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16UNIVERSIDAD DE MEXICO
Sólo la fuerza bruta
¿FASCISMO EN ESTADOS UNIDOS?Por Armando AYALA ANGUIANO
\~
vieron la 'idea de ir ~ !.ncendiar o apedrearla embajada norteamerieana.
La policía estuvo lista para evitar elincidente. Pero no intervino, directamente, al menos. Varios individuos con tipode agentes secretos empezaron a repartirmontones de volantes con la leyenda siguiente: "¡ Muera e! imperialismo yanqui! i Acabemos con los opresores deMéxico i Adhiérase Ud. al Partido Comunista Mexicano!"
La muchedumbre se dispersó, maldiciendo por igual a yanquis y a comunistas.¿Fueron aquellos volantes una maniobrade nuestras' maquiavélicas autoridades?Sea como haya sido, huelga decir queaquellos volantes difícilmente volverían atener el mismo efecto hoy en día.
Trate alguien de decir esto a un norteamericano, y verá cómo éste se rehusa acreerlo, contradiciendo hasta sus propiasquejas de que "los mexicanos no lo quieren".
Pero en fin, pedir a un país que reconozca ante un extraño sus propios errores es pedir demasiado. Especialmenteante un mexicano, el ser más incomprensible del mundo para los norteamericanosque ven con los ojos de sus prejuicios.Prejuicios tan indestructibles que muchosyanquis residentes en nuestra capitaldesde hace treinta años siguen diciendo que la raíz de nuestros males sociales es la siesta. Treinta años no leshan bastado para convencerse de que enla capital no dormimos siesta. ¿ Es posible pedir que comprendan un hecho menos palpable?
Sin embargo, entre ellos mismos, al- ,gunos norteamericanos se dicen que "la'gente no los quiere" porque son un paísen decadencia.
Abundan los signos factibles de ser interpretados como señal de decadencia enKU.: el gran tiraje que tienen las novelas de lesbianas y homosexuales ... lafabulosa estupidez de su periodismo ...lél' frecuencia con que niñas de doce añosmatan a sus padres y a sus hermanos ...e! desenfreno sexual ... el abundante usode drogas y marihuana entre los estudiantes de secundaria ...
Los norteamericanos gustan de comparar a su país con Roma. Algunos inte!ectuales, cuando la plática se desvía de lostópicos habituales como el beisbol, los viajes, los negocios y las fiestas, llegan frecuentemente a esta conclusión: "Somosuna Roma decadente, madura para recibirla invasión de los bárbaros." Los bárbaros somos los latinoamericanos y los demás pueblos hambrientos, de la Tierra.Aunque no lo reconozcan en voz alta, losnorteamericanos nos tienen miedo.
El miedo es otra de las característicasde la actual sociedad norteamericana.
El miedo echó raíces en el ánimo norteamericano con la puesta en órbita de!Sputnik 1. La respuesta de ,los dirigentesnorteamericanos a este estímulo fue equiparable en su decadencia al nombramiento de cónsul que recibió el caballo deCalígula:
Sherman Adams, corrompido secretario de la Presidencia de Eisenhower, declaró que el satélite representaba apenas"otro pase en el partido de basket-ball delespacio cósmico".
Un almirante de mucha influencia dijo que el Sputnik I era "una bola de fierro" que no debería preocupar al país.
El ex secretario de Defensa CharlesWilsQn había definido a la investigación
perlas y todavía se consideraba un benefactor.
En México, los norteamericanos estándesconcertados. "¿ Por qué no nos quieren ustedes ?", dijo uno de ellos. "Hacediez años que vivo aquí. 1 love Mexico,Trato de cumplir con las leyes de! país.Soy un fanático de ~as ench~lad~s y eltequila. Trato muy bIen a mI cnada, yhasta le pago trescientos pesos mensuales en vez de los ciento cincuenta que lepagaría una familia mexicana. ¿ Quéquieren ustedes?"
y el norteamericano rió cuando estereportero le dijo que queremos yanquisque no se autoconcedan privilegios especiales por tener la ciudadanía que tienen,aunque no les gusten las enchiladas nie! tequila. Gente que no se enorgullezcade pagar trescientos pesos mensuales aun ser humano, tan sólo porque hay mexicanos que pagan únicamente ciento cincuenta.
Ningún país de! mundo ha sido víctima de mayores agravios por parte de losnorteamericanos que México. Pero aúncon esta limitación, en México se les tenía cierta medida de aprecio. Aprecionegativo o relativo, quizá, pero el mexi,:ano demostró en varias ocasiones sunobleza al mostrar a los yanquis un odioinfinitamente menor que,. digamos, elque sienten los surianos por el norteñoque los explotó tras la derrota de la guerra civil del siglo pasado.
En 1947 ocurrió un caso que tal vezpruebe lo anterior. Cierto día se estrellócerca de la ciudad de México un DC3norteamericano de los que participabanen la campaña contra la aftosa. Variaspatrullas salieron en busca de las víctimas, y la primera en llegar fue una· integrada por norteamericanos. Al llegardestacaron en torno a los' restos del avión-con esa fabulosa falta de sensibilidadque padecen- un retén de soldados yanquis uniformados y armados.. T!empo de~pués llegó un grupo de pe- _
nodlstas mexicanos. Los soldados les impidieron acercarse. La noticia se publicócon el despliegue merecido, y pronto seformaron en las inmediaciones de la calle de Bucare!i varios grupos de ciudadanos indignados que, muy pronto, tu-
FIN DE LA 11 Guerra Mundial: Lastropas norteamericanas hacen suentrada triunfal en las ciudades li
beradas del yugo nazi. Los vecinos lloran de alegría y envuelven a los héroesen una lluvia de flores y confetti. Lasmujeres -besan a los vigorosos, gallardossoldados del Tío Sam.
o Medio mundo estaba en ruinas; sólola patria de Washington lucía más fuerteque nunca. ¿Habrá existido, en el transcurso de la historia, un país más rico,más poderoso, más admirado y más envidiado que los Estados Unidos de Norteamérica en aquella hora de triunfo?
Europa, tres años después: Las paredes públicas aparecen tapizadas con e1famoso letrero "Yankee, go home1"
Los Estados Unidos seguían siendo elpaís más rico, más poderoso y más envidiado de la Tierra, pero ya habían dejado de ser el país más admirado.
Época actual: los Estados Unidos ya noson el país más poderoso ni el más envidiado ni mucho menos el más admirado del mundo. Siguen siendo el país másrico, pero hay probabilidades de que aúnestll posición se les vaya de las manosen los decenios próximos.
Es di fícil comprender cómo se ha producido esta violenta caída sin paralelohistórico. Buscar la razón entre los propios norteamericanos es una tarea estéril. "Envidias", "intrigas de! comunismointernacional", etc" son las respuestasmás frecuentes, si no es que e! interpelado reacc,iona remangándose los puñosde la camisa y retando al que osa insinuar ,que lo.s Estados Unidos ya no sonel pals ommpotente de quince años atrás.
Los norteamericanos tienen una notable fal~a. de voluntad para aceptar la resp.onsablhdad de sus propios actos. ImpoSible hacerles entender que atrás de losletreros de "Yankee, go home 1" estabala indignaci?n de los europeos, impotentes p~r~ ,eVitar que sus mujeres fueranprosbtu~da~ por el liberador opulento,que capitalizaba su hambre para corrom-
Los BÁRBAROS DEL SUR
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UNIVERSIDAD DE MEXICO, 17
Quieren pelear
científica pura como "lo que hace unocuando no sabe lo que está haciendo".
La revista Time hizo un esfuerzo tandesafortunado para restar importancia ala hazaña soviética que un cómico la comentó: "Sí, los rusos tienen su satélite,pero los remaches que le pusieron estánmuy mal alineados. Además, ¿cuánto gana un remachador ruso 'Y cuanto ganaun remachador nuestro?"
Desde luego, las intervenciones de estetipo no lograron aligerar completamenteel miedo. En cambio, acrecentaron la vergüenza subconsciente que agobia hoya losnorteamericanos. ¿Qué' bravficón que seha pasado la vida jactándose de su poderno se siente avergonzado cuando la gente lo ve con un ojo de cotorra? Y las intervenciones de los dirigentes hicieronque la vergüenza fuera doble.
En los últimos tiempos, e! norteamericano ha tenido múltiples ocasiones parasentirse avergonzado de sus dirigentes.La incapacidad para competir dignamentecon los soviéticos en la carrera de! espacio, la inferioridad militar ante el enemigo, la hasta hace poco inconcebible debilidad del dólar, e! bochorno de! U2, e!monumental ridículo de la intervencióneu" "Cuba y, sobre todo, la indecisión oficial, han sido motivos más que suficientespara que los norteamericanos se sientanavergonzados de sí.
En resumen: los norteamericanos presienten, aunque no lo reconozcan en vozalta, que su país está declinando. No reconocen que la declinación sea productode sus propios errores, pero íntimamentese les ha desarrollado un sentimiento devergüenza.
Cuesta trabajo creer, viendo la enormidad de recursos que todavía tienen losnorteamericanos, que los Estados Unidosestén en un período de decadencia suficientemente marcado como para hundirlos hasta la capa más baja de las sociedades humana -aunque, si en algún paísllega a producirse una decadencia tanacelerada, ese país pueden serlo los Estados Unidos. Pero no conviene hacerdiagnósticos tan apresurados. En todocaso, la acción de la decadencia debe traeraparejada una reacción.
La vergüenza, dicen los teóricos, es unsentimiento revolucionario. En EstadosUnidos, pues, existen gérmenes de revolución. Los grupos de izquierda tienenuna influencia casi nula en los EstadosUnidos y el signo que los distingue ese! oportunismo. Basta señalar que Arthur Schlesinger Jr., reputado como caudillo de la "extrema izquierda" norteamericana, fue el principal ideólogo y unode los partidarios más entusiastas de lareciente aventura intervencionista de Cuba. Es difícil que individuos de esa clasepuedan encabezar un movimiento revolucionario.
Queda la derecha, con fuertes raícesen la tradición histórica norteamericana ycon recursos económicos casi inagotablespara desarrollar sus actividades. A continuación se hablará de la derecha norteamericana.
II
LA HORA DE MCCARTHY
La derecha norteamericana ocupó losprimerísimos planos de la sociedad norteamericana con e! ascenso de macartismo.Conviene recordar cómo fue todo aque1-10.
Joseph Raymond McCarthy era unobscuro senador republicano por Wisconsin. Se le apodaba "The Pepsi-ColaKid" como resultado de un escandalillopolítico en el que se le probó a mediasque la embotelladora le había proporcionado fondos para su campaña. El 9 defebrero de 1950 pronunció el discursoque lo lanzaría a la notoriedad mundial.Hablaba ante el Club de Mujeres Republicanas de Wheeling, poblacho del Estado de West Virginia, y dijo:
"Tengo en mis manos una lista denombres de doscientos cinco individuoscuya militancia en e! Partido Comunistaes conocida por el secretario de Estado,y que sin embargo siguen trabajando ycontribuyen a elaborar la política del Departamento de Estado."
Inicialmente los periódicos acogieronlas palabras de McCarthy con la indiferencia habitual que se concede a los senardocillos ansiosos de publicidad: aquídiez líneas, allá cinco, un cuarto de columna interior más allá, y en la mayoríade los periódicos ni una sola línea.
El senador persistió en su denuncia.Días más tarde habló en Salt Lake Cityy en Reno, Nevada, para afirmar quetenía los nombres de 57 comunistas infiltrados en el Departamento de Estado.Tampoco en esta ocasión le hicieron mucho caso los periódicos. Sin embargo, loslegisladores demócratas se enfurecieronpor el ataque a su correligionario HarryS. Truman, y retaron a McCarthy a queprobara sus acusaciones o se callara laboca. McCarthy dijo que con mucho gusto los complacería, y para entonces la lista de infiltrados ya no constaba de 205ni de 57 nombres, sino de 81. En una sesión del Senado que tuvo lugar e! 20 defebrero, McCarthy hizo una curiosa relación de 79 "comunistas infiltrados".
y ni siquiera citó nombres para la mayoría de los "casos". Cuando lo hizo cometió errores de ópera bufa. Uno de los"infiltrados" resultó ser un empleado alque casualmente acababan de despedirporque su fanatismo anticomunista podría ser hasta perjudicial para el gobierno norteamericano. Otro ni siquiera tenía ideas políticas, pero se le sospechabaninclinaciones homosexuales y, dijo McCarthy, un hombre así resulta demasiadovulnerable al chantaje de los espías comunistas. De otro "infiltrado", dijo e!
senador, "en su archivo personal no haydocumentos para probar que no es comunista".
En aquella memorable sesión McCarthyno pudo probar la culpabili'dad comunista de ninguno de SU5 acusados. Durantelos cinco años siguientes, en los cualesdenunció a millares de individuos, McCarthy jamás demostró la culpabilidadcomunista de uno solo de sus acusados.Un autor de tragicomedias vacilaría antes de escribir algo tan grotesco como fuela realidad macartiana.
Algunos comentaristas reprocharon aMcCarthy su falta de seriedad. Éste sedefendió siempre diciendo que los traidores sustraían de los archivos todo documento comprometedor, que EstadosUnidos 'eran víctima de una conspiraciónencabezada por e! propio presidente Truman, etc., etc.
McCarthy comenzó a hacerse de fama.Trágicamente, la gente le creía. Ocurríaque los norteamericanos comenzaban aperder la confianza ilimitada en sí mismos que antes los caracterizó. Sabían queRusia poseía el secreto de la atómica ytenían miedo de que e! arma de Hiroshima y Nagasaki fuera su Frankenstein.
Las conciencias turbias son las primeras en asustarse, y muy pronto los petroleros de Texas, encabezado por el asiduoturista de Cozumel, Clint Murchison, vieron en McCarthy al cruzado que les hacía falta para defender su causa. La hasta entonces frágil notoriedad de McCarthy se hubiera desvanecido a no ser porlos grandes recursos económicos queMurchison y socios pusieron a disposición de McCarthy.
También se acercaban ya las elecciones presidenciales. Dwight D. Eisenhower no tuvo escrúpulos en valerse deMcCarthy como orador, para conseguirle votos con sus discursos en que calificaba de "traidor" ,aJ presidente Truman.Lejos estuvo el general de imaginarseque, con el tiempo, McCarthy se convertiría en un peligro para e! mismo presidente de los E.U.
Las elecciones de 1952 colocaron aMcCarthy a la cabeza del infamante'Co~
mité Investigador de Actividades' Anti"norteamericanas. Comenzó por acusar detraidor al general George C. Marshall (eldel plan), y aplicó el mismo calificativoa intelectuales como Archibald McLeish
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.J--- The New Republi(;
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Es asombrosa la fo.rma como los norteamericanos tienen ahora miedo hasta desí mismos. Hace algunos años se realizóuna encuesta de opinión entre varios millares de universitarios. Se les presentóuna .lista de ideas y trases sobre la libertad, tomadas textualmente de la declaración norteamericana de independencia,pero sin ravelar1es la fuente. La mayoríade los entrevistados opinaron que granparte,~e aquellas frases y aquellas ideastenían carácter subversivo.
"Miles y miles de universitarios norte~
arrlericanos sQn hoy día miembros de unsinnúmero de agrupaciones reaceionariasque han surgido en los últimos' tiempospor todo el país. "Nos estamos yendo alabismo", es· una frase que aparece entodos los 'discursos~ Estos jóvenes estánavergonzados del tristé papel que ha representado su patria en los últimos años.Quieren pelear. Son revolucionarios dederecha.
Entre los adultos derechistas hay también indignación. Los' más combativos seagrupan en los Consejos de CiudadanosBlancos, nueva versión del Ku KluxKlan; en la asociación "Hijas de la 'Revolución Americana", en la Legión Americana y otras asociaciones por el estilo.Se habla de la inoperancia del sistemaparlamentario. Hay grupitos que pidenabiertamente un dictador, e inclusive unode ellos' tiene como 'inspiración a FidelCastro - junto con Hitler y Nasser. Hasurgido hasta un grupo negro, llamadode "los musulmanes", que predica la sup'remacía racial negra y presenta al negrocomo nuevo Herrenvolk.
Estas fuerzas vienen operando en forma un tanto errática. Pero ya se observansignos de unificación.
Los principales cabecillas de la~¡rete~'
chao son el senador 'republiCano de"Arizi1~na, Barry Gol9water, Robert Welch, je<fe de la siniestra "Sociedad John Birch';;¡y William F. Buckley, de 32 años, hijode un millonario petrolero y director dela revista N ational Review. ,
Goldwater es un cowboy que se esfuerza por vestirse y actuar como respetablesocio conservador de un aristocrático clublondinense. Con sus ademanes apacibleslogra dar el efecto de gran serenidad. Emplea frases suaves para ensalzar las tradiciones que, según él, constituyen la esencia del "americanismo": la segregación
III
Los "NUEVOS CONSERVADORES"
Y. ,claro, ;1 espíritu de McCarthy nomuna y?n ~~. McCarthy no fue sino lapersomÍ1caclOn del miedo norteamericano; fue simple efecto, y las causas, queno han desaparecido, siguen produciendoefectos del mismo género.
"
y Bernard DeVoto. La cacería de brujas cayó entonces sobre los periodistasdel liberal The N ew York Times; aun la 'conservadora revista Time fue censuradapor el inquisidor. Más tarde llegó suturno a los educadores, encabezados porel rector de la Universidad de Harvard,doctor Nathan Pusey, quien fue calificado de "antianticomunista rabioso".
Eisenhower mismo fue atacado después, y el' presidente no tuvo valor parapronunciarse contra el demagogo. Mc~
Carthy era el omnipotente monopolizadorde la Verda.d. En su osadía rugió que
cratas mediocres. Los principales "exe.cutives" eran dos jovenCitos déastuciasatánica llamados Roy M. Cohn y G. Dávid Schine, que pronto se hicieron' famosos por sus actitudes y su apariencia dehomosexuales; varios reporteros europeosjuran' haber visto a Schine persi~doa Cohn, en el cOl'redor de su hotel enRoma, tratanQo de picarlo con un 'rollode revistas. Se murmuraba hasta del mismo McCarthy, pero las murmuracionescesaron cuando, en 1953, co~trlJo primeras nupcias con Miss Jeari.iR Kerr,su fea secretaria. J;' ~C··c.
McCarthy tení.a noticias d~qÍ1e~ yndentista militar de pasado rojil,16~ liVingPeress, había sido asc~ndido al grado demayor, a pesar de sus antecedentes: Losmilitares sospecharon ·que se pn:Piirabauna investigación en contra de ellos. Súbitamente, G. David Schine fuel1¡imadoa prestar serviciá, militar, :como recluta, enFort'Dix, New·Jer~ey..·
Solitario, Cohn cayó presa de la his~
teria. Movió influencias para que al menos le dieran grado de oficial a su amigo,o para que lo trasladaran a una guarnición donde ambos pudieran verse·. conmayor frecuencia. Más tarde amenazó avarios oficiales con "hundir al ejército"SI no daban un trato más suave a Schine.
Todo fue inútil. Las fuerzas armadasya estaban decididas a luchar por susfueros, .e inclusive hicieron que se "filtrara" a los periodistas un informe en elque se acusaba a Schine de haber tratadode sobornar o a un oficial para conseguiruna licencia, así como de exhibir entre losreclutas "actitudes impropias de un sol-- The New Republic dado".
Soberbio escándalo periodístico, y latelevisión estuvo transmitiendo durantevarios días el pleito "McCarthy Vs. Fuerzas Armadas'. El escenario fue una saladel senado norteamericano. o La funciónterminó como terminaron todas las deMcCarthy: no se probó ninguna infiltración comunista. McCarthy perdió la cabeza en varias ocasiones, y así se exhibióa sí mismo, ante toda la nación, como undesequilibrado.
Pero, si el adversario no hubiera sidoel ejército, seguramente que todo esto nohubiera bastado para acabar con McCarthy. Pero sí fue el ejército. De pronto,
lt Eisenhower hizo declaraciones en contradel demagogo. Los senadores, que duran"'A- te cinco años toleraron cobardemente a
.: ", f,A . ..., su c~lega, ?e J:l:-onto resolyieron iniciarle,t)1 r .., \ :·.L ,.' n una mvestIgaclOn, y al fmal declararon
----o ~r ~l' ,,~~J71~ ,," que la actitud de McCarthy resultaba "po-(;:;1) ", !.' ca digna de un miembro del Senado de
) ~ , : I.~ . ~. los Estados Unidos de América".l~1 , •'\,~ : -:,' El medio centenar de reporteros y fo-
~, ¡ ~o':l/Ir tógrafos que durante años siguieron to-o .I'.~ dos los pasos del inquisidor volvió de.o\~n;}~'~o, pronto a,la tranquili,dad de las redaccio-. . ", ',' nes. McCarthy quedo solo. Semanas des-
'f 1'.. . pués ya había dejado de ser noticia.\, .; ,:i.~~,_d; "" El ~ de 11?-ayo de 1957, el hombre que
enlodo a mtllares de ciudadanos murióimpune y tranquilamente, víctima de unaenfermedad del hígado.
muchos clérigos protestantes eran agen....tes del comunismo internacional. McCarthy pudo haber seguido adelante con sucampaña si no hubiera cometido el errorfatal de lanzarse contra las fue;zas armadas, institución que, junto con la formada por los magnates de las finanzasconstituye el sector intocable de la so~ciedad norteamericana.
El Comité Investigador de ActividadesAntinorteamericanas estaba integrado poruna colección de delatores profesionalesanticomunistas chi fiados y algunos buró~
- The New Republic
W A ése déjalo ir; dice que no quiere ser iguala mí,"
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racial, la hostilización a los sindicatos, elempleo de "mar~nes" para defender losintereses comercIales "de KU. en el extranjero. Y se las ingenia para mezclarsus monstruosidades con exhortacionesa la virtud, al ahorro, a la religión, a lacaridad, etc.
Un reportero dibujó la filosofía deGoldwater en la siguiente forma: "Esuno de esos caballeros que saben mostrarse generosos dando cinco centavos depropina al bolerito que acaba de lustrar"les el caJzado, pero que, si no les da lasgracias muy respetuosamente, son capacesde tirarle los dientes de una p,,-tada paraenseñarle buenos modales."
Goldwater se perfila como seguro candidato del "nuevo conservadorismo" enlas elecciones presidenciales de 1964.
Robertt Welch, el sexagenario caudillo de la "Sociedad John Birch", es unviejo chiflado que, después de amasaruna gran fortu~a en el comercio y lafabricación de dulces, en Bastan, se pusoa escribir libros anticomunistas. En unode ellos afirma que el ex presidente Eisenhower fue "instrumento consciente dela conspiración comunista".
La sociedad posee grupos de choquepara intimidar a quien se le oponga. Undirigente afirma que tiene organizadassecciones en 34 de los 50 Estados norteamericanos, y que el número de miembros, una vez terminada la actual campaña de reclutamiento, ascenderá a ...100000. El senador Kenneth B. Keating,de Nueva York, dice que los "bircheros"tienen un ingreso potencial de 18 millones de dólares anuales. Algunos de losmiembros conocidos -la mayoría son secretos- de la Sociedad John Birch sonel general texano Edwin A. Walker, comandante de la 24a. división de infantería, con asiento en Alemania; el generalde origen hispano Pedro del Valle, elgeneral Bonner Feller y Clarence Manion, ex decano de la Universidad deNotre Dame.
John Birch, quien dio su nombre a lasociedad, fue un hijo de misioneros protestantes que nació en la India y de pequeño se trasladó al Estado de Georgia,donde nacieron sus padres. Tuvo famade fanático hasta en la Universidad bautista de Mercer, donde estudió con dedicación puritana y organizó un grupoestudiantil que armó escándalos por ladesviación teologal de un profesor queexponía la teoría de la evolución.
Birch marchó después a China, comomisionero, y durante la pasada guerracombinó sus actividades religiosas con el
espionaje. Se distinguió por su bravuray por haber rendido valiosos informes asu patria. Dirigió la construcción de aeropuertos clandestinos en pleno territorioenemigo. Tras la derrota japonesa permaneció en China, vigilando los ~vances
- The New Republic"Malicia en el País de las Maravíllas"
comunistas. En el curso de una misiónde espionaje fue aprehendido por una patrulla comunista, cuando todavía gobernaba Chiang Kai Shek. Birch increpóviolentamente al oficial chino que tuvola osadía de interceptarlo, y los comunistas lo mataron a bayonetazos. Por sucelo personal, Birch se ha convertido ensímbolo de los derechistas.
Los métodos fascistas de la SociedadJ ohn Birch, como los grupos de choque,la hacen presa legal para una investigación del Comité de Actividades Antinorteamericanas. Hace poco se habló de hacer esta investigación. Pero el senadorGoldwater declaró que no se llevaría acabo "porque un número sorprendente delegisladores son miembros secretos de laSociedad John Birch". Desde luego, añadió Goldwater, los "bircheros" forman"un grupo verdaderamente impresionante ... Son la clase de gente que necesitamos en nuestro ambiente político". Huelga decir que Goldwater es el candidatode los bircheros a las elecciones presidenciales de 1964, ya sea que lo postuleel Partido Republicano o algún partidonuevo.
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William F. Buckley, el millonario "joven intelectual anticomunista' más famoso de los Estados Unidos, es la terceravedette de la derecha norteamericana actual. En National Review, la revista quedirige, colaboran el perfumado WhitakerChambers, decano de los comunistas arrepentidos; J. B. Matthews, también excomunista y soplón profesional númerouno; varios "intelectuales de medio pelo,
, como Max Eastman, y una lista de exagentes del F.B.I., como Daniel Smoot.A pesar de todo esto, N ational Reviewes la revista reaccionaria más inteligentede KU., bastante inteligente, la verdad,para ser revista reaccionaria.
National Review opina que, si bien semianalfabeto, Joe McCarthy fue un héroe incomprendido. Para dicha revista elprimer móvil de la historia son las conspiraciones. Sólo la fuerza bruta es capazde detener la conspiración comunista.
Buckley se distingue de Goldwater yde Welch en que parece estar dispuestoa empeñar personalmente el rifle, mientras que los otros dos apenas accederíana dar dinero para que otros combatieranpor ellos. Buckley es el héroe de los universitarios derechistas, entre los cualeshay también muchos dispuestos a combatir personalmente. Llegarán a convertirseen el núcleo de unas nuevas S. A.? Ental caso Buckley, con su tipo y sus vestidos de publicista de éxito y con su miradaen la que hay un dejo del cinismo propiode un cantinero de hotel elegante, seríasu jefe más indicado.
Pero en fin, el futuro del "nuevo conservadorismo" se ve en puras incógnitas.La fuerza de los nuevos grupo fascistoides puede apreciarse por el hecho de queJohn F. Kennedy se creyó obligado adar explicaciones personales a Barry Goldwater por su fracaso intervencionistade Cuba; los otros personajes que recibieron explicaciones personales fueronEisenhower, Nixon v Truman, nada más.
Hay un fuerte déscontento por la actual organización política norteamericana.El que Kennedy haya solicitado a losperiodistas que se autocensuren revelala profundidad de la revisión que estánsufriendo los vicjos. principios norteame-ricanos. .
Hitler y Mussolini empezaron con mucho menos que Goldwater, Welch y Buckley. Inversamente algunos empezaroncon mucho más, y no llegaron a ningunaparte. Pero en México, por la trascendencia que puede tener, no podemos darnos el lujo de desentendernos de el "nuevo conservadorismo" norteamericano.
"¡ Soplón, traidor!" Uf"
- The Saturday Review
"¡Comunista!"