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FERTILIZACION DE LOS CAMPOS ' El abonado del suelo. Núnca se cansa el labriego de que le hablen del procedimiento ` y forma dé fertilizar el suélo. Y va- mos a ver por esto si en unas cuantas palabra^ le ex- plicamos la razón, el fúndamentó de por qué le re- procha^rios el sistema que para abonar sus tierras en- tronizó hace y^,, tiempo. Fíjate bien en el símil que a tu consideracion sometó, que espero habrás de que- dar en un todo ĉonvencido. Es un labrador que tiene ahorrado un capital muy pequeño y qué a rédito en ún Banĉo le produce cada día cinco real^s, los que emplea para da.r a su fami- lía el sustentó Si no tuviera más que eso, en su ho- ga.r todos serían famélicos; es preciso que el jornal venga et^ ayuda de los ĉ uartos que le produjo el de- pósito para compensar con él recursos alimenticios. Pues e^actamente igual le sucede con el suelo. Cada año pone éste,a disposición de las plantas un caudal que es muy pequeño, y ese es el interés del capital- ^formidable que Yiene encerra.do dentró, y si el labra- dor no aporta algo más de^ lo que rinde aquel inte- rés mezquino; las plantas fállarán por hambre y la cosecha dará un es q uilmo muy pequeño. . A1^o ^ ra bien : el labrador nos' pregunta : z Y^qué pongb yo al cultivo ? Pues, mira : el interés que da tu r

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FERTILIZACION DE LOS CAMPOS '

El abonado del suelo.Núnca se cansa el labriego de que le hablen del

procedimiento `y forma dé fertilizar el suélo. Y va-mos a ver por esto si en unas cuantas palabra^ le ex-plicamos la razón, el fúndamentó de por qué le re-procha^rios el sistema que para abonar sus tierras en-tronizó hace y^,, tiempo. Fíjate bien en el símil quea tu consideracion sometó, que espero habrás de que-dar en un todo ĉonvencido.

Es un labrador que tiene ahorrado un capital muypequeño y qué a rédito en ún Banĉo le produce cadadía cinco real^s, los que emplea para da.r a su fami-lía el sustentó Si no tuviera más que eso, en su ho-ga.r todos serían famélicos; es preciso que el jornalvenga et^ ayuda de los ĉuartos que le produjo el de-pósito para compensar con él recursos alimenticios.Pues e^actamente igual le sucede con el suelo. Cadaaño pone éste,a disposición de las plantas un caudalque es muy pequeño, y ese es el interés del capital-^formidable que Yiene encerra.do dentró, y si el labra-dor no aporta algo más de^ lo que rinde aquel inte-rés mezquino; las plantas fállarán por hambre y lacosecha dará un esquilmo muy pequeño. .

A1^ora bien : el labrador nos' pregunta : z Y^quépongb yo al cultivo ? Pues, mira : el interés que da tu

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terreno se compone de una suma de intereses de dis-tintos elementos : fósforo, cal, potasa, nitrógeno, quecomo eslabones de una cadena continua son los quete sostienen de aquel suelo el renciimiento. ^i algúneslabón te falla, es a ese el que debes achacar resui-tado tan funesto, y reforzárlo es preciso para evitartela ruina a que te ves muy expuesto. z Pero si hagolo que puedo? Es verdad; pero el abono que tú echasa lo mejor sólo sirve para bacer más vigoroso el 'eslabón que 'es más recio, y el otro, el ^ue allí fallaba,.por ser de espesor delgado, cada vei stgue más débily a punto de rompimiento. ^ Entiendes ahora por quéel abono que pones no te da ningún efecto?

Estudia, pues, con cuidadó lo que en tu fincá su^- ,cede, que de eso depende mucho el resultado obteni-do, antes de abonar sin tasa porqpe los demás ,lo $i-cieroñ. .

Abono or,gánico.

1 Por qué cultivan los hongos en platafortnas deestiércol? Porque no.hay otra materia que como éstaalimente a. los miĉrobios que pululan por -e1 suelo.

'Además, les proporciona calor húmedo, agua tibia,condiciones necesarias pará que el vigor sostengan, ycon el medio esponjoso que como asiertto les. hizo,consigue para tales seres confortable habitación y unambieute, de la ŝequedad exento,

Mezcla el estiércol con tierra, .y el hongo erecerámejor cuanto más tenga de aquél y menos de ésta.El stielo^'que en cultivos ' llevas tiene microbios sincuento, hongos, algas y bacterias de cu^a ,vitalidades función el rendimiento, y si su vida depende delestiércol, por el humus que a,quél lleva, ve cúáñtote interesa que no falté esa sustancia que mantiene

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el equilibrio productivo en todo tiempo. EI labradores, no obstánte; el abono minera,l lo que echa can pre-ferencia, porqu^ es cómodo emplearlo ŝ y muy fáciladquirirlos, sm pensar que éstos se^ hicieron porqueal estiércol, qtte es base, le faltaba el complemento.

La paja que recolectas suele acontecer de fijo queno teriga fácil venta ni mucho aprovechamiento. Pues^ nor qué no la utilizas en haeer materia. orgánica quecorrija de tu suelo los defectos?

En lugar .de pretender que se pudra por sí solatranscurt^endo mucho tiempo, mézclala con los pro-

'ductos que le aumenten l^ r^queza, y así el agua quele ca.i^a bastará para hacer de una cosa que no valeun abono parecido al que saca.s de la •cuadrá al lim-piár sú pavimenta •

Cuantos más años se pasen sin estercolar tus sue-los, sentirás su decadencia cada vez en más descenso,y si abusas sin reparo de aquellos abonos químicos,prepárate a ver tus fincas arruinadas por abonarlassln tiento,

' Manipulación del. estiérco^.Si a principias de otoño por el campo te d.as una

vuelta, verás ^qué profusión de mo^tones de fi^ennAadornan los predios que ^el labrador cultiva.

Muchos llevan allá largo tiempo, y si preguritasal labrie,^o por qué allí lo tiene, te responderá paraque antes de echarlo En' la tierra esté bien podrido yno enterizo, pues de aquel modo causará mejores efec-tos. Y a ese fin, de vez en cuando, y armado de unhieldo, lo revuelve, 1e dá la vuelta completa, sonrien-do satisfecho de ver cómo humea y adquiere muchorr►ás. calor después de haberlo, revuelta.

i Qué inconsciencia existe er^.muchos actosde nues-

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tros labriegos ! EI humo que del montón ac déspren-de, y a lo que él ccsntribuye contento, es dinero quea raudales se le marcha de aquellos montones de es-tiércol.

Si alguna vez, labrador, tienes ocasión de ello, hazque te pongan dos frascos, uno con amoníaco y otrocon ácido clorhídrico, y destapados, los juntas, quebien pronto apreciarás cómo se levanta un penaéhode humos blanquécinos, y si así los dejas por un cier-to tiempo, al cabo del mismo los encontrarás vacíos.

Pues cosa análoga pasa en el montón que tú hacesde estiércol. EI amoníaĉo que dentro del mismo se 'forma son gran parte de esns humos que van a la at-mósfera robando valor al abono que tu crees cuidarcon esmero, y ir^nscurrido el tiempó, le pasará igualque a los frascos que en el ejemplo te he puesto : el va-lor de aquél habrá ^rdido un 5o por ioo. Es'inútilque quieras conservar bien la basura fuera del esterco-lero. En cuanto al campo la llevas, si no la extien-des muy. presto, sólo hará perder en su valor nutriti-vo; enterrándola, en cambio, los productos que enhumo quisieran marcharse, los recogerá el terrerio.

Si esa práctica utilizas, sacarás más provecho a tuestiércol.

, El estiércol en •mantón.

Quedó atónito un labriego cuando le e ĉhaba yo encara que el volteo que daba a su estiércol^ en un malestercolero era. práctica. perjudicial en extremo, hastael punto de afentar contra su propio bolsillo. ^ Se atre-verá el señorito, mascullaba, que en su vida se rnan-chó con el estiércol, a enseñarme el modo y formadé conseguirlo bien hecho? Desde tiempo inmemoTiallo venimos asf haciendo'; yo lo aprendí de mis padres,

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y a éstos ilustró el abuelo, y sabían mucho más quequien nunca con la azada se hizo callos en los dedos.

No me negarás, le d'ije, que para eliminar un ár-bol del lugar en que ha vivŭlo hay dos sistemas queconduĉen a un resultado idéntico: el cortarlo o darlefuégo. Por ambos se ^ ha conseguido eí quitarlo deaquel sitio. t Pero el provecho fué el mismo? Por elprimero sacaste unos tablones que te dieron buendinero; por el segundo, ceniza y carbón, que daránpoco proveĉho. ^

Pues lo que tú haces con ese montóa de estiércoles análogo al sistema del que para a^atir un árbol lopuso en Ilamas, ardiendo. ^

, EL modo de que nada pierdas, y a pesar de ello teresulte bien podrido, es coLocarlo en montón y regarlocon orines que de la cuadra salieron. Aunque sólosea agua lo que uses, siempre será preferible a quese quede reseco. De ese modo tan sencillo consiguesque quede aquél encerrado` dentro de invisible cofreque impida se descompongan los gases que engendróen su seno y que al aire marcharían abandonando elestiéYCOI. EI carbónico que nace al tenerlo.humedecidoe,s el que forma las paredes de esa ca'a misteriosa,pues, por ser muy denso, queda pega^o a la masa,coritorneando la superficie total del montóx^ que ^hu-biese hecho. De otro lado, con esos riegos periódicoslogras que ^l aire se meta por todos los intersticióshasta cl 'rinĉón más interno, avrvando a las bacteriaspara que hagan el trabajo de podrírlo; sin que así seapreciso que .deshagas el montón, rompiei^do a la. vezla caja en quç lo tíenes envuelto. GQn un sueló ce-méntado que alojase los pajuceŝ y excrementas, y unpocillo que recoja los residuos líquidos, el estiércolque tú harlas sería mucho más rico. .

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El guano.

Abor}ar es poner elementos nutritivos en el agro.Enmendar es cambiar las condiciones dc la tierra,pero de un modo acertado. Si ambas cosas se con-siguen simultáneas, el beneficio obtenido nadie puedeni dudarlo:

^ Qué hace el hortelatto en la huerta ? Dar sustan-cia a aquella tierra, pero cambiando a la vez la aspe-reza del terrón por la suave consistencia del untuosomantillo que hace tiempo viene echando. ^

Y si en,la huerta eso es sano, z no ha de serlo enlas tierras que tú tienes en la vega y aun en el mismosecano? El vegetal, todos saben que e ŝ un ser queal producto mmeral ]o trueca y carnbia en orgámco ;pero su fuerza sintétiĉa alcanza límites amplios siel humus viené en ayuda del trabajo que realizanpor lo^rarlo. Este mgrediente no se éxpende en elcomercio: se origina ba^o el suelo a expensas de losdéspojos orgánicos, y si en aquél pones estos, el tí-tulo de ese cuerpo que allí exista habrá sido acrecen-tado. Pues el ^uaño es abono de esta clase e integra-do por deyeccion de las aves mari'nas que en la costala dejaron, de concentración muy grande y por eŝode un aprecio extraordinario. Tanto se empleó enlos campos, que, no obstante el espesor de la 'capaexcrémenticia que for ►riaron, los depósitos que habíahace tiempo se agotaron.'

El ^hombre, a fuerza de ingenio, buscó el modo deimitarlos, pues pensó : si aquellas aves comían pes-cado, sus excrementos no podían ser, otra cosa quereŝtos c^e Tas infelices víct^mas que las aves devo-raron. ^

Los desperdi^ioŝ ^ue las pesquerías dan, uná vez

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desaceitados, hacen análogo efecto, y como guano no-ruego se vienen tttilizando desde ya tiempo lejano.Como ahora en España sé han montado fábricas con-serveras de pescado en gran escala, el guano indus-trial, para usarlo como abono, adquirió ya la etiquetaque permite sin t'eservas podamos reĉomendarlo comoproducto excelente de fertilizar los campos.

El abono sideral.

Se Ilama así el que se logra cuando se labran loscampos teniendo las plantas vivas en plena vegéta-ción. Es el medio cori que cuenta él labriego de se-canos` qué no puede estercolarlos con la frecuenciaprecisa para tenérlos en vías de abtutdánte produc-ción.

Es el medio más'barato por el ctaal puede ag^en-ciarse la materia éstercoliza, elemento impresctn-dible, como él sabe, que necesita el terreno para dar-le más soltura si era fuerte; o tenerlo apelmazadosi es muy suelto, corrigiendo propiedades que en unoy en otro ĉaso hacen ingrata lá tierra por mala cons-titución.

Con él moviliaa'a punto 1o que ett el suelo ya exis-te e'n el mayor estattst}^tó, pues, al çaptarlo, la plantalo hace entrar en el praceso de la vida argantzaday colocarlo cuando luego se deshaga y desinte^re encamino de buená asimtláción.

El altrámtzz sarraceno, loŝ nabós y lá mostázaplantas ŝon muy adecuadas por su semtlla barata, parahacer sideraĉión, y si alguna vez lo ensaya en lashojas de .ba,rbecho, ya verá cómo repite al observarresulta.dos que se esca[^an desde luego a toda pon-de^acibn.

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El mineral.

Si le dices a un labriel;o nuestro : mira : mineral esuna sustar.cia que siempre permanece inerte, quenunca se muestra en ella movimiento, ni en las par-tículas de que está constituída se ven cambios quepudieran demostrar ]a existencia entre su masa druna vida activa o lenta. Todo lo que no es planta oanimal; es un mineral, como, por ejemplo, una pie-dra. Te contestará muy ufano : Quiá,4, no lo ĉrea ; mi-neral son unos polvicas blaneos que yo echo a mi par-cela, para de ese modo consegu^r cosecha.. '

^ Para tan'sencillas gentes no hay más que uri Yni-neral en la tierra, que es el superfosfato que comoabono se emplea. Usa otros de este género en fertili-zar las fincas, como ŝon el nitrato de sosa o el de cal;pero éstos no son más que nitratos ; e1 míneral es elotro, el que. aprendió a usar primero, y lo designa en .su léxico con ese arbitrario nombre, porque le fué elmás sencillo de aquellos con que el comercio anun-ció la mercancía cuando comenzó. a venderlb.

Pero hora es ya de que cambies y Ilames á•cadacosa con su nombre _ verdadero. El superfosfato noes más mineral que el nitrato, que el sulfato amó-nico, que la cianamida, qug el cloruro o el sulfato depotasa. Y hoy que vas ya aprendiendo que no basta.para dar fuerza a tus-#ierras el primero que emplea-b$s, preciso es ya que los llames p.or su nombre yapellido. ^

El •superfosfato, o sta el mineral que tú llamas, esun abono excelente, y continuará siendolo por muchotiempo.-Da fósforo a las plantas, pues no ignoras queese es uno de los elementos más ricos, porque es elq.ue después en los aaimales sirve para armar y dar •fuerza al esq,ueleto }^ entra en cantidad ^notable a

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constituir los sesos. Gasta, pues, algo del fósforo quetienes eu tu^ cerebro para apretiderte los noutbre^ deesos ingredientes nuevos, que van siendo ne^esario;en tu hacienda como los mismos aperos.

Estercolado.

zQué cantidad es precisa para dejar un terreitocon estiércol abonado? En terrenos de secano quedaen buenas condiciones ĉon unos io.ooo kilogramosextendidos por la hectárea ; pero , si es en regadíodonde el consumo de fertilizante orgánico se aceleraen alto grado, no ha de bajar de las 3o toneladasen la misma superficie para conseguir sea bueno elresultado.

' En las tierras que son sueltas conviene siempreañadir cantidades más livianas, acortándose los pla-zoS de estercolar las besanas, y así, si aquel afiemadose hace cada cuatro afios, en las tierras que decimosdebe cada dos echarlo, procurando que cl estiércolesté hecho, o sea por completo elaborado.

En las que son abertales ; esto es, en las que cl"buro" las haca fuertes, compactas y frías, el estiér-

^ col poco hecho, con adición espaciada y en cuantíade valor muy acentuado, dejará un suelo tan torpeenmendado de las laĉrás que tenía, consiguiendo, al'pasar aiios de llevarlo en ese plan, encontrarlo me-j orado.

EI abono, en efecto, que mejora más el suelo es sindisputa el estiércol, y nunca un exceso de él puedecausar, como sucede con otros, algo que sea difíc^tdejar después arreglado. '

Mineralea nitrogenados.

Utia prétensión corriente suele ser en los labrie-4

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gos la eie conseguir les cíigas qué es mejor en sus cul-tivos :^i el nitrato o el amoníaco, quc es como aquéldenomina a la sal: sulfato amónico. Y es tan difícildc^círselo como asegurarle si el vino o el aguardientehaceu mejor efecto respe^to de su or^anismo. No haycomparación posible, porque, aun teniendó cumpo-nentes muy análogos, los efectos son distintos.

Así, con las dos bebidas que como ejemplo hemospuesto, ^ no es grande la diferencia del efecto conse-guido ?

Una de ellas, el vino, suele uŝarse como tónico, yen cambio se destina la otra a matar el gusanillo. To-madoŝ en iguales dosis, si se pasa en lo debido, elprimero aun no hace nada, cuando el segundo es ca-paz de tumbar al labriego más fornido. Claro queesto se debe a que el aTcohol en el último está en ma-yor proporción, y aunque esto no pasa con el riitró-geno de los abonos que comparar se ha querido, laralidad dcl que tmo y otro presenta hace efectos pa-recidos al que en los líquidos comparados hemos di-cho.

El nitrato en dosis grandes se asim^la de tal mocioque vuelca a los ve^etales a los cuales se ha añadido,y en cambio el sulfato amóni ĉo es más lento en susefectos, es tónico de acción pausada y puede añadirsesin temor a las plantas del cultiv^. Siquiendo el sí-mil pronuesto, el vino es receta de los sanos ; las aran-des dosis de alcohol ŝe administran para reparar lasfuerzas de los que se hallan enfermos, desgana;clos, yasí, cuando el vegetal se ve con síntomas de medroescaso, añadirle aquel producto, el nitrato, da muybuenos resultados. Los dos son, nues, buen abono; éIsecreto está en saber administrarlos. Para un ré^imendietético normal conviene el sulfato amónico añadidoal suelo, a la vez qué el mineral o superfosfato, para

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los motnentos críticos en que es preciso matar el ham-bre que la planta siente ; el mejor es el nitrato. Comoesto sólo se aprecia cuando la planta be encuentravegetando, dicho se está que antes de que ésta ha sa-lido es inútil emplearlo.

Apre^iación de los abonoe minerales.^ Cuánto te han cabrado, Antonio, por el mineraS

comprado para la siembra de trigo?Pues i7 pesetas por saco de 5o k}los, y por cier-

to que este año fué más barato, pues los a^}os ante-riores no rebajaron el precio. Pues siento mucho de-cirte que, a pesar de tu al^gría, hiciste también clprimo. El hijo de la Colasa, que lo compró al posa-dero, a i6 lo pagó y ha quedado. bien contento. Toma,pues, z y cómo es eso ? Pues dice que si los portes,que si el envase, etc., le permite realizar esa rebajaen el precio.

Mira, como no lo entiendo, se lo voy a consultara nuestro nuevo tnaestro. Es verdad, var^-ios a ver adon Cteto. Y los dos se encaminaron a que de su per-plejidad les sacara ese consultor gratuito.

^ Podría usted resolvernos esta duda que tenemos?,le dijeron. EI superfosfato este año lo cobraron en laCaja a i7 pesetas, y por el mismo saco en la tiendaqurtan a peseta menos.

Me parece que el problenla es muy sencillo, ]es dijoel ma.estro. El abono que en la Caja se os dió crade i8-2o; ^esto es, que tenía de materia utilizableel saco que tú comPFaste io kilos, que, según lo quehas liagado, te costo a t,7o eí kilo, El del hijo de Co-lasa sólo tenía de título i6-i8, o sea que en un sacode ig^ual peso sólo riueve kilogramos le rlieron detena cotrzable, y esta ía pago, por tanto, a

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kilo. )31 engañado fué éste, pues cre}^ó que se aho-rraba una peseta, y 1e timarou enciiua 63 céntímos demercancía, que se la díeron de meiios.

Viveros de bacterías.

^ Qué cosas tnás raras inventai^ ! z Querrán que nos-otros hagamos con nuestras tierras cosas extraiias,para que luego los vecinos a reírse vengan? No, no esnarla de eso, sino que al ver nuestra tierra cultivadacomo en tiempos de Adán, nos da grima. z No haymuchas fincas que como cultivo único e inmortal Ile-van cereal y barbecho, sin que el más pequeño ensayohaya intentado redimirlas de esa pecha?

Pues debes tener presente que no mejorarás laproducción cereal con ese sistema. Para que éste ade-lante es preciso, imprescindible, que las leguminosasvengan a alterar el plan que en tus fincas Ilevas. lle-bes saber que una planta de esta clase tiene en susjugos radiculares potencia capaz de remover sustan-cia del suelo que no logra que Io que hay bajo tu fin-ca se aproveche, que agotan mucho_menos que los ce-reates, que es el unico medio de que en ^^stos tiem-pos el ganado tenga Pienso, que tanto cuesta agen-ciarse.

Si en lugar de hacer aquéllo pusieras barbecho, ce-bada, legutninosas y trigo, por ejemplo, sería waavance, pues, de cuatro años; obtendrías tres cosechas,y no dos como antes. Por seco que el terreno sea, s^odeja de haber leguminosa apropiacla, y si alguna ve^a hacer la experien: ia te arriesgaste y no salió, lacausa es debida a otra cosa que intento explicartn.Si ^n el suelo aquél no -hay bacterias de las que laleguminosa elegida Ileva en las riudosidades de suraíz, su vida es precaria, a veces imposible; y no lo-

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grarás yuc allí viva si no iuoculas ese elemeuto quetanta falta le hace. I?llo lo conseguirás llevando tie-rra de la que antes proclujo leguminos^z de aquélla,y cotno supongo yue el proc-eclimicnto cs caro, por e^ote acon5ejo estal^lecer un vivero cle bacterias. ^ Cútno?Llevanclo unos sacos nada tnás cle esa ticrra, y en unaparcela doticle la extiendas, cultivas ]a legumínosa,que entonces vendrá Uien y te dará cerca toda la tie-rra inoculada que necesitas, pues bastan tres o cuatrocarretadas para toda una hectárea. '

^ Ves cómo lo que antes te causaba risa encierratal vez el secreto de hacer tus fincas más ricas ?

EI abono y los fruxales.EI terreno cultivado hay que mirarlo como si fuera

un pesebre que contiene una ración escasa de los ali-mentos que a la planta le conviene. Sin otros recur-sos que esos, el vegetal crecerá esmirriado y muy en-clenque, no se hará gorcío y rollizo, y. la fruta quete rinda será pobre. El abono que tú echas tiene esefin : el de completar el pienso que se halla mtry de-ficiente ; pero al componerlo es preciso que tú pien-ses que en el caso clue tratamos de alimentar los fru-tales, la raĉión será muy otra que si pr.etendes ferti-lizar tus prados o los trigales.

Una regla general comprenderá ŝ no es posible quenadie pueda agenciarse, pues depende ese problema,en parte tnuy princípal, de la especie que se trate yde que el pesebre tenga más o menos.canti<íad de loque el árbol le pide para poder contentarse.

Sin embargo, una co^a te diré que para ese menes-ter pueda ayudarte : Por cada metro cuadrado que lacopa del frutal sobre el suelo te proyecte, necesita dis- ^1>oner de fósforo cinco gramos y de nitrógeno quince,

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cuarenta gratuos de ral y en potasa sólo siete, con locual, y sahiendo la riclueza que ]os abonos contie-nen, puedes hacer una fórmula que a la mayoría clelos frutales conviene. Si resolver el problema te 1>a-rece mtry difícil, expónselo tú al maestro, para queéste te lo explique.

Tendrás presente, además, que el total que te re-sulte no puedes sin más echarlo en un rincón del pe-sebre, pues el árbol no puede, como el animal, hoci-car en varias partes con ob'eto de buscarle. Las bo-cas que aquél presenta sue^en estar bajo el suelo ya una distancia del tronco que la marca. la circunfe-rencia que el borde de la copa forme, y por eso, alañadirlo, harás una excavación en redondo, siguien-do la línea que dicha pro^ección señale, y ahí espreciso que encierres la ración que compusiste parasaciar con la urgencia requerida el• hambre y necesi-dád que van sintiendo tus árboles.

Si la fnrta ha de ser buena, lozana y de aspectopresentabie, no escatimes con usura lo que de ti estápidiendo la plantación de frutales.

Revalorización de pajuces.Es una cosa que los labriegos pretenden, pero que

sólo consiguen a medias poderlo hacer. Del pueblo,en las cercanías donde tienen asentadas las fosasestercoleros, he visto yo en esta época, principio dela invernada, trasladar los pajuces y mezclarlos conel estiércol que en aquéllas suele haber, dándole vuel-ta en seguida, con el fin de que el pajuz añadicío seempiece a descomponer. Y que lo logran, es cierto;pero ^ el productp resultante tiene la misma riquezaque el estiércpl de la cuadra en su verdadero ser?

Yo al labriego le pregunto: Si al vino que enctr

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lr•ado tiene se le octtrre aiiadir mitad cíe agua, ^ notendrá mucho más caldo con apariencia de vino?Desde luego, pero lo quc allí resulte es seguro queno puede compararlo ni con un mal chacolí. La apa-riencia del estiércol que así obtenga podrá parecerlebueno, pero la fuerza, la vigannia, como él dice, serárebajada tanto que el resultado que obtenga no pue-de ser comparable con la de estiércol bien hecho, yél mismo se habrá engañado pretendiendo lo que r^oes posible hacer.

Si siguiendo ese sistema quiere lograr--^esultado,debe echar a los pajuces los productos que en cl co-mercio se expenden con esa finalidad, pues con e11osañadirá la riqueza que a esos residuos les falta sinquitársela al estiércol, con el cual hace la mezcla, ylogrando un producto de tan buenas cualidades comoel que está en el establo, cosa que del otro modo xiun-ca puede sucecíer.

La dosis de abono.

Recomendar la cuantía del abono que es precisoen las tierras de cultivo no se hace sin grandes ries-gos de dejar a poca altura el oficio' de asesor.

Son muchas las circunstancias que influyen en lareceta que con frecuencia nhs pide el sufrido cainpesi-no, para que a ciegas se diga con seguridad ^de acier-to s^ este o aquel otro a.bono le resultara mejor. Pueslo mismo ha de ocurrírnos al indicar cantidades, por-que no todos los suelos tienen idéntico grado, ni cir-cunstancias iguales en su poder receptor. •

Lo que sí puede afirr ►^arse es que en los terrenossueltos debe amenguarse la dosis, repitiéndola a me-nudo, porque consumen de prisa lo que les da el la-brador, y, en cambio, los que son tenaces retienen

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con más usrtra los principíos del abonu y los eedena las plantíis de nianera pr^,gresica, comu aquéllas 10larelíercu, para niantener ŝu loz^^míá y vil;cir.

El abono preciso.

Pue^de ase^tnejarse el suelo a un cubo cuyas duelasllegan a nivel distinto. z Quién regula ^ ahí el volumenque pueda contenerse clentro? Sólo la cluela más cor-ta, pues del agua que allí echemos^ se verterá pore1 borde rebajacío que aquélla deja en el cerco cuan-ta pase del nivel que irtexorable se^ñala la duela cortade ese cubo contrahecho. Para que c^uepa más agua,no nos queda otro remeclio que alargar mucho esacluela, y entonces la que siguiera en tamaiio al quetenía la que heuios recou^pttesto será la que en acfe-lante tnarque el voltuiten que el cubo pueda afo^raren tuintentu.

Pues bien: e[ agua en el sírnil puesto es^la cosechaen el campo, que a su vez hace las Veces de cubo cu-yas duelas son 1os abonos distintos. El que de éstosse halle en proporción más exigua, es quien rige lacuantia de eosecha que <le ac^uel suelo' obtendremos.Si, pues, ert lugar de añadir ese, ponemos otro dis-tinto, es lo rnismo que alargar la duela^ grande en elcubo del ejemplo sin haber incrementado la peque-ña, que es donde se l^^lla el busilis de correccián deldefecto,

Fijacicsn del fcísforo en el suela

Por mucho que tne esineraba, no entenclía ctquellabriego cócno el fósforo soluble clel abono que espar-cimos podía quedar sujeto a los terrones del stzeiodonde aquél se bubo añadido.

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Y para hacérselo ver de modo deíiuitivo cogí uiipoco de vino tutto y lo hice atravesar por entr^ car-bón molido. Su admi>~ación iué rnuy grandc al ^ verque lo que pasaba por debajo cíe aquel filtro no te-nía ya color y quecíal^a con^o el agua que marchabaPor el río. Pues exactamente igual ocurre al supcrfos-fato cuando queda en las parcelas por el agua des-leído. Pasa a través de la criba que forma el suelomullido, pero sólo el disolvente, sin el fósforo añadi-do, que se quecía en el terrón con gran fuerza rete-nido, como el color de aquel vinó que hicimos atra-vesar por entre la masa negra del carbón humede-cído.

El nitra.to en el suelo.

Ya sabe el agricultor, porque ►nil veces le han di-cho, que el nitrato es muy soluble y se rnarcha muyde prisa de los suelos de cultivo. Tañ^bién sabe deotro lado que sin humedací los efectos son muy len-tos, y de ahí precisarí^ertte nace la duda de cuandodebe aplicárlo, para evitar'que se pierda sin que lasplantas lo cojan, pues sería un gasto inútil y el re-sultado perdido.

Para que aquél se disuelva en condiciones de que-dár con eficacia por el suelo difuncíid^, basta li-gera humedad, que ésta no se haíle en exceso, puesal corxer^y filtrarse es cuando arrastra ese abono qttequeda rá^idamente en el agua diluído. Precisamenteesto exphca por qué, basta para que haga efecto útilque el suelo se encuentre sólo apenas humedecido.

Para conseguir, por tanto, los efectos bienhechoresdel nitrato y en grado superlativo, lo mejor es nña-dirlo después de que las lluvias humectaron bien loscampos que han de recibir ese abono mineral, que

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será por mucho tiempo el recurso inestimable de im-pulsar energías patenciales en el campo empobre-cido.

Habrá de observar, no ohstante, si el follaje sehalla recubierto. de rocío; el nitrato, al disolvérse en-tonces sobre las hojas que tienen blando tejido, cau-sará lesiones graves a las plantas, por lo que demo-rará el reparto hasta que el sol con sus rayos quitecausa ocasional del daño que procíujera si quedasetal detalle inadvertido,

^Nitrato de sosa o de cal?En lucha honesta y honrada se disputan ambas

sales minerales los favores del comercio. El agricul-tor ya sabe que el primero es el que se trae en bar-cos de país ultramarino, de Chile, Perú, Bolivia, quees donde se han explotado los mejores yacimiento^•.Hoy se obticne ya en la industria por el sistema sin-tético. El que no conace tanto es el nitrato de cal,por ser producto inás nuevo y del que sólo la indus-tria puede darlo a los labriegos. Este es el que ttíhabrás visto que las cabras y carneros chupan condeleite grande en las paredes que se encuentran cons-truídas en algunos sitios húmedos, cuya supeXficieaparece recubierta con eflorescencias blancas, h^gros-cópicas partícttlas de ese nitrato de cal, formado enlos paramentos. Las propiedades que tienen se pre-sentan con tan similar aspecto ^ue no es fácil deter=minár circunstancias por las cuales deba ser uno alotro preferido. Su riqueza en el nitrcígeno, que es loque les cla valor, viene a ser casi lo mismo: se disuel-ven con la misma rapidez en las aguas de drenaje quese escurren bajo el suelo de cultivo, y las plantas nopresentan diferencia muy sensible en captar las solú-ciones salinas porque sea uno o el otro el que hubieraintervenido.

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No obstante, en aqttel nitrato de yacimientos dúlc-nos pueden encontrarse cuerpos con efecto catalítico,por lo general ausentes en nitratos por la industriaproducidos, y por eso hay que llevar los ensayos condetalle, para aquilatar en forma los efectos que con eluno o e^ otro el labriego ha conseguído.

La sal marina.

Tú conoces, desde luego, ese cuerpo imprescindibleque se emplea en ]a cocina de condimento en las vian-das que iñtegrarán tu comida. Es el mism^ que parasazonar los piensos se coloca en los pesébres ^n ior-ma de grandes bolas, que, lamidas del ganado, abri-rán el apetito de las bestias, estimulando su ,sed ydahdo a la ra^ción que in j ieren las condiciones pre-cisas de aiimento saludable para mantenerlas bue-uas.

Pues de análoga manera el mismo producto sirvepara estimular de las plantas la apetencia, cuandodel suelo recogen el alimento que ha cíe componerla savia que a su cuerpo dé vigor y resistencia ; peroel riesgo que se corre en este caso hace que el labrie-go tema y a lamentar Ilegue a veces de aquella salla presencia. La dosis en que ésta se halle puede seren ciertos casos nutricia; pero hay límite, pasado élcual es tm tóxico mortal para las plantas que en aque-Ila tierra vivan.

A ese pernicioso cuerpo es debida la extensión tanformidable que hay en España de estepas y para lasque no hay cultivo que pudiera redimirlas, como siun hado maléfico las hubiera hecho malditas. Otrassales muy distintas contribuyen con el cl^r^iro de so-dio a que esas tierras conserven propiedades corro-sivas, y si el análisis muestra que én conjunto pasa

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^le un 3 ^^^^r t.ooo la saliuidad cle aquéllas, empieza yaa resentirse su calidad procluctiva. '

Cuando la sal sólo está cn las capas niás sumc;ra;,sicumulanclo las aguas para quc al filtrarse arrastrenesa ntateria salina, puede quedar la parccla c:n con-dicionts de que labráñdola sirva. Si es el subsuelodonde aquélla se acumula y ahnacena, el cfecto delas aguas es contrario, pues cuancío éstas, por efectocapilar asciendan, llevarán la sal consigo, que de esemodo se eñcuentra elevada a^ ras de tierra.

Cuicía, pues, de este detalle, ya que hay fincas desecano que te rinden hoy cosecha, y si por tu afánde lucro las convirtieras en vega, corre ŝ peligro ^nuygrande de que si aquello sucéde, en lugar de ^nejo-rar, las pierdas.

La sal es un instrumento de venganza muy anti-gua, pues ]os pueblos que los bárbaros véncían cransembrados de sal por insti^ación de Atila.

Ceniza vegetal.

Ese resto incinerado de la leña del hogar que semalpierde y desprecia, es tm ahono excelente aclicio-nado al terreno que se suele cultívar.

Cuando se hace arder la ]eña, arráncanse las calo- ^rías que la planta entre sus células consiguió antesíntegrar, y desprendidos tos gases que a los humosconstituyen, queda allí como residuo lo que sólo esmineral. Ahora, Uien: esta materia, no es lo rnismoque la que estaba en ta planta; al quemarla, sus mo-léculas se alteran, se deshacen y combinan sus distin-tos componentes del mocio más desigtial, y las salesque resultan son elementos ya nuevos, que servirán,st se emplean, para dar vigor y fuerza a los camposque el labriego ha de labrar.

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Esa cettiza, eu cfecto, scílo contiene productos yuedc una manera u otra a la planta componían y en laproporción precisa para que no sobre nada en ia tra-ma del tejido vcgetal. No obstante, de aquellos qtreen el tierreno son los que andatl más escasos es la po-tasa ^la que abunda en los restos de la quen^a cte lasplantas, y, por tanto, como abono de esta clase se letiene que mirar. En los prados, los cotnpuestos depotasa haeen efectos notables, y de aquí que los za-gales que observaron tal detalle den fuego a los ma-torrales, con riesgo a veces muy grave, para que el re-baño tenga. buena hierba que pastar.

La ceniza, muchos saben, es mtty buena ; pero sihay que conseguirla consumiendo lo que en el suelohay de humus, 1a. pérdida que de éste ocurra no esaquélla quien la puéde comp^ensar.

Espuinas cle azucarería.

Se Ilama así ese producto que se obtiene al purifi-car el jugo ^:n fabricación de azúcar, y yue a causade las materias orgánicas, elemcntos residuarios yde desecho industrial, pucde servir cotno abono de loscampos colindantes en zonas remolacheras, a las cua-les se clevuelve de ese modo gtan parte de los elemeu-tos que las plantas del suelo aquél arrancarqn, y que-dan en conclicioues para que cle nuevo aquéllas laspuecían utilizar.

Para esa defecacióu que los jugos necesitan es ]acal lo que se emplea, y es, por tanto, de esta índolela calidad del abono, pues contiene clel t 5 al 30por ioo de es±a base singular, y por ello donde de-bíera us^lrse taÍ materia es en las tierras algn á^iclas,donde pudieran con eso su acidez neutralizar.

Si, por tanto, el arrastre no resultara costoso, en

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las tierras montafiesas es donde mejor empleo puedenaquellos residuos tener bueiia aplicación, pues en ellas,además de servir corno alimento, hacen ofícío de en-mienda, contribuyendo en tal caso a mullir esos te-rrenos y facilitar labores que puedan necesitar.

Y1tit" desperdicio.

Con frecuencia hay quien pregY^nta qué tierra pon-drá en los tiestos o en las parcelas que integran losmacizos del jardín, para dar a las plantitas ,el medioen que sus raíceŝ se desarrollen y medren, dando sa-via en abundancia a las matas que sustentan, y lo-

. grando de ese modo una floración intensa, que paraesos vegetales, de ornamento sobre todo, se pretencleconseguir. Tiene un procíucto apreciado que a menudodesherciicia y que en esos menesteres le resultará muybien y aclemás es muy barato, pues se trata del hollín.

Si a wia tierra de las de tipo corriente se mezclaun tercio de aquél, sirve de abono y enmienda, puesa causa de su color tan oscuro capta muchas calo-rías, que luego cede a las plantas, estimulando la in^tegración protoplásmica en•provechoso proeeso, y a lavez, por el olor sui gentieris, ahuyenta a muchos ^nsec-tos que molestan demasiado a esas plantas del jar-dín. Adeinás, les da nitrógeno y cantidad de potasa,alimentos importantes, por lo cual es un productoque, esparcido en esa tierra, cumple un fin utilitarioy contr^buye al aseo de todas las chameneas, evitandolos incendios y que el tiro vaya bien.

Abonado eñ la remolacba.Hay que partir de la base que esta planta azuca-

rera necesita, para hallarse bien nutrida, nitrógeno,

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potasa y fósforo, u sea lo que se ]lama una fórmulacompleta. lle esos procíuctos corrieirtes que en abo-nado se emplean, los de fósforo y potasa, desde luegohay que a ►iadirlos a►rtes de hacerse. la siembra. Yeroel otro, el que lleva a la raíz el ázoe que necesita, hayopiniones contrarias de cómo ha cíe realizarse, si an-tes o después que las plantas estén hechas. 'Y del úl-timo estudio efectuado, que comprende ntunerosasexperiencias, ha venido a comprobarse yue de ambassoluciones ninguna es la más correcta.

El abono de nitrógeno, en efecto, produce en re-molacliares el resultado mejor cuando se añade alterreno en dos épocas distintas. La mitad del queacostumbra a repartir por sus fincas lo pondrá conlas labores preparatorias de siembra, con sulfat^o amó-nico, cianamida úrea o cualquier otro que sea de trans-formaciones lentas, y después, en una o en varias ve-ces, y con productos que sean de rápida asimilación,los nitratos hoy en día, añadirá la otra parte a medidaque comprenda que ]as plantas de su r.^mpo un refuer-zo necesitan.

La distribución del abono de nitrógeno en la formaque en esta instrucción se indica, dará aumento enrendimiento casi en todos los lugares donde no lohacen así, por ignorancia 'o rutina.

Abonado de la viña.

Son frecuentes las consultas sobre el modo cíe abc^-nar las cepas en el viñedo, y aunque el problema esdifícit, por depender sobre todo del suelo en yue estánviviendo y del número de plantas, te daré norma. co-rriente que represente un promedio.

Por cada una de las plantas que compongan el vi-ñedo, debe'rás tú reunir los siguientes elemeiítos : Tres

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kilogranu>s cle estiércol, ciento cincuenta gramos delsuperfosfato quc se vende en el comercío, setenta ycinco de la sal sul[ato amónico y una cantidad igualde sulfatú de potasa, si presuines que ésta falta en elterreno.

llespués de que ya en la viña la poda la hubieseshecho, excavarás a su pie, y a cosa de medio metro,urra zánj^ circular que alcance a 3o centímetros, yallá desparramarás la mezcla de los abonos yue an-teriormente hemos dicha

Que la viña rinda bien, que lleve pujante vida y tedure mucho tiempo, exige cada tres años darle elmismo tratatrtiento, sin olvirlar que el esmerado cul-tivo es complementa acíecuado a una sanidad constan-te y abundante rendimiento.

El confort cíe la planta.

A1 marchar de un pueblo a otro reunido a unoslabriegos, cuando allá en la primavera verdeando es-tán los trigos, me ocurríó un hecho chocante, yue poreso te lo cuento. A1 llegar a un altozano y cotejar lossembrados yue desde allí se veían en la espléndidallanura que rodeaba a aqueI pueblo, hice yo algítncomentario sobre la importanria ^rande que teníapara el campo el ahonar bien los suelos:

A1 abono minerat la ponderé en cuanto cabe, usán-dolo con prudencia; pero insistí en la ventaja de es-tercolar si se puede, aun haciendo sacrificios. Y unode aquellos lahriegos t^^e dijo: Sí, set^or, eso es muycierto. De^cle aq,uí v a distancia ^de tm kilómetro puedoseñalai• segnro qué campos de Ios yue vemos se hanaho^iado con "fiemo". ^

Un expei-to catnPesino clistin^ue por el verdor, porsu asliecto y a varios cientos de metros el trigal que

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recibió t>ara alimento el estiércol, aun estando tan pu-jantes como aquellos en qtre el nitrato sació los deseosdel nitrógeno. Y ello es porque el estiérrol, acíemásde componer una ración más arn^ónica, de conclimen-to adecuado por tener elementas más diversos, sirvede ennvenda eficaz en cualquier clase de sueIo, y asícomo en los animales no sólo el comer les basta paradar btien rendimiento, ŝino el tener e] alojamientocómodo, disfrutar de tm aire sano, agua limpia, cier-to confort ; en resumen : que permite que al piensoque han ^consumido se le saque más provecho. En lasplantas es igual, y ese benéfi^co influjo •lo cíemuestrael vegetal por detalles que al profano se le escapan,pero no a aquel buen labriego. ^

La ,^nmienda.

En el montón de productos que al labrador se leofrecen para que sus campos rindan abunclante pro-duccíón, hállanse ciertas materias que rio añaden ele-mentos, sino que sólo efectúan un arreglo de los stte-los, proporcionando a laŝ plantas mejora de habita-ción.

Pero como es muy corriente rnantener ciertos equí-vocos asimilando a un abono lo que sólo es una en-miencla, pre^iso es que los labr.iegos extremen las hre-cauciones, sin comprar esas materias hasta haliarseaconsejados por quien de tales asuntos tengan verazopinión.

Las enmiendas se utilizan para corregir terrei^osde traza defectuosa ; pero no deben usarse como elabono ordinario, pues éste siempre aprovecha; peroaqixéllas, de ordinarro, ejercen buenos efectos en loscasos de excepción. ' . ,

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Pretender que las par:elas se logre fertilizarlascon lo qne sólo es enmienda, conducirá a los labrie-gos a gt~ave equivqcación, y por eso en esta cliarlasobre aviso les ponemos para que no se decidan sinprevio asesoramiento a emplear productos raros quequiebren su explotación.