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EVISTA EUROPEA. NÓM. 21 19 DE JULIO DE 1 8 7 4 . AÑO I. EL PANTEÓN. i. Tengo predilección por todos los monu- mentos consagrados á la muerte, porque me recuerdan la inmortalidad. Nuestra vida es breve, nuestra sed de vivir intensa; y nos asimos fuertemente á todas aquellas ideas que nos puedan enseñar, á todos aquellos símbolos que puedan recordarnos una vida sin límites. La gloria, la fama, todo eso es viento, ruido que se levanta del sepulcro. Y sin embargo, por ese fugaz viento los hé- roes han peleado, los poetas han escrito, los mártires han muerto. El espíritu humano se alimenta de la muerte. Las tumbas serán siempre altares sobre los cuales tomaremos la comunión del recuerdo para confundir nuestra vida de un dia con la vida de todos los tiempos; la centella del espíritu indivi- dual con el eterno sol del espíritu humano. Hay un pueblo en el mundo que supera á todos en estatuas de santos y de reyes; pero que es por casi todos superado en esta- tuas de héroes, de artistas y de sabios. Pu- diera decirse que ha castigado á todos sus héroes con el olvido, si no fuera porque hace tres siglos perdió toda responsabilidad, per- diendo toda voluntad. No busquéis en las orillas del Tajo la estatua de Garcilaso, á pe- sar de haberlas embellecido eternamente con las guirnaldas de sus Églogas; no bus- quéis en las costas occidentales una estatua de Colon, que debiera ser como las estatuas de las antiguas esfinges, tallada en la roca eterna, atendiendo el ruido de las olas, in- terpretando los geroglíficos divinos del Grea- ) dor en la infinita extensión del Océano. Ni * Vives, ni Servet, ni Hernán-Cortés, ni Cal- í deron, ni Quintana, tienen estatuas. Cer- ' vantes se ha exceptuado por un milagro. Los ¡"restauradores de la elocuencia son descono- : . cidos, y desconocidos los salvadores de la ; patria. ¡Ah! ¡Las estatuas de los grandes TOMO I I . hombres me parecen las letras iniciales de las páginas gloriosas de la historia. ¡Y ni siquiera esto! Yo sé por qué ha pasado tan extraño fenómeno en uno de los pueblos más generosos del mundo: yo lo sé, pero yo no lo digo. Hijos déla hermosa España, de ese país querido, en que algún dia serán fecun- das hasta las ruinas, porque por todas par- tes se hallan extendidas las cenizas de los mártires; hijos de España, levantemos en la memoria un panteón á nuestros héroes, aguardando á que algún dia podamos levan- tarles un luminoso panteón en el espacio. II. Vamos, mientras tanto, al panteón de Pa- rís. Las ciencias, las artes, son como el es- píritu, no tienen fronteras porque no tienen límites. Algún dia no preguntaremos si tal ó cual genio es de tal ó cual nación, sa- biendo como sabemos que todos los genios son de toda la humanidad. El Panteón de Paris no es más que una iglesia levantada á santa Genoveva. Y santa Genoveva no es más que una pastora, cuya palabra tuvo virtud bastante á detener en las orillas del Sena la cólera de Atila. Tiempos terribles aquellos de la irrupción de los bárbaros. Cuando Ala- rico entró en Roma, cien mil cadáveres se hallaban esparcidos por las orillas del Tiber. Los incendios eran la columna de fuego que guiaba á los hijos de los desiertos de hielo hacia ese Occidente prometido á su voraci- dad para una infinita devastación por la im- placable justicia que preside á la historia. Los romanos, como los primitivos poblado- res de la tierra en las angustias-del diluvio, subian á lo más alto de los templos á preser- varse de la inundación que todo lo devoraba en sug espirales de cieno. Todas estas horribles plagas eran el cas- tigo infligido á todo un mundo por haber olvidado la libertad. Una pastora salvó á Pa- ris, y esta humilde pastora merecia un tem- 5

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EVISTA EUROPEA.NÓM. 21 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 . AÑO I .

EL PANTEÓN.

i .

Tengo predilección por todos los monu-mentos consagrados á la muerte, porque merecuerdan la inmortalidad. Nuestra vida esbreve, nuestra sed de vivir intensa; y nosasimos fuertemente á todas aquellas ideasque nos puedan enseñar, á todos aquellossímbolos que puedan recordarnos una vidasin límites. La gloria, la fama, todo eso esviento, ruido que se levanta del sepulcro. Ysin embargo, por ese fugaz viento los h é -roes han peleado, los poetas han escrito, losmártires han muerto. El espíritu humanose alimenta de la muerte. Las tumbas seránsiempre altares sobre los cuales tomaremosla comunión del recuerdo para confundirnuestra vida de un dia con la vida de todoslos tiempos; la centella del espíritu indivi-dual con el eterno sol del espíritu humano.Hay un pueblo en el mundo que supera átodos en estatuas de santos y de reyes; peroque es por casi todos superado en esta-tuas de héroes, de artistas y de sabios. Pu-diera decirse que ha castigado á todos sushéroes con el olvido, si no fuera porque hacetres siglos perdió toda responsabilidad, per-diendo toda voluntad. No busquéis en lasorillas del Tajo la estatua de Garcilaso, á pe-sar de haberlas embellecido eternamentecon las guirnaldas de sus Églogas; no bus -quéis en las costas occidentales una estatuade Colon, que debiera ser como las estatuasde las antiguas esfinges, tallada en la rocaeterna, atendiendo el ruido de las olas, in-terpretando los geroglíficos divinos del Grea-

) dor en la infinita extensión del Océano. Ni* Vives, ni Servet, ni Hernán-Cortés, ni Cal-í deron, ni Quintana, tienen estatuas. Cer-' vantes se ha exceptuado por un milagro. Los¡"restauradores de la elocuencia son descono-: . cidos, y desconocidos los salvadores de la; patria. ¡Ah! ¡Las estatuas de los grandes

TOMO II.

hombres me parecen las letras iniciales delas páginas gloriosas de la historia. ¡Y nisiquiera esto! Yo sé por qué ha pasado tanextraño fenómeno en uno de los pueblos másgenerosos del mundo: yo lo sé, pero yo nolo digo. Hijos déla hermosa España, de esepaís querido, en que algún dia serán fecun-das hasta las ruinas, porque por todas par-tes se hallan extendidas las cenizas de losmártires; hijos de España, levantemos en lamemoria un panteón á nuestros héroes,aguardando á que algún dia podamos levan-tarles un luminoso panteón en el espacio.

II.

Vamos, mientras tanto, al panteón de Pa-rís. Las ciencias, las artes, son como el es-píritu, no tienen fronteras porque no tienenlímites. Algún dia no preguntaremos si taló cual genio es de tal ó cual nación, sa-biendo como sabemos que todos los geniosson de toda la humanidad. El Panteón deParis no es más que una iglesia levantada ásanta Genoveva. Y santa Genoveva no es másque una pastora, cuya palabra tuvo virtudbastante á detener en las orillas del Sena lacólera de Atila. Tiempos terribles aquellosde la irrupción de los bárbaros. Cuando Ala-rico entró en Roma, cien mil cadáveres sehallaban esparcidos por las orillas del Tiber.Los incendios eran la columna de fuego queguiaba á los hijos de los desiertos de hielohacia ese Occidente prometido á su voraci-dad para una infinita devastación por la im-placable justicia que preside á la historia.Los romanos, como los primitivos poblado-res de la tierra en las angustias-del diluvio,subian á lo más alto de los templos á preser-varse de la inundación que todo lo devorabaen sug espirales de cieno.

Todas estas horribles plagas eran el cas-tigo infligido á todo un mundo por haberolvidado la libertad. Una pastora salvó á Pa-ris, y esta humilde pastora merecia un tem-

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66 REVISTA EUROPEA.—Í9 PE JULIO DE 1 8 7 4 .OJL «

N.'ílpío. "Pero 'este tempto levantado á uAa pas-tora debía áer cctavertido en -el templo le -vantado á todas las glorias de Francia.Parecía que al construirlo en el pasado si-glo, Soufflot, su arquitecto, presentia ya sumaravilloso destino. El ilustre escritor Ed-gar Quinet explica este fenómeno históricoen las siguientes elocuentísimas frases: «Elmonumento de Santa Genoveva fue un enig-ma ignorado hasta del mismo arquitecto.Nadie podía decir cuál era el Dios descono-cido en cuyo honor se levantaba el nuevoaltar. Después de haber disputado largotiempo sobre el temerario atrevimiento dela rotonda, lo olvidó todo el mundo. El si-glo XVIII iba á. morir, y el monumentoque habia levantado, no adaptándose á nin-guna de las exigencias de los tiempos, per-maneció extraño á la vieja Francia, quepasó á sus pies sin mirarlo ni comprenderlo.Su nombre no se halla unido á ninguna delas fiestas de la vieja monarquía. Colocadosobre Paris, pero relegado á lo lejos, casien un arrabal, cerca de los muros, se hu-biese dicho que era un templo perdido enel desierto.»

III.

Cuando, nos acercamos á la colina deSanta Genoveva, se apodera del alma unasuerte de admiración artística y religiosaque no puede fielmente explicarse, como silas piedras exhalaran ideas.

Magnífico es el monumento, en que se haunido á la grandeza y majestad del con-junto la armonía y la gracia de las ornamen-taciones. Su bella escalinata, que pareceun pedestal; su espacioso pórtico griego,por el cual circulan con tanta libertad la luzy el aire; las bellas columnas estriadas, quecombinan la solidez y la ligereza en sus ar-moniosas proporciones y que rematan conespléndidas coronas de acanto; el frontispi-cio triangular que sobre estas columnas re-posa, y del cual salen admirablemente con-cebidos y colocados grupos de estatuas querepresentan las ideas de patria, libertad; lasespesas paredes, levantadas con esa robus-tez que tan alta idea inspiran de las fuerzashumanas y de sus victorias sobre los estra-

gos del tiempo; y allá arriba, como despren-diéndose de la tierra, como penetrando eléter infinito, la rotonda ligera y graciosa,semejante á un monumento romano, cortadapor el intercolumnio, que recrea la vistacomo una melodía el oido; todo este con-junto de líneas admirables; toda esta escalade piedras, que arrancando con una grandeseguridad de la tierra, sobre la cual des-cansa en su perfecta estática, se aligera, seeteriza, como un vago sueño, allá en elcielo, dicen que el gran monumento nopuede ser sino el eterno templo de la glo-ria. Yo quisiera que todas las naciones sereunieran, que todos los pueblos se junta-ran en el pensamiento de elevar un panteóná todos los héroes del progreso, como laRoma antigua levantó un panteón á todoslos dioses de la naturaleza. Yo quisiera queeste templo se levantara en una de esas ciu-dades predilectas de la humanidad por losservicios que han prestado al mundo; enJerusalen, que nos dio la religión; ó enAtenas, que nos dio el arte; ó en Roma,que nos dio el derecho; ó en Washington,que nos dio la libertad. Yo quisiera quecada pueblo destinase un apostolado de sushijos predilectos, de los que han brilladoen las artes del espíritu , excluyendo sólo álos que han brillado en las artes de la con-quista. Y yo propondría que todos los añosse enviase á los más meritorios entre los jó-venes de las escuelas á inspirarse en el amorá la ciencia y á la libertad en este olimpodel genio. No seria difícil este congreso hu-mano de la gloria, después que acabamosde ver en el Campo de Marte el congresohumano del trabajo.

IV.

No tendríamos otro medio de desagraviará tantos genios extraordinarios como hemosdejado morir en el dolor y en la miseria.No tendríamos otro medio más eficaz de en*señar á tantas generaciones que se consu-men , por invencible ignorancia en la ingra-titud, el poema de los héroes del trabajo. Elmundo se apartaría con horror de la violen-cia y de las conquistas que lo siembran decadáveres, para adorar la fuerza creadora que

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CASTELAR.—BL PANTEÓN. "'ffilo siembra de vida. La religión humana del

_ progreso tendría en un templo reunidos to-dos sus mártires. Allí no habría las fantas-magorías mitológicas á que hemos quemadotanto incienso y por las que hemos vertidotanta sangre, sino la verdad en un san-

v tuario que fuera la conciencia humana enrelieve. Desagraviaríamos á Sócrates á quiendimos á beber la cicuta á cambio de haber-nos dado á beber el eterno manantial de laverdad; desagraviaríamos á Cicerón, cuyalengua picamos, aquella lengua que habiahecho vibrar los aires con tan elocuentes pa-

• labras; desagraviaríamos al Dante á quiencondenamos al sombrío suplicio del des-tierro; desagraviaríamos á Copérnico á quienno consentimos publicar su sistema delmundo que arrancaba el sudario de plomoá la tierra mineral, sino el dia en que ya nole era dado tener tan preciosa obra en lasmanos, y contemplarla con los ojos, porquebajaban sobre su santa ancianidad las sombrasde la muerte; desagraviaríamos á Galileo delas indignas humillaciones á que lo sujetamosy que cegaron con lágrimas de plomo derre-tido aquellos ojos hechos para interpretarel luminoso alfabeto de los mundos; des-agraviaríamos á Keplero, á quien atormenta-mos con el hambre y la miseria, mientrasél trazaba sobre el papel las divinas mate-máticas de los planetas y anotaba su incon-mensurable música; desagraviaríamos á Co-lon, á quien martirizamos con tormentos hor-ribles después de habernos dado casi unnuevo planeta para dilatar nuestro espíritu;desagraviaríamos los manes de todos nues-tros redentores con el holocausto de la puragloria, con la enseñanza moral de su ejem-plo, con el juramento de continuar al travésde los siglos su obra inmortal de verdad yde justicia. Así lograríamos que la juventud,acostumbrada sólo á ver en predicamentolas victorias sangrientas, se acostumbrase áhonrar las victorias pacíficas del trabajo.

¿ Mayor que Napoleón combinando los planesde Austerlitz me parece Fulton combinando

:. ' la navegación á vapor. Mayor que César en\ Farsalia es Morse escribiendo en las chis-: Jias del rayo la palabra humana. Impórtanos

más que saber la hora del nacimiento defapserico, saber la hora en que Newton,

viendo en un jardín de Wiolsty-op la lunesubir en el horizonte, y una manzana des-prenderse de su rama, descubrió las leyesde la gravedad. Impórtanos más que la espa-da del Duque de Alba destilando sangre lapluma de Cervantes destilando luz. Amentosla justicia y nacerá en todas las concienciasesa idea del derecho que ha Dios depositadoen ella al mismo tiempo que la vida, y que sehalla oculta por treinta siglos de preocupa-ciones y de errores. El arte empieza siemprepor bosquejar en el sentimiento la borradaimagen de la idea, por despertar con sumisteriosa voz la conciencia. Que el geniose consagre á difundir la vida de los mártiresdel trabajo, que los poetas se conjuren paradorar con los rayos de su poesía inmortalsólo aquellas frentes por las cuales haya pa-sado la verdad. Que Jacquart, el humildetrabajador de Lion, tenga una estatua porhaber inventado un nuevo telar bastante áeconomizar el tiempo y el trabajo. Que enlos arcos de triunfo, en vez de poner los nom-bres de Trajano, ó de Luis XIV, ó de Car-los V, pongamos los nombres del inventorde la vacuna ó del propagador de la patata.Hay más poesía en el horno donde Pallissyarrojaba sus muebles cuando no tenia leñapara sacar esos vasos divinos llenos de es-maltes encantadores y de figuras inmortales,3ue en la áurea estancia pintada por Rubens,

onde María de Médicis recibía la noticiade haber sido asesinado por el puñal de losjesuítas e? autor del Edicto de Nantes. ¡Oh!Si no honramos la justicia no nacerá la ideadel derecho; y si no nace la idea del dere-cho no tendremos jamás libertad. El Pan-teón del porvenir será el templo del trabajo,y el trabajo en todas sus manifestacionesserá la gloria. Entonces, como ha dicho ungran poeta, veremos brotar ese árbol de lalibertad, que ahora parece quimérico, cu-briendo Europa y América, llevando susramas cargadas de ideas; y nosotros, quizádestinados á morir en el destierro, nos in -corporaremos en nuestras tumbas para besarsus raíces.

EMILIO CASTELAR.

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68 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 .

EXPOSICIONES ESPECIALES

DE LA. INDUSTRIA EN ESPAÑA.

I. Origen de las exposiciones. Inconvenientes de las generales. Venta-jas de las especiales. Las de Londres.

II. Exposiciones celebradas en España.—Las de 1873 y 1874.—Con-veniencia délas especiales en España.

III. Grande y pequeña industria: sus caracteres. Importancia de la últi-

ma. Exposiciones para ella.

IV. Artículos extranjeros. Carácter docente de las exposiciones. Clasede objetos expuestos. Representación del comercio. No admisiónde los objetos arqueológicos. Conveniencia de los museos indus-triales.

V. La Sociedad económica matritense. La última exposición especial.Importancia de la estadística. Congresos industriales. Conferen-cias.

VI. Proyecto de cuatro exposiciones especiales: sus clases. Plan.Vil. Nombramiento de jurados. Organización de los congresos y las con-

ferencias. Necesidad de subvención para estas exposiciones. Por-venir de la industria española.

i.

Ocurre en muchas manifestaciones de la activi-dad humana, que al realizarse históricamente enformas cada vez diferentes, se vuelve al cabo deun cierto tiempo á la primitiva que las engen-drara. Esta evolución se está verificando en nues-tros dias con las exposiciones industriales.

Ideadas á mediados del siglo pasado en Ingla-terra para producciones especiales—la primerapara tapicerías y porcelanas, la segunda para ins-trumentos agrícolas—se extendieron luego á ma-yor número de artículos, celebrándose en 1851 laprimera en que se admitieron todos los produc-tos del trabajo, sin atender á la nacionalidad desus autores. Fueron aumentando en extensión enlas análogas de 1855, 62, 67 y 73, celebradas enLondres, París y Viena, y viene la reacción, ini-ciada en Inglaterra antes del 73, que tiende á ha-cer especiales las exposiciones, limitándolas á unnúmero determinado de artículos.

Se ha observado en primer lugar, que una em-presa de exposición universal y general es un ne-gocio ruinoso; bien lo ha probado la última deViena, en cuya vista han renunciado Berlin y SanPetersburgo á la idea que acariciaban de albergaren- su seno, en fecha no remota, los productos dela actividad humana. Solamente los Estados-Uni-dos, celosos de probar su poderío y de festejar elcentenario de su independencia, tratan de cele-brar un concurso de esta especie en Filadelfia, elcual se abrirá en Abril de 1876.

Pero aparte de esta consideración hay otra demayor importancia en descrédito de estas exposi-ciones. La rivalidad de las naciones, la dificultad,por no decir imposibilidad, de juzgar con perfectocriterio ciertos objetos similares de distintos pai-ses, han hecho que los premios hayan caido en

descrédito y que nadie los tome en serio cuandose trata de sus últimos grados. Expositor impor-tuno saca mención, podría decirse en lo sucesivo,imitando un proverbio castellano.

No hay inventor charlatán, ni fabricante decontrabando que no adorne sus etiquetas con nu-merosos dibujos de medallas y recompensas, fá-cilmente obtenidas en concursos, gracias á labuena amistad de algún jurado, ó á su habilidadpara recabarlas. Tanto es así, que se ha propuestopor algunos suprimir todos los premios y reducirlas exposiciones á simples mostruarios.

De aquí que los fabricantes acreditados de In-glaterra estuvieran tan reacios en acudir al últi-mo certamen de Viena, y muchos de los prínci-pes de su industria no concurrieron á él á pesarde cuantas gestiones se hizo en contrario. Losmejores artistas españoles no quisieron tampocoacudir á este palenque.

Las exposiciones de un número limitado de ar-tículos, por más que concurran los de todas lasnaciones, tienen la garantía de que el jurado y laopinión pública se ayudan en sus juicios y evitansus extravíos parciales: el estudio se hace mejor,y el resultado práctico es más fructífero.

Por otra parte, la industria va siendo tan vasta,que con dificultad se pueden reunir sus ejempla-res en un solo edificio. Por estas razones, sin du-da, funciona en Londres una serie de exposicio-nes especiales, organizadas de suerte que al cabode diez años se presenten en otros tantos concur-sos las riquezas todas de la producción. Se inau-guraron en 1870: en 1871 versaba sobre objetos deinstrucción pública, inventos científicos, bellasartes, cerámica y lana: en 1872 instrumentos mú-sicos, papel, joyería y algodón: en 1873 alimen-tos, acero, instrumentos de medicina, carruajesy seda: en 1874 encuademaciones, cueros, obraspúblicas, encajes: en 1875 será de bronces, relo-jería, tintorería, hilados y tejidos: en 1876 ins-trumentos físicos, máquinas agrícolas, pieles, me-tales preciosos y fotografía: en 1877 muebles, ytodo lo referente á higiene pública y privada: en1878 armas, buques de guerra, cristal y laboresde aguja: en 1879 hierro, maquinaria, lino y cá-ñamo: en 1880 terminará con trajes, productosquímicos y material de ferro-carriles. En todasse admiten pinturas.' Esto sin contar las numerosas exposiciones

que en diversas poblaciones de Europa se consa-gran ya á los ganados, ya á arboricultura, ya ávinos, ya á objetos marítimos, ya á maquinariaagrícola, ya á otras cuestiones concretas y limi-tadas. En cuanto á las artes llamadas bellas, biensabido es que celebran sus concursos especiales,en los que obtienen mayores beneficios que en los

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G. VICUÑA. LAS EXPOSICIONES INDUSTRIALES. 69generales, y la seguridad de más recto criterioen las recompensas.

II.

En España hemos estado amagados de una ex-posición universal, que felizmente no ha pasadode las columnas de la Gaceta oficial.

Ni como negocio, ni como medios, dado el ale-jamiento de nuestra patria con respecto al centrode Europa, ni como población que pudiera alber-gar á los visitadores extranjeros, ni como vitali-dad de nuestra industria, hay en España, ni enMadrid, condiciones para celebrar una solemnidadde este género.

En cambio se han realizado algunas exposicio-nes nacionales de carácter diverso. La primeratuvo lugar en Madrid en 1827, con 200 exposito-res; siguiendo otras dos, menos concurridas, en1828 y 1831. En 1841 hubo otra con 217 exposi-tores; la siguió otra en 1845 , y una más prove-chosa en 1880, con 390 expositores, celebrándoseen 1857 una especial de Agricultura, que fue no-table por varios conceptos. También en provin-cias se han realizado algunas exposiciones, aun-que la mayoría han sido regionales , descollandoalgunas de Barcelona, la de Sevilla de 1858 y lade Zaragoza de 1868.

En 1871 verificó en Madrid la sociedad tituladaEl Fomento de las Artes una modesta exposiciónlocal, y en 1873 se dio el primer ejemplo de rea-lizarse una nacional sin protección alguna delGobierno, y gracias á la iniciativa del activo éinteligente Sr. Oryan. Más de 700 expositoresconcurrieron á ella; su carácter era especial, perolas circunstancias obligaron á aceptar á últimahora algunos artículos no mencionados en el con-curso.

Por último, en el corriente año se ha celebradoen Madrid una exposición de un carácter comple-tamente original, pues se trata de una regionalde las provincias del Este, verificada fuera de laregión, sin que dé idea cabal de todas sus pro-ducciones; su sello es más comercial que técnico.Según parece, se trata de repetir concursos aná-logos de otras regiones españolas, sin que acer-temos á darnos cuenta de por qué no se ha co-menzado con la del Sur, libre de los carlistas, quesin duda alguna han contribuido á que la actualno sea lo que debiera. El mal éxito de esta expo-sición hará ver sin duda alguna á sus iniciadoresque es preciso adoptar otro sistema más racional,j dudamos que lleguen á celebrarse las que sehan anunciado como continuación suya.

En España, más que en otros países, convie-nen las exposiciones especiales, limitadas á cier-tos artículos, que luego indicaremos, aunque per-

mitiendo los similares extranjeros. Si el objetode estos concursos es que del cotejo y estímulonazca el progreso, no se comprende la razón delas exposiciones regionales, ni aun siquiera de lasnacionales. Aquí, donde tanto tenemos que apren-der en industria; donde por el mal gobierno y laapatía de nuestro carácter, y no por falta de in-teligencia, estamos tan atrasados, digan lo quaquieran ciertos cortesanos de la opinión pública,urge sacar á las industrias que tienen vida pro-pia de su marasmo y quietismo, ó por lo menos,preparar los elementos para que esto se verifique,no bien cese la guerra civil de asolar nuestro ter-ritorio y de consumir en fratricidas luchas nues-tra energía y vitalidad.

III.La industria humana, en la amplia acepción de

esta palabra, abraza todo linaje de obras en lasque intervienen la inteligencia y las fuerzas delhombre. Pero sea cualquiera la clasificación quede sus productos se adopte, puede dividirse endos grupos, que podremos llamar la grande y lapequeña industria.

Comprendemos en la primera denominación lafábrica que opera con un capital considerable ycon personal directivo inteligente; la explotaciónminera hecha en gran escala, dirigida por inge-nieros; las labores agrícolas de extensos terrenos,verificadas con buena maquinaria y hábilmentetrazadas; la empresa comercial bien calculada ycon fuerte capital; el monumento que un repu-tado arquitecto levanta, gastando sendos millo-nes; la obra artística que realiza un afamado pin-tor ó escultor, y que sabe le será ampliamenteremunerada; el libro escrito por un acreditadopublicista, que le asegura fama y doblones.

Llamamos por el contrario, pequeña indus-tria al modesto taller cuyo director es á la vezobrero y empresario; á la obra minera que se li-mita á vender sus piedras; á la faena del labradorque riega las tierras con su sudor, ó que, por lomenos, dirige á sus gañanes; á la empresa comer-cial modesta; á la construcción económica; alcuadro del principiante; al ensayo del literato.

AhoYa bien: dado que la gran industria per-mite á sus directores el hallarse en contacto conlos de otras naciones y conocer los progresos delramo á que se dedican, ya visitando las exposi-ciones universales, ya recorriendo las nacionesmás adelantadas, ya leyendo las revistas y pu-blicaciones técnicas, claro es que no necesitan in-dispensablemente cotejar sus obras con las deotros, puesto que fácilmente pueden hacerlo inte-lectual, si no materialmente.

No sucede esto con la pequeña industria. Ni lolimitado de la empresa, ni la menor cultura de

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70 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 4 8 7 4 . N.* 21

sus gerentes, les permite conocer lo que hacensus compañeros. Para estos son indispensableslas exposiciones; de aquí el que prediquemos lanecesidad de verificar éstas en forma especial yaplicadas además á la pequeña industria.

El director ó el ingeniero de una gran fábricade tejidos de algodón ó de construcción de má-quinas saben perfectamente lo que se elabora óconstruye en Inglaterra y Alemania: el cosecherode aceite valenciano, ó el labrador andaluz, igno-ran cómo se refina aquel en otros puntos, ó des-conocen las máquinas agrícolas más modernas.

Estamos én un país en el que los procedimien-tos de fabricación y los sistemas de labores variannotablemente de unas provincias á otras, á vecespor necesidades ingénitas, otras por ignorancia órutina. No se ha verificado aún la unificación deltrabajo nacional; ¡cuan lejos estamos todavía deaspirar á colocarlo al nivel del que vive en algu-nas naciones!

La riqueza de nuestro país está en la pequeñaindustria. Su porvenir inmediato consiste en for-mar las industrias agrícolas. Nuestras sedas sonsusceptibles de mejora y de más extensa cria:nuestras lanas requieren también cuidados y per-feccionamientos: nuestros aceites reclaman ma-yor esmero en su fabricación, así como nuestrosvinos. La caña, y quizás la remolacha, los cerea-les mismos, las producciones forestales, pidencuidados y mejoras que por desgracia no al-canzan.

Tenemos buenos elementos para constituir unapequeña industria floreciente, no sólo en la parteagrícola, sino también en la minera y en la ma-nufacturera; tratemos de ayudarla. Respecto dela grande industria no es preciso velar tanto porella: allí donde el negocio sea lucrativo no falta-rán empresas nacionales ó extranjeras que loacometan: si destruyen á los productores limita-dos, nada importa, que esto sólo podrá ser en unarama ó en ciertas localidades, quedando siempreancho campo para desarrollarse y fructificar.

La tutela del Gobierno, la cooperación de lascorporaciones y sociedades científicas, la aten-ción de todos los que de estas cosas se ocupan, lasimpatía de la nación entera, deben encaminarseá dar vida á la pequeña industria, base y riquezade las naciones, manantial fecundo de bienestar,que permite al artesano pasar á la categoría deempresario, y que resuelve la parte más pavorosadel problema social.

IV.

España, más que ninguna otra nación, necesitacelebrar exposiciones especiales, limitadas, porlas razones expuestas, á la pequeña industria, ó

mejor dicho, escogiendo los artículos que han de.figurar en ellas entre los que preferentementeproduce dicha clase de industria, sin rehusar sussimilares, aunque procedan de otro origen. Cree-mos también que pueden admitirse los artículosextranjeros, si bien el jurado deberá hacerse car-go, al dar los premios, no tan sólo de la bondadabsoluta de los resultados, sino también de losmedios con que se ha contado para obtenerlos.Los de Portugal podrían admitirse en igualdad decondiciones que los nuestros.

En vez de dar á estas exposiciones un caráctermercantil es preciso suministrarlas algo de espí-ritu docente. Que sirvan, no tanto para lucirse elproductor, como para aprender de sus concur-rentes lo que él ignore. Con este fin es precisodar gran desarrollo á la parte técnica, premiandoy estimulando todo lo relativo á bibliografía, pro-yectos, ensayos, etc. Cuánta mayor recompensamerece quien gasta su fortuna, como hizo el ilus-tre marqués del Duero, en ensayar el cultivo dela caña de azúcar, que el agricultor que se limitaá presentar un fruto de los que ordinariamentese cosechan.

Este es el momento de hacer notar la falsa ideaque generalmente hay entre nuestros producto-res sobre la clase de objetos que deben exponerse.No han de ser éstos los maravillosos, los exóticos,los obtenidos por excepción, y que asombran porsu rareza, sino los corrientes, los ordinarios,aun aquellos en que la mala calidad está compen-sada con una gran baratura.

Producir mucho y con pocos gastos debe serel ideal de los industriales, y esto se ha de refle-jar en los concursos.

Otro elemento debe asimismo entrar en las ex-posiciones, que no se ha hallado bien definido enninguna de las que tenemos noticia: nos referi-mos al comercial, confirmando la opinión de unode los más ilustrados economistas españoles. Elcomercio es una de las fuentes de la producción,puesto que el llevar los objetos desde un puntodonde son poco útiles á otro en que son indispen-sables, crea valores, ó sea riqueza en últimotérmino. Cambiar equivale, por tanto, á pro-ducir.

Hasta ahora se ha tenido en cuenta en casitodas las exposiciones la magnitud de la empresay su gestión mercantil; pero esto como una cues-tión auxiliar que influía ante el jurado para laclase de recompensa que se daba. Tal fabricantede vinos medianos, pero en vastísima escala, re-cibia un premio igual al que se daba á otro elabo-rador de exquisitos vinos, pero en reducidas pro-porciones.

No es esto sólo, por consiguiente, lo que patro-

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G. VICUÑA. LAS EXPOSICIONES INDUSTRIALES.

ciñamos en este punto, sino que se atienda únicay exclusivamente á la gestión mercantil. Podráser expositor, por ejemplo, el representante deuna empresa de canalización, no por el mérito delas obras realizadas, sino por la naturaleza mer-cantil del negocio. Para ello deberá probar, consus libros y documentos, el capital empleado, lasdificultades vencidas, las gestiones efectuadas ycómo ha trasformado los terrenos de secano, casiincultos, en otros de regadío, cuya feracidad haaumentado la riqueza de la comarca. Podrá sertambién el almacenista de géneros que pruebesustrabajos para introducir en el país determi-nados artículos, realizando no sólo un beneficiopropio, como es natural y legítimo, sino tambiénuna mejora para los consumidores.

Unos cuantos datos auténticos, cuyo resumenpruebe la naturaleza útil de la empresa, y losjustificantes y comprobantes, bastarán para estegénero de expositores, escogiendo preferentemen-te los asuntos en que se verifica el negocio con re-ducidos medios, ó sean los que forman parte deloque hemos llamado la pequeña industria.

Creemos que en estas exposiciones no debentener cabida los objetos arqueológicos, ni los dearte retrospectivo, ni menos los prehistóricos,como ha sucedido en las dos últimas universa-les de Paris y Viena. Los museos se complemen-tan con las exposiciones, en nuestra humildeopinión: éstas contienen las obras de los contem-poráneos; aquellos las de nuestros antecesores enla terrestre peregrinación. En las unas se estudiay compara lo que hoy hacemos; en los otros seye lo que hicieron nuestros mayores.

Cierto es que el examen de esto último ayudaal mejor éxito de las obras actuales; pero tal ta-rea se ha de realizar precisamente por los mu-seos, pues al ver allí los modelos, no es difícilcompararlos con los objetos que todos los diasmanejamos. Conviene fomentar y desarrollar losmuseos: todas las capitales cultas de la Europanos presentan ejemplos que imitar. No bastan elde pintura y arqueológico que hay en Madrid,ambos de primer orden; es preciso erigir otros decarácter artístico-industrial, si bien puede estu-diarse en los anteriores una pequeña parte de loque á éste le está encomendado.

Las momias egipcias, los cementos romanos,los vidrios de la Edad Media, las rejas de nues-tras catedrales, la porcelana de la China, los te-jidos de la India, y tantos otros objetos han deser estudiados bajo el punto de vista fabril en losmuseos para ilustrar á los productores coetá-neos. Las exposiciones especiales deben limitarse,según esto, á las obras de la industria actual, á1» emulación y mutuo contacto de sus partícipes.

V.La idea de las exposiciones especiales en Es-

paña, organizadas con cierto orden, y sucedién-dose unas á otras para realizar un plan completo,se despertó en el seno de la Sociedad EconómicaMatritense hace cosa de dos años. Pero el celo,que es grandísimo, de esta corporación, que desdehace casi un siglo viene trabajando desinteresa-damente en pro de la industria nacional, se estre-lló ante las tristes circunstancias por que atra-viesa el país, ante la dificultad de reunir fondos,y ante la falta de actividad ingénita en toda cor-poración. Creemos que no ha descuidado del todo,este asunto la Sociedad Económica, y celebraría-mos que tratara de realizarlo, con preferencia alGobierno y aun á toda empresa.

Ya hemos dicho que una empresa particular ce-lebró en 1873 la primera de las exposiciones es-peciales, si bien se desvirtuó algo admitiendo áúltima hora todo género de productos. Pero altratar de verificarse la segunda etapa de esta em-presa, cuando esperábamos verla seguir por elbuen camino de la especialidad, nos encontramossorprendidos con que ya era una exposición ge-neral, y lo que es peor, regional. En vez de uncertamen técnico, vimos un bazar de algunos gé-neros catalanes y de ciertos productos valencia-nos, cuyo mal resultado ha justificado la interven-ción de la lógica en todas las tareas del hombre.

De aquí la necesidad que hoy predicamos de ce-lebrar exposiciones especiales en España, con elcarácter que ya hemos señalado. Conviene tam-bién que en ellas predomine el elemento esta-dístico, tan atrasado en nuestro país. NuestraAdministración, ó por falta de datos, ó por un in-justificado Cleseo de ocultarlos, no publica los re-ferentes á estadística industrial, excepto los deentrada ó salida de mercancías y los de minas ómetalurgia. Para averiguar el número de fábri-cas de una industria dada que hay en la nación,su producción y sistemas, es preciso acudir á di-versas oficinas, y la mayor parte de las veces sinresultado provechoso.

Por* esta razón será conveniente que al par delelemento comercial figure en estos certámenes elestadístico, premiando los trabajos de esta índoley presentando los productores cuantas noticiastengan en este sentido.

Al propio tiempo deben celebrarse congresosindustriales, en los que se discutan las contra-riedades con que luchan las industrias y los mé-todos diversos seguidos en las distintas comar-cas. Por ejemplo, los vinicultores podrán tratarde sus mercados, sistemas de elaboración, trabasque les cohiben, dificultades con que tropiezan, y

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REVISTA EUROPEA.—'19 DE JULIO DE 1874.

tantas otras cuestiones, en las que tomen partelos hombres prácticos y los científicos, los de-fensores de los métodos nacionales y los parti-darios de los extranjeros. El resumen útil deestas discusiones se publicaría en un tomo, queseria un verdadero monumento de interés incon-trovertible.

Al par que los congresos deben celebrarse con-ferencias profesadas por personas competentes,en las que, sin pretensiones oratorias, sino poramor á la verdad, se expongan los puntos nuevosó poco conocidos de las ciencias y artes indus-triales. Esta innovación fue introducida entrenosotros por la celosa junta de Fomento de lacitada exposición de 1873; y si bien no produjo eléxito que debiera esperarse de ella, se comenzó áeducar á nuestro pueblo en este género de ocupa-ciones, cual debe ser siempre la misión de losque no se contentan con deplorar nuestro atrasoé incuria, sino que procuran combatirlos viril-mente en cuantas ocasiones se presentan.

Hay que verificar, en una palabra, exposicio-nes que instruyan más bien que exposiciones queagraden. Importa menos oir al público decir:«está muy bonito,» que escucharle exclamar:«he aprendido algo,» y sobre todo saber quenuestros industriales se instruyen mutuamente yno se engríen con una exhibición mercantil desus géneros, para lo que basta acudir á los alma-cenes ó tiendas.

Es indudable, con arreglo á todo lo anterior,que deben tener preferencia las industrias agrí-colas, que con las mineras forman la riqueza yla esperanza de mayor poderío de nuestra patria.Difícil es presentar un conjunto metódico de talesindustrias, pero siquiera para que no se nos ta-che de difusos, vamos a dar un ensayo de lasmaterias que juzgamos deben entrar perfecta-mente en las cuatro primeras exposiciones quese celebren, dejando otra porción de artículospara las sucesivas.

VI.

Estas exposiciones deberán realizarse una ódos al año, con objeto de no dejarlas completa-mente desprovistas de interés ante el público in-diferente; convendría agrupar en cada una artícu-los variados. He aquí los que juzgamos comomás perentorios:

Exposición primera.

CIASE 1."—Aceites. De oliva ordinarios: ídemrefinados: conservas en aceite de carnes y pesca-dos: aceites de semillas: jabones de aceite.

CIASE i.'—Cereales. Trigos: harinas: salva-dos: pastas: granos diversos: panificación.

CIASE 8.*—Quesos. Leches: quesos ordinarios:quesos especiales duros y blandos, imitados delos extranjeros: mantecas y requesones.

CIASE 4."—Zanas. Ordinaria: merina: lim-piado de lana: su tinte: tejidos: paños: ropas ytrajes.

CLASE 5.*—Enseñanza. Libros de texto paraescuelas: idem para segunda enseñanza: idempara la superior: métodos de enseñanza: instru-mentos y material para la misma: resultados ob-tenidos: enseñanza del dibujo: sus resultados:enseñanza de la música: instrumentos músicos:enseñanza de la mujer: labores y bordados ámano.

Cada clase se dividirla en varios grupos, lle-varía consigo uno ó varios congresos especialesy una serie de conferencias: en dicha clase en-trarían los expositores comerciales, los datos es-tadísticos, los proyectos facultativos y la biblio-grafía: otro tanto decimos para las clases si-guientes; de suerte que excusamos repetirlo alllegar á ellas. A pocos industriales que concur-rieran de España y Portugal, y algunos de allen-de el Pirineo, habría para llenar con los artículoscorrespondientes un vasto local, pues la mayoríade los que se han retraído de acudir á las expo-siciones universales por su modesta producción,concurrirían gustosos á ésta.

Que la fabricación de aceites requiere mejorasen España; que el cultivo de cereales ha menes-ter de algunos progresos; que la confección de losquesos está muy atrasada, y que nuestras lanashan decaído, son cosas que nadie ignora. Unconcurso de esta especie las regenerará. Respectode la última clase, no sólo es útil para dar varie-dad al conjunto, sino también para comparar losmétodos y medios de enseñanza que atraviesanhoy un período de crisis. A pocas Escuelas, Ins-titutos, Universidades y profesores que acudieraná este certamen habria para formar un riquísimoy variado cuadro. Aquí, mejor que en otros sitios,podria quizás resolverse la cuestión de las ven-tajas ó perjuicios de la libertad de enseñanza, talcomo se practica en España.

Exposición segunda.

CIASE 1.a— Vinos. Cultivo de la vid: sistemasde fabricación: vinos ordinarios: vinos finos: vi-nagres: licores: aguardientes: alcoholes: cervezas.

CLASE 2.a—Sedas. Cria: ordinaria y del Japón:hilados: tejidos.

CLASE 3.a — Productos forestales. Resinesos:tintóreos: curtientes: maderables.

CLASE 4.a—Papel. De tina: continuo: cartón:cartulina: papeles pintados: de esparto, palmito,paja, madera, etc.: imprenta; litografía; grabado,

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G. VICUÑA. LAS EXPOSICIONES INDUSTRIALES. 73

CIASE 5.a—Mobiliario. Sillas: mesas: arma-rios: camas: adornos: utensilios: máquinas decoser y otras domésticas.

Las tres clases primeras constituyen una granparte de la riqueza de España, susceptible demucho mayor incremento. La cuarta permitiríacomparar nuestros papeles y examinar una delas industrias más adelantadas en esta nación,cual es la imprenta: la quinta serviría para darvariedad y al propio tiempo decorar, entrando enella desde la tosca silla usada en los campos,hasta el armario de mayor lujo.

Exposición tercera.

CLASE 1.a—Residuos animales. Sebo: bujías:cerillas fosfóricas: jabones de sebo: cueros: tafi-letes: calzado: encuademaciones.

CLASE 2.a—Azúcar. De caña: su refinación: deremolacha: melazas: confituras: conservas endulce: almíbares: chocolates.

CLASE 3.a—Cerámica. Barro cocido: loza: por-celana: vidrio: cristal: material refractario.

CLASE i."—Hilo. Cáñamo y lino: cultivo: hi-lado: jarcias: tejidos: camisería.

CLASE 5.*—Marina. Pesquería: piscicultura:construcción de buques de madera: ídem de hierro:mobiliario de los buques: marina militar.

La clase 1.a se distingue de las 3.a y 4.a de laexposición primera y de la 2.a de la segunda, enque éstas son productos animales y no despojos6 residuos, como ocurre al sebo y los cueros. Suimportancia es notoria por tratarse de industriasflorecientes: la azúcar requiere grande estímulo,y las tres últimas secciones son susceptibles denotables progresos, gracias á los elementos denuestro suelo y costas.

Exposición cuarta.

CIASE 1.'—Platería. Objetos de plata: broncesde arte: bisutería. Joyas finas: idem falsas: reloje-ría: adornos de reducidas dimensiones.

CLASE 2.a—Cultivos. De secano: de regadío:labores: instrumentos: máquinas: abonos mine-rales: idenvanimales: productos obtenidos.

CLASE 3."—Metalwgia. Minerales: combusti-bles: metales: aleaciones: su elaboración.

CLASE 4.a—Construcción. Construcciones ru-rales: idem urbanas: idem monumentales: mate-ríales de construcción.

CLASE 5." — Productos gulmicos. Ácidos: sa-les: sustancias explosivas: drogas: perfumería:productos farmacéuticos : fotografía: galvano-plastia.

Excusado es encarecer la importancia de todasestas clases: en la segunda se hallan los procedi-mientes agrícolas, y en la tercera los metalúrgi-

cos. La siguiente se prestará á grandes desarro-llos y decorará el local: la última podrá osten-tar un gran número de expositores, aunque notantos como los de las tres anteriores.

Se escogerán las estaciones más convenientespara algunas de estas clases; por ejemplo, los vi-nos en primavera y los frutos en otoño. Se aña-dirán flores y plantas, que al par de adorno po-drán ser objeto de certamen especial.

Como se ve, excluimos de este plan el algodón,la construcción de máquinas y algunas otras in-dustrias que difícilmente pueden establecerse enpequeña escala. En las metalúrgicas y agrícolasse procurará hacer venir á los productores dereducidas proporciones, sin rechazar por eso álos que Ib sean en mayor escala. Las bellas ar-tes y la ganadería están excluidas intencional-mente.

No incluimos tampoco todos los artículos quepueden hallarse en las condiciones apetecidas,dejándolos para otros concursos: están, sin em-bargo, las principales.

Se notará, por último, que no seguimos elprincipio establecido de la especialidad hasta susúltimas consecuencias, y esto lo hacemos porqueen las condiciones de nuestro país, y sobre todoen las tristísimas por que hoy atraviesa, se cor-rería el riesgo de que un solo artículo especialno diera suficiente materia para llenar una sala.Este es el ideal, pero entre tanto ponemos cincoclases en cada concurso, de las cuales no sólo cadauna, sino en muchas, alguno de sus renglonesdebiera bastar para constituir una exposición es-pecial lucida, y bajo todos puntos de vista pro-vechosa.

•* VII.

Las cuestiones de nombramiento de jurados,organización de los congresos y de las conferen-cias son de mero detalle, que interesan poco. Sólodiremos que el jurado debe hallarse previamentedesignado, bien por el Gobierno, bien por la em-presa gestora, y reclutado entre los hombres deciencia, ingenieros, profesores é industriales reti-rados, no entre los activos. La elección de juradoshecha por los expositores es el medio más racio-nal cuando la mayoría de éstos reside en la po-blación, como sucede ordinariamente en los debellas artes; de lo contrario, y hecha por autori-zación, puede convertirse en un pandillaje y ri-dicula farsa, que explotan unos cuantos habilido-sos. De esta suerte saben también los expositoresquiénes les han de juzgar antes de concurrir, yno vacilarán en hacerlo si ven personas formales,y sobre todo conocedoras del asunto, no unos

| cuantos políticos, oradores ó poetas que serán

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74 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE «LIO DE 1 8 7 4 . N;° 2»

manejados por alguno más competente ó másaudaz.

Los congresos deberán efectuarse en días fijos,señalados de antemano, y en corto número.- cadauno de los que tomen parte en ellos pagará unapequeña cuota, y la empresa sufragará los gastosde impresión y demás. En estos congresos se ve-rificarán pruebas y ensayos comparativos, cuyosresultados se harán constar.

Los conferencias se encomendarán á personasperitas; se imprimirán y venderán: los temasserán fijados por el jurado ó junta facultativa di-rectora, recayendo en asuntos íntimamente rela-cionados con los objetos expuestos.

No es el caso dilucidar si ha de ser el Gobiernoó la empresa quien tenga á su cargo estas expo-siciones: nos inclinamos hacia lo último, perocontando con medios pecuniarios que suminis-tren aquel y las corporaciones populares. Un cer-tamen de este género, hecho en serio, sin farsasni pedanterías, no puede sufragar los gastos conlas entradas de los visitantes. Estas deben sermodestas, para que concurra mucha gente, ycomo además no se puede pedir dispendios al pe-queño industrial, que siempre tiene que hacer al-gunos gastos para el concurso, resulta que habrápérdidas seguras, al monos en los primeros años.

No nos cansaremos de repetirlo: las exposicio-nes especiales en que no se trate de fascinar á losconcurrentes con adornos de relumbrón, sino deinstruirles; en las que no se alucine á los exposi-tores con la idea del lucro inmediato, sino con ladel progreso por el mutuo contacto; en las que nose engañe al país diciéndole que ha llegado alapogeo en ciertos ramos, sino que se le haga verla verdad en el cotejo con algunos productos ex-tranjeros, para estimularle y animarle, son lasque deben verificarse en España, según nuestraopinión.

España tiene condiciones para ser industrialcomo pocos países de Europa. Su posición en elcontinente, lo extenso de sus costas, lo variadode su clima y de sus producciones, las riquezasminerales que atesora, en las que quizás no reco-noce rival, la sobriedad de sus hijos, su viveza decomprensión, constituyen elementos apagadoshoy por la mala gestión de sus gobernantes y porla apatía é indolencia de la mayoría de los gober-nados.

El dia en que sobrevenga una reacción contralos políticos, y que todas las fuerzas vivas delpaís se dediquen á fomentar sus fuentes de pro-ducción, llegará España á ocupar el puesto á queestá llamada. Hoy, triste es decirlo, su ciencia ysu industria están en mantillas. La instrucción,por medio de los centros de enseñanza, de los

los libros, y de las exposiciones especiales, con-tribuirán al patriótico fin que anhelamos ver enbreve realizado.

G. VICUÑA.

LA GUERRA CIVIL EN AMÉRICA.

Los ejércitos americanos antes déla guerra de separación.—Causas delconflicto entre el Norte y el Sur.

I.--LOS VOLUNTARIOS DEL SIGLO XVIII.

A principios del año de 1861, uno de esos actos deviolencia que los ambiciosos saben casi siempre dis-frazar con nombres tanto más bellos, cuanto másculpables son los motivos, desgarró la república delos Estados-Unidos y encendió en ella la guerra civil.

Intentóse un golpe de Estado contra la Constituciónde esta república por el poder oligárquico que reina-ba en el Sur, y que durante largo tiempo habia domi-nado en los consejos de la nación. El dia en que laley común, que asegura igualmente al individuo pobrey aislado el respeto de sus derechos, y á la mayoríael pleno goce del poder político es violado por unafracción cualquiera de la sociedad, se entroniza eldespotismo si el atentado no es severamente reprimi-do. Vencidos en las elecciones presidenciales de 1860,los Estados del Sur quisieron recobrar, por la intimi-dación ó la fuerza, la influencia que hasta entonceshabian ejercido en provecho de la esclavitud, y, pro-clamando en voz alta las palabras independencia ylibertad, pisotearon un contrato sagrado cuando elescrutinio nacional se pronunció contra su política;pero el éxito, esa gran justificación de los hombresprovidenciales, les faltó, y la victoria sancionó la causadel derecho y de la legalidad. Vióronse entonces quétesoros de energía acumula la práctica amplia y cons-tante de la libertad en los pueblos bastante felicespara poseerla y bastante prudentes para conservarla.

América habia ya resuello uno de los problemasmás difíciles de nuesto siglo, desarrollando en mediode una sociedad democrática instituciones liberales;pero ninguna gran crisis interior habia puesto á prue-ba su solidez. Muchas personas aseguraban que, á laprimera tempestad, aquella frágil planta seria arran-cada de. un suelo incapaz de alimentarla. El viento dela guerra civil se levantó, y el vigoroso árbol de lasinstituciones americanas, que extendía su sombrasobre un país donde tan profundamente habia ar-raigado, le preservó, por el contrario, de inminentedestrucción. En esta crisis, el pueblo americano haaprendido á estimar su Constitución mucho más queanteriormente, probando al mundo entero que la esta-tua de la libertad no es vano ídolo, sordo en el diadel peligro, sino la imagen santa de un poder divino,que es preciso invocar en la adversidad.

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CONDE DE PARÍS. 1,A GUERRA CIVIL EN AMÉRICA. 75

M, pu«Si aunque la guerra ofrezca siempre cruelespectáculo, puede examinarse la que recientementeha desgarrado la América sin experimentar esa profun-da tristeza que inspira el-triunfo de la violencia y dela injusticia. Es por demás interesante averiguar cómose ha obtenido esta victoria, tan largo tiempo disputa-da, cuyos resultados saltan á la vista, pero cuyas ver-daderas causas no se advierten con facilidad de lejos.En este estudio, tan importante para el soldado comopara el hombre de Estado, es preciso tener en cuentade una parte la diferencia de instituciones, de cos-tumbres, y muchas otras circunstancias particulares,y de otra no rechazar sin axámen los preciosos ejem-plos y una experiencia caramente adquirida bajo pre-texto de que lo que ha triunfado en América no puedeaplicarse á Europa.

El trabajo que emprendemos es esencialmente unahistoria militar; no intentaremos, pues, referir laslochas constitucionales y los acontecimientos políticosque condujeron á la guerra: pero en un tiempo enque las desgracias de la patria dan particular impor-tancia á todas las cuestiones de organización militar,nos parece que el relato seria incompleto si rio comen-zamos por presentar con algunos detalles al lector losrecursos de ambos adversarios, la manera cómo losemplearon y los servicios que les prestó un cuerpo deoficiales de carrera, instruidos, amamantados en lasbuenas tradiciones, y en fin, la formación de los gran-des ejércitos improvisados que salieron de tan largaguerra. Este cuadro preliminar hará ver cómo dichosejércitos, encontrándose de ambas partes en condi-ciones análogas, pudieron organizarse y adquirir poco

" á poco las cualidades militares, sin exponerse á losdesastres que cualquiera de ellos hubiera experimen-tado si, desde el principio, hubiesen combatido contropas aguerridas y disciplinadas.

Empezaremos con un rápido bosquejo de lo que erael ejército americano antes de 1861.

Aunque los americanos no fuesen un pueblo militar,habian tenido ocasión de mostrar ciertas cualidadesguerreras. En su corta historia tenian precedentespara la organización de sus fuerzas nacionales, y pe-queños grupos de hombres bravos y llenos de abne-gación preservaban del olvido las tradiciones adquiri-das en campañas poco brillantes, pero instructivas.

Sin detenernos mucho, es preciso decir algo de lasguerras en que el soldado americano figuró antesde 1861. Se comprenderá mejor el notable movimien-to que creó los grandes ejércitos al primer rumor deguerra civil, cuando se haya visto cómo se han for-mado cuerpos de voluntarios en otras épocas de lahistoria de la joven república. Después de haber se-

, guido al pequeño ejército regular en el far-mest y enMéjico, se explicará su papel en la gran organizaciónmilitar dejos federales y de los confederados.

Los voluntarios americanos, como milicianos enton-

ces de una colonia inglesia, esgrimieron por primeravez sus armas contra nuestros soldados en la guerrade los siete años. Puede recordarse, no sólo sin amar-gura, porque, á Dios gracias, la bandera de losEstados-Uunidos, desde que flota, jamás se ha encon-trado frente á la de Francia en los campos de batalla,sino como suceso que establece un lazo más entreellos y nosotros, porque en la desigual lucha que de-cidió la posesión del nuevo continente, estos milicia-nos recibieron útiles lecciones, midiéndose con el pu-ñado de hombres heroicos que defendían nuestro im-perio de Ultramar, á despecho de la olvidadiza patria.

Los soldados de la guerra de la independencia seformaron en esta escuela. Montcalm fue, aún másque Wolf, el instructor de estos adversarios, quepronto cuidaron de vengarle. Buscando en largas ycon frecuencia desastrosas expediciones adelantar alpoder francés en las orillas del Ohio, hizo el fundadorde la nación americana el aprendizaje de esa infati-gable energía que acabó por triunfar de todos losobstáculos. El ejemplo de los defensores del fuerteCarillón deteniendo un e jército inglés detrás de un mi-serable parapeto, inspiró más tarde á los combatientesde Bunkershill. La rendición de Washington en elfuerte Necessity, y el desastre de Braddock en el fuer-te Duquesne enseñaron á los futuros defensores deSaratoga á embarazar la marcha de un enemigo enaquellos parajes incultos, á quitarle los víveres, áanular sus ventajas, á cogerle y aniquilarle.

Despreciadas al principio en las aristocráticas filasdel ejército regular inglés las milicias provinciales,como entonces se les llamaba, supieron pronto con-quistar su estimación ó imponer respeto á sus ene-migos. En esta guerra, tan diferente de las que sehacen en Europa; en estos combates empeñados enmedio de umpaís salvaje y cubierto de bosques, reve-laron todas las cualidades que distinguieron despuésal soldado americano: la destreza, la bravura, la fuerzay la inteligencia individual; cualidades que desplega-ron quince años más tarde al volver á coger las armascon el nombre de voluntarios ó de milicianos nacio-nales para sacudir el yugo demasiado pesado de la me-trópoli, sin tener los oficiales instruidos del ejércitoinglés que les dirigieran, y los viejos batallones de tro-pas regulares para apoyarlos en un momento crítico.Su papel de auxiliares les habia preparado mal á sos-tener solos la gran lucha que el patriotismo les im-ponia. Al lado de Washington ningún oficial colonialhabia brillado en los grados superiores; por ello fuetan útil el concurso de los franceses que fueron conLafayette á poner su experiencia a) servicio del jovenejército americano; pero su mejor aliado, su mayorfuerza consistió en aquella persevercncia que le per-mitía sacar partido de la derrota en vez de amila-narse. Bien se vio cuando la llegada de Rochambeaule ofreció la ocasión de hacer la bella y decisiva caro-

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76 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 .

paña que, desde las orillas del Hudson, trasladó laguerra á Virginia, y terminó de un sólo golpe en lastrincheras de Yorktown.

Las últimos acontecimientos que han ensangren-tado los Estados-Unidos dan especial interés al es-tudio de la guerra de la independencia americana. Elteatro es el mismo; la naturaleza del país ha cam-biado muy poco desde entonces, y de ambas parteslos actores son descendientes de los soldadados deWashigton. En este primer esfuerzo de la jovennación americana para organizar su poder militar en-contraremos los precedentes de 1861, y en los ejérci-tos poco numerosos del último siglo el modelo de losque en nuestros dias han tomado parte en la guerracivil.

Primeramente tenemos que demostrar algunas di-ferencias importantes que distinguen ambas guerras ylas condiciones en las cuales se emprendieron; por notener en cuenta estas diferencias el nacimiento de laúltima lucha ha desmentido las previsiones de muchaspersonas. Porque las trece colonias habian cansado losesfuerzos de Inglaterra, creyeron que los Estados con-federados triunfarían de los esfuerzos del Norte. Feliz-mente la comparación entre el generoso movimientode 1778 y la insurrección de los propietarios de es-clavos en 1861, era tan falsa bajo el punto de vistamilitar como del político.

El dia en que las colonias rechazaron la autoridadde la metrópoli, todos los puntos estratégicos de suterrilorio estaban ocupados por los ingleses. Era,pues, necesario conquistarlos. Nada tenían que per-der, y no podían considerarse vencidos, aunque elenemigo estuviese aún en el corazón del país. En1861, por el contrario, los confederados, dueños detodo el territorio que pretendían sustraer al poderlegal del nuevo presidente, necesitaban aquel ex-tenso país, no sólo para mantener la institución de laesclavitud, sino sus numerosos ejércitos; invadido elpaís, se consideraron vencidos. Lo que era posible enla guerra de la independencia por el corto número decombatientes, no lo fue entonces. "Washigton y Gates,Howe y Cornwallis no tenían de ordinario á sus ór-denes sino 10 ó 13, y rara vez 20.000 hombres.Estos pequeños ejércitos podían vivir sobre el terri-torio que ocupaban, aunque no siempre sin dificul-tades, pues los soldados de Washington sufrieroncruelmente durante el invierno que pasaron en Va-lley-Forge. El ejército inglés, atravesando una co-marca relativamente rica, de Filadelfia áNueva-York,se vio obligado á llevar consigo los víveres, y Corn-wallis perdió todos sus bagajes en la Carolina delNorte, que recorría como vencedor; pero ni unos niotros estaban obligados al vasto sistema de aprovisio-namientos, que supone una base de operaciones fijay asegurada, y sin la cual no pueden vivir en Américanumerosos ejércitos. Subsistían, marchaban y perma-

necían muchos meses al lado de un enemigo dueño -del país.

Si se quieren relacionar ambas guerras, los ejércitosdel Norte y no los del Sur, son los que deben com-pararse á los voluntarios que emanciparon América.Los reclutas confederados, de una bravura impetuosa,de sumisa obediencia, y siguiendo ciegamente á susjefes, pero desprovistos individualmente de perseve-rancia y de tenacidad, tenian otro espíritu, otrascostumbres y otro temperamento; las institucionesaristocráticas, fundadas en la esclavitud, habian for-mado su carácter. El voluntario federal, por el con-trario, con sus cualidades y sus defectos, es herederodirecto de aquellos continentales, como se les llama-ba, que, difíciles de disciplinar, mal organizados ycasi siempre batidos, á pesar de su valor personal,acabaron sin embargo por vencer las legiones ingle-sas. Tienen además otros títulos para llamarse sus he-rederos, porque puede recordarse que los Estados delNorte, simples colonias entonces, fueron los que so-portaron todo el esfuerzo de la guerra de la indepen-dencia, cuyo beneficio compartieron con sus asocia-dos del Sur. De los 232.000 hombres que esta guerravio pasar bajo la bandera federal, Massachusetts,siempre el más patriótico y el más belicoso, dio porsí solo 68.000; Corinecticut, monos poblado, 32.000;Pensylvania, 26.000; Nueva York, casi enteramenteocupado por los ingleses, 18.000; y en resumen,los Estados que fueron fieles á la Union en 1861,habian dado para combatir á los ingleses 178.000hombres; es decir, más de las tres cuartas partesde la cifra total. Entre los que más tarde se unieroná la causa confederada, la animosa Virginia fue elúnico que ofreció entonces un contingente respetable,y la Carolina del Sur, tan altiva después, no pudoponer en pié de guerra más que 6.000 hombres du-rante toda la guerra contra la Gran Bretaña.

Se ve, pues, que los Estados que defendieron laUnion en 1861 son los que habian hecho mayoressacrificios para fundarla, levantando el estandarte dela rebelión los que menos derecho tenian para lla-marse sus fundadores.

No debe admirar á nadie el encontrar entre los pri-meros soldados que llevaron al fuego la bandera es-trellada 103 rasgos que siempre han caracterizado álos voluntarios federales. Estos rasgos se revelandesde el principio de la lucha contra la metrópoli.Apenas reunidos, afrontaron detrás del más leve obs-táculo el choque de los veteranos ingleses; se defen-dieron con rara energía en Bunkershill, como lo hi-cieron más tarde en 1818 los soldados improvisadosde Jackson en Nueva-Orleans, y en mayor campo elejército del Potomac en Gettysburgo. Fueron, con elhacha y la azada en la mano, trabajadores infatiga-bles en los sitios de Boston y de Yorktown, cual esosvoluntarios que, en cuatro años, han cubierto América

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CONDE DE PARÍS.—LA GUERRA CIVIL EN AMÉRICA. 77de fortificaciones y de trincheras, pero fáciles de que-brantar cuando se veían ó se creian envueltos por elflanco como en Brandywine y en Germantown; difí-ciles de conducir al asalto de una posición fuerte, yolvidadizos del principio de que hay menos riesgo encorrer hacia el enemigo, que en recibir su fuego sinmoverse. Perdian entonces rápidamente su organi-zación, y, cosa rara, la recuperaban en seguida.Desdesus primeros combates con los ingleses hasta laguerra que armó á los unos contra los otros, los vo-luntarios americanos, encontrando un precioso auxi-liar en su país, cubierto de bosques y cortado porpantanos, rara vez permitieron que el pánico se con-virtiera en derrota, y tuvieron el gran mérito de nocreerse casi nunca vencidos después de un fracaso.

Necesitóse, sin embargo, todo el talento organiza-dor de "Washington, toda su abnegación, todo sutacto y toda su paciencia para poder, casi sin recur-sos y en medio de mil intrigas, mantener la'uniónentre elementos tan difíciles de acomodar y plegar álas más duras exigencias del servicio militar.

Las milicias provinciales que hicieron la guerra delos siete años se habían organizado por el modelo detas de los condados ingleses. Al principio de la luchacontra Inglaterra, cada colonia unió á estas miliciasregimientos de voluntarios alistados por algunos me-ses, y se formó así un pequeño ejército particular óindependiente. Reunidas por el Congreso bajo la au-toridad de Washington, conservaron por algún tiem-po su organización distinta, y fácilmente se compren-den las trabas y los obstáculos que este sistema crea-ría al celo del general en jefe pasados los primerosmomentos de abnegación y entusiasmo. "Washington,que nunca buscó la popularidad adulando á sus con-ciudadanos, supo imponerles severa disciplina. «Espreciso, les decia, que en un ejército reine el másperfecto despotismo.»

El testimonio de este gran ciudadano bien mereceque lo mediten aquellos que, á nombre de la libertad,pretenden introducir en los ejércitos el espíritu decrítica y de independencia que engendra siempre lainsubordinación. Además, su despotismo estaba es-trictamente limitado á su papel militar y atemperadopor la estimación que inspiraba á todos sus subalter-nos; pero gracias á oportunas severidades y á conce-siones necesarias, pudo conservar en su ejército laorganización que le permitió realizar su empresa has-ta el fin. Las milicias reclutadas en las últimas capasde la sociedad, como en Inglaterra, le causaron con-tinuos disgustos. En el campo de batalla provocaronmás de una vez desastrosos pánicos, y en los campa-mentos excitaban con frecuencia el espíritu de rebe-lión. Los regimientos de voluntarios, formados en unmomento de entusiasmo patriótico, estaban mejor or-ganizados, pero su enganche era por pocos meses, yfln el principio de la campaña las negociaciones para

prolongar la duración del servicio paralizaron cons-tantemente las operaciones militares.

El ejército nacional se formó por fin en 1776, ysirvió de tipo á todos los alistamientos de voluntarioshechos con posterioridad, hasta los que fueron llama-dos por Mr. Lincoln. Este ejército se puso bajo lasórdenes directas del Congreso, que compartía con losEstados los gastos de sueldo y de equipo. El contin-gente de cada Estado se fijó en cierto número de ba-tallones, cuyos oficiales nombraba la autoridad local,y si los enganches voluntarios no bastaban, se com-pletaba la cifra del efectivo por medio de una quintaaplicada exclusivamente á la milicia. Esta se compo-nía también en realidad de enganches voluntarios.Cierto es que la ley autorizaba en último recurso,como en Inglaterra, á recurrir para formarla á unaquinta general; pero aplicada una vez en Virginia estamedida produjo tales perturbaciones, que fue precisorenunciar á ella.

Cuidando el Congreso de formar brigadas con losbatallones de un mismo Estado, se reservó la forma-ción de ejércitos, la confirmación de los grados infe-riores y el nombramiento del Estado Mayor general.Este ejército contó en un principio 88 batallones deá 780 hombres. Su organización y los grados queen él se confiriesen debian durar mientras durase laguerra, pero nadie queria comprometerse á servirpara un término tan incierto, y fue preciso reducirloá un año; de modo que, ayudando la miseria del país,las dificultades que se habian querido evitar reapare-cieron en seguida. Para estimular los reenganchesse elevó el sueldo y se prometieron primas en dineroal ingresar en el servicio, y en tierras á la salida.

Washington indicaba en vano los inconvenientes deeste sistema, que mezclaba la especulación al noble yrudo oficióle las armas. Se necesitaban hombres, ylos Estados, temiendo la impopularidad de las quin-tas, mejoraban las condiciones ofrecidas por el Con-greso. Resultó que la avaricia de nueva prima haciabuscar á los voluntarios la ocasión de reengancharse,abreviando su tiempo de servicio. Se habia logradoobtener un compromiso «por tres años ó por la du-ración dé la guerra.» Los tres años espiraban en 1.°de Enero de 1871, y á la guerra no se le veia el fin.Los soldados de Pensylvania sostuvieron que sólo es-taban comprometidos por tres años, pues los términoshasta la duración de la guerra significaban, segúnellos, que si la guerra terminaba antes de los tresaños, se abreviaría el tiempo de servicio. Los oficia-les veian al contrario en estas palabras el compro-miso de permanecer durante tres años á lo menosen las filas, y más si la guerra duraba. Esta cuestióngramatical casi hizo correr la sangre, y hubo queceder á las exigencias de los voluntarios, adoptándosepor fin su interpretación; pero el golpe que recibió ladisciplina fuó profundo y duradero.

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78 REVISTA EUROPEA.-—19 DE JULIO DE 1 8 7 4 . N.°2f

Las injustas rivalidades y los mezquinos celos noperdonaron á los soldados más ilustres de la guerradéla independencia. Vicios son estos de todos tiem-pos y de todos los países, y los americanos no tarda-ron en vindicar á los que habían sido víctimas deellos por un cambio espontaneo de la opinión pública.En efecto, á pesar de su defectuosa organización mi-litar , los soldados americanos estaban animados deesa pasión ardiente y sincera que lleva al heroismo álos grandes hombres y á los grandes pueblos, y gra-cias á ella obligaron a la victoria á quedarse de suparte.

Cuanto más considerable era el esfuerzo nacional,la reacción fue más irresistible. Después de tantos sa-crificios hechos al bien común, el espíritu de inde-pendencia local debia recobrar su imperio. El recuer-do de las tropas inglesas, la necesidad de economíasy el cansancio general, hicieron reclamar por todaspartes la supresión del ejército nacional. Libres delpeligro que las habia unido, las antiguas colonias seapresuraban á rechazar todas las cargas, hasta lasmás necesarias para su nueva existencia, y consumíansu vitalidad en cuestiones que estuvieron á punto dehacerles perder la estimación de sus más celosos par-tidarios en Europa. Desconfiadas respecto al podercentral, no le dejaron ninguna autoridad, ni ningúnmedio de acción. Era aquella la edad de oro de losSlates rights ó «derechos de los Estados» cuya de-fensa sirvió más tarde de pretexto á la insurrecciónde 1861; bajo esta funesta influencia el ejército de losEstados-Unidos desapareció gradualmente. Toda laguardia de la extensa frontera del Canadá y de lastribus indias fue confiada á la milicia de cada Estado,y en 1784 el ejército nacional se hallaba reducido ála absurda cifra de 80 soldados y oficiales.

Cuando los verdaderos patriotas sacaron á Américade la via fatal en que estaba comprometida y se cons-tituyó definitivamente su nacionalidad por medio deesta obra admirable que se llama el pacto federal, co-nocióse la necesidad de conceder alguna autoridad alpoder central reconstituido. Sin embargo, entre estemomento, al que puede llamarse su primera resurrec-ción, y aquel en que fue definitivamente organizado elejército regular, tuvo muchas vicisitudes. En efecto,cuando en 1789 se encontró Washington investido,con el nuevo título de presidente, del mando de lasfuerzas militares de la República, ascendían éstas áunos 600 hombres. Su autoridad sobre las miliciasestaba limitada á corto número de casos especiales, ysu formación dependía exclusivamente de cada Estado.Conociendo por experiencia los inconvenientes de unejército improvisado en todas sus partes, pensó endotará su país de instituciones militares y en prepa-rar cuadros que le permitieran transformar con rapi-dez en combatientes efectivos los ciudadanos llama-dos á las filas por inesperado peligro; pero no pudo

vencer las preocupaciones de un pueblo recién eman-cipado contra toda clase de ejército permanente;preocupaciones de que era órgano Jefferson dentrodel gabinete. Por ello, desde 1789 á 181b, el ejército•regular, él qu"e era reclutado y organizado directa-mente por el poder federal sin intervención de losEstados, continuó como provisional. Cuando era in-minente una guerra, lo aumentaban de pronto, aña-diéndole, á falta de antiguos cuadros, regimieatoscompletamente nuevos, donde todos los grados se da-ban improvisadamente y á la vez; y cuando el temorpasaba, apresurábanse á licenciar lo mismo oficialesque soldados.

En 1790 este ejército sólo comprendía un regi-miento de infantería y un batallón de artillería; enconjunto 1.216 hombres. Al año siguiente se formóun nuevo regimiento, cuyo efectivo era de 2.128 hom-bres. En 1792 se elevó de pronto el contingente á6.000 hombres para reducirlo en 1796 á 2.800.Cuando el Congreso autorizaba la recluta de hombresy la formación de cuerpos, limitaba casi siempre loque debian durar, y creaba para el momento los gra-dos necesarios; pero sucedía que, de esta suerte, seencontraban más pronto los oficiales que los soldados.En 1798, por ejemplo, temiendo una guerra conFrancia, el Congreso ordenóla recluta de 13.000 sol-dados; pero dos años después, cuando el cuerpo deoficiales estaba completo, no se habían podido alistarmás que 3.400 hombres, y en 1802 se redujo esteefímero ejército á 3.000 soldados.

Se ve, pues, que no merece el nombre de ejércitoregular. Cuanto más contaba América para su de-fensa con el reclutamiento de voluntarios, más nece-sidad tenia de una escuela permanente para constituirun cuerpo de oficiales instruidos que tuvieran las tra-diciones y el espíritu militar, capaces de suplir losdefectos de un ejército improvisado y sin experiencia.Bien lo conocía Washington, y habia querido fundaruna escuela federal bajo bases bastante amplias paraque pudiera hacer á la nación este importante .servi-cio; pero su proyecto, destinado á realizarse más tar-de, fue rechazado dos veces en 1793 y en 1796. Con-tentáronse con establecer en Wes-Point una especiede escuela incompleta de artillería y de ingenieros,con dos profesores y unos cuarenta cadetes. Hasta1812 no se aprobó el proyecto de Washington, y laAcademia de Wes-Point, de la cual fue, como se ve,el fundador postumo, llegó á ser el plantel del ejércitoregular. En aquella época supo América á su costacuan contrarias eran estas vacilaciones y alternativasal desarrollo de las buenas instituciones militares.

Hemos querido demostrar con estos detalles quelos reclutamientos de ejércitos improvisados, de quese ha dado tan gigantesco ejemplo en 1861, fueron.siempre habituales en este país, y que los procedi-mieutos adoptados entonces en grande escala ae

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CONDE DE PARÍS. LA GUERRA CIVIL EN AMÉRICA .

emplearon desde los primeros tiempos de la república«iempre que la amenazaba algún peligro imprevisto.Fáciles comprender la inexperiencia de toda la nacióncuando cogió las armas contra los separatistas, yviendo el insignificante papel que el elemento militardesempeñaba en la vida pública, en vez de extrañarque no triunfara antes, debe admirarse que hayacreado y realizado tanto sin preparación alguna. Po-drían citarse muchos ejemplos de este contraste quehonran su energía entre los recursos organizados queposeía y los resultados que obtuvo. Baste saber que elministerio de la Guerra que en 1863 dirigía un millónde soldados, estaba á principios del siglo confundidocon el de marina, y se componía del ministro y deocho empleados.

Los 6.000 hombres, cuyo reclutamiento había sidovotado en 1808 cuando la guerra con la Gran Bretañaparecía inminente, jamás llegaron á reunirse, y cuandoen 1812, después de veinte años de paz, estalló estaguerra, las tradiciones de la lucha de la independenciaestaban casi perdidas. El entusiasmo no vino á suplir-las porque no lo excitaba una guerra en la cual laexistencia de la nación no estaba en peligro. No nosdetendremos en esta guerra porque no dejó tradicio-nes formales, dando de sí pocos hombres distinguidos.Presenta pocos ejemplos instructivos de la manera decombatir en el Nuevo Mundo, y salvo el brillante en-cuentro de Nueva-Orleans, sólo puso de manifiestolos defectos ordinarios de los voluntarios americanossin presentar de relieve sus mejores cualidades.

Las campañas hechas en el Canadá, si se puede dareste nombre á una serie de operaciones desconocidas,tan insignificantes por sus resultados como por losmedios que se emplearon, no presentan interés algu-no. El ejército regular casi no existía. Los volunta-rios, poco numerosos, reelutados apresuradamente yde ordinario para mientras durase una expedición he-cha en las fronteras de su propio Estado, apenas po-dían contarse como ejército. Las milicias, más insu-bordinadas aún que bajo el mando de "Washington,encontraban motivos constitucionales para negarsedurante una operación á ir más allá de la frontera á finde apoyar á sus camaradas comprometidos. El com-bate más sangriento acaso, el del Niágara, fue unalucha nocturna, en que ambos ejércitos combatientes,creyéndose derrotados, abandonaron antes del dia elcampo de batalla, y el desastre de Bladensburgo pusotristemente en claro la desmoralización de estas tro-pas improvisadas. El nombre del joven general Scott,que hasta hace poco era decano ilustre del ejércitoamericano, es el único que merece ser citado al ladodel de Perry, marino que supo, á fuerza de audacia,conquistar la supremacía naval en los lagos.

Los que siguieron esta guerra en todas sus peripe-cias pudieron notar ya lo que muchas veces ha sidodespués confirmado, y es que en el suelo de Amé-

rica la defensiva es cómoda y la ofensiva muy difícilde mantener. Ocupados en su lucha con Francia, losingleses, en vez de atacar, se vieron obligados á espe-rar á los americanos en el Canadá, y esta necesidadconstituyó su fuerza. En 1814,1a pazcón Franciapareció devolverles toda su libertad de acción, ase-gurándole una superioridad incontestable. Sucedió locontrario, porque creyéndose más fuertes tomaron laofensiva, y los americanos, atacados á su vez, reco-braron las ventajes que habiaa perdido al invadir elterritorio enemigo. En efecto, después de haber ven-cido sin grandes esfuerzos en Bladensburgo, quemadouna parte de Washington y ocupado el resto, los in-gleses no pudieron mantenerse en esta posición, y alevacuar, sin combatir, la capital enemiga tuvieron quereconocer cuan estéril habia sido la victoria en virtudde la cual la habían ocupado. La guerra terminó porfin con ventaja de los americanos en las márgenes dellago Champlain y en Nueva-Orleans, donde los ingle-ses fueron vencidos por un puñado de blancos y denegros mezclados, apresuradamente armados, y áquienes Jackson habia comunicado su indomableenergía.

Estos dos victoriosos combates no podían hacerolvidar á los americanos los acontecimientos que leshabían precedido, y que eran para ellos seria lección.Dicha guerra no les fue por tanto inútil, pues leshizo conocer la necesidad de reorganizar sobre nue-vas bases las instituciones militares. Desde los prime-ros días, la opinión pública, omnipotente juez en lospueblos libres, que suele tener caprichos, pero nuncalas funestas terquedades de los déspotas, desechópronto todas sus preocupaciones. Entóuces se aprobóel proyecto de escuela militar, dejado por "Washing-ton . El presidente pidió 10.000 hombres para el ejer-cito regular, y se le autorizó para reclutar 2B.O0O.Verdad es que nunca se pudo completar esta cifra, yque los nuevos reclutas, faltando cuadros antiguos,mostráronse tan inexperimentados como los volunta-rios ó los milicianos.

Pero cuando se hizo la paz en 1818, en vez de licen-ciar hasta el último soldado, según se acostumbraba,conserváronse 10.000 sobre las armas, formando elefectivo en pié de paz de las tropas federales, que porfin se decidieron á organizar de un modo definitivo.Desde este año data en América la existencia del ejér-cito regular, comprendiendo cuerpos de todas armas,reclulándosc de un modo constante, teniendo escala-fon fijo, y constituyendo verdadera carrera para losoficiales, seguros de la conservación de sus empleos.

EL CONDE DE PARÍS.

(Reme des JOeiix Mondes.)

(La continuación en el próximo número.)

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8 0 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 .

INFORMACIONES DE LAS CALIDADESDE DIEGO DE SILVA V E L A S Q U E Z

APOSENTADOR DE PALACIO Y AYUPA DE CÁMARA I>I SU MAJESTAD,

PARA EL HÁBITO QUE PRETENDE

DE LA ORDEN DEL SEÑOR SANTIAGO.

29.»30."31.o32."33."34.°3S.o

(Continuación.) '

Francisco González.Alonso Fernandez.Antonio de Guerra.Pedro Diaz.Gonzalo de Oforno.Francisco de Pazos.Francisco de Cortegada.

En dicho lugar de Pazos jurisdicion del estado yCondado de MonteRey en dicho mes y año dichos ha-biendo examinado los siete testigos antecedentes yen la Villa de Berin de dicha juridicion Beintitres=yen la Villa de MonteRey cinco=que hacen treinta ycinco todos en escrito sin otros en voz que examina-mos en la dicha Villa y en dicho de Pazos solo en lade MonteRey no hubo a quien examinar ni en escritoni en voz todos concuerdan y dan ninguna del pre-tendiente ni de sus abuelos paternos solo el testigoveintitrés examinado en la Villa de Berin y assi nospareció no examinar mas testigos una por la imposibi-lidad de no hauerlos como por Reconocer que aun-que se hallaran no hauian de hauer mas noticia quela que han declarado los examinados y assi Resol-uimos partir a la Villa de Tuy adonde tamuien estaseñalado por el consejo por confín del Reino <ie Por-tugal para probarse lo que toca á la naturaleza deDiego de Rodríguez y Silua y Doña Maria Rodríguezabuelos del pretendiente y nos partiremos el dia si-guiente se contaran once de Noviembre de dicho añoy lo firmamos.

Fernando Antonio

de Salcedo.

Diego Lozano

Villasenor.

Auto.

En la Ciudad de Tuy en diez y seis del mes de No-uiembre año dicho de mil y seiscientos y cinquenta iocho que dista de la Villa de MonteRey veinte y ocholeguas en las cuales tardamos desde el dicho dia oncehasta el dicho diez y seis aunque no ay mas de las di-chas veinte y ocho leguas: seis dias por la Razón dehauer estado detenidos en el lugar de la Barca de fel-gueia dos dias por no poderse pasar la Barca que estamedia legua de dicho lugar por hauer llouido mu-chissmo y aquellos dos dias tamuien ademas de la di-cha causa de no podersse pasar la Varea llouio tantoque no pudimos salir del dicho lugar hauiendo llega-

Véase el número anterior, p ig . 39.

do á esta dicha jurisdicion el dia dicho diez y seis tra-tamos el dia siguiente diez y siete esta parte que ayque proueer en la jurisdicion que es la de los abuelospaternos del pretendiente que parece ser natural de

Jurisdicion de Oporto en Portugal pussimoslo porauto para que conste lo Referido y lo firmamos.

Fernando Antonio Diego Lozano

de Salcedo. Villaseflor.

Tuy.

36.° El Doctor D. Fernando Ibañez de Caruaxalsubdelegado de auditor general en esta plaza.

37.° Licenciado Juan de Apresa falcen.38.° D. José Madareira y Ferreira caballero de la

orden de39." D. Antonio González.40.° Licenciado D. Francisco de Caldas Vacelar,41." D. Antonio de Losada cauallero del auito de42.° Antonio Gómez de Abrea.43.° Antonio Pereda.44.° Bernardo Diego Manuel de Silua Sotomayor,48.° Gonzalo Gómez.46.° Diego de Aceuedo y lera canónigo de la santa

iglesia de esta ciudad.47.° Antonio de Arux.48.° Domingo Veloro y Sousa Mayordomo del Hos-

pital Real de los Cuarteles de esta Ciudad.49.° Francisco de Pazos y Figueroa Rexidor.S0.° Licenciado Diego Fernandez.51." Lope de Espain y monte Rexidor.82.° Luis Fernandez.83." Licenciado Juan de Rocha.54.° Licenciado Juan Texeira de Zuñiga.85." Pablo Rodríguez.86.° Licenciado Benito Lorenzo capellán de la

santa Iglesia Catedral.87." Juan Pérez.88.° Seuastian de Castro.59.° Vicente Sigura y Figueroa Contador del exer-

cito de este reino de Galicia.60.° Antonio de Montenegro y Sotomayor.61." Aluaro Coitino Ferrandez.62.' Licenciado Alonso Martínez capellán de la

Santa Iglesia.63." Matías de Porta.64.° El Capitán Diego de Vegas Hoyos.68.° Juan Antonio de Ayala y Rojas.66." Bartolomé Morquecho.67.° Andrés de Arenas y Gago capitán de caballos.68.° D. Gaspar Ballesteros (1).

Bigo.

69." Miguel Sequeiros Sotomayor cauallero de San-tiago.

(1) Todas las declaraciones prestadas por estos vecinos de Tlly no

contienen nada absolutamente de interesante.

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CRUZADA. INFORMACIONES DE LAS CALIDADES DE VELASQUEZ. 81

• 70." Diego de Sequeiros y Sotomayor capitán deCaballos.

71." Juan Galuan.72." Antonio Méndez y Sotomayor.73.' Basco Calado.74." Gregorio Mallo.75." Pedro Méndez Sotomayor (1).

En dicha Villa de Vigo dicho dia mes y año dichoshabiendo examinado los siete testigos antecedentesque empiezan desde el folio=36=es la declaración69=nos pareció ir a la Villa de Madrid a examinar losque citan. Supuesto que para ir a la Ciudad de Seuillaes preciso pasar por ella y para que conste lo fir-

mamosFernando Antonio

de Salcedo.

Diego Lozano

Villaseíior.

Auto.

En la Villa de Madrid en Beinte dias de dicho mesde Diciembre y año dicho de mil y seiscientos cin-quenta y ocho hauiendo llegado a ella e! dia antece-dente diez y nueue desde la Villa de Vigo que se quen-lan: Veinti y dos lleguas á la Ciudad de Santiago yde dicha Ciudad a esta Villa Ciento y doce leguas quea ocho leguas al dia hacen diez y siete y hauiamos dellegar el dia quince=no fue posible andar ningún dialas ocho leguas que se manda y asi tardamos quatrodias mas respecto del tiempo y caminos y ser tancortos los dias y hauer tanta nieue y hauer estadodetenidos el dia siete y ocho de diciembre en la fuen-fria por no poderse pasar el puerto de llegierlo trata-mos de buscar los testigos que están citados que sonelRoverendoD. Gerónimo mascarenas y su hermanoy otros y para que conste lo firmamos dicho dia Beintey dimos principio al examen del los (2).

Fernando Antoniode Salcedo.

Diego LozanoVillaseflor.

Madrid.

76.° En dicha Villa dicho dia mes y año reciuimospor testigo a Don Gerónimo de Atrude conde de Cas-tañeira y Marques de Colares natural de la Villa deGuimaraens siete leguas de la ciudad de Oporto en elreino de Portugal el cual juro en forma prometiendodecir verdad y guardar secreto y hauiendolo sido dijoque conoce a Diego de Silua Velasquez ayuda de cá-mara de Su Majestad y pretendiente de la orden delSr. Santiago a quien tiene por natural de la ciudaddé Seuilla, según ha oido de treinta años a esta parte,y que le conoce y según tiene noticia se llamauan sus abuelos Paternos Diego Rodríguez de Silua y

(1) Tampoco en Vigo se halló persona alguna que conociera á la

fimilia de Velatquez.

(S) Ya en Madrid, toman declaración á los nobles portugueses que

«juiaeqatd&ron siguiéndola causa deEspa&a.

Doña Maria Rodríguez y que eran naturales de dichaciudad de Oporto y nobles y limpios sin raza de judiomoro o conuerso en ningún grado, porque como Al-calde que es el testigo del Castillo de Guitnarain tie-ne muy particular noticia de todas las familias de aque-lla comarca y por hauer estado algunas ueces en di-cha ciudad de Oporto a donde conoció a Matias deSilua que fue preuendado de la santa Iglesia de Bra-ga: y Francisco Pereira de Silua persona muy califica-da, Pedro de Silua de paiua familiar del Santo Oficioy Pedro de Silua de Sampayo Inquisidor de Lisboa yal dicho apellido de Silua le tiene por noble e hijo dalgoal uso fuero y costumbre de España y á l'os dichosabuelos Paternos del pretendiente dichos Diego Ro-dríguez de Silua y Doña Maria Rodríguez y no a oidocosa contra la dicha nobleza ni limpieza ni penitenciadel Santo oficio en ninguno de los dichos ni de susascendientes ni que los dichos Diego Rodríguez deSilua ni dicha Doña Maria ayan tenido oficio vil nimecánico de los que contesten á la sexta pregunta sudicho alguno=que al pretendiente le a conocido siem-pre tratarse con mucho lucimiento Viuiendo de suhacienda y Vienes y de los gaxes de sus oficios deayuda de cámara y aposentador mayor de Su Mages-tad y antes de tener dichos oficios sabe tenia escla-uos (1) y criados y sustentaua su casa con mucho luci-miento lo qual es lo que saue deuaxo del juramentohecho en que se afirmo leyoselesu declaración. Rati-ficóse en ella y la firmo habiendo dicho no tocarle lasgenerales de la ley y ser de edad de quarenta añospoco mas o menos.

Fernando Antonio Diego Lozanode Salcedo. VillaseOor.

11° Eh*dicha Villa dicho dia mes y año dichos sereciuio por testigo en esta información a Félix Macha-do de Silua y Castro señor de las casas de Castro yVasconcelos y Sierra de entre home y Caua, Mar-ques de Montevelo comendador de San Juan en laorden de Cristo en el Reyno de Portugal natural desus mismas sierras el cual juro a Dios nuestro señory al hauito que tray al pecho de decir la verdad en loque Supiere y le fuere preguntado=y hauiendolo sidodixo que conoce a Diego de Silua Velasquez ayuda decámara y aposentador mayor de Su Magestad ma3 ade Veinte años y aquien tiene por natural de la ciudadde Seuilla y aunque no conoció a sus abuelos pater-nos saue se llamaron Diego Rodríguez de Silua yDoña María Rodríguez y que eran naturales de la ciu-dad de Oporto en el reyno de Portugal y que sus luga-res están ocho o nueue de dicha ciudad de Oporto adonde el testigo ha estado muchas ueces y asi tienemucha noticia de los apellidos de aquella Ciudad ydel dicho de Silua en particular por quanto Doña

(1) Es de notar la conformidad de todos los declarantes sobre la

ortuna y vida holgada que gozaron siempre Velasquez y su familia.

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REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE \ 8 7 4 .

Maria madre de Duarte Carneiro fue suegra de suhermano del testigo y era de la misma familia deSilua, Rama de los SiluasySousas señores de la quintade Silua que esta tres leguas del conuento de Timuaneseaueza de los de san Benito del dicho Reyno el cualfue reedificado por los dichos Siluas señores de dichacasas los tiene á los dichos Diego de Silua y a DoñaMaria por nobles y limpios caualleros sin nunca haberoido decir en toda su uida huuiese alguna mala Razade judio moro o converso en ningún grado por apar-tado y remoto que sea ni penitencia publica ni secretapor la santa Ynquisiciou ni otro tribunal y tiene a losdichos por lexitimos de matrimonio, sin hauer enten-dido les toque bastardía ni naturaleza y no saue quetos dichos pretendiente ni abuelos ayan tenido oficioalguno vil o mecánico de los contenidos en el inter-rogatorio ni otro alguno que pueda estoruar a la pre-tensión de Dicho Diego de Silua Velasquez y mas diceel testigo que en toda la provincia de entre Duero yMiño, conociendo muchas personas del apellido deSilua, no a visto que tuviese ni oido ninguno dellosraza de judio ni moro ni otra alguna y aun es cons-tante no les puede tocar á los dichos porque son losdichos abuelos paternos de dicha ciudad de oporlo loqual es la uerdad deuaxo del juramento hecho sobresu hauito en que le aflrmo=Leyosele su dicho rati-ficóse en el y le firmo=hauiendo dicho es de edad desesenta y tres años y que no le tocan las generales dela ley

Marques de Montebelo.

78.° En la villa de Madrid a veintiuno del dichomes y año Recibimos por testigo al Sr Don Pedro deMascarenas Marques de Montaban natural de la ciu-dad de Lisboa el que juro en forma y prometió decirverdad y guardar secreto y hauiendolo sido dixo queconoce a Diego de Silua pretendiente y que a oido esnatural de la ciudad de Seuilla y que su abuelo eradel apellido de Silua de la ciudad de Oporto en el di-cho reyno de Portugal de una rama de Siluas que ayentre duero y miño y que no sabe del nombre propiodel dicho abuelo sino que era del apellido que a dichoy que los tiene por limpios y Cristianos viejos sin razani mezcla de judio moro o converso ni penitenciadopor la inquisición ni otro tribunal y por nobles al usoy fuero y costumbre de España y no a oido cosa con-tra sus calidades de dicho pretendiente ni su abuelopaterno que de la abuela no tiene noticia ni como sellamo ni de donde era natural que solo sabe lo que areferido lo qual es la verdad deuaxo del juramentohecho en que se afirmo=hauiendo dicho no tocarlelas generales y ser de edad de quarenta y seis añosleyosele su dicho ratificóse en el y le firmo-=en Ma-drid Conde de Castelnovo.

Marques de Monlaluan y Condede Castelnouo.

79.° En dicho dia mes y año dichos recibimos portestigo a D. Gerónimo mascarenas Cauallero de laorden de Calatraua de los consejos de estado y supre-mo de Portugal y del Real de sus ordenes su humillerde Cortina de su Magestad y Obispo electo de Leira elque juro en forma=y dixo que conoce a Diego deSilua Velasquez pretendiente a quien tiene por natu-ral de la ciudad de Seuilla y aunque no conoció a lospadres los a oido nombrar y que se llamauan el del ape-llido de Silua Velasquez y que fue natural de la dichaciudad de Seuilla=y que de los abuelos paternos tam-poco ni los conoció pero noticia se llamauan DiegoRodríguez de Silua y Doña Maria Rodríguez y queeran naturales de la ciudad de Oporto en el reyno dePortugal de donde salieron para la ciudad de Seuillaque los tiene por legítimos de matrimonio sin bastar-día ninguna=y por limpios cristianos uiexos sin razade judio moro o converso ni penitenciados por el 8antooficio ni dicho tribunal en ningún grado por remotoque sea=y por nobles hijos dalgo al Uso fuero y cos-tumbre de España y en esta opinión los tiene el tes-tigo por tener mucho conocimiento deste apellido ypor haver estado en dicha ciudad de Oporto quatro ocinco veces donde todos los que se tienen están enreputación y posición de nobleza entrando en losoficios de Vereadores de aquella ciudad y en la her-mandad de la misericordia por el estado noble y nosabe que dichos abuelos paternos ni dichos sus padresayan tenido algún oficio de los contenidos en la sextapregunta y en cuanto al pretendiente dice el testigoque saue que exerce el oficio de pintor no con tiendapublica sino trauaxando en cosas de gusto de su Ma-gestad para su real Palacio=ni saue ni a oido decirque lo hubiese por oficio de trato ni en esta Villa nien la ciudad de Seuilla en diez y ocho años que a queasiste en los reinos de Castilla que a que conoce alpretendiente y dixo ser de edad de quarenta y un añosy no tocarle las generales de la ley y que lo dicho eslo que saue por las declaradas lo cual es la Verdad de-uaxo del juramento en que se afirmo. Leyosele su di-cho ratificóse en el y le firmo.

Gerónimo MascarenaaObispo electo de Leyria.

80.° Dicho dia mes y año para esta informaciónrecibimos por testigo a Don Francisco de Menesescauallero de la orden de Cristo y Comendador y alcal-de mayor de proenca la Vieja natural de peña mayoren el reino de portugal juro en forma de decir verdaáy guardar secreto y preguntado al tenor de las pre-guntas del interrogatorio y genealogía dixo que co-noce a diego de Silva Velasquez y pretendiente dediez y ocho años a esta parte Residente en esta cortey natural de la ciudad de Seuilla no conoció a losabuelos paternos mas tiene noticia de dichos abuelospaternos que fueron naturales de la ciudad de Oporto

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CRUZADA.— INFORMACIONES DE LAS CALIDADES DE VELASQUEZ. 83

eu el reino de Portugal y que se llamaron Diego Ro-dríguez de Silua y Doña María Rodríguez que de ladicha ciudad de Oporto salieron a vivir a la i'e Seui-lla y que como natural de aquel reino tiene muchasnoticias de las calidades de las personas deel y enparticular de los de entre duero y miño donde fue-ron naturales los dichos abuelos paternos del pre-tendiente a quien tiene por legítimos de legitimomatrimonio sin que les toque bastardía y por cristia-nos Viexos limpios de toda mala raza de judio moroo converso en todo grado por remoto y apartado quesea sin que ellos nis sus ascendientes ayan sido peni-tenciados por el Santo oficio de la inquisición en pu-blico ni en secreto y asi mismo por nobles hijos dalgode Sangre segnn costumbre y fuero de España y de losmas nobles de aquel reino como lo son los del apelli-do de silua y están tenidos por tales y tienen y tuuie-ron los de esta familia y apelllido los oficios que endicho reino tienen los hombres nobles hijos dalgo sinhauer oido que ayan tenido oficio Vil bajo ni mecánicoy en quanto al pretendiente dijo que aunque comun-mente le llaman pintor del Rey es por que pinta parael gusto de su Magestad y su real Palacio sin aver te-nido tienda ni auer vendido en esta Villa ni en otraparte ningunas pinturas (1) ni auerse valido de estearte para pasar con lustre y porte de hombre noble yprincipal como siempre se a tratado dicho pretendientelodo lo cual es la verdad por el juramento que tienehecho leyóse su dicho Ratificóse en el y ¡o firmo ydixo notocarle las generales de la ley y que es de edadde cinquenta y cuatro años poco mas o menos y añadeque el dicho oficio no lo aprendió poniéndose al estu-dio con otro pintor sino que por su yngenio y ynclina-cion se dedico a este exercicio y ocupación en quesalió y sigue como es notorio sin auerse examinadoen dicho oficio en ningún tiempo.

Francisco de Meneses.

81.* En dicha Villa de Madrid en Veintidós diasdel dicho mes de diciembre año referido de mil yseiscientos cinquenta y ocho se Recibió por testigoa Gaspar Gomedo de Abrea caballero de la ordende Aviz y desemburgador de la casa de la Impli-cación y fiscal del consejo de hacienda y juez de loscaualleros de las ordenes militares del Reino de Por-tugal el cual juro en forma prometiendo hauiendolosido dixo que conoce a Diego Velasquez de Silua pre-tendiente de catorce a diez y seis años a esta partaa quien tiene por natural de la ciudad de Seuillasegún a oido al marques de Montebelo de quien sabe

(I) So necesitaban ciertamente los deponentes esforzarse muchopira demostrar que VeJasquez no era pintor, si por pintor se entendíapor la Orden, el que pinta lo que le manda el publico y io cobra por suprecio. En esta acepción de !a palabra, Velasquez no fue pintor, pordesgracia de ]a pintura, pues fuera de algunos retratos de personajes, quehilo por amistad ó por cuestión política, como por ejemplo el retrato delprincipe de Gales, Velasquez no pintó más que para el rey y de orden delKyf y para su can.

tamuien se llamaron los abuelos paternos Diego Ro-dríguez de Silua y D.a María Rodríguez y que fue-ron naturales de la ciudad de oporto en el reyno dePortugal y que de ella hauian salido a vivir a dichaciudad de Seuilla adonde entre otros hijos tuvieronal padre del dicho Diego de Silua Velasquez pre-tendiente a quien tiene y a los nombrados por lexi^timos de legitimo matrimonio sin hauer oido Vas-tardía ni naturaleza y también los tiene por limpioscristianos Viejos sin raza de judio moro o conversoen ningún grado por remoto y apartado que sea nique estén penitenciados publica ni secretamente aninguno de los dichos ni otro alguno de sus ascen-dientes y también los tiene por nobles y hijos dalgoal uso fuero y costumbre de España y no a oido cosaen contrario de la limpieza de los dichos ni de sunobleza Antes en fauor y en particular a la personaque a nombrado que es el Marques de Montsbeloprimo de este testigo de quien han hablado en al-gunas osasiones y que lo que saue por notorio y pu-blico que es que el apellido de Silua entre duero ymiño es de los lustros y calificados que ay en el Reynode Portugal y Castilla=y que su solar primer es allímismo en la quinta de Silua junto de jinuain Con-vento y la Ueca de la orden de San Benito en eldicho Reyno de Portugal fundación de Gutierre deAlderettes de Silua en el primero en quien el condeD. Pedro empieza el titulo y apellido de la casa—y encuanto al pretendiente y en lo que toca ala sextapregunta dise que no saue que los abuelos an tenidooficio alguno de los contenidos en ella que del pre-tendiente comunmente le llamauan el pintor del Revque no saae asido examinado en el dicho oficio o letiene o a tenido por tal ni si auendido pinturas suyaso no ni tienj mas noticia que lo que a declarado porhauerlo oido todo asi al dicho Marques de Monte-uelo lo cual es la Verdad debaxo del juramentohecho en que se afirmo y ratifico haviendo dicho serde edad de cinquenta y cuatro años poco mas omenos y que no le tocan las generales de la ley leyo-sele 6u dicho y lo firmo.

Gaspar Gómez de Abrea.

82." En dicha villa de Madrid dicho dia mes yaño para esta información Recivimos por testigo aD. Gerónimo Muñoz cavallero de la orden de San-tiago del Consejo de su Magestad en el supremo deItalia e conservador general de su Real patrimoniode los Reynos de Italia y jentil hombre de su bocanatural de la ciudad de Valencia y residente en estacorte de sesenta y un años a esta parte juro en formade decir verdad" y guardar secreto y preguntado altenor del auto antecedente en Razón del lustre yporte del pretendiente el tiempo que ha Residido enesta corte y si a tenido alguna ocupación yndecentey algún oficio de los que contiene la pregunta y enparticular el de pintor Dijo qne conoce a Diego de

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84 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 .

Silua Velasquez pretendiente desde el tiempo queaqui Vino a esta corte que abra mas de treinta añosy siempre le a visto tratarse con lustre y porte deombre noble y principal sustentadose de su Acienda yoficios onrrosos que tiene en el Real palacio sin avertenido oficio Vil bajo ni mecánico y que en quanto alde pintor dijo saue lo a exercitado para hacer gusto asu Magestad y para su Real palacio sin auer sidoexaminado para exercer este oficio ni auerse validode el para Vender sus obras ni sabe que aya tenidotienda por si ni por sus Recaudadores y que esto esla Verdad por el juramento que tiene hecho leyoselesu dicho Ratificóse en el y la firmo y dijo que no letocan las generales y que es de edad de ochenta yquatro años.

Gerónimo Mufloz (1).

83.° En la villa de Madrid dicho dia mes y Añopara esta información Recivimos por testigo a DonFemado de Madrid Cauallero de la orden de Santiagocauallerizo de la Reina y Regidor mas antiguo de di-cha Villa juro en forma de decir Verdad y guardarsecreto y preguntado al tenor del auto y acerca delpunto y articulo del proceder de el pretendiente suocupación y en particular del oficio de pintor dijoque a muchos años que conoce a Diego de Silua Ve-lasquez pretendiente ayuda de cámara de su ma-gestad y su aposentador mayor de palacio a quientiene por natural de la ciudad de Sevilla por auerlooydo decir comunmente en esta Corte y no aueroydo cosa en contrario y no sabe ni a oydo decirjamas que aya tenido oficio Vil bajo ni mecánico nioficio de pintor porque aunque es tan notoria la des-treza que tiene en la pintura es abilidad que la te-nido para pintar por su gusto porque nunca asabidoentendido ni oydo decir que en esta corte ni fuera deella aya tenido tienda publica ni secretamente ni pin-tado lienzo ninguno para bender y se Reconoce que lomas que a pintado a sido para el adorno de palacio pormandato y obediencia de su Magestad y ser su abili-dad gracia y no oficio se deja entender con ebidenciapor la estimación que su Magestad a hecho y hace deel y sus oficios onrrosos que ocupa en su Real casatodo la qual es la Verdad por el juramento que tienehecho leyosele su dicho Ratificóse en el y lo firmo ydijo no tocarle las generales y que es de edad de cin-quento y seis años poco mas o menos.

D. Fernando de Madrid.

Gr. CRUZADA VILLAAMIL.

(La continuación en el próximo numero.)

(1) EsteD. Jerónimo Mufioz, no tan sólo fue un grande aficionadoá la pintura, sino que también él mismo pintaba, al decir de Carducho yotros autores contemporáneos.

LA MUJER PROPIA.L E Y E N D A D R A M Á T I C A D E L S I G L O X V I .

(Continuación.) *

E S C E N A V I L

DICHAS y ESCOBEDO, por la derecha.

DOÑA JUANA.SU VOZ... ¡ES m i h e r m a n o ! (Ala Princesa.)

ESCOBEDO.(Que se ba quedado junto á la puerla al ver á doña Juana, y se arroje

en sus brazos al oir su exclamación.)

(Hermana!DOÑA JUANA.

(Con júbilo.)

jAlf in. . . ¡Ahí ¡Si éste no miente!(Poruicorazón.)PBINCESA.

(Escobedo...)ESCOBEDO.

Pues ¿quizásponerlo en duda has podidoun momento?

DOÑA JUANA.

¿Has recibidomi carta?

ESCOBEDO.(Mirándola embelesado.)

¡ Qué hermosa estás!...DOÑA JUANA.

Pero... ¿has recibido...ESCOBEDO.

(Maquinaliaente.) Ol.

DOÑA JUANA.

¿Qué has recibido? (Sonriendo.)ESCOBEDO.

La cartaque...—[Mírala! No se apartaun sólo instante de mí.

(Sacándola del pecho y mostrándosela: luego vuelve á guardarla.)DOÑA JUANA.

¿En el pecho?... .ESCOBEDO.

Vanagloriade un corazón satisfecho:el papel siempre en el pechoy la letra en la memoria.«Queriendo, todo se allana«de mi conducta lo infiere.«Ven pronto á Madrid, que quiere«tenerte á su lado Juana.»¿Qué es esto? ¿Qué te proponeshacer?... Destroza ó serenaun alma que viene llenade esperanzas é ilusiones.

DOÑA JUANA.

No entiendo...Véase el número anterior, pág. 54.

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CARLOS COELLO. LA MUJER PROPIA. 85

ESCOBEDO.

Tu profesiónen el convento suspendes,y los motivos comprendesde mi ruda oposicióná tu entrada en él ¿verdad?Y me llamas, y. . . ¿No es eso?...—¡Si no puedo con el pesode tanta felicidad!

(Doña Juana va á hablar: Kscobedo no la deja.)

Al llegar aquí, tras miltrabajos, con fuerza y briorompiendo por el gentío,oí decir á un alguacilque se prepara una fiesta:Se asomó un «¿Cuál?» á la puntade mi lengua... y la preguntatuvo miedo á la respuesta!

DOÑA JUANA.

Tú piensas...ESCOBEDO.

Que al fin te hierenel ánimo mis razonesy que á vivir te disponescon los que tanto te quieren.—¡Habla y desvanece todaslas dudas del alma mia!

DOÑA JUANA.

Te llamé porque queríaque presenciases mis bodas.

ESCOBEDO.

|Tus bodas?... ¿Te casas!...DOÑA JUANA.

Hoy.ESCOBEDO.

Hoy**, { l u í . . . (Viendo que doña Juana se ríe.)

—| Si es burlalDOÑA JUANA.

Y muy luego.ESCOBEDO.

¡Yo estoy loco!PRINCESA.

(Adelantándose.) L O C O . . . y C Í e g O .

ESCOBEDO.

Señora princesa. . . estoy (Aturdido.)ciego... es cierto...—y mi mayorpena por ello, es sin dudano haber visto á la viudade mi noble protector.Perdonadme; sed humanasi tal distracción merece...

PRINCESA.

(RtlMndose porta derecha, después de saludar á dona Juana con unasonrisa y de mirar con altanería áEscobedo.)

(El huerfanito, pareceque quiere mucho á su hermana.)

ESCENA VIII.

DOÑA JUANA y ESCOBEDO.

ESCOBEDO.¡Oh!... |Júrame por piedadque es verdad...

DOÑA JUANA.

Ya que no cedes...ESCOBEDO.

¡No... no jures si no puedesjurarme que no es verdad!Cuando partía Santander,«no amo á nadie,» te oí decir...|Qué bien sabes tú mentir!...¡y qué bien sé yo creer 1 (ConraMaydoior.)

DOÑA JUANA.

¡Lo tomas con un afán!...Yo pensé...

ESCOBEDO.

¿Y has desistidoal fin...

DOÑA JUANA.

Como eso ha podidoel mérito del galán.

ESCOBEDO.

¿Y ese amor...DOÑA JUANA.

Aunque era en míantiguo...

ESCOBEDO.

(iQué es lo que escucho?...)DOÑA JUANA.

Ha crecido mucho, mucho,desde que me encuentro aquí.

ESCOBEDO.

(¡Si, aliado de la osadía,pequeña la infamia creo!)¿Aquí le has visto?

DOÑA JUANA.

Y le veomás de mil veces al dia.

(Baja Escobedo la cabeza y permanece pensativo.)

ESCOBEDO.(Saliendo de su abatimiento, con ironfa.)

Será rico.DOÑA JUANA.

¡Ahí yo lo fio:¡como nadie!

ESCOBEDO.

De ese modo...DOÑA JUANA.

Suyo es cuanto ves, y en todotiene mando y poderío.

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3 6 REVISTA EUROPFA

ESCOBEDO.Pero...

DOÑA JUANA.

¿Gallardo?... Me ciegacon su hermosura y me abrasa,porque de lo humano pasay hasta lo divino llega.

ESCOBEDO.

¿Y el corazón acrisolatantas perfecciones? Di:¿te quiere lo mismo...

DOÑA JUANA.

Sí,me quiere... aunque no á mí sola.

ESCOBEDO.

¿Y es ése el que estaba llenode altas prendas? ¡Pues ya vesque no es bueno!

DOÑA JUANA.

Calla... que esinfinitamente bueno.

ESCOBEDO.

lEs infiel!DOÑA JtANA.

No hables así,que, si á injuriarle te atreves,pagas mal lo que le debes,y no ha hecho poco por ti.

BSCOBEDO.

¿Por mí?DOÑA JUANA.

Y por mí: por los dos.ESCOBEDO.

¿Le conozco?...DOÑA JUANA.

Y le estás viendoahora y siempre...

ESCOBEDO.

¡No te entiendo!DOÑA JUANA.

¿No está en todas partes Dios?ESCOBEDO.

lAh!...DOÑA JUANA.

iTonto!...ESCOBEDO.

(De igual á iguallucharía yo, que es muchami pasión... ¿pero quién luchacon semejamte rival?...)—¡Y hoy profesas!...

DOÑA JUANA.

Me da miedotu tono...—¿Sientes tambiénque cumpla...

. — 1 9 D E JÜLÍO DB 4 8 7 4 . N . %\

BSCOBEDO.

No... Si haces bien...(¡Tan sólo á Dios se la cedo!)

DOÑA JUANA.

Hablas con tal gravedad...ESCOBEDO.

(¡Y otros de pena se mueren!...)DOÑA JUANA.

Hoy... todos los que me quierensienten mi felicidad...

ESCOBEDO.

Eso no es posible, no...pues á serlo... ¡Juana mia!...ninguno la sentiríacon la vehemencia que yo.

DOÑA JUANA.

¿Porque yo me encierre aquíno hemos de vernos ya más?...

ESCOBEDO.

Tú ámí... alguna vez... quizás...¡Yo te Veré S i e m p r e á tíl (Se oye un toque de campana.)

DOÑA JUANA.

Tengo que irme... ¿Te acomodasá aguardar mientras...

ESCOBEDO.

Prefierovolver después.

DOÑA JUANA.

Conque... espero...ESCOBEDO.

Vendré á presenciar tus bodas.(Doña Juana se va por la izquierda.)

ESCENA IX.ESCOBEDO; un momento después PÉREZ, por la

derecha.

ESCOBEDO.

Dios que la hizo, al verme en posde ella, envidia me tenia,y me la robó...—Yo harialo mismo si fuera Dios.¿Por qué nunca mi querellaamante la confesé?...Ella es feliz... ¿Pues por quéno lo soy yo... que soy ella!

PÉREZ.

(Saliendo, y sin ver á Escobedo, el cual permanece pensativo.)

Su administrador... ¿Qué es esto?¿Al afecto correspondeque apenas la he demostrado?

ESCOBEDO.

(Salgamos de aquí: recóbresemi pecho en el aire libre.A q u í m e f a l t a . . . ) (Avanzando y tropezando con Pérez.)

Perdoneel hidalgo.

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| ÍJ ¡* '8H CARLOS C O E L L O .

PSREZ.

(Reconociéndole.) ¡ J u a i l lESCOBEDO.

(ídem.) [Antonio!PEUEZ.

Permíteme que me asombreantes de abrazarte.

ESCOBEDO.

Hazlo que quieras. (Se abrazan.)

PÉREZ.

[Tú en la corte!...¿A qué has venido?

ESCOBEDO.

A morir.PÉREZ.

Apuesto á que son amoresla causa de tu tristeza.Cuando te marchaste...

ESCOBEDO.

(Interrumpiéndole y buscando después palabras para distraerle.)

Oye...PÉREZ.

Di.ESCOBEDO.

Mira... Antonio... ¿En qué estadose encuentran tus pretensiones?

PCUP7

¿ClláleS?... (Alarmado.)

BoliUiÍEiUU.

[Qué pregunta!... Desdeque en la casa de Ruy Gómezde Silva servimos juntos...

PÉREZ.

Acaba... (¿A que este bodoquelia sorprendido...)

ESCOBEDO.

Tu ánimotuvo por único nortela ambición: siempre has miradoal sitio más alto.

PÉREZ.

Porquecuando me miro á mí mismo...

ESCOBEDO.

¿Quién sabe? Tú eres un hombrede ingenio; has viajado mucho...hablas más de diez ó doceidiomas y. . .

PÉREZ.

Dices bien;tengo derecho á ser pobre.

ESCOBEDO.

¡Ehl... ¡quita de ahíl Tu cargoactual...

LA MUJER PROPIA. 8 7

PÉREZ.

|Cnist!... No me abochornes:no me recuerdes que cedoel sueldo á mis acreedores.

ESCOBEDO.

Según eso, tienes deudas.PÉREZ.

¡ An t iguas ! . . . (Con tristeza.)ESCOBEDO.

Quizás se torneTu fortuna en un instante.

PÉREZ.

Hasta que no se enamorede mí alguna doncellicacorcovadica y con dote...."

ESCOBEDO.

[Calla!...PÉREZ.

La secretaríadel Rey va á vacar.

ESCOBEDO.

Entoncespuede ser...

PÉREZ.

Hay sólo un huesoy lo esperan muchos gozques.La de Eboli quiere ahorallevarme consigo á Londres...y á Flándes... y... ¡qué sé yo!...

(Afectando indiferencia.)

De administrador...ESCOBEDO.

Pues cógelela palabra.

0 » PÉREZ.

Es que, marcharme,es renunciar velis nolisal mejor bocado.

ESCOBEDO.

Quédate.PÉREZ.

¿Y si Vázquez me lo coge?...Entonces sí que me quedo...per istam sanctam imcionem.

(Haciéndose cruces en la boca.)

Mi sino es el matrimonio...Pero, ya ves, si las jóvenescon dinero se hacen monjas.Doña Juana... ¡Vaya un dote!¡Quién lo cogiera, eh?...(Echando el brazo por encima del hombro de Escobedo y mirándole ma-liciosamente; aquel procura disimular el mal efecto que le hace la broma

con una sonrisa forzada.)

ESCOBEDO.

Sí... (¡Calma!)PÉREZ.

Veo que estamos conformes.

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8 8 REVISTA EUROPEA.-

ESCENA X.DICHOS; EL REY y COELLO, que entran por

derecha.REY.

Bien: pues presentadme hoy mismoá Escobedo.

COELLO.

Conjurémosle.ESCOBEDO.

(Inclinándose profundamente al paso del Rey.)

El Rey.—Señor...REY.

(Fijándoseen el.) E s & C a r a . . .

—¡No es este?. . . (ACoeiio.)COELLO.

(Sorprendido.) ¡Sí, señor, és te . . .REY.

Si la inquisición lo sabe . . . (Burlando.)COELLO.

Me tuesta . (ídem.)REY.

(El Rey te protege.)Mancebo, hemos recordado (A Escobedo.)vuestras prendas, y debiéndoseproveer un cargo en Túnez...

ESCOBEDO.

(¡Salir yo de aquí!...)REY.

(A coeiio.) Imponedleen todo.

COELLO.

Vamos...(Llevándose abrazado á Escobedo: entran por la izquierda.)

ESCOBEDO.

(No... Aquívive ella al menos... y siemprepodré respirar un átomode su vida, en el ambiente...)

ESCENA XI.EL REY y PÉREZ.

REY.

(Se va y el alma me diceque es pronto.)

PÉREZ.

(Si yo pudiesecalcular lo que me apreciael Rey, por lo que le duelemi ida de Madrid...—Hagamosuna prueba. ) (Adelantándose.) Señor . . .

REY.

(Volviéndose.) P é r e z .

PÉREZ.

Se me ha ofrecido un empleoventajoso; ¿me consiente

—\ 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 . N . %\

la

Vuestra Majestad...REY.

Tomadleen buen hora si os conviene.

PÉREZ.

(¡Malo!) Es que... mañana debo...en caso de que lo acepte...dejar la corte... y quisiera...LOS negOCioS. . . (Confuso.)

REY.

Y ¿qué es eseempleo? (Con indiferencia.)

PÉREZ.

Administradorde la princesa de Éboli.

REY.

D e l a pr incesa . . . (Prestando atención.)PÉREZ.

Mañanaparte de Madrid, y quiere...

REY.

¿Mañana habéis dicho?PÉREZ.

Sí.REY.

¿No he entendido mal?PÉREZ.

(¿Lo siente?)REY.

¿Vos vais con ella?...PÉREZ.

Me lo hasuplicado tantas veces...

REY.

lElla!PÉREZ.

Ella misma...REY.

(¡Oh!...)PÉREZ.

(¿Qué es esto?)REY.

(¿No he de saber contenermeya?) Basta.

PÉREZ.

Señor... Si acasodisgusta al rey...

REY.

(Agarrándose á la idea que le da Pérez.)

¡Pues quién creeque puede ser á su reygustoso ver que prefierenotro cargo al que él ha dado?

PÉREZ.

Señor... Yo...

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P$*.*24 CARLOS COELLO. 1

REY.

Salid. (¡Aleves!...)(Volviéndole la espalda.)

P É R E Z .

(Y ¿por qué cerrar los ojos?(Ai retirarse.)El rey ama á la de Éboli.)Después de un momento de duda, avanzando resueltamente, como quien

tiene tomada su decisión.)

—Señor...REY.

(Con enfado.) ¿Aún no os habéis ido'í

PÉREZ.

Señor, el vasallo tieneque someter á su reyuna cuestión.

REY.

Sed muy breve.PÉREZ.

Lo seré.—Si un leal vasallonota que su rey padece...

REY.

¿Eh?...PÉREZ.

Que no es feliz... que ama,auna mujer... que ni tienesospechas de su fortuna...

REY.

¿Qué deCÍS?. . . (Asombrado de la audacia de Pérez.)

PÉREZ.

Digo...REY.

¿Y qué quieredecir?...

PÉREZ.

Pregunto... ¿qué hariaVuestra Majestad si, viéndoleen caso igual un vasallocomo aquel, se propusieseservirle...

REY.

En primer lugar,decid vos: ¿juzgáis prudenteatrevimiento...

PÉREZ.

Yo juzgoque á todo puede atreverseun vasallo por servira su rey.—Mi juicio es este.

(Con respeto al principio y con entereza al fin.)

REY.

Pues yo... á ser el rey que vosforjasteis en vuestra mente...si el vasallo consiguieraque la dama no partiese,perdonaría al vasalloatrevido.

. * MUJER PROPIA. 8 9

PÉREZ.

¿Y si la suertedesbaratara sus planes...

REY.

Entonces... entonces, Pérez...—el necio se quedaríaen España... ¡parasiempre!...(Con intención, dirigiéndole una mirada severa y entrando por la

izquierda.)

ESCENA XII.PÉREZ: en seguida LA PRINCESA por la derecha

Trae una rosa en la mano.PÉREZ.

Bien comprendo la amenaza.No me asusta: ¡me enardecepara luchar 1—¡La Princesa!...—|Ha sido bastante fuertemi deseo para hacerosvenir!

PRINCESA.(Al notar la agitación de Pérez.)

Pero... ¿qué os sucede?...PÉREZ.

[Me va en hablaros la vida,señoral

PRINCESA.

(Tranquilizada y contenta.)

([Vamos!... Pareceque al fin...)

PÉREZ.

Me consentiréis,por lo tanto, que no empleecircunloquios.

PRINCESA.

níolviendo á mirarle con desconfianza.)

Bien...PÉREZ.

Mañanaos marcháis: antes convieneque sepáis que os ama un hombre.

PRINCESA.

¡Qué decís!...PÉREZ.

Ese hombre, siente...PRINCESA.

¿Qué siente?PÉREZ.

¿Os sorprende?...PRINCESA.

(El mozose aviva.) No me sorprende,pero...

PÉREZ.

(¡Necio de mí! Yolo acerté y creo inocenteque ella no habia... ¡Bah! buenas

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90 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 .

son para esto las mujeres!...)PRINCESA.

Si ese hombre me ama, ¿por quéno me sigue?

PÉREZ.

¡Él!... (jPues no tienepoco orgullo!) Una pasióncomo esa, aceptarse debesin reparar...

PRINCESA.

(Soltando la carcajada.) ¡ J á , j á , j a l

(La modestia no es su fuerte.)PÉREZ.

(Se rie...) Ese hombre, señora, (Apurado.)necesita.

PRINCESA.

¿Y quién es esehombre? Vaya, os aseguroque rabio por conocerle.Su nombre...

PÉREZ.

No: por ahorapermitidme que reserve...Dadme la seguridadde que el viaje... se suspendeal menos...

PRINCESA.

Cuando yo sepaquién es.

PÉREZ.

(Forzoso es que esperessi buscas que te regalenel oido.) Hasta que cuentecon que no se le desaira...

PRINCESA.

Y ¿es posible que lo piensesiquiera? (Con ¡roma.)

PÉREZ.

(¿Se está burlando?...)PRINCESA .

Si cuando de nuevo entreaquí traigo sobre el pechoprendida esta rosa, puededescubrirse.

PÉREZ.

¿Sí?PRINCESA.

(Y entonceste pondré como mereces.)

PÉREZ.

[Gracias, señora! (Besándoleia mano.) (Por final suelo el castillo viene.(Mucho puede un Rey!)

PRINCESA.

(Contemplando á Pérez con cruel satisfacción.)

(¡Es mió!...)

PÉREZ.

S e ñ o r a . . . SÍ q u e r é i s . . . (Brindándose á acompañarla.)

PRINCESA.

Quédeseel buen Antonio.

PÉREZ.

Obedezco.PRINCESA.

(Al retirarse por la izquierda.)

(Y su altivez me divierte...)

ESCENA XIII.PÉREZ.

Y yo empezaba á sentircariño hacia esa mujer...Pero... habiendo de escogerentre ella y mi porvenir.¿Qué hará el Rey? Mi sacrificiopara él debe ser,—estáclaro,—un misterio... Y ¿valdrála paga lo que el servicio?¡Pardiez! Chistoso seriaque la ambición que me inflamame dejase sin la damay sin la Secretaría.No... si esto ya es un excesode... Y ser favorito por...¡por tan indigno favor...—¡Cuántos lo han sido por esoy por hazañas peores!¿Qué hago yo con mi decorovirgen? Con él no hallo oroni amigos, ni protectores;y entre tanto, sobrehumanosesfuerzos y genio muerenen mí, y son armas que hierenal que las lleva en las manos.

CARLOS COELLO.

(La continuación en el numero próximo.)

LOS AKKAS,RAZA DE PIGMEOS RECIENTEMENTE DESCUBIERTA

EN EL ÁFRICA CENTRAL.

Ya hemos anunciado la llegada á Egipto de dosrepresentantes de una raza de hombres, descono-cida hasta ahora, que habita en el África cen-tral (1). Estos dos individuos han sido trasladados

(1) En el número 18 de la REVISTA EUROPEA, pég. S72 del tomo

primero, hicimos un ligero extracto de la comunicación que presentó

M. de Quatrcfages á la Academia de Ciencias de Paris, acerca de las ra-

zas pigmeas de África, entre las cuales cita la de los Akkas, y de la llegada

& Europa de los dos esclavos á que se refiere este articulo.

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v: .1. BKRTILLON. LOS AKKAS, RAZA DE PIGMEOS.

4 Italia, donde están excitando con justicia la cu-riosidad general.

El primer viajero que ha hablado de esta sin-gular raza de hombres es el doctor Schweinfurth,el cual, viajando hace dos años en el África cen-tral, en el país de los Mombutús (región situadaal Sur de los Niam-Niams, es decir, en el 4° gradode latitud Norte), observó, en medio de una fiestaque le daba el rey, varios esclavos de pequeña es-tatura y de conformación excepcional. Supo queeran Akkas (1), raza de hombres muy pequeñosque habitan al Sur del país de los Mombutús, enlas orillas del Garbon (3° latitud norte). El reyregaló á M. Schweinfurth uno de aquellos ra-ros personajes; pero desgraciadamente el esclavomurió durante el viaje de regreso al atravesar laNubia, y el doctor tuvo cuidado de señalar y apun-tar en su diario, con señas exactas, el sitio en quefue enterrado, á fin de poder algún dia encontrary recoger su esqueleto.

En 1873, un animoso viajero italiano, M. Miani,penetró en el mismo país de los Mombutús, ytambién observó con sorpresa á los esclavos Ak-kas. Compró dos para traerlos á Europa, peroesta vez no fueron los esclavos, sino el amo el quemurió, a consecuencia de las fatigas de un viajetan peligroso. Su equipaje, sus papeles, sus co-lecciones y sus dos preciosos esclavos fueron tras-ladados á Egipto; pero no llegaron á puerto se-guro sino después de mil peripecias. Se sabe has-ta dónde alcanza á veces la rapacidad de los hom-bres, pero difícilmente puede comprenderse queávidos acreedores secuestrarán á los dos negritos.

Después de su llegada al Cairo, losdos pigmeosfueron presentados al Instituto egipcio, sabia ylaboriosa sociedad, creada por el gobierno del vi-rey. Cuidadosamente examinados por su presi-dente Colucci-bajá, á quien sus conocimientosmédicos dan gran autoridad en esta materia, ypor el profesor Richard Owen, bien conocido enel mundo científico, estos dos sabios han publica-do extensas relaciones de sus estudios y de suexamen en la Beeue d'anthropologíe de M. Broca,mientras ven la luz en los Boletines del Institutoegipcio, publicación oficial escrita en francés.

La raza de los pigmeos era conocida de los an-tiguos historiadores. Herodoto, Aristóteles, Stra-bon, y más tarde los historiadores árabes, men-cionan su existencia. Todos saben cómo se haneonsiderado hace tiempo los relatos de Herodoto;pero, después de dudar de ellos, ha habido quereconocer frecuentemente su veracidad; el descu-

(!) Algunos autores han establecido la regla de no poner s en elplural de estos nombres de pueblos salvajes, y escriben: ios Akka, losUanbulii, etc.

brimiento de MM. Schweinfurth y Miani hacejusticia una vez más al padre de la historia.

Los ejemplares de la raza pigmea adquiridospor M. Miani son dos jóvenes; naturalmente no sepuede juzgar de su edad sino por el estado desus dientes, como hacen los tratantes con los ca-ballos; y por este sistema se deduce que uno tienede doce á catorce años,y el otro de nueve á diez.El mayor tiene lm,ll de altura, y el más jo-ven lm, lo cual supone para la edad adulta unaestatura de lm,30 á lm,50; es decir, que un hom-bre que en su país puede pasar por un coloso, se-ria entre nosotros extraordinariamente pequeño.

El color de los akkas no es negro, sino de cho-colate, como la piel de los abisinios. Los ojos,que son grandes y vivos, y su frente, que es an-cha y descubierta, les dan una expresión inteli-gente, que hasta hace poco era considerada comoengañosa. Su nariz es hundida, un poco chata,y, teniendo las fosas nasales muy anchas y sepa-radas entre sí, parece que termina en una extre-midad de tres lóbulos. Las mandíbulas son muysalientes y ensanchan hacia adelante; la barbaes muy fuerte.

Según M. Schweinfurth, no tienen, por decirloasí, labios, y la boca, cuando está cerrada, pa-rece una simple fisura como la de los negros. Lafotografía no reproduce esta disposición de laboca, pero es preciso creer á un viajero que havisto muchos akkas, y que por lo tanto debe co-nocerlos. Sus cabellos son crespos; uno de losdos akkas los tiene negros, y el otro castañosdorados. Las orejas son muy anchas, agujereadas,y parecen que han soportado por mucho tiempopendientes de gran peso. Tal es la fisonomía,como se ve, poco agradable. El cráneo es estre-cho y prolongado, (dolicocéfalo, hablando el len-guaje de los antropólogos), como el de todos lospueblos del África. En suma, la cabeza se parecebastante á la de los abisinios. Sus miembros in-feriores los distinguen más todavía de los demáshombres. Tienen ordinariamente las piernas muyseparadas y las pactorrillas apenas están indica-das por una ligerísima ondulación, lo cual esbastante importante, porque la prominencia másó menos grande de la pantorrilla constituyeuna de las diferencias anatómicas que separanal europeo de las razas inferiores, y á éstas de losmonos. El pié es pequeño pero ancho y aplastado,y adquiere un desarrollo bastante grande.

Lo que más llama la atención en estos akkases la conformación singular del tronco, lo cualcaracteriza á los pigmeos africanos y da á su es-tudio un alto grado de interés. En primer lugar,el vientre es enorme, muy arqueado, muy pro-minente y algo caído como un saco lleno; y sobre

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REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 1 8 7 4 . N . ' í t

todo, la espina dorsal es lo más notable de todoel cuerpo. «Forma una curva en forma de C, di-cen los autores, como para seguir al vientre en ladirección de su desarrollo ó como arrastrada porsu peso.»

Esta particularidad es muy grave porque ase-meja hasta cierto punto los akkas á los grandesmonos, de los cuales se diferencian en otros mu-chos detalles.

«No se debe disimular, dice en efecto M. Broca,que una raza, cuya columna vertebral estuvieranormalmente encorvada hacia delante de maneraque eche el vientre hacia abajo y hacia delante,se alejaría por esta razón del tipo de los bípedosperfectos para aproximarse al de los monos an-tropoideos.

»Para apreciar la importancia de este carácterrecordamos que la posición vertical es fácil enel hombre, tal como lo conocemos, por la triplecurvatura de la columna vertebral. La regióneervical de esta columna tiene una primeracurvatura, cuya convexidad se presenta haciadelante; la región dorsal ó toráxica está encor-vada en sentido inverso, es decir, cóncava por de-lante; y por último, una tercera curvatura, quecorresponde á la región lumbar, es convexa haciadelante como la primera. Sin esta tercera curva-tura la línea de gravedad del tronco pasaría muypor delante de la línea trasversal bícotiledónea,por la cual el tronco toma su punto de apoyosobre los femurs; el cuerpo tendería á caer haciadelante, y para erguirlo, los músculos posteriorestendrían que desempeñar un trabajo inmenso yfatigoso; pero gracias á la curvatura lumbar, elcentro de gravedad se encuentra echado másatrás y cae muy poco delante de la línea Dicotile-dónea. Basta, pues, una débil acción muscularpara traer el centro de gravedad encima de lacitada línea y asegurar el equilibrio vertebral.Por eso la posición vertical es fácil y natural.

»La columna vertebral de los grandes monospresenta por el contrario la forma de una C, cuyaextremidad superior corresponde á la base delcuello, y cuya extremidad inferior termina en elsacro. Resulta, pues, de esta disposición, que elcentro de gravedad del tronco y de las partes estásituada muy por delante de la línea de^sustenta-cion de la pelvis ó cavidad formada por los hue-sos sacro y coxis posteriormente, y los innomi-nados lateral y anteriormente; y el equilibrio ver-tical no puede sostenerse sino por un gasto con-siderable de fuerza muscular. Así vemos que losmonos antropoideos se cansan mucho por la mar-cha bípeda; no les es natural, y habitualmentese apoyan en el suelo con el frente dorsal de susmanos, ó mas bien con los dedos. No siendo ver-

tical la columna vertebral, sino oblicua, el pegode las visceras abdominales no se soporta entera-mente, como en el hombre, por los huesos queforman la pelvis; una parte del peso cae sobre lapared abdominal anterior, y el vientre natural-mente sobresale de un modo muy pronunciado,

»...La existencia de una raza humana que es-tuviera privada del carácter más decisivo de laposición bípeda, seria un hecho de tal gravedadque, lo confieso, dudo mucho que exista. He aquípor qué no estoy seguro, hasta que se obtenganmás amplios informes, de que los dos akkas deque me ocupo sean perfectamente normales. Noseria imposible que esta disposición de la colum-na vertebral fuese producida, ó al menos exagera-da, por la influencia de una afección análoga alraquitismo. En efecto, puede ser que el rey Moun-sa escogiese para venderlos ó regalarlos los máspequeños ó enfermizos representantes de la razapigmea que reside al Sur de su país...»

La conjetura que indica M. Broca no está con-forme con las noticias que da Colucei-bajá: «Ala visita que hice á los jóvenes pigmeos asistíaun sargento que habia acompañado á Miani yque, conocedor de la lengua de aquel pueblo, meservia de intérprete. Por él supe que los pigmeosno son una excepción en su país, sino que todala población se compone de individuos de lasmismas exiguas dimensiones, y que la edad noproduce cambio alguno de estatura.» Es verdadque las noticias suministradas por el intérprete,con referencia á los mismos pigmeos, pueden seralgo exageradas.

Se ha creído que la columna vertebral de losakkas terminaba por una especie de apéndicecaudal, pero esto es una fábula inventada á gus-to del consumidor.

Réstanos explicar la enorme prominencia delabdomen. Quizá procede de una alimentación ex-clusivamente vegetal que necesita, como es sa-bido, un gran desarrollo intestinal. Pero nadaindica que estos salvajes sean más frugívoros queotros, y es más probable que la hinchazón delvientre sea ocasionada por la del hígado, siempregrande en los paises cálidos, y por la costumbreque tienen muchos salvajes de tragar gran can-tidad de carne los dias de buena cacería, sin per-juicio de ayunar en seguida durante una semanaó más.

La lengua de los pigmeos es todavía descono-cida. Es sonora y bastante armoniosa, y segúnM. Schweinfurth, no se parece á ningún otro idio-ma, y se compone de muy pocas palabras.

A la llegada de los akkas á Italia los presen-taron al rey, á quien designan poniendo los de-dos de- punta á ambos lados de la boca, para in-

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t u ; %\ BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS. 93

' -dicar los prodigiosos bigotes que singularizan lafisonomía de Víctor-Manuel. También les enseña-ron á nombrar al rey: il sidtano italiano.

Han asistido, en el palco de la princesa Marga-rita, á los fuegos artificiales que se quemaron conmotivo de las fiestas del Stato. Atemorizadosprimero por el ruido, concluyeron por divertirsemucho con el espectáculo y por expresar frecuen-temente su alegría por medio de su grito particu-lar: ¡Hohou, Hohou!

Todavía experimentaron más placer en el Tea-tro Italiana. Los bailes les divirtieron mucho, yal día siguiente se esforzaban en imitar las pirue-tas de las bailarinas. Comprenden nuestra mú-sica, y manifiestan contento al oírla; disposiciónque también es común á los negros. Uno de elloscanta bastante justo un aire de La filie de mada-meAngot. Por ahí han empezado á conocer nues-tra civilización.

Se les ha enseñado á comer con tenedor , y sesirven de él con mucha limpieza. Les gustanmucho los vinos y los helados.

El 8 de Junio fueron trasladados por ferro-carrilá Milán, de donde pasarán al lago de Como, puesel conde Meniscalchi, hombre generoso y magní-fico, quiere recibirlos en su posesión. A pesar desu generosidad , ese rico anfitrión no les devol-verá el sol del ecuador. Aunque los vista con mu-cho abrigo, no podrá evitar que tengan frió; y eslo más probable que vivan poco tiempo, no pu-diendo resistir el clima del Norte de Italia.

M. Schweinfurth habia supuesto á los Akkasde poca inteligencia; y con efecto, el que él trajoá Europa apenas podía retener una palabra dellenguaje que oia continuamente. Los compradospor Miani parecen, por el contrario, muy inteli-gentes. Hablan un poco el árabe, y en quince diasque han estado en Roma han aprendido muchaspalabras en italiano. Verdad es que son niños, ysabido es que, entre los salvajes, los niños sonsiempre más inteligentes que los adultos.

Les gusta mucho jugar con niños de su edad.Tienen un carácter muy variable; el furor, laalegría, la melancolía, la dulzura se suceden rápi-damente en su ánimo. A esta movilidad del almaresponde una gran vivacidad en los movimientosdel cuerpo.

Esta última circunstancia parece un carácterde raza. En su mismo país los Akkas pasan pormuy ágiles, como en general todos los de esta-tura pequeña. Estos pigmeos son muy hábiles,no en cazar grullas , como los de Hornero, sinoelefantes, atacando con arco y lanza.

El que intente resumir lo que precede, se repre-sentará á la nación de los pigmeos como com-puesta de pequeños hombres, de color de choco-

late, de un metro 30 centímetros de altura, dota-dos de fisonomía expresiva, aunque repugnante,frente elevada y grandes ojos negros, nariz chatay trilobulada, una fisura en vez de boca, y unaenorme mandíbula inferior que avanza ensanchán-dose. Esta fea cara reside sobre un cuerpo extra-ño, piernas muy separadas, un vientre enorme-mente prominente y caido como un saco , y unaespalda abovedada. Por mal hechos que parezcanestos pequeños salvajes, que apenas merecen elnombre de hombres, saben servirse con mu-cha agilidad de sus minúsculos y desgraciadoscuerpos.

.1. BERTILION.

(La Nature.)

BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS.

Sociedad española de Historia natura l .1." JULIO.

Con asistencia de 29 socios de Madrid, y bajo lapresidencia de D. Manuel Abeleira, en ausenciadel Sr. Llórente, se dio principio á la sesión le-yendo el acta de la anterior, que fue aprobada.

Dióse cuenta de las comunicaciones y publica-ciones recibidas, acordando la sociedad dar lasgracias á los donantes.

El Sr. Pereda manifestó, que habiendo visitadoal representante de Méjico en España, por cuyomedio la sociedad mejicana de Historia naturalhabia remitido á la nuestra los ejemplares de surevista, La naturaleza, presentados en la sesiónanterior, dicho señor se ofrecía á trasmitir nues-tros Anales á la referida Sociedad.

El mismo señor indicó la conveniencia de noestablecer cambio de publicaciones con la Socie-dad Piloiátríca y la Academia de Medicina deMéjico, fundado en el carácter exclusivamentemédico desús revistas.

La Sociedad, á propuesta del Sr. Naranjo,acordó transferir la resolución de este asunto á lajunta directiva, oyendo á la comisión de publi-cación.

El Sr. Fernandez de Castro mostró á la Socie-'dad una mandíbula de «Myomorphus cubensis»Pomel, procedente ds la Isla de Cuba, emitiendoen resumen las opiniones de los señores Poey,Leyde, Pomel, Verneuil y la suya propia.

El Sr. Vilanova presentó un ejemplar de fosfo-rita concrecionada de Belmez, como un compro-bante más acerca del origen hidrotermal de dichomineral, y otro en que éste se presenta en capasde lustre y fractura resinosa, alternando con otrascalizas terrosas de la misma procedencia. Pre-sentó también un ejemplar de yeso sacaroideopizarroso, con cristales de «Teruelita», y leyó unartículo que acerca de esta especie mineral, asícomo del azabache de Utrilla y del Ámbar que enél se encuentra, habia publicado en un periódicopolítico su hermano D. José. Dicho artículo pasóá la comisión de publicación.

El Sr. Egozcue manifestó, que, hallándose co-

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94 REVISTA EUROPEA. 1 9 DE JULIO DE 4 8 7 4 .

misionado por la Dirección general de Agricultura,Industria y Comercio para dar dictamen sobre elyacimiento y caracteres de tan importante sus-tancia en Extremadura, se creia en el deber dedecir algo acerca de ella. Dijo que tres son susyacimientos, á saber: en capas interestratiftcadascon pizarras silúricas, atravesando con el cuarzoel granito, y en bancos calizos. El Sr. Egozcueterminó diciendo, que en los tres yacimientosexpresados admite con el Sr. Vilanova la acciónde las aguas geiserianas, comprobándolo, entreotras circunstancias, la de coexistir con la fos-forita en la provincia de Cáceres y en Portugal,no lejos de la frontera, el plomo sulfurado.

El Sr. Vilanova rectificó manifestando que laopinión de considerar como «Orthoceras» las for-mas cónicas que presenta la fosforita de Cáceres,habia sido emitida con incertidumbre, y que, entodo caso, resultaba comprobada su tesis delorigen hidrotermal de la fosforita de Extremadu-ra, manifestando su deseo de que algún socio seencargase de redactar un trabajo acerca de esteparticular que se remitiera á la Sociedad Geoló-gica de Francia, puesto que creia fuese la primeravez que se atribuía dicho origen al renombradocriadero de Extremadura.

El señor presidente resumió haciendo ver laconformidad que del anterior debate resultaba en-tre los señores que lo habian sostenido sobre elagente á que habia debido su formación la fosfo-rita, ó indicó la conveniencia de que ambos,puestos de acuerdo, redactasen la Memoria á quehabia aludido el Sr. Vilnnova ; y terminó ha-ciendo constar que el Sr. Vilanova ha sido el pri-mer geólogo que ha atribuido un origen hidro-termal á la fosforita de Extremadura.

El Sr. Uhagon dijo haber recibido carta delSr. Von Heyden,tie Francfürten que, después deencargarle diese las gracias á la Sociedad por suadmisión, le comunicaba algunos datos para lafauna entomológica española, referentes á la si-nonimia de algunas especies descritas en elReisenach Spanien. El Sr. Uhagon dio lectura á latraducción de dicha nota, y rectificó algunoserrores que la misma contenia.

Fueron admitidos nueve socios; se hizo unanueva propuesta, y se levantó la sesión.—El Vice-secretario.

Academia de Ciencias de París.6 JULIO.

M. Bouley lee una Memoria sobre las medidasadministrativas que conviene tomar para la ex-tinción del phyllocera, y con este motivo se pro-mueve una animada y hasta tempestuosa dis-cusión, que uno de los secretarios perpetuos cali-fica modestamente de confusa ó inútil.

—Flauta neolítica. —Por investigaciones re-cientes se han llegado á conocer una multitudde particularidades de la vida y costumbres delos hombres fósiles. Sabido es que tenían muchaañcion á las artes gráficas, dibujo, grabado, es-cultura, y que creian en una existencia post mor-tem, puesto que sepultaban también las alforjascon provisiones para un largo viaje. Es probableque las investigaciones de la ciencia irán máslejos todavía, y nos irán revelando poco á pocotodo lo interesante de aquellas épocas tan bor-radas de la historia.

M. Piette acaba de hacer, en una caverna deDourdon, un descubrimiento que nos revela alhombre neolítico bajo un aspecto artístico, nuevoy curioso. Trátase de una flauta de hueso encon-trada entre restos de cacharros, huesos de ani-males y sílices tallados, que no dejan duda al-guna acerca de su edad. Esta flauta tiene tresagujeros solamente, y por lo tanto no puededar más que cuatro notas; se parece mucho alpito que usan los habitantes de algunas de las is-las oceánicas; instrumento de gran monotoníamusical de que tanto ha hablado Cook.

—La Academia y el progreso.—Al presentar unejemplar de su Tratado de ventilación, el generalMorin hace la observación de que su sistema, taneconómico como sencillo, se ha establecido ya encasi todos los locales de las asociaciones y pun-tos donde se reúne mucha gente; pero brilla porsu ausencia en la sala de sesiones de la Academiade Ciencias. No hay local más desagradable, diceel orador, que el de esta Academia, lo mismo enverano que en invierno, por sus malas condicio-nes de ventilación, y sin embargo nada se ha he-cho para mejorarlo. En casa del herrero, cuchi-llo de palo.

Un periódico francés añade á la observación delgeneral Morin la de que todavía se usan en laAcademia plumas de ave y luces de stearina,pues la mayor parte de los académicos se hanopuesto á la introducción del gas y de las plu-mas de acero.

Sociedad de Historia natural de Tolosa(FRAHCIA.)

M. Trutal presenta cuatro pequeños mamíferoscogidos en las cercanías de la ciudad, y que hansido regalados al Museo de Historia natural. Coneste motivo, M. Trutal hace notar el interés quepresenta en las regiones pirenaicas el estudio, tanolvidado hasta ahora, de la micromamalogia.

Los Pirineos y las llanuras subpirenáicas en-cierran un gran número de especies que pareeencaracterísticasde otras comarcas, como, por ejem-plo, dos pequeños mamíferos que pertenecen algénero musaraña; la musaraña vulgarmente lla-mada de gaita, sorex areneus, y la musaraña deDaubenton, sorex fodiens. M. Trutat da lasdiagnosis latinas atribuidas por Schinz á estasdos especies, y con esta ocasión deplora el aban-dono del método verdaderamente linneano parala descripción de las especies, y el abandonono menos culpable de la lengua latina comolengua científica. La musaraña de Daubenton esmuy rara en los Pirineos, pero la que se encuen-tra tiene una mancha gris en medio del pecho,que no tienen las de otras comarcas europeas.Las musarañas son pequeños insectívoros muyútiles á la agricultura y fáciles de distinguir dela numerosa familia de los roedores.

Sociedad de biología de París.4 JULIO.

M. Hamy presenta unas fotografías hechas enSaigon por M. Gsell que representan las manosde los amnamistas. En la Indo-china, los perso-najes de las altas clases no se cortan jamás lasuñas; tener las uñas de las manos de una ex-tensión desmesurada es para ellos la señal dis-

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BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES. 95

tintara de su opulenta indolencia. Una de dichasfotografías es muy notable porque revela lasformas contorneadas de las uñas. Sabido es quelas uñas espesas é hipertrofiadas se encorvan enforma de garras, pero lo que no se sabia era que,al crecer naturalmente, tuviesen una tendencia áexperimentar inflexiones en diferentes sentidos.La primera fotogrofía representa uñas de unaextensión de 15 á 20 centímetros, y están regu-larmente prolongadas en línea recta; en la se-gunda las uñas tienen una dimensión de 40 ó 50centímetros, son onduladas y describen las másextrañas curvas. Únicamente la uña del índicetiene proporciones razonables. Las demás dan ála mano el aspecto de ciertas ilustraciones de ma-nuscritos antiguos. Pero, aunque muy largas,las citadas uñas no están hipertrofiadas. Losricos amnamistas hacen construir aparatos es-peciales para proteger en toda su integridad esosadornos tan frágiles como singulares.

BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES.

Las tempestades del 22 y 23 de Junio último,que tantos estragos causaron en España, hansido tan generales, que se dejaron sentir de unmodo más extraordinario todavía en Francia éInglaterra. Según las observaciones hechas porMr. Lowe, en Londres cayó agua en cantidad de12 milímetros de altura en 20 minutos; es decir,dos Teces más que en los treinta dias anteriores.La antigua iglesia de Chesterfield, que es una delas mayores curiosidades del Condado de Derby,ha sufrido muchos desperfectos por las exhala-ciones eléctricas. De las grandes chimeneas delas fábricas y establecimientos industriales sehan salvado muy pocas. Desgracias personales hahabido bastantes que lamentar.

*

No hace mucho tiempo, en el número 13 de laREVISTA EUROPEA (página 403 del tomo primero),publicamos un articulo de M. Paul Gaffarel exa-minando el asunto del descubrimiento de Amé-rica por un marino de Dieppe antes que por Cris-tóbal Colon, y hoy tenemos que registrar otratentativa de despojo por el estilo. Los habitantesde Harlem (Holanda) han celebrado el dia 10 deeste mes grandes fiestas públicas para solemni-zar el aniversario de la invención de la imprenta,que, según ellos, se verificó en 1440 por un ho-landés llamado Lourencen Jaussen Coster.

#* *El sábado 20 de Junio, á las nueve y quince

minutos, se observó en Lyon un bólido muy no-table que atravesaba el cielo de Oeste á Este, áunos 30 grados de elevación del horizonte Sur.Este metéoro, según el Salut public de Lyon,emitía una luz extraordinariamente brillante,dejando un rastro luminoso muy denso, que leacompañaba en su carrera en una extensión decerca de dos grados, y después cesaba brusca-mente. De color verde muy pronunciado, la luzpasaba por una serie de degradaciones distintashasta el amarillo oscuro. El bólido apareció porencima de la luna, que se ponia, y desaparecióporel Sudeste, arrojando algunas chispas después

de una carrera sensiblemente parabólica, queduró de 25 á 30 segundos.

# #Parece que la sordera está á punto de poder

ser curada como la catarata. El doctor Bonnafontacaba de inveutar un instrumento para la perfora-ción del tímpano, instrumento que, según El Siglomédico, se compone de un trocar, provisto de sucánula, que queda en la caja una vez practicada laperforación por medio de dos aletas que aparecenen el mismo momento en que se retira el punzóny que se apoyan contra la superficie interna deltímpano: la operación dura escasamente dos se-gundos, y se obtiene la insensibilidad de dichamembrana haciendo inyecciones con el éter pul-verizado. El enfermo operado por Bonnafont oyóinmediatamente el tic-tac de un reloj colocado áveinte centímetros de distancia. Si resultados se-mejantes confirman el que queda expresado, pue-de calcularse la inmensa importancia déla in-vención del doctor Bonnafont.

• El professor Lewis Smith ha publicado unadescripción del cometa que está llamando la aten-ción pública en la actualidad, tal como se le veiaen Rochester (Estados-Unidos) el 19 de Junio úl-timo . Supone que el brillo máxi mum del astro seráel 3 de Agosto, en cuyo dia la cantidad de luzque derramará será superior á la de Venus en sumáximum. El dia de la observación el brillo delcometa iba aumentando rápidamente, y en la ac-tualidad es muy fácil distinguirle de los demás-objetos del firmamento. Su cola, muy visible á lasimple vista, es bastante luminosa para llamarla atención aun de las personas que no tienencostumbre de mirar al cielo.

#* #

Ha fallecido en Paris el doctor Chaillou, direc-tor del Diario de medicina y cirugía prácticas, ypersona muy apreciada en todos los círculos cien-tíficos.

#Por fin el gobierno español se ha decidido á

tomar parte en el Congreso sanitario internacio-nal que ha empezado á celebrarse en Viena, y alefecto ha nombrado para representar á nuestropaís al conocido doctor D. Francisco Méndez Al-varo, al señor Gómez Bustamante, jefe del cuerpode Sanidad de la Armada, y al señor Montejo, deSanidad militar.

El Congreso sanitario de Viena está llamado áproducir grandes resultados^ y ya parece que do-minan en él las tendencias cuarentenarias másseveras.

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* •La fotografía espiritista está llamando la aten-

ción en Paris. Una persona se hace retratar porel fotógrafo espiritista y asiste personalmente enla cámara-oscura al desarrollo de su imagen. Almismo tiempo que ésta aparece, se presenta lade un espíritu. Algunos inocentes reconocen á supadre, á su abuela, etc. Un físico no ve en ellomás que un juego de manos. El procedimientoque emplea el fotógrafo no puede ser más senci-llo. Prepara de antemano cristales sensibilizados,y hace el retrato de un espectro, que improvisacon una sábana, una barba postiza ó alguna otra

Page 32: EVISTA EUROPEA. · 2007-04-25 · Paris no es más que una iglesia levantada ... éter infinito, la rotonda ligera y graciosa, semejante á un monumento romano, cortada ... imagen

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cosa por el estilo. Una vez el cristal impresiona-do, lo guarda en la oscuridad, y hace uso de élpara sacar el retrato del crédulo que quiere versu imagen unida á la de un espíritu. Al reactivarel cristal en la cámara-oscura aparecen las dosimágenes simultáneamente, y es natural, puestoque dos retratos se habían hecho en el mismocristal. En Nueva-York especialmente están muyen voga las fotografías espiritistas, y empiezan áobtener el éxito de las antiguas mesas giratoriasy parlantes.

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El doctor ruso Landowski ha introducido enFrancia un nuevo medicamento llamado Koumys,que ha dado excelentes resultados en Rusia parael tratamiento de las afecciones catarrales, de latisis y de la consunción en general. El Kowmysno es más que la leche de yegua mezclada conleche de burra en proporción de dos partes de laprimera y una de la segunda, y fermentada lamezcla. Dicen que hace prodigios en la tubercu-losis pulmonar; pero nuestro estimado colega ElSiglo médico tiene razón al manifestar cierta des-confianza hasta que se demuestre evidentemente.

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Un doctor francés muy conocido, Mr. Petre-quin, opina que las cunas de balanceo producenen los niños, como en los adultos, congestiones,vértigos, náuseas y hasta vómitos, y recomiendael uso de las cunas fijas.

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El gobierno británico acaba de extender alcentro de Asia sus relaciones diplomáticas en-viando á Yakoob-Khan, gobernador de las pro-vincias de Yarkund y de Kashgar, un embajador,que será el primer europeo que pise aquellas le-janas regiones. Hace diez años las citadas co-marcas formaban parte del vasto imperio chino,del cual, sin embargo, están separadas por ungran desierto. Están situadas en medio de mon-tañas inaccesibles, la cadena del Thian Shan, elBolor Dagh y el Karakorum, último estribo delHimalaya.

* *Un periódico científico francés da cuenta de un

preservativo contra las enfermedades que son tancomunes en las patatas. Un kilogramo de cal enpedazos se hace disolver en cinco litros de aguacon un kilo de flor de azufre. Cuando la disolu-ción sea tan completa como es posible, se agitabien el todo, y se echa en dos decalitros de si-miente de patatas, removiéndola suficientementepara endurecer por completo los tubérculos; lomismo exactamente que se hace para encalar eltrigo.

El horticultor que ha revelado este medio aña-de que hace seis años lo emplea, y no ha perdidouna sola patata.

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El doctor Fergusson acaba de modelar en yesoel húmero fracturado del brazo izquierdo del tanilustre como intrépido viajero Livingstone. Estafractura, producida hace años por la mordedurade un león, es la que ha permitido identificar sucuerpo. A causa de esta fractura, el brazo iz-quierdo era una pulgada más corto que el dere-cho. M. Fereusson Dromete resalar ala-unos eiem-

plares en yeso, que reproducen todos estos deta-lles anatómicos, al Colegio de cirujanos de Lon-dres, Edimburgo y otras sociedades científicas.

-** *El Museo arqueológico de León se ha enrique-

cido con varias lápidas romanas extraídas de lasantiguas murallas de aquella histórica ciudad.

La Biblioteca provincial de la misma capital seha aumentado con 600 volúmenes, procedentesdel legado del Sr. D. Fernando de Castro, Rectorque fue de la Universidad de Madrid.

-*La adquisición por el Estado de la notable co-

lección de antigüedades griegas y romanas .delseñor marqués de Salamanca, se ha llevado ya ácabo, ingresando en el Museo arqueológico na-cional todos los objetos de que se compone; loscuales ya han empezado á ser clasificados conve-nientemente para exponerlos al público entre lasriquezas que, aunque de reciente creación, con-tiene ya el Museo.

Es una adquisición de grandísima importanciaque comprende estatuas, relieves, mosaicos, bus-tos, cabezas, armas, lucernas romanas é infini-dad de objetos de indumentaria; una gran co-lección de objetos de barro , vasos etruscos,corintios, griegos, greco-italos; un retablo demadera, medallones, arcones, más de 2.000 mo-nedas antiguas y modernas, planchas de cobre,sellos de la Edad Media y objetos de marfil,piedra y cristal.

Propiedad literaria.Relación de las obras presentadas en el Ministerio

de Fomento en el mes de Mayo de 1874.Colección de cuadros del Museo Nacional de Pinturas, una entrega, folioFollín.—Tratado elemental de Patología externa, 1 t. 4.°El periódico para todos, 39 números.Orgaz y Chaves.—Pequeños poemas, 1 t. 8.°Leyendas y tradiciones populares de la Virgen María, 1 t. 4.°Mediano y Najera.—Nociones de geografía universal, 1 t. 8.°Keynods.—Compendio de geografía general, 1 t. 12."Trigo.—Almanaque del empleado para 1874, 1 t. 8.° ,Soler y Sánchez.—Las teorías de la Química, 1 t. 4.°Puyáis.—Numeración perfecta traquíloga é ideográfica, 1 t. 8.°Humboldt.—Cosmos, descripción física del mundo, i t. 4.°Víctor Hugo,'—Noventa y tres, 2 t. 4.°Carderera.—Pedagogía práctica, lomo l.° en 8."Haro.—Higiene y medicina doméstica, 1 t. 8.°J. Verne.—La isla misteriosa, 1 entrega.Quiñones.—Teoría revolucionaria, 1 t. 8.°—La fórmula social, 1 t. 4.°—La chusma, novela original de costumbres, 2 t. 4.°Mestre.—Lecciones de geografía en España, 1 t. 8.°Alix.—Tratado completo de matemáticas, tomo 1.° en 4.°Joulin.—Tratado completo del arte de los partos, 2 t. 4.°Obras dramáticas: Fors: L'ultimo Abenzerragio, 4 a.—Amalfi: Los ti-

tiriteros, 5 a.—Palomino: Un sevillano en la Habana, 1 a.—Pove-daño: Un loco más, 1 a.—Amalfi: Proceso del can-can, 2 a.—Fuen-tes y Alcon: Una aventura del Czar, 2 a.—Larra: Estudio del natu-ral, 5 a.—Zumel: Gloria á Bilbao, 1 a.'—Blasco: El anzuelo, 3 a.—Hurtado: Una canción de amor, 5 a.—Larra : La cosecha, 5 a.—Trigo: El testamento del tio, 1 a.—El niño de Juanita, 1 a.—Trin-chant y Castillo: El padrino, 2 a.—Lima: Una mujer por dos horas,\ acto.

GEuvres completes de Scribe, 3 t. 18.°Baillou.—Histoire des plantes, 11. 8.°Treniaux.—Principe universel de la matiere, 1 t. 12.°Figuier.—L'année scientifiquecl industrielle, 1873, 1 t. 12."Camp.—París, ses organes, ses fonctions et sa vié, 1 t . 8.°Guizot.—L'histoíre de France racontée á mes enfants, 1 cuad.Fouret.—Le journal de la Jeunesse, 11 cuad.Charton.—Le Tour du Monde, 10 cuad.Arienzo.—La Contessa di Mons, melodrama, 4 a.%l t. 4.°Chislanzoni.—I Lituani, drama lírico, 1 t. 8.°

Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo, Rubio, 25.