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UNA SOCIEDAD DEL RIESGO EN UN TE- RRITORIO DE PELIGROS. A finales de mayo de 2009, un inquietante in- forme elaborado por el Foro Humanitario Global (Global Humanitarian Forum-Geneve) no deja lu- gar a dudas sobre las consecuencias de los peligros climáticos en la Tierra y el agravamiento de sus efectos, en las próximas décadas; todo ello en rela- ción con la hipótesis actual de cambio climático por efecto invernadero 1 . Se señala que actualmente casi 300.000 personas son víctimas de las catástrofes na- turales y que esta cuantía se puede duplicar en los próximos veinte años. Sin caer en extremismos exagerados, es cierto que en la superficie terrestre hay un problema impor- tante de exposición a la peligrosidad natural; muy acentuado en algunas regiones del mundo, que vie- nen a coincidir con las áreas menos desarrolladas del planeta. Otra cuestión es determinar la causa última de estos desastres que, de momento, no tiene tanto que ver con el cambio climático sino con actuaciones imprudentes del ser humano sobre el territorio. El último decenio ha conocido cambios socioe- conómicos muy intensos en el mundo. La sociedad global transforma las pautas de comportamiento a un ritmo acelerado y sus efectos suponen, también, cambios profundos en el territorio. El medio natural ha cobrado una nueva dimensión como espacio de riesgo, en virtud de la puesta en marcha de activida- des que no han tenido en cuenta los rasgos propios de un funcionamiento a veces extremo. Y las socie- dades, en muchas áreas del planeta, se han transfor- mado en sociedades de riesgo, salpicadas, con fre- cuencia, por episodios de signo catastrófico. En 1986, Ulrich Beck caracterizó la sociedad actual co- mo sociedad del riesgo; desde entonces, nuevos en- foques han venido a enriquecer el análisis social del mundo moderno. Se trata de un contexto difícil, pero que cuenta con un dato positivo: la existencia de lo que Beck denomina una “política de la Tierra” que no existía hace unas décadas y que permite integrar el trata- miento del riesgo en el contexto de una dinámica global de consideración del medio. Cuestión distinta son las prácticas “individuales” que se siguen desa- rrollando en los territorios locales o supra-locales y que aumentan el grado de incertidumbre de las so- ciedades que los habitan ante los peligros naturales. Las tierras del Mediterráneo forman una región- riesgo en el contexto mundial. Lo explica bien F. Braudel en sus Memorias del Mediterráneo (1997): “tendemos demasiado a creer en la suavidad, la fa- cilidad espontánea de la vida mediterránea. Es de- 242 ESPAÑA, TERRITORIO DE RIESGO Spain, a region of risk (*) Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Universidad de Alicante. [email protected] (1) Este informe puede consultarse en http://hdr.undp.org/en/reports/global/hdr2007-2008/chapters/spanish/ Jorge Olcina Cantos (*) RESUMEN El estudio de los riesgos naturales se ha convertido en uno de los temas estrella de las ciencias de la Tierra. La ocurrencia de desastres naturales de impacto mundial ocurridos en la última década ha favo- recido el desarrollo de investigaciones sobre riesgos naturales. Se han experimentado asimismo impor- tantes cambios conceptuales y de método en el análisis de riesgo, así como la aparición de un campo de aplicación de estudios e investigaciones sobre riesgos naturales, en relación con la promulgación de nor- mativa urbanística y territorial que obliga a la inclusión de cartografía e informes de riesgos en el desa- rrollo de nuevos usos sobre el territorio. ABSTRACT The study of natural risks has turned into one of the star topics into Earth´s sciences. The occurrence of natural disasters with world impact, happened in the last decade, has favored the development of inves- tigations on natural risks. Important conceptual and work method changes have been experienced in risk analysis, as well as the appearance of a field of application of studies and investigations on natural risks, in relation with the promulgation of urban development and territorial laws that forces to the incorpora- tion of reports and cartography of risks in the development of new land uses. Palabras clave: riesgo, catástrofe, peligro, vulnerabilidad, cartografías de riesgo Keywords: risk, catastrophe, danger, vulnerability, risk maps. Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2009. (17.3) 242-253 I.S.S.N.: 1132-9157

ESPAÑA, TERRITORIO DE RIESGO±a_riesgo.pdf · 2017-11-06 · 1986, Ulrich Beck caracterizó la sociedad actual co-mo sociedad del riesgo; desde entonces, nuevos en-foques han venido

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UNA SOCIEDAD DEL RIESGO EN UN TE-RRITORIO DE PELIGROS.

A finales de mayo de 2009, un inquietante in-forme elaborado por el Foro Humanitario Global(Global Humanitarian Forum-Geneve) no deja lu-gar a dudas sobre las consecuencias de los peligrosclimáticos en la Tierra y el agravamiento de susefectos, en las próximas décadas; todo ello en rela-ción con la hipótesis actual de cambio climático porefecto invernadero1. Se señala que actualmente casi300.000 personas son víctimas de las catástrofes na-turales y que esta cuantía se puede duplicar en lospróximos veinte años.

Sin caer en extremismos exagerados, es ciertoque en la superficie terrestre hay un problema impor-tante de exposición a la peligrosidad natural; muyacentuado en algunas regiones del mundo, que vie-nen a coincidir con las áreas menos desarrolladas delplaneta. Otra cuestión es determinar la causa últimade estos desastres que, de momento, no tiene tantoque ver con el cambio climático sino con actuacionesimprudentes del ser humano sobre el territorio.

El último decenio ha conocido cambios socioe-conómicos muy intensos en el mundo. La sociedadglobal transforma las pautas de comportamiento aun ritmo acelerado y sus efectos suponen, también,

cambios profundos en el territorio. El medio naturalha cobrado una nueva dimensión como espacio deriesgo, en virtud de la puesta en marcha de activida-des que no han tenido en cuenta los rasgos propiosde un funcionamiento a veces extremo. Y las socie-dades, en muchas áreas del planeta, se han transfor-mado en sociedades de riesgo, salpicadas, con fre-cuencia, por episodios de signo catastrófico. En1986, Ulrich Beck caracterizó la sociedad actual co-mo sociedad del riesgo; desde entonces, nuevos en-foques han venido a enriquecer el análisis social delmundo moderno.

Se trata de un contexto difícil, pero que cuentacon un dato positivo: la existencia de lo que Beckdenomina una “política de la Tierra” que no existíahace unas décadas y que permite integrar el trata-miento del riesgo en el contexto de una dinámicaglobal de consideración del medio. Cuestión distintason las prácticas “individuales” que se siguen desa-rrollando en los territorios locales o supra-locales yque aumentan el grado de incertidumbre de las so-ciedades que los habitan ante los peligros naturales.

Las tierras del Mediterráneo forman una región-riesgo en el contexto mundial. Lo explica bien F.Braudel en sus Memorias del Mediterráneo (1997):“tendemos demasiado a creer en la suavidad, la fa-cilidad espontánea de la vida mediterránea. Es de-

242

ESPAÑA, TERRITORIO DE RIESGOSpain, a region of risk

(*) Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física. Universidad de Alicante. [email protected]

(1) Este informe puede consultarse en http://hdr.undp.org/en/reports/global/hdr2007-2008/chapters/spanish/

Jorge Olcina Cantos (*)

RESUMEN

El estudio de los riesgos naturales se ha convertido en uno de los temas estrella de las ciencias de laTierra. La ocurrencia de desastres naturales de impacto mundial ocurridos en la última década ha favo-recido el desarrollo de investigaciones sobre riesgos naturales. Se han experimentado asimismo impor-tantes cambios conceptuales y de método en el análisis de riesgo, así como la aparición de un campo deaplicación de estudios e investigaciones sobre riesgos naturales, en relación con la promulgación de nor-mativa urbanística y territorial que obliga a la inclusión de cartografía e informes de riesgos en el desa-rrollo de nuevos usos sobre el territorio.

ABSTRACT

The study of natural risks has turned into one of the star topics into Earth´s sciences. The occurrenceof natural disasters with world impact, happened in the last decade, has favored the development of inves-tigations on natural risks. Important conceptual and work method changes have been experienced in riskanalysis, as well as the appearance of a field of application of studies and investigations on natural risks,in relation with the promulgation of urban development and territorial laws that forces to the incorpora-tion of reports and cartography of risks in the development of new land uses.

Palabras clave: riesgo, catástrofe, peligro, vulnerabilidad, cartografías de riesgoKeywords: risk, catastrophe, danger, vulnerability, risk maps.

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2009. (17.3) 242-253I.S.S.N.: 1132-9157

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jarse engañar por el encanto del paisaje. La tierracultivable es escasa, las montañas áridas o poco fér-tiles son omnipresentes; el agua de las lluvias estámal repartida: abunda cuando la vegetación descan-sa en invierno, desaparece cuando más la necesitanlas plantas nacientes...” y añade acertadamente: “ elmotor climático del Mediterráneo se puede averiar,la lluvia puede llegar demasiado abundante o insu-ficiente, los vientos caprichosos pueden traer, en unmomento inoportuno, la sequía o el exceso de aguao las heladas primaverales...” Y no sólo está lo rela-tivo al tiempo y clima y sus excesos, también la ge-ología atormentada de la zona de contacto entre lasplacas tectónicas europea y africana ha sido un ele-mento condicionante para el desarrollo de las socie-dades mediterráneas.

En las latitudes mediterráneas confluyen casi to-dos los peligros naturales existentes para el conjun-to de la superficie terrestre. En efecto, en el Medite-rráneo se dan los dos peligros geológicos mayores:vulcanismo y sismicidad; riesgos geomorfológicoscomo deslizamientos y erosión; incendios foresta-les, a favor de una vegetación especialmente pirófi-la, que llegan a ocasionar víctimas mortales; y unaamplia gama de peligros atmosféricos, que sólo evi-ta los de origen tropical: lluvias torrenciales, sequí-as, temperaturas extremas, tornados, granizos, tem-porales de viento, como más frecuentes.

España, en el contexto mediterráneo, es tam-bién, un territorio de riesgo. Aquí convergen la rea-lidad de una peligrosidad natural diversa (sismici-dad, inundaciones, sequías, extremos detemperaturas, vientos intensos, etc.) y de un gradode ocupación del territorio elevado en algunas re-giones. Todo ello nos sitúa en una posición destaca-da en el conjunto de Europa, en lo que respecta algrado de riesgo existente.

El análisis de riesgo se ha convertido en una delas temáticas de investigación más destacada de losúltimos años. Estamos ante una cuestión multidisci-plinar, que ha experimentado una importante reno-vación conceptual, metodológica y, al amparo denormativas ambientales y territoriales surgidas des-de la segunda mitad de los años noventa del pasadosiglo, ha visto un desarrollo destacado de su ver-

tiente aplicada. Asimismo, la materia “riesgos natu-rales” se ha incluido en los temarios de asignaturasen los niveles básicos de la enseñanza (Geología,Geografía, Ciencias de la Naturaleza) y se perfilantitulaciones de postgrado universitario con esta te-mática. Quedan, eso sí, retos importantes para lospróximos años, lo que hace más atractiva, si cabe,la investigación y la enseñanza de los riesgos natu-rales.

ESPAÑA, TERRITORIO DE RIESGO

España es uno de los espacios geográficos deEuropa más afectado por los peligros de la naturale-za, merced a su propia posición geográfica, su ca-rácter de península rodeada de mares, su topografíay la ocupación humana, de época histórica, que seha dado en su territorio. Los perjuicios económicosocasionados por acontecimientos atmosféricos ex-traordinarios representan, según años, entre el 0,15% y 1% del P.I.B. y el número de víctimas causadaspor los peligros de la naturaleza sigue siendo aúnelevado en relación con el nivel de desarrollo eco-nómico.

Hay un rasgo que otorga originalidad al territo-rio español en su caracterización como región-ries-go a escala planetaria: la confluencia en estas tierrasde casi todos los peligros naturales de la amplia re-lación existente para el conjunto de la superficie te-rrestre.

En España, entre 1995 y 2007, se han registrado878 víctimas mortales por desastres naturales. Inun-daciones y temporales marítimos son los peligrosnaturales que más victimas ocasionan (vid. tabla 1).

En efecto, los últimos veinticinco años han re-sultado muy pródigos en peligros naturales y, espe-cialmente, en episodios atmosféricos extremos. Lagrave sequía de comienzos de dicho período se viosalpicada por episodios de inundaciones en la fa-chada mediterránea (Levante y Cataluña, octubre ynoviembre de 1982) y País Vasco (agosto de 1983).Nuevas inundaciones azotaron la fachada este deEspaña en 1985 y 1986; más dañina aún resultó lade la primera semana de noviembre de 1987, congraves daños en las comarcas valencianas de La Ri-

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Tabla 1. Víctimas por desastres naturales en España, 1995-2007.

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bera y La Safor y desbordamiento del Segura en laVega Baja, que motivaría la puesta en marcha, porvía de urgencia, de los planes de Defensa de Aveni-das en las cuencas del Júcar y Segura. El año 1988fue extraordinario por el número de tormentas degranizo que asolaron el campo español (junio y ju-lio), mientras que 1989 se saldaba con sequía (máshidrológica que atmosférica) en el norte de España(País Vasco) y graves inundaciones, por contra, enla fachada mediterránea (Levante, Baleares y Mála-ga). A estos desastres se añadía, en la primera mitadde los noventa, la dura y prolongada sequía que hanpadecido las regiones del centro, sur y sureste deEspaña, cuya intensidad se fue acentuando en eltranscurso de las sucesivas campañas agrícolas, pa-ra alcanzar inusual grado de alarma en el año hidro-lógico 1994-95. Secuencia de indigencia pluviomé-trica que, en el sur y centro de la Península Ibéricaconcluyó, bruscamente, con fuertes lluvias en di-ciembre de 1995 y enero de 1996. Temporales quese repitieron en tierras andaluzas el mes de diciem-bre de 1996, con graves inundaciones en las provin-cias de Huelva, Cádiz y Sevilla. Mención destacadamerecen, por sus desastrosas secuelas, el fulminantedesbordamiento del barranco de Arás, en agosto de1996, que, motivado por una tromba de agua, oca-sionó la muerte de 86 personas que disfrutaban desus vacaciones en el Pirineo de Huesca; las inunda-ciones de Alicante el 30 de septiembre de 1997 y

las de Badajoz de noviembre de ese mismo año. Enoctubre de 2000 un nuevo episodio de lluvias to-rrenciales azota la Comunidad Valenciana causandograves pérdidas económicas.

Dos seísmos han alterado la normalidad de losmunicipios murcianos de Mula (1999) y Lorca(2005). En abril de 2002 un temporal de Canariasocasiona daños y víctimas en Tenerife, especial-mente en Santa Cruz. La situación de calor extremoque se vivió en Europa durante el verano de 2003,dejó 142 muertos en España. Y, de nuevo, en 2005,los dos peligros naturales de consecuencias socio-económicas y territoriales más importantes que tie-nen lugar en España (inundaciones y sequías) semanifestaron con crudeza: la sequía causó elevadaspérdidas económicas y favoreció el desarrollo denumerosos incendios forestales; las inundaciones deotoño en el litoral mediterráneo, ocasionaron cuatromuertes en Cataluña. Los últimos episodios impor-tantes, relacionados con las lluvias torrenciales, hantenido lugar en otoño de 2007, en diversas localida-des del litoral mediterráneo (C. Valenciana y Balea-res) y Andalucía, que se saldan con otras 6 víctimasmortales y elevadas pérdidas económicas. En enerode 2009, el paso de una borrasca explosiva por lapenínsula Ibérica, con rachas de viento superiores alos 130 km/h., se saldó con nuevas víctimas en Ca-taluña y la Comunidad Valenciana (vid. tabla 2).

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1956 Heladas de febrero. Grandes pérdidas en el campo

1957 Riada del Turia en Valencia. Octubre.

1961 Inundaciones en El Vallés (Barcelona). Septiembre. 794 muertos

1973 Inundaciones en el sureste peninsular. Octubre. 250 muertos

1978-84 Secuencia de sequía ibérica

1982 Inundaciones en las provincias de Alicante y Valencia. Octubre. Rotura de la presa de Tous (ríoJúcar)

1983 Inundaciones en el País Vasco. Agosto. Gravísimos daños.

1984 Ciclón “Hortensia” en la fachada cantábrica. Octubre

1987 Inundaciones en las cuencas del Segura y del Júcar. Noviembre. Planes anti-inundaciones

1989 Inundaciones en el litoral mediterráneo. Septiembre. Inundaciones en Málaga. Noviembre

1989-90 Sequía en el País Vasco

1990-95 Secuencia de sequía ibérica

1995 Desbordamientos en Andalucía. Diciembre

1996 Desastre del camping de Bisecas (Pirineos). Agosto. 87 muertos

1997 Inundaciones en Alicante. Septiembre. Inundaciones en Badajoz. Noviembre

2000 Inundaciones en el litoral mediterráneo. Octubre

2000-2001 Otoño-invierno muy lluvioso en el centro y norte de España. Desbordamientos frecuentes de losgrandes ríos peninsulares

2002 Riadas en Tenerife. Marzo. Inundaciones en la Comunidad Valenciana. Abril y Mayo

2003 Ola de calor. Julio-Agosto. 142 muertos.

2004-05 Sequía ibérica

2005 Terremoto. Diversos puntos de la región de Murcia.

2005 Inundaciones en Cataluña. Octubre. 4 muertos

2007 Inundaciones en Andalucía y litoral mediterráneo. 6 muertos

2009 Borrasca explosiva. Enero. Muertos en Cataluña y C. Valenciana

Tabla 2. Grandes desastres de causa atmosférica ocurridos en España en los últimos 50 años (Fuente: elabo-ración propia).

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Un dato llamativo es que el riesgo aumenta enrelación con el incremento de la exposición delhombre a nuevos peligros. Así, a las inundaciones ylos temporales de viento se han unido las olas decalor y los aludes de nieve como nuevos agentes deriesgo que provocan elevadas víctimas (235 y 60 fa-llecimientos respectivamente entre 1990-2004). Ytambién los tornados manifiestan un importante in-cremento en su génesis desde 1995 con su corolariode daños económicos elevados.

Por su propia ubicación geográfica y posiciónen relación con las zonas de actividad sísmica (pla-cas tectónicas) y con las zonas de circulación at-mosférica general, la península Ibérica participa deun amplio catálogo de peligros naturales.

La relación de peligros naturales en España,por orden de importancia socio-económica y terri-torial y frecuencia de aparición, es la siguiente(vid. Figura 1):

1-Lluvias abundantes o torrenciales con efec-tos de inundación

2-Secuencias de sequía3-Temporales de viento4-Olas de frío y calor5-Tormentas de granizo6-Aludes7-Sismicidad

A ellos cabría añadir fenómenos muy localescon una menor incidencia como tornados, rayos odeslizamientos de terreno causados por lluvias.

Los peligros de causa climática constituyen lacausa principal de las pérdidas de vidas humanas yde los daños económicos que se registran anual-mente en España. De todos ellos, lluvias torrencia-les con efectos de inundación y secuencias de se-quía son los episodios de rango extraordinario quemás efectos económicos y territoriales causan enEspaña, sin desconocer la importancia de los falle-cimientos vinculados a los temporales de viento quedan lugar a oleajes intensos en el litoral, como se haseñalado con anterioridad.

La catástrofe del camping de Biescas (Pirineos,Huesca), en agosto de 1996, con sus 86 víctimasmortales, ocurrida en el contexto de pensamientoambiental actual, en plena efervescencia de la hipó-tesis de cambio climático por efecto invernadero,inauguró un debate científico y social sobre la posi-ble repercusión de dicho “cambio” en el incrementode los peligros naturales. No obstante, hasta el mo-mento presente, no se observa ninguna tendencia alincremento de lluvias torrenciales con efectos deinundación durante los últimos años. Asimismo, elestudio de los efectos de los peligros naturales ocu-rridos en España a lo largo del siglo XX y con espe-cial detalle en su segunda mitad, permite concluirque, desde la década de 1970, las víctimas por peli-gros naturales no han dejado de disminuir, frutoprobablemente de la disminución de infraviviendasy las cuantiosas inversiones en obra pública para sumitigación.

Por el contrario, sí que se puede afirmar que elriesgo ante estos peligros naturales ha aumentado,en relación con el incremento de la población y laocupación intensiva del territorio que ha tenido lu-gar en algunas regiones españolas. Esto es una rea-lidad para el caso de los dos peligros naturales quemayores efectos territoriales y socio-económicosocasionan en España: las inundaciones y las se-cuencias de sequía.

Los episodios de inundación mencionados conanterioridad, así como las inundaciones más severasa nivel humano de los últimos cuarenta años, la deseptiembre de 1962 en la cuenca del Besós (Barce-lona), con casi 800 muertos, la de octubre de 1973en Granada-Almería-Murcia con casi 300, la de oc-tubre de 1982 –pantanada de Tous- con 38 falleci-dos, las inundaciones en el País Vasco de agosto de1983 con 40 muertos, o los episodios ocurridos entreseptiembre y noviembre de 1989 en la fachada me-diterránea española con 42 muertos, tienen una ca-racterística común, la de ser inundaciones-relámpa-go, inundaciones torrenciales, en cuencashidrográficas medianas y pequeñas. En este tipo de

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Fig. 1. Síntesis de los peligros naturales en España (Fuente: IGN y elaboración propia).

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episodios, la magnitud de la crecida que lleva al des-bordamiento, medida en términos de caudal por km2

o de caudal relativo al medio, es muy superior a lade los ríos que avenan las grandes cuencas, de ahí sumayor severidad. Además, suelen acompañarse deabundante aporte sólido que agrava, en suma, su se-veridad, y tienen un tiempo de presentación muchomás rápido tras la lluvia, normalmente pocos minu-tos o muy pocas horas frente a los días que tarda unaavenida en recorrer el curso de un gran río.

Debe señalarse que desde mediados del sigloXIX cuando comenzó a difundirse la utilización desistemas de aviso a las poblaciones, el problema delas inundaciones en España, por lo que supone decatástrofe humana, no es un problema de los gran-des ríos sino de los pequeños ríos, de las ramblas,de las rieras, de los torrentes y arroyos. En muchoscasos se trata de cursos con un coeficiente de irre-gularidad elevadísimo, que permanecen sin aguadurante meses –o años- pero que, con ocasión deepisodios de lluvia intensa o torrencial, tornan enviolentas corrientes con módulos instantáneos capa-ces de competir con los caudales medios de losgrandes colectores ibéricos.

Es el caso del torrente de Arás que produjo eldesastre de Biescas, del pequeño arroyo que produ-jo las víctimas en Yebra, de los arroyos de Calamóny Rivillas pacenses, de las rieras que produjeron lasvíctimas en Cataluña, de las ramblas de Nogalte oAlbuñol que originaron las catástrofes de PuertoLumbreras (Murcia) y Albuñol (Granada) respecti-vamente en 1973, de los barrancos y ramblas levan-tinos que se transformaron en fieras corrientes enoctubre de 1982 y septiembre de 1989, entre otros.

En estas situaciones, las medidas de mitigacióna utilizar no son las obras de infraestructuras queante la violencia y magnitud de los caudales instan-táneos se vuelven ineficaces, como quedó de mani-fiesto en la dramática catástrofe de Biescas dondeunas 40 presas de retención de sedimentos fueronderribadas por la avenida y la propia canalizaciónen el abanico aluvial obstruida, sino la restricciónde usos en el territorio para instalaciones de resi-dencia más o menos permanente y, particularmente,de aquellas vulnerables como campings o viviendasde una planta o de madera.

Por su parte, la percepción de las sequías en Es-paña se ha modificado durante las últimas décadasen relación con los cambios experimentados en lasactividades económicas y el carácter más urbano dela sociedad. Las demandas de agua han crecido mu-cho en España y ello no ha ido acompañado de unapolítica del agua que prevea con tiempo suficientedichas modificaciones. El resultado es que el terri-torio ibérico tiene más riesgo de sequía ahora quehace veinte o treinta años, debido a que las necesi-dades son mayores y los recursos naturales no hanaumentado, sino todo lo contrario, en ese intervalo.La sequía aúna factores físicos y humanos en unasecuencia temporal más o menos prolongada queprovoca consecuencias distintas en virtud del espa-cio geográfico afectado. En la actualidad son los as-pectos humanos los que tienen un peso mayor en la

valoración de este fenómeno natural hasta el puntode motivar su propia aparición debido a que la de-manda agraria, urbana e hidroeléctrica de agua haprovocado una alteración del umbral de sequía. Hoydía, no es necesaria una brusca reducción de lluviaspara que se disparen las alertas por falta de recursospara mantener las actividades económicas con nor-malidad. En la consideración de la sequía, confor-me ha aumentado el nivel de vida, la sociedad espa-ñola ha pasado de la austeridad en el gasto de aguaal despilfarro, de la adaptación al catastrofismo, só-lo corregible con una buena y adecuada utilizaciónde los recursos disponibles y, en situaciones especí-ficas de déficit estructural, aumentándolos mediantetrasvases y desalación, siempre y cuando la posibi-lidad de disponer de estos nuevos volúmenes deagua no justifique despilfarros futuros.

Desde mediados del siglo XX se ha asistido aotro fenómeno interesante en relación con la locali-zación de las áreas de riesgo en España: la “litorali-zación” de los mismos. La pérdida de importanciasocio-económica de la actividad agrícola, la másexpuesta a los peligros de causa climática, ha des-plazado el escenario de la vulnerabilidad del campoa la ciudad y dentro de los escenarios urbanos el de-sarrollo de actividades relacionadas con el ocio y elturismo en áreas litorales ha situado en estos espa-cios un foco principal de riesgo.

La franja costera española presenta una destacadaincidencia de episodios naturales de rango extraordi-nario que hacen especialmente vulnerables algunasáreas donde actividades económicas y asentamientosestán influidos por el desarrollo de tales sucesos. Lacosta y, en sentido más amplio, el litoral español pre-sentan numerosos ejemplos de implantación de usosdel suelo que no han tenido en cuenta, por desconoci-miento o imprudencia, su realidad física y este hechoconvierte a este medio geográfico en un territorio degran vulnerabilidad ante sucesos naturales extraordi-narios en el conjunto europeo.

No se puede negar, sin embargo, que la franjacostera es un medio de oportunidades, favorecidopor unas condiciones del medio que, en los últimosaños han permitido un desarrollo intensivo de activi-dades urbano-turísticas. La existencia de costas ba-jas y arenosas, unido a unas condiciones climáticassaludables son la base del modelo turístico implanta-do mayoritariamente desde los años sesenta del sigloXX, especialmente en la fachada mediterránea espa-ñola, y que ha elevado los niveles de renta y bienes-tar en las poblaciones del litoral español.

Pero el medio natural ofrece una faz poco agra-dable; esto es, la realidad de unos episodios que al-teran el ritmo de las sociedades al perturbar el nor-mal funcionamiento de su vida económica. Lamagnitud de las consecuencias económicas y huma-nas llega a motivar, incluso, cambios en la propiaorganización territorial.

Temporales de viento de componente diversa,crecidas fluviales por efecto de lluvias abundantes ointensas son peligros naturales consustanciales a unespacio costero, a ellos se unen, en algunos sectores

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de la costa española, deslizamientos, sismicidad yausencia coyuntural de precipitaciones, para confi-gurar la relación de episodios naturales de rango ex-traordinario que afectan a las costas españolas. Elalto grado de utilización del territorio y la propia di-versidad de episodios naturales extraordinarios con-fieren al medio costero español un grado de riesgoelevado ante dichos peligros en el conjunto de paí-ses europeos.

Ello ha colocado a los espacios costeros y las ac-tividades económicas allí implantadas en posiciónprivilegiada en lo que atañe a la exposición y vulne-

rabilidad ante episodios naturales extremos (vid. fi-gura adjunta). Junto a las riberas fluviales, la costaes el medio de mayor vulnerabilidad para la socie-dad española y, en los últimos cincuenta años, elárea donde los peligros naturales adquieren mayorsignificación económica. Las actuaciones humanassobre la franja costera han incrementado las áreas deriesgo por implantación de usos poco adaptados alos elementos del medio natural (vid. Figura 2).

En síntesis, es posible distinguir las siguientesáreas de riesgo en España, con la relación de peli-gros naturales que pueden afectarles (vid. tabla 3).

247Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2009 (17. 3)

Fig.2. Usos y actividades costeras vulnerables ante peligros naturales (Fuente: elaboración propia).

REGIÓN-RIESGO PELIGRO NATURAL POTENCIAL

-Inundaciones-Sequías-Sismicidad

1.-Litoral mediterráneo -Temporales de viento-Tormentas de granizo-Episodios de temperatura extrema -Tornados

-Inundaciones-Sequías

2.-Canarias -Sismicidad-Vulcanismo

-Inundaciones-Sequías

3.-Litoral atlántico andaluz -Episodios de temperatura extrema-Sismicidad-Temporales de viento

-Inundaciones4.-País Vasco -Temporales de viento

-Sequías

-Inundaciones-Sequías

5.-Valle del Ebro -Temporales de viento-Tormentas de granizo

-Temporales de viento6.-Galicia -Sismicidad

-Inundaciones

Tabla 3. Principales áreas de riesgo natural en España (Fuente: elaboración propia).

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Cambios conceptuales y de método en el análisisde los riesgos naturales

Se ha asistido en las últimas dos décadas, acambios importantes en la consideración territorialde la peligrosidad natural en Europa y en España.Se ha pasado de una carencia de tratamiento delriesgo en los procesos de planificación espacial ala aprobación de normativas que obligan a la in-clusión de análisis de riesgo en la documentaciónnecesaria para su desarrollo. Los episodios deinundación han merecido una atención preferenteen las políticas de reducción del riesgo puestas enmarcha en los territorios europeos y españoles. Laaprobación reciente de la Directiva 2007/60 sobregestión de espacios inundables, por un lado, y dela nueva Ley del Suelo estatal (R.D.Legislativo2/2008), por otro, van a suponer, en los próximosaños, un cambio radical en la tramitación de actua-ciones sobre el territorio, puesto que la elabora-ción y consulta de cartografía de riesgo se con-vierte en un requisito indispensable al efecto.

Otros riesgos naturales, como sequías o tempora-les, no han tenido, hasta el momento, un trata-miento similar, aunque en el contexto actual decambio climático por efecto invernadero, que pre-vé una agudización del carácter extremo del climaen el sur de Europa, tendrán que incorporarse a losprocesos futuros de planificación territorial.

El análisis de eventos de rango extraordinarioha derivado en el estudio de territorios y socieda-des de riesgo. Preocupa ahora la complejidad delas sociedades afectadas por los peligros naturalesy las formas de ocupación de los espacios de ries-go. El riesgo ha pasado de ser la mera posibilidadde ocurrencia de un episodio extraordinario alanálisis de la plasmación territorial de actuacionesllevadas a cabo por el ser humano en un espaciogeográfico y que no han tenido en cuenta la diná-mica propia de la naturaleza en dicho lugar. Deeste modo, es posible individualizar y caracterizarunidades de análisis territorial como “regiones-riesgo”.

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Tabla 4. Algunas definiciones de riesgo y riesgo natural (Fuente: Autores varios y elaboración propia).

Villevieille et alt. (Plan Azul del MediterráneoONU, 1997)

Producto matemático de la probabilidad de ocurrencia de un evento peligroso yde la estimación de daños susceptibles a causa del mismo.

Pita (coord.) et alii. (1999)

Todo fenómeno extremo y coyuntural que produce impactos negativos sobreel medio y la sociedad. Resultaría de multiplicar el valor de la peligrosidad porlos daños causados. Se suele medir en unidades monetarias.

Aneas (2000)

Probabilidad de un individuo o grupo de estar expuesto y afectado.Probabilidad de ocurrencia de un peligro.

Dauphine (2001)

Producto de la peligrosidad y la vulnerabilidad que se da en un territorio.

Calvo García-Tornel (2001)

Umbral de cambio tolerable que se ve sobrepasado en un plazo más o menosbreve y provoca el desencadenamiento de una situación que conduce a lacatástrofe. La medida del riesgo es siempre humana.

Ayala-Carcedo y Olcina(2002)

Daño o pérdida esperable a consecuencia de una acción de un peligro sobreun bien a preservar, sea la vida humana, los bienes económicos o el entornonatural.

Beck (2002)

Enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de laacción humana; las diversas consecuencias no deseadas de la modernizaciónradicalizada.

Nocenzi(2002)

Estado de incertidumbre que caracteriza a la sociedad postmoderna y semanifiesta en una triple dimensión: sociológica, política y cultural.

Giddens(2003)

Dinámica movilizadora de una sociedad volcada en el cambio que quieredeterminar su propio futuro en lugar de dejarlo a la religión, la tradición o loscaprichos de la naturaleza.“Riesgo manufacturado” es el riesgo creado por el impacto mismo de nuestroconocimiento creciente sobre el mundo

Gil Calvo(2003)

Resultado del proceso histórico de modernización (globalización) en el cual loque asciende no es el nivel agregado de seguridad pública y bienestarhumano, sino, por el contrario, el saldo neto de inseguridad colectiva.

García Hom(2005)

Construcción social constituida por estructuras regladas (institucionales)mediante las cuales se les asigna significados y funciones.

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Por último, se han producido cambios, también,en el método de análisis del riesgo. Se ha pasadodel estudio detallado de la peligrosidad natural a lavaloración de la vulnerabilidad que llevan implícitadichos peligros. De manera que el análisis físico delos procesos de riesgo se completa ahora con el es-tudio de las variables social y económica de los te-rritorios de riesgo. Y, además, se tienen en cuenta lacapacidad de respuesta de las sociedades a los efec-tos de los fenómenos de rango extraordinario.

El análisis de riesgo ha introducido tres concep-tos que formarían parte del riesgo: peligro (peligro-sidad), vulnerabilidad y exposición. Cada uno deellos se relaciona con los tres componentes del es-pacio geográfico: la naturaleza, el hombre y el terri-torio. Por peligro se entiende el fenómeno o proce-so de carácter natural que puede originar daños auna comunidad, a sus actividades o al propio medioambiente; la vulnerabilidad es la pérdida esperablede un determinado bien expuesto, puede tratarse devulnerabilidad humana, estructural, económica oecológica, de acuerdo con el tipo de riesgo a eva-luar. El bien vulnerable más apreciado es la vidahumana, por eso el grado de riesgo es más elevadocuando puede correr peligro la vida de las personas.Por último, la exposición es la disposición sobre elterritorio de un conjunto de bienes a preservar quepueden ser dañados por un peligro natural.

El producto de estos tres factores que forman elriesgo se completa con la severidad o grado de in-tensidad de un fenómeno natural de rango extraor-dinario y la frecuencia o intervalo de tiempo de de-sarrollo de un episodio natural extremo.

En la balanza del riesgo natural el fiel se ha idoinclinando durante la segunda mitad del siglo XXhacia el lado de la acción del hombre y ello porquese ha producido un cambio en la percepción socialde los riesgos naturales; se ha pasado de la adapta-ción al medio de las poblaciones al intento de so-metimiento de aquél por parte del hombre; de ma-nera que, cuando tiene lugar un peligro natural, setiene como un hecho negativo, una contrariedad quela naturaleza ha querido poner en el camino del de-sarrollo humano.

Resulta curioso, por otra parte, observar que es-te cambio en la percepción de los fenómenos natu-rales extraordinarios se produce, en las sociedadesdesarrolladas, de consuno, con el incremento del ni-vel de vida. Las sociedades creen que el aumento delas posibilidades económicas y de la mejora en losconocimientos científicos y técnicos otorga salva-guarda plena ante los peligros naturales. De ahí quelos daños asociados a uno de ellos se estima provo-cado por una naturaleza problemática, sin caer en lacuenta de que justamente la búsqueda del progresocolectivo no suele respetar las reglas de aquélla.Así, por ejemplo en la consideración del riesgo desequía conforme ha aumentado el nivel de vida, lassociedades desarrolladas han pasado de la austeri-dad en el gasto de agua al despilfarro, de la adapta-ción al catastrofismo (Morales, Olcina y Rico,2000).

Diferente consideración merece la peligrosidadnatural en los países subdesarrollados donde la ca-rencia de medios económicos aconseja el respeto delas leyes de la naturaleza para evitar, en la medidade lo posible, el desastre natural. Sin embargo, éstaes, desafortunadamente, la situación habitual cuan-do tiene lugar un evento catastrófico porque no searbitran medios para mitigar sus consecuencias.

Sea como fuere, lo cierto es que en la superficieterrestre existen territorios de riesgo e incluso puedehablarse de paisajes de riesgo, esto es, espacios cuyacaracterística geográfica principal es la inadecuadaocupación de un espacio que soporta frecuentes even-tos naturales de rango extraordinario. Estas últimascorresponden, generalmente, con áreas urbanas de pa-íses menos desarrollados. La misión del estudioso delos riesgos naturales es sofaldar entre la abundanciade datos que ofrece el territorio para llegar a un cono-cimiento profundo de “territorios de riesgo”.

Han aparecido dos nuevas expresiones que seincluyen en el análisis de la parte social de los ries-gos: las de resistencia y resiliencia. Como señalanRibas y Saurí (2006) se trata de dos expresionesque tienen su origen en la ecología y particularmen-te en los trabajos de C.S. Holling en el campo de laecología de las poblaciones. Por “resistencia”, cabeentender la capacidad social de continuar con su di-námica normal después de una perturbación y de-pende fundamentalmente de las condiciones de lavida cotidiana de sus habitantes, en especial las quese refieren a bienestar y a salud pública. La resilien-cia concierne a la capacidad de esta misma sociedadde recuperarse lo más rápidamente posible de las al-teraciones negativas provocadas por una perturba-ción y, en este caso, depende del grado de prepara-ción social (eficacia de las medidas de gestión delriesgo) ante una posible calamidad.

E igualmente ha aparecido un nuevo concepto,que refleja una nueva unidad de análisis territorial:la “región-riesgo”. En efecto, si existe una sociedaddel riesgo, es porque en la Tierra hay áreas con peli-gros naturales y seres humanos que viven cerca de odirectamente en ellas, transformando así el medio enterritorios de riesgo. El análisis territorial de la peli-grosidad natural y sus efectos en las sociedades hu-manas muestra que, en la superficie terrestre, es po-sible delimitar unidades espaciales que compartenuna afección similar de algún episodio natural derango extraordinario. De este modo el riesgo latenteen un territorio se convierte en un elemento de signi-ficación geográfica importante en el análisis de di-cho medio. Como se ha señalado, el riesgo llega aadquirir significación cultural y determina –condi-ciona- actuaciones de los seres humanos sobre el te-rritorio orientadas a reducir o minimizar sus efectos.

Por último, el riesgo –fundamentalmente, losclimáticos- se ha incluido como un aspecto impor-tante del proceso actual de cambio climático porefecto invernadero. El último informe de cambioclimático del IPCC (2007) ha confirmado la rela-ción entre el incremento térmico planetario y el au-mento de episodios atmosféricos extremos en mu-chas regiones de la superficie terrestre. De manera

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que los análisis de riesgo deben comenzar a incluirlas modelizaciones climáticas como parte básica dela valoración del mismo. Esto es sobre todo impor-tante en la planificación territorial. Algunos paíseseuropeos han dado protagonismo a la planificaciónterritorial a la hora de mitigar los efectos del cam-bio climático. Es el caso de Holanda o del consor-cio de países del Báltico (Hilpert et alii, 2007), don-de los planes de adaptación al cambio climático hanpriorizado las propuestas de ordenación de usos delsuelo a la hora de evitar las consecuencias de la su-bida del nivel del mar y del posible aumento deinundaciones (elevación de construcciones, abando-no de primeras líneas de costa y ribera). En Españaeste proceso todavía no se ha desarrollado, pero laintegración del cambio climático –y sus efectos enel desarrollo de peligros climáticos– en la ordena-ción del territorio va a ser una de las iniciativas demayor efecto en la gestión territorial durante laspróximas décadas.

NUEVOS RETOS EN EL ANÁLISIS DE RIES-GO: EL ESTUDIO DE LA VULNERABILIDADY LAS CARTOGRAFÍAS DE RIESGO.

Los estudios de riesgos naturales, que se inicianen España en la geografía humana (Calvo García-Tornel, 1997), primaron, en la década de los añosochenta del pasado siglo, el análisis de la peligrosi-dad. Este hecho se plasmó en la publicación de tra-bajos sobre causas físicas, localización y efectos deeventos de rango extraordinario. En la última déca-da sin embargo el análisis del riesgo ha desarrolladoenfoques sistémicos, donde se prima el aspecto so-cial (vulnerabilidad) y territorial (exposición) frentea lo estrictamente físico.

El paso de la peligrosidad natural a la vulnerabi-lidad –y exposición- en los análisis de riesgos natu-rales se vincula plenamente con los principios de loque se ha venido en denominar la nueva moderni-dad (Giddens, Beck). El concepto moderno de ries-go en la medida que la naturaleza se industrializa seentiende como “incertidumbre fabricada” y la expo-sición a la peligrosidad, de modo más o menos con-ciente, es una plasmación evidente de esta nueva re-alidad.

En amplias zonas de la superficie terrestre elriesgo ha aumentado en las últimas décadas y noporque haya ocurrido un incremento de la peligrosi-dad, aspecto de momento no demostrado, sino por-que es mayor el grado de ocupación de territoriosde riesgo. De ahí que los análisis de riesgo esténprimando, en la actualidad, el estudio de la parte so-cial. Interesa conocer el volumen de población, lasactividades económicas, las infraestructuras y servi-cios que hay en un territorio para poder valorar, ensentido pleno, el grado de riesgo frente a episodiosextremos.

En este sentido, la Unión Europea, en el marcode las nuevas políticas de ordenación del territorioderivadas de la aprobación de la Estrategia Territo-rial Europea de 1999, está llevando a cabo análisisde riesgos (naturales y tecnológicos) en el espaciogeográfico europeo que puedan servir de referenciaa la hora de llevar a cabo actuaciones en el territo-rio en cada uno de los Estados miembros. A tal finha elaborado cartografías de riesgo donde el crite-rio principal es la vulnerabilidad de los territoriosante los diferentes riesgos. En este caso, la vulnera-bilidad no se mide en función de las víctimas ocu-rridas ni de las potenciales, sino en función deotros aspectos socio-económicos. En efecto, la vul-

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Fig. 3. Efectos del cambio climático por efecto invernadero en las temperaturas y las precipitaciones de lacuenca mediterránea (Fuente: IV Informe IPCC, 2007).

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nerabilidad se determina a partir del valor del pro-ducto nacional bruto (escala regional), de la densi-dad demográfica, de la existencia de áreas en el te-rritorio que podrían quedar muy seriamentedañadas si aconteciese un peligro (natural o tecno-lógico) –es lo que se denomina, “fragmented natu-ral areas” y de la capacidad de respuesta del esta-do ante un desastre, medida en términos deproducto nacional bruto (escala nacional). A partirde ello, se han definido 5 categorías de peligrosi-dad y otras 5 categorías de vulnerabilidad, de lacombinación de las cuales se reconocen 25 nivelesde riesgo en el territorio europeo.

Las aportaciones teórico-descriptivas sobre elconcepto de riesgo, sus procesos y sus efectos, quehan resultado imprescindibles para el avance deesta disciplina y lo siguen siendo, se han vistocomplementadas en los últimos años con la apari-ción de aportaciones “prácticas” resultado de tra-bajos aplicados de análisis del riesgo. La apariciónde una nueva generación de leyes del suelo y la or-denación del territorio –estatal y autonómicas-donde se incorpora la obligación de realizar estu-dios de riesgo a la hora de llevar a cabo nuevas ac-tuaciones en el territorio, ha dinamizado la laborde los estudiosos del riesgo. Y han surgido infor-mes, análisis de riesgo (p.e. inundabilidad) y car-tografía de riesgo que acompañan estudios de im-pacto ambiental, planes de ordenación delterritorio de escala regional o subregional, planes

de ordenación urbana, proyectos de infraestructu-ras viarias, de abastecimiento y saneamiento, entreotros; algunos de esos trabajos han sido la base deartículos de investigación.

La aprobación de leyes ambientales y territoria-les en los últimos años, donde se obliga a la incor-poración de análisis de riesgo en los procesos deplanificación de usos de suelo, ha resultado decisivapara impulsar los trabajos aplicados sobre riesgosnaturales. Un territorio de riesgo que pretenda mini-mizar los posibles efectos catastróficos de un peli-gro natural debe compaginar este abanico de medi-das en la medida necesaria para que se cumpla elobjetivo de evitar la perdida de vidas humanas. Enlos países occidentales, superada la fase de cons-trucción de grandes obras de infraestructura para lareducción de los riesgos naturales (hasta los añosochenta del siglo XX), se ha producido en los últi-mos lustros una apuesta decidida por la ordenacióndel territorio como la medida más económica y am-bientalmente sostenible para la mitigación de losefectos de un evento natural de rango extraordina-rio. Ello supone la promulgación de leyes y planesespecíficos orientados a la reducción del riesgo na-tural mediante la racional planificación de usos delsuelo en el territorio.

La ordenación del territorio se presenta, por tan-to, como el proceso más eficaz para la reducción dela vulnerabilidad y exposición ante los peligros natu-rales. No obstante, debemos ser conscientes de que elritmo de ocupación del espacio geográfico, plasmadosobre todo en la urbanización del suelo, de consunoal crecimiento de la población en cada región, sueleir por delante de las políticas de ordenación racionaldel medio, de manera que el grado de riesgo lejos dereducirse, se mantiene o aumenta y no por incremen-to de la peligrosidad natural sino por proliferaciónde actuaciones humanas poco acordes con los rasgosnaturales del medio donde ocurren.

En este contexto hay una serie de aspectos quevan a cobrar protagonismo dentro de los estudios deriesgos naturales en el ámbito mediterráneo Por unlado, la necesaria inclusión de análisis de riesgo entodos los procesos de asignación de usos al territo-rio y el destacado papel que debe asumir la escalalocal en la gestión de los riesgos naturales. La IIIConferencia de Alerta Temprana de las NacionesUnidas, celebrada en Bonn (marzo, 2006) reconocióel importante papel de la escala local en la gestióndel riesgo y de las emergencias. Y esta cuestiónpuede extenderse a los planes de ordenación del te-rritorio de escala regional cuya elaboración, en al-gunas Comunidades Autónomas, requiere asimismola inclusión de análisis de riesgo.

Por último, en la última década hemos asistidotambién a cambios en la consideración de las políti-cas de reducción del riesgo. Se ha pasado del recur-so a la obra de infraestructura como pieza básica dela mitigación de los peligros naturales al plantea-miento de medidas basadas en la ordenación y ges-tión del territorio. En Europa, las inundaciones delos veranos de 1997 y 2002, inauguran una nuevafase en la reducción de este peligro natural que cul-

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Fig. 4. Tipología de regiones europeas (NUTS 3)según su vulnerabilidad ante los riesgos (Fuente:ESPON, 2005).

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mina con la aprobación de la Directiva Europea degestión de territorios de inundación en octubre de2007 (Directiva 60/2007).

En España, la catástrofe de Biescas marca unantes y un después en la consideración del riesgoen los procesos de planificación territorial. Escierto que, desde finales de los años ochenta delpasado siglo, algunas Comunidades Autónomas,en el desarrollo de sus competencias en materia deordenación del territorio, habían aprobado leyes yplanes de ordenación del territorio donde se in-cluía la obligación de considerar el riesgo natural(esencialmente inundaciones) a la hora de aprobarnuevas actuaciones sobre el territorio. Es el casodel País Vasco, Navarra, Comunidad Valenciana,Baleares y Cataluña. A escala estatal, la modifica-ción de la Ley del Suelo de 1992 y la aprobaciónde la entonces nueva ley de 1998 fue un primerpaso hacia la verdadera incorporación de los análi-sis de riesgos en la ordenación territorial. No obs-tante, la ley del suelo de 1998 –adaptada con pos-terioridad por las Comunidades Autónomas-quedó a estos efectos en mera declaración de in-tenciones, porque la obligación de clasificar como“no urbanizable” aquellos terrenos que tuvieranriesgo natural “acreditado” (art. 9) suponía la ne-cesidad de contar con cartografías de riesgo quepermitieran acreditarlo en cada caso. En aquelloscasos –la gran mayoría del territorio español- don-de no se disponía de esta cartografía dicha normaquedaba sin efecto, como de hecho ocurrió. De ahíque la reciente aprobación de la Ley del Suelo(R.D. Legislativo 2/2008) que obliga –art. 15- aincluir mapa de “riesgos existentes” en los nuevosprocesos urbanísticos vaya a suponer una revolu-ción en este sentido.

En este nuevo contexto, hay que esperar unavance significativo en las cartografías de riesgoen los próximos años. Se trata de una herramientaesencial en los estudios de riesgo natural, que haexperimentado un avance muy notable en los últi-mos años en relación con la aplicación de las mo-dernas tecnologías cartográficas. La posibilidad derelacionar, de forma inmediata, usos del suelo conla peligrosidad natural, a fin de establecer gradosde exposición y vulnerabilidad ante un episodio derango extraordinario, ha impulsado la elaboraciónde cartografías de riesgo; con la ventaja añadidade su posible actualización continua. Como señalóHartshorne “si un problema no puede estudiarsefundamentalmente mediante mapas, entonces serácuestionable que pertenezca al campo de la Geo-grafía”, y este aspecto resulta esencial cuando seaborda un análisis de riesgo. En efecto, la elabora-ción de un mapa de riesgo, donde se localicen te-rritorios con riesgo ante un peligro climático ygrados de riesgo es básica para la gestión eficaz deun espacio geográfico. Además, la preparación deestos mapas ha adquirido rango legal. Y va a serun requisito imprescindible en los estudios de ries-go de inundación previstos en la mencionada Di-rectiva europea sobre evaluación y gestión de lasinundaciones.

Junto a la ordenación del territorio, la comuni-cación y educación para el riesgo es otra de las me-didas “no estructurales” de reducción de los riesgosnaturales. No obstante, estas iniciativas no han me-recido apenas impulso en Europa y España cuandoson las acciones más económicas y de efectos másevidentes en una sociedad para la mitigación delriesgo. Sirva el ejemplo del proyecto de coopera-ción llevado a cabo por los países ribereños del Me-diterráneo Occidental, en el marco de las políticaregional europea (INTERREG III B) entre los años2004 y 2005. El proyecto RINAMED tuvo entre susobjetivos el establecimiento de un marco de preven-ción y de información común en el ámbito europeomediterráneo que pueda adaptarse rápidamente paracada zona y para ello el establecimiento de unaspautas comunes para la buena comunicación de losaspectos de peligrosidad natural a la sociedad resul-ta esencial. En este sentido, uno de los resultado dedicho proyecto fue la aprobación de un “Decálogode la comunicación de los riesgos naturales en elarco mediterráneo occidental” que quiere ser unpunto de encuentro de los diferentes agentes de lacomunicación del riesgo en un espacio geográfico–territorios de la cuenca occidental del Mediterrá-neo-, que como se ha señalado, es una de las regio-nes planetarias con mayor incidencia de los peligrosnaturales

Curiosamente, en 1972, Pierre Demangeot en suensayo sobre el Mediterráneo se preguntaba si elclima mediterráneo se encaminaba hacia una exage-ración de sus características, “a una decadencia poracentuación de su propio aspecto” y señalaba lascausas de este proceso: “las aguas marinas continú-an recalentándose lentamente; los máximos de ano-malías térmicas se acentúan y las diferencias depresión se exageran; los vientos serán cada vez másviolentos; la estación lluviosa tenderá a contraerse ylas lluvias serán más irregulares, más violentas ytambién más inútiles; los ríos, más inestables, acen-tuándose los estiajes separados por inundacionescada vez más cortas y peligrosas. Las erosiones seextenderán y agravarán”. Demangeot concluía, “enel estado actual de nuestros conocimientos no pode-mos afirmarlo, pero existe una amenaza”. No podí-an ser más coincidentes sus argumentos con lasconclusiones que ha señalado recientemente elIPCC en su informe de 2007 para esta región. Y locurioso es que estas líneas están escritas cuando laliteratura científica climática –años setenta del pa-sado siglo- señalaba que el clima terrestre se estabaenfriando. Sea como fuere, lo cierto es que la nuevarealidad prevista en los escenarios climáticos paraeste siglo, no augura una mejora de las actualescondiciones ambientales y, por ende, del nivel deriesgo de las sociedades mediterráneas.

Debemos ser conscientes de que los riesgos na-turales van a ser protagonistas importantes en el fu-turo inmediato de las sociedades que habitan en lasuperficie terrestre. Desafortunadamente va a seguirsiendo así. Lo importante es que nos esforcemos enreducir dicho protagonismo porque seamos capacesde mitigar racionalmente el riesgo.

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Este artículo fue solicitado desde E.C.T. el día 29de diciembre de 2008 y aceptado definitivamentepara su publicación el 3 de julio de 2009.

253Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2009 (17. 3)