Feliciano Valencia_MINGA CINEP

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  • 8/16/2019 Feliciano Valencia_MINGA CINEP

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    . Derechos humano

    La condena del

    líder FelicianoValencia:

    Los pueblos indígenasy la constucionalidadde sus derechos

    Antes de la Constitución de1991, los pueblos indíge-nas estaban prácticamen-te en el imaginario de lasociedad colombiana. Fue

    a partir de esta nueva Carta Políticaque se reconoció su existencia comopueblos ancestrales, por lo que fueronasumidos como sujetos culturales, so-ciales y políticos de la nación. Desdesu cosmovisión, se admitió su juris-dicción y, en consecuencia, el poder

    administrativo para gobernar sus terri-torios en todos los ámbitos, es decir suautonomía.

    Regional Indígena del Cauca, CRIC, yla Asociación de Cabildos Indígenasdel Norte del Cauca, ACIN— han li-

    brado luchas políticas de todo orden,para darle vida a los preceptos consti-tucionales, que les dieron un estatusde pueblos originarios merecedores deprotección. Esa digna actitud tambiénles ha merecido respeto y admiraciónpor la capacidad de resistencia antecentenarias y múltiples invasiones quehan soportado, las que, no obstante,los han despojado de sus territoriosfracturando sus sistemas culturales.Esa tradición de lucha por la sobre-vivencia integral y la convivencia, le

    mereció particularmente a la ACIN elPremio Nacional de Paz.

    En la actualidad, puede decirse, sinembargo, que son muchas las conquis-tas alcanzadas por el movimiento indí-gena colombiano. Pero, estas han sidoproducto de su posicionamiento culturalcon base en su enraizamiento espiritualcon la tierra, con lo que han desplega-do diferentes estrategias comunitariasen una visión holística que las comple-menta hacia el logro de sus propósitos.

    Estos trascendentales reconocimien-tos, que incluyeron también a las co-munidades negras, fueron consignados

    en el artículo séptimo que habla de unaColombia multiétnica y pluricultural,dejando atrás, al menos en teoría, esavisión republicana y hegemónica delEstado. El artículo 246 otorga a los pue-blos indígenas autonomía jurisdiccionalen su ámbito territorial de acuerdo a susnormas y procedimientos, y el artículo330 les concede el poder de gobernarsus comunidades y territorios de acuer-do a sus usos y costumbres. Además deello, está lo establecido en el Convenio169 de la OIT, considerado como blo-

    que de constitucionalidad en la Ley 21de 1991 y otros desarrollos normativosde orden internacional, como la Decla-ración de las Naciones Unidas sobre losderechos de los pueblos indígenas en el20071.

    Desde mucho antes, pero signica-tivamente desde el 91, el movimientoindígena colombiano —liderado por laOrganización Indígena de Colombia,ONIC— y sus consejos regionales —entre los que se destacan el Consejo

    Los 102 pueblos indígenas deColombia cuentan con una exten-sa jurisprudencia salida de la CorteConstitucional.

    La reversión de los derechos

    colectivos en la perspectivade paz del Gobierno nacionalPor: Diana Sánchez Lara*

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    Así lograron, por ejemplo, avanzar en laarmonización de la Jurisdicción Espe-cial Indígena con la Justicia Ordinaria,especialmente adelantada con el Conse-jo Superior de la Judicatura, en la que

    primó más la persistencia de los pueblosindígenas que la voluntad de los gobier-nos. O los importantes desarrollos de laeducación propia o etnoeducación, seaen el marco de contextos de lo conven-cional (universidades públicas o priva-das, incluso en el ámbito internacional)o desde la socialización de los saberesancestrales a través de sus dinámicasculturales. Hoy en día, esto les ha per-mitido contar con varios programas deeducación superior propia, y tener nu-merosas escuelas con docentes nativos.Esta búsqueda, ontológica, si se quie-re, liderada por los indígenas más quepor el Estado, es uno de los impactosdestacables de tantos años de lucha enprocura de conservar sus culturas y cos-mogonías.

    Adicionalmente, los 102 pueblos indí-genas de Colombia cuentan con una ex-tensa jurisprudencia salida de la CorteConstitucional, dirigida a la protecciónde sus vidas, territorios, cultura, cosmo-visión, jurisdicción y educación propia,

    cuyas sentencias se han proferido encada conicto de perspectivas que los

    pueblos indígenas han provocado en lareivindicación de sus derechos. Senten-cias como la del Auto 004 de 2009, laT-617/ 10, T-009/ 11, T-129/11, T-282/11,T-002/12, T-921/13, T-659/13, T-866/13,T-942/13, T-098/14, T-642/14, T- 379/14y C-463/14, entre otras, son un indicati-vo del resultado de la ardua labor políti-ca y jurídica del movimiento indígena, ydel reconocimiento constitucional de sualto valor como pueblos con derechospropios.

    Por tanto, vale decir que quizás unode los logros más grandes de la Consti-tución del 91 fue justamente romper lavisión unidimensional y republicana delpaís, al reconocer, en su artículo sépti-

    mo, la diversidad étnica y cultural queles dio cabida, como sujetos de derecho,políticos y sociales, a los pueblos indí-genas y otras comunidades minoritariasde Colombia. Adicionalmente a ese re-

    conocimiento, está el poder otorgado aesos pueblos en los artículos 246 y 330de la misma Constitución, cuando sereere a que las autoridades de los pue-blos indígenas pueden ejercer funcionesjurisdiccionales en sus territorios, deacuerdo a su cosmovisión y pensamien-to, obviamente dentro del ordenamien-to constitucional de la nación. Sin dudaalguna, esta autonomía y potestad paragobernar sus territorios ha sido unabase fundamental para la consolidaciónde los derechos territoriales y culturalesde los indígenas.

    Simultáneamente a estos procesos dearmonización de las culturas indígenascon el Estado colombiano en diferentesámbitos, otras importantes batallas fue-ron desarrolladas. Grandes movilizacio-nes simbólicas, alegres y coloridas parareivindicar la vida, defender derechosante las arremetidas de la guerra y exigirla paz en sus territorios, como en todoel país, también han caracterizado a las“mingas indígenas”. Ese antagonismo

    Todos estos logros han contadocon liderazgos naturales, decididosy reales, que dadas sus dimensio-

    nes, terminaron por ser símbolos dela resistencia histórica territorial ynacional.

     Feliciano Valencia líder indígena condenado a 18 años de cárcel. Foto: Minga

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    En la foto Feliciano Valencia reconocido por su liderazgo en grandes movilizaciones y por su capacidad

    arculadora de las luchas sociales. Foto: Minga

    ha devenido en el fortalecimiento de lasguardias indígenas y la creación de me-canismos de protección para resistir losimpactos del conicto armado.

    Los resultados de dichas moviliza-ciones han sido centenares de mesasde negociación con el Gobierno na-cional. Una de las últimas ha sido laMesa Permanente de Concertación yComisiones Nacionales, que recogióel sentir de los pueblos indígenas

    del país en los últimos años, y for-taleció su organización nacional. Esdecir, los pueblos indígenas han de-mostrado en la práctica una profundaconvicción democrática para realizarsus derechos plasmados en la Consti-tución y la Ley, aún con el reiteradoincumplimiento de los gobiernos co-lombianos, a los que nada les cuestacomprometerse con pactos, para in-cumplirlos sistemáticamente, y luegoesperar otra movilización, reprimirlay sentarse a negociar nuevamente con

    el saldo de siempre: acuerdos incum-plidos. A esto se agregan las innume-rables acciones de incidencia políticanacional e internacional realizadaspor el liderazgo indígena, con las quese han ensanchado los espacios parael reconocimiento de sus derechos enesos ámbitos. Con todo, un sinfín deacciones con el único propósito de lo-grar la pervivencia en sus territoriosen armonía con sus costumbres y lamadre tierra.

    El liderazgo de Feliciano Valencia

    Pero las conquistas alcanzadas por elmovimiento indígena se redimensionancuando nos ubicamos en un país comoColombia, donde la clase política tradi-cional y gobernante, quien los descono-ció por más de dos siglos y los envió alas recónditas montañas y las fronteras,como pueblos menores y sin derechos,persiste hoy en desmontar sus derechos.

    Sin duda alguna, todos estos logroshan contado con liderazgos naturales,decididos y reales, que dadas sus di-

    mensiones, terminaron por ser símbolosde la resistencia histórica territorial ynacional. Uno de ellos es el de FelicianoValencia Medina2, quien ha jugado unpapel determinante en esa diversidad deluchas y conquistas, y quien desde muyjoven se comprometió a dar las más fé-rreas peleas por los derechos colectivosy propios, pero también por los de otros.

    Actualmente, Félix, como cariñosa-mente le dicen, encarna el legado delpadre y mártir indígena Álvaro Ulcué

    Chocué, de quien fue su pupilo y heredóel don de la palabra. No en vano ha ocu-pado todos los cargos y responsabilida-des que un líder nativo puede alcanzaren gracia de su reconocimiento:

    Comunero del resguardo indígena de Muchi-

    que-los tigres donde fue Autoridad Tradicio-

    nal como Gobernador durante tres periodos;

    declarado Maestro de la Sabiduría por la

    UNESCO en el año 2005; ha sido Coordina-

    dor del Tejido Defensa de la Vida y de los

    Derechos Humanos y del Equipo de PAZ de

    la Asociación de Cabildos Indígenas del Nor-

    te del Cauca; Consejero Mayor del Consejo

    Regional Indígena del Cauca- CRIC durante el

    periodo 2007-2009; Vocero de la Minga Indí-

    gena Social y Comunitaria y posteriormente

    del Congreso de los Pueblos; y, atendiendo

    los mandatos comunitarios, participa del ejer-

    cicio de liberación de la madre tierra realiza-

    do durante el año 2015. (ACIN, 2016, p. x).

    Más allá de todas estas vocerías y re-presentaciones, a Feliciano Valencia locaracteriza su palabra contundente yconvincente3, su visión integral de lasrealidades y su capacidad articuladorade las luchas sociales; de ahí que su li-derazgo como hombre de grandes mo-

    vilizaciones, está dado por contribuir ajuntar esfuerzos indígenas, campesinos,afrodescendientes, e inclusive, de secto-res sociales urbanos. Las grandes min-gas de movilización lideradas conjunta-mente con Aida Quilcué, entre los años2006 y 2008, estuvieron impregnadas deesa voluntad integracionista, en ellas seconguró inicialmente el proceso de la

    Minga de Resistencia, Social y Comu-nitaria, y dieron paso posteriormente auna articulación más amplia en torno alCongreso de los Pueblos. Esto le valió

    un liderazgo con fuerte arraigo territo-rial, pero con proyección nacional, plu-riétnico y multicultural.

    Desde siempre, Feliciano Valencia haliderado al movimiento indígena con elconvencimiento de que las mejores tie-rras del Norte del Cauca fueron injusta-mente apropiadas por terratenientes, yarrendadas a los grandes ingenios azu-careros; mientras que su pueblo ha sidodesplazado a lo alto de la montaña contierras no aptas para la sobrevivencia.

    Las cifras son contundentes: almenos 30 indígenas son asesinadoscada año en el país en el marco de ladiversidad de conictos que afectanlas regiones donde habitan.

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    Creer que las agresiones contralos y las defensoras de Derechos Hu-manos y liderazgo social en Colom-bia, solo provienen de actores arma-dos legales o ilegales, no es exacto.

    De ahí que los procesos de “liberaciónde la madre tierra” no son otra cosa quela búsqueda para que tales extensionesde tierras sean compartidas con las co-munidades indígenas, afros y campesi-

    nas: sus dueños naturales. Ese liderazgoes el que tiene a Feliciano hoy condena-do a cerca de cuatro lustros de cárcel.

    ingenios azucareros y de otros poderesreales que se ven amenazados en susintereses privados ante la búsquedacolectiva indígena; pero también estárelacionada con la Fuerza Pública, que

    aún debe cargar la afrenta vivida en el2012 en territorio Nasa.

    Como se ha reiterado desde variasvoces, Feliciano tras las rejas representael encarcelamiento de la jurisdicción in-dígena, la pérdida de la autonomía quetantas luchas y vidas le ha costado alpueblo Nasa y a las 102 comunidadesdel país, que suman cerca de un millóny medio de personas, aproximadamen-te el 3.5 % de la población colombia-na. Las situaciones de represión quevive Feliciano Valencia no solo ponenen cuestión la valía de la ConstituciónPolítica, el sentido de la democracia co-lombiana y el discurso de quienes handebido gobernar con esos fundamentos;también interpelan al pueblo colombia-no en su conjunto a colocarse en alertapor las implicaciones que estos hechostendrían para el proceso de paz en cur-so y, particularmente, para la etapa delposconicto.

    Las cifras son contundentes: al me-nos 30 indígenas son asesinados cadaaño en el país en el marco de la di-

    versidad de conictos que afectan lasregiones donde habitan (ONIC, 2013,2014, 2015). De ellos, gran parte son delPueblo Nasa que ha visto morir a 251miembros entre el 2012 y el 2015. Deesta triste cifra, 26 eran destacados líde-res y autoridades tradiciones de muchoreconocimiento y valor para su cultura4.Solo en lo corrido del 2015, 19 personasde este valeroso y victimizado pueblohan sido asesinadas. Sin contar los aten-tados, las amenazas, el desplazamiento,

    la destrucción de pueblos y tejidos co-munitarios. Eso es demasiado para unapoblación de cien mil habitantes.

    Democracia, parcipación y

    doctrina de seguridad nacional

    Es decir, ¿se puede hablar de ga-rantías y vigencia de derechos en Co-lombia?, ¿se puede hablar de una pazconsistente cuando un pueblo indíge-na como el Nasa, quien ha pagado uncosto tan alto por tener la valentía dedefender sus territorios, e intentar im-plementar y desarrollar lo pactado en laCarta Política, las leyes y las sentenciasconstitucionales, tenga que soportar lacondena política por parte del estable-cimiento de su máximo líder, y lo queimplica para el movimiento indígena ysocial en general?

    Ahora bien, dada la simbología querepresenta Feliciano no solo para lospueblos indígenas, sino también para elamplio tejido social en el que ha esta-do empeñado, junto con otros sectoresorganizados del campesinado, las negri-tudes, las mujeres, los jóvenes y pobla-ciones urbanas, este hecho se convierteen un claro indicador de que el Estado

    colombiano aún se mueve en el marcode la Doctrina de Seguridad Nacional,en la que se introdujo a la oposición so-cial y política en la categoría de “ene-migo interno”. Castigar de esta manera“ejemplar” a los indígenas es mandarun mensaje contundente al resto deorganizaciones de lo que les espera sisiguen desaando al establecimiento de

    esa manera. Una situación preocupan-te, por demás, para cuando el país seencuentre en contextos de posconicto

    armado y paz.

    También preocupa que en momentosen que parte de la sociedad colombianay algunos importantes estamentos delEstado nacional empiezan a creer que lapaz es posible, el mismo Estado coloqueal movimiento social en una peligrosa en-crucijada, que pone a prueba la sostenibi-lidad de un periodo de transición hacia lapaz: mientras que por un lado incumpletodos los pactos y acuerdos surgidos desendas movilizaciones políticas, socialesy reivindicativas, por otro, criminaliza de

    Sin embargo, el perl de Feliciano ha

    ido más allá de la lucha por la recupera-ción del territorio. En los últimos años,cuando los contextos de guerra involu-craron a las comunidades indígenas delnorte del Cauca, este hombre de cabellolargo, baja estatura y mirada penetrante,se convirtió en símbolo de la resistenciacontra todo tipo de agresión provenientede los distintos actores armados, legaleso ilegales. Apoyado integralmente por la

    ACIN y su Guardia Indígena, encaró ala Fuerza Pública, a la guerrilla de lasFARC, a los paramilitares y a los mismosnarcotracantes. Esa osadía, especial-mente la afrenta de sacar al Ejército delos sitios sagrados, también le pasó fac-tura y no es ajena a la trama política quese teje detrás de la condena que hoy en-frenta, en la que conspiran los poderesnacionales y regionales que han vistoen la dignidad de los nasa un obstáculopara sus planes económicos.

    El costo de la lucha socialpor la erra y por la paz

    Por tanto, el proceso judicial queconna a 16 años de prisión a Feliciano

    Valencia tiene que leerse articulado alos muchos contextos relacionados conlas luchas sociales, indígenas y popu-lares de los últimos años. Su principalconnotación está en la disputa territo-rial librada por la ACIN en el norte delCauca versus los propietarios de los

    Los indígenas, afros y campesi-nos asentados en territorios ricos endiversidad, recursos naturales, ener-géticos e hídricos, seguirán siendoconsiderados peligrosos para el “de-sarrollo” del país.

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    manera “ejemplarizante” las vías de he-cho a las que recurren las organizacionessociales, cerrando toda posibilidad de ac-tuación y participación política.

    Bibliografa

    ACIN [Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca]. (16 de sepembre de 2016). Comunicado de la

    Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca del 16 de sepembre de 2016. La María, Piendamó.

    ONIC [Organización Nacional Indígena de Colombia-Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas,Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Paz]. (2013). Informe Anual 2013. Recupe-

    rado de hp://cms.onic.org.co/wp-content/uploads/2014/09/Informe-Anual-2013-Derechos-Huma-

    nos-ONIC.pdf 

    ONIC [Organización Nacional Indígena de Colombia-Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas, Dere-

    chos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Paz]. (2014). Informe 2014. Recuperado de hp://

    cms.onic.org.co/wp-content/uploads/2014/09/Informe-Anual-2014-Derechos-Humanos-ONIC.pdf 

    ONIC [Organización Nacional Indígena de Colombia-Consejería de Derechos de los Pueblos Indígenas,

    Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Paz]. (2015). Informe 2015. Recuperado de

    hp://cms.onic.org.co/wp-content/uploads/2015/08/INFORME-VULNERACIONES-A-LOS-DDHH-E-IN-

    FRACCIONES-AL-DIH-2015.pdf 

    ONU [Organización de las Naciones Unidas]. (2007). Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos

    de los pueblos indígenas. A/61/:67 y Add. 1. Recuperado de hp://www.un.org/esa/socdev/unpi/

    documents/DRIPS_es.pdf 

    Referencias

    1  Ver ONU (2007).

    2  Feliciano, a pesar de ser indígena Nasa de origen, lleva apellidos meszos, heredados de los terrate-

    nientes que marcaban a los indígenas esclavos con sus apellidos.

    3  Feliciano posicionó la frase “caminar la palabra” que dio sendo a la Minga de Resistencia, Social y Comu-

    nitaria, que contagió al conjunto del movimiento social y popular colombiano. En esto se volvió autoridad.

    4  Información suministrada por el Tejido de Defensa de la Vida de la ACIN, noviembre de 2015.

    *Diana Sánchez LaraAutora invitada por el equipo de Derechos humanos del CINEP/PPP.

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    En las redes sociales

    para centrar el debate en la importanciade los movimientos sociales y su articu-lación para profundizar la democracia ysu papel en la consolidación de una pazen esta perspectiva, especialmente en el

    período del posconicto, donde seguirá

    reejándose esa constante contradicción

    entre el modelo hegemónico y centralistade quienes usurpan el Gobierno nacio-nal, y la diversidad territorial, culturaly social del país que construye futuros

    diferentes.

    Solo en lo corrido del 2015, 19personas de este valeroso y victimi-zado pueblo han sido asesinadas.

    Por tanto, creer que las agresionescontra los y las defensoras de DerechosHumanos y liderazgo social en Colom-bia, solo provienen de actores armadoslegales o ilegales, no es exacto. El es-tablecimiento mismo aún los ve comoenemigos internos, opositores de susgrandes proyectos de inversión, expan-sión, extractivismo y reprimerizaciónde la economía. Los indígenas, afros ycampesinos asentados en territorios ri-cos en diversidad, recursos naturales,energéticos e hídricos, seguirán siendoconsiderados peligrosos para el “desa-rrollo” del país.

    En síntesis, la detención arbitraria yamañada del dirigente indígena y socialFeliciano Valencia es un llamado de aten-

    ción a todas las iniciativas de paz que sedesarrollan a lo largo y ancho del país,

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