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1 EDICIÓN No. 90: REFLEXIONES EN TORNO A LA HISTORIA DE LA PRENSA Y EL PERIODISMO EN IBEROAMÉRICA MAYO-SEPTIEMBRE 2015. ESTÉTICAS Y NARRATIVAS DEL PERIODISMO DE ESPECTÁCULOS EN LA PRENSA ESCRITA DE EL SALVADOR: DÉCADAS 1930 A 2000 Aesthetics and Narratives of Entertainment Journalism in Salvadorean Print Media: Decades 1930 to 2000 Recibido: 19 de Enero 2015 Aprobado: 23 de Febrero 2015 Willian Carballo Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera El Salvador [email protected] Tiene una maestría en comunicación y una licenciatura en comunicaciones y periodismo, ambas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), de El Salvador. Es investigador social especializado en temas de medios, cultura popular, democracia, juventud y violencia. Se desempeña, además, como catedrático de investigación y prensa escrita en la UCA y en la Escuela Mónica Herrera. Con una experiencia de 15 años en el periodismo, en la actualidad también escribe artículos para diferentes publicaciones nacionales e internacionales y se desarrolla como consultor en comunicaciones. Ha ganado también concursos de ensayos a nivel nacional y escrito en libros de autoría colectiva publicados en El Salvador y América Latina.

ESTÉTICAS Y NARRATIVAS DEL PERIODISMO DE …dialogosfelafacs.net/wp-content/uploads/2015/90/Dialogos90... · Entre los “Tiempos modernos” del actor estadounidense Charles Chaplin

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1 EDICIÓN No. 90: REFLEXIONES EN TORNO A LA HISTORIA DE LA PRENSA Y EL PERIODISMO EN IBEROAMÉRICA MAYO-SEPTIEMBRE 2015.

ESTÉTICAS Y NARRATIVAS DEL PERIODISMO DE ESPECTÁCULOS EN LA

PRENSA ESCRITA DE EL SALVADOR: DÉCADAS 1930 A 2000

Aesthetics and Narratives of Entertainment Journalism in Salvadorean Print Media:

Decades 1930 to 2000

Recibido: 19 de Enero 2015

Aprobado: 23 de Febrero 2015

Willian Carballo

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y Escuela de Comunicaciones Mónica

Herrera

El Salvador

[email protected]

Tiene una maestría en comunicación y una licenciatura en comunicaciones y periodismo, ambas

de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), de El Salvador. Es investigador

social especializado en temas de medios, cultura popular, democracia, juventud y violencia. Se

desempeña, además, como catedrático de investigación y prensa escrita en la UCA y en la

Escuela Mónica Herrera. Con una experiencia de 15 años en el periodismo, en la actualidad

también escribe artículos para diferentes publicaciones nacionales e internacionales y se

desarrolla como consultor en comunicaciones. Ha ganado también concursos de ensayos a nivel

nacional y escrito en libros de autoría colectiva publicados en El Salvador y América Latina.

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Resumen

La presente investigación expone los cambios en las narrativas mediáticas del periodismo de

espectáculos o de entretenimiento en los medios escritos salvadoreños, desde 1930 hasta el

nuevo siglo. A través de entrevistas y análisis de contenido centrado tres décadas tomadas como

muestras (1930, 1960 y 2000), indaga en las características, estéticas y relatos -así como las

transformaciones en el tiempo-, de la información relacionada con el cine y la música popular, la

televisión, la radio y la vida del personaje pilar de este sistema: la estrella. Devela, además, la

importancia de este periodismo especializado en el mundo de la comunicación y la delgada

frontera con el periodismo cultural, con el cual ha coexistido a lo largo de la historia.

Palabras clave: Periodismo, Espectáculos, Entretenimiento, Cultura, El Salvador

Abstract

This research presents the changes in media narrative of entertainment journalism on

Salvadorean print media, from 1930 to the new century. Through interviews and content analysis

focused on three decades taken as samples (1930, 1960 and 2000), it explores the characteristics,

aesthetics and stories -as well as the changes in time-, of information related to cinema and

popular music, television, radio and the life of the pillar character of this system: the star. It also

reveals the importance of this specialized journalism in the world of communication and the

narrow border with cultural journalism, with which it has co-existed throughout history.

Keywords: Journalism, Shows, Entertainment, Culture, El Salvador

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Periodismo de espectáculos: tan leído y tan olvidado

Entre los “Tiempos modernos” del actor estadounidense Charles Chaplin y los tiempos modernos

del reggaetonero Daddy Yankee hay 70 años de diferencia. Y entre cómo los medios de prensa

escrita en El Salvador procesaban, trasladaban y presentaban la información de fenómenos del

entretenimiento como esos hay también un enorme abismo. Un abismo que, sin embargo, solo en

algunos aspectos, tiende pequeños puentes que parecen no separar tanto al periodismo

especializado de aquel entonces del de hoy.

Este texto analiza qué ocurrió en el periodismo de espectáculos salvadoreño en ese lapso de siete

décadas: desde 1930 que inició la competencia periodística entre los dos principales medios

escritos locales hasta el nuevo siglo. Se trata, pues, de un estudio histórico que ayuda a

comprender el presente de una de las especializaciones del periodismo más influyentes hoy en

día: el de espectáculos o de entretenimiento.

Los datos respaldan esa última aseveración. En la actualidad, el número de páginas asignadas en

la prensa escrita a este tipo de información en El Salvador compite o sobrepasa a Deportes y

Nacionales, con entre 10 y 20 diarias. Además, su presencia en portada como gancho

informativo es ahora notoria, pues los jefes editoriales se dieron cuenta de lo atractivo que

resultan sus temas para el público. Por último, la plana de periodistas dedicados a la especialidad

también ha aumentado: llegan a tener hasta cinco periodistas de planta exclusivos para la

cobertura de temas de espectáculo y entretenimiento, cantidad parecida a la de secciones como

Política o Economía. En el pasado, no había especialistas en la materia.

Esas dimensiones actuales de este tipo de información en la prensa dotan de una gran

importancia al tema. “Son sucesos que reprochamos, pero al mismo tiempo hemos empezado a

necesitar como respirar”, asegura Rincón (2006, pág. 83). Su función como generador de

narraciones, reproductor de estéticas y distractor del estrés social y político es también de gran

relevancia (Rincón, 2006; Martín-Barbero, 2010). Aun así, la academia ha estado más centrada

en el periodismo cultural que en el de espectáculos. En efecto, a nivel salvadoreño, solo existen

documentos académicos sobre periodismo cultural (López, 1987; Carballo, Mejía y González,

2002).

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En otras latitudes, en cambio, varios textos se han concentrado en el tema del espectáculo como

fenómeno cultural y mediático. Destacan libros de Omar Rincón (2006) y Frederick Martel

(2010), así como un reciente ensayo de Vargas Llosa (2012), entre otros. Sobre periodismo de

espectáculos, específicamente, destacan investigaciones sobre el origen de esta especialización

(Ayala y León, 2000) y tesis sobre su relevancia en el ámbito local, como el caso colombiano

(Zambrano y Villalobos, 2010), entre otras.

En ese sentido, el presente estudio opta por concentrarse deliberadamente en el periodismo de

espectáculos. El principal objetivo es revelar, a raíz de su importancia, los relatos que nos cuenta

y que nos contó para llegar hasta su estado actual; descubrir las estéticas y narrativas que han

predominado en sus discursos y exponer cómo se ha transformado hasta ocupar esos importantes

espacios en los medios escritos salvadoreños.

La investigación fue cualitativa y requirió de la técnica del análisis de contenido. Los artefactos

de estudio fueron los dos principales periódicos de El Salvador: La Prensa Gráfica (LPG) y El

Diario de Hoy (EDH). Para el análisis, se establecieron tres periodos como muestra: La década

de 1930, la de 1960 y la de 2000. En cada caso, se estudiaron dos años; y dentro de cada uno de

estos, se escogió como muestra un mes en particular de forma aleatoria.

La década de los 30 (octubre 1936 y diciembre 1939) obedece a que partir de entonces ya

estaban en escena los dos principales periódicos salvadoreños; además, esta es considerada la

época de oro de Hollywood y el inicio de la también importante etapa dorada del séptimo arte

mexicano. Los años 60 (agosto 1962 y agosto 1969), por su parte, estuvieron marcados por los

inicios de la industria televisiva salvadoreña (Méndez, 2000) y el surgimiento de la “época de

oro” de la música rock-pop nacional; además de darle continuidad a la popularidad del cine

mexicano y hollywoodense (Guzmán 2009). Y los 2000 permitieron ver el marketing de

Hollywood en todo su esplendor (Martel, 2010), la popularización del género de los “reality

show” (Ford, 2011), la proliferación del periodismo rosa (Llosa, 2012; Cueva, 2007) y el

surgimiento de nuevos artistas gracias a las nuevas tecnologías.

En total, se estudiaron 948 páginas con contenido de espectáculos o entretenimiento. En ellas, se

localizaron y estudiaron 2,444 notas, repartidas entre las tres décadas y los dos periódicos.

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Además, se contabilizaron 326 páginas con contenido de cultura o bellas artes, con fines de

realizar comparaciones cuantitativas.

Las categorías para analizar esas publicaciones fueron: a) número de notas, páginas y llamadas

en portadas de información de espectáculos, b) origen de la información, c) información de

carrera artística versus información extra artística, d) número y tipos de fuentes periodísticas, e)

géneros periodísticos y f) número y tipo de imágenes. También se analizaron los adjetivos

presentes en los titulares, sumarios y pies de foto que hicieran referencia a actrices y actores.

Como complemento, se realizaron entrevistas con actuales y antiguos periodistas-editores de esta

especialidad.

Los resultados se presentan distribuidos por cada uno de los tres períodos señalados.

Posteriormente se discuten los hallazgos a la luz de la teoría, la cual se presenta a continuación.

I. De las bellas artes al periodismo rosa: un largo camino recorrido

¿Dónde termina el arte y empieza el espectáculo como entretenimiento? Y en consecuencia,

¿cuál es periodismo de espectáculo y cuál no? Definir estos conceptos de frontera tan fina es

básico para entrar en el análisis.

Martín-Barbero (2010) asegura que la comunicación da cuenta de los nuevos modos de

conexión, las nuevas sensibilidades y las nuevas estéticas. Por su parte, Rincón (2006) asegura

que “las culturas mediáticas generalizan en la sociedad un gusto” (Rincón, 2006, pág. 17).

Ambos autores citados, pues, mencionan “gusto” o “estética”. ¿De qué gustos y estéticas

hablamos?

Existe, por un lado, una visión clásica, más dogmática al respecto. Una corriente que relaciona

directamente a la estética solo con las artes clásicas y la belleza uniforme y tradicional. La

escuela de Frankfurt, y en especial Theodor Adorno, juega un papel importante en la

legitimación de ese tipo de estética. La visión de Adorno es clave porque plantea el arte en

relación a lo que no lo es: lo banal (Adorno, 1970). Pero no todo es rigidez, armonía y

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uniformidad. Otros autores defenderán la existencia de más de una forma de entender lo bello.

Nietzsche (1870), por ejemplo, propone la existencia de una visión dionisíaca, con un culto a la

desproporción, el desenfreno y la embriaguez. También autores como Martín-Barbero (2010)

han defendido ampliamente esa otra cultura, esa más popular.

Pero esas fronteras entre ambos polos no siempre están tan definidas y a menudo se encuentran

en un punto medio: lo masivo. Representado en los medios de comunicación, lo masivo permite

una nueva estética, una más ambigua y menos encasillada, en donde las fronteras de ambos

extremos se difuminan y se mezclan en productos que toman elementos de lo bello y de lo

popular (Martín-Barbero, 2010). Esa estética de hoy, según Calebrese (en Rincón, 2006), suele

ser repetitiva, veloz, excesiva y monstruosa. Además, encuentran su lógica en el entretenimiento

(Rincón, 2006).

¿Qué es el entretenimiento entonces? Gabler (2000, citado por Rincón, 2006) lo define como

aquello que divierte y que, a su vez, se expresa en algo más concreto aún: el espectáculo

(Rincón, 2006). Este último permite a los públicos convertirse en “espectadores” para “ser

incluidos en la ilusión escénica de la realidad que está ante nuestros ojos” (Lasch, 1999, pág.

100, en Rincón, 2006). El espectáculo, pues, se define como una práctica de entretenimiento que

se establece en una relación de contemplación a distancia, en presente, para seducir siguiendo

una dramaturgia reconocida (Rincón, 2006).

Dicho espectáculo tiene defensores y detractores. Algunos, como Lipovetsky y Serroy (2010),

creen que la edad humorística ha acabado con la edad estética. Mientras que Guy Debord define

al espectáculo como “una relación social entre personas mediadas por las imágenes… una

decoración sobreañadida” (Debord, 1999, pág. 39). Y más recientemente, Mario Vargas Llosa,

advierte: “Convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene

consecuencias inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura”. (Vargas Llosa, 2012, pág.

34)

Además, el entretenimiento materializado en el espectáculo ha dado vida a un sistema de

símbolos y líderes creadores de dichos símbolos a los que Lipovetsky y Serroy (2010) llaman

justamente “star system”. En este, la estrella se convierte en centro de toda la atención, al

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transformarse en “una figura mágica absolutamente moderna”. Los autores llaman a este

fenómeno “vedetismo”.

Pero otros pensadores consideran que lo popular puede habitar junto a la estética tradicional; lo

defienden. Martín-Barbero (2010) recuerda que la historia revela que las expresiones de

entretenimiento les han permitido a los pueblos exponer sus emociones ante las clases

dominantes. Mientras que Baricco (2008) llama “bárbaros” a quienes disfrutan del vino

hollywoodense y rehúyen de la música clásica, pero luego explica que no se trata de extraños que

saltaron la muralla y se instalaron en nuestro mundo con violencia, sino de la sociedad misma

transformada con el tiempo y que, como tal, hay que aceptarlos. Como apunta Rincón (2006): en

la aparente banalidad del entretenimiento mediático y su estilo hay mucho de imaginación

cultural, de denuncia política, de ironía comunicativa y de pensamiento crítico.

Tanto arte como entretenimiento y cultura popular están, pues, presentes en las narraciones de la

sociedad y son igualmente importantes. Rincón (2006) define a la narración -siguiendo a

Ricoeur-, como una forma de pensar, comprender y explicar a través de estructuras dramáticas.

Agrega que los medios de comunicación son las “máquinas narrativas” por excelencia, en

especial, gracias al periodismo (Rincón, 2006).

Leñero y Marín (1986, pág. 17) exponen que el periodismo es “una forma de comunicación

social a través de la cual se dan a conocer y se analizan los hechos de interés público”. Cuando

esos acontecimientos provienen de áreas específicas como el arte y el entretenimiento surgen

entonces los terrenos del periodismo especializado. Ahí es donde entra el de espectáculos. Sin

embargo, por la polémica frontera del término, resulta necesario definir antes el periodismo

cultural.

El periodismo cultural es una zona compleja y heterogénea de medios, géneros y productos que

abordan con propósitos creativos, críticos, reproductivos o divulgativos, los terrenos de las bellas

artes, las bellas letras, las corrientes del pensamiento y las ciencias sociales y humanas (Rivera,

1996, pág. 19). Esa concepción deja conscientemente de lado todo lo relacionado con el

entretenimiento. Así, por descarte, entramos a los terrenos del periodismo de espectáculos. Para

fines de este trabajo, se entenderá el periodismo de espectáculos como aquel que transmite a la

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sociedad información sobre las diferentes manifestaciones culturales relacionadas con el

entretenimiento, con el objetivo de contribuir a generar una conciencia pública al respecto.

Martel (2010) recalca que la mayoría de los periódicos tiene hoy un departamento de artes y

entretenimiento, que incluye generalmente fuentes como la televisión, el cine, la música pop y el

ocio. También que se ha vuelto muy popular un comunicador que ya no critica, sino que cuenta

las vidas de las celebridades. A esa sub especialización se le conoce como periodismo rosa. Se

trata de aquel basado en los aspectos extra artísticos de las estrellas, con especial interés en su

vida privada. Ese énfasis ha generado una importante caída en calidad y credibilidad ante los

críticos (Cueva, 2007), pero ha ganado mucha popularidad entre las audiencias.

¿Ha realmente decaído o solo se ha transformado? ¿Qué concretamente ha cambiado en el

periodismo de espectáculos? El análisis del caso salvadoreño permite extraer algunas respuestas

a estas interrogantes, como se verá a continuación.

II. Los idolatrados años 30

Es primero de octubre de 1936 y el Teatro Nacional de El Salvador estrena la película “Tiempos

Modernos”. En ese mismo mes, la banda del Primer Regimiento de Infantería se presenta con

éxito en un parque central de la capital y en la radio YSP -la primera comercial del país- suena la

voz semanal del entonces Presidente de El Salvador General Maximiliano Hernández hablando

sobre las propiedades curativas del agua calentada al sol. Son años sin televisión y con un cine

estadounidense convirtiendo en oro todo lo que produce. Las películas mexicanas recién se

cuelan en la cartelera local, apenas hay un par de radioemisoras en el espectro nacional y la

música, en consecuencia, lentamente empieza a masificarse.

Para ese entonces, La Prensa -hoy La Prensa Gráfica (LPG)- y el recién nacido El Diario de Hoy

(EDH) cuentan con por lo menos una página diaria dedicada exclusivamente al espectáculo,

aunque su contenido es dominado en su totalidad por el cine. Estas secciones no suelen tener

nombre propio. Sin embargo, su estructura interna contiene algunas subsecciones identificadas

con una cabecera fija, como “Sucedió en Hollywood” (LPG en 1936), que para 1939 ya había

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desaparecido. La frontera entre las notas de entretenimiento y el resto de información

(departamentales, internacionales, etc.) estaba tan poco remarcada que era muy común, además,

ver pequeñas notas sobre cine y música salpicando varias páginas en toda la edición.

Por su parte, en 1936, la cultura y las bellas artes apenas ocupan pequeñas notas a menudo

rodeadas por información de algún campesino asesinado con machete. De hecho, la relación era

de una nota de cultura por cada diez de espectáculos. La tendencia se mantendría, y hasta se

ampliaría levemente, tres años después. (113 páginas y 257 notas de entretenimiento contra 26

páginas y 26 artículos de cultura fue el balance total de la muestra estudiada esta década).

Que el cine marcara la pauta informativa va hilado con que Estados Unidos dominaba ya esta

industria. En 1936, el 93 por ciento de las notas de entretenimiento se originaban en ese país. El

resto venía de Europa, principalmente de Francia, Italia y Gran Bretaña. Tal dictadura del gran

país del norte cedería muy levemente tres años más tarde. Para 1939, en diciembre, México ya

pintaba más en las páginas de espectáculos de ambos medios, gracias, sobre todo, al inicio de la

época dorada de su cine (Guzmán, 2009). Ese año, dieciséis por ciento de los artículos

periodísticos procedía de ahí. Aunque aún lejos de Estados Unidos, con el 73 por ciento.

La variedad, por cierto, no era precisamente una característica de aquel periodismo. Las noticias

y las fotonotas se llevaban casi el 90 por ciento del total de géneros empleados en los meses

estudiados en ambos años. Solo se encontró tres reportajes en todo el material analizado (dos por

ciento del total de artículos) y una entrevista. Y aunque vale la pena destacar que ambos rotativos

trasladaban a sus lectores críticas cinematográficas, estas no superaran el cinco por ciento del

total de notas.

Por otro lado, únicamente seis de las 124 ediciones estudiadas en ambos años de esta década

destacaron porque en la portada hubiera algún llamado o una nota de espectáculos. En el caso de

temas culturales, esto no ocurrió ni una sola vez.

Además, siempre -al menos cuando de notas hechas en casa sobre artistas locales se trataba- los

periodistas que escribían sobre entretenimiento ocupaban una sola persona o un solo documento

como fuente de la información.

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Por último, es importante matizar que en ese entonces no había comunicadores especializados en

la materia. La información se retomaba de cables internacionales o de los comunicados, o se

echaba mano de colaboradores ocasionales. Todos usaban un lenguaje serio, aunque, eso sí, muy

dado a las muestras de admiración y exacerbado respeto a las figuras artísticas.

Por ejemplo, los directores de cine eran retratados como “magníficos”. Para actrices y actores

había calificativos como “encantadoras”, “exquisitos” y otros adjetivos llenos de una carga de

admiración desbocada que ponía a la gente de la farándula en niveles lejanos. Como asegura

Martín-Barbero (2010), las estrellas representaban ese querer ser de la gente común. Por eso, rara

vez los periodistas les atribuían palabras negativas. Además, era un periodismo que no vivía de

escrudiñar en la vida privada de sus fuentes cotidianas, la que, seguro, era menos impecable, más

humana. Para muestra: en promedio, durante esta década, de cada diez notas sobre estrellas,

nueve estaban relacionadas con su quehacer meramente artístico, sin entrar en su vida personal.

Esa deificación de los actores y actrices también se podía apreciar en el tipo de imágenes que

acompañaba a las notas. Es importante partir de que siete de cada diez artículos contaban con

fotografía. Y de estas, tres cuartas partes eran imágenes ilustrativas, es decir, no contaban ningún

hecho noticioso específico, sino que estaban puestas ahí con el único fin de que la información

en cuestión gozara de acompañamiento gráfico. ¿Eso qué significa? Que se trataba de fotos

proporcionadas por los mismos estudios de Hollywood, cuidadosamente revisadas para que esa

actriz o ese actor en cuestión lucieran impecables.

De ese pequeño porcentaje de retratos que no eran ilustrativos sino de actualidad, casi el 70 por

ciento eran fotografías posadas o planificadas. De nuevo, en la mayoría de veces, el artista podía

controlar su apariencia y mantener su estela. Y las que eran naturales no solían ser invasoras de

su intimidad, como en la actualidad, sino captadas en lugares controlados por las mismas

celebridades.

Pero nadie despertaba más admiración que las actrices. La mujer retratada en los espectáculos

era, ante todo, hermosa. Los periodistas las llamaban rubias, bellas, lindas trigueñas, exquisitas,

prototipos de elegancia y con ojos embrujantes. También se les describía como dulces

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(muchachita, melodiosa, ingenua, trágica y delicada) o como provocativas (ardorosa, mujer de

fuego, ninfa cautivadora, deliciosa).

En cambio, muy pocas veces los adjetivos se enfocaban en destacar los talentos profesionales de

las mujeres de Hollywood. Todo lo contrario al hombre. Cuando la prensa de espectáculos de los

años treinta se refería a ellos solía ser, sobre todo, por su capacidad para la actuación: se les

describía como estrellas magníficas, histriones notables y aplaudidos, célebres, expertos,

cómicos gigantes, exquisitos cantantes y hombres valientes.

III. La sensualidad de los años sesenta

Pocas décadas fueron tan sexuales y sensuales como los años sesenta. Las carteleras de cine

exhibían cintas como “Los bacanales de Tiberio”. Los periódicos del mundo entero se

engalanaban con la sonrisa de la actriz Marilyn Monroe. El rock y el twist enseñaban a los

jovencitos a mover a las caderas. Y ya para finales de la década, los hippies revolucionaban la

sexualidad, las drogas y la cultura popular al coronar su escalada de rebeldía en el gigante

encuentro musical de Woodstock. Liberación, erotismo, placer. Eso eran los sesenta, y los

medios de prensa especializados en el espectáculo en El Salvador contarían una historia parecida,

algunas veces de forma más tímida que otra.

Tímida seguía siendo también la presencia de notas culturales. Pequeñas notas sobre literatura o

pintura seguían salpicando levemente las diferentes páginas de EDH y LPG. En los meses

estudiados, agosto del 62 y del 69, se contabilizaron apenas 74 notas relacionadas con bellas

artes en 53 páginas. En cambio, de espectáculos, fueron 569 artículos, distribuidos en 231

páginas.

Estos contenidos de entretenimiento seguían teniendo fronteras poco remarcadas, al menos en

cuanto al diseño. En ambos periódicos, la información solía agruparse más o menos toda junta

cerca de las páginas designadas para la publicidad de las películas en cartelera. Sin embargo, era

fácil encontrar notas de espectáculo desperdigadas por otras secciones y viceversa.

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Seguía también sin haber periodistas especializados. Las notas de entretenimiento, en su

mayoría, venían de servicios internacionales, de los comunicados, de las plumas de

colaboradores y de algunos periodistas entusiasmados a título personal con el cine y la música.

Las notas solían ser, por lo regular, de diminuta extensión. De nuevo, fragmentación (Martín-

Barbero, 2010). Eso apenas daba chance para que los comunicadores ahondaran en la

información. Como en los años treinta, todas las notas escritas por periodistas locales contaban

con tan solo una fuente, testimonial o documental. Y de nuevo, las noticias y las fotonotas eran

los géneros más empleados (94 por ciento del total de la muestra estudiada en la década).

En cuanto al contenido, el cine seguía siendo amo y señor. Esto a pesar del apogeo de la radio, el

nacimiento de la televisión y los inicios de la época dorada de la música rock salvadoreña.

El lenguaje, por su parte, se había vuelto más juguetón. Una nota del 22 de agosto del 60, en

EDH, sobre la actriz Candy, era titulada así: “Se llama Candy, no usa apellido, ¿lo necesita?”

Por otro lado, en un periodismo donde el peso extranjero seguía siendo aplastante (95 por ciento

de las notas eran internacionales contra el cinco por ciento originado en El Salvador), la fuente

mexicana seguía fija en el segundo lugar, aunque con mucha más presencia que tres décadas

atrás. Eso sí, Estados Unidos seguía reinando.

Y si hay una noticia en los años sesenta que demostró el peso de la cultura popular

norteamericana esa fue la muerte de la actriz estadounidense Marilyn Monroe, en agosto de

1962. La importancia que los editores dieron a aquel hecho fue tal que la noticia fue llevada a

las primeras páginas de los dos periódicos y compartió importantes espacios junto a las notas

internacionales más relevantes.

Sin embargo, un suceso igualmente imprescindible para la cultura popular de aquella época que

no contó con esa misma suerte fue Woodstock. La reunión de hippies más grande la historia,

desarrollada en Nueva York y que también significó un desfile de las más importantes estrellas

del naciente género rock, pasó casi desapercibido en toda la cobertura de agosto de 1969, mes en

el cual se celebró.

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Por su parte, la estrella de cine y de la música seguía siendo en los años sesenta ese ídolo

inalcanzable, casi perfecto. De las notas que se acompañaban de fotografías, más del 90 por

ciento eran de tipo ilustrativas, no informativas. En otras palabras, la mayoría de estas imágenes

habían sido filtradas por los estudios y, en consecuencia, mostraban esa aura perfecta del artista.

A eso también contribuía que solo dos de cada diez notas escapan de la carrera profesional de las

celebridades para inmiscuirse en su vida extra artística. Aun así, ya se empezaban a ver los

primeros indicios de lo que décadas más tarde se convertiría en la prensa rosa. Grandes actrices,

como Sophía Loren o Liz Taylor, solían ser las protagonistas de historias de bigamias y

divorcios, por ejemplo.

Además, algunas artistas ya eran valoradas más como bombas sexuales que sobre cualquier otro

aspecto. La nota sobre Candy, que se mencionó antes, iba así: “Bombón es la traducción al

español del nombre de esta actriz norteamericana. Y nos parece muy justo porque… mírela

nomás…”

En esta década, pues, las actrices son objetos de deseo, por encima de todo. Diane McBaine es,

por ejemplo, “una estrella que llena la vista” y Rocío Dúrcal es “deslumbrante”. Y tal como

ocurría en los 30, lo que no había variado es lo poco que se resaltaba su capacidad profesional.

¿Y los hombres? También recibían muchísimos más adjetivos centrados en su apariencia: Clark

Gable era “varonil” y Ryan O’Neal “apuesto”. Pero a diferencia de las mujeres -como ya pasaba

en los 30- estos actores reciben mucha valoración por su desempeño profesional. Se les llama

geniales, aclamados, versátiles, magistrales, renombrados e incomparables.

IV. Los años 2000 o el adiós a la estrella perfecta

Son los años dos mil y Michael Jackson va en pijama a la corte a que se le juzgue por supuesta

pedofilia. Brad Pitt engaña a Jennifer Aniston con Angelina Jolie y Lindsay Lohan choca su

carro contra un paparazzi. Son los años dos mil y muchos ven “Big Brother”. El famoso

programa de tele realidad abandera una revolución del espectáculo que ha llevado a gente común

y corriente a ser estrellas. Hay escándalos, muchos conciertos y grandes producciones

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hollywoodenses. Son los años dos mil y, además, un joven de nombre Marvin Ulises Martínez

que ordeñaba vacas en el departamento de Morazán, al nororiente de El Salvador, se convierte en

estrella nacional de la música gracias a un video aficionado que subió a Youtube. The King Flyp

se hace llamar.

El nuevo siglo sorprende a las secciones de espectáculos de la prensa escrita más organizadas.

Después de los acuerdos de paz de 1992, que pusieron fin al conflicto civil interno de los

ochenta, el periodismo salvadoreño en general empieza a pensar en la especialización. En LPG,

durante los noventa y los dos mil, surgieron secciones con nombre propio, como Eco y la actual

Fama Plus; mientras que en EDH aparecieron Escenarios y la vigente Escena y Artes. Aunque

estas tuvieron etapas en las que se centraban exclusivamente en el entretenimiento, casi siempre

han mezclado espectáculos populares con bellas artes.

En esta década, la tendencia era la misma: muchísimas más notas de espectáculo que culturales.

Si bien en los meses estudiados (octubre de 2003 y julio de 2010) se contaban 351 notas

culturales en ambos periódicos, estas cifras resultan ínfimas a la par de las 1618 notas de

espectáculo.

Gráfico 1. Comparativo histórico de páginas de espectáculos versus de cultura en ambos

periódicos

Fuente: Elaboración propia

Esa efervescencia dotó de una importancia sin precedentes en este periodismo especializado. Por

ejemplo, de los 124 días analizados en los años citados de la década de 2000, en 76 de ellos

había llamados en la portada de los periódicos para leer la sección de Espectáculos (para Cultura,

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eso solo sucedió en siete ediciones). La razón era que las de entretenimiento casi siempre

incluían fotografías de guapos y guapas famosas.

Gráfico 2. Comparativo histórico de llamadas en portada, notas culturales versus notas

espectáculos.

Fuente: Elaboración propia

Tal influencia de este tipo de notas demandaba más rigurosidad. Por primera vez se puede

apreciar en 2003 la consulta constante de más de una fuente. Sin embargo, devienen nuevos

escollos: aparecen muchas noticias y fotonotas -los géneros preferidos- basados en rumores o

fuentes no verificables, sobre todo en el periodismo rosa.

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Gráfico 3. Comparativo histórico de número de fuentes citadas en notas

nacionales

Fuente: Elaboración propia.

En cuanto al lenguaje, este se notaba mucho más juguetón que nunca, más atrevido e incluso

coloquial. En LPG, muchas veces, en alusiones a la serie televisiva “Friends”, se menciona la

palabra “cheros” (amigos en el lenguaje popular salvadoreño).

Por otro lado, en el nuevo siglo, aparece una luminaria que puede ser como como cualquier

vecino de colonia en dos sentidos. Por un lado, porque cualquier persona se puede convertir en

estrella gracias los programas de realidad y a las redes sociales (The King Flyp, por ejemplo). Y

por el otro, porque aquella figura del cine y la música ahora sabemos que tiene vida privada,

dejando expuestas sus imperfecciones, como las de cualquier amigo del barrio.

La razón de ese des-endiosamiento fue el periodismo rosa. Para el nuevo siglo, la información

sobre la vida privada de las luminarias alcanzaba ya cifras del 45 por ciento del total de notas en

ambos periódicos salvadoreños. Para 2010, La Prensa Gráfica publicaba Famarazzi y El Diario

de Hoy “Ricos y Famosos”: dos páginas diarias con notas de ocio, amor, sexo, moda y procesos

judiciales.

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Gráfico 4. Comparación histórica de notas sobre carrera artística versus vida privada de

artistas.

Fuente: Elaboración propia

En este juego de inmiscuirse en la vida privada de las estrellas, el papel de los fotografías ha sido

clave. Primero, más del 90 por ciento de las notas tenía imágenes. Segundo, más del 40 por

ciento de esas fotos era de actualidad. Y tercero, que de estas últimas, más de la mitad son

naturales. Estas naturales (no planificadas) son tomadas por fotógrafos de celebridades

(paparazzi) que captan la vida cotidiana de famosos sin que estos se den cuenta. Eso tiene dos

implicaciones. Uno, que el artista no tiene control sobre su apariencia. Y dos, que podemos

acceder a momentos íntimos de la celebridad. El resultado: vemos una estrella más humana, con

defectos.

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Gráfico 5. Comparación histórica de presencia de fotos posadas (en estudio o premiaciones)

versus fotos naturales tipo paparazzi

Fuente: Elaboración propia

Así, las actrices y cantantes pierden aquella aura de admiración. Según los adjetivos usados por

los periodistas, ellas ahora son aburridas, mandonas, celosas, inseguras, mentirosas, tristes,

malcriadas, locas y desastrosas. Además, más que su gracia física, lo que se resalta es su

atractivo sexual. Carrie Underwood, por ejemplo, es un “cueraaaaazo”, así, con el exceso de “a”.

Los hombres tampoco se salvan de esa imagen llena de vicios. Mickey Rourke se quitó por fin

“su asquerosa cabellera”, decía EDH en 2010; y La Prensa Gráfica llamó “alcahuete” a Tom

Cruise porque hace lo que sus hijas digan. Ese actor soñado es ahora dañino, perseguido,

ruidoso, armado y tramposo, según los calificativos escritos. Sin embargo, también hay

calificativos para los hombres como guapos, privilegiados, limpiecitos y atléticos. Y de nuevo,

como apenas ocurre con la estrella femenina, a la celebridad masculina sí se le otorga

características positivas sobre su trabajo artístico.

Finalmente, es importante destacar que la globalización emerge también en la prensa de

espectáculos. Si bien Estados Unidos continuó su dominio en el origen de las notas (70 por

ciento), ahora pueden contarse varias notas de países como Colombia, Irlanda o Corea. Y por el

otro lado, que ya no solo los artistas protagonizan las historias de las páginas de entretenimiento.

Ahora, los futbolistas y políticos también figuran en estas noticias, gracias a sus romances.

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V. Conclusiones

El periodismo de espectáculos es un pilar importante de esta profesión pues traslada a las

audiencias las diferentes manifestaciones de la cultura popular. Además, como plantean Martín-

Barbero (2010) y Rincón (2006), el entretenimiento se ha convertido en ese motor de risa y

descanso lúdico que la población necesita para sobrellevar una seria y agobiante realidad política

y social.

Es evidente que ese periodismo de espectáculos tiene en El Salvador una presencia muchísimo

mayor en la prensa escrita que su primo-hermano, el cultural. Este proceso de masificación del

entretenimiento (Martín-Barbero, 2010) ha generado que se hayan uniformado muchos discursos

y estéticas del gusto. Ese hecho ha ido en menoscabo de las diferencias: se han homogenizado

los consumos de las audiencias y se ha potenciado manifestaciones culturales hegemónicas.

El ejercicio del periodismo de espectáculos también ha mostrado un desarrollo cualitativo.

Además de ser fácil de identificar visualmente, ahora existe un plana de comunicadores

especializados, y las notas que escriben basadas en una sola fuente son menos que hace siete

décadas. Sin embargo, aún abundan las noticias centradas en rumores no verificables.

Esto último desató que la esfera privada de los artistas ganara protagonismo. Para los años 2000,

las cuotas del también llamado “periodismo rosa” alcanzan casi el 50 por ciento, casi el doble de

lo que ocurría en las décadas previas.

Eso se tradujo también en un cambio de percepción respecto a la figura de la estrella. En los

treinta y sesenta, contaba las narraciones de una figura mágica y lejana. Pero en el nuevo siglo,

paparazzi de por medio, se cuentan discursos que hablan de una figura con defectos, monstruosa,

como lo advertía Calabrese, (en Rincón, 2006). Esa “nueva estrella”, como la llamaba Ford

(2011), o “vedette” (Lipovetsky y Serroy, 2010), también puede ser alguien salido de la

cotidianidad del barrio. Así, en el presente, las redes sociales y los programas de realidad han

formado un nuevo tipo de celebridad que podría ser incluso el vecino.

Ni las estrellas femeninas se salvaron de ese cambio. Mientras que las famosas mujeres, según

los relatos periodísticos, eran lindas y tiernas en los años treinta, para los años sesenta se habían

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convertido en bombas sexuales que, además, eran hermosas. Y ya para el nuevo siglo, además de

eróticas, podían ser también malvadas y feas. Los hombres mantuvieron esa aura varonil y

elegante, aunque al pasar las décadas, recibieron también calificativos por su atractivo sexual o,

en el caso del presente, por sus defectos. Sin embargo, la estrella masculina resulta ser siempre

un profesional con talento, hoy como hace 70 años. La mujer apenas ha recibido adjetivos en ese

sentido.

En conclusión, aquellas tímidas y solemnes secciones apenas definidas de los 30 y 60 parecen

irreconocibles hoy. Sin embargo, la fragmentación, el discurso de género y la arrolladora

presencia de las industrias culturales hegemónicas en sus páginas siguen tendiendo puentes entre

aquel periodismo que se ocupaba de la cinta “Tiempos modernos” y el de los actuales tiempos

modernos del nuevo siglo.

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Periódicos analizados

La Prensa Gráfica. Ediciones octubre 1936; diciembre 1939; agosto 1962; agosto 1969; octubre

2003; y julio 2010.

El Diario de Hoy. Ediciones octubre 1936; diciembre 1939; agosto 1962; agosto 1969; octubre

2003; y julio 2010

Comunicaciones personales

José Víctor Huezo, ex periodista y editor de cultura y espectáculos en La Prensa Gráfica (mayo,

2013)

Entrevistado 2, periodista de El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica que labora en el medio desde

mediados del siglo pasado (junio, 2013). Pidió anonimato.