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EVOLUCIÓN Y FUTURO DEL NOTARIADO MEXICANO

Por: Lic. Javier Pérez Alniaraz

En las distintas etapas de la sociedades, las personas requieren relacionarse con otras, no solo con las de su familia cercana sino con todas quienes forman su entorno.

Las relaciones humanas siempre son complejas y conforme crece la complejidad se requieren formas de comunicación no solo verbales. La comunicación mediante signos escritos se hace necesaria para dejar constancia de lo que se dice y en términos gene- rales para que no quede duda de lo que se quiso decir.

Cuando hablamos de las transacciones en su acepción general, no jurídica, es decir, cualquier tipo de pacto o de negociación, debemos recordar que en su origen y por su simplicidad, no se requería de lo que ahora conocemos como el notario, pero conforme se van complicando, se requiere, en una primera etapa, de personas capa- citadas en cuanto a conocimientos y después, de personas dotadas de mayor responsabilidad así corno de calidad nioial para poder confiar en sus conocimientos pero también en su honestidad.

Se requiere entonces, de una especie de testigo píiblico de cuya palabra no quede duda para evitar malas interpretaciones en las transacciones y para dar claridad y certeza a las convenciones de las personas, ese testigo público, polémico, envidiado, incompren- dido por muchos de los que ejercen funciones públicas, por autoridades de muy diversa índole, ese testigo redactor de documentos, asesor de la gente, coadyuvante ahora de la administración de justicia, de los recaudadores fiscales locales y federales, ese hacedor de.aescrituras, es el notario de nuestros tiempos, que subsiste, no obstante el asombroso avance de la tecnología y lo complejo de las relaciones humanas.

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Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 124, México, 2011. DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.

Así, sabemos que la enfermedad precedió al médico, que la construcción precedió al arquitecto, que la imagen precedió al comunicador y que el documento precedió al notario.

Se buscó entonces a quien proporcionara seguridad en los pactos que se celebraban y solo podía ser aquel que tuviera conocimientos de la escritura, pues antiguamente pocas personas sabían leer y escribir y se tomaba como sinónimo de cultura y prepara- ción a quienes dominaban el arte de la escritura.

El notariado tiene antecedentes muy remotos y aquí me refiero a los textos del notario Bernardo Pérez Fernández del Castillo, un estudioso de los aspectos históricos del notariado.

Ya desde los hebreos existían distintas clases de escribas, del rey, de la ley, del pueblo y del estado, que eran mas bien ama- nuenses o redactores de textos, así también en Egipto encontramos lo mas antiguo de la historia en cuanto a nuestra forma de documentos, algunos que aparecen con ciertas especies de sellos oficiales, que se conservaban con sistemas de archivos y registros parecidos a los actuales. Que notario no ha oído hablar o visto imágenes y reproducciones del famoso escriba egipcio, cuya escultura original se exhibe en el museo del Louvre en París.

En la cultura griega tenemos a los mnemons o promnemos (el que recuerda o hace memoria) y después en el derecho romano recordamos a los tabellios, los tabullaris, a los amanuensis y muchos mas que ejercían funciones parecidas a las del notario pero de manera dispersa.

Al evolucionar el derecho romano, la fe pública, que en principio solo se concedía al documento otorgado ante un funcionario público o del Estado, se otorga después al que de origen solo era un hombre letrado que conocía las leyes y sabía redactar documentos.

No puede dejar de mencionarse, como antecedente de suma importancia en lo notarial, a la que conocemos como la Escuela de Bolonia en la Edad Media, escuela a la que se atribuye la mayor influencia en el desarrollo de la ciencia notarial, encabezada por Rolandino Passaggeri, con obras como la "Summa Artis Notariae" y como " La Aurora".

Recordamos además que la palabra notarii deriva de la voz "

nota", porque se tomaba en cuenta, mas que la naturaleza de la función, la forma gráfica o material en que se plasmaba. Escribir por notas o Signca para* poder-hacerlo con mayor rapidez. .e

Para hablar de una influencia mas directa en nuestro país, debemos referirnos desde luego a España; en una primera etapa




que va desde la independencia de Roma hasta el siglo Xlll se distingue el papel de los jueces que son los que fallan contiendas del de los notarios que tienen como misión prevenirlas.

Mas adelante, en los siglos del Xlll al XV se concluye que la función notarial es una función pública ( Leyes de Alfonso el Sabio, el Fuero Real y las Siete Partidas), en aquella época el escribano desempeñaba simultáneamente funciones judiciales ( similares a las de los secretarios de acuerdos) y funciones propiamente notariales como las conocemos ahora.

En esa época empezó a proliferar la práctica de considerar que la función del fedatario se concedía a perpetuidad por lo que en muchos casos se dio la circunstancia de enajenar la función y con ello nacieron los famosos " oficios públicos vendibles y renunciables" lo que deterioró el nivel social y cultural de los escribanos.

Justamente una razón por la que se dio el hecho de que en la mayoría de los países se nos denomine notarios y no escribanos, es que a estos últimos se les criticó severamente por la enajenación de oficios y entonces se prefirió la denominación de notarios.

Por lo que se refiere a México, no puede dejar de mencionarse que quizá el primer antecedente, desde la época de la Gran Te- nochtitlán era el del tlacuilo que tenía práctica en dejar constancia gráfica de los acontecimientos mas importantes, en lo que ahora conocemos como los códices.

Durante la conquista, los escribanos dejaron constancia de la fundación de ciudades, de la celebración de tratados y de otros hechos relevantes.

Es de todos nosotros conocida la inclinación de Hernán Cortés que era un hombre que gustaba de la lectura y la escritura, por los aspectos notariales, que toma posesión del territorio mexicano bajo la fe de su escribano Diego de Godoy.

Mas adelante es el propio Hernán Cortés quien solicita al Reino de Castilla se acepte a Juan Fernández del Castillo como escribano público, lo que a la postre es aceptado, por lo que el protocolo de ese escribano es el mas antiguo que se conserva en la parte histórica del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México y el mismo data del año. 1525.

Ya en el México independiente, cuando termina la conquista, se crea la primera organización de escribanos de la Nueva España, que tenía su sede en el convento de Sah' Agustín y se llamó la "Cofradía de los Cuatro Santos Evangelistas" , que es el primer antecedente de lo que es el actual Colegio de Notarios del D. F.




que ha funcionado ininterrumpictamente desde entoiices y hasta la fecha, es decir, desde hace casi 220 años.

Vistos de manera rápida, algunos antecedentes del notariado, cabe ahora preguntarnos si siendo una institución tan antigua y tradicional, no es tanibién un conjunto de elementos y de principios anquilosados, obsoletos que son mera reminiscencia del pasado.

Podemos preguntarnos: el notariado en México y en muchas partes del mundo en las que se sigue este sistema romano germá- nico ¿sigue siendo útil a la sociedad? ?Sigue siendo una institución necesaria o puede ser sustituida por otra mejor?

En la actualidad, me parece que coincidimos en ver al notario como un profesional del derecho, que desempeña una función pública y recibe, interpreta y da forma jurídica a la voluntad de las partes; redacta los instiumentos adecuados que por virtud de la fe pública de la que está investido, se convierten en documentos públicos que representan esa voluntad, además conserva los documentos, los autoriza y expide copias auténticas.

Es entonces el notario un fedatario, un asesor jurídico, un niediador o conciliador de intereses que controla la legalidad y vigila la legitimación, prepara los instrunientos en que constan actos y contratos pero también hechos y es también, coino dijimos al principio, un auxiliar de la Administración de Justicia y un coadyuvante de las autoridades fiscales de diversa índole que no le representa costos adicionales a la Administración Pública.

<La actividad notarial implica el ejercicio de un oficio, de una función o de una profesión?

En algún artículo publicado en la revista de nuestra Asociación, el notario Francisco de Icaza escribió que por lo general aplicanlos la palabra oficio a las actividades que se relacionan con habilidades manuales inas que intelectuales.

Históricamente, los oficios en España se contemplaban como las actividades para auxiliar al Rey en sus funciones y entre ellos estaban los escribanos del rey que se distinguían de los escribanos del pueblo.

El escribano era la persona instruida que dominaba el arte de la escritura, pero mas adelante se le empezó a considerar como una actividad de utilidad pública y a regularse su designación por parte de las autoridades, así como el ejercicio de sus funciones, pues lo que hacía coristar, seivía de prueba en los juicios y por ello se le empezó a considerar como un auxiliar de la justicia.

Como el cargo de escribano era vitalicio y cobraba sus emolu- mentos de quienes solicitaban sus seivicios, sujeto a los aranceles




que determinaba el reino, ello derivó en los ya mencionados "oficios públicos, vendibles y renunciables" que para su transmisión requerían la aprobación del Rey. ( Por eso se ha optado en muchos países por llamar a quien ejerce esta actividad notario y no escribano).

Dice también De Icaza, que la palabra profesionista no existía sino hasta hace pocos años en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua aunque su uso solo se da en México y personalmente no me gusta pues prefiero la palabra profesional.

Si entendemos al profesional como el que ejerce una profesión por tener un título profesional expedido por una institución de ensefianza superior, podemos pensar que es preferible este término, aunque en México la palabra profesionista no está mal empleada.

Existen desde luego profesionales como los médicos cirujanos o como los arquitectos que en su actividad cotidiana y en sus profesiones aplican sus conocimientos intelectuales, pero también sus habilidades manuales como en el ejercicio de un oficio, sin que ello sea peyorativo para esas labores.

La Ley que conocemos como Ley de Profesiones, no define lo que debemos entender por profesión, pero podemos afirmar que si aquellos que ejercemos la actividad notarial, desempeñamos una rama o especialidad de la profesión de Licenciado en Derecho, entonces el notariado es también una profesión.

Ahora bien, si hablamos como con frecuencia se hace, de la función notarial, esta está definida como el desempeño de un empleo, cargo, facultad u oficio.

Visto así, entonces el notario ejerce una función, pero se vuelve un motivo de debate si al estar investido de fe pública y al ejercer una función pública, debe considerársele un funcionario público, porque gramaticalmente, todo el que ejerce una función es funcionario.

No es el caso en esta ocasión, entrar al detalle al tema del funcionario o servidor público y aunque en alguna época sí se conceptuaba al notario como un funcionario público, la gran ma- yoría de los estudiosos del notariado han llegado a la conclusión, que me parece compartimos, de que el notario al no tener relación laboral con el Estado, ni estar contemplado dentro de su presu- puesto para efectos económicos, entonces no es un funcionario público y su actividad no cae en los supuestos de la Ley que re- gula a los servidores públicos.

Así pues, puede afirmarse que la función del notario es una actividad " sui generis" porque no encuadra de manera absoluta




en las actividades previstas para los funcionarios públicos aunque ejerza una función pública, pero tampoco puede considerarse un profesional puro, entendido como el que ejerce libremente su pro- fesión, pues los notarios tenemos una enorme cantidad de respon- sabilidades y actividades no solo frente a nuestros clientes, sino frente al Estado.

En México, una de las transformaciones mas importantes que sufrió el notariado se dio con la Ley del Notariado de 1867, en la que se exigía que para acceder a la función, el interesado debía ser un profesional del derecho y no simplemente tener práctica y algunos estudios elementales.

Al tratarse de un licenciado en derecho, el notario debía ser, como hasta nuestros días, un buen redactor de documentos que a la postre serán los instrumentos notariales y un asesor legal con una característica fundamental: la de la imparcialidad.

Esta característica, de suma importancia para la actividad notarial, debemos conservarla y destacarla, sin temores ni restricciones, ya que es un elemento de confianza del débil en cualquier nego- cio frente al poderoso y también del poderoso frente a otros po- derosos, ya que el notario al ser un conciliador y un mediador por excelencia, jamás debe inclinarse para favorecer a una de las partes en detrimento de otra.

No en vano todos los días vemos que las autoridades, los par- tidos políticos y las instituciones, cuando ven la posibilidad de algún conflicto, de alguna confrontación, o simplemente quieren que quede constancia fehaciente de algún acontecimiento buscan los servicios del notario, independientemente de la filiación polí- tica o del poder económico de que se trate.

Es así, que es frecuente ver las solicitudes que se hacen al notario para dar fe de algunos acontecimientos o documentos en las jornadas electorales, al igual que de asambleas de socios o accionistas, de la toma de posesión de inmuebles, del estado que tienen o del desalojo de los mismos y de múltiples circunstancias y acontecimientos de la vida diaria.

Con mas razón y frecuencia participamos en situaciones de muy diversas índoles que nos son requeridas por particulares, quienes confían, casi siempre sin chistar, en la intervención notarial, profesional e imparcial.

Es evidente, en los tiempos actuales, que existe la necesidad social de contar con la fe pública en muchas transacciones jurídi- cas y en diversos tipos de hechos; veamos enseguida si la figura




idónea para satisfacer esa necesidad es el notario, o bien, si será posible sustituirlo para contar con mejores servicios a costos acce- sibles para el solicitante. Es pertinente preguntarnos entonces si el notario de tipo latino en el mundo es una imposición obsoleta y costosa o si puede justificar su existencia y su actividad ante la sociedad y ante el Estado.

No debemos olvidar que en la época moderna y especialmente a la luz de la economía en el mundo, el notariado no escapa a tener que traducir su actividad no solo a los argumentos jurídicos que siempre esgrimimos y por regla general con acierto y contun- dencia, sino también a los fríos números, que permitan a la gente y a la autoridad y desde luego a nosotros mismos, saber si en realidad somos útiles, si sonlos necesarios o bien si nada mas re- presentamos una carga para la sociedad y el Estado.

Por ello es de suma importancia que atendamos los aspectos económicos y estadísticos de nuestra actividad, pues para muchas autoridades, legisladores y gente que no está familiarizada con la terminología jurídica, la función notarial debe ser vista a la luz de resultados numéricos, es decir, saber cuanto le cuesta ( o le ahorra) el notariado al Estado y si hay actividades que desempeñamos los notarios que pudieran ser sustituidas por servidores públicos o simplemente suprimidas por no ser útiles para la gente.

En algunas Entidades Federativas, se ha empezado a trabajar en los años recientes sobre estos temas con resultados muy intere- santes y además muy provechosos para nosotros, pues además nos permiten mejorar la administración de las notarías, conocer que tan eficientes o ineficientes somos en función del tipo de clientela que tenemos y de la cantidad y clase de trabajo que desempeñamos.

Ojalá esto se vuelva una constante en nuestra actividad y en nuestros cuerpos directivos, pues como muchos economistas y ex- pertos en estadísticas afirman, lo que no puede medirse y tradu- cirse en números, no existe y como dicen también los profesionales de la comunicación, lo que se difunde en cuanto a noticias es la realidad para la gente aunque esencialmente no lo sea o admi- ta múltiples cuestionamientos.

Debemos aceptar entonces las críticas y los denuestos a la pro- fesión del notario y admitir que algunos ven a la actividad notarial como una figura anquilosada, obsoleta, retrógrada e inútil que solo complica y encarece las cosas incluyendo en estas críticas desde luego, a muchas autoridades y legisladores.




Somos nosotros los primeros que tenemos que destacar con espíritu autocrítico y con sinceridad, pero también con orgullo, que no obstante nuestra antigüedad como profesión y nuestra tradición histórica, somos no solamente profesionales del derecho y aseso- res de las personas con el atributo importantísimo de la fe públi- ca, sino un cuerpo sólido pero también solidario que ha sabido adaptarse y modernizarse, que participa en las propuestas de nue- vas leyes o de reformas a las existentes con el interés prioritario de buscar el bien común y que colabora con las autoridades locales y federales en diversos programas de beneficio social como los testamentarios, los de regularización de la tenencia de la tierra y los de asesoría y consultoría gratuita.

Recuerdo ahora mi ingreso al notariado en 1987, cuando des- pués de grandes esfuerzos algunos abogados amigos, con mucha experiencia en su profesión, me felicitaban pero afirmaban que la notarial era una profesión destinada a desaparecer a corto plazo y el desencanto pero también el acicate que ello me produjo. He- nos aquí después de algunos aííos de acumular experiencias, creo que nias fortalecidos y unidos por nuestra apasionante actividad profesional.

No podemos olvidar tampoco que en el ánibito profesional, son frecuentes las muestras de envidia hacia la actividad que des- empeñamos, pues muchos piensan que solo se trata de personas que tienen el privilegio de la fe pública y lucran con él, asentando su sello y estampando su firma en múltiples documentos y cobran- do por ello jugosas cantidades de dinero, sin tomar en cuenta la preparación jurídica, la responsabilidad, la coadyuvancia con las autoridades y la constante presión a que estamos sometidos.

Algunos elementos que nos permiten ver el futuro con cierto optimismo, los tenemos en la capacidad de adaptación del notariado a los cambios, a la tecnología y hasta a la idiosincracia actual en la sociedades, que a muchos puede parecernos extravagante, escandalosa, decadente o escasa de valores morales, pero que ahí la tenemos ya como algo cotidiano en nuestras vidas.

Es así que el notariado ahora ejerce su actividad y participa con elementos como el protocolo abierto, con computadoras e impresoras cle lo mas nioderno, en tramitación de sucesiones in- testamentarias, en jurisdicciones voluntarias, en cambios de regí- nienes patrin~oniales del matrimonio, en la donación de órganos, en la firma electrónica o digital y en muchas otras que hasta hace pocos años nos hubiera parecido como algo de lo mas improbable.




He ahí la utilidad del notario y sil capacidad de adaptación a la vida actual.

En la profesión notarial nada queda al azar, todo es producto de la regulación y aplicación de las leyes, así como de la pi-epa- ración y el estudio del notario que atiende a sus clientes, los aconseja, redacta el instrumento notarial con la intención no solo de cumplir con la voluntad de los solicitantes, sino de prevenir conflictos y de establecer con claridad los alcances del documento que deba explicarse y circular jurídicamente por sí solo.

Cuando hablamos de actos jurídicos o de contratos, siempre tendremos o podremos allegarnos de los elementos necesarios para su mejor redacción, por supuesto con los textos de la ley, con otros instrumentos parecidos, con la consulta a otros amigos notarios, pero que difícil es la redacción de instrumentos notariales en que consignamos hechos y no actos jurídicos, tales como fes de hechos, notificaciones, intei-pelaciones, etc. en que también el testimonio notarial va a circular de manera independiente y que debe ser comprendido por cualquier persona con su sola lectura.

Por todo ello, muchos historiadores afirman que en los documentos notariales mejor que en cualquier otra crónica, se encuen- tran los elementos mas exactos de la historia de los pueblos que se consideran de avanzada civilización.

En lo personal veo positivamente el futuro del notariado mexicano, aunque quiero hacer énfasis en que no debemos de ninguna manera aflojar el paso ni confiarnos, pues existen múltiples ame- nazas y críticas muchas de ellas justificadas, que se ciernen sobre nosotros.

Tenemos ejemplos actuales de ello como las iniciativas de leyes para combatir el lavado de dinero ..., la LGSM ..., la de Correduría Pública .... etc.

Es evidente que ante todo ello, el notariado a lo largo de la historia ha sabido defenderse y justificar su existencia y su actividad, pero la participación debe ser mayor y mas intensa.

Veo con mucho agrado y satisfacción que el notariado muestra siempre gran interés en su actualización, esta reunión tan concu- rrida es muestra de ello e igualmente lo son los cursos de actua- lización con el sistema de videoconferencias, el seminario de ac- tualización fiscal, las jornadas y congresos nacionales y desde luego los cursos y seminarios estatales y regionales en los que muchos amigos sacrifican su tiempo, niiichos viernes por la tarde y muchos sábados por la mañana en aras de su actualización.




No existen n~uchos gremios de profesionales que puedan pre- ciarse de una organización como la nuestra, que no es fácil lograr; así lo hemos podido constatar por el dicho no solo de los propios notarios, sino de servidores públicos de altos niveles que nos han acompañado como invitados a jornadas y congresos mostrando su asombro por nuestra capacidad de organización y de convocatoria para la capacitación y la actualización.

Es evidente el gran crecimiento que ha tenido nuestra Asocia- ción Nacional del Notariado Mexicano, especialmente en los últimos años y también gracias al apoyo fundamental de los Colegios y Consejos de Notarios de los Estados de la República.

Independientemente de la necesidad permanente de capacitar- nos y de actualizarnos, de seguir participando activamente en beneficio de la sociedad en muchísimos casos en que no hay contienda o conflicto, así como de aprovechar la tecnología que genera menores márgenes de error y un servicio mas eficiente, debemos reconocer también nuestras fallas y debilidades.

La ambición excesiva y mal entendida nos lleva también a crearnos la fama de materialistas y egoístas, además de la muy mala imagen que da el notario que en muchos casos, ya no diga- mos que no atiende a sus clientes, ni siquiera los conoció o los saludó en el momento del otorgamiento del instrumento.

No olvidemos que la actividad notarial es de carácter personal y que aunque por supuesto siempre requerimos de auxiliares que nos apoyen, debemos despachar solo el trabajo que podemos con- trolar y supervisar y que nunca dejará una buena impresión el dicho de la gente que en determinado asunto fue a nuestra ofici- na tres o cuatro veces hasta su conclusión y nunca supo quien era el notario.

Si vemos nuestra función cotidiana desde una perspectiva de servicio, mas que de beneficio económico, siempre tendremos éxito, pues siempre he dicho que la gente decente que trabaja con ahín- co saldrá adelante sin lugar a dudas, sin necesidad de participar en actividades que no sean transparentes o que lleven por los caminos de la corrupción.

Desde luego, la formación de una buena fama y de prestigio profesional toman mucho tiempo pero el daño y el desprestigio pueden ser cosa de unos minutos o unas horas y lo grave para nuestra institución es que generan la percepción en mucha gente, de un notariado que no somos, pero que al haber perjudicado o mal atendido a alguien, se da una inevitable difusión que nos daña y nos lastima.




Un elemento que me parece fundamental en toda profesión y desde luego en la notarial que está a la vista de la gente y de las autoridades es la capacidad de autocrítica y de reflexión de los propios notarios; quizá valga la pena explorar el ejercicio que tenemos cada año los notarios de la ciudad de México de reunir- nos un para de días con nuestras familias para conocernos mejor y para reflexionar sobre nuestro ejercicio profesional.

Algunos pensamos que esas reuniones aunque no sean lo con- curridas que quisiéran~os, son útiles en la búsqueda de mejoras a la institución y en la corrección de las cosas que no se hacen bien.

Es preferible que sean los órganos directivos de cada notariado, antes que las autoridades, los que reprueben las conductas perni- ciosas de algunos de sus agi-einiados, aunque sea penosa la tarea de llamar la atención a nuestros propios pares e incluso de tener que denunciar sus conductas ante las autoridades cuando la gra- vedad de las mismas así lo ainerita.

Justamente para ello, en algunos Estados de la República, existen ordenamientos internos que resultan ser una excelente herra- mienta para procurar un coniportamiento adecuado como son los Códigos de Etica o de Conducta, en los que se prevén no solo las actitudes que resultan dañinas o deshonestas, sino también el procedimiento que debe seguirse para dar audiencia al presunto responsable y finalmente dictar una resolución que absuelva o re- pruebe su conducta y lo conmine, en este último caso, a eninen- darse y cesar en aquello que dañe al notariado.

En el caso del Distrito Federal, el Código de Ética que está en vigor desde el año 2006, ha sido de gran utilidad y un elemento importantísinlo para vigilar la conducta de los agremiados, ya que muchos pensamos que es mucho mas penoso recibir una llamada de atención de nuestros propios compañeros de profesión que de alguna autoridad.

Por supuesto es sumamente complicado que la mayoría de la gente sea I-espetuosa de la ley, cuando muchas autoridades no la respetan ni la hacen respetar aun cuando se trate de las reglas mas elementales de convivencia y de civilidad.

Así se vuelve mucho mas difícil y conlplicada la convivencia respetuosa ya que al no percibir, como es el caso de otros países, que la autoridad manda y sanciona cuando no se le obedece, las reglas se relajan y tristemente se cae en la indolencia y el des- ánimo.




Uiia reflexión final: Respecto cle lo que dijo alguna vez el notario Adi-ián Iturbide Galindo, de toda mi acliniración, en una excelente conferencia. Si una institución iiiilenaria como la del notariado, no es capaz de demostrar los beneficios que brinda a la sociedacl y la utiliclad que representa pat-a el Estado porque pueda resultar mas costosa que necesaria y no redunde eii el beneficio y la paz sociales, entonces no tiene razón de existir.

Si por el contrario, el notariado de tipo latino, no obstante las ci-íticas justificadas que con frecuencia se le hacen, puede de- iiiostrar los beneficios que resultan de su actividad, incluso en países con iiiiiy clisíiiil~olas cultiiras y clesarrollos econórilicos dis- pares, pero que han adoptado este sistenia no solo notarial sino jurídico en general, entonces debe preser\Iarse y fortalecerse, es esa la responsabilidad que tenemos quienes qjercenios esta niara- villosa profesión.

1% cle resaltarse entonces, que no resulta casual que a la fecha sean ya 81 los iiitegrantes del notariado de tipo latino que se han afiliado a la llnióii Internacional que agrupa a las Naciones y Ciiiclatles que han optado por este sistema.

Seguramenle si así lo han hecho países coino Aleniania, Bul- garia, Hungría, la República Checa, Rumania, Rusia, la República I'opiilar China y Japón, entre otros iiiuchos que no tienen relación cultiiral o histórka con nosotros ni con los demás países con raí- ces latinas, por algo será.

Hago votos porqiie reflexionenios en todo esto porque des- enipefieinos nuestro trabajo con verdadera pasión y vocación, para iiií el notarixlo sigue siendo apasionante.

Wago votos taiiibién porque reclol>lenios nuestros esfuei-zos para coiidenar y excluir a los eleiiientos claíiinos y para engrandecer y dignificar cacla vez nias la profesión notarial que tanto queremos.




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