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NOTAS V DISCUSIONES
Expectativas de la filosofía moral y literatura
MARíA TERESA LÓPEZ DE LA VIEJA DE LA TORREUniversidad de Salamanca
Tan lejos como se extienda la aplicación de conceptos a priori se extiendeel uso de nuestra facultad de Conocersegún principios, y con él la Filosofía.
1. KANT, Critica del juicio,Introducción, II
Motiva subiective moventia. Aun siendonumerosas las razones que han inducido a preguntar de nuevo por la posición que habría de ocupar la actividadliteraria con respecto a la Filosofía, naresulta del todo sencillo identificarcuál de esas razones ha impulsado demodo más eficaz hacia la actual discusión. Por otra parte, la mayoría de losdebates dan la impresión de ir avanzando hacia un punto de difícil retorno, por su complejidad en progresión,y por el elemento agonístico que contienen tantas veces. Tanto cuando derivan hacia un compromiso positivo entre lo literario y lo filosófico como,también, en lo que se refiere a uncompromiso negativo; esto es, adversohacia cualquier forma de intromisiónde puntos de vista. Pues implica a conocimientos ya consolidados, normalizados como disciplinas. Por Jo general,la Filosofía mantiene una posición ambivalente hacia Ia interdísciplinariedady sus consecuencias: Platón y sus expresivas indicaciones sobre el arte permanecen a distancia. Por eso, al replantearse ahora una proximidad, tanestimulante como" polémica, entre Filosofta y Literatura, surgen nuevos tópicos a discutir, a la vez que regresan aprimer plano teorías influyentes enotro tiempo.
Si bien este estado de cosas redunda
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por lo general en un notorio beneficiopara ambas disciplinas, al menos porlo que concierne a sus cotas de reflexividad y diversificación interna, en estemismo contexto teórico se aprecia, noobstante, una tensión entre Jos análisiscomparativos y ensayos interdisciplinares y, de otro lado, la efectividad detales avances para el tratamiento de lascuestiones específicas, sustantivas, encada disciplina. Por ejemplo, ¿en quésentido contribuye la sensibilidad hacia las formas y tipos de discurso a dilucidar con mayor precisión cuestioneshabituales en Filosofía moral, como«bien», «justicia», ..deber»? La atenciónpreferente que se viene dedicando desde hace algún tiempo a la Literaturano se entiende, en fin, sin tomar enconsideración cuáles son los interesesteóricos, específicos de la Filosofía actual. Su aproximación al ámbito literario ¿representa un intento de prolongar los recursos que ya estaban a disposición de la racionalidad práctica?¿O bien suponen un signo de retroceso, en cuanto a autonomía entre formas de conocimiento y los valores queéstas representan? Cualquiera de estosinterrogantes se ha convertido en motivo suficiente para adelantar propuestas de interés. El elenco de autores quehan contribuido a ello puede considerarse a estas alturas muy amplio y heterogéneo. Recorrer tales propuestasconstituye de por sí un objetivo paraquien pretenda hacerse cargo del estado de la cuestión. Pero no es lo únicoque puede hacerse y, tal vez, ni siquiera sea lo más interesante.
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En términos muy generales, las perspectivas suelen oscilar entre los imperativos de la reconstrucción o aquellosotros, bien diferentes, que tratan de incorporar la metodología procedente dela Crítica literaria.' Los resultados noresultan homogéneos, dada la diversidad de objetivos: la revisión de la Retórica, la autonomía de los discursos,los géneros de la escritura, análisis derecursos específicos como la metáfora,etc. Puesto que, en todo caso, se hacepreciso elegir. sugeriré aquí que el interés por la Literatura se ha de entender a partir de un cambio de expectativas en tomo a la Filosofía moral. Y, eneste proceso de selección, cabe pensartambién que tales expectativas dependen del lugar que ocupen en la construcción de la teoría los motiva subiective moventia, a que Kant se refería.Este punto de vista restringe, ciertamente, la perspectiva amplia que vadefiniendo poco a poco a la relaciónFilosofía-Literatura. Sin embargo, ayuda a clarificar algunas de esas expectativas, al menos por lo que se refiere ados cuestiones de interés: a) los antecedentes más inmediatos, modernos,de la actual discusión -Platón! constituye un antecedente insoslayable, peromenos inmediato-; b) por qué la Filosofía, en especial la Filosofía moral, seinteresa hoy por la Literatura, aunsiendo del todo irreversible el procesode especialización en los discursos.Motiva subiective moventia representan, posiblemente, uno de los hilos teóricos que conducen en modo directohasta las expectativas -positivas o negativas-, que la Ética abriga sobre loliterario, como elemento innovadorpara su propio discurso.
El principal objetivo del artículoconsiste en aproximarse a los térrninos en los cuales la Literatura puedecontribuir indirectamente a clarificaralgunos principios de la Filosofía mo-
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ral. El hilo argumental parte de la definición kantiana de tales principios-s-principium diiudicationis, exsecutionis-:-, hasta llegar a otras aportacionesrecientes. En especial, cuando éstas seconcentran sobre el papel que desempeñan los agentes, con sus motivaciones, en la construcción de la moralidad: motiva subiective moventia. Estosocupan, en principio, un lugar destacado en la discusión que sitúa al discurso filosófico junto a otros tipos de discurso. Pero esta hipótesis depende engran parte de cómo y hasta dónde seacepten algunas condiciones, centralespara la comprensión de la Ética y desus cometidos: 1) La subordinaciónde las tareas de explicación y ejecución-de las acciones, de lo que prescribenlas normas- a las tareas de justificación. 2) Que la disciplina se limite aconsiderar la Literatura en términospuramente externos. Esto es, tan sólodesde su propio punto de vista, sinánimo de construir una perspectiva suplementaria. mediante la ayuda deotros puntos de vista. 3) De otra parte,téngase en cuenta que la Literaturanunca ha sido un cuerpo inerte, delcual extraer algunos ejemplos o casosprácticos según criterios filosóficos.Como es obvio, la actividad literaria haido estableciendo sus propias reglas;ha alcanzado determinados resultados,cuya intencionalidad moral puede sermuy poco significativa en un principio.
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Las anteriores condiciones, aquellaque se refería a una discusión interna,y la segunda, el tratamiento circunstancial de otra disciplina, tienen quever en todo caso con el lugar asignado a la subjetividad y sus formas deexpresión. Tanto en Filosofía moralcomo en Literatura. Pero, antes de pasar adelante, parece necesario introdu-
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cir una precisión sobre qué cabe esperar de otros tipos de discurso. Digamosque si, de una parte, la Literatura contribuiría -de hecho contribuye algunas veces- en modo positivo a recordar cuán relevantes pueden llegar a serla variación socio-histórica y los motivos individuales, a la hora de formularvalores, no obstante, la expectativa dehallar en una disciplina diferente -eneste caso la Literatura- una respuestay una metodología que la Filosofía moderna descalificó de modo bastante explícito, sólo podrá mantenerse de forma restringida. A condición de quetambién se asuma una parecida tendencia, de exploración y búsqueda, enla actividad literaria; cuyos resultadosdistan de objetivos tales como presentar una visión del mundo o un modelo para organizar la existencia. El anacronismo de un concepto de Filosofíadogmática sería apenas más llamativoque ese otro anacronismo, consistenteen esperar un proyecto formativo procedente de la Literatura.
Esto es: el narrador siguió una trayectoria, tan compleja y crítica comoaquella que caracteriza a la Filosofíacontemporánea -W. Benjamín se habia referido expresamente al declivedel papel tradicional. orientador de experíencias, que fue por mucho tiempola razón de ser de la actividad narrativa-o y esto estaría arrojando todo elpeso acumulado del tiempo sobre proyectos, en principio tan verosímilescomo pudo serlo alguna vez un programa de «educación estética del hombre». Por tanto, está fuera de lugar untipo de actitud que consistiría en añorar en lo literario aquello que ya ha dejado de ser una 'expectativa razonablepara la actividad filosófica. Por lo tanto, no se trata de desestructurar, enparte o en su totalidad, a la Filosofía,pensando que la Literatura aún podríaofrecer una visión más centrada de lo
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real. Un improbable ofrecimiento: sushistorias como historias edificantes. Ocomo proyectos para orientar en medio de la diversificación que, una yotra vez, atestigua el discurso filosófico. Se trata, por el contrario, de pretensiones más reducidas: reconstituiruno de los principios que han formadoparte de la moralidad, pero que habíatenido un tratamiento menor en la Filosofía moderna -por causas díversas-, En especial, cuando ésta se concentra en su calidad de «Filosofía moral». Tras 10 cual, intentaré ahora plantear la pregunta del comienzo, ¿porqué situar la confluencia de lo filosófico y lo literario en los motiva subiective moventia?
1) En principio, la esfera que corresponde a las motivaciones de la acción ocupa un lugar marginal en lasteorías morales de tipo cognitívísta,Marginal, pues éstas se concentran enel principio supremo de la moralidad.Pero, incluso en esta función, funciónbásicamente negativa, los motivos informan sobre algo que ha de recordarse de vez en cuando: ponen de manifiesto, siquiera en modo indirecto, alalcance de la Filosofía práctica y susdistintos niveles. Suponen, en fin, reconsiderar un enfoque que había permanecido en un segundo plano, almenos mientras la tarea fundamentalhubo de centrarse casi en exclusiva enel establecimiento de qué sea y cómose habría de entender la actitud crítica.Según Kant: «Tan lejos como se extienda la aplicación de conceptos apriori se extiende el uso de nuestra facultad de conocer según principios, ycon él la Filosofía".
2) Conocimiento y principios a priori formaban así un marco, al cual había de ajustarse luego la facultad dedesear. y que hacía tan problemáticoal sentimiento del gusto. Esto significaba asimismo fijar el ámbito de la re-
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flexión moral del lado de la universalidad; del lado de los principios y, además, de una determinada clase deprincipios. Por eso, la opción por launiversalidad, y por las prerrogativasque compete señalar a la facultad delconocimiento, contribuy6 a introducirde paso una jerarquía de niveles: la FiIosofía moral pura se distingue en adelante de la moralidad que permaneceaún en el conocimiento vulgar. Es decir, en su sentido aún cercano a las actitudes, los motivos, los sentimientos.La buena voluntad, el deber señalan,por el contrario, cuál debe ser considerado como el lugar propio de la moralidad. Así quedaba establecido desde laFundamentacián de la meta{fsica de lascostumbres: a priori, en la razón.
3) ¿Qué hacer entonces con los sentimientos, «e] corazóns i" Kant se ocupó fugazmente de esta dimensión antropológica de la moralidad. Para decirque, en todo caso, tiene que ver con laforma de conducir la propia existencia.Pero no era lo primordial; de ahí que,en aras del principio supremo de moralidad, los principios adicionales pasasen a ocupar una posición secundaria. E incluso fueron rechazados casien su totalidad, como exponentes deuna versión «patológica» de la mismamoralidad, tal como se afirmaba en lasLecciones de Filosorla moral. Pues bien,esta torna de postura conducía en efecto a una radical diversificación deprincipios. Mientras que unos concíernen a la justificación teórica, se hacíanecesario arbitrar otros principios parala esfera subjetiva de la acción. Es decir, lo «subjetivo» y (objetivo» de lamoralidad ocupaban posiciones tan distantes entre sí, como el entendimientocon respecto a los sentimientos, el «corazón».
4) Principium exsecutionis, se refería al fundamento subjetivo. Principium diiudicationis al fundamento ob-
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jetivo. El criterio para establecer juicios y, de otro lado, aquello que impulsa a actuar no pertenecen al mismo nivel, ni se han de confundir. Kant advertía también de la superioridad delfundamento objetivo en 10 teórico. Portanto, la reflexión moral se desentendía en buena parte de los móviles e inclinaciones, que podrían hacer efectivaen algún momento a la moralidad.Pues actos y agentes representaban laparte menos pura de ésta, la moralidad. En lo sucesivo, no habrá duda alguna, el principio supremo corresponderá a la razón: como principium moralitatis purum intellectualle intemum,
Un principio «objetivo» e «interno»para la Moral significa que la validez ysus criterios no pueden ser de carácterprivado. Ni hallarse vinculados a lossentimientos --como factores inestables, patolégicos->, sino a categorícídad que corresponde a la ley moral, Demodo que el principio de la moralidadconfirma su carácter interno. sin relación ya con los sentimientos o elementos de naturaleza pragmática -confinados desde entonces al ámbito de lo .meramente subjetivo, pero no interno-. Así concluye el análisis de losfundamentos, subjetivo y objetivo, dela moralidad. La subordinación de lastareas de explicación y «ejecución» alas tareas de justificación configura, ensus rasgos generales, una noción dejuicio moral que no se verá afectadopor las inclinaciones. Ni por todosaquellos factores que mueven a actuar.
II
Las expectativas en torno a la Filosofíamoral no se han modificado de modosustancial en este aspecto .específico.los motiva subiective moventia, Al menos para aquellos enfoques que hanacatado, como punto de referencia, alprograma crítico de Kant. Pues éste
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ejemplifica de modo satisfactorio losavances del pensamiento en su etapamoderna. Como éste había seguidouna línea de «fundamentación interna», cualquier hipotético acercamientoposterior a otras disciplinas, a disciplinas no filosóficas, vendrá condicionado por el lugar asignado a la perspectiva «externa», De lo que resulta una subordinación clara de las tareas de explicadón y «ejecución» -motivos parallevar a acción lo que prescriben lasnormas-e- con respecto a las tareas dejustificación. Y esta prioridad del juicio sobre los motivos se mantiene hasta llegar a planteamientos recientes dela Filosofía moral. Planteamientos enlos que vuelven aquellas o parecidasdificultades, de incipiente presencia enla filosofía kantiana. Por eso, los motivos de la acción apenas se advierten,apenas si resultan significativos para laconstrucción de la teoría. Sin embargola situación cambiará, caso de atenderal segundo principio de la moralidad.Aparece entonces la hipótesis de unaLiteratura con capacidad de respuestaante las restricciones que se ha impuesto a sí misma la Filosofía moral.
Ahora bien, aun suponiendo que laactividad literaria se hubiese mantenido todo este tiempo en una mayor proximidad con respecto a los móviles dela conducta, ¿esta circunstancia seríasuficiente para inducir un cambio demarcha en la misma Filosofía? Algunostérminos corteses sobre la ínterdíscípllnaríedad, como modo de proceder,apenas si ocultan la óptica externalístaque adoptan con frecuencia los filósofos, cuando se asoman a la Literatura.La previa aceptación del principio moral -interno, puro e intelectual- nosugiere una actitud distinta al respecto.Ni una necesidad efectiva de seguirhasta el final a los otros usos de la razón. Algunos pasos importantes se hanvenido dando en este sentido, restrín-
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gíendo al máximo los posibles intercambios entre Filosofía y Literatura:
a) Por lo general, la posición de J.Habermas sobre la continuidad entreambos discursos -sobre todo en Nachmetaphysisches Denken O bien Derphilosophische Diskurs der Modernemarca la pauta frente a algunas pretensiones irrestríctas de la crítica literaria con respecto al discurso filosófico. Sin embargo, tal vez resulte másilustrativo aludir a otros aspectos y pasajes de su obra en relación con eltema. Por ejemplo, el conjunto de restricciones que operan para la teoría, delas cuales sólo una parte afectaría a larecepción de la Literatura. La teoría sigue la dinámica de sus problemas propios, más allá de las expectativas desmesuradas, que pretenden obtener deaquélla bien una imagen orientadora ola hipotética resolución de cuestionesvitales para el sujeto. En suma, el filósofo no puede tener opinión formadasobre todos los asuntos. La misma noción de «discursos" implicaba ponerentre paréntesis a las experiencias y alos contextos de la acción. Por tanto,las cuestiones de génesis quedaban relegadas por las cuestiones de validez.Su negativa a equiparar habla de ficción y habla seria se sitúa, pues, dentro de una opción más general sobre laFilosofía moral; así como sobre los límites de toda teoría y sus pretensionesde validez. De la noción de teoría y deracionalidad derivan, por lo tanto, susposiciones en torno a las tendenciaspostvanguardistas, como voluntad deallanar lo que parece díferente.! Lasventajas de un programa de fundamentación racional -o diudicationis,en los términos kantianos- prevalecensobre otros programas.
b) Otras propuestas, aun permaneciendo en la línea señalada desde laobra kantiana, se interrogan no obstante por los niveles y procesos que
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anteceden y, en cierta forma, motivanla emergencia de la teoría. Tanto A.Wellmer como S. Benhabib, por ejemplo, se refieren a esa linea de cuestiones «contingentes», por la que ha depasar alguna vez la Filosofía moral. A.Wel1mer incide en la formación mismadel juicio moral, en la dirección deuna Ética discursiva que admita el Ialibílismo. Pues el punto de vista de losfines sub specie aeternitatis descuida loreferente a la mediación entre universal y particular. En efecto, las situaciones suelen ser moralmente complejas,de manera que los sujetos se hallancon frecuencia ante situaciones encontradas. S. Benhabib" por su parte noha dejado de señalar la paradójica ausencia de destinatarios de la Teoríacrítica en su última etapa. Pero, másallá de las objeciones a una Ética ahistórica, su propuesta recupera a un yoincardinado en prácticas materiales.Contingencia y circunstancias no sólono debilitan la conciencia moral postconvencional, sino que constituyen unpunto de partida para la moralidad.
Las tensiones entre· una «comunidadde derechos» y una «comunidad de necesidades» revela entonces la ficciónepistemológica sobre la cual se habíavenido asentando el pensamiento moderno. Hacerse cargo ahora de lo quefue eliminado por una estrategia procedimental muy precisa significa recuperar algunos elementos antes ausentes de la teoría, pero activos en las relaciones. Como sugiere P. Bourdíeu,tal vez se trata de descubrir o de redescubrir la exterioridad en lo interno ouna Interiorización de lo externo, Enprincipio, se ha de atender a la diversificación, entre cuestiones que implicanjustificación teórica y, en otro extremo, cuestiones que atañen a la tomade decisiones por parte de los agentesmorales. Pero, en un segundo término,no funciona del todo bien la sujección
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de las tareas de realización --exsecutionis decía Kant- a las tareas de justificación téorica. Al menos en el casode una moralidad «productiva»; en elsentido de desencadenante de la autoreflexión. En una de sus primerasobras, J. Habermas? atribuía precisamente a ésta un papel singular, de interés emancípatorlo,
II!
La Filosofía moderna no siempre haseguido al pie de la letra aquella recomendación de Descartes, de procedercomo «sin ojos ni oídos». Aun habiendo reconocido cuán relevantes podíanllegar a ser los motivos e inclinaciones.no obstante éstos suelen permanecermuy por detrás de los «fundamentosobjetivos» -pero internos- en la configuración global de la Filosofía. Entérminos más actualizados, esta objetividad supone que no podrá sugerirsela autonomía para aquellas propuestasque exhiban su índole «subjetiva». Esdecir, si se refieren tan sólo a motivasubiective moventia, tal vez externos encuanto a su génesis. Por ejemplo, elprotagonismo creciente de voces alternativas en la construcción de la moralidad no resulta, aún hoy, un argumento suficiente como para modificar laorientación general de la Ética o desus principios básicos. ¿Por qué? Larazón ha de buscarse, como ha recordado H. Dubíel," entre las tareas quetienen su móvil en la denuncia de lasformas de dominio o, por el contrario,en los programas más constructivos,como búsqueda de criterios de emancipación.
Como reacción al abierto predominio de los problemas de argumentación y justificación -mostrando escasamente cuáles habrían de ser sus conexiones con el universo vital-, elcontextualismo de R. Rorty ejemplifica
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una actitud positiva hacia lo literarioque supone, no obstante, una desreguladón completa de las funciones quese atribuyeron durante mucho tiempoa la Filosofía: el textualísmo como forma postfilosófica. A. Danta' no pretende llegar a tales consecuencias, si bienatribuye a la pérdida de relieve vital dela Filosofía la presencia de la Líteratura en el ámbito de aquélla; con el resultado de una cierta recuperación deun programa educativo, un modo detransformar a la audiencia. A. Palmerno acepta que la Literatura aporte tansólo una ilustración insignificante, periférica de conceptos filosóficos; de lamisma manera que K. Walton proponeconsiderar en serio a las «verdades deñccíon».'? M. Nussbaum se refiere porsu parte a la necesidad de establecerciertas verdades sobre la vida humana-con sus particularidades y complejídad-, 10 cual sólo parece posible enlas formas características de la narrativa. Ahora bien, al reconducir algunasde estas aportaciones hacia los términos kantianos, expuestos poco antes,se observa mucho mejor la voluntad deaproximar la Filosofía a la actividad literaria. Por qué desplazar las expectativas hacia otros ámbitos del conocimiento.
Parece que la presencia de la Literatura responde, en fin, a una ausenciallamativa 1m la misma Filosofía moral.A la ausencia de una moralidad «productiva», por así decirlo. Lo cual hacepensar en la necesidad de reforzar elpapel de los procesos heurísticos, a finde llegar a una atención más equilibrada hacia las bases, tanto subjetivascomo objetivas de la moralidad. Y, encuanto a los procedimientos, la apelación circunstancial a lo Iíterario responde en su mayor parte a la pretensión de atender, en modo más equilibrado, a los problemas derivados de laaceptabilidad de las normas morales.
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Por lo tanto, la Filosofía moral sehabría impuesto una aproximacióna otros tipos de discurso, en razónde sus propios intereses y desde suspropias carencias. Sería inconsecuenteque esta aproximación procediera ahora en términos puramente externos, deotra parte. La Literatura responde entonces a un conjunto de expectativasbastante reducidas, pero significativaspara el momento en que se encuentrala Filosofía práctica. Por ejemplo, podría indagara través de la Literaturapor su propio potencial explicativo.Para terminar, algunos breves comentarios sobre este último aspecto:
1. ¿Hasta dónde pueden alcanzarlas expectativas de la Filosofía moralcon respecto a la Literatura? En príncípío, la actividad literaria suele serconsiderada con cierta desconfianza,precisamente por sus rasgos de creciente autonomía en ejercicio. Ademásporque, con excepción de formas muyrebasadas de naturalismo, la obra literaria no se ajusta en intención a lasdemandas del filósofo moral y a susproblemas específicos. Por lo general,éste no se mueve con la suficiente soltura entre los avances de la Literatura,resultándole más sencillo formarse unaidea de la misma en base a etapas pasadas de la narrativa, ya filtradas porlas categorías de la crítica Iiteraría. Eneste sentido, la Literatura no podríarepresentar un elemento innovadorpara la reflexión filosófica; por la elemental razón de que aparece plenamente instrumentalízada, como prueba indirecta. y desde luego involuntaria, para una metodología obsoleta deinterpretación y una ideología conservadora. Tal vez, y como sucede con laFilosofía. se espera en vano que la actividad literaria alcance a neutralizar la
.visión descentrada de lo real, la autonomía de la esfera moral con respectoa los valores estéticos. Por eso una dís-
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cusíón, puesta al día, no debe insistirtanto en diferencias de sesgo epistemológico -las distintas pretensiones deverdad en la Filosofía y la veracidad dela expresividad literaria-, sino en superspectiva moral.
2. F. Schiller confió en que la libertad sería también accesible desde labelleza. Pensaba que los modernos estaban aquejados de una seria pérdida,la de aquel estado de armonía del queparecían disfrutar los seres humanosen otras épocas. Tal herida, infringidasin remedio al género humano, invitaba precisamente a recuperar la educación de la sensibilidad, en bien de laépoca ilustrada. Pero, entre tanto, M.Weber" hizo ver en todos sus extremosque el proceso de diferenciación y autonomía de las disciplinas apuntaba yaa un estadio diferente de la racionalidad. O mejor dicho, de los tipos de racionalidad, para el orden mundano, secularizado. Por eso, a la vuelta deltiempo, resulta difícil admitir que laLiteratura pueda aparecer en el horizonte de la Filosofía moral como garante de un proyecto de integraciónentre ámbitos. O como lugar privilegiado, parcialmente inmune a la diversificación de la cultura, en el cual habrían permanecido latentes algunasformas. Por el contrario, las formas noaspiran a estructurar la visión de unarealidad fragmentaria. Como si fuesenuna explicación en clave, o una reservade programas de acción. Como si fuesen un ejemplo válido para emprenderdesde la Filosofía aquella sugestiva -yfallida- educación estética de la humanidad.
3. En ocasiones, la actual Filosofíamoral parece sometida a una suerte deansiedad sobre la naturaleza misma delo moral." De ahí, la imposibilidad deredescubrir algo, en los términos quefueron empleados con anterioridad. Locual apenas si representa una parte del
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problema. Es decir, del problema consistente en la «presentación sensible»!'y su interés. Entonces, si bien R. Barthes," por ejemplo, rechazaba la hipótesis de que la Literatura haya de mantener una especificidad puramente estética -como si fuera posible un objeto literario en sí mismo-, la plenaasunción de las dimensiones críticas, yno sólo poéticas, de la escritura tampoco animará al antiguo proyecto dellegar a la libertad a través de la belleza. De aquel esbozo de integración, deproyecto que afirmaba un sentido, sóloresta su exactitud. «Exactitud» de lapropia actividad de escribir, entendidaésta como la capacidad de nombrar losdetalles. Literatura, pues, como lenguaje indirecto que, a través de sustécnicas, desmiente toda interpretacióninstrumental. meramente expresivistadel lenguaje: porque no muestra causas o fines, sino su misma precisión.«Endoscópica» incluso, como ya funcionaba en la obra de Proust.
4. La Literatura no describe montañas. Tal vez sólo su recuerdo, desde laconciencia." En un proceso paralelo,la atención hacia las contingencias ymotivos del sujeto reclama su lugar enla Filosofía moral. La tendencia a recuperar el principium exsecutionis puede intepretarse, ciertamente, como incipiente causa de declive para el principium diiudicationis, Por el contrario,tan sólo significa que había dos subprogramas en la Filosofía moderna,cuya articulación no ha sido concluidade modo satisfactorio. Motiva subiective moventia indican qué impulsa a actuar, en efecto. Pero a actuar, segúnlos criterios previamente establecidospor el mismo entendimiento. Por tanto, los motivos impulsan hasta dondeel entendimiento no habría sido capazde llegar; sin reclamar para sí las funciones de la racionalidad. Motivos yrazones corresponden, en suma, a los
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dos fundamentos que Kant propuso parala moralidad, «subjetivo» y «objetivo».El entendimiento ofrecerá el principiosupremo y objetivo para el juicio moral. mientras que el principio que mueve hacia la acción moral descansa «enel corazón».
Motiva subiective moventia permitenentender algunas razones por las cuales la Filosofía moral acepta o rechaza,alternativamente, la continuidad conrespecto al punto de vista de la Literatura. El lugar central del enfoque epistemológico quedaba sancionado en lainiciativa kantiana, pero -si se mepermite también- no anulaba el enfoque antropológico que rescataría a losfactores subjetivos. Los sentimientosmorales fueron recogidos puntualrnen-
te, e incluso tenían un sucinto tratamiento en el esquema kantiano. Elposterior cambio de expectativas hasignificado también una creciente apelación al principio subjetivo de la moralidad. Siquiera en forma de ausencia. Pues, como M. Foucault" recordaba, las prácticas reflexivas no sólo fijanreglas de conducta sino que, de otrolado, contribuyen a la transformaciónde quienes las asumen. Tal vez se tratatan sólo de acomodar mejor el puntode vista, como respuesta indirecta a lasmáximas exigencias de la facultad deconocer: «Tan lejos como se extiendala aplicación de conceptos a priori seextiende el uso de nuestra facultad deconocer según principios, y con él laFilosofía».
NOTAS
1. L. Ferry sitúa el origen de las dos tendencias de la Filosofía en momentos distintos, el dela construcción de sistemas y el de su deconstrucción. Este autor se inclina por la posibilidad deun tercer momento, de actualización de la obrakantiana. pues ésta permitirla conservar la significación de la subjetividad, "sí corno redefinir lastareas de la Filosofía contemporánea.•Kant. penoseur de la Modcrnité», Magalinc Litteraire, 309(1993), pp, 18-22.
2. 1. Murdoch comentaba las objeciones platónicas a la función mimética del arte. Arte queaparece, de un lado, como una forma especial dedlscernimíento con respecto a la realidad. Portanto, la aenvldad artística sirve para comunicar,para revelar algo: mas de otro lado. representaasimismo un falso conocimiento, por haberleatribuido Platón la capacidad de minar el sentidode lo real. Tal ambigüedad no parece, sin embargo, suficiente como para negarle su dimensiónreflexiva y sus efectos educativos. En concreto, LMurdoch se muestra favorable a la presencia delarte en la Filosofía, aludiendo incluso a la necesidad que la disciplina tiene de metáforas. El fuegoy el sol. México. FCE, 1982, pp. 63-86 Y 157·160.
3. 1. Kant, -Vom obersten Prinzip del' Moralitalo! en Gesammelte Schriiten: Akademíe Ausgabe,Berlín, De Gruyter, 1979, vol. XXVII, pp. 1.4221.433.
4. J. Habermas. Vergangmheit als zukunjf. Mu.ních, Piper, 1993. pp. 130·158; «Wahrheitslheo-
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rien», en Vorstudiell und ErgitlzZ/lItgell zur Theoriedes kommunikativen Handelns, Francfort, Suhrkamp, 1984, pp. 130·131.
5. cOber Titel, Texte und Termine cder Wieman den Zeitgeist reflektierts, en J. Habermas yW. Pehle, Da Autor, der nicht schreibt. Versllcheüber den Büchermacher und das Buch, Francfort,Fischer, 1989, pp. 3·6.
6. A. Wellmer, Ethik und Dialog, Francfort,Suhrkamp, 1986; S. Benhabib, Critique, Normand Utopia, Nueva York, Columbia UnlversítyPress, 1986; «Die Modeme und die Aporíen del'kritischen 'Ihcoríe», en W. Bonss y A. Honneth,Soziolforschung als Kritik, Francfort, Suhrkarnp,1982, pp. 127·175.
7. En el texto de Habermas, correspondiente alaño 1965, .Erkenntnis und Interessea , luego recogido en Technik und Wissellschaft als «Ideologie», Francfort, Suhrkarnp, 1968, pp. 146·168.
8. H. Dublel, «Herrschafr oder Bmanzípatíont,der Streít um die Erhschaft der Kritischen Theorie»,en A. Honneth y Th. McCartby, ZlVischellbetrachtun·gen, Francfort, Suhrkarnp, 1989, pp. 504-518.
9. R. Rorty, Consequences of Pragmatisrn, Minneapolls, Universi ty oí Minnesota Presa, 1982, pp.139-159; A. Dante: «Phílosophy as/and/of Literature», en J. Rajchrnan y C. Wcst, Post-Analytic Philosophy, Nueva York, Columbia' UníversítyPress, 1985, pp. 63-83.
10. A. Palmero «Philosophy and Líterature», Phi.losophy, 252 (1990); K. Walton, «Fearíng Píctíons»,
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111e Joumal vI' Philosophy (1978), pp. 5-27. Sobreesta perspectiva se puede consultar el comentario deG. Currie: "Works of Fiction and Illocutíonary Acts»,Philosophy muf Literature, 2 (1986), pp. 304-307; M.Nussbaum, ú:JVe's Kllowledge, Nueva York, OxíordUniversity Press, 1990, pp. 5-8.
11. M. Weber. eExcurso. Teoría de los estadiosy direcciones del rechazo religioso del mundo»,en Ensayos sobre Sociologia de la Religión, Madrid, Tauros, 1983, vol. 1, pp, 437-466. Sobre ladiferenciación de esferas, J.M. Ferry, «Fait, Sens,Validité dans l'archítectoníque des sciences contemporaínes», Revue de Metaphisique et Mora/e,93 (1988), pp, 105-125.
12. Así lo plantean S. Darwall, A. Gíbbard y P.Raílton, «Toward "Fin de siécle" Ethics: SomeTrends-, 111e Philosophical Review, 101 (1992).
13. Como lo denomina J. Nancy, en J.F. Courtlne y M. Deguy, DI'; sublime, Berlín, 1988, pp. 7-9.
14. R. Barthes, Critique et véris«, París, Seuil,1966, pp, 37-40; Essais critiques, París, Seuíl, 1964,pp, 13·14, 139-142,221-237.
15. En los términos de M. Walser, «Alpen-Laokoon oder Über die Grenze zwischen Literaturund Gebírge», en Wer ist ein Schrifsteller), Francfort, Suhrkamp, 1979. p. 60.
16. M. Foucault, Histoire de la sexualité. L'usage des plaisirs, París, Gallimard, 1984, pp. 15-19.
Composición: Adorno y el lenguaje de la filosofía
GERARD VILARUniversidad Autónoma de Barcelona
Analog [zur Musik] harte Philosophienicht sich auf Kategoríen zu bríngensondern in gewisscrn Sin n erst zukomponieren.
Negative Dialektik, p. 44
Al contrario de lo que ha ocurrido conotros de los nombres que se asocian ala primera generación de la Escuela deFrancfort, el de T.W. Adorno no ha dejado de crecer en estatura filosóficadesde que hace ahora veinticinco añosfalleciera durante sus vacaciones estivales en Suiza. Ello es con seguridadíndice de que una parte sustantiva delas reflexiones encerradas en su obraconectan con problemas medulares dela filosofía contemporánea. Uno deellos es sin lugar a dudas el que, enmultitud de variaciones, reproduce laclásica cuestión de a qué género discursivo pertenece la filosofía, o de larelación existente o las relaciones posibles en ella entre la lógica y la retórica.Desde modernas posiciones desconstruccionístas, postestructuralistas o neo-
ISEGORfN11 (1995)
pragmatistas se defienden planteamientos que implican una (muerte retórica» de la filosofía en la estela delgesto anticipado ya por Nietzsche ycuyo más inmediato precedente encontramos en el último Heidegger. Dichamuerte retórica de la filosofía y su zozobra en la literatura se produce comoconsecuencia del abandono por «metaftsica» de la pretensión de verdad y racionalidad que ha acompañado al pensamiento filosófico desde la antigüedad. Derrida, Deleuze o Rorty ya nodistinguen entre Hegel y Mallarmé oentre Proust y Wittgenstein más quepor la fuerza literariamente iluminadora y retóricamente reveladora y patentizadora que poseen sus textos. 0, almenos, eso es 10 que se sostiene acercade la posición de dichos pensadoresdesde los planteamientos situados alotro extremo del espectro como los deHabermas, Putnam o Apel. En mi opinión, y sin perjuicio de las evidentesdiferencias de presupuestos de unos y
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