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Fernando Alonso. Textos comentados Texto ''El barco en la botella'' Apoyo léxico Comentario explicativo del texto Texto ''El viejo reloj'' Apoyo léxico Comentario explicativo del texto Texto 1 EL BARCO EN LA BOTELLA Había una vez un barco que vivía dentro de una botella. Aquel barco era feliz, porque creía que, en aquella botella, estaba encerrado todo el mundo. Hicieron el barco con maderas duras y olorosas y lo pintaron de colores alegres y brillantes. Con los palos y las velas plegados, como un paraguas, lo metieron en la botella. Tiraron de los hilos y todas las velas se izaron airosas. El barco se encontró en medio de un paisaje maravilloso. Abajo, las olas encrespadas de un mar de papel. A un lado, toda una hilera de casas escalonadas. Paredes blancas y tejados rojos. Blusas marineras de color azul, comido por el salitre. Redes tendidas a secar a la puerta de las casas, en la acera mínima, en el muelle. Un muelle de piedras iguales, redondeadas por los bordes, con un leve toque de verdín. Y el barco en el centro, protagonista de la escena. El barco tenía razón para pensar que todo el mundo estaba encerrado en aquella botella. El barco era hermoso y una hermosa escena estaba representada en el interior de la botella. Por eso, el dueño del barco en la botella se encariñó con él. Y terminó por hacerse coleccionista de barcos en botella. Recorrió tiendas y almacenes, mercados y mercadillos. Y compró todos los barcos que pudo encontrar. Y, cuando todos estuvieron colocados en una repisa, nuestro barco se dio cuenta de que no todo el mundo se reducía al interior de su botella. Había otros mundos, muchos, encerrados en otras muchas botellas. Y esto le llenó de preocupación. Más tarde, descubrió que todo aquel mundo era artificial: olas de papel, casas de corcho, nubes de algodón... Y se lo dijo a los otros barcos. Y todos comprendieron que no sirven para nada los mundos encerrados en botellas. Por eso, aquel día, los barcos empujaron con la proa, con la popa, con los mástiles afilados, hasta que los cristales de todas las botellas saltaron por los aires. Y todos iniciaron su lento camino por los desagües, por las alcantarillas, por los ríos, hasta llegar al mar. Hasta llegar al puerto que todos los constructores habían copiado en las botellas. Y los barcos se llenaron de alegría; porque todo, allí, era verdad. Las casas eran verdad, y el agua era verdad, y las redes habían pescado peces, y las camisas marineras estaban llenas de salitre: salitre del mar y salitre del trabajo. Allí sabían qué era

Fernando Alonso EL CUENTO

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Fernando Alonso. Textos comentados

• Texto ''El barco en la botella''

• Apoyo léxico

• Comentario explicativo del texto

• Texto ''El viejo reloj''

• Apoyo léxico

• Comentario explicativo del texto

Texto 1

EL BARCO EN LA BOTELLA

Había una vez un barco que vivía dentro de una botella. Aquel barco era feliz, porque creía que, en aquella botella, estaba encerrado todo el mundo.

Hicieron el barco con maderas duras y olorosas y lo pintaron de colores alegres y brillantes. Con los palos y las velas plegados, como un paraguas, lo metieron en la botella. Tiraron de los hilos y todas las velas se izaron airosas. El barco se encontró en medio de un paisaje maravilloso. Abajo, las olas encrespadas de un mar de papel. A un lado, toda una hilera de casas escalonadas. Paredes blancas y tejados rojos. Blusas marineras de color azul, comido por el salitre. Redes tendidas a secar a la puerta de las casas, en la acera mínima, en el muelle. Un muelle de piedras iguales, redondeadas por los bordes, con un leve toque de verdín. Y el barco en el centro, protagonista de la escena. El barco tenía razón para pensar que todo el mundo estaba encerrado en aquella botella.

El barco era hermoso y una hermosa escena estaba representada en el interior de la botella. Por eso, el dueño del barco en la botella se encariñó con él. Y terminó por hacerse coleccionista de barcos en botella. Recorrió tiendas y almacenes, mercados y mercadillos. Y compró todos los barcos que pudo encontrar. Y, cuando todos estuvieron colocados en una repisa, nuestro barco se dio cuenta de que no todo el mundo se reducía al interior de su botella. Había otros mundos, muchos, encerrados en otras muchas botellas. Y esto le llenó de preocupación.

Más tarde, descubrió que todo aquel mundo era artificial: olas de papel, casas de corcho, nubes de algodón... Y se lo dijo a los otros barcos. Y todos comprendieron que no sirven para nada los mundos encerrados en botellas.

Por eso, aquel día, los barcos empujaron con la proa, con la popa, con los mástiles afilados, hasta que los cristales de todas las botellas saltaron por los aires. Y todos iniciaron su lento camino por los desagües, por las alcantarillas, por los ríos, hasta llegar al mar. Hasta llegar al puerto que todos los constructores habían copiado en las botellas. Y los barcos se llenaron de alegría; porque todo, allí, era verdad. Las casas eran verdad, y el agua era verdad, y las redes habían pescado peces, y las camisas marineras estaban llenas de salitre: salitre del mar y salitre del trabajo. Allí sabían qué era cada cosa y qué era cada uno. Y sabían que todos formaban un solo mundo. Y, a partir de aquel momento, en que sabían qué era cada uno y para qué servía cada cosa, pudieron comenzar una vida nueva, sincera y libre.

Fernando AlonsoEl hombre vestido de gris y otros cuentos

Ediciones Alfaguara.

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Apoyo léxico

Izar. Hacer subir algo tirando de la cuerda, de que está colgado. Encrespadas. Alborotadas, agitadas, levantadas (las ondas del

agua). Salitre. Sustancia salina, especialmente la que aflora en tierras y

paredes. Verdín. Capa verde, formada por algas y otras plantas sin flores, que

se cría en la superficie del agua estancada, en paredes y lugares húmedos y en la corteza de algunos frutos cuando se pudren.

Repisa. Estante, placa de madera, cristal u otro material, colocada horizontalmente contra la pared para servir de soporte a algo.

Artificial. No natural, falso.

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Breve comentario explicativo del texto

Fernando Alonso obtuvo con ''El hombre vestido de gris y otros cuentos'' el Premio Lazarillo, 1977. A esta obra pertenece 'El barco en la botella', un relato profundamente lírico que convierte la libertad en requisito indispensable para la felicidad, y en el que la hermosura de la verdad resplandece por encima de ficciones tan falsas como inútiles.

Un barco -construido con maderas duras y olorosas, y pintado con colores alegres y brillantes, que realzaban su belleza y hacían de él un adorno grato a la vista- creía que en la botella donde vivía estaba encerrado todo el mundo; y se sentía protagonista del maravilloso paisaje que le rodeaba: un caserío lindante con un puerto pesquero. Por eso el barco se sentía feliz. En este sentido, es feliz el que tiene a su disposición todos los bienes que cree que existen, pues no se puede desear lo que se desconoce y, por lo tanto, experimentar la frustración que produce el deseo no satisfecho. Es explicable, por tanto, que el barco se sintiera feliz, creyendo que no había más universo que el encerrado en aquella botella. 

Pero el barco llegó a conocer la existencia de otros mundos, además del suyo, al comprobar que en la repisa en que se encontraba se colocaban otras botellas con otros barcos en los que había otros mundos que él desconocía. Y fue entonces cuando comprendió la falsedad de su circunstancia y su propia inutilidad. Y comunicó a los otros barcos su triste y penoso descubrimiento: la artificiosidad de un mundo construido a base de papel, corcho, algodón... Los demás barcos no tardaron en comprender que los mundos encerrados en botellas son inútiles; y rompiendo esas botellas que eran su cárcel, se dirigieron al mar por desagües, alcantarillas y ríos. Y al llegar al puerto experimentaron la profunda alegría de comprobar que el mundo real es mucho más hermoso que el que puede crear la imaginación de cualquier artista. La llegada al mar supuso para los barcos el descubrimiento de un único mundo de verdad y libertad, más allá de ficciones y esclavitudes; y el punto de partida de una nueva vida, sincera y, por tanto, libre. 

El relato de Alonso, de gran sobriedad expresiva, revela el profundo humanismo de su autor, así como la exquisita perfección formal de una prosa de gran calidad literaria. Alonso nació en Burgos, en 1941. Es autor de varias docenas de libros infantiles y juveniles, muchos de los cuales han gozado -y gozan- de la aceptación mayoritaria de unos lectores que saben paladear la originalidad de sus historias, así como el aliento poético de la prosa con que están escritas. Títulos destacados de su bibliografía son:Feral y las cigüeñas (1970), El hombrecito de papel (1978), El duende y el robot (1981), El faro del viento (1981), Sopaboba (1984), etc.

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Texto 2

EL VIEJO RELOJCuando faltó el abuelo, toda la casa se murió un poco. Ya nadie volvió a contar viejas historias. Ya nadie volvió a sacar humo de la vieja pipa de enebro. Ya nadie volvió a dar cuerda al viejo reloj del pasillo. La sala se quedó a oscuras de historias hermosas; el color lustroso de la pipa se volvió apagado y triste; al viejo reloj le nacieron telarañas por dentro y, poco a poco, se le fueron cayendo los números; igual que al abuelo los dientes. Y, cuando la esfera quedó vacía de números y sus tripas llenas de polvo y de telarañas, el viejo reloj del pasillo fue a parar a un rincón oscuro del desván.

Ramón tenía el pelo tieso, como alambre, y cara de estar siempre buscando alguna cosa. Un día, Ramón subió al desván. Buscaba un sombrero viejo para jugar a los piratas. Ramón no había conocido al abuelo y era la primera vez que veía el reloj. Al niño le gustaba mucho arreglar cosas; por eso, apretó los tornillos, remachó bien los clavos, sujetó la puerta y, a fuerza de frotar y frotar, dejó el reloj reluciente como un sol. Entonces, Ramón se dio cuenta de que el viejo reloj no tenía números. Se sentó en un arcón y estuvo un rato pensando. De pronto, su cara se llenó de sonrisa: ¡Sabía dónde podían estar los números! Aquellos números cansados de una vida aburrida y apolillada dentro de la esfera del reloj. 

Con una espada de madera al cinto y un bocadillo de pan con chocolate en la mano, Ramón salió de casa. Iba a buscar los números del reloj del abuelo. 

Después de mucho caminar, encontró al número 1. Trabajaba de arpón con un

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viejo pescador. Y el número era feliz en su nuevo trabajo. Ramón dejó al número y siguió su camino. El viejo pescador no tenía otro arpón para ganar su pan. 

El 2 trabajaba de pato en una caseta de feria. Frente a la caseta de tiro al blanco, se apiñaba un grupo de niños. Entonces apareció la hilera de patos; en el centro iba el 2, tieso y orgulloso de su nuevo trabajo. Ramón comprendió que aquel número ya nunca podría vivir, quieto, en la esfera de un reloj. Mientras se alejaba, el ruido de la feria le acompañó un trecho del camino. 

El número 3 estaba en un museo. Hacía de gaviota dentro de un cuadro, que representaba la playa y el mar. Era una obra muy valiosa y no podía destrozarla llevándose aquel número. Ramón dio una vuelta por el museo, vio todos los cuadros y salió silbando. 

El número 4 jugaba a la pata coja en lo alto de un campanario. Hacía de patas de cigüeña; de una cigüeña que había perdido las suyas, en una mala caída, cuando aprendía a volar. Ramón la saludó con la mano y siguió su camino. 

El 5 trabajaba en una señal de tráfico. La señal indicaba: "Prohibido circular a más de 50 kilómetros por hora." Si se llevaba el 5, la señal indicaría: "Prohibido circular a más de 0 kilómetros por hora" y ningún coche podría pasar ya por aquella carretera. 

El 6 trabajaba de casa para un caracol. Aquel número era ahora muy útil; sobre todo en los días de lluvia y de frío. 

El número 7 trabajaba de siete en el traje de un payaso. El payaso siempre se caía, el siete siempre se descosía y los niños siempre se reían. Ramón también se rió, cuando el siete le hizo guiños desde el traje de payaso. Y todavía se reía al recordarlo, mientras se alejaba del circo. 

El 8 hacía de nube. Nube oscura, sobre un pequeño pueblo; sobre unas tierras pequeñas, que necesitaban de aquella lluvia para poder florecer; para poder dar de comer a las gentes que vivían en aquel pueblo pequeño. 

El 9 trabajaba de lazo en otro circo. Un vaquero, de enormes bigotes y sombrero de ala ancha, hacía girar aquel lazo sobre su cabeza. Y Ramón aplaudió al hombre de los bigotes, que ganaba su pan trabajando con el 9. 

El número 10 era el aro de un niño. El niño corría y corría por el parque y guiaba con el 1 para que el 0 no se escapara. Y el niño era feliz. 

Encontró al 11 en un campo de deportes. Pintados de rayas rojas y blancas, los dos unos sostenían un listón. Y una fila de atletas esperaba su turno para saltar. -"¡Bravo! ¡Ha sido un salto estupendo!" 

El 12 trabajaba en un mercado persa con un encantador de serpientes. El 1 era la flauta y el 2, la serpiente. Y tocando la flauta y bailando la serpiente, el encantador ganaba para vivir. 

Ramón volvió a casa con su espada de madera al hombro. Todos los números habían crecido, se habían transformado, para adaptarse a su nueva vida. Una vida más hermosa, más divertida o igualmente aburrida, que la que llevaron dentro de la esfera del reloj. Pero, esta vez, era una vida que ellos habían escogido libremente. A Ramón no le importaba su fracaso; porque ya sabía lo que tenía que hacer. 

Al regresar a su casa, cogió la caja de los colores y subió al desván. Y allí pintó los números en la esfera del reloj; unos números brillantes, de todos los colores... y alguna que otra flor, salpicada por la caja. Y, cuando el último número y la última flor estuvieron pintados, el reloj dejó oír su tictac monótono y alegre. 

Y, a partir de aquel momento, en la habitación de Ramón siempre se oyó el tic-tac, alegre y monótono, del viejo reloj del abuelo.

Fernando AlonsoEl hombre vestido de gris y otros cuentos.

Ediciones Alfaguara.

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Apoyo léxico

Lustroso. Brillante.

Remachar. Machacar la cabeza de un clavo ya clavado, para mayor firmeza.

A fuerza de. Locución preposicional que se usa, seguida de un verbo, para indicar la insistente reiteración de la acción expresada por el verbo: a fuerza de frotar.

Arcón. Caja grande, comúnmente de madera, cubierta por una tapa abovedada, a veces decorada, destinada a guardar objetos.

Apiñarse. Agruparse apretadamente personas. Trecho. Trozo de camino que se recorre. Ala. Parte inferior del sombrero, que rodea la copa, sobresaliendo de

ella.

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Breve comentario explicativo del texto

''El viejo reloj'' pertenece, también, a la obra El hombrecito vestido de gris y otros cuentos; y es un relato triste unas veces, alegre otras, pero siempre envuelto en un clima de ternura y generosidad.

Conforman el cuento tres partes y un epílogo. En la primera parte se evoca con melancolía la muerte del abuelo, que contaba viejas historias y daba cuerda al viejo reloj del pasillo. Con el abuelo murió un poco la casa; y también ese reloj, que perdió los números como el abuelo había perdido sus dientes; que vio cómo sus tripas se llenaban de polvo; y que, por inútil, terminó arrinconado en el desván. Y para crear un cierto ambiente melancólico, Alonso se vale de palabras y expresiones que connotan tristeza; entre otras, las siguientes: faltó el abuelo; se murió la casa; viejas historias; humo de la vieja pipa de enebro; viejo reloj del pasillo; sala a oscuras de historias hermosas; color apagado y triste de la pipa; telarañas que le salen al viejo reloj por dentro; números que se le caen al reloj como al abuelo los dientes; tripas del reloj llenas de polvo y de telarañas; viejo reloj arrinconado en un oscuro desván...

En la segunda parte del relato se presenta a Ramón, el nieto que buscaba en el desván un sombrero viejo para disfrazarse de pirata. Allí encuentra el reloj e intenta arreglarlo, pero no puede, porque faltan los números; aburridos de permanecer encerrados en la esfera del reloj, y anhelantes de libertad, habían marchado por el mundo en busca de una vida más útil que justificara su existencia.

En la tercera parte del cuento, Ramón sale de casa, a la búsqueda de los números del viejo reloj del pasillo; y los halla felices con sus nuevas ocupaciones: el 1 es el arpón de un pescador; el 2 aparece en una caseta de tiro al blanco; el 3 es la gaviota de un cuadro; el 4, caritativo, hace de pata de una cigüeña coja; el 5 trabaja como señal de tráfico; el 6 es la casa de un caracol; el 7 ayuda a un payaso en su trabajo; el 8 hace de nube cuya lluvia fertiliza el campo; el 9 trabaja de lazo en un circo, girando sobre la cabeza de un vaquero; el 10 es el aro que divierte a un niño; el 11, el soporte del listón que han de saltar los atletas; y el 12 -flauta y serpiente- le permite a un encantador ganarse la vida.

En el epílogo del cuento, Ramón regresa a casa contento: los números del viejo reloj del pasillo se han

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realizado vitalmente como arpón, pata de cigüeña, casa de caracol... Y esta nueva vida de trabajo ha sido libremente elegida por cada uno de ellos. Ramón, que no quiere truncarlas, resuelve pintar otros números en el viejo reloj del abuelo que, agradecido, vuelve a animar la casa con su alegre tictac.

A partir de la información suministrada por el relato, podemos imaginarnos el carácter de Ramón: le gusta jugar; es goloso, y por ello elige el chocolate como parte de sus bocadillos; siente gran curiosidad por lo que no conoce; sus manos son hábiles y capaces de realizar cualquier trabajo que requiera destreza; y porque es comprensivo y generoso, sabe que no debe recuperar unos números que ya se habían adaptado a una nueva vida, y resuelve el problema de devolver al viejo reloj su utilidad pintándole con vivos colores unos nuevos números que indiquen las horas.

Pero tal vez sea lo más afortunado del relato -aparte de la desbordante imaginación que demuestra su autor- ese conjunto de hermosas y originales imágenes plásticas que le sirven para asignar a cada número una ocupación acorde con su naturaleza, y que prueban el talento poético de Fernando Alonso: el 1 trabajaba de arpón con un viejo pescador; el 2, de pato en una caseta de feria; el 3 hacía de gaviota dentro de un cuadro; el 4, de pata de cigüeña; el 5 trabajaba en una señal de tráfico; el 6 trabajaba de casa para un caracol; el 7, de siete en el traje de un payaso; el 8 hacía de nube oscura sobre un pequeño pueblo; el 9 trabajaba de lazo en un circo; el 10 era el aro de un niño; el 11 sostenía el listón que debían saltar los atletas; y el 12 era la flauta y la serpiente de un encantador.

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Ago. 03) Novelas y cuentos matemáticosMARIA VICTORIA VEGUÍN CASAS

Las vacaciones de verano pueden ser un momento adecuado para disfrutar de la lectura de algunos libros de divulgación matemática.

Desde los tiempos más remotos se han empleado las técnicas narrativas para la divulgación matemática. Una prueba de ello nos la proporciona elChou Pei Suang Ching (el clásico de la aritmética del gnomon y de las sendas circulares), la fuente escrita de matemática y astronomía china más antigua de la que se tienen noticias. El libro es anterior a nuestra era aunque no se conoce con exactitud su fecha que algunos historiadores sitúan alrededor del 400 a.C. El autor es anónimo.

La primera parte del libro contiene un dialogo entre un príncipe y su ministro. El ministro va explicando a su príncipe el arte de las matemáticas y las propiedades de los triángulos rectángulos, entre ellas el teorema de Pitágoras en el caso concreto de que los catetos midan 3 y 4 y la hipotenusa 5. Demuestra este teorema llamado Kou Ku en chino en ese caso concreto y da algunas aplicaciones prácticas. 

En la península Ibérica algunos matemáticos también han empleado el dialogo para exponer contenidos propios de su disciplina. Uno de los libros más famosos del siglo XVI, la Aritmética práctica y especulativa,

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de Juan Pérez de Moya, contiene en su parte novena un coloquio entre estudiantes. Está situado al final del libro y tiene un argumento sencillo. En la primera parte, Antímacho, estudiante de leyes, visita a Sofronio que se encuentra convaleciente de una enfermedad leyendo un libro de aritmética. Se entabla una conversación entre ambos en la que, poco a poco, Sofronio, mediante diversos ejemplos y argumentos, va convenciendo a su amigo de la necesidad de conocer la aritmética. En la segunda parte del coloquio se incorporan dos nuevos estudiantes a la reunión y los cuatro pasan la tarde con juegos y adivinanzas matemáticas. En el Renacimiento era frecuente en las reuniones sociales practicar juegos que, en ocasiones, podían tener contenidos relacionados con el pensamiento matemático.

En los últimos años se han publicado bastantes cuentos, novelas y ensayos de contenido matemático diverso. Los que se exponen a continuación son una muestra seleccionada entre los que han tenido más éxito editorial. El teorema del loro es una novela que pretende dar una visión bastante completa de la historia de las matemáticas y puede resultar interesante para algunos alumnos muy motivados por esta disciplina. Otras, como El hombre que calculaba, incluye relatos en los que se intercalan cuestiones matemáticas, problemas y leyendas. En El diablo de los números el argumento que se emplea para desarrollar algunas cuestiones numéricas es sencillo. Durante doce noches un diablillo se aparece en sueños a un muchacho y le va explicando poco a poco temas numéricos.

En la actualidad uno de los mejores libros de divulgación matemática para los estudiantes de Secundaria es Póngame un kilo de matemáticas. Contiene un conjunto de curiosidades, preguntas, juegos, tests, sopas de letras y un cuento. A través de las cuestiones se muestra la presencia de los conocimientos matemáticos en el mundo cotidiano, en el arte y en la naturaleza contestando a la pregunta ¿para qué sirven las matemáticas? 

En el libro se incluyen algunas biografías de grandes matemáticos sin olvidarse de incluir a varias mujeres, María Agnesi, Sophie Germain, Emmy Noether que se han dedicado a esta disciplina venciendo diversas resistencias sociales. A Emmy Noether que nació en Alemania en 1882 no le permitieron matricularse en la Universidad por ser mujer y Sophie Germain, tampoco pudo matricularse en la Escuela Politécnica, tuvo que hacerse pasar por un hombre para mantener correspondencia de tipo matemático con Gauss. 

La acción del cuento, titulado El misterio del cuadrado mágico, se desarrolla en la Casa de la Sabiduría de Bagdad en el siglo XII. La protagonista de la ficción, Num, es una chica que disfruta mucho resolviendo problemas y tiene que disfrazarse de muchacho para poder asistir a las clases en la Casa de la Sabiduría. Num tiene un amigo Qumaquín que está interesado en resolver un enigma que cree que fue planteado por el propio al Kwarizmi. Ello llevará a ambos estudiantes a vivir unas cuantas peripecias y a descubrir un cuadrado mágico.

En la acción se intercalan algunos problemas que pueden ser resueltos por estudiantes de Secundaria. Uno de ellos es uno de los problemas de la caña de bambú. El enunciado del problema es el siguiente:

En la mitad de un estanque cuadrado de diez pies de lado, crece una caña que, desde el fondo, llega a la superficie y la supera en un pie. Si se inclina la caña, ésta llega a tocar justo con la punta en la mitad de un lado del estanque. ¿Qué profundidad tiene el estanque?

El libro da la solución de todas las cuestiones, ejercicios y problemas que plantea.

Bibliografía

ANDRADAS HERANZ, C. Póngame un kilo de matemáticas. Madrid, Ediciones SM 2000 BOYER, CB Historia de la matemática. Madrid, Alianza Universidad, 1987.

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MALVA TAHEN. El hombre que calculaba. Barcelona. Verón Editor 1976M ENZENSBERGER, H. El diablo de los números. Madrid, Siruela, 1997PEREZ DE MOYA , J, Obras, 2 vol. Madrid, Fundación Jose Antonio de Castro. 1996

De 12 a 16 años

El caballero de la armadura oxidada

Autor: Robert Fisher Ilustraciones: Mario DinizEdiciones Obelisco, 2005

La piedra de toque

Autor: Montserrat del Amo Madrid: Ediciones SM, 2007 (colección Alerta roja)

Un puente hacia Terabithia

Autor: Katherine Paterson Barcelona: Editorial Planeta, 

Los cuento

s

Los cuentos son narraciones breves en prosa, con los que desde niños estamos familiarizados. En ellos se narran hechos inventados que pueden aproximarnos a la realidad o llevarnos a un mundo de fantasía. Unos son de autor desconocido y se han transmitido oralmente durante generaciones; otros han sido creados por escritores de renombre. Aquí te presentamos un ejemplo.

NivelAlumnos de 1º y 2º de ESO.

DuraciónUnos 50 minutos o una hora lectiva.

ObjetivoRealizar el comentario de texto de un cuento.

Desarrollo

Cuentan los hombres dignos de fe, que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se atrevían a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era escandalosa, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia, para hacer burla de la simplicidad de su huésped, lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó avergonzado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, y arrasó los reinos de Babilonia, con tan venturosa fortuna que hizo cautivo al

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mismo rey. Lo amarró a un camello y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días y le dijo: “Oh rey, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce, con muchas escaleras, puertas y muros; ahora yo te mostraré el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni muros que te veden el paso”. Luego lo desató y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed.

Jorge Luis BorgesEl Aleph

Contesta a las siguientes cuestiones sobre el texto:1. ¿Quiénes son los protagonistas de este relato?

Descríbelos brevemente.2. ¿En qué lugar y momento se sitúan los

hechos?3. ¿Qué característica tiene el laberinto que

manda construir el rey de Babilonia? ¿Por qué hace entrar en el laberinto el rey de Babilonia

a su huésped? Justifica tu respuesta con expresiones tomadas del texto. ¿Qué consecuencias tendrá esta acción en el relato?

¿Qué hace el rey de los árabes cuando logra salir del laberinto? ¿Cómo logra encontrar la salida?

¿Cuál es el laberinto que este rey posee en Arabia? ¿Qué características tiene?

¿Qué crees que motiva el cruel desenlace de esta historia?

¿Qué tipo de narrador aparece en este relato? ¿En qué persona narra? ¿Es objetivo al contar los hechos o manifiesta su opinión en algún momento? Copia las palabras o expresiones del texto que justifiquen tu respuesta.

Determina la estructura del cuento señalando su presentación, nudo y desenlace.

¿Crees que estamos ante un cuento tradicional o un cuento literario? ¿Por qué?

¿Qué harías tú en el lugar del rey de los árabes? Escribe ahora un nuevo desenlace para el cuento, como si fueras tú el rey de Arabia, comenzando la acción desde que este sale de Babilonia.

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> Primer Ciclo ESO  > Taller de creación literaria

Estilos narrativos directo, indirecto e indirecto libre

FERNANDO CARRATALÁ

Hay muchas maneras de acercar a la Literatura a los alumnos del Primer Ciclo de la ESO: por medio de la lectura de las obras de los grandes escritores -convertida esta actividad en algo recreativo y no en tarea propiamente escolar-; a través del análisis y comentario de breves textos, en prosa y en verso, que pueden servir de pretexto para ir desarrollando su sensibilidad estética; pero también -y sobre todo-, convirtiendo a los alumnos en protagonistas del quehacer literario, espoleando su creatividad inicialmente mediante la imitación de modelos y, después, dejando que su personalidad artística -esa que todos llevan dentro- aflore y se vea recompensada con el fruto de aquellos trabajos personales que, en mayor o menor grado, encuentran en la “obra de arte” su razón de ser.

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Esta es, precisamente, la finalidad de las actividades que irán integrando este “Taller de Literatura”; actividades -no sujetas a un canon prefijado- con el mínimo e indispensable soporte teórico, en forma de sugerencias para su realización. Porque, como señalaba Gianni Rodari -en el Prefacio de su célebre Gramática de la fantasía-, “el uso total de la palabra para todos” es un buen lema, de bello sonido democrático; “no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”. La Literatura -el tratamiento estético de la palabra- se convierte, así, en un cauce para la Libertad, en un vehículo de expresión de tolerancia; y el alumno amante de la Literatura, en un ser con la suficiente sensibilidad como para hacer de esa libertad -bien entendida- una manera de vivir; porque de la Libertad forma parte sustancial la libertad de expresión y, por tanto, también la artística y literaria.

• El texto narrativo con introducción de diálogo• Apoyo léxico del texto “Los tres cedazos”• El estilo narrativo indirecto• Apoyo léxico del texto “Una cinta azul de dos palmos y pico”• Ficha de autor: Juan Farias Díaz-Noriega• Estilo narrativo indirecto libre• Ficha de autor: Manuel Seco• Actividades (pdf 92,4 kb)

El texto narrativo con introducción de diálogo

En el texto que se reproduce a continuación interviene un narrador en tercera persona, cuya función es la de garantizar la continuidad argumental del diálogo; y dos personajes que conversan: una persona que lleva y trae cuentos y chismes -un correveidile-, y el filósofo Sócrates, que encarna la prudencia en el obrar.

LOS TRES CEDAZOS

En cierta ocasión, un hombre fue a visitar a Sócrates, el filósofo, y le dijo:- Voy a contarte unas cosas sobre tu mejor amigo, para que no confíes tanto en él.Sócrates le preguntó:- ¿Has pasado lo que vas a decirme por tres cedazos?Muy sorprendido, dijo el otro:- ¿A qué cedazos te refieres?- El primero -respondió el filósofo- es el de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que vas a contarme es cierto?El visitante contestó:- No lo estoy. Lo he sabido a través de otras personas.Sócrates continuó:- El segundo cedazo es el de la bondad. ¿Estás seguro de que son tus buenos sentimientos los que te impulsan a contarme esas cosas? Y el tercero -prosiguió Sócrates- es el de la utilidad. ¿Piensas que es necesario que yo sepa lo que vas a contarme?- Sinceramente -dijo el hombre- no había pensado en todo eso.- En tal caso -dijo Sócrates-, guarda tus palabras en tu corazón y olvídalas.

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Apoyo léxico

Cedazo. Instrumento que se utiliza para cerner separando la harina del salvado, o cualquier otra materia reducida a polvo, de suerte que lo más grueso quede sobre la tela, y lo sutil caiga al sitio destinado para recogerlo. Dado el carácter alegórico del texto, el cedazo ayuda a depurar y afinar los pensamientos y las acciones.

El texto transcrito censura abiertamente la acción de hablar mal de los demás sin el menor fundamento; a la vez que aconseja cotejar suficientemente cualquier información que se vaya a difundir sobre el prójimo, para evitar, así, los quebrantos que se derivan de la maledicencia -hablando con mordacidad en perjuicio de alguien, denigrándolo-. Y, para ello, se recurre a la afortunada imagen de la triple criba a la que debe ser sometida dicha información: elcedazo de la verdad, que asegura la certeza

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y realidad de la misma, su veracidad; el cedazo de la bondad, que asegura la disposición a hacer el bien; y el cedazo de la utilidad, que garantiza la conveniencia y provecho de las acciones, aunque sin caer en el utilitarismo que solo persigue el interés en el obrar. En otro caso -y tal y como aconseja Sócrates- conviene olvidar cualquier información que pudiera ofender la fama de alguien.

El texto es un buen ejemplo de estilo narrativo directo, ya que el narrador reproduce textualmente pensamientos ajenos, es decir, que se limita a reproducir de modo literal las intervenciones de los personajes. Este tipo de construcción narrativa exige el empleo de dos signos de puntuación que cumplen distintas funciones: la raya y los dos puntos.

Tal y como puede comprobarse en el texto, la raya o guión largo (-) se usa en los diálogos para indicar que se inicia la intervención de los diferentes interlocutores y, por tanto, sustituye a los nombres de las personas que hablan; y debe escribirse, precisamente, delante de las palabras que conforman cada una de las intervenciones. Y también se utiliza la raya al principio y al final de breves comentarios que se intercalan dentro de una frase, y cuyo sentido interrumpen momentáneamente; sin embargo, se coloca una sola raya delante del comentario del narrador, sin necesidad de cerrarlo con otra raya, cuando las palabras del personaje no continúan inmediatamente después del comentario. Tanto en un caso como en el otro, cuando es necesario poner detrás de la intervención del narrador un signo de puntuación -y de ello hay ejemplos en el texto-, este se coloca detrás de sus palabras, y tras la raya de cierre si la hay.

En cuanto al empleo de los dos puntos (:), preceden a toda cita de palabras textuales, y van detrás de palabras que, en general, significan decir. En este caso, después de los dos puntos -tal y como se recoge en el texto- se escribe la primera palabra con letra inicial mayúscula.

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El estilo narrativo indirecto

Frente al estilo narrativo directo, con el que se reproducen íntegramente las palabras pronunciadas o pensadas por otro -o por uno mismo-, en el estilo indirecto es el narrador quien refiere por sí mismo lo que otro -o él mismo- ha pronunciado o pensado. En este caso, dicha información se expresa por medio de una proposición sustantiva de complemento directo, dependiente de un verbo de pensamiento o de lengua.

El siguiente cuento de Juan Farias puede servir de ejemplo de estilo narrativo indirecto. La imaginación de Juan Lanas hace que una cinta azul de dos palmos y pico pueda utilizarse para cosas tan dispares como: amarrar las botellas de champaña con que se bautizan los barcos; servir a los liliputiendes como alfombra en ceremonias reales; decorar, como lazo, el pelo de su madre, o, como bufanda, el cuello de su hermana; convertida en cadena o en cuerda, servir para pasear el perro o para sujetar por el cuello a una tortuga; y, sobre todo, para ser usada como fajín que, ceñido a su cintura, lo eleva al rango de valiente general que desfila al frente de la tropa que tiene a su mando. Y es que, para Juan Lanas, que carece de juguetes, el más sencillo de los objetos puede convertirse en el más preciado de los regalos; mientras que para el niño rico que dispone de cuantos juguetes pudiera ambicionar, la cinta azul utilizada para adornar el envoltorio de una caja de lápices no tiene el menor valor. 

UNA CINTA AZUL DE DOS PALMOS Y PICO

En aquel pueblo, como en todos los pueblos, había niños ricos y pobres.Uno de los niños ricos cumplió años y le regalaron muchas cosas: un caballo de madera, seis pares de calcetines blancos, una caja de lápices y tres horas diarias para hacer lo que quisiera.Durante los diez primeros minutos el niño rico miró todo con indiferencia.Empleó otros diez minutos en hacer rayas por las paredes.Otro diez minutos en arrancarle una oreja al caballo.Y otros diez en dejar sin minutos las tres horas libres. Esta última maldad fue haciéndola minuto a minuto, despacio, aburrido, por hacer algo sin hacer nada.

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Al deshacer los paquetes, más aburrido que impaciente, había tirado por la ventana la cinta azul con que venía amarrada la caja de lápices, una cinta como de dos palmos, de un dedo de ancha, de un azul fiesta, brillante.La cinta fue a dar a la calle, a los pies de Juan Lanas, un niño despierto, de ojos asombrados, pies descalzos y hambre suficiente para cuatro.Juan Lanas pensó que aquello era un regalo maravilloso, pensó que era lo más maravilloso que le había ocurrido en la última semana y en la que estaba pasando y seguramente en la que iba a empezar.Pensó que era la cinta con la que se amarran las botellas de champaña a la hora de bautizar los maravillosos barcos que dan la vuelta al mundo.Pensó que era la alfombra que usaron los liliputienses el día que se bautizó al hijo del Rey.Pensó que sería un bonito lazo para el pelo de su madre si su madre viviese.Pensó que haría muy bonito en el cuello de su hermana si tuviera una hermana.Pensó que le gustaría usarla para pasear a su perro si era capaz de encontrar a ese golfo de Cisco, sin rabo y tan viejo.Pensó que no estaría mal para sujetar por el cuello a la tortuga que quería tener.Pensó, al fin, que podía ser un fajín de general.Y pensándolo empezó a desfilar al frente de sus soldados, todos con plumero, todos con espada.Los que lo vieron pasar pensaron que era un niño seguido de nadie. Y al poco rato un niño seguido de un perro sin rabo.Pero Juan Lanas sabía que el perro era su mascota, que los soldados pasaban de siete, que era todo lo que Juan Lanas podía contar sin equivocarse.Y mientras Juan Lanas desfilaba, el niño rico se aburría.

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Apoyo léxico

Indiferencia. Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia nada o nadie.

Como < "una cinta como de dos palmos" >. Aproximadamente.

Palmo. Medida de longitud de unos 20 cm -que es aproximadamente la distancia entre el extremo del pulgar y el del meñique, con la mano abierta-, que equivalía a la cuarta parte de una vara y estaba dividida en doce partes iguales o dedos.

Liliputiense. Personaje de Liliput, creación del novelista J. Swift (1667-1745) en Viajes de Gulliver. Se dice de una persona extremadamente pequeña o endeble.

Fajín. Ceñidor de seda de determinados colores y distintivos que pueden usar los generales o los jefes de administración y otros funcionarios como insignia de sus altos cargos.

Con extraordinaria habilidad narrativa, Juan Farias pone de relieve la pobreza espiritual del niño rico, instalado en un mundo de caprichos que termina por hastiarle, y la alegría vital de Juan Lanas, cuya fantasía y espíritu bondadoso le permite sobrevivir en el mundo de la pobreza en que se desenvuelve. Precisamente la frase con la que concluye el texto -'Y mientras Juan Lanas desfilaba, el niño rico se aburría.'- subraya el hecho de que, aunque una vida cómoda pueda depender de las riquezas, la auténtica felicidad nace de valores tales como la bondad, la generosidad, el espíritu

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caritativo, el buen humor, la alegría vital, la imaginación despierta...

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Ficha de autor

Juan Farias Díaz-Noriega

Juan Farias Díaz-Noriega nació en Serantes (La Coruña), en 1935; y, ante todo, es un escritor de libros para niños; libros -más bien breves- que también saben apreciar los lectores adultos, y en los que personajes tan reales como verdaderos protagonizan historias que ponen al descubierto las pasiones intemporales del alma humana, con todas sus grandezas y miserias. No es, pues, de extrañar que niños y adultos se dejan arrastrar, además, por la inmensa capacidad evocadora de la prosa con que tales historias están contadas.

Son las suyas historias generalmente cortas, porque en un ejercicio de autocontención, Farias ha prescindido de lo anecdótico en beneficio de lo esencial; historias con una trama perfectamente urdida y desarrollada sin sobresaltos, que permite a cualquier lector -grande o chico- seguir el hilo argumental hacia un desenlace inesperado y resuelto con altas dosis de creatividad; historias con personajes atractivos por su verosimilitud, y cuya caracterización la obtiene el lector a través de lo que hacen y dicen; historias, en definitiva, escritas en una prosa -las más de las veces poética- breve y concisa, que no necesita de los grandes alardes retóricos para atrapar al lector, subyugado por la dimensión profundamente humana que subyace en su trasfondo.

La calidad literaria de Farias ha sido nacional e internacionalmente reconocida. Con la obra Algunos niños, tres perros y más cosas -a la que pertenece el cuento "Una cinta azul de dos palmos y pico"- obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil en 1980. En 1884 fue incluido en la Lista de Honor de la Comisión Católica Española para el Libro Infantil (CCEI) y también en la Lista de Honor de la Organización Internacional para el libro Juvenil (IBBY). En 1987 fue incluido en la Lista de Honor 'Pablo Vergerio' de la Universidad de Padua. Farias es autor, también, de títulos comoUn tiesto lleno de lápices, Años difíciles, El barco de los peregrinos, La isla de las manzanas, Los apuros de un dibujante de historietas, El niño que vino con el viento, La niñez de Martín Piñeiro, etc.

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Estilo narrativo indirecto libre

Ausente de la lengua hablada, la lengua literaria ha desarrollado el estilo indirecto libre como una "fórmula de compromiso" entre el directo y el indirecto. El narrador refiere por sí mismo lo que otro -o él mismo- ha pronunciado o pensado; pero dicha información tiene independencia tonal y sintáctica -como sucede en el estilo directo-, y va detrás de dos puntos, aunque no depende de un verbo de pensamiento o de lengua -con lo que esta modalidad narrativa se diferencia, a la vez, del estilo directo e indirecto-, si bien la variación de tiempos y modos hace que participe de caracteres del estilo indirecto.

El académico Manuel Seco recurre al estilo indirecto libre para justificar,

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en el siguiente texto de carácter ensayístico, la importancia que tiene el valor social del lenguaje.

LA LENGUA, PACTO SOCIAL

Según va ensanchando su comprensión y su utilización del lenguaje, el niño va incorporándose más y más a la vida de la comunidad. Se produce entonces un fenómeno de doble sentido: por un lado, cuanto más domina el lenguaje, más integrada está la persona en la sociedad y más capacitada para actuar dentro de ella; por otro lado, cuanto más sumergida en ésta, más intenso es el enriquecimiento del lenguaje de la persona.Es decir, que el lenguaje es algo que va íntimamente enlazado con el vivir en sociedad; tanto, que la sociedad lo tiene como cosa característica suya. Es una especie de pacto o convenio establecido entre los hombres que forman parte de una comunidad (nación, país, región): todos están de acuerdo en dar a determinados signos determinados valores; el intercambio de estos signos entre unos hombres y otros hace posible la vida en común. El que viene al mundo tiene que unirse a una sociedad humana, y para ello necesita 'firmar' ese pacto con las demás personas que le rodean; tiene que hacerse poco a poco con el mayor número posible de signos para poder intercambiarlos con los demás en su vivir cotidiano.Podemos decir, pues, que la lengua desempeña en la vida colectiva una función parecida a la del dinero: unos rectángulos de papel con una figura y un color determinados tienen un determinado valor dentro de un país porque así han acordado todos reconocerlo. Si una persona dispone de pocos papeles de esta clase, o de ninguno, le resultará sumamente difícil vivir en comunidad, y de nada le servirá fabricar él por su cuenta otros papeles parecidos. Solo valen los que 'todo el mundo' dice que valen.

El texto reproducido está tomado de la obra Gramática esencial del español -Introducción al estudio de la lengua- (primera parte, capítulo 1, epígrafe 1.4.: 'El individuo ante la lengua'); y en él Seco pone de manifiesto la misión primordialmente comunicativa que tiene el lenguaje, que sirve de enlace entre persona y persona, por lo que su valor es, por tanto, eminentemente social. No es posible, en efecto, imaginar un grupo humano en el que cada persona viviera aisladamente sin posibilidad de intercambiar sus ideas. Y es, precisamente, el lenguaje, el procedimiento que permite establecer la comunicación entre las personas. El consenso tácito de una comunidad establece determinados valores significativos para unos determinados significantes, de tal manera que, por muy arbitraria que sea la relación entre aquéllos y éstos, se convierte en socialmente necesaria y en ningún caso puede ser caprichosamente alterada por los hablantes. Y de cada hablante en particular depende su mayor o menor integración social en razón directa a un mayor o menor conocimiento de su propia lengua. 

Conviene destacar en la redacción del texto de Seco, el valor sintáctico que le ha otorgado a los dos puntos como signo ortográfico: se han empleado para conectar oraciones relacionadas entre sí, sin necesidad de utilizar otro nexo y, por lo tanto, preceden a cualquier explicación, aclaración, consecuencia o comentario (y, en todos estos casos, después de los dos puntos, se escribe letra inicial minúscula).

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FICHA DE AUTOR

Manuel Seco

Manuel Seco (Madrid, 1928) es miembro de número de la Real Academia Española, y la figura más destacada en el campo de la Lexicografía en el ámbito lingüístico hispánico. Entre sus libros, que cuentan con una gran difusión y aceptación, destacan los siguientes: Arniches y el habla de Madrid (1970), Gramática esencial del español (1972), Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (editado en 1961, alcanza la décima edición, revisada y puesta al día, en 1998; Espasa-Calpe), Guía práctica del español actual. Diccionario breve de dudas y dificultades (con Elena Hernández; Espasa-Calpe, 1999),

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Diccionario del español actual (con Olimpia Andrés y Gabino Ramos; 2 volúmenes, Aguilar, 1999), Diccionario abreviado del español actual (Aguilar, 2000). En toda su producción editorial, Seco destaca por el rigor expositivo y por la claridad didáctica. Sus obras son de extraordinario interés para todo el que quiera mejorar y perfeccionar el uso del español.

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