hará un acometimiento en 4.*, con cambio de linea á la derecha (ó 8Ín el cambio de linea si se quiere), atajando el arma del contrario. Este, al verse eLatma oprimida ó sujeta, sale por lo regular á he­rir con un tajo á la cabeza, que es el único punto que halla en descubierto; en este caso, el discípulo, tan luego como nota por el tacto, que se desliza el arma del adver» sario; más claro, que sale de abajo para herir arriba, parará sin tardanza eú jJri* mero, elevando mucho la guarnición del sable, y contestará rápidamente con un corte al brazo de su contrincante.

CAPÍTULO XXL Del arret^o.

El golpe de arresto, tiene por objeto efectuar sobre cualquier movimiento del enemigo, j sin oposición de arma, un golpe de corte ó estocada, antes de que pueda lle­gar el sayo á herir nuestro cuerpo.

No nos ocupamos de los golpes de tiem­po, porque en el arma-sable se conocen

estos más con el nombre moderno de golpe de arresto, y así lo damos á conocer.

Cuando se entra en asalto, óon tirado-íes briosos que acometen con ímpetu y energía, avanzando ó metiéndose muchoy los golpes de arresto tirados desde la ter­cera y luego segunda posición atrás, nos han proporcionado ventajas indecibles. Con esta clase de arrestos, se consigue, quecuan-do el contrario, se viene impetuosamente sobre uno, se le contesta con tajo 6 cu­chillada desde la tercera y secunda posición atrás, esettrriendo el ctterpo, con lo cual no puede el adversario alcanzarnos y se le oca­siona la herida. • Los golpes de arresto pueden efectuarse:

Al formar los cortes. Al atajar el arma. Al tirar, sin preparación, las estocadas. Al pasar el arma de una línea á otra. Al cambiar de linea de pies. Al ^jdcataf el paso adelante.

Modo d« practicar los arrestos de estocada. Al praotioar el P . un fingimiento de es^

tocada de 3.% el D. le podrá arrestas en el principio de su formación, óon estocada de 3. ' agregada.

— 84 —

Al realizar el P . un acometimiento de estocada en 3.% muy cubierto y con el sable elevado, el D. le podrá arrestar en el prin­cipio de su formación con estocada en quinta.

Modo de practicar los arrestos de corte.

Al ejecutar el P. el tajo mayor ó menor, el I>, le podrá arrestar en el principio de su formación con tajo menor al brazo por fue­ra, retirándose á la tercera posición atrás, lo cual debe practicarse precisa ó indispon-sablemenie para tocar y no ser tocado;

Cuando el P . tire algún revés mayor ó menor, el D. le podrá arrestar en el prin­cipio de su formación con un golpe al brazo por dentro, retirándose también á la tercera posición atrás.

CAPÍTULO XXII. ,

Trehas coinbindtÍ88 por ambos fl&neot.-

Damos el nooibre de ¿reíos, ala.combi­nación de zaovimientos cbferentes., >

Treta seneUla^ es la que m compone de un solo golpe. ;

— 65 —

Treta doble, es la que consta de dos. Muy fácil noS seria escribir un volumi*

noso libro sobre estas tretas de preferencia^ y otras que se prestan á infinitas combina­ciones; pero no tratamos de ser difusos; antes al contrario, tenemos por objeto con­signar tan solamente las más esenciales que conocemos en esgrima, hijas todas del estudio y de la experiencia; las cuales, al que se las aprende bien, por medio de un constante ejercicio, le colocarán en disposi­ción hábil de poder ser un tirador perfecto.

Hacemos presente, que en las trelas que vamos á mencionar, se dejala lineadiaine-tral, pasándose á una de las trasversales (le la derecha ó de la izquierda, con lo cual se consigue dar más seguridad al quite y colocar el cuerpo en disposición de herir fácilmente al adversario.

Treta 1.*

El D. formará acometimiento de esto­cada de 5." con un paso adelante, y de su fin, tirará tajo mayor apunto 4.°, con cam­bio de linea á la derecha.

M P. parará en ».°, y cambio de^ línea á la derecha, y tirará tajo mayor 2.

El D. parará en 8°, j cambio de línea á la derecha, y tirará tajo* mayor, con di­rección á punto 4.°

El P. parará en 8.°, saliendo á la vez con cambio de linea á la derecba; quedan­do en guardia.

Treta 2.* El D. fingirá revés menor á punto 3.",

con cambio de línea á la derecha, y de su fin tirará estocada de 4.* partiendo á fondo sobre la trasversal de la derecha.

El P. parará en 8.% con cambio de línea á la derecha, y tirará tajo mayor á pun­to 2." • '

El D. parará en 8.°, y cambio de línea á la derecha, y tirará tajo mayor á pun­to 4.*

El 'P . parará en 8." Treta 3.*

El D. formará acometimiento de esto­cada de 3.% con cambio de línea á la dere­cha, y tirará tajo menor á punto 4.°, par­tiendo á fondo sobre la trasversal de la derecha.

El P. parará en 4.°, y cambio de línea á la^erecha, y tirará estocada de 4.*

— 67 —

El D. desde la misma actitud de á fon­do parará en 8.*, practicando á la vez- el giro á la izquierda, desde cuya actitud ti­rará rápidamente tajo mayor á punto 4 / , partiendo á fondo sobre la trasversal dé la derecha.

El P. parará en 8." Treta 4.*

- El D. formará acometimiento de esto­cada de 4.' con un paso adelante, y de su íiii tirará revés menor á punto 3." con cambio de línea á la izquierda.

El P. parará en 9,°, y cambio de línea á la izquierda, y tirará revés mayor á punto 1."

El D, parará en 9.°, y cambio de línea a la izquierda, y tirará corte ascendente por dentro, con dirección á punto 3.°

El P. parará en 3.°

treta B/

El D. fingirá tajo menor apunto 4.', con cambio de línea á la izquierda, y de su fin tirará estocada de 3.*, partiendo á fondo sobre la trasversal de la izquierda.

parará en 9.", y cambio de línea

— 68 —

á la izquierda, y- tirará revés mayor á punto 1.°

El D. parará en 9.', y cambio de linea á la izquierda, y tirará revés mayor á punto 3 /

El P. parará en 9.°

Treta 6.*

El D. formará acometimiento de esto­cada de 4.^, con cambio de linea á la iz­quierda, y tirará revés menor á punto 3.°, partiendo á fondo sobre la trasversal de la izquierda.

El P. parará en 3.", y cambio de línea á la izquierda, y tirará estocada de 3.*

El D., desde la misma actitud de á fondo, parará en 9.°, practicando á la vez el giró-á la derecha, desde cuya acción tirará rápidamente revés mayor á pun­to 1.*, partiendo á fondo sobre la trasversal de la izquierda.

El P. parará en 9.', quedando ambos en guardia.

CAPÍTULO XXIII. De los desarmes ó conclusiones.

Desarme^ es la herida que se produce al enemigo en el antebrazo ó muñeca, con la cual le obligamos á soltar el arma de la mano, y es desarme igualmente, cuando la suelta por medio de un fuerte sacudimiento ó expulsión.

Las conclusiones, que vienen á ser tam­bién una especie de desarme, empezaron á usarse en el siglo XVI, por los célebres maestros españoles de aquella época, los se­ñores Pacheco de Narvaez, el Comendador Carranza y D. Francisco Ettenhard, autor del compendio de los fundamentos de la verdadera destreza y filosofía de las .armas.

Este sistema de desarme, es decir, el de conclusión, compromete mucho al que lo ejecuta; pero era considerado como el más noble de todos ellos, porque aunque priva al adversario de la acción de ofender, por­que se le coge el arma con la mano izquier­da y se le amenaza con el arma que está en la derecha, es costumbre en tales casos no herirle, ni quitarle la vida.

— 70 —

Tres son las conclusiones á las cuales damos la preferencia.

Conclusión sobre el quite 1."

El P . , desde la guardia, dirigirá un tajo al D. apunto 1."

El D. parará en 1." elevando bien la guarmieion del sable y avanzando con un paso más ó menos prolongado, levantará la punta de su arma, y abatirá la del P . hacia la derecha, ejecutando seguidamente un cambio de guardia adelante para co­gerle' con la mano izquierda la guarnición, mano ó muñec% ¡dirigiéndole con un movi­miento extraño de brazo, la punta del arma propia al pecho. (Fig. núm. 17.)

Conclvslon sobre el «jnite 3.*

•• El P. dirigirá al D. una estocada de 3.* ó medio revés á punto 3.°

El D. parará en 3.°, procurando agre­gar su arma por encima de la del P., coa mayores grados de fuerza, y deslizándola bien hacia abajo, por la parte derecha, avanzará con un paso más ó menos prolon­gado, y se verificará lo que queda precep­tuado en la treta anterior.

I o Conclnsion sobre el (loite 8.'

El P. dirigirá al D. un revés á punto l.-óS."

El D. parará en 9.% avanzando, con un compás más ó menos prolongado, y segui­damente con un cambio de guardia adelan­te, cogerá con la mano izquierda la guar­nición, mano ó muñeca, amenazándole con un revés á la cabeza.

No obstante de que los Maestros anti­guos usaron todas estas conclusiones, fué sin duda porque la espada española, con la que ellos patentizaron la verdadera destre­za universal, era muy larga de hoja, pesa­da y guarnecida de una espaciosa cazoleta con dos gabilanes; y como el sable que usa­mos ahora tiene menos longitud y es más ligero, hemos dicho anteriormente, que las conclusiones hechas con esta arma, son muy comprometidas; pero que pueden ha­cerse sin embargo, cuando se domina mu­cho el arte, y cuando para ejecutar dicha treta^ nos presenta el adversario una oca--sion favorable y propicia.

Contratreta para evadir las conclusiones.

Cuando se nota en el adversario, por el

- 72 -

contacto de laa armas, el deslizamiento de la suya sobre la propia, para la sujeción ó atajo que pretende, y que indispensable­mente ha de preceder con el avance del cuerpo al efectuar el desarme, entonces, para evadirse de él, hay que ocupar rápida­mente la tercera y segunda posición atrás, dirigiéndole un tajo ó cuchillada al punto en que esté más descubierto y pueda oca­sionársele la herida.

CAPÍTULO XXIV.

Del zurdo Y ^^^ ambidiestro.

Se dá el nomijre de zurdos, á los que manejan el arma con la mano izquierda, y á los cuales hay que instruirles como á los demás.

Hay quien concede al zurdo cierta su­perioridad sobre el derecho, porque presen­ta un blanco distinto y sorprende á la vez con lo extraño de sus movimientos ó mar-niobras.

Están en un error los que asi piensan. El que esgrime el arma con la maño iz­

quierda, podrá únicamente aventajar al

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derecho, por lo poco acostumbrAdO qae se encuentra éste á combatir con semejantes adversarios; pero el verdadero diestro^ al Verse amenazado con movimientos inver­sos, presentará á su enemigo el combate por ^i flanco izquierdo, ó sea con cambios de línea á la derecha, procurando herirle con cuchilladas á la cintura.

Se llama ambidiestro, en esgrima, al que maneja hábilmente las armas con am­bas manos; pero no concedemos ventajas al que posee esta cualidad; pues únicamente podrán efectuar sus combinaciones, como lo hacen los que son derechos ó zurdos.

CAPÍTULO XXV-

El saludo.

£s ana especie de demostración dé urbanidad y cortesía, que se usa entre los contendientes, antes y después de terminar el asalto.

Nosotros hemos adoptado para el sabld, el saludo que va á continuación, el: cual, ejecutado con precisión, soltura y ligereza, revela de ^temano la buena destreza de los esgrimidores.

- 74 -

1/ Afirmados los contendientes en la primera posición de pies, y á distancia, afianzarán el arma con la mano derecha, llevando la guarnición al pecho y apoyada sobre el lado izquierdo, la punta del sable hacia arriba.

2." Desde esta actitud, tirarán ambos á un mismo tiempo, una cuchillada á la pier­na, quedando á fondo, ó sea en la cuarta posición.

3.° Seguidamente se retirarán á la ter­cera posición atrás, llevando la guarnición al pecho, como se ha dicho anteriormente.

4." En esta misma actitud de arma al pecho, se retirarán á la segunda posición atrás.

5." Se formará con el brazo y arma un ángulo recto, dando una llamada con el pié derecho, y quedando la mano de uñas abajo.

6.° Desde esta actitud, se sacará un taJOf' acompañándolo con la tercera posición de pies adelante, y un revés, practicando la segtmda posición adelante también, que­dando ambos en actitud de guardia.

7*" Desde dicha actitud j se pasará á la primera posición atrás, y llevaindo la guar-

- 75 -

nicion al rostro, se hace un& esípeóie de sa­ludo militar.

Téngase presente que el terreno que se íiierde al practicar la segunda y tercera JMJsicion atrás, se recupera luego con la tercera y segunda adelante; qued&ndoóJti-naamente ambos en el punto desde donde partieron, es decir, en guardia, y á la dis­tancia conveniente para principiar el asalto.

Gusta tanto este saludo, cuando seefecr túa por personas aventajadas ó'intelágeníe» ftH esgrima, que por esta razón, aunque es algo difícil, no liemos vacilado en darloi é wnocer á nuestros discípulos.

CAPÍTULO XXVI. Del asalto.

£¡8 un simulacro de combate, que tiene piar objeto, después de aprendidos todos los preceptos del arte, el perfeccionarse en la destreza de las armas. > Deben ser siempre simulados, teniendo

iiQuy presente la distancia que media entre los dos contendientes, para no profiíndiKai* los golpes, y de este modo no kay peligro de lastimarse.

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Esgrimiendo así, j evitando el que haya golpes contundentes, violentos ó bruscos, no se pierde la serenidad durante el simula­cro de la lucha, se acude perfectamente á los quites 6 paradas, sé contesta bien y con oportunidad, y se forma un buen asalto, que desluciría por el contrario, si se tirase con vigor y con ambición de dar.

Los Instructores, deben ejercitarse en el asalto, esgrimiendo unos con otros, hasta adquirir ix>do el perfeccionamiento necesa­rio á dicha instrucción, que trasmitirán luego á sus discípulos, sin. necesidad de ti­rar con ellos; pues bastará con demostrar­les las ventajas que reportan la ejecución de unas tretas sobre otras, cuya circuns­tancia les facilitará el resultado práctico y positivo de sus ensayos.

Durante el ejercicio del asalto, se de­mostrará la conveniencia de que, cuando uno de los contendientes verifique algas acometimiento, el otro debe retroceder con un paso atrás, pues es siempre útil esperar á distancia para conocer las intenciones del adversario, y no ser sorprendidos en su agresión. Es preciso, pues, aumentar ^ dis^ minuir la distancia, según convenga, pro-

— 77 —

curando estar siempre al natural alcance del enemigo, es decir, ni lejos ni cerca.

Cuando se practique alguna treta, qui­te ó movimiento que no esté bien ejecuta­do, los Instructores cuidarán dé- que se efectúen con la precisión debida, hasta con­seguir el perfecciónaníiento, con objeto de que no se adquieran vicios que afeen los asaltos.

Es también de la incumbencia de los Instructores, el procurar que los asaltos ofrezcan variedad, que en ellos no se eje­cuten siempre las mismas tretas, sino que vayan escogiéndose y poniéndose en juego todas aquellas que haya enseñado como más útiles y eficaces la experiencia.

Concluimos prescribiendo, que no se dé lección, ni se tolere que se entre en asalto sin goante y careta, á fin de que no ocurra el menor percance, que debemos á toda eesta evitar.

SEGUNDA PARTE.

CAPÍTULO XVIÍ.

Manejo del sable conira caballería.

Sin embargo de que ya hemos dicho anteriormente que la verdadera esgrima del sable á caballo es la de á pié, e^ decir, la que adoptamos nosotros para el sable de infantería, por estar basada ésta, conforme á las reglas y preceptos consignados por célebres y renombrados profesores, damos á conocer á oontinuacion la que se usa hoy en el Arma de Caballería, para que puedan compararse las ventajas que resultan entre una y otra, llamando acerca de ellas la atención de los dignos Jefes de la expresada Arma, á fln 'de conseguir, por este medio, que se destierro de una vez tan estéril como inft'uctuosa esgrima.

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Primera división.

Una vez reunidos los soldados para esta instrucción, se colocarán en una sola fila, con ijQtervalos entre si de cuatro pasos, los que se tomarán hoy por medio del paso de costado, á-la voz de Por la izquierda—A tomar intervalo para el manejo del slable— Marchen: manteniéndose firmes el primer hombre de la derecha de la filay y mar­chando los demás hasta hallarse cada uno á la expresada distancia del que le prece­da por dicha mano, y trayendo al hombro el sable y perpendicular, punta arriba; au lomo arrimado al hombro, el corte al fren­te, el puño apoyíido por su parte interior al hueco del cuadril, unos seis dedos más abajo que la parte superior de la cadera, el tercer dedo entreabierto, el pequeño por debajo de la empuñadura y el codo estirado hacia atrás. '

Primeradipísion.—Enffitardia.— Untiempo. A esta voz se separará el pié derecho á

la derecha, á dos pies del izquierdo; los ta­lones sobre la misma línea; se colo.Qai!é, la mano izquie^rda á cinco dedos del centro del cuerpo y á la altura del codo en la mis-

- s o ­ma posición, que si se tuviei'an agarradas las riendas de la brida; al mismo tiempo se llevará el sable al frente, el brazo derecho medio extendido, la mano delante y á la altura de la parte superior del hueco de la ccuiera, adelantada y sepai*ada cinco dedos de la mano izquierda, el pulgar tendido so­bre el canto exterior de la empuñadura, la punta del sable inclinada algo ala izquierda y a%o más elevada que la cabeza.

Corte uno.—Dos tiempos. Uno. A la segunda parte de esta voz se

extenderá el brazo derecho adelante á toda su longitud, al frente del hombro derecho; la muñeca á la altura de los ojos; el sable levantado, aunque inclinada la punta á re^ taguardia, como cosa de un pié encima del hombro derecho, el corte hacia arriba.

Dos. Se tirará una cuchillada oblicua, de arriba ahajo y de derecha á izquierda, como si se fuese á herir á un hombre que estuviese al frente» desde el hombro iz­quierdo á la cadera derecha, trayéndose en seguida el brazo y sable á la posición de guardia.

Protejan—la cabeza.—Un tiempo. ' Se separará con viveza y prontitud el

~ 8i —

brazo derecho al frente casi extendido, la mano á la altura de la frente, el corte del sable arriba, la' punta hacia la izquierda y algo más elevada que la empuñadura. En esta posición la mano se coloca más ó me­nos á la derecha ó á la izquierda, según sea el ataque del adversario.

Corte dos.—Dos tiempos. Uno. A la segunda parte de esta voz se

extenderá el brazo derecho adelante á toda su longitud, al frente del hombro izquier­do; la muñeca á la altura de los ojos; el sable levantado, aunque inclinada la punta á retaguardia, como cosa de un pié encima del hombro izquierdo; el corte para arriba.

Dos. Se tiraró una cuchillada oblicua, de arriba abajo y de izquierda á dei^cha, como si fuese á herir á un hombre que een-tuviese al frente, desde el hombro derecho á la cadera izquierda, trayéndose en segui­da el brazo y sable ala posición de guardia.

Prott^an la eabeta, Oomo queda aplicado antej^ormente. OorUires.—Dosíimpos. Uno. A la segunda parte de la TOZ se

Ihr&rÁ eí sable á k deíe€*ia ttel fr«hte, perpóidicnlar punta arriba!; el corte algo

6

— 82 —

vuelto á este lado, el brazo tendido á toda su extensión y la muñeca derecha á la al­tura de la cadera.

Dos. Se tirará uña cuchillada oblicua de abajo arriba y de derecha; á izquierda, como si se fuese á herir á un hombre que estuviese al frente, desde la cadera izquier­da al hombro derecho, trayéndose en se-gtád» el brazo y sable á la posición de guardia.

Prote/an laüqitierda.~^Uh tiem^Oi ' i A la última parte de la voz, se.UeVará

vivamente el sable á la izquierda del fren? toj el brazo semi-doblado por encima de, la, maüo izquierda, la derecha á la altura de la cadiera izquierda y separada pié y medio de ella; la punta del sable inclinada ade­lante y á la altura de la parte superior de la cabeza; el ¡corte algo vuelto á la izquier­da, el p u ^ r apoyado contra el lado exte­ndí de la empuñadura. , ;

Corte cuatro.—Dos tiempos. Í./A Uno. A la segunda parte de la.voa se

retirará el sable algo más á la izquierda, peppendiculía' punta arriba, él copte $lgo vuielto á estelíMdo, el brazo, tendijio á todái su extensión y la muñeca derecíha á,ia al-

— 83 —

tiira de la cadera de este mismo costadp. I Dps. Se tirará una cuchillada, obilicua

de abajo, arriba y de izquierda á derecha,, como si se fuese á herir á un hombre que se hallase al frente, desde la cadera derecha al hombro izquierdo, trayéndose en seguida el brazo y sable á la posición de guardia.

Prote/'ei% la derecha.—ün tiempo. A la última parte de ,1a voz se llevará

vivamente el brazo y sable á la derecha del frente, el brazo semi-doblado, la mano á, la altura de la cadera y distante pió y iñe-dio de. ella; la punta del sable inclinada adelante y á la altura de la parte superior de la cabeza; el corte algo vuelto á la de­recha, el pulgar apoyado sobre el lado ex­terior de la empuñadura.

Corte cinco.-^Dos tiempos. . , . , .. Uno. A la segunda parte ^s ia voz, se

extenderá el brazo y s^ble horizontalmeni^ á toda su longitud sobre la derecha, á lá altura, del hombroj el corte al, fr¡?nté y la ];4a]p,Q,uñas ambá. , . ^ ;. -. ;

,I)o^. Se tirará; una cuchülada J t o ^ | n -t^, d^ derechí!. á izquierda, , á l ^ijffíi. i e Ip9,^^br9?,_ acopapañando ,e rW|v^!=¿r^ con el brazo, cuya muñeca, vendrá 4;pSr8,r

— 84 —

enfrente del hombro izquierdo y á unos diez dedos de este; el brazo semi-doblado; el sable extendido horizontalmente hacia la izquierda y el corte al frente.

Corte seis.— Un tiempo. Se tirará una cuchillada horizontal de

izquierda á derecha á la altura de los hom­bros, acompañando el movimiento con el brazo, que se desplegará del todo á la dere­cha trayéndose en seguida éste y el sable á la posición de guardia. ,

Á la, izqvÁerda &% guardia.— Un tiempo. Sé ejecutará del mismo modo que al

frente, sin más que volver á inclinar el cuerpo á esta mano sin mover los pies ni levantar ningún talón, pero cargando el peso del cuerpo sobre la pierna izquierda.

Corte cinco. Se ejecutará á la izquierda, como se

previene en el corte cinco anterior. Corte seis. Se ejecutará á la izquierda, como se

explica en el, corte seis anterior, con la cüferencia de.girar enseguida el cuerpo ve­lozmente á lá derecha, á ñn de preseniái^ 6H guardia á la expresada mano al tei'mi'' náí" dibüo corte.

Corte cinco. Lo que se ejecutará á la derecha del

mismo modo que se previene para la ÍK-quierda. ,

Corte seis. Se ejecutará del mismo modo explica­

do para la izquierda, terminando el movi­miento con quedar en la posición de guar­dia á la derecha.

Al costado derecho.—Protejan la izqakrda. Del mismo modo que al froite, oon Ja

diferencia de ejecutarse al costado derecko y de colocarse la mano derecha adelante, y algo á la izquierda del muslo derecho.

Al costado derecho.-^Protejan la derecha. Del mismo modo que al frente, con la

diferencia de ejecutarse al costado derecho y de colocarse la mano derecha hácáia, reta­guardia, á la altura de la parte superior del muslo y separada pié y medio de la misi^*

Corte á retaguardia.—Corte.—Dos tiempos. Uno. A la segunda parte de la yQZ^9

pondrá el brazo y sable en la posición' gJt-plicadapara el primer tiempo del córtese», volviendo ed cuerpo y cabeza á la derechíi y retaguardia, sin mover los piós ni levan­tar los talones.

Dos. Se tirará una cuchillada horizon­tal á retaguardia á la altura de los hom­bros, acompañando el movimiento con el brazo; que se desplegará cuanto sea posible á la espalda, trayéndose en seguida éste y el sable á la posición de guardia al frente.

Al frente.—Molinete.—Cuatro tiempos. TJno. A la segunda parte de la voz se

extenderá con prontitud el brazo derecho al frente con toda su extensión, el puño á la altura de los ojos y enfrente del centro

' del cuerpo, lá punta del sable adelante en lá prolongación del brazo, el corte á la de­recha y algo vuelto hacia arriba, las uñas abajO y el pulgar á la izquierda.

Dos. Se 'bajarácoii viveza la hoja del 'slablé por delante y hacia la izquierda, vol­viéndola á levantar por detrás del costado ' izqiiiérdó, con un movimiento de la muñe-' cá, dé modo á describir un circulo rasando

con prontitud aquella, la parte anterior iz-' quiei'dá'del caballo, sin variar dé posición él bi*á20 derecho, y volviendo la muñeca y ísáble á la que tenia en el primer tiétópo, con la diferencia de quedar las üña,s á la izquierda, el pulgar arriba y el' corte del sable inclinado hacia abajo.

— 87 -

Tres. Se bajará con viveza lá hoja del sable por delante y hacia la derecha, Vol­viéndola á levantar por detrás del codo del mismo lado con un movimiento de la m^-ñeca, aflojando los dos último's dedos y volviendo el feable de modo á describir un circulo, rasando con velocidad éste la parte anterior derecha del caballo, sin variar de posición el brazo derecho, y restituyéndose el puño y sable á la que tenia en eliprimer tiempo, esto es, con las uñas abajo,y el corte á la derecha. . i ' Cuatro. Se volverá á la posición de guardia.

AHomhro.^El sable. A la segunda parte de esta voz» se

traerá el sable á la expresada posición. ; . Segunda divisloíi.

• Para que la tropa ejecuté la segunda división del manejo del sable, el instructor mandará: XL.

Contra eaiallería.-^S^mda diviítón.'-jem ffHardia. . | ^

Como queda pt-evenido para la-primera división. V

B'síocadaal/rmte.—Estocada.—JíosHempw. : Uno. A la segunda partí de la tóz, se

encogerá y doblará el brazo derecho retirán­dole, así como también el mismo hombro, cuanto se puedaá la espalda, el peso del cuer­po cargado sobre la pierna derecha, el sable horizontal, el corte hacia arriba, el puño á la altura del hombro y los dedos uñas abajo.

Dos. Se dará la estocada al frente, ex­tendiendo el sable y el brazo á toda su lon­gitud en la dirección de la punta; el cuerpo algo inclinado adelante.

Quite de la estocada en tercia^—Quite.— U% tiempv.

Desde la posición anterior, se traerá con prontitud la mano derecha hacia el cuerpo y algo á la derecha, á la segunda parte de la voz, el bp'azo semi-doblado, el antebrazo extendido, el corte del sable lije-ramente vuelto á la derecha, la punta algo inclinada.adelante, á la altura de los ojos y enfrente del hombro derecho, las uñas abajo y el dedo pulgar extendido sobre la empuñadura y apoyado contra el gaVilan, con cuyo movimiento se desviará la espada del contrario á la4erecha»

Quite de estocada en cuarta.—Qmte.^*^irn tíeijMpo.

Desde h. posición anterior, se traerá con

— 09 -

prontitud la mano derecha hacia el >ouerpo y algo á la izquierda, á la segunda part$.de la voz, de modo que las uñas queden al íí^mo lado, el brazo medio extendido, él oorte del sable á la izquierda, la punta iuclinada adelante, á la altura de los ojos J enfrente del hombro izquierdo, el pulgar extendido sobre la empuñadura y apoyado contra el gavilán, con cuyo movinaiento se desviará el sable del con1a*ario á la i í -quierda.

Estocada á la úquierela.—EstoeaAor.-rlhs fitmpos.

Se ejecutará del mismo modo que al frente, con la diferencia de volver la cabeza á la izquierda y algún tanto el cuerpo al mismo lado, en el primer tiempo, sin mover los pies ni levantar ninguno de los talonee, cargando un poco el peso del cuerpo á(>bre la pienia izquierda y apuntando la eatooada en dirección del costado izquierdo.

A ¿a itfuiérda.—Quite de la estosada.9» euarta>—(¿uite.—Un tianp».

Como queda explicada para el jnisitfo quite al frente, conla diferencia de ^ecwtftr-se al costado izquierdo, quedando de OOB-síguienie «1 corte del sable á retaguardia.

— 90 —

Estocada, á la derecha.—Estocada. — Dos

Se ejecutará del mismo modo que al frente, con la diferencia de volver el cuerpo y cabeza á la derecha, sin mover loa pies ni levantar ninguno de los talones, cargando un poco el peso del cuerpo sobre la pierna de recha, encogiendo en 16 posible el brazo del mismo lado para darla estocada y apuntan-tlo ésta en la dirección del costado derecho.

A la derecha.—Quite de la estocada en tef" eia.—Quite.

Como queda explicado para el del fren­te, con la diferencia de ejecutarse al cos­tado derecho y de quedar por consiguiente el corté á retaguardia. • ' Estocada á retaguardia por Id' deredhái— Estocada.—Dos tiempSs.

Uno. A la segunda parte de la voz, se volverá la cabeza á la derecha y retaguar­dia, sin mover los pies de su lugar, vol­viendo al mismo tiempo el sable con un movimiento de la muñeéa y entreabiertos low ültimos dédoé de la misma mano, de modo que quede la hoja del sable horizon-i&lpór encima y á lo largo del antebrazo déíeeho, el corté arriba, la punta á t«ta-

— 91 —

guardia, el puño á la altura y separado <iinco dedos de la tetilla izquierda. " i o -

Dos. Se dará la estocada á retagaar-•dia, extendiendo con viveza y prontitud el saUe y brazo á toda su longitud en la di-

' réccion de la punta. Quite a retaffiiardia por la derecha.—^ulte.

'T¥eé tiempos. Uno. A la segunda parte de la voz, se

^Iveíá la cabeza á la derécb^,^ retagiiar-dia, y se levantará el brazo á toda su ex­tensión en la misma dirección, la punta'del sable arriba y el corté á retaguardia.

Dos. Se describirá un circulo con el sable, bajándolo con prontitud y llevándolo de atrás adelante, sin mover el brazo dere­cho de su posición, aflojando los tres' ülti-mos dedos de la mano y Volviendo'á'fiu posición anterior; el puño deberá separarse

' cuánto sea posible del cuerpo, á fin de' evi­tar qtie, al bajíir la punta (iel sable, toque al ouártó^tííifeéro del caballo. ' •

' • Tiw. Sé vblveíá ala posición de jguar-diaal frente. •

'IBstocada á, 'retdffnardia porta 'i¿q«iér¿(á,— l^íocada.-^JÍos timpüs: f ; i.

' líiío. A la segunda parte de la voz de

— 92 —

mando, se volverá el cuerpo y cabeza á la izquierda, sin mover los pies de su lugar, y de modo que la parte superior del cuerpo dé frente al expresado lado; al mismo tiem­po se inclinará la vista á retaguardia, en­cogiendo el brazo derecho y tomando con ól una posición igual á la del primer tiempo de la estocada á la izquierda, con la dife­rencia de apuntarla á retaguardia.

Dos. Se dará la estocada extendiendo cuanto sea posible el sable y brazo en la/ expresada dirección, sin mover la mano de la brida de su posición.

Quite á reta^naréia por la izquierda.— (^ite.—Tres tiempos.

Uno. A la segunda parte de la voz, se volverá la cabeza á la izquierda y reta­guardia, y se llevará el brazo y sable hacia d. hombro izquierdo, el brazo doblado, el puño inmediato á dicho hombro, delante y á la misma altura del mismo, la punta del sable arriba y el corte á la izquierda.

Hoi. Se describirá con violencia un medio circulo con el sable, bajándolo veloz­mente por retaguardia, con el lomo vuelto siempre hacia el cuerpo, separando pwa ello muy poco el puño derecho de su lugar

y volviendo el sable y brazo á su posición anterior.

•tres. Se volverá á la posición de guar­dia al frente.

AI hombro.—El sabk. A la segunda parte de la voz se traerá

el sable á la expresada posición. Tercera división.

Para que la tropa ejecute la tercera división del manejo del sable, el instructor mandará:

Contra infantería.—Tercera división.—En ffftardia.

Como queda prevenido para las divi­siones anteriores.

Corte uno. Se ejecutará como queda explicat^o para

el mismo contra caballería, con la diferen­cia de inclinar el cuerpo á la izquierda desde el primer tieinpo, doblando para ello la cintura lo necesario para que el corté llegue cerca del suelo, y restituyendo él citérpo á la posición de guardia aí frente si concluir el segundo tiempo.

Estocada a la izquierda.—Éítóavié.-^I^

Uno i A la segunda parte dé la tez de

- 94 —

mando, se volverá la cabeza á la izquierda, se cargará el peso del cuerpo sobre la pierna del mismo lado, sin mover los pies ai le­vantar ninguno de los talones, y se tomará, la posición del primer tiempo de la estocada á la izquierda, apuntándola á la altura del pecho de un hombre pié á tierra.

Dos. Se dará la estocada en la direc­ción (jue se tiene apuntada, extendiendo el brazo á toda su longitud á este cos­tado.

, 0,^116 á la izquierda contra infantería.— Q.uite.—Tres tiempos.

Uno. A la segunda parte de la voz, se levantará el brazo derecho á toda su exten­sión arriba y hacia adelante, el puño algo más elevado que la. cabeza, la punta, del sable ^rriba, el corte á la derecha, el pulgar e^s^pdido sobre la parte exterior de la empuñadura, y el cuerpo, algp inclinado á la izquierda s n mover los talones de iji lUgafv,. -.'r , : . ' ., ,i',. .]:

Dos. Se describirá con fuerzay ía,pj d^ ,, al costado izquierdo y. delante á ret^'uai;-dia,.uii, cirpulo coq. 4 sable y brazo^v^i^m-pre tendido éste, desviando de este modo los bayonetazos coi el lomo delsable, y vpl-

— 95 —

•viendo éste y el brazo á la posición anterior. Tres. Se volverá á la posición de gwir-

dia, al frente. Oorte.—Dós. Del mismo modo que para contra ca­

ballería, con la diferencia de inclinar el cuerpo á la derecha desde el primer tiem­po, doblando para ello la cintura lo nece­sario para que el corte llegue cerca del su^o, y restitujéndose el cuet^oy sable á la posición de guardia al frente al concLuir el segundo tiempo. '

Estocada, á la derecha.-^Estocada,.-^Dos tiepipos.

Uno. A la segunda parte de esta voz, se volverá la cabera á la derecha y se retirará el brazo y sable á este lado; al puño á la altura de la tótilja derecha; el pidgar, á, la izquierda, y las uñas de los demás dedos hacia abajo; el corte del sable arriba y la pftüta dirigida á 1 aJUjura del pecho IdQ un hombre á pié,-el cuerpo algo cargadoáilá derectha. ; n,

Dos. Se d*Fá la estocada en la.tureca CÍQ^ ^ue se. tiene apuntada, extendiendo iel hraío á toda su longitud, al expresado obsr tado.

Qttiíe á la derecha contra infantería.-r-Qitite, — Tres tiempos.

Uno. A la última parte de la voz, se le­vantará el brazo derecho á toda su exten­sión hacia la derecha y retaguardia, el puño algo más elevado que la cabeza; la punta del sable arriba, el corte á retaguar­dia, el dedo pulgar extendido sobre la par­te exterior de la empuñadura, y el cuerpo algo inclinado á la derecha, sin mover los talones de su lugar.

Dos. Se describirá con fuerza y rapidez al costado derecho, y de atrás adelante, un circulo con el sable y brazo, siempre ten­dido este, desviando de este modo los bayo­netazos con el lomo del sable, y volviendo este y el brazo arriba á su posición anterior.

Tres. Se volverá á la posición de ffttar-dia al frente.

CorU.—Tres. ^ Del mismo modo que piara conü'a caba«

lldria, con la diferencia de inclinar ei cuer­po á la derecha, en los términos expresa» dos anteriormente para el corte dos contra ii^Atería, restituyéndose después á la po­sición de ffuardia ai frente sil concluir el segundo tiempo.

— 97 —

Corte.—Cuatro. Del mismo modo que para contra caba­

llería, con la diferencia de inclinar el cuer­po á la izquierda, en los términos expresa­dos anteriormente para el corte uno contra infantería, restituyéndose el cuerpo y sable á la posición de guardia al frente al con­cluir el segundo tiempo.

Al hombro.—El sable. A la segunda parte de esta voz se

traerá el cuerpo y sable á la expresada po­sición.

En guardia.—Al frwte.—Molinete conti­nuado.

A la segunda parte se ejecutará el mo­linete indeterminado, suprimiendo el cuar­to tiempo, pasando del tercero al segundo sin detención alguna, y siguiéndose de este modo hasta que el instructor dé la voz de

En guardia. La que oida, se terminará el molinete

principiado, restituyéndose en seguida to­dos á la posición de guardia.

RESUMEN DE LAS TRES DIVISIONES.

Primera dlvisioii.

Contra caialleria.—Primera división. -En guardia. Corte.—Uno. Protejan la cabeza. Corte.—Dos. Protejan la cabeza. Corte.—Tres. Protejan la izquierda. Corte.—Cuatro. Protejan la darecha. Corte.—Cinco. Corte.—Seis. A la izquierda.—En guardia. Corte.—Cinco, Corte.—Seis. El que se terminará con quedar á la de­

recha en guardia. Corte.—Cinco. Corte.—Seis. Al costado derecho.—Protejan la iz­

quierda. Al costado derecho.—Protejan la de­

recha.

— 99 — Corte á retaguardia.—Corte. Al frente.—Molinete. Al hombro.—El sable.

Segunda división. Contra caballería.—Segunda división. En guardia. Estocada al frente.—Estocada. Quite de la estocada en tercia.—Quite. Estocada á la izquierda.—Estocada. A la izquierda.—Quite de la estocada

en cuarta.—Quite. Estocada á la derecha.—Estocada. A la derecha.—Quite de la estocada en

tercia.—Quite. Estocada á retaguardia por la derecha.

—Estocada. Quite á retaguardia por la derecha.—

Quite. Estocada á retaguardia por la izquier­

da.—Estocada. Quite á retaguardia por la izquierda.—

Quite. Al hombro.—El sable.

Tercera división.

Contra infantería.—Teri^era dimsion. En guardia.

— lOft -

Corte.—Uno. Estocada á la izquierda.—Estocada. Quite á la izquierda contra infantería.

—Quite. Corte.—Dos. . Estocada á la derecha.—Estocada. Quite á la derecha contra infantería.—

Quite. Corte.—Tres. Corte.—Cuatro. Al hombro.—El sable. El Instructor demostrará á los reclutas

el objeto de todos los golpes y la aplicación de las protecciones y quites.

Luego que se ejecuten con seguridad y exactitud todos los movimientos de que se componen las divisiones, se efectuarán se­guidos y sin detención los de cada una, para lo cual se situarán con anticipación uno ó dos figurantes.

Primera, segunda ó tercera división.

A la segunda parte de esta voz, se ejecu­tarán sucesivamente todos los movimientos de la división indicada, marcando del mis­mo modo que el figurante, los tiempos de que se componen, y tomando la posición

— 101 —

indicada al ponerse en guardia, asi como al volverse á cuadrar, caando se pone el sa­ble al hombro al terminarse cada división.

Concluido el manejo del sable, y envai­nado este, el Instructor mandará:

Union á la derecha. Marchen. A la segunda voz, todos marcharán de

costado á la derecha, menos el primer hom­bre de este lado, que se mantendrá firme, haciendo alto al tocar ligeramente con el codo á su inmediato por dicho costado, ali­neándose con ól y volviendo en seguida Ift cabeza al frente.

TERCERA PARTE.

CAPÍTULO xxvni. Asaque y deFensa de la lanza sobre la marcha.

Cada Instructor tendrá doce hombres formados en dos filas, con la distancia de

^.•px cuatro pasos de una á otra y ocho de hom-í * ^ V ^^^ ^ hombre il '..\*/ «• Este ataque constará de siete tiempos,

v '/ejecutados alternativamente por ambas fi­las desde la posición de descanso, y se efec­tuará por ambas filas.

Uno. —Atención. Dos.—Prevengan lanzas. Tres.—Enristren lanzas. Cuatro.—Guardia por la izquierda á

retaguardia. El de primera efectuará con presteza el primer tiempo de por la izquier­da á retaguardia lanzada, con la diferencia de bajar la moharra é inclinarla al costado

- 103 —

izquierdo, cubriendo en cuanto pueda la espalda, quedando el asta en sentido dia­gonal. El de segunda dará al mismo tiem­po dos pasos á su izquierda y frente á ga­nar dicha mano.

Cinco.—Ataque.— Lanzada al frente. El de segunda dará esta lanzada aun cuan­do algo oblicua, á la derecha, evitándola el de primera con un quite de retaguardia, que efectuará subiendo su lanza hacia arri­ba con la mano derecha, extendiendo este brazo, desviando con el choque del asta de su lanza la del de segunda, trayéndola al momento á la posición de enristrada á la izquierda. Lo efectuará igual á la derecha el de segunda, bajando empero la moharra á la linea ó altura del estribo é inclinada hacia la cabeza de su caballo.

Seis.—Lanzada á la izquierda. El de primera dará al de segunda, que se encon­trará á este lado, dicha lanzada, el que la parará con un contra de tercera, que efec­tuará describiendo con su lanza un circulo de abajo arriba y de izquierda á derecha, con prontitud y firmeza, á recoger y des­viar la lanzada del de primera, terminando en preparar la lanzada, y el de primera en-

— 104 —

listrará su lanza dejando la moharra á la altura del estribo é inclinada hacia la ca­beza de su caballo.

Siete.—Lanzada á la derecha. Dará al de primera esta lanzada, el que evitará con un contra de cuarta, 6 sea describiendo un circulo con la moharra de su lanza de aba­jo arriba y de derecha á izquierda, con lo que habrá desviado la lanza del de segun­da; éste, al mismo tiempo que pasa á colo­carse delante de aquel, enristrará su arma, llevará hacia retaguardia la moharra, tra-yéndola después con prontitud por encima de la cabeza del caballo, como protegiendo la circunferencia, y terminará en preparar el quite de retaguardia.

Este ataque, se efectuará marchando al frente con mayor velocidad en que marcha por la izquierda, ó al aire superior inme­diato. Guando el lancero esté á caballo, constará esta instrucción de ocho tiempos, por el aumento de la voz afiancen las lanzas.

Vocea de mando.

il 2» 1.* fila q%e te defiende. A¡ai.'í%e atoe».

1.* Preveagan, lanzas Prevengan lanzas. 2.* Enristren lanzas Enristren, lanzas.

— 103

3.* Guardia por la izquierda 4 . , « . , „ „,_ retaguardia.. Lanzada al fre Ote.

Í-* Quite á la lanzada Lanzada. »•• Unzada á la izquierda... Contrd de teTcera. 6* Contra de cuaíte Latizada á ia derecha.

La fila que ataca, al concluir la lanzada ala derecha, acude con viveza á la posi-<5Íon de guardia á retaguardia, librando el ajma por debajo de la del contrario.

CAPÍTULO XXIX.

ANque Y dePansa de la lanza contra sable.

Para este ataque, tendrá cada Instruc­tor igual fuerza, formada en la disposición expresada en el ataque de lanza, ocupando el sitio de 1 .* fila los lanceros y el de 2. * los del sable.

Desde la posición de descanso, constará de trece tiempos, é ínterin practican los lanceros estos movimientos, permanecerá la 2. ' fila con el sable al hombro.

Uno.—Atención. Dos.—Afiancen lanzas. Tres.—Prevengan lanzas. Cuatro.—Enristren lanzas. Cinco.—Ataquen.—Preparará el lan-

— 106 —

cero el quite á retaguardia en la forma que se explica en el ataque y defensa de la lan­za, para evitar la lanzada al frente; pasará al mismo tiempo el de 2.* fila, á la izquierda de retaguardia de aquel, preparando la es­tocada al frente.

Seis.—Estocada.—El de segunda dará esta estocada un poco oblicua á la derecha, evitándola el lancero con el antedicho quite, terminando en enristrarla, en la disposición explicada en su ataque j defensa.

Siete.—Corte uno.—Hallándose el de segunda al costado izquierdo del lancero, tirará el corte expresado, evitándolo con quite sobre la izquierda, que efectuará su­biendo con presteza y oblicuamente la mo­harra de su lanza hacia la izquierda del mismo costado, quedando aquella más alta que la cabeza, sin separar el asta del cuer­po, la mano derecha uñas adentro, mante­niendo el dedo pulgar tendido sobre ella y á la altura de la tetilla izquierda, separada como cuatro dedos de la misma.

Ocho.—Corte dos.—Daráseguidamente este corte el de segunda, evitándolo con el quite de derecha sobre la izquierda, que efectuará desde la posición anterior, llevan-

— iOl —

^o la lanza hacia la derecha del mismo l^do, sin bajar la moharra ni separar del cuerpo el asta de la lanza, volviendo la ma-ao de uñas afuera, quedando como á un pié separado de la tetilla izquierda y á su altu-^ ; pasado dicho corte, preparará la lanza * la izquierda, y el de 2.* fila, á la conclu­sión del corte, llevará la empuñadura del ^naa á la altura de la tetilla izquierda, la "9Ja del sable en sentido oblicuo, descan­sando el lomo sobre el hombro izquierdo, *1 filo arriba.

Nueve.—Lanzada á la izquierda.—Da-*& esta lanzada oblicua hacia el frente, evi­tándola con el quite por la derecha',, lo efec-"tüará de izquierda á derecha en sentido <Üagonal, acompañado de un movimiento de contracción de brazo sobre el tercio de flaqueza de la lanza, próximamente á la moharra, cuya fuerza no deberá pasar del «naite de la línea del costado derecho, que­dando su puño á la altura de la cadera de­recha y la hoja en sentido oblicuo, pasando ^ colocarse delante del lancero, trayendo el sable á la posición de proteger el brazo de la brida, explicado en el ataque y defen­sa de esta arma, enristrará el lancero la

— 108 — suya, pasando á tomar la izquierda de re­taguardia del de segunda.

Diez.—Lanzada al frente.—Dará esta lanzada algo oblicua á la derecha, evitán­dolo el de 2.* fila con el quite de la estocada explicado en el ataque y defensa, debiendo tener cuidado de preparar este quite en el acto de retirar el lancero su brazo para dar la lanzada, al tirar ésta efectuará el quite sin apresurarlo; el lancero volverá el enris­tre siguiendo su marcha por dicha izquier­da. El de segunda tirará al lancero los cor­tes siguientes, que serán parados como queda sentado en el 7." y 8." tiempo, con la diterencia de ser á la derecha.

Once.—Corte uno. Doce.—Corte dos. Trece.—Lanzada á la derecha. Dará el

Lancero esta lanzada algo á retaguardia, que evitará el de 2.* con el quite por la iz­quierda^ que será efectuado como expresa el 9.°. tiempo.

Voces de miuido.

Lemeuv defendiéndote. Catador gneatm».

6.* Quite á retaguardia..... Estocada al frente. 7.* Quite sobre la izquierda... Corte uno.

— 109 — "•* Quite de derecha sobre la 9 « , '^quierda Corte dos. • liaozada á la izquierda... Quite por la derecha.

Tomando la deflansiTa el Cazador. }?•* Quite de lanzada Lanzada al frente. íl- Corte uno Quite sobre la izquierda. ía • ^°'^^ ^°^ Q*"* *°'"'° '* derecha, '• Quite por izquierda..... Lanzada á la derecha.

CAPÍTULO XXX. Esgrima del lancero contra el infonte.

Escasos son los recursos que el lance-^ puede emplear con su arma á caballo, P^a contrarestar el golpe del fusil con ba­yoneta, porque la lanza se presta muy poco á los quites que han de emplearse con-' ft un arma que es de mucha más potencia y/^gor.

Nosotros nos hemos detenido á estudiar * combate del lancero contra el infante.

Es sabido, que las lanzadas que despide '«^primero por su parte derecha, son las que " táenen mayor alcance; y estas son por lo

^ismo las que deberá usar. Tan luego como note el lancero que

^ ^ el infante preparado en guardia á la ^«techa, retándole al combate, no debe lie-

— l io —

var la lanza enristrada, sino en la actitud de prevengan lanzas, j toda vez que y» indicamos anteriormente que la defensa de la lanza contra fusil con bayoneta se hace muy dificultosa, debe confiar el lancero el éxito del combate, más á la ofensa que ala defensa.

Para este úifco y exclusivo caso, no debe empuñarse la lanza por el centro, sino por el punto que quede bastante asegurada y pueda tener mayor alcance, con objeto de atacar al infante por la derecha, y cuan­do esté á la precisa distancia (partiendo de la hipótesis de que su arma es más larga porque la maneja con una sola mano) tirar­le una vigorosa lanzada al pecho (1); procu­rando rápidamente hacer retroceder el ca­ballo, á la vez que se hace uso del movi­miento extraño, que consiste en retirar ha­cia atrás el brazo y arma, disponiéndose de • este modo á producir un, segundo golpe ó herida.

Repetimos, que la defensa de la lanz» contra el empuje del fusil con bayoneta, es muy difícil, y por eso nos valemos de los

(1) Agregada al fusil para desviarlo á uno de los do* lados.

— m — niedios ofensivos, partiendo del ginete la ^es ion , por ios buenos resultados que en el terreno de la práctica hemos visto al­canzar. >

Mas en el caso de que el lancero tuvie­ra necesidad absoluta de defenderse, dire­mos que los molinetes y los quites de contra ^0 tienen en las armas largas, como la lan-^o,, una escogida aplicación; pues siendo ^s más rápidos y eficaces los quites simples ^ tercera ó cuarta (ó sean los quites á la ^echa y ala izquierda), estos son los más invenientes y acertados.

La esgrima de la lanza, no se presta, por la longitud de esta arma, á grandes combinaciones; por cuya razón rogamos ^ los señores Jefes de los Regimientos de Lanceros, que la reduzcan á los quites iiinples, que son los que constan de un solo ^novimiento, y á sus aceleradas respuestas <fe lanzada, sencillas ó de agregación; pu-diendo practicarse asimismo los quites de ^itajo, que hemos descrito ya al tratar de la

^grima del sable; pues estos producen tam-'^bien un éaoito satisfactorio, lo mismo á pié que á caballo; que se encargue se tenga mu-'^ha energía y firmeza en las paradas] ra-

— Hi — pidez y brío y buena dirección en los golr pes; pues haciéndolo asi, lograrán los lan­ceros imponer al contrario en los momentos de la lucha, y hacerse con su destreza ver­daderamente temibles.

CAPITULO XXXI. Manejo de lanza.

La lanza, es el arma que mas terror in-fande, por su longitud, á los profanos en los conocimientos de la esgrima; pero ma­nejada con una mano, es en su punta la mas débil de todas y la mas embarazosa y desproporcionada para defenderse.

Se compone de una moharra de hierro, asta de madera y regatón.

Además lleva un porta-lanza de correa asegurado en el punto de equilibrio de esta arma.

Una vez separados los soldados, con el intervalo de cinco pasos entre sí, ó de cua­tro si fuese á caballo, bien cuadrados á su frente y con la lanza afianzada, ó en la po­sición de descansada, el Instructor man­dará:

Manejo de lanza. A esta voz la tropa

— U3 —

sacará el sable del gancho, dejándole caer 61 el suelo, con la guarnición adelante y ia contera á retaguardia.

En esta disposición, el Instructor man­dará:

Primera división,

Contra CabalUria.—Prevengan lanzas.— Un

Se bajará la mano derecha hasta el por-,^~lanza, y se sacará en seguida la lanza del porta-regaton, si se estuviese á caba­lo , bajando después la mano al costado de­recho á toda la extensión del brazo, á in-ííiediacion del muslo, de modo que la mo­harra quede inclinada al frente y su punta á la altura de los ojos.

.Enristren—Lanzas.— Un tiempo. Esta actitud constituye el afiaazamiento del arina. Se separará el pié derecho á la dere­

cha á dos pies del izquierdo, colocando al ttüsmo tiempo el asta de la lanza, bien afir­mada, debajo del brazo derecho; el arma horizontal; el antebrazo y el codo.unidos al asta, aunque más bajo que elia; el bjazo finido también al cuerpo; el asta dos dedos por debajo de la tetilla derecha; la mano

8

— íii —

bien cerrada uñas arriba, por encima del porta-lanza, colgando éste por debajo de la mano y el pulgar tendido sobre el asta.

Al frente—Lanzada.—Tres tiempos. Lanzada es lo mismo que estocada, y después de

practicada, conviene que se retire la lanza con la mayor rapidez, para quedar en disposición de defenderse y ofender de nuero en caso necesario.

Uno. Se retirará el brazo derecho á re­taguardia en toda su extensión, atrasando un poco el hombro de este lado, la mano uñas abajo, el asta á la altura de la cadera y apoyada á ella, y la punta de la moharra á la altura de la tetilla derecha.

Dos. Se alargará con viveza y pronti -tud el brazo derecho al frente á toda su ex­tensión, volviendo la mano uñas arriba, de modo que la lanza quede asegurada entre el cuerpo y la parte interior del antebrazo, del codo y del sobaco; la punta de la lanza á la altura del pecho; el cuerpo elevado so­bre los estribos é inclinado adelante.

Tres. Se retirará el cuerpo, brazo y lanza, tomando la posición de enristren lanzas.

A la derecha.—Quite y lanzada.—Tres tiempos.

Al efectuarse los quites, conWene no separar mucho

— H5 — i* lanza del centro, pues de este lüodo queda más cu-J»ertoelque los ejecuta y en mejores condiciones para la ofensa.

Uno. Se levantará la moharra hacia la izquierda, hasta que quede algo ma» alta que la cabeza; y manteniendo el asta bien f'fianzada debajo del brazo derecho, se "ba­jará con fuerza y prontitud aquella, ra­sando la parte derecha del cuello del caba­lo» inclinando la vista á este lado, y des­cribiendo un semicírculo de izquierda á de-i*echa, de manera á arrollar cuanto se en­cuentre á este costado, terminando el mo­vimiento con quedar en la posición del pri-jmer tiempo de al frente lanzada^ con la diferencia de ser el costado derecho y de quedar el cuerpo bien perfilado á este lado.

Dos. Como el segundo de dicho movi­miento.

Tres. Como el tercero del mismo, vol­viéndose en seguida á la posición do enríst-fre al frente.

A la izquierda.—Quite y lanzada.—Tfeg tiempos.

Uno. Se levantará la mohairra hacia la derecha, hasta que quede algo más alta que la cabeza, y se dará el quite á la izquierda,

— H6 —

en iguales términos que se explicó para la derecha, terminando el movimiento con quedar en la posición del primer tiempo de al frente lanzada, con la diferencia de ser al costado izquierdo y de quedar el cuerpo bien perfilado á este lado.

Dos. Como el segundo de dicho movi­miento.

Tres. Como el tercero del mismo, vol­viéndose en seguida á la posición de enris­tre al frente.

Por la derecha, a retaguardia.—Lanzada.— Cuatro tiempos.

Opinamoü, que en lodas las íreias i retaguardia, debe presenlarse el pecho y rostro al enemigo. Si no se Itace así, resultan ser estériles los golpes que se le dirijan, y no vemos el más pequeño inconveniente en que esto se haga, empleando los compases de plés, lama pié á tierra, y los giros, por medio de la brida, lanza i caballo.

El combate debe efectuarse siempre frente á frente.

Uno. Sin hacer movimiento alguno con el cuerpo, se bajará la moharra, descri­biendo con ella un simicírculo hacia abajo, y terminado, volverá la lanza á su apoyo, quedando enristrada con la moharra á re­taguardia, la mano uñas abajo y vuelta ha­cia la espalda.

Dos. Apretando la lanza debajo del so-

_ 417 —

baco y sujetándola con el brazo, se cam­biará la mano derecha, que volverá á coger el asta; los dedos bien cerrados, el pulgar arriba y extendido sobre ella; el cuerpo y «abeza girarán á la derecha y retaguardia cuanto sea posible, extendiéndose al mismo tiempo el brazo derecho al frente á toda su longitud, de modo que la mano quede á la altura del hombro, empuñando el asta, el pulgar ó índice tendidos sobre ella y ésta apoyada por debajo, y á lo largo del brazo V dpi fiiol)RCO

Tres. Se tirará la lanzada, retirando el brazo y extendiéndolo con prontitud á re­taguardia cuanto se pueda, sin aflojar la mano ni correrla por el asta, echando el cuerpo algo atrás, inclinando el hombro derecho á la espalda y apuntando á la al­tura del pecho.

Cuatro. Se levantará la moharra, des­cribiendo con ella el restante medio circulo hacia arriba, y se traerá debajo del brazo á la posición de enristrada al frente, con la mano vuelta y uñas abajo; y apretando en­tonces la lanza debajo del sobaco, con el brazo, se cambiará aquella, volviendo á su posición natural.

— 118 — Por la izquierda a retaguardia.—Lanzada.

—Cuatro tiempos. Hacemos igual prevención que para la retaguardia

por la derecha.

Uno. Separándose el codo del cuerpo y girando éste á la izquierda y retaguardia, se llevará la lanza horizontalmente de de­recha á izquierda, haciéndola describir un semicírculo por encima de las orejas del caballo, y sin tocarlas, hasta que el asta quede apoyada en la unión dal brazo y del antebrazo izquierdo: la mano á la altura de la tetilla derecha y á cinco dedos de ella, la moharra á retaguardia, el regatón á la al­tura y á la izquierda de la cabeza del ca­ballo.

Dos. En esta disposición, se retirará el brazo derecho á toda su extensión hacia el cuarto delantero del caballo, para dar más empuje á la lanza; manteniendo ésta en la misma dirección que tenia, y siempre apo­yada á lo largo del antebrazo izquierdo, la cabeza y vista inclinadas á retaguardia.

Tres. Se tirará la lanzada á retaguar­dia, alargando con prontitud el brazo á toda su extensión en esta dirección, la pun­ta de la moharra á la altura del pecho.

- H9 —

Cuatro. Se retirará la lanza con la mano derecha, se llevará de izquierda á derecha por encima de las orejas del caballo y se volverá á la posición de enristre al frente.

Protejan la circunferencia del cabailo.^-Dos tiempos.

Uno. Manteniendo la lanza bien afian­zada debajo del brazo derecho, sin correr la mano ni aflojarla, se llevará hacia la derecha la moharra á la altura de los ojos.

Dos. Se dirigirá la moharra con vio­lencia de derecha á izquierda, por encima de las orejas del caballo, sin tocarlas, hasta que quede á retaguardia, llevándola en se­guida y sin detención del mismo modo, á la derecha, acompañando este movimiento con el cuerpo y repitiéndolo de manera que resulten sucesivamente y alternando tres cuartas partes de circulo repetidos á la izquierda y á la derecha, concluyendo con quedar en la posición de enristren al frente.

A la derecha, guite, y é la izguierdit imza-da.—Tres tiempos.

- Uno. Se ejecutará el quite á la derecha como queda explicado, con la diferencia de

— 120 —

quedar en la misma posición que al con­cluir el primer tiempo de á la izquierda, quite y lanzada, ejecutando en seguida el segundo y tercer movimiento.

A la izquierda quite, y ala derecha lanzada. —Tres tiempos.

Uno. Se ejecutará el quite á la izquier­da como queda explicado, con la diferencia de quedar en la misma posición que al con­cluir el primer tiempo de á ¿¿ derecha, quite y lanzada, ejecutando en seguida el segundo y tercero de dicho movimiento.

Prevengan lanzas.—Un tiempo. Se tomará la posición indicada ante­

riormente. Acorneen lanzas. Se tomará la posición conveniente, si

es á caballo, ó la de descansen lanzas, si es pié á tierra.

Segunda división.

Para que la tropa lo ejecute, el Ins­tructor mandará:

Contra infantería.—Segunda división. P re vengan.—Lanzas. Enristren.—Lanzas. Gomo se ha enseñado.

— 121 —

Al frente.—Lanzada. A la derecha.—Quite y lanzada. A la izquierda.—Quite y lanzada. Por la derecha á retaguardia.—Lan­

zada. Por la izquierda á retaguardia.—Lan-

^ada. , Todos estos golpes se ejecutarán del

mismo modo que contra caballería, éon la diferencia de inclinar la moharra como para dirigirla al pecho de un hombre que estuviese pié á tierra.

A tierra sobre la derecha. —Lamada.— Cuatro tiempos. . -i

Una. Apretando la lanza y mantenién­dola asegurada entre el brazo y el cuerpo, se cambiará la mano de modo que ^f:J^^-dülos queden arriba y el pulgar debajo, abrazando el asta por la parte inferior.

Dos. Bajando el regatón por retaguar­dia y llevándole de atrás adelante, se des­cribirán con él tres cuartas partes de «ir-culo; con lo cual quedará la lanza perpen­dicular punta abajo, el brazo levantado arriba á toda su extensión, la mano cerra­da, con las uñas hacia el cuerpo, y el pul­gar extendido sobre el asta; la vista y la

— 122 —

moharra inclinadas al suelo; ésta á la in­mediación del estribo derecho.

Tres. Se tirará la lanzada á tierra en la dirección en que que quedó apuntada.

Cuatro. Se levantará el brazo y la lan­za, la mano á la altura de la cabeza, y ele­vando la moharra por retaguardia, se des­cribirá con ella tres cuartas partes de cír­culo, trayendo la lanza á la posición de enristre al frente, sujetándose en seguida el asta debajo del brazo y cambiando la mano para que quede en su posición natural.

A tierra sobre la izquierda.—Lanzada.— Cuatro tiempos.

Uno. Como el primero de lanzada á tierra sobre la derecha.

Dos, Bajando el regatón por retaguar­dia y llevándole de atrás adelante, se des­cribirá con él un círculo completo, con lo cual quedará la lanza horizontal encima del hombro, la moharra al frente, la mano á la altura de la cabeza, los nudillos arriba y las uñas hacia el cuerpo; desde cuya po­sición se pasará inmediatamente la mo­harra por encima de las orejas del caballo, sin tocarlas, y se dirigirá al costado iz­quierdo, inclinada al suelo, asi como tam-

— 123 —

bien la vista; el-brazo levantado á toda su extensión j la lanzada apuntada á la in­mediación del estribo izquierdo.

Tres. Se tirará la lanzada en la direc­ción en que quedó apuntada.

Cuatro. Se levantará el brazo y la lan­za, j deshaciendo por los medios contra­rios cuanto se ha hecho en el segundo j primer, tiempo, se traerá la lanza, bra­zo y mano á la posición de enristre al frente.

A la, derecha y á la izquierda, quites y al frente.'-Lanzada.—Tres tiempos.

Uno. Se ejecutarán unidos y sin dis­tinción alguna los dos quites expresados en la voz de mando, quedando al terminar el segundo en la posición explicada para el primer tiempo de al frente lanzada.

Dos. Como el segundo tiempo de dicho movimiento.

Tres. Como el tercer tiempo del mismo. A la izquierda y ala derecha, quites y 0,1

frente.—Lanzada.—Tres tiempos. Uno. Se ejecutarán unidos y sin deten­

ción alguna los dos quites expresados en la voz de mando, quedando al concluir el segundo en la posición explicada para

— 12i -

el primer tiempo de al'frente lanzada. Dos y tres. Como el segundo j tercero

de dicho movimiento. Al frente.—Molinete.—Dos tiempos.

Uno. Se sacará la lanza de debajo del brazo y se llevará al frente, el brazo tendi­do á toda su extensión, la mano á la altura de ia cabeza, uñas abajo, el pulgar extendi­do sobre el asta, por debajo esta del ante­brazo y unida al mismo; y la moharra algo levantada é inclinada hacia la izquierda de la cabeza del caballo.

Dos. Cuidando de no desviar sino lo menos posible el brazo y mano derecha de su lugar, se bajará la moharra, describien­do con ella de adelante atrás un círculo en­tero sobre la izquierda del caballo, y rasan­do el asta la pierna izquierda, á cuyo lado se inclinará algo la mano derecha, á fin de que el regatón no tropiece con la cabeza del caballo al pasar rasante con ella; termi­nado el círculo sobre la izquierda, se ejecu-' tara sin detención el mismo á la derecha en igual forma, cuyos dos movimientos se repetirán de modo á ejecutarse, sucesiva­mente y alternando, dos molinetes á la iz­quierda y otros dos á la derecha, terminan-

— 12S —

dose el último con quedar en la posición de enristren al frente.

Estos molinetes, en el caso dudoso de ser aceptables, los usaríamos lan solo para ofender en las armas que tienen corte, como la espada ó sable, pero no con las que apenas cuentan con la punta, como la lanza, por­que su ejecución es peligrosa.

Tanto para la defensa como para la ofensa en esta clase de armas, es conveniente emplear los quites sim. pies, que son los más rápidos y veloces que se conocen, y de grande éxito por la oportunidad y precisión con que se ejecutan.

Prevengan.—Lanzas.—Afiancen.—Lanzas. Como queda explicado.

REStJMEN DE LAS DOS DIVISIONES DEL MAJíEJO DE LANZA.

PRIMERA DIVISIÓN. Contra cabaUerla.—Primera divlsloa.

Prevengan.—Lanzas. En ristren. —Lanzas. Al frente.—Lanzada. A la derecha. —Quite y lanzada. A la izquierda.—Quite y lanzada., Por la derecha á retaguardia,. rrLaii-

zada. Por la izquierda á retaguardia.—^Lan­

zada.

— 126 — Protejan la circunferencia del caballo. A la derecha quite—y á la izquierda

lanzada. A la izquierda quite—j á la derecha

lanzada. Prevengan.—Lanzas. Afiancen.—Lanzas.

SEGUNDA DIVISIÓN. Contra infájiteria.—Secpanda división.

Prevengan.—Lanzas. Afiancen, —Lanzas. Al frente.—Lanzada. A la derecha—quite y lanzada. A la izquierda—quite y lanzada. Por la derecha á retaguardia.—Lan­

zada. Por la izquierda á retaguardia.—Lan­

zada. A tierra sobre la derecha.—Lanzada. A tierra sobre la izquierda.—Lanzada. A la derecha y á la izquierda—quites y

al frente.—Lanzada. A la izquierda y á la derecha—quites y

al frente.—Lanzada. Al frente.—Molinete. Prevengan.—Lanzas.

— 127 —

' Afiancen.—Lanzas. Nosotros hemos aceptado siempre como

bueno el principio de que esgrimiendo se esgrime, j así es que no cesaremos de en­carecer la necesidad de que una vez se íiallen los reclutas bien instruidos en el ataque y defensa, se batan unos contra otros privadamente en los cuarteles, lo mis-Dio á sable que á lanza, por cuyo medio co­nocerán á no dudar perfectamente la verda­dera aplicación de los quites y de los gol­pes; adquiriendo al propio tiempo la sere­nidad y valor que inspiran el saber y la confianza,.que se obtiene en el manejo de las armas.

Para efectuar los asaltos de lanza, ade­más de las caretas, guantes y petos sin es­paldar que cubran bien el pecho y vientre, deben emplearse los palitroques de madera de aya ó de álamo negro, con la moharra de madera sin punta y con botón, cuya mi­tad extrema de la hoja ceda al golpe y se introduzca por medio de un elástico de aoe-

* ra en el tubo que forme la otra mitad. Los prusianos han adoptado, conside^

rándola como arma más ofensiva y defen­siva, la lanza corta.

428

CAPITULO XXXII. Consideraciones sobre el sable y oirás armas blancas.

Generalmente, el arma que usamos los de Caballería es el sable; él es nuestro fiel compañero; el que no se aparta un mo­mento de nuestro lado, y es en fin, el des­tinado á defender nuestro honor y vida, en el cumplimiento de los deberes que nos son peculiares, para llenar la ardua y difícil misión que nos está confiada.

La superioridad en las armas blancas, no consiste por completo en que sean más cortas ó mas largas. Bien sea el arma de mucha ó poca longitud, es tanto mejor, cuanto lo es la mano que la maneja; pues la experiencia, el ejercicio y el estudio pro­fundo del arte, son las únicas condiciones que pueden hacer preferibles unas á otras.

JDe manera que, para asegurar el éxito en esta clase de combates, aun precediendo el conocimiento de las reglas estipuladas, para llevarlos á feliz término, es preciso conocerlas bien, y tener idea exacta de la destreza de las armas, pues sin este requi­sito seria muy dudoso poder salir sin le-

— 429 —

sion , ni aplicar los golpes con acierto. Daremos, pues, á conocer el modo de

combatir con el sable á los adversarios que nos acometan con las innobles y traidoras armas cortas, tales como son: el puñal, la gumía, la daga, la navaja y el yatagán (1), que sólo sirven para ofender, y que por sus condiciones y estructura, no tienen defensa alguna.

Esgrima del sable contra las armas cortas.

Regla 1.' A fin de que el que acometa con el arma corta, no logre sujetar ó sepa­rar el sable á uno de los lados, es muy esencial colocarlo de modo que np pue­da conseguirlo, procurando que esté en ac­titud de arma baja á la derecha, coloc^-dose fuera de distancia, para evitar un golpe de sorpresa.

Regla 2.* Los golpes que se dirijan al adversario no serán efectivos, sino fingi­dos y algo bajos, para que no pueda tocar el sable, y solo se le tirarán los golpes cuando sean seguros y haya grandes pro­babilidades de herirle.

(1) Es una especie de puñal usado por los turcos y los moros.

9

— 130 -

Regla 3.* Desde la actitud de arma baja, se Te dirigirán los golpes siguientes: La estocada baja; el corte ascendente por fuera, en dirección al brazo, y el ascen­dente por ddntro en la misma dirección, estando siempre dispuestos á la tercera y segunda posición atrás, si acometiese con violencia, soltando un tajo tras otro en di­rección al punto en que se halle más en descubierto.

Regla 4 / Si el que maneja el arma cor­ta 86 afirmase con el cuerpo bajo, y en dis­posición de repeler con los brazos la esto­cada baja, no se le dirigirá ésta mas que fingida, y de su fin se le tirará tajo mayor con dirección al brazo, con cambio de línea á la derecha, retirándose después á la ter­cera y segunda posición atrás, y prepa­rándose, para en este caso, herirle de es­tocada.

Regla 5.* Cuando el contrario se deci­da á tirar estocada, no hay que pararla, sino ejecutar rápidamente el golpe de ar resto, sacando el tajo mayor al brazo ó ros­tro del enemigo, desde la tercera y segunda posición atrás.

— 131 —

CAPITULO XXXIII.

Modo de esgrimir el sable contra ñorel'e.

Poco, muy poco, nos proponemos ocu­parnos del florete, pues siendo esta' un ar-ina, más propia de sala que de combate, solo sirve hoy como medio de distracción y entretenimiento en el ejercicio de la es­grima.

Antiguamente, se llegó á dar grande preponderancia, entre algunos aficionados, á la referida esgrima; pero de pocos años á esta parte, ha decaido de tal modo, que ya generalmente son los más los que se dedi­can á esgrimir las armas de corte y punta.

Si bien es verdad que el florete-es un arma verdaderamente temible, cuando ma­nejada por un diestro, se emplea para ofen­der á un profano en el arte de esgrimir, lo es también que es ineficaz é impotente, si se usa contra el sable, siempre que éste se encuen+re en una mano diestra y ejercitada.

Nosotros, conviniendo con la opinión de otros célebres y renombrados profesores, la aceptamos tan solo, y la consideramos útil, como medio de preparación y de adelanta-

— 132 —

miento para poseer bien la del sable ó es­pada española. ¿Qué otra aplicación tiene hoy el arma florete? ¿De qué nos sirve?

Hay que tener presentes las condiciones materiales del florete y las circunstancias especiales de su esgrima.

Siendo esta arma más ligera que nin­guna de las largas, los movimientos que con ella se practican son los más rápidos que se conocen en esgrima, é innumera­bles los recursos con'que cuenta para herir de punta, circunstancia que la hace sobre­salir por su ligereza en sus movimientos; siendo muy dificultoso el que, á un arma que sea, grave y pesada, pueda trasmitirse igual velocidad.

Así es que el florete, que no tiene más ofensa que la de la punta, resulta ser tan sumamente débil, que no puede alcanzarse esgrimiéndole otra ventaja positiva, que la de gozar de un rato de solaz 6 recreo, ba­tiendo florete contra florete, sin pretender salir de esta esfera; pues además de que ya hemos dicho en diferentes ocasiones, que es inaceptable como arma de campaña, repetimos que, por ser tan ligera como en­deble, carece de todos los requisitos que

— 133 — Qxige una buena defensa y ofensa, y resul­ta ser completamente nula y estéril para la lucha.

La esgrima del florete, se han esmerado los extranjeros en adornarla con hermosas posicibnes respecto á la figura del cuerpo y á la elegancia y finura, y la presentan como tipo superior.

Están en un grave error los que así opi­nan; pues nosotros hemos preferido siem­pre la esgrima de punta y corte, en la cual está basada la verdadera destreza universal. • Hay también quien, sin tener conoci­

miento perfecto de las armas, se permite demostrar que el florete es la espada; desa­tino que jamás emitió ningún inteligente, porque pretender que un arma sin corte é incapacitada de tenerlo por su poca mate­ria, sea la espada, es querer sostener uno de los mayores absurdos.

El florete es una. especie de espadín sin corte; pero entre esto, y pretender que sea la espada, hay una notable diferencia.

Expondremos, pues, aunque muy á la ligera, las reglas más esenciales ;ja>*a es^ri-i^ir él sable contra el florete^ á fin de no ser difusos y evitar confusiones perjudiciales.

- 134 —

1.* Cuando el contrario ataque con el florete, no debe oponérsele la actitud de guardia, ni se ha de colocar formando el sa­ble ángulo recto, sino en la actitud del qui­te 8.°, con objeto de que cuando el contra­rio tire las estocadas, se ejecute rápidamen­te el arresto, sacando el tajo mayor al bra­zo ó rostro del enemigo, desde la tercera posición atrás, con equilibrio ó escurri-miento de cuerpo, y preparándose para di­rigirle otro, en el caso de que continuase atacando con estocadas, retirándose á la se­gunda posición atrás.

La distancia debe ser tal en todas las posiciones, que el adversario no pueda al­canzamos y sí ser alcanzado, de modo que el florete ocupe el medio de proporción y el sable el medio proporcionado.

2 / En el caso de que nos viésemos obli­gados á atacar al enemigo, todos los golpes que se le dirijan han de ser de corte y no de punta; y en el caso de dirigirle estoca­das, no deben ser profundas, sino más bien fingidas al rostro, y de su fin sacar los cor­tes; procurando que se efectúen estos siem­pre que se pueda con cambios de linea.

135 -

CAPITULO XXXIV.

Esgrima del ginele armado de sable conha el infenfe.

Seremos concisos. La experiencia nos ha demostrado, por el considerable número de casos prácticos ocurridos en campaña, que en el combate aislado entre un soldado de caballería armado de sable, y uno de in­fantería, de fusil con bayoneta, la ventaja está siempre por parte de este último, por depender la,acción del ginete de circuns­tancias agenas á su voluntad, que por lo general le son desfavorables, por grande que sea su inteligencia y esforzado su valor; pero aun suponiendo que así no fuese, y colocando á uno y otro contendiente en el caso más favorable, es decir, que el uno y el otro fuesen el límite de la perfección en el manejo de las armas, y que el soldado dé caballería montase un caballo tan amaes­trado que no dejase nada que desear» es in­dudable que aun en este caso, poco común, la ventaja está siempre en favor del infante contra el ginete, como lo demostró prácti-

— 136 -

camente ante una junta, compuesta de ilus­trados y entendidos Grenerales, que habían pertenecido á las dos armas, el reputado profesor D. Jaime Merelo j Casademunt.

Sentado, pues, este aserto, á nosotros toca marcar al soldado de caballería los me­dios más hábiles y eficaces que hemos ha­llado, después de un detenido estudio, para batirse contra el de infantería y ponerle en una situación apurada.

Cuando el ginete vaya á acomet er al infante, que lo espera por lo regular colo­cado con su fusil en actitud de guardia á la derecha, no debe entrar en su ánimo la idea de ofenderle, sino por el contrario, al, atacarle lo hará por su flanco derecho, con el sable puesto en guardia y preparado para la defensa.

Al aproximarse á distancia, y al dirigir el infante el bayonetazo, bien sea al belfo del caballo ó al pecho del ginete, cuidará este de pararlo con el quite entre 5.° y 7.', lanzándose impetuosamente y con violen­cia sobre él, á fin de poderle arrollar de tal modo, que le inutilice é inhabilite para hacer de nuevo uso de su arma.

La intención del ginete ha sido siempre,

— 137 —

al atacar al infante y al ponerse á distan­cia, herirle de corte por medio de un tajo ó cuchillada, lo cual tiene un grande incon­veniente, y es que al levantar el brazo para despedirlo, el infante vé la ocasión opor­tuna de tirarle un golpe de arresto, ó sea la estocada al pecho, casi segura, po r-que procede de un arma mucho más lar­ga j que ocasiona una herida mortal.

Estos medios tan eficaces y defensivos, son los que debe emplear el soldado de ca­ballería para batirse contra el infante, que consisten y se fundan en la parada y res­puesta; en la defensa y en la inmediata y rápida agresión; los cuales, empleados oportunamente con precisión y ligereza, y con el ánimo y serenidad que debe infundir el ejercicio asiduo en la destreza de su sa­ble, tendrá un poderoso escudo para su de­fensa, y la grata y lisonjera esperanza de poder salir victorioso en el combate.

Finalmente, este es el modesto trabajo que he llevado á término, con gusto, en fuerza del perseverante deseo que me ani­ma de ser útil á mi patria, y muy espe­cialmente al invencible Ejército Español.

ÍNDICE.

Vaginas.

ÍÍEDICATORIA V

PRÓLOGO vn

PRIMERA PARTE.

CAPÍTULO I.—De la esgrima 11 —• IL—De los ángulos 14

III.—Del medio de proporción y pro­porcionado 14

— IV—De los movimientos cardinales simples ÍS

— V.—Grados de fuerza y flaqueza en el arma <—lü

— VI.—Posturas ó disposiciones de la mano con el arma 16

— Vil.—Modo de empuñar el sable. . . • 17 — VIII.—De los movimientos de pies... 18 — IX.—Del sable de raballen'a é infan­

tería ^"^ X.—De la guardia. 29

— 140 — Pigrinaa.

CAPÍTULO XI.—De los quites 31 — XII.—De los cortes peligrosos en su

formación 39 — Xni.—De los fingimientos y acometí-

mientos 40 — XIV.—De las estocadas 44 — XV.—De los cortes 47 — XVI.—Cortes al brazo ascendentes y

descendentes 53 — XVII.—De los cortes de contrafilo 56 — XVIII.—De la cuchilladas 67 — XIX.—De las expulsiones 58 — XX.--Del atajo 60 — XXL—Del arresto 62 — XXII.—Tretas combinadas por ambos

flancos 64 — XXIII.—De los desarmes ó contusiones. 69 — XXIV.—Del zurdo y del ambidiestro.. 72 — XXV.—El saludo 73 — XXVI-El asalto 75

SEGUNDA PARTE.

XXVll.—Manejo del sable contra caba­llería 78

TERCERA PARTE.

XXVIIl.—Ataque y defensa de la lanza sobre !a marcha 102

— Ul — PAginag.

CAP, XXIX.—Ataque y defensa de Ja lanza colitra sable 105

— XXX.—Esgrima del lancero contra el infante 109

— XXXI.—Manejo do lanza 112 — XXXII.—Consideraciones sobre el sable

y otras armas blancas 128 — XXXIII.—Modo de esgrimar el sable con­

tra el florete 131 — XXXIV.—Esgrima del ginete armado de

sable contra el infante 135

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<tn •>:

Se halla de venta en Madrid, casa de don Manuel Mlnuesa, Juanelo, 19.

En Avila, casa de D. José Merelo y Ca-sademunt, Conde Don Ramón, núm. A; y on las principales lihrcrias de Madrid y pro­vincias.

PRECIO: 2 PESETAS.