8
Érase una vez Los cuentos de Clarice Lispector aquí reunidos consti- tuyen la parte más rica y variada de su obra, y revelan por completo el trazo incandescente que dejó la escritora bra- sileña en la literatura iberoamericana contemporánea. Debe advertirse, sin embargo, que no están completos. No lo están debido a que Clarice no los reunió por sí misma, y porque tampoco tuvo tiempo –acaso interés– para organi- zar la compilación de los numerosos textos en los que im- primió la huella de su sensitiva visión del mundo. Desde muy temprano y a lo largo de los años, escribió unos textos poco ortodoxos que no contaban historias felices de hadas y príncipes, sino sensaciones intensas en atmósferas coti- dianas, impresiones fulminantes de la realidad, trozos de vida, ardientes como carbones. Pero sus primeros relatos nunca se publicaron y muchos probablemente se perdie- ron en la aventura del tiempo, mientras otros andan quizás dispersos todavía en periódicos y revistas, o en ese lugar re- servado que ella justamente bautizó como «fondo de gave- ta», amorosamente rescatados en Para no olvidar, Crónicas y otros textos (Siruela, 2007). No están completos estos Cuentos 11 De Clarice

Extracto Cuentos Clarice

  • Upload
    azothk

  • View
    225

  • Download
    4

Embed Size (px)

DESCRIPTION

cuentos de clariece lipspector

Citation preview

  • rase una vez

    Los cuentos de Clarice Lispector aqu reunidos consti-tuyen la parte ms rica y variada de su obra, y revelan porcompleto el trazo incandescente que dej la escritora bra-silea en la literatura iberoamericana contempornea.Debe advertirse, sin embargo, que no estn completos. Nolo estn debido a que Clarice no los reuni por s misma, yporque tampoco tuvo tiempo acaso inters para organi-zar la compilacin de los numerosos textos en los que im-primi la huella de su sensitiva visin del mundo. Desdemuy temprano y a lo largo de los aos, escribi unos textospoco ortodoxos que no contaban historias felices de hadasy prncipes, sino sensaciones intensas en atmsferas coti-dianas, impresiones fulminantes de la realidad, trozos devida, ardientes como carbones. Pero sus primeros relatosnunca se publicaron y muchos probablemente se perdie-ron en la aventura del tiempo, mientras otros andan quizsdispersos todava en peridicos y revistas, o en ese lugar re-servado que ella justamente bautiz como fondo de gave-ta, amorosamente rescatados en Para no olvidar, Crnicas yotros textos (Siruela, 2007). No estn completos estos Cuentos

    11

    De Clarice

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 11

  • reunidos, adems, porque en su caso no es posible deslindarcon precisin la arbitraria frontera que separa los gnerosliterarios: lo que para algunos caera en el campo de la pro-sa potica, o del ensayo, el artculo, la autobiografa, o lacrnica periodstica, para otros se apegara ms a una am-plia y vlida definicin del trmino cuento.

    En mi opinin, la obra toda de Clarice es de una admi-rable unidad y coherencia, desde lo primero que public,hasta lo que se ha editado pstumamente. El texto, de cual-quier gnero, es siempre para ella pre-texto y pretexto quele permite indagar en el proteico universo de las sensacio-nes. Su literatura es antesala y motivo de encuentro consi-go misma y con la alteridad; es imagen y posibilidad de di-logo con el enigma recndito del otro extrao e inaccesibley, quizs, con el misterio sin nombre que se ignora e intuye.En todo cuanto escribi est la misma angustia existencial,similar bsqueda de la identidad femenina y, ms adentro,de su condicin de ser humano. En sus cuentos hay, cierta-mente, el vuelo ensaystico, la fulguracin potica, el golpechato de la realidad cotidiana, la historia interrumpida quepodra continuar, como la vida, ms all de la ancdota.Pero stas son igualmente las marcas profundas de sus no-velas, que se detienen en la visin sorprendida de un mo-mento o una situacin aparentemente sencilla, donde sedesencadenan en tropel las voces de una fuga infinita. Sonasimismo el trasfondo de sus crnicas, libremente inscritasen el canon periodstico, que dejan flotando una interro-gacin no dicha sobre un algo escondido, apenas entrevis-to, detrs de lo circunstancial. Son, en uno y otro caso, sig-nos y manifestaciones no slo de un estilo, de una voluntadartstica, sino fundamentalmente y por encima de todo, deun nico impulso creativo, de una pasin, de una vida quese cuenta y encuentra.

    Leer a Clarice es, por lo tanto, identificarse con ella, conel ser pleno detrs de la autora. Desnudar su palabra, com-partir una sensualidad casi fsica, entrar en el cuerpo deuna obra que vibra y chispea, algo as como hacer el amor,

    12

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 12

  • que es deseo, sexo y deceso. Traducir a nuestro propio ho-rizonte cultural su haz de preguntas lanzadas al viento; en-tender su necesidad de entender-nos; hablar en silencio,aunque haya palabras; saber que, ms all de las letras, delespacio y el tiempo, hubo alguien, una mujer, que estuvocerca del corazn salvaje y nos dej, en su escritura y defi-nitivamente, su soplo de vida. Y quin fue, en su realidad,Clarice Lispector?

    Origen y destino

    Naci en Ucrania, pero no se consider ucraniana ynunca pis la tierra donde vino al mundo. En 1920 la fami-lia juda Lispector, en medio de la guerra civil y el desaso-siego desatados por la revolucin bolchevique de 1917, hu-yendo de los pogroms, la violencia y el hambre, decidiemigrar a Amrica. En su penoso y largo recorrido por laestepa, la pequea comitiva tuvo que detenerse en Tchet-chelnik una aldea perdida que, de tan pequea, no figu-raba en el mapa, para el nacimiento el 10 de diciembre de1920 de una nia a quien llamaron Haa, nombre hebraicoque significa vida y fonticamente se acerca a clara, Clari-ce. Mientras tanto, acaso por una de esas misteriosas casua-lidades de la historia, por aquellas mismas tierras otro ju-do, Isaak Bbel, estaba enrolado en el Primer Ejrcito deCaballera y, a lomos de caballo, escriba los primeros bo-rradores de su famosa Caballera roja. Qu une y a la vez se-para a dos escritores de origen similar, tan extraordinariosy dispares, coincidentes por un instante en el ojo del hura-cn?, me pregunto al contemplar la foto de una tropa decosacos que, en el duro camino del xodo, le robaron a losLispector los pocos bienes que llevaban.

    La familia lleg a Macei, Brasil, en 1922, y ms tarde setraslad a Recife. De modo que Clarice pudo afirmar, concierto orgullo, que ella era nordestina, de esa regin quedescribe crudamente Graciliano Ramos en Vidas secas y de

    13

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 13

  • la que luego procede, ausente de cualidades, la Macabeaque nuestra autora retrat en La hora de la estrella. En el ho-gar de los Lispector se respetaban las reglas de la Torah y lasenseanzas del Antiguo Testamento, pero ella nunca se re-firi a su religin, aunque en el trasfondo de sus textos sepercibe la huella mstica de la cbala. El padre hablaba ylea yiddish, pero la lengua materna de Clarice, en la queam y escribi, fue el portugus del Brasil. Desde la infanciay la adolescencia, su vocacin fue la literatura, aunque esco-gi y curs la carrera de derecho, que despus no ejerci.En 1935 se traslad a Ro de Janeiro, donde a la par de losestudios ley todo cuanto cay en sus manos, como la edi-cin brasilea de El lobo estepario, de Hermann Hesse, unaobra que probablemente influy en el descubrimiento de laruta interior que tambin recorrera: despus de este libroadquir confianza de aquello que debera ser, cmo queraser y lo que debera hacer.... A los veintitrs aos publicsu primera novela, Cerca del corazn salvaje, reconocida de in-mediato por la crtica; pero Clarice nunca aspir al xito nia la gloria efmera. Casi toda su obra se afinca en los am-bientes y en las ciudades brasileas, particularmente en Rode Janeiro, aunque vivi mucho tiempo en el extranjerocon su esposo, un diplomtico brasileo. Una parte impor-tante de su vida transcurri en la Europa de la posguerra yen los Estados Unidos de los aos cincuenta del siglo XX,pero estuvo siempre enferma de nostalgia, pendiente delBrasil, donde cultiv con amor su raz verdadera. Fue escri-tora de pura cepa, de pies a cabeza, de cuerpo y alma ente-ra, no obstante lo cual se autodefina como una mujer sen-cilla que se dedicaba a cuidar y educar a sus hijos. A sumuerte, ocurrida en 1977, cuando iba a cumplir cincuenta ysiete aos, dej una importante obra que es actualmenteobjeto de admiracin, de estudio y hasta de merecido culto.Y uno se pregunta hasta dnde habra llegado, todava mslejos, esa mujer que al final quera hacer literatura sin lite-ratura, que rompi las rgidas formas para cifrar, como enun clavicordio, el signo musical de sus pulsaciones.

    14

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 14

  • Todo en ella es contrapunto, combinacin simultneade fuentes diversas que, no obstante, le dan a su obra y suvida una textura uniforme de persona y autora excepcio-nal. Como se dijo, vino a Amrica recin nacida, en la duracircunstancia de la emigracin juda, y fue siempre un p-jaro errante en busca perenne de su mundo interior. Secas y tuvo dos hijos de un matrimonio que dur los casidiecisis aos de su estancia en el extranjero, pero tal vez elamor para ella fue tambin destierro, soledad en el acom-paamiento, distancia en la cercana, al igual que la Joanade su primera novela. Exiliada de s misma, sobrellev larutina de la vida diplomtica, con su carga de fingimientos,cenas de compromiso y sonrisas forzadas, mientras su yocreador, preso de angustia, se empeaba en transgredir lapalabra elegante y el falso discurso de mujer pasiva. Cono-ci y fue amiga de las grandes figuras de la moderna litera-tura brasilea, entre ellas poetas como Manuel Bandeira,Carlos Drummond de Andrade y Joo Cabral de Melo Neto,pero su obra no sigui corriente alguna, ni tuvo ms ban-dera que la suya, como la flor extraa que de repente bro-ta y perfuma el ambiente. Parejamente a Joo GuimaresRosa, aunque en otra direccin, renov la literatura brasi-lea, abriendo fronteras a la indagacin filosfica, al retra-to psicolgico y al problema de ser en el tiempo y el mun-do, ms all del relato sobre el suceso y el dibujo puntualde paisaje y costumbres. Y no ces de explorar los caminosposibles de la creacin literaria, como si quisiera desarmarhasta la ltima pieza de su propio artificio de palabras he-cho, para encontrar, bajo el texto, la cuerda que impulsa laflecha de Eros y la disciplina de Tanatos.

    Confluencias

    Desde que en 1943 apareci la primera obra de ClariceLispector, escrita con anterioridad, cuando slo tena dieci-siete aos, la crtica quiso encontrarle influencias, modelos,

    15

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 15

  • patrones que explicaran el surgimiento de esa luminosa sor-presa en el escenario de las letras brasileas. Enseguida serefirieron a James Joyce, partiendo de la relacin entre el t-tulo de su novela, Cerca del corazn salvaje, y una frase del c-lebre escritor irlands. En realidad, segn declar la propiaClarice, le haba dicho a su amigo Lcio Cardoso que res-pirara mejor si l le escribiese una frase del Retrato del ar-tista adolescente, como epgrafe y ttulo de su libro. Pero ella,segn dijo, no haba ledo antes a Joyce, ni a otros impor-tantes autores con los que la identificaron. De modo que,aceptando la afirmacin de la escritora, aqu nos encontra-mos con la magia del arte y la literatura, que produce a ve-ces arcanos encuentros, coincidencias que trascienden elespacio, la lengua y el tiempo; convergencias de voces dife-rentes en marcha subterrnea hacia similares expresionesde voluntad creadora. La muy joven Clarice, a travs de supersonaje Joana, habra podido escribir tambin las ltimaspalabras de Stephen: Salgo a buscar por millonsima vez larealidad de la experiencia y a forjar en la fragua de mi esp-ritu la conciencia increada de mi raza.

    Hay, en efecto, una consonancia literaria de Clarice conJoyce, en especial con el Retrato... y, en algunos casos, conlos recursos poticos y la epifana de sus narraciones en Du-blineses. Pero, en lugar de influencias, que nadie rechaza ymucho menos cuando llevan el nombre sagrado de Joyce,habra que hablar tambin de confluencias de visiones arts-ticas, como ocurre con esas partculas que, segn la fsicamoderna, se comunican y atraen an a grandes distancias,vulnerando las leyes que la ciencia invent. La esencia delarte, pensaba Heidegger, est en la verdad del ser y en su re-velacin en la obra bella. Clarice, como Joyce, se propusodesentraar dicha verdad, alumbrarla, hacerla patente einstalarla en la escritura, en la obra que sera su autnticarealizacin personal y donde nosotros, lectores, tenemos laposibilidad de una operacin inversa, pero asimismo escla-recedora de nuestra esencia humana. Por otra parte, no esmaravilloso hallar un eco joyceano en un texto de Clarice,

    16

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 16

  • como quien descubre el rastro de una meloda familiar enel primer movimiento de una sinfona? El lector registra eintegra diversas experiencias estticas y no faltar quien, ensentido contrario, lea primero un texto de la autora brasile-a y crea encontrarla despus en alguno de Joyce.

    Tambin se le adjudic la influencia de Virginia Woolf,pero a Clarice no le gust la comparacin que, de nuevo,presenta interesantes puntos de coincidencia, as como as-pectos donde divergen. Ambas son autoras que exploran yescriben desde la identidad femenina, mostrando la com-plejidad psicolgica, la profunda sensibilidad y la finsimapercepcin de la circunstancia que posee el segundosexo del que habl Simone de Beauvoir. Hay en ellas, sinembargo, matices distintos y experiencias artsticas y vitalesdiversas que, probablemente, quiso subrayar nuestra escri-tora. As, el feminismo militante de la Woolf tiene en Clari-ce una expresin ms objetiva y ponderada, en la lnea delactual post-feminismo. Es cierto que en la brasilea pode-mos sentir resonancias, por ejemplo, de la woolfiana Mrs.Dalloway, pero las muchachas y mujeres de Clarice estnencuadradas en otra realidad, tienen vivencias diferentes ybuscan su definicin personal en un contexto propio. Loimportante, sin embargo, es comprobar que su obra escada vez ms reconocida a nivel internacional, al extremode colocarla en sintona con la de Virginia Woolf, en elconcierto de relevantes mujeres que, con la literatura y elarte, empezaron a cambiar una visin maniquea de la espe-cie humana en la que un gnero impone sus paradigmas alotro. Clarice Lispector, desde su realidad brasilea, tercer-mundista e iberoamericana, habla de un yo femenino en eluniverso de seres humanos que estn condenados a la sole-dad de s mismos y necesitan mirarse, escucharse y hablar-se los unos a las otras, y entre ellos y ellas, para comprenderfinalmente cuanto son en verdad, simples seres humanos,macho y hembra a un tiempo, como Dios los cre.

    Hay lecturas, desde luego, que influyen y dejan su hue-lla, evidente o velada, en la creacin clariceana. Ella ley,

    17

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 17

  • entre otros, a Machado de Assis, el primer escritor univer-sal del Brasil, y a Monteiro Lobato, fundador all de la lite-ratura para nios; tambin a Dostoievski, con esa insupera-ble penetracin psicolgica sobre el crimen y el castigo, laculpa y el dolor. Conoci a la Emma Bovary que Flaubertpint con los colores del pesimismo y el amor a la verdad,siempre dura y transgresora. Con el primer dinero quegan trabajando, compr la edicin brasilea de Felicidad,de Katherine Mansfield, con quien se identific plenamen-te, una admiracin que confirm, estando en Roma, a suamigo Lcio Cardoso tras leer la edicin italiana de las Car-tas de la autora neozalandesa. Reconoci tambin su apre-cio por Julien Green, en cuyas obras predominan escenariossombros, donde la Gracia divina no suele evitar trgicosdesenlaces. A pesar de todo, en alguna ocasin dijo no te-ner una amplia formacin literaria, tal vez confundiendo lavastedad con la intensidad de las lecturas y su reelabora-cin individual. Bast quizs un chispazo de Machado, deDostoievski, Hesse o Mansfield, para despertar el tigre inte-rior, de esoterismo y amor, al que cant William Blake.Qu forma, en verdad, a una escritora como Clarice Lis-pector? No basta con hurgar en su entorno y desarrollo in-dividual, ni en sus posibles influencias, ni en sus lecturasdeclaradas, ni en las circunstancias histricas o personales.El genio, como ella lo fue, est en y tiene eso, pero ademsfluye, busca una realizacin independiente en cuyo procesose encuentra, confluye, con quienes ayer y hoy, y tambinmaana, persiguen el imposible de la realizacin humana.De todo se nutre el escritor y todo lo reelabora y renuevaen s mismo y en su obra. Como deca Unamuno, don Qui-jote y Sancho no son exclusivos de Cervantes, ni de nin-gn soador que los suee, sino que cada uno los hace re-vivir.

    18

    cuentos clarice 17/10/08 11:43 Pgina 18