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LUZ MERY GIRALDO FANNY BUITRAGO: COLORES DE RELATOS Y RETRATOS La profesora Luz Mery Giraldo (U.N.) está haciendo un panorama de la novela contemporánea en Colombia. que inició con el estudio de la obra de Germán Espinosa (No. 23. enero de 1990) y que ha continuado en cada uno de los números de esta Revista «Estamos atados a una inercia dia- ria, con las manos vacías, en un sitio en donde las cosas importan tanto que es imposible fijarse en ninguna». Así afirma uno de los personajes que dialoga en las páginas iniciales de la primera novela de Fanny Buitrago, con la que ingresa a formar parte de la nómina de escritores colombianos. Esta frase contiene de manera con- densada y como una premonición del desarrollo de su fecunda y variada obra, el ser de su literatura por demás sórdido, plano, vacío, capturado en un lenguaje preciso que no parece ir más allá de lo visto o vivido. Con su narrativa entramos en un ámbito por demás contestatario. No es fácil escribir sobre la obra de Fanny Buitrago, quizá por su enga- ñoso apego a la realidad: costumbres populares que se mezclan con la va- riedad de los temas y las experiencias citadinas, así como mundos infanti- les y adultos degradados y decaden- tes, forman parte de su producción que va del teatro al cuento, la novela y los relatos de infancia, formando un todo simple y problemático, rela- cionado con el mundo del hombre de mentalidades tan primarias como conflictivas. Traducida a varios idiomas, esta autora, más conocida por su partici- pación en la vida cultural que por una lectura rigurosa y analítica de sus obras (característico de un país ajeno al conocimiento directo de sus auto- res, a quienes las más de las veces critica y cuestiona sin leer), inicia su producción narrativa en 1963 con la publicación de El hostigante verano de los dioses (hasta el momento con tres ediciones: Tercer Mundo de Co- lombia, Plaza y Janés de Barcelona y La Oveja Negra de Colombia), mani- festándose como una joven promesa revolucionaria que cambia de pers- pectiva el espacio novelesco, al rom- per las estructuras convencionales y señalar formas mucho más complejas que desarticulan el lenguaje y ahon- dan en problemas existenciales pro- pios de experiencias modernas, don- de la fatalidad, las frustraciones, los amores y los desamores, guiados por una autoconciencia novelesca, esta- blecen los nexos de una indagación con características policíacas. Al in- terior del mundo caótico recreado, el lector evoca la condición humana de ciertos personajes faulknerianos, en un pueblo marcado por la fatalidad y entrelazado a la autonomía del escri- tor que desde una voz narradora, al final de la novela pregunta: «¿Quién escribió por fin ese libro?», y deja en el aire la respuesta que compete a la autoría de todos. En 1966 en su texto De la nada al nadaísmo 1 , Gonzalo Arango la inclu- ye en el aparte «Geniología de los nadaístas» como «Mujer que pien- sa», que «cambió su muñequero por una máquina de escribir y empezó a disparar una morbosa y tierna litera- tura con prodigiosa imaginación» (p. 15). El mismo autor afirmó que su 49 primera novela nació de su relación con los nadaístas -ese grupo de inte- lectuales, o poetas, o revoltosos, que cuestionó con sus actos, proclamas y escritos, a la inamovible y normativa sociedad burguesa de Colombia, po- niendo en tela de juicio sus valores, al desmitificarlos y profanarlos. Según Arango, esta novela fue recibida co- mo una «entrada triunfal en la escena de la nueva novelística» (p. 15), sien- do acogida «más por los lectores que por la crítica». Sin embargo, Isaías Peña Gutiérrez en La generación del bloqueo y del estado de siti0 2 , cita apartes de una entrevista de Alvaro Monroy Caicedo a Fanny Buitrago publicada el 9 de junio de 1963 en el Magazín Dominical de El Especta- dor, en la que ella niega su pertenen- cia al nadaísmo, pues mientras ellos subestiman todo, para ella «todo es importante: la vida, las cosas, el amor. A todo le doy características de montaña» (p. 177). Les atribuye como valor la autenticidad, el desa- pego a las conveniencias, el ansia de libertad y el desinterés por el qué dirán. En 1964 resulta Premio Nacional de Teatro en el Festival de Arte de Cali, con su obra El hombre de paja. En 1968 es finalista en el premio Seix Barral con su novela Cola de zorro, publicada por Tercer Mundo editores en 1970. Raymond Williams 3 consi- dera esta novela como una verdadera muestra de la novelística de los seten- ta y como una joya literaria opacada por la mala distribución editorial y la sombra de Cien años de soledad; sus condiciones estructurales exigen un lector activo dispuesto a adentrarse en las categorías de «novela de con- cepto» (p. 29), en la que los persona- jes aparecen «como abstracciones funcionales para comunicar una ex- periencia acerca de las relaciones hu- manas y de los efectos de las personas sobre ellas» (p. 38). El Instituto Co- lombiano de Cultura publica en 1973 La otra gente, colección de 15 brevísi- mos cuentos, algunos con fondo le- gendario, en los que recupera voces, espectros, convicciones, creencias, etc., que se constituyen en pilares del ámbito popular, alternados con ex- periencias fantásticas, citadinas y co-

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LUZ MERY GIRALDO

FANNY BUITRAGO:COLORES DE RELATOS Y RETRATOS

La profesora Luz Mery Giraldo (U.N.) está haciendo

un panorama de la novela contemporáneaen Colombia. que inició con el estudio de la obra

de Germán Espinosa (No. 23. enero de 1990) y que hacontinuado en cada uno de los números

de esta Revista

«Estamos atados a una inercia dia-ria, con las manos vacías, en un sitioen donde las cosas importan tantoque es imposible fijarse en ninguna».Así afirma uno de los personajes quedialoga en las páginas iniciales de laprimera novela de Fanny Buitrago,con la que ingresa a formar parte dela nómina de escritores colombianos.Esta frase contiene de manera con-densada y como una premonición deldesarrollo de su fecunda y variadaobra, el ser de su literatura por demássórdido, plano, vacío, capturado enun lenguaje preciso que no parece irmás allá de lo visto o vivido. Con sunarrativa entramos en un ámbito pordemás contestatario.

No es fácil escribir sobre la obra deFanny Buitrago, quizá por su enga-ñoso apego a la realidad: costumbrespopulares que se mezclan con la va-riedad de los temas y las experienciascitadinas, así como mundos infanti-les y adultos degradados y decaden-tes, forman parte de su producciónque va del teatro al cuento, la novelay los relatos de infancia, formandoun todo simple y problemático, rela-cionado con el mundo del hombre dementalidades tan primarias comoconflictivas.

Traducida a varios idiomas, estaautora, más conocida por su partici-pación en la vida cultural que por unalectura rigurosa y analítica de susobras (característico de un país ajenoal conocimiento directo de sus auto-res, a quienes las más de las veces

critica y cuestiona sin leer), inicia suproducción narrativa en 1963 con lapublicación de El hostigante veranode los dioses (hasta el momento contres ediciones: Tercer Mundo de Co-lombia, Plaza y Janés de Barcelona yLa Oveja Negra de Colombia), mani-festándose como una joven promesarevolucionaria que cambia de pers-pectiva el espacio novelesco, al rom-per las estructuras convencionales yseñalar formas mucho más complejasque desarticulan el lenguaje y ahon-dan en problemas existenciales pro-pios de experiencias modernas, don-de la fatalidad, las frustraciones, losamores y los desamores, guiados poruna autoconciencia novelesca, esta-blecen los nexos de una indagacióncon características policíacas. Al in-terior del mundo caótico recreado, ellector evoca la condición humana deciertos personajes faulknerianos, enun pueblo marcado por la fatalidad yentrelazado a la autonomía del escri-tor que desde una voz narradora, alfinal de la novela pregunta: «¿Quiénescribió por fin ese libro?», y deja enel aire la respuesta que compete a laautoría de todos.

En 1966 en su texto De la nada alnadaísmo1, Gonzalo Arango la inclu-ye en el aparte «Geniología de losnadaístas» como «Mujer que pien-sa», que «cambió su muñequero poruna máquina de escribir y empezó adisparar una morbosa y tierna litera-tura con prodigiosa imaginación» (p.15). El mismo autor afirmó que su

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primera novela nació de su relacióncon los nadaístas -ese grupo de inte-lectuales, o poetas, o revoltosos, quecuestionó con sus actos, proclamas yescritos, a la inamovible y normativasociedad burguesa de Colombia, po-niendo en tela de juicio sus valores, aldesmitificarlos y profanarlos. SegúnArango, esta novela fue recibida co-mo una «entrada triunfal en la escenade la nueva novelística» (p. 15), sien-do acogida «más por los lectores quepor la crítica». Sin embargo, IsaíasPeña Gutiérrez en La generación delbloqueo y del estado de siti02, citaapartes de una entrevista de AlvaroMonroy Caicedo a Fanny Buitragopublicada el 9 de junio de 1963 en elMagazín Dominical de El Especta-dor, en la que ella niega su pertenen-cia al nadaísmo, pues mientras ellossubestiman todo, para ella «todo esimportante: la vida, las cosas, elamor. A todo le doy característicasde montaña» (p. 177). Les atribuyecomo valor la autenticidad, el desa-pego a las conveniencias, el ansia delibertad y el desinterés por el quédirán.

En 1964 resulta Premio Nacionalde Teatro en el Festival de Arte deCali, con su obra El hombre de paja.En 1968 es finalista en el premio SeixBarral con su novela Cola de zorro,publicada por Tercer Mundo editoresen 1970. Raymond Williams3 consi-dera esta novela como una verdaderamuestra de la novelística de los seten-ta y como una joya literaria opacadapor la mala distribución editorial y lasombra de Cien años de soledad; suscondiciones estructurales exigen unlector activo dispuesto a adentrarseen las categorías de «novela de con-cepto» (p. 29), en la que los persona-jes aparecen «como abstraccionesfuncionales para comunicar una ex-periencia acerca de las relaciones hu-manas y de los efectos de las personassobre ellas» (p. 38). El Instituto Co-lombiano de Cultura publica en 1973La otra gente, colección de 15 brevísi-mos cuentos, algunos con fondo le-gendario, en los que recupera voces,espectros, convicciones, creencias,etc., que se constituyen en pilares delámbito popular, alternados con ex-periencias fantásticas, citadinas y co-

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tidianas, donde aparece clara la ideapredominante en su narrativa de quela vida se parece a la literatura. En1975 de nuevo el Instituto Colombia-no de Cultura edita los relatos BahíaSonora, con una segunda edición enPlaza y Janés, editorial, que en 1979,en Barcelona, publica la novela Lospañamanes, destacada por su marca-do barroquismo construido en técni-ca de collage al intercalar textos ofi-ciales, framentos de poemaspatrióticos, canciones populares, fo-tonovelas, refranes, composicionesparódicas, etc., que, en el discursonovelesco establece un juego de rela-ciones culturales al identificar el con-cepto de mestizaje racial y social con-frontando el mundo y la mentalidadmercantilista de los anglosajones conel de los americanos o «'pañamanes".Presencias míticas y modernas, sue-ños y realidades, se funden en unaconstrucción elaborada con la inten-ción lódica de las formas yellengua-je. Plaza y Janés publica en 1983 Losamores de Afrodita, obra que puedeleerse desde parámetros propios de laposmodernidad: cinco capítulos conunidad propia cada uno de ellos,apuntan, desde un hilo conductorque teje diversas gamas del amor ysus tribulaciones, a la visión tantoparódica, como mimética; o, cuatrocuentos: «¡Anhelante, oh anhelan-te!", «Rosas de Saron", «Corazón ex-pósito», «La carne en dulce» y unanovela corta, o al decir de los france-ses «nouvelle», titulada «Legado deCorín Tellado», en los que se venclaramente y con sorna, los «lega-dos» de una cultura alimentada por elmelodrama, el folletín y la cursilería,no por ello menos realista; la plastici-dad de personajes y de situaciones, elmedio en que se desenvuelven, el es-pacio citadino generalmente reduci-do a escenarios cerrados (alcobas,oficinas, salas), dan tanto una "Ver-sión del contexto al cual hacen refe-rencia, como una caricatura de éste,

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en proyecciones calidoscópicas y depuesta en abismo. El universo cons-truido cuya hipótesis sigue siendo lade que lo más parecido a la literaturaes la realidad, o, lo que es lo mismo,cualquier parecido con la realidad noes ficticio sino verdadero, porque haysorpresas reales que superan la fic-ción, se expresa en escenas o aconte-cimientos de apariencia elementalmuy cercanas al humor negro, a lotragicómico y a lo desbordado, sola-mente posible de ser vivido en la«inocente» pesadilla de la vida coti-diana. Gran parte de estos recursostemáticos, narrados, como es comúnen la autora, por un narrador testigo,se desarrollan en ¡Líbranos de todomal!, publicada por Carlos ValenciaEditores en 1989, después de habereditado esta misma casa, sendos li-bros de relatos infantiles titulados Lacasa del arco iris (1986) Y Cartas desdeel Palomar (1988).

Diseíios de mujeres

A pesar de su condición de mujerescritora en una época en que se seña-la con inquietud e insistencia el de-sarrollo de los temas y las estructurasfemeninas, Fanny Buitrago no se eri-ge en representante de la mujer en la

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literatura, sino, subraya la preocupa-ción del autor consagrado al oficio,con profesión de escritor (cosa pordemás difícil en un medio cuya men-talidad burguesa no incorpora el tra-bajo creativo como profesión) yapunta más bien a la convicción de laexistencia de la buena o la mala crea-ción, por encima de los factores degénero o sexo. Así lo señala a JorgeEliécer Pardo en entrevista reciente:«La literatura femenina o masculinano existe: existe literatura buena omala»4. Y aunque dentro de sus esce-narios las mujeres ocupan lugaresdestacados o participación constan-te, figuran a la par que los hombres,los políticos, las calles, las oficinas yotros temas, pues sus concepciones ydesarrollos nada tienen que ver consu condición de mujer, ni sus perso-najes están a la espera o búsqueda deun cuarto propio, de una denuncia ouna redención, ni son arquetipos lite-rarios, ni figuras fantásticas, ni metá-foras, ni estereotipos lejanos a losconstruidos por la sociedad Gultural,sino, seres integrantes del mundo enque vivimos que, como un bestiario,puede entregarnos en cualquier calleo esquina una de estas figuraciones.

A esta autora no le caben las defi-niciones utilizadas en los congresosfeministas en los que se explica, conmúltiples recursos, la literatura feme-nina por oposición a la masculina, ola que analiza los textos de los unos yde las otras como sistemas literariostotalmente distintos, o la de quienespugnan por encontrar la identidadcomo mujeres en un mundo que lasha sometido, condenándolas a inte-grar una subcultura o una contracul-tura; tampoco a lo afirmado en algu-na conferencia por Marta Traba conrespecto al escaso entrenamiento delas mujeres en la síntesis y la abstrac-ción, en un racionamiento a vecescercano a las inquietudes de VirginiaWoolf en A room of one' s own (1929):«todo pensamiento que apunta a

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una síntesis, necesita, como todo ofi-cio, una especie de entrenamiento»5.

Si bien su voz de narradora es la dequien se niega a silenciarse, no lo ha-ce por su condición de mujer, sinopor su condición de trajadora de lapalabra y lo hace en el cuento y lanovela que pueden apoyarse objeti-vamente en el mundo y sus actos,acudiendo a diversos temas, entre losque el ser humano-social se constitu-ye en el material que por excelenciaha sido moldeado por la cultura; es-tas figuras deleznables, atractivas,complicadas, descomplicadas, sofis-ticadas, elementales, inteligentes, po-bres de espíritu, feas, bonitas, etc.,son efectos miméticos tanto de la vi-da como de la literatura, al igual quelos habitantes de las ciudades y lasprovincias, los burgueses y los aristó-cratas de apellido, de clase o de dine-ro; Fanny Buitrago aprovecha el jue-go de la cultura que los enmascara,para desenmascararlos, utilizandolas mismas máscaras y artificios, enlos que el diseño de estos individuos escaracterístico de lo anodino, de lamediocridad y de la masificación.

Veamos algunos mínimos ejemplosde mujeres que se mueven en un mun-do donde juegan al mismo nivel otrossujetos y objetos: el antologizadocuento «Mammy deja el oficio», de lacolección La otra gente, aunque tienecomo centro de la historia la expe-riencia de una mujer que transgredesin violentar ni agredir a nadie, esmás la presentación de una realidadinesperada en una sociedad normati-va: Mammy, una esposa y madre dig-na, aunque cursi y de mal gusto, de-corada como «un altar de Corpus»,asume, después de veinte años de felizy fiel matrimonio, que, por sus carac-terísticas de personalidad y figura, hasido lentamente abandonada por sufamilia y amigos y, convencida deque no es más que «una señora gorda,frescachona, pintorreteada, embuti-da en un sastre de color violento quela hacía parecer más cursi y más ja-mona de lo que era en realidad», deci-de cambiar de escenario y «oír elllamado de su vocación, y no quedar-se como una polla en un corral depatos». Mammy sale de su casa a lasnueve de la noche y regresa a las cinco

de la mañana, aparece en televisión,es amiga de políticos y poetas, ofrececocteles, visita museos, y, como granparadoja, entre sus más rendidosclientes está su marido, a quien lecobra carísimas sus visitas, pues yano le preocupa ser visto en su compa-ñía, porque, para él, dice Mammy,«es un descanso que me dedicara aeste oficio. Ya puede explicar a susamistades que fue un error casarseconmigo»; igualmente recibe visitasde sus hijas, quienes «exprimen de susahorros como sanguijuelas». El per-sonaje, como puede notarse, no es lamujer sino la mentalidad de una so-ciedad oscura y tergiversada; menta-lidad burguesa, anodina, que envuel-ve a unos y otros hasta conducirlos alas más caricaturescas ridiculizacio-nes, porque la ridícula no es Mammy,sino los otros. Así podemos pasar decuento en cuento o de novela en no-vela y el personaje seguirá siendo elmismo: la sociedad, ella, la ('pintorre-teada», la cursi, la falsa, la boba; allíestán los salones de té, los invitados,las Evas, los trajes de boda o de coc-tel, la carne sólida o dulce, los bailes

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en punta de oro, los espejos, las cafe-terías, los enemigos públicos, los co-merciales, los destinados a brillantescarreras políticas. Es allí donde seoye decir: «¿para qué estudian lasmujeres ...? la competencia con elhombre es dañina, carcome la médu-la del amor, no acepta un diálogosincero. A una mujer no le convienesaber demasiado, es mejor dependertotalmente de la fuerza y sabiduríamasculina ... ¿O no? ..» «<Rosas deSarón»); o frases como ésta: «¡Unamujer tiene la obligación de ser dehierro bañado en almíbar si quiereconservar lo suyo ...!» «<La carne esdulce»); o como esta otra: «El cielosabe que las mujeres somos la matrizinfinita del universo, la tibieza, elovario, el nido. Nacimos para asumirtodo el sufrimiento. En nosotras, eldesborde de los goces y energías re-sulta indecoroso, aberrante, ostensi-blemente anticristíano ...» «<¡Anhe-lante, oh anhelante!»). Todas ellas seexpresan en el contexto literario ma-nifestando formas de pensamiento muypropias de nuestro medio y nuestra tra-dición. Por eso actúan en igualdad conotros personajes; así por ejemplo esmuy común leer en nuestros periódi-cos y revistas comentarios como éste:fulano de tal «sería el embajador másjoven del mundo. Un personaje, se-gún destacaron las revistas y periódi-cos capitalinos. Abogado-soltero-gofista. Elegido automáticamenteentre los diez ejecutivos destacadosdel año. Un futuro candidato a lapresidencia de Colombia hacia losaños noventa» «<¡Cuidado! Hay leo-nes en la avenida 19»); también escomún creer que «el mundo es unapelícula en tecnicolor a través de loscomerciales» (<<Comercialespara ca-viar»), porque ellos tienen el poderdel sortilegio, de obtener la felicidad,ahuyentar la tristeza, eternizar la ju-ventud, atrapar a la pareja perfecta.

Las imágenes de la realidad pro-yectadas por Fanny Buitrago seme-jan retratos que esbozan formas deobjetos y sujetos tan estridentes co-mo la cursilería y la frivolidad, encontraste con las normas y cánonesimpuestos, o con los sucesos impre-vistos de la cotidianía; la autora pasade la burla a la seriedad, de lo solem-

ne a lo cómico, de lo trivial a lo pro-fundo, presentados en su más terribledesnudez; sin embargo, ello ha resul-tado de la observación minuciosa yanalítica de la vida y sus hechos, delos seres humanos y sus actos. Lologrado es evidentemente contestata-rio, relacionable y hasta comparable,en actitud y color, al trabajo pictóri-co de Marypaz Jaramillo y BeatrizGonzález. Todos sabemos, cuandoconocemos sus cuadros, que ellos noson farsas, ni gentiles comedias> sinoreflejos de la realidad y de nuestrasociedad. Las tres autoras en sus es-pacios y con sus materiales específi-cos, desentronizan las verdades quenos definen. Su arte no es sublime, nicontemplativo; es desacralizador ypuesto sobre el piso.

Si bien estas condiciones se des-arrollan en toda su producción na-rrativa, donde se logra mayor unidadal respecto es en los textos breves yespecialmente en sus dos últimasobras de y para «adultos»: Los amo-res de Afrodita y ¡Líbranos de todomal!, que guardan una profunda co-nexión con toda la producción ante-rior, no solo en el planteamiento delos temas, sino en el manejo del dis-curso y el relato. Las peripecias de laburguesía tanto en lo económico, po-lítico e ideológico aparecen de mane-ra implacable, desbancando sueños,mitos y fantasías, hasta crear unacosmovisión donde pululan los espe-jismos y los falsos ídolos.

Siguiendo una lectura de Los Amo-res de Afrodita, podemos rastrear enella cuadro bogotanos (o nacionales),precedidos de epígrafes dobles paracada cuento o capítulo, donde la fi-gura y el concepto del amor se hacetragicómico; uniendo frases frag-mentarias de cada epígrafe, capta-mos que Eros en sus diversas mani-festaciones «se apodera de nuestramente o nuestros instintos», que «escomo una epidemia» que turba hastaa los dioses, es aroma y bálsamo, des-truye, ennoblece, degrada, lleva ala cursilería y, como una mujer «loaprende todo»; la utilización festivade estas frases provenientes de auto-res clásicos, de boleros, de revistasfemeninas, concuerdan con los títu-los de cada episodio y con los conte-

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nidos, por demás irónicos. Así paseaal lector no sólo por voces narrativasdiferentes, sino por ámbitos que leresultan conocidos: la familia, losenamorados, los matrimonios arre-glados y no arreglados, las conve-niencias sociales y hasta las figuraspolíticas «que todo colombiano exigea sus dirigentes, ya sean de derecha, elcentro o la izquierda: apellidos, dis-tinción, audacia. Figuración social,renombre intelectual. Ojalá muchísi-mo dinero» «<¡Anhelante, oh anhe-lante!»). Todos ellos, como se dijoanteriormente, iguales a un bestiario,en el que la alienación, la inconcien-cia, la enajenación por la T.V. conuna película de acción o el cantantede turno antes que por un programacultural o de denuncia, mezcladoscon otros recursos como el secuestro,el abandono, el repudio social, elarribismo, la burocracia, la farándu-la, los suicidas, los alcohólicos, y de-más especímenes, moviéndose en unespacio que en cada texto de estaobra o de ¡Líbranos de todo mal! escaptado con la actividad de Bogotá,una ciudad «donde se hace fila cons-tante y la gente es incapaz de concebirla rutina en otra forma», o donde«cualquier motivo es válido para to-marse un trago», o, como afirma lavoz narradora de «Legado de CorínTellado», esa «capital imprevisible,candente y traicionera, en donde unhombre puede morir en un instante.Ser ultrajado, torturado, baleado,mutilado, atropellado, secuestrado,sepultado arbitrariamente en un ca-labozo del gobierno o en una cárcelde los movimientos revolucionariosclandestinos. En Bogotá, un hombrepuede desaparecer sin dejar rastro».El bestiario habla de la violencia y eldesdén de los habitantes de las ciuda-des. Por eso, una vezmás es necesariorepetir que Buitrago no trabaja conestereotipos femeninos, ni con elpro-ducto de su imaginación de mujer,sino con las tipologías que le entregala cultura de nuestra civilización.

Los 17 capítulos episódicos quecomponen «Legado de Corín Tella-do», narrados por una voz femeninaque actúa como hilo conductor queevoca y hace presente lo evocado porla vivencia que le impone, instaura el

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relato desde la parodia del folletín,no sólo por el subyacente melodramaamoroso con suicidio, teatro, infide-lidad y soledad a bordo, sino, desdela caricatura que de la sociedad sehace a través de aquellos personajes,cuyo desarrollo y desempeño vital selogra con la copia de los modelosofrecidos en las revistas femeninas,de gran acogida en nuestro medio,quizá en vías de superación por algu-nos programas de televisión y las in-faltables propagandas publicitarias.El inicio de la nouvelle es sintomático:

«Siempre que por culpa del azar, oa causa de ciertos mecanismos agresi-vos del recuerdo, cometo' el error dehojear una revista femenina, terminopreguntándome con auténtica angus-tia ... ¿Qué hará en estos momentos lapequeña Anabel Ferreira ...?» SiAna-bel se constituye en el texto en unagran figura manipuladora, la socie-dad también lo ha sido a través de losdiversos hilos que suelta para que ca-da cual haga uso del que necesita o leconviene; así las revistas, la educa-ción, los apellidos, la clase, la bellezaplástica, el matrimonio, la culpa, etc.,se constituyen, alIado del folletín, enel espacio ominoso de la realidad.

Los colores de las calles

Los relatos y las novelas de FannyBuitrago, son como las calles denuestra realidad. Por ellas van losmodelos aprendidos e inventados.Por ellas la falsedad, la pacatería, lafalsa moral y el encubrimiento. allí

camina a paso lento la mentalidadburguesa en el sentido más amplio yescueto de la palabra; el reino de lamediocridad hace de las suyas y lospersonajes que indagan, que anali-zan, que cuestionan, terminan porperderse o anularse, porque bien pa-rece que llegaron al reino de la deses-peranza y del silencio obligado. Así lanarradora de «Legado de Corfn Tella-do» no tendrá más remedio que re-cordar: quedó sola, desamparada,culpabilizada, sacrificada, con perío-dos depresivos. Así también ManlioCellis, la promesa de político que ha-ce su oficio de alcalde de las Nieves ysale a recorrer la Avenida 19, debedesaparecer del escenario, porque laviolencia de esas calles lo destroza,como devorado por fieras, entrandoal silencio.,al anonimato, al descono-cimiento, para luego convertir~e porgracia de la imaginería popular en«¡San Mario! Un pobre ser humano aquien nuestro pueblo ha divinizado yen quien se confía ciegamente», se-gún se constata en dos de los cuentosde ¡Lfbranos de todo mal! Porque lascalles son la sociedad y su cultura quela autora parodia en los leones de loscircos, en los payasos y mentalistas,en las ferias del juguete y las eleccio-nes, en un país donde las personasdesaparecen y nadie se da cuenta, nitampoco hay quien se atribuya sumuerte o su secuestro. Por esas mis-mas calles los medios de publicidad ypropaganda, «los medios», como sedice en la jerga específica, no sólo sonrepetidores de noticias y estragos, si-no, utilizan las formas de violencia de

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la experiencia diaria, manoseando lanoticia, exagerándola con alucinadamorbosidad, hasta el planfletismo yel amarillismo. El acertado título deesta última obra en el que se parodiay desacraliza una de las oracionesmás presentes del cristianismo, paraasociarla con el hábitat al que se hacereferencia, así como al ámbito rutina-rio, entra en clara comunicación conel diseño de la portada en el que lamonstruosidad, lo ominoso, comouna sombra demoníaca, parece salirde las nubes, apoderándose, con suforma de connotaciones milenarias,de la ciudad presidida por la Catedraly la ambigua figura de prócer en supedestal; la composición de la ima-gen alude, indudablemente, a Bogo-tá. A esto se agrega el epígrafe queenmarca la novela de nueve capítulos(en el sentido posmoderno) o, losnueve cuentos, donde Satán se paseapor la tierra: el mundo visto es el delcaos; hasta el obstaculizado tráficode la ciudad corrobora con la imagenen varios de los textos.

El tiempo adquiere también pre-sencia en toda la obra de la autora)bien en la estructura narrativa, bienen el transcurso de los hechos, bien ensu alianza con el espacio. Este parecedetenerse acumulando situaciones co-mo en «esperar al rey» donde simul-táneamente lo religioso y lo políticose funden, enfatizando la división en-tre eternidad y temporalidad, desdedoble forma de oratoria vehemente,en un discurso que fusiona elementosterrenales y religiosos, o, en «comer-ciales para caviar», texto en el cual se

Page 6: FANNY BUITRAGO: COLORES DE RELATOS Y RETRATOS · nadaísmo1, Gonzalo Arango la inclu-ye en el aparte «Geniología de los nadaístas» como «Mujer que pien-sa», que «cambió su

da el tiempo de un programa de tele-visión, mezclado con el de los perso-najes y el mundo de afuera; así ésteconstituye una ruta más de penetra-ción en la realidad. Una de las másinteresantes imágenes de éste, se daen la figura del espejo, constituyén-dose en doble, también es constata-ción de tiempo transcurrido; así lovemos en «Viernes del espejo»: Gun-da, una mujer que en su juventudgozó el prestigio de la belleza, llegó aser coleccionadora de espejos porque«simbolizaban la realidad de una be-lleza que lejos de marchitarse parecíaflorecer y perfeccionarse al paso deltiempo»; pero, «al paso del tiempo»muestra «un empeño irracional en ta-par los espejos», hasta que la vida laobliga a enfrentarlos de nuevo: en lanostalgia de su juventud contemplóen uno de ellos el horror de una viejarepintada, con «bolsas temblequean-tes y la nariz arremangada»; ese díasu rostro murió suspendido en el es-pejo, porque ella había visto en él «elmismo rostro de la muerte». Este,que es uno de sus mejores cuentos, esuna especie de inversión del célebreRetrato de Dorian Grey: mientras elespejo permanece intacto, no así elrostro, ni la interioridad del persona-je, quien, al constatar su doble se fasci-na o enloquece. La imagen tambiénfue trabajada por Fanny Buitrago enEl hostigante verano de los dioses y en«El vestido», cuento de La otra gente.En la novela, Hade, una de las vocesnarradoras, al mirarse en el espejo vela proyección infinita de sus dobles;éste le significa una forma de escudri-ñamiento; así dice: «Cultivo mi viciode mirarme en los espejos. A fuerzade hacerlo y ver tántas veces mi ima-gen repetida, termino pensando queno soy yo, sino esa-otra-otra ... »; en«El vestido», una novia arrepentidade su cercana boda, ya acabada porlos años, según se narra en tercerapersona, «fue al espejo pero no pudolocalizar su imagen».

Caminos, espejos, espejismos,crudeza, hacen de esta producciónliteraria, un trabajo interesante, aun-que no. deslumbrante ni decisivo; haytextos convincentes en su simulaciónde verosimilitud; otros con su humorparódico, golpean; y otros, llegan a

ser tan semejantes a la realidad, que,a pesar de la calidad narrativa, nisorprenden, ni cuestionan; aunqueatrapa la atención del lector no cau-tiva su mundo.

El manejo del relato denota buensentido del hilo narrativo que, en for-ma directa, crea el escenario o la at-mósfera precisa para el hecho narra-do, muy semejante al discursonarrativo de Luis Fayard, quien co-mo contemporáneo suyo, se hundeen las realidades de la ciudad burgue-sa, con sus formas de vida elementa-les y rutinarias; para los dos narrado-res el espectáculo representado esreducido a lo indispensable, produ-ciendo, sobre todo en el caso deFanny Buitrago, expectativa en ellector, puesto que la lectura que ellamisma hace de la realidad la trasmiteprocesualmente, como desde una cá-mara cinematográfica que narra in-dagando y aun espiando con las pala-bras, recovecos posibles. Así porejemplo, la inocencia y la perversidadtoman posesión del mundo al inten-tar abolir al hombre con su historia,según se muestra en «Antes de la gue-rra», uno de los cuentos de Bahía so-nora; Tomás, el narrador, un niñoque apenas alcanza a la cintura de suabuelo, ve venir al enemigo del pue-blo en la mencionada imagen de trac-tores, una moderna carretera, hote-les, playas y turistas elegantes yentiende, como el viejo de noventaaños, que «su enemigo, el gobierno,es un gigante de mil cabezas, capaz devi~ir en varios lugares a la vez. Meimagino que tiene dientes largos, tanafilados como los de una barracuda.Se alimenta de cosas especiales. Porejemplo: historia-próceres-impuestos-soberanía nacional. Simón Bolívarnació en Caracas. Padre Nuestroque estás en los cielos y venga a nostu reino. Huelgas ... ¡Estado de sitio!¡Pum pum pum! Tanques y soldados.Presos políticos. ¡Oh Gloria Inmar-cesible!». La totalidad es llevadapor el hilo discursivo y llega a cons-tituir en la autora uno de los ras-gos más interesantes de su estilo: asípenetra, describe, analiza, parodia,retrata y burla, sin dejar de pintar acolor el ámbito, ni abandonar laatención del lector.

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Aunque sus novelas han sido des-tacadas por cierta crítica especializa-da, su mejor producción está en susrelatos (muchos de ellos antologiza-dos y traducidos), porque en elloslogra dar sentido de totalidad, de mo-vimiento interno, de verdad simulada(aunque no en todos es suficiente co-mo en «Tiquete a la pasión» o en «Lacarne es dulce», activando al lector ala comprensión del ámbito ficticio-real, las novelas a pesar de su carácternovedoso o su afán de innovación, seconvierten en formas híbridas que in-sertan estructuras de cuento con es-tructuras novelescas, que si bien pue-den ser de interés al penetrar reali-dades y alternar formas discursi-vas, no alcanzan el sentido plenarioque las justifique y haga convincen-tes. Estar «atados a la inercia diaria,con las manos vacías», no sólo esposible en la experiencia de nuestromedio y nuestro tiempo, sino ade-más, es captado en la creación deFanny Buitrago desde una clara per-sistencia y dedicación, como lo exigey requiere su oficio. Estos retratos acolor articulados en los relatos, pare-cen echar a andar al mundo, como enun carrusel, recreando el circo nues-tro de cada día, y, como en el colori-do pictórico de Marypaz Jaramillo ode Beatriz González, tiene un públicoperplejo que intenta develar su estéti-ca, o un público desdeñoso que pre-fiere ignorarla. Lo logrado y lo quequeda por lograr, justifican su dedica-ción.

NOTAS

l. ARANGO, GONZALO.De la nada al nadaís-mo. Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1966.

2. PEÑA GUTlERREZ, ISAIAS. La generacióndel bloqueo y del estado de sitio. Ediciones Pun-to Rojo, Bogotá, 1973.

3. WILUAMS, RAYMOND. Una década de no-vela colombiana. Plaza y Janés, Bogotá, 1981.

4. PARDO. JORGE EUECER. «Reportaje aFanny Buitrago», en Revista Pijao No. 3, año 2,enero-marzo 1990. Ibagué-Bogotá.

5. TRABA. MARTA. «Hipótesis para una es-critura diferente», en La sartén por el mango,encuentro de escrituras latinoamericanas, edi-ción a cargo de Patricia Elena González y El ia:na Ortega. Ediciones Huracán, Puerto Rico,1984.