182
Ex scriptorio ......................................................................................................................... Recopilación de artículos José Antonio FORTEA

Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

Ex scriptorio .........................................................................................................................

Recopilación de artículos

José Antonio

FORTEA

Page 2: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

ii

Editorial Dos latidos © Copyright José Antonio Fortea Cucurull

Título: Ex scriptorio

Todos los derechos reservados

[email protected]

Publicación en formato digital octubre 2016

Editorial Dos Latidos

Benasque, España

www.fortea.ws

Page 3: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

iii

Versión para tablet Versión 1.3 de esta obra

Page 4: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

iv

EX SCRIPTORIO ...........................................................................................

Recopilación de artículos

José Antonio

FORTEA

Page 5: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

v

Índice Introducción 1

Artículos sobre temas eclesiales

1. Dos Papas, dos formas de ministerio 3

Consideraciones eclesiológicas acerca de la simultaneidad de un Papa reinante

con un Papa emérito 3

2. ¿Es el obispo el maestro por antonomasia de su

diócesis? 13

Consideraciones acerca de esta afirmación y ramificaciones hacia otros

aspectos del ejercicio de la función episcopal 13

3. La figura de los arciprestes 28

Artículo que completa las consideraciones del libro Colegio de pontífices

acerca de esta figura eclesiástica 28

4. Sobre los obispos y la capacidad para conocer la

verdad 37

Algunas consideraciones acerca de la desconfianza que hay que tener acerca de

la propia capacidad para no equivocarse al juzgar a personas o grupos de

personas 37

Artículos sobre teología

5. ¿Dios es laico o sacerdote? 43

Reflexiones acerca de si el carácter sacerdotal es compatible con la esencia de

la Divinidad. 43

6. Papas y faraones 50

Paralelismos entre la institución faraónica del Antiguo Egipto y la Corte Papal 50

7. De augures paganos a pontífices cristianos 59

Paralelismos entre la antigua religión romana y el cristianismo 59

8. Ucronías sobre Israel 66

Page 6: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

vi

Los seis estados que existieron en Palestina o pudieron seguir existiendo hasta

nuestros días 66

9. Los cristianismos posibles 73

Reflexión acerca de los cristianismos que pudieron existir 73

10. El infierno y las normas que lo rigen 77

La capacidad de la mente humana para saber cómo sería el infierno incluso

aunque éste nunca hubiera existido 77

11. ¿Cuándo se acaba la presencia eucarística? 82

Reflexiones acerca del momento en que la presencia de Jesucristo puede

finalizar en la Eucaristía 82

Artículos sobre liturgia

12. Apuntes para una ceremonia ecuménica de carácter

mundial 90

Sugerencias acerca de cómo organizar la ceremonia de un gran encuentro

interreligoso como el de Asís en 2016 90

13. La misa ad orienten 97

Algunas opiniones acerca de la liturgia y de hacia dónde debe dirigir sus

oraciones el celebrante 97

14. La misa tridentina y la misa del Vaticano II 103

Artículo que analiza la esencia del por qué de la reforma litúrgica de ese

concilio 103

15. Apologia pro Vaticano II 108

Pensamientos en torno al gran concilio ecuménico 108

16. La posibilidad de que un protestante pueda recibir

la comunión en una misa católica 113

Acerca de si existe una imposibilidad absoluta o de conveniencia de un cambio

canónico en este sentido 113

Artículos sobre otros temas 117

17. La palabra que resuena en el aire 118

Algunos cuantos consejos acerca de cómo dar conferencias 118

18. La lista de las listas 131

La lista de las mejores novelas, músicas y películas mi vida 131

19. El doctorando, el tutor y el director de tesis 136

Algunos consejos acerca de cómo cambiar el espíritu con que se escogen los

temas de las tesis doctorales y se realizan éstas 136

Page 7: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

vii

20. Bach: el regalo de Dios a los hombres 142

Apreciaciones y comentarios a la obra de Johan Sebastian Bach 142

21. La necesidad de racionalizar el flujo migratorio a

Europa 147

Una sugerencia acerca de cómo organizar el fenómeno de la inmigración

cuando ésta se convierte en un fenómeno masivo 147

22. Un gobierno mundial 170

El ideal de un gobierno de la razón, universal, unitario, que gobierne una paz y

una prosperidad universal 170

Page 8: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

1

Introducción

Este libro es una recopilación de algunos de mis artículos. Me

ha parecido bien a estas alturas reunirlos todos en una sola obra.

Por un lado para facilitar el que pudieran ser encontrados por los

lectores interesados. Y por otra parte, para que puedan ser citados

por aquellos que desearan incluirlos en alguna obra académica.

Page 9: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

2

I parte .......................................................................................................................................................

Artículos sobre temas eclesiales

Page 10: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

3

1. Dos Papas, dos formas de

ministerio Consideraciones eclesiológicas acerca de la simultaneidad de un

Papa reinante con un Papa emérito

MONSEÑOR GEORG GÄNSWEIN, Prefecto de la Casa Pontificia, el

20 de mayo, tuvo una intervención en la presentación de un libro

acerca del pontificado de Benedicto XVI1. En esa intervención, dijo

unas pocas frases que dieron la vuelta al mundo eclesiástico,

afirmando que el Papa Benedicto no ha abandonado el ministerio

de Pedro, y hablando de un papado en el que hay un miembro

activo y un miembro contemplativo.

No oculto que, en un primer momento, tuve una impresión de

desagrado hacia sus palabras. ¿Cómo era posible que el Prefecto de

la Casa Pontificia difuminara la nitidez de una renuncia pontificia,

una cuestión canónica de gravísima trascendencia para la vida de

la Iglesia?

Pero en los días siguientes seguí reflexionando sobre el tema.

Y me di cuenta de que monseñor Gänswein había abierto un

apasionante tema eclesiológico totalmente nuevo, nunca tratado

antes con la hondura que merecía. Un tema que, además, podía

ofrecer una utilísima luz a otro campo, el de la teología del

episcopado. Después de darle muchas vueltas a este asunto, me

encontré con que del desagrado pasé a suscribir enteramente las

palabras de Prefecto de la Casa Pontificia. Este artículo quiere ser

1 Presentación del libro de Roberto Regoli Oltre la crisi della Chiesa, que tuvo lugar en la Universidad

Gregoriana el 20 de mayo.

Page 11: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

4

una profundización en sus brevísimas frases y del por qué de mi

cambio de opinión.

Hay que dejar claro, desde el principio, que el único que tiene

potestad de jurisdicción es el Papa Francisco. Rotunda e

indudablemente, el Papa Francisco es el único Vicario de Cristo. A

él le compete el gobierno de la Iglesia. El asunto de quién gobierna

la Iglesia es algo canónicamente tan incontestable que no merece

que se le dedique más espacio que la mera afirmación: la plenitud

de la jurisdicción papal le compete solo a nuestro santo padre

Francisco, le compete a él de forma plena e indivisa.

Ahora bien, ¿cuál es el estatuto eclesial de un Papa emérito?

¿Un estatuto de honor exclusivamente? ¿El ser otro obispo más

como cualquier otro? Las cuestiones eclesiológicas, sobre todo

cuando son muy complejas, siempre se dilucidan mejor mirando a

la institución humana de la familia, porque la Iglesia es una familia.

Un abuelo que deja el gobierno de la casa y de sus campos

con sus viñadores en manos de su primogénito ¿ya no es nada?

Pensemos con la mentalidad del Antiguo Testamento, una figura

patriarcal que, por la edad, ni gobierna ni puede gobernar su casa

¿ya no es nada?

Sin responder todavía a esta cuestión tras la comparación

propuesta, enfoquemos el asunto de otra manera: Un obispo

emérito de una diócesis, una vez que se jubila, ¿ya no es más que

una figura honorífica? ¿Ya solo le queda el sacramento del orden y

nada más? ¿O eclesiológicamente queda un “algo” más?

Evidentemente, queda algo más que el sacramento. Pero ese

“algo difuso” no es fácil concretarlo al modo canónico. Lo que está

claro es que en una familia no puede haber dos padres. Pero

también está claro que uno que es padre no puede dejar de ser

Page 12: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

5

padre. La paternidad no es un traje que ahora me pongo y después

me quito. Eclesialmente hablando, o se es padre o no se es padre.

Monseñor Gänswein ha lanzado a rodar una cuestión eclesial

que, de ningún modo, carece de importancia, pues profundizar

teológicamente en este asunto será de grandísima utilidad para

entender la figura, función y sentido de los obispos eméritos.

No pretendo, en este artículo, yo solo dilucidar este asunto,

sino ser un autor más en esta reflexión que, sin duda, continuará

con otros autores. En mi modesta opinión, la figura que da luz a

esta situación es la figura del abuelo en una familia. La situación

que ahora vivimos es totalmente paralela a la de un abuelo, ya

debilitado por el peso de la edad, en una familia en la que existe un

primogénito que, en la madurez de su edad, ejerce de paterfamilias.

La comparación me parece adecuada, porque ocurre a veces

que el patriarca fundador de una empresa llega un momento en que,

de manera formal y con todas las prescripciones legales, cede el

gobierno de la empresa a su hijo. ¿Eso significa que el abuelo-

patriarca pasa a no ser nada? Desde luego eso no es así en la

institución familiar humana y no debe ser así en la Iglesia que es

una gran familia.

Veamos otro ejemplo que puede dar luz. Imaginemos en el

siglo I que un San Pedro muy anciano ya no puede ni salir de su

hogar en Roma, porque las piernas no le sostienen y la ceguera ya

no le permite reconocer los rostros. Y que, de común acuerdo entre

el clero y el apóstol, se decide que otro clérigo ocupe el lugar de

Pedro en el gobierno de la iglesia romana. Imaginemos que, por

parte de Pedro, esa decisión de tener un sucesor ya en vida va

acompañada de una renuncia formal a ejercer el gobierno sobre la

iglesia romana. No sería lo normal en esa época. Lo normal sería

una lenta y gradual sustitución de facto. Pero imaginemos que se

Page 13: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

6

produce una meditada y anunciada renuncia pública, en presencia

del clero y el pueblo, al ejercicio del gobierno en favor de su

sucesor. ¿Eso significaría que Pedro pasa a no ser nada?

Evidentemente, no.

Pedro seguiría siendo Pedro aunque no gobernase. Del mismo

modo que, actualmente, un obispo emérito sigue siendo sucesor de

los apóstoles, aunque sea emérito. Es decir, un obispo emérito no

solo seguirá teniendo la potestas ordinis que le ha conferido el

sacramento del episcopado, sino que también seguirá manteniendo

su lugar en la Iglesia universal como sucesor de los Doce. Puede

renunciar totalmente al gobierno sobre una diócesis, pero, en ese

acto de renuncia, no abandona todo lo que conlleva ser sucesor de

los apóstoles.

¿Un sucesor de Pedro deja de ser sucesor de Pedro por

renunciar al gobierno? Evidentemente, no. Sigue siendo sucesor de

Pedro, tanto como al principio de su pontificado, solo que ya no

ejerce el gobierno que asumió tras su elección. Cierto que siempre

unimos el hecho de la sucesión apostólica al reconocimiento de la

posesión de la autoridad para ejercer el gobierno eclesiástico. Y esa

unión es correcta, pero, en sí mismos, son dos conceptos

separables. Un presbítero que es ordenado obispo ya es sucesor de

los apóstoles, aunque el Papa no le otorgara diócesis alguna donde

ejercer potestas regiminis alguna.

El que ha sido Papa, seguirá siendo sucesor de Pedro no solo

hasta el final de su vida, sino también en el más allá. No porque

imprima carácter, sino porque es un hecho. Por eso, un Papa

emérito debe tener un protocolo de funerales (los novendiales)

exactamente igual que cualquier otro Papa.

Hemos dicho antes que la figura del obispo es equivalente a

la figura de un padre en una familia. Pero el gobierno de una familia

Page 14: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

7

es solo una faceta de la paternidad. La paternidad la sigue

manteniendo un padre, por muy anciano que sea, porque a eso no

se puede renunciar. Ningún padre puede renunciar a ser padre.

De ahí que las palabras del Prefecto de la Casa Pontificia las

veo totalmente verdaderas. El ministerio de Benedicto sigue siendo

petrino. Ciertamente es un ministerio alargado, como el Prefecto

afirmó. Un Papa emérito, en virtud de ese ministerio verdadero,

puede dedicarse no solo a la contemplación, sino también a hablar

a sus hijos (no ha renunciado a la paternidad) y a aconsejar a su

primogénito que ahora le sucede, como sería lo normal en cualquier

familia.

Pero sobre todo su mera presencia es algo muy valioso, pues

es signo de continuidad, de lo que significa la paternidad espiritual

en la Iglesia. Es prueba de que la Iglesia es una familia. No una

empresa en la que se puede prescindir de un director general, tras

lo cual lo mejor es que éste desaparezca, yéndose a un lugar bien

lejos del lugar donde se toman las decisiones.

En una empresa, la presencia de un antiguo presidente general

(salvo que sea familia del nuevo presidente) se entiende como una

intromisión, como una fuente de problemas, como un modo de

dejar clara la decisión de no querer abandonar el gobierno. En la

Iglesia las cosas no son así. La presencia de un Papa emérito en

todos los actos a los que quiera asistir no solo no eclipsa al

“primogénito”, sino que lo orna.

No solo eso, sino que si, en algún siglo, se produjera la

situación de un Papa reinante sentado en su sede flanqueado de dos

Papas eméritos esa imagen sería bellísima. En una situación así, la

continuidad sería no solo un concepto que se aprende en los libros

con palabras, sino una verdad materialmente visible en las

fotografías.

Page 15: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

8

Por supuesto que cabe la posibilidad de un Papa emérito que

crease problemas a su sucesor, por lo que dijera en sus

predicaciones, por sus escritos que suscitasen confrontación con un

Papa reinante, o por los comentarios a otros eclesiásticos si estos

comentarios son mera crítica. En un caso así, el Papa emérito

tendría que obedecer al Papa reinante, sin poder alegar ningún

derecho proveniente de su figura de Papa emérito. En una familia,

un patriarca que ha entregado el gobierno de la viña a su sucesor

no puede retomar ese gobierno alegando que su sucesor hace mal

las cosas. Lo mismo en la Iglesia, ninguna situación de excepción

autorizaría a un Papa emérito a eximirse de la obediencia a su

sucesor.

Incluso podemos indagar distintos escenarios límite que nos

ayudan a comprender este status especial. Por ejemplo, si falleciese

el Papa reinante y se diese posteriormente una situación de

desorden excepcional durante la sede vacante, en una situación así

de caos ¿podría un Papa emérito invocar su figura como sucesor de

Pedro para imponer autoritativamente sobre otros eclesiásticos

algún tipo de gobierno transitorio suyo hasta la elección de un

nuevo sumo pontífice? La respuesta es no. La ley canónica es clara.

El gobierno de la Iglesia en esos casos de sede vacante o impedida

queda en manos del Colegio Cardenalicio.

Por muy excepcional que fuese una situación así, aunque se

diese cada cuatrocientos años, un Papa emérito no podría esgrimir

la autoridad de su figura para imponer su gobierno transitorio. Y

eso por dos razones:

La primera razón es para que quede meridianamente claro que

su puesto eclesial carece de toda potestad de jurisdicción. De lo

contrario, la lista de posibilidades para ejercitar algún tipo de

Page 16: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

9

potestad de régimen sería interminable y siempre generadora de

conflictos con otras autoridades como el Colegio Episcopal o el

Colegio Cardenalicio. Aceptar la permanencia de algún tipo de

autoridad de gobierno en un Papa emérito sí que sería internarse en

un laberinto. Porque si se admitiera tal cosa, implicaría admitir que

queda en su persona algo de esa potestad de jurisdicción. Y si es

así, podría darse el caso de un Sumo Pontífice que renunciase

parcialmente a su potestad de jurisdicción, reservándose algunos

aspectos de esa autoridad, no cediendo algunos campos donde

ejercerla.

La potestad de régimen o se posee o no se posee. Trocearla

sería ir en contra de la voluntad de Cristo, cuyo diseño organizativo

de la Iglesia es claro en cuanto al ejercicio de la autoridad. A nivel

de potestad de gobierno, o se es obispo de una diócesis o no se es.

O se es Papa o no se es. Trocear la autoridad para ejercer el

gobierno eclesiástico, sin duda, implicaría ir en contra de la

voluntad fundacional de Cristo.

La segunda razón es que precisamente porque lo normal es

que un sumo pontífice renuncie, porque el peso del gobierno ya

resultaba demasiado oneroso para sus fuerzas. Si no podía llevar

ese peso en una situación normal, menos podrá hacerlo en una

situación excepcional. Por eso no sería adecuado que en una

situación de mucha mayor dificultad sea el que ya no podía llevar

ese peso, el que lo retomara de nuevo. Un pontífice así lo normal

es que fuese totalmente manipulable por el grupo de los más

cercanos a él.

Como se ve, la cuestión de un Papa emérito es

eclesiológicamente apasionante. Después de todo lo dicho, se

comprende la conveniencia de que la figura del Papa emérito vaya

Page 17: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

10

vestida exactamente igual que un Papa, puesto que, en verdad, es

un sucesor de Pedro. Y si viste así también, lógicamente, conviene

que siga manteniendo su nombre pontificio, el tratamiento de Su

Santidad y que se le siga llamando Papa, aunque se le añada el

adjetivo emérito.

Con toda sinceridad, sin ningún ánimo de elogiar

protocolariamente, quiero felicitar a monseñor Gänswein por haber

abierto a la discusión teológica esta nueva dimensión eclesiológica

de la figura de los Papas eméritos. Sin duda, el Prefecto de la Casa

Pontificia sabía que sus palabras iban a provocar un gran desagrado

en la mayor parte de los eclesiásticos, salvo en los más radicales

enemigos del Papa Francisco. Y, sin embargo, monseñor Gänswein

optó por abrir la cuestión teológica desde la más completa fidelidad

a los dos Papas.

Desde una perspectiva civil y mundana, desde una

perspectiva de mero poder, un Papa emérito debería desaparecer.

Porque aparecer se interpretaría como sinónimo de creación de

problemas. Desde una perspectiva eclesiástica y, por lo tanto,

espiritual, un Papa emérito sigue siendo sucesor de Pedro y sigue

manteniendo su paternidad, y, por tanto, todo lo que haga de un

modo constructivo será positivo.

Desde esta perspectiva, un Papa emérito no es una figura para

ser escondida, no es una figura que deba sentirse culpable por

aparecer. ¿Se siente culpable un abuelo por pasar mucho tiempo

con sus nietos, por visitarles a menudo? Imaginemos un Papa

emérito, no muy anciano, pero que no se siente con fuerzas,

renuncia al gobierno de la Iglesia y decide regresar a un hospital de

un lugar de misiones para seguir atendiendo a los enfermos con sus

manos, cosa que hacía como presbítero. Pues, dado que es sucesor

de Pedro, tal acción sería un modo de ejercer el ministerio petrino:

Pedro cuidando a los enfermos.

Page 18: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

11

Desde esta perspectiva, el estatuto del Papa emérito no

plantea ningún conflicto, en cuanto a su futuro, incluso en el caso

de que el que renunciase no fuera muy anciano. La única cosa que

debe tener en cuenta, por simple prudencia, es que su labor debe

ser constructiva, y que, en cualquier caso, está sometido al pastor

que gobierna.

Teniendo en cuenta esto, un Papa emérito puede tener una

frecuente presencia cultual en la Basílica de San Pedro; él solo, sin

necesidad de que siempre esté presente el Papa reinante. Su

presencia puede ser incluso semanal o más frecuente: en grandes

pontificales, en el rezo de las horas canónicas con el capítulo de

San Pedro, en la adoración al Santísimo Sacramento. Un Papa

emérito puede ser el mejor ornato de la Basílica de San Pedro si sus

fuerzas le permiten tomar parte en esos actos. También puede, por

poner otro ejemplo, ejercer como consejero de cardenales y

obispos. Ahora mismo recibir a muchos prelados sería visto con

recelo por muchos, porque, sin darnos cuenta, aplicamos a la

Iglesia criterios de poder mundanos.

El espacio eclesiológico que puede ocupar un Papa emérito

puede ser muy rico, solo limitado por sus posibilidades físicas.

Aunque, en la mayoría de los casos futuros de Papas eméritos, su

presencia será infrecuente precisamente por esa razón.

Con todo lo expuesto hasta ahora, no debería sacarse la

impresión de que la jubilación de los Papas debería ser, a partir de

ahora, algo frecuente y normal. No, porque, precisamente desde

esta perspectiva de la Iglesia como una familia, un padre debe

permanecer en su puesto hasta el final, a no ser que él en conciencia

considere que ya no puede o no debe seguir en su puesto. No

importa si está enfermo o muy anciano, dado que la Iglesia no es

una empresa y no se rige por criterios de efectividad, lo ideal es que

Page 19: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

12

un Papa muera siendo Papa, aunque su volumen de trabajo

disminuya con el tiempo.

Pero aunque lo más recomendable es que los Papas no se

jubilen, si lo hacen, la presencia simultánea de un Papa-abuelo

junto a un Papa-padre no plantea problema eclesiológico alguno. A

pesar de todo lo dicho, lo normal será que un Papa emérito anciano

no desee otra cosa que retirarse de cualquier aparición pública,

estas reflexiones muestran cómo esta figura eclesial peculiar sigue

manteniendo su ministerio petrino. Lejos de ser una figura

problemática en la claridad del organigrama, es un elemento

enriquecedor de la familia que es la Iglesia.

Page 20: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

13

2. ¿Es el obispo el maestro por

antonomasia de su diócesis? Consideraciones acerca de esta afirmación y ramificaciones hacia

otros aspectos del ejercicio de la función episcopal

Del obispo no se afirma a menudo que sea el maestro por

antonomasia de su diócesis, más bien es una expresión muy

infrecuente. Pero dado que, alguna que otra vez, sí que se afirma

tal cosa, conviene hacer algunas reflexiones. Reflexiones a las que

le voy a dedicar cierta extensión, porque nos llevará a profundizar

tanto en la esencia del episcopado así como en otras dimensiones,

tales como su condición de pastor y su relación con los presbíteros.

En los primeros siglos de la Iglesia, cuando alrededor de una

sede episcopal podían orbitar unos treinta presbíteros, era lógico

que los clérigos escogieran al más santo y sabio de entre ellos.

Hasta el siglo IV, había presbíteros casados que se ocupaban de sus

negocios y familias. Como es natural, cuando se elegía como

obispo a un monje de otro lugar, un monje dedicado al estudio de

los libros sagrados que los había leído y meditado bajo la tutela de

un maestro reconocido, este monje se convertía con la ordenación

en el maestro natural de los clérigos que, aun habiendo aceptado

ejercer el sacerdocio en una comunidad, ni habían tenido una

formación propiamente clerical ni habían posteriormente

disfrutado de calma para dedicarse a la ciencia sagrada.

Page 21: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

14

De ahí que tanto si se designaba como sucesor del obispo a

un clérigo propio, eligiendo al más sabio y santo de entre ellos,

como si se escogía a un reconocido monje foráneo espiritual e

instruido, en ambos casos el obispo pasaba a convertirse en la

fuente de instrucción natural del clero y en el más reconocido

predicador del pueblo fiel.

Esto es así, clarísimamente, en el Norte de África hasta el

siglo VI que es la institución episcopal que más he estudiado. Con

toda razón se puede suponer que el fenómeno fue similar en todas

partes, excepto en aquellas grandes sedes que ya tenían escuelas

teológicas (Antioquía, Alejandría, etc) y que merecerían un análisis

separado.

Pero, en el resto de sedes normales de todo el Imperio, el

obispo era el maestro por antonomasia sencillamente porque lo más

usual era que fuese el que más sabía. Si a eso se añadía que en esa

época, ante todo, se buscaba la espiritualidad, se comprende que la

figura episcopal fuese habitualmente el más excelente pozo de

ciencia y santidad presente en esa sede. Por eso había sido escogido

obispo.

Si a eso añadimos que el sacramento del orden confiere una

participación en la misión de los apóstoles, y que los apóstoles eran

maestros, se comprende que entre las características esenciales del

episcopado haya estado siempre el ser maestro. Presencia de esa

propiedad como un aspecto consustancial con el episcopado,

aunque no en todos los siglos se ejerciera. En la Edad Media

algunos obispos raramente predicaban.

Pero, incluso en esa época feudal, se tenía claro que un obispo

era un sucesor de los apóstoles, un sucesor en su misión, y que los

apóstoles eran maestros. Luego el obispo era sucesor de los grandes

doce maestros primigenios.

Page 22: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

15

Fácilmente se podrían dedicar varias páginas a insistir en lo

esencial que resulta esta característica del magisterio en la misión

episcopal. Pero otros lo han hecho muy bien, así que no abundaré

en una materia indiscutible.

Pero una cosa es que la predicación forme parte esencial de

esa misión, y otra distinta es que él sea el maestro por antonomasia

de la diócesis. Es decir, no es lo mismo afirmar que el obispo es

maestro, que afirmar que es el maestro por excelencia en su

diócesis. Ya hemos visto que durante los primeros siglos de la

Iglesia esto fue así de hecho. Y por su misma excelencia personal,

en esos siglos, el obispo era el garante de la ortodoxia de la fe en

su diócesis. Pero desde la Edad Media hasta nuestros días, el obispo

dejó de ser el clérigo más instruido en teología en su diócesis. Si a

esto añadimos que no existe una identificación infalible entre la

figura personal del obispo y la ortodoxia, la lista de obispos

condenados por concilios es larga, la pregunta acerca de cómo

entender esa afirmación acerca de la excelencia de esta faceta

episcopal debe abordarse.

El obispo ¿es el garante o debería ser el garante? No es lo

mismo. En otras funciones no hay duda alguna, el obispo ES el que

gobierna. El obispo ES el que ejerce el sumo sacerdocio en los

grandes actos cultuales de su diócesis; añádase a esto su faceta

como administrador del sacramento del orden. Como se ve, en la

función de gobierno, en la cultual y en la sacramental no hay duda

alguna, no hay matices que añadir a la afirmación. Pero en la

función de enseñar las cosas no son tan simples.

Un sacerdote actualmente es elegido como obispo electo de

una diócesis. Hasta que ha sido ordenado, ¿él era el más sabio entre

los sacerdotes? Normalmente, no. Se suele designar para el

Page 23: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

16

episcopado a candidatos con gran bagaje teológico. ¿Pero esa

elección garantiza que ellos son la cima del saber teológico en sus

respectivas diócesis? Evidentemente, no. No solo no son la cima en

esa faceta, sino que tampoco hay necesidad de que eso sea así.

Imaginemos una diócesis con una prestigiosa facultad de

teología. Indudablemente, lo normal será que en esa universidad

haya teólogos más profundos y brillantes que el obispo. O, como

mucho, el obispo será por su saber uno más entre ese cuerpo de

maestros de la ciencia sagrada. Incluso aunque se escogiese

siempre como obispo al mejor y más brillante teólogo del claustro

de profesores, él solo sería el más experto en su especialidad, no en

todas. Existe una cierta imposibilidad material de que actualmente

el obispo sea la cima de la teología en su diócesis, dado que la labor

en la cúspide de los maestros siempre se ejerce de un modo

colegial. A eso se añade el que, sin ninguna duda, el sacramento

del orden no le confiere al obispo ninguna ciencia especial. La

gracia de estado no le otorga el carisma de la infalibilidad en

materia teológica, ni siquiera una perspicacia peculiar.

Así que nos encontramos con que un nuevo obispo concreto

que llega a su diócesis no es el más sabio ni el que está dotado de

mayor conocimiento de la teología, tampoco está dotado de

infalibilidad, necesariamente no es el más santo de los clérigos de

su diócesis. Aclaro esto porque algún alma cándida tal vez crea que

lo que el obispo no sabe ex scientia le es inspirado ex sanctitate. Si

no es el que más sabe ni el que mejor predica, si puede equivocarse,

¿en qué sentido habría que afirmar que el obispo es el maestro por

excelencia de su diócesis?

La respuesta no es un no absoluto. Se puede afirmar tal cosa

por varias razones: él otorga a sus clérigos el permiso para predicar

la fe de la Iglesia, ninguno de ellos le puede quitar a él un oficio

que es nativo. Es sucesor de los apóstoles y el oficio de enseñar

Page 24: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

17

resulta indivisible del carácter de apóstol. En todos esos sentidos sí

que se puede afirmar que es el predicador por antonomasia.

Pero después de todo lo explicado, no considero que esta

expresión de predicador por excelencia o predicador por

antonomasia sea muy feliz. Se presta más a inducir a equívoco que

a dar luz, lo mismo que la expresión de que los niños nacen con

pecado original. Por muy acuñada que esté esa expresión para los

niños, no deja de ser una expresión que induce al error de pensar

que un inocente pueda tener algo tan personal e intransferible como

el pecado.

La expresión de la antonomasia también es correcta en cuanto

que el obispo debería ser el garante de la ortodoxia, es decir, del

magisterio auténtico del colegio episcopal. Es cierto, también,

como ya se ha dicho, que el obispo convendría que fuera una fuente

de saber para su clero.

Pero como se ve, todos estos matices, necesarios, proceden

de la diferencia entre lo que un obispo es y lo que debería ser.

Distinción de ambos verbos que es totalmente justa cuando

consideramos que tanto al referirnos al gobierno episcopal como al

ejercicio del sumo sacerdocio aplicamos el verbo ser de forma

absoluta: el obispo ES el que gobierna, el obispo ES el que ejerce

las funciones pontificales en el ámbito ritual de su diócesis.

Otra luz, respecto a la cuestión sobre la que estamos

reflexionando, la podemos encontrar si analizamos esta otra

cuestión: ¿es el obispo el pastor por antonomasia de su diócesis?

En cuanto que los demás pastores son sustituibles y trasladables a

otras diócesis con facilidad, mientras que él encarna la

permanencia del oficio apostólico, en ese sentido, él si que es el

pastor por excelencia entre todos los demás. Pero es una expresión

Page 25: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

18

que, aunque tenga una interpretación correcta, se presta a

equívocos. Resulta más adecuado afirmar que el obispo es pastor

de pastores, porque los presbíteros son verdaderos pastores de sus

rebaños. No son meros delegados del único pastor de la diócesis.

¿Podría pretender un joven obispo recién llegado a la diócesis

ser el verdadero y auténtico pastor de un pequeño pueblo por

encima del anciano y querido párroco que lleva allí ya veinte años,

atendiendo a sus ovejas, aconsejándolas, confortándolas, hablando

con ellas y conociéndolas? Evidentemente, el párroco es un

verdadero pastor de su grey, aunque el obispo tenga autoridad sobre

ese pastor. Del mismo modo que es panadero el que hace panes, así

también pastor es el que pastorea. El que alguien por razones

eclesiológicas tenga esa prerrogativa de forma nativa no implica

que el otro (el presbítero) no tenga esa función (aunque sea por

concesión) y que la ejerza más, e incluso mejor, que el que se la

concedió.

El obispo puede afirmar que es verdadero y auténtico pastor

de los fieles de su diócesis en razón de su encargo apostólico: él

puede quitar a los pastores, ellos no le pueden quitar a él. En el

sentido de la legitimidad, el obispo siempre será un pastor

verdadero y un pastor auténtico. Pero en el sentido de la realidad,

de la función realizada día a día sobre un pequeño rebaño, del

párroco se afirma con rotundidad que es verdadero pastor.

Sería fuente de confusión, nadie lo entendería, si un joven

obispo que llega por primera vez a un pequeño pueblo se sentara

en el centro del presbiterio y les tratase de explicar que él mismo

es el verdadero pastor y que su antiguo párroco ha sido algo

necesario, pero menos auténtico que un sucesor de los apóstoles.

Pues lo que se dice del obispo como pastor, se puede decir de

él como predicador. El obispo es predicador auténtico en cuanto a

Page 26: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

19

la cuestión de su legitimidad como predicador. Pero un humilde

párroco de una pequeña iglesia será el que ejercerá de forma real

ese oficio de predicar cada semana a su grey. El párroco no predica

como delegado, predica como verdadero pastor. El párroco no es

un delegado del obispo. Es más sencillo y más comprensible decir

del obispo que es el pastor de pastores. Esa afirmación la entiende

todo el mundo y no requiere de páginas de matices y explicaciones.

Cierto que el pastor de pastores también ejerce su función sobre las

ovejas del rebaño y no solo sobre los pastores. Pero aquí vemos

cómo una expresión es clara y cristalina, y la otra requiere, con toda

justicia, de muchos matices.

Un delegado para la educación solo posee la autoridad que se

le ha delegado para esa función. Un delegado puede ser presbítero,

diácono o laico, porque lo único que tiene en sus manos es una

autoridad conferida para encargarse de algo. Mientras que un

párroco es pastor. O se le nombra pastor o no se le nombra, pero el

pastoreo no es una realidad maleable y divisible a voluntad del

obispo. El obispo puede dar tantas consignas, órdenes e

indicaciones como quiera a su delegado. Puede descender a los

detalles que desee, es su delegado. El obispo pone a quien desee

para pastorear una grey. Pero una vez puesto allí, es el pastor y

ejercerá el pastoreo por su participación en el sacerdocio de Cristo,

no como delegado del que le puso allí. El nivel al que el obispo

puede descender al dar indicaciones a un párroco es distinto,

porque está hablando a un pastor, no a un mero ejecutor de la

voluntad episcopal. El párroco no es un siervo del obispo. Es un

siervo de Dios, bajo la obediencia al obispo. Eso explica la relación

entre un presbítero y su supervisor; la palabra griega lo dice todo.

No es que como el obispo no pueda llegar a todos los pueblos,

tenga que extender su pastoreo a través de sus presbíteros. Como si

el clero fuera una mera extensión del obispo. Esta concepción es

eclesiológicamente errónea. Los pastores-presbíteros son

Page 27: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

20

verdaderos pastores (también los diáconos participan de esa

característica) y, por tanto, son colaboradores del obispo, no meros

instrumentos ejecutores de las directrices y consignas del que les

preside.

Como se ve, la cuestión de si el obispo es el predicador por

antonomasia de la diócesis nos lleva a otras muchas cuestiones muy

interesantes. Afirmar que el obispo es el gran predicador de la

diócesis es falso, puede haber otro presbítero que predique más y

mejor. El obispo ex officio no es el gran predicador de la diócesis,

ni en calidad ni en cantidad. El obispo puede ser un predicador

menor frente a uno de sus presbíteros. ¿Es acaso el obispo el que

administra por antonomasia el sacramento del bautismo?

Evidentemente, no. ¿Es acaso el obispo el que administra por

antonomasia la confesión o la unción de los enfermos? No.

Podríamos seguir.

Por eso la expresión analizada se presta a mucha confusión.

Hay una cuestión de legitimidad nativa en ciertas funciones

episcopales, no solo en la función de predicar. Pero eso no significa

ni que realice mejor esas funciones, ni que los otros las realicen por

delegación.

Las conclusiones de todo esto me parecen claras. Las

afirmaciones de que el obispo es el pastor o el predicador por

antonomasia o por excelencia en su diócesis son verdaderas solo

con muchos matices y, además se prestan a confusión. Hay otras

muchas expresiones que dicen lo mismo, pero de un modo más

preciso y más claro.

Hechas estas reflexiones sí que me gustaría profundizar un

poco más en algunos de los temas tocados. Es cierto que el obispo

no es infalible en materia teológica. Pero si el obispo es un hombre

Page 28: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

21

santo de gran oración, que humildemente pide consejo a los sabios

de la diócesis cuando hay materias dudosas de la moral y la

teología, si escucha a los maestros, sopesa las cosas con calma y

pide luces al Señor, entonces no dudo en afirmar que el obispo

fácilmente será iluminado por el Espíritu Santo.

Si es un obispo santo y siempre obra así, será un garante de

la ortodoxia verdaderamente celestial, como un ángel puesto sobre

la sede en mitad de su clero, en mitad de su pueblo.

Es cierto que el carisma de la infalibilidad del sucesor de

Pedro solo lo posee el Papa y nadie más. Ese carisma o se posee o

no se posee. Ahora bien, no me parece que, por usar un símil

evangélico, no puedan caer las migajas de la mesa a los perros que

hay debajo. El carisma de Pedro es, en definitiva, asistencia de lo

alto: directamente de Dios, inspiración de los ángeles, intercesión

de los santos. Esa asistencia, en un grado distinto, puede descender

sobre el obispo. No de forma automática, solo si es digno y se

esfuerza por buscar la verdad.

Entendido de un modo recto, el carisma de Pedro (aun siendo

algo único) no carecería de una cierta participación en los grados

inferiores. O en vez de observar la cuestión de arriba abajo, sino al

revés: el carisma de Pedro sería este carisma episcopal elevado al

más alto grado. En el fondo, estamos hablando de la gracia de

estado, aplicada a la ortodoxia.

Algunos entienden la gracia de estado como algo automático

y no es así. Si el obispo se esfuerza, busca, ora, pide consejo, lee

las Escrituras y sopesa todo con mucha calma, la gracia de estado

vendrá a él más que a un laico normal y corriente. Gracia de estado

que le iluminará en la defensa de la ortodoxia, en el gobierno de la

diócesis, en lo que ha de decir a su presbiterio. Hay un modo

equivocado de entender la gracia de estado, como algo automático.

Page 29: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

22

Y un modo correcto: el Espíritu Santo actúa sobre el que es digno

de recibir esa iluminación.

Nunca hay que apelar a la gracia de estado para pedir el

asentimiento de los demás. Pues el más santo de los obispos se

puede equivocar por más que haya dedicado tiempo y humilde

esfuerzo para buscar la verdad. La gracia de estado existe, pero

nunca se puede apelar a ella. Porque, en definitiva, sería como

decir: asentid a lo que enseño u ordeno porque soy un iluminado de

lo alto. La iluminación celestial existe, pero solo un soberbio

apelaría a ella como criterio para el sometimiento. La gracia de

estado no es una realidad constante, no es una res existens, sino una

inspiración, a veces viene y a veces no. Tan grandiosa que no dudo

en afirmar que es una cierta, pequeña y humilde participación en el

carisma de la infalibilidad petrina. Pero se trata de una realidad a la

que uno jamás de los jamases puede apelar, salvo que uno sea un

insensato.

Pero entendida de forma correcta, hasta el párroco participa

de esa gracia. En él existe una participación de esa illuminatio

apostolica que he dicho que puede existir en el obispo. Si los

clérigos fueran santos, si a más altura de rango en la jerarquía

hubiera mayor santidad, esa illuminatio apostolica se participaría

en diversos grados, descendiendo desde el Santo Padre a los

cardenales, arzobispos, obispos y párrocos. No consideraríamos la

infalibidad del obispo de Roma como una realidad en la que no

caben participaciones menores de esa misma iluminación. Eso sí,

dejando claro que solo la gracia en la cúspide de la pirámide otorga

infalibilidad segura, objetiva e indudable. Por debajo del Papa esa

iluminación no es segura e indudable. Es decir, no adquiere un

rango de objetividad tal que merezca nuestro asentimiento en

conciencia.

Page 30: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

23

No han sido pocos los teólogos progresistas que se han

llevado las manos a la cabeza al oír hablar de la infalibilidad papal.

Mi postura es justamente la contraria: ese carisma debería recorrer

los rangos jerárquicos de la Iglesia. Si no lo hace, es porque no

somos dignos. No somos dignos del rango que ostentamos en la

Iglesia de Dios.

Si se entiende este carisma del modo que he explicado, un

obispo puede estar más iluminado que el Papa. Un obispo

cualquiera no tiene ex iure el rasgo de la infalibilidad. Pero, ex

facto, puede ser más infalible (por estar siempre más iluminado)

que el Papa.

Como se ve, si la santidad fuera el gran ornato de los rangos

eclesiásticos; si se escogiera para estar más arriba, al que ha sido

más transformado por la gracia; si se colocara en lo más alto del

candelabro a la vela que más ilumina, entonces el obispo sería la

gran fuente de la sabiduría colocada en medio de sus presbíteros,

de sus diáconos y de su pueblo. De forma natural, sería el garante

de la ortodoxia. Sería no solo el pastor de pastores, sino el modelo

de todo pastor de su grey. Sería el pastor por excelencia, porque

sería el pastor más excelente.

Desgraciadamente algunas veces se escoge al sordo espiritual

para hablar a los pastores, al cojo en su alma para regir el paso de

los que precede en el peregrinar. Esto ocurre algunas veces, pero lo

que sí que ocurre muchas veces es que se escoge no al mejor, sino

a alguien bueno. Bueno, pero que no es el mejor.

Aun así, aunque el que presida sea un obispo muy limitado en

sus capacidades, él, en cierto modo, es el garante de la ortodoxia.

Antes ya he dicho que una cosa es serlo y otra que debería serlo.

Mi matiz es verdadero. Ahora bien, el obispo en cuanto que tiene

Page 31: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

24

la misión de velar por la ortodoxia, en ese sentido, es el garante de

la ortodoxia. Prácticamente siempre cumple con esa función. Los

casos en que no es así, son excepcionales. Cierto que existen

policías corruptos, pero la mayor parte de los policías son

honrados. En ese sentido, las excepciones no anulan la afirmación

de que la policía es garante del orden. Lo mismo se aplica al obispo,

con independencia de sus cualidades y aunque pueda haber

excepciones.

Del mismo modo, la predicación del obispo no es una

predicación más, es la predicación del garante de la ortodoxia, es

la predicación del que ejerce la función de los apóstoles aquí y

ahora. En ese sentido, su predicación tiene el rasgo de lo peculiar.

Aunque, de hecho, un humilde párroco pueda predicar mucho

mejor que su obispo. Pero cuando vaya a un pequeño pueblo, la

predicación del obispo que escucharán los lugareños no será la de

un pastor más, sino la del supervisor de ese pastor y de ese rebaño.

Por todo lo dicho, porque la predicación episcopal puede ser

una pésima homilía, no me parece lo más adecuado hablar de la

excelencia de la predicación del obispo, sino de la autoridad de la

persona que la da. ¿Por qué usar expresiones que se prestan a la

confusión, pudiendo usar expresiones más nítidas?

Mucho antes, al hablar del “ser” y el “deber ser”, había dicho

que un obispo sí que es pastor y sí que es sumo sacerdote de su

diócesis. Pero incluso esto no es absoluto. Un obispo ausente de la

diócesis dos años (por ejemplo, por estar prisionero en un régimen

comunista) podría ejercer su gobierno a través de otro clérigo. Un

obispo muy anciano podría delegar en otro clérigo la presidencia

en los grandes pontificales de la diócesis.

Por tanto, esto también tiene su influencia a la hora de

considerar al obispo como garante de la fe. El obispo es garante de

Page 32: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

25

la fe, pastor y sumo sacerdote. Las excepciones no destruyen esta

afirmación de las tres facetas, porque son excepciones. Y aunque

ya se ha visto que el verbo “ser” no se aplica de la misma manera

a las tres facetas, se puede afirmar de forma tajante que el obispo

es garante de la fe, garante de la ortodoxia, en su diócesis. Y todos

los obispos juntos son garantes de ambas cosas (fe y ortodoxia) en

la Iglesia.

Pero estas reflexiones, largas y aparentemente llenas de

vaivenes, lo que nos muestran es que la verdad se logra de forma

eclesial, es decir, de un modo colegial, comunitario. En los casos

dudosos acerca de la ortodoxia, la pureza de la respuesta no se

obtiene como acto de gobierno individual, sino como resultado de

una búsqueda eclesial a través del estudio, la oración y el diálogo.

La iluminación existe, pero el modo ordinario para obtener la

verdad es coral y no personal. Si no fuera así, no habría ninguna

necesidad de realizar estudios teológicos y reuniones en una

diócesis, bastaría un acto autoritativo del obispo y podríamos

ahorrarnos todo ese otro trabajo. ¿Para qué discutir, estudiar y

evaluar, cuando solo tendríamos que preguntar y escuchar? Y lo

mismo valdría para la Iglesia universal, ¿para qué convocar

concilios para discutir las cuestiones dudosas, cuando el Papa

podría resolver todo a base de continuas intervenciones ex

auctoritate?

Esto nos confirma el carácter verdaderamente peculiar que

tiene en la Iglesia el obispo como garante de la ortodoxia. El obispo

es una roca, un fundamento, pero inserto en una arquitectura

catedralicia. Una piedra puede estar encima de una columna y, sin

embargo, estar transmitiendo un empuje lateral hacia un

contrafuerte: pesa (hacia abajo) y, sin embargo, empuja hacia un

lado. Una piedra puede estar en lo alto de una nervadura y estar, al

mismo tiempo, evitando que caigan los bloques que hay más abajo

en los arcos: está arriba y, sin embargo, mantiene en su sitio a las

Page 33: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

26

de abajo. Son solo dos ejemplos del complejo sistema de pesos,

empujes y contrapesos del orden que supone una catedral. En la

catedral invisible de la Iglesia sucede lo mismo. Su sistema de

pesos, empujes y contrapesos es admirable y conforma una

milenaria armonía.

Después de lo anterior, podría dar la impresión de que el

obispo es regens y pontifex, pero que como maestro en la diócesis

es uno más. Si el obispo no es infalible, si el obispo no es el más

sabio, si no es el que mejor predica, ¿queda su figura reducida, lo

repito, a la de ser un maestro más? La respuesta es no. Tal

conclusión no sería correcta. Nos basaríamos en los aspectos

negativos (lo que no es), pero dejaríamos de fijarnos en los aspectos

positivos provenientes de su apostolicidad.

Si nos fijamos en lo positivo, hay una palabra clave:

autoridad. Autoridad que procede de su sucesión en la

apostolicidad. El obispo debe ser escuchado por su presbiterio y

fieles. A otro predicador le escucho si me interesa y no le escucho

si no me interesa. En el caso del obispo, al ir unida su predicación

a su carácter de pastor de pastores, debo escucharle. El presbiterio

debe escuchar su enseñanza con respeto, como se escucharía a un

padre.

Se puede dar el caso (y se da) de que un laico pueda saber

más teología que su párroco. Pero el laico, al asistir a la liturgia,

tiene que escuchar la predicación de su pastor y debe hacerlo con

el respeto que le otorga su autoridad.

Quizá éste sea un ejemplo que nos ilustra acerca de cómo

compaginar los aspectos negativos (lo que no es) con los aspectos

positivos de la predicación episcopal. En el caso del obispo, su

palabra de enseñanza va unida a su función como sucesor de los

apóstoles. Después de tantas reflexiones, después de tantos

Page 34: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

27

matices, ¿cuál sería la forma ideal para referirse al obispo en esta

faceta predicadora, teológica y relativa a la ortodoxia? En mi

opinión, lo mejor es afirmar que el obispo es maestro. Es una

afirmación verdadera, sencilla y que no suscita problemas.

Además, normalmente esto es lo que se suele decir del obispo. Ésta

afirmación es verdadera y es la que se suele usar.

El obispo es pastor, pontífice y maestro. Pastor de los pastores

y de los fieles. Pontífice de los sacerdotes, es decir, sumo sacerdote

de su presbiterio. El Papa es Sumo Pontífice, aunque usualmente

se abrevie denominándolo como “pontífice”. El obispo es maestro

en cuanto sucesor de los apóstoles, dado que esta faceta del enseñar

no se puede dividir del regir. Él es el garante de la ortodoxia, en el

sentido de que si hay una duda perplejidades y disputas entre los

laicos acerca de la doctrina, estos acuden a su párroco; si hay dudas

entre los párrocos, se acude a los maestros de la diócesis, es decir,

a los peritos en Teología; si hay dudas entre los maestros, el obispo

autoritativamente puede intervenir. Él es el máximo rompeolas de

la herejía, la última instancia de la iglesia particular.

Page 35: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

28

3. La figura de los arciprestes Artículo que completa las consideraciones del libro Colegio de

pontífices acerca de esta figura eclesiástica

SI ALGO DESEARÍA pedirles de rodillas a los obispos es que

nombren como arciprestes a sacerdotes ardientes de celo por el bien

espiritual de sus hermanos sacerdotes. Este artículo completa la

descripción que de la figura del arcipreste hago en mi libro Colegio

de pontífices. En esa obra están descritas las líneas esenciales de la

reforma que propongo. Lo que continúa aquí es para completar ese

artículo sin repetir lo ya dicho allí.

Líneas que escribo porque hoy he vivido en primera persona

un episodio presbiteral con un hermano que me ha impulsado desde

lo más íntimo, casi como un grito del alma, a escribir algo más

sobre el tema. Alguien tiene que preocuparse de los presbíteros,

dejando claro que la figura del arcipreste no es la del director

espiritual, sino que actúa siempre en el ámbito externo tanto

personal como ministerial.

Hay que partir del hecho de que ningún obispo puede hacer

un seguimiento adecuado de todos sus sacerdotes. Si algún obispo

cree que puede realizar tal cosa, viviendo algunos de sus sacerdotes

en lugares lejanos, y hablando con ellos, personalmente, tres o

cuatro veces al año, se equivoca. ¿Puede un párroco hacer un

seguimiento de un sacristán que viviera a cuatrocientos kilómetros

si ese seguimiento de su persona y trabajo se redujera a

entrevistarse con él cuatro veces al año? Evidentemente, no. Pues,

Page 36: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

29

desgraciadamente, esto es lo que sucede en la mayor parte de las

diócesis.

Hay que conseguir sacerdotes que sean faros, verdaderas

figuras paternales, hombres de Dios que descuellen como

directores espirituales que se encarguen de sus hermanos

sacerdotes. Que descuellen como directores de almas, a sabiendas

que su función de arciprestes no les autoriza a entrar en las almas

de sus hermanos. Su campo es lo externo personal o ministerial.

Personal: no asistes a las reuniones, se te ve triste, estás cayendo en la obesidad

mórbida, debes cambiar ese peinado inadecuado para un clérigo, ese automóvil es

demasiado caro, haces demasiados viajes costosos, etc, etc.

Ministerial: celebras la misa de un modo no acorde a las rúbricas, te enfadas

demasiado con los fieles, no te sientas en el confesionario, no te encuentran

cuando hay necesidad de administrar la unción de los enfermos, etc, etc.

El cargo de arcipreste se encomendaría a sacerdotes de cierta

edad, conocidos por su celo, rodeados de la fragancia del buen olor

de Cristo. Una buena frecuencia es que cada arcipreste visite a sus

sacerdotes, como mínimo, una vez cada dos meses. Si un arcipreste

tiene encomendados a diez sacerdotes, de ahí la palabra “decano”,

solo tendría que visitar a cinco sacerdotes al mes. Si por

proximidad, visitara a dos sacerdotes en una mañana, solo tendría

que dedicar dos mañanas al mes a esta tarea. En una mañana podría

visitar a dos y en otra a tres. No es una labor que resulte agobiante.

Por supuesto que hay arciprestes que tienen a su cargo a

catorce sacerdotes en un arciprestazgo, y otros tienen a siete. La

geografía suele indicar los límites naturales de cada arciprestazgo.

En cualquier caso, diez presbíteros por arcipreste es un número

muy adecuado. A la hora de hacer las divisiones en arciprestazgos,

se debería tener en cuenta esta labor personal con los sacerdotes

para no acumular demasiado trabajo en un arcipreste.

Page 37: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

30

He hablado alguna vez con algún obispo y me ha dicho la

dificultad de encontrar sacerdotes así. Me han dado ganas de

preguntarle: ¿en serio que en su diócesis no puede encontrar a diez

sacerdotes que sean los mejores entre todos?

Estas figuras no pueden ser designadas por votación. Hay que

consultar a todos, sí. Y después volver a consultar a los mejores

consejeros de la diócesis. Y tras meditarlo mucho y debatirlo entre

los mejores consejeros, nombrar a las figuras que sean más

incontestables.

El cargo de arcipreste no sería una función temporal de

camino hacia otra. En principio, sería una función con vocación de

estabilidad máxima. Sus ramificaciones en el clero requieren que

un arcipreste sea como un árbol. Incluso, en muchos casos, lo

normal sería, además, que el arcipreste acabara siendo de los curas

más antiguos en el arciprestazgo.

A estos faros habría que esparcirlos por el territorio de la

diócesis. Habría que colocarlos en cada arciprestazgo como un

tesoro entre los sacerdotes. El obispo al nombrar un arcipreste para

un arciprestazgo debería poder decir más que nombrar un cargo, os

coloco un ejemplo en medio de vosotros. Muchos de ellos

fácilmente acabarían, de forma espontánea, convirtiéndose en

confesores de sus hermanos.

Si hay que esperar para el nombramiento, porque durante un

tiempo no estará todavía disponible el sacerdote adecuado para esta

misión, es mejor nombrar un delegado del clero de ese

arciprestazgo. El delegado sí que puede ser nombrado por votación,

sabiendo que su función es transitoria hasta que se nombre el

presbítero adecuado por edad y cualidades para ser arcipreste. ¿Por

qué tanta importancia a esta función sin potestad de régimen?

Porque la pregunta ¿quién se ocupa del sacerdote? queda resuelta

Page 38: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

31

de esta manera: de cada presbítero siempre se encarga un sacerdote

santo.

Del arcipreste se esperará que sea de una sinceridad absoluta

en sus conversaciones con cada presbítero: Mi misión es señalarte

tus defectos. Después tú haz lo que quieras. El arcipreste le podría

decir también: No estoy aquí para hacerme tu amigo. Tú escoges a

tus amigos. A mí lo que se me ha encargado es conversar contigo

acerca de aquello en lo que debes mejorar. Yo te diré lo que se dice

de ti entre el clero, lo que yo perciba directamente, también lo que

tus feligreses me hayan dicho.

El arcipreste debería recordar al presbítero que ni le va a

imponer nada, ni puede hacerlo, ni desea hacerlo. Yo estoy aquí

como hermano mayor tuyo. Yo estoy aquí para recordarte que en

el sacerdote el trabajo ministerial y la vida personal forman una

unidad. Y que las deficiencias en el desempeño del ministerio, muy

a menudo, tienen su raíz en problemas internos del presbítero.

Al principio, esos problemas quedan totalmente ocultos en el

interior del alma del sacerdote. Pero, poco a poco, comienzan a

aflorar al exterior y comienzan a ser percibidos por su feligresía o

por sus compañeros sacerdotes. No se piense que me estoy

refiriendo en exclusiva a pecados de lujuria. Por ejemplo, ¿cómo

un sacerdote puede caer en la obesidad mórbida sin que el tema sea

afrontado fraternalmente y se le dé un seguimiento a la cuestión?

Con unos doce arciprestes, en una diócesis de 150 sacerdotes

no quedaría abandonado ningún párroco, coadjutor, capellán,

sacerdote jubilado, o sacerdote temporalmente descansando por

enfermedad. De esta labor paternal no quedaría excluido nadie.

Hasta el vicario general o el secretario del obispo tendrían el

arcipreste que les tocase por razón de su zona. No sería poca ayuda

Page 39: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

32

para un vicario episcopal que su anciano arcipreste le hiciera notar

los defectos que el clero ve en él y las cosas que se dicen de él.

No convendría crear arciprestazgos basados en criterios tales

como la labor en un determinado apostolado, lo cual conllevaría

que los sacerdotes estarían dispersos por la diócesis. El criterio

territorial es el óptimo, para lograr que el arcipreste siempre esté

cerca del sacerdote sobre el que ejerce su función.

Cuán grande es la figura del arcipreste en el Derecho

Canónico, que está colocada entre el obispo y el presbítero. Cierto

que también lo están los vicarios episcopales, pero estos

lógicamente se encontrarán volcados en el objeto de su misión: las

religiosas, la organización pastoral en una vicaría, etc. El objeto del

arcipreste son sus sacerdotes.

Ahora mismo en la mayor parte de los lugares, el arcipreste

es escogido por votación y se limita a ser un coordinador.

Normalmente se suele escoger a párrocos populares, es decir, a

sacerdotes que gozan de buena opinión del resto, eso es todo. El

que los designa, el obispo, tampoco valora mucho sus funciones;

pues considera que si hay un problema deben acudir a él. Los

obispos consideran que lo importante son los vicarios episcopales.

Porque la tendencia es a valorar los planes pastorales, los nuevos

apostolados y acciones similares. En todo este celo, en todo este

trabajo, la labor oculta con los mismos pastores queda, a menudo,

olvidada.

En las diócesis, hay sacerdotes dedicados al gobierno de la

diócesis (aunque sean también párrocos), otros dedicados a la curia,

otros dedicados a la teología, etc. Eso sin contar con que unos se

dedican a los enfermos, otros a los pobres, etc. Pero ¿quién se

dedica a los sacerdotes?

Page 40: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

33

Existe una tendencia a considerar que los tres o cuatro

vicarios episcopales que suele haber en cada diócesis deberían

encargarse de esta función de cuidado de los presbíteros. Pero una

cosa es el gobierno, la organización, la autoridad de la jurisdicción,

y otra muy distinta el acompañamiento paternal, el

acompañamiento de la autoridad espiritual. No solo son funciones

distintas, sino que, muchas veces, perjudica que sea la misma

persona que tiene la autoridad de gobierno (alguien que, además,

es cercano al obispo) la persona con la que hay que sincerarse.

Porque si bien es cierto que el arcipreste no puede meterse en

el alma del hermano sacerdote y debe limitarse a lo externo, no deja

de ser cierto que muchas veces (por su edad, por su carácter

venerable) acabará haciendo una mayor o menor labor de director

espiritual. El arcipreste no debe meterse él mismo a director

espiritual, pero sí que puede ser metido en esa labor por el

interesado. Muchas veces es lo que ocurrirá porque los problemas

ministeriales tienen su raíz en lo personal, y la conversación sobre

lo uno llevará a lo otro. De manera que de forma paulatina, mes a

mes, será imposible distinguir entre la faceta externa y la interna.

Pero, al principio, hay que tener claro que no solo son dos

cosas distintas, sino que en la mayor parte de los casos la autoridad

de la jurisdicción estorba el otro tipo de acompañamiento, el de la

autoridad espiritual. No es fácil abrir el corazón al que manda, es

más fácil abrirlo a un hermano sacerdote anciano. Eso es así en

todos los ámbitos, no solo en el ámbito eclesiástico. No será fácil

que se abra su alma un empleado a su jefe. Sí que es más fácil abrir

el corazón a un compañero de trabajo. Un vicario episcopal a estos

efectos es visto como un subdirector, no como un compañero.

Además, solo podrá acompañar adecuadamente el que visita

de forma regular y frecuente al sacerdote interesado. Esta labor

requiere tiempo, por eso la figura del vicario episcopal no es la más

Page 41: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

34

adecuada para realizar esto de forma general. Se requiere un clérigo

encargado de esto ex professo. La edad también será una ayuda.

Siempre es más fácil abrirse al compañero sacerdote anciano.

La labor del arcipreste, como se ve, es sumamente delicada:

decir las cosas sin ofender, decir las cosas sin exigir, acompañar sin

obligar, muchas veces acompañar al que no quiere ser acompañado,

visitar al que no quiere ser visitado, hablar con el que no tiene

ningún interés en recibirte. Si ya es difícil la labor de un cura con

un feligrés alejado de la práctica sacramental, ya no digo nada lo

difícil que es la labor de un cura con otro cura.

El cura siempre invocará su independencia, su libertad, su

derecho a que no se inmiscuya nadie en su vida: ¡ya tengo mi

director espiritual! Será una labor muy ingrata del arcipreste

hacerle entender que si está allí es porque se nota que él (en el

ámbito externo) no está haciendo bien su labor. No dudo de que

tengas director espiritual. Pero ya se ve que, a pesar de ello,

precisas ayuda.

Por favor, de nuevo les pido a los obispos que lean estas

líneas: No dejéis solos a ningún sacerdote, ni a uno solo. Enviadles

este tipo de ángeles. Haberlos, los hay. Pero, desgraciadamente, a

menudo están arrinconados en una pequeña población. Para que se

pueda ejercer esta labor, el obispo debe explicar a su presbiterio

que, a partir de ahora, los arciprestes van a comenzar a ejercer esta

función con tacto y prudencia, poco a poco. Aunque solo cuando

estén muy consolidados en su puesto, por los años, se les facilitará

realizar esta labor; labor que nunca será fácil.

Aunque la autoridad de gobierno y la autoridad espiritual son

distintas, existe la tendencia, de hecho, a identificar ambas

autoridades. Cierto que el Código de Derecho Canónico distingue

Page 42: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

35

ambas figuras eclesiásticas. Pero también es cierto que no ha

habido en la literatura de la espiritualidad o en la eclesiología un

gran desarrollo acerca de la figura del arcipreste.

Cierto que lo ideal sería escoger para desempeñar la autoridad

episcopal al más santo, prudente y docto de todos. De manera que

el cargo de sucesor de los Apóstoles fuese signo de santidad

personal. De esa manera, la autoridad de gobierno y la autoridad

espiritual ornarían la cabeza del sucesor de los Doce.

Pero, con cierta frecuencia, el obispo no es para nada el más

adecuado para realizar la labor paciente y cuidadosa del director

espiritual. Y, sin embargo, la experiencia de casi todas las diócesis

es que todos los problemas graves con los sacerdotes o se discuten

y se tratan de arreglar por vía episcopal, o no se discuten y se

quedan como están. Esto conduce a una tendencia, en todas las

diócesis, a que la mayoría de los asuntos, por graves que sean, en

la práctica, se diriman en una conversación en el despacho del

obispo. Puede después venir un cambio de impresiones con los

vicarios episcopales, pero el sistema conduce a lo que he dicho, el

mecanismo eclesiástico muestra una clara tendencia a resolver las

cosas con cierta celeridad, bajo el argumento de la autoridad

episcopal. Con el mucho trabajo, con la falta de tiempo, peor

todavía con la urgencia que imprimen ciertas situaciones, las cosas

se suelen “solucionar” por vía de decisión episcopal, sin atender a

la prehistoria que tiene ese suceso y que sería necesario atender

para resolver la fuente del problema. Y cuando hay problemas

graves, hay que entender que debajo de ellos siempre, siempre, hay

un problema espiritual.

Vuelvo a repetir que no me estoy refiriendo solo a problemas

relativos al sexo. Unas veces el problema puede venir por un

tradicionalismo exacerbado, otras porque resulta imposible a los

sucesivos coadjutores convivir con ese párroco, otras por la

Page 43: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

36

depresión que padece. El obispo puede hacer de padre, pero lo más

razonable es dejar esa labor en manos de alguien que esté cerca y

que tenga un conocimiento de primera mano de la situación. El

obispo difícilmente conocerá tan bien la parroquia de un sacerdote,

como un sacerdote que es vecino de él. El arte de aconsejar y guiar

radica, en buena medida, en el conocimiento que se tiene de

alguien, de la labor que ejerce, de cómo la ejerce y de su modo de

ser. Este conocimiento no se puede suplir con buena voluntad.

Pido a los obispos que busquen esos sacerdotes ejemplares,

con larga experiencia en la dirección espiritual, y que los pongan

en lo alto del candelabro para que los ojos de sus hermanos se fijen

en él.

Page 44: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

37

4. Sobre los obispos y la

capacidad para conocer la verdad Algunas consideraciones acerca de la desconfianza que hay que

tener acerca de la propia capacidad para no equivocarse al juzgar

a personas o grupos de personas

CUANDO ME ENCONTRABA ENFRASCADO en la redacción de un

artículo sobre la catedral de San Agustín, leí unos fragmentos de

dos cartas del santo obispo al monasterio femenino gobernado por

una abadesa, de la que no se sabe el nombre. Resulta muy

interesante la situación que se describe en esas cartas (epístola 210

y 211), porque una parte de las monjas quieren que la abadesa

renuncie a su cargo en favor de la superiora que le seguía en el

gobierno de la comunidad. Para ello apelan al capellán, que no las

ayuda en este propósito, pero que acaba proponiendo su propia

renuncia ante una situación de total división que debió ser muy

agria para provocar tal reacción.

Finalmente apelan al obispo Agustín. El cual les escribirá una

carta durísima: ¿Cómo es posible que se produzca un cisma en un

monasterio? ¡Y eso contra una madre que, durante años, os ha

asistido, cuidado, instruido y os ha dado el velo a la mayor parte

de vosotras!

El obispo les reprende con gran dureza y así acaba la segunda

carta. Durante algún tiempo seguí dándole vueltas al contenido de

esas dos epístolas. Meditaba acerca de la capacidad limitada que

tienen las jerarquías eclesiásticas para conocer la verdad cuando se

producen graves problemas en una comunidad parroquial o

Page 45: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

38

religiosa. Unas veces la cosa está clara tanto en sus causas como en

sus soluciones. En ocasiones no está nada claro el asunto, aunque

se dedique tiempo a investigarlo. Y otras veces, uno cree estar

seguro de cuáles son esos problemas y soluciones, y se equivoca.

Todos estamos convencidos de que investigando una

situación llegaremos a saber la verdad. Pero, en no pocas ocasiones,

eso no es así. Fijémonos en el caso de esa comunidad de monjas de

Hipona, la capacidad de unas pocas personas para indisponer a la

mayoría nunca debe ser subestimada. Indisposición que puede

volverse crónica, haga lo que haga la víctima. Cuando se llega a

crear cierta situación todas sus decisiones ya son vistas

negativamente. A veces, la persona prudente, buena e inocente está

rodeada de elementos circunstanciales que impelen al investigador

a sacar una conclusión negativa. Pero le impelen a ello de forma

injusta.

El superior prudente de una comunidad puede enfrentarse a

una situación de desprestigio creada por una persona que mueve

hábilmente a un grupo mínimo de individuos. En cuestiones

eclesiásticas, no es infrecuente que el investigador no pueda

estudiar el hecho en sí, sino los relatos de las personas que forman

un círculo concéntrico. En ocasiones, es fácil hacerse idea de qué

sucedió y qué está pasando y cómo es cada uno. Pero en otras

ocasiones, no.

Feliz el obispo que cuenta, entre las filas de su clero, con uno,

dos o tres presbíteros que puedan investigar las cosas sin prisa, sin

subjetividad, con perspicacia, sospechando de los propios

prejuicios, sospechando de la misma capacidad para conocer la

verdad.

Resulta llamativo el afán episcopal de algunos por pretender

juzgarlo todo por sí mismos a base de primeras impresiones, sin

Page 46: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

39

dedicar el tiempo que el asunto requiera, confiados en su mucha

experiencia, confiados en una especie de gracia de estado que les

iluminará. La gracia de estado es una ayuda de Dios que actúa tras

poner los medios naturales para obtener la verdad.

Debemos ser humildes y entender nuestra limitación, aun

dedicando mucho tiempo a tratar de conocer la verdad que atañe a

grupos de personas. La abadesa de la carta de San Agustín pudo ser

muy buena durante muchos años, ¿pero estaba seguro el obispo de

que no se había vuelto cruel y despótica? Cierto que había una

división en la comunidad. Pero esta división ¿era fruto únicamente

del pecado de algunas súbditas, o existían graves deficiencias en el

gobierno de la superiora?

La santidad de San Agustín no le confiere infalibilidad en sus

juicios. Cualquier individuo que se halle rodeado de miles de

personas que le consideren santo sí que puede caer de forma

inconsciente en la trampa de considerar que su juicio está más

iluminado de lo que él mismo cree. Las dos cartas de San Agustín,

aunque sean admirables en sí mismas, loables por su contenido

genérico, para nada me hacen pensar que fueron las monjas las que

estaban equivocadas.

En toda estructura de autoridad, civil o religiosa, existe una

innata tendencia a resistirse a delegar funciones. Eso provoca falta

de tiempo. Y, precisamente, la falta de tiempo se esgrime como

excusa para tener que zanjar una situación que se le ha presentado:

enfrentamiento de unos feligreses con el párroco, tensión entre un

párroco y su coadjutor, etc.

De ahí que existe una tendencia provocada por el mismo

sistema: a mayor trabajo, menor tiempo el que se puede dedicar a

cada asunto. A menor tiempo dedicado, más se fía todo a las

primeras impresiones. El conocimiento parcial es causa de no

Page 47: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

40

poder realizar un juicio adecuado de la situación y personas. Pero

incluso el conocimiento pleno no asegura un juicio adecuado final.

El obispo puede sentirse respaldado por el hecho de que

clérigos y fieles acudan a él en busca de su juicio. Pero no acuden

a él porque confíen en su capacidad para conocer la situación,

(muchas veces son realistamente escépticos), sino porque el

sistema tampoco ofrece otra alternativa efectiva de apelación.

La solución racional es confiar menos en la gracia de estado,

en la propia experiencia, y delegar más. Sobre todo cuando en esos

juicios está en juego una especie de veredicto tácito acerca de la

labor de toda una vida de un clérigo. El afectado no es tonto y sabe

que un determinado traslado de destino es un modo de declarar que

tenían razón los que le acusaban de arrogante, de perezoso, de

imprudente o de tantas otras cosas. Estos juicios sumarios

realizados en el despacho curial suponen, en algunos casos, la

desmoralización del pastor, la pérdida de ilusión.

Además, el juicio sumario es inadecuado tanto para castigar

como para premiar. La parcialidad del conocimiento cuántas veces

ha llevado a que un determinado clérigo sea elegido para un

importante puesto parroquial o curial. Las propias primeras

impresiones nos traicionan también en ese campo. La solución a

todo esto está en el reforzamiento de la figura de los arciprestes,

eligiendo, además, a los más santos para esos puestos. Además de

que poder contar en la diócesis con algunas personas de buen juicio

(pueden ser incluso laicos) que estén en disposición de dedicar el

tiempo necesario para que el conocimiento parcial de una situación

se transforme en conocimiento suficiente para tomar una decisión.

Page 48: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

41

Page 49: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

42

II parte ..................................................................................................................................

Artículos sobre teología

Page 50: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

43

5. ¿Dios es laico o sacerdote? Reflexiones acerca de si el carácter sacerdotal es compatible con

la esencia de la Divinidad.

PODRÍA PARECER que la pregunta tiene un sentido incluso jocoso,

pero nada más lejos de mi intención. Conociendo el significado de

laico y de sacerdote, ¿Dios es lo uno o lo otro? ¿O no es ninguna

de las dos cosas? Por supuesto que, al hacer esta pregunta, no me

estoy refiriendo a Jesucristo. Dios hecho hombre sí que es

sacerdote, de eso no hay ninguna duda. Pero en este artículo me

estoy refiriendo a Dios como espíritu.

Por su esencia, ¿Dios es sacerdote? ¿Dios hubiera sido

sacerdote si nunca hubiera existido ninguna criatura? Es una

intrincada cuestión sobre la que vale la pena reflexionar, porque la

reflexión nos llevará a conocer mejor la naturaleza de Dios.

Una posible respuesta al problema es afirmar que Dios no es

ni laico ni sacerdote. Del mismo modo que Dios, por esencia, no es

ni hombre ni mujer. Dios no es ni alto ni bajo. Hay aspectos en los

que Dios no es ni una cosa ni otra. Pero me temo que éste no es el

caso, no veo que podamos decir que Dios no es ni laico, ni

sacerdote. Da la sensación, a primera vista, que debe ser una cosa

o la otra.

Hay una cosa clara, siguiendo la doctrina de la Carta a los

Hebreos: Todo sumo sacerdote es elegido (...) para ofrecer dones

y sacrificios por los pecados (Heb 5, 1). En este sentido, parecería

que Dios sí que es sacerdote, dado que a través de su Encarnación

se ha ofrecido todo Él en sacrificio. El sacrificio sobre el altar de la

Cruz es el sacrificio de Dios. El hacerse hombre sería el medio para

consumar ese sacrificio.

Page 51: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

44

Alguien podría objetar que solo se ofrece la Segunda Persona

de la Trinidad; y que, por tanto, el Espíritu Santo no tiene una

esencia sacerdotal, y lo mismo el Padre. Ahora bien, el

ofrecimiento en la Cruz lo ha hecho el Hijo, pero lo ha hecho Dios.

Es cierto que el Hijo se ofrece al Padre inmolándose, pero también

es verdad que el Padre y el Espíritu Santo estaban allí presentes en

el Calvario. Dios es impasible por naturaleza, pero el Padre amaba

infinitamente a su Hijo: si el Padre hubiera podido sufrir, hubiera

sufrido por su Hijo; lo mismo el Espíritu Santo.

Por otra parte, si Jesucristo es sumo sacerdote de la Nueva

Alianza, lo es por concesión del Padre. No es un honor que se

arrogue a sí mismo. Y si Dios es la fuente primigenia de todo

sacerdocio, entonces Él parece que debería serlo.

Sin embargo, esto plantea una dificultad. Un sacerdote ofrece

algo a la Divinidad. En este caso, si Dios (por su misma naturaleza)

es sacerdote, ¿ante quién ofrece su sacrificio? Yo puedo dar un

millón de euros a otra persona, pero no puedo dármelos a mí

mismo; sería un acto sin sentido, no dotado de veracidad.

La solución a esto podría radicar en afirmar que es solo la

Segunda Persona Encarnada la que se ofrece al Padre, y que las

otras personas no son sacerdotes, pues nada ofrecen. Pero es el

Padre (lleno de amor) el que envía al Hijo. Y ya hemos visto que

toda la Trinidad estaba en el Calvario unida por el amor entre ellos.

La Trinidad siempre ha estado unida. También sobre el Calvario.

Desde esta perspectiva, parecería que Dios no es sacerdote y solo

lo fuera, exclusivamente, la Segunda Persona a través de la

Encarnación. ¿Cómo superar esta dificultad de tipo lógico?

Dificultad, ya que no se trata de una paradoja lógica, como se va a

ver.

Page 52: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

45

La solución, me parece, está en un hecho: el fin de la gloria

de Dios. El fin de la gloria de Todopoderoso es Dios mismo. Desde

esta afirmación, Dios es un Dios sacerdotal. Dios mismo se ofrece

por nosotros a la mayor gloria de Dios. Es el Dios Infinito quien se

ofrece, aunque solo una Persona se encarne. Es el Dios Uno el que

se ofrece, aunque solo se haga hombre el Hijo. Bajo esta

perspectiva, Dios es sacerdote de sí mismo.

Por muy humilde que sea Dios, ninguna acción suya puede

tener otro fin principal que la glorificación de sí mismo. Esto no es

egoísmo, no puede ser de otra manera. Dios es el centro absoluto

de todo, el fin absoluto de todo. Podría parecer que lo dicho hasta

ahora es un mero juego intelectual, pero ésta es una cuestión de una

profundidad abismal: Dios es un Dios sacerdotal que se ofrece a sí

mismo a su mayor gloria.

Dios es sacerdote, no solo lo es la Palabra Encarnada.

Puede ser todo un descubrimiento entender que Dios es

profundamente sacerdotal. Dios es plenamente Sacerdote, Profeta

y Rey. Esto lo es Dios, por esencia, no solo lo es Jesucristo.

Dios se tiene a sí mismo un respeto sacerdotal. El colmo de

esa gloria, la plenitud de esa glorificación, ha sido el sacrificio de

Él mismo encarnado. Pero es el ser sacerdotal del Dios Uno el que

le ha movido a encarnarse. Dios se siente movido y Dios se

encarna. Intratrinitariamente, es el Padre el que envía al Hijo. Pero

es su misma esencia la que es así, no es una mera cuestión de

decisión. El Dios Uno (y cada una de la Tres Personas) sería

sacerdotal, aunque nunca se hubiera producido la Encarnación y

posterior inmolación. Esta característica de su ser sacerdotal no es

egoísmo, nosotros estamos incluidos en sus designios de amor y

glorificación.

Solo Dios puede comprender íntegramente quien es Dios. Y

por eso Él se tiene un respeto reverencial hacia sí mismo, un respeto

sagrado. Porque solo Él sabe quién es Él. El Ser Infinito es

Page 53: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

46

infinitamente humilde, pero no puede olvidar, y no lo olvida, de

que es Dios.

Una cuestión subsiguiente que nos podríamos plantear es si

Dios hubiera sido un Ser sacerdotal si no hubiera habido pecado en

la Humanidad, y, por tanto, si no hubiera existido necesidad alguna

de Redención. La conclusión que se extrae de todo lo expuesto

anteriormente es que sí, hubiera sido sacerdote, porque su Ser es

sacerdotal.

Dios es glorificador de sí mismo. Sin ninguna criatura que

nunca hubiera sido testigo de ello, el Señor se hubiera tributado

hacia sí mismo un respeto mayor que el más santo de los sacerdotes

humanos.

El sacrificio de los sacerdotes humanos no tiene por qué ser

material (una oveja, un toro, etc), puede ser espiritual (oraciones,

mortificaciones espirituales, ayunos). Luego un sacrificio espiritual

es verdaderamente sacrificio sin necesidad de que intervenga para

nada lo material. Ahora bien, el sacrificio no tiene otro fin que

mostrar el amor a Dios y darle gloria. Dios se ama a sí mismo en

grado infinito, se da gloria a sí mismo en grado infinito. Nadie hace

esas dos cosas respecto a Dios, como Dios mismo. Por eso su Ser

es sacerdotal, aunque nunca hubiera habido humanos. No hay

ninguna necesidad de oblaciones materiales para ello, las cuales

son solo medios: medios materiales en un mundo material.

Dios habita en el Templo Infinito que es su mismo Ser. Dios

no solo es poderoso, es santo. Santo con una santidad tal que es

sagrada, lo más sagrado que pueda existir. Y el Dios Uno habita en

medio de esa santidad que es Él mismo, el Altísimo es esa santidad.

Su Ser es sagrado, no solo poderoso o sabio. De manera que el Dios

espíritu es templo de sí mismo, es sacerdote, y Él es la glorificación

que reina en el seno del Templo que es Él mismo. Dios se adora a

sí mismo. Por eso el Dios Uno es fuente del sacerdocio.

Page 54: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

47

Los objetos consagrados a la adoración a Dios son sagrados

(sus vasos, sus altares, las vestiduras litúrgicas), porque Él es

sagrado en grado máximo, Dios es sagrado y se respeta a sí mismo

con la delicadeza suma con que lo haría el más santo de los

sacerdotes. Razón por la que nos enseña a tener esa delicadeza en

el culto respecto a Él. Nos enseña lo que Él mismo hace.

Estrictamente hablando, no es que Dios se dé gloria a sí

mismo, sino que Dios es gloria. El Señor es gloria de sí mismo. En

realidad, para ejercer su sacerdocio, solo tiene que ser. El Ser de

Dios es el acto de alabanza más grande hacia sí mismo.

¿Cuál es la medida del respeto y amor que se tiene Dios a sí

mismo? El respeto y amor que se tiene es infinito, la más perfecta

adoración. Dios conociéndose se adora; no puede ser de otra

manera. La adoración es la única postura razonable ante Dios. Por

eso, en el Evangelio, Jesús llama Dios al Padre. Podría llamarle

siempre Padre, pero muchas veces le llama simplemente Dios. Para

así dejar claro que el Hijo (siendo Dios) adora al Padre. La

adoración del Hijo hacia el Padre está fuera de toda duda; solo hay

que ver el respeto con que le trata, la obediencia perfecta que le

muestra. A Dios solo se le puede adorar. El Hijo adora al Padre.

No se piense que esto es solo porque el Hijo se ha encarnado.

La Palabra al surgir del Padre quedó extasiada ante la belleza y el

amor de la Primera Persona, y le adoró. No fue una mera

admiración, no fue solo amor, fue un amor de adoración. Y el Padre

al contemplar al Hijo vio el Ser Infinito en Él, y su respeto, amor y

admiración fueron infinitos. De ahí que el Padre también adoró al

Hijo. Y lo mismo vale para el Espíritu Santo en relación a las otras

dos Personas. Puede parecer excesiva la afirmación de que el Padre

adora al Hijo, pero los mayores y más perfectos santos humanos,

Page 55: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

48

los mayores adoradores, no poseen más que una ínfima

participación del amor, admiración, respeto y deseos de glorificar

que tiene el Padre por el Hijo. No es una admiración muy grande

la que tiene Él, es verdadera y auténtica adoración.

No solo el Hijo adora al Padre. Dios se adora a sí mismo, por

eso nos enseña a nosotros a adorarle. Cualquier otra medida de

amor o respeto resultaría insuficiente. Dios se ama a sí mismo. ¿En

qué medida? Infinitamente. Esto no es soberbia egoísta. Solo Dios

puede ser objeto digno del obrar de Dios, fin digno del obrar de

Dios. Su objeto y su fin, en realidad, es su SER. Nosotros, las

criaturas, podemos entretenernos con objetos inferiores. Pero Dios

conoce todas sus criaturas conociéndose a sí mismo; glorifica a sus

criaturas, glorificándose a sí mismo.

El sacrificio es solo un medio de adoración, el más grande

que pueden realizar los seres humanos. Pero el sacrificio, en

definitiva, es donación. El Padre se dona totalmente al Hijo, y el

Hijo al Padre; lo mismo sucede con el Espíritu Santo. Los humanos

glorificamos a través de la donación que supone un sacrificio, el

cual es un modo de glorificar. Dios es sacerdote sin necesidad de

sacrificios (donaciones) materiales. Porque la misma vida

intratrinitaria es donación en medio de un acto infinito de respeto-

amor-glorificación.

Por eso, incluso aunque nunca hubiera existido criatura

alguna, yendo a la esencia del asunto, Dios es el Adorador

Supremo, todo lo hace para su propia gloria. En todo esto no hay la

más mínima soberbia. No hay la más mínima desviación. En su

propia glorificación, Dios no se queda por debajo (reconociéndose

menos de lo que es, sería una mentira) ni se excede por demasía,

pues no tiene otra posibilidad que reconocer su Ser como lo que es.

Page 56: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

49

Por humildad Dios no puede falsear las cosas. Nunca caerá en

exceso, porque su glorificación se limita a Ser. Su gloria consiste

en la conjugación en un eterno presente de indicativo del verbo

SER.

De hecho, sería más adecuado escribir ser con mayúscula

SER en todas las letras que forman ese verbo. Porque su SER es

distinto al ser de cualquier otro existente. No lo he hecho en este

artículo, por una mera razón estilística.

Pero su Ser es de tal manera que su Humildad en grado

perfecto no es obstáculo para que su acción sea realizada en la

verdad. Por muy humilde que sea, no puede evitar reconocer su

propia sacralidad; y así nos ha enseñado a tratarle. Dios se tiene a

sí mismo un respeto sacerdotal. Nadie es tan consciente como Él

mismo de su propia santidad. En este sentido, podríamos decir que

Dios es el espíritu sacerdotal por antonomasia.

Page 57: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

50

6. Papas y faraones Paralelismos entre la institución faraónica del Antiguo Egipto y la

Corte Papal

HACE AÑOS me sorprendí al descubrir ciertas semejanzas entre los

usos de las cortes faraónicas y las papales. Hablo de “corte papal”

porque son usos que no los encontraremos en la iglesia romana

primitiva, sino solo cuando esta institución alcanzó un grado de

protocolo suficiente como para poder hablar de una “corte”. En el

presente artículo voy a tratar de analizar estas semejanzas, para

después intentar dar una explicación del por qué de esas

similitudes.

Los faraones eran embalsamados, los Papas también. De

hecho en la cripta de la iglesia de San Vicente y Anastasio en

Roma, la que está frente a la Fontana di Trevi, desde hace siglos,

se guardan en ánforas de loza las entrañas de los Romanos

Pontífices.

Los Papas y los Reyes eran portados en sillas gestatorias. Uno

de los símbolos que acompañaban a los faraones eran siervos con

grandes abanicos de plumas de avestruz. Esos mismos abanicos,

con el nombre de flabelos, vuelven a aparecer con los Papas como

insignia pontificia. A la silla gestatoria y los flabelos, se une la tiara

por parte de los Papas, tan parecida a las coronas faraónicas.

A eso se añade el que los faraones eran enterrados en tres

cajas, como los Papas. Uno de los símbolos del faraón era el

Page 58: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

51

cayado, el cual se parece, ciertamente, a un báculo de obispo. El

otro símbolo era el látigo, un látigo pequeño. Este símbolo no tiene

su contrapartida en el campo pontificio.

En Egipto el faraón era sacerdote y rey, como los Papas. En

Egipto, el Ankh era el símbolo de la vida. Curiosamente ese

símbolo es prácticamente una cruz. Este símbolo, a veces, se

representa colgado del cuello del Faraón con un collar, con lo cual

eso recuerda al uso de las cruces pectorales por parte de los obispos.

Los Faraones, como los Papas, tenían su nombre de pila y tomaban

otro al convertirse en Faraones divinos.

El otro gran símbolo omnipresente en Egipto era el escarabajo

como recuerdo de la resurrección. De ahí tantas medidas para

preservar el cuerpo material. La fe en una vida espiritual en el más

allá sí que es común a muchas religiones, pero la fe en la

resurrección del cuerpo, no. En el cristianismo, sin embargo, el

fundamento por excelencia de nuestra fe es la Resurrección de

Cristo, y creemos en la resurrección universal de los muertos.

Está claro que la corte papal de ningún modo quiso imitar

nada de una cultura pagana como ésa. Una civilización que en

Europa era conocida solo por los textos bíblicos, los cuales la

presentaban como símbolo de la resistencia a Dios. Espiritualmente

hablando, Egipto era la tierra del pecado de la que habíamos salido,

y el faraón era la imagen por antonomasia del opresor y del que se

opone a los designios divinos.

En razón de estas lecturas bíblicas, por parte de los Papas no

existió ningún interés, ni el más mínimo, en reproducir ningún uso

faraónico. Estos, simplemente, fueron apareciendo, poco a poco,

con el pasar de las generaciones. En Egipto permanecieron extintos

esos símbolos durante siglos, y cuando ya nadie los recordaba,

fueron recreándose lentamente en la Roma pontificia. Lo

Page 59: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

52

interesante es precisamente eso: que no existió ni una continuidad

de tradición entre ambos momentos históricos ni una voluntad de

imitación.

Como se ve, hay ocho coincidencias entre Papas y faraones.

A las que se pueden añadir otras dos de carácter más genérico entre

el Antiguo Egipto y el cristianismo. Las diez coincidencias son las

siguientes:

-embalsamamiento de ambas figuras

-sepultura en tres cajas

-silla gestatoria

-flabelos

-corona y tiara

-báculo

-los dos son sacerdote y rey

-lo dos cambian de nombre al acceder al trono faraónico o pontificio

………………………

-fe en la resurrección

-el ankh y la cruz

Estas semejanzas para un ateo son puro fruto de la casualidad.

Pero, para un creyente, tantas coincidencias pueden tener una razón

de ser. Podría ser entendida como si Dios quisiera decir que el

faraón era el antitipo del Papa.

Si las citadas coincidencias resultan objetivas y, por tanto,

innegables, saltan a la vista, hay otras concomitancias que, sin

llegar al grado de “coincidencia”, no me resisto a señalarlas. Son

algo más rebuscadas, pero su análisis resulta realmente interesante.

Más que de concomitancias propiamente dichas deberíamos hablar

de relectura de símbolos cristianos a la luz de la mentalidad egipcia.

El clero romano de ningún modo quiso imitar los símbolos

egipcios, y, sin embargo, si un egipcio de la época de Ramses II se

Page 60: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

53

diera hoy día un paseo por la Basílica del Vaticano, nos iría

explicando concomitancias que a nosotros se nos pasan

desapercibidas.

Por ejemplo, justo bajo las basas de las columnas salomónicas

del baldaquino, en sus cuatro pedestales, rodeando el centro de la

basílica, aparecen de forma bien patente ante los ojos de cualquier

visitante las abejas de los escudos pontificios. Son las abejas del

escudo papal de Urbano VIII. Un egipcio nos explicaría que, según

sus leyendas, las lágrimas del dios Ra se transformaron en abejas

al caer al suelo, por lo que se consideraron insectos sagrados. Por

esto la corte egipcia las consideró como un símbolo real desde los

comienzos de la primera dinastía.

Posteriormente, en la iconografía egipcia, la abeja (sin dejar

de ser un símbolo propio del faraón) pasará a ser símbolo del alma

de los hombres. Y es plasmada en las tumbas como imagen de la

supervivencia del alma después de la muerte.

En un escrito que intenta mostrar las similitudes objetivas

entre ambos mundos, no puedo dejar de hacer un ex cursus de tipo

homilético. Ra era considerado el Gran Dios, él acabó siendo la

figura principal del panteón egipcio. Era el símbolo de la luz solar,

el responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. Como

hemos dicho, las abejas eran sus lágrimas que cayeron sobre la

tierra. Dado que las abejas tienen un aguijón, podríamos decir de

un modo poético, que esos aguijones son símbolo de cada una de

las punciones que sufrió el cuerpo de Jesús en su Pasión. De forma

que se podrían ver esas lágrimas del Gran Dios (Dios Padre) como

las lágrimas que derramó por cada una de las llagas de su Hijo.

Reconozco que esta relectura es enteramente subjetiva, pero

a un egipcio antiguo le hubiera parecido una alegoría más que

convincente. Es una alegoría que encaja en el lenguaje simbólico

Page 61: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

54

del antiguo Egipto. Esta reintepretación, aunque suponga una

superposición, me parece que confiere una impresionante belleza a

esos escudos papales en las basas del baldaquino: los escudos con

abejas que rodean el altar representarían las lágrimas de Cristo o

las almas que se posan alrededor de ese lugar sagrado.

Si seguimos este camino del lenguaje alegórico, podríamos

decir que el baldaquino vaticano representaría la Historia desde

Egipto en la base, pasando por las columnas salomónicas (Israel),

los capiteles clásicos (Grecia y Roma), hasta llegar a la Cruz en lo

alto.

El símbolo primario por el que las abejas están en el

baldaquino es porque, en el simbolismo cristiano, la colmena

representa a la Iglesia. Ése es el significado primario, el

simbolismo egipcio aquí explicado es subjetivo y, en todo caso,

secundario.

Sea dicho de paso, las abejas aparecen no solo en los escudos

del baldaquino, sino que también se las ve posadas entre los

laureles que ascienden por las cuatro columnas. Y de nuevo, de

forma muy manifiesta, en el dosel superior. Aunque pocos se

detienen a buscar las abejas entre esos finos tallos de laurel, todavía

menos turistas saben que entre las hojas también hay lagartijas,

lagartijas de bronce. Las lagartijas se pusieron allí porque es un

animal humilde que protege los cultivos de los parásitos dañinos.

Pero lo que le hubiera dicho un egipcio a Bernini, es que la lagartija

era vista en su época como un reptil símbolo del faraón. Dicho

animal, en su mitología, representaba la felicidad y el

conocimiento. Como se observa, la pieza central de la nave central

de la basílica vaticana hubiera sido un elemento cargado de

sentidos para un egipcio antiguo.

Page 62: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

55

A un egipcio que pasease por las calles de Roma, también le

resultaría impresionante la visión de todos los obeliscos egipcios

coronados por la cruz. Hoy día hay más obeliscos egipcios en

Roma que en Egipto. Esta idea de la recapitulación de la historia

pagana en el cristianismo, queda incontestablemente manifiesta en

el hecho de que un obelisco traído de Egipto esté en el centro de la

Plaza de San Pedro. Curiosamente un obelisco sin inscripción

alguna. Como si el faraón que lo mandó erigir, supiera que la

Historia estaba por escribir. Como si la Providencia supiera dónde

iba a ser colocado, y no quisiera que fuera mancillado por elogio

alguno a ningún falso dios. Ahora los obeliscos en Roma han sido

coronados con la cruz. Como si el mundo antiguo se hubiera

transformado en pedestal para la Cruz de Jesucristo.

Nosotros no nos avergonzamos de estos signos precristianos.

Por el contrario, nosotros los cristianos nos consideramos

herederos de la Historia. La Historia entera, la de todas las culturas,

la de todas las civilizaciones, confluyó hacia Cristo. Y los signos

de esta confluencia son visibles en Roma, y especialmente en el

Vaticano. Casualmente en el Vaticano hay estatuas egipcias y

varias momias.

Pero retornando al hilo principal de este artículo, por encima

de los detalles iconográficos, por encima de las pequeñas

semejanzas visuales, no podemos olvidar que existe un eje tan

esencial como el hecho de que los faraones eran los representantes

de la divinidad en la tierra. En este caso, la concomitancia con los

Vicarios de Cristo no requiere ni siquiera ser explicada.

Tampoco debemos olvidar que, por encima de este hecho

esencial, el reino de Egipto estaba extraordinariamente centrado en

el hecho de lograr la resurrección. La construcción de las

Page 63: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

56

pirámides, las ceremonias funerarias, el embalsamiento, el ajuar

que se añadía, todo eso tenía como eje central la fe en la

resurrección.

Y desearía recalcar que no estamos hablando meramente de

la pervivencia del alma tras la vida, sino que se remarcaba que

había que preservar ese cuerpo porque era el cuerpo el que iba a

resucitar. También ellos creían en un juicio del alma tras la muerte.

Aunque el cristianismo supuso una ruptura total y radical con las

mitologías anteriores, es interesante mencionar que en la cúspide

de su panteón de dioses había una tríada: Osiris, Isis y Horus. Osiris

es asesinado, resucita, asciende a los cielos y juzga a los muertos.

Esto no tuvo la más mínima influencia en el origen de la fe del

cristianismo, pero la coincidencia existe. Sería innegable negarlo,

aunque de ello hayan construidos castillos en el aire algunos

antropólogos. En un artículo sobre las analogías entre el

cristianismo y el Egipto faraónico, tampoco puedo dejar de

simplemente mencionar a Akenatón con su reforma religiosa a

favor del monoteísmo.

Durante mucho tiempo me resistí a escribir este artículo con

todos los elementos que había recogido durante los años. Eso se

debía a que yo era consciente de que habría Testigos de Jehová y

algunos protestantes fundamentalistas que usarían este artículo,

elemento a elemento, para atacar al papado, echándonos en cara

que el catolicismo, en el fondo, es un modo de paganismo.

Pero me fui haciendo consciente de que estas semejanzas

suponían todo un mensaje de Dios, un bellísimo mensaje. Y que

esta belleza sutil no se merecía estar oculta. Tanto cuanto es más

sutil la mano de Dios que escribe en la Historia, tanto es más

grandioso su mensaje.

Page 64: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

57

Estos paralelismos para mí son indicios de una enseñanza del

Dios de la Historia. Estos indicios son relevantes, no meras

coincidencias. Son portadores de un contenido si creemos que el

poder del Omnipotente sobre la Historia es absoluto, no grande sino

absoluto. Ni una hoja cae de un árbol sin que el Ser Infinito

determine que caerá esa hoja exactamente, y que lo hará en ese

momento, de esa manera, posándose en ese lugar. Lo que vale para

la hoja de un árbol, para un cabello de mi cabeza, para un pájaro

que vuela en el campo, con igual razón vale para un reino, para una

dinastía, para un imperio. Dios deja mensajes ocultos, sutiles, en

los que nos enseña cosas.

Las semejanzas, las coincidencias, las concomitancias, entre

la corte faraónica y la corte papal, aunque pocas, me parecen

innegables. Le hubieran parecido innegables a un egipcio de la

época de Tutankamón. El cual hubiera visto más de lo que nosotros

vemos. Un egipcio tolemaico en el Vaticano hubiera quedado

abrumado por la celestial recapitulación que se le hubiera ofrecido

ante sus ojos. Un egipcio ante la visión de un papa en su silla

gestatoria, con su tiara, con todos los elementos que antes he

explicado, avanzando hacia el Baldaquino de San Pedro, no hubiera

podido dejar de ver en ello los elementos de un lenguaje simbólico

que le era familiar. Aquello iba más allá de la mera acción del azar

histórico. Aquello iba mucho más allá de que alguna prenda de los

faraones se pareciera a alguna de los romanos pontífices. ¿Pero cuál

es, por tanto, el mensaje que se desprende de estas semejanzas?

En mi opinión lo que un profeta le hubiera podido decir al

faraón en el siglo XV antes de Cristo, hubiera podido ser esto:

Faraón, ¿ves tu gran reino, tu gran gloria, tu poder? Pues

desaparecerá. Pero habrá otro reino que no será de este mundo.

Habrá otro gran rey-sacerdote, cuyo poder será mayor que el tuyo.

Él sí que será el representante de Dios en la tierra. Tu reino, oh

faraón, es un reino de opresión, un reino de sangre y esclavitud. El

Page 65: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

58

Reino de Dios será un reino de libertad, un reino de gracia y

liberación. Y en las colosales pirámides verán prefigurada una y

otra vez la profecía de una Santísima Trinidad que todavía no

conocéis ni tú ni tus sacerdotes.

Tú, faraón, buscaste la resurrección por medios errados, ellos

sí que otorgarán esa resurrección para la Vida. Sí, en ese reino

futuro habrá un nuevo faraón, habrá una nueva casta sacerdotal,

tendrán sus templos y sus imágenes, sus ritos y ceremonias. Pero

todo eso será para la adoración del Único Dios Verdadero. Y ese

Reino de Dios tendrá un gran Nilo que lo recorrerá, que le dará la

vida, que hará crecer vergeles a sus orillas. Ese nuevo Nilo será

Jesucristo. Y ese Reino de los Cielos sobre la tierra, sobre el

desierto de la tierra, se abrazará a ese Río de agua viva. Y ya no se

dirá Egipto es el Nilo, y el Nilo es Egipto, sino: el Reino de Dios es

Cristo, y Cristo es el Reino de Dios.

Page 66: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

59

7.De augures paganos a pontífices

cristianos Paralelismos entre la antigua religión romana y el cristianismo

DESDE UNA INTERPRETACIÓN CATÓLICA DE LA HISTORIA, el

cristianismo parece prefigurarse en las tinieblas del paganismo.

Desde una interpretación protestante, el paganismo se infiltró en la

iglesia romana. Tanto las claras coincidencias como los

paralelismos de interpretación más subjetiva existen. Otra cosa es

cómo los interpretemos. En algunos de esos detalles que ahora voy

a ir desgranando se ve una prefiguración, en otros detalles lo que

observamos es el modo admirable en el que el cristianismo se

inculturó en el mundo romano. Sin duda, ésta ha sido la mejor y

más perfecta inculturación que haya logrado la Iglesia.

Pero más allá de las semejanzas estéticas, ¿qué estudioso de

la Antigua Roma no puede dejar de ver en las vírgenes vestales

una especie de prefiguración de las monjas del cristianismo? Con

su hábito, con su consagración, con su voto de castidad, viviendo

en comunidad, su existencia parece como una profecía viviente en

el centro de la misma Urbe. Qué historiador no puede ver una

semejanza entre los dioses romanos con sus altares y los santos

cristianos con los suyos.

Augusto fue el emperador bajo el que nació el Mesías. El

símbolo del emperador Augusto era el lituus, el instrumento ritual

de los augures, que curiosamente es exactamente igual que la parte

superior de un báculo episcopal, la espiral superior del báculo. Un

predicador podría afirmar que con ello era como si Dios quisiera

Page 67: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

60

anunciar que en su tiempo iba a nacer el Pastor por antonomasia, el

Obispo de los obispos.

Interesante resulta también saber que con ese instrumento el

augur trazaba un signo en el cielo un templum, un templo

simbólico. Dado que el augur dividía el cielo en cuatro partes, era

claro que trazaba ese templo trazando la señal de la cruz hacia el

cielo.

En tiempos de Augusto, rondando la fecha del nacimiento de

Cristo, se consagró en Roma el Ara Pacis, un grandioso altar para

agradecer al cielo el que se hubiera logrado la paz universal. No

pienso que sea por casualidad que el nacimiento de Cristo coincida

con la erección del Altar de la Paz en Roma. Más curioso es que

todos los relieves expresen una y otra vez la idea de que se ha

retornado a la Edad de Oro.

No está de más advertir que el nombre de Augustus en latín

significa: consagrado, santo, majestuoso. Cualquier predicador

medieval, sin hacer mucho esfuerzo, vería en el nombre del

emperador terreno el anuncio de que en su principado iba a nacer

el verdadero Santo, el verdadero consagrado al Padre, el lleno de

majestad.

En Roma hay dos colosales columnas labradas con relieves,

la Columna de Trajano y la Columna de Marco Aurelio. En esas

dos gigantescas columnas, las dos únicas que había en Roma de ese

tamaño y belleza, siempre he visto simbolizadas a las dos columnas

de la Iglesia: San Pedro y San Pablo. Esas dos columnas romanas

narran batallas para ampliar el Imperio. Esas luchas serán símbolo

de las batallas espirituales de esos dos Apóstoles por extender el

Reino de Dios que eran más grandes que los otros dos emperadores.

Page 68: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

61

Un punto de reflexión que salta a la vista y obliga a

reflexionar es la gran cantidad de palabras propias de la religión

romana que pasaron al cristianismo: hostia, patena, altar,

pontifex, solo por citar algunas de las palabras específicamente

cultuales que fueron tomadas por los cristianos. Esto significa que

los cristianos rechazaron la adoración de los falsos dioses, pero no

el concepto de culto. Y eso es tan así, que incluso no tuvieron

reparos en tomar algunas de las palabras del anterior culto.

Y así, entre esas palabras, llama la atención que el título de

Pontífice Máximo. Sorprende que un título tan específico fuera

tomado tal cual por los Papas. Pero no solo eso, del altar no solo

tomaron la palabra altar, sino que los antiguos altares de las más

primitivas basílicas también muestran que los cristianos acabaron

replicando los altares de los cultos antiguos, para usarlos en la

nueva adoración.

Eso sin contar que las vestiduras y la misma liturgia muestran

en el rito latino un marcado carácter romano. Basta ver una liturgia

oriental (con sus vestiduras exuberantes y sus ritos llenos de

redundancias) para darse cuenta de la estética tan marcadamente

romana que tienen nuestras celebraciones en la Urbe. El altar, las

vestiduras, los mismos ritos recuerdan a aquellos antiguos

sacerdotes de la época de Catón o de Vespasiano. Visualmente

hablando, son escenas muy similares, incluso en su amor por las

procesiones, solo que los antiguos altares han sido sustituidos por

nuevos altares donde se ofrece un sacrificio incruento. Similitudes

llamativas en detalles como las patenas de los actuales sacerdotes

cristianos del rito romano, las cuales son idénticas a muchas de las

que aparecen representadas en las manos de los antiguos sacerdotes

romanos paganos.

Hay que hacer notar que para los mismos romanos el

concepto de sacrificio incruento no les era desconocido. Pues, por

Page 69: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

62

ejemplo, los sacerdotes paganos de Roma ofrecían sobre el altar

unas tortas de trigo llamadas hostiae.

Los actuales solideos de las cabezas de los obispos les

resultarían familiares a los romanos, pues los flamines (uno de los

principales colegios de sacerdotes) llevaban sobre la cabeza un

gorro muy similar (aunque más amplio) llamado apex.

Otro elemento interesantísimo son las sibilas, las mujeres

dotadas de un don profético que les permitió anunciar que se

aproximaba el nacimiento de un mesías que iniciaría una nueva

edad de oro. No en vano, todas las sibilas están pintadas en la

bóveda de la Capilla Sixtina.

Con estas explicaciones no estoy hablando en modo alguno

de que haya existido una contaminación. No es que se nos hayan

introducido elementos indeseados. Sino que los cristianos de la

época imperial estuvieron muy abiertos a la posibilidad de

reconocer que, incluso en su mundo sin Cristo, hubo signos que

anunciaban el nuevo mundo espiritual que se avecinaba. Los

seguidores de Cristo pensaban que en ese mundo pagano lo

incorrecto era la idolatría, pero no el mismo concepto de liturgia,

el sacerdocio o los elementos empleados en ese culto.

No quiero acabar este artículo sin una relectura (ésta

subjetiva) de la palabra Vaticano. El Vaticano era un monte, Mons

Vaticanus. No era grande como una montaña, pero tampoco era

pequeño como una colina. Era simplemente un monte, aunque hoy

día aparezca totalmente desmochado por las obras del emperador

Constantino. Y habían dado a esa elevación ese nombre en honor

del dios que cuidaba de los vagidos de los niños. Como si con ello

el Dios cristiano quisiera decir que la Curia Romana cuidaría de los

Page 70: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

63

vagidos de los infantes espirituales, es decir, que ellos se

encargarían de cuidar de los niños en el espíritu.

Siempre que contemplo las cuatro columnas salomónicas del

baldaquino de la Basílica Vaticana, me recuerdan a cuatro

gigantescos cordones umbilicales. Como si desde allí se cuidara a

los infantes en el espíritu. No uno, sino cuatro cordones umbilicales

de la Santa Madre Iglesia, porque muchos son sus hijos. Cuatro que

simbolizan a sus hijos en cuatro ámbitos: Eurasia, América, África

y Oceanía.

Soy muy consciente de que esto es una relectura subjetiva de

la palabra Vaticanus. Pero una vez que se me ocurrió, ya me resultó

imposible ver ese objeto sin que la superposición interpretativa no

me viniera a la mente.

Otra lectura subjetiva es que Roma es la palabra Amor escrita

al revés. Pero, por muy subjetiva que sea, una vez conocida la

superposición de significados sobre un significante, ya no es

posible olvidarlo. Sin embargo, otros hechos son objetivos e

insoslayables. Por ejemplo, los paralelismos entre el dios Dionisio

y Jesucristo. Dionisio muere, resucita y sube al cielo junto a su

padre Zeus. Era considerado como un salvador, lo cual no era

común entre los dioses. Sin embargo, Dionisio ofrecía una promesa

de salvación a sus seguidores. Único culto que ofrecía vida eterna

a sus iniciados a través del rito de beber vino en sus ceremonias, la

cual era considerada la sangre derramada de Dionisio. Además, a

Dionisio se le creía hijo de un padre divino gobernante del mundo

y una madre mortal que era virgen en el momento de unirse a Zeus.

Todo esto hizo que algunos cristianos vieran en Dionisio una

prefiguración de Cristo. Ellos no creían ni una palabra de esos

mitos, pero sí que creían que la figura inventada de ese falso dios

fuese una profecía de lo que iba a venir después. Hasta tal punto

Page 71: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

64

que hubo mosaicos que representaban a Dionisio con la llaga en su

costado como la de Cristo. Claro que otros vieron en estas

semejanzas no una prefiguración, sino la envidia del demonio que

inspiró ese mito dionisiaco como burla del Mesías que iba a venir.

Otro ejemplo, aunque este menor, es Lucio Apuleyo

describiendo en sus Metamorfosis a Isis como una mujer alta y

bella, coronada de estrellas, vestida de blanco con un manto azul

llevando en sus brazos a su hijo (el dios Horus), mientras ella pisa

con su pie una serpiente. Los ejemplos se podrían multiplicar a lo

largo de la mitología.

Llegados a este punto hay que distinguir entre dos aspectos.

Las semejanzas entre la mitología y la fe cristiana son muy

puntuales, quizá fruto del azar (o de la envida del demonio) y, en

cualquier caso, no hubo casualidad entre la fe pagana y la posterior

fe cristiana. Mientras que este artículo sí que ha intentado mostrar

que las conexiones entre la antigua religión romana y el

cristianismo de rito romano son numerosas e indudables.

Conexiones éstas fruto de la inculturación y, en algún caso, fruto

de un Dios Todopoderoso que quiso anunciar en la antigua religión

humana algunas verdades de la futura religión verdadera, la

cristiana.

Éste es un tema siempre delicado para reflexionar por parte

del autor creyente. Porque si las semejanzas son pocas, el autor de

la reflexión recibe las críticas de los que afirman que esas

coincidencias son demasiado débiles para ver conexión alguna y,

por tanto, la supuesta Mano de un Dios que guía la Historia. Y si

las coincidencias son muchas, entonces los lectores no creyentes

afirman que hay una evidente relación de causalidad entre esa

creencia pagana y el cristianismo. Mi postura, como ya he

manifestado, es que sí que existen prefiguraciones puestas por el

Señor de la Historia. Como si el Señor de los siglos hubiera puesto

Page 72: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

65

unos cuantos mojones en el campo que nos recordasen hacia donde

iba el correr de los siglos: hacia Cristo, su fe y su religión.

Page 73: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

66

8. Ucronías sobre Israel Los seis estados que existieron en Palestina o pudieron seguir

existiendo hasta nuestros días

CUANDO LOS PEREGRINOS VISITAN EL ESTADO DE ISRAEL, albergan

una cierta tendencia a pensar que el estado judío que ven en

nuestros días es, en esencia, el Estado que existió siempre. Como

si ese Estado judío fuera una realidad inalterada, aunque sufriera

una interrupción durante algún tiempo a causa de la última guerra

romana y la diáspora subsiguiente. Sin embargo, eso no es así. El

actual estado hebreo es fruto de decisiones que imprimieron una

determinada dirección a los acontecimientos. La sucesión de

hechos podría haber sido completamente diversa y hoy día podría

existir un estado de Israel muy distinto que aceptaríamos con total

naturalidad.

Pudo haber habido una Judea Cristiana que llegara hasta

nuestros días. En el año 33 o en los años posteriores, los judíos

pudieron haber seguido el camino del Evangelio. Eso podría haber

sido causa de una diferente concatenación de acontecimientos que

llevara a la resistencia de esa tierra a toda invasión musulmana

posterior.

Me explico, difícilmente se hubiera producido la última

guerra judaica si en esas tierras hubiera existido una población

mayoritariamente cristiana. La guerra judaica de los tiempos de

Vespasiano fue demográficamente devastadora. Sin toda esa

destrucción los territorios de Judea, Israel y Samaría hubieran

constituido una provincia mucho más rica, poblada y fuerte, tal vez

Page 74: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

67

habría sido capaz de resistir las invasiones del siglo VII que iban a

provenir de tierras más desérticas y menos habitadas. Que la

provincia romana de Palestina hubiera podido funcionar como

rompeolas de la marea musulmana es una posibilidad que no

podemos descartar. No me detengo a analizar las consecuencias de

esta Judea cristiana que fue posible, porque lo hago en mi libro El

león y las llaves.

Otro Israel posible fue el de una Palestina bizantina: una

tierra completamente cristianizada, perfectamente integrada como

parte del Imperio Romano de Oriente, con monasterios, obispos y

catedrales. Es decir, la segunda posibilidad histórica es una tierra

sin presencia judía (a causa de la diáspora forzada del siglo I),

colonizada por cristianos bizantinos y que hubiera sobrevivido

hasta nuestros días como un aspecto parecido al de Grecia o al del

Chipre no turco.

Aunque los caminos de la Historia tienen muchas

bifurcaciones, hay que reconocer que estos dos israeles, el judeo-

cristiano y el bizantino, tenían pocas posibilidades de perdurar

frente al empuje fortísimo de los ejércitos musulmanes en el siglo

VII. Pocas posibilidades, no ninguna. Si el avance arábigo hubiera

sido contenido justo al principio, difícilmente en el 642 estos

hubieran podido penetrar en Egipto. El momento de mayor

debilidad de esas huestes islámicas fue justo al salir de la península

arábiga fue el de los comienzos. Cualquier fuerte revés en ese

primer avance hubiera podido ser causa de pérdida de confianza en

ese nuevo credo, causa de divisiones y de conflictos armados

internos.

La tercera posibilidad es la de una Palestina Musulmana que

hubiera erradicado de su seno cualquier otra confesión, es decir,

Jerusalén y todas las regiones del antiguo Israel podrían haberse

convertido en una región enteramente musulmana sin la menor

Page 75: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

68

presencia de otras minorías religiosas. Ese Israel también fue

posible, una palestina sin ninguna iglesia, sin el menor rastro del

Santo Sepulcro; una población que careciera de la más pequeña

tradición acerca de la presencia de Jesús en lugar alguno

determinado de su geografía. Actualmente las iglesias y las

tradiciones jalonan esa geografía gracias a una tradición viva

mantenida por comunidades cristianas que han perdurado.

Los cristianos de todo el mundo hubiéramos mirado de forma

muy distinta esa región si la Judea Cristiana hubiera pervivido e

innumerables tradiciones sólidas hubieran llegado hasta nuestros

días: las casas natales de los doce apóstoles, todos los lugares

donde estuvo Jesús en Jerusalén, quizá hubieran sido conservados

piadosamente hasta los mismos edificios involucrados en las

Escrituras Santas. Tal vez hubieran llegado a nosotros los sepulcros

de Lázaro, de María Magdalena, de Zaqueo, etc, etc.

Frente a un Israel que contuviera una constelación de

tradiciones y reliquias, el polo opuesto hubiera sido la Palestina

Musulmana radical. Una tierra donde no quedara el más mínimo

rastro de Jesús, un perfecto lugar vacío en cuanto a los hechos

sucedidos dos mil años antes.

Un camino posible para la Historia hubiera sido el que esas

tierras palestinas monolíticamente musulmanas jamás hubieran

permitido la colonización judía que se dio a partir del siglo XIX.

Los judíos del mundo hubieran tenido que resignarse a una tierra

de Israel que fuera impenetrable para ellos, más impenetrable de lo

que es en la actualidad para ellos Irán o Libia.

La cuarta posibilidad fue que los Reinos Cruzados se

consolidasen. La actual percepción popular que se tiene de las

cruzadas es que fueron un absoluto fracaso. Pero lo cierto es que la

dominación cristiana perduró en esas tierras desde el año 1099 al

Page 76: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

69

1291. Eso son casi doscientos años que no es poca cosa. La Unión

Soviética nadie considera que fuera una realidad fugaz y duró 69

años. El Imperio Napoleónico, 10 años.

Este Reino de Jerusalén, el Condado de Trípoli, el Principado

de Antioquía, el Condado de Edesa y el Reino Armenio de Cilicia

sí que podrían haber echado raíces cada vez más fuertes y haberse

mantenido hasta nuestros días. De haber sido así, la historia de toda

esa región podía haber sido muy distinta. Hoy día, tal vez,

hubiéramos tenido una democracia occidental en pleno Oriente

Medio. Unos reinos que hubieran ejercido una influencia cultural

en toda la región. La misma historia de Irán e Irak tal vez habría

sido muy diferente. Las disensiones internas entre los cruzados, sus

luchas armadas intestinas, hundieron lo que los primeros cruzados

consideraron que había sido un verdadero regalo de Dios. Las

luchas internas por el poder fueron decisión de unas pocas

personas. Esas pocas personas con sus pequeñas ambiciones

realmente provocaron un radical cambio en la dirección de la

Historia del mundo.

La quinta posibilidad que tampoco fue, era la de que esas

tierras hubieran permanecido bajo mandato británico, como un

protectorado. Es decir, que Gran Bretaña hubiera mantenido esas

tierras bajo su domino, ejerciendo de árbitro entre cristianos, judíos

y musulmanes. El entero imperio británico podía haber caído y, sin

embargo, haber mantenido su arbitraje en ese protectorado para

evitar el enfrentamiento armado entre musulmanes y colonos

judíos. Podría haber habido variantes, ejercer el protectorado solo

sobre Jerusalén, ejercerlo solo sobre algunas regiones de

convivencia complicada, que ese protectorado fuera asumido por

parte de Naciones Unidas. La idea de un Protectorado

Internacional tuvo muchas posibilidades de acabar siendo la

forma jurídica que configurara toda esa región.

Page 77: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

70

Cada uno de estos israeles tuvo más o menos posibilidades de

haber existido. Al final, la Historia siguió el curso que todos

sabemos. Pero hay que tener en cuenta que cada uno de esos

estados pudo haber tenido éxito. La tierra de Israel fue enteramente

cristiana durante más de dos siglos, entre el siglo IV y V, aunque

con la presencia de comunidades judías. Y de nuevo la presencia

cristiana fue sustancial allí durante el dominio cruzado.

¿Realmente tienen más derecho los judíos que los cristianos

a considerar esa tierra como históricamente suya? La Palestina

Bizantina estaba formada por habitantes que llevaban allí desde las

migraciones de la época helenística. Y eso sin contar a los hebreos

conversos al cristianismo desde la época del siglo I, los cuales no

se unieron a la rebelión judía. Los colonos gentiles primero, los

judíos cristianos después, llevaban allí (como mínimo) desde el

siglo I hasta el siglo VII ¿tienen menos derecho a reclamar como

suya esa tierra los judíos conversos que los judíos no conversos?

Es perfectamente comprensible que, desde la perspectiva de

un judío de religión mosaica, esa tierra es de ellos y solo de ellos.

Pero desde la perspectiva de todos los judíos conversos, tan judíos

como los primeros, esa tierra era tan de ellos como de los que no

aceptaron a Jesús. Dígase lo mismo de los musulmanes que

llegaran después del siglo VII. Un judío húngaro o polaco que

desembarcara en 1930 en el puerto de Jaifa no podía decirle a un

árabe que llevaba allí, por lo menos, trece siglos, que esa tierra era

solo suya y que él estaba allí como un huésped tolerado.

Eso no era razonable ni justo, y, desde luego, los judíos no

pretendieron hacer eso al llegar al protectorado inglés. Su idea era

bien clara, crear una democracia, que todos tuvieran los mismos

derechos, árabes, cristianos y judíos. Pero, justo es decirlo, el

fanatismo musulmán quiso imponer la ley de la violencia contra

unos judíos que ya se habían establecido allí masivamente desde el

Page 78: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

71

siglo XIX, les gustase o no a los musulmanes. Realmente fue ese

fanatismo musulmán el que hizo descarrilar un proceso que tal

como lo habían ideado los sionistas hubiera sido el ideal. Después,

cierto es, llegó el fanatismo de algunas minorías judías que

afirmaron con radical despotismo: esta tierra es nuestra y solo

nuestra. Afortunadamente, estos también eran una minoría. Pero

una minoría a la que hay prestarle ningún caso, pues no tienen de

su parte ni la razón bíblica ni la de la más elemental justicia

humana.

Como se ve, pudo haber llegado hasta nuestra época un Israel

muy diferente al que conocemos. Hoy día el Estado de Israel es

judío, porque es un hecho insoslayable que en esa nación la

mayoría de sus habitantes son judíos. Pero si no fuera por la vía de

los hechos, si nos atuviéramos únicamente a la cuestión de la

legitimidad histórica, los cristianos tienen tantos derechos

históricos como los judíos, y los musulmanes también tienen tantos

derechos sobre esa tierra como los judíos.

Les guste a unos o no les guste, Dios ha hecho que esa tierra

ahora históricamente pertenezca de pleno derecho a las tres

religiones. Nadie puede alegar que esa tierra es suya y solo suya.

Históricamente, esa tierra es tan judía como cristiana. Y los

musulmanes que llevan allí desde el siglo VII tienen tanto derecho

a estar allí como los judíos. Los cristianos lucharon y murieron por

esa tierra, vivieron sobre ese suelo generación tras generación,

siglo tras siglo. Pueblos enteros cristianos habitaron sus solares, en

perfecta continuidad, desde el siglo I hasta el siglo XXI. Los

cristianos no son huéspedes en una tierra que pertenezca a otros.

Están en su propia tierra. La justicia de considerar ese suelo su

hogar no queda anulada por una inmigración masiva en los últimos

dos siglos.

Page 79: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

72

Cualquier persona culta e ilustrada, hoy día, acepta la

legitimidad de la democracia que impera en el Estado de Israel. La

legitimidad de la democracia, al final, es la mejor solución. Ahora

bien, la próxima vez que alguien te diga que por una mera cuestión

de razones históricas esa tierra es judía y solo judía, recuerda que

nosotros los cristianos tenemos tanto derecho como los judíos a

considerar esa tierra como nuestra.

Page 80: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

73

9. Los cristianismos posibles Reflexión acerca de los cristianismos que pudieron existir

EN MI LIBRO EL LEÓN Y LAS LLAVES explicaba con detención que

hubieran sido posibles distintas formas de cristianismo dentro del

mismo molde dogmático. Pero no solo eso, también hubieran sido

posibles, además, otras cristianismos todavía más diversos si Dios

hubiera creado otra construcción dogmática. Incluso cabe la

posibilidad de que en construcciones dogmáticas muy diversas dos

formas de cristianismo hubieran adoptado formas finales

(canónicas, estéticas, jerárquicas, etc) prácticamente iguales

distinguiéndose solo en la base inicial de la que partieron sus

construcciones lógicas e históricas.

¿Hubiera sido posible (como una posibilidad de razón) un

catolicismo incipiente que hubiera tenido que refugiarse en el siglo

II en las llanuras de Asia, y que, ajeno a la filosofía griega, hubiera

acabado asentando su sede petrina en el Tibet tras varios siglos de

éxodo asiático? Un cristianismo perseguido, peregrinante. Una

comunidad que hubiese custodiado los Evangelios, pero no hubiera

tenido ningún contacto con el Poder, ni con los grandes centros

urbanos del conocimiento del mundo romano.

¿Podemos imaginarnos un Imperio Romano pagano hasta su

disolución y un estado teocrático cristiano en un Tibet converso a

Cristo? Imaginemos una historia del cristianismo mucho más

espiritual de la que, de hecho, tuvo en Europa. Imaginemos una

corte monástica en la capital de esa teocracia cristiana tibetana, una

Page 81: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

74

liturgia cristiana que entroncara con el sustrato precedente y se

inculturara allí.

O podemos imaginar un catolicismo muchísimo más parecido

al protestantismo de tipo cuáquero o evangélico. Con los mismos

dogmas, pero que hubiera reducido los aspectos rituales y

jerárquicos usque ad minimum. Sin negar nada de la actual

estructura dogmática, pero centrando la vida cotidiana de los

católicos bajo la Palabra, reservando el Misterio de la Eucaristía a

unos contados lugares sagrados atendidos por monjes ascetas,

pocos pero escogidísimos por su santidad. Una situación en la que

los ordenados in sacris fueran una minoría itinerante, carente de

estructuras humanas. Podemos imaginar toda una canonística

totalmente distinta de la actual sin variar ni un solo dogma, con los

fieles recibiendo cada uno de los sacramentos una sola vez en la

vida, en momentos verdaderamente excepcionales, con un clero

que viviera como Jesús deambulando por Galilea.

También podemos imaginar un cristianismo en el que todas

las características propias de las iglesias ortodoxas se exacerbaran

al máximo. Con un Papa, Patriarca de Patriarcas, en continua y

permanente visita de los sínodos provinciales, sin sede fija. Una

Iglesia en la que se hubiera paralizado de forma voluntaria toda

evolución de la teología. Una Iglesia que no conociera más que una

minuciosa recapitulación de la patrística, con los teólogos aferrados

a esos textos venerados porque el sistema de estudios estuviera

organizado como una sagrada lectio de los pilares primitivos del

cristianismo, con unas facultades de teología en las que los estudios

estuvieran totalmente ritualizados.

Unas facultades monásticas en las que las horas de estudio

con los profesores fueran una especie de extenso oficio de lecturas

en las que cada hora esas lecturas se alternasen con oraciones.

Page 82: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

75

Podemos imaginar una Iglesia que actuara frente a los Santos

Padres como ciertas corrientes judías han actuado frente al Talmud.

¿Por qué es bueno reflexionar sobre estas posibilidades? Por

dos razones.

1. Porque usar la razón nos ayuda a entender que en la Iglesia ha habido una acción

del Espíritu Santo, una Providencia del Cielo.

2. Porque nos hacemos conscientes de la necesidad de un ecumenismo ad extra y de

una cierta flexibilidad teológica ad intra.

Voy a explicar esas dos razones. En la Iglesia ha habido una

acción del Espíritu Santo. Los sucesos eclesiales han ocurrido por

causalidades humanas, sí, pero también ha habido una mano

invisible que ha encarrilado la sucesión de hechos. De lo contrario,

podríamos haber acabado en un punto final muy distinto. Y

entender esto nos lleva a amar la Tradición, pero también a tener

una cierta flexibilidad mental.

Tenemos que tener un cierto ecumenismo con nuestros

hermanos de la misma Iglesia que no piensan como nosotros.

Todos, inconscientemente, tendemos a creer que todo tiene que ser

como queremos nosotros. Identificando el yo y la verdad. Las

mejores cabezas de la Iglesia siempre han sido flexibles, siempre

han jugado con gusto al ajedrez teológico. Es decir, han jugado con

gusto unos cuantos de los millares de los movimientos lícitos y

ortodoxos sobre el tablero de las posibilidades. Quedándose

después con los mejores movimientos.

Los teólogos más rígidos siempre han sido más proclives a la

erudición. A veces, sí, dotados de una erudición maniaca.

Erudición admirable pero que recubría un núcleo inicial de

inflexibilidad ante lo posible. Pero pensar cosas nuevas, el arte de

Page 83: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

76

pensar lo que nadie había pensado antes, no ha sido un don

concedido a todos.

Page 84: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

77

10. El infierno y las normas que lo

rigen La capacidad de la mente humana para saber cómo sería el

infierno incluso aunque éste nunca hubiera existido

SI RESPONDEMOS BIEN a la pregunta quién es Dios, podremos

enfocar acertadamente la respuesta a la pregunta de quién es el

Diablo. Aquél que crea en un Dios primitivo, cruel, iracundo,

vengativo, tenderá a tener una visión igual de simplista respecto al

demonio.

Muchos, fruto de las trampas del subconsciente, tienden a pensar

en los demonios como en unos seres parecidos a los goblins o a los

brownies escoceses o a los gremlins del folclore. Hay que ser

comprensivos con esta celada del subconsciente, provocada por los

distintos sustratos del conocimiento. Sustratos que han generado

prejuicios que a muchos les impiden tomarse en serio la posibilidad

intelectual de que un ser espiritual pueda vivir una eternidad

definitivamente alejado de su Creador. Cuando tal posibilidad no

contiene en sí ninguna contradicción interna y entra dentro del

mundo de los entes posibles.

Alguno, al leer las líneas precedentes, pensará con

vehemencia: ¡pero si yo no creo ni siquiera en la existencia de Dios!

El actual artículo para nada entra en la cuestión de la existencia,

sino de la capacidad intelectual para barajar las distintas

posibilidades del ser. El cero tampoco existe en el mundo real ni el

concepto de infinito, y podemos hacer operaciones lógicas con

ellos. De hecho, ni siquiera existe en el mundo real el número 15,

Page 85: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

78

es una abstracción. Pero si uno quiere limitarse a sí mismo a no

realizar operaciones mentales con las posibilidades del 0, el ∞ y el

15 que sepa que nadie le va a obligar a ello y tiene todo el derecho

del mundo.

Sea uno ateo, agnóstico o creyente, para los que quieran

reflexionar acerca del concepto “demonio” entendido como “ser

espiritual condenado para toda la eternidad”, son las reflexiones de

este artículo. Tal reflexión acerca de cómo podría ser la existencia

de un ser demoniaco la podría realizar perfectamente un ateo. Una

vez que comprendemos el concepto de Ser Absoluto, podemos

preguntarnos las posibilidades de existencia de un ser cerrado

absolutamente a ese Ser Infinito. Esto no sería otra cosa que una

especie de matemáticas con conceptos, de operaciones mentales a

través de las reglas de la lógica. Algunos estarán seguros de que en

estas operaciones falla la base, pues están seguros de que falta la

existencia del Ser Infinito. Pero, insisto, ése no es el objeto de las

reflexiones de estas líneas.

La mente humana puede barajar todas las jugadas, todas las

combinaciones, de ese ajedrez celestial que son las posibilidades

del ser. De la valoración de todas las jugadas realizables, cualquier

mente va entendiendo que las posibilidades razonables son solo una

fracción de lo posible. La ramificación lógica de causas y efectos

impone una disciplina a ese mundo de lo posible, va podando sus

ramas. Las leyes de la lógica ejercen una tiranía sobre lo que, en

principio, podría parecer una selva. Si Dios existe, Dios actúa con

lógica. Y así pasamos del todo es posible, al si Dios existe, solo una

serie de posibilidades y concatenaciones son razonables. Un Ser

Infinito es un ser personal lógico. Y eso impone una lógica a su

creación y a las permisiones en su creación.

De ahí que si respondemos correctamente a la pregunta de

quién es Dios, a qué Dios estamos adorando, qué Dios es posible –

Page 86: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

79

solo un Dios es posible–, entonces las opciones se acotan

extraordinariamente.

Los años no han hecho otra cosa que consolidar en mí la

misma conclusión a la que llegó Aristóteles y Santo Tomás de

Aquino de que solo un Ser Infinito es posible. Y si eso es así, del

mismo modo la cerrazón al Bien Absoluto sigue unas reglas tan

fijas como lo son los principios de la trigonometría. Solo es posible

un tipo de ser condenado eternamente.

Aunque solamente existiera un único ser personal condenado

o se multiplique el número de réprobos por millones con todas sus

variantes e historias personales, la psicología y la vida de un

demonio seguirá unas reglas esenciales. No importa cuánto esos

individuos se sumerjan más en el abismo del Mal o menos, las leyes

que rigen el infierno, es decir, las reglas que rigen la existencia de

una vida eternamente separados del Bien Infinito son reglas fijas

que surgen de la intersección entre el obrar y la permisión del Ser

Infinito, y el rechazo de esos seres malignos pero la imposibilidad

de no seguir existiendo.

Todo esto me parece formidable: la altura de las cumbres del

Bien y la profundidad de los abismos del Mal están dominadas por

la lógica, por la objetividad de las reglas que ya fueron descubiertas

por los griegos al descubrir las matemáticas de los silogismos.

Todo este mundo es el que he intentado descubrir y describir

en mis libros sobre el demonio. La presente reflexión no era para

sumergirnos en el infierno, sino para entender qué reglas rigen la

vida en la condenación.

Desde la pregunta ¿a qué Dios adoro? Si vamos

descendiendo, pregunta a pregunta, hacia respuestas menos

acertadas, poco a poco, vamos dando lugar a verdaderos errores.

Los pequeños errores, al final, nos llevan a que los inquisidores

Page 87: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

80

cristianos recorran Europa. Podemos pasar de adorar al Jesús que

es Amor a quemar a nuestros hermanos en las hogueras, todo ello

resultado de operaciones mentales equivocadas.

A través de concatenación de arduos razonamientos, el modo

en el que entendemos el infierno puede acabar conformando

nuestro mundo real. No hay que creer que los arduos razonamientos

no son los que, finalmente, se imponen. La capacidad de que la

filtración de agua siga en su descenso el camino más intrincado es

tan posible como el camino más directo.

Construir el infierno sobre la tierra, bien para un reducido

grupo de víctimas, bien a nivel colectivo más amplio, ha sido uno

de los caminos del cielo que se han propuesto con cierta infausta

frecuencia. Y aunque, ciertamente, el infierno eterno tiene

características totalmente diversas que el infierno transitorio, no

debemos olvidar que para la víctima de un campo de concentración,

buena parte del peso de sufrimiento, radica en su carácter de

indefinición en cuanto a la duración de ese estado de cosas: el

presente es constante y, a veces, el final no se vislumbra por

ninguna parte.

En ese sentido, los infiernos transitorios nos ofrecen una

aproximación a la existencia de un ser pensante continuamente

sufriente sin esperanza. Cierto que no se sufre de igual manera

siendo bueno que siendo malo. No es igual el sufrimiento que tiene

su causa en el interior del individuo, que el que proviene de fuera.

Entre ambos infiernos hay puntos de coincidencia, aunque también

rasgos, no pequeños, diferentes. El sufrimiento es sufrimiento en

un caso y en otro. Pero la eternidad confiere a cualquier sufrimiento

un peso apabullante. Eso sin contar con que el sufrimiento que

proviene del mal interno es, qué duda cabe, cualitativamente

distinto del sufrimiento que sufre un alma buena.

Page 88: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

81

Lo interesante, lo apasionante, es que vale más la pena seguir

existiendo, aun sufriendo, que no existir. Aunque uno se pregunta

si no hay un umbral de padecimiento en el que ya no valdría la

pena. Si existe ese umbral, ¿por qué un Ser Infinito seguiría

manteniendo en la existencia a alguien al que ya no le vale la pena?

¿Qué gana la persona o los bienaventurados o el resto de

condenados o las víctimas de ese réprobo con mantenerle en la

existencia? Hoy por hoy, sigo pensando que a todos los réprobos

les vale la pena existir.

Después de tantos años dándole vueltas al infierno, estoy

convencido de que ese “lugar” es una opción de existencia que el

Padre bueno otorga. No les otorga su casa, al estilo de la Parábola

del Hijo Pródigo, pero si una casa. No les otorga una existencia

como Él querría, pero sí, al menos, una existencia.

Page 89: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

82

11. ¿Cuándo se acaba la presencia

eucarística? Reflexiones acerca del momento en que la presencia de Jesucristo

puede finalizar en la Eucaristía

UN TEMA que ha provocado reacciones viscerales muy contrarias a

mi persona y mi obra en algunos de mis lectores es la cuestión que

aparece en mi libro Exorcística acerca de la cuestión de si la

presencia de Cristo continúa en la forma consagrada cuando la

Eucaristía está siendo profanada por parte de una secta satánica con

prácticas tan espantosas que no hace ninguna falta describir aquí.

Yo sostengo (sin una completa seguridad) que en ese

momento en que va a comenzar esa serie de profanaciones, la

presencia de Cristo desaparece: Jesús se va. Sobre este tema, por

supuesto, me sometería gustoso a lo que dijera la Congregación

para la Doctrina de la Fe en el improbable caso que algún día dijera

algo. Aunque es un tema tan de detalle, que lo más probable es que

nunca diga nada y que solo en el Cielo sepamos la verdad. Pero

permítaseme dar algunas razones para sostener mi postura.

Cuando la Iglesia, a lo largo de todos los siglos, ha afirmado

la presencia de Cristo en la Eucaristía, ha afirmado con rotundidad

esa verdad de fe: la verdad de la presencia. Pero el dogma nunca ha

afirmado el momento exacto en que desaparece esa presencia por

la corrupción de las especies. Esa cuestión ha sido dejada a la labor

de los teólogos, para que con el instrumento de la razón, diluciden

el momento en que desaparece esa presencia.

Page 90: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

83

La Iglesia con su autoridad ha afirmado lo positivo: Cristo

está en la Eucaristía. Los teólogos con los argumentos de la razón

han dilucidado lo negativo: cuándo esa presencia cesa.

Resulta evidente que cuando los accidentes de la Eucaristía

se degradan, desaparece esa presencia. Es decir, cuando los

accidentes dejan de ser un soporte digno para esa presencia, la

presencia abandona esos accidentes. Sería indigno que algo tan

grandioso como la presencia de Cristo siguiera presente en unos

accidentes degradados y corrompidos. Pero dilucidar la cuestión

del momento exacto es labor de la razón. La Sagrada Escritura no

dice nada acerca del tema negativo, solo del positivo.

Una respuesta razonable es afirmar que cuando la sustancia

de esas especies ya no es tal sustancia, la presencia desaparece.

Pero esa afirmación más bien parece el momento máximo más allá

del cual estamos seguros que ya no hay presencia.

Cuando el sacerdote realiza la fracción del pan sobre el altar,

si pudiéramos ver esa escena bajo un haz de luz que entrase por una

ventana, veríamos en la negrura del ambiente oscuro del templo

cómo brillan cientos de pequeños fragmentos de la forma que

quedan en suspensión en el aire. Cientos de fragmentos serían

claramente visibles, pero en realidad veríamos también como al

realizar la fracción aparece un cierto polvo que es el resultado de

miles de partículas.

Esas partículas son totalmente incontrolables para el

celebrante por su tamaño, quedan suspendidas en el aire. ¿Cuánto

tiempo transcurrirá hasta que su sustancia de pan se degrade? Sin

ninguna duda, pasarán meses incluso en el caso de un ambiente

húmedo. Una vez cayó accidentalmente la forma de un enfermo en

el suelo. Deposité piadosamente esa forma en un tarro de cristal de

la sacristía. Mi idea era que se disolviese y enterrarla en una maceta

Page 91: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

84

de la capilla. Comprobé que no se disolvió y que el pan seguía

siendo claramente pan una semana después.

Si eso sucedió con pan completamente empapado, no hace

falta insistir que el polvo resultado de la fracción del Pan puede

permanecer sustancialmente inalterado durante meses. Se secará,

pero seguirá siendo la misma sustancia.

Mi opinión es que Jesucristo retira su presencia de aquellos

fragmentos en los que no resulta razonable que continúe allí. Si no

fuera así, si su presencia tuviera una obligación absoluta de

permanecer a toda costa, entonces todos los templos tendrían en

todos sus rincones un polvo eucarístico acumulado durante años.

No solo eso, ese polvo saldría del templo por las corrientes de aire:

tendríamos esa presencia eucarística en cualquier lado.

Frente a esta posibilidad de una necesidad absoluta, parece

más sensato pensar que hay permanencia razonable. Cuando ya no

es razonable mantener esa presencia por cuestiones de corrupción

o de pequeñez, Jesucristo hace que cese su presencia en esa

sustancia. Es su voluntad la que decide que un pequeño fragmento

del tamaño de una mota de polvo no es adecuado para esa

presencia. Pero recordemos que vista al microscopio, esa mota de

polvo sigue siendo sustancialmente pan.

¿En unas circunstancias tan horribles como es un ritual

satánico, qué hombre religioso y adorador de Dios mantendría esa

presencia a toda costa si pudiera ponerle fin? ¿Dios no haría lo que

cualquier hombre razonable haría si pudiese?

El dogma afirma lo que las cosas son. Pero el dogma no

afirma lo que Dios no puede hacer. El dogma no cierra las puertas

a las acciones posibles divinas. Afirmar lo contrario de lo que digo,

Page 92: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

85

sería afirmar que Dios tiene obligación de permanecer le hagan lo

que le hagan, y que no puede hacer otra cosa. Desde luego no

pienso que la fe nos obligue a creer tal cosa.

La primera cuestión es si Dios está obligado. Y, francamente,

no considero que esté obligado. La siguiente cuestión es si es

razonable permanecer. Y de nuevo considero que es preferible no

permanecer. Ni está obligado a toda costa ni es razonable. Si

nosotros, cristianos, fuéramos introducidos a un culto satánico, nos

marcharíamos si pudiéramos. ¿Por qué Jesús no va a poder

marcharse si es Dios? Los detractores alegarán que por el dogma.

Pero el dogma afirma la presencia, no las condiciones para la

finalización de la presencia.

Como dije al principio, ésta es mi opinión y me puedo

equivocar. Con gusto me someto a lo que pudiera decir en el futuro

la Congregación para la Fe. Pero si la cuestión fuera el carácter

absoluto del mantenimiento de la sustancia de pan, nuestros

templos estarían invadidos de polvo eucarístico. Lo cual no parece

digno de un misterio tan grandioso.

Volviendo al tema del satanismo, el Misterio Eucarístico fue

instituido por Cristo para nuestro bien espiritual. ¿Debería

permanecer Cristo en ese misterio cuando va a ser usado por un

grupo satánico en un culto demoniaco? ¿Qué provecho provendría

de ello? ¿Provecho para la Iglesia? ¿Provecho para las almas de los

satanistas? La Redención ya ha sido completada. Si Jesús abandona

los accidentes cuando estos no son un soporte digno, ¿por qué no

abandonarlos cuando se van a cometer todo tipo de indignidades

sobre esos accidentes? Dios es Dios y no tiene obligación de

rebajarse a esos siervos de Satanás. La Pasión de Cristo ya ha

acabado. ¿Para qué mantener la presencia cuando se va a usar justo

para lo contrario de lo que se pretendía con esa presencia?

Page 93: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

86

Para abundar más en el tema, me gustaría añadir dos ejemplos

más a favor del criterio de lo razonable, frente al criterio de lo

inexorable. Imaginemos una concelebración, por ejemplo, de cien

sacerdotes. Resulta casi imposible que un centenar de sacerdotes

acaben la fórmula de la consagración al mismo tiempo. Sin duda,

alguno de ellos la va a acabar antes que los otros. ¿Se quedan los

otros noventa y nueve sin consagrar? Hace poco concelebré en una

misa con otros dos sacerdotes, un sacerdote muy anciano se

adelantó claramente a todos, sin ninguna duda. La frase esto es mi

cuerpo, él acabó cuando nosotros no habíamos ni empezado ni

siquiera la palabra “cuerpo”. ¿Significa eso que ninguno de

nosotros consagró?

En grandes celebraciones, la simultaneidad en el acto de

finalizar la fórmula esencial de la consagración resulta imposible.

Y unánimemente los manuales tradicionales enseñan que si uno no

consagra, no ha celebrado misa. Y si uno no ha celebrado misa,

tendría, incluso, que ofrecer otra misa por la intención con

estipendio que se suponía iba a ofrecer en esa celebración.

¿Quién sería capaz de afirmar tajantemente que el único que

celebró misa fue el sacerdote que se adelantó a todos en acabar las

dos fórmulas consecratorias? ¿Quién sensatamente podría afirmar

que los noventa y nueve sacerdotes realmente no celebraron misa,

sino que se limitaron a recitar el canon? Si en Roma hay una

concelebración de mil sacerdotes y uno solo se adelante, ¿el resto

ya no consagran el Cuerpo de Cristo?

En este caso, sin duda no parece adecuado hablar de una

aparición de la Presencia según el criterio de lo inexorablemente

automático. Pues, al final, este acto depende de Dios y Él querrá

que los cien sacerdotes (o los mil) consagren. No es voluntad de

Page 94: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

87

Dios, seguro, que todos reciten la fórmula con la tensión de ser

exactamente simultáneos. A Dios sin duda le complacerá más que

se pronuncie la fórmula de un modo sensato.

Presento por último otro caso, en mis clases de Historia de la

Iglesia, un profesor nos dijo que un sacerdote condenado en Madrid

por asesinar al arzobispo en Madrid, al ser llevado al patíbulo, al

pasar delante de una panadería, alzó la mano e hizo intención de

consagrar todo el pan pronunciando de forma clara y audible por

todos la fórmula de la transustanciación. El profesor nos dijo que

reverentemente se retiró todo el pan de esa panadería y se colocó

en un lugar decente.

La solución fácil a este caso sería afirmar que el sacerdote

condenado estaba demente. ¿Pero si no lo estaba, todo el pan de la

panadería quedó consagrado? ¿Realmente creemos que en un caso

así no rige más bien el criterio de razonabilidad frente al de

automatismo inexorable?

Fijémonos en los ejemplos que he propuesto: dos se refieren

a la cesación de la Presencia (el de la profanación satánica y el de

las partículas insignificantes pero que sustancialmente son

moléculas de pan) y los otros dos se refieren a la aparición de la

Presencia (el de la concelebración y el de la panadería). Tanto para

la aparición como para la cesación parece más adecuado pensar en

el criterio de un Dios que no tiene las manos atadas.

Page 95: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

88

Page 96: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

89

III parte ..................................................................................................................................

Artículos sobre liturgia

Page 97: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

90

12. Apuntes para una ceremonia

ecuménica de carácter mundial Sugerencias acerca de cómo organizar la ceremonia de un gran

encuentro interreligoso como el de Asís en 2016

A LA HORA DE ORGANIZAR UNA CEREMONIA como la de Asís en el

año 2016, caben muchas posibilidades: eso ya ofrece muchas

posibilidades de discutir incluso entre los católicos. La discusión

acerca de cómo organizar una ceremonia ecuménica puede ser

encarnizada entre los mismos católicos. Aquí ofrezco mi opinión

acerca de cómo se podría organizar una futura ceremonia de ese

tipo. No dan lo mismo todas las ceremonias. Unas son más bonitas

que otras. Unas expresan mejor las verdades teológicas que otras.

Ante todo, yo hubiera primado lo estético. La belleza ritual es

un lugar común en el que muchos se sentirían a gusto. Una estética

meticulosamente cuidada que hubiera dejado claro que estaban allí

todos reunidos para orar. Hubiera dividido la ceremonia en cinco

partes.

Hubo muchos problemas en el primer encuentro

interreligioso de Asís (en la época de San Juan Pablo II) acerca de

en qué fórmula unirse para orar, porque había religiones que tenían

tal problema con éste o el otro concepto de Dios. Leí que este

escollo se volvió un problema de imposible resolución. Este

“arrecife” resulta imposible de atravesar. Solo veo posible

esquivarlo, diciéndoles a los que se les tantee para ver si se les va

a invitar, algo parecido a esto, aunque con más diplomacia y tacto:

Page 98: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

91

“En Asís vamos a orar al Dios Único Todopoderoso. Estás

invitado a participar si no tienes problemas en hacer una oración a

un Dios así. Si tienes reparos en ello, simplemente te comunicamos

que vamos a tener ese encuentro interreligioso”.

A ese encuentro se va a orar a Dios. Si alguien no puede

unirse en una oración al Todopoderoso, ese encuentro no es para

esa persona o para ese grupo religioso. Una vez resueltos los

matices, sugerencias e inconvenientes entre denominaciones

acerca del desenvolvimiento de la oración, todo de común acuerdo,

no debería haber ningún problema.

Toda esta ceremonia ecuménica se grabará y la grabación se

considerará como parte muy importante de este acto. Pues poca

gente podrá estar físicamente en la basílica donde va a tener lugar

la oración. Pero millones de personas podrán ver el vídeo en

Internet. Y esos millones de individuos se unirán a ese acto en

espíritu. El comienzo del vídeo animará a los que lo vean a que lo

visionen orando. La gran ceremonia ecuménica se realizará una

vez, pero permanecerá años y años en la Red produciendo frutos.

Por eso la grabación debe cuidarse en sus más mínimos detalles.

Las partes de la ceremonia serían las siguientes:

Primera parte

Todos oran en silencio media hora, dispuestos por grupos

separados alrededor de la basílica: los musulmanes en un lugar, los

evangélicos en otro, los budistas en otra parte, etc. Cada uno que

ore a Dios como lo desee, que se prepare con sus propias oraciones

y ritos para la gran oración común.

La ventaja de esta primera parte es que al ser filmada y ser

incluida en la mezcla final, como prólogo a la ceremonia común,

Page 99: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

92

se mostrará la diversidad de denominaciones religiosas, así como

sus distintas vestiduras y ritos. Las distintas religiones en ese

prólogo no oran juntas, pero sí en el mismo lugar. Oran por el bien

de todos los hijos de Dios, por la paz, por el amor y la armonía entre

todos.

No será difícil ponerse de acuerdo en lo que se le pide a Dios

en ese encuentro, porque si alguien no está dispuesto a orar por el

bien de todos los hijos de Dios, esa ceremonia no será para él. Esta

primera parte, como sugerencia, durará media hora. Aunque si

alguien quiere empezar antes, podrá hacerlo. A la hora convenida,

suena la gran campana de la basílica de Asís y se reúnen todos ante

el pórtico de entrada.

Las cámaras grabarán el desplazamiento simultáneo de cada

grupo religioso hacia el pórtico. En el portón de entrada, de pie,

oran unos cinco minutos en silencio para disponerse, para

prepararse a la gran ceremonia.

Segunda parte

Aunque en la plaza delante de la basílica habrá miles de

personas, solo los ministros y sus acompañantes, únicamente ellos,

entran en la nave central de la basílica superior. El templo está

completamente vacío. Incluso los bancos han sido sacados afuera,

para que el espacio resalte en toda su rotundidad sin nada que

distraiga.

Repartidas en los cuatro puntos cardinales, que representan

el mundo entero, se colocan sobre el suelo y en candelabros velas

que los participantes han traído de sus países. Para que todo tenga

una cierta uniformidad visual, todas las velas serán blancas, sin

colores ni nada escrito sobre ellas.

Page 100: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

93

El Pueblo (compuesto por las diversas religiones) espera

fuera, aunque puede ver la ceremonia por las pantallas. En la nave

central de la basílica, en el mismo centro del gran rectángulo, se ha

dispuesto un círculo de asientos. En la primera fila, la más interior,

se sientan cincuenta personas. Hay una segunda fila, en la que los

asientos están dispuestos por grupos, según las denominaciones. El

que preside la delegación se sienta en la primera fila, sus

acompañantes (en grupo) detrás de él.

Todos estarán reunidos allí, en representación de todos los

hijos de Dios, sin presidencia, sin ningún símbolo en medio del

círculo, solo el aire para dejar claro que oramos al Dios Invisible,

sin ninguna imagen que ofenda a nadie. Cualquier imagen sí que

supondría entrar en un laberinto de discusiones del que sería

imposible salir.

Consecutivamente oran veinte denominaciones a razón de

dos minutos cada una. Solo veinte denominaciones y, aun así, esa

parte del encuentro tendrá una hora de duración. Cada grupo orará

en un extremo del círculo, no en el centro; para así dejar claro que

el centro es Dios. Habrá cincuenta denominaciones en la primera

fila de asientos.

Cuarenta asientos se repartirán por pura representatividad de

acuerdo al porcentaje de creyentes en el mundo. Diez asientos se

repartirán entre grupos más pequeños con menor número de

seguidores.

Por sorteo se repartirá quiénes son las veinte denominaciones

que van a orar en ese primer momento. Cuando digo “orar”, podría

ser (si el grupo así lo desea) una pequeña ceremonia. Pero de dos

minutos, ni uno más. Porque esta parte no debe prolongarse más de

una hora, para no provocar tedio. Todo esto se desarrollará en una

nave bañada por una luz natural, sin iluminación artificial.

Page 101: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

94

Tercera parte

Todos se dirigirán en procesión a la parte inferior de la

basílica. Esta nave también estará completamente vacía. En un

lugar, habrá ya colocados incensarios con incienso que habrán

traído de todas partes del mundo los asistentes.

Allí cada denominación dejará una vela sobre la piedra de un

altar desnudo. Los asistentes conforme coloquen las velas se

quedarán de pie a cierta distancia.

Una vez colocadas las velas, se adelantarán tres ministros

designados previamente al azar. Ellos harán consecutivamente una

brevísima oración, canto o bendición.

Tras eso, todos los ministros se darán la paz entre ellos. Tras

ese gesto, diez ministros, uno a uno, consecutivamente, harán una

aclamación de alabanza a Dios.

Cuarta parte

Se dirigirán a otro lugar de la basílica, porque ésta es una

ceremonia cuyas traslaciones por el templo quieren representar los

distintos lugares del Orbe. Los ministros caminarán hacia un bello

ventanal gótico por el que entrará un haz de luz. Es fácil saber a

una hora determinada por dónde va a entrar la luz de un modo claro

y nítido; a no ser que esté nublado.

Delante de ese haz de luz, siete personas (también designadas

por azar previamente) harán a coro una oración final a Dios. Una

oración en nombre de todos delante de una luz que viene de lo alto.

Page 102: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

95

Incluso en el caso de que ese día el cielo esté perfectamente

encapotado, se verá algo de luz detrás de la ventana. En este lugar

se habrán colocado perfumes traídos también por los presentes.

Cada aroma colocado en un recipiente distinto.

Quinta parte

Tras la oración final de la cuarta parte, la ceremonia casi

habrá acabado. Todos los ministros y sus acompañantes saldrán al

pórtico y se hará una aclamación de alegría ante el Pueblo allí

congregado. La aclamación hecha a coro la realizarán diez

personas, también designadas por sorteo.

El Pueblo responderá con una gran aclamación. El Pueblo

habrá visto la ceremonia en directo pero fuera del templo. Fuera

del templo, porque será mucho más bonito ver a las ciento

cincuenta personas que participan en la ceremonia moverse en un

templo vacío, silencioso, en penumbra, invadido por los aromas y

el incienso, a la luz de las velas, que no tener esa misma ceremonia

en un templo lleno de gente. En este caso, como ya se dijo, debe

primar lo estético. Un ambiente que invite más a la oración

producirá también ese efecto en los millones de personas que lo

vean en sus casas.

Con las cinco partes, habrán participado los cincuenta

ministros, cada uno en un momento dado. Aunque la ceremonia

tendrá que ensayarse el día anterior con tiempo y sin prisas, habrá

cinco ceremonieros encargados de dirigir la ceremonia. Los

ceremonieros pueden ser los cinco católicos o de cinco grupos

religiosos elegidos al azar.

Dado que el Papa es el anfitrión, se puede proponer que él

haga una oración final en la plaza. Pero si esto no encuentra un

Page 103: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

96

apoyo generalizado, tampoco habría dificultad en que el Papa

participe únicamente en alguna de esas cinco partes. Que presidiera

la oración católica del segundo paso sería lo mejor.

Algún católico podría, indignado, quejarse de que, dado que

la Iglesia Católica es la anfitriona, debe el Papa hacer la oración

final. Pero hay que recordar que esta ceremonia no está pensada

para la exaltación de nadie ni para hacer proselitismo, sino para

orar todos juntos. Es decir, lo que se pretende lograr con esta

oración de todos unidos es dar gloria a Dios y que Él nos escuche.

A Dios le complacerá mucho ver a sus hijos unidos. Le

gustará que la Humanidad, como tal, le ofrezca culto. El fin de esta

ceremonia es espiritual. Seguro que nuestro Padre desea que

organicemos esta ceremonia de un modo altruista, sin buscar

propios intereses de propaganda o proselitismo: esta ceremonia

solo debe tener como fin el culto a Dios. No se puede

instrumentalizar con otros fines. Si nos obcecamos en los propios

derechos, en la nobleza de nuestra fe, la ceremonia encallará

continuamente en arrecifes. Sin temor a parecer que estamos

cediendo ante los otros, sin temor a humillarse y creer que uno se

queda en un segundo lugar. Dios no solo lo entenderá y no le

parecerá una traición a la Verdad, sino que, además, bendecirá esa

humildad.

Page 104: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

97

13. La misa ad orienten Algunas opiniones acerca de la liturgia y de hacia dónde debe

dirigir sus oraciones el celebrante

SE HA SUSCITADO en los últimos años con cierta vehemencia entre

algunos grupos de fieles y clérigos la cuestión de la celebración de

la misa de cara a la gente o de espaldas a ella. Permítaseme ofrecer

algunas opiniones mías sin ninguna voluntad de hacer un estudio

exhaustivo.

Antes debo hacer un preámbulo. Previamente al año 2000,

defendía yo ante algunos sacerdotes de mi diócesis, en una comida,

que sería mejor que los dos modos de celebrar fueran posibles en

la actual liturgia, ya que cada uno tenía su simbolismo y valor.

Recuerdo muy bien la cara que me puso un sacerdote muy ortodoxo

y piadoso, ahora profesor en San Dámaso. Una cara como de que

había que tener mucha paciencia conmigo, porque yo no entendía

ni las cosas más básicas.

Otra cosa que, antes de dar mi opinión, creo conveniente

mencionar es que en mis parroquias y capillas siempre he celebrado

la misa en latín al menos una vez al mes, no la misa tridentina sino

la misa del Vaticano II. Además, desde que me ordené siempre he

celebrado esporádicamente de forma regular de espaldas al pueblo,

bien porque así me lo imponían los altares pegados al retablo, bien

porque la misa fuera en latín.

Así que mi opinión aquí vertida no es la de un progresista que

odia la tradición. Siempre he defendido que reviviera la posibilidad

de celebrar libremente la misa de espaldas al pueblo y que las misas

Page 105: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

98

en latín se celebren, al menos, una vez al mes en cada parroquia.

Pero yo que soy un amante de la tradición, tampoco deseo que solo

se celebre de esa manera. La misa celebrada cara al pueblo refuerza

la idea de cena, de banquete, de mesa de la que todos participamos,

de apertura hacia el Pueblo allí congregado. En ese modo de

celebrar, el Pueblo está situado frente a los dones, frente al Cordero

Pascual y se refuerza la imagen de un pueblo sacerdotal.

La misa celebrada de espaldas al pueblo refuerza el aspecto

sacrificial, el aspecto visual de imaginar que todos oramos en la

misma dirección hacia el Padre. Como se ve, los dos modos son

lícitos y cada uno tiene sus ventajas. Considero que lo mejor es que

las cosas sigan como están ahora y que se pueda celebrar de un

modo y de otro. Pero no desearía que un modo se impusiese

obligatoriamente sobre el otro.

Lo mismo vale para el latín. El uso de esa lengua posee su

simbolismo y belleza, la sensación de estar inmerso en una

tradición ininterrumpida. La belleza de una lengua sacra que ya

solo es usada para adorar a Dios, que se transforma en velo para el

misterio. Estéticamente resulta muy interesante la idea de usar una

lengua sagrada para el culto sagrado. Pero no me gustaría que las

misas obligatoriamente se celebraran en latín, como tampoco solo

en lengua vernácula.

Me gustan mucho las grandes concelebraciones, pero también

me gusta que se respete el derecho a celebrar la misa uno solo, sin

pueblo, solo con uno o dos ministros. Algo que como párroco solo

podía hacer si ese día otro sacerdote había venido a celebrar la misa

en mi parroquia.

He ido con gran alegría a las concelebraciones catedralicias,

he concelebrado en mis parroquias con otro sacerdote visitante con

mucho gusto y también he celebrado completamente a solas con

Page 106: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

99

una persona o dos asistiendo a mi misa sin pueblo. Todas esas

formas me gustan. No me gustaría que solo se impusiera una sola

de ellas. Incluso me gusta que haya un rito ordinario (el rito del

Vaticano II) y otro rito extraordinario (el tridentino), como sucede

ahora. Hasta la existencia de ritos orientales y occidentales de la

misa católica son una riqueza a la que me gusta asistir.

Mi opinión por tanto es enriquecer, aceptar todos los estilos

y posibilidades, no la de eliminar opciones lícitas. Creo que la

visión de un Dios comprensivo, bondadoso, amante de la libertad,

se concreta en este modo multiforme de entender la liturgia. La

voluntad de imponer un solo rito y uno solo en todas partes implica

una visión determinada de Dios, y, por tanto, una visión

cuadriculada, uniforme, monolítica de la Iglesia.

La cuestión no es tanto una mera cuestión de orientación del

celebrante en la misa, sino de qué tipo de Iglesia es la que querría

el Señor. Jesús, mientras estuvo sobre la tierra, no quiso dejar todo

atado. Mientras enseñó, se centró en la esencia. A nosotros los

humanos nos encantan los sistemas cartesianos, nos gusta pensar

que nuestra opinión siempre es la verdadera y dirimir las cuestiones

para ahora y para siempre. Somos poco dados en dejar que sea el

Tiempo el que decante las cosas. La sabiduría que llega con la edad

es en buena parte entender que es el Tiempo, y no nosotros, el que

hace de juez. Y que, a veces, ese juez está a favor de lo multiforme.

¿Qué tipo de Iglesia queremos? No nos equivoquemos, la

lucha contra el relativismo no consiste en la uniformidad. La

defensa de la Tradición no consiste en ser más estrictos y duros con

la modernidad. Cuánta gente sueña con tener poder y ser estrictos.

Curiosamente nadie quiere que la autoridad sea más estricta con él

mismo. Hay que ser estrictos con los demás.

Page 107: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

100

Prefiero una Iglesia en la que haya misa en latín y en lengua

vernácula, de cara al pueblo y de espaldas a éste, en rito latino

ordinario y extraordinario, en rito latino y en otros ritos católicos.

He celebrado sin pueblo, con gran piedad, con gran lentitud en un

pequeño altar lateral de una basílica romana, y también me ha dado

mucha devoción concelebrar en la catedral de mi diócesis con más

de cien sacerdotes. Es bellísima tanto la misa simplicísima, con los

elementos esenciales, en la plaza de un poblado en medio de la

selva, como una misa repleta de cantos gregorianos y sobrio

esplendor monástico en una abadía cisterciense. Estoy seguro que

la Iglesia es y seguirá siendo multiforme.

La Iglesia es como un jardín, variada; y en ella reina la

libertad en todo lo que sea opinable, hay lugar para el diálogo, el

debate y la discusión teológica.

Obsérvese que he usado las expresiones: de cara al pueblo o

de espaldas al pueblo. No he usado la expresión de cara a Dios

(coram Deo), porque Dios está presente en todo el espacio del

templo. Pensar que únicamente está delante de la asamblea sería un

error que nadie defiende y, sin embargo, se usa esa errónea

expresión.

Cuántas veces he escuchado defender la misa ad orientem

bajo la razón de que es mejor orar todos en la misma dirección. Y

tienen razón de que orar todos en una sola dirección es algo bueno.

Pero también es bueno orar todos al modo de la misa cara al pueblo

para recordar que Dios (que es espíritu) está en medio de nosotros.

El espíritu de Dios está en todo el espacio litúrgico y fuera de él,

está en medio de la asamblea y sobre nosotros.

¿Celebró Jesús la Última Cena de espaldas o de cara a sus

apóstoles? No hay ninguna duda que de cara. ¿Celebraron los

Page 108: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

101

apóstoles de cara a los creyentes allí congregados? No hay ninguna

duda que de cara a sus Apóstoles, era una cena. A juzgar por la

disposición de los altares en las basílicas romanas, solo se comenzó

a celebrar de espaldas al pueblo a comienzos de la Edad Media.

No siento la más mínima reticencia en celebrar de las dos

maneras, de cara al pueblo y de espaldas al pueblo, porque las dos

formas son modos adecuados y ortodoxos. Aunque reconozco que

celebrar de espaldas me permite concentrarme más, sin la

distracción que supone el que la gente te esté mirando a la cara. La

devoción también conoce un cierto pudor. Celebrar de espaldas a

la gente, con poca luz (a la luz de las velas mezclada con la luz

natural) y sin micrófono es un modo de celebrar que hago yo, de

tanto en tanto, cuando otro sacerdote me celebra la misa a la hora

normal en la que asiste el pueblo fiel.

Hace bien el que ensalza las ventajas de uno u otro modo de

celebrar la misa. Hace mal el que afirma que uno de los dos modos

no es legítimo o inadecuado. El que construye, hace bien. El que

destruye, hace mal.

Una última cosa, es correcto llamar a uno de los modos

celebrar ad orientem. Es correcto, porque es un modo ya acuñado

en la terminología litúrgica, puesto que a partir de la Edad Media

las iglesias se construyeron con esa orientación. Pero no antes. Ni

siquiera San Pedro del Vaticano o la Basílica de Santa María la

Mayor están orientadas así. Lo digo porque hay muchos que repiten

que todas las iglesias siempre estuvieron orientadas en esa

dirección desde el principio. Y eso no era así ni siquiera en los

lugares donde no había ninguna limitación de espacio para

construirlas, valgan como ejemplo las dos citadas.

Page 109: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

102

Una vez que expuse estas ideas, una persona, con tono

indignado, me preguntó si todo era cuestión de gustos. No,

efectivamente. En liturgia no todo da lo mismo. Ahora bien, las

cuestiones se estudian en la Congregación para el Culto Divino con

mucha meticulosidad. Los que hay allí alrededor de la mesa son

grandes sabios en temas litúrgicos. Ellos se dedican al estudio de

la liturgia como trabajo profesional. Así que podemos confiar en

que las decisiones en esa congregación son decisiones de sabios.

La liturgia debe ser un tema pacífico: bello, variado y sereno,

es la gloria de Dios sobre la tierra. Cuando un laico presenta estas

cuestiones de un modo beligerante, es que alguien ha inoculado una

cierta cantidad de veneno en esa persona. El conocimiento de la

liturgia y la participación en ella une entre los fieles. Cuando

divide, hay que preguntarse de dónde parte el veneno.

Page 110: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

103

14. La misa tridentina y la misa del

Vaticano II Artículo que analiza la esencia del por qué de la reforma litúrgica

de ese concilio

EN LOS ÚLTIMOS AÑOS ha ido ganando terreno, sobre todo entre la

gente joven, la idea de que el Misal del Vaticano II supone un gran

atentado contra la tradición litúrgica. Para todos aquellos a los que

se les ha inculcado una cierta manía contra la misa del rito

ordinario, me gustaría decirles que la Misa del Vaticano II fue el

resultado de los estudios realizados por los mejores liturgistas del

tiempo preconciliar.

Un conocimiento meticuloso de la evolución de la

celebración eucarística desde los tiempos apostólicos llevó a la

creación de un misal que nos retrotrajera al espíritu litúrgico de los

primeros siglos. Se eliminaron repeticiones acumuladas por la

Historia, se enriqueció la liturgia de la Palabra, se buscaron las más

antiguas fórmulas de las que hay constancia para ver qué podían

aportar a nuestras celebraciones de nuestro tiempo. Y todo esto se

hizo con la clara voluntad de tratar de preservar cuanto de bello y

positivo habían decantado los siglos en el misal tridentino.

Honestamente, muchos de los que critican nuestro actual

misal no sé cuál es su nivel de conocimiento de los cánones sirios,

o de las diversas tradiciones occidentales como la ambrosiana o la

visigótica. Cualquiera que conozca de verdad esta materia

reconocerá que lo que tenemos ahora es un verdadero monumento

litúrgico que conjuga a la perfección lo antiguo, la tradición y la

Page 111: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

104

sencillez, resultado de una magnífica evolución que nos ha llevado

a la forma actual de la misa del Vaticano II.

El Misal de Pablo VI es un tipo de misa que encaja

perfectamente tanto para un gran pontifical como para una misa en

el campo. Hay que reconocer que, a diferencia de otras liturgias, su

estilo se adapta muy bien a cualquier entorno por pobre o solemne

que sea. Insisto, no es el caso de otras liturgias que requieren de

muchos elementos y que, por su estilo estético, piden un

determinado marco.

Pero la Misa del Vaticano II sobre todo nos aporta algo que

se había ido perdiendo con el pasar de los siglos: la misa como

banquete, la misa como cena, la misa como participación de la

comunidad. El Pueblo no está allí como espectador, sino que

participa. Este considerar la celebración eucarística como cena y

estos aspectos participativos quedan mucho mejor expresados en la

nueva misa, sin quitar ni un ápice de sacralidad a las ceremonias.

Eso quedó magníficamente conseguido en el resultado final.

Resultado del que no dudo que no estuvo ausente la inspiración del

Espíritu Santo.

Para mí la grandeza de la nueva misa es conjugar

magistralmente el aspecto sacrificial con el recuerdo de que es la

Última Cena. La misa actual ordinaria está mucho más cerca de las

liturgias primitivas que la misa del siglo XVII o la del siglo XIII.

Por supuesto que este escrito mío no pretende desmerecer

para nada a la misa tridentina. Mi única intención es remarcar los

aciertos que supuso la introducción del nuevo misal y recordar que

éste no puede ser tan incorrecto, tan inadecuado, como quieren

hacernos creer algunos, puesto que Jesús quiso celebrar la Última

Cena como la celebró. La misa tridentina me encanta: su ritualidad,

su complejidad, su insistencia en lo sacrificial, su espíritu solemne

Page 112: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

105

me producen grandísima devoción. Ha sido un acierto reinstaurar

su celebración en todas las diócesis. Nada de lo que digo es en

desdoro de una misa que es tradición ininterrumpida de más de un

millar de años.

Pero a los que critican la nueva misa como algo inaceptable,

hay que recordarles que Jesucristo hubiera podido en esa Cena

Pascual haber instaurado una Pascua cuyos ritos recalcaran más los

aspectos mistéricos, los aspectos cultuales del Templo. Y, sin

embargo, quiso primar la aproximación, la cercanía. La

instauración de la Eucaristía es un Misterio que tiene más de

aproximación que de segregación. Tiene más de aproximación, de

ruptura del velo, tanto por el modo en que se hizo esa instauración

(en una cena), como por la misma naturaleza del acto. Es decir, el

acto, por su misma naturaleza, lleva a la comunión, al acercamiento

mismo al Misterio. A diferencia de la Antigua Alianza que llevaba

(y eso me parece bien) a la separación, al ocultamiento tras los

velos.

Tampoco me parece mal que algunos ritos orientales (solo

algunos) después, en un segundo momento, hayan restaurado esos

velos, porque es un modo de recalcar la sacralidad, la indignidad

que tenemos de estar ante el Señor. Pero incluso en esos ritos como

el melquita (en cuyas ceremonias tanto he disfrutado al participar

de ellas tras el iconostasio), debemos recordar que la esencia de la

celebración eucarística es ciertamente la de un Dios que se ha

acercado a nosotros, la de un Dios que nos invita a su mesa.

No me parecen mal, sino bien y muy bien, los ropajes

litúrgicos y arquitectónicos que después han cubierto al Misterio.

Eso también es acción del Espíritu Santo. Pero es acción del

Espíritu Santo en torno a un misterio que, sustancialmente, es de

acercamiento. La misma Encarnación es un acto de aproximación.

Page 113: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

106

El mismo Redentor quiso romper en ese acto de instauración

de la misa con el culto del Templo, iniciando una Nueva Alianza,

un nuevo culto que lleva a la instauración paulatina de una nueva

liturgia. El culto del nuevo Pueblo de Dios no es una reforma del

antiguo culto levítico, sino que supone una ruptura a nivel

ceremonial.

Por eso me parece muy bien todo lo que en la actualidad se

hace (como, por ejemplo, en algunos ritos orientales católicos) para

dejar clara la grandeza de nuestros misterios, pero hay que recordar

que son misterios del acercamiento de Dios a los hombres. El

memorial que hacemos ahora de la Última Cena es el recuerdo de

un acto que en sí mismo es un acto de aproximación a su Cuerpo y

su Sangre. No veo para nada mal los velos que después se han

colocado en algunos ritos, pero tampoco debe resultar inaceptable

el otro enfoque, como algunos pretenden hacernos creer. Existen

las dos tendencias en liturgia: la del alejamiento (para resaltar la

sacralidad) y la de la aproximación (para acercarnos a su mesa).

Ambas tendencias son lícitas.

Éste es el espíritu que movió a los autores de la constitución

Sacrosanctum Concilium. De ningún modo digo que los

predecesores tridentinos hubieran traicionado esta verdad, porque

también ellos actuaron movidos por el Espíritu Santo. Pero

ciertamente los Padres Conciliares del Vaticano II quisieron

resaltar estos aspectos, que con el pasar de los siglos habían

quedado menos claros al Pueblo de Dios.

Por eso le deseo toda la suerte del mundo a la misa tridentina.

Esa liturgia engrandece nuestra alabanza a la Trinidad. La

existencia de ese tipo de celebración antigua nos enriquece a todos.

Pero afirmar que el actual rito ordinario de la misa es menos

espiritual, menos bello y menos acorde a la tradición, es no conocer

la historia de la liturgia ni su esencia espiritual. No tengo la menor

Page 114: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

107

duda de que los integristas se preguntan, una y otra vez, porque

Nuestro Señor hizo una Última Cena tan sencilla, en vez de hacer

algo ritualmente más barroco, algo ceremonialmente más

complejo.

Page 115: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

108

15. Apología pro Vaticano II Pensamientos en torno al gran concilio ecuménico

EN MI OPINIÓN el más grande y renovador concilio que ha tenido la

Iglesia Católica desde su fundación ha sido el Concilio Vaticano II.

Y digo esto no tanto por la letra de sus documentos, sino por el

espíritu que logró imbuir en la Iglesia. Otros concilios definieron

mejor aspectos concretos de la fe, pero éste supo infundir un nuevo

espíritu.

Y por supuesto ningún mérito más grande que la gran y

formidable reforma litúrgica. Los que denuestan a ese gran concilio

lo hacen por los excesos que después muchos curas cometieron en

su nombre.

Y ciertamente los excesos fueron muchos y terribles, porque

no se puede hacer daño a la gente sencilla en algo tan sagrado como

la fe o el culto que se le debe a Dios. Hirieron a muchas almas sin

ninguna piedad. El ánimo de no pocos sacerdotes recién ordenados

no fue el de hacer las cosas con tacto, sino el de escandalizar lo

máximo posible. Podría contar infinitas anécdotas e historias de

esos años solo de las parroquias por las que he pasado. Ahí está el

verdadero origen de la reacción conservadora posterior que ha

estado latente durante varios decenios y que ahora parece que echa

sus tallos ya fuera de la tierra. Reacción que en algunos casos ha

sido extremista. Si deplorable fue como aplicaron el concilio los

curas revolucionarios, tampoco está resultando equilibrada la

reacción tradicionalista de algunos grupos integristas. Ni lo uno fue

pedido por el concilio, ni lo otro lo pide la Tradición.

Page 116: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

109

Aunque la época precedente al concilio Vaticano II, fue una

época de esplendor religioso frente a la secularización que después

iba a venir, fueron una infinidad de detalles los que hicieron

conveniente ese concilio.

Para empezar la Iglesia no está ligada a ninguna estética, ni

en sus templos, ni en sus vestimentas, ni en su liturgia. En el molde

estético y ritual de la misa tridentina, era muy difícil hacer una

inculturación. Las mismas ceremonias de la misa tridentina

parecían pedir a gritos un determinado entorno. El barroquismo y

la ampulosidad de ciertas misas de los últimos siglos solo eran una

etapa temporal de esa sucesión secular que es la liturgia. ¿Se puede

celebrar la misa tridentina en un pequeño poblado de Oceanía ante

nativos recién evangelizados? Por poder, se puede. Pero siempre

resultará más fácil que se integren en la liturgia del Vaticano II y

que la entiendan.

Por otra parte, es indudable que el Vaticano II introdujo una

frescura en las relaciones internas de la Iglesia. Antes, los aspectos

formales habían ido creciendo hasta resultar cada vez más rígidos.

Esas imágenes de grandes capas de varios metros, mucetas de

armiño y toda esa parafernalia sacra eran expresión de un espíritu,

de un modo de ver y entender la Iglesia. También ahora se pueden

hacer actos en los que ese esplendor se muestre, pero ya no nos

sentimos obligados a ello, ya no nos sentimos ligados

necesariamente a ello: eso también se lo debemos al concilio.

Hubo un modo de entender la Iglesia que, sin duda, corría el

peligro de acercarnos más a los fariseos que a los pobres pescadores

fundadores de nuestra Iglesia. Por favor, no estoy diciendo que eso

fue lo habitual. Pero el peligro existía. Nadie debe escandalizarse

de esa afirmación mía, cuando son muchos los predicadores de esos

siglos los que advierten del peligro de esa tendencia.

Page 117: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

110

Baste ver algunos libros de moral y manuales de confesores

para darse cuenta de que habíamos errado el curso en algunos

puntos. La moral adquirió tintes rígidos y rigoristas. El tono

amoroso de Jesús de Nazaret quedaba muy oculto bajo algunos

esquemas morales, expresión de una época religiosa que tenía el

algunas veces cayó en el puritanismo. El pecado aleja de Dios, pero

ciertos excesos puritanos también conducían a alejar de Dios. Los

santos, sin embargo, sí que dieron muestra de esa flexibilidad de

los hombres llenos de Dios. Flexibilidad, no relativismo. Esa

flexibilidad buena imprimió su espíritu en el concilio.

La nueva liturgia fue expresión de un nuevo espíritu.

Me gusta el fasto en la liturgia, la grandiosidad de los pontificales,

pero ese gusto no está reñido ni con la sencillez, ni con la

simplicidad. Y, desde luego, cuando hacemos de los aspectos

accidentales de la liturgia motivo de agrio enfrentamiento, nos

estamos desviando. La liturgia cuanto más bella mejor, pero no

olvidemos que también es un servicio a las almas, un modo de

servir a los hombres a través del culto a Dios. No es solo un culto

ideal que logre lo objetivamente perfecto en unas formas absolutas

e intangibles, con independencia del bien de los hombres allí

presentes. Por lo tanto no ha de convertirse en un motivo de lucha

e insatisfacción, sino de diálogo constructivo.

Quiero acabar con una conclusión. La Iglesia puede

evolucionar de muchas maneras, todos los caminos están abiertos.

Pero de lo que estoy seguro es que el futuro no está ni en el

tradicionalismo ni en un grupo de cristianos comunistas celebrando

en el salón de una casa con un vaso y un plato de la cocina. El

futuro no está ni en machacar una sacrosanta tradición por el afán

de ser modernos, ni en idolatrar esa tradición. La Iglesia no solo

avanza, sino que también evoluciona. Evoluciona sin cambiar el

mensaje de Jesús, evoluciona fiel a sus orígenes. Y los orígenes

pueden ser mucho más revolucionarios de lo que algunos amantes

Page 118: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

111

de lo barroco se imaginan. Petrificar es un bello infinitivo que

también tuvo un pretérito imperfecto.

Hay sustancias más duras que el hormigón, bastante más

duras, y, sin embargo, mucho más flexibles. Por el contrario, otros

materiales son menos duros y encima con el defecto de ser más

rígidos y resistir menos cualquier temblor. Esto vale para la

teología, para el gobierno de la Iglesia y hasta para el modo en que

hay que tomarse la vida.

Nada hay peor para el defensor de la ortodoxia que ver el

fantasma del relativismo por todas partes. ¿Hasta dónde debe llegar

el ecumenismo? En mi opinión, casi siempre, hasta el máximo. La

Iglesia debe ser afirmación gozosa de una Buena Nueva, no un

estado de continua defensa frente a los enemigos, un estado de

permanente y tensa apologética.

Nada hay de malo en la defensa ni en la apologética, pero hay

un estado del alma que puede llevar a la continua sospecha, a la

continua confrontación, en vez de vivir en paz en la sencilla

afirmación.

Respecto al camino ecuménico iniciado en la época del

Vaticano II, hoy vemos no las promesas de sus futuros frutos, sino

los resultados ya conseguidos. Hubo un tiempo en el que la Iglesia

daba normas para sus fieles y pensando en sus fieles, y allí acababa

todo en unas sociedades homogéneas en las que cristianismo e

Iglesia Católica se identificaban. Pero en esta aldea global en la que

vivimos, cada vez se ve más claro que la Iglesia asume un papel de

Madre para todos los cristianos. Por supuesto que hay y siempre va

a haber grupúsculos totalmente anticatólicos e incluso amplias

denominaciones que se mantendrán en total hostilidad.

Pero también es cierto que la Iglesia tiene en su seno a unos

hijos que son los que están unidos por el cordón umbilical de la

Page 119: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

112

comunión perfecta, pero esta Madre es como si abrazara a otros

hijos. Cada vez son más los cristianos de todas las denominaciones

que ven a la Iglesia Católica como una Iglesia Madre.

Estos otros hijos tienen que sentirse acogidos por nosotros.

No acogidos únicamente si se convierten, sino incluso sin

convertirse. En la Iglesia Católica tienen que sentirse en su casa.

Los que se horrorizan ante esta posibilidad alegan el peligro

del relativismo. Pero no deben tener miedo. La arquitectura

dogmática es y sigue siendo la misma. Tampoco renunciamos a que

todos logremos la plena comunión. Pero mucho me temo que la

división entre denominaciones está aquí para quedarse. Eso sí,

hasta el día que tanto ansiamos en que el Espíritu Santo pueda hacer

un milagro de la gracia. Pero, mientras tanto, la división (aunque

lamentable) forma parte de un plan divino que la permite.

Esta nueva concepción cambia también el modo en el que

vemos a nuestros hermanos cristianos, pero también a los judíos.

Los actuales judíos no son infieles, sino fieles a su tradición. De

nuevo, esto no significa que ambos mensajes son indiferentes, no

son caminos paralelos que uno escoge a voluntad. No, la Verdad es

una. Pero mientras no nos pongamos de acuerdo, más vale que nos

amemos y que insistamos en lo mucho que nos une.

Page 120: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

113

16. La posibilidad de que un

protestante pueda recibir la

comunión en una misa católica Acerca de si existe una imposibilidad absoluta o de conveniencia

de un cambio canónico en este sentido

EN EL AÑO 2016, un obispo luterano sueco comulgó en la Basílica

Vaticana. Los obispos católicos suecos, en los días siguientes,

emitieron un comunicado recordando la norma de la Iglesia acerca

de este sacramento y los cristianos que no están en comunión con

la Iglesia.

El Papa Francisco en una visita en 2015 a una iglesia luterana

trató de responder a una mujer luterana casada con un católico

cuando le preguntó acerca de si podía comulgar cuando iba a la

misa católica. La respuesta papal no fue clara.

Mi opinión al respecto es que este tema sí que podría ser

estudiado por los teólogos en orden a conceder algunas

permisiones. Cierto que poseemos una tradición acerca de la unión

entre la recepción del sacramento de la comunión y la comunión

eclesial.

Pero no veo una imposibilidad dogmática en que un

protestante que crea en la presencia real de Cristo en la Eucaristía

y que, al mismo tiempo, esté en gracia de Dios pueda recibir este

misterio. Cierto que, hoy por hoy, tal posibilidad no está

contemplada en la legislación canónica.

Page 121: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

114

Pero recordemos que hasta el Vaticano II hubiera sido

impensable que un ortodoxo comulgase en una misa católica. Y

hoy, bajo ciertas condiciones, eso está permitido por el Código de

Derecho Canónico. Esa permisión actualmente contemplada en la

legislación eclesial implica que no es necesaria de forma absoluta

la comunión eclesial perfecta para la recepción de ese don. Basta

una comunión suficiente (aunque no sea perfecta) para recibir la

Eucaristía. Cuál sea esa comunión suficiente se deja a juicio de la

Iglesia. En el caso de los ortodoxos la respuesta de la Iglesia ha

sido la permisión. La posibilidad para los protestantes (que crean

en la presencia real) considero que podría estudiarse.

El que luteranos, anglicanos, episcopalianos y tantos otros

bautizados pudieran acercarse con fe, respeto y devoción a recibir

este don yo lo vería como un paso positivo hacia la creación de una

gran comunión eclesial de todos los bautizados, todavía imperfecta,

pero real.

Todos debemos obedecer las prescripciones del Derecho de

la Iglesia, puesto que han sido dadas con autoridad apostólica. Por

tanto, yo no me considero exento a la obediencia a los sagrados

cánones. Pero los teólogos podrían reflexionar acerca de esta

posibilidad. Mi opinión es que no existe una imposibilidad

dogmática, sino solo razones de conveniencia.

Puede llegar el día en que en nuestras misas católicas

tengamos de forma ordinaria a miembros de otras confesiones, que

unas veces vayan a sus celebraciones y otras a las nuestras. Sobre

todo eso sucede con frecuencia en el caso de un matrimonio mixto

entre un protestante y un católico.

Lo que los cánones hoy permiten, lo permiten porque hubo

teólogos que trabajaron para que se diera un paso adelante. Esto no

es relativismo, sino la conciencia de que existe una comunión

Page 122: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

115

imperfecta pero real entre los cristianos de casi todas las

denominaciones.

Page 123: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

116

Page 124: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

117

IV parte ..................................................................................................................................

Artículos sobre otros temas

Page 125: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

118

17. La palabra que resuena en el

aire Algunos cuantos consejos acerca de cómo dar conferencias

COMO A LO LARGO DEL AÑO doy no pocas conferencias, me

gustaría señalar algunos de los errores más comunes que observo

que se suelen cometer tanto por parte de los conferenciantes, como

por parte de los presentadores del conferenciante.

Sobre el arte de dar conferencias

Dar conferencias es un placer. Es el placer de transmitir

conocimientos, discursos racionales, de hacer a otros intelectos

partícipes de la visión de nuestro intelecto. Se trata de una

comunicación de razón a razón. Para ello usamos las palabras. Los

conceptos se irán desgranando en una sucesión de frases que tienen

su música, que están cargadas en algunos momentos de emoción.

Una conferencia, frente a un escrito, está cargada de vida. Es algo

único e irrepetible. Por supuesto que estoy hablando de un gran

conferenciante, también los hay que se limitan a leer en tono

monocorde un papel colocado delante y a decir al final que ya no

hay tiempo más que para dos preguntas. El mal conferenciante, sin

duda, odia que le hagan preguntas. Para él son una mera

distracción, una concesión, un añadido sin importancia.

Escuchar una buena conferencia es uno de los mayores

placeres de la vida. Pero son muchos los que no distinguen entre la

labor concienzuda de la escritura y el arte de la conferencia. Al no

distinguir entre ambas formas de transmitir, algunos dedican todo

Page 126: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

119

su esfuerzo a escribir una buena conferencia, convirtiendo la

conferencia en una mera lectura.

El gran Borges, del cual soy rendido admirador, era muy

bueno dando conferencias y muy aburrido cuando era entrevistado.

Ni siquiera cuando era entrevistado en profundidad, largo tiempo,

dejaba de ser superficial y tedioso. Mientras que si lo dejaban

hablar por sí mismo, solo en un escenario, resultaba grandioso e

insuperable.

De Charles Dickens todos sus contemporáneos son unánimes

al afirmar que era insuperable como conferenciante,

verdaderamente portentoso. Eso sí, hoy sabemos, que preparaba

sus conferencias con mimo, con el mismo rigor con que Fidias

tallaba cada detalle de sus esculturas. En esto, como en casi todo,

la improvisación lleva a lo trillado, a los lugares comunes.

Cuando un ser humano ha dejado el sillón de su casa, se ha

subido en su coche, se ha desplazado durante al menos veinte

minutos, ha aparcado y ha esperado unos diez minutos en su butaca,

solo para escucharte, merece la pena que prepares meticulosamente

lo que vas a decir. Que lo prepares con entusiasmo, con precisión,

que hagas de tus palabras un arte. Si las cosas no se hacen así,

hubiera sido lo mismo enviar por e-mail el texto a los presentes y

que lo leyeran en casa. Sin duda, en el caso de no pocas

conferencias, ambas cosas hubieran sido lo mismo.

En otros casos, desgraciadamente pocos, la conferencia es

toda una experiencia intelectual. Una experiencia que te puede

emocionar, que te puede hacer llorar. Algo que comentarás durante

días, que puede dejar un recuerdo duradero durante meses. En

algunos casos, me consta, una conferencia puede cambiar el

enfoque intelectual de un ser humano para siempre. Una sola

Page 127: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

120

conferencia puede suponer un antes y un después para algunos de

los presentes.

Alguno supondrá que me estoy refiriendo a charlas de tipo

religioso. Pues no. Ciertamente que resulta mucho más fácil

entusiasmar a un auditorio hablando del Mal, del mundo angélico,

de las cruzadas, del III Reich o del Apocalipsis, que si uno tiene

que hablar hora y media de la literatura parnasiana francesa del

siglo XIX. Sí, no es lo mismo una conferencia sobre un tema

apasionante, que una conferencia que obligatoriamente debe darse

acerca de un tema técnico. Recuerdo una vez que me invitaron a

dar una conferencia en Jerusalén acerca de dos versículos de la

Biblia. Eran dos versículos sobre los que parecía imposible hablar

ni cinco minutos.

La palabra hablada... Recuerdo haber visto en un documental

la emoción que trasmitían las palabras de un guardia alemán de las

SS que hablaba de un campo de concentración donde él estuvo. Al

final del reportaje, como conclusión final, ese anciano acabó

diciendo: Me he decidido a hablar en mi vejez, porque hay ahora

algunos jóvenes que niegan que eso campos existieron. Y eso no es

verdad. Yo estuve allí.

El modo en que dijo yo estuve allí, acompañado de su mirada,

de su gesto al pronunciar la última palabra, era impresionante, una

de las cosas más impresionantes que he escuchado nunca. Leerlo

no hubiera sido ni una sombra frente a escucharle. Ésa es la

diferencia entre la palabra hablada y la escrita.

En otros casos, es el placer intelectual el que te hace desear

en tu interior: por favor, por favor, que no acabe esta conferencia,

que siga, al menos diez minutos más. Borges y Yourcenar eran

Page 128: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

121

grandes conferenciantes. Sus conferencias suponían asomarse a sus

mentes.

Sí, una conferencia que transmita emoción y conocimiento

puede ser una hora y media impresionante. Las conferencias no

deben, en ningún caso superar la hora y media, incluyendo en ese

tiempo las preguntas. Lo ideal sería que las preguntas supusieran la

mitad del tiempo, porque ésa es la diferencia también entre un libro

y una conferencia: poder dialogar con el autor del libro. Un libro

no es un diálogo, aunque se afirme eso muchas veces. Mientras que

una conferencia ideal sí que debería serlo: el diálogo entre las

preguntas y las respuestas.

Desgraciadamente, el mal conferenciante es la especie más

abundante. El conferenciante normal llegará, se sentará, os dirá lo

que podíais haber encontrado en la Wikipedia, beberá de vez en

cuando de su vaso de agua, seguirá leyendo aburriendo hasta a las

ovejas, no permitirá casi preguntas, se quejará de que le era

imposible resumir todo en hora y media, que ha hecho lo que ha

podido en tan poco tiempo, recalcará otra vez que tendría que haber

seguido hablando un par de horas más, o al menos una más, se le

aplaudirá, y cada mochuelo a su olivo, preguntándose de camino el

público si es tarde para cenar y no sería mejor, al llegar a casa,

tomar algo ligero. Aunque después la mayoría acaba cenando más

de la cuenta, ganando calorías y yéndose a la cama con el estómago

lleno. Con el estómago lleno y, eso sí, el cerebro también lleno del

runrún interminable del señor que pasaba páginas leyendo de forma

infatigable.

He llegado a la conclusión de que para que la gente disfrute

con una conferencia, el ponente debe disfrutar. Él debe ser el

primero en pasárselo bien dando la conferencia. Si el

Page 129: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

122

conferenciante se aburre, transmite ese aburrimiento al público. Lo

que no puede hacer el conferenciante es limitarse a leer: para eso

ya están los libros. La diferencia entre un libro y una conferencia,

es que la conferencia es algo vivo. Cada conferencia tiene que ser

única e irrepetible.

Algunos profesores no acaban de distinguir la diferencia entre

una clase y una conferencia, son dos géneros distintos. En una clase

(de licenciatura o de doctorado) se tiene el deber de profundizar en

el tema tratado. En una conferencia, normalmente, se busca

exponer ante los oyentes el panorama del tema del que has decidido

hablar.

La clase permite trabajar el detalle al máximo. Mientras que

en una conferencia, evidentemente, sería un fracaso quedarse al

comienzo de la exposición de la materia propuesta por el título por

haber dedicado todo el tiempo a explicar un detalle nimio.

En una clase, las preguntas no son un estorbo para el

desarrollo de la materia, sino que forman parte del intercambio de

ideas que se produce entre profesor y alumno. En la conferencia los

oyentes son muchos más. De manera que el intercambio es menor.

En una clase, no pasa nada si, desde el mismo comienzo de la

exposición, se emplean diez minutos de preguntas, respuestas,

réplicas y contrarréplicas acerca del sentido de la palabra griega

aion (αἰών). En una conferencia, forma parte del arte del ponente

el evitar que la exposición quede embarrancada en un arrecife

cualquiera.

La conferencia ha de poseer una cierta belleza en sus

proporciones: la manera (a veces deslumbrante) con la que se hace

entrar en el tema a los presentes (por muy especialistas que sean

los oyentes), el modo con el que se mantiene el interés, el final de

la conferencia como un final musical, es decir, con una conclusión

Page 130: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

123

que suponga el coronamiento de una exposición. En una clase, las

cosas se retoman donde se dejaron. Todas las clases forman un

continuum en el que se busca, ante todo, que los alumnos aprendan.

No estoy diciendo que la clase es para un público más selecto

y la conferencia para un público más general. No. A veces, en una

conferencia, hay muchos profesores. La conferencia tiene más de

obra de arte. La clase tiene más de diálogo. La conferencia expone

un tema de un modo equilibrado, incluso estéticamente

proporcionado, en un tiempo predefinido que impone la necesidad

de exponer sustancialmente lo anunciado en el título. Mientras que

la clase forma un tiempo continuo dividido en días. La clase puede

descender al detalle, la conferencia presenta un panorama. Como

se ve, son dos géneros.

Existe el riesgo de que un profesor convierta sus clases en

conferencias que no deben ser interrumpidas, buscando también ser

alabado por sus alumnos al final. Este riesgo es bajo, aunque he

conocido algún caso: el profesor declamaba y no le sentaba nada

bien cualquier argumentación en contra. El mayor riesgo es el

contrario, el de que un conferenciante convierta su ponencia en una

clase, trasnformándola en una colección de detallismos

inacabables.

Ya se ha dicho que el conferenciante debe evitar leer su

intervención de principio a fin. Se leen las citas, pero se supone que

un gran ponente debe ser como el músico que improvisa a tenor de

un tema principal. De manera que cada conferencia constituya una

obra intelectual única. ¿Qué diferencia hay entre escuchar a alguien

que lee, o leer uno mismo el libro en casa, cómodamente sentado

en el sillón con una taza de té al lado? El gran conferenciante

enardece, aviva las pasiones, la pasión del conocimiento.

Page 131: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

124

El profesor que da una clase en la universidad tampoco se

sienta en la mesa del estrado para leer unos papeles, sino para

reflexionar conjuntamente con sus alumnos. De esta manera, las

clases se convierten no en una carga, sino en un placer. La clase

debería ser para el profesor un momento agradable, distendido,

mucho más apasionante para él que la lectura de varios libros.

Desgraciadamente, no son pocos los profesores que ven a los

alumnos como meras distracciones de sus lecturas, de sus

investigaciones.

Errores por parte de los organizadores

Acabo de ver el vídeo de la conferencia de Monseñor

Ganswein en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.

Tengo entre sus profesores a algunos conocidos. Pero con todo

cariño os quiero señalar que habéis cometido un fallo (bastante

grave) de protocolo.

El error es que no se invita a nadie a dar una conferencia y se

le coloca a un lado de la mesa. Es decir, si la mesa de la presidencia

hay tres asientos, el conferenciante SIEMPRE es colocado en el

centro. Eso es así aunque en la mesa esté presente alguien más

importante que el conferenciante. Eso se hace así por dos razones.

La primera razón, por pura cortesía. El conferenciante es un

invitado. Razón por la cual el anfitrión le coloca en el lugar de

honor. De lo contrario es un modo de decirle con los hechos: tú

eres menos importante que yo. Resulta muy complicado, casi

siempre, saber quién es el más importante en una presidencia

durante una conferencia académica. En el ejército, no es así.

Siempre está claro el rango jerárquico. Pero en el mundo

Page 132: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

125

académico, no. Por eso, la costumbre ha acabado por reservar el

centro al conferenciante.

La segunda razón, durante una conferencia el centro del acto

es el conferenciante. Resulta lógico no desequilibrar visualmente

el acto. Si el conferenciante es el centro del acto, lo lógico es que

hable desde el centro.

Estas dos razones me parecen más que suficientes y no

debería hacer falta insistir más. Pero como siempre habrá alguien

que repetirá machaconamente, una y otra vez, que el más

importante en esa sala es, por ejemplo, el rector de la universidad,

voy a abundar más en el tema. Si en un salón de un palacio hay una

obra de teatro o toca una orquesta de cámara, no se coloca al

monarca en el centro del escenario ni en el centro del estrado. El

monarca presidirá el espacio reservado al público. Esto que parece

tan lógico en otras actividades, aunque solo haya uno que declama

o un solista que toca, es exactamente igual en el caso de una

conferencia.

Esto es así no solo en el mundo académico, sino también en

el puramente eclesiástico. Cuando en una sala asisten un obispo o

un cardenal o el Papa a una conferencia, la cabeza de la diócesis,

de la Curia o de la Iglesia Universal asisten en el lugar de mayor

honor dedicado al público.

Habiendo dejado claro esto, quisiera añadir que siempre

aconsejo dejar solo al conferenciante en la mesa central. Primero

porque se escucha muy mal una conferencia desde el asiento de al

lado. Los que están sentados al lado de un conferenciante, al cabo

de una hora, se dedican a mirar al público cada vez con menos

Page 133: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

126

pudor, cada vez más aburridos. Siempre sucede esto, sin darse

cuenta del importante factor de dispersión de la atención que

supone una sola persona sentada al lado del conferenciante mirando

a los que escuchan. Antes o después, el oyente de la mesa de la

presidencia se despista o se aburre, y despista o aburre a todo el

público.

Lo lógico es que el conferenciante sea presentado desde el

estrado y, acto seguido, el presentador o los presentadores

desciendan a la primera fila. No se quedan presidiendo nada, sino

que descienden para escuchar, para atender.

Otro consejo, nunca hay que dar por supuesto que el

conferenciante prefiere hablar de pie. Unos prefieren hablar de pie,

gesticular, moverse. Otros prefieren pasar hojas de un modo

flemático, tranquilamente sentados. Los conferenciantes más

temperamentales y llenos de vivacidad tienden a preferir la postura

de pie. Los eruditos que les encanta desgranar citas y datos

bibliográficos tienden a preferir estar cómodamente sentados.

Para colocar las anotaciones escritas, el vaso de agua, el reloj

y alguna bolsa de caramelos, siempre el espacio amplio de una

mesa resulta mucho más cómodo que un atril. Pero esto depende

del conferenciante, ni mucho menos es ésta una regla absoluta. Dar

una conferencia sentada ofrece una imagen de serenidad. Un

conferenciante de pie siente más la tentación del gesto. Un

conferenciante sentado tiende a pensar que lo único que vale en su

conferencia es la palabra. Y, aunque hay muchos estilos, no hay

que olvidar que una gran conferencia académica debe

fundamentarse enteramente en el contenido, nunca en lo que rodea

al contenido. El contenido puede incluir todas las improvisaciones

Page 134: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

127

que el conferenciante desee. Pero el gesto y la vivacidad nunca

pueden reemplazar al contenido.

Otro pequeño detalle, el conferenciante debe llenarse su

propia copa de agua. Cuántas veces he visto cómo alguien con toda

amabilidad, a veces la persona que está sentada al lado, le llena la

copa y por error de cálculo se la llena casi hasta el borde. Esto no

ocurre de forma excepcional, lo he visto demasiadas veces.

Muchos conferenciantes tienen un cierto nerviosismo y les va

a temblar un poco la mano al beber. Para algunos puede llegar a ser

una tortura psicológica tener que tomar delante de todos mirándole

con suma atención un vaso de agua demasiado lleno. Yo mismo no

tengo el menor nerviosismo por hablar delante de miles de personas

o por hacerlo delante de muy importantes personas. Sin embargo,

a veces, hasta hablando a un pequeño grupo de cuarenta jóvenes

universitarios, siento que mi mano va a temblar al elevar un vaso

de agua en el aire, hasta mi boca, y eso me pone muy nervioso.

Es preferible que el mismo conferenciante se sirva. Veremos

que un cierto número de ponentes solo llena una tercera parte de la

copa. En cualquier caso, si lo hace alguien que no sea el interesado,

debe llenarlo por debajo de la mitad. En una cena, se llena por

encima. Pero en una conferencia es preferible que no.

Si el conferenciante no va a hacer uso de ningún medio

audiovisual, las pantallas de televisión deben estar apagadas.

Resulta llamativo que todavía a hoy día haya quien piense que una

pantalla encendida es un objeto decorativo situado detrás del

conferenciante. Que aún lo pensaran en los años 80, pase. Pero a

estas alturas del siglo XXI, no. Se puede poner de fondo una

imagen en el estrado solo si no tiene ni el más mínimo parpadeo ni

el más mínimo brillo.

Page 135: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

128

No hay que darle muchas vueltas a la cuestión de qué es una

conferencia, para entender que el fondo detrás del conferenciante

debería ser lo más neutro posible. Si hay cositas que se mueven en

una pantalla, éstas distraen totalmente a la audiencia. Es totalmente

imposible no distraerse de la conferencia si algo se mueve detrás

del conferenciante, aunque sea un gato.

Cómo presentar una conferencia

Hace un tiempo, recibí este e-mail:

Buenos días D. José Antonio: Me han asignado el honor de presentarle en las

Jornadas. Le agradecería, si buenamente puede, que me diera alguna idea de cómo piensa

enfocar el tema para que mi presentación tenga alguna coherencia con su conferencia.

Un saludo.

Le contesté:

Estimada Sra. X:

Ya que tiene la amabilidad de preguntármelo, le sugiero que me presente

esencialmente con los datos que aparecen en mi currículum. Pero me atrevo a hacerle

notar un error bastante común de los que presentan a los conferenciantes. LA

PRESENTACIÓN DEL CONFERENCIANTE NO ES UNA INTRODUCCIÓN A LA CONFERENCIA. Es

meramente una presentación de la persona que va a exponer el tema. El conferenciante

ya hará, como es de esperar, una introducción en su propia ponencia.

Hacer una introducción por parte del presentador, es arriesgarse a que las palabras

del conferenciante después se encaminen justo por el lado contrario a lo dicho en la

presentación; O, incluso, a que el conferenciante afirme justo lo opuesto a lo que se ha

dicho en la presentación. Esto ocurre hasta en los más prestigiosos foros, he sido testigo

de esto.

Un cordial saludo.

Page 136: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

129

Sí, nunca insistiremos suficientemente en que la presentación

del conferenciante no es ocasión para ofrecer una

microconferencia. El presentador puede dar razón de por qué se ha

escogido ese tema o a esa persona, en concreto, para hablar. Se

puede explicar la importancia de lo que se va a exponer. Eso es

totalmente adecuado. Pero no se debe convertir la presentación en

el prólogo de la conferencia. La presentación no es un prólogo, lo

dice la misma palabra. El conferenciante hará el prólogo que

considere adecuado, nadie tiene que hacérselo.

Pero los presentadores sienten una gran afición a no soltar el

micrófono. Una presentación no debería durar más allá de un

minuto; dos a lo sumo. Una presentación de cinco minutos es, a

todas luces, excesiva. También es un error de algunos fijarse en los

detalles más intrascendentes a la hora de presentar al

conferenciante.

No está mal que el presentador realice algún comentario

gracioso. Pero resulta inconveniente que toda la presentación se

convierta en ocasión para sentar cátedra de chistoso. Hay que evitar

que la presentación sea una pequeña conferencia, pero tampoco es

el mejor momento para que sea una retahíla de bromas y

jocosidades.

Estos consejos pueden parecer que son una exageración, pero

cuanto más importante es el presentado, más necesidad siente el

presentador de ser brillante. Y cuanta más presión sienta, más

posibilidades tiene o de alargarse o de querer deslumbrar sin

lograrlo. La presentación, justo es recordarlo, es un género

humilde.

Page 137: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

130

Page 138: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

131

18. La lista de las listas La lista de las mejores novelas, músicas y películas mi vida

UNA PREGUNTA que, de tanto en tanto, me hacen es cuáles son los

libros que más me han gustado en toda mi vida. Y concretamente

me preguntan por los títulos de las novelas: ¿cuál es la lista de las

mejores? ¿Qué libros son los mejores de los mejores? Hay millones

de libros, gran tarea es escoger una lista de una decena entre

millones. Pero traspasado el meridiano de mi vida, a estas alturas,

sí que puedo ofrecer esa lista de títulos, a estas alturas sí. Por

supuesto que es la lista de las que he leído, seguro, sin ninguna

duda, que hay tesoros que no han llegado a mis manos Pero de lo

leído hice una selección. Después, a esa selección, se unió la lista

de las mejores músicas y de las mejores películas. Aquí está el

resultado de tantos miles de horas leyendo, escuchando y viendo.

Mi lista de mejores novelas de la Historia

Mi más amado autor es Borges. Él es el Bach de la literatura. De

su obra me quedaría con estos títulos:

La casa de Asterión

La Biblioteca de Babel

La lotería de Babilonia

Las ruinas circulares.

En esta lista, como en todas las siguientes, la mejor obra es la

primera, siguiendo un orden decreciente de interés. De otros

autores escojo los siguientes títulos, entre ellos he incluido una

obra de ensayo:

Page 139: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

132

El nombre de la rosa

La Regenta

Si una noche de invierno un viajero

Memorias de Adriano

Madame Bovary

Una historia de la lectura (ensayo)

El amor en tiempos de cólera

La familia de Pascual Duarte

El Gatopardo

El Coronel no tiene quien le escriba

Mi lista de mejores bandas sonoras

Aunque soy un empedernido amante de la música clásica, he

preferido no caer en lugares comunes y ofrecer una lista de música

de bandas sonoras ya que soy un gran aficionado a ellas. Después

de veinte años escuchando todos los días bandas sonoras durante

varias horas, mientras trabajo, os presento la lista de las que

considero las mejores. Por supuesto que si la selección se realiza a

base de votos entre la gente común, las ganadoras siempre serán

músicas fáciles que gozaran de popularidad. La lista de las mejores

bandas sonoras, si lo que se busca es la calidad objetiva, la mejor

calidad, debe hacerse entre los críticos.

En la confección de la lista que aquí presento he buscado

escoger lo mejor de lo mejor, pura calidad sin ningún otro

condicionante. La lista es la que continúa abajo, poniendo primero

el compositor, después el título de la película y, por último, el título

de la composición favorita dentro de ese disco. Para evitar

confusiones, coloco los títulos en inglés:

Thomas Newman, American Beauty, Any other name

Gabriel Yared, El Paciente Inglés, En Csak Azt Csodálom

Page 140: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

133

Ennio Morricone, La Misión, On Earth as it is in Heaven

Hans Zimmer, Black Hawk Down, Main Theme

Takenobu Mitsuyoshi, Shenmue II, The Morning Fog's Wave,

Alexandre Desplat, El curioso caso de Benjamin Button, Sunrise on Lake Pontchartrain

Craig Armstrong y AR Rahman, Elizabeth: The Golden Age, Opening

Hanz Zimmer, Angels and demons, God particle

James Newton-Howard, King Kong, Central Park,

Elmer Bernstein, Los Siete Magníficos, Main Theme

Randy Newman, Pleasantville, Suite

He preferido hacer una selección de bandas sonoras, porque es la

música que más me gusta. Pero si dentro de la música clásica

tuviera que escoger mis obras favoritas, el primero de ellos sería,

sin ninguna duda, Bach. Y dentro de las obras de Bach, sin ninguna

duda, su Tocata y fuga en re menor. Seguida por los Conciertos de

Brandenburgo. La última obra que escogería de él sería el primer

coro de La Pasión según San Mateo. Otras obras que me fascinan

son la Gymnopedie de Erik Satie o el Requiem de Mozart.

Mi lista de mejores películas

El cine ha sido una parte tan importante de mi vida. Desde mi

infancia vivida como hijo único, el 7º arte me ha acompañado con

fidelidad, ofreciéndome bastantes de los mejores momentos de mi

vida. Mis obras favoritas serían las siguientes. Las que están en la

cúspide de todas serían éstas, las más grandes obras maestras:

La Misión

Blade Runner

American Beauty

Un hombre para la eternidad

Ciudadano Kane

Page 141: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

134

Ed Wood

La gran belleza

Amadeus

Después añadiría películas que son obras maestras, aunque en una

lista haya que colocar a unas por encima de otras, y éstas tengan

que estar por debajo de las otras:

American Beauty

Pleasantville

Casablanca

El curioso caso de Benjamin Button

Shakespeare in love

Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal

Amelie

2001, Odisea del espacio

Lo que queda del día

Metrópolis

Por último, añado películas que son muy buenas y que harán las

delicias de cualquier cinéfilo:

August, Osage County

Shreck

El show de Truman

El Padrino I, II y III

Titanic

Forrest Gump

Nebraska

Blancanieves (de Pablo Berguer)

Sleepy Hollow

La chica de la perla

Juegos Secretos (Little Children)

Agárralo como puedas (The Naked Gun)

Page 142: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

135

Mars Attacks

La comunidad

Al lector de este artículo con mi lista de libros, música y películas

le he ahorrado infinidad de horas haciendo experimentos, horas de

probar y buscar. Si lo desea, puede ir ya a lo seguro y pasar

momentos inolvidables como yo lo he hecho.

Page 143: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

136

19. El doctorando, el tutor y el

director de tesis Algunos consejos acerca de cómo cambiar el espíritu con que se

escogen los temas de las tesis doctorales y se realizan éstas

ROMA ES TEOLÓGICAMENTE VASTA, un verdadero y extenso jardín

de estudios en todas las lenguas, con bellos parterres sobre todos

los temas. Mi vida es una vida que discurre entre libros y que da

vueltas alrededor de los libros. A estas alturas de mi vida, creo que

puedo dar algunos consejos.

Si una tesis se va a realizar en dos años, habría que dedicar

una cuarta parte de ese tiempo únicamente a leer. Dedicar, por lo

menos, cuatro meses a sumergirse en los mejores libros de teología,

incluso aunque no tengan nada que ver con nuestra especialidad,

será una magnífica inversión para el futuro de nuestra tesis. Lo

importante en esos cuatro meses sería leer una bibliografía

selectísima de lo mejor que se ha escrito en teología en todos los

campos.

Por supuesto que durante los años anteriores de estudios se

supone que un estudiante ha leído infinidad de libros. Pero ésa es

una labor que se ha hecho pensando en los exámenes, con una cierta

tensión impuesta por el calendario de los exámenes de las distintas

asignaturas. Esos cuatro meses serían la primera vez en la que

disponemos de todo el tiempo del mundo para la lectura reposada

realizada por el placer de aprender. Indudablemente, será una

lectura completamente distinta.

Page 144: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

137

Ya no leeremos para obtener una calificación, sino para

fijarnos en cómo es un buen libro, en cómo se construye un buen

artículo, en cuáles son las características de la mejor teología, en

tratar de darnos cuenta por qué este autor es un clásico y el otro no,

en por qué con este autor avanza la teología y cómo el otro solo

repite lo ya alcanzado. Leer sin otro fin que la teología misma, será

un modo completamente distinto de leer.

Después de cuatro, o como máximo seis meses, habría que

hablar con el tutor y, entre los dos, decidirse por un tema para la

tesis. Según sea el campo que se ha escogido, el tutor aconsejará

un profesor u otro. Tendrá que haber, por tanto, un encuentro con

un profesor para tantear qué le parece el tema que se le proponga.

En ese encuentro habría que tener claro que hay que escuchar

al director de tesis, no defender a capa y espada nuestra idea inicial.

El director sabe más, en su materia es un sabio, y sus consejos serán

valiosos. Lo ideal es escoger un tema que nazca del diálogo entre

el profesor cargado de experiencia y el doctorando, un diálogo en

el que los dos se escuchen mutuamente.

Contrariamente a la opinión admitida por todos, considero

que lo mejor es escoger un tema que sea suficientemente general

para que la elaboración de la tesis constituya tan solo una bella

excusa para leer y aprender. Soy consciente de que lo que hoy día

se pretende con una tesis no es esto. Se busca un tema especializado

de investigación que haga avanzar la teología. Pero no nos

engañemos, un doctorando, y peor si tiene menos de treinta años,

difícilmente va a realizar un trabajo que suponga un verdadero

avance de la teología. Dado que lo que va a hacer el joven

estudiante es leer y recopilar, mejor es que ese trabajo suponga el

mayor desarrollo para él mismo y para las clases que pueda enseñar

en el futuro.

Page 145: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

138

Cuando se tiene toda la teología por delante, todo el vasto

océano de la teología, ¿para qué enfrascarse tres, cuatro años, en el

estudio de un archivo del siglo XVII, en el estudio de una única

palabra de Ireneo, de un solo libro de un moralista? Nunca se

volverá a disponer de tanto tiempo para conocer la Teología entera,

nunca más.

La tesis debería ser el fruto, la síntesis, la prueba de nuestro

avance en los caminos de la teología durante todos los años de

nuestra licenciatura y doctorado. La tesis no debería convertirse en

la obligación que nos aboca a un estrecho sendero de investigación.

Los temas especializados obligan a los estudiantes a leer mucho

sobre temas que nunca les serán de utilidad alguna, aunque les

nombren profesores en un seminario o una facultad.

Por supuesto que esto que estoy defendiendo supone un

cambio en el modo común de entender las tesis doctorales. Soy

consciente de que lo que afirmo supone una visión bastante

pesimista acerca de la capacidad real de los doctorandos para hacer

avanzar la teología. El doctorando debe escribir su tesis sobre un

tema concreto, sí. Pero el centro del esfuerzo de esos años de

doctorado ya no debería estar en el tema de la tesis, que debe ser

una mera excusa para aprender más, sino la verdadera maduración

del doctorando.

Esto supondría que el director de tesis debería reunirse cada

mes con su dirigido y preguntarle qué ha leído, qué ha aprendido,

qué ha descubierto de nuevo. Bajo estas premisas, la tesis nunca

podría ser muy larga. Deberían producirse tesis más condensadas.

La tesis debería ser otro modo de aprender, con más entusiasmo,

con más libertad.

Page 146: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

139

La teoría del sistema actual es que con las tesis actuales el

estudiante aprende a investigar. En la práctica, tenemos

doctorandos que, al final, han recopilado miles de páginas sobre

una minúscula parcela, desconociendo cosas esenciales, más

básicas, mucho más enriquecedoras, que estaban justo al lado del

pequeño túnel de investigación en el que fueron introducidos

porque se les dijo que las cosas son así, que ése es el sistema.

La tesis doctoral no debería ser un túnel, una habitación que

se clausura en torno al estudiante que querría leer otras cosas, pero

que debe dedicarse a su tesis. Un doctorando nunca más volverá a

disponer de tanto tiempo para tener una visión global del mundo

teológico recorrido con toda libertad, encauzado por su director de

tesis, pero movido por sus propias curiosidades, por sus propios

intereses, que son la fuerza más poderosa para aprender.

En el actual sistema académico, los directores de tesis no

suelen disponer de mucho tiempo ni de interés para dialogar con

sus alumnos. Se limitan a corregir errores, a decirles: te has

equivocado en esto y en aquello. El placer de un profesor lleno de

experiencia que dirige a un alumno, que le hace entender sus

propios prejuicios, que le enseña a dudar de sí mismo,

sencillamente es la excepción. Si alguno lo ha encontrado, puede

estar seguro de que se trata de un estudiante afortunado.

Y así, el doctorando trabaja para probar sus decisiones

iniciales, normalmente ya completamente decididas desde el

principio. Un doctorando debería preguntarse: ¿qué proporción de

mi trabajo es mera erudición, mero enciclopedismo? ¿Mi trabajo

no se ha convertido en una mera recolección, previsible, cada vez

más aburrida conforme avanza mi tesis? Por eso las tesis en su

etapa final suelen producir a los estudiantes bastante fastidio y

tedio. Todos están deseando acabar, trabajando con creciente

disgusto. Esto no es una teoría, es lo que he visto.

Page 147: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

140

¿Por qué? Pues porque el trabajo de los doctorandos se

convierte en algo cada vez más mecánico: leer, extraer citas, leer,

extraer citas. Qué distinto sería el trabajo de un profesor que se

propusiera, ante todo, entusiasmar a su dirigido en el placer de la

teología misma, en el placer del descubrimiento. No se requiere

tanto tiempo para eso. Pero se trata de algo que tiene que ver con

la calidad, con la capacidad para transmitir el gozo por el proceso

de adquirir el conocimiento. Un trabajador mecánico que ha

llegado a la posición de profesor únicamente sabrá transmitir su

arte mecánico.

Hay magníficos profesores en todas las universidades, pero el

sistema no premia a los mejores, ni estimula la búsqueda de los

mejores. No siempre el mejor investigador es el mejor profesor. A

muchos investigadores, las tesis de sus alumnos les parecen una

mera pérdida de tiempo que deben atender por la obligación del

puesto que ocupan.

Considero que la realización de las tesis doctorales requiere

de un verdadero cambio radical en el espíritu. No habría que

cambiar ni una sola norma de las actuales que rigen las

universidades. Se trata de cambiar la mentalidad, de desterrar la

labor mecánica, en favor de la búsqueda de una verdadera

maduración intelectual del doctorando.

A los treinta años, un estudiante no va a hacer avanzar la

teología. Es mejor emplear su tiempo en recorrer ese vasto mundo.

Después, sí. Con los años, si tiene cualidades, una pequeña parte

de los doctores sí que podrá aportar algo. La ultraespecialización

en una sola obra, en un solo concepto, en un campo mínimo, no

tiene ningún sentido para alguien que va a ser profesor en un

seminario con alumnos sencillos que empiezan.

Page 148: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

141

La tesis tiene que ser un instrumento para bien del

doctorando. El doctorando no puede sacrificar su valioso tiempo en

beneficio de la tesis. Hay una confusión entre fin y medio. ¿Qué

sentido tiene que un estudiante dedique incluso cinco años a una

tesis doctoral, cuando su diócesis es una tierra de misión? He visto

no pocos casos así. ¿Reporta algún beneficio para la Iglesia

emplear tanto capital humano pretendiendo el avance de la teología

a una edad en la que tal cosa es imposible o, por lo menos, no es la

regla común? Para mí la respuesta es clara. Hay que cambiar el

espíritu con que se realizan las tesis doctorales.

Leer con libertad durante varios meses, escoger un director

que se implique en la labor de crecimiento teológico, que guíe en

las lecturas, que dialogue acerca de lo que se va aprendiendo, y que

la tesis sea expresión condensada de todo ese trabajo. Una tesis

sobre un tema concreto, sí, pero más breve, más humilde y, sobre

todo, más beneficiosa para el futuro profesor de un seminario, para

el futuro asesor de la curia, para el futuro obispo.

Page 149: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

142

20. Bach: el regalo de Dios a los

hombres Apreciaciones y comentarios a la obra de Johan Sebastian Bach

BACH ES GIGANTESCO, simplemente colosal. Él expresa como

nadie la nobleza de espíritu, el optimismo, el deseo de seguir

luchando con alegría por el bien del mundo, es un canto a la

armonía, en definitiva, es una afirmación gloriosa de que el mundo

es un bellísimo concierto a pesar del mal y de la miseria.

El orden del mundo expresado en música, en una música que

es fruto del trabajo de toda una vida, fruto de todos los sinsabores

personales. Una belleza que es el resultado del sufrimiento y de la

fe en Jesucristo, Rey del Universo. Por eso es una música que

parece inspirada desde el Cielo. Hasta los más ateos reconocerán

que si existe un Cielo, esta música fue inspirada desde allí.

Hoy he estado escuchando la obertura de su cantata titulada

Te damos gracias, Dios, te damos gracias. Su BWV 29 es suprema,

inimitable y perfecta. Difícilmente, se le hubiera ocurrido a una

mente normal, salvo que uno sea un genio, expresar el

agradecimiento de un modo tan lleno de vital energía, qué fuerza

llena de gozo y de agradecimiento hacia un Dios al que se sabía

que se le debía todo. Esa obertura (sinfonía) de tres minutos de

duración roza la abstracción que el autor culminará en su última

etapa.

Las notas descienden escalonadamente por el pentagrama del

modo más magistral que se puede imaginar. Y todo con un solo

Page 150: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

143

propósito: dar gracias al Creador. Todo este derroche de belleza

concentrado en tres minutos únicamente para transmitir a los

asombrados oyentes de una iglesia esa idea en una predicación que

no requiere de palabras, porque lo que se transmite es un

sentimiento. Pero un sentimiento que tiene detrás una arquitectura

teológica. Esa música es la expresión de esa arquitectura. Una vida

de trabajo que produce esos tres minutos.

Hoy he escuchado una y otra vez esos tres minutos, ya que el

resto de la cantata me parece inferior. La sinfonía de comienzo la

he escuchado en distintas versiones. Sorprendente lo distinta que

puede sonar la misma música en manos de un director y de otro.

Un director, Harnocourt, tocaba las notas, pero con un ritmo más

lento del que inspiraba el ánimo de la partitura. Otro director la

interpretaba con un tempo más adecuado, pero con una sonoridad,

inferior a la versión de Herreweghe, la mejor, sin duda.

Un director toma una composición de Bach y le confiere más

brillantez, logra un resultado más lleno de fuerza, los compases son

más dinámicos y transmiten mejor la alegría de vivir. Otro director

hace que las mismas notas caminen por la partitura con pesadez sin

que eso le añada solemnidad. Otra versión está completamente falta

de agilidad y es menos hábil en la ejecución.

Las mismas notas y, sin embargo, el estilo de cada director

cómo hace que cambie una obra. A la obra del músico original se

superponen las interpretaciones de los músicos-directores. Sin

duda, la misma obra no es escuchada de la misma manera por un

oyente hoy que dentro de un año. Hay una interpretación de los

músicos que tocan los instrumentos. Hay otra interpretación

interior del que escucha. Incluso el oyente un día puede estar más

afinado y otro menos. Un día se interpreta dentro de nuestra mente

con mayor profundidad y otro día con más superficialidad.

Page 151: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

144

Pero con independencia de los intérpretes exteriores

(músicos) e interiores (oyentes) la música de Bach es, en mi

opinión, la culminación de toda la música universal.

La obra de Bach es un mundo. Un mundo que un ser humano

podrá recorrer una y varias veces, pero que difícilmente una pobre

mente humana podrá recordar dada su extensión y complejidad. Y

así, una y otra vez, encontrará en ese mar de música una y otra

partitura que había olvidado, magistral, suprema, con notas que

parecen bajadas del mismo cielo.

Bach ha triunfado. Ha triunfado todo lo que puede triunfar un

compositor. Las masas seguirán su deriva hacia los mil sencillos

abrevaderos musicales del ancho mundo. Pero el triunfo de Bach

es su obra, su propia obra es su triunfo. Es el músico que está por

encima de la capacidad de sus oyentes para valorar lo que está

escrito en esas partituras.

Cada vez que el mundo me hace perder la ilusión, cada vez

que compruebo el triunfo de la mediocridad, solo tengo que

escuchar a Bach: sus fugas contienen un soplo que proviene de las

regiones más altas. Sus partituras son vasijas de alabastro donde se

contiene un perfume de nardo que no es de este mundo.

Esa música es la prueba de que el hombre con la ayuda de

Dios puede sobreponerse a toda ruindad y triunfar contra todo

desánimo. He mencionado la ayuda de Dios, porque esas polifonías

de voces de órgano, esas líneas melódicas de sus orquestas, son

incomprensibles sin Dios. El tema de sus composiciones está

basado en Dios, sostenido en Él y tendiendo a Él. El Creador forma

parte de su música, tanto como las notas que se organizan alrededor

de ese gran objeto central que es el Dios del Antiguo y Nuevo

Testamento.

Page 152: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

145

Desde luego, estar en una catedral gótica y escuchar en mitad

de la celebración una pieza de órgano de este autor es algo que me

emociona. En esos momentos, en mi alma se produce una unión

entre liturgia, música y oración que resulta difícil expresar con

palabras. No es lo mismo escuchar esas obras en un salón de

conciertos que en mitad de un acto de adoración colectivo en medio

del incienso con todos los presentes uniéndose de corazón al

mensaje de esos acordes. No es lo mismo escuchar esos mismos

acordes en la soledad de una catedral, bajo la penumbra de sus

bóvedas. Hay obras de este músico que por su fuerza e inherente

carácter coral se realzan en la celebración colectiva; otras

composiciones se valoran mejor en la soledad del templo.

Y, realmente, se precisa de tiempo y soledad, porque la

música de Bach es de una increíble complejidad. Un profesor

universitario me hizo notar una mínima disonancia en la Misa en si

menor, justo cuando las voces cantan el crucifixus. Y realmente

está ahí: una disonancia buscada a propósito, pequeña, genial. Es

increíble como una determinada nota puede crear esa emoción

trágica, una simple nota. Jamás hubiera reparado en un matiz tan

mínimo sin la ayuda de este profesor. Uno se fija en el conjunto, en

el flujo de la armonía, en la impresión que le produce. Solo un gran

experto es capaz de afinar el análisis hasta el punto de mirar con

lupa un minúsculo modelado en una veta del mármol. Con razón le

pude escribir a este amigo: No tengo la menor duda de que te has

sumergido en esa música completamente. No sé cuántos allí la

habrán vivido como tú.

Bach dotó a los versos previos a la Crucifixión de un tono de

suspense, de lentitud, de tragedia que se anuncia, de que algo

grande iba a suceder. Después, a partir del crucifixus la partitura,

en verdad, llora serenamente. A mi amigo le escribí al día siguiente:

En las partituras de Bach he sido testigo de cómo el Bien y el Mal

se enfrentaban... y Jesucristo, Rey de reyes, salía vencedor.

Page 153: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

146

En un momento dado, Dios quiso hacer un regalo a los

hombres, e hizo surgir a Bach. Fue simplemente eso, un regalo.

Page 154: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

147

21. La necesidad de racionalizar el

flujo migratorio a Europa Una sugerencia acerca de cómo organizar el fenómeno de la

inmigración cuando ésta se convierte en un fenómeno masivo

ENTRE MIS CONVICCIONES está el que todo ser humano debería

poder trasladarse adonde quisiera para vivir o trabajar. El Mundo

como casa común. La Humanidad entera como la familia de los

seres humanos. Me gustaría pensar que el futuro, aunque no se

tratase de un futuro cercano, fuera el de un planeta en el que las

divisiones entre países serán meras líneas administrativas. Hoy día

soy muy escéptico respecto a esa posibilidad. Los pequeños y

grandes egoísmos entreveo que seguirán siendo patrimonio de la

futura Humanidad. Pero, sea de lo fuere del porvenir, hoy por hoy,

la solución a los problemas de hoy deben partir de una visión

realista de las cosas. Escribo este artículo en Europa, en el año

2016, cuando la inmigración a este continente ha sido masiva a

causa del conflicto sirio.

No es la misma emergencia atender a sirios que huyen

aterrorizados del Estado Islámico que a un subsahariano que desea,

con toda razón, una vida mejor. La primera emergencia sin duda

tiene el carácter de una urgencia humanitaria. Pero la segunda, la

económica, no es despreciable ni mucho menos. No necesito

mucho esfuerzo para ponerme en la piel de esas pobres personas:

yo huiría como los sirios y también trataría de buscar una vida

Page 155: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

148

mejor como tantos africanos que vienen de países en guerra. Es

decir, haría lo mismo que ellos si hubiera nacido en el lugar que

ellos nacieron. Nacer en un lugar o en otro es algo meramente

aleatorio. ¿Por qué un ser humano, por haber nacido en un sitio,

tiene derecho a tanto? ¿Y otro, por haber nacido más al sur, no?

Ante el problema de cientos de miles de personas

agolpándose ante las alambradas de Hungría, un ayuntamiento de

España ofreció su polideportivo para hospedar a refugiados. Hubo

también algunas familias que ofrecieron una habitación de sus

casas. La familia ofrece su habitación y seguro que también su

comida. Pero cuando se ponga enfermo cualquiera de esos

inmigrantes, será el sistema público el que pagará su asistencia.

En un país como España, donde el paro es del 19,5% de la

población activa, las posibilidades de que un individuo

subsahariano sin formación profesional encuentre empleo es nula.

Los inmigrantes que vengan a España en esas condiciones son

personas sin ninguna perspectiva de trabajo.

Si una familia acoge a unos inmigrantes y es la familia que

acoge la que se queda sin trabajo, será el sistema público el que

pagará su renta de supervivencia. Lo mismo sucede con un largo

etcétera de sumandos que van engrosando las cuentas del débito de

cualquier Estado. Tal realidad insoslayable la gente que ofrece su

habitación o el ayuntamiento que ofrece su polideportivo no lo

tienen en cuenta, y lo comprendo. Pero la comida y un techo para

los inmigrantes es lo más barato de organizar para cualquier

gobierno. Organizado al modo de un cuartel no sería

excesivamente caro. Son los otros sumandos en el lado del debe los

que no son tan fáciles de sufragar. Sumandos negativos sin

perspectivas de que en países como España salgan de la columna

del débito ni siquiera a medio plazo.

Page 156: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

149

Un refugiado (africano o sirio) sin formación en un país sin

trabajo no tiene esperanza de encontrar trabajo. ¿Esa familia está

dispuesta a acoger a esa persona durante cinco o diez años? ¿Y

después? No quiero parecer cruel, pero esto no es una cuestión de

generosidad personal, sino un problema de Estado.

Pero el problema no acaba allí. Dado el índice de crecimiento

de la inmigración ilegal, dentro de dos años van a ser cinco

millones de inmigrantes más que los de este año los que llamen a

las puertas de Europa. Y dentro de cuatro años pueden ser veinte

millones más. El efecto llamada no es un mito que se ha inventado

algún intelectual malvado. No son egoístas mentes retorcidas las

que llevan observando con preocupación las gráficas del índice de

incremento de la inmigración ilegal. Europa tiene 72 millones de

inmigrantes. La Unión Europea cuenta con 507 millones de

habitantes.

Los que alegan que el Estado no puede asumir el número

creciente de inmigrantes que recibe Europa tienen razón. Este

fenómeno como realidad masiva solo ha hecho que comenzar.

Cada año el número crece y resulta evidente que va a seguir

aumentando, con guerra en Siria o sin ella.

¿Somos conscientes de que se está formando un verdadero

tsunami humano, aunque solo sea por huir de la pobreza? Ese

tsunami no se arreglará abriendo el polideportivo o la puerta de la

casa. Hay que empezar a pensar en soluciones a largo plazo.

Soluciones justas y humanas, pero realistas. Si voy a exponer las

cosas con una cierta crudeza, es porque es el único modo de buscar

una solución duradera. Hasta que no entendamos la magnitud del

problema al que podemos enfrentarnos en simplemente cinco o

siete años, no vamos a ponernos manos a la obra para hacer algo

Page 157: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

150

que no se reduzca a poner parches a la situación. Las estrategias

que deberíamos tomar deberían estar a la medida del problema que

intentan solucionar; y estamos hablando de un millón de personas

que han solicitado asilo político en la Unión Europea en 2015.

Si seguimos buscando soluciones provisionales, únicamente

hay dos escenarios delante de nosotros: El primer escenario es

introducir a los millones de inmigrantes en las ciudades europeas

aumentando, año tras año, una bolsa de paro, miseria y

criminalidad sin perspectivas de solución. Sin ninguna duda, eso

significará el triunfo de partidos xenófobos y extremistas. El auge

de los partidos más radicales será imparable. Se irán haciendo con

el poder, país tras país. Europa cambiará su espíritu y los

extranjeros serán vistos como los culpables de todo. Las tensiones

que provocará esto dentro de cada nación serán cada vez más

lamentables.

El segundo escenario será consecuencia inevitable del

primero, lo alcanzaremos cuando el punto de saturación del

electorado europeo sea tal que se clausuren los límites de Europa

de forma absoluta. Es de esperar que las escenas que hemos visto,

tantos años, en las vallas de Melilla serán diarias, pero esta vez van

a ser muchos más miles de personas los que se agolpen ante las

vallas. Las escenas de los desembarcos en las playas de Grecia y

otros países costeros se convertirán en algo continuo y masivo.

Cuando el electorado europeo esté convencido de que la

marea humana de la inmigración masiva es imposible de

administrar, la opinión pública estará dispuesta a aceptar escenas

lamentables de represión violenta en sus fronteras. Ahora no, pero

dentro de unos años sí. Entonces ya sí que no se producirá ningún

clamor, aunque la brutalidad necesaria para contener a la masa

humana en esas barreras fronterizas será creciente. Es de esperar

que este segundo escenario provocará escenas de asaltos casi

Page 158: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

151

medievales en lugares como Melilla, Ceuta y algunas costas del

Mediterráneo.

Este camino de la clausura solo es practicable de forma

parcial. Algunos vendrán en barca y no llevarán documentos para

repatriarlos ni habrá países que los reciban: serán sujetos

totalmente irrepatriables. Los países de los que partieron sus

embarcaciones no querrán saber nada de ellos, a menos que se

pague millonarias cantidades a sus corruptos gobiernos. Otros

inmigrantes, millones cada año, entrarán como turistas, pero

vendrán para quedarse. El camino de la clausura, como se ve, es de

efectividad limitada.

¿Solo hay estas dos posibilidades? Pienso que hay una tercera

vía que ni es una solución, propiamente dicha, ni va a entusiasmar

a nadie, ni a mí que la propongo. Pero que, al menos, es la única

posibilidad de poner algo de orden en esta situación.

Antes de nada, hay que decir que a los refugiados sirios hay

que buscarles una solución ya. Y eso implica su admisión

inmediata a través de cuotas. No pueden esperar a que se lleven a

cabo soluciones europeas a largo plazo. Ellos no son culpables de

que los gobernantes durante años hayan repetido que habría que

hacer algo sin hacer nada.

Pero mientras se soluciona, mejor dicho, mientras se pone un

parche al problema que hay ahora, ya hay que ponerse manos a la

obra en algo más a largo plazo. La tercera vía que propongo es algo

a medio camino entre abrir las fronteras y seguir con el sistema de

cuotas, o cerrar las fronteras y no admitir a nadie.

En esta tercera vía, lo primero sería reconocer que zonas del

norte de Irak y Siria hace ya mucho que no funcionan realmente

Page 159: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

152

como un Estado. Irak, como en la zona ISIS no hay petróleo, no

tiene interés en conquistarlo. La dictadura siria ya no cuenta con

fuerzas para hacerlo, bastante hace con apuntalarse a sí misma. En

esas zonas de Irak y Siria no hay un Estado, sino la falta de poder

que realmente ejerza autoridad alguna. La solución estaría en que

la ONU estableciera allí un protectorado bajo bandera y

administración de la Unión Europea.

Habría que tomar esas zonas por la fuerza sin devolverlas a

Badgad. El riquísimo régimen iraquí con su corrupta inactividad ha

perdido cualquier legitimidad sobre esas tierras. Ha demostrado

que mientras no se dañaran sus ingresos por los pozos de petróleo,

al gobierno no le importaba nada la vida de millones de seres

humanos abandonados a la más extrema barbarie. Escribo en el año

2016, las cosas pueden cambiar en los próximos años. Aquí

menciono Irak, pero puede ser otro el emplazamiento para ese

protectorado. Para que el proyecto comenzase a andar, sería más

que suficiente contar con 100 kms. cuadrados. Eso es un cuadrado

de 10 kms. de lado. No es mucho en esas extensiones desérticas

deshabitadas.

Reconozco que el tema de crear un protectorado fuera de la

Unión Europea es realmente problemático para el país en cuestión,

sea el que sea. Lo normal será que el país, por mal que esté, por

pobre que sea, haya hecho la dejación de funciones que haya hecho,

jamás acepte una intrusión de este tipo que mengüe su integridad

territorial. Pero voy a proseguir hablando del protectorado aquí en

el artículo y solo al final trataré la cuestión de las alternativas

territoriales a un modelo como el aquí planteado.

Una vez establecido ese protectorado (en Irak o donde se vea

conveniente y se pueda) con mandato de la ONU, pero que estaría

bajo bandera de la Unión Europea, un protectorado para bien de la

Humanidad. En ese territorio es donde se construirían campos de

Page 160: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

153

refugiados para inmigrantes. Dado que no se puede consentir el

tráfico humano de la inmigración ilegal administrada por las

mafias, ni tampoco se pueden detener esas masas en las fronteras

como si fuera el muro de una fortaleza en tiempos de Enrique II

Plantagenet, lo mejor es construir campos de refugiados.

El único modo de acabar con esta situación es que todo

inmigrante ilegal en la Unión Europa, una vez detectado, fuera

derivado a ese protectorado de forma automática. Allí la Unión se

encargaría de construir lugares de espera lo más razonables que sea

posible. Por supuesto que el que quisiera regresar a su propio país

de origen lo podría hacer en cualquier momento. Allí nadie estará

detenido.

Toda inmigración legal hacia Europa deberá partir de ese

protectorado, siguiendo para crear ese flujo de entrada los criterios

más justos y racionales posibles. Cualquiera que entrase de forma

ilegal sería enviado allí si no es posible devolverlo a su país. La

policía revisaría de forma regular los visados de los no nacionales

para cortar de raíz el incumplimiento de la ley respecto a la

inmigración.

Mientras tanto, los acogidos en esos campos podrían recibir

algún tipo de estudios: preparación para un futuro trabajo,

formación humanística, algunos se limitarían a aprender a leer y

escribir.

Los grandes millonarios europeos, la Unión Europea, las

fundaciones filantrópicas tratarían de establecer allí algunas

industrias. Al principio, industrias sencillas de carácter utilitario:

para producir lo que allí se precisa. Parte de ese carácter utilitario

estaría no tanto en producir un producto competitivo a nivel

internacional, sino en ofrecer un trabajo a las personas que viven

en esos enclaves humanos. Si se logra que, al menos, un 30% de la

Page 161: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

154

población pueda trabajar tres o cuatro horas diarias ya sería un

éxito.

En un segundo momento, sí que puede haber industrias de

capital europeo que realmente sean competitivas en el mercado de

la Unión. No debería ser difícil con una mano de obra tan barata.

Los beneficios de esas pequeñas industrias se invertirían en

aumentar el bienestar de la gente que vive en ese territorio. Si esas

industrias son creadas por fundaciones, los beneficios se podrían

reinvertir continuamente en pro de esa gente.

Sería como construir una pequeña China en Medio Oriente.

Una gran factoría de mano de obra barata para las empresas

europeas. Pero cuyo fin no sería el lucro personal, sino el beneficio

de esa masa de gente. Sin duda, esos campos irían evolucionando

en pequeñas poblaciones paulatinamente.

Cada año, la Unión Europea determinaría qué cantidad de

millones de inmigrantes puede asumir dentro de sus fronteras.

Además, podría elegir a los más adecuados dentro de ese

protectorado: bien por razones de humanidad, bien por razones de

menor coste social para el país receptor, bien una mezcla de ambas.

Todo este sistema supone algo parecido a crear una presa que frene

una riada. Supone crear un lugar de espera lo más humano posible.

Supone, desde el primer momento, ofrecer un techo y un cierto

nivel rudimentario de sanidad a aquellos que llegan sin nada

huyendo del terror; terror al ISIS ahora, de futuras matanzas en

otros lugares en el futuro. Y así la población europea tendrá la

sensación, verdadera, de que se ha racionalizado la entrada de

inmigrantes.

Frente a la imagen de la toma por asalto, psicológicamente

muy desestabilizadora para la población de cualquier país, frente a

Page 162: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

155

la idea de invasión, se tendrá la sensación de haber creado una presa

de contención que controla el flujo de entrada de agua.

Al exponer esta tercera vía, doy por supuesto que la palabra

que vendrá a la mente de muchos será la de que se estaría creando

con ello un territorio sembrado de campos de concentración. Nada

más lejos de la realidad. La permanencia allí será voluntaria. Eso

sí, sabrán que no hay otro modo de entrar en Europa.

Esta propuesta puede parecer poco estética. Pero recordemos

que la primera vía, la de la aceptación de todos los inmigrantes por

vía de cuotas, tiene sus años contados. La segunda vía, la de la

férrea clausura, será más cruel que la que propongo.

Por evitar esa asociación de ideas, la de los campos de

concentración, no podemos dejar abandonados a esos millones de

personas. No es lo mismo un campo de refugiados (por masivo que

sea) que un campo de concentración. Para empezar, insisto, porque

el que quiera se puede marchar. En el protectorado, nadie estará

retenido a la fuerza.

Un territorio no autónomo como el que estoy describiendo no

me satisface enteramente. Tampoco dejo de ver los peligros en que

puede caer un proyecto como éste. Pero aquí se trata de escoger la

solución menos mala que sea realizable. No de escoger la mejor

solución posible en el País de las Maravillas.

Por supuesto que si no hacemos nada, nadie será criticado por

crear un régimen territorial que trae asociaciones mentales tan

terribles. Pero por el bien de esa gente pobre y que no tiene nada,

hay que hacer algo. Y no se me ocurre nada mejor que lo aquí

expuesto.

No lo dudemos, si Europa sigue admitiendo un flujo de gente

sin control y creciente, el resultado será el cierre hermético de sus

Page 163: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

156

fronteras en pocos años. Y Europa habrá dado un giro político hacia

el extremismo, hacia la xenofobia. Mi solución no es agradable,

pero es la mejor, dadas las circunstancias. Como dije, la primera

vía tiene un recorrido limitado y la segunda es cruel.

Esos campos no pueden situarse en Europa, porque eso

significaría que no podrían salir de los campos. Ya que si salieran,

no regresarían. A nadie, estoy seguro, le gusta vivir en un campo

de refugiados si puede vivir en medio de una ciudad europea.

El protectorado no sería un Estado, tampoco sería un mero

territorio tutelado en el que sus habitantes gozaran de autonomía,

sino que sería un protectorado férreamente militarizado y dotado

de unas numerosas fuerzas policiales. A nadie se le escapa que un

lugar de acogida para millones de personas bajo estas condiciones

será un cóctel explosivo. El que no aceptara las reglas del

protectorado sería expulsado. Por supuesto que existirían cárceles

y su propio sistema de justicia. Este lugar solo se mantendrá con

una disciplina inflexible que se haga respetar por la fuerza.

Se podría favorecer, si la existencia de agua lo posibilita, la

creación de grandes campos agrícolas sin intervención de

maquinaria. Campos que requieran mucha mano de obra, dado que

el beneficio de esta agricultura no sería tanto la producción, como

el hacer sentirse útiles a todas esas personas. En un primer

momento hay que lograr construir un entorno adecuado: y eso

requiere buscar labores a los residentes. Después, en un segundo

momento, se puede pensar en producir algo económicamente

competitivo fuera del protectorado.

Esos campos de refugiados podrían estar en Europa solo con

dos condiciones: Primera condición, si aceptamos que haya

industrias junto a esos campos que tengan un marco regulatorio

laboral totalmente sui generis. Y, segunda condición, si los

Page 164: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

157

refugiados no pueden salir de los campos. Si vagasen libremente

por las ciudades de la Unión, pasarían a depender de los servicios

sanitarios, sociales, etc de los Estados de la Unión, que es

precisamente lo que hay que evitar si no queremos una inexorable

reacción totalmente radical de la población. Estas dos condiciones

hacen que los campos de refugiados en Europa sí que sean algo más

parecido a prisiones. Los refugiados, al menos, podrán moverse por

el protectorado. No se tendrá una tan acusada sensación de

encerramiento, como sí que la tendrían si esos campos radicasen en

Europa.

Eso sí, con el tiempo, se puede formar un sistema mixto con

la mayoría de campos de refugiados en el protectorado, pero con

algunos pocos radicados en suelo europeo. Se podría articular

como un sistema por pasos en el que el inmigrante primero entra

en los campos de los recién llegados. Después, en un segundo paso,

se integra como trabajador en el protectorado. En un tercer paso,

ya trabaja en un campo de refugiados radicado en suelo europeo. Y

en un cuarto paso queda admitido como residente en la Unión.

Los campos del protectorado serían de más larga duración,

los campos en suelo de la Unión Europea serían para aquellos que

ya van a ser los primeros en recibir la visa de entrada. Esto

permitiría colocar junto a esos campos industria mucho más valiosa

y compleja que la que se podría instalar en el protectorado, ya que

éste sería un lugar más inseguro para colocar industrias de alta

tecnología.

De esta manera, el inmigrante en vez de ser visto como un

gasto económico, sería visto, incluso, como una fuerza productiva

que colabora al sostenimiento del Estado. Este sistema puede dar

lugar a abusos. Pero la actual forma de afrontar el problema solo

lleva al ciudadano nativo a ver al recién llegado como un gasto y al

perjuicio del inmigrante que, en el futuro, solo se encontrará con

Page 165: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

158

un sistema de fronteras férreamente clausurado y con xenófobos

detrás de esas fronteras.

Si el sistema acabara siendo mixto (campos en el protectorado

y campos en suelo europeo), la población del protectorado también

acabaría siendo mixta. Unos serían recién llegados que reciben

educación esencial. Otros serían antiguos inmigrantes que trabajan

y que llevan una vida digna en ese territorio, pero que están a la

espera de su traslado a Europa. Y, por fin, habría un tercer grupo

de inmigrantes que llevasen mucho tiempo en el protectorado, que

ejerciesen puestos de más responsabilidad y remuneración, y que

ya no quisiesen dejar ese territorio por considerarlo un buen hogar.

Fácilmente, un inmigrante puede pasar en el protectorado tres

o cuatro años antes de ser admitido a los campos de Europa por

algo más de medio año. Hay que entender que la inmigración va a

seguir aumentando en los próximos años. Veo difícil que, al final,

no se esté en esta situación una cifra de años como la que he dicho.

Tampoco la cifra de años será altísima, porque eso desmotivaría a

todos los inmigrantes a venir a Europa. Cuantos más años, más

desmotivación y, por tanto, menor inmigración.

Pero si, a pesar de todo, la inmigración fuera tan alta que

estuviésemos acercándonos a los diez años de residencia previa,

eso no significaría que el sistema no funciona. Pues si la espera

fuese tan alta, eso significaría que la migración ha aumentado en la

misma proporción. En una situación así, peor sería dejar que la

riada humana entrase con libertad en el continente. Un

desbordamiento incontrolado forzaría a las autoridades a tomar la

segunda vía, la de la clausura de fronteras.

Lo que he expuesto algunos lo calificarán de monstruoso,

pero no hay sistema sanguíneo en un cuerpo humano que pueda

Page 166: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

159

resistir que se le haga una transfusión que aumente su volumen de

plasma en un 20 o un 30%. Lo mismo pasa con la sociedad. La

sociedad no lo resiste, bien sea por razones económicas o

sociológicas. Lo demás son discursos. La realidad es así, por mal

que suene.

Como ya afirmé en el comienzo de este ensayo, estoy

totalmente a favor de la inmigración incluso por motivos

meramente económicos y hasta simplemente porque a un ser

humano le guste más vivir en un país que en otro. Todo este asunto

debe ser enfocado desde la generosidad. Además, me encantan las

sociedades cosmopolitas, el mestizaje de las culturas. No podemos

cerrar nuestro corazón no solo al sufrimiento ajeno de los sirios ni

tampoco al deseo de una vida mejor que tantos africanos albergan.

Pero precisamente porque deseo el bien para los millones de

seres humanos concretos que se van a agolpar en el limes de nuestro

imperio, ha llegado el momento en el que Occidente debe empezar

a racionalizar una inmigración que va a tener el carácter de una

riada cada vez más caudalosa. El problema no es la inmigración

que ahora tenemos, sino la que podemos tener dentro de una

década, o la que puede haber en caso de una gran conflagración

bélica. O pensamos ahora a largo plazo o vamos a vivir escenas de

emergencia humanitaria terribles unidas al auge de partidos

neonazis cada vez más radicales.

La idea que he expuesto daría tranquilidad a todo un

continente, pues se tendría la sensación de que la Unión controla el

torrente. Todo este asunto de la inmigración, no lo olvidemos, tiene

un componente psicológico muy importante. El sistema propuesto

ofrecería sensación de control y sería verdad. Se seguiría con el

sistema de cupos, pero los estados podrían controlar la gradualidad,

la cantidad y el modo en que entrarían sus futuros habitantes.

Incluso este sistema serviría para cribar a aquellas personas que

Page 167: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

160

objetivamente no serían más que un problema en nuestra sociedad:

delincuentes, individuos violentos, fanáticos religiosos. Si a un país

tienen que entrar 50.000 individuos, es preferible primar a aquellos

que van a ser previsiblemente buenos ciudadanos, que no a aquellos

que en los campos han probado ser individuos generadores de

graves problemas.

Cuando en una ciudad se va a producir una riada, lo ideal es

controlarla con uno o varios diques previos. Esas barreras sirven

para detener el primer gran golpe. Después, parado ese primer

momento crítico, el flujo se va controlando. Lo que hay que tener

en cuenta es que la población de ningún país reaccionará de forma

correcta, sino instintiva, ante desembarcos continuos en sus playas

o asaltos a sus vallas.

Por otra parte, el gran problema de la industria europea han

sido los países emergentes del Tercer Mundo: la industria se ha

trasladado a esos países. Este sistema de industria (con mano de

obra nativa y mano de obra inmigrante, con doble estatuto de

trabajadores, con dos sistemas de salarios) ayudaría a suavizar esa

huída de capitales. Tendríamos nuestra pequeña China.

Con esta propuesta se intenta no caer en la inhumanidad de la

extrema derecha ni en la demagogia de la extrema izquierda. Lo

que más me admira de la demagogia es su poco amor por los

números. Si se quiere hacer el bien de un modo realista, no hay otro

camino que el de hacer cuentas.

Hay dos modos de hacer el bien: el de los discursos y el de

los contables. Si alguien me va a ayudar, prefiero que me ayude el

hombre realista con los pies en la tierra, y no el amante de las

teorías y del buenismo. El buenismo siempre se queda sin gasolina

a medio camino, con todos tirados en la cuneta.

Page 168: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

161

Mi idea de un protectorado parte del hecho de que, por fin,

hay que ponerse manos a la obra con ISIS. En esa zona de la tierra

hay un problema que alguien tiene que solucionar. Y cuanto más

tardemos, peor. Y hay problemas que solo se arreglan a través de

la fuerza militar. Las fuerzas militares deberían crear allí o en otro

lugar sumido en un caos endémico ese enclave. Si funciona bien,

se podrá hacer más grande. El país donde se asiente el enclave

debería tener interés en ello, porque a cambio de unas zonas

despobladas contará con una zona de crecimiento económico que

irradiará beneficios a la nación. Incluso aunque fueran pequeños

esos beneficios, algo es mejor que nada.

Por otra parte, el establecimiento de ese protectorado urge.

Con todas las monarquías corruptas que hay desde el norte de

África hasta la península arábiga, con tantas naciones de esa región

a punto de explotar, más vale que empecemos a crear la zona que

he descrito en territorio iraquí o donde sea, porque millones de

personas van a necesitar no uno, sino varios de estos enclaves. El

que surjan grandes crisis humanitarias con desplazamientos

masivos es algo que ocurre antes o después, es una cuestión de

mera estadística.

En principio parecería que terreno no va a faltar en el mundo

para asentar estos enclaves: porque desgraciadamente siempre van

a aparecer nuevos lugares donde el Estado ha sucumbido al caos de

forma endémica y su población es asolada por bandoleros. Ahora

mismo hay unas cuantas naciones así en el mundo. Mientras se

ayuda a los seres humanos, se puede establecer un enclave con esta

vocación. Por supuesto que el lugar óptimo para los enclaves sería

el norte de África. Eso abarataría costes y su cercanía permitiría

una mejor supervisión. Pero veo imposible que alguno de esos

países acepte algo así, a menos que las compensaciones fuesen

generosísimas.

Page 169: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

162

Estos enclaves podrían ser instaurados por la fuerza allí donde

el caos reina, allí donde un gobierno débil y corrupto lleve años de

total absentismo frente al poder de bandas armadas. Aunque

reconozco que la opción de instaurar por la fuerza estos campos en

un país plantea problemas tan grandes a largo plazo con la nación

receptora, que la opción de crear estos macrocampos en suelo

europeo, puede ser la mejor.

Otra posibilidad será pagar dinero al país receptor de los

campos. Pero veo totalmente inadecuado no solo pagar grandes

sumas a un gobierno, sino cualquier cantidad por pequeña que sea.

Es preferible que ese dinero se invierta en el bienestar de los que

vivan en el protectorado, que no que vaya a bolsillos privados de

gobernantes corruptos. Europa podría cerrar sus fronteras y

defenderlas a sangre y fuego. Si los enclaves del protectorado se

realizan, será por un deseo de ayudar a los desfavorecidos, por un

deseo de humanidad. La intención de Europa en todo esto debe

quedar clara: razones humanitarias y solo humanitarias.

No se debe compensar con ninguna cantidad a ningún

gobierno por razón de estos campos. El dinero que se diera, en el

fondo, significaría sustraerlo a los más pobres que no tienen nada

consigo más que una maleta en el mejor de los casos. Algunas

repúblicas centroasiáticas podrían ser receptivas a este proyecto.

Algunos países tienen más territorio del que sus gobiernos pueden

gestionar.

Mi idea puede parecer fascismo puro y duro, ¿pero qué

hicieron los jesuitas en situaciones de gran peligro?: las

reducciones. Mi proyecto mal realizado daría lugar a una increíble

situación de opresión. Pero si se lleva a cabo bien, sería la solución

óptima para tranquilidad de los europeos y para que los inmigrantes

esperen de un modo digno durante un tiempo. La espera es

necesaria tanto para discernir cuáles son las situaciones más

Page 170: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

163

dramáticas, como para no desestabilizar el ecosistema humano de

acogida.

Y encima si ese sistema mixto es productivo, si genera

beneficios, aunque sean pocos, como bien entendieron los jesuitas

con sus reducciones en el siglo XVII, estos campos se convertirán

en germen de ciudades.

Al comienzo, es conveniente que el primer campo sea un

campo de grandes dimensiones, para así poder ofrecer más

servicios y más sensación de amplitud y libertad dentro de él.

Cuanto más centralicemos, mejor podremos ocuparnos de sus

necesidades. Además de que así el campamento ofrecerá un mayor

aspecto de ciudad y no la impresión de ser un mero asentamiento

de angustiosa pequeñez. Un inmenso campamento puede tener

teatros con funciones diarias, así como otros espectáculos públicos.

Aunque las necesidades de seguridad pueden hacer que ese

campo tenga que ser compartimentado y que no todo el mundo

pueda libremente ir de una zona a otra. El mismo protectorado, por

razones de seguridad, es posible que tenga que ser a su vez

compartimentado. Pero eso solo sucederá si no hay otra

posibilidad. Aunque veo difícil que no sea así, porque hay que

contar con la intervención de terroristas, grupos de ladrones, mafias

internas y retos similares.

Ahora, en el año 2016, lo más urgente es resolver los

problemas humanitarios que ya hay: atender a los refugiados que

viven al raso, bajo la lluvia y el frío. Después, en un segundo

momento, con más serenidad, se puede pasar a tomar decisiones

que por su misma naturaleza son más complejas. El primer paso

Page 171: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

164

puede ser crear un macrocampo en suelo europeo. Pero si está en

suelo europeo, la tentación de fuga siempre va a ser muy grande.

El campo europeo con que se iniciaran los primeros pasos del

proyecto sí que tendría que estar cerrado. La ventaja de un

protectorado es que los residentes podrían tener movilidad dentro

del amplio territorio del protectorado, así como visitar otros

campos.

Alguien puede pensar que cuanto mayor sea un campo de

refugiados más difícil será mantener el orden en su interior. En

realidad es al revés. Cuanto más pequeño es un campo de acogida,

menos posibilidades se tiene de contar con un gran contingente de

fuerzas de seguridad de reserva para mantener el orden en caso de

de pequeños altercados, o en el caso de un motín más generalizado.

Cuanto más grande es un campo, más esfuerzo se puede dedicar a

su organización, compartimentación y vigilancia, así como a

sanidad o educación.

Los campos pequeños ofrecerán la sensación de ser pequeñas

prisiones, aunque los que vivan allí puedan pasear por alrededor

con total libertad. Mientras que un macrocampo será como una

ciudad, otorgando mayor sensación de libertad, mayor oferta de

posibilidades de desarrollar potencialidades en sus residentes.

Todos los inmigrantes ilegales que se hallasen en suelo

europeo serían enviados de forma inmediata al protectorado, salvo

que quieran regresar a sus países de origen y estos los acepten.

Resulta evidente que estos campos van a suponer la creación de

muchos puestos de trabajo para los parados europeos, aunque solo

sea para mantener la seguridad dentro de ellos. Estamos hablando

de que por cada millón de inmigrantes serán necesarios no menos

de diez mil efectivos.

Page 172: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

165

Esto también tiene un aspecto positivo económico. Los

campos pueden convertirse en motores de creación de empleo para

los parados europeos: enviando maestros de educación general,

enfermeros, profesores de oficios, maestros de artesanía, de bellas

artes, creadores de pequeñas industrias no productivas, consejeros,

psicólogos, creadores de espectáculos públicos, como el teatro o

los juegos, u otros que puedan organizar campeonatos deportivos.

Sé que lo que ofrezco con mi solución puede parecer que es

muy poco. Pero si yo fuera un refugiado, preferiría que primero de

todo se preocuparan por ofrecerme un mínimo. Preferiría también

que se tomaran algo de tiempo para tomar una decisión respecto a

mí con serenidad. Como inmigrante siempre me beneficiará la

serenidad, antes que las decisiones tomadas bajo presión social y

con premura de tiempo.

El sistema puede llegar a funcionar lo suficientemente bien

como para convertirse en una solución aceptable tanto para Estados

Unidos como Australia y otros países desarrollados. Quizá un país

como Australia, por razones de lejanía, en vez de crear su propio

protectorado, vea que le interese más llegar a un acuerdo

económico con Europa para usar un protectorado ya existente. Lo

mismo puede pasar con otros países europeos no pertenecientes a

la Unión, pero que tienen inmigración ilegal. Esos países pueden

preferir pagar a la Unión por el uso del sistema.

Démonos cuenta de que el gran problema es que cada vez será

más frecuente que los inmigrantes no puedan ser repatriados,

porque sus países de origen no los admitan, a no ser que se les dé a

sus gobiernos grandes cantidades de dinero.

Es preferible usar esas cantidades de dinero en mejorar de

forma directa la vida de esos inmigrantes en un protectorado, mejor

Page 173: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

166

que entregárselas a gobiernos carentes de moralidad que no ven en

sus propios ciudadanos huidos otra cosa que no sea una ganancia.

Un último punto a tocar, pero que no deja de tener su

importancia, es que el mandato para crear el protectorado lo ideal

es que se haga bajo la aprobación de las Naciones Unidas. Pero,

después, ese protectorado debe estar bajo bandera de la Unión

Europea. Es la Unión la que debe tener plena autoridad en la

administración de ese territorio. No solo porque ella pondrá el

dinero para empezar el proyecto y mantenerlo. Sino, sobre todo,

porque se necesitará una mano muy fuerte, una autoridad muy

decidida, para mantener el orden en ese lugar. Jamás se podrá llevar

a cabo un proyecto de estas dimensiones si la cuestión de la

autoridad no está perfectamente definida y se tiene una voluntad

muy firme de llevarla adelante.

El mayor problema es que si no se conquista un territorio, por

ejemplo, en manos de terroristas como ISIS, va a ser muy difícil

que un gobierno ceda un terreno para este proyecto, aunque solo

sea por un tiempo. ¿Qué gobierno aceptaría en su territorio un

enclave de cuatro o cinco millones de habitantes? La única solución

sería proponerle a algún presidente africano que Europa le va a

librar militarmente de la guerrilla en una zona de su país, pero que

a cambio debe ceder tal territorio durante cincuenta años. El

cambio sería beneficioso. En manos de una guerrilla, ese territorio

no lo controla y amenaza su poder. En manos de la Unión Europea

el peligro desaparece y puede convertirse en un foco de desarrollo

para la provincia en la que esté situada. Pero reconozco que

encontrar un lugar para el protectorado es el punto más difícil. Lo

normal es que los países no quieran ceder ni un trozo de desierto.

La otra posibilidad es crear esa zona de mandato internacional

en alguna extensión despoblada de Europa. Pero tendría que estar

totalmente cerrada respecto al exterior. Dada la densidad de

Page 174: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

167

población en el continente europeo, algunos desiertos del interior

de Andalucía serían la mejor opción, frente a terrenos mucho más

fríos como los de Ucrania por ejemplo.

He hablado de campos en el artículo. Pero un inmenso

macrocampo, sin duda, sería la mejor solución: la más económica

de mantener (la concentración de servicios abarataría mucho los

costes), la más segura a nivel de las fuerzas que se podrían

mantener si se concentran en un solo lugar, la que ofrecería mayor

sensación de libertad a los residentes, libertad de movimiento,

libertad para desarrollar sus propias iniciativas y vocaciones. Lo

ideal sería que el macrocampo estuviera rodeado de una gran

extensión de terreno. Por ejemplo, un perímetro cuadrado de 50

kms. por lado. Todo eso daría una mayor sensación de estar en un

pequeño Estado.

Si ese territorio está en suelo europeo, ya no hablaríamos de

protectorado, sino de territorio federal. Un territorio administrado

federalmente por la Unión. Seguiría perteneciendo al Estado

receptor, pero habría un acuerdo que podría renovarse cada

cincuenta años.

Vuelvo a repetir que soy muy consciente del Frankenstein

organizativo que se puede crear con este proyecto. Un planeta en

el que surjan campos y más campos con ciudadanos de masas sin

derechos. Países compartimentados entre ciudadanos de primera y

segunda categoría. Del peligro soy consciente, pero si yo fuera un

inmigrante sirio durmiendo en una sencilla tienda de campaña en

diciembre en Grecia, con mi familia alrededor, pediría que hicieran

algo los gobernantes. El proyecto tiene muchos peligros. Pero la

alternativa es una ley de la selva más cruel.

Ahora mismo, ya hay un cierto número de campos de

refugiados que han funcionado muy bien. No solo eso, en la

Page 175: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

168

frontera de Kenia y Somalia hay uno que cuenta con 329.000

refugiados. Otro en el este de Chad cuenta con 250.000 refugiados.

Creo que ha llegado el momento de pensar en grandes

macroproyectos para los que no tienen nada.

No hacer nada sí que es un camino hacia el desastre para los

que, en el futuro, vivirán desastres humanitarios y a los que vamos

a abocar a la desesperación ante unas fronteras cerradas. Incluso

sin emergencias humanitarias, Europa no puede asimilar las

consecuencias del efecto llamada que se ha creado. Últimamente

están entrando por los Balcanes incluso inmigrantes de Pakistan y

Afganistan. El buenismo acabará por crear mayor sufrimiento. Es

la hora de tomar alguna medida basada en la racionalidad, y no bajo

el imperio de los sentimientos de la masa.

Page 176: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

169

Page 177: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

170

22. Un gobierno mundial El ideal de un gobierno de la razón, universal, unitario, que

gobierne una paz y una prosperidad universal

¿CUÁNDO LLEGARÁ EL DÍA en que la Humanidad entera esté libre

y democráticamente unida bajo un gobierno mundial en el que

reine la razón y los mejores sean elegidos para promover el bien

común? Desde luego, eso no lo conoceré en mi vida. Eso ya lo veo

claro. Quizá sea la única cosa clara que veo acerca del futuro.

Lo único evidente a estas alturas de mi vida es que somos

gobernados de un modo ineficiente por personas inadecuadas, y ni

siquiera existe un movimiento intelectual para cambiar esta

situación. Fuera del guión de lo previsible, solo pululan

movimientos revolucionarios que harían retrotraernos varias

generaciones. La revolución que esos grupos pretenden solo nos

brindaría una generación, al menos, de regímenes bolivarianos.

Con lo maravilloso que sería una Humanidad que no

conociera otras divisiones que las meramente administrativas y

todos los hombres nos consideráramos miembros de una gran

familia. Un planeta en el que todos los problemas fueran abordados

desde la más estricta racionalidad.

Un planeta en el que se promoviera la igualdad económica sin

necesidad de quitar nada a nadie. Una sociedad en la que todos

fuéramos cada vez más iguales.

Un planeta en el que las confrontaciones bélicas nacionales

fuesen consideradas locuras de tiempos más primitivos. Un tiempo

Page 178: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

171

futuro en el que las inmensas fortunas en manos de unos pocos

millonarios fuesen vistas como algo de un supremo mal gusto,

como un egoísmo más propio de urracas acaparadoras que de seres

humanos. Una sociedad en la que no se quitase nada a nadie, pero

donde las grandes fortunas estuvieran socialmente mal vistas.

Un mundo en el que se buscase el bien de todos entre todos.

Una Humanidad en la que, por fin, los problemas se abordasen de

un modo global a largo plazo.

Hoy día los pequeños egoísmos lastran todos los asuntos a

todos los niveles. Los gobernantes no se ponen de acuerdo ni en las

cosas más esenciales, combatiéndose sin piedad y sin decoro.

Cuántas cosas se podrían hacer ya ahora entre todas las naciones,

pero no se hacen. Cuántas cosas se podrían hacer en cada nación,

pero el cortoplazismo las bloquea.

Cuando he escrito acerca de este tema, he sido muy criticado

en la línea de que esto que defendía era un Nuevo Orden Mundial

inhumano y fascista. Pero el ser favorable a un gobierno

democrático mundial no es ser favorable a un fascismo mundial.

Y, por supuesto, no estoy defendiendo que esto se lleve a cabo

a toda velocidad, para que esté en funcionamiento como sea dentro

de diez años. Se trata de un proceso de integración lento que debe

ser hecho con prudencia. Un proceso así es el que se ha llevado en

la Unión Europea. Proceso que no se ha completado y que dista de

ser perfecto, pues ha sido socavado por innumerables pensamientos

provincianos. Con estos mimbres, hasta me admiro de que se haya

conseguido tanto. Sin duda, ha sido la fuerza del ideal la que ha

dado vigor al proyecto, a pesar de reveses como la salida del Reino

Unido.

Un gobierno mundial es simplemente una conveniencia a la

que nos induce la razón. Pero eso no significa ni centralismo, ni

Page 179: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

172

imposición de una élite sobre la mayoría, ni menos democracia

local o nacional. (Sea dicho de paso, la bandera de la ONU me

parece preciosa, de las más bonitas que existen.) La ONU ha hecho

lo poco que ha podido. Pero el ideal que la inspiró fue grandioso.

Durante una generación ese ideal brilló en los corazones de todos

los intelectuales. Hoy día, no. En el siglo XXI, ha triunfado la

visión del planeta como selva. En un mundo que, cada vez más,

precisa de decisiones y soluciones globales, todo el mundo aspira

a un mezquino sálvese quien pueda.

Page 180: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

173

Page 181: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

174

www.fortea.ws

Page 182: Ex scriptorio - ia800701.us.archive.org

175

José Antonio Fortea Cucurull, nacido en

Barbastro, España, en 1968, es sacerdote y

teólogo especializado en el campo relativo al

demonio, el exorcismo, la posesión y el infierno.

En 1991 finalizó sus estudios de Teología para el

sacerdocio en la Universidad de Navarra. En

1998 se licenció en la especialidad de Historia de

la Iglesia en la Facultad de Teología de Comillas.

Ese año defendió la tesis de licenciatura El

exorcismo en la época actual. En 2015 se

doctoró en el Ateneo Regina Apostolorum de

Roma con la tesis Problemas teológicos de la

práctica del exorcismo.

Pertenece al presbiterio de la diócesis de Alcalá

de Henares (España). Ha escrito distintos títulos

sobre el tema del demonio, pero su obra abarca

otros campos de la Teología. Sus libros han sido

publicados en ocho lenguas.

www.fortea.ws