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FASCÍCULO I Sacramentos de Iniciación Cristiano

FASCÍCULO I - Arquidiócesis de Managua, Nicaragua · El Párroco y el equipo de apoyo y animación (que se compone de los fieles que estarán apoyando al párroco de forma directa

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FASCÍCULO ISacramentos de Iniciación Cristiano

Guía Metodológica para los Grupos Sinodales¿Qué es y cómo se forma un Grupo Sinodal (GS)? Un Grupo Sinodal (GS) es la unidad básica de participación en este acontecimiento que durante estos años tendremos como Arquidiócesis. Oportunidad para hacer vi-sible la comunión y participación en la vida y misión de los discípulos misioneros de Jesús en y como Iglesia.

El Párroco y el equipo de apoyo y animación (que se compone de los fieles que estarán apoyando al párroco de forma directa y creativa en toda la dinámica sinodal) convo-carán y organizarán los GS con los fieles provenientes de los sectores parroquiales, co-munidades, grupos pastorales y movimientos que conscientes de la importancia del II Sínodo Arquidiocesano respondan a la convocatoria del camino sinodal que el Señor Arzobispo nos ha pedido, a todos. Por lo cual en una parroquia podría haber varios GS según el número de participantes y la realidad de cada parroquia.

Con las debidas adaptaciones, lo que se oriente de los GS en las parroquias, se debe aplicar a los equipos centrales de los grandes movimientos laicales y las comunidades de vida consagrada.

Estructura de un Grupo SinodalUn Grupo Sinodal estará formado por un mínimo de 7 miembros y un máximo de 15; según las circunstancias de cada realidad. Cada Grupo Sinodal de entre sus miem-bros elige o asigna un coordinador y un secretario.

Función del Coordinador de un Grupo SinodalEs competencia del Coordinador, promover la participación, dar la palabra y contro-lar el tiempo para que todos participen equitativamente, ayudará a centrar el diálogo sobre la temática que corresponda, debe coordinarse con Equipo de apoyo y anima-ción correspondientes para los recursos necesarios que ayuden a conseguir el éxito del trabajo en grupo.

Función del Secretario de un Grupo SinodalAl secretario, le corresponde tomar nota y redactar los aportes del grupo y coordinarse con los otros secretarios bajo la guía del Equipo de apoyo y animación para hacer la síntesis del aporte del nivel de participación correspondiente.

Preparación de la sesión de estudio de los Grupo SinodalEl Párroco y su Equipo de apoyo y animación al iniciar cada tema de estudio debe-rán convocar a los fieles para suscitar interés y participación en los días y horas que se realizarán los grupos sinodales. Es conveniente que el inicio de los encuentros pueda ser motivado por la presentación del camino sinodal y una exposición del tema de estudio que podría ser preparada con fuentes como el Catecismo u otros documentos adecuados para el tema. El equipo de apoyo y animación habiendo leído el fascículo deberá seleccionar un vocabulario y su definición que crea puede ser oportuno para la comprensión de los participantes sobre la temática a estudiar.

Plan de trabajo de los Grupo SinodalTodo encuentro del Grupo Sinodal debe tener tres pasos o momentos: oración – catequesis – discernimiento y aporte, que corresponde a las tres partes del Fascículo.

Paso 1 Momento de oración: el objetivo de este momento es ser Iglesia que ora y se abre a la guía y asistencia del Espíritu Santo en este tiempo de gracia

1.1 Invocación al Espíritu Santo (ver contraportada del fascículo)2.2 Lectura de un pasaje bíblico relacionado con el tema3.3 Oración por el II Sínodo

Paso 2Momento catequético: una de las riquezas del Sínodo es la oportunidad de formación para los fieles, teniendo presente de una manera especial los lineamientos pastorales del magisterio más reciente tanto del episcopado nicaragüense y el latinoamericano, así como del Obispo de Roma (ejemplo: El Concilio Provincial de Nicaragua- I Síno-do Arquidiocesano - Documento de Aparecida –Evangelii Gaudium – Amoris Laetitia – Laudato Sí )2.1 Lectura y explicación si fuera necesario de las normas jurídicas pastorales del I

Sínodo contenidas y actualizadas en Iglesia Arquidiocesana en Marcha (IAM)

2.2 Lectura o exposición de la Iluminación doctrinal de la segunda parte del fascículo; podría ampliarse con ayuda de otras Fuentes si cree necesario.

Paso 3Momento de Discernimiento y Aporte: por medio de un diálogo constructivo y rea-lista, asumiremos este momento como una magnífica oportunidad de corresponsabili-dad en la ayuda que prestamos al Arzobispo con propuestas concretas y viables desde la realidad pastoral de la que formamos parte.

3.1 Responder a las preguntas que se plantean en la tercera parte del fascículo. En este momento el secretario toma nota de lo más importante de las opiniones del GS especialmente en aquellas cosas donde hay un consenso en el GS.

3.2 Se concluye el encuentro orando o cantando a la Virgen María, Madre de la Iglesia por el II Sínodo Arquidiocesano.

El estudio y reflexión de los temas propuestos por el Arzobispo, por medio de los fas-cículos que se irán publicando según el cronograma del camino sinodal, se realizará se-gún cada realidad comunitaria de los grupos sinodales. Por lo cual el tiempo a dedicar en cada sesión del Grupo Sinodal se determinará en coordinación con los responsables de cada realidad eclesial.

Parte I: Normas jurídicas pastorales del I Sínodo en IGLESIA ARQUIDIOCESANA EN MARCHA

Sacramentos de Iniciación Cristiana“Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rom 6,4)

“Toda la comunidad eclesial participa de la responsabilidad de desarrollar y guardar la gracia recibida en el Bautismo”. (CC # 1255) “La comunidad parroquial tiene una responsabilidad particular en la preparación de los confirmandos” (CC # 1309)

ACTUEMOS (DISPOSICIONES) 1 (4)* Cada Párroco debe tener un programa concreto para la preparación a los

sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía en su parroquia, en sintonía con el Plan Arquidiocesano de Pastoral, valiéndose de los catecis-mos publicados en la Provincia o en la Arquidiócesis. (*1 No. de IAM y (4) No. de I Sínodo Arq)

2 (6.1) Cada parroquia debe formar un equipo de catequistas que prepare e im-parta las charlas prebautismales a padres y padrinos, así como también el cuidado en la preparación del rito de la celebración.

3 (6.2) La Comisión Arquidiocesana de Catequesis debe elaborar un esquema de catequesis prebautismal como punto de referencia que tomarán en cuenta los equipos de catequistas parroquiales.

4 (6.3) Los padres y padrinos de niños de hasta seis años de edad deben asistir de dos a cuatro sesiones de preparación prebautismal con un tiempo pruden-cial de duración a discreción del Párroco.

5 (6.4) Debe integrarse a los niños mayores de seis años en la catequesis parroquial y a los padres y padrinos, en las sesiones ordinarias establecidas por la pa-rroquia.

6 (6.5) La Parroquia debe otorgar a padres y padrinos un certificado de parti-cipación en las sesiones, válido por un año en formato elaborado por la Arquidiócesis.

7 (7.1) La celebración bautismal debe realizarse una vez al mes el primer domin-go. Las parroquias que por su situación geográfica y pastoral requieran más de una celebración mensual deben obtener la aprobación del Ordinario. En circunstancias especiales de tiempo y urgencia, el párroco prudente-mente juzgará si amerita la celebración de dicho sacramento, fuera del primer domingo.

8 (7.2) Cada templo parroquial debe contar con un lugar apropiado para la cele-bración del Bautismo con su pila bautismal.

9 (8) La anotación de los bautismos se debe hacer cuidadosamente, para evitar datos equivocados, es obligatorio presentar la partida de nacimiento, el mismo cuidado ha de tenerse al transcribirse en los Libros de registro.

10 (9.1) La Comisión Arquidiocesana de Catequesis debe diseñar una pastoral que vislumbre los misterios de la fe cristiana para los infantes bautizados.

11 (9.2) La Comisión Arquidiocesano de Catequesis debe diseñar la pastoral antes referida con la colaboración de pedagogos y psicólogos especializados.

12 (11.1) Cada parroquia debe formar un equipo de catequistas para preparar e im-partir las catequesis a los confirmandos, a los padres y padrinos, así como también cuidar la celebración del rito. La Comisión de Catequesis debe elaborar un Catecismo de Confirmación como punto de referencia para los equipos de catequistas parroquiales.

13 (11.2) Los padres y padrinos de los confirmados deben asistir de dos a cuatro sesiones de preparación con un tiempo prudencial de duración de cada sesión a discreción del Párroco.

14 (11.3) El sacramento de la Confirmación debe celebrarse a la edad de los catorce años.

15 (11.4) El tiempo de preparación de los confirmandos será de un año, conclu-yéndose con un retiro para los confirmandos y un encuentro espiritual con padres y padrinos. La Parroquia debe otorgar a padres y padrinos un certificado de participación de las sesiones, válido por un año en formato elaborado por la Arquidiócesis.

16 (12) Las parroquias de la Arquidiócesis deben programar de común acuerdo con el Obispo las fechas propicias para que los confirmandos puedan parti-cipar con mayor orden. Para resaltar más la celebración conviene realizarla fuera de los días de fiestas patronales.

17 (13) En la Parroquia se debe llevar un libro de anotación de las confirmaciones. Las que se celebren en colegios u otras instituciones deberán inscribirse en la Parroquia respectiva. Los libros de Confirmación deben ser llevados al día en la forma preparada por la Arquidiócesis.

18 (14) La Comisión Arquidiocesana de Catequesis elaborará un Catecismo de Perseverancia por niveles.

19 (18) La edad mínima para utilizar el ritual de adultos es de 14 años. 20 (19) Los adultos deben prepararse para recibir el conjunto de los sacramentos

de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Los sacramentos se reciben en una sola celebración al concluir el tiempo de preparación.

21 (20) Es recomendable que la Comisión Arquidiocesana de Liturgia presente a los agentes de pastoral este ritual de la iniciación cristiana de adultos.

22 (22) Los catequistas encargados en las parroquias de la preparación para la ini-ciación cristiana de adultos, deben recibir una formación especializada en los institutos pastorales.

23 (23) La preparación para la iniciación cristiana de adultos se realizará en las parroquias.

24 (24) El tiempo de la preparación para la iniciación cristiana de adultos debe ser de seis meses; para realizarse dos veces al año. La primera, desde noviembre hasta Pascua, realizándose la celebración en la vigilia pascual o en el tiempo pascual y la segunda, de junio a octubre.

25 (27) Aquellos adultos que deseen recibir los sacramentos de iniciación cristiana pero que conviven entre si y no están casados, debe preparárseles también para el sacramento del Matrimonio.

Sacramento de la Eucaristía “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último

día”. (Jn. 6,54)“Debemos considerar la Eucaristía: como acción de gracias y alabanza al Padre, como

memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo, como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu.” (CC # 1358)

ACTUEMOS (DISPOSICIONES) 26 (32) El sacerdote debe formar en su parroquia una comisión litúrgica con fieles

activos en pastoral. 27 (33.1) Debe promoverse los ministerios laicales en cada parroquia. Teniendo en

cuenta lo indicado por el canon 230 del CIC´83; los numerales 456 y 910 del II Concilio Provincial y los numerales 33 y 247 del Primer Sínodo Arquidiocesano. Se establecerán normas especiales para ello. Para la for-mación de los ministerios laicales trabajarán en conjunto la Comisión de Liturgia y la Comisión de Catequesis.

28 (34) El Párroco ha de tener un vivo interés por la música sacra en la celebración litúrgica. Por tanto, debe establecerse en la Arquidiócesis un Centro de Formación Musical. Los directores de los coros deben cursar en este centro al menos un año de estudios que incluye no sólo la formación musical específica, sino también la formación litúrgica. El Centro de Formación Musical estará presidido por la Comisión de Música y arte sacro y la Co-misión de Liturgia.

29 (35) Los coros deben impulsar el aprendizaje de la ejecución de instrumentos musicales, en particular el órgano que es el instrumento más adecuado para la música sacra.

30 (36) Cada parroquia debe tener su propio coro debidamente formado. En caso que para una celebración se contrate un coro o grupo musical, el director correspondiente debe ponerse de acuerdo con el Párroco o con el celebran-te antes de la celebración.

31 (38) La Comisión Arquidiocesana de Liturgia debe editar un cancionero po-pular con los cantos, cuyos textos sean reconocidos como válidos para la edificación de la asamblea litúrgica. Donde sea posible y en circunstancias especiales se debe estimular el uso del canto latino y la polifonía

32 (41) La construcción y ornato de los templos debe ser guiada por la Comisión Arquidiocesana de Liturgia y por la Comisión Arquidiocesana de Música y

Arte Sacro, las cuales revisarán y aconsejarán el visto bueno del Ordinario de los proyectos para que los edificios del culto sean signo de las realidades superiores, se resalten los lugares centrales de la celebración (presidencia, altar, ambón) y se dispongan adecuadamente los lugares que deben ocupar los fieles. Dentro de la comisión de Arte Sacro intégrese, con la autoriza-ción del Obispo, un equipo de arquitectos católicos como asesores.

33 (42) Ha de conservarse la herencia cultural de los templos que por su riqueza colonial deben respetarse.

34 (44) La Misa debe ser bien preparada, vivida sin prisa con una Homilía profun-damente enraizada en la Biblia y en la liturgia, y proyectada a la vida. Su celebración se ha de hacer en lugar sagrado, fuera de estos debe haber razo-nes pastorales especiales y el debido permiso del ordinario (c 932 CIC83)

35 (44.2) Se debe potenciar para llenar el vacío que no puede ser llenado por la falta de sacerdotes, las celebraciones de la Palabra de Dios, con comunión o sin ella, evitando ser confundidos con las sectas; estas celebraciones deben ser realizadas por los diáconos y los agentes laicos de pastoral. La Comisión de Liturgia elaborará un esquema de celebración de la Palabra.

36 (44.3) Debe hacerse la necesaria diferenciación entre la celebración de la liturgia de la Palabra realizada por delegados de la Palabra y la Santa Misa. En dichas celebraciones al explicarse los sagrados textos, hágase referencia a la figura de la Virgen María y de los santos. De ser posible, siempre se dé la Sagrada Eucaristía a los participantes.

37 (44.4) En la celebración de la Eucaristía se debe observar el máximo decoro, refle-jado entre otras cosas, en el modo de vestir y en el orden, evitándose todo acto de escándalo e irrespeto.

38 (44.5) Prepárese para el Sacramento de la Eucaristía con una catequesis especial a personas con necesidades educativas especiales. Se recomienda la formación de catequistas con el aprendizaje de habilidades y lenguajes especiales, para dar respuesta a estas catequesis especiales.

39 La edad mínima para recibir la Primera Comunión en la Arquidiócesis es de ocho años. Se reconoce como una sana tradición su celebración en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. 40 (47.1) El culto del Santísi-mo Sacramento tiene profundas raíces en la piedad de nuestro pueblo. El II Concilio Provincial (cfr. n. 914) pide que se mantenga la costumbre de desarrollarlo el día jueves.

40 (47.1) El culto al Santísimo Sacramento tiene profundas raíces en la piedad de nuestro pueblo. El II Concilio Provincial (cfr. n. 914) pide que se manten-ga la costumbre de desarrollarlo el día jueves.

41 (47.2) Tenga cada templo parroquial una capilla para la adoración de las especies sagradas.

42 (48) La Comisión Arquidiocesana de Liturgia debe realizar congresos eucarísti-cos y otras formas de avivar en los fieles el amor a Cristo Sacramentado.

43 (49) Ningún fiel laico, movimiento o grupo puede llevar, exponer o reservar la Santísima Eucaristía fuera de la parroquia o de la capilla dependiente de ésta, sin la autorización del Párroco.

Parte II: Catequesis Sinodales

El Bautismo M3, 13-17Los Evangelios de Marcos y Lucas (Mc 1,9-11; Lc 3,21-22), cuando narran el bautis-mo del Señor, no introducen ningún diálogo entre Jesús y Juan el Bautista, además, la voz que viene de los cielos habla directamente a Jesús (“tú eres…”), en cambio, en Mateo la voz dice en tercera persona: “Éste es mi hijo amado…” Presenta a Jesús ante el público que había asistido al Jordán, entre los que venía el Mesías haciendo eco del “Dios con nosotros”.

El interés de Mateo se puede entender en el diálogo entre Jesús y Juan, que a la vez es ratificado por la voz que viene de los cielos: presentar a Jesús como modelo de la comunidad cristiana, siervo humilde y obediente, de una obediencia perfecta al Padre (Hb 5,7-9) a través de la humildad (Is 42,2-4, Flp 2,6-9). Aunque el bautismo de Juan era de conversión y la gente confesaba su pecado antes de ser bautizado, Jesús no teniendo pecado, vino a que Juan lo bautizara (2 Co 5,21; Hb 4,15), así, Él es el Emmanuel. Aparece la voz del Padre,

Jesús comprende su existencia dentro del plan salvífico del Padre, por eso es el Hijo de sus complacencias; así encuentra su plena alegría y satisfacción siendo el que cumple la voluntad del Padre, porque así lo quiere Él. Jesús no comprende su existencia fuera de la Justicia del padre. (Mt 5,10.20; 6,1; Is 53). Cuando Jesús sale del agua, habiendo adoptado una actitud de humildad y obediencia perfecta, hace que los cielos, que se habían cerrado por la desobediencia de un hombre, se abran de nuevo. Si tomamos en cuenta que las palabras “Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia”, son las primeras pronunciadas por Jesús en el Evangelio de Mateo, estas manifiestan la sumisión a la misión que el Padre le ha dado, desde aquí se proyecta su programa de vida.

Jesús cumple con aquello que después pedirá a todos sus discípulos: obediencia y humildad. Desde ya Jesús traza su camino por el que también sus discípulos debe-rán seguirle. Así, Mateo enseña a la Iglesia que deben ser fieles imitadores de Jesús en perfecta obediencia al Padre, pues también ellos serán llamados hijos de Dios por el Bautismo, sumergidos en las aguas de la muerte de Jesús y regenerados para una vida nueva. Por tal razón la justicia de los discípulos de Jesús se encuentra en el itinerario de las Bienaventuranzas (Mt 5), esa es la Justicia perfecta.

«Porque les digo que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no en-trarán en el Reino de los Cielos.» (Mt 5, 20) El bautismo significa la comunión con la muerte de Cristo, un anonadamiento con Jesús. (Rm 6,3-4). Por su naturaleza misma, el Bautismo exige un catecumenado postbautismal, no se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis.

La fe que se requiere para el bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comien-zo que está llamado a desarrollarse (CIC 1254). De ahí la necesidad que la actividad de la pastoral catequética acompañe por medio de un proceso de iniciación y maduración en la fe en esta etapa de crecimiento y desarrollo humano y cristiano.

No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro de un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva. (EG 1) Sin embargo, existe un problema en la realidad de muchos bautizados como nota el Papa Francisco: «…recordemos el ámbito de las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo, no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe. La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeñan para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio» (EG 14).

El bautizado está llamado a ser discípulo de Jesús, y como tal, a identificarse con el Maestro. Aparecida propone un camino de discipulado que lleva a esa misma iden-tificación con Jesús. Adhesión a su persona como respuesta de amor, renunciando a nuestras mentiras, practicar el estilo de vida del mismo Jesús en obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida, compartir su destino incluso hasta la cruz, María nos recuerda la belleza del ser humano como imagen espléndida de configuración al proyecto trinitario (Ap 131-142, 146-147, 154-157, 175, 185, 209-215, 240, 278).

La confirmación Jn 20,20-22La acción de Dios transformadora hizo que estos discípulos tomaran valentía y coraje para enfrentar los retos del anuncio de la resurrección y emprender la vida en Cristo por el camino de la misión, dice el Papa Francisco en el Documento E.G # 21 es la alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípu-los es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo (cf. Lc 10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba al Padre porque su revelación alcanza a los pobres y pequeñitos (cf. Lc 10,21). La sienten llenos de admiración los primeros que se convierten al escuchar predicar a los Apóstoles «cada uno en su propia len-gua» (Hch 2,6) en Pentecostés. Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido» (Mc 1,38). Cuando está sembrada la semilla en un lugar, ya no se detiene para explicar mejor o para hacer más signos allí, sino que el Espíritu lo mueve a salir hacia otros pueblos.

Por eso el Confirmado alcanzando la madurez de su vida cristiana por la recep-ción del sacramento se ve invitado a salir y anunciar su experiencia de alegría y gozo que ha dejado impreso el sacramento haciendo en él signo de presencia del Espíritu y compromiso adquirido por medio de su sacramento de vida que lo impulsa a vivir la misión del confirmado siendo testimonio vivo, de su profetismo y consagración de vida en el señor que lo configura en Cristo anuncio de vida y palabra del Reino.

El sacramento requiere de preparación tanto del confirmando como de los padrinos y padres que al igual que el candidato para la confirmación, debe tomar conciencia de la

vida sacramental y de la acción del Espíritu que recibirá, de tal manera que la alegría sea mutua y sea visible. La acción de Dios, por medio de la acción sacramental es Espíritu quien llena de su gracia, dones y carismas al candidato disponiéndolo a vivir la vida del anuncio. Y nos dice el Papa en E.G # 24 “La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Pala-bra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en aparien-cia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.” Esa es la misión del Confirmando que acepta el sacramento de vida y anuncio testimonial de Cristo. No obstante en muchas ocasiones se puede tomar a la ligera la preparación o el am-biente del sacramento y de la catequesis, no presentan adecuación al ambiente del que recibe el sacramento, y el catequista debe de ser tan espiritual como conocedor de la doctrina para adecuarse al ambiente pre-juvenil de necesidades en la vida de fe por eso nos dice el magisterio: E.G # 47. “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerra-das. Pero hay otras puertas que tampoco se deben cerrar. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es «la puerta», el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.” Debemos ser conscientes que Dios nos ha dado su Espíritu para que seamos consagrados por él en el amor de tal manera que su gracia redunde en alabanza de su nombre heredando la vida del Reino, concediéndonos los frutos que se personalizan en el servicio a Cristo.Concluyamos diciendo que es importante la preparación y edificación tanto del confirmando como de los padrinos y padres que con responsabilidad tienen a bien presentar a sus hijos al sacramento como un camino de vida cristiana en donde se realiza la vida adulta de la fe del confirmando; de tal forma que deban tener una preparación a conciencia con opciones y decisiones propias que muestren la madurez al pedir el sacramento.

La Eucaristía Jn 6, 51.53-56La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de

solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo ya no puede quedar indiferente ante los que no tienen el pan cotidiano. Y hoy sabemos es un problema cada vez más grave.

(S.S. Francisco, Ángelus 7 de junio de 2013).

Nuestro Señor proclama en su discurso: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. Estas palabras de Jesús, tan claras como misteriosas, sólo podían ser acogidas en un clima de fe. Y es una evidente anticipación de lo que sucedería el Jueves Santo, en aquella hora solemne y de intimidad con sus apóstoles, cuando instituía la Eucaristía: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros. Esta es mi Sangre, derra-mada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados”. Ahora, en este momento, estaba cumpliendo su promesa. Y les invitaba a los Doce a repetir este mismo gesto, de generación en generación: “Haced esto en memoria mía”.

Cada santa Misa, cuando el sacerdote pronuncia estas palabras de nuestro Señor, está perpetuando su sacramento. Y no se trata de un simple recuerdo, sino de un “memorial”. Es decir, de una celebración que “revive” y actualiza en el hoy de nuestra historia el misterio de la Eucaristía y del Calvario, por nuestra salvación. En cada santa Misa, Jesucristo renueva su Pasión, muerte y resurrección, y vuelve a inmolarse al Padre sobre el altar de la cruz por la redención de todo el género humano. De modo incruento, pero real. ¡Por eso cada Misa tiene un valor redentor infinito, que sólo con la fe podemos apreciar!

Ojalá que también nosotros aprendamos a valorar y a vivir con inmensa fe y amor, como los santos, el misterio sacrosanto de la Eucaristía: que cada santa Misa y Comu-nión sea como la primera y la última de nuestra vida. Y que acudamos con frecuencia al Santísimo para amar, agradecer, adorar a nuestro Señor, y para pedirle por las nece-sidades de todo el género humano. El allí nos escucha.

Los seres humanos hemos anhelado siempre un alimento de esa índole: que calme para siempre el hambre de verdad, justicia, amor y belleza que hay en nosotros. Un alimen-to, que nos dé vida eterna, como la de Dios. Un pan de inmortalidad. Es el misterio, que conmemoramos y adoramos en esta Celebración.

Pero la Eucaristía cristiana es también un alimento de solidaridad. ¿Cómo pode-mos decir que participamos en la mesa de Jesucristo, si a nuestro lado hay tantos hermanos nuestros, que pasan hambre? Los santos y los mejores cristianos de todos los tiempos se han sentido impulsados a remediar las necesidades de los pobres y de los pequeños que los rodean, precisamente al participar del banquete de la Eucaristía. Si Dios nos sirve tan espléndidamente la mesa, ¿cómo no servírsela nosotros a nuestros hermanos, para que sientan que ellos son también hijos de Dios? Documentos que debemos revisar para afianzar nuestra reflexión: CIC # 1324; 1325; 1326; 1327.

Parte III: Discernimiento y aporteLeer del Documento de Aparecida los numerales 286 al 294

“Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerygma, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca a un encuentro personal, cada vez mayor, con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre166, experimentado como plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, al seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión.” Aparecida 289

1. ¿Crees que la práctica pastoral actual refleja la unidad y continuidad de los Sacra-mentos de Iniciación Cristiana? ¿Qué podría hacerse para mostrar o mejorar este proceso de crecimiento en la fe, más allá de lo ritual?

2. ¿Qué recomendaciones das a las comisiones pastorales, como las de catequesis y liturgia u otros agentes, para acompañar esta iniciación discipular en la Iglesia?

3. ¿Cuál es el material que se está utilizando en tu comunidad, para la formación de los padres y padrinos del bautismo?

4. ¿Qué herramientas catequéticas usan en tu comunidad para acompañar a los ado-lescentes, jóvenes y adultos para su iniciación cristiana? ¿Se conoce y se usa el Ritual de iniciación cristiana de adultos (RICA)?

5. ¿En tu comunidad se usan los catecismos aprobados por la Conferencia Episcopal o por el Arzobispo? ¿Cuánto es el tiempo de preparación para la catequesis?

6. ¿Existen en tu comunidad catequistas especialmente formados para atender a los jóvenes y adultos que no han recibido la iniciación cristiana?

7. ¿Funciona en tu comunidad la comisión o pastoral litúrgica?8. ¿Qué sugieres para la animación de la eucaristía en lo que respecta a la música?9. ¿Se cuida el valor cultural y sacro de los templos de tu comunidad, que sugieres

se haga?10. Dos recomendaciones al clero en lo que se refiere a la Homilía:11. Si tu comunidad tiene áreas rurales o comunidades alejadas geográficamente;

¿cómo se les atiende pastoralmente y que recomiendas?12. ¿Se cumple en tu comunidad con el cuido y respecto a disposiciones litúrgicas

sobre la Eucaristía? ¿Qué necesitas para mejorar?13. ¿Qué iniciativas de caridad surgen de tu comunidad que unan culto y caridad en

tu entorno social?14. Si hay agentes preparados en lenguajes especiales en tu comunidad para atender a

los hermanos con capacidades diferentes. ¿Cuántos?15. ¿Hay adoración eucarística continua, que iniciativas existen en tu comunidad?16. El servicio de los Ministros extraordinarios de la Comunión. ¿Se comprende y

acepta? ¿Qué recomiendas? 17. Señalar si se cree necesario, puede hacer un comentario o sugerencia sobre la cele-

bración o vivencia de los sacramentos estudiados.

Para información y sugerencias:

Pbro. Boanerges Carballo Madrigal [email protected]

Pbro. Erick Alvarado Cole [email protected]

También contactando a los Vicarios Foráneos y Equipos de apoyo y animación zonales y parroquiales