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1 “En nombre de los otrosCiudadanía, cultura política y políticas culturales 1 Laura Ferreño 2 “Uno no puede definir a hombres y mujeres en términos de tramas de significación que ellos mismos hilan, ya que unos pocos hacen el hilado mientras la mayoría está simplemente atrapada”, Jan Scholte. Presentación Este trabajo se propone analizar el rol de las políticas culturales, en tanto quienes las diseñan tienen el poder de precisar los significados y a su vez, influir en la aceptación o el cuestionamiento de relaciones de poder imperantes que conducen -a menudo- a reproducir la invisibilización de los grupos subalternos. Estas decisiones expresan posicionamientos ideológicos, tanto desde el propio estado-nación como desde su clase dirigente, en particular en lo que refiere a la concepción subyacente de "cultura". Preguntarnos por el rol que “deben” cumplir las políticas culturales en América Latina es uno de los aspectos más interesantes que se debaten en el presente. No, por supuesto, porque existan tensiones preocupantes desde el punto de vista de la discusión académica con respecto a lo que se espera de éste, sino porque no queda claro cómo alcanzar las metas a menudo enunciadas. 1 versiones preliminares de este artículo se presentaron en el Seminario Internacional Intensivo "Cultura política y políticas culturales". Red de Estudios y Políticas Culturales (EPC) OEI-CLACSO, Buenos Aires, 6 al 10 de agosto de 2012, organizado por el Concejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) - Centro de Altos Estudios Universitarios de la OEI (CAEU/OEI) - Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES / UNSAM) - Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) - Fundación Heinrich Böll y en la X RAM – Reunión de Antropología del Mercosur, Situar, actuar e imaginar antropologías desde el Cono Sur, Córdoba, 10 al 13 de julio de 2013. 2 Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Coordinadora General del Observatorio de Ciudadanía Cultural. Profesora Regular de la materia Teorías de la Cultura, carrera de Gestión Cultural, Departamento de Cultura y Arte.

Ferreño. Ciudadanía, Cultura Política y Políticas Culturales

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El trabajo analiza el impacto de las políticas culturales en la reproducción de las relaciones de poder imperantes y en la (in)visibilización de los grupos subalternos.

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    En nombre de los otros

    Ciudadana, cultura poltica y polticas culturales1

    Laura Ferreo2

    Uno no puede definir a hombres y mujeres en

    trminos de tramas de significacin que ellos

    mismos hilan, ya que unos pocos hacen el

    hilado mientras la mayora est simplemente

    atrapada, Jan Scholte.

    Presentacin

    Este trabajo se propone analizar el rol de las polticas culturales, en tanto

    quienes las disean tienen el poder de precisar los significados y a su vez, influir en la

    aceptacin o el cuestionamiento de relaciones de poder imperantes que conducen -a

    menudo- a reproducir la invisibilizacin de los grupos subalternos. Estas decisiones

    expresan posicionamientos ideolgicos, tanto desde el propio estado-nacin como

    desde su clase dirigente, en particular en lo que refiere a la concepcin subyacente

    de "cultura".

    Preguntarnos por el rol que deben cumplir las polticas culturales en Amrica

    Latina es uno de los aspectos ms interesantes que se debaten en el presente. No,

    por supuesto, porque existan tensiones preocupantes desde el punto de vista de la

    discusin acadmica con respecto a lo que se espera de ste, sino porque no queda

    claro cmo alcanzar las metas a menudo enunciadas.

    1 versiones preliminares de este artculo se presentaron en el Seminario Internacional Intensivo "Cultura poltica y polticas culturales". Red de Estudios y Polticas Culturales (EPC) OEI-CLACSO, Buenos Aires, 6 al 10 de agosto de 2012, organizado por el Concejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) - Centro de Altos Estudios Universitarios de la OEI (CAEU/OEI) - Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES / UNSAM) - Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID) - Fundacin Heinrich Bll y en la X RAM Reunin de Antropologa del Mercosur, Situar, actuar e imaginar antropologas desde el Cono Sur, Crdoba, 10 al 13 de julio de 2013.

    2 Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Coordinadora General del Observatorio de Ciudadana Cultural. Profesora Regular de la materia Teoras de la Cultura, carrera de Gestin Cultural, Departamento de Cultura y Arte.

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    Problematizar las categoras y los mecanismos que operan para la elaboracin

    de las polticas culturales permite evidenciar las decisiones polticas e ideolgicas que

    involucran las concepciones sobre cultura de los actores implicados, entre ellos la

    dirigencia poltica y las organizaciones de la sociedad civil.

    Vnculos entre el estado, la sociedad civil y el mbito acadmico

    Si se pretende dar batalla a las desigualdades imperantes, las polticas

    culturales deben dejar de proyectarse desde la lgica de la gestin administrativa de

    gobierno y redefinirse en programas a mediano plazo donde la participacin de los

    destinatarios sea efectiva y no meramente discursiva. Las gestiones gubernamentales

    no deben implementarse desde una ptica donde aquellos que saben (los gestores

    pblicos) ensean/sealan a la poblacin cmo y dnde participar, replicando

    as, un sistema de valores basados en aprendizajes sustentados en una relacin

    desigual, entre un maestro que imparte saberes y un alumno que pasivamente los

    recibe. Las expresiones culturales que en su diversidad permiten construir los

    sentidos de pertenencia identitarios- deben incentivar las habilidades y la creatividad

    de los ciudadanos en tanto actores y la posibilidad de explorar espacios donde

    todos seamos maestros y alumnos, en igualdad de condiciones.

    Es necesario discutir las polticas culturales a partir de las propias lgicas

    territoriales. En tal sentido, hay que interpelar la posibilidad de trabajar de forma

    descentralizada y conjunta con los ejecutivos provinciales y los gobiernos locales, los

    que dotados de instituciones en contacto directo con la ciudadana aseguran una

    sintona fina que pueda traducirse en polticas acordes a las necesidades sociales. A

    su vez, es fundamental, que paralelamente se consoliden los vnculos con los

    espacios acadmicos, desde donde aprehender la realidad holsticamente ms all

    del cortoplacismo de las gestiones administrativas gubernamentales; y con los

    organismos de la sociedad civil, que ofrecern una comprensin de las diversas

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    formas que puede asumir el patrimonio inmaterial y las posibles gestiones de rescate

    cuando ste se encuentre amenazado.

    ste es un desafo para los gobiernos pero fundamentalmente para las

    universidades y sus investigadores, pues construir nuevos puentes obligar a

    desprenderse de nociones y categoras naturalizadas dentro de los propios espacios

    intelectuales, desde donde se critica la reificacin de ciertas polticas

    gubernamentales usuales en los discursos inclusivos. Exigir asimismo al mundo

    acadmico el reconocimiento de la complejidad de una problemtica que hasta el

    presente se prefiri homogenizar. Una excepcin es, en tal sentido, los aportes

    efectuados por el grupo de investigacin de la Universidad de Tres de Febrero que en

    los ltimos aos relev las Polticas Culturales de los gobiernos locales en el

    conurbano bonaerense, mediante un estudio comparado de los presupuestos

    ejecutados en dichas reas por los municipios. Trabajos de este tipo permiten

    reflexionar sobre un rea gubernamental como la de cultura, poco explorada hasta el

    presente. Sern la base para futuras investigaciones qu con aportes creativos

    imbriquen disciplinas como la sociologa, la antropologa y la historia, entre otros con

    la gestin cultural.

    Como ciudadanos es necesario sincerarse respecto a qu esperamos de los

    gobiernos de la regin con respecto a la problemtica. Pero tomar este desafo

    implica interpelarnos con respecto a los debates y aportes que deben desarrollarse

    desde los mbitos acadmicos y artsticos. Tambin conlleva explorar los impactos en

    los sentidos sedimentados y naturalizados de las formas de concebir y reproducir los

    relatos hegemnicos de los hacedores de cultura, transformando as la batalla por

    la cultura en un campo por la apropiacin de los relatos y los espacios sociales

    dominantes.

    Algunos de estos aspectos se comenzaron a discutir en organismos

    supranacionales en la ltima dcada. Documentos como los Objetivos del Milenio de

    Naciones Unidas y la Carta Cultural Iberoamericana reflejan estas inquietudes

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    parcialmente. Particularmente esta ltima, se hace eco de la necesidad de plantear el

    ejercicio de la cultura como una de las dimensiones de la ciudadana y en tal sentido,

    elemento bsico para la cohesin e inclusin social.

    Es pertinente entonces explorar si estas propuestas discursivas se concretan

    en acciones polticas de las reas pblicas culturales. El Convenio Andrs Bello3 (CAB)

    desarroll hasta la crisis institucional del ao 2009, una serie de polticas pblicas en

    diversos pases de Amrica Latina tendientes a debatir el papel de los ciudadanos en

    el diseo de las acciones de la agenda pblica, particularmente, en las polticas

    culturales. La incorporacin de grupos subalternos se transform as en el desafo de

    las gestiones en el siglo XXI.

    Este tipo de acciones conllevan la discusin de la nocin de ciudadana. En un

    presente signado por nuevos flujos migratorios y una globalizacin que destruye y

    redefine todas las fronteras, no basta ya que las personas tengan y practiquen los

    derechos civiles declarados y reconocidos por el ordenamiento constitucional,

    jurdico y normativo de las naciones. Es necesario que tengan derecho y acceso a los

    bienes culturales tanto materiales como simblicos. Ello supone que adems de

    formar parte de la estructura poltica (elegir y ser elegidos), econmica (trabajar,

    tener propiedades y pagar impuestos) y social (recibir beneficios de la seguridad

    social) de su territorio, puedan participar activamente en y de la vida cultural: ejercer

    las libertades de creacin y expresin, participar de los circuitos de la oferta y el

    consumo cultural, intervenir en la industria cultural, establecer cualquier relacin con

    los diversos grupos sociales que integran su comunidad; ocupar, usar, interactuar en

    y con los mbitos pblicos, recreativos y culturales de su medio.

    La ciudadana entendida de esta forma opera como una sntesis o mediacin

    frente al Estado y limita sus poderes. Asimismo, es un mecanismo de derechos y

    obligaciones, histricamente situado, que pauta las reglas del juego social,

    3 Es una organizacin internacional de carcter intergubernamental, centrada en el fortalecimiento de procesos de integracin en las reas de cultura, educacin, ciencia y tecnologa.

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    principalmente en aquellos aspectos relacionados con la libertad y la seguridad.

    Entender la ciudadana desde una perspectiva que atraviesa lo poltico, lo social y lo

    cultural es verla como un referente que brinda elementos para la distincin y el

    reconocimiento de clases, nacionalidades, edad, sexo, lugar de residencia, etc.

    Esta nocin holstica de ciudadana denominada ciudadana cultural pone en

    discusin la emergencia de grupos minoritarios y excluidos a quienes muchas veces

    se les niega este derecho. Estas personas en tanto ciudadanos expresan su diversidad

    y se manifiestan (en trminos de raza, etnicidad, lengua nativa, religin) con respecto

    a las normas hegemnicas de la sociedad donde viven. La ciudadana cultural

    vehiculiza la legitimidad de las demandas de estos grupos.

    Una de las consecuencias de la visibilizacin de estas expresiones es la

    instalacin del debate con relacin a los caminos que asumir la incorporacin de las

    diversas manifestaciones culturales, como expresin de estas nuevas formas de

    ejercicio de la ciudadana.

    Hasta el presente esta discusin fue cooptada por los organismos nacionales y

    supranacionales y no se debati como debera dentro de los mbitos acadmicos. Sin

    embargo, la discusin no es menor, de quienes integramos estos espacios depende

    incorporarla en nuestras lneas de investigacin.

    De qu hablamos cuando hablamos de polticas culturales?

    Las polticas culturales funcionan como dispositivos de las relaciones de fuerza

    sociales vigentes en un contexto determinado. As como la impronta cultural de los

    actores impacta sobre las relaciones sociales, la poltica cultural incide directamente

    en la vida cotidiana de las personas. La cultura atraviesa las diversas facetas de

    nuestra vida y las polticas culturales no son ajenas a ello. Es necesario entonces

    focalizar la mirada en los intersticios desde los cuales explorar la desigualdad

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    inherente a las relaciones de poder asimtricas que atraviesan a los grupos

    subalternos.

    Incentivar las diversas manifestaciones culturales potencia el pensamiento

    crtico y los sentidos de diferencia. Si las polticas culturales delimitan quienes son

    aquellos que tienen el poder de definir los significados y visibilizar a los sujetos como

    otros, favorecer la aceptacin o el cuestionamiento de las relaciones de poder

    vigentes. Ello posibilita transmutar un no ciudadano en ciudadano: el otro deviene en

    nos-otros.

    Existe actualmente en algunos pases de la regin un incentivo hacia aquellas

    polticas focalizadas, que se perciben como dispositivos que pueden contribuir a

    facilitar que sectores "vulnerables" accedan dentro de su comunidad, a ciertas

    prcticas vedadas como consecuencia de la pobreza y la marginalidad en la cual

    viven. Entre ellas, tienen bastante difusin los grupos de danzas clsicas, coros y

    orquestas comunitarias.

    Polticas de estas caractersticas pueden alentar a la vez el fortalecimiento de

    esas fronteras espaciales y simblicas (las mismas que intentan derribar) pero que sin

    embargo, en muchos sentidos siguen siendo infranqueables para estos grupos ms

    vulnerables y pobres, al fomentar que las personas permanezcan en sus barrios, en

    vez de estimular la circulacin fuera de los lmites vecinales.

    Este tipo de programas evidencian la tensin entre una supuesta

    "democratizacin de la cultura", orientada a que estos sectores de la poblacin

    disfruten de "bienes" culturales a los que en general no tienen acceso, es decir,

    puedan realizar prcticas que por su posicin socioeconmica generalmente no

    conocen o estn imposibilitadas de realizar; pero refuerzan al mismo tiempo, la

    nocin de "una cultura", la "alta cultura" implcitamente superior a otras prcticas y/o

    manifestaciones culturales. Surge entonces la necesidad de promoverla para integrar

    a los otros grupos, aquellos que "no tienen cultura" y para ello "se les lleva la cultura".

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    Ejemplos como stos explicitan de qu maneras los estados imaginan (Anderson,

    2000) e inventan (Hobsbwan, 2002) sus territorios y pobladores.

    Este mecanismo de fundamentacin de las polticas culturales presupone una

    nocin esencializante de la cultura que, amparada en un discurso igualitario y

    universalista (Rosaldo, 2000), a travs de procesos de etiquetamiento (Becker, 2009)

    refuerza fronteras territoriales y barreras simblicas al adscribir prcticas y

    motivaciones de distintos sectores sociales que el propio. En consecuencia, a pesar

    de las voluntades oficiales de integracin, se obstaculiza la interaccin entre diversos

    grupos identitarios y se guetiza a la poblacin. Se reproduce entonces la alteridad a

    la cual, desde estos discursos oficiales se intenta socavar.

    Cmo vamos a visibilizar a aquellos otros a quienes decimos integrar si los

    seguimos imaginndolos como un otro circunscripto prudentemente dentro de sus

    propios lmites territoriales? Integramos a partir de esta esencializacin o slo

    aggionarmos un relato oficial volvindolo ms acorde a los vientos polticos de la

    regin? Si como plantea Stravrakakis (2010) podemos comprar estilos identitarios

    pero no una identidad -consumir comida china no nos transforma en chinos, ni una

    Big Mac en americans- entonces cmo afecta al chico pobre que integra la orquesta

    sinfnica del barrio marginal donde vive, decodificar un mundo al cual

    probablemente nunca pertenecer? Devenir en instrumentista no le otorga el

    derecho a los ritos de pasaje y a la ansiada pertenencia, slo le permite sentirse parte

    de ese mundo que comparte cuando toca su instrumento, porque no parece tan

    plausible que las fronteras de clase y simblicas del presente desaparezcan maana.

    Por qu se supone que mejoramos la calidad de vida posibilitndole el acceso a

    ciertos mundos culturales en vez de brindarle las herramientas para desarrollar y

    producir el propio?

    La democracia slo es posible si sostenemos una educacin que contribuya a

    aumentar la equidad en el acceso a los bienes pblicos y combata la desigualdad.

    Ello presume descentrarse de la crtica autocomplaciente, segn la cual no importa lo

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    que hagan las invenciones o intervenciones creativas para hacer tolerable el sistema,

    sino por el contrario, comenzar a concebir aportes sociales que estimulen el

    desarrollo de las prcticas culturales. En ese sentido, para Sommer las

    manifestaciones artsticas son el fundamento de la vida democrtica, sin creatividad

    no hay ciudadana posible.

    Es necesario as, descentrar la mirada de lo estadual y concebir lo poltico

    desde una perspectiva flexible, inclusiva y de reconocimiento de los derechos

    culturales. La poltica cultural es un mbito ms amplio que aqul al que lo acota la

    administracin gubernamental. Si como sugieren algunos autores (Escobar, lvarez y

    Dagnino, 2001) podemos reconocer como poltica cultural las prcticas polticas

    desafiantes de los individuos, en tanto a travs de ellas stas buscan otorgar nuevos

    sentidos a los significados de ciudadana y democracia, es posible percibir como

    algunos movimientos emergentes buscan reconocimiento y se vuelven visibles, a

    travs de mecanismos que ponen en marcha una poltica cultural, aun cuando los

    propios actores no tengan conciencia de ello. stos, no ciudadanos que soportan la

    exclusin de variadas formas, entre ellas, la sociocultural intentan de este modo,

    redefinir las reglas de pertenencia de una sociedad de la cual quieren formar parte. La

    despolitizacin de estos grupos subalternos o una politizacin inducida es un buen

    camino para reproducir el status quo y la desigualdad imperante.

    En tanto las prcticas no se pueden aislar de los significados (Escobar, lvarez y

    Dagnino, 2001) y la poltica cultural determina quienes tienen el poder de precisar

    los significados y a su vez, influir en la aceptacin o el cuestionamiento de las

    relaciones de poder imperantes, las subjetividades y las identidades sedimentadas

    dentro de un contexto determinado atraviesan las intervenciones polticas. Es

    primordial entonces concientizar sobre el rol de los espacios pblicos, ya que en ellos

    se visibilizan las identidades y se manifiestan las exigencias y necesidades de los

    grupos subalternos. Los espacios pblicos deben constituirse en mbitos de

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    circulacin e imbricacin, donde la institucionalidad exprese una ciudadana cultural

    en ciernes.

    Las polticas culturales deben trabajar desde las distintas dimensiones la

    violencia (Bourgois, 2002) para romper con esta lgica hegemnica y estigmatizante

    de sectores sumidos en la violencia cotidiana. Si formamos en las barriadas populares

    orquestas clsicas, sin consultar a los habitantes de dichos territorios qu identifican

    como necesidad o elementos culturales propios, hasta qu punto no estamos

    reproduciendo la violencia estructural que, se supone, buscamos desterrar? La

    respuesta no sera quizs generar las condiciones materiales y simblicas para que

    los vecinos salgan del barrio, ms all de sus fines de supervivencia, y participen

    activamente de esos otros mundos posibles.

    Plantearnos este objetivo implica pensar el espacio pblico desde una

    perspectiva creativa y provocadora, que interpele a toda la ciudadana y valorice el

    espacio como argamasa de la vida social, en el cual la interaccin es un proceso

    transversal continuo y no se circunscribe a guetos (Sommer).

    Algunos presupuestos tericos

    Si las polticas culturales constituyen el conjunto de intervenciones, acciones y

    estrategias que las instituciones estatales, no gubernamentales, privadas, y de la

    comunidad implementan para satisfacer las necesidades y aspiraciones culturales,

    simblicas y expresivas, de la ciudadana, no podemos dejar de lado que el territorio

    en el que estas polticas culturales se concretizan no es solo un determinante

    geogrfico, sino fundamentalmente una construccin histrica y una prctica cultural.

    El territorio es, en ese sentido, la materia prima para la construccin de referentes

    identitarios fundamentales para sus habitantes, sntesis de sus historias y memorias.

    Resulta fundamental tener en cuenta que esas historias y memorias se despliegan en

    el terreno de la diversidad, en el cual se tensionan diversas configuraciones culturales

    (Grimson 2011).

  • 10

    Como sugiere Stravrakakis (2010) la reproduccin del orden hegemnico

    conlleva la aceptacin por parte de la ciudadana de los mensajes transmitidos por la

    autoridad, incluso dentro de los espacios que constituyen el mundo ilustrado. La

    obediencia hacia la autoridad es tan potente que importa menos el contenido del

    mensaje que la fuente de donde emana.

    Es necesario pensar desde una acepcin ms vasta lo poltico, y asimismo,

    comprender que la poltica cultural es un mbito ms amplio que aquel que lo acota

    a la administracin gubernamental.

    Algunos intelectuales (Escobar, lvarez y Dagnino, 2001) consideran que las

    prcticas no se pueden aislar de los significados. Pero es desde la poltica cultural

    dnde se determina quienes tienen el poder de precisar esos significados y a su vez

    influir en la aceptacin o el cuestionamiento de las relaciones de poder imperantes.

    Por lo tanto, las subjetividades y las identidades sedimentadas dentro de un contexto

    determinado atraviesan las intervenciones polticas. Los espacios pblicos se

    establecen en consecuencia, como los mbitos donde se visibilizan las identidades y

    donde se manifiestan las exigencias y necesidades de los grupos subalternos.

    Qu es realmente aquello que se espera que den las polticas culturales a la

    comunidad. Es al estado al que a travs de los gobiernos de turno le corresponde

    disear dichas polticas, o por el contrario, debemos preguntarnos cul es rol que les

    incumbe a los ciudadanos en la su elaboracin. La pregunta correcta quizs tendra

    que invertir los trminos, qu deben dar, en tanto hacedores, los ciudadanos a las

    polticas culturales. Para explorar la participacin de la comunidad en el diseo de

    estas polticas, indagaremos las funciones que cumplen los sistemas de informacin

    cultural y en qu indicadores se basan.

  • 11

    Relevamientos culturales y significados subyacentes: Dime como relevas y

    deducir como defines cultura

    Diversas administraciones nacionales de Amrica Latina llevan adelante

    relevamientos que les permiten conocer las dinmicas socioculturales con el fin de

    perfeccionar el diseo de polticas y proyectos acordes a las necesidades de las

    comunidades; esas polticas sern concordantes con los aspectos de los grupos en

    quienes se focaliza. Este posicionamiento, supone un ejercicio de la cultura,

    entendido como una dimensin de la ciudadana, es un elemento bsico para la

    cohesin y la inclusin social que genera al mismo tiempo, confianza y autoestima

    no slo a los individuos, sino tambin a las comunidades y naciones a las cuales

    pertenecen4.

    En consecuencia, problematizar la representacin de las manifestaciones y de

    las dinmicas socioculturales presentes en los catastros culturales de las

    dependencias gubernamentales, permite revelar cmo aspectos materiales e

    inmateriales de los grupos subalternos son invisibilizados en estas cartografas. Estas

    resoluciones epistemolgicas expresan posicionamientos ideolgicos, tanto desde el

    propio estado-nacin como desde su clase dirigente, en particular en lo que refiere a

    la concepcin de "cultura" y a los aspectos que ameritan categorizar como tal.

    En Argentina este relevamiento se realiza dentro de la rbita de la Secretara

    de Cultura de la Nacin. Es un sistema de informacin cultural de alcance nacional

    que contiene informacin estadstica, catastral, geogrfica y legislativa sobre aspectos

    de la cultura argentina; est integrado por cuatro proyectos de relevamiento,

    medicin y procesamiento de la informacin cultural: las estadsticas culturales, la

    elaboracin de un Mapa Cultural de la Argentina, el relevamiento de diferentes

    aspectos de la Gestin Pblica en Cultura y la constitucin de un Centro de

    Documentacin sobre economa cultural. La impronta estadstica del sistema permea

    4 OEI-SEGIB; Carta Cultural Iberoamericana, Montevideo, 2006, Prembulo. Tambin se puede consultar en http://www.culturasiberoamericanas.org

  • 12

    los cuatro proyectos, ya que todos enfatizan lo medible y cuantificable del quehacer

    cultural. El organismo considera estos proyectos esenciales en tanto son el

    instrumento basal para el diseo de las polticas culturales. As argumenta que para

    poder evaluar y planificar polticas pblicas eficaces y eficientes, es necesario contar

    con un conocimiento exhaustivo y riguroso sobre la realidad cultural...5.

    En tal sentido, el Sistema de Informacin Cultural de la Argentina (SInCA)

    conforma una herramienta indispensable para el diseo e implementacin de

    polticas pblicas de fuerte impacto6. Sin embargo, cabe preguntarse si es legtimo

    concebir las polticas culturales en trminos de eficacia y eficiencia y a partir de qu

    indicadores lo determinamos. En el caso del SInCA, se focaliza en la centralidad de

    los cambios tecnolgicos, productivos y financieros de la cultura en los ltimos aos.

    Pero ello es una visin sesgada y parcial de la visin poltica de la realidad

    cultural, la poltica supone introducir sujetos y objetos nuevos y en hacer visible

    aquellos que no lo eran, permitiendo entonces, la legitimizacin de una autoridad

    que despliega sentidos educados ante otros que carecen de dicha virtud (Rancire,

    2005).

    Percibir las culturas de manera estable supone que las personas y los objetos

    permanecen en un lugar asignado, defienden un consenso objetivado que

    enmascara los grupos excluidos, reduce los conflictos a un problema negociable

    entre partes y consiente una visibilidad que suprime a los sujetos sobrantes de la

    poltica. Esta despolitizacin puede problematizarse permitiendo que en el espacio

    pblico se expresen los disensos, las incongruencias y las contradicciones. En

    trminos de Sommer (mimeo) todos somos agentes culturales, en tanto hacemos,

    reflejamos, asignamos, votamos o nos abstenemos; a partir de stas y mltiples

    formas llevamos vidas sociales construidas culturalmente; somos agentes, seamos o

    5 En http://sinca.cultura.gov.ar/sic/index.php 6 Ver http://sinca.cultura.gov.ar/sic/index.php

  • 13

    no concientes de los propsitos y efectos buscados. Esta lgica presente en los

    fundamentos del SInCA podemos extrapolarla a otras polticas implementadas?

    Puntos de Cultura es un programa donde desde la Secretara de Cultura de la

    Nacin se pretende que las polticas culturales se convierten en herramienta de

    debate, discusin y construccin sobre el modelo de pas que queremos,

    entendiendo la cultura como una herramienta de transformacin social e instrumento

    fundamental para el desarrollo de un pas con inclusin7. El debate se da desde una

    visin en singular de la cultura, la cultura como herramienta de transformacin se

    presenta como una frontera simblica que reproduce categoras puras, otorgndole

    un significado e identidad nicos. Se evita as, desestabilizar la cultura al sostener las

    reglas y cdigos no escritos (Hall, 2010). Las fronteras simblicas son centrales

    porque establecen la diferencia y conducen, metafricamente, a cerrar rangos, a

    apoyar la cultura, a estigmatizar y a expulsar cualquier cosa que se defina como

    distinta. La naturalizacin es una estrategia representacional diseada para fijar la

    diferencia Es un intento de detener el resbalamiento inevitable del significado,

    para garantizar el cerramiento discursivo o ideolgico (Hall, 2010: 428).

    El principal objetivo de este programa es impulsar propuestas socioculturales

    de la sociedad civil a travs del financiamiento de proyectos presentados y

    elaborados por los interesados -un mecanismo similar al implementado por el Banco

    Mundial mediante los fondos participativos desde la dcada de 1990- y promover

    asimismo, una red nacional de organizaciones culturales interconectadas, que

    afiancen el tejido social, el asociativismo y las identidades de las comunidades ms

    vulnerables. Desde la Secretara se lo percibe como un instrumento que favorece el

    avance hacia la democratizacin de la cultura; este marco conceptual del relato

    oficial constituira un ejemplo de cerramiento discursivo de las fronteras simblicas.

    Financiar proyectos comunitarios democratiza la cultura, pero cul cultura? las

    7 http://puntosdecultura.cultura.gob.ar/1-3-fundamentos/

  • 14

    manifestaciones culturales del grupo expresadas dentro de la propia comunidad? o

    nuestra cultura qu fija la diferencia al visibilizarla?

    Si la estrategia es fomentar la produccin comunitaria a travs del aporte de

    recursos y las expresiones de la cultura popular, invisibilizadas y relegadas por la

    cultura hegemnica y dominante; revalorizar las distintas identidades tnico-

    culturales; y, construir colectivamente redes interconectadas que a partir de la

    diversidad logren mejorar la calidad de vida de todos8, cmo se reflejarn estos

    nuevos indicadores en el SInCA; sern finalmente esos otros incorporados a un

    nos(otros) y se deshacern de un estereotipo para formar parte de otro, un otro que

    finalmente los incluya.

    La cultura poltica de las polticas culturales

    Las polticas culturales funcionan como dispositivos de las relaciones de fuerza

    sociales vigentes en un contexto determinado. Si la cultura produce al individuo e

    impacta sobre las relaciones sociales, toda poltica cultural debera incidir

    positivamente en la vida cotidiana de las personas. En tanto la cultura atraviesa las

    diversas facetas de la vida de los sujetos, las polticas culturales no deben ser ajenas a

    ello, deben inmiscuirse en los intersticios para visibilizar la desigualdad inherente a

    relaciones de poder asimtricas que atraviesan los grupos subalternos.

    Cabe interpelarse si polticas como Puntos de Cultura tornan visibles los

    grupos subalternos y los transforma en agentes de cambio o los reifica desde otras

    perspectivas. Este tipo de programa debera favorecer la participacin ciudadana y a

    travs de ella ejercicios del poder que le permitan apropirselos como un saber

    naturalizado.

    8 Idem.

  • 15

    Los sistemas de informacin cultural como el SinCA, en tanto poltica cultural

    efectuada desde arriba por los gobiernos nacionales, buscan retratar los procesos

    que tienen lugar en los territorios controlados por un estado-nacin, pero no dan

    cuenta de ciertos aspectos materiales e inmateriales de los grupos subalternos.

    Marc Abls (2012) afirma que un estudio coherente del estado que solo

    tenga en consideracin los espacios e identidades polticas resulta insuficiente. Es

    necesario entonces que esta perspectiva se complemente con una mirada desde y de

    los mundos vivenciales de los actores que experimentan los procesos otorgndoles

    mltiples significados. El estado visto desde abajo (Abls, 2012) debe considerar la

    cotidianidad: aquellas expresiones (tangibles e intangibles) que forman parte del

    mundo habitual de las personas y que no encontramos en los registros de las

    instituciones estatales. La mirada desde abajo (Abls, 2012: 131). en las polticas

    culturales debe dar cuenta de manifestaciones que hasta el presente haban sido

    relegadas; ello supone relevar las artesanas, las lenguas, las migraciones, los bailes,

    las comidas, las creencias, las peregrinaciones, las prcticas curativas no tradicionales

    y todas las manifestaciones de la cultura popular que surgiesen.

    Los espacios pblicos deben convertirse en mbitos de circulacin e

    imbricacin, donde la institucionalidad exprese una ciudadana cultural en ciernes. En

    un mundo globalizado el conocimiento debe volverse ms crtico y aguzar su

    enfoque. La necesidad de dar cuenta de las formas de resistencia de los grupos

    subalternos supone adquirir una postura antroplogo-ciudadano (Marcus, 2001)

    que analice las expresiones de los individuos registrando su movilidad, desde una

    ptica que explique un sistema de relaciones entre el interior y el exterior donde

    investigador e investigado sean igualmente participantes y donde los antroplogos

    pueden aportar nuevas respuestas.

    Queda por explorar enigmas vertebrales como el dficit democrtico en las

    polticas pblicas, el antagonismo entre control social y cultura, la produccin cultural

    como un valor que no es medible monetariamente y el tipo de sociedad que

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    pensamos cuando diseamos polticas culturales. En tal sentido, es indispensable

    hacerse cargo de los grandes laceramientos, exclusiones, pobrezas de todo tipo, no

    solamente materiales sino tambin simblicas que existen hoy da en la realidad

    latinoamericana9.

    Sin embargo, en tanto la democracia cultural se basa en la diversidad de oferta

    y en el reconocimiento de las nuevas ciudadanas culturales, este discurso en plural

    (de reconocer las culturas y no la cultura) supone un dilogo entre iguales a partir de

    las diferencias y no de un discurso hegemnico. Presume adems una visin de la

    gestin cultural concebida ideolgica y programticamente como un trabajo

    profesional y no poltico.

    Las polticas culturales deben significar para los ciudadanos, las comunidades y

    las organizaciones civiles la posibilidad de dejar su impronta, aquello que ha sido

    creado por la gente y desaparece, incluso pronto, siempre deja una huella y lo que

    tenemos por todo el continente es un conjunto de huellas, que si uno las mirara

    desde otro lugar las podra ver convertidas en unos caminos que se han venido

    haciendo a travs de muchos aos los caminos de las hormigas10.

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    9 Entrevista a Patricio Rivas en Guerrero, Arturo (entrevistador); Las huellas de las hormigas. Polticas culturales en Amrica Latina, versin mimeografiada. 10 Entrevista a Germn Rey en Guerrero, Arturo (entrevistador); Las huellas de las hormigas. Polticas culturales en Amrica Latina, versin mimeografiada.

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