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    REVISTA ARGENTINA

    DE CLNICA PSICOLGICAVol. XVIII 2 AGOSTO 2009

    ESTILOPERSONALDELTERAPEUTA

    YTEORADELAMENTE

    Sergi Corbella*,Noemi Balmaa**,

    Hctor Fernndez-lvarez***,Luis Angel Sal****,

    Luis Botella*y Fernando Garca***

    Resumen

    La importancia de la alianza teraputica como predictor del xito de la psicoterapia sugiere lanecesidad de ampliar el cuerpo terico sobre cules son las variables del terapeuta y del pacienteque influyen en el establecimiento de la alianza (Corbella y Botella, 2003). Una de las variables queinfluyen en la alianza es el Estilo Personal del Terapeuta que ha sido definido como el conjunto decondiciones singulares que conducen a un terapeuta a operar de un modo particular en su tarea(Fernndez-lvarez, 1998). Se refiere a las caractersticas habituales que cada terapeuta impone ensu tarea como resultado de su peculiar manera de ser, ms all del enfoque de trabajo que utilice.En el presente artculo se plantean las aportaciones de la teora de la mente en el campo psicote-raputico, especficamente en el Estilo Personal del Terapeuta. El desarrollo ptimo de la teorade la mente del terapeuta facilita la habilidad teraputica de entender cmo el paciente procesala informacin, piensa, siente y acta as como la habilidad de anticipar la conducta del pacientey sus posibles reacciones ante ciertas situaciones. Se formulan nuevas propuestas explicativas delos aspectos que influyen en el establecimiento de la alianza teraputica.

    Palabras clave:estilo personal del terapeuta, alianza teraputica, teora de la mente.

    Key words:therapists personal style, therapeutic alliance, theory of mind.

    * Sergi Corbella y Luis Botella. Universidad Ramon Llull; FPCEEBlanquerna.**Noemi Balmaa. Hospital Mutua de Terrassa.*** Hctor Fernndez-lvarezy Fernando Garca. Fundacin Aigle**** Luis Angel Sal. UNED.El presente artculo se basa en la ponencia que el primer autorrealiz en el simposio sobre el Estilo personal del Terapeuta del VCongreso Mundial de Terapias Cognitivo-Conductuales (Barcelona,2007).Correspondencia a Sergi Corbella. Facultad de PsicologiaBlanquerna (FPCEE). Universidad Ramon Llull. C/ Cister,

    34, 08022-Barcelona, Espaa.E-Mail: [email protected] ARGENTINA DE CLNICA PSICOLGICA XVIII p.p. 125-133 2009 Fundacin AIGL.

    Son muchos los esfuerzos dirigidos a explorary estudiar los factores que influyen en el estable-cimiento de una buena relacin entre terapeuta y

    paciente que permita conseguir un buen resultadopsicoteraputico. La calidad de la relacin tera-

    putica resulta ser un aspecto determinante parala eficacia de la terapia (Botella, 2005, Corbella yBotella, 2003; Corbella y Botella, 2004b). Lambert

    (1992) encontr que los factores comunes explicanaproximadamente el 30% de la mejora del paciente.En los ltimos aos muchos autores han centradosu atencin en el estudio de uno de los principalesfactores comunes: la relacin teraputica. Gelso yCarter (1985, 1994) definieron la relacin teraputicacomo los sentimientos y actitudes que cada uno delos participantes tiene hacia el otro y la manera enque stos son expresados (Gelso y Carter, 1985, p.159). Dentro del marco de la relacin entre terapeutay paciente se ha prestado especial atencin al con-cepto de alianza teraputica usado por primera vezpor Greenson (1967).

    Las investigaciones sobre la alianza teraputicaconstituyen hoy en da un cuerpo creciente de pu-

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    blicaciones, y tienden a centrarse en las relacionesexistentes entre la alianza teraputica, las distintasmodalidades y orientaciones teraputicas y la eficaciade los tratamientos. La importancia demostrada de laalianza teraputica como factor predictor del xito de

    la psicoterapia indica la necesidad de ampliar nues-tro conocimiento sobre cules son las variables delterapeuta y del paciente que influyen en el estable-cimiento de dicha alianza (Corbella y Botella, 2004a).Garfield (1981) a principios de los aos ochenta yapropona centrarse mucho ms en las cualidades ycomportamientos de los participantes en la psicote-rapia que se manifiestan en las interacciones entreterapeuta y paciente.

    Cada vez son ms las investigaciones que tienencomo objetivo estudiar la contribucin del terapeu-ta al proceso y al resultado psicoteraputico (Hill,

    2006). Las aportaciones de Beutler con la SeleccinSistemtica de Tratamientos (Beutler y Clarkin, 1990)y la Psicoterapia Prescriptiva (Beutler y Harwood,2000) as como los planteamientos del ProyectoBarcelona-Buenos Aires (Corbella, 2003; Corbella yBotella, 2004a; Botella y Corbella, 2005) enfatizanla conveniencia del estudio de la interaccin entreterapeuta y paciente para conocer mejor las variablesinfluyentes en el proceso psicoteraputico como esel Estilo Personal del Terapeuta (Castaeiras, Gar-ca, Lo Bianco y Fernndez-lvarez, 2006; Corbella,Fernndez-lvarez, Sal, Garca y Botella, 2008).

    Estilo del Terapeuta y Proyecto Bar-celona-Buenos Aires

    El terapeuta emprende sus acciones siguiendolos principios de un modelo genrico que se aplicaa cualquier procedimiento especfico, apoyndosepara su desempeo en un modelo terico que lesirve para demarcar el dispositivo teraputico quedecide utilizar. En el cumplimiento de su tarea, elterapeuta se comunica con el paciente en mltiplesniveles. En la comunicacin que establece con elpaciente combina formas estilsticas y modalidadessingulares ajustadas a cada situacin particular. Lascaractersticas del estilo comunicativo del terapeutavan estructurando su perfil personal de operar en laterapia, incluyendo su manera de relacionarse con elpaciente. El conjunto de esas caractersticas constitu-ye el estilo personal del psicoterapeuta (Fernndez-lvarez, 1998; Fernndez-lvarez, Garca y Scherb,1998; Fernndez-lvarez, Garca, 1998; Corbella yBotella, 2004a).

    El estilo personal del terapeuta -EPT- ha sidodefinido como el conjunto de condiciones singulares

    que conducen a un terapeuta a operar de un modoparticular en su tarea (Fernndez-lvarez, 1998).

    Se refiere a las caractersticas habituales que cadaterapeuta impone en su tarea como resultado de supeculiar manera de ser, ms all del enfoque de tra-bajo que utilice y de los requerimientos especficosque le exija la intervencin (Corbella y Fernndez-

    lvarez, 2006).McNair y Lorr (1964) encontraron tres factores

    que parecan definir la conducta psicoteraputica yque se centraban en las caractersticas de las tcni-cas empleadas. La primera dimensin se defini porasunciones derivadas de la orientacin psicodinmicatradicional, la segunda representaba un continuoentre la expresin versusel control del afecto y latercera parece representar directividad versus nodirectividad del terapeuta. Posteriormente Orlinsky,Lundy, Howard, Davidson y OMahoney (1987) dise-aron el cuestionario TPI-R para obtener informacin

    sobre las intervenciones psicoteraputicas que serealizan en una sesin.

    El estilo del terapeuta es dinmico, multidimensio-nal y refleja las predilecciones comportamentales queel terapeuta usa para comunicarse con otra persona(Beutler, Machado y Neufeldt, 1994). Las interven-ciones del terapeuta son las diferentes tcnicas yprocedimientos proporcionados por las distintasorientaciones psicoteraputicas. De este modo elestilo del terapeuta se diferenciara de las interven-ciones por el aspecto ms global y vinculado a losprincipios comunicativos del terapeuta, sin limitarse

    a las tcnicas concretas empleadas.Se considera que tres variables contribuyen

    principalmente a la formacin del estilo personal delterapeuta (Fernndez-lvarez, 1998):

    a) La posicin socio-profesional.

    b) La situacin vital, la personalidad, la actitud ylos posicionamientos.

    c) Los modos dominantes de comunicacin queutiliza.

    Las dos primeras variables aluden a condicionespersonales que influyen sobre la actividad terapu-

    tica en su conjunto. Una se refiere a la incidenciaque tiene el lugar ocupado por el terapeuta en elcontexto socio-profesional donde se desempea.Otra remite a la sntesis de las circunstancias vitalesy de relacin con el marco terico que condicionanel modo de cumplir con su tarea. La tercera variablerene las modalidades bsicas de comunicacin queel terapeuta emplea respondiendo a los diferentesaspectos que conforman el acto teraputico.

    El Estilo Personal del Terapeuta comprende lasacciones estilsticas primordiales del terapeuta,moldeando las aplicaciones de cualquier tcnica

    especfica. Estos modos dominantes estn influidoshasta cierto punto por la orientacin terica a la quese adhiere y que le proporciona estrategias bsicas

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    respecto del modo en que debe posicionarse frenteal acto teraputico (Corbella y Fernndez-lvarez,2006).

    Funciones del estilo personal delterapeuta

    En el desempeo de cualquier acto psicotera-putico, el terapeuta debe cumplir con una serie deacciones. Las funciones ms significativas que se hanidentificado son las siguientes (Fernndez-lvarez,1998): Instruccional, Atencional, Expresiva, Opera-cional, Evaluativa e Involucrativa. Esta enumeracinno pretende ser exhaustiva de las acciones que sellevan a cabo en la terapia ni intenta explicar la to-talidad de un proceso de tanta complejidad. Busca

    ofrecer una visin lo ms amplia posible del modoen que un terapeuta le imprime su sello personal a lamanera de cumplir con su tarea. En la prctica, estasfunciones se llevan a cabo de manera integrada y ensu conjunto expresan las disposiciones, los rasgos ylas actitudes que todo terapeuta pone en evidenciadurante su ejercicio profesional.

    Cada funcin se representa mediante una dimen-sin continua bipolar:

    1. Instruccional. Instalacin y ajuste del dispositi-vo teraputico. Los terapeutas fluctan entre RGIDOSy FLEXIBLES.

    2. Atencional. Seleccin de los elementos nece-sarios para avanzar en el trabajo teraputico. Losterapeutas fluctan entre ACTIVOS y RECEPTIVOS.

    3. Expresiva. Manera de relacionarse afectiva-mente con el paciente. Los terapeutas fluctan entrePRXIMOS y DISTANTES.

    4. Operacional. Modo de cumplimiento de lastareas.

    Los terapeutas fluctan entre PAUTADOS (REGLA-DOS, DIRECTIVOS) y ESPONTNEOS (INTUITIVOS,NO DIRECTIVOS).

    5. Evaluativa. Juicio sobre el modo en que selogran los objetivos. Los terapeutas fluctan entreESTIMULADORES (dirigidos al resultado) y CRTICOS(dirigidos a la comprensin).

    6. Involucracin (Compromiso). Modo en que elterapeuta se involucra en su tarea. Los terapeutasfluctan entre MUY COMPROMETIDOS Y POCO COM-PROMETIDOS.

    Entre las funciones que constituyen la descripcindel estilo personal del terapeuta segn la concep-tualizacin de Fernndez-lvarez (1998) no se tena

    en cuenta una de las dimensiones vinculadas con elterapeuta relevante para la Seleccin Sistemtica de

    Tratamientos (Beutler y Clarkin, 1990; Beutler, Clarkiny Bongar, 2000) relacionada con la direccin que elterapeuta impone a sus intervenciones: dirigidas ala accin versus dirigidas al insight(Corbella, 2003).Corbella y Fernndez-lvarez (2006) aadieron la

    funcin Fomentativa.

    7. Fomentativa. Uso de procedimientos dirigidosa fomentar la accin o el insightdel paciente. Losterapeutas fluctan entre DIRIGIDOS A LA ACCIN yDIRIGIDOS AL INSIGHT.

    Proyecto Barcelona-Buenos Aires

    Distintas investigaciones realizadas hasta el mo-mento han ido constatando la necesidad de estudiar

    las variables del paciente en relacin con las del tra-tamiento (Beutler et al., 2000). Tambin las variablesdel terapeuta deben ser estudiadas en relacin conlas del cliente (Hill, 2006; Corbella y Botella, 2004a).De aqu han surgido iniciativas para el estudio de lainteraccin entre terapeuta y paciente. Esta mismafuente de inquietudes es la que impuls el estudio dela compatibilidad entre el terapeuta y paciente que seest realizando conjuntamente en la Fundacin Aiglde Buenos Aires y el Servei dAssessorament i AtenciPsicolgic de la Facultat de Psicologia i Cincies de laEducaci Blanquernade la Universidad Ramon Llull

    de Barcelona. El objetivo principal del Proyecto BCN-BsAs es profundizar el conocimiento de la interaccinentre el estilo personal del terapeuta y las caracters-ticas personales del cliente (Corbella, 2003; Corbellay Botella, 2004a; Botella y Corbella, 2005).

    Algunos de los resultados obtenidos hasta el mo-mento en el Proyecto BCN-BsAs con la participacinde terapeutas acreditados como psicoterapeutas(N=48) y una muestra de pacientes externos adultosque acudieron a uno de los centros psicoteraputicoscolaboradores (N = 401) fueron los siguientes: (a)Los terapeutas con un estilo ms flexible consiguen

    establecer una mejor alianza teraputica con suspacientes, (b) influencia estadsticamente significa-tiva de la directividad del estilo del terapeuta en elefecto de la resistencia del paciente sobre la alianzay resultado de la terapia (Corbella, 2003; Corbella yBotella, 2004a; Botella y Corbella, 2005).

    Algunos resultados han puesto de manifiesto laimportancia de la interaccin entre el terapeuta y elpaciente, pero todava quedan muchas preguntasinteresantes esperando ser abordadas con plantea-mientos sugerentes. Algunas de estas preguntasguardan relacin acerca de los factores o las habili-dades del terapeuta que explican que se establezcauna buena relacin teraputica con el paciente y quefaciliten un proceso psicoteraputico exitoso. A con-

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    tinuacin se expone brevemente la base terica dela Teora de la Mente que puede proponer elementosde reflexin para plantear respuestas a las preguntasplanteadas.

    Teora de la mente

    Existen diferentes niveles de comprensin inter-personal (Hobson, 1995), pero los ms significativosse basan en la conciencia preconceptual de quelas personas son diferentes a las cosas y ofreceninteraccin.

    A pesar de que a menudo parece que en nues-tro mundo las personas perciben a las otros sereshumanos de manera muy desapegada, como si setrataran de objetos, se reconoce que las personas

    usan unos procesos cognitivos distintos cuando sepiensa sobre un ser humano que cuando se piensasobre una cosa (Hobson, 1995). Resulta estimulantepreguntarse cmo llegamos a lo largo de nuestrodesarrollo a aprender que una silla no piensa, nisiente, ni cree, etc., pero que cualquier persona quenos rodea tiene sentimientos, ilusiones, deseos,pensamientos, creencias, etc. No es el objetivo deeste artculo dar respuesta a dicha pregunta, peroresulta inevitable destacar el papel central que tienela relacin entre el nio y el adulto a lo largo deldesarrollo del ser humano. Entendiendo la relacincomo la interaccin holstica o contacto interpersonalrecproco modelado afectivamente que proporcionaunas experiencias que permiten al nio entender,entre otras cosas, la naturaleza diferenciada entrelos objetos y las personas, como el disponer o node mente.

    La naturaleza y las bases de la comprensin delas otras mentes ha sido, desde hace muchos siglos,una temtica de inters para la filosofa (Malcolm,1962) y a finales de la dcada de 1970 la psicologacognitiva comenz a brindar sus planteos tericos.

    La habilidad de atribuir estados mentales a uno

    mismo y a los dems resulta un recurso fundamentalpara el desarrollo funcional del rea social de las per-sonas humanas. Premack y Woodruff (1978) usaronel trmino teora de la mente para indicar cuandoun individuo tiene dicha habilidad de atribuir estadosmentales independientes a uno mismo y a los demscon el fin de explicar y hacer predicciones sobre laconducta de los dems.

    Una vez conceptualizado el constructo de teorade la mente se trabaj en encontrar herramientaspara su evaluacin, como hicieron Wimmer y Perner(1983) al disear pruebas para la evaluacin de lateora de la mente que permiti proporcionar datosevolutivos sobre su desarrollo en los seres huma-nos. Se encontr (Happ, 1994) que a los 18 meses

    los nios inician el juego simblico y ya interpretangran parte de estados mentales; a los 24 meses yason capaces de detectar el deseo de otra persona ya los 36 meses tienen desarrollada la habilidad deinterpretar, entender y predecir estados mentales

    del mismo modo como son capaces de predecir cmolas situaciones afectan a las emociones. Hacia loscuatro aos es cuando los nios con un desarrollofuncional detectan falsas creencias y pueden teneren cuenta los deseos y creencias de otras personaspara predecir como se sentirn. A los 4 aos los ni-os se percatan que estos estados mentales son losque determinan la conducta de una persona (Happe,1998). Entre los 7 y 9 aos la mayora de los nios soncapaces de comprender creencias de segundo orden.La mayora de investigaciones sobre la teora de lamente se han centrado en el estudio de su desarrollo

    durante la infancia, pero tambin se ha ampliado suestudio a la adolescencia mediante procedimientosde evaluacin de la comprensin de sentidos noliterales como la irona, mentira o broma (Brosackiy Astington, 1999). De modo que se ha estudiado lateora de la mente en la adolescencia fijndose no ex-clusivamente en la habilidad de predecir la conductao pensamiento de otra persona sino tambin en lacomprensin de aquello que la otra persona quieredecir y su finalidad al decir lo que dice (Brosacki yAstington, 1999; OConnor y Hisch, 1999).

    Las investigaciones y los avances realizados en

    el estudio de la teora de la mente en las ltimasdcadas, han intentado proporcionar un marcoexplicativo de algunos trastornos psicopatolgicosdesde la psicologa cognitiva. Los trastornos deldesarrollo, tales como el autismo o el Sndrome deAsperger son algunos de los que han recibido msatencin por parte de los estudiosos de la teora dela mente. La teora de la mente fue concebida comoun mecanismo cognitivo, innatamente determinado,que permite un tipo especial de representacin, talcomo la representacin de los estados mentales(Happ, 1998). De este modo se plante que eldficit en la adquisicin, desarrollo y empleo de la

    teora de la mente podra explicar la sintomatologadel espectro autista. Baron-Cohen, Leslie y Frith(1985) propusieron que las principales dificultadesy comportamientos problemticos del autismo sonel resultado de un trastorno en la capacidad bsicahumana para leer la mente.

    En oposicin a los primeros planteos cognitivos ymodularistas, dominantes en los primeros aos delestudio de la teora de la mente, surgi una concep-cin sociocultural que postul la dependencia de lateora de la mente del lenguaje y de la experienciasocial (Garfield, Peterson y Perry, 2001). Distintas

    investigaciones (Astington y Jenkins, 1999; Cutting yDunn, 1999; Antonietti, Liverta-Sempio y Marchetti,

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    2006) han encontrado que la habilidad verbal ylingstica tiene una contribucin destacable en lacomprensin de la falsa creencia. Tambin se hanencontrado relaciones significativas entre el ape-go seguro (establecido entre el nio y su entorno

    relacional) y la teora de la mente en nios (Meins,Fernyhough, Russell y Clark-Carter, 1998), as como enpreadolescentes se ha encontrado una relacin entrela coherencia de apego y habilidades mentalistas(Humfress, et al., 2002; citado en Gonzlez-Cuenca,Barajas, Fernndez-Molina, 2005). Dunn (1994) enfa-tiza la importancia del contexto familiar al proporcio-nar interacciones a travs de juegos, conversaciones,conflictos cotidianos, etc. que resultan bsicas paraque el nio desarrolle la habilidad de comprender yatribuir estados mentales (Gonzlez-Cuenca, Barajas,Fernndez-Molina, 2005).

    Resulta evidente la relevancia que tienen losaspectos relacionales en el desarrollo y uso de lateora de la mente y al mismo tiempo, de no menorimportancia resulta la influencia de la adquisicin yempleo de la teora de la mente sobre el estableci-miento de las relaciones personales.

    A continuacin se tender un puente entre lainvestigacin en psicoterapia y los estudios de lateora de la mente.

    Teora de la mente en el terapeuta

    Como se ha mencionado, la psicoterapia no sepodra concebir sin el establecimiento de una relacinentre cliente y terapeuta (Corbella y Botella, 2003).

    El terapeuta como persona y miembro de sufamilia, ha experienciado distintas relaciones ysuma diferentes vivencias relacionales que vanconfigurando sus posicionamientos relacionales ysus caractersticas particulares que le dan identidady que influyen en la concepcin y desarrollo de suactividad profesional (Corbella y Fernndez-lvarez,2006). La interaccin que se da desde un principio

    entre la persona del terapeuta y su entorno relacio-nal (como el contexto familiar) influye fuertementeen el desarrollo de distintos niveles de la teora de lamente que resultan especialmente importantes paralos psicoterapeutas.

    Con todo lo mencionado hasta el momento, sepuede plantear que la teora de la mente o las distin-tas habilidades mentalistas son los fundamentos dela empata (en el contexto teraputico) as como losprecursores de actitudes teraputicas y de distintosrecursos que facilitan no nicamente el establecimientode la relacin teraputica sino tambin la intervencinms conveniente adaptada al paciente.

    A pesar de que a menudo se plante la teora de lamente de forma categorial, la mayora de pruebas de

    evaluacin de la teora de la mente la plantean comodimensiones bipolares. Por lo que puede resultarms esclarecedor en nuestro caso hablar del nivel ocomplejidad en la adquisicin y uso de las habilidadescaractersticas de la teora de la mente, que hablar de

    presencia o ausencia de la teora de la mente.Resulta evidente la relevancia que tiene para

    el terapeuta el proceso cognitivo que permite a laspersonas ser capaces de predecir estados mentalesde uno mismo y de los dems, lo que facilita anticipary modificar comportamientos propios y ajenos. Lahabilidad de inferir estados mentales (como pensa-mientos, deseos, intenciones, etc.) en otra persona,posibilita utilizar la informacin para interpretar(a) qu dicen?; (b) por qu lo dicen?; y (c) predecirque puede pasar a continuacin. Parece difcil ima-ginar que un psicoterapeuta pudiera trabajar como

    tal sin disponer de unas mnimas habilidades propiasde la teora de la mente.

    Todo psicoterapeuta que haya atendido pacientescon un equipo teraputico habr experimentado queno todos los terapeutas identifican, interpretan de lamisma manera los estados emocionales o incluso losprocesos cognitvos del paciente. Del mismo modotambin aparecen diferencias en la prediccin dela conducta del paciente por parte de los diferentesterapeutas.

    Resulta interesante realizar una lectura de lasdificultades caractersticas de las personas con una

    reducida teora de la mente, segn Howlin, Baron-Cohen y Hadwin (1999) desde la perspectiva de lashabilidades del terapeuta. Howlin, Baron-Cohen yHadwin (1999) han estudiado con profundidad elSndrome de Asperger, el autismo y los trastornosdel desarrollo asociados con una dificultad en laadquisicin y uso de la teora de la mente. Howlin,Baron-Cohen y Hadwin (1999) describen, entre otras,las siguientes dificultades que tienen las personascon escasas habilidades propias de la teora de lamente:

    Falta de reconocimiento de los sentimientos de

    las otras personas.Dificultad para tener en cuenta lo que los dems

    saben.

    Dificultad para anticipar y entender las intencio-nes de los dems.

    Dificultad para detectar el significado intencionaldel interlocutor.

    Dificultad para ser capaz de reconocer el nivelde inters de sus interlocutores cuando est ha-blando.

    Dificultad para resolver y entender malenten-

    didos. Dificultad para entender y anticipar el engao.

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    Dificultad para entender las razones, intencionesde las conductas de los dems.

    Dificultades para planificar y proyectar el fu-turo.

    Dificultad de la percepcin global de la infor-macin.

    Dificultades de flexibilidad cognitiva.

    (Adaptado de Howlin, Baron-Cohen y Hadwin,1999)

    Si en lugar de presentar la lista anterior como lasprincipales dificultades de aquellas personas conescasas habilidades propias de la teora de la mente,se hubiese presentado como las dificultades que in-terfieren al establecimiento de la alianza teraputicay al proceso teraputico en general, tal presentacin

    no desencajara ni sorprendera con el contenido de lalista. De modo que unas habilidades necesarias paraque las personas vivan funcionalmente sus distintasrelaciones sociales, resultan imprescindibles para eldesarrollo adecuado de la tarea del psicoterapeuta.

    Cada psicoterapeuta puede presentar mayor omenor grado de desarrollo de las habilidades deteora de la mente, sin que un menor grado signifiqueuna dificultad en el establecimiento de relaciones ensu vida personal, pero en el campo psicoteraputicos que se podra deducir que una mayor complejidado mayor grado de desarrollo de dichas habilidades

    facilita el establecimiento de la relacin teraputica yla adaptacin del estilo teraputico e intervencionesa las caractersticas del paciente.

    Un trabajo de formacin de psicoterapeutasbasado no slo en la adquisicin de competenciasvinculadas a los conocimientos psicopatolgicos yde tcnicas de intervencin sino tambin basadosfundamentalmente en el trabajo del estilo personaldel terapeuta y la optimizacin de las habilidades dela terapia de la mente servira para mejorar nuestraprctica teraputica.

    Una experiencia

    Se realiz una experiencia en forma de estudioen el contexto de unas prcticas de un master de for-macin de psicologa clnica realizadas en un serviciopsicoteraputico de atencin privada. El objetivo dela experiencia fue analizar algunas de las habilidadespropias de la teora de la mente, tales como la identi-ficacin de emociones y la anticipacin de la conductadel paciente en un grupo de psicoterapeutas.

    Los sujetos participantes fueron: (a) una pacientede 26 aos con diagnstico de trastorno depresivo, y(b) 5 psicoterapeutas de los cuales, 4 eran psiclogosen el segundo curso del Master en psicoterapia y 1

    era el tutor (supervisor).

    Las sesiones de terapia se realizaron con dosterapeutas en la consulta con la paciente y otros tresterapeutas detrs del espejo unidireccional comple-tando el equipo teraputico. Al finalizar la primerasesin con la paciente se reuni al equipo teraputicoy se pidi a los 5 terapeutas que identificaran los tresestados mentales principales (como emociones, pen-samientos, deseos) de la paciente y los ordenarande mayor a menor intensidad. Posteriormente sepidi a los terapeutas que expresaran lo que sentanal finalizar la sesin.

    Todos los terapeutas coincidieron en destacar latristeza como uno de los principales estados menta-les, pero slo dos de los cinco terapeutas coincidieronen 2 categoras (de los estados mentales). Por lo quetres de los terapeutas coincidieron nicamente en

    un estado mental de la paciente y ninguno de elloscoincidi en los tres estados mentales identificados.En cuanto al orden, 4 de ellos coincidieron al colocarla tristeza como el primero. Profundizando en elanlisis resulta interesante destacar que los dos quecoincidieron en identificar los mismos dos estadosmentales de la paciente son los dos terapeutas conms aos de prctica clnica (uno de ellos el tutorsupervisor de las prcticas). Las sensaciones y sen-timientos que expresaron los terapeutas al terminarla sesin fueron tambin algo diferenciados, perocon un mismo factor en comn en cuatro de ellos los

    estudiantes. El factor en comn que les una era lasensacin de cierta angustia y necesidad de actuarrpido mientras que la sensacin del terapeuta(supervisor) era el de responsabilidad. Cabe men-cionar que en la primera sesin la paciente comentun episodio depresivo de haca 15 meses en el queintent suicidarse.

    En distintos momentos del proceso teraputico sesolicit a los terapeutas que anticiparan la conductade la paciente de una sesin a otra. Un ejemplo fuepreguntar a los terapeutas si pensaban que la pa-ciente realizara la tarea intersesin propuesta por

    los terapeutas al paciente. Result que el terapeutacon ms experiencia (el tutor/supervisor de lasprcticas) fue quien anticip mejor la conducta de lapaciente mientras que los cuatro terapeutas restan-tes fueron mejorando su habilidad en la anticipacinde la conducta a medida que avanzaba el procesoteraputico.

    Lejos de interpretar esta experiencia como unainvestigacin que aporte resultados consistentes ygeneralizables, s que plantea una lnea de investiga-cin dentro del estudio de la interaccin terapeuta/paciente y plantea la posibilidad de introducir acti-

    vidades de formacin a terapeutas que tengan muypresente las habilidades de la teora de la mente. Estaexperiencia fue valorada muy positivamente tanto

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    por los terapeutas estudiantes del Master como parael tutor de las prcticas que encontr una actividaddidctica para trabajar habilidades y competenciasteraputicas centradas en los terapeutas en interac-cin con el paciente.

    Discusin

    La adquisicin de las habilidades de la teora de lamente y la complejidad de su uso se va configurandoa lo largo de nuestro desarrollo y va proporcionandounas caractersticas singulares a nuestra identidad ynuestras interacciones con las dems personas. Enel mbito de la psicoterapia planteamos la influen-cia consistente que ejerce la teora de la mente delterapeuta sobre el desarrollo del estilo personal del

    terapeuta. Uno de los aspectos del estilo teraputicoms significativamente influido por las habilidades dela teora de la mente es la flexibilidad verus rigidez(funcin instruccional) del terapeuta. La funcin ins-truccional tiene un papel moderador sobre las otrasfunciones del estilo del terapeuta, de modo que unterapeuta ms flexible tendr ms facilidad paraadaptar su estilo a las necesidades de cada paciente(Corbella, 2003).

    En la figura 1 se establece una relacin entre lateora de la mente, el estilo personal del terapeuta yla alianza establecida entre terapeuta y paciente.

    El desarrollo ptimo de la teora de la mente delterapeuta facilita la habilidad teraputica de enten-der cmo el paciente procesa la informacin, piensa,siente y acta as como la habilidad de anticipar laconducta del paciente y sus posibles reacciones ante

    ciertas situaciones. Estas habilidades desempeanuna funcin esencial no nicamente para poner enaccin la empata teraputica sino para autorregularla interaccin del terapeuta con su paciente.

    La flexibilidad-rigidez (funcin instruccional) esuno de los factores del estilo del terapeuta y ayudao dificulta la adaptacin del terapeuta a las necesida-des del paciente. El estilo personal del terapeuta ensu globalidad no sera un predictor de la calidad dela alianza teraputica sino que lo sera la interaccino compatibilidad entre el EPT del terapeuta y las ca-ractersticas del paciente (como la resistencia).

    Como ya se ha comentado anteriormente todas lashabilidades propias de la teora de la mente influyensobre el estilo personal del terapeuta y facilitan queel terapeuta adapte su estilo y sus intervenciones alas caractersticas del paciente. De modo que estashabilidades resultan esenciales para el desarrollo deuna adecuada alianza teraputica con el paciente ypara encontrar las estrategias ms apropiadas paraayudar al paciente.

    Todo lo planteado hasta el momento no pretendeser ms que una reflexin sobre las aportaciones dela teora de la mente en el campo psicoteraputico y

    Figura 1. Relacin entre la teora de la mente y el estilo personal del terapeuta

    Desarrollo ptimode la teora de la mente

    del terapeuta

    Entender y anticipar cmo el

    paciente procesa la informacin,piensa, siente y acta

    Estilo Personal del Terapeuta

    (Flexibilidad)

    Adaptacin del terapeuta a las caractersticas delpaciente

    Esencial para:Establecimiento y mantenimiento de la

    alianza teraputica.

    Encontrar las estrategias ms apropiadas paraayudar al paciente

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    SERGICORBELLA, NOEMIBALMAA, HCTORFERNNDEZ-LVAREZ, LUISANGELSAL, LUISBOTELLAYFERNANDOGARCA132

    REVISTA ARGENTINA

    DE CLNICA PSICOLGICAVol. XVIII 2 AGOSTO 2009

    plantear nuevas propuestas explicativas de los aspec-tos que influyen en el establecimiento de la alianzateraputica y que requieren de investigaciones paraproporcionar mayor apoyo emprico.

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    Abstract:The importance of the therapeutic alliance as a pre-dictive factor in evaluating the success of psychotherapy suggests aneed to enlarge the theoretical embodiement of both therapist andpatients variables, and how they influence on therapeutic alliance

    (Corbella and Botella, 2003). One very influencing variable is theTherapist's Personal Style, which has been defined as a groupof particular conditions that can drive a therapist to perform in asingular way (Fernndez-lvarez, 1998). These are the commoncharacteristics that each therapist brings to his/her task as a resultof his/her peculiar personality, beyond the professional awarenessand all specific requirements demanded for any therapeutical inter-vention. This article underlines the contributions of the theory ofthe mind in the psychotherapeutic field, specifically concerning theTherapist's Personal Style. An optimal development of this theory inthe therapist's mind makes much more easy to understand how thepatient can store and process information, thoughts and behavior;it can also bring a guess on the patients actions in front of certainsituations. New approaches are explained in this proposal for abetter performance in the therapeutic alliance.