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Grupo de Comunicaciones Estratégicas ISSN 1900-3447 Fascículo No. 54

Fascículo No. 54

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Grupo de Comunicaciones Estratégicas

ISSN 1900-3447

Fascículo No. 54

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A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre la historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre.

Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado.

Agradezco al señor Almirante Hernándo Wills Vélez, Comandante de la Ar-mada Nacional, la deferencia de mantener la edición de estos resúmenes. Este trabajo desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto.

JORGE SERPA ERAZO Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia

Presentación

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Participacion de la Armada Nacional en el conflicto

de Korea del surPor: Luis Jose Quijano Aguilar

Noviembre 1950 – diciembre 1955

A pedido del Organismo de las Naciones Unidas (ONU) y autorizada por el Sr. Presidente de la Republica Excmo. Sr. Dr. Laureano Gómez Castro y siendo a la vez Comandante de la Armada Nacional el Sr. Capitán de Navío Rubén Piedrahita Arango, se inició la participación naval de Colombia en este conflicto; fueron 5 periodos (periplos) continuos a partir de Noviembre 1950 y Diciembre de 1955.

Para esa época, la Armada Nacional solo contaba con la Fragata ARC, Almirante Padilla, nuestro bu-que insignia, las otras 2 fragatas participantes la ARC Capitán Tono y la ARC Almirante Brión, eran naves que estaban “fuera de servicio” en los Astilleros de la Base Naval de Yokosuka, Isla Honshu de Japón.

Este país hermoso lo componen las Islas de Honshu – Kiusiu – sikoku y Hokkaido; esta última isla muy cerca de Vladivostok Puerto de la Siberia Rusa, la Tono y la Brión fueron obsequiadas a Co-lombia y Reactivadas en el Astillero de Yokosuka y bautizados oficialmente por los Comandantes asignados que izaron la bandera Colombiana y la insignia naval que llevan todos los buques en el Mástil de la Proa.

Las primeras tripulaciones de estos barcos fueron transportadas por el barco de transporte americano “Aiken Victory”.

La travesía: Cartagena – Panamá – Hawai – Japón, tomó 26 días para la Tono.

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Hago una pequeña pausa, para contarles varios detalles en que celebramos ceremonias al Dios Neptuno para pedirle permiso de cruzar los hemisferios Oriental y Occidental y la línea Ecuatorial o latitud “cero”. El Globo Terrestre tiene 24 husos horarios que se miden longitudinalmente; cada huso horario tiene 15 meridianos, el meridiano va de Polo a Polo, también cada meridiano tiene 60 millas marinas; el meridiano “cero” está localizado en la ciudad de Greenwich, Inglaterra. El hemisferio Oriental se inicia en el meridiano 180, para cruzarlo hay que pedirle permiso al Dios Neptuno.

El tripulante menos antiguo asume brevemente el mando del barco. Navegando de Occidente a Oriente se salta un día (24 horas), quiere decir que habrá alguna semana sin miércoles (como en este relato), también la navegación en esa dirección cada 15 husos horarios hay que atrasar los relojes una hora.

En sentido inverso, viniendo del Japón, se duplica el día como le sucedió a la fragata Almirante Padilla el domingo 20 de Noviembre de 1955; ese día tuve 48 horas cumpliendo años (calladito para que los compañeros no tuvieran oportunidad de hacerme pilatunas), al viajar en sentido Oriente a Occidente los relojes se deben adelantar cada 15 husos horarios una hora.

Vuelvo a mi relato del Aiken Victory, este barco también llevaba simultáneamente Soldados Portorri-queños para el conflicto de Korea; los Soldados hicieron gran amistad con los Marinos Colombianos. Había que tener mucho cuidado con el dinero porque eran unos expertos tahúres.

El buque transportador llegó al puerto de Yokohama, Japón el 31 de Enero de 1952 a las 07:00 pm hora local. En el muelle nos esperaban varios buses para llevarnos a la Ciudad de Yokosuka; este trayecto duró más o menos 2 horas, el mismo trayecto en tren es más rápido.

Entro ahora a narrar la partici-pación en el conflicto por peri-plos:

El primero lo inició la Fragata ARC Almirante Padilla, al mando del Sr. Capitán de Corbeta Julio Cesar Re-yes Canal y como 2° Comandante el Teniente de Navío Jaime Parra Ramírez – Zarpó de Cartagena, el 1° de Noviembre de 1950 y llegaron a Long Beach, California USA para una reparación en los Astilleros de esa Ciudad.

Por ser California colindante con México, nos gustó mucho ese de-

talle; el folclore mejicano es muy preferido por los Marinos Colombianos; los mariachis nos hacen sentir como Juan Charrasquido “Viva México”.

La participación naval consistía en dar apoyo a las tropas combatientes terrestres a través de todo el Litoral Oriental de la Península de Korea (ambos norte y sur). Se hacían bombardeos

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diurnos a la parte sur de la Korea, unificada hipotéticamente y bombardeos nocturnos con to-das las luces apagadas y a toda velocidad entrando y saliendo de la Costa a la parte Norte de este Litoral. En los bombardeos nosotros teníamos que destruir todos los emplazamientos de armamentos (baterías o cañones) de los Koreanos del Norte y el sistema férreo que permitía llevar los abastecimientos alimenticios y de munición y armas que China y Korea del Norte les suministraban a sus tropas.

Todo acercamiento a la Costa era peligrosísimo, el Área Costera estaba muy minada (las minas son artefactos explosivos que se desplazan a cierta velocidad atraídos por el metal de los barcos, si no se destruyen a tiempo explotan y perforan el barco. 2 ó 3 minas pueden hacer que el barco se hunda, sin embargo, para la destrucción de las minas a tiros de fusil o ametralladora contábamos con tripulantes expertos en tiro).

En esta época el chacho era el Suboficial Jefe Artillero (buena gente) Sr. Teófilo Ortegón, “Donde ponía la mira, ponía la bala” que precisión; todavía vive y es una reliquia de la Armada Nacional.

El primer día de combate es de mucho pero mucho nerviosismo, por nuestras mentes pasan rápido toda nuestra familia, novias y amigos y uno se pregunta: “¿Por qué estoy yo aquí? Tan lejos de mi Patria - ¿Será que el fin de mi vida va a ser en esta tierra lejana?”.

La misma pregunta nos hacemos cuando nos toca navegar detrás de la cola de un Tifón. En ese mo-mento tan terrible el Comandante y sus compañeros somos personas chirriquiticas que nos miramos unos a otros con pesar.

Pero sigamos con la narración del primer día de combate, se hizo un intenso bombardeo a la Costa Koreana. El calor de la acción nos quita el miedo, después de esta impresión, viene la euforia “No nos pasó nada”. Luego la alegría de ser Veteranos.

La Fragata ARC Almirante Padilla se despidió de su primer periplo en Febrero de 1952 y regreso a Colombia pero antes trasladó parte de su tripulación a la ARC Capitán Tono. Este traslado incluyó al Sr. Teniente de Navío Jaime Parra Ramírez como nuevo 2° Comandante, de la Fragata Capitán Tono. El primer Comandante de esta Fragata ARC Capitán Tono fue el Sr. Capitán de Corbeta Hernando Berón Victoria.

El 2° Periplo como se mencionó al principio lo inicio la Tono en Febrero de 1952 hasta Enero de 1953 en que llegó por primera vez a Colombia.

El área de operaciones navales de la guerra de Korea fue Japón. Este país nos trae grandes recuerdos y nostalgia a todos los Marinos.

Allí había 2 sitios definidos para el descanso Yokosuka y para las operaciones Sásebo.

Hablemos primero del área de descanso que era la Ciudad de Yokosuka, cerca al Puerto de Yokohama y de la Capital Tokyo, en la Isla de Honshu. La base de Yokosuka tenía cerca de la entrada un “En-listemen Club” muy popular para las tropas y bien grande. Buen restaurante y buenas pistas de baile.

Los domingos las colas para el restaurante eran inmensas, a veces de varias cuadras. Para comer bien no se necesitaba hablar inglés si no decirle al Maitre (Jefe de Comedor) en español “Usted quien es” que traduce al inglés “Steak and Eggs” y pagar 35 centavos de dólar.

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Una anécdota al respecto, sucedió que un marino que no sabía ingles llego tarde a la cola que era in-mensa, nos ofreció repetirle el almuerzo a alguien que quisiera acompañarlo pero se consoló al saber la frase “Usted quien es”. Él se quedó repitiendo la frase buen tiempo pero al llegar frente al Maitre, este le dijo “Next”. Este marino se trabó e invirtió la frase diciendo “Quién es usted”, por supuesto el Maitre no le entendió y perdió la cola y se quedó sin almuerzo y con hambre.

Para el baile y que era con tickets, los filipinos nos tenían acomplejados. Ellos son los mejores baila-rines del mundo.

De Yokosuka salíamos en tren a pasear por muchísimos lugares turísticos del Japón: Tokyo – Yoko-hama – Monte Fuji – Nakamura – Kyoto, etc. Me hago inerrable enumerando muchísimos detalles de todos los gustos.

Terminado el descanso, zarpába-mos hacia el área de operaciones en el Puerto de Sásebo, que queda frente a Korea en la Isla de Kiu-siu.

En esta isla se encuentra Nagaski y cerquita en la otra Isla Hiroshi-ma (remember bomba atómica).

Sásebo contaba con un desem-barcadero bien grande (lugar de reunión obligada para todos los marinos combatientes). El salón principal fue testigo de muchas peleas entre las tripulaciones gringas e inglesas porque en medio de la borrachera, los gringos ofendían a la Reina Isabel II, diciendo a gritos “Fuckin Queen” y los ingleses adoran todavía hoy en día a su Reina y también respondían con gresca a los agravios.

El tercer Periplo lo inició la Fragata ARC Almirante Brión, en Febrero de 1953 con personal recién llegado de Colombia y un personal trasladado del ARC Capitán Tono. Nuevamente el 2° Coman-dante fue el ahora Capitán de Corbeta Jaime Parra Ramírez.

El Comandante de esta poderosa nave lo fue el Sr. Capitán de Corbeta Carlos Prieto Silva. En esta ocasión llego como Jefe Artillero el Sr. Teniente de Navío Eduardo Wills Olaya, padre del actual Co-mandante de la Armada Nacional Sr. Almirante Eduardo Wills Vélez. Como Capellán llegó a la Brión el Sr. Teniente de Navío Presbítero Manuel Salvador Agudelo, quien fue testigo especial a pedido del padre Hatada para que se pudiera casar el Marinero Luis Quijano con la Sta. Eriko Miyakawa.

Resulta que el padre Hatada, Párroco de la Ciudad de Otsu, Sagaken, decía que los marineros tienen en cada puerto un amor y luego al zarpar el barco se olvidan de ese amor. Decía: “Si yo catequizo a la Sta. Miyakawa y el marino se va y no se casa; el resultado es fatal para la Iglesia Católica. La Sta. Miyakawa no querrá volver a oír nada sobre la religión. Seguirá con la que tiene, el sintoísmo.

También la Brión tuvo una orquesta muy popular dirigida marinero electrónico Pablito Castelar. Había que verlo y oírlo tocar la trompeta con la sordina.

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El domingo 13 de Septiembre de 1953 estábamos navegando en el Mar Amarillo y como rutina de los festivos estábamos a las 01:30 pm en el Rancho General viendo cine. A esa hora sonó la sirena de alarma general e inmediatamente todos a sus puestos de combate.

Estábamos a la vanguardia de dos buques madre que estaban en maniobra de traspasar víveres, muni-ción y correo y en la retaguardia estaba una Fragata Surcoreana, de los buques madre se cayó un saco de correo y la Fragata Surcoreana no lo podía recoger porque su bote motor estaba fuera de servicio. Que falla porque la retaguardia está para eso, para que tenga el bote bueno y recoja lo que se cae. Ha debido avisar con tiempo al Almirante Comandante de la Flota y este, estoy seguro, hubiera dispuesto a tiempo la rotación entre la Brión que si tenía el bote motor bien y la Fragata Koreana, iría entonces a la vanguardia.

Allí no se necesitaba el bote motor sino tener buenas armas antisubmarinos para defender los buques madre de los submarinos, por lo tantos en ese momento las Fragatas tenían que cambiar de puestos y la Brión con el bote motor recogería el saco de correo. La maniobra de cambio se inició a gran velocidad pero la maniobra para bajar el bote fue infortunada por precipitación. Los pescantes no resistieron el choque con el oleaje y se doblaron como velas de cebo.

Cuatro tripulantes se salvaron porque tenían salvavidas apropiados. El motorista tenía salvavidas de lujo; de esos que tenían botellita para inflar y al ir sentado en la mitad del bote, recibió un golpe mor-tal. Este gran compañero mío del curso 24 de grumetes era el Sr. Héctor Perea, nacido en Quibdó. Era muy dicharachero. Paz en su tumba que fue el Mar Amarillo.

Nota: Apreciación personal: Es fácil juzgar a posteriori después de los hechos. Para arriar el bote motor, por sentido común, se debe hacer solamente, cuando el barco está quieto o si la velocidad es mínima. Siempre la debe autorizar el Puente. La maniobra consiste en abrir los pescantes y luego lascar las amarras de proa y popa del bote, en forma simultánea. No se hizo así. Tampoco se hizo el señalamiento de culpabilidad, la historia no la podemos cambiar 60 años después.

Voy a hacer aquí un paréntesis para hablar del curso 24 de grumetes que ingresó a la Armada el 1° de Febrero de 1948. La prensa de Barranquilla, le dio el bautizo de sangre porque el 9 de Abril mataron a Jorge Eliecer Gaitán y el país estuvo a punto de estallar la guerra civil.

El curso 24 ha sido el único que tuvo Reina de Belleza a la Sta. Margarita Macaulan, el 24 de Julio de 1948. Fue algo cómico lo que sucedió. Me pareció que ella estaba algo enamorada del Teniente de Navío Tomás Camargo Gámez pero le resultó contrincante el Teniente de Fragata Eduardo Meléndez Ramírez. Paradojas que tiene la vida que a veces resultan contraproducentes.

Lo dicho acá sobre el curso 24 de grumetes lo puede corroborar mi Jefe Jorge Pradilla, primer instruc-tor que tuvo la sección primera. Él tiene ahora 89 años y está como un roble.

Pero sigamos con la participación de la Armada Nacional en la Guerra de Korea.

El lunes 24 de Septiembre de 1953, volvimos al área donde cayó nuestro compañero Perea. La tripula-ción toda formó encubierta con vestido de gala. El Capellán leyó unas oraciones y el Sr. Comandante Prieto Silva, lanzó una hermosa corona al mar en el mismo sitio de la caída de nuestro compañero Perea, con honores de pito.

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La Fragata ARC Almirante Brión, partió para Colombia en Mayo de 1954. En Junio de ese mismo año, fuimos varios los condecorados, antes de hacer un viaje de crucero por Cuba y México.

El cuatro Periplo, lo realizó la Fragata ARC Capitán Tono, al mando del Sr. Capitán de Corbeta Jorge Taua y como 2° Comandante al Sr. Teniente de Navío Mario Mutis Álvarez.

A la Fragata le fue asignada esmerada vigilancia del Litoral Koreano. A pesar de que ya se había firmado el Armisticio, las Naciones Unidas no querían que se perdiera el proceso de paz, por lo tanto había que estar vigilantes.

Este periplo que lo había iniciado en Febrero de 1954, finalmente lo terminó en Febrero de 1955.

El Quinto Periplo y ultimo, le fue asignado a la Fragata ARC Almirante Padilla, comandada en esta ocasión por el Sr. Capitán de Corbeta Darío Forero González y como 2° Comandante el Sr. Teniente de Navío Francisco Romero Ballestas.

Llego a Yokosuka en Enero de 1955 y regreso a Colombia el 20 de Diciembre de 1955.

Yo creo sin temor a equivocarme, que fue el mejor viaje por el Lejano Oriente. Tuvimos un viaje de crucero espectacular:

Hong Kong (10 días), el primer día varios compramos relojes de US 3, que estuvieron perfectos 8 días. No había garantía y valía US 10 la reparación. Buen lugar para observar relativamente cerca la Gran Muralla China. El paño ingles era bien barato. Un abrigo de piel de camello costaba US 40.

Bankok, la Capital de Tailandia: el país es antípoda de Colombia (12 horas de diferencia). Allí rige el Budismo y toda la población en esa época tenía que ser monje una vez en la vida, mínimo 1 año. Es impresionante ver el despliegue matinal de todos los monjes con su túnica vino tinto, paseando por toda la ciudad. Allí, solamente los budistas pueden ser altos funcionarios de la FFMM. El Rey le cambia el vestido a Buda en ceremonia especial tres veces al año.

Para entrar a un templo hay que dejar los zapatos a la entrada. Bankok tiene un serpentario espec-tacular. Haciendo piruetas en el palacio del Rey pudimos ver su Harem. La ciudad de Bankok está atravesada por un río como Venecia en Europa. Utilizando canoas unas muchachas nos visitaban y nos vendían una sopa afrodisiaca que costada tan solo 2 tinkales (el cambio US 1, igual 20 tinkales).

De Bankok nos fuimos para Singapur, en la Península Hindú. Esta es una ciudad muy moderna; lo pueden comprobar si observan la carrera de Fórmula 1 por Fox Sport.

Finalmente llegamos a Manila, Filipinas. Allí estuvimos muy a nuestro gusto con algo de sabor latino. En un sitio muy popular de diversión, actúo con cita previa nuestro muchacho (vengador) el marinero Cartagenero Manuel Zenón Vélez. El Oficial de Guardia, Sr. Teniente Luis Arenas, le dio permiso de salir sin problemas estando de guardia.

Pero llego el fin del conflicto y las despedidas son muy tristes pero algo compensadas con la alegría de volver a casa.

En el trayecto de regreso entramos a la República de El Salvador. Nos movilizamos como buenos turistas a su capital San Salvador. Todos estábamos ansiosos por comer yuca. El ambiente de Centro

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América es muy parecido al del Norte de Sur América. Al llegar a Cartagena se nos estaba subiendo el ego. Los pobres también tenemos derecho.

Como anexo de este escrito voy a mencionar dos hechos importantes:

A LOS MATRIMONIOS DE CUATRO COLOMBIANOS CON JAPONESAS

B. Carta al Sr. Ministro de Defensa, Dr. Juan Carlos Pinzón, para informarle con “Hechos reales” que los marinos siempre y por convicción hemos práctica y dado ejemplo de la práctica de los “Dere-chos Humanos”.

ANEXOS

A. Los matrimonios de Colombianos con Japonesas durante la Guerra de Korea:

1. Primer matrimonio:

Se realizó en la Iglesia Católica del Sagrado de Corazón de Sásebo.

Contrayentes:

Sr. S.O. Jefe Jaime Sánchez Barroso (El mocho)

Sta. Miho Yamaguchi

Fecha: 31 de Octubre de 1953.

Allí mismo en el Japón nació su primogénita Susana, el 6 de Junio de 1954.

Nota 1: La Sra. Miho enviudó el 19 de Marzo de 1996.

Nota 2: La Sra. Miho es la única sobreviviente de las 4 japonesas que se casaron con colombianos.

Nota 3: Ella es una persona experta en pintura al óleo. También es una experta en relaciones públicas. Habla muy bien el español y vive con sus hijos en Bogotá.

Nota 4: En 1989 el Japón tuvo conocimiento de un hecho insólito ocurrido en Colombia: una niña de tan solo 9 años era madre de un bebe de 3 meses. La Sra. Miho fue comisionada para que la llevara a Tokyo a una presentación especial por la TV Japonesa.

2. Segundo Matrimonio:

Se realizó en la Iglesia Católica de Otsu, Sagaken.

Contrayentes:

Marinero 1° Luis José Quijano Aguilar (No tenía apodo)

Sta. Eriko Miyakawa

Fecha: 24 de Enero de 1954

Nota 1: Ese domingo hubo una nevada impresionante como los que tiene E.U. en enero de 2014.

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Nota 2: El sábado 23 de Enero de 1954 se realizó en la afueras de la Iglesia de Otsu, la ceremonia del Bautizo Ecuménico, previo al matrimonio. Muchísimos cristianos desconocen este ritual obligatorio para adultos.

Nota 3: La ceremonia fue en el altar y se necesitaron 4 idiomas para su validez (Latín, inglés, japonés y español), las respuestas Si de los contrayentes tienen que ser en el idioma nativo: Japonés y español; el idioma inglés fue el enlace y el latín era el idioma religioso.

Nota 4: el 70% de la Brión asistió a la fiesta de reunión y partida de ponqué incluyendo al ahora Ex Comandante de la ARC Almirante Gilberto Barona Silva, mi compañero de armas submarinas.

Nota 5: Amenizó la fiesta el conjunto musical de la Brión, dirigido por su Director el marinero Pa-blito Castelar.

Nota 6: La foto del matrimonio salió en primera página de El Tiempo del 6 de Febrero de 1954 “Oriente – Occidente” “Japón y Colombia”

Nota 7: El 7 de Febrero de 1954 (Domingo) Sección Editorial El Tiempo desmenuzaron el apellido Quijano hasta volverlo japonés.

Nota 8: En la foto publicada, el marinero con su uniforme y 2 medallas. La novia lucía un Kimono de Ceremonias y en su cabeza el gorro especial tenía 8 libras de arroz.

Nota 9: El Marinero Quijano, hizo una recolecta en el barco para obsequiarle una campana a la Iglesia de Otsu. Fueron US 400 que alcanzaron y esto me sirvió para ser preferencialmente tratado por el Padre Hatada. El mismo Padre invitó al Marinero Quijano varias veces a sostener diálogos que tenían que ver con la religión. Como no dominaba ningún tema en japonés y para poder ganar un premio, tuve que cantar un villancico, porque tenía que participar en algo.

Nota 10: La Sra. Eriko Miyakawa de Quijano, murió en Bogotá en 13 de Febrero de 2005, los oficios religiosos se celebraron en el Cantón Norte y los marineros le rindieron homenaje cantándole el himno de la Armada. Lleno completo en la Iglesia y en el parqueadero con asistencia a pesar de que fue un lunes, asistencia de toda la familia Quijano Miyakawa, compañeros de estudio y amistades, toda la Embajada Japonesa, muchísimos Marinos, muchos Texacos y bastantes Profesionales de Salud, gran parte de asistentes lloró al oír las palabras de despe-dida de su esposo.

Nota 11: Comunicarle el suceso a los hermanos de Eriko en el Japón, fue un poco complicado. El Cónsul se encargó días después a las 05:00 pm de Colombia, 07:00 am de Japón, los detalles tenían que darse en fluido japonés.

Nota 12: El Marinero Quijano, es el único sobreviviente de los Marinos casados en el Japón.

Nota 13: El Marinero Quijano, se retiró de la ARC en el grado de Jefe Técnico con fecha efectiva 20 de Abril de 1965. Por 3 días perdió el derecho a los 10 primeros años de cesantía.

Nota 14: El Sr. Quijano con 84 años cumplidos se atrevió a desfilar el pasado 20 de Julio, en el Desfile Militar organizado por las Fuerzas Armadas. Fue un poquito indisciplinado en el desfile por-

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que al pasar enfrente del palco presidencial quiso saludar al Sr. Presidente pero le contestó la Primera Dama.

3. Tercer Matrimonio:

Se realizó en una Iglesia Católica de Yokosuka.

Contrayentes:

Cabo 1° Hernando Duarte

Sta. Tomiko Fujii

Fecha: Octubre de 1954

Nota 1: Este matrimonio vivió muchos años en la Ciudad de Barranquilla donde Margarita (Tomiko) atendía una tienda cerca del Parque de Base-ball Tomás Arrieta.

Nota 2: Los esposos Duarte Fujii murieron hace más o menos cuatro años en un lapso de 5 meses de diferencia. Sus descendientes son profesionales.

Nota 3: Su hija Akemi Duarte estuvo trabajando unos años en el Japón pero ahora hace parte de la Colonia Japonesa del Valle.

4. Cuatro Matrimonio:

Se realizó en una Iglesia Católica de Yokosuka.

Contrayentes:

Marinero José Angarita

Sta. Akemi Namura

Fecha: Noviembre de 1954

Nota 1: Vivieron un tiempo en Barranquilla donde la familia Angarita era adinerada y estaba orgu-llosa con la belleza de su nuera.

Nota 2: Vivieron un tiempo en Bogotá en un bonito apartamento de la calle 47 con carrera 6.

Nota 3: José Angarita se fue por cierto tiempo a Cúcuta donde tenía familia y allí murió hace varios años.

Nota 4: Gloria (Akemi) después de la muerte de su esposo, se fue de Colombia, vía Estados Unidos y no hemos vuelto a tener noticias.

Nota 5: Los esposos Angarita-Namura no tuvieron descendencia.

Nota final sobre los matrimonios colombo-japoneses:

Todos los marinos casados eran santandereanos. 2 del norte (Sánchez y Angarita) y 2 del sur (Duarte y Quijano).

Estos matrimonios fueron felices y comieron perdices.

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B. DERECHOS HUMANOS EN LA ARMADA NACIONAL DE COLOMBIA

Quiero aprovechar la oportunidad que me dieron al invitarme a escribir sobre el conflicto de Korea del Sur y la actuación de la Armada Nacional. Dice el dicho cuando se da papaya “Papa-ya partida, papaya comida” Señor Ministro de Defensa, Dr. Juan Carlos Pinzón: Soy Luis José Quijano Aguilar, C.C. # 3795335 y a la vez soy a mucho orgullo Caballero del Mar aunque por el tiempo que ha pasado, me considero en la actualidad de la “marina de Popeye” ya huelo a gladiolo y no soy lagarto, ni estoy buscando puesto.

Pero le quiero contar un hecho real sobre el ejercicio del Derecho Humanitario en el Conflicto de Korea, año 1952, la Fragata ARC Almirante Brión, en fuego nutrido con otra Fragata Koreana, abatieron en el mar del Japón frente a Korea del Norte, un avión Norcoreano.

El piloto se lanzó en paracaídas y nosotros lo recogimos. Lo tuvimos cautivo 3 días, todos noso-tros éramos sus guardianes. Quisimos averiguar sobre su vida y su país pero no hablaba ni ingles ni japonés y por supuesto tampoco hablaba español. 7 días después cuando llegamos al Sur de la Península, vino una lancha comisionada para llevarse al “prisionero”, al embarcarse, toda la tripu-lación salimos a despedirlo.

“El prisionero” en ese momento para nosotros era un compañero más y nos dijo moviendo su brazo derecho como saludo de despedida: “Comida mala” seguramente creyendo que eran palabras de adiós.

Señor Ministro: Nosotros los marinos no tenemos la especialidad de guardianes pero somos muy alegres y muy camaradas. Siempre estamos indagando por los seres humanos. Otra anécdota: el Sr. General Gustavo Rojas Pinilla estuvo preso en una Fragata. Fuimos en esos momentos difíciles para él, sus amigos y confidentes, él estuvo muy complacido con nosotros y si él hubiera ganado las elecciones de los años 70, de seguro que le hubiera ido muy bien a la Armada.

Él nos dejó el Hospital Militar, el aeropuerto El Dorado y un edificio para huéspedes de oficiales en la Base Naval “ARC Bolívar” de Cartagena. Estoy seguro, Señor Ministro, que mi general me hubiera respaldado con su testimonio.

El Sr. Presidente de la Republica, el Cadete Naval Juan Manuel Santos Calderón sabe muy bien como somos los marinos, los mejores embajadores que ha tenido Colombia y se nos eriza el cuerpo cuando cantamos el himno de la Armada.

AGRADEZCO TODA SU ATENCIÓN A ESTE RECUENTO DE UNA IMPORTANTE ETAPA A NUESTRAS VIDAS DE MARINO.

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Recuerdos indelebles de mi vida

Por: Jorge Serpa Erazo / 38-082

El cuatro de enero de 1964, jóvenes oriundos de diferentes lugares del país, ingresaron a la Escuela Naval de Cadetes. Ese día, que es indeleble en nuestra memoria, pasaron muchas cosas; pero la más importante, en esa fecha nació una amistad tan entrañable, tan grande que hoy llega a confundirse con la de nuestros propios hermanos de sangre. Los verdaderos compinches, los auténticos amigos, los reales camaradas, los propios alter ego de toda nuestra vida son los compañeros del Contingente 38.

Fueron ciento cuarenta y cuatro aspirantes que, al traspasar la Guardia Externa de la Escuela, sus vidas cambiaron para bien o para mal. El primer encuentro con quienes iban a ser nuestros “verdugos” de entonces, ocurrió al bajarnos de la “chiva” que nos transportó desde el aeropuerto. Conocimos a nuestro guardiama-rinas: Héctor Porras, Guillermo Bonilla, Arturo Vásquez, Ignacio Rozo, Jairo Quintero, Omar Peñaloza, Justino Villalba, Eduardo Ruiz, Orlando García, Oscar Barón, Iván Bernal, Jaime Plazas y

Luis Francisco Martínez. Y... a nuestros brigadieres: Carlos Prieto (mi padrino), Edgar Romero, Eduar-do Uribe, Gustavo Correa, Rubén Combariza, Pedro Monsalve, Carlos Alberto Mejía, Ernesto Cajiao, Sergio García, Sergio Oliveros, Jimeno Manrique, Rodrigo Salas, Ricardo García, el “Mago” Rafael Charry y los hermanos Iván y Edgar Spicker. Algunos corrieron con la suerte de tener guardiamarinas y brigadieres madres; otros sufrieron la desventura de tenerlos “caníbales”, “crueles” y “sanguinarios”.

También conocimos a nuestros oficiales que no sabíamos si eran capitanes o tenientes de “bragueta” o “corbata”. Evocamos con gratitud y reconocimiento al entonces Capitán de Navío Guillermo Erazo Annexi, Director de la Escuela; al Capitán de Fragata Benjamín Alzate Reyes, Subdirector; al Capitán de Corbeta Hernán Ramírez Yusti, Director de Estudios; al Cap. de Corbeta Jorge Guerrero Echeverry

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y al Teniente de Navío Oscar Pineda Giraldo, Comandantes del Batallón de Cadetes; a los Tenientes de Navío Augusto Villafrade, Luis Carlos Jaramillo Peña y Gabriel Rueda Galvis, Comandantes de Compañía; a los Tenientes de Fragata Faizal Awad, Oscar Fernández, Efraín Cárdenas, Ernesto Vélez Correa, Max Durán, Gabriel Medina; Teniente de Corbeta Juan Guillermo Peláez y al teniente de IM Gabriel O´byrne, Comandantes de Sección. Al padre Echeverry, nuestro capellán, depositario de nuestros pecados, a quien Lersundy Delgado Fernando, aprovechado sacristán, en la misa le echaba al Cáliz, solo agua y se bebía el vino, porque según él, esos “revueltos” son los que matan.

En ese instante nuestro nombre de pila desapareció y fue cambiado por un número de cuatro o cinco cifras, según el caso, cuyos dos primeros son los que hoy nos aglutina, el 38, y durante todo el año, la palabra más escuchada, más repetida que se acompañaba con algún despectivo epíteto fue la de recluta.

Seguidamente, los rostros de los nuevos reclutas fueron trasquilados a imagen y semejanza de los Mau Mau, tribu africana que se caracteriza por tener cabello únicamente en la superficie de la cabeza. Allí en parte se terminaron algunas vanidades mundanas; las melenas cuidadas al estilo de los Beatt-les, como la de Hung Calderón Guido, o de Elvis Presley, como la de Quintero Ruiz George, fueron profanadas por las tijeras y la máquina devastadora de tres improvisados peluqueros, dirigidos por Plinio, que en horas de la mañana hacían el oficio de podadores de césped en el Club Naval, que era donde había grama.

Terminada la faena de los rapadores de cabezas, al ojo de guardiamarinas y brigadieres, nos fueron entregados los primeros uniformes de dril, color kaki. Por lo general, la camisa era dos tallas más grande y el pantalón tres más pequeña que la de su propietario, y unas botas negras, que requirieron dos meses de uso para amansarlas. Nos entregaron cuatro sábanas, dos fundas y dos toallas que en el centro tenían el escudo de la Escuela. Uniformes, botas, sábanas, fundas y toallas fueron el primer motete que transportamos en medio de confusión, gritería y espanto, a lo que suponíamos ilusamente sería lugar de descanso y reposo.

Cuando pasamos a los dormitorios, que en el argot marino se denominan ranchos, nos despojamos de nuestras prendas civiles. Los blue jeans apretados que algunos orondamente portaban, las camisas de fantasía y los zapatos mocasines cambiaron inesperadamente de dueño. Meses más tarde por las calles de Bocagrande, vi mi última pinta civil en el cuerpo de un vendedor de gafas para sol y baratijas. Fue en ese momento, al desvestirnos, para pasar a las regaderas cuando conocimos, en cuerpo y alma, es decir en “bola” a todos los demás. Los que no habían perdido el recato que les habían infundido en los colegios, especialmente los que fueron discípulos de los Hermanos Cristianos en el Liceo de la Salle, habían colocado la toalla, abriendo las puertas de las “lacas” metálicas a manera de cortina para proteger su cuerpo de la vista de sus compañeros. No nos habíamos despojado de la primera prenda cuando un Guardiamarina, con estruendosa voz ordenó: “Todos los reclutas en bola al frente de la cama”. Ese fue el primer alarido que escuchamos y también nuestro primer strip tease.

Al terminar de bañarnos y vestirnos, todos sin excepción, parecíamos habitantes del “planeta de los simios”. Con cara de asustados, rapados, con uniforme kaki, cuya manga larga nos llegaba a la punta de los dedos y sin gorra, el cuadro era más que dramático... apocalíptico!!!

ENTRENADOS PARA SOBREVIVIR

Desde el momento que portamos ese primer uniforme naval, fuimos tratados y entrenados para sobre-vivir y no para vivir. Ese mismo día, antes de ingresar al comedor, conocimos el último poste. Sí... un poste de concreto, cuya misión era alumbrar un extremo de un patio, se convirtió en instrumento de

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tortura antes del de-sayuno, del almuer-zo y la comida. Ese poste que entonces era el objeto maldi-to, más detestado por cualquier cadete, hoy lo recordamos con nostalgia. Quienes ya no tenemos la fi-gura estilizada de los cadetes, entendemos y sabemos, cuanta falta nos ha hecho ese poste, para haber evitado los kilos que tenemos en exceso.

Al caer la tarde, los reclutas bañados y uniformados pasamos al comedor. Allí conocimos lo que era un piso, una palangana y cuál sería el ritual que desde ese momento acompañaría la ingestión de las viandas en los tres golpes de apetito. La sentada en el comedor era un riesgo que estaba sometido al humor, talante y condición de quien comandaba esa singular aventura. No sabíamos si antes de probar bocado, visitaríamos corriendo con el piso o taburete el último poste, la guardia externa, las aulas o el polígono. En otras palabras, antes de consumir los alimentos ya habíamos eliminado de nuestro cuerpo el doble de sus calorías.

En la mesa, las palanganas que, contenían los alimentos, iniciaban su expectante recorrido desde la cabecera hasta la cola, desocupando mágicamente el 80% de su contenido, en los cinco primeros comensales, tocándole a los reclutas los vestigios de un extraño plato de origen desconocido llamado ragú, unos cuantos granos de arroz y el rescoldo de las salsas. El sustento matinal, invariablemente contenía una sopera rebosante con mazamorra de maíz peto, que se sudaba o traspiraba todo el día y era el culpable de la somnolencia durante la mañana en el salón de clase.

Esa primera noche, a pesar de las emociones, caímos extenuados, rendidos... Luego de siete horas de profundo sueño, que transcurrieron como minutos, el grito de un Guardiamarina, quien por primera vez, pronunció las dos palabras que siempre nos quitaría el sueño, nos lanzó de la cama. ¡Alza arriba!

Quince minutos para afeitarse, bañarse, vestirse, tender la cama y estar en posición de firmes al frente, fueron las órdenes que nos dieron, recordándonos que éramos reclutas “pecuecos” y que no estábamos en el colegio del “hermano clavo” o en un convento de las hermanas de la caridad. Al estar prestos frente a nuestra cama camarote, los guardiamarinas y brigadieres, pasaron revista a la afeitada, embolada y tendida de cama. Fue el rito solemne que se realizó a diario, durante nuestra estadía en la Escuela. Una arruga en la cama, tres pelos en la barbilla, la ausencia de un botón, las uñas sucias o la carencia de brillo en los zapatos, significaban acostarse una hora más tarde esa noche, pagando una hora de trote o dando la vuelta a Colombia con premios de montaña, al subir en curruca las tres escaleras del bloque de aulas.

Esa primera mañana a cuatro reclutas les entregaron unas “mopas”, para que trapearan el rancho, los pasillos y los baños. Ser cadete mopa, fue el primer grado que orondamente todos ostentamos para darle lustre y brillo a unos baldosines rojos, que resplandecían y destellaban como si fueran mármol.

Antes de que llegaran los cadetes antiguos, quienes retornaron de vacaciones 15 días más tarde, nos purgaron a mansalva, traición y sobre seguro. Una noche, en la comida, nos hicieron apurar como

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refresco, un purgante de amplio espectro y efecto duradero. Los “jardines” o sanitarios fueron el lugar más visitado, concurrido y congestionado durante tres días.

LOS CADETES ANTIGUOS

No bien los reclutas del Con-tingente 38 se habían aclima-tado a la rutina, cuando llega-ron los cadetes antiguos, es decir los lobos de mar. Unos seres ávidos de venganza, ca-nibalismo y sadismo llegaron a su Escuela y encontraron a unos intrusos que les habían reemplazado como víctimas. Sí, los del Contingente 37 encontraron con quien des-quitarse de los padecimientos

que les habían propinado los del 36, que a su vez habían sido víctimas del 35. Una secuencia de fe-rocidad y poder que se heredaba del curso anterior, pero se trataba por todos los medios de aumentar la crueldad e innovar el tormento. Absalón Cagua, Alberto Puyo, Vasco Gálvez y Ciro Álvarez, para mencionar únicamente, los que nunca serán merecedores del perdón y olvido del Contingente 38.

La muerte de la mascota, de una perrita, ocurrida a los pocos días de haber llegado, fue un duelo que puso a llorar, durante su nutrido sepelio, a todo el contingente. Unos oficiaron como parientes llorando como plañideros su prematura pero oportuna partida; Gustavo Toro ofició como cura y Lersundy con su estruendosa voz pronunció la oración fúnebre, que nos hizo llorar de verdad. Fueron muchos los del Contingente 38 y M-14, que se distinguieron por su compañerismo, “mamadera de gallo” y perso-nalidad. Cómo marginar de nuestra memoria a Fernando Lersundy, a Rafael Villa Villada (QEPD), a Gustavo Toro, a Ari Obonaga, a Fernando Arenas Malo, a Enrique Lequerica, al Lorito Lorenzo Inda-buru, a Jairo Cardona, a René Oviedo, a Jorge Alberto Páez, a Jaime Arboleda, a George Quintero, a Luis E. Torres, a Jairo Quintero, a “Chepe” Calderón, a Yesid Sarmiento, Alvaro Barrera -”Piolín”- y a otros tantos que la memoria no me ayuda a recordar.

Integrantes del “Glorioso” Contingente 38 llegaron a grados y cargos importantes en la Armada Na-cional. Pero también entre los reclutas del Contingente 38 hay abogados, economistas, ingenieros, médicos, publicistas, administradores, empresarios, aviadores, arquitectos, comerciantes, veterinarios y exitosos fotógrafos. Todos padres de familia. La gran mayoría con hogares estables, con hijos, unos separados y otros reincidentes. Una muestra y reflejo de lo que es el país, su gente y sociedad.

Por estos días estamos fraternalmente unidos por remembranzas, al igual que hace cincuenta años, con la misma alegría, pero con diferente fisonomía, la que ha ido cincelando la edad: canas, obesidad, calvicie, anteojos y memoria. Eso es lo diferente. Lo igual, lo que nunca ha cambiado: amistad fra-ternal, corazones generosos, idealismo. Los mismos sentimientos que se formaron allá en la Escuela Naval, de la isla de Manzanillo, cuando entonces las edificaciones estaban rodeadas de caracolejo, no había prados, ni piscina y las playas, estaban infestadas de aguamalas. Ese fue nuestro cotidiano y pequeño paisaje, ahora embellecido por nuevas y hermosas construcciones, adornadas por sombreados

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árboles, verdes prados y florecidos jardines. Sin embargo, permanece altivo, distante y soberbio el “último poste”.

LOS QUE SE FUERON...

Al mirar hacia atrás, el re-cuerdo se mezcla con la nos-talgia, por los que partieron prematuramente, por los que compartieron en los años mozos ilusiones, sueños, alegrías y también frustra-ciones. Son evocaciones que ahora se confunden en tristes reminiscencias y memorias. Como olvidar a Darío Abril Gutiérrez (el “Benjamín” del Contingente y mi compañero del Colegio de Ramírez, con quien hice las vueltas para ingresar a la Escuela); Gabriel Vélez Per-domo, Darío Díaz Levy, Luis Eduardo Castañeda Yepes, José David Gómez Gómez, Jorge Santos, Eduardo Boada, Rafael Villa Villada, Alvaro Mattos y Ramiro Romero. Ellos fueron nuestros compa-ñeros, que compartieron la felicidad de una buena nota, la rudeza de un castigo, el afán del retardo a la hora de llegada los días de franquicia. Se han ido y con ellos una época, la mejor de nuestras vidas, nuestros mejores años, la juventud. De tan queridos amigos queda la viva y tierna imagen que nuestra retentiva evoca con singular sentimiento.

De nuestro Contingente 38, llegaron a oficiales de insignia con Mauricio Soto quien llegó a ser exce-lente Comandante de la Armada Nacional durante seis años, William Porras, Jairo Cardona y Guiller-mo Díaz. Para ellos nuestro reconocimiento y admiración. Llegaron a Capitanes de Navío Luis Enrique Torres, Carlos Enrique Umaña Caicedo, Gustavo Ramírez, Jorge Alberto Páez, Sigifredo Velandia, Jorge Quintero, Carlos Oramas Leuro, Hernando Ovalle Veloza, Ricardo Wiesner, Luis Correa y a Coroneles de IM José Ramón Calderón, Fabio García e Ignacio Ochoa.

Estos gratos recuerdos son interminables, pero en gracia a la brevedad debo terminar. No deseo con-vertir la remembranza en panegírico o en un escrito “mamón” que marchite la celebración de reclutas que están llegando a setenta años, para acordarnos de lo viejos, pecuecos y peregrinos que éramos cuando teníamos menos de veinte.

Cincuenta años de recuerdos y nostalgias nos unen. Cuando estamos en el umbral de los que tienen más pasado que futuro, los aquí presentes, recorreremos los pocos e inciertos escalones de la vida que nos faltan por trepar, con la grata sensación que ustedes, el mar y el último poste nos ataron para siempre.

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El hombre de mar ha cantado desde su mismo origen. En sus cantos no buscaba una expresión lírica ni una perfec-ción musical, sino que muchas veces los ha usado como herramienta de trabajo en sus labores marineras, por ejem-plo para lograr coordinación y ritmo en una tarea definida como era remar, o cobrar un cabo, o izar un aparejo, eran las llamadas “salomas”, definidas como cantos cadenciosos que se utilizaban a bordo para realizar esfuerzos o trabajos en forma acompasada. También usaron el canto de algunas estrofas populares para medir rústicamente pequeños lap-sos y en las noches entonaban cantos religiosos para agra-decer o pedir a Dios el apoyo y la gracia necesarios para culminar sus peligrosas e inciertas navegaciones.

Los cantos marineros se ajustaron en su ritmo y expresión a estos usos y al igual que los juglares en tierra relataron aventuras y leyendas vividas o imaginadas en remotos ma-

res. Estas temáticas se variaron en cada región del mundo marinero y todas ellas mantienen un tema común: el homenaje a sus grandes amores y entre ellos el cariño a su propio buque. Fue así como nacieron las canciones de los grandes veleros y entre ellos los himnos de los buques escuela.

En el caso de nuestro velero ARC “Gloria” esta historia tiene un ingrediente que la hace especialmente valiosa, pues la letra de su himno nació del corazón de una mujer, doña Evelia Porto de Mejía, pres-tante dama cartagenera, muy cercana a nuestra institución y profunda enamorada del mar. La mejor manera de conocer esta historia es su propio testimonio, escrito por ella misma hace muchos años atrás

El Himno del Buque Escuela “ARC Gloria”

Por: Carlos Enrique Ospina CubillosVicealmirante (r)

Retrato de la señora Evelia Porto de Martínez pintado por Enrique Grau

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en una carta dirigida al señor Vicealmirante Eduardo Wills Olaya (q e p d.) y que junto con una tarjeta de su puño y letra reposa en los archivos históricos del Consejo de Historia Naval de Colombia. Su trascripción que se publica con la autorización de doña Evelia es la siguiente:

“Corrían los primeros meses del año 1969 y la Armada Nacional preparaba el primer viaje crucero del Buque Escuela ARC Gloria, recién llegado de los astilleros de Bilbao, España, siendo Comandante de la Armada el Almirante Jaime Parra Ramírez.

La iniciativa de dotar al velero con un himno nació en San Andrés cuando la casualidad reunió en casa de un buen amigo común, al Almirante Parra, Candelaria Juan de Parra, Alfonso Mejía Navarro, Eve-lia Porto Mejía, Guillermo Basmagi, Teresita de Basmagi, al General Alfonso Mejía, en ese entonces Comandante del Ejército, al Capitán Gabriel Morales y a otras personas de grato recuerdo.

La música colombiana, romántica y alegre, amenizaba aquella reunión cuando el Almirante Parra tuvo una bella idea la cual expresó más o menos con estas palabras: ‘Evelia, tú eres compositora y nave-gante que has acompañado a Alfonso en sus viajes en velero. Creo que eres la persona indicada para componer el himno del ARC ‘Gloria’. Imagínense ustedes nuestro Buque Escuela surcando mares y arribando a los puertos del mundo y a su Capitán y tripulación cantando un himno marinero nuestro que exprese los sentimientos colombianos de patria y de mar.

Fue mi primera experiencia para componer un himno por encargo; pedí un mes de plazo, literatura sobre velas cuadras y regresé a Cartagena con esta inquietud. Unos días más tarde, al pasar por las instalaciones de la Base Naval, escuché una corneta que llamaba y en sus notas encontré la primera frase música del himno: Ah, ah joy capitán, Ah, ah joy timonel.

La primera versión de este himno la toqué a piano en mi casa de Bocagrande en presencia del Almi-rante Parra y tres altos oficiales. Les gustó y me autorizaron para pulirlo y con el único cambio en la letra, a solicitud del Almirante de la palabra ‘rodeado’ en vez de ‘fondeado’ en el mar.

La grabación del himno del ARC ‘Gloria’ se hizo meses más tarde, con el coro de los cadetes de la Escuela Naval y músicos de la Sinfónica Nacional, con arreglos de Francisco Zumaqué.

Al mando del Capitán de Navío, hoy Vicealmirante (r) Benjamín Alzate Reyes, zarpó el ARC ‘Gloria’ el 5 de enero de 1970 en su primer viaje crucero, cantándolo desde entonces por todos los ámbitos de la tierra allá donde recala el ARC ‘Buque Escuela Gloria’” (Evelia Porto de Mejía).

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