Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    Marcela Ferrari

    UNMdP CONICET

    El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesPeronism in Recent History. Some Approaches

    Resumen

    A ms de veinticinco aos de la recuperacin democrtica en Argentina, este artculo de carcter historiogrfico

    es propuesto como un estado de la cuestin que d cuenta de los avatares por los que atraves el Partido Justicialista

    entre 1983 y 2001. Mediante una seleccin de la bibliografa producida primero por socilogos y politlogos, ms tarde

    por historiadores y antroplogos procura recorrer los problemas y procesos centrales que atravesaron a la rama poltica

    del Movimiento Nacional Justicialista a lo largo de ese perodo y merecieron una atencin preferencial por parte de

    los cientistas sociales. De all que haya sido articulado en torno a cuestiones tales como la experiencia renovadora de

    mediados de la dcada de los 80, el menemismo y la organizacin partidaria en el largo plazo. Tambin repara en

    investigaciones realizadas a escala provincial y aun local, algunas ya cerradas, otras en curso, que ofrecen nuevos matices

    a una cuestin que hasta hace pocos aos era tratada preferentemente en el orden nacional.

    Palabras clave: Peronismo; Historia poltica reciente; Renovacin peronista; Menemismo; Partidos polticos.

    Abstract

    This article explores the deep renovation in the ideological-cultural field that accompanies the return to democracy

    in the country, as well as the processes that bring about the formation of a new cultural atmosphere. Besides, through

    the conceptual and methodological news in the field, it analyses the production that aims at revisiting Peronism at that

    time. In so doing, it attempts to tackle the continuity of the lines of the debate that started in previous decades, as wellas a whole new line that at the beginning of the 80s began with the analyses of the cultural battle between politicians

    and intellectuals brought about by Peronism after its first decline. The magnetism of Peronism over the historiographical

    field in the 60s and 70s acquires a renewed vigour in the 80s, due to the political and ideological disputes and

    controversies in the interior of this political tradition in the period of the democratic transition. This new production

    is undoubtedly a fundamental chapter in the historiography of Peronism, which continues in the following decades and

    inspires new readings. In this sense, this article attempts to join old and new ideas in the historiographical field,

    modulated by the changes in Peronism as a political force since its electoral defeat against Radicalism in 1983.

    Key words: Peronism; Recent Political History; Peronist Renovation; Menemism; Political Party.

    l peronismo es hoy uno de los te-

    mas ms transitados por la histo-

    riografa nacional. No es para me-

    nos: la trascendencia de este movimiento de

    masas que irrumpi a mediados del siglo XX

    para instalarse en el escenario poltico argenti-

    no resulta insoslayable. Los archivos que, habien-

    do transcurrido ms de 50 aos, se abrieron a

    la consulta de los investigadores y el auge de la

    historia oral, como tambin el nfasis colocado

    en temas, problemas y escalas diversos estimu-

    laron notablemente los estudios sobre el pero-

    do 19461955. Tambin proliferaron los trabajos

    sobre el perodo de la resistencia peronista y,

    ms cercanos en el tiempo, los referidos a la

    tercera presidencia de Pern que analizan el

    peronismo en tiempos de radicalizacin polti-

    ca. A ellos se estn sumando, saludablemente,

    investigaciones sobre cuestiones que, sin estar

    escindidas de la violencia poltica de esos aos,

    contemplan aspectos propios de la organizacin

    partidaria1.

    1 Seran innumerables los estudios a mencionar sobre el peronismo en perodos anteriores al que nos ocupa-

    mos en este artculo. Algunos estudios historiogrficos dan cuenta en parte de dicha produccin: Spinelli,

    M. E. 2007; Bisso, A. 2007.

    Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arRevista anual de la Unidad de Historiografa e Historia de las Ideas - INCIHUSA / Mendoza

    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    Qu se ha indagado acerca del peronismo y,

    ms especficamente, de la rama polticopartida-

    ria del Movimiento Nacional Justicialista entre el

    derrumbe de la ltima dictadura militar, sucesivo

    a la derrota en la Guerra de Malvinas, y finalesdel siglo XX? En comparacin con los perodos

    aludidos, bastante menos y con fuertes improntas

    de poca. En los aos ochenta, tras la recupera-

    cin del rgimen democrtico y dada la contem-

    poraneidad de los fenmenos, los primeros en

    ocuparse de dichas temticas fueran socilogos y

    politlogos. Sus indagaciones fueron enfocadas

    en perspectiva nacional y dentro del contexto

    internacional principalmente latinoamericano y

    las principales reflexiones giraron en torno a los

    interrogantes de poca: cmo lograr que tras la

    transicin democrtica se consolidaran las insti-

    tuciones propias del sistema, sin volver a la ines-

    tabilidad poltica que haba signado a la Argenti-

    na en los ltimos cincuenta aos2. El peronismo,

    que por primera vez era oposicin en el orden

    nacional tras haber perdido las elecciones de

    1983, fue pensado en clave de sus posibilidades

    para contribuir a la consolidacin de la demo-

    cracia, en el caso de los cientistas sociales que

    apoyaban el proyecto alfonsinista, o en cuanto al

    modo en que deba construir un proyecto de pas

    alternativo capaz de recuperar la confianza ma-

    yoritaria de la poblacin y de competir exitosa-

    mente ante su principal adversario, el radicalis-

    mo, por los propios peronistas.

    La dcada del 90 trajo otras preocupaciones.

    Por primera vez un presidente constitucional ra-

    dical ceda el gobierno a otro de signo peronista

    tras elecciones legtimas. Esto, que era un buen

    augurio en cuanto a la consolidacin del rgimen

    poltico, se vea opacado por otras cuestiones,

    tales como el traspaso anticipado del gobierno

    nacional, a causa de la ingobernabilidad genera-

    da principalmente por la imposibilidad de contro-

    lar las variables econmicas que derivaron en la

    hiperinflacin y a los grupos que contribuyeron

    a provocar ese golpe de mercado. Cuando Car-

    los Menem asumi el gobierno poco tard en

    mostrar que no seguira el camino trazado por

    el peronismo tradicional tal como haba anuncia-

    do durante su campaa electoral fundamental-

    mente en materia econmica y social sino que

    sera proclive a tomar medidas acordes a los de-

    signios neoliberales del momento. El efecto sor-

    presa y los cambios producidos fueron tales que

    obligaron a pensar al nuevo oficialismo. El me-nemismo era peronismo o un fenmeno de otro

    tipo? Si era peronismo, de qu peronismo se

    trataba? Cmo reconocerlo en relacin con las

    propuestas de mediados de siglo XX? Qu nove-

    dades aportaba? Cmo concitaba la adhesin de

    los sectores populares cuando las polticas eco-

    nmica y social que adoptaba el gobierno les eran

    desfavorables? Qu valor acordarle a la represen-

    tacin poltica en crisis durante el perodo?

    Cmo se constituan los nuevos liderazgos? Los

    interrogantes se multiplicaban y no eran meno-

    res. Desde distintos ngulos se intent dar res-

    puestas para explicar ese nuevo oficialismo que,

    dadas sus credenciales partidarias, volva a colo-

    car al peronismo en el centro de la vida poltica

    argentina y de la reflexin intelectual.

    El cambio de siglo y de milenio se inici

    no menos traumticamente que la dcada ante-

    rior. El plan econmico sostenido a partir de los

    tempranos 90, pese a los cambios de signo pol-

    tico de los gobernantes y a los lmites y rigideces

    que manifest desde 1995, fue llevado al lmite e

    hizo eclosin. La crisis econmicofinanciera des-

    emboc en el estallido social de diciembre de

    2001 y provoc un recambio presidencial inusi-

    tado aunque se respetaran los mtodos constitu-

    cionales, hasta la asuncin de Eduardo Duhalde

    como presidente provisional. No es extrao que

    a partir de esa coyuntura las preocupaciones se

    desplazaran preferentemente hacia el estudio de

    la accin colectiva y las estrategias de los nuevos

    actores sociales. En cuanto a lo poltico en senti-

    do estricto, la reflexin sobre el peronismo se

    centr en la coyuntura inmediata: de qu modo

    los gobiernos de signo peronista podran superar

    la crisis (Godio, J. 2002). Una vez que la situacin

    institucional fue reencauzada y con la perspecti-

    va que da el paso del tiempo, el peronismo de

    las ltimas dos dcadas fue pensado de otras

    maneras. Y los historiadores contribuyeron ms

    asiduamente en la reflexin. En buena medida, los

    trabajos de la dcada actual son tributarios de los

    2 La transicin democrtica es entendida aqu a la manera enunciada por Juan Carlos Portantiero como un

    proceso extendido en el tiempo, cuya primera fase es el inicio de la descomposicin del rgimen autoritario,

    su segunda la instalacin de un rgimen poltico democrtico que se contina en un tercer momento en el

    cual, en medio de fuertes tensiones, se procura consolidar al nuevo rgimen (Portantiero, J. C. 1987, 262).

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    llevados a cabo con anterioridad pero tambin

    y muy especialmente del auge cobrado por la

    llamada historia reciente, aquella que reivindica

    el tratamiento histrico del pasado ms prximo,

    el cual estaba vedado al tratamiento disciplinardesde perspectivas historiogrficas tradicionales,

    y por la generalizacin del uso de la tcnica de

    historia oral, tan necesaria para comprender la

    perspectiva de los actores. Los resultados de esta

    historia poltica que tambin fue nutrida por los

    aportes de los antroplogos quedaron plasma-

    dos en textos en los cuales el peronismo de los

    ltimos aos ocupa un papel central y es abor-

    dado desde distintos ngulos, entre otros: su rol

    en la transicin democrtica en perspectiva his-

    trica y no ya prospectiva, como lo hacan los

    estudios transitolgicos de los aos 80, las

    respuestas que el partido ofreci en tanto orga-

    nizacin para adaptarse a las transformaciones de

    cada perodo, la identidad justicialista. A ellos se

    van sumando estudios de fuerte base emprica re-

    feridos a realidades provinciales o de escala local

    muchos de los cuales se encuentran en estado

    de avance que ponen de manifiesto una multi-

    plicidad de situaciones diversas, y dan cuenta de

    las particularidades de la realidad localprovin-

    cialregional de la cual participan.

    En suma, los estudios que se ocuparon de

    analizar el peronismo a partir de 1983 han cam-

    biado. Son diversos y complejos, en parte por las

    distintas formaciones disciplinares de quienes los

    emprendieron. Habiendo transcurrido ya ms de

    un cuarto de siglo desde el retorno de la demo-

    cracia, no parece aventurado realizar una seleccin

    de textos acotada, como toda seleccin que d

    cuenta de los principales temas y problemas abor-

    dados a propsito del peronismo reciente. A tal

    fin, este trabajo de carcter historiogrfico se plan-

    tea como un estado de la cuestin articulado en

    torno a tres de los temas ms transitados con res-

    pecto a la rama poltica del movimiento: la expe-

    riencia renovadora de mediados de la dcada de

    los 80, el menemismo y la organizacin partidaria

    en el largo plazo. Tambin repara en investigacio-

    nes realizadas a escala provincial y aun local, al-

    gunas ya cerradas, otras en curso, que ofrecen

    nuevos matices a una cuestin que hasta hace

    pocos aos era tratada preferentemente en el or-

    den nacional. Por ltimo, han sido retenidas algu-

    nas cuestiones, entre otras posibles, que forman

    parte de la agenda pendiente sobre el tema.

    El peronismo en la transicin democrtica.La Renovacin Peronista

    Los principales acontecimientos que signaron

    la historia del Partido Justicialista nacional durantela corta dcada del 80 son hoy bastante cono-

    cidos. Una vez que los peronistas pudieron reac-

    cionar de los resultados obtenidos el 30 de octu-

    bre de 1983, su primer fracaso en comicios li-

    bres, sin proscripcin, una parte importante de

    sus elencos dirigentes dio inicio a un movimien-

    to contrario a los llamados mariscales de la de-

    rrota que conducan el Consejo Nacional: una

    presidenta del Movimiento Nacional Justicialista

    ausente, Isabel Pern; el vicepresidente prime-

    ro y Secretario General de las 62 Organizaciones

    Peronistas, Lorenzo Miguel; y el Secretario del

    MNJ y candidato a gobernador de la provincia de

    Buenos Aires, Herminio Iglesias, cuyas prcticas

    y estilo poltico generaban rechazo entre el elec-

    torado. Aquella dirigencia de base sindical, tras la

    muerte del lder y golpe militar, represin de los

    cuadros de izquierda peronista y congelamiento

    de la actividad poltica mediante pareca haber

    logrado el anhelo de los burcratas vandoristas:

    controlar un peronismo sin Pern. El desconten-

    to deriv en la constitucin de una lnea interna

    cuyo apelativo aluda a la necesidad de cambio

    en el partido: la Renovacin Peronista, un espa-

    cio de fronteras lbiles en el que confluyeron

    dirigentes de muy heterognea adscripcin inte-

    lectuales de centro izquierda, polticos modera-

    dos que no pretendan mayores cuestionamien-

    tos a la doctrina, caudillos tradicionales que con

    muy buenos resultados empleaban prcticas de

    construccin de poder personalistas, paternalistas

    o clientelares. Por lo cual es entendible que mu-

    chos renovadores slo lucharan por desplazar

    a sus adversarios internos de los espacios polti-

    cos de poder, mientras que otros propusieran

    revisar la doctrina, el programa de gobierno e

    incluso la identidad peronista. Inicialmente, todos

    ellos se enfrentaron con los conductores nacio-

    nales del movimiento que continuaban controlan-

    do el partido mediante prcticas calificadas como

    prepotentes, patoteras y ensombrecedoras del pe-

    ronismo. El 9 de diciembre de 1984 recuperando

    en parte una propuesta inaugurada por el disuelto

    Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organizacin

    (MUSO) fundado por Antonio Cafiero en 1982

    crearon el Frente de Renovacin Peronista que se

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    consolid en un congreso nacional partidario ce-

    lebrado en Ro Hondo en febrero del ao siguien-

    te. Pero la Renovacin Peronista como corriente

    interna recin se fund en diciembre de 1985,

    despus de sucesivos avances y retrocesos, luegode vencer a la ortodoxia partidaria en las elec-

    ciones legislativas de noviembre, cuando se pre-

    sent con lista alternativa a la de la conduccin

    ortodoxa. La Renovacin propuso y logr la

    democratizacin del partido. Acorde al clima de

    poca, la renovacin comparta la propuesta de-

    mocrtica sostenida, pero a la vez procuraba di-

    ferenciarse de la misma. Algunos de sus miem-

    bros, situados a la izquierda del amplio arco pe-

    ronista3, articularon un proyecto de gobierno y

    de pas que, segn sus propios argumentos, su-

    peraba la democracia formal del oficialismo por-

    que le sumaban la nocin de justicia social, sin la

    cual no habra verdadera democracia.

    En 1987, mediante elecciones directas, logr

    el desplazamiento de los miembros de la cpula

    sindical de los puestos dirigentes del partido y

    trat de atraer a una nueva generacin de votan-

    tes de los sectores medios que haba hecho su

    ingreso en la poltica con la recuperacin demo-

    crtica y, en buena medida, haba votado al

    alfonsinismo. En paralelo al desgaste del gobier-

    no radical, el peronismo controlado por la Reno-

    vacin recuper posiciones, gan gobernaciones

    entre ellas la muy importante de la provincia de

    Buenos Aires, bancas legislativas y municipios en

    noviembre de 1987. Ms importante an para la

    interna partidaria, Antonio Cafiero, uno los vie-

    jos dirigentes justicialistas que encabezada esta

    lnea, fue electo presidente del Consejo Nacional

    Justicialista (CNJ), el principal rgano conductor

    del PJ. Sin embargo, a esa altura los siempre

    heterogneos renovadores mostraban signos de

    fragmentacin: en lo que podra verse como la

    consecuencia de las propias contradicciones in-

    ternas de la renovacin, uno de sus principales

    conductores, el vicepresidente del CNJ y gober-

    nador de La Rioja, Carlos Menem, ya en 1987 se

    haba escindido en pos de su propia candidatura

    presidencial. Contuvo a los desplazados por los

    renovadores cafieristas e integr su propia co-

    rriente interna Federalismo y Liberacin. Un ao

    despus se impuso en elecciones internas direc-

    tas como candidato a presidente de la Repblica.

    Tras realizar una campaa de neto corte popu-

    lista levantando las banderas tradicionales del PJ,

    triunf en las elecciones presidenciales de 1989.

    Debido a la imposibilidad del gobierno radical de

    continuar gobernando, asumi el cargo con seis

    meses de anticipacin. Convoc a figuras que tra-dicionalmente haban sido enemigas del peronis-

    mo a integrar su gabinete tales como miembros

    de los directorios de Bunge y Born para colocar

    al frente del Ministerio de Economa y encabe-

    z un gobierno de neto corte neoliberal. Por en-

    tonces, la Renovacin haba desaparecido como

    lnea interna del partido, aunque muchos de sus

    integrantes pasaron a integrar las filas del nuevo

    gobierno.

    No obstante su fugacidad, quienes se han

    ocupado de analizar la renovacin coinciden en

    sealar que fue lo ms importante que ocurri

    en el justicialismo de los aos 80 puesto que sig-

    nific la democratizacin del partido y el despla-

    zamiento de los sindicalistas de la conduccin

    partidaria, la cual desde entonces qued en ma-

    nos de dirigentes polticos del propio partido. No

    es de extraar, dada su gravitacin, que los pri-

    meros anlisis fueran contemporneos a su apa-

    ricin en escena y que posteriormente se haya

    seguido reparando en ella. Tres de los tpicos ms

    transitados han sido: a) el rol del peronismo re-

    novador y de los renovadores; b) el discurso po-

    ltico de la renovacin y c) la identidad renova-

    dora.

    a) Durante la transicin democrtica, fueron

    dos las principales lneas de interpretacin sobre

    el rol de la renovacin y los polticos que la com-

    ponan y ambas se encontraban fuertemente atra-

    vesadas por los debates polticos del momento:

    la de quienes compartan y hasta articulaban el

    discurso del oficialismo y la de los propios pero-

    nistas comprometidos en la renovacin. Los es-

    tudios emprendidos desde los dos espacios eran

    fuertemente prospectivos, en tanto planteaban el

    rol que tendra o debera tener el peronismo a

    partir del anlisis de los elementos constitutivos

    de su historia, su presente y su proyeccin a fu-

    turo.

    Una de las contribuciones pioneras realizada

    por Emilio de Ipola (1987) en los Ensayos sobre

    la transicin democrtica en Argentina es parti-

    cularmente representativa del primer grupo. For-

    ma parte de aquellos trabajos de la transitologa

    que reflexionaban acerca del rol a jugar por los

    3 Sobre la composicin social e ideolgica del peronismo, cf. Ostiguy, P. 1997.

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    partidos polticos para consolidar la democracia

    que, a poco de recuperada, se encontraba ace-

    chada por mltiples problemas de orden econ-

    mico, social, pero tambin polticos entre ellos,

    el fantasma del retorno de las Fuerzas Armadasal poder, sobre todo cuando a partir de 1987

    tom cuerpo en sucesivas sublevaciones milita-

    res. En el caso del peronismo, la preocupacin no

    era menor dada su condicin de principal fuerza

    opositora y la indudable adhesin de la poblacin

    con que contaba. De ah que la pregunta central

    de De Ipola girase en torno a las posibilidades de

    la renovacin peronista para contribuir a la con-

    solidacin de la democracia.

    Su reflexin estaba comprometida poltica-

    mente. De Ipola formaba parte del llamado Gru-

    po Esmeralda, integrado tambin por Juan Car-

    los Portantiero y otros intelectuales de raz so-

    cialista que acompaaron al gobierno del presi-

    dente Ral Alfonsn y orientaron su discurso po-

    ltico (Lesgart, C. 2003). El principio bsico que

    compartan era una concepcin de la democra-

    cia como sistema poltico, como un mecanismo

    para resolver conflictos y adoptar decisiones co-

    lectivas, lo cual les vali la calificacin de defen-

    sores de la democracia formal por parte de sus

    opositores, bsicamente de los intelectuales del

    sector renovador que no conceban democracia

    sin justicia social.

    De Ipola reconoci a la Renovacin como el

    esfuerzo ms serio intentado hasta el presente de

    fundar y consolidar un peronismo democrtico en

    toda la historia de esa fuerza poltica (De Ipola,

    E. 1987: 333). Sin embargo, afirmaba, era un fe-

    nmeno poltico incierto en su presente y futu-

    ro. Dudaba acerca de la constitucin y el afian-

    zamiento de un justicialismo comprometido con

    la democracia, porque si bien contaba con una

    memoria densa y rica en la que sobresalan Pern

    y Evita, las jornadas populares, las conquistas

    sociales, no tena una memoria democrtica. El

    peronismo priorizaba la justicia social sobre los

    valores democrticos y a menudo deca el au-

    tor calificaba a la democracia como una ins-

    tancia puramente formal y a la vez mistificadora

    porque viejo truco liberal ocultaba bajo el frau-

    de de la igualdad jurdica del ciudadano la des-

    igualdad real entre los hombres (Ibid., 339). Ade-

    ms, consideraba que el partido mantena rasgos

    autoritarios Por qu, entonces, la renovacin iba

    a ser democrtica? Buceando en entrevistas de

    sus principales lderes, especficamente en una

    realizada a De la Sota, encontraba que el dirigente

    cordobs aluda al peronismo como ideologa

    nacional natural, por lo cual, deduca De Ipola,

    si el peronismo era natural, las otras ideologaseran antinaturales, perversas.

    Otras recurrencias en el discurso renovador,

    que segn el autor sealaban lmites a la demo-

    cratizacin del movimiento, estaban focalizadas

    en tres cuestiones: la intangibilidad de Pern, el

    sentido de la actualidad casi proftica de su pen-

    samiento y la imposibilidad de cuestionarlo; los

    lmites de la autocrtica renovadora, que se res-

    tringan a lo sucedido despus de la muerte del

    lder; y los contenidos del programa renovador,

    que no eran sino una emulacin en la visin de

    De Ipola de la poltica de gobierno alfonsinista.

    A partir de ello conclua que si bien la renova-

    cin tena el gran mrito de haber abierto la

    posibilidad de que se consolidara en el pas un

    peronismo democrtico, en los hechos nada ga-

    rantizaba que esto se lograra. En un contexto de

    desideologizacin en el cual ya no poda consi-

    derarse como vlida la poltica partidaria en cual-

    quier situacin, la renovacin peronista encontra-

    ba sus lmites en su mismo partido: se mantena

    fiel a ciertos dogmas y estilos de accin, a una

    dinmica poltica de la que no haba querido o

    sabido desembarazarse (por ejemplo, trasladar al

    gobierno los conflictos partidarios internos, gene-

    rando angustiosas situaciones de inseguridad). Por

    todo ello, para De Ipola, la renovacin como fuer-

    za peronista democrtica continuara siendo un

    objetivo deseable a alcanzar.

    Las consideraciones del autor podran mati-

    zarse teniendo en cuenta que algunos rasgos del

    autoritarismo formaban parte de la cultura pol-

    tica argentina y no slo del peronismo. Aun cuan-

    do en el pasado numerosas fuerzas polticas enar-

    bolaban un discurso democrtico, sus prcticas lo

    contradecan. Los partidos polticos democrticos

    que apoyaron la Revolucin Libertadora, un gol-

    pe de estado realizado en supuesta defensa de la

    democracia; o la radicalizacin poltica de los

    tempranos 70, de la que particip el peronismo

    pero tambin otras fuerzas partidarias, ponen de

    manifiesto prcticas autoritarias compartidas.

    Ahora bien, De Ipola no se equivoc al dudar

    sobre la consolidacin de esta lnea interna que

    en 1988 inici su declinacin como alternativa

    poltica y un ao despus se haba disuelto. La

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    renovacin dur lo que el alfonsinismo, quizs

    porque respondi a un clima de poca que pron-

    to se agot, ms all de las apuestas que deposi-

    taron en ella muchos de los individuos enrolados

    en esta tendencia.El segundo grupo que interpret la renova-

    cin estuvo representado por sus propios miem-

    bros. Buena parte de los intelectuales del pero-

    nismo de centro izquierda, integrantes de esa l-

    nea poltica, se expres a travs de la revista

    Unidos, rgano de prensa partidario desde el cual

    se diferenciaban del alfonsinismo y, fundamental-

    mente, proponan un proyecto poltico. La revis-

    ta tuvo una vida casi tan corta como la renova-

    cin misma, dado que comenz a publicarse en

    forma regular entre 1983 y diciembre de 1990 y

    slo se edit un nmero por ao en 1992, 1993 y

    1994 hasta alcanzar un total de 25. Como se ha

    afirmado, a travs de ella un sector de los reno-

    vadores reflexionaban acerca de la propia lnea

    interna a la vez en calidad de observadores crti-

    cos y actores comprometidos (Brachetta, M. T.

    2007). Al respecto es significativo un documento

    de 1986 redactado por algunos de los miembros

    del staff de la revista, en el cual sealaban que

    siendo la renovacin una lnea interna con am-

    plias posibilidades de triunfo, estaba atravesada

    por profundas tensiones. La primera, las diferen-

    cias entre los dirigentes que la componan, mu-

    chos de los cuales se sumaban a ella por oportu-

    nismo, sin concebirla como un cambio de fondo,

    de contenidos y de reglas de juego interno que

    suponan la democratizacin del partido por voto

    directo. La segunda, en relacin con la anterior,

    la necesidad de realizar una relectura del pero-

    nismo y de sus errores anteriores, resistida por

    algunos. La tercera, lo que denominaban el mito

    de la unidad. Era de sentido comn, decan, que

    la unidad condujera ms rpidamente a una vic-

    toria electoral. Sin embargo, una renovacin ver-

    dadera deba basarse no en el clculo electoral

    victorioso sino en concepciones ticas, tericas

    y metodolgicas respecto de la poltica, al mis-

    mo tiempo que empricas, en la medida que se

    tiene en cuenta la viabilidad de ese peronismo

    unido puesto a gobernar. Y encontraban que ese

    conglomerado excedido en su heterogeneidad no

    era creble, adems de resultar inviable en el caso

    de acceder al gobierno, dado que el vastsimo

    arco ideolgico que abarcaba el peronismo en ese

    momento complicaba toda compatibilizacin po-

    sible. (Wainfeld, M., Gonzlez, H., y Armada, A.

    1986: 107; 108112)4. En esas representaciones no

    puede dejar de verse la influencia de las experien-

    cias que tuvieron los renovadores en los congre-sos de Santa Rosa de La Pampa y Tucumn, don-

    de los llamados a la unidad terminaron significan-

    do el copamiento de los rganos de gobierno

    partidarios por parte de los sectores ortodoxos

    (Gutirrez, R. 2001; 2003).

    Las reflexiones de los renovadores quedaron

    ms restringidas al mbito poltico partidario, en

    tanto que el trabajo de De Ipola tuvo gran reper-

    cusin entre los investigadores del peronismo. En

    principio, instal a la renovacin como proble-

    ma a indagar y fue el primero en atribuirle el

    carcter del intento ms serio de democratizacin

    en el justicialismo de los 80. Pero las investiga-

    ciones siguientes acerca de la renovacin no vol-

    vieron a tratar a esta lnea del peronismo desde

    las mismas preocupaciones de poca.

    En los estudios posteriores, fue cada vez ms

    destacada su heterogeneidad, revisando los mati-

    ces internos, las alianzas y los actores. Esta ca-

    racterstica que ya poda verse claramente en los

    medios periodsticos de los 80 y de la que eran

    conscientes los propios renovadores qued ins-

    talada en las ciencias sociales con posterioridad

    a la desaparicin de esta corriente interna, pro-

    bablemente porque permita explicar mejor la

    escisin menemista. En un ensayo sustentado en

    informacin emprica slida, Manuel Mora y

    Araujo (1991; 1995) recuperaba a la renovacin en

    su dimensin de respuesta a la derrota electoral

    que haba autoconvocado a dirigentes de origen

    diverso, muchos de los cuales se incorporaban sin

    ser renovadores (tal el caso de Carlos Jurez, de

    Santiago del Estero, o de Romero, de Salta) o

    como renovadores empapados de viejos hbitos,

    como el mismo Carlos Menem. Para el autor, la

    renovacin era una, pero sus dirigentes eran bien

    distintos:

    El peronismo de 1987 puso en primer

    plano de la poltica argentina a hombres

    como Menem, Bordn, De la Sota, o

    Grosso, y junto a ellos a nuevos gobernan-

    tes provenientes de la renovacin como

    Perl o Humada. Antonio Cafiero quedaba

    situado en el centro del aparato partidario,

    4 Este texto ha sido consultado a partir de las citas realizadas por Brachetta, M. T. 2007.

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    69Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    y a su lado se vea un elenco de gobierno

    en la provincia de Buenos Aires integrado

    por una nueva tecnocracia: Eduardo

    Amadeo, Felipe Sol, Alieto Guadagni,

    Guido Di Tella. Junto a ellos suban tam-

    bin los sectores conflictivos, la renovacin

    ortodoxa del grupo de Unidos los que des-

    pus terminaran constituyendo el grupo

    de los 8 en el Congreso; y desde luego su-

    ban los nuevos representantes de la nue-

    va dirigencia no renovadora, muchos de los

    cuales conformaron la coalicin menemista

    en la interna partidaria un ao ms tarde.

    (Mora y Araujo, M. 1991, 108).

    Mora y Araujo agrupaba a los dirigentes en

    tres tipos: los que renovaron las ideas y el estilo

    (Bordn, De la Sota y Menem una vez que acce-

    di a la presidencia de la Repblica); los que se

    renovaron slo en ideas, como Menem durante

    la campaa, en el sentido que fue tolerante y no

    conflictivo en el discurso; y los renovadores que

    se renovaron en estilo pero no en ideas, a quie-

    nes denomina renovadores ortodoxos, tales

    como aqullos que durante la primera presiden-

    cia de Menem integraron el grupo de los 8 (Mora

    y Araujo, M. 1995, 62). Ntese la operacin reali-

    zada por el autor en dos sentidos: invierte los

    cuestionamientos que Cafiero y el grupo editorial

    de la revista Unidos le hacan a Menem, a quien

    acusaban de renodoxo, porque pese a haberse

    incorporado a la renovacin mantena prcticas

    y vnculos ortodoxos (Aboy Carls, G. 2002, 285);

    y confunde al Menem de la interna y la campaa

    con el de la presidencia, al decir que propuso

    algo ms nuevo que lo que la estructura renova-

    dora ofreca, cuando en la campaa recuperaba

    los axiomas ms tradicionales del justicialismo.

    Para Mora y Araujo, la renovacin como corrien-

    te interna del peronismo fue exitosa y cumpli su

    cometido al restituirle competitividad, insuflarle

    nuevo aliento y darle crdito poltico. Entiende,

    en cambio, que como proyecto de control del

    partido sus efectos fueron parciales.

    b) En cuanto al discurso renovador, es in-

    soslayable el artculo de Carlos Altamirano (2004)

    quien analiza el modo en que la Renovacin

    Peronista trat de legitimar el proyecto con que

    se identificaba para devolver al peronismo la

    mayora perdida. Dentro de la conglomeracin

    heterognea renovadora, recorta su objeto al

    cafierismo, dada la claridad con que Cafiero

    instala un discurso que se destaca por el esfuer-

    zo realizado para definir la renovacin en tr-

    minos ideolgicos y por unificar el movimiento

    renovador en torno de esa definicin (Altami-rano, C. 2004, 60). Para el autor, desde 1987 es

    decir, una vez ganadas las elecciones legislativas

    de noviembre la renovacin ya no necesita di-

    ferenciarse del peronismo al cual conduca, sino

    del alfonsinismo, ante el cual competa por los

    votos de los sectores medios. Y lo hizo a partir

    de tres elementos que recuperaban la tradicin

    del partido: conserv la definicin como movi-

    miento, por considerarlo superior al partido;

    destac la dimensin de la justicia social de la

    democracia, tomando distancia de la democra-

    cia concebida como reglas formales de conviven-

    cia; y, derivado de lo anterior, opuso a la defini-

    cin liberal de la democracia, la democracia

    social. Una de las ocasiones en que Cafiero ex-

    pres esos conceptos fue al discutir en el parla-

    mento la cuestin de la deuda externa, antepo-

    niendo el crecimiento econmico al pago de las

    obligaciones con el exterior, con lo cual reforz

    su imagen como la cara ntida de la renovacin.

    Pero, contina Altamirano, la renovacin cafie-

    rista necesitaba ms definiciones y las encontr

    en Unidos. Ese objetivo se plasm en el nmero

    9 de la revista, de abril de 1986, cuando la re-

    vista embisti contra el Discurso de Parque

    Norte, aqul en el cual Alfonsn haba convoca-

    do a formar el tercer movimiento histrico, que

    fue interpretado por los renovadores como un

    intento de cooptacin dentro de una fuerza

    poltica mayor, dirigida por el alfonsinismo. Los

    ataques apuntaron a la vigencia de una demo-

    cracia liberal, ante la necesidad de justicia social;

    a que el alfonsinismo no haca poltica sino que

    se restringa a administrar la crisis; y a la falta

    de imaginacin utpica para elevar nuevos pro-

    yectos, que slo poda aportar el peronismo.

    Pese a ello, Altamirano reconoce el fuerte acer-

    camiento de Cafiero a Alfonsn al menos desde

    1987 y lo hace al punto de interpretar la derrota

    interna del presidente del PJ en las elecciones de

    candidatos para la sucesin presidencial como el

    alto precio que debi pagar a raz de ese acer-

    camiento.

    Vista desde la perspectiva del cafierismo que

    sealaba Altamirano, la revista Unidos fue funcio-

    nal a las necesidades de definicin del discurso.

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

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    70

    Sin embargo, en un exhaustivo trabajo focalizado

    en el programa editorial de este emprendimiento,

    se sostiene que, pese a cierta convergencia, la

    relacin entre la revista y el cafierismo era algo

    esquiva. Mara Teresa Brachetta, (2005), recons-truy minuciosamente los problemas y la discu-

    sin que se daba en la revista acerca de la reor-

    ganizacin e institucionalizacin del PJ sobre ba-

    ses democrticas. Al interpelar a la vez a la mili-

    tancia peronista y al gobierno alfonsinista, Uni-

    dos construy un espacio de debate acerca de la

    renovacin partidaria, incluyendo el rol que en la

    misma deban jugar los intelectuales. Luego de la

    derrota electoral de 1983, quienes participaban del

    proyecto editorial proponan revisar las convic-

    ciones y las prcticas polticas de la tradicin

    peronista y responder a la propuesta de burocra-

    tizacin y agona de la poltica que vean en la

    modernizacin alfonsinista. En su lucha por ga-

    nar la batalla por la significacin entre un pero-

    nismo real y otro virtual, Unidos interpelaba a la

    renovacin desde la izquierda del partido, promo-

    viendo que tuvieran lugar un fuerte debate y una

    revisin identitaria. El anlisis de Brachetta

    complejiza entonces la visin que se tena acerca

    de la revista y se convierte en un aporte muy

    valioso a la hora de deslindar los espacios ocu-

    pados por los distintos actores, individuales y

    colectivos, dentro del peronismo de los 80.

    c) En cuanto a la identidad tercer y ltimo

    tpico que esta seccin propone abordar en re-

    lacin con la renovacin peronista es ineludible

    el trabajo de Gerardo Aboy Carls (2001). Duran-

    te la corta dcada democrtica del 80, el autor

    focaliz su atencin en la poltica alfonsinista,

    frente a la cual coloc en dilogo a la renova-

    cin peronista. Luego de realizar un slido anli-

    sis terico, recuper los rasgos constitutivos de

    la identidad de los partidos o lneas de partidos:

    la alteridad, la presencia de un otro ante el cual

    definirse; la representacin, que es expresin de

    una realidad preconstituida; y una tradicin po-

    ltica, un juego mediante el cual las interpreta-

    ciones del pasado legitiman y consolidan las po-

    siciones polticas del presente. La alteridad es

    la dimensin a partir de la cual mejor se defi-

    na la identidad renovadora. El otro, los otros,

    ajenos a sus fronteras, al lmite identitario, esta-

    ban situados dentro y fuera del partido. Dentro del

    mismo peronismo, la frontera interna era estable-

    cida frente a la ortodoxia partidaria, los represen-

    tantes del viejo peronismo, los mariscales de la

    derrota, de quienes los renovadores se diferen-

    ciaban tanto en estilo como en la reflexin acer-

    ca de la poltica partidaria, que los representan-

    tes de los sectores ms tradicionales no estabandispuestos a realizar. Fuera del partido, la fron-

    tera deba establecerse frente al alfonsinismo, con

    quien compartan una concepcin plural y demo-

    crtica de la poltica. Las respuestas al discurso

    de Parque Norte, en el cual el presidente Alfon-

    sn convoc a llevar a cabo un tercer movimien-

    to histrico, dieron ocasin a los renovadores

    para definir esa frontera identitaria: no podan

    plegarse a aceptar la convocatoria de un gobier-

    no vendido al nuevo orden internacional; vean en

    el discurso de Alfonsn una propuesta autoritaria

    puesto que, en lugar de discutir la forma de in-

    tegracin, la convocatoria a la unin responda a

    un proyecto concebido con anterioridad por el

    radicalismo.

    Llegados a este punto del recorrido, es con-

    veniente realizar algunas precisiones. La Reno-

    vacin Peronista, la gran esperanza del peronis-

    mo de los 80, es reconocida como un movi-

    miento nacido a la luz en el contexto de una

    cultura poltica que haba cambiado (Landi, O.

    1988). Las transformaciones del peronismo se

    sucedieron en tiempos en que se recuper si

    no se consider por primera vez a la democra-

    cia como valor, frente a la inestabilidad poltica

    argentina pero tambin como respuesta a los

    horrores que en materia de derechos humanos

    cometi la ltima dictadura militar. La primave-

    ra democrtica llev a un sector del peronismo

    enfrentado a su primera derrota electoral, a plan-

    tear la necesidad de cambiar el perfil de su diri-

    gencia, pero tambin sus prcticas y su progra-

    ma partidario. Las transformaciones no fueron

    pasadas por alto por las ciencias sociales, que

    reconocieron a la renovacin como el principal

    esfuerzo democratizador del PJ hasta ese mo-

    mento. Poniendo el acento en distintos aspectos

    de la misma, recuperaron el enfrentamiento con

    el peronismo ortodoxo y el posterior con el

    alfonsinismo. Con una diferencia: mientras los

    trabajos pioneros que se ocupaban de la reno-

    vacin en tanto lnea interna la mostraron en su

    faz ms homognea (De Ipola, E. 1987) pese a

    que los propios renovadores y la prensa de la

    poca reconocan las diferencias de los polticos

    que la componan, los de la dcada siguiente

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    71Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    enfatizaron en la diversidad interna, individual

    pero tambin de pequeas configuraciones de

    actores, caracterizadas por su estilo o por su

    orientacin. En ese cambio de enfoque es posi-

    ble vislumbrar la necesidad de explicar la emer-gencia del menemismo, cuyo lder y algunos de

    los colaboradores de su gobierno haban forma-

    do parte del sector renovador ocupando luga-

    res centrales y activos en el proceso.

    El menemismo como problema

    Si algo no se le puede negar a Carlos Menem

    fue el efecto sorpresa que produjo su gobierno

    al dar un giro de ciento ochenta grados a las

    promesas electorales, poniendo fin al modelo de

    pas que potenci el lder histrico del movi-

    miento (Halpern Donghi, T. 1994). Menem ha-

    ba expandido su figura en el orden nacional en

    los aos de apoyo al SI del plebiscito para re-

    solver el diferendo con Chile. Como se afirm

    ms arriba, luego form parte de la renovacin

    peronista, aunque sin acompaar la revisin cr-

    tica propuesta por los sectores ms progresistas

    que la integraron. Poco a poco fue constituyen-

    do un movimiento nacional que nucleaba a los

    desairados del proceso de renovacin y ya en

    julio de 1986 haba lanzado su propia corriente

    nacional Federalismo y Liberacin. Dos aos

    ms tarde, se haca con la candidatura presiden-

    cial del justicialismo por eleccin directa de los

    afiliados peronistas del pas, considerado para esa

    instancia como un distrito nico. En las postri-

    meras del gobierno de Alfonsn, cuando el pre-

    sidente cont con el apoyo de los renovadores

    peronistas en numerosas medidas de gobierno,

    Menem unific al adversario interno y externo

    para definirse a partir de la alteridad. Traz una

    frontera frente a ellos para diferenciarse (Aboy

    Carls, G. 2001). Luego, hiperinflacin de 1989 y

    saqueos mediante, fue adelantado el traspaso del

    poder. En el caos econmico encontr un nue-

    vo elemento de diferenciacin con su antecesor

    y el motivo de tolerancia social para las trans-

    formaciones que se avecinaran. Los cambios

    introducidos por quien se autorrepresent en

    tiempos de campaa como una nueva versin

    del tigre de los llanos y que una vez llegado al

    poder instrument una transformacin de signo

    neoliberal en contra de muchos de los pilares de

    la doctrina peronista, llevaron a los cientistas

    sociales a interrogarse acerca de cunto y qu

    haba del peronismo originario en esta nueva

    etapa de gobierno. Las reflexiones no se hicie-ron esperar. Muchas acompaaron los aos do-

    rados del gobierno de Menem, cuando la esta-

    bilidad econmica haba trado calma tras los

    aos de crisis y el presidente contaba en su ha-

    ber con una serie de reformas a partir de las

    cuales haba desmantelado el estado protector

    redistributivo e industrial agonizante, reformu-

    lado las estructuras sindicales, disciplinado a las

    fuerzas armadas, alineado a la jerarqua de la

    Iglesia catlica y pactado con los sectores ms

    concentrados de la economa (Portantiero, J. C.

    1995, 104).

    La primera presidencia ha sido particularmen-

    te estudiada. Fueron los xitos en materia de es-

    tabilidad econmica lograda a partir de 1991 los

    que en buena medida orientaron las explicacio-

    nes acerca del abandono de las polticas tradicio-

    nales peronistas5. En un artculo de 1996, Gerchu-

    noff y Torre asociaron la tolerancia a la poltica

    de liberalizacin econmica, signada por el ajus-

    te y los cambios iniciados por las leyes de emer-

    gencia econmica y reforma del estado que pre-

    cedieron al Plan de Convertibilidad, a tres condi-

    ciones: los ya aludidos efectos devastadores de la

    hiperinflacin; el desempeo insatisfactorio de las

    empresas del estado que indujeron a aceptar las

    privatizaciones; y lo que es ms importante a los

    fines de este artculo las credenciales polticas del

    presidente. Slo a un peronista poda tolerrsele

    el abandono de las banderas tradicionales del

    partido (Gerchunoff, P., y Torre, J. C. 1996). Pero,

    era peronismo el menemismo? Y, si lo era, de

    qu tipo?

    Al concluir la primera presidencia de Carlos

    Menem, Javier Trmboli y Roy Hora convocaron

    a socilogos y politlogos de distintas tradicio-

    nes acadmicas y posicionamientos polticos que

    reflexionaban frente al fenmeno menemista. Si

    el ttulo, Peronismo y menemismo, sugera que

    el segundo poda ser separado del primero, el

    subttulo Avatares del populismo en la Argenti-

    na daba a entender que, si no eran lo mismo,

    tenan un fuerte parecido de familia. De esta

    compilacin, dos textos se aproximan ms a las

    5 Entre otros trabajos que siguen esta perspectiva, vinculando la relacin entre Estado y actores de poder eco-

    nmicos durante el gobierno de Menem, Sidicaro, R. 2002.

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

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    inquietudes de este estado de la cuestin: los de

    Jos Nun y Juan Carlos Portantiero6.

    El ensayo de Nun (1995) abord el distancia-

    miento entre las conductas del gobierno de

    Menem y los discursos populistas. El autor en-tiende al populismo como un movimiento o r-

    gimen poltico que invoca al pueblo; cuenta con

    la presencia de un lder que encarna, compren-

    de, articula y expresa la voluntad nacional; y se

    sostiene en el principio de la mayora y en la

    movilizacin de las masas. Ese populismo nacido

    en la segunda posguerra, hacia fines del siglo XX

    se modific para convertirse en un populismo

    posmoderno, un fenmeno mundial caracteriza-

    do por la personalizacin de la poltica; la mass

    mediatizacin de las organizaciones de militantes;

    la reduccin del rol de los ciudadanos al de me-

    ros espectadores o consumidores (que, cabra

    decir, era la acentuacin de un fenmeno ya iden-

    tificado por Schumpeter para las democracias de

    los pases centrales a mediados de siglo); y la

    mayor distancia entre las lites y la gente. Nun

    atribua esas transformaciones a circunstancias

    histricas ligadas a la solidez de las instituciones

    polticas y al rgimen de acumulacin dominan-

    te, a la densidad de la sociedad civil y a las tradi-

    ciones culturales de los individuos. Para explicar

    el fenmeno menemista, analiz las transforma-

    ciones ocurridas en el rgimen social de acumu-

    lacin (RSA7) y en el rgimen poltico de gobier-

    no (RPG), como as tambin el cambio de inte-

    racciones entre ambos regmenes que se daba en

    el marco de la sociedad civil.

    Nun afirm que en la Argentina premenemista

    hubo dos cambios de importancia que desembo-

    caron en la versin posmoderna del populismo.

    En primer lugar, el del RSA, perfilado desde los

    aos 30, iniciado en los 70 por la acentuacin

    de la desindustrializacin, con la consecuente

    debilidad sindical. En segundo trmino, si bien el

    RPG se consolid y expandi a partir de la recu-

    peracin de la democracia, adopt caractersticas

    particulares: Alfonsn fue al mismo tiempo jefe de

    gobierno y de partido y el Parlamento pas a

    ocupar un papel secundario en tanto leyes tan

    importantes como las referidas al Plan Austral o

    a la deuda externa no fueron sometidas a discu-

    siones legislativas. Al cambiar el RSA y el RPGcambiaron tambin las interacciones que se da-

    ban en la sociedad civil: se personaliz el poder

    en Ral Alfonsn y se fue dejando de lado la par-

    ticipacin popular.

    En ese contexto emergi la figura de Menem

    en las primeras lneas del peronismo, mientras el

    gobierno iba perdiendo margen de maniobra a

    raz de los problemas econmicos que deba en-

    frentar, las consecuencias del levantamiento mili-

    tar de Semana Santa y el convite a un peronista a

    ocupar el Ministerio de Trabajo. Menem apel a

    las recetas tradicionales del peronismo. Era un

    poltico profesional que construy su imagen como

    un outsider: actuaba por fuera de las estructuras

    partidarias, cultivaba su aire de caudillo telrico sin

    eludir el deporte ni la farndula, pronunciaba dis-

    cursos salvadores de tipo evangelizador, recorra

    el pas a bordo de su menemvil, recreaba una

    mstica popular y prometa una revolucin produc-

    tiva. En el marco de una crisis de representacin

    acompaada de hiperinflacin y estallidos sociales,

    Menem se presentaba como la esperanza.

    Nun continu destacando el giro abrupto que

    dio una vez asumido el gobierno. Las leyes de

    Emergencia Econmica y Reforma del Estado y,

    posteriormente, la aplicacin de la Convertibilidad,

    le permitieron imprimir profundos cambios

    signados por las privatizaciones y por un plan eco-

    nmico que a cambio de estabilidad de la mone-

    da y lucha contra la evasin fiscal, trajo aparejada

    la distribucin regresiva del ingreso, la acentuacin

    de la desindustrializacin. Como Torre y Gerchu-

    noff, atribuye la independencia del nuevo presiden-

    te a las posibilidades que traa aparejadas el fan-

    tasma de la hiperinflacin, al cual le suma el po-

    bre desempeo de la UCR, que firm el Pacto de

    Olivos permitiendo la introduccin de la clusula

    constitucional de reeleccin presidencial.

    6 De los otros textos de la compilacin, el de Atilio Born aborda el experimento neoliberal y sus consecuencias

    y el de Ricardo Sidicaro analiza las consecuencias que la aplicacin del liberalismo tiene en la relacin entre

    Estado y sociedad, principalmente los sectores populares. El libro se completa con un artculo de Manuel

    Mora y Araujo, en el cual retoma y ampla el captulo 5 de Ensayo y error, su libro publicado en 1991, al que

    haremos especial referencia unos prrafos ms adelante.

    7 Entiende por RSA al conjunto complejo e histricamente situado de las instituciones y las prcticas que inci-

    den en el proceso de acumulacin de capital, incluyendo en l tanto la actividad de generacin de ganancias

    como la toma de decisiones de inversin (Nun, J. 1995, 75).

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    73Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    La pregunta central del texto de Juan Carlos

    Portantiero es si exista el menemismo como un

    fenmeno diferenciable del peronismo o si, sim-

    plemente, se trataba del peronismo de los 90, de

    una etapa ms en la historia de ese verstil mo-vimiento, destacada por una particularidad:

    Menem era el primer presidente peronista de

    una etapa caracterizada por ser el fin de la so-

    ciedad peronista (1995, 103). Como se puede

    observar, el planteo se inscribi en una perspec-

    tiva cara a los historiadores: la que repara en las

    continuidades y las rupturas.

    Entre las principales diferencias Portantiero

    destacaba las ocurridas en materia de doctrina.

    El populismo de Pern, que represent en occi-

    dente el mximo de tolerancia posible a un dis-

    curso semejante al del fascismo originario, plan-

    te autonoma en el plano internacional, una ter-

    cera posicin frente al capitalismo liberal y al

    socialismo y los valores tercermundistas en boga

    hasta mediados de los 70; sostuvo la centralidad

    de la industrializacin, la gran influencia sindical

    en desmedro de la de los partidos, el control

    estatal sobre la economa, la movilizacin de las

    masas. Frente a l, afirma Portantiero, el mene-

    mismo se mostraba como su reverso: en lugar de

    nacionalizaciones, privatizacin; la centralidad del

    Estado era desplazada por la del mercado; los

    servicios primaban sobre la industria; la tercera

    posicin era sustituida por la alineacin con Es-

    tados Unidos; y la concentracin de la riqueza

    reemplazaba al programa distribucionista.

    Sin embargo, el autor relativiza esas diferen-

    cias cuando menciona el pragmatismo que per-

    miti tanto a Pern como a Menem adecuarse a

    sus respectivas pocas; la fuerte asociacin del

    xito de gobierno al de la economa; los hbitos

    institucionales poco republicanos; la exacerbacin

    del liderazgo; y un estilo poltico que supone pro-

    longar viejas formas de interpelacin, decisionis-

    mo (mejor que decir es hacer), eficacia y hasta

    picarda criolla.

    Hacindose fuerte a partir de la economa

    alcanzada a partir de las consecuencias del Plan

    Convertibilidad, el menemismo se sostena en una

    frmula que combinaba la desarticulacin de la

    sociedad civil y la delegacin de la autoridad en

    el liderazgo personal. Esa operacin delegativa

    haca que el modo de ejercicio del liderazgo fue-

    ra autoritario pues, aunque se mantuvieran las

    formalidades republicanas, supona la negociacin

    directa con los grupos de presin, excluyendo a

    los partidos y desequilibrando los poderes cons-

    titucionales, otro aspecto en que el menemismo

    era fiel a los hbitos institucionales poco repu-

    blicanos del peronismo originario (Ibid., 117)La cuestin del liderazgo a la que Portantiero

    hace mencin mereci atencin preferente en

    tiempos del menemismo y fue explicada en el

    marco de la crisis de representacin. Primero se

    analizaron los liderazgos nacionales o provincia-

    les y ms recientemente los de carcter local o

    barrial, tan importantes a la hora de nutrir las

    mquinas partidarias

    A dos aos de iniciado el primer gobierno

    de Carlos Menem, Mora y Araujo, socilogo

    adscripto al pensamiento neoliberal, public un

    ensayo en el cual daba a entender que el presi-

    dente era el dirigente que la ciudadana argenti-

    na haba esperado (Mora y Araujo, M. 1991). En

    general, la dirigencia tardaba en percibir que la

    crisis de representacin poltica poda derivar en

    un problema de legitimidad si no comprenda las

    necesidades planteadas por la sociedad, que bus-

    caba un cambio de liderazgos, y adems, la in-

    corporacin de la nacin al mundo moderno, la

    igualdad ante la ley, y el respeto por las institu-

    ciones, por la igualdad de ideas, por el capital y

    la empresa. Para el autor la gente no necesitaba

    ms del comit cuando los medios de comunica-

    cin les acercaban propuestas, ni de los polticos

    que pretendan asumir el poder como clase ase-

    mejndose a un tipo de representacin corpora-

    tiva, ni de la partidocracia de la poca de Alfon-

    sn. Los partidos haban sido incapaces de gene-

    rar una verdadera representacin poltica. Sin

    embargo, los ms robustos tenan reservas y por

    esa razn algunos dirigentes del PJ haban cam-

    biado, incluso por instinto electoral. Menem

    haba sabido adecuarse a los cambios de expec-

    tativas de corte privatista, liberal, universalista,

    productivista. Qu vea la gente en este hombre

    procedente de un espacio poltico marginal y que

    hablaba en nombre del otro pas, del interior?

    Mora y Araujo responde a esa pregunta a partir

    de las cualidades y las actitudes de Menem: con-

    taba con una personalidad de reflejos rpidos y

    gran inspiracin poltica; era sagaz; tena instinto

    de realidad. Adems, se haba alejado de la vieja

    estructura partidaria llevndose a elementos que

    haban protagonizado la renovacin, como Eduar-

    do Duhalde. Haba aggiornado al peronismo en

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    ideas y cambiado su lenguaje (privatizar, produ-

    cir, integrarse al mundo). Se haba ganado la con-

    fianza del establishmentempresario e incorpora-

    do a referentes del mismo en su gestin. Estable-

    ci un Estado acotado,fuerte y un mercado efi-ciente. E insert al pas en el primer mundo. No

    obstante, no resolvi ni sus lealtades con los gru-

    pos corporativos ni la corrupcin. Menem res-

    ponda al tipo de lder gradualista que buscaba la

    sociedad, capaz de resolver problemas reales

    como la inflacin.

    La lectura de Mora y Araujo es interesante

    porque refleja bien el entusiasmo que desperta-

    ba en los sectores de derecha y en otros no tan

    a la derecha que hoy repudian el liderazgo y la

    poltica menemista el entonces presidente, y que

    era transmitido por los principales programas pe-

    riodsticos formadores de opinin de aquellos

    aos. Tambin porque presta atencin a una cues-

    tin a veces desestimada, como es el humor po-

    ltico imperante a fines del perodo de gobierno

    democrtico iniciado en 1983. Con todo, presen-

    ta algunas incongruencias y contradicciones, no

    termina de definir si la sociedad descrea de los

    partidos o de los dirigentes, o aquellos planteos

    en los que identificaba al Menem de los tiempos

    de campaa con el de la presidencia. Finalmen-

    te, acenta demasiado el protagonismo de este

    lder para explicar la adhesin a una poltica que

    lo exceda.

    Otros investigadores tambin explicaron los

    nuevos liderazgos como emergentes de la crisis

    de representacin. Marcos Novaro (1994) asoci

    dicha crisis a cuatro cuestiones: el agravamiento

    de los problemas econmicos; el agotamiento de

    las tradiciones polticas identificadas con los par-

    tidos mayoritarios que no daban respuestas a las

    necesidades de la poblacin y generaban, de esa

    manera, un distanciamiento entre electores y ele-

    gidos; la prdida de gravitacin de los partidos en

    un universo poltico mass meditico que inclua

    en poltica a otros actores (grupos de inters,

    corporaciones, lobbies o la Iglesia catlica); y, fi-

    nalmente, la despolitizacin y el retiro de los ciu-

    dadanos a la vida privada. Estos cuatro elemen-

    tos contribuan a desarticular identidades y creen-

    cias, conducan a la prdida de consistencia de

    vnculos polticos y a la descomposicin de mar-

    cos de referencia ideolgicos y morales.

    En los 90, afirmaba Novaro, la palabra pol-

    tica haba perdido valor como promesa y en su

    lugar se haba instalado como funcin demostra-

    tiva, instaurando una concepcin que fincaba el

    xito poltico en la obtencin de resultados con-

    cretos. En ese marco se transformaron las iden-

    tidades polticas y aparecieron nuevos liderazgoscon un estilo de representacin en el que con-

    fluan la posicin central de los lderes carismti-

    cos; el debilitamiento de las burocracias partida-

    rias en tanto y en cuanto las funciones de las

    mismas eran asumidas por el lder; y la identifi-

    cacin de ste, a la vez intermediario y decisor,

    con la defensa del bien comn. El anlisis de la

    construccin del liderazgo de Menem, pero tam-

    bin de figuras provinciales como Ramn Ortega

    y Domingo Bussi, en Tucumn; Ruiz Palacios en

    el Chaco y Carlos Reutemann en la provincia de

    Santa Fe, contribuye a demostrar los planteos de

    Novaro a travs del estudio de casos concretos.

    Ms recientemente ha sido explorada la for-

    macin de liderazgos locales. En materia de re-

    duccin de la escala de anlisis para explicar las

    prcticas y los mecanismos empleados en la cons-

    truccin de poder es indudable que los antrop-

    logos llevan la delantera. Sus estudios etnogrficos

    ofrecen interpretaciones muy vvidas acerca de

    algunas de las realidades del Gran Buenos Aires

    en tiempos de la pauperizacin acentuada en los

    aos 90.

    En 1997 y 2001 fueron editados dos libros de

    Javier Auyero en los cuales la poltica en los ba-

    rrios pobres del Gran Buenos Aires era explicada

    a travs del prisma del clientelismo poltico. A la

    luz de esa categora, el autor interpretaba en un

    contexto de desigualdad creciente, caracterizado

    entre otros elementos por la desproletarizacin y

    el retiro del Estado populista, la casi ausencia de

    ingreso monetario entre los pobres urbanos, re-

    sidentes en villas de emergencia que haban per-

    dido su condicin de transitoriedad para trans-

    formarse en espacios donde sobrevivir. En esos

    espacios existan redes de resolucin de proble-

    mas en las cuales el PJ tena una influencia deci-

    siva a travs de punteros, mediadores (principian-

    tes o potenciales, consolidados o en decadencia,

    colaboradores o competidores) que se ocupaban

    de solucionar los problemas de los habitantes de

    la villa, y obtenan a cambio adherentes capaces

    de ser movilizados a favor de un candidato o

    votos favorables al partido. Como puntualiz el

    mismo Auyero en un trabajo posterior, los inter-

    cambios clientelares tenan lugar en el marco de

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    75Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    redes informales preexistentes al desembarco del

    PJ, nutridas por lazos sociales, vnculos asiduos,

    relaciones continuas. Ahora bien, los clientes per-

    ciban las soluciones (alimentos, asistencia, dro-

    ga) de diferente manera, de acuerdo al modo enque cada uno experimentaba la identidad polti-

    ca peronista.

    El trabajo es exhaustivo y convincente. Fue

    articulado en torno a la categora de clientelismo

    poltico, que no era nueva, que ya haba sido

    empleada abundantemente por las ciencias socia-

    les y la historiografa para explicar la emergencia

    de liderazgos de tipo personalista. Era tan cono-

    cida como las mismas prcticas que ella supona

    en tiempos de la poltica de masas. Lo novedoso

    en Auyero es el uso casi reduccionista de esa

    categora para explicar el funcionamiento de la

    poltica peronista en los barrios marginales en

    tiempos de territorializacin de la accin poltica

    al intercambio de favores por votos8. El traba-

    jo, sin decirlo, marcaba con un tinte negativo la

    actividad de los polticos peronistas y resaltaba lo

    corrupto de la actividad.

    Una respuesta fuerte al enfoque anterior es

    la que ofrece Sabina Frederic, quien analiza la

    poltica enfatizando en su carcter moral. Para

    la autora, explicar el funcionamiento poltico de

    los 90 a partir de los efectos producidos por los

    intercambios materiales presupone tanto la pr-

    dida de lazos ideolgicos y hasta de compromiso

    personal como la reduccin de la actividad pol-

    tica a lo superficial, a la mera captacin de ad-

    herentes (Frederic, S. 2004, 7273). Sostiene que

    durante ese mismo perodo se realizaron enor-

    mes esfuerzos para dotar a la poltica de otros

    sentidos, no desaparecieron las evaluaciones mo-

    rales del comportamiento poltico y, a la vez que

    era replanteada la divisin del trabajo poltico, se

    acentuaba la profesionalizacin poltica. Colocan-

    do el objetivo en un partido del Gran Buenos Aires

    (Lomas de Zamora), y luego de analizar planes

    polticos sucesivos, Frederic comprueba que en

    los 80 existan espacios para que los dirigentes

    barriales pudieran hacer carrera poltica, movili-

    zando tras un proyecto de regularizacin de los

    ttulos de las tierras ocupadas y no tras un pa-

    trn a los habitantes de los asentamientos

    perifricos. En los 90 la poltica cambi y ya no

    hubo lugar para estos individuos. Lo poltico, en

    el nivel local, fue quedando en manos de cuadros

    profesionales, con capacitacin tcnica. En ade-

    lante, se descentraliz la administracin de los

    barrios que constituan el partido y los vecinos

    de la zona residencial del centro o los despla-zados villeros slo pudieron acercarse a los

    Consejos de Organizacin Comunal, desde los

    cuales pudieron hacer militancia social, pero no

    ya poltica en sentido estricto.

    El slido anlisis de Sabina Frederic, para

    quien los cambios se producen en virtud de la

    profesionalizacin de la actividad poltica o, se

    podra agregar, de la acentuacin de la profesio-

    nalizacin de la poltica, dado que sta es un

    proceso secular que en Argentina ya se experi-

    mentaba a comienzos del siglo XX, no contem-

    pla un aspecto que puede contribuir tambin a

    explicar el cambio de rol de los dirigentes

    barriales, de lo poltico a lo social: mientras la

    provincia de Buenos Aires estaba gobernada por

    radicales y el peronismo con el que simpatizaban

    los desplazados controlaba slo el municipio,

    desde l se alentaba la movilizacin hasta la Le-

    gislatura platense en reclamo de los ttulos de las

    tierras que ocupaban. Para eso era necesario

    movilizar a la gente de los barrios perifricos, a

    los desplazados, y quienes podan hacerlo mejor

    eran sus propios lderes, a cambio de lo cual se

    les ofreca un empleo que poda ser un escaln

    en una futura carrera poltica. Una vez que el

    gobierno provincial qued en manos del peronis-

    mo, cmo movilizar a la ciudadana en contra

    del propio partido que ahora era oficialismo? El

    gobierno municipal ya no ofreci recursos para

    facilitar las movilizaciones y, en ese contexto

    modificado, perdi sentido conservar a los diri-

    gentes procedentes de los barrios marginales en

    el poder. Podra ser tambin una explicacin den-

    tro de lo moral, claro que desde otro lugar, dife-

    rente del que sugiere Frederic.

    Slo muy recientemente los liderazgos

    barriales de los 80 y 90 comenzaron a ser in-

    cluidos en la agenda de los historiadores. Jorge

    Ossona (2008) analiza la trayectoria de uno de

    esos lderes en Villa Fiorito. El autor demuestra

    que una vez recuperada la democracia, cuando

    los dirigentes polticos quisieron recomponer el

    predominio estatal sobre ese territorio, colisiona-

    ron con los liderazgos locales que condicionaron

    8 Esta perspectiva es tambin utilizada por S. Levitzky (2005) de una manera ms matizada e insertndola en

    otros problemas para comprender como se ver los cambios exitosos de la organizacin partidaria.

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    la ayuda social ofrecida desde el gobierno a la

    preservacin de su autoridad sobre las redes ve-

    cinales que haban construido a lo largo de mu-

    chos aos a fuerza de la obtencin de recursos

    en los mrgenes entre la sociedad y el Estado.Entonces se dio una lucha por el ejercicio del

    poder que no siempre fue sutil y que oblig a

    que, ante cada cambio de coyuntura poltica y

    econmica, el contrato tcito fuera reformulado

    (Ossona, J. 2008). Este interesantsimo trabajo, que

    no adscribe de manera definida a ninguna pers-

    pectiva terica, permite comprender a partir de

    una historia de vida en la que son hbilmente

    entrelazados los avatares polticos y los lazos de

    sociabilidad, los vaivenes a los que lderes inter-

    medios relativamente autnomos de la poltica

    suelen someter a aparatos tan slidos como el

    organizado en torno a Eduardo Duhalde. Sugie-

    re, adems, las capacidades de resistencia que

    suelen adoptar las redes de sociabilidad conduci-

    das por un lder barrial por fuera de los partidos

    pero en permanente relacin con ellos y permite

    matizar la pasividad atribuida a los clientes.

    Los trabajos de sntesis referidos a la dcada

    menemista (19891999) en su conjunto, retoman

    buena parte de los tpicos sealados. Vicente

    Palermo y Marcos Novaro (1996) analizaron el

    menemismo a partir de las modalidades de ges-

    tin y conduccin poltica, las relaciones entre la

    economa y la decisin poltica, entre el gobier-

    no, los partidos y las organizaciones de intereses,

    con el fin de comprender la relacin que se de-

    fini entre el profundo plan de reformas y el

    particular estilo poltico de gobierno. Y lo que

    explican a lo largo del libro es el modo en que

    Menem logr superar los problemas de represen-

    tacin y gobernabilidad que amenazaron su go-

    bierno, sobre todo en sus primeros aos de ges-

    tin, haciendo de la situacin de crisis y de debi-

    lidad en la que asumi una oportunidad para

    ampliar su margen de maniobra y ganar el apo-

    yo de sectores inicialmente adversos a su figura.

    Logr transformar el curso que hasta entonces

    haba tenido la democracia y, a la vez que actua-

    liz al peronismo, peroniz la democracia. A la

    inversa de su predecesor, estuvo dispuesto a ha-

    cer lo que fuese necesario y adopt una posi-

    cin pragmtica y decidida, yendo tras los hechos

    consumados. Conciliando las imperativos de la

    democratizacin con los del desarrollo econ-

    mico, la llamada crisis terminal dio paso a una

    nueva poca en la que combin heterodoxamente

    valores y principios republicanos, liberales y po-

    pulistas. Uno de los resultados ms relevantes que

    obtuvo fue la descomposicin y/o la transforma-

    cin de los esquemas de reconocimiento, solida-ridades y comunidad de intereses que haban

    operado durante dcadas (Palermo, V., y Novaro,

    M. 1996, 29). Como resultado, la combinacin de

    reformas econmicas y estatales con rearticulacin

    del campo poltico origin un cambio cultural

    cuyo centro era la cultura poltica peronista.

    En lugar de explicar la contradiccin del apo-

    yo electoral al gobierno por parte de los sectores

    social y econmicamente menos favorecidos,

    proponen encarar el problema desde la vincula-

    cin entre la asignacin de los costosbeneficios

    y la organizacin de los recursos con los cam-

    bios que tienen lugar en la cultura poltica, en las

    identidades sociales y polticas, las formas de or-

    ganizacin de intereses y la articulacin con los

    partidos. Esto permite afirmar a los autores que

    fueron los cambios cualitativos radicales en los

    esquemas de reconocimiento, de intereses y de-

    mandas los que permitieron aceptar y consoli-

    dar las transformaciones propuestas.

    Las cuatro etapas en que dividieron el pero-

    do y el libro responden, justamente, a esa re-

    lacin: la de emergencia en el contexto hiperin-

    flacionario; la de los primeros aos de gobierno;

    la de consolidacin, entre el Plan Convertibilidad

    y el fin de las principales privatizaciones en 1993;

    y la signada por la continuidad del modelo, re-

    eleccin inclusive, hasta el momento en que se

    escribe el libro. Por supuesto, dada la contem-

    poraneidad de la escritura del texto con el obje-

    to de estudio y la formacin de los autores, la

    pregunta final, de carcter prospectivo, es si pue-

    de el peronismo gobernar en el marco de un con-

    senso democrtico con desarrollo estable, con lo

    cual Menem tendra xito donde Pern fracas.

    Esta preocupacin de poca, planteada al calor de

    la continuidad de un modelo que por entonces

    apareca como exitoso pese a que el libro repa-

    ra en las limitaciones internas y externas del mis-

    mo queda como una cuestin abierta, que esti-

    mula la imaginacin del poltico y el anlisis

    politolgico, en palabras de los propios autores.

    Comparativamente con el primero, el segun-

    do perodo de gobierno de Menem fue mucho

    menos transitado por la bibliografa que se ocupa

    de analizar los fenmenos polticos no as en el

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    77Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    caso de los econmicos. Tambin ha sido Marcos

    Novaro (2006) quien emprendi la tarea, colocn-

    dolo en una perspectiva de ms largo plazo, en

    una obra que no es especfica del perodo. En efec-

    to, en ella el autor recorre la historia argentinareciente, desde 1946 a 2003, recurriendo a una

    multiplicidad de fuentes pero prestando especial

    atencin a las orales, con la intencin ltima de

    comprender el presente. El espacio dado al me-

    nemismo y a la segunda presidencia forma parte

    de ese recorrido general, en el que no se tienen

    en cuenta solamente los aspectos poltico parti-

    darios. Al respecto, quedan claramente planteadas

    las cuestiones centrales del momento en el orden

    nacional, en contexto. As, se afirma que a poco

    de haber iniciado su presidencia, el gobierno se vio

    asediado por el agotamiento del rgimen moneta-

    rio, la acumulacin de conflictos internos y un

    clima de opinin crecientemente desfavorable,

    alentado por el incremento de la tasa de des-

    ocupacin, las deudas sociales del gobierno, los

    dficits institucionales (corrupcin, falta de trans-

    parencia en la Justicia, desbordes de poder presi-

    dencial, impunidad), que se manifest a travs de

    la intensificacin de la protesta social. Sin embar-

    go, destaca Novaro, el principal problema del go-

    bierno vena del frente interno de su partido, en

    el cual se haba abierto anticipadamente la suce-

    sin del liderazgo peronista, con Eduardo Duhalde

    a la cabeza quien, alentado por su propia reelec-

    cin al frente del gobierno provincial, haca lo

    posible por diferenciarse del presidente pero tam-

    bin Domingo Cavallo, el ex ministro de Econo-

    ma. A ello responda el primer mandatario con

    distribucin de beneficios contantes y sonantes

    a jefes provinciales y sindicatos, tratando de blo-

    quear los intentos de sus opositores internos que

    ponan en vilo a sus pretensiones de ser rereele-

    gido. Novaro coloca estos sucesos en dilogo con

    la oposicin, conformada principalmente por la

    Alianza entre el FREPASO (Frente Pas Solidario) y

    la UCR y observa el enfrentamiento electoral,

    como consecuencia del cual el gran derrotado fue

    Duhalde, ya que las elecciones haban dejado el

    resto de las instituciones provinciales y legislati-

    vas prcticamente en las mismas manos. Es de-

    cir, el peronismo no haba perdido posiciones.

    Como se puede apreciar, a los fines del investiga-

    dor del peronismo durante la segunda presidencia

    menemista, estas reflexiones resultan de utilidad

    para comenzar a marcar lneas de agenda.

    La organizacin partidaria: transformacionesde largo plazo

    El peronismo haba sido concebido como un

    movimiento integrado por tres ramas: la sindical,la poltica y la femenina. La figura del movimien-

    to, segn los peronistas, era superadora de la

    mera instancia partidaria, que era la rama polti-

    ca. La organizacin verticalista diseada por

    Pern descansaba fuertemente en el movimiento

    obrero organizado, que le proporcionaba las prin-

    cipales bases de poder. Al ser el sindicalismo la

    columna vertebral del movimiento, no es extra-

    o que haya tenido mucha incidencia en los cua-

    dros partidarios, lo cual quedaba expresado en la

    participacin histrica de sus cuadros con un

    tercio de los cargos electivos. En 1983 los sindi-

    calistas controlaban los principales rganos par-

    tidarios y en las listas de candidatos mantenan

    esa proporcin. Pero a lo largo de la dcada los

    representantes del movimiento obrero fueron

    paulatinamente desplazados de los cargos parti-

    darios y electivos de gobierno hasta que la vida

    polticopartidaria del justicialismo qued en

    manos de los polticos. Esa transformacin ha

    sido explicada, entre otros, por dos autores que

    son de consulta obligada para abordar el tema:

    Ricardo Gutirrez y Steven Levitsky, quienes es-

    tudian al peronismo en tanto organizacin.

    Gutirrez (2001) fue pionero al reparar en

    esa transformacin. Para l la desindicalizacin

    y la renovacin del partido formaron parte de

    un mismo proceso. Desde la reorganizacin par-

    tidaria iniciada a mediados de 1982 y hasta 1986,

    el sector sindical es decir, las 62 Organizacio-

    nes Peronistas, y su secretario General, Lorenzo

    Miguel retuvo el poder de nominar y negociar

    los miembros del Consejo Nacional partidario,

    tal como se hizo evidente en los congresos del

    Oden, Santa Rosa de La Pampa y Tucumn. Sin

    embargo, luego de las elecciones de septiembre

    de 1987, los renovadores vencieron en eleccio-

    nes provinciales y legislativas al sector ortodoxo

    y luego controlaron los rganos directivos del

    partido. Ya en enero de 1988 los sindicalistas,

    pese a solicitar que se respetara el cupo sindical

    del 33% en el CNJ, no lo lograron. Con poste-

    rioridad se reform la carta orgnica del parti-

    do, estableciendo un cupo fijo: slo 17 de los 110

    miembros del Consejo podan pertenecer al mo-

    vimiento obrero.

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar

    Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

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    Para explicar ese cambio organizativo, siguien-

    do el modelo propuesto por Angelo Panebianco

    (1982), Gutirrez (2001; 2003) explicaba las trans-

    formaciones del peronismo a partir de cuatro

    instancias: el cambio en el mapa de poderorganizativo de la coalicin dominante; la redefi-

    nicin de la lnea programtica del partido; el

    desplazamiento del sindicalismo o la desindica-

    lizacin de la coalicin dominante y finalmente,

    la subversin del modelo de acumulacin previo

    mediante la neoliberalizacin aplicada durante el

    gobierno de Menem. Para el autor esas transfor-

    maciones se dieron en tres fases: la primera, de

    crisis organizativa, arrastrada desde la muerte de

    Pern y acentuada tras la derrota de 1983, que

    produjo la fractura de las 62 Organizaciones y la

    emergencia de la Renovacin; la segunda, de re-

    cambio de la cpula dirigente, cuando los reno-

    vadores reemplazaron a la conduccin partidaria

    ortodoxa, alcanzaron predominio poltico en los

    rganos directivos del partido y pusieron en prc-

    tica el voto directo en las internas partidarias; la

    tercera, de reestructuracin de la organizacin,

    producida durante el gobierno de Menem, signi-

    fic la redefinicin de la lnea poltica del parti-

    do. Con ello, opina el autor, se complet la re-

    novacin.

    La mayora de las agudas observaciones de

    Gutirrez ha pasado a formar parte del acerbo

    generalizado entre los estudiosos el peronismo

    reciente. Quisiera destacar dos que resultan cen-

    trales. La primera, que el cambio organizativo del

    peronismo contribuy a la estabilidad de la de-

    mocracia al abandonar la concepcin movimien-

    tista y transformarse en una organizacin espe-

    cializada en la competencia electoral que fortale-

    ci el sistema de partidos. Estas afirmaciones

    ponan fin a las dudas que se planteaba De Ipola

    (1987), mostraba que haba sido posible consoli-

    dar la transicin democrtica (Portantiero, J. C.

    1987) y, con la llegada a la presidencia de Carlos

    Menem, estabilizar el sistema poltico. La segun-

    da, su original explicacin acerca de la extincin

    de la renovacin. Gutirrez precisa que fue An-

    tonio Cafiero quien, una vez que perdi las elec-

    ciones internas frente a Menem en 1988, dispuesto

    a negociar listas de unidad para el distrito bonae-

    rense, se opuso a que el peronismo renova-

    dor se constituyera como lnea interna orgnica

    del partido, con lo cual expidi el parte de de-

    funcin de dicha corriente. De hecho, durante el

    perodo comprendido entre las elecciones partida-

    rias de 1988 y el triunfo electoral de mayo de 1989

    tuvo lugar un generalizado reposicionamiento in-

    terno de los dirigentes polticos y sindicales del

    peronismo, siendo notoria la incorporacin pau-latina primero y acelerada despus de la mayora

    de los otrora dirigentes renovadores en la nueva

    coalicin menemista (Gutirrez, R. 2003, 38). De

    esa manera, da a entender que el entonces pre-

    sidente del partido y principal referente de la re-

    novacin, al negociar el destino del principal dis-

    trito electoral peronista, actu como Cronos al

    eliminar su propia creacin. Desde la misma di-

    rigencia polticopartidaria se perdi la posibili-

    dad de consolidar a la renovacin como lnea

    interna, diluyndola en el nuevo gobierno,

    dilapidando el capital poltico alcanzado hasta

    entonces en conjunto. Ahora bien, como tantas

    veces ocurre en poltica, el fin de una agrupacin

    no significa la desaparicin de la escena de sus

    ex integrantes. Cmo se reprodujeron los otrora

    renovadores en la nueva configuracin de poder

    es uno de los temas que, sin decirlo, deja abierto

    el autor para su investigacin.

    Ms recientemente, la cuestin de la organi-

    zacin del justicialismo fue abordada por Steven

    Levitzky (2005), quien desde el ttulo de su libro

    anuncia que su objetivo es explicar la transfor-

    macin exitosa del justicialismo durante el pero-

    do 19831999, un partido que de concentrar sus

    principales bases en los sindicatos pas a ser un

    partido de carcter clientelar. Su hiptesis es que

    el bajo nivel de institucionalizacin del PJ dio fle-

    xibilidad al partido que, en pocas de crisis, supo

    adaptarse a los cambios tanto nacionales como

    internacionales y sobrevivir a ellos con xito.

    La demostracin es slida en relacin con la

    hiptesis planteada y atiende a los cambios de la

    organizacin partidaria en pocas de transforma-

    ciones generalizadas. Destaca que en un contex-

    to de profundos cambios internacionales entre

    ellos, el agotamiento del modelo keynesiano que

    en Amrica Latina fue exacerbado por la crisis de

    la deuda externa, el sector secundario fue per-

    diendo gravitacin frente al sector de servicios. Con

    ello cayeron los niveles de ocupacin, los sindica-

    tos perdieron adherentes y decay la influencia

    que el movimiento obrero organizado tena so-

    bre los partidos de base sindical como el justi-

    cialismo que reciban apoyo bajo la forma de

    recursos organizativos y financieros, votos y paz

  • 8/3/2019 Ferrari - El Peronismo en La Historia Reciente

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    79Marcela Ferrari / El peronismo en la historia reciente. Algunas interpretacionesEstudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (6383)

    social cuando el partido estaba en el poder. En

    ese contexto, cmo fue posible que el peronis-

    mo se recuperara de la derrota de 1983 y su de-

    rrotero electoral fuera exitoso, a pesar de la ra-

    pidez y amplitud de la desindicalizacin? Graciasa su organizacin en tanto partido de masas d-

    bilmen