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ESTE PEQUEÑO CUENTO ES UN EJEMPLO DE UN VALOR QUE NO
DEBE FALTAR EN LA CONCIENCIA DE TODO SER
HUMANO LA PERSEVERANCIA
LOS DÍAS FELICES
En un poblado del norte vivía Julián , un herrero que ganaba lo suficiente para mantener a su familia. No era
rico pero no carecían de nada porque se esforzaba mucho. Jamás faltaba a su trabajo y a diario hacía pequeñas tareas en su casa para mantenerla
impecable. En ella vivían su madre, su esposa y Juliancito su hijo. Se
levantaban temprano , hacían lo que le tocaba a cada quién y disfrutaba
su sabrosa comida.
Julián llegaba sábados con las ganancias de su trabajo y se las
entregaba a su esposa, quien hacia rendir el dinero. ¡Hasta le alcanzaban para pequeños antojos! Juliancito era muy travieso pero en vez de castigo,
recibía muchos besos de su madre, su abuela y su padre.
Una tarde, cuando Julián regresaba al hogar, descubrió que la casita se estaba incendiando. Gracias al
esfuerzo de los vecinos la familia se había salvado sin sufrir daño, pero la
habían perdido todo.
No tenían siquiera donde dormir y un familiar les ofreció cobijo.
Para sorpresa de muchos, al día siguiente del incendió Julián se presentó a trabajar, puntual e impecable como siempre. Por la noche se sentó en la mesa con la familia
triste y asustada por lo que había ocurrido.
_”¿Qué vamos a hacer ahora?”_ preguntó su esposa.
_ “Pues, simplemente , lo que siempre hemos hecho y un poco más para
recuperar lo perdido”- contestó Julián.
Al principio fue difícil, pero al cabo de unas semanas cada quién seguía en lo suyo (el estudio, el hogar y el trabajo) con entrega y entusiasmo.
Meses después con ayuda de la familia, compraron una casita y al cabo de un
tiempo vieron regresar los días felices.