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Resumen del libro de ética para amador el cual en pocas palabras se resumen dichos capítulos.
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ETICA PARA AMADOR
RESUMEN
CAPITULO I
DE QUE VA LA ETICA
Hay ciencias de las que conocemos y de las que no conocemos, pero esta
ignorancia no nos hace menos que otros, lo que importa es sentirse bien con uno
mismo.
Ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Nadie es capaz de saberlo
todo, por lo cual se debe elegir la mejor manera de vivir bien, pero hay maneras de
vivir bien, como el no arrojarse de un edificio (esto es malo para la salud). Algunas
de estas cositas son importantes. Se pueden vivir de muchos modos pero hay
modos que no dejan vivir.
En una palabra, algo nos conviene o no; saber lo que nos conviene, es decir:
distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos
adquirir -todos sin excepción- por la cuenta que nos trae. Hay cosas buenas y
malas para la salud, como por ejemplo el uso de drogas que al ingerirlas en pocas
cantidades puede dar una satisfacción, pero el abuso puede llegar a ser nocivo.
En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún
mayor frecuencia. Por ejemplo la mentir, es algo malo decir falacias, enemista a
un grupo social y se pierde la confianza, por otra parte a veces una mentira puede
ayudar a dar algo de alivio, como por ejemplo mentir cuando una persona se
encuentra en estado terminal. Otra parte, es que decir siempre la verdad, tiende a
molestar a ciertas personas, por lo tanto, a veces lo malo puede parecer más o
menos bueno, y lo bueno tiende a parecer a veces algo malo.
Lo de vivir bien, existen diversos criterios. Por ejemplo, tener una vida de
aventurero o solo llevar una vida pasiva, o la de ganar bastante o poco dinero.
Algunos aseguran el vivir bien es vivir para los demás, otros aseguran que los
demás vivan por uno, o solo se debe ganar dinero. A veces las privaciones
pueden llegar a ser buenos o malos, de acuerdo de como uno quiera aceptar
estos conceptos.
Todos estamos de acuerdo que no estamos de acuerdo a primera vista. A
diferencia de nosotros, en la naturaleza no existe lo bueno ni lo malo, ya que estos
no eligen como vivir, ellos viven por instinto, tratando de sobrevivir por el
momento, a diferencia de nosotros, por ejemplo la actuación de Héctor, que eligió
morir por un ideal, un deber y se convirtió en héroe. Por eso los hombres no
pueden estar seguros de lo que van hacer, a diferencia de los animales que están
programados biológicamente, los humanos tienen la posibilidad de elegir, a esto lo
conocemos como libertad.
Pero primero, no somos libres de elegir lo que nos pasa, como escoger en donde
nacer; sino que somos libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo.
Lo segundo, ser libres de intentar algo no tiene que ver con lo logrado
indeflectivamente. Lo cual no debemos confundir la libertad con omnipotencia, por
ello tenemos la capacidad de elegir, las cuales dependerán de la voluntad.
Existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, dependerá de los medios por
los cuales quieras influenciarte y que carácter deberás afrontar.
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres
podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo
que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos
parece malo e inconveniente. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo
que llaman ética.
CAPITULO II
ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS
Queda claro que hay cosas que nos convienen para vivir y otras no, que somos
capaces de elegir lo que más nos convenga, Aristóteles plantea el caso de un
capitán de un navío que transporta mercancía, el cual navega y se le presenta una
tormenta, la única manera de salvarse es tirar la mercancía para salvar la vida de
sus tripulantes y la suya, pero a la vez no quiere perder dicho material, por lo cual
el capitán desea llegar al puerto, con dicha mercancía; lo mejor que opta es arrojar
ese material y salvar su vida. No queda más que decidir lo que mejor lo convenga
o nos convenga.
Por lo general, no tenemos opción de elegir lo que mejor nos plazca, ya que
nuestros actos lo realizamos automáticamente, sin darle tantas vueltas al asunto.
Independientemente de lo habitual, no llegamos a tener un control suficiente de
nosotros mismos y terminamos haciendo algunas cosas de forma rutinaria
(inconsciente).
Has actuado de manera instintiva, lo cual nos lleva a realizar actividades con
mayor comodidad. Lo habitual que realizas para satisfacer una necesidad con
mayor fluidez suele denominarse costumbre. De estos casos podemos denominar
cualquier objeto de cierta manera, como nos dé la gana; a este punto lo podemos
denominar como un capricho.
Lo que implica analizar ciertos puntos, por lo cual se analizaran los siguientes
motivos; como primero tenemos las ordenes, las cuales tienen dos principios las
cuales, la primera está dada como una obligación la cual tiene consecuencias
malas para uno, como un castigo; y la segunda está dada por una recompensa,
solo si somos capaces de cumplir dicha orden. Las costumbres, en cambio, vienen
más bien de seguir con una rutina cotidiana; esta puede ligarse, a ser obedientes
cuando te dan órdenes. Por tanto, las costumbres y las órdenes tienen en común
que salen de fuera, que se te imponen sin pedirte permiso, en cambio los
caprichos viene de uno mismo, sin que nadie intervenga en dichas decisiones.
Siguiendo con el ejemplo de Aristóteles, el capitán puede dar la orden de no dejar
que la mercancía se pierda o puede pedir a la tripulación que se deshaga de ella,
lo más prudente es plantearse hasta qué punto resulta aconsejable obedecer. En
cambio las costumbres son cosas de todos los días, en este caso el capitán no
estará involucrado en tormentas casi siempre, tampoco parece que sea ocasión
propicia para entregarse a los caprichos. Si te dijeran que el capitán de ese barco
tiró la carga no porque lo considerase prudente, sino por capricho ¿Qué es lo que
pensarías?, Arriesgar la fortuna o la vida sin otro móvil que el capricho tiene
mucho de chaladura, y si la extravagancia compromete la fortuna o la vida del
prójimo merece ser calificada aún más duramente. Pero, en momentos
tempestuosos a la persona sana se le pasan casi todos los caprichitos y no le
queda sino el deseo intenso de acertar con la línea de conducta más conveniente,
o sea: más racional.
CAPITULO III
HAZ LO QUE QUIERAS
Decimos que muchas de las cosas las hacemos porque nos las mandan, se
acostumbra uno a hacerlo lo que se genera una rutina la cual nos imponen los
demás. Por eso, cuando tomamos la decisión de hacer algo, como tomar un cierto
tipo de vehículo para movilizarse, lo hacemos por mero capricho o porque nos
parece de la mejor manera.
Las decisiones que tomamos, como por ejemplo las del capitán de salvar a la
tripulación o caso contrario para salvar la carga, o la del militar de asesinar a
personas y de escusa toma que recibió órdenes. La posibilidad de pasar unos días
en la playa es muy comprensible, pero si uno tiene a un bebé a su cargo y lo deja
sin cuidado durante un fin de semana, semejante capricho ya no resulta simpático
sino criminal.
Todo esto tiene que ver con la cuestión de libertad, que es el asunto que se
encarga la ética. Libertad da la posibilidad de decir sí o no, la potestad de saber si
nos conviene o no; es decidir siempre y cuando te des cuenta de tus decisiones.
Pero en ciertas ocasiones, uno se encuentra en casos donde tienes que acatar
órdenes, las cuales te convengan o no se tiene que cumplir, por eso es importante
actuar de la mejor manera y siempre hacernos las preguntas necesarias para ver
si es conveniente o no.
Lo mismo suele suceder con respecto a las costumbres. Si no pienso lo que hago
más que una vez, quizá me baste la respuesta de que actúo así «porque es
costumbre». Uno no debe hacer lo mismo que los demás, de agarrar la costumbre
de discriminar a las personas por su color o pedir dinero y nunca devolverlo, ¿por
qué no voy a poder cambiar de conducta y empezar desde ahora mismo a ser más
legal? ¿Es que acaso una costumbre no puede ser poco conveniente para mí, por
muy acostumbrada que sea? Y sobre los caprichos, en asuntos importantes puede
ser aceptable, pero cuando se trata de realizar cosas sin reflexionar si se trata de
un capricho conveniente o no, puede resultar un poco aconsejable.
Puede haber órdenes, costumbres y caprichos que sean motivos adecuados para
obrar, de caso contrario debemos pensar dos veces lo que hacemos, ya que
nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho.
La moral, tiene que ver con las costumbres (etimológicamente tiene el mismo
significado para mores) y también con las órdenes, pues son preceptos morales
así como “debes hacer tal cosa”. Por lo tanto para profundizar más sobre la moral,
se debe dejar de lado las órdenes, costumbres y caprichos. El hombre debe tener
claro que la ética no tiene nada que ver con los castigos ni los premios.
La palabra bueno o malo, no solo se aplica a comportamientos morales, ni
siquiera sólo a personas. Pero dependerá de quien te juzgue y te considere si eres
bueno o malo de acuerdo al comportamiento que tengas. Por eso decimos a veces
que Fulano o Menganita son buenos «a su modo». Admitimos así que hay muchas
formas de serlo y que la cuestión depende del ámbito en que se mueve cada cual.
CAPITULO IV
DATE LA BUENA VIDA
No debes preguntar a nadie que es lo que debes hacer con tu vida: pregúntate tú
mismo. Uno debe emplear mejor su libertad, no poniéndose desde el principio al
servicio de otros. Pero se entra en una contradicción cuando decimos “has lo que
quieras”, ya que se impone una orden para hacer algo, es en eso cuando se entra
en contradicciones. Pues lo harás porque quieres, en uso de tu libertad y aunque
obedezcas a otro o te dejes llevar por la masa seguirás actuando tal como
prefieres: no renunciarás a elegir, sino que habrás elegido, lo elegir por ti mismo.
Hacer lo que uno quiera nos es más que asumas mejor el problema de la libertad,
ya que nadie puede dispensarte de la creación de tu propio camino. Es decir una
cosa es hacer lo que uno quiera y la otra es hacer lo que te da la gana.
De cierta manera, el ejemplo bíblico sobre Esaú, que decidió renunciar a su
herencia futura por recibir un potaje presente, lo cual coincide que él prefirió en
este momento y no esperar a morir en cualquier parte o momento. Entonces, si
nos dicen hacer lo que queramos, es oportuno pensar con detenimiento y a fondo
que es lo que queremos.
Queremos tener una buena vida. Por lo cual somos seres que se relacionan con
otros seres humanos, si tenemos todo lo que queremos, carros, casas, dinero, etc.
a costa de no volver a ver ni a ser visto por un ser humano jamás. Seriamos
realmente felices, cuanto tiempo soportaríamos; todo esto es lo que permite que
nosotros nos relacionemos con los demás favorablemente. La buena vida humana
es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida, pero no
será ni buena ni humana.
Por tanto se concluye, que para vivir bien se tiene que tener un proceso de
socialización entre nuestra misma especie, porque cada uno debe ser tratado con
la misma igualdad para todos, además, de que para tener una vida de
satisfacción, se realiza un proceso de intercambio entre personas, como préstamo
de servicios por lo cual existe cierto lenguaje de comunicación en nosotros
mismos como humanos, que nos diferenciamos de los demás seres vivos, siempre
y cuando también exista ese respeto por los demás. Por eso darse la buena vida
no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la buena vida.
CAPITULO V
¡DESPIERTA, BABY!
De lo comentado anteriormente, del ejemplo de Esaú que decidió dar su
promiscua herencia por tomar un momento de satisfacción de comer un plato de
comida, solo que aquí decidió en el presente, para después pensar en un futuro en
el cual posiblemente ya no estaría, pero esto no es vivir bien, ya que estamos
escogiendo algo tan simple, por lo que piensas que no crees que quieres vivir más
y mejor sino morir de una vez. Este caso Esaú no sería un ejemplo a seguir. Caso
contrario, ocurre con Kane, el cual no era un derrochador, sino acumulador y
ambicioso.
La conclusión que se le puede atribuir a estos ejemplos, no es tener poco y
conformarse, ni tampoco tener más y más; sino es que debemos tener cuidado
con no pasarnos, es decir tener lo suficiente para llevar una buena vida, como el
caso del budista y su discípulo que se encuentra en un cuarto donde se vean
bastantes riquezas, y con consentimiento del maestro, el discípulo tenía las manos
llenas, que el budista le plantea a que se “rasque”, con las manos ocupadas, no
puede uno rascarse a gusto ni hacer otros muchos gestos. Lo que tenemos muy
agarrado nos agarra también a su modo…o sea que más vale tener cuidado de no
pasarse.
Desengáñate: de una cosa -aunque sea la mejor cosa del mundo sólo pueden
sacarse... cosas. Nadie es capaz de dar lo que no tiene, ¿verdad?, ni mucho
menos nada puede dar más de lo que es. En resumen, se debe tratar de a las
personas como tales, estamos haciendo lo posible que se nos devuelva lo que
solo una persona puede darle a otra.
La disposición a reflexionar sobre lo que se hace y a intentar precisar lo mejor
posible el sentido de esa «buena vida» que queremos vivir. Sin cómodas pero
peligrosas simplificaciones, procurando comprender toda la complejidad del
asunto este de vivir (me refiero a vivir humanamente), que se las trae. La primera
e indispensable condición ética es la de estar decidido a no vivir de cualquier
modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después
vayamos a morirnos. Lo importante para alcanzar una ética o moral, es tratar es
tratar de comprender de qué va la vida y que es lo que lo que puede hacerla
buena para nosotros los humanos.
CAPITULO VI
APARECE PEPITO GRILLO
Tenemos la obligación de no ser imbéciles. Este tiene como significado bastón,
pero al término al cual se refiere no es el que se usa muy legítimamente para
ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o
por la edad, sino que ser imbéciles en varios modelos a elegir:
- El que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual, aunque
tenga los ojos abiertos y no ronque.
- El que cree que lo quiere todo, el que puede estar por ahí o no, bailar o
estar sentado, todo a la vez.
- El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los
quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, es conformista
sin reflexión o rebelde sin causa.
- El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos, sabe por qué
lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca fuerza. A fin de
cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere
para mañana, a ver si entonces se encuentra más entonado.
- El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se ha engañado
a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista enormemente y termina
confundiendo la buena vida con aquello que va a hacerle polvo.
Todos estos tipos necesitan una ayuda, es decir necesitan a poyarse en cosas de
afuera, que no tiene que ver nada con la libertad y la reflexión propia. Por lo cual
siempre acaban mal, es decir nunca logran vivir una vida buena.
Lo contrario a ser moralmente imbécil es tener conciencia, y para poder lograrlo se
necesita tener algunas cualidades innatas, como poder apreciar la música o
disfrutar el arte, así como requisitos sociales y económicos. Dicha conciencia nos
ayudara a saber que no todo nos da igual porque queremos realmente vivir y
además vivir bien.
Además nos habla también del egoísta, los cuales son aquellas personas que
quieren conseguir el premio mayor, pero no todo sale de acuerdo al plan, se
equivocan y consiguen algo sin valor, por lo cual nos dice que solo deberíamos
llamar mejor egoísta consecuente al que verdaderamente sabe lo que le conviene
para vivir y se esfuerza para conseguirlo, por ejemplo si una persona está cansada
de que todo le vaya mal, en este caso tendríamos que recetarle un poco de
conciencia para que quiera un poco más.
La culpa o ser responsable, se relaciona con la conciencia, y el titulo más feo de
mencionar es el remordimiento, lo cual los actos que se hacen y las
consecuencias con las que se llegan a tener, hacen que nos sintamos culpables,
ya que somos castigados, que nos hemos estropeado a nosotros mismos -poco o
mucho- voluntariamente. No hay peor castigo que darse cuenta de que uno está
boicoteando con sus actos lo que en realidad quiere ser.
Por último ser responsables, no consiste simplemente en tener la gallardía o la
honradez de asumir las propias meteduras de pata sin buscar excusas a derecha
e izquierda. El tipo responsable es consciente de lo real de su libertad.
CAPITULO VII
PONTE EN SU LUGAR
Habla sobre lo que le interesa a la ética de cómo vivir bien la vida humana, es por
eso que por muy semejantes que sean los hombres no queda claro cuál sea la
mejor manera de comportarse frente a ellos por así decirlo, entonces si se da que
me comporto ante mis semejantes como enemigo es claro que lo que voy a
conseguir es que se conviertan en mis enemigos.
Se comenta sobre Robinson un náufrago, trata sobre cómo se relacionó con un
caníbal ambos eran muy diferentes pero había rasgos parecidos y semejantes,
para empezar hablaban, aunque sean de lenguas distintas, es por eso que
estaban para relacionarse por símbolos, y lo más resaltante fue que ambos eran
capaces de valorar los comportamientos, de saber que uno hace cosas que están
bien y otras que son por el contrario malas y por ultimo ambos coincidían en
suponer que existen criterios destinados a justificar lo que es aceptado y lo que no
lo haces.
Para Marco Aurelio, con respecto a los hombres lo más importante no es su
conducta sino con que humanos me conviene, consideraba que una persona por
mas mala que sea no deja de ser humano y una de las características principales
es la capacidad de imitación, ya que gracias a ello no es necesario empezar de
cero sino comenzar con base.
Para obtener la mayor ventaja de nuestros semejantes no es la posesión de cosas
o el domino de más personas sino por el contrario es el afecto de las personas, en
pocas palabras para tratar a las personas como personas lo único importante que
tenemos que hacer es ponernos en el lugar del otro.
CAPITULO VIII
TANTO GUSTO
En este capítulo habla sobre la moral e inmoralidad donde hace referente al sexo y
nos argumenta que las personas que piensan que está mal disfrutar son aquellas
que están mal, es por ello que uno se siente más contento cuando goza, entonces
tenemos que procuras encontrar placer a todo, en pocas palabras para obtener un
resultado placentero debemos saber disfrutar primero con lo que nos rodea.
Seguidamente hace referente a que los animales son quienes utilizan el sexo para
procrear, al igual que la comida para alimentar o ejercicios para la salud, en
cambio los humanos somos creadores del erotismo, la gastronomía y el atletismo,
en pocas palabras los humanos somos la especie dominante.
Por lo cual cuando usamos un placer, nos enriquecemos, pero no siempre,
porque el mucho abuso hace que todo ese placer se convierta en algo ya no
agradable sino más bien como un refugio para escapar de la vida, y es así por lo
que la ética apuesta a favor de que la vida vale la pena, como parte final la
recompensa más alta que podemos obtener de algo agradable es la alegría.
Ahora para concluir, la alegría es considerado como un sí espontáneo a la vida,
quien ya tiene alegría ya tiene el premio mayor, es decir no tiene preocupaciones y
por el contrario una persona sin alegría es considerado como un miserable,
entonces ahora sí podemos decir que el placer es estupendo y deseable cuando
va de la mano con la alegría y para tener una idea más clara el límite del placer no
es el odio como muchos piensan, tampoco la muerte, sino la alegría.
CAPITULO IX
ELECCIONES GENERALES
Nos comenta sobre si la ética y la política tienen mucho que ver y si es así como
se relacionan, entonces nos dice que la ética es el arte de elegir lo que más nos
conviene y con respecto a la política su objetivo primordial es organizar una buena
convivencia social para que cada uno pueda elegir lo que le conviene, claro que
ambos presentan diferencias pero siempre buscan algún beneficio que los
identifica, por lo cual siempre habrá bien para quien quiera el bien y habrá mal
para quien quiera mal, y esto si mas no recuerdo es considerado libertad.
Al fin de cuentas los políticos somos todos, directamente o por representación de
otros. Por tanto si confiamos o creemos en los políticos y luego por ese motivo de
confianza es inevitable que nos cause alguna decepción, pero si confiásemos
menos desde un inicio, no tendríamos que aprender a desconfiar de ellos.
Ambos se relacionan, la ética es el arte de elegir lo que más nos convenga y vivir
lo mejor posible; en cambio el objetivo de la política es el de organizar lo mejor
posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le
conviene. Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y
política. Para empezar, la ética se ocupa de lo que uno Mismo, lo que hace con su
libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa
para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades.
Y por último, quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto
ético, tiene también que desear que la comunidad política de los hombres se base
en la libertad, la justicia y la asistencia. La democracia moderna ha intentado a lo
largo de los dos últimos siglos establecer esas exigencias mínimas que debe
cumplir la sociedad política: son los llamados derechos humanos cuya lista todavía
es hoy, para nuestra vergüenza colectiva, es un catálogo con un buen fin pero sin
logros efectivos. Por lo que, cuanto se favorece la organización de los hombres de
acuerdo a su diversificación en forma de tribus, las cuales crean sus principios
políticos, es decir para vivir bien se debe abarcar los principios éticos de acuerdo a
como la sociedad este organizada políticamente.