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Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales metropolitanas andaluzas, 1981-2011. El perfil de sus protagonistas José Manuel Torrado Rodríguez Departamento de Sociología, Universidad de Granada. [email protected] Joaquín Susino Arbucias Departamento de Sociología, Universidad de Granada. [email protected] Agradecimientos Esta comunicación es parte de una tesis doctoral en curso, y se inscribe dentro del proyecto I+D: “Reconfiguración social del espacio urbano y metropolitano” (CSO2011-29943-C03) dentro del proyecto coordinado “Movilidad y Ciudad Real. Dinámicas y Cambios Territoriales y Sociales en España” Resumen La movilidad residencial de la población se está convirtiendo en una variable clave para la delimitación y explicación del fenómeno urbano el cual, hoy más que nunca, adquiere una forma metropolitana. Desde su nacimiento, las áreas metropolitanas han ido incrementándose en dimensión y complejidad, pasando por distintas etapas de evolución causadas por el incremento paralelo de la movilidad interna en las mismas. Estas pautas de movilidad residencial han dado lugar a momentos diferenciados en el desarrollo metropolitano, en los cuales unos movimientos cobran mayor importancia frente a otros: 1º) se produce la formación de las áreas, manteniéndose los movimientos de concentración hacia las ciudades centrales, 2ª) la desconcentración residencial auspiciada por la suburbanización de la población hacia los municipios circundantes, y 3º) una etapa de mayor complejización de la estructura de movilidad residencial dónde, los movimientos de suburbanización prosiguen más allá de la primera corona metropolitana, acompañados de nuevas dinámicas centrípetas, fase esta última bautizada como recentralización. El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos hacia las ciudades centrales debido, entre otras razones, a la importancia que va cobrando en la fase de evolución reciente del desarrollo metropolitano y también, por la importancia que se le atribuye en procesos de

Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

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Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales

metropolitanas andaluzas, 1981-2011. El perfil de sus protagonistas

José Manuel Torrado Rodríguez

Departamento de Sociología, Universidad de Granada.

[email protected]

Joaquín Susino Arbucias

Departamento de Sociología, Universidad de Granada.

[email protected]

Agradecimientos

Esta comunicación es parte de una tesis doctoral en curso, y se inscribe dentro del proyecto I+D:

“Reconfiguración social del espacio urbano y metropolitano” (CSO2011-29943-C03) dentro del

proyecto coordinado “Movilidad y Ciudad Real. Dinámicas y Cambios Territoriales y Sociales

en España”

Resumen

La movilidad residencial de la población se está convirtiendo en una variable clave para

la delimitación y explicación del fenómeno urbano el cual, hoy más que nunca, adquiere

una forma metropolitana. Desde su nacimiento, las áreas metropolitanas han ido

incrementándose en dimensión y complejidad, pasando por distintas etapas de evolución

causadas por el incremento paralelo de la movilidad interna en las mismas. Estas pautas

de movilidad residencial han dado lugar a momentos diferenciados en el desarrollo

metropolitano, en los cuales unos movimientos cobran mayor importancia frente a

otros: 1º) se produce la formación de las áreas, manteniéndose los movimientos de

concentración hacia las ciudades centrales, 2ª) la desconcentración residencial

auspiciada por la suburbanización de la población hacia los municipios circundantes, y

3º) una etapa de mayor complejización de la estructura de movilidad residencial dónde,

los movimientos de suburbanización prosiguen más allá de la primera corona

metropolitana, acompañados de nuevas dinámicas centrípetas, fase esta última bautizada

como recentralización.

El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día

de hoy: los movimientos hacia las ciudades centrales debido, entre otras razones, a la

importancia que va cobrando en la fase de evolución reciente del desarrollo

metropolitano y también, por la importancia que se le atribuye en procesos de

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transformación social del espacio urbano tan relevantes como la renovación urbana o la

“gentrification”.

El objetivo central de la comunicación consistirá en el estudio de estos movimientos a

través de los tres últimos censos de población, planteando un análisis de su evolución en

el conjunto de la movilidad residencial metropolitana, estableciendo las relaciones entre

el volumen de dichos movimientos y el perfil de sus protagonistas con respecto al

estadio de desarrollo metropolitano de las áreas concretas.

Para ello contamos con datos censales para Andalucía que nos han permitido una

delimitación de sus áreas metropolitanas en círculos concéntricos, que posibilitan, por

primera vez, la diferenciación de varios tipos de movimientos centrípetos según zonas

de origen: (sub)urbanas, en transición a lo (sub)urbano y rurales. Y que contemplan 4

variables clave para la caracterización de sus protagonistas: condición socio-económica,

relación con la actividad, edad y sexo.

Las técnicas a emplear van desde las meramente descriptivas, utilizando indicadores

como tasas brutas e índices estandarizados para el análisis de la evolución, hasta

métodos multivariantes (como la regresión logística) para explicar las diferencias

encontradas en la cuantía y perfiles de sus protagonistas.

Palabras clave

Movilidad residencial, áreas metropolitanas, desarrollo metropolitano, dinámicas

centrípetas, recentralización

Introducción

La movilidad residencial, el cambio de residencia sin otro fin que el cambio en sí

mismo dentro de un mismo espacio de vida, se ha convertido en un indicador clave para

el análisis de la estructura y transformación social de las ciudades actuales. La creciente

escala de la movilidad cotidiana, auspiciada por las posibilidades del modelo de

movilidad basado en el automóvil privado, que Bericat (1994) bautizó como

sedentarismo nómada, ha supuesto una expansión de los espacios de vida cotidianos de

los habitantes de las ciudades, espacios que han llegado incluso a fragmentarse en

diversos sub-centros a través de los cuales satisfacen sus necesidades cotidianas. La

creciente fragmentación y escala de la movilidad cotidiana crea la posibilidad de optar

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por elecciones residenciales más allá de los límites administrativos municipales,

produciéndose un incremento sin precedentes de los cambios de residencia entre

municipios, los cuales acaban constituyéndose como mercados supramunipales de

vivienda, unidades funcionales y sociales, que ya a principios del siglo XX fueron

bautizadas como áreas metropolitanas.

Sin embargo, la expansión funcional de las ciudades no es más que la cara más visible

de la movilidad residencial, la cual, a la par que una dinámica demográfica que supone

la redistribución del contingente poblacional, es a la vez una acción social de individuos

y hogares (Susino, 2003), los cuales buscan a través de su elección, la consecución de

sus objetivos y metas vitales. Objetivos y metas vitales enraizados en la posición social

de individuos y hogares, que obedecen a sus habitus y subculturas de clase y

generacionales específicas. Existiendo en consecuencia diferencias, e incluso

desigualdades sociales significativas en la movilidad residencial, que suponen la

territorialización (Giddens, 1995) en el espacio metropolitano de la estructura de

desigualdad social: la división social del espacio urbano, materializada en la

consolidación de zonas principalmente obreras frente a otras de mayor estatus social.

Por tanto, en todo este proceso de metropolización, y su consecuente fragmentación

social de los espacios de vida de los distintos grupos sociales en una escala hasta hace

poco desconocida, la movilidad residencial juega un papel fundamental, en la medida en

que es la conducta propia de los distintos grupos que buscan fijar un punto de referencia

en el espacio metropolitano, una localización en torno a la cual organizar sus

actividades y, me atrevería a decir, sus proyecto vitales. En otras palabras, la movilidad

residencial de la población es la acción social a través de las cuales los distintos grupos

sociales producen y transforman las metrópolis actuales.

Sin embargo, desde un punto de vista funcional, las áreas metropolitanas actuales se han

conformado en un proceso histórico. Un desenvolvimiento espacial que según algunos

autores (Chesire, 1995) sigue una serie de etapas o estadios de desarrollo hasta la

conformación definitiva de las grandes regiones urbanas (como pueden ser en nuestro

país Madrid o Barcelona). Estas etapas han sido muy estudiadas, teorizadas y criticadas

(Nymstrom, 1995; Nel-lo, 2004) pero sin embargo, han mostrado ser un heurístico

fundamental para comprender el desenvolvimiento histórico de las ciudades, en tanto

que estructuras espaciales y sociales.

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Se habla de varias etapas fundamentales en el proceso de metropolización,

caracterizadas por el crecimiento diferencial de coronas y cabeceras. Nosotros sin

embargo preferimos referirnos a este proceso, más que por los saldos poblacionales de

los componentes del sistema metropolitano (coronas y cabeceras), por la preeminencia

de unas formas de movilidad residencial sobre otras, fijándonos en la movilidad

intermunicipal, la cual es la que genera la naturaleza metropolitana (supramunicipal) de

las ciudades actuales.

En función de la predominancia de unos flujos u otros de movilidad intermunicipal

podemos describir el desarrollo metropolitano como sigue: 1º) se produce el

crecimiento de la ciudad central, por la expansión del área de influencia de su mercado

de trabajo hacia los municipios de alrededor, el cual atrae movimientos residenciales

hacia la misma procedentes de los municipios circundantes, llamados movimientos de

concentración. 2º) en un segundo momento se produce la desconcentración de la

población hacia los municipios más cercanos, perfilándose el área en este punto como

mercado de vivienda supramunicipal. Este es el llamado proceso de suburbanización.

3º) En un tercer momento la movilidad residencial se complejiza, continuando el

proceso de suburbanización de la población, pero apareciendo dinámicas “nuevas” que

manifiestan la consolidación del área como un mercado supramunicipal de vivienda.

Estas dinámicas nuevas son dos: los movimientos transversales entre municipios de la

corona metropolitana y los movimientos de recentralización. Estos últimos

diferenciados de la concentración originaria por su carácter eminentemente urbano tanto

en lo que refiere a sus municipios de origen como al perfil de sus protagonistas.

De este modo, las distintas áreas metropolitanas pueden ser clasificadas, según la

intensidad y tipos predominantes de su movilidad intermunicipal, en distintos estadios

de desarrollo metropolitano, los cuales tienen un correlato en las características sociales

y demográficas de sus protagonistas. Sin que este correlato suponga una homogeneidad

total en las características de la movilidad de las áreas del mismo tipo, ya que la cultura

urbana y la historia propia de cada ciudad configuran especificidades en cada área

concreta.

El estudio de las características de los protagonistas movilidad residencial hasta el día

de hoy, ha tendido a privilegiar las dinámicas de suburbanización sobre las demás,

debida su importancia para el despegue de los procesos metropolitanos, así como por su

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mayor volumen. Dejando un poco de lado los movimientos residenciales centrípetos,

relevantes tanto en la configuración inicial de las áreas (movimientos de concentración)

como en las últimas etapas del desarrollo metropolitano (recentralización).

Especialmente relevantes estos últimos movimientos en la actualidad, debido al papel

que se les achaca a sus protagonistas en procesos tan en boga como la “gentrification” o

la renovación social y demográfica de los centros metropolitanos.

Desde los estudios pioneros de movilidad residencial (Rossi, 1955) estos movimientos

se han vinculado a cambios en los cursos vitales de los sujetos, ligados a la disolución

de hogares, el nacimiento de hijos o la emancipación de jóvenes. Perfilándose como

unos movimientos propios de clases medias suburbanitas que buscan en la ciudad

central la proximidad a los lugares de trabajo, a los servicios (Sturtevant y Jung, 2011),

a las redes de apoyo familiar (Contreras, 2011), así como un estilo de vida más urbano,

abierto y amigable (Caufield, 1994).

Nuestro principal objetivo en esta comunicación es el estudio de estos movimientos

centrípetos, en concreto, el análisis de sus características sociales y demográficas, con el

objetivo de establecer la relación que guardan con el grado de desarrollo metropolitano.

Para ello contamos con datos censales de 1991 a 2011 para Andalucía, para los cuales

tenemos una delimitación doble de las áreas metropolitanas en círculos concéntricos: las

cabeceras, las áreas restringidas, asimilables al mercado de vivienda metropolitano

(Susino y Barrena, 2010), y las áreas amplias, asimilables a mercados metropolitanos de

trabajo (Feria, 2015). Junto a esta delimitación contamos con una clasificación de áreas

realizada por Feria y Susino (2016), que las agrupan según la intensidad y tipo

predominante de movilidad intermunicipal. Con estas herramientas podremos

diferenciar entre tres tipos de movimientos centrípetos según su origen: los procedentes

de la primera corona (zona de más antigua suburbanización, totalmente integrada en el

mercado metropolitano de vivienda), los de la segunda corona (correspondiente a zonas

integradas en el mercado de trabajo metropolitano pero no en el de vivienda) y los

procedentes del resto de la provincia. Para ponerlos en relación con la tipología de áreas

realizada por Feria y Susino (2016): esta tipología diferenciaba, en términos generales,

entre áreas de movilidad débil, dónde las dinámicas metropolitanas son aún incipientes,

de movilidad media, caracterizadas por el despegue de la movilidad intermunicipal, de

movilidad fuerte, con una consolidación de estas dinámicas, y de movilidad intensa,

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caracterizadas estas últimas por una complejización y aumento sin precedentes de

dichas dinámicas.

Daremos dos pasos para la consecución de este objetivo general: Primero analizaremos

la evolución de la intensidad y características de la centralización para el conjunto de

áreas metropolitanas andaluzas de 1981 a 2011, con el simple objetivo de apreciar su

evolución general en relación al desarrollo metropolitano. Para, en segundo lugar,

analizar los determinantes de la centralización en los distintos tipos de áreas en el último

censo (2011), el cual dispone de un número mayor de variables relevantes referentes a

la estructura del hogar y la vivienda en las que residen los individuos.

Para abordar el primer sub-objetivo nos bastará con las técnicas clásicas de análisis

demográfico. En concreto, analizaremos la intensidad de los movimientos de

centralización en relación a la movilidad metropolitana, a través de tasas, así como

índices sintéticos de movilidad no afectados por la estructura de edades de la población.

En cuanto a las características, nos bastará con el análisis a través de tasas por grupos

sociales y de edad y la construcción de índices estandarizados sobre la media de cada

tipo de movilidad.

Para el segundo sub-objetivo hemos optado por la realización de modelos de regresión

logística binaria que nos dirán, para cada tipo de área, la probabilidad que tienen los

individuos de realizar un movimiento en lugar del resto de opciones posibles (no

moverse o realizar otro tipo de movimiento) en función de sus características,

clasificadas en cuatro bloques: demográficas y del hogar, socio-económicas, de la

vivienda y territoriales.

La evolución de los movimientos de centralización en el conjunto de la movilidad

residencial metropolitana, 1981-2011

En esta primera parte se ha realizado un análisis descriptivo de la evolución de la

movilidad residencial en el periodo 1981-2011, separando los movimientos de

centralización en los 3 tipos mencionados más arriba.

Antes de interpretar los datos se ha de tener en cuenta la evolución general del universo

metropolitano andaluz, el cual sufrió un proceso de maduración casi generalizada del

fenómeno metropolitano, con el consiguiente incremento y complejización de las

dinámicas de movilidad residencial. Pasando de estar compuesto en 1991 por 4 áreas de

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movilidad débil (Huelva, Algeciras, Córdoba y Jaén), 4 de movilidad media, dos con

dominante descentralizadora (Sevilla y Bahía de Cádiz) y dos con predominio de los

movimientos entre los municipios de la corona (Almería y Málaga-Marbella), y sólo un

área con movilidad fuerte de descentralización (Granada). A tener en 2011 sólo un área

con movilidad débil (Córdoba), tres áreas con movilidad media (Cádiz, Jaén y

Algeciras), tres con movilidad fuerte (Almería, Málaga-Marbella y Huelva) y dos con

movilidad intensa (Sevilla y Granada).

Evolución de la intensidad de la movilidad residencial

Este proceso de desarrollo metropolitano generalizado se observa en el incremento

global del número de móviles y de los índices sintéticos de movilidad. Atendiendo a las

variaciones por tipo de movimiento, este desarrollo se traduce en un descenso de la

preferencia por la movilidad intramunicipal y un incremento sustancial de la movilidad

intermunicipal, en concreto, la suburbanización, los movimientos inter-corona y los

movimientos desde la primera corona hacia la cabecera fueron los que más se

incrementaron en intensidad y en número de móviles. En el caso de la centralización se

observa cómo, a un mayor estado global de desarrollo metropolitano corresponde un

incremento de los movimientos con origen en la primera corona, y un descenso de la

intensidad de la movilidad con origen en la segunda corona y en el resto de la provincia,

lo cual alimenta la hipótesis de la recentralización como fase avanzada del desarrollo

metropolitano, sin que esta llegue a significar un descenso de la suburbanización, sino la

aparición de cierta circularidad o complementariedad en las dinámicas de movilidad

residencial metropolitana por la irrupción de unos movimientos que, por su inserción en

el mercado de vivienda metropolitano, podríamos llamar de “recentralización”.

Tabla I. Evolución de la centralización en el conjunto de la movilidad residencial metropolitana

Fuente: elaboración propia a partir de los censos de población de 1991 y 2011.

Antes de seguir se hace necesario un inciso, y es que, si bien es verdad lo dicho arriba,

si tenemos en cuenta la evolución 1991-2001 y 2001-2011, podríamos apreciar como la

1991 2011 Varaición 1991 2011 Variación

Intramunicipal cabecera 632.813 655.873 4% 1.991 1.790 -10%

Intramunicipal corona 317.732 467.437 47% 1.673 1.659 -1%

Suburbanización 74.716 191.560 156% 227 493 117%

1ª hacia cabecera 12.658 27.922 121% 139 189 35%

2ª hacia cabecera 15.835 18.715 18% 158 136 -14%

Intermunicipal corona 40.154 96.187 140% 190 326 71%

Provincia hacia cabecera 32.589 34.234 5% 114 87 -24%

Total metropolitana 1.093.908 1.457.694 33% 2.149 2.222 3%

Móviles Índices sintéticos de Movilidad

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intensidad total de la movilidad descendió en el segundo periodo, por un descenso de la

movilidad intramunicipal. Si bien la movilidad intermunicipal continuó su crecimiento

en términos generales de 1991 a 2011, no sucedió así con los movimientos centrípetos,

los cuales cayeron en intensidad en el periodo 1991-2001, para recuperarse en el

periodo 2001-2011. Este hecho lleva a pensar que el “boom inmobiliario” tuvo algo que

ver en la remisión de los movimientos centrípetos, así como la posterior crisis de 2008

pudo intervenir en su incremento respecto a los niveles de 1991.

Evolución de los calendarios de movilidad residencial

Observando en términos globales las tasas de movilidad residencial por edades, puede

apreciarse como se han producido de 1991 a 2011, cambios sustanciales en los

calendarios de movilidad residencial. Las tasas por edad siguen mostrando la vigencia

de las teorías clásicas de la movilidad residencial (Rossi, 1955), con una mayor

movilidad de los adultos jóvenes, acompañados en ocasiones por niños. Sin embargo en

las tres fechas analizadas se observan variaciones significativas en los calendarios

respecto a esta pauta general.

Figura 1. Evolución de las tasas de movilidad residencial metropolitana 1991-2011

Fuente: elaboración propia a partir de los censos de población 1991, 2001 y 2011.

En términos globales puede hablarse de un retraso generalizado en los calendarios de

movilidad, pasando de ser el grupo de 20 a 35 años el de mayor movilidad en 1991,

frente al grupo de 30 a 45 años en 2011. Sin embargo, la evolución a lo largo del

periodo es más compleja y no obedece sólo a un retraso generalizado de los calendarios

de movilidad. Así, se observa como detrás del incremento de la movilidad de 1991 a

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2001, pueden encontrarse los cambios familiares, como se aprecia por el incremento en

las tasas de adultos de 30 a 40 años y niños. Mientras el descenso de 2001 a 2011 podría

explicarse por la remisión parcial de estos cambios familiares y el repunte de cambios

individuales, o de familias y/o hogares sin menores en su seno, lo cual se refleja en un

incremento de las tasas de los grupos de 30 a 40 años y un descenso de la de los

menores de edad, situándose estos últimos cerca de los niveles de 1991. Este cambio en

las tasas por edad se explica también por el cambio en las estructuras de edad de la

población residente y de móviles metropolitanos reflejadas en la figura 2.

Figura 2. Pirámides de edades y sexos de la población residente en el censo anterior y los

móviles metropolitanos en 1991 y 2011 (%)

Fuente: elaboración propia a partir de los censos de población 1991 y 2011.

En general la población de referencia envejeció, descendiendo el número relativo de

menores de 30 años, descendiendo consecuentemente los móviles en esas edades. Frente

a este descenso, se produce un incremento sustancial de los móviles mayores de 30 y

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menores de 55, especialmente en el caso de los adultos de 35 a 50 años. Más interesante

de cara a nuestro trabajo es la evolución de los calendarios según el tipo de movilidad

residencial. Para analizar estos cambios hemos calculado unos índices en los que la tasa

media para cada tipo de movilidad asume el valor 100, pudiendo observarse

exclusivamente las diferencias en los calendarios para cada censo analizado.

Figura 3. Evolución de la distribución por edades de las tasas de movilidad residencial

metropolitana (índices base 100)

Fuente: elaboración propia a partir de los censos de población 1991, 2001 y 2011.

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La evolución de los calendarios de movilidad por tipo de movimiento muestra cambios

relevantes en el periodo analizado que podemos resumir en los siguientes:

- Se observa a lo largo del periodo una tendencia general a una progresiva

diferenciación de los calendarios de movilidad según el tipo de movimiento,

pasando de distribuciones bastante similares en 1991 a divergencias reseñables

en 2011.

- Pese a las similitudes en 1991, pueden apreciarse algunas diferencias. En el caso

de los movimientos con origen en la corona (sumándole los movimientos con

origen en la provincia) se aprecia, en general, unos calendarios de movilidad

caracterizados por mayores intensidades en las edades jóvenes, ligando estos

movimientos a cambios por emancipación y, posiblemente, a una mayor

presencia de clases obreras, las cuales tienen una mayor movilidad en edades

jóvenes. Excepción a esta tendencia son los movimientos con origen en la

primera corona y destino cabecera, más parecidos a los que tienen origen en la

cabecera en lo que respecta a la mayor intensidad de los adultos maduros y

niños, indicando su vinculación a cambios de residencia de familias completas.

- En 2001 comienzan a bosquejarse mayores diferencias en los calendarios de los

distintos tipos de movimientos. La mayor intensidad de niños parece apuntar a

que los movimientos con origen en la cabecera, los de centralización

procedentes de la primera corona y los intramunicipales en la corona, se van

vinculando a cambios de familias completas, frente a la centralización con

origen en la segunda corona y en la provincia y los movimientos inter-corona,

los cuales siguen muy vinculados a la movilidad en edades jóvenes, aunque

surgen en los dos primeros picos de movilidad en edades avanzadas (de 40 a 45

años). Asimismo, los movimientos de centralización procedentes de la primera

corona incrementan la intensidad en la edades superiores a 35 años,

diferenciándose cada vez más de la suburbanización, posicionándose como un

movimiento ligado a cambios en los ciclos vitales posteriores a la formación del

hogar, encuadrables dentro de la etiqueta de “recentralización”.

- Y es en 2011 cuando los distintos movimientos asumen calendarios claramente

diferenciados de movilidad. Los movimientos intramunicipales siguen ligados a

movimientos de familias completas, mientras los cambios fundamentales se

producen en la movilidad hacia la corona y en la centralización. En el primer

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caso la movilidad inter-corona y la suburbanización tienden a parecerse,

creciendo la intensidad en las edades de mayor movilidad residencial (25 a 30

años), y destacando la menor intensidad de la movilidad de los menores,

ligándose estos movimientos a cambios de hogares sin hijos, posiblemente

vinculados a la emancipación. En el segundo caso las dinámicas centrípetas

acaban adoptando calendarios diferenciados. Por un lado, los movimientos con

origen en la primera corona terminan de configurarse como movimientos de

“recentralización”, achatándose la distribución en las edades de mayor

movilidad, manteniéndose por encima de la media en los menores de edad, y

creciendo ligeramente en las edades donde la movilidad residencial tiende a ser

menor (edades superiores a los 45 años), quedando vinculados estos

movimientos casi con total seguridad a cambios en los ciclos vitales de los

sujetos, perfilándose como movimientos de “vuelta a la ciudad” de antiguos

suburbanitas. Por otro lado tenemos los movimientos con origen en la segunda

corona, estos se tienden a asemejar en cuanto a calendario a los movimientos de

suburbanización e inter-corona, con una agudización de la intensidad en las

edades de máxima movilidad. Por último tenemos los movimientos de

centralización con origen en la provincia donde se sitúa el área, estos se

mantienen como movimientos ligados a la emancipación, con picos de

movilidad en las edades de 20 a 35 años, siendo el movimiento centrípeto con

menor edad media de los tres estudiados.

Visto los cambios en la intensidad y el calendario en los tres últimos censos, puede

apreciarse como progresivamente, ante un mayor desarrollo del universo metropolitano

estudiado, tienden a dibujarse diferencias sustanciales entre los distintos tipos de

movimientos, especialmente en lo que respecta al calendario de la movilidad

residencial. Cambios y especificidades por calendarios que denotan los eventos de los

cursos vitales que desencadenan tales movimientos. Así, si en 1991, con la mayoría de

áreas metropolitanas andaluzas en procesos de incipiente metropolización, los

calendarios por tipos de movimientos apenas varían de manera sustancial; conforme se

van afianzando las dinámicas metropolitanas, los distintos tipos de movimientos van

vinculándose a diferentes calendarios y, según lo dicho, a diferentes etapas y eventos de

los cursos vitales de los sujetos. En el caso de la centralización se observa como los

movimientos con origen en la primera corona tienden a vincularse a cambios en los

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ciclos vitales en edades maduras, posiblemente involucrando a familias completas, pero

también a individuos que se mueven ante eventos negativos como la disolución del

hogar. Los movimientos de la segunda corona tienden a asemejarse a la

suburbanización, mostrándose como un movimiento más ligado a la emancipación y

movilidad de adultos jóvenes y maduros. Mientras en la centralización no metropolitana

acaban destacando, a diferencia del resto de dinámicas metropolitanas, los adultos de 20

a 25 años, lo cuales, como veíamos en la figura 1, habían visto caer su tasa de movilidad

desde 1991.

Evolución de la movilidad residencial para las distintas categorías socio-laborales

Más allá de los cambios en la intensidad y el calendario de la movilidad, una visión

sociológica de la movilidad residencial debe tener en cuenta su relación con la

estructura de desigualdad social existente, ya que las pautas de movilidad, su intensidad,

dirección y calendario varían de manera significativa en función del grupo social de

pertenencia. Precisamente el cometido de este sub-epígrafe es analizar, en el periodo

estudiado, los cambios en la intensidad de la movilidad de los distintos grupos, su

participación en los distintos tipos de movimientos y sus calendarios de movilidad. Para

tal fin hemos construido una variable, la condición socio-laboral, que combina la

relación con la actividad y la condición socio-económica, para toda la población de 20 a

65 años (el grueso de la población en edad activa). Una variable que supone una buena

aproximación a la estructura de clases sociales.

En términos generales puede observarse en los índices reflejados en la tabla 2 un

incremento global de la movilidad residencial metropolitana para todas las categorías

socio-laborales (excepto los “otros inactivos”). Un incremento global que no es

homogéneo y no siempre sigue una tendencia creciente.

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Tabla II. Evolución de la estructura y los índices sintéticos de movilidad por grupos socio-

laborales

Fuente: elaboración propia a partir de censos de población 1991, 2001 y 2011.

Así, si en 1991 veíamos una clara correlación entre la estructura de clases y la

movilidad, con una mayor movilidad de los directivos, profesionales y técnicos y de los

empresarios no agrarios con asalariados; en 2011, ante un incremento generalizado de la

movilidad en todas las categorías, las diferencias de clase en la movilidad se aminoran,

creciendo en mayor medida la movilidad de aquellos grupos de ocupados que

presentaban los índices más bajos, como eran los operarios no agrarios, el resto de

personal de servicios y las clases agrarias, asimilables estos dos primeros grupos a la

clase trabajadora o, en términos marxistas, el proletariado. Denotándose una tendencia a

la expansión de los comportamientos de los estratos superiores al resto de grupos

sociales.

Cabe decir, además, que dicha tendencia creciente a la movilidad también tiene su

origen en el cambio en la estructura ocupacional. De esta manera se ha producido un

aumento en las categorías de máxima movilidad tradicional (directivos, profesionales y

técnicos y empresarios no agrarios con asalariados), así como en algunas de las que más

han incrementado su movilidad (el resto de personal de servicios). Cambios en la

estructura ocupacional propios de una sociedad que avanzada hacia una economía cada

vez más terciarizada, en la que se combinan tendencias de profesionalización y

proletarización.

Más allá de estos cambios generales en la intensidad, es de especial relevancia para

nuestros objetivos el analizar la participación diferencial de los distintos grupos sociales

en los distintos tipos de movimientos residenciales contemplados en el análisis. Para tal

fin hemos optado, al igual que hicimos para analizar los calendarios, por calcular las

tasas de movilidad por grupos sociales para cada ámbito, y construir unos índices que

asumen la tasa media de movilidad para cada movimiento como el valor 100 (figura 4).

1991 2011 Variación 1991 2001 2011

variación 1991-

2001

variación 1991-

2011

Directivos, profesionales y técnicos 201.078 528.942 163% 1.637 1.753 1.676 7% 2%

Empleados de adminsitrativos y de servicios 210.185 402.018 91% 1.570 1.676 1.735 7% 11%

Resto de personal de servicios 117.724 365.105 210% 1.488 1.675 1.694 13% 14%

Operario no agrarios 296.219 279.243 -6% 1.441 1.595 1.665 11% 16%

Empresarios no agrario con asalariados 41.772 91.658 119% 1.805 1.905 1.907 6% 6%

Empresarios no agrarios sin asalariados 92.886 110.096 19% 1.567 1.656 1.735 6% 11%

Clases agrarias 85.468 81.590 -5% 1.271 1.488 1.598 17% 26%

Parados 360.752 1.014.773 181% 1.297 1.455 1.486 12% 15%

Pensionistas 163.423 233.337 43% 1.189 1.311 1.316 10% 11%

Otros inactivos 749.785 444.495 -41% 1.372 1.512 1.303 10% -5%

Otros ocupados 27.415 42.417 55% 1.568 1.632 1.607 4% 2%

Total 2.346.707 3.593.674 53% 1.473 1.586 1.584 8% 8%

Población residente Índice Sintético de Movilidad

Page 15: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

A través de estos índices podemos observar como los movimientos intramunicipales son

socialmente muy heterogéneos, sin que se produzcan cambios relevantes en el periodo

estudiado. Sin embargo, en los movimientos intermunicipales encontramos mayores

diferencias sociales junto a cambios más relevantes a lo largo de los 30 años analizados.

Así, si en 1991 son los estratos superiores de la escala social (profesionales y

empresarios con asalariados) aquellos con mayor propensión a realizar el movimiento,

progresivamente, su participación va decreciendo, mientras se incrementa de manera

paralela la participación de otros grupos sociales, situados en la parte media y baja de la

estructura social. Es decir, se aprecia una tendencia a la generalización de las pautas de

movilidad de los estratos superiores, como decíamos más arriba, de manera que son

estos estratos superiores los pioneros, por así decirlo, de procesos de movilidad que

progresivamente se expanden al resto de grupos sociales.

Si bien esta tendencia es también cierta para los movimientos centrípetos, estos se

caracterizan, a diferencia de la suburbanización y la movilidad inter-corona, por

mayores diferencias sociales en la propensión a realizar tales movimientos. Así, en

general, son los directivos, profesionales y técnicos, los empleados de servicios y el

resto de personal de servicios los protagonistas privilegiados de la centralización, lo

cual guarda relación con la actividad económica propia de las ciudades, más

especializadas, por lo general, en el sector servicios que los municipios de la corona

metropolitana. Esto puede llevar a pensar que estos movimientos estén, quizás,

vinculados a la búsqueda de una mayor proximidad al empleo.

En el caso de la centralización procedente de la primera y segunda corona, puede

observarse la tendencia a la generalización de la que hablábamos (más evidente en los

procedentes de la primera corona), sin que esta suponga, a diferencia de la

suburbanización y la movilidad inter-corona, que los grupos sociales que tenían menor

movilidad en 1991 lleguen a superar la tasa media de movilidad. Existiendo además

diferencias al principio del periodo, con una mayor presencia de empresarios no

agrarios con asalariados en los movimientos procedentes de la primera corona, que al

final del mismo se aminoran, llegando a presentar índices muy similares por clases

sociales al final del mismo (en 2011).

Los movimientos procedentes de la provincia (que no son movilidad residencial

metropolitana en sentido estricto) siguen una pauta más errática, diferente del resto de

Page 16: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

tipos de movilidad intermunicipal, manteniendo distribuciones casi idénticas al

principio y al final del periodo, eso sí, con un descenso generalizado de las categorías

con mayores tasas en este ámbito (profesionales, empleados y resto de personal de

servicios)

Figura 4. Evolución de las tasas de movilidad por condición socio-económica (índices base

100)

Fuente: elaboración propia a partir de censos de población 1991, 2001 y 2011.

Pero las diferencias sociales no sólo se dan en la intensidad de la movilidad y en la

mayor propensión de los distintos grupos sociales a realizar distintos tipos de

desplazamientos, sino que los grupos presentan calendarios de movilidad diferentes.

Con el fin de visibilizar esas diferencias hemos optado por analizar la distribución por

edades (a través de índices que asumen la media de cada grupo como 100) para dos

grupos sociales “antagónicos”. De un lado los directivos, profesionales y técnicos,

Page 17: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

representantes arquetípicos de las clases medias urbanas, y de otro, los operarios no

agrarios y al resto de personal de servicios, siendo los primeros los representantes de lo

que podríamos llamar el proletariado tradicional mientras, los segundos, constituyen el

nuevo proletariado de servicios propio de las sociedades capitalistas avanzadas. La

suma de ambos grupos supone algo más del 50% de los ocupados en 1991 y cerca del

65% en 2011.

Figura 6. Evolución de los calendarios de movilidad residencial de la clase trabajadora y las

clases medias altas en 1991 y 2011

Fuente: elaboración propia a partir de los censos de población 1991 y 2011.

Como puede apreciarse en la figura 6 las diferencias entre ambos grupos siguen

dibujando escenarios muy diferentes para ambos grupos. La clase obrera tiende a

cambiar de residencia en edades más jóvenes, mientras a partir de cierto punto

(generalmente a los 30 o 35 años de edad), su movilidad es menor que en las clases

medias altas. Esto se explica por las diferentes edades de emancipación de ambos

grupos, si bien la clase obrera se caracteriza por una emancipación más temprana y,

quizás, en condiciones más precarias, las clases medias tienden a emanciparse más

Page 18: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

tarde, por la extensión de su periodo formativo y, posiblemente, a la espera de unas

condiciones más óptimas para la emancipación. Sin embargo, estas diferencias, si bien

estaban más marcadas en 1991, en 2011 se reducen, presentando calendarios de

movilidad por clases cada vez más similares, apareciendo, especialmente en la

movilidad intermunicipal, solapamientos sin precedentes en los calendarios.

Como hemos visto, las dinámicas de movilidad residencial por grupos sociales han ido

sufriendo un proceso de generalización conforme el universo metropolitano andaluz

maduraba en términos de movilidad residencial y afianzamiento del fenómeno

metropolitano. Así, si al principio del periodo (1991) existían mayores diferencias de

clase, tanto en la intensidad por grupos, en sus tasas de participación en los distintos

tipos de movimientos y en sus calendarios, al final del mismo (2011) estas diferencias

se han ido aminorando en todos los aspectos estudiados, generalizándose la movilidad a

cada vez más grupos, incrementándose la participación de las diversas categorías en las

distintas dinámicas de movilidad residencial, e incluso produciéndose solapamientos y

reduciéndose las diferencias en los calendarios de movilidad de grupos sociales

“antagónicos”.

Antes de proseguir con la segunda parte, podríamos terminar este primer análisis

descriptivo con tres proposiciones que resumen la relación de la evolución de la

movilidad y el desarrollo metropolitano vista a lo largo de este apartado:

- Primero, que conforme se produce un afianzamiento y expansión de las

dinámicas metropolitanas suben en intensidad las dinámicas intermunicipales.

En el caso de la centralización, sólo aumenta la procedente de la primera corona,

la más integrada en el mercado de vivienda, mientras los otros dos tipos

estudiados descienden.

- Segundo, que los calendarios de movilidad por tipo de movimientos tienden a

diferenciarse progresivamente conforme el desarrollo de las áreas es mayor. En

concreto, la centralización procedente de la primera corona tiende a vincularse a

procesos de “recentralización” alimentados por cambios en los ciclos vitales,

frente a los otros tipos de centralización más vinculados a la emancipación y la

movilidad residencial de jóvenes sin hijos.

- Y tercero, que las diferencias por clases sociales, aunque para nada desaparecen,

tienden a aminorarse poco a poco actuando los estratos superiores de la

Page 19: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

estructura social como pioneros en unos comportamientos que, conforme se

desarrolla el fenómeno metropolitano, se van extendiendo al resto de grupos

sociales.

La relación de las dinámicas de centralización con el desarrollo metropolitano,

2011

Hasta ahora hemos analizado la evolución de las dinámicas residenciales centrípetas en

el conjunto de la movilidad residencial metropolitana de 1981 a 2011, teniendo en

cuenta que en Andalucía se producía durante este periodo un proceso de maduración

generalizada del fenómeno metropolitano, relacionando la evolución en la intensidad,

los calendarios y la movilidad diferencial por clases con dicho desarrollo. Sin embargo

se hace necesario dar un paso más a la hora de establecer las relaciones entre el

desarrollo metropolitano y las características de las dinámicas estudiadas, mediante el

uso de técnicas más sofisticadas que nos permitan establecer la dirección, naturaleza y

significatividad de dicha relación, teniendo en cuenta, ya no sólo el desarrollo general

del universo metropolitano estudiado, sino la relación entre diversas características de

los individuos protagonistas de la centralización y el tipo de área metropolitana en las

que residen.

Para ello hemos optado por realizar, para cada tipo de área metropolitana, un análisis de

la probabilidad que tienen los sujetos, según sus características, de realizar cada tipo de

centralización (desde la primera o segunda corona o desde la provincia) en lugar de

optar por el resto de alternativas posibles (realizar otro tipo de movimiento o no

moverse). Para tal fin la técnica de la regresión logística binaria es la más adecuada ya

que nos permite cuantificar la probabilidad de realizar una acción (o pertenecer a un

grupo) en relación a un conjunto de variables independientes.

Tomamos 3 variables dependientes, una para cada tipo de centralización, y realizaremos

para cada una de ellas 4 modelos de regresión, una para cada tipo de área metropolitana,

pudiendo ver como varían las probabilidades de las distintas categorías de las variables

dependientes en cada tipo concreto de área: las de movilidad débil, media, fuerte e

intensa. Permitiéndonos analizar el cambio en las características de los móviles en

función del grado de desarrollo metropolitano. Para realizar los modelos hemos de

seleccionar sub-muestras que nos permitan contemplar las opciones reales de los sujetos

en cada tipo de área.

Page 20: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

En aras de facilitar al lector la visión de los resultados hemos construido 3 tablas: la

primera muestra la probabilidad de realizar movimientos de centralización desde la

primera corona, la segunda refiere a los movimientos desde la segunda corona y la

tercera desde el resto de la provincia, contemplando cada tabla 4 modelos, uno para

cada tipo de área.

En las tablas se muestra la significatividad estadística y el exponencial de beta, este

exponencial permite leer los resultados de manera sencilla. Cada variable de las

variables independientes toma una categoría como referencia, que asume el valor 1, así,

un exponencial igual a uno indicará que la categoría analizada presenta una probabilidad

de ocurrencia del fenómeno de la variable dependiente (centralizarse desde un

determinado origen) igual al de dicha categoría de referencia. En caso de que este valor

sea superior a uno, indicará que la probabilidad de ocurrencia con respecto a la

categoría de referencia es mayor (por ejemplo si el exponencial de la mujeres es 1,28,

significará que las mujeres tienen un 28% más de probabilidad de centralizarse que la

categoría de referencia: los hombres), mientras que si es menor que uno la probabilidad

de ocurrencia será inferior (por ejemplo, si este valor para las mujeres fuera de 0,50, nos

estará indicando que las mujeres tienen una probabilidad de centralizarse un 50% menor

que los hombres).

Debido al mayor número de variables disponibles hemos optado por realizar este

análisis para el censo 2011, el cual contempla toda una amalgama de variables muy

útiles que podemos agrupar en 4 bloques: características demográficas y del hogar

(edad, sexo, estado civil y estructura del hogar), socio-económicas (condición socio-

económica, relación con la actividad y nivel de estudios), de la vivienda (superficies y

régimen de tenencia) y territoriales (lugar de trabajo o estudios).

Además de contemplar dichas variables tenemos para el mismo la clasificación de áreas

metropolitanas de Feria y Susino. Para saber qué áreas concretas corresponden a cada

tipo véase el principio del segundo epígrafe donde detallamos la pertenencia de las áreas

concretas a cada tipo. A este respecto el principal problema lo suponen las áreas de

movilidad débil, en las que sólo encontramos a Córdoba, y por tanto, no puede

considerarse representativa de la tipología en sentido estricto, puesto que al analizarla

mezclará características propias de su cultura urbana con las del grado de desarrollo

Page 21: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

metropolitano, no obstante, también la hemos introducido en los modelos, por lo que

sus valores deben ser considerados con la debida prudencia.

Centralización con origen en la primera corona metropolitana

Esta primera tabla muestra la probabilidad que tienen los sujetos en cada tipo de área de

realizar un movimiento con origen en la primera corona, aquella que decíamos se

encuentra más inserta en el mercado de vivienda supramunicipal (metropolitano). Un

movimiento cuyas características nos llevó, en el análisis descriptivo, a clasificarlo con

la etiqueta de “recentralización”. En este caso no hemos realizado el modelo para las

áreas de movilidad débil ya que no era posible, al no tener una primera corona

metropolitana.

Tabla III. Modelos de centralización con origen en la primera corona para cada tipo de área

considerado

Fuente: elaboración propia a partir de censo de población 2011.

En lo que respecta a las características socio-demográficas, pueden observarse varios

cambios relevantes en la edad, el estado civil y la estructura del hogar. Respecto a la

edad se va pasando de una distribución típica por edades, en la que las edades de mayor

movilidad (de 35 a 45 años, que es la categoría de referencia) tienen una propensión

mayor al resto de categorías, a otra, especialmente marcada en las áreas de movilidad

Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B)

Mujer - - *** 0,79 *** 0,79 *** 0,80

menor19 - - *** 0,64 *** 0,83 n.s. 0,91

de20a34 - - *** 0,60 *** 0,50 *** 0,79

de45a64 - - *** 0,43 *** 0,55 *** 0,62

mayor65 - - *** 0,55 *** 0,31 n.s. 0,94

Unipersonal - - *** 1,67 n.s. 1,02 *** 0,76

Monoparental - - *** 0,54 *** 0,84 *** 0,81

Parejaconhijos - - *** 0,73 *** 0,64 *** 0,72

Otroshogares - - *** 0,57 n.s. 0,99 *** 0,84

Soltero - - *** 1,49 *** 1,09 *** 0,81

Viudo - - *** 3,35 *** 1,22 *** 0,81

SeparadoDivorciado - - *** 2,29 *** 1,53 *** 1,73

Directivosprofesionalesytécnicos - - ** 1,16 n.s. 1,02 *** 0,83

Restopersonaldeservicios - - ** 1,17 *** 0,85 *** 0,79

Operariosnoagrarios - - *** 0,49 *** 0,71 *** 0,78

Empresariosnoagrariosconasalariados - - *** 1,67 ** 1,16 *** 1,62

Empresariosnoagrariossinasalariados - - *** 0,62 *** 0,57 *** 1,17

Clasesagrarias - - * 0,62 *** 0,35 0,89

Parados - - *** 0,50 n.s. 0,90 *** 0,67

Jubiladosypensionistas - - *** 0,52 *** 0,77 *** 0,67

Otrosinactivos - - *** 0,67 ** 0,90 * 0,94

Otrosocupados - - - 0,01 n.s. 0,94 n.s. 1,05

NingunoOcupado - - *** 0,42 *** 0,64 *** 0,71

DosOcupado - - *** 1,24 n.s. 1,01 *** 1,23

MásdeTresOcupado - - *** 0,45 *** 0,69 *** 0,55

Sinestudios - - - 1,00 n.s. 1,05 *** 0,40

Primarios - - *** 1,84 *** 1,14 *** 0,71

FPBachiller - - *** 2,71 n.s. 1,02 n.s. 1,00

Universitarios - - *** 2,06 *** 1,75 *** 2,11

Menorescursandoestudios - - *** 8,87 *** 1,93 *** 1,96

Menosde60 - - *** 1,62 n.s. 1,06 *** 2,66

de61a75 - - - 1,00 n.s. 1,05 *** 1,73

de91a105 - - *** 1,27 *** 1,12 ** 1,06

de106a120 - - ** 1,17 *** 0,87 *** 0,49

Masde120 - - - 1,07 n.s. 0,96 *** 0,43

Alquiler - - *** 5,47 *** 3,17 *** 4,05

CedidaOtraForma - - *** 2,51 *** 2,38 *** 1,53

TrabajaFuera - - *** 0,24 *** 0,34 *** 0,33

TrabajaCorona - - *** 0,03 *** 0,07 *** 0,10

Constante - - *** 0,07 *** 0,19 *** 0,13

Rcuadrado de Cox y Snell 0,05 0,05 0,04

1ª corona hacia cebecera

Débil Media Fuerte Intensa

Page 22: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

intensa, en la que cobran cada vez más protagonismo los menores de 19 y los grupos

mayores de 45, los de menor movilidad. No menos relevantes son las variaciones por

estado civil, así podemos ver como solteros y viudos pasan de tener una probabilidad

muy superior a los casados en las áreas de movilidad media, a tener un propensión

inferior en las áreas de movilidad intensa, sin que descienda significativamente la

propensión de separados y divorciados. Complementaria a estas tendencias es la

evolución de las probabilidades en función de la estructura del hogar, descendiendo

significativamente la propensión de los hogares unipersonales con respecto a las parejas

sin hijos, con un paralelo aumento de los hogares monoparentales y otros hogares,

aunque todos tengan una propensión menor que la categoría de referencia en las áreas

de movilidad intensa.

Estos cambios en las variables socio-demográficas dibujan un perfil característico de

estos movimientos que va configurándose en paralelo a un mayor desarrollo de las

dinámicas metropolitanas. Este perfil que acaba conformándose en las áreas más

maduras se caracteriza por la movilidad de familias completas e individuos.

Movimientos motivados, a la luz de los datos, por acontecimientos negativos de los

cursos vitales como la disolución del hogar, o positivos, como el nacimiento de los

hijos, y que, cada vez aparecen menos ligados a la emancipación (así parece indicarlo la

propensión decreciente de solteros y la creciente de las edades de menor movilidad). En

cuanto a las formas de convivencia, estos móviles se caracterizan por una presencia

relevante de formas “no tradicionales” de convivencia. Quedando así más asentada la

hipótesis que relaciona estos movimientos a cambios en los ciclos vitales posteriores a

la conformación de un hogar y que vincula a estos movimientos a cambios propios de la

segunda transición demográfica.

En cuanto a las características socio-económicas, las diferencias por tipos de áreas

parecen ratificar la hipótesis planteada más arriba de la generalización de estas

dinámicas al resto de grupos sociales. De este modo, se puede apreciar como conforme

se desarrollan las áreas la propensión de los grupos “pioneros” (los directivos,

profesionales y técnicos y el resto de personal de servicios) en realizar este tipo de

movimiento desciende mientras, paralelamente se incrementa la propensión de los

grupos que en las áreas de movilidad media tenían una menor propensión, los operarios

no agrarios. Aparentemente contradictoria con esta tendencia es la evolución del nivel

de estudios, caracterizada por un descenso progresivo de la probabilidad de aquellos que

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tienen estudios primarios y bachiller o formación profesional, mientras se mantienen en

niveles superiores a la categoría de referencia los que poseen estudios universitarios.

Esto parece indicar que pese a la tendencia a la generalización que señalábamos estos

movimientos de centralización siguen muy vinculados a las clases medias.

Por último, las características de la vivienda parecen mostrar datos congruentes con la

evolución de la estructura del hogar, creciendo la probabilidad de que estos

centralizadores residan en viviendas más pequeñas conforme el desarrollo

metropolitano es mayor, algo propio del sistema residencial de las ciudades centrales de

las áreas más consolidadas.

Centralización con origen en la segunda corona metropolitana

Tendencias diferentes según el nivel de desarrollo metropolitano encontramos en el caso

de la centralización procedente de la segunda corona. Los cambios en el perfil socio-

demográfico se caracterizan por la mayor presencia relativa de mujeres conforme

pasamos de áreas menos desarrolladas a áreas más maduras. La tendencia por edades

muestra divergencias también con la centralización desde la primera corona, destacando

el descenso de la propensión de los menores de 19 años y de los mayores de 65 años

conforme la madurez de las áreas es mayor, vinculándose progresivamente estos

movimientos a cambios individuales o de hogares sin hijos, ligados o bien a la

emancipación o bien a cambios en las últimas etapas del ciclo vital. Coherente con esta

idea es la creciente propensión de haberse centralizado de los hogares unipersonales, de

los separados y divorciados y, sobre todo, de los viudos.

Las características socio-económicas parecen reforzar la idea de la importancia de los

movimientos de personas mayores, debido al creciente papel que van asumiendo los

jubilados en las áreas de movilidad intensa en relación a las débiles y medias. Otras

variaciones significativas según la clase social muestran como estos movimientos

tienden a asimilarse, al menos en estas variables, a los procedentes de la primera corona

en las áreas de mayor madurez, con una creciente relevancia de los directivos, el resto

de personal de servicios y los empresarios con asalariados, lo cual casa con lo que

veíamos en el análisis descriptivo. No existen tendencias claras en el resto de variables

según pasamos de unos tipos de áreas a otras, ni siquiera en el caso de la vivienda, las

cuales parecen caracterizarse, independientemente del tipo de áreas, por ser en general

inferiores a 90 metros y por un régimen de alquiler.

Page 24: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

Se observa pues como conforme pasamos a áreas de mayor madurez del fenómeno

metropolitano, este tipo de centralización se va asemejando a las dinámicas de

“recentralización” en lo que respecta a las características socio-económicas y a la

importancia de cambios individuales ligados a acontecimientos negativos de los cursos

vitales como la separación y el divorcio. Sin embargo, las diferencias fundamentales

con los movimientos procedentes de la primera corona residen en la creciente

importancia que van asumiendo los movimientos ligados a las últimas etapas del ciclo

vital (movimientos de jubilados), y el papel decreciente de los cambios familiares (que

se refleja en la propensión decreciente de los menores de 19), vinculándose estos

movimientos en mayor medida a cambios individuales o de familias sin hijos, teniendo

la emancipación residencial de adultos jóvenes mayor relevancia que en la

“recentralización”.

Tabla IV. Modelos de centralización con origen en la segunda corona para cada tipo de área

considerado

Fuente: elaboración propia a partir de censo de población 2011.

Centralización con origen en el resto de la provincia

En el caso de los movimientos centrípetos procedentes del resto de la provincia

encontramos variaciones menos claras de las características de los móviles en relación

al tipo de área metropolitana.

Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B)

Mujer *** 0,72 *** 0,82 * 0,96 n.s. 0,97

menor19 *** 0,37 *** 1,37 *** 0,63 *** 0,20

de20a34 *** 0,31 *** 0,77 *** 0,76 *** 0,63

de45a64 *** 0,72 *** 0,21 *** 0,34 n.s. 0,99

mayor65 n.s. 0,83 *** 0,45 *** 0,51 *** 0,80

Unipersonal n.s. 1,09 *** 0,72 *** 0,84 ** 1,16

Monoparental *** 1,55 *** 0,16 *** 0,71 *** 0,72

Parejaconhijos *** 0,49 *** 0,28 *** 0,57 *** 0,64

Otroshogares *** 0,78 *** 0,31 *** 0,73 *** 0,70

Soltero *** 0,70 n.s. 1,02 *** 0,69 ** 1,11

Viudo * 0,72 *** 1,41 *** 1,30 *** 2,73

SeparadoDivorciado *** 0,33 ** 0,81 *** 1,32 *** 2,03

Directivosprofesionalesytécnicos *** 0,63 *** 0,77 *** 1,30 *** 1,25

Restopersonaldeservicios *** 0,44 *** 0,52 n.s. 1,01 n.s. 1,09

Operariosnoagrarios *** 0,26 *** 0,46 *** 0,80 *** 0,71

Empresariosnoagrariosconasalariados *** 0,44 *** 0,37 *** 1,53 *** 2,47

Empresariosnoagrariossinasalariados *** 0,27 *** 0,51 *** 1,26 *** 0,38

Clasesagrarias *** 0,17 *** 0,48 n.s. 1,03 *** 0,30

Parados * 0,74 *** 0,37 n.s. 1,09 *** 0,74

Jubiladosypensionistas *** 0,19 *** 0,25 *** 0,80 n.s. 1,03

Otrosinactivos *** 0,26 *** 0,17 *** 0,79 *** 0,84

Otrosocupados n.s. 1,46 n.s. 0,93 n.s. 1,14 * 1,29

NingunoOcupado n.s. 1,05 *** 0,83 *** 0,75 n.s. 0,94

DosOcupado *** 1,93 *** 0,83 *** 1,19 *** 1,43

MásdeTresOcupado n.s. - ** 0,81 *** 0,59 n.s. 1,02

Sinestudios *** 0,62 n.s. 0,97 *** 0,59 *** 0,15

Primarios n.s. 0,86 n.s. 0,96 *** 0,90 *** 0,45

FPBachiller *** 1,47 *** 1,40 n.s. 1,02 *** 0,58

Universitarios ** 1,36 *** 2,19 *** 1,50 *** 1,78

Menorescursandoestudios n.s. 1,49 *** 4,53 *** 2,77 *** 6,74

Menosde60 *** 6,19 *** 1,29 *** 1,45 *** 2,81

de61a75 *** 2,24 n.s. 0,98 *** 1,26 *** 1,78

de91a105 *** 0,70 *** 0,63 ** 1,08 *** 0,48

de106a120 *** 0,46 *** 0,60 *** 0,61 *** 0,25

Masde120 *** 0,42 *** 0,73 *** 0,55 *** 0,25

Alquiler *** 9,71 *** 1,42 *** 2,99 *** 2,19

CedidaOtraForma n.s. 1,05 n.s. 0,93 *** 1,37 *** 0,89

TrabajaFuera *** 0,19 *** 0,24 *** 0,25 *** 0,22

TrabajaCorona *** 0,06 *** 0,10 *** 0,07 *** 0,05

Constante * 0,72 *** 0,50 *** 0,22 *** 0,21

Rcuadrado de Cox y Snell 0,08 0,03 0,03 0,04

2ª corona hacia cebecera

Débil Media Fuerte Intensa

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El principal cambio en las características de estos móviles lo encontramos en las

características socio-demográficas, principalmente en la edad y la estructura del hogar.

En términos de edad se aprecia un cambio de una mayor propensión de las edades de

máxima movilidad tradicional (35 a 45 años) en las áreas menos consolidadas a un

creciente protagonismo de las edades de adultos más jóvenes (20 a 35 años), los adultos

maduros (de 45 a 65 años) y los menores de 19 años, lo cual vincula estos movimientos

a la emancipación a edades más jóvenes que en los movimientos procedentes de la

segunda corona y a un creciente papel de los cambios familiares. Así parece indicarlo la

evolución de la estructura del hogar, con la creciente importancia de las parejas con

hijos y, especialmente, por el incremento de las familias monoparentales, las que

aumentan su propensión conforme pasamos a áreas más consolidadas.

En líneas generales, se produce un incremento de la propensión de los “hogares no

tradicionales” respecto a las parejas sin hijos, en concreto, de los hogares

monoparentales y los unipersonales, asemejándose en estos términos al resto de

dinámicas de centralización.

Respecto a las características de clase, encontramos un predominio generalizado de las

clases medias urbanas (directivos profesionales y técnicos y empleados de los servicios)

que es independiente del desarrollo metropolitano. Cabe destacar en esta variable la

propensión creciente de jubilados y pensionistas lo cual, combinado con la creciente

importancia que cobran los movimientos de hogares sin ocupados en las áreas más

consolidadas, liga a estos movimientos a cambios que se producen en las últimas etapas

del curso vital de los sujetos, asemejándose en este aspecto a los movimientos

procedentes de la segunda corona.

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Tabla V. Modelos de centralización con origen en el resto de la provincia para cada tipo de área

considerado

Fuente: elaboración propia a partir de censo de población 2011.

Conclusiones

Como hemos ido viendo a lo largo de la presente comunicación, existen relaciones, en

general, entre el estadio de desarrollo metropolitano y las características sociales y

demográficas de los protagonistas de las distintas dinámicas de movilidad residencial. Y

esto se muestra como cierto tanto en el análisis agregado que realizábamos de 1981 a

2011, como para los distintos tipos de áreas de 2011.

La relación entre desarrollo metropolitano y características de los móviles puede

definirse a través de sus tres implicaciones principales:

Primero, conforme el nivel de maduración del área es mayor, mayor es la diferenciación

en términos de calendario de las distintas dinámicas. Así, se pasa de unos calendarios de

movilidad muy similares para las distintas dinámicas en las áreas incipientes, hacia una

progresiva complejización y diferenciación en las áreas más consolidadas,

produciéndose una vinculación diferencial de las distintas dinámicas inter-municipales a

determinadas etapas del ciclo de vida familiar y de los cursos vitales de los individuos.

Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B) Sig. Exp(B)

Mujer *** 1,10 *** 1,09 *** 1,08 *** 1,07

menor19 *** 0,24 - 0,86 *** 0,81 *** 1,49

de20a34 *** 0,25 *** 0,71 ** 0,93 - 1,01

de45a64 *** 0,35 *** 0,37 *** 0,47 *** 0,70

mayor65 * 0,86 *** 0,50 *** 0,52 *** 0,64

Unipersonal *** 0,56 - 0,97 ** 0,91 *** 1,84

Monoparental *** 0,38 *** 0,27 *** 0,54 *** 1,23

Parejaconhijos *** 0,27 *** 0,39 *** 0,42 *** 0,43

Otroshogares *** 0,74 *** 0,41 *** 0,83 ** 0,93

Soltero *** 0,61 *** 0,47 *** 0,50 *** 0,33

Viudo *** 2,80 ** 1,18 *** 2,96 *** 0,55

SeparadoDivorciado *** 3,89 *** 1,60 *** 1,62 *** 0,42

Directivosprofesionalesytécnicos *** 1,27 *** 0,84 *** 1,41 *** 1,15

Restopersonaldeservicios *** 0,64 *** 0,68 *** 0,76 *** 0,74

Operariosnoagrarios *** 0,60 *** 0,46 * 0,93 *** 0,52

Empresariosnoagrariosconasalariados *** 0,22 *** 0,63 *** 0,27 *** 0,61

Empresariosnoagrariossinasalariados *** 0,46 - 1,03 *** 0,60 *** 0,63

Clasesagrarias *** 0,16 *** 0,17 *** 0,38 *** 0,34

Parados *** 0,56 *** 0,23 *** 0,49 *** 0,54

Jubiladosypensionistas *** 0,46 *** 0,65 *** 0,74 *** 0,80

Otrosinactivos *** 0,58 *** 0,27 *** 0,68 *** 0,60

Otrosocupados *** 0,24 *** 0,47 * 1,22 - 0,87

NingunoOcupado - 0,97 - 0,94 ** 0,93 *** 0,87

DosOcupado *** 1,44 *** 1,29 *** 1,18 *** 1,36

MásdeTresOcupado - 1,08 *** 0,54 *** 0,43 *** 0,22

Sinestudios *** 0,14 *** 0,43 *** 0,60 *** 0,29

Primarios *** 0,41 * 1,10 - 1,01 *** 0,50

FPBachiller - 1,08 *** 1,28 *** 1,23 *** 0,70

Universitarios *** 1,35 *** 2,09 *** 1,71 *** 1,41

Menorescursandoestudios *** 4,35 *** 3,22 *** 2,10 *** 0,79

Menosde60 *** 5,43 *** 1,76 *** 1,43 *** 1,62

de61a75 *** 2,39 *** 1,26 *** 1,61 *** 1,12

de91a105 - 1,08 *** 0,68 *** 0,60 *** 0,47

de106a120 *** 0,70 *** 0,25 *** 0,59 *** 0,34

Masde120 *** 0,22 *** 0,31 *** 0,20 *** 0,11

Alquiler *** 7,21 *** 2,73 *** 3,15 *** 2,56

CedidaOtraForma *** 0,78 ** 1,12 - 1,00 ** 1,07

TrabajaFuera *** 0,05 *** 0,06 *** 0,05 *** 0,07

TrabajaCorona *** 0,35 *** 0,32 *** 0,19 *** 0,26

Constante *** 1,55 * 0,87 ** 0,87 *** 1,59

Rcuadrado de Cox y Snell 0,07 0,03 0,06 0,07

Fuera hacia cebecera

Débil Media Fuerte Intensa

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En segundo lugar, las distintas dinámicas de movilidad residencial, especialmente las

inter-municipales, son iniciadas en su origen por los grupos sociales que se sitúan en la

parte alta de la jerarquía social (las clases medias-altas y altas). Así, estos grupos juegan

el papel protagonista en la mayoría de dinámicas de movilidad residencial cuando las

áreas metropolitanas están en una fase incipiente de su desarrollo. Sin embargo,

conforme se asientan las dinámicas inter-municipales de movilidad residencial (y por

tanto el área metropolitana se consolida) la base social de estas dinámicas se diversifica.

Es decir, que los grupos sociales más privilegiados actúan como una suerte de

“pioneros” en el comportamiento residencial y, progresivamente, su conducta se

expande al resto de grupos sociales. Este principio de “emulación” de las conductas de

los grupos más privilegiados por parte de los sectores populares no sólo es aplicable a la

movilidad residencial, sino que es un hecho constatado en lo que refiere a la prácticas

sociales en general y que constituye una de las bases fundamentales de las teorías

constructivistas sobre la distinción y el gusto de Bourdieu (1991).

Sin embargo, más allá de las dos tendencias generales descritas: la progresiva

diferenciación en términos de calendarios de movilidad y la generalización de las pautas

de movilidad a todos los grupos sociales, este trabajo tenía como objetivo central

ahondar en las relaciones entre desarrollo metropolitano y las dinámicas centrípetas, y

por tanto, en cómo estas tendencias han configurado la naturaleza demográfica y social

de dichas dinámicas.

En términos generales puede verse como las dinámicas centrípetas según su origen son

diferentes en lo que respecta a las características de sus protagonistas, aunque guardan

patrones comunes, como es la preeminencia en estos movimientos de las clases medias-

altas urbanas. Sin embargo, no era nuestra meta ahondar en estas diferencias y

similitudes, cometido que ya fue abordado en un trabajo anterior (Torrado, 2016), si no

analizar cómo, conforme las áreas se consolidan, estas dinámicas adquieren una

naturaleza social y demográfica diferente. Diferencias que en las primeras etapas de

conformación de las áreas no existían como tales, o al menos, no estaban tan marcadas.

De este modo, a lo largo de las páginas precedentes hemos podido demostrar que el

papel de las diferentes dinámicas centrípetas tiende a diferenciarse, hasta el punto de

constituirse como movimientos diferentes en lo que respecta a sus protagonistas,

jugando estas dinámicas papeles diferentes en el desarrollo metropolitano. Esta

constatación nos pone ahora en disposición de conceptualizar dichas dinámicas en

Page 28: Evolución de los movimientos hacia las ciudades centrales ... · El objeto en este trabajo es un tipo de movilidad residencial poco estudiado hasta el día de hoy: los movimientos

función del papel que juegan en la conformación de las áreas y en la transformación

social del espacio urbano-metropolitano, siendo este el principal aporte de nuestro

trabajo.

De un lado tenemos los movimientos procedentes de la primera corona metropolitana,

corona que, junto a la ciudad central, constituye el mercado de vivienda metropolitano.

Atendiendo a su evolución y sus características dijimos que podíamos identificar estas

dinámicas bajo la rúbrica de la “recentralización”. Pero ¿por qué recentralización? La

recentralización es un concepto utilizado especialmente en la literatura española

(Galiana y Vinuesa, 2012; López-Gay, 2011; Feria, 2011), a diferencia de otros

conceptos, como el de re-urbanización (Buzar et al., 2005) se caracteriza por referir

exclusivamente a la dinámicas de movilidad residencial metropolitana, y excluir del

mismo al resto de movimientos migratorios. Es decir, refiere movimientos dentro de un

mismo espacio de vida (dentro del área metropolitana) y no a aquellos que, aunque

relevantes, proceden del exterior. Los movimientos de recentralización serían aquellos

que provienen de la zona de más antigua suburbanización (Feria, 2011), dicha zona

corresponde con lo que llamábamos la primera corona. Y tienden a vincularse a cambios

en los cursos vitales de los sujetos propios de etapas del ciclo de vida familiar

posteriores a la formación del hogar (Rossi, 1955). Cambios desencadenados por

acontecimientos negativos de los cursos vitales, como la disolución del hogar por

divorcio o separación, o por acontecimientos positivos, como el nacimiento de los hijos.

Que llevan a los que un día se suburbanizaron, o incluso a los hijos de los suburbanitas

(Caufield, 1994) a buscar una opción residencial en las ciudades centrales, motivados

por la mayor proximidad a los servicios de ocio y consumo, al trabajo, o a la cercanía de

la redes de apoyo (Contreras, 2011). Estos movimientos se caracterizan además por el

particular clivaje social de su protagonistas, principalmente miembros de las clases

medias urbanas, y por el mayor protagonismo que cobran en los mismos los hogares no

tradicionales, es decir, las nuevas formas de convivencia producto de la segunda

transición demográfica, como son los hogares monoparentales, los hogares

unipersonales y otros tipos de hogares no familiares, teniendo, no obstante, las familias

con hijos, un papel relevante en estas dinámicas.

Así, los hallazgos de este trabajo permiten conceptualizar efectivamente a estos

movimientos procedentes de la primera corona como movimientos de recentralización,

en la medida en que son movimientos que se vinculan a cambios en los cursos vitales de

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sujetos de clase media alta, en los que “la vuelta a la cabecera cobra un sentido electivo,

de búsqueda de una opción residencial diferente a la suburbana” (Susino y Duque,

2013: 286). Coformándose como una suerte de movimiento opuesto a la

suburbanización, de sujetos que buscan constituir un espacio de vida basado en la

proximidad espacial a los lugares donde desarrollan sus actividades cotidianas,

perfilándose como unos cambios ligados a los nuevos estilos de vida urbanos (De

Pablos y Sánchez-Tóvar, 2003) de las nuevas clases medias. Pudiendo plantearse la

hipótesis que vincularía a estos movimientos con procesos de transformación social del

espacio tales como la “gentrification” (Lees, 2011) o la “renovación urbana”, es decir,

con la recuperación por parte de ciertos sectores de las clases medias de las zonas de las

ciudades centrales que un día fueron abandonadas por los mismos.

Sin embargo, los movimientos procedentes de la segunda corona no son clasificables

bajo el concepto de la “recentralización”, y es que, aunque se asimilan a los

movimientos procedentes de la primera corona en términos de sus características

sociales, no lo hacen en lo que respecta a los calendarios de movilidad, teniendo un en

ellos un papel relevante los cambios de residencia asociados a la emancipación por

formación de un hogar, principalmente de parejas sin hijos, aunque con una creciente

importancia de otras formas “no tradicionales” de convivencia. Así, creemos que

casarían mejor bajo la etiqueta de movimientos de “concentración” (Feria, 2011; Duque,

2015) por dos razones principales: primero, por su mayor similitud en términos de

calendario a las dinámicas de suburbanización y los movimientos entre municipios de la

corona metropolitana. Y segundo, y más importante, porque las diferencias en los

calendarios parecen indicar que no existe una lógica de “vuelta a la ciudad”, es decir,

que la elección de las ciudades centrales no se basa en un rechazo al modo de vida

suburbano, ya que la segunda corona no constituye la zona suburbana del área

metropolitana como tal y, sobre todo, porque sus protagonistas posiblemente no tengan

experiencia residencial en las cabeceras y zonas suburbanas metropolitanas que les

permita contrastar su elección en torno a estas dos alternativas. Es decir, que en el caso

de los movimientos de “concentración” no puede afirmarse el carácter electivo de las

zonas centrales que sí tienen los movimientos de recentralización.

Por último cabe hablar de los movimientos procedentes del resto de la provincia donde

se sitúa el área. Estos, debido a su carácter más errático en cuanto al cambio del perfil

de sus protagonistas respecto al estadio de desarrollo de las áreas son más difíciles de

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etiquetar baja rúbrica alguna, aunque cabe comentar algunas de sus características. Si

somos estrictos, estos movimientos deberían ser conceptualizados como movimientos

de “urbanización” en la medida en la que supone el trasvase de población de áreas no

urbanas hacia las ciudades, alimentando los procesos de despoblación de lo rural y de

concentración de la población en hábitats urbanos. Así, lo que caracteriza a lo largo de

todo el periodo analizado a estos movimientos es el perfil joven de sus protagonistas, así

como el hecho de pertenecer a categorías socio-económicas propias de una economía

centrada en los servicios (la actividad económica propia de las cabeceras

metropolitanas), teniendo un perfil demográfico claramente similar al de otros

migrantes, y cada vez más diferenciado del conjunto de móviles metropolitanos.

Podemos concluir afirmando que efectivamente el desarrollo metropolitano correlaciona

con la diferenciación del perfil de los protagonistas de las distintas dinámicas de

movilidad, encontrándonos con un panorama cada vez más complejo y plural. No

obstante quedan aún muchos interrogantes planteados a la luz de los resultados ¿Cuál es

el efecto de los ciclos económicos en las dinámicas de movilidad residencial? ¿Afectan

a todas por igual? ¿En qué medida se debe el estado actual de las dinámicas

metropolitanas al desarrollo metropolitano y en qué medida se deben a los ciclos

económicos? ¿Existe un filtro residencial en las ciudades centrales que atrae a

determinados colectivos y repele a otros? A estas y otras preguntas iremos contestando

en los próximos años.

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