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ESTE ES MI PUEBLO

ALBERT EINSTEIN

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Este es mi pueblo

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AL LECTOR

Aparecen aqu reunidos varios trabajos del clebre fsico, refe-rentes a temas que nada tienen que ver con sus teoras cientficas, y sen cambio, con su manera de ver al mundo de los hombres y su destinohistrico. La primera parte, rene varias publicaciones en torno al temadel Judasmo, que implica tambin abordar su toma de conciencia delser judo a nivel personal, y a nivel social. Los otros escritos estnreferidos a diversas circunstancias que vivi el mundo europeo a partirde la segunda guerra mundial, su correlacin con el pueblo judo, y elregistro personal que en cada ocasin dio a conocer el propio Einstein.

Sus reflexiones son de una meridiana claridad, indicadoras de unespritu imbuido de una intensa religiosidad, precisamente por la medi-da de su percepcin del concierto de la creacin. Pero es la suya unareligiosidad que para nada se relaciona con el dogma, sino que abrefronteras y prejuicios, de modo que sus instancias son profundamenteticas y universales. El pueblo judo es visto por Einstein como elartfice de la santidad de la vida y el encargado de mostrarla y proyec-tarla al resto de la humanidad. Tal es su mensaje social, que extiende ala aspiracin hacia un mundo mejor, en el que la paz y la igualdadentre los hombres consigan religarlos en la verdadera dimensin de suhumanidad.

El inters de estos textos est signado en primer lugar por el he-cho de corresponder a un terico de la fsica que revolucion el mundocontemporneo, y en segundo lugar, porque pertenecen u un espritufilosfico que nos ofrece un sistema de pensamiento basado en unainteresa percepcin tica de los valores humanos, en cuya defensaestuvo siempre alerta.

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INTRODUCCIN

Introduccin de L. INFELD

El filsofo y el hombre

Einstein es considerado no slo un gran hombre sino adems ungran filsofo. l tambin se considera un filsofo. A menudo me hadicho: "soy ms filsofo que fsico". Hace unos aos asist en Praga auna conferencia del profesor Sommerfeld en la Asociacin Fsica. Dijoante un numeroso auditorio: "Pregunt a Einstein, a quien considero elms grande filsofo viviente: existe una realidad fuera de nosotros? YEinstein respondi: s, creo en su existencia".

Decir que Einstein es un filsofo no es suficiente. La afirmacinpuede inducir a error, porque la palabra filosofa es empleada a menu-do en dos significados diferentes, por lo menos. En primer lugar seaplica a la filosofa especulativa, que fue la nica filosofa hasta elsiglo XIX, y su historia est vinculada a nombres como Kant, Hegel yBergson. Esta filosofa tiene que ver muy poco, o nada, con Einstein.Se funda en la conviccin de que algunos interrogantes acerca de laexistencia y naturaleza de nuestro mundo externo no son insensatos,que tiene sentido hablar acerca del ser y del no ser, o de que algunosjuicios son "sintticos a priori". Estos filsofos emplean largas palabraspara discutir la intuicin, la imaginacin, la cosa en s, tratando deexpresar en palabras el mundo inexpresable de las experiencias y cre-encias.

Pero existe tambin otro significado de la palabra filosofa, acep-tado por la escuela de filsofos modernos conocidos bajo el nombre depositivistas lgicos, o empiristas lgicos. De acuerdo con esta escuela,la filosofa no es una ciencia en s, sino una actividad de clarificacin,y no existen los problemas puramente filosficos. O corresponden aotras regiones del pensamiento humano, o carecen de sentido. La filo-sofa tradicional, es decir, la filosofa especulativa, trataba en tiempos

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de antao esos problemas que ms tarde fueron absorbidos por la cien-cia, por la fsica, las matemticas, la biologa, la psicologa.

Para el positivista lgico, un filsofo en su significado modernoes un hombre a quien interesan las bases de nuestro conocimiento, laclarificacin de sus conceptos fundamentales.

Slo en este sentido puede Einstein ser llamado filsofo, y desdeeste punto de vista es uno de los ms grandes que hayan existido ja-ms. Problemas sobre los cuales los filsofos haban especulado vana-mente, problemas del tiempo, el espacio y la geometra, fueronabsorbidos dentro del campo de la fsica en virtud de la obra de Eins-tein. Los fundamentos de la fsica se hicieron ms claros; fueron des-cartados conceptos sin sentido como el del ter y de un sistema inercialde coordenadas. La fsica se hizo ms racional, y fueron puestas aldescubierto las especulaciones filosficas vacas. En este sentido laobra de Einstein corresponde a la filosofa, y en este sentido difcil-mente pueda sealarse una lnea definida de demarcacin entre la fsicay la filosofa.

Einstein considera todos los conceptos fsicos come creaciones li-bres de la mente humana. La ciencia es una creacin de la mente hu-mana, una libre invencin. Esta libertad slo est restringida pornuestro deseo de disponer cala vez mejor la creciente riqueza de nues-tras experiencias en un esquema ms y ms satisfactorio segn losprincipios de la lgica. Este esfuerzo dramtico por comprender pareceproseguir eternamente. La historia de la ciencia nos ensea que, si bienpor medio del progreso revolucionario podemos resolver nuestras anti-guas dificultades, a la larga, siempre creamos otras nuevas. Avanzamosdesde la complejidad hacia la simplicidad en virtud de nuevas e inespe-radas ideas. Luego l proceso evolutivo vuelve a empezar, y conduce anuevas dificultades y nuevas contradicciones. De esta manera vemosen la historia de la ciencia una cadena de revoluciones y evoluciones.Pero no hay retrocesos! Como si viajramos en espiral, alcanzamosniveles cada vez ms altos de comprensin, mediante los pasos conse-cutivos de los cambios revolucionarios y evolutivos.

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Qu es lo que expresa nuestra ciencia? Es la estructura denuestro mundo externo? Existe un mundo externo? El idealista dira:"No, el mundo externo irradia de mi mente". El realista dira: "S, unmundo externo existe". El positivista lgico afirmara: "La pregunta notiene sentido, y me niego a responder a preguntas insensatas". Culsera la respuesta de Einstein? No necesitamos conjeturarla, porque latenemos en sus propias palabras. En su ensayo El mundo tal como loveo Einstein; escribi en 1929:

"Lo ms hermoso que podemos experimentar es el misterio. Es lafuente de todo arte y toda ciencia de verdad. Aquel para quien estaemocin es desconocida, aquel que ya es incapaz de detenerse paramaravillarse y sentirse transportado por un sentimiento reverente, valetanto como un muerto: sus ojos estn cerrados. Esta vislumbre delmisterio de la vida, bien que unida al temor, ha dado tambin origen ala religin. El saber que lo que es impenetrable para nosotros realmenteexiste, manifestndose como la ms alta sabidura y la ms radiantebelleza, que nuestros torpes sentidos slo pueden captar en sus formasms primitivas: este conocimiento, este sentimiento, est en el centrode la verdadera religiosidad. En este sentido, y slo en este sentido,pertenezco a las filas de los hombres devotamente religiosos."

Einstein tiene clara nocin de que desde el punto de vista pura-mente racional la oracin "lo que es impenetrable para nosotros real-mente existe", carece de sentido. Pero esa afirmacin adquiere sentidosi se la eleva del nivel racional de las creencias y convicciones al nivelemocional de las experiencias y los sentimientos religiosos. Es imposi-ble hablar racionalmente en este plano, y todo lo que puedo hacer escitar las palabras de Einstein. Representan, por cierto, las creenciasreligiosas de Einstein, que tienen alguna afinidad con las de Spinoza.

Einstein influy sobre nuestro mundo contemporneo en virtud desu doctrina, su pensamiento y su palabra escrita. No naci para hombrede accin. Con todo, dudo que haya en la historia de la ciencia algnotro hombre que haya excitado tanto la imaginacin de la gente en elmundo entero como lo hizo Einstein. Si queremos tener una imagen

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completa de la influencia de Einstein en nuestro mundo, no debemosomitir la que ejerciera como hombre.

Einstein naci el 14 de marzo de 1879, en Alemania, nueve aosdespus de que Bismarck derrot a Francia y unific a su pas, nueveaos despus de la Comuna francesa. Vivi durante el florecimientodel imperialismo germano y durante su derrota. Lo vio florecer nueva-mente y luego ser derrotado una vez ms.

Cul es la importancia del relato de la vida de Einstein paracomprender a Einstein? Se han escrito libros acerca del genio. Se hanhecho discusiones interminables para decidir en qu grado un genio seforma por la herencia o por el medio. Aunque no conozco la literaturasobre este tema, me inclino a pensar que el problema en gran medidacarece de sentido. Aun cuando fuera posible distinguir entre herencia yambiente, no veo cmo puede ser aplicada a un genio una regla cual-quiera. Me parece igualmente tonto tratar de dar una definicin delgenio. El genio es un fenmeno rarsimo. Se caracteriza justamente porel hecho de que escapa a la clasificacin. No existe ningn otro deno-minador comn para el genio. Este es, tal como lo veo yo, su nicorasgo caracterstico. Para ser ms preciso: he trabajado durante unospocos aos con Einstein, y durante ese tiempo tuve la experiencia inol-vidable de observarlo y admirarlo. Creo que lo conozco y lo compren-do tan bien como cualquiera. Durante otros cuatro aos, a travs de laspginas de la historia, estudi y trat de comprender la obra de otrogenio, Evariste Galois. Cualquiera fuera la definicin del genio, haypocas dudas de que tanto Galois como Einstein seran considerados portodo cientfico como genios. Sin embargo, parecen tan diferentes comopueden serlo dos hombres entre s. En la trgica vida de Galois vemoslas fuertes ataduras con que estuvo amarrado a la sociedad en cuyoseno vivi. Fue atrapado como por una telaraa mortal de la cual nohaba escapatoria. Sufri el impacto del mundo exterior, su injusticia;sangr su corazn y su vida se quem rpidamente. Cun diferente del es Einstein! Su corazn jams sangra, y marcha por la vida con unsuave deleite y una indiferencia emocional. Para Einstein, la vida es uninteresante espectculo que contempla con slo discreto inters, sin

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que lo desgarren jams las emociones del amor o del odio. Es un es-pectador objetivo de la locura humana, y los sentimientos no daan susjuicios. Su inters es intelectual y cuando toma partido (y lo hace!) sepuede confiar en l ms que en cualquiera, en razn de que en su deci-sin el "yo" no est implicado. La gran intensidad del pensamiento deEinstein se proyecta hacia el exterior, hacia el mundo de los fenme-nos. Nadie expres con ms claridad este apartamiento con respecto almundo de los asuntos humanos, que el mismo Einstein en El mundo talcomo lo veo:

"Mi apasionado inters por la justicia social y la responsabilidadsocial ha estado siempre en curioso contraste con una marcada falta deldeseo de asociacin directa con hombres y mujeres." "Soy caballo paraun solo recado, no estoy hecho para el tndem ni el trabajo en equipo.Nunca he pertenecido de todo corazn a un pas o un Estado, a micrculo de amigos, o siquiera a mi propia familia. Estos vnculos siem-pre han estado acompaados de un vago apartamiento, y el deseo deencerrarme dentro de m mismo aumenta con los aos.

"Ese aislamiento resulta a veces amargo, pero no lamento estarseparado de la comprensin y la simpata de los otros hombres. Sinduda que pierdo algo por ello, pero me compensa de ello el hecho devolverme independiente de las costumbres, las opiniones y los prejui-cios de los dems, y no siento la tentacin de afirmar la paz de miespritu sobre bases tan cambiantes."

Por consiguiente, el escenario exterior de la vida de Einstein tienepoca importancia.

Debe de haber sido tmido y retrado cuando nio. Su capacidadde asombro debe de haber aparecido tempranamente. En los recuerdosde Einstein, la mayor impresin que le qued en la niez fue la obser-vacin de una aguja magntica. Este es el hecho que con tanta frecuen-cia recuerda cuando habla de sus primeros aos. No fueexcepcionalmente brillante como estudiante, ni en la escuela secunda-ria ni en la universidad. Si no supiera esto por boca de Einstein, podrahaberlo deducido con facilidad por m mismo. El rasgo ms caracters-tico de su obra es la originalidad y la obstinacin, la capacidad de reco-

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rrer un camino solitario durante aos y aos, no la capacidad de estu-dio, sino la del pensamiento y la comprensin. Las escuelas y universi-dades de todo el mundo premian al hombre que puede marcharfcilmente por un camino trillado. El que sabe tiene una ventaja sobreel que cavila.

Cuando nio y cuando joven anhelaba que lo dejaran solo. La vi-da ideal era, para l, la menos perturbada por las interferencias delmundo exterior. Fue relativamente feliz en Suiza en razn de que ah sepermite a los hombres vivir en soledad y se respeta la vida privada. Losresultados de sus meditaciones, que comenzaron a los diecisis aos,fueron publicados en 1905. Este fue el ao en que aparecieron suscuatro famosos artculos. Su fama entre los fsicos se inici cuatro aosdespus. Einstein me dijo que antes de cumplir los treinta aos jamshaba conocido un verdadero fsico. En el caso de Einstein, esto fueuna suerte. No hubo nadie que lo desalentara, aunque de todos modosdudo de que alguien pudiera haberlo logrado.

El resto es la historia del xito creciente y la fama en ascenso. Pa-ra dar unos pocos datos: se gradu en la Escuela Politcnica de Zurich,en Suiza, en 1905, y luego trabaj en la Oficina de Patentes de Suiza.Cuatro aos despus de formulada la teora especial de la relatividadfue designado profesor adjunto en la Universidad de Zurich; luego, enrpida sucesin, profesor titular en Praga y nuevamente profesor enZurich. En 1913 pas a ser miembro de la Academia de Ciencias dePrusia y se traslad a Berln. Ah permaneci durante los diecisieteaos siguientes. Desde 1933 ha vivido en Princeton, Nueva jersey. Secas dos veces; una vez se divorci y otra enviud.

Por supuesto, la fama creciente result fastidiosa para Einstein.Le quit gran parte de su tiempo, pero no tuvo excesiva importancia enrazn de que nada fue jams importante para l, excepto la compren-sin de los fenmenos de la naturaleza.

En 1921, cuando fui a estudiar a Berln, vi con sorpresa el desdi-chado espectculo que acompaaba a la fama de Einstein. Era todavadoce aos antes de Hitler. Vi diarios conservadores con editoriales queatacaban la teora de Einstein: "Si cree en su teora, que conteste a

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nuestros argumentos. Seremos justos y publicaremos su respuesta".Pude ver carteles que anunciaban conferencias contra la teora deEinstein en una de las ms grandes salas de concierto de Berln. Tuvela curiosidad suficiente como para comprar una entrada y asistir alespectculo. Era un programa en dos partes, con dos profesores comooradores. Un hombre de barbita y voz montona ley un manuscritoante una sala repleta, explicando cun disparatada era la teora especialde la relatividad, con su paradoja de los mellizos, que era la ms gran-de farsa en la historia de la ciencia, que la atencin prestada a este temaera extraa al verdadero espritu germano. En aquel tiempo todava noera oportuno atacar a Einstein abiertamente en su condicin de judo, ysin embargo esto se hizo, no una, sino centenares de veces en una for-ma ms velada. En la superficie estaba en Alemania la Repblica deWeimar, pero debajo de esta delgada y msera superficie podan adver-tirse los comienzos del inminente torbellino.

Recuerdo, tambin, que durante el intervalo entre las dos confe-rencias consecutivas, todo el mundo miraba hacia el palco donde esta-ba sentado Einstein. No s por qu haba venido, pero pareca estarpasando un rato magnfico, sonrea ampliamente, prorrumpa en car-cajadas, convertido en centro de la reunin por su sola presencia. Sedesarroll un espectculo sorprendente. En todo el mundo se pronun-ciaron conferencias populares sobre la teora de la relatividad. Inclusohubo dinero en ello. Una revista norteamericana -no recuerdo su nom-bre- anunci un premio de algunos millares de dlares para un artculosobre la teora de la relatividad que la explicara en tres mil palabras.Para estudiantes de un pas con inflacin, una suma semejante estabacasi ms all de toda imaginacin. Ayud a mi amigo en su participa-cin, y en mi msera habitacin dimos los toques finales a un ensayo.Mientras contbamos las palabras, sobamos con la lluvia de oro quela teora de la relatividad y los EE.UU. nos brindaran. Pero no, noganamos.

Cuando posteriormente volv a Polonia, encontr, para mi sorpre-sa, la misma atmsfera. La fama de la relatividad cruzaba las fronterasnacionales. Era tan amplia y apasionadamente debatida como lo es el

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comunismo en la actualidad. Mi profesor de matemticas, Zaremba -ypor cierto que fue un matemtico muy distinguido- dio una clase paragraduados y muchas conferencias populares contra la teora de la rela-tividad. Sostena que sta es incompatible con la definicin de un cuer-po rgido. Un cuerpo rgido es un cuerpo que no se contrae. Porconsiguiente, cmo puede una vara rgida contraerse cuando est enmovimiento? Por supuesto, era un argumento trivial, a pesar de que miprofesor lo expres en lenguaje pesado y erudito. El hecho simple deque los mismos cuerpos que consideramos rgidos se comporten demanera diferente de acuerdo a la fsica clsica y a la teora especial dela relatividad, no fue comprendido por el anciano profesor, ni yo mehabra atrevido a explicrselo. Fue atacado de una manera muy brutalpor otro profesor, tambin un matemtico y astrnomo distinguido (sunombre era Bonachiewicz), quien llam ciego a Zaremba y dijo quesus argumentos eran tontos. Lo que ocurri en Cracovia, mi pequeaciudad universitaria, es interesante slo en razn de que hechos simila-res ocurrieron por todo el mundo. Las conferencias populares acerca dela teora de la relatividad atraan grandes muchedumbres, y perplejosauditorios escuchaban los argumentos en favor y en contra. Inclusopersuadieron a Einstein a que diera disertaciones pblicas sobre lateora de la relatividad. No fue un popularizador muy bueno de supropia doctrina, y sin embargo el pblico se senta encantado de ver aEinstein y escuchar su agradable voz. Durante una de sus clases jugabacon una varilla que estaba sobre la mesa. Una dama pregunt a otra:"Por qu no deja en paz la varilla?" Pero pronto se dio cuenta de quse trataba. Cuando Einstein mostraba por medio de gestos cmo unavarilla se mueve y se contrae, la aliviada dama susurr a su vecina:"No saba que sta es la varilla que se contrae".

Yo mismo me senta dispuesto y deseoso de participar en talesdiscusiones, y sufra cuando no me invitaban a hacerlo. Un ao des-pus, en 1922, era profesor de una escuela secundaria en una pequeaciudad polaca. La excitacin de la teora de la relatividad lleg inclusoall, y tuve la rara distincin de ser el nico de ese pueblo que sabaalgo acerca de la teora de la relatividad. Di una serie de cuatro confe-

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rencias, y hubo que ordenar a muchos que salieran de la sala, porqueera imposible ubicar a todo el gento. Despus de una de mis diserta-ciones, uno de mis amigos observ agudamente: "Hubiera preferidomucho ms escuchar una conferencia de Einstein acerca de Infeld".

Poco a poco los argumentos contra la teora de la relatividad fue-ron apacigundose. En la actualidad nadie duda de que los axiomas dela teora especial y general de la relatividad son superiores a los de lafsica clsica. Puede dudarse de que la revolucin sea lo bastante pro-funda, pero nadie que est en su sano juicio creer que es posible unaretirada hacia la posicin de la fsica clsica. Incluso despus, cuandoHitler lleg al poder, an siguieron imprimindose en Alemania traba-jos sobre la teora de la relatividad. Esto era considerado correcto, entanto se omitiera el nombre del creador de la teora de la relatividad.

Incluso cuando se comprende por qu la fama de Einstein comen-z bruscamente, no se advierte con tanta facilidad por qu perdura an.Hay diferentes razones. Creo que una es que algunos de los HerrenProfecforen lo combatieron un poco demasiado encarnizadamentecomo para que ellos mismos resultaran beneficiados. La otra razn esque la personalidad de Einstein presenta atrayentes matices. Se ad-vierte esto cuando se mira alguna de sus fotografas. Si Einstein entraraa un saln donde se celebra una reunin y se lo presentaran a ustedcomo el seor Einstein de quien usted no tena ninguna noticia, queda-ra fascinado por el brillo de sus ojos, por su recato y delicadeza, por sudelicioso sentido del humor, por el hecho de que puede convertir unatrivialidad en sabidura, y porque todo lo que pudiera decir sera elproducto de su propia mente, no influido por el gritero del mundoexterior. Uno siente que se encuentra frente a un hombre que piensapor s mismo. Ha ejercido su influencia sobre millones de personas,pero, en un sentido ms profundo, nadie puede influir sobre l.

Durante la primera guerra mundial, y posteriormente, se vio aEinstein entrar en la arena poltica, o ms bien ser empujado hacia sta.Toma partido. Siente desprecio por la violencia, la bravuconera, laagresin, la injusticia. Creo que "desprecio" es la palabra justa. Seraerrneo emplear en su lugar la palabra "odio". Es siempre bondadoso,

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y en virtud del fuerte impacto del mundo exterior aprende los gestosnecesarios para demostrar inters y ocultar su ntimo alejamiento. Suapariencia ayuda. Su notable rostro de gran artista o profeta, sus ojosque parecen irradiar, pueden inducir a engao cuando se habla conEinstein. Su radiacin se dirige all lejos, hacia el mundo y las leyesque lo gobiernan, y no hacia los problemas personales del interlocutor.Sin embargo, firmar gustoso una carta de recomendacin, con unaaguda observacin y una sonora carcajada, mientras no tenga unaprueba definida de que se trata de un pcaro o un incapaz. Cree en loque se le dice porque es bondadoso, porque quiere serlo, y porque esmucho ms sencillo creer que desconfiar. Se puede pensar que es posi-ble convencer a Einstein de cualquier cosa, pero se volver empecina-do e inflexible cuando advierte que est tratando con un fascista. Setornar suspicaz si le traen un proyecto que parece beneficiarlo a l yno al que se lo presenta.

En 1914 se neg a firmar el Manifiesto de los cientficos alema-nes. Despus de la segunda guerra mundial fue el primer cientficoalemn invitado a Francia.

Su ms importante participacin en las cuestiones mundiales seprodujo en 1939. La historia de cmo los fsicos trataron sin xito deinteresar a la Marina y al Ejrcito en el Proyecto Atmico est relatadaen el informe Smyth, con sutiles reducciones y omisiones. Fue la fa-mosa carta de Einstein a Roosevelt la que rompi la rigidez de la men-talidad militar. Einstein, que siente desprecio por la violencia y lasguerras, es considerado el padre de la Bomba Atmica. Esto es as enrazn de que la historia moderna del desarrollo de la energa atmicacomienza con la relacin de equivalencia de Einstein entre masa yenerga. Esto es as tambin a causa de que la historia de la BombaAtmica comienza con la carta de Einstein.

En estos tiempos oscuros, cuando el aire est calmado de vacastrivialidades, argumentos tontos, embustes de hombres minsculos,resulta refrescante escuchar la voz clara que apela a la razn. Es lalejana conciencia del mundo que nos dice (Slo entonces seremoslibres):

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"La ciencia ha puesto de manifiesto este peligro, pero el problemareal est en las mentes y los corazones de los hombres. No cambiare-mos los corazones de los otros hombres por medio de mecanismos,sino cambiando nuestros corazones y hablando con valor.

"Debemos ser generosos brindando al mundo el conocimientoque tenemos acerca de las fuerzas de la naturaleza, despus de estable-cer resguardos contra el abuso.

"No debemos tener meramente la disposicin, sino el afn activode someternos a la autoridad valedera para todos, necesaria para laseguridad mundial.

"Debemos comprender que no podemos planear simultneamentepara la paz y para la guerra.

"Cuando tengamos claridad en el corazn y la mente, slo enton-ces hallaremos el coraje necesario para remontar el miedo que acosa almundo."

Al tratar de comprender por qu Einstein atrae la imaginacin detantos de sus semejantes, acude a mi mente una extraa comparacin.En una aldea de la India hay un sabio y anciano santo. Est sentadobajo un rbol y nunca habla. La gente observa sus ojos dirigidos haciael cielo. No conocen los pensamientos de ese anciano, porque siemprepermanece silencioso. Pero se forman su propia imagen del santo, unarepresentacin que los conforta. Perciben una profunda sabidura ybondad en sus ojos. Traen alimentos hasta el rbol donde est sentadoel hombre, felices de que en virtud de este pequeo sacrificio puedanformar una comunin con los elevados pensamientos de su santo.

En nuestra civilizacin no tenemos aldeanos primitivos ni santossilenciosos y contemplativos. Sin embargo, vemos en nuestros diariosla figura de un hombre que no va a la peluquera, que no usa corbata nimedias, cuyos ojos parecen mirar apartados de las pequeeces denuestro mundo. No brega por la comodidad personal. Se preocupapoco por todas las cosas que tanto significan en nuestras vidas. Si hablaen defensa de una causa, no lo hace por su gloria personal. Es alentadorpara nosotros saber que un hombre as an existe, un hombre cuyospensamientos estn dirigidos hacia las estrellas. Le otorgamos la admi-

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racin en virtud de que al admirarlo nos demostramos que tambinnosotros anhelamos las estrellas lejanas.

Einstein se ha convertido en un smbolo para muchos, un monu-mento que los hombres han construido, un smbolo que necesitan parasu propia confortacin.

Y quizs, en ltimo anlisis, estos hombres estn en lo justo. Talvez la real grandeza de Einstein reside en el hecho simple de que, sibien durante su vida ha estado observando las estrellas, tambin hatratado, sin embargo, de contemplar a sus semejantes con bondad ycompasin.

L. Infeld

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MI PUEBLO

Los ideales judos

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Tender hacia el conocimiento, hacia el saber por el saber mismo,hacia el amor a la justicia rayano en el fanatismo, y propender a laindependencia personal, he ah los motivos de la tradicin juda quejustifican mi pertenencia a ella, como un don especial del destino.

Aquellos que se rebelan contra los ideales de la razn, contra lalibertad individual y quieren hacer triunfar por medio de la fuerza brutay de la violencia la oprobiosa esclavitud del Estado, ven en nosotros,con justa razn, a sus adversarios irreconciliables. La historia nos haimpuesto una carga sumamente pesada: pero, mientras permanezcamosfieles servidores de la verdad, de la justicia y de la libertad, no slosubsistiremos como el ms viejo de los pueblos existentes, sino quetambin seguiremos -como hasta ahora y con un constante trabajoproductivo- creando valores que contribuyen al ennoblecimiento de lahumanidad.

Existe una cosmovisin juda?

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Segn mi opinin, no existe ninguna cosmovisin juda en elsentido filosfico de la palabra. El judasmo me parece casi exclusiva-mente una posicin, una actitud moral con respecto a la vida. Creo quees ms bien el resumen de los conceptos de la vida, encarnados en elpueblo judo, que el contenido de los preceptos y leyes expuestos en el

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Pentateuco e interpretados en el Talmud. Los dos constituyen para mlos ms importantes testimonios para el gobierno de la concepcinjuda del mundo, en los tiempos antiguos.

La esencia del concepto judo, segn mi parecer, es la siguiente:la afirmacin de la vida en todos los seres. La vida de cada individuoslo tiene sentido si est al servicio del embellecimiento y la noblezade todo lo existente. La vida es sagrada, esto significa que es el supre-mo valor, del que dependen todos los dems. La santificacin de lavida supraindividual trae consigo la estimacin suprema de todo loespiritual -todo ello constituye un rasgo especialmente caracterstico dela tradicin juda.

El judasmo no es un dogma fro. El dios judo es slo la negacinde la supersticin, un resultado imaginario de su eliminacin. Es tam-bin una tentativa de fundar sobre el miedo una ley moral, que no dejade ser una tentativa lamentable y deshonrosa. Sin embargo, me pareceque la profunda tradicin moral del pueblo judo se emancip en unamedida muy considerable de ese temor. Tambin es claro que el "servira Dios" fue equiparado con el "servir a los seres vivientes". A favor deesto han luchado incansablemente los mejores espritus entre el pueblojudo, en especial los profetas y Jesucristo.

Resulta as que el judasmo no representa ninguna religin de ca-rcter trascendente: se relaciona slo con la vida que vivimos, palpableen cierto modo, y no aspira a otro fin. Por ello me resulta dudoso quepueda llamrsele "religin", en el sentido corriente de la palabra,puesto que del judo no se requiere ninguna "creencia", sino la santifi-cacin de la vida, en el sentido suprapersonal.

Pero an hay algo ms en la tradicin juda, que se manifiesta enalgunos de los salmos. Es una alegra embriagadora, la admiracin dela belleza y de la sublimidad de este mundo, del que el hombre slopuede percibir una ligera imagen. Es el sentimiento del que extrae sufuerza espiritual la verdadera investigacin cientfica, que tambinparece poder exteriorizarse en el cantar de los pjaros. Y en este senti-do, el vnculo con la idea de Dios slo se manifiesta como un candorinfantil.

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Es caracterstico del judasmo todo lo que acabamos de exponer?Vive tambin en algn otro pueblo, bajo distinto nombre? En formapura no vive en ninguna parte, ni en el judasmo, donde el exageradoculto de la letra ha eclipsado y oscurecido la doctrina original. Pero, noobstante, yo veo en el judasmo una de sus ms vvidas y ms purasrealizaciones. Y ello es especialmente vlido para la base de esta cos-movisin, que reside en la santificacin de la vida.

Es caracterstico que en el precepto de guardar asueto y santificarel da sbado, fueron incluidos tambin, de manera expresa, los ani-males de trabajo: hasta tal punto se senta como un ideal la exigencia yla necesidad de solidaridad entre todos los seres vivientes. Ms fuertean es la expresin del requerimiento de solidaridad de todos los hom-bres, y no es mera casualidad que las reivindicaciones socialistas hayansido planteadas, en su mayor parte, por judos.

Pero, hasta qu grado se eleva la conciencia de la santidad de lavida en el pueblo judo, se pone de manifiesto de manera muy hermosaen una pequea frase que pronunci Waher Rathenau durante unaconversacin que sostuvimos los dos: "Cuando un judo dice que vapor placer a una partida de caza, no le crea: es mentira". Es imposibledar una expresin ms sencilla del concepto de la santidad de la vida,que la que vive el pueblo judo.

La juventud juda(Contestacin a una encuesta)

Es de importancia que la juventud tome inters por las cuestionesy preocupaciones judas; y es muy meritorio que usted trate este pro-blema en las columnas de su peridico. Ello no solamente es significa-tivo para la suerte del pueblo judo relegado a la armona interior y a laayuda recproca y mutua, sino, ms all de esto, para el estmulo delespritu internacional amenazado en todas partes por el nacionalismodesalmado y mezquino. En ello reside, ya desde los tiempos de losprofetas, una de las ms fecundas posibilidades de actuar y obrar de

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nuestro pueblo, diseminado por toda la faz de la tierra, pero unido portradiciones comunes.

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Alocuciones sobre la obra de reconstruccin en Palestina

Estos discursos, separados pornmeros romanos, pertenecen a

diversas pocas de la actividad deEinstein y pueden situarse entre

1921 y 1932. Estn relacionadoscon sus viajes a los EE.UU.

Dan prueba asimismo de su crecienteadhesin a la causa sionista y al

propsito de ayudar a recoger fondospara la colectividad juda y el

sostenimiento de la Universidadhebrea de Jerusaln fundada en

1918.

I)Cuando hace diez aos tuve el placer de llegarme a ustedes por

primera vez, con el fin de fomentar y propugnar las ideas y pensa-mientos sionistas, casi todo estaba cifrado en el porvenir.

Hoy podemos mirar can alegra hacia atrs, a los diez aos trans-curridos; pues las fuerzas unidas del pueblo judo han realizado enPalestina, en ese lapso, una esplndida obra constructiva, rica en re-sultados: quiz mucho ms que lo que nos atrevamos a esperar enton-ces.

Tambin hemos superado con xito la ardua prueba que nos im-pusieran los acontecimientos de los ltimos aos. El trabajo sin desfa-llecimientos, guiado hacia un noble objetivo, conduce lenta, peroseguramente al triunfo. Las ltimas manifestaciones del gobierno in-gls significan un retorno hacia una consideracin ms justa de nuestracausa, y ello tenemos que reconocerlo con gratitud.

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Mas nunca debemos olvidar lo que esta crisis nos ha enseado: elrestablecimiento de la cooperacin satisfactoria entre judos y rabes,no es el problema de Inglaterra, sino nuestro problema. Nosotros, estoes, judos y rabes, debemos unirnos y llegar a una comprensin rec-proca en cuanto a las necesidades de los dos pueblos, en lo que atae alas directivas satisfactorias para una convivencia provechosa. Unasolucin justiciera y digna de los dos pueblos significa para nosotrosun objetivo no menos importante y hermoso que el mismo fomento deltrabajo reconstructivo. Pensemos que Suiza representa un grado dedesarrollo poltico superior al de cualquier otro Estado nacional, preci-samente por la razn de los grandes problemas civiles, cuya solucintiene como condicin previa la constitucin estable de una comunidadformada sobre la base de varios grupos nacionales.

Mucho hay que hacer an, pero una de las ideas ansiadas poHertzl ya est cumplida: el trabajo en Palestina ha proporcionado alpueblo judo la posibilidad de adquirir una insospechada solidaridad,fomentando al mismo tiempo el optimismo necesario a todo organismopara llevar una vida sana. Esto es evidente para cualquiera.

Cuanto hacemos en favor de la obra comn, no lo ofrendamossolamente a nuestros hermanos en Palestina, sino que es para el bie-nestar y dignidad de todo el pueblo judo.

II)Nos hemos congregado hoy para recordar a la antigua comunidad

milenaria, su destino y sus problemas. La nuestra es una comunidad detradicin moral, que supo demostrar y evidenciar su capacidad vital ysu fortaleza en los aos de penurias. De la misma surgieron, en todoslos tiempos, varones que encarnaron la conciencia del mundo occi-dental, defensores de la dignidad humana y de la justicia.

Mientras esta comunidad se halle arraigada en nuestros corazo-nes, subsistir en beneficio de la humanidad, no obstante carecer deuna organizacin completa. Hace algunas dcadas, surgieron ciertoshombres excepcionales, entre ellos especialmente el inolvidable Hertzl,quienes concibieron la idea de que nos faltaba un centro espiritual para

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mantener enhiesto el sentimiento de solidaridad en los tiempos deangustia y malestar. Fue as que naci y prosper la idea sionista y laobra colonizadora en Palestina, cuya realizacin proficua hemos llega-do a presenciar, por lo menos en sus promisores comienzos.

Con honda satisfaccin e intensa alegra he logrado ver en vidaque esta obra ha aportado mucho para el restablecimiento del pueblojudo, el que, en su calidad de minora entre otras naciones, est nosolamente expuesto a dificultades exteriores, sino a peligros de carcterinterno, psicolgicamente fundados.

La crisis por la que debi pasar la obra de reconstruccin en losltimos aos, nos abrum en exceso, y aun hoy no ha sido superada deltodo. No obstante, las noticias recientes informan que el mundo, y enespecial el gobierno ingls, se halla inclinado a reconocer los altosvalores que se ponen de manifiesto en nuestra tendencia hacia el finsionista. En este momento, recordamos con gratitud a nuestro conduc-tor Weizmann, quien con tanta dedicacin y generosidad colabor yayud para el xito de la buena causa.

Las graves situaciones por las que hemos pasado, tambin traje-ron consecuencias beneficiosas. Nos han probado nuevamente cunfuerte es el vnculo del destino que une a los judos de todos los pases.Pero, al mismo tiempo, esa crisis ha purificado nuestra postura conrespecto al problema palestinense, eliminando las escorias de la con-cepcin nacionalista. Se dijo con claridad que nuestro objetivo no eracrear una comunidad poltica, sino que el fin era sobre todo cultural, enabsoluta correspondencia con la antigua tradicin del judasmo.

Es desde ese punto de vista que corresponde resolver el problemade la convivencia con el hermano pueblo rabe, en una forma noble,sincera y digna. Es all donde tendremos la oportunidad de ensear loque hemos aprendido durante los milenios de nuestro martirio tan ho-rrendo y cruel. Si seguimos el verdadero camino, lograremos xito ydaremos un magnfico ejemplo a los dems pueblos.

Lo que hacemos en Palestina es para la dignidad y el bienestar detodo el pueblo judo.

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III)Es para m gran complacencia tener la oportunidad de dirigir al-

gunas palabras a la juventud de este pas, fiel a los objetivos comunesde la judeidad. No os descorazonis ante las dificultades que debemosafrontar en Palestina. Esta clase de tropiezos constituyen pruebas parael deseo de vivir de nuestra comunidad.

Se ha hecho objeto de crtica, y con justa razn, a ciertas medidasy declaraciones de la administracin inglesa. Pero no hemos de con-tentarnos con ello, sino que tenemos que ir aprendiendo la leccin delos acontecimientos y aprovechar esa experiencia.

Debemos prestar gran atencin a nuestras relaciones para con elpueblo rabe. Mediante el fomento de las mismas, estaremos en condi-ciones de impedir que en el futuro se vayan formando tensiones peli-grosas, de tal ndole que puedan conducir al abuso y a la provocacinde actos hostiles. Podemos muy bien alcanzar este fin porque nuestraobra constructiva est dirigida, y as debe ser, de tal manera que servirtambin a los verdaderos intereses del pueblo rabe.

De este modo podremos lograr no caer con tanta frecuencia enuna situacin poco grata, tanto para los rabes como para los judos, nitener que acudir a la potencia mandataria como rbitro. Y as obedece-remos no slo al mandamiento de la Providencia, sino tambin a nues-tras tradiciones que confieren sentido y sensatez a la colectividad juda.Esta comunidad no tiene carcter poltico, ni jams debera tenerlo,sino que debe basarse exclusivamente en una tradicin moral; y slo deesta fuente puede aqulla extraer nuevas energas, como el nico m-bito dentro del cual se justifica la existencia de nuestro pueblo.

IV)Hace dos mil aos que el pasado constituye el patrimonio del

pueblo judo. Nada fue tan comn en nuestro pueblo disperso sobre lafaz del mundo, como la tradicin cuidadosamente conservada. Ciertoes que algunos judos aislados crearon grandes valores culturales, peropareca que el pueblo judo, como conjunto total, ya careca de fuerzapara una obra colectiva.

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Ahora las cosas han cambiado. La historia nos ha indicado el mo-do de resolver un problema grande y noble bajo la forma de activacolaboracin para la reconstruccin de Palestina. Eminentes connacio-nales trabajan ya con todas sus fuerzas para el logro de este fin. Se nosha ofrecido la oportunidad de erigir obras culturales de tal ndole quetodo el pueblo judo puede considerarlas como su propia tarea. Alen-tamos la esperanza de crear en Palestina un hogar para nuestra propiacultura nacional, la que ha de contribuir al despertar de todo el CercanoOriente a una nueva vida econmica y espiritual.

El fin, la meta que persiguen los dirigentes del sionismo, no espoltico, sino social y cultural. La vida comunal de Palestina tiene queacercarse al ideal social de nuestras antepasados, tal como se la exponeen la Biblia; y al mismo tiempo debe convertirse en el asiento de lavida intelectual moderna, en el centro espiritual para los judos de todoel mundo. En correspondencia con este concepto, la fundacin de unaUniversidad juda en Jerusaln, constituye uno de los objetivos msimportantes de las organizaciones sionistas.

Estuve en los ltimos meses en Amrica con el fin de ayudar acrear all la base material para esa Universidad, y el xito de la empre-sa que perseguimos fue natural. Gracias a la incansable actividad y aldestacado espritu de sacrificio evidenciado por los mdicos judos deEE.UU., hemos logrado reunir suficientes medios materiales para lafundacin de una Facultad de Medicina, y se puede afirmar que inme-diatamente han de comenzar los trabajos preparatorios para hacer deella una realidad.

Con los resultados obtenidos hasta ahora, ya no me cabe duda al-guna que tambin los medios necesarios para las dems Facultadespodrn ser reunidos en poco tiempo. La Facultad de Medicina ser, porsupuesto, transformada en breve en un Instituto de Investigaciones,ocupndose activamente del saneamiento del pas, trabajo muy impor-tante para la obra de reconstruccin. En cuanto a la enseanza en granescala, ella adquirir relevancia un poco ms tarde. Y, en vista que seha encontrado una serie de investigadores activos, competentes y listos

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para responder y seguir el llamado de la Universidad, parece comple-tamente asegurada la instalacin rpida de dicha Facultad de Medicina.

He notado tambin que fue creado un fondo especial para la Uni-versidad, completamente separado del fondo general destinado a lareconstruccin del pas. Gracias a la incansable actividad del ProfesorWeizmann y de otros dirigentes sionistas en Amrica, fueron reunidasconsiderables sumas de dinero durante los ltimos meses, sobre tododebido a la buena voluntad y al espritu de sacrificio de la clase media.Termino estas palabras con un clido llamado dirigido a los judos deAlemania, no obstante la grave situacin del actual momento econmi-co, para que aporten todo lo que puedan, sin escatimar esfuerzos, parala reconstruccin del Hogar judo en Palestina. No se trata aqu de unacto de beneficencia, sino de una empresa que toca de cerca a todos losjudos, y cuyo buen xito promete a todos transformarse en motivo delas ms nobles satisfacciones espirituales.

V)Palestina no representa para los judos una mera empresa de cari-

dad, o una aventura colonial, sino un problema de importancia capitalpara nuestro pueblo. Palestina no es, en primer lugar, un refugio paralos judos del este europeo, sino una encarnacin del siempre latente yheroico espritu de comunidad nacional de todos los judos.

Ser ahora el instante propicio, o el momento necesario paradespertar y fortificar ese sentimiento? Creo que debo contestar a estapregunta, no slo con una opinin espontnea, sino sobre la base deuna razn irrebatible, con un rotundo e incondicional "s".

Vamos a echar una ligera mirada retrospectiva a la evolucin su-frida por los judos alemanes durante los ltimos cien aos. Hace unsiglo, nuestros antepasados vivan an, salvo contadas excepciones, enel ghetto. Eran pobres, carecan de derechos polticos. Se hallabanseparados de los gentiles por una valla de tradiciones religiosas, formasde vida mundanas y limitaciones jurdicas. Estaban circunscriptos, ensu desarrollo espiritual, a su literatura propia, influenciada slo dbil y

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relativamente por el poderoso resurgimiento que experimentara la vidaespiritual europea a partir de la poca del Renacimiento.

Pero aquellos hombres, oscuros y despreciados, que vivan tanmodestamente, tenan una ventaja sobre nosotros: cada uno de ellosperteneca con todas las fibras de su corazn a una comunidad en laque se desarrollaba por completo, donde se senta miembro con igualesderechos que todos los dems, que nada exiga de l en cuanto a aque-llo que estuviera en pugna natural con su modo de pensar. Nuestrosantepasados se hallaban entonces bastante angustiados espiritual yfsicamente, pero en lo que se refiere a las relaciones sociales dentro dela comunidad, su equilibrio era digno de envidia.

Lleg luego la emancipacin, que ofrend repentinamente al in-dividuo posibilidades insospechadas para su desenvolvimiento. Perso-nas aisladas escalaron rpidamente altos puestos en los planossuperiores, cientficos y sociales, dentro de la sociedad; pues absorbie-ron vidamente las profundas obras que crearan el arte y la ciencia deOccidente.

Con pasin ardiente, tomaron parte en este desarrollo, creando ala vez ellos mismos valores imperecederos. Para ello, se apropiaron dela forma exterior que haba adoptado el mundo no judo; se apartaronen medida siempre creciente, de sus modalidades religiosas y sociales;se habituaron a las costumbres, formas y modo de pensar gentiles.Pareca como si se disolvieran sin dejar rastros en el seno de los pue-blos dominantes, muy superiores numricamente y mejor organizadospoltica y culturalmente, de manera que nada de ellos quedara percep-tible en unas pocas generaciones. Resultaba inevitable el completocolapso de la nacionalidad juda en el oeste y en el centro de Europa.

Pero sobrevino algo distinto. Al parecer, existen instintos nacio-nales de distinta naturaleza que obran en contra de la mezcla y de ladifusin. La adaptacin de los judos a los pueblos europeos entre losque vivan, en cuanto al idioma, costumbres y hasta en parte, a lasformas religiosas, no ha podido extinguir la sensacin, el sentimientode diferencia que prevalece en ellos y los pueblos dominantes euro-peos, entre los que moraban. Y es precisamente a este sentimiento de

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diferencia al que hay que reducir, en ltima instancia, el antisemitismo,que no se podr suprimir del mundo mediante la propaganda y lostratados mejor intencionados. Las nacionalidades no quieren mezclar-se, sino que cada una de ellas desea seguir su propio camino. Se puedeconseguir un estado satisfactorio, slo cuando cada una de ellas tolerey respete a las otras.

A ese estado de cosas pertenece, en primer trmino, la exigenciade que nosotros, los judos, cobremos nuevamente plena conciencia denuestro propio ser como nacionalidad y que reconquistemos el respetoperdido que necesitamos para una existencia cabal. Tenemos que vol-ver a aprender a reconocer con orgullo a nuestros antepasados y nues-tra historia y, ya en calidad del pueblo, tenemos que asumir yplantearnos ciertos problemas culturales, apropiados para fortalecernuestra conciencia de comunidad.

No es suficiente que nosotros, en calidad de individuos aislados,participemos en el desarrollo cultural de la humanidad: tenemos quetomar en nuestras manos la solucin de tales problemas, que slo losconjuntos nacionales estn en condiciones de resolver. nicamente deesta manera puede vigorizarse, esto es, recuperar su salud fsica y mo-ral, el judasmo, la judeidad mundial.

Les ruego considerar el movimiento sionista desde este punto devista. La historia acaba de plantearnos el problema de colaborar acti-vamente para la reconstruccin econmica y cultural de nuestro pas deorigen. El trabajo fue preparado por hombres inspirados y altamentedorados, y muchos de nuestros connacionales de alta jerarqua se ha-llan dispuestos a dedicarse al mismo por completo. Ojal cada uno denosotros est en condiciones de apreciar plenamente la importancia deesta obra y contribuir, de acuerdo con sus fuerzas, a la realizacin deeste magnfico proyecto!

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La comunidad juda

(Discurso pronunciado en Londresen octubre de 1930)

Respetable asamblea:No me resulta nada fcil vencer en m la propensin a una vida de

tranquila y apacible contemplacin. Pero, as y todo, no he podidosustraerme al llamado de las sociedades ORT y OZE1, pues ste, pordecirlo as, constituye al mismo tiempo un llamado -al que yo respondoen la emergencia- formulado por nuestro pueblo, tan cruelmente opri-mido.

La situacin de nuestra comunidad diseminada por toda la faz dela tierra, es al mismo tiempo el barmetro de la norma moral en elmundo poltico. Porque, qu puede ser ms caracterstico para el esta-do de moral poltica y el sentimiento de justicia, que la posicin queadoptan las naciones contra una indefensa minora, cuya particularidadslo consiste en la observancia de una vieja tradicin cultural?

Este barmetro est muy bajo en los tiempos actuales, y nosotroslo sentimos de manera sumamente dolorosa, en nuestro destino. Peroeste mismo descenso del barmetro en cuestin me afirma ms en laconviccin de que es nuestro deber la conservacin y la consolidacinde estas dos sociedades. En la tradicin del pueblo judo se halla pro-fundamente arraigada una fuerte tendencia hacia la justicia y la razn,la que ha de servir a todos los dems pueblos, tanto en el presente,como en el futuro. De esta tradicin surgieron, cada uno en su poca,Spinoza y Carlos Marx.

El que quiera conservar el espritu, ha de cuidar tambin el cuerpoal que aqul se halla ligado. La sociedad OZE est al servicio del cuer-po de nuestro pueblo, en el sentido literal de la palabra. Esta sociedadtrabaja sin descanso hoy en la Europa Oriental, para conservar fsica-

1 Iniciales de dos sociedades judas que propenden al bienestar de la juventudmediante la amplia difusin de las artes y oficios. (Nota del Traductor).

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mente a nuestro pueblo que se halla en extremo oprimido en lo econ-mico, mientras que la sociedad ORT piensa y trata de reparar los gra-ves daos, sociales y econmicos, que afectan al pueblo judo desde laEdad Media. Debido al hecho de que, en aquella poca nefasta nosfuera cerrado el acceso a todos los oficios de produccin inmediata,nos vimos impelidos hacia ocupaciones de carcter netamente mercan-til. Al pueblo judo se le puede prestar ayuda eficaz en la EuropaOriental, slo cuando se le dejen abiertas las posibilidades de nuevosoficios y profesiones, en las que se desenvuelvan y trabajen con elresto del mundo. Es ste el arduo y difcil problema, para resolver elcual trabaja con xito la sociedad ORT.

Hacia vosotros, connacionales ingleses, va dirigido el presentellamado para que colaboris en la obra tan ampliamente emprendida,creada por hombres excelentes y destacados. Los ltimos aos, aun losltimos das, nos han trado desilusiones, que precisamente han detocaros muy de cerca. No os quejis del destino, sino ms bien ved enestos sucesos un motivo para ser y permanecer fieles a la causa de lacomunidad juda. Estay firmemente convencido que de esta maneraservimos indirectamente a los fines humanos generales, que siempredeben ser los ms elevados para nosotros.

Pensad que las dificultades y los obstculos resultan una valiosafuente inspiradora para la fuerza y la salud de cualquier comunidadhumana. No hubiramos podido sobrevivir milenios en calidad de tal,de haber dormido sobre un lecho de rosas; estoy en absoluto persuadi-do de este hecho.

Nos cabe an un consuelo ms hermoso. Nuestros amigos no sonprecisamente muy numerosos, pero entre los mismos se hallan hom-bres de espritu superior y de sentido de justicia, para los que el enno-blecimiento de la comunidad humana y la emancipacin del individuode la opresin denigrante constituyen un problema vital.

Podemos considerarnos felices de contar en estos momentos entrenosotros a hombres que no pertenecen a la colectividad juda, los quecomunican carcter esencialmente solemne a esta tarde memorable. Meproporciona especial felicidad ver ante m a Bernard Shaw y a H. G.

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Wells, hacia cuya manera de comprender la vida me siento atrado enparticular.

Fue usted, seor Shaw, quien ha llevado a cabo el milagro deconquistar el amor y la sincera admiracin de los hombres, por uncamino que para otros se habra convertido en un martirio. Usted noslo ha predicado moral a los hombres, sino que ha escarnecido aque-llo que para muchos era intangible e inviolable. Lo que usted ha hecho,slo puede realizarlo quien ha nacido artista. Usted extrajo de su cajitamgica innumerables imgenes con apariencia humana, pero que noson de carne y hueso, sino que se componen de espritu, talento y hu-mor. Y sin embargo, ellas se asemejan a los hombres, en cierto modo,mucho ms que nosotros mismos; y resulta que uno casi olvida que noson creaciones de la naturaleza, sino que su paternidad pertenece aBernard Shaw.

Hace usted mover a esas graciosas creaciones en al mbito de unpequeo mundo, frente a cuya puerta montan guardia las Gracias, sindejar entrar a los resentimientos. El que ha penetrado ese pequeomundo con la mirada, ve el de nuestra realidad bajo una nueva luz;observa las figuras creadas por usted deslizarse al interior de los hom-bres de la realidad, de modo que stos cobran de repente un aspectomuy distinto al que posean anteriormente. Y as, mientras usted man-tiene de esta manera el espejo ante nosotros, obra al mismo tiempocomo emancipador y libertador, de un modo que ningn otro contem-porneo hubiera podido hacerlo, y de igual manera libera nuestra exis-tencia de la fuerza mezquina de la tierra que gravita sobre nosotros.

Es precisamente por esta razn que todos le estamos tan recono-cidos, a la vez que sentimos gratitud hacia el destino que, en medio detantas graves enfermedades, nos ha enviado el mdico de almas y elbienhechor. Yo, personalmente, le agradezco tambin las inolvidablespalabras que dirigi a mi homnimo mitolgico2, que me hace tanpesada la vida, no obstante que, con toda su enorme magnitud, en elfondo es un individuo inofensivo.

2 Einstein alude de este modo a su condicin de hombre de ciencia, cuya famale resulta una pesada carga (N. del E.).

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Pero, a todos vosotros, hermanos judos, os digo que la existenciay el destino de nuestro pueblo dependen de nosotros mismos, ms quede factores externos. As, debemos permanecer fieles a las tradicionesmorales que nos permitieron subsistir durante milenios, no obstante lasgraves tormentas que pasaron por encima de nuestras cabezas. Al ser-vicio de la vida, el sacrificio se convierte en una bendicin.

La "Palestina Trabajadora"

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Entre las organizaciones sionistas, la "Palestina Trabajadora" esaquella cuya obra beneficia de manera ms inmediata a la parte msvaliosa de su poblacin, o, con ms exactitud, la que, con la labor desus manos transforma los desiertos en florecientes moradas y colonias.Esos trabajadores representan una seleccin del pueblo judo formada abase de buena voluntad; es una especie de lite compuesta de hombresfuertes, conscientes y desinteresados, vale decir, carentes de egosmo.

No se trata de artesanos incultos que ofrecen el trabajo de susbrazos al mejor postor, sino hombres con instruccin, libres, cultos yactivos espiritualmente, cuya lucha pacfica con un suelo abandonadoredunda en beneficio de todo el pueblo judo, directa e indirectamente.Hacer, dentro de lo posible, ms llevadero su destino, significa salvarvaliossimas vidas humanas; pues, la lucha, el bregar de los primerospioneros en un suelo que an no ha sido saneado, es un comienzo duroy peligroso, a la par que un pesado sacrificio personal. Slo aquel quelo haya visto con sus propios ojos puede juzgar hasta qu punto escierto todo esto. El que ayuda para mejorar el equipamiento de aque-llos hombres, fomenta y propugna la realizacin de la obra en condi-ciones de mayor eficacia.

Es tambin esta clase trabajadora la que se halla en condicionesde crear relaciones normales y francas con el pueblo rabe, que es unode los problemas ms importantes del sionismo. Porque los gobiernos

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y administraciones vienen y se van, pero las relaciones humanas sonlas que dan el tono final en la vida de los pueblos. Por esta razn, elapoyo prestado a la "Palestina Trabajadora" significa al mismo tiempouna poltica humana y digna en Palestina, un combate eficaz contra lassubalternas y mezquinas corrientes nacionalistas, por las que hoy enda sufre el mundo poltico en general, como, aunque en grado menor,el pequeo mundo poltico de la obra que se est desarrollando enPalestina.

El resurgimiento judo

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Gustoso accedo a la solicitud de su peridico, para que dirija unllamado a los judos de Hungra, en beneficio de la institucin "KerenHayesod".

Los enemigos ms grandes de la conciencia nacional y de la dig-nidad juda, son las llamadas "degeneraciones opulentas", esto es, lafalta de carcter proveniente de la riqueza y del bienestar; sta es iguala la especie de dependencia interior del mundo gentilicio, que provienedel abandono de la comunidad juda. Lo mejor en el hombre slo pue-de prosperar y seguir desarrollndose cuando acta dentro de una co-munidad. Cun grande es, entonces, el riesgo al que est expuesto eljudo que ha perdido la vinculacin con la propia nacin, y es al mismotiempo visto y considerado por el pueblo dominante, como un extrao,un intruso! Con harta frecuencia ha surgido de tal situacin un vano eimpertinente egosmo, carente de impulsos altruistas.

Notablemente grande es, en la actualidad, la presin exterior quese ejerce sobre el espritu del pueblo judo. Pero precisamente este malnos fue muy beneficioso. Se impuso una renovacin en la vida comu-nal juda, una renovacin en la que la generacin anterior ni siquierapudo soar. Bajo el impulso e influencia del sentimiento de solidaridad

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juda recientemente despierto, la colonizacin palestinense, puesta enmarcha por los abnegados y perspicaces dirigentes no obstante lasdificultades que parecan invencibles, ha podido llegar a resultados tanconcretos, que ya no puedo dudar que este xito ser duradero. El valorde tal obra es muy elevado para los judos de todo el mundo. Palestinaser un sitio de cultura para todos los judos, refugio y asilo para losms necesitados, campo de accin para los mejores entre nosotros,ideal unificador y medio para la rehabilitacin de los judos de todo elmundo.

El antisemitismo y la juventud acadmica

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Mientras vivamos en el ghetto, el hecho de pertenecer al pueblojudo nos acarreaba, por cierto, dificultades materiales, y a veces inclu-sive peligros fsicos, pero no problemas de carcter social o espiritual.Con la llegada de la emancipacin, esta situacin ha cambiado, y quizde manera especial para los judos que se dedicaron a profesiones decarcter intelectual.

El joven judo se halla, en la escuela y en la universidad, bajo lainfluencia de una sociedad teida de nacionalismo, admirada y respe-tada por l, de la que recibe su alimento intelectual, a la que se sientepertenecer y por la cual, al mismo tiempo, es tratado como un indivi-duo de una especie extraa, con cierto desdn y menosprecio. Impulsa-do ms bien por el mbito sugerente de esta autoridad moral que porconsideraciones utilitarias, el joven vuelve la espalda a su pueblo y asus tradiciones y se considera de manera definitiva como parte inte-grante de los otros, intentando sin xito por supuesto ocultar a s mis-mo y al prjimo que esta relacin no es recproca. Tal es el origen delpobre judo convertido: el Geheimrat (consejero ntimo) de ayer y dehoy. La mayor parte de las veces no es ni la falta de carcter ni el deseo

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ardiente de triunfar, que han hecho de l lo que es, sino, como ya lo hedicho, el poder de sugestin de un contorno superior en nmero e in-fluencia. Sabe bien que muchos de los hijos, y los mejores del pueblojudo, contribuyeron en gran medida al florecimiento de la civilizacineuropea, pero con algunas excepciones no habrn procedido casitodos como este joven?

Igual que en todos los males espirituales, tambin aqu la cura re-side en el claro reconocimiento de su naturaleza y de sus causas. De-bemos ser muy conscientes de nuestra condicin de extraos y sacarconclusiones de la misma. No tiene ningn sentido querer convencer alos dems de nuestra condicin superior, espiritual y moral, recurrien-do a deducciones: pues las causas de las actitudes de la gente que noses adversa no se originan en el intelecto.

Tenemos que emanciparnos, en grado mucho mayor, socialmente,y debemos dar satisfaccin a nuestras necesidades sociales en la mismaforma. Es menester que tengamos nuestras propias corporaciones estu-diantiles, adoptando frente a los estudiantes no judos una postura deabsoluta correccin, pero de consecuente reserva y circunspeccin.Para ello, debemos vivir nuestra propia vida sin imitar las costumbresde embriagarse o de sostener duelos con cualquier pretexto, que sontan ajenas a nuestro modo de ser.

Se puede ser ejemplo de cultura europea, buen ciudadano del pasnatal, y al mismo tiempo un judo fiel, amante de su estirpe y respetuo-so de sus antepasados. Si pensamos de esta manera y procedemos con-secuentemente, el problema del antisemitismo, mientras sea denaturaleza social, quedar resuelto para nosotros.

Carta dirigida al Ministro de Estado,Profesor Dr. Hellpach

La respuesta de Einstein es de1929. Se public en Mein

Weltbild (Mi visin del mundo),

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Amsterdam, 1934.

Muy estimado seor Hellpach:He ledo su artculo sobre el sionismo, como tambin el Diario de

Sesiones de Zrich, y siento una gran necesidad de contestarle, en micondicin de quien se considera un defensor de la idea sionista.

Los judos representan una comunidad de individuos ligados conlazos de sangre y de tradiciones, en la que la religin no constituye suvnculo nico. Esto ya lo prueba la posicin de los dems hombres y suconducta recelosa. Cuando llegu a Alemania, hace quince aos, acabpor descubrir que era judo, y este descubrimiento me fue proporciona-do ms por los gentiles, que por los judos.

La tragedia, de stos reside en que son hombres de elevada cultu-ra y constante desarrollo, a los que les falta el apoyo de una comunidadque los vincule. El resultado de ello es la ausencia de seguridad en losindividuos, que a veces puede elevarse hasta el grado de inestabilidadmoral. Reconoc que el restablecimiento de ese pueblo era posible slorecurriendo a que todos los judos de la Tierra formaran una comuni-dad viviente, a la que cada persona aislada podra pertenecer con ale-gra, hacindole soportable el odio y el repudio que debe tolerar pordoquier, de parte de los dems.

Observaba de qu modo judos de vala eran ridiculizados conmaldad y entonces el corazn me sangraba a su vista. Notaba cmo lasescuelas, las revistas cmicas y otros innumerables factores culturalesde la mayora no juda, minaban y socavaban el sentimiento de digni-dad y aprecio propio, aun entre los mejores de mis connacionales, ysenta que as no se poda seguir.

Por eso reconoc que slo una obra comn, que fuera de agradopara el corazn de todos los judos del mundo, podra lograr rehabilitara ese pueblo. Fue una enorme hazaa de Hertzl el reconocer y sealarcon todas sus fuerzas y energas que, dada la formacin mental tradi-cional de los judos, se podra considerar que la instalacin de un hogaro, hablando con ms claridad, de un lugar central para ellos en Palesti-na era una obra digna de concentrar sobre ella todas las fuerzas.

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Usted llama a todo esto nacionalismo, y no sin razn. Pero unatendencia comn sin la cual no podemos ni vivir ni morir en este mun-do hostil, nunca puede ser designada con ese nombre desagradable. Entodo caso, es un nacionalismo que no tiene apetencias hacia el poder,sino hacia la dignidad y el valor moral. Si no tuvisemos que vivirentre hombres intolerantes, mezquinos y dados a la violencia, yo serael primero en abandonar el nacionalismo en beneficio del humanita-rismo universal!

La objecin de que si nosotros, los judos, queremos ser una "na-cin" no podemos ser ya ciudadanos del estado alemn, por ejemplo,corresponde a un desconocimiento de la naturaleza del estado queextrae su origen de la intolerancia instaurada por la mayora nacional.De esta intolerancia jams estaremos protegidos, bien seamos un "pue-blo" o una "nacin" o no lo seamos.

Para ser breve he expuesto mis ideas de manera asaz escueta ybrutal; pero considero a usted, por sus escritos, como una persona quepresta atencin al sentido y al contenido y no a la forma.

Carta a un rabe

Mein Weltbild (Mi visin delmundo), Amsterdam, 1934.

Marzo 15 de 1930.Muy estimado seor:Su carta me alegr, puesto que ella me prueba que de vuestra

parte existe buena voluntad para una satisfactoria y digna solucin delas dificultades existentes entre nuestros dos pueblos. Creo que stasson ms de ndole y naturaleza psicolgica que real, y que, en virtud deello, podran ser resueltas y eliminadas, si de los dos lados se contaracon la presencia y el aporte de honrada y buena predisposicin.

Nuestra situacin es ahora tan desfavorable por la razn de querabes y judos nos hallamos frente al poder del Mandato, como partes

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litigantes. Este estado de las dos naciones es indigno, y puede ser mo-dificado si encontramos un camino hacia proposiciones segn las cua-les ambos partidos puedan unirse.

Le dir cmo imagino la realizacin de un cambio en las actualescircunstancias crticas; simultneamente le agregar que sta es slo miopinin particular, sobre la que no he hablado con nadie. Le envo lapresente carta escrita en alemn, porque no me siento con nimos paraescribirle en ingls, y porque quiero tener, yo solo, la responsabilidadde la misma. Con seguridad, usted podr encontrar un amigo judo,partidario de la conciliacin, que se la traduzca.

Se ha de formar un "Consejo Privado", para el que judos y rabesenviarn cada uno cuatro representantes que no dependan de ningunamanera de cualquier institucin poltica, y su composicin sera lasiguiente:

Un mdico, elegido por la Asociacin de Mdicos;Un jurisconsulto, elegido por la Asociacin de Abogados;Un representante obrero, elegido por las Asociaciones Gremiales;Un eclesistico, nombrado por el clero.Estas ocho personas tendran que reunirse una vez por semana.

Deberan contraer la obligacin de no pretender ser representantes delos intereses del grupo al que pertenecen, ni tener en cuenta los de sunacin solamente, sino procurar nica y exclusivamente, y a su mejorconciencia, la prosperidad y el adelanto de toda la poblacin del pas.Las conversaciones seran secretas, sin informar de manera algunasobre las mismas, ni siquiera en privado.

Cuando fuere tomada una determinacin sobre algn asunto, conel asentimiento de tres votantes de cada parte por lo menos, esta deci-sin podr darse a publicidad, pero slo en nombre de todo el Consejo.En el caso de disconformidad, cualquiera podr dimitir de su cargo endicho Consejo, pero con la obligacin estricta de no revelar nada de lassesiones que se hayan celebrado en su presencia. Y en el caso de queuna de las sociedades no estuviere conforme con su representante,podr reemplazarlo por otro.

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Aun cuando ese "Consejo Privado" no tendra prerrogativas de-terminadas de especie alguna, podra sin embargo hacer que las dife-rencias fueran allanadas gradualmente y que, frente al poder delMandato, surgiera una expresin ms firme de los intereses del pas,que est por encima de la poltica cotidiana.

Cristianismo y JudasmoMein Weltbild (Mi visin del

mundo), Amsterdam, 1934.

Si al judasmo de los profetas y al cristianismo, en la forma que lopredicara Jesucristo, se les quitaran todos los agregados posteriores,hechos en especial por los sacerdotes, quedara en pie una doctrina queestara en condiciones de curar a la humanidad de todos los malessociales.

A los hombres de sano criterio cabe la obligacin y el deber ine-ludible e irrenunciable de intentar, cada uno en su crculo, de mantenervvida en lo posible tal doctrina de puro humanitarismo. Si en el senode una comunidad se hiciera esta tarea con honradez, sin dejarse con-fundir o desviar por la propaganda contempornea, tal comunidadpodra considerarse como la ms dichosa.

Alemanes y judos(Un prlogo)

Las pginas que vienen a continuacin se hallan dedicadas a dig-nificar la obra de los judos alemanes. Pinsese que se trata de unapoblacin que slo corresponde, numricamente, a los habitantes, deuna ciudad de tamao mediano; de una comunidad que se abri caminoy se impuso a una poblacin alemana cien veces superior, no obstartelas condiciones de desventaja en que se hallaba, y a pesar de los prejui-cios que la rodeaban: lo logr mediante la supremaca de las antiguas

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tradiciones culturales. Por ms que se opongan todos a ese pequeopueblo, no podr rehusarle el respeto nadie que haya conservado unaparte de su sano juicio en medio de estos tiempos de confusin general.

Precisamente en esta era de persecucin, a la que estn expuestoslos judos alemanes, hay que decir en voz alta que el mundo occidentalha de agradecer al pueblo judo, por una parte su religin y, con ella, elms valioso, el ms preciado ideal moral; y por otra, en efecto, el rena-cimiento del mundo espiritual helnico.

Tampoco hay que olvidar que la flexibilidad de la lengua alemanadebe sus finezas a una traduccin de la Biblia, es decir, a una versindel hebreo. La idea, el recuerdo de lo que han hecho y conquistadopara la humanidad los judos ale-manes, aun en los tiempos modernos,debera darles el mejor de los consuelos en el momento actual; y nin-guna opresin, por brutal que fuera, ninguna calumnia, por ms refina-da y astutamente urdida, engaar a los que no son ciegos, acerca delos valores espirituales y morales involucrados en ese pueblo.

Por qu se odia a los judos?

Publicado en Nueva York ennoviembre de 1938. A esta nota

pertenecen los pargrafos quesiguen hasta "Como la opresin

resulta un estmulo" inclusive.

Yo quisiera comenzar por contarles una antigua fbula introdu-ciendo en ella algunos pequeos cambios, una fbula que servir paradestacar vigorosamente los resortes principales del antisemitismo pol-tico.

El joven pastor dice a su caballo: "T eres la bestia ms noble quepisa la tierra. Mereces vivir en una felicidad apacible, y tu felicidadsera completa en efecto si no existiera el prfido ciervo. Desde sujuventud se ha ejercitado en superarte mediante la rapidez de sus pies.

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Su paso ms rpido le permite alcanzar las fuentes de agua antes quet. l y su tribu beben el agua de todas partes, mientras que t y tuspotrillos sufren sed. Qudate en casa. Mi sabidura y mis enseanzas telibrarn a ti y a tu especie de tan triste e ignominioso estado".

Enceguecido por la envidia y el odio al ciervo, el caballo aceptel trato. Se entreg al freno del joven pastor, perdi su libertad y seconvirti en esclavo de este ltimo.

El caballo en esta fbula representa a un pueblo, y el joven pastora una clase o pandilla que aspira a gobernarlo de manera absoluta; elciervo personifica a los judos.

Les oigo decir: "Una historia del todo absurda! Ninguna criaturasera tan estpida como el caballo de su fbula". Pero reflexionemos enesto un poco ms. El caballo ha sufrido el tormento de la sed y su va-nidad ha sido a menudo zaherida cuando vea al gil ciervo correr msrpido que l. Ustedes, que no han experimentado esa afrenta, encon-trarn difcil comprender que el odio y la ceguera hayan impulsado alcaballo a actuar con tan imprudente e ingenua precipitacin. Sin em-bargo, el caballo es fcil vctima de la tentacin porque sus tribulacio-nes de otro tiempo lo han preparado para este error. Sin duda haymucho de verdad en el adagio segn el cual resulta cmodo dar a losotros consejos justos y sabios, si bien ya no es lo mismo comportarsecorrecta y sabiamente. Lo afirmo con absoluta conviccin: todos he-mos desempeado muchas veces el papel trgico del caballo, y estamossiempre frente al peligro de ceder de nuevo a la tentacin.

La situacin descrita en esta fbula se ha producido en inconta-bles ocasiones a travs de la vida de los individuos y de las naciones.En resumen, podramos llamarlo el proceso por el cual la aversin y elodio de una persona dada o de un grupo se desva hacia otro individuoo grupo incapaz de defenderse con eficacia. Mas, por qu el papel delciervo les ha cado en suerte tan frecuentemente a los judos? Por qulos judos se han atrado casi siempre el odio de las masas? En primertrmino, debido a que hay judos dentro de la mayora de las nacionesy no son tantos en nmero para defenderse contra los ataques violen-tos.

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Algunos ejemplos del pasado reciente nos proporcionan la pruebade lo dicho: hacia el fin del siglo XIX el pueblo ruso se hallaba irritadocontra la tirana de su gobierno. Crasos desaciertos cometidos en lapoltica extranjera exacerbaron adems su estado de nimo al extremode quebrarse el equilibrio. En esta emergencia los dirigentes de Rusia,para evitar desrdenes, intentaron citar a las masas al odio y la violen-cia contra los judos. Esta tctica se repiti despus que el gobiernoruso ahog en sangre la peligrosa revolucin de 1905, y la maniobrapodra muy bien haber ayudado al rgimen aborrecido a mantenerse enel poder hasta el fin de la guerra mundial.

Cuando los alemanes perdieron la guerra tramada por su clasegobernante, en seguida se tejieron intrigas para culpar a los judos,primero por haberla provocado, despus como causantes de la derrota.Estas maquinaciones lograron xito en el decurso del tiempo. El odioengendrado contra los judos no slo protega a las clases privilegiadas,sino que permiti a una pequea minora insolente y sin escrpulosreducir al pueblo alemn a un estado de completa servidumbre.

Los crmenes de que se ha acusado a los judos en el devenir de lahistoria -crmenes que deban justificar las atrocidades cometidas con-tra ellos- han variado en rpida sucesin. Se pretenda que envenena-ban las fuentes. Se deca que mataban a los nios con propsitosrituales. Han sido falsamente inculpados de realizar un esfuerzo siste-mtico para obtener el dominio econmico y explotar a toda la huma-nidad. Se han escrito libros seudo cientficos a fin de estigmatizarloscomo una raza daina e inferior. Pasan por provocadores de guerras yrevoluciones en su propio inters egosta. Se los ha presentado a la vezcomo innovadores peligrosos y enemigos del verdadero progreso.Tambin se les reprocha el intento de distorsionar la cultura de lospueblos, segn se manifiesta en la vida nacional, con el pretexto deapropirsela. Al mismo tiempo se les moteja de obstinados e inflexi-bles, al punto que les resultara imposible adaptarse a la convivencia decualquier tipo de sociedad.

Las imputaciones formuladas contra ellos casi superan la imagi-nacin; sus instigadores saban que esos cargos eran falsos, creados

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con malicia, si bien en muchas oportunidades han influido sobre lasmasas. En momentos de turbulencia e inquietud las multitudes sonimpulsadas al odio y la crueldad, mientras que en pocas de tranquili-dad pblica esos rasgos negativos de la naturaleza humana se muestranespordicamente.

Hasta aqu slo he hablado de violencia y opresin contra los ju-dos y no del antisemitismo como un fenmeno psicolgico y social, elcual persiste aun en pocas y circunstancias en que no se prepara nin-guna accin particular que afecte a los judos. As pues, es posiblereferirse al antisemitismo latente. Cul es su origen? Creo que encierto sentido se lo puede considerar realmente como una manifesta-cin normal dentro de la vida de un pueblo.

Los miembros de un grupo cualquiera existente en un pas se ha-llan ms estrechamente ligados entre s que al resto de la ciudadana.De ah que una nacin jams se ver libre de fricciones en tanto talesgrupos aparezcan en la actividad pblica. Segn mi opinin, la unifor-midad dentro de una nacin no es deseable aunque lograra obtenerse.Las convicciones y los objetivos comunes, los intereses afines produci-rn en toda sociedad grupos diferenciados que en cierto aspecto han deactuar como unidades. Habr siempre desacuerdos entre tales grupos,es decir, el mismo tipo de resistencia y rivalidad que se suscita entrelos individuos.

La necesidad de esas agrupaciones es quiz la que se compruebacon ms facilidad en el dominio de la poltica, en la formacin de lospartidos polticos. Sin partidos los intereses polticos de los ciudadanosestn condenados a languidecer. Se carecera de la tribuna para el libreintercambio de las ideas. El hombre se encontrara aislado y no podraafirmar sus puntos de vista. Adems, las opiniones polticas maduran yse desarrollan a travs del estmulo recproco y la crtica que formulanlos hombres que poseen disposiciones anlogas y persiguen el mismofin; y la poltica no difiere de los restantes mbitos de nuestra existen-cia cultural. Se reconoce as, por ejemplo, que en las pocas de granfervor religioso pueden surgir distintas sectas, cuyas rivalidades impul-san la vida religiosa en general. Se sabe bien, por otra parte, que la

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centralizacin -esto es, el aniquilamiento de los grupos independientes-conduce al exclusivismo y a la esterilidad en la ciencia y en el arte,puesto que tal centralizacin controla, y hasta suprime toda oposicinde ideas y las tendencias de la investigacin.

Qu es en verdad un judo?

La formacin de grupos tiene un efecto fortaleciente en todas lasesferas del esfuerzo humano, debido sin duda muy a menudo a la luchaentre las convicciones y los fines que representan los distintos sectores.Los judos integran tambin reales agrupaciones con un carcter defi-nido que les es propio, y el antisemitismo no es ms que una actitudantagnica producida entre los no judos por el grupo judo. Es sta unareaccin social normal. Sin el error poltico que es su consecuencianunca habra sido designado con un nombre especial.

Cules son las caractersticas del pueblo judo? En primer lugar,qu es un judo? No existe una respuesta categrica a esta pregunta.La ms clara sera la siguiente: un judo es una persona que profesa lareligin juda. El carcter superficial de esta respuesta se reconoce enseguida mediante una simple comparacin. Planteemos la pregunta:qu es un caracol? Una respuesta semejante a la dada ms arriba serasta: Un caracol es un animal que habita una pequea concha. Talrespuesta no es del todo incorrecta ni tampoco exhaustiva, pues lapequea concha no es ms que uno de los productos materiales delcaracol. De igual modo la religin juda slo es una de las creacionescaractersticas de esta comunidad. Se sabe, adems, que un caracolpuede arrojar su caparazn sin dejar por eso de ser caracol. El judoque abandona su religin (en el sentido formal del trmino) se halla enuna posicin anloga. Sigue siendo judo.

Las dificultades de este gnero aparecen siempre que se trata deexplicar el carcter esencial de un grupo.

El vnculo que ha unido a los judos durante miles de aos y quelos une hoy es sobre todo el ideal democrtico de justicia social, ligado

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a la concepcin de ayuda mutua y de tolerancia entre los hombres.Hasta los escritos religiosos ms antiguos de los judos estn impreg-nados de estos ideales sociales, que han gravitado fuertemente sobre elcristianismo y el islamismo y han ejercido una influencia provechosasobre la estructura social de gran parte de la humanidad. La introduc-cin de un da de reposo semanal debe recordarse aqu como un pro-fundo beneficio para todos los hombres. Personalidades tales comoMoiss, Spinoza y Carlos Marx, por diferentes que sean, han vivido yse han sacrificado por el ideal de justicia social y la tradicin de susantecesores, es la que los ha condicionado sobre este riesgoso camino.Las realizaciones nicas de los judos en el terreno de la filantropanacen de la misma fuente.

El segundo rasgo caracterstico de la tradicin juda es la alta es-tima con que se considera toda forma de aspiracin intelectual y elesfuerzo del espritu. Estoy convencido de que este gran respeto por latarea del intelecto es la razn decisiva de las contribuciones, por partede los judos, al progreso del conocimiento en el sentido ms ampliodel trmino. Si se tiene en cuenta su nmero reducido en cantidad y losenormes obstculos exteriores colocados siempre en su camino entodos los aspectos, la extensin de esas contribuciones merece la admi-racin de los hombres sinceros. Me parece que esto no se debe a unariqueza de talento especial, sino al hecho de que el valor de que goza eltrabajo intelectual entre los judos crea una atmsfera favorable enparticular al desarrollo de los talentos que puedan existir. Al mismotiempo, un fuerte espritu crtico impide la obediencia ciega a cualquierautoridad moral.

Me he limitado aqu a esos dos rasgos tradicionales que considerolos decisivos. Estos modelos e ideales hallan su expresin tanto en lascosas insignificantes como en las grandes. Se transmiten de padres ahijos; animan la conversacin y los juicios entre amigos, llenan losescritos religiosos y otorgan a la vida en comunidad del grupo su im-pronta inconfundible. En esos ideales distintivos advierto la esencia dela naturaleza juda. Que tales ideales resulten imperfectamente realiza-dos en el grupo -en su vida rutinaria concreta- es algo natural. Sin

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embargo, si se quiere dar una ligera expresin del carcter del grupo,debe siempre formularse por va del ideal.

Cmo la opresin resulta un estmulo

En lo que precede he concebido al judasmo como una comunidadde tradiciones. Pero, amigos y enemigos, por otra parte, han afirmadode continuo que los judos representan una raza cuya conducta caracte-rstica es el resultado de cualidades innatas trasmitidas por herencia deuna generacin a otra. Esta opinin gana peso porque de manera pre-dominante los judos se han casado durante miles de aos dentro de supropio grupo. Este hbito podra, en efecto, conservar una raza homo-gnea, si sta hubiera existido desde su origen; no puede producir unauniformidad de raza si ha habido mezcla en el comienzo. Los judos noobstante son sin duda alguna una raza mezclada, exactamente comotodos los otros grupos de nuestra civilizacin. Los antroplogos ho-nestos estn de acuerdo sobre este punto; las afirmaciones contrariaspertenecen todas a la propaganda poltica y han de ser juzgadas enconsecuencia.

Quiz ms que a travs de su propia tradicin el ncleo judo seha beneficiado con la opresin y el antagonismo que de manera cons-tante ha encontrado siempre en el mundo. Esta es, por supuesto, una delas razones principales de su permanencia en el decurso de miles deaos.

El grupo judo que acabamos de caracterizar en breves lneasabarca alrededor de diecisis millones de individuos, menos del unopor ciento de la humanidad, o cerca de la mitad de la poblacin actualde Polonia. Su importancia como factor poltico es reducida. Estosseres humanos se encuentran dispersos sobre casi toda la tierra y noestn de ningn modo organizados como un todo, lo que significa queson incapaces de una accin conjunta de cualquier clase. (Esta nota fueescrita mucho antes de la organizacin del Estado de Israel).

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Si alguien se empeara en trazar un cuadro de los judos apoyn-dose slo sobre las palabras de sus enemigos, llegara a la conclusinde que representan un poder mundial. A primera vista esto parece porcompleto absurdo, y sin embargo, en mi opinin, se oculta aqu ciertosentido. A los judos como grupo puede faltarles poder, pero la sumade realizaciones de sus miembros individuales es en todas partes con-siderable y eficaz, aun cuando esas realizaciones se efectan frente agraves dificultades. Lar fuerzas que dormitan en el hombre se movili-zan y el mismo individuo se ve estimulado a desplegar un esfuerzo deabnegacin impulsado por el espritu que vive en el grupo.

De ah nace el odio hacia los judos de parte de quienes tienen ra-zones para evitar que el pueblo se ilustre. Ms que a nada en el mundostos temen la influencia de los hombres de independencia intelectual.En esto advierto la causa esencial del odio salvaje a los judos que seextiende con furia en Alemania. Para la camarilla nazi los judos noson slo un medio que desva el resentimiento que el pueblo experi-menta contra sus opresores; ven tambin en los judos un elementoinadaptable que no puede ser llevado a aceptar un dogma sin crtica, yque en consecuencia amenaza su autoridad -por el tiempo que tal dog-ma exista- con motivo de su empeo en esclarecer a las masas.

La prueba de que este problema toca el fondo de la cuestin laproporciona la solemne ceremonia de la quema de libros, ofrecidacomo espectculo por el rgimen nazi poco tiempo despus de adue-arse del poder. Ese acto, absurdo desde el punto de vista poltico, slose comprende como explosin emocional espontnea. Me parece, poresta razn, ms revelador que muchos otros actos de mayor alcance eimportancia prctica.

En el dominio de la poltica y d la ciencia moral se ha manifes-tado una justa desconfianza respecto a las generalizaciones, empujadasdemasiado lejos. Cuando el pensamiento se halla en exceso sometido atales generalizaciones, las interpretaciones errneas de las consecuen-cias especficas de causa y efecto se producen con facilidad, lo queresulta injusto para la multiplicidad real de los acontecimientos. Porotra parte, abandonar la generalizacin significa renunciar completa-

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mente a comprender. As, pues, creo que se puede y se debe arriesgarel uso de la generalizacin, siempre que se tenga conciencia de suincertidumbre. Dentro de este espritu deseo presentar, con toda mo-destia, mi concepcin del antisemitismo, considerado desde el punto devista general.

Observo que la vida poltica posee dos tendencias opuestas en ac-cin, enfrentadas una a la otra en constante lucha. La primera, opti-mista, procede de la creencia segn la cual el libre desarrollo de todaslas fuerzas productivas de los individuos y los grupos conduce en sumaa un estado satisfactorio de la sociedad. Reconoce la exigencia de unpoder central, colocado ms all de los hombres y los sectores, peroconcede a ese poder slo funciones administrativas y reguladoras. Lasegunda tendencia, pesimista, supone que el libre juego entre los indi-viduos y los grupos lleva a la destruccin de la sociedad; busca enton-ces basar la sociedad exclusivamente sobre la autoridad, la obedienciaciega y la constriccin. Esta tendencia es, de hecho, pesimista nadams que hasta cierto punto, puesto que es optimista respecto a quienesson y desean ser los amos del poder y de la autoridad. Los adherentes aesta segunda tendencia son los enemigos de los grupos libres y de laeducacin para el pensamiento autnomo. Representan, adems, a losmensajeros del antisemitismo poltico.

Aqu, en Amrica del Norte, todos se inclinan, de palabra, a laprimera tendencia, la optimista. No obstante, el segundo grupo estfuertemente representado. Aparece en