120
BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTERIOR, S.A. VOL. 32 , NÚM . 12 MÉXICO, DICIEMBRE DE 1982 est ri u ctu ri a 1

estri u ctu ri a 1

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: estri u ctu ri a 1

BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTERIOR, S.A.

VOL. 32, NÚM . 12 MÉXICO, DICIEMBRE DE 1982

est riu ctu ria 1

Page 2: estri u ctu ri a 1

BANCO NAC IONA L DE COMERC IO EXTER IOR, S.A .

CONSEJO DE ADM IN ISTRAC IÓN

Consejeros propietarios

Jesús Sil va Herzog F. Héc tor Herná ndez Cerva ntes

Horac io Ga rcía Agu il ar Franc isco Labast ida Ochoa Berna rdo Sepú lveda Amor M iguel Mancera Aguayo Francisco Suárez Dáv il a

Lui s Bravo Agui lera Gui ll erm o Prieto Fortún José Ernesto Costem all e

Manue l Armendá ri z Echega ray

Comisario Propietar io Ca rlos Sa les Cut iérrez

Secretaria de l Consejo Marga rita Peímbert Sie rra

Direc tor Genera l A lfredo Phillips O lm edo

Subdirector Cenera/ Humberto Soto Rodríguez

Subdirector Administrati vo Ge rardo Reyes López

Gerente Cenera/ Financiero y de Asuntos In ternacionales

Enrique Vilate la Riba

Gerente Cenera/ de Crédito Fern ando Vi ll arrea l y Puga Co lm enares

Comercio Exterior, revista mensual editada por el Banco acíonal de Comercio Exterior, S A , es una publicación abierta al debate. Admite, por tanto, una amplia gama de ideas, que no coinciden necesariamente con las de la Institución. La responsabi­lidad de los trabajos firmados es de sus autores y no del Banco, excepto cuando se indique expresamente lo contrario

Comité editorial: Raú l Sa li na s Lozano, Em igd io Martínez Adame, Ju lián Rodríguez Ada me, Sergio Orti z Hern 3n

Pu ed en reprod uc irse m ateri a les de es ta rev ista siempre que se menc ione la fu ente, sa lvo en libros de d istribu c ión

com erc ial; en es te ú l tim o caso se requiere el permiso escr ito de Comerc io t xterior y de los autores.

Au to ri za da como corresp0nd enr ia de segunda cl ase por la Direcc ión General de Co rreos con fec ha

20-X-62, ofic io 2151/35217 A parece el ú lt im o di a de cada m es Di str ibuc ión gratu i ta La co rrespondenc ia

debe di rig irse al DEPA RTAME NTO DE PU BLI CACIONE S, Cerrada de M alintz in 28, Co lonia del Ca rmen, Coyoa cán.

041 00, M éx ico, D .F. Teléfonos: 549-3405 y 549-3447

DEPA RTAMF NTO DE PUBL I CAC ION ~ S

Jefe: Sergio Ort iL Hernán Subje fes: José de Jesús Sob revil la Calvo y Leopo ldo Z rrdla ÜrnPlas Asesores: Miguel S. Wionczek y Jacq ues Taransa ud Redacción: Carl os Ába lo, Rafae l Gonzá lez R .. Héctor Isla>,

G raciela Phi ll ips, Á nge l Serrano y Homero Uri as Informe mensual de la integración la tinoamericana : Ju an Luis Hernande1 Edic ión: Ru bé n Sv irsky, Enrique Pére¿ Ve ra y Nashel l i Sá nchez La compos ic ión t ipog ráf ica de Com erci0 Exterior se hace en Redacta, S.A. ; forma la rev ista Carlos Orozco Mares. y se imprime en los ta ll eres de imprenta y o ff set Po l icromía

Page 3: estri u ctu ri a 1

r\,I 1278

1286

1304

1315

DOCUMENTOS

Miguel de la Madrid Hurtado ·~ Mensaje a la nac ió n

Miguel de la Madrid Hurtado

comercio exterior

Vol. 32, núm. 12, diciembre de 1982

"' Criter ios genera les de política económi ca para 1983

ARTÍCULOS

James H. Street y Di/mus O. James lnst itu c ion ali smo, estructura li smo y dependencia en Amér ica Latina

Pablo Cutman Problemas y perspectivas ambienta les de la urbanización

en América Latina

Carlos M. Ca/legos E 1 m ercado mundial del banano en 1981 y las perspectivas

para el mediano p lazo

' 1325 A lfredo Guerra Borges Las exper ienc ias de la integración económi ca centroamericana .

A lgunas reflexiones

1 '-1 1332 Ceorges O. Landau

~

/'!

. ,. \,,

/,

1338

1346

1358

1364

1371

1382

1388

1390

1391

El Grupo de Cooperación para el Desarrollo Económ ico del Ca ribe . Un marco multilateral de progreso subregiona l

A Ido Ferrer La deuda externa: el caso argentino

Carlos A. l zurieta La concentrac ión indu stria l en Costa Rica

juan José Larriva y Amado Vega El comerc io exterio r de la indu str ia automovilística en México.

Evo lu ció n y perspectivas

Manuel Laja L. O li gopo lios transnacionales en la agricu ltura y la alimentac ió n en Perú

SECCIONES PERMANENTES

Recuento nacional

Recuento lat inoamericano

Sumar io estad íst ico

Siglas y abreviaturas

Instrucciones para los co laboradores

Número espec ial. No inc luye las secc iones fij as habituales: intern ac ional; informe mensua l de la integra c ión latinoame­ri ca na; bib l iografí a, y mercados y productos. De las secc iones nac io na l y latinoa meri ca na sólo se pub lica n los " recuen­tos", y del sumario es tadí sti co los .cuadros de resumen del comercio exterior.

Page 4: estri u ctu ri a 1

documento

Mensaje a la . , nac1on 1

MIGUEL DE LA MADRID HURTADO

He protestado ante ustedes guardar y hacer guardar la Con s­titución y las leyes de la Repúbli ca, eje rce r con lea l tad y

patr ioti smo el cargo que el pu eb lo me ha conferido, y mirar en todo por el bi en y la prosper id ad de la Un ió n. Esta protesta no es mero formu 1 ismo; es la más elevada dec laración de un compromiso político, lega l y m oral que asumo ante el pueb lo de Méx ico.

Apegado a estos imperat ivos, haré de la Pres idenc ia de la Re­púb li ca el inst rum ento de dirección y se rvicio que diseñó el Constituyente para conduc ir a la nac ió n hac ia las metas que ha def in ido el único autor de nu estra histo ri a: el pueblo mexica no.

Gobern aré con la Const itución y con las leyes. Gobern aré para los ob jetivos superiores que con signan. Gobernaré para preservar y fortal ece r la independenc ia nacional; proteger y ac recentar el d isfrute de las li bertades ind ivid ua les y co lect i­vas; para enriquecer la vida democráti ca en lo po lítico. lo eco­nómico y lo cu l tura l; para procurar la conv iven c ia fraterna l y armónica de todos los mexicanos. Gobernaré para preservar y af ianzar la paz de la Repúb li ca .

E 11 de diciembre Migue l de la Madrid Hurtado asumió el cargo de Presidente Const itu cional ele los Estados Unidos Mex ica nos, pa ra el período 1982-1988. Se reproduce el texto íntegro de l mensaje que di­rigió a la nación con ese motivo.

Gobern aré en el marco del Estado de Derec ho. Mi gob iern o actuará somet ido a la ley. Res petaré y haré respetar el rég im en jurídico nac ido de la Revolución mexicana. Ese es el camino para encauzar la convivenc ia libre y el trabajo soc ial para la justicia . Creo fi rm eme nte que no hay derecho contra el derecho y que en la m ed ida en que se obedezca n las leyes, menos se tend rá que obedecef a los hombres .

Nues tro Estado de Derec ho, por m andato del Const it uye nte de 1917, es un estado fuerte. La fortaleza es tata l garanti za la unidad de la nac ión, asegura nuestra independen c ia y permite cump l ir con el mandato de transformació n. El Estado mexicano es fue rte, no porque se imponga arbit rari amente, sino porque cuenta con el consenso de las mayorí as Preservaremos su for­ta leza, pues no hay posibilidad de justic ia en el Estado déb il . ni Estado fuerte sin li bertad o con ju st ic ia Nos haremos más fuer­tes en el Derec ho, la li be rtad y la ju st ic ia que son nues tra razón.

Gobe rn aré conforme a l m andato que recibí en las urnas electorales. Busqué ha ce r de las elecc iones un auténti co plebis­c ito ideo lóg ico y programát ico Hi ce, para ell o, de mi recorrido e lectora l, una intensa consul ta popular. Profundi cé en los sent i­mientos de la nación para exponer, a partir de el los. t es is y obje­tivos. El pueb lo votó por una p lataforma detallada y concreta, en las elecc iones más concurri das de nuestra histor ia. Recib í así un c laro mandato al que habré de ajustar mis actos de gobierno.

Estos son los fundamentos de l gobierno que hoy 111icio por la

Page 5: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

vo luntad nacional. No habremos de plantear nuevas doctrinas, porque tenemos la que legitim a nuestra historia, la que ha sos­tenido el consenso nacional ante todo género de circunstan­cias, la que apoyó el pueblo el 4 de julio. Mi compromiso ideo­lóg ico es con la Revolución mexicana.

Emprendemos hoy un nuevo capí tulo de la historia de Méxi­co. Lo hace mos en la trayec tori a de los movim ientos populares que nos dan impul so y rumbo: la Independencia, la Reforma y la Revolución . Nos sustentaremos en las aportaciones de cada etapa, de cada esfuerzo sexenal y, desde lu ego, en los avances alcanzados bajo la d irecc ión de José López Portillo. A su go­bierno le debemos múltiples realizaciones: el fortalecimiento del principio federal; un gran empuje a la act ividad económica y el empleo; avances destacados en energía y alimentos; incre­'!lentos sign ificativos en educación y seguridad socia l; apoyo a los marginados; la reforma política; la reforma administrativa; las etapas básicas del Sistema Nacional de Planeación; la reafir­mación de la rectoría del Estado; la nacionalización de la ban­ca; un período de amp lias 1 ibertades, y una política interna­ciona l activa y digna. M i reconocimiento y aprecio al esfuerzo y a la obra de José López Portillo.

Al iniciar esta nueva etapa, es preciso reconocer y apreciar el patrimonio que hemos construido los mexicanos.

Contamos con una extensa infraestructura; una importante planta industrial; la cuarta reserva petrolera del mundo e insta­lac iones extract ivas de primera magnitud; amplios recursos agropecuarios, forestales, pesqueros y mineros; un gran poten­cia l turístico. Medios y vías de comu ni cación integran al país. Tenemos sistemas educat ivos, de salud y de segu ridades so­ciales, cuadros adm inistratrivos y cu ltural es, trabajadores res­ponsables y diestros empresarios nacionalistas, y un régimen de libertades cimentadas en un básico consenso popular. Mucho hemos logrado gracias al esfuerzo de todos los mexicanos.

Por otro lado, estoy consciente de que asumo el Gobierno de la República en horas difíciles.

México se encuentra en una grave crisis . Sufrimos una infla­c ión que casi alcanza este año el c ien por c iento; un déficit sin precedentes del sector público la alimenta agudamente y se ca­rece de ahorro para financiar su propia invers ión; el rezago de las tarifas y los precios públicos pone a las empresas del Estado en situación deficitaria, encubre inef iciencias y subsidia a gru­pos de altos ingresos; el debilitamiento en la dinámica de los sectores productivos nos ha co locado en crec imiento cero.

E 1 ingreso de divisas al sistema financiero se ha par al izado, sa lvo las provenientes de la exportación del petróleo y algunos otros productos del sector público y de sus créditos. Tenemos una deuda externa pública y privada que alcanza una proporción desmesurada, cuyo servic io impone una carga exces iva al pre­supuesto y a la balanza de pagos y desplaza recursos de la in­ve rsión productiva y los gastos soc ial es . La recaudación fiscal se debilitó acentuando su inequidad. El créd ito externo se ha re­ducido drásticamente y se han demeritado el ahorro interno y la invers ión . En estas c ircunstancias, están ser iamente amenaza­dos la planta productiva y el empleo. Confrontamos así el más

1279

alto desempleo abierto de los últimos años. Los mexicanos de menores ingresos tienen crecientes d ifi cu ltades para sat isfacer necesidades mínimas de subsistencia.

La cris is se manifiesta en expres iones de desconfianza y pesi­m ismo en las capacidades del país pa ra solventar sus reque­rimi entos inmed iatos; en el surgim iento de la discordia entre clases y grupos; en la enconada búsqueda de culpables; en rec íprocas y crecientes recr iminaciones; en sentimientos de abandono, desánimo y exacerbación de egoísmos individual es o sectarios, tendencias que corroen la so lidaridad indispensab le para la vida en común y el esfuerzo colect ivo.

Se ha difundido un clim a propicio para que los enemigos del sistema, construido con singular empeño democrático por e l pueb lo, se apresuren a condenarlo indisc riminadam ente y fo­mentar dudas sobre nuestro rumbo his tór ico.

Este es el panorama nacional. Apuntamos los activos y avan­ces, en contraste con pasivos y dificultades, para mantener una perspectiva rea lista, sin catastrof ismo ni ingenuidad ante las graves circunstancias. Encaramos dificultades, se rias dificulta­des, pero no somos una nación venc ida y sin re cu rsos .

La cr isis se ubica en un contexto internac ional de ince rti­dumbre y temor; una profunda recesión está en ciernes. Hay guerras comerc iales, inc luso entre aliados; proteccionismo disfrazado de librecambismo. Altas tasas de interés, el desplo­me en los precios de las materias pr im as y e l alza en los produc­tos industriales, producen la inso lvenc ia de numerosos países. A l desorden económ ico mundial se añade la inestabilidad polí­tica, la carre ra armamentista, la lucha de potencias para ampl iar zonas de influencia. Nunca en tiempos rec ientes habíamos visto tan lejana la concordia internacional.

Vivimos una situación de emergenc ia. No es tiempo de titu­beos ni de querellas; es hora de definiciones y responsabilida­des. No nos abandoaremos a la inercia. La situación es into­lerable. No permitiré que la Patria se nos deshaga entre las manos. Vamos a actuar con decisión y firmeza.

Integrando el esfuerzo colectivo en un gran movimiento de solidaridad nacional, México sa ldrá adelante. En esta hora, más que nunca, los mexicanos hemos podido palpar y constatar que, por encima de los intereses particulares están los intereses de la República y el destino del país. Ese es el sentimiento nacional que tenemos que convertir, a partir de hoy, en acciones decidi­das y enérgicas.

Pongo en marcha un Programa Inmediato de Reordenación Económica, cuyos objetivos centrales son combati r a fondo la inflación, proteger e l empl eo y recuperar las bases de un des­arro llo dinámico, sostenido, justo y efic iente. Los detalles y pro­ced imientos serán anun ciados en el cu rso del primer mes de go­bierno. Nos pondremos a trabajar desde luego. El tamaño del esfuerzo corresponderá a la severidad de la crisis .

Estos son los diez puntos programáticos.

Primero: disminución del crecimiento del gasto público. Pro-

Page 6: estri u ctu ri a 1

1280

pondré un pres upu esto austero con aju ste es tri cto a los rec ur­sos f inancieros disponibles, que preserve los se rv ic ios públicos al nivel indispensable, conserve la pr ioridad necesaria a progra­mas de operac ión e inve rsión prioritaria, at iend a al cumplimien­to de los pagos de la deuda cont raída y contenga el creci miento del gasto corri ente para aumentar el ahorro público.

Segundo: protección al empleo. Promoveré programas espe­ciales de t rabajo productivo y soc ialmente útil en las zonas ru­rales más deprimidas y en las áreas urbanas marginadas. Dentro de la austeridad, reori entaremos los recursos de invers ión a obras generadoras de ocupac ión de m ano de obra; ajustaremos los programas in tensivos de cap ita l. Para proteger el emp leo ex istente, promoveremos un programa se lect ivo de apoyo en la p lanta industria l con énfas is en la empresa media na y pequeña que sea intrínsecamente sana, a través de crédito oportu no, prior idad en el acceso a divisas, asesoría técnica, demanda o r­gan izada y est imul ada por las compras del sector públi co . Los empresa rios responsab les y nacionali stas, que son la mayoría, merecerán de mi gob ierno respeto a sus derechos legí timos y estímu los a las tareas que rea licen en b ien de los intereses de la mayoría de l pueblo mexicano.

El emp leo es el va lo r fundamental a proteger. Ped iremos a los facto res de la producción moderación y responsabilidad en sus negociaciones para tempera r sa lar ios y utilidades. Def ini­remos con precisión la canasta básica de consumo popular y reforzaremos el contro l ri guroso, efect ivo y honesto de los pre­cios de los produ ctos que la integran, para proteger el poder ad­qu¡sitivo de las fami li as trabajadoras del campo y la c iudad; los subs idios se rán reori entados y rac ionali zados con este propósi­to, para conci liar, en la justi cia, el interés del consumido r y el aliento a la producción.

Tercero: continuación de las obras en proceso con un criter io de se lect ividad. Daremos un ritmo mayor a las inversiones de producción prioritaria e inmediata, disminuiremos las que no sean indispensables y cance laremos proyectos cuando sea ev idente su ca rácter suntuario, baja prioridad o errónea programación.

Cuarto: reforzamiento de las normas que aseguren disciplina, adecuada programación, eficiencia y escrupulosa honradez en la ejecuc ión del gasto público autorizado. La responsabilidad fi­nanciera se rá criteri o primordial para v igi lar y eva luar el desem­peño de los funcionarios públicos. Reg lamentaremos estri cta­mente el ejercic io de las erogaciones presupuesta les para evita r d ispend io, desperdicio o corrupc ión.

Quinto: protección y estímulo a los programas de produc­ción, importación y distribución de alimentos básicos para la ali­mentación del pueblo. Combatiremos la especu lac ión en este sector. Mejoraremos y racionali zaremos la intervención del Es­tado en la prod ucción, procesa miento, distribución y consumo de la al imentac ión popular para que los recursos utili zados be­nef ic ien rea lmente a los sectores que se desea proteger.

Sexto: aumento de los ingresos públicos para frenar el des­medido crecim iento del déficit y el consecuente aumento desproporc ionado de la deuda pública. Promoveré desde lu ego una reforma f isca l para avanzar en la equidad de los impu estos

documento

directos, dar uniformidad a los im puestos indirectos y rev isar los ni ve les f ict icios de los reng lones no tributarios . La reform a fisca l persigue tamb ién mayor recaudación con el propósito de da r bases más sanas al f inanciamiento del gasto púb li co. Avan­za remos en la administración tributaria . Revisaremos los estímu los fiscales para que apoyen producción y emp leo y alienten sanamente las exportaciones.

Por neces idad ineludib le, incrementaremos los precios y tar i­fas de los bienes y se rv ic ios que produce el sector púb li co, con aumentos mayores para aquell os que consumen los gru pos so­c iales de más altos ingresos relativos. El que más tenga, que más pague; as í lo ex ige una fu ndamental justi c ia. Simultánea­mente, ex igiremos a los adm in istradores y pediremos a los tra­ba jadores de las empresas públicas compromisos exp líc itos de efi cacia y product ividad. Esta debe ser su contribu ción a la in dispensable reordenac ión económica en la que debemos compromete rn os todos los mexicanos . Tenemos que asumir la rea lidad: no podemos tolerar la quiebra de nuestras empresas púb licas, patrimonio fundamental de la nación .

Séptimo: cana lización del crédito a las prioridades del des­arrollo nacional, evita ndo especu lac ión o desviación de recur· sos a financiamientos no justifi cados para la producc ión, proce­sam iento, distribu c ión y consu mo de los bienes y servicios que requieren los consumos mayoritarios y el interés de la nación.

Vigilaremos qu e la banca naciona li zada actúe con eficac ia y honradez . El créd ito y el ahorro in terno se f incan en la conf ian­za . E 1 Estado mex ica no sabrá responder a su responsabilidad mediante el manejo honesto y ef iciente de la banca nac ional. No permitiré la rapac idad, ni el uso del créd ito banca rio con propósitos de promoc ión política de sus funcionarios, ni la ope­ra ción bancaria para afectar derec hos de sus c lientes. Rec hazo el populismo finaciero. Ofreceremos rendimientos atractivos al ahorrador, seguridad en el manejo de los recursos del público y productividad y ef ic ienc ia en el se rv ic io bancario para no ele­va r, injustifi cadamente, el costo del crédi to.

La nac ionali zac ión de la banca es irreversible. Restructurare­mos las inst ituc iones de créd ito de tal manera que se asegure el control efectivo de la nación a través del Estado. Propi c iaremos nuevas e imagina tivas fórmul as para ev itar su burocratización, de tal manera que los ahorradores, los acreditados y la so­c iedad toda -obreros, campes inos, empresarios- tengan una participación adecuada en el manejo, e incluo en el patrimonio, de esas instituc iones. Nacionalizar no es estatizar. La banca na­c ionali zada debe ser del pueblo y no de una nueva minoría de dirigentes.

Octavo: reivindicación del mercado ca mbiaría bajo fa autori­dad y soberan ía monetaria del Estado. Ajustaremos los mecanis­mos del control de ca mbios para llega r a un sis tema rea li sta y f unc ional, que reconozca la rea lidad de operación de la economía mexicana. Nos proponemos recuperar el mercado cambia rio para el sistema financiero nac ional y mantener un tipo de cambio realista que aliente al exportador y propi c ie la capta­ción de divisas necesarias para el abastec imiento de b ienes y se rv ic ios de la p lanta productiva. Eliminaremos subsid ios cam­biarios irrac iona les que afectan la sa lud de las finanzas púb li-

Page 7: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

cas. Mantendremos un control estricto sobre las importaciones y racionalizaremos gradualmente la protección a los diferentes secto res para eliminar ganancias indebidas que inciden negati­vamente en el bienestar de los consumidores y lograr así una mayor integración industrial y competitividad de nuestros pro­ductos. Trabajaremos para restablecer condiciones objetivas que arraiguen en México el ahorro interno y eviten las fugas de recursos financieros.

Noveno: restructuración de la administración pública federal para que actúe con eficacia y agilidad. Aprovecharemos lo mucho que se ha logrado, recti ficaremos lo que no ha funciona­do, haremos las innovaciones indispensables. Sujetaremos el aparato público a la previsión, el orden y a la más estricta res­ponsabilidad de los funcionarios.

Décimo: actuaremos bajo el principio de rectoría del Estado y dentro del régimen de economía mixta que consagra la Consti­tución General de la República .

Para afirmar estos principios y dar claridad y certidumbre al rumbo que seguiremos, pondré a consideración del Constitu­yente Permanente una iniciativa de reformas y adiciones de contenido económico a la Constitución de la República .

Esta iniciati va se propone, a partir de los principios vigentes en esta materia y de la voluntad expresada en la consulta popu­lar del 4 de julio, reiterar y fortalecer la responsabilidad del Es­tado para regir y promover el desarrollo nacional; reafirmar y precisar la coexistencia armónica y corresponsable de los secto­res público, privado y social en nuestro sistema económico; ra­tificar las libertades económicas, sujetas al interés social, y establecer, a nivel constitucional, un sistema de planeación de­mocrática para el desarrollo.

La actividad económica del Estado y de los particulares -sean éstos del sector soc ial o del privado- deben contar con un marco jurídico claro que establezca el equilibrio adecuado entre las atribuciones del Estado y las libertades y derechos de los particulares. Esta necesaria armonía debe estar normada por el nacionalismo, la libertad, la democracia y la justicia social.

Con este programa de diez puntos iniciaremos nuestra res­puesta a la crisis. Todos los mexicanos tenemos que concurrir en este gran esfuerzo nacional, conscientes de que no hay ayu­da externa ni solución mágica que lo supla. La recuperación tomará tiempo, los próximos dos años. Los primeros meses del gobierno serán arduos y difíciles. La situación así lo determina. La austeridad es obligada; vigilaremos que se cumpla, y que la distribución de su carga sea equitativa.

Gobernaré contra la crisis, pero también lo haré, simultánea­mente, para instrumentar la plataforma sexenal que ordenó el electorado, al aprobar con su voto las siete tesis sintetizadoras, producto de la consulta popular. Haremos de cada una de elias un haz de políticas efectivas para fincar, desde ahora, la so­ciedad definida por las mayorías nacionales. Estos compromi­sos de campaña orientarán la acción del gobierno y el trabajo del Sistema Nacional de Planeación Democrática.

1281

NACIONALISMO REVOLUCIONARIO

E 1 nacionalismo revolucionario determinará mi conducta. Es la ideología que sintetiza nuestra voluntad histórica de

constituirnos en una vigorosa com unidad política, económica y soc ial ; es la concienc ia de nuestra identidad y proyección co­lectiva. El nac ionali smo revolucionario manifiesta la lealtad a nuestras tradiciones y costumbres, el apego al suelo donde na­cimos, al sentido de nuestra hi storia; arraiga en una convicción democrática, fundamenta el poder transformador de la nación a través del Estado, impone la obligación de superar todo lo que vulnera nuestra independencia política o económica.

El nacionalismo revo lucionario es la fuerza unificadora sus­tancial de los mexicanos para conseguir los objetivos popula­res. Me empeñaré en fortalecerlo; preservaré su carácter trans­formador y afirmaré su proyección a la justicia social.

El nacion alismo revolucionario, como proyecto nacional, subs iste y se fortalece en la conciencia de las nuevas genera­c iones. La educación es el instrum ento de la nación para afir­marse. Por mandato constitucional, la educac ión pública difunde y arraiga las actitudes democráticas, los propósitos igualitarios, el orgullo y la defensa de la independencia nacional. Atendere­mos enfáticamente la calidad de la educación; propiciaremos el acceso de las c lases populares a los niveles educativos supe­riores y organizaremos una permanente y vigorosa campaña al­fabetizadora. Más y mejor educación para todos es una exigen­cia de la independenc ia cultural, tecnológica y económica de México.

El nacionalismo revolucionario se fundamenta en la cultura. La impulsaremos en su dimensión nacional y regional para su preservación y enriquecimiento. Haremos de nuestra cultura un instrumento de liberación individual y colectiva. La protegere­mos frente a los embates de la colonización. Fomentaremos la libertad creativa y el disfrute popular de los valores culturales. Reforzaremos el conocimiento de nuestra historia y el culto a los símbolos de la Patria. Con apego estricto a nuestras leyes, se orientará el empleo de los medios de comunicación social para estos elevados fines.

La política exterior de M éx ico es síntesis e instrumento de nuestro nacionalismo revolucionario. La afirmación de nuestra identidad nos permite el encuentro con otras identidades; nues­tros valores de independencia, 1 ibertad, democracia y justicia se proyectan al exterior en el respeto al pluralismo ideológico y en la demanda de un nuevo orden internacional.

Mantendremos, sin pretensión de liderazgos, sin dogmatis­mos ajenos a las condiciones históricas, o falsos pragmatismos sin ruta ni destino, una política de principios, nuestros princi­pios, consc ientes de su limitac ión en un mundo de exasperados intereses egoístas, de inseguridad económica paralizante, pero conscientes también de que su permanente reiterac ión, con diplomacia firme y negociadora, actuará en defensa de nues­tros valores y objetivos y los de otras naciones que buscan su desarrollo en la independencia y la libertad.

Page 8: estri u ctu ri a 1

1282

Seguiremos sosteniendo, con indec linab le convicción, la au­todeterminación de los pueblos, la no intervenc ión, la so lución pacífica de los conflictos, la igua ldad jurídica de los estados. el desarme para la preservación de la paz y la cooperac ión in ter­nacional eq uitativa y eficiente.

El ais lamiento no es sólo anacrónico, sino imposible. La co­operación entre pueblos libres es el único cam ino para la paz en un mundo interdependiente. Con una mejor coordin ac ión in­terna de nuestras acciones y estrategias, participaremos en los foros internacionales y en las acciones bilaterales, para la ma­yor efectividad de nuestros objetivos y principios.

Trabajaremos por la reconstrucc ión de la seguridad mundial económica y política, el fortalecimiento de las inst itu ciones in­ternac ionales gravemente debilitadas; por la paz y el desarme; por la so lidaridad con las mejores causas del mundo en des­arrollo; por fomentar relaciones respetuosas y justas con nuestros vecinos y el fortalecimiento de la herm andad lat ino­americana; por la solución justa y pacífica de las tensiones centroamericanas, con respeto a sus soberanías y apoyo a su desarrollo. Consolidaremos el vínculo entre política interna y políti ca externa, porque nos proponemos un mayor acceso a los beneficios de la cooperación internacional y se rvir eficiente­mente al supremo interés nac ional.

Para fortalecer el Pacto Federal, invito respetuosamente al Senado de la República a conferirle el mayor dinamismo a sus facultades en materia de política exterior.

Asumo, con legítimo orgullo, el mando supremo de las Fuer­zas Armadas, instituciones fundamentales, de probada lealtad y patriotismo, eficiencia e indiscutible profesionalismo. De pro­funda raíz popular, con apego irrestricto al orden jurídico y de­cidida convicción nacionalista y revolucionaria, el país tiene en las Fuerzas Armadas la mayor garantía a su soberanía y defensa nacionales. Me empeñaré en proporcionarl es, al límite de las posibilidades, los medios para que cumplan con la enaltecida misión que la Constitución les asigna y aseguren a sus miembros y sus familias el nivel de vida que se demanda para el resto de la población. Habré de impartir órdenes para que las Fuerzas Armadas, con apego a su disciplina interna, participen, en su área de competencia, en la definición del Plan Nacional de Desarrollo.

DEMOCRATIZACIÓN INTEGRA L

E stamos comprometidos a trabajar por la democratización integral que define nuestra Constitución. Fortaleceremos la

división de poderes, el federalismo y el municipio libre. Respe­taremos el pluralismo y todas las formas de asociación política, y atenderemos a la opinión pública, y a sus medios, en respon­sabilidad y libertad.

No nos limitaremos al perfeccionamiento electoral; fomen­taremos la democracia en todos los ámbitos de la vida social: en las comunidades, barrios, sindi catos, ligas y asociaciones

documento

políticas; auspic iaremos la o rga nizac ión de productores y con­sumidores y el diálogo entre sindi catos y empresas, para fomen­tar la product iv idad y estab lecer mejores bases para la redistri­bución del ingreso.

Mantendremos permanentemente la consu lta popul ar. Con­vocaré a un deba te públi co para analizar el estado que gua rd a el proceso de la reforma po lítica, la función e integrac ión del Senado de la Repúb li ca, la participac ión c iudadana en el go­bie rn o del Distrito Federa l y la reforma judic ial. Fortaleceremos los sistemas de informac ión a la nación de la marcha del Esta­do. Mantendré viva y dinámi ca la democracia en México.

SOC IEDAD IGUALITARIA

L a soc iedad igua litaria es demanda or iginal de la Revolución mex icana. La desigualdad soc ial sigue siendo uno de los

más graves prob lemas de México.

La lucha por la igualdad es acción dinámica para lograr la equidad en los procesos product ivos y distributivos, para amp li ar las capac idades y las oportunidades. Rechazo al populismo que cede ante lo inm ed iato y hace retroceder a la soc iedad. Lucha­remos contra la desigua ldad de manera rea li sta, permanente y duradera.

Busca remos, con renovada vo luntad, la equidad; cada grupo y cada individuo debe aportar según su capacidad para dar a cada quien lo que le corresponde. Fortal ece remos a los más dé­biles mediante su capacitación, sin fa lsos paterna lismos y si n demagogia. Revisarem os todos los instrumentos de políti ca económi ca y socia l, atendiendo a su impacto dist ributivo. Cu idaremos de la eficacia de l gasto soc ial, ev itando tratamien­tos espec iales que incidan en injust ic ias . Con todos los medios a nues tro alcance, haremos frente a la desigua ldad más grave del país, la que se da entre e l campo y la ciudad.

Tendremos como preocupación fundamenta l la satisfacc ión de necesidades básicas de l pueblo: alimentación, v ivienda, ed u­cac ión, cu ltura, recreación y deporte. Elevaremos el derec ho a la sa lud a rango const ituciona l, para dar base a un só lido e in­tegrado sistema nacional de salud; daremos prioridad a la medi­cina preventiva, particularmente en las zonas rurales y urbanas marginadas. Atacaremos el problema de la v ivienda en todos su frentes: reservas territoriales; reorganizac ión administrat iva, nuevas tecnologías, financiamiento y apoyo a la autoconstruc­ción. En alimentac ión daremos la más al ta prioridad a las políticas de producción y abasto, con énfas is en su adecuada planeac ión, ef icaz ejecuc ión y equidad para productores, distri­buidores y consumidores .

Lucharemos desde hoy contra la des igualdad, pero en este reng lón, como en todos, he de ser sin cero con los mex icanos. Mientras subs ista la cr isis, no podremos avanzar cuantitativa­mente en el proceso de justicia social; el pe ligro inmediato está en el deterioro que la agrava día con día. Frenar lo es e l primer paso; lo haremos con equ idad en el peso de los costos e impul­sando los cambios cuali tat ivos que nos sirvan de apoyo firme

Page 9: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

para avanzar más rápidam ente hac ia la soc iedad igualitaria, en cuanto nos sea posible.

RENOVACIÓN MORAL

L a renovación moral de la sociedad será compromiso y nor­ma de conducta perm anente de mi gobierno. Aspiro a indu­

cir con el ejemplo del gobierno, empezando con el mío, el compromiso de todos los mex icanos, de todos y cada uno de los sectores, de todos los gremios, para fortalecer nuestros valores.

La guía fundamental de esta renova ción será el Derecho. Síntesis de la moral soc ial, de la mora l repub licana, democráti­ca y revo lucionaria que hemos venido form ando los mexicanos. Actuali za remos las bases const itucionales de la responsabi li­dad de los servidores públi cos y promoveremos una nueva ley sobre la materi a y reform as y ad iciones a la leg islación penal; in troduc iremos nuevas fo rm as sobre la gestión púb lica para prevenir, detecta r, correg ir y, en su caso, sanc ionar conductas inmorales de los func ionar ios y empleados públicos.

Promoveré sistemas que acaben con las compensac iones al margen de la ley y den transparenc ia a los ingresos de los fun­cionarios gubernamentales; regularé las prestaciones a que éstos t ienen derecho y prohibiré el uso de bienes y servi cios públicos para f ines ajenos a su cargo. Evitaremos negocios ilícitos en los contratos de obra o serv icio público, en las compras de gobierno y sus empresas. No perm itiré que se usen los fondos públicos para la promoción po líti ca personal de los fu ncionarios.

Im ped iremos aprovec hamientos ilegítimos con la nómina of ic ial; persegu iremos las condu ctas ilí citas en el otorgam iento de autorizaciones, permisos, li cenc ias y conces iones; en la ins­pecc ión y vigilancia de leyes y reg lamentos.

Insisto: no es compat ible servir en puestos públicos y simul­táneamente operar negoc ios cuya actividad se funde en rela­c iones económicas con el Gob ierno. Esta dualidad es inmoral. o se gob iern a o se hacen negoc ios. Los puestos públicos no de­ben ser botín de nad ie.

Perfeccionaremos los sistemas de adm inistrac ión de recur­sos del Estado y fortaleceremos los sistemas de control y vigi­lancia de la administración pública.

Para cumplir con el propósito de que el Gobierno de la Re­pública se constituya en patrón de conducta, promoveré la creac ión de la Contraloría General de la Federación, con rango de Secretaría de Estado, para sistemat izar y fortalecer las diver­sas facultades de fis ca li zac ión, control y eva luac ión de la admi­nistración púb li ca. Usaremos con vigor y decisión este nuevo instrumento.

Espero una actitud dinámica y vigilante de la Cámara de Diputados y de su Contaduría Mayor de Hac ienda, respecto a los programas y presupuestos del Ejecutivo Federal.

La renovac ión moral de la soc iedad es reto de todos los me-

1283

xicanos. No podemos permitir que la nación se debilite y de­ca iga; nuestros problemas son tan graves que sólo con una moral renovada lograremos vencerlos. E 1 pueblo mexicano es profun­damente moral y me ex ige que persiga toda forma de corrup­ción. Así lo haré. Gobernaré con el ejemplo.

E 1 pueblo debe contar con los medios para hacer valer frente al gobierno sus legítimos intereses. Doy instrucciones en este momento al Procurador General de la República para qu.e con­voque audiencias públicas con el fin de recabar opiniones que permitan elaborar iniciativas de ley y promover acciones para proveer a la sociedad de un mejor sistema de administración de justicia y de seguridad pública.

Mora li za remos y modernizaremos a las policí as federales y del Distrito Federal. Es éste un reclamo popular en todo el país. Tenemos que actuar pronto. Las policías deben ser garantía de seguridad y tranquilidad c iudadana y no causa de su quebranta­miento. Buscaremos la ce lebrac ión de convenios con los esta­dos para apoya rl os en tareas similares. El pueblo tiene derecho a la seguridad personal y familiar. Vigilaremos que as í sea.

DESCENTRALI ZAC IÓN DE LA VIDA NACIONAL

1 mpulsaremos la descentralización de la vida nacional. Es imposible conceb ir la vitalidad de la Repúbli ca sin la cabal

participación de las entidades federativas, en la definición y ejec uc ión de las tareas que ex ige el desarrollo nacional. Lucha­remos contra el centrali smo que agobia e inhibe energía y ac­ciones profundas.

Haciendo mío un reclamo nacional, he decidido promover la transferencia a los gobiernos locales de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal que la Federación imparte en todo el país, así como los recursos financieros correspondientes.

Fundadas razones de orden pedagógico, académico y admi­nistrativo aconsejan volver hoy al esquema educativo original de la Constitución de 191 7, en el cual la responsabilidad de la enseñanza básica correspondía a los gobiernos locales y muni­cipales. La Federación conservará las funciones rectoras, y de eva luación, que ejercerá a través de la Secretaría de Educación Pública. Los derechos laborales del magisterio y su autonomía sindical serán respetados escrupulosamente.

1 nvito respetuosamente a los gobernadores de los estados a participar con decisión y entusiasmo en esta nueva jornada de forta lecimiento de entidades federativas. La vigencia del fede­ra lismo es tarea de todos, no sólo de las instancias federales. Sé que contamos con su valioso apoyo.

Invito al magisterio nacional, luchador incansable en las ta­reas de transformación nacionalista, a colaborar en este movi­miento de acusada descentralizac ión. La nación saldrá fortalecida.

La descentralización de la vida nacional se apoyará en el vi­gor e inic iat iva de la provincia. Descentralizaremos los ser­vicios de sa lud pública para acercarlos a sus beneficiarios . Pro­pondremos de inmediato a los gobiernos locales la celebración

Page 10: estri u ctu ri a 1

1284

de acuerdos para que se hagan ca rgo de programas en otras áreas. Revisaremos el esq uema de distribución de competenc ias para llega r a una mejor división de atribu c iones entre los tres ó rd e­nes de gobiern o.

Avanza remos en la consol idac ión de l municipio li bre; la autonomía política depende de la suf ic ienc ia económ ica. Ini­c iaremos reform as al art ícul o 11 5 de la Const ituc ión de la Repúb li ca, proponiendo al Constituyente Permanente la as igna­ción de fuentes de ingresos propias e intocab les para los mu­nic ipios, con el fin de que puedan atende r los se rvi cios públicos que les son propios. Cumpl iremos as í una demanda generaliza­da en la consulta popular.

Llegó el momento de estab lecer las condic iones para que los estados y los munic ipios dependan menos de las parti cipa­ciones federales y más de su esfuerzo fiscal propio. En fecha próxima invi taremos a las autorid ades fisca les en todo el país a diseñar jun tos un nuevo esquema de distribución de competen­c ias en la mater ia.

Un o de los grand es retos a la descentralización es el creci­mien to into lerab le de la ciudad de Mexico y de su zona metro­politana. Es necesario actuar con med idas enérgicas que restrinjan el crec imi ento ace lerado del área, ofreciendo otras opciones de asentamientos. Protegeremos la ca lidad de la vida en nuestra cap ital , que sufre por su crec imiento macrocefálico, graves de­terioros que tenemos que combatir. Atenc ión especia l merece­rá el grave problema del transporte.

DESARROLLO, EMPLEO Y COMBA TE A LA INFLAC IÓN

E 1 pueblo se declaró en favor de una estrateg ia de desarrollo, empleo y combate a la inflación. Las med idas enunciadas

en los diez puntos se inspiran en estos objetivos. Paral e lamente a esas políticas inmediatas rea li za remos otras que atiendan y propicien los camb ios es tructurales que req uiere nuestra economí a. Atacaremos las f all as: ahorro interno insufic iente, baja poductividad, escasa compet iti v idad de nues tros produc­tos en el exterior, desigualdad soc ial. Lo haremos con acciones profundas y perseverantes.

Atenderemos prioritariamente al campes ino mexicano. Di­vers if icaremos las oportunid ades de empleo impul sando la agroi ndustr ia. Aprovecharemos racionalmente los productos de la agri cultura, bosques, ganaderí a y pesca. Daremos cert i­dumbre a la tenencia de la tierra; fortaleceremos a las zonas de temporal y ll evaremos la planeación al campo. Nos propone­mos un desarrollo socia l más ampli o en el agro mex icano.

Democratizaremos, moderni za remos y haremos ef icientes a las entidades ad mini strat ivas encargadas del agro. Combatire­mos sin cuartel todos los fenómenos de corrupción que esq uil­man al campesino mex icano. Impulsaremos en el campo pro­ducción y justicia

Los energét icos son parte inalienable del patrimonio de la nac ión. Seg u iremos apoyándonos en el petró leo para continuar el camino del desarrollo, cuidando su racional aprovechamien­to en beneficio de las presentes y futuras generac iones, sin con-

documento

sidera r al petróleo como panacea que nos ahorre el esfuerzo en los demás aspectos de nu es tro desarro ll o. Atenderé, con espe­cial esmero, la planeación adecuada y operación efi c iente y ho­nesta de nuestra industr ia petro lera, pil ar fundamental de nuestro nacionali smo económi co. Con idéntico cr iteri o cuidare­mos de nuestra industr ia eléc tri ca.

Modern izaremos la planta industr ial para estata l, pri vada y soc ia l, con f irmes criter ios de elevada prod uct iv idad que ev iten dispendios, inco rporen cambios tecnológicos y mantengan las pr io rid ades nac ionales. La inestab ilidad económi ca intern a­c ional nos ex ige, si queremos mantener a México como país so­berano y v iab le, fortalecer nuest ro mercado interno y, además, insertarnos con ef icac ia en las corr ientes mundiales del com er­cio. Necesitamos rea liz ar una auténtica revo lu c ión tecnológica y de productividad. No regatea remos esfuerzos en esta inap la­zab le transformación.

Atenderemos el problema eco lóg ico y la preservación del medio ambien te, para mejorar la ca lidad de la vida, proteger al hombre y los recursos naturales. Reforzaremos la conc iencia eco lógica nac ion al, req uisito para la defensa de nu estro medio amb iente.

No só lo gobernaré frente a la advers idad de hoy. Conozco las neces idades mediatas e inmediatas de mis compatriotas; gober­naré con decisión para un futuro de bienestar para los mexica­nos . Trabajaremos para nuestros hijos y los hijos de nuestros hi­jos. Cuidemos y engrand ezcamos la patri a que queremos para ell os . Lo podemos y lo debemos hacer.

PLANEACIÓN DEMOCRÁTICA

U n sistema políti co incapaz de articular permanentemente las demandas sociales está condenado al fra caso. La ac­

c ión del Estado precisa de la planeación como producto cohe­rente de los propósitos, deseos y expectativas de la mayoría de la soc iedad. Los planes, para se r democráticos, deben incorpo­rar la vitalidad y la part icipación creat iva de la soc iedad civ il y susc itar la participación entusiasta y f ru ctífe ra de todos los me­xica nos en las grandes tareas nacionales, que no pueden ser obra só lo del Gobierno.

En los próximos días remitiré a es te Honorabl e Congreso una in ic iat iva de ley que defina el Sistema Nacional de Planeac ión . Integraremos con ell a a nuestro sistema de economía mixta a las entidades fed erativas y a los munic ipios, con el respeto a soberanías e intereses regionales, para fortal ecer la acción na­cional , conjunta. Instituc ional izaremos un proceso permanente de consulta popular que adapte el plan a las cambiantes condi­c iones y establezca el cote jo permanente de los funcionarios públicos con la opinión de sus mandantes.

Esta inic iati va parte del princ ipio consti tu c ional de la rectoría del Estado. Las instancias gubern amentales no pueden abd ica r de las responsab ilidades ni del mandato especí fico que les otorgó el pueblo. Con esa base, proponemos los mecani s­mos para la atención a las op iniones de sectores, orga niza­c iones y población en genera l y su ef ic iente participación en las decisiones programadas. Bajo este esquema, presentaré al país,

Page 11: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

en el mes de mayo próxi mo, el Plan Nac iona l de Desarro ll o 1983-1988.

Honorable Congreso de la Unión; Mexicanos:

D emando de todos los mexicanos esfuerzo ardu o y respon­sab ilidad so lidari a. Las condiciones económi cas del país

nos impondrán, en el corto pl azo, grandes sacrific ios. Pero aten­deremos las neces idades básicas de la población, sanearemos la economí a, cumpli remos nuestros comprom isos extern os y mantendremos inexorablemente el f un cionamiento libre y de­mocrático de la sociedad y de l Estado.

No puedo of recer, para el f uturo inmediato, tra nsform a­c iones cuantitativas im portantes ni la mejoría súb ita de nuestra situac ión. Para su perar la cr isis, debemos t raba jar, producir y ahorrar con mayor intensidad y ca lidad que nun ca. Pero en ese marco de severas li m itac iones, nos proponemos rea li za r los cambios que habrán de t ran sformar profundamente a la nac ión. Éste es el reto y ésa será la victo ri a.

No superaremos la crisis asp irando a regresar al estado ante­rior a ell a. No se ju sti fi ca rí a e l esfu erzo, rii el sac rifi cio, ni lo aceptarí a el pueb lo. Vamos a construir un a etapa diferente y mejor de nuestra histo ri a.

No supe raremos la cr isis só lo con pagar consecuenc ias; así, la haríamos re currente. Superaremos la crisis conjurando las causas que la produjeron, efectuando los cambios cualitat ivos que nos lleven a una nueva soc iedad. Tenemos con qué ha­ce rl o: principios, instituc iones, voluntad políti ca, en un país gra nde y bien dotado de recursos naturales y apego irreduct ibl e a la patria que tanto amamos.

Haremos cambios cualitativos a nuestra vida democráti ca. Transitemos con decisión y sin temor hac ia niveles superiores de pa rti cipación popular. El Estado es la sociedad organizada, no forma separada de su contenido. No est atiza remos a la so­ciedad, el lo sería tota litarismo. Buscaremos cambios que ll even toda la vitalidad y creat ividad de la soc iedad c ivil a las estru c­turas estata les, y desde el Estado, con respeto a la libertad y con el compromiso indec linable de la justic ia, impu lsa remos el desarrollo integral de la sociedad y los individuos. Hemos avan­zado en la democracia política; propongámonos ahora hacerlo más en la democ ra cia soc ial, para abatir las barreras de parti c i­pac ión limitada, y de las formas sin sociedad. No más Estado so lamente, sino más sociedad integrada al Estado. La prioridad es e l hombre.

Impul sa remos cambios en las conductas. Renovaremos la mora l soc ial. Usaré de toda mi autor idad. Haré cumplir a todos y cada uno de mis co laboradores con los más elevados niveles de honestidad pública. En esto no habrá transacción ni tol eran­c ia. Nuevas leyes y una indec lin ab le voluntad política serán la aporta ción pública. Una nueva conciencia cívica, que fomenta­remos con todos los medios de comunicación y educación so­ciales, será el fundamenta l guard ian de la moral pública de gobernates y gobernados.

1285

Fomentaremos el sentido y el va lor de l trabajo, la disci plina, la perseveranc ia, el ahorro, la res ponsabilidad cívica, la con­ciencia de un presente so lid ar io y un destino común, el aprec io a lo nuest ro, el orgullo de se r mexica nos, el amor a la Pat ria . No son éstos só lo conceptos o frases; son las conductas que nos han permitido ser y las conductas que tenemos que acend rar si queremos convertirnos finalmente en una nac ión próspera en todos los órd enes y capaz de asegurar para todos independen­cia, libertad y just ic ia

Restab leceremos la confianza en México y en nosotros mis­mos. Frente a las difí c il es c ircunstanci as que nos aquejan, res­tau remos la confianza f und ada en la cert idumbre, de cada indi­viduo y cada grupo, en sus derechos invio lab les y en la conciencia de sus graves responsabilidades . Respetuosos de ambos va lores, cada uno de nosotros es ca paz de hacer s,u tarea, va a hacer su tarea, porque esa es la convi cc ión general.

Frente a la historia, afirmemos con v igor la confianz a en la grandeza nacional y en nuestro futuro indestructibl e. Bástenos recordar que hemos fo rj ado una nac ión de hombres libres, a partir de una estructura de dominac ión co lon ial y castas oprim i­das; que hemos forjado una soc iedad en desarrollo, frente a todo tipo de acechanzas, en el seno de una geografía adversa y una soc iedad pobre; y bástenos reconocer que somos res petados en el mundo entero como pueblo o rigin al e independiente. Sa ldre­mos ade lante reafirm ando la conf ianza en México.

Como Pres idente de la República, haré mi parte hasta el límite de mis capac idades y con plena concienc ia de l deber supremo de servir a la nación. Habl aré con la ve rd ad. Diré al pueb lo lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Diré lo que se haya logrado, diré aquel lo en lo que se haya fa llado y el porqué de cada fa ll a, ex igiendo responsab ilidades y recono­ciendo los límites que nos impongan las c ircunstanc ias.

Gobernaré con rea li smo, apegado a los principios. Realismo en el análisis y en el diseño de po líti cas practicab les para ampliar los márgenes de la acc ión. Gobernaré con im agi nación pero ev itaré la fantasía.

Gobernaré para todos los mexicanos. E 1 interés de cada uno será mi guía y su derecho el límite de mi autoridad. Lo haré sin olvidar el compromiso indestructible con las mayorí as naciona­les: los campes inos, los obreros y las c lases medias que me apo­yaron con su voto . Lo haré con la fuerza popular de un movi­miento revolucionario que estableció, junto a los derechos socia les, las libertades individuales y el pluralismo políti co y so­cial, que con esa misma fuerza pópular, que es democrática y libertar ia, haremos res petar. Lo haré con la fuerza de las muj e­res y los hombres de M éx ico. Lo haré con la vitalidad y el idea­li smo de los jóvenes.

Vamos hoy, compatriotas, a emprender la tarea de la recupe­ración nac ional , todos de pie, con entus iasmo y v igor, dispues­tos todos a los sacrificios que nos ex ige el momento, dispuestos a la generosidad, al patriotismo, dispuestos todos a continuar la hazaña de M éx ico; del M éxico de ayer p leno de heroísmo, del México de mañana, ri co en posibilidades; la de nuestro México, el M éx ico de siempre.

¡Viva M éx ico! O

Page 12: estri u ctu ri a 1

documento

Criterios generales ,

de política para 1983 1

econom1ca MIGUEL DE LA MADRID HURTADO

E n documento por separado envío la Iniciativa de Ley de In­gresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Fede­

ración, con sus respectivas Exposiciones de Motivos. Para com­plementar lo ahí expuesto y con el objeto de que el Congreso esté en mejor posibilidad de evaluar las decisiones públicas en el ámbito de su responsabilidad constitucional y para que el pueblo pueda ser informado con mayor oportunidad y transpa­rencia, el Ejecutivo a mi cargo ha decidido presentar ante ese H. Congreso un documento global que explique la situación económica del país, los propósitos fundamentales y las ac­ciones de política económica que se considera necesario adop­tar como parte del programa inmediato de reordenación econó­mica, anunciado el 1 de diciembre.

El Ejecutivo Federal presenta así las consideraciones relati­vas al diagnóstico de la situación actual y la propuesta de política económica del año por venir. Estas consideraciones se integrarán, conjuntamente con las acciones de mayor alcance temporal, en el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988 que, en el contexto del Sistema Nacional de Planeación Democrática, serán presentadas a la nación en mayo de 1983 y en los Progra­mas de la Administración Pública Federal que se deriven del mismo. En este sentido, el Gobierno se compromete desde sus primeras decisiones a mantener unidad de criterios y esfuerzos en la dirección y conducción de la economía nacional, y a ins­cribirlos en el proceso de planeación democrática.

El 7 de diciembre, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado envió al Congreso de la Unión el documento que aquí se reproduce, cuyo título completo es "Criterios generales de política económica para la Iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 1983". En este documento, el Presi­dente de México analiza la situación actual del país y propone un programa inmediato de reordenación económica, con medidas para aumentar el ahorro interno, estabilizar el mercado cambiario, pro­mover el empleo, proteger la planta productiva y combatir la infla­ción. Por último, establece perspectivas y metas para 1983.

LA SITUACIÓN ACTUAL

M éxico vive una crisis de dimensiones sin precedente desde la gran depresión de los años t re inta. Los diferentes indi­

cadores económicos así lo muestran.

• La tasa de desempleo abierto se ha duplicado. Ello signifi­ca que en 1983 estos desempleados competirán con los 800 000 mexicanos adicionales que demandarán nuevos puestos de tra­bajo, en una economía sin posibilidades de crecimiento.

• En diversos sectores, la producción se ha detenido. En el sector agropecuario tendremos que importar el año próximo más de 7 millones de toneladas de alimentos; en el sector industrial, un número importante de empresas no pueden conti­nuar operando por carecer de capital de trabajo y de divisas para importar insumos indispensables. Asimismo el ritmo de actividad del sector público ha venido disminuyendo a lo largo del año.

• Decir que México registra una inflación de alrededor de 100% no sólo llama la atención por su nivel , sino por el enorme riesgo de su aceleramiento. Es difícil pasar de una inflación de 15 a 30 por ciento, menos difícil de 30 a 60 por ciento, pero la expe­riencia de algunos países europeos entre las dos grandes guerras muestra que es excesivamente fácil pasar de una inflación de 100 a 200, 300 o 500 por ciento. Con estos niveles de inflación la comunidad no ahorra, no invierte y sólo puede financiarse el déficit público con emisión monetaria o el crédito externo, ries­goso y hoy casi inexistente. Además la inflación golpea princi­palmente a los asalariados y a los marginados, concentrando excesivamente el ingreso.

• E 1 ingreso nacional se ha contraído y el sistema bancario ya no capta suficientemente el ahorro de los mexicanos. No hay recursos sanos, entonces, para financiar la inversión. El peso se cotiza en el mercado negro a un precio superior en más de 400% al de diciembre de 1981. Los pesos se fugan al exterior.

Page 13: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

Hemos perdido soberaní a monetar ia. E 1 país ti ene la deuda ex­terna más al ta de l mundo y paradóji ca mente nuestro banco central no cuenta con las divisas mínimas indispensabl es.

• El sector púb li co reg istra un déficit desmedido y sin com­paración en la histori a de l país. Por segundo año su monto es superior a 15% del ingreso nacional y mayor que la inversión públi ca; ello quiere deci r que nos hemos endeudado no só lo para cubrir la invers ión, sino también para financiar el gasto corrien­te. No hay ahorro púb li co. De cada peso de gasto, 32 centavos se tienen que utili za r para pagar la deuda, limi tando los re cur­sos para los programas prioritarios. La recaudación es ex igua, el gasto exces ivo, y hay muestras de desperdi c io, derroche y fa lta de programación efectiva. La mayoría de las empresas públicas registran no só lo déficit permanente sino que sus balances fi ­nanc ieros observan situac iones de quiebra.

• Los ingresos no petro leros, tanto fiscales como los de empresas públicas, se han rezagado. El crec imiento de estos ingresos en 1982 fue inferior a la infl ación. Los ingresos de las en­t id ades paraestatales han observado este patrón por va ri os años. Las empresas públi cas se encuentran en una situación precaria, y los subsidios han sa lido fuera de proporción, sin la cer­teza de que estén beneficiando a los grupos de menores ingresos.

• La prod uctividad general de la economía ha ido en des­censo. Mientras en los sesenta creció 3% al año, en la últim a década sólo lo hizo al 1 por ciento.

• En este mes de di c iembre, el sector público tendrá un dé­fic it sin precedente, lo que implicará un a inyecc ión exces iva de c ircul ante. Para financiar lo, la masa moneta ria habrá dupli ca­do, en un so lo año, el monto registrado en toda su historia, hasta d iciembre de 1981 . Parte importa nte del déf icit f iscal de los últi­mos meses del año se deriva de la disposición de pagar los de­pósitos del público en mexdólares a 70 pesos y recuperar los créd itos en mexdólares, la mayor parte, a cargo de los grandes usuarios, a razón de 50 pesos por dólar. Este subs idio al sec tor de empresas industria les y comercia les, usuarios de crédito del sistema bancario, fue asumido por el Gobiern o federal para que no se refleje en los balances y so lvencia de las inst itu ciones bancar ias.

Esta situ ac ión de la economía nacional no es de carácte r me­ram ente coyuntural. Su rec urrenc ia y cada vez mayor intensi­dad confirman la persistencia y enra izamiento de deficiencias en la es tructura económica.

Los camb ios b ru scos del contexto internac iona l - ca íd a de los precios de l petról eo, tendencia alcista de las tasas de interés y est rechamiento del fin anciamiento- fu eron elementos que prec ipitaron la crisi s. Sin embargo, su ori gen y magnitud obede­cen también a factores internos: por un lado son resultado de las contradicciones que se han generado o han quedado sin so­luc ión en el proceso de desarrollo y, por otro, se exp li can por la inflex ibilidad de la política económica para reaccionar con oportunidad, ante el cambio adverso.

Los desequilibrios estructurales de la economía mex icana pud ieron se r sobre ll evados gracias a la bonanza petrol era, lo que redujo la neces idad de ser enfrentados más firmemente por la política económica. El ace lerado deterioro económico de los últímos meses los ha hec ho af lorar y ha puesto de manifiesto la frag ilidad y vulnerabilid ad del esquema de fin anciamiento del

1287

desarro ll o adop tado en las ú ltimas décadas, apoyado en el uso de deuda y, m ás rec ientemente, también en los rec ursos del petró leo.

La situac ión actua l ha demostrado la neces idad de rea li za r ajustes im portantes al aparato productivo y distributivo para re­so lver los desequ ilibrios fundam entales de ineficienci a y baja productividad , escasez crónica de divisas, insuficienc ia del ahorro in terno y des iguald ad soc ial. Só lo así podrá lograrse un proceso sos tenido de desarrollo.

Hemos c reado un aparato productivo más grande y comple­jo, pero no se ha avanzado lo sufi c iente en la superación de su ineficiencia. Ésta tiene múltiples manifestaciones : incapacidad para enfrentar la competenc ia externa, gran dependencia de in­sumos y bienes de capital im portados, desequilibrios entre sec­tores, disparidad es en la productividad dentro de ca da rama económica y entre ellas, tecnologías que no usan adecuadamente nuestros abundantes recursos humanos y naturales, esca las inapropiadas al tamaño de nuestro mercado interno, deficiente capac itación de la mano de obra, escasa difusión tecnológica , y concentrac ión de la actividad económica. Todos estos factores han determinado en conjunto crecientes dificultades para aumenta r la ef iciencia.

El protecc ionismo que ha ca racterizado el desa rrollo in­dustrial desde hace más de 30 años y la sobreva lu ación cas i per­manente del peso en la última déca da, redujeron las posibilida­des de competir en los mercados internacionales . El aparato productivo ha requerido de diversos y crecientes subsidios; só lo en los últimos años, se estima que los subsidios a la industria crec ieron en 68% an ual; no obstante, no se lograron mayores exportaciones.

La dependencia del crecimiento económ ico de bienes de ca­pital importados ha llegado recientemente a 20% de la inver­sión nacional. La producción corriente está también íntimamente 1 igada a la importación de insumos, como se hizo ev idente en 1982, pues ante la falta de estos materiales, se debilitó la pro­ducc ión de muchas empresas.

La agr icultura, por su parte, disminuyó su aportac ión de divi­sas para el desarrollo al red uc irse su superáv it y transformarse en déficit en los últimos años. En genera l, las exportac iones no petroleras se estancaron durante los últimos años.

La insuficiencia de divisas es consecuenc ia, también, de la elevada propensión a importar de los grupos de más altos ingre­sos, cuyos patrones de consumo presionan la disponibilidad de divisas; directamente, en la forma de importaciones de bienes de consumo e inversiones en el extranjero; e indirectamente, por su impacto sobre la estructu ra productiva, que ha propi­ciado un patrón de sustitu ción de importaciones or ientado en forma importante hac ia los bienes de consumo duradero, con un a lto contenido de insumos importados.

La insufi c iencia de ahorro interno se agrega también al problem a de escasez de divisas, ya que ha repercutido en ma­yores niveles de endeudamiento exte rn o, aumentando as í la carga financiera para el país.

La crisis actua l patentiza la rigidez de la economía para ge­nerar el ahorro púb li co y privado que sustente la inversión pro­ductiva requerida.

Page 14: estri u ctu ri a 1

1288

E 1 ahorro pri va do que, como proporc ió n del produc to, pa recería alto en un pri mer aná li sis, ti ene una m enor produc ti­v idad soc ial de lo que indi ca rí a su ni ve l, ya que alrededor de 40% de la inve rsión pr iva da se ca nali za hacia la constru cc ió n res idenc ia l, as ignac ió n que v iene a ref lejar la des igual distri bu­c ión de la ri queza ex istente.

En e l secto r públi co se ha dado un seve ro deteri o ro del aho rro. La b rec ha entre ahorro e inve rsión del sec tor pres upues­ta ! pasó de 1 .3 puntos del produ cto en 1970 a m ás de 1 O en 1982, no obs tante los m ayores vo lúmenes y mejo res prec ios de l petró leo.

El f in anc iami ento del c rec imi ento se ha f inca do en exceso en los recursos petro leros. Si se exc luyen es tos recursos, el aho rro del sec to r paraestatal ha sido nega ti vo por va ri os años, debid o princ ipalm ente a los rezagos en sus prec ios y tari fas, que han elevado los subsidios a la produ cc ión y a l consumo de m anera extraordin ari a, perdi éndose control sobre su des tin o. Ell o refl eja ta mbién el exces ivo crec imiento e im produ cti v idad de su gasto de operac ió n.

El deteri oro de l ahorro públi co ha sido causado también por las rig ideces e inelas ti c idad de los ingresos fi sca les del Gob ier­no f ederal, que se agravaron en los últimos años. Si se exc luyen los ingresos fi sca les relac io nados con el petró leo, la reca uda­c ión bruta se es tancó entre 1 O y 11 por c iento de l produ cto a partir de m ediados de la década anter io r.

Esta situ ac ión se expli ca por un alto grado de evasi ón pro pi­c iado, entre otras causas, por un defi c iente sistema de contro l de ca usantes; por el rég imen de bases es pec iales de tributac ión; por el inadecuado trat amiento de los ingresos de ca pital y por la defi c iente globali zac ió n del ingreso pers onal. Adic ionalmen­te, en los años de auge petro lero se relajaro n los es fu erzos re­caud atorios, se sacrifi ca ron rec ursos en es tímulos fi sca les y aumentaron subsidios para compensar las pres iones inflac ionarias.

Por otra parte, el increm ento de la ri gidez de l gas to públi co, y la inefi c ienc ia e indisc iplin a en su ejecuc ión, son f actores que expli can el deteri o ro del aho rro.

La infl ex ibilidad del gasto radi ca en la importan c ia cada vez m ayor que han adquirido los rubros de se rv ic ios pe rs onales y el se rv ic io de la deuda. Des taca también el inadecuado control y eva lu ac ión en los gas tos por transf erenc ias , cuyo mo nto ha re­gistrado un ext raordin ario c rec imiento y una gran dispersió n. En la década, las transferenc ias corri entes c rec ieron en prom edio 39% anual.

La baja prod uctivi dad del gas to se ha ori gin ado en la in apro­piada corres pondenc ia entre las pri o rid ades definid as y el gas to rea lm ente ejecutado A pesar de que la as ignac ión sec tori al de inve rsión se insc ribi ó en pl anes de m edi ano y largo plazo, su ejerc ic io no se sujetó a ellos. Ell o provocó una escasa vincul a­c ión ent re propós itos, program as y rec ursos; in crem entos en los gas tos administrati vos, m ás q ue pro po rc ionales a los increm en­tos de produ cc ión o se rv ic ios pres tados; cana li zac ión de inve r­siones públi cas a áreas no p ri o ritari as que podrí an se r atendidas po r los sec to res soc ial y pr iva do, y desa rti cul ac ión en las inver­sio nes públi cas de secto res in te rrelac ionados, que redu cen el excedente económico de l secto r públi co. Finalmente, ante un d inamism o del gasto superi o r al program ado y al que razo­nab lemente puede absorber la econo mí a, el conten ido importa­do de la inve rsión ha subido ace leradam ente, drenando la d is-

documento

poni b ilidad de div isas. Esa situación muestra que el pa ís pod ría c recer a la m isma tasa y con m enos desequi l ibr ios, aun con me­no r gas to, si se ejercie ra más adec uadam ente.

A pesa r de l e levado crec im iento económ ico exper imentado por Méx ico en las ú l t im as décadas y de los importa ntes esfuer­zos desarro ll ados en m ater ia soc ial, pa rt icul arm ente en la ante­r io r ad minist rac ión, la des igualdad económi ca y soc ia l pe rsiste y se com pa ra desfavorabl em ente con ot ros países. La interac­c ión de las fa ll as esij.uctura les de la economí a ha im ped ido reso lver las di ve rsas fo rmas de des igualdad soc ial que han ca­rac ter izado a Méx ico desde sus o rí genes. Des igualdad que se m ani f iesta en los ín d ices de d is tri buc ió n de l ingreso y la ri ­queza, en los n ive les de insati sfacc ió n de las neces idades bá­sicas, en los des balances ca mpo-c iudad, en la concent rac ión geog ráfi ca de la pobl ac ión y la act iv idad produ c tiva. La des i­gualdad soc ial a su vez ha im ped ido la so lu c ión a los p rob lema.e de aho rro, insufi c ienc ia de di v isas e inefi c ienc ia del aparato prod uct ivo.

En es tas cond ic iones de deb ilid ad es tru ctural de la econo­mía m ex icana, el impac to de las condic io nes adversas de la econo mí a intern ac ional sobre M éx ico desencadenaron la c ri sis. Sin em bargo, debe reconocerse que la rapid ez con que se dete­rioró la situ ac ió n económi ca fu e también produ cto de inconsis­tenc ias en las medidas adoptadas pa ra enfrentar la c risis.

La situ ac ió n es se ri a. Es tá en entred icho la continuidad de l proceso de desa rro llo y se cuestionan las bases mism as que lo han sustentado. Lo que es más grave: de cont inuar el sendero an­tes apuntado, la v iabilidad del país como nac ió n independi ente podría ve rse comprom etid a.

En es te contex to es necesa rio va lo rar, en todas sus conse­cuencias y dimensiones, las opciones que tiene la nac ión: seguir la inerc ia de la po lí t ica económica para intentar sobrelleva r las condi c iones actu ales, o reali za r los ajustes requeridos para ace­lerar la transform ac ió n de la es tru ctura econó mica.

La primera opc ió n se rí a simil ar a la línea de acc ión adoptada po r mu chos países, quienes, ante crisi s profund as, han preferi­do -o se han v isto obli gados - a tom ar m edidas que no van a las raíces de los pro bl em as; los resultados han sido aparente­m ente ex itosos en el co rto pl azo para lu ego recaer, en form a ca da vez m ás frecuente y aguda, en cri sis económi cas que compro m eten su es tabilidad soci al y po líti ca.

En nu es t ro país, la p rim era consec uenc ia de m antenernos en el rumbo anteri o r se rí a arraiga r la hiperinfl ac ión y la inestabili ­dad cambi ari a y perpetu ar el " pare y siga" de la econom ía. Ell o condu c irí a a un deterioro crec iente de la ca pac id ad de rectoría del Estado.

En este contexto, la soberaní a económica de l pa ís se ve rí a comprometid a por la insuf ic ienc ia de ahorro y su canalizac ión a usos improdu ctivos En una situac ió n as í, el proceso de des­arroll o tendría que descansar f undam entalmente en la deuda ex­te rn a. El f inanc iamiento de l exteri o r no sería un compl emento al ahorro interno, sino una neces idad que sujetarí a al país a una pe­ligrosa dependenc ia de sus ac reedores o acepta r ind iscr iminada­mente la inve rsión extranjera. Ambas situ ac io nes son inacep­tabl es para la nac ión.

De segu ir este cam ino, la acentu ada y recurrente inestabili dad camb iaría serí a un hecho. La inflac ión f ác il mente merm arí a

Page 15: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

nuestra compet itiv idad con el exte rior, repiti éndose los c ic los de deva luac ión-in f lación que conducirí an al caos económico.

Esta opc ión signi f ica rí a pe rpetuar patrones de gasto públi co y pri vado de ba ja produ cti v idad y por enc im a de la ca pac id ad de la soc iedad de generar los recursos pa ra f in anc iarl o. El crec i­mi ento que se podría lograr se ría, en el mejor de los casos, t ran­sitorio, bajo y con grandes des igualdades y deseq uilibrios, ya qu e más gas to, sin cambios en su orientac ión y compos ic ión, no mod ifi ca rí a las inefi c ienc ias y distorsio nes ac tu ales del apara­to prod uct ivo y distri buti vo y las que se generarí an por la agudi­zac ión y permanencia de l proceso in f lac io nario. El ritmo de ge­nerac ión de empl eos se rí a insufic iente. La ba ja product iv idad harí a insostenibles aumentos en el poder adquisitivo del sa lario.

En este esqu ema, los grupos más débil es de la soc iedad soportarí an la ca rga asoc iada a una inf lac ió n f uera de control y a un crec imiento inefi c iente e inequitativo. Po r consiguiente, se acentuarí a la concentrac ión de la riqu eza y se deteri o raría el bienestar de las mayorí as, comprometiéndose, en última instancia, las bases de la conv ivenc ia soc ial y las libertades democráti cas que ga rantiza nuestro siste m a po lít ico. No podemos cont inu ar con desequilibrios ca da vez mayores que perjudi ca n severa­mente a la soc iedad .

Las pos ib ilid ades de habe r adoptado un programa económi­co grad uali sta y parc ial se agotaro n desde hace meses. Ha quedado probado que las m ed idas aisladas o instru mentad as parc ialmente no han detenido el proceso sino que lo han agra­vado, inc id iendo d irec tamente en los aspec tos más deli cados de la conf ianza.

E 1 sentir nac ional recog ido d urante la ca mpaña elec toral es­tu vo arti cul ado por un a demanda perm anente de cambio: la so­c iedad des tacó entre sus princ ipales ex igencias la lu cha contra la inf lac ión y la ca restí a, la protecc ión al empl eo y la pl anta produ ct iva, y la mejo rí a de la ca lidad del p roceso de desa rro ll o.

En la elecc ió n del 4 de julio qu edó de manifies to la vo luntad del puebl o de adopta r los ca mbios necesari os para reordenar la situ ac ió n económi ca del país. El deteri o ro de los últim os meses ha ref rendado estas ex igenc ias po pul ares. E 1 país dem anda ac­c ió n y f irm eza en las dec isiones.

Con la fu erza que me da el v igor de la soc iedad mex icana, he p ro puesto e l p rograma inmediato de reord enac ión de la econom ía nac iona l, que v incul a ef ecti vamente el manejo de la crisis con la transfo rm ac ión necesari a de la estructura económica.

PROGRAM A INMEDI ATO DE REO RD ENAC IÓN ECONÓMI CA

L as acc iones q ue integran el programa propues to se ubi ca n en un contexto intern ac ional adve rso. Hay en el mundo rece­

sión, incertidumbre y temor; guerras comerc iales entre aliados trad ic ionales y protecc ionismo disfrazado de libreca mbismo; desorden de los mercados fin ancieros, altas tasas de interés y condic iones de crédito exte rno adversas; inestabilidad en los mercados del petró leo y de las materi as prim as que exportamos.

Sin embargo, las causas princ ipales de la crisis son intern as y su so luc ión definiti va nos corresponde. No debemos es perar ni cura mág ica ni ayuda gratui ta del exteri or. Tenemos los mex ica­nos un patrim onio só lido y sufic iente para manejar y superar la ac tu al c ri sis. Tenemos recursos naturales y humanos, abund an­tes y b ien ca lificados, infraestru ctura económica y soc ial, insti-

1289

tuciones só li das, un auténti co plura li smo y un rég im en de l iber­tades democ ráti cas.

E 1 program a inm edi ato de reord enac ió n económi ca pl antea en 10 puntos las líneas es tratég icas de acc ió n para enfrentar la cr isis. Se propone com batir la infl ac ió n, la ines tabilid ad ca m­b iarí a y la escasez de di v isas, pro tege r el em pleo y la pl anta produ ct iva. Para ell o se pl antea n acc io nes de gran impac to y m ag nitud qu e van a la raíz de los probl emas. Se ini c ian as í l as reform as y los cambios deseados en la soc iedad y la economía, para aumentar el ahorro y la disponibilid ad de div isas, inc re­menta r la efi c ienc ia de l aparato produ ct ivo y co rreg ir la profun­da des iguald ad soc ial.

El program a pl antea la austerid ad en el gasto públi co y la re­o rientac ión del prog ram a de inve rsiones; ace lerar e l proceso de reform a tributari a y de los ingresos de las empresas públi cas; moderac ión en las utili dades y los salari os; programas de pro­tecc ión al empleo y al abasto popular; apoyo a la pl anta producti­va para conservar la ocupac ión; la res tru cturac ión del sistema finan c iero nacional; un nu evo esqu em a cam biari o y de po líti­ca comerc ial; el fom ento al ahorro, y reform as const ituc iona les para reforza r el prin ci pio de rectoría del Es tado y pro tege r y prec isa r los ámbitos de los sec to res soc ial y pri vado, suj etando, de acuerd o a la ley, la acc ió n de todos los sec tores al interés públi co.

El programa parte del reconoc imiento de la seve rid ad de la situ ac ió n que enfrentamos. Se po nd rá orden en las f inanzas públi cas.

La austeri dad que nos impone la cri sis económica no signifi­ca meramente una reducc ión cuantitati va del gasto y del déficit públi co. Lo que se pro pone es un proceso continuo de mejo ra­miento cualitativo de l manejo y as ignac ión de los rec ursos. La austeridad llevada adecuadamente y sobre bases de equidad cons­tituye la opo rtunid ad para ava nza r en la res tru cturac ión de la econo mí a nac io nal , que perm ita al país reso lve r sus d es­equilibrios dentro de un rég imen democráti co, con un progra­ma só lido y consecuente con los principios ori ginal es de la Re­volu c ión.

La cuestión relevante ahora no es cuánto debemos gastar, sino cuánto podemos, a qu é ritmo y cómo asignarl o mejor. Las nece­sidades y rez agos soc ia les, de infraestru ctura, de insum os, son real es y deben ser atendidas. Ell o ex ige recursos. Pero precisa­mente por la magnitud de nuestras neces idades, es que debem os programar adecuadamente los es fu erzos, atender las demandas de gas to y, a la vez, ir ampliando los ingresos que las f inanc ien. Sólo as í se logrará la permanencia de los res ultados. Por ello no es pos ibl e permitir el derroche o la improv isac ión en el gas to. Es necesari a una programac ión adecuada de pri o ridad es entre sec­tores y dentro de cada sector. En parti cul ar, se apoyará el des­arroll o rura l integral, el desarrollo so c ia l y la infraestru ctura bá­si ca, proteg iendo así e l empl eo y la calidad de la vid a. Se revi sa­rá parti cul arm ente el sector industri al. Sin afect ar las bases de la futura expansión se ev itarán gastos no pri o ritari os. Se m an­tendrán las inve rsiones públi cas en los proyectos de may o r p riorid ad hasta su termina ció n.

La austerid ad ex ige y permitirá lograr: orden en la prog ram a­c ión del es fu erzo, pri o rid ades adec uadas, m ayor produ cti v id ad, disc iplin a y hones tidad en el uso de los recursos y toma de con­c ienc ia de que la soc iedad debe genera r su propio ahorro, de acuerdo a sus pos ibilidades, para sati sfa ce r las neces idades rea­les de la misma.

Page 16: estri u ctu ri a 1

1290

E 1 programa propone avances susta nciales en el proceso de reform a fisca l, que inc luye los ingresos tr ibutar ios y los p rec ios y tar ifas de las empresas públicas, como piezas fundamenta les para elevar el aho rro y la capac id ad de invers ión del Estado y, simultánea mente, red uc ir el déficit. El uso del financiamiento infl acionar io, ya lo hemos v isto, lo viv im os ahora, es insoste­nibl e e in compatib le con el propósito de mantener estab ilid ad en los precios, proteger el poder adquis iti vo del sa lari o y pro­mover la permanencia del aho rro.

Cuando la sociedad invierte más de lo que es tá dispuesta a aho rrar o, lo que es lo mismo, cuando la soc iedad no quiere rea­li za r los sacrifi c ios necesarios en forma equitativa para que cada quien pague segú n sus posibi li dades por los bienes y serv ic ios que demanda, el resultado es la infl ac ión, que obliga a pagar más a quien menos tiene. E 1 crec imiento tempora l así logrado no es desarro ll o: acen túa la desigua ldad.

E 1 programa mantiene como cr iterio fund amental la equidad:

• Equidad en el ajuste de las finanzas púb li cas, que signifi­ca reorientar prioridades de inversión para atender obras con mayor impacto en el empleo.

• Equidad en la contención de l gasto co rriente, que sign ifi­ca red ucir gastos ad ministrativos y de prestaciones superfluas de los fun c ionarios púb li cos.

• Equidad entre reg iones, que signifi ca dar prioridad a aque l las con prob lemas más urgentes .

• Equidad en el pago de los impuestos, que significa desgra­var a los gru pos de menores ingresos y aumentar la progresivi­dad para los de altos ingresos.

• Equida'd en los prec ios y tarifas, que sign ifi ca aumen tar proporciona lmente más los de aquellos bienes demandados principa lm ente por los secto res soc iales con mayor capacidad para sufragarlos.

• Equidad en la distribución del costo social del ajuste, que significa destinar recursos a programas espec iales de empleo productivo en las áreas urbanas marginadas y .en las zonas rura­les deprimidas y redef inir la políti ca de abasto para combati r con ef icienc ia la especulación y la desv ia c ión de los subsidios.

• Equidad en el apoyo a la p lanta productiva, al dar énfas is a la pequeña y mediana empresa viables.

El programa es realista: reconoce la restri cc ión de recu rsos externos y de ahorro in terno y rechaza la ilusión populista; se reconoce que la solución completa a la cri sis actual no se logra­rá en el co rto plazo; se tiene conc ienc ia de que las modifica­ciones que se adoptan no son de una vez por todas, sino que re­querirán, para su comp leto éx ito, del es fu erzo sostenido; pero también se ti ene confianza de que e l país sa ldrá forta lec ido.

El Ejecutivo a mi ca rgo ha decid ido rat ificar el convenio con el Fondo Monetario Internac iona l so li c itado por el gobiern o del presidente José López Portillo. Las med idas de política econó­mica que estamos proponiendo como parte del programa de reor­denación de la economía nacional responden a la pro fundid ad de la cri sis en que se encuentra el país. Va le la pena subraya r que el proceso de ajuste que requiere nuestra economía no de­ri va del convenio; con o sin convenio la economía req uiere

documento

in trodu cir correccion es radica les qu e permitan reordenar su funcionami ento y romper inerc ias para avan zar en la solu c ió n de las def ic iencias fu ndam ental es de la es tructura productiva y distributiva.

El convenio con el Fondo Moneta ri o In tern ac ional t iene un signif icado importante en el corto plazo, pues representa acce­so a recursos exte rn os que ele otra manera no es ta rí an dispo­nibl es; éstos permitirán que el país enfrente de manera menos restri c t iva la grave falta de rec ursos en moneda ex tranj era , en cond iciones ele l iquidez intern aci onal muy limitadas.

Los recursos provenientes de l convenio f in anc iero co n e l Fondo, a los que tenemos p leno derecho por nuestra membresía desde su fundac ión, y la cooperac ión que el apoyo de l Fondo hace posib le logra r, de parte ele la comun idad fin anciera inter­nacional , coadyuva a que e l proceso ele ajuste sea menos seve­ro . As imismo, permite realizarlo en un menor lapso; su contri­bución reside esencia lmente en que amplí a, en momentos críti cos, los est rec hos márgenes financieros externos que ac­tua lm en te restringen los procesos económi cos de México.

La acc ió n de la política económica propu esta no ve só lo el co rto p lazo, sino que se enmarca en el contexto de l cambio cuali tativo de l desarrollo que la soc iedad está demandando.

Las acciones de l programa inmediato at ienden no sólo al manejo de la cr isis, sino que inic ian camb ios profundos en la estructura económica y en las bases inst itu cionales y políti cas de l desarrollo.

Tres son las reformas económicas estructura les fu ndamenta­les. La primera se ref iere a la cond ucc ió n estata l del desarrollo. En el marco ele la inic iat iva de reform as constituc ionales sobre los principios del desarro ll o económ ico nacional , que he en­viado a l H. Congreso, nos proponemos reforza r la recto ría de l Estado y la seguridad de la econom ía mix ta, estab lec iendo su significado y alcance, definiendo con c larid ad los ámbitos exc lusivos de l Estado, precisando el concepto del sec tor soc ial para forta lecerlo y el ámbito de l secto r pri vado para su mejor desarro ll o, dentro de l in te rés genera l. Se reafirma el principio de es tri cta sujec ión a la Ley ele la acc ión ele todos los sectores. Asimismo, como complemento a lo anterior, se plantea la revi­sión profunda de todos los instrumentos de política de des­arro llo y la inst itu c ionali zac ión y desarrollo de la planeación democrática.

La segw ncla reform a se ref iere a las formas de orga ni zac ión y producción en el ca mpo que impu lse n el desarrollo rural in­tegra l, haciendo énfasis en el fo rta lec imiento de las zonas de temporal, la mayor certidumbre en la tenencia de la tierra, la reor­ganiz ac ió n campes ina y la planeación rural para supera r el mi­nifundio, así como en esq uemas que permitan a los campesinos mejorar la ca lidad de v id a en su lugar de or igen, a t ravés ele la promoción ele un desarrollo soc ial más amplio con prioridad en la educac ión, la sa lud y la alimentac ión y la diversificación ele oportunid ades de empleo impul sa ndo a la agroinclustr ia viab le.

La te rcera gran reforma implicará un cambio estructura l en el proceso ele industria li zación del país, y permitirá la moderni­zac ión de la industria paraestatal, privada y soc ial, ev itando desperdicios, elevando la productividad y manteniendo esq ue­mas precisos y c laros de prior idades. E 1 mercado intern o, en un mundo inestab le, se rá base del desa rroll o industria l del paí s. Pero en un período de revo lu c iones tecno lóg icas y de profun-

Page 17: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

dos ca mbios en el escenario económico y socia l intern ac ional, requer iremos insertarnos eficaz e independientemente en las co rri entes mundiales de comerc io para conserv ar el dinamismo de la pl anta produ ctiva, su compet iti v id ad y la ge nerac ión de emp leos .

A continuac ión se prec isan con mayor detalle las acc iones que dan sustento al program a inmed iato de reordenación de la economía nac io nal, agrupad as en los siguientes rubros:

• Políticas y acciones para aum entar el ahorro interno.

• Polít icas y acc iones para estabili za r e l mercado cam­biario y red ucir la escasez de divi sas .

• Po líticas y acc iones para promover el empl eo y proteger la planta produ cti va .

• Políti cas y acc iones para combat ir la infl ac ión .

En cada una de ell as se mu estra n las acc iones de co rto pl azo y los principa les elementos de ca mbio es tru ctura l que dan con­tenido a las tres reformas estructura les p lanteadas. En las expo­sic iones de motivos de la Ini c iativa de la Ley de Ingresos y del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federa c ión se presen­ta el deta ll e especí fi co de las po lí ticas respect ivas . En el Pl an Naciona l de Desa rro l lo, que se presentará en el próximo mes de mayo, se deta ll arán las acc iones de más largo pl azo que compl ementan lo aquí expuesto.

POLÍTI CAS Y ACC IONES PARA AUMENTAR

EL A HOR RO INTERNO

Ahorro público

P ara amp li ar el vo lum en de ahorro público se plantea un pre­supues to austero, la restructura c ión de las finanzas del sec­

tor y e l fortal ec imiento de sus ingresos.

Los objetivos de la políti ca de gasto son adecuar el crec i­miento del mismo a la capacidad productiva de la economía, reori entar las asignac iones presupuestales para enfrentar la in­sufic ien cia de aho rro, la escasez de divisas y combatir la infl a­c ió n y, dentro de las. restr icc iones, reordenar e l programa de in­ve rsiones concentrando recursos en obras de infraestructura económ ica y socia l, y en proyectos de co rta madurac ión o a punto de ser concluidos, para logra r con menores rec ursos un mayor impacto en la producción y el empleo.

El sa neamiento de las fin anzas públicas requiere reducir el défic it del sector públ ico, como proporción del producto inter­no bruto, a un 8.5%, lo que eq uivale a cas i la mitad de su tama­ño re lativo est imado para 1982. Este esfuerzo no tiene prece­dente en la historia de México o en el contexto internac ional.

Para ubicar la magnitud del esfuerzo que se plantea en las fi­nanzas públi cas, cabe cons iderar que en el trienio 1978-1980 el déf icit públi co f luctuó alrededor de l 7% del produ cto interno bruto. Esta tasa se duplicó en 1981-1982. La corrección formul a­da para 1983 no es tá por lo tanto alejada de las proporciones que se han registrado en períodos de crecim iento y menor inflación.

La estrategia de ajuste fue determinada por los objetivos de mejorar el bienestar de la poblac ió n y, en particular, de prote­ger los niveles de emp leo. Por el lado del gasto, esto sign ifica una mayor redu cc ión del gasto directo de administración, un

1291

mejor manejo del gasto de operación de l sec tor paraestatal y una nueva direcc iona lidad en la as ignación de las invers iones, para reforza r los renglon es con mayor aportac ión a la ge ne ra­ción de empleos directos. Además, se incorporarán programas nue­vos de carácter transitorio, que tienen como fin específico la crea­ción de entre 500 y 700 mil empleos adicionales a lo largo del año, en aque llos municipios más afectados por la cri sis económ ica.

La interac c ión de los req uerimientos de plazo inm ediato y los de cambio estructura l sirve de marco para determinar las priorid ades presupuesta les para 1983. Los c riterios de se lec tivi­dad se estab lec ieron prec isamente para hacer frente al des­empleo de la fuerza de trabajo y de la capacidad productiva insta lada, la atención a sectores y reg iones que han ll egado a const ituirse en cuello de botella para e l desenvolvimiento de la actividad económica.

Así, las prioridades presupuestal es para 1983 serán la educa­c ión, la sa lud y seguridad soc ial , el sector agropecuario y la in f ra es tru ctura de comunicac iones por su impacto en el empleo y la producc ión .

La reori entac ión de l gasto camb ia el patrón de asignaciones de los últimos años, prin c ipalmente por el menor énfasis otor­gado a los sec tores energéti co e industr ial, as í como por la di s­m inu c ión contemplad a en la pa rti c ipac ión de los sec tores ad­ministrat ivos.

La menor atención al sec tor petrolero res ponde a dos consi­deraciones principal es: se cuenta ya con un potencial de ca pa­c idad sufic iente para atender el mercado interno y el exte rno que presenta condi c iones desfavorabl es; y la neces idad de ra­cionalizar el cons umo interno . No se justifica continuar res pon­diendo pasivamente al desmedido aumento de la demanda in­terna de gaso linas que merma el excedente exportab le, distrae cuantiosos recursos para la expansión de la capac id ad insta lada de refinación y distribu c ión, favorece el uso del transporte indi­v idu a l en detrim ento de l co lect ivo, e leva los nivel es de conta­minación ambienta l, e indu ce procesos tecnológicos obsoletos, intensivos en hidrocarburos.

Un razonam iento similar determina la neces idad de adecuar el crecimiento de l sector eléctr ico para reducir el consumo de energía por unidad de producción a niveles de mayor rac ionalidad.

Las acciones pres upuestales se articulan y refu erzan con las medidas de precios y tarifas en energéticos, destinadas a indu­cir un camb io permanente de la demanda interna y en especial, desanimar el consumo dispendioso.

La menor prioridad conferida a la expansión del sector in­dustrial en el Presupuesto de Egresos de 1983 obedece a la inconvenienc ia de apoyar a este sector por su desfavorable pre­supuesto de divisas (excepto Pemex) y la insuficienc ia de recur­sos externos prevalecientes. Además se estima que la menor de­manda prevista podría cubri rse en la mayor parte de los casos, con la capac idad actual instalada. Aunque la evolución de estas actividades podrá mejorar en el corto pl azo, con base en una cuidadosa programación de las fuentes y usos de las divisas del sector público, su determinante principal será la trayectoria qu e siga la so lu ción del desequilibrio cambiario, los aume ntos en produ ctividad y los ahorros que se logren por una mejor or­gani zac ión in terna.

Debido al aumento ineludible de los pagos de intereses para

Page 18: estri u ctu ri a 1

1292

el próximo año, se redu ce n los márgenes de maniobra de la estrateg ia de reord enam iento económico.

El exces ivo endeudamiento de los dos últimos años sign ifica que en 1983 habrán de pagarse un monto de intereses superior al 10% del producto y eq ui va lente a 29% de l gasto neto de amort izac ión.

En consecuencia el cump li m iento de las prior idades deman­da un esfuerzo de racionalidad y rompimi ento de inerc ias que restaure la v italidad de l presupuesto.

En síntes is, e l proyecto presupuesta ! forma parte de un programa que arti cul a en fo rm a congruente una ser ie de ac­c io nes en tres niveles distintos . El p ri mero, cons iste en la reo­ri entación secto rial y reg ional de l gasto para, dentro de la redu­c ida disponibilidad de recursos, apuntalar las pr ior idades estab lec idas; el segundo consiste en el forta lec imiento de l aho rro, con ba se en una estri cta racionalización del gasto corr iente que promu eva la product ividad y consecuentemente, coadyuve a libera r mayores recursos para el programa de inver­sió n. Esto se refue rza con los decretos de auster idad y el refe­rente a las prestaciones de los funcionar ios públicos, que ejemp lifi can e l nuevo est il o de sobr iedad, d iscip lina y eficien­c ia quP rlPben trascender a todos los ámb itos de la adm inistra­c ión pública.

Con este propósito se in t roduce un nu evo tabulador de suel­dos para func ionar ios púb li cos que permitirá lograr transparen­c ia en las rem unerac iones y prestaciones que perciben dichos funcionarios, ev itar dispe nd io o desvío de las normas y facilitar el contro l de los ingresos de los funcionarios.

En un tercer nivel destaca el proceso, in ic iado ya, para insti­tucionalizar la planeación democrática. La ini c iat iva de Ley de Planeación que se env iará al H. Congreso, sienta las bases para encauza r las acti v id ades de la adm inistrac ión pública y la parti­c ipac ión de los diferentes secto res socia les para precisar las prioridades de as ignac ión de recursos escasos y asegurar que los esfuerzos de corto p lazo se arti cul en con los propósitos glo­bales y converjan a la sat isfacc ió n de las demandas populares. Se busca recuperar la ef icac ia de los procesos de programa­c ión-p resupuestac ión-control y eva lu ac ió n.

En este mismo sentido, se han p lanteado reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, para modernizar el aparato ad minist rativo y atender adecuadamente los requeri­mientos del proceso de planeación, y se han env iado inic iativas de reforma a la Const itu ción y una nu eva Ley de Responsabili­dades, dentro de l propósito de renovación moral, para desterrar el dispendio y desperdic io, prácticas deshonestas y la des­v iación de recursos a fines d ist intos de los designados .

Para la obtenc ión de la meta de ahorro público se ha conferi­do un papel más importante al esfuerzo de ingresos, cuya contribu c ió n se rá relat ivamente mayor que la proveniente de la restructuración del gasto. Esto obedece a la naturaleza del des­equ ilibrio de las finanzas púb li cas, que se agudi zó por la ca íd a de las ventas externas de l petró leo y el escaso dinamismo de los ingresos t ri butar ios.

Las med idas propuestas en política de ingresos reflejan la vo luntad de hacer el esfuerzo de ahorro sobre los grupos con mayor capac idad económ ica, procurando el menor impacto sobre el poder adqu isit ivo de los que menos t ienen.

documento

Las decisiones tributar ias representan avances importa ntes hacia la equ idad de l sistema im pos iti vo y cont ribuirán, con una mayor recaudac ión, al forta lec imiento del aho rro interno. As i­mismo, se busca m ejorar los m ecanismos de f is ca li zac ión para redu c ir la evas ión.

Se suprime el anon im ato en las acc iones representat ivas del cap ita l de las soc iedades, como elem ento c lave para el control tributar io y la fiscali zac ión.

Con el objeto de aumentar la recaudación y la progresividad del impues to sobre la renta se cons idera, entre otras medidas, mejorar la fiscali zac ión de los ingresos pa ra impedir su fra g­mentac ión, la acumu lación de los dere chos de autor y la de los ingresos de los funcionarios púb li cos.

Los propósitos de lograr mayor equ id ad hacen necesa ri a la ap li cac ión de un impuesto ad ic iona l sob re la renta de las perso­nas físicas con mayores ingresos. Asimismo, se propone una re­ducc ión de la tarifa de l im puesto sobre la renta de los contr ibu­yentes con menores ingresos.

A justes a las bases especia les de tributación, y en algunos casos su elimin ac ió n, permitirán un mejor contro l de los causan­tes, mayor cobertura del Impuesto sobre la Renta de las empresas y una mayor eq uidad de l sistema t ri butario. A ell o también contr ibu irán las modificaciones al gravamen de d iv idendos pa­gados por soc iedades, y el estab leci miento de un régimen fiscal definitivo para las soc iedades de invers ión. La rev isión al régi­m en de enajenac ión de b ienes log rará que el crite ri o de per­manencia de la invers ión se refleje más adecuadamente en e l im puesto.

Con propósitos de eq uidad y recaudación se proponen d iver­sas medidas en materia de contribuyentes menores. Por una parte se cons idera la extens ión del régimen de incorporación automát ica, que aho ra se ap li ca al Impuesto sobre la Renta, a l Impuesto sobre el Va lo r Ag regado. También se propone e limi­nar del tratamiento espec ial a una serie de giros que no de­bieran goza r de él, y ajustar el límite mínimo de ingresos para ev itar que se eros io ne con la infl ación.

En lo que se ref iere al Impuesto al Va lor Agregado, se consi­deran la e liminac ió n de algunas exenc iones, un aum ento de ta­sas, la d ism inu c ión de las mismas para las medicinas de paten­te, la revis ión de su aplicación en la franja fronteriza y una sobretasa a los artí cu los de luj o. Con ello se logrará una mayor eq uid ad y aumentará la reca udac ión.

Se propone el cambio de estructura de los impuestos espe­c iales sob re producción y serv ic ios, con objeto de que se graven las distintas fases de la producción, sin ser acumul at ivas, aumentando su ef ic ienc ia como instrum entos fiscales . Con pro­pósitos recaudatorios se consideran aume ntos a los impuestos sobre automóv il es nuevos y sobre tenencia o uso de vehículos.

La impo rtanc ia de Pemex como cont ribuyente hace necesa­rio ajusta r su rég imen impos iti vo, simplificando los mecanis­mos actuales y permitiéndole que disponga de recursos prop ios para financiar su invers ión. Las medidas que se proponen tienen ese objetivo. Paralelamente se recom ienda estab lecer un de­recho a la extracc ión de hid rocarburos -que sustituya al im­puesto de exportac ión - y otros, en etapas múltiples no acumu­lativas, que gravarían las gaso lin as.

Page 19: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

Las modificaciones que se conside ran en materia tributaria generarían rec ursos ad ic io na les equ iva lentes a alrededo r de 2 puntos del prod ucto

Los estímulos fiscales son inst rum ento útil pa ra orientar la activ id ad económi ca. Sin embargo, su operac ió n actual re­quiere mod if icac iones. En consecuenc ia se considera sim plifi­car el mecanismo por el cua l se conceden, así como una re­v isió n de las prioridades y un a red ucc ión en el mo!lto de estím u los, que co ntribuya a l equ ilibrio de las finanzas públicas.

El Cód igo Fiscal, que entra rá en v igenc ia el próximo año, contemp la una seri e de adecuac iones a sus norm as, com o con­secuenc ia de los com entari os recibidos de diversos secto res de contribuyentes.

Se pretende, fundamentalmente, precisar las facultades de la autor id ad fiscal y dar m ayor segurid ad y fac ilidades a los cont ribu yentes.

En materia de la Ley Federa l de Der€chos, se propone ac­tualizar las cuotas considera ndo la naturaleza de ca da derecho y af in ar conceptos imprec isos o in com p letos, dando v ige nc ia def initi va a dicha Ley.

Pa ra avanzar en la coordin ac ió n fiscal, se considera n medi­das relac ionadas con el Impuesto sobre Tenenc ia y Uso de Ve hí cul os .

La situ ac ió n financiera del Departamento del Di strito Fede­ral es ext remadamente precaria. El ritmo de su gasto se ha veni­do ace lerando. As í, la tasa de crec imiento del gasto total del Departamento, en el período 1979-1 981 fue del 32.8% an ual promedio muy superi o r al de la act iv idad económi ca. De no to­marse m ed id as que lo racionalicen, es de esperarse que esta tendenc ia se mantenga durante los próximos años. Este com­portamiento ha sido producto del signifi cat ivo crec imiento po­blacional que ha expe rim entado la zona y del proceso infl a­ciona ri o en que se ha v isto inm erso nu estro país, pero tam bién de una in adec uada ad mini st rac ión y planeación de los recursos.

' La falta de un a est rateg ia g loba l de transporte, ha signi f ica-do la as ignac ión de cuant iosos recursos para construcc ión de ob ras que favo recen el transporte individual. El gasto en infra­es tru c tura y eq uipamiento para la v ialid ad, así como en trans­porte urbano en 1981 representó el 40% del gasto total, gasto que no se v ió eq uiparado con los ingresos provenientes de gra­váme nes a t ransporte privado, en detrimento de las fin anza s públicas loca les .

Por lo que res pecta al transporte co lect ivo urbano, la inver­sión se dirigió predominantemente a la constru cción del Metro, en detrimento del transporte co lect ivo de superfi c ie, que ade­más de se r producto de un a industri a nac iona l c readora de c_uantiosos empl eos en nuestro pa ís, represe nta un a a ltern at iva menos onerosa para las finanzas de la c iud ad.

Adicionalmente ha sido frecuente el sobreg iro del presu­puesto. En promedio este exceso ha sido del 18%, fund amental­mente en el renglón de obras públicas.

Esto ha sign ifi cado una gra n dependencia de las transferen­c ias y participaciones provenientes del Gob iern o Federal y un crec imiento exces ivo de la deuda. En 1981-1982 el au m ento de la deuda fue de 183 por c iento.

1293

La debi lid ad de los ingresos ord inar ios de l Departamento del Distrito Federal obedece a prob lemas estructura les de la Ley de Hac iend a, que le resta n f lex ib ilid ad, y a la in ef ic ienc ia de su ad­ministración tributaria. En este caso se encuentran los derechos de agua, cuyos cob ros no rebasa n el 35% del padrón potencial. En el caso del impu esto predial, su monto ha decrecido en 10.6% en términos rea les en los últimos años.

Con e l propósito de aumenta r los recursos y superar los problemas estructurales se propone restructurar la Ley de H a­c ienda del DDF, actual iza r las bases gravab les del impu esto pre­d i al y modificar los derechos por consumo de agua para cubr ir cuando menos los costos de operac ión. Para ev itar que se acu­mulen rezagos se propone un sistema de rev isió n periódica de esas contribu c io nes.

Como parte integral del esfuerzo de ahorro, se han an un­c iado un a se ri e de decisiones sobre la po líti ca de precios y ta ri ­fas del sector público, que significan abandonar los esquem as rí gidos que habían conduc ido a la descapitalización de los or­gan ismos y empresas púb li cas , para adopta r un enfoque realis­ta que otorga a cada b ien o serv ic io un precio acorde a su costo soc ial. No es posible continu ar deteriorando la situ ac ió n f in an­c iera de las empresas, al ob ligar las a un a extrem a depende nc ia de los apoyos fiscales o c red iti c ios . La exces iva subordin ación financiera distorsiona los obj et ivos y funciones encom endad as a la empresa y ausp icia la irresponsab ilidad y corrupc ión. Y m ás temprano que tarde, t ras lada el costo a la soc iedad en la forma más injusta, la de la inflación.

Con las decisiones anun c iadas para revisar precios y tarifas se espera aumentar los in gresos de l sector púb li co en alrededor de 2.5 puntos del producto. Estas decisiones comprenden fun­damenta lmente los precios de los energét icos entre otras.

Las medidas responden a cr iter ios de equ id ad, recayendo el mayor peso de los aumentos, en particular el de las gaso lin as, sob re los grupos con m ayor potencial de ingresos. Se busca también impulsar la modernización y e l camb io est ru ctural, ya que al eliminar distorsiones en los precios relativos de los facto­res de la producción se alienta el uso de mano de obra y se est i­mula el camb io tecno lóg ico, en lu ga r de perpetuar los procesos productivos intensivos en e l uso de hidroca rburos o dependien­tes del subs idio para su rentabilidad.

Las m ed idas permitirán as imismo rac iona l izar patrones de consumo dispendioso y fortalecer la generac ión de ahorro de divisas. La nueva estructura de precios limitará el consumo in­terno de b ienes suscept ibl es de exportarse y red uc irá la neces i­dad de otros que se importan.

La política de prec ios y tarifas habrá de ser flexible para ev i­tar los rezagos que generó en años anteriores y e l c rec imiento indisc rimin ado y sin direccionalidad de los subsid ios.

Ahorro privado

E 1 fortalecimiento del aho rro privado se apoya en pr imer lu­ga r en la cons iste nc ia del programa de po líti ca económica

planteado, que permitirá restablecer las condi c iones necesarias para promover el aho rro productivo en luga r de la especu la­c ión. De igual manera, las acc iones planteadas en materi a fiscal que penali za n a l consum o suntu ari o, dando mayor progresivi­dad a los impuestos ind irec tos que grava n estos bienes, cons-

Page 20: estri u ctu ri a 1

1294

tituyc n un apoyo pura fo m entar el ahorro e inducir esti los de v id a más sob ri os.

Con el propós ito de fo mentar el ahorro pri vado, la po lí tica de tasas de in terés se rá f lex ibl e. Su m anejo se o ri enta rá a gene­rar un vo lum en adecuado de aho rro do mést ico para sa tisface r las necesidades interna s y a usa r só lo compl ementari amente el aho rro exte rn o, as imi sm o retener en el país el ahorro generado y ev itar la emi sió n pr im ar ia com o f uente de finan c iam iento de l défi c it del sec tor púb li co. La c ircul ac ió n de di nero por encima de la capac idad de absorc ió n de la economí a represe nta una forma de fin anc iam iento sum amente injusta , ya qu e su costo recae sobre los asa lari ados o los que ti enen un ingreso fij o.

Para absorber el exceso de liquidez que habrá al ini c io de l año y promover el ahor ro finan c iero, se busca rá pagar tasas de interés at rac ti vas con relación a ot ros act ivos y finan c iar el dé­f ic it públi co prin c ipalmente con la em isión de va lo res guberna­m entales . La red ucc ión de la liquidez se rá un apoyo importante para la estabilidad cambiarí a. En la medida que la inflac ión vaya cediendo, las tasas de interés se irán ajustando.

Por otra parte, se intentará reduc ir los d iferenc iales entre ta­sas act ivas y pasi vas, dejando un m argen razonab le para cubrir los costos de adm inistra c ión de la ba nca y log rar un ni ve l ade­cuado de utilidades qu e permita f inanc iar su c rec im iento, sin que se encarezca exces iva m ente el c rédito.

En lo refe rente a las tasas de interés subsidiadas, éstas se f lex ibi­li za rán en funciórÍ de l cos to promedio de captac ión de recur­sos, para evitar un crec imiento desproporc ionado de los sub­sidios fin anc ieros. Se apoyará dec ididamente al mercado f inan­c iero no banca ri o, espec ialmente de d inero, para as í p ropic iar un a efect iva y sa na competenc ia de l sistema, bajo la rec to rí a de l Estado.

El enca je lega l mantendrá su papel de regul ac ió n m onetari a y de financiami ento a l sec tor públi co, mientras se desa rro ll a el m ercado de va lores.

La banca nacionali zada representa potencia lmente un pode­roso instrum ento pa ra canalizar los rec ursos de la sociedad ha­c ia los fines de l desa rro llo. Con es te f in, se está n prec isa ndo los pasos necesari os para restructurar el sistema, que permitan a éste cumplir con criterios es tri ctos de ef ic ienc ia y honest idad, su papel de financiar las priorid ades nac ionales. Se buscará m antener niveles adecuados de rentab ilidad, competenc ia y atenc ión al púb lico y v incul ar es tri ctamente las act iv id ades bancarias a los ob jet ivos del Plan Nac iona l de Desarro ll o; se m antendrán y reforzarán las seguridades jurídi cas al pú bli co aho rrador y el sec reto bancario.

La Ban ca Nac ional por su parte, seguirá apoyando a los sec­tores y reg iones prioritarias, concentrándose en grandes proyec­tos de inversión, de larga m adurac ión y alto ri esgo y en la provi­sión de asistenc ia técnica y c réd ito supervi sado. Se ini c iará la res tructuración de es te secto r, as í como de los fide icomisos de fomento para eliminar aquellos que dupl ica n funcion es.

PO LÍTICAS Y ACC IONES PARA ES TAB ILI ZA R

EL MERCADO CAMB IAR IO

Para esta b ili za r el m ercado ca mbi arí a se propondrán impor­tantes ajustes y simpl ificaciones al sistem a actua l, ba sa do

inic ialmente en un régi men dua l; constituido por un mercado libre y uno controlado.

documento

El esq uema será simpl e en la m ed ida de lo pos ible, aún cuan­do no se at iend a en todos los casos las c ircunsta ncias espe­c iales en que se encuentren algunos pa rt icipa ntes en la act ivi­dad económi ca.

El desa rro llo de l merca do cambiari o fuera de las inst ituc iones f inanc ieras, res ta t ransparenc ia a las cotizaciones y ocas iona p rob lem as de seg uridad, en detr im ento de la acción regu ladora del Banco Ce ntra l sobre el mercado de divisas . En consec uen­c ia se propondrá una po lí ti ca de t ipo de ca mb io rea li sta para regresa r estas operac io nes a las inst itu c iones c reditic ias de l pa ís.

Los tipos de ca mbio deben respo nd er a las rea li dades eco nó­m icas, rea li za ndo oportun amente los ajustes que es tas dem an­den, tomando en cuenta, ent re ot ras consid erac io nes, que en es ta m ater ia no hay efecto m ás inflacionario que el ocas io nad( por la inex istenc ia de di v isas. Si n embargo, es indispensab le de­fe nder a las empresas de las pérdidas cambiarí as inmediatas deri­vadas de deud as anter iores , qu e pudieran ocas ionar su co lapso y, con ell o, desempl eo y ba jas en la prod ucc ió n. Es necesar io tam bién proteger, contra mov imientos v io lentos de l t ipo de cambio, a las t ransacc iones intern ac iona les m ás importantes para el funcio namiento de l aparato prod uct ivo.

La po lí t ica cambiari a busca rá alenta r las export ac iones y cast igar las importac io nes no pri oritari as. Los demás inst rum en­tos de po líti ca económica esta rán or ientados en e l mismo sent i­do. En un a pr im era etapa ca rac teri zada por escasez de divisas, la políti ca de raciona li zación de las importac iones suj etará a permi so prev io parte importa nte de las frac c iones arance lari as Por otra parte, se esti mul arán en particu lar, las ventas al exte­rior de empresas pequeñas y m edian as, rem ov iendo obstácu los que se oponga n a ell o y procu rando una atractiva rentab ilid ad para su activ idad exportadora

La po líti ca de deuda exte rn a se suj etará con ri go r y disc ipli­na al p rin c ipio de utili za rl a só lo en forma est ri ctamente com­pl em entari a, al ahorro na c io na l. Para retom ar y da r v igenc ia a esta polít! ca rest ru cturaremos la deuda púb li ca externa.

La banca interna c io nal ha rec ibido muy favorab lem ente la so li c itud de México para prorroga r el pago de un a parte de los venc imientos del ca pital, com o paso previo para determin ar las condi c iones fin ales con que se ll eva rá a ca bo la res tru cturac ió n de la deuda externa del sec tor púb li co.

Ha qu edado c laro qu e el se rv ic io de la m ism a se concentra exces iva m ente en el co rto y m ediano p lazos, y que su pago, aparte de no se r factible en lo qu e respecta a los venc imientos de l co rto pl azo, gravita rí a, en lo que conc iern e a las amo rti za­c io nes del m ediano pl azo, de manera muy limitante y cos tosa sobre la ampliac ión de la p lanta productiva, el es fu erzo y las posibilidades de exportac ión, y en consec uenc ia, sobre la pro­pi a capac id ad futura de pago del se rv ic io de la deuda. Por ello, se es tán reprogramando las amorti zac iones de la deuda extern a de acuerdo con la proyecc ión de nuestros ingresos en di v isas provenientes de las ventas exte rn as de petróleo, in gresos por tu­ri smo y del gran esfuerzo que tenemos que rea li za r para la ex­porta ción de o tras merca ncías.

El programa definitivo de res tru c turación de la deuda ex ter­na, es tará o ri entado a obtener un período de grac ia en el pago de ca pi ta l, que sea aceptab le para ambas pa rtes; contratarem os

Page 21: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

só lo el financiamiento externo mínimo indispensable para faci­litar las transacciones comerc iales con el exter ior. México va a cumplir con todas y cada una de sus obligaciones financieras internacionales; recuperaremos nuestro prestigio cred iti c io.

La plataforma petrolera la iremos ajustando en función de las necesidades de la economía y de su capacidad de absor­berla productivamente; con una política eficiente de mercadeo externo que no vaya en contra de nuestros intereses.

POLÍTICAS Y ACC IONE S PARA PROMOVER EL EMPLEO Y PROTEGER LA PLANTA PRODUCTIVA

E s propósito fundamental de la política económica del año próximo proteger el emp leo y la planta productiva y defen­

<:Jer el poder adquis itivo del sala rio. En materia de emp leo pro­ponemos dos objetivos fundamentales:

1. Reducir la tendencia creciente de desocupación ab ierta, ev itando en 1983 que se agrave el problema del desempleo ob­servado en 1982.

2. Evitar el deterioro sustantivo del nivel de operac ión de la planta productiva, particularmente del sector industrial.

En relación con el segundo objetivo de protección a la plan­ta productiva y al empleo industrial se instrumentará un progra­ma apoyado en las sigu ientes líneas de acción: la creditic ia, de apoyo cambiar io, de apoyo a la demanda y la labora l.

Se apoyarán, de acuerdo al esquema de prioridades, las nece­sidades de liquidez de las empresas medianas y pequeñas. El sis­tema camb iario que se propondrá permitirá aislar a la planta pro­ductiva de movimientos vio lentos en el tipo de camb io; asimismo, el Banco de México ofrecerá sistemas de cobertura que permiti­rán distribuir en el tiempo las pérdidas camb iari as que han sufri­do recientemente las empresas endeudadas con el exter ior.

La reorientación hacia el mercado interno de las compras del sector público y el fomento de las exportac iones, principal­mente de la pequeña y mediana empresa, permitirán mantener la demanda durante el periodo de contracc ión económica.

En materia de utilidades y sa lar ios, una política moderada en cuanto a in crementos nominales, inscr ita en el marco de la aus­teridad económica general de 1983, permitirá conjuntamente proteger el empleo, coadyuvar al abat imiento de la inflación y, de esta forma, proteger el salario real.

La reorientación de los subsid ios y el mejoramiento de las cond ic iones del abasto popular, permitirán apoyar el consumo de los grupos de más bajos ingresos.

Con relación al primer ob jetivo de empleo, se ampli arán y reorientarán los programas públicos más intensivos en e l uso de mano de obra, principalmente en zonas rurales, en particular, infraestructura carretera, vivienda, infraestructura ferroviaria, agua potable y alcantarillado. Tan só lo el programa de infra­estructura carretera creará más de 350 mil empleos. As imismo, el de vivienda soc ial proporcionará 50 mil emp leos. Se ini c iará, cump liendo con el sa lario mínimo, un programa de emp leo en obras municipales, particularmente en zonas urbanas deprimi­das. Este último programa corresponderá a obras de interés co­munitario que contr ibuyan a mejorar la ca lidad de la vida. Los

1295

participantes en el programa podrán recibir cursos de educa­ción y capacitac ión, lo que facilitará su inserción en el mercado forma l de trabajo cuando se inicie la react ivac ión económica.

Lograr lo ante ri or impli cará un esfuerzo considerab le, dada la tendencia actual de deterioro creciente del mercado.laboral. En los próximos años, debido fundamenta lm ente a factores de­mográficos, la fuerza de trabajo mostrará el mayor crec imiento en la historia moderna del país; al mismo tiempo que los pues­tos de trabajo disponibles tienden a contraerse, debido a los factores económicos. Por esta razón , en ausencia de urta inter­venc ión decidida por parte del Estado, el desempleo ab ierto podría alcanzar a fines de diciembre de 1983, e l 11 % de la fuer­za de trabajo. Nos proponemos abat ir dicha tasa de desempleo para que no sobrepase el 8%. Esto sign ifi ca la creación entre 500 y 700 mil nuevos emp leos.

POLÍTICAS Y ACC IONE S PARA COMBAT IR LA INFLAC IÓN

E 1 contro l y abatimiento de las presiones inflacionarias, re­presenta uno de los más grandes retos de la nueva adm i­

nistración. La econom ía opera actua lm ente bajo cond iciones inflacionarias sin precedentes.

El combate a la inflación es compromiso de mi Gobierno. El programa propuesto para tal fin traslada al campo de los hechos una estrategia integra l con este propósito; articul a las diversas acc iones or ientadas a incidir sobre e l comportamiento de la demanda, de la oferta y de los precios, tanto en el plazo in­mediato como en un horizonte más amplio. No se busca só lo un a livio temporal, sino la erradicación definitiva de esta fuente de malestar soc ia l.

La estrategia ant i- infl ac ionar ia se finca, por un lado, en el fortalecimiento de la oferta y por otro, en la adecuación del rit­mo de expa nsión de la demanda con el potencial de respuesta de la producción de las condiciones actuales.

La reorientación propuesta del gasto público, el programa de protección a la planta industrial y los lineam ientos para mode­ración de las utilid ades y los sa lar ios constituyen los principales ejes de acción para mantener y en la medida de lo posible, incrementar la producción.

El esf uerzo para corregir el desequilibrio financiero del sec­tor público, la rev isión de las tasas de interés para fomentar el ahorro y las decisiones fiscales que penalizan el consumo, así como las de precios y tarifas, que signif ican un reacomodo del gasto, son los elementos centra les que con un criterio de equidad, permitirán adecuar el crec imiento de la demanda a la capacidad de la oferta .

Cabe reconocer que los cambios tributarios y las revisi ones de los precios y tarifas con ll evan una alterac ión directa del rit­mo de la infl ac ión, pero su naturaleza es correctiva, ya que v ienen a restablecer las condic iones requeridas pa ra eliminar el consumo dispendioso, racionalizar la demanda de dichos bienes y abatir en parte los rezagos acumu lados. Más aún, e l impacto directo de las medidas se compensa en cierto grado por el efecto deflacionario que se derivará del sa no finan­c iam iento del presupuesto.

Subvaluar los precios ficticiamente, traspasaría el efecto inflacionario al déficit vía su financiamiento y se trasladaría a

Page 22: estri u ctu ri a 1

1296

toda la soc iedad indisc rimin ada m ente, en luga r de afecta r a aqu ell os con m ayor capac idad pa ra abso rber la in f lac ión.

Adic io nalmente, las acc io nes contemp ladas para log rar una m ayor estabilidad ca mbi ari a, en la m edid a q ue se ava nce en su pro pós ito, contribuirán a di sminuir las pres iones infl ac ionari as .

E 1 combate a la infl ac ión no se agota en lo anteri o r. Se ha ponderado cuidadosa m ente el impac to de las acc io nes pl antea­das sobre los vo lúm enes de oc upac ió n y sobre el poder adquisi­ti vo de los sa lari os .

En este se ntido, se pl antea la rev isió n de la po líti ca de abas­to . Se es tá prec isa ndo una canasta· de p rodu ctos de consumo generali zado, con gran im pac to en el abas to popul ar; para este grupo de produ ctos se mantendrá una estricta po lí t ica de control de prec ios y de abasto, para aislarl os, en el proceso de ajuste, de los efec tos de la infl ac ió n.

La po líti ca de control de prec ios indisc rimin ada e infl ex ibl e ha resultado ser tot alm ente inefi caz. Pretender contro lar los prec ios de un núm ero exces ivo de artí cul os es inope rante. En un pl azo amplio, se o bserva que los aumentos de los prec ios con­trol ados resultan de igual magnitud que los no contro lados. Esto signifi ca que los aju stes a es tos prec ios de todas form as son ine­v itabl es. A pesa r del control y a veces por él, se ti enen que rev i­sar en form a brusca, una vez que su producc ión alcanza ni ve les que ponen en entredi c ho la disponibilidad en el mercado. Para los productores, no obstante, la ince rtidumbre respecto a los pre­c ios control ados los ha ll evad o a pref erir la produ cc ión de bienes no controlados. A la larga és to signifi ca desa basto y pre­cios exces ivo s.

En consecuenc ia, en las políti cas de control de prec ios y de abasto que pl anteamos se concentrarán los esfu erzos en aquell os produ ctos co n mayor impa cto en el bi enes tar de las cl ases trabajadoras. Para el res to, los control es de prec ios se irán fl ex ibili zando, con reg las cl aras y predec ibles que permitan tomar dec isiones de inve rsión para fom entar su produ cc ión .

En el proceso de ajuste vi gilaremos es tri ctam ente y combati­remos con todo el rigor de la Ley la espec ulac ión y el acapara­miento.

Asimi smo, modifi carem os los m eca ni smos de oto rga miento de los subsidios a produ c tos básicos para hacerl os ll egar direc­tam ente a los grupos que se pretende protege r. Los meca nismos actual es son inefi c ientes y constitu yen, in c lu so, fu ente de corrupc ión .

PER SPE CTI VAS Y METAS PARA 1983

A quí se han pl anteado las líneas genera les de un program a económi co y de una es trategi a de desa rroll o consistentes,

con capac idad para hacer frente a la m ayo r cri sis econó mi ca qu e haya v iv ido el paí s desde la gran depres ión de los años treinta.

El program a impli ca un es fu erzo de auster idad sin preceden­tes en la hi sto ri a de l país, porqu e el tam año de la cri sis as í lo ex ige. Ell o ti ene un cos to y és te se rá distribuid o equitativamen­te; no hay o pc ió n. La al te rn ativa qu e implica rí a perpetu ar las debilidades es tru cturales, la infl ac ió n, la ines tabilid ad ca m­bi arí a y el caos económico, tendrí a un costo m ayor que habrí an de soportar los grupos m ás des proteg idos.

documento

Si t rabajamos con dec isió n y so lidarid ad en un ejerc ic io con­ce rta do de acc iones soc ia les y de go biern o, podrem os log rar lo que hoy pa rece im posibl e Av anza remos . Para 1983 habremos reduc ido la in f lac ió n a una ta sa que se sitL1e alrededor de la mi­tad de la que ex iste en es te mom ento. Log raremos un a correc­c ión acelerada de las f in anzas púb li cas Cum plirem os nuestros compromisos in tern ac ionales, dentro de los acuerdos establ ec i­dos. Frente a un dese mp leo sin precedentes, ll evaremos a ca bo un program a de emergenc ia para contrarresta rl o. Mantendre­mos e l apoyo a la ca nas ta el e produ c tos básicos y la cl isponi b ili­clacl de alimentos, así como la operación ele los serv icios públi cos y de los p rin c ipa les programas soc iales . Se mante nd rán los ni ve­les actuales de produ cc ión.

Ante las perspectivas que se pueden estim ar, en caso ele ceder a la inerc ia de los acontec imientos ado ptando só lo med idas el e poco a lca nce. la infl ac ión seguirí a des bocá ndose a tasas quiú. mayores al dob le de la actu al; el ahorro se desplomarí a y serí a im­pos ible hacer frente a nuestros compromisos externos. Tal suceso. sumirí a al país en un prol ongado perí odo de aju ste con reces ión y mi seri a c rec iente. A nte la impos ibilid ad de importar lo indi s­pensab le para produ c ir, el desempl eo alca nza rí a un ni ve l m áxi­m o a fin es de 1983; y e l apoyo a l abas to de bás icos se rí a cas i imposible de m ate ri ali zarse, po r la ace lerac ió n de la in f lac ión y la ca íd a de la produ cc ión. En es te cas o las medid as de aju ste profundo tend rí an que hacerse tard e o temprano, y se rí an aún m ás severas y en cond ic iones m ás dramáti cas.

En la austerid ad, mov ili za remos todos los recursos indis­pensa bles hasta alcanza r nuestro potenc ial y f ortalecerem os nuest ra identidad nac io nal para impulsa r a la econo mí a a las nuevas etapas que le ex igen las demandas soc iales y las difí c il es condic iones intern ac io nales.

La esenc ia de las dec isiones económicas qu e aquí se propo­nen, no es so lamente el reord enamiento inmediato de la si­tu ac ión fin anc iera, sino el reordenamiento profundo de la economía nac io nal. La ini c iativa de Ley de Ingresos y el Proyec­to de Pres upues to es tán insc ritos en el conjunto de dec isiones que ya es tam os ado ptando y que, com o ha quedado c laro en es tas bases generales, representan la única altern ativa que ti ene el país para recuperar la potenc ialidad de su economía y la ca pac idad de ésta , para sa ti sfacer las neces idades fund amen­tal es de la soc iedad.

No se busca vo lve r al esquema anteri o r. El program a repre­senta la base que el Estad o pro porc iona para un nuevo pacto soc ia l que invo lu cra a toda la soc iedad sobre prin c ipios de equid ad, en las ca rgas y en los benefi c ios. El gobierno reali za el m ayor esfuerzo y cum plirá lo que le co rresponde; la solidarid ad de los obreros, los campes inos, las c lases popul ares, los empre­sari os, y todos los grupos soc iales, con su respecti vo esfu erzo, no só lo permi t irán a la nac ión reord enar su economía, sino que el proceso mism o fortalecerá la soc iedad, afi anza rá las bases institu c io na les de l desarro ll o de la v ida democ ráti ca del país y nos co loca rá en una se nd a m ás equilibrada, justa y duradera.

En el M éx ico que tenemos por delante, y en los duros tiem­pos de hoy, res ulta elocuente la máx im a de qu e ningún egoísm o o fo rtun a indi v idu al, o sa lvac ión personal, es pos ibl e en una co­munidad empobrec ida Es la ri q ueza y la fo rtaleza de la comu­nidad la que permitirá la tranquilidad y el bienestar de los ciudadanos, de las famili as y de los agrupamientos soc iales. Só lo as í recuperarem os la conv icc ión en el mejor des tin o de las nuevas generac iones. D

Page 23: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32, núm . 12, México, diciembre de 1982, pp. 1297-1303

1 nstitucional ismo, estructuralismo y dependencia en América Latina \

D urante los últimos tres decenios' se ha dado una conver­gencia de ideas rel ac ionadas con el proceso de desarrollo

económico, sobre todo en los países menos desarrollados. Esta convergencia proviene de dos fuentes asaz independientes: la economía institucional estadounidense, que se inicia, a princi­pios de este siglo, con el fecundo trabajo de Thorstein Veblen, y las concepciones, más recientes, de los estructuralistas latino­americanos, inspirados por Raúl Prebisch. Estas dos corrientes de pensamiento se apartan significativamente de las formulacio­nes neoclásicas convencionales y han probado ser más útiles para comprender el desarrollo económico latinoamericano, lo mismo que el de otras regiones, como un proceso evolucionario.

El institucionalismo y el estructuralismo tienen en común ser concepciones totalizadoras de la invest igación económica, en el mismo sentido en que aplicó el término a la primera de ellas Allan Gruchy.1 El enfoque totalizador incluye dos concepcio­nes básicas: una referente al sistema económico como un todo y otra a la naturaleza del comportamiento humano. Según la primera, el sistema económico es un proceso evolutivo, más que un mecanismo equilibrador de relaciones económicas esta­bles que se centran en el funcionamiento del mercado. De acuerdo con la segunda, el comportamiento humano sigue pa­trones habituales provenientes del condicionamiento cultural, pero es capaz de responder con inteligenc ia a las realidades cambiantes. Así, esta concepción se distingue del punto de vis­ta económico convencional sobre la conducta humana como guiada principalmente por la motivación utilitaria y el cálculo pecuniario, dentro de un sistema estático de mercados. Estas dos concepciones se incorporan en el institucionalismo y el estructuralismo en lo que concierne a las economías en des­arrollo.

1 . Véase, de ese autor, Modern Economic Thought: the American Contribution, Prentice-Hall, Nueva York, 1947, p. viii.

* Los autores, de la Rutgers University y de la Universidad de Te­xas en El Paso, presentaron es te ensayo en la Twelfth Atlantic Eco­nom ic Conference, patrocinada por la Atlantic Economic Society. Las ses iones se celebraron en la ciudad de Nueva York, del 8 al 11 de octubre de 1981. (Traducción del ingl és de Sergio Ortiz Hern án).

JAMES H. STREET DILMUS D. JAMES*

No obstante, en ambas escuelas hay importantes diferencias en cuanto a los elementos en que centran su atención, especial­mente porque la de los estructuralistas se ha apartado del estu­dio de los desajustes en la región latinoamericana para exami­nar el mecanismo de la dependencia, que se concentra en los controles institucionales foráneos del comercio, la inversión y la transferencia de tecnología.

El institucionalismo siempre ha reconocido al proceso tecno­lógico como la influencia determinante en el proceso de creci­miento, en tanto que los estructuralistas tardaron más en incor­porar la tecnología como una fuerza motriz. Cuando entraron en contacto por primera vez, ambas corrientes de pensamiento encontraron coincidencias adicionales al analizar las estructu­ras vigentes de poder y de control y sus efectos inhibidores del crecimiento, pese a que és tos diferían en los detalles en Estados Unidos y en América Latina, dada la distinta herencia cultural de cada región . Por su parte, los estructuralistas agregaron una dimensión al institucionalismo con su descripción de los impor­tantes cambios desequilibradores en las estructuras internas de las economías en crecimiento, por sectores y por grupos de in­terés. El trabajo empírico de Simon Kuznets sobre la tasa, la estructura y la difusión del desarrollo mundial en el período moderno recogió en Estados Unidos aquella contribución a la teoría del desarrollo 2

La teoría de la dependencia, fruto del estructuralismo, ha si­do más penetrante al analizar la poderosa influencia que ejer­cen en el desarrollo y el subdesarrollo mundiales la desigual estructura de los estados-naciones, la expansión de la empresa transnacional y, por extensión, los cárteles de recursos. Sin em­bargo, debido a ese cambio del foco del análisis y acaso por­que concibe el proceso de crecimiento como resultado de la explotación, la teoría de la dependencia tiende a minimizar las fuerzas impulsoras internas que persisten en el ambiente latino­americano y muestran su vitalidad a pesar de los cuellos de bo­tella que obstaculizan los esfuerzos para romper las restriccio­nes institucionales y las modalidades de pensamiento tradicio­nal. Así, al parecer, en cada una de las líneas de investigación establecidas por institucionalistas, estructuralistas y teóricos de

2. Simon S Kuznets, Modern Economic Growth: Rate, Structure, and Spread, Yal e University Press, New Haven, 1966. Este autor ha publi­cado muchas otras contribuciones a la teoría del desarrollo económico.

Page 24: estri u ctu ri a 1

1298 américa latina: instituc ionalismo, estructuralismo y dependencia

la dependencia existen posibilidades prometedoras. Esto, cree­mos, puede conduc ir a convergenc ias teóricas ad iciona les.

LA SITUAC IÓN ACTUAL EN AMÉRICA LATINA

L a Amérira Latina en su con junto ha tenido una gran expan­sión económica durante el último decenio y ha mostrado

una notable capac idad de recuperación frente a los fuertes cho­ques externos provenientes de las cr isis energéticas de 1973-197 4 y 1979-1980. Por el lo resulta paradójico que, a pesar de esa capac id ad, existan pruebas de crec ientes desequilibrios soc ia­les y de ten siones políticas más in tensas resu ltantes del fracaso en alcanzar los objetivos comúnmente aceptados del desarro­ll o socioeconóm ico, en contraposic ión al simple c rec imiento de la producción. Entre estos ob jetivos se incluyen la reducción de la desigualdad de los ingresos, la disminución de la margina­c ión de grupos soc ial es exc luidos, la eliminación de las graves violaciones de los derechos humanos, una participación públi­ca más amp lia en el proceso político y mayor autonomí a de los latinoamericanos en sus as untos internos y externos. La in tensi­dad de las presiones sociales provenientes del fracaso del pro­ceso de desarrollo ha dado lugar a agudos debates de política sobre las estrategias posibles. Asimismo, ha conducido, sobre todo en e l Cono Sur, al restab lecimiento de regím enes muy autoritarios resueltos a recuperar el control del sistema distribu­tivo, aun a costa de un precio social muy elevado.

El c rec imiento anual medio del producto interno bruto real de América Lat ina y el Caribe ll egó a 7% en 1967-1972 y la pro­ducción per cápita también se elevó durante este lapso. 3 Como consecuenc ia del aumento de los precios del petróleo en 1973, y por efectos de la recesión mundial subsiguiente, que afectó con severidad a las exportaciones latinoamericanas, la tasa de crecimiento regional declinó a 3% en 1975 . En los siguientes cuatro años el crecimiento real se recuperó con persistencia hasta llegar a 6.5 % en 1979; sin embargo, adicionales aumentos del precio del petróleo, en 1979 y 1980, retardaron una vez más ese ritmo, disminuyéndolo hasta 5.7% en el último año y 5.5% (proyectado) en 1981 . Hubo cons iderables diferencias entre los países; el crecimiento de Argentina fue negativo en 1976y1978.

El histori al conjunto de este c recimiento resulta notable an­te las dificultades de balanza de pagos, J¡¡s presiones infla­cionarias internas y el crec iente peso de la deuda, fa cto res que af li gieron simultáneamente a la región. El déficit de la cuenta corri ente de los países latinoamericanos, cas i todos importado­res de petróleo (de nuevo se exc luye a Venezuela), casi se cuadruplicó, al pasar de 4 500 millones de dólares en 1973 a 16 500 millones en 1975, aunque después se redu jo a cerca de 10 000 millones en 1978. Tras la segunda ola de aumentos de precio del petróleo, e l déficit regional en cuenta corriente se duplicó, ll ega ndo a 21 000 millones de dólares en 1979; en 1980 ya se había triplicado, situándose en 33 000 millones.

Pese a una gran af luenc ia de inversión foránea, sobre todo en Brasil y México, la balanza de pagos total de la región tuvo un déficit neto de 2 000 millones de dólares en 1980, el primero en cinco años. La deuda exte rna vigente de largo plazo de la re-

3. Éstos y los siguientes indicadores, de los cuales se exc luye a Ve­nezuela debido a su peso como principal exportador de petróleo en el período, se basan en datos de fuentes nac ionales. Véase Carlos E. San­són, " Latin America and the Caribbean: A Medium-term Outlook", en Finance & Development, núm. 18, sept iembre de 1981, pp. 34-37.

gión aumentó en 19 000 mi ll ones de dólares en 1979 y casi otro tanto al año siguiente, hasta elevarse al total sin precedentes de 153 000 millones a f ines de 1980. Para muchos paí ses, el se rv i­c io de ese endeudamiento ha req uer ido una proporc ión cada vez mayor de los ingresos proven ientes de las exportac iones co rrientes y ha reducido severamente la dispo nibilidad de fon­dos para propós itos de desarro ll o.

Diversos países, en especia l Argent ina, Brasil, Chi le y Uru­guay, han padecido una crón ica inestabilidad de prec ios. Pese a ell o, la infl ac ión es un fenómeno relati va mente nuevo en la m a­yor parte de la región De 1966 a 1970, el alza anua l de l costo de la v id a en 15 paí ses lat inoamer icanos no excedió de 5%. 4 En 1974, e l nivel de precios se elevó más de 15% en 18 paises y la infl ac ión se conv irtió en un mal genera li zado Una est imac ión del aumento promedio de los precios de la región en su con jun­to muestra un alza de 55% en 1976, una algo menor, de 42%, en 1978, y un renovado aumento hasta 61 %en1980 ° De nuevo, el fenómeno va rí a de país a país, pero la tendenc ia infl ac ionaria parece firmemente estab lec ida.

Las consecuenc ias de los rec ientes retrocesos de l crec imiento y de la inflac ión generalizada se han sentid o en forma de de­sempl eo, subocupac ión y c rec ientes disparidades en la distribu­c ión del ingreso. No se dispone de datos uniformes sobre el de­sempleo por países; sin embargo, según estudio de la Oficina Internac ional del Trabajo, a mediados de los sete nta el de­sempleo y subempleo regionales correspond ieron en conjunto a un "desemp leo eq uiva lente" de cas i un cuarto de la fuerza de trabajo. 6

La distribución del ingreso está muy concentrada y favorece a los grupos superiores de la esca la; además, hay algunas pruebas de que estas desigualdades pueden haber aumentado durante el período de crecimiento rec iente. 7 A principios de los setenta, el 10% superior de las familias de Argentina recibía 35.2% del ingreso total después de impuestos; en Brasil, 50.6%; en Chile, 34.8%; en México, 40.6%; en Perú, 42.9%, y en Venezuela, 35.7%.8 Estas c ifras se pueden comparar con las de Estados Uni­dos y el Reino Unido: 26.6 y 23.5 por c iento, respectivamente.

La persistencia de la inflación de precios probablemente ha aumentado las disparidades del consumo rea l debido a los efec­tos diferenciales de los aumentos de precios en los grupos de ingresos in fer iores, los m ás vu lnerab les de cuantos participan en la economía dineraria. México disfrutó durante cuatro dece­nios de un crecimiento promedio superior a 6% anua l; sin em­bargo, según el Conacyt, " la informac ión disponible sobre nive-

4. BID, Economic and Socia l Progress in Latin America: 1977 Report. Washington, 1978, p. 11 .

5. Sansón, op. cit., p. 35. 6. Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe,

The Employmen t Problem in Latin America: Facts, Outlooks and Poli­cies, Of icina Internac iona l de l Trabajo, Santiago de Chi le, 1976.

7. lrma Ade lman y Cynthia T. Morris, Economic Crowth and Social Equity in Developing Countries , Stanford University Press, Stanford. Ca­lifornia, 1973; Hollis B. Chenery et al., Redistribution with Crowth, Ox­ford University Press. Nueva York. 1974; David Felix, "lncome lne­quality in Mexico", en Current History , núm. 72, marzo de 1977, pp. 111-114y136.

8. Estas est imac iones deben tomarse con la cautela usual en lo que respecta a su conf iabi lidad y comparab ilidad Véase Banco Mundial , World Bank Development Report 1980, Wash ington, agosto de 1980. pp. 156-157.

Page 25: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

les de nutrición en el país indica que cuando menos dos terce­ras partes de la población están desnutridas".9

Datos de este tipo se aceptan a menudo como un lugar co­mún; no obstante, brindan escaso apoyo a la idea de que el cre­cimiento económico es, por naturaleza, un proceso auto­equilibrador cuyos frutos se comparten de manera amplia y automática, a medida que ocurre la expansión económica. Más bien indican que los desequilibrios de largo plazo del proceso de crecimiento exigen la atención pública, a fin de encontrar maneras de corregir esos efectos y de establecer prioridades so­ciales que extiendan los beneficios del crecimiento, sin detener el proceso y sin conducir a una explosión social. Estas conclu­siones se reflejan en las políticas de ambas escuelas, la institu­cionalista y la estructuralista.

EL MARCO INSTITUC IONAL ISTA

E 1 marco de aná li sis institu ciona l estab lec ido por Thorstein Veb len y luego refinado por C.E. Ayres para exp li ca r el de­

sarrollo económ ico otorga fundamental importancia a dos fuer­zas antitét icas: la tecnología y las inst itu ciones soc iales .10 La primera abarca el proceso histórico de invenc ión, descubri­miento y adaptac ión que ha ampliado de manera persistente la capac idad humana para ut iliz ar productivamente los recursos y aumentar el bienestar. El uso de herramientas y máquinas y la e laborac ión de instrumentos intelectuales para ampliar y con­duci r este proceso son la fuerza dinámica responsable del creci­miento industr ial de aquell as sociedades que lo han in corpora­do en sus culturas.

La tecnología es más que el uso de artefactos tangibles. Incluye aquellas formas del comportamiento humano rela­cionadas con el reacomodo imaginativo de símbolos y concep­tos que promueven la organización y utilización del saber, e l encauzamiento de actividades colectivas hacia fines producti­vos y la transmisión de conocimientos útil es de una generac ión a otra. Es imposible pensar en la tecnología como algo aparte de la actividad humana inteligente, dedicada a reso lver proble­mas v enfrentarse a nuevas situaciones.

A mayor abundamiento, la actividad tecnológica es un pro­ceso transferible que, según enseña la historia, h.a cambiado su centro de acción de una parte del mundo a otra y, de tiempo en tiempo, ha penetrado en soc iedades antes cerradas y en zonas de recursos poco promisorios, como lo comprueban los casos de Japón y, más recientemente, de Israel.

9. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, National ,Jndica tive Plan for Science and Technology, Conacyt, México, 1976, p. 11 2. La Or­ganización Panamericana de la Salud informó que, en el período 1971-1975, aproximadamente 61.4% de los nii'los menores de cinco ai'los sufría desnutrición proteínico-calórica en 19 países latinoamericanos. Véase BID, Economic and Social Progress in Latin America: 1978 Report, Washington, 1979, p. 138.

10. Thorstein Veblen desarrolló sus concepciones a lo largo del tiempo. Sus ideas comenzaron a tomar forma en The Theory of the Leisure Class, publicada por primera vez en 1899 (hay ed ición en espa­i'iol, del Fondo de Cultura Económica, con el título de La clase ociosa. N. del T.), así como en The Theory of Business Enterprise, de 191 2. La obra principal de C.E. Ayres es The Theory of Economic Progress, Uni­versity of North Carolina Press, Chapel Hill, 1944. En The lnstitutional Economics of C.E. Ayres, University of Texas Press, Austin, 1976, de William Breit y William Patton Culbertson, se encuentra una bibliografía completa de los trabajos de Ayres.

1299

Según Veblen y Ayres, la fuerza que contrarresta el compor­tamiento tecnológico es el comportamiento institu cional y sus actitudes co rrespondientes, enraizadas en los hábitos y cos­tumbres del pasado. Las instituciones, ya organizadas de mane­ra formal o simplemente implícitas en las ceremonias no racio na­l izadas y en las pautas culturales de sociedades estratificadas, tienden a perpetuar las prácticas vigentes y a reforzarlas me­diante sanciones sociales complejas y poderosa s. Las institu­ciones resisten al cambio. A menudo están revestidas de un "autoritarismo emocional", que condiciona a los miembros de la sociedad a mantener pautas repetitivas de conducta y a desconfiar de toda innovación . El acatamiento emocional de hábitos y costumbres deriva no sólo del condic ionamiento de la niñez en el seno de la unidad f amili ar, sino tamb ién de la re ite­rac ión de l folklore, la leyenda, los mitos, símbolos y cerem o­nias en unidades soc ia les mayores, as í como de la aplicación de sanc iones que refuerzan los mandatos de soc iedades estát icas. No hay soc iedad alguna, por avanzada que sea desde el punto de vista técn ico, que esté 1 ibre de tales restric c iones ceremo­niales; empero, éstas suelen tener mayor fuerza en sociedades que ahora se describen como "subdesarro ll adas", que han esta­do en relativo ais lamiento y que conservan ant iguas tradiciones.

Las inst ituc iones soc iales tienen efectos inhibidores en el progreso tecnológico. Según Ayres, el grado de inhibición es di­rectamente proporcional a la rigidez de las inst ituc iones. De hecho, si éstas son suficientemente intransigentes, pu ede dete­nerse casi del todo el progreso tecnológico.

No obstante, en otras c ircunstancias históricas, es posible debilitar a las instituc iones o hacerlas suf icientemente permisi­vas como para que permitan un avance tecnológico decisivo. Tales cond iciones, segú n Ayres, pueden ex ist ir con mayor pro­babilidad en un ambiente de frontera, como en Europa a fin es de la Edad Media o Estados Unidos durante la época posterior a la Colonia. En la América Latina de nuestros días y en algunas partes de África parecen existir ciertas características de esa clase de frontera. Una mayor atención al estímulo de la tecnología interna, adecuada a la so lución de problemas pecu­liares de esas regiones, brinda la posibilidad de una menor de­pendencia con respecto a influencias externas y, por tanto, de un dominio interno mayor de las estrateg ias para el desarrollo.

Veblen, y en una etapa posterior Ayres, utilizaron su marco teórico sobre todo para entender las fuerzas que func ionan en una sociedad avanzada, industrial y capitalista. De igual mane­ra, sus seguidores, en la corriente que Gruchy ha identificado como un moderno "neo-institucional ismo", han concentrado sus investigac iones y formulaciones de política en los países de­sarrollados, más que en los que están en vías de desarrollo. Este enfoque evolucionario de las economías avanzadas ha produci­do valiosas investigac iones em píricas, que inc luyen el trabajo explorador de Wesley C. Mitchell en materia de análisis del ciclo económico y los innovadores "Brookin gs studies" sobre la distribución del ingreso en relación con el progreso económi co, realizados durante la década de los treinta.11 A su vez, Kuznets, en su trabajo sobre los fluj os del ingreso nacional, amplió estas investigaciones. Lo mismo ocurrió con muchos otros estudios empíricos de entidades oficiales y privadas, tales como la Na­tional Bureau of Economic Resea rch.

11 . Los cuatro vo lúmenes del estudio se resumieron en una ed ición abreviad a: Edwin G. Nourse et al., The Distribution of tncome in Rela­tion to Economic Progress, The Brook ings 1 nstitut ion, Washington, 1936.

Page 26: estri u ctu ri a 1

1300 américa latina: institucionalismo, estructura li smo y dependencia

Pocos inst itu c ionali stas (ent re ellos, algunos miembros de es­ta m esa redonda) se han enfrentado a los problemas peculiares de Jos países m enos desa rrol lados y han ap li cado a e ll os teorí a y método en el marco de un definido análi sis institucionali sta . Sin embargo, el recrudec imiento, ocu rrid o a partir de los sesen­ta, de m edidas ex tremas de autoritar ismo y del dom ini o de un es tado po li c iaco, sobre todo en el Cono Sur, rea lzan la apli ca bi­lidad de la dicotomía instituciones- tecno logía a la evo lu c ión históri ca actua l de Am éri ca Latina. Estos acontecimientos traen a la mente la fra se de Veblen : " el tr iun fo de las insti tuciones im­béc il es sobre la v ida y la cultura".

EL DE SARROLLO DEL ESTRUCTURAL/SMO

E 1 es tru cturali smo, como un cuerpo o rganizado de pensa­. miento, se o ri ginó en e l trabajo rea li zado en los años c in­

cuenta por Raú l Preb isch y sus co legas en la CE PAL, radicada en Santiago de Chil e. Igual que el instituc ionalismo en una época anterior, esta co rri ente com enzó atacando las def ic ienc ias de la doctrina económica neoc lás ica o las de las políti cas deriva­das de ell a. En su ensayo fundamenta l, E I desarrollo económico de América Latina y sus principales problemas, de 1950, Pre­bisch impugnó la va lidez de la af irm ac ión neoc lás ica de que " los benefi c ios de l progreso técn ico ti enden a distr ibuirse de m anera igual en la totalidad de la comunidad [intern ac ional], bi en sea mediante la disminución de los prec ios, bien m ediante las co rres pondientes e levac iones de los ingresos". 12 Consideró Prebi sc h que l as descripciones estát icas sobre la operación de l prin c ipio de las ventajas comparativas y el proceso de inve rsió n interna c ional no ref lejaban adec uada mente lo que había esta­do oc urriendo, en el curso de l ti empo, en las relaciones entre los países industri alm ente avanzados ("e l centro" ) y los provee­dores de al imentos y materias primas (" la periferia" ).

Con base en una inves tigación empírica, concluyó es te autor que los prec ios relativos de los bienes manufacturados que pro­du cen los países industri a li za dos en condic iones creci entem en­te o ligopóli cas t ienden a exceder a los prec ios de los produc tos prim arios que provee la periferi a, som etida a condi ciones de competenc ia . Por ell o, los países subdesa rro ll ados no han obte­nido los prom etidos beneficios de las m ejo ras de product ividad ocurridas en el centro. Así, en el largo pl azo, los adversos térmi­nos de intercam bio no sólo despojaron a los países subde­sa rroll ados de una part ic ipac ión es tabl e en el ingreso, si no tam­bién de los m edios f inanc ieros y técn icos para impul sa r sus transformaciones internas y su c rec imiento.

Con el ti empo se consideró la c ríti ca de Prebisch contra la doc trin a neoc lás ica como el com ienzo de una concepc ión diná­mica, en lugar de estát ica, del proceso económico, proceso no necesa riam ente suj eto a fuerzas equilibradoras a lo largo del ti empo. Esto se convirtió en uno de los prin c ipios más importan­tes del es tru cturali smo. Además, como Preb isc h describi ó en esenc ia un cambio de largo plazo en la naturaleza de la es tru c­tura internac ional de poder, su contribu c ión también se recono­ce ahora como un eleme nto importante de la moderna teo rí a de la dependenc ia.

12. Raúl Prebi sch, " The Economic Deve lopment of Latín America and its Principa l Prob lems", en Economic Bu lletin far Latin America, núm . 7, feb rero de 1962, pp. 1-22. Se publ icó ori ginalmente en españo l en 1950. Véase también Werner Baer, " The Econom ics of Prebi sch and ECLA", en Economic Deve lopment and Cultural Change, núm. 1 O, enero de 1962, pp. 169-182.

Los est ru c tura li stas lanzaron ot ros ataqu es contra la o rtodo­xia eco nómi ca. Acaso el más signi ficat ivo fue su c ríti ca de la exp li ca c ió n monetari sta sobre la inf lac ión in terna en va ri os paí ses lati noamer icanos, que subyace en las po líti cas presc ritas a esos países por los técnicos de l Fondo Monetario In terna­c ional. A partir de las duras ob jec iones de Osvaldo Sunkel y A níba l Pinto Santa Cruz, los es tructuralistas of rec ieron otra exp li cac ión de la inflac ión sec ul ar, cuyas causas radicaron en los desequilibrios estru c turales intern os que son comu nes a la experi enc ia lat inoameri cana de crec imiento. 13 M ediante es tu­d ios empíri cos de caso, trataron de most rar que tales dese­quilibrios se presentaron en el curso de un proceso desigual de crec imiento que se hi zo particu larmente críti co en los ejemplos más dinámi cos, Argentina, Bras il y Chil e. En ca da uno de ell os hubo res tri cc iones definibl es, o "cue llos de botell a", qu e impi­dieron el c rec imiento suave y equi librado y que las po líti cas convenc io nal es en materia f isca l y mo netari a no pudiero n eli­minar. Entre tales cuellos de bote ll a internos se contaron los si­gu ientes: los efec tos provocados en la demanda ag regada por el muy ace lerado crec imiento demográfico, la urbanizac ión prematura y la expansión de l empl eo en el sector de servicios; el rezago de la producc ión agríco la; el defic iente desarro ll o del secto r energético; el tamaño limitado de los mercados internos; los sistemas fiscales inef icaces, y cambios de importan c ia po lí ti ca en la estru ctura de c lases. Los ajustes internos se difi­cultaron debido a cu ellos de botell a o rig inados f uera de los países de que se trata : términos de intercambio adversos y esca­sa capac idad pa ra importar.

A l trata r de comprender estos cue llos de botella y enfrentarse a ell os, los estructuralistas hi c iero n es tudios de l funcionamiento de las instituciones sociales parec idos a las investigaciones an­teriores emprendidas por los institucionalistas estadounidenses en su propio medio. Algunos estructuralistas llegaron a la conc lu­sión de que, a falta de nuevas es tru cturas socia les, probabl e­mente en esca la de la integrac ión económica regional , más que la simp le reforma dentro de las unidades naciona les ex istentes, la infl ac ión crónica y otros males distributivos acaso perm anecerían como fenómenos endémicos y el proceso de de­sa rrollo continuaría sujeto a ava nces y retrocesos irregul ares.

EL SURG IM IE NTO DE LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA

L os est ru cturalistas dieron cada vez m ayor ;itenc ión al ámbi­to internaciona l y parti c iparon en la escue la de la depen­

dencia .14 En general, los miembros de esta escuela aceptan la definic ión de Theotonio Dos Sa ntos:

13. Los estudios fund amenta les fueron el de Osva ldo Sunk el, " La inf lac ión chilena. Un enfoque heterodoxo". en El Trimestre Económico, vol. 25, oc tubre-di ciembre de 1958, México, pp. 570 y ss., y el de Aníbal Pinto Sa nta Cru z, N i estabilidad ni desa rro llo. La políti ca del Fondo M o­netario Internacional, Editori al Uni versitari a, Santiago de Chile, 1960. El artículo de Sunkel apa rec ió en inglés en lnternational Economic Papers, núm. 10, 1960. Véase tamb ién Werner Baer, " The ln flation Controversy in Latín Ame ri ca : A Survey" , en Latin America n Research Review, vol. 2, primavera de 1967, pp. 3-25, y James H. Street, " The Latín American 'Structura lists' and the lnsti tutionali sts: Convergence in Development Theory", en Journal of Economic lssues, núm. 1, junio de 1967, pp. 44-62.

14. Una bib liografía comp leta, as í como una críti ca de la escue la de la dependencia, puede encontra rse en C. Richard Bath y Dilmus D. James, " Dependency Analysi s of Latín Ameri ca: Sorne Cr iti cisms, Sorne Suggestions", en Latin America n Research Review, vo l. 11 , otoño de 1976, pp. 3-54.

Page 27: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

" Entendem os po r dependenc ia una situac ión en la qu e la economí a de c iertos países es tá cond ic ionada po r el desa rro ll o y la expansión de o t ro país, al cua l es tán sometidos los pri­meros"1 5

Al preguntarse si " la perpetu ac ión de las condi c iones del subdesa rro ll o obedece a fu erzas fund amenta lmente extern as a los países en desa rrollo",_ los teóri cos de la depend enc ia respo n­den resonantemente qu e sí.

No obstante, la teorí a de la dependenc ia as ume form as di­ve rs as relac ionadas con las dife rentes influenc ias que han teni­do los escritores que compo nen es ta escue la. Adem ás, cada ve rsión condu ce a conc lu sio nes de po líti ca co rres pondiente­mente di símil es.

En su fo rma más simp le, la teo rí a de la dependenc ia es ape­nas algo más que la descr ipc ión histór ica de la evo luc ión de las in st ituc iones neoco lo ni ales en reg iones que forma ron parte de vastos sistem as im peri a les Una contri buc ión de este t ipo es la obra de Sta nl ey J. y Ba rba ra H . Ste in , Th e Colo nial Heritage. 16

En una form a m ás am pli a, au nque todav ía moderadamente c rí t ica, el análi sis de la dependenc ia desca nsa en el traba jo de los estru ctu ra li stas latinoameri ca nos, que inc luyen, adem ás de los ya nombrados, a Ce lso Fu rtado, Fern ando Henrique Ca rd o­so, Helio Jaguari be, A ldo Ferrer y M igue l S. W io nczek.17 Otros cont ri buyentes im porta ntes no latin oam eri ca nos han sido Hans Singer, Gunnar Myrda l y D ud ley See rsrn A partir del aná li sis in­novado r de Raúl Preb isch sobre el deteri o ro secul ar de los té r­minos de interca mbi o ent re los países del centro y de la peri fe­ria, los teó ri cos de la dependenc ia am p liaron el estudio de los desa ju stes es tru ctura les dentro de la reg ión lat inoa meri ca na pa ra in co rporar una estru ctura econó mi ca m undial que se habí a vuelto ca da vez m ás desequ ilib rada a med ida que sus uni dades se hi c ieron inext ri cab lemente m ás interdependientes.

Osva ldo Sunk el sit uó en la etapa pos teri or a la segund a guerra mundi al el cam b io princ ipa l de las relac io nes econó mi­cas de poder.19 A ntes de e ll a, durante el pe rí odo neoco lonial, los gobiern os im peri ali stas occ identa les y las institu c iones ban­ca ri as in te rn ac ionales desem peña ro n pape les p redomin antes en la re lac ión de dependenc ia. Más rec ientem ente, el ca pi ta li s­m o intern ac iona l, en m anos de las empresas transnac ionales, se ha vuelto mu cho m ás orga ni zado y los gob iern os y las o rganiza-

1 5. Theotonio Dos Sa ntos, " The Stru cture of Dependence", en America n Eco nomic Review, vo l. 60, mayo de 1970, p. 231 .

16. Stanley J. Stein y Barbara H. Ste in, The Colonia l Heritage: Essays on Economic Dependence in Perspecti ve, Oxford University Press, Nueva York , 1970. (H ay edición en español: La herenc ia colonial de América Latina, Siglo XX I Editores, Méx ico, 1 a. ed, 1970 . N. de l T.)

17. Fernando Henrique Ca rdoso hace un detall ado trazo de los orí genes de la teorí a de la dependencia, ta l como surgió de act ivas di s­cusiones entre invest igadores y es tudi osos latinoameri ca nos, en " The Consumpti on of Dependency Theory in the United States", en Lati n A merica n Resea rch Review, vo l. 12, otoño de 1977, pp. 7-24. Véase también Helio Jaguari be, Aldo Ferrer, Miguel S. W ionczek y Theotonio Dos Sa ntos, La dependencia po/i tico-económ ica de América Latina, Siglo XX I Ed itores, Méx ico, 1970.

18. Las contribu ciones ini ciales fundamenta les se citan en Street, " The Lat ín Ameri ca n 'Stru cturali sts'. ", op. cit ., pp. 47-49 .

19. Osva ldo Sunke l, " Transnati onal Capi ta lism and Na ti onal Disin­tegrat ion in Latín Ame ri ca", en Socia l and Economic Stud ies, núm. 22, 1973, pp 132-1 76.

1301

c iones f inanc ieras intern ac iona les han sido a m enudo agentes de una red de in te reses supranac iona les para subyuga r a las economí as nac ionales m ás déb il es.

Sunkel describe un a situac ió n en la cual la inves ti gac ión y el desa rro ll o se concent ran en los países ava nza dos, que ejerce n sobre ell os un contro l es trec ho, de tal m anera que los usuari os extranj eros se ven ob ligados a comprar a empresas m onopó l i­cas u o li gopó li cas paq uetes enteros de cr ite ri os empresari a les, finan c iamiento, conoc imientos de administrac ió n, di seños, pro­cesos tecno lóg icos y técni cas de com erc ia li zac ión. No pued en ya arm ar sus prop ios componentes tecn o lóg icos, obteniéndo los parte por parte de diferentes fu entes competiti vas. In c luso los técni cos, p rof es io na les e invest igadores nac ionales, las ent ida­des cred iti c ias, las res tri cc iones para favo recer la sustitu c ión de importac io nes y otros ac uerdos p referenc ia les se someten a los intereses de las em presas ext ranj eras Como resultado, se amp lí a la b rec ha tecno lóg ica y surge n fo rm as ca da vez m ás comp lejas de la dependenc ia La mayor pa rte de los teóri cos de esta escue la compart irí a esta conc lu sión.

A lgunos auto res, que abreva n en f uentes marxista- leni nistas y part icul arm ente en la teo rí a del im pe ri ali sm o de Lenin, ir ían au n m ás lejos .20 In te rp reta n el subdesa rro ll o com o una fo rm a de li be rada de exp lotac ión intern ac ional, m edi ante la cual los países cap ita li stas domin antes extraen los excedentes rea les, e in clu so los po tenc iales, de la periferi a para aumentar su poder y riqu eza prop ios. La inve rsión extranj era y la ayu da fo ránea son, ambas, med ios de apropiac ión del ingreso y las cl ases capitalistas nativas (" lumpenburguesía" ) de los países m enos desa rroll ad os son simples agentes de sus patrones en los países imperi ali stas. 21

De no habe r ex istido la exp lot ac ió n capita li st a intern ac ional, los pa íses m enos desa rro ll ados habrí an construid o sin dud a sus pro pios sistem as industri ales confo rm e a pautas m ás igualita­ri as, pero estos impul sos inherentes de crec imiento fu eron sofo­cados cua ndo los países ca pitali stas esta bl ec ieron su control exc lus ivo de la tecn o logía req uerid a Los países en vías de de­sa rro llo podrí an haber inve rt ido m ás excedente, pero e l consu­mo sun tuari o lo ha drenado, o el contro l m o nopó lico lo hizo abortar.

Pese a la gran d ive rsidad en cuanto a los deta ll es y a los fac tores q ue se consideran más impo rtantes en la obra de los teó ri cos de la dependenc ia m ás radi ca les, todos ell os ti ende n a co inc idir en va ri as con c lusiones:

1) El subdesarro ll o como fenómeno muy difundido es res ul­tado del desa rro llo expansivo y ex pl otador de las econo mías in­du stri ales de me rcado. 2) El desa rro llo y el subdesa rro ll o son las dos ca ras de un mism o fenóm eno dentro de un sistem a mundi al único y unificado. 3) El subdesa rroll o no es una etapa tempo ral q ue condu zca en última instanc ia al desarroll o; es p robable q ue los patrones es tablec idos de las relac iones explo tadoras cent ro­peri fe ri a sea n perm anentes. 4) Aunqu e es posibl e que ca mbien

20 . Andre Gunder Frank, Cap italism and Underdeve lopment in Latin A meri ca: Histori ca l Stud ies of Chi le and Braz il , Monthly Review Press, Nueva York , 1967; James Petras (ed.), Latin America: From Oepende nce to Revo/ution, John Wiley and Sons, N ueva York, 1973. También consúl­tese la bi bliograf ía en Rona ld H. Chil cote y Joe l C Ede lste in (eds.), La t in America: The Struggle with Dependency and Beyond, John Wiley and Sons, Nueva York, 1974.

21 . Andre Gu nder Frank, Lumpenbourgeoisie: Lumpendeve lopment, Oependence, Class and Politics in Latin A merica, Monthly Review Press, Nueva York, 1972 .

Page 28: estri u ctu ri a 1

1302 américa latina: instituciona lismo, estructura lismo y dependencia

los meca nismos tra nsm isores de domi nio, los pa íses en de­sarro llo continu arán pr ivados de la autonomia necesar ia pa ra tom ar las dec is iones po lítica s, socia les y económ icas internas que podrían rect ifi ca r las des igualdades actua les. En suma, de acuerdo con la op inión más pesimista, la dependencia es una expres ión histór ica pers iste nte de las contradicciones y conf li c­tos de clase de l cap itali smo, de la cual no hay otro escape que no sea el de la revolución social.

La literatura de la dependencia cont inú a crec iendo y enr i­queciéndose en sus ap licac iones específicas a casos concretos. Por ejempl o, Peter Evans, al hacer una rev isión completa del desarrollo dependiente de Brasi l, sostiene que los gobiern os la­tinoameri canos y los empresari os nac ionales no se identifi ca n total mente con los intereses de los grupos elitistas intern a­ciona les; tampoco es tán por completo a merced de las empre­sas transnacionales, reconoc idamente poderosas. 22 La direc­c ión financiera interna tiene capac idad de sobrev iv ir e incluso de prosperar en muchos, aunque no en todos, los sectores. E 1 progreso industria l rápido ocurre en una situac ión de dependen­c ia parcial, dentro de la cua l cie rtos b loques de influ enc ia, con diferentes metas e intereses, son capaces de compartir un pro­ceso de crecim iento de mutuo beneficio. Sin embargo, el proceso exc luye a la mayoría de la pob lac ión de un aumento proporcio­nado del bienestar o de cualquier participación en las dec isiones.

El trabajo de Evans es un refinamiento de la literatura de la dependenc ia anteri or. Ello es as í porque exp li ca de qué manera puede darse el crec imiento durante un largo período sin que ha­ya un desarrollo socioeconómico general de importancia. Tam­bién de qué manera puede lograrse el apoyo para una ráp ida in­dustrialización sin que los capita li stas extran jeros coopten a los grupos eliti stas internos y cómo la empresa nac ional se las ha arreg lado para sobrev iv ir a la " desnacionalización" provocada por la inversión extranj era . El aná li sis de Evans se asemeja a la descripción que hace J ohn Kenneth Ga lbraith del " poder contrarrestante" y, en contraste con fo rm as más dogmáticas del análisis de la dependencia, reconoce que los gobiernos y los grupos de interés de países menos poderosos ti enen maneras de lograr cierto grado de autonomía para manejar sus propios asuntos.

DEPENDE NC IA E INSTITUCIONALISMO

E 1 inst itu c ional ismo y el estructurali smo-dependenc ia, en su ca lidad de exp li caciones heterodoxas del desarro ll o y el

subdesarro llo económicos, comparten ciertas ca racterí st icas. Ambos son totalizadores, en el sentido emp leado por Gruchy. No conciben el desarrollo de manera estrecha en términos con­venc ionales, sino que consideran al sistema económi co como " un todo unificado o una síntesis en estado evo lutivo, a cuya luz las partes del sistema adquieren pleno signif icado". 23 El en­foque es interdis c iplinario. Esto es, para entender el desa rrollo se toman aportes de la antropología, la histori a, la ciencia política y la soc io logía, lo mismo que de la economía. La evo lu­ción históri ca, los cambios de la estructura de clases y las mo­dalidades del control políti co son fundamentales para el análi­sis económi co, y no ajenos a él como en gran parte de la economía convenc ional.

22 . Peter Evans, Dependent Development: The A lliance of Mult ina­tional, State and Local Capital in Braz il, University of Princeton Press, Princeton, Nueva Jersey, 1979.

23 . A/J an G. Gruchy, op. cit., p. viii .

Además, ni los inst itu cion ali stas ni los teór icos de la depen­denci a se resisten a form ul ar jui cios de va lor exp lí c itos, a di­fere ncia de otros econom istas qu e los eluden y aun afirman su preferencia por el pos it iv ismo (a l tiempo que sostienen de ma nera impl ícita los va lores aceptados del sis tema de merca­do). La vol un tad de tener en cuenta la in fluenc ia de los va lores en el proceso de desarrollo -en ve rdad, la insistencia en que el desarro ll o ca rece de significado si no se hace referencia a obje­tivos socia les- resu lta crít ica para el aná li sis. Ello es así por­que las consideraciones refe rentes a la d istribución del ingreso, al acceso a la ed ucac ión, a la disponibilidad de empleos pro­ductivos y a las cond iciones de sa lud y nutri ción está n en el centro mismo del debate sobre las estrqtegias adecuadas para convertir al simpl e crec imi ento de América Latina en un ge­nuino desarrollo soc ioeconómi co .

Tanto el inst itu cionalismo como la teoría de la dependenc ia son profu ndamente crí t icos con respec to a la doctrina econó-­mica o rtodoxa. Se basan en que ésta no aporta una exp li cación histórica adecuada del proceso de desarrol lo y sus fund amen­tos son demas iado estrechos, por su preocupac ión por el mer­cado, para que pueda serv ir como guía úti l de la po lí tica de desarro ll o.

Y son simil ares aun en otro aspecto. Ambas teorí as recono­cen la importancia de las tendencias de largo pl azo y se preocu­pa n más de exp licar las que de estud iar las cri sis de co rto p lazo que surgen a menudo de prob lemas políticos inm ed iatos y par­ticulares . Argunos fracasos de las políticas ap licadas por los gob iern os mili ta res burocráticos en América Latina pueden atri­buirse a que sólo se proponen supe rar las cri sis; así , los objet i­vos de co rto alcance, la necesidad de apagar súbitos incendios, tienden a anu lar la estrategia de desarroll o de largo plazo. El re­su ltado es una suces ión de medidas de freno y arra nque, de la cua l, al parecer, no hay escape alguno hacia el crec imiento sostenido.

El inst itu cionalismo y la teoría de la dependencia tienen mucho en común . Sin emba rgo, el primero aporta una exp li ca­c ión más comprensiva del proceso de desa rro ll o; ade más, am­bas concepciones difieren de manera importante en cua nto a su interpretación de cómo ocurre el crec imiento. A l concentra rse cas i exc lusiva mente en los factores exógenos que influyen en el proceso de desarrollo, la escuela de la dependenc ia ha dado esca­sa importancia a los fac tores internos, a menudo de hondo ca rác­ter cul tural: que también han contri bu ido al atraso económico.

Sin duda, el actua l contro l, por las empresas tra nsnac iona­les, de la mayor pa rte de la tecno logía compleja y de los me­dios de propagarla impone graves dificultades para la transfe­rencia y adquisición intern ac ionales de conocimientos útiles, reforzando de esa manera las relaciones imperantes de depen­dencia. No obstante, al centrar su atención en este aconteci­miento comparati vamente rec iente, la teoría de la dependencia ha descuidado exp lica r el muy considerabl e retraso de la activ i­dad científica y tecnológica interna en el mundo subdesarrollado, o indicar medios por los cuales podría est imularse dicha activi­dad a f in de imped ir que la dependencia subs ista . En la América Latina, los instituc iona l istas investigaría n las razones de la de­saparición, en el período co lonial , del espíri tu innovador ca racterí st ico de las c ivili zac iones azteca e in ca y los suces ivos fracasos de restau rarl o o de alcanza r un movimiento creat ivo simil ar en los tiempos modernos . Esta corri ente pone en duda

Page 29: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

que se pueda cerra r la brec ha de l desa rro ll o, cada vez m ás amplia, si no se em prenden esfuerzos concretos para imp lantar una estrateg ia c ientífi ca y tecno lógica que rec iba estímul os in­ternos y se enf rente a los prob lemas reg ionales.

A mayor ab u ndamie n to, lo s in st itucion a li stas no abandonarí an el estudio promisorio de los cue l los de botell a in­te rn os, emprend ido por los est ru ctura l is tas, en f avo~ de una pre­ocupac ión rec iente con respec to a las in flue nc ias exte rn as. Los partidar ios de esta co rri ente p iensan que muchos de los o bstá­cul os a l desarrol lo económi co se encuentran en las ca racte rí st icas represivas de las inst ituciones loca les, en las cua les desempeñan un pape l muy importante la intervención y el cont rol nac io nali sta mi li tar, la reverenc ia por cau dil los o líde res ca rismáticos y una preferenc ia, en casi todos los est ra­tos soc iales, por e l comportam iento ce remon ial en detrimento Je l funcio nal.

Desde el punto de v ista ideo lóg ico, los institu c iona li stas es­tán menos comprometidos que los teó ri cos rad ica les de la de­pendencia con la concepc ión marxista de la inev itab ilidad his­tórica, la lu cha de c lases y la probab ilid ad o desea bilidad de una so lu c ión v io lenta. Si bien reconocen la fuerza poderosa de las inst ituciones, están m ás in cl inados a pensar que puede cam­biarse e l proceso histórico mediante la ap li cac ión de la in te li­gencia co lect iva o la búsqueda consc iente de innovac iones y otros cami nos inst ituc iona les út il es. Hacen nota r que el com­portam iento auto ritari o y antiprogresivo puede encont rarse entre las c lases bajas lo mismo que entre las éli tes dominantes, entre los países del Tercer Mundo lo m is mo que entre los cap i­ta li stas. As í, las decisiones de precios, comerc iali zac ión e inver­siones de la OPEP a partir de 1973 tuv ieron efectos en otros países subdesa rro ll ados importadores de petróleo, que se distin­gue n mu y poco de otras formas de comportam iento monopolí s­tico o ri ginadas en los países indu st ri ales.

Buena parte de l aná lisis de la dependencia, con su profundo pesimismo, ti ende a reforzar la act itud fata li sta tradicional en la soc iedad latinoamer icana. En contraste, el instituciona li smo trata de descubrir maneras que permitan reencauzar const ru cti­vamente e l esfuerzo soc ial y reform ar las institu c iones forma les para hacerlas funcionales. Esta act itud representa algo m ás que preferir el optimismo sobre el pesimismo; surge de una creencia más fu erte en la ef icac ia de la tecnología en todas sus fo rm as y en el ca rácter progresivo y evo lucionario de la soc iedad.

La efi cac ia de la tecno logía descansa en dos principios ela­borados por C.E. Ayres: a] la tecnología es esencia lmente un proceso autónomo que se al imenta a sí mismo; b] un ambiente recept ivo aumentará la potencialidad de lograr descubrimien­tos fru ctíferos. 24 Ayres rechazó la idea convenc ional de que in­venciones y descubrimientos se exp li ca n mejo r en términos de mercado, esto es, que dependen principa lmente de la demanda de los consumidores o de la invers ión financiera . En vez de eso, postuló que la tecno logía es un continuum independiente de descubr imientos y ap li cac io nes interrelac io nados, cuya amp li­tud depende de un medio preexistente, pob lado con artefactos y con invest igadores info rm ados que los m anipul an y recombi­nan constantemente, para lu ego anali zar los res ul tados. De esta forma, cuanto mayor sea el acervo de artef actos tecno lóg icos, tanto m ayor se rá el número de permutac io nes y recomb in a­c iones que, en forma de nuevas invenciones, puedan ocu rrir .

24. Ayres, The Theory of Economic Progress, pp. 125-154.

1303

Además, un amb iente de investigación y desa rrollo generali­zado aumenta las oportunidades de la casua lidad creadora (se­rendipity), es dec ir, la f acu l tad de hacer, por acc idente, des­cubrimi entos deseabl es, aunque no buscados. En la obra de Ayres se encuentran m uchos ejemp los de esos descub rimientos "acc idental es", que eran virtua lmente predec ibles gracias a las condic iones facilitadoras del med io cul tura l. Un repaso de la historia tecno lóg ica de Amér ica Latina y de l Áf ri ca sub­sa hari ana reve larí a que un amb iente as í ha ex ist ido en pocos lu­ga res de ambas reg io nes y, en la época moderna, só lo durante períodos relativamente cortos. Este hi ato cul tu ral ayuda a exp l i­car la pobreza de la creat ividad tecnológ ica, a pesa r de algunas notables excepciones.

Empero, un tercer prin cip io estab lec ido por Ayres permite suponer que A m éri ca Lat ina y Áfri ca pueden beneficiarse de es­ta c ircunstancia: ahora e l c rec im iento ocurre en cond ic iones el e f rontera. 25 Este autor ha mostrado cómo aume ntan las pos ibili­dades el e un a fertilización cruzada de las técnicas cua ndo se penet ra en una nueva frontera . Una fro ntera es un ámbito que ofrece el espac io para la expansión ele la población en mov i­miento, para la ruptura de las v iejas inst itu c io nes y para la ap li­cación de técn icas tra íd as de otras partes, a fin de log rar una ace lerada tasa de desarrollo. Dados los crec ientes contactos cu lturales y los desafíos espec ia les que im ponen las cond i­c iones de f ro ntera, con cas i toda certeza ocurrirán nuevas com­b inac iones y adaptac io nes de conoc imientos úti les. H ay pruebas cada vez más abund antes de que tales invenc iones y adaptac iones, sobre todo en la b io logía ag ríco la y en las técni­cas industria les, ocur ren con frecuencia crec iente en Amé ri ca Latin a. 26 La escue la de la dependencia ha tend ido a igno rar o a minimi za r la impo rta nc ia de estos logros.

LAS TA REAS DEL FUTURO

, Q ué debe hacerse para consol ida r la contribu ción ele la l hete rodox ia económica a la so lu ción de los problemas del desarrol lo lat in oameri ca no? Ya se han estab lec ido

las líneas principales de un a comprensión general del proceso económ ico evo luc ionario. En v ista de las agudas condic iones imperantes en A méri ca Latin a, es necesar io estudiar con un a nueva actitud las def icienc ias instituc io na les específi cas y las neces id ades tecno lóg icas a las que se enfrenta hoy la región. Esto requerirá un esfuerzo coordin ado q ue aporte los datos empíri cos necesarios; por fortun a, muchos de e l los los proveen en la actualidad entidades ta les como la CEPA L, e l BID y va rio s centros de invest igac ión espec iali zados.

Sin embargo, los prob lemas m ás delicados de una investiga­ción ef icaz radi ca n en el estud io de las inst itu c iones prevale­c ientes: los gobiernos burocráticos autorita ri os, las empresas transnacionales, los organismos financieros internacionales y otros centros de control , por ejemp lo. La economí a heterodoxa reconoce la naturaleza cruc ia l de estas instituciones y sus efec­tos en el desa rro ll o. Por ello, no puede desc uidar la invest iga­c ión futura en esos campos. En e l los deberá centrarse nuestra atenc ión. La tarea no se rá fác il. O

25 . James H. Street, " The Technologica l Front ier in Latin Ameri ca: Creativity and Productivity", en journal of Economics lssues, núm . 10, se ptiembre de 1976, pp. 538-558.

26. James H. Street y Di lmus D. James (eds .), Techno/ogica/ Progress in Latin America: The Prospects far Overcoming Oependency, Westv iew Press, Bou lder, Co lorado, 1979.

Page 30: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32 , núm. 12, Méx ico, d ic iembre de 1982, pp. 1304-1314

Problemas y perspectivas ambientales de 1 a u rban izac ión en América Latina 1 PABLOGUTMAN *

ALGUNAS CIFRAS DE CREC IMIENTO URBANO EN AMÉR ICA LATIN A

A causa de sus cambiantes perspectivas ex isten pocas ce rti­dumbres sobre la evo lu c ió n de Améri ca Latina en lo que

resta del siglo. Los cambios sociales y políticos, y la reorganiza­c ión del poder económico y militar en esca la mundial, dificul­tan cualquier previsión sobre el escenari o de América Lat ina a fin es del siglo xx.1

En contraste con lo anterior, la dinámica demográfica del continente permite reconocer, en form a bastante prec isa, los problemas que afrontarán las c iudades de América Lat ina en los próximos 25 años.

Este hec ho, que es simplemente el resultado del retraso con que los camb ios en las estadíst icas v ita les afecta n las ta sas

1. Por razones de espac io hemos prefer ido no reproducir los cua­dros estadíst icos de donde se ha tomado la inform ac ión e indi ca r sólo la fuente. Las siguientes publicac iones, fuentes de la mayoría de las ci-

* Ministerio de l Ambi ente y de los Recursos Naturales Renova­b les de Venezue la. Las opiniones son exc lu sivas de l autor y no comprom eten a la institu c ión en que presta sus se rv ic ios.

agregadas de crec imiento demográf ico, ju st ifi ca por sí so lo la atención crec iente que demandan los asen tam ientos hum anos de Amér ica Latina, en cualquier in tento de anali zar, promover o planifi ca r el desarrollo económico y soc ial de nues tros países . 2

El crecimiento demográf ico de América Lat in a y su proceso de urbanizac ión se han ubicado, en los últimos 30 años, entre los mayores del mundo. 3 Y aunque es prev isib le que estos rit­mos disminuyan en lo que res ta del siglo, siendo superados sólo

Iras utilizadas, se identifi can en las notas por la sig la ind icada: ONU/ CE PAL, Indicadores del desarrollo económico y social de América Latina , E/CEPA L/981/Add. 3, Santi ago de Chi le, 1976 (c itado como CE PAL). ONU, Tierra para asentamientos humanos, ST/ESA/69, Nueva York, 1978 (citado como TAH) . ONU, Estudio mundial de la vivienda 1976, 5.75/ IV/8, Nueva York, 1977 (c itado como EMV). ONU, Hábitat, Conferencia de las Nac io­nes Unidas sobre los Asentami entos Humanos, Situación de los asenta­mientos humanos , A/Con f./70/A/1, tema 10 del Tema rio Prov isional, Va ncou ver, 1976 (citado como SA H). l dem, Global Review of Human Set tlements, Statistical Annex, A/Conf./70/A/1 /Add . 1, Pergamon Press. Oxford, 1976 (citado como GRHSSA) .

2. Ch. Ro llins, " Población y fuerza de trabajo en América Latina : al­gunos ejercic ios de simulación " , en Revista de la CEPAL, núm . 3, Santia­go de Chil e, primer semestre de 1977. Este autor ta mbién mues tra que la pobla ción en edad activa, que dema nda trabajo, crecerá hasta fines de siglo a una tasa aprec iablemente mayor a la del tota l de la población, deb ido a la ac tua l pirám ide pobla cional.

3. EMV, cuad ro 33 .

Page 31: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

por los de Af ri ca y As ia Meridional, la población total duplicará y la pob lación urbana cas i triplicará las de 1970. 4

Para el año 2000, la población est im ada de A m ér ica Latin a se rá del orden de 625 millones de habitantes y su población ur­bana equ iva ldrá a 75 por c iento 5

La urban izac ión del cont inente rtepresenta una ad ic ió n anu al de 10 millones de hab itantes urbanos 6 Para fin de siglo, 48 c iudades albergarán en con junto una pob lac ión mayor que toda la actua l de América Lat ina, y solamente las d iez mayores sum a­rán aprox im adamente 135 millones de habitantes 7

Lóg icamente, la migrac ión rural es uno de los componentes esenc iales del c rec imiento urbano de Amér ica Lat in a, y si bien su aporte porcentual disminuye a medida que aumenta el po r­ce ntaje de población urba na y decae e l rural, todavía en el de­cenio de los sesenta 72% del increm ento de la población de Sao Paulo, 54% de la de Ca racas y 33% de la de Bogotá correspondí an al aporte de inmigrantes.8

Como un rasgo propio de la urban izac ión en el subdes­arro llo, destaca su marcado carácte r metropolitano. En rea li­dad la migración es del campo y las c iudades meno res hacia la gran metrópoli.

Se est ima que de 1975 al año 2000, las c iud ades de más de 5 mill ones de habitantes multiplicarán su población por 3.5; las de 2 a 5 millones por 3; las de 500 000 a 2 millones por 2.3; las de 200 000 a 500 000 por 2, y las menores por 1.7.9

Solamente en cuest ión de alo jam iento, dar respuesta a l c re­c imiento de la población urbana hasta fines de siglo exigiría una tasa de constru cción de viv iendas de unas 7.5 unidades por 1000 habitantes por año. Si a ello se sum ara la sat isfacción del déficit acumul ado, esta c ifra debería trepar en promedio a 10 viv iendas por cada mil habitantes: una nueva c iudad de Buenos Aires por año. En contraste con lo ante ri o r, recordemos que en los últimos años del decenio, para los que se dispone de infor­mación, la tasa de const ru cc ión anu al fluctuó por debajo de la mitad de dicho valor.10

El déficit de viviendas es só lo una de las dimensiones de es ta cr isis urbana, a la que se su man carenc ias similares de servic ios bás icos, como abastec imiento de agua y drenaje, sa lud, sa ni­dad y ed ucac ión. 11

Los crec ientes déficit precipitan un deterioro en las cond i­c iones generales de vida urbana que abarca también a las c la-

4. EMV, cuadros 33 y 34. 5. EMV, cuad ro 33, y GR HSSA, cuad ro 3. 6. GRHSSA, cuad ro 1. 7. CRHSSA, cuadro 5. 8. EMV, cuadro 44. 9. GRHSSA, cuadro 5. 10. EMV, cuadros 13, 33 y 50. 11 . SAH, cuad ros 19, 20, 21 y 22. Por supuesto, la gravedad del pro­

blema, esbozado aquí para el conjunto de Améri ca Latina, va rí a de un país a otro. As í los de menor crec imiento demográfico y proceso de ur­banización más antiguo presentan situac iones menos críti cas; en el otro ex tremo se ubican los países de mayor crecim iento demográf ico y urba­ni zación más reciente.

1305

ses medias y a ltas, pues a los secto res ri cos de la población les resulta cada vez m as d if íc il encontra r un espac io suf ic iente­mente aislado para escapar al deterioro ambiental urbano. Los problemas del tránsito, la congest ión, la contam inac ión de aguas y a ire, los problemas de generación y recolección de res i­duos, la dependenc ia energética de áreas cada vez más leja nas -con sus costos crec ientes y sus también crec ientes peligros de co lapso-, la pérdida de una trama urbana y cu ltural que lleva a la deshumanización de la c iudad, apa recen como rasgos de una cr isis generali zada, cuyo agrava miento potencial no es propor­ciona l al c rec imiento de la población urbana sino que se acele­ra por la ex istenc ia de procesos sinergét icos y de sa turac ió n de la capac id ad as im41ati va del amb iente.

Frente a una crec iente conc ienc ia de la c ri sis del ambiente urbano, co rremos el peligro de interpreta rl a con la ópti ca, los instrumentos y los jui c ios de valór que nos proponen los países centrales. No deja de resultar paradójico, m ás all á de las buenas intenc iones, que la abrum adora mayoría de los centros de promoción de tecnologías blandas, desarrollo alter­nat ivo y temas simil ares se encuentren en Europa y no en el Ter­ce r Mundo.

Aun reconoc iendo los va liosos esfuerzos y capac idades en ellos presentes, no nos resu ltarí a difícil, sin emba rgo, encontrar que en la identificac ión de problemas, la interp retac ión y las propuestas que en estos medios se elaboran, actúan realidades inm ed iatas muy distantes de nuestra situac ión.

Reconocer que las c iudades no se comportan como ecos iste­mas,12 o proponer modelos de cómo integrar eco lógicam ente algunos flujos urbanos,13 no ali v ia la necesidad de comprender el cóm o y el porqué del deterioro ambiental urbano. Por el contrario, enfrentarse a la c ri sis amb ien t al urbana de América Lat ina requ iere, a nuestro juic io, de un es fu erzo inicia l de con­ceptua li zac ión que, al menos en sus grandes rasgos, la ubique dentro de la dinámica soc ial y económica de conjunto y desta­que cómo se produce y se distribuye e l deterioro ambien tal en las grandes metrópolis de América Latina.

LA DINÁMICA DEL AMB IENTE URBANO

E n traba jos anteriores, 14 tratamos con detalle la conve nien­c ia de centrar el análisi s de la relac ió n natura leza-soc iedad

en las interacc iones que se estab lecen en el proceso social de producción y, subordin adamente, en la distribución social y el consumo.15 Las ventajas de esta aproxi mación son varias. En primer lugar, porque es en el proceso soc ial de producción donde

12. D. Lee-Smith, " Human Sett lements and Ecosystems" (mimeo.), UNEP, Nairobi, 1977.

13. C. Stanford, "P lanning for urban wastes as a va luab le resource", en P. Lacoste (ed.), Th e environment of human sett lements, Pergamon Press, Oxford, 1976.

14. P. Cu tm an, "Medio ambiente y planeamiento regional", en Re­vista lnteramericana de Planificación, vol. 11, núm. 44, México, 1977.

15. Por distribución socia l y consumo nos referimos tanto a la distri­bución del producto en tre las clases como a la relación de la población con los va lores de uso, en el consumo directo, que es también una act i­vidad soc ial, pues la relación entre el sujeto y el bien de uso se encuen­tra mediada por la cultura. Véase M. Codelier, "Cons idérat ions théori­ques et crit iques sur le probléme des rapports entre l' homme et son en­vironment", en lnformation sur les sciences socia les, vol. 13, núm. 6, 1974.

Page 32: estri u ctu ri a 1

1306

GRÁFIC A 1 \'

Articulación naturaleza-sociedad

DINÁMICA NATURA L,...---------'----­Flu jo energético Ela st icidad o adaptabilidad del amb iente Componentes físicos del ambi ente

américa latina: ambiente y urbanización

----".-------DI NÁMICA SOC IAL Racionalidad económica Renta di fe renc ial R ot~c 1 ón de l cap ital Hori zonte de tiempo lnternaliza ción de beneficios y ex tern ali zac ión de costos Población y proceso prodúct1vo Población y proceso de consumo Organización político-social

MOMENTOS DE ART ICULAC IÓN EN EL PROCESO DE PRODUCCIÓN Apropi ac ión Técn ica Generación de res iduos

MOMENTOS DE ART ICULAC IÓN EN EL PROCESO DE DISTRIBUCIÓN SOCIAL Y EL CONSUMO Evolución demográfica y

espacia l de la pobla ción Consumo y condiciones de vida

el hombre se enfrenta a la naturaleza, en un marco histórico y socialmente condicionado. En segundo lugar, porque ello nos da una perspectiva, por supuesto no la única pero sí una de las más importantes, para mirar esas interacciones como momen­tos de síntesis entre componentes naturales y sociales. Y es cla­ro que el carácter totalizador del ambiente no puede resultar de la consideración simultánea de todas las leyes naturales y so­ciales, lo que escapa a cualquier esfuerzo posible, sino que debe encaminarse a destacar, justamente, situaciones de síntesis sig­nificativa.

Dentro del proceso social <le producción, estas situaciones de síntesis -que llamamos articulaciones- aparecen entre otras en las condiciones de apropiación del ambiente natural como base del proceso productivo, en la selección de técnicas y en la generación de desperdicios; de igual manera, podemos encontrar situaciones de articulación natural eza-sociedad en los procesos de distribución y consumo, en particular en la evo­lución demográfica y espacial de la población, el consumo y las condiciones de vida .

A cada una de estas articulaciones concurren diferentes le­yes naturales y sociales, dentro de una situación histórica dada, que pueden darnos razón sobre sus dinámicas, sus causas y su

resolución . Así, por ejemplo, la ley de la conservación de la ma­teria justifica que toda materia que entre en el proceso de pro­ducción reaparecerá finalmente como res iduo. Pero el cuándo y el cómo de esa aparición estarán condicionados por las leyes de valorización del capital -que determinarán ritmos acelera­dos de depreciación- y por la cultura del consumo, también fuertemente influida por las necesidades de valorización del capital (véase la gráfica 1 ).

Al considerar el funcionamiento ambiental de la metrópoli la­tinoameri cana nos resultó conceptualmente útil diferenciar el medio natural en ambiente lejano y ambiente cercano, así co­mo dividir el proceso de producción en proceso general de pro­ducción y proceso de producción del hábitat urbano.16

E 1 proceso general de producción demanda materia y ener­gía desde ambientes diferentes y distantes. En cambio, el proceso de producción del hábitat urbano se concentra en la transfor­mación del ambiente ce rcano, inmed iato, del espacio urbano, pero esto no se basa en la apropiación de la capac idad bioener-

16. P. Gutman, " Medio amb iente urbano, interrogantes y ref lex io­nes", en Revista de la Sociedad Venezolana de Planificación, núm. 153-155, Ca racas, 1980.

Page 33: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

GRÁF ICA 2

Articulación naturaleza-sociedad en el medio urbano

DINÁMICA NATURAL

Ecosistema s distantes Flujo energét ico Ela sti c idad o adaptabilidad

del ambiente

Ecosistema local Componen tes físicos del ambiente Ela sticidad o adaptab ilidad

del amb iente

Proceso general de producción

Proceso de producción del hábitat

Proceso de distribución soc ial y consumo

gética del ambiente sino en las características físicas (soporte, accesibilidad, clima, relieve, etcétera).

Con esta apertura podemos observar mejor que en las articu­laciones del proceso de producción se establecen dinámicas coincidentes y contradictorias que resultan claves para enten­der cómo se produce y distribuye el ambiente urbano.

La gráfica 3 (una visión aumentada del centro de la anterior) ejemplifica algunas de dichas articulaciones. En la parte supe­rior (Proceso general de producción) se indica la entrada de energía y materiales a la ciudad y la dispersión de energía y deshechos materiales. Esta circulación física participa, como base material del proceso general de producción, en la creación y apropiación de valores, que es también una privatización de beneficios y socialización de costos, como señala Sachs con acierto.17

Mientras que la entrada (A) incluye la importación de larga distancia, las salidas (B) son mayoritariamente al ambiente lo­ca l.18 Simultáneamente se desarrolla un proceso de producción propio de la ciudad: el desarrollo del hábitat urbano. Como diji­mos, el proceso de construcción de la ciudad descansa mayo-

17. l. Sachs, " Environment and Planning: a few directives for re­searc h and planning", en Social Science /nformation, vol. XIII, núm. 6, 1974.

18. Al menos en primera instancia, aunque la contaminación at­mosférica y acuática puede viajar a largas distancias.

1307

DINÁMICA SOC IAL

Racio nalidad económica Población y proceso productivo Pobla ción y proceso de consumo Organización politico-social

ritariamente en la apropiación de las ca racterísticas físicas del territorio (suelos, clima, pendiente, paisaje, accesibilidad, características fisiográficas y geológicas). Esta apropiación se realiza mediante la incorporación de componentes físicos arti­ficiales, como viviendas, sistemas de transporte, servicios, etc, cuyo resultado es la apropiación y valorización diferencial de un ambiente transformado, suma de componentes físicos natu­rales y artificiales. Por supuesto, la producción del hábitat urba­no responde a pautas similares a la producción de mercancías. La producción de un valor de uso, el hábitat urbano, es al mismo tiempo producción y apropiación de un valor de cambio, pero destaca aquí que:

• Ésta es una valorización diferencia/. Si bien el ambiente físico natural no es homogéneo, el ambiente urbano capitalista lleva esa falta de "homogeneidad" a un paroxismo, producien­do una heterogeneidad física que se expresa como enormes di­ferencias en la valorización.

• La heterogeneidad de la ciudad cap ital is ta, y en particu­lar de la metrópoli latinoamericana, es entonces condición ne­cesaria para la existencia de una valorización diferencial, que apropiada individualmente se convierte en fuente de renta dife­rencial.

• Esta valorización diferencial y apropiación privada se convierte en un mecanismo central para participar en la re­distribución de los valores generados en la producción corrien­te (lado izquierdo de la gráfica 3). La renta urbana, valorización

Page 34: estri u ctu ri a 1

1308 améric a lat ina: am biente y urbanización

,.,

GRÁFICA 3

Interacción del proceso general de producción y el proceso de producción del hábitat urbano

A. Entrada de energía y materia ----,------------,------

B. Dispersión de energía y res iduos

PROC ESO GENERA L DE PRODUCC IÓN

! 1

1 CIUDAD 1 L- ,_ ________ _ ...J

PROC ESO DE PRODUCC IÓN DE L HÁBITAT ,,

Redistribu ción

de"'º''' ~ C.

diferencial de l territori o, es un rec lamo rea l o potenc ial (sea en una transacc ión de compra-venta o meramente como va lor contab le) contra la producción corriente inc lu ida, c laro está, la propia p roducc ión co rri ente de la indust ri a de la const ru cc ión.

El ambiente urbano se nos aparece, en esta perspectiva, como la sum a de componentes del am biente natural loca l y de com­ponentes artifi c iales, produc idos durante la constru cc ión de la c iudad, po r med io de una d inámi ca de va lo rizac ió n y apro­p iac ión del entorn o f ísico qu e, si responde a la produ cc ión de un bien de uso, e l hábitat urbano, lo hace dent ro de un a rac ional i­dad capi ta li sta. Ésta requiere la d ife renc iac ió n, la heteroge­neidad del producto, tanto porque es necesa ria a l proceso de va lo ri zac ió n di fe rencial, como porqu e es expres ió n de las contradi cc iones entre el proceso de producc ión de la c iudad y el proces o general de produ cc ión cap ita li sta .

De las ca rencias y deter ioros de este am biente es parti cul ar­mente responsab le e l proceso genera l de p roducc ió n, en form a directa (contamin ación industri al) e indirecta (efectos en la d istri buc ión y e l consumo). Lo mismo puede af irm arse de l pro­ceso de produ cc ión de la ci udad, pero a éste le cabe el papel de se r el p rin c ipal mecanismo para la des igual d istri buc ión del de­te rio ro am bienta l ent re los di fe rentes secto res de la pob lación urba na.

As í, la val o ri zac ión di ferencial y la aprop iación p ri vada, al ti empo que resultan en una gigantesca mecá nica de parti ci pa­c ión en la redist ri buc ión del producto corri ente, también ac­tú an como una form a de redistr ibuc ión de las deseconomí as de di cha produ cc ión y parti cul arm ente como un a red ist ribu c ión de l deteri oro ambiental urba no (lado derecho de la gráfi ca). La segregac ión de áreas margina les, la dotac ión d ifere nc ial y la ca­lidad de los se rv ic ios constru idos actúan d ist r ibuyendo soc ial y espac ialmente el deter io ro amb iental en form a desigual.

Va lorizac ión, diferencial y apropiación del territorio

Red istri bución de l deterioro ambienta l

__/

Claro es q ue las fo rm as concretas q ue adquiere el proceso de d istr ibución del deteri oro ambienta l están ínt imamente liga­das a los procesos genera les de d istri buc ión y consum o que se generan en la c iudad, toda vez que la pobl ac ión se relaciona con el am biente urbano en primer luga r como consumidora (de viv ienda, espac io, transporte, mercado). Y en esta d istri bución general pesarán tam bién las condic iones de organi zac ión po­líti ca y soc ial de los di fe rentes gru pos urbanos, el pape l que as um e el Estado f rente a el los y, en cada caso concreto, la his­tori a de una cul t ura y una estru ctura urbana es pecí fi ca q ue condic io na el ento rno fí sico y soc ial en el que se genera la rela­ción de l hombre con el med io.

LA PRODUCC IÓN DEL AMB IENTE URBANO EN LA METRÓPO LI LATI NOAMERICANA

A unque el ni ve l de generalidad de este trabajo nos im p ide expl orar muchas de las líneas de análi sis es bozadas, cre­

emos que una breve considerac ión del pasado rec iente en las ciudades mayores de A méri ca Lat ina mos trará la utilidad de l marco conceptua l p resentado.

Proceso general de p roducc ión y crecimiento urba no

Se han anali zado am pliamente las causas que promueven el proceso de m igrac ió n y metropo l izac ión en nu estro continente. Tanto el estancamiento de la produ cc ión rural, por no absdrber po bl ac ión, como su moderni zac ión cap ita li sta, por desp lazarl a, alientan la m igrac ión ru ra l-urbana.19

19. Véanse, entre otras obras, Hardoy y Schaede l (eds.) Asenta mien­tos urbanos y organización socioprodu ct iva en la historia de América La­t ina, Ed iciones SIAP, Buenos Aires, 1977, y Un ike l y Necochea (eds.), Desarrollo urbano y regional en América Latina, Fondo de Cul tura Eco­nóm ica, México, 1975.

Page 35: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

La reforma agraria, que tantas expectativas concitó en los últi­mos decenios, no alcanzó a afectar significativamente este pro­ceso migratorio, a causa de las formas en que se llevó a cabo.

Los casos de Bolivia y México, donde fue más extensa y pro­funda, muestran grandes similitudes. En ambos, la distribución de tierras no estuvo acompañada de una dotación de recursos y un cambio en las relaciones sociales en la escala necesaria para elevar significativamente los ingresos de la pequeña produc­ción campesina. En ambos países las áreas de frontera agrícola empresaria, orientadas hacia la demanda de la agroindustria y la exportación, absorbieron, en los hechos, el grueso de la for­mación de capital público y privado, sin que por su misma orientación, tecnológica y de mercados, hubiera re spuestas adecuadas a las necesidades de empleo y alimentación de am­bos países. 20

Al tiempo que ia est ructura agrar ia impulsa la migrac ión ru­ral, la acentuada metro poi ización de ésta y e l atractivo que ejercen los mayores centros urbanos responden a un patrón de comportamiento de las economías regionales, presente en la mayoría de las economías dependientes, donde el poder de atracción de la metrópoli proviene de su función real como centro de concentrac ión de los excedentes regionales y na­cionales.

En el desarrollo combinado, típica situación de los países de­pendientes, se genera una constelación de relaciones de domi­nación y marginación, tanto sectoriales como espaciales. Las actividades y los espacios dom in antes son los que sacan pro­vec ho de la v inculación nacional con el mercado mundial. Sus necesidades y posibilidades de acumulación determinan en gran medida la marcha de los procesos económicos y sociales en escala nacional, y su evolución cíclica puede, por ello mis­mo, arrastrar al resto de las actividades productivas y espacios regionales . Tanto es así que num erosas investigaciones rela­cionan el crecimiento urbano de nuestras metrópolis, y su fisonomía, con las cambiantes relaciones de dependencia es­tablecidas a lo largo de los dos últimos siglos. 21

Si este mecanismo funciona, podría explicar la falta de "atra ct ivo" de los centros urbanos menores y justificar su escaso dinamismo demográfico Si las posibilidades de empleo produc­tivo son severamente limitadas por las condiciones de organiza­ción de la producción y de la apropiación de recursos y produc­tos, la traslación de excedentes desde los centros urbanos me­nores hacia la metrópoli concentra también las oportunidades de participar del consumo urbano con base en una adscripción marginal en el mercado de trabajo.

Por último, ya en la ciudad latinoamericana, la persistencia de altas tasas de natalidad, junto a claras motivaciones so­cioculturales, parece responder también, en numerosos casos, a una racionalidad económica. Son cada vez más numerosas las

20. P Gutman, " Diagnóstico socioeconómico del área boliviana de la cuenca del río Pilcomayo" (mimeo.), Buenos Aires, 1976.

21. Véase Browning y Ribert, "Urba nización, transformación sec­torial y utilización de la mano de obra en América Latina. Una interpre­tación hi stórica desde la perspectiva internac ional", en Hardoy y Scha­edel (eds.), Ensayos históricos sociales sobre la urbanización en América Latina , CLACSO, Ediciones SIAP, Buenos Aires, 1978.

1309

investigaciones que ven la alta natalidad registrada en los sec­tores marginales urbanos, no tanto como la persistencia de ca­racterísticas culturales tradicionales o agrarias, sino como una respuesta "económicamente lógica" a las condiciones de in­tegración de dicha población en el mercado de trabajo urbano. 22

Las metrópolis crecen sosteniendo la segregación física y económica de un número cada vez mayor de sus habitantes, pues una de las características más explosivas del actual estilo de desarrollo de América Latina es su patrón de " desarrollo ex­cluyente". En el decenio 1965-1975 América Latina presentó unas cifras agregadas de crecimiento de su 1'1B (5.6% anual acu­mulativo, 2.9% per cápita) que pueden considerarse apre­ciables de acuerdo con los nivel es internacionales. Sin embar­go, este crecimiento fue acompañado de una escasa absorción de mano de obra en los sectores más dinámicos.

La integración, la oligopolización y la trasnacionalización crecientes de la economía promueven un desarrollo tecnológi­co que limita severamente la oferta de empleo. De 1963 a 1969 la producción industrial aumentó 64% en Argentina, mientras que el empleo industrial permaneció constante; en el mismo período, estos porcentajes son de 14 y 1.3 por ciento en Colom­bia, y de 94. 7 y 11 .6 por ciento en Bras i 1 durante la década 1959-1969. 23

No sólo el estilo de desarrollo y las técnicas incorporadas en los procesos alimentan esta dinámica . La apropiación de recur­sos y productos, al dar preponderancia al consumo del sector de altos ingresos, orientado por conductas imitativas del siste­ma de vida de los países centrales, refuerza la ventaja compara­tiva de la trasnacionalización y la importación de técnicas y productos por parte de las empresas. 24

Tanto por este fenómeno como porque los aumentos en la productividad de los sectores dinámicos no se manifestaron en un correlativo aumento en los ingresos de los asalariados en dichas actividades, el crecimiento del ingreso se ha concentra­do en los estratos más ricos de la población. En el conjunto de América Latina, durante el último decenio, la brecha entre pobres y ricos se ha ensanchado significativamente, y fueron estos últimos los principales beneficiarios del crecimiento económi­co de estos años.

A pesar de e llo, la concentración de la población en los gran­des centros metropolitanos ha de continuar, pues la ciudad di­socia la actividad de sus habitantes como consumidores y como productores en una medida mucho mayor que las zonas rurales . Ello hace posible que aun la población marginal tenga acceso a

22. Véase L. Lomnitz, " La marginalidad como factor de crecimiento demográfico", en Hardoy y Schaedel, Ensayos históricos ... , op. cit. Sobre la interrelación de los comportamientos demográficos, el consu­mo y el empleo en la población urbana, véa nse también los interesan­tes artículos de Henry, Flisfich y Singer en CLACSO-PISPAL (eds .), Urbani­zación y estructura urbana y dinámica de población, Santiago de Chile, 1977.

23. SA H cuadro 27. 24. Raúl Prebisch, "C rítica del capitalismo periférico" y "Estructura

soc ioeconómica y crisis del sistema", en Revista de la CE PAL, núms. 1 y 6, Santiago de Chile, primer semestre de 1976 y segundo de 1978 respec­tivamente.

Page 36: estri u ctu ri a 1

1310

serv ic ios de educac ió n, sa lud y espa rc imiento que, por limi ta­dos q ue sea n, superan a los disponi b les en el med io rura l; esta situac ió n se refuerza en los gra ndes centros metropoli tanos, por su pa pel de concentradores de l ingreso reg io nal y nac ional .

En conco rda nc ia con los com enta ri os anteri o res, los trabajos rec ientes sobre la pob reza en Am éri ca Latin a mu estran que el habitante urbano ti ene mejo res pos ibilidades de superar la línea de pobreza que su contraparte rural. A ltimir ca lcul a que los hogares de Am éri ca Latina ba jo la línea de pobreza alcanza­ban a 26% de su po bl ac ión urbana y a 62% de su pobl ac ión rural. 25 Todavía el grueso de los pobres se encuentra en las áreas rurales, pero esta situac ión ha de va riar hac ia fines de siglo, como resultado del c rec imiento urbano, dentro de l ac tu al es til o de desarroll o.

A consecuenc ia de lo anteri o r, las pobl ac io nes preca ria s cre­cen en la m ayorí a de los centros urbanos de Am éri ca Latina a un ritm o que llega a tripli ca r el c rec imiento urbano pro medio, descansa ndo en pos ibilidades de autoconstru cc ión, con mí­nimas dotac iones de se rv ic ios bás icos. Se estim a que en va ri as de las metró poli s latin oam eri canas este t ipo de constru cc ión representa 50% de l total de v iv iendas ac tualmente construidas. 26

A unque no se dispone de in fo rmac ió n prec isa al respecto, ell o se puede inferir de los datos disponibl es sobre crec imi ento de­m ográfic o y geográfi co de los asenta mientos preca ri os. Ningún país decl ara tasas de crec imiento de los asentamientos preca­ri os inferiores a la m edia urbana; M éx ico inform a tasas de 12% de crec imiento anu al de la pobl ac ió n de sus asenta mientos pre­cari os, contra 2.3% de tasa m edia urbana. En la c iudad de Gu atem ala los va lo res son 28 contra 5.3 por c iento; en Lim a 13.7 contra 5.9 por c iento 27 En Bogotá, de 1964 a 1970 los asen­tamientos precari os pasa n de ag rupar 36% de la po bl ac ión en 33.7% de las v iv iend as del tot al urbano a representar 49 y 42 por c iento respec tivam ente 28 En Rí o de Jane iro, M éx ico, Lim a, Arequipa, Chimbote y Ca racas, las c ifras de los dos últimos de­cenios mues tran un perm anente crec imiento de la pobl ac ión ubi cada en asentamientos preca ri os. 29

Se ha di scutido reiteradam ente si es o no fun c io nal la pobl a­c ión m arginal de las m etró po li s latinoa meri ca nas, 30 en relac ión con las neces idades de l proceso general de produ cc ió n, y en qué m edid a esta pob lac ión parti c ipa en la determ inac ió n de l prec io de la fu erza de trabajo y así , direc ta o indirectam ente, en las condi c iones de acumul ac ió n del ca pital.

Tal vez res ulte m ás adec uado pensa r, no en un a única si­tu ac ión " integrac ión versus des integrac ión" sino, por el contrario, en una din ámica de relac io nes co inc identes y contrad icto rias . En a lgunos casos des taca la utilidad de la poblac ión m argin al para la deprec iac ión de la fu erza de trabajo requerida por el proceso general de produ cc ió n, mientras qu e su crec imiento

25. O. Altimir, " La pobreza en Améri ca Lat ina. Un examen de con­ceptos y datos", en Revista de la CEPAL, núm. 13, Santiago de Chil e, abril de 1981

26. EMV, cuadro 48; CR HSSA, cu adro 18; SA H , cuadros 35 y 46. 27. EMV, cuadro 48. 28. SA H , p. 185 . 29. SAH, cuadro 46. 30. Véanse, por ejemplo, J Nun, "Superpoblac ión relati va, ejército

de rese rva y masa marginal", en Revista Latinoa merica na de Soc io logía, núm. 2, Buenos Aires, 1969, y M. Castell s, "La marginalidad urbana en Améri ca Lat ina" (mi meo), UNAM, México, 1976.

améri ca latin a: ambiente y urbanización

entra en cont rad icc ió n muchas veces con el proceso de prod uc­c ión de l háb itat urba no y sus necesidades de va lo ri zación.

Esta situac ión res ul ta ident if icab le con gran fac ilidad en casos com o el de Venezue la, donde la m argin alidad urbana se refi ere a condic iones de v iv iend a y se rv ic ios de amplios sec­tores urbanos q ue, sin em bargo, se enc uent ran c laramente in­teg rados al mercado general de trabajo

Y, por supuesto, la contrad icc ión es histó ri ca y re lat iva, pues aun en las pobl ac io nes y v ill as se desa rro ll a un p roceso de ac u­mul ac ión con base en la apropiac ión y m erca ntili zac ión del há­bitat (sitios, m ateri ales, v iv iendas p reca ri as, se rv ic ios); una sub­acumul ac ió n de la mise ri a.

PR OCESO DE PRODUCC IÓN DE LA CIUDAD Y DIF ERENC IAC IÓN DE L AMB IE NTE UR BANO

E n los centros urbanos menores la produ cc ión del hábitat se encuentra limitada por los es trec hos marcos de la acumul a­

c ió n en los procesos productivos loca les; la gran m etrópo li en camb io al actuar como concentradora de excedentes en esca la nac ional y regional, sienta las bases para una separac ión m ayor y da pie para un a pos ible contradi cc ión entre las condic io nes generales del proceso de produ cc ión y el proceso de produ c­c ión del háb itat urbano. És te adquiere un especial atractivo como punto de ca ptac ión de excedentes, apoyado en la diferen­c iac ión crec iente y la aprop iac ión pri vada de l amb iente urba­no. Es te hecho ha sido reconoc ido em píri cam ente en la m a­yo rí a de las metrópo li s latin oam eri canas, aunque su verdadero peso económico queda mu chas veces oc ul to. En efec to, las estadísti cas de la contabilidad nac ional no reg istran es tos pro­cesos de va lo ri zac ión rentísti ca y redistribu c ión de excedentes, que no se dan sobre fluj os rea les sino sobre la va lo ri zac ión de ac tivos y los pagos de transferenc ias.

Sin embargo, y aun en términ os del PI B, la constru cc ión representa un componente signifi ca ti vo de la ac ti v idad econó­mi ca en A m éri ca Latin a. Sin inc luir la autoconstrucc ión, que tampoco se reg istra en la contabili dad nac ional, di cho sector aporta en A méri ca Latina m ás de 5% del PIB; la fo rm ac ión de cap ital a que da luga r m ás que duplica es te va lor y el sec to r ab­sorbe m ás de la mitad de la inve rsión bruta fij a anuai. 31

Al mism o ti empo, el sec to r de empresas de constru cc ió n pre­senta, en comparac ió n con el sec tor m anufac turero, una elev a­da re lac ió n trabajo-capital, por lo que resulta un impo rtante of erente de trabajo, dem and a un a gran proporc ión de trabajo no ca lifi cado y os tenta un coefi c iente de importac iones m enor qu e la industri a m anu fac turera y un elevado poder multipli ca­dor, pues sus requerimi entos se encadenan con un amplio es­pec tro de industri as bás icas.

A ello ca be agregar qu e, también comparat iva mente con la industri a, la cons trucc ión presenta una es tru ctura m ás competi­ti va, m enos o ligopo li zada y m ás " nac io nal"; es deci r, con un porcentaje mucho m enor de parti c ipac ión de empresas transna­c io nales.

Sin embargo, todas las v irtudes seña ladas no han sido capa­ces de asegurarl e un desempeño acorde con e l ni ve l de dem an-

31. CE PAL, cuadros 53 y 55; EMV, cuadros 53 y 54.

Page 37: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

das que se es bozaron en las pág in as anter io res, mientras que sus va lores de empleo por hab itante, va lo r agregado y part ic i­pac ió n en la inve rsión bru ta f ij a son infer io res a un te rc io de los que se o bserv an en Europa y Estados Unidos.

Podemos encontrar a lgun as de las ca usas de es te retraso en las condi c io nes de o rganizac ión de l mercado y en la m ecáni ca de va lo ri zac ión de la const ru cc ión urba na. Destaca, a este res­pec to, que las em presas y también los invers ioni stas, a pesar de se r compet itivos por su número y tamaño, actúan com o mo no­po li stas en lo que hace a la ob tenc ió n de benefi c ios extraordi­nari os, de renta, m edi ante la aprop iac ión del suelo urbano.

La especul ac ión en suelos urbanos constituye trad ic io nal­m ente un com ponente de la construcc ió n y la inversión inmobi­li ari a que aumenta apreci ablemente los cos tos de v iv ienda e infraes tru ctura. Se aprec ia en todas las estadí st icas reg istradas, que los prec ios de la ti erra aumentan persistentemente, en fo r­m a mu cho m ayor que el ni ve l general de prec ios o que el res to de los costos de construcc ió n. 32

Este so lo hecho, la utili zac ión del suelo urba no com o ele­m ento de especul ac ión, t iene amplias consecuenc ias en el sis­tema de produ cc ió n, en los merca dos de distribu c ión y, m ás en general, en el conjunto del proceso de urbani zac ió n. Si e l enca­rec imiento de la t ierra es un componente importa nte de los be­nefi c ios del sec to r de la constru cc ió n, esto apoya la tendenc ia hac ia las constru cc iones " de luj o", que es tán en mejo r situ a­c ió n de absorber los mayores p rec ios. También impulsa la cons­tru cc ión en altura, para diluir los m ayores cos tos del te rreno y, de m odo m ás general, impul sa un patrón de urbanizac ión y ubi cac ió n de las áreas fun c ionales de la c iudad ori entado ama­ximi za r la renta potenc ial del suelo, a pesa r de que ell o impli­que, como generalmente sucede, o tros cos tos soc ia les, de trans­porte, ambienta les, etcé tera.

Al gunos de es tos cos tos pu eden aprec iars e en la segregac ión soc ial que acompaña a un modelo es pac ial de es te tipo, los pro­blem as de congesti ón en las áreas centrales urbanas, el despl a­zamiento de las pob lac iones marginales hac ia terrenos de baja aptitud físi ca (pendientes, zon as inund abl es, quebradas) y los mayores cos tos que ta les áreas implican para la do tac ió n de servi ci os bás icos.

El m onopo lio del sue lo urbano lo es t ambién de los compo­nentes artifi c iales a él in co rpo rados, o el de los que fo rm an su ento rno inmed ia to. E 1 deca imiento de los v iejos cascos urba­nos, la pres ió n po r apro piarse de las áreas adyacentes a nuevas infraestruc turas de se rv ic ios bás icos o el proceso de despl aza­miento de los sectores de bajos ingresos responden mu chas ve­ces a esta dinámica.

Las técni cas de construcc ió n ti enen también amplias impli­cac iones en cuanto a las condi c iones de produ cc ión y distribu­c ió n de l hábitat, u tili zac ión de recu rsos y ca racterí sti cas del produc to que ofrecen al m ercado. En esca la mundial , la cons­tru cc ió n ha sido una de las actividades con m enor prog reso téc­nico. Aun en los países avanzados, el gasto tecno lóg ico en inves ti gac ió n dentro de l secto r es propo rc ionalmente muy infe­ri o r al que rea li za, en prom edio, el sec to r industri al y, adem ás, el gru eso se concentra en las acti v idades proveedoras de insu-

32. TAH, cuadros 1, 2 y 3; SA H, cuadros 3.8 y 3.10.

1311

mos y en mu cho menor m ed id a en la act iv idad de constru cc ión mism a.

En Améri ca Lat ina coex isten empresas muy tec nifi cadas, ge­neralmente t ra nsnac io nales, y m ed ianas y pequ eñas empresas que ut ili zan m étodos m ás trad ic io nales, de m ayor densidad de traba jo. Po r lo general, las empresas más tecnifi cadas cubren aspectos parc iales del proceso constru ct ivo (excavac iones, es­tru cturas de concreto) o determin ado t ipo de constru cc ion es, genera lmente no de v iv iendas, que han p resentado m ejo res oportunid ades pa ra la m eca nizac ión (ca ll es y ca rreteras, obras de infraest ructura, et céte ra).

A un cuando en pro medio las empresas de la const ru cc ión de Améri ca Latin a se encuentran mu cho menos tec nifi cadas q ue las de Euro pa y Estados Unidos (con algunas excepc iones, com o Venezue la), se aprec ia una ampli a difusión del di seño y los m a­teri ales desarroll ados en los países ind ustri ali za dos . Es to co in c i­de con un a lto nive l de concentrac ión y transnac ionali zac ió n de las empresas proveedo ras ci e insum os de la constru cc ión, en parti cul ar en rubros bás icos como hierro, acero, cemento, v idrio, ce rámica, pinturas, p lásti cos, etcéte ra.

Los efec tos de esta difu sió n de m ateri ales y di seños se cues­ti onan cada vez m ás. El abandono de diseños trad ic ionales, mu­chas veces m ejo r adaptados a las ca racterí sti cas del ambie nte loca l, el desaprovechamiento de m ateri ales loca les y los a ltos cos tos de in stalac ió n de las indu stri as prod ucto ras de insumos son algunas de sus ca rac terí st icas nega tivas. M ás aún, ex isten ev idenc ias de que el tipo de merca do de des tino af ec ta no só lo las técni cas constru cti vas, sino también la parti c ipac ión de l tra­bajo en las mism as. En M éx ico se ha es tim ado que una unidad fa mili ar de lujo da empl eo a 35.2 personas, mientras que un a unidad económ ica empl ea 42 personas. 33

Podrí a supo nerse que la pa rti c ipac ión del sec tor públi co en la producc ión de l hábitat urbano actuara pa ra compensa r es tas ca ra cterís ti cas de l sec to r com erc ial, pero las pru ebas suelen in­d ica r lo contrari o. A pesar de una constante e importante pa rti­c ipac ión públi ca en la inve rsió n bruta fij a (aprox im adamente 35% en esca la reg io nal), la parti c ipac ión del secto r públ ico en la constru cc ió n de v iv iendas ha sido mu cho m ás errát ica, flu c­t uando ampl iam ente aun en cortos perí odos. 34

Igualmente si gnificativo resulta señalar que la o ferta públi­ca de v iviend as se rea li za a través del sistem a comerc ial de constru cc ió n, sujeto a las mism as ca rac terí sti cas tec no lógicas antes señaladas, y se destina al m ercado de asa lariados medios, úni co públi co con ingresos que le permiten parti c ipa r en es tos pl anes.

Considérese es ta parado ja: los dos países con mejores expe­rienc ias de ca ptac ió n de fond os para constru cc ión públi ca de v iv iendas, M éx ico, con su sistem a de impuestos a los sa lari os, y Bras il , con la utili zac ión de fo ndos de ju b il ac ión, son just am en­te dos de los casos de m ayor deseq uilibrio ent re oferta y de­ma nd a de v iv iendas y en los que es m ás evidente que el so lo re­quisito de empleo establ e para parti c ipa r en di chos program as

33 . Nac iones Unidas, Administrac ión financ iera de proyectos gu ber­namentales de vivie nda, 576. IV.4, Nueva Yo rk, 1976, p. 31

34. Llegaba a 65% de la inversión nac ional en vivienda de Vene­zuela, en 1967y 1968; era só lo de 23% en Costa Rica, y pasaba de 65 a 25 por ciento en Chil e, de 1968 a 1970. Véase EMV, cuadro 51

Page 38: estri u ctu ri a 1

1312

deja fuera de l mercado a la m ayor parte de la población urbana con ca renc ias de v iv ienda.

La producción de serv icios urbanos está, por su parte, en manos de l sec tor público, aunque tamb ién se realiza por contrati stas privados . Sin emba rgo, a pesar del carácter " públi­co" de es tos se rvicios, e ll os también parti ci pan en el proceso de aprop iac ió n pri vada del ambiente urbano (muchas veces di­rectamente, porque el sec tor público ap li ca exp lí c ita o implí­c itamente cri te rios de rentabilidad privada al o ri entar sus inver­siones).35

Otras veces, tal vez en la mayoría de los casos, e l Estado rea­li za inversiones no rentables en se rvi c ios públicos dirigidas pre­ferentemente a los secto res ricos de la población . Basta obser­va r la dotación de transporte, agua, alumbrado, teléfonos, etc., de cua lquiera de nuestras gra ndes ci ud ades, para ver cómo el Estado discrimina en la dotación de serv ic ios, aun sin siquiera tener el just if icat ivo de que lo hace por motivos de rentabi­lid ad.36

Por ú ltimo, aun cuando no sea la intención, las fuerzas del mercado urbano terminan fac ilitando la apropiac ión privada de los serv ic ios públicos urbanos.

Reiteradamente se presentan situac iones donde costosas obras de infraestructura física son desviadas de sus propósitos origi na les mediante e l encarecimiento y aprop iac ión de los te­rrenos adyacentes. Las obras de renovación urbana se conv ier­ten en métodos de desplazamiento de la población de bajos re­cursos, expulsada por el encarecimiento de las propiedades reva lorizadas, o a la inversa, se ace lera el deterioro de antiguas áreas residenciales, como rea cción de los inversionistas ante la ca íd a de su potencial rentíst ico.

LA DISTRIBUCIÓN DEL DETERIORO AMBIENTAL EN LA METRÓPOLI

A partir de los comenta rios anteriores podemos rev isar ahora algunos de los mecanismos más conoc idos de distribución

del deterioro ambienta l en las metrópo li s de América Lati na.

El primero y más importante es la simple exclus ión y margi­nación . Las poblaciones de menores ingresos se encuent ran in­capacitadas para participar en el mercado o rganizado de vi­vienda y servic ios urbanos y, por tanto, se ven expu lsados hacia las áreas de más difícil va lori zac ión, que por supuesto presen­tan las mayores limitac iones físicas para la const ru cc ión de vi­v iendas y dotación de se rv ic ios.

E 1 carácter estructural de esta situación se aprec ia aún más si se cons ideran algunas característ icas de la oferta comercial de viviendas urbanas. Según datos del Banco Mundial, para 1970, aun con financiamiento a 25 años, sin pago inicial y a un interés de 10% an ual, 55% de los hogares de la ciudad de Méxi-

35. F. Barreto y R. Gilbert, " E 1 défi cit de los servic ios urbanos, ¡una limitación estructu ra// ", en Revista de la CEPA L, núm. 4, Sant iago de Ch il e, segundo semestre de 1977.

36. Un equipo de trabajo sobre el Litoral Central Venezolano, que nos tocó orientar en el Curso de Posgrado en Planificación Urbana de 1979, en la Universidad Central de Venezu ela. comprobó varios ejem­plos de esta predilección de las inversiones en serv icios públicos por subsidiar a los sec tores de altos ingresos.

américa latina: ambiente y urbanización

coy 47% de los de Bogotá no esta rían en co ndic iones de com­prar la v iv ienda más barata const ruida en d ic has c iudades. 37

Un segundo mecan ismo resulta de la apropi ac ión pr ivada del gas to púb lico en dotación de se rv ic ios urbanos. El siste m a se o ri enta hacia una dotación preferencia l de se rv ic ios a los secto res de altos ingresos a través de múltipl es mecanismos : porque exp líc itamente se ex ige una recu peración m erca ntil de los gastos, por la mayor capac idad de los sec tores urbanos de mayores ingresos para orientar las decis iones y el gasto público, o por su capacidad de apropiarse, en el uso, del espac io urbano púb li camente construido.

La histor ia de las invers iones en via lid ad urbana reúne simul­táneamente los tres componentes. Como resu ltado, el automó­vil privado ocupa 80% de las vías de transporte en América La­tina, pero só lo traslada de 15 a 25 por ciento de las personas movilizadas. 38

Los ejemplos abundan y la experiencia de todos los grandes centros urbanos de Améri ca Latina acumu la casos de dotación de se rv icios, renovación urbana y sistemas de transporte que re­su l tan en un nuevo cic lo de valori zac ión y aprop iación que ex­pulsa, hacia sus límites, a los pobladores de menores ingresos. 39

En A m érica Lat ina, la ideología del gasto público recubre es­tas situac io nes con un razonamiento que es exactamente opuesto a lo que sucede en la realidad. Así, se afirm a la priori­dad de invertir en se rv icios urbanos por su ca rácte r de "púb li­cos", de esta r dirigidos al conjunto de la población, mientras que los programas de v iviendas atenderí a a grupos particulares, que deberían ser se rv idos por la actividad privada.

Esta dinámica del mercado, el desplazamiento de los sec­tores de menores ingresos, actúan inc luso en muchos de los sis­temas de v ivienda de interés soc ial realizados con fondos o aportes públicos y en los que la dinámica de los mercados de trabajo y de vivienda impone una doble dirección. En algunos casos, la va lori zac ión urbana en áreas vecinas, al aumentar considerablemente el precio de la vivienda, empuja al primer propietario a venderla y a retroceder nu evamente hac ia áreas marginales . En el otro extremo, la fa lta de servi cios de manteni­miento y la inestabilidad de ingresos de la población adj udi ca­taria hace retroceder las condic io nes de v ida a los de una "v ill a de cemento". 4º

Aunq ue la mayoría de las propuestas de planificación, gene­ralizadas en América Latina a partir de la década de los sesenta, in c luyen un capítul o sobre programas de vivienda, las metas y programas propuestos no se adec uan a la esca la de los proble­mas ex istentes. A ello debe sumarse que, en general, dichos pla­nes y metas no se cump len, en parte por la debilidad genera l del proceso latinoameri cano de planif icación, pero más en par-

37. SAH, cuadro 2.19. Aun así, estos datos son comparat ivamente "buenos" . Estimaciones simi lares para la India dejan fuera del mercado de viviendas a 90% de la población urbana (Sh. D'Souza, " La opinión de un heterodoxo", en Mazingira, núm. 9, Pergamon Press, 1979.

38. CEPAL, Indicadores del desarrollo ... , op. cit. 39. Barreto y Gilbert, op. cit. 40. En un sistema de diferenciación y apropiac ión este proceso lle­

va sus contradicc iones hasta el barrio marginal. Véase G. Riofrío y A. Rodríguez, De invasores a in vadidos, diez años de autodesarrol/o en una barriada, DESCO, Lima, 1980.

Page 39: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

Li cul ar por la baja pr io ridad que se as igna a d ichas invers iones, a lo que tamb ién coadyuva la heterogeneid ad de las autorida­des ad ministrativas invo lu cradas, dependientes en la mayoría de los casos de los ni ve les munic ipales, c rónica mente afecta­dos por falta de recursos .

Ni hacer ni dejar hacer, otra form a de discriminación, es la fa lta de cana les públicos para rec ibir e in terpretar las dem an­das de la poblac ió n m argin al urbana .4 1

A l mismo ti empo las met rópo li s latinoame ri ca nas se acercan cada día más a un deterioro ambienta l de d ifíc il distribución so­c ial, p roducto del agotamiento de las capac idades as imilativas del m edio, m agnificado po r los meca nismos ya anali zados. Ej emplo de ell o son la contami nac ión de l aire en c iudades co­m o M éxico, San Pablo y Sant iago, o el abasteci mi ento de agua desde d istancias cada vez m ás lejanas. 42

La necesidad de cos tosos tratamientos de aguas servid as ur­banas y el congest ionam iento del tránslto, que lleva a veloc ida­des promed io de desplazam iento urbano de 3 km por hora en los horarios pico, se conv ierten en factores de dete rioro urbano cada vez m ás vis ibles para el conjunto de la poblac ión urbana, que ahora, en todos lcis ni ve les soc ia les, rec lam a por cambios de fondo.

Sin embargo, es tá c laro que ex iste, al menos en el co rto pl a­zo, una respu esta autoritaria, de la que tenem os tri stes ejem­p los; una nu eva vue lta de tu erca en la desigual distribución so­c ial de l deteri o ro ambiental, recurriendo a un enca rec imiento cada vez m ayor de los costos de la v id a urbana para expulsar, por medio del mercado o simpl emente por la fue rza, a los sec­to res más débiles haci a los confines del deterioro en sus condi­c iones de v ida.

A unque e l hori zonte de ti empo de es ta s sa lid as no se rá muy largo, los costos humanos que imp lican pueden se r muy altos. La búsqueda de so lu c io nes represe nta, entonces, tanto una ne­ces idad de justici a socia l como de viab ilidad ambiental.

Algunas posibilidades de ecodesarrollo

D e todo lo di cho resulta c laro que afrontar la problemática , ambienta l de las metrópolis latinoamericanas requiere, en

su nivel más genera l, de una reorientación del desarrollo, en una perspectiva regional y loca l, que actúe a largo plazo para revertir las tendenc ias de atracc ión metropolitana.

Una estrateg ia de este tipo va mucho más all á de la promo­c ión de " polos de desarrollo", pues pretende des montar las re-

41 . Véanse Cornelius y Dietz, " Urbanizac ión, formulac ión de de­mandas y sobrecarga del sistema po lítico", en Eure, vol. 15, núm. 1 3, Sant iago de Ch il e, 1976, y H. Dietz, " Lima metropo litana entre 1968 y 1975. Prob lemas urbanos y res pu estas gubernamentales", en Revista ln­teramerica na de Planificac ión , vo l. XI, núm. 43, Méx ico, 1977. En es tos artícu los se mu estran las peripec ias de la poblac ión marginal para ll a­mar la atención de l sector públi co en Méx ico y Lima. En J. Turner, Free­dom to Build, Macm illan, Nueva York , 1972, se i lustra cómo en las men­cionadas y en otras ciudades la reg lamentac ión públi ca pena las inicia­t ivas de autoconstrucción de la pob lac ión.

42. Se estima que, para fines de siglo, proveer de agua a los centros urbanos del litora l de Venezue la representa rá, sólo en bombeo, un cos­to energético equi va lente a 100 000 barr iles diarios de petróleo.

1313

lac iones de do minac ió n soc ial y espac ial que se es tabl ecen entre la metrópo li y el terr itor io en una economía dependiente (mientras que los po los no hacen m ás que reforza r estas relac io­nes); un desa rro llo reg ional y local m ás autoce ntrado, más inte­grado y compl em entari o, puede ll egar a c rea r nuevas oportuni­dades de producción y crec imiento, con a lta demanda de em­pleo tanto en el ámbito rural como en el de los cent ros urbanos pequeños y m edianos. La posib ilid ad del ecodesarrollo rural , con su insistenc ia en el aprovechamiento múltipl e de l potencia l product ivo de los recursos natura les, apunta no só lo a un cam­bio en la relac ión de produ cc ión rural, si no también a una posi­bilidad de revertir la relac ió n ca mpo-c iudad, desde un ext remo de succ ión de excedentes y población, hac ia una relación más equ ilibrada de comp lem entariedad, uno de cuyos resultados debería se r, ju stamente, la consolidac ión de una red urbana re­giona l que anule las tendenc ias a la metropoli zac ión.

Es muy probable que, sin esta reori entac ión del desa rroll o globa l, nu es tra creciente percepción de los problemas urbanos, y muc has de las nuevas opc iones de urbani smos y organizac ió n que se han producido en los ú !timos años, 43 no lleguen a im pe­d ir que se reitere el c ic lo de va lorización, apropia ción pri vada y despl azam iento de la pob lac ión m arginal que hemos desc rito, agravado aún más por las limitaciones de l amb iente urbano, frente al c rec imiento de las metrópolis .

La c re c iente m etropoli zac ión reforza rí a, en este contexto, los costos ambientales, por la superación de la capacidad de so­porte del ambiente; al mismo tiempo, exacerbaría la c reac ión y apropi ac ión de benefi cios rentísti cos en los es pac ios amb iental­mente " atract ivos" cada vez más escasos, ocupados por los sec to res de altos ingresos.

Otro componente que nos parece a todas lu ces de igu a l im­portanc ia es la puesta en marcha de una políti ca urbana de sue los, sufi c ientem ente amp li a y radica l para alterar la distribu­c ión del ambiente urbano.44 No se trata necesa riam ente de una estat izac ión del suelo "a l est il o socia li sta". 45 El aban ico de po­sibi lidades es más amplio de lo que pu ede cree rse ini c ialme nte. En un rec iente trabajo de las Naciones Unidas (1978) se pasa re­vista a un gran núm ero de exper iencias y opc iones (imposi c ión, criter ios de tasación, nac ionali zac ión, redef ini ción jurídica de los derechos de propiedad), que muestran la v iabi lidad de una política de suelos urbanos en distintas condic iones instituciona­les y económicas.

43. Véase, sobre el tema, los importantes documentos producidos por las Naciones Unidas desde pr incipios de los años setenta. Además de los ya citados en es te trabajo, pueden consultarse los sigu ientes: Vi­vienda, constru cción y planificación, 250. período de sesiones, tema 49, A/8037, 1970; M ejoramiento de tugurios y asentamientos no contro lados, ST/TAC/SER. C/124, 1972; Asociaciones para la cons trucción de viviendas sin fines de lu cro, ESA/CTC/SEM/75/2, 1975; Los e fectos soc iales de la vi­vienda , ESA/OTC/S EM/77/2, 1977, y Finan c iamiento no convencional de vivienda s para familias de bajos ingresos, ST/ESA/83, 1978, todos publi ca­dos en Nueva York, as í como el documento de la CE PAL, Latin America and the Habitat Challenge, E/CEPAL/L. 136, Santiago de Chile, 1976.

44. La neces idad y los posib les alcances de una reform a urbana se han seña lado reiteradamente en Améri ca Latin a. Véanse, por ejemplo, los interesantes trabaj os reunidos en las obras citadas de Hardoy y Schaede l (eds .).

45 . Algunos de los problemas soc iales y urbanos de la po líti ca de " precio ce ro" del suelo urbano en los países de Europa Oriental se plan­tean en J. Szelingi, " Reg ional management and soc ial class: the case of Eastern Europe", en P. Lacoste (ed.), The Environment o f Human Settle­ments, Pergamon Press, Oxford, 1976.

Page 40: estri u ctu ri a 1

131 4

En es te caso, las rápidas tasas de crec imiento de las metró­polis lat inoamericanas pueden verse no como un problema sino como una posibilidad, pues tan só lo una política decidida de compra o reserva de suelos periurbanos sign if icaría, hacia fines de sig lo, la capac idad de contro lar la mitad del sue lo urbano; en el mejor de los casos, las dos terceras partes (de hacerse rea­l id ad las tasas de crec imiento tendencialmente previstas).

En el último decenio hemos visto una crec iente y valiosa ex­perimentación de nuevas tecnologías para el medio urbano, de la que mucho se puede aprender.46 También hemos tomado conc ienc ia de que la tecnología forma parte, en su expres ió n más genera l, de una estructu ra social económica que, si no es enfrentada simu ltáneamente en esos tres niveles, resultará de muy difícil supera c ión . Un penetrante trabajo de Galtung seña­la estas interrelaciones, enfatizando sus efectos en el ambiente y algunos caminos para el desarrollo de una tecnología autonó­mica .47

Así no sólo resultará necesario desarrollar y difundir el co­nocimiento de estas tecnologías, sino también promover las condic iones para hacer posible su aplicación y ev itar que sean acaparadas por las mismas fuerzas económicas a las que se pre­tende enfrentar.

Nuevamente, una capacidad rea l de control público de los suelos aparece como una de las bases necesarias para poten­ciar las opciones tecnológicas que el ecodesarro llo plantea a la urbanística.

Una reforma urbana significativa, basada en una capacidad importante de control de suelos, permitirá en primer lugar incluir en forma explícita, dentro de la planificación, las necesi­dades de un nuevo urbanismo de las poblaciones y los ranchos. Aunque esto parezca elemental, hoy segu imos viendo cómo los planificadores urbanos no incorporan en su diseño las "á reas de villas y poblaciones", como si al negar la realidad ésta desapa­rec iera. Empero, lejos de desaparecer, los planes reguladores que definen áreas residenciales, com erc iales e industriales, y a lo sumo áreas para viviendas "económicas" o de población de "escasos re.cursos", son superados, a los pocos años, por la ex-

46. La literatura y los centros de investigac ión y prueba de nuevas tecnologías están en crecim iento constante, aunque, como decíamos al comienzo del artículo, corremos el peligro de que también se convier­tan en una mercadería de exportación de los países desarrollados. Entre las publicaciones periódicas que difunden información sobre este tema figuran IFDA, Dossiers (Nyon), Mazingira (UNEP, Pergamon Press), Bole­tín de Earthscan (Londres), Nouve//es de l 'Ecodéve loppement (CIRED, Pa­rí s), Ca rta Bimensual (Cecodes, México). En A. Bahalla (ed.), Towards Global Action lar Appropriate Technology, Pergamon Press, Oxford, 1979, puede verse un cuad ro general del estado del tema y sus avances. Hay un manual con información detallada y fuentes de consulta : Darrow, Kell.er y Pam, Appropriate Technology Sourcebook, Stanford, Ca lifornia, 1981 . Sólo mencionaremos dos centros de investigación y di­fusión : lnternationa l Development Research Center (Box 8500, Ottawa, Ca nadá); lntermediate Technology Industri al Service (Myson House Rai lway Terrace, Rugby, Reino Unido). La Organizac ión de las Nacio­nes Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) (A-1070, Viena, Aus­tria), también ha prestado atención creciente a las nuevas tecnologías.

47. J. Ga ltung, El desarrollo, el medio ambiente y la tecnología. Ha­cia una tecnología autonómica, 5.78. 11. D.11, Naciones Unidas, Nueva York, 1979.

américa la t ina : ambiente y urbanización

tensión de las poblaciones marginal es no previstas en la p lan ifi ­cación of ic ial.

Mayor comp lementariedad y menores requerimientos ener­géticos, recircula c ión de material es y aprovecham iento creati­vo del tiempo social urbano (en sus diferentes nivel es, indivi­dual , famil iar y social): he aquí una amplia línea de innovac ión que, experimentada muchas veces en forma espontánea o en si­tuaciones de necesid ad ext rem a, puede da r lugar a múltiples creaciones, si es apoyada y va lorizada. E 1 apoyo decidido a las innovaciones técnicas que hagan un uso más amplio y adecua­do de los recursos y el ambiente loca l, al tiempo que amplí a a bajo costo la oferta urbana, da origen a patrones de desarrollo más adecuados y eq uitativos, amb ienta l y socialmente.

Inc luso, la relati va " fragilidad " o poca durabilidad de los materiales de constru cc ión no ortodoxos puede verse, en un nuevo contexto social, como una oportunidad de flexibilidad , adaptac ión y camb io, que no existe en nuestra pesada concep­c ió n del hormigón y la autopista .

Comp lementar iedad, recirculación de materiales y bajo con­sumo energéti co pueden ser también premisas para encarar la dotación de se rv ic ios urbanos con una óptica nu eva. Paradóji­camente, adopta r estándares extranjeros (por ejemplo alcanta­rillado, entubado), lleva muchas veces a retardar la difusión de servic ios, pues exige cond ic io nes mínimas demasiado costosas para su difusión.48 Un a cuidadosa conside ración de la esca la de prestación de servicios, de la posibilidad de satisfacer alguno de ellos a escala de la unidad familiar o comunitaria (recircula­ción de res iduos, energía, comp lementos de alimentación, etc .), da hoy respuestas novedosas que pueden dar una dimensión ac­ces ible a los que a primera v ista parecen enormes requ erimien­tos de fondos públicos para la dotación urbana.

La movilización del potencial humano y creativo presente en la autoconstrucción de los asentamientos precarios resu lta igua lmente importante. Numerosas exper iencias han mostrado la alta capac idad de organización y movilización de las pobla­ciones marginales, alrededor de estas reivindica ciones. 49 La institucionalización y lega li zac ión del acceso al sue lo y la pro­moción de formas de organización loca les puede ser el primer paso. Ello, por sí mismo, ayudaría a desmantelar un sistema de espec ul ación, usura y co rrupción burocrática que en la actua li­dad m ed ra en las barriadas marginales.

La promoción de métodos y organizaciones loca les de pro­ducción también puede tener un efecto directo en las condicio­nes de empleo e ingresos de las poblaciones marginales, pues e l efecto multiplicador de los gastos realizados se derrama en alta proporción dentro del mismo sector de la población. Una cosa diferente sucede con el financiamiento público de constru c­ción de v iv iendas de interés social, que es canal izado hac ia el sector comerc ial e industrial en medida mucho mayor.

Los habitantes de la c iudad del año 2000 ya están aquí, los que hoy viven y los que han de nacer. Facilitar las condiciones para su inco rporación en un ambiente que permita a la gran ma­yoría una integración humana plena en la sociedad, es un desa­fío que nos exige un esfuerzo de imaginación y de acción . O

48. Véase Barreta y Gilbert, op. cit . En la obra citada de D'Souz.a se formulan considera ciones similares pa ra el caso de la India.

49 . Véanse las obras citadas de Corne lious y Dietz y de Dietz .

Page 41: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vol. 32, núm. 12, México, diciembre de 1982, pp. 1315-1324

El mercado mundial del banano en 1981 y las perspectivas para el mediano plazo CARLOSM.GALLEGOS*

GENERALIDADES

T anto por su consumo interno como por su exportación, el banano es un fruto de gran importancia para muchos países

de América Latina y el Caribe. Sin embargo, sus variedades y las condiciones en que debe llegar al mercado externo difieren considerablemente de las prevalecientes en los mercados inter­nos; los requisitos del primero son mucho mayores en calidad, presentación y empaque. En este trabajo nos hemos circunscri­to sobre todo al banano destinado al mercado internacional.

Después de la exportación de café, az úcar y algodón, la de plátano es la que genera mayor ingreso de divisas para el con­junto de países de la región, si sólo se consideran los productos básicos de origen agrícola. Al mismo tiempo, la industria del ba­nano genera alrededor de un millón de puestos de trabajo direc­tos, lo que es una significativa proporción del empleo rural de los países exportadores. Asimismo, el impuesto a la exportación de plátano es otra importante fuente de captación de recursos de muchos países de América Latina.

* Del Programa de Comercio Internac ional de la OEA. Aunque en algunos países de América Latina se conoce como banano al fruto pequeño y tierno que se come crudo y como plátano al fruto más gran­de que se consume coc ido o frito, aquí se emplean las dos palabras indistintamente para el fruto pequeño y tierno. [N. de la R.]

En la actualidad, el rendimiento medio por hectárea es de 40 ton de banano al año en los países exportadores de Centro y Sudamérica, relativamente alto en comparación con otros culti­vos.1 Los productores más competitivos de esas zonas tienen ventajas comparativas sobre los productores de otras regiones (por ejemplo, Jamaica vs Taiwan), pues poseen una combina­ción ideal de tierra, altas precipitaciones, extensas unidades de cultivo, considerable uso de fertilizantes y plaguicidas, así co­mo una extensiva irrigación. Si se considera dicho rendimiento, se podría decir que, para cubrir satisfactoriamente las actuales necesidades mundiales de importación de banano, sólo se re­queriría cultivar alrededor de 200 000 ha, extensión mucho m e­nor que la de otros cultivos. 2

A diferencia de la mayoría de los productos básicos agríco­las, el banano es un fruto que no puede almacenarse y se carac­teriza por ser extremadamente perecedero. E 1 máximo período permisible entre el corte y el consumo final no supera las cinco semanas. Durante ese corto lapso debe seleccionarse, empacarse, transportarse a los centros de consumo generalmente distantes3

1 . En América Latina el rendimien to por hectá rea es de 0.6 ton en café; 6 ton en azúcar y 1 .7 ton en cereales. Véase FAO, Anuario de la producción, Roma, 1979.

2. Las superficies cultivadas en América Latina de ca ña de azúcar, algodón sin desmotar y cereales son de 3.5, 3.9 y 37 millones de hec tá­reas, respec tivamente. (F AO, op. cit.)

3. Por ejemplo, el banano se exporta desde Panamá por intermedio de la Comercializadora Multinacional de Banano (Comunbana), navega

Page 42: estri u ctu ri a 1

1316

y distribuirse a los mayor ista s (maduradores) y minoristas, hasta que al fin al ll ega al consumido r. Po r ello, se deben coord in ar cuidadosa mente las fas es de producc ió n, tran sporte y distribu­c ión del fruto. Esta es una cond ic ión fund amenta l para la rentabi­lidad de l negoc io, que en parte exp l ica la fuerte posición de las empresas tran snacionales en la economía mundial del banano.

Dado su carácte r perecedero, el precio se fija de mercado en m ercado y día con día; por ell o es imprec iso hablar de un pre­c io mundial del plátano Aún m ás, debido a la extrema integra­c ión vertical en sus fases económi cas -que en lo fundamental es tán en manos de empresas tran snaciona les - los precios que rea lm ente ref lejan el camb io de propietario son el precio fob de importación en Estados Un idos y los prec ios m inor istas en al­gunos de los mercados l ibres de Europa Occidental.

Los principales países centroamericanos exportadores de ba­nano han formado una agrupa c ión tendiente a ampliar los mer-

CUADRO 1

Produ cc ió n mundial de banano, 1971-1979 ;, ) ,- -;=• .. sir [Miles de toneladas) .._/•''~--"-'""'--..:;; ~ .

Promedio Países 1971-1977

Co lombia 962 Costa Ri ca 1 197 Repúb lica Dominicana 292 Guatema la 520 Honduras 1 286 Nicaragua 116 Panamá 994

Subtotal UPEB 5 342

Brasil 5 506 Ecuador 2 723 Méx ico 1 174 Otros de América Latina y el Caribe 4 536

Subtotal 13 939

India 3 426 Indonesia 1 799 Filipinas 1 401 Tailandia 1 329

Otros países 5 888

Total mundial 33 124

Participación de América Latina en la producción mundia l (%) 58.2

el mercado mundial del banano

área; 4 por o tra parte el impuesto a la exporta c ión es quizil uno de los más importantes instrumentos de po líti ca fi sca l adop ta­dos. Por su lado, la FAO ca nali za esfuerzos a fin de formar un Acuerdo Internac ional del Banano, cuyos objetivos se rí an ga­ranti zar el equilibrio entre oferta y demanda, con un m ec anis­mo basado en la ra c iona l ización de la producción y de las ex­portac iones; garantizar un precio ju sto para los productores y razonable para los consumidores; asegurar a los países importa­dores un abastecimiento regular, y fomentar el consumo.

CARACTERÍST ICAS DE LA OFERTA

L a p lanta de l banano crece muy rápidamente y produce de 1 O a 50 ki los de fruta de 9 a 12 meses después de sembrada .

A l cosec harse, toda la p lanta se corta y una nueva crece de la misma raíz o p lantón. El rep lante, que es un importante indica­dor del nivel de produ ctividad de la cosecha, ocurre en prome­dio cada tres años.5

"-

Variación 1979/1978

1978 1979 {% )

1 250 1 300 + 4.0 1 149 1 078 6.2

315 290 7.9 550 560 + 1 .8

1 300 1 300 O.O 157 160 + 1.9

1 056 1 000 5.3

5 777 5 638 1.5

6176 6 424 + 4.0 2152 2 391 + 11 .1 1 501 1 929 + 28.5 2 780 2 888 + 3.8

12 609 13 632 + 8.1

3 900 4 000 + 2.6 2 904 2 905 00 2 390 2 430 + 1 .7 2 000 2 080 + 4.1

8 244 8 392 + 1 .8

37 824 39 129 + 3.5

48.6 49.4

Fuente: FAO, Banano - Situación actual del mercado en 1978-1979, Roma, marzo de 1980.

cadas del producto, fomentar su consumo, tratar de lograr el equilibrio entre la oferta y la demanda y buscar precios remune­rativos y es tab les . La Unión de Países Exportadores de Banano (UPEB), que se const ituyó en 1974, agrupa a siete países deJ

unos 13 000 km desde Puerto Armuelles, en el occ idente panameiio, hasta Koper, Yugos lav ia . Este trayecto toma 15 días. De all í continúa por ferroca rril , 700 km, a Be/grado, y 1 000 km hacia su destino al sur de Yugos lavia.

Tod as las zonas tropi ca les de l mundo producen plátano. Brasi l, la India, Indones ia, Filipinas y Ecuador son los mayores productores (véase el cuadro 1). Sin embargo, los tres prim eros destinan casi toda su cosecha al consumo interno.

4. Colombia, Costa Ri ca, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Pana­má y Ja Repúb lica Domini ca na.

5. En algunos países productores de Centroamérica el lapso para el rep lante es mayor.

Page 43: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

La producc ión mundial de banano fu e de 39 mi ll o nes de to­ne ladas en 1979, 6 lo que representó un in cremento de 1 .3 mil Io­nes de tonelad as con relación a la de l año anterior y 18.1 % su­perior al promedio anua l produc ido en el período 1971-1977. Durante los años setenta, la produ cc ión mundial c rec ió 2.3% al año. Los países en desarrollo producen y exporta n 95 % de l banano; los de Am érica Latina y el Car ibe son los p rin c ipales exportadores.

A principios de la década de los sesenta, la producción de los países de Centroamérica se elevó rápidam ente, con lo que se conv irtió en la principal zona productora-exportadora deba­nano. Esta situ ac ió n se debió en buena medida a que se rempl a­zó la va ried ad " Gros Michel ", muy vulnerable a la 1'e nferme­dad de Panamá",7 por la "Cavendi sh" , que perm itió eleva r los rend imientos porq ue soporta mejor las enfermed ades. 8 Otro fa cto r de im porta ncia fu e que los pa íses centroa meri ca nos adoptaron nu evos avances tec no lóg icos, por ejem plo, el uso de ca jas para empacar la fruta, lo que fac ilitó su d istribuc ión y ma-

CUAD RO 2

Exportación mundial de banano, '/ 971-1979 (Millo nes de dólares y miles de loneladas]

Colombia Cos ta Rica Repúb li ca Domin ica na Guatemala Honduras Nicaragua Pa namá

Subtotal UPEB

Brasi l Ecuador Otros de América Lat ina y el

Ca ribe

Subto tal

Fi lipinas Costa de Marfil Otros países

Total mundial

Parti cipación de América Lat ina en el total(%)

Fuente: FAO, Banano . . . , op. cit.

l _

Promedio 1971 -1 977

Valor Volumen

26 325 11 2 1 058

2 21 19 293 87 789

4 94 61 539

31 1 3 110

18 133 11 8 1 303

104 562

240 1 998

48 590 13 138

113 745

725 6 581

76.0 77.6

6. Véase FAO, Banano - Situación actual del merca do en 1978-1979, Roma, marzo de 1980.

7. Esta enfermedad la produce un hongo que pudre la planta del banano " Gros Michel" y hace antieconómica su producc ión.

8. A pesar de ell o, es ta va riedad ha sido atacada desde 1973 por la "s igatoka negra", una enferm edad epidémica producida por un hongo que afecta el desarro llo de las ho jas y prop icia una madura ción precoz. En la actualidad se ha detecta do en Guatemala, Honduras, Beli ce y Costa Ri ca.

1317

nejo. Finalm ente, las inve rsiones que rea li zaron en este sec tor las em presas t ran sna c iona les conso lidaron la posic ió n del área como princ ipal exportadora.

En 1979 se exportaron 7.1 millones de toneladas de banano, vo lum en ligeramente inferior al de 1978, pero superior 8.5 % al prom edio de l pe rí odo 1971 -1977. Durante el decenio de los se­tenta se reg istró un crec imi ento de 1 % anu al, es decir, un ritmo más lento qu e el de la p rod ucción mundial. Un análi sis del coe­fi c iente exportación-producc ión indi ca que menos de la quinta parte de la producción mundial de banano ingresa a la fase de comerciali zac ión internac io nal.

A lrededo r de 80 % del vo lumen de las exportac iones mun­dia les prov iene de Amé ri ca Lat in a y el Ca ri be . Ecuador, tradi ­ciona lmente el prim er exportador de l mun9o, cubre 20% y los mi embros de la UPEB cas i 50% . Filipin as es otro importa nte ex­portador, principalmente hac ia Japó n, con 12% de l total (véase el cuad ro 2).

Valor

76 120

1 27

140 5

72

441

23 1 75

194

392

86 18

136

·¡ 072

77.7

Va riación 1978 1979 1979-1978 (%)

Volu men Va lor Volum en Valor Volumen

592 85 633 + 11 .8 + 6.9 1 007 129 1 012 + 7.5 + 0.5

11 1 6 O.O -45.4 316 25 267 7.4 - 15.5 760 177 887 +26.4 + 16.7 1 23 5 110 00 -10.6 628 70 600 - 2.8 4.5

3 437 492 3 515 + 11 .6 + 2.3

133 24 128 + 4. 3 3.7 1 425 200 1 386 + 14.3 2.7

619 152 482 -21.6 -22.1

2 177 376 1 996 - 4.1 - 8.3

777 98 860 + 13.9 + 10.7 144 17 11 6 - 5.6 - 19.4 614 158 654 +16.2 + 6.5

7 149 ·¡ 141 7 141 + 6.4 - 0.1

78.5 76.1 77.2

A lo largo de los setenta, los ingresos provenientes de la ex­porta c ión de banano se in crem enta ron a un ritmo promedio anual de 8.4% en los países de Améri ca Latina y el Caribe. Du­rante 1971-1977 rec ibiero n en promed io 551 mil Iones de dólares anua les por ese concepto, que llegó a 868 mill ones en 1979. És­te es un monto alto si se considera que equival e a 43y 14 por c iento de l ingreso de div isas por la exportación de az úcar y café, res pec tivamente.

Page 44: estri u ctu ri a 1

1318

CUADRO 1

Contribución del banano a la genera ción de divisas en algunos países de América Latina y el Caribe, promedio 1978-1979 {M illo nes de dólares)

Exportaciones Exportación totales de banano (2)/(1 J

(1) (2) %

Martinica 129 75 58.1 Guada lu pe 109 53 48.6 Honduras 688 159 23 .1 Panamá 318 71 22.3 Costa Rica 897 125 13.4 Ecuador 1 836 188 10.2

Fuente: FM I y FAO, Banano. ., op. cit.

CUADRO 4

el mercado mundial del banano

La elevada elast ic idad de la oferta en el la rgo plazo es una consecuencia de l alto rendimi ento del culti vo. Así , por ejem­plo, e l rendimi ento en Pa namá (lado de l Pac íf ico) es de 40 ton/ha. Con este nivel só lo se rí a necesa rio incorporar al cu lti vo 20 000 nu evas hectáreas para aumentar 11 % la capac idad mun­d ial exportab le Dado que en los países exportadores ex isten grandes áreas de tierras marginales con buenas pos ibili dades de culti vo, se conc luye que la producción bananera se puede ajustar fácilmente a camb ios aún más e levados de la demanda internac iona l, sin in cu rrir en cons iderab les in crementos de los costos de producción. En el cuadro 4 se presenta n las superf i­c ies de producc ión en los países miembros de la UPEB y sus pro­yecciones hasta 1983.

Por su lado, la elast ic idad de la ofe rta en el co rto plazo tam­bién es elevada. Cada año se produce más plátano del que se

S f. d .. d b d I "3fs-,CO~b!GJJ / UPEB 9 uper 1c 1es en pro ucc1on e anano e os pa1s s m1e ros e a , 1970-1 83ª

{Hectáreas)

República Colombia Costa Rica Guatemala Honduras Nicaragua Panamá Dominicana Total

1970 21 000 22 100 4 300 1971 18 000 24 270 4 600 1972 18 600 25 985 4 800 1973 16 300 26 920 5 064 1974 17 800 26 883 5 032

1975 19 330 25 103 5 050 1976 19 800 27 430 5 oso 1977 20 600 25 281 5 300 1978 21 000 25 052 5 705 1979 20 881 25185 5 749

1980 21 793 27 885 6 518 1981 21 793 28 885 8 704 1982 21 793 31 885 8 704 1983 21 793 33 085 8 704

a. 1980-1983 proyectados; b. En rehab ili tac ión; n.d. No disponible. Fu ente: UPEB, Informe mensual, va rios números.

--· ,..,,-...,

En los últimos años se ha elevado la dependencia de algu nas econom ías de A m éri ca Lat ina con respecto a la exportac ión de plátano, especia lmente en el caso de algunos países del Ca ribe. En e l cuadro 3 se muestra su contr ibu ción a la generac ión de di­visas en va ri os países de la región; se observa que ningún país de Centroaméri ca depende en más de 25% de sus ventas exte r­nas de ese fruto.

A pesar de que no hay est im ac iones precisas sobre elast ici­dades de co rto y largo plazo para la producción del banano, 9 e l análi sis cua litativo de los factores determinantes de la oferta indica que la producc ión puede expandirse ráp idam ente, y también la oferta exportab le, siempre y cua ndo los países produc­tores cuenten con la apropiada infraestructura de distribución.

9. La elastic idad se refiere al factor que influye principa lmente sobre la var iab le; en el caso de la oferta serían las decisiones de las empresas t ransnaciona les.

19 661 20 657 19 853 20 275 19 509

14 191 16 560 16 633 16 660 16 582

18 286 20 513 20 513 20 513

n.d. 13 907 1 200 82 168 n.d. 15 192 1 200 83 919

2 296 14 691 1 200 87 425 2 296 13 988 1 200 86 043 2 298 13 587 1 200 86 309

2 298 13 337 1 200 80 509 2 320 13 949 1 200 86 309 2 418 14 449 1 200 85 881 2 380 15 631 1 200 87 628 2 600 1 5 631 1 2oob 87 828

2 842 15 881 1 2oob 94 405 2 842 16 281 1 700 100 718 2 842 16 681 2 200 104 618 2 842 16 681 2 200 105 818

exporta. Ya se v io que e l coeficiente exportac ió n-producción por lo común no es mayor de 0.2, quedando un remanente con­siderab lemente alto. Por ello, se ap li can los estri ctos cont ro les de ca l id ad que ex ige la competenc ia de l mercado de exporta­c ión; empe ro, en ausenc ia de no rm as internacionales de ca li­dad, es posible elevar fácilmente el vo lumen exportab le, de pre­senta rse una situac ión imprev ista en la producción de a lgún país exportador. 10 Es decir, los casos de oferta reduc ida son de co rta duración. Por ot ra parte, debido a que no puede alm ace­narse el excedente de p rod ucc ión, el co nsumo de las reservas no ca usa efecto alguno en los precios intern ac iona les . Además, un porcentaje sign ifi cativo de las cosec has se desperdicia nor­malmente por problemas de ca lid ad y transporten A l margen,

10. Especialmente aque ll as or iginadas por condic iones climáticas adversas (huracanes) y enfermedades.

11 En el caso de Ecuador se est ima que dicha cantidad es mayor de 20% por aiio. Véase UPEB, Informe mensual. núm. 3. Panamá, 1980.

Page 45: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

es mu y fac ti b le la perspect iva de un au m ento cas i in med iato de l vo lu men exportab le, sin que ell o represe nte alzas signi f ica­tivas en los costos.

LA DEMANDA Y SUS ELAST ICIDADES

Demanda

E n los prin c ipales mercados consumidores (importadores), la dem anda de p láta no está pr inc ipa lmente determ inada por la

prefe renc ia del consu midor, por el prec io del fruto con re lación al ingreso de aqué l y con respecto a los precios ele los sust itutos ce rca nos (pe ra, manzana, nara nj a). Según e l lo, la mag ni tud de va riación de la ca nt idad dem andada en cada mercado esta rá en fun c ió n de las elast ic idades prec io e ingreso y de la elas t ic i­dad cruzada de la dema nda con respecto a los sust itutos.

La dem and a mundi al de l ba nano ha aum entado de m odo p rogres ivo. En 1979 las impo rtaciones ll _5 aro n a siete m il lones de toneladas, lo q ue significó un aum ento de 53% con relac ión al promed io del decenio de los sesenta. El rit mo anua l de crec i­miento en el decenio siguiente fue más lento, pues las tasas me­d ias anu ales de c rec imi ento f uero n de 3.6 y 1 .5 por c iento en cada dece nio, respectivamente .

Es tados Unidos, el pr inc ipa l importado r mund ial el e p látano, adqui ere más de la terce ra pa rte de l vo lu me n que se comercia­l iza in te rn ac ionalmente. Le siguen en im portanc ia la CEE y Japón. A l obse rva r las c ifras de l cuadro 5 se puede arri bar a las siguientes conc lusiones:

a] Las importaciones de Es tados U nidos aumentaron d uran­te la década el e los setenta a una tasa anu al med ia de 2.6%, que es superio r a la m ed ia mundia l de ese decenio, aunqu e inferi o r a la del ante ri or.

b] El gru po de países de economí a centralmente pl ani f icada ha inc rem entado sostenidamente sus im portaciones, que se ele­varon en los años seten ta a un ritm o anu al m ed io de 11 .1 %, consti t uyendo el gru po con m ayor tasa de crec imi ento.

c] En los países en desa rro l lo, p rin c ipalm ente los del Cerca-

CUADRO 5

Importaciones mundiales de banano, 1960-1979 (Miles de toneladas)

1319

CUADRO 6

Consumo per cápita de banano en países importadores, 1970-1979 (ki logramos)

Estados Unidos Canadá Japón CE E Otros pa ises desarro llados Economías de plani-

f icación centra li zada Pa ises en desa rrol lo

Total mundial

Fuente: FAO, Banano . . . , op.

Variación 1979/1975

1970 1975 1977 1978 1979 (%)

8.1 8.6 9.1 9.6 10.1 + 1 7.4 9.4 9.2 10.0 10.3 10.4 + ·13.0 8.1 8.1 7.3 7.0 6.8 - 1 6.0 7.1 7.4 7.7 7.9 7.7 + 4.0 5.1 6.4 6.6 7.1 6.3 + 7.8

O.O 0.2 0 .2 0.2 0.2 O.O 0.5 0.5 0.5 0.6 0.6 +20.0

1.5 ·1.6 1.5 ., .6 1.6 O.O

cit.

no O ri ente y África de l Norte, exportadores de pet ró leo, y a lgu­nos de Am ér ica del Sur, las importac iones de ba nano crec ieron a un ritmo de 5.9% anua l de 1971 a 1979.

d] Los vo lúmenes que im porta Japón han d isminuido como consec uenc ia de un a red uc ida oferta or igi nada por el desvío ca­da vez mayor de la fruta f ili p in a hac ia los m ercados árabes. Por otra parte, no hay al parecer otro producto r capaz de surt ir a dicho país.

Se conside ra que el consumo per cápita de p látano au menta en re lac ió n d irecta con el ingreso per cáp ita, hasta alcanzar un ni ve l el e saturac ió n, el cua l va de nueve a once k i los al año en los países desarro ll ados. En algunos países en desarro l lo d ic ho ni ve l es m ás elevado po rque e l ba nano se consume no só lo co­mo fruta sino como ali mento bás ico de pri mera necesidad . En el cua dro 6 se inc luyen los ni ve les de consumo per cáp ita en las princ ipales reg iones importadoras de l f ru to. Se observa que los mercados con m ayores pe rspect ivas para aumentar el consu mo son los " países en desa rrol lo", Japón, la CEE y los países de eco­nomí a ce ntralmente p lanifi ca da.

\ 1

Promedio 1960-1969 Variac ión

1978 1979 1979/7 978 Promedio 1970-·¡ 979

Vo lumen % Vo lumen % Volumen % Volumen % (%)

Estados Un idos 1 535 335 2 099 32.4 2 306 33.4 2 409 34.4 +4 .5 Canadá 1 71 3.7 224 3.5 236 3.4 249 3.5 +s .s Japón 377 8.2 887 137 804 11 .6 790 11 .3 - 1 .7 CEE 1 757 38.5 1 989 30.7 2 oso 29.7 1 997 28.5 -2 .6 Otros pa íses desarrollados 277 6.1 477 7.4 518 7.5 502 7.2 -3 .1 Economí as de planifi cac ión

centralizada 66 1.4 232 3.5 299 4.3 300 4.3 +0.3 Países en desarrollo 393 8 .6 574 8.8 697 10.1 757 10.8 +8 .6

To tal mundial 4 576 100.0 6 482 100.0 6 910 100.0 7 004 100.0 + 1.4

Fuente: FAO, Ba nano. . . ,op. cit.

C.>

Page 46: estri u ctu ri a 1

1320

Elasticidades

U n ca mb io en el precio al por menor, o ri ginado por modifi­cac iones de los costos de exportac ión, da lu gar a un a va­

ri ac ión de la ca ntid ad de plátano que se demanda en los países importadores . La va ri ac ió n depende de la hipótes is que se haya hec ho con respec to a la elast ic idad de la demanda en función de los precios . Si la demanda es inelást ica (O > n > - 1), e l al­za de precios provocaría un aumento de gastos en la fruta y en los ingresos de exportac ión, a pesar de la red ucc ión de los vo lú­m enes de consumo y expo rtac ió n. Po r el con trari o, si la deman­da es elás ti ca con res pecto al precio (n < - 1), los gas tos e ingresos disminuirían como resultado de un alza de precios a pesa r de un au m ento de los vo lúmenes de consumo y exporta-

c ión . !::, ~ ( "' 1 •\

En un es tudio rec iente de la FA012 se ca lcu+aron elasticid a­des para el largo plazo por país. En su conjunto se llegó a repre­sertar aproximadamente 75% de las importac iones mundiales de banano. Se relac ionaron las importa c iones per cáp ita (Mb), como función del ingreso per cáp ita defl ac ionado (Y) y los pre­c ios def lac ionados al por menor de los plátanos (Pb), de .Jas manzanas (Pml y de todas las demás frutas (P 5) .

!.---- ) -

Las ecuaciones de demanda encontradas para los prin c ipa­les m ercados importadores de la fruta cen troam eric ana fueron :

Estados Unidos In Mb = -O 1069 In

(t = R2 = 0. 202

Pb + 0.0816 In Y+ 1.7949 -0.45) (t = 0 .28)

OW. = 1.407

República Federal de Alemania Mb = 5.1841 In Pb + 0.9568 In Pm -2.4058 In Y + 32.3107

(t = -1 86) (t = 0.11) (t = -0.78) R2 = 0.449 OW . = 0.624

Los resultados obten idos de las elasticidades prec io de la de­manda, por países, se inc luyen en el cuadro 7. Se observa que dichas estimaciones osci lan de -0.11 en Estados Unidos a -O 95 en Japón. Se halló, as imismo, la elast icidad del precio promedio ponderado de -0.42 que se utiliza como va lor "cen­tral " de la elastic id ad globa l de los países importadores. Tal es indi cadores fijan la hipótesis de que la demanda de plátano en los principales países importadores es inelást ica con respec to al prec io al por menor.1 3

Sin embargo, los coeficientes estadísticos que se encontra­ron en el aná li sis del mercado de Estados Unidos son poco signi­fi ca tivos. Tanto el va lor de t = -0.45 como el coefici ente de

12. Véase FAO, No ta s sobre los efectos de las oscilac io nes de Jos pre­cios en el tone/aje y los ingresos de exportación de banano, CC P:BA/EXPO 78/3, Roma, julio de 1978.

13. En estudios anteri ores, el Departamento de Agricultura de Esta­dos Unidos (World Demand Prospects far Bananas in 1980, Washington, 1970), est imó, igualmente, qlr~ la elasti cidad prec io de la demanda de banano es inelást ica. Por otra parte, en un análisis de l período de pos­guerra en Estados Unidos se encontró que la elasti cidad precio era con­siderab lemente mayor que uno (H enry Arthur, citado en Ernesto Cru z y Ma lco lm Gil/i s, Are the Bana na Tax and UPEB a Viable Strategyt, Unive r­sidad de Harva rd, mayo de 1976).

el mercado mundial del banano

determinación, R2 = 0.2, indi ca n baja confiabilidad y co rrela­c ión entre las va ri ab les anali zadas. El caso de la República Fe­deral de A lem ania es simil ar, con t = - 1 .86 y R2 = 0.45.

CUADRO 7

Elasticidades de la demanda de l banano

Elasticidad E /a s ticidad E /asticidad precio ingreso cruzada (man-

Pais (t) (t) za na) (t) R2

RFA -0.58 0.27 0.70 0.449 (-186) (-0.78) (O 11)

Francia -O.SO 0.06 0.652 (- 209) (O 06)

Países Bajos - 0.45 0.14 0.778 (-1 56) (-0.43)

Suiza -0.35 0.72 0 .89 0.871 (-206) (2 95) (3 93)

Estados Un idos -0.11 0 .08 0. 202 (-0.45) (O 28)

Reino Unido -0.22 -0.93 0.790 (-122) (-5.61)

Japón -0.95 0.48 0.924 (- 3.77) (1 77)

Fuente: FAO, No ta s sobre los efectos. ., op. cit.

Por otro lado, las elasticidades ingreso ca lcu ladas fueron muy bajas, lo que refl eja que la demanda de plátano tiende a crecer muy lentamente a medida que el consumo se aproxima al nivel de sa turación . Además, sa lvo en el caso de Suiza, tales coefici entes fu eron de poca sign ificación estadíst ica. Más aún, en el aná li sis del mercado del Reino Unido se encontró un valor de " t" es tadí sti camente significativo, pero el signo de la elasti­c idad ingreso era nega tivo, lo que podrí a explicarse por la situa­ción res trictiva de la oferta que hay en ese mercado.14 Los pre­c ios de las manzanas parecen tener una fuerte influencia sobre la demanda de l banano, es pecialmente en el m ercado suizo.

Al observar los niveles de consumo per cápita en los diferen­tes mercados importadores se puede cuest ionar la va lidez de la re lación entre dicho consumo y los precios al por m enor. Suce­de que en los países donde el precio minorista es relativam ente elevado, e l consumo per cápita de banano es álto (Francia, 8.3 kg; Austria, 12 .2 kg, y Sui za, 10.5 kg), mientras que en donde el precio es compa rativamente bajo, e l consumo per cáp ita tam­bién es bajo (Reino Unido, 5.4 kg). As imismo, no parece haber una c lara re lación entre ingreso y consumo per cápita, ya qu e en países como 1 rl anda, con un ingreso rel ativamente bajo (4 230 dól ares), el consumo es elevado (15 .7 kg) y lo inve rso su­cede en países como Japón, que con un ingreso de 8 800 dól a­res per cáp ita, consume só lo 6.9 kg por persona. La falta de un a relac ión sistemática entre países en e l análisis del consumo,

14. En el estudio del Departamento de Agricultu ra de Estados Uni­dos citado se llegó a la conclusión de que el ingreso per cápita es una determin ante principa l del ni ve l de demanda de plátano en los países importadores. Los resultados de la elasti cidad ingreso de la demanda que se encont raron fueron : Reino Unido 0.1 Estados Unidos 0.1 Canadá 0.5

Suecia Bé lgica- Luxemburgo Países Bajos

0.7 0.9 1.6

Page 47: estri u ctu ri a 1

~xterior, diciembre de 1982

Ja a los resul tados de los estud ios econo m étr icos sob re reac-on de la dem anda, ll eva rí a a la conc lu sión de que el consumo

_,e p láta no est á determ in ado por va ri os facto res económ icos y soc iales pec uliares en cada país consum idor, además del prec io y e l ingreso.

VAR IAC IÓN DE LA DEMANDA Y EL INGRESO ,EN FUNC IÓN DE L PREC IO

A fin de anali za r los efectos que los aumentos de prec ios p rodu cen en el consum o de ba nano, a cont in uac ión se p re­

senta un ejerc ic io ilustrat ivo. El mode lo esta bl ece las siguientes hipótes is:

a] Se exa mina la reperc usió n de los dist in tos p rec ios en los ingresos por exportac ió n de p láta no de Am éri ca Lat in a a Esta­dos Unidos en 1984.

b] Se conside ran dos situ ac io nes basadas en increm entos de los prec ios fob, const antes de 1981 a 1984, de 3 y 5.5 po r c iento al año (esta situ ac ión puede resultar de alzas en los prec ios de los insumos, es pec ialmente de los deri vados de l petró leo).

c] Se supone que un aumento de prec io en el luga r de expor­tac ió n se m antiene a través de toda la cadena com erc ial has ta la ve nta al po r m eno r, y que ta l aumento produ ce un in crem en­to m enos que propo rc ional en la venta al m enudeo.

d] Se ca le u ló el prec io fo b y el prec io al por m enor para 1980 con base en e l prec io fo r promedio en Estados Unidos, su­poniendo que la compos ic ió n del prec io al por m enor en ese país es constante. Según ello, el prec io fore ra 47.7% y el f ob 28.1 % del prec io al po r meno r, respec ti vamente. Las es tim ac io­nes de l prec io fob y el prec io al por m enor para 1980 f ueron de 218 y de 777 dó lares en cada caso (77 centavos el kil o o 35 ce n­tavos la lib ra).

e] Se ut ili zó el nive l total de impo rtac ió n proyectado po r la FAO para Es tados Unidos en 1984, de 2 306 000 toneladas.

f ] Se supuso que e l incremento del prec io minori sta só lo ha de absorber los in crem en tos en el prec io fo b.

g] Se utili za ron tres ni ve les de hipótes is de elasti c idad pre­c io. La est im ada para Estados Unidos ( -0.11 ), la central para los países importadores ( - 0.42) y un coefi c iente m ás elev ado, escog ido arb itrari am ente ( - 0 .9).15

Los res ultados de l ejerc ic io aparecen en el cuadro 8, de l que se desprende lo siguiente:

a] Con una dem anda m enos elás ti ca en fun c ió n del prec io se pueden obtener mayores ingresos de las exportac iones si se aum entan los prec ios . As í, con elast ic id ades p rec io de - 0 .11 , -0.42 y - 0.9 se calcul a que los ingresos por exportación au­menten 8.9, 8 .1 y 6.8 por c iento, respec tiva mente, si los p rec ios fo b aumentan 3 % anu almente de 1981 a 1984.

b] Si tal alza de prec ios fo b f uese de 5.5% anu al, los ingre-

15. Coef iciente escog ido arbitrari amente en considerac ión a las es­t im ac iones de elast icidad prec io de la demanda en Es tados Unidos ha­ll ados por H. Arthur, que fueron mayores a uno.

1321

sos de expo rtac ió n se e levarían ·17.1, 15.7 y 13.7 por c iento, res­pect iva mente .

c] Con un in cremento anu al de l prec io de 3%, los prec ios fo b aumentarían 9.2% en 1984, mient ras que los prec ios al por m enor aumentarí an só lo 2.6%. Como consecuenc ia, el vo lu­m en proyect ado de las exportac iones disminuirí a de 0.3 a 2.3 por c iento, segú n la e last ic id ad de prec ios utili zada, frente a un a situac ió n en que no va ri ara e l p rec io .

d] Con un in cremento anua l de prec ios de 5.5%, los prec ios fo b aumentarí an 17.4% en 1984 y los de m enudeo só lo 4.9%. Asim ism o, e l vo lum en proyectado só lo di sminuirí a de 0 .4 a 3.2, depend iendo de la hipótes is de elas ti c id'ad de prec ios que se ut ili ce.

CUADRO 8

Efecto de l aumento de l prec io del ba nano sobre la demanda, volumen exportab le e ingreso en 1984 (Fruta de A méri ca Latina en el mercado de Estados Unidos)

Hipótes is de aumento

Elas tic idad p rec io anua l del precio 1981-1984 - 0.11 - 0.42 -0.90

Prec io fob 0 0 218 218 218 (dólares por ton) 3.0 238 238 238

5.5 256 256 256

Prec io al po r menor 00 777 777 777 (dó lares por ton) 3.0 797 797 797

5.5 815 815 815

Volumen de la demanda O.O 2 306 2 306 2 306 y la exportac ión 3.0 2 300 2 281 2 253 (miles de ton) 5.5 2 297 2 271 2 231

1 ngreso por exportac ión O.O 502 502 502 (millones de dólares) 3.0 547 543 536

5.5 588 581 571

Ingreso total de los O.O 1 792 1 792 1 792 minori stas 3.0 1 833 1 818 1 796 (mill ones de dólares) 5.5 1 872 1 851 1 818

Fuente: OEA, Bo letin de precios internac ionales de produ ctos bás icos, va ri os números, Washington, 1981, y FAO, Bana no . .. , op cit.

LAS CO RRIENTES COM ERCIALE S

E 1 com erc io intern ac ional de pl át ano durante los años cua­renta se rea li zaba pr inc ipalmente entre los países de Am éri­

ca Central y Estados Unidos; a Europa Occ idental se ll egó du­rante los años c incuenta. Japó n comenzó a se r importante con­sumidor mundial de bana no en 1963, a raíz de la liberac ió n de su rég imen de di v isas. En la actu alidad, el grupo de los países de la OCDE sigue siendo el m ás destacado al haber rea li zado 85% de las impo rtac io nes mundia les en 1979, frente a 86% del año anteri o r.

La co rri ente de banano entre países exportadores e importa­dores t iende a seguir una línea b ien estab lec ida y tradi c io nal,

Page 48: estri u ctu ri a 1

1322

creando en algunos casos mercados preferencial es, lo que puede explicarse por vínculos históricos entre países importado­res individuales y grupos de países exportadores. De este modo

a] Los países de América Central y del Sur exportan princi­palmente a la América del Norte y hacia aquel los países de Euro­pa Occidental que no tienen arreglos comercia les específicos.

b] Jamaica y las Islas de Barlovento exportan exclusivamen­te al Reino Unido.

c] Los países de la zona del Caribe francés (Martinica y Gua­dalupe) sólo hacen envíos a Francia.

d] Otros estados asociados a la CEE exportan principa lmente a esta región (por ejemplo, Costa de Marfil y Camerún hacia Francia, y Somalía a Italia).

e) Taiwan y las Filipinas sólo a Japón.

f) Las Islas Canarias principa lmente a España.

Este ordenamiento del mercado constituye una li mitación al 1 ibre comercio de l banano.

Los mercados preferenciales operan generalmente bajo una combinación de cuotas, tarifas y libre acceso. Por ejemplo, en el caso de la CEE se aplica un arance l externo común de 20% ad valorem a la oferta que no se origina en estados asociados. Ade­más, Francia, Italia y el Reino Unido mantienen restricciones cuantitativas para las importaciones de plátano. 16 En el caso del Reino Unido, la restricción afecta al banano procedente de la "zona del dólar", a fin de proteger la posición de los provee­dores tradicionales, particularmente Jamaica, Dominica, Gra­nada, Santa Lucía y San Vicente. A su vez, ap li ca una cuota libre de gravámenes para las importaciones de banano de fuera de la Mancomunidad, la cua l ascendió a 4 000 ton en 1979. Por su parte, Francia ap li ca un sistema nacional que reserva dos ter­cios del mercado a los departamentos franceses de ultramar (Martinica y Guada lupe) y el tercio restante a algunos· países be­neficiarios de la Convención de Lomé, como Camerún, Costa de Marfil y Madagascar. En caso de no recibir suministros suficien­tes de esas zonas, se importa de otras fuentes. Tradicionalmen­te, Somalía ha gozado de la posición de proveedor preferencia l de ltal ia, pero en la actua l id ad só lo abastece aproximadamente 15% de ese mercado; el saldo lo aportan países productores de Centro y Sudamérica. Además, en Italia se ap li can al banano impuestos internos se lectivos.

La República Federal de Alemania se acoge a un Protoco lo de Banano especial del Tratado de Roma, por el cual puede im­portar, libre de arance les, un vo lum en variab le de la fruta . En 1979, dicho nivel fue de 595 000 ton. Por su parte, Japón ap li ca un arancel de importación promedio de 40% ad valorem. Sin embargo, a partir de abri l de 1980, concede la entrada con fran­quicia a los países menos adelantados, en el marco del Sistema Generalizado de Preferencias. Los únicos mercados no sujetos a arreglos especia les y en los que no hay barreras al libre acceso del banano son Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelandia, Norue­ga y Suecia, a los que se les conoce como "mercados libres".

16. A estos tres mercados se les conoce como " mercados protegidos" .

el mercado mundial e

Otra importante limitación comerc ial que tiende a conso, la estructura del mercado actual del p látano es la combinac1 de la al ta perecibilidad de l fruto con los costos de transporte rt lativamente al tos . Esta combinación condiciona la distancia a que se transporta el banano e impone la necesidad de contar con equipo apropiado. Los elevados costos proporcionales del transporte en los precios de importación de p látano hacen de la zona geográfica una variable determinante en la estrategia competitiva de exportación. Por ejemplo, para competir en el mercado japonés, los productores latinoamericanos tendrían que producir a la mitad de l costo de las Filipinas. Aún más, al exportarse a grandes distancias se requiere mayor tiempo de traslado y, por consiguiente, es menor el tiempo disponible para la distribución en el mercado consumidor.

En 1974, después de más de un cuarto de siglo, e l volumen del comercio mundial de plátano registró por primera vez una baja como consecuencia de una reducción de la oferta hondu­reña, así como por problemas entre empresas transnacionales y diversos gobiernos, a raíz del estab lecimiento del impuesto a la exportación en los países exportadores centroamericanos. E 1

huracán Fifí causó serios estragos y destruyó grandes planta­ciones en Honduras, lo que orig inó que en 1975 ese país expor­tara menos de la mitad que el año anterior. Ello, principalmente, contribuyó a que la oferta mundial continuase disminuyendo, junto con la caída de las exportaciones en Guatemala y algunos países caribeños. Dicha tendenc ia se pro longó hasta 1976, año en que se alcanzó el volumen exportab le más bajo de nuestro análisis. En ese año se acentuó la tendencia decreciente de 'im­portación dé p látano en Japón y Europa Occidental, que se había iniciado en 1973. Contrariamente a ello, los mercados de Estados Unidos y Canadá se reactivaron de manera singular, con alzas de 1 O y 12 por ciento, respectivamente, con relación al año anter ior.

En 1977, e l aumento de las exportaciones se cana li zó a los países desarrollados, principalmente a los de Europa Occiden­tal, mientras los mercados de Estados Unidos, Canadá y Japón se mantenían a niveles semejantes a los del año anterior. Du­rante 1977 se reactivó el comercio mundial, 4% mayor que el de 1976. Esta tendencia continuó en 1978, año en que se re­gistró un aumento más acelerado de los volúmenes importados (7%). Los "países en desarrollo" cont inuaron su aumento acele­rado de consumo de banano, a l igual que Estados Unidos. El año siguiente se caracterizó por un crecimiento moderado de los vo lúm enes importados, generado por una reducción tempo­ral de la of-erta, la que se debió a inundaciones en Guatemala y Honduras, a los efectos adversos del huracán David y a la enfer­medad de la sigatoka negra. En 1980, el mercado mundial con­tinuó con una moderada oferta exportable, como consecuencia de los efectos del huracán Al len, los vientos fuertes de Panamá y conf l ictos laborales en Costa Rica. El mercado de Japón con­tinuó su tendencia decreciente, lo mismo que el de los países de la CEE .

De los resultados y el aná li sis realizado se podría conclu ir que la situación de mercado está principalmente determinada por la demanda de importación, frente a una oferta exportab le bastante elástica. Sin embargo, hay ciertos datos empí ri cos que sostienen que las variaciones de la oferta exportable (aumentos o disminuciones) tenderán a afectar la demanda de importa­ción. En un estudio realizado para comprobar esta hipótesis se conc luyó que si un país trata de expandir sus exporta ciones de banano, cerca de 10% de la cantidad adicional comerc iali zada

Page 49: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

resultaría en consumo adicional, mientras que e l 90% restante sería exportado a costa de sustituir a otro país exportador, por lo que esta hipótesis tendría poca validez.17

PRECIOS

A pesar de que el plátano se comerc ial iza internac iona lmen­te, su extrema perecibilidad no permite que haya un meca­

nismo que establezca un equi librio entre su oferta y demanda mundiales. Por ello no se puede habl ar de un precio mundial del banano. E 1 paso del fruto desde el productor hasta el consu­midor final ex ige una coord inac ión ef ic iente y una programa­ción precisa de las diversas actividades. Así, la situación del mercado se determina por la oferta y la demanda, var iando en tiempo y lugar. Dada la imposibilidad de a lm acenaje y las limi­tadas posibilidades de reembarque, la especulación es mínima. Por tanto, el equi li brio se da en un mercado y en un t iempo es­pecíficos, variando en cada mercado im portador, cada uno con su respectivo nivel de precios.

En Estados Unidos, el principal indicador de l precio de mer­cado se da al cotizarse e l fruto 1 ibre sobre vagón (for). El lo ocu­rre porque-es el momento en que se cambia de propietario, ya que hasta ese entonces e l p látano genera lmente es propiedad de la misma empresa que lo produce. El precio for está consti­tuido por cuatro elementos: a] pago a productores; b] costos de empaque, transporte al puerto y carga; c] costos de flete y segu­ros, y d] costos de descarga, manejo, derechos de importación y comisión a importadores.

En el caso de la fruta destinada a los mercados libres, pr inci­palmente Estados Unidos y la RFA, el pago a los productores re­presenta de 20 a 25 por ciento del precio for y el costo del flete es el de mayor peso y e l que varía con más frecuencia. Por ello las fluctuaciones de corto p lazo y las tendencias de largo plazo son más indicativas de las variaciones en las tasas de los fletes que en los pagos a los productores. Por tanto, la corre lac ión entre el precio for y el comportamiento de los productores es muy baja. Por su lado, la relación entre prec io fo r y precio al por menor del banano parece más significativa; sin embargo, la relación precio minorista y consumo es débil, como ya se dijo.

En el cuadro 9 se presentan los precios for de importación en Estados Unidos y la RFA. Cabe derivar las siguientes conclusio­nes, ajustadas a la realidad del mercado mundial del plátano.

a] Un continuo deterioro de los precios reales de l banano, que para el caso concreto de Estados Unidos ha bajado en la década de los setenta 3.9% en promedio anual, a pesar del alza de los precios corrientes de 6.9% al año. Esta situación condu­ce a un constante deterioro de los términos de intercambio de los países exportadores del fruto.

b] La tendencia creciente en los precios corrientes ha refle­jado principalmente las alzas de los costos de producción y co­mercial itación del banano, que han aumentado por la infl ación mundial reinante, las diferentes condiciones ambientales y las diferentes productividades, así como por las fluctuaciones de los tipos de cambio. A l mismo tiempo, aque ll as presiones im­placables de l aumento de costos no han sido contrarrestadas por un alza compensatoria garantizada de precios del plátano.

17. Jos de Vries, Forecasting World Banana Trade Flows, Banco Mundial, Washington, mayo de 1979.

1323

CUADRO 9

Precios del banano (Centavos de dólar por kilogramo)

Estados Unidos (importaciones)

Valores Va lores cons-corrientes tantes de 1979

1970 16.6 48.2 1971 14.1 37 .8 1972 16.2 39.4 1973 16.5 33 .6 1974 18.4 30.2 1975 24.7 35.1 1976 25 .9 36.2 1977 27.6 36.0 1978 28.7 32 .5 1979 32.4 32.4 1980 37 .1

------Fuente: OEA, op. cit.

RFA (Hamburgo cif)

Valores corrientes

30.9 30.3 34.6 41.6

Va lores cons­tantes de 1979

40.3 34.3 34.6

EL PAPEL DE LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES

T res empresas transnacionales de Estados Unidos son las principales productoras del banano que ingresa a la comer­

cia li zación internacional. Castle & Cook e, Del Monte (Rey­nolds) y United Brands abarcan alrededor de 70% de las ventas de plátano al mercado mundial y tradicionalmente abastecen el mercado estadounidense con 90% de su consumo.

Estas empresas operan en siete países de América Latina y la actividad bananera representa un importante rubro de sus es­tructuras de ventas y utilidades. Adicionalmente, tienen fi li ales en otras actividades que desempeñan un papel complementa­rio en las fases económicas de exportación del fruto (empaque, transporte). 18

El éxito de las operaciones bananeras de las transnacionales se debe a una ef iciente programación y una adecuada adminis­tración en las diferentes fases de producción y comercializa­ción . Las empresas se caracterizan por una estructura vertica l de operaciones. Esta fórmula de acción, al mismo tiempo, limi­ta el grado de competenc ia de los pequeños productores nacio­nales, que no cuentan con los recursos económicos y gerencia­les para hacer frente al comp lejo proceso de exportación de una fruta tan perecedera.

PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES

a paulatina incorporación de tierras marginales a la produc­ción de banano en varios países de Centroamérica durante

los próximos años habrá de e levar los volúmenes exportab les del fruto, con la consecuente repercusión en sus precios inter­naciona les. En los siguientes tres o cuatro años aumentará la superficie de cultivo de p látano en Costa Rica (8 500 ha), Guate­mala (2 400 ha) y Panamá (1 000 ha), con lo cua l se proyecta un

18. Para mayores detalles sobre estas empresas transnacionales, véase Car los Gal legos, Estudio sectorial sobre la industria del banano en los países de América Latina y el Caribe y el rol de las empresas transna­ciona/es, OEA, Washington, noviembre de 1979.

Page 50: estri u ctu ri a 1

1324

incremento en la producc ión de medio millón de toneladas ha­cia 1985; es decir, alrededor de 7% del vo lumen actua lmente importado cada año. Además, Honduras espera recuperar el ni­vel de producción exportab le de 1974, cuando el país fue afec­tado por el huracán Fifi, lo que supone elevar su oferta actua l de 15 a 20 por ciento.

Se prevé otro importante aumento de producción exportable por las mismas fechas, merced a las cosechas de América del Sur, principalmente por incrementos en la productividad. En Ecuador se está cu lmin ando e l programa de sustituir la varie­dad "Gros Miche/" por la variedad " Cavend ish", la cua l ofrece un mayor rendimiento y sufre menos enfermedades. En Co lom­bia, se espera aumentar la oferta en 30% hacia 1985 a causa de mejores técnicas productivas Ello, en su {onjunto, hace que la oferta exportab le de América de l Sur hacia ese año pueda ser 700 000 ton superior al volumen actual.

En el resto de los países productores-exportadores de bana­no del mundo (Fi li pinas, Costa de Marfi l, Jamaica, etc.) también se prevé una expansión de la oferta exportab le hacia 1985, con base en la actua l vigencia de planes de mejoramiento de la pro­ducción o incorporac ión de tierras. La s proyecciones de la FAO para mediados de los oc henta indican que la oferta exportab le mundial sería de entre 9.1 y 9.6 millones de ton. Estos cá lcu los representan un incremento anua l de 3.2 y 4.1 por ciento con re­lación a los niveles actua les.

Por su lado, el ritmo medio anua l de crecimiento de la de­manda mundial, según proyecta la FAO, será de 2.7% hacia 1985. Los nuevos mercados 1 ibres (Cercano Oriente) ofrecen mayores perspectivas de expansión (5% anua l). Asim ismo, tanto en la Unión Soviética como en los estados de Europa Oriental, donde el nivel de consumo es relativamente bajo, hay grandes expectativas. Sin embargo, en el caso de estos países es difícil proyectar el consumo futuro, ya que tales decisiones están re­gu ladas por programas y polít icas económicas y no por el libre juego de los factores de mercado. En la actua l id ad, las as igna­ciones de divisas para importación de p látano no son priorita­rias. Más aún, en algunos de esos países no se tiene la infraes­tructura comercia l necesaria. Al margen de ello, se espera que el crecimiento de la demanda de importación de la Unión So­viética sea de 12% anua l hasta 1985.

Los principales mercados tradicionales han de seguir aumen­tando su consumo, hasta ll egar al nivel de saturación (aproxi­madamente 11 kg per cápita) . Según ello, el ritmo de crecimien­to del consumo en Estados Unidos y Canadá es de 1.8% anua l, mientras que en la CEE y Japón es de 1.4%. A l agrupar las de­mandas parciales, se estima que la demanda mundial deberá al­canzar los 8.3 millones de tone ladas en 1985.

De acuerdo con estas estimaciones en 1985 habrá un exceso de oferta exportable: una sobre-oferta teórica de 800 000 a 1 300 000 ton. Obviamente, la diferencia dependerá del grado de ejecuc ión de los planes y programas actua lmente en marcha en los países exportadores. Por otro lado, hay mercados en los cua les el incremento de la demanda podría desarrollarse más rápidamente. Asimismo, habría que tener en cuenta los factores climáticos, que tradicionalmente han afectado desfavorable­mente las producc iones de banano. Estos dos últimos factores podrían disminu ir c laramente el excedente teórico en forma considerab le.

el mercado mundia l del banano

Un excedente de tal magnitud traería efectos adversos en los precios corrientes del plátano, situación que debilitaría aún más la tendencia desfavorab le de los precios real es y, por cons igu ien­te, la de los términos de intercambio de los países exportadores.

Por otro lado, si no se genera una exces iva oferta, y dada la demanda inelástica a l precio del banano, cabría concluir que los exportadores latinoamericanos podrían aumentar sus pre­cios y por ende elevar sus ingresos. Sin embargo, para efectos de mayor confiabi lidad estadística, sería necesario un aná li sis más detallado de l mercado estadounidense, ya que por ser el pr incipa l importador de l fruto de la región es indispensable en­contrar una hipótesis más significativa sobre la elast icidad de su demanda con relación a las variables de mayor incidencia.

En la actua lid ad, el plátano se consume cas i exc lusivamente como fruta fresca y t iene un número limitado de otros usos . En los últimos años se han intensificado la investigación y e l des­arrollo de nuevos usos, tales como la .e laboración de productos deshidratados para la alimentación infantil, go losinas, bocad i­llos de plátano, producción de pape l y utilización del " rechazo bananero" ; incluso hay estudios sobre producción de alcohol. Sin emba rgo, hasta el momento ninguno de esos rubros ha teni­do la suficiente aceptac ión como para crear un mercado para­lelo al de l fruto fresco, por lo que es preciso intensificar ta l tipo de estudios.

Ante el probable exceso de oferta, se han realizado esfuer­zos en diversos foros internacionales para corregir el posible desequilibrio. En el marco de los Programas Integrados de la UNCT AD, la FAO canal iza recursos para reunir a productores y consumidores, a fin de equi librar sostenida y racionalmente las variab les del mercado. Este intento, que se ini ció en 1974, aún no ha tenido resu ltados muy positivos. Sin embargo, los objeti­vos son importantes, si es que se quiere alcanzar precios justos y remunerativos. Una medida posib le, que contribui ría a los es­fuerzos para concretar un acuerdo internacional, sería iniciar un proceso de negociaciones entre los países exportadores de Amér ica Latina y el Caribe, tendiente a concertar una estrategia regional de desarrollo y delinear políticas encam inadas a buscar so­luciones a los problemas que afectan a la industria de l banano.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

Frank Elli s, An /nstitutional Approach to Tropical Trade: Case-Study of Banana Exports from the Commonwealth Caribbean, Universidad de Sussex, Sussex, mayo de 1975.

2. FAO, Price Elasticity of Bananas at Retail, CCP: BA/6, Roma, marzo de 1975.

3. CA TT, Productos tropicales: información sobre la politica comercial y las corrientes de intercambio. Plátanos y productos del plátano, Gi­nebra, marzo de 1981 .

4. Carlos Gallegos, Estado actual de las negociaciones sobre un acuerdo internacional del banano, OEA, Washington, mayo de 1981 .

5 Nake Kamrany, The lmpact of OPEC Price lncreases on the Banana ln­dustry, University of Southern Ca li fornia, 1979.

6. Jacques Nusbaumer, The World Banana Economy: Prospects for Change 1974-1980, Banco Mundia l, Washington, 1975.

7. Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Fruit Situation, Washington, 1980. O

Page 51: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32, núm. 12, México, diciembre de 1982, pp. 1325-1331

Las experiencias de la integración económica centroamericana

Algunas reflexiones ALFREDO GUERRA BORGES *

LOS PRIMEROS PASOS

E 1 proceso cent roamericano de integrac ión económica es, sin duda alguna, el más antiguo de 1a América Lat ina. La de­

cisión de ir hacia la integración se tomó el 16 de junio de 1951 . Es dec ir, mucho antes de l Tratado de Montevideo, que dio v ida a la ALALC (1960); antes del Acuerdo de Cartagena, que d io ori ­gen a l Grupo Andino (1968); y antes también de l Acuerdo de Dickenson Bay y del Tratado de Chaguaramas, que sentaron las bases de la Caribbean Free Trade Assoc iation (Carifta, 1965) y de la Ca ribbean Com munity (Car icom, 1973).

Los representantes de los c inco países centroamericanos en e l Cuarto Período de Ses iones de la CEPAL expresaron en la Re­so lu ción 9 (IV) sobre " Desarrollo económico de Centroamé­r ica":

.. el interés de sus gobiernos en desarro ll ar la producción agrícola e industrial y los sistemas de transporte de sus respecti­vos países, en forma que promueva la in tegrac ión de sus economías y la formac ión de mercados más amplios, mediante el in tercamb io de sus productos, la coordin ación de sus planes de fomento y la creac ión de empresas en que todos o algu nos de ta les países tengan in terés.

En aque l enton ces Centroamér ica tení a apenas unos 8.5 mi ll ones de hab itantes y el producto geográfico bruto de toda la reg ión, ca lcu lado al costo de los factores y a precios consta n­tes de 1970, alcanzaba apenas los 2 320 mill ones de dólares. Aun esta c ifra no da una imagen fi el del tamaño de l mercado, pues grandes sectores de la pob lación tenían un ingreso perso­nal in ferio r a los 100 dólares; las carreteras eran muy defic ien­tes y ni siquiera conectaban en todos los casos los princ ipales centros de población; el costo del transporte, en consecuencia, era muy e levado. Práct icamente só lo ex istían mercados loca­les. A l momento de aprobarse la Reso lu c ió n 9 (IV), el comercio intrarregional era de unos 11 millones de dóla res, lo que constituí a apenas 4% del va lor total de las exportacion es centroamericanas.

La CE PAL apuntó en el In forme preliminar sobre integración y reciprocidad económica en el istmo centroamerica no lo sigu ien­te: " En la semejanza genera l del estado de evoluc ió n económ i­ca de las cinco repúblicas ex iste la base, y aun la neces idad, de

* Catedrático de la Universidad de San Ca rl os, Guatemala.

un esfuerzo de coordinación de su desa rro llo económ ico". Se esperaba, en consecuencia, que la integración de las economías centroam eri canas creara cond iciones pa ra dar im­pu lso a su desarro ll o, en particu lar mediante la industri ali za­c ión de aque ll os países.

Debe tenerse presente qu e los países centroamer icanos dependían en m uy al to grado de su comercio exterio r, más aún que ahora, y la CE PAL comprobaba por aq uellos años que, des­de antes de la gran cri sis mund ial de los años t rei nta, el sector externo había perdid o dinamismo. En tales c ircunstancias, se buscaba un nuevo agente generador de crec imiento económ i­co y la elecc ión se hizo con apego o rtodoxo a las co rri entes de pensamiento dom in antes en aque ll a época: se pensó as í en la industri a li zac ión. En ell a se c ifraron las esperanzas de absorber pob lac ión desp lazada de l sec tor ag rí co la med iante la creac ión de ocupac io nes mejor remuneradas; se le conf ió al ali vio de los prob lemas crón icos de la bal anza de pagos, y se le asignó e l pa­pe l pr imordia l de dinami zar las invers iones. La hora de l " de­sarro llo hac ia adentro" parecía haber ll egado y la CEPAL era por entonces e l tutor por exce lencia.

La labor rea li zada a partir de la Reso lución 9 (IV) fue no­tab le. Tuvo el se llo de una labor iniciadora. Entonces era m uy poco lo que se sabía acerca de la economía centroamericana y muc ho menos sobre las pos ibilidades de vincu lar económica­mente a los países de la reg ión. Se real izaron numerosos estu­dios, se exp loraron muy diversas opciones de cooperac ión, se fueron sentando las bases del andam iaje inst itu c iona l y se p re­pararon las condiciones para ll egar a la suscr ipc ión de los ins­t rum entos jurídicos básicos de l proceso.

Las grandes decisio nes se tomaron en junio de 1958, al suscr ibirse e l Tratado Multilateral de Libre Comercio e In tegra­c ión Económica, y en dic iembre de 1960, al aprobarse el Trata­do Genera l de Integrac ión Económica Centroamericana, que const ituye, por deci rl o así, la "Ca rta Magna" de l proceso en los dos ú ltimos decen ios.

El presente ensayo tiene el propósito princ ipal de eva lu ar críticam ente algunas exper iencias del proceso de integra c ión. No son todas las q ue pueden eva lu arse, natura lmente, pero creemos que pueden servi r para promover la disc usión y extraer algu nas conclusiones de in terés genera l. Rehuiremos, pues, las desc ri pc iones, que para muchos quizá resultarían tediosas; as i­mismo, no abordaremos los problemas actua les del M ercado Común, que deben ser objeto de un ensayo apa rte.

Page 52: estri u ctu ri a 1

1326

LA EXPtK l t NCI A EN MATER IA DE LIBRE COM ER CIO

T odos los programas de integrac ión considera n el l ib re com erc io, ba jo una forma u ot ra, como uno de sus instru­

mentos pri v il eg iados, toda vez que amplifi ca la dimensió n en que se rea l iza n las act iv idades económ icas . El Mercado Común Centroa meri ca no no ha sido una excepc ió n. Por el contrari o, es la conf irm ac ión de esta reg la, hab iendo acumulado una ¡..:pe­ri enc ia q ue no iguala has ta ahora ninguno de los otros procesos de in teg ración lat inoa m eri ca nos. Podría antic ipa rse, sin temo r a equivocac iones, que cualquiera que sea la modalidad de in­tegrac ió n qu e adopte Centroa m éri ca en el fu turo, y cua lq uiera que sea el alca nce de las dec isiones de rest ru cturac ión, habrán de in c luir el rég im en de li b re com erc io com o pa rte im portante de esas dec isiones .

Interesa, por ta nto, tener presentes los elementos prin c ipales de esa ri ca experi enc ia, pu es estos elem entos de índo le cualita­ti va, com o base para toma r dec isio nes, tienen ahora más im por­tanc ia que el aná li sis cuanti ta ti vo de l intercambio.

El modelo adoptado

L a intenc ión de crea r un mercado m ayor que el in te rn o de cada paí s por sepa rado cobró cuerpo en la década de los

c incuenta al susc ri b irse, de 1951 a 1956, un conjunto de trata­dos b il ate rales que in c luyó a todos los países ce ntroam eri ca­nos. Fue ca racterí st ico de todos estos tratados su corta dura­c ió n (de uno a cuatro años); el es tablec imiento del rég imen de libre com erc io exc lusiva mente para los productos que se inc lu­ye ran en li stas específ icas; el m eca nismo de in c lusió n de nuevos prod uctos med iante suces ivos acuerd os en nego­c iac io nes peri ódicas; el m antenimiento de todas las res tri c­c iones arance lari as y no arance lari as para el comerc io de los productos no in c lu idos en las li stas negoc iadas.

La co rta durac ió n de los compromisos susc ritos, as í como el hec ho de qu e las pa rtes cont ratantes se reserva ran la facultad de reti rar de las l istas algu nos p roductos si convení a a sus inte­reses, son c laras ind icaciones de la ca ute la con que se d ieron aquellos pasos. Se ca recía de experi enc ia de 1 ibre comerc io y se temió que tu v ieran luga r deform ac iones imprev istas en los m er­cados que se v inculaban por medio de los tratados bi laterales.

Por ot ra parte, el desarro ll o de la industria y e l interca mbio de sus produ ctos eran po r entonces muy inc ipientes, y la in c lu­sión de tales produ ctos en las li stas de li bre comerc io fu e siem pre m ateri a de rece los y res istenc ias . Ell o tam b ién resulta fác ilmente com prensible.

El Tratado Multil ateral de Libre Comerc io e Integrac ión Eco­nómi ca, susc ri to por los c in co países cent roam eri canos el 10 de junio de 1958, siguió en buena m ed ida el patró n de los tratados bil aterales. Esto es c ierto, en parti cul ar, en cuanto a la conce­sión gradu al del li b re com erc io por el sistem a de li stas de in c lu­sión. La nove.dad f ue el compromiso de perf ecc ionar la zona de lib re comerc io en un pl azo de diez años, lo qu e im pl icaba dejar a un lado los tanteos y adoptar resueltamente una ori entac ión que tu vo profundas repercusiones.

El Tratado de Asoc iac ió n Económ ica, suscrito po r Guatem a­la, El Sa lvador y Ho nduras el 6 de febrero de 1960, y el Tratado General de Integrac ión Económica Ce ntroam eri ca na, suscrito por cuatro países el 13 de di c iembre de 1960, al cual se adhirió Costa Rica el 23 de julio de 1962, ll evaron m ás lejos los compro-

cent roaméri ca : reflex iones sobre la integración

m isos reg io na les, constituyero n pasos m uy arriesgados, de con­secuenc ias más vasta s, pues redu jeron a c inco años e l p lazo pa ra perfecc iona r la zona de li bre com erc io, e in c luye ro n en el rég im en de li b re interca mb io a todos los productos o ri ginari os de la zona, con la so la excepc ión de los que fu eran inc luidos en el A nexo A del Tratado, que quedaba n su jetos a pasa r al l ibre com erc io en el pl azo señalado (ci nco años), a me nos que se in­d ica ra en fo rm a expresa otra condi c ió n. La rest ri cc ió n de que el libre come rc io comprendiera só lo los prod uctos o ri ginari os tenía un pl azo indef in ido, pues aunque el Tratado Genera l asienta expresa m ente el com promiso de es tab lece r un a unión adu anera, no fij ó términ o alguno para ello y, en consec uenc ia, lo que allí se d ice ti ene m ás bien un ca rác ter dec larati vo.

Tres concepciones diferentes

E n los párrafos anteri o res hem os resumido e l marco con­t ractual propiam ente di cho. Conv iene hace r not ar aho ra la

evo lu c ión seguida por las ideas que pres idieron cada uno de los pasos dados, y los distin tos resultados que podían log rarse en cad a caso.

El concepto ori ginal de un a " integrac ió n limi tada con re­c iproc idad com erc ial e industri a l", q ue propuso la CE PA L en 1952, consistí a en " una po líti ca qu e, dentro del m arco general del desa rro ll o económi co, t iend a a la loca l izac ió n óptim a de al­gun as act iv idades econó mi cas im portantes". En este caso la conces ión gradua l de l lib re comerc io tenía que subordin arse al propós ito de crear un m erca do m ayor para los productos de las activ idades se lecc ionadas . Cae de su peso que, en est as condi­ciones, el perfecc ionamiento de una zona de li b re comercio podí a alcanza rse só lo en un pl azo pro bablem ente largo.

El Tratado Multil ateral, al es tabl ecer un meca nismo de inclusiones suces ivas de produ ctos en el lib re comerc io, es taba en c ierta medida dentro de l concepto antes apuntado. Ello se confirm a por el hec ho de que, simultáneamente, se su sc ribi ó el Convenio sobre el Rég imen de Industri as Centroa m eri ca nas de Integrac ió n, cuyo estableci miento presuponí a e l o torgamiento del libre com erc io a los productos de d ichas industri as, con exc lu sión temporal de los produ ctos similares de industri as no acog idas al Rég im en.

Sin em ba rgo, só lo en c ierta m edida es taba el Trat ado Multi­lateral apegado al concepto original , pues al fij ar como m eta la c reac ión de la zona de libre com erc io en un pl azo m áx im o de di ez años, de hec ho su concepc ió n se apartaba de aquél, toda vez que no era dable pensa r que en tan corto pl azo se es table­c iera un número signi f icativo de industri as sujeta s a la condi­c ión de rec iproc idad y optimizac ión.

La coetaneidad de los dos instrumentos antes indi cados entrañaba la configurac ión del siguiente cu ad ro: por una parte, c reac ión de opo rtunidad es de libre es tabl ec imiento de cual­quier tipo de ind ustria s que tuvi eran cabida en el m erca do ampliado; por o tra, u t il iza r con exc lusiv idad ese m erca do com o

· un punto de apoyo, junto a otras medidas, para esta blecer c ier­t as industrias confo rm e a criterios de rec iproc idad y efi c ienc ia.

El Tratado General desec hó c laram ente e l concepto ori ginal: se pref iri ó c rea r, en el m ás corto pl azo pos ible, un a zona de libre com erc io y un arance l externo común, bajo el supu es to implí c ito de qu e e l libre comerc io ex ige igualdad de o po rtuni­dades de inve rsión para todos los parti c ipantes y, por ende, igua les oportunid ades de crec im iento econó mico.

Page 53: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

Prin cipales resultados

L a c reac ión de la zona de libre comerc io tuvo, sin duda, res ultados muy importantes que se pueden abo nar en favor

del Tratado General:

• Se creó un vo lumen de interca mbio reg ional que consti t u­ye, aproximadam ente, una quinta parte del comerc io to tal de Centroaméri ca, y en algunos casos llegó a constituir ce rca de 30 por c iento.

• La m ayor parte de dic ho interca mbio es de produc tos in­dustri a les.

• En su mayor parte también esos produ ctos proceden de industri as que se establ ec ieron acogidas al libre comerc io.

• E 1 intercambio reg io nal no ha estado sujeto a las v io len­tas osc il ac iones de prec ios que conocen tradic io nalmente las expo rta c iones centroam eri ca nas a l res to de l mundo, lo que contribuyó a moderar en a lguna m edida la ines tabilidad de l ingreso externo de los países del área.

Lo anteri or podrí a considerarse el princ ipal resultado de l 1 ibre comerc io, si se ven las cosas te niendo en cuenta a Centro­am éri ca en su conjunto, y ca lifi ca ndo los resultados en térmi­nos de crec imiento económ ico regional, concretam ente de la industri a centroam eri cana. Empero, cuando los resultados se juzgan teniendo en cuenta e l balance de cada país, as í como la ca lidad de la industrial iz ac ión, el cuadro presenta d ive rsos as­pec tos negativos:

• En primer lugar, la c reac ión ace lerada de la zo na de libre com erc io constituyó una opo rtunid ad só lo form almen te igu a l para invertir. En la prác ti ca esa oportunid ad no pudo se r, y no podía se r, aprovechada de igual m anera po r todas las partes contratantes; ell o dio luga r a insati sfa cc io nes q ue ta rd e o temprano debí an af ectar la bu ena m arc ha de l M ercado Común .

• En segundo luga r, el c r_ec imiento ind us tri al re lati vamente ace lerado de Cen troam éri ca en e l m arco del 1 ibre comerc io no debe hacer perd er de v ista que en mu chos casos no se ha ido m ás a ll á de c iertos procesos sim p les, muy dependientes de insu­mos importados, sin la correspondiente respues ta de la inver­sión a es ta dem anda ampliada de m aterias primas. (La experien­c ia en cuanto a industri ali zac ión se com enta más adelante).

La inconformid ad a que se ha hecho ref erenc ia se manifest ó concretam ente respecto de los sa ldos en el comerc io intrarre­gional. En 1971 tu vo lugar el prim er desgaj amiento de l M ercado Común, con la salida de Honduras del rég imen de libre comer­c io; muy poco después se establ ec ieorn nuev as restri cc io nes al intercambio, al f ijarse a Guatem ala y El Salvador cuotas de ex­portac ión a l mercado de Nica ragua y Costa Ri ca, en rub ros tan importantes com o los textil es, el ca lzado y el vest ido, que cons­tituyen una parte muy impo rtante de l intercambio tota l.

En años rec ientes, los probl em as de la balanza de pagos que afec tan a los países centroam eri canos desde 1978; la agra­vac ió n de los confli ctos de lib re comerc io; los acontec imientos po líti cos en distintos países del área y el det erio ro econó mi co de tod os ellos, han dado lugar a una situac ió n en qu e las restri c­c iones al libre comerc io no só lo se han multipli ca do, sino que, adem ás, se han conso lidado.

Con nitidez se perc ibe hoy dí a que por c ierto pe rí odo, que

1327

puede no se r corto, no se rá pos ib le vo lver al rég im en de li b re come rc io unive rsa l e irres t ricto asoc iado con e l Tratado Gene­ral. En julio de 1980, en las " Considerac iones de la Sec reta rí a Perm anente sobre as pectos impo rtantes de la reestructuración de l Mercado Común Centroameri cano", la SIECA m anifes t ó a los M inistros Res ponsab les de la Integrac ió n Económi c.d. lo si­guiente:

" La experi enc ia de la úl t ima década, para no ir m ás a ll á, mues tra c laramente qu e ese perfecc ionamiento cas i compl eto de la zona [de libre com erc io] no constitu ye po r sí un:i con­dic ió n que satisf aga los in te reses y as pirac iones de todos los pa rti c ipa ntes. A lo ante ri o r hay q ue agrega r que los acontec i­mientos m ás rec ientes en la reg ió n obli ga n a pensa r que pueden prese nta rse incompat ibilidades entre el libre comerc io irrestric­to y las ca pac id ades rea les de los países para o perar plenam en­te en un rég imen de es ta natura leza."

Una lecc ión aprendida

L a experi enc ia ind ica, pu es, que el o to rgamiento del li b re comerc io no debe d istanc iarse mu cho de las ca pac idades

rea les de pa rti c ipac ió n de cada país, ba jo e l equívoco supuesto de que ese libre com erc io, ese li bre juego de las fu erzas de l merca do, cons titu ye per se la condición que genera tales ca pa­cidades. Sin em bargo, durante los prim eros diez años del M er­cado Común la idea domin ante f ue el perfecc ionamiento de la zona de li b re comerc io. La rapidez de l proceso seguido difun­dió expec tat ivas que no ju st ifi ca ron los hec hos m ás ta rd e. Lu ego, en la m ayor parte de los diez años siguientes, las cuarte­aduras de l li b re intercam b io se q uisieron co rreg ir bajo el signo de un retorn o a l l ib re com erc io irres tri cto. Só lo en fecha rec ien­te ta l o ri entac ión exhi bió c laramente su es téril alejam iento de la rea lidad .

Lo que se ll eva d icho no constitu ye un acto de contric ió n que indu zca a cae r en el extremo opuesto de negar los ca mbios bás icos provocados por la c reac ión de la zona de libre com er­cio. Los hec hos dem uestran en fo rm a f ehac iente, sobre todo en años tan crí t icos com o los dos últim os, que las v in cul ac io nes económicas estab lec idas en los últimos ve inte años consti tuyen ya una conquista irreversibl e. En estos años la zona de libre co­merc io ha constituido un a fu ente de ab as tec imiento intra­ce nt roam eri cano muy impo rtante; se ha e levado, inc lu so, la pa rti c ipac ión de l in te rcam b io zonal en el v alo r to tal de las ex­portac iones, y ha permi t ido m antener en operac ió n un a ca pac i­dad product iva que de o tro modo habrí a es tado oc iosa, agra­va ndo aún m ás las tensio nes soc iales.

No se prentende pasar por alto las dificultades con que t ro­pieza al presente e l com erc io in t rarreg iona l, y la pos ibilidad c ierta de q ue se reg ist re c ierta contracc ión de su va lo r total. Sin emba rgo, en ambos casos e l ori gen p rin cipa l de los problem as no es in t rín seco al M ercado Común. A l contrari o, se sitú a en el secto r externo de las econo mí as centroameri canas (sobre todo lo relat ivo a la capac idad de pago) y en las c ircunstanc ias polí ticas sum am ente críti cas qu e ca rac teri zan la coyuntura de la reg ión en años rec ientes.

En el f u t uro segura mente habrán de conju ga rse los siguien­tes e lem entos que se sustenta n en la experi enc ia: en primer luga r, se conta rá con un conjun to relativa m ente di ve rsif icado de restri cc iones en e l intercamb io reg iona l, cuyo desm ante la­miento m uy probablemente esté v in cul ado a que se alcancen

Page 54: estri u ctu ri a 1

1328

determinados ob jetivos en materi a de inve rsión y ca pacidad productiva.

En segundo lugar, parece ev idente que cualquiera que sea el alcance de las dec isiones de reestruc turac ión, habrán de incluir el rég imen de libre comercio como parte im portante del nu evo esquema, si bien de acuerdo con un concepto diferente del neo-1 iberal que inspiró hace ve inte años el Tratado Gen eral.

En tercer lugar, se habrá de prestar una mayor atenc ión a las rea li zac iones en otras áreas de integrac ión, como las comuni­c iones y el transporte; la energía; el aprovec hamiento de re­cursos naturales, y otros campos más. Salta a la v ista que las re­alizaciones alcanzadas en algunas de estas áreas en el pasado crearon vínculos muy poderosos en tre ias economías centro­americanas, y que la irreversibilidad de la integra c ión económi­ca en buena medida podría ga rantizarse ampliando en el futuro las redes de ca rreteras, la interconex ión eléc trica, la coopera­c ión finan c iera, etcétera.

Finalmente, deberá procurarse que sea un hec ho de generali­zado reconocimiento que la integrac ión no es c ien por c iento responsable de los logros ni los desequilibrios en el desarrollo de cada país centroamericano, y que el esfuerzo interno, la mo­vilización de las capac idades de cada uno de ellos, constituyen el elemento insustituible del éx ito. La integra c ión potencia el esfu erzo interno: no podrá sustituirlo jamás.

LOGROS Y FRUSTRACIONES EN EL DESARROLLO INDUSTRI A L

L a integración económica de Centroamérica na ció bajo el signo del desarrollo industrial. Se la concibió para ace le­

rarlo, y para que la industria llegara a ser uno de los princ ipales centros motores de la economía centroamericana . Hoy día 90% del intercambio en la zona de libre comerc io, que ha sobrepasado los 1 000 millones de dólares, es de produ ctos in­dustriales.

El desarrollo alcanzado se manifiesta en los siguientes res ul­tados : se cuenta ahora con industrias que no ex istían hace ve in­te años, sobre todo intermedias y metal -mecánicas; además, se han diversificado las líneas de producción de las industria s tra­dicionales con que ya se contaba dos decenios atrás, como son los casos de la industria alimentaria, la textil , la química liviana y otras más. Esa expansión, en ambos aspectos, ha sido posible mediante la invers ión de unos 4 000 millones de dólares, só lo en activos fijos, y ha provocado la incorpora ción de tecno logía y conocimientos, la formación de una c lase empresari al más fuerte y experimentada, y la creac ión de decenas de miles de empleos industriales. Ha sido también un importante factor de urbanización .

En suma, la industriali zac ión de los últimos veinte años ha modificado profundamente la fi sonomí a económica y socia l de Centroamérica. Sería inexac to imputar con exc lusividad este proceso de cambio a la integra ción reg ional, aunque sin duda alguna es inseparable de és ta .

Los limites del crecimiento

L a decisión de privi legiar la industrialización en la políti ca de desarrollo suponía crea r un mercado más am pl io que el de

cada país cen t roamericano por separado. Los mercados inter­nos eran reducidos en exceso debido al bajo ni vel de ingreso de

centroamérica: reflexiones sobre la integración

la pob lac ió n, y no siendo po li ticamente viab le ninguna med ida para camb iar el esquem a de su distribución, la única sa l ida po­sib le era una in tegración ho ri zontal de la dema nd a med iante la creac ión de un a zona de libre comerc io.

En los ve in te años transcu rrid os desde ento nces, se ha eleva­do en alguna med id a el ingreso de los es tratos in feri ores; se han amp liado las · capas medias y su capacidad de compra, y tam­bién las capas a ltas de la pob lación ge neran c ierto nivel de de­manda para la industri a centroame ri ca na, aun cuando en este último caso hay, natura lmente, un a consiste nte pro pensión al consumo de bienes impo rtados. Todo ello dio al M ercado Co­mún capac idad sufic iente para act ivar e l desa rro ll o industrial. Si n embargo, en la década de los setenta apa rec iero n signos de que se habí a ll egado a un punto en que la capac idad de compra de la poblac ión cent roameri ca na no permití a a las industri as tradi c iona les sostener su r itmo de expansió n.

Parece rí a entonces que ha concluido un c iclo de crec imien­to industrial y que aho ra se estarí a nuevamente ante el hec ho de que la fu erte concentración del ingreso, que aú n subsiste, fi­ja un hor izonte ce rcano de expansión a las in dustri as de bienes de consum o y, por ende, a la demanda regiona l de materias pri­mas y bienes de capita l que generan dichas industrias.

Es ta c ircunstancia es tá, indudablemente, detrás de las ten­dencias recientes a exportar al mercado inte rn ac iona l. Por su­pues to, la sa l ida a los mercados de terceros países const ituye una dec isión co rrecta, sobre todo si va asoc iada con el de­sarrollo industri al para el mercado intern o. El problema consi s­te en que el mercado intern o presenta la característ ica ya apun­tada, y los mercados exteriores son difícilmente acces ibles. Como se sabe, presenciamos desde hace años una o la de pro­teccionismo en los países desarroll ados; además, la competen­cia en el mercado intern ac iona l exc luye de antema no muchos de los productos industrial es que Centroaméri ca elabora; y, fi ­nalmente, un sector importante de la indu stri a reg ional , que es de propiedad extranj era, en algunos casos no mues tra interés en hace r exportac iones porque no es éste el papel que le tienen asignado las casas matrices.

Para im primir un nu evo impulso a la industri a tradicional se hace necesari o, por consiguiente, que tengan lugar cambios cons iderab les en los niveles de ingreso de la població n; bien sea de toda la población, que es lo deseable, o de algunos de sus estratos, como ha sido la experiencia en otros países. Cabrí a ha­ce r notar que, ante un cambio de los esq uemas de distribución de l ingreso en Ce ntroamérica, qu e favo recie ra a la pob lac ión de más bajas remuneraciones, es indudable que debería asig­narse de nuevo primera prioridad a las industri as de bienes de consumo. Se podría objetar que esta política res taría recursos para la expansión de la industri ali zac ió n intermedia, cuyo de­sarrollo preferente ha es tado p lanteado hace años, pero ello ocurriría só lo por un tiempo, además de que se es tarí an crean­do mejores condic iones para pasar a una etapa de industriali za­ción más ava nzada, pues se entrarí a a crear una m avor deman­da de produc tos interm edios.

Los obstáculos a Ja industrialización bás ica

E n cualquier forma que se mida la sustitución de impo rta­ciones, la conclus ión a que se llega en Ce ntroaméric a es

que, durante el pr imer decenio de la integración, ese proceso fu e muy intenso en las industri as intermed ias y metal-

Page 55: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

mecánicas y en algunas tradicionales, como la textil. E 1 efecto que tuvo la sustitución en el incremento de la producción fue claramente discernible. Sin embargo, el análisis del comporta­miento observado en la década de los setenta pone de manifies­to que el proceso sustitutivo se ha debilitado mucho. En algu­nas ramas el efecto de sustitución en el crecimiento industrial presenta signo negativo, lo que indicaría que las importaciones han crecido más rápidamente que la producción en esas ramas. O bien, que en ellas hay productos cuya demanda no se ha po­dido cubrir con producción interna, sencillamente porque no se cuenta con capacidad instalada para lograrla.

El desarrollo de la industria tradicional creó en Centroaméri­ca un mercado de materias primas y bienes de capital cuya magnitud ha sido desde hace años suficiente para permitir el es­tablecimiento de empresas que sustituyan las correspondientes importaciones. Sin embargo, los inversionistas no han salido al encuentro de esta demanda ampliada. Ésta es la experiencia que conviene examinar.

A modo de explicación se ha dicho en años recientes que el paso a una nueva etapa de la industrialización regional se hace imposible en las condiciones de anormalidad prevalecientes en el Mercado Común. No se puede negar que esa anormalidad ha minado la confianza de los inversionistas, pero esta explicación constituye sólo una parte, quizás la menos importante, de la ex­periencia centroamericana en este aspecto.

Para principiar, téngase presente que en todo el período de funcionamiento normal del Mercado Común también hubo po­co interés, o ninguno, en el desarrollo de industrias básicas. Desde los primeros pasos de la integración se destacó el papel que tendrían que desempeñar ciertas industrias básicas, como pivote del desarrollo industrial de Centroamérica. Se identifica­ron las industrias básicas con viabilidad en las condiciones centroamericanas. Se hicieron los estudios correspondientes. Se recomendó su establecimiento más de una vez, y en todos los niveles. Y sin embargo, no pasó nada.

Ello fue así porque el modelo de industrialización seguido se caracteriza por su total indiscriminación, muy en consonancia con las concepciones que dieron vida a la zona centroamerica­na de libre comercio y que han prevalecido en ella.

Un intento de imprimir cierta selectividad a la inversión in­dustrial fue el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centro­americanas de 1 ntegración; sin embargo, se le hizo a un lado desde los primeros años. Asimismo, se revelaron algunas prefe­rencias en el Convenio Centroamericano de Incentivos Fiscales al Desarrollo Industrial, pero, aparte de que este convenio sólo podía influir en forma indirecta en dicho desarrollo, sucesivas reformas terminaron por hacerlo un instrumento inútil para orientar las inversiones.

Durante todo el primer período de la integración, teniendo como punto de partida un desarrollo industrial muy incipiente, la existencia de un amplio espectro de oportunidades de inver­sión, de rápida recuperación, sesgó los recursos disponibles ha­cia tales oportunidades. Asimismo podría decirse que la inexpe­riencia de los inversionistas centroamericanos para realizar grandes proyectos influyó también para que no mostraran inte­rés en las industrias básicas.

El caso de los inversionistas extranjeros es diferentes. De ellos no podría decirse que carecen de experiencia; además,

1329

una parte muy importante de las industrias intermedias y metal­mecánicas son de su propiedad. A reserva de lo que se dirá más adelante, debe asentarse en esta parte que la inversión extran­jera acudió al Mercado Común en pos, igualmente, de las inver­siones muy rentables, y no ha sido parte de las políticas mun­diales de las casas matrices la producción industrial básica en Centroamérica. Si lo hubiera sido, como es el caso de varios otros países latinoamericanos, hubieran invertido en esas in­dustrias.

La discriminación característica del modelo de industrializa­ción seguido implica que se ha carecido de todo tipo de progra­mación regional y que· el Estado se ha limrtado a usar medios in­directos para promover el desarrollo del sector industrial.

Los inversionistas privados (nacionales y extranjeros} no mostraron interés en las industrias básicas, como se ha dicho, pero tampoco permitieron que el Estado las estableciera, por su cuenta o en asociación con capitales centroamericanos y del exterior. Esta doble abstención debilitó la capacidad reproduc­tiva y la base en que sustenta la industria centroamericana.

Esa receptividad no condicionada que el Estado ha tenido para las posiciones del sector privado condujo en definitiva a no contar con ningún tipo de programación regional. Como se subrayó más de una vez, esta programación hubiera incluido sólo un número reducido de industrias, y en todo momento se pensó que debía darse amplia audiencia y participación directa a los inversionistas de la región. Incluso, a inversionistas no centroamericanos. Sin embargo, fue más fuerte el prejuicio de parte de los empresarios, y fue muy débil el papel que se asignó a sí mismo el sector público.

El Estado, a la luz de la experiencia centroamericana, debe estar en posición de decidir con independencia lo que juzgue de carácter fundamental para la economía centroamericana, y cuando menos ser capaz de acudir allí donde la inversión priva­da no muestre ningún interés.

Cabe ahora volver a las inversiones extranjeras. En este caso ha habido además indiscriminación en el tratamiento, pues nin­gún país del área ha tenido ni tiene una legislación que distinga el trato que se debe dar al inversionista nacional y al extranjero. Muy por el contrario, de hecho ha habido preferencia por este último, lo que se ha manifestado en una recia competencia de unos países con otros para atraer a su territorio el capital del ex­terior.

Esta circunstancia imprimió un sello particular a la industria, pues más de 30% de los puestos de trabajo y de los activos fijos industriales se encuentra en las empresas de propiedad total o parcial del capital extranjero. Además, las empresas extranjeras se cuentan, generalmente, entre las de mayor tamaño y, en con­secuencia, entre las de mayor gravitación en la oferta in­dustrial.

Por lo anterior, cualquier definición futura de una política in­dustrial centroamericana hará necesario redefinir el papel del Estado. Si las condiciones del mercado centroamericano, entre otras, siguieran orientando a los inversionistas de la región a in­vertir según pautas tradicionales, claramente sólo quedarían las empresas de propiedad pública, parcial o total, como un valla­dar contra el predominio del capital extranjero en las industrias básicas. Esto es lo que parece concluirse de la experiencia acu­mulada en los últimos veinte años.

Page 56: estri u ctu ri a 1

1330

El conflicto entre el interés regional y los intereses nacionales

L a integración reg ional implica una nu eva visión del devenir de los países que se asoc ian. Sería más exacto decir que

" debe implica r" , pues si se toma la decisión de integra rse es porque hay situaciones que ob jetivamente muestran las ve nta­jas de la v in cu lac ión respecto del aislamiento, y a esa percep­c ión debe corresponder entonces un nuevo concepto de lo que cabe hacer para desarrollarse. La experi encia centroameri cana pone de manifiesto que el cambio de concepciones es lento y difícil. En buena med ida ha prevalecido el enfoque "egocéntri­co" de la integrac ión, cuya ca ra cte rí sti ca es pri v il eg iar el inte­rés nac ional , rea l o supuesto, utili za ndo el mercado ampliado con un cr iteri o de ri va lidad, antes que de complementac ión y reciprocidad .

Desde un punto de vis ta teórico, la integrac ión regional debe conci liar en su seno los intereses nac ionales de los paises co rrespondientes . Esto sólo puede se r un resultado y no un pun­to de partida, pues en un princ ipio, y durante c ierto tiempo, ne­cesa ri amente se está en presencia de personalidades nacionales ce losas de su identidad en su relac ión con el mundo exterior. Sólo al cabo de los años puede esperarse que la integración per­mita el surgimiento de un nuevo interés en el que encuentren expres ión los de cada país; empero, para ello debe ser evidente a cada uno que su potencial particular requiere conjugarse con el de los demás para realizarse plenamente.

Un equilibrio necesario

No debe ll eva rs e demasiado lejos el planteamiento anterior. En la práctica, si se idealiza el interés reg ional puede perd ers e de v ista que, en más de un caso, antes que pretender subordinar el interés nacional , por juzgársele de menor entidad, debe respe­társele y atenderlo de manera que su relación con los intereses de los demás países no sea confli ctiva.

Aún más: hay muy diversos proyectos cuyas consecuenc ias no rebasan los límites de la economía nac ional, pero cuya viabilidad se concreta más fácilmente med iante acciones re­gionales en procura de financiamiento, de as istencia técnica y otros medios, incluído, naturalmente, el apoyo de las institu­c iones que ha creado la integración.

Lo anterior, en la experiencia centroameri ca na, significa que la integra ción no debe concebirse só lo en términos de objetivos globalizadores (libre comercio, arancel externo común, armoni­zación tributaria, unión monetari a, etc. ). También debe incor­porar objetivos más limitados, cuya significac ión cabal se debe percibir en el contexto del proceso de integración . Lo esencial, que generalmente se ha perdido de v ista, es que todos los obje­tivos, cualquiera que sea su dimensión, deben ser viables desde el punto de vista político.

Veamos ahora algunas experiencias concretas en que la co­ex istencia del interés nac ional y el reg ional no ha sido con­cu rrente, si no conflic tiva.

Conflictos reales y supuestos

Ante todo hay que ac larar que aquí se hace referencia a los conflictos rea les de intereses, pues en el proceso de integrac ión centroameri cana han hab ido también no pocos casos de falsos

centroamérica: reflexiones sobre la integrac ión

conf li ctos en tre el interés nacional y el regional. As í, algun as medidas violatorias del régimen de libre comercio o de algunos instrumentos de integrac ión se presentaron como medidas to­madas en protección de intereses nac ionales, cuando en reali ­dad lo que estaba en juego era el interés de un al to funcionar io o el de una empresa muy in f luyente o el de un grupo de presión. Por parecidas razones, en otros casos no se pudo llegar a fo rm a­li zar un compromiso reg iona l; o bien, se llegó a una suspensión vi rtu al de un instrumento centroamericano, como es el caso de l Convenio sobre el Régimen de 1 ndustri as Centroamer ica nas de 1 nteg ración.

Conflictos en el interca mbio

Un caso de conflicto real de los intereses regional y naciona l ha sido la desigual participación en el intercambio comercial. En el caso de una zona de libre comerc io perfecta o muy ava nza­da, como ha sido el caso centroame ri ca no, la desigual partici­pación só lo puede o ri g inarse, o se orig ina en lo fundamental , en la d ispa rid ad de capac idades product ivas . Y esta des igua ldad no puede subsanarse, sino más bien se agrava, cuando se hace del libre comercio irrestricto un precepto sagrado, bajo el su­puesto de que en el largo plazo las fuerzas del mercado lleva­rán finalmente a una situación en que todos ganen.

La experiencia centroameric ana indi ca que, cuando no se presta debida atenc ión a los casos de interca mbio deficitario crónico, se llega a dudar de las ventajas de permanecer en el proceso de integrac ión y, en consecuenc ia, hay la tendencia a debilitar la parti c ipac ión en él y a buscar otras soluciones.

El caso de la competencia industrial

Otro caso de conflicto rea l de los intereses reg ional y nac ional se puede encontrar en la esfera de la producción y el desarrollo industrial. Uno de ellos se ha presentado cuando un país consi­dera que su producción industr ial, conc retamente la de algunas ram as, está amenazada por el libre comercio de productos sim i­lares producidos en otros países del área. Las causas profundas del conflicto son diversas. Pu ede ocu rrir, por ejemplo, que la producción de determinado bien se rea li ce en buena medida en un país de establec imientos artesa nales o em presas pequeñas, casos ambos que son ca racte rí sticos de una industriali zac ión incipiente. La competencia de las empresas mayores, de pro­ductiv idad superio r, tiende a desplazar del mercado a las pri­meras, y ello o rigina el conflicto.

E 1 proceso de integrac ión arranca en Centroamérica a partir de un débil desarrollo indust ri al. Por consiguiente, en tanto se alcanza un nivel m ás elevado de industr iali zac ión, hay que te­ner en cuenta las situac iones preexistentes. Cuando el abasteci­miento en las condic iones más ef ic ientes, en que se expresa el interés reg ional, choca con la capac idad de competencia prees­tab lec ida, y amenaza con la ru ina de los productores, es inne­gab le que hay un conflicto de intereses, y así hay que adm itirl o por algún tiempo . Pero si transcurrido un tiempo no se va más all á de las restr icc io nes al libre comercio; si la capac idad in­dustrial no se modifi ca, sino morosamente se mantiene inalte­rab le tras la barrera de las restricciones; o si no se sigue una política de reas ignac ión de inversiones para aprovechar otras oportunid ades mejores del mercado reg iona l, el conflicto de in­tereses no se just ifi ca, y strictu sensu deja inc luso de ex ist ir, pues bien vistas las cosas, el interés nac ional legítimo está en modificar el statu qua industri a l en la medida y forma que lo

Page 57: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

aconse je un a po lí t ica de part ic ipac ión ventajosa en el m ercado reg io na l.

Otras veces los actores de l conf li cto han sido em presas fa bril es. A lgu nas de éstas ut ili zaron las restri cc io nes al libre co­m erc io pa ra me jo rar su pos ic ión compet it iva, en tanto que o tras sim plem ente buscaron el apoyo de l Estado para m ante­nerse en el m erca do no obstante sus desventajas com petiti vas. En el prim er caso pod rí a dec irse que el confli cto de intereses se reso lv ió en forma co rrecta, a l ident ifi ca rse el interés nac ional (contar con un a determin ada capac idad product iva) con el inte­rés reg ional (m antener abierto un espac io de múltiple part ic ipa­c ió n con un m ejo r aprovec hamiento de los recursos).

Reserva de oportunidades

Finalmente, hay que referirse a una f uente de conf li ctos en qu e resul ta más d ifíc il d isce rni r si choca n el interés nac io nal y e l re­giona l. Q ui zá la respuesta adec uada só lo puede da rse al exami­nar ca da situac ió n en pa rti cu lar. Nos referim os a la tendenc ia, mu chas veces m ani f iesta en el M ercado Común, a produ c ir los m ism os b ienes industri ale5, lo que en la prác ti ca induce a m edir el desa rro llo prop io tom ando como referenc ia la capac id ad in s­ta lada en los dem ás países.

Esta tendenc ia f ue c laramente percept ible cuando se trató de ap li ca r el A rtí culo 24 de l Convenio Cen t roame ri ca no de In­cent ivos Fi sca les al Desa rro llo Industr ial, conform e al cua l los m ayores benef ic ios se le hub ieran concedido a las empresas que fu eran " nu evas" en Ce nt roaméri ca, y no simplemente " nuevas" en un país en pa rt icu lar. En ta l ocas ión el argumento q ue dec id ió la suerte de esa d ispos ic ión (eliminada po r reform a de l Convenio) f ue que algu nos países no contaban todavía con cie rtas ind ust ri as que ya fu nc ionaban en los ot ros, por lo cual se hizo reserva de estas oportu nidades potencia les de inversió n.

Se puede estar seguros de que, si en nom bre del " in te rés na­ciona l" se hu b iera materi ali zado ese t ipo de equi pa rac ió n en capac idad industr ial, el resu ltado hu bie ra sido la multi p li cac ión de conf li ctos de in te reses nac iona les y, paradó ji cam ente, la peor pa rte la habrí an ll evado los países que esperaban saca r venta ja de di cha eq ui parac ión, en vez de e leg ir la espec ia li za­c ión en otras ram as industri ales.

La exper ienc ia centroa m eri ca na ind ica que esas situac iones se da n en la m ed id a en que el Estado ca rezca de inic iati va y se lim ite a una recept iv idad pas iva de las dec isiones de los inve r­sionistas. La arm o nizac ió n de los intereses nac io na l y reg ional en este caso, pres upone una mayor influenc ia de l Estado en las dec isiones de inve rtir. En el mejor de los casos mediante una adec uada program ac ión, pero aun cuando la in te rvenc ión del Estado sea ind irec ta, puede infl u irse med iante una mayor capa­c idad para orientar las inve rsiones: ident ifi ca ndo oportunid a­des, m anejando ág ilmente las pa lancas fin anc ieras, negoc iando ventajas rec íp rocas con los otros estados, y en tantas otras for­mas m ás, que en e l caso centroam eri cano se han utili zado con mucha pa rsimonia.

LA ME JOR EXPER IENC IA EL FUTURO

A nte las num erosas d ifi cul tades que confrontan hoy dí a la integrac ión económica centroam eri cana y ot ros esquem as,

hay personas q ue creen qu e ha llegado el m om ento de ce lebrar misa de d if untos. Al gunos son v iejos adversa ri os de la in teg ra­c ión: su opos ic ió n nos es fam iliar; ya forma parte del sistem a. Pero no fa lta n los af ic ionados a renova r peri ód icam ente el sur-

1331

t ido de po lí ticas de desarro llo, y en parti cul ar, cuando sufrimos los rigores de l inv ierno, gusta n de anunc iar m odas de pri mavera.

En el caso centroa m eri ca no lo que hay q ue renovar es la in­teg rac ión. N o hay lu ga r a eq uivoca rse. La experi enc ia pru eba en fo rm a fehac iente que la integrac ió n t iene ya resultados p rác­ti ca mente irreve rsib les, al mism o t iempo que ha exhibido deb ili­dades y erro res qu e son superabl es .

Veam os, de pasada, lo que ha ocurrido en años rec ientes. Nu nca antes, con tan dram áti ca simultaneidad, se habían dete­ri orado tanto las economí as de los c inco países. La ca usa pr inc i­pal de esos p rob lem as se loca li za en las relac iones comerc ia les y fin anc ieras con los países industria li zados, pero sus conse­cuenc ias se han hecho sentir pro fundam ente en la integrac ión. Súmense a lo anteri o r las tensiones y turbul enc ias po líti cas, que han perdid o hace t iempo su ca rác ter de situ ac iones intern as. No obstante tan desfavorab les condi c iones, se ha m antenido la interdependenc ia de los países; el com erc io intracen troam eri­cano ha impedido que sea n m ás amplios los m árgenes de capa­c idad oc iosa y el desemp leo industri al en la etapa depres iva q ue se v ive ac tu a lmente.

Aún más: en 1980 la rec uperac ión econó mica de Nica ragua, después de su drás ti co ca mbio de gob iern o, generó una in tensa dem anda que no pudo satisfacer en e l mercado in te rn ac io nal sino en el reg ional. Los m ecanismos de compensac ión moneta­ria de l Mercado Común, as í com o los c réd itos y fac ilidades de pago que le extend ieron los ba ncos ce ntra les de la reg ió n, per­mitieron a Nicaragua elevar sus compras en el m ercado centro­ameri cano, y de e ll o se benef ic iaron las ind ustri as de los otros países del área.

A su vez, la recuperac ió n económi ca de Ni ca ragua depe nde en buena m ed ida de l rest ablec imiento de su capac idad de ex­portación, y en es te as pecto hay que dec ir que sus expo rta­c iones industri a les t ienen y han tenido su prin c ipal m erca do en los pa íses centroameri canos, sin que pueda habl arse se riam en­te de pos ibilidades en los m ercados intern ac io na les.

En 1981 hubo pro blemas para sustentar el crec imiento de l in­tercambio com erc ia l en e l M ercado Común centroam eri ca no, pero dichos pro bl em as no t ienen sus causas en éste sino e n el debilitamiento extrem o de la capac idad de pago de los países parti c ipantes, debido a fu gas de capital y a sa ldos defi ci ta rios en sus relac iones económicas con los países indu stri al izad os.

Todo ello prueba que la inte rdependenc ia generada po r la integrac ión constituye un hec ho irreversibl e. Lo que cabe es pe­rar que ocurra en el futuro es que se busque una u otra mod ali­dad de utili zac ión de esa interdependenc ia. Aun en el caso extremo de que e l esquem a institu c io nal v igente por m ás de ve inte años se pul ve ri za ra en un conjunto de acuerdos bi­laterales, seguram ente estará subyacente a todos ell os esa in­terdependenc ia, en m ayo r o m enor grado, y siem pre como una condic ión pa ra que pueda seguir operando una pa rte de la ca­pac idad produ ct iva cent roameri ca na.

Q ué ocurra en definitiva es cosa qu e depende de mu c hos fac tores, incl uidos los de índole po líti ca en form a promine nte. Hab rá que tener en cuenta las lecc iones aprendidas y hace r uso de imag inac ió n, bu ena vo luntad y rea li sm o. Lo demás lo dirán las rí gidas condi c iones que nos impo ne un mundo dom in ado por grandes conste lac iones de poder, pa ra ajustarnos a las cuales resultan insuf ic ientes las capac idades de nues t ros países cuando ac tú an a islados unos de otros. D

Page 58: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32, nüm . 12, México, dici embre de 1982, pp. 1332-1337

E 1 Grupo de Cooperación para el Desarrollo Económico del Caribe

Un marco multilateral de progreso subregional

INTRODUCC IÓN

e orn o res pues ta al deterioro económi co y fi nanc iero de la subregión ca ribeña 1 y en v irtud del acuerdo logrado por 17

estados de esa zona, 2 12 gob iernos donantes3 ajenos a e l la y c in co organizac io nes internaciona les, 4 se c reó, en di c iembre de

1. El Caribe tiene casi 6 mill ones de habitantes; la tasa media de crec imiento demográf ico es de 1.4% al ano y su PNB conjunto llega a 10 000 millones de dólares, con un per cá pita de 1 566 dólares en 1978. Comprende territori os insulares y en ti erra f irme que se ex ti enden en un arco de más de 4 000 kilómetros a través del Mar Caribe, desde Be li ce, en América Centra l, has ta Surinam, en Améri ca del Sur.

2. Antigua, Barbados, Be li ce, Dom inica, Granada, Guyana, Ja­maica, Montserrat, San Kitts-Nevis-Angüi la, Santa Lu cía, San Vicente y Trinidad y Tabago; las Antill as Neerlandesas, las Ba hamas. Haití, Re­públ ica Domini ca na y Surinam. Los primeros doce es tados menciona­dos son miembros de la Comunidad y el Mercado Común del Caribe (Caricom); junto con las Baham as y con va rios territorios no autóno­mos, forman parte de la Comunidad Británica . Los países menos de­sa rroll ados del Caribe son los estados más pequeños pertenec ientes a la Caricom: Antigua, Be li ce, Dom inica, Granad a, Montserrat, San Kitts­Nevis-Angüila, Santa Lu cía y San Vicente. E 1 Mercado Común del Ca ri­be Orien tal es tá formado por todos los países menos desarroll ados mencionados, excepto Beli ce, que es el Estado car ibeño que más re­cientemente logró su independencia (e l 21 de sept iembre de 1981) Hay 13 países independ ientes, tres estados asoc iados con el Reino Unido (Antigua, Montserrat y San Kitts-Nevis-Angüil a), un estado autónomo del Reino de los Países Bajos (las Anti llas Neerl andesas) y tres territorios depend ientes del Reino Unido (las Islas Ca imán, las Islas Turco> y Caicos y las Islas Vírgenes Britán icas).

3. Alemania, Canadá, Co lombia, Costa Rica (país que no as isti ó después a ninguna reunión de l Grupo), Españ a, Estados Unidos, Fran­cia, Israel. Japón, México, Noruega y el Reino Unido. Posteriormente se unieron al Grupo otros donantes, entre los cua les se cuentan Argentina, Bras il , Venezue la, Finlandia y Suec ia.

4. El Banco de Desa rrollo del Ca ribe (BDC), el Banco Interameri ca­no de Desa rrollo (BID), el Fondo Monetario Internac ional (FM I), el Programa de las Naciones Unidas para el Desa rrollo (PNUD) y el Ba nco Mundial (BIRF).

* Asesor de l Departamento de Planes y Programas del BID. Las op i­niones expresadas en es te artícu lo son de su responsabilidad y no ref lejan necesariamente las de la inst itución . [Traducción del inglés de Sergio Ortiz Hernán].

GEORGES D. LANDAU *

1977, e! Grupo de Cooperac ión pa ra el Desarroll o Económico del Ca ribe (en lo suces ivo Grupo del Ca ribe). Esto ocu rri ó duran­te la Conferencia sobre Desa rrollo Económico en el Caribe, ce­lebrada en Washington bajo los ausp ic ios del Banco Mundial.

El propós ito de es te Grupo es ayuda r a los países ca ribeños tanto a sat isface r sus neces idades fi nanc ieras inmediatas como a lograr un progreso de largo plazo que los condu zca por el ca­mino de l c rec imiento económico autosostenido. El mandato del Grupo es muy amplio y comprende acciones dirigidas a pro­mover el financiami ento de emergencia de la balanza de pagos, asi stenc ia para proyectos relac ionados con el desarrollo, ayuda técni ca y financiera externa, así como una cooperación re­gional cada vez mayor.

En un documento que comenzó a c ircular el 18 de no­v iembre de 1977, el Banco Mundial propuso estab lecer " un marco para la revis ión periódica y la coordinación de activ ida­des encaminadas a ace lera r el desarrollo económico de los países ca ribeños. Dicho marco también habrá de ayuda rl os a ajustarse a los recientes camb ios adversos ocu rrid os en el mun­do, a hace rlos menos vu lnerab les frente a las fuerzas exte rn as en el futuro y a promover la cooperación entre e llos. " 5

La situac ión económica a la que se enfrentaba la subregión ca ri beña cuando se esta bl ec ió el Grupo era, en verdad, mo tivo de preoc upac ión legítima para la comun idad internaciona l inte­resada en el desarrollo. Además, ento nces como ahora, tenía muy def inidas connotaciones políticas. Las ca racterísticas ge­nerales de la economía del área son las siguientes:

a] Una aguda dependenc ia de la exportac ión de m aterias pr im as y de l turismo (sobre todo el de Estados Unidos, que ha estado disminuyendo debido a la reces ión);

b] una limitada base de recu rsos;

c] escasez de petróleo (excepto en Trinidad y Tabago, expor­tador neto) que no só lo ob liga a absorber los costos rápidamen­te c rec ientes de su importación sino que repercute en los insu­mos agrí co las basados en él (fertilizantes y plagui cidas), lo cual

5. Doc. CGCED 77-2, del 18 de noviembre de 1977, p. 1 .

Page 59: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

entrana su insuficiente ap li cac ión y, por tanto, cosec has pobres de los principa les productos de exportac ión, tales como azúca r y pl áta no;

d] la neces idad de rea li zar profundos aju stes est ructural es;

e] prob lemas de tamano insufi cien te de los mercados y un a in tegración económi ca vac ilante;

f] desem pl eo y subocupac ió n cróni cos;

g] em igrac ión de profesionales y t rabajadores ca lifi cados;

h] por último, aunque no de menos importanci a, una gra n vulnerabilidad frente a los desastres naturales (por ejem plo, los huracanes de 1979 y 1980 tuvieron efec tos devastadores en va­rios paí ses ca ribenos).

La ayud a exte rn a otorgada en el ma rco del G rupo del Caribe du rante 1978 y 1979 apoyó a numerosos países de la subreg ió n en sus es fuerzos de reform as económicas, necesar ias desde mu cho tiempo at rás. Sin embargo, las nu evas alzas del prec io del petróleo, ocurrid as en el segundo sem es tre de 1979, contrarresta ron de sobra los efectos pos itivos de tal ayuda. 6 La estrateg ia de desarro llo que se considera más adecuada en estas c ircunstancia s es la sigu iente: a lentar las exportac iones, inc luido el turismo, y prop ic iar una sust itu ción ef ic iente de im­portac iones, sobre todo en la agric ultura y la energía, junto con el im pu lso de la cooperac ión y la in tegrac ión reg iona les. Con esto se es pera que dismi nu yan las altas ta sas preva lec ientes de desempleo y que se ace lere la creac ión de puestos de trabajo. No obsta nte, habrá de emprenderse un esfuerzo es pecial, en el marco de referencia de l Grupo, para resolver el críti co problema de ba lanza de pagos de la subreg ió n, so pena de qu e és ta dej e de se r suj eto de créd ito convenc io nal en un futuro previs ibl e. 7

En 1977 era obvio que tal situac ió n, en curso de rápi do dete­ri o ro y agravada de m anera signi f ica tiva a raí z de la c ri sis ener­gét ica de 1973, jun to con los problemas est ru ctu rales de la economía ca ribena, ex igía un a af luenc ia masiva y sos tenida de ayuda extern a pa ra el desa rroll o. Ta l ayud a deberí a in c luir apo­yo de emergen c ia para la ba lanza de pagos. Además, se sabía que ese es fuerzo requerirí a un enfoque coordinado, si no in­tegrado, en un marco fo rm al de referencia compartido, a f in de dar direcc ión y p ropósito a la ayuda que ya se otorgaba a la subregión, proven iente de un a gran va ried ad de fu entes y a tra­vés de condu ctos muy diversifi cados. De ahí la propuesta para est ab lecer el G ru po del Car ibe.

LA PR IMERA REUN IÓN DEL GRUPO DE L CAR IBE

E n su primera reu nión, ce lebrada en la sede de l Banco Mun­d ial, del 12 a l 14 de junio de 1978, el Grupo estab lec ió un

Fondo para el Desa rrollo del Ca ribe (FDC) y un Com ité de Mane­jo de la As istenc ia Técnica .

6. Banco Mundial, Country Program Paper: Caribbean Region, 9 ele abri l de 1980 (eva luac ión pre limi nar), p. 12.

7. La CE PAL formul ó una es trateg ia pa ra los países de l Car ibe duran­te el tercer decenio de l desarroll o. Véase CE PA L, Of icina pa ra el Ca ri be (Comité de Cooperac ión y Desarro llo del Caribe), Report o f the Group of Experts of CDCC countries on Strategy lor the Third Development De­cade, Br iclgetown, Ba rbados, 19-21 de mayo de 1980, 21 pági nas.

1333

1) El Fondo para el Desa rro llo del Caribe

El FDC es un m eca nismo para ca nali za r recursos extern os desti­nados a ayud ar al f in anc iam iento de importac iones esencial es y a ofrecer rec ursos compl ementarios sobre todo para sufragar costos in te rnos de la ejecución de proyectos y program as de desarro ll o. El FDC no tiene persona lidad jurídica o financiera autónom a. Más bien es un método para identifi car las neces ida­des de ba lanza de pagos de los países en desarrollo de la subre­gió n ca ribena; también es un marco in st itu c ionali za do en c uyo seno pueden los donantes aportar finan c iamiento, en sus pro­pios términos, pa ra sat isfacer tales neces idades. En la prim era reunió n rea li zada al efecto, los donantes se comprom eti eron a aportar 11 5 mi llones de dó lares, de los cuales desembolsaron 85 mi ll ones durante e l pr imer ano de operación del grupo (1 de julio de 1978-30 de junio de 1979). Durante ese período también se rec ibieron 11 5 millo nes de dólares adiciona les de los do nan­tes encuadrados en el FDC, en tanto que los comprom isos para financia r prob lem as de ba lanza de pagos durante el segundo ano totalizaron 280 mi llo nes de dól ares.

2) El Comité de Manejo de la Asistencia Técni ca

Este Comité fu e constituido por el PNUD (que lo coordina), e l BDC, el BID y el Banco Mundia l. Se propone aumentar la capaci­dad de la subregión caribena de absorber inversiones, así como ayudar a los gobiernos de la zona a logra r un flujo adecuado de proyectos susceptibl es de financ iamiento. También se propone contribuir a la fija c ión de p rio ridades apli cab les a proyec tos de as istencia t écn ica re lac ionados con programas de desarro llo naciona l o reg io nal ; participar en la forma c ió n o m ejo ram iento de la capac id ad para formu lar proyec tos; ayudar en la prepara­c ión de es tudi os reg ionales y en la identificación de fu entes de f inanciamiento de proyec tos de asistencia técnica.

3) Procedimientos de operac ión del Grupo del Caribe

E 1 Grupo funciona p rin c ipalm ente mediante dos procedimien­tos. Por una parte, rea li za reuniones de los comités de subgru­pos de países . Estas reuniones son anuales, por lo común, y en e ll as se rev isa e l desempeno económico y financiero de cada país, a fin de determinar los tipos y cantidades de ayuda exter­na que requieren. Por otro lado, existe un Com ité Consultivo Ad Hoc, es tab lecido de m anera func iona l para orientar los progra­mas reg io nales, bien sea en sec tores es pecífi cos (por ejemp lo, transporte), bi en en áreas particulares (por ejemplo, el Ca ribe Or iental).

Los subgrupos de países ti enen por objeto " proveer un mar­co coherente dentro del cua l los gobiernos y las agencias inter­nac io nales puedan rev isa r, junto con cada país, su potenc iali­dad de desarro ll o, su evo luc ión econó mi ca y sus neces idades de ayuda . También sirven para identificar necesidad es priorita­r ias y para ori entar a los donantes de ayuda en cuanto al ca rác­ter y las condi c iones de la asistencia adecuada a las c ircun st an­c ias de l país de que se trate."8

Estos su bgrupos de países sustituyen la labor realiz ada en el decenio de los sesenta por el desaparec ido Comité Interam eri­cano de la A li anza para el Progreso (CIAP y después CE PCIE S), o rganism o autónomo encuadrado en la OEA. Dicho Comité ini-

8. Banco Mundial , doc. CGCE D 77-2, op. cit., p. 4.

Page 60: estri u ctu ri a 1

1334

c ió las eva luac io nes por paises y du rante más de una década rindi ó inest im ab les se rv ic ios tanto a los pa ises eva luados como a la comunidad de donantes in te rn ac io nales.

LA SEGUNDA REUN IÓN DEL GRUPO DEL CAR IBE

Se rea li zó en la sede de l Banco Mund ial, en Was hington, ·de l 4 al 9 de junio de 1979. En ell a se log ró consenso sobre la

conveniencia de adoptar enfoques reg ionales ad ic ionales para re­so lver asuntos de interés común, ta les como un progra m a para la promoción conjunta de l turi smo; la prosecución de oc ho pro­yec tos reg ionales de as istencia técn ica en el campo de l tra ns­porte; el for talec imiento del sec tor energét ico m edi ante el des­arroll o de fuentes nacionales y el mejoram iento de la planeac ión energét ica; la form ul ac ión de un program a reg ional de largo plazo para promove r las exportac iones; el desarro llo del sector agríco la, sobre todo m ediante m ejoras de la inves ti gac ión y de los sistemas de comerc iali zac ió n, y el estab lec imiento de un equipo de trab ajo para est imu lar la partic ipac ió n más ef icaz del secto r p rivado en el proceso de desa rro ll o. Con referenc ia al Mercado Común de l Car ibe O ri enta l (MCCO), se acord ó es tabl e­cer un grupo con junto de expertos, proveer c iertos se rv ic ios co­munes y c rear algunos program as es pec iales de as istenc ia. Esta­dos Unidos presentó un a propues ta de ayuda en caso de de­sastres en la subreg ión.

LA TERCERA REUN IÓN DEL GRUPO DEL CAR IBE

Se realizó en Washin gton en junio de 1980. En las reunion es correspondientes de donantes y de l Comité Consulti vo Ad

Hoc se logró consenso en cuanto a la neces idad de es tabl ecer un flujo si stemático y oportuno de in formac ión sobre la as isten­cia financiera que cada uno de los donantes estuv iese aportando a la subregión. Se trata de posibilitar que todos los miembros de l Grupo reciban periódicam ente información un iforme, im por­tante y actuali zada sobre la as istenc ia f inanc iera v igente y po­sib le. El sistema, inic iado en abril de 1981 , provee datos tri­m estral es de las co rri entes de ayuda por país, donante y proyec­to para el período 1979-1981, que se rán actuali zados dos veces por año, en octubre y en abril , de ahí en ade lante.

En esta reun ión, e l BID presentó una ini c iativa para es table­ce r un m eca nismo de ga rantí a de los c réditos destinados a empresas med ianas y pequeñas de los paí ses menos desa rrolla­dos del Caribe Oriental.

E I Fondo de Proyec tos de Desa rrollo del Car ibe

El FPDC fue estab lec ido por el G ru po en su Terce ra Reun ión y comenzó a funcionar el 1 de nov iembre de 1981 Se originó en la labor del Eq uipo de Traba jo de l Sector Pri vado de l Grupo del Ca ribe, que se establec ió en 1979 para es tudiar los obstácu los al desa rro llo de l sector pri vado en la subreg ión ca ribeña e infor­mar sobre ell os .9 Desde e l punto de v ista técni co, di cho equipo es un proyecto del PNUD,10 con vigencia limitada (42 m eses). Su

9. El equipo de trabajo se reunió por pr imera vez en Washington el 7 de febrero de 1980. En su informe (Measures to Promote the Role of the Private Sector in Caribbean Deve/opment , de jun io de 1980), se reco­mendó utili za r en los proyectos de desa rrollo de tamaño medio (de 500 000 a 4 o 5 millones de dó lares) los mecanismos de ident ifi cac ión y elaboración rese rvados hasta entonces a proyectos mayores a través de la Corporac ión Financiera In tern ac iona l.

10. RLA/81 /010/A01 /42

caribe: un marco mult ilateral para el desarrollo

fu nc ión pr in c ipal es identifi ca r proyectos y preparar los. Su ta­rea sec und ari a es ayudar en el proceso de es tab lec imiento de institu c iones. Cooperará con las entidades nac ionales respon­sab les de crea r nuevas empresas y est imul ar o tras que es tén en vías de expa nsión y generen ingresos. Las agenc ias ejecutoras de es te Fondo son el Ba nco Mund ial y la Corporac ión Finan­c iera Intern ac ion al (CF I), con una part ic ipac ión conjunta, en es­pec ie, de 928 000 dólares. Adem ás hay un f in anc iami ento del PNUD de 4 484 000 dólares para el cuatri enio 1981-1984; parti c i­pan también, en ca lidad de " institu c iones reg iona les coope ra­doras", el BID (con un a contr ibuc ión de un millón de dól ares), el BDC (con 100 000 dó lares) y la Car icom.

Los propósitos del proyecto son a-::e lerar el desar ro ll o de empresas produ ctiva s públi cas y privadas en los estados caribe­ños, como m edio de genera r oc upac ión product iva, m ejorar sus balanzas de pagos mediante el aumento de las exportaciones de bienes y serv icios, y logra r el crec imiento y e l desa rrollo autososten idos merced a la c reac ión y expa nsión de emp resas pequeñas y medianas que tengan fuerza. Para estos efectos, el FPDC aportará as istenc ia técn ica en forma de se rv ic ios de ex­pertos que asesoren a los empresa ri os en la etapa de fo rmul a­ción de proyectos, de suerte que se logre una mayor producti v i­dad y mayores beneficios. Los es fuerzos del Fondo también se dirigirán a ace lerar la invers ión; obtener aportes de cap ital so­c ial y fin anc iamientos para ca pital de trabajo;11 identifi ca r tecnología adecuada, personal, soc ios extranj eros, m ercados de exportac ión y fuentes de as istenc ia téc ni ca para di ve rsos serv i­cios a las empresas; const ituir una cá m ara de compensac ión de in formac iones sobre fuentes de as istenc ia técnica en la etapa de p re invers ión, y asesorar a los gobiernos en materi a de po lí­ti cas referentes a futuras empresas, incluyendo m edidas para atraer a los inversioni stas extranj eros

El Fondo trabajará en una esca la rel ativamente pequeña; contará con los se rv ic ios de siete profesiona les, estab lec idos en la CF I, en Washington, y dispondrá de fondos anuales de opera­c ión de aprox im adamente 1 100 000 dólares. Estará al mando de un Gerente de Proyectos y sus órga nos de elaborac ió n y eva­lu ac ió n de políticas se rán una Conferenc ia de Donantes y un Comité Técnico Consultivo.

LA CUARTA REUNIÓN DEL GRUPO DEL CARIBE

E sta reunió n se desarrolló en Washinbton, del 23 al 26 de ju­nio de 1981. Sus propósitos principales fueron rev isa r las ac­

tividades rea li zadas bajo la égida del Grupo en el año anterior y

11 . Es asombrosa la amplia gama de instituciones bil aterales e in­terna cionales que pueden aportar préstamos o capital acc ionario al sec tor pri vado del Ca ribe, además de las institu ciones intern as de finan­ciamiento del desarrollo. Por ello, este Fondo puede pres tar un servicio muy útil al poner a ta les institu cion es en contacto con los empresa rios ca ribeños. Entre las instituciones que parti cipan en conve nios bilatera­les deben incluirse, junto a las entidades naciona les que conceden cré­ditos de proveedores, a otras tal es como la U.S. Overseas Priva te lnves­tement Corporation (OP IC), la Compañia Financiera Neerlandesa (FMO), la U.K. Commonwea lth Deve lopment Corporat ion (CDS) y la Common­wea lth Deve lopment Finance Company (CDFC) También deben inc luir­se otras, entre las que se cuentan algunas de Aleman ia (DEC y CTZ),

Suec ia (Swedefund), etc. Entre las entidades multil aterales ca be men­cionar al BDC, al Banco Mundial. a la CF I. al BID (ambos por cuenta pro­pia y en su ca lidad de administradores de l Fondo Venezo lano de Des­arro llo) y al Banco Europeo de Inve rsiones (BE i), entre otros.

Page 61: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

conside rar las perspect ivas y necesidades de desar ro ll o de los países del Ca ribe, tanto nac io nales como reg io nales. As ist ieron represe ntantes de 18 estados y territo ri os ca ribeños, de 17 go­b iernos donantes y de no m enos de 23 orga ni zac iones intern a­c iona les y entid ades multilateral es de d iverso t ipo.12 Com o es costu mbre, la reunión es tuvo precedid a por otra s: un a de do­nantes,13 una Espec ial de Consul ta de los Países Menos D es­arro llados del Ca ribe Or iental,14 y otras.

La Sec retaría prepa ró un inform e15 en el que se ano taba n los desembolsos totales por concepto de as istenc ia ca nali zada por el FDC durante e l pe rí odo 1980-1981 (del o rd en de 433 mill ones de dól ares, es dec ir, un aumento de m ás de 50% con respec to a los 283 millones erogados durante 1979-1980). Con esto, el total desembolsado desde el establec imiento de l G rupo del Caribe asce ndió a más de 800 m ill ones de dó lares. En el in forme tam­bién se eva lu aron los program as vigentes del Grupo, en secto­res y asu ntos ta les como turismo, promoción de exportac iones, estímulo al sector privado, energía, ag ri cultura y transporte. A simismo, se eva lu aro n e l Sistema de In fo rm ac ió n de Corri en­tes Foráneas de As istencia y algunos programas específ icos de los países del M ercado Común del Caribe Oriental referentes a ayud a alimenta ri a, a un fondo revo lvente para importar insu­mos agrí colas, así como a serv icios com unes y asesorí a conjunta.

EL GRUPO DE NASSAU

U n acontec imiento rec iente que afecta el trabajo de l Grupo del Ca ribe es la constituc ión de l ll am ado Grupo de N as­

sau. Se trata de las reun iones per iód icas de los canc illeres de Ca nad á, M éx ico, Estados Unidos y Venezue la, países qu e tradi-

12. Además de los ya mencionados, las siguientes instituciones in­ternacionales y sus organismos afi liados han participado en el Grupo de l Ca ribe:

De la subregión, la Sec reta rí a del Mercado Común del Ca ribe Orien­ta l, la Au tor idad Monetaria del Ca ribe O riental, la Asoc iación de Turi s­mo de l Ca ribe, el Centro de 1-nvest igación y Desa rrollo Turí sti cos del Ca ri be.

De fuera de la subregión, la Comis ión de las Com unidades Europe­sas, el BE i, la OEA, la CE PAL, el Fondo de la OPEP para el Desa rrollo In­ternac ional , la Secretarí a de la Commonwea lth, el Comité de Asistencia para el Desarroll o de la OCDE, el Instituto Interameri cano de Ciencias Agrí co las (ll CA), el Fondo Interna cional para el Desa rroll o Agríco la (IFAD), el Centro de Comercio Intern ac ional CA TT-UNCTAD (ITC), el SE LA y el Programa Mund ial de Alimentos Nac iones Unidas/FAO.

13. A gui sa de ejem pl o, el temario de esta reunión, que se ce lebró en Parí s el 2 de junio de 1981, incluyó los siguientes rubros: comenta rios sobre la situac ión económ ica y las perspectivas de los paí ses del Cari­be; posibi lidades de apoyo externo pa ra los programas reg ionales; nece­sidades de fi nanciamiento externo y pos ibilidades de aportac iones de los donantes; una discus ión sobre el futuro de l Grupo del Ca ri be.

14. El propósito de esta reunión, que tuvo lugar en Antigua el 16 y 17 de mayo de 1981, fue lograr el consenso entre receptores y donantes con respecto a los prob lemas espec ial es de los pequeños es tados del Ca ribe Ori enta l; las neces idades part icul ares de desa rrollo; las pr iorida­des específi cas de la asis tencia para el desarro ll o; expecta ti vas rea li stas referentes a las corr ientes de ayuda; la importanc ia de los conceptos de actitudes y comportamientos propiciadores del desa rroll o y expectati­vas rea listas de desempeño económico; resultados que razonablemente pueden esperarse de las reuniones de los subgrupos por países del Gru­po de l Ca ribe, y el establ ec imiento de un marco adecuado para exami­nar las neces idades y pr ioridades de desa rroll o en las reuniones de dichos subgrupos.

15. Caribbean Group: current situation and prospects (documento prel iminar), 18 de mayo de 1981.

1335

c ionalmente han sido los prin c ipales donantes de ayuda al Caribe y a A méri ca Central. Durante la reunión ce leb rada en Nassau, Bahamas, e l 11 de ju 1 io de 1981 (con oc ida como Conferenc ia de M inistros sobre el Desa rrollo de la Cuenca del Ca ribe y des tina­da a "est imul ar el desa rroll o económi co y soc ial del Ca ribe y de Améri ca Central"), acordaron esos representantes basar su s es­fu erzos en un proceso de consulta. Med iante és te, los donantes pri vados y los receptores de ayuda deberán, según se acord ó, ll ega r a un a comprensión rea li sta de los prob lem as y las asp ira­c iones de los países de la Cuenca, de conformidad con los pla­nes na c iona les y las prioridades de esos paí ses, as í como con los medios disponibles para so lu c ionar sus problem as. Además de conces iones comerciales y estímulos para el sec tor privado, se prevé también el otorgamiento de ayuda en el marco multila­teral del Grupo del Ca ri be, entre otros.16

LA EVALUAC IÓN DEL BANCO MUNDIAL SOBR E EL FUNC IONAM IENTO DEL GRUPO DEL CAR IBE

D e acuerdo con la eva lu ac ión del desem peño acumulativo de l G rupo del Ca ri be, contenida en el info rm e d e la

Sec reta rí a que se ha c itado, durante el último año se lograron progresos en algunos programas reg iona les, sobre todo en los relacionados con el sec tor privado, el tur ismo, la energía y la promoc ión de exportac iones. No o bsta nte, también se señaló la neces idad de es fu erzos ad ic ional es para poner en prácti ca programas prop ios de los paí ses ca ribeños y de sus inst itu­ciones, lo mismo que otros a ca rgo de la comu nidad de donan­tes . Ésta aumentó considerab lem ente su asistencia -por la vía del FDC- debido a los efec tos desfavorables de los aum entos del precio del pet ró leo durante 1979-1980; tal es incrementos hi­cie ro n necesario un apoyo ad ic iona l importante para las ba lan­zas de pagos de los paí ses afectados, a pesar del establ ec imien­to de programas especia les de ayuda petrol era, uno conjunto de México y V enezue la,17 y otro de Trinidad y Tabago. Sin em­bargo, los países ca ribeños no pudieron aumentar su ca pa c idad de absorción tanto como habría sido deseabl e, deb ido sobre todo a las repercusio nes económicas y financieras de los agudos

16. Comunicado Conjunto de la Conferenc ia de M in istros sobre el Desa rro ll o de la Cuenca del Ca ri be, Nassau, Ba hamas, 11 de juli o de 1981.

17. La coopera ción bilateral de Venezuela con el Ca ribe asume di­versas formas. Este país ini ció un mecanismo para financ iar las compras de petró leo de los países cen troamericanos y ca ribeños al que después se unió México. Trinid ad y Tabago ti ene su propio " fondo petro lero" . Med iante el Acuerdo de San José, ce lebrado por los pres i­dentes de Venezue la y México en agosto de 1980, comenzó el Segundo Programa de Cooperación (el primero fue el Programa de Cooperac ión Financiera con los Paí ses de Amér ica Central y Panamá; se esta blec ió en diciembre de 1974 y se amplió después a Jamaica y la República Do­mini cana). En el Segundo Prog rama de Cooperación se es tipuló que Mé­xico y Venezuela aportarían, cada uno, la mitad del petróleo requerido por los pa íses mencionados (más Barbados), un total de 180 000 barriles diar ios, y financ iarían 30% del va lor de esas importac iones de petróleo. También se previó la eventual conve rsión de es tos créd itos a ci nco años en fin anciam ientos de largo plazo para proyectos pr iorita ri os de des­arroll o. Por ini ciat iva de Venezue la, en julio de 1981 comenzó un Ter­ce r Programa Conjunto de Cooperac ión Energética con América Central y el Ca ribe, en el que part icipó México. Ambos dona ntes se comprometieron a aportar 307 millon es de dólares cada uno. Además, Venezuela, mediante su Fondo de 1 nversiones (F IV), es tab lec ió un Fon­do Espec ial pa ra el Caribe en la Segunda Reunión de l Grupo del Caribe, ce lebrada en ju lio de 1979. Este último Fondo comprende 12 mi llones

Page 62: estri u ctu ri a 1

1336

au m en tos de l prec io del petróleo; por ello, durante el año no se avanzó mayor cosa en nuevos p royectos de inversión ni en su f i­nanc iam iento.

En el inform e también se señaló que existe ca mpo para me­joras adic ionales, en part icu lar las ref erentes a la coord inación secto ri al, así como, en algunos casos, a las act iv id ades de cam­po. Todo ello sin desconocer que la labor de l Grupo del Caribe ha sido útil para promover la coord inac ión de la ayuda finan­c iera y técnica externa destinada a la subregión. Por otra parte, se recomendó que el Grupo dedique atención espec ial a los si­guientes asu ntos: apoyo a las balanzas de pagos; as istenc ia téc­nica y financiera para el desa rro ll o; programas regionales, que inc luya n la amp liac ión de algunos hasta ahora limitados a los países de la Ca ri com para aba rca r un área m ayor en el Ca ri be (como el programa de promoción de exportaciones); el p rob le­ma espec ial de los países m enos desarrollados del Caribe O rien­tal; e l segu imiento y vig il anc ia de la asistenc ia financiera, y la programac ión de las reu niones del Grupo del Ca ri be, incluidas las de su bgrupos de países.

Un resultado de la eva lu ac ión fue apoyar el enfoque general ap licado hasta ahora po r e l Grupo del Caribe; empero, se reco­mendó que se atienda la neces idad de acc iones adic ionales, conforme a los siguientes lineamientos:

a] Apoyo a las balanzas de pagos

Cuando se creó el Grupo del Caribe se pensó que la neces idad de la ayuda canali zable por el FDC se desvanecería gradual­mente. Después, sin embargo, se ha reconoc ido que es conti­nua, tal como lo es t ambién la neces idad de un com promiso tanto de los donantes de ayuda como de los receptores, a fin de mejo rar la disciplina del m anejo de programas de aj uste de lar­go pl azo. Los desembolsos esperados por concepto de ayuda a través del FDC a lo largo del año inic iado a partir de la Cuarta Reunión del Grupo (realizada en junio de 1981) y proyectados con base en los compromisos hec hos en esa reunión o antes, ascendí an a casi 700 millones de dólares, es decir, un monto muy ce rca no al estimado origin almente (730 millones de dól a­res). Además de la ayuda del FMI, el Fo ndo de la OPEP prometió apoyo para el FDC. Sin embargo, persiste un problema que se re­fiere a la provisión de financiamiento no enm arcado en proyec­tos (por ejemplo, sectorial) destinado a territorios menos des­arroll ados sin gobierno autónomo.

de dólares de financ iamiento conces ionar io para los paises del Caribe, en forma de depósitos monetarios en sus bancos centra les a fin de correg ir déficit de balanzas de pagos y apoyar ciertos proyectos de des­arrollo; de esa suma, 25% se destina a financiar activ idades de coope­rac ión técnica . A este respecto, Venezue la concedió, de 1974 a 1981, 533 becas a los países del Caribe y durante el mismo período env ió a ell os 463 expertos en as istencia técnica . La cooperación financiera su­ministrada directamente por Venezuela al Ca ri be de 1974 al 30 de sep­tiembre de 1981 sumó 471 millones de dó lares: ayuda bilateral a Guya­na por 26 millones de dólares, a Jamaica por 122 millones y a la República Dominicana por 277 millones, y 46 millones aportados al Banco de Desa rrollo de l Caribe. Véase Gobierno de Venezue la. Mi niste­rio de la Secretaría de la Presidencia, La Cooperación Internac iona l de Venezuela. La Solidaridad en Acción, 1974-1985, Caracas, 1981. Véase tambi én Héctor Hurtado, Javier Pazos y Eduardo Mayobre, " El Ca ribe y Venezuela: integrac ión de la integrac ión", en Revista de la Integración ( INTA L), núm. 17, septiembre de 1974, pp. 55-86.

caribe: un marco multilateral para el desarro llo

b] As istenc ia técnica para el desarrollo

Se reconoció la urgente necesidad de mejo rar la coord in ac ió n general de la ayuda técn ica para el desarro ll o en el seno de l Grupo de l Car ibe. A l hacerl o, debe ponerse especia l atenc ión, en cada país, en los sigu ientes rubros: ident if icac ión de las pri or idades de la pol ít ica económ ica nac iona l; fo rmu lación y ejecuc ión de proyectos de inversión de a lta prior idad; e labora­c ió n y pues ta en marcha de po lí t icas adecuadas de desarro ll o sectori al. Estos componentes debe n ref leja rse en Program as de As istenc ia Téc ni ca Nacional que debe rán preparar los gob ier­nos con el apoyo del PNUD y en consulta con otros donantes.

c] As istencia financiera para el desarro llo

La p romoc ión y coo rdinación del financiamiento de proyectos púb l icos y del secto r pri vado, con base en una capac id ad de ab­sorción en au m ento, se considera el prin c ipal objetivo de largo p lazo y el centro de atenc ión del Grupo del Ca ribe. Sin embar­go, cont inúa siendo un prob lema. En la Cuarta Reunión del Gru­po se acordó que, en el futuro, los compromisos globa les de ayuda fi nanc iera de los donantes no debe rí an limitarse a as is­tencia del tipo dado por el FDC y que, m ejor, deberí an inc lu ir el financiami ento de proyectos

d] Programas regionales

Se requiere financiamiento ad ic iona l para poner en práctica los programas ya prev istos. Al revisar el Banco Mundial los progra­mas regionales patrocinados por el Grupo, con mot ivo de la Cuarta Reunión, se encont ró lo siguiente:

i) Turismo . Las propuestas para la promoción e invest igac ión del turi smo reg io nal ti enen un costo estimado de cas i 15.3 millones de dólares a lo largo de c inco años; de esa suma, los donantes deberán aportar un poco m ás de la mitad.

ii) Promoción de exportaciones. En la Tercera Reunión del Grupo se recomendó es tudiar los incentivos para las exporta­ciones y elaborar un proyecto de establec imiento de instituciones y de capacitac ión en el campo de la promoción de las ventas al exteri o r. Estas actividades están en m arc ha, p¡;ro se necesitará f inanciamiento ad ic ional para ampliar la cobertura geográfica de los programas existentes, más allá de los miembros de la Ca ri com.

iii ) Sector privado . Se espera que la Asociac ión de Industria y Comerc io del Car ibe absorba en el futuro las funciones del Equipo de Traba jo del Sector Privado.

iv) Energía. En nov iembre de 1979 se reunió un Com ité Con­sulti vo Ad Hoc; el Banco Mundial , en su ca lidad de agenc ia eje­cu tiva de un proyecto del PNUD, prepa ró programas específicos por países destinados a atraer, con la ayuda de u'1a donación del Fondo de la OPEP, la inve rsión p ri vada necesari a para la exploración petrolera. Mientras tanto, el BID ha estab lec ido su propio programa de exp loraciones sísm icas marinas, para el mismo propósito. De l 14 al 16 de agosto de 1980, el BID convo­có a una Reunión In forma l sobre Energía para e l Caribe, con vistas a coord inar las diferentes posiciones, así como las contri­buc iones de diversos donantes y organismos. En una reunión del Comi té Consulti vo Ad Hoc, ce leb rada en K in gston en ma rzo de 1981, se reconoc ió la neces idad de mejorar la coord inac ión

Page 63: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

en e l sector energético y se so li c itó al PNUD que evalúe las act i­v id ades pert inentes en cada país .

v) Agricu ltura. El FDC sometió a la Tercera Reunión del Gru­po del Caribe un informe sobre la situación de los proyectos re­gionales de asistencia técnic a, que comprendí a la investigación y la comerciali zac ió n agrícolas; además, se recomendó el es­tablec imiento de un Comité Coordinador de la Invest igación en el Caribe (CCIC).

vi) Transporte. La O rgan izac ión de Av iación Civi l Interna­c ional (OAC I) elaboró un estudio sobre operaciones aeropor­tu ari as, con financiamientos provenientes del FDC, el BID y el PNUD. El estudio se sometió a la consideración de un Comité Ad Hoc que se reunió en marzo de 1981 . En él se re comendaba el desembolso de cerca de 90 millones de dólares para mejorar las instalac iones ae roportuarias en la subreg ión ca ribeña y exten­der el es tudio a Surinam. Hay otros proyectos pendientes de consideración o de financiami ento qu e se refi eren al transporte marítimo.18

v ii) Sistema de Información sobre Corrientes de As istencia Foránea. El BID suministró los datos requeridos el 8 de junio de 1981 ; empero, no todos los miembros del Grupo del Caribe han comenzado a aportar la información, así que el sistema, como tal , no está todavía en plena operación.

vi ii) Programas Regionales para los Países del Mercado Co­mún del Caribe Oriental. En la Segunda Reunión del Grupo del Caribe se propuso dar ayuda alimentaria a los países menos desarro ll ados de l Car ibe Oriental, a fin de fortalece r sus débiles finan zas públi cas; en 1980, la Comunidad Económica Europea aprobó alguna ayuda al imentaria para esa zona, pero, al pare­cer, todo el programa requiere una revisión drástica.

Se recomendó, y tuvo una acogida favorabl e, un proyecto conjunto del Banco Mundial y la FAO para estab lecer un fondo revolvente destinado a las importaciones de insumos agrícolas, aunque aún está pendiente su financiamiento. Otro proyecto, relacionado con los se rvicios comunes y con la asesoría conjun­ta, requiere una coordinación mayor, en vista de la debilidad e inestabi lidad de la Secretaría del Mercado Común del Caribe O ri enta l; sin embargo, ex isten ya var ios comprom isos de apoyo de diversos donantes .

ix) Los problemas espec iales de los Países Menos Desarrolla­dos del Caribe Oriental. Canadá convocó a una reunión espec ial para tratar este tema. Tuvo lugar en Antigua, en mayo de 1981 , y contó con la cooperación del Banco Mundial. En el la se reco­mendaron medidas espec iales dirigidas a enfrenta rs e a los problemas peculiares del Caribe Oriental. En la Cuarta Reunión del Grupo del Caribe se dio atención particular a los problemas singulares de estos países y territorios. En su discurso de c lausura, el presidente de esa reunión, Nicolás Ardito Barletta, vicepre­sidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, consi­deró que los probl emas de los países menos desarrollados cons­tituyen los más urgentes a los que debe enfrentarse e l Grupo. Se logró el consenso con respecto al estab lecimiento, ya propues­to, de una misión permanente conjunta de los diferentes orga­nismos.

18. Véase CEPAL, Cuide/ines for a Ca ribbean Work Programme on Trade Fac ilitation and Strengthening o f Transport l nstitutions, EICEPAL/ l. 246, 21 de julio de 1981.

1337

x) El seguimiento de la asis tencia financiera. La exper iencia muest ra que, a menudo, la inform ac ión disponible sobre los países receptores está incompleta; además, con frecuen c ia se retrasan los datos que deben aportar los donantes. Con todo ello se dificulta el seguimiento y vigil anc ia de las co rrientes fi­nan cieras hacia la reg ión del Ca ribe.

xi) La programación de las reuniones del Grupo del Caribe . Se reconoc ió la necesidad de reuniones anuales de subgrupos para eva lu ar la marcha de los programas en los países que requ ieren cuantiosa ayuda del FDC. Además, se conside ró la neces idad de evaluar con mayor frecuencia los programas regionales. Con estos crite ri os, se programaron las reunion es de 1982 y 1983.

CONCLUS IONES

L a evo lu c ión del Grupo del Caribe lo ha llevado a una etapa definidamente operativa. Se enfrenta a un asunto importan­

te desde e l punto de vista conceptual: dilucidar cuá l es su apor­te real. El Banco Mundial, como el organ ismo principalmente responsabl e hasta ahora de la organ izac ión y evoluc ió n del Grupo, sostiene que su estab leci miento ha originado un aumen­to de las contribu ciones al Caribe; sin emba rgo, esta opinión es discutible. Si acaso ha habido algún aumento considerab le de los fondos destinados a esa subregión por gobiern os donantes e institu ciones multilaterales, que supere a los niveles previsibles a falta de tal marco de actividad, esto al parecer se ha debido más a las ca racte rí sticas geopolíti cas subyacentes en la zona, que a la ex istencia de dicho Grupo.19 Una respuesta diferente a los retos geopolít icos p lanteados en la actua l id ad por el Caribe es la formación del Grupo de Nassau .

En el curso de las ope ra ciones del Grupo del Car ibe ha quedado manifiesto con la mayor c laridad, si es que en verdad esto no se había percibido antes, que el factor crít ico del des­arro llo del Ca ribe no es tanto la falta de cap ital como la ca ren­cia de proyectos bien preparados y, en última instan cia, de re­cursos hum anos con la ca lidad y la cant idad necesa rias para emprender las tareas indispensables de identificar, formular y evaluar proyectos de desarrollo.

Otro aspecto del funcionamiento del Grupo del Caribe que puede dar lugar a c iertas dudas se rel aciona con el progreso de la subregión hacia la integración económica. Al parecer, el ímpetu inicial de la Caricom ha disminuido; además, las Baha­mas no la integran. La República Dominicana muestra un desin­terés extremo en unirse a ese acuerdo de integración y lo mismo ocurre con Haití , recientemente rechazado por la Comisión de las Comunidades Europeas, cuando intentó, una vez más, unir­se al grupo de países de África, el Caribe y el Pacífico asoc iados con esas comun idades mediante la Convenc ión de Lomé.

Tras la revisión anter ior, cabe concl uir que, independiente­mente de la controversia sobre sus aportaciones verdaderas, el Grupo del Caribe, estab lec ido hace c inco años, ha sido una cont ribución muy positiva. Esto es así porque, cuando menos, aporta un marco común de referencia para que conver jan las acciones de los muy diversos donantes y con ello se ac rec iente la eficacia de la ayuda al Caribe, una zona de Améric a Latina que tien e desventajas específicas. O

19. Véase Abraham Lowenthal, " The United States and the Caribbe­an in the 1980's", en The Politica / Econom y of the Western Hemisphere: se/ected issues for U.S. Po/icy, Congreso de Estados Unidos, doc. 71-046 O, Washington, 18 de septi embre de 1981 , pp. 45-65.

Page 64: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32, núm. 12, México, diciembre de 1982, pp. 1338-1 345

La deuda externa: el caso argentino

EL MARCO INTERNAC IONAL

L a deuda externa no es el prob lema más grave al que se enfrenta la econom ía argentina. Constituye, sin embargo,

un a exce len te vía para abordar el tratamiento de las cuestiones centrales. Como siempre, los problem as intern os están estre­chamente 1 igados al contexto externo. Lo que sucede en Argen­ti na depende de las dec isiones políti cas adoptadas dentro de l país . Sin emba rgo, el cont raste ent re la situac ión mundial y los acontec imientos nac iona les es esenc ial para formular una apre­c iac ión rea lista del cuadro de situac ió n y de las opc iones ab ier­tas. Es indispensab le, por otra parte, diferenc iar entre la si­tuac ión rea l ex istente en el marco mundi al y las preferenc ias de los sectores que influyen en la formación de la opin ión públi ca argentina y en la determin ación de las políti cas q ue, en definiti­va, se adoptan. En otros términ os: es necesario sin cera r el deba­te para no confundir la deuda externa con cues tion es que tras­cienden el marco es tri cto del endeudamiento.

No es posible formular una aprec iac ión rea li sta de la cues­tión sin definir, primero, el marco in te rn aciona l dentro del cual se endeudó el país . Los debates rec ientes en To ronto, durante la reunión del Fondo Monetario Intern ac io nal y del Banco Mun­dial, han contribuido a esc larecer las tendenc ias dominantes en

* Profesor titul ar de polí tica económ ica, Universidad de Buenos Ai res, 1963-1966; ministro de Obras y Serv icios Púb licos de la Na­ción (1970-1971); miembro de la Academia Naciona l de Ciencias Económicas de la Argentina.

ALDO FERRER *

el orden económico internac ional. Se conocen, desde hace tiempo, las causas principales que dieron luga r a la ráp id a ex­pansión de l finan c iamiento pr ivado interna c iona l en el úl t imo cua rto de siglo. Empero, las tensiones rec ientes co ntr ibuyen a destacar c iertos ra sgos importantes de la cuestión. Desde fin es de la década de 1950, los recu rsos y la carte ra de los bancos que operan en esca la mundi al aum entaro n a un a tasa promedio de 30% anual. El mercado de eurodó lares se convi rtió en el nú­cleo del sistem a fin anciero intern ac ional. La f uente pr in cipa l de recursos de l sistema fue el déf ic it en las cuentas exte rn as de Es­tados Unidos. Por se r el dó lar un acti vo de rese rv a para e l res to del mundo, Estados Unidos tuvo el priv ileg io de f inanciar su des­equilibrio "exportando" su moneda nac iona l. La liquidez que se fue acumul ando en los bancos centrales se fi ltró progresiva­mente hacia la ban ca privada, aumenta ndo su capac idad credi­ticia . Otros dos facto res in f luyeron en la expan sió n de tal li­quidez: en primer lugar, el desa rro ll o de las ac tividades de las co rporaciones transnac iona les y la expansión de sus excedentes f inancieros; en segundo, la fo rm ación, a part ir de 1973, de un cuant ioso superávit en los países exportadores de petról eo.

El aum ento de la liquidez in ternac iona l, la liberac ión de los f lujos de fondos entre las economías industria les, la expansión de las corporac io nes y de la banca transnaciona l, provocaron una est rec ha integrac ión de las p lazas finan cieras de los princ i­pales paí ses . Los movimientos de capital es de co rto plazo al­canzaron una gran importancia. Las par idades cambiari as que­daron sometid as a las corrientes espec ul ati vas generadas en las expecta tivas de los operadores económicos y en los cambios en las políti cas de los prin c ipales países. Las corri entes de crédito internac iona l se insertaron, as í, en un marco de crec iente peso de

Page 65: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

las actividades financ ieras y de integrac ión transnacional de las p lazas loca les.

Es importante observar que la expansión del financiamiento intern ac ional en el curso de la década de los setenta se produjo, simultáneamente, con un camb io drásti co en las tendencias im­perantes en la producción y comercio mundiales. Como conse­cuencia del ac recentamiento de las presiones inflacionarias en los países centrales, las políticas económicas comenzaron a ad­quirir un marcado sesgo restrictivo . La tentativa de disciplinar el comportamiento de los agentes económicos mediante la con­tención de la demanda y la restri cc ión monetaria frenó el aumento de la producción y del comercio internac ional. En ta­les condiciones, se produjo una sensib le disminución de la de­manda de crédito dentro de los mismos países desarrollados . La banca internaciona l se vio estimulada, así, a buscar nuevos des­tinos para su creciente capacidad prestable.

En este contexto, los países en desarrollo gana ron un atracti­vo creciente para la banca internacional. En el curso de esa dé­cada, tales países se enfrenta ron a un desequilibrio crec iente en sus pagos internaciona les. En esto influyeron dos factores . Pri­mero, el debilitamiento de sus exportaciones por el rezago del comerc io internacional que deprimió, también, los términos de intercambio de las exportaciones de alimentos y materias pri­mas. Segundo, el aumento de los precios del petróleo y su impacto en los países importadores del hidrocarburo. La con­vergencia entre la capac idad prestable excedente en la banca internacional y la mayor demanda de finan c iamiento externo en los países en desarrollo provocó un rápido incremento del endeudamiento de éstos. De este modo, la cartera de la banca internacional con ese destino pasó a representar una propor­ción sign ificativa de sus operaciones totales . Actua lmente, sobre una cartera activa total del orden de un billón de dólares, cerca de la tercera parte está colocada en el Tercer Mundo y, dentro de éste, en los países de mayor dimensión y potencial. América Latina ocupa una posición dominante.1 Cerca de 50% de los préstamos de la banca internac ional al mundo en des­arro ll o corresponde a México, Brasil y Argentina.

Estas tendencias provocaron una modificación importante en las prácticas de ajuste de los pagos internacionales. Hasta el decenio de los sesenta, el FMI había ejercido una función de vi­gil ancia de los desequilibrios de los países en desarrollo y de sus políticas de ajuste. Cada vez que se debía hacer frente a un déficit en los pagos externos, la op inión del Fondo era impor­tante para tener acceso a los préstamos de la banca privada y pública internac ional es. Esto se diluyó en los años setenta. In te­resados en expandir sus préstamos al Tercer Mundo, los bancos privados igno raron cua lquier tipo de condic iona lidad y pre­sionaron fuertemente para aumentar sus préstamos y, natura l­mente, sus ganancias.

Este proceso entró en crisis al iniciarse la década de los ochenta. Tres factores contr ibuyeron a desencadenar las ten­siones en que se debate hoy el sistema financiero internacional. En primer lugar, el cont inuado deterioro de la capacidad de pagos externos de los países deudores, a causa del debilitam iento del comercio internaciona l y la caída de sus términos de intercam-

1. Los países de economía centra lmente planificada de Europa Oriental también ganaron parti cipación en las operaciones de la banca transnacional. Actua lmente, 6% de su ca rtera activa corresponde a préstamos a las economías del Este.

1339

bio. En segundo término, el brusco aumento de la tasa de inte­rés intern ac ional , debido a las políticas monetarias restri c tiv as segu idas en Estados Unidos desde final es del gobierno de Car­ter. Finalmente, la dim ensión alca nzada por e l endeudamiento de los países comprometidos. En tales cond iciones, los servicios de la deuda exceden ampliamente la capacidad de pagos de los deudores y convierten en inviables las tradicionales políticas de aj uste. Éstas se concib ieron para hacer frente a desequilibrios menores de los pagos externos, nunca para resolver situaciones en las que los intereses de la deuda rondan o exceden la mitad de los ingresos de exportación.

La cri sis del endeudamiento de los países en desarrollo se ubica en un contexto de dificultades genera li zadas. La desace­leración del crec imiento de la producción y el comerc io mun­dia les, y la persistencia de las presiones inflacionarias, provo­can la situación más difíci l de la economía internacional desde la década de los t reinta. E 1 desempleo en Estados Unidos y el resto del mundo industria li zado alcanza los niveles más altos registrados desde entonces. El debilitamiento de las ventas de las empresas de los países industrial es, sumado al aumento de las tasas de interés, genera una situac ión de insolvencia en seg­mentos importantes de las economías industriales.

La banca privada del mundo desarrollado se enf renta, pues, a turbulencias genera li zadas que comprometen la solvencia y viabi lidad de numerosas ent idades. No deben extrañar, pues, el desasosiego y la crisis de confianza en que se debate, actua l­mente, el sistema financiero internacional. En este contexto, el nivel de compromiso de los bancos con los deudores del Tercer Mundo adq uiere perfiles pa rti cularmente críti cos. La deuda de Argentina, Brasil y México con los nueve principales bancos de Es­tados Unidos excede el capita l propio de esos mismos bancos. En el marco de dificultades generalizadas, la quiebra de uno o más de los principales países deudores comprometería la esta­bilidad de buena parte del sistema. De allí la preocupación de los bancos centrales de las economías industriales y de sus go­biernos por elaborar mecanismos que permitan hacer frente a la actual crisis y la eventua l cesación de pagos de uno o más de los deudores principales. Las so lu ciones no son fáciles, porque el problema abarca al sistema económico internaciona l tal y como viene funcionando desde el fin de la segunda guerra mundial.

La exper iencia contemporánea reve la que el sistema interna­cional no puede seguir operando con políticas restrictivas en los países centrales, altas tasas de interés y endeudamiento cre­c iente. La hipertrofia del sector financiero y el debilitamiento de las fuentes de crecimiento de la producción terminan por ge­nerar desequi librios insoportables y una crisis que no se so lu­ciona con las políticas económicas tradicionales, ni en los países industriales ni en el mundo en desarrollo. La crisis de los paradigmas teóricos y de las políticas predominantes en Esta­dos Unidos y el resto de los países avanzados, revela la profun­didad del problema y el repl anteo inevitabl e de las relac iones vigentes en el orden económi co mundial.

LAS POLÍTICAS NACIONALES

L as tendencias dominantes en el sistema financiero interna­cional reve lan que el endeudamiento de los países en des­

arrollo fue promovido por la banca transnacional. Se admite ac­tualmente, en los medios competentes, que los bancos fueron

Page 66: estri u ctu ri a 1

1340

extremadamente imprudentes en la búsqueda del negoc io y en su política de penetración en las pl azas periféricas. Sin embar­go, esto apenas expl ica el contexto internacional del fenómeno del endeudamiento. No ilustra acerca de cómo y para qué se endeudaron los países afectados. Para tener un panorama del fe nómeno es indispensable observar las políticas seguid as dentro de cada país y su inse rc ión en las tendencias interna­cionales apuntadas. De manera genera l, puede af irm ars e que la abundanc ia de crédito interna cional af lo jó las políticas de ajus­te de los pagos internacionales de los países en desarrollo. Es natural. Era más fácil obtener créditos que rea li za r políticas más rigurosas de sust itu ción de importac iones, promoción de exportac iones y ahorro de energía. No es que es to no se haya hec ho. Por ejemplo, Brasil rea lizó ava nces considerables en la sustitu ción y ahorro de energía y en la expansión de sus exporta­c iones. De todos modos, cabe admitir que la abundancia de cré­dito internacional financió desequ ilibrios externos, insoste­nibles en ausencia de aquella ci rcu nstancia.

La relac ión entre la deuda externa y las va ri ables económi­cas significativas (producción, acumulación de capital , salarios, etc.), fu e dec isivamente condicionada por las políti cas econó­micas ap li cadas en cada país. Desde esta perspectiva, en Amé­rica Latina cabe distinguir dos experi enc ias principales: la de aquellos países que se endeudaron m anteniendo el paradigma tradi c ional de sus políticas de industri alizac ión y desarrollo y la de aq uellos otros que, simultáneamente, cambiaron radical­mente sus políticas previas y promovieron la apertura externa en torno de las ventajas comparativas reve ladas por el mercado intern ac ional. E 1 primer grupo abarca a Brasil y México: el se­gundo a los países del Cono Sur y, espec ia lmente, por su dimen­sión e importanc ia, a Argentina.

En el primer grupo se observa el mantenimiento de un rápido crec imiento económico, una sostenida expansión de la acumu­lación de cap ital y el aumento del empleo. De 1975 a 1981, la economía brasileña creció casi 40% y la mexicana casi 60%. Esto mantuvo una fuerte demanda de importac iones vinculada a la formación de capital y a crec ientes niveles de actividad económica interna. Brasil se enfrentó a es te proceso expansivo mientras el aumento de los precios del petróleo ac recentaba el déficit de sus pagos externos. El ahorro de energía y la expan­sión de las exportac iones no pudo ev itar el fuerte crecimiento del endeudam ien to.

En M éx ico, e l petróleo desempeñó un papel distinto. Desde fines del gobierno de Echeverrí a, el hidrocarburo emergió como una importante fuente de divisas. Este cuadro de abundancia de la capac idad de pagos externos estimuló un sostenido proce­so de acumulación pero, también, una imprudente políti ca cambiarí a. Durante todo el período gubernamental de López Portillo, la moneda mexicana mantuvo la paridad en torno de 25 pesos por dólar. Como la infl ac ión interna exced ió la interna­cional, el peso se reva luó sostenidamente. Esto estimuló las im­portaciones y desalentó las exportaciones distintas del petróleo, incluyendo el turismo, que es muy importante como generador de empleo y fuente de divisas. La revaluac ión del peso, sumada al aumento de las tasas de interés y al deterioro del mercado petrolero, desató la cr isis . E 1 camb io de expectat ivas de los ope­radores económicos y el convenc imiento bien fundado de que la paridad cambiaría era insostenible, promovió la fuga de capi­tales. El presidente López Portillo proporcionó, en su último mensa je al Congreso, datos espectacu lares: los inmuebles yac-

argentina: la deuda externa

tivos financieros en el exterior, propiedad de mex icanos, es de l orden de 50 000 millones de dól ares. Es decir que, en gran parte, el increm ento de la deuda externa ti ene como cont rapa rti da la fuga de capital nacional. Sea como fuere, tanto en México como en Brasil , el endeud amiento acompañó un sostenido c rec imien­to de la producc ión, el emp leo y la fo rm ac ión de cap ital. Am­bos países ratificaron sus políticas de industri ali zac ión, integra­ción de sus es pacios territorial es y formación de sistemas pro­ductivos crec ientemente complejos.

En A rgentina (y también en Ch il e y Uruguay) la experi enc ia es muy distinta. En este país, el creciente acceso al créd ito in­terna cion al se produjo simultáneamente con un ca mbio espec­tacular en la política económica. Toda la experi encia in­dust rialista y sustitutiva de importac iones fu e responsabilizada de la irrac ionalidad económ ica y el atraso del país. La opción consistiría en vo lver a abrir la economía argentina, as ignar los recursos conforme a las ventajas compa rat ivas reveladas por el mercado internacional, deprimir los sa larios rea les para aumen­tar la rentab ilidad privada y desmantelar al sec tor público para reubica r a l mercado como mecanismo esencial de la distribu­ción del ingreso y la as ignación de recursos. Naturalmente, estas po líticas provocaron la violenta ca ída de la producción, e l empl eo y los salarios rea les. En ta les cond ic iones, era imposibl e generar una demanda acrecentada de crédito externo. Antes bien, dada la contracción de la demanda interna, caeteris pari­bus, la balanza comercial y la cuenta co rriente de la balanza de pagos tendrían que haber mos trado un superáv it considerab le y el Ban co Central un aumento de sus reservas intern ac ionales. Para aumentar la corriente de c réd ito externo era indispensable por lo tanto, forzar el endeudamiento. Así se hizo por varias vías: el desplazamiento del financiamiento público al crédito externo, la reducc ión de aranceles de importación y, sobre todo, la revaluación del peso. En definitiva, terminó castigándose a las exportac iones y subsidiando la fuga de cap ital es, las importa­ciones y otros gastos en el exteri or como turismo, utilidades y rega lías. El incremento de los gastos en equipos militares impor­tados contribuyó en el mismo sentido.

A diferenc ia de Bras il y México, el endeudam iento argentino se produjo en el marco de la contracc ión económica y la destrucción de riquez a. De 1975 a 1981 , la deuda con los ban­cos privados internac ionales (que representa en los tres países más de dos tercios de la deuda total) aumentó d,e esta manera: México, 4 veces; Bras il , 3.5 veces, y Argentina, 7 veces . Pero la producción aumentó así : México 57%, Brasi l 37% y Argentina cero. El financiamiento extern o en Brasil y M éx ico integró un proceso de rápida expa nsión de la acumul ac ión financiada con ahorro interno. En Argentina ocurrió lo contrario. La brecha entre e l ahorro interno del período 1976-1981 , y el ahorro poten­c ial que se hubiera alcanzado con apenas mantener la t asa de crec imiento histórico, implicó una contracción de la acumulación de cap ital del orden de 20 000 millones de dólares. Por otra par­te, suponiendo, conservadoramente, que la relac ión pro­ducto/capital en la industria es de 1 a 3, que ~ producto industri al es del ord en de 25 000 millones de dólares y que el parque industri al desmantelado en el último sexenio representa 30% del activo fijo reprodu cible ex istente en el sector manu­facturero, la des trucc ión de cap ital industri al se acerca a los 30 000 millones de dólares. Si a es to se sum a la reducción del hato de ganado vacuno en 10 millones de ca bezas, se conc luye que, en el sexenio 1976-1981, el incremento de la deuda externa es mayor de 30 000 millones de dólares y que fu e acompañado

Page 67: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, di ciembre de 1982

por una destrucc ió n de ca pi ta l p rop io que excede a 50 000 mill o nes de dólares.

La experi enc ia de A rge nt in a, y ta mb ién la de Chil e y U ru­guay, que guarda n con aq uél la muchos rasgos comunes, no tiene equ iva lente en el pl ano intern ac ional. La deuda de otros países importantes, como Corea, también f ue acompañada, como en Bras il y M éx ico, po r un sostenido c.rec im iento de la produ c­ción, la acum ul ación y el empleo. En el caso de las economí as de Europa O ri enta l, las di ferencias inst itucionales im p iden extrae r conc lus iones comparat ivas vá lidas. En el Co no Sur de Améri ca Latin a, la expansión del créd ito intern ac ional, en el marco de polí t icas internas de cuño monetarista, provocó el peor de los mundos pos ibles: deudas inmensas y un f enomenal dete­rio ro de la economí a y el b ienes tar. Natura lmente, es tas di­ferencias de l proceso de endeudamiento asumen hoy mu cha importancia, cuando todos los países deudores, y la propia co­munidad f inanc iera intern ac ional, se enf rentan al desafío de re­so lve r con rea li smo los desequilibrios ex istentes.

EL PROC ESO DE AJU STE

S ean cuales f ueren las causas y las condic io nes de l endeuda­miento de los países en desa rro llo, el problema asume

dimensiones g lobales y compromete, simul táneamente, a ac re­edo res y deudores. M ás aún, agrava la inest abilidad preva­lec iente en el sistema intern ac ional. La interrupció n brusca de las corrientes de fin anc iamiento pri va do al mundo en des­arro llo ag rava los prob lem as mismos de l ajuste y amenaza con desencadenar la quiebra de los deudores. Sin em bargo, además, deprim irá aún más el comerc io intern ac ional que, en el úl t imo dece nio, se sostuvo en parte por las im portac iones de l mundo en desarro ll o fin anciadas, prec isamente, con e l c rédito in te rn a­cional. Por o t ro lado, todos los países deudo res se enfrentan a situ aciones soc iales y po líti cas com plejas y en A méri ca Latin a p reva lecen condi c io nes de pobreza y tensió n soc ia l que com­prometen la es tabilidad de los país es afectados y repercuten en el orden mundia l.

Frente a es te cu adro, los cr iteri os trad ic ionales de la banca intern acional y de l FMI han perd ido gran parte de su v igenc ia. La ll amada " recet a Po lak", inspirada por el ex-asesor económi­co de l Fondo, se f unda en la modificac ión de los prec ios re la­t ivos en favor de los b ienes expo rtabl es y en la contenc ión del gasto púb lico y la o ferta monetari a, para deprim ir la demand a intern a. En tales condi c io nes, se supone que aum entan las ex­portac iones, d isminuyen las im portac io nes y se restablece e l equilibrio. Como el Fondo y la comunid ad fin anc iera in te rn a­c ional t ienen una fu erte inc linac ión por el libre comerc io (en los países perif éri cos), la receta inc luye la unificac ión de los ti ­pos de camb io y la liberac ión comerc ial.

Es ta es trateg ia de ajuste se ap licó numerosas veces en Am é­rica Latina en los úl t imos treinta años. Los resultados fu eron gene­ralmente negat ivos en relac ión con la p roducc ión y el empl eo, pero, al menos, lograron cas i siem pre restablecer el equilibrio de los pagos in te rn ac io nales. Las diferenc ias de criteri os acerca de la naturaleza de la infl ac ión y el desequilibrio extern o nutr ieron, desde los años c incuenta, el debate entre la escuela es tru cturali sta lat inoamer ica na y el enfoque o rtodoxo promov i­do por el FM I. El reverd ec imiento de l paradigma monetari st a durante la década de los setenta transitó por otros carril es.

1341

1 nf luyó, por una parte, la abundanc ia de fin anc iamiento priva­do intern ac ional ya apuntada y, por otra, el ll amado "enfoque mo­netari o de la balan za de pagos". Éste subordinó la po lítica monetari a y el proceso de ajuste a la libertad de las tran sac­ciones de fond os extern os y de la tasa de interés. En tales con­d ic iones, e l aju ste reproducía la prác ti ca vi gente en los tiempos de l patrón oro, cua ndo las va ri ac io nes de reservas de oro m odi­f icaba n la liquidez y la tasa de interés, y e l ajuste se produ cía au to mát icamente. E 1 apego a este enfoque en e l Cono Sur te r­m inó con e l desas tre que se observa hoy en las economí as del área.

E 1 sistem a finan c iero intern ac io nal, hóndamente preocupa­do por sus problemas y por las di f icultades a las que se enfren­tan sus deudo res, se inc lina actu almente po r volver a forta lecer el papel del FMI. El Fondo fu e marg inado en la época qu e Th e Economist acaba de definir como " la fi es ta". Ahora, sus norm as de condic ionalid ad se vue lven a ve r como un requisito indi s­pensabl e para sanear las econo mí as endeudadas y restabl ecer la confianza en sus ac reedo res. Sin embargo, las condic iones han cambiado. Probablemente, parte de la respuesta que la co­munidad intern ac io nal debe adoptar frente a estos probl emas transitará po r e l FMI , aunque la receta tradic ional ha dejado de se r v iabl e. En esto influyen tres factores princ ipales. Primero , la di f icultad de que la devaluac ión de las monedas nacio nales rea lmente aumente las expo rta c io nes, cuando están cayendo los términos de intercambi o, aumenta el protecc ionismo y debi­l ita la expansión del comerc io mund ial. Segundo, la perm anen­cia de tasas de interés rea les q ue siguen siendo exagerad am ente altas para los países deudores. Tercero, la dimensión mism a del endeudamiento.

En ta les condi c iones, los se rvi c ios de la deuda exceden cual­quier pos ibilidad de ajuste por las vías tradi c ionales. Cuando só lo los in te reses alcanzan o superan la mitad del valo r de las exportac io nes, es prác ti camente imposibl e generar un exceden­te en la bal anza comerc ial y en los pagos corrientes que permi­ta cumplir los servi c ios. Conviene insistir . La receta tradi c iona l de ajuste fu e concebida para otras c ircunstanci as, no para las actuales. Esto se está comprendiendo en la comunidad finan­c iera internac ional y repercutirá probablemente en los criteri os de l FMI. Un análisis rea li st a de la situac ión indi ca qu e todos los parti c ipantes del proceso deberán modificar criterios tradi­c io nal es . Hay que encontrar f órmul as qu e permitan enca rar los desequilibr ios en el marco de la recuperac ió n econ ómi ca de los países deudores y de los mismos países industrial es. Las posi­ciones rí gidas son hoy la v ía m ás segura a la cesac ión de pagos de los deudores y al co lapso de buena parte del sistema finan­c iero intern ac ional. Es probable que la actu al fase de ansiedad y descon cierto que predomina en las plazas finan cieras interna­c ionales se sustituya, a corto pl azo, po r respuestas pragm áti cas y vi abl es a los dilemas actu ales. Empero, no hay que hacerse ilusiones. El problema de la deuda f orm a parte de los confli ctos de fo ndo ex istentes en e l o rd en mundi al, del apetito de las po­tenc ias hegemónicas po r conserva r sus vi ejas posic iones de do­minio y de la lu cha del mundo en desarroll o por superar e l atra­so y la dependenc ia. Lo nu evo en este cuadro es que mu chos países en desa rroll o ya han alcanzado el po tencial sufi c iente como para defender con f irmeza sus intereses y que la p ro li fe­rac ión del poder en el orden mundial amplía las opciones abiertas a cada uno de ellos. Las relac iones de poder son menos as i­métri cas que antes. Las opcio nes nac io nales se definen, fund a­mentalmente, dentro de cada país.

Page 68: estri u ctu ri a 1

1342

En la respu esta a la cr isis, los deudores ti enen la responsab i­lidad principa l. Sea cua l fuere la rea cc ión de la comunidad fi­nanciera internaciona l, los deudores se verán, inexorab lemente, ante la necesidad de aju star sus pagos externos . El problema no consiste en si hay que ajustar o no, sino en cómo hacerlo. Es improbable, por lo menos a corto plazo, que continúe el incre­mento del endeudamiento de los países en desarrollo. Los ban­cos serán reticentes frente a nuevas demandas de créd ito, pero deberán ser todo lo flexibles que haga fa lta para renovar la deuda existente y gran parte de los in tereses. Es decir, que cada país deberá poner su casa en orden. Las reg las del juego han cambiado. La capacidad de respuesta de cada país dependerá, en gran medida, de su potencial interno, de la divers ifi cac ión de sus recursos, de su capac idad de exportar y sust ituir importa­ciones. Pero el ajuste habrá que hacerlo. Cada país deberá acos­tumbrarse a vivir con sus propios medios; por lo menos hasta que se restab lezca la confi anza en el sistema financiero inter­nacional y los banqueros vuelvan a desarrollar su negocio, que no es, naturalmente, reducir los préstamos y sus ca rteras acti­vas, si no aumentar las corrientes de créd ito. Cuando ese mo­mento llegue, seguramente la experiencia de los últimos años provocará modificaciones importantes en el comportamiento de deudores y acreedores. Mientras tanto, los deudores deben hacer frente con firmeza al proceso de ajuste de sus cuentas in­ternacionales. En lo fundamental, las deudas no se reducirán; se refinanciarán. Empero, el incremento del endeudam iento será pro­bablemente pequeño a corto y mediano plazos.

Los dilemas a los que se enfrentan nuestros países son real­mente complejos: cómo eq uilibrar los pagos internacionales sin frenar el crecimiento ni agravar la pobreza que afecta a am­plios sectores sociales. El rebote político interno de las ten­siones internacionales es importante. La decisión del Gobierno de México de nac ionali zar la banca privada nacional revela que, confrontados con riesgos soc iales y políticos internos, los gobiernos se inclinarán por modificar las reglas del juego. Segu­ram ente, la com unidad financiera internacional está tomando nota de estas advertencias. Al mismo tiempo, debe observarse que el problema de la deuda está concentrado en los países ma­yores y más avanzados dentro del mundo en desarrollo. La cri­sis se plantea cuando varios de estos países han alcanzado ya un potencial de acumu lación, diversidad de recursos y capaci­dad de admi nistración de la economía, considerables. Las res­puestas internas no son sólo indispensables; parecen, también, posib les.

En definitiva, la posibilidad de cada país de administrar su deuda y asegurar su ajuste externo transita por la so lidez de su sistema político y la representatividad de sus cuadros dirigen­tes. La deuda está ligada a poderosos intereses y a visiones que pueden comprometer la adopción de políticas realistas de ba­lanza de pagos y desarrollo económico. Sea como fuere, la ad­ministración de la deuda y la vinculación entre las plazas finan­c ieras interna e interna cional dificultan la conducción de la política fiscal y monetaria. Por ejemp lo, en los últimos dos años, Brasil no ha podido impedir, altas tasas de interés y un proceso recesivo que interrumpe el sosten ido crecimento a lar­go plazo de su economía. En verdad, el endeudamiento y su ad­ministración forman parte del diseño global de la política eco­nómica, de los objetivos de los grupos dirigentes, de la firmeza de los objetivos nacionales de cada país. Esto es particularmen­te cierto en Argentina, donde la cuestión de la deuda apa rece enmascarada en problemas más profundos, relacionados con

argentina: la deuda externa

los objetivos globa les de la po lí tica económi ca y con la admi­nist ra c ión mi sma del sistema de poder.

HACER MÁS FRANCO EL DEBATE

L a deuda externa de los países latinoamericanos y del resto del mundo en desarrollo tiene una dim ensión internacional

y otra interna. La pr im era es sufi c ientemente diáfana y abarca tendencias bien conocidas en el funcionamiento del sistema económ ico mundial. La segunda se plantea en el ámbito na­cional de cada país . El endeudamiento externo se vincu la a las tendencias del desarrollo económico, la asignac ión de recursos y la distribución del ingreso. En definitiva, el sector financiero interno y sus vínculos con las plazas transnaciona les configura una compleja madeja de intereses que afecta a todo el aparato productivo y al sistema de poder. La formación de los paradig­mas teór icos y las propuestas de política económica no son aje­nas a es tas relaciones profundas entre el plano financ iero, la deuda externa y el sistema económico real. Así sucede, tam­b ién, en Argentina.

El subdesarrol lo político, la prolongada vigencia de re­gímenes de facto y, en este contexto, el predom ini o in format ivo de las posturas ortodoxas, obstacu li zan el debate de los proble­mas planteados por la deuda extern a. Detrás de algunas de las propuestas para encarar el problema, se advierten objetivos que trascienden la cuestión misma del endeudamiento. Dadas las con­diciones v igentes en el orden mundial contemporá neo, el mane­jo de la deuda depende, fundamentalmente, de l as decisiones que adopten los mismos países deudores. Las posibilidades de presión externa son limitadas. Cada deudor conserva una consi­derable libertad de maniobra para definir las políticas necesa­rias para el ajuste de sus pagos internaciona les. La dimensión interna del problema asume, entonces, una signifi cac ión priori­taria y decisiva. En Argentina, el enmascaramiento de los problemas reales const ituye un grave obstácu lo para la formu­lac ión de po líticas que permitan asum ir los compromisos inter­nacionales en el marco de la reconstrucción del aparato pro­ductivo, el desarrollo económico y el fortalecimiento de la posición internacional del país . Es imperioso, por lo tanto, hacer más franco el debate planteado en torno de la deuda ex­terna argentina.

Para hacerlo debe prestarse atenc ión a dos cuestiones princi­pales. Primero, la estrategia económica global. Segundo, la im­portancia del cap ital extranjero para el desarrollo económico. Detengámonos brevemente en cada una de estas cuestiones.

La propuesta monetarista de ajuste de la balanza de pagos y de cump limiento de la deuda externa coincide exactamente con su estrategia económica de largo plazo. Para pagar la deuda, la ortodoxia propone devaluar y mejorar los precios relativos de la producción exportable, reducir el gasto público y restringir la oferta monetaria. Es decir, propone mejorar los precios relati­vos de la producción exportab le y deprimir la demanda interna para aumentar los saldos exportables. Las consecuencias de este enfoque son la reducción del sa lario real y la contracción de la producción manufacturera. Como ésta depende, esencialmen­te, del mercado interno y de un nivel adecuado de protecc ión arance laria, la propuesta ortodoxa implica ac hi car el sector ma­nufacturero y desplazar el centro de gravedad de la economía argent ina hac ia la actividad exportadora tradicional. En tales

Page 69: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

condiciones, la econom ía se or ienta hacia una est ru ctura prein­dustria l que restab lece la d istr ibución del ingreso y el sistema de poder v igente en el modelo primario-exportador. ¿Q ué dife­renc ia ex iste entre la política de corto plazo de la ortodox ia, destin ada a pagar la deuda, y su est rateg ia de largo plazo? Ab­so lutamente ninguna. De allí el tradicional entusiasmo de la de­rec ha argentina por los conse jos del FMI. Esto no es de ahora. Se observa en cada oportun idad en que el país debió rea l izar ri gu­rosos procesos de ajuste de sus pagos in ternacionales. De allí mi afirm ac ión, durante el debate sobre estas cuestiones en los años sesenta, de que el FM I sue le se r un instrumento de los gru­pos internos ligados al sistema preindustrial. Cua ndo éstos pier­den capac idad política interna para imponer, desde adentro, la po líti ca ortodoxa, procuran respaldarse en el exte ri o r y en la aparente obj etividad de cr iterio de la com unidad financiera in­te rn aciona l y e l FMI. Esto es lo que está sucediendo ahora . E 1 proyecto preindustrial de 1976 terminó en el mayor desastre económico de la histor ia contemporá nea argentina. Termin a, también, con la disolución del rég imen que lo sustentó. No es extrañ o que, según la ortodoxia, só lo la aceptac ión incondi­c ional de las supuestas recomendacion es del FMI puede ev itar la cesac ión de pagos y el co lapso de la econom ía argentin a. Con o sir:i deuda externa, la po líti ca moneta ri sta es la que pre­tenden los voceros e intereses ligados al país preindustr ial y a la inserción depend iente de la economía argentina en el orden mundial contemporáneo. Se trata, en definitiva, de da r un nuevo impul so a la m isma política que, en abr il de 1976, puso en marcha el intento más ambicioso de retorn o al pasado. Para fundar su argumento, e l monetarismo exagera las dificultades por las que atraviesa la economía argentin a. Se conv ierte, en definitiva, en el vocero de la impotenc ia del país . Segú n este enfoq ue, A rgenti na só lo puede negocia r con la cabeza gac ha y e l brazo extendido, esperando la benevolencia y to lera ncia de los acreedores.

Este t ipo de enfoq ue sobre el problema de la deuda des natu­raliza la sustanc ia de la cuest ión y desfigura el cuad ro que rea l­mente im pera en e l ordefl inte rn aciona l. E 1 monetarismo local af irm a que las plazas f inancie ras in te rn acionales y e l FM I pre­sentan un frente monolítico que im pone políticas ortodoxas a los países deudores. El orden mundial reve la, en camb io, una gran diversidad de cr,iter ios, desconfianzas sobre la v iab ilidad de las estrateg ias convencionales de ajuste y posturas nego­c iadoras flexibles . Mientras el monetarismo sostiene que el país está en una situac ión vulnerab le y sin sa lida, los datos rea les in­dican que A rgentina tiene una posición superavitaria en su ba­lanza comerc ial de bienes y serv ic ios reales y que puede mane­jar su deuda react ivando su economía.

Resulta indispensable, pues, hacer más c laro e l debate. Dis­cutir, primero, cuá l es la estrateg ia aconse jab le para el des­arrollo económi co argentino, cuá l es la estru ctu ra productiva compatib le con el crecimiento de largo plazo, el forta lec imien­to de la posición internacional y la expansión sostenida del empleo y los sa larios reales . Si la respuesta se inclina por la for­mac ió n de un sistema indu stri al integrado y comp lejo, asentado en un a formid ab le dotación de recursos naturales y un inmenso espac io te rrito ri al, el monetarismo no si rve como política de largo plazo ni como fo rm a de asegurar el cumplim ien to efecti­vo de la deuda exte rn a. En verdad, la o rtodox ia formula una propuesta abso lutamente inv iab le, incluso para el problema de la deuda. Pocas dudas caben de que, en las c irc unstancias ac­tuales, profundizar aún más el receso y el dramático deterioro

1343

experimentado por el empleo y el b ienestar es la vía más segura pa ra el esta llido soc ial y la cesac ión de pagos internacionales. A l fina l del cam ino monetarista se encuentra el co lapso de la economía argentina y e l incumplimiento inevitab le de los compromisos internac iona les.

La segunda cuest ión se refiere al ahorro nac ion al. ¿Alcanza o no el potencial interno de acumulación para sostener una tasa aceptable de crecimiento económ ico? La respuesta frente a este problema también influye en cómo se eva lú a la cuestión de la deuda y en las propuestas para encararla. En la tradición orto­doxa, pero no só lo allí , existe el convenci miento de que el ahorro interno es insuficiente y que el aporte del cap ital forá­neo es ind ispensab le para sostener el crecim iento económ ico argentino. Según este cr iterio forzar los niveles de ahorro inter­no para aumentar la tasa de c rec imiento implicaría un sac rifi­c io insoportab le de los niveles de consumo y bienestar. La res­puesta rad icaría, pues, en aumentar la corr iente de recursos exte rn os que, en la p rácti ca, significa sostener, en el largo pla­zo, un déf ic it en la balanza de pagos en cuenta corriente . Dada la dimensión actua l de los intereses de la deuda, esto implica que el cap ital exte rn o debe rí a cubrir no sólo esos intereses más la amorti zac ión de la deuda sino, además, aportar recursos ad i­c ionales. En otros términos, debería producirse un déficit de la cuenta co rri ente, exc luidos los intereses de la deuda, y en­cont rar recu rsos externos para financiar ese desequi librio.

Este enfoque lleva a la conc lusión de que, para recuperar la confianza de la comunidad f inanciera interna c ion al y reiniciar la corri ente de fi nanc iamiento externo hac ia Argentina, es indis­pensable acepta r sin chista r las normas de condic iona lidad del FMI. A part ir de aquí se cae en conc lusiones similares a las de la postu ra ortodoxa: el contexto financiero intern ac ional es monolítico en su respaldo a la estra teg ia ortodoxa de ajuste y el país carece de 1 ibertad de m aniobra algun a para intentar otro abordaje al problema del ajuste de sus pagos internacionales . Si se niegan estas " rea lidades", la consec uenc ia es e l co lapso eco­nómi co intern o, e l aislamiento del país y la frustración de toda posibilidad de recuperac ió n y desarrollo.

Estas conc lusiones sobre la naturaleza de la deuda externa están fue rtemente influidas por e l supuesto apuntado: e l ahorro intern o es insuf ic iente. Pero, ¿es rea lmente as í? Se trata, por cierto, de una v ieja po lémica que actualmente, ha sido resuelta por la situac ión imperante en el país y en el ámbito interna­c ion al. No es previsible, a corto y med iano plazo, que los países actualmente endeudados puedan segu ir registrando desequilibr ios en sus pagos corr ientes (excluidos los intereses de la deuda) y fi ­nanc iarlos aumentando su deuda externa. El ajuste es indispen­sab le y los deudores tendrán que arreg lárse las para vivir con sus propios medios. Es probable, en el caso argentino que una f uer­te recuperación de la act ividad económica interna, sumada a una rigurosa política de ajuste, atraiga recursos del exterio r en forma de inversiones p ri vadas di rectas, créd itos de proveedores y otros financiamientos ligados a la formación de cap ital. Sin embargo, esas condi c iones no podrían darse con estrategias or­todoxas de ajuste, que tienden a reduc ir aún más el mercado in­terno y la producción industria l. E 1 enfoque comentado es, pues, incons istente en sus propios términos .

En el la rgo plazo, la balanza de pagos en bienes y servicios reales revela una persistente posición superavita ria . Desde e l f in de la segunda guerra mundi al, esto no impidió que hubiera

Page 70: estri u ctu ri a 1

1344

desfases temporales que llevaron al clásico modelo de " conten­ción y arranque" , ligado a insuficiencias transitorias de la capa­cidad de pagos externos. También es cierto que el lento aumento de la capacidad exportadora actuó como un freno al crecimien­to . Empero, este problema se planteó más en torno de la con­versión de ahorro interno en poder adquisitivo externo, para im­portar bienes de capital, que en el de la insuficiencia misma del ahorro nacional. De hecho, desde comienzos de los años sesen­ta el país pudo sostener una tasa de crecimiento económico cercana a 5% anual y el techo impuesto por la capacidad de pagos externos se elevó progresivamente por medio del repunte de las exportaciones tradicionales y de manufacturas. La ines­tabilidad institucional de largo plazo, los cambios en la con­ducción económica y la ausencia de una política firme de desarrollo, sin duda impidieron que Argentina movilizara plena­mente su potencial y alcanzara, con sus propios recursos, un rit­mo más intenso de crecimiento. No obstante, un país con un ingreso medio anual de l orden de 3 000 dólares por habitante y una tasa de ahorro superior a 20%, genera un volumen de ahorro suficiente para sostener un ritmo de crecimiento con si­derable. En condiciones políticas más estables y con la aplica­ción de políticas económicas consistentes, sin duda Argentina habría logrado alcanzar tasas de crecimiento más elevadas . Por otra parte, una economía cercana al autoabastecimiento ener­gético, excedentaria en alimentos, con una amplia y variada gama de recursos naturales, un considerable mercado interno y recur­sos humanos calificados, cuenta con el potencial básico para asentar, en su propio potencial de acumulación, un elevado crecimiento económico de largo plazo. El criterio acerca de la insuficiencia del ahorro nacional no se sustenta, pues, en la rea­l id ad de los hechos.

La experiencia reciente aporta algunos elementos de juicio complementarios sobre esta cuestión. Se recordó anteriormen­te que, en el sexenio 1976-1981, la destrucción de capital pro­ductivo existente y de ahorro potencial, superó los 50 000 millo­nes de dólares. Un país capaz de destruir tamañas magnitudes de riqueza sin duda cuenta con un potencial básico que, bien utilizado, permitiría alcanzar una elevada tasa de crecimiento económico. La apreciación realista del efectivo potencial de ahorro y acumulación del país es, por lo tanto, indispensable para abordar la cuestión de la deuda externa.

En conclusión, el análisis de la dimensión interna del endeudamiento externo es esencial para definir una estrategia válida de ajuste y negociación con los círculos financieros in­ternacionales. E 1 debate debe ser sincero para evitar que se en­mascaren supuestos y objetivos que trascienden los estricta­mente referidos al endeudamiento. Cada propuesta para encarar la cuestión de la deuda debe hacer explícitos, previamente, sus criterios sobre la estrategia económica global y el papel del ca­pital extranjero.

LA POSICIÓN ARGENTINA

S egún los datos compilados por el Banco de Pagos Interna­cionales, de Basilea, excluyendo a las economías in­

dustriales, a fines de 1981 Argentina era el tercer deudor de la banca privada internacional, después de México y Brasil. Su deuda representaba 8% de la de todos los países en desarrollo no exportadores de petróleo y alrededor de 70% del endeuda­miento total del país que, a fines de 1982, asciende a los 40 000

argentina: la deuda externa

millones de dólares. Más de 50% de la deuda con la banca pri­vada internacional tiene un plazo de vencimiento de hasta un año. Este es el peor perfil temporal dentro del mundo en des­arrollo, con la excepción de Corea. Los intereses del endeuda­miento total representan, en 1982, alrededor de 60% del valor de las exportaciones. La deuda argentina con la banca interna­cional aumentó 7.2 veces de 1975 a 1981, lo cual representa el ritmo más rápido de endeudamiento a escala mundial.

CONCLUSIONES

E n este trabajo se procuró encuadrar el endeudamiento ar­gentino dentro de las tendencias imperantes en el orden

mundial y de las políticas predominantes en los países deudo­res . Las conclusiones son las siguientes:

La deuda de los países en desarrollo con la banca interna­c ional fue promovida por una agresiva política de préstamos de las entidades acreedoras. Como epílogo de este proceso, los países deudores se encuentran con un volumen de compromi­sos que excede sus capacidades de pago y los bancos acreedo­res tienen una cartera muy comprometida en préstamos al mun­do en desarrollo. Cada país se endeudó a su manera. La deuda argentina se multiplicó en el marco de un cambio drástico de la política económica, una fenomenal destrucción de riqueza y el agudo deterioro de las condiciones sociales .

2. La crisis de confianza desatada en el sistema financiero internacional obedece a los niveles de deuda, al aumento de las tasas de interés y al deterioro de la capacidad de pagos exter­nos de los deudores. La crisis de confianza abarca al mismo mundo desarrollado, como consecuencia de los bajos niveles de actividad imperantes, la caída de rentabilidad de la activi­dad privada y las altas tasas de interés real que imperan en las plazas financieras .

3. La dimensión de la crisis es tal que las recetas tradiciona­les de ajuste promovidas por el FMI han dejado de ser viables. Se observa una apreciación creciente de este hecho. Esto gene­ra las ambivalencias e incertidumbres que predominan actual­mente en los círculos financieros internacionales. No hay po­lítica ortodoxa alguna que logre, mediante la contracción de la demanda interna y el estímulo exportador, generar los exceden­tes necesarios para pagar siquiera los intereses de la deuda. El refinanciamiento de las amortizaciones y de la mayor parte de los intereses es la única posibilidad que tienen los bancos para no forzar la cesación de pagos de sus principales deudores. Se ob­serva, también, un convencimiento creciente de que la solución de la crisis depende de una modificación de las tendencias im­perantes en la economía mundial; vale decir, el reinicio del cre­cimiento de la producción y el comercio mundiales y la reduc­ción de las tasas de interés. La futura capacidad de pagos de los deudores depende, en gran medida, de esta modificación de las · tendencias internacionales.

4. La capacidad de presión de los acreedores está seriamen­te limitada. por la inviabilidad de las recetas tradicionales de ajuste y por los riesgos políticos inherentes a cualquier tentati­va de deprimir severamente el nivel de actividad, el empleo y los salarios en los países deudores. La iniciativa en el manejo de la deuda se ha desplazado hacia estos últimos pero ellos deben, de todas maneras, restablecer el equilibrio de sus pagos corrien-

Page 71: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

tes, exc luyendo los intereses de la deuda 2 No es previ sibl e.en las condiciones actua les, un in cremento de la deuda por enci­ma de la refinanc iación de las amortizaciónes, y todo parte de los intereses. E 1 problema de los deudores no cons iste en si de­ben o no aj ustar sus pagos exte rn os sino en cómo hacerlo.

S. Desde la perspectiva de los deudores, la dimensión inter­na del prob lema asume una importancia decisiva. La forma en que se encare e l proceso de ajuste depende, esenc ialmente, de las opciones políticas de cada sociedad, de la estru ctura del po­der y de la cons istenc ia de las políticas económicas g lobales. Los vínculos entre los círculos financieros internacionales, las plazas locales y el sistema interno de poder, cond ic ionan la orientación de las políticas que se adoptan para alcanzar el ajuste externo y ubicar el cumplimiento de la deuda en el con­texto más amplio de la estrateg ia económ ica global.

En el marco de estas conc lu siones, deben destacarse los si­guientes rasgos de la situ ación argentina:

a] La balanza comercial reg istra un considerab le superávit y lo mismo ocurre con la cuenta corriente, exc luyendo los intere­ses de la deuda . En c iertas condic iones, Argenti na puede man­tener el equ ili brio de sus pagos básicos (sin intereses de la deuda) al mismo tiempo que repuntan la producción, el empleo y los sa lari os reales . Argentina está cercana al autoabastec i­miento energético y es excedenta ri a en alimentos. Una firme política exportadora y de sust ituc ión de importac iones permitiría el repunte de la producción, manteniendo el equ ilibrio de los pagos básicos. Asentada sobre estas bases, la posición nego­c iadora argent ina dista de ser insosten ibl e. En un reciente edito­rial (10 de septiembre), The Financia/ Times caracterizaba la si­tuación argentina en los siguientes términos: "s i se elimin a el servicio de la deuda, Argentina queda con un superáv it en su balanza de comerc io y puede desarrollar su comercio sobre ba­ses de contado. En tales c ircunstancias, las presiones finan­cieras y políticas desde el exterior, digamos desde Estados Uni­dos, pueden logra r poco. Los banqueros só lo pueden esperar y conse rvar sus esperan zas". Vivir al contado. Esta es, en efecto, una posibilidad real de Argentina, que debe tomarse en cuenta al e laborar la estrategia de ajuste externo y de la posición nego­c iadora con los ac reedores.

b] Argentina tiene exce lentes antecedentes como país cu mplidor de sus compromisos in ternac ionales. Transitó toda la cr isis de los años treinta sin dejar de cumplir. La última vez en que el país entró en cesac ión de pagos fue en 1890, hace cas i un siglo. Por otra parte, su potencial básico lo sigue conservan­do como un buen sujeto de crédito internacional. Como The Fi­nancia/ Times seña la en el mismo ed itorial : "e l problema con Argentina es que la cr isis política puede impedir decisiones ra­cionales". Esto es, en efecto, lo que está ocurriendo. El vacío de poder y el manejo errático del régimen cambiario y de los control es existentes, la sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, las retenciones de existencias y otras maniobras, diluyen el superáv it comerc ial que debería

2. Es interesante observar la reacción de la comunidad financiera internacional frente a las actuales dificultades de los pagos externos de México. En definitiva, la esperanza de los banqueros parece descansar en la posibilidad de que el futuro presidente de México sea más " razo­nable" que el actual. [Este artícu lo se escribió antes de que Miguel de la Madrid sustituyera a José López Portillo en la Presidencia de la Repúbli­ca. (N . de la R.)].

1345

estar registrándose. Se ha acumulado, así, un considerab le atraso en las deudas comerc ia les, que traban las co rrientes normales de importaciones y e l abastec imiento de insumos esenc iales. La deuda financiera y el comerc io son dos campos diferenciados con vínculos ent re ell os pero que, en las cond ic iones actua les, no deben confundirse. Si los atrasos de la deuda comercial y la fuga de divisas generan una situación de desabastecimiento de insumos importados, el país ent rará en la negociación externa maniatado por las dificultades crec ientes de su actividad pro­ductiva. En verdad, el problema actual no son los banqueros ni e l FMI . Radica en la propia irrac ion alidad del comportamiento interno y en los mismos sectores responsables del desastre ac­tual y de la deuda externa.

Estas reflexiones sobre el contexto internac ional y e l caso ar­gentino permiten extraer concl usiones adicionales. El dese­quilibrio actual de los pagos externos del país es distinto del que imperaba en las fases críticas del modelo de "contención y arranq ue". Esta situ ac ión se parece más a la imperante en las economías eu ropeas después de la guerra. Esta es la tesis centra l de mi último libro.3 El país debe hacer frente a su deuda externa simultáneamente con la reconstrucción del apa rato p roductivo y la elimin ación de los desequilibrios fundamenta­les del sistema, cuya manifestación más ev idente es la hiper­inflación. Ninguna econom ía europea se hubiera reconstruido después de 1945 con estrateg ias o rtodoxas de ajuste. Lo hi­c ieron con el contro l estri cto de las va ri ables fundamentales del sistema, con programas rigurosos de economía de divisas y con la movilización de la activ id ad productiva. Esta es la única respuesta válida para la situ ación argentina. Las restricciones para una política rea lista de aj uste externo y de cumplimiento de la deuda, en e l marco de la reconstrucción, no están coloca­das fuera de las fronteras del país, sino dentro.

De allí que la deuda externa no sea el problema más impor­tante ni las políticas para encararla la primera prioridad a que debería responder la condu cc ión económica. La deuda es una tercera prioridad. La primera es la reconstrucc ión institucional y el estab lec imiento de un poder político estab le capaz de ad­ministrar con firmeza las variables fundamentales del sistema económico. La única forma de lograrlo es e l retorno a un rég i­men representativo, en el marco de la Constitución Nacional. Sólo un régimen legít imo puede cumplir dos requisitos previos para enca rar con éxito el problema de la deuda. Primero, la ca­pacidad de convocato ria interna y de movilización del país detrás de objetivos compartidos. Segundo, la recuperación del prestigio internacional seriamente erosionado, en los últimos años, por la vio lación de los valores fundamentales de nuestra cultura y de los principios políticos que predominan en el mun­do occidental. Por lo tanto, si se pregunta qué es lo primero que hay que hacer para pagar la deuda externa, la respuesta es: transferir el poder y cerrar definitivamente la instanc ia de los gob iernos de facto . En este contexto, la segunda prioridad es la puesta en marcha de una política de reconstru cc ión y des­arro llo que fortalezca los pagos internac ional es. Cumplidas es­tas dos condic iones, el problema de la deuda tiene respuestas posibles. Ningún sector importante del país está planteando, como opción válida, desconocer la deuda y dejar de pagarla. El problema radica, en cómo hacerlo. La so luc ión descansa, en de­finitiva, en el ámb ito interno y en las opciones políticas que se asuman . O

3. La posguerra , El Cid, Buenos Aires, 1982.

Page 72: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vol. 32, núm . 12, M éx ico, dic iembre de 1982, pp. 1346-1 35 7

La concentración industrial en Costa Rica 1 cARLOSA.IZURIETA*

INTRODUCCIÓN

L a industrialización en Centroamérica se produjo en circuns­tancias históricas completamente diferentes a las que per­

mitieron promover, a partir de los años treinta del presente siglo, el crecimiento industrial en otros países de América Latina.

Luego de la segunda guerra mundial comenzó un período de expansión sin precedentes de la economía capitalista, particu­larmente la estadounidense. Fue una época de creciente com­petencia en el segmento más oligopólico del mercado mundial, lo cual obligó a las corporaciones estadounidenses a buscar nuevas bases de ventas y de producción.1

El capital más concentrado amplió sus dominios en el orbe mediante la internacionatización del proceso capital is ta de

1. Véase S. Hymer, Empresas multinacionales, la internacionaliza­ción del capital, Ed. Periferia, Buenos Aires, 1972, pp. 60-61.

* Economista, profesor del Departamento de Economía de la Uni­versidad Nacional e investigador en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica. El autor agradece a María Cristina Palacios y a Mario Bonilla su colabora­ción en la búsqueda y procesamiento de la información. También agradece a Osvaldo N. Feinstein sus comentarios y sugerencias a una versión preliminar del trabajo.

producción; su principal agente fue la gran corporación trans­nacional.

Si bien Centroamérica no fue el principal terreno de opera­ción de las transnacionales, tampoco resultó ajena a dicho pro­ceso. 2 Esas circunstancias históricas tuvieron una considerable influencia en la estructuración del Mercado Común Centroame­ricano (MCCA) y por ende en la industrialización de los diversos países del área.

Para el estudio de la concentración industrial en Costa Rica se deben tener presentes la coyuntura histórica comentada y el tamaño muy reducido del mercado local, 3 lo cual explica que las nuevas industrias comenzaran dominando una amplia por­ción del mismo.

Hacia fines del decenio de los cincuenta eran escasas las ac­tividades industriales del país que contaban con establecimien­tos fabriles propiamente dichos. La mayoría eran talleres de re-

2. Hay diversos estudios que se refieren a la penetración del capital extranjero en la industria; entre ellos cabe mencionar el de Cert Ro­senthal, " El papel de la inversión extranjera directa en el proceso de in­tegración" , en Centroamérica hoy, Siglo XXI Editores, México, 1975, y el de Susana Bodenheimer, et al. , La inversión extranjera en Cen.troaméri­ca, EDUCA, Costa Rica, 1974.

3. Si se toma en cuenta el ingreso per cápita y la población, el ta­maño del MCCA es varias veces inferior al de Colombia, por ejemplo.

Page 73: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

du cidas d imens iones en donde preva lecía un proceso de t raba­jo de ca racterísticas artesana les. Según el Censo Industrial de 1958, 92% de las unid ades productivas ocupaba en promed io menos de tres personas cada una, 59% no empleaba traba jo asa lar iado, 72% no utilizaba energía eléctr ica y la participa­c ión de la mano de obra fe menina só lo ll egaba a 12 por ciento.

Los principales productos elaborados eran de consu mo per­sonal y provenían de sectores como alim entos, bebidas, tabaco, prendas de vest ir y ca lzado. 4 La presenc ia del cap ital extran jero no era muy im portante, excepto en unas pocas ramas en donde cont ro laba los estab lec imientos de mayor envergadura. El es­caso desarrollo industrial de l país en esa época se expresaba en el carácte r fundamentalmente agrari o de su estructura produc­tiva. 5

La situac ión comenzó a modificarse en 1963, al in co rpo rarse Costa Rica al MCCA; se inició un proceso de industrialización ampa rado en una e levada protección arance lar ia y una política cred iti c ia y fiscal que lo favorecía. Los rasgos sobresa lientes de dicho proceso fueron: una expansión ma nu facturera predomi­nante espontánea, es deci r, sin regu lac ió n por parte del Estado; un a producc ión sust ituti va de bienes f inal es importados que no requerí an de tecnología comp leja; una muy elevada dependen­cia del exterio r en materia de insumos y tecnología; un a partici­pación creciente e importa nte del cap ital extranjero; una con­tribución cada vez mayor del sector industrial al déficit de la balanza comercia l; una ocupación muy significat iva de f uerza de trabajo y un aprec iable y sostenido ritm o de crec imiento du­rante cas i dos decenios.6

En los apartados siguientes se ofrecen los resu ltados de la es­timac ión de la concentración económi ca de la industri a manu­facturera en 1964y1975. Luego se efectúa una primera aproxi­mación sobre el poder de mercado que detentaba, en 1975, el capita l industri al invertido en dive rsas ram as de producc ión. Por último, se presentan las principales conclusiones de la in­vest igac ión .

ASPECTOS METODOLÓG ICOS

U sua lmente e l incremento del poder de mercado del cap ital industri al se infiere a partir del aumento del grado de con­

centrac ión en este sector productivo.

4. En 1958 esas cinco actividades representaban 71 % de los esta­blecimientos, 66% de l personal ocupado y 68% del valor agregado. Pa­ra más datos, ver /1 Censo de Industrias en Costa Rica, 1958, Dirección Genera l de Estadística y Censos, San José. 1962.

5. Durante los ci ncuenta la industria aportó al producto interno bruto alrededor de 13%. En cambio. el sector agropecuario duplicaba dicha pa rti cipación. La agricultura. aún en 1963, ocupaba 58% de la población económ icamente act iva. mientras que la industria sólo de­mandaba 10% de la misma. Véase Rigoberto Navarro Meléndez. La contr ibución del sector industria / al desarrollo económico de Costa Ri­ca, tesis de grado, Ba nco Centra l de Costa Rica. 1975.

6. De 1962 a 1980 la industri a costa rri cense crec ió en forma inin­terrumpida y a una tasa acumul ativa anual s.uperior a 9%. En 1981 el volumen de producc ión del sector industrial experimentó una caída de 4.6% (excluye carne. café y azúcar). Véase Evolución de la industria en Costa Rica durante el ailo 1981 y perspectivas para 1982, Inst ituto de Invest igaciones en Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica. 1981 .

1347

El grado de concentrac ió n es un elemento apropiado para el análi sis de l poder que tiene el capital. pero inferi do só lo a part ir del primero es una seve ra simplificac ión de la rea lid ad econó­mica y más aú n cuando nos referim os a una economía pequeña y abierta como la costarri cense.

Por tales motivos, se tuvo espec ial cuidado tanto en la forma de medir la concentración como en la ca racter izac ión de l po­der del cap ital industr ial. Más adelante nos referiremos exp líc i­tamente a este ú ltimo punto.

Con el propósito de logra r la m ayor aprox im ación posible al concepto de mercado (elevada sustituibilidad de los productos para el consumido r) o de industrias homogéneas (considerab le similitud del proceso tecnológico para elaborar determinados bienes) se trabajó con e l máximo nivel de desagregación que presentan las tabulaciones inéditas de los censos indu stria les de 1964 y 1975. 7 A pesa r de e l lo. subsis t en algunas deficiencias, pues en los levantamientos censa les está n superpuestos los cr i­terios de mercado y de homogeneidad; a e l lo hay que añadir problemas de c las if icac ión derivados de la presencia en un mi s­mo estableci m iento de prod ucc ión prin c ipa l y secu ndaria.

A pa rtir de dichas tabulaciones se redef in ió el universo in­dustrial en los dos censos. El pr im er paso fue e liminar del Censo de 1964 todas aq uel las acti vidades que co rrespondían al rubro de reparac io nes, ya que en e l Censo de 1975 no se les cons ideró como indu str ias. El segundo paso cons istió en eliminar, para no sobreestimar inadecuadamente el grado de concentrac ión, to­das las ramas con un valor agregado menor a 1 .3 millones de co lones en 1964 y a 5.4 millones de co lones en 1975 (excepto cuando dos estab leci mientos tení an un va lo r agregado de 2.5 m ill ones de colones o más). En todas esas ramas el valor de las importac io nes era superi or al valor de la producción.8 Las ra­mas exc luidas se denominan en este estudio resto de ramas (RR).

El indicºado r de concentración emp leado es el que se conoce como " medida abso luta de concentración" y cons iste en la im­portancia relativa - en nuestro caso, del valor agregado- que un determinado número de establecimientos tiene dentro del total de cada una de las ramas que se cons ideran . Los es­tablecimientos escog idos para determinar el grado de con­centrac ión fueron los dos mayores. Usualmente se consideran 6, 8 o m ás, pero se ha preferido un número aprec iablem ente menor para no sobreestimar el nive l de concentración; no hay que o lvidar que desde una perspectiva internacional el tamaño del mercado loca l es de muy red ucidas dimensiones.

El hec ho de que la unidad de análi sis sea el es tab lecimiento y no la empresa (la cual puede esta r constituid a por más de un establecimiento) puede impli ca r que nuestros resultados subes­timen el poder económico de c iertos grupos industri ales.

7. A nivel de 5 dígitos de la Clasificac ión Industria l Internaciona l Uniforme (CllU, Revisión 1) para 1964 y a nive l de 6 dígitos (CllU, Revi­sión 2) para 1975. En esta investigación. denominamos " rama" a estos nive les de desagregac ión.

8. Se eliminaron 156 ramas en 1964y105 en 1975. La importan cia relativa de las mismas (RR) puede apreciarse en los cuadros 1 y 4.

Page 74: estri u ctu ri a 1

1348

En los apartados siguientes se emplean diversas abreviaturas para designar los diversos estratos de concentración industria l:

RAC 1 : Ramas muy altamente concentradas. Son aquel las cu­yos dos mayores estab lec imientos participan con 75% o más del valor agregado.

RAC 11 : Ramas altamente concentradas. Son aquellas en las que la part icipac ión de los dos mayores estab le­cim ientos está entre 50 y 74.9 por ciento del va lor agregado.

RMC: Ramas medianamente concentradas. Son aque ll as cu­yos dos mayores estab lec imientos participan entre 25 y 49.9 por ciento del va lor agregado.

REC: Ramas escasamente concentradas. Son aquellas cuyos dos mayores estab lecim ientos participan con menos del 25% del valo r agregado.

Resto de ramas (RR) no es un estrato de concentración pues comprende a todas las que se exc luyeron de los respectivos censos.

LA CONCENTRACIÓN INDUSTRIAL EN 1964

A comienzos de los años sesenta la mayor parte de la peque­ña industria y artesanía, comprendida fundamentalmente

en los estratos REC y RR (véase el cuadro 1), representaba 78% de las ramas, 91 % de los estab lec imientos, 63% del personal ocupado y e l 37% del va lor agregado censa l. De aquí en ade­lante los porcentajes, excepto en los cuadros, están redon­deados.

Estos pequeños talleres, que estaban básicamente loca liza­dos en el Valle Centra l, conformaba n el "paisa je industrial" de Costa Rica. Este hecho nos perm ite comprender que aún en años recientes se continuara caracterizando a la industria local con base en dicha percepción.

En seguida se pondrá en ev idencia que esa descripción só lo expresa una parte de la realidad industrial, sos layando otros as­pectos de fundamental importancia.

Importancia de los estratos de concentración

E n el cuadro 1 se puede advert ir que en las ramas más con­centradas (RAC1 y RAC 11) se encontraba 5% de los estab leci­

mientos, representaban 19% de las ramas, y en ellas se ocupa­ba 28% de la fuerza de trabajo y se generaba 51 % del va lor agregado de la industria.

Asimismo, en RAC1 y RAC 11 las fábricas de mayor dimensión (70 o más personas ocupadas) aportaban 79% del valor agrega­do de esos dos estratos de concentración. Dichas fábricas, si bien no alcanzaban a representar 1 % del total de estab leci­mientos de la industria, demandaban 19% de la mano de obra y producían 40% del valor agregado industria l, es decir, una c ifra superior a la del conj unto de la pequeña industria y artesanía.

Estos datos son un claro testimonio del elevado nivel de con­centración que presentaba el capital industrial en los inicios del proceso de industrialización del país.

costa rica: la concentración industrial

CUADRO 1

Importanc ia de los estratos de concentración en la industria manufacturera en Costa Rica, 1964 (Porcentajes)

Estratos de Estableci- Personal Valor con centrac ió n R¿mas mientas ocupado agregado

RAC¡ 11 .6 1 .8 14.1 39 .6 RAC¡¡ 7.4 3.4 14.3 11 .8 RMC 3.2 4.3 8.8 11 .3 REC 5.6 48.0 39 .6 27 .3

Subtotal 27.8 57.5 76.8 90.0

RR 72.2 42.5 23 .2 10.0

Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: El aborac iones con base en datos de la Dirección General de !Estadí sti ca y Censos (DG EC).

Estructura de los grupos industriales

V eamos ahora cuá l era la importancia relativa de los diver­. sos estratos de concentración en cada uno de los grupos in­dustriales, así como el grado de concentración que los mismos tenían en 1964.

De los 19 grupos que f iguran en el cuadro 2, los que mayor valor agregado generaban eran : alimentos (20), bebidas (21), sustancias y productos químicos (31 ), confecc iones y ca lz ado (24), textiles (23) y tabaco (22). Estos seis grupos tenían 63% de los establecim ientos de la industria, 65% del personal ocupado y contribuían con 79% del valor agregado. De ellos só lo dos (productos alimentic ios y confecc iones y ca lzado) presentaban un grado de concentración inferior a 50% . En los cuatro restan­tes la concentración era muy elevada.9

La estructura interna de los grupos seleccionados -definida por la participación de los estratos de concentración- presen­taba las siguientes características:

a] Productos alimenticios. Las ramas escasamente concen­tradas (REC) eran las preponderantes, sigu iéndo les las RAC 1 en orden de importancia. Era un grupo en donde posiblemente ex istía un ámbito en que predom inaban las formas más compe­t itivas de mercado y otro en donde las prácticas o ligopólicas eran las dominantes.

b] Confecciones y ca lzado. La actividad desarrollada por la pequeña industria y los talleres artesana les era la única que existía en este grupo. Su grado de concentración (19.8%) se en­contraba entre los más bajos de toda la industria. Del total de estab lecimientos industriales del país, 26% se clasif icaba en es­ta rama.

9. Los va lores de concentración por grupos se obtuvieron ponderan­do los grados de concentración de las diversas ramas que los integran con sus respectivos va lores agregados. Un procedimiento análogo se empleó para obtener el nivel de concentrac ión del tota l de la industria.

Page 75: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982 1349

CUADRO 2

Im portanc ia relativa de los estratos de concentración en los grupos industriales, 1964 (Porc entajes]

Estratos de concentración 2

Grado de Grupos 1 RAC1 RAC 11 RMC RE C Sub total RR Total concen trac ión

20 23 .5 3.2 18.8 45 .5 91.0 8.9 100.0 39.2 21 88.6 10.7 99 .3 0.7 100.0 98.9 22 99.4 99.4 0.6 100.0 99.7 23 31.7 60.1 91.8 8.2 100.0 70.0 24 90 .5 90.5 9.5 100.0 19.8 25 28 .5 58.4 86.9 13.1 100.0 38.7 26 20.9 63.0 83 .9 16.1 100.0 33.7 27 24.3 72. 7 97 .0 3.0 100.0 75.6 28 62 .7 36.9 99 .6 0.4 100.0 51.4 29 71 .3 71 .3 28.7 100.0 16.4 30 61.5 61.5 38 .5 100.0 85.2 31 65.4 228 4.1 92 .3 7.7 100.0 86.5 33 11 .2 58.9 70.1 29.9 100.0 68.5 34 100.0 100.0 100.0 35 63. 2 16.0 79 .2 20.8 100.0 76.1 36 28.1 38.6 66.7 33.3 100.0 51.8 37 100.0 100.0 41 .1 38 45 .3 45. 3 54 .7 100.0 56.3 39 32.8 32.8 67 .2 100.0 67 .1

Total 39.6 71.8 11. 3 27.3 90.0 10.0 100.0 58.1

1. La denominación de los grupos figu ra en el Anexo. El grupo 32 no fi gura en el Censo de 1964. 2. La importanc ia relativa de los estratos de concentración para cada uno de los grupos y para el total de la industr ia es en func ión del va lor agregado. Fuente: Elaboraciones con base en datos de la DC EC.

·-- ,..__ '

c] Textiles, beb idas, tabaco y productos quím icos. Los estra­tos RAC 1 y RAC11 ca racte rizaba n a estos cuatro grupos. En el ca­so de bebidas y tabaco la situ ac ión era extrem a y probab lemen­te ex istían en el los prácticas o l igopó l icas.

Cabe ac larar que en la co lumna referente al grado de con­ce ntrac ión las RR no se han exc lu ido, lo cual provoca cie rta sobreest im ac ió n y que el dato correspondiente al t o tal de la in­dustria (58%) no co incida con el de l cuad ro 10.

Si se exc luye n las RR, es decir, aq uellas ram as cuya demand a intern a se satisfacía bás icamente con impo rtac iones, se obtiene que los cuatro grupos indu stria les más concentrados, en orden decreciente, eran : industrias del tabaco (22), industrias de bebi­das (21 ), fabricación de sustanc ias y productos químicos (31) y fa bri cac ión de prod uctos de pape l (27) .

En cam bio, los grupos menos concent rados eran, de menor a m ayor grado de concentrac ión: industri as del cuero y pie l, ex­cepto ca lzado (29), fabricación de ca lzado y prendas de vestir (24), fabricación de mueb les y accesorios (26), industri as de la madera, excepto muebles (25).

Productividad y sa larios por estratos de concentra c ión

E n el cuadro 3 se presenta la información correspondiente a productividad media (valor agregado dividido entre pers o­

nal ocupado) y remuneraciones medi as pagadas al personal du­rante una semana al año.

CUADRO 3

Produ ctividad y sa larios medios por estratos de concentración, 1965 (Índices 100 to ta l de la industria]

Es tratos de concentración Productividad

RAC¡ 280.3 RAC ¡¡ 82.8 RMC 127.4 REC 68.9

Subtotal 117.1

RR 43.5

Total 100.0

Sala rios

143.0 101.4 111 .0

80.8 102.5

86.2

100.0

Fuente: Elaboraciones del autor con base en datos de la DCEC.

A pesar de las l imitac iones teóricas y estadísti cas de estos in­dicadores, se puede conc luir qu e de los cu atro estratos de con­centrac ió n, los únicos que presentaban un a situac ión netamen­te favorable eran RAC 1 y RMC, pues su productividad compensa­ba con creces la mayor erogac ión en sa larios medios. Las RAC 1,

por ejemp lo, tenían un a productiv idad 4.1 veces superior a las REC y, en ca mbio, unos sa larios só lo 1 .8 veces mayores. Estos datos resultan ilustrativos sobre la heterogeneidad preva lec ien­te en aquellos años .

Page 76: estri u ctu ri a 1

1350

LA CONC[NTRAC IÓN INDUSTR IAL EN 1975

E n los 12 años transcurridos entre ambos censos se duplicó la fu erza de traba jo empl eada en la indust ri a y cas i se tripli­

có, a precios constantes de 1966, su producción (en este cá lculo se exc luyeron las RR) Este desa rro ll o fue acompañado por un robustecimiento en la concentración, tal como podrá apreciar­se en los puntos siguientes .

Importancia de los estratos de concentrac ión

E n 1975 los es tratos m ás concentrados (RAC1 y RAC 11l contro­laban 40% de las ramas y 23% de los esta blec imientos;

ocupaban 46% de la fu erza de trabajo y generaban 61 % de l valor agregado. Las RAC 1, excepto en e l número de establec i­mientos, tenían indiscut ibl em ente la primacía en todas las de­m ás va riables m enc ionadas, según puede advertirse en el cuadro 4.

E 1 notab le incremento (véase el cuadro 5), de 1964 a 1975, en el número de ramas y de establecimientos en las RAC1 fu e uno de los resultados del proceso de indu stri ali zac ión en esa época. El reducido tamaño de l mercado y la naturaleza de la tecno lo-

CUADRO 4

Importancia de los estratos de concentración en la industria manufacturera en Costa Rica, 1975 (Porcentajes)

Estratos de Estab leci- Personal Valor concentra ción Ramas mientas ocupado agregado

RAC¡ 32 .8 14.8 39.6 57.5 RAC ¡¡ 7.1 8.2 16.4 13.2 RMC 4.0 2S.4 12.9 7.4 REC 3.0 29.4 19.7 18.3

Subtotal 46.9 77 .8 88 .6 96.4

RR 53 .1 22 .2 11.4 3.6

Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Elaboraciones del autor con base en datos de la DGEC.

CUADRO S

Evolución intercensal del número de ramas y es tablecimientos industriales según estratos de concentrac ión

Número de ramas Número de estab lecimientos

Estratos de Variación Variac ión concentración 1964 1975 (%) 1964 1975 (%)

RAC1 25 65 160.0 92 424 360.9 RAC11 16 14 -12.5 17S 235 34.3 RMC 7 8 14.3 216 728 237.0 REC 12 6 -SO.O 2 442 844 -65.4

Subtotal 60 93 SS .O 2 925 2 231 -23.4

RR 1S6 105 -32.7 2161 639 -70.4

Total 216 198 -8.3 5 086 2 870 -43.6

Fuente: Elaboraciones del autor con base en datos de la DGEC.

costa rica: la concentración industrial

gía empl eada provocaron que gran porte ele la s nuevas indus­t ri as que se rad icaron al amparo del MCCA " nac ieran concen tra­das" . Por otro lado, las inve rsiones de cap ital que se efec tuaron en ant iguas ramas tendieron a conso lidar el proceso de concen­t rac ión . Cabe hacer notar tamb ién que en las RAC 1 el aumento re lativo de l número de establecimientos es mu cho mayor que el de las ramas. Ell o ocurrió debido a que una al ta proporc ión de las nuevas inve rsiones contro laron ramas que en 1964 figura­ban en RR , es decir, en actividades en donde prevalecían nume­rosas indust ri as pequeñas y talleres artesa nales, 10 que no desa­parec ieron totalmente, c lasificándose, por lo ta nto, en las RAC 1•

Lo expuesto no niega que entre ambos censos se haya produ­c ido una importante disminu c ión del total de estab lec imientos indust ri ales, f undam enta lm ente los de menor dimensión y tec­no logía más precaria . Esta desa parición de establecimientos ha sido producto tanto del proceso de concentración como de de­fic iencias en el leva ntam iento censa l de 1975.11

A l igual que en 1964, los estab lec imientos de mayor tam año (150 y más personas ocupadas) tenian la primacía en términos de producción . Los es tab lec imientos de ese tamaño comprendi­dos en RAC 1 y RAC 11 representaban 2% del tota l de es tabl ec i­mientos indust rial es, 34% de la mano de obra ocupada y 41 % del valo r agregado de la indu stri a.

Estructura de los grupos industriales

E n 1975 los se is pr inc ipales grupos, en cuanto a va lo r agrega­do, eran: productos alimenti c ios (311 /12), bebidas (313), ref i­

nerías de petró leo (353), otros productos químicos (352) y fab ri­cac ión de otros productos de minerales no metáli cos (369). En conjun to representaban 38% de los estab lecim ientos, 50% del personal ocupado y 55% del va lo r agregado de la indu stria .

En el cuadro 6 puede advertirse que únicamente productos alimenticios tenía un grado de concentrac ión inferior a 50%, mientras que todos los restantes lo superaban holgadam ente.

La estru c tura interna de di chos grupos, según la importan c ia re lativa de los diversos estratos de concentrac ión, era la si­guiente:

a] Produ ctos alimenticios. Lo mismo que en 1964, las REC eran las m ás importantes; el segundo lugar lo oc upaba n las RAC 1. Estos dos es tratos increm enta ron su participación relativa en detrimento de las RMC. Las formas de mercado presumible­mente eran análogas a las de 1964.

b] Bebidas, textiles, refinerías de petróleo y fabricación de

10. El 65 y el 63 por ciento de las RAC 1 y RAC 11 en1975 provenian de RR en 1964.

11 . Una defi ciencia que presentan ambos censos es que no definen los atribu tos que debe reunir un es tablecimiento industrial; por ejem­plo, número de personal asa lariado ocupado, potencia de la fuerza motriz instalada, etc. En el Censo de 1964 pareceri a, prima facie, que se han incluido todos los estab lecimientos que en ese entonces correspon­dían con la defini ción imperante de industria manufacturera. En el Cen­so de 197S la situac ión es distinta, pues se han omitido estab lec imien­tos pequeños pero sin hacerse expli cito ningún criterio al respec to; véa­se " IV Censo de Manufactura, 197S", t. 2, Dirección General de Estadís­tica y Censos, Sa n José, 1978, p. 18.

Page 77: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982 1351

CUADRO 6

Importancia relat iva de los estratos de concentración en los grupos industria/es, 1975 (Porcentajes)

Estratos de concentra ción2

Grado de Grupos1 RAC ¡ RA C11 RMC REC Subtotal RR Total concentración

311 /12 33.7 4.0 6.0 53 .5 97 .0 3.0 100.0 41.4 313 70.8 29.0 99.8 0.2 100.0 88.1 314 99.5 99.5 0.5 100.0 100.0 321 34.4 62 .3 96.7 3.3 100.0 66.6 322 11.8 43.0 45 .1 99.8 0.2 100.0 45 .5 323 71 .1 71.1 28.9 100.0 728 324 100.0 100.0 100.0 38 .0 331 41 .6 43 .3 84.9 15.1 1000 53 .1 332 88.8 88 .8 11 .2 100.0 230 341 82 .1 10.1 92 .2 7.8 100.0 95 .1 342 SO.O 47 .8 97 .8 2.2 100.0 53.4 351' 102.3 102.3 -2.3 1000 72.4 352 50.8 6.3 41 .1 98.2 1 .8 1000 63 .8 353 1000 100.0 100.0 100.0 355 50.5 42.4 92.8 7.2 100.0 70.3 356 41.7 58.2 99 .8 0.2 1000 74.1 361 100.0 100.0 82.2 362 100.0 100.0 92.7 369 83 .3 8 .5 91 .8 8.2 100.0 88.3 371 85.8 14.2 100.0 100.0 95 .2 372 100.0 100.0 91 .0 381 61.4 27.4 88.8 11 .2 100.0 73.3 382 74.1 18.4 92.5 7.5 100.0 82 .1 383 3 107.4 107.4 -7.4 100.0 94 .5 384 95 .3 95.3 4.7 100.0 90.4 385 100.0 100.0 79.9 390 73.2 73.2 26.9 1000 96.1

Total 57.5 13.2 7.4 18.3 96.4 3.6 100.0 68.7

1 . La denominación de los grupos figura en el Anexo. E 1 grupo 354 no f igura en el censo de 1975. 2. La importancia relativa de los estratos de concentrac ión para cada uno de los grupos y para el total de la industria está en función del valor agregado. a. En estos dos grupos la importancia re lativa de RAC 1 es superior a 100% pues en RR figuran empresas con valor agregado negativo. Fuente: Elaboraciones del autor con base en datos de la DGEC.

- ('>

otros productos de minera les no metálicos. En todas estas agru­paciones los estratos RAC¡ y RAC 11 dominaban incuestionab le­mente la escena. Las RMC y REC no estaban presentes en estas actividades.

c] Fabricación de otros productos químicos. Si se compara la situación de este grupo en 1964 y 1975 se advierte que las RMC aumentaron su participación en detrimento de las RAC 1 y RAC 11 ,

lo cua l produjo un descenso en e l grado de concentración de 86.5 a 63.8, es decir, -26% . Sería prematuro interpretar esta modificación como un aumento en la competitividad, pues se han detectado deficiencias en la c lasif icación de l grupo 352, lo cual afecta tanto la importancia de los estratos como el grado de concentrac ión en 1975.12

12. En el Censo de 1975 la fabricación de especia l idades medicina­les y de cosméti cos no es tá adecuadamente clasificada, ya que en la ra­ma 3522-19 (especialidades medicina les), aparecen varios estableci­mientos que producían artículos de tocador y cosméticos. De no haber ocurrido tal def iciencia en la clasifi cac ión, la elaboración de medica­mentos figuraría en RAC 1 en vez de RMC. Del Be llo afirma que las tres transnacionales que producen artí cu los medicinales no sólo han

E 1 grado de concentración para el tota l de la industria es de casi 69%, es decir, 19% mayor que en 1964. Sobre este particu­lar, y lo mismo en lo que respecta a los ordenamientos que se ofrecen a continuación, son válidas las observaciones metodo­lógicas efectuadas al ana l izar el año 1964.

Los cuatro grupos más concentrados en 1975 eran: tabaco (314), cemento y productos de concreto (369), bebidas (313) y re­finerías de petró leo (353).

Las industr ias que presentaban una menor concentración eran: muebles y accesorios, excepto los principa lmente metáli­cos (332), calzado, excepto el de caucho vulcanizado o moldea­do o de plástico (324), productos a l imenticios (311/12) y prendas de vestir, excepto ca lzado (322).

desplazado a la mayoría de los productores loca les, sino que en 1977, esas tres empresas subsid iarias controlaban 82% de l va lor de produc­ción de la rama. Véase Juan Carlos del Be l lo, Dependencia tecnológica en una economía centroamericana: convenios de licencia y patentes de invención en Costa Rica, Instituto Tecno lógico de Costa Rica, 1979, p. 63 y SS.

Page 78: estri u ctu ri a 1

1352

Productividad y sa larios por es tratos de concentración

E n 1975 la situación de la industr ia en lo conce rni ente a pro­ductividad y sa lari os era la que se p resenta en el cuad ro 7.

Las c ifras evidenc ian que nuevamente son las RAC 1 las que se encuentran en una posición privilegiada ya que su diferenc ial de productividad con respecto al promedio de la industria (45.4%) es am pliam ente superior al de sa lar ios (6.6%). En el extremo opues to, exceptuando RR, está n las RMC deb ido a su red ucida productividad. Este hecho ll ama la atenc ión ya que en 1964 ocupaban el segundo lugar en impo rtanc ia. La explicación es que en 1975 dicho es trato de concent rac ión contiene ac ti v i­dades de muy baja productividad y e levada participación.13

CUADRO 7

Productividad y salarios medios por estratos de concentración, 1975 (Índices 100 tota l de la industria)

Estratos de concen tración

RAC¡ RAC¡¡ RM C REC

Subtotal

RR

Total

Productividad1

145.4 80.1 57.7 93.2

108.9

31.3

100.0

1. Definida como va lor agregado/personal ocupado.

Salarios 2

106.6 109.2 93.4 84 .6

100.6

94.5

100.0

2. Corresponde a remunerac iones promed io pagadas entre el 14 y el 20 de septiembre de 1975.

Fuente: Elaborado con base en datos de la DCEC.

Otra observación interesa nte res ulta al comparar los diferen­c iales de productividad de ambos ce nsos. Para tal fin se consi­deran los cuatro estratos de concentrac ión y se tom a a RE C como base de la relac ión (véase el cu adro 8).

A pesar del distinto ordenam iento q ue presentan las p rod uc­tividades en los dos años c itados, sa lta a la vista que los dife­renc iales son m enores en 1975, particularmente en RAC1. Esta situac ión podría interp reta rse como indic io de una m eno r he­terogeneidad estru ctural en estos últimos años, lo cua l se rí a consecuencia del proceso de industriali zac ión y de la supervi­vencia de las industri as más productivas. Sin embargo, es inte­resa nte notar que la m enor disparidad de la produ ct ividad inter­estratos no ha redu c ido en la misma m ed ida la preeminencia de las RAC 1, debido a que en tre ambos censos se ha uniformado

13. Las ramas aludidas son: sastrerí a, corte y confecc ión; ca lzado de cuero en general y fabri cac ión de verjas, picaportes y ll aves, las cua les participaban con 86% de los estab lec imientos, 69% del perso­nal ocupado y 43% de l va lor agregado del es trato RMC en 1975. En 1964 dichas ramas figuraban en REC.

costa rica: la concentrac ión industrial

CUAD RO B

Relaciones de productividad según estratos de concentración, 1964 y 1975 {REC = 1.0)

Estratos de concentración 1964

RA C¡ 4.1 RAC¡¡ 1.2 RMC 1.8 REC 1.0

Fuente: Elaborado con base en los cuad ros 3 y 7.

1975

1.6 0.9 0.6 1.0

aú n más la est ructura sa larial de la industria, como se muestra en el cuadro 9.

Lamentab lemente no ha sido posib le ca lcu lar la evo lu c ión de la produc ti v idad por est ratos ent re ambos censos, deb ido a que se carece de índi ces de prec ios adecuados. No obstante, se ha esti m ado el comportamiento de la product iv idad y de los sa­lar ios para e l tota l de la industria . De 1964 a 1975 la productivi­dad, a p rec ios constantes, se incrementó 61 %, mientras que los sa lari os rea les só lo 8%. En otras palabras, los asa lar iados dismi­nuyeron su participa ción en la riqueza generada por la indust ri a entre ambos años.

CUADRO 9

Relaciones de sa larios según estratos de concentración, 1964 y 1975 {REC = 1.0)

Estratos de concentración

RAC ¡ RAC ¡¡ RM C REC

1964

1.8 13 1.4 1.0

Fuente: Elaborado con base en los cuadros 3 y 7.

1975

1.3 1.3 1.1 1.0

EVOLUCIÓN DE LA CONCENTRAC IÓN EN EL PERÍODO INTERCENSAL

P ara anali za r la evo lu c ión de la concentración industrial de los grupos fue necesa rio prescindir de RR debido a las razo­

nes señaladas al com ienzo del trabajo. Se elig ió 1975 como año de referen c ia, lo cual impli có transformar la c las ificación de 1964 para hace rl a compatible con la del último ce nso. Esta eq uiparac ió n se efectuó al máx im o ni ve l de desagregac ión, es decir, 5 dígitos para 1964 y 6 dígitos para 1975. Los resu ltados obtenidos se exponen a continu ac ió n.

Page 79: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

CUADRO 10

Grado de concentrac ió n en 1964 y 1975

1964 1975

Grado de Composición2 Grado de Composición 2

Grupos' concentración (%) concentración (%)

311 /12 40.3 41.9 41 .1 26.9 313 94.2 19.6 88.1 115 314 100.0 5.0 100.0 4.4 321 612 4.4 65.8 7.5 322 17.2 4.3 45.5 3.7 323 11 . 7 0.7 76.0 0.5 324 10.6 2.3 38.0 0.8 331 36.9 3.7 51.6 2.3 332 15.2 2.0 19.0 1.6 341 75 .0 0.8 96.0 1.1 342 51.5 4.3 53.7 3.0 351 100.0 0.7 72.4 1.8 352 78.6 5.6 63 .2 4.7 353 100.0 10.3 355 69.4 1.1 356 100.0 0.4 74.1 2.8 369 63 .0 1.3 89.0 5.5 371 100.0 0.7 95 .2 1.4 381 51.6 0.9 75 .1 2.5 382 57.2 1.0 82 .9 1.5 383 94 .5 2.2 384 49 .7 0.4 90.5 2.4 390 98 .2 0.5

Total 56.8 100.0 68.6 100.0

1. La denominación de los grupos fi gura en el Anexo. 2. Part ic ipación de los dive rsos grupos en el va lor agregado censa l

(exc luye a RR) Fu ente: Elaborado con ba se en datos de la DCEC.

Como pu ede observa rse en el cuad ro 10, el grado de concen­tración para el tota l de la industria se inc reme ntó 21 % en el pe­rí odo 1964-1975.

De los 19 grupos qu e se presentan en 1964, más de las dos terce ras pa rtes in crem entaron su grado de concentrac ión en 1975; además, en este último año apa recen cuatro " nuevos" grupos con muy e levados grados de concentra c ión .14

Otro as pecto que merece desta ca rse es la modif icac ión de la estru ctura industria l entre ambos censos. En e l mismo cua dro 10 se puede apreciar que en 1975 la gran mayoría de las indus­trias tradic iona les (p roductoras de bienes de consumo fin al y al­gunos intermed ios) habían perd ido considerab lemente su im­portancia re lativa. Por el contrar io, la fabricación de productos químicos, deri vados del petró leo, m ateriales para la construc­c ión, meta l m ecá ni ca y textil es (es la única excepción de impor­tanc ia dentro de las t rad iciona les) in crementa ron su part ic ipa­c ión dentro de la industr ia nac ional.

14. En rea l id ad só lo el grupo 353 (dest i lac ión de petró leo) se o ri ginó después de 1964; todos los demás ex istían en el Censo de 1964 pero per­tenecían a RR; por ell o fueron eliminados para la presente compa­rac ió n.

1353

A pesar de las modificaciones expe rim entadas por dichos grupos, de e l lo no puede deducirse -como mu chas veces se hace- que la estru ctura secto ri al de la industria se haya modi­fic ado rad ica lm ente entre ambos censos. El coef ic iente de co rrelac ió n de rango de Spearman indica todo lo contrario, pues los resu ltados obtenidos (con obse rvac iones li gadas o sin ell as) son significat ivos al uno por c iento.

UNA APROX IMAC IÓN A LAS FORMAS DE MERCADO DOM INANTE S EN LA INDUSTR IA COSTARR ICENSE

E n es te último apartado se ofrece una ca racterizac ión par­cia l de l poder de mercado que detentaba n diversas frac­

ciones de l cap ita l indu strial. La misma se c ircunsc ribi ó a 1975 y a un conjunto de ramas cuyas f orm as de m ercado diferían sus­tancia lm ente del concepto tradiciona l de competenc ia.

A l com ienzo habí am os expresado que las m ediciones de concentrac ión indu stri a l son de sum a utilidad para el propósito que aquí se pers igue, pero que son insufic ientes cuando nos re­ferimos a una economí a pequeña y ab ierta com o la costarr icen­se. Un elevado índi ce de concentrac ión para una industria no necesar iamente signifi ca que la misma tenga poder monopó li­co u o li gopól ico sobre su me rcado, ya que si su producción só lo cubre parcialmente la dema nda intern a es factible que los im­portadores determinen los precios de los produ ctos. 15

Si bien para cua nt if ica r el grado de concentrac ió n se tuvo en cuenta la reducida d imensión del mercado intern o (e l iminac ión de RR y se lecc ió n de los dos m ayores estab lec imientos de ca da rama), resta aú n anal iza r los problemas que se derivan de la ele­vada apert ura externa.

Un procedimiento para cuantifica r el grado de apertura de la economía es relac ionar el va lor de p roducción con e l de las ex­portac iones e im portacion es. Cabe consignar que las c ifras de comercio exter ior que ofrecemos sólo comprenden una parte del tota l del interc ambio extern o de productos indust ria les. 16

15. Esto, en el supuesto caso de que no sea n las empresas industria­les las que rea l icen las importac iones de productos compet iti vos. De lo contrari o, su poder económico se ac recentarí a.

16. Si de l total de importac io nes de 1975 se deducen las que no co­rrespondí an a productos manufacturados (petró leo crudo y trigo eran las más importantes), se ob ti ene que las ramas cons ideradas (R AC 1 a REC) participaban en 1975 co n 43% de las importaciones indu stri a les y el res tante 57% comp rendía las importac iones de productos compet iti­vos con las RR y de otras ramas inex istentes en el país.

En el caso de las exporta ciones, se dedujeron las ventas que no co­rrespondían a productos indu stri ales (fruta fresca, ganado en pie, etc.); de l tota l restante, las ramas consideradas (R AC 1 a REC) aportaban 88%, y el RR, 12%. Si además se exc luye ca rne, café y azúca r, los parciales se rian 72 y 28 por c iento respect iva mente.

Si se comparan los datos anteri o res se advierte que en el RR las importac iones eran consid erab lemente más importantes que las expor­tac iones, lo cual conf irm a que las neces idades internas de dichos pro­ductos se sat isfacían primordia lmente por medio de importaciones . No obstante, el porcentaje de expor-tac iones del RR (28%) es demasiado im­portante como para adjudicarlo a estab lec imientos artesana les. Dicha situación se exp l ica por deficiencias de captac ión en el Censo de 1975 en dos ramas (benef ic ios de cacao y fa br icac ión de herb ic idas, fungici­das, etc.). Las ex portac iones de estos productos en 1975 fueron supe­ri o res a los 90 mi ll ones de co lo nes y si se exc luyeran del RR su importan­c ia relativa seri a menor a 10% (exc luyendo carne, café y azúca r).

Page 80: estri u ctu ri a 1

1354

Las importac iones se c las ifi ca ron por rama de o ri gen, es decir, se refieren al ingreso del exterior de productos compet iti vos con los de ca da rama .17

CUADRO 11

Abastecimiento interno y apertu ra externa de la industria, 1975

Es tratos de VP X concentrac ión CA VP

RAC] 0.80 0.15 RAC11 0 .97 0.21 RMC 0.61 o.·19 RE C2 0.93 0.05

Total industria 0.80 0.16

1. No se consideró destace de ga nado. 2. No se consideró beneficio de café e ingenios azucareros. VP: Valor de producción.

M

VP

0.40 0.25 0.82 0.13

0.41

CA: Consumo aparente = producción + importac iones - exporta-ciones.

X: Exportac iones . M: 1 mportaciones. Fuente: Elaborado con base en datos de la DCEC.

En el cuadro 11 se omiten las tres agro industri as más impor­tantes (carne, café y azúcar) debido a que la in fo rm ac ión censa l presenta errores y omisiones de importancia.18 Por otra parte, sólo la ca rn e podría figurar entre las que tienen un elevado po-

17. Para lograr los resultados que se presentan en el cuadro 11 fu e necesario compatibili za r la información del Censo de 1975 con la que proporciona el Anuario de comercio exterior de ese mismo año. La asi­milación entre el Cll U y la NAUCA (Nomenclatura Arancelaria Uniforme Centroameri ca na) se hizo a nivel de 6 dígitos CllU y 5, 7 o 9 para la NAUCA.

18. Aunque un análisis sobre la confiab il idad de las cifras censa les excede los límites de nuestro estudio, dada la gran importancia de las tres agroindustrias mencionadas se consu ltaron otras fuentes oficiales.

Calé: con base en los datos del Censo y del A nua rio de comercio ex­terior se obtuvo un consumo aparente negativo para 1975. Ello se debe a que el Censo subestima en alrededor de 20% la producción de ese año y a que las exporta ciones del año ca lendario son superiores a las del año agrí co la (el período a que se ref iere el Censo es 1 de octubre de 1974 a 30 de septiembre de 1975)

A z úcar: en es te caso las exportaciones superaba n en más de 25% a la producción, por lo cual el consumo aparente resultó negativo. Con datos de la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúca r se comprobó que las cifras de comercio exterior eran correctas, pero que no ocurría lo mismo con las de producción del Censo. La considerable subestima­ción censa l de la producción azuca rera era la causa de l consumo apa­rente nega tivo señalado.

Ca rne: al igual que en los casos anteriores el consumo aparente tam­bién resultó negativo. Las cifras de exportación del A nuario de comer­cio exterior son idénticas a las proporcionadas por el Consejo Nac ional de Producc ión (empleando el t ipo de cambio oficial), y el volumen de las mismas sólo representaba 52% de la producc ión de 1975. En este ca­so, apa rentemente los datos censales es tán subestimados por om isión de es tablecimientos.

costa rica : la concentración indust ri al

der sobre e l m ercado, ya que presentaba un alto grado de con­centrac ión.

Para es tudiar el poder económico só lo se anal izaron las ramas que estaban comprendid as en los tres primeros es tratos ; la exc lusión de las RE C se debe a su reduc ido nive l de concen­t ración.

En el cuadro 11 puede advertirse que las RAC 1 y RAC 11 ten ían una al ta relac ión VP/CA, pero la im portancia re lat iva de las im­porta c iones (M/V P) era 60% mayor en las prim eras . Esto nos in­di ca que ex istían ram as cuya produ cc ió n tenía una escasa gra­v itac ión en la demanda intern a. En RMC dicha situación era aú n más notori a. Para co rreg irl a se eliminaron 22 ramas de las 87 que co rrespondí an a RAC 1, RAC1 1 y RMC, entre e ll as 5 que presen­taban un grad o de conce nt ración de 100% ,1Y med iante e l si mpl e procedim iento de tom ar en cuenta el va lor num éri co de las re lac iones expresad as en el cuadro 11 .

Rea l izada esta depu ración, el paso siguiente fue estimar el grado de desigua ldad de los es tablecim ientos en cada un a de las ramas eleg idas. Dadas las caracterí sticas que presenta la in­formac ión censal y el muy red uc ido número de estab lecim ien­tos ex istentes en la mayoría de las ramas se lecc ionadas, se op tó por utilizar un indicador que relac iona el tamaño promed io de los dos m ayores establ ecimientos con el tamaño medio de los restantes. 20 Su expres ión fo rma l es la siguiente:

- - 1

En donde:

GC;

CD;= E;

100 - ce¡

CD grado de d es igualdad de los estab lec imien­tos en la ram a i

i = indica una rama de las se lecc ionadas

CC = grado de concentración de la rama i

E = número de es tablecimientos considera dos para es tim ar el grado de concentrac ión de la ram a i

N número total de estab lecim ientos en la ram a i.

Cuando el resultado que se obtiene es 1, el tamaño prome­dio de todos los establecimientos de la rama es el mismo. A m e­dida que aum enta el va lor del coeficiente, es mayor la desigual­dad de tamaño entre los estab lec imientos de la rama . Sólo se ca lculó el grado de desigualdad pa ra las ramas que tenían más

19. La eliminación de esas cinco ramas, a pesa r de que tenían un ce = 100, se debió a que las importac iones representaban má5 de 90% de su producción. En el anális is posterior se estableció que la produ c­ción nacional tenía que representar 65% o más de l consumo aparente.

20. Este p rocedim i e ntóT~e empleado por R. Evely e l.M .D. Littl e en el es tudio Concen tration in British lndus tr y, Cambri dge University Press, citado por M .A. Utton. La concentración industrial , Alianza, 1976.

Page 81: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

CUADRO 12

Fo rmas de mercado dominantes en la industria, 1975

Forma s de Nú m. de mercado ramas

l. O ligopo lio concentrado (l. A + l. B) 43 l. A. Oli gopo lio concentrado cerrado 20

l. A. 1. 10 1.A .2. 10

l. B. O ligopo lio concentrado abierto 23 1. B. 1. 16 l .B.2. 7

11 . O ligopo lio ( 11 .A + 11 .B) 22 11. A. O l igopo lio ce rrado 3 11. B. O ligopo lio ab ierto 19

11 .B.1 . 9 11. B.2. 10

Total (1 + 11) 65

1. VA B: Pa rt icipación en el valor agregado censal. 2. PO: Personal ocupado

No se cons igna por la presencia de CD absolu tos. Valor no signif icat ivo (menos de 0.5%).

ce CD

94 .0 96.1

100.0 Absoluto 86.3 38 (1 38) 90 .2 85 .5 39 (115)

100.0 Absoluto

74.9 57.8 78 (178) 77 .6 55 .4 7 (1 15) 89.2

85 .7

1355

VP X M VA B1 ro2 CA VP VP (% } (%)

1.06 0.16 0.10 56.9 57 .5 0.98 0.03 36.4 26.6 0.97 0.03 26.1 9.6 0.99 0.01 10.3 17.0 1.16 0.32 0.19 20.5 30.9 1 .19 0.33 0.16 13.9 24.3 1 .05 0.32 0 .27 6.6 6.6

0.79 0 .12 0.38 43 .1 42 .5 0.99 0.01 5.9 6.1 0.78 0.13 0.42 37 .2 36.4 1 .00 0.29 0.29 12.8 24.6 0.70 O.OS 0.48 24.4 11 .8

0.93 0.14 0.22 100.0 100.0

( ) Las cifras entre pa réntes is corres ponden a un coef iciente que expresa la relación entre el tamaño medio de los dos mayores estab lec imientos y el tamaño medio de los más pequeños .

Fuente: E.laboraciones del autor con base en datos de la DC EC.

(

de dos estab lec imientos, ya que de lo contrar io no tend rí a sent i­do hab lar de des igualdad . En los casos de ram as que tení an uno o dos establec imientos, su grado de desigualdad lo denomina­mos " abso lu to".

Es prec iso ac larar q ue el indi ca do r eleg ido ti ene e l inconve­niente de que un mi sm o resu ltado es com pat ib le con inf initas distribu c io nes de tam año dentro de la ram a. Esta lim itac ió n es de gran impo rtanc ia en el caso de ram as con mu chos es tab lec i­mientos . Para atenuar en parte es t a defi c ienc ia se obtuvo o t ro coef ic iente que expresa la relac ió n entre e l tam año p rom ed io de los dos m ayores estab lec imientos y el tamaño medio de los más pequeños. Los res ultados obtenidos med iante este proced i­miento se co loca n entre paréntes is en el cuadro 12. Cabe con­signar que en los casos en que fu e necesari o em p lea r este m éto­do, la gran m ayo rí a de los est ab lec imientos estaban ubi cados en e l est rato de menor tam año.

Conc luido es te aspec to de la invest igac ión, el próx imo paso f ue jerarqui za r e l poder económico de los sec to res industr iales con base en los siguientes criterio s:

a] Ag rupa r las ram as según e l grado de apertura con el exterior. Esto pe rmi t ió distingui r ent re las industr ias o rientadas casi exc lusivam ente hac ia el m ercado interno (que se deno mi­nan de merca do ce rrado) y las que presentaban una aprec iable apertu ra extern a (de m erca do ab ierto). Para c las if ica rl as en e l prim er gru po, las relac io nes M/VP y X/VP debía n se r inferi o res a 1 O por c iento.

b] Obtenida la c las ificac ión precedente, se tom ó en con­siderac ión M/VP, ce y CD para estab lecer tanto los dos seg­mentos de l mercado o ligopó li co (o l igopol io co ncentrado y o l i-

gopolio) com o el o rden de im po rtanc ia dentro de " cerrado" y " ab ierto". 21

En el cuadro 12 desta ca lo sigu iente:

1) El o ligopo lio concentrado rep resentaba 66% de las ram as selecc io nad as, 57% del va lor agregado y 58% del personal ocu­pado. Si se exc luye a la Ref inerí a Costarri cense de Petró leo (Re­cope), que fi gura en o ligopolio por sus elevadas impo rtac io nes de productos refin ados, los porcentajes se rí an: 67 de las ram as, 67 de l VAB y 58 del persona l ocupado.

2) El o l igopo l io concent rado cerrado, es dec ir, el conjunto de ramas q ue p rese ntaba un grado de concentrac ión muy al to (96% ) y qu e no tení a práct icamente competenc ia de l exte ri o r, generaba la m ayor proporc ión de l VAB (36%) con relación al personal qu e ocu paba (27%), o sea, era la fracc ión de l cap ita l industri al que tení a la m ás alta p roduct ivi dad .

La situ ac ión, sin embargo, d istaba de se r homogénea en dicha form a o l igopó li ca, lo cua l se advierte comparando los renglones l. A.1 . y l. A.2.

3) Las diez ram as de l.A.1. eran las qu e m ás se aprox im aban al concepto de mo nopo l io .

4) En el o l igopo lio concentrado abierto las exportaciones al­canzaban los mayores po rcenta jes y tení an un des tin o m ás di-

21. En oli gopolio concentrado ab ierto las relaciones M/V P y M -X/V P debían ser infe riores pa ra cada rama a 50 y 35 por ciento, respec t i­vamente. Pa ra ol igopo lio ab ierto (11 . B.) las relac iones mencionadas no debían ser superiores a 70 y 55 por ciento. Los pa rciales y to tales de ce y CD que figuran en el cuadro 12 se obtu vieron ponderando los ce y C D de cada rama por sus respect ivos VAB.

Page 82: estri u ctu ri a 1

1356

versificado (véase e l cuadro 14). No obstante ell o, se regi straba la menor produ ctiv idad, lo cual ll ama la ate nción 22

5) En o l igopo l io se c las if icaron las ramas que tenían menor grado de concentrac ión o que reali zaban grandes im porta­c iones.

Si se toma en cuenta el aporte del VAB y la produ ct ividad, el que destaca favorab leme nte era el conjunto 11 .B.2 . Dichos re­sultados están muy in f lu idos por la presencia de Recope en este grupo. Si se exc luyera esta empresa estata l los resu ltados para 11 .B.2. se rí an: M/VP (041), VAB (11 5) y PO (11 O), con lo cua l des­cenderí a la productividad a menos de la mitad, mientras que la importanc ia re lat iva de l PO y de las M no resu ltaría tan afectada.

En el cuad ro 13 se muestran la participacíón del o ligopolio concent rado y de l o l igopo lio en el sector industr ial. En él se ob­se rva la enorm e im portanc ia de esas formas en la producción y su peso menor en la ocupac ión.

En el cuadro 14 se presenta el destino de las expo rtac iones de los sec tores industri a les o l igopó l icos . Las ram as comprendi­das en el renglón l. B.2. no só lo eran las p rin cipa les exportadoras (52%), sino también las que efec tu aba n las m ayores ventas al mercado reg iona l y al resto del mundo (exc luye ndo carne, café y az úca r) . En el caso de l o ligopo l io ab ierto (11 .B.), el gru eso de las exportac iones (88%) se destinaba al m ercado cen t roa m eri­cano y Panam á. El total exportad o por la industri a o ligopó li ca representaba 71 % de las ventas ex tern as del país (exc luyendo ca rn e, ca fé y azúcar) en 1975.

Si se analizan los cuadros 12 y 14 se adv ierte lo siguiente:

22 . Si la productividad se define como VP/PO, en vez de VAP/PO, la situac ión camb ia rad ica lmente para el oligopolio concentrado ab ierto (y en particul ar para l.B.1.), tal como se aprec ia en el cuad ro de aba jo.

Productividad de la indu stria o /igopólica. 1 Año 1975 (En miles de co lones por persona ocupada)

VAB VP Formas de mercado2 PO PO

l. Oligopolio concentrado 69 167 l. A.OCC 95 188

1. A.1. 189 344 l.A.2. 42 101

l.B.OCA 46 149 l. B.1. 40 152 l.B.2. 69 140

11. Oligopolio 48 116 11.A.OC 67 11 9 11. B.OA 44 11 6

11 . B.1. 36 83 11 .B.2. 62 189

Total (1 + 11) 69 166

1. Pa ra estas estimac iones se ha exc luido a la Recope. 2. La denominación de las ab reviatu ras está en el cuadro 18. Fuente: Con base en datos de la DGEyC.

De acuerdo con la información precedente y la del cuadro 12, l.B.1. tení a una tasa de va lor agregado (VAB/VP) muy reducida (0.26) y una proporción muy alta de PO (24.3%), lo cual podría es tar indi ca ndo nuevas deficiencias en los datos censa les de VP y VAB, como la presen­cia de pequeños estab lec imientos con numeroso personal y muy escasa productividad.

costa rica: la concentración industrial

CU ADRO 13

Importan cia relativa de la s formas oligopólicas en la industria cos tarri cense, 1975 (Porcen tajes)

VAB PO

1. Con respecto al total censa l 68 2. Excluyendo RR del total censa l 70 3. Excluyendo ca rne, café, azúcar y RR del total censa l 81

Fuente Elaborac ión del autor con ba se en datos de la DGEC.

CUADRO 14

Destino de las exportaciones de los sec tores industriales o ligopólicos, 1975 (Porcentajes)

Exportaciones

51 57 63

Formas de Importancia mercado MCCA y P1 RM2 Tota l relativa

l. Oligopolio concentrado 68.5 31 .5 100.0 65 .1

1. A.OCC 78.3 21.7 100.0 0.7 l.A.1. 77 .3 22.7 100.0 0.6 l. A.2. 100.0 100.0 0.1

l.B.OCA 68.4 31.6 1000 64.4 1. B.1. 61.8 38.2 100 0 51.6 l. B.2. 94.6 5.4 100.0 12.8

11. O ligopo lio 87.8 12.2 100.0 34.9 11.A.OC 100.0 100.0 0.2 11 .B.OA 87.7 12.3 100.0 34.7

11.B.1. 85.0 15.0 100.0 25.4 11.B.2. 95.1 4.9 100.0 9.3

Total (1 + 11) 75.2 24.8 100.0 100.0

1. MCCA y P: Mercado Común Centroameri cano y Panamá. 2. RM: Res to del mundo. Fu ente: Elaborado por el autor con base en datos de la DGEC.

a) Que el cap ital industri al (l. A, 11 .A. y 11 .B.2.), que generaba 67% de l VAB y ocupaba 45% de la fuerza de traba jo, depen­día fund am entalmente de las condiciones de l m ercado interno, pues sus exportac iones en 1975 só lo representaban '10% del to­tal considerado en e l cuad ro 14.

b] Q ue el terc io res tante de la producción o ligopóli ca tam­bién dependía muy fuertemente de l m ercado inte rn o, ya que en él se vendía 69% de la mism a. Estos sectores e ran los que contro laba n 90% de las exportaciones de prod uctos m anufac­turad os no trad ic ional es, las cuales en su m ayor parte (73% ) se des tin aban al MCCA y Panam á.

c] Que la industria o l igopóli ca en su conjunto destinaba 86% de su produ cc ión al m ercado interno y de l restarlte 14% las tres cuartas partes se dirigían al m ercado reg ional. Estos da­tos no sólo confirman que el proceso de indu stri alizac ión fue posib le porque se contaba con un mercado protegido, sino que pone de relieve un aspecto que frecuentem ente se descuida: la importanc ia dec isiva de l m ercado cos tarri cense.

Deb ido a la preponderancia que el MCCA ha tenido en la de­manda exte rn a de productos industri ales del país, usualm ente

Page 83: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

se ha pensado que la rad icac ió n de cap ita les ex tranj e ros se ef ectuó ten iendo exc lusivamente en cue nta di c ho m ercado . Si bien este punto de v ist a tuvo e l m érito de destaca r la creciente import anc ia de l mercado ce ntroa m eri ca no, ha provocado, no o bstante, una indeb ida subest im ac ión del m erca do inte rn o . Los resultados de es te estudio, au nque no d isc rimin an ent re cap ita l nac io na l y ext ran jero, permiten poner en tela de jui c io la afir­mación ante ri or.

CONCL USIONES

• En 1964, es decir, en los ini c ios del proceso de industri a li ­zac ió n en Costa Ri ca, la ac ti vidad manufacturera presentaba un a estructura muy concentrada; probab lem ente una de las m ayores de A m éri ca Latinan

• La notab le expansión indu st ri a l, entre 1964 y 1975, la en­cab eza ron las industri as más concentrad as .

• E 1 grad o de concentrac ión de la indu stria cos tarri cense aumenta en m ás de 20 % con res pecto a l de 1964.

• La industria en 1975 difiere en c ie rtos aspectos de la de 1964. Exis t en nuevas activ id ades que han a lcanza do gran im­portancia econó mica y desa pareció un número considerab le de pequeños estab lec imi entos en los sec tores tradicionales (pro­ductos alimenticios, textiles, confecc ión de prendas de vestir y ca lzado) A pesa r de est as m o difi cac iones, la compos ic ió n sec­torial de la indu stri a no se a lteró signifi cat ivam ente entre am­bos censos.

• Dadas las ca racte rí sticas de l proceso de indu stri a li za­c ió n, se ha conform ado un a estructura oligopólica de e levado poder econó mi co.

• En 1975 e l mercado interno era e l principal destino (86%) de la producción o ligopó li ca, siguiéndo le en orden de impor­tancia e l m ercado reg ional con a lgo m ás de 10 por c iento. 24

• E 1 inte rca mbio mercanti 1 de productos m anu fac turados con el mercado centroam eri ca no se ha ca ra cter izado m ás por un comercio intra industrial que por una espec ia li zac ió n interin­dustrial; en otras pa labras, e l patró n de industria li zac ión ha si­do más competitivo que compl ementario .25

23 . Patricio Meller, et al. , Comparaciones internacionales de con­centración industrial en América Lat ina, En sayos ECIEL, núm. 3, Brasil , 1976. En este es tudio se anali zó la situación de diez países latinoameri­ca nos en el decenio de los sesenta. Los resultados demostraron que Cos­ta Ri ca era el país que tení a la industria más concentrada de esas di ez nac iones; debido a ell o los auto res manifes taron : " ... en tod as las in­dustrias de este país, un elevado porcentaje de la producc ión y el empleo es tá concentrado en unos pocos es tablecimientos. Por lo tanto, en la med ida en que la concentrac ión es tá relac ionada con el poder monopólico y la competencia, Costa Rica se rí a el país co n menor com­petencia entre las empresas de sus industri as" (op. cit ., p. 40). Cabe se­ñalar que la invest igac ión para Costa Rica se basa en el Censo de 1964 y que tanto la metodo logía emp leada como el nivel de agregac ión di­fieren sustancialmente de los utili zados en es te artículo.

24 . Esta situac ión prácticamente no se ha modifi cado hasta 1980. 25. De las 42 ramas ex istentes en las dos formas de o li gopo lio abier­

to, 37 se ca racterizaban por un comerc io intraindustrial. Para un análi­sis de este tema, véase L.N . Willmore, " El patrón de comercio y espe­ciali zac ión en el M ercado Común Centroameri ca no", en E. Li za no (ed .), " La integrac ión económica centroameri ca na", El Trimestre Económico, vo l. XLIII (1), núm . 165, Fondo de Cultura Económica, México, enero­marzo de 1975 .

1357

ANEXO

Denominación de los grupos en 1964

20. Manufactu ra de productos alimenticios, excepto bebida s 21. Bebidas 22. Tabaco 23. Textil es 24. Ca lzado, prendas de ves tir y otros artícul os confecc ionados con

productos tex tiles 25 . Madera y corc ho, excepto la fab ri cac ión de mueb les 26. Muebles y acceso rios 27. Papel y produc tos de papel 28. Im prentas, ed itori ales e industrias conexas 29. Cuero y productos de l cuero y pi el, excepto el ca lzado y otras pren-

das de vest ir 30. Productos de ca ucho 31. Sustancias y productos químicos 32. Productos derivados del petróleo y del ca rbón 33. Productos mineral es no metálicos, excepto los derivados del petró-

leo y del ca rbón 34. Industri as metá li cas básicas 35. Productos metálicos, excepto maquinaria y equipo de transporte 36. Constru cc ión de maquinaria, excepto la maquinaria eléctrica 37. Const ru cc ión de maquinari a, aparatos, accesorios y artí culos

eléc tri cos 38. Constru cc ión de material de tra nsporte 39 . 1 ndustria s manufacture ra s di versas.

Denominación de Jos grupos en 1975

311/12 Productos alimenti c ios, excepto beb id as 313. Beb idas 314. 321. 322. 323.

324.

331. 332.

341. 342 . 351. 352. 353. 354. 355. 356. 361. 362. 369. 371 372. 381. 382 . 383. 384. 385.

390 .

Tabaco Textiles Prendas de vestir, excepto calzado Cuero y productos de cuero, excepto ca lzado y otras prendas de ves tir Calzado, excepto el de caucho vulcanizado o mo ldeado o de plástico Madera y produ ctos de madera y co rcho, excepto muebles Muebles y accesorios, excepto los que son principalmente me­táli cos Papel y productos de papel Imprentas, editori ales e industria s conexas Sustancias químicas industri ales Otros productos químicos Refinerías de petró leo Productos diversos deri vados del petróleo y del carbón Productos de ca ucho Productos plásticos n.e. Objetos de barro, loza y porcelana V idrio y produ ctos de vidrio Otros productos minera les no metálicos Industri as básicas del hierro y del acero Industri as bás icas de meta les no ferrosos Productos metá li cos excepto maquinaria y equipo Constru cc ión de maq uinari a, excepto la eléc tri ca Construcc ión de maquinari a, accesorios y suministros eléctr icos Constru cc ión de materi ales de transporte Equipo profesional y c ientífi co, instrumentos de medida y control, aparatos fotográficos e instrumentos de óptica Otras industria s manufactureras. O

Page 84: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, 11 01. 32, núm. 12, México. di c iembre de 1982, pp. '1358-1363

E 1 comercio exterior de la industria automovilística en México

Evolución y perspectivas

U na de las preocupaciones fundamentales tras las medidas de regul ac ión y fomento adoptadas por el Gobierno fede-.

ral en el caso del sector automov ilí st ico es la problemática de l comerc io exterior, en particular por el lado de las im portac io­nes. Precisamente a la luz de tales medidas se pueden expl icar las tendencias de largo plazo del intercambio en esa rama funda­mental. En este trabajo se anali zan los esfuerzos gubernamen­tales por disminuir el déficit de la balanza comerc ial de los au­tomotores, se eva lú an los resultados recientes y se exp loran las perspectivas para el futuro próximo.

ANTECEDENTES

A 1 inic iar las subsidiari as de los grandes consorcios esta­dounidenses el ensamblado de automóvi les en México, el

comercio exterior de la industria se limitó a la importación de prácticamente todos los componentes necesarios para la inte­gración de los vehícu los.

En 1940, cuando ya ex istían en el país tres empresas ensam­bladoras de vehí cu los, todavía no se había impuesto ninguna restricción a la importación de partes y componentes. Sin em­bargo, durante la segunda guerra mundial la industr ia estadou­nidense de los automotores suf rió una restructuración parcial, pa ra ori enta r su producción hacia finalidades militares; como consec uencia, se interrumpi ó en buena medida el sumin istro de componentes para el ensamblado de vehícu los en México. Esta situ ación ob l igó a las emp resas ensambladoras a fabricar inter­namente algunos componentes, sentándose las bases para el desarrollo posterio r de la industria automov il ística aux iliar.

Fue en 1948 cuando se perm itió, por otra parte, la impo rta­ción de vehícu los arm ados en el exte ri or, los cuales abastecían el mercado conjuntamente con la producción de las ensambla­doras internas. Sin embargo, en los años posteriores la crec iente demanda, en particular la de vehículos importados, comenzó a provocar una cons iderab le sa lida de divisas. Además, esa prefe­rencia por los veh ícu los fo ráneos obstacu li zaba el desarrollo de

* Subdirector de Estudios Estratégicos de la Secretaría de Progra­mación y Presupuesto. ** Subdi recto r de la Industria Automotriz y del Transporte de Ja Se­cretaría de Patrimonio y Fomento Industrial.

Las opin iones expresadas en este traba jo son responsabilidad persona l de los autores.

JU AN JOSÉ LARRIVA * AMADO VEGA **

las ensamb ladoras situadas en el territorio nac iona l. Por tanto, en d icho año el Gob ierno somet ió al régimen de permiso previo de importac ión a los automóvi les e introdu jo, al mismo tiempo, el mecan ismo de cuotas para contro lar el número de unidades importadas.1

CUADRO 1

Balanza comercia l del sector automovilístico (Mi les de dó lares)

Saldo Año Importaciones Exportaciones ( -)

1950 55 340 55 340 1955 93 744 93 744 1960 146 727 146 727 1965 202 846 202 846 1970 256 708 26 388 230 320 1975 750 329 122 01 o 628 319 1976 718 760 192 342 526 418 1977 638 826 253 468 385 358 1978 893 004 333 912 559 092 1979 1 426 275 376 822 1 049 453 1980 1 903181 404 372 1 498 809 1981 2 518 607 370 337 2148 270

Fuente: Banco de México, S.A .

A principios de los sesenta, la industria automovi l ística mexi­cana estaba in tegrada por once empresas ensamb ladoras y veinte importadoras de vehícu los terminados . Las tres prin c ipa­les ensambladoras se repartían tres cua rtas pa rtes de l mercado. A pesa r de que se armaba una ampli a va ri edad de vehí cu los, los benef ic ios eran reduc idos: escasa generación de empleos, baja incorporación de partes nacionales y escaso uso de materiales aux iliares. Consecuentemente, era mínimo el ahorro de divisas atribuible a estas plantas . En 1960 el déficit comerc ia l de l sec­tor ascendió a 147 millones de dólares, de los cua les dos terce­ras partes representaban el pago de unidades term inadas, entre automóviles y camiones. El resto correspond ió a motores, cha­sises y otros componentes (cuadros 1 y 2).

En este contexto, a medida que aumentaba el número de

1 " La Industria Automotriz en México: Análi sis y Expectativas" (mimeo.), SPP-Sepa fin . agosto de 1982.

Page 85: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

CUADRO 2-A

Va lor de las importac iones de l sector automovilíst ico (Miles de dó lares)

Automóv iles pa ra el transporte de personas Motores pa ra automóv il es Pa rtes y refacciones Camiones pa ra transporte de mercancías Chas ises

Total

1950

19 903 13 050 1 987

18 519 1 881

55 340

Fu ente: Ba nco de México, S.A. -- '

CUADRO 2-B

Va lor de las importac iones de l sector au tomovil ís tico (Miles de dó lares)

1975

Automóvi les pa ra el transporte de personas 11 046 Motores para automóv iles 56 919 Pa rtes y refacc iones 127 338 Camiones para transporte de mercancías 58 969 Cha sises 356 Automóv iles con equipos espec iales 18 675 Materi al de ensamble 473 443 Remolques 3 583

Total 750 329

Fuente: Ba nco de México, S.A.

- e::::,--

un idades ensamb ladas en el país, la im port ac ión de componen­tes comenzó a const ituir un facto r de peso y preoc upac ión en el déf ic it com erc ial en cuenta co rri ente.

En aquel momento, hac ia pri nc ip ios de los sesenta, la so lu­c ión que parec ió m ás atinada fu e la de emprender un esfu erzo intensivo para sustituir las impo rtac iones de compo nentes. Tal fu e, bás icamente, el propós ito del Dec reto de 1962,2 con el que se p retendía:

1) Elevar el contenido nac ional de los vehícu los fa br icados en M éx ico.

2) Estimu lar e l es tablec im iento de nuevas industri as de autopa rtes.

3) Crea r emp leos.

4) Redu c ir el déf ic it com erc ial.

Durante los años poster io res a la pro mul gac ión del dec reto c rec ió considerab lemente la p rodu cc ión de automóv il es y hu bo

2. "Dec reto que prohí be la importac ión de automóv iles y ca­miones, así como de con juntos mecánicos armados pa ra su uso o en­samble, a parti r de l 1o. de sept iembre de 1964" , Dia rio Oficia l, 25 de agosto de 1962.

1359

1955 1960 1965 1970

31 485 58 227 98 908 11 4 275 21 902 9 955 3 319 11 765 4 907 29 563 52 839 67 620

32 274 36 013 9 547 12 872 3176 12 969 38 233 50 176

93 744 146 727 202 846 256 708

1 '

1976 1977 1978 1979 1980 1981

8 552 6 348 6 651 109 533 155 383 189 766 64125 52 982 70 455 120 068 144 964 168 418

11 6 886 81 824 129 973 237 270 394 269 474035 57 091 34 192 49 022 126 144 127 326 189 919 1 21 o 886 252 996 1 281 6 643

14 923 10 178 19 145 35 139 108 425 139 37 4 452 434 450 508 612 221 786 365 949 133 1 11 1 279

3 539 1 908 5 385 10 790 22 400 239 173

718 760 638 826 893 004 1 426 275 1 903 181 2 518 607

una ace lerada expansió n de la industri a auxi l iar, lo que re pre­sentó c ierto aho rro de d iv isas y una considerab le generac ión de em p leos. De 1960 a 1970 la produ cc ión de automóv iles y ca­m iones t uvo un in cremento g loba l de m ás de 100%, mi enüas que el déf ic it comerc ial de los autom oto res se elevó 57%, lo que en buena m edid a fu e refl ejo de la sustitu c ión de im porta­c iones que t uvo luga r durante ese período.

La industri a autom ov ilísti ca term inal se desenvo lv ió en ese m arco inst it uc io nal hasta 1969, cu ando se est ab lec ió un a nueva modal idad para el otorgam iento de las cu ot as bás icas de pro­ducc ión.

El m otivo pr inc ipa l de las nuevas m ed idas fu e qu e, a pesar de l c rec imiento de la industri a de autopartes, el déf icit come r­cial auto mov ilí st ico continuó ampliándose en términ os abso lu­tos, debido, por un lado, al ace lerado crecimiento de la dem an­da y la p roducc ión intern as y, por otro, a l insuf ic iente avance en la produ cc ió n nac iona l de componentes.

Se gestó entonces un ca m b io importante en la concepc ión de la po lít ica indust ri al de l sector, consistente en comb inar la preocupac ión por sustituir importac iones con el fomento de la ex­portac ió n de com ponentes, sobre todo a m ed iano plazo. Esta fue una de las considerac iones f unda menta les que llevaron a prom u lga r las dispos iciones of ic iales de octub re de 1969 y el Dec reto de 1972.

Page 86: estri u ctu ri a 1

1360 méxico: comercio exterior de la industria automovilística

. \

CUADRO 3

Valor de las exportaciones de la industria automovilística [Miles de dólares)

1970 1975

Automóviles para e l transporte de pe rsona s Automóviles para transporte de ca rga Piezas sue ltas para automóvil es Chasises Motores Muelles y sus hojas Partes para motores

Total

Fu ente: Banco de México, S.A.

.-·

11

26 377

26 388

4 685 4 009

55 298 1 950

35 372 11 617

9 079

122 010

Según e l ordenamiento de 1969, las cuotas básicas de pro­ducción que se habí an venido asignando a las empresas, deberían justificarse mediante la compensación con exporta­ciones de un porcentaje crec iente de sus importaciones.3 Asi­mism o, las empresas que registraran ventas al exterior supe­riores a esos niveles se harían acreedoras a cuotas adicionales. Estas medidas se ratifi caron y amp li aron med iante el Dec reto de 1972. Se esperaba que en 1979 las empresas compensaran con exporta c iones el 100% de las importaciones de su cuota básica .4

Como resultado de estas medidas, la industria automovilís­ti ca comenzó a registrar, por prim era vez desde su estableci­miento en México, exportac iones significativas. En 1969, las ventas externas del sector apenas rebasaron los 8 000 dólares, cif ra que contrasta con las importaciones, que fueron del orden de 136 millones de dólares en ese mismo año. En 1972, las ex­portac iones eran ya de 64 millones de dólares, y en 1975de122 millones.

Sin embargo, a partir de 1975 las exportaciones dejaron de al­canzar los niveles prestabl ecidos. En ese año se esperaba que compensaran 50% de las importaciones totales de la industria, pero en rea lidad só lo se llegó a algo menos de 40%. Entre las causas de esta situación cabe mencionar la re ces ión que afectó a la industria automovilística mundial durante 1974 y 1975 y que redujo la demanda de los productos que México pretendía exportar. A e llo se debe añadir la sobreva luación acumulada del peso, en fun c ión de los diferen ciales de inflación con el ex­terior, que poco después sería una de las causas evidentes de la deva luación de agosto de 1976. Por último, debe destacarse que, durante esos años, las empresas ensambladoras no em­prendieron proyectos orientados al mercado exterior. Lo mismo ocurrió con las productoras de componentes. Ello hizo sum a­mente difícil penetrar en el mercado externo, principalmente el estadounidense, ca racterizado por sus altos nivel es de espe­cialización y ef iciencia.

3. Véase " Compensación de impo rta c iones de partes automovilísti­cas", e n Comercio Exterior, vol. 19, núm . 11 , México, noviembre de 1969, p. 864.

4. " Dec reto que fija las bases para e l desarrollo de la industria au­tom otr iz" , Diario Oficial , 24 d e octubre de 1972 .

7976 1977 1978 1979 1980 1981

9 904 12180 39 333 93 120 98 528 68 918 8 509 17 780 28 532 23 648 30 116 38 369

76 050 95 988 126 780 159 969 209 437 163 278 692 889 5 555 1 646 1 012 1 304

51' 401 82 549 86 317 51 900 30 458 58 852 27 131 29 127 32 749 29 810 14 484 18 362 13 655 14 955 14 646 17 039 20 337 21 254

792 342 253 468 333 912 376 822 404 372 370 337

LA SITUAC IÓN REC IENTE

El presupuesto de divisas de la industria terminal

E n e l Decreto de 1977 se reforzó la poi íti ca de sus ti tu ir im­portac iones y se establecieron nuevos meca ni smos para in­

ducir las exportac iones. En el Decreto se señala que, a part ir del año modelo 1978, las empresas deberían compensa r el valor de las importac iones que rea li za ran con un monto equivalente de ex­portaciones. Para cump lir estos propósitos, se establ ec ió el pre­supuesto de divisas de la industria terminal. 5

Para los efectos de ese presupuesto se considerarí an como ingresos las exportaciones de vehí culos, partes y componentes, así como las ventas de autos nuevos en la franja fronteriza y zona libre del norte del país . Además, al cons iderar que las empresas no esta rían a corto pl azo capac itadas para exportar a los nive­les requeridos, el Decreto otorgó una cuota inicial a cada una. que se contabilizaría como exportac iones. En total dicha cuota fue de 12 779 millones de pesos en 1978 y fue decrec iendo progresivamente hasta desaparecer en el año modelo 1982.

Por el lado de los eg resos, se considerarí an como sa lida de divisas las importaciones de partes para ensamble y r,epuesto y de vehículos nuevos, así como el pago de regalías y otros gastos en el exterior (véanse las notas exp li ca tivas del cuadro 4).

Como resultado de estas medidas la industria terminal se vio obligada a rea lizar esfuerzos de exportación para hacerse acre­edora a los estímulos del Gobierno federal, así como para con­se rvar o increm entar su posic ión en el mercado interno. Así, a partir de 1977 se comenzó a reg istrar un crecimiento sostenido de las exportac iones de la industr ia automovilística, que se ele­va ron de 192 millones de dólares en 1976 a 404 millones en 1980. El incremento medio anual fu e de 27%, tasa muy superior a la tendencia histór ica y al crec imiento observado por eí resto de las exporta ciones, exc luidas las ele hidrocarburos (véase el cuadro 3).

Sin emba rgo, debe subraya rse que la ge neración de exporta­ciones fue siempre insuficiente para cump lir con las metas es­tablecidas en e l Decreto de 1977, pues la indu stri a automo-

5. " Decreto para e l fomento de la indust ria automotriz", Diario Ofi­cial, 20 de junio de 1977.

Page 87: estri u ctu ri a 1

comercio exterior , diciembre de 1982 1361

CUADRO 4

Presupues to de div isas de la industria term inal (M il/ones de pesos)

1978 1979 1980 1981

Ingreso de divisas 22019.67 25 517.16 22 994.31 22 797.28

a] Cuota ini cial 12 779.32 10 285.96 6 224.22 3 164.83 b] Va lor neto exportado (VNX) 8 475.80 8 791.05 7 106.67 9 004.17

Ventas en la frontera 764.48 1 637.99 2 377.32 3 302 .08 a1] Sa ldo ante rio r 4 441.06 4 552 .59 2 353 .09 b1] 1 nve rsiones 361.10 2 731.01 4 973 .11

Egreso de divisas 15 076.57 22 104.64 27 030.17 35 308.18

c] Contenido importado (CMV) 12 244.69 17 561.68 19 81 1.24 25 737 31 d] Gas tos ind irectos de d ivisas (CID) 1 677 .67 2 662.31 4 661.55 5 609.48 e] M Refacc iones 933 .93 1 517.71 2 182.46 3 136.48 f] M Au tomóv il es 220.28 360.64 374 .92 824 .91 g] M Especia les 2.30

Sa ldo 6 943.10 3 412.52 -4 035.36 * -12 510.90*

* Sin inc luir anticipos de divisas. a] Cuota in icial = as ignac ión de divisas otorgadas a la industria termi nal conforme al Decreto de 1977. b] Va lor neto exportado (VNX) = exportac: ión de ve hí culos y pa rtes automov ilí st icas, deduciendo el contenido importado de los mismos. a1] Sa ldo anterior = excedente de div isas generadas en el ejercicio anteri or (no inc luye la pa rte no ejercida de la cuota in icia l, que es int ransferib le). b1] Invers iones= a pa rti r del año mode lo 1979, la Comisión ln tersec retaria l acordó cons iderar como exportac iones para efectos del presupuesto de

div isas, las inversiones de la industr ia terminal rec ibidas de l exteri or, como aportac iones de acc ionistas extra njeros pa ra aumentos de cap ital desti­nados a la adqu isición de acti vos f ij os nac ionales.

c] Conten ido importado de l vehícu lo (CMV) = va lor de l conten ido im portado de l ve hí culo, ca lcul ado según la fó rmul a de l Artí culo So. del Acuerdo que establece las Reg las de Ap licac ión de l Decreto de 1977. En éste inf luyen factores como: el va lor de l mater ial importado de los vehí culos, el contenido importado de las autopartes, el grado de integración de cada vehículo en relac ión al mínimo y al recomendado, y la compos ición del cap ita l soc ial de la empresa.

d] Gastos indirectos de divisas (C ID) = incluye todos los pagos al ex terior rea li zados po r ca da empresa, ta les como rega lí as, as istencia técn ica, v iát i­cos, etcétera .

e] M . Refacciones importaciones de componentes pa ra repuesto. Incluye todas las importaciones que rea li zan las plantas pa ra el mercado de repuesto.

f] M . Automóviles im portac iones de vehícul os nuevos a la fra nj a f ronte ri za y zonas l ibres de l norte de l país. g] M . Espec iales = importac ión de vehícu los con equi pos espec iales. Fuente: Sepafi n, Subdi recc ión de la Industri a Automotr iz y de l Transporte.

v i líst ica se m antuvo con u n rezago considerabl e, t a l com o se aprec ia en e l cuad ro 4.

Las empresas de la industri a termin al log raron un sa ldo pos i­t ivo durante 1978 y 1979, que se debió, princ ipa lmente, a las cuotas de d ivisas o torgadas (12 779 m ill o nes de pesos en e l pri ­m e r año y 10 286 mi l lones en e l segundo). Sin em ba rgo, durante 1980 y 1981, a l redu c irse las cuotas de di v isas, e l sa ldo f ue nega­ti vo y crec iente. Esta situac ión d io luga r a que la Comisió n ln­tersecretar ia l de la Indust ria A utomotri z diera a las em p resas "a nt ic ipos" de d iv isas por un monto eq ui va lente a l déf ic it re­g istrado en esos años; los adelantos deberí an compensarse en e jerc ic ios posterio res. 6

Un anál isis más deta ll ado del pres upuesto de div isas indica que e l dete r ioro del sa ldo se d ebió tan to a l estancamiento de los ingresos como principalmente al crec imiento ace lerado de los eg resos.

Como se observa en e l cuad ro 4, los ingresos to ta les de d iv i-

6. " Reso lución sobre anticipos y contabi lización de divisas de la in­dustria automotri z term ina l" (m imeo.), Sepaf in, 1981.

sas pasaron de 22 000 mi ll ones en 1978 a 25 500 mi ll o nes en 1979, para bajar de nuevo a 23 000 m i l lones en 1980y 1981. Esto se exp li ca porqu e la redu cc ió n progres iva de la cuo ta ini c ial, p re­v ista por e l D ec reto d e 1977, apenas se v io compensad a po r los o t ros ru b ros, part icul arm ente los refe rentes a inve rsiones y ven­tas en la f ro ntera no rte. E 1 va lo r neto de las expo rtac iones (VNX) práct icam ente no c rec ió en los cuatro años considerados.

El gasto d e di v isas c rec ió a una tasa m ed ia de 33% anua l de 1978 a 1981. La m ayor pa rte f ue el ll amado costo importado de los vehícu los (CMV), que representa a l rededor de dos terc ios de las im po rtac io nes to ta les. Le siguen en impo rtanc ia los gas tos indirec tos de di v isas (GID) y las impo rtac iones de refacc io nes; ambos conceptos se in c rem entaron también considerab lem ente (véase e l cuad ro 4).

Ba lanza comercial del sector

L o d icho en e l apa rtado anter io r se re fi ere en buena med ida a d ive rsos aspectos contab les es tablec idos en el Decreto de

1977 en re lac ió n con la industr ia t erm inal. A ho ra es convenien­te observa r e l efec to de ta les medidas en la ba lanza comerc ia l del secto r au tomov ilís t ico en pa rti cu lar y del pa ís en gene ra l.

Page 88: estri u ctu ri a 1

1362 méxico: comercio exterior de la industria automovi lística

Como se senaló, a raíz de l Decreto de 1977 se observó un re­pu nte en las exportaciones de la industria automovi l istica ,7 que se eleva ro n de 192 m ill ones de dó lares en 1976 a 404 mi llo nes de dólares en 1980, para cae r a 370 m il Io nes en 1981 . La tasa med ia de crec imiento de l período 1976-1980 fue de 27% anu al.

En el rubro de exportac iones, los conceptos más significat i­vos en los ú l timos anos fueron los automóv iles para el t ran spor­te de personas y las piezas sueltas para automóviles. Las ventas de los primeros se incrementaron de 9.9 mi l lones de dó lares en 1976 a 99 mil lones en 1980, lo que representa un vo lumen diez veces super ior en un lapso de só lo cuatro anos. Los dos rubros menc ionados representaron en conjunto 76% de las exporta­ciones tota les de la indu stria automovilística en 1980.

Las importac iones crec ieron a una tasa media anua l de 28.5% de 1976 a 1981 , in cremento superio r al de las exporta­c io nes, que se ref lejó, consecuentemente, en un aum ento consi­derable de l défic it comercia l de la indust ri a.

Los conceptos más importa ntes de las compras en el ex ter io r son el materi al de ensamb le y las partes y refacc iones, que representan con juntamente 63% de las importaciones totales reg istradas en 1981. Las de material de ensam ble se elevaron de 452 millones de dólares en 1976 a 1111 mil lones en 1981, como resu ltado de un incremento med io anu al de 20% (véase el cuadro 2-8).

Las adquisiciones de partes y refacc iones, por otro lado, se incrementaron de 11 7 millones de dólares en 1976 a 474 millo­nes en 1981 , lo que signi f ica un crec imiento med io anu al de 32%, ocas ionado en buena med ida por la incapacidad de la pl anta nac iona l de componentes para hacer frente a la ace lera­da expansió n de la demanda durante esos arios.

Otro rengló n que c rec ió signifi cat ivamente fue el de auto­móvi les para el transporte de personas, cuyas impo rtac iones se e levaron de só lo 8 millones y med io de dó lares en 1976 a casi 190 millones en 1981 (in cremento de 86% en pro med io anu al). De el lo resultó que la participación de los automóv il es en las compras externas tota les del secto r automovi lísti co au mentó de 1.2% en 1976 a 7.5% en 1981 .

Como co ro lario de todo lo anterior, el sa loo defic itario de la balanza comerc ial de l sec tor se in crementó de 526 m illones de dó lares en 1976 acas i1 500 mi ll ones en 1980 y a 2148 mi ll ones en 1981 . Asimismo, su participación en el déficit comercia l total del país se e levó de 20% en 1976 a 47% en 1980. En 1981 repre­sentó más de la mitad de ese défi c it, 58% (v éase el cuadro 5).

Entre las causas que expli ca n lo anterior dest aca n las si­guientes:

1) Las empresas de la industri a termin al se retrasa ron consi­derablemente en sus proyectos orientados a la exportac ión, pues se dieron un compás de espera a fin de observar las inten­c io nes del Gobierno en cuanto a la ap l icación est ricta del Dec reto. Ello condujo a que se previera inic iar las operaciones

7. Sobre este particu lar ex isten discrepancias entre los datos de ex­portaciones de la Sepafin y los del Banco de M éx ico, que se deben, principa lmente, a que aquél las se refieren a anos modelo, mientras que éstas cubren anos ca lendario. E 1 aná li sis presen tado se ba sa en la infor­mac ión del Banco de México.

CUADRO 5

Participación de l sector automovilís tico en el sa ldo de la balanza comercia / de México (M illones de dólares)

Balanza comercial ( - }

Año To tal A utomovilistica

1950 62 .3 55 .3 1955 145.1 93.7 1960 447 .7 146.7 1965 458.3 202 .8 1970 1 038.7 230.3 1975 3 637 .0 628 .3 1976 2 644.4 526.4 1977 1 054.7 385. 4 1978 1 854.4 559.1 1979 3 162.0 1 049 .5 1980 3 178.7 1 498 8 ·1951 3 725 .4 2 148.3

Fuente: Banco de México. S.A.

211 (%)

88 .8 64.6 32 .8 44.3 22 .2 17.3 19 9 36.5 30.1 33.2 47.2 57.7

de algunas de las principales p lantas orientadas al mercado ex­terno apenas en 1982 y otras in c luso en 1983 .

2) En los anos inmed iatamente posteriores al Decreto de 1977 hubo un a expa nsió n sir:i precedente de la demanda intern a de vehícu los que absorbió casi toda la capac idad instalada, tanto de la industria terminal como de la de autopartes; ello no sólo im­posibi l itó genera r excede ntes exportables, sino que hizo nece­sa rio recurrir a importa c iones ad ic iona les de emergenc ia, dada la incapac idad de la indu stri a nac iona l para abas tecer el merca­do. La crec iente importación de automóvil es fue también es ti­mu lada por el aumento signifi ca tivo del ingreso personal dispo­nibl e, en parti cu lar en la franja fronteriza y en la zona libre del norte del país .

3) Adem ás se debe sena lar que, a partir de 1979, al presen­tarse la segunda cri sis petro lera del decenio, la economía inter­naciona l entró en una prolongada reces ión. Ésta se tradujo en un a reducción de la demanda, en un aumento de los esfuerzos de exporta c ión de los países indust riali zados, que veían amena­zado el emp leo en sus industrias bás icas, así como en un endu­reci miento genera l de las políticas proteccionistas. Todo ell o contribuyó a d ificu l tar aú n más la co locac ión de productos me­xicanos en el exterior. Esta situación afectó a prácticamente todas las ramas de la industria nac ional, inclu ida la de los automotores.

4) Por último, cabe recordar que el Decreto de 1977 seña la la obligación de realizar exportac iones en una proporción de 50% por la industria terminal y 50% por la industria de auto­partes . Esta ú ltima no respondió, como se esperaba, con inver­siones en p lantas destinadas al mercado ex terno, lo cual tam­bién dificultó el logro de las metas de exportación .

RECAPITULACIÓN Y EXPECTATIVAS

D esde la mitad de los años veinte hasta principios de los se­senta la industria automov ilísti ca mex icana estuvo consti ­

tuida exc lu sivamente por operaciones de ensamblado de vehículos a partir de sus compo nentes impo rtados de Estados

Page 89: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

Unidos y de Europa; sin embargo, a raíz de la promu lgac ión de l primer decreto sobre la materia en 1962, d ic ha industri a com en­zó a te ner cam b ios ace lerados, ca rac teri zados por un rápi do desarro ll o.

Es pos ib le ident ifi ca r m odi f icac io nes importantes en las di­ve rsas medidas adoptadas po r el Gob iern o mexicano en re la­c ión con la industr ia automov ilí sti ca. No obstante, se pu ede af irm ar que los ob jet ivos bás icos de su intervenc ión han perm a­nec ido práct ica m ente inalterados. Ent re estos objet ivos desta­ca n ~ 1) el fomento de la industri a automov ilí sti ca nac ional; 2) la redu cc ión del défi c it com erc ial, y 3) la generac ió n de emp leos.

De estos tres objeti vos, e l que ha adquiri do m ayor peso rela­t ivo es el re ferente al défi c it com erc ia l. A este res pec to, el Go­b iern o m ex ica no ha adoptado dos t ipos de m edid as cuya im por­tanc ia relati va ha va riado en el curso del tiempo. En una primera etapa, se alentaro n las pos ibilid ades de sustitui r importac io nes m edi ante la produ cc ión nac ional de componentes y e l en­samb lado de vehí culos. M ás ade lante, a pa rti r de 1972, se pre­tendió conve rti r a la indust ri a automov ilí sti ca en exportado ra, dándose, en consecuenc ia, un a se ri e de estímul os para que las empresas te rmin ales vendan en el exteri o r una p roporc ión cre­c iente de su produ cc ión, as í com o compo nentes produ c idos por la industri a nac ional de autopartes.

Una eva luac ión a largo pl azo de la po lí ti ca en m ateri a autom ov ilí sti ca presenta resultados cont rovertid os. Por un a parte, las inve rsio nes reali zadas po r la industri a termin al y de autopa rtes han sido cuantiosas, res ultando en ingresos de d iv i­sas, t ransfe renc ia de tec no logía y c reación de numerosos empl eos en e l sec tor m odern o de la economí a. A ello deberá n añadi rse la generac ión y expansión de numerosas act iv idades indust ri ales y de se rv ic ios conec tadas con la industri a de los autom o tores.

No obstante, el desarrollo de esta industri a ha tenido algunos costos para el país. El más importante es, sin duda, el déficit co­merc ial crec iente. A pes ar de los esfu erzos reali zados en este sentido por el Gobierno federal , el défi c it comerc ial del secto r ha continuado ampliándose en términos absolutos, hasta ll egar a representar, en 1981 , el 58% del déf ic it comerc ial nac ional.

El m eca nism o del presupu esto de d ivi sas, estab lec ido en el Dec reto de 1977, ha cumplido sus obj etivos hasta el mom ento sólo de m anera parc ial, ya que e l valo r neto exportado por las empresas terminal es ha tenido un crec imiento moderado. De hec ho, para obtener el balance de di v isas que establece e l Dec reto, los con ceptos más importantes han sido las cuotas ini­c iales y las ventas en frontera . Al redu c irse la cuota inicial , en parti c ular en 1980y1981 , algunas empresas no pudieron tener un presupues to de divisas equilibrado, por lo que la Co misión lntersec retari al de la Indu stri a Autom otri z tu vo que otorgarl es, durante esos años, anti c ipos de div isas con ca rgo a exporta­c iones futuras.

La situ ac ió n ante ri o r se expli ca fund amentalmente po r cuatro f actores: a] el rezago en las inve rsiones y proyec tos para exportac ió n; b] la expansión ace lerada de la dem anda intern a en años rec ientes, que absorbió la to talidad de la ca pac id ad ins­tal ada; c] la reces ión de la economí a intern ac ional, y por último d] e l atraso relativo de la capac idad de produ cc ión de la indus­tri a de autopartes.

1363

A pesa r d e esto, la indu stri a autom ov ilí sti ca, en es pec ial la termin al, ha rea li za do durante los ú ltimos c inco años inve r­siones cuant iosas en proyec tos para expo rtac ión, entre los que destaca n los inc luidos en el cuadro 6. Ta les proyec tos, sum ados a las exportac iones tradi c ionales de ot ros componentes (a m o rti­guadores, parabrisas, ru edas, transmisiones, radi ado res y arn e­ses), permiten es perar q ue la industri a auto mov ilí sti ca te rmin al increme nte en e l futuro sus exportac iones en fo rm a conside­rabl e. As í, las exportac iones program adas para 1982 son del o rden de los 600 millo nes de dó lares, y se espera dupli ca r esa c ifra en 1983. Tales proyec tos y prev isio nes, aunados a la severa redu c­c ión de la dem and a intern a de todo ti po de ve hícul os que se es­pera para 1983, as í como a la impl antac ión del control generali za­do de ca mbios, en cuyas reg las de apli cac ión se obli ga a la industri a automov ilí sti ca a compensar sus di v isas, permiten an­t icipar para ese año una ba lanza come rc ia l automov ilí sti ca ce r­cana al equ i 1ibrio 8

CUADRO 6

Proyectos de exporta c ión de la industria autom ovilística terminal

Inicio de Em presa Produ ctos Ca ntidad anual ac ti vidades

General Motors Motores V-6 Hasta 400 000 1982 de 2.8 l ts

Ford Motor Co. Motores 4- L Hasta 400 000 1983 de 2.2 lts

Chrys ler Motores 4-L Hasta 270 000 1980 de 2.2 lts

Volkswagen of Rad iadores y 250 000 1979 Ameri ca esta mpados

Volkswagen of Motores 4- L diese ! 300 000 1982 Ame ri ca y gasolina

Nissan Mex icana Motores 4-L 450 000 1983 1 ndustri as Renault Motores 4-L De 300 000 1984

a 340 000 Industri as Renault Suspensiones De 300 000 1983

a 340 000

Fu ente: Comi sión lntersecreta ri al de la Industri a Automotri z.

De m ateri ali zarse lo anteri o r, se habrí a logrado uno de los pro pós itos m ás importantes y persistentes de la políti ca in­dustri al del país. Sin embargo, no debe perderse de vista que esta situ ac ión re lati vam ente f avorabl e se deberá , en buena medida, a la ca íd a de la produ cc ión. Por lo mismo, no podrá sostenerse a m ediano pla zo, a menos que se vea reforzada con nuevos proyec tos de exportac ión, tanto de la industria terminal como, princ ipa lmente, de la de autopartes. La recuperac ión de l m er­cado interno prev ist a para des pués de 1983 traerá con sigo un a nueva pres ió n sobre las importac iones.

En las condi c iones ac tu ales y prev isibl es, e l pa ís no pod rá as ignar a la industri a de los autom otores las d iv isas necesa ri as para fin anc iar un défi c it com ercia l com o el que se reg istró en años rec ientes. Será po r tanto conveniente aprovechar la si­tuac ión actual para redefinir las condiciones en que se ha venido desa rro ll ando esta industria y ev itar as í un retroceso. O

B. Véase " Reglas Generales para el Control de Cambios", Diario O fi c:a;, 14 de septiembre de 1982.

Page 90: estri u ctu ri a 1

Comercio Exterior, vo l. 32 , núm. 12, México, d iciembre de 1982, pp. 1364-1370

O 1 igopol ios transnac ionales en la agricultura y la alimentación en Perú MANUELLAJOL *

En este ensayo se pretende sintetiza r el itinerari o, los resu lta­dos obtenidos y las nuevas interrogantes deri vadas de las

invest igaciones real izadas y dirigidas por el auto r de 1976 a 1981 sobre el sistema alim entari o peruano.1 Au nque el trabajo se refiere a este país, las principales tesis pueden extenderse al conjunto del sistem a agroa lim entar io lat inoa mer icano.

A riesgo de simplifi ca r demas iado, podría resumirse lo ante­ri o r señalando que en este estud io se buscó conocer la estru ctu­ra de la agroindustria alim entari a en Perú, sus efectos en la agr i­cu l tu ra que se v incula a ell a d irec ta o indirectamente, el patrón de desarrollo del sistema a/imentario2 y sus posibilidades de transformación. Igua lm ente se puede señalar que sus resulta­dos es tán contribuyendo - junto a los de o tras invest iga­ciones- al conocim iento deta ll ado y profundo del papel que desempeñan la agricu ltura y la alime ntac ión en el desarrollo capita lista dependiente del país, dejando atrás concepciones superfi c iales, arcaicas o parciales que sobreva lo raban las rela­ciones de tenencia de la tierra y separaban al "sector" agrari o del conjunto de la economí a y la sociedad.

1. Deseo aprovechar esta síntesis de las interrogantes y respuesta s obtenidas por la invest igac ión para agradecer a las personas que, como asistentes de inves tigac ión, responsab les de parte de ell a y co laborado­res, contribuyeron dec isivamente en su avance: Mario Ga ll o, Jorge Díaz, Mariluz Margan, Raúl Hopk ins, Ca rl os Puga y Teresa Mendoza. También mi agradecim iento a los co legas del Departamento de Economía y a Gonzalo Arroyo, Roy Preiswerk, Andre Gunder Frank, Rhys Jenkins y Anne-Marie Holenstein, quienes en dist intas fo rm as contr ibuyeron a su rea lizac ión.

2. El sistema alimentario incluye la producc ión agropecua ri a y Jaco­merc iali zac ión, procesam iento y consumo de productos provenientes de la agricultu ra. Estri ctamente, se trata del sistema agroalimentario.

* Consultor de la UNCTAD. Cand idato a Ph.D. en la School of Deve lopment Studies, University of East Angli a, Inglaterra, y profe­sor del Departamento de Economía en la Pontificia Universidad Ca­tólica del Perú. Este trabajo se presentó en las Jornadas de Balance sobre la Cuestión Rural , celebradas en la Universidad Católi ca de l Perú, en noviembre de 1981 .

Fin alm ente, habría que destacar los iniciales aportes concre­tos que emergen de la investigación, en té rminos d e propuestas de est rategia de desa rro ll o agrari o y alimentari o y de po líti ca económ ica de co rto p lazo, tanto en una d im ensión globa l (por ejemplo, una nueva leg islación de promoc ión y desarro ll o agro­pecuario) como en líneas de productos específ icos (reforma del abastecimiento de prod uctos lácteos, cerea les, o leagi nosas, etcétera).

PRO PÓS ITOS DE LA INVEST IGACIÓN

niciada a fi nes de 1975, la invest igación sobre Transnaciona­les y agricultura en Perú inauguró una temática que hoy tiene

gran v igenc ia en el país .

Otros eq uipos e invest igadores se han in tegrado en años re­cientes al estudio académ ico de la relac ió n de la agri cultura, la agroindustria y la alimentac ión con la internac iona li zación de la econom ía peru ana y con las políticas económi cas para el desa rro ll o agrari o y alimentario . Para el Depa rtamento de Economía de la Po ntific ia Universidad Cató li ca es sólo un testi­mo nio del cumplimiento de su quehace r universitario el haber avanzado de modo signifi cat ivo tanto en el planteamiento y análi sis inic ial de problemas nac ionales tan importantes como el est ancamiento de la agri cultura, la creciente dependencia de importac io nes de alimentos básicos, la o ligopoli zac ió n de los mercados de bienes-salario, etc., como en trabajos de campo en varias zonas de la costa y la sierra, donde se dan casos ex­cepcionalmente típicos de arti cul ac ión entre la agro industri a moderna transnacionalizada, la agr icultura empresa ri a l y la agri cultura campes ina trad ic ional.

E 1 panorama de la invest igac ió n agrari a en 1975, cuando se in ciaba la de tran snac iona les y agri cu ltura, estaba dominado por el tema de la reform a agraria y el sistema lat ifundio­minifundio. Debe reconocerse que ya en 1968 un conocido autor3 había señalado alguno de los grupos básicos de la in-

3. Jorge Bravo Bresa ni, Gran empresa y pequeña nación, Perú Pro­blema, Instituto de Estudios Peru anos, Francisco Moncloa Editores, Li­ma, 1968, p. 141 .

Page 91: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

dustria alimentar ia como integrante de los núcleos dominantes de la sociedad peruana As imi smo, dos econom ista s en publica­c iones de CISEPA4 y el INP5 plantearon en 1974y1976 la im por­tancia de l análi sis estructu ral de la industria, y en part icu lar la de la concentrac ión de la propiedad como punto de partida para comprender la dinámica económ ica ele Perú. Sin desconocer estos y otros aportes, la orig in alidad del punto de vista del proyecto Transnaciona/ es y agr icultura consi'Stió en intentar un análisis integrado de las estructuras industrial y agropecuaria, dentro de un enfoque del capitalismo como sistema internacional que envolvía y vincu laba estrechamente la agr icu ltura de una economía peri­férica subdesarro ll ada con la industria al imentar ia internacional. Lo fundamental de la industria alimentar ia insta lada en el país se mostraba, así, como resultado de la expans ión de la gran empre­sa estodoun idense, europea y japonesa. 6

Este enfoque, ll amado del c ircuito o cadena agroalimentaria, favorecía una fecu nda utilización de categorías de aná li sis pro­ven ientes de la teoría de la dependencia,7 de la teoría de la economía campes ina, 8 de la teoría económ ica de la organiza­c ión industria /9 y de los estud ios sobre internacionalización del cap ita/10 y empresas transnacionales .11 Es obvio que aún no se ha consegu ido cu lminar un tratamiento teórico global , enri­quecido por los enfoqu es seña lados, pero también es c laro que los trabajos e inform es ya producidos apuntan en esa perspecti­va. Uno de los logros más importantes ele este enfoque es haber superado la percepción de la agricultura como sector, sust itu­yéndo la por una v isión más totalizadora, en la que la agr icu l­tura, como parte integrante del sistema alimentario, se ve afee-

4. Jorge Torres Z., Análisis de la estructura económica de la economía peruana, Documento de Trabajo núm. 17, CISEPA, Lima, ma­yo de 1974.

5. Claes Brundenius, Concentración de la producción y estructura de la propiedad, Documento de Discusión OIC-IN P, Lima, julio de 1976.

6. Una breve anécdota puede ayudar a percibir mejor lo dicho hasta aquí . A mediados de 1975, Gonza lo Arroyo, coord inador internac iona l del proyecto Transnacionales y agricu ltura, y quien esto escribe visita­mos al Director Superior del Instituto Nac ional de Planificación para pedirle apoyo para el proyecto. Según el funcionario, en Perú ya no había presencia de cap ital extranjero en la agricu ltura, pues según él la reforma agraria había extirpado las últimas propiedades extranjeras agrarias en las haciendas azucareras. Esta concepción, que identifica presencia de las ET exc lusivamente con propiedad de la tierra (olvidan­do el control de los mercados de productos de la agricultura e insumos para la agri cu ltura, el cond icionam iento de las políticas económ icas, etc.) la repetía varios años después el ministro de Economía Silva Ruete como un desafío: "¡Dónde están los monopolios transnacionales en la agricu ltura peruana? Los recursos van a ir a manos de campes inos y pe­queños agr icu ltores. ¡Dónde está el gran capita l en el campo peruanol" Declaraciones a la revista Marka, 14 de septiembre de 1978, p. 21.

7. Nos referimos a la corriente crítica del enfoque del subdesarro llo lat inoameri cano de la CEPAL, de la que forman parte autores como And re Gunder Frank, Ruy Mauro Mari ni, Theotonio Dos Santos, Fernan­do Henrique Ca rdoso, María C. Tavares, etcétera.

8. La cual ha sido actua li zada, sobre la base de las obras de Chaya­nov, por Archett i, Bartra, Bengoa, Coe llo, Schejtman y cientos de inves­tigadores latinoamericanos.

9. Actua lmente esta rama de la teoría económ ica es una de las más dinámicas, aunque sus bases siguen siendo los aportes de Joe Bain, Jo­seph Steind l, Michae l Ka lecki, Paolo Sy los Labini, y más recientemente, neokeynesianos como E ichner, entre muchos otros.

10. Nos referimos al enfoque de Palloix, Samir Amin, Stephen Hy­mer, C.A. Michallet, etcétera.

11. Véanse, por ejemp lo, las obras de Raymond Vernon, John Dun­ning, Richard Caves, Fernando Fajnzylber, Edith Penrose, entre otros.

1365

tada y a su vez condiciona la estructura y funcionamiento de la economía como un todo, especia lmente de la po líti ca económi­ca, expresión de la estrategia de desarrollo v igente en la forma­ción socia l.

FASES DE LA INVESTIGAC IÓN

La desc ripción de las fases por las que atravesó el proyecto permitirá ordenar mejor los problemas fundamentales que

se intentó abordar. Es c laro que una investigación es, ante todo, una sucesión de preguntas, respuestas y nuevas preguntas. En ese sent ido, el itinerar io seguido por Transnacionales y agr icu l­tura va de lo particular a lo genera l; simpli f icando, puede af ir­marse que se empezó con el estudio del desarrollo del capitalis­mo en la integración agricultura- industr ia, por medio del caso típico de una empresa (Leche G lo ri a, S..A.), y se ha ll egado al aná li sis del con junto del sistema alim entario peruano, sus característ icas, el lugar que actualmente ocupa en la economía y sus posibilidades de transformación.

Transnacionales, agroindustria y agricu ltura

E n 1976 y 1977 se intentó dar cuenta de las formas de integra­c ión ent re la agr icultura regional y las empresas agro indus­

triales lácteas (Gloria, S.A., en Arequ ipa, Moquegua y Tacna; Peru lac, en Ca jamarca; Planta Lechera del Mantaro, en J unín), cerveceras (Cía . Cervecera del Sur, en Cusco, Cai lloma y Are­quipa) y de alimentos balanceados (en Lim a, pero con influenc ia en la agricu ltura de maíz de la costa y ceja de selva). Se hi­c ieron trabajos de campo en las provincias de Sánchez Cerro (Moquegua), Arequ ipa, Ca jamarca y J unín, para el caso de lác­teos; y en las provincias de Urubamba, Paruro y Paucartambo en Cusco, y Cai ll oma, en Arequipa, para el caso de cebada y cervecería los efectuados en los va ll es de Cañete (Lima) y del Santa (Ancash) permitieron recoger, mediante encuestas y entrev istas, datos precisos sobre las modal ida des de la integra­ción agricultura-industria y sobre los efectos que en escala re­giona l y de unid ad agropecuaria había generado la implanta­c ión de las agroindustrias.

En 1977 y 1978 se realizó un aná lisi s detallado de la estructu­ra agra ria por departamento, especia lmente las zonas de cu lti­vos agroindustria les, utilizando los censos agropecuarios de 1961 y 1972 y la estadística agra ri a disponible. En ese mismo lapso se estudió la estructura de la industria de alimentos y bebi­das (y parcialmente de la de insumos para la agr icu ltura), en su evo lu c ión desde 1965 y en su conformac ión actual.

Tamb ién se avanzó en el estudio del comerc io exter ior de alimentos y bienes agropecuar ios y en el aná li sis -de menor profundidad- de otras ramas de la industria a limenta ri a, como o leaginosas, molinería y conservación de frutas y legumbres, carnes y a lim entos diversos.

La política económica en el campo alimentario

E n 1979, a partir de los avances logrados en la fase anter ior y que fueron sistemat izados parcialmente en Indu stria agro­

alimentaria y transnacionales: el caso peruano12 se estud iaron

12. Este trabajo fue publ icado en Lima (CISEPA, Documento de Tra­bajo núm. 43), en México (por el Centro de Estudios Económicos y So-

Page 92: estri u ctu ri a 1

1366 perú: transnacionales en la agricu lt ura y la alimentación

más sistemát ica mente las po líticas económicas agrari as y a li­mentari as desde 1963. Este proyecto desarro lló algunas com­probaciones e hi pótes is planteadas en el documento anterior sobre el pape l que las polí t icas cambiari as, de prec ios y subs i­dios, de arance les y de crédito desempeñaron en el estancamien­to agrario, en la profund izac ión de la dependencia alimentaria, en el cambio del patrón de consumo alimentario y en la o ligopo­lizac ión de los mercados de alimentos bás icos elaborados.

En este proyec to se comprobó la coherenc ia ent re la po lí tica alim entari a y tres proyec tos nac ionales de desarro ll o (períodos 1963-1968, 1968-1975y 1975-1978), vi ncul ándo la, po r o tra parte, a las situ aciones del mercado intern ac ional de alimentos y a las po lí ticas de ayuda alim entari a, expo rtac ión de excedentes de bienes agropecuar ios y de inve rsión extern a en agro industr ia por parte de los gobiernos y empresas de los países desarrollados.

La política alimentaria se vi nculó a la organización in­dustria l de la rama alimentaria, a la heterogene idad estru ctural en el agro y a la desigual distribu ción del ingreso ex istente, que condic iona un mercado de alimentos segmentado.

El sistema alimentario y las a l ternat ivas de reforma

E n 1980 y 1981, a partir de los avances obtenidos en el cono­cimiento de las principales ramas de la industr ia de alimen­

tos elaborados, de la agri cultura vincul ada a ell as y de la polí­tica económi ca agrari a y alimentaria nacional e internacion al, es posib le, primero, extender el análisis hac ia otras líneas de productos (azúcar, arroz, papa, hortalizas, legumbres, frutas, café y tabaco, principa lmente) y, segundo, ensayar la elabora­c ió n de opciones de políticas agroa limentarias, tanto por líneas de productos - como los lácteos, los cerea les, etc. - como por políticas económicas individua/es e integradas (de precios, de subsidios, de importac iones, por ejemplo, y proyectos más glo­bales de políti cas económicas agroa limentarias).

Este trabajo -aún en curso- busca aportar a la elabora­ción de un proyecto integral de desarro llo de la economía pe­ruana, dentro de una estrateg ia que permita remontar tanto las graves deficiencias del proyecto de reformas (1968-1975) como del proyecto libremercadista en marcha (1980-1981).

En cuanto al proyecto reformista, la rea lidad ha mostrado las limitac iones de una re form a agraria drástica que hace cam­biar la tenencia de la tierra e ignora otras dimensiones. En el caso del proyecto libremercad ista ya se están v iv iendo los primeros resu ltados negativos de una políti ca que libera los precios y las importac iones de alimentos en un merc ado o ligopólico .

INTERROGANTES PRINCIPALES Y RE SPUESTAS OBTENIDAS

A unque la siguiente subdivisión y resumen puedan tener al­gunas deficiencias, permiten una exposic ión más ordenada.

Asimismo, no se pretende se r exhaustivo, pues sólo se selecc ionan algunas de las interrogantes y respuestas más interesantes.

ciales del Tercer Mundo -CEESTEM- dentro de va rios volúmenes que dan cuenta del proyecto Transnaciona les y agricu ltura, y por la Secretarí a de Agri cultura y Recursos Hidráuli cos -SARH - en El de­sa rrollo agroindustrial y la economía latinoamericana. 1980) y en Francia (por el CETRAL).

En el plano del análisis microeconómico

E 1 proyecto buscó precisa r algunas modalidades de implanta­c ión y operac ión de las f iliales de ciertas agroindustrias

transnaciona/es en Perú, las de algunas agroindustrias naciona­les y la participación de las economias empresariales agrarias y ca mpesinas en el circuito agroindustria/ moderno.

Algu nas res puestas que se desprenden de los estud ios de ca­sos son las sigu ientes:13

i) Las empresas agro indust ri ales pri vadas, tanto nac ionales como ext ranj eras, prefieren integrarse con la agricultura provee­dora só lo por medio de los mercados, sin comprometerse en la propiedad d e la tierra o en los ri esgos prop ios de la ac tividad ag ropec uari a (enferm edades de l ga nado en el caso de lácteos, pérdida de cosec has en el de los ce rea les, etcétera).

A parti r de esa relación con la agri cu l tura naciona l, las empresas pueden ori entar su demanda de insumos hac ia el mer­cado loca l o hacia el in ternac iona l, según el criterio de la m ini­mi zac ión de sus costos pr ivados. Aunque en algunos ex isten restri cc iones (por ejempl o, ob ligatori edad de acepta r toda la leche que se les ofrezca; po líticas es tatal es de cont rol de las importac iones, etc.), las empresas tienden a obtener aquell a composic ión de su abastec imiento que más les favorezca. Ell o lo logran, cas i siempre, las empresas m ayores, grac ias al eleva­do poder de mercado de que goza n.

La gran empresa transnacional, como la nac ion al, tiende a contro lar monopsónicamente el mercado de insumos agrope­cua ri os naciona les, au nque és te es só lo complementario para su abasteci miento. En cuanto al mercado de produ ctos final es, la tendencia es también hac ia su contro l o ligopó lico.

ii) La empresa cap italista agrari a nacional aprovec ha la pre­senc ia de la agroindustria como mercado seguro para sus co­sec has agro industri ales. Sin embargo mantiene otros cultivos y puede dest inar mayo r proporción de sus tierras al más rentab le, según las condiciones de prec ios y costos. En las redes de pro­veedores de las agroi ndustrias, este tipo de agricultura, ll amada "comercial ", constituye la mino ría (de 15 a 30 por ciento) de los productores, pero aporta la mayor parte (de 50 a 85 por c iento) del acopio total. Por su parte, la agricul tura campesina conforma la mayorí a de los proveedores pero aporta un porcentaje menor de l acop io (de 15 a 45 por c iento).

iii) La economí a campes ina abastecedora establece una par­ti cul ar simbiosis con la agroindu stria modern a: aunque no le re­su lta rentabl e, e l cultivo agro industri al proporc iona un f lujo monetario seguro y regular (en la lec he, se les paga quince­nalmente; en la cebada, las cosechas se compran por anticipado, etc.). Ello expli ca la especialización en cultivos agroindustrial es que se observa en muc has provincias y distritos campes inos. Empero, en la unidad campes ina la proporc ión de ti erra que se destina a tal cu lt ivo está limitada por la magnitud de las nece-

13. Se puede obtener una ilustrac ión cuantitativa de los es tudios de la invest igación publicados. En Comercio Exterior(vo l. 29, núm. 10, Mé­xico, nov iembre de 1979) aparec ió uno de ellos: " Transnac ionales y ali­mentac ión en Perú. El caso de la leche" .

Page 93: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

sidades de produ ctos de autoabastecimiento, der ivada a su vez del tamaño de la famili a.

Se observan por ello situ aciones muy estab les de conv iven­cia entre grandes empresas -a veces transnacionales- y amplias redes de proveedores campesinos tradicionales, que in­corporan só lo algunos cambios tecnológicos . E 1 caso más inte­resante es el de la Compañía Cervecera del Sur, con más de 70 años de ex istenc ia, que ha extendido sus redes de proveedores integrando, modificando pero también adaptándose en ciertos as­pectos al funcionamiento de la economía campes ina andina. Algo simil ar sucede en las zonas de agr icu ltura de lácteos, o lea­ginosas y otros cerea les.

Desde el punto de v ista del cá lculo económ ico, las encues­tas a los proveedores de leche, cebada y cerea les constataron la distinta naturaleza del cá lcu lo entre agricu ltores modernos y campesinos y la gran heterogeneidad tecnológica ex istente. En todos los casos se comprobó que, imputando una remuneración normal al trabajo fami li ar de l proveedor campesino, el precio al que se vende el producto agro industria l no compensa los cos­tos de producción . Su persistencia en el mercado só lo es po­sible por los cultivos de autoconsumo y por las necesidades im­periosas de gasto monetario .

En el plano del análisis regional

E 1 proyecto se propuso ana li zar los efectos de la implanta­ción y expansión de la gran empresa agroindustrial en la agri­

cu ltura regional proveedora, en las activ idades conexas y en su patrón de desarrollo.

Un aná li sis muy detallado de las redes de aprovisionamiento (rutas de acopio, formas de comerc ial ización, etc.) de las agro industrias lácteas, cerveceras y elaboradoras de alimentos ba lanceados ll evó a un importante avance en el conoci miento de la relación industria-agricultura reg ional. Con algunas va­riantes, se comprobó que la implantación y expans ión de la gran empresa agroindustr ial implica varios fenómenos:

i) La tendencia al "copamiento" de ciertas regiones median­te la incorporación de crec ientes porcentajes de las un idades agropecuar ias existentes en las zonas incluidas en la " red de abastecedores".

ii) La especia lizac ión regional de los cu ltivos es a veces ex­trema, pues en casos críticos 1 lega a desplazar totalmente los cu lti vos preexistentes. Esta especia li zación regional es a veces amplia (cuencas lecheras del sur y de Cajamarca,) o localizada (Cervecería del Cusco, que especia l iza fuertemente só lo algu­nos distritos de su área de inf luencia).

iii) La destrucción de la manufactura nativa, tanto derivada de la ruptura tecnológica que la gran empresa provoca en el procesa­miento, acopio, comercialización y gestión empresarial, como de las prácticas deliberadas para capturar total o parcialmente los mercados de insumos (lácteos, cebada, cerea les).

iv) La profundización de la heterogeneidad agropecuaria por la intensificación del desarrollo capitalista desigual que las agro industrias estimulan en sus zonas de influencia. La estrati­ficación de proveedores, que en esta investigación se realizó

1367

minu c iosa mente, indi có una nítid a tenden cia a una mayor d ife­renciación agraria, a una polarización entre minorías que se modernizan rápidamente y mayorías que permanecen estanca­das en procesos de trabajo tradicionales, aunque integradas al circuito agroindustrial-moderno.

En el análisis de la economía nacional y las políticas económica, agraria y alimentaria

E n este terreno, la investigación buscó determinar el lvgar de la agroindustria y el sistema alimenta rio en la estructura y

funcionamiento del capitalismo peruano, especia lmente en rela­c ión con el funcionamiento de l sistema de precios de alimentos básicos elaborados, las características de ta les mercados, la es­tructura del consumo de bienes-salar io, la in f luenc ia de la agro­industria en la agr icultura nacional y el papel de la política eco­nómica agroalimentaria.

Se obtuv ieron algunas respuestas que va le la pena destacar; son las si¡¡uientes:

i) La moderna industria alimentaria peruana (que constituye la mayor parte de la agroindustria eslabonada hacia delante) nació transnacionalizada. Las principales empresas son filia les de transnacionales y otras se han internacionalizado al alca n­zar cierto grado de concentrac ión, centralización y desarro ll o tecno lógico.

Actualmente, el núcleo pr incipal de la industria alimentaria peruana (constituido por las ramas de molinería, lácteos, aceites y alimentos balanceados), por la propiedad de sus acti­vos, por sus víncu los tecnológicos y financieros y por sus nece­sidades de abastecimiento importado de insumos básicos, es parte inseparable de la industria alimentaria internacional.

Un núcl eo o ligopólico privado14 contro la las ramas de ali­mentos elaborados básicos (excepto el azúcar, por su sistema cooperat ivo). Procesa la mayor parte de las ingentes impor­taciones de al imentos (trigo, lácteos, maíz y soya, especia lmen­te). Por el lugar estratégico que ocupa en el sistema de abasteci­miento nacional, posee un peso estructural suf iciente como para cond icionar la política económ ica más vinculada a la agr icu ltu­ra y la alimentación, de acuerdo con sus intereses y dinámica de largo y corto plazo. Ello parece muy claro en los mecanis­mos de formación de precios, donde aun el sistema de contro l de precios fue más forma l que real en los decenios recientes; en las políticas de importaciones de alimentos, a menudo abarata­das para ta les agroindustrias; en la política arancelaria, que prote­gió a los alimentos elaborados sin hacer lo mismo con los productores agropecuarios nac iona les; en la propia política cam­biaria, que favoreció las importaciones de insumos al imentarios.

ii) El patrón agroindustria l desempef"tó un papel enorme en el estancamiento agropecuario de las últimas décadas, no só lo porque una prolongada vigencia de precios relativos menores para los alimentos agroindustriales elaborados desplazó a sus sustitutos cercanos y lejanos (papa, plátano, yuca, etc., por fi-

14. Conformado por los grupos Nico lini, Bunge y Born (Santa Rosa, La Fabri l, COPSA, SIDSUR, etc.), Romero, Pacocha, Gloria-Carnation, Peru lac-Nest lé, Ralston Purina y en menor medida Cogorno-Molino Ex­celsior, D'onofrio, Egasa y Upa-Maranga.

Page 94: estri u ctu ri a 1

1368 perú: tra nsnac iona les en la ag ri cul t ura y la alimentac ión

deos y pan, por ejem plo), sino m uy espec ialmente porque en ca da línea de produ ctos ag ropec uari os expuesta d irectamente a la competenc ia de importac io nes (tri go, maíz ama rill o, leche, soya y semill as o leag inosas, ca rn es ro jas, etc. ) hay ind ic ios de que la producc ió n nac io nal se utili zó más bien como barre ra de protecc ión, o " fuente amort iguadora de abastec imiento" para absorber las f lu ctuac iones de prec ios y canti dades en el merca­do in te rn ac ional.

El es tancamiento agropecuari o de Perú , de este modo, es­tarí a m ucho más li gado al f unc ionam iento del monopo lio ali­mentari o y a la dependencia de las im portac iones que lo que habitu almente se p iensa.

iii) Prec isadas las bases est ru cturales de la mayor parte de l sistema alimentari o peru ano, el análi sis de las po líti cas econó­micas agrari as y a limentari as v igentes en las tres últ imas admi­nistrac iones del Estado comprobó que en todos los casos las bases es tructura les del mode lo agro industria l vigente en el paí s no se habí an al terado signi f icat iva mente

La dependencia de im portac iones, la o ligopo li zación de los mercados de alimentos elaborados bás icos y el estancamiento de la producc ión agraria nac iona l, además de l desplazamiento de la d ieta nati va por la occ idental, habían cont inuado con las po líti cas l ibera les, reformistas, protecc io nistas y neo liberales, con breves perí odos de reacomodo o absorc ión de las reform as por los o ligopolios (po r ejem plo, la med iat izac ión de l contro l estata l de las im portac io nes por EPSA, ENC I, EPCHAP, durante la pasada década)

iv) La neces id ad de emprender una pro funda reforma del sis­tema agroalimentario, dentro de un nuevo proyecto nac io nal de desarro llo económico, se des prende lóg icamente de todo loan­terio r. Esta reform a se es tá estudiando tanto desde el punto de vista de los instrum entos de po lítica econó mi ca que afectan di­rectamente la produ cc ión de alimentos, como en la esca la es­pec ífi ca de cada línea de productos. En es te sentido, se trata de eva luar la factibilidad económi ca de las reformas de la in­d ustri a, la agri cultura y el consumo nac io nal de lácteos; las po­sibilidades rea les de sust itu ir la harina de tri go por otras, jun to al incremento de la produ cc ión nac ional de cebada, t ri go, yuca y camote; la reform a del abas tec imiento y la compos ic ió n del consumo de ca rn es ro jas, blancas y de pescado; la reform a de la línea de o leag inosas; la superac ió n de la cri sis azuca rera y arroce ra; la pl ani f icac ió n nac ional de los culti vos; la reori enta­c ión del patrón agroi ndustri al y la superac ión de la tendenc ia hac ia una cas i irreversibl e vulnerabilidad alimentaria. Son estos es­tudios es pecífi cos a los que actu almente se da pri orid ad en esta inves ti gac ión.

El obj etivo de la seguridad alimentaria, como criteri o bás ico de una po lí t ica de produ cc ión agropecuaria, de consumo de ali­mentos y de desarroll o agroindu strial , ori enta los ac tu ales tra­bajos en esta línea de estudio, para una propuesta de proyecto nac ional de desarro llo al imenta rio .

En el comercio y la econom ía internaciona les

E ste estud io buscó responder pri ncipal mente a las pregun tas sobre cómo el desarro llo agroindustrial-alimentario, capita­

lista y dependiente, redefinía o mantenía la participación de la agricultura nacional (pa ra el mercado interno o pa ra la exporta-

c ió n) en la división internacional del trabajo. Esto es só lo una di­mensión de l proceso g loba l de in ternac ionali zac ió n de l cap ita l, pero asume excepcional im porta nc ia en el país.

Las respuestas obten idas son cada vez más conoc idas: no sólo se han redefinid o notori amente los f luj os de im portac ión y ex­portac ión de prod uctos agropec uarios de Perú en los úl t imos 40 años, aumentando signi f icat ivamente la im portac ión de al i­mentos bás icos, sino que las exportac iones (de arroz, az úca r, café y lanas) han perd ido peso relati vo en la expo rtac ió n tota l de l país e inc luso han d isminuido en términ os abso lutos y se han to rn ado " nega ti vos" (por ejemplo, en el caso del az úca r, en 1980 Perú se conv irtió en importado r) .15

El va lo r de las importaciones de materias primas agrope­cuarias (tri go, maíz, soya, cebada ce rvecera) o de insumos con elaborac ión primaria (lácteos, ca rnes, ace ite de soya) se rá en 1981 de 700 a 800 millones de dó lares, m ient ras las expor­taciones f lu ctuarán en torno a los 250 mi ll ones de dólares. La balanza comercial agropecuaria se ha tornado marcadamente defic itaria no só lo por razones coyuntura les (sequía). Esta ten­dencia era previsible desde hace más de un decen io.

En la d iv isión in te rn ac iona l de l t raba jo, Perú aparece así como un importador neto de prod uctos agropecuari os, a pesa r de que 40% de sus trabajadores son de l área rural. Di f íc il mente puede ser exagerado el dramatismo de esta situac ión. Basta c itar que el va lo r de las importac iones de alim entos (800 mill ones de dó lares, aprox im adamente) pod rí a igualar dentro de algunos años a todo e l producto in terno bru to del sector agropecua rio (u nos 1 300 m illones de dólares en 1980). Téngase en cuenta, también, que más de 30 % de las ca lorías y p roteín as que se consumen actualmente en Perú son im portadas. No pa rece ne­cesa rio insist ir en el alto grado de vulnerab ili dad económ ica y po lít ica que e llo signi f ica .

Con base en lo anterio r, si ana li zamos los flujos de comerc io in tern ac ional , en que la exportac ió n de manu facturas desde países como Perú cobra c ierta importancia en los últimos años, y consideramos que los prin c ipa les proveedores de ali mentos de l país son econo mías desarro ll adas como Estados Unidos, Nueva Ze landia, Eu ropa y Canadá, podríamos sorprendern os al compro bar qué lejos es tamos ya del paradigma c lás ico del país subdesarrollado (exportador de materi as p rimas e im portado r de man ufacturas). El peru ano no es un caso raro sino un caso extremo, que muestra, al menos en lo re lat ivo a los b ienes agro­pecu arios, que algunos países subdesa rroll ados se han converti­do en importadores netos de materias primas, además de impor­tadores de manufacturas.

Estas son só lo algu nas de las conc lusio nes que se pueden extraer de la invest igac ión en este ca m po. Por su importancia, ha bría que mencion ar d irectamente el papel que hoy t iene (y que con la nu eva leg islac ió n de promoc ión agro pecuari a se

15. Es común que se cargue a la cuenta de la " reform a agrari a" el origen de la cri sis azucarera. Por ell o va le la pena mencionar que en es­ta cri sis han con fl u ido, además de los prob lemas derivados de l sistema coope rat ivo tute lado es tata lmente en un mercado capita li sta, la sequia de los úl t imos años y las polí t icas de prec ios, de cuotas de importac ión y de promoc ión de expo rtac iones por pa rte de Es tados Unidos y de Ja CEE.

Page 95: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

inc rem entará) e l com ercio in ternacional entre f ili ales de un a mi sma ET . En e l futuro ce rcano, lo p rin cipal de las importa­c io nes peruan as de a limentos básicos sería rea li zado como transferenc ias entre las empresas transnac iona /es procesadoras y comercializa doras de gra nos, lá cteos y oleaginosas.

O tros aspectos teóri cos

E n distintos momentos de la inves tigación se ha dado más importan c ia a la discusión de c iertos tem as teóricos.

Durante la rea l ización de las encuestas en las zonas de economía campesina y su posterior tabulación y análisis, apare­c ieron relevantes los temas propios de la ra c ionalid ad de la economía campesina y sus formas de parti c ipac ión en los mer­cados de produ ctos y de trabaj o. Se disc utió también el concep­to de subordinación formal del trabajo al ca pital , como forma part icular de dominio del cap ital ag ro industrial (respec to de la fu erza de trabajo no asalariad a de los productores agríco las proveedores de insumos).16 Sin embargo, este debate no se conc luyó debido a la necesidad de extender el es tudio haci a otros casos.

También en t>sta fase se d iscutieron los m eca nismos de for­mación de costos y precios en economías proveedoras empresa­ria les y campesi nas, a partir de un cá lcul o promedio de los casos individua les estrat ifi cados . Con base en ello se intentó elaborar un esquema globa l de la participac ión de la economía ca mpes ina en la formación del va lor y los precios en una economía como la peruana .

El estudio de la estructura industria l de la ram a alim entaria fue propicio para tratar el poder de mercado de las empresas, las barreras de entrada establec idas en los distintos mercados y los aspectos de comportamiento y características de las empre­sas industri ales, espec ialm ente las fili ales de transnac ionales. Los problem as de dependencia tecnológica y transferencia de tecnología se trat aro n de modo m arginal.

La ex istenc ia en Perú de tres fu entes de abastecimiento de alim entos (economí a campesina, economí a cap italista agraria nacional e importac ion es) permitió inic iar e l tratam iento teóri­co de las flu ctu ac io nes del salario y la forma ción del va lor de la fuerza de trabajo peruana que, sin em bargo, requiere un mayor trabajo empírico.

Resultados de la in ves tigac ión en América Latina

D ado que esta inves tigación se coordinó, en su primera fase, con equipos que trabajaban para lelam ente en casi todos

los países de América del Sur y Ce ntral , el proceso de desarrollo ca pitalista agro industrial en Perú se confrontó con el de otros países en cuatro reuniones sucesivas (París, 1976; Qu ito, 1977; Bogotá, 1978, y M éx ico, 1979). En las reunion es fin a les se fu e configurando con c laridad la similitud de los procesos de agroindustrializa c ión en cada país, aunque con desfases impor­tantes. En Centroam érica, excepto M éx ico, el predominio de la agroindustri a extract iva de la fruta y la ganaderí a de ca rne para exportac ión ev idenc iaba un c ierto retraso es tructural. Tal tipo

16. Véase el informe Economía campesina y desarro llo capitalista agroindustrial: notas teóricas, presentado en el Co loquio de Quito sobre Transnac ionales y Ag ri cultura, nov iembre de 1977.

1369

de agroi ndustri a perdí a terreno en los países de desarro ll o cap i­talista interm ed io (l os países andinos), que en las ram as de lác­teos , molinería, o leaginosas y avíco la-a limentos bal ancea dos, respondí an a una crec iente demanda urbana; empero, se man­tuvo c ierta importanc ia en algunos casos (ca rnes en Co lombia, frutas en Ecuador, az úca r en Perú).

En Brasil , Méx ico y Argentina, los extensos mercados urba­nos habían atraído a una vasta población de empresas transna­ciona les de a lim entos y bebidas, pero estos países, en especial Brasil y Argentina, · por su ventaja comparativa mantenían una muy impo rtante agricultura de cereales y oleag inosas pa ra ex­portac ión. M éx ico, empero, empezaba a experimentar el estan­camiento en su produ cc ión de granos básicos y la fuerte influenc ia del típico patrón agroindustria l dependiente: oligo­polios a limentarios y c rec ientes importac iones.

Un balance global de la investigac ión internac ional y todos los estudios de casos se han publicado en México.17

NUEVAS INTERROGANTES Y PERSPECTIVAS

Algunas de las nuevas cues ti o nes que resultan de la invest iga­c ión son las siguientes:

Vínculos entre esta nca miento agrario, monopolio agroindustrial y dependencia alimentaria

A unque ya se inic ió el es tudio de las relac iones entre estos aspectos del pat ró n agro indu stri al, v igente en Perú y en la

mayorí a de los .países de A m éri ca Lat ina, su precisión ex ige e la­borar modelos y métodos de aná li sis m ás finos . Es necesa rio, por ejemp lo, establ ecer correlaciones entre se ries largas de pro­ducc ión de alimentos, prec ios al produ cto r nacional, importa­ciones de a limentos y sus respectivos precios para comprobar diversas hipótes is como la de l papel amortiguador de la agricul­tura nac ional respecto de l aprov isionam iento de insumos por la gran empresa agroindustrial.

Extensión del análisis del sistema alimentario

N o basta con conocer detalladamente las líneas de alimen­tos elaborados. El análisis económico de las de no proce­

sados (tubércu los, raí ces, menes tras, hortalizas, fruta s, etc. ), en sus fases de produ cc ión, comerc iali zac ión, procesamiento, distribución y consumo, se requiere como requisito para un d iagnóstico más acabado.

Aunqu e aparentem ente existen estadísti cas y estudios abun­dantes so bre estos productos, no se ha trabajado ana líti ca mente sobre la m ayoría de ellos. Se ha privil eg iado la descripc ión, sin comprender su estructura y dinámi ca, tanto in­dividual como en el conjunto de los cultivos, desde el punto de vista de su participación en el sistema alimentario.

La reforma alimentaria a corto y largo plazo

e orno ya se mencionó, se trata de elaborar las bases de un proyec to nac ional de desa rrollo agroa lim enta ri o, de rever­

tir la tendenc ia actual de l capitali smo internaciona l a integrar los mercados alimentarios nac iona les dentro del modern o c iclo

1 7. Véa nse las pub li cac iones citadas del CEE STEM y de la SA RH.

Page 96: estri u ctu ri a 1

1370 perú: transnacionales en la agricultura y la al imentación

de la agroindustria transnacional y a relegar a la agricultura tra­dicional a un lugar absolutamente marginal en el aprovisiona­miento de alimentos. Se busca evitar la conversión del agro pe­ruano, especialmente el serrano, en una suerte de reserva de mano de obra barata y transitoria, orientándola en cambio ha­cia su dinamización, incremento de su productividad y oportu­nidades de empleo.

La formulación de un programa requiere no sólo plantear las grandes líneas del objetivo final sino el riguroso planteamiento de políticas de corto plazo que eviten las graves alteraciones que está creando el actual intento de 1 iberación de precios e im­portaciones en el agro y la alimentación; en este sentido, debe trazar el rumbo a las áreas campesina, empresaria/ privada y re­formada hacia un desarrollo agroindustrial y agropecuario más eficiente e integrador. Este planteamiento debe concretarse en propuestas de reforma por línea de productos y propuestas de política económica agroalimentaria global.

¿Qué tipo de agroindustria es conveniente para el país? ¿Cómo evitar que el o/igopolio internacional agroindustrial con­tinúe definiendo el rumbo del sistema alimentario peruano? ¿Es el criterio de ventaja comparativa (estática o dinámica) el que debe servir como base de la estrategia de desarrollo agrario? ¿O es la búsqueda de la seguridad alimentaria -que no es sinóni­mo de autarquía sino de interdependencia sin subordinación­el objetivo que se debe buscar? ¿Qué patrón alimentario se debe promover? Estas son sólo algunas de las preguntas que de­ben contestarse .

OTROS APORTES SOBRE EL TEMA

G racias a los esfuerzos de investigación realizados durante la segunda mitad de la década de 1970 por varios

grupos en las universidades y organismos públicos y privados, .. hoy se cuenta con una visión más precisa del sistema alimenta­

rio peruano y es posible empezar a plantear posibilidades concretas de transformación. Esta última tarea está apenas ini­ciándose.

En particular, sobre la industria alimentaria y la política eco­nómica vinculada de manera directa con la producción agrícola y la alimentación, vale la pena anotar algunos de los aportes más significativos. La interacción que se dio entre los investigadores; la colaboración y discusión de hipótesis; el de­sarrollo de ideas o la búsqueda de caminos analíticos sugeridos por las diversas publicaciones o por la propia realidad histórica en que se desenvuelve la investigación, son fenómenos que ha­cen patente el carácter social y colectivo del conocimiento y la dimensión internacional del esfuerzo de investigación.

La preocupación por los problemas agroalimentarios pro­viene de dos fuentes, una nacional y la otra externa:

a] La crisis económica peruana, patente desde 1974-1975, cuya expresión en el campo de los alimentos (inflación) desafía de manera práctica todos los objetivos que habían guiado al proceso de reforma agraria. El propio régimen militar había re­conocido implícitamente la incapacidad de la reforma agraria para resolver el problema alimentario, al crear el Ministerio de Alimentación.

b] La alerta internac ional sobre la crisis mundial de alimen­tos, dada por la Conferencia Mundial de la Alimentación en Roma, en 1974. Varios proyectos internacionales de investigación na­cieron en cierta forma como derivados de dicha Conferencia: el proyecto Transnacionales y agricultura, coordinado por Gonza­lo Arroyo desde París (1975); los estudios del Centro de Empre­sas Transnacionales de las Naciones Unidas, en Nueva York, co­ordinado por Arthur Domike (1977), y los del ILET (Instituto Lati­noamericano de Estudios Transnaciona/es) . iniciados en Perú en 1977.

Existen algunos hitos importantes en este proceso colectivo de investigación. Sin duda, en escala internacional , el Simpo­sio sobre Transnacionales y agricultura, que se realizó en París en abril de 1976, es uno de los fundamenta/es. 18

En el plano nac ional, una mirada rápida a lo que se ha pub/ i­cado en los últimos tres años sobre agricultura y alimentación, reve la la progresiva obtención de un mejor conocimiento del sistema alimentario en sus aspectos ramales y globales, y en su vinculación con el conjunto de la estructura y el proceso eco­nómico nacional e internacional. Además de los trabajos de la PUC, IEP, DESCO, UNA y otras universidades debe destacarse al Proyecto Sinea (Sistema Nacional de Estadística Agraria), en que t rabajó Carlos Samaniego, y los trabajos de la Oficina Sec­torial de Planificación Agropecuaria. La base estadística infor­mativa y analítica aportada por tal proyecto es de gran utilidad.

Un hito nacional en el cual se hizo un balance de lo invest igado y se abrieron nuevas interrogantes fue el Seminario de Agricultura y Alimentación, en octubre de 1979, organizado por el Progra­ma de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Fundación para el Desarrollo Nacional-Proyecto Sinea, con apoyo complementario de la Fundación F. Ebert.

En síntesis, entre los diversos esfuerzos en curso para dar una explicación científica a los problemas alimentarios del país y derivar líneas de acción para su superación deben señalarse las que vienen realizando -entre otros- los investigadores del Instituto de Estudios Peruanos (proyecto iniciado en 1978), DESCO (que desarrolla un proyecto ligado al ILET, iniciado en 1977 en la OIC del Instituto Nacional de Planificación) y el Departamen­to de Economía de la Universidad Católica del Perú (iniciado en 1975) o

18. Allí se reunieron varios de los que actualmente investigan y par­ticipan en la elaboración y ejecución de políticas alimentarias interna­cionales. Arthur Domike (de las Naciones Unidas. coautor del informe Transnational Corporations in Food and Beverage Process ing, 1980), Er­nest Feder (autor de, entre otras obras, El imperialismo fresa, Confedera­ción Nacional Campesina, México, 1978), Susan George (autora de How the Other Hall Dies), Joe Collins (coautor de Food First), Costas Vergo­poulos (autor de Capitalismo disforme), Cario Beneti (Valor de distribu­ción), Gonzalo Arroyo (coordinador del proyecto Transnacionales y Agricultura), Cassio Luiselli (uno de los impulsores del Sistema Alimen~ tario Mexicano), Salomón Kalmanovitz (economista colombiano, autor de Agricultura en Colombia), Guillermo Flichman (autor de La renta del suelo y el desarrollo agrario argentino), etc. Este simposio coordinó proyectos de investigación que venían desa rrollándose en prácticamen­te todos los países de América Latina. Quien escribe estas líneas tuvo a su cargo el proyecto en Perú desde 1975. Otras reuniones internaciona­les de la misma investigación se rea lizaron en 1977(Quito)y1979 (Bo­gotá y México).

Page 97: estri u ctu ri a 1

Recuento nacional

Asuntos generales

Disposiciones reglamentarias de la Ley de In fo rmación Estadística y Geográfica

Con el propósito de concreta r y definir los procedimientos que deberán emplearse en la apli cac ión de la Ley de Informac ión Es­tad íst ica y Geográfica promulgada el 30 de diciembre de 1980, que sust it uyó a la antigua Ley Federa l de Estadística del 30 de dic iembre de 1 947, e l Gobierno fede ral publicó el 3 de noviembre en el O.O. las

Las informaciones qu e se reprodu cen en es ta secc ión son resúmenes de noticias aparecidas en diversas publi cac iones nacionales y ex­tranjeras y no procede n or igin almente de l Banco Naciona l de Comercio Exter io r, S.A., sino en los casos en que asi se manifi es te.

disposiciones reg lamentari as de la nueva leg islac ión.

Condecoración del Gob ierno cubano a Martínez Corbalá

E 1 Gobierno de Cuba otorgó el 8 de no­v iembre la Orden de la So lid arid ad al ex­emba jador mex icano en ese país, senador Gonza lo Martínez Corb alá. Al entrega rl e la distinción, el v icepres idente cubano Carl os Rafael Rodríguez destacó que ésta const ituye un reconoc imiento a la destaca­da labor diplomática rea li zada por M artí ­nez Corba lá y a la " inquebra ntab le vincu­lac ión que ex iste entre ambas nac iones". El senador manifestó, al rec ibir la conde­corac ión, que "entre Cuba y México, el respeto y la amistad han sido desde muy atrás en la histor ia, y seguirán siendo, las bases firmes de un a paz como la que de­seamos para todos los países de Améri ca Latina".

Inspecc ión Federal del Trabajo

A fin de "contar con un ordenamiento más acord e con las neces idades y c ircunstan­c ias de la época, que regule con precisión y en forma integral la inspecc ión del tra­bajo", la STPS exp idió el 10 de noviembre en el D. O. el Reg lam ento de 1 nspecc ión Federal del Traba jo. En él se establ ecen disposiciones generales para vigilar el cu mplimiento de las normas leg islativas en materia labora l y se fijan los requisitos, funciones, at ribu c ion es, obligaciones, prohibiciones, not ifi caciones y prácticas que deberán cumplir los inspectores del traba jo.

A rchivo Contab le Gubernamenta l

E 11 2 de nov iembre apa rec ió en el O. O. un acuerdo en el que se determina que la do­cumentac ión contab le de las dependen­c ias y entidades de la adm inistrac ión·· ú­blica federal integra el Archivo Cont , . . le

Page 98: estri u ctu ri a 1

1372

Dependencia

Gobernación

Hacienda y Crédito Público

Programación y Presupuesto

Patrimonio y Fomento Industrial

Comercio

Agricultura y Recursos Hidráulicos

Turismo

Pesca

Comunicaciones y Transportes

Asentamientos Humanos y Obras Públicas

Trabajo y Previsión Social

Educación Pública

Salubridad y Asistencia

Reforma Agraria

Relaciones Exteriores

Defensa Nacional

Marina

Comunicación Social de la Presidencia

Departamento del Distrito Federal

Procuraduría General de la República

Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal

Asesoría del Presidente

re cuent o na cion al

Principales funcionarios designados por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado

Titu lar

Manuel Bartlett Diaz

Jesús Silva-Herzog Flores

Carlos Salinas de Gortari

Francisco Labastida Ochoa

Héctor Hernández Cervantes

Horacio García Aguilar

Antonio Enriquez Savignac

Pedro Ojeda Paullada

Rodolfo Félix Valdez

Marcelo Javelly Girard

Arsenio Farell Cubillas

Jesús Reyes Heroles

Guillermo Soberón Acevedo

Luis Martinez Villicaña

Bernardo Sepúlveda Amor

Juan Arévalo Gardoqui

Miguel Ángel Gómez Ortega

Manuel Alonso

Ramón Aguirre Velázquez

Sergio García Ramirez

Victoria Adato de !barra

Francisco Rojas

Subsecretarios

Jesús Dávila arro, Javier Wimer, Jorge Carrillo Olea

Francisco Suárez Dávila (Hacienda), Guillermo Prieto Fortún (Ingresos)

Rogelio Montemayor (Programación). Juan José Páramo (Presu­puesto), Maria de los Ángeles Moreno (Evaluación)

Mauricio de Maria y Campos (Fomento Industrial), Romárico Arroyo Marroquín (Industria Paraestatal). Eliseo Mendoza Berrueto (Minas y Energía)

Luis Bravo Aguilera (Comercio Exterior), Efrén Franco Diaz (Co­mercio Interior), Francisco Cano Escalante (Regulación y Abasto)

Ignacio Mercado Flores (Agricultura y Operación), Fernando González Villarreal (Infraestructura Hidráulica)

Pedro Dondé Escalante (Planeación), Alejandro Morones Ochoa (Operación), Guillermo Grimm González (Recreación)

Alfonso G. Calderón Velarde (Fomento Pesquero). Fernando Castro y Castro (Infraestructura Pesquera)

Fernando de Caray (Comunicaciones y Transportes). Javier J imé­nez Espriú (Puertos y Marina Mercante)

Manuel Velázquez de la Parra (Asentamientos Humanos). Daniel Diaz Diaz (Obras Públicas). Alicia Bárcenas (Bienes Inmuebles y Obras Urbanas)

Fernando Zertuche Muñoz (" A" ), Emilio Lozoya T. (" B" )

Miguel Limón (Planeación Educativa), ldolina Moguel (Educa­ción Elemental), Arquímedes Caballero (Educación Media), Jorge Flores (Educación Superior e Investigación Científica). Manuel V . Ortega (Investigación Tecnológica), Fernando Alanis Camin (Deportes), Juan José Bremer (Cultura)

José Laguna García (Asistencia)

Salvador Robles Quintero (Planeación e Infraestructura Agraria). Beatriz Paredes Rangel (Organización Agraria). Rafael Rodríguez Barrera (Asuntos Agrarios)

Alfonso de Rosenzweig, Víctor Flores Olea (Asuntos Multilatera­les), Ricardo Valero (Asuntos Culturales), Jorge Eduardo Navarr~ te (Asuntos Económicos)

Marco Antonio Guerrero

Humberto Martinez Nájera

---------------

Page 99: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982 1373

DIRECTORES D E LO S PR INCI PALE S O RGANISMOS DESCEN TRALIZA DO S

Petróleos Mexica nos, Mario Ramón Beteta; Comi sión Federa l de Electri c idad, Fernando Hi r iart Ba lderrama; Sidermex, Migue l Aless io Robles; IMSS, Ricardo García Sainz; Diesel Nacional, Gu il le rmo Beck er Arreo la; ISSSTE , Ale jandro Carri l lo Cas t ro; DIF, Leobardo Ruiz Pérez; Conasupo, José Er­

nesto Costema lle; Fertimex, M iguel Ángel Dávil a M endoza; Ferrona les, Edua rdo A. Cota ; Productora e Importadora de Pape l, Carlos Berm údez Li­món; Teléfonos de México, Em il io Ca rri l lo Gamboa; Conacyt, Héctor Mayagoit ia Domí nguez.

DIRECTORE S DE LOS PR INCIPA LE S O RGAN ISMOS FINANC IEROS

Banco de Méx ico, M iguel Mancera Aguayo; Nafinsa, Gu stavo Petric ioli; Banco M ex icano Sornex, Julio Rodolfo M octezuma; Bancomer, Ernesto Ferná ndez Hu rtado; Banamex, Fernando Sola na Mora les; Banru ral , Eduardo Pesqueira O lea; Ban obras, Enrique Cree l de la Barra; Banco Nac ional de Comerci o Exteri o r, A lfredo Phi l l ips O lmedo; Serfín, Juan José de O lloqui; Banpesca, Víctor M anu el Navarrete Romero; Multibanco Comermex, Ma nuel Sánchez Lu go; Banco Intern aciona l, A lfo·nso García M ac ias; Banco del At lántico, Francisco Vi zcaya; Comi sión Nacional Bancaria y de Se­guros, A lfredo Luengas Ga ri bay; Comis ión Nac ion al de Valores, Lorenzo Peón Escalante.

Gubernamenta l, por lo cua l deberá o rde­narse, conservarse y custod iarse. Con esta disposición, se pretende mejorar la ef i­c ienc ia de las funciones rev isoras y fiscali­zadoras de la contabi lidad gubernamenta l que corresponden a la SPP, fac ilitar la e la­boración de la Cuenta Pública del Gob ier­no Federal y la del Departamento del D is­t ri to Federal y p reservar los documentos contab les con va lor histórico.

Registro de la administrac ión pública federal

La SPP dio a conocer el 15 de noviembre una li sta de los o rgan ismos y empresas de partic ipac ión estata l su jetos al contro l y v igil anc ia de l Ejecutivo Federal, así como de los f ide icom isos constitu idos por el Go­b ierno federal. El registro, publicado en el O.O. , consignó 78 organismos descentra li­zados (3 en proceso de liquidac ión), 535 empresas de part ic ipac ión estatal mayori­tar ia (48 en proceso de liquidac ión), 48 empresas de participación estata l m inor i­taria (8 en proceso de liquid ac ión) y 184 f i­de icom isos de la admin istrac ió n pública federa l (42 en proceso de extinc ión) .

Modificaciones y adiciones constitucionales sobre la nacionalización banca ria

El 17 de nov iembre se prom ul gó en el O.O. un decreto que modifica el artícu lo 73 en sus fracciones X y XV III , y ad ic iona los ar­tículos 28 y 123, apartado B, de la Const i­tuc ión Política de los Estados Unidos Me­xicanos . La ad ic ión de l artícu lo 28 (refe­rente a la prohi bic ión de monopolios eco­nómicos en e l país y a las facu ltades de l Gobierno federa l en esta materia) seña la que el serv icio púb li co de banca y crédito " será prestado exc lusivamente por el Esta-

do a través de instituc iones, en los térmi­nos que estab lece la correspond iente ley reglamentaria, la que tamb ién determinará las gara ntías que prote jan los intereses del púb lico y e l financ iam iento de aqué ll as en apoyo a las políti cas de desarrollo nacional. El servicio púb li co de banca y crédito no será objeto de conces ión a particu lares. "

Las modificac iones a las fracc io nes X y XV III de l artí cu lo 73 disponen como facul­tades de l Congreso legis lar sobre " serv i­c ios de banca y créd ito" , as í como " deter­m in ar el valor re lat ivo de la moneda ex­tran jera" , respect ivamente. Por último, la ad ic ión al apa rtado B del art ículo 123 defi­ne que las relaciones laborales entre las inst ituciones nacionales bancarias y sus trabajadores serán regidas "por lo dispues­to en este apa rtado".

Ordenam ientos para la entrega de dependencias públicas

Para asegurar "la cont inui dad en la presta­c ión de se rv icios, la prosecución de acc io­nes y el aprovec ham iento ópt im o de los recursos humanos, materiales y financie­ros" de las depe ndenc ias y entidades de la adm inistrac ión pública federal, y para que los funcionarios respons ables [ .. . ], "r in­dan cuenta deta ll ada de su gest ión" , la Se­cretaría de Gobernación dio a conocer el 22 de noviembre en e l O.O. un decreto por e l cual se ordena que los titu lares y fun­c ionarios de las dependenc ias públicas fe­derales deberán entregar a quien los susti­tuya en el cargo un informe de los asuntos que se encuentren en trám ite y describ ir " de manera genera l el estado que guarde la dependenc ia, ent idad o unidad admin is­trat iva de que se trate" . Para dar cumpli­m iento a este decreto se indica tamb ién que " los funcionarios deberán mantener

permanentemente actua l izados sus re­gist ros, contro les y demás documentación relativa a sus despachos a fin de hacer po­sibl e la entrega oportuna de las mismas".

Por otra parte, la SPP prom ulgó el 24 de noviembre en la misma publicación un acuerdo en el que se prec isan y amplí an las disposiciones referentes a la entrega y recepción del despacho a cargo de los ti­tu lares de dependenc ias públicas y a " los funcionarios en ejerc icio de facu l tades de­legadas, a parti r de l nive l jerárquico co­rrespondiente a d irector general, gerente o su eq uiva lente" y, a cons iderac ió n de és­tos, a funcionar ios de nivel inferi o r.

Para ello, la SPP elaboró dos instru ct i­vos que enunc ian los datos q ue deben se r­vir de base para la presentación de los anexos y fo rm atos of ic iales que acompa­ñarán al acta de entrega o recepción del despacho de cada unidad admin istrativa. La documentación deberá cons iderar la información de carácter programático­presupuesta l y admin istrativo y la relat iva a las funciones prop ias de la dependencia de que se trate.

Documentos sobre compras de inmueb les en el extranjero

La Comisión Especial del Congreso (1 O se­nadores y 15 diputados) designada para es­tudiar e l prob lema de las invers iones de nacionales en bienes raíces en el exte ri o r puso el 24 de noviembre a disposición del púb li co, de la SHCP y de la Procuraduría Genera l de la República, la documenta­c ión global sobre las operaciones inmobi­liari as hec has de enero de 1979 a agosto de 1982 en 14 condados de Estados Uni­dos, " en las cua les se supone se encuen­tran las adqu isiciones efectuadas por me-

Page 100: estri u ctu ri a 1

1374

xica nos". Sin embargo, la Comisión le­gislati va reconoc ió que, pese a sus esf uer­zos, " no fue pos ib le obtener información f idedigna que identifique inequívocamen­te a mexicanos" en dichas operac iones in­mob iliari as, por lo cual recomendó que " por las implicac iones juríd icas a que pu­d iera dar luga r un in adecuado manejo de la in fo rm ac ión, su uso y d ivulgac ión quedan bajo la estri cta responsab ilidad de quien lo haga".

Cédula de identificac ión personal

La Sec retarí a de Gobern ac ión in formó el 24 de novi embre en el O.O. que expedi rá a todos los habitantes de l país una céd ul a de identifi cac ión personal. Este documen­to tiene como f inalidad princ ipa l apoya r la constitu ción de un Reg istro de Pob la­c ión e Identificación Persona l, que cum­pla los siguientes objeti vos: conocer los recursos hum anos con que cuenta el país para la elaboración de programas púb l i­cos demográficos; recaba r los datos relati­vos a la identificac ión de los hab itantes de la República (nacionales y extranjeros) y de los residentes mexicanos en el extranje­ro; coordin ar los métodos de invest igac ión y reg istro usados actualm ente por las di s­tintas dependenc ias púb licas, a f in de constituir un so lo sistema elaborado cien­t íf icamente, y crear un documento proba­torio de los datos que contenga en re la­c ión con el titu lar.

El mismo día se pub li ca ron en el O.O. oc ho convenios suscr itos por la Sec retaría de Gobern ac ión con la Procuraduría Ce-

CUADRO 1

Producción agrícola 1977, 1981 y 1982 (M iles de toneladas)

1977

Total 19 986.6

Maíz 10023.9 Frijol 741 .5 Arroz 545.1 Trigo 2 453 .7 Sorgo en gra no 4 070.6 Cebada en grano 403 .9 Algodón pluma 1 378.6 Algodón sem illa 595.7 Soya 507.1 Ajonjolí 123.4 Cártamo 521 .7

1 . No se suma al tota l.

neral de Just ic ia de l Distr ito Federa l, la STPS, la SHCP, la Procuraduría General de la Repúb li ca, el ISSSTE, la SRE, la SCT y la Sec retaría de Sa lu bridad y Asistencia, me­d iante los cua les estas dependencias y or­gan ismos se comprometie ron a aceptar la céd ul a de identificación personal como docu mento probatori o en diferentes trá­mites re lacionados con sus respect ivas compete nc ias.

Debut y despedida del Reglamento de Publica c iones y Objetos Obscenos

En el O.O. de l 26 de noviembre se promul­gó un decreto por el que se sustituyó el " Reg lamento sobre Publ icac iones y Revis­tas 1 lustradas" por el " Reg lamento de Pu­b li caciones y Objetos Obscenos". Sin em­bargo, el contenido de este úl ti mo fue se­veramente cuest ionado y cr iti cado púb l i­camente por inte lectuales, académicos, esc ritores, artistas, periodistas, organiza­c iones políti cas y gran parte de la pob la­c ión, quienes lo ca lifica ron como "oscu­rantis t a, repres ivo, il ega l y atentatori o contra la 1 ibertad de expres ión". Ante las num erosas protes tas, el pres idente M iguel de la Mad ri d Hurtado dec retó su deroga­ción el 11 de di ciembre.

In flación de 79.7% en once meses

El Banco de Méx ico inform ó el 4 de di­c iembre que durante nov iembre el índice nac ional de prec ios al consumidor aumen­tó 5.1 % con re lación al mes anterior, por lo cual la inflac ión acumul ada en los pri­meros once meses del año ascend ió a

<. ., -> '

1981 1982

28 622.0 25 093.0

14 765.8 12 215.3 1 469.0 1 093.1

643 .6 600.1 3 198.4 4 467.6 6 295.7 4 956.3

559.2 495.1 344.2 185.4 530.2 273.3 711 .9 672.4 85.7 45.6

371 .7 274.3

recuento nacional

79.7%. La inst itución prec isó que el com­portam iento de los prec ios durante no­v iembre fue af ec tado principa lmente por el a lza reg istrada en los precios de los ci­garros, los automóv il es y los se rv ic ios de restaurante y, en menor grado, por los in­crementos de algunos al imentos como el azúca r, los ref rescos em botell ados, ace i­tes comest ib les, frijol, arroz, quesos y le­gum bres.

Aprobación de la cuenta pública

El 7 de diciembre se púb licó en el O.O. un dec reto por el cual la Cá mara de Diputa­dos aprobó, después de haber ana l izado, eva luado y comprobado los resu ltados de la gest ión financi era y adm ini st rat iva de l Gob iern o federal, orga nismos descentra li­zados y empresas de part icipación estata l, la cuenta de la Hac ienda Pública Federa l co rrespond iente al ejerc icio presupuesta ! de 1981. D

Sector agropecuario

Resultados de la producc ión agropecuar ia y fo res tal de 1982

Francisco Merino Rábago, titul ar de la SAR H, in formó el 9 de noviembre al presi­dente López Portill o los resultados de la producción agrí co la, ganadera y fo res ta l de 1982 . En ese año, af irmó el funci onario, a pesar de los dañ os ocas ionados por la se­quí a, la prod ucc ión de l c ic lo primavera­ve ran o de los di ez principales granos bás i-

., \ \

Variaciones %

1982/1977 198211981

25.5 -12.3

21.9 - 17.3 47.4 -25.6 10.1 - 6.7 82 .1 -39.7 21.7 -21.3 22.5 -11.4

-51.0 -46.1 -54.1 -48.4

32.6 - 55 -63.0 -46 8 -47.4 - 26.2

Page 101: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

cos y o leag inosas se est im a en 25 093 000 to n. Au nque es ta c ifra sign ifi có un descen­so de 1 2% res pecto de la alcanza da en 1981 , Meri no Rábago seña ló qu e "es sufi­c iente pa ra cubrir la dem anda intern a de la pobl ac ión y m antener la autosu f ic ien­c ia alim entari a". A su vez, López Porti ll o expresó su sati sfacc ió n por los logros ob­tenidos por el Sistem a A li mentario M ex i­ca no, que "ga ranti za n la independen c ia nac iona l" y li beran a la próxim a admini s­tración " de l capr icho y de las pres iones de las f uerza s intern ac io nales que uti l izan los produ ctos ali m entic ios como facto res de in f luenc ia po lí ti ca". Sin em ba rgo, el m and atar io ac laró que "se efectuarán im­portac iones de m aíz a fin el e ga ranti zar las reservas técnic as del país". Los re su ltados deta ll ados de la produ cción agropecua ri a y fo res ta l fu eron dados a conocer el 17 de nov iembre en los prin c ipales di ari os na­c iona les. (Véase e l cuadro 1). D

Sector pesquero

Ma nual de organ ización de la Secretaría de Pesca

En e l O.O. del 30 de nov iembre se pub li có el M anu al de Orga ni zac ió n Genera l de la Sec retarí a de Pesca, en el cua l se presen­ta n los antecedentes históri cos de esta de­pendenc ia (creada el 4 de enero de 1982), su est ru ctura o rgá ni ca y fu nc io nes ac tua­les, los pr inc ipales o rdenam ientos jurídi­cos re lac io nados con la act iv id ad pes­quera y un a li sta de los orga nism os pa raes­tata les agrupados en este sector. D

Sector industrial

Extinción de un fideicomiso platanero

La SPP publicó en el O.O. de l 1 de noviem­bre un acuerdo por el cua l se extingu e el Fideicomiso para la Rehabilitac ión de la 1 nclustr ia Platanera de Tabasco y Norte de Chiapas, por considerarse que éste " ha cumplido con los f ines para los que fue constituido" .

Rea justes di=! personal en la Ford

Deb ido a la ca íd a en la demanda de vehícu los, la empresa Ford de M éx ico, una de las siete produ cto ras de automotores en e l paí s, info rm ó el 4 de noviembre que durante los primeros diez m eses del ario

despid ió a -1 200 tr abajadores. Segú n datos de la em presa, en ese lapso las ve ntas dis­m inuyero n 10% con res pec to a las de 1981, lo cua l ocasionó una redu cc ió n simi­lar en la produ cc ión.

Se transforma una empresa textil de partic ipación es tatal mayoritaria

El 5 ele nov iemb re se ex pi d ió en el O.O. un ac uerdo que d ispo ne la tran sfo rm ac ión de la em presa texti l de pa rticipac ión es tata l m ayori ta ria Fáb ri ca ele Hi los La A urora , S A , en soc iedad anóni m a de ca p it al va­ri ab le que se denominará Grupo Text il Ca­dena, SA ele CV.

Componentes na cionales obligatorios en automotores

La Sepa f in pub li có el 9 de nov iembre en e l O.O. la li sta de componen tes nac io nales de incorporación ob ligatoria para la indu s­t ria term inal de autom otores. Dos días después se dio a conoce r en la mi sma pu­b li cac ión la li sta de componentes qu e se consideran de fabri cac ión nac io na l, en la que se in c lu ye n B4 produ ctos.

Conven io Dina-Cummins Engine

La empresa de partic ipac ión estata l mayo­ritar ia Diesel Nac ional (Dina) y la f irm a es­tadoun idense Cu mmin s Engine Co., susc ri­b iero n el 16 de nov iembre un convenio que comprom ete a esta últim a a invert ir 30 m ill o nes de dó lares para la fab ri cación de motores diese ! en la com pari ía Dina Motores. Esta ú lt im a surgió debido amo­difi cac iones en la es tru ctura ope rati va de Di na y produ c irá motores diese ! de 130 a 210 ca ba ll os de potencia .

Acuerdo para sustituir importa c io nes

Deb ido a qu e algunos o rganismos y em­presas de l sector púb lico son impo rtantes usuari os de bienes de cap ital y conside­rando la neces idad de fortal ecer la inte­gración de la industr ia nac ional, el 16 de noviem bre se firmó un acuerdo de Conce r­tac ión de Acc iones en e l que pa rti c ipa n los princ ipa les dem andantes de di chos b ienes, los fabricantes nac iona les de los mismos, los ce ntros de invest igac ión y desa rro ll o tecnológi co y las auto rid ades competentes del Gob iern o fede ral.

E 1 acuerdo ti ene como f in promover la sustitu c ión de importac io nes ele m aquina­ria y equipo, ra c ional iza r el gasto en d iv isas de l secto r públi co e impu lsa r el desarro ll o de la industria de b ienes de cap ita l . Los fir-

1375

mantes (Sepafin , Pem ex, CFE, Com isión Nac iona l de la Indu st ri a Azuca rera, Sider­mex, Fertimex, Fomex, In st ituto Mexicano de Inves t igac iones Siderúrgicas, Inst itu­to de Invest igac io nes Eléc tr icas, Cá m aras Industria les, Concamin, Cá m ara Nac ional de la Indu st ri a de l Hierro y e l Ace ro, Cá­ma ra Nac ional de Manufacturas Eléc tri­cas, Cáma ra de la Indu str ia M etá li ca de Guada lajara y Cá m ara de la Industria de la Transform ac ión de Nuevo León) se comprom et ieron a es tab lece r un p lan de coope rac ión pa ra cu mp li r dic hos ob je­ti vos.

Trueques para asegurar importaciones

Ante la escasez de d ivisas qu e d ifi culta la adq uisic ión en el extranje ro de m ate ria s pri m as, refa cc io nes y o tros produ ctos in­dustr iales, el 24 de nov iembre se informó que la Se pafin es tab lecerá un sistem a de trueque come rc ia l q ue perm ita a la indus­t ri a nac iona l disponer de los insumos y produ ctos importados necesari os pa ra su fun cionamiento.

Reglamento de la ley sobre transferencia de tecnología

La Sepaf in d io a conocer en el O.O. de l 25 de nov iembre el reg lame nto de la Ley so­bre Contro l y Reg istro de la Transfe renc ia de Tecno logía y el Uso y Exportac ión de Pate ntes y Marcas . En estas dispos ic io nes reg lam enta ri as se precisa n los conce ptos inc luidos en esta Ley y se es tab lecen los meca ni sm os juríd icos y f unc io nales nece­sa ri os para asegurar el cum pli m iento de sus obj eti vos. D

Sector energético y petroquímico

Disposic iones para la comerc ializac ión de petroquímicos bás icos

Debido a que se prevé un desequ ilibri o, a co rto y med iano plazo, entre la oferta y la demanda de los productos petroquímicos básicos, y a la ca renc ia de di v isas sufi c ien­tes pa ra subsa nar lo mediante importac io­nes, la Sepafin dictó reg las pa ra su com er­c iali zac ión (O. O., 11 de nov iembre de 1982). En el las se es tab lece qu e Pem ex se­guirá abastec iendo el mercado nac io nal el e petroquí mi cos básicos. En el caso de los productos cuya producc ión intern a sea in fe ri o r a la dema nda, Pem ex la comple­m entará con las impo rtac iones que pueda rea li za r de acuerd o con las d iv isas d ispo-

Page 102: estri u ctu ri a 1

1376

nib les . La ofert a tota l de pet roqu ími cos bás icos se di stribui rá atendiendo al si­guiente orde n de pr io rid ades: empresas nac ional es pequeñas y m edi anas, elabora­c ió n de pet roquí micos secund ar ios para el m ercado interno, transforma c ión en pro­du ctos secund ari os pa ra ventas al exterior, exportación direc ta de Pemex y maqui la e interca mbio con el exteri o r. Tambi én se es tab lece la posibi lidad de qu e las empre­sas que dispongan de div isas pu edan sumi­nistrar las a Pemex para que ésta rea li ce las importa c iones correspondientes. As i­m ismo se permite el uso de las cuentas espec iales de compensac ión de d iv isas.

Su ministro de cru do a nueve refinerías estadounidenses

Pem ex anun c ió el 17 de noviembre que, m ed iante un contrato a largo p lazo, abas­tecerá de crud o a nueve refin erí as esta­dounidenses agrupadas en la co rpora c ión Mex-Am . Au nque no se inform aron las condic iones y ca ntidades de l cont rato, la empresa paraesta tal consideró que éste " ini c ia una nueva era de cooperac ión con las ref inerí as independientes de Estados Unidos". D

Sector fiscal y financiero

Comisión Coordinadora de la Banca M exica na

La SHCP dio a conocer el 29 de octub re la integración form al de la Comisió n Coordi­nadora de la Ba nca Mexicana, qu e se en­ca rgará de asesorar al Banco de M éx ico y a las autorid ades fi nanc ieras de l país en la reso lu c ión de los prob lemas relac ionados con la nac ional izac ión de la banca dec re­tada el 1 de sept iembre pasado. Gustavo Petricioli fue des ignado coordin ador gene­ral del nuevo orga ni smo.

Reglamento de las sociedades de inversión de renta f ija

Dada la convenienc ia de ampli ar las op­c iones de inversión y finan c iamiento m e­diante el m ercado de va lores, y la neces i­dad de crea r un m edio de acceso a éste para pequeños y med ianos inve rsio ni stas, en condic io nes de escaso ri esgo, alta l iqui­dez y rentab ilidad at ractiva, la SHCP y la Comisión Naciona l de Va lores dieron a co­nocer el 29 de octubre en e l O. O. las reglas genera les que no rm arán en lo suces ivo la operac ión de las soc iedades de inve rsión de renta fija .

Renegociación de la deuda con Canadá

El 1 de nov iembre se anun c ió que los ban­cos ca nadienses ac reedores de M éx ico in­tegraron un consorc io, encabeza do por el Banco de Montreal, a f in de aumentar el p lazo del pago de la deud a en considera­c ió n a las dificultades económ icas y f ina n­c ieras que afronta el pa ís. A unque se in­fo rm ó que se han renegoc iado las condi­c iones y los plazos de l adeudo, que as­c iende a 5 000 mill o nes de dó lares, no se dieron m ayores deta ll es a l- res pec to.

México, principal presta tar io en el segundo trimes tre del año

El Banco de Compensac ión In ternacional de Pagos de Basi lea in form ó el 1 de no­v iembre qu e Méx ico, con 3 600 m ill ones de dó lares, f ue el pr in c ipal paí s pres tata­rio del mundo durante el segundo tr im es­tre ele este año. El segundo luga r, con 2 100 millones de dó lares, co rrespondió a Bras il , segu ido por Eg ipto, Israe l, Core a, Fi l ip inas y la Repúb l ica Popu lar Chin a.

Reglas para las casas de cambio en la frontera norte

El Banco de M éx ico y la SHCP d ieron a co­nocer en el O. O. del 3 de nov iembre las reg las generales para la operac ión de ca­sas de ca mbio y el e bo lsa en la frontera norte del país y en las zonas li bres de Baja Ca li fo rni a, Baja Ca lifo rni a Sur y Sono ra. El propós ito principal es crear un m ercado ca mbi ario f lex ib le en esas zonas que apo­ye su desarrollo económi co. Estas disposi­c ion es son las siguientes:

1) Las casas de camb io y las casas de bo lsa que autori ce la SHCP, ubi cadas en las zonas m encionadas, podrán comprar dó lares estadounidenses en bi ll etes, m o­neda o chequ es de v iajero, y vender esas div isas por cuenta de l Banco de M éx ico.

2) Se auto ri za que las casa s de ca mb io y las casas de bo lsa autori zadas compren y vendan dól ares, por cue nta y orde n de esta inst itu c ión, a los res identes en d ic has franj as f ronterizas y zonas 1 ibres, e igual­mente puedan comprar d iv isas a res iden­tes en el exter io r. Los tipos de ca mbio de compra y venta se fijarán de acuerdo con las cond ic iones de l mercado local y se da­rán a conocer por condu cto de las sucur­sa les reg ion ales del Banco Nacional de México, S.A ., confo rm e a las bases seña la­das por el Banco de México. Estos tipos de cam bio se considerarán "espec iales" para

recuento nacional

todos los efectos y fun cionarán pa ralela­m ente a los tipos ele ca mbio ord inario y preferencia l.

3) La s casas de ca mbio y las casas de bo lsa autor izad as só lo rea l iza rán opera­c iones diarias hasta el m onto de su dispo­nibilidad rea l deri va da de la ca ptac ió n en d ichas zona s.

4) Cualquier persona f ísica o moral re­si dente en el extran jero o en la f ranj a o zo­nas li bres señaladas pod rá rea li za r venta s de dólares a las casas de cambio o de bol­sa autor izadas.

5) Las personas fí sicas res id entes en esas zonas podrán comprar hasta 1 500 dó lares mensuales, despu és de demostrar su res idenc ia y cubrir otros requ isitos ad­m inist rat ivos. Las personas m orales res i­dentes podrá n opta r entre vender y com­prar dólares al tipo el e camb io espec ial , en las cas as de ca m bio o el e bo lsa autor iza­das, o ll evar cuenta s el e depósito en dó la­res o ele compen sac ió n con inst ituc iones de créd ito al tipo el e cambio ordinario y pref erencia l. Se exceptúan de esta opción las empresas rn aqui ladora s, las de se rvi­c ios turísti cos y las exportadoras, las cuales ll evarán cuentas de depós ito en dó­lares o cuentas ele compensac ión según las reg las pub li cadas en el O. O. del 15 de octubre de 1982.

6) Las div isas que se adquieran de con­formidad con estas reg las se rán para uso exc lusivo y d irec to de l benef ic iario, para hacer pagos al exterior .

7) El Banco Na c iona l de M éx ico, S.A ., actuando po r cuenta y o rden del Ban co de M éx ico, proporc io nará el se rvi c ib de com­pensac ión de operac iones en tre las casas de cambio o de bo lsa que operen en las zonas indi cadas, con el propósito de qu e e l mercado de divisas se mantenga eq uili­brado entre compra y venta, y propo rcio­ne un saldo neto favorable de dólares para se r utilizado en el resto de l país. Las casas de bo lsa deberán entregar a l Banco de M éx ico, S.A., los excedentes que pudiesen tener por enc im a de la posición larg¡i qu e les es tablez ca la Comisión Nac ional de Va lores . La entrega se hará contra reem­bo lso en moneda nac ional al t ipo de cam­bio espec ial promedio de compra de ese día; en ningún caso las casas de bo lsa podrán ten er pos ic ión co rta en div isas.

8) Las bases para las rem unerac iones que les co rresponda a las cas as de cambi o o de bo lsa por el se rvi c io de compra y ven-

Page 103: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, dici embre de 1982

ta de di v isas se rán fi jadas por la SHCP, con la opi nió n del Banco de M éx ico y, en su caso, de la Com isió n Nac io na l de Va lores. Las remu nera c io nes pod rán ll ega r a ser equiva lentes al diferen c ial ent re los pre­c ios de compra y venta de d iv isas.

9) La SHCP, el Banco de México y; en su caso, la Com isión Nac io nal de Va lo res, v igil arán en sus respectivos ámbitos de com petenc ia la deb ida obse rva nc ia de es­tas reg las y ex pedirán las di spos ic iones ad ic io nales qu e requ iera la ap li cación del régimen espec ial prev isto en las m ismas .

In cremento de la captación bancaria

El Banco de M éx ico in formó el 8 de no­v iembre que en el mes anterior la ca pta­c ión de las in st ituc iones nac io nales de cré­dito ascendi ó a 72 900 mill ones de pesos, lo que permiti ó fin anc iar ac t iv idades pro­duct ivas por 45 300 millones de pesos. Se­gún e l o rga ni smo f inan c iero cent ral, el monto de los rec ursos captados, que supe­ra en 4 600 mi ll ones al de septiembre y f ue el mayor de los pri meros d iez meses de l año, aum entó p rin c ipalm ente a causa de la nu eva est ru ctura de tasas de interés pa­ra los ahorradores, f i jada des pués de la na­c ion ali zac ió n de la banca, y a la ca pta­c ión obtenid a m edi ante Certif ica dos de Teso re rí a (Cetes) . Por ot ra parte, el Banco de M éx ico ind icó que en el m ismo m es el c ircu lante au m entó 2.7% con respecto al de sept iembre

La compra-venta de dó lares, princ ipal fuente de ga nancias de la banca privada

Cas i la mitad de las ga nancias obtenid as por los bancos p ri vados y mixtos ent re enero y agosto de es te año se deb ió a la compra y venta de dólares. Según la infor­ma c ió n pub li cada el 8 de nov iembre, d i­chas instituci ones obtuv ieron en ese lapso utilidades brutas por 17 494 mil Iones de pesos, de los cua les 8 623 mill ones (49.5%) co rres pondieron a " utilid ades por ca mb ios". En e l cas o de algu nos bancos pr ivados y mixtos, la compra-venta de di­v isas compensó las pérdid as sufrid as en ot ras ac t iv idades. Se ind icó que después de la nac io nali zac ión de la banca, dec re­tad a e l 1 de septi embre, los gra ndes gru­pos bancar ios continu aro n obteniendo uti­lidades, aunqu e éstas no se or ig inaron ya en la espec ul ac ió n m onetar ia.

Negoc iac ión de la deuda con Brasil

El 9 de nov iembre se informó que Pemex

ll egó a un acue rdo pa ra el pago ele 200 mi ll ones el e dó lares que adeud a a empre­sas pri vadas el e Bras il y Petrobras , la pet ro­lera estata l. Pem ex pagará pa rte el e la deuda en efec tivo y ot ra parte con petró­leo. No se of rec iero n m ayores deta ll es al res pecto.

Aumenta Nafinsa su cap ital social

Des pués ele la Asamb lea O rdinari a ele Ac­c ionistas de Naf insa ce lebrada el 10 de no­v iembre, dond e se in forma ron los resu lta­dos de las operaciones durante el ejerci c io 1981-1982, el Con se jo de Ad ministrac ió n convocó a una Asa mb lea Ext raordin ari a el e Acc ionistas, en la cual se dec retó un aum ento de l cap ita l de la sociedad de 5 000 m il lones de pesos, pa ra ll eva rl o a 10 000 mi ll ones. Este increm ento es e l m a­yo r de los oc ho que se han reg istrado en los 48 años de activ idad de Nafi nsa.

Adelanto del pago de depós itos en dólares a plazo fijo

Desde e l 15 de nov iemb re, el Ba nco de Méx ico autor izó a todas las insti tucio nes de créd ito de l paí s para que liquiden con pesos en fo rm a anti c ipada los depósitos en dólares a pla zo fijo, a f in de que los ahorradores " puedan aprovechar los ren­d imientos más atract ivos que of recen las operac iones en moneda nac ional ". Con esta med id a, segú n la insti tuc ión, se prop i­c ia que los recu rsos en moneda naciona l con que cuenta la banca "se desti nen a l f i­nanc iam iento de activ idades productivas en sust itu c ió n de los c réd itos que en m o­neda extranj era los o rga nismos res pect i­vos entregaron antes de l 1 de septi embre".

Prontuario de disposic iones sobre control de ca mbios

El Banco de M éx ico d io a conocer el 16 de nov iembre en el O.O., un prontuario de las p rin c ipa les d isposi c iones sob re control de ca mbios qu e giró, medi ante télex-c ircu­lares, a tod as las instituc iones de créd ito de l país ent re e l 15 de oc tubre y el 15 de nov iembre de 1982. El prontu ari o in c luye orde nami entos genera les (ref erentes a ti­pos de cam b io, o peraciones c red iti cias, li­qu idac ió n anti c ipada de créd itos y depós i­tos ban ca ri os denom in ados en moneda extranjera, l iqu idac ión de créditos paga­deros fu era de l paí s y f in anc iami entos a la exporta c ió n), as í com o di spos ic ion es sobre trámites ca mbi ari os relac ionados con exportac iones e importac io nes y cuentas de compensac ión para exportado­res y prestadores de serv ic ios turísti cos,

1377

em presas m aqui ladoras y rep rese ntac io­nes de l exteri o r.

Comparecenc ia de Sil va Herzog ante la Cámara de Diputados

Pa ra exp li car las bases y condiciones de la ca rta de intenc ió n presentada por el Go­b iern o m ex icano a l FM I y ace ptad a por es­te organismo in te rn acional, el 17 de no­v iembre se presentó ante la Cá mara de D i­putados el t it u lar de la SHCP, Jesús Sil va Herzog. Durante la comparecenc ia, en la que se discut ió el conten ido del c itado do­cumento, Sil va Herzog expresó, entre otras cosas, que el convenio con el FMI "es un a operac ió n esen-c ialm ente f inanc iera [ .. . ] qu e forma parte de un programa de ajuste ele nuestra economí a". En este sen­t ido, subrayó, debe entenderse que " es te aju ste no se deri va de la ca rta de inten­c ió n susc rita ".

Pro yec to legislati vo para grava r invers iones en el ex tranjero

El 18 de nov iembre se env ió a la Cá mara de D iputados un proyecto legislati vo pre­sidenc ia l que fij a un impuesto de 3% sobre el va lor de los bi enes inmueb les, vehí cul os, joyas, oro y plata adqui ri dos por m ex icanos en el ext ranj ero, los depós i­tos m onetari os exte rn os de nac ionales, y los títu los y va lores emitidos por personas no res identes en México, por considerarse qu e ese patr imo nio se o ri ginó en el país y debe aporta r recaudacion es al fi sco. La ini c iat iva seña la que no se gravarán esos bienes cua ndo los cap itales co rrespon­d ientes sean retornados al pa ís, ni los b ie­nes que encontrándose fu era de l terr ito ri o mexic ano se desti nen a act iv idades favo­rab les a l desarro ll o nac iona l.

Facu ltad a la CN V pa ra suspender cot izac iones bursátiles

En el O.O. del 19 de nov iembre se pub li có un acuerdo m ed iante e l cua l se delega al Pres idente de la Comisión Nac iona l de V a­lores (CNV) " la f ac u l tad para ordenar la suspensión de cot izac iones de va lores, cuando en su m erca do ex istan cond ic io­nes desordenadas o se efec tú en operac io­nes contrari as a sa nos usos o prácti cas"-

Petic ión de créditos para M éx ico del FM I

El FMI so li c itó el 23 de noviembre a los ban cos comerc ial es intern ac io nales que, durante los próximos trece meses, presten a M éx ico 6 500 m ill ones de dó lares, en un a operac ión financ ie ra en la que co par­t ic ipa rí a el orga nismo moneta ri o . La pet i-

Page 104: estri u ctu ri a 1

1378

ción fu e presentada por e l d irecto r <>l" nera l del FMI, J acques de Larosiere, a •t:prese n­tantes de los ve inte mayores bancos co­m ercia les, entre los que figuraban m iem­bros de un grupo de trece bancos enca rga­dos de negoc iar la restructurac ión de la deud a exte rn a mex ica na. E 1 30 de noviem­bre, representantes de l Ba nk of A m eri ca y del Midland Bank C roup anu nc iaron que " /a banca intern ac ional concede ría a l país f inanciam ientos por 2 200 mi ll ones de dó­lares en di c iembre de 1982 y por 6 500 millo nes de dó lares en 1983 pa ra el pago de sus com prom isos venc idos".

Informació n obl iga toria de empresas ante la CNV

La Comi sión Nac ional de Va lores d io a co­nocer el 26 de nov iembre las disposic iones genera les re lat ivas a la info rma c ión legal que deben proporc iona r las sociedades insc ri tas en la Secc ión de Va lores de l Re­g istro Nac ion al de Va lo res e In term edi a­ri os. D e ac uerdo con estas disposic iones, las empresas emisoras de va lo res not if ica­rá n, entre otros as pec tos, los cambios de su es t ru ctura jurídica y las operac iones que puedan afectar los intereses de los in­ve rs ion is tas .

Financiamiento a la Conasupo

Cinco bancos m ex ica nos con agenc ias en el ext ranj ero otorga ron el 29 de nov iembre un c réd ito conjunto a Conasupo po r 450 m ill ones de dó lares para la compra de gra­nos en el m ercado estadou nidense. En la operac ión, coo rd inada por el Banco Na­c ional de México, part ic iparon Bancom er, Ba nco 1 ntern ac iona/, Ba nca Serf in y Co­merm ex. El c rédito se rá a t res años y causa rá un tipo de in te rés de 0 .875 puntos sobre la tas a pref erenc ial v igente en Esta­dos Unidos.

Nueva es tru ctu ra jurídica del Banco de Méx ico, y creac ión de la Comis ió n de Ca mbios y Valores

Med iante un dec reto pub / ica do el 29 de nov iembre en el O.O. qu e reforma, adi c io­na y deroga. d iversas disposic iones de su Ley O rgáni ca, el Banco de México se tra nsform ó en o rga nism o públi co descen­trali za do, con personalidad juríd ica y pat rimon io prop ios, el cua l fun girá com o banco central y de emisión úni co de la nac ió n.

E 1 decreto estab lece com o fun c iones de l Banco de M éx ico: " regul ar la em isión y c ircul ac ió n de la moneda y los ca mbios

sob re el exte rior , dete rmin ando e l o los t i­pos de ca mbio a los que debe ca lcu larse la equiva lenc ia de la moneda nac iona l, pa ra so lve ntar ob l igac iones de pago en moneda ex tranj era, cont raíd as dentro o fuera de la Repúb li ca para se r cump lidas en ésta , pudiendo determin arlos ta mbién para operac iones de compra y venta de d iv i­sas o moneda extranj era en territo rio na­cional " , y " operar como banco de rese rva con las institu c io nes de créd ito y f ungir respecto a és ta s com o cá m ara de compen­sac ión" . El m áx imo cuerpo direc ti vo del nuevo orga n ismo descentra/ izado - que sustituyó a la anteri o r sociedad m erca nt il Ba nco de Méx ico, S.A., creada po r el pres i­dente Ca lles el 25 de sept iemb re de 1925- será la Junta de Cobiern o, qu e se in tegra rá por nueve personas designadas por el Pres idente de la Repúb li ca y se rá encabezada por el Secretario de H acienda y Créd ito Púb li co. Se estab lece, ademá s, que só lo pod rán se r m iembros de es ta Jun­ta de Cob iern o personas relac io nadas con la act iv id ad banca ri a, industr ial, ag rí co la o comerc ia l y se prohíbe la pa rti c ipac ió n en ell a de extranj eros, f unc io nari os de l Ba nco y qu ienes " tengan con el d irec tor general o subd irec to res ele la inst ituc ió n, pa rentesco por afi nidad o consangu inidad has ta e l cuarto grado".

Por otra parte, se dispone qu e " las ope­raciones de cambio sobre el exte ri o r y las el e intervenc ión en el mercado de va lo res, com peterán a un a com is ión ejecuti va que se denominará Com isió n de Ca mbios y V a­lores y que esta rá integrada por los miem­bros de la Jun ta de Cobierno" des ignados por la SHCP. Esta com isió n defini rá las no r­m as que han de reg ir a las ope rac io nes de compra y venta de oro, p lata y d iv isas; es­tab lecerá la propo rc ión de éstas ú l t im as que con relac ión al o ro deberá haber en la reserva y dec id irá respecto de l m anejo de los recu rsos cambiar ios de la inst itu c ión. As im ismo, determ inará las intervenciones de l Banco el e M éx ico en e l mercado de va­lores y f ij ará " el t ipo o los ti pos de camb io a los que deberá n rea li za rse las opera­c iones de div isas dentro de la Repúb li ca."

Adic io nes fiscales por las fluctuaciones ca mb iarias y el aumento del sa lario mínimo

Para apoyar fi sca lmente a l as empresas afectadas por las f lu ctuac io nes ca m­bia ri as, la SHCP inco rporó (O.O. del 30 de noviembre) una adi c ión a las reg las y di s­posic iones fisca les pa ra 1982, en la que se fijan los req uisitos para que los contribu­yentes con adeudos fuera de l paí s en m o-

recuento nacion al

necia ex t ranj era puedan efectuar las de­du cciones co rres pondientes a pérd idas su­frida s por los ca mbios en la par idad de la moneda nac ional.

En la m isma pub l icac ión, la dependen­c ia dio a conoce r las modificaciones res ul ­ta ntes del in crem ento de los sa lari os míni­mos, aprobado el 28 ele octu bre. en la ap li­cac ión para 1982 de l impu esto sob re la re nta.

Suben la s tasa s de interés

Con base en la nu eva po líti ca de rea l ismo fi nanc iero y con e! propós ito el e es t imu lar e l ahorro in te rn o, el Banco el e Méx ico anun ció el 3 ele di c iembre un aumento, hasta en tres pu ntos po rcentu ales, en las tasas ele interés pa ra los depós itos a pl azo f ij o en m oneda nac iona l. As imismo, se in­fo rm ó que a partir ele esa fec ha habría ajustes sem ana les en d ichas tasas.

Créditos del ex terior

Para Banobras . El BID apro bó el 26 de oc­tubre dos préstamos a Banobra s, por un total de 80 mi ll ones el e dó lares, pa ra el fi­nan cia miento ele un programa de desa rro­ll o muni c ipa l. Uno ele los créditos, por 36 mill ones el e dó lares, p rov iene del fondo ele operac iones es pec iales del o rga nismo f i­nanc iero y se paga rá en moneda na c ion al a un p lazo el e 30 años y con una tasa de in­terés anua l de 3 %. El otro, ele 44 m ill on es el e dó lares, corresponde a los recursos el e ca p ita l ordina ri o del BID y se am orti za rá en dólares dura nte un p lazo de 20 anos y a un a tasa de in terés el e 10.5% anu al.

Para Nafinsa . El Banco de Importac ión y Exportac ión de Japón conced ió el 26 de oc tubre dos créd itos a Naf insa por un m onto tota l de 3 897 m illo nes ele pesos, qu e fi nanc iarán acti v id ades del e ru po 1 n­dust ri al NKS y ele la Producto ra M ex ica na ele Tuberí a. El emprést ito para el C ru po NKS (in tegrado por el consorc io japonés Kobe Stee l, Na fin sa y Sicl erm ex) se desti­nará a estab lecer una planta ele f undi c ió n, for ja y maquil ado ele prod uctos siderúrgi­cos y asc iende a 2 987 m ill o nes de pesos, que se amort iza rán en un pl azo de 15 anos, con siete de grac ia, y tendrá una ta­sa ele in terés f ij a de 8% anual. El emprés ti­to otorgado para la Produ c tora Mexica na de Tuberí a, por 910 m ill ones de pesos, se pactó a diez anos, con uno de grac ia, y a un a ta sa anua l de interés f ij a el e 7.75%. Este finan c iam iento se rá ded icado a la construc c ión de una p lanta produ cto ra de tuberí a. D

Page 105: estri u ctu ri a 1

comercio exterior , diciembre de 1982

Sector externo

Impues to a la exportación de ganado bovino

Po r recomendac ión de la Com isión de A rance les y Contro les al Comerc io Exte­ri o r, la Secom gravó el 30 de octubre la ex­portación de ga nado bov ino con un im­pu esto prom ed io de 1 000 pesos por cabe­za y anu nc ió que se f ij ará un prec io ofi c ial a los anim ales exportados Con esta m ed i­da, publi cada en el O.O., se pretende im­pedir que la d iferenc ia entre e l prec io in­te rn o y el in ternac iona l de l ganado est i­'mu le indeb idamente la exportac ió n de re­ses, en perjui c io de l mercado y el consu­mo nac iona les.

Créditos en di visas para el comercio exter ior

Para fac ili tar el ingreso de di v isas al país, la SHCP y el Banco el e México autori zaron a las inst ituc iones bancar ias nac ionales a conceder créd itos en moneda extranj era a las empresas pa ra sus operac io nes ele co­merc io exte ri o r "s iem pre y cuando sean pagaderas fuera del territor io mex icano" Según el reg lam ento res pect ivo, publi ca­do e l 16 de noviemb re en e l O. O., estos f i­nanc iam ientos se otorgarí an, una vez cumplidos los req uisitos est ipul ados, pa ra la producc ión de bienes suj etos a la expor­tac ión; pa ra m antener ex istenc ias de pro­ductos suj etos a exportac ió n o para la ven­ta de b ienes y se rv ic ios a l exterior, y para finánc iar importac iones p ri o ri ta ri as con derec ho a d iv isas preferencia les. O

Comercio interno

Bases mínimas para la compra-venta de vehícu los automotores

Debido a las frecuentes quejas ele los compradores de vehículos automotores contra las empresas distribuidoras, prin c i­pa lmente por v io lac ión de p rec ios e incu m plimiento en los p lazos el e entrega, la Secom emitió el 20 de octubre un acuer­do que establece las bases mínimas el e contratac ión entre d istribuidores y consu­midores. M ediante es te acuerd o, se ob liga a los vendedores a res petar las condic io­nes y los precios fij ados en los contratos el e compra-venta estab lec idos or igina l­mente y a entregar los vehícul os en un p la­zo no mayor ele 30 días.

Nuevo precio de los c iga rros

La Secom autori zó el 6 de nov iem bre un in cremento de 28% en pro medio al prec io ele los c igar ros. Este aj uste, expresó la de­pendenc ia, es el " mínimo in di spen sa bl e para m antener en operación" a las empre­sas c iga rreras y ev itar el c ierre de " impor­ta ntes fuentes de empleo".

Des tino prior itario del maíz al consumo humano

Con el propós ito ele m ejorar la dieta ele la pob lac ión y ev itar el uso ele produ ctos bá­sicos en fi nes no a lim ent ic ios, el 12 de no­viem bre se pub licó en el O.O. un dec reto en el cual se determ in a que el m aíz y sus harina s producidas en e l paí s se dest ina­rán pri o ri ta ri am ente a l consu mo ali m enta­ri o hu mano. La di spos ic ión ind ica que la Secom, asesorad a por la SAR H, seña lará, en su caso, los excedentes suscept ib les de ap li ca rse a otros usos.

Alzas en los prec ios del azúca r

Medi ante un acuerd o apa rec ido e l 22 el e nov iembre en el O.O., la Secom info rmó que el prec io al púb li co del k il og ramo ele azú car es tánd ar aum entó de 12.50 a 27 pe­sos y el del az úca r ref inada de 13.50 a 28 pesos. Según la dependenc ia, las alzas de prec ios obedecen a la constante elevac ió n de los costos de produ cc ión, que de 1980 a 1982 pasaron de 14.50 a 31 pesos e l ki lo­gramo. As imismo, anun c ió que con estas medid as se pretende apoya r el desa rro ll o de la indust ri a azuca rera, asegurar el abas­to in terno, rec uperar la capac idad expor­tadora del país , rac iona li za r el co 11 sumo, red uc ir los subsid ios fede ra les y ev itar la sa lida il ega l del producto hac ia mercados externos. D iec isé is días después, e l Go­bierno federa l dec idió au mentar nueva­mente a 28 pesos el prec io del k il og ramo de azúcar está nd ar y a 30 pesos el de la re­finada .

N ueva Centra l de Abasto del Distrito Federal

El 22 de nov iembre ini c ió sus act iv id ades la Central de Abasto de l Distrito Federal, ub ica da en la Delegac ió n el e l z tapa lapa, que sust ituye a la ant igua zona de d istr i­bu c ión de la Merced . En la mism a fec ha se publi có en e l O.O. e l instru cti vo de opera­c ión de la nueva Central, que señala que en e ll a se comerc iali za rán , a l m ayoreo, los siguientes produ ctos: legumbres, horta li­zas, frutas y f lores; aba rrotes en general; granos y sem ill as; ca rn es de bovinos, por­c inos, cap rinos, ov inos y aves; pescados y

1379

mari scos; hu evos y productos lácteos, y los dem ás qu e autori ce la Secom . Asimi s­mo, se di spo ne que la o rga ni zac ión, ad m i­ni strac ión y cont ro l de ope rac ión de la Central de Abasto es tará a ca rgo de un or­ga ni sm o designado por el DDF, y que las t ransacc io nes que se ce lebren en el la " de­berán suj eta rse a los o rd enam ientos que rij an en m ateri a de comerc iali zac ion, nor­m as de ca li dad y de embalaje, prec ios, uso de instrum entos para m ed ir y sob re hi­giene."

Se duplica el precio de las gaso lina s

A fin de cont ri bu ir a la reducc ió n del déf i­c i t del secto r púb li co prev ista en el progra­m a de reordenac ión económi ca del nu evo gob iern o, y de desa lentar el consumo d is­pend ioso de los energét icos, es pec ialm en­te de las gaso lin as, la Secom autori zó e l 3 de di c iembre un aju ste en los prec ios de gaso linas, diese l, gas L P , combustó leo, gas natura l, petroq uími cos y o tros produ c­tos pet rolíferos. Los nuevos prec ios son los sigui entes: gaso linas Nova y Extra, 20 y 30 pesos por litro, respect iva mente; d iese l, 10 pesos el li t ro; gas L.P., 7 pesos el k il o­gramo, m ás un ajuste m ensua l de 30 ce n­tavos por k il ogra mo durante un año; combu stó leo, 1.16 pesos el li tro; gas natu­ra l para uso dom ést ico, 1.60 pesos por m e­tro cúbico, y gas natu ra l para uso indus­t ri al, 1 .71 pesos por m etro CL1bi co. En el caso de los petroquími cos y productos pe­trolíferos, los incrementos de precios f luc­tuaron de 50 a 100 por c iento. O

Comunicaciones y transportes

Comisión de Registro y Control de D ivisas

La SCT pub li có el 26 de octubre en el O.O. un ac uerdo qu e crea la Comisión de Re­gistro y Contro l de D iv isas de l Sec tor de Comuni cac iones y Transportes. La f un c ión principa l de es ta Com isión se rá coordin ar y asesorar a las d istintas dependenc ias de es ta Sec reta rí a en lo referente a las no r­m as y procedimientos qu e se estab lecen en las Reg las Genera les para el Control de Cambios para las act iv idades relac ionadas con es te secto r.

N uevas conces iones de televisión en provin cia

M edi ante un acuerd o pub li cado el 29 de octubre en el O.O., la SC T dec laró suscep­t ib les de exp lotac ión com erc ial 95 esta­c iones de te lev isión en d ive rsos es tados de

Page 106: estri u ctu ri a 1

1380

la Repúb li ca. Las conces iones que se otor­guen tendrán como propós ito dotar de se r­v ic ios de tel ev isión a un gran número de loca lidades que carecen de ell os, lo cua l posibilitará que " mi ll ones de personas re­ciba n los programas educativos y de orie n­tación de tipo agríco la y financi ero que contribuya n a mejorar la comercia li za­c ión de sus productos agrícolas o artesa­nal es".

Incremento en las tarifas telefónica s

La SCT autor izó a las em presas Teléfonos de Méx ico y Teléfonos del Noroeste (O.O.

del 24 de noviembre) pa ra que. a partir de l 15 de diciembre, in creme nten en un pro­med io de 22.5% las ta r ifas de los serv icios te lefón icos. Con este aumento, se prete n­de que las empresas sa ti sfaga n adecuada­m ente sus costos de operación y capten los re cursos necesarios pa ra finan c iar su desarro ll o.

Aumentos en tarifas de transporte

E 1 25 de noviembre se publi ca ron en el O.O. se is of icios por los que la SC T autor i­zó un ajuste prov isio nal de 13% en las ta­rifas de los se rvicios de autotransporte de carga especia l izada de líqu idos, remolque o arrastre de ca rreteras, autotransporte de ca rga y pa sa je, tra nsportac ión de contene­dores, depósito de ve hí cu los accidentados y reco lecc ión de ent regas de carga a do­micilio. As imismo, la dependencia expidió otros c inco ofic ios en los que autori za aj ustes en los factores de cobro para los serv ic ios .de au totransporte de pa sa jeros en p rim era y segunda c lases y super express de luj o, transportación turíst ica y transporte ferrovia ri o, entre ot ros . O

Asentamientos humanos

Plan de ordenación en el centro del país

El 2 de di c iembre apa rec ió en el O.O. un decreto por e l que se apru eba el Pl an de O rdenación de la Zona Conurbada de l Cen t ro de l Paí s, confo rm e al cua l part ici­pa rán en el ordenam iento y regu lac ión de los asentam ientos humanos y de l desarro-1 lo urbano en dic ha reg ión, las autoridades del Distrito Federal, los gob iernos estata­les de Hida lgo, México, Puebla y T laxca la, y los de 89 municipios de estos estados. Estos gobiernos deberán considerar, en sus acc iones y proyectos, las disposic iones de l Pl an de O rd enac ión, cuyas no rm as re-

ferentes a la regu lac ión de la prop iedad se rán también ob l igatori as para los secto­res p[1b li co. pr ivado y soc ial. El documen­to fija los objetivos de desarrollo urbano que debe rán lograrse a co rto. mediano y largo p lazos en los aspectos demográfico. ambiental, via l idad y tran sporte, in f ra­est ru ctura hidráu li ca . equipa mi ento urba­no. v iv ienda. reservas te rri to ri ales, emer­gencias urbanas y o rdena111ientos territo­ri al y administrat ivo. O

Relaciones con el exterior

Ricardo de la Espriella en México

E 1 8 de noviembre arri bó a México, en una vis ita of ic ial de dos días, el preside nte de Panamá, Rica rdo de la Espriel la. A su ll e­gada, manifestó el apoyo de su gobierno a la ini c iat iva de negoc iac ión entre Hondu­ras y N ica ragua presentada por México y Venez uela, y expresó su es peranza de que Estados Unidos "sa brá ac tu ar con el nece­sa rio rea l ismo y sensa tez en la búsqueda de so lu c iones polític as a los conf li ctos en Centroa mérica''. Posterior111ente el m an­datario panameño se entrev istó con el pre­siden te López Port ill o, con quien coi nci­dió " en la necesidad de ac tuar con jun ta­mente para combinar el esf uerzo de los dos paí ses y ll eva r la d iste nsión y la conc i­li ación al área cent roam ericana ". Durante su estanc ia, en la que conversó también con el presidente e lecto, Migue l de la Madrid, De la Esprie ll a fue condecorado por el Gob iern o mexicano con la o rd en de l Águil a Azteca. O

Sector turismo

Manual de organización de la ST

En el O.O. de l 5 de noviembre se pub l icó el Manu al de Organizac ión Genera l de la Se­cretaría de Turismo. En este documento se esta b lecen los antecedentes, atr ibuc io nes, func iones y estructu ra orgán ica de esa de­pendenc ia. O

Cuestiones sociales

Se hace obligatorio el aumento a los salarios mínimos

La Com isió n Nac io nal de los Sa lari os M íni ­mos anunc ió el 28 de oc tubre que e l incre-

recuento nacional

111 ento de 30% a los sa larios mínimos y ge­nerales recomend ado el 18 de febrero pa­sado por la STPS tendrá vigencia obligato­ri a de l 1 de nov iembre a l 31 de dicie111bre de este año en las 89 zonas econó111 icas sa lariales del pa ís.

Paro en la UNAM

En demanda de un in cremento de 60% en los sa lari os de los trabajadores adm inistra­t ivos y como protesta contra "v io lac iones en el contrato co lect ivo de traba jo" y la "exces iva contratac ión de personal de confianza", e l Sindicato de Trabajadores ele la UNAM (STU NA M) se dec laró en hu el­ga el 1 de noviembre. Las autoridades ad­m ini st rativa s uni vérsitarias ofrec ieron aum entos de 25% en los sa lar ios d irectos y de 4.5 % en prestac iones d iversas, los cua les fueron rec hazados por " insuf icie n­tes''. Sin embargo, después de varios d ías de negoc iac iones, el gremio aceptó el 12 de nov iem bre las propuestas de las autori­dades y dec id ió terminar e l paro de labo­res. Además de los in crementos sa lar iales, el STUNAM obtuvo el reconocimiento of i­cia l de su titu lari dad sobre el contrato co­lect ivo, la reinsta lac ión de algunos t raba­jadores despedidos y otras prestaciones.

Hu elga y requisa en Mex icana de Aviación

A l no llegar a un acuerdo con la empresa sobre el contrato co lectivo de trabajo, qu e in c luye una demanda de 50% de aumento sa lari al, los 6 700 empleados de tierra per­tenecientes al Sindicato Nac io nal de Tra­bajadores de Av iac ión y Similares de la Compañía Mex icana de Aviación se dec la­raron en huelga el 1 de noviembre. La empresa ofrec ió 25% de aumento en los sa lar ios y 4.5 % más en prestac iones. A pe­sa r de las negoc iac iones posteriores ent re los t raba jadores y las autoridades admi­nistrativas, cuatro semanas después conti­nuaba el paro de labores. Se est im a que, deb ido al conf li cto, entre 75 y 100 vue los de la empresa aérea paraestata l fueron ca nce lados d iar iamente. Ante la persisten­c ia ele la hue lga, el 30 de noviembre apa re­c ió en el O.O. un decreto presidenc ial que requi só la línea aérea. Como administra­dor general de la requisa fu e desigrlado Fernando Sil va J iménez, subdirecto r de Aeronáut ica Civi l de la SCT .

Convenios laborales en empresas aéreas paraestatales

La Compañía Mexica na de Av iac ión y la Asoc iac ió n Sind ica l de Pil otos Av iadores de Méx ico firmaron e l 3 de nov iembre un

Page 107: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, dici embre de 1982

conven io de rev isión de l contrato co lect i­vo, por el cual la empresa oto rgó a los pi­lotos un inc reme nto sa lari al de 24.5% Un d ia des pu és, Aeroméx ico y el Sindicato de Tra bajadores de T ierra de esta empresa pa raestata l susc r ibieron un acuerdo simi­lar por el que se concede un aumento sa­lari a l de 25% al personal de ti er ra y de 22.5 % a los pi lotos

Cancelado el regis tro del PSD

El 1 2 de noviembre se pub li có en el O.O. un ac uerdo med iante e l cua l se dec lara la pérdi da de los derec hos y prerrogat ivas de l Parti do Soc ial Demóc rata (PSD) como pa rt ido po lí tico con reg ist ro cond ic io nado deb ido a que la votación que ob tuvo en las e lecc iones del 4 de julio pasado no fu e suf ic iente, en los té rmin os de la Ley Fede­ral de Orga ni zac iones Po lít icas y Procesos Elec to rales, para conserva rl os.

/-l uelga en el Ca nal B

El Si ndi ca to de Trabajado res de la In­dust ri a de la Rad io y Telev isión (ST IRT) ll e­gó el 13 de nov iem bre a un acuerd o con la empresa Corpo ración Mex ica na de Rad io y Te lev isión (Ca nal 13) y 43 ret ransmisoras de l pa ís, pa ra poner f in a un a hu elga por dem andas sa lari ales que duró 36 horas. No se inform aron los términos del conven­nio suscrito ent re el sindicato y la empresa.

Ayuda a refugiados guatemaltecos

E 11 7 ele nov iembre se anunc ió que el Fon­do de las Nac iones Unidas para la In fa n­c ia y la Fa mili a (UN ICEF), la O rganizac ión Panamer icana pa ra la Sa lud (O PS), la Or­ga ni zac ió n de las Nac iones Unidas pa ra la Ag ri cul tura y la A lim entac ión (FAO) y el A lto Comisio nado de las Nac iones Unidas (ACNUR) pa rtic ipa rán desde enero de 1983 en d ive rsos p rog ram as de agri cul tura, sa­lud y a lim entac ión para auxili ar a mil es de refu giados guatema ltecos ubi cados en Chi apas, quienes en su mayo ría son, en op inió n de los represe ntantes de las m en­c io nadas o rga ni zac io nes intern ac ionales, " traba jadores agríco las qu e se refu gian en Méx ico debido a las persecuc iones que sufren en su país".

Paro en la UPN

Estud iantes, traba jado res académ icos, ad­ministrati vos, téc ni cos y m anu a les de la U ni ve rsidad Pedagóg ica Nac ional ini c ia­ro n el 19 de nov iembre un paro de 48 ho­ras pa ra ex igir a las auto rid ades edu cati-

vas d ive rsas demandas labora les, entre las qu e destacan mayor participación en la gestión dCadémi ca, aumentos sa lar iales de eme rgenc ia, reinsta lac ión de traba ja­dores desped idos y supresión el e contratos temporales .

Solida ridad con el pueblo guatemalteco

Represe ntantes de más ele veinte organi­zac io nes po lí ticas, sind ica les y estudi ant i­les, reuni dos los dí as 20 y 21 de nov iem bre en la c iudad ele Méx ico para expresa r su "so lida rid ad ampli a, uni taria, represe ntati­va y nac ional con el proceso de li be rac ió n del pu ebl o guate m alteco", aco rd aron const itui r el "Mov imiento Nac io nal de So­l ida rid ad con e l Pu ebl o Guatema lteco". Este nuevo organ ismo se enca rgará de "pugnar por el ai slamiento intern ac ional de l rég imen mili ta r encabezado po r Rí os Montt, apoya r las dema ndas po lít icas ele los insu rge ntes guatem altecos y prom over la simpatía in te rn ac ional hac ia su luc ha".

Partic ipación de escuelas medias y superiores en su organización académica

Considerando e l al to c rec imiento de las escue las ele enseñanza media y super io r en los ú l timos decenios y a f in de forta le­ce r la ca lid ad el e su persona l académi co, la SEP exp idió un acue rdo (O.O. de l 29 el e nov iemb re) por el que esas insti tuciones propond rán los aspectos conce rni entes a su orga ni zac ió n académica, como son los p lanes y progra m as de estud io, contenido de los li bros de texto y los m eca ni sm os de ingreso, pro m oc ión y perm anenc ia de l pe rson al académi co, entre o t ros.

Registro sindica l a trabajadores de l Ba ncomext

Considerando que cumpl e los req uisitos estab lec idos en la Ley Federal de l Traba jo y las adic io nes efectuadas a los artí cul os 28 y 123, apartado B (véase nota respec tiva en este m ismo recuento), el Tribun al Fede­ral de Conc il iac ió n y A rb it raje reso lv ió el 6 ele d ic iembre conceder su reg istro lega l al Sindi ca to Nac io nal Úni co y Dem oc ráti co el e los Traba jadores de l Banco Nac ional ele Comerc io Exteri o r.

Paro de ca ñeros

Des pués ele 12 días de hue lga, el 6 de di­c iembre m ás de 166 000 p rod uc tores ca ñe­ros (agrupados en la Confederac ión Nac io­nal Ca m pes ina y la Confederac ión Nac io­na l de Pequeños Prop ietari os) dec idieron sus pender el paro ele labores y acep tar un

1381

in creme nto g loba l ele 69.3% al prec io de la tone lada de caña que abastecen a los ingenios az uca reros de l país . O

Ecología y ambiente

Criterios pa ra eva lua r la calidad del aire

El 24 ele nov iemb re la Sec reta rí a de Sa lu­br idad y As istenc ia dio a conocer en e l D. O. los c ri te ri os q ue se rv irá n ele base para eva lua r la ca l idad de l aire y dete rm inar las po lí t icas necesar ias para su conservac ió n o pa ra e l abati m iento de la conta minac ió n ya prod uc id a.

Área de conservac ión ecológica en el Distrito Federal

Debido a q ue el c rec im iento anárqui co de l D istrito Federa l ha ocas io nado un se­ri o dete ri o ro ambiental, la pérdid a progre­siva del equilibrio eco lóg ico, el es tab lec i­miento irreg ul ar de asenta mientos hum a­nos sobre te rrenos agrí co las de alta pro­d uct iv id ad y la di sminu c ión ace lerada de las superf ic ies aptas para el desa rro ll o ur­ba no, entre ot ros prob lemas, por lo que es necesa ri o preserva r las áreas eco lóg icas, ubi ca r rac io nalmente los espac ios el e ac ti­v idad econó mi ca y o rdenar el c rec imi ento ele la pob lac ión, el 29 de noviembre se publ icó en e l O.O. la dec laratori a de usos y des tin os pa ra el área de con se rvac ió n eco lóg ica de l D ist rito Federa l. En el doc u­m ento se de l imita es ta área y se dec lara de ut ilid ad pú bli ca e in te rés soc ia l la as ig­nac ión de su uso y des tin os, los cuales de­berán se r congru entes con las neces id ades m enc io nadas.

Dispos iciones contra la conta mina ción sonora

A fin de apoyar e l cumplimiento de la Ley Federal de Pro tecc ión al A mbiente, el 6 de di c iem bre se publi có en e l O.O. el reg la­m ento para la protecc ió n ambiental con t ra la contaminac ión orig inada por la emisión de ruid o. La vi gil anc ia del aca ta­mi ento a es te reg lam ento, de observa nc ia general' en todo el país, compete rí a prin ci­palm ente a la SSA, depende nc ia que efec­tu ará los es tu d ios e invest igac iones nece­sa rios para determin ar los efec tos m o les­tos y pe l ig rosos pa ra la po bl ac ión prod uc i­dos por la contam in ac ió n sono ra, coo rd i­nará los prog ram as adec uados para preve­ni rla y contro larl a, y fij ará las no rm as co rrespondientes en las zonas industri a­les, com erc iales y hab itac ionales. O

Page 108: estri u ctu ri a 1

Recuento 1 ati noamerican·o

Asuntos generales

Reunión del CIES

El Consejo Intera meri ca no Económico y Soc ia l (C IES) de la OEA se reunió en Wash­ington, del 20 a l 23 de octubre. En ese en­cuentro se denunciaron las medidas res­tr ict ivas y el acentuado protecc ioni smo que ap l ica Estados Un idos cont ra un a am­pli a ga m a de productos lat inoa meri canos y ca r ibeños, entre ell os el atún y el az úca r. Asim ismo, se informó qu e entre las reso lu­ciones aprobadas destaca una que condena las sanc iones económicas impuestas a Ar­gentina por Estados Unidos durante el con­f l icto de las Malvinas. Se nombró pres i­dente de la Comisión Ejecutiva Permanen­te de l CIE S al ecuatori ano Raú l Falconi.

Asamblea de la OEA

Del 15 al 21 de nov iembre se ll evó a ca bo, en W as hi ngton, la XII Asamb lea Genera l de la OEA, en la cual se trataron p rob le­m as relacionados con las funciones del propio organismo, la pa z, la seguridad y el desa rro l lo de la reg ión

En su intervenc ión, el sec retari o gene­ral de la Organización, Alejandro Orfi la, planteó la neces idad de reformar las rela­c iones de América Lat ina y el Ca ribe con Estados U nidos. Señaló qu e la región no puede seguir osci lando "entre la acep ta­c ión pas iva de l poder de Estados Un idos y la rec rim inac ió n constante, sino que debe imaginar y proponer un nu evo t ipo de re la­ción" . Ag regó qu e ex iste la ob ligac ión de

La s in fo rm ac iones que se reproducen en es ta secc ión son resúmenes de noticias aparecidas en diversas publi cac iones na ciona les y ex­tra n1 eras y no proceden originalmente del Banco Nac iona l de Comerc io Exter ior. S.A .. sino en los casos en que as í se manifieste.

seguir hac iendo es fu erzos el e comprensió n y respeto mutuo.

En relac ión con la paz, el secreta rio de Estado estadounidense, George Shultz, pro­puso una "estrateg ia para la paz", consis­tente en el ret iro de todos los co nse jeros militares destacados en la región y todo armamento de ca rácter ofensivo mayor.

Sob re las cuest iones económi cas, Méxi­co señaló qu e las empresas tran snac io na­les estadoun idenses acentúan en Amé rica Lat ina, "en forma dram át ica. la estructura as im ét ri ca de las relac iones económ icas"­La Comisión ele Asu ntos Econó111icos y So­c ia les el e la Organización aprobó -con la opos ic ión es tadounidense- var ias resolu­ciones. Entre e l las f igura una en que, por sugerenc ia de M éx ico, Perú y Venez uela, se insta a Estados Un idos a hacer más fl e­xible su Sistema Genera l izado de Prefe­rencias (SG P), para a111 pl iar el margen de sus importa c ion es provenientes de la re­gión; a qu e el imine las barreras protec­c ion istas y d iscr imin ato rias que ac túan en contra de las exportac iones ele los paises de Amé ri ca Latina y el Caribe, a los que no se les considera benef iciar ios del SG P, y que se les otorgue, como mínimo, el mi s­mo trato p referencia l con que se favo rece a otros países. en espec ial los acuerdos sobre subsidios compensatori os . A l mism o t iempo, la Asambl ea reso lvió solic itar a Estados Un idos qu e leva nte el em bargo atun ero que afecta a Ec uador, Méx ico y Perú ; las 111edidas p rotecc io nistas que afecta n a los productos tex ti les el e Perú; que suspenda sus ventas de p lata y que se abstenga de adopta r proyectos de ley que restr inj an las impo rtac iones de minera les y manufacturas de cobre.

Sobre los derechos hum anos. 16 países aproba ro n un proyecto de reso lu c ió n para poner fin a la v io lac ión de los mismos, co­mo la desapari c ión de los detenidos; re in s­taurar el derec ho a la v id a, a la integrid ad y a la l ibertad, y suprimir las ejecuciones sumar ias, la to rtu ra y la detenc ión sin el deb ido proceso.

"Ca rta de Qu il o "

Con la pa rti c ipación de rep resenta ntes de 30 o rga nismos políticos, la Asociación La­ti noamer ica na para los Derechos Hum a­nos (ALDHU) ll evó a cabo un a reuni ón del 16 al 18 el e noviembre en Quito. A l final de l encuentro se emitió la Ca rt a de Q uito. en la cua l se denunc iaron " los in tentos de agresión militar contra Nica ragua. que pretende n des truir el proceso de recons­t ru cc ió n nac ional" el e ese país; la v io la­c ión sistemática de los de rechos humanos y actos de genocidio en Guatema la; las v io lac iones a los derec hos hum anos en Haití , y se apoyó la lucha por la indepe n­dencia de Puerto Ri co y la vuel ta de la de­mocracia en Bolivia.

Créditos del BM y el BID

El 23 de noviembre el Banco Mundial in­fo rm ó que. pa ra apoyar m ás de 20 proyec­tos de desa rro ll o económ ico, otorgó finan­c iam ientos por1 285 mil lo nes de dólares a c inco países de Amér ica Lat ina (B ras il , 722 m il Iones; Co lombia, 291; Ecuador, 229; Haití , 18 y Repúbli ca Dom ini cana. 25 mi ll o nes).

Por su parte. e l BID aprobó el 2 de di­c iembre créd itos por 714 m il lones ele dóla­res dest inados a los siguientes países: A r­genti na, 400 millones; Chil e, 120 millo nes; El Salvador, 20 millones; Paraguay, 24 mi­ll ones y Repúb lica Dom inica na, 150 m ill o­nes de dó lares .

Viaje de Reagan por países de América Latina

Con el p ropós ito de reconqu istar la con­fian za de América Latina en Estados Uni­dos, reforzar la amistad y la ayuda econó­mica. el pres idente Ronald Reaga n efec tuó un recorrido por cuatro paí ses de Ce ntro y Sudamér ica (B rasi l, Co lomb ia, Costa Ri ca y Hondu ras) de l 30 el e nov iembre al 4 de diciembre.

Du rante su estanc ia en Bras i l. el man­datar io es tadou ni dense tu vo conve rsac io-

Page 109: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

nes con el presidente Joao Bapt ista Figuei­redo y con gru pos de empresar ios, en las que se t rata ron puntos relac io nados con los probl emas económ icos y de coopera­c ión entre ambos países.

En e l plano económico bil ateral, Esta­dos Unidos otorgó a Brasi l un crédito por 1 200 millones de dólares, para hacer f rente a problemas de liquidez. Se firmaron acuer­dos para la "constitu c ión de com isiones ministeria les de trabajo sobre coope ra­ción nuclea r, industri al, m ilitar, económi­ca, finan ciera, c ientífi ca y tecnológica".

En un discurso pronunciado durante una cena ofrec ida a Reagan, e l Pres idente brasileño dijo que había c laras diferenc ias de posi ción políti ca de ambos gob iernos con respec to al conflicto centroamerica­no y señaló que en esa zona "deben respe­tarse e l derec ho de los pueb los y la sobe­raní a de los gob iernos, sin inj erenc ias o pres iones externas" .

En Co lombi a, Reagan y e l pres idente Be li sa ri o Betan cur conversaron sobre pro­bl em as económicos. Con la voz de los go­biernos que no hab laron con el Presidente de Estados Unidos, e l mandata ri o co lom­biano condenó la polít ica p rotecc ionista que "c ierra los mercados intern ac io nales a los productos básicos de la región". Asi­mismo, acusó al Gobierno de Washington " de limitar al FMI y al BID, y los cap ita les des tinados a fin anc iar los programas de desarro llo de las nac iones lat inoamer ica­

,nas". Tamb ién propuso a su homólogo es­tadounidense un " p lan de urgenc ia" pa ra lograr la paz políti ca, económica y soc ial.

Sobre el conflicto en Centroam éri ca, Reagan declaró que para alcanzar la paz se debe partir del acuerdo de cuatro pu n­tos a que llegaron los representantes de los países centroameri ca nos el 4 de oc­tubre pasado.

Por su pa rte, Beta ncur dijo que la paz " no se logrará ni con presiones ni con aislam ientos". Agregó que los gob iernos de la región ya " no pueden seguir de libe­rando sobre problemas abstrac tos, cuando ex isten hogares que arden activados por el fu ego de la injusti c ia soc ial u hostigados por m anos extranjeras". En Costa Rica, Reaga n fue recib ido con el lema of ic ia li s­ta " dos pueblos y un mismo idea l", al t iempo que los di ar ios ca pitalinos pub lica­ban inserc iones pagadas por grupos de in­telec tua les y sectores de izquierda que rec hazaban su presencia.

El presidente Lui s Alberto Monge dec laró: " nosotros siempre hemos sido

amigos de Estados Unidos. pero no hemos rec ibido la atención que merecemos co­mo sus aliados democrá ti cos. Ahora espe­ramos el ini c io de un proceso que le per­mita a Estados Unidos va lo rar con ju st ic ia la pos ic ión de Costa Rica ."

En la vis ita, de 20 horas, Monge y Rea­gan acord aron poner en marcha un pro­yecto de desa rroll o en la zona no rte del país. El titular de la Casa Blanca amenazó con pr ivar de l auxili o de Estad os Unidos a los países que insista n en desestabi li za r a sus vec inos, apoya r a la guerrill a y expo r­tar la vio lencia (en una c lara alu sión a N i­ca ragua), y agregó que dará firm e apoyo a los gobiernos de Costa Ri ca, E 1 Sa lvador, Guatema la y Hond uras.

En Honduras, últ imo punto de su gira, Rona ld Reaga n se reu nió con el presidente Roberto Suazo Córdova, y con Efraín Ríos Montt, pres idente de Guatemala. A l res­pec to, dec laró: " Mi gob ierno está conven­c ido de que, a través de la cooperac ión y la so lidar idad, nuestros países pueden pro­teger las inst it uc io nes democráticas y los sistemas económi cos de l mercado libre de los f alsos revo luc ionarios que tratan de destruir el c rec imiento e imponer e l tota li­t ari smo al mundo libre."

De Ríos Montt, el mandata ri o estado­unidense dijo que " ha contribu ido mu cho a mejorar el c lim a de las relac iones ent re nuestros dos gob iern os" y exa ltó " la gra n integr idad persona l del guatemalteco". Tamb ién señaió que Ríos Montt " quiere mejorar la ca lidad de vida de todos los ci udada nos guatema ltecos y promover la just ic ia soc ial". "Sabemos ahora mu cho más -agregó- sobre los prob lemas que enfrenta Guatemala y, de regreso a casa, haremos lo posibl e para ve r si podemos ser útil es en el ha ll azgo de algunas res­pues tas a estos p rob lemas. "

De las pl áticas con Suazo Córdova, Rea ga n dijo que "su país co labora rá dentro de sus posibilidades para detener el avance izquierd ista en Améri ca Cent ral". " He platicado con mi colega hondureño - dijo - sobre la situ ac ión que actua l­mente se vive en la zona, y estoy dec id ido a cooperar para contener el tota litari smo que intenta apoderarse del área".

Por su parte, Suazo Córd ova seña ló a Reagan que "es necesario el apoyo y la so­lidaridad de Estados Unidos para conjurar las amenazas que se derivan de la grave cri sis económica y del tota li ta ri smo intern ac iona l". D

1383

Productos básicos

Ca ña de azúca r: en búsqueda de nuevos usos

Bajo los ausp icios del Gobiern o de la Repú­bli ca Dominicana y de la OEA, representan­tes de Co lombia, Costa Rica, El Sa lvador, Guatema la, Nica ragua, Panamá, Surinam, Uruguay, Venezuela y Estados Unidos se reu nieron el 2 de nov iembre en la cap ital dominicana con el ob jeto de "es tab lecer un amp lio intercamb io de experienc ias sob re el aprovec ham iento indu str ial di ve r­sif ica do de la ca ña de azúca r", entre e ll as la generación de energía a partir de l al­coho l de ca ri a.

D iso lu ción de Pancafé

En una reu nión ce lebrada en Bogotá e l 16 de di c iemb re, Brasil , Co lo mbia, Cos ta Ri­ca, E 1 Salvador, Honduras y Venezue la, in­teg rantes de la Empresa Multinacional Pa­namericana del Café (Pancafé) reso lv ieron su d iso luc ión. Se d ij o q ue tal decis ió n se der ivó de los buenos resu ltados obtenidos en e l último acuerdo mund ial de l café, susc ri to rec ientemente en Londres. D

Argentina

In formación sobre desa parecidos

La agrupa c ió n de Fami li ares de Desa pare­c idos y Detenidos por Razones Políticas (FDRP) denu nció el 20 de octubre, ante la asamblea del ep iscopado argent ino, la ex iste nc ia de "cá rce les il ega les y secretas en las que detenidos-desaparecidos v iven o sobrev iven" en condi c iones deplorab les que afec tan su es tado psíqui co y fís ico.

Dos días despu és, la Asamb lea Perm a­nente de Defensa de los Derec hos Hum a­nos (AP DH) y el FDRP de nun ciaron que 400 cadáveres identifi cados como N.N. [No­men Nesc io, " no identificados" ], en el Ce­menteri o Parque de G rand Bourg, a 35 km de Buenos Aires, podrían ser de personas desaparec idas de 1976 a 1979. El ep isco­pado argentino, después de una reunió n rea li zada el 24 de octubre, condenó las desapari c io nes por m otivos po líti cos de mil es de personas.

El 27 de octubre, e l juez pena l enca rga­do de inves tigar la de nun c ia sobre los 400

Page 110: estri u ctu ri a 1

1384

cadáveres no identificados se dec laró " in­competente" y consideró que el caso debía ser tratado por la justi cia fed eral.

El pres idente de l Movimiento de Justic ia y Derechos Humanos del Brasil (MJDHB). J air Kr ischke, denunció que la lagu na de Chascomús. ubicada en las cercanías del Río de la Plata, " es un depósito de cadáve­res de presos po líti cos" argentinos.

El 2 de nov iembre, el presidente argen­t ino Reynaldo Bignone prometió buscar " la mejor so lución" para el prob lema de los desaparecidos.

En los prim eros días de noviembre, di­ve rsas organizaciones para la defensa de los derec hos hum anos habían in fo rm ado sobre numerosas tumbas en las que fueron enterrados, con las let ras N.N., 7183 des­apa rec idos po lít icos.

Apoyo del FMI

El 27 de octubre, el FMI otorgó un crédito sta nd-by al Gobierno argentino por cas i 2 000 millones de dólares. disponibl es en enero de 1983. Dicho monto deberá cu­brirse en 15 meses. No se informó sobre las condi c iones del empréstito.

Cambios en la política monetaria y cambia ria

El ministro de Economía, Jorge Wehbe, anunc ió el 29 de octubre un nuevo conjun­to de medidas económi cas, entre las que destaca n una devaluaci ón del peso argen­tino de 15%, un mercado único de ca m­bios cuya cot izac ión será fij ada diaria­mente por el Banco Central y una tasa de interés de 8.5 % para los depósitos a 30 días (la tasa anterior era de 7 por c iento).

Propuesta sobre las Malvina s

Con 90 votos a f avor y 12 en contra, la Asamb lea General de las Nac iones Unidas aprobó el 4 de noviembre un proyec to de reso luc ión que recomi enda a Gran Breta­ña y Argentina iniciar negoc iaciones "para encontrar lo más rápid amente posibl e una so lu ción pacífi ca al conflicto de sobera­nía del archipiélago".

Acuerdo financiero

E 1 8 de nov iembre se inform ó que cuatro bancos británicos (Lloyds, Barc lays, Na­tiona l W estminster y Midland) y el Gobier­no argent ino acord aron postergar por se is meses el pago de 440 millones de dólares,

por concepto de intereses no cubiertos a ca usa de las sanciones estab lec idas duran­te la guerra de las Ma lvinas .

Créditos del ex terior

E 111 de nov iembre, el Gob ierno argent ino logró que diez bancos extranjeros le otor­gara n un préstamo por 1 350 mi ll ones de dólares, para el pago de intereses de su deuda extern a, qu e asc iende a 36 600 mi­llones de dólares .

Paro general

En demanda de aumentos sa lar iales, la li­beración de dirigentes sind ica les enca rce­lados y el retorno al rég imen democrático. las o rga ni zac iones si ndi ca les decreta ron el 6 de dic iembre una huelga genera l de 24 horas. que según sus dirigentes tu vo un éx ito casi to ta l y se convirtió en un plebis­c ito contra el rég imen militar.

Exigen el retorno a la democracia

M ás de 100 000 personas pa rti c iparon el 16 de dic iembre en una " Marcha por la de­mocrac ia y la reconstrucción nac ional ". La manifes tac ión, convocada por la Con­vergenc ia Multipartidaria (organismo inte­grado por las cinco fuerzas políticas prin­cipales de A rgentina). culminó frente a la Casa Rosada, sede del Gobierno. D

Bolivia

A rce Gómez se reconoce responsable

En relación con el asesinato del líder so­cialista boliviano Marce lo Quiroga Santa Cru z, ocurrido durante el go lpe militar del 17 de julio de 1980, el exministro del Inte­rior, coronel Lui s Arce Gómez, declaró, el 27 de octubre, que " el mando no se delega. Yo era el responsable de los grupos parami­litares cuando balearon a Qu iroga Santa Cru z; por lo tanto el responsable soy yo." Asimismo, se responsabilizó de lo ocurrido el 9 de enero de 1981 , cuando una fracción de las fuerzas de seguridad dio muerte a ocho jóvenes miembros del Movimiento de Izquierda Revo lu cionari a (MIR).

Plan económico de emergenc ia

E 1 6 de noviembre. el presidente Hern án Siles Suazo informó de la apli cac ión de una severa polít ica económica de austeri­dad. Previam ente, e l Gobierno había de­cretado que todas las deudas y transac-

recuento lat inoamericano

c iones intern as rea li zadas en moneda estadou nidense se convert iría n a moneda nacional. al tipo de cambio medio ponde­rado de 145.40 pesos bo li vianos por dólar. La cot izac ión en el mercado habí a llegado hasta 280 pesos por dólar.

Oposición empresarial al régimen

El 25 de noviembre, la Confedera c ión de Empresa ri os Privados de Bolivia manifestó su ab ierta oposic ión a las medidas econó­mi cas adoptad as por el gobierno de Hernán Si les Su azo. En un documento pub licado en los diari os, los empresa ri os critican las difí c il es condi c iones de las empresas esta­tales y la política de es tat izac ión de I¡ economía . También proponen la " rac ion a: li zac ión y reducc ión del gasto públi co y del aparato productivo estatal " , el res­tablecimiento del c lim a de conf ianza que afectó el ahorro y la inversión, y la preser­vación de l sec tor finan ciero privado.

Nac iona lizan empresa eléctri ca

El 30 de noviembre. la Cámara de Diputa­dos aprobó ( luego de tres semanas de de­bates) la ley qu e nacionali za la empresa canad iense Boli v ian Power Company, si n que ésta tenga que recibir necesari amente indem nizac ión alguna. A partir de la apro­bac ión, el Estado maneja 40 % de los ser­vicios eléc tricos del país .

Conflictos laborales

En respaldo al gobi ern o de Sil es Suazo, el 2 de diciembre 50 000 trabajadores mi-n eros reso lvieron aceptar la propuesta gu­bern amental de no aumentar los sa larios, pero condic ionada a que la empresa es ta­tal Corporación Minera de Bolivia (Comi- ' bol) continúe pagándoles un bono transito­rio equiva lente a 35 dólares hasta febrero próximo, y a que se les paguen los nuevos sa larios propuestos por el Gobierno con retroac tivid ad al mes de agosto último. Al mismo tiempo, la Federación Sindica l de Trabajadores Mineros seguirá negociando el sa lario mínim o con esca la móv il.

El 9 de dic iembre la Central Obrera Boli­viana instó por segunda vez a los parlamen­tarios a que " moderen su comportamiento en cuanto a las acc iones que emprende el Gob ierno", porque de segu ir con su labor obstruccionista la c lase trabajadora se ve­rá ob ligada a responder a esas acciones.

A su vez. los traba jadores de la admi­nistrac ión públi ca efectuaron un paro de 24 horas, el 14 de di c iembre, en demanda

Page 111: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

de su sindi ca li zac ión, y so li c itaro n ladero­gac ión del artículo 104 de la Ley Genera l del Trabajo, que la impide. O

Brasil

Contiendas electora les

Con la part icipac ió n de l Partido del Movi­miento Democrático Brasil eño (PMDB), el Partido Democráti co Soc ial (PDS), el Parti­do Labor ista Democrático (P LD) y el Part i­do de los Traba jado res (PT) e l 15 de no­viembre se llevaron a cabo las elecc iones ) ara eleg ir gobern adores y miembros de l Co leg io El ectora l (que eleg irá al sustituto de Joao Baptista Figueiredo, en 1985) Al términ o de las votac iones, fuentes of ic ia­les dieron la sigu iente in formación preli­minar: en los es tad os de Sao Paulo, Pa raná y Goiás, el PMDB obtuvo el t riu nfo; en Río de J aneiro, ga nó Leonel Bri zo la, de l PD L; en Minas Gera is, aú n no se defi ní a la reñ i­da lu cha entre el PDS (gubern amental) y el PMD B, mientras que el PDS se at ribuí a la v ictori a en por los menos trece estados y los parti dos opos ito res en otros siete. As i­mis mo, se inform ó que el PDS conf iaba o b­tene r 344 de los 686 miembros que in te­gra n el Co leg io E lectora l. O

Colombia

Anulan contrato a transna cional

E 1 Gobierno col ombiano ca nce ló el 31 de octubre un contrato de expl ora c ión petro­lera, firmado el 21 de abr il de este año, entre la empresa Estatal Compañí a Co­lombiana de Pet ró leos (E cope trol) y la es­tadounidense Continenta l Oi l Company, deb ido a que la f ili al espec iali zada en exp lotac ión ca rbon ífera de esa empresa, Conso lid at ion Coa l Company (Consol), in­currió en irregu lar idades.

Premio Nobe l de Literatura

Vestido con el traje que usa n los campes i­nos de l norte de Co lombia (e l " liqui-liqui" ), Gabriel García Márquez, de 55 años de edad, rec ibió el 10 de dic iembre, de ma­nos del rey Ca rl os Gustavo de Suec ia, el Premio Nobel de Li te ratura 1982, que o to r­ga la Academi a Sueca .

En Bogotá, el p res idente co lomb iano Beli sa ri o Betancur dec laró, en la mism a f ec ha, que su país se encontraba alboroza-

do y orgu ll oso por la d ist inc ión otorgada a Ga rcía Márquez. O

Interviene el Gobierno plantaciones ba naneras

Costa Rica

E 1 13 de noviembre, el presidente Lui s Al ­berto M o nge dec retó la intervenció n tem­poral del Gobiern o en las p lantac iones ba naneras de la zona at lánti ca del paí s, que se encontraban pa rali zadas por un a huelga desde e l 18 de septiembre.

Crédito del BID

E 11 8 de nov iem bre, el BID otorgó un créd ito por 9.7 m illones de dó lares al Instituto de Fomento y Aseso rí a Munic ipa l, para apo­ya r el desarrollo del medio rura l. El présta­mo tendrá un p lazo de ve ncim iento de 30 años y una ta sa de interés de 2% anu a l. O

Cuba

Comité de Comercio Cubano-Británico

A nte la presencia de más de 80 industri a­les, comerc iantes y banqueros br itánicos, el 21 de nov iembre se constituyó el Comité de Comerc io Cuba-Re ino Unido. El organis­mo ti ene como objeto impulsa r el inter­cambio comercial y las relaciones bilate­rales entre ambas naciones. O

Chile

"Expuls iones para ga rantiza r la paz soc ial"

Por encabeza r una manifestación contra la po lí t ica económi ca que impera en Chil e los dirigentes de la Coordin adora Nac io­nal Sindi ca l (CNS), M anu el Bustos y Héctor Cuevas, fu eron expul sados del país el 3 de noviembre por el gob ierno de A ugusto Pinochet.

El ministro de l Interi or, general Enrique Montero, dec laró que " la situac ión en ge­nera l es bas tante tra nqu il a" y que "está todo bajo abso luto contro l".

Regreso condicionado

El Gobierno chileno decretó, el 8 de no­v iembre, al creac ión de una Comis ión Espe-

1385

cial que es tud iará la situ ación de los ex ili a­dos que t ienen prohibido vo lve r a Chil e y propondrá reso luc iones sobre su situac ión.

El general Pinoc het dec laró qu e "e l re­to rno es tará condi c ion ado a que los exi­liados reconozcan la leg itimidad del go­bierno y prometan .. . [n o reinc idir en] las acc io nes que mot iva ron la medida de im­pedim ento de vo lve r al país". La Comis ió n es tará presid id a por el ministro de l In te­ri o r, gene ral Enriqu e Montero.

Medidas contra el desempleo

El ministro de Econo mí a y Hac iend a, Ro lf Lu der, d io a conocer e l 16 de nov iembre un p lan de diez puntos por med io del cual se in tenta rá di sm inuir la tasa de de­sempl eo de 25.2%. El f un c io nar io dec laró que se pretende red uc ir el desempleo a 15 % en e l prim er trimestre de 1983 y a 10% en igua l pe rí odo de 1984.

El p lan también contempla, entre otras med idas, la venta de empresas estatal es al sector pr ivado y la part ic ipac ión del Esta­do en otras; construcc ió n de obras públi­cas, part ic ipación privada en el tra nsporte aéreo y en la act ividad portuaria; créd itos al secto r minero y a pequeñas indu stria s hasta por 17 millo nes de dólares; redu c­c ión de las tasas de interés de las institu­c io nes fin ancieras estatal es y facilid ades para la renegoc iac ión de deudas. O

Incremento en las tarifas del transporte urbano

Ecuador

Tras quin ce dí as de inactividad de los autobuses del transporte urbano, en pro­testa por e l alza de prec io de la gaso lin a dec retado por el gobierno de Osva ldo Hurtado, el 30 de oc tubre se norm al izó el se rvi c io de transporte co lectivo, a l obte­ner un aumento en sus tarif as de 50% en los se rv ic ios urbanos y de 30% en los interp rov inc ial es. O

El Salvador

El Gobierno rechaza el diálogo

Durante la segunda quincena de octubre y la primera de nov iembre las ac tividad es m il ita res se in tensificaron a raíz de qu e el Frente Fa rabundo M artí para la Libera c ión

Page 112: estri u ctu ri a 1

1386

Nacional (FM LN) arrec ió su ca m paña mili­ta r denominada " Héroes y Márt ires de oc tubre", y las fu erzas gubern amenta les aumentaron su contraofensiva, aunque sin éx ito. En el aspecto po líti co destaca n los siguientes acontec imientos .

21 de octubre. La Conferenc ia Perm a­nente de Partid os Polí t icos de A méri ca La­tina (Copppal) env ió una ca rta abierta al pres idente sa lvadoreño, Á lvaro Magaña, pid iendo la liberac ión de los siguientes lí­deres po lí t icos y sindica les, detenidos en oc tubre: M auric io Do menech, Jorge He­rrera y David Elí as Guadrón del M ov imien­to Nac io nal Revo lu c ionari o (MNR); Lui s M enjívar de l M ov im iento Independiente de Profes iona les y Técnicos de El Sa lvador (M IPTE S), y los l íderes sindicales Pedro Ramí rez, Pab lo Ramírez, Héctor Fernández, Daniel Áva los y Raú l Castro Palomares.

La Copppa l in formó a Magaña que ha rec ibido de las organizac iones " revo luc io­nari as y democ rát icas de El Sa lvador p lan­tea mientos que muestran una vo lun tad plurali sta que req uiere la part ic ipac ión de la igles ia, sec to res empresa ri ales, po lí ticos y militares en un amplio diálogo nac ional que pos ibili te la soluc ión negoc iada y de­tenga e l derramamiento de sangre".

26 de octubre. El pres idente del Frente Democráti co Revo luc io nari o (FDR), Gui­llerm o Ungo, y A na Guada lupe Martín ez, del FM LN, propu sieron un p lan consistente en:

1) Ini c iar un diá logo d irec to, sin cond i­c iones prev ias, orientado a encontrar los caminos que conduzcan al es tablec im iento de la paz y la justi cia soc ial en E 1 Sa lvador y que contribuyan a d istender la reg ión centroameri cana. 2) Des ignar delegados pleni potenc iari os para e l ef ec to. 3) 1 n­tegrar un grupo de " buenos ofi c ios" que ponga en contac to a las pa rtes involu cra­das y acuerde los pro cedimientos del diá­logo. 4) Examinar las form as de parti c ipa­c ión de otros sectores: part idos po líticos, sindi catos, asociac iones de empresa ri os, grupos ec les iásti cos, universidades y o rga­nizac io nes gremia les. 5) Permi t ir la pre­senc ia de " testi gos so lventes nac ionales o extranj eros, segú n se convenga".

27 de octubre. Un vocero del pres iden­te sa lvadoreño respondió que el gobiern o ya habí a instado a los rebeldes a deponer las arm as y presenta rse a e lecc iones pres i­denc iales para mayo de 1984. E 1 ministro de Def ensa, José Guillerm o García, y el pres idente de la Asamblea Const ituyente,

Roberto D ' A u bu isson, ta mbién se opu sie­ron al d iálogo.

E 1 gob iern o es tadounidense rat if icó su apoyo al pres idente Á lva ro Magaña. José Napoleón Dua rte, lí der de la democ rac ia cri sti ana, condi c io nó las pos ib ili dades de l diálogo a q ue " los secto res invo lu crados demuest ren pú bli ca mente su opos ic ión a la al te rn ativa de la v iolenc ia para tomar el poder".

En cambio, el arzob ispo de San Sa lva­dor, A rturo Ri ve ra y Damas, dec laró: "yo veo que la propues ta de Guill erm o Ungo es oportun a; siempre he insistido en la bús­queda de una sa l id a po líti ca, y las cor: ver­sacion es entre el gobierno y la izquierda deben ci arse".

5 de noviembre. El presidente Á lvaro Magaña dec laró a peri od istas que " su go­bierno ha descartado negociac iones inm e­diatas con los guerr ill eros y que la Comi­sión de Pa z, creada a ra íz del Pacto de Apaneca", se rá qu ien decida sobre la posi­b ilidad de conversar con los insurgen tes, para poner f in " pac íf icamente a la guerra c iv il ".

8 de noviembre. Un grupo de of ic ia les de l ejérc ito sa lvadoreño, de nom inado "Sec to r de Mandos Med ios de Combate de la Fuerza Arm ada", entregó a co rresponsa­les acredi tados en El Sa lvador un comuni­cado en e l que inv itan a un aná li sis del d iálogo propuesto por e l FMLN. Indica n que serí a conveniente ve r "a nuestros diri­gentes po lí t icos t ratar de encontra r una sa lida lóg ica y razonab le a este impasse que estamos v iv iendo", pues ni la econo­mía ni la soc iedad pueden res istir más. "Nosotros, los combatientes rea les que d i­ri gimos en el cam po de bata ll a a nu estras unidades, les invitamos a que pl ati quen y lleguen hasta los más recónditos pobl a­dos, que tamb ién son pa rte de nu es t ro pueblo, y sienta n lo que es v iv ir por meses sin alimentac ió n, sin atenc ión méd ica, sin t ranspo rte, sin energía eléc tri ca, sin agua, et cétera."

22 de noviembre. La emisora Radio Ve nce remos, del FMLN, denunc ió que av iones A-37 de la Fuerza Aé rea de Hon­duras bombard earon algunas zonas de l territo rio sa lvado reño, entre ell as Chala­tenango y Morazán. As imismo, la em isora acusó al ejérc ito hondureño de haber ase­sin ado a 40 campes inos en una operac ión contra insurgente .

24 de noviembre . El FM LN inform ó que

recuento latinoamericano

sus mili ta ntes habían d ina mi tado va ri as to rres de al ta tensión, con lo que toda la zona o ri enta l de l país quedó sin energía.

27 de noviembre. Radio Venceremos not if icó que los asesores estadoun idenses tom arí an próx im amente el contro l tota l de la condu cc ión de las operac iones m ili­ta res. A l d ía siguiente, la misma f uente in­f orm ó que de nu evo un av ión ho ndureño. había incursionado en te rri tori o sa lvadore­ño y bombardeado t res loca lidades. O

Guatemala

Continúa el estado de sitio

El 28 de octubre, el gobierno m il itar de Efraí n Ríos Montt anunció que se prorro­gará por tod o e l mes ele nov iem bre e l esta­do de sit io estab lec ido el 1 de jul io pasa­do. Se dijo que aún se mantienen las con­d ic iones que dieron or igen al mismo. O

Orga nizac iones sindica les condenan la represió n

Honduras

Lí deres de la Confederac ión Genera l de Traba jadores de la Federac ión Centra l de Si nd ica tos de Trabajadores Libres de Hon­duras y de la Federac ión U ni ta ri a de Tra­bajadores de Honduras condena ro n, el 25 de octubre, a l gob ierno de Roberto Suazo Córdoba " por su po lí t ica repres iva y ant i­popul ar", así como por " ma ntener un es­tado de si t io no dec larado".

Crédito de i FM I

El 7 de nov iembre se info rm ó que el FM I otorgó un prés tamo al gobierno de Hond u­ras por 42 mi ll ones de dó lares con el f in de ajustar su ba lanza de pagos. De d icho monto, 26.1 mill ones de dólares co rres­ponden a un créd ito compensatori o por la ca ída de las exportac iones y será n entre­gados de inmed iato. La d ifere ncia se otor­gará en cuat ro g iros t ri mestrales a part i r del 15 del mismo mes.

La paz entre las bayonetas y la diplomacia

El ca nc iller hondureño, Edgardo Pa z Bar­nica, dec laró el 14 de nov iembre que su país " no leva ntará un dedo contra N icara­gua"; se is días después, e l comanda nte de

Page 113: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982

las Fuerzas Armadas de Hondu ras, Gustavo Álva rez Martínez, af irmó que el régimen ni­caragüense era una "cabeza de playa ele la conspi ra c ión com unista" y que " los nueve co m andantes sand inistas son enem igos de Honduras y no han de cesa r en su intento de desestabil izar al gobierno de l pres iden­te Robert o Sua zo Có rclova". Álva rez Mar­tíne z agregó que se estudia la pos ibilidad ele estab lecer una ali anza entre los ejérc i­tos ele El Sa lvador, Guatema la y Hondu­ras, para combat ir la "subversión"

Convenio para compra r armas

E 1 9 de dic iembre, fuentes cercanas al Go­.b ierno informaron que durante la v isita del m inistro de Defensa de Israel, Arie l Sharon, se suscrib ió con Honduras un con­venio para la venta de un cuantioso volu­men de arm as. D

Nicaragua

Comisión para el desempleo

E 117 de octubre se anun c ió la creación de una Comisión de Emergencia pa ra atender el problema de l desempleo D ic ho o rga­nismo contará con un presupuesto de 19 mi ll ones de dól ares para la creac ión de nuevas fuentes de traba jo.

Miembro del Consejo de Seguridad

El 19 de octubre, N icaragua fue electa miembro del Conse jo de Seguridad de la ONU (cargo que ocupará a part ir de l 1 de enero de 1983) con 104 votos a f avor, lo que según e l ca nc ill er M igue l D'Escotto Brockmann const ituye, "desde e l punto de vista polít ico'', un "apoyo abrumador" a "u n puebl o que ha sido exp lotado y mar­ginado por tanto ti empo". Este tr iunfo, agregó e l Canc ill er, es aú n más im portante

·rite la amenaza de una invas ión, en 1u ier momento, por parte de un país

". Por ú l timo, D'Escotto demandó rno de Reagan el respeto a los s de la Carta de la ONU y que " no ·u derecho a l veto para obstaCLJ­

cionam iento de l Conse jo".

de Belice"

•re, trece partidos po líti cos ·oamer icanos y del Caribe, cap ita l beliceña, f irm aron lenominado "Dec larac ión ned io de l cual condenan :ualqu ier man iobra po lí-

tica o militar promov ida por intereses ex­trañ os a la reg ió n tendiente a aislar o agre­dir a N icaragua"

Los partidos firmantes de la dec lara­ci ón son: el Frente Sandin ista de Libera­ci ón Nac io nal, de Nicara gua; Liberación i'-l aciona l, ele Costa Ri ca; Movimiento Na­c ional Revo lucionario de E 1 Sa lvado r; Pa rti­do Revo lu c ionario Democrático, de Pana­má; Pa rt ido Revolucionar io Dom inicano; Alia nz a Liberal, ele Honduras; Acc ión De­mocrática, ele Venezue la; Part ido Soc iali s­ta Democrático, ele Guatemala; Partido Nacional de l Pueblo, el e Jam aica; Movi­m iento Nueva Joya, de Granada; Part ido Revo lucionario Inst ituciona l, de México; Partido Laborista de Barbados, y Part ido Pu eb lo Un ido, ele Be li ce.

Estado ele emergencia militar en zonas fronteri za s

El Gobierno sa ndini sta denu nció que "sec­tores de l Ejército de Ho ndu ras" apoyan a exguardias somoc istas con el propósito - apoyado por el Gob ierno ele Estados Un idos - de "agred ir, desestabi li zar, ate­rrorizar" a N icaragua y destru ir así "e l tr iun fo revoluc ionario" en este país. Por tal motivo, el 4 de nov iembre e l Gobierno el e Recon strucción Nac ion al dec retó e l es­tado de emergencia mi li tar de seis zonas de la f rontera con Honduras. Al mismo tiempo, el Gob ierno nicaragüense informó que se pro longa por seis meses el estado de emergenc ia nac iona l (e l pr imer decreto de emergenci a nac ional se emit ió en mar­zo ele este año).

Se demanda la liberac ión ele ca mpesinos secuestrados

El 10 de nov iembre, el Gobierno sand inista ex igió al de Honduras la devoluc ión de 42 campes inos secuestrados por bandas so­mocistas en e l sit io ll amado Las Manos, departamento de Nueva Segov ia. Simultá­neamente se presen tó una nota de protes­ta al Conse jo de Seguridad y a l sec retario genera l de la ONU, Jav ier Pérez de Cué ll ar.

La Comunbana comercializa rá el banano nicaragüense

El 23 de nov iembre, el d irector de la Unión de Pa íses Exportadores de Banano (UPEB), Ca rl os Manuel Zerón, anu nció que a con­secuencia del incumplimiento de l contra­to de la transnaciona l estadounidense Standard Frui t, que además se ret iró de Ni­caragua, la empresa Comerc iali zadora Mu lt in ac iona l de l Banano (Comunbana)

1387

br indará su cooperación y comerc iali za rá el próximo año el banano nicaragüense. D

Enmienda contra la ayuda de grupos contra rrevolucionarios

El 8 de diciembre, la Cáma ra de D ipu tados estadounidense aprobó en forma unánime una enm ienda que prohíbe al Departamen­to de Defensa ut ili zar fondos y p roveer de equ ipo, conse jo y entrenamiento militar, o cua lquier otro apoyo, a elementos o gru­pos que "no siendo parte de las fue rzas ar­madas de un pa ís, busq uen derrocar al go­b iern o de N ica ragua". En la dec isión están in c lu idas ta nto las act iv idades de ese De­partamento com o de la CIA. D

Perú

Suspenden exportaciones ele texti les

El 18 de nov iembre, la Asociac ión de Ex­portadores de Perú y la Soc iedad Nac iona l de 1 ndustrias acordaron suspender las ex­portac iones de productos textiles a Esta­dos Unidos a ca usa de una tasa arance la­ria de 40% que se ap li cará a esos bienes. Dicha dec isión costará al paí s 60 millones de dólares anua les y el desempleo de unos 4 000 traba jadores D

Uruguay

Semanario clausurado

E 1 25 de octubre, el Gobierno uruguayo de­cretó la clausura de la rev ista semanal de orientac ión demócrata c rist iana, Opción, por difund ir la creac ión de una Com isió n que promovería la votac ión en blanco du­rante las elecc iones de noviembre.

E lecc iones partidaria s

El 28 de noviem bre se ll evaron a cabo elecc iones para des ignar a los 500 miem­b ros de las convenc iones de tres partidos reconocidos of ic ialm ente: Co lorado, Na­c iona l y Unión Cív ica; sigue proscr ito e l Frente Amp lio, que agrupó en las elecc io­nes anter iores a las fuerzas de izq uierda. Según los cómputos pre li minares, los vo­tos opositores a l rég imen sum aba n 80% de los sufragios. El siguiente paso es e l nombramiento de los representantes part i­dar ios, para negoc iar con el gobierno los térm inos de una nueva Const itu c ión, que se rá sometida a plebiscito en 1984 junto con las e lecc iones genera les. D

Page 114: estri u ctu ri a 1

Sumario estadístico* DEPARTAMENTO DE ESTUD IOS Y PROYECTOS

- o -JiC 141 OJ

Comercio exterior de México FOB [resu menJ1 (Enero-septiembre, 2 miles de dólares)

Concepto

Exporta c ión tota13

Del sector público Del sector privado

lmportaci ón4

Del sector públi co Del sector privado

Sa ldo Del sector público Del sector privado

198'/

14 548 298 11837020

2 711 278

17 236 450 6 273125

10963325

2 688 152 5 563 895 8 252 047

1982

14 864 582 12573 104

2 291 478

11 987 271 3 785 064 8 202 207

2 877 311 8 788 040 5 91 o 279

"72C.1YT • ' México: bala~nza comerc ial p'or sectores de origen y tipo de producto1 (FOB) [Enero-septiembre, 2 miles de dólares)

Concepto

Total

Bienes de consumo Bienes de uso intermedio Bienes de capita l

Agricultura y silvicultura Bienes de consumo Bienes de uso intermedio Bienes de capital

Ganadería, apicultura, caza y pesca

Bienes de consumo Bienes de uso intermed io Bienes de uso cap ital

Industria extractiva Bienes de uso intermedio

Industria manufacturera Bienes de consumo Bienes de uso intermedio Bienes de capital

Otros productos no clasificados Bienes de consumo Bienes de uso intermed io Bienes de cap ital

Exportación 3

1981 1982

14 548 298 14 864 582

1 234 845 985 852 131 25 298 13726574

188 155 152 156

1109854 821 913 530 350 364 976 579 504 456 937

95 429 90 357 1 509 1 079

90 543 86 072 3 377 3 206

1 o 929 336 11 790 254 10 929 336 11790254

2410558 2 060 118 702 798 619 724

1 522 982 1 291 443 184 778 148 951

3 121 101 940 187 71

2 934 101 869

lmportación4 Saldo

1981 1982 1981

17 236 450 11987271 2 688 152

1 883 814 1218719 648 969 10 062 307 7 554142 3 062 991

5 290 329 3 214 410 5102 174

1 686 063 686 243 576 209 194 542 130 792 335 808

1 485 949 550 331 906 445 5 572 5 120 5 572

141 961 126 051 46 532 13 986 3104 12 477 93 312 79 985 2 769 34 663 42 962 31 286

201 316 137 675 10 728 020 201 316 137 675 10 728 020

15 025 568 9 720 740 -12 615 010 1 505 860 954 632 803 062 8 274 502 5 602 016 6 751 520 5 245 206 3164 092 5 060 428

181 542 1 316 562 178 421 169 426 130 191 169 239

7 228 1184135 4 294 4 888 2 236 4 888

Variaciones

Absolutas Relativas (%)

316 284 2.2 736 084 6.2 419 800 - 15.5

-5 249179 -30.5 -2 488 061 -39.7 -2 761118 -25.2

3 224145 57.9 -2 341 768 -28.4

1982

2 887 311

232 867 6172 432 3 062 254

135 670 234 184 93 394 5120

35 694 2 025 6 087

39 756

11652579 11 652 579

7 660 622 334 908

4310573 3 015141

1 214622 130 120

1 082 266 2 236

Variación % 1982-1981

Exportación Importación

2 2 30.5

-20.2 35.3 4.6 24.9

-19.1 39 .2

-25.9 59 .3 -31 .2 32.8 -21 .2 63.0

5.3 -28.5

4.9 5.1

7.9 7.9

-14.5 -11 .8 -15.2 -19.4

a -62.0

a

8.1

11 .2 77.8 11.3 23.9

* Elaborado por José Valero Ríos con base en datos de la Coord in ac ión General de los Servicios Nacionales de Estadística, Geogra SPP. A partir de septiembre las cifras de esta secc ión se reagruparon con un criter io ana líti co más amplio con objeto de au xiliar , notas se agrupan al fin al de la secc ión.

-------·

Page 115: estri u ctu ri a 1

comercio exterior, diciembre de 1982 1389

_. ó

52 (' 1 <,f r ,. 3 '" 'J

México: ba lanza comerc ial por sectores de origen1 (FOB) (Enero-sept iembre, 2 miles de dólares]

1981 1982

Exporta ción3 lmportación4 Exportación3 lmportación4 Saldo

Concepto Valor % Valor % Valor % Valor % 1981 1982

Total 14 548 298 100.0 17 236 450 100.0 14 864 582 100.0 1"I 987 271 100.0 2 688 152 2 877 311

Agricultura 1109854 7.6 1 686 063 9.8 821 913 5.5 686 243 5.7 576 209 135 670

Canaderia y apicultura 92150 0.6 138 267 0.8 87 462 0.6 123 043 1.0 46117 35 581

Caza y pesca 3 279 3 694 2 895 3 008 415 113

Industria extractiva 10 929 336 75 .1 201 316 1.2 11790254 79.3 137 675 1 .1 10 728 020 11 652 579 Petróleo y gas natural 10392384 71.4 7 711 11 433 319 76.9 3174 10384673 11 430145 Minerales metálicos 309 742 2.1 47 881 0.3 217 493 1 .5 15 820 0.1 261 861 201 673 Minerales no metálicos 227 210 1.6 145 724 0.9 129 442 0.9 118 680 0.9 81 486 10 762

Industria manufacturera 2 410 558 16.6 15 025 568 87 .2 2060118 13.9 9 720 740 81 .1 -12 615 010 7 660 622 Ali mentos, bebidas y tabaco ~55 920 3.1 723 702 4.2 443 647 3.0 496 820 4.1 267 782 53 173 Textiles y prendas de vestir 115 511 0.8 253 867 1 .5 93141 0.6 221 047 1 .8 138 356 127 906 Pieles, cueros y sus manufacturas 22 552 0.2 25177 0.1 17199 0.1 10 516 0.1 2 625 6 683 Made ras e n manufacturas 46126 0.3 65 418 0.4 38 667 0.3 42 996 0.4 19 292 4 329 Papel, impre nta e industria editorial 60 453 0.4 520 225 3.0 58 979 0.4 374 419 3.1 459 772 315 440 Derivados del petróleo 414 787 2.9 300 871 1.7 213 870 1.4 326 484 2.7 113 916 112 614 Petroq uími ca 94 942 0.7 409 012 2.4 92 613 0.6 275 597 2.3 314 070 182 984 Química 315 078 2.4 1 291 708 7.5 302 785 2.0 988 821 8.2 940 630 686 036 Prod uctos de plástico y de caucho 16 369 0.1 292 284 1.7 17 185 0.1 159 942 1 .3 275 915 142 757 Manufacturas de minerales no

metá licos 95 400 0.7 149 675 0.9 96 618 0.7 95 533 0.8 54 275 1 085 Siderurgia 49 827 0.3 1 587 956 9.2 57 641 0.4 816 515 6.8 1 538129 758 874 Minerometalurgia 56 898 0.4 453 568 2.6 48 827 0.3 239 252 2.0 396 670 190 425 Vehículos para e l transporte, sus

partes y refaccion es 295 902 2.0 2 659 011 15.4 302 713 2.0 1 577148 13.2 2363109 1274435 a) Autotransporte 292 236 2.0 1 828 602 10.6 301 333 2.0 1 085118 9.1 1 536 366 783 785 b) Aerotransporte 2 326 245 754 1.4 1199 143 324 1.2 243 428 142 125 c) Ferrocarri l ·1 223 299 032 1.7 152 170 703 1.4 297 809 170 551 d) Navegac ión 117 285 623 1 .6 29 178 003 1 .5 285 506 177 974

Productos metá licos, maq uinaria y equipo industr ial 334 793 2.3 6 293 094 36.5 276 233 1.9 4 095 650 34.2 5 958 301 3819417 a) Para Ja agr icultura y ganadería 6 810 319 077 1 .9 8 837 0.1 179 536 1.5 312 267 170 699 b) Equipo profesional y científico 5 848 318 094 1.8 3 012 228 587 1 .9 312 246 225 575 c) Equipos y aparatos eléc tricos y

electrón icos 83 340 0.6 1 028 896 6.0 61 505 0.4 783 611 6.5 945 546 722 106 d) Aparatos de fotog rafía, óptica y

relojería 6 436 174 749 1 .0 12 891 0.1 101 636 0.8 168 313 88 745 e) Alhajas y obras de metal 4 676 12 482 0.1 2 977 7 449 0.1 7 806 4 472 f) Maquinaria , equipos y productos

diversos 227 683 1 .6 4 439 796 25.7 187 011 1 .3 2 794 831 23.3 4 212 113 2 607 820

Productos no clasificados 3 ·121 181 542 1 .0 101 940 0.7 1 316 562 11 .1 178 421 1 214 622

1 . Excluye la s operaciones de las maquiladoras es tab lecidas en las zonas y perímetros libres. 2. Cifras preliminares. 3. Inc luye reva luac ión. ~. 1 nc luye franj as fronterizas y zo nas 1 ibres. a. El incremento es supe rior a 1 000 por ciento.

Page 116: estri u ctu ri a 1

Siglas y abreviaturas

AHMSA ALADI Bancomext Banobras

Banrural BID BIRF

CAME Canacintra

Caricom Cedis CEE CE PAL Ceprofis CFE Conacyt Conasupo

Concamin

Concanaco

Coparmex

Cop lam ar

CTM DDF DEG DGE o.o. FAO

Fertimex Ferronales FIRA

FMI Fogain

Fomex

Fomin Fonatur Fonei Fonep GATT

ILP ES

IMC E IMP IMSS lntal

A ltos Hornos de México, S.A . A soc ia c ión Lat inoameri cana de Integrac ión Banco Nacional de Comercio Exter ior, S.A. Banco Nacional de Obras y Servicios

Públicos, S.A. Banco Nacional de Crédito Rural, S.A. Banco Interam ericano de Desarrollo Banco 1 nternacional de Reconstrución y

Fomento (Banco Mundial) Consejo de Ayuda Mutua Económica Cámara Nac iona l de la Industria de

Transformación Comunidad del Caribe Certificados de Devolución de Impuestos Comunidad Económica Europea Comisión Económica para Amér ica Latina Cert if icados de Promoción Fiscal Comisión Federal de Electricidad Consejo Nacional de Cienc ia y Tecnología Compaf'lía Naciona l de Subsistencias

Popul ares Confederac ión de Cámaras Industriales

de los Estados Unidos Mex icanos Confederación de Cámaras Naciona les de

Comercio Confederación Patronal de la República

Mexicana Coordinación General del Plan Nacional de

Zonas Deprimidas y Grupos Marg inados Confederación de Trabajadores de México Departamento del Distrito Federal Derechos Especiales de G iro Dirección Genera l de Estadística OiariQ Oficial Organización de las Naciones Unidas para la

Agricultura y la Alimentación Fertilizantes Mexicanos Ferrocarriles Naciona les de México Fideicomisos lnstituroos en Relación con la

Agricultura Fondo Monetario Internaciona l Fondo de Garantía y Fomento a la 1 ndustria

Mediana y Pequef'la Fondo para el Fomento de las Exportaciones

de Productos Manufacturados Fondo Naciona l del Fomento 1 ndustrial Fondo Naciona l de Fomento al Turismo Fondo de Equipamiento Industria l Fondo Nacional para Estudios y Proyectos Acuerdo Geileral sobre Arance les Aduaneros

y Comercio Instituto Lati noameri cano de Planifi cac ión

Económica y Social 1 nst ituto Mexicano de Comercio Exterior Instituto Mexicano del Petróleo 1 nstitu to M exicano del Seguro Social Instituto para la Integración de América Latina

IPN ISSSTE

IVA MCCA Mu ltifert

Nafinsa Namucar OCDE

OEA OIT Ola de OMS ONU ONUD I

OPEP

PEA Pemex PIB PNB ROA RFA SAHOP

SAM SARH

SCT Secom Sectur SELA Sepa fin

SHCP Sicartsa SIECA

SME SMI SPP SRA SRE ST STPS UNAM UNCTAD

UNESCO

UNICEF UN PA SA UPEB URSS

In stituto Politécnico Nacional Instituto de Segur idad y Servicios Sociales

de los Trabaj adores del Estado Impuesto al Valo r Ag regado Mercado Común Centroamericano Multina cional Latinoameri ca na

Comerc iali zadora de Fertiliz antes Nac iona l Finan ciera, S A. Naviera Multinac ional del Caribe Organizac ión para la Cooperación y el

Desarrollo Económicos Organización de los Estados Americanos Organ ización Internacional del Trabajo O rgani zac ión Latinoamer ica na de En ergí a Organización Mundia l de la Salud O rgan izac ión de las Na ciones Unidas Organ izac ión de las Naciones Unidas para

el Desarro llo Industrial Organización de Países Exportadores de

Petróleo Pob lación económ icamente activa Petróleos Mexicanos Producto interno bruto Producto nacional bru to Repúbli ca Democrática A lemana República Federal de Alemania Secr.etaría de Asentamientos Humanos

y Obras Públicas Sistema Alimentario Mexicano Secretaría de Agricultura y Recursos

Hidráulicos Secretaría de Com unicaciones y Transportes Secretaría de Comercio Sector Turismo Sistema Económico Latinoamericano Secretaría de Patrimonio y Fomento

Industria l Secretaría de Hacienda y Crédito Público Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. Secretaría de In teg ración Económica

Centroamericana Sistema monetario europeo Sistema monetario internacional Secretaría de Programación y Presupuesto Secretaría de la Reforma Agraria Secretaría de Relaciones Exteriores Secretaría de Turismo Secretaría del Trabajo y Previsión Social Univers idad Nacional Autónoma de México Conferencia de las Naciones Unidas ·

sobre Comercio y Desarro ll o Organización de las Naciones Unidas para la

Educación, la Cienc ia y la Cu ltura Fondo de las Naciones Un idas para la Infancia Unión Nacional de Productores de Azúcar, S.A. Unión de Países Expo rtado res de Banano Unión de Repúbli cas Soc ial istas Soviéticas

Page 117: estri u ctu ri a 1

1 nstrucciones para los colaboradores

1} El envío de un trabajo a Comercio Exterior supone la obli­gación del autor de no someterlo simultáneamente a la con­sideración de ot ra s pub licaciones en espai'lol. Sólo en casos muy exce pc io nales se aceptarán artícul os que y a hayan sido pub licados en espa i"lol.

2) Los trabajos deberán referirse a la economía o a asun­tos de interés general de otras c ienc ias sociales. Podrán publicarse co laboraciones sobre otras disciplinas siempre y cuando el artículo l as vincule con las ya mencionadas.

3) Los traba jos deberán ajustarse a las siguientes normas:

a) Se remitirán dos ejemplares, el or iginal sobre papel gru eso y una cop ia fotostática de buena ca lidad en papel bond. En ningún caso se aceptarán copias al carbón o sobre pape l fino.

b] Serán mecanografiados en hojas tamai'lo cart a, por un so lo lado y a dobl e espac io. Cada cuarti ll a contendrá 27 renglones de aproxi madamente 64 go lpes cada uno. Se dej a­rá un ma rgen mínim o de 3.5 cm de l lado izquierdo.

c] Se evitará el uso de guio nes al fina l de l renglón, excep­to en los cortes de pa labras.

d] Las notas al pie de página, f uentes de c itas o referen­c ias bibliográficas se meca nograf iarán a dob le espacio y se agruparán al fina l de l texto.

I_

e] Las ref erencias b ibliográficas deberán contener todos los elementos de una fi cha, en el orden indi cado en los si­guientes ejemplos:

James D. Watson, The Double Helix, Athenium, Nueva York , 1968, pp. 86 y 87 .

Fern ando Fajnzy lber, " La empresa internacional en la industriali­zación de Amé ri ca Lati na" , en M.S. Wionczek (ed.), Comercio de tecno/ogia y subdesarrollo económico, UNAM, México, 1973.

Véase Federico Torres A .. " Leg isl ac ión sob re desarrol lo urbano", en Comerc io Exterior, vo l. 26, núm. 3, México, marzo de 1976, pp. 280-283 .

Si la fuente omite algunos de los datos soli c itados. se in­dicará expresamente.

f) Los cuadros de tres o más columnas y las gráficas se presentarán en hoja aparte intercalada en el texto y sigu ien­do la paginación de éste . En todos los casos serán originales perfectamente claros y prec isos. Las fotocopias de gráficas no son adecuadas para su publicac ión.

g) La primera vez que se emplee una ~igla en el texto o en los cuadros o gráficas, irá acompanada de su equ iva lenc ia completa .

h) Extensión de los trabajos:

• Co laboraciones firmad as inc lu idas en el cuerpo de las secciones fijas, de 3 cuart ill as comp letas a 20 cuarti­ll as.

• Artícu los, de 15 a 40 cu artillas; só lo excepcional­mente se admiti rán traba jos de mayor extensió n.

• Notas bib liográficas, de 3 a 10 cuarti ll as.

i) Se admitirán trabajos en otros idiom as, de preferenc ia inglés, francés, portu gués o ita liano. Si se envía una traduc­c ión al espa1io l, se adj un tará el texto en el idioma or igi na l.

4) Cada co laboración vendrá preced ida de una hoja que contenga:

a] Títu lo de l trabajo (de preferencia breve, sin sacrificio de la c larid ad)

b] Un resumen de su contenido, de 40 a 80 palabras apro­ximadamente.

c] Nombre de l o de los autores, con una conc isa referen­c ia académ ica o de traba jo relacionada con la co laboración.

d] Indicac ión de dom ic ili o, teléfono u otros datos que permitan a la Redacc ión de la rev ista loca li zar fácilm ente a l autor o a los au to res, con el obj eto de ac lara r eventuales du­das sobre el contenido de l artículo.

5) La Redacc ión se reserva el derec ho de hacer los cam­bios ed itori ales que considere conven ientes. No se devolve­rán origina les.

Page 118: estri u ctu ri a 1

Colección de docuinentos históricos del coinercio exterior

COLECClóN DE DOCUMENTOS PARA LA lllSTOR IA DEL

COMERCIO EXTERIOR DE MEXICO

SECUNDA SERTE

IV

El Contrabando y el Comercio Exterior

en la Nueva Espalia

Nota prdiminar

d. ERNUTO DE LA TORRE VII.LAR

Adverkneia

"' l...tn5 CeÁVU ÚROZCO

MtxlCO, 1967

PUBLICACIONES DEL BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTERIOR, S. A.

Precio de cada volumen: $ 180.00 us $ 5.00

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS PABA LA Hl>TORIA DEL COMERCIO EXTERIOR DE MEX ICO

SEGUN DA SERIE

VII

Del Centralismo Proteccionista al Régimen Liberal

COLECClóN DE DOCUMENTOS PARA LA llISfORIA DEL COMERCIO EXTER IOR DE MCXICO

SEGUNDA SERIE

V

Protecci6n y Libre Cambio:

El Debate entre 1821 y 1836

Nota prdimiaor

"' RoMro FwnES C'.ABALLDIO

St:kcción doamunlal

"' Luts C.óRDOVA

MOOCO, 1971

PUBLICACIONES DEL BANCO NACIONAL DE COMERCTO EXTERIOR, S. A.

( 1837-1872)

r, Jt:lución docum l!:nJal y com t: nlario1

d. l...t 11s CóRDOVA

MEXICO. 19i6

COLECCIÓN DE DOCUMENTOS PARA LA HI STORIA DEL COMERCIO EXTER IOH DE MEXICO

SEGUNDA SERIE

VI

MATÍAs RoMi:Ro

Reciprocidad comercial entre México

y los Estados Unidos

(EL TRATADO COMERCIAL DE 1863)

Noia prdiminar

ROMEO ÍLORL!i CABALLERO

MEXJCO, 1971

PUBLICACIONES DEL BANCO NAC IONAL DE COMERCIO EXTERIOR, S. A.

Envíe cheque o giro postal a nombre del

Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A. DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES

Cerrada de Malintzin 28, Colonia del Carmen, Coyoacán, 04100, México, D.F.

Page 119: estri u ctu ri a 1

banco nacional de comercio exterior, s. a. l:'>lSTITUC IÓN Dí BANCA M LJL TIPLI: VENUSTI ANO CA RRM~ZA 32 .ibOOO, MÉX ICO, D . 1- .

ESTADO D E CONTAB ILI DAD CONSOLID A DO A L 31 DE OCTUBRE DE 1982 (M IL ES DE PESOS)

Caja . Depósi tos en Banco de México . Ban cos de l pa ís y del ext ranjero Otras di sponibilid ades

Va lores gubern amenta les Acc iones . Va lo res de renta f ij a .

Menos: est imació n por ba ja de va lo res

D esc uentos . Présta mos quirografarios y prendar ios

AC TI VO

Présta mos co n garantía de unidades industrial es . Présta m os de hab ili tac ió n o avío . Présta mos refa ccionarios Présta mos con ga rantí a inmobili ari a .

Amo rti zac io nes y crédi tos venc idos (neto) D eu dores dive rsos (neto) .

Va lo res, mu eb les e inmu eb les adjudi cados (neto) Otra s inversio nes (neto) . Mob ili a ri o y eq uipo (neto) . Acc. de empresas de se rv . compl em . (n eto) . Inmueb les des tinados a o fi cinas (neto) .

Ca rgos diferid os

$ 28 04·1 3 165 501 1 780 971

536 501

2 672 828 476 204

74 980

3 224 01 2 1 645

841 24 220 217 088

499 712 11 2511 93

7 684 056 160 130

2 074 018 4 687 263

36 242 394

17 516

P AS I VO Y CAP IT A L

Depós itos a la v ista Depós itos de ahorro Otras ob li gac iones a la v ista

D epós itos a p lazo Préstamos de empresas y parti cul ares Otras ob li gac io nes a p lazo

Bancos y corresponsales Prés t am os de bancos

Otros depósitos y obl igaciones Rese rvas y p rov. para ob l iga c iones diversas . Créd itos diferidos . Cap ita l soc ia l Menos ca pita l no ex hibid o

Reserva lega 1 y ot ras rese rvas

$ 1 200 000 600 000

Utili dad en el e jerc ic io ·1981 ...... . . . . Superávit por reva luación de inmu eb les . Resu ltados de l eje rcic io en curso .

$ 1 184 084 2 127

13 484 865

659 125 2 440

2 951 635

595 621 232 014 1 24

600 000

1 657919 559 238

9 357 880 890

CUENTAS DE ORDEN

Tí tul os descontados con nu es tro end oso . Ava les otorgados . Aperwras de c rédi to irrevoca bl es

Bienes en f ide ico miso o mandato Bien es en custod ia o en admini st ración

$ 7 310 704 724 998

15540 575

351 431 18 189 813

$ 5 511 014

3 222 367

239 896 303

6 761 281

48 690 588

54 152

250 809 $256 386 562

$ 14 671 076

3 613 200

232 609 745

39 648 1 552 876

192 613

3 707 404

$256 386 562

$23 576 277

18 541 244

El presente es iado se formuló de acuerdo con las reglas dictadas por la H. Comisión Nacional Bancaria y de Seguros, habiendo sido valori?ados los saldos en monedas extranjeras al tipo de cotización del dia, y los adminis tradores y comisarios de la sociedad han aprobado y dictaminado la autenticidad de los datos que contiene, en los términos del artículo 95 de la Ley Cenera/ de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxilia;es. Se hace constar que, de las inl'ersiones en créditos, la ca ntidad de$ 987 000 representa ac ti vos cedi­dos en garanlia e/e créditos a cargo de la institución. La utilidad que muestra el presente Estado de Contabilidad se encuentra afectada por la pro l' isión que se creó para el pago ele la participación ele los trabajadores en la misma.

Direc tor CPneral Contralor Cenera/ LIC. H ORAC IO FLORE S \J[ LA PEÑA C P JO SÉ LU IS LÓPEZ LÓPEZ

Page 120: estri u ctu ri a 1

Reproducción xerográfica de ediciones agotadas

Se pueden reproducir, total o parcialmente:

• Artículos, números o volúmenes completos de Comercio Exterior

• Publicaciones agotadas del Bancomext

Características de1 servicio:

• Fotocopias en papel bond, tamaño carta u oficio

• En el caso de libros, y según su tamaño, se puede reproducir dos páginas por fotocopia

• A solicitud especial, fotocopias por ambas caras de la hoja

PRECIO DEL SERVICIO POR COPIA

En México En el exterior (incluido envío aéreo)

$ 1.50 Dls. 0.15

Atención inmediata de los pedidos hechos perso­nalmente de 9 a 14 horas en el Departamento de Publicaciones.

exterior ore e o exteror s.

ALGUNAS EDICIONES AGOTADAS

• Revista Comercio Exterior [ 1951-1973] • Cuestiones económicas nacionales [ 1971] • México: La política económica del nuevo go·.

bierno [ 1971] • México: La política económica para 1972 [ 191~]

• Colección de documentos para la historia , , ~I comercio exterior de México: primera Sf?rie [vols. 1 al VII, 1958-1962] y segunda s~ r i e [vols. 1aIV,1965-1967]

• Anuarios de Comercio Exterior de México [1939-1970]

Solicite el servicio por correo adjuntando cheque o giro postal a la orden del

Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A. Departamento de !'.>ublicaciones

Cerrada de M~nntzin 28, Col. del Carmen, " l)acán 04100, México, D.F.