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www.unperiodico.unal.edu.co [email protected] Bogotá D. C., n.º 162, domingo 9 de diciembre de 2012 Publicación de la Universidad Nacional de Colombia • ISSN 1657-0987 24 8 La bruma del conflicto Dos obras de valioso significado artístico y conceptual se suman este año a la colección del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia. Se trata de las fotografías “Santa uno” y “Santa dos”, realizadas por el reconocido artista bogotano Miguel Ángel Rojas. Son imágenes en gran formato, intervenidas artísticamente de forma sutil pero evidente. Hacen parte del exitoso montaje “El camino corto”, que cierra con broche de oro un destacado año de exposiciones. Especial San Andrés Foto: Víctor Manuel Holguín/Unimedios Administración conjunta del mar contrarrestaría efectos del fallo Estructurar una política de vecindad que acerque a los países, abogue por la integración y la cooperación y, sobre todo, revitalice el papel de los habitantes de las islas es una de las tres apuestas centrales que liderará, de forma durade- ra, la Universidad Nacional de Colombia. La relación del país con sus vecinos de la comunidad andina es un buen punto de partida para mitigar el impacto de la decisión de La Haya. Páginas 5 a 17

Especial San Andrés - UNPeriódicounperiodico.unal.edu.co/fileadmin/user_upload/UNPeriodico162.pdf · a 59,1%. Además, el retraimiento productivo de China, India y Brasil, en este

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www.unperiodico.unal.edu.co • [email protected]á D. C., n.º 162, domingo 9 de diciembre de 2012

Publicación de la Universidad Nacional de Colombia • ISSN 1657-0987

24

8La bruma del conflictoDos obras de valioso significado artístico y conceptual se suman este año a la colección del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia. Se trata de las fotografías “Santa uno” y “Santa dos”, realizadas por el reconocido artista bogotano Miguel Ángel Rojas. Son imágenes en gran formato, intervenidas artísticamente de forma sutil pero evidente. Hacen parte del exitoso montaje “El camino corto”, que cierra con broche de oro un destacado año de exposiciones.

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Administración conjunta del mar contrarrestaría efectos del fallo

Estructurar una política de vecindad que acerque a los países, abogue por la integración y la cooperación y, sobre todo, revitalice el papel de los habitantes de las islas es una de las tres apuestas centrales que liderará, de forma durade-ra, la Universidad Nacional de Colombia. La relación del país con sus vecinos de la comunidad andina es un buen punto de partida para mitigar el impacto de la decisión de La Haya.

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Director: Jaime Franky RodríguezCoordinación periodística: Nelly Mendivelso Rodríguez Coordinación editorial: Carlos Andrey Patiño Guzmán

Comité editorial: Astrid Ulloa, Jorge Echavarria Carvajal, Horacio Torres, Luis Carlos Colon,André N. Roth, Juan Álvaro Echeverri, Álvaro Zerda

Diseño y diagramación: Ricardo González Angulo Corrección de estilo: Fernando Gaspar Dueñas Gestión administrativa: Jaime Lesmes Fonseca Impresión: CEET, Casa Editorial El Tiempo

Las opiniones expresadas por los autores y sus fuentes no comprometen los principios de la Universidad Nacional de Colombia ni las políticas de UN Periódico

Versión digital: www.unperiodico.unal.edu.co • Correo electrónico: [email protected] Teléfonos: 316 5348 y 316 5000, extensión: 18384 • Fax: 316 5232 • Edificio Uriel Gutiérrez, carrera 45 n.º 26-85, piso 5.º • ISNN 1657-0987

La caída de la rentabilidad es el telón de fondo de la crisis de la deuda y esta, a la vez, es el pretexto para aplicar severas políticas de austeridad que disminuyen los salarios. Alemania influye en la for-mación de la deuda, pero el restablecimiento de la tasa de ganancia no está garantizado.

Orlando Gutiérrez Rozo,Facultad de Ciencias Económicas

Universidad Nacional de Colombia

En Europa, la situación de so-breacumulación de capital, ma-terializada en los años noventa en una fuerte inversión produc-tiva, elevó a tal proporción tan-to la productividad laboral como la relación capital/trabajo, en un marco de salarios reprimidos, que condujo a una caída de la tasa de rentabilidad.

Seguidamente, ocurrió una re-versión de la tendencia inversora y el capital-dinero existente se volcó a la búsqueda de remuneraciones especulativas, que constituyen el marco en el cual se inscriben las crisis financiera y de deuda recien-tes. El desarrollo de estas se dio en un contexto de desregulación generalizada, de marcadas hetero-geneidades regionales y de estruc-turas distributivas de la renta muy desiguales en el continente.

Es allí en donde emerge el sobreendeudamiento, particular-mente en Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España (los PIIGS), pero ahora también en Chipre y, más recientemente, en Francia. Aun-que la deuda pública de casi to-dos estos países se ubicaba dentro de los parámetros del Maastricht (requisitos que deben cumplir los estados pertenecientes a la Unión Europea para constituir el euro) antes del estallido de la crisis (60% del PIB), el pasivo del sector pri-vado registrado por empresas y bancos creció enormemente y los Estados pasaron a responsabili-zarse de este.

En estas condiciones, el gasto público aumentó y los ingresos del Estado se deprimieron. Esto últi-mo se debe a que la crisis condujo a una reducción de la actividad económica que frenó la recauda-ción tributaria, la cual se complica aún más dadas las políticas favo-rables a la reducción de impuestos para el capital y para los ingresos más altos.

El papel alemán

Buena parte del endeuda-miento de estos países se relacio-na con la dinámica de Alemania, que venía mostrando superávit comercial, al aumentar sus expor-taciones hacia esas naciones y re-ciclar tales excedentes financieros

La exacerbaciónde la crisis europea

para dirigirlos principalmente a los PIIGS, en donde, en términos ge-nerales, se presentaba una deman-da significativamente débil.

Se trata de una estrategia ale-mana de endeudar a los vecinos para que le compren sus exporta-ciones, pero su creciente producti-vidad, que está en la base de estas, proviene de sus severas políticas de represión salarial.

Dos hechos adicionales son relevantes. Primero, que en este comercio exterior pesan de modo significativo las ventas de arma-mento, toda vez que Alemania es el tercer exportador mundial de productos bélicos. Segundo, que los bancos de los países europeos obtienen créditos del Banco Cen-tral Europeo por debajo del 1%, pero endeudan a los Estados a ta-sas muy superiores, con lo cual contribuyen a escalar las deudas estatales. Además, en circunstan-cias de crisis bancaria, los Gobier-nos “rescatan” instituciones finan-cieras privadas e incluso a algunas grandes empresas.

Para pagar esta deuda, la po-blación es conminada a severas políticas de “ajuste” o austeridad. Estas consisten, entre otras medi-das, en reducciones salariales, re-formas regresivas de los mercados del trabajo, pensiones y seguridad

social, privatizaciones, incremen-tos tributarios que afectan funda-mentalmente los ingresos de los trabajadores, disminuciones de los presupuestos públicos para educa-ción y salud, etc.

De cierto modo, se trata de la aplicación de un conjunto de medidas que ya se han ensayado en América Latina desde los años de la llamada “crisis de la deuda” y que ahora se hacen más evidentes en Europa.

Pero la verdad es que todas estas políticas no tienen el propó-sito real de hacer frente a la deuda, sino, más bien, de reconfigurar la relación capital-trabajo para favo-recer a dicho capital en el reparto del excedente y en detrimento del trabajo.

Medidas poco claras

La supuesta necesidad e inevi-tabilidad del “ajuste” es de carácter permanente en la medida en que se está aplicando desde décadas atrás y, para el caso de Europa, se vincula muy estrechamente con las restrictivas condiciones que se establecieron para constituir la moneda única (el euro). Igualmen-te, es de carácter salarial, en la medida en que apunta a abaratar la mano de obra.

En síntesis, se viene profun-dizando en una estrategia de re-composición económica, social y política que cree las condiciones apropiadas para garantizar nue-vamente los que se consideran ni-veles apropiados de rentabilidad que permitan reanudar el proceso de acumulación de capital. Desde luego, aún no se recrean las condi-ciones para que se dé dicho resta-blecimiento de las ganancias. Por tanto, las perspectivas de salida a la crisis no son claras.

Más aún, por ahora, el pano-rama para la economía mundial en su conjunto tampoco es muy pro-metedor. La alta dependencia de las exportaciones que ha mostrado Alemania parece estar encontran-do ya un serio límite, pues estas se han venido reduciendo en los últimos meses; lo cual, sin duda, repercutirá en la dinámica de su producción industrial.

En efecto, mientras que en 2009 ese país vendía a la Unión Eu-ropea un 62,3% de sus productos exportables, para finales de 2011 este porcentaje se había reducido a 59,1%. Además, el retraimiento productivo de China, India y Brasil, en este contexto de crisis mundial, no garantiza la sustitución de los mercados que está perdiendo el país líder europeo.

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Economía

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UN y ONUlideran foro sobre la paz

El Centro de Pensamiento y Seguimien-to al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia, con el apoyo de la ONU, llevará a cabo el foro Política de Desarrollo Agrario Integral (Enfoque Territorial). En este participarán unos 1.200 representantes de la sociedad. De esta manera, Gobierno y Farc recono-cen en la Institución un espacio legítimo de desarrollo de ideas que aportarán a la resolución del conflicto.

Fernando García Ardila,Unimedios

Por tratarse de un grupo legí-timo, comprometido e imparcial, el Gobierno nacional y las Fuerzas armadas revolucionarias de Co-lombia (Farc-EP) eligieron al Cen-tro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universi-dad Nacional de Colombia para que lleve a cabo el foro Política de Desarrollo Agrario Integral (Enfo-que Territorial).

Esta invitación surge de la Me-sa de Conversaciones que sesiona en Cuba y contará con el acom-pañamiento de la Organización de las Naciones Unidas. Esto “en cumplimiento del acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

Los negociadores desean que la UN y la ONU sirvan no solo de convocantes y realizadores, sino también de relatores de los debates y de garantes, para que lleven las conclusiones a la Mesa. El objetivo es recoger opiniones, propuestas e iniciativas que se conviertan en un insumo fundamental para dis-cutir el primer punto de la agenda acordada.

El profesor Alejo Vargas, vice-decano de Investigación y Exten-sión de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la UN en Bogotá y coordinador del Centro, manifiesta que la Institu-ción garantizará la participación de todos los sectores sociales que acudan al encuentro: comunida-des, sindicatos, partidos políticos, instituciones religiosas, universi-dades y empresarios, entre otros.

“El foro tiene que ser sinóni-mo no solo de participación, sino también de pluralidad, diversidad y representatividad, toda vez que esa es su esencia”, asegura.

Las dos instituciones sumarán su experiencia académica y técni-ca en los ámbitos internacional, nacional y regional, para recoger

el sentir de la sociedad civil y sus propuestas.

Centro de pensamiento

Tras conocerse públicamente el acuerdo firmado entre el Go-bierno de Colombia y la guerrilla de las Farc, el pasado 4 de sep-tiembre, la Universidad convocó a sus más destacados académicos y expertos en temas de paz, ne-gociación, conflicto y agro, entre otros, con el ánimo de poner en marcha un centro de pensamiento dedicado a este proceso.

Según el profesor Vargas, la propuesta fue muy oportuna, por-que la Institución, dada su legi-timidad social e independencia, puede y debe desempeñar un pa-pel cardinal en el desarrollo de esta causa nacional.

“Como la primera universi-dad del país, no podíamos estar al margen de este esfuerzo, que trata de resolver un problema endémi-co y de largo plazo, como lo es el conflicto armado, que tanto dolor y heridas ha causado en el teji-do de la sociedad colombiana. La propuesta es más bien un deber de todos los académicos y miembros de la UN”, argumenta.

El Centro de Pensamiento y Se-guimiento para la Paz contribuirá mediante dos grandes ejes.

El primero es elaborar docu-mentos de política (o policy papers) sobre los temas de la agenda de los diálogos.

“De manera rápida y apelan-do al conocimiento acumulado, los académicos podemos produ-cir propuestas sobre cada pun-to. Ideas concretas y precisas de solución para entregarles a las dos partes con el fin de encontrar acuerdos y consensos”, precisa el profesor Vargas.

Aclara que la Mesa no es un poder constituyente ni sustituto del Congreso de la República. Es un escenario de diálogo político entre las partes, por lo cual solo se pueden alcanzar acuerdos po-líticos.

“En La Habana no se logrará la restitución de tierras ni se diseñará la ley de ningún tema, pues la Me-sa no cuenta con capacidad deci-soria. La ejecución de esos pactos –que se tratará en la tercera fase, la de su implementación– debe cumplirse en escenarios institu-cionales como el Congreso o me-diante mecanismos legales como una constituyente o un referendo”, explica.

Equipo de trabajo

Para emprender esta labor se han conformado seis equipos de

trabajo, coordinados por docen-tes e investigadores de la UN. Los primeros cinco corresponden a los temas de la agenda: desarrollo agrario integral, a cargo de Jairo Estrada; participación política, de Fabio López de la Roche; cultivos ilícitos, de Catalina Toro; termina-ción del conflicto y dejación de ar-mas, de María Clemencia Castro; y víctimas, de Claudia Mosquera.

El sexto grupo aborda el pos-conflicto y es coordinado por el profesor Carlos Medina. Esta es una iniciativa propia del Centro, por cuanto es un tema fundamen-tal para el futuro del país.

La idea es que cada uno de los equipos invite a más expertos, a aquellos que quieran y consideren que pueden aportar.

El segundo eje comprende los foros de debate en la UN. El pri-mero, con la ONU, tendrá lugar en el Auditorio León de Greiff, entre el 17 y el 19 de diciembre. Los encuentros son fundamentales en la medida en que reivindican el papel de la universidad: estimular el análisis, el debate y la contro-versia. En ese sentido, también se propone instaurar una cátedra institucional para el año 2013, cu-ya primera versión estará dedica-da a estos temas.

“No pretende ser un ejercicio endogámico. Por eso, la invitación se extiende a otros académicos, a otras universidades locales e inter-nacionales y a diferentes sectores de la sociedad. De manera que la UN sea un espacio de debate abierto y respetuoso, en el cual las voces puedan oírse sin censura. Con unas reglas de juego claras, podemos participar en el debate”, resalta.

La invitación está abierta para que todos los actores sociales se sumen al propósito del Centro de Pensamiento de la UN: una socie-dad en la cual reine el sano debate y se respeten las diferencias.

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Nación

Sobre la premisa de aportar pero sin interferir, de cooperar y no competir, la UN acompañará el proceso de paz produciendo y entregando conocimiento.

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Los desafíos de ObamaEl reelegido presidente de EE. UU. tendrá que enfrentar retos cruciales tanto a nivel nacional como internacional: la salida a la crisis económica, las reformas sociales, la guerra en Asia central y la inestabilidad en Oriente Medio. Para hacerlo, requerirá de mayor capacidad de decisión política y de más cooperación bipartidista.Diana Marcela Rojas,

Codirectora del Centro de EstudiosEstadounidenses (CEE)

Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri)Universidad Nacional de Colombia

Después de ganar por un mar-gen más amplio de lo que vati-cinaban las encuestas (332 votos contra 206 en el colegio electoral; y 62 millones contra 59 en el voto popular), Obama se enfrenta aho-ra a un panorama más difícil que el de hace cuatro años. El lema de su primera campaña “Yes, we can” (“sí, podemos”) se ha transforma-do en el “Maybe, we will try” (“tal vez, lo intentaremos”).

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentará el presi-dente Barack Obama durante su segundo mandato?

Polarización política

Es bien sabido que la escena política de los últimos años se ha caracterizado por una fuerte pola-rización entre los dos partidos. La radicalización de las visiones y po-siciones hizo que, durante su pri-mer mandato, Obama se enfrenta-ra a una oposición sistemática de los republicanos en el Congreso a varias de sus iniciativas.

Luego de las recientes eleccio-nes, el panorama de un Congreso dividido se mantiene, con el Sena-do controlado por los demócratas y la Cámara de Representantes en manos de una mayoría republica-na. ¿Cómo logrará la Casa Blan-ca conciliar posiciones y evitar el obstruccionismo sistemático del partido opositor?

En su discurso de la victoria, Obama hizo un llamado a la con-cordia y mostró su disposición pa-ra buscar un consenso bipartidista que permita encontrarle salida a los problemas que enfrenta el país. Por su parte, el líder de los repu-blicanos en la cámara baja, John Boehner, declaró que era hora de sacar las lecciones de la reciente derrota republicana y de cooperar con los demócratas en las refor-mas más urgentes.

Sin embargo, más allá de las declaraciones, lo cierto es que el Partido Republicano libra una ba-talla interna entre los sectores más moderados y los más conservado-res (incitados por el movimien-to radical del Tea Party). De la recomposición y la capacidad de recentrar el partido dependerá, en buena medida, que las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo superen la parálisis política que ha prevalecido hasta ahora.

El abismo fiscal

El asunto más urgente para Obama lo constituye el llamado “precipicio fiscal” (fiscal cliff ). Antes del 1.º de enero de 2013, el Congreso deberá ponerse de acuerdo para aumentar el techo de la deuda. De lo contrario, entrarán en vigor una serie de medidas diri-

gidas a reducir el déficit fiscal, tales como drásticos recortes del gasto público y aumentos de impuestos.

Estas medidas pueden retrasar la recuperación de la economía estadounidense. Igualmente, el go-bierno de Obama deberá tomar medidas de choque frente al déficit fiscal, para evitar que la nota de calificación triple A del país sea rebajada por las calificadoras de riesgo.

No obstante, las posiciones están divididas. El Gobierno y los demócratas quieren que se au-menten los impuestos, pero so-lo para los más ricos, y que los recortes fiscales sean selectivos. Los republicanos prefieren una reducción generalizada de los im-puestos y, a cambio, ofrecen una reforma completa del código im-positivo.

Además, le exigen al presiden-te una reducción paralela de los gastos fiscales obligatorios (Medi-caire y pensiones). Pero lo cierto es que ninguno de los dos bandos está seguro de que tales medidas en efecto logren resolver la crisis económica del país.

Promesas pendientes

En las elecciones del 2008, Obama prometió una reforma mi-gratoria integral, lo que se tradujo en un respaldo mayoritario de los latinos. En su primer año, presentó

un proyecto de ley que no prospe-ró, pese a que contaba con la ma-yoría en ambas cámaras. Y no solo no se avanzó en la reforma, sino que, durante su primer mandato, las medidas en contra de los inmi-grantes ilegales se endurecieron (con un promedio anual de 400 mil deportaciones).

El Gobierno le dio su respaldo al Dream Act, una salida interme-dia entre una abierta amnistía y la deportación masiva. Esta iniciativa le otorga una residencia perma-nente condicionada a los jóvenes escolarizados que hayan llegado como menores de edad al país. Pe-ro el proyecto sigue estancado en el Congreso.

Dado que, nuevamente, parte de su triunfo se lo debe al voto de los latinos y otras minorías, Obama está obligado a sacar adelante la reforma migratoria en su segun-do mandato. Los vientos parecen ahora más favorables, dadas las declaraciones de los republicanos de mostrarse dispuestos a avanzar en el tema.

De otra parte, la reforma del sistema de salud, el llamado “Obamacare”, fue una de las pocas promesas cumplidas en el primer gobierno de Obama. Pese a esto, sigue pendiente el desafío de su implementación, puesto que la ley se enfrenta al descontento de los republicanos, que quieren, desde ya, reformarla.

Escenario internacional incierto

En el ámbito de la política exterior, los desafíos son múlti-ples: la salida de la crisis en Siria y la recomposición geopolítica de Oriente Medio; la prolongación de las situaciones de inestabilidad en Afganistán y Pakistán –así como el retiro de las tropas en los próximos dos años–; el estancamiento de las negociaciones del conflicto pales-tino-israelí; la amenaza de prolife-ración nuclear en Irán; el ascenso de China como segunda potencia mundial...

Tanto en lo referente a la sa-lida de la crisis económica como en lo que concierne a los asuntos de seguridad, el reto principal pa-ra Obama en los próximos cuatro años consiste en lograr un reajuste gradual del papel de liderazgo de los Estados Unidos en el orden global emergente.

Obama se halla ante un esce-nario complejo, tanto a nivel na-cional como internacional. Para hacerle frente va a requerir no solo de una mayor capacidad de per-suasión y negociación política, de más cooperación y recursos, sino, incluso, de buena suerte; pues, en un mundo crecientemente inter-dependiente, el destino de Estados Unidos ya no depende solo de sus dirigentes.

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Internacional

Uno de los retos del presidente Obama, durante su nueva administración, es sacar adelante la reforma migra-toria, pues la mayoría de los votos se los debe a los latinos.

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El fallo en el Caso de Nicaraguacontra Colombia: acatamiento crítico

La sentencia de la CIJ es cuestionable no por patriotismo ni porque sea de difícil ejecu-ción a la luz de la Constitución política, sino porque se aparta del método tradicional que el derecho del mar establece para trazar las delimitaciones marítimas.

Antonio José Rengifo Lozano,Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales

Universidad Nacional de Colombia

El fallo con que la Corte Inter-nacional de Justicia (CIJ) puso fin a la controversia territorial y maríti-ma propuesta por Nicaragua con-tra Colombia dejará registrado el 19 de noviembre de 2012 como un día aciago para la historia nacional y de los sanandresanos.

Ese día quedó roto el embrujo que, durante un siglo, ejerció el meridiano 82 en el imaginario co-lectivo de los colombianos y que nos había convencido de que la CIJ no se saldría del referente estable-cido por ese semicírculo del geoide terrestre, con ligeras variaciones de unas pocas millas al oeste, otras al este; un quiebre al sur, una curva al norte y caso concluido.

Nada de eso podría resultar. A partir del momento en que el país compareció ante la Corte, el me-ridiano perdió sentido jurídico y quedó así en lo que es, línea imagi-naria, y la ecuación marítima giró a favor de Nicaragua.

Desde la otra perspectiva, el fallo terminó con el “encierro” en que, según Daniel Ortega, Colom-bia habría sumido a Nicaragua; argumento simplista que pretende soslayar la cesión de soberanía de

la Costa Mosquitia por parte de nuestro país a favor del país cen-troamericano mediante el Tratado Esguerra-Bárcenas.

La sentencia hizo evidente que Colombia no estaba prepara-da para reaccionar a los escenarios eventuales de la CIJ, que debieron ser previstos por los responsables a cargo y cuya confusión se hizo patente en las reacciones manifes-tadas en el marco del defendible derecho fundamental a la libertad de expresión: muchas puramente emocionales y no exentas de tintes patrióticos; muy pocas realmente informadas sobre las complejida-des de la decisión y los entreveros de una nueva delimitación.

Una primera lectura del fa-llo permite, en este breve espa-cio, presentar sus fundamentos e implicaciones más esenciales. Se trata de señalar también algunas inconsistencias de la estrategia de Colombia en ese caso y de sugerir, sin entrar en detalles, alguna salida conforme al derecho internacional y a los intereses nacionales y de los sanandresanos.

Delimitación

La zona económica exclusi-va es el espacio marítimo que se extiende 200 millas náuticas (370

kilómetros) a partir de la línea cos-tera. En esta a los Estados costeros les son reconocidos, básicamente, derechos especiales para explotar y usar los recursos naturales (vivos y no vivos), incluida la producción de energía a partir del agua y el viento.

Los demás países, acatando las normas y leyes del Estado costero, tienen libertad de navegación y sobrevuelo y pueden instalar oleo-ductos y cables en esa área.

La demarcación de fronteras marítimas entre dos o más Estados en las zonas reconocidas por el de-recho del mar (mar territorial, zona contigua, plataforma continental y zona económica exclusiva) es un proceso complejo, para el cual se reconocen dos grandes métodos.

El primero consiste en la línea equidistante, o línea media equi-distante, trazada con respecto a los puntos más cercanos a las costas.

El segundo atiende a princi-pios de equidad y busca reme-diar las inequidades que pudie-ran surgir del trazado de la línea equidistante. Siguiendo el derecho consuetudinario y la Convención sobre el Derecho del Mar (CDM), cuando es aplicable, la CIJ, por lo general, utiliza ambos métodos.

Una de las mayores preocupa-ciones del derecho del mar ha con-

sistido en evitar que en el proceso de delimitación marítima inter-vengan, por vía de la sutil y etérea equidad, elementos subjetivos por parte de quienes tienen la respon-sabilidad de trazarla.

Es pertinente mencionar que, en relación con los elementos subjetivos, en otra instancia judi-cial internacional, pero también en un caso de demarcación marí-tima (caso de Bangladesh contra Myanmar, tramitado ante el Tribu-nal Internacional de Derecho del Mar), los jueces Dolliver Nelson, Chandrasekhara Rao y Jean-Pierre Cot, en marzo de 2012, alertaron sobre las graves consecuencias de introducir elementos distintos a la regla de equidistancia y circuns-tancias relevantes; pues equivale a reintroducir elementos subjetivos, con los menoscabos evidentes de la debida seguridad jurídica para los Estados.

La decisión

En su sentencia del 19 de no-viembre, la CIJ decidió que los ca-yos pertenecientes a las islas mayo-res del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina esta-ban bajo soberanía colombiana.

El observador desprevenido podrá preguntarse si ameritaba,

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NICARAGUA

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Área en disputa

San Andrés

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COSTA RICA COLOMBIA

Meridiano 82

Cayo Serranilla Cayo Bajo Nuevo

MAR COMPARTIDOCON JAMAICA

ÁREA MARÍTIMADE COLOMBIA

ÁREA MARÍTIMADE NICARAGUA

ÁREA MARÍTIMADE PANAMÁ

MAR DE COSTA RICA

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para el país, comparecer en un proceso de once años, por el cual incurrió en altos costos financie-ros y políticos, para que la Corte dijera que son de Colombia las islas y los cayos sobre los cuales nuestro país ha ejercido soberanía durante toda su historia (tal como corroboró dicho tribunal).

En la segunda parte de la de-cisión, la CIJ trazó la delimitación marítima presentada en el mapa (véase gráfico). Reconoció a Nica-ragua un área marina, alrededor de los territorios insulares de Co-lombia, estimada en más de 80.000 kilómetros cuadrados (un área equivalente a cuatro veces el de-partamento del Valle del Cauca), que pasan a constituir una zona económica exclusiva de Nicaragua.

Las áreas marítimas recono-cidas a ese país contienen recurso abundante en pesca y otras espe-cies marinas, presentan prospec-ción para la explotación de petróleo y gas y abrigan una zona declarada internacionalmente como Reserva de Biósfera. Muy probablemente existen también naufragios históri-cos, complejo asunto respecto del cual siguen vigentes las tensiones que han venido produciéndose en los últimos años en el escenario internacional.

Lo que nadie pudo prever fue el excesivo rigor aplicado por la Corte y el alcance de su decisión respecto de terceros Estados.

Faltaría más para que un Es-tado no pudiese reaccionar al cer-cenamiento de una parte consi-derable de su espacio marítimo y que una decisión excesiva y al-tamente cuestionable no pudiera ser cuestionada. Hacerlo es una obligación.

Baste solo mencionar, como dato indicador, que la decisión presenta una opinión disidente del juez Hisashi Owada (Japón), dos opiniones separadas (jueces de Francia y Estados Unidos) y cuatro declaraciones de un núme-ro igual de jueces.

El fallo es cuestionable no por algún sentimiento patriótico, sino porque introduce elementos sub-jetivos que van más allá del mé-todo que el derecho internacional del mar dicta a la CIJ para estable-cer una delimitación marítima. De esa manera, la Corte le da un giro a la evolución jurisprudencial en esta materia.

En Colombia parece estar abriéndose paso una argumenta-ción según la cual el fallo sería de difícil ejecución a la luz de la Cons-titución política. Ese argumento es difícilmente sustentable, por dos razones.

En primer lugar, por cuanto algunas corrientes del constitu-cionalismo moderno reconocen la supremacía del derecho interna-cional, admitida por la comunidad de Estados que aceptan libremen-te la superioridad y complemen-tariedad de instancias judiciales como la CIJ, la Corte Penal Inter-nacional y las Cortes de derechos humanos. Esta última dinámica es irreversible y es preciso man-tenerla a efectos de la protección eficaz de los derechos humanos y del derecho internacional huma-nitario (DIH).

En segundo lugar, la misma Constitución colombiana recono-ce una supremacía relativa y mo-derada del derecho internacional (artículos 9 y 101) que la Corte Constitucional ha desarrollado acogiendo las doctrinas que tien-den a conciliar el derecho inter-nacional con el derecho interno y que, incluso, podría permitir aca-

tar la decisión de la CIJ sin nece-sidad de celebrar un tratado con Nicaragua.

El fallo es cuestionable frente al derecho internacional y es en el escenario internacional donde cobrarían eficacia las objeciones de Colombia.

¿Pacto o no pacto?

El Tratado Americano de Solu-ciones Pacíficas, llamado Pacto de Bogotá, fue adoptado con los es-combros aún humeantes de abril de 1948. Ha sido objeto de fuertes críticas, principalmente por su es-tructura desueta, por sus dispo-sitivos oscuros –algunos de difícil ejecución— y por la poca acogida entre los países de la región.

El retiro de Colombia de ese pacto, “muy poco muy tarde”, ame-rita tres comentarios muy breves en este espacio.

Primero, Colombia pudo ha-ber sustentado su retiro con base en las críticas legitimas al Pacto, incluso liderando su reforma, de suerte que el retiro habría teni-do más contundencia y no habría aparecido como una reacción de inseguridad o como la consecuen-cia inevitable de una derrota que pudo ser evitada.

Segundo, aunque tardío, el re-tiro confirma que este es un meca-nismo legítimo que tienen los Es-tados para evitar comparecer ante la Corte y que pudo haber sido uti-lizado por Colombia eficazmente y con sólidos argumentos geográ-ficos y jurídicos hace diez, quince o, incluso, veinte años. Ahora es muy poco el tiempo por cuanto no blinda a Colombia de forma abso-

luta respecto de compromisos y controversias nuevas que podrían venir en el futuro.

Tercero, es de suponer que Co-lombia contempló, recientemente, mecanismos que pudieron haber mantenido su vinculación al Pacto de Bogotá, permitiendo el retiro o exclusión de aplicación de todos los procedimientos de que tratan los artículos 33 y 34 (para los casos de cosa juzgada y solución de con-troversias por vía de tratados), co-mo de forma previsiva lo expresó Perú en su reserva al firmar dicho pacto.

El acatamiento de los fallos de la CIJ es obligatorio. Pero acata-miento aquí no debe ser sinónimo de docilidad. Los mecanismos de revisión y de interpretación, con las limitaciones que impone su Es-tatuto, no dejan mayores espacios para que se pueda prever un cam-bio en su posición.

Lo que debería quedar bien claro es que las objeciones y las resistencias de Colombia a la de-cisión son legítimas y pueden ser bien sustentadas y presentadas en el escenario internacional ante las instancias que corresponde. No es aceptable que un Estado se quede impasible frente a un despojo de espacio marítimo de esas propor-ciones. O desproporciones.

Colombia debe salir más hacia el escenario internacional. Hay que explicar, persuadir, convencer a los países vecinos, a los países afecta-dos indirectamente por la decisión, a las academias colombianas y ex-tranjeras. Hay que ganar aliados. El fallo de la Corte provocará insegu-ridad e inquietud en otros países con conflictos de fronteras. Las re-

acciones no van a tardar. Colombia no está sola. Ahora es imperativo sustentar bien las inconsistencias y excesos jurídicos.

Colombia, país concentrado en los Andes, ha tenido por hori-zonte infinito sus montañas, no al espacio liso, abierto y ondulante del océano. Colombia, se ha dicho ya, no ha desarrollado una con-ciencia marítima. Es un país con amplias salidas a espacios maríti-mos que solo hasta hace poco pa-saron a figurar en los documentos de su política exterior.

Ahora aprenderá, a sus expen-sas, a atender, con mucha precau-ción, a su mar y a sus océanos, como también a las controversias y litigios que se desprendan del ejercicio de soberanía sobre esos espacios.

En conclusión, lo que permi-tirá a Colombia implementar el fallo de la CIJ en condiciones más propicias es la sustentación crítica de los excesos de la Corte, desde el derecho internacional y frente a la comunidad de Estados, con alianzas eficaces; y no según las dificultades que presenta nuestra Constitución política, argumenta-ción fácilmente rebatible y de poco sustento frente al derecho interna-cional.

La implementación de esa sentencia tomará años y en ese proceso deberán tener parte los sanandresanos.

Mientras tanto, el artista sigue hilvanando el lamento de sus co-plas: “este suelo tiene un nombre, desde el mar hasta la sierra; ¡ay, país, país, país!”. ¿Cómo estarán rimando sus coplas los sanandre-sanos?

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Delimitación marítima trazada por la CIJ, presenta el área en disputa entre Colombia y Nicaragua.

En las áreas marítimas reconocidas a Nicaragua muy probablemente existen también naufragios históricos.

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Educación para salvara San Andrés

Una decidida política para ofrecer a las siguientes generaciones de isleños una educación que los saque de los últimos niveles de educa-ción del país y les ofrezca la opción de formarse en todas las áreas del conocimiento sería la mayor apuesta para salvar al Archipiélago de la indiferencia y el abandono en que ha permanecido. Las acciones que propone la UN, lideradas por la Rectoría, y las que ha adelantado en San Andrés podrían ilustrar a los Gobiernos sobre cómo rescatar e in-tegrar a la población.

Ignacio Mantilla Prada,Rector Universidad Nacional de Colombia

Los expertos afirman que Co-lombia ha perdido el derecho so-bre 80.000 kilómetros cuadrados de territorio marítimo (el 54% del área marítima protegida), lo cual podría generar una inestabilidad económica mayor a los poblado-res de territorios colombianos de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Aun cuando la Corte Interna-cional de Justicia de La Haya re-afirmó la pertenencia a Colombia de los cayos e islotes en disputa, debo confesar que la primera sen-sación que suscitó esta noticia es la de un golpe al orgullo nacional. Sin embargo, el desafortunado fa-llo ha traído un brochazo de cul-tura geográfica a la mayoría de los colombianos y nos ha permitido conocer el nombre de cayos que estuvieron en disputa, tales como Albuquerque y Bajo Nuevo.

Creo que en el interior del país sabemos muy poco de esta región de playas paradisíacas: que los rai-zales tienen una cultura religiosa, que uno de sus platos típicos es el rondón y que su lengua es el creo-le. También es conocido que los isleños han perdido lentamente la posibilidad de vivir del turismo, toda vez que las grandes empresas ofrecen al turista planes “todo in-cluido” que lo poco que dejan en la isla es un volumen nada despre-ciable de basura y desperdicios.

La sensación de estar per-diendo a San Andrés nos invita a preguntarnos si ha hecho parte integral del país y ha participado en sus decisiones. Creo que el Ar-chipiélago deberá ser salvado de la pobreza ofreciendo oportunidades diversas y reales a sus habitantes, especialmente a los jóvenes. Estoy plenamente convencido: la mayor apuesta que se puede hacer para salvar a San Andrés de la indife-rencia y del abandono del Estado y del resto de los colombianos es la educación.

Quisiera estar seguro de que en el plan especial mencio-nado por el presidente Santos,

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La UN ofrece 64 carreras dentro de un programa especial de admisión que les permite a los jóvenes cursar los primeros semestres en San Andrés y, posteriormente, continuar sus estudios en las sedes andinas de Bogotá, Medellín, Manizales o Palmira.

además de buscar soluciones al problema económico, se incluya una decidida política para ofre-cer a las siguientes generaciones de isleños una educación que los saque de los últimos niveles de formación del país y les ofrezca la opción de formarse en todas las áreas del conocimiento, para ser competitivos en un mundo globalizado.

Las condiciones de abandono en que ha permanecido el departa-mento deben ser corregidas, pues San Andrés, Providencia y Santa Catalina podrían estar en riesgo de perderse, no solo por demandas de Gobiernos vecinos, sino por la decisión de sus propios habitantes de no querer seguir siendo parte de un país que no los integra.

UN, presencia real en San Andrés

La Universidad Nacional de Colombia, en un intento por inte-grar regiones de frontera al sistema de educación superior del país, creó desde hace quince años sedes en Arauca, Leticia, San Andrés y Tumaco. En el caso de San Andrés,

la sede demuestra una presencia real, que ha sido fortalecida por todas las direcciones de la Univer-sidad desde su creación.

Actualmente, se desarrollan allí programas de posgrado: Maes-tría y Doctorado en Biología Mari-na, Maestrías en Estudios del Cari-be, en Administración de Empresas y en Medioambiente y Desarrollo.

Aun cuando el número de nuevos bachilleres anuales de la isla no sobrepasa los 700 y solo el 10% opta por adelantar estudios universitarios, la Universidad les ofrece a estos jóvenes la posibi-lidad de elegir entre 64 carreras distintas. Se trata de un programa especial de admisión que les per-mite cursar los primeros semestres en San Andrés y, posteriormente, continuar los estudios en las sedes andinas de Bogotá, Medellín, Ma-nizales o Palmira.

Este audaz y exitoso programa es la mejor opción de educación superior en el Archipiélago y se complementa con verdaderos pro-gramas de bienestar universitario, para que los jóvenes puedan soste-nerse hasta culminar sus estudios. La meta actual es llegar a cubrir, al

menos, al 30% de los bachilleres. Me sorprende saber, por ejemplo, que solo cinco jóvenes de Provi-dencia solicitaron admisión.

Adicionalmente, la Institución construyó en San Andrés el Jardín Botánico, que actualmente admi-nistra. Este espacio posee la más significativa muestra de especies nativas y sirve de centro de inves-tigación en biología y áreas afines, así como, por supuesto, de atracti-vo turístico.

La nueva directora de la se-de Caribe, la profesora Johannie James, de origen raizal, se formó en la sede Bogotá gracias a otro importante programa de la Uni-versidad que admite a los mejores bachilleres de municipios pobres. Su formación doctoral posterior en el exterior y su vinculación como profesora y ahora directiva es ga-rantía de inclusión y equidad para el desarrollo.

El ejemplo de la Universidad Nacional de Colombia, como ac-ción compensatoria del Estado pa-ra San Andrés, debe ilustrar a los Gobiernos sobre cómo rescatar e integrar a la población del Archi-piélago.

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Administración conjunta del mar contrarrestaría efectos del fallo

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Johannie L. James Cruz,Directora de la sede Caribe

Universidad Nacional de Colombia

Ha sido tradicional que, ante las discusiones con Nicaragua so-bre la soberanía de Colombia en el mar Caribe, la reacción sea la mis-ma: reforzamiento del contingente militar; visita de altos funcionarios del Estado para ratificar la sobera-nía sobre las islas; y una gran inver-sión de recursos para resolver los problemas sociales y económicos, que se hacen públicos gracias a la atención de los medios durante la coyuntura.

En algunos aspectos, esta si-tuación ha sido ventajosa para la comunidad local. Pero no por eso deja de ser circunstancial y no res-ponde a una estrategia de largo plazo del país respecto a sus fron-teras marítimas y su administra-ción.

En 1969, cuando Nicaragua otorgó concesiones para adelantar la exploración petrolera en áreas que comprenden territorio marí-timo colombiano, el Archipiélago fue designado intendencia espe-

cial, para que gozara de mayor au-tonomía financiera y administrati-va que el resto de intendencias.

En los años ochenta, en me-dio del conflicto centroamericano que amenazaba con extender sus consecuencias a las islas, se ejecu-taron importantes obras de infra-estructura de servicios públicos y se estableció un marco legislativo que intentaba subsanar las nefas-tas consecuencias del puerto libre.

Es así como se instalaron plantas eléctricas y se construyó una planta de reciclaje de basuras y otra desalinizadora de agua. Asi-mismo, se promulgaron decretos para controlar la masiva inmigra-ción (Decreto 471 de 1986); pro-teger el patrimonio cultural de la población isleña (Decreto 473 de 1986) y dar un fuerte impulso al turismo (Decreto 470 de 1986).

Históricamente, las diferen-cias con Nicaragua han ofrecido un contexto favorable para resolver nuestros disensos fronterizos con nuestros vecinos de Centroaméri-ca y el Caribe.

La suscripción del tratado Vas-quez-Saccio con Estados Unidos

en 1972, que reconoce la soberanía colombiana sobre los cayos Ronca-dor y Quitasueño, estuvo motiva-da por las pretensiones de nicara-güenses sobre estos.

Más allá de los tratados

Como estrategia de defensa, el Gobierno colombiano decidió consolidar sus fronteras marítimas en el Caribe, con el argumento de que el reconocimiento de la sobe-ranía colombiana sobre las islas, por parte de sus vecinos caribeños, restaba contundencia a las preten-siones de Nicaragua.

Por eso, suscribió el tratado Lievano-Boyd con Panamá (en 1976); el tratado Fernández-Facio con Costa Rica (en 1977); y los tratados Lievano-Brutus y Lieva-no-Jimenez con Haití y República Dominicana, respectivamente (en 1978).

Pero no ha desarrollado una política de vecindades en la fron-tera marítima que trascienda el interés político e involucre la inter-vención académica, económica y social entre países hermanos, con

miras a establecer una zona de in-tegración fronteriza.

También ha sido una constan-te que, al suscribir estos tratados, no se considera la opinión de la comunidad de las islas, e incluso se ha hecho a costa de ceder parte del territorio nacional.

La promulgación de la Ley 34 de 1986, que permitía a buques jamaiquinos pescar en aguas terri-toriales colombianas, y el tratado Ramírez-López, suscrito con Hon-duras ese mismo año y que cedió a este país cerca de 35 mil kilómetros cuadrados de territorio marino, se efectuó haciendo caso omiso de la oposición de la comunidad local.

Además, poco se ha hecho en términos de reparar la ruptura de lazos afectivos, familiares y comer-ciales entre pueblos hermanos que se debaten en la confrontación en-tre Estados.

En 1928 se dio la primera gran fragmentación del territorio, en la cual el meridiano 82 marcaba el límite en un archipiélago que has-ta ese entonces funcionaba como una integralidad. Esta segmenta-ción agudizó la crisis del coco, cu-

Estructurar una política de vecindad que acerque a los países, abogue por la integración y la cooperación y, sobre todo, revitalice el papel de los habitantes de las islas es una de las tres apuestas centrales que liderará, de forma duradera, la Universidad Nacional de Colombia. La relación del país con sus vecinos de la comunidad andina es un buen punto de partida para mitigar el impacto de la decisión de La Haya.

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yos productores tuvieron que en-frentar la disminución del precio internacional y las consecuencias de tener cultivos en dos países diferentes.

El reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, que modificó los límites marítimos entre Colombia y Nica-ragua, evidencia una realidad que no ha cambiado en más de ochen-ta años de disputa: la defensa no involucra a la comunidad; rumo-res sobre la presencia de hidrocar-buros en la zona; una nueva frag-mentación del territorio insular; la reacción de Colombia frente a la comunidad isleña, que no ha sido tampoco distinta; reforzamiento del contingente militar y policial; inversión de recursos para aliviar algunos de los problemas sociales que enfrentan las islas; y, luego, desplazamiento de la atención na-cional hacia otros asuntos.

En esta oportunidad, se for-mula el Plan San Andrés, al cual se estima que se destinarán 170.000 millones de pesos.

Propuestas de la academia

Todo esto hace obvio que Co-lombia carece de una política de vecindades en el Caribe: una de integración y cooperación mutua entre países que comparten fron-teras marítimas que vaya más allá de la suscripción de tratados y que abogue por la administración conjunta del mar; una que revierta el desarrollo económico desigual que se presenta en el Archipiélago mediante inversiones económicas contundentes.

Por esta razón, la Universidad Nacional de Colombia en el Cari-be, comprometida con el desarro-llo sostenible de la región, lidera la formulación de un gran proyecto que apunta a atender tres fren-tes de acción fundamentales en el contexto actual.

Primero, crear un observato-rio que haga seguimiento de las repercusiones socioeconómicas y ambientales del fallo, con el pro-pósito de diseñar políticas que permitan mitigar los efectos ne-gativos sobre los más afectados e identificar acciones oportunas pa-ra proteger la Reserva de Biósfera Seaflower.

Segundo, proponer y forta-lecer proyectos productivos que permitan plantear alternativas de generación de ingresos para la co-munidad.

En el marco de este objetivo, la sede trabaja con la Secretaría de Agricultura y Pesca Departamental en la elaboración participativa del Plan de Ordenamiento Pesquero y en la ejecución de un proyecto de seguridad alimentaria.

Asimismo, desde el año 2005, la sede promueve el turismo aca-démico, a través del programa de inmersión en inglés. Esta inicia-tiva, que tiene el apoyo del Mi-nisterio de Educación Nacional, impulsa las posadas nativas (como alternativa de hospedaje), aprove-cha las ventajas comparativas de las islas en términos de manejo del inglés y comparte con los partici-pantes la riqueza cultural de este territorio insular.

Gracias a este programa, más de 500 docentes de distintas re-giones del país se han capacitado en San Andrés y se ha entregado a la comunidad local una atractiva alternativa de generación de in-gresos. El propósito de la UN en el Caribe es fortalecer este programa y ampliar su cobertura al resto de la región.

En términos de programas académicos, la UN, en cuanto úni-ca institución de educación supe-rior presente en el Archipiélago desde 1995, ofrece a los residentes del departamento 50 cupos en 47 carreras de las áreas de Ciencias Naturales, Ciencias Agropecuarias, Ciencias de la Salud, Ciencias Eco-nómicas e Ingenierías, en el marco del Programa Especial de Admi-sión y Movilidad (Peama).

En posgrado ofrece la Maestría en Estudios del Caribe; la Maestría y Doctorado en Ciencias (línea de Biología Marina) y la Maestría en Administración, que actualmente implementa la sede Manizales en la sede Caribe.

Tercero, dar un apoyo claro a la Política Nacional de Océanos y Espacios Costeros para consolidar la posición del país frente al mar.

En la búsqueda de este propó-sito, la sede celebrará el simposio “Las ciencias del mar en la Uni-versidad Nacional de Colombia: una mirada desde el Pacífico y el Caribe colombianos, encuentro de tres fronteras”. Este evento tendrá lugar en la sede Tumaco, entre el 4 y 5 de diciembre de 2012, y en él se discutirá el plan de acción de la Institución sobre investigación en el mar.

Por último, pero no menos im-portante, se busca retomar los con-ceptos de vecindad e integración fronteriza en cuanto dimensiones

en las que Colombia ya ha adqui-rido una larga experiencia gracias a la relación con sus vecinos de la comunidad andina, con los cuales comparte fronteras terrestres.

Las comisiones de vecindad y las zonas de integración fronteriza (ZIF) son experiencias que podrían implementarse y fortalecerse con nuestros vecinos del Gran Caribe, para abordar temas económicos, políticos y sociales que afectan directamente a los habitantes de nuestras fronteras.

Construir vecindad

El proyecto supone pensar en varios aspectos: en el significado de la vecindad en el mar, en par-ticular en uno semicerrado como el Caribe; en las implicaciones que tiene delimitar el mar para los nati-vos isleños, que viven y dependen de su interacción constante con él; y en cómo un hecho fortuito (como el fallo de la CIJ) puede proporcionar el contexto propicio para emprender estas iniciativas.

A este respecto, se han estable-cido lazos con la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) y con la Red de Universidades In-terculturales de Centroamérica y Latinoamérica, con el objeto de desarrollar actividades conjuntas en el marco de la educación inter-cultural.

Para esto, se han hecho in-tercambios docentes, como el de la profesora Altha Hooker, direc-tora de la URACCAN, y Guillermo McLean, profesor del Instituto de Promoción e Investigación Lin-güística y Revitalización Cultural, también de esta institución. Este último participa en la construc-ción de la política lingüística para el Archipiélago.

A su vez, la profesora Raquel Sanmiguel, docente de la UN en el Caribe, participará en el II Sim-posio Internacional sobre Inter-culturalidad y Educación Superior, que se llevará a cabo en Managua (Nicaragua), entre el 4 y 5 de di-ciembre de 2012. Allí, se espera concretar proyectos de coopera-ción académica.

La UN hace un llamado a los sectores sociales y universitarios de los países caribeños con los cuales compartimos mar y fronteras para que nos apropiemos de nuestra historia fronteriza, de nuestros re-cursos y de la resolución pacífica de nuestros conflictos.

Debe predominar un para-digma integracionista y de coope-ración de Colombia con el Gran Caribe, pues es el mecanismo más adecuado para enfrentar los efec-tos adversos derivados de las deci-siones tomadas por actores ajenos a las realidades de estos territorios, de sus poblaciones y de la vida en el mar.

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Desde 1995, la UN es la única institución de educación superior presente en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

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UN en el Caribe: 15 añossolucionando problemas reales

La nueva delimitación de la frontera marítima con Nicaragua deja varias incertidumbres en lo ambiental, económico, social e investigativo. En este contexto, la Universidad Nacional de Colombia asumirá nuevos compromisos que se suman a una larga lista de acciones llevadas a cabo desde 1997, con las cuales ha visibilizado la importancia nacional e internacional del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Especial SAN ANDRÉS

Carlos Andrey Patiño,Unimedios

Para los científicos colombia-nos, ir a los cayos de Quitasueño y Serrana –ahora envueltos en mar nicaragüense– siempre ha sido complicado por la distancia y las condiciones meteorológicas, pero ahora hay una variable más: tener que pasar por aguas internacio-nales.

“Nos han explicado que pode-mos ir y no pasará nada. Pero no es así. Los pescadores cuentan cómo han sido, de alguna manera, hos-tigados en aguas colombianas por barcos de otras banderas”, asegura el biólogo José Ernesto Mancera, profesor e investigador de la Uni-versidad Nacional de Colombia en el Caribe.

La nueva delimitación com-plicará más la posibilidad de se-guir haciendo investigación en esa extensa y biodiversa región. Asimismo, podría convertirse en un obstáculo para la conserva-ción sostenible de los recursos de la Reserva de Biósfera Seaflower, una extensa área marítima por la que Colombia luchó para que la Unesco le diera ese estatus, dice Mancera.

Para los investigadores, cientí-ficos, docentes y estudiantes de la sede, que desde hace quince años han explorado ese territorio en to-dos los ámbitos, no deja de causar preocupación que su trabajo jui-cioso, consistente y permanente se vea limitado por la nueva realidad geográfica y política.

Y es que, desde cuando la UN llegó al Archipiélago, en 1997 –pri-mero con el Instituto de Estudios del Caribe y dos años después con programas de formación supe-rior–, se comenzó a gestar una visión de este territorio que permi-tió entenderlo no solo como brisa, playa y sol, sino como una región con capacidad para desarrollar ciencia, tecnología e innovación y potenciar su riqueza cultural.

Presencia contundente

Con el trabajo académico, la UN ha planteado soluciones a pro-blemas tangibles de las comuni-dades. Un ejemplo es el Programa Nacional de Transferencia de Tec-nología Agropecuaria (Pronatta), con el cual se capacitó a las fami-lias porcicultoras (una de las acti-vidades vitales de San Andrés) para que convirtieran el estiércol de los cerdos en abonos orgánicos.

Así se atacó un grave proble-ma de contaminación ambiental, que se convirtió en ganancia para otro sector crítico de la isla, la agri-

cultura, dado que sus suelos son poco fértiles.

Mediante sus seis grupos de investigación, acreditados por Colciencias, la Universidad ha avanzado en este conocimiento, fundamental para el Caribe insu-lar y continental colombiano. Los resultados de las investigaciones han sido ampliamente divulgados durante los procesos de formación y evaluados por pares académicos a través de tesis, artículos cientí-ficos y libros, que suman más de quinientos productos.

A ciencia cierta

A raíz de esas pesquisas, se han estudiado problemáticas co-tidianas sobre las cuales no había suficiente conocimiento. Tal es el caso de la ciguatera, una enferme-dad producida por la ingesta de productos marinos que tuvieron contacto con seres unicelulares

tóxicos que se hallan en los arre-cifes.

“Antes una intoxicación de es-te tipo pasaba inadvertida por falta de información. Ahora se cuenta con tratamientos para contrarres-tar dicha afección, típica de los mares tropicales, gracias a los tra-bajos de expertos de la UN”, señala el profesor Mancera.

En trabajos de exploración biológica se ha caracterizado la vida terrestre y marítima de las is-las. El conocimiento sobre tipos de algas, pastos marinos, manglares, árboles nativos, insectos y peces ha quedado en el registro local y nacional.

La bióloga Brigitte Gavio lleva cinco años investigando la botá-nica marina en el Archipiélago, y considera que el más relevante de sus proyectos es el inventario de la diversidad de macroalgas.

“El año pasado fuimos a los Cayos del Norte, Quitasueño, Se-

rrana y Roncador, e hicimos una expedición con la Gobernación y la Corporación Coralina para eva-luar el estado de la biodiversidad. Encontramos muchísimas espe-cies que nunca antes se habían reportado en San Andrés y ni si-quiera en Colombia”, cuenta.

Ahora se siente afectada por-que “el área que le quedó a Colom-bia es supremamente restringida, es el cayo y no más, prácticamente no hay aguas aledañas; entonces, toda el área de afuera no podrá ser investigada”.

La profesora estima que hay alrededor de 90 nuevos registros de especies, lo que demuestra que la riqueza biológica de la región ha sido poco estudiada.

“La investigación está en mar-cha. Hemos encontrado que la biodiversidad es muy alta. Pero estamos preocupados porque las intenciones de Nicaragua no van en el sentido de la conservación”, manifiesta la docente.

Petróleo, el mayor temor

Para pescadores, científicos y buena parte de la opinión pública colombiana, una de las preocupa-ciones es que, en manos sandinis-tas, se abran las puertas a la explo-ración y explotación petrolera.

Esto ya se había descartado en Colombia gracias a la interven-ción de la autoridad ambiental del Archipiélago (la Corporación Coralina), a las recomendaciones de la UN y a las protestas de los isleños.

En 2011, una acción popu-lar interpuesta por Coralina hizo suspender las licencias que ha-bían sido otorgadas por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) a la Empresa Colombiana de Pe-tróleos (Ecopetrol) y a las compa-ñías Repsol (de España) y YPF (de Argentina).

Los permisos pretendían de-sarrollar proyectos en el banco Quitasueño (cayo 1, de 944 mil hectáreas) y en Providencia (cayo 5, de cerca de un millón de hectá-reas), en donde se estima que exis-ten depósitos submarinos de gas.

“Aún no se entiende cómo la ANH otorgó a estas compañías pe-troleras los derechos de los cayos sin tener en cuenta la opinión de la comunidad insular, indispuesta también por el impacto social y cultural que podría tener la explo-tación”, declaró en su momento Elizabeth Taylor, entonces directo-ra de la corporación.

La fuga de hidrocarburos pue-de acabar con cientos de años de biósfera, advierte el profesor Man-

Este proceso de investigación en algas marinas es una muestra de cómo la ciencia, la tecnología y la innovación han sido fundamentales para el desarrollo del Archipiélago.

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El Jardín Botánicodel Caribe

Con una colección viva de 423 especies vegetales, representa-tiva de la flora caribeña, y un herbario que favorece la divul-gación del patrimonio natural de Colombia, el Jardín Botánico de la UN en el Caribe, situado en San Andrés, es uno de los epicen-tros de la investigación botánica en Colombia. Este espacio es vi-sitado anualmente por más de 10.000 personas, entre nativos, residentes y turistas nacionales e internacionales.

cera: “Basta ver lo ocurrido en el Golfo de México en el año 2010, cuando 4,4 billones de barriles de crudo fueron expulsados al mar durante 87 días, lo que amenazó la existencia de aproximadamen-te 400 especies de flora y fauna. Este desastre superó el de Alaska de 1989, cuyo resultado fue la de-vastación total de la fauna de la región con 11 millones de galones derramados”.

La profesora Gavio explica que la contaminación por petróleo tie-ne diferentes efectos: causa sofo-camiento de los pólipos (animales coloniales que forman el arrecife coralino) y reduce la posibilidad de vida de las larvas, la produc-ción de gametos (células sexuales) y la fertilidad de las especies. El deterioro del arrecife puede ser de mediano o largo plazo.

La esperanza es que la aca-demia nicaragüense –con la que la UN en el Caribe tiene buenas relaciones– logre incidir en las de-cisiones políticas de ese país. Lo ideal es que ese tipo de desarrollo económico de extracción no se presente. De lo contrario, la la-bor científica y de conservación de quince años se iría al suelo y se verían perjudicadas las comunida-des a ambos lados de la frontera.

Riqueza en lo profundo

La bióloga Adriana Santos, directora del Jardín Botánico de la UN, ubicado en San Andrés, dice que con el concurso de otras sedes, especialmente Bogotá, la Institución está fuertemente com-prometida con la pesca.

“Las investigaciones apuntan a obtener datos ambientales confia-

bles e integrales para entregar pau-tas de manejo pesquero. La Uni-versidad trabaja con los pescadores artesanales e industriales para apor-tarles conocimientos”, informa.

De igual manera, la UN lidera proyectos interinstitucionales, co-mo el Programa de Ordenamiento Pesquero, para el cual se recopi-laron trabajos sobre la pesquería natural (langosta, caracol y peces), sus aspectos socioeconómicos y

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En un trabajo conjunto con los pescadores, la UN ha elaborado mapas de navegación y pautas de manejo pesquero, entre otros desarrollos.

La captura del caracol pala se verá afectada con el fallo, pues esta espe-cie abunda en el norte del Archipiélago.

sus estadísticas. Las herramientas permitieron formular guías de ges-tión que fueron presentadas a la Junta Departamental de Pesca.

Pero el nuevo panorama fron-terizo, resalta la profesora Santos, restringirá el acceso de los pesca-dores sanandresanos a la langosta espinosa (que genera exportacio-nes por seis millones de dólares al año) ya que se captura en el extremo noroeste de la isla, en la zona llamada Luna Verde o la Es-quina, un punto comercialmente estratégico al que ya no se tendrá acceso.

“La situación es crítica, pues la zona de mayor abundancia, par-ticularmente de langosta espino-sa, de caracol pala y de peces, es el norte del Archipiélago. Así, se afec-ta no solo la producción industrial, sino también una parte de la arte-sanal, ya que los pescadores van al área por el agotamiento en otras zonas”, advierte.

Ante esta realidad, se verá re-ducida la pesca artesanal e indus-trial de pargos, meros, barracudas y atunes. “La pérdida es de un porcentaje enorme”, indica.

“Otro motivo de preocupa-ción es que el área corresponde a la Reserva de Biósfera Seaflower, que incluye la conectividad eco-sistémica y de las comunidades culturales. Es absurdo tener esos enclaves en los cayos. ¿Cómo va-mos a conservar las poblaciones que no conocen los límites: las lar-vas, los huevos, el fitoplancton?”, cuestiona.

Concluye: “A este ambiente lo hemos venido estudiando, cui-dando y defendiendo, incluso, de la explotación petrolera que el Gobierno colombiano quiso ha-cer. Trabajamos modelos holís-ticos de manejo de reserva de biósfera, de conservación y apro-vechamiento. Pero la fragmenta-ción amenaza con romper estos espacios vitales”.

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Del diferendoal consenso

Guardadas las proporciones de modo, tiempo y lugar, las reacciones patrió-ticas que suscitó el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Ha-ya no parecen diferenciarse mucho de las ocurridas cuando Panamá se separó de Colombia el 3 de noviembre de 1903: protestas, llamados a filas de la juventud bogotana, discursos encendidos y un in-tento de invasión a Panamá que terminó en Titumate (Chocó).

Francisco AvellaSede Caribe

Universidad Nacional de Colombia

Hoy, 109 años después de la separación de Panamá, los edito-riales y columnas de opinión van desde la protesta abierta contra “el fiasco de la Cancillería colom-biana, que entregará una vez más otro pedazo del territorio colom-biano a uno de nuestros vecinos” (Hermes Tovar Pinzón, “El país sin su mitad”, El Espectador, 25 de no-viembre de 2012), hasta el reco-nocimiento de que “los resultados en La Haya son mejores de lo pre-visible; y ahora ese nacionalismo de banderitas está excitado y pide que no obedezcamos la decisión de la Corte, como si fuéramos un país de matones, donde la ley se cumple solo cuando le sirve a uno” (Jorge Orlando Melo, “Nacionalis-mo depresivo”, jorgeorlandomelo.com, 23 de noviembre de 2012).

Entre uno y otro extremo, los comentarios tienen un sabor a épocas pasadas, pues todos se re-fieren a la defensa de la soberanía a punta de cañones. Solo se ex-ceptúan algunos comentarios de orden técnico que muestran que el fallo fue un error de la Cancille-ría desde tiempos del excanciller Guillermo Fernández de Soto, que manejó el pleito “como una políti-ca de Estado”, según declaraciones de la canciller María Ángela Hol-guín (El Espectador, 25 de noviem-bre de 2012, p. 4).

Sin dejar de agregar que “fue la Corte la que no falló en dere-cho”. Es decir, el que se equivocó fue el Tribunal, no la estrategia de defensa de la misión diplomática colombiana en La Haya, que desde el año 2001 admitió su competen-cia en el litigio, pero se equivocó de puerta, pues no se dio cuenta de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falla en justicia, no en derecho internacional.

Entre la protesta diplomática y el racismo

El problema de entender los litigios fronterizos a partir de la soberanía comienza en Colombia desde la Independencia, en el siglo

XIX, como lo explico en el artículo “Bases geohistóricas del Caribe in-sular colombiano” (Cuadernos del Caribe n.º 12, 2009, pp. 54-71).

Allí evidencio cómo la histo-riografía de estos diferendos ofre-ce respuestas que varían desde la exagerada confianza en el “utis possidetis iuris” de 1810 hasta el abierto racismo de los dirigentes capitalinos. En el primer caso, por-que al enfrentarse a potencias co-mo Reino Unido, que ocuparon la costa de Mosquitia apoyadas en el “utis possidetis factum”, se vio que los reclamos formales y las protes-tas diplomáticas no tuvieron nin-guna utilidad.

Lo mismo sucedió cuando Nicaragua ocupó la Mosquitia y desalojó a los ingleses. Pero Co-

lombia nunca manifestó dominio y solo hizo reclamos formales en los términos del derecho interna-cional a través de la defensa del “utis possidetis iuris”, como único y exclusivo argumento.

Mucho menos efectivos fue-ron los reclamos por vía diplomá-tica en los diferendos con los paí-ses limítrofes con Colombia, como Perú. A pesar de haber llegado al uso de las armas, el argumento histórico para justificar las accio-nes bélicas es que, si no se hubie-ran usado, se habría perdido más territorio.

Aunque no hubo más gue-rras, lo mismo sucedió con Brasil y Ecuador, en donde la reducción de las fronteras ha sido evidente. Para no hablar de los diferendos marí-timos que no se han resuelto con Venezuela (Hermes Tovar Pinzón, “El país sin su mitad, El Especta-dor, 25 de noviembre de 2012).

Más delicado que el exagerado apego a la protesta diplomática de oficio ha sido el menosprecio por los pueblos que habitaban estas tierras, considerados como incivi-lizados o inferiores. Y, aunque esa era la forma de entender el mun-do de los dirigentes ilustrados de la época y, en general, de todo el mundo decimonónico, es eviden-te que el dilema barbarie/civiliza-ción no contribuyó a la unidad na-cional, sino a fragmentar aún más el legado colonial neogranadino, como lo señala Alfonso Múnera en su libro Fronteras imaginadas:

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13la construcción de la raza y la geo-grafía en el siglo XIX colombiano (2005).

En el siglo XX, se pensó que el problema se arreglaba con ce-der las islas Mangle (ya ocupadas desde 1894), con solo una pro-testa diplomática como respues-ta, hasta que Nicaragua empezó, desde 1930, a denunciar el tratado Esguerra-Bárcenas y, en 1977 (con el triunfo sandinista de la Junta de Gobierno), a exigir la devolución de las islas y cayos entre Nicaragua y Jamaica y, finalmente, en 1980, a declarar dicho tratado como for-malmente inválido.

Entrado el siglo XXI, por intere-ses políticos internos encaminados a acrecentar el nacionalismo, pre-sentó en el año 2001 la demanda ante la CIJ, que, luego de reconocer en el año 2007 la soberanía de Co-lombia sobre la islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, se reservó el derecho de trazar los límites marinos sobre las aguas de la zona económica exclusiva o mar patrimonial, con las consecuencias conocidas en el fallo del 17 de no-viembre de este año.

Autonomía, más que soberanía

La pregunta que no se hacen los analistas es por qué, en pleno siglo XXI, no se escuchó al pueblo raizal de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que era el direc-tamente implicado en este proce-so. Y la respuesta bien podría ser porque Bogotá no ha cambiado su visión sobre estos pueblos margi-nados desde el siglo XIX.

Pero no parece ser tampoco la respuesta apropiada, pues los tiempos no son los de cultivar el racismo (como en el siglo XIX), si-no, por el contrario, los de reparar los derechos de los pueblos afro-descendientes, maltratados con el estigma de la esclavitud, como lo dispone la Constitución de 1991.

La respuesta es política porque los raizales luchan pacíficamente por pertenecer a una nación en la cual nadie muera por pensar de manera diferente. Y rechazan abiertamente el deber de regar con sangre el altar de la patria. Ni si-quiera están de acuerdo con que el Hospital Departamental lleve el nombre de “Amor de patria”.

Ellos no quieren ser héroes. Por eso, sus hijos no prestan el servicio militar en el continente, pues el conflicto interno no les dice nada; ni siquiera entienden por qué se matan los colombianos entre hermanos en una guerra fría que se descongeló desde 1989 con la caída del Muro de Berlín y que aún continúa en Colombia con sus diferentes nombres: guerra contra el terrorismo y el narcotráfico, etc.

Por eso, el patriotismo fratri-cida, exacerbado ahora con el fallo de la CIJ, no es la forma de defen-der sus intereses sobre el mar, que siempre fue de los sanandresanos, de la gente de Bluefield, de la de Bocas del Toro y de tantos lugares del Caribe occidental en donde viven aún sus familiares.

Para ellos, no puede haber fronteras que impidan su paso, pues el mar ha sido amplio y nun-ca los había limitado, hasta que aparecieron el Tratado del Mar (Unclos III), las zonas económi-cas exclusivas y los problemas de delimitaciones, que se tratan en capitales que están muy lejos del Caribe, como Bogotá o Managua. Y el problema se agrava con el narcotráfico y el contrabando, en-tre otros, que han estado siempre

presentes en la región.Por esta razón, antes que por

una soberanía entendida según el registro patriótico característico del siglo XIX, la gente del Archipié-lago busca una mayor autonomía, que les permita seguir unidos cul-tural, económica y fraternalmente a los pueblos creole anglófonos del Caribe occidental, pero sin dejar de pertenecer a la nación (pues ellos no fueron obligados por la fuerza de las armas, sino por con-sentimiento, a hacer parte de Co-lombia).

El patriotismo que reivindican los nicaragüenses para Managua no es el mismo que reivindica la gente de Bluefields para San An-drés; pues son pueblos hermanos, divididos solo por los intereses de las naciones que los gobiernan, pe-ro unidos por ser el mismo pueblo, la misma etnia.

El resto son querellas trasna-cionales que obligan a los pueblos hermanos a separarse y odiarse por intereses que no son los suyos. Por esto, el problema del fallo de la CIJ no es el de la soberanía de Nicaragua y Colombia (o de quién es ese territorio marino y esa zona económica exclusiva), sino el de

para qué pueblo son esos recursos que se explotan bajo banderas di-ferentes.

Y la respuesta no puede ser si-no para los que habitan esas islas, para los que viven de sus recursos y están obligados a conservarlos para las futuras generaciones. Lo que puede parecer muy romántico para quienes tienen intereses tras-nacionales que disfrazan de delirio patriótico, pero muy realista para pueblos hermanos que explotan sostenidamente y en paz sus re-cursos.

Diplomacia cultural y academia

Los únicos que pueden supe-rar el diferendo de soberanía sobre la zona económica exclusiva entre Nicaragua y Colombia son los que viven de sus recursos, los pueblos creole anglófonos, mediante una ampliación franca y eficaz de su autonomía.

Por eso, lo que está en mora de constituirse es una diplomacia cul-tural que esté acompañada de una diplomacia académica que apoye la explotación racional y sosteni-ble de los recursos de una de las

reservas de biósfera de la Unesco más grandes del mundo y mejor conservadas, hasta ahora.

No solo para evitar el saqueo de las empresas extractivas, que solo piensan en los beneficios de los accionistas, ni para defender soberanías de otros siglos ya pasa-dos, sino para garantizar la super-vivencia de uno de los pueblos del mar más marginados: el pueblo creole anglófono del Caribe occi-dental.

Para hacer posible este apo-yo, la Universidad Nacional de Co-lombia debe ofrecer, en colabo-ración con la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) y la Universidad de las Regiones Autónomas de Zelaya Sur y Norte, entre otras instituciones, su con-curso para tejer los lazos culturales que las soberanías a ultranza han destruido.

Para esto, deben utilizarse los medios disponibles, como avaluar la conservación de los recursos que serían destruidos con la explo-tación de petróleo, por ejemplo, para volverlos acciones en la bolsa, como hace Costa Rica con sus sel-vas tropicales.

Especial SAN ANDRÉS

Para los raizales no hay fronteras, pues el mar ha sido amplio y nunca los ha limitado.

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Religión, música y creole,identidad que nadie les podrá arrebatar

Si hay una característica que distingue a los pobladores raizales del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es la riqueza de sus manifestaciones cul-turales. Ellas son el resultado de una fusión particular de tradiciones de varias partes del mundo que dieron forma a su identidad, la misma con la que ahora exigen más atención del Estado e, incluso, más autonomía.

Fernando García Ardila,Unimedios

Su música resume los sonidos del gran Caribe: calipso, originario de Trinidad y Tobago, y mento, ska y reggae, de Jamaica. Su religión con-serva la doctrina evangélica de los bautistas y adventistas de la cultura anglosajona. Y su lengua, el creole –que comparten con habitantes de Nicaragua, Costa Rica y Panamá–, armoniza el inglés con vocablos del español y hablas africanas.

Estos tres elementos moldea-ron una fuerte identidad en el Ar-chipiélago de San Andrés, Provi-dencia y Santa Catalina que ha logrado sobrevivir a la masiva mi-gración de personas y costumbres del país continental. Es una identi-dad que también ha sabido incor-porar la nacionalidad colombiana, pese a los desengaños por el olvido estatal.

Carlos Andrés Charry, antro-pólogo e investigador de la Uni-

versidad de Antioquia, en su estu-dio Movilización social e identidad nacional en el Caribe insular co-lombiano, pudo constatar las afini-dades y diferencias sobre la perte-nencia de los isleños al Estado que los cobija.

“Hay expresiones colectivas incrustadas en la cultura sanan-dresana, como son los desfiles pa-trióticos del 20 de julio, 7 de agosto e, incluso, 12 de octubre –esta últi-ma fecha muy poco celebrada en la parte continental–. La mayor parte de la población aprecia mucho es-tas manifestaciones. Tanto así que son días de fiesta y se visten de gala para demostrar su pertenencia a Colombia”, asegura.

Identidad, independencia

Sin embargo, es una relación en crisis permanente y con mo-mentos críticos, como el del pasa-do 19 de noviembre, cuando, por el fallo de la Corte Internacional

de Justicia de La Haya, lo isleños perdieron de tajo casi el 55% de su territorio marítimo. Les dolió en el alma, porque el mar es el cimiento sobre el que construyeron su iden-tidad.

Es en estos momentos cuando el concepto de identidad se des-plaza hacia el de independencia; porque, para los raizales más radi-cales, tener una religión, una len-gua y un folclor propios, así como un territorio ubicado en la periferia –dada la concepción centralista del Estado colombiano–, son motivos suficientes para ser autónomos.

Según la profesora raizal Johannie James Cruz, directora de la Sede Caribe de la Universidad Nacional de Colombia, en las islas nunca ha muerto esa idea.

Agrega que la religión juega un papel crucial, pues son los pastores quienes más agitan la bandera de la autodeterminación administra-tiva. Y, en el Archipiélago, las igle-sias protestantes tienen una voz

que es bastante obedecida por la comunidad.

El sentirse más sanandresanos que colombianos se exacerba en los isleños cada vez que un nuevo colono continental o “paña” –como los llaman los raizales– echa raíces en el reducido espacio terrestre de la isla. De hecho, San Andrés es la isla más densamente poblada del Caribe, con unos 2.200 habitantes por kilómetro cuadrado.

Además, se estima que por ca-da tres nativos hay siete “pañas”, la mayoría llegados de la región Ca-ribe colombiana. Es una dinámica migratoria que arrincona, cada vez más, el folclor y la identidad local y que pone en aprietos la sosteni-bilidad ambiental y la convivencia social.

Afirmación raizal

Desde 1954 (cuando se creó la figura de puerto libre, por deci-sión del gobierno de Gustavo Rojas

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La música del Archipiélago tiene estrechos vínculos con los ritmos afroamericanos y afrocaribeños.

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Pinilla) hasta la Constitución del año de 1991 (cuando se recono-ció la diversidad cultural del país) los Gobiernos abogaron por una aculturación de los raizales. Esto significó darle prevalencia al uso del español y a los valores predo-minantes en el resto de la nación, marcadamente católica.

“El creole ha sobrevivido a las imposiciones y a la dominación”, afirma la profesora Raquel San Mi-guel Ardila, doctora en Estudios Latinoamericanos y del Caribe. Ella lidera un proyecto de la UN que tiene como fin apoyar a la Gobernación del departamento en la creación de una política de len-guas para las islas, a partir de ac-ciones investigativas y de consulta de las comunidades.

La tarea fue planteada como una construcción participativa, diseñada en conjunto con el Insti-tuto de Formación Técnico-Profe-sional (Infotep).

“La lengua de una comunidad encierra no solo toda una cosmo-visión y las huellas de su legado histórico-cultural, sino también la posibilidad de abanderar, en torno a ella, una lucha por su recono-cimiento político, en el marco de una nación que aún se debate en-tre la pluralidad de culturas, que su Constitución enarbola, y los discursos dominantes, que ema-nan del centro de la nación hacia sus periferias”, afirma la docente.

Otra serie de proyectos inves-tigativos de la UN han permitido valorar la cultura sanandresana mucho más allá de lo que pro-mueven el Gobierno y los medios de comunicación masivos.

Está el trabajo del profesor Eg-berto Bermúdez, que ha estudiado las influencias musicales de las islas, el uso de instrumentos y el peso de la religión en las melodías y bailes locales. Se destaca, tam-bién, la exploración arquitectóni-ca de la profesora Clara Eugenia Sánchez Gama, en la obra La casa isleña: patrimonio cultural de San Andrés, que contó con el apoyo del reconocido arquitecto Santiago Moreno González.

La arquitectura de la isla es pertinente para las condiciones insulares, y se describe como una expresión de la historia. "Sus ele-mentos se relacionan con la ubi-cación: si la casa estaba en el norte o en San Luis, significaba que tenía una relación directa con el mar; si estaba en la loma, con un jardín", cuenta la profesora Sánchez. .

A través del Instituto de Estu-dios Caribeños, la UN tiene como objetivo central reafirmar el papel de los raizales (en lo cultural, am-biental, económico y social), pe-ro también propiciar los encuen-tros con el resto de la población, contribuir al desarrollo general y proponer soluciones en estrecha relación con la comunidad del Ar-chipiélago. Es un espacio en el que prevalece un profundo respeto por la identidad.

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La música (con instrumentos como la carraca y el tinajo) y los bailes de salón (como el vals y el pasillo) hacen parte de la tradición cultural que siempre está presente en las celebraciones de los sanandresanos.

La arquitectura de la isla tiene una relación directa con la historia, asegura la profesora Clara Euge-nia Sánchez, autora del libro La casa isleña: patrimonio cultural de San Andrés.

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La investigación que la Universidad Nacional de Colombia ha adelantado en el Archipiélago y la formación posgradual que muchos de los funcionarios de las instituciones públicas han recibido en la Institución han sido vitales para formular políti-cas públicas y el Plan de Desarrollo vigente.

Sania Salazar Gómez,Unimedios

El actual Plan de Desarrollo Departamental del Archipiéla-go de San Andrés, Providencia y Santa Catalina 2012-2015, deno-minado “Para tejer un mundo más humano y seguro”, contó con el asesoramiento directo de la Uni-versidad Nacional de Colombia en el Caribe.

Por invitación de la Gober-nación, la Institución participó a comienzos de año en las mesas de trabajo, que giraron en torno a tres ejes básicos: capital físico y financiero, capital social y capital humano. La UN participó, prin-cipalmente, en esta última línea, específicamente en la mesa de educación.

El mensaje central que lle-varon los seis profesores repre-sentantes de la Universidad a las autoridades locales fue el de la necesidad de aumentar la calidad de la educación.

“El punto más débil del siste-ma educativo es la preparación de los profesores, pues el nivel no es el óptimo y hay disciplinas como física, matemática y química en las que no hay docentes disponibles”, asegura el profesor José Ernesto Mancera, exdirector de la UN en el Caribe.

Por eso, los académicos insis-tieron en la necesidad de abrir el abanico de preparación, por ejem-plo, con la capacitación técnica, “pues la sociedad también requie-re de técnicos”.

Según el actual Plan de Desa-rrollo, esa baja calidad de la edu-cación se refleja “en los pobres resultados obtenidos por los es-tudiantes en las pruebas externas Saber 5, 9 y 11”. Para citar un ejem-plo, según las cifras que revela la prueba de 2009 de quinto grado, mientras que el promedio nacio-nal en matemáticas fue de 286, el departamental fue de 255. En las de noveno grado, en el mismo año y la misma materia, el promedio nacional quedó en 284 y el de la isla, en 256.

Presencia con calidad

Esa confianza que depositan las autoridades sanandresanas en la Institución tiene que ver con el amplio trabajo educativo, social y cultural que aporta la Institución a la sociedad isleña. Gracias a la sede, para los habitantes es una posibilidad real estudiar en su pro-pio departamento.

Para ello, cuentan con todo el respaldo institucional, repre-sentado por un juicioso grupo de investigadores que integran una rigurosa comunidad académica cuyo aporte es vital para el recono-cimiento y desarrollo de la región.

Y es que la UN en el Caribe forma capital humano, profesio-nales e investigadores, a través de programas académicos de pregra-do (cuya oferta comprende más de setenta programas) y posgrado (Maestría en Estudios del Caribe; Maestría en Medioambiente y De-sarrollo; Maestría y Doctorado en Biología Marina; varias especiali-zaciones en Derecho, entre otras).

Según el profesor Mancera, la presencia de la Institución en la zona ha propiciado procesos sociales decisivos. Por ejemplo, los estudiantes de maestría que pertenecen a organismos públicos del departamento ahora ejecutan proyectos que podrán convertirse en políticas públicas.

Cuestiones como el manejo

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La UN en el Caribe asesoró Plan de Desarrollo

para San Andrés

La UN hace significativos aportes a la construcción de las políticas públicas de la isla.

sostenible del agua, el tratamiento adecuado de los residuos sólidos, el ordenamiento territorial, la con-servación de los recursos naturales y la creación de alternativas para la seguridad alimentaria, entre otras, pasan por las manos de estudian-tes sanandresanos, que, años atrás, en el mejor de los casos, habrían tenido que salir de la isla para ha-cer un pregrado o posgrado.

Políticas públicas

Las autoridades también le so-licitaron a la UN ayuda para desa-rrollar una política de lenguas, en la cual han trabajado durante dos años. Debido a esta experiencia, que el profesor considera positiva pero difícil, les pidieron apoyar la formulación del Plan de Inclusión Social.

“Hicimos un taller de pros-pectiva para trabajar en el Plan de Inclusión, desde el punto de vista educativo. Ellos vieron los resultados y nos pidieron que los apoyáramos en este plan, básica-mente en el acompañamiento de los discapacitados. En eso estamos apoyando a la Secretaría de Salud”, cuenta.

Precisamente, estos ejerci-cios de diseño de política pública

son los principales aportes de la Universidad al desarrollo de San Andrés. El profesor Mancera tam-bién destaca las investigaciones que adelanta la Sede para conocer su biodiversidad y resolver pro-blemas, como la que se hace en el caso de la cochinilla.

Igualmente, resalta el diseño de un sistema de ordenamiento pesquero específico para la región que se estructuró en la sede y que tienen en cuenta el componente natural, político, ecológico y eco-nómico.

“La Universidad ha mostra-do una capacidad sobresaliente, y eso empieza a ser reconocido por los líderes y autoridades del departamento”, señala. Además, hace hincapié en la relevancia del conocimiento acumulado sobre el sistema natural del Archipiélago, en particular sobre la Reserva de Biósfera Seaflower y el área marina protegida.

Con esa experiencia es co-mo se pueden formular políticas y planes de desarrollo acertados para hacer una gestión ambien-talmente sostenible del territorio, así como para ejecutar proyectos sociales, económicos y culturales que, realmente, repercutan en el bienestar de la población.

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Mares en crisisLos mares de Colombia están entre los más enfermos del mundo. Así lo revela el reciente Índice de Salud de los Océanos, que valora diez variables que van desde la pesca artesanal y la preservación ambiental hasta el turismo. El conocimiento acumulado en la UN en el Caribe es un insumo imprescindible para cambiar ese panorama.

Leidy Castaño,Unimedios

En agosto pasado se conoció el Ocean Healt Index (OIH) o Ín-dice de Salud de los Océanos, que evaluó diferentes variables para medir la salubridad de las zonas marítimas mundiales.

Este informe, según sus reali-zadores, tiene como objetivo con-cientizar al público sobre el estado de los océanos del mundo y guiar a los tomadores de decisiones, tan-to en las esferas privadas como públicas, para que implementen políticas efectivas.

Es la primera evaluación glo-bal que se hace a partir de la infor-mación que los países enviaron a los más de sesenta investigadores, que durante tres años trabajaron para recopilarla, analizarla y emitir un concepto después de examinar diez variables. Con una puntua-ción de uno a cien, se estableció una medida global del estado de los mares de 60 puntos.

Colombia obtuvo un índice de 52 puntos, cifra que es negativa y preocupante porque muchos as-pectos evaluados tienen tendencia a la baja, según el biólogo José Er-nesto Mancera, investigador de la Universidad Nacional de Colom-bia en el Caribe.

Para él, esta calificación es un llamado de atención para que se reflexione sobre qué se está ha-ciendo, en materia de políticas públicas, para preservar estos ecosistemas. Además, evidencia el desconocimiento que los colom-bianos tenemos acerca del tema.

El país ha avanzado en in-vestigación y en utilizar bien los resultados de esas pesquisas para ampliar la apropiación por parte de los colombianos de sus mares.

“Es un tema marginal: lo ve-mos desde el turismo y la pesca; pero no conocemos los bienes y servicios fundamentales de los que se puede sacar un provecho sostenible y respetuoso con el am-biente”, afirma.

Indicadores locales

Las diez variables evaluadas fueron: provisión de alimentos, oportunidades de pesca artesanal, productos naturales, captura de carbono, protección costera, sen-tido de lugar, turismo y recreación, sustento y economías, aguas lim-pias y biodiversidad.

El país obtuvo un preocupante puntaje de 16 en provisión de ali-mentos. Para establecer este indi-cador se midieron los organismos marinos pescados o cultivados de manera sostenible. Para ello, se caracterizó la biomasa total del resultado de la pesca del 75% de la producción máxima sostenible de múltiples especies. La puntuación global fue de 24.

En productos naturales, la puntuación de Colombia fue de 47 y la global de 40, un buen indi-cador. El profesor Mancera asegu-ra que es un valor absolutamente positivo y esperanzador, porque mide el promedio ponderado de peces ornamentales, aceite de pescado, algas marinas, conchas, esponjas y corales recolectados; un negocio incipiente y que no ha sido explorado totalmente.

Con 85 puntos en el ítem de oportunidades para la pesca arte-sanal, el país se acercó al puntaje global de 87, una tendencia que, a mediano plazo, podría aumentar porque en el sector hay buenas regulaciones y excelentes lugares para su práctica.

En el Archipiélago, la UN tiene un amplio portafolio de investiga-ciones sobre la demografía de los pescadores y los recursos pesque-ros. Con este conocimiento se po-drán establecer, a corto y mediano plazo, cifras exactas que aumenten la puntuación obtenida.

En turismo y recreación se es-timó la densidad de visitantes en las áreas costeras y la cantidad de días de permanencia, en compara-ción con la de todos los países del mundo. Colombia obtuvo cero. El docente explica que esto no signi-fica que el país no tenga turismo en sus costas, solo confirma la poca o nula información sistematizada al respecto.

En cuanto a biodiversidad, se hace referencia al mantenimiento de una gran variedad de especies marinas y tiene como punto de referencia que todas las especies tengan un riesgo mínimo de extin-ción. La puntuación global fue de 83, pero la de Colombia se mantu-vo en un preocupante 68.

Dos océanos amenazados

El profesor Mancera hace un esbozo general de los mares que rodean a Colombia y de sus di-ferencias, pero, sobretodo, alerta

sobre las amenazas a las que están expuestos.

Nuestra nación, dice, tiene una ventaja enorme por poseer dos océanos. Tener ese contraste de ecosistemas es una de las carac-terísticas que la hacen pertenecer a la lista de los doce países megadi-versos del planeta.

En el Atlántico, está al mar Ca-ribe colombiano, que cuenta con una línea costera de 1.560 km; es una zona rica en biodiversidad, con grandes arrecifes coralinos, funda-mentales para la vida marina. El Pacífico tiene cerca de 1.300 km; y, debido a la cantidad de ríos que confluyen en él, es más abundante en pesca. Estas diferencias hacen que las vocaciones económicas de sus pobladores sean diferentes.

Ambos comparten cuatro grandes amenazas, las mismas que en el resto del mundo. La primera es la sobrepesca –la más preocu-pante–; le siguen la contamina-ción, el cambio climático, las bio-invasiones (por ejemplo, la del pez león) y, por supuesto, el deterioro del hábitat (a causa del turismo y la urbanización).

En Cartagena, por ejemplo, en donde hubo un gran manglar aho-ra se ven grandes edificios.

“Se acaba con lugares natu-rales que son fundamentales para la captura de carbono. Es ilógico

extinguirlos, pero, otra vez, es un asunto de desconocimiento. Hace setenta años no sabíamos qué ha-cer con los manglares, eran focos de mosquitos, de malaria, sitios inestables. Por eso, hubo políticas para tumbarlos y volverlos terre-nos productivos. Pero, por eso mis-mo, en esta variable obtuvimos 51 puntos, frente al promedio mun-dial de 71”, puntualiza.

Es una alarma, por lo cual es necesario tomar nota y empezar a actuar para garantizar un mayor conocimiento científico que per-mita apoyar la toma de decisiones de manera tal que favorezcan el ambiente sin atacar o retrasar el desarrollo del país.

Si en algo coinciden los ex-pertos es en que Colombia es pri-vilegiada: tiene mares inmensos y ricos en recursos. Sin embargo, Camilo García, docente de la UN en el Caribe, observa un mar en agonía y cree que los esfuerzos por conservar su biodiversidad son dé-biles y descoordinados.

Por su parte, Adriana Santos, experta en pesca de la sede, asegu-ra que la academia es fundamental para ayudar a conservar la riqueza del mar, como lo ha demostrado la UN con sus aportes para hacer un manejo eficiente de la Reserva de Biósfera Seaflower.

Colombia tiene cinco reservas internacionales de biósfera: la Ciénaga Grande de Santa Marta, la Sierra Nevada de Santa Marta, la Reserva de Biósfera Seaflower, El Tuparro y el Cinturón Andino.

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Despega la industria ovina del paísEn Colombia este sector es pequeño y poco desarrollado. Pero una alianza entre la Universidad Notre-Dame de la Paix (Bélgica) y la UN les permitirá a cientos de pastores potenciar su pro-ducción. Los primeros trabajos cien-tíficos han mejorado la reproducción de los animales y han proporcionado técnicas de sacrificio eficientes.

Giovanni Clavijo Figueroa,Unimedios

El sector ovino en Colombia se reduce a productores de escasos recursos económicos que llevan a cabo procesos sin mayores cono-cimientos técnicos. El resultado: altos niveles de consanguinidad de los animales (por cruzamien-tos indiscriminados); ausencia de programas de selección y control reproductivo; y desconocimiento del problema sanitario (en la ac-tualidad, no existen sitios espe-cializados para el sacrificio de las ovejas).

Se suma la poca investigación científica y la escasa disponibi-lidad de técnicos con formación específica en el área. Por eso, el negocio tiene una estructura arte-sanal, en la que hacen falta canales de comercialización y de calidad del producto.

Dicha realidad motivó un pro-yecto de cooperación entre la Uni-versidad Notre-Dame de la Paix, ubicada en Namur (Bélgica), y la Universidad Nacional de Colom-bia, gracias al cual se dispone de una financiación de 1.100 millo-nes de pesos para desarrollar el Centro de Investigación, Desarro-llo Tecnológico y Extensión Ovina (CIDTEO).

Uno de los objetivos ha si-do instalar áreas de pastoreo y mantenimiento de los animales en el Centro Agropecuario Marengo de la UN, localizado en Mosquera (Cundinamarca).

Apoyo científico

Los investigadores de la Uni-versidad establecieron un rebaño de 200 hembras y 28 reproducto-res, traídos de Boyacá, Santander y Caldas, de las razas criolla, rom-ney marsh, corriedale y hampshire. Estas fueron seleccionadas con el acompañamiento de la Asociación Nacional de Caprinocultores y Ovinocultores de Colombia (AN-CO). En el trabajo usaron métodos para reconocer los tipos raciales predominantes en las zonas del trópico alto.

“Según las primeras valora-ciones de desempeño productivo hechas en Marengo (con un mane-jo técnico de acondicionamiento alimenticio, nutricional y sanita-rio), en las crías de la raza criolla se han observado tasas de ganancia diaria de peso (TGDP) de entre 140 y 160 gramos al día y, en las de

Sector joven

Según un informe del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, para el año 2005, la FAO reportó que en Colombia se produjeron 13.363 toneladas de carne. El 51% correspondía a ovina (unas 6.960 toneladas). Y el 49%, a caprina (unas 6.673 toneladas). Para ese año, la población de ganado ovino en Colombia era de 3,4 mi-llones de animales. Casi el 90% de la producción es exportada a las Antillas menores, en el Caribe.

otros tipos raciales, de entre 180 y 220 gramos al día. Así, se revela el enorme potencial ovino del país”, asegura el profesor Henry Graja-les, coordinador del CIDTEO.

Asimismo, estructuraron un ritmo reproductivo del rebaño que permite un uso racional de los pe-riodos entre partos que, desde el punto de vista zootécnico, consi-dera los tiempos prudenciales pa-ra la gestación, lactancia, recupe-ración posparto y reapareamiento de las hembras, programando có-pulas controladas. Parte del traba-jo corresponde a la investigación de doctorado que adelanta el pro-fesor Harvey Lozano.

Como resultado, han obteni-do un alto grado de eficiencia re-productiva: del 82% en el primer apareamiento y del 86,9% en el segundo. Se destaca el desempe-ño de las hembras criollas, con un 97% de fertilidad, conforme lo indica el profesor Carlos Manri-que, otro investigador vinculado al proyecto.

En cuanto a la problemática sanitaria, el profesor Jimmy Var-gas, del Instituto de Genética, bus-ca estrategias de manejo para el periodo crítico del parto que per-mitan aumentar las tasas de su-pervivencia perinatal (antes y des-pués del parto). Asimismo, evalúa

programas de control parasitario que disminuyan las pérdidas por dicho concepto, que pueden llegar a ser de hasta el 25%.

Según el profesor Manrique, “los resultados de los controles im-plementados permiten observar que, si se hace un acompañamien-to del parto y se establece una re-lación rápida madre-cría, se incre-menta la tasa de supervivencia”.

Carne con sello UN

En la actualidad, el CIDTEO posee 340 animales y tiene listo el primer lote de corderos para sacri-ficio, que comprende el beneficio, desposte y empaque de carne con la etiqueta CIDTEO-UN.

“El objetivo, en el que traba-jamos con productores ovinos de diversas regiones del país, es cum-plir con las normas exigidas pa-ra obtener alimentos destinados al consumo humano”, destaca su coordinador.

Y agrega: “la meta es garan-tizar las condiciones de buenas prácticas de manejo animal y del producto, que corresponden a su bienestar, inocuidad y sostenibili-dad ambiental”.

Según reportes de la Orga-nización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), el sec-tor ovino en Colombia ha tenido una evolución en los últimos ocho años. El crecimiento del inventa-rio y del consumo estimado per cápita de carne de cordero ha sido considerable: ha pasado de unos 250 gramos a niveles que fluctúan entre los 340 y los 360 gramos por año. El potencial del sector y de sus productos es enorme.

En consecuencia, el sacrificio del primer lote, cuya edad está entre los 8 y 10 meses (que se con-sidera el momento ideal para el sacrifico y para obtener una carne de calidad sobresaliente), preten-de ser el punto de partida para dar a conocer un producto con sello de origen.

La socialización de los resul-tados y del esquema de investiga-ción busca que los pastores imple-menten estrategias tecnológicas y no tecnológicas que les permitan potenciar sus capacidades pro-ductivas y verificar su incidencia en el desempeño de sus rebaños. Igualmente, pretende promocio-nar la carne como una alternativa a la de cerdo, res y pollo.

Agro

El Centro de Investigación, Desarrollo Tecnológico y Extensión Ovino ha servido de prueba piloto para crear una cadena de centros similares, que se establecerán en cinco regiones del país.

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Petróleo y mineríasocaban la tranquilidad

en América Latina

El dilema de la explotación minera y petrolera en Perú, Bolivia, Ecuador y El Salvador es similar al de Colombia: ¿hasta qué punto deben arriesgar los Gobiernos la es-tabilidad social, ambiental y de derechos humanos por un modelo de desarrollo económico?

Leidy Castaño,Unimedios

En los últimos años, casi el 40% del territorio colombiano ha sido concesionado o solicita-do por transnacionales mineras y de hidrocarburos. Un informe del Instituto de Estudios para el Desa-rrollo y la Paz plantea que, de los 114 millones de hectáreas que lo componen, unos 8,4 millones han sido dados en concesión para la exploración de minerales y 37 mi-llones, titulados para la búsqueda de hidrocarburos.

A septiembre de 2011, el Sis-tema de Información Ambiental Minero-Energético, a través del Registro Nacional Minero, indica-ba que 1.717 empresas tenían tí-tulos vigentes de concesiones para explorar o explotar minas y que 7.200 títulos estaban en manos de particulares.

Para el pueblo colombiano, estas cifras son motivo de indig-nación. Para los ambientalistas, prueba fehaciente del poco o nulo interés del Gobierno nacional por el impacto ambiental de la minería legal o ilegal. Y para las pobla-ciones afectadas social, cultural y económicamente, un asunto de denuncia permanente.

Continente en exploración

En países como Perú, Bolivia, Ecuador y El Salvador la realidad no es diferente de la colombiana. Los minerales, el petróleo y el gas han pasado de ser riquezas del subsuelo –incluso hay creencias ancestrales que consideran que el “oro negro” es la sangre de la Pa-chamama (Madre Tierra)– a ser asuntos político-económicos que redefinen la relación desarrollo-naturaleza-Estado.

Anthony Bebbington, geógra-fo y director de la Escuela de Pos-grado de Geografía de la Univer-sidad de Clark (EE. UU.), estudia las relaciones entre las industrias extractivas, los conflictos y el de-sarrollo rural en estas naciones. En su reciente visita a Colombia, participó en el Seminario Interna-cional Extractivismo y Minería en América Latina, organizado por la Universidad Nacional de Colom-bia en Bogotá.

En su investigación, en la que trabaja hace siete años, ha en-contrado que los conflictos socia-les, los daños ambientales y las economías son similares en algu-nos aspectos. Y se pregunta si la industria extractiva les permitirá alcanzar el desarrollo económico o si prevalecerán “los conflictos, la degradación y el crecimiento desigual”.

Asegura que, desde hace quin-ce años, el sector se ha convertido –de manera creciente– en una es-trategia central para el desarrollo de dichos países. Por ejemplo, en el caso del Perú, entre los años 2012 y 2013, se destinarán 30 mil millones de dólares al sector mi-nero y de hidrocarburos, según lo reportó en mayo pasado el Minis-terio de Economía y Finanzas de ese país, lo que constituye más del 50% del flujo de inversión directa. Solo la minería representa el 60% de sus exportaciones totales.

En Ecuador hay disputas pú-blicas y políticas sobre la extracción de petróleo en el Parque Nacional Yasuní. Por lo pronto, el Gobierno decidió dejar bajo tierra 846 mi-llones de barriles de crudo, a cam-bio de conservar un bosque que evita la emisión de 400 millones

de toneladas métricas de CO2. Los hidrocarburos encontrados debajo de la selva representan el 20% de las reservas de la nación andina.

Se trata de un modelo en el cual el país le propuso a la co-munidad internacional preservar los bosques a cambio de que con-tribuyera financieramente con al menos 3.600 millones de dólares (equivalentes al 50% de los recur-sos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación, según se afirma en la página oficial de la novedosa propuesta).

Pocos han copiado este mode-lo. Por el contrario, en Bolivia cre-cen las inversiones en hidrocarbu-ros, y tanto en Colombia como en Ecuador existen prominentes dis-cusiones sobre la expansión mine-ra. La crisis ambiental, relacionada con el fenómeno, es la principal fuente del conflicto social.

“En Bolivia, en el año 2009, se presentaron nuevas tensiones entre el Estado y grupos indígenas de las regiones del Chaco y el norte amazónico, a raíz de la propuesta de expandir las operaciones hidro-carburíferas y empezar acciones exploratorias”, afirma el profesor Bebbington.

El geógrafo plantea que los motores que impulsan el extracti-vismo en Sur- y Centroamérica son los precios, la demanda, las refor-mas, los proyectos políticos (Códi-go Minero, ajuste en pago de im-puestos, tipificación de la minería ilegal como delito), la integración regional y la aparición de nuevos inversionistas. Aquí cabe citar el caso de Ecuador, nación a la cual el Banco de Desarrollo Chino le pres-tó 65 billones de dólares y se con-virtió en su principal inversionista en el sector de hidrocarburos.

Otro de los hallazgos del in-vestigador fue el cambio de los “imaginarios nacionales”, en cuan-to a los temas de identidad y de subsuelo. En Perú, las construc-ciones de visiones del futuro se dan según el binomio subsuelo/desarrollo. Con la mina de oro más grande de Suramérica, aquel se convierte en una salvación para la crisis económica: en la base de un modelo de crecimiento, estabili-dad y redistribución.

Los riesgos del litio

Por su parte, Argentina, Chile y Bolivia conforman el “triángulo

del litio”, pues poseen el 80% de las reservas mundiales de este ele-mento. “La mayor parte es explota-ble en salmueras (desiertos de sal) y se encuentra, específicamente, en el Salar de Uyuni en Bolivia, en el de Atacama en Chile y en los pe-queños salares de las tierras altas del noreste argentino”, precisa Bár-bara Göbel, directora del Instituto Iberoamericano de Berlín.

El litio es un mineral clave pa-ra China, Estados Unidos, Europa y Japón, pues permite una eficiente transición eléctrica (baterías, vehí-culos, etc.) y es usado para generar energía renovable (solar y eólica), que requiere de un almacenamien-to eficiente de energía.

“Se convirtió en la metáfora de un progreso ‘limpio’ y sustentable”, asegura Göbel. El problema es que no se consigue en algunos de es-tos países, por lo cual lo compran en regiones donde su explotación produce daños ambientales, socia-les y económicos.

Frente al panorama la pregunta es: ¿cuánto riesgo están dispuestos a afrontar los Estados en nombre del desarrollo económico?

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Para el Ministerio de Agricultura de Colombia, la desmesurada entrega de títulos mineros activa un nuevo detonante: campesinos en medio del conflicto y una gran cantidad de tierra apta para explotación agrícola y ganadera destruida.

Minería

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Indígenas del Amazonasson ejemplo de salud oral

Contrario a lo registrado por encuestas oficiales, los índices de enfermedades bucales como gingivitis o pe-riodontitis son mínimos en comunidades indígenas del Amazonas. Variables evolutivas y prácticas de higiene autóctonas podrían ser las responsables.

Sania Salazar Gómez,Unimedios

Las comunidades indígenas de los corregimientos de La Chorrera y Tarapacá, en el Departamento del Amazonas, reúnen todos los factores de riesgo para tener altos índices de enfermedad periodon-tal. Esta es una afección inflama-toria de las encías, progresiva e infecciosa que destruye el soporte del diente.

Extrañamente, los niveles ha-llados en estas personas son míni-mos, según determinaron investi-gadores de la Facultad de Odonto-logía de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y estudiantes de la Maestría de Periodoncia.

En un estudio desarrollado es-te año en La Chorrera, en el que examinaron a 95 nativos (58 mu-jeres y 37 hombres), entre los 18 y 80 años, de las etnias uitoto, bora, ocaine y munaine, encontraron que su sangrado en encías era del 56%; la placa bacteriana (cúmulo de comida sobre la superficie de los dientes), del 83%; y los cálcu-los, del 50%.

Los datos coinciden con los del primer estudio, adelantado en 2011 en el Corregimiento de Ta-rapacá, en el cual examinaron a 80 habitantes de la etnia ticuna (28 hombres y 52 mujeres), entre los 20 y 81 años. En este caso, el sangrado fue del 48%; la placa bacteriana, del 77%; y los cálculos, del 41%.

Andrea Escalante, especialista en Periodoncia de la UN, explica que hay un espacio poco profundo entre el diente y la encía, llamado surco gingival, que en personas sanas debe ser igual o menor a tres milímetros. Pero, cuando so-brepasa los cuatro milímetros, se considera que hay una pérdida de inserción debida al desgaste o destrucción del tejido que rodea al diente.

“En el caso de Tarapacá, se halló que el 82% tiene surcos gingivales menores o iguales a tres milímetros; en el de la Chorrera, el 89,9%. Esto signi-fica que la mayoría tiene bue-na salud periodontal”, destaca la experta. En cambio, según la Tercera Encuesta Nacional de Salud Bucal (ENSB), hecha en Colombia en 1998 (el estu-dio más actual), la enfermedad afecta al 50,2% de la población general.

Costumbres propias

Los investigadores hicieron encuestas para determinar los factores de riesgo de padecer la enfermedad periodontal. Inda-garon sobre hábitos de higiene oral, costumbres y consumo de tabaco o de cigarrillo.

La mayoría usa instrumen-tos de aseo bucal, pero en muchas ocasiones el cepillo es utilizado por toda la familia y no siempre tienen los medios económicos pa-ra adquirir crema dental.

Sus prácticas de limpieza in-cluyen utilizar palitos de plantas, sal y limón, carbón en polvo y

Enfermedad silenciosa

Quienes padecen la enfermedad periodontal no sienten dolor, por lo cual puede pasar inadvertida toda la vida. La única manifesta-ción es el sangrado de las encías. Sin embargo, durante ese tiempo se destruye el soporte de la pieza dental y se produce su respectiva pérdida.

Este mal ha sido asociado a pa-decimientos cardíacos, a pacien-tes con válvulas y prótesis en el cuerpo y a diabetes mellitus (que se caracteriza por el aumento de glucosa en la sangre). En Colombia es la segunda afección de la cavi-dad oral más prevalente después de las caries.

ceniza (en algunos casos, también arena). Asimismo, recurren a fibras de la palma chambira o cumare (Astrocaryum chambira), que usan como seda dental.

Pero los profesores determi-naron que estos pueblos amazóni-cos están perdiendo la costumbre de masticar hojas como las del

cogollo de guayaba, yie nery y wocha, entre otras, que les ayudan a sanar enfermedades bucales.

Luego, en el estudio clíni-co, a cada paciente le revisaron todos los dientes; lo que es un valor agregado, pues otros es-tudios solo evaluaban el estado de máximo seis piezas. Después llevaron a cabo talleres para for-talecer hábitos y costumbres de higiene oral.

Para los expertos de la UN, el tamaño de la muestra es sig-nificativa, si se la compara con la ENSB de 1998, en la cual exa-minaron a 8.448 adultos en el país; de los cuales solo 528 eran habitantes de la zona oriental de Amazonas y de Orinoquia, entre los 15 y 44 años y los 55 y 74 años, respectivamente.

“La población de La Cho-rrera es de unos 3.200 habitan-tes y tenemos muestras de 95 adultos; en Tarapacá son casi 2.800 habitantes y la muestra fue de 80”, precisa María Hilde

Torres, directora del estudio y pro-fesora del Departamento de Salud Oral de la Facultad de Odontolo-gía.

“A pesar de que estadística-mente la muestra fue tomada por conveniencia y no de forma aleato-ria simple –pues es difícil el acceso

a esas comunidades–, tenemos una representación bastante grande en comparación con el tamaño de esa población”, asegura Escalante.

Los investigadores sostienen que es extraño que los resultados de la ENSB aseguren que en el Amazonas la enfermedad perio-dontal es una de las más altas del país, contrario a lo que evidencia el estudio de la UN.

¿Qué los protege?

“Sospechamos que hay facto-res filogenéticos (variables evolu-tivas) propios de nuestras comu-nidades indígenas que permiten la defensa de sus encías e impide el progreso de la enfermedad”, ase-gura la profesora Torres.

Por lo pronto, harán una in-vestigación sobre los microorga-nismos que tienen en la boca, para determinar si son favorables para que no se desarrolle este mal y si son los mismos que tienen quienes habitan en las ciudades.

La profesora dice que, además, investigarán la condición genética de estas comunidades, para saber cuál es el mecanismo de defensa y cómo actúa el componente bio-químico e inmunológico de esa protección.

“Eso servirá para que los nati-vos sean conscientes, preserven su forma de autocuidado y no vayan a presentar los niveles de enferme-dad periodontal severos del resto de la población del país. A noso-tros esto nos permitirá conocer cómo prevenirla en la comunidad en general”, concluye.

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Los hábitos alimenticios de los indígenas podrían estar relacionados con la baja incidencia de la enfermedad periodontal.

Sociedad

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¡Un científico sabio no verificasu teoría favorita: la refuta!

El apego a la evidencia científica, en cuanto única manera de explicar lo que ocurre en el mundo, limita la oportunidad de avanzar con argumentos críticos y negativos. Así lo aseguró a UN Periódico el filósofo británico David Miller, profesor de la Universidad de Warwick y discípulo connotado de sir Karl Popper, uno de los grandes filósofos de la ciencia del siglo XX, con quien trabajó por más de treinta años.

Nelly Mendivelso,Unimedios

UN Periódico: ¿Cuál es el va-lor actual de la filosofía?

David Miller: Junto con las ciencias, la filosofía tiene un papel para socorrer y mantener viva la tradición de la racionalidad que nos distingue a los humanos. Algu-nos filósofos rechazan el empleo de los argumentos en busca de la verdad. Sin embargo, otros reco-nocen que el enfoque argumenta-tivo puede aportarle a la explora-ción del mundo, a la búsqueda de la verdad y al conocimiento sobre el universo y nosotros mismos. Mientras estos existan, en la filo-sofía seguirá habiendo un valor.

UNP: ¿De qué manera la filo-sofía podría incentivar más el uso del enfoque racional para solucio-nar problemas de la humanidad?

D. M.: En la filosofía, las cien-cias y otros dominios de asuntos humanos, falta un entendimiento sobrio del ámbito y los límites de la racionalidad. Muchos filósofos, y la mayoría de científicos, llevan a ca-bo sus investigaciones argumenta-tivamente, es decir, de manera más o menos racional. Ocurre lo mismo con la mayoría de los humanos y con todos los animales: viven exito-samente en el mundo físico sin que sepan las teorías físicas. El prin-cipal trabajo de la filosofía en el mundo es explicar la racionalidad y defenderla de los opositores.

UNP: ¿Qué enfoques filosófi-cos son valiosos?

D. M.: Aquellos que reconocen que pueden ser falibles, sin caer en la actitud negativa de suponer que todas las opiniones son igualmente equivocadas. No es fácil mantener un enfoque simultáneamente am-bicioso y modesto: entusiasta para extender nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos, pero consciente de la dificultad de dar un paso pequeño en la dirección correcta. Tal enfoque no solo es va-lioso en la misma filosofía, sino en todas las actividades humanas.

UNP: ¿En qué difiere el racio-nalismo crítico de otros sistemas?

D. M.: La filosofía de Karl Po-pper enseña que se puede lograr más con argumentos negativos que con positivos. El racionalismo tra-dicional, que se remonta a Platón y Parménides de Elea, sostiene que la racionalidad de una investigación la da la posibilidad de demostrar, o probar, sus conclusiones. Lo que no se demuestra no tiene valor, es mera opinión antes que conoci-miento.

En la antigüedad, los escép-ticos plantearon la objeción –que parece ser irrebatible– de que una demostración argumentativa de una conclusión no es posible, pues-to que cada argumento requiere de algunas premisas, pero, si este es válido, la conclusión es una de estas. En consecuencia, para obte-ner la conclusión por medio de un argumento válido se necesita asu-mirla como premisa. A no ser que las premisas sean demostradas, la conclusión no lo es.

La sugerencia de Popper, cen-tral a la filosofía de racionalismo crítico, es que debemos prestar

atención solamente a los argumen-tos críticos, que, al contrario de una demostración, no asumen como premisa la conclusión final, sino su negación. Así, nuestro conocimien-to no consta de las conclusiones que pudimos demostrar, sino de las hipótesis que no hemos podido refutar.

UNP: ¿Cuál es la ayuda que la filosofía puede ofrecer al progreso de las ciencias básicas?

D. M.: Científicos como John Carew Eccles, neurofisiólogo y nobel laureado, han atestiguado el efecto liberador de comprender que, en la ciencia, la evidencia ne-gativa juega un papel más esencial que la positiva. Así, escribió: “aho-ra puedo regocijarme hasta por la refutación de una teoría estimada,

porque aun esto es un éxito cien-tífico”. Asimismo, el físico John Ar-chibald Wheeler afirmó: “nuestro problema entero es el de hacer los errores tan rápidamente como sea posible”.

El científico sabio no trata de verificar o confirmar su teoría fa-vorita, sino de refutarla. Pero no debemos exagerar los provechos de la filosofía acá. Es dudoso que un entendimiento de la lógica del co-nocimiento científico pueda guiar al físico o al químico o al biólogo en la dirección correcta, pero puede ayudarles a evitar algunos caminos equivocados.

UNP: ¿Y cuál es el apoyo que pueden dar las ciencias básicas al progreso de la tecnología?

D. M.: La función principal de

las ciencias básicas en la tecnología es negativa y crítica. La ciencia no lleva a la tecnología, corrige sus errores.

A veces, la ciencia pura su-giere en términos generales unas aplicaciones; por ejemplo, la teo-ría atómica dice que dentro del átomo hay una cantidad enorme de energía, en principio utilizable, pero ella no puede instruirnos en los detalles de tales aplicaciones. La tecnología depende de ideas tecnológicas. Cuando tenemos una idea, aún borrosa, para diseñar un dispositivo u otra invención, pode-mos utilizar las ciencias básicas, es-pecialmente las matemáticas, para pulir y optimizar ese diseño.

UNP: ¿Cuáles fueron los ma-yores aportes de Karl Popper a la filosofía?

D. M.: El racionalismo crítico involucra un cambio de dirección fundamental en la epistemología, porque resuelve el problema de la racionalidad del conocimiento hu-mano. En la filosofía de la ciencia este problema se expresa en los problemas de la inducción y de la demarcación, que Popper llamaba los dos problemas fundamentales de la epistemología.

Pero también contribuyó en otros campos de la filosofía de la ciencia, especialmente en la teoría de la probabilidad, que interpretó como una propensión física. Y en filosofía política y de las ciencias sociales, su libro La sociedad abier-ta y sus enemigos es conocido por quienes desean la libertad, pero a veces ignorado por aquellos que ya la disfrutan.

UNP: ¿Cómo puede explicarse el llamado problema de la induc-ción?

D. M.: Según el empirismo tra-dicional, todo nuestro conocimien-to auténtico se basa en la experien-cia. Tras la explicación de David Hume del porqué la experiencia en el pasado no dice nada definitivo sobre el futuro o no constituye co-nocimiento universal, es decir, de leyes naturales, surgió el problema de cómo tal conocimiento puede justificarse. Este es el problema de la inducción. La solución de Po-pper es que nuestro conocimiento consta de conjeturas libres que no se basan en la experiencia, pero es-ta es utilizada para criticarlas y re-futarlas. El conocimiento científico no puede justificarse. Pero eso no implica que no se pueda discutir racionalmente.

UNP: ¿Y el llamado problema de la demarcación?

D. M.: El problema de la de-marcación de la ciencia empírica –metafísica, matemáticas, pseudo-ciencia– es en realidad el de có-mo podemos utilizar la evidencia empírica provechosamente, espe-cialmente con respecto a las hi-pótesis universales de la ciencia. La observación de Popper fue que esta no puede verificar nunca una hipótesis universal, pero si falsar-la. Así, podemos caracterizar las hipótesis científicas como aquellas que son falsables empíricamente. La conexión con el problema de la inducción debe ser obvia.

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David Miller ha publicado una amplia obra filosófica en la que se ocupa de defender, criticar y desarrollar los principales planteamientos epis-temológicos de Karl Popper.

Entrevista

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Triana,el eslabón entre Mutis y el siglo XX

Aunque bien conocido en el ámbito científico, el destacado botánico bogotano José Je-rónimo Triana es una figura difusa para el ciudadano común. Una exposición y un recuen-to de su obra elevarán su nombre al nivel de personajes como José Celestino Mutis.

Cultura

Paola Linares M.Dirección de Museos y Patrimonio Cultural

Universidad Nacional de Colombia

Hace 160 años, José Jerónimo Triana, el botánico colombiano más sobresaliente del siglo XIX, avistaba con pasión y dedicación los territo-rios nacionales. Estudió y clasificó la flora del trópico y buscó plantas útiles que pudieran ser empleadas en el tratamiento de enfermeda-des.

Tras rescatar la flora de José Celestino Mutis, entregó varios avances a la ciencia, como nuevas quinas que, en su época, paliaron la malaria y la fiebre amarilla y que incluso todavía, en zonas pobres, siguen siendo utilizadas.

Nació en Bogotá el 22 de mayo de 1828, solo doce años después de culminada la Expedición Botánica. Por eso, aún permanecían testigos, historias y avatares de ese viaje, que lo impulsaron a aventurarse en la búsqueda de la flora de Mutis en 1886.

Al advertir la envergadura de esta empresa y abrumado por la gran belleza de sus láminas, encon-tró también datos de relevancia que lo llevarían a continuar sus estudios sobre las quinas.

En 1882, y motivado por clasifi-car el trabajo del español, regresó a Madrid para sistematizar parte del material que no había sido estu-diado y cuya colección constaba de unos 6.000 ejemplares.

Los avances

“Él clasificó la flora de Mutis –que estaba catalogada en el orden del sistema del botánico de Carlos Lineo– en el orden de Endlicher, que era un sistema natural y el más moderno en ese momento. Rectifi-có clasificaciones anteriores y orde-nó las que no estaban catalogadas”, afirma el científico Santiago Díaz Piedrahita, uno de los mayores co-nocedores de Triana.

El botánico cuestionó algunos de los resultados de la expedición, como el del llamado “té de Bogotá”, un error en el que incurrió Mu-tis. Esta planta, catalogada como Symplocos, no podía equipararse al té de China. “[Sin contar con] los gravísimos y trascendentales que yo mismo tuve que corregir tími-damente en mi publicación sobre las quinas”, escribió Triana en 1884. Sin embargo, décadas después, fue reconocido en el país por sus con-tribuciones.

La misión corográfica

Conducida por el militar y geó-grafo Agustín Codazzi en 1851, la Co-misión Corográfica sería la expedi-ción que daría a Triana sus mayores saberes. En ella examinó, clasificó y dio nombre a las plantas recolecta-das y estableció un herbario con sus respectivas catalogaciones.

En 1856 concluyó su labor, al entregar al Gobierno nacional 50.000 registros por especie, aproxi-madamente 8.000 números de co-lección y el herbario, que contaba con 3.950 especies.

“Era un trabajador incansable. Él hizo los recorridos sin descansar un solo momento: recogía las plan-tas, las prensaba, tomaba las notas, luego hacia las etiquetas; y entre un

Sigue vivo

El próximo año, el ICN hará un análisis histórico y taxonómico de la cantidad de especímenes que fueron designa-dos como tipo en las colecciones de Triana; de cuántos especímenes de la colección original existen en el Herba-rio Nacional y de cuántos puede haber en otros en el exterior.

La Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la UN también rinde ho-menaje a José Jerónimo Triana. Ruth Acuña, investigadora de la muestra, afirma: “se busca construir un patri-monio de conocimiento científico y académico en el país; pero para hacer-lo hay que empezar a volcarse sobre los hombros de las personas que han hecho este patrimonio, y uno de ellos es Triana”.

viaje y otro hacia los catálogos. Uno de ellos está en la Academia, el que entregó al Gobierno junto con su herbario. Otro, su copia personal, llena de anotaciones, se conserva en el Museo Británico de Historia Natural de Londres”, dice el profe-sor Díaz Piedrahita.

Luego de terminar su trabajo en la Comisión, Triana viajó a Eu-ropa como delegado del Gobier-no. Se codeó con personalidades que clasificaban y enriquecían el conocimiento botánico. Él mismo aportó al campo de la flora tropical, en especial en lo que respecta a las quinas.

Sobresale su trabajo en asocio con el francés Jules Émile Planchon, profesor de Botánica de la Facul-tad de Ciencias de la Universidad de Montpellier, con quien publicó una monografía sobre las gutíferas. Igualmente, su participación en fe-rias internacionales, en las cuales dio a conocer la flora de Mutis, lo llevó a ocupar un lugar destacado en la comunidad científica euro-pea. De este modo, se convirtió en el primer botánico colombiano que alcanzó fama mundial.

De hecho, en la Exposición Universal de París, exhibió la her-mosa flor de mayo. Al verla, la em-peratriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, quedó prendada de su belleza y propuso venderla en un remate. Ella participó en la puja y la codiciada orquídea alcanzó la exorbitante cifra de 18.000 francos. Es la misma que fuera llamada, en homenaje a Triana, Cattleya Tria-nae: la flor nacional de Colombia.

Legado para preservar

A Triana le dieron la Legión de Honor en Francia porque llevó semillas de una planta que tenía los mismos efectos que las quinas tradicionales, pero que eran lo que él llamaba las “nuevas quinas”. Las ensayó, las cultivó en invernadero y le germinaron. Luego las llevaron a costas africanas y las sembraron. Quiso que la humanidad tuviera una nueva fuente de cortezas anti-febrífugas (contra las fiebres).

De la obra de Triana se perdió mucho. Tal como lo señalan sus do-cumentalistas, estos materiales es-tuvieron a la deriva durante ochen-ta años, y solo hasta la creación del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia dos terceras partes lograron ser rescatadas.

Para Carlos Parra, director del Herbario Nacional Colombiano, “Triana es un eslabón entre el tra-bajo de Mutis y el que actualmente se desarrolla, especialmente en el ICN. Su obra es la semilla que hace que otros investigadores naciona-les, desde el comienzo del Herbario y del Instituto, aborden sus estu-dios”.

El caballero de las flores –como lo llama el profesor Díaz Piedrahita en uno de sus libros– murió en Francia, en 1890, justo por los días en que la monumental estructura metálica de la Torre Eiffel se alzaba por primera vez hacia el cielo, y que seguramente él observaba desde el Hospital de París. Allí respiró por última vez, no sin antes dejar al mundo uno de los mayores legados botánicos, que trasciende hoy como patrimonio científico colombiano.

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Ruth Acuña, curadora de la exposición “José Jerónimo Triana, heredero de una tradición botánica”.

Los documentos originales del botánico fueron facilitados por la División de Archivo y Correspondencia de la UN.

Retrato de José Jerónimo Triana elaborado por An-tonio Rodríguez.

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Reseñas

Análisis estadísticode datos multivariados

Luis Guillermo Díaz Monroyy Mario Alfonso Morales Rivera

Facultad de CienciasUniversidad Nacional de Colombia

Ofrecer un material actuali-zado sobre el análisis y métodos estadísticos multivariados, de fá-cil acceso, tanto para especialistas como para investigadores e inte-resados de diversas disciplinas, es el objetivo de esta publicación de la Facultad de Ciencias. Aunque existe una oferta generosa de li-teratura alrededor de este tema

en el mundo, son muy escasas las obras que abordan, en español, una revisión tan comprensiva de los temas relativos a la estadísti-ca multivariada. La presente obra cuenta, con varios complementos, ejercicios disponibles y el código de los paquetes estadísticos R® y SAS®, a través del sitio web del texto.

La Constitución de 1812en Hispanoamérica y España

Heraclio Bonilla (ed.)Facultad de Ciencias Humanas

Universidad Nacional de Colombia

Lo ocurrido en Cádiz el 19 de marzo de 1814 constituye un primer desenlace de una coyuntura de cri-sis desatada seis años antes con el descoyuntamiento de la cabeza de la metrópoli y la invasión de la Pe-nínsula por el ejército bonapartista. Desenlace que encierra una cruel paradoja: un documento avanzado y liberal, para su época, que emerge

en el seno de una de las forma-ciones más arcaicas de la Europa moderna. A esa paradoja se refería Marx cuando escribía, en el marco de su análisis de las revoluciones de 1854: “en la época de las Cortes, España se hallaba dividida en dos partes: en la Isla de León, ideas sin acción; en el resto de España, acción sin ideas”.

Ideas y Valores vol. 61, n.º 149Número especial:

Platón y la política socrática

Jorge Aurelio Díaz (ed.)Facultad de Ciencias Humanas

Universidad Nacional de Colombia

Sócrates es un revolucionario político. Este pensador, que evi-tó sistemáticamente desarrollar una carrera pública y que más bien eligió ejercer una suerte de antipolítica, es responsable de la más importante transformación en la forma como los griegos enten-dían esta actividad. El auténtico político es aquel que, allende cual-quier mejora social, actúa sobre el alma misma de sus conciudada-

nos para producir una revolución moral. Al ejercer su actividad de manera privada y no pública, su quehacer se concentra en el exa-men de sus contemporáneos. Su instrumento político es, por tanto, el diálogo socrático. De este modo, filosofía y política emergen en una nueva y excitante conexión, en la cual la filosofía no trata simple-mente sobre política, sino que es ella misma política.

ProbabilidadLiliana Blanco Castañeda

Facultad de CienciasUniversidad Nacional de Colombia

La idea de escribir este texto surgió hace ya varios años, como respuesta a la necesidad de con-tar con un texto en español que abarcara los principales temas de la teoría de probabilidad que deben

ser vistos por los estudiantes de las carreras de Matemáticas y Estadís-tica. Está diseñado como un primer curso sobre esta materia para quie-nes no cuenten con conocimientos previos.

Cálculo avanzado:introducción

José Francisco CaicedoFacultad de Ciencias

Universidad Nacional de Colombia

El objeto de este texto es pro-veer los conocimientos básicos pa-ra quienes trabajan en ecuaciones diferenciales, ordinarias y parcia-les, topología diferencial, varieda-des diferenciales, mecánica y otros temas que se abordan tanto en

pregrado como en posgrado. Trata de que los lectores, estudiantes e investigadores se familiaricen con el lenguaje del cálculo contempo-ráneo, sin perder el encanto y la intuición propios de la matemática clásica.

Optimización estáticay dinámica en economía

Arsenio Pecha C.Facultad de Ciencias Económicas

Universidad Nacional de Colombia

El presente texto es el resulta-do de la depuración de las notas de clase del curso de Matemáticas III de la Facultad de Ciencias Econó-micas de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, así como de cursos de Economía Matemá-tica de pregrado de otras univer-

sidades. Se quieren presentar los temas abandonando la visión física o de ingeniería y con un enfoque y aplicaciones en las ciencias eco-nómicas que sirvan de base para los cursos que requieren las herra-mientas matemáticas de optimiza-ción estática y dinámica.

Independencia:historia diversa

Bernardo Tovar Zambrano (ed.)Facultad de Ciencias Humanas

Universidad Nacional de Colombia

La Independencia ha estado implicada en el acontecer históri-co de Colombia desde 1810 has-ta la época actual. Primero como acontecimiento y luego como re-presentación. Constituye una pro-blemática compleja e inagotable que hace que siempre retornemos

a ella con nuevas preguntas, según las preocupaciones de la contem-poraneidad. En la presente obra, un grupo de docentes del Depar-tamento de Historia de la Univer-sidad Nacional de Colombia abor-dan distintas cuestiones de esta temática.

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24 Cultura

La bruma del conflictoDos obras de valioso significado artístico y conceptual se su-man este año a la colección del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia. Se trata de las fotografías “Santa uno” y “Santa dos”, realizadas por el reconocido artista bogotano Miguel Ángel Rojas. Son imágenes en gran formato, interveni-das artísticamente de forma sutil pero evidente. Hacen parte del exitoso montaje “El camino corto”, que cierra con broche de oro un destacado año de exposiciones.

Carlos Andrey Patiño Guzmán,Unimedios

“Santa uno”

“Caiga de lo alto bienhechor rocío como riego santo”. Esta frase, de la oración a San José de la nove-na de aguinaldos, es la reclamación que miles de familias campesinas le hacen a Dios y al Gobierno. No pocas veces, en los bellos y recón-ditos parajes del país, cuando el cielo se rompe, lo que llueve de lo alto es un malhechor veneno: el glifosato.

Con esta fotografía, el artista Miguel Ángel Rojas muestra lo que no se ve. La bruma: el veneno. El paisaje: la tierra asfixiada. Los puntos en cuadrícula: la muer-te. María Belén Sáez, curadora de la exposición y directora nacional de Divulgación Cultural de la UN, asegura que la obra habla de la do-ble moral que hay alrededor de la persecución del cultivo de la coca.

“Nadie niega que el tráfico de drogas trae consecuencias pro-fundamente negativas para la so-ciedad. Pero, en nombre de Dios, de lo sagrado y del bien, se está contribuyendo a extinguir cultu-ras, paisajes, naturaleza y hasta la vida misma”.

“Santa dos”

“Es absurdo pensar que la adicción mundial a las drogas vaya a acabarse destruyendo el territorio donde se cultiva coca”, sostiene Rojas, quien más que un maestro se considera un aprendiz permanente. De eso da fe su “ma-nía” –dice la curadora María Belén Sáez– de conversar con la gente joven, de explicar su obra y de retroalimentarse de las opiniones y críticas.

En el montaje “El camino corto”, la obra “Santa dos” mues-tra de nuevo un bucólico paisaje cubierto de bruma, que entra en diálogo con otros elementos de la exposición, como un “jardín” de naturaleza muerta que represen-ta un territorio devastado. Es la confrontación entre “lo bello que tenemos” y “lo mal que lo cuida-mos”, así como entre “las buenas intenciones” y “las malas ideas”.

Dos más para la colección

Con un promedio de quinien-tas visitas diarias, la exposición “El camino corto” ha sido un éxito rotundo en el panorama artístico bogotano. La decisión del maes-tro Rojas de donar a la UN dos piezas centrales de este montaje, permitirá consolidar una valiosa colección de obras de importantes autores nacionales y extranjeros.

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María Belén Sáez señala que al Museo de Arte de la UN han ingre-sado doce sobresalientes produc-ciones de artistas como Alejandro Restrepo, Clemencia Echeverri, Ana Elvira Escallón, la británica Hannah Collins y el japonés Ryo-ji Ikeda, entre otros destacados creadores. “Son obras valiosas ar-tísticamente y también en el mer-cado”, dice.

“Santa uno” representa la doble moral con respecto a los cultivos de coca.

“Santa dos”, paisajes entre lo bello y lo devastado.

Miguel Ángel Rojas presenta “El camino corto” en el Museo de Arte de la UN.