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1 FAMILIA Y NATURALEZA EN EL BARRIO DE SAN ROMÁN, CAMPECHE : PÉRDIDAS DEL PATRIMONIO BIOCULTURAL EN LA PESCA Y EL CUIDADO A LA SALUD Martha Beatriz Cahuich Campos 1 Laura Huicochea Gómez 2 Resumen Se presentan resultados de entrevistas levantadas en el Barrio de San Román en la Ciudad de Campeche. Se observa un abandono gradual generacional en el conocimiento y la práctica de insumos curativos (herbolaria) y de la pesca de baja intensidad, que tuvieron las familias de este histórico barrio de pescadores. La pérdida de este patrimonio biocultural se dio, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XX y en ésta influyeron diversos factores como la contaminación de la bahía de la ciudad de Campeche, el aumento en la urbanización y la predominancia de la educación y la medicina institucionalizadas sobre la transmisión de saberes y prácticas de tipo familiar. Palabras clave : familia, pérdida del patrimonio biocultural, salud, pesca, Campeche. 1 Escuela Nacional de Antropología e Historia 2 El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Campeche ¿CÓMO CITO ESTE ARTÍCULO? Cahuich, Martha Beatriz; Laura Huicochea Gómez. “Familia y naturaleza en el barrio de San Román, Campeche: Pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado de la salud”; en: Patrimonio Cultural y Natural. Experiencias mexicanas en torno a su protección y su manejo”. Red Patrimonio, Revista Digital de Estudios en Patrimonio Cultural. Nueva Época. Volumen I, Número 1. Abril de 2013. El Colegio de Michoacán, A.C; Universidad Autónoma de Campeche. México. www.colmich.edu.mx/red.

FAMILIA Y NATURALEZA EN EL BARRIO DE SAN OMÁN …red-ahdiversur.weebly.com/uploads/3/1/2/1/31216499/cahuich_y... · todo, en la segunda mitad del siglo XX y en ésta influyeron diversos

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FAMILIA Y NATURALEZA EN EL BARRIO DE SAN ROMÁN,

CAMPECHE: PÉRDIDAS DEL PATRIMONIO BIOCULTURAL EN LA

PESCA Y EL CUIDADO A LA SALUD

Martha Beatriz Cahuich Campos1 Laura Huicochea Gómez2

Resumen

Se presentan resultados de entrevistas levantadas en el Barrio de San Román en la Ciudad de

Campeche. Se observa un abandono gradual generacional en el conocimiento y la práctica de

insumos curativos (herbolaria) y de la pesca de baja intensidad, que tuvieron las familias de

este histórico barrio de pescadores. La pérdida de este patrimonio biocultural se dio, sobre

todo, en la segunda mitad del siglo XX y en ésta influyeron diversos factores como la

contaminación de la bahía de la ciudad de Campeche, el aumento en la urbanización y la

predominancia de la educación y la medicina institucionalizadas sobre la transmisión de

saberes y prácticas de tipo familiar.

Palabras clave : familia, pérdida del patrimonio biocultural, salud, pesca, Campeche.

1 Escuela Nacional de Antropología e Historia

2 El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Campeche

¿CÓMO CITO ESTE ARTÍCULO? Cahuich, Martha Beatriz; Laura Huicochea Gómez. “Familia y naturaleza en el barrio de San Román, Campeche: Pérdidas del patrimonio biocultural en la

pesca y el cuidado de la salud”; en: Patrimonio Cultural y Natural. Experiencias mexicanas en torno a su protección y su manejo”. Red Patrimonio, Revista Digital de Estudios en Patrimonio Cultural. Nueva Época. Volumen I, Número 1. Abril de 2013. El Colegio de Michoacán, A.C; Universidad Autónoma de Campeche. México. www.colmich.edu.mx/red.

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

2 Martha Cahuich; Laura Huicochea

INTRODUCCIÓN En este artículo se presentan los primeros

resultados del proyecto El patrimonio

cultural de Campeche desde la mirada de

la familia, investigación que realiza la

Escuela Nacional de Antropología e

Historia y que cuenta con el apoyo de El

Colegio de la Frontera Sur, Unidad

Campeche.

Entendemos por patrimonio cultural a

“aquellas expresiones de la cultura que un

grupo social o pueblo decide preservar

porque le son fundamentales para su

existencia en el devenir de la historia, ya

que son importantes para su expresión

identitaria” (Cottom en: Huicochea y

Cahuich, 2010, p. 9). Por su parte,

retomamos la definición de familia de

Escalante (2009), que la considera como

…un conjunto de relaciones sociales con una base de parentesco más o menos elástico,

con un referente residencial que puede ser el hogar, en el que conviven géneros y grupos de edad

diferentes, en que unos proveen y otros reciben bienes materiales. Dicho conjunto puede presentar,

por su heterogeneidad y los intereses diferentes de sus miembros, diferentes tipos de

conflicto.

Así, el presente estudio investigan aquellas

expresiones de la cultura que pueden ser

seleccionadas para ser transmitidas en el

tiempo y en el espacio por parte de una

institución como lo es la familia. En

especial nos interesa profundizar en dos

ejes básicos que son la educación y la

salud. Se emplea como herramienta básica

a la memoria oral. El proyecto abarca una

temporalidad de finales del siglo XIX hasta

la actualidad.

En concreto, se han realizado entrevistas

semiestructuradas con final abierto3

con

personas adultas que nacieron en el barrio

de San Román, Ciudad de Campeche; y en

la Ciudad de Calkiní, Campeche; mismas

que sugieren cambios profundos en la

transmisión del patrimonio cultural y en el

rol que la familia ha jugado en este campo.

Por otra parte, también se está realizando

investigación documental en el Archivo

General del Estado de Campeche, en el

Archivo Parroquial de la Diócesis de

Campeche, en la Biblioteca Campeche y en

la Biblioteca de la Universidad Autónoma

de Campeche.

Es importante señalar que las personas

entrevistadas en San Román, residieron o

tienen ancestros que vivieron en una

colonia de pescadores ribereños que

estuvo ubicada en este barrio de la capital

del estado; mientras que las familias de

Calkiní, se encuentran en la zona maya de

Campeche, varias de ellas son hablantes

de esta lengua indígena y son

descendientes de campesinos.

Sin embargo, en el presente escrito nos

limitaremos a compartir los primeros

análisis de entrevistas llevadas a cabo con

las familias descendientes de pescadores

en pequeña escala de San Román. Las

entrevistas analizadas fueron hechas con

distintos miembros de una sola familia. La

memoria oral ha ayudado a conocer las

actividades de tres generaciones de sus

miembros: la más antigua, que

3

Varias de estas entrevistas pudieran ser grabadas y transcritas. En otras no hubo esta posibil idad. En cuanto a las pláticas familiares,

estas no siempre fueron grabadas, pero sí registradas en diario de campo.

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

3

denominaremos de los abuelos, abarca a

personas que nacieron a fines del siglo XIX

y principios del XX. Mientras que sus hijos

vieron la primera luz desde finales de los

años veinte hasta los años cuarenta del

siglo XX. También se entrevistó a una nieta

que nació en la década de los sesenta.

Dado que los abuelos de esta familia ya

fallecieron, el recuerdo de sus actividades

se basa en la memoria oral de sus hijos

(que al momento de la entrevista tenían

alrededor de setenta años), y de su nieta

que contaba con 43 años.

Como los informantes están vivos y en las

entrevistas se tratan temas que pueden ser

delicados, además de que en ocasiones

hay aspectos contradictorios en las

versiones dadas entre distintos miembros

de la familia que podrían causar polémica

al interior de la misma, en el presente

proyecto se ha decidido cambiar los

nombres de los informantes.

LA COLONIA DE PESCADORES:

AVENIDA JUSTO SIERRA San Román es uno de los barrios históricos

que fueron creados desde la fundación de

la Villa de San Francisco de Campeche en

1540 y se encuentra extramuros de la

antigua ciudad colonial. En general ha sido

famosa localmente por albergar a marinos

y pescadores.

De acuerdo con la memoria oral de las

personas entrevistas, hacia 1943 o 1944 se

construyó la colonia de pescadores

“Avenida Justo Sierra” en lo que hoy es la

parte sur del malecón de la ciudad. En

concreto, dicho asentamiento abarcaba de

donde se ubica actualmente el monumento

a Justo Sierra hasta el Hotel Alhambra

(entrevista con la señora María, 2011;

entrevista con la señora Soledad, 2011).4

En estos terrenos había un basurero

(principalmente de vidrio y de cerámica).

Varios pescadores en pequeña escala se

organizaron en ese entonces para solicitar

al gobierno local les permitiera construir ahí

sus casas en lo que eran terrenos

federales, ya que sus cayucos quedaban

fondeados frente al terreno conocido en la

ciudad como “el Cocal,” en la playa

sanromanera. Lograron obtener un contrato

por 20 años y a cambio pagaban una

pequeña cuota (entrevista con la señora

María, 2011).

Se debe recordar que en 1943 se inauguró

la luz eléctrica del segundo malecón

construido en el siglo XX en la ciudad de

Campeche, llamado “Justo Sierra,” obra

que fue iniciada en 1939 bajo el gobierno

de Héctor Pérez Mart ínez. De acuerdo a

Pino (2008), esta obra le fue solicitada al

gobernador por los vecinos de San Román

durante su campaña política, ya que en

este barrio se acumulaban detritus, algas

marinas y desperdicios en su franja

costera. Dicho malecón se construyó del

cementerio de San Román al baluarte de

San Carlos, que en ese entonces ya tenían

un mayor crecimiento urbano y tránsito de

vehículos, además de ser una zona de

carga y de descarga de productos

procesados. Sin embargo, esta obra no se

4 Ambas mujeres son hermanas: María nació en

1929, mientras que Soledad en 1935. Su padre

(Jesús), su abuelo (José) y su hermano (Elías) eran pescadores ribereños, mientras que la madre, Clara, estaba dedicada al hogar. María

llegó a vivir a la colonia Avenida Justo Sierra a los 15 años, mientras que Soledad a los 8.

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

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extendió hasta los terrenos que solicitaron

los pescadores investigados en el presente

estudio para levantar sus viviendas,

ubicadas más al sur.

De acuerdo con los relatos, la mayor parte

de estas últimas eran de madera con

lámina de cartón, aunque algunas tenían

porciones de bloque. En general estas

viviendas tenían piso de cemento o de

ladrillo. Con el tiempo, algunos de estos

pescadores vendieron sus terrenos a

personas que no se dedicaban a esta

actividad, y estas últimas construyeron

casas de material.

En la actualidad, el malecón de la ciudad

de Campeche es de dos vías. Las

personas entrevistadas refirieron que en los

años cuarenta, en la zona donde se

ubicaba la colonia de pescadores que se

estudia en la presente investigación,

pasaba una carretera pequeña (que hoy en

día coincide con una de las vías del

malecón actual, la que transita hacia el

norte, de San Román hacia el centro de la

ciudad), y que sus casas se ubicaban

físicamente en lo que hoy es la otra vía del

malecón (la que va hacia el sur, hacia

Lerma). Eran terrenos de 20 por 40 m.

Probablemente la colonia contaba con

alrededor de 25 familias. En concreto, la

casa de la familia entrevistada era de

madera con techo de láminas de cartón,

tenía dos piezas, y un patio que en realidad

era parte de la playa.

En la década de los sesenta (quizás hacia

1965) estas viviendas fueron derrumbadas

para ampliar el malecón de la ciudad y los

pescadores fueron reubicados en casas de

material situadas en lo que hoy es la

Avenida Colosio, del barrio de San Román

(entrevista con la señora Soledad, 2011).

Lo anterior debe haber correspondido a las

obras que realizó en la ciudad el

gobernador José Ortiz Ávila (Pino, 2008,

pp. 99 - 109).

PESCA Y TRANSMISIÓN FAMILIA DEL

PATRIMONIO BIOCULTURAL

Un elemento interesante que se observa en

el relato de la única nieta entrevistada de

esta familia (Caridad), es la impresión de

que los pescadores en pequeña escala

tenían otro “concepto de trabajo al que

tenemos actualmente”: se sentían hombres

libres y autónomos, pues no tenían un jefe,

el trabajo dependía de ellos, no recibían

dinero de nadie, ellos mismos

administraban sus recursos, les gustaba la

naturaleza y la conocían.5

En este concepto de trabajo no se buscaba

realizar una explotación intensiva y

exhaustiva de las especies obtenidas, sino

contar con lo suficiente para alimentar a

sus familias, y lo restante venderlo en el

mercado de la ciudad. De esta forma, los

5

Esta noción de libertad del pescador ribereño también es referida por Roberto Rodríguez, quien en los años ochenta

realizó una investigación con pescadores de camarón de Laguna de Términos, Campeche. Rodríguez señala que aquellos

pescadores que no pertenecían a una cooperativa manifestaban una animadversión a lo que definían como

“trabajar para ot ros” (por ejemplo, rechazaban tajantemente que se les descontara dinero para gastos de esta

organización); y preferían no tener un patrón y ser los propietarios de sus medios de producción (es decir de su equipo y

artes de pesca). Ellos se concebían a sí mismos como “independientes, libres, individualistas” (Rodríguez, 1984, pp. 44 –

46).

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

5

mejores pescados eran elegidos siempre

para el autoconsumo, y lo demás se

empleaba como un recurso para obtener

dinero.

Se pescaban distintas especies de

animales que exigía el manejo de distintas

técnicas, habilidades e insumos: desde

saber elegir la carnada, los anzuelos y las

plomadas adecuadas, hasta el manejo de

nasas, boyas, cordeles, sacos

especialmente hechos por los pescadores

(por ejemplo para la pesca del camarón

pequeño), además conocer el manejo de

los cayucos y las velas.

En general, se pescaba en la madrugada (5

de la mañana). Los pescadores iban con

sus cayucos, vela, canalete (tipo de remo),

anzuelos, palanca (palo largo), cordeles,

cesto, achicadero (una especie de jícara

con la que sacaban el agua que se metía al

interior del cayuco), lámparas de petróleo y

carnada. En el caso de la pesca del

camarón, ésta se hacía a la media noche.

El pulpo se pescaba en las cuevas y en las

piedras, y el caracol y el cangrejo

empleando los pies, en la playa (entrevista

con la señora Soledad; y entrevista con la

señora Caridad, 2011).

Aunque los pescadores de la familia

entrevistada no cazaban tiburón, en los

relatos orales analizados se describen las

técnicas usadas para lo anterior por otros

pescadores en los años cuarenta o

cincuenta.

En general, la pesca de baja intensidad

requería de conocimiento en varios

sentidos. La señora Caridad mencionó que

su padre y su abuelo sabían el movimiento

del sol, la luna y las estrellas, que les

servían para la orientación en la

navegación del mar, junto con puntos de

referencia físicos (como las torres de la

Catedral de Campeche o el faro de la

Iglesia de San José). Conocían bien las

fases de la luna para el cálculo de las

mareas. Otro aspecto, que fue resaltado en

el relato, fue la importancia saber acerca

del viento, su dirección y su intensidad,

además de poder calcular el tiempo

aproximado en el que caería la lluvia.

Obviamente había un conocimiento sobre

el mar: sobre las corrientes marinas, los

lugares donde se podía encontrar

determinadas especies en distintas épocas

del año, la profundidad en la que se

encontraban estas, lo peligroso de navegar

en las vaciantes (marea baja), entre otros

(entrevista con la señora Caridad, 2011).

Los pescadores conocían varias especies

marinas. Era muy importante reconocer

pronto si se había pescado animales

peligrosos o dañinos como las anguilas o

las medusas, y tener cuidado de no pisar

peces piedra, por ejemplo (entrevista con la

señora Caridad, 2011). Se buscaba en

general obtener especies que eran

consideradas localmente como

comestibles.

Se debe señalar que en los relatos orales

varias especies de animales marinos

fueron nombradas en lengua maya, lo

mismo sucedió con algunos de los insumos

empleados para la pesca. No obstante,

ningún integrante de esta familia era

hablante de esta lengua. En general,

parece que se compartían también algunas

interpretaciones indígenas sobre cómo

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

6

algunos elementos naturales podían ser o

no benéficos. Por ejemplo, la señora

Caridad mencionó que cuando en algunos

días, cuando la luz del sol se pone

amarillenta en la tarde el abuelo les decía a

sus nietos que había “mal viento” y les

daban un poco de sal en la punta de la

lengua para que no les hicieran daño

(entrevista con la señora Caridad, 2011).

En los años setenta, los conocimientos

empleados para la pesca trataron de ser

inculcados por parte del abuelo y de su hijo

Eliseo a la señora Caridad y a sus

hermanos. Es interesante resaltar que los

adultos no tuvieron una preferencia para

transmitir sus conocimientos y su habilidad

a un determinado sexo: así tanto las

hermanas de la señora Caridad, como ella

y su hermano varón, recibieron por igual

explicaciones de cómo deberían observar

el cielo, el viento, la luna, a reconocer

especies marinas, cómo orientarse en la

mar, entre otros.

Pero más interesante aún es el

señalamiento de la informante de no haber

prestado atención para aprender estos

conocimientos. La razón de lo anterior es

que no le veía sentido: ella iba a la escuela

primaria y sabía que no iba a aplicar esto

en su vida futura.

Ninguno de los tres hermanos de Caridad

optó por la pesca. Ella actualmente es

profesora de la Universidad Autónoma de

Campeche. El abuelo murió en 1979 y su

padre es ya un anciano. Como se señaló

antes, los conocimientos y las habilidades

que trataron de transmitir a la siguiente

generación no fueron llevados a la práctica,

si bien se recuerda, en términos generales,

en qué consistían (entrevista con Caridad,

2011).

EL PATRIMONIO CULTURAL EN EL

ENTORNO DOMÉSTICO La esposa del abuelo Jesús, Clara, procuró

transmitir también su experiencia sobre la

forma en que las mujeres pueden contribuir

a la economía familiar desde el ámbito

doméstico (durante los años cuarenta y

cincuenta del siglo pasado).

Caridad recordó que les enseñaba a ella y

a sus hermanas sobre el cuidado de

animales de patio que servían para la

alimentación familiar (por ejemplo para

poder contar con huevos o carne, al criar

gallinas, patos o pavos); les enseñaba a

nixtamalizar y a tortear; a cocinar, a tejer y

a bordar, estas últimas actividades servían

para hacer o adornar ropa para los distintos

miembros de la familia.

Un punto importante tenía que ver con la

recolección de agua de lluvia y con el

cultivo del huerto familiar. Las señoras

María y Soledad recordaban que en su

infancia y su adolescencia, cuando vivían a

la orilla del mar en la Avenida Justo Sierra,

no contaban con agua potable, ya que no

tenían pozo ni tomas públicas, por lo que

debían acarrear diariamente agua de una

casa vecina, relativamente cercana, donde

les permit ían acceder a un pozo. La

recolección diaria del l íquido empleando

cayuco y cargándola con baldes, bajo el

sol, es una de las cosas que más

recordaron por lo pesado de este trabajo.

En época de lluvia se recolectaba agua a

través de tambos. Por las características y

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

7

tamaño del terreno de sus viviendas no

podían tener aljibe.

Caridad por su parte recuerda que cuando

vivía con sus abuelos, padres y hermanos,

en la casa de Avenida Colosio (en los años

setenta), sí tenían agua potable, pero la

abuela Clara les enseñaba cómo recolectar

agua de lluvia en tambo, ya que ésta tiene

otro sabor mucho más apetecible y que

podía tener diferentes usos: para cocinar y

para bañarse.

Es probable que el conocimiento doméstico

transmitido por la abuela haya sido más

aplicado en la vida de Caridad con respecto

al que trató de introducirle su padre y

abuelo.

En la rememoración de esta parte de su

vida, esta mujer señaló que las comidas

tenían otro sabor. También que mucho de

la vida familiar y de la educación al interior

de este núcleo estaban enmarcadas por

una visión religiosa católica, de creencia en

la existencia de un poder sobrehumano,

pero con poca participación en la vida

institucional católica representada por la

Iglesia. Esta educación y práctica religiosas

estaban enfocadas a dar respuesta a los

problemas vitales y a la construcción de

redes sociales. Caridad recordó la

importancia que tenía para sus vecinos y

sus familiares la organización de las

novenas, los rezos y las festividades

navideñas.

Un punto importante de su narración es el

recuerdo de momentos de convivencia

familiar: por ejemplo, al medido día cuando

se reunían a comer juntos y platicaban sus

experiencias del día, por ejemplo, el abuelo

y el padre, narraban lo que le había pasado

en el mar. Recordó cuando se relataban

hechos que no tenían una explicación

aparente: el haber visto en la mar a un

animal raro o cosas extrañas en el cielo

durante la noche como luces o bolas de

fuego que iluminaban el agua, entre otros

acontecimientos.

Uno de los puntos más interesantes de su

relato son los esfuerzos por mantener un

vínculo social con personas ya muertas.

Caridad mencionó que su abuela Clara

asistía a sesiones espiritistas o recurría a la

lectura de barajas para poder contactar con

sus tres primeros hijos, quienes murieron

como niños en una epidemia de sarampión

en 1929.

LA SALUD Se observa en los relatos un empleo de

recursos naturales enfocados a la curación

de distintos tipos de padecimientos.

Soledad refirió que en su infancia, su

madre Clara y sus vecinas empleaban

herbolaria para curar diversos problemas

de salud, en los años cuarenta y cincuenta.

Esto debe haber ocurrido en los años

treinta y cuarenta del siglo pasado. Por su

parte, Caridad recordaba cómo Clara

continuaba con esta práctica durante su

infancia, en los años setenta.

Acostumbraba siempre a tener plantas

comestibles y medicinales en su patio.

Soledad recuerda el nombre de varias de

ellas (denominadas algunas en lengua

maya), y en términos generales, para qué

servían: chaká, siina´ an che´, pomolché,

llantén. Además tenía epazote (o “apazote”

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

8

como se le denomina en Campeche),

hierbabuena, chile, entre otros.

Aparentemente el aprendizaje del uso este

tipo de insumos comestibles y curativos se

daba de madres a hijas, aunque

participaban también vecinos, amigos,

compadres y otros.No sólo se cultivaban

plantas comestibles o medicinales en los

patios de las casas, sino también se

recolectaban de espacios públicos o eran

solicitadas a un vecino que las tenía en su

vivienda. También se les conseguía en el

mercado.

Aunque María y Soledad saben reconocer

algunas de estas plantas y recuerdan en

términos generales su uso curativo, no las

emplearon para sus hijos, y por esta razón

desconocen exactamente qué parte se

debe utilizar de la planta y las dosis. En

concreto la señora Soledad dijo que no

puede hacer la preparación medicinal con

alguna de ellas. La causa de lo anterior,

según sus relatos, tiene que ver porque ya

no tuvieron necesidad de emplear la

herbolaria, pues contaban con servicio

médico.

Vale la pena aclarar que en la generación

de los padres de estas mujeres (es decir,

del abuelo Jesús y la abuela Clara) el

empleo de herbolaria no fue el único

recurso curativo: también acudían a

médicos particulares.

Soledad refirió que en una ocasión su

padre estuvo grave y fue atendido por

González Francis, un médico de origen

libanés, quien tenía su consultorio privado

pero que también acudía a las casas de los

enfermos (entrevista con la señora Carmen

y la señora Soledad, 2011).

Sin embargo, cuando Soledad creció y tuvo

a su primera hija, su esposo trabajaba en

Ferrocarriles del Sudeste y tenía derecho al

servicio médico que, como prestación, se

les daba a los trabajadores. Por eso ella

llevó a sus hijos con médicos universitarios

y ya no empleó plantas medicinales.

Cuando Soledad salió de Campeche y vivió

muchos años en la Ciudad de México, en

general continuó recurriendo a la medicina

institucional, tanto oficial como privada, por

lo que casi no aplicó los conocimientos y

las prácticas de que tenía su madre Clara

en materia de herbolaria.

Esta mujer también señaló que en los años

cuarenta y cincuenta sus padres y sus tíos

no recurrían a terapeutas locales tales

como hierbateros, hueseros, etc., aunque

sí se confiaba mucho en las parteras. Ella y

sus hermanos nacieron con la atención de

estas mujeres; pero los hijos de Soledad

nacieron ya en hospitales.

Por otra parte, en una plática familiar en

donde estuvo presente otra de las

hermanas de Soledad y María, Marisol,

junto con su esposo Francisco, su hija

Candelaria, y sus sobrinas Rosario y

Georgina, se rememoró cómo Soledad,

María, Marisol y Francisco curaban

padecimientos menores cuando eran niños

y jóvenes (años cuarenta y cincuenta).6

Ellos mencionaron que para quitarse los

6

Plática grabada de los señores Francisco, Marisol, Soledad, Rosario, Georgina y Candelaria, llevada a cabo el 23 de diciembre

de 2011 en casa de los señores Francisco y Marisol, San Román, Campeche.

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

9

ashes (verrugas) las estrangulaban con

pelo de caballo que les proporcionaba el

señor aguador, quien tenía una de estos

animales. Explicaron que se elegía al pelo

de caballo por su resistencia y lo que

buscaban era cortar la circulación

sanguínea de esta protuberancia cutánea.

Sin embargo, Francisco comentó que en

una ocasión tuvo en la mano una verruga

que le salía periódicamente y que, durante

el velorio de uno de sus primos, su madre

le aconsejó pasarla 9 veces en la frente del

difunto para que ya no le volviera a brotar,

lo que efectivamente sucedió (plática con

los señores Francisco, Marisol, Soledad,

Rosario, Georgina y Candelaria, 2011).

Recordaron también la existencia de la

“piedra de ojo:” una parte dura de un

caracol similar a una piedrita que todos los

vecinos empleaban para quitarse las

lagañas (chemes), introduciéndola al ojo.

Mencionaron que no lastimaba el tenerla y

que cuando la piedra quedaba envuelta en

estas mucosidades se caía sola. Este

caracol era frecuentemente encontrado

entre los camarones pescados por Jesús y

su hijo Elías, y la gente guardaba la piedra

que contenían en un frasco con arena

(pues se creía que así se mantenía viva)

para cuando se necesitara. Señalaron que

nadie refirió haber tenido una infección

ocular debido a esta práctica (plática con

los señores Francisco, Marisol, Soledad,

Rosario, Georgina y Candelaria, 2011).

Anécdotas como la anterior han sido

referidas en distintos momentos de

entrevistas o de pláticas grupales en las

que las investigadoras han tenido la

posibilidad de estar presente. Se debe

destacar la abundancia del empleo de la

lengua maya en la denominación de

distintos padecimientos -como ashes para

hablar de verrugas, tutupich para referirse a

perrillas o chemes para hablar de lagañas-.

LA PÉRDIDA ECOLÓGICA Como ya se mencionó, en la familia

investigada hubo una pérdida generacional

de ciertas expresiones culturales familiares,

como el conocimiento y la práctica sobre la

pesca en pequeña escala o la curación por

medio de la herbolaria. Los testimonios

indican que al parecer esta fue una

influencia de la presencia de la educación y

de la medicina institucionalizadas. Sin

embargo hay un factor más que también

señala la fuente oral: la reciente

urbanización de la ciudad de Campeche.

De esta forma, en las entrevistas y la

plática analizadas hay constantemente hay

una descripción del entorno ecológico

desaparecido. Por ejemplo, la señora

Soledad recordó en varios momentos de

las pláticas dónde estaban los límites

naturales del mar durante su infancia, antes

de la construcción de ciertas porciones del

malecón; también refirió a la abundancia de

conchas, caracoles, peces y medusas en el

patio de su casa a la orilla del mar; los

juegos que ella y sus hermanos hacían

empleando con erizos de mar, palmas de

coco, o cuando pescaban y nadaban en el

mar; el hecho de que los adultos y jóvenes

de ese entonces pudieran pescar al pulpo

en las piedras cercanas a la playa, etc. Es

decir, se recuerda la presencia de un

entorno ecológico que existió hacia la

segunda mitad del siglo XX y de una serie

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

10

de actividades vinculadas con éste que no

existen más.

Los recuerdos de su sobrina Caridad

también coinciden con la presencia de una

gran cantidad de especies marinas cuando

ella era niña en los años setenta.

Al parecer, la memoria oral señala la

pérdida de esta riqueza ecológica y de las

actividades relacionadas con ella, sobre

todo a partir de los años setenta y ochenta

hasta la actualidad. La memoria oral refiere

que la construcción del malecón facilitó la

presencia de aguas negras de la ciudad

que desembocan en el mar provenientes

principalmente de hoteles y oficinas, y que

ha sido la responsable de la pérdida de

estas especies. Francisco, el esposo de

Marisol, señaló que los actuales

pescadores ribereños tienen que ir cada

vez más lejos para encontrar especies

marinas cada vez menos abundantes.

Además, que la población perdió la

posibilidad de tener espacios de recreación

en la playa, lo que sí ocurría antes, cuando

la gente se bañaba en la Bahía de

Campeche.

No se mencionó la contaminación por

medio de petróleo como causante de este

daño ecológico.

Muy probablemente todo este proceso

tiene sus raíces desde los años cincuenta,

cuando se comenzaron las obras del cuarto

malecón campechano “Adolfo Ruiz

Cortines” que era parte del proyecto

denominado: “Campeche nuevo.”

Bajo un discurso de la “gran necesidad de

modernizar a la ciudad”, de “cambiar la

marginación económica y social del estado

y su atraso en todos los órdenes” y de la

“búsqueda de un bienestar dinámico

resultado del progreso”, el entonces

gobernador del estado, Alberto Trueba

Urbina (1955-1961) se decidió a crear una

“nueva ciudad” ganando terrenos al mar,

haciendo obras de saneamiento y

mejorando las vías de comunicación

terrestres. Bajo su mandato se inició la

construcción del malecón “Adolfo Ruiz

Cortines” con un boulevard proyectado de

Campeche a Lerma mucho más amplio que

la carretera que existía en ese entonces.

Todas estas obras, entre otras cosas, eran

justificadas para atraer al turismo (Pino,

2008, pp. 71 – 79).7

Las obras del “Campeche nuevo” iniciaron

en 1958, pero no se concluyeron. Bajo el

gobierno de José Ortiz Ávila (1961 – 1967)

se continuó todo este proyecto con el

relleno sanitario de las playas que ganó

importantes superficies al mar, se

construyó el Palacio de Gobierno y la

Cámara de Diputados. También hubo

distintas obras de urbanización de la ciudad

(pavimentación, electrificación, ampliación

de red de agua potable, apertura de

avenidas).

Este proceso constructivo no se ha

detenido. Como la fuente oral refiere, el

crecimiento de la ciudad, la construcción de

grandes edificios oficiales, turísticos y

habitacionales que desechan las aguas

negras en el mar, han contaminado la

Bahía. Pero es importante señalar que

desde los tiempos de Ortiz Ávila este

7 En este proyecto también se contemplaba una

modernización de la educación, el campo y la pesca (Pino, 2008, p. 73).

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

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proceso de modernización y de

urbanización ha recibido críticas porque no

ha incluido estudios de impacto ambiental

ni de la afectación a la pesca ribereña,

sobre todo al rellenar los manglares que

destruían los flujos de agua marina

responsables de arrastrar al resto de la

bahía plancton y zooplancton del cual

dependían las larvas de pulpo, cangrejo,

caracol y de otras especies marinas, que

terminaron por extinguirse ante la carencia

de estos últimos (Pino, 2008, p. 2) .

CONCLUSIONES En este escrito hemos tratado de abordar

algunos posibles elementos culturales

patrimoniales que algunas familias

campechanas han tratado de seleccionar y

de transmitir en el tiempo durante las

décadas de los cuarentas a los setenta del

siglo XX. Esta aproximación la hemos

realizado con un estudio basado en la

memoria oral de una familia descendiente

de pescadores ribereños del barrio de San

Román.

Las entrevistas muestran que varias de las

prácticas culturas que se elegían para ser

transmitidas en el tiempo eran en realidad

un patrimonio biocultural: altamente ligadas

con la interacción con el entorno ecológico.

Se observa la importancia histórica del

conocimiento popular sobre el manejo de

recursos de la naturaleza para el sustento

familiar; de un alto grado de conocimiento

de los ciclos y espacios bioecológicos; de

estrategias de cría de especies domésticas;

del empleo de recursos naturales para el

cuidado a la salud; etcétera. Todo esto

permitió la subsistencia, el cuidado

corporal, la formación de relaciones

sociales y de espacios de recreación, entre

otros. Este conocimiento (doméstico y

comunitario) fue transmitido de generación

en generación, con un interés de padres y

abuelos por pasarlo a sus hijos y nietos.

Sin embargo, ésto se alteró alrededor de

los años cuarenta a setenta del siglo

pasado por varios factores. En primer lugar,

por una falta de interés de miembros de las

nuevas generaciones por aprehenderlo, al

considerar que no tenía sentido para ellos.

Esto se puede explicar por la presencia de

una educación institucionalizada (la

escuela) que fue considerada como la

institución responsable de capacitar a niños

y a jóvenes en la obtención y dominio de

aquellos conocimientos y habilidades

indispensables para su desarrollo en la vida

moderna. Por otra parte, por la existencia

de la medicina institucional que ofrecía un

servicio considerado como efectivo de

obtención de la salud.

Así, para varias de estas generaciones

tanto la pesca como el uso de las

estrategias curativas domésticas y locales

quedaron en un lugar secundario, como

algo que no era necesario aprender y llevar

a la práctica y que puso a prueba el saber

familiar, despojando a esta institución como

un espacio prioritario en la educación y en

el cuidado de salud.

Pero quizás el factor más decisivo de la

pérdida del patrimonio biocultural familiar

fue la alteración del entorno ecológico por

la urbanización. En el caso investigado, la

contaminación del mar y la urbanización de

la bahía de la ciudad de Campeche, han

tenido como consecuencia la alteración de

Familia y naturaleza en el Barrio de San Román, Campeche: pérdidas del patrimonio biocultural en la pesca y el cuidado a la salud

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ciclos ecológicos importantes, llevando a la

extinción local de una gran cantidad de

especies que antes eran aprovechadas.

Estos cambios parecen haberse sentido de

manera más drástica hacia los años

setenta y ochenta del siglo pasado.

Así se ha dado un proceso de abandono y

de pérdida de mucho del patrimonio

biocultural familiar, posiblemente gestado

durante siglos, a pesar de los esfuerzos de

transmitirlo por parte de algunas

generaciones.

El análisis histórico de estos procesos

puede contribuir a la reflexión de las

consecuencias que ha tenido la

modernidad en distintas entidades de

nuestro país. El ejemplo campechano

seguramente es una pequeña muestra de

las alteraciones bioculturales y sociales

recientes que no siempre han dado lugar a

un bienestar humano y ecológico. La

memoria oral, en conjunto con otras

fuentes de investigación, puede contribuir

de manera abierta a la compresión de este

tipo de procesos. Asimismo, también puede

ser empleada para el registro y el posible

retorno de varias de estas estrategias

vitales, desarrolladas por nuestro pueblo,

que han sido arrasadas por la

institucionalización de actividades vitales

como son la subsistencia, el cuidado a la

salud o la educación.

FUENTES PRIMARIAS Entrevista con la señora María, realizada

por Martha Cahuich, 19 de marzo de 2011,

en su domicilio, Barrio de San Román, San

Francisco de Campeche.

Entrevista realizada con la señora Soledad

realizada por Martha Cahuich, 20 de marzo

de 2011, en su domicilio, Barrio de San

Román, San Francisco de Campeche.

Entrevista con la señora Caridad, realizada

por Martha Cahuich, 18 de marzo de 2011,

en su domicilio, Barrio de San Román, San

Francisco de Campeche.

Entrevista con la señora Carmen y la

Señora Soledad, realizada por Martha

Cahuich, 25 de marzo de 2011, en el

domicilio de la señora Carmen, Barrio de

San Román, San Francisco de Campeche.

Plática grabada de los señores Francisco,

Marisol, Soledad, Rosario, Georgina y

Candelaria, llevada a cabo el 23 de

diciembre de 2011, en casa de los señores

Francisco y Marisol, Canisté, Campeche.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Escalante, P. (2009). Familias urbanas en

México en el siglo XXI. En Espacio de

pastoral Urbana. Dios habita en las familias

urbanas. Material de apoyo pastoral para

comprender la realidad familiar e impulsar

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prácticas desde la antropología y la historia

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Campeche. San Francisco de Campeche:

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y Las condiciones laborales de los

pescadores camaroneros en Ciudad del

Carmen, Campeche. México: CIESAS,

Museo Nacional de Culturas Populares,

Cuadernos de la Casa Chata 112.