EZEQUIEL - Iglesia Metodista de México

IGLESIA METODISTA DE MÉXICO A. R. ÁREA NACIONAL DE DESARROLLO CRISTIANO

LIBROS DE ESTUDIO

LIBRO DE ESTUDIO: EZEQUIEL / AÑO: 2021 / Rev. 0. / Página 1 de 122

LIBRO DE ESTUDIO:

EZEQUIEL

AÑO:

2021


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ÍNDICE

Pág.

1. Índice. 2

2. Introducción general. 3

3. Justificación. 8

4. Estructura del Libro. 17

5. Clases.

5.1. Clase 1: La atalaya de Israel que soñó en Babilonia 19 5.2. Clase 2: “Violentando a tu prójimo te has olvidado de mi” 27 5.3. Clase 3: Contra las potencias de la tierra 43 5.4. Clase 4: Promesas de restauración 53 5.5. Clase 5: El poderoso opresor que será vencido 63 5.6. Clase 6: Otro mundo es posible 67

6. Anexos. 71

7. Cuestionario General. 114

8. Bibliografía. 123

Comienza la visión de Ezequiel sobre la resurrección de Israel (Ez. 37) Fresco de la Sinagoga de Dura Europos (Siria, 244 D. C.)


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La más antigua representación artística que se conserva sobre Ezequiel

2. INTRODUCCIÓN GENERAL. Las visiones del ‘hijo del hombre’ 1

en la Tradición Cristiana

“Sobre las profecías de Ezequiel yo hubiese

simplemente confesado mi ignorancia y haber renunciado a mi deseo de profundizar en estas cuestiones.

Sin embargo, pienso que más vale decir algo que nada.” Comentario al libro de Ezequiel

– Jerónimo Las palabras y las visiones del profeta Ezequiel no han perdido actualidad para la Iglesia Metodista de México en pleno 2021, pues, aunque hay veintiséis siglos y doce mil kilómetros de distancia que nos separan del tiempo y del lugar en que la historia de nuestro profeta aconteció, su legado profético sigue siendo inspirador y hace eco en nuestras realidades, convirtiendo así a Ezequiel en uno de los libros más interesantes y significativos de la Escritura.

Por eso con toda razón podemos decir que su mensaje no ha perdido valor con el paso de los días, sino que, por el contrario, este se ha hecho lugar en la historia de nuestra Iglesia, en cada mujer y hombre que ha creído en el Evangelio y ha puesto su vida en las manos de Dios, que es Señor y Dueño de la historia. Por eso también el legado del profeta Ezequiel sigue vivo en la Iglesia de Cristo, porque él tiene todavía mucho que decirnos y porque nosotros tenemos todavía mucho que escuchar:

Transcurrían los primero años del siglo VI A.C. y mientras en Mesoamérica la cultura Zapoteca y la cultura Maya comenzaban a expandirse erigiendo sus primeros templos y fundando sus primeras ciudades (Monte Albán), y mientras en Mileto un filósofo llamado Tales y su discípulo Anaximandro discutían sobre cuál era el origen de todas las cosas; Dios decidió levantar como profeta a un sacerdote judío que se encontraba exiliado en los canales de Babilonia.

1 Antes de que la expresión “Hijo de hombre” (בר אָדָם) fuera utilizada por algún apócrifo judío (Henoc, 4 Esdras), o el libro de Daniel (7:13, 10:16) para referir a una figura celestial, y mucho antes también de que los cuatro evangelios la emplearán para referirse a Jesús, esta expresión alocutiva le sirvió al Señor para referirse al profeta Ezequiel en al menos unas 93 ocasiones; de manera que no hay duda de que esta expresión fue la favorita de Dios para llamar al hijo de Buzi, Ezequiel.


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Ezequiel, el hijo de Buzi, un hombre que creyó haber nacido para servir a Dios en el templo construido por Salomón, fue sorprendido por el Señor, al ser escogido para convertirse en Atalaya de la casa de Israel; Ezequiel fue llamado a ser profeta; sin embargo, ¿qué significaba eso de ser profeta?

Cuando pensamos en un profeta, algunos no podemos evitar traer a la

mente a Nostradamus, Baba Vanga, y otros tantos personajes con atuendos llamativos y personalidades extravagantes porque usualmente relacionamos profetismo con clarividencia, visiones del futuro o hasta con charlatanería. Podemos imaginar muchas cosas cuando pensamos en profecía y en quien la práctica, sin embargo, el profeta del Antiguo Testamento, su vocación, su ministerio y su vida es algo muy diferente a lo que habitualmente solemos imaginar. De manera que, sin interés de adelantarnos a la primera lección, por ahora solo diremos que ser profeta de Dios en el contexto del antiguo Israel, es ser un personaje con características más profundas y diferentes a simplemente identificarse como un vidente futurista.

Este es el caso de Ezequiel, quien de entre los profetas de la Biblia, tiene

un lugar muy particular por ser junto con Isaías, Jeremías y Daniel, uno de los cuatro grandes profetas de Israel. Un profeta que a lo largo de la historia ha tenido una recepción muy variada, entre quienes positivamente le han considerado como un gran poeta, un gran teólogo, un gran místico, y hasta como el padre del judaísmo, y entre quienes han llegado a referirse despectivamente de él como un esquizofrénico o como el primer fanático religioso de toda la biblia.

Si la interpretación de la persona del profeta ha sido polarizada, todavía más

será la adaptación de sus visiones y sus palabras, ya que el legado de este profeta visionario ha sido tomado por cazadores de ovnis, con el fin de teorizar visitas de aliens ancestrales en el pasado, como también aprovechado por la mística judía medieval (Merkabá) y más tarde por su legado más esotérico, para formular ideas todavía más extrañas como viajes interdimensionales. Pero si para esotéricos y cazadores de ovnis, las visiones de Ezequiel han sido material valioso de inspiración, no menos valor adquirieron sus palabras para el séptimo arte, pues hasta Samuel L. Jackson se sirvió de ellas para catapultar su carrera actoral, interpretando a un personaje que tiene sus mejores líneas cuando cita erróneamente un pasaje de nuestro profeta (Ez. 25:17).2

2 Un versículo apócrifo que está basado en Ez. 25:17 y que es citado en la primera y en la última escena de la película Pulp Fiction: “El camino del hombre justo está rodeado por doquier por las injusticias del egoísmo y la tiranía del hombre malvado. Bendito aquel que, en nombre de la caridad y la buena voluntad, conduce al débil por el valle de las tinieblas, porque en verdad es su pastor y el guía de las almas perdidas. Y dejaré caer mi furia


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Sin lugar a duda, estamos frente a un libro profético muy interesante que ha

sido interpretado de muchas formas por diferentes grupos en diversos momentos de la historia. Y es por eso que vale preguntarse: ¿Cuál ha sido el legado del libro de Ezequiel en nuestra tradición cristiana? ¿Cómo es que nuestra Iglesia en sus dos milenios de existencia ha interpretado la vida y las enseñanzas de este peculiar profeta?

Resulta sorprendente saber que, si indagamos estrictamente entre los 27

libros del Nuevo Testamento, no encontraremos nunca el nombre de Ezequiel por ningún lado. Aparentemente no hay referencia de él, ni en las cartas de Pablo ni en los evangelios, y ni aún en el Apocalipsis. Su nombre no aparece en ninguno de los libros del Nuevo Testamento, y, sin embargo, esto no significa que sus imágenes o sus enseñanzas no estén presentes ahí. Desde Jesús presentándose como el buen pastor en el evangelio (Juan 10:9-16), hasta las visiones apocalípticas de Juan de Patmos (Apocalipsis 4:6-8, 20:8, 21); el profeta Ezequiel se asoma en los primeros escritos cristianos, como una fuente fresca desde donde puede nutrirse el lenguaje simbólico del Nuevo Testamento. Una prueba más de que Dios nunca desecha el pasado de la historia, ni las enseñanzas que de él se pueden seguir recogiendo.

Sin embargo, cabe también preguntarse qué pasó con el libro de Ezequiel,

una vez que la Iglesia dio sus primeros pasos. ¿Siguió siendo un profeta leído por la iglesia de los primeros siglos? ¿Continuó el profeta influenciando la vida espiritual de las primeras y posteriores generaciones creyentes en Jesús? Todo parece indicar que sí. El profeta Ezequiel y su ministerio, fueron interpretados a la luz de la buena nueva. A la luz de Jesús, el profeta halló lugar en la espiritualidad de cientos de miles de cristianos de distintas generaciones y épocas.

De esta forma Ezequiel (junto con los otros libros de la Tanaj judía) paso a

ser reconocido entre las primeras comunidades judeocristianas del primer siglo como parte de las Escrituras inspiradas que el Señor había legado para su pueblo en la traducción griega del Antiguo Testamento también conocida como la Biblia de los LXX o Septuaginta.

Y es que, a pesar de que un hereje cristiano del siglo II llamado Marción y

algunos otros se esforzaron en promover en la Iglesia un canon bíblico purgado de todo rastro del Antiguo Testamento, el libro de Ezequiel siguió hallando lugar en el

con gran venganza y terrible ira sobre los que intenten envenenar y destruir a mis hermanos. Y sabrán que soy el Señor cuando dejé caer mi venganza sobre vosotros.”


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cristianismo primitivo como un libro inspirado por Dios para ser recibido, leído, escuchado e interpretado por los primeros seguidores de Jesús.

Conocemos esto gracias a que la persona del profeta fue admirada y

reconocida por uno de los primeros obispos de la Iglesia cristiana naciente; un hermano nuestro llamado Clemente que escribe una extensa carta a los cristianos de Corinto (96 d.C.) donde describe a Ezequiel como un modelo de vida digno de imitar para todo cristiano. También lo sabemos gracias a que las visiones del profeta alcanzaron un gran eco, inspirando la escritura de otras primitivas obras cristianas como el Pastor de Hermas (150 d.C.), y porque incluso ayudaron a apologistas defensores de la fe como Justino a encontrar puntos de acuerdo y diálogo, al debatir con judíos sobre la interpretación del Antiguo Testamento (Dialogó con Trifón 80:5).

No obstante, si bien algunos elementos del profeta fueron aprovechados por

cristianos de los dos primeros siglos, la iglesia primitiva tuvo que esperar un poco más para que vieran la luz interpretaciones más profundas del libro de Ezequiel, al menos desde una perspectiva homilética. Y es que, aunque fueron muy pocos los llamados “Padres de la Iglesia” que se animaron a decir algo sobre el libro del profeta Ezequiel, sí que hubo algunos que se propusieron la tarea de hacerlo. Destacando de entre estos antiguos escritores cristianos, a cuatro muy relevantes para siquiera mencionar como referentes obligados de la primitiva interpretación y estudio de Ezequiel: Orígenes (185-254), Jerónimo (347-420), Teodoreto de Ciro (393-457) y Gregorio Magno (540-604). Todos ellos con el particular interés de interpretar el libro del profeta a partir de una genuina experiencia cristiana que ayudara a dar sentido y explicar las visiones del hijo de hombre.

Luego de que transcurrieran algunos siglos, situándonos ahora en la Iglesia

cristiana de la edad Media, otros ingeniosos místicos cristianos hallaron también en Ezequiel un valioso tesoro para acompañar sus interpretaciones espirituales de la Escritura. Tal fue el caso del apocalíptico Joaquín de Fiore (1135-1202) y del místico Francisco de Asís (1182-1226), los cuales leyeron las profecías del hijo de Buzi a la luz de la experiencia de la espiritualidad cristiana. Unas décadas más tarde, el exegeta franciscano Nicolás de Lira (1270-1349), también renovaría la interpretación cristiana del libro de Ezequiel y de muchos otros libros del Antiguo Testamento, a través de su famoso comentario bíblico llamado Postillae. Un también llamado manual de exégesis que influyó en la interpretación bíblica de muchos reformadores protestantes como fue en el caso de Martín Lutero.


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Una vez que los años siguieron pasando, otros reformadores protestantes interpretaron también las palabras del profeta Ezequiel para formular su crítica contra los concilios eclesiásticos y la curia romana (Felipe Melanchthon), para fundamentar su crítica hacia gobernantes opresores (Thomas Müntzer), y para argumentar que la persecución hacia los seguidores de Cristo ya había sido vaticinada por el profeta siglos atrás (Anneken de Jans).

Doscientos años más tarde, John Wesley también se sumaría a la lista de

autores cristianos que hicieron el esfuerzo de interpretar y hacer uso del libro de Ezequiel. A través de sus obras podemos conocer que en ocasiones Wesley se sirvió de expresiones usuales del profeta para realizar una sutil crítica a los líderes anglicanos de su tiempo, para criticar el ambiente social y político de las colonias inglesas de Norteamérica, para criticar el escaso entusiasmo de algunos pobladores de Irlanda que escucharon sus sermones con poco ánimo; como también se sirvió del profeta para sostener algunas interpretaciones del libro de Apocalipsis, y por supuesto también para predicar acerca del arrepentimiento y la gracia salvadora de Dios a través de Cristo Jesús.

Luego de Wesley, pudiéramos seguir hablando de tantas generaciones de

mujeres y hombres que continuaron estudiando e interpretando el libro de Ezequiel a partir de diferentes maneras de vivir el Evangelio, experimentando genuinamente una espiritualidad cristiana enriquecida por la lectura del libro del profeta. Sin embargo, ahora la historia nos ha alcanzado también a nosotros, y es nuestro turno de tomar la oportunidad de acercarnos a la vida y al ministerio del hijo del hombre que fue llamado a ser atalaya de la casa de Israel; ha llegado el tiempo para que tú y yo seamos bendecidos por Dios estudiando el libro de Ezequiel.


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3. JUSTIFICACIÓN.

Habitualmente recordamos algunos pasajes y particulares frases del profeta que ahora nos ocupa estudiar, pero sería realmente difícil que alguien pudiera llegar a decir que ha acabado de comprender y aprovechar en su totalidad al libro de Ezequiel. Y es que estamos hablando de un libro que invita a la relectura diaria; un tesoro vasto en riqueza simbólica de actualización y aplicación constante a la luz de nuestras realidades cotidianas. Porque, así como la misericordia de Dios se hace nueva cada mañana (Lam. 3:22-33), también así lo hace su mensaje y su enseñanza. Por esta razón, releer Ezequiel en nuestro tiempo y nuestro contexto es todo un reto, pero es también toda una bendición envuelta de aventura y gran aprendizaje.

Reto, porque el libro de este profeta ha sido por mucho tiempo un libro bíblico muy polémico al acompañarse de un aura de complejidad interpretativa gracias a sus diferentes simbolismos; los cuales, a su vez, también han sido considerados como extraños, difíciles y hasta contradictorios, no sólo entre sí, sino también con otros libros del AT. 3

Bendición, porque cumpliendo un doble propósito, logra confrontarnos con nuestros propios abusos y desaciertos, a la vez que refresca en nosotros la esperanza y confianza en un Dios dispuesto siempre a extender su misericordia y su amor como una oportunidad de restauración personal pero también comunitaria.

En suma, siempre es una bendición leer y estudiar el libro de Ezequiel, pero sobre todo ahora que enfrentamos tantos desafíos como Iglesia y como humanidad. La relectura cristiana de Ezequiel en esta primera mitad del año 2021, no debe ser por tanto una tarea obligada, sino una deseada posibilidad para seguir caminando con el Dios de la vida, una oportunidad para vivir la restauración solidaria de un mundo tocado y sanado por Dios.

3 Para el judaísmo antiguo, por ejemplo, el libro de Ezequiel resultó ser un libro que lejos de compaginar con la enseñanza de la Torá (el Pentateuco), la contradecía y la negaba. Y en razón a esto, la tradición oral judía atestiguada en el Talmud de Babilonia (S. III – V), nos permite conocer que el libro del profeta Ezequiel llegó a ser tan cuestionado que estuvo a punto de ser excluido del canon de la Tanaj (Antiguo Testamento) por los círculos rabínicos que discutían acerca de esta posibilidad. Esto hubiera ocurrido si no fuera porque el rabino Jananías hijo de Ezequías se comprometió a interpretar y resolver todos los versos del libro de Ezequiel que parecían contradictorios con la Torá, encerrándose en su casa únicamente con luz y comida hasta que lo consiguió.


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4. ESTRUCTURA DEL LIBRO DE ESTUDIO A DESARROLLAR. 4.1. Autor:

El profeta Ezequiel es considerado, por la tradición de nuestra Iglesia Cristiana, como el autor del mismo libro que relata su ministerio profético. Actualmente no se pone en duda que Ezequiel fuese el autor del libro que lleva su nombre; sin embargo, la opinión actual también ha propuesto que algunas secciones del libro pudieron haber sido completadas, revisadas y ordenadas por sacerdotes judíos muy cercanos a Ezequiel, a través de una tradición oral legada por el profeta que fue transmitida con el paso de los años en al menos tres períodos concretos. Estas hipótesis cuentan con evidencia histórica y redaccional que respaldan el argumento; no obstante, la opinión general suele seguir conservando la idea más tradicional al respecto, cediendo así la autoría de la mayor parte del libro a su personaje homónimo y algunas secciones a discípulos posteriores muy cercanos del profeta.

4.2. Fecha de la elaboración del Libro:

El período histórico en el que la trama del libro de Ezequiel se desarrolla es del año 593 A. C. al año 571 A.C. Durante este período de 22 años, Ezequiel desarrolla su ministerio profético y es en base a esto que quienes proponen una fecha tardía para la composición del libro, datan su redacción hacia el final de la primera mitad del siglo VI A. C., en contraste con las opiniones al otro extremo, que llegan a proponer una fecha muy temprana de composición hacía principios del siglo IV A. C.

Sin embargo, fechar el libro con seguridad no es una tarea sencilla. De esto podemos darnos una idea, si tomamos en cuenta cuáles son los manuscritos más antiguos que nos sobreviven del libro de Ezequiel.

Los manuscritos en hebreo más antiguos que se preservan hasta el día

de hoy son sólo restos de algunas secciones del libro (Caps. 1, 10, 11, 24, 41) que están conservadas en nueve pequeños fragmentos (4QEz𝑎𝑎, 4QEz𝑏𝑏) fechados hacia principios del siglo II A. C. (Qumrán). Por otro lado, el manuscrito de traducción griega (Septuaginta) más antiguo que conservamos del libro de Ezequiel es el Papiro 967; un papiro con 29 folios del libro de Ezequiel que data de principios del siglo III D. C. y que contiene una gran sección del libro que abarca desde 11:25 hasta 48:35 (omitiendo 36:23b-38).


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Fragmento hebreo de Ezequiel Folio griego de Ezequiel.

(4Q74 = Ez. 1) (P967 = Ez. 28:19-23) Lo interesante de los manuscritos de Ezequiel más antiguos (copias en

hebreo, griego y latín), es que exponen pequeñas diferencias de organización y de datación de fechas con respecto al Texto Masorético (Siglos VI-X); que fue el texto hebreo base sobre el cuál se realizaron las primeras traducciones del Antiguo Testamento a nuestros idiomas modernos (la RV60 es un ejemplo).

Atendiendo a esto, podemos decir que el libro de Ezequiel, tal como lo conservamos actualmente, es la edición final de un proceso extenso de escritura, recopilación de trasmisión oral, ordenamiento y revisión, que tuvo lugar aproximadamente desde la época de Ezequiel (Siglo VI A. C.) hasta el final de la era de los primeros apologistas cristianos (Siglo II D. C.). Aunque es muy probable que para el siglo I A. C., la edición del libro ya establecía una organización bastante similar a la que hoy conocemos.

4.3. Cantidad de Capítulos: El libro de Ezequiel está divido en 48 capítulos y 1,273 versículos.

4.4. Versículos Claves: (18:4, 18:20, 33:11, 25:17, 2:3, 18:21, 34:2, 34:23, 22:7, 36:26)

4.5. Palabras Clave: “Hijo de hombre” “Y sabrán que yo soy Jehová” “Vivo Yo” “Profetiza contra / sobre” “Gloria de Dios” Maldad Muerte Justicia Juicio

Vida / vivir Pastor Espíritu Casa de Israel / Judá Ídolo Profanar / contaminar Templo Tierra Naciones / pueblos


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4.6. Personajes Clave: Personajes principales:

o Jehová / Dios / el Señor o Ezequiel / Hijo de hombre / hijo de Buzi / Atalaya de la casa de Israel o Casa de Israel / Casa de Judá / Jerusalén o Las naciones / los pueblos

(Referidos también como Egipto, Tiro, Edom, Moab Amón, filisteos)

Personajes secundarios: (Referenciados o presentados en visiones) o Buzi (sacerdote padre de Ezequiel) o Esposa de Ezequiel o Ancianos deportados que escuchan a Ezequiel o Fugitivo de Jerusalén (sobreviviente de la destrucción) o Jaazanías hijo de Azur / Safán o Pelatías hijo de Benaía o Setenta ancianos en el templo de Jerusalén o Profetas de Israel (falsos y verdaderos)

Personajes históricos: o Rey Joaquín (deportado en Babilonia) o Príncipe en Jerusalén (rey Sedecías) o Nabucodonosor (rey de Babilonia) o Príncipe de Tiro (Itobaal III) o Faraón / Rey de Egipto (Necao II - Psamético II - Apries / Hofra)

Ídolos / deidades de otras naciones: o Imagen del celo (¿Asera?) o Pinturas en la pared de reptiles y bestias, e ídolos de la casa de Israel

(¿sincretismo entre deidades babilonias, egipcias y Asera?) o Tamuz (dios babilonio y mes hebreo de la primavera) o adoración al sol (¿dios babilonio Marduk?) o Ídolos de Menfis (¿triada de los dioses egipcios Ptah, Sejmet y Nefertem?)

Personajes referenciados en visiones y parábolas: o Gog y Magog o Ahola y Aholiba (Reino del norte y Reino del sur) o Mi siervo David / Pastor de Israel o Cuatro seres vivientes / querubines o Sacerdotes levitas hijos de Sadoc


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4.7. Acontecimientos Principales:

A continuación, se presentan dos tablas cronológicas que ayudarán a situar el contexto histórico del profeta y la actividad de su ministerio. La primera tabla intenta señalar los acontecimientos previos y también posteriores al ministerio de Ezequiel, con la finalidad de que pueda ayudar a entender mejor el lugar y el tiempo en que el profeta realizó su ministerio, así como los eventos que continuaron luego del mismo.

Principales acontecimientos en el contexto político y social de Ezequiel

Año (A. C.)

Acontecimiento

933

División del país en dos reinos:

Israel (Reino del Norte) Judá (Reino del Sur)

732

El imperio Asirio comienza un ataque en contra del reino de Israel (reino del norte)

722

El reino de Israel cae frente al imperio Asirio

720

Deportación de la población sobreviviente del derrotado reino de Israel hacia Asiria

701

El imperio asirio ocupa brevemente la ciudad de Jerusalén, capital del reino de Judá

639

Josías sube al trono como nuevo rey de Judá (reino del sur)

622

El rey Josías comienza a promover

reformas religiosas en Jerusalén y el libro de Deuteronomio

es descubierto en el Templo

622

Nace el profeta Ezequiel

(Según Orígenes y Efrén de Siria)


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612

La ciudad capital del imperio Asirio (Nínive)

cae frente al nuevo reino de Babilonia

609

El rey Josías muere en batalla

contra una avanzada del ejército egipcio

608

El faraón egipcio Necao II invade el reino del sur e instala a Joacim como nuevo rey de Judá, nombrándolo su vasallo

605

El entonces príncipe de Babilonia, Nabucodonosor,

se enfrenta en batalla contra el ejército del faraón egipcio Necao y logra atinarle una derrota que consigue que los egipcios

retrocedan momentáneamente a su país

605

Luego de perder la cobertura de Egipto,

el reino de Judá es sitiado por el ejército babilonio para luego ser obligado a pagar tributo a Babilonia

y Joacim, rey de Judá, es obligado a convertirse en vasallo de Babilonia

605

Nace el profeta Ezequiel (Según el historiador Flavio Josefo)

601

El ahora rey babilonio, Nabucodonosor es obligado

a retroceder a su país tras ser derrotado por el ejército egipcio. Joacim, rey de Judá, aprovecha la oportunidad

para dejar de pagar tributo a Babilonia y aliarse nuevamente con Egipto como su vasallo

598

El rey babilonio Nabucodonosor vuelve a la capital de Judá (Jerusalén) y asedia la ciudad por haber dejado

de pagarle tributo y por aliarse con Egipto

598

En el transcurso del asedio babilónico

a Jerusalén muere el rey Joacim y le sucede en el trono de Judá su joven hijo Joaquín (Jeconías)

597

Primera deportación babilónica:

El rey Joaquín, Ezequiel y otros miembros de las clases sociales altas de Judá son exiliados de Jerusalén y llevados a Babilonia (Tel-Abib)


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597

El rey babilonio Nabucodonosor instala a Sedecías (hermano o hijo de Joacim) como

nuevo rey de Judá y como vasallo de su reino, a la vez que obliga a Judá a seguir pagándole tributo

594

El rey de Judá impuesto por Babilonia, Sedecías, decide volverse en contra del rey Nabucodonosor

y se reúne en Jerusalén con reyes de otras naciones para formar una alianza que consiga el apoyo de Egipto contra Babilonia

593

Comienza el ministerio profético de Ezequiel

588

Poco antes de terminar el año, el ejército babilonio comienza un

sitio en contra de Jerusalén como consecuencia de haberse aliado con otras naciones para combatir a Babilonia

587

El rey babilonio Nabucodonosor y su ejército destruyen el templo y la ciudad de Jerusalén,

realizan una segunda deportación de la población del país y ponen fin al reino de Judá

586

Un fugitivo de la desolación de Jerusalén

llega a Babilonia con Ezequiel y le da la noticia de la destrucción del reino de Judá

571

Concluye el ministerio profético de Ezequiel

570-569

Muere Ezequiel

(Según algunas tradiciones judías y cristianas)

562

Tras la muerte del rey babilonio Nabucodonosor, el rey Joaquín es liberado luego de ser prisionero por 37 años y se le concede un lugar privilegiado en la mesa del nuevo rey babilonio Evil-merodac

(2 Reyes 25:27, Jeremías 52:31)

539

El imperio de Babilonia es derrotado

por el imperio Persa que comienza a levantarse como una nueva potencia de su tiempo


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538

El pueblo de Judá cautivo en Babilonia consigue permiso del rey persa Ciro,

para volver a Jerusalén y reconstruir su país, pero no hay entusiasmo entre los deportados

para regresar a las ruinas de su capital

522

Durante el reinado del nuevo rey persa Darío I,

Zorobabel (nieto del rey Joaquín) y un sumo sacerdote llamado Josué, lideraron un grupo de exiliados

que decidieron regresar a Jerusalén para comenzar el proyecto de reconstrucción de la ciudad

520-518

Los profetas Ageo y Zacarías emprenden la tarea de animar al pueblo a reconstruir

un nuevo templo en Jerusalén

515

El sumo sacerdote Josué consagra

el nuevo templo de Jerusalén

445-433

Las murallas de Jerusalén son reconstruidas

con el apoyo de Nehemías

430-428

Nehemías emprende una segunda misión

de reconstrucción en Jerusalén

398

El sacerdote Esdras llega junto

con otros exiliados a Jerusalén y establece las bases religiosas del nuevo judaísmo

La segunda tabla intenta establecer un sentido cronológico del ministerio de Ezequiel y los acontecimientos de su época atendiendo a las fechas registradas en el libro, aunque este orden no empate bien con el orden propio de la narrativa expuesta en la edición del libro de Ezequiel que ha llegado a nosotros.


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CRONOLOGÍA DEL MINISTERIO DE EZEQUIEL

Fecha Aproximada

(A. C.)

Fecha descrita por el texto bíblico

Pasaje bíblico correspondiente

18 de enero de 593 5° año de la deportación Capítulos

1:1 – 3:15 17 de septiembre

de 592 6° año de la deportación Capítulos 8 – 11

14 de agosto de 591 7° año de la deportación Capítulo

20:1 – 44 18 de enero

de 588 9 año de la deportación Capítulo 24:1 – 14

7 de enero de 587 10° año de la deportación Capítulo

29:1 – 6a 29 de abril

de 587 11° año de la deportación Capítulo 30:20 – 26

21 de junio

de 587

11° año de la deportación

Capítulo 31:1 – 9

(También probablemente los vers. 10-14)

8 de enero

de 586

11° año de la deportación (Cambiando él número de año

que aparece en el versículo 33:21 de la RV60 [12° año]

por el que aparece indicado en la Septuaginta “P967” [11° año])

Capítulo

33:21 – 33 (También probablemente

los Caps. 34 – 39)

Entre el 9 de enero

de 586 y el

2 de marzo de 585

12° año de la deportación (Cambiando él número de año

que aparece en el versículo 26:1 de la RV60 [11° año]

por el que aparece indicado en la Septuaginta “P967” [12° año])

Capítulo

26:1 – 6 (7 – 8) (También probablemente

el capítulo 25)

3 de marzo de 585 12° año de la deportación Capítulo

32:1 – 16 16 de abril

de 585 12° año de la deportación Capítulo 32:17 – 20

28 de abril

de 573

25° año de la deportación

Capítulos 40 – 42

(También probablemente los Caps. 43 – 48)

26 de abril de 571 27° año de la deportación Capítulo

29:17 – 21


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4.8. Temas Teológicos:

Santidad, Alianza, denuncia y juicio de pecado, justicia, restauración nacional (social), responsabilidad personal y social, conversión, interpretación teológica de la historia, exilió y prueba, esperanza mesiánica.

4.9. Bosquejo del Libro:

El libro del profeta Ezequiel está recopilado y ordenado de tal forma que la edición que llegó a nosotros tiene una organización clave divida en tres partes: una breve introducción y dos grandes partes que se corresponden con dos períodos de actividad profética, separadas por un acontecimiento que divide el ministerio de Ezequiel; este acontecimiento es la caída de Jerusalén. Es posible hacer también otras subdivisiones en el libro de tal forma que podamos identificar secciones más pequeñas entre las dos grandes partes del libro.

En nuestro presente estudio dividiremos el libro de Ezequiel en 6 secciones que se corresponderán al número de lecciones que estudiaremos. La primera sección corresponderá a la ya mencionada introducción del libro, la segunda y tercera sección corresponderán a la primera gran parte del libro y la sección cuarta, quinta y sexta corresponderán a la segunda gran parte del libro.

Se advierte que la segunda y la tercera sección del libro de Ezequiel, son secciones muy amplias y pueden requerir un tiempo más extenso de estudio y reflexión. En nuestro caso hemos optado por intentar resumir el extenso de estas secciones, a fin de exponer en líneas generales el propósito de las mismas, sin embargo, invitamos al lector a dedicar un tiempo más amplio de estudio a fin de continuar la reflexión en temas que no carecerán de importancia a la hora de abordar el libro del profeta.

INTRODUCCIÓN Contexto, visión y llamado

I. La atalaya de Israel que soñó en Babilonia (1:1 – 3:21) A. El profeta y su contexto (1:1-3, 3:15) B. El profeta y su visión (1:4-28, 3:12-14) C. El profeta y su llamado (2:1 - 3:11, 3:16-21)

PRIMERA PARTE DEL LIBRO Primera actividad profética: Denuncia, juicio y condenación

II. “Violentando a tu prójimo te has olvidado de mi” (3:22 – 24:27) A. El juicio de Dios y la representación simbólica de Ezequiel (3:22 – 5:17)


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B. Denuncia contra la tierra (6 - 7) C. Denuncia contra la idolatría (8 - 11) D. Denuncia contra Jerusalén (12 - 24):

1) La representación simbólica del próximo asedio (12:1-20) 2) Contra la interpretación futurista del asedio (12:21-28) 3) Contra los falsos profetas de Israel (13) 4) Acerca de la responsabilidad personal (14) 5) Parábolas y alegorías del profeta para anunciar el juicio (15 - 17) 6) El Juicio del Señor es justo (18) 7) Lamentaciones por Israel (19) 8) Recuento histórico de la rebeldía de Israel (20) 9) Parábola de la espada (21) 10) Descripción de los diferentes pecados de Jerusalén (22) 11) Alegoría de Israel y Judá como hermanas infieles (23) 12) La vocación profética de Ezequiel como

representación simbólica de la caída de Jerusalén (24)

III. Contra las potencias de la tierra (25:1 – 32:32) A. Contra diferentes naciones (25) B. Contra Tiro y Sidón (26 - 28) C. Contra Egipto (29 - 32)

SEGUNDA PARTE DEL LIBRO Segunda actividad profética: Promesa de restauración

IV. Promesas de Restauración (33:1 – 37:28) A. La atalaya que siguió profetizado (33) B. Primera promesa: Un Pastor (34) C. Edom: otra nación que dejará de oprimir (35) D. Segunda promesa: Restauración de la tierra y del corazón (36) E. Tercera promesa: Resurrección (37)

V. El poderoso opresor que será vencido (38:1 – 39:29)

A. Gog, el rostro definitivo de la opresión es vencido (38:1 - 39:20) B. La santidad de Dios restaurará la casa de Israel (39:21-29)

VI. Otro mundo es posible (40:1 – 48:35)

A. Un nuevo templo (40 - 43) B. Un nuevo culto (44 - 46) C. Una nueva ciudad y una nueva tierra (47 - 48)


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5. CLASES 5.1. CLASE 1.

La atalaya de Israel que soñó en Babilonia (Capítulos 1 – 3)

5.1.1. PASAJE BÍBLICO BASE:

Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová. Ezequiel 1:1-3

5.1.2. PROPÓSITO:

Conocer y ubicar el contexto, la visión y el llamado del profeta Ezequiel. Reflexionar acerca de estos tres ejes del ministerio profético que desarrolló el hijo de Buzi. Y aplicar un sentido práctico del aprendizaje obtenido.

5.1.3. INTRODUCCIÓN:

Es imposible entender a Ezequiel si se le desconecta de su tiempo y su mundo, ya que el profeta respira una atmósfera y vive una cultura que no es la nuestra y está parado en un momento distinto de la historia; por ende, su experiencia de vida también es diferente. Y es que, aunque compartimos algunas cosas en común, es necesario evidenciar y recordar que Ezequiel fue un profeta que habló en otro tiempo. Saber reconocer esto, lejos de distanciarnos de él y de su ministerio, es en realidad el primer paso que nos ayudará a comprender y aprovechar mejor el valor de sus palabras y el legado de sus visiones en el presente en el que vivimos; permitiendo así abrir la oportunidad para que Ezequiel sea también un profeta que hable para nuestro tiempo.

Esa es la razón de que esta primera lección centre su atención en la introducción del libro de Ezequiel (1:1 – 3:17). Si queremos conocer el obrar de Dios, es menester conocer también el obrar del ser humano que lo escuchó, si buscamos escuchar al Creador hay que aprender a escuchar a su creación. En esta lección buscaremos conocer el ministerio de Ezequiel a partir de tres ejes centrales: su contexto, su visión y su llamado.


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5.1.4. DESARROLLO DEL TEMA:

El profeta y su contexto (1:1-3, 3:15)

Ezequiel, el hijo de Buzi, fue un sacerdote del reino sureño de Judá, que vivió en un tiempo muy turbulento e inestable. Su contexto social y geopolítico estaba marcando por constantes tensiones internacionales entre las potencias de su tiempo, las cuales se disputaban el control del mundo conocido de ese entonces.

El reino de Judá se encontraba justo en medio de esas dos grandes potencias; Egipto se situaba al suroeste y Babilonia se situaba al noreste. De tal forma que la tierra de Palestina se convirtió en un lugar de paso obligado para la expansión de cualquiera de estas dos grandes naciones.

Viéndose recluido, la política internacional del reino de Judá se vio obligada a formar alianzas con los reyes de estos poderosos países, de tal forma que el reino se vio envuelto en el enmarañado ambiente que le rodeaba, a veces obligado a servir como vasallo a una potencia y a veces obligado a servirle a la otra. En ese inseguro ambiente, la capital del país (Jerusalén), tuvo que aprender a ser una ciudad estado cooperativa con las potencias, pues estaba en juego la estabilidad social y religiosa de la nación. De modo que encontrarse en el bando equivocado resultaría catastrófico, como habían ya aprendido del ejemplo de su reino hermano Israel, el cual, para tiempos de Ezequiel, llevaba ya poco más de un siglo desolado.

Uno puede imaginar los sentimientos de angustia y frustración de un país

constantemente amenazado y oprimido como era Judá en tiempos de Ezequiel. Ya que no sólo debían cuidarse de las naciones poderosas, sino también de numerosas bandas armadas provenientes de sus pueblos vecinos (Edom), que más que saquear tesoros buscaban ocupar poco a poco su tierra, despojándoles aún de lo poco que les quedaba.

Frente a esa cruda realidad social, se empataba también una difícil realidad

espiritual. El ideario religioso de la población de Jerusalén interpretó su condición social como resultado de las realidades espirituales de su tiempo: El Dios que había estado caminando con ellos desde Egipto, parecía haber dejado de escuchar sus oraciones y ya


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no les favorecía frente a los demás pueblos. ¿Cuál sería la razón? ¿Sería acaso porque les había abandonado sin razón alguna o es que podría deberse a que las divinidades de los otros pueblos eran más efectivas y poderosas que él?

Siglos antes del tiempo de Ezequiel, podemos rastrear tanto en la historia de Israel,

como en la de Judá, una constante tendencia idolátrica que sedujo a los reyes y los sacerdotes del pueblo elegido de Dios. Otros profetas antes que Ezequiel, ya se habían levantado para denunciar esto en contra de los reyes de ambas naciones hermanas, por haberse olvidado de Dios, entregándose a la atractiva tentación del pecado religioso (la idolatría) y del pecado social (la injusticia).

Ezequiel, sin embargo, no pudo hacer escuchar su voz en Jerusalén, pues él, junto

con otros líderes del reino de Judá (incluido el propio rey Joaquín), salieron exiliados de su país hacia Babilonia, más concretamente a Tel-Aviv, un campo babilónico de refugiados judíos que se hallaba cerca del río Quebar. Estos acontecimientos tuvieron lugar en el año 597 a. C., y en medio de todo, parece que la situación no llegó a producir que el pueblo de Judá y sus dirigentes (ahora el rey Sedecías), se convirtieran de sus malos caminos. No hubo un reconocimiento de los pecados y errores cometidos y mucho menos un arrepentimiento que produjera una actitud diferente frente a los acontecimientos difíciles que habían atravesado y los que habría de atravesar en un futuro no lejano. Ni Jerusalén y sus habitantes, ni los deportados en Tel-Aviv, ninguno de los dos grupos demostró intentar un cambio que permitirá evitar las desgracias que les sobrevendrían como consecuencia de sus propios errores. El juicio de Dios ya había sido dictado sobre Jerusalén y sobre todo el reino de Judá, ahora ya únicamente hacía falta que el Señor levantará un nuevo profeta para que su sentencia se hiciera escuchar entre el pueblo rebelde, ese profeta fue el sacerdote Ezequiel. El profeta y su visión (1:4-28, 3:12-14)

Ezequiel llevaba poco más de tres años exiliado en Tel-Aviv cuando recibió su primera visión y su llamado a ser Atalaya para la casa de Israel (593 a. C.). No se nos dice que labor estaba realizando Ezequiel cuando recibió su visión (aunque más adelante mencione que se hallaba en un campo, Ez. 8:4) pero sí que se nos dan varios detalles acerca de lo que sus ojos vieron: un viento tempestuoso que venía del norte trajo consigo una gran nube que guardaba dentro de sí un fuego envolvente, y dentro de ese fuego notó algo que llegó a percibir como un bronce que destellaba acompañado de un resplandor que lo rodeaba así como el arcoíris rodea las nubes en un día lluvioso. Esto que Ezequiel tenía delante suyo, era la semejanza de la gloria de Dios. (Ez. 1:4, 28). Esta fue la visión que dio principio a su ministerio profético, esta fue la escena que hizo que Ezequiel cayera con el rostro hacia el suelo. El hijo de Buzi debió haber quedado conmocionado por lo que estaba delante suyo, pues la descripción parece sacada de una película de ciencia ficción,


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pero en realidad es un relato que ayuda a situarnos ante el asombro de quien tiene la suerte de ver la semejanza de la gloria de Dios. La escena además es sorprendente porque hace un corto circuito con la mentalidad religiosa judía que afirmaba que la presencia de Dios estaba anclada al Templo de Jerusalén, fijada en el Arca de la Alianza que residía ahí.

Ezequiel, es testigo de algo diferente, Dios no tiene cadenas, pues ni está sujeto a un lugar como tampoco lo está a una cultura. La semejanza de la gloria de Dios aparecida en Babilonia atestigua de esta forma, que él Señor es dueño de toda su creación y como tal es libre de moverse en el mundo. Esa libertad, es admirable pues refleja a un Dios vivo que está en constante movimiento sobre la historia y los pueblos del mundo, en contraste con los ídolos de muerte que son estáticos por naturaleza. A fin de cuentas, la visión de la semejanza de la gloria de Dios apareciéndose en Babilonia nos deja sorprendidos, tanto como a Ezequiel.

Hasta ahora hemos omitido una parte de la visión que para muchos es de hecho la

más interesante e importante del relato; junto a la semejanza de la gloria de Dios, (debajo de ella de hecho), aparecen las figuras de cuatro seres vivientes con características tan asombrosas que harían palidecer a cualquiera que las viera (1:5-26, 3:13). Las descripciones que el profeta hace de estas cuatro figuras son muy extensas, en cuanto a los detalles que va describiendo sobre su apariencia y sus facultades. Más adelante el propio libro en su capítulo 10 explicará que estos seres vivientes son en realidad querubines: seres celestiales que se encuentran siempre ‘cercanos’ o ‘próximos’ a la gloria de Dios. De acuerdo a la descripción que el profeta hace de ellos, se puede llegar a afirmar que cumplen una función de guardianes, y a su vez también, una función especial al ser un trono-carruaje o vehículo para Dios.

Las interpretaciones que de ellos han surgido, son todavía más sorprendentes que

ellos mismos. Los primeros cristianos aludieron a que podrían representar al conjunto de toda la Iglesia situada alrededor de los cuatro puntos cardinales del mundo, otros llegaron a decir que más bien eran un símbolo de la iglesia triunfante que descansaba ya con Dios y que lo acompañaba a todas partes, doquiera que Él iba por el tiempo y el espacio. Algunos fueron más modestos y simplemente interpretaron que sus semejanzas eran la clara evidencia de que ellos simbolizaban a los cuatro evangelios canónicos que nos dan a conocer a Jesucristo. En realidad, las interpretaciones posteriores continuaron siendo bastante diversas al respecto y no hay hasta el momento una interpretación fija establecida que impida acercarnos con cautela a realizar una nueva interpretación creativa a la luz de nuestras experiencias cristianas del Evangelio y de nuestras realidades cotidianas. Quizá para concluir con este tema, simplemente deba decirse que el centro de


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la visión no lo ocupan los cuatro increíbles y fantásticos seres vivientes sino la gloria de Dios que resplandece en la semejanza de uno como nosotros (1:5, 26). El profeta y su llamado (2:1 - 3:11, 3:16-21)

Toda visión por más asombrosa y deslumbrante que fuera, estaría vacía y carecería de sentido si no tuviera algo importante que decir. Afortunadamente cada visión del profeta Ezequiel va acompañada de su propio mensaje y no escatima en exponer un significado interesante tanto para sus oyentes originales como para nosotros. Así es también como la primera visión de Ezequiel viene de la mano de su llamado al ministerio profético.

Ezequiel esta postrado sobre su rostro luego de que comenzó a ver la visión de la semejanza de la gloria de Dios. Pero esto va a cambiar en seguida cuando la voz de Jehová le pida que se levante y se afirme sobre sus pies para escuchar lo que su Señor tiene que decirle. Mientras un soplo de vida afirmaba sus pies, Ezequiel escuchó las siguientes palabras: “… yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes (…) de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor” (2:3-4).

El hijo de hombre recibe así un llamado de Dios, será enviado a la casa de Israel

(el libro de Ezequiel se referirá así al país conformado por las 12 tribus de Israel, y no se refiere aquí al reino dividido del norte que había tomado ese nombre unos siglos atrás). Pero una vez que vaya a ellos, ¿qué les dirá? La respuesta es “Esto ha dicho Dios”. Ezequiel no hablará lo que a él se le ocurra y se le venga primero a la mente. El llamado que recibe es de Dios y por tanto debe llevar su firma. Antes de que Ezequiel comparta el mensaje con la Casa de Israel, él debe afirmar que el anuncio no le pertenece a él sino a su Señor.

El resto del capítulo 2 del libro de Ezequiel nos describe también los retos que el

profeta habrá de enfrentar siguiendo este llamado; Dios le advierte que es probable que no lo escuchen, que se enfrentará a una casa de hijos rebeldes muy duros, que es también probable que llegue a tener miedo de las palabras que le dirijan y que es también muy posible que se sienta hallado entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones (2:4-6).

Como un acto simbólico que confirmará su llamado profético, Dios le pide a

Ezequiel que abra su boca, coma y se alimente las entrañas con el rollo de un libro que extendido lleva escrito sobre sí por delante y detrás, lamentaciones y ayes (2:8-10, 3:1-3). Cuando Ezequiel saborea este libro en su boca su sentido del gusto le permite percibir un sabor dulce como la miel. Una escena que recordamos se repite también en el ministerio de Juan de Patmos (Ap. 10:9-10). La significación simbólica de este gesto es clara, el llamado al que Ezequiel ha sido convocado tendrá una doble función. Ser profeta no es sólo llevar denuncia y juicio de destrucción, ser profeta no es sólo llevar un mensaje


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acaramelado. El ministerio profético de Ezequiel, esta sí llamado a la denuncia del pecado, pero también está igualmente llamado a la proclamación de la restauración. Así de hecho está dividido el libro de Ezequiel (4-24, 33-48), de forma que este gesto anuncia ya todo el desarrollo de su ministerio profético.

El versículo 11 del capítulo 3, nos permite conocer a quien lleva Dios a Ezequiel, a

proclamar sus palabras. Su ministerio se desarrollará con el remanente judío exiliado de Tel-Aviv. En Jerusalén, Dios ya había levantado a Jeremías como profeta (626-585 d.C.) para hacer frente al rey Sedecías de Judá y a los falsos profetas de la ciudad, pero Dios sabía que sus palabras debían hacerse también presentes entre el pequeño grupo de exiliados que se encontraba en Babilonia al lado del río Quebar. De ahí que Jehová lleva a Ezequiel a anunciar el mensaje, entre sus compatriotas cautivos (3:15).

Finalmente, la sección del libro 3:17-21, es la que da el nombre de esta primera

clase. Ezequiel, el hijo del sacerdote Buzi, el también llamado hijo de hombre que fue enviado a hablar al remanente de Judá en Babilonia es ahora también instituido por Dios como Atalaya de la Casa de Israel. Centinela o vigía, Ezequiel debe cuidar de Israel. Cuando el impío o el justo cometan maldad, Ezequiel es responsable directo de amonestar, no con el propósito de emitir también juicio, sentencia o castigo, sino con la intención de que la amonestación produzca un cambio y se corrija el camino de quien cometió la maldad. Dios sabe que no está en manos de Ezequiel convencer a todos sus compatriotas, pues cada uno es responsable de sus propios actos, pero eso no exenta al profeta de hacer un llamado al arrepentimiento y la conversión, pues él tiene una responsabilidad comunitaria con sus prójimos; él es la Atalaya de su pueblo y con el desarrollo de su ministerio profético, el pueblo de Israel sabrá que siempre hubo entre ellos un profeta de Dios, no sólo para amonestarles y denunciarles su pecado, sino también, y sobre todo, para invitarles a convertir sus caminos. (2:5). APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA. Trabajando con los tres ejes del ministerio profético de Ezequiel que estudiamos en esta lección (contexto, visión, llamado), podemos ahora también caer a cuenta de las reflexiones prácticas que esta pequeña introducción del libro de Ezequiel nos deja: Contexto: Los tiempos difíciles y cambiantes representan siempre una gran oportunidad para desarrollar Ministerios de edificación que sean útiles en manos del Dios de la vida. La profecía no cesó aun cuando ya no había “perfiles óptimos” para cubrir la vacante de profeta. Ezequiel provenía de un linaje sacerdotal y seguro esperaba servir a Dios de esa manera en el templo de Jerusalén. Pero él Señor cambia muchas veces nuestros planes y aún con la buena intención que tenía Ezequiel en su corazón para servir a Dios como


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sacerdote, él tuvo que aprender a adaptarse en el cumplimiento de un ministerio totalmente distinto que sin embargo iba a ser más útil y necesario para su pueblo.

Las condiciones actuales que vivimos están confrontando nuestra manera de ser Iglesia, porque de pronto el año pasado muchas cosas cambiaron de improviso y apenas hubo oportunidad de que la iglesia aprendiera a adaptarse a nuevas tecnologías y formatos para continuar su vocación de ser luz en el mundo. La lección aprendida debe llevarnos no sólo a reflexionar acerca de qué tan preparados estamos ante tiempos cambiantes como los que vivimos ahora, también debe conducirnos a prepararnos desde ya en el desarrollo de nuevos ministerios que abran paso a una nueva manera de ser Iglesia ante las nuevas realidades que Dios va poniendo de cara a nosotros. Visión: sorprende más a Ezequiel la semejanza de la gloria de Dios que se le aparece en Babilonia que la propia presencia de los fantásticos seres vivientes que también se hacen presentes en su visión. Durante siglos e incluso milenios, la lectura de esta primera visión a privilegiado la presencia y la interpretación de los seres vivientes. Por supuesto que la descripción que de ellos se realiza, los hacen parecer muy sorprendentes y eso los hace igualmente atractivos para el imaginario de la cultura popular que también ha echado mano de ellos (teorías de ovnis y viajes dimensionales).

Lamentable en siglos de interpretación se ha dejado de lado la otra parte de la visión que más es importante. La presencia de Dios en Babilonia tumba la idea (por aquellos tiempos popular), de un Dios inmóvil y en cierto sentido encadenado. El Señor demostró que no estaba encerrado o condicionado a permanecer en el templo (como si de un objeto inventariado se tratara). Su presencia es libre de moverse con toda la libertad sobre el mundo y la historia. De manera que hoy recordamos también nosotros lo importante que es reconocer que Dios se mueve. La fe es seguimiento en camino de ese Dios que anda, y hoy más que nunca la fe en Cristo debe llevarnos a movernos, saliendo cada día un poco más de esos espacios seguros que también se llaman templos, saliendo en búsqueda y encuentro del prójimo que muchas veces no está en la Iglesia. Saliendo a vivir y a dar testimonio del Dios que se mueve y llega ahí donde más le necesitan. Llamado: ¿puedes imaginar ser escogida o escogido por Dios para convertirte en la Atalaya de tu casa, tu barrio o tu comunidad? Quizás al principio suene atractivo imaginar que podríamos amonestar las faltas y errores de los demás, pero ser centinela no consiste en ejercer juicio y condena de nadie, sino en ser instrumento útil en las manos de Dios para solidarizarse con los demás, adquiriendo una amplia responsabilidad comunitaria que vele por el bienestar del otro.


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En el mundo en el que vivimos se suele predicar el individualismo y el egoísmo por doquier. Es difícil encontrar alguien que pueda sentirse interesado y responsable por el bienestar y la vida de su prójimo, a causa del difundido eslogan ideológico “Sálvate a tu mismo”. No obstante, Ezequiel es el ejemplo de una persona que vive su fe y su deseo de servir a Dios, sin la necesidad de desconectarse de su comunidad. Su ministerio no está formulado a partir del personalismo o de un inútil asistencialismo. Él está llamado a ser guardia de su hermano y su hermana. Esa es la labor pastoral (acompañamiento) que también debe realizar el profeta que fue llamado a ser Atalaya para su pueblo. Esa es también hoy la llamada que Dios nos hace, en tiempos donde la solidaridad (a veces requerida simplemente en un oído dispuesto a escuchar), está haciendo falta. En ocasiones no se necesita mucho, a veces sólo hace falta un poco de tu tiempo para sentarte a escuchar y bendecir con tu atención, tu compañía y tu amistad, la vida de otra persona que está necesitando ser escuchada.


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5.2. CLASE 2. “Violentando a tu prójimo te has olvidado de mi” (Capítulos 4 – 24)


Precio recibieron en ti para derramar sangre; interés y usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor. Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti. (…) El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Ezequiel 22:12-13, 29-30

5.2.2. PROPÓSITO:

Se intentará resumir en esta lección los grandes temas tratados por esta gran sección del libro de Ezequiel con el propósito de exponer las causas concretas que llevaron a Jehová a obrar juicio contra la Casa de Israel. El recuento de los hechos que Dios va exponiendo en las visiones del profeta, permiten reflexionar acerca de los propios errores cometidos. La introspección es necesaria en la lectura de esta lección a fin de que podamos caer a la cuenta de que los errores de la casa de Israel, un pueblo escogido y muy religioso, puede bien reflejar nuestra condición pecadora y violenta.


Englobamos en esta segunda lección, la totalidad de la primera gran parte del libro de Ezequiel (Cap. 4-24). Esta gran sección del libro del profeta, fue editada de tal forma que integró: las acciones simbólicas que representan el sitio y el exilio, las alegorías y parábolas proféticas, los discursos proféticos de denuncia y sentencia de Dios sobre los montes, el templo, los príncipes y la ciudad de la casa de Israel, el recuento del pecado histórico de la casa de Israel, las respuestas a las réplicas y objeciones del pueblo, la defensa del buen juicio de Dios frente a la rebelión de la casa de Israel y la lista de los pecados del pueblo.


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Un profeta que habla a través de gestos (4-5, 12:1-16, 24:15-27) El profeta Ezequiel va a desarrollar en esta sección de su libro la parte más amarga de su actividad profética: para que la Casa de Israel escuche la voz de Dios y preste atención a la denuncia, al juicio y a la sentencia que su Señor ha decido dirigir en contra de ellos, será necesario que Ezequiel realice una serie de actividades que ningún otro profeta de Israel había hecho antes. Ezequiel ha sido llamado por Dios, no sólo a anunciar con su voz las visiones del juicio que traerá Jehová, él ha sido llamado ha representar la sentencia del asedio y el exilio que le espera a Jerusalén por medio de varias acciones simbólicas muy extrañas. Ezequiel va a representar el sitio de la capital de Judá en los primeros dos versículos del capítulo 4. La actividad que fue llamado a hacer para representar esta desgracia futura parecería obra de un niño que acostumbra a jugar con la tierra. Construir un castillo de arena parece una comparación adecuada que se puede hacer hoy de este gesto. Más tarde debe realizar una segunda acción simbólica, ahora será su comida el gesto que represente la futura hambruna que le espera a los habitantes de Jerusalén sitiados por Babilonia (4:9-11). Pero los gestos no terminan ahí, luego también su propio cabello deberá también ser un símbolo de la futura desgracia de su país (Cap. 5). Ezequiel deberá tomar navaja de barbero y afeitar su pelo y su barba. ¿Cuál es el propósito de este extraño acto? Su cabello dividido en tres partes será una representación de la población de su país; una tercera parte quemada, otra pasada por espada y sólo una tercera parte librada para sobrevivir en el exilio.

Pero los gestos no terminaron ahí. Más tarde, Dios le pedirá también que ponga una puesta en escena para que vuelva a representar el exilio que le espera su país (12:1-16). Este relato demuestra que Ezequiel siendo profeta debe aprender también a ser un buen artista. Su pantomima le será a los judíos de Tel-Abib, algo muy extraño. ¿Porque Ezequiel empaca maletas y hace la representación de un viajero que está pronto para salir de excursión, si todos estaban obligados a vivir en Babilonia y no podían salir? ¿Qué propósito tiene este extraño acto? Ezequiel debe obedecer a su Señor, y su puesta en escena será signo del futuro segundo y masivo exilio de su pueblo. Un acontecimiento, del que ni siquiera el que está haciéndose llamar príncipe de Jerusalén se salvará (Ez. 12:10 = Sedecías).

Estos actos simbólicos que Ezequiel realiza seguro que no sólo a nosotros nos parecen extraños. Sus propios compatriotas judíos que le vieron realizar esto pudieron quedar con la boca abierta, algunos se sorprendieron y reflexionaron al respecto sin duda, pero así también seguro que hubo muchos que se burlaron de Ezequiel y sus curiosas acciones proféticas. Sin embargo, nadie estaría preparado para el último gesto del profeta, ni siquiera el propio Ezequiel. Dios le había pedido que con sus acciones hiciera signo de


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la futura sentencia de sitio y exilio que sobrevendría para Jerusalén. Pero ahora será su propia persona, y no sólo sus acciones, las que serán un signo (24:24). Todo parece indicar que la sección de la historia de Ezequiel comprendida en 24:16-25, (situada históricamente a casi nada de que Jerusalén caiga), sube de tono el nivel de las acciones. El grado que alcanzará este último gesto que al profeta le toca representar, será mayor porque alguien perderá la vida. La esposa de Ezequiel (de quien antes no habíamos tenido noticias), será ahora quien también acompañará al profeta en la difícil tarea de ser signo de Dios para el pueblo. Ella perderá la vida de un momento a otro y la sorpresiva desgracia de Ezequiel será el anuncio del futuro sufrimiento del país de Judá que perderá su ciudad capital, Jerusalén. Aunada a la muerte de quién fuera el deleite de los ojos de Ezequiel (24:16), se suma también otro mal. El profeta está impedido por Dios a hacer duelo de su desgracia, le fue indicado que no llorara ni hiciera luto por su pérdida, tiene que reprimir incluso hasta su suspirar y con una parca y fría actitud debe despedir a su difunta esposa. ¿Cuántas veces nos hemos puesto a pensar acerca de la útil que es llorar? Es verdad que nadie en el mundo quiere sentirse triste, pero finalmente nadie está exento de atravesar una experiencia de duelo que requiera que expresemos el dolor, la tristeza y la frustración a través de lágrimas y otras acciones. Ezequiel, sin embargo, nos recuerda que hasta el llorar es también un privilegio, uno que al profeta no se le permitió. Ezequiel debe ser signo del luto y el duelo que a Jerusalén tampoco se le permitirá hacer cuando sobre ella caiga la desgracia. Un profeta que habla a través de parábolas y alegorías (15, 17, 19, 21, 24:1-14)

El ministerio profético de Ezequiel es uno de los más creativos de la historia. Ya vimos que Dios requirió que Ezequiel fuera profeta a través de gestos, pero igualmente Él necesitaba un profeta que fuera creativo para que también supiera hablar con parábolas y alegorías acerca del anuncio que vendría sobre Jerusalén. Hablar a través de imágenes parecería ser algo sencillo, pero en ocasiones no lo es tanto. Ezequiel tuvo que comprobarlo por sí mismo al desarrollar su ministerio. Parece que las representaciones que él utilizó para hablar simbólicamente acerca del futuro del pueblo de Jerusalén no fueron muchas veces comprendidas ni aceptadas por quienes le escuchaban (17:12, 20:49). Pero a pesar de todo, Ezequiel cumplió su ministro hablando por medio de ellas.

La primera parábola que figura en el libro parece encontrarse en el capítulo 15, ahí Ezequiel utiliza la imagen de la madera de una vid consumida por el fuego para hablar de Jerusalén y sus habitantes, ellos serán olvidados y desechados por Dios lo cual ya anuncia la fuerza del juicio del Señor en contra de la casa de rebelde de Judá. Las cosas se complican más, cuando después las alegorías vienen ahora también acompañadas de su propia explicación. El capítulo 17 nos permite saber que Jehová no manda decir cuentos disparatados sin sentido alguno. Las imágenes tienen un trasfondo, guardan un significado y describen un hecho. Así Ezequiel cuenta ahora la historia de dos poderosas


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águilas que disputan el control del fruto de un cedro que llegó a crecer como sauce en el Líbano. Las águilas son luego reveladas como las potencias de ese tiempo; Babilonia y Egipto, que se relacionaron con la casa de Israel representada aquí como la vid frondosa del Líbano, que no aprendió a ser fiel con la primera águila (Babilonia) y que por tanto no sería prosperada cuando se fuera con la segunda (Egipto). Ezequiel demuestra conocer así las malas políticas internas de Jerusalén que ya también el profeta Jeremías denunciaba (Jer. 27:3-8). Sedecías, rey impuesto de Jerusalén y vasallo de Babilonia, cambiaba de bando en la disputa geopolítica de las potencias, buscando hacerse aliado de Egipto, al desechar la camiseta del equipo babilónico. La denuncia no se hizo esperar de parte de Dios a través de esta alegoría.

Las consecuencias del error cometido sobrevendrían a los príncipes de Israel (cap. 19); no sólo Sedecías pagaría por sus errores, todos los principales dirigentes de Jerusalén lo harían también. La crema y nata del país conocería su anunciado castigo a través de las endechas (cantos de duelo) de Ezequiel. Como cachorros de leona y vástagos de una vid, los príncipes de Israel conocerían el destino de su madre (Jerusalén), comparada con una leona y con una vid fructífera. Jerusalén, sería arrancada, secada y abandonada en medio del desierto.

Como hemos visto hasta aquí, las imágenes cumplen la función de representar el juicio y la sentencia de Dios de una forma muy creativa pero también muy representativa. Ezequiel continúa hablando con parábolas, ahora a través de la imagen una espada que traspasará a su país y también al pueblo de Amón (cap. 21). Esta espada como explica más adelante el profeta es Babilonia, quien es presentada como fiel instrumento de Dios para ejecutar su sentencia sobre Jerusalén y sus príncipes.

Finalmente, la última alegoría de juicio dedicada a Jerusalén (24:1-15), sería pronunciada por el profeta el mismo día que Jerusalén fue sitiada por el ejército de Babilonia (18 de enero de 588 a.C.). A diferencia de las anteriores representaciones figurativas de Ezequiel, esta combina gesto y símbolo. El profeta debe acompañar su representación alegórica con lo que parecería ser una extraña receta de cocina. La imagen de una olla, que anteriormente había sido utilizada como un signo de paz y prosperidad por los pecadores y mentirosos sacerdotes de Jerusalén (cap. 11), sería ahora resignificada por el profeta para representar el desgraciado destino de la capital de Judá. El país, se sentía seguro por las murallas que rodeaban la ciudad, esperaban que los ataques fueron repelidos por el casco de sus fortalezas como lo sería una olla sosteniendo el guisado de carne en su interior. Pero la nación de Judá había pasado por alto que en ocasiones el peor ataque no necesita de lanzas o espadas para ser efectivo. Sitiar Jerusalén por un buen tiempo bastaría para forzar a la ciudad a pasar un mal rato de hambruna y angustia que finalmente terminaría rompiendo el espíritu del pueblo. La olla,


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símbolo de fuerza para los idólatras sacerdotes de Jerusalén, sería más bien símbolo de prisión y reclusión devastadora. Juicio de Dios contra los montes (6-7) Hemos hablado mucho de la actividad profética de Ezequiel y de cómo está desarrolló dos maneras muy propias del profeta para proclamar el juicio y la sentencia de Dios. Y aunque ya hemos hablado un poco de las sentencias generales dictadas por el Señor (asedio, hambruna, exilio), todavía no hemos indicado quienes recibieron específicamente estas sentencias y porqué. A continuación, intentaremos detallar los sujetos destinatarios del juicio de Dios y las causas del mismo.

Los capítulos 6 y 7 del libro de Ezequiel recogen la denuncia, el juicio y el castigo de Dios proclamado para los montes, los collados, los arroyos y los valles de Israel; en suma, para toda la tierra del país. La sentencia es recogida para extender el juicio de Dios sobre toda una nación y no sólo sobre su capital. El día del Señor llega y pone fin al bienestar del pueblo y la tierra que hasta ese momento había gozado de seguridad, salud y alimento, para que ahora conozcan la espada, la enfermedad y la hambruna (7:15). ¿Cuál podría ser el pecado del pueblo para merecer tal castigo? Los versos 19 y 22 del capítulo 7 nos dan una pista. Hay delitos de sangre cometidos en la tierra y violencias entre las ciudades del país de Judá. Los delitos que mencionan la sangre nos hacen pensar inmediatamente en asesinatos o muerte, sin embargo, en el tiempo de Ezequiel, estos también están relacionados con los ritos idolátricos como pecados religiosos de culto y con otros pecados sociales como la codicia y la avaricia del dinero que acarrea explotación y abuso. De hecho, resulta por eso muy sorpréndete el verso 19. Sutilmente se describe la fe idolátrica que el país tenía fijada en sus riquezas; hay una confianza en el oro y la plata que recaía en funciones que ellas no tenían y que sin embargo el pueblo esperaba recibir de ellas: salvación y bienestar. El pueblo confío en la obtención y la acumulación de sus bienes para creer que serían librados y saciados por ellos en el día del Señor. Vemos aquí que Ezequiel no descarta que entre el pueblo haya diferentes tipos de idolatrías. No es sólo que Jerusalén y el templo (como veremos a continuación), cambiara a su Dios por los dioses de otros pueblos, la idolatría también se encuentra ahí cuando se expresa en confianza por el dinero. Ezequiel se posiciona de esta manera, como un profeta que se encuentra en medio entre los profetas que denunciaron la idolatría netamente religiosa (ej. Óseas contra los baales), y Jesús y los primeros cristianos que supieron distinguir y evidenciar más la idolatría puesta en las riquezas (Mt. 6:24, 13:22, Mr. 10:23, 1 Tim 6:10, 17). Este tema lo continuaremos más adelante.


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Juicio de Dios contra el Templo (8-11)

Luego de profetizar contra los montes de Israel, Ezequiel es llevado ahora en una visión al Templo de Jerusalén (cap. 8). A kilómetros de distancia de donde él se encontraba, Jerusalén continuaba su vida social con normalidad, aún a pesar del primer exilio del año 597 a. C. Parecía que nada había cambiado mucho, el pueblo no tomó enserio su condición luego del arrebatamiento de su verdadero rey (Joaquín), que ya anticipaba su próxima muerte anunciada. Quizás incluso el exilio de las clases sociales altas que acompañaron a Joaquín y Ezequiel a Babilonia ayudó a cambiar un poco la posición social de algunos sacerdotes y políticos de ese entonces, y pudo haberse interpretado esto como una bendición y fortuna: Ocupar el lugar (y los privilegios que con este vienen), de quienes se habían ido, pudo representar para algunos una oportunidad para alegrarse. Esa alegría y confianza pudo a su vez seguir promoviendo la idea equivocada de que Dios, o no estaba cumpliendo su parte de la Alianza hecha con sus padres, o bien era débil frente a los dioses babilónicos y egipcios, y por ello en nada podría ya auxiliarles. En suma, la desvirtuada idea de pensar a Dios como desinteresado o impotente, los llevó a entregarse a pecados culticos representados en idolatría religiosa. Ezequiel vuelve a ver la semejanza de la gloria de Dios, quien ahora le muestra y explica por qué razón ha salido del templo. La idolatría, (esta vez religiosa), había llegado a niveles nunca antes vistos. Las paredes del templo vestían y decoraban imágenes de dioses que no habían librado a Israel de Egipto en el éxodo, ni habían dado la tierra que pisaban como heredad a sus padres. Setenta ancianos y un tal Jaazanías (probablemente de linaje sacerdotal, ofrecían incienso a ídolos con figuras semejantes a reptiles y bestias, mujeres a la puerta del templo ofrecían oraciones y ruegos a un dios babilónico llamado Tamuz, y cerca del altar veinticinco hombres adoraban al sol dándole la espalda a Jehová.

Las cosas tan abominables que se estaban realizando en un lugar edificado y consagrado para dar alabanza a Dios, trajo severas y duras consecuencias. La visión de Ezequiel continúa en el capítulo 9 de su libro, donde ahora se muestran los resultados de tales idolatrías; seis hombres se presentan ahora en la visión, como los verdugos de la ciudad, cada uno trae consigo un arma de destrucción para hacer violencia contra Jerusalén. Pero antes de que comiencen a ejecutar sentencia, la semejanza de la gloria de Dios encarga que uno de ellos que se encontraba vestido con atuendo de escribano, ponga una señal en la frente de aquellos que lamentaban la idolatría de la ciudad para distinguirlos y apartarlos de las violencias y la muerte que rodearía a toda la capital. Durante siglos la letra “Tau” ha sido considerada como aquella señal que marca las frentes de quienes han sido librados por Dios. Francisco de Asís aplicó un profundo sentido místico a esta señal y unos siglos más tarde protestantes anabaptistas como Anneken de Jans, interpretaron el mismo como una señal legítima de los verdaderos creyentes en Cristo que serían probados (pero nunca abandonados por Dios), con el Martirio. En realidad, la señal que marcó en él la visión de Ezequiel, a los que no habían cometido


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idolatría, no llegó a evitar que el profeta se lamentara por todo su pueblo. Aún con todo, parece que tampoco evitaron estos acontecimientos, que los ya mencionados veinticinco adoradores del sol y Jaazanías junto a Pelatías, (principales del pueblo), siguieran dando mal consejo al país, a través de una mentira ilusoria de paz y seguridad. Ya antes hemos mencionado que la alegoría de la olla del capítulo 24, tuvo su origen en el capítulo 11. Los príncipes del templo, sacerdotes y sumo sacerdotes, evaden la realidad social que rodea a su país y evitan hablar de la amenaza real de una devastación a su ciudad. Promueven hablar de una falsa paz, y de una ilusoria idea de bienestar y seguridad, cuando lo que el pueblo debe escuchar es una denuncia de sus pecados que traiga consigo arrepentimiento y conversión. Frente a los ojos de Ezequiel, la consecuencia del mal consejo no se hace esperar, Pelatías cae muerto y el profeta vuelve hacer lamento por la condición de su pueblo.

Luego de escuchar el lamento de la Atalaya de la Casa de Israel, Jehová decide

despedir a Ezequiel de la visión, no sin antes adelantarle una pequeña imagen de la restauración que Él obrará para su pueblo (11:16-20). Ezequiel es llevado en visión devuelta a Tel-Aviv, luego de ver tanto decide no guardarse la visión, sino compartirla con todos sus compatriotas exiliados, es consciente de la responsabilidad que tiene como centinela de su casa, debe advertir a su prójimo sobre lo que ha visto y vendrá para su nación. Debe seguir haciendo un llamado al arrepentimiento y la conversión.

Juicio de Dios contra el pecado histórico del pueblo (20:1-44)

Algunos vecinos de Ezequiel podrían llegar a pensar que los juicios y las sentencias que Dios estaba dictando para su pueblo, eran exageradas y no eran las adecuadas. Dentro de su corazón pudieron haber guardado la inconformidad de recibir un castigo que creían no les correspondía recibir. Su argumento se sostenía en que para ellos, Dios sólo estaba fijando su mirada en el presente, y había llegado a ignorar así, la Alianza histórica que les unía. Pensaron que el pasado podría justificarles delante de Dios para evitar la sentencia (14:14). Equivocados estaban, ahora Dios habría de confrontarlos (no con un pasado idealizado de fidelidad recíproca y cumplimiento compartido por ambas partes en la Alianza), con la realidad de un pasado lleno de infidelidad idolátrica.

Antes habíamos esquivado la referencia a un par de alegorías dictadas por el profeta (cap. 16 y 23), ahora, sin embargo, serán éstas y el capítulo 20, los pasajes de Ezequiel que nos permitirán comprender mejor que el juicio de Dios hacia Israel, no se hacía por un par de pecados cometidos recientemente. El pueblo arrastraba detrás de sí una serie de pecados e infidelidades por las cuales no había respondido hasta ahora. Desde esta perspectiva, la historia de Israel no es la historia de un pueblo fiel que de pronto cometió algunos errores, es la historia de un pueblo idolatra e infiel que desde siempre se entregó al pecado e incumplió su parte de la Alianza.


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El capítulo 16 presenta a Jerusalén, como una mujer adúltera y promiscua que desee sus orígenes étnicos (caneos e hititas), fue abandona y menospreciada. Un pueblo que, sin embargo, fue mirado con agrado por Dios, que aquí es presentado como el legítimo compañero de Jerusalén. Él había visto con buenos ojos al primitivo e indefenso pueblo de Israel, y con misericordia embelleció al pueblo y a la ciudad con su favor y su bendición. La nación sin embargo se prostituyo con otros pueblos a causa de promiscuidad; Egipto, Asiria y Babilonia, son presentados aquí como los amantes poderosos (militarmente) con los que el pueblo de Israel, simbolizado en la mujer hermosa y promiscua, traiciona con infidelidad a Dios. Samaria y Sodoma son presentadas en esta extensa alegoría como las naciones hermanas de Israel que igualmente pecan y pagan las consecuencias de sus errores. El pueblo judío en tiempos de Ezequiel se sentía orgulloso de poder decir, que a pesar de sus pecados ellos no llegaban al nivel de maldad que tenían las desoladas naciones de Sodoma y Samaria. Sorpresa fue sin duda para los oyentes de Ezequiel, escuchar que Dios había llegado a decir en esta profecía que los pecados de Israel superaban con creces a los de sus hermanas. Los filisteos son referenciados también en esta alegoría como doncellas celosas que enviaban a Israel por su hermosura y por su favor concedido de parte de Dios. De manera que en cuanto Dios entrega a la mujer hermosa a sus amantes, las hijas filisteas son las primeras en actuar con violencia en su contra. Sin embargo, la consecuencia del pecado no cesa con el ataque de las tribus filisteas; los amantes de la nación se vuelven contra ella y la destruyen, despojan y asolan. La esposa adúltera ha sufrido el castigo de su infidelidad, que no es otra cosa que apego político e idolatría hacia las potencias que se han presentado en su historia. Israel ha confiado más en sus alianzas y sus políticas internacionales con potencias militares, que en él Dios que les favoreció dándoles libertad y tierra. Solo una pequeña última parte del capítulo 16, da luces de que vendrá luego una restauración posterior al juicio de Dios (vv. 59-63).

El capítulo 23 continúa y detalla mejor la alegoría de Israel como esposa infiel. Ahora la historia diferencia a dos hermanas infieles y adúlteras; Ahola y Aholiba, Israel y Judá, los dos reinos hermanos que de antaño habían conformado el país unificado que gobernó David y su hijo Salomón, y que, sin embargo, para el año 933 a. C., experimentó su división a causa de la competencia entre los hijos de Salomón que disputaron el trono. La historia de estas hermanas está empatada con la alegoría del capítulo 16, excepto porque aquí, se hace la diferenciación de los amantes de cada una. El reino norteño de Israel, quien en algún momento llegó a tener buenas relaciones comerciales y políticas con el imperio Asirio, fue luego destruido por este hacia el 722 a. C. Judá por otro lado, que también hizo alianza con los asirios, no sería atacado por esta potencia sino por sus hijos y vecinos, el poderoso país de Babilonia, que en efecto vendría a ser hijo de Asiria. Egipto, sin embargo, no pasa desapercibido, y es mencionado como el primer amante de ambas hermanas. La descripción en esta alegoría presentada por Ezequiel es


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continuación y desarrollo de la pionera alegoría que el profeta Óseas llegó a hacer antes que él. La idolatría del pueblo es adulterio. Lo único que es diferente, sin embargo, es que en Ezequiel, no hay una alusión a una idolatría religiosa. El adulterio de las hermanas no se comete con baales como en Óseas. Ellas son infieles con naciones que están simbolizadas como figuras de hombres poderosamente armados. Las dos alegorías usadas por Ezequiel para referirse a la Casa de Israel, viene a confirmar que de antaño el pueblo ha sido infiel a la Alianza. La historia atestigua lo que evitaron reconocer los oidores del profeta. Dios lo sabe y lo expresa con alegorías que de alguna forma han suavizado un tanto la denuncia, pero el juicio de Dios debe ser claro para que no haya quien pueda excusarse y decir que no haya entendido. Ahora por eso continúanos con el capítulo 20.

Era el 14 de agosto del año 591 a.C., cuándo algunos ancianos decidieron ir a donde se encontraba Ezequiel, sentándose en frente de él para consultarle (20:1-38). Entonces la palabra de Dios vino a al profeta para denunciar el pecado histórico de Israel haciendo un recuento de la rebeldía del pueblo expresada en idolatría y blasfemia. Jehová responde a los ancianos que buscan consultarlo, con una negativa. ¿Por qué iba a ser escuchado ahora por ellos si por siglos fue ignorado por sus padres? La historia es interpretada como historia de rebeldía idolátrica, el pueblo sólo ha aprendido a cambiar de ídolos con el paso de los años, pero ¿cuándo aprenderá a dejarlos y a volver su mirada hacia su Libertador? El pecado es histórico en el pueblo, pero eso no tiene por qué seguir siendo así, Dios desmantelara una creencia arraigada de Israel a partir de una novedosa compresión de la responsabilidad. Eso sin embargo habremos de dejarlo para más adelante. El pueblo que objeta en contra del juicio de Dios (12:21-28, 13, 14)

Quiénes escuchan escucharon al profeta Ezequiel, prestaron atención, pero también expresaron su opinión acerca de lo que ellos también llegaron a pensar sobre lo que Ezequiel decía. Sus argumentos son aludidos en el libro del profeta de manera que no son posibles conocerlos. Ellos no estaban de acuerdo con el juicio y la sentencia de Dios transmitida por Ezequiel, y por ello hicieron el esfuerzo por esquivar y confrontar sus argumentos. Finalmente podemos imaginar que estaban en su derecho de intentar defenderse en el juicio, no obstante, ninguno de sus argumentos fueron acertados para esquivar el Juicio de Dios. A continuación, presentamos el orden y vinculación de esta defensa presentada como objeción para esquivar el juicio de Dios. Seguimos aquí el argumento de José Luis Sicre.

El pueblo le recrimina a Ezequiel que sus visiones y profecías son lejanas (12:27).

Ellos han escuchado al profeta, pero han querido ver en ellas el cumplimiento de acontecimientos que a ellos no les tocará ver. Su comprensión de la profecía es conveniente, no cuestionan la realidad o validez de esta, pero son incrédulos respecto a


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su cumplimiento inmediato. En su imaginario, está lejos el día del Señor, así que ¿Por qué preocuparse? La mejor manera que encuentran para esquivar la denuncia de Dios es postergar su sentencia. De ello incluso hacen un dicho que se vuelve popular entre ellos (12:22).

El pueblo no sólo objeta futurismo contra las visiones del profeta, también

cuestionan su veracidad. Otros profetas en ese tiempo pronosticaban todo lo contrario a lo que Ezequiel decía, ellos hablaban de paz cuando no la había (13:10, 16). La falsedad y la mentira queda denunciada por Dios, pero aquellos profetas seguro que en ese entonces alcanzaron más popularidad entre las gentes, que el propio Ezequiel. Finalmente, el pueblo a ir y escuchar a quien le reconfortara y animara a seguir por la vida sin preocupaciones o advertencias. Siempre ha sido más atractivo escuchar una mentira ilusoria reconfortante que una verdad confrontadora que incomode.

De las cuatro objeciones que el pueblo presenta como defensa de su caso, la que se encuentra en los primeros 8 versos del capítulo 14, es la más sorprendente. Cierto día, algunos ancianos de Israel van a consultar al profeta Ezequiel, pero el Señor habla a Ezequiel y denuncia que quienes tiene frente de sí, han puesto ídolos en su corazón. ¿De qué ídolos se puede estar haciendo referencia aquí? Por el hilo de la historia que narra Ezequiel, sería difícil imaginar que estos hombres pecan de idolatría a dioses babilónicos o egipcios como lo hacían los setenta ancianos en el templo de Jerusalén. Sino es idolatría a dioses paganos lo que se expone aquí, quizá puede ser idolatría a la riqueza como ya hemos expuesto antes. Sin embargo, los ancianos de Tel-Aviv, no tenían oportunidad de aferrarse al oro o la plata en una situación como la que estaban viviendo. Cautivos en Babilonia, muchos de ellos tuvieron que aprender a vivir con la escases y la precariedad. Era difícil imaginar por tanto que la idolatría que habitara su corazón fuera una idolatría apegada a las riquezas. Sin embargo, si su idolatría no era dirigida hacia dioses o riquezas, ¿hacía que estaba dirigida? El pasaje de Ezequiel denota que, siendo ancianos de Israel, reciben un título que se da generalmente a hombres profundamente religiosos. Su idolatría por tanto no estaría fijada dioses extranjeros, sino al recuerdo nostálgico de su religión: Jerusalén, el templo, su tierra, sus ritos y tradiciones, todos estos pudieron ser también objeto de su devoción y por tanto ser los ídolos que, gobernando su corazón, les impedían ser conscientes de la voz de Dios que ya no estaba en aquellas tradiciones, y lugares u objetos que ellos encontraban sacralizados. La nostalgia de ‘tiempos mejores’ produjo en algunos piadosos una idolatría religiosa aferrada a lugares y objetos, pero no a la voz de Dios que estaba actualizando su mensaje para sus nuevas realidades.

Frente a la denuncia y el juicio de Dios, la última objeción que el pueblo presenta

para defenderse es la Intercesión (14:14). ¿Qué pasaría si de pronto hombres justos y santos de Dios se pusieran frente a la ciudad de Jerusalén para evitar el juicio del Señor?


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La intencionalidad del profeta por legar la respuesta a esta pregunta (14:13-20), podría ser consecuencia también del argumento de sus críticos. Probablemente más de uno pensó que si Dios es justo, el detendría su mano en contra de quienes se encontraran cerca de hombres santos como Noé, Daniel o Job. La idea que aguardaban era que Dios no traería juicio mientras hubiera uno o dos que lo escucharán y lo obedecieran. Una temática que recuerda mucho a Génesis 18:16-33; Abraham también habría intentado interceder por Sodoma, y en ese contexto Dios posibilitó y condicionó la salvación de la ciudad a la existencia de diez justos. Ahora ese argumento no serviría para Jerusalén; si hipotéticamente Noé, Daniel, Job o hasta nuevamente Abraham salieran para interceder a favor de la ciudad, eso no impediría a Dios dictar la sentencia de su juicio, pues cada uno habría de responder por sus propias acciones. La comprensión de la responsabilidad comunitaria del pueblo tiene aquí una evolución. Una que a continuación estudiaremos con más profundidad. Respuesta a las objeciones: El juicio de Dios es justo (18)

El profeta Ezequiel no estaba exento de críticas como pudimos ver anteriormente, sin embargo, cada argumento que se utilizó para contrastar con sus profecías, en el fondo no iba dirigido a él, sino a Dios. Se cuestionó al Señor porque (luego de escuchar que Él sí estaba considerando el pecado histórico del pueblo. Caps. 16, 23, 20), se supuso que el castigo que se les anunciaba era injusto si venía como consecuencia de pecados que ellos no habían cometido. El versículo 25 del capítulo 18 parece indicar que en efecto hubo quien llegó a afirmar que el camino del Señor no era justo. Para responder a esta quinta objeción del pueblo, es que Ezequiel recibe palabra de Dios para explicar que cada uno de los habitantes de Israel era responsable de sus propios actos, ya fueren de justicia o de maldad y pecado: El hijo no tendría que pagar por los pecados de sus padre. Esa afirmación parece en nuestros tiempos una reflexión muy lógica y obvia, pero en tiempos de Ezequiel representaba un novedoso giro a la teología de su época. El pueblo de Israel heredó de las culturas de las que provenía étnicamente (16:3, 45), una comprensión religiosa de responsabilidad que vinculaba a los padres con los hijos. De forma tal que las generaciones nuevas arrastraban el error y el castigo de las generaciones pasadas. Esta comprensión religiosa entendida como maldición o maldad generacional produjo pues que se cuestionara la propia justicia del juicio de Dios.

El Señor, por medio del profeta, responde a este argumento con una novedad. El

pecado (aunque era históricamente aprendido y repetido en el pueblo), no tenía por qué inscribirse en el destino de nadie. Cada uno era libre de enfrentarse a las consecuencias de sus actos con una responsabilidad personal. Esta comprensión religiosa posibilitaría entonces que cada mujer y hombre del pueblo tuviera la oportunidad de arrepentirse y convertir su camino en camino de justicia. Este es uno de los elementos propios del libro de Ezequiel, que evidencian una evolución en el pensamiento religioso judío con respecto


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a las otras concepciones religiosas de ese entonces. Una comprensión que compartiría también Jesús (Jn. 9:2-3). Juicio de Dios contra la ciudad que derrama sangre (22)

Hemos llegado hasta esta parte final de nuestra segunda lección para afirmar los temas que hemos tratado ya con anterioridad. El juicio de Dios hacia la casa de Israel fue justo, la denuncia se dirigió en contra de todo el país de Judá (incluyendo a las tribus separadas del reino del norte), pero se evidenció más a su ciudad capital por ser símbolo para todo el pueblo. Se denunciaron principalmente pecados de tipo religiosos como la idolatría y la blasfemia, pero siempre hubo cabida para la denuncia del pecado de tipo social como veremos también a continuación. El juicio y la sentencia del mismo se proclamó en al menos tres diferentes formas: gesto, símbolo, discurso. Hay una diferenciación remarcada de la denuncia que se realiza según corresponda a quien vaya dirigida, ya sea un sujeto en específico como Sedecías, un grupo concreto como los falsos profetas que anunciaban falsa paz, o bien más generalizada como se hace también con Jerusalén o Judá.

A continuación, centramos nuestra atención en el capítulo que da nombre a esta lección. La expresión está inscrita en el marco de la denuncia de Dios hacia Jerusalén por los diferentes tipos de pecado que ha cometido: religiosos, sociales, sexuales. Prestaremos especial atención a las faltas de orden social pues advierten (alusivo al nombre de la clase) que lastimar la integridad del prójimo es olvidarse de Dios; lo cual es una comprensión teológica que posiciona a Ezequiel como un profeta adelantado a su época como veremos a continuación.

Anteriormente hemos visto que Ezequiel señalaba en el capítulo 18, una

responsabilidad personal que se exponía principalmente en términos positivos, dando la oportunidad del arrepentimiento y la conversión para recrear el corazón y el espíritu, librando así la vida de la muerte y la iniquidad. El capítulo 22 de Ezequiel desarrolla mejor las aplicaciones de esta nueva comprensión de responsabilidad, pero ahora dando un giro de ciento ochenta grados. Ya que la responsabilidad personal implica no sólo tener la oportunidad de librar la muerte a través del arrepentimiento y la conversión, sino también la necesaria responsabilidad de encarar y recibir un juicio y una sentencia igualmente personalizada por los males cometidos de manera individual.

Así es al menos como Ezequiel expone esta serie o enlistado de transgresiones cometidas. Este capítulo está integrado por tres bloques distintos que particularmente exponen también tres denuncias diferentes y tres sentencias correspondientes a cada una de estas denuncias. La primera parte está contenida en los versículos 1 al 16, que va dirigida especialmente a la ciudad que derrama sangre (Jerusalén), aunque también se referencia a los príncipes de Israel, los cual no necesariamente se limitaría a referenciar


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a los reyes de Judá o de Israel sino a todo principal de entre la ciudad, ya fuera un líder religioso o político. La segunda parte (vv. 17-22), está dirigida a todos aquellos que no se encuentran en la ciudad sangrienta, es decir, tanto los habitantes de Judá que se hallaban en las demás ciudades del país, como también los deportados en Babilonia, entre quienes se encontraba el profeta y el público que lo escuchaba. La tercera parte del capítulo (vv. 23-31), fue destinada a cinco diferentes grupos: los príncipes, los sacerdotes, las autoridades, los profetas y por último el pueblo de la tierra que podría referir a terratenientes de estas.

La primera parte del capítulo ayuda a evidenciar que la sentencia de Dios no sólo

ha sido dictada por faltas de orden religioso o cultico, sino también de orden ético y social. El prójimo es el sujeto concreto sobre el que se realiza la falta, pero la misma alcanza también a afectar la relación que uno tiene con Dios. Las relaciones humanas son entendidas entonces como el plano donde también se relaciona uno mismo con él Señor. De esta forma lastimar la integridad y la vida del prójimo, ya sea el padre, la madre, el extranjero, el huérfano o la viuda, representaría también olvidarse de Dios, lo cual es separarse de Él. Esta nueva valoración de la vida y las relaciones humanas coloca a Ezequiel como un profeta de Dios que da un paso más cercano hacia el nuevo paradigma ético-teológico del Nuevo Testamento (Jn. 13:34-35, 1 Jn. 3:10, 15).

La primera y la tercera parte del capítulo coinciden en evidenciar lo que ya

veníamos reflexión acerca de las riquezas. Ellas vuelven a presentarse aquí como el ídolo de muerte que conduce a que se vulnere al prójimo (vv. 12-13). Este atentado es un crimen de sangre que se expresa en opresión y abuso económico ejercidos en contra del próximo para obtener más riqueza. La ambición y avaricia convierte en lobos sedientos de sangre a los príncipes del pueblo (22:17), que serían capaces de atentar contra sus propios padres si eso alimentara su idolatría avariciosa (22:7).

5.2.5. APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA.

Esta sección de Ezequiel ofrece la oportunidad de reflexionar introspectivamente acerca de varios temas muy diversos e importantes para la vida cristiana. Dado que pueden extraerse diversos contenidos para desarrollar aplicaciones prácticas, nosotros nos centraremos en dos particularmente: El futurismo como escapismo agradable, y el peligro de caer en la tentación de servir a los ídolos de la muerte. Enfrenta el presente Evadir la realidad es una tentación que está presente no sólo en el tiempo del profeta, sino también en todo tiempo. El pasaje del libro de Ezequiel 12:21-28, nos dice que la gente que escuchaba la palabra de Dios por medio del profeta comenzó a decir que el


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cumplimiento de sus visiones eran para largo. Frente a su deshonrosa realidad de pecado idolátrico y delito de violencia, ellos prefieren voltear la mirada a otro lado, no aguantan sentirse confrontados por su presente y objetan que los resultados y las consecuencias de sus acciones no tendrían cumplimiento en su generación. Habían incluso inventado un dicho que se mofaba, no del profeta, sino de la realidad que Dios ponía delante de sus ojos. Al frente nuestro se coloca una realidad que tampoco puede terminar de gustarnos. Hay violencias del día a día por doquier, injusticias, abusos, decepciones, angustias, dolores, perdidas, enfermedades y todo tipo de cosas que preferimos muchas veces también evadir. Es más fácil dar la vuelta y mirar a otra realidad, que, aunque ilusoria nos prometa hacernos sentir mejor. Que nos ofrezca descanso y nos inyecte un placebo barato y momentáneo. Hay en verdad bastantes experiencias y cosas que se nos ponen delante ofertándose como vehículos de escape ante la cruda realidad que podemos estar experimentando. Pero estos medios siempre pasan factura. Evadir la realidad trae consigo enfrentarse a las consecuencias de hacerlo; aunque decidamos no encarar el presente, ese siempre estará ahí esperándonos, aguardando a que un día nuestras salidas de escape ya no nos sirvan y nos veamos apretados a enfrentar lo que intentamos rodear por tanto tiempo. La realidad que tenemos delante nuestro no está prometida para ser perfecta, como de hecho lo sabemos muy bien, pero si está llamada a encararse con responsabilidad. Así tuvieron que hacerlo los oyentes del profeta. Ellos no podían evitar con burlas y frases ingeniosas y escépticas, el cumplimiento de la sentencia de la Dios, ni aún aplazarlo. Aunque pudieron sentirse por un breve tiempo, tranquilos aguardando está idea, el Señor les confrontó con su realidad. Hoy también es Dios, y ya no sólo la realidad, quién nos está haciendo ver que no vamos a poder aplazar por siempre lo que es inevitable que llegue a suceder. Situar en el futuro las consecuencias de nuestros actos, es un peligroso, aunque tentativo recurso que finalmente será inútil cuando las consecuencias de nuestra evasión inevitablemente nos alcancen. Por eso la experiencia cristiana abre posibilidad de encarar la realidad tomados de la mano de Dios. Seguir a Cristo no es sinónimo de perderse en una futurista e infructífera esperanza que idealice una caricatura color rosa de lo que nos aguarda. En verdad que tomarse de la mano del Señor, permite hacernos sentir seguros y afianzados en un Dios que nos ama y nos acompaña en medio de las crudas realidades que son inevitables de afrontar tarde que temprano. Aunque a la fe cristiana se le haya acusado de dulce placebo


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escapista (a veces con justa razón), la realidad es que a cada mujer y hombre que ha conocido a Jesús se le invitado a vivir una esperanza tan grande que no cabe a ser relegada totalmente al futuro. La esperanza se vive aquí, en el presente también, en la experiencia humana que afronta realidades complejas y crudas. Ahí en medio de la enfermedad, el dolor o la pérdida también se nos invita a vivir la experiencia de la esperanza cristiana. Es aquí en nuestro presente y ahora, con todos sus retos y desafíos, que tenemos que ser Iglesia de un Dios vivo que da muestras de acompañarnos y estar siempre presente con nosotros sin importar la experiencia que se nos ponga al frente. Encaremos nuestra realidad con fe y esperanza en Dios. Di no a los ídolos de la muerte Es una caricatura creer que para adorar a la muerte hay que ponerse una capucha negra y comprar una estatuilla. La realidad es que se le rinde culto ahí donde se alaban a sus hijas: la violencia y la avaricia. Podemos pensar que no hay relación alguna entre la una y la otra, pero es inevitable que caigamos a la cuenta, gracias al capítulo 22 de Ezequiel, de que la mayoría de las veces estas hermanas viene al dos por uno. Como hemos visto ya, el profeta Ezequiel denunció toda clase de delitos y pecados en este capítulo; religiosos y morales de tipo sexual venían incluidos, pero es notorio con mucha obviedad que Ezequiel destino gran parte de su denuncia aquí hacia los pecados de tipo social. Lastimar a tu hermano, a tus padres, al indefenso y al extraño con violencia y avaricia es alejarte de Dios. Aprovecharte de tu prójimo: defraudarlo, oprimirlo, extorsionarlo, explotarlo y violentarlo es olvidarte del Dios que ha impreso su imagen en ella o el tanto como lo ha hecho en ti. Duras palabras son las del profeta no solo para los oyentes de ese entonces, también para nosotros. La avaricia codiciosa por las riquezas de oro y plata hicieron al pueblo poner su fe ya no en baales o en dioses egipcios, el enriquecimiento era más prometedor que Baal para garantizar el bienestar, la idealización de la salud recobrada por el número de piezas de oro que uno pudiera poseer fue una idea más seductora que el culto a Astarot. Esto mismo sucede hoy día, ¿Quiénes ponen hoy su fe en dioses del pasado como Thor, Zeus, Set o Baal? Sería realmente difícil encontrar a alguien que les rindiera culto, pero por otro lado, reflexionemos acerca de todos aquellos que adoran al dios dinero. ¿Cuántos no se apresuran a buscarlo, consultarlo e intentar agradarle? Bien es cierto que no muchos encienden una veladora o recitan una oración a su nombre, pero miremos cuántos de nosotros no vamos gustosos a sus altares de consumo. Aunque sea más sutil e intente pasar desapercibida, no queda del todo disfrazada la nueva religión del mercado; en sus altares se siguen sacrificando vidas a través de abuso y explotación, y se ofrecen el dolor y las lágrimas de los despojados como ofrendas agradables a su nombre.


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Los ídolos de hoy son por mucho más atractivos porque en verdad conceden algunos de nuestros deseos, nos dan tranquilidad pasajera y permiten que sintamos por momentos un tipo de paz muy fugaz, eso es innegable, algo tienen que ofrecer para ser llamativos y atraer tantos seguidores. Pero conocemos muy bien por la Palabra de Dios, que todo camino ofertado por un ídolo ya sea muy antiguo o muy moderno, finalmente solo nos conducirán a un destino; sea quien sea el diosecillo en quien pongamos nuestra confianza, al final el pecado idolátrico nos habrá de llevar a la muerte. Desafortunadamente pasa desapercibida muchas veces la denuncia de Dios que quedó atestiguada en el libro del profeta para muchos de nosotros. Hoy, sin embargo, tenemos oportunidad de realizar una reflexión introspectiva ¿será mi vida una excepción a la denuncia de Dios que pronuncia el profeta? ¿Estarán mis acciones cercanas a olvidarme de Dios por ir en pos de la riqueza sin importarme la vida de mi prójimo? Si somos sinceros con nosotros mismos, nos arrepentimos y convertimos nuestro camino, estemos seguros de que Dios con amor y misericordia habrá de perdonarnos.


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5.3. CLASE 3. Contra las potencias de la tierra (Capítulos 25 – 32)


Y sabrán todos los moradores de Egipto que yo soy Jehová, por cuanto fueron báculo de caña a la casa de Israel. Cuando te tomaron con la mano, te quebraste, y les rompiste todo el hombro; y cuando se apoyaron en ti, te quebraste, y les rompiste sus lomos enteramente. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo traigo contra ti espada, y cortaré de ti hombres y bestias. Y la tierra de Egipto será asolada y desierta, y sabrán que yo soy Jehová; por cuanto dijo: El Nilo es mío, y yo lo hice. Por tanto, he aquí yo estoy contra ti, y contra tus ríos; y pondré la tierra de Egipto en desolación…

Ezequiel 29:6-10

5.3.2. PROPÓSITO:

Hacer una relectura de esta sección del libro de Ezequiel nos permitirá comprender cómo es que aquellas potencias que en tiempo de Ezequiel ofertaban paz, esperanza y promesas seguras de prosperidad terminaron siendo desenmascaradas y confrontadas delante de sus propias violencias, conduciéndose así mismas a caminos de ruina y desolación. Por tanto, al leer esta tercera sección del libro de Ezequiel podremos reflexionar acerca de las apariencias que intentan vender aquellas potencias que invitan a imitar prácticas opresivas y violentas frente a los demás, a la vez que recordamos que la paz y la justicia no van de la mano de la violencia o la opresión del otro, pues esta sección del libro de Ezequiel evidencia que también las fuerzas y los poderes que hoy aparentan ser invulnerables, eternos y prósperos terminan siendo denunciados y avergonzados por el Dios de la vida que aún con todo no abandona a su pueblo.


El remanente del pueblo de Judá que escuchaba a Ezequiel pudo sentirse o realmente muy escéptico de lo que el profeta les estaba diciendo o realmente muy triste por caer a la cuenta de que en verdad la sentencia del juicio de Dios llegaría en su generación y lo lamentarían tanto ellos como sus compatriotas en Jerusalén. La angustia fue el mal que pudo haberse contagiado entre ellos ante la ansiedad de esperar un acontecimiento que los marcaría como pueblo tanto (o incluso más), que como lo hizo su cautiverio en Egipto.


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Con ese sentimiento de angustia en el corazón, su atención de pronto se dirigió nuevamente hacia el profeta. Sorpresivamente ahora estaba diciendo cosas totalmente diferentes a lo que estaban acostumbrados a escuchar de parte de él. Seguían siendo denuncias y juicios, pero lo sorpresivo era que ya no iban dirigidos hacia su país. El profeta Ezequiel de pronto anunció los juicios de Dios contra las naciones de la tierra. Era una especie de pausa, un medio tiempo para todo lo que estaba pasando. Así también los editores del libro de Ezequiel pensaron que debían ordenar estos acontecimientos, al menos eso lo sabemos porque las fechas que se dan en el libro en esta sección no coinciden con un orden lineal de tiempo. Esto apunta a que algunas escenas contenidas en esta sección del libro pudieron haberse realizado en diferentes tiempos del ministerio de Ezequiel, y que, sin embargo, fueron contenidas juntas aquí para ayudarnos a tomar un tiempo medio también como lectores del libro. Agruparlas en conjunto (sin prestar tanta atención a su fecha), nos facilita una mejor comprensión de la estructura del libro y de la historia que vamos siguiendo.

Ahora entonces nos encaminamos a estudiar este medio tiempo del libro, un interludio que nos permite tomar un respiro del juicio que hemos venido escuchando para Israel, pero que todavía no nos introduce de lleno en las promesas de restauración y consolación que Dios tiene preparadas para su pueblo. El hilo de los relatos nos sitúa en un momento histórico en el que aún no ha llegado a cumplirse la sentencia de sitio, exilio y desolación para Jerusalén, pero ya se nos va encaminando también a ese momento. Estudiemos ahora pues los juicios de Dios para las naciones de la tierra; los cuatro pueblos vecinos que se aliaron con Judá para ir en contra de Babilonia, Tiro y Sidón que rompieron tratos de paz y amistad con Nabucodonosor y con Israel, así como también Egipto que rivalizó oportunistamente el liderazgo entre las naciones. Todos ellos recibieron de Dios la denuncia y la sentencia anunciada correspondiente por haber contribuido a la angustia y desolación de Jerusalén, todos ellos fueron desenmascarados y humillados de sus orgullosas actitudes.


El capítulo 25 nos introduce a conocer el juicio anunciado para los siete países que en esta sección se describirá. Cada una de las naciones recibe sentencias diferentes de parte de Dios, si bien se muestra que hay dos tipos de actitudes generales que les hace agruparse en dos lados. Primero están las pequeñas cuatro naciones que, siendo vecinas de Judá, aprovecharon la marea turbulenta y agitada de los sucesos que afectaron a Jerusalén, para cometer más abuso y violencia en su contra. En otro fuego se cocina la denuncia hacia Tiro y Egipto, e incluso Sidón (del que apenas se hace una pequeña referencia). Estas tres naciones (aunque sobre todo Egipto), están acusadas de exaltarse a sí mismas, y de gloriarse con vanidad y orgullo, prometiendo una falsa y peligrosa amistad para el destino de Jerusalén. Por eso como hemos dicho al principio, ahora dejamos a un lado aparte estas poderosas potencias y nos concentramos en los pequeños reinos vecinos de Judá.


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Contra los vecinos de Judá Judá estaba rodeada de cuatro pueblos con los que tuvo que aprender a socializar y mediar tensiones a lo largo de varios siglos. En tiempos de Ezequiel, la actitud de estos reinos fue impredecible también hacia Judá, pues, aunque hubo un momento en que sus reyes formaron alianza con el sublevado príncipe de Jerusalén (Ez. 17:15, Jer. 27:3), también hubo un momento en que se aprovecharon de su vulnerable vecino para ejercer violencia y toda clase de delitos en su contra como nos lo cuenta este capítulo 25 del libro de Ezequiel. Los vecinos de Judá son los reinos de Amón, Moab, Edom y las tribus filisteas que aún sin reino, conformaban un formidable pueblo que debía ser tomado enserio por el “reino del sur” también conocido como Judá. Es cierto que estaba también ahí muy cerca otros dos pueblos que colindaban con Jerusalén; el pueblo arameo que se ubicaba al noroeste y las tribus árabes que se ubicaban al sureste de Judá. Pero estos no son mencionados aquí. Por tal motivo nuestra atención debe centrarse ahora en conocer cuáles fueron los delitos de estos cuatro vecinos de la casa de Judá; observaremos con atención la denuncia y la sentencia que Jehová pone sobre ellos en labios del profeta.

Amón ¿Quién o qué es Amón? Con esa pregunta abriremos esperando poder responder. La primera nación vecina de Judá recibe una dura sentencia por haber hecho dos cosas (v.3, 6): se gozó en el alma y con todo su menosprecio del asedio y el exilio que vivió Jerusalén cuando fue sitiada. Y como consecuencia el Señor dictó sentencia, será entregada a las naciones orientales (tribus árabes), para ser saqueada, destruida y aún exterminada. No


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quedaría recuerdo de ella (V. 10) y esto en efecto es algo cierto que se cumplió. El pueblo de Amón desapareció de la historia dejando tan solo el recuerdo del nombre de su capital: Rabá, una ciudad que sería recordaba como establo de camellos. Moab Una nación al sur de Amón y al este del Mar Muerto, que entabló una buena relación con Amón, siendo vecinos y aliados. Su familiaridad está reflejada en que puede hablar de tú a tú con el alto monte de su vecino amonita, Seir. Su diálogo, sin embargo, evidencia conspiración y maquinación. Hay diálogo para entablar alianzas en contra de Judá, menospreciándole como una nación débil e inferior. Dios dicta sentencia, pero es Amón quien sigue recibiendo gran parte de ella. Moab por otro lado recibirá juicios de Dios, pero no se abunda en cuáles podrían ser, aunque hay quienes ven reflejado aquí que Moab compartiría el castigo de su cómplice, siendo invadido por orientales. Edom La denuncia de Dios contra la maldad del reino de Edom (25:12), nos permite conocer que este pueblo se había vengado previamente en contra de la casa de Judá cometiendo delitos extremos; y como consecuencia de este mal operado contra su vecino es que recibe su sentencia de parte de Dios (25:13-14), que en este caso corresponde a recibir la venganza por parte de mano de Jehová, quien en contra de ellos promete desolar con espada su población de “hombres y bestias” por igual, desde la provincia norteña de su país llamada Temán (al sur de Judá), hasta su provincia sureña llamada Dedán. Se ignora que acto podría haber vengado este pueblo contra Judá, pero lo que sí es seguro es que además de la Biblia hay pruebas arqueológicas contemporáneas a la época que confirman la tensión y rivalidad entre ambos pueblos. Por lo que es fácil concluir que de los cuatro países vecinos que tenía Judá en tiempos de Ezequiel, Edom llegó a ser el pueblo que más daño provocó en contra de su vecino. Aun a pesar de que él profeta Jeremías incluye a su rey edomita entre los monarcas que formaron alianza con el rey Sedecías de Judá, en contra de Babilonia: Jer. 27:3. Más tarde el libro de Ezequiel volverá a mencionar a Edom, para anunciar que su monte Seir, será desolado por la eternidad (35:1-15). Filisteos Pará este tiempo de la historia, las tribus filisteas ya no eran aquel poderoso enemigo que jueces como Sansón o reyes como David llegaron a enfrentar. Pero Judá siempre supo que no debía menospreciar a las tribus filisteas y debía tener mucha atención de cuidarse de sus bandas, las cuales violentaban su ya desolada nación para saquearla, trayendo así el recuerdo, de aquella gran enemistad que siempre les caracterizó. La sentencia de Dios alcanza a pronunciarse y ahora, como las demás naciones ya mencionadas enfrentarán las consecuencias de sus propias acciones.


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Juicio contra Tiro

Dejamos el capítulo 25 a un lado, y abordamos ahora el relato que describe el juicio de Dios ya no hacia las naciones vecinas de Israel. Ahora serán Sidón, pero sobre todo Tiro quienes escuchen la sentencia que Dios tiene para ellos. Adelantamos que la ciudad mercantil y marítima, será desolada.

Es curioso que, en los siguientes capítulos, nunca se llegue a mencionar que Tiro fuera una ciudad que atacó a Israel o que se aprovechará de Judá ante su desgracia. Si prestamos mucha atención a las increíbles descripciones que hace el profeta de la nación. Notaremos que la ciudad fenicia nunca es acusada de haber ido en contra de Jerusalén. En efecto, no sólo en Ezequiel, sino en toda la Escritura, cada vez que se menciona Tiro, se le describe como de una forma y otra aliada de Israel y Judá. No estamos aquí entonces frente al juicio de Dios por un mal cometido en contra de Jerusalén con violencia. Tiro, que de antiguo fue amiga y aliada de la nación de Israel, había llenado de orgullo su mente y con vanidad se olvidó de sus viejas amistades. La prosperidad le cegó, y ni todas sus grandes hazañas ni sus grandes bienes pudieron aprovecharle de algo cuando la sentencia de Dios fue dictada. Tiro compartirá con Egipcio una denuncia de Dios, el pecado de orgullo que hace que la marítima ciudad se pierda en su ilusión. Su hermosura arquitectónica y su gran habilidad mental para el comercio no debieron darle razones para enaltecerse sobre los demás pueblos, había volado demasiado alto la nación de Tiro, pero olvidó y perdió a sus amigos a causa de su vanidad. Enmascarada de gloria angelical, era al final una nación como cualquier otro pueblo de mujeres y hombres.

La poderosa ciudad recibió sentencia de Dios, sería asolada y destruida. La historia

nos atestigua que esto llegó a suceder hacia finales del cuarto siglo antes de Cristo. Tardarían 250 años el cumplimiento de las palabras proféticas, pero finalmente Alejandro Magno asoló la ciudad. Ni Nabucodonosor con su ejército, ni el poderoso monstruo del Nilo y su faraón egipcio pudieron lograrlo en todos esos años, pero finalmente el conquistador macedonio traería cumplimento está profecía. Sería desolada la más grande ciudad marítima que alguna vez el mediterráneo albergó, la avaricia de Tiro acabó con ella misma. Las interpretaciones cristianas posteriormente no se harían esperar; el príncipe de Tiro que luego también se menciona en el capítulo 28, dio muchísimo material para las interpretaciones alegóricas. El príncipe de Tiro hacía eco de Satanás mismo según la interpretación alejandrina. El desarrollo de esta idea en los posteriores siglos fue puliendo la idea y acomodando los detalles para que encajara tal aseveración, pero se dejó a un lado la interpretación que al menos el cristianismo primitivo de Antioquia llegó a proponer. Ya Teodoro de Mopsuestia (360-428 d. C.) había llegado a decir que los libros proféticos deben leerse con atención a su contexto histórico y a sus propias realidades, pero fue luego Teodoreto de Ciro (393-466 d C.), quién desarrollando más la idea de su compañero antioqueno impulso la búsqueda de una significado diferente, que viera aquí


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una respuesta sin recurrir al simbolismo alegorizante de Orígenes. Teodoreto conocía bien el contexto, porque el mismo llegó a ser pastor de la iglesia de Tiro por casi toda su vida. El llegó a proponer que de fondo debió haber una discusión entre ambas naciones amigas. La descripción del avergonzado príncipe de Tiro no sería así descripción de la caída de Satanás, sino representación poética de un suceso histórico que nosotros hoy desconocemos pero que debió haber puesto enemistad entre Judá y la potencia marítima. Las interpretaciones más modernas apelan al libro de Reyes para dar explicación al fondo histórico del relato. Juicio contra Egipto

Egipto siempre fue potencia en la antigüedad, aunque llegó a tener sus momentos de mayor lucidez y a su vez también sus días de debilidad. El Egipto del tiempo de Ezequiel es un país que sigue siendo potencia del mundo conocido, sólo rivalizado en ese aquel momento por Asiria, Babilonia y Persia que se levantarán la una sobre la otra para confirmarse como nuevas potencias. Egipto es caso diferente, aunque las dinastías de sus faraones cambian, su legado sobrevive por siglos e incluso milenios. Los restos del antiguo Egipto que han llegado hasta nosotros evidencian y confirman la existencia de una poderosa nación Sabemos que la Casa de Israel ya de antiguo se había relacionado con Egipto. El libro de Éxodo nos lo describe como el poderoso hecho de un Dios libertador que hace bondad hacia un débil y oprimido pueblo en contra del poderoso opresor llamado Egipto.

La relación de ambos pueblos no terminó sin embargo ahí. Antes incluso que Ezequiel, otros escritores bíblicos señalan la relación. Los monarcas de ambos reinos llegan a tener contacto con el desarrollo de la historia. Una par de cosas pueden decirse de esa relación. Egipto es un aliado oportunista y Judá un vasallo crédulo o al menos muy ingenuo. Como potencia mundial, Egipto tiende a tejer relaciones con pueblos y naciones pequeñas y medianas para intentar devorar a las grandes. Israel y las naciones ya mencionadas en el capítulo 25, integraron por mucho tiempo ese equipo de apoyo para Egipto, de manera que cuando Asiria y luego Babilonia llegan a la zona del partido, las alianzas comienzan a tambalearse. Judá y sus pequeños reinos vecinos tenían que cambiar de bando según las circunstancias les obligarán a hacerlo. Egipto había prometido a cambio del vasallaje un respaldo total; él les daría cobertura si los pequeños y medianos pueblos lo seguían en contra de sus enemigos. Las promesas tenían un fundamento. Egipto había permanecido en pie frente a tantas crisis y aún se sostenía con experiencia militar y con avance tecnológico de su tiempo. Era seguramente el ideal de los pueblos pequeños que cedieron ante el esperando encontrar en el su respaldo y protección.


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Egipto sin embargo les falló, o al menos eso sabemos en el caso de Judá; el profeta Jeremías contemporáneo de Ezequiel, describe el fracaso del faraón por auxiliar a Jerusalén ante su asedio por Babilonia. (Jer. 37:1-10). El mal tino de Sedecías, rey de Judá para escoger a sus aliados políticos, le saldría muy caro (Ez. 17:1-24). Faraón les había fallado, toda esa grandeza y gloria de la que presumía nunca llegó a conocerse en efectos prácticos para benéfico de Jerusalén. Su poderoso aliado los abandonó y había dejado a la suerte el destino de su reino vasallo Judá. Ese sería en parte el motivo por el que Dios habría de denunciarle y sentenciarle, era la potencia mentirosa que ilusiona y defrauda, era la realidad de la idolátrica política de Judá (Ez. 23). Podría parecer un buen amante, pero al final sería solo un oportunista que sacó ventaja y despojo como lo hacían también los baales en otros tiempos. Otros tiempos otros ídolos, pero al final todos falsos.

Los cuatro capítulos siguientes evidenciaran lo ya expuesto: Egipto se exalta así

mismo y se siente lo que nosotros solemos llamar “La última coca en el desierto”. En sus tiempos, el se proclama “el monstruo del Nilo”. Un título que deja bastante impresión en aliados y enemigos por igual, pero no así en el Señor. ÉL avergonzará a la bestia que se cree dueño y señor del mundo y humillando al gran monstruo confirmará lo que hoy también sabemos nosotros. No hay poder en el mundo que rivalice con Dios. Las visiones del profeta describen como será Nabucodonosor la mano de Dios que traiga la desolación de Egipto, así como lo hizo con Jerusalén. La potencia no iba a enfrentarse a Babilonia, era Dios mismo quien iba a hacerle frente ahora. Eso tuvo cumplimiento en el año 568. Egipto ya había ganado y perdido batallas antes contra Babilonia en el pasado. Pero ahora iba a vérselas con el Dios de Judá, el Señor del pueblo que él había defraudado.

El día del Señor llegaría sobre Egipto y cuando ocurriese los brazos del faraón van

a quebrarse. Así como Egipto fue vara débil que hizo que al apoyarse Judá se cayera y se rompiese los brazos: sus ejércitos. Así de la misma manera ahora sería Egipto quien recibiera las consecuencias de sus propios actos. Ese cedro del Líbano caería, ese monstruo del Nilo terminaría siendo degollado.

Las profecías de Ezequiel contra Egipto y las otras naciones debieron haber

producido una comprensión distinta entre sus oyentes. Verdaderamente Dios estaba demostrando ser justo. No es que se enseñara Él Señor contra su pueblo, es como lo había dicho antes, cada quién debía dar cuentas de sí mismo (cap.18). Judá no iba a alegrarse de la desgracia ajena, como si lo hizo Amón con ella, sólo iba a poder suspirar y sentirse más tranquila ya sin la amenaza de ídolos políticos defraudadores y sin vecinos violentos que les oprimiera. Sin embargo, la angustia y la tristeza no habían desaparecido. Ellos tendrán que esperar que la sentencia de Dios también se cumpliera cobre ellos. Vamos a ver como sucedió esto en la siguiente lección.


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5.3.5. APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA. Quiénes hoy ostentan poder en el mundo, son sin duda sujetos e instituciones diferentes a quienes en el tiempo de Ezequiel representaron dominio y autoridad. Ya no contamos con príncipes divinizados o reinos conquistadores de pueblos indefensos. Lo que en el siglo XXI abundan son las instituciones y multinacionales que miden “su gloria” por el capital que cotizan sus acciones en la bolsa; potencias que se llenan de orgullo por el número de armamento nuclear que tienen o por el nivel de desarrollo tecnológico que aprovechen e impulsen.

Lo mismo podría decirse de las naciones oportunistas que se aventajaron sobre Judá. No hay recuerdo de un tal Moab más que en la biblia, pero sobreviven hasta el día de hoy las acciones de abuso y aprovechamiento frente a la vulnerabilidad del débil. Quizás sólo hayan cambiado los nombres, pero lamentablemente nunca faltarán quienes ante la desgracia de su vecino aprovechen la oportunidad para sacar algo, ya sea venganza, riqueza o simplemente entrenamiento y diversión.

De forma que el rostro de quien manipula el poder ha cambiado, pero no así su

legado. Ya no hay un Amón que se burle de naciones asoladas, ahora hay sujetos e instituciones que convierten en espectáculo la desgracia de su prójimo para lucrar con su sufrimiento. Es triste reconocer que hoy también hay entretenimiento y placer en el abuso y la humillación del otro, pero representa a su vez una realidad que no podemos tampoco evitar afrontar para comenzar a combatir.

Ya no hay un Moab que menosprecie a la casa de Judá, ahora hay cientos y miles

de personas que desprecian a sus semejantes por su género, su raza, o su estatus social y económico. Lamentablemente también en México se discrimina con palabras, expresiones, gestos, actitudes o acciones que evidencian que no hay nación exenta del pecado de despreciar a su semejante.

Ya no hay forajidos armados de Edom que trafiquen perlas, usurpen tierras

israelitas, y delincan en extremo contra Judá; ahora hay un temible crimen organizado que se encarga de traficar, además de droga y armas, con vidas humanas, ahora hay multinacionales que se dedican a despojar a los pueblos de sus tierras y sus recursos, ahora se acrecientan los crímenes que quedan impunes y los delitos de los nunca se habla.

Ya no hay más filisteos resentidos que intenten vengar viejas enemistades, ahora

hay lógicas del desquite promoviendo odio y violencia en nuestros espacios comunes de convivencia. Las rencillas se siguen guardando y con ello nacen nuevos antagonismos


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que disputan violentamente con enemistad mientras impulsan la rueda del odio y la venganza en el mundo.

Ya no hay un hermoso y sabio príncipe de Tiro, ni tampoco un orgulloso y

jactancioso faraón de Egipto; ahora contamos con atractivas tecnologías de muerte y explotación que se deifican a sí mismas mientras consumen hambrientas la creación de Dios.

Ya no hay un poderoso Egipto que se enaltezca como el gran monstruo del Nilo;

ahora hay un poderoso y monstruoso dios mercado que regula la economía, la ética y las políticas laborales de los pueblos del mundo.

En suma, aunque el rostro del opresor haya cambiado, seguimos haciéndole frente

a huestes y principados de maldad que, enmascaradas con un rostro amigable, ilusionan engañando y prometiendo paz, prosperidad y justicia. Llevando por mal camino la espiritualidad y la esperanza de los moradores del mundo. Sin embargo, Dios está con nosotros. Su amor no sólo está ahí para vendarnos y hacernos sentir bien. El Señor encamina nuestros pasos al conocerle, nos capacita para afrontar las amenazas de este mundo, no con la seguridad puesta en nosotros sino en Cristo Jesús que ha dado muestra real y verdadera de haber vencido a la muerte y a todos su poderes. Es a través del Espíritu Santo que hoy estamos llamados a confiar en que aún aquellos poderes del mundo que parecen grandes no son nada comparados con el Señor. Tantas instituciones que operan explotando y haciendo injusticia, tantos sujetos que se aventajan del débil cometiendo violencia y abuso. No podrán apagar la fe esperanza de creer que a través de Jesús hay oportunidad de cambio y transformación.

Pero Él habrá de hacer de cada uno de nosotros un hijo suyo para que, como

Ezequiel, sirvamos, seamos instrumentos y operemos con oración y ayuno, pero también con vidas que sean un signo de la transformación que obra Dios. Que nuestro testimonio cotidiano, el de mujeres y hombres que han sido transformados por el amor de Dios, sea el que haga frente a los poderes del mundo, siendo pacificadores ahí donde se necesita a causa del odio entre los semejantes, siendo amigos fieles ahí donde abunda la desconfianza y enemistad, llevando a Cristo en el corazón y la mente haremos frente a los poderes del mundo. Porque no se trata de difundir el gastado eslogan de “pequeñas y buenas cambiaran al mundo”, se trata de afirmar que Dios, a través del Cristo Jesús, ya ha comenzado a transformar al mundo, y lo está haciendo, invitando a su Iglesia a ser signo de su Reino. Tú y yo somos su iglesia, vivamos y compartamos el Evangelio.


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5.4. CLASE 4. Promesas de Restauración (Capítulos 33 – 37)

5.4.1. PASAJE BÍBLICO BASE: Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.

Ezequiel 37:12, 14

5.4.2. PROPÓSITO:

Luego de haber escuchado el duro y amargo, pero también justo juicio de Dios contra las naciones y contra el propio pueblo, con el que Él había hecho Alianza. Ahora pasamos a esta segunda gran parte del libro para conocer que ese Dios de recto juicio también es Dios de inmerecida gracia y bondad. La redención y restauración del Señor para su pueblo se harán manifiestas a partir de aquí. Vamos a recordar porque el Dios que ama al mundo lo suficiente para enviar a su Hijo en rescate por muchos, y tener la disposición de poner su vida para demostrar su deseo de salvarnos, es el mismo Dios que también esta descrito en el libro del profeta Ezequiel. Esta cuarta sección del libro es en realidad la parte medular de toda la obra. No puede entenderse a Ezequiel, si sólo se lee la primera parte de su libro porque nuestra compresión se vería bastante sesgada. Así que ahora, conozcamos las promesas que el Dios de la vida tiene preparadas para su pueblo.


Habíamos dicho antes que llegaríamos a ver en Ezequiel, dos tipos de actitudes ministeriales en su profesión profética; denuncia y juicio, pero también promesa y anuncio de restauración. Ahora habremos de confirmar esto segundo. Esta sección cuarta de nuestras clases comprende del capítulo 33 al capítulo 37 del libro. Cinco capítulos que en su conjunto representan la bondad de Dios que en cumpliendo con fidelidad a su Alianza, no dejará que su pueblo muera en el olvido, sino que por su Santo Nombre obrará restauración para resucitar a una nación. Vamos a conocer por fin el cumplimiento de la sentencia de Dios (33), pero también vamos a descubrir las promesas de restauración que ese mismo Dios tenía preparadas (34, 36, 37). Omitiremos únicamente la reflexión sobre el capítulo 35, sección que recomendamos puede leerse y reflexionarse mejor con Ez. 25:12-14.


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Antes de abordar la sección medular del libro y el ministerio del profeta, hemos de conocer también el acontecimiento que divide todo el libro y el ministerio del profeta. La destrucción de Jerusalén por parte de Nabucodonosor y su ejército (587 A. C.), es el acontecimiento histórico que pone un antes y un después, no sólo en el libro de Ezequiel, sino también en casi toda la historia bíblica del Antiguo Testamento. Solo el Éxodo rivaliza con el Exilio y deportación como acontecimiento principal del AT. Si bien la historia bíblica del AT es profundamente basta y está plagada de hechos importantes de los que se puede decir y aprender siempre algo, el Éxodo y el Exilio son experiencias que marcan la historia del pueblo de una manera muy especial.

Aquí entonces estamos frente a un acontecimiento que lo cambia todo; a diferencia del exilio y la caída del reino de Israel, el asedio y destrucción de Jerusalén, capital del reino de Judá, así como la deportación de su pueblo sobreviviente, demuestran que un proyecto de nación había fracasado y había llegado a su fin también otro de tipo religioso. La monarquía davídica junto a toda la demás historia de su pueblo tiene su aparente final aquí. Seis siglos cuando menos aquí están concluyendo. El sentimiento del pueblo sobreviviente debe estar por los suelos ahora, no pudieron ser la nación fiel que cumpliera la Alianza con su Dios, el esfuerzo de varios hombres y mujeres que intentaron en toda la historia evitar que esto sucedería, no pudo sin embargo lograr cambiar, no “el destino “ o “la voluntad ya establecida de Dios”, sino la rebeldía de un pueblo idolatra que pecó contra Dios y contra su prójimo; las consecuencias que sobrevinieron no tenían que haberse dado, pero así resultó al final. La profecía de Ezequiel se cumplió aun estando el a kilómetros de distancia de su ciudad. Había caído Jerusalén, había sido saqueada la ciudad y el templo por igual, la gente había sufrido el error de sus líderes y de ellos mismos también; hambruna, peste, espada, muerte y exilio. Ya no había más que hacer, los dos reinos hermanos Judá e Israel fueron destruidos. ¿La casa de Jacob volvería a levantarse?

Debatido está si fue en enero del año 586 o del año 585 A. C. cuando un fugitivo de la destrucción de la capital llegó a Tel-Abib (Babilonia), y contó al profeta Ezequiel lo que le había acontecido al pueblo y la ciudad. (Ez. 33:21-22). A partir de este momento se cumplió lo que ya había anunciado el Señor previamente (Ez. 24:26-27). Por un tiempo Ezequiel fue enmudecido, después de que su esposa muriera y él no pudiera llorar su duelo como señal de lo que estaba pasando en Jerusalén. Ahora que el sitio y la desolación habían terminado, Ezequiel podía volver a hablar. De hecho, iba a ser muy necesario porque a parir de ahora, llegaría el momento para que su ministerio profético tomara otro rumbo. Ahora Ezequiel va a convertirse en aquel profeta pastoral que es atalaya de esperanza para su pueblo.


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Restauración condicionada: arrepentimiento y conversión

Aclararemos ahora el orden que seguiremos para el cap. 33. Como se ha dicho ya antes, el libro de Ezequiel ha sido editado por el profeta mismo y probablemente también por discípulos de él y alguno que otro escriba del siglo IV o III A. C. Está comprensión nos permite entender cómo algunas partes del libro parecen tan ordenadas con gran detalle y algunas otras parecen un poco confusas. Este es el caso del capítulo 33 de Ezequiel, al que ya en anterior párrafo nos referimos. Si tomamos en cuenta los dos últimos versículos del capítulo 24, y los versículos 21 y 22 del capítulo 33, notaremos que en medio de ambos es imposible que Ezequiel haya podido hablar pues había enmudecido. Lo cual ya nos dice que la sección tercera, vista en la anterior clase bien podría ser una recopilación intermedia bien colocada argumentalmente pero no cronológicamente. Por tanto, aquí también en el capítulo 33 notamos que los versos 1 al 20 debieron ser imposibles de tener lugar estando Ezequiel enmudecido. Los versículos 1 al 20 del capítulo 33 son posteriores al acontecimiento histórico expresado en los versículos 21 y 22, por lo que estos (1-20), deben leerse después de V. 21-22, para dar congruencia a la historia del profeta. Por otra parte, sucede todo lo contrario con los versos 23-33, que demuestran hablar de una visión de juicio y sentencia que ya no tendría lugar en un momento en que esto ya había acontecido y ya había sido dado a conocer también a los judíos de Tel-Abib. Únicamente entonces debieran invertirse las secciones de versículos antes y después de los versículos 21-22. Luego de explicar esto ahora podemos centrar nuestra atención a aquello que ocurre luego de la destrucción del templo. Nos referimos entonces aquí a la profecía de Ezequiel 33:1-20, pero especialmente a los versos del 10 al 20.

Luego de que Jerusalén fuera destruida, el profeta Ezequiel emprende la tarea de intentar convencer a sus compatriotas deportados, acerca de que Dios seguía considerándolos su pueblo, y Él seguía manteniendo su mensaje ya expresado en el capítulo 18: era necesario un arrepentimiento de los pecados y una conversación personal para que la promesa de restauración llegara. En aquel momento, como ya también hemos referido, el pueblo de Israel tenía “el alma por los suelos”: desánimo, tristeza, moral barriendo el piso, corazón partido. No había ya esperanza de un futuro para ellos; desde su interpretación de los acontecimientos, su nación ya no existía, Dios ya no los amaba, eran un pueblo el borde de la extinción, y sólo les quedaba esperar y aguardar a la muerte porque ellos eran ahora un conjunto de gente calcinada, 33:10, que más tarde se referenciara también como un valle de huesos secos 37:1-3. La actitud pesimista del pueblo pone en peligro la oportunidad de que caigan a la cuenta de que Dios sí los ama y quiere levantarlos nuevamente porque Él es su Dios y ellos son su pueblo, aun a pesar de sus rebeliones y pecados cometidos, y aún a pesar también de la sentencia que ya recibieron.


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Los versículos 1 al 9 del capítulo 33 nos permiten entender que el profeta no sólo habla para el pueblo, también lo hace para si en algún momento. Como Atalaya de Israel, su misterio le obliga a continuar su labor profética, ahora también con una dimensión pastoral. Se aplica una parábola que corresponde a su ministerio como centinela y a resumidas cuentas nos recuerda que el profeta no sólo está ahí para ver por sí mismo o para ser un objeto inanimado sin sentimientos o emociones al momento de servir a Dios. La responsabilidad del ministerio profético de Ezequiel está extendida a sus prójimos, de manera que él no puede ni debe callar ante lo que Dios ahora también va a decir para levantar el ánimo y sobre todo las esperanzas de su pueblo. Su responsabilidad, sin embargo, no le impiden ser siendo un “hijo de hombre” a fin de cuentas, pues su vocación no fue ser el convertirse en un querubín sino el convertirse en un profeta al servicio de Dios, pero al final humano también como la gente a la que se dirigía.

A continuación, el Señor pone la responsabilidad de recordar al pueblo lo que ya antes vimos: hay un llamado al arrepentimiento y a la conversación del camino y el corazón. Cada uno de los habitantes sobrevivientes el en exilio, debe ahora hacerse responsable de las decisiones que tome para enfrentar lo que ha pasado. Puede elegir entre tomar la opción restauradora pero condicionada de Dios, o bien puede simplemente ignorar la invitación. Es una restauración condicionada por que finalmente hay un llamado a tomar otro camino para poder vivir. Si se elige no arrepentirse ni convertirse, no se cumple con lo expresado y requerido por Dios para ser restaurado a vivir, porque nuevamente, lo que está en juego aquí, más que la prosperidad o el levantamiento de un nuevo templo o una ciudad, es la vida misma. Dios no quiere que su pueblo se auto identifique como un pueblo calcinado hasta los huesos sino como un pueblo llamado resucitar con vida. El llamado a la conversión de los malos caminos y al reconocimiento del pecado en arrepentimiento, son un legado que el ministerio de Ezequiel, y el de otros profetas comparten para que unos siglos más tarde, Juan el Bautista y nuestro mismo Señor y Salvador Jesucristo, hagan igualmente una invitación similar: “Arrepentíos porque el Reino de Dios ha llegado” (Mateo 3:2, 4:17).

Primera promesa de restauración: Un pastor Dios es un Dios de vida que va a encaminar y dirigir a su pueblo una vez le levante de entre la muerte. La primera promesa de restauración es un esperanza prometida en el figura alguien diferente al frente de ellos. Malos líderes habían conducido a la casa de Israel por caminos de pecado. Sus reyes, sacerdotes, profetas, políticos, aristócratas, terratenientes, todos ellos, habían durante siglos llevado a la perdición a su pueblo. Ellos reciben la denuncia de Dios y también hay una sentencia, aunque en esta ocasión muy suavizada ya en comparación con las anteriormente pronunciadas por el profeta. El capítulo 34 sin embargo, no está desarrollado para que volvamos al tema de denuncia – juicio – castigo, sino para que hallemos esperanza en la promesa de un Pastor, David el


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siervo de Dios, es usado como la imagen del mejor de los pastores que Israel había tenido. Es pues la promesa de tiempos mejores, con un mejor dirigente al frente del pueblo. Dios mismo será ese mejor pastor, porque el pueblo es suyo, y ellas son sus ovejas. Hay una doble denuncia, si, a los malos pastores y a las malas ovejas, estas, sin embargo, no ocupan el lugar central de la promesa, porque están ahí principalmente para remarcar el cambio de rumbo y la importancia de la promesa. El pastor que se preocupa por sus ovejas, alimentándolas, cuidándolas, curándolas, buscándolas, cargándolas, guiándolas; representa un contraste notorio frente a falsos y malvados pastores que sólo habían aprovechado su posición para sacar ventaja de las ovejas e incumplir sus obligaciones. Las ovejas gordas también reciben denuncia porque igual que los malos pastores, han aprendido a abusar y violentar a la oveja débil con tal de salir ganado. Como se verá en los anexos a este trabajo, el desarrollo de la imagen del buen pastor en la teología cristiana ha sido profundamente interpretada a partir de la llave maestra que da significado a la promesa: Jesús es el buen pastor de su pueblo, la Iglesia.

Segunda promesa de restauración: nueva tierra y nuevo corazón El capítulo 36 que ahora tenemos oportunidad de revisar, presenta una segunda promesa de restauración; está vez la casa de Israel compartirá restauración con su propia tierra, ya que la redención de Dios no sólo transforma su condición como pueblo, toda la tierra va a revestirse, la creación entera es restaurada para dar muestra del amor y el poder de Dios. Abunda en este capítulo la imagen de arroyos, valles, collados y montes transformados, porque ya no son más aquellos montes de sangre denunciados y sentenciados en el capítulo 7, ahora han sido renovados también para dar muestra que en el plan de vida resucitada que Dios tiene para el pueblo, la restauración será integral y no faltará elemento de su creación que no goce de la oportunidad de ser tocado por Él para ser de bendición. La sección que comprende esta restauración termina en el versículo 22; Dios hace todo esto y es maravilloso, pero él sin embargo no está haciéndolo por la casa de Israel, él lo hace por su Santo Nombre. ¿Qué significará esto? Hay quién quiere ver aquí una expresión individualista y enaltecida con vanidad y orgullo, no compartimos sin embargo la idea de que Dios haga esto por una especie de egocentrismo. Su Santo Nombre sería la integridad y el cumplimiento de su promesa, para con Israel y su creación. Todo, sin embargo, le lleva a interesarse por los perdidos. Dios es Santo, pero eso lejos de distanciarle de nosotros como seres humanos y de su creación entera, le hace interesarse por nosotros. No ha sido por el pueblo que ha fracasado y fallado al Pacto, no ha sido por la obediencia de la casa de Israel, porque en realidad esta ha sido una casa rebelde que ha buscado ídolos por todos lados. Él no está haciendo esto porque deba retribuirlo, no está condicionado por una Alianza en donde una de las partes ya había fallado y con ello anulado la obligación de cumplimiento de la otra parte. En realidad, Dios lo hace porque su Santidad no lo aleja sino lo acerca al ser humano, eso es principio de lo que más tarde la teología del nuevo testamento convertirá en “Porque Dios nos amó primero” (1 Jn. 4:19).


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Hay una segunda sección en el capítulo 36: ahora comienza a partir del verso 23 en adelante, hasta llegar el verso 38. Curiosamente está sección del libro no se ha encontrado en los manuscritos más antiguos del libro de Ezequiel (fragmentos de Ezequiel en Qumrán, Papiro 967 de la Biblia de los LXX, y la Vetus Latina) lo cual ha llevado a suponer a algunos que se escribió posteriormente al siglo III D. C. Esos serían aproximadamente 900 años después de que la historia del profeta Ezequiel aconteciera, lo cual sería algo realmente importante. Sin atender a la opinión que pudiéramos mantener al respecto, comprendemos que ha sido transmitida y ha llegado hasta nosotros con un buen propósito: hay una promesa conjunta al lado de esa nueva tierra restaurada del Señor. Un corazón de carne y un espíritu nuevo que vienen de parte de Dios mismo. La transformación operada por Dios da la oportunidad al pueblo de recibir hasta este momento, un nuevo Pastor, una nueva tierra, y ahora un nuevo corazón. Corazón de carne contraste aquí con corazón de piedra. Nuestra comprensión moderna nos hace pensar en sentimientos inmediatamente, y aunque no se descarta ellos vengan incluidos, también debe decirse que corazón en la comprensión bíblica también engloba los pensamientos, la mente y en suma la identidad entera de un individuo. La transformación de Dios opera de esta manera en lo que se siente, pero también en lo que se piensa y en lo que se es Tercera promesa de restauración: Resurrección Llega ahora a nosotros el pasaje más representativo de todo el libro del profeta Ezequiel, la visión del valle de los huesos secos. Estamos frente a la imagen más conocida de Ezequiel, quizá antes incluso que la visión de los cuatro seres vivientes del capítulo 1. Los artistas de la historia se han inspirado de antaño en esta escena para retratar hermosas pinturas que intentan reflejar la majestuosidad del acontecimiento descrito, tan es así que la representación artística más antigua que tenemos del profeta Ezequiel (Dura Europos, 244 D.C.), conserva un mural entero de la escena bíblica. ¿Pero qué valor tiene esta escena además de su contribución a inspirar arte?

Tenemos delante de nosotros el relato de la tercera promesa de Dios para el pueblo de Israel. En esta ocasión, la bendición recibida será la tan anhelada vida. De acuerdo al Antiguo Testamento, la Ley y el cumplimiento de la misma, habían sido ofrecidos por Dios con el propósito de que pueblo gozara de vida: la vida fue desde siempre lo más anhelado por el pueblo y ahora tendrían oportunidad de esperar en la promesa de la resurrección para adquirirla. Cabe resaltar que no estamos aquí delante de una comprensión de resurrección semejante a la nuestra. No es la vida eterna anunciada tampoco en el Nuevo Testamento, ya que se puede notar que se habla de un sentido más social y comunitario: una resurrección nacional. La promesa es un contenido dirigido especialmente para la casa de Judá, o al menos para el remanente de la desolación de Jerusalén. Esta tercera promesa de Dios es respuesta a lo que en el capítulo 33 versículo 10 ya se expresaba en labios del pueblo: “nuestras rebeliones y nuestros pecados nos han consumido, ya no


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viviremos”. Frente a esta actitud pesimista, Dios decide levantar al profeta y lo lleva a un valle desde donde puede ver los restos asolados de su país. Aquí volvemos a apelar a lo manifestado por los registros bíblicos más antiguos; el capítulo 37 fue encontrado siempre después del capítulo 39, el cual relata una cruenta batalla como ya veremos a continuación en la clase siguiente. El orden más antiguo referirá entonces a que el valle de los huesos secos tiene lugar luego de aquella batalla y que estos cadáveres que son llamados a volver a la vida, serían aquellos de entre el pueblo que habían luchado en batalla y habían muerto. La interpretación cambia si seguimos el orden de los capítulos establecido por los manuscritos más tardíos; el pueblo de Dios llamado a resucitar es en realidad la desolada nación de Jerusalén por el asedio de Babilonia y no por la guerra con tintes apocalípticos en contra de Gog (Cap. 39).

Sea cual fuere el orden que decidamos seguir, se relata una imagen asombrosa en este capítulo 37, porque Dios mismo tiene un diálogo con Ezequiel que busca afirmar que es Él quien busca la vida para su pueblo: Dios pregunta al profeta si los huesos secos volverán a vivir, y el hijo de Buzi contesta a la pregunta con una afirmación muy llamativa, sólo quién ha hecho la pregunta puede ser capaz de responderla: “sólo Tú lo sabes Señor”, es la respuesta de Ezequiel. La vida está en manos de Dios y Él es quién tomará decisión sobre ella a continuación. Quizá haya también aquí un eco que luego se trasladará también a la persona de Jesús que toma decisión igualmente con voluntad (Mt. 8:2-3).

El relato involucra al profeta como alguien que no sólo está expectante ante lo ocurre, el también participará de lo que va a suceder a continuación. Ezequiel debe profetizar a los huesos y al espíritu que aquí también puede referir al viento o al aliento mismo. Los tendones y la carne que suben sobre los huesos, y el espíritu-aliento-viento que igualmente entra en los resucitados afirmarán sus pies, lo cual es signo de una restauración exitosa, ya que, una vez levantados por Dios, ellos mismos podrán incorporarse por si solos. Los elementos ya mencionados que participan de la resurrección son símbolo de una vida pensada desde lo integral, no hay desde esta comprensión una resurrección del espíritu y otra de la carne, las mismas se efectúan en un ser que está constituido por ambas. La antropología teológica de esta visión de Ezequiel hace ver que Dios resucita huesos en seres vivos llenos de carne y espíritu o aliento por igual. Su voz levanta de los sepulcros a los muertos, que, aunque suena a una escena de ultratumba que encontraríamos en una película de Zombis, no tiene nada que ver con el terror o la ciencia ficción que conocemos. Es en verdad Dios capaz de dar vida a un pueblo sin importar las circunstancias o las condiciones en las que la muerte haya dejado a esa nación, ese es le propósito de los detalles de ultratumba, afirmar la soberanía que Dios tiene sobre la muerte y la vida por igual. El pasaje finalmente termina con una extraña escena de Ezequiel ahora recibiendo profecía de Dios con una vara en mano. El


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significado es ya anunciado por la propia descripción que ofrece el libro: La nación restaurada no volverá a tener dos nombres, porque ella no estará divida, se había acabado a partir de aquí la diferenciación entre Ahola y Aholiba que vimos en el capítulo 23. Ya no hay Samaria y Judá, ahora la nación restaurada es un solo pueblo unido, la resurrección no sólo “ha vuelto las cosas a la normalidad*, las ha restaurado de una manera tan impresionante que la unidad ha vuelto a las doce tribus de la casa de Israel, volverán a estar juntos y serán para Dios el pueblo vivo que dé a conocer su Santidad entre todas las demás naciones. Un faro para compartir luz a todos los pueblos.

Antes hemos dicho, que el relato estaría dirigido expresamente como promesa de restauración para la casa de Judá, si leemos e interpretamos atendiendo a sus condiciones históricas concretas, como ya defendían Teodoro de Mopsuestia y Teodoreto de Ciro (aun cuando Tomás de Aquino no estuviera de acuerdo). Hay que decir sin embargo también, que es imposible no encontrar aquí ya un eco de la futura resurrección prometida para quienes han atendido al Evangelio. Las lecturas que hacemos a partir de la fe y la experiencia cristiana nos hacen releer al profeta y a sus visiones como ecos de lo que ahora también a nosotros se nos ha prometido en Cristo. La relecturas implican siempre nueva comprensión, nuevo entendimiento y nueva bendición. Sin perder de vista el propósito más cercano de la visión de una nación restaurada que ha sido resucitada a una vida, invitamos a que podamos hallar un sentido útil y práctico de las visiones del profeta Ezequiel para nuestra vida cristiana.

5.4.5. APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA. Proponemos a continuación tres breves aplicaciones para el pasaje que acabamos de estudiar: dejarse guiar por Dios, dejarse transformar por Dios para cuidar de la naturaleza transformada por Él y dejarse levantar por Dios en comunidad. Déjate guiar por Dios: haz de Cristo tu buen pastor Necesitamos confiar en Dios y buscar en Él, la brújula que guíe nuestros pasos. Él es el buen pastor que no sólo ha dado su vida como muestra de amor para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, Él también ha marcado un camino de Seguimiento, de encuentro con Él si, pero también de desafío ante los retos de la vida misma. Seguir a Cristo es la opción de toda buena oveja, ir en pos del camino que ya fue trazado para nosotros por Jesús, no significa imitar paso por paso todo lo que Jesús hizo, significa orientarse en su corazón, significa que hallemos en su buen ejemplo la inspiración de amor y compasión que él tuvo por la gente que le rodeaba, significa abandonarse confiadamente en Dios, sin importar que llegue a suceder. Significa predicar con las palabras que salen de nuestra boca y con el testimonio que se expresa en nuestras acciones. Orientarse en el camino del buen pastor, significa ser buena oveja, un camino


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que no será siempre fácil pero que siempre será bendecido: no se nos ha sido prometida una vida de comodidades, sino de compañía y cuidado. Proponemos en suma que Cristo sea nuestra brújula en este camino de Santidad de vida que ya hemos iniciado, dejémonos guiar por él, a través de la oración y el ayuno, pero también a través de la inspiración de su ejemplo de vida. Leamos y vivamos su Palabra. Que el nuevo corazón cuide la nueva tierra

La fe cristiana que aguardamos nos hace creer que hay una renovación que Dios obra en nosotros. Una conversión que es proceso y experiencia. Aquí estamos delante de una promesa bíblica que estamos seguros de que hemos escuchado antes: transformar el corazón, recibir una identidad transformada que se haga carne, que es el principio de la realidad tangible que nos rodea. Es curioso que la transformación del corazón en Ezequiel vaya unida a la transformación de la tierra, de la realidad, de la creación del Señor que nos rodea. ¿Demostrará esto que una nueva identidad va de la mano de una nueva conciencia por lo que está a nuestro lado? ¿Será el corazón de carne un símbolo de transformación personal unido intrínsecamente a la transformación del mundo? Si es así, la vida e identidad de quien ha sido transformada y transformado por Dios, debe ver y admirarse también de como el Señor ha extendido su promesa de restauración no sólo al género humano, sino a todo lo que Él, llamó bueno desde un principio (Génesis 1-2). La mujer y el hombre transformado por Cristo disfruta entonces de la creación buena de Dios, pero también se sabe responsable a cuidar de la misma. Tener un nuevo corazón nos llevará desde ya, a cuidar y preservar lo que Dios ha creado y nos rodea. Planteemos acciones concretas para el cuidado de nuestra casa común. Adquiere una conciencia de resurrección comunitaria

Ezequiel planeta una resurrección nacional para el pueblo de Israel. Los huesos secos que el Señor levanta, reviste de carne y da vida con su aliento, no son los huesos de un solo hombre o de una sola mujer, son los vestigios de una comunidad entera. La promesa del Evangelio nos llama a tener fe en la vida eterna, que como Ezequiel también apoya (Caps. 18, 33), tendrá una establecida dimensión personal. Esta dimensión personal de la resurrección prometida, no nos lleva sin embargo al egoísmo de ignorar la vida de quienes nos rodean. Como comunidad también atravesamos pruebas y momentos difíciles que representan tiempos de dolor y resequedad, y es en esos momentos que debemos aprender a sentirnos parte y no fuera de, para compartir la esperanza en unidad con quienes están a nuestro lado. Ya sea nuestra familia, nuestra iglesia, nuestro barrio; la comunidad en donde nos encontremos. Hay una dimensión comunitaria de la vida nueva en Dios; aprender a vivirla y compartirla es parte fundamental de quien se sabe unido a Cristo y a su prójimo.


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5.5. CLASE 5. El poderoso opresor que será vencido (Capítulos 38 – 39)


Hijo de hombre, pon tu rostro contra Gog en tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec y Tubal, y profetiza contra él, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal. Ezequiel 38:2-3

5.5.2. PROPÓSITO:

En este penúltima lección (la más breve de nuestro material), nos proponemos reflexionar acerca de la figura de Gog de Magog. ¿Quién es este extraño personaje que se presenta como enemigo del pueblo de Dios? ¿Tiene identidad? Estas dos preguntas guiarán nuestra reflexión aquí expuesta porque el propósito es conocer la utilidad de este pasaje en Ezequiel; vamos a proseguir nuestro estudio con el tema de la derrota del mal, que al final, vendrá a ser en esencia, la cuarta promesa de esperanza para el pueblo de Dios.


Hemos revisado brevemente en la anterior lección, las tres promesas de restauración que Dios regala para su pueblo: un Pastor que es símbolo de su guía, cuidado y provisión; una nueva tierra y un nuevo corazón que son símbolo de una creación restaurada y de una identidad igualmente renacida; y también una resurrección, la máxima expresión de poder pero sobre todo de amor de parte de Dios hacia su pueblo, la vida y la unidad restauradas terminaron la sección cuarta, ¿Qué nos podría esperar ahora en la quita lección? Parece muy breve como para poder igualar lo que ya ha dicho, ¿siquiera merecerán nuestra atención este par de capítulos? Todo indica que si. Ezequiel había omitido decir algo que para nada sería ignorado por sus oyentes: en un escenario tan esperanzador para el pueblo, no sólo se hace necesario que la vida y la unidad vuelvan, se requiere que el peligro de la muerte sea vencido definitivamente y para siempre, un pueblo sin enemigo que amenace su vida y su bienestar. Esta es la promesa que ahora reciben de Dios, una cuarta razón para levantar los ánimos y confiar en la redención que les espera.


Ya antes, en la tercera lección (Caps. 25-32), hemos hablado de los pueblos que amenazaron la estabilidad política, social y hasta espiritual de la casa de Israel. Judá había tenido vecinos opresores y aliados falsos, y eso le daba una perpetua lección, su confianza no debía estar puesta el poder de las naciones, no debía inclinarse nunca ante ídolos que


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aparentando ser poderosos se descubrieran finalmente como diosecillos frágiles y banales. Quizá pudiéramos pensar que ahí debió haber espacio para esta nación, Magog, tierra de un tal príncipe llamado Gog, quizá hubiera sido más útil y conveniente que también se le incluyera entre las naciones que habían sido ya juzgadas por Dios. Eso no sería posible y ahora veremos por qué.

Gog lanza sus hordas desde «el norte», de donde tantos males vinieron a Israel,

especialmente los ejércitos invasores (Jr 4,6; 6,1; Jr 1,14). Estos enemigos son en realidad todos los enemigos de quienes Dios «había hablado en los tiempos antiguos por medio de mis siervos los profetas» (Jr 1,13-15). El rostro del mal en un poderoso enemigo extranjero La historia de Gog de Magog presentada en el capítulo 38 y en gran parte del capítulo 39, describen a una nación poderosa que vendrá del norte reuniendo ejércitos de los cuatro extremos del mundo para hacer guerra y poner bajo amenaza a la restaurada nación de Israel. Su ejército está compuesto por Gomer al norte; Cus y Etiopía al sur; Seba y Dedán al este; y Tarsis al oeste. Todos pueblos temidos, poco conocidos y bien alejados del mundo conocido de entonces. No eran potencias como Egipto o Babilonia, pero el desconocimiento de detalles respecto a ellos hacían creer cosas espectaculares como que estaban situadas en los confines del mundo; eran pues pueblos peligrosos por ser impredecibles.

No obstante, es sorprendente que aparezca aquí la primera mención a una nación que nunca antes se había referenciado en los textos bíblicos. Todas las anteriores naciones en alguno que otro escrito de la biblia ya habían sido mencionadas, aunque se les desconocía, por lo menos se les reconocía como pueblos ubicados. Eso no sucedía ahora con Gog de Magog: este personaje y su nación eran desconocidos, no se les había llegado a mencionar antes y de hecho no se les volvería a mencionar después, hasta el Apocalipsis de Juan. ¿Quiénes eran entonces Gog y su tierra Magog? Ha habido desde siempre muchas propuestas al respecto:

Hay interpretaciones diversas que ven en ellos a un enemigo de la antigüedad desconocido; referenciado como "la mancha negra" que los sumerios conocían y temían siglos antes de que la historia de Ezequiel tuviera lugar, o como los pueblos del mar que habían también puesto fin a cananeos e hititas siglos antes y que también no eran identificable. Interpretaciones que apelaban a la composición de la palabra hacían creer muchos han llegado afirmar que se trata de en realidad eran los habitantes de la antigua ciudad de Babel. Por la posición geográfica y el estudio de los pocos detalles que ambos capítulos nos ofrecen, hay también quién cree que se trató del reino de Lidia y de su rey. Años y años de interpretación en el judaísmo y el cristianismo hicieron creer que se


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referían al país de los escritas, al Imperio Romano, los galos considerados celtas o a los godos y visigodos. Cada propuesta apelaba a un argumento que intentaba ser convincente. Hasta la fecha las interpretaciones no han cesado, los acontecimientos históricos del siglo pasado pusieron nuevamente de moda la tarea de encontrarles un destinatario contemporáneo. Hay quienes pensaron en Rusia durante la guerra fría o algún otro país que se presentara como “enemigo de occidente”. Pero si tras siglos y siglos de búsqueda no identificamos totalmente a merecedor de esta palabra profética del Señor en labios de Ezequiel, ¿a quién entonces nos referimos?

Cómo de verá en uno de los anexos correspondientes a esta lección, un escritor cristiano llamado Agustín de Hipona renovó la interpretación de este pueblo no identificado antes. Para este teólogo de la fe cristiana, Gog y Magog, eran un símbolo, pero no uno que representase a una nación tras fronteras, eran un símbolo del mal que bien podría hallarse al lado de cualquiera. Pará Agustín, Gog y Magog eran el peligro diario que ponía en amenaza la vida del creyente en Cristo. Quizá Ezequiel, no tenía en mente tal idea a la hora de plasmar su relato, pero es seguro que el profeta no estaba dedicando a una sola nación su profecía.

Tal como Ezequiel describe a Gog de Magog, pueden hallarse en el personaje rasgos y características de varios pueblos ya mencionados: es una nación poderosa, tiene un mal pensamiento que le hace considerar el abuso, el aprovechamiento, el saqueo y el exterminio de los pueblos débiles, es ambicioso, conspirativo con otros pueblos (un astuto político) y se enaltece con orgullo y vanidad como potencia del mundo. Es Gog de Magog verdaderamente un signo de todo el mal combinado en el mundo.

Está cuarta promesa de Dios para el pueblo de Israel, haría que la gente tuviera fe y seguridad en que la amenaza de un poderoso enemigo invasor que viene a destruir nuevamente su nación ya fuera totalmente nula. No tendrían nunca más que tener miedo a perderlo todo. El mal en el mundo representado por la potencia y el ejército más destructor, sanguinario y salvaje de la historia será finalmente derrotado por Dios. Y su pueblo no volverá a conocer la desolación. La historia de Gog de Magog es un eco primitivo para el desarrollo de la apocalíptica posterior de Daniel y del Apocalipsis que conocemos. Es el anuncio del mal derrotado y el triunfo de Dios y su pueblo. Es esperanza para quien vivió y vive anhelando la restauración del Señor como libertador de las violencias y los abusos que hoy y antes parecen infinitos. Dios pone delante de su pueblo la seguridad de que esto no será así por siempre. Él acabará con el mal, la muerte, el dolor, la enfermedad y el sufrimiento. El pueblo puede tener confianza de nuevo.


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5.5.5. APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA.

¿Cómo cambiaría nuestra vida diaria si cayéramos a cuenta de que los males que nos rodean no son el destino inscrito y eterno del mundo? Suena muy difícil de creer que algún día pudiéramos prender el televisor o ver la computadora y el celular sin una noticia desagradable, porque estamos bombardeados de malas noticias por doquier. Es inevitable no reflexionar sobre todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, hay tantas cosas que nos gustarían que cambien, pero cuando lo imaginamos personalmente o lo conversamos con alguien más, es inevitablemente que nos desanimemos pensando que un mundo así nunca llegara a verse. Pareciera ser un sueño muy lindo, pero al final, simplemente eso, un sueño. Vivir con esperanza en un mundo rodeado de violencias e injusticias es algo difícil, aún todavía más cuando uno no sólo es espectador sino también protagonista. Convertirse en víctima de la maldad no es algo muy difícil tampoco en estos días. Sin embargo, ¿a dónde va a llevarnos la reflexión de estos dos capítulos sino es a la esperanza? La descripción bélica de Ezequiel, en estos dos capítulos no son relatos de ciencia ficción para entretener, son afirmación de un hecho seguro inscrito en el destino de la historia de nuestro mundo; Dios venció, vence y vencerá sobre la maldad. Las violencias y abusos si tienen fecha de caducidad, el sufrimiento y el dolor no son nuestro destino eterno. Dios librará al mundo de todo lo que hoy amenaza el bienestar de una vida integral. Todo esto nos conducirá a vivir con esperanza, y nos llevará también a compartirla. Si es un reto vivir con esperanza, es todavía más difícil llegar a compartirla, pero no es algo que resulte imposible si se tiene al Señor al lado nuestro. Proponemos que la acción práctica de esta lección sea dialogar comunitariamente a fin de hacer propuestas concretas acerca de cómo nuestra Iglesia puede ser luz en medio de los problemas que tiene nuestro entorno. La participación y cooperación de todos puede plantear una actividad específica que sirva para que la iglesia de testimonio de la esperanza que vive y aguarda en ella. Si la iglesia quiere ser signo del Reino de Dios debe enfrentarse al reto de demostrarlo y está es nuestra oportunidad para que podamos hacerlo atendiendo a la necesidad que está rodeando nuestro entorno. Estemos seguros de que Dios mismo irá de lado nuestro en esta labor.


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5.6. CLASE 6. Otro mundo es posible (Capítulos 40 – 48)


Y me habló aquel varón, diciendo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón a todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel.

Ezequiel 40:4

5.6.2. PROPÓSITO:

El propósito de esta última clase será reafirmar y redescubrir la maravillosa alegría de la esperanza prometida por Dios en el libro de Ezequiel. Dado que hemos visto ya las anteriores cinco lecciones del libro, conocemos el hilo argumental de la historia del ministerio profético de Ezequiel: denuncia – sentencia – restauración. Esto habrá de llevarnos ahora a una reflexión que se concentre en fijar atención a las acciones concretas de la restauración que Dios prometió: nuevas instituciones y su gloria devuelta a vivir en comunidad con el pueblo


Las visiones del profeta nos trasladan ahora a un escenario renovado y abundante en esperanza. Estos últimos 8 capítulos de Ezequiel describen un nuevo templo, un nueva forma de servir y alabar el nombre de Dios, y una nueva tierra y ciudad donde el morara con su pueblo. ¿Pero porque lo hace? Uno pensaría que quizás hubiera sido suficiente con las anteriores visiones de restauración (34-37), pero entonces, ¿Qué propósito tendrían estas visiones que describen detalles tan específicos de medición y detalles sobre el nuevo servicio religioso en el templo? A continuación, proponemos una relectura de este pasaje que pueda responder a estas y otras preguntas.


El primer versículo del capítulo 40 nos sitúa en el contexto de la visión: corría el año 573 y Ezequiel y los primeros deportados estaban cumpliendo 25 años de exilio obligado en una tierra que no era amable con ellos, y sin embargo, esto no era lo peor. Lo peor es que estaban cumpliendo también 14 años de vivir con la idea de no tener a dónde regresar;


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ya no había Jerusalén que les extrañara, no había ya un país que les esperara con brazos abiertos porque su reino había sido destruido. Ezequiel y el pueblo exiliado tuvieron que aprender a vivir con la idea de que habían quedado muy atrás los días de oro de su pueblo. El presente había sido muy duro, pero al final fue justo. En suma, los ánimos y la fe de todos se encontraban por los suelos. En un contexto así, se hace urgente que la voz de Dios levante a su pueblo y eso fue lo que finalmente hizo el Señor cuando volvió a tomar con su mano a Ezequiel y lo traslado en visiones a la tierra de Israel.

Ezequiel vio sobre un monte alto lo que parecía era una nueva ciudad en Israel.

Era una nueva Jerusalén, muy diferente a la que él pudo conocer en el pasado, las descripciones del templo y la ciudad permiten saber que los pequeños detalles tienen para Ezequiel mucho significado, el suficiente al menos para que se transmitan al pueblo que lo escuchara luego de recibir esta visión.

Durante los casi dos mil años de vida que tiene la Iglesia, han surgido muchas

propuestas de interpretación simbólica (alegórica) sobre las medidas descritas en esta sección de Ezequiel. Sin lugar a duda cada propuesta estuvo ligada a su propio contexto histórico y respondía a la inquietud de hallar un sentido práctico a sus realidades de vida. Hoy también tenemos oportunidad de buscar y encontrar este sentido útil a nuestra espiritualidad cristiana, aunque hay quienes también argumentan que los detalles descritos por Ezequiel tenían la función de afirmar que la visión que recibió de Dios no era un simple sueño guajiro que se le ocurrió inventar para ayudar a levantar los ánimos de sus compatriotas exiliados. Las detalladas descripciones de su voz profética afirman que la visión no era suya, sino que es verdaderamente una promesa de Dios para su pueblo. Aunque los compatriotas de Ezequiel ya habían escuchado sus esperanzadoras palabras antes (caps. 33-39), luego de algún tiempo transcurrido era necesario que Dios encendiera en el corazón de su pueblo la llama de la esperanza. En esta ocasión hay 9 capítulos por delante nuestro que comprenden la sección última del libro. Lo expresado en ellas viene a ser más descriptivo acerca de lo que el pueblo habrá de esperar de Dios.

Si bien ya Dios había dicho que sería su Pastor, que les daría una nueva tierra junto

a un nuevo corazón, que los resucitaría y que finalmente los liberaría de todos los males del mundo, todavía estaba faltando algo. De una forma u otra era necesario que su promesa fuera más descriptiva y se sintiera más tangible todavía. Las visiones de Dios entonces responden con el detalle y la tangibilidad solicitada. Se describen a continuación tres instituciones que están totalmente renovadas, aunque parecen muy familiares para el pueblo: el templo, el culto y servicio religioso, y por último la ciudad. Estos tres pilares serán los cimientos sobre los que Dios construya ahora su obra redentora: formará así con el pueblo una estrecha relación comunitaria que los vinculará.


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La primera institución que Dios levantará será el templo, será un segundo templo más grande y majestuoso incluso que el que había sido levantado por Salomón y destruido por Nabucodonosor. Esta sección comprende la descripción establecida en la sección de los capítulos del 40 al 43. Básicamente la mitad de este apartado está dedicado a detallar las medidas exactas y los detalles más pintorescos de este ideal segundo templo de Israel. Resalta qué Dios no tome absolutamente nada del templo anterior, pues pudo haber tomado siquiera los cimientos o parte de las ruinas desoladas para comenzar esta nueva construcción, pero en realidad esto no fue así en la visión de Ezequiel. El nuevo templo que el Señor levanta está construido sin haber tomado algo del templo del pasado. Se entiende que esto es así por cómo se había blasfemado su Santo Nombre antes ahí con la realización de cultos idolátricos (caps. 8-11). Una vez que Ezequiel atiende a admirar el nuevo templo y su organización (40-41), y también una vez que ha visto cómo el Señor ha contemplado incluso nuevas edificaciones (42); ahora verá cómo es que está nueva institución permitirá que la gloria de Dios regrese también en el capítulo 43.

El capítulo 44, 45 y 46 están ahí para describir cómo ha de realizarse el nuevo Culto

a Dios. Ezequiel ha sido considerado junto a Esdras como el padre del judaísmo por haber contribuido a reformar la religión de su pueblo. En esta sección notamos porque es que se ha dado este título al profeta. No olvidemos ni perdamos de vista especialmente para estas lecciones que Ezequiel proviene de un linaje sacerdotal, por lo que conoce bien los antiguos ritos y el culto que se ofrecía al Señor. Sin embargo, su visión ahora le permite entender bien cómo sacerdote que también es, que una reforma al culto ofrecido al Señor es necesaria y deseada por Dios mismo. Han cambiado pues está segunda institución del pueblo, el servicio y los servidores también son diferentes. Por lo que puede pensarse en un nuevo tipo de adoración y ministerio para Dios.

Los capítulos finales, 47 y 48 describen la tercera institución que es reformada, la

tierra, representada en la ciudad de Jerusalén. Siendo la capital el símbolo del país, se usa la imagen de esta ciudad para hablar del levantamiento de una institución social diferente. La organización de un pueblo unido está también inscrita en esta sección, sobre todo en la última parte, el capítulo final. Hay una fuente de ríos de agua de vida que se destruyen por toda la ciudad como signo también de esa provisión refrescante del Señor (47). Acaba de esta manera las visiones de Ezequiel recogidas y ordenadas en su libro. La esperanza cierra así el libro como el tema principal. El pueblo volverá a tener comunión con Dios y su gloria, y las tres nuevas instituciones que el Señor ha levantado serán los cimientos de esa relación: templo, culto y tierra. La promesa de Dios ha restaurado a su pueblo.


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5.6.5. APLICACIÓN PARA LA VIDA DIARIA. Dios levanta nuevas instituciones de vida

Las instituciones de Dios son llamadas a ser signo de bendición. La Iglesia por ejemplo es la institución – familia que está llamada en el nuevo templo a ser signo de la presencia de Dios en el mundo. En Ezequiel en cambio, el libro termina con la descripción de tres nuevas instituciones que, aunque ya eran conocidas se reformaron para perfeccionarse. Las tres instituciones se habían presentado en la historia pasada del pueblo como lugares comunes para vivir la alianza de Dios. Sin embargo, en todo el libro de Ezequiel, notamos que estas mismas se habían corrompido y desvirtuado. Perdiendo su propósito de unir a Dios con su pueblo, en cambio les separaron. ¿Por qué sucedió esto? El libro de Ezequiel en su primera parte nos describe que el pueblo había hecho idolatría de estas instituciones de muchas otras cosas más. Al final aquello que se pensó sería de bendición, terminó siendo de desgracia al pueblo. La Iglesia es ahora la institución desde donde vivimos y practicamos nuestra fe. Creemos que la Iglesia ha sido instituida por Dios mismo para proclamar su Evangelio y al mismo tiempo para vivir la Comunidad que formamos como familia de Dios. Sin embargo, la iglesia como toda institución formada por hombres y mujeres perfectibles, no está exenta de cometer errores. Durante años hemos aprendido de esos errores y hemos pedido al Espíritu Santo que el siga permitiendo que la Iglesia viva en Santidad y se transforme según lo requiera la manera en cómo podamos servir al Señor. Hoy la Iglesia necesita repensarse si como institución, pero también y sobre todo como familia. No estamos llamados a ser un gueto, pero sí una comunidad transformada que le sirva al Dios de la vida. En esta última reflexión, animamos a que se pueda ser Iglesia para el mundo. Que cada una de nuestras comunidades de fe cristianas desde nuestra tradición metodista, pueda compartir el Evangelio de Cristo y lo haga con amor y verdadera solidaridad. El servicio a Dios es una de las metas de la vida cristiana en seguimiento de Jesús, por eso terminamos esta lección con la invitación de ir a servir al Señor en nuestra particular congregación, que está también llamada a ser signo del Reino de Dios para nuestro mundo. Vayamos y sirvamos al Señor dentro y fuera también de la Iglesia.


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6. ANEXOS

Dentro de la iniciativa de este material, se encuentra un profundo deseo por animar al lector a realizar una reflexión histórico-teológica que enriquezca la interpretación bíblica y sobre todo la espiritualidad cristiana de quien se anime a estudiar a nuestro profeta. Con esa intención se presentan ahora una serie de 36 textos y extractos a manera de Anexos, que nos ayudarán a cumplir dos propósitos específicos: Primero, a atestiguar las tradiciones teológicas y los registros históricos que en ocasiones confirman y en otras contrastan la perspectiva de Ezequiel. Segundo, a dar muestra de la diversa forma en como el libro de Ezequiel ha sido interpretado por la Iglesia cristiana a lo largo de su historia (atendiendo especialmente al periodo de la antigüedad cristiana y a la época de la reforma protestante).

Los treinta y seis extractos que presentamos han sido traducidos de diferentes lenguas muertas, clásicas y modernas. Cada uno está enmarcado en su propio contexto histórico y cultural, de forma tal, que el extracto más antiguo que se presenta esta datado hacia el siglo XIII A. C. y el más moderno hacia el siglo XVIII D. C. Cabe también mencionarse, que no todos los textos presentados a continuación tienen un origen cristiano; presentamos textos religiosos hititas y cananeos para tener referentes sobre los cuales podamos contrastar la teología del libro de Ezequiel. Echamos mano también de un par de crónicas mesopotámicas de Babilonia, de algunos registros arqueológicos, y de unos cuantos apócrifos judíos, para comparar la historiografía antigua que nos presenta también el profeta Ezequiel en su libro.

Los anexos están integrados para dar continuidad a la reflexión de las lecciones, y

con ese propósito se exponen ordenadamente en conjunto con una introducción, para que podamos seguir estudiando el libro de Ezequiel, acompañados con la dirección del Espíritu Santo, discerniendo también entre las diferentes relecturas cristianas que se presentarán como propuestas interesantes de interpretación del libro de Ezequiel. Estas propuestas son significativas e invitamos a estudiarlas, pero a su vez también invitamos a que puedan ser leídas críticamente, con el fin de seguir renovando y actualizando nuestra lectura del libro de Ezequiel a la luz de los tiempos y los desafíos que tenemos de frente como Iglesia de Cristo en el mundo.


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6.1. ANEXOS PARA LA CLASE 1: La atalaya de Israel que soñó en Babilonia (Capítulos 1 – 3)

I. Crónica Babilónica

Presentamos ahora un extracto de la Crónica Babilónica de Nabucodonosor también conocida como Crónica de Jerusalén. Esta Crónica Mesopotámica esta conservada en una tablilla de barro en escritura cuneiforme del acadio y describe concisamente el sitio y el primer exilió que Babilonia realizó en contra de Jerusalén, tres años antes de que tuviera lugar la primera visión de Ezequiel (Cap. 1). Los hechos de este acontecimiento también están descritos en 2 Reyes 24:10-17 (2 Cr. 36:10). Este texto reafirma el valor histórico de los relatos bíblicos que describen el sitio y el primer exilio del reino de Jerusalén. La descripción apunta a que el rey Joaquín de Judá (Jeconías) fue hecho prisionero y deportado a Babilonia con toda su familia, a la vez que fue sustituido en el trono de Jerusalén por su tío (¿hermano?) Matatías, a quien Nabucodonosor cambió el nombre por Sedecías. Proponemos realizar la lectura de esta crónica y de su paralelo en 2 Reyes 24:10-17, antes de comenzar a leer el primer capítulo de Ezequiel, con el propósito de extender la compresión histórica de los hechos que rodean al ministerio de nuestro profeta.

El séptimo año, el mes de Kislimu (18 de diciembre de 598 - 15 de enero de 597 a. C.), el rey de Akkad (Babilonia) puso en movimiento sus tropas y se dirigió a Hattu (Siria-Palestina). Acampó contra la ciudad de Yahudu (Judá), conquistó la ciudad el mes de addar el día segundo (16 de marzo de 597 a. C.) e hizo prisionero a su rey. Puso en ella un rey de su gusto; tomó y se llevó a Babilonia su importante tributo.

(Traducción del acadio de Jesús García Recio, Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, Archivo 48)

II. Vida de los Profetas (Capítulo III)

Exponemos ahora el extracto de un apócrifo del Antiguo Testamento que forma parte de la literatura hagiográfica judía de finales del primer siglo (70-95 d.C.). El propósito de la obra era legar una pequeña biografía de cada profeta de Israel y de Judá, que ayudara a difundir popularmente sus hechos entre las nuevas generaciones judías, especialmente en aquellas que se hallaban dispersas entre naciones de gentiles, donde corrían más


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riesgo de olvidar la fe de sus padres. Cada biografía intenta describir, el origen, el desarrollo y la conclusión de la vida y el ministerio de cada profeta. De forma tal que para el caso de Ezequiel, se exponen elementos legendarios (referenciados de Moisés) que rodean la imagen popular del hijo de Buzi, aunque no haya base bíblica que confirme estas afirmaciones. La posibilidad de que estemos delante de una descripción histórica fiable de Ezequiel es casi nula, sin embargo, exponemos la sección del apócrifo judío correspondiente a nuestro profeta, para ayudar a comprender mejor las dimensiones de la interpretación judía de la persona de Ezequiel en un contexto empatado con la redacción de los primeros escritos del Nuevo Testamento. Proponemos realizar la lectura de este anexo junto a las secciones de Ezequiel 1:1-3, 3:15:

Ezequiel Procede de la tierra de Sarira, del grupo sacerdotal, murió en el país de los caldeos durante el destierro, después de haber profetizado muchas cosas a los de Judea. Allí mismo lo asesinó el jefe de los israelitas por echarle en cara la veneración de los ídolos. Lo enterraron en el campo de Najor, en la tumba de Sem y Arfasad, antepasados de Abrahán. La tumba consiste en una doble cueva, porque Abrahán de Hebrón construyó el sepulcro de Sara igual que el suyo. Y se dice doble, porque es espiral y tiene un piso superior oculto para quien está en el suelo, sobre la tierra, colgado en la roca. Este profeta hizo un presagio para el pueblo: “Que tenían que prestar atención al río Quebar. Cuando disminuyera, se acercaba 'la hoz de la desolación hasta los confines de la tierra'; y cuando se desbordara, el retorno a Jerusalén. Pues allí habitaba el santo y muchos se volverían a él”. Una vez, mientras la población estaba con él, empezaron los caldeos a temer que se rebelaran y arremetieron contra ellos para destruirlos. Logró que el agua se detuviera para poder huir alcanzando la orilla. y los enemigos que se atrevieron a perseguirlos se ahogaron. Mediante la oración les suministró abundante alimento de peces, que se presentaban espontáneamente; e imploró que viniera la vida de parte de Dios para muchos que estaban a punto de fallecer. Una vez que la población estuvo muy cerca de ser exterminada por los enemigos, se acercó a los capitanes y, mediante una serie de portentosa, dejaron de tener miedo. Y les decía: “¿Hemos sido asesinados? ¿Ha perecido nuestra esperanza?”. Con el milagro de los huesos muertos los convenció de que hay esperanza para Israel ahora y en el futuro. Mientras se encontraba allí (en el destierro), mostraba al pueblo de Israel lo que ocurría en Jerusalén y en el templo. Fue arrebatado de allí y se presentó en Jerusalén para refutar a los incrédulos. A la manera de Moisés, vio el arquetipo del templo, el muro y las anchas murallas que lo rodean, conforme dijo Daniel que sería edificado. Juzgó en Babilonia a la tribu de Dan y de Gad, porque cometieron impiedad contra el Señor al perseguir a los que guardaban la ley. Y les hizo un gran presagio: “Que las serpientes devorarían a sus niños y a todos sus ganados”. Y había predicho también que por sus pecados. no regresaría la población a su tierra, sino que permanecería hasta el final


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de su extravío. Uno de entre ellos fue el que lo eliminó, pues se habían opuesto a él durante todos los días de su vida.

(Traducción del griego de Natalio Fernández Marcos, Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. II)

III. Homilía espiritual (N° I) Pseudo Macario

John Wesley leyó a muchos escritores cristianos de la Antigüedad y valoró de tal forma a algunos de ellos, que pensó que era imprescindible que el pueblo llamado metodista conociera sus escritos para fortalecer su vida cristiana. Con el propósito de lograr tal empresa, Wesley editó y difundió una antología enciclopédica titulada Biblioteca Cristiana que incluía las obras de varios escritores que nos antecedieron en la fe. Presentamos aquí a uno de estos autores que Wesley incluyó en el primer tomo de su obra. Macario el Egipcio o el Pseudo Macario, fue un escritor cristiano del siglo IV d. C. que decidió alejarse del cristianismo imperial de Constantino viviendo en el desierto. En ese contexto oriental, Macario vivió su fe en Jesucristo y escribió varias homilías espirituales que reflejan su profunda reflexión cristiana de la vida en santidad. Delante nuestro se encuentra un extracto de su primera homilía, la cual está dedicada a interpretar la primera visión de Ezequiel (1:4-28) a la luz de la vida perfeccionada en Cristo. Proponemos realizar la lectura del mismo pasaje para comparar la interpretación:

Una explicación alegórica de la visión descrita en el profeta Ezequiel El santo profeta Ezequiel, habiendo sido testigo de una visión de Dios llena de gloria, hizo una relación de ella y la describió. Una visión llena de misterios que supera la expresión. (…) Y esto que el profeta vio era real y verdadero, pero lo que significaba o al menos se sugería era un asunto misterioso y divino, y ese misterio por siglos y generaciones permaneció oculto, pero se reveló con la aparición de Cristo. Porque el misterio que vio fue el del alma humana, de cómo se transforma después de recibir a su Señor, en el trono mismo de su gloria (…) Porque el alma que se vuelve digna de participar de la luz del Espíritu y es irradiada por la belleza de su gloria inefable, se vuelve toda luz, todo rostro y todo ojos (…) Está llena de la vista espiritual por la luz, y ya que está forjada por esa misma luz del Espíritu, no hay en ella oscuridad, y parece ser todo rostro debido a la belleza inexpresable de la gloria luminosa de Cristo que se posa sobre su alma.


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Y como el sol y la luz irradiada por el son en todo semejantes sin diferencia alguna, así es también el alma que está completamente iluminada por la belleza gloriosa del rostro de Cristo, la misma que se perfecciona a través del Espíritu Santo y es digna de convertirse en el trono y la morada de Dios (…) Cristo que la gobierna y la conduce, también la guía y la sostiene preparándola y adornándola con belleza espiritual porque Él posando sobre ella, dirige su camino. Pero también esto mismo aplica a la iglesia de los santos en el cielo. Porque lo que se menciona acerca de las criaturas vivientes quienes eran incalculablemente altas y estaban llenas de ojos incontables, se puede afirmar también del número de los santos y de sus moradas en el cielo, pues conocer y comprender el número exacto está reservado sólo a Dios. Porque el alma que desea vivir con Dios en reposo y luz eterna debe venir antes a Cristo el verdadero sumo sacerdote, muriendo al mundo y a su vida pasada en oscuridad para ser movido a una vida diferente totalmente divinizada (Wesley prefiere traducir perfeccionada). Por tanto, si tu corazón llega a ser el trono de Dios, y el carruaje celestial se ha posado sobre ti, y tu alma se ha convertido en todo un ojo espiritual y tu corazón se nutrió con ese alimento del Espíritu, y se te dio a beber del agua viva… he aquí, entonces vives en verdad la vida que es verdaderamente eterna y tu alma descansa con el Señor.

(Traducida al español y adaptada de la edición inglesa preparada por John Wesley, A Christian Library (vol I): An extract from the Homilies of Macarius)

IV. Notas al Nuevo Testamento: Apocalipsis John Wesley

Uno de los usos comunes que John Wesley hace del libro de Ezequiel, es el de sostener y apoyar algunas interpretaciones que realiza a algunos pasajes del libro de Apocalipsis. Presentamos ahora un extracto de sus Notas al Nuevo Testamento, dedicado a comentar el pasaje de Apocalipsis 4:6-7. En estas notas se descubre un breve comentario a la primera visión de Ezequiel. Proponemos realizar de antemano la lectura de Ezequiel 1:4-28 para comparar la interpretación:

(…) Y junto al trono y alrededor del trono: es decir, en dirección a los cuatro puntos cardinales. Cuatro seres vivientes: ni bestias ni aves; parece ser tomado del querubín en las visiones de Isaías y Ezequiel y en el lugar santísimo. Sin duda están entre los


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principales poderes de los cielos, pero no es fácil determinar de qué orden (…) los seres vivientes podrían representar a la iglesia cristiana. También su número que es símbolo de universalidad concuerda con la dispensación del evangelio, que se extiende a todas las naciones bajo el cielo. El primero: así eran, según Ezequiel, los cuatro querubines que sostenían el trono movible de Dios; en tanto que cada uno de los que cubrían con sus alas el trono de la misericordia en el lugar santísimo tenía cuatro rostros, por lo que un gran hombre recientemente fallecido supone que simbolizaban la Trinidad y la encarnación de la segunda persona.

(Traducción del inglés de José Míguez Bonino y Nora Redaelli, Obras de Wesley, Tomo X: Notas al Nuevo Testamento)


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6.2. ANEXOS PARA LA CLASE 2: “Violentando a tu prójimo te has olvidado de mi” (Capítulos 4 – 24)

V. Oración del rey Mursili a causa de la peste (II) (B. Vo. III: 26-36)

El profeta Ezequiel nos dice que Jehová habló lo siguiente sobre Jerusalén: “Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea.” (Ez. 16:3). Estos datos sobre el origen étnico del pueblo de Israel son muy importantes, pues la mención que Dios hace de esto puede indicar la supervivencia de concepciones religiosas propias de estos pueblos en la mentalidad religiosa de los judíos de la época de Ezequiel. La tradición cultural y la religión de Israel no impediría que, en los tiempos del profeta, se siguieran conservando ciertas comprensiones teológicas heredadas de los pueblos cananeos e hititas. Una de estas comprensiones religiosas sería la del pecado y el castigo heredado de generación en generación. La religiosidad del pueblo hitita parece reflejar en sus plegarias una posición firme respecto a la responsabilidad heredada de generación en generación, como lo atestigua el extracto de la Oración de Mursili que presentamos a continuación. La concepción teológica de la religiosidad hitita contrastaría de esta forma fuertemente con la concepción teológica expuesta por Ezequiel acerca del pecado, el arrepentimiento, y la conversión personal.

El rey Mursili II, fue el soberano del imperio hitita que tuvo que hacerle frente a la peste que azotó a su pueblo en el siglo XIII A. C. Por lo descrito en su plegaria, el rey hitita creía que la enfermedad que azotaba a su país era un castigo de su dios Hatti por el pecado de su padre no confesado. Proponemos contrastar el extracto de la Oración de Mursili con el pasaje de Ezequiel 18:1-20:

Así sucede siempre: se peca continuamente. Mi padre peco, y transgredió la orden del dios de la tempestad, de Hatti, mi señor. Mas yo no he pecado en nada. Así sucede siempre: el pecado del padre alcanza a su hijo; y a mi me ha alcanzado el pecado de mi padre. Y ahora, mira, lo he reconocido ante el dios de la tempestad, de Hatti mi señor (y) ante los dioses, mis señores: “Esto es (así), lo hemos hecho”. Y puesto que he reconocido el pecado de mi padre, ha de calmarse nuevamente el espíritu del dios de la tempestad.

(Traducción del hitita de José Virgilio García Trabazo, Textos Religiosos Hititas)


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VI. Apócrifo de Ezequiel (Frag. 1) (Panarion LXIV 70:5-17 – Epifanio de Salamina)

En la antigüedad, parece que algunos escritores cristianos y judíos reconocieron la existencia de un libro apócrifo de Ezequiel. El historiador judío Flavio Josefo apelaba a que eran dos los libros que el profeta había dejado, y el obispo Clemente de Roma llegó a citar en su Carta a los Corintios una sentencia que él atribuyó al profeta Ezequiel y que sin embargo, no se encuentra en el libro bíblico que nosotros conocemos. Además de ellos dos, también se conservan numerosos comentarios de antiguos escritores cristianos que igualmente atribuían o mencionaban citas de un libro apócrifo de Ezequiel. Muchas de esas citas son breves y apenas distinguibles, excepto por la que a continuación presentamos. Si es que existió un libro apócrifo del profeta Ezequiel, este se ha perdido y sólo se conservan cinco hipotéticos fragmentos de el que se preservaron en otros escritos de la antigüedad. De entre estos extractos, resalta por su extensión, el que se conservó en la obra de un escritor cristiano llamado Epifanio de Salamina. Panarion, o Botiquín contra las herejías (378 d. C.) fue la obra de Epifanio que recogió el siguiente fragmento del hipotético apócrifo de Ezequiel. El texto describe metafóricamente la responsabilidad compartida entre el alma y el cuerpo frente al juicio de Dios. Recomendamos realizar la lectura de este anexo en conjunto con las siguientes citas de Ezequiel: 4:14, 18:4, 18:20. La reflexión acerca del juicio del alma está presente en estas secciones, donde igualmente se evidencia que el alma y el cuerpo no están separados en una compresión que engloba la persona del ser humano como un todo:

Enseñanza de Epifanio Pues los muertos resucitarán y los que están en los sepulcros se levantarán, dice el profeta. Y para no pasar en silencio lo dicho por el profeta Ezequiel en su propio apócrifo acerca de la resurrección, también lo consignaré aquí. Pues expresándose de manera enigmática habla acerca del justo juicio del que participarán juntos alma y cuerpo. El ciego y el cojo en el jardín 1. Cierto rey tenía a todos en su reino alistados en el ejército. No tenía civiles, excepto dos solamente, un cojo y un ciego; y cada uno de ellos se sentaba por sí mismo y vivía por sí mismo. Cuando él rey dio un banquete de bodas por su hijo, invitó a todos los que había en su reino, pero desdeñó a dos civiles, al cojo y al ciego. Éstos se indignaron en sí mismos y decidieron realizar una conspiración contra el rey. El rey tenía un jardín. Entonces el ciego llamó desde lejos al cojo diciéndole: - ¿Cómo sería nuestro pedazo de pan entre la multitud que ha sido invitada a la fiesta? Ven ahora aquí, y tal como nos ha tratado nos vengaremos de él.


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El otro contestó: - ¿De qué forma? Aquél dijo: - Vayamos a su jardín y destrocemos allí las cosas del jardín. Él le contestó: - ¿Cómo voy a poder siendo cojo y no siendo capaz de arrastrarme? El ciego le dijo: - ¿Qué puedo hacer yo mismo sin ver a dónde voy? Pero actuemos con astucia. Arrancando hierba de junto a él (el cojo) y trenzando una cuerda, la arrojó al ciego y dijo: - Agarra y ven a lo largo de la cuerda hasta mí. Aquel hizo lo que le mandó; cuando se aproximó, éste le dijo: - Acércate a mí, vas a ser mis pies; transpórtame y yo seré tus ojos guiándote desde encima a derecha e izquierda. Haciendo esto, llegaron al jardín. Después por lo demás destrozaron o no destrozaron, sin embargo, quedaron las huellas en el jardín. Cuando los de la fiesta dejaron el banquete y llegaron al jardín, quedaron estupefactos al encontrar las huellas en él. Y se lo contaron al rey diciendo: 'En tu reino todos son soldados y nadie es civil. ¿Cómo pues ahora hay huellas de civiles en el jardín?’. El quedó admirado. 2. Entonces él convocó al cojo y al ciego, y preguntó a éste: - ¿Acaso has entrado tú al jardín? Entonces él contestó: - ¿Yo, señor? Estás viendo mi impotencia; sabes que no veo a dónde ando. Después acercándose al cojo, le preguntó también: - ¿Has entrado tú a mi jardín? Él respondiendo dijo: - Señor, ¿quieres amargar mi alma en lo que se refiere a mi impotencia? Y (entonces) el juicio quedó finalmente aplazado. ¿Qué hará entonces el juez justo? Al conocer de qué forma ambos se unieron pondrá al cojo sobre el ciego y se dirigirá a ambos con el látigo. No podrán negar y cada uno acusará al otro. El cojo diciendo al ciego: '¿No me llevaste tú y me sacaste?'. Y el ciego al cojo: '¿No te hiciste tu mismo mis ojos?'. Así está unido el cuerpo al alma y el alma al cuerpo para acusarse de todas las obras comunes. Y el juicio final recaerá sobre ambos, cuerpo y alma, por las obras que hicieron, buenas o malas.

(Traducción del griego de Gonzalo Aranda Pérez, Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. VI)


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VII. Sobre los Principios Orígenes

Orígenes de Alejandría (184-253 d.C.), fue el primer cristiano de la historia en animarse a escribir un comentario estrictamente dedicado a interpretar el libro del profeta Ezequiel. Según sus biógrafos, Orígenes llegó a escribir 29 tomos y 14 homilías sobre el libro de Ezequiel. Sin embargo, de su extensa escritura sobre el profeta sólo se han conservado sus 14 homilías y algunos fragmentos de sus 29 tomos que se cree, componían un extenso comentario. Gracias a su obra maestra de teología titulada Sobre los Principios, podemos conocer también algunas de las interpretaciones alegóricas que aplicó al libro de Ezequiel. A continuación, presentamos un extracto de su obra en donde Orígenes presenta el alma humana como un elemento afectado por el pecado, en contraposición al argumento de los cristianos gnósticos que excusaban al alma de todo error o defecto. Orígenes aquí se sirve del profeta para replicarles. Invitamos a leer previamente el capítulo 18 de Ezequiel, atendiendo especialmente al versículo 14, para continuar la reflexión:

Acerca del Alma El alma es una mente enfriada Busca si encuentras fácilmente en las Escrituras si el alma es descrita de modo que haya algo bueno que reconocerle. Por lo contrario, frecuentemente se encuentra descrita en modo de culpable como aquí: “… el alma que peca ella misma morirá”, y luego: “Todas las almas son mías; tanto el alma del padre, como el alma del hijo, son mías” (Ez. 18:4). Pareciera más coherente que dijera: El alma que obra la justicia, ella misma se salvará, y el alma que peca, ella misma morirá. Pero ahora vemos que (Ezequiel) ha unido al alma la culpabilidad, pero calla acerca de si hay algo digno de reconocerle positivamente.

(Traducción de la edición latina de Rufino, de Samuel Fernández,

Sobre los Principios II:8,3)

VIII. Homilías sobre Ezequiel Orígenes

Las obras del pensador de Alejandría, (que, por cierto, Wesley encargo que leyeran los ministros metodistas), continuaron la reflexión teológica que Justino e Ireneo, habían desarrollado respecto a los castigos mendicantes de Dios. Las homilías de Orígenes sobre el libro de Ezequiel dan a conocer que el alejandrino interpretó los juicios de Dios sobre Israel descritos en las visiones del profeta, como una actividad necesaria para corregir y


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sanar la condición rebelde del pueblo judío, que a la vez no contradecía la bondad de Dios sino que la confirmaba. A continuación, presentamos cinco pequeñas frases de algunas homilías de Orígenes sobre Ezequiel, que describen su interpretación de los juicios y castigos de Dios. Recomendamos leer previamente los capítulos 12 al 24 de Ezequiel, especialmente el versículo 23 del capítulo 14:

Todo lo que viene de Dios y parece amargo, sirve para corrección y remedio. Dios es un Médico, Dios es un Padre, Dios es un Señor, pero no un señor severo, sino dulce.

Homilía sobre Ezequiel I:2 Porque todo lo que la Escritura dice de Dios, aunque sea inverosímil, hay que entenderlo como digno de un Dios bueno.

Homilía sobre Ezequiel V:1 Si oyes hablar de la cólera de Dios y de su ira, no pienses que la cólera y la ira son pasiones de Dios.

Homilía sobre Ezequiel X:2

El propio Padre no es impasible, si se le ruega, se compadece y se duele Homilía sobre Ezequiel VI:6

Dios se compadece por la misericordia, pues Dios no carece de entrañas.

Homilía de Ezequiel XIII:2

(Traducción de la edición latina de Jerónimo, de Samuel Fernández, Sobre los Principios)

IX. Comentario al libro del profeta Ezequiel Jerónimo

Jerónimo de Estridón (340-420 D.C.) fue el segundo de los escritores cristianos de la Antigüedad que se dispuso a escribir seriamente un comentario homilético sobre el libro de Ezequiel. Este hermano en la fe cristiana escribió bastantes obras acerca de los libros de la Biblia y también realizó la famosa traducción latina de las Sagradas Escrituras conocida como la Vulgata Latina. Jerónimo fue también quien tradujo y preservó las obras de Orígenes sobre Ezequiel (361 D.C.), y de hecho basándose en ellas es que realizó su propio comentario al libro del profeta en catorce volúmenes; del año 411 al año 414 D. C. Aunque Jerónimo se basó mucho en Orígenes para elaborar su comentario, fue cuidadoso en disimular la influencia que ejercía el erudito alejandrino en él, a causa de las controversias doctrinales que en su tiempo se presentaron en contra de Orígenes. Está fue la razón por la que Jerónimo propuso otras dos maneras de leer al profeta Ezequiel,


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más allá de la interpretación alegórica de Orígenes. Frente a un pasaje difícil de interpretación como Ezequiel 16:30-31, Jerónimo apuesta por una lectura tropológica (espiritual - moral), en contraste con Orígenes que prefería sustraer un significado simbólico de lo dicho por el profeta. Animamos ahora a leer Ezequiel 16:30-31, para continuar el ejercicio propuesto por Jerónimo acerca de las tres lecturas (histórica, tropológica, alegórica) que se pueden hacer, del mismo pasaje bíblico:

Hay tres maneras de grabar la Sagrada Escritura en nuestros corazones y de convertirla en nuestra regla: la primera es la interpretación histórica, en la cual se atiene uno al orden de los hechos; la segunda es la tropológica (moral-espiritual), por la cual nos elevamos de la letra a visiones más altas, interpretando en un sentido moral lo que le ocurrió carnalmente al pueblo judío, la cual nos hace entrever los bienes celestiales de los que las cosas terrenas no son sino una sombra…

(Traducción del latín de Hipólito-Benjamín Riesco Álvarez,

Obras completas de San Jerónimo, vol. Va: Comentario a Ezequiel)

X. Conceptos Fundamentales de las Cuestiones Teológicas Felipe Melanchton

Felipe Melanchton, fue un erudito protestante alemán que apoyó a Martín Lutero en su empresa por reformar a la Iglesia de Cristo en el siglo XVI. A diferencia de Lutero, Melanchthon se caracterizó por tener un pensamiento más sistemático y ordenado que le permitió sentar las bases de la teología protestante alemana en su obra Locci Comunes. En ella, Melanchton se propuso cuestionar la autoridad eclesiástica de la iglesia romana, replanteando la autoridad bíblica de la gracia de Dios frente a la ley humana. En la línea de su argumento, el reformador alemán no dudó en citar al profeta Ezequiel, del cual tomó los capítulos 7 y 14 para criticar la autoridad de los concilios eclesiásticos frente a la autoridad de las Sagradas Escrituras. Proponemos comparar los capítulos de Ezequiel ya mencionados con la relectura que hace de ellos Melanchthon:

Capítulo III: "Sobre la Ley". En cuanto a la fe, no tienen derecho a modificar o estatuir algo ni los Papas ni los concilios ni la iglesia en su conjunto, sino que los artículos de la fe deben ser probados simplemente a partir de lo prescripto por las Sagradas Escrituras pues no se debe tener por artículo de fe lo que ha sido transmitido sin la Escritura (...) pero otra cosa es lo que dice hoy la iglesia papista: “La autoridad de estatuir (leyes) está en nuestro poder...”


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Pero ahora ha sido predicho abiertamente en Ezequiel 7 que los príncipes de la iglesia se equivocaran: "La ley se alejará del sacerdote, y de los ancianos el consejo" (...) Además, la Escritura indica que, si bien el senado de los concilios frecuentemente tiene el Espíritu de Dios, este sin embargo puede equivocarse, Ezequiel 14: "Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo el Señor, soy el que engañé al profeta".

(Traducción del latín y el alemán de René Krüger y Daniel Beros, Loci Communes: Conceptos fundamentales de las cuestiones teológicas)

XI. Un nuevo llamado a personas razonables y religiosas: Parte II

John Wesley

Como previamente mencionamos, John Wesley dio usos diversos al libro del profeta Ezequiel, pues lo mismo le servía para predicar acerca del arrepentimiento (Ez. 18:30-32), como para sostener alguna interpretación simbólica del libro de Apocalipsis (Ez. 1:4-28). Sin embargo, en sus obras ningún otro capítulo de Ezequiel fue citado tanto como el capítulo 22, y ningún otro escrito de Wesley lo atestigua tanto como el que presentamos ahora. Tan solo en este escrito hay 13 referencias directas a 8 versículos distintos del capítulo 22. En este caso, Wesley utilizó la denuncia que enumera los delitos que Dios acusó encontrar en la ciudad de Jerusalén, para hacer una crítica al pueblo judío y para hacer también una autocrítica a las naciones que se denominan cristianas y distan de demostrarlo. Proponemos leer detenidamente el capítulo 22 de Ezequiel antes y después de leer este extracto de la obra de Wesley, tal comparación, nos será útil para identificar que Wesley traduce diferente algunas palabras de los versículos citados a como lo hace la versión RV60, esto es importante porque Wesley se apega al sentido más cercano del término hebreo y con ello encamina nuestra lectura a una comprensión un tanto distinta:

Ahora bien, al hablar a quienes creen en las Escrituras, propongo el siguiente método: primero, observar qué se dice de los judíos, la antigua iglesia de Dios, puesto que todas estas cosas fueron escritas para nuestra instrucción, para quienes decimos que somos ahora la iglesia visible del Dios de Israel. Segundo, apelar a todos los que profesan ser sus miembros, a todos los que se llaman cristianos, para ver hasta dónde existe un paralelo, y en qué medida nosotros somos mejores que ellos. Primero voy a observar qué dicen las Escrituras de los judíos, la antigua iglesia de Dios. Quiero decir, con respecto a su carácter moral, su actitud y su conducta exterior. (…) ellos «no oyeron, ni inclinaron su oído... ni recibieron su corrección.» (Jer. 17:21-23). Tampoco honraron a sus padres, o a quienes fueron designados como


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gobernantes sobre ellos. «En ti (Jerusalén), dice el profeta, despreciaron al padre y a la madre.» (Ez. 22:7) (…) De tal modo que si Moisés no hubiera cubierto la brecha (Ez. 22:30), podría haberlos arrasado de la faz de la tierra. (…) Esto iba a acompañado de injusticias de todo orden. Por lo cual testifican en su contra los profetas: (…) «Interés y usura tomaste; y a tu prójimo defraudaste con extorsión... Y he aquí que batí manos a causa de tu ganancia deshonesta que cometiste.» (Ez. 22:12-13) (…) «Al extranjero trataron con violencia... al huérfano y a la viuda despojaron.» (Ez. 22:7) «El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y al menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho.» (Ez. 22:29).

(Traducción del inglés de Mortimer Arias, Obras de Wesley, Tomo VI: Defensa del Metodismo)


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6.3. ANEXOS PARA LA CLASE 3: Contra las potencias de la tierra (Capítulos 25 – 32)

XII. Ostracon de Laquis (n° 3)

Excavaciones arqueológicas realizadas la primera mitad del siglo pasado sobre el sitio de Laquis (una antigua ciudad de Judá al suroeste de Jerusalén), arrojaron resultados prometedores cuando se descubrieron 21 ostraca (fragmentos de cerámica sobre los que se acostumbraba a escribir), que relataban la correspondencia entre un oficial subordinado de nombre desconocido y el comandante militar de la ciudad de Laquis de ese entonces, llamado Yaosh. Estas ostraca fueron datadas hacia el año 588 a. C., y ayudan a comprender el angustioso sentimiento de los líderes de Judá al caer a la cuenta de que Babilonia traería la guerra hacia ellos. En la ostraca número 3 se registra que el jefe del ejército de Judá (probablemente Sedecías), había bajado hacia Egipto con la esperanza de que la potencia del Nilo les ayudara en contra del ejército de Nabucodonosor. Notamos así la fracasada política pro-egipcia que condujo a Sedecías a confiar en el socorro que esperaba recibir del Faraón Psamético II. Proponemos que se lea este Anexo en conjunto con Ez. 17:12-15, pues coinciden en lo dicho, y también que previamente se lea este Anexo para comprender mejor los capítulos 29, 30, 31 y 32 que comprenden el juicio de Dios hacia el reino de Egipto y su Faraón:

Tu siervo Hoshiyahu envió a anunciar a mi Señor Yaosh: Que Yahvé haga escuchar a mi señor noticias de paz y noticias de felicidad.

Y ahora, por favor, abre el oído de tu siervo para la carta que enviaste a tu siervo ayer por la tarde, ya que el corazón de tu siervo está triste desde tu envío a tu siervo y también porque mi señor ha dicho: “No sé leer una carta”. Por Yahvé vivo, nadie ha intentado jamás leer una carta por mí. E incluso toda carta que me llega, cuando la he leído, puedo a continuación recordarla con detalle.

Y a tu servidor han transmitido esto: “El jefe del ejército Konyahu (rey Sedecías), hijo de Elnatan, ha bajado para ir a Egipto”. Y a Hodawyahu, hijo de Ahiyahu, y a sus hombres los ha enviado a tomar de aquí.

En cuanto la carta de Tobyahu, el siervo del rey, dirigida a Shallum, hijo de Yada, de parte del profeta que dice: “Ten cuidado. Tu siervo la ha enviado a mi señor.”

(Traducción del hebreo de Jacques Briend y Nicolás Darrícal, Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, Archivo 50)


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XIII. Ostracón de Tell Arad

Este otro Ostracon de barro cocido hallado en las ruinas de la antigua ciudad judía de Tell Arad, parece describir la correspondencia de una instrucción de carácter militar entre autoridades del reino de Judá. La “carta” sería contemporánea a los sucesos de Ezequiel, previo a la destrucción del templo (587 d.C.) Esta ostraca es relevante porque atestigua la hostilidad del pueblo de Edom hacia Judá. Demuestra que al ser Edom vasallo de Babilonia, este se sentía confiado en su alianza política lo suficiente para hacer incursiones invasivas hacia el sur del reino de Judá. Proponemos hacer previas lecturas del pasaje 25:12-14 y del capítulo 35 que son secciones de Ezequiel que están destinadas especialmente a describir el juicio de Dios sobre Edom:

Tomareis de Arad 50 (?) y de Qinah... y los enviaréis a Ramat-Négueb por medio de Malkiyahu, hijo de Qerobur, y él los pondrá bajo la autoridad de Eliasha, hijo de Yirmiyahu, no sea que le pase algo a la ciudad. La orden del rey pesa sobre vuestras vidas. He aquí que os he enviado hoy esos hombres, no sea que Edom llegue hasta allí”.

(Traducción del arameo de Jacques Briend y Nicolás Darrícal, Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, Archivo 49)

XIV. Sobre los Principios Orígenes

Volvemos a consultar la obra magna de Orígenes, esta vez para conocer su interpretación sobre los líderes de las potencias extranjeras que recibieron el juicio de Dios en el libro del profeta Ezequiel. La interpretación alegórica del alejandrino no concede una comprensión histórica de los hechos ocurridos, pues para Orígenes las descripciones del príncipe de Tiro y del príncipe de Egipto coincidían más bien con la descripción de seres espirituales creados por Dios. A continuación, presentamos dos extractos de su obra que dedica a describir y justificar su perspectiva simbólica de las figuras políticas descritas por Ezequiel. Adelantamos que esta lectura será pionera para aquellos que luego identifiquen la presencia de Satanás (como el príncipe angelical), en estos textos. Sugerimos leer las secciones de Ezequiel aquí referenciadas; 26- 28 para el príncipe de Tiro, y 29 – 32 para el príncipe de Egipto:

Encontramos que en el profeta Ezequiel hay dos profecías escritas al príncipe de Tiro (Ez. 26:1-28:19) ... la segunda, por su manera de ser, es evidente que de ninguna manera debe ser referida a un hombre, sino a una cierta potencia superior que ha


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caído de lo alto y ha sido arrojada a lo inferior y más bajo. De esta tomaremos la idea de que es posible demostrar claramente que estas potencias contrarias (a Dios) y malignas no fueron creadas así por naturaleza, sino que habiendo sido lo mejor se volvieron luego lo peor. Veamos que nos enseñan las propias palabras de la profecía... (se cita el pasaje de Ezequiel 28:11-19). Una vez que se nos ha dicho esto, ¿quién podría forzar tanto su sentido como para pensar que estos dichos corresponden a algún hombre? Porque sobre él se afirma que cuando aún no estaba en la tierra fue arrojado en ella y se dice que su santuario ha sido manchado. Hemos mostrado estas cosas acerca del príncipe de Tiro, tomando de la profecía de Ezequiel, que se refiere a una potencia contraria, porque se comprueba de modo claro que esta potencia anteriormente habría sido santa y bienaventurada, y cuando se encontró injusticia en ella, cayó y se hundió en la tierra (no habiendo sido creada con injusticia). Entonces consideramos que esto ha sido dicho acerca de un ángel, al que le cayó en suerte la función de administrar la nación de los tiros, al cual parece que se le encargó también el cuidado de sus almas.

(Traducción de la edición latina de Rufino, de Samuel Fernández, Sobre los Principios I: 5,4-5)

Sería razonable decir que las profecías acerca de Egipto y de los egipcios, de Babilonia y los babilonios, de Tiro y de los tirios y del resto de los pueblos no sólo profetizan acerca de estos egipcios, babilonios y tirios corporales... Pues lo dicho en Ezequiel acerca de Faraón rey de Egipto, no se adapta totalmente para referirse a un hombre que ha gobernado o gobernará Egipto. De igual manera, lo que dice (Ezequiel) sobre el príncipe de Tiro no puede ser comprendido acerca de ningún hombre que gobierne Tiro... Ni tampoco lo dicho en Ezequiel acerca de Egipto...

(Traducción de la edición latina de Rufino, de Samuel Fernández, Sobre los Principios IV:3,9)


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XV. Homilías sobre Ezequiel Orígenes

Sírvanse igualmente este pequeño anexo para continuar el argumento interpretativo de Orígenes sobre el príncipe de Egipto y los demás príncipes referenciados en Ezequiel:

Algunos nombres de pueblos o de príncipes, como el Faraón rey de Egipto y Nabucodonosor de Babilonia o de Asiria, designan a los ángeles malignos y a las fuerzas contrarias a Dios.

Homilía sobre Ezequiel XI:5

(Traducción de la edición latina de Jerónimo, de Samuel Fernández, Sobre los Principios)

XVI. Prefacio al Antiguo Testamento Martín Lutero

A finales del año 1521, Lutero se propuso traducir las Escrituras al alemán desde sus idiomas originales. Terminó de traducir el Nuevo Testamento en apenas tres meses (con años previos de trabajo), pero la traducción del Antiguo Testamento le llevó casi 12 años. A medida que Lutero iba desarrollando este trabajo de traducción, él se encargaba de escribir un prefacio a cada sección o libro que terminaba. En 1523 terminó la traducción de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento y acompañó su publicación con este Prefacio. En este escrito se puede observar la postura crítica de Lutero frente a la interpretación alegórica que Orígenes aplicaba al Antiguo Testamento y con ello, a esta sección del libro de Ezequiel. Proponemos leer previamente el pasaje de Ezequiel 28:1-19 para continuar la discusión sobre la identidad histórica o simbólica del príncipe de Tiro:

(…) Algunos tienen una opinión muy pobre sobre el Antiguo Testamento, como algo dado solamente al pueblo judío, que está fuera de época y que contiene sólo historias de otros tiempos. Consideran que tienen suficiente con el Nuevo Testamento y pretenden buscar en el Antiguo Testamento un sentido meramente espiritual, como lo ha sostenido Orígenes… (pero) ésta es la Escritura que hace insensatos a todos los sabios e inteligentes, y que sólo se abre a los pequeños y torpes, como dice Cristo en Mateo 11. Por lo tanto, deja de lado tu opinión y sentimiento, y considera esta Escritura como la cosa sagrada más excelente y noble.

(Traducción del alemán de Carlos Witthaus, Obras de Martín Lutero, Tomo VI)


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XVII. Respuesta al libro exageradamente espiritual de Jerónimo Emser Martín Lutero

Jerónimo Emser (1477-1527 d.C.) fue un teólogo alemán que al principio apoyó, pero luego criticó duramente a la reforma protestante alemana de Lutero. En el año de 1521 publicó un ataque contra el famoso tratado de Lutero titulado A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (1520); en su escrito, Emser defendió la doctrina católica de la misa y la autoridad del Papa, al que Lutero había llamado anteriormente Anticristo. Como respuesta a ese escrito “exageradamente espiritual”, Lutero escribió en el mismo año, el breve tratado que sigue a continuación. En esta particular respuesta percibimos el menosprecio de Lutero hacia la exégesis de Orígenes, ya que Emser (como buen humanista), había basado su argumento en la interpretación alegórica del erudito de Alejandría. La controversia que mantuvieron ambos teólogos alemanes al respecto de la interpretación aplicada a los textos bíblicos del Antiguo Testamento, nos permiten ahora reconsiderar las propuestas de identificación simbólica que Orígenes sostuvo sobre el príncipe de Tiro y sobre el Faraón de Egipto. Recomendamos realizar previamente la lectura del pasaje 28:1-19 para discutir sobre la identidad histórica o simbólica del personaje descrito:

(...) en tiempos de Orígenes sus libros fueron con justicia despreciados: él se fijaba demasiado en el sentido espiritual de las Escrituras, que no era necesario, y que no se ocupaba del necesario sentido literario. Así se desmorona la Escritura y no se es un buen teólogo. Ya que se debe lograr, el único y correcto sentido principal, el cual está dado por las letras. (…) El Espíritu Santo es el Escritor y orador más inequívoco que existe en cielo y tierra, por eso sus palabras no pueden tener más que el sentido claro que está dado por el sentido que llamamos literal (...) Pero por desconocimiento algunos le han dado a la Escritura cuatro sentidos: literal, alegórico, anagógico y tropológico (Gregorio Magno), lo cual no tiene fundamento alguno. Por eso no hay que llamarlo sentido literal (...) Es mejor llamarlo gramatical o sentido histórico, y todavía mejor que fuera llamado sentido del lenguaje (...) tal como los lenguajes pueden ser comprendidos por cualquiera. Porque quién escucha en lenguaje permanece en este sentido y no sigue reflexionando más allá de lo que le da el propio lenguaje...

(Traducción del alemán de Dámaris Zijlstra Arduim, La locura de la Cruz: la teología de Martín Lutero)


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6.4. ANEXOS PARA LA CLASE 4: Promesas de Restauración (Capítulos 33 – 37)

XVIII. Crónica Babilónica

A continuación, presentamos un extracto de una Crónica Mesopotámica que describe la caída de Babilonia frente al emergente imperio Persa que se levantó como la nueva potencia que supliría su lugar en la geopolítica de ese entonces. Por la Crónica sabemos que la caída de Babilonia se realizó sin combate, aunque los oráculos proféticos preveían otro escenario (Is. 13-14; 46-47, Jr. 50-51). Este acontecimiento tuvo lugar en el año 539 a. C. Y está expuesto aquí para asentar que las profecías de restauración pronunciadas por Ezequiel pudieron cumplirse finalmente para demostrar que por más difícil que las cosas pintaran, Jehová seguía acordándose de su pueblo para rescatarlo de su opresión:

En el mes de tashritu (27 de septiembre - 26 de octubre de 539 a. C.) cuando Kurash (Ciro) combatió contra las tropas de Akkad en Opu (Opis), las gentes se retiraron (¿); saqueo (la ciudad) y mató a (sus) gentes. El decimocuarto día (10 de octubre), Sippar fue tomada sin combate. Nabuna id (Nabonid) huyó. El decimosexto día, Ugbaru, gobernador del país de Gutium y las tropas de Kurahs entraron a Babilonia sin combate. (…) En el mes de arahsamnu, el día tercero (29 de octubre), Kurash entró en Babilonia (…) quedó establecida la paz en Babilonia. Kurash anunció la paz para toda Babilonia.

(Traducción del acadio de Jesús García Recio, Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, Archivo 53)

XIX. Pseudo Ezequiel de Qumrán (4Q385)

Muy cerca del Mar Muerto se hallaron en 1947, once cuevas con cerca de 972 manuscritos antiguos de origen judío. Este hallazgo revolucionó la comprensión arqueológica y literaria que se tenía del mundo del Antiguo Testamento y es gracias a este descubrimiento que nos han llegado los escritos físicos más antiguos que se conservan de los libros de la biblia. El conocido hallazgo de Qumrán nos permite saber que hubo un manuscrito de Ezequiel que fue recopilado con rasgos apocalípticos. Los estudiosos han llamado a los 3 fragmentos que sobreviven del manuscrito, un Apocalipsis perdido de Ezequiel, o un


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Pesudo Ezequiel. Presentamos aquí dos de los tres fragmentos de este Pseudo Ezequiel de Qumrán para hacer notar que algunas comunidades judías del siglo III o el siglo II a. C. Reelaboraron la visión de Ezequiel sobre el valle de los huesos secos, con una comprensión propia de su tiempo que añadió un carácter apocalíptico a la visión del profeta. Sugerimos comparar el capítulo 37 de Ezequiel con estos fragmentos, a fin de poder señalar las diferencias entre ambos:

Frag. 2 [Y conocerán que yo soy YHWH,] que redimo a mi pueblo dándoles la alianza. [Y dije: «YHWH,] yo he visto a muchos de Israel que han amado tu nombre y han marchado en los caminos de [justicia.] ¿Cuándo sucederán estas cosas? ¿Y cómo serán recompensados por su fidelidad?». Y YHWH me dijo: «Yo haré ver a los hijos de Israel y sabrán que yo soy YHWH». [Y dijo:] «Hijo del hombre, profetiza sobre los huesos y di: Que [se una] un hueso a su hueso y una juntura [a su juntura».] Y así fue. Y dijo una segunda vez: «Profetiza, y subirán sobre ellos nervios y serán cubiertos de piel [por encima».] Y así fue. Y dijo de nuevo: «Profetiza sobre los cuatro vientos del cielo, y soplarán los vientos [del cielo sobre ellos y vivirán,] y una gran multitud de hombres se alzará y bendecirá a YHWH Sebaot que [les ha hecho vivir.»] Y dije: «Oh YHWH, ¿cuándo sucederán estas cosas?». Y YHWH me dijo [...] se curvará un árbol y se enderezará [...]

Frag. 3 [...] bajo mi pena [... y mi corazón] agita mi alma. Y los días pasarán deprisa hasta que digan [todos los hijos de] hombre: «¿No se apresuran los días a fin de que hereden los hijos de Israel [su tierra?»] Y YHWH me dijo: «Yo no rechazaré tu rostro, Ezequiel; he aquí que yo mido [el tiempo y acorto] los días y los años [...] un poco, como dijiste a [...] [Porque] la boca de YHWH ha dicho estas cosas» [...]

(Traducción del hebreo de Florentino García Martínez, Textos de Qumrán)

XX. Apócrifo de Ezequiel (Frag. 2) (Carta a los Corintios 8:2-3 – Clemente de Roma)

Clemente, obispo de Roma (40-101 d.C.), citó en su Carta a los Corintios, un pasaje que él atribuyó al profeta Ezequiel, y que sin embargo sabemos que no es parte del libro del profeta. Quienes defienden la existencia de un perdido Apócrifo de Ezequiel, sostienen que el pasaje que citó Clemente en su Carta pertenece a este hipotético escrito, que según algunos estudios, fue muy conocido en aquellos tiempos. En realidad, el fragmento que


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presentamos a continuación parece ser más una combinación de Ezequiel 14:6 o 18:31-32, con Isaías 1:8 y con Jeremías 3:19. Presentamos, sin embargo, el extracto del apócrifo por su característico anuncio de una restauración condicionada a través de la conversión. Aquí invitamos a leer Ezequiel 33:10-20, a fin de relacionar ambos textos siguiendo el orden “conversión - restauración”:

Afianzando el buen pensamiento. "Convertíos, casa de Israel, de vuestras transgresiones". Digo a los hijos de mi pueblo: "Si vuestros pecados llegasen de la tierra hasta el cielo, y si fuesen más rojos que la escarlata y más negros que el saco de penitencia, y os volvéis a mí de todo corazón y decís 'Padre', yo os escucharé como a un pueblo santo".


XXI. Apócrifo de Ezequiel (Frag. 5) (El Pedagogo I:9 – Clemente de Alejandría)

Presentamos ahora también el quinto extracto del hipotético Apócrifo de Ezequiel. Éste pequeño fragmento se encuentra citado en al menos tres obras importantes de la antigüedad cristiana, en donde se le atribuye a Ezequiel. Sin embargo, su valor histórico es más relevante que el de los otros cuatro extractos del hipotético apócrifo, al hallarse también en el manuscrito griego (Septuaginta), más antiguo que se conoce del libro canónico de Ezequiel (P 967). En suma, estamos delante de un pequeño fragmento que adapta una breve porción de la visión que promete un nuevo Pastor para Israel. Por eso proponemos leer en conjunto con el pasaje de Ezequiel 34, poniendo especial atención a los versículos 14,15,16 y 23:

"Por eso dice Él por medio de Ezequiel... 'Al cojo lo restableceré, al que está turbado lo sanaré, al que está extraviado lo haré volver, y yo los alimentaré sobre mi manto (...) y seré su pastor y estaré junto a ellos como el vestido sobre la piel'."



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XXII. Pastor de Hermas (Mandamiento undécimo)

La literatura cristiana del segundo siglo desarrolló la interpretación de la visión de Ezequiel 34 a partir de los ministerios que en ese entonces comenzaban a practicarse en la Iglesia Primitiva (Rom. 12:6). La visión de Ezequiel que se dirigía simbólicamente a los líderes políticos y religiosos de su tiempo llegó a ser aplicable (de acuerdo con esta primera lectura cristiana de Ezequiel), a los profetas y predicadores que en ocasiones podían llegar a ser falsos entre las comunidades cristianas. El Pastor de Hermas (150 d.C.) es la antigua obra del cristianismo primitivo que nos permitirá conocer estas primeras interpretaciones y aplicaciones que se realizaban de Ezequiel a partir de la fe en Jesucristo. Proponemos leer previamente el capítulo 34 para evidenciar la interpretación posterior de la visión de Ezequiel:

Y entonces le pregunté, ¿cómo se reconocerá quién es verdadero y quién es un falso profeta? Y él me dijo: Escucha, así pondrás a prueba al profeta y al falso profeta. Por medio de su vida pon a prueba a aquel que dice tener el Espíritu de Dios. Porque, en primer lugar, el que tiene el Espíritu de Dios, es manso, tranquilo, humilde, y se abstiene de toda maldad y vano deseo de este mundo, y no se tiene por mejor que los demás, ni da motivos para que las personas hablen mal de él, ni habla enseñanzas secretas cuando quiere, sino que este habla solo cuando Dios quiere que lo haga. Porque cuando aquel acude a una asamblea de justos, que tienen fe en el Espíritu de Dios, y se hace intercesión a Dios en favor de su congregación, entonces el Espíritu de Dios le llena, y éste, siendo lleno del Espíritu Santo, habla a la congregación, según lo que quiere decir el Señor. De esta manera pues, el Espíritu de Dios será manifestado. Esta es la grandeza del poder que corresponde al Espíritu de Dios que es del Señor. Pero escucha ahora con respecto al espíritu terreno y vano, que no tiene poder, sino que es necio. En primer lugar, está persona que parece tener un espíritu, se exalta a sí mismo, y desea ocupar un lugar principal, e inmediatamente es imprudente y desvergonzado y charlatán y habla familiarizado en muchas cosas lujuriosas y muchos otros engaños, y recibe dinero por su actividad profética, y si no lo recibe, no profetiza. Ahora bien, ¿puede un Espíritu divino recibir dinero y profetizar? No es posible que un profeta de Dios haga esto, sino que el espíritu de estos profetas es terreno. En segundo lugar, nunca se acerca a una asamblea de justos; sino que los evita, y se junta con los de ánimo indeciso y vacíos, y profetiza para ellos en los rincones, y los engaña, diciéndoles toda clase de cosas en vaciedad, para gratificar sus deseos; porque también son vacíos aquellos a los que predica (…) Pero cuando aquel entra en una asamblea llena de justos que tienen el Espíritu de Dios, y ellos hacen intercesión, este


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se manifiesta vacío, y el espíritu terreno huye de él con temor, y entonces se queda mudo y se queda desconcertado, sin poder decir una sola palabra. (…) Te he mostrado la vida de las dos clases de profetas. Por lo tanto, pon a prueba, por su vida y sus obras, al que dice que es movido por el Espíritu. Así pues, confía en el Espíritu que viene de Dios y tiene poder; pero en el espíritu terreno y vacío no pongas tu confianza; porque en él no hay poder, puesto que viene del diablo.”

(Traducción del griego y el latín de Daniel Ruíz Bueno, Padres Apostólicos y Apologistas griegos)

XXIII. Sermón 46: Los Pastores Agustín de Hipona

Agustín de Hipona (354-430 d.C.), fue otro de las grandes escritores cristianos de la antigüedad que dispuso su vida en servicio a Dios, cumpliendo la tarea de ser teólogo y pastor de la Iglesia latina de occidente. Muchos de sus sermones son piezas homiléticas conmovedoras que reflejan su profundo conocimiento de las Escrituras y su novedosa creatividad para aplicarlas a la vida cristiana. De sus muchos sermones sólo han quedado dos que encuentran fundamento en el libro del profeta Ezequiel; Su Sermón 46 que dirige a Los pastores y su Sermón 47 que dirige a Las ovejas. Ambos sermones toman como base el pasaje de Ezequiel 34, y Agustín simplemente divide el capítulo en dos partes (1-16, 17-31) para predicarlo en dos sermones. La predicación de estos sermones tuvo lugar en la primitiva iglesia de Cartago, en el norte de África, donde entre los años 407 – 411, Agustín fue invitado a predicar. En ese entonces, el obispo de Hipona aprovechó la oportunidad para dirigir su Sermón en contra de las pastorales donatistas, a los que él consideró sus acérrimos adversarios heréticos. Sin embargo, la primera parte del Sermón 46 no expone directamente esta controversia, sino que hace una interesante interpretación y aplicación de la visión del profeta Ezequiel, a la luz de la Iglesia cristiana de su tiempo. Sobre todo, en el acuse del abuso que del ministerio pastoral se hacía en ese contexto eclesial e histórico. Presentamos aquí algunas secciones editadas del Sermón de Agustín dirigido a Los pastores. La intención es que podamos reflexionar sobre esta segunda lectura cristiana que se hizo de la visión del profeta sobre el anuncio de un Pastor prometido para el pueblo de Dios (Ez. 34):

(…) como hay pastores que se complacen en que se les designe por ese nombre, pero no quieren cumplir con los deberes que comporta, examinemos lo que les dice el profeta (lee Ezequiel 34:1-16) … según lo que hemos escuchado en la lectura. Escuchad vosotros con atención; escuchemos nosotros con temblor. Esto dice el Señor Dios: “¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan sólo a sí mismos!”


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¿Acaso los pastores no apacientan ovejas? Es decir, ¡los pastores no se apacientan a sí mismos, sino a las ovejas! Este es el primer motivo por el que se censura a estos pastores: se apacientan a sí mismos y no a las ovejas. ¿Quiénes son los que se apacientan a sí mismos? Aquellos de quienes dice el Apóstol: Pues todos buscan sus intereses y no los de Jesucristo… estos en el hecho de presidir no deben buscar su propia utilidad, sino la de aquellos a quienes sirven. El mal pastor es aquel que estando al frente de otros, halla su gozo en estarlo, y busca su honor y sólo mira por sus intereses, él es quien se apacienta a sí mismo y no a las ovejas. Veamos lo que la palabra divina, dice a los pastores que se apacientan a sí mismos y no a las ovejas: "He aquí que habéis tomado su leche, os habéis cubierto con su lana, habéis sacrificado las gordas, y no habéis apacentado mis ovejas. No habéis robustecido a la débil, no habéis cuidado a la enferma; no habéis vendado a la perniquebrada, no habéis hecho volver a la descarriada, no habéis buscado a la perdida, y habéis acabado con la fuerte. Y se han dispersado mis ovejas, al no haber pastor." Que esto se les denuncie a los pastores que se apacientan a sí mismos y no a las ovejas: lo que aman y lo que descuidan. (...) Descubrimos que la leche de la grey es todo lo que el pueblo de Dios dona a los que están al frente de él para su sustento temporal. (…) Así, pues, quienes no pueden hacer lo que hizo Pablo, es decir, sustentarse con el trabajo de sus manos, acepten la leche de las ovejas, hagan frente a su necesidad, pero no por esto descuiden las ovejas en su debilidad. No busquen lo dicho como si se tratase de su salario, dejando la impresión de que anuncian el evangelio para remediar su necesidad y penuria, antes bien ofrezcan la luz de la verdad a los hombres que necesitan recibirla. Reciban del pueblo lo necesario para el sustento y del Señor la recompensa de su servicio. Tras haber mostrado qué significa el alimentarse con su leche, averigüemos ahora el significado de cubrirse con su lana. Quien da leche ofrece alimento; quien da lana otorga un honor. Son dos cosas que esperan estos obtener del pueblo, quienes se apacientan a sí mismos y no a las ovejas: un salario para hacer frente a la necesidad, y el favor del honor y de la alabanza. (…) Después de haber indicado lo que aman estos pastores, señalare también lo que descuidan: las ovejas sanas y gordas, es decir, las que se mantienen firmes en el alimento de la verdad. Aquellos malos pastores no las cuidan. Les parece poco no preocuparse de las enfermas, débiles, descarriadas y perdidas; en cuanto depende de ellos, pues matan también a estas fuertes y gordas. Pero ¿Cómo las matan? Viviendo mal y dándoles mal ejemplo. Pues una oveja, aunque sea de las fuertes, si ve frecuentemente que vive mal él que está al frente de ella; si aparta sus ojos de las


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normas del Señor y los pone en el hombre, comienza a decir en su corazón: "Si el que está al frente de mí vive de esta forma, ¿quién soy yo para no hacer lo que él hace?" Así pues, mata a la oveja fuerte. Y si mata a la oveja fuerte, ¿qué no hará con las otras, él que con su mala vida mató a la que él no había robustecido, sino que la había encontrado ya fuerte o robusta? (...) quien vive malvadamente en presencia de quienes al frente está, en cuanto de él depende, mató también a las ovejas fuertes. Escuchado también lo que descuidan. “No habéis robustecido a la débil...” (…) Pues estos malos pastores hablan así: "Vivid como queráis, estad seguros, Dios no hace perecer a nadie; basta con que tengáis la fe cristiana. Él no hace perecer a los que ya redimió…" Si yo hablara así, quizá congregaría mayores multitudes, me congraciaría con una muchedumbre. Si me comportara así, si no os hablara la palabra de Dios ni la de Cristo, sino la mía, sería un pastor que se apacienta a sí mismo y no a las ovejas. (…) Pues si se les enseña a esperar prosperidad en este mundo, la misma prosperidad les corrompe; al llegar las adversidades, la fe se debilita, o tal vez se apaga. (…) Quien así edifica, no edifica sobre piedra, sino sobre arena. Porque para que la oveja débil no desfallezca en las pruebas futuras, no hay que engañarla con una falsa esperanza ni quebrantarla con el pánico. Pues en estas dos cosas consiste el fortalecer al débil: prometerle la asistencia de Dios y anunciarle los sufrimientos futuros. (…) ¿Habrá, entonces, y se encontrarán pastores que no busquen sus intereses, sino los de Jesucristo? Los habrá, y se les encontrará; ni faltan, ni faltarán en absoluto. (…) ¿No se dice en otro lugar de las Escrituras: Y les daré pastores según mi corazón, y las apacentarán con disciplina? ¿Cómo, entonces, no da a los buenos pastores las ovejas que quita a los malos, sino que, como si absolutamente en ningún lugar quedasen pastores buenos, dice: “Yo las apacentaré”? (…) Los pastores buenos o no existen o están ocultos. Si no los hay, ¿por qué perdemos el tiempo? Si están ocultos, ¿por qué no se habla de ellos? Aquí descubro a todos los buenos pastores en uno solo. Pues no faltan los buenos pastores, pero se hallan en uno solo. Porque los que están divididos son muchos, pero aquí se anuncia uno solo, porque se encarece la unidad. En verdad, si aquí no se habla de pastores sino de un solo pastor, no se debe a que el Señor no haya encontrado a quien confiar sus ovejas. Porque en efecto, si hay buenas ovejas, también hay buenos pastores, pues de las buenas ovejas salen los buenos pastores. Pero todos los buenos pastores están en uno y forman una unidad. Cuando apacientan ellos, es Cristo quien apacienta. Por tanto, quién apacienta cuando ellos apacientan, dice: “Soy yo quién apaciento”, pues en ellos se halla la voz de Él, en ellos se halla su amor.


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Esto es apacentar para Cristo, apacentar en Cristo, apacentar con Cristo y no apacentarse a sí mismo fuera de Cristo. (…) Así pues, estén todos en el único Pastor, anuncien todos la única voz del Pastor, de modo que la oigan las ovejas y sigan a su Pastor; no a este pastor o al otro pastor, sino al único verdadero Pastor. Anuncien todos, unidos en él, una sola voz; no tengan diferentes voces. Les ruego, hermanos, que todos anuncien lo mismo y no haya entre ustedes divisiones. (…)

(Traducción del latín de Pío de Luis, Obras completas de San Agustín, Tomo VII: Sermones I)

XXIV. El Pastor Ulrico Zuinglio

Este último anexo de la Clase 4 de nuestro material, representa la tercera lectura cristiana que se realizó del capítulo 34 de Ezequiel, acerca de la visión de un nuevo Pastor para Israel. Ulrico Zuinglio (1484-1531 d.C.) fue uno de los más representativos Reformadores Protestantes del siglo XVI. Su trabajo pastoral y teológico fue imprescindible para dar forma a otras corrientes protestantes, que no estaban tan allegadas a la reforma alemana promovida por Lutero. Una mañana de octubre de 1523, Zuinglio predicó el Sermón que a continuación presentamos; su público no era un grupo conformado por laicos, sino un afianzado grupo de predicadores protestantes, a los que él veía como colegas en el ministerio pastoral. De ahí que su propósito fuera el de poner delante de ellos la imagen ideal del pastor evangélico protestante, en contraste con la imagen del falso pastor, que él denunciaba encontrar en el sacerdote católico que no se adhería al movimiento de la Reforma. Como lo hemos indicado con los anteriores tres anexos, sugerimos la lectura previa del capítulo 34 de Ezequiel para apreciar mejor esta tercera interpretación cristiana de la visión del profeta:

Querido hermano, (...) tú sabes probablemente que Jerónimo menciona a un tal Hermas, que ha escrito un libro en griego titulado El Pastor, que aparentemente estaba en boga entre los antiguos cristianos. Yo he deseado con frecuencia que uno de los tantos hombres letrados de Dios que hay actualmente, quiera tomar la iniciativa y pueda proveernos, con la misma fidelidad pastoral, de un remplazo para esa obra caída en el olvido, para que cada uno llegue a ser capaz de distinguir a los rectos pastores de los falsos. (pero) Dado que no se ha encontrado ninguno, yo mismo me he tomado ahora la libertad de hacerlo... ¿Qué cosa más triste le puede ocurrir al pueblo cristiano que tener como pastores a quienes vendieron por dinero lo que ellos no tenían y no es posible comprar aunque lo


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tuvieran? (…) Porque ellos mismos no creían lo que le ponían sobre la mesa a todo el mundo. Pues si lo hubiesen creído habrían vivido de modo diferente. El pastor y las ovejas que el pastorea son una metáfora tan clara de Dios y de nuestro ministerio que el Antiguo Testamento siempre explica la providencia y el gobierno divino sobre nosotros (...) resulta necesario que todos los que han sido llamados como pastores de sus ovejas aprendan a desempeñar su ministerio siguiendo la verdadera palabra de Dios. (…) Ninguno sirve pues para apacentar ovejas a menos que se haya despojado de sí y sólo Dios habite en él y hable por Él. (…) Porque por más que se hable lindo sobre Dios, sino se vive en conformidad con él ello es sólo una hipocresía. De ahí que el pastor deba poner todo cuidado en no destrozar con sus actos lo que enseña con la palabra. Por eso, ay del pastor que calla en estos tiempos en que aún los niños y los sencillos llegan a ser capaces de hablar. Ay de aquél, que pone la luz bajo el cajón y desarrolla con indolencia la obra de Dios y no ayuda a liberar al pueblo de Dios. (…) Ningún pastor verdadero puede mirar su mirada en el salario. Pues si él confía que su salario es seguro entonces su fe ya está allí. (Porque) sólo los siervos miran el salario, pero no los hijos. Si somos hijos de Dios y coherederos de Cristo, ¿entonces por qué deberíamos fijar nuestra mirada en el salario como siervos sin libertad? Los falsos pastores no son otra cosa que falsos profetas (…) Resumo aquello en lo que tú puedes reconocer a los falsos pastores: 1. Todos los que no enseñan no son otra cosa que lobos, aunque sean llamados pastores, obispos o reyes. 2. Aquellos que enseñan, pero no enseñan la Palabra de Dios, sino sus propias ocurrencias, son igualmente lobos. 3. Aquellos que enseñan la Palabra de Dios, pero no lo hacen para la gloria de Dios, sino para la suya propia y para sus jefes (...) son lobos malvados disfrazados de oveja. 4. Aquellos que enseñan, pero no tocan a sus jefes, sino que consienten en que su tiranía aún crezca, son lobos traidores para con el pueblo. 5. Aquellos que no practican con sus obras los que enseñan con la palabra, ellos con sus obras derrumban más de lo que construyen con la palabra. 6. Aquellos que no piensan en el bien de los pobres, sino que consienten en que sean explotados y oprimidos son falsos pastores. 7. Aquellos que llevan el nombre de pastor y, sin embargo, imperan mundanamente, son los peores hombres lobo. 8. Aquellos que acumulan riquezas, que llenan la bolsa, el monedero, la despensa, y la bodega, son verdaderos hombres lobo. Y finalmente aquellos que con la doctrina no


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se proponen implantar entre las personas ni sabiduría ni amor ni temor de Dios, son falsos pastores. 9. Todos aquellos que en vez de guiar hacia el Creador conducen a las criaturas, son falsos pastores. El Dios todopoderoso ha castigado nuestro pecado durante largo tiempo con falsos pastores, que no nos alimentaron con su Palabra; y con lobos, que además nos arrebataron los bienes materiales, y peor aún: nos hicieron sus esclavos, pero ahora los lobos pueden ser vistos y detectados fácilmente en todas partes. (...) falsos pastores, si todavía hay en ustedes un destello de fe en Dios y si vive aún en sus corazones una gota de filantropía, por amor a Dios y a la comunidad humana, tengan consideración con el atormentado pueblo. (…) ¡Ustedes ya han sido advertidos! Dios ha tenido paciencia con ustedes por largo tiempo; pronto vendrá con la vara. Por ello, fijen su confianza en otro lado: en Dios, que lleva los corazones a la paz.

(Traducción del alemán de René Krüger y Daniel Beros, Ulrico Zuinglio: Una Antología)


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6.5. ANEXOS PARA LA CLASE 5: El poderoso opresor que será vencido (Capítulos 38 – 39)

XXV. Oráculos Sibilinos (Libro III)

Los anexos de esta sección quinta se dedican a exponer la interpretación judía y cristiana que se ha desarrollado a lo largo de la historia acerca de las figuras más representativas de esta sección del libro de Ezequiel, aquí nos referimos por supuesto a Gog y Magog. Ezequiel es el primer libro de la Biblia que menciona los nombres de estos dos incógnitos personajes (o lugares), y luego del libro del profeta, las menciones a ellos no paran entre los primitivos escritos judíos y cristianos por igual. Las interpretaciones que buscan identificarles han sido de las más variadas que se han hecho sobre un personaje incógnito de la Biblia, tanto en la antigüedad como en el presente. Sin embargo, a continuación, presentamos un extracto del escrito que se cree es el más antiguo (luego de Ezequiel) en referenciar los nombres de Gog y Magog. Hablamos del apócrifo judío conocido con el nombre de Oráculos Sibilinos, y especialmente de su libro III que es reconocido como el más antiguo (250-150 A. C.). La visión de la sibila (profetiza griega), en este libro, vaticina una serie de calamidades de carácter apocalíptico para varias naciones del mundo, en donde también se engloba el país de Gog y Magog. La diferencia más relevante que se hace notar entre este texto y Ezequiel 38 – 39, es que aquí Magog ya no es referenciado como un lugar (país del que proviene Gog) sino como un personaje que comparte nacionalidad con Gog, lo cual demuestra que, en cuatro o tres siglos, se dejó de aludir a “Gog de Magog” para comenzar a decir “Gog y Magog”. Sugerimos que, para leer todos los anexos de esta sección, el lector pueda leer previamente y en comparativa los capítulos 38 y 39:

¡Ay de ti, país de Gog y de Magog, situado entre los ríos etíopes, cuánto caudal de sangre acogerán! Morada del juicio entre los hombres serás llamado, y tu tierra regada por muchas aguas, beberá tu oscura sangre

(Traducción del griego y el latín de Emilio Suárez de la Torre, Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. III)


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XXVI. Libro de los Jubileos

(Capítulo 4)

Algunos estudiosos de la Biblia han llegado a sugerir que la tercera referencia históricamente más antigua que se hizo de Magog se encuentra en la sección del libro de Génesis que describe a Magog como parte de las generaciones de Noé (Gen. 10:1-2) Se ha propuesto que esta sección del libro pueda datar originalmente del siglo III o II A. C. Y de ser cierta esta hipótesis, se podría afirmar que la tradición religiosa del judaísmo de ese tiempo (III-II A. C.) interpretó a Magog ya no sólo como un habitante de otro país, sino como un nieto directo de Noé, al ser hijo de Jafet. El apócrifo judío que citamos a continuación, seguiría desarrollando este argumento del libro de Génesis, agregando ahora también información acerca de la tierra que le correspondió tomar a Magog. El Libro de los Jubileos conservado en una traducción etíope tardía, fue escrito originalmente entre el 180 y el 130 a. C. y sería la cuarta referencia histórica más antigua que se atestigua sobre Magog. Lo cual nos permite hacer notorio que la teología judía de ese tiempo había desarrollado todavía más su relectura de esta sección de Ezequiel que habla de Gog y Magog:

Subdivisión de la tierra entre los descendientes de Sem, Cam y Jafet (…) Jafet dividió la tierra de su heredad entre sus hijos, saliendo el primer lote a Gomer, hacia el nordeste hasta el río Tanais. En el norte correspondió a Magog toda la tierra interior septentrional hasta acercarse a la laguna Meótica…

(Traducción de la versión etiópica de Federico Corriente y Antonio Piñero Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. II)

XXVII. Regla de la Guerra (1QM: Col XI:11-17)

Volvemos de nuevo a referenciar una obra proveniente de los Manuscritos del Mar Muerto (Qumrán). Esta vez, un famoso manuscrito titulado como la Regla de la guerra o el Rollo de la guerra (165 a.C. - 10 d.C.); este escrito judío de origen esenio sería probablemente la quinta referencia histórica más antigua que hace mención del nombre de Gog o Magog. En este escrito esenio se describe con tintes apocalípticos una cruenta lucha entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. La batalla entre los hijos de Dios que guardaron el pacto y los hijos de las tinieblas que lo violaron, se verá complicada todavía más por la repentina participación de los Kittim, que se describen como un conjunto de poderosos


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pueblos extranjeros que entran en escena para auxiliar a los hijos de las tinieblas, atacando a los hijos de la luz. En ese contexto se menciona a Gog como uno de los poderosos pueblos extranjeros que conforman este grupo denominado como los Kittim. La Regla de la Guerra menciona que la derrota de Gog y los otros Kittim ya había sido profetizada antes, lo cual es una alusión a Ez. 38-39. Acerca de la descripción de quienes traerán la derrota de Gog, podemos notar que se hace una clara referencia al Salmo 8:2: los pequeños, los pobres y los postrados en tierra serán la fortaleza frente a los poderosos adversarios:

(…) De antiguo anunciaste el momento del poder de tu mano contra los Kittim: (...) Pues entregarás en mano de los pobres (a) los enemigos de todos los países, y por mano de los postrados en el polvo harás caer (a) los poderosos de los pueblos (...) ejecutarás sentencia contra Gog y contra toda su asamblea [...] pues guerrearás contra ellos desde el cielo [...]

(Traducción del hebreo de Florentino García Martínez,

Textos de Qumrán)

XXVIII. Antigüedades Bíblicas

Pseudo Filón

Hacia aproximadamente el año 70 d.C., se compuso un apócrifo del Antiguo Testamento que se atribuyó pesudo epigráficamente a un célebre filósofo judío conocido como Filón de Alejandría. Este apócrifo volvió a distanciarse de la interpretación apocalíptica que se acostumbraba a hacer de Gog, para volver a desarrollar la tradición judía que se había hecho sobre Magog. De forma que agregó ahora también datos sobre la descendencia de Magog y volvió a replantear el nombre de la tierra que recibió como heredad de parte de su padre Jafet:

Descendientes de Noé Los hijos de Noé que salieron del arca eran Sem, Cam y Jafet (…) Los descendientes de Jafet: Gómer, Magog (…) los descendientes de Magog: Cese, Tifa, Faruta, Amiel, Fimei, Goloza y Samanac… Estos son los que se dispersaron y habitaron en la tierra, entre los persas y los mónidos, y en las islas que se hallan en el Mar… Entonces fue repartida la tercera parte de la tierra… Magog y sus hijos (recibieron) Degal…

(Traducción del latín de Alfonso de la Fuente Adánez, Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. II)


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XXIX. La Ciudad de Dios (XX:11) Agustín de Hipona

Agustín nunca escribió un comentario acerca del libro de Ezequiel, sin embargo, es posible conocer la opinión que el obispo de Hipona llegó a tener sobre los personajes de Gog y Magog referenciados en Ezequiel 38-39, a través de su obra magna conocida como La Ciudad de Dios. En ésta monumental obra, Agustín se dispuso a escribir acerca de varios asuntos concernientes a la teología de su tiempo, poniendo un especial énfasis en el tema de la escatología hacia el final de su escrito. Es justamente tratando estos contenidos escatológicos, que Agustín llega a expresar su interpretación acerca de Gog y Magog como figuras apocalípticas del fin de los tiempos. Para el momento en que escribe Agustín está sección de su obra (422-426 d. C.), él ya conocía las cuatro interpretaciones más populares que se habían fijado sobre la identidad de estos pueblos incógnitos: El historiador judío Flavio Josefo había dicho a finales del primer siglo que Magog era el país de los escitas (nómadas euroasiáticos que habitaron lo que actualmente es Irán, Kazajistán y Rusia) una interpretación que compartió también Jerónimo de Estridón siendo contemporáneo de Agustín. Los cristianos de principios del siglo II que siguieron de cerca la interpretación más próxima del libro de Apocalipsis, comprendieron que el pasaje 20:7-8, referenciaba sutilmente al Imperio Romano como Gog y Magog (esta interpretación llegó a perder significado una vez que el cristianismo se relacionó con el Imperio). Un escritor cristiano de Roma llamado Hipólito (170-235 d.C.) había también identificado ya a Magog como la nación de los galos (actualmente Francia y Bélgica) que los griegos llamaron equivocadamente celtas. Y finalmente la opinión al respecto más cercana a Agustín le llegó de parte de su maestro espiritual, Ambrosio de Milán, quién reconoció en los godos al Gog de quien llegó a profetizar Ezequiel (está interpretación se popularizó dos siglos después con Isidoro de Sevilla).

A pesar de que todas estas interpretaciones llegaron a ser interesantes para Agustín, él decidió optar por una interpretación que no estuviera fijada en un momento histórico concreto. De forma tal que su interpretación resulta un gran salto teológico desde la identificación segura de un antagonista histórico establecido hacia la identificación ahistórica de un antagonista multifacético que no está fijado detrás de ninguna frontera:

De Gog y de Magog, a quienes al fin del siglo ha de mover el demonio, y suelto, contra la Iglesia de Dios (…) Por las naciones denominadas Gog y Magog, no deben tomarse los pueblos bárbaros de cierta región del mundo; como han hecho los que piensan que son los getas (tracios) y los masagetas (escitas), basados en las primeras letras de esos


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nombres, u otros pueblos extraños y ajenos al Imperio romano, porque el texto más bien hace notar que estos están extendidos por toda la tierra. (…) hemos comprobado que Gog significa techo y Magog del techo (interpretación que Agustín tomó del comentario al libro de Ezequiel de Jerónimo) como si dijera la casa y el que sale de ella. Así que estas son las naciones en donde está encerrado el diablo, como un abismo de donde él sale y procede siendo estas naciones su casa (…) y estas palabras: “se extendieron sobre toda la tierra y cercaron a los santos y a la ciudad amada”, no significa que los enemigos fueron o irán hacia algún lugar concreto y determinado donde lleguen a estar los santos o la ciudad amada, puesto que estos son la Iglesia de Cristo que está extendida por toda la tierra, y por eso la Iglesia al estar en todas las naciones, estará en todo lugar de la tierra. Ahí estará la Iglesia y ahí también estarán sus crueles enemigos, porque también ellos están en toda la tierra.

(Traducción del latín de José Morán, Obras completas de San Agustín, Tomos XVI-XVII: La Ciudad de Dios)

XXX. Cartas Thomas Müntzer

Thomas Müntzer (1489-1525 d. C.), fue un reformador alemán del ala radical de la Reforma Protestante, a quien le gustó realizar numerosas interpretaciones bíblicas con implicaciones políticas y sociales, sobre todo del libro de Apocalipsis y de los Profetas del Antiguo Testamento. Dos referencias hacia el libro del profeta Ezequiel se hayan plasmadas en dos de sus Cartas dirigidas a los condes de Mansfeld; Alberto y Ernesto. Esta correspondencia se inscribe dentro de un ambiente social muy complicado y tenso, entre Müntzer y los campesinos por un lado y entre los condes y sus ejércitos por otro. Los dos extractos de las Cartas que presentamos a continuación fueron escritas en los primeros meses del año de 1525, el mismo año en que Müntzer fue ejecutado a causa de ser acusado de animar a los campesinos a levantarse en armas en contra de sus líderes políticos. Proponemos que para la lectura de este anexo se ponga especial atención al capítulo 39 de Ezequiel, ya que Müntzer lo emplea en sus Cartas, con el propósito de orientar las denuncias y los juicios de Dios (que el profeta dirige a Gog), hacia los príncipes de Mansfeld:


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A Alberto von Mansfeld

Escrita para la conversión del hermano Alberto von Mansfeld. Temor y temblores a todo el que hace lo malo, Roṃ. 2:8. Me da lástima que utilices indebidamente la epístola de Pablo (Romanos 13:1). Quieres ratificar así en todo a la malvada autoridad, así como el papa ha convertido a Pedro y a Pablo en carceleros. ¿Crees acaso que Dios el Señor no puede incitar en su ira, a su ignorante pueblo a derribar los tiranos? (…) ¿No has encontrado en tu sémola luterana y en tu sopa de Wittenberg lo que predice Ezequiel? ¿No has podido apreciar en tu basura martiniana lo que dice el profeta en el Cap. 39, cuando convoca a todas las aves del cielo para que coman la carne de los príncipes y a todas las bestias irracionales para que beban la sangre de los grandes como se describe en Apocalipsis 18 y 19? (…) ¿No crees que Dios está más interesado en su pueblo que en ustedes, los tiranos? (…) Bajo el nombre de Cristo quieres ser un pagano y escudarte con Pablo. Pero los caminos te serán interceptados, has de saber, pues, a qué debes atenerte. A Ernesto von Mansfeld (…) Yo, Thomas Müntzer, previamente párroco de Allstedt, te exhorto hasta el exceso, a que en nombre del Dios vivo detengas tu tiránico furor y no sigas atrayendo sobre ti la ira de Dios porque has comenzado a martirizar a los cristianos. (…) El Dios eternamente vivo nos ha ordenado destronarte con la fuerza que nos ha sido otorgada. Porque tú para nada sirves al cristianismo. Eres una dañina escoba para los amigos de Dios. Dios ha hablado acerca de ti y de tus semejantes (Ez. 39). (…) Queremos tu respuesta esta misma noche, o te iremos a buscar en nombre del Dios de los ejércitos. Sabe a qué te has de atener. Haremos implacablemente lo que Dios nos ha ordenado…

(Traducción del alemán de Nélida Mendilaharzu, Textos escogidos de la Reforma Radical)


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XXXI. Notas al Nuevo Testamento: Apocalipsis John Wesley

A continuación, volvemos a presentar un extracto de las Notas al Nuevo Testamento, en donde Wesley se dedicó a interpretar las figuras de Gog y Magog que aparecen en el libro de Apocalipsis 20:8. Sugerimos que se siga el argumento de Wesley en la misma línea de interpretación que hemos hilado sobre estos dos capítulos de Ezequiel (38-39):

Gog y Magog: Magog, el segundo hijo de Jefté, es el padre de las innumerables naciones del norte en dirección al este. El príncipe de estas naciones, de donde provendrán la mayor parte de ese ejército, es llamado Gog también por Ezequiel (38:2). Pero Gog y Magog significan alto o elevado, nombre que les cuadra bien al príncipe y al pueblo. Cuando aparezca este fiero dirigente de muchas naciones, se conocerá su nombre. A fin de reunirlos: a Gog y a sus ejércitos. De Gog no se dice mucho más, porque pronto se mezcla con el resto de la matanza común. El Apocalipsis habla de esto más brevemente porque ya está detalladamente descrito por Ezequiel.

(Traducción del inglés de José Míguez Bonino y Nora Redaelli,

Obras de Wesley, Tomo X: Notas al Nuevo Testamento)


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6.6. ANEXOS PARA LA CLASE 6: Otro mundo es posible (Capítulos 40 – 48)

XXXII. Ritual funerario del mes de GN (KTU 1.106)

Ya antes hemos mencionado que el libro de Ezequiel hace recuento de los orígenes culturales y étnicos del pueblo de Israel: “Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea.” (Ez. 16:3). De manera que anteriormente evidenciamos la alusión de una concepción religiosa hitita en el pensamiento judío de la época de Ezequiel (Anexo V). Ahora, sin embargo, señalaremos otra tradición religiosa heredada en el pueblo de Israel que está aludida en Ezequiel 43:7-9. En esta ocasión, la herencia no proviene de la madre (religiosidad hitita), sino del padre; la religiosidad de Canaán. En la visión de Ezequiel relatada en el capítulo 43, se describe que la gloria de Dios vuelve a llenar el templo de Jerusalén (un nuevo templo y una nueva Jerusalén). En ese contexto, Jehová advierte que nunca más se llegarán a colocar los restos de los cuerpos de sus reyes muertos en el umbral del templo, pues esa práctica contamina su santo nombre, y es algo que Él abomina. La mención de esta práctica ritual en Ezequiel resulta sorprendente porque coincide con las elaboradas prácticas rituales que la religiosidad cananea aplicaba a sus reyes muertos.

Este Anexo y el siguiente expondrán extractos de dos rituales religiosos funerarios que los pueblos semitas occidentales (cananeos) practicaban para honrar a sus reyes en el siglo XIII a.C. Esta práctica religiosa cananea sería entonces la que está aludida y condenada por Yahvé en la profecía de Ezequiel 43:7-9. El primero de estos textos es un ritual celebrado anualmente en el mes de GN, también conocido por los cananeos como el mes del Jardín (probablemente entre junio y julio). Invitamos al lector a contrastar este ritual con el pasaje de Ezequiel arriba citado, para comprender la antagónica relación de estos dos textos:

Y (mientras) el cantor canta un canto de gloria (?)" ante el rey a la entrada del mausoleo regio, una vaca (se sacrificará). En el (día) octavo del (mes) GN (se ofrecerán): una asadura y catorce ovejas y siete vacas y toda clase de 'guisos' de pescado en el jardín; (habrá) transmisión de respuesta en el jardín y (quedará) desacralizado el Rey. En el (día) veintidós: se reunirán las provisiones. En el (día) veinticinco: se lavará el Rey (quedando) purificado y por la noche se preparará el trono funerario. Luego se sacarán


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las provisiones: nueve ovejas y un buey y un ganso, (a) los 'dioses infernales' (se ofrecerán); dos ovejas y una vaca a Arsay (diosa de la muerte hija de Baal). (Habrá) transmisión de respuesta y (quedará) desacralizado el Rey.

(Traducción del ugarítico de Gregorio del Olmo Lete, Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales)

XXXIII. Ritual funerario por el rey muerto (KTU 1.161)

Este segundo ritual religioso de Canaán fue practicado a finales del siglo XIII A. C. por el último rey de Ugarit, Ammurapi, y su esposa Sharell, en honor al padre de Ammurapi: el difunto monarca Niqmaddu III. Es considerado el más sorpréndete de los rituales cananeos de Ugarit, por la creativa descripción que expresa del imaginario ritual de la religiosidad cananea. Sugerimos releer igualmente Ezequiel 43:7-9, para contrastar las visiones de ambos textos, ya que es muy probable que en tiempos de Ezequiel no se repitiera este mismo ritual, pero si se practicara uno similar para honrar a uno de los difuntos reyes de Israel:

Ritual de la fiesta sacrificial de los espíritus (sombras) protectores. - ¿Habéis invocado a los Refaim (reyes antepasados legendarios) de la tierra? ¿Habéis evocado al clan de Didán? ¡invocad al Rafa ulkn! ¡Invocad al Rafa trmn! ¡lnvocad a sdn wrdn! ¡Invocad a tr llmn! ¡Invocad a los Refaim ancestrales! ¿Habéis invocado a los Refaim de la tierra? ¿Habéis evocado al clan de Didán? ¡Invocad al Rey/Milku (rey eterno) Ammishtamru! ¡Invocad también al Rey/Milku (rey eterno) Niqmad! - iOh trono de Niqmad, llora! ¡Que derrame lágrimas el escabel de sus pies! ¡Que ante él llore la mesa regia, y sorba sus propias lágrimas! ¡Desolación, desolación, sí, de desolación es! (rechinar de dientes). ¡Calienta, Shapash, (dios la muerte) sí, calienta, Gran Luminaria! Sobre él, Shapash (dios la muerte) replica: - ¡Sigue a tu señor para (ser) su trono, sigue a tu señor a la 'tierra', baja a la 'tierra', baja, húndete, sí, en el polvo! Junto a sdn wrdn, junto a tr llmn, junto a los Refaim ancestrales, junto al Rey/Milku (rey eterno) Ammishtamru, junto al último Rey/Milku (rey eterno) Nlqmad. (Se repite siete veces y por cada vez que se repite se ofrenda un ave).


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- ¡Salve, salve, Ammurapi (último soberano de Ugarit), y salve, sus hijas! iSalve, Sharelli (esposa de Ammurapi), salve, ¡su casa! ¡Salve, Ugarit, salve, sus puertas!

(Traducción del ugarítico de Gregorio del Olmo Lete, Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales)

XXXIV. Homilías sobre la profecía de Ezequiel

Gregorio Magno

Gregorio I (540-604 d.C.), también conocido como Gregorio Magno, fue el último de los grandes escritores latinos de la Iglesia cristiana de la antigüedad. Un sobresaliente monje y místico que al igual que Orígenes y Jerónimo, logró destacar de entre sus contemporáneos, por el valor de animarse a interpretar homiléticamente al profeta Ezequiel. De hecho, toda la interpretación cristiana que se hizo de Ezequiel en la Edad Media estuvo marcada por la influencia de sus 22 Homilías sobre el profeta. Y es que, aunque solo pudo comentar 5 capítulos de los 48 que componen el libro; Gregorio aportó a la lectura de Ezequiel, un avanzado vocabulario pastoral y espiritual que impulsó el desarrollo de la mística cristiana de los siglos siguientes. De las 22 Homilías que Gregorio preparó, 10 estuvieron dedicadas a interpretar únicamente la visión del Templo descrita en el capítulo 40. Esta atención detallada de Gregorio por la visión del nuevo Templo merece especial consideración, y es por ello que se presentan ahora extractos de tres homilías que se dedicaron a interpretar simbólicamente este pasaje. Recomendamos leer previamente con atención todo el capítulo 40 de Ezequiel prestando especial interés hacia los versículos 44-46 para la primera homilía y 41-42 para la segunda y tercera:

Libro II: Homilía II, 8-9 La vida activa consiste en dar pan al hambriento, enseñar la sabiduría al ignorante, corregir al que yerra, reconducir al soberbio al camino de la humildad, cuidar al enfermo, proporcionar a cada cual lo que le conviene y proveer los medios de subsistencia a los que nos han sido confiados. La vida contemplativa, en cambio, consiste, es verdad, en mantener con toda el alma la caridad de Dios y del prójimo, pero absteniéndose de toda actividad exterior y dejándose invadir por solo el deseo del Creador, de modo que ya no encuentre aliciente en actuar, sino que, descartada cualquier otra preocupación, el alma arda en deseos de ver el rostro de su Creador, hasta el punto de que comienza a soportar con hastío el peso de la carne corruptible y apetecer con todo el dinamismo del deseo


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unirse a los coros angélicos que entonan himnos, confundirse entre los ciudadanos del cielo y gozarse en la presencia de Dios de la eterna incorrupción… En efecto, la vida activa acaba con la muerte. Pues ¿quién puede dar pan al hambriento en la patria eterna, en la que nadie tendrá hambre? ¿Quién puede dar de beber al sediento, si nadie tiene sed? ¿Quién puede enterrar a los muertos, si nadie muere? Por tanto, mientras la vida activa acaba en este mundo, la vida contemplativa, iniciada aquí, se perfecciona en la patria celestial, pues el fuego del amor que aquí comienza a arder, a la vista del Amado, se enardece todavía en su amor. Así pues, la vida contemplativa no cesará jamás, pues logra precisamente su perfección al apagarse la luz del mundo actual.

Libro II: Homilía IX, 8

Las palabras de la Sagrada Escritura son piedras cuadrangulares [...]. En cada acontecimiento del pasado que cuentan [sentido literal], en cada cosa futura que anuncian [sentido anagógico], en cada deber moral que predican [sentido moral], en cada realidad espiritual que proclaman [sentido alegórico o cristológico], por cada lado se tienen en pie y son irreprochables Libro II: Homilía X, 1

¿A qué se puede comparar la palabra de la Sagrada Escritura si no a una piedra de pedernal, es decir, a aquella que está escondida en el fuego? Es fría si se tiene sólo en la mano, pero golpeada por el hierro, desprende chispas y emite fuego.

(Traducción del latín de Paulino Gallardo, Obras de San Gregorio Magno)

XXXV. Regla Pastoral Gregorio Magno

Gregorio llegó a decir en sus escritos que de no ser por los infortunios sociales de su tiempo (la inestabilidad política de un atacado imperio romano), él hubiera continuado su tarea exegética y homilética sobre el libro de Ezequiel. Pues siempre tuvo la intención de comentar todos los capítulos del libro del profeta. Aunque Gregorio no pudo realizar esta empresa, si consiguió poder interpretar algunas secciones del profeta Ezequiel en su obra magna titulada Regla Pastoral. A continuación, presentamos un extracto de su obra que


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dedica a interpretar Ezequiel 44:20. La aplicación que Gregorio hace del versículo es muy pastoral en contra posición a las interpretaciones que Orígenes o Jerónimo realizaron del mismo. Sugerimos leer el capítulo 44 de Ezequiel para comprender mejor la aplicación que Gregorio hizo del mismo desde una propuesta cristiana:

Segunda Parte: De la vida del Pastor en el oficio pastoral Capítulo 7 Es preciso, pues, poner un límite prudente a los cuidados exteriores que se dedican a los fieles. Con razón manda el señor a Ezequiel: Y los sacerdotes no raerán su cabeza ni dejarán crecer su cabello, sino que lo acortarán cortándolo con tijeras (Ez 44:20). Dese el nombre de sacerdotes a todos aquellos que están puestos al frente de los fieles para ejercer el gobierno sagrado. Los cabellos que crecen en la parte superior de la cabeza simbolizan los pensamientos de la inteligencia, pues crecen aquellos sin sentirlo sobre el cerebro, como los afanes, a veces importunos, de la vida presente, van brotando sin darse cuenta en las almas distraídas. Y siendo así que los que gobiernan no pueden prescindir de los cuidados materiales de los fieles, tampoco deben por otra parte, detenerse en ellos ciegamente; con razón se les prohíbe a los sacerdotes que se rasuren completamente la cabeza como también se les pide que no dejen crecer su cabello tan largo, para darles a entender que las preocupaciones carnales que proporciona la vida, ni se deben suprimir completamente, ni deben dejarse crecer demasiado. Por eso está escrito: Acortarán los cabellos cortándolos con tijeras; que es como decir: que los afanes de los asuntos temporales deben, sí, aparecer, pero sin embargo han de cortarse o atenderse prontamente para que no crezcan en demasía. De este modo al mismo tiempo se atienden los intereses de la vida temporal con un cuidadoso gobierno exterior, y por la moderación en ellos no se daña la pura intención del alma: que viene a ser como conservar el cabello en la cabeza del sacerdote para proteger su piel, pero tenerlo corto para que no llegue a taparle los ojos.

(Traducción del latín de Paulino Gallardo, Obras de San Gregorio Magno)


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XXXVI. Prefacio al libro de Ezequiel Martin Lutero

A finales del año 1521, Lutero se propuso traducir las Escrituras al alemán desde sus idiomas originales. Esta empresa le tomó 12 años, hasta que en 1534 pudo concluir por completo esta labor. En el desarrollo de esa actividad, Lutero escribe por cada libro que va terminando de traducir, un prefacio que busca animar al lector a interpretar toda la Escritura a partir de una clave hermenéutica, que para él no puede ser otra que, el Evangelio de Jesucristo. En 1532, Lutero escribe su prefacio al libro de Ezequiel, y lo acompaña de una especial instrucción acerca de la lectura de los capítulos 40 al 48. Presentamos a continuación un extracto de este, con el fin de que pueda servir de utilidad para entender mejor la interpretación cristiana que en su tiempo se aplicaba a la lectura de esta sección del libro de Ezequiel. Proponemos por tanto realizar esta lectura previo a la lectura de la sección correspondiente del profeta (capítulos 40-48):

Instrucción sobre cómo se ha de entender la edificación de Ezequiel en los últimos capítulos, desde el capítulo 40 hasta el fin del libro del profeta.

El que quiera entender la construcción del templo, el altar, la ciudad y el país que Ezequiel describe aquí, debe estudiar a Lyra (Nicolás) con sus figuras y glosas. De lo contrario, se fatigará y trabajará en vano. Ya que fuimos incapaces de plasmar mejor la figura al papel, hemos desistido de ello remitiendo al lector a Lyra, puesto que no es posible trazar un edificio en el papel. Habría que hacer un modelo tallado. Pero sobre lo que significa, las opiniones de los maestros eran divergentes. Sobre todo, debe desecharse la opinión de los judíos y sus semejantes que creen que será el tercer templo que debe construir su mesías futuro… Ezequiel no dice que esta ciudad se llamará Jerusalén, tampoco que estará situada en el lugar donde está Jerusalén, la cual ocupa la falda hacia el norte, con el templo en el medio de ella sobre la colina Moriah y la fortaleza de Sion en la parte más alta hacia el sur. Pero esta ciudad de Ezequiel estará orientada hacia el Sur y él dice que se llamará Dommus ibi, "ahí Dios" o "Dios está allí", "allí está Dios mismo". El templo no se encontrará en ella, sino, como lo evidencia el cálculo, alrededor de siete millas largas alemanas desde la ciudad hacia el norte, y la ciudad sobre el monte alto tendrá tanto a lo largo como a lo ancho unas nueve millas alemanas largas, de modo que el muro de circunvalación tendrá en total una extensión de 36 millas alemanas. Esto sí se llama "un pueblito" y "un montecito".


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El altar tendrá once varas de alto y en la parte superior catorce varas de ancho. Un sacerdote, aun cuando subiese las gradas, debería tener un brazo de siete varas de largo para poder alcanzar el centro del altar y preparar los sacrificios. Lindo sería esto con buenos quince o dieciséis codos de alto. Por ello, este edificio de Ezequiel no se debe entender como una nueva construcción física. Igualmente, como el carro al principio, también el edificio al final sólo significa el reino de Cristo, la santa iglesia, o la cristiandad aquí en la tierra hasta el día postrero. Mas, cómo han de interpretarse y calcularse las cosas propiamente, esto lo dejaremos hasta aquella vida cuando veamos todo el edificio acabado en todos sus detalles. Ya que todavía ahora está, en proceso de construcción y mucha piedra y madera que pertenecen a él aún no han sido creadas y menos aún labradas, no lo podemos ver todo. Basta con saber que es la casa de Dios, su propia construcción, en la que vivimos todos. Empero, quien tiene tiempo y ganas puede ver e investigar mucho en el edificio si quiere tomar como base la palabra de Dios y los sacramentos con sus fuerzas y efectos que el Espíritu Santo obra mediante ellos en la cristiandad. También el Apocalipsis de Juan le puede servir de ayuda.

(Traducción del alemán de Carlos Witthaus, Obras de Martín Lutero, Tomo VI)


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7. CUESTIONARIO GENERAL

A continuación, presentamos un cuestionario de cincuenta y cuatro preguntas de opción múltiple que abarca tenuemente los cuarenta y ocho capítulos del libro de Ezequiel. Este cuestionario ha sido tomado y ligeramente adaptado de Doing Good Ministries.4

1. ¿Dónde estaba Ezequiel cuando escribió este libro? (1:1-3) A. En medio de los cautivos junto al río Éufrates B. En medio de los cautivos junto al río Nilo C. En medio de los cautivos junto al río Tigris D. En medio de los cautivos junto al río Quebar E. Ninguna de las anteriores

2. ¿Qué salió de en medio de la tempestad? (1:4-5)

A. Un águila B. Fuego C. La figura de cuatro seres vivientes D. Humo E. Ninguna de las anteriores

3. ¿Cómo le describe Dios a Ezequiel, la situación de Israel? (2:3-4)

A. Gentes rebeldes que se rebelaron contra Dios B. De duro rostro C. De empedernido corazón D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores

4. Les hablarás, pues, mis palabras, ________ o dejen de escuchar; porque son

muy rebeldes. (2:7) A. Escuchen B. Obedezcan C. Presten atención D. Respondan E. Ninguna de las anteriores

5. ¿Qué tenía que hacer Ezequiel con el rollo de un libro? (3:1-3)

A. Quemarlo B. Comérselo C. Leerlo D. Arrojarlo al mar con una piedra atada al mismo E. Ninguna de las anteriores

4 http://www.doinggood.org/BibleCourses/Spanish/ezequiel121.htm

http://www.doinggood.org/BibleCourses/Spanish/ezequiel121.htm


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6. ¿Durante cuántos días estuvo Ezequiel recostado sobre su lado derecho y qué representaron estos días? (4:6) A. 12 días - el número de las tribus de Israel B. 40 días - Los años de la iniquidad de Judá C. 70 días - Los años en que Judá estaría en cautiverio D. 395 días - Los años de la iniquidad de la casa de Israel E. Ninguna de las anteriores

7. ¿Qué tenía que hacer Ezequiel con su cabello? (5:1-2)

A. Quemar una parte B. Cortar una parte con una espada C. Esparcir una parte al viento D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores

8. ¿Qué haría el remanente que escapó de la espada? (6:8-9)

A. Huirían hacia Egipto B. Volverían a Jerusalén C. Ellos se acordarían de Dios entre las naciones en las cuales serían cautivos D. Adorarían al Señor E. Ninguna de las anteriores

9. ¿Qué no sería capaz de librarlos el día de la ira del Señor? (7:19)

A. Las naciones que contrataron para que les ayudaran B. Sus ejércitos C. Sus carros D. Su plata y su oro E. Sus armas

10. ¿Ante qué se postraban unos veinticinco hombres que estaban a la entrada

del templo del Señor? (8:16) A. Ante el sol B. Ante la luna C. Ante las estrellas D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores

11. ¿El hombre que vestía con ropa de lino, a quienes les tenía que poner una

marca? (9:4) A. A los 144.000 B. A los hombres que gemían y que clamaban a causa de todas las abominaciones C. A los que no aceptaron la marca de la bestia D. A los que fueron sellados E. Ninguna de las anteriores


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12. ¿Cómo eran los rostros de los querubines a los que acompañaban las ruedas? (10:14) A. De querubín B. De águila C. De león D. De hombre E. Todas las anteriores

13. ¿Cuándo Ezequiel profetizó, qué le pasó a Pelatías hijo de Benaía? (11:13)

A. Murió B. Fue sanado C. Fue restaurado como rey D. Fue herido con lepra E. Ninguna de las anteriores

14. ¿Qué le dará Dios a los que él recoja y congregue de entre todas las tierras?

(11:17-20) A. La tierra de Israel B. Un espíritu nuevo C. Un corazón de carne D. Todas las anteriores E. B y C

15. "Hijo de hombre, tú habitas en medio de una casa __________..." (12:2)

A. Engañadora B. Rebelde C. Santurrona D. Incrédula E. Malvada

16. ¿Qué le anunciaron los falsos profetas a la gente? (13:10, 16)

A. Libertad B. Juicio C. Paz D. Victoria E. Ninguna de las anteriores

17. ¿En caso de que estuviesen presentes en ese momento, cuáles hombres

serían capaces de librar solamente sus propias vidas? (14:14, 16, 18, 20) A. Daniel B. Job C. Moisés D. Noé E. A, B y D


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18. ¿Qué objeto tomó el Señor para darle una lección a Ezequiel, a fin de mostrarle lo que le pasaría a los habitantes de Jerusalén? (15:2-6) A. Una canasta de frutas B. El campo de un alfarero C. Una vid D. El campo del perezoso E. Ninguna de las anteriores

19. ¿Qué proverbio se utilizaría contra Jerusalén? (16:44)

A. Cual la madre, tal la hija B. Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera C. Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores

20. ¿Qué criatura usó el Señor en la parábola para representar a las naciones que

afectarían a Jerusalén? (17:1-6, 11-12) A. Un oso B. Un águila C. Una cabra D. Un leopardo E. Un león

21. ¿Quién morirá? (18:4, 13, 18, 20, 24)

A. Los orgullosos B. El alma que pecare C. Los que lucharan contra Babilonia D. Los que huyeran a Egipto E. Ninguna de las anteriores

22. ¿Con que se compara a la madre de los príncipes de Israel? (19:2, 10)

A. Con una vid y una esposa rebelde B. Con una leona y una mujer infiel C. Con una gran águila y un leoncillo D. Con una leona y una vid E. Ninguna de las anteriores

23. ¿Con qué propósito vinieron a Ezequiel los ancianos de Israel? (20:1)

A. Para llevarlo ante el rey de Babilonia B. Para matarlo C. Para consultar al Señor D. Para ponerlo en un calabozo E. Ninguna de las anteriores


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24. ¿Qué le dijo el Señor a Ezequiel que hiciera, debido a los juicios venideros? (21:6, 12) A. Que clamara B. Que gimiera C. Que lamentara D. Todas las anteriores E. A y C

25. ¿Qué ilustración usó el Señor para mostrar cómo iba a derramar su ira sobre

Jerusalén? (22:18-22) A. Una bolsa con agujeros B. El alfarero y la arcilla C. El fuego que funde al metal en un horno D. Madera, heno y hojarasca E. Ninguna de las anteriores

26. Y busqué entre ellos ________ que hiciese vallado y que se pusiese en la

brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (22:30) A. Rey B. Líder C. Hombre D. Sacerdote E. Ninguna de las anteriores

27. ¿A quién representa Ahola y Aholiba? (23:4)

A. Asiria y Babilonia B. Egipto y Babilonia C. Samaria y Jerusalén D. Asiria y Jerusalén E. Jerusalén y Betel

28. ¿Qué le pasó a la esposa de Ezequiel, después de que él le habló al pueblo por la mañana? (24:18) A. Se convirtió B. Concibió C. Murió D. Fue herida con lepra E. Ninguna de las anteriores

29. ¿A quiénes fue dirigido el juicio de Dios profetizado por Ezequiel en el

capítulo 25? (25: 2, 11, 13, 16) A. Egipto, Tiro, Sidón, Líbano B. Filisteos, Amón, Moab, Edom C. Amón, Moab, Tiro, Filisteos D. Amón, Egipto, Filisteos, Edom


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E. Filisteos, Amón, Edom, Babilonia

30. ¿A quién traería el Señor contra Tiro? (26:7) A. Al rey de Asiria B. Al rey de Grecia C. Al rey de Egipto D. Al rey de Persia E. Ninguna de las anteriores

31. ¿Qué caería en medio de los mares el día de la ruina de Tiro? (27:27,34)

A. Sus riquezas B. Sus pilotos C. Sus hombres de guerra D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores

32. ¿Cuáles son algunas frases con respecto al rey de Tiro que algunos utilizan

como una descripción de Satanás? (28:12-17) A. En Edén, en el huerto de Dios estuviste B. Tú, querubín grande, protector C. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que

se halló en ti maldad D. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura E. Todas las anteriores

33. ¿Por qué razón, el Señor dejaría a Egipto asolado y desierto? (29:9)

A. Porque Egipto dijo: -"No dejaré ir a Israel"- B. Porque Egipto dijo: -"voy a gobernar a todas las naciones "- C. Porque Egipto dijo: -"Nuestros dioses son superiores al Dios de Israel"- D. Porque Egipto dijo: -"El Nilo el mío, y yo lo hice"- E. Ninguna de las anteriores

34. Cuando el Señor ponga fuego en Egipto ¿quién más será destruido? (30:8)

A. Sus ciudades B. Sus dioses C. Sus príncipes D. Sus ayudadores E. Sus hijos

35. ¿Con qué se comparó al asirio? (31:3-9)

A. Con un cedro del Líbano B. Con una higuera C. Con el cardo D. Con un olivo E. Ninguna de las anteriores


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36. ¿Qué destruiría el rey de Babilonia? (32:11-12) A. La soberbia de Asiria B. La soberbia Egipto C. La soberbia de Judá D. La soberbia de Samaria E. Ninguna de las anteriores

37. ¿Cuándo se demandará la sangre de mano del atalaya? (33:6,8)

A. Si no advierte cuando viene el enemigo B. Si no advierte al impío de su camino C. Si se queda dormido D. Todas las anteriores E. A y B

38. …hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su

____________. (33:31) A. Avaricia B. Maldad C. Codicia D. Lujuria E. Ninguna de las anteriores

39. ¿Qué acusaciones hizo el Señor contra los pastores de Israel? (34:2-4,8)

A. Los pastores se apacentaban a sí mismos, pero no apacentaban al rebaño B. No buscaban a la oveja que se había perdido C. Se enseñorearon del rebaño con dureza y con violencia D. Todas las anteriores E. A y C

40. ¿Por qué Jehová estaba en contra del monte de Seir? (35: 5, 12-13)

A. Por entregar a los hijos de Israel y proferir injurias en contra de los montes de Israel

B. Por alegrarse de la desolación de Israel y profetizar en contra de Israel C. Por injuriar a los hijos de Israel y devorar a los montes de Israel D. Por entregar a espada a los montes de Israel y asolar Jerusalén E. Por aliarse con Edom y convertir en desierto a los montes de Israel

41. ¿Qué haría el Señor por Israel? (36:25-28) A. Les daría un corazón nuevo y un espíritu nuevo B. Les quitaría el corazón de piedra, y les daría un corazón de carne C. Haría que anduvieran en sus estatutos D. Todas las anteriores E. Ninguna de las anteriores


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42. ¿Qué representan los huesos sobre los que Ezequiel profetizó? (37:11) A. Asiria B. Babilonia C. Jerusalén D. Toda la casa de Israel E. Ninguna de las anteriores

43. ¿Qué haría llover el Señor contra Gog, cuando él viniera contra Israel? (38:22)

A. Azufre B. Fuego C. Piedras de granizo D. Todas las anteriores E. A y B

44. ¿Cuánto tiempo se tardaría Israel para enterrar a los de Gog? (39:12)

A. Tres meses B. Siete meses C. Un año D. Tres años E. Siete años

45. ¿El hombre de la visión, con qué midió el edificio? (40:5)

A. Con un estadio B. Con una plomada C. Con una caña D. Con una regla E. Ninguna de las anteriores

46. ¿Qué fue lo que se midió en el capítulo 41? (41:1)

A. El lugar santísimo B. El templo C. El atrio D. El tabernáculo E. La mesa del altar

47. ¿Qué se describe en la primera parte del capítulo 42? (42:1-13)

A. La nueva función sacerdotal en el templo B. La nueva ciudad santa C. Las murallas de Israel D. El lugar santísimo E. Las cámaras santas

48. ¿Cómo era la voz del Dios de Israel? (43:2)

A. Como el sonido de muchas aguas B. Como un trueno C. Como una pequeña voz


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D. Como un terremoto E. Ninguna de las anteriores

49. ¿Qué puerta se cerrará y no se abrirá? (44:1-2)

A. La puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el oriente B. La puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el norte C. La puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el sur D. La puerta exterior del santuario, la cual mira hacia occidente E. Ninguna de las anteriores

50. ¿Qué enseñarán los sacerdotes al pueblo de Dios? (44:23)

A. Salmos de alabanza B. A hacer diferencia entre lo santo y lo profano C. La ley D. Los diez mandamientos E. Ninguna de las anteriores

51. ¿Qué debían remover los príncipes de Israel ? (45:9)

A. La violencia B. La rapiña C. Los ídolos D. Sus imposiciones E. A, B y D

52. ¿De dónde obtienen su herencia los hijos del príncipe? (46:16-18) A. De la posesión conquistada de otros pueblos B. De la posesión del pueblo C. De la posesión de los siervos del padre D. De la posesión del padre E. Todas las anteriores

53. ¿Para qué se utilizarán las hoja de los árboles? (47:12, Apocalipsis 22:2) A. Para alimento B. Para medicina C. Para alabanza D. Para sombra E. Ninguna de las anteriores

54. ¿Qué nombres llevarán las puertas de la ciudad? (48:31-34)

A. Los nombres de los apóstoles B. Los nombres de los ancianos C. Los nombres de los reyes D. Los nombres de los profetas E. Ninguna de las anteriores


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8. BIBLIOGRAFÍA

• Almada, Samuel. “La profecía de Ezequiel: señales de esperanza para exiliados”. Ribla 35-36 (2000): 103-121.

• Asurmendi, Jesús. Ezequiel. Navarra: Verbo Divino, 1987. • Küng, Hans. El Judaísmo. Madrid: Trotta, 2006. • Rad, Gerhard von. Teología del Antiguo Testamento II: Las tradiciones proféticas de Israel. Salamanca:

Sígueme, 2009. • Savoca, Gaetano. Guía Espiritual del Antiguo Testamento: El libro de Ezequiel. Barcelona: Ciudad

Nueva, 1992. • Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. Navarra: Verbo Divino, 1988. • Sicre, José Luis. Los dioses olvidados: Poder y riqueza en los profetas pre exílicos. Madrid: Cristiandad,

1979. • Tamez, Elsa. Bajo un cielo sin estrellas. San José: DEI, 2004. • Tracik, Arnold. “Ezequiel”. En Comentario Bíblico San Jerónimo Tomo II: Antiguo Testamento II,

editado por Raymond Brown, Joseph Fitzmyer y Roland Murphy, 27-82. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971. Fuentes de Internet:

• Folios de Ezequiel en la Septuaginta Antigua (P 967): http://bdh-

rd.bne.es/viewer.vm?id=0000230543 • Fragmentos hebreos de Ezequiel (4Q73): https://www.deadseascrolls.org.il/explore-the-

archive/manuscript/4Q73-1

Concluye la visión de Ezequiel sobre la resurrección de Israel (Ez. 37) Fresco de la sinagoga de Dura Europos (Siria, 244 D. C.)

La más antigua representación artística que se conserva sobre Ezequiel

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000230543

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000230543

https://www.deadseascrolls.org.il/explore-the-archive/manuscript/4Q73-1

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“EN CRISTO REFORMANDO LA NACIÓN”

GABINETE GENERAL OBISPO, PBRO. FELIPE DE JESÚS RUIZ AGUILAR. COORDINACIÓN NACIONAL DE PROGRAMA ING. RAÚL NEGRETE VARGAS. ÁREA NACIONAL DE DESARROLLO CRISTIANO LIC. TAVITA GÓMEZ PALOMO. Desarrollado por: Pastor Adrián Israel Juárez Villaverde Revisión Teológica: Pbro. José Luis Treviño Barrón

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