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34 Octavio Falconi * El crecimiento de las tasas netas de escolarización de los jóvenes de entre 13 y 17 años de nuestro país, com- prendidos en el 30% más pobre de la sociedad, aumen- tó su asistencia a la escuela en un 35% (de un 41% en 1993, se elevó a 75,9% en 2005). No obstante, en la ac- tualidad un alto número de alumnos y alumnas (más ellos que ellas) pertenecientes a este sector socioeco- nómico no concluyen la escuela secundaria obligato- ria 1 . En consonancia, un estudio que llevamos adelante en algunas IPEM (Institutos Provinciales de Educación Media) de la Ciudad de Córdoba muestra que los alum- nos que alcanzan el sexto año oscilan entre un 10 y un 13% de la matrícula que ingresa inicialmente en primer año. 2 (Falconi y Beltrán, 2010). Es decir, de diez alum- nos que comienzan, solo uno o dos finalizan la escuela secundaria. El problema no se reduce únicamente a la cifra de los miles de adolescentes y jóvenes que encuentran difi- cultades en el cursado de la secundaria sino funda- mentalmente, que cada uno de ellos es un sujeto con nombre propio, con rostro, con una historia personal, con deseos, pasiones, temores y esperanzas puestas en el futuro. Un futuro que muchos de ellos no logran en- contrar y hacer propio en la escuela. Al respecto, en otra investigación desarrollada en es- cuelas públicas de la Ciudad de Córdoba, principalmen- te en el ciclo básico –donde se producen los mayores ín- dices de repitencia y abandono–, cuando entrevistamos a estos estudiantes acerca de sus deseos con respecto a la escuela expresan con recurrencia e insistencia “Aprobar todas las materias y pasar de año” y “Terminar el colegio” (Foglino, Falconi y López Molina, 2008). Como investi- gadores, nos preguntamos por qué estos estudiantes dan una contestación tan evidente e indudablemente necesaria. La respuesta a la que arribamos (tomando además otros datos) es que para ellos, la permanencia y el egre- so de la escuela no están garantizados de antemano co- mo un proceso “natural” de la reproducción social del grupo, sino que implican un “plus” de esfuerzo en una lu- cha que se dirime día a día. Provenientes de familias de sectores sociales que históricamente estuvieron pos- tergados o excluidos del nivel medio, la experiencia es- colar les plantea de manera constante sobreponerse a las cercanas experiencias de desescolarización y/o aban- dono de abuelos/las, padres, madres, hermanas/os, tí- os/as primos/as, amigas/os. Experiencia subjetiva que se resume en el enunciado:“Abandonar la escuela tam- bién me puede pasar a mí”. Asimismo, deben tramitar los dilemas subjetivos que tensionan su tránsito por la escuela al tener que superar a sus familiares y amigos, paradójicamente, para “ser alguien”, a partir de lograr la finalización de la escolaridad obligatoria. Además, las experiencias formativas en el nivel primario, por lo general no han logrado consolidar disposiciones y saberes ne- cesarios para esta nueva etapa. Condiciones que, en con- junto, se ciñen como una amenaza permanente a sus procesos de escolarización. Entre estas dificultades aparece también la de resol- ver la diferencia entre la dinámica curricular y organi- zativa de la escuela primaria y la de la escuela secun- daria. Esta última exige a los estudiantes tramitar un “oficio de alumno” (Perrenoud, 2006) novedoso –com- parado con el de la primaria–, que requiere afrontar diez asignaturas cuyos docentes les demandan “autonomía” para llevarlas al día. Así, el acceso a la escuela secunda- ria plantea un doble aprendizaje; por un lado, el de las re- glas institucionales –códigos, normas, formas de actua- ción– y, por otro, la relación con el saber que propone dicho nivel que se configura a partir de los aportes de los diferentes espacios curriculares. A esto debemos su- marles las dificultades de sus padres para ejercer una función de sostén y ayuda con las lógicas, saberes y ta- reas escolares propias del nivel medio. DOSSIER La escuela secundaria obligatoria La experiencia escolar de alumnas y alumnos de sectores pauperizados, en instituciones públicas

FALCONI La Experiencia Escolar de Alumnas y Alumnos

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Octavio Falconi *

El crecimiento de las tasas netas de escolarización delos jóvenes de entre 13 y 17 años de nuestro país, com-prendidos en el 30% más pobre de la sociedad, aumen-tó su asistencia a la escuela en un 35% (de un 41% en1993, se elevó a 75,9% en 2005). No obstante, en la ac-tualidad un alto número de alumnos y alumnas (másellos que ellas) pertenecientes a este sector socioeco-nómico no concluyen la escuela secundaria obligato-ria1. En consonancia, un estudio que llevamos adelanteen algunas IPEM (Institutos Provinciales de EducaciónMedia) de la Ciudad de Córdoba muestra que los alum-nos que alcanzan el sexto año oscilan entre un 10 y un13% de la matrícula que ingresa inicialmente en primeraño.2 (Falconi y Beltrán, 2010). Es decir, de diez alum-nos que comienzan, solo uno o dos finalizan la escuelasecundaria.

El problema no se reduce únicamente a la cifra de losmiles de adolescentes y jóvenes que encuentran difi-cultades en el cursado de la secundaria sino funda-mentalmente, que cada uno de ellos es un sujeto connombre propio, con rostro, con una historia personal,con deseos, pasiones, temores y esperanzas puestas enel futuro. Un futuro que muchos de ellos no logran en-contrar y hacer propio en la escuela.

Al respecto, en otra investigación desarrollada en es-cuelas públicas de la Ciudad de Córdoba, principalmen-te en el ciclo básico –donde se producen los mayores ín-dices de repitencia y abandono–, cuando entrevistamosa estos estudiantes acerca de sus deseos con respecto ala escuela expresan con recurrencia e insistencia “Aprobartodas las materias y pasar de año” y “Terminar el colegio”(Foglino, Falconi y López Molina, 2008). Como investi-gadores, nos preguntamos por qué estos estudiantesdan una contestación tan evidente e indudablementenecesaria.

La respuesta a la que arribamos (tomando además

otros datos) es que para ellos, la permanencia y el egre-so de la escuela no están garantizados de antemano co-mo un proceso “natural” de la reproducción social delgrupo, sino que implican un “plus” de esfuerzo en una lu-cha que se dirime día a día. Provenientes de familias desectores sociales que históricamente estuvieron pos-tergados o excluidos del nivel medio, la experiencia es-colar les plantea de manera constante sobreponerse a lascercanas experiencias de desescolarización y/o aban-dono de abuelos/las, padres, madres, hermanas/os, tí-os/as primos/as, amigas/os. Experiencia subjetiva quese resume en el enunciado: “Abandonar la escuela tam-bién me puede pasar a mí”. Asimismo, deben tramitarlos dilemas subjetivos que tensionan su tránsito por laescuela al tener que superar a sus familiares y amigos,paradójicamente, para “ser alguien”, a partir de lograrla finalización de la escolaridad obligatoria. Además, lasexperiencias formativas en el nivel primario, por lo generalno han logrado consolidar disposiciones y saberes ne-cesarios para esta nueva etapa. Condiciones que, en con-junto, se ciñen como una amenaza permanente a susprocesos de escolarización.

Entre estas dificultades aparece también la de resol-ver la diferencia entre la dinámica curricular y organi-zativa de la escuela primaria y la de la escuela secun-daria. Esta última exige a los estudiantes tramitar un“oficio de alumno” (Perrenoud, 2006) novedoso –com-parado con el de la primaria–, que requiere afrontar diezasignaturas cuyos docentes les demandan “autonomía”para llevarlas al día. Así, el acceso a la escuela secunda-ria plantea un doble aprendizaje; por un lado, el de las re-glas institucionales –códigos, normas, formas de actua-ción– y, por otro, la relación con el saber que proponedicho nivel que se configura a partir de los aportes de losdiferentes espacios curriculares. A esto debemos su-marles las dificultades de sus padres para ejercer unafunción de sostén y ayuda con las lógicas, saberes y ta-reas escolares propias del nivel medio.

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Además, estos estudiantes deben sortear otros incon-venientes entramados en dinámicas escolares selecti-vas y excluyentes que aún conserva, desde su origen, laestructura pedagógica y organizativa del nivel. Entre losprocesos de selección operan, fundamentalmente, laspropuestas metodológicas y el tipo de actividades quese desarrollan en las aulas, que desfavorecen el “ingre-so” de los estudiantes a las tareas escolares, la partici-pación y la construcción del “oficio de alumno” de se-cundaria (Falconi y Beltrán, 2010). Al respecto, es posibleadvertir entre algunas y algunos docentes un diag-nóstico que clasifica a los alumnos en dos grupos: “con

quienes se puede trabajar” y “con quienes, no”.Paradójicamente, observaciones de algunas clases mues-tran que aquellos alumnos con “los que se puede tra-bajar” son los menos atendidos por los docentes, por-que ellos reproducen las formas de trabajo tales comocompletar la carpeta, copiar del pizarrón, responder cues-tionarios y ejercicios en forma individual o en pareja.Cuando se les pregunta a algunos docentes por qué unalumno aprende, la respuesta representativa es aque-lla que alude a quien es capaz de reproducir las tareas enla clase frontal, centrada en la explicación del docente yvinculada con actividades de copia y reproducción. Al

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respecto, mencionan los docentes: “Trabajar en clase,escuchar, hacer la carpeta, preocuparse por aprender”.

Por lo general, en estas aulas los alumnos “más aten-didos” por los docentes son aquellos que producendisrupciones e indisciplina porque no logran apropiarsey comprender el contenido en esta modalidad de claseexpositiva y de reproducción. Paradójicamente, el re-sultado escolar es que los estudiantes que son desa-tendidos en sus dificultades de aprendizaje terminansiendo excluidos en forma paulatina del juego escolar,no aprueban las asignaturas, repiten el año y luego aban-donan la escuela.

Para muchos estudiantes la experiencia escolar se di-

ficulta con propuestas de enseñanza que disponen deuna apropiación del contenido en forma lineal, abstractay fragmentada. Estas ofrecen excepcionalmente ade-cuaciones, ayudas y andamiajes didácticos para que losalumnos produzcan estrategias propias, produccionespersonales, invenciones, búsquedas, interrogantes, en-sayos, equívocos, idas y vueltas creativas y desafiantes.

En consonancia, una indagación realizada en estable-cimientos públicos de la Provincia de Buenos Aires señalaque los alumnos que consideran que su escuela es exi-gente refieren a tareas de baja demanda cognitiva, ta-les como “completar las cosas” o “copiar la carpeta”(Krichetsky, 2008). Como subrayan Jacinto y Terigi (2007)

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(2007) para el caso latinoamericano estos procesospedagógicos abonan la frecuente “falta de motiva-ción de los jóvenes” con las actividades propuestaspor la escuela.

Por lo tanto, la vulnerable experiencia escolar en la quese encuentran muchos de los adolescentes y jóvenes desectores populares y la amenaza que implica para laconfiguración de una subjetividad escolarizada deberíanser nutridas por condiciones pedagógicas y didácticasque construyeran confianza en la posibilidad de apren-der. Revertir el constante riesgo de dimitir en el apren-dizaje y luego abandonar la escuela requiere ofrecer no-vedosos caminos, señales y andamiajes para que estosalumnos sean los protagonistas de su proceso de apren-dizaje y una vía regia para que puedan incluirse genui-namente en la vida escolar.

Ante esto, es importante advertir que los docentes es-tán en una encrucijada, pues la época los ha sobrepasado(y no solo a ellos), en cuanto a los saberes pedagógicosnecesarios para inventar formas de transmisión de con-tenidos complejos que demanda el mundo contempo-ráneo en una escuela secundaria que ha sido muy pocotransformada para receptar el ingreso masivo de unapluralidad de socialidades, subjetividades e identidadesjuveniles.

En este sentido, es impostergable reinventar las he-rramientas y los formatos didácticos a fin de atender laescolaridad de chicas y chicos que ingresan a la escue-la con diferentes repertorios culturales. Considero que esel Estado quien puede otorgar esas herramientas, quienpuede ponerlas a disposición de manera masiva e in-tensa entre docentes, directivos y supervisores. No obs-tante, ni para el Estado es sencillo. No hay recetas má-gicas. Vivimos en un tiempo muy complejo donde larelación entre política, sujetos y escolaridad ha cam-biando profundamente. La problemática es multidi-mensional y requiere de la articulación de más de unamodalidad de políticas de formación docente y acom-pañamiento a las escuelas. Por lo tanto, demanda una ta-rea mancomunada y solidaria de todas las partes paraque los adolescentes y jóvenes de sectores popularespuedan acceder a los bienes culturales que distribuyela escuela, en tanto derecho inalienable, más allá de las

condiciones sociales y culturales de las cuales provengany de las subjetividades que ellos desarrollan entre eladentro y el afuera.

* Docente e Investigador de la Facultad de Filosofía yHumanidades, Universidad Nacional de Córdoba.

Referencias bibliográficas

Falconi, O. y Beltran M. “‘Que podamos aprender a nuestro tiem-po’. La experiencia escolar en la encrucijada de la tensión so-cial: avatares de la transmisión y apropiación de saberes esco-lares en un grupo de alumnos de una escuela secundariapública”. II Reunión Nacional de Investigadoras/es en JuventudesArgentina. 13, 14, 15 de octubre 2010, Ciudad de Salta. CD Room.

Foglino, A.M.; Falconi, O.; López Molina, E. “Una aproximación ala construcción de la experiencia escolar de adolescentes y jó-venes de grupos sociales urbanos en condiciones de pobrezaen Córdoba”. Cuadernos de Educación. FFYH. UNC. Año VI Nº 6,julio 2008, pág. 227-243. Publicación del Área de Educación delCentro de Investigaciones. FFyH. UNC. (ISSN 1515-3959).

Jacinto, C. y Terigi, F. ¿Qué hacer ante las desigualdades en laeducación secundaria? Aportes de la experiencia latinoamerica-na. Buenos Aires, Santillana-IIPE-ONU, 2007.

Krichesky, G. (Directora). Las prácticas inclusivas en la escuelamedia: la perspectiva de los jóvenes. Buenos Aires, Cimientos,Fundación para la Igualdad de Oportunidades Educativas, 2008.

López, N. y Sourrouille, F. (Comps.). Universalizar el acceso y com-pletar la educación secundaria. Entre la meta social y la realidadLatinoamericana, Cuaderno 7. SITEAL, 2010(http://www.siteal.iipe-oei.org).

Perrenoud, Ph. El oficio del alumno y el sentido del trabajo es-colar. Madrid, Editorial Popular, 2006.

Sourrouille, F. Obstáculos a la plena escolarización y configura-ciones educativas en América latina. Distintas formas que asumela desigualdad. Cuaderno 02. Buenos Aires, SITEAL-IIPE-OEI, 2009.

1 Sourrouille, F., (2009). SITEAL, en base de encuestas de hoga-res (http://www.siteal.iipe-oei.org).2 Estos últimos datos pueden cotejarse con los elaborados en elRelevamiento Anual DiNIECE, 2009.http://diniece.me.gov.ar/index.php.

"Es impostergable reinventar las herramientas y los formatos didácticos, a fin de atender la escolaridad dechicas y chicos que ingresan a la escuela con diferentesrepertorios culturales".