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    ticas de la serenidad - Estoicismo 7

    El retiro y el ocio

    Lo que les falta ordinariamente a los hombres

    activos es la actividad superior, es decir, la

    actividad individual. Actan en calidad de

    funcionarios, de hombres de negocios, de

    expertos, es decir, como representantes de una

    categora, y no como seres nicos, dotados de

    una individualidad muy definida; en este

    aspecto, son perezosos. La desgracia de los

    hombres activos es que su actividad resulta

    siempre un tanto irracional. No cabe preguntar

    al banquero, por ejemplo, el objetivo de su

    compulsiva actividad, porque est desprovista

    de razn. Los hombres activos ruedan como lo

    hace una piedra, segn el absurdo de la

    mecnica. Todos los hombres, tanto de hoy

    como de cualquier poca, se dividen en libres y

    esclavos; pues quien no dispone para s de las

    tres cuartas partes de su jornada, es un esclavo,

    sea lo que sea: poltico, comerciante,

    funcionario o erudito.

    F. Nietzsche, Humano, demasiado humano, / I 283

    A ningn lugar ms tranquilo, ms pacfico se

    retira un hombre que hacia su propia alma,

    sobre todo aquel que tiene dentro recursos

    tales que, si se inclina hacia ellos, de inmediato

    se encuentra en total bienestar [...] (3) Por

    tanto, concdete sin pausa ese retiro y

    renuvate.

    Marco Aurelio, Meditaciones, 4.3

    I. El ocio segn Aristteles 1. El ocio es un fin; el trabajo, un medio

    [...] no podr prescindirse de las virtudes relativas al ocio, porque como hemos dicho

    reiteradamente el fin de la guerra es la paz y el ocio [es el fin] del negocio [schol de

    ascholas]. / Aristteles, Poltica, VII, xiii, 1334a

    Una indicacin lingstica sugerente: la palabra griega schol quiere decir ocio; el modo de referirse a la vida laboral es a travs de la palabra a-schol: no-ocio. De modo que el peso est puesto en el ocio. Lo mismo suceder con la traduccin latina: otium es ocio y nec-otium, negacin del ocio: negocio.

    2. El divertimento (entretenimiento) sirve al trabajo; el trabajo, al ocio

    El juego tiene por fin el reposo y el reposo es necesariamente agradable, siendo como

    es un remedio de la pena causada por los trabajos. / Ibid., VIII, v 1339b.

    Ocurre tambin que los hombres hacen de la diversin un fin, sin duda porque el fin

    de la vida implica cierto placer, aunque no un placer cualquiera, y al procurar este

    ltimo lo confunden con aquel otro, por tener cierto parecido con el que resulta del fin

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    ltimo de nuestra conducta: el fin, en efecto, es deseable por s mismo y no por ningn

    otro resultado ulterior, y los placeres de la diversin a su vez tampoco se proponen

    ninguna cosa futura, sino que tienen por causa las pasadas, como los trabajos y el

    dolor. / Ibid., VIII, v, 1339b.

    Observa el modo como empleas tu tiempo libre. Diras que est ms del lado del entretenimiento (divertimento en palabras de Aristteles) o del ocio? Haces de tu tiempo libre algo cuya causa obedece ms bien al pasado (mitigar las fatigas del trabajo) o al futuro (desarrollar ciertas aptitudes)?

    3. El empleo del ocio: el cultivo de las virtudes y de la poltica (y de las bellas artes)

    Siendo ambos [ocio y trabajo] necesarios, el ocio es, con todo, preferible al trabajo y

    tiene razn de fin, por lo cual hemos de investigar cmo debemos emplear nuestro

    ocio. / Ibid., VIII, ii, 1337b

    [...] la mayora de las ciudades de tipo militarista permanecen inclumes mientras

    hacen la guerra, mas perecen una vez que han conquistado el imperio. En la paz

    pierden su temple como el hierro [como pierde la espada el filo], y el culpable es el

    legislador, por no haberlas educado para el empleo del ocio. / Ibid., VII, xiii, 1334a

    [...] y como la felicidad, segn qued dicho antes, es imposible que se d sin virtud,

    resulta evidente que en la ciudad ms noblemente gobernada, y que posee hombres

    justos en absoluto y no en relacin a supuestos constitucionales, no deben vivir sus

    ciudadanos ni una vida operaria ni mercantil (porque tal vida es innoble y contraria a

    la virtud); ni tampoco deben ser labradores los que han de ser ciudadanos (ya que

    para el desarrollo de la virtud y la para la actividad poltica es necesario el ocio). /

    Ibid., VII, viii, 1328b

    II. El ocio segn Sneca

    Hay que hacer concesiones al espritu y proporcionarle ocio de modo constante para

    que ste acte como aliento energtico. Hay que vagabundear dando paseos en pleno

    campo para que el espritu se crezca y se exalte al aire libre, respirando a pleno

    pulmn [...] Algunas veces incluso hay que llegar a emborracharse, no hasta el punto

    de hundirnos, s hasta el de calmarnos. En efecto, disipa las preocupaciones, remueve

    el espritu desde lo ms profundo y alivia ciertas enfermedades, por ejemplo, la

    tristeza. Al inventor del vino se le llama Liber [Liber Pater, una especie de Dionisio

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    itlico de la fertilidad], no por la libertad de expresin, sino porque libera al espritu

    de la servidumbre de las preocupaciones, le da seguridad, fuerza y lo hace ms audaz

    para cualquier empresa. 9. Pero, tal como lo es para la libertad, as tambin es

    saludable para el vino la moderacin. / Sobre la serenidad (De tranquillitate animi),

    17.8-17.9.

    1. El equilibrio entre poltica y ocio: por qu concederse retiros

    Lo mejor sera, como dice Atenodoro, entregarse a la accin, a la actividad poltica y a

    las obligaciones ciudadanas [...] 2. Pero, como en medio de esta demencial ambicin de

    los hombres y debido a la existencia de tantos calumniadores que retuercen en mal

    sentido las rectas intenciones, la sencillez est poco segura, y siempre ha de haber ms

    obstculos que xitos, hay que alejarse sin dudar del foro y de la vida pblica. / Sobre

    la serenidad (De tranquillitate animi), 3.1-3.2

    Tambin hay que replegarse sobre uno mismo, pues el trato con gente muy dispar

    perturba lo que es coherente, renueva las pasiones y ulcera todo lo que es dbil y no

    bien curado de nuestro espritu. Sin embargo, hay que mezclar y alternar la soledad y

    la compaa. Aqulla provocar en nosotros la aoranza de los hombres, sta la de

    nosotros; ser la una remedio de la otra, el odio a la masa lo curar la soledad, el tedio

    a la soledad, la masa. / Sobre la serenidad (De tranquillitate animi), 17.3

    [...] entonces [en el ocio] puede conseguirse lo que una vez se ha decidido, cuando no

    interviene nadie que, con la colaboracin de la gente, tuerza el criterio todava falto de

    vigor. Entonces puede la vida avanzar segn pautas uniformes y coherentes, la vida

    que desgarramos con propsitos enfrentados. / Sobre el ocio (De otio), 1.1

    Te concedes retiros a solas con objetivos especficos?

    2. Plis y cosmpolis: las sabidura prctica (poltica) y la sabidura terica

    (contemplativa)

    Abracemos en nuestro espritu dos Estados: el uno grande y verdaderamente comn a

    todos, en el que se incluyen dioses y hombres, en el que no dirigimos la vista a este o

    aquel ngulo, sino que medimos los lmites de nuestra ciudad con los del sol; otro al

    que nos adscribi el hecho de nacer; ste ser el de los atenienses, el de los

    cartagineses, o el de cualquier otra ciudad que no pertenezca a todos los hombres,

    sino a unos en concreto. Algunos se entregan al mismo tiempo a ambos Estados, al

    mayor y al menor, algunos slo al menor, otros slo al mayor. 2. A este Estado mayor

    podemos servirle tambin en el ocio, es ms, no s si aun mejor en el ocio: para

    plantearnos qu es la virtud, si es una o mltiple [...]; si es uno lo que abraza mares,

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    tierras y est incluido en mar y tierras [...]; si el universo es inmortal o hay que

    contarlo entre lo caduco, entre lo que nace con un fin. Quien contempla estas cosas,

    qu ofrece a dios? Que tan gran obra suya no quede sin testigos. / Sobre el ocio (De

    otio), 4.1

    Solemos decir que el mayor de los bienes es vivir de acuerdo con la naturaleza; la

    naturaleza nos engendr para ambas cosas: la contemplacin y la accin. / Sobre el

    ocio (De otio), 5.1

    La naturaleza nos concedi un carcter curioso y, consciente de su habilidad y de su

    belleza, nos engendr como espectadores de tan magno espectculo; estaba destinada

    a perder sus frutos si mostraba hechos tan grandes, tan preclaros, tan pulcra y

    sutilmente concebidos, de belleza tan variada, a un desierto. / Sobre el ocio (De otio),

    5.3

    Pregunto a qu Estado debe aproximarse el sabio. Al de los atenienses, donde se

    condena a Scrates, donde Aristteles huye para no ser condenado, donde el

    resentimiento oprime las virtudes? [...] 3. Si yo quisiera pasar revista a cada uno de

    ellos [el Estado de los atenienses, el de los cartagineses, etc.], no encontrara ninguno

    que pudiera tolerar el sabio o al que el sabio pudiera tolerar [!]. Y si no se encuentra

    ese pas que nosotros imaginamos, el ocio empieza a ser necesario para todos, porque

    lo nico que podra anteponerse al ocio no existe en ningn lado. / Sobre el ocio (De

    otio), 8.2-8.3.

    3. Corolario: Accin y reflexin

    Al igual que es muy poco aceptable el apetecer las cosas sin ningn amor a las virtudes

    ni cuidado del carcter y actuar sin ms pues estas cosas deben combinarse y

    mezclarse, del mismo modo es un bien imperfecto y dbil la virtud que se aboca al

    ocio sin actuar, sin mostrar nunca lo aprendido. / Sobre el ocio (De otio), 6.2